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Lothar Meyer nació en Varel, Oldenburgo, en 1830. Hijo del médico Friedrich August Meyer y de
Anna Biermann. Cursó sus estudios en las universidades de Zúrich, Würzburg, Heidelberg y
Königsberg (hoy Kaliningrado). En 1867 fue catedrático de ciencias naturales en Eberswalde.
Desde el año 1876 fue profesor de química en la Universidad de Tubinga (Eberhard Karls
Universität Tübingen).
En un artículo publicado en 1870 presentó su descubrimiento de la ley periódica que afirma que
las propiedades de los elementos son funciones periódicas de su masa atómica.
Publicado en Breslau en 1864, este texto constituye una importante puntualización de las maneras
de ver de la época, que son expuestas y consideradas desde un mismo punto de vista crítico.
Cuatro años antes, en 1860, en el Congreso de Karlsruhe, Cannizzaro había reivindicado la
hipótesis de Avogadro, que había quedado ignorada u olvidada desde 1811. Meyer figuró entre los
pocos que comprendieron la exactitud de aquellas ideas, y se convirtió en su vigoroso
propugnador. En el libro expone la hipótesis de Avogadro y la discute ampliamente, poniéndola en
la base de las demás leyes de la química.
Defensor del empleo de los pesos atómicos contra el de los equivalentes, después de haber
mostrado con toda su importancia las opiniones de Gerhard sobre los compuestos orgánicos,
Meyer expone su idea acerca de las relaciones numéricas entre estos pesos atómicos, y pone de
relieve los contactos entre estas relaciones en algunas series de elementos que tienen analogía de
comportamiento químico, y las existentes entre los pesos moleculares de algunas series orgánicas.
La ultima parte de la obra puede considerarse como un precedente de la clasificación periódica
que, independientemente de Mendeléiev, aunque de modo más imperfecto, fue enunciada por el
propio Meyer en 1869.
Joseph priestley
Joseph Priestley FRS (/ˈpriːstli/;2 24 de marzo (o.s. 13 de marzo) de 1732-6 de febrero de 1804) fue
un destacado científico y teólogo del siglo XVIII, clérigo disidente, filósofo, educador y teórico
político, que publicó más de 150 obras.
Suele ser considerado como el descubridor del oxígeno,3 aunque este hecho también les ha sido
atribuido, con cierto fundamento, a Carl Wilhelm Scheele y Antoine Lavoisier. En todo caso, fue
uno de los primeros en aislarlo en forma gaseosa, y el primero en reconocer su papel fundamental
para los organismos vivos.4
Erudito y profesor durante toda su vida, Priestley también realizó importantes contribuciones a
la pedagogía, incluyendo la publicación de un trabajo seminal en gramática inglesa y libros de
historia, también creó algunos de las más influyentes líneas temporales. Estas composiciones
educativas estaban entre los trabajos más populares de Priestley. Fueron sus trabajos metafísicos,
sin embargo, los que tuvieron mayor influencia: llevando a filósofos como Jeremy Bentham, John
Stuart Mill y Herbert Spencer a acreditarlos entre los recursos primarios de utilitarismo.
Antoine Laurent lavoisier
Químico francés, nacido el 26 de agosto de 1743 en París. Fue uno de los protagonistas
principales de la revolución científica. Condujo a la consolidación de la química, por lo que es
considerado el fundador de la química moderna. En 1754 empezó sus estudios en la escuela
de élite Colegio de las Cuatro Naciones, donde destacó por sus dotes en Ciencias Naturales.
Estudió esta última disciplina y, por petición de su padre, Derecho.
En 1771, con 28 años, Lavoisier se casó con Marie-Anne Pierrette Paulze, hija de un
copropietario de la Ferme générale, la concesión gubernamental para la recaudación de
impuestos en la que participaba Lavoisier. La dote le permitió instalar un laboratorio bien
equipado donde recibió ayuda de su esposa, que se interesó auténticamente por la ciencia y
tomaba las notas de laboratorio además de traducir escritos del inglés, como el Ensayo sobre
el flogisto de Richard Kirwan y la investigación de Joseph Priestley.
