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Carlos H. Cerdá
Palabras clave: confianza - transparencia – valores – fragmentación - democracia
Introducción
En las últimas dos décadas los países sudamericanos han recuperado la democracia
y continúan trabajando para poner en práctica los principios que ésta sostiene a fin de
alcanzar la consolidación de la misma. Sin embargo, es más sencillo aceptar los principios
democráticos que lograr las condiciones sociales y políticas que su desarrollo requiere.
Entre dichas condiciones se encuentra el factor confianza que genera y torna viable
las múltiples transacciones entre los individuos y las instituciones privadas o públicas,
promoviendo el capital social o asociaciones espontáneas. Pero a su vez la confianza
parece ser posible sólo en un ambiente cuya conciencia moral1 obedece a ciertos valores
que permitan una convivencia de fluida interrelación.
Probablemente las democracias cuyo horizonte axiológico es afectado por la
presencia de abusos “medievales”2 (cultura de dependencia estatal y eclesiástica,
clientelismo, ausencia o violación de los derechos y garantías legales) y características
posmodernas como el relativismo moral, el desarrollo de su consolidación y el progreso de
la misma se tornan en una agonía que arrastra consigo algunas generaciones. Tal parece
ser el caso de la Argentina.
Por lo tanto no es prudente pretender interpretar el sistema político como existente
en el vacío, pues Easton sostiene que “la vida política es un sistema de conducta
incorporado a un ambiente a cuyas influencias está expuesto el sistema político mismo”
(Easton, 1992: 217), lo cual no implica que la corrupción de los que mandan tiene su
origen en los dirigidos, sino en el debilitamiento del horizonte axiológico de la sociedad.
Pascuino, refiriéndose al contexto social expresa que: "...cada pueblo tiene el gobierno que
se merece... la ética pública a menudo refleja la ética... privada, de los ciudadanos
1
Las expresiones, conciencia moral, transparencia, horizonte axiológico, marco ético, morada ética
y sentido religioso serán utilizadas indistintamente, a no ser que se aclare, como una de las variables del
estudio.
2
Obviamente no se puede hablar de Edad Media en América, por lo que el término se utiliza
metafóricamente al referirse a los países latinoamericanos y se aplica a ciertas características propias de
dicho período y latentes en Latinoamérica.
2
privados" (Pascuino, 1999: 73). Por lo cual, es de esperar que el gobierno estimule el
desarrollo del marco ético adecuado a partir de la transparencia moral en la dirigencia
política e institucional.
El propósito de esta investigación es realizar un análisis descriptivo comparativo,
desde una perspectiva teórica documental, del desencanto y pérdida de confianza que
experimentan las sociedades democráticas y pluralistas (caso Argentina en el contexto
sudamericano comparado con el contexto europeo) en su conexión con la crisis de
conciencia moral. El análisis pretende dejar abierta a la investigación, la propuesta de la
reconstrucción del ambiente ético o ética civil. Pues según Peter Eigen, presidente de
Transparencia Internacional: "... es también esencial que los gobiernos corruptos no roben
a su propia gente. Esta es ahora una prioridad urgente si de salvar vidas se trata"
(Transparency International, 2000).
En esta investigación se tendrá presente el feedback, término que David Easton
toma del mundo informático para referirse a la retroalimentación que debería existir entre
gobernantes y gobernados (Easton, 1992: 288), es decir que las conductas ambientales o
demandas (inputs) influyen en la conducta del gobierno quien debe convertir las demandas
en apoyo (outputs). Pero cuando la conducta corrupta existente en la sociedad demanda
asignaciones vinculantes de valores que no son atendidas por el sistema político porque
este también se haya enredado en asuntos corruptos, el resultado es el vacío moral o
debilitamiento de la conciencia colectiva y su consecuente ingobernabilidad (Pinto, 2000:
37) ante la falta de feedback.
