Professional Documents
Culture Documents
Edición impresa
ISBN: 9789972623189
Número de páginas: 476
Referencia electrónica
GARCÍA JORDÁN, Pilar. Cruz y arado, fusiles y discursos: La construcción de
los Orientes en Perú y Bolivia, 1820-1940. Nueva edición [en línea]. Lima:
Institut français d’études andines, 2001 (generado el 16 noviembre 2015).
Disponible en Internet: <http://books.openedition.org/ifea/3791>. ISBN:
9782821845886.
Este documento fue generado automáticamente el 16 noviembre 2015. Está derivado de une digitalización
por un reconocimiento óptico de caracteres.
© Institut français d’études andines, 2001
Condiciones de uso:
http://www.openedition.org/6540
Esta obra estudia la política diseñada y desarrollada por los grupos dirigentes del
Perú y Bolivia, para la conquista y ocupación de sus territorios orientales y su
consiguiente incorporación al Estado republicano. Para ello, esos grupos se
propusieron el avance de la frontera interna, la consolidación y defensa de las
fronteras exteriores y la explotación de los recursos naturales de dichas regiones.
En suma: la nacionalización de los territorios orientales.
Tal como sucediera en la época colonial, el papel de vanguardia civilizadora fue
confiado prioritariamente a las misiones católicas, tanto en la Amazonia, como
en el Chaco. Ellas debían contactar y socializar a las poblaciones indígenas, tarea
que no excluía el uso de fusiles en el caso de que la resistencia indígena
impidiera el desarrollo del proyecto.
De esta manera, los misioneros fueron convocados a cumplir una triple función:
económica, a través de la transformación del bárbaro autosuficiente en sujeto
productivo; ideológica, mediante la mutación del salvaje en ciudadano; y
geoestratégica, con la ocupación y nacionalización de los «Orientes».
***
Notas
1 Es bien sabido que la historiografía de los países andino-amazónicos ha privilegiado el estudio del mundo
serrano considerado, por los investigadores como núcleo de la historia anterior a la llegada de los españoles,
centro de las actividades coloniales y foco principal en la construcción de la república contemporánea.
2 Imposible resulta aquí citar la amplia bibliografía misional por lo que creo útil reseñar sólo algunos
trabajos historiográficos que por orden de publicación son: Bibliografía Misional, Santander. Ed.. Sal
Terrae, 1965; Ricardo García Villoslada, Los historiadores de la historiografía misional, Bilbao, Ed. El
Siglo de las Misiones, 1956; Pedro Borges. «Historiografía de la evangelización hispanoamericana» en
Balance de la historiografía sobre Iberoamérica (1945-1988), edición a cargo de V. Vázquez de Prada e I.
Olabarri. Pamplona, Universidad de Navarra, 1989, pp. 187-219.
3 Erick Langer and Robert H. Jackson (ed.), The New Latin American Mission History. Lincoln and
London, University of Nebraska Press, 1995, p. 194, obra en que, pese a ignorar el peso de la historiografía
misional católica en América publicada en castellano tanto en España como en América, se hacen unas
breves y útiles reflexiones sobre la historiografía misional publicada básicamente en inglés y por autores
norteamericanos. Ver también Hans-Jürgen Prien (ed), Religiosidad e Historiografía, Frankfurt am Main/
Madrid, Vervuert Verlag/Iberoamericana, 1998.
4 Concepto, en mi opinión más acertado que el tradicional Oriente, al recoger los diversos ecosistemas,
población, recursos, etc. Ver al respecto el seminario «El espacio territorial y los Orientes bolivianos»
celebrado en 1993 en La Paz, cuyos trabajos fueron editados por Jorge Córdova y Jean Claude Roux (eds.),
El espacio territorial y los Orientes bolivianos. La Paz, UMSA, s.a.
1. A modo de introducción
El espejismo reformista borbónico o la crónica de un fracaso
1A mediados del siglo xviii y a dos siglos de la expedición que, dirigida por
11Sin duda, esta fue también la opinión de la Corona pues respondiendo a las
actividades entre los infieles, sufragadas por la Corona, habían hecho «muy
pocos adelantamientos», 20 como con los corregidores de las fronteras
«acostumbrados a la inacción y pereza», 21 efectuó numerosos nombramientos
de gobernadores en las misiones, en particular en las de Apolobamba, Huánuco y
Pataz. El virrey esperaba que la medida facilitaría la penetración de los
misioneros en la Montaña –denominación dada frecuentemente al territorio
oriental en documentos de la época, que se ha mantenido hasta el presente en el
Perú– y propiciaría la obtención de recursos económicos y humanos para el
virreinato. 22 Al logro de dicho objetivo debería contribuir también la apertura
de nuevos caminos que redujeran la duración de los viajes, tema al que incluso
dedicó un capítulo en su relación «En que se trata de los nuevos caminos y
sendas con que se pueden corresponder y comunicar las provincias de Buenos
Aires, Tucumán, Paraguay y misiones de Moxos con éstas del Perú», 23 en la
cual señaló que el viaje por los ríos Paraguay y Bermejo, en el Gran Chaco,
permitiría acortar el viaje entre Buenos Aires y el Perú en aproximadamente 500
leguas. Según Amat, el único problema por resolver sería la existencia de los
«muchos infieles» radicados en las riberas de dichos ríos, los que, creía, podrían
ser controlados desde algunos fuertes o guarniciones situados a lo largo del
trayecto, 24 objetivo logrado en buena medida gracias a la colaboración de los
gobernadores tucumanos. Por el contrario, el proyecto de navegación de dichos
ríos fue desestimado, como había ocurrido unos años antes cuando ante una
propuesta similar del gobernador de Tucumán, el monarca, por R.C. de
12.02.1764 ordenó que «no se hiciese novedad alguna en semejante apertura
pues se considera que todo lo que se abrevia el camino del Paraguay y Tucumán
facilita la internación de los Portugueses al Perú y no menos el comercio ilícito».
