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MALA PRAXIS EN LA ODONTOLOGIA

Refiere que uno de cada cinco profesionales tuvo una demanda, tratar de dar una cifra
exacta del numero de demandas por mala praxis odontológica es un poco aventurado ya
que a la fecha no hay un centro que lleve ese tipo de información.
Debemos señalar que hay dos etapas o instancias en el reclamo judicial. La primera,
denominada ¨mediación¨ en la cual se busca un acercamiento de ambas partes (paciente
y profesional) a fin de llegar a una resolución del conflicto quedando aquí finalizada la
vía de reclamo. De no llegar a un acuerdo quedara habilitada la siguiente etapa,
denominada ¨judicial ¨, en la cual se lleva a acabo un verdadero proceso judicial donde
a través de sucesivos pasos se determina la veracidad de los hechos, el desarrollo de los
mismos y el grado de responsabilidad que le cabe a las diferentes partes, todo ello con el
empleo de una mayor cantidad de tiempo que la mediación.
Obviamente de las especialidades odontológicas que reciben mayor cantidad de
demandas por mala práctica es la implantología, seguida por la prostodoncia y dentro de
ella la implanto soportada.
Hay tres aspectos fundamentales en la atención del paciente y que todo profesional debe
tener presente a fin de evitar situaciones litigiosas, ellos son:
 Buena relación paciente – profesional.
 Correcto desarrollo de las practicas odontológicas conforme las normas de
atención.
 Prolija y completa la historia clínica.
En muchos casos, aun habiéndose comprobado la inexistencia de la mala praxis, los
profesionales demandados se vieron en la situación desfavorable por no contar con una
correcta historia clínica donde conste además el consentimiento informado firmado por
el paciente.
CONDICIONES DE LA RESPONSABILIDAD
Para que al facultativo se le pueda pedir este tipo de responsabilidad se deben dar una
serie de requisitos, los cuales han sido recogidos en las distintas sentencias del tribunal
supremo estas condiciones son las siguientes:
 Continuar con un tratamiento que ha demostrado no ser efectivo.
 Someter aun paciente a un tratamiento incorrecto.
Los doctores tienen el deber de utilizar todos sus conocimientos para diagnosticar su
enfermedad y que se le dé el tratamiento adecuado. Para diagnosticar una enfermedad de
manera correcta, debe pedirle al paciente una descripción detallada de sus síntomas y
debe hacer pruebas y exámenes para darse cuenta si su diagnóstico fue correcto.
Tienen el deber de revelarle información acerca de los tratamientos que recibirá. La
negligencia médica puede ocurrir en cualquier momento del diagnostico o del
tratamiento. Por ejemplo, es posible que pongan una tabla de medicamentos que no le
corresponden a usted y a los que es alérgico, lo cual puede causarle más dañó o inclusive
hasta la muerte.
NEGLIGENCIA DENTAL

Se produce a partir de una mala práctica profesional de la mala conducta o falla de