Problema
Reconocidos investigadores en el ámbito de la sociología clásica observaron,
especialmente en las ciudades, un marcado distanciamiento en las relaciones
interpersonales que conduciría a la formación de una sociedad de extraños sin identidad
(Marx, Durkheim, Weber). A fines del siglo XX y principios del XXI son muchos los
investigadores que consideran que la fragmentación interpersonal como el distanciamiento
institucional está peor que lo anunciado por los pensadores clásicos. Pero es notorio que
esto parece ocurrir fundamentalmente en los países cuya cultura aún conserva ciertas
características feudales.
3
Además de la pérdida de confianza interpersonal, se observa en la actual sociedad
posmoderna3 o posmoralista, la tendencia a la corrupción o debilitamiento de la morada
ética. Es esta una realidad que si bien se encuentra en la sociedad, tiene marcada presencia
en los funcionarios públicos y en los políticos. Al parecer, en Argentina el desarrollo de la
modernidad se ve afectado no sólo por la existencia de hábitos premodernos sino también
por aquellos posmodernos como el relativismo moral y el abandono de la cultura del deber.
Frente a esta nueva realidad surge el problema a tratar en esta investigación: ¿Es
posible suponer que la crisis de confianza que experimenta la sociedad argentina está
relacionada con el debilitamiento del horizonte ético?, y su consecuente hipótesis: Puede
suponerse que la crisis de confianza, ante el desencanto posmoderno que experimenta la
sociedad argentina en el contexto sudamericano, se relaciona con el debilitamiento de la
conciencia moral como elemento de cohesión de las sociedades pluralistas.
Metodología y presupuestos
Se trata de un estudio descriptivo comparativo que utiliza tanto el análisis teórico
como la modalidad cuantitativa, a fin de lograr la triangulación metodológica y alcanzar
mayor validez del estudio. La técnica para recabar la información es la documentación y
la contrastación de la hipótesis planteada se realiza siguiendo dos pasos: 1) se compara el
enunciado hipotético con una fuente de información pertinente (se refiere al mismo sector
de la realidad que el escogido para esta investigación) y de credibilidad (se refiere a
aquellas instituciones cuyo manejo de la información posea reconocimiento nacional e
internacional). 2) a partir de la comparación y correlación estadística de las variables se
realiza una inferencia o conclusión sobre la veracidad o falsedad del enunciado.
Siguiendo la metodología establecida se tendrán presente los siguientes
presupuestos: a) que el vacío posmoralista abre la puerta al desorden social, b) que el
mismo tipo de relación que guardan los conceptos de “independencia” e “indiferencia”, se
da también entre los conceptos de “dependencia” y “acción”. Se entiende por indiferencia
la falta de responsabilidad hacia el conjunto social, es decir, el triunfo de la apatía en las
democracias actuales (Lipovetsky, El crepúsculo del deber 1994: 70) Así, la
independencia individualista posmodernista es indiferente para con el bien común,
3
Casullo destaca que no es posible definir posmodernismo en una frase, ya que es “un post más
confuso aún que el precedente” (Casullo, 1989: 262).
4
mientras que la dependencia de valores compartidos a partir de un sentido religioso4 tiene
por fruto una actitud de compromiso que mueve a la acción duradera y, c) que desde el
momento en que este fenómeno social (relativismo moral o pérdida del sentido religioso)
afecta a los ciudadanos en una falta individual de confianza y responsabilidad para con la
sociedad, se hace notoria la ausencia de programas estables que pretendan el crecimiento
social.
Análisis teórico
No se encontró bibliografía que analice la relación o grado de asociación entre la
crisis de confianza de Argentina y la del contexto sudamericano con la conciencia moral
de dicho contexto comparado con el europeo. El sentido religioso o conciencia moral es
fundamental para lograr la cohesión social o feedback y hacer frente a la situación de caos
reflejada en el relativismo moral. Además, al describir la anomia5 existente en la sociedad
argentina y su consecuente atonía (Agulla, 1999: 48), o falta de responsabilidad individual
u obligación para con las normas legitimadas, puede contribuir a la necesidad de una nueva
conciencia colectiva formadora de individuos responsables que generen y depositen
confianza.