25
16Amat, probablemente presionado por algunos grupos de poder local
rioplatenses y charqueños, de quienes decía que eran favorables a dicho
proyecto, subrayó repetidamente las enormes ventajas económicas que tendría la
construcción de la vía de comunicación proyectada, no sólo porque facilitaría el
tránsito de mercaderías, personas y tropas, sino también porque permitiría
explotar los recursos existentes en las riberas de los citados ríos, cuyas tierras
podrían proporcionar azúcar, algodón, cacao y café, entre otros productos, y ser
adecuadas para la cría de ganado, además de contar con gomas, maderas y
bálsamos. 26 No obstante, el proyecto de navegación por el Paraguay y Bermejo
fue desechado por cuanto en Lima se creyó que la apertura de una vía que
facilitara la comunicación entre Buenos Aires y Potosí perjudicaría gravemente
al comercio peruano.
17A pesar de la evidente antipatía de Amat hacia los misioneros, a los que veía
siglo xviii, sus más importantes medidas se produjeron tras la subida al poder de
Carlos III bajo cuyo gobierno se aprobaron, entre otras, la creación del virreinato
del Río de la Plata, diversas disposiciones comerciales –fundamen-talmente el
Reglamento de librecomercio de 1778–, la abolición de los repartimientos y el
establecimiento del sistema de intendencias. La introducción de estas últimas en
el virreinato peruano se produjo en 1784, recibiendo todos los intendentes
instrucciones precisas sobre la necesidad de estimular la explotación de los
recursos económicos y cuidar de los caminos, fomentar la reducción de las
poblaciones indígenas no sometidas a la autoridad colonial, etc. Valga como
ejemplo las instrucciones dadas por el visitador Escobedo al primer intendente
de Tarma, Juan Ma Gálvez, el más activo entre todos los nuevos cargos al decir
de Fisher, en las que le recomendó especialmente que se interesara en los
recursos hasta entonces escasamente explotados como cacao, cascarilla, coca,
maderas nobles, etc. 31
20Por entonces, la restauración de las misiones del Cerro de la Sal ordenada por
ocupación del territorio oriental peruano en las dos últimas décadas del siglo
xviii fueron los franciscanos Manuel Sobrevida, Francisco Alvarez de
Villanueva, Vicente Gómez, José López, Manuel Ochoa, Luis Colomer, Narcis
Girbal y Barceló, Buenaventura Márquez, José Barco, y Juan Dueñas, nombres
significativos de un total cercano a los 70 frailes que, según Sobreviela, se
hallaban en las misiones peruanas en 1791. 60 Muchos de estos religiosos
recorrieron periódicamente el Huallaga, Ucayali y Marañón a la búsqueda de
infieles a quienes reducir en poblados. 61 El número de los mismos, a inicios de
los años ’90, se había incrementado en 9: San Antonio de Intate y San Luis de
Maniroato en la frontera de Huamanga, San Francisco de Monobamba en la
frontera de Jauja, San Teodoro de Colla y Sta.Ana de Pucará en la selva tarmeña,
San Francisco de Monzón en Huánuco, el Infante de Schucusbamba –también
escrito Jucusbamba– en Trujillo, los poblados de Tarapoto y Cumbasa en las
conversiones de Lamas y, finalmente, Pachiza y Uchiza en el Huallaga. 62
39La fundación de los nuevos poblados, a cuyo éxito contribuyeron precisas
instrucciones sobre cómo, dónde y en qué circunstancias reducir a los naturales,
el gobierno de la misión, etc. 63 fue paralela a la construcción de fuertes y el
desarrollo de exploraciones que proporcionaron un mayor conocimiento del
territorio selvático –no por casualidad muchos de los diarios de viaje y
exploraciones realizadas por los misioneros se publicaron en el Mercurio
Peruano– y a la apertura de caminos que facilitaron la relación de las misiones
con los poblados fronterizos serranos, como los construidos en las fronteras de
Huanta, Jauja, Tarma y Huánuco. 64 En consecuencia, las expediciones
misioneras contaron frecuentemente con la participación y ayuda de autoridades,
hacendados y comerciantes con el objetivo común de ampliar la frontera interna
para lo que, todos coincidían, resultaba fundamental la apertura y mantenimiento
de las comunicaciones viales. 65
40Junto a los religiosos, gran actividad desarrollaron también las autoridades
cual nos serán útiles algunos documentos cruzados entre las autoridades
coloniales –el gobernador interino de Maynas Diego Calvo, el intendente de
Trujillo Vicente Gil de Taboada, el virrey Abascal– los obispos de Maynas,
Trujillo y el arzobispo de Lima, amén de misioneros ocopeños como el
Procurador de misiones Alonso Carvallo, y algunos informes recogidos por el
Consejo de Indias, como el preparado por el otrora gobernador y entonces
miembro del Consejo, Francisco Requena, en abril de 1817, documentación que
data de las dos primeras décadas del siglo xix. 85
51El franciscano Hipólito Sánchez Rangel accedió al obispado de Maynas a fines
de 1805, 86 encontrándose con una población que no superaría los cerca de
25 000 individuos estimados por el censo del virrey Gil de Taboada en 1795. 87