A menudo mantenía correspondencia con varios miembros del grupo Sociedad Lunar.
Fue elegido miembro de la Academia de Ciencias en 1768. Ocupó diversos cargos públicos,
incluidos los de director estatal de los trabajos para la fabricación de la pólvora en 1776,
miembro de una comisión para establecer un sistema uniforme de pesas en 1789 (antecesora
de la Conferencia General de Pesas y Medidas) y comisario del tesoro de 1791. Lavoisier trató
de introducir reformas en el sistema monetario y tributario francés y en los métodos de
producción agrícola.
En las investigaciones de Lavoisier incluyeron algunos de los primeros experimentos químicos
de estequiometría. Donde se pesaba cuidadosamente los reactivos y productos de una
reacción química en un recipiente de vidrio sellado, siendo crucial en el avance de la química.2
Demostró que en una reacción, la cantidad de materia siempre es la misma al final y al
comienzo de la reacción. Estos experimentos proporcionaron pruebas para la ley de
conservación de la materia. Lavoisier también investigó la composición del agua y denominó a
sus componentes oxígeno e hidrógeno.
En el Tratado elemental de química (1789), Lavoisier aclaró el concepto de elemento como
una sustancia simple que no se puede dividir mediante ningún método de análisis químico
conocido, y elaboró una teoría de la formación de compuestos a partir de los elementos.
También escribió Memoria sobre la combustión (1777) y Consideraciones generales sobre la
naturaleza de los ácidos (1778).
Entre los muchos descubrimientos de Lavoisier, los que tuvieron más impacto fueron sus
estudios de los procesos vegetales que se relacionaban con los intercambios gaseosos
cuando los animales respiran (1783). Trabajando con el matemático Pierre Simon Laplace,
Lavoisier encerró a un cobaya durante unas 10 horas en una campana de vidrio que contenía
oxígeno y midió el dióxido de carbono producido. Midió también la cantidad de oxígeno
consumido por un hombre en actividad y reposo. Con estos experimentos pudo mostrar que la
combustión de compuestos de carbono con oxígeno es la fuente real del calor animal y que el
consumo de oxígeno se incrementa durante el trabajo físico.3
William Henry perkin
William Perkin nació en East End de Londres, fue el menor de siete hijos de George Perkin, un
exitoso carpintero. Su madre, Sarah, era descendiente de escoceses y su familia se mudó a East
London cuando él era un niño.
A la edad de 14 años, Perkin asistió a la Escuela de Londres, en donde tuvo como profesor a
Thomas Hall, quien estimuló su talento científico y lo animó a perseguir su carrera en la química.
Con 15 años entró en el Real Colegio de Química (hoy en día parte del Imperial College de
Londres). Con 17, era alumno del ilustre August Wilhelm von Hofmann. Hofmann pretendía
sintetizar quinina, un componente de la medicina contra la malaria, muy demandado en las
colonias. En 1856, mientras Holfmann estaba de viaje visitando a su familia, Perkin probó una idea
suya y oxidó la anilina. Al diluirla para eliminarla, observó que esta se coloraba, y se dio cuenta de
que había obtenido el primer tinte sintético (la anilina morada, malveína, o en su honor, malva de
Perkin). Con solo 18 años patentó la idea.
Junto con su padre y hermano, Perkin fundó una fábrica para producir estos tintes. El color
obtenido, el violeta, había sido el más difícil de obtener naturalmente, siendo desde tiempos
fenicios un gran negocio (véase Púrpura de Tiro). Perkin no sólo realizó el descubrimiento que lo
hizo posible, sino que también organizó la fábrica, obtuvo el capital necesario, realizó labores
comerciales y de venta y aplicó diversas mejoras técnicas en el proceso industrial. El color púrpura,
que desde tiempos antiguos simbolizaba la realeza, tuvo muy buena acogida, y a los veintiún años
ya era millonario.