Sobre la confianza
Para Jon Elster el excesivo individualismo y el debilitamiento de la confianza
hacen que las ruedas de la sociedad queden detenidas (Elster, 1992). Según Ortega y
Gasset dicho individualismo ha generado un nuevo tipo de hombre masa que lo torna
improductivo o inerte (Ortega y Gasset, 1959).
A la sociedad de escasa confianza George Simmel la identifica como sociedad de
extraños que experimentan pérdida de identidad, a lo que Mario Pereyra considera, desde
la psicología, como una pérdida de la comunicación personal directa (Pereyra, 1994: 57-
62). Para Albert Calsamiglia la desintegración de las sociedades democráticas puede
deberse al desarraigo social ante el excesivo individualismo (Calsamiglia, 2000). Francis
4
Si bien esta expresión ya fue incluida en la nota 1, se amplía aquí su significado que se aplica a la
necesidad de una religión civil, es decir, de una sociedad con ciertos valores estables e internalizados que
cohesionen a los individuos entre sí, con sus instituciones y con la dirigencia gobernante. Existencia de una
conciencia de obligación hacia el conjunto social.
5
No solo se refiere a la ausencia de normas legitimadas sino también a la indiferencia para con las
existentes, especialmente por parte de aquellos en quienes descansa la responsabilidad de la asignación
autoritativa (en el sentido de vinculación) de valores.
5
Fukuyama asocia este individualismo con la crisis de confianza que a su vez la considera
como falta de asociaciones espontáneas, característico en las sociedades que previo a la
democracia experimentaron excesiva dependencia estatal y eclesiástica, generando
sociedades en las que la familia y el parentesco constituyen la forma de asociación
primaria (Fyçukuyama, 1995). Tanto Putnam como Inglehart consideran a las
asociaciones espontáneas que traspasan la barrera de la familia, como capital social
característico de una cultura de confianza (Lazarte Rojas en Cheresky, 2001).
Enrique Rojas (Rojas, 1997), Gilles Lipovetsky (Lipovetsky, La era del vacío,
1996) y David Lyon (Lyon, 1994) entre otros expresan el desencanto que se deja ver a
través de la desconfianza e indiferencia para con todo tipo de autoridad en la actual
sociedad posmoderna. Para Niklas Luhmann, las complejas sociedades actuales no
podrían establecerse sin la confianza (Luhmann, 1996); y según Hugo Quiroga la
desconfianza institucional está ligada a los altos índices de desigualdad (Quiroga en
Cheresky, 2001).
Considerando lo analizado por dichos autores se destaca que es éste un fenómeno
que se da fundamentalmente en sociedades modernas, que como Argentina, experimentan
pérdida de identidad y fragmentación de la personalidad al vivenciar choques culturales, es
decir, fuerte presencia de vicios feudales y ciertas características posmodernas que frenan
el desarrollo o progreso en la consolidación de la democracia.
La dolencia de estas sociedades democráticas se relaciona con el excesivo
individualismo que ha generado un déficit del capital social, es decir, escasa confianza o
falta de identificación con la comunidad. Dicha desconfianza conlleva la ausencia de
asociación espontánea, lo cual es característico del feudalismo europeo y muy notorio en
los países sudamericanos. El capital social o confianza societal puede multiplicarse y
fortalecerse o cercenarse y debilitarse si el sistema político no contribuye con el marco
moral apropiado. La desintegración de la familia según el sentido tradicional, la violencia
o aumento del delito y la carencia de instituciones que socialicen a los individuos no sólo
en una ética de la convicción sino fundamentalmente en una ética de la responsabilidad
(Weber), son las tendencias desintegradoras de estas sociedades.