Cuando unos años más tarde (1814), y a petición del virrey, el prelado preparó su
censo de la Provincia de Maynas, el total de «almas» se estimó en 25.641,
repartidas en 58 poblaciones que eran, supuestamente, atendidas por ocho
sacerdotes. 88 ¿Por qué tan exiguo número de operarios evangélicos, más
inexplicable aún si consideramos que la región era territorio de misiones? Creo
poder afirmar que las razones fueron básicamente dos. La primera, el conflicto
surgido entre el obispo Sánchez Rangel y los misioneros franciscanos de Ocopa
por la subordinación jerárquica que aquél pretendía contrariando los privilegios
concedidos a los Colegios de Propaganda Fide, que provocó el retiro de los
religiosos presentes en las poblaciones y el abandono de las misiones. La
segunda, la suspensión del servicio personal y de mitayos con que los indios de
las poblaciones procuraban el mantenimiento de los sacerdotes, medida ordenada
por el gobernador de Maynas, Diego Calvo, sin orden superior que lo dispusiera.
89
52Sin embargo, estas razones explican sólo el desinterés eclesiástico en operar en
una zona que no satisfacía sus necesidades, pero mientras tanto, ¿por qué no
actuaron ya sea el virrey, ya sea el intendente para arbitrar una solución al
problema? La constatación de la ausencia de decisiones y capacidad coactiva del
Estado para hacer cumplir la política amazónica nos da la respuesta y, como
indicador de ello bastan unas palabras del informe Requena de abril de 1817.
Interpelado este por el Consejo de Indias diez años antes (1807) sobre el
mantenimiento o la revocación de la disposición dada por el gobernador Calvo
relativa a la supresión de mitayos y servicios personales de los que gozaban los
misioneros, Requena señaló la conveniencia de dar las instrucciones
correspondientes para que los religiosos disfrutaran de los mitayos y del servicio
personal acostumbrado, cosa que se aprobó por R. C. de 24.10.1807. La medida
fue comunicada al virrey Abascal, al gobernador Calvo y al obispo Sánchez
Rangel, «pero haviendo [sic] transcurrido 10 años parece que no se ha dado
cumplimiento a las citadas Cédulas, ni ha havido [sic] de ellas contestación». 90
Requena no desaprovechó la ocasión para, desautorizando varias de las
peticiones formuladas por el obispo Sánchez Rangel, primero, señalar la utilidad
de las misiones para la religión y el estado, ya que éstas habían sido el principal
instrumento de oposición al avance de los portugueses en las fronteras orientales
del imperio; segundo, sostener que la expansión de la frontera interna debía
lograrse a partir de la actividad misionera y las guarniciones militares cuyos
miembros, asentándose en la zona y casándose con las indígenas contribuirían al
desarrollo colonizador. 91 No está de más añadir que la historia concluyó, y es
un decir, cuando el monarca, haciéndose eco del dictamen del Consejo de Indias
de 19.06.1918, ordenó por R.C. de 17.06.1819 lo aconsejado por Requena. 92
Colofón de la historia que muestra cuán patética –dada la independencia
proclamada por la Audiencia de Quito y el virreinato del Perú– llegó a ser la
incapacidad de la metrópoli, fueron las resoluciones adoptadas por el gobierno
español durante el Trienio Liberal (1820-23) para el «arreglo» de las misiones
existentes en Quijos, Canelos y Maynas. 93
53Probablemente, la región donde la reconquista del territorio y reducción de las
poblaciones indígenas tuvo cierto éxito fue la zona del Ucayali, como se
desprende de un interesante informe de muy ilustrativo título: «Misión del río
Ucayali. Informe que manifiesta sus progresos desde el año de 1791 en que dio
principio a su restauración y el estado en que al presente se hallan...» preparado
por el antiguo guardián de Ocopa y por entonces Prefecto y Comisario de
Misiones Alonso Carvallo, en julio de 1818. 94 Los datos proporcionados por el
religioso permiten señalar que por entonces se habían logrado refundar varios
pueblos/misiones con una población reducida de indígenas amazónicos y
«cristianos viejos», colonos indígenas y/o mestizos serranos procedentes de otros
poblados fronterizos. Fueron los poblados de Sarayacu, con un total de 793
habitantes setebos y cunibos; Canchahuaya, formado por cunibos y colonos con
un total de 183 habitantes; Nuestra Señora del Pilar de Bepuano, con una
población de piros y de colonos estimada en 137; San Luis de Charasmaná, con
una mayoría de shipibos y unos pocos colonos hasta un total de 155 personas;
San Buenaventura de Contamana, donde los cunibos y colonos sumaron 46
individuos y, Chanuya, resultante de la agrupación de tres parcialidades de sensis
que, originalmente se estimaron en algo más 1000 personas, aunque las
epidemias y el remonte de otros redujeron la cifra a 200 habitantes. A diferencia
de los tres primeros pueblos, restaurados en la década de 1790, los restantes
fueron fundados con posterioridad a 1809.