Posteriormente, desarrolló otros tintes sintéticos, y diversificó su producción con perfumes como
la cumarina. Se dice que el color del río junto a la fábrica variaba según los vertidos que le llegaban
y que se podía saber que se estaba produciendo ese día con solo mirar las aguas. En medio de
la Revolución industrial, Perkin había creado una nueva industria: la química. En 1869, Perkin
encontró un método para producir comercialmente la alizarina, un tinte rojo brillante, pero la
empresa alemana BASF patentó el proceso justo un día antes.
Desde entonces, la competencia con la nueva industria química alemana se fue endureciendo, y
compañías como Bayer, BASF y Hoechst le fueron ganando terreno. Perkin, finalmente, decidió
vender su negocio, y retirarse en 1874, con sólo 36 años. Sin embargo no abandonó la
investigación en química orgánica hasta su muerte.
James dewar
James Dewar nació en Kincardine, Perthshire (ahora Fife) en 1842, siendo el más joven de los seis
hijos de Thomas Dewar, viticultor, y de su esposa, Ann Eadie.1 James fue educado en la Escuela
Parroquial de Kincardine y posteriormente en la Dollar Academy. Perdió a sus padres cuando tenía
15 años, poco después de salir de la Academia, pero todavía pudo asistir a la Universidad de
Edinburgo. Allí estudió química como alumno de Lyon Playfair y se convirtió en su asistente
personal. También estudió con August Kekulé en la Universidad de Gante.
James Dewar murió en la Royal Institution de Londres1 en 1923, siendo todavía Profesor
Fulleriano de Química, después de haberse negado a retirarse.2 Fue incinerado en el Golders
Green Crematorium, donde permanecen sus cenizas. Le sobrevivió su esposa, lady Helen Rose
Dewar (de soltera Banks), con la que se había casado en 1871 y no tuvo hijos.
En 1867 Dewar describió varias fórmulas químicas para el benceno.4 Irónicamente, una de las
fórmulas, que no representa el benceno correctamente y no fue defendida por Dewar, a veces se
llama todavía benceno de Dewar.5 En 1869 fue elegido miembro de la Royal Society of Edinburgh,
siendo propuesto por su antiguo mentor, Lyon Playfair.1
Con el profesor J. G. McKendrick, de Glasgow, investigó la acción de la luz y examinó los cambios
fisiológicos que se producen en el estado eléctrico de la retina bajo su influencia. Con el
profesor G. D. Liveing, uno de sus colegas en Cambridge, comenzó en 1878 una larga serie de
observaciones espectroscópicas, incluyendo el examen espectroscópico de varios elementos
gaseosos separados del aire atmosférico con la ayuda de las bajas temperaturas; se le unió el
profesor J. A. Fleming, de University College de Londres, en la investigación del comportamiento
eléctrico de las sustancias enfriadas a temperaturas muy bajas.
Dimitri ivanovich mendeleiev
Dmitri Ivánovich Mendeléyev nació en Tobolsk (Siberia) el 8 de febrero de 1834. Era el menor de al
menos 17 hermanos de la familia formada por Iván Pávlovich Mendeléyev y María Dmítrievna
Mendeléyeva.2 En el mismo año en que nació, su padre quedó ciego perdiendo así su trabajo, era
el director del colegio del pueblo. Uno de los mayores rasgos físicos era su enorme barba la cual
según dicen los historiadores solo se afeitaba una vez al año.3
Recibían una pensión insuficiente, por lo que la madre tuvo que tomar las riendas de la familia y
dirigir la fábrica de cristal que había fundado su abuelo. Desde joven destacó en ciencias en la
escuela, no así en ortografía. Un cuñado suyo, exiliado por motivos políticos, y un químico de la
fábrica le inculcaron el amor por las ciencias.
