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Juan Manuel Sánchez González

Fundamentos de Problematización sobre lo Publico


Segundo Ensayo
Mauricio Téllez Vera lll B

1. Como una serie de ofensivas neoliberales han resignificado el debate sobre ciudadanía y la democracia,
y como en la nación los regula para buscar el interés general sobre el particular.

Examinan las estrategias de reelaboración y resignificación de la cultura política en clave tecnocrática y sus
repercusiones en la profundización de la crisis de los partidos y el proceso de deslegitimación de lo político.
En este contexto se estudia la emergencia de la politización de lo social desde la perspectiva de los nuevos
actores. Se abordan las profundas transformaciones de lo político desplazamientos temáticos y como se
visibilizan los nuevos actores sociales como rasgos fundamentales del escenario político.

La idea del desarrollo en Venezuela como imaginario de integración social y cultural, representada por las
diversas variantes del discurso modernizador fue el sentido legitimador y orientador de la política y de las
políticas durante la mayor parte del siglo XX. Si bien los proyectos modernizadores no lograron su
objetivo, esto es: la modernidad a imagen y semejanza de los países centrales, lograron transformaciones
sociales, culturales y económicas graduales de importantes de dimensiones seculares en la nación.

La democracia representativa como forma de régimen del Estado; los partidos políticos como mediadores de
la representación política; el Estado como promotor del proceso de desarrollo económico, la estrategia
neoliberal busca eliminar el sistema productivo, cargas y trabas legales, para favorecer la libre competencia
y la globalización de la economía. El desmantelamiento de las políticas de seguridad social, la
flexibilización laboral y la precarización del empleo implicaban un proceso de largo alcance de dislocación
tanto estructural como actitudinal y cambios en las formas de interpelación de la población. Para ello, era
necesario socavar y desmantelar los valores y expectativas del Estado populista de conciliación nacional.

El mirador de las ciencias sociales proporciona claves necesarias para el abordaje de la densidad conceptual
de la noción moderna de ciudadanía, que se despliega en diversas definiciones, dimensiones, componentes y
tipos, abordados y disecados por J. E. Opazo en un texto que coloca la discusión teórica sobre la ciudadanía
tanto en el ámbito del debate conceptual, como de la búsqueda de referentes para la discusión
contemporánea sobre las transformaciones recientes de lo político.

El tema de la ciudadanía ha ocupado una importante posición en la filosofía política que puede incluso
remontarse a las tradiciones griega y latina. No obstante, y producto de un conjunto de transformaciones
históricas, políticas y económicas de las últimas tres décadas, el tema ha vuelto a ser discutido desde
distintas perspectivas, enriqueciendo con ello las formulaciones clásicas. Esto ha ocurrido especialmente
entre aquellos autores abocados a la reflexión sobre los fundamentos y la viabilidad de los regímenes
democráticos contemporáneos, en el contexto de un renovado auge de políticas económicas de orientación
neoliberal.

Entre otros procesos deben incluirse también el colapso de los socialismos reales y el resurgimiento de los
nacionalismos en la Europa del Este, así como los desafíos que representan las sociedades multiculturales y
multiraciales en la Europa Occidental, en el contexto de la conformación de la Unión Europea.
Paralelamente al influjo de estas tendencias, la discusión en torno a la ciudadanía en América Latina ha
quedado circunscrita a los procesos de recuperación y, muy esencialmente, a los esfuerzos por consolidar y
proyectar la democracia en los países de la región.

desde un punto de vista conceptual, la centralidad de la ciudadanía en la actualidad sería producto de una
evolución natural del discurso político, ya que el concepto parece integrar las exigencias de justicia y
pertenencia comunitaria, que son respectivamente los conceptos centrales de la filosofía política si deseamos
asegurar ciudadanos plenos y a la vez una democracia sostenible, la racionalidad de la justicia y el
sentimiento de pertenencia a una comunidad concreta han de ir a la par; afianza el convencimiento en que la
fortaleza y la estabilidad de un orden democrático no dependen tan sólo de un principio de justicia básico
reconocido por un ente jurídico formal, sino también de las cualidades y actitudes de los ciudadanos.

Conclusión

El principal desafío de las transiciones a la democracia en América Latina es: "la capacidad de combinar los
cambios institucionales formales con la creación y expansión de prácticas democráticas y de una cultura de
la ciudadanía; una debilidad de una cultura en donde se manifiesta la conciencia de derechos de los
ciudadanos en la historia latinoamericana por la "preeminencia de regímenes populistas y los autoritarismos
sociales y políticos; la necesidad de investigar aspectos simbólicos y éticos de la ciudadanía inscritos en
inclinaciones subjetivas que confieren un sentido de identidad y de pertenencia a una colectividad, un
sentido de comunidad; la importancia de concebir las consecuencias derivadas de la distancia entre derechos
definidos formalmente y prácticas cotidianas. En ese sentido, destaca la autora, los sectores "subalternos
viven su subordinación con 'normalidad', en donde predomina una visión naturalizadora de las jerarquías
sociales, y en donde la relación con el Estado se expresa más a menudo en términos de clientelismo o
paternalismo que en términos de ciudadanía, derechos y obligaciones; a pesar de la rica historia de luchas
populares, aun en los casos en que existen derechos de ciudadanía formalmente definidos, la gente no los
ejerce en su vida cotidiana. Raras veces los demanda, no actúa, ni se apropia de ellos.

Vivimos en un Estado de Derecho, ya que existen un conjunto de Instituciones que se encargan de dirigir y
regular los conflictos que los ciudadanos en nuestro país podemos enfrentar, y que estamos regidos por las
Leyes de nuestro país, por lo que gozamos de derechos y obligaciones como lo marca nuestra Constitución;
así mismo, somos nosotros quienes a través de nuestros votos y democráticamente elegimos a quienes nos
representaran en los puestos gubernamentales, que dichos representantes tienen la encomienda de proponer
y trabajar para que las propuestas que la “mayoría” de los ciudadanos queremos sean elegidas y podamos
vivir en armonía y paz. Creo yo que esa sería la propuesta real entre los tres conceptos, pero en realidad
pienso y siento que distamos mucho de que así sea, pues nuestro estado, no lo considero de derecho sobre
todo en estos tiempos de tanta violencia y desigualdad social que provoca tantos conflictos entre nosotros
mismos, las leyes que en un principio creíamos que servían o servirían para regularnos son en muchos de los
casos insuficientes, pues un ciudadano con poder político y económico tiene más posibilidades de burlar a la
Ley que uno que no cuenta con estos recursos. Los ciudadanos vivimos en un clima donde creemos que sólo
los más poderosos son los que gozan de una mejor vida en todos sentidos y no nos preocupamos por
aquellos que menos tienen. En cuanto a la Democracia que se supone que la vivimos, pero creo que no
existe, pues la gente del poder ahora realiza tratos ya sea de forma abiertao por debajo de cuerda, como se
dice por ahí, para que el poder permanezca en las filas de un partido político sin importar realmente lo que
las personas del país necesitamos, merecemos y queremos. No con esto quiere decir que tengo una visión
del todo pesimista de lo que representa el Estado, pues hay personas que sí se preocupan por el bienestar de
los mortales que habitamos este hermoso país solo que abundan más los malos representantes en el poder.

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