54La actividad misionera no se detuvo ahí pues con el triple objetivo de lograr la
sin respuesta o, como en el caso de las disposiciones dadas para Maynas en los
mismos años, sin ejecución, mostrando la ineficacia de la política diseñada por la
metrópoli en relación con los territorios orientales. Por entonces, los religiosos
franciscanos, ya sea por su enfrentamiento con el obispo Sánchez Rangel, ya sea
por los conflictos con algunas autoridades locales, como en el caso de Maynas
con el gobernador Diego Calvo, ya sea por las escasas ayudas en la selva centro-
sur, fueron dejando progresivamente sus misiones en la segunda década del siglo
y los 60 religiosos que, según Requena, se estaban captando en España con
destino al Colegio de Ocopa, nunca llegaron. 100 No tardó en seguir sus pasos la
mayoría de los que habían quedado en la selva central peruana, al igual que los
radicados en las misiones bolivianas cuando, en la década de 1820, la ruptura
definitiva con la metrópoli y el surgimiento de las nuevas repúblicas andinas
llevó a los franciscanos a dejar las misiones y retornar a España.
57El proceso independentista fue el aldabonazo definitivo que canceló por
algunos años el interés del Estado y de la Iglesia católica en los territorios
orientales, contrariamente a los grupos locales que, como veremos más adelante,
se afanaron en consolidar sus posiciones.
Notas
1 Región que, actualmente, está bajo soberanía de Perú (785 000 km2), Bolivia (510 000 km2),Colombia
(309 000 km2), Ecuador (138 000 km2) y Venezuela (100 000 km2), en Helena Landázuri T., La Cuenca
Amazónica. Argumentos en favor de un manejo integrado, Quito, Eds. Abya-Yala/IIED, 1987, p. 20. En
torno al concepto de Amazonia andina ver el número monográfico de Cahiers des Ameriques Latines, 7
(Paris, 1988), pp. 25-96.
2 Revuelta estudiada inicialmente por F. A. Loayza y D. Valcárcel en la década de los ’40, retomada a fines
de los ’60 por S. Varese, M. Castro Arenas, J. F. Lehnertz y S. Orellana, y más recientemente por F. Santos
y A. Zarzar, en obras que figuran en el apartado bibliográfico. Reciente y excelente estado de la cuestión
sobre la revuelta en Steve Stern, «La era de la insurrección andina, 1742-1782: una reinterpretación», en S.
Stern (comp.). Resistencia, rebelión y conciencia campesina en los Andes, siglos xviii al xx. Lima, IEP,
1990, pp. 50-117.
3 Publicación de la Sociedad Académica de Amantes del País con el objetivo «ilustrado» de divulgar los
conocimientos sobre la geografía, historia, ciencias, economía, etc. del Perú. Sobre la importancia de la
entidad y del Mercurio para el reformismo borbónico y la formación de una conciencia «protonacionalista»
según algunos autores, ver el excelente trabajo de Jean-Pierre Clément. Índices del Mercurio Peruano,
1790-1795. Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1979, y la edición facsímilar publicada en Lima, Biblioteca
Nacional del Perú, 1964, 12 T.
4 Los fortines fueron junto a las haciendas y las misiones los instrumentos utilizados para el avance de la
frontera interna y la penetración en los territorios no controlados por el Estado y la social colonial.
5 Junto a la tradicional obra del jesuita José Jouanen. Historia de la Compañía de Jesús en la antigua
provincia de Quito, 1570-1774. Quito, Ed. Ecuatoriana, 1941-43, 2V, contamos con los estudios más
recientes de Ma Elena Porras B. La Gobernación y el Obispado de Mainas, Quito, Eds. Abya-Yala/TEHIS,
1987; Wilfredo Ardito Vegas, «La estructura de las reducciones de Maynas». Amazonia Peruana, V. XI, n°
22 (Lima, 1992), pp. 93- 124; Carlos O. Aburto Cotrina, «Régimen político y economía en un espacio
fronterizo colonial. Maynas durante la segunda mitad del siglo xviii», Histórica, V.XX, n° 1 (Lima, 1996),
pp. 1-28; Sandra Negro, «Maynas, una misión entre la ilusión y el desencanto » en Sandra Negro y Manuel
M.Marzal (coords.), Un reino en la frontera. Las misiones jesuitas en la América colonial. Lima,
PUCP/Abya-Yala, 1999, pp. 269-299.