Una estructura familiar fuerte y estable, e instituciones sociales perdurables no
pueden ser creadas por un gobierno mediante leyes o decretos, sino que depende de los
hábitos, las costumbres y de una conciencia moral. Los estados totalitarios no permiten el
desarrollo del capital social o confianza interpersonal, pues generan hábitos dependientes
6
del estado, pero también es cierto que para que dicho desarrollo sea posible en los estados
democráticos es fundamental que el sistema político contribuya con el marco institucional
adecuado que mantenga el feedback (Easton) formador de una conciencia moral que
constituya los rieles que conduzcan a la consolidación de la democracia.
En los países sudamericanos han predominado largos períodos de autoritarismos
con características feudales y, como diría Fukuyama, "familistas" que socavaron el
desarrollo de las instituciones intermedias o confianza societal. Algunos países europeos
como Alemania tuvieron en su etapa premoderna regímenes políticos relativamente
descentralizados, lo cual implica, un largo período de costumbres y cultura de elevada
confianza generalizada. En las democracias más antiguas como Inglaterra, Francia y otras,
es la fortaleza institucional que contribuye a la reproducción de normas y valores la que
explica su permanencia. En las democracias sudamericanas es la debilidad institucional la
que frena el proceso de consolidación democrática. En Argentina, ante el debilitamiento
moral de las instituciones democráticas, se ha dañado el feedback con la sociedad
debilitando el capital social que había comenzado a construirse predominando la
desconfianza en dichas instituciones. Tal escepticismo expresa el desencanto institucional
en la Argentina ante la marcada falta de valores en la vida pública (Weber). La condición
posmoderna está marcada por la declinación de la confianza y el derrumbe de las
instituciones (escuela, iglesia, familia y estado), predominando una situación de desorden
moral. La confianza o capital social, que como ya se dijo implica la capacidad de
asociaciones espontáneas no "familistas", depende del grado en que los integrantes de una
comunidad comparten normas y valores, es decir, una conciencia moral.
7
Gilles Lipovetsky considera que los medios de comunicación tienen mucho que ver
con la delicada salud moral de la sociedad puesto que jerarquizan dar las primicias, al
parecer en muchos casos, a cualquier costo.
Max Weber opina que en toda sociedad siempre ha de existir alguna fe que
garantice los éxitos políticos (Weber, El político y el científico, 1998), pero Christian
Duquoc sugiere que la secularización transforma la religión y crea nueva escala de valores
(Duquoc, 1974). Por su parte, Heinrich Fries dice que el cristianismo entra en decadencia
al despreciar los valores (Fries, 1967).
Casullo considera al posmodernismo como una deconstrucción, desmitificación de
los totalitarismos, tornándose en la cultura del ‘todo vale’ (Casullo, 1989). Con relación a
esto, Marta López Gil comenta que la sociedad posmoderna presenta individuos aislados,
vacilantes, vacíos y reciclables ante la moda cambiante. Hay una pérdida de sentido a la
que Max Weber interpreta como ‘desencantamiento’ y Nietzche como la ‘muerte de Dios’
(López Gil, 1992).
Esta realidad cultural conlleva, según Jean-Claude Guillebaud, a un conformismo
permisivo, hedonista e indiferente a los valores morales, pero que agoniza por la soledad y
el vacío. Agrega, además, que a esta sociedad posmoderna no le interesa el prójimo y que
los movimientos religiosos no son más que demagogias (Guillebaud, 1995). Este
individualismo genera, según Kenneth Gergen, una personalidad fragmentada y sin
identidad. Esto debido a las múltiples relaciones y a los medios informáticos. Además,
destaca que en la actual sociedad predomina el sincretismo, la apatía y la ausencia de
valores, generando una personalidad narcisista y desleal (Gergen, 1992).
En Sudamérica, según Francisco Paniza, la corrupción generalizada no es
compatible con una democracia madura, destacando la presencia de vicios feudales en
estos países (Panizza en Cheresky, 2001). Jaime Barylko sostiene la existencia de una gran
debilidad moral en la sociedad argentina (Barylko, 1998).
