El documento describe la influencia discreta pero poderosa de los esoteristas musulmanes René Guénon y Frithjof Schuon en la erosión de la cultura cristiana en Europa y la preparación del terreno para la islamización. Aunque sus esfuerzos pasaron desapercibidos para la mayoría, ayudaron a sembrar las semillas intelectuales que debilitaron a la élite europea y la hicieron más receptiva a la superioridad del Islam.
El documento describe la influencia discreta pero poderosa de los esoteristas musulmanes René Guénon y Frithjof Schuon en la erosión de la cultura cristiana en Europa y la preparación del terreno para la islamización. Aunque sus esfuerzos pasaron desapercibidos para la mayoría, ayudaron a sembrar las semillas intelectuales que debilitaron a la élite europea y la hicieron más receptiva a la superioridad del Islam.
El documento describe la influencia discreta pero poderosa de los esoteristas musulmanes René Guénon y Frithjof Schuon en la erosión de la cultura cristiana en Europa y la preparación del terreno para la islamización. Aunque sus esfuerzos pasaron desapercibidos para la mayoría, ayudaron a sembrar las semillas intelectuales que debilitaron a la élite europea y la hicieron más receptiva a la superioridad del Islam.
Cuando el pintor y poeta suizo Frithjof Schuon (1907-
1998) volvió de Oriente en los años 40, transfigurado en maestro supremo de una de las más influyentes organizaciones esotéricas musulmanas y anunciando que iba a islamizar a Europa, dio la clara impresión de que estaba completamente loco. Hoy conviene examinar con humildad sus palabras y el curso de sus acciones, cuya eficiencia abrumadora contrasta con la total discreción con que se han emprendido.
Desde luego, la creación de la tariqa (tienda iniciática
islámica) de Schuon en Lausanne fue saludada por el escritor esotérico René Guénon (1886-1951) como el único resultado prometedor obtenido por sus propios esfuerzos de cuatro décadas. Esto muestra claramente el sentido de esos esfuerzos y, a pesar de la posterior ruptura entre Guénon y Schuon, evidencia la perfecta continuidad de la obra de esos dos esoteristas, cuyos discípulos respectivos hoy en día prefieren odiarse mutuamente en vez de celebrar la victoria común sobre una Europa espiritualmente debilitado.
En la década de 20, Guénon, autor de análisis
magistrales sobre la decadencia de Occidente europeo, había concluido que sólo tres caminos se ofrecían a esa civilización: la caída en la barbarie, la restauración de la Iglesia católica o la islamización. Cuando pronunció esas palabras sobre Frithjof Schuon, él ya había desistido de la segunda alternativa. El fiasco del Concilio Vaticano II, cuyas apariencias los papas en vano intentan aún salvar, vino a probar que su diagnóstico, en líneas generales, tenía razón.
La Europa radicalmente descristianizada es hoy el
escenario de una competencia abierta entre la barbarie y el islam. No hay tercera vía, aparentemente ("civilización laica" es broma). La posibilidad de un rescate de la opción cristiana depende enteramente de la influencia americana o de la dedicación admirable de sacerdotes y pastores orientales y africanos que, en un giro paradójico de la historia, vuelven a intentar recatequizar al pueblo que los cristianizó.
La acción de personajes como Guénon y Schuon pasa
desapercibida a los medios, a los analistas políticos ya los "intelectuales" en general, que tienen los ojos fijados hipnoticamente en la superficie vistosa de los acontecimientos. Pero sin ella la "ocupación por dentro" por medio de la inmigración habría permanecido inocua, por falta de las condiciones culturales que desarmaron la elite intelectual y política europea. Guénon y Schuon contribuyeron mucho a crearlas, subyugando las capas más altas y circunspectas de esa elite al culto de la superioridad intelectual de Oriente en todas las áreas decisivas, fuera de las ciencias naturales y la tecnología.
Guénon firmó sus primeros artículos con el
seudónimo Sphynx (Esfinge), denotando que sus lectores no tenían opción sino aprovechar inteligentemente sus lecciones o dejarse dominar por ellas sin entenderlas. En un solo país europeo estas lecciones fueron meditadas con seriedad por pensadores independientes: Rumania. Cuando viví en Bucarest, no encontré allí un solo intelectual eminente que no tuviera una comprensión profunda y crítica de la obra de Guénon.
En el resto de Europa, lo que se vio fue la alternancia
entre el rechazo incomprensivo y la sumisión devota, incluyendo un número significativo de conversiones secretas al islam y la arregimentación de muchos intelectuales y líderes -entre ellos el futuro rey de Inglaterra- en el esquema de protección estatal al expansionismo islámico. No por coincidencia, Rumania es uno de los raros países europeos donde la penetración musulmana es irrisoria.
Para hacer una idea de la fuerza de la influencia sutil
de Guénon y Schuon, basta con saber que este último interfirió directamente en la producción de la crisis entre monseñor Lefèvre y el Vaticano, en 1976, y hasta hoy los historiadores católicos -tanto progresistas o conservadores- ni se dieron la mínima cuenta de ello.
Sé que he escrito este artículo para pocos lectores y
que de éstos algunos de los que más o menos pueden entenderlo van a detenerlo. Pero hay cosas que hay que decir sólo para, en el futuro, no ser acusado de dar testimonio tardío. *** Olavo de Carvalho Brazilian philosopher and writer, acknowledged as the number one Brazilian thinker of the present times.
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