6 Bernardino Izaguirre, Historia de las misiones franciscanas y narración de los progresos de la geografía
en el Oriente del Perú, 1619-1921. Lima, Tall. Tip. de la Penitenciaría, 1922-29, T. II. p. 83.
7 Datos recogidos en «Relación que escribe el conde de Superunda, virrey del Perú, de los principales
sucesos de su Gobierno de orden de S.M. comunicada por el Excmo. Sr. Marqués de la Ensenada, su
Secretario del Despacho Universal, con fecha de 23 de agosto de 1751», en José Antonio Manso de
Velasco. Relación y documentos de Gobierno del Virrey del Perú,— conde de Superunda (1745-1761).
Introducción, edición, notas e índices de A. Moreno Cebrián. Madrid, CSIC, 1983, pp. 210-214. Ver
también los trabajos de Daniel J. Santamaría, «Fronteras indígenas del Oriente boliviano. La dominación
colonial en Moxos y Chiquitos, 1675-1810», Boletín Americanista, Año XXVIII, n° 36 (Barcelona, 1986),
pp. 197-228; «Población y economía en el pedemonte andino de Bolivia. Las misiones de Apolobamba,
Mosetenes y Yurakares en el siglo xviii». Revista de Indias, V.L, n° 190 (Madrid, 1990), pp. 741-766, y el
muy reciente estudio Del tabaco al incienso, San Salvador de Jujuy, CEIC, 1994. Las misiones de
Apolobamba, inicialmente bajo gestión de los agustinos (s. xvii), fueron después encargadas a curas
seculares hasta que en la década de 1740 fueron confiadas a los franciscanos.
8 José Amich, Historia de las misiones del Convento de Santa Rosa de Ocopa, Ed. de Julián Heras, Lima,
Ed. Milla Batres, 1975, p. 156.
9 J. A. Manso de Velasco, Ob. cit. p. 254. Ya en 1743 el gobierno había planteado la construcción de un
fuerte en Quimirí-que no resistió el ataque de los alzados- para, en palabras de Amich, servir «para sujetar a
los apóstatas e infieles, y estorbar el tránsito de los indios de la sierra para la montaña, y también para que
sirviese de escala para la formal entrada que se premeditaba hacer para prender al rebelde», J. Amich. Ob.
cit. p. 163.
10 El énfasis es mío. J.A. Manso de Velasco. Ob. cit. p. 214. Según el virrey, perseguir a los indígenas «es
más caza o acecho de fieras que conquista de hombres, motivo porque aún los ingas no cuidaron de
aumentar a su Imperio estos vasallos», en Ibíd. p. 254.
11 Los religiosos llegaron en dos expediciones en 1752 y 1754. Aunque el rey decretó la erección del
Colegio, su primer guardián, José Ampuero, olvidó solicitar la R.C. confirmando la transformación del
Hospicio en Colegio, lo que provocó un serio conflicto entre el religioso y el Comisario General
franciscano, Francisco Soto y Marne. La resolución del caso vino con la R.C. de Fernando VI del
2.10.1757, y la Bula Pontificia de Clemente XIII el 18.08.1758.
12 Según Amich, tras el ataque a Andamarca, J. Santos «nunca jamás ha intentado salir a la sierra», en Ob.
cit, p. 177.
13 El énfasis es mío. J.A. Manso de Velasco. Ob. cit. p. 420. La inactividad guerrillera de J. Santos después
de 1752 hizo que el sucesor del conde de Superunda, Manuel Amat, se planteara la reducción de la tropa en
los fuertes de las fronteras de Tarma y Jauja, cuyo costo se estimaba en torno a 51 326 pesos, satisfechos
hasta entonces por las Reales Cajas de Pasco y Jauja. No obstante, la prudencia hizo que Amat enviara un
informe a Madrid para que el Consejo de Indias resolviese el tema, aunque ignoro la decisión final. Ver la
«Relación de Gobierno que hace el Excmo. Sr. D.—, Virrey que fue de estos reynos del Perú y Chile a su
sucesor, el Excmo. Sr. D. Manuel de Guirior, comprehensiva desde 12 de octubre de 1761 hasta 17 de julio
de 1776», en M. Amat i Junyent. Memoria de Gobierno. Ed. y estudio preliminar de V. Rodríguez Casado y
F. Pérez Embid. Sevilla, EEHA, 1947, p. 307.
14 Concepto desarrollado en la introducción de la edición crítica de algunos textos de Francisco Requena,
por Manuel Lucena Giraldo. Ilustrados y bárbaros. Diario de la exploración de límites al Amazonas (1782).