Ante los comentarios y análisis mencionados se observa que el fenómeno de la
corrupción es característico en los países sudamericanos. Una sociedad que no le da la
debida importancia al fortalecimiento de la conciencia moral y en cuyo ambiente
predominan los medios anómicos (Merton) o alejados de los valores institucionalmente
establecidos para alcanzar metas y valores impuestos por la sociedad, como “éxito”,
“consumo” y “prestigio”, su democracia será más frágil y estará más expuesta a los
conflictos sociales y a la desconfianza generalizada.
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El relativismo moral conduce a la justificación de la amoralidad, pues ante el deseo
egoísta del éxito basado en la influencia o poder, se cae en la premisa “el fin justifica los
medios”, lo cual conduce a una actitud social permisiva, cambiante y corruptible.
Las dificultades económicas de Sudamérica, las desigualdades cada vez más
marcadas, la cultura política que descuida cada vez más a las instituciones y que propicia la
corrupción, el clientelismo y la constante violación de los derechos y garantías legales, no
son compatibles con una democracia liberal moderna y madura. En Argentina la imagen
de los jueces y de los fiscales no dejó de bajar, pues la población asocia la corrupción con
la ineficiencia del sistema judicial (Carballo). Como el relativismo moral es la
justificación de la amoralidad, el soborno suele ser ‘justificado’ por los bajos salarios y la
impunidad de los funcionarios políticos.
La ambición fomenta la conducta desviada, por lo que todo vale y
fundamentalmente los recursos inmorales como los cálculos deshonestos, el fraude y la
mentira. Para la formación moral, los hábitos que predominan en el entorno son de
suprema importancia. La Reforma generó hábitos necesarios para la Revolución
Industrial, pues unía a las personas, no sólo familiares, mediante valores como la
honestidad y el servicio (Weber). La cohesión moral, generadora de confianza ha sido de
gran utilidad en el desarrollo de la democracia y de la economía de países protestantes
como Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. Uno de los factores fundamentales que ha
favorecido a estos países ha sido la cultura bíblica, pues fomenta el capital social o
confianza societal (Hechos 4:32) como así también el progreso (3Juan. 2) basado en el
esfuerzo inteligente o, trabajo como vocación, a partir de una firme plataforma moral
(Josué 1: 8, 9). Esto es el Beruf de Lutero, es decir, el servicio a Dios “no como una
superación de la eticidad intramundana mediante el ascetismo monacal, sino mediante el
cumplimiento de los deberes intramundanos que se derivan de la posición del individuo en
la vida, lo cual se convierte en su ‘Profesión’” (Weber, La ética protestante y el espíritu
del capitalismo, 1998: 139).
A pesar que el posmodernismo ha debilitado el feedback entre creyentes e
instituciones religiosas en dichas naciones, se ha mantenido el principio cultural bíblico de
la asociación espontánea relacionada con el progreso.
No ocurre lo mismo en los países sudamericanos, cuya cultura religiosa no se ha
basado tanto en la cultura bíblica como en la dependencia de la tradición ceremonial y
eclesiástica que no se ha caracterizado en fomentar el capital social en conexión con el
9
progreso, por lo que ha repercutido en la dependencia estatal y en la excesiva intervención
de los estados. Vale destacar que la cultura católica se reconcilia con la democracia recién
en la segunda mitad del siglo XX.
En Argentina, los valores comunitarios no forman parte del sistema educativo y las
cuestiones espirituales, éticas o religiosas se pierden en dicho sistema (Deutsche Bank,
1993: 30), y son reemplazados por valores posmodernos como dinero, consumo y status
(Ander-Egg, 1998: 74, 75).
La decadencia de la sociedad se hace evidente cuando se abandonan los valores, es
decir, cuando se debilita el horizonte axiológico y se quiebra el feedback entre la sociedad
y el gobierno, que también se haya enredado en asuntos corruptos. Cuando el egoísmo,
que conduce a la desconfianza, reemplaza a lo humano o a la morada ética que hace viable
a la democracia, se produce una regresión a la barbarie (Bell, 1996: 158), a la violencia,
retornando la amenaza de los autoritarismos.