La familia sufrió, ya que Dmitri solo terminó el bachillerato, su padre murió y la fábrica de cristal
que su madre dirigía, se quemó. Ésta apostó por invertir los ahorros en la educación de Dmitri, en
vez de reconstruir la fábrica. En esa época la mayoría de los hermanos, excepto una hermana, ya
se habían independizado, y la madre se los llevó a Moscú para que Dmitri pudiese ingresar a la
Universidad. Sin embargo, Mendeléyev, no fue admitido; su origen siberiano le cerró las puertas
de las universidades de Moscú y San Petersburgo, por lo que se formó en el Instituto Pedagógico
de esta última ciudad.4
En 1862 se casó, obligado por su hermana, con Feozva Nikítichna Leschiova con la que tuvo tres
hijos, uno de los cuales falleció. Éste fue un matrimonio infeliz y desde 1871 vivieron separados.
Fue acusado de bígamo, pues una vez divorciado de su esposa volvió a contraer matrimonio con
ella, sin esperar los siete años que exigía la legislación rusa, aunque tuvo la suerte de que la pena
recayó sobre el párroco que los había casado.
Encontró la felicidad casándose con Anna Ivánovna Popova, 26 años menor que él. Para lograrlo,
Mendeléyev estuvo cuatro años desesperado, incluso llegó a caer en una depresión, debido a que
su mujer se negaba a concederle el divorcio y la familia de Anna se oponía tajantemente. A punto
de darse por vencido, consiguió el divorcio de su esposa y fue en busca de Anna que se encontraba
en Roma. En 1882contrajeron matrimonio. Tuvieron cuatro hijos, la mayor de los cuales, Liubov, se
casaría con el poeta ruso Aleksandr Blok.
Crookes sir William
La vida de Crookes fue de una actividad científica ininterrumpida. Químico de formación, hizo
compatibles sus descubrimientos científicos con su cargo de meteorólogo y con su intensa
actividad como conferenciante. Trabajó tanto en química como en física. Sus experimentos fueron
notables por la originalidad de su diseño y la habilidad en su ejecución que le caracterizaba. Estaba
interesado en múltiples campos: la ciencia pura y aplicada; problemas económicos teóricos y
prácticos; la investigación psiquiátrica; e incluso el espiritismo. Gozó de una notable popularidad, y
su personalidad y sus logros son bien conocidos.
Primeros años
William Crookes (más tarde Sir William Crookes) nació en Londres en 1832, el mayor de 16
hermanos. Su padre, Joseph Crookes, era un sastre originario del norte del país. Por entonces vivía
con su segunda esposa, Mary Scott Lewis Rutherford Johnson.
Crookes estudió química en el Royal College of Chemistry, y fue asistente de su tutor August
Wilhelm von Hofmann entre 1850 y 1854. Pronto se embarcó en un trabajo original, investigando
nuevos compuestos de selenio, objeto de sus primeros artículos publicados en 1851.
Curiosamente, no se dedicó a la química orgánica, la especialidad de su maestro.
En 1859, fundó el Chemical News, una revista científica que editó durante muchos años,
caracterizada por la concisión formal de sus artículos (contrariamente a lo que era habitual en las
revistas de las sociedades científicas de la época). También fue editor del Quarterly Journal for
Science.
El método de análisis espectral, introducido por Bunsen y Kirchhoff, fue recibido por Crookes
(experimentador muy eficaz) con gran entusiasmo y con gran efecto: precisamente su primer
descubrimiento importante fue efectuado con la ayuda de la espectroscopía. En 1861, Crookes
identificó el elemento talio. Gracias a este descubrimiento su reputación se consolidó firmemente,
y fue elegido miembro de la Royal Society en 1863.
Morley Edward milliams
Morley nació en Newark, New Jersey. Era hijo de Anna Clarissa Treat y del reverendo Sardis
Brewster Morley. Ambos padres eran de ascendencia colonial temprana y de origen puramente
británico. Morley creció en West Hartford, Connecticut. Durante su infancia tuvo muy mala salud,
por lo que fue educado por su padre en su hogar hasta los 19 años de edad.1
Por consejo de sus padres, Morley entró en el Seminario Teológico de Andover en 1861 y terminó
los cursos en 1864. Fue aquí, probablemente, donde adquirió un buen conocimiento del hebreo.