utilización de suficiente nivel de atención, la habilidad o la diligencia en el desempeño de
sus funciones profesionales, mientras que otro profesional en la misma profesión y las
circunstancias han hecho otra cosa y actuado correctamente.
Algunas situaciones que han ocasionado demandas por negligencia dental son las
siguientes:
1. No detectar y diagnosticar cáncer oral o enfermedades periodontales.
2. Lesión nerviosa a nivel de los labios, la mandíbula o la lengua.
3. Lesión durante el tratamiento de los canales radiculares utilizando pasta de
sargenti.
4. Prótesis de puente y corona incorrectas.
5. Infección causada por el mal uso de las herramientas dentales.
6. Homicidio culposo como consecuencia de la anestesia.
IMRUDENCIA
La variedad de criterios que se han sostenido en torno a la concepción de la
imprudencia, estos son reducibles a las tres direcciones siguientes:
1. La teoría subjetiva.
2. La teoría objetiva.
3. La teoría subjetiva – objetivo.
TEORIA SUBJETIVA
Se basa en general, en dos puntos de vistas: el de la imprudencia como defecto de la
inteligencia y el de la imprudencia como defecto de la voluntad.
Según la tesis de la imprudencia como defecto de la inteligencia, la esencia del delito
imprudencia radica en el no haber prestado la debida atención para evitar los posibles
efectos dañosos o peligrosos del actuar u omitir, lo cual, como consecuencia, impide que
la voluntad intervenga y obre mediante la eficiencia de sus poderes inhibitorios y
selectivos.
Según la tesis de la imprudencia como defecto de la voluntad, en los hechos imprudentes
existe ciertamente un vicio de la inteligencia, por cuanto el individuo no previó las
consecuencias dañosas del hecho, pero en su origen tal deficiencia se remonta hasta la
voluntad del sujeto, porque su vicio de la voluntad, no empleo la debida reflexión con la
cual podía prever esas consecuencias dañosas.
TEORIA OBJETIVA
La imprudencia, para la teoría objetiva, se fundamenta en dos elementos principales:
La voluntaria causalidad eficiente y el empleo de medios antijuridicos. El problema de la
responsabilidad por imprudencia parece sencillo de solucionar, cuando el sujeto se halla
en situación de contravención y de ella se deriva un resultado delictivo este, es el
problema que el sujeto a titulo de imprudencia comete. Sin embargo, aludida sencillez de
esta respuesta es solucionar los problemas de la manera mas imparcial y justa posible,
jurisprudencialmente, esto consiste en la omisión de aquella diligencia que exija la
naturaleza de la obligación y corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo
y del lugar. Cuando la obligación no exprese la diligencia que ha de prestarse en su
cumplimiento, se exigirá la que corresponda a un buen padre de familia.
IMPRUDENCIA PROFESIONAL
Es imprudencia en la que puede incurrir el profesional con ocasión del ejercicio normal
de la profesión; mientras que la imprudencia profesional se identifica con la impericia,
ineptitud e ignorancia de Lex artis.
El concepto de imprudencia profesional es uno de los que ha dado lugar a mayores
dificultades. Para algunos la imprudencia profesional se basa en la imprudencia, que
consiste en la incapacidad técnica para el ejercicio de una profesión o arte; por eso los
términos de impericia y negligencia profesional deben entenderse como sinónimos.
Al obrar el profesional requiere una técnica propia de la profesión de que se trate y de las
que carece (impericia) o se olvida o ejecuta descuidadamente (negligencia) el sujeto que
la ejerce practicándola con peligrosidad.
TIPOS DE IMPRUDENCIA
1.- IMPRUDENCIA CONSCIENTE
En la imprudencia consiente el sujeto tiene conciencia de la posibilidad de producción de
la parte objetiva del hecho típico, pero a diferencia del dolo eventual, no acepta su
eventual producción por confiar con un mínimo fundamento en que se podrá evitar.
2.- IMPRUDENCIA INCONSCIENTE
En la imprudencia inconsciente el sujeto no tiene siquiera conciencia de la posibilidad de
producción de la parte objetiva del hecho típico bien porque no se da cuenta en absoluto
de la peligrosidad de la conducta en relación con un hecho típico así, o bien, porque, aun
siendo consciente de la posibilidad y peligro de que concurran algunos elementos del tipo
por un error vencible de tipo desconoce la presencia o posible concurrencia de algún
elemento típico.
Generalmente esta clasificación no tiene mayor repercusión práctica, porque la infracción
imprudente puede darse tato si la imprudencia es consciente como inconsciente, y porque
en la consciente si se dé claramente un componente subjetivo – psicológico del llamado
tipo subjetivo, y no en la inconsciente, sin embargo, ello no tiene que repercutir en la
gravedad de la imprudencia a efectos valorativo -normativo.
No obstante, lo que si plantea problemas prácticos es la tarea de trazar la frontera o límite
entre la imprudencia consciente y el dolo eventual, problema que en cambio no se
presenta en la imprudencia consciente.
El no tomar precauciones para evitar un riesgo o actuar en forma precipitada. Por ejemplo:
Se decidió no realizar historia clínica al paciente, pero no se ha puesto a pensar que pasaría
si de la atención de ese paciente surgiera una causa por mala praxis.
¿Qué documento ofreceríamos para demostrar el correcto accionar médico, teniendo en
cuenta que la historia clínica (documento por excelencia) no fue realizada?
Este es uno de los principales problemas que se enfrenta cotidianamente pues la historia
cínica se ha considerado en algunos casos que no es importante en el diagnóstico,
tratamiento y seguimiento del paciente por lo que el profesional de la salud esta expuesto
a mayores riesgos de mala praxis.
Sin temor a equivocarme podemos decir que en la medicina actual y más cuando ésta es