La doctrina del liberalismo no parece sostenerse por sí misma, necesita de la
presencia de algunos aspectos de la cultura tradicional para la cohesión social como los
valores morales. La religión puede y debe ser uno de los más fecundos aportes al debate
ético o rearme de la morada axiológica para que la confianza se fortalezca y la democracia
no solo se consolide sino que continúe su progreso. Pero aceptar que la vida democrática
sólo es posible en la convivencia pluralista supone que las religiones han de mantenerse en
el ámbito privado, lejos de la tentación del monopolio ético y del control político-social
(Vidal, 1995: 134-153).
Quedan expuestas así, según el análisis teórico, las conexiones entre las variables
de la hipótesis. Resta ahora, corroborar la correlación a partir del análisis estadístico.
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respecta al debilitamiento de la confianza en las instituciones democráticas los datos fueron
obtenidos de Gallup Argentina y Demoskopia (Hentschel, 1999: 7-26).
Marta Lagos, vocera de la Corporación Latinobarómetro, señala que:
"La confianza interpersonal es un requisito previo para el desarrollo de una
participación política efectiva, y también es necesario un sentimiento de confianza para el
funcionamiento de las reglas del juego democrático. Una sociedad que no confía en sus
pares, difícilmente podrá confiar en sus líderes y en las instituciones a las que estos
representan" (Lagos, 2000).
a) Confianza en las Instituciones Democráticas de Argentina y Sudamérica.
El desencanto institucional se corrobora con los resultados de investigaciones
sociales que revela a Argentina como una sociedad que no se siente protegida y mucho
menos representada. Entre dichos estudios se encuentran:
a.1) Gallup Argentina: Realizó 1183 entrevistas en 26 localidades de todo el país
entre 1984 y 2001. Éstas manifiestan un marcado descenso en el interés de los argentinos
por la política en los últimos 17 años. En 1984 (43%), 1991 (30%), 1995 (25%) y en el
2001 (19%), como puede observarse en el gráfico 1.
GRÁFICO 1
90 81%
80 75%
70%
70
57%
60
50 43%
40
30%
30 25%
19%
20
10
0
1984 1991 1995 2001
M u y o b a s t a n t e in t e r e s a d o P o c o o n a d a in t e r e s a d o
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TABLA 1
Argentina 60 74 62 57 33 45 38 32 16 26 11 10
Bolivia 82 75 77 68 38 44 35 19 34 25 17 8
Brasil 58 35 54 43 32 39 53 19 31 21 8 10
Chile 66 71 63 39 54 77 53 60 48 29 28 13
Colombia 76 74 62 58 61 57 65 55 40 44 21 20
Ecuador 70 64 66 54 48 15 64 32 23 12 3 3
Paraguay 73 56 74 63 67 41 23 22 23 10 11 9
Perú 76 63 45 38 45 45 31 22 45 18 28 18
Uruguay 51 81 67 76 58 76 40 50 37 52 40 27
Venezuela 96 84 78 73 83 67 56 20 17 26 10 17
Fuente: Elaboración propia a partir de Gallup Argentina.
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Análisis cuantitativo de la crisis moral
Los datos bibliográficos estadísticos se obtuvieron fundamentalmente de
Transparencia Internacional, pues investiga desde 1995 la transparencia moral a partir del
índice de percepción de corrupción de distintos países, entre los cuales se encuentra la gran
mayoría de los países sudamericanos. Considerando los hechos delictuosos como clara
evidencia de la corrupción social, se obtuvieron los datos de la Dirección Nacional de
Política Criminal.
a) Relación entre hechos delictuosos y confianza interpersonal en Argentina.
Existen distintos niveles de corrupción, pero es en el aumento de los hechos
delictuosos donde se hace más evidente la creciente distancia entre las personas con su
consecuente pérdida de confianza. La falta de transparencia en el sistema político y su
consecuente pérdida de feedback o desencanto institucional se refleja en un aumento de la
corrupción social, pues ya no importa el daño físico o moral que se realice mientras se
satisfaga al ego o se alcancen ciertas metas que la sociedad impone.