Madrid, Alianza Ed., 1991, pp. 7-37. El «reformismo de frontera» surgió con el llamado Tratado de Madrid
(1750), anulado porCarlos III en 1760 tras su ascensión al trono, y siguió con los Tratados de San Ildefonso
(1777) y el Pardo (1778), cuya implementación, en lo relativo a la ejecución en América de la línea
divisoria entre ambos imperios, quedó reservada a unas comisiones nombradas al efecto, en concreto a la
que sería conocida como «Comisión del Marañón». Ver F. Andrade. Demarcación de las fronteras de
Colombia. Bogotá, Ed.Lerner, 1965, pp. 168 passim; L. Rojo. La línea Requena y la política fronteriza
hispano-portuguesa en la segunda mitad del siglo xviii. Madrid, Universidad Complutense, 1986, Tesis de
licenciatura inédita, pp. 83 passim; Ma Elena Porras. Gobernación y Obispado de Mainas, siglos xvii y
xviii. Quito, Eds.Abya-Yala/TEHIS, 1987, pp. 69 passim.
15 Dejo al margen el problema surgido en la frontera oriental del Río de la Plata a mediados de siglo,
resuelto inicialmente con el Tratado entre Portugal y España del 13.01.1750 por el que la colonia de
Sacramento pasó a España a cambio de la cesión de esta a Portugal de los pueblos de misiones de la margen
oriental del Uruguay. En realidad, el Tratado no llegó a ejecutarse y tras la muerte de Fernando VI, su
sucesor Carlos III lo declaró nulo. J. A. Manso de Velasco. Ob. cit. pp. 334-336 y 427-429. Un interesante
trabajo desde la óptica brasileña de la definición de la frontera histórica en el Iténez durante el siglo xviii
(Guaporé para los luso-brasileños) es el de Denise Maldi Meireles. Guardiaes da fronteira. Río Guaporé,
século xviii. Petrópolis, Ed. Vozes, 1989.
16 Daniel J. Santamaría. «Fronteras indígenas...» p. 200.
17 M. Amat i Junyent. Ob. cit. p. 121.
18 El temor a las invasiones portuguesas persistió incluso después de que las monarquías ibéricas
decidieran zanjar sus diferendos territoriales por vía diplomática, pues como señaló el virrey Amat:
«Considero que siempre abrá [sic] reencuentros y usurpaciones por parte de los Portugueses intentando
introducirse en los Pueblos de Misiones y hacer juntamente comercio en las villas de Potosí, Cochabamba y
ciudad de la Paz; por lo que se ha de estar en continuo cuidado y observación con semejantes designios
como lo tengo así advertido en muchas y repetidas ocasiones a los Governadores de Sta.Cruz de la Sierra y
Paraguay, como al Presidente de la Plata», en M. Amat i Junyent. Ob. cit. pp. 286-287.
19 Militarización que puede seguirse a través de las numerosas reales órdenes, cédulas y demás
disposiciones que, a decir verdad, no siempre se ejecutaron como aquella de 2.09.1772 por la que se
otorgaron al virrey Amat las facultades para establecer un pueblo de españoles con algún fuerte en la ribera
del Mamoré, con los «dos objetos de mantener en respeto a los indios acostumbrándolos al tráfico y
comercio y contener al mismo tiempo las exploraciones de los Portugueses con que se disponen a
apoderarse de la navegación de los ríos Madera, Mamoré e Iténez que desaguan en el Marañón» (f. 2). En
1784 esta instrucción aún no se había ejecutado como señaló por entonces José de Galvez a los
gobernadores de Moxos y Chiquitos, en AGI. Audiencia de Charcas. Expedientes e instancias de partes.
Est. 121. Caja 3. Leg. 9. Años 1783-84, una copia de la cual he consultado en AHL. LB-575. Caja n° 269,
ff. 1-6.
20 M. Amat i Junyent. Ob. cit. p. 113.
21Ibíd. pp. 117-118.
22 Conviene tener en cuenta que fueron muchas las misiones que lograron extraer recurso considerables y
canalizarlos al mercado colonial. Este fue el caso de Moxos y Chiquito donde se desarrollaron dos vías
comerciales, la legal, que vinculaba las misiones con e mercado hispanoandino, y la ilegal, que las unía con
el Brasil, vía esta que no sól desarrolló el contrabando sino que propició una lenta y progresiva penetración
portuguesa. D. J.Santamaría, «Fronteras indígenas...», pp. 223-224.
23 M. Amat i Junyent. Ob. cit. pp. 322-326.
24 Amat, siempre preocupado por el costo económico, señaló que dichas guarniciones podría ser costeadas
con los derechos de sisa -impuesto municipal sobre los comestibles,
ganado menor y mayor que entraba en las ciudades- establecidos en la frontera d Tucumán, en M. Amat i
Junyent. Ob. cit. p. 323. Interesante trabajo sobre la reorganizació del ramo de sisa con el fin de sufragar la
política de frontera en la gobernación d Tucumán es el de Luisa Miller Astrada. «La gobernación de
Tucumán en el Río de l Plata y su frontera sobre el Chaco». Quinto Centenario, n° 12 (Madrid, 1987), pp.