judicializada no hay lugar para conductas empíricas u obsoletas toda conducta médica
debe estar razonablemente fundada en guías de procedimientos actualizadas ya sea que
estas sean producidas por el mismo servicio, instituciones, sociedades científicas. Lo
contrario a la norma siempre es pasible de ser reclamado e incluso condenado.
Todas estas situaciones se asemejan al del automovilista que conduciendo en horas de la
noche pasa un semáforo en rojo. En su descargo asegura tener mido de ser asaltado si
detiene la marcha. La autoridad que juzga el hecho no desconoce la inseguridad en que
vivimos, pero tampoco puede desconocer que la infracción efectivamente se cometió. El
automovilista cruzó con luz roja y ese hecho ya por si solo constituye una infracción. Si
con motivo de dicha infracción alguien hubiera sido lastimado se configura el delito de
lesiones culposas.
En definitiva, la imprudencia se trata de casos de manifestación temeridad en los que la
acción del profesional demuestra un descuido claro de la vida y la salud del paciente al
margen de las reglas del arte y de los procedimientos aconsejados. Es un vicio en el que
incurre aquel que realiza una acción de la cual debió abstenerse por ser en si misma
peligrosa y capaz de ocasionar daños. Estamos ante una acción imprudente cuando se
afronta un riesgo sin haber tomado las debidas precauciones para evitarlo sin detenerse a
pensar en los inconvenientes que resultan de esa acción u omisión.
La imprudencia es la modalidad contraria a la negligencia, pues supone un actuar
excesivo que sobrepasa el limite de riesgo permitido. Normalmente procede en las
acciones y excepcionalmente en las omisiones ejemplo de actos médicos imprudentes:
 Cuando el médico, sin necesidad somete al enfermo a tratamientos innecesarios
riesgosos y evitables o actúan en condiciones que aumentan los riesgos.
 Transfundir sangre sin establecer el grupo sanguíneo, HIV, VDRL, entre otros.
 Realizar un acto innecesario.
 Uso de fármacos no aprobados.
 Ejecución de técnicas terapéuticas no claramente efectivas.
 Sobredosis de fármacos.
 Tratamiento farmacológico insuficiente.
 Procedimiento terapéutico peligroso e innecesario.
 Realizar intervenciones innecesarias a fin de reparar lesiones insignificantes.
 Resección quirúrgica excesiva.
Riesgos y expectativas
El origen de la práctica médica en general y en este caso de la odontológica, está en la
motivación (necesidad) del ser humano para buscar y solicitar un servicio profesional.
Entre las motivaciones-necesidades más frecuentes de los futuros pacientes se encuentra
en primer término el dolor, o la molestia crónica, la falta o disminución de alguna función,
urgencias traumáticas, estética, solicitar una segunda opinión, reparar una iatrogenia, un
tratamiento anterior no cumplido o el estatus laboral y/o social, etc.
Teniendo en cuenta que existe una motivación principal aunada a otras como sería la
económica, presión familiar o social, etc. Existe una mezcla de razones y sentimientos en
la que habrá una preponderante pero no única. La búsqueda del cómo, cuándo, quién,
dónde, cuánto para resolver o satisfacer dicha motivación-necesidad deviene en una
expectativa. El binomio motivación – expectativa es el referido original de los pacientes
a nuestros consultorios. Cuando el paciente se presenta ante nosotros trae consigo un
cúmulo de motivaciones (una principal) y expectativas que desea sean satisfechas o
resueltas.
Aquí es donde nuestra habilidad debe imponerse para desmenuzar y conocer acuciosa y
ciertamente las motivaciones-expectativas que lo trajeron hasta nosotros. Ésta es la base
del famoso ojo clínico o sentido clínico. Habida cuenta que existen también seudo
pacientes que actúan con dolo o mala fe desde el principio o durante la evolución del
tratamiento son mal aconsejados o influenciados por terceros en forma negativa
inquietándolos irresponsablemente.
Después de haber realizado una acuciosa y prolija historia clínica estaremos en posición
de dar respuesta a dicho binomio. La información y la explicación se impone para tener
bien claro los riesgos previstos y los no previstos, ya que podrán dar como consecuencia
complicaciones previstas y no previstas respectivamente Esta previa información nos
evitará caer en falsas expectativas o expectativas insatisfechas que es el origen de la
mayoría de las controversias. Al consentimiento informado le debe anteceder una amplia
explicación oral basada en la comunicación asertiva, y aun valiéndose de dibujos,
esquemas, modelos de estudio, modelos figurados, fotos o cualquier auxiliar que
juzguemos útil, para agotar todas las dudas antes que el paciente firme su consentimiento
informado. Reduciremos el margen de error y fallas en la información. En este punto se
impone como premisas dos vertientes:
I.- Conocer nuestros límites y capacidades, el nivel de nuestros conocimientos, artes y
habilidades, no dudar en preguntar, asesorarse, solicitar una interconsulta o las que sean
necesarias, o referir antes de dar cualquier diagnóstico dudoso, o cualquier tratamiento
que esté fuera de nuestros alcances. Hace algunas décadas el cirujano dentista, efectuaba
todo tipo de tratamientos que fueran necesarios dentro de la cavidad oral, pero en la
actualidad existen una serie de especialistas en odontología, que el trabajo en equipo da
como resultado una mejor atención a los pacientes, quienes merecen todo nuestro respeto.
II.- Tenemos la obligación y la necesidad de ampliar nuestros límites a base de
capacitación constante y ordenada, como parte preponderante de nuestra vida y actividad
profesional. “Si piensas que el costo de la educación es caro, compáralo con el costo de
la ignorancia”. Aunado todo lo anterior podemos concluir que evitar riesgos, es decir, la
prevención es una idea esencial antes de exponernos o resolver a los mismos.