Este aspecto se fundamenta estadísticamente en la tabla 2, donde se observa que r=-
0,67, por lo que se trata de un tipo de relación inversa, lo cual significa que el aumento de
los hechos delictuosos (clara evidencia de la corrupción social ante la ausencia de
feedback) se relaciona en forma inversa con la crisis de confianza interpersonal, es decir
que a menor confianza interpersonal, mayor cantidad de hechos delictuosos. Esta es una
evidencia empírica, que por tratarse de un estudio correlacional no posibilita, desde el
punto de vista metodológico, establecer una relación de causa-efecto, pero permite
suponerla.
TABLA 2
13
b) Relación entre transparencia moral y confianza interpersonal en Europa y América
Latina.
Se correlacionaron dichas variables de la Unión Europea, Europa del Sur, América
Latina, América del Sur y Argentina. El resultado confirma la hipótesis planteada en esta
investigación, pues r=0,93, lo cual indica la existencia de una muy fuerte correlación o
grado de asociación entre la confianza interpersonal y la transparencia moral existente en
la administración pública y el gobierno. Donde existe mayor transparencia moral hay
mayor confianza interpersonal.
En la tabla 3 se puede observar que en las regiones de bajos niveles de
transparencia moral en los funcionarios públicos y políticos corresponden bajos niveles de
confianza interpersonal.
TABLA 3
TRANSPARENCIA CONFIANZA
Unión Europea 7,5 60%
Europa del Sur 5,8 60%
América Latina 3,7 19%
América del 3,5 18%
Argentina 3,2 19%
r=0,93
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Transparency International y
Corporación Latinobarómetro.
6
La correlación existente, r=0,93, muestra que la confianza interpersonal se relaciona con la
transparencia moral existente en la administración pública y el gobierno.
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GRÁFICO 2
7
Chile
6 GRUPO A
TRANSPARENCIA
5 GRUPO B
Perú
Uruguay
4 Brasil
Argentina
3 Colombia
Venezuela Bolivia Ecuador
2
Paraguay
1
0
0 10 20 30 40 50 60 70
CONFIANZA INTERPERSONAL
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d.1) Grupo A: Se observa en la tabla 4 la existencia de correlación positiva entre las
dos variables (r=0,99), lo cual significa que en el grupo A las variables transparencia y
confianza institucional se correlacionan fuertemente.
TABLA 4
d.2) Grupo B: La tabla 5 muestra que en este grupo existe una correlación de
r=0,70, la cual permite suponer que la media de la variable transparencia moral del
período 1996 – 2000 se asocie con el promedio del índice 2001 de la confianza existente en
las siguientes instituciones: policía, sindicatos, justicia, congreso, partidos políticos y
bancos.
TABLA 5
7
Referencias: CPOLSJCPPB, se refiere a la confianza en la policía, sindicatos, justicia, congreso,
partidos políticos y bancos.
16
Como ya se ha dicho, Sudamérica se enfrenta a un serio problema cultural.
Argentina ha sufrido en los años 1996 al 2000 una fuerte crisis de confianza interpersonal
e institucional que se correlaciona con la crisis de conciencia moral. Su ubicación
respecto a dichas variables en el transcurso de un período de cinco años, comparada con el
resto de los países sudamericanos, se observa en la tabla 6.
TABLA 6
Conclusión
Se concluye destacando que la triangulación metodológica ha mostrado la relación
entre las variables del problema y como consecuencia la hipótesis no es nula, es decir, se
puede suponer que existe relación de asociación entre la crisis de confianza presente en
Argentina como así también en el contexto sudamericano y el debilitamiento de la
conciencia moral o morada ética de la sociedad argentina en el contexto sudamericano. El
relativismo moral afecta la vida de los argentinos y torna dificultoso el progreso en la
consolidación de la democracia.
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Bibliografía
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18
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19