171-186. Interesantes trabajos sobre el papel de las misiones en la región son los de Albert J. Gullón Abao.
«Las reducciones del Este de la provincia del Tucumán en la segund mitad del siglo xviii bajo la
administración franciscana», Archivo Ibero-americano, Año LII, T. LII, n° 205-208 (Madrid, 1992), pp.
255-276, y Beatriz Vitar, Guerra misiones en la frontera chaqueña del Tucumán. Madrid, CSIC, 1997.
25 M. Amat i Junyent. Ob. cit. p. 323. Varios habían sido los proyectos formulados en e pasado relativos a
la construcción de nuevas vías de comunicación en el Sur andino, como el propuesto por la Real Audiencia
de la Plata unos años antes para la comunicació del Cuzco con Moxos y Chiquitos, pasando por las
misiones de Apolobamba. El virrey Manso de Velasco solicitó el parecer de los superiores franciscanos y
jesuitas fines de 1759 pero, como él mismo señaló, nada se acordó al respecto. Ver J.A. Mans de Velasco.
Ob. cit. p. 414.
26 M. Amat i Junyent. Ob. cit. p. 325.
27 J. Amich, Ob. cit. pp. 189 y ss. No obstante la importancia de dicha revuelta, cre demasiado rotunda la
afirmación de Varese de que, por entonces, «toda la selva centra está definitivamente perdida para la
colonización», Stefano Varese. La sal de los Cerros. Lima, Universidad Peruana de Ciencias y Tecnología.
1968, p. 205.
28 Tras la expulsión, las misiones de Maynas fueron confiadas al arzobispado de Quito.Contrariamente a la
tesis tradicional que sostiene que la marcha de la Compañía de Jesú comportó la decadencia de las
misiones, M. E. Porras plantea que esta databa de alguno años antes como consecuencia de la escasez de
misioneros, la gran dispersión de la reducciones, los ataques inflingidos por los portugueses a las mismas y
las revueltas d los shuar, y concluye que, en el momento de la expulsión, gran parte de los poblados estaban
prácticamente abandonados. M. E. Porras B., Ob. cit. pp. 37 passim.
29 Interesante historia de la región con gran aportación de datos en J. Varallanos. Histori de Huánuco. De la
era prehistórica a nuestros días. Buenos Aires, Imp. López, 1959.
30 Ramón Urrutia y las Casas. Informe del Intendente Urrutia sobre las ventajas que resulta de la apertura
del camino y comunicación por el Chanchamayo, presentado a virrey del Perú en 1808. Lima, Impr. del
Comercio por J. M. Monterola, 1847, p.7.
31 A.G.I. Audiencia de Lima, 1098, Instrucción a Gálvez, arts. 17-32, citado por John Fisher. Gobierno y
sociedad en el Perú colonial: el Régimen de las Intendencias, 1784-1814. Lima, PUCP, 1981, p.144. La
Ordenanza de Intendentes señaló (artículos 57-59) qu entre otras obligaciones, estos debían propiciar el
fomento de la agricultura y el desarroll y explotación de ios recursos económicos de sus provincias. Aunque
el sistema d intendencias pasó por distintos avatares y encontró incluso la oposición de los mismo virreyes y
otros funcionarios de la administración colonial, creo útil subrayar el significad de la medida como índice
del interés de la Corona en obtener una mayor y má eficaz explotación de sus colonias.
32 Agustín de Jáuregui y Aldecoa. «Relación que hace el Excmo.Sr.D.—, Virrey que fue d estos reinos del
Perú y Chile, a su sucesor Excmo. Sr. D. Teodoro de Croix, desde 20 d julio de 1780 hasta 3 de abril de
1784» en su Relación y documentos del Gobierno de Virrey del Perú (1780-1784). Ed. y estudio por R.
Contreras. Madrid, CSIC, 1982, p. 163.
33 A. Jáuregui y Aldecoa. Ob. cit. p. 211.
34 Ver la relación enviada al virrey Jáuregui por el capitán del ejército Juan O’Relly, e Expediente sobre las
misiones de Tarma. Colección Mata Linares. T. 76. ff. 422-458. O’Relly había sido enviado por Jáuregui,
insatisfecho de los informes recibidos de guardián de Ocopa en relación con las misiones tarmeñas, para
recoger informació sobre la región, fuertes existentes, número de «chunchos», estado de los caminos,
distanci de las conversiones del Cerro de la Sal, ver A. Jáuregui y Aldecoa. Ob. cit. p. 164. Siguiendo a
Jáuregui, la diversidad de criterios entre los misioneros era resultado de l creencia de algunos religiosos -
con el guardián a la cabeza- de que la expedición eventual construcción de misiones en lugar diverso al de
Chanchamayo sería sufragad por los fondos adjudicados al Colegio de Ocopa, en Ibíd. p. 167. El tema sería
recordad años más tarde por el intendente Urrutia en su Ob. cit. p. 12.