De 1866 a 1868 fue profesor en una escuela privada, y más tarde, en 1868, fue destinado a
predicar en una pequeña parroquia rural en Ohio. Casi al mismo tiempo, fue nombrado profesor
de química en la Universidad Western Reserve (entonces situada en Hudson (Ohio) y más tarde se
trasladó a Cleveland y obtuvo una plaza de docente en la Case Western Reserve University, donde
permaneció hasta su retiro en 1906. Este nombramiento fue el punto de inflexión en su carrera. En
1873 también se convirtió en profesor de química en el Cleveland Medical College, pero renunció
a este puesto en 1888 para poder dedicar más tiempo a la investigación. Justo antes de pasar a
Hudson, se casó con A. Imbella Birdsall.1
Durante su residencia en Cleveland, Morley recopiló una de las mejores colecciones privadas de
publicaciones periódicas químicas de América. Incluso incluyó revistas rusas y aprendió lo
suficiente de esta lengua como para poder usarlas. Después de su retiro de la enseñanza, la
universidad adquirió su biblioteca, que se depositó en el laboratorio de química que lleva su
nombre. En 1906, Morley se trasladó a West Hartford, Connecticut, donde construyó una pequeña
casa y un laboratorio para sus estudios personales de rocas y minerales.1
Morley no fue un escritor prolífico, y publicó tan solo 55 artículos. Sobrevivió a su esposa por solo
unos pocos meses, y murió después de una operación quirúrgica, en el Hospital de Hartford en
1923.1
Quien soy yo
Cuando nos comparamos con el resto de animales acostumbramos a dar cuenta de
nuestra capacidad única para reconocer la existencia de nosotros mismos y de los demás
en tanto que seres con motivaciones, objetivos y puntos de vista diferentes y
cambiantes. Somos, de algún modo, seres conscientes. Esto puede ser motivo de un
cierto orgullo un tanto injustificable, desde luego, pero también es solo una cara de la
moneda.
Y es que si bien estar dotados de consciencia puede resultar ventajoso al ir a la par con
nuestra habilidad para pensar cosas abstractas, también es una fuente de potenciales
problemas que el resto de especies no tienen que afrontar. Y uno de esos posibles
problemas puede surgir cuando, inevitablemente, aparece en nuestra corriente de
pensamientos una pregunta clásica: ¿Quién soy yo?
Pero no poder responder a esta pregunta en un momento no quiere decir que todo esté
perdido. Actualmente no hay nada que nos haga suponer que la capacidad para
plantearse adecuadamente y responder con éxito la cuestión "¿quién soy yo?" sea en sí
misma una capacidad innata, algo inamovible e independiente de nuestras elecciones y el
ambiente en el que elegimos vivir. En ocasiones, es necesario hacernos esta pregunta
para poder seguir creciendo, pues es un indicador de si estamos en el camino correcto.
Además, hay que tener en cuenta que, desde el primer minuto, nuestro conocimiento
sobre nosotros mismos está limitado. Aunque parezca engañoso, muchos aspectos de
nuestra propia personalidad son mejor conocidos por quienes nos rodean que por
nosotros. ¿Por qué? Porque nuestra visión sobre mucho de lo que hacemos, está sesgada.
Dado que nuestra vida es más importante para nosotros que para la mayoría, tenemos
interés en deformar la realidad, la interpretación sobre lo que nos ocurre, para que encaje
en esa narración que hemos creado para darle una respuesta a la pregunta de "quién
soy"; la historia que supuestamente explica lo que es nuestra existencia. como individuos.
Así pues, debemos ser humildes a la hora de extraer conclusiones acerca de quiénes
somos, y admitir que siempre hay espacio para la rectificación.