DIVERSOS SUPUESTOS RIESGOS DE LA PRAXIS ODONTOLÓGICA


MÁS COMUNES
1.- Anestesia
Daño derivado de la anestesia: El odontólogo debe actuar con precaución al suministrar
“anestesia” a un paciente. El profesional debe ser muy cauteloso al intentar aplicar algún
anestésico, pues más allá de las declaraciones del propio paciente que dice no ser alérgico
a alguno de ellos, aquél debe suministrarlo conociendo previamente de las eventuales
consecuencias que el mismo puede acarrear para el atendido, máxime cuando se trata de
personas que por sus características puedan ser un grupo de riesgo. Es decir que el
odontólogo debe llevar a cabo aquellos actos de rutina en su ciencia a fin de prevenir
cualquier tipo de contingencia por la aplicación de anestésicos a sus pacientes.
2.- Daño derivado de la colocación de prótesis dental
Resulta obvio que ante la colocación defectuosa de prótesis dentales el odontólogo debe
responder pues se está frente a un incumplimiento de su deber prestacional. Lo mismo si
de la colocación de la prótesis dental surgen daños.
3.- Daño causado por partes colocadas en la cavidad bucal
Para atender deficiencias que se presentan en el aparato bucal, en muchas ocasiones el
dentista debe introducir objetos que pueden llegar a quedar alojados de forma temporaria
o permanente en esa cavidad (vgr. corona, pernos, etc.) por ejemplo un endoposte que
perfora y/o fractura la raíz.
4.- Daño ocasionado a partes de la cavidad bucal
En la labor que desarrolla el odontólogo en la cavidad bucal del paciente pueden
originarse perjuicios a distintas partes de la misma (vgr. en otros dientes del que era
tratado, en el seno maxilar, en labios, etc.)
5.- Daño ocasionado por las cosas que emplea
El dentista deberá responder por los daños que dimanen de todas las cosas que emplee
para la prestación de su servicio profesional, desde cualquier elemento implicado
directamente en la prestación de su servicio profesional, desde cualquier elemento
implicado directamente en la prestación (vgr. torno, sillón, etc.) hasta el relacionado
mediatamente con el servicio ofrecido (vgr. instalaciones).
a.- En la cavidad bucal: El odontólogo para el cumplimiento de su prestación emplea
distintos elementos que introduce en el aparato bucal para sanear la enfermedad del
paciente. Por ejemplo, mientras un paciente era intervenido por un dentista, de la pieza
de mano se desprendió la fresa que se alojó en el seno maxilar de aquél.
b.- Para la prestación de servicio: El profesional debe responder no sólo de aquellos
elementos que se vale directamente para la prestación del servicio, sino de los que
indirectamente le sirven para el desarrollo de su actividad. Cabe entonces a su cargo un
deber de seguridad global por las instalaciones en donde presta su labor. Por ejemplo, un
paciente se aprisionó el dedo anular izquierdo a la altura de la segunda falange y habérsela
seccionado en el sillón odontológico en el cual estaba siendo atendida.
6.- Daño producido por contagio de enfermedades
En cuanto a los perjuicios provocados en la actividad odontológica por contagio de
enfermedades, se hace necesario afirmar que resultan aplicables al supuesto las reglas
generales de responsabilidad médica que presenta esta hipótesis.

Bibliografía

http://www.medigraphic.com/pdfs/adm/od-2006/od063f.pdf

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