35 R. Urrutia y las Casas. Ob. cit. pp. 10-11.
36 Razones que explican el interés por la región de los Yuracarés fueron, primero, la necesida de encontrar
una vía que permitiera transportar tropas a Moxos para frenar l penetración portuguesa; segundo, a fines del
siglo xviii, los proyectos económico borbónicos impulsados por el intendente Francisco de Viedma. Ver al
respecto Gustav Rodríguez Ostria, «Recordando la libertad de los bosques». Yuracarés, misiones y Estad
boliviano en la frontera cochabambina, 1768-1920», Memoria Americana, 5 (Bueno Aires, 1995), pp. 97-
122 y Carlos Pérez. «Yuracarés y su territorio en la mira(da) de otro durante el gobierno de Francisco de
Viedma (1784-1809)», Anuario (Sucre, 1999), pp. 331-350.
37 «Real Cédula sobre la fundación de un colegio de misioneros en Tarata», en Mercurio Peruano, n° 605
[n°405] (Lima, septbre-dcbre 1794, publicado en 1795), T. XII, ff.185-192.
38 Una reflexión sobre el conflicto, desde la perspectiva misionera, en Gerardo Maldini. «Apunte y
documentos de una célebre contienda. Francisco de Viedma y P. Antonio Comajuncosa», en Antonio
Comajuncosa y Hortet, Manifiesto Histórico, Geográfico, Topográfico, Apostólic y Político de lo que han
trabajado entre fieles e infieles los misioneros franciscano de Tarija, 1754-1810. Tarija, Ed. Offset
Franciscana, 1993, pp. 293-303.
39 Ver algunos ejemplos en Archivo General de Indias (AGI). Audiencia de Charcas. Eclesiástico.Estante
121. Cajón 2, Leg. 11; Cajón 1, Leg. 17 y Audiencia de Buenos Aires.Eclesiástico. Estante 125. Caja 7.
Leg. 6, algunas de cuyas copias he consultado e Archivo Histórico de Límites de Lima (AHL). LB-664,
Caja n° 272; B-706, Caja n° 274; LB-742, Caja n° 275; LB-791, Caja n°276; LB-771, Caja n° 276; LB-551,
Caja n° 268; VA-257, Caja n°529. Útiles resultan los informes sobre la región de Félix de Azara, comisario
de límites en el Paraguay desde 1781 hasta 1801, en Descripción del Paragua y del Río de la Piala. Buenos
Aires. Ed. Bajel, 1943, y Pedro de Angelis. Colecció de obras y documentos relativos a la historia antigua
y moderna de las Provincias de Río de la Plata. Buenos Aires, Imp. del Estado, 1837.
40 Francisco Pifarré. «Historia de un pueblo», en Los Guaraní-Chiriguano. La Paz, CIPCA, 1989, V. 2. pp.
162 y ss. Interesantes trabajos sobre la actividad franciscana entre lo chiriguano y las estrategias
desarrolladas por éstos para enfrentarse a la invasión foránea, son los publicados por Thierry Saignes. Los
Andes Orientales: historia de un olvido.Cochabamba, IFEA/CERES, 1985; Ava y Karai. Ensayos sobre la
frontera chiriguan (siglos xvi-xx). La Paz, Hisbol, 1990. Por lo que se refiere a la historia misionera e este
período es fundamental, Antonio Comajuncosa y Hortet. Ob. cit.
41 Varios son los trabajos que recientemente se han interesado en el tema, entre otros,Alberto Gullón Abao.
La frontera del Chaco en la Gobernación del Tucumán (1750-1810). Cádiz, Publicaciones Universidad de
Cádiz, 1993; Adriana B. Armando. «U acercamiento al Chaco austral a mediados del siglo xviii: el relato de
Dobrizhoffer los conflictos fronterizos», Anuario del IEHS, 9 (Tandil, 1994), pp. 215-226 y los recogido en
Ana A. Teruel (comp.). Población y trabajo en el Noroeste argentino (siglo xviii y xix). Jujuy, Unidad de
Investigación e Historia Regional-Unju. 1995.
42 «Estrado [sic] del informe que el coronel D. Adrián Fernández Cornejo remitió con s Diario al Superior
Gobierno de Buenos Aires en 1790», Mercurio Peruano, n°588-589 [n°388-389], (Lima, septbre-dcbre
1794, publicado en 1795), T. XII, f. 50.
43 J. A. Fernández Cornejo. «Diario del viaje que el Coronel de Milicias del Regimiento de l Viña, D.—,
vecino de Salta, emprehendió [sic] a sus expensas, navegando el río Bermej que atrabiesa [sic] la dilatada
provincia del Gran Chaco, y concluye en el río Paraguay», Mercurio Peruano, n° 583-587 [n°383-387],
(septbre-dcbre 1794 publicado en 1795), T.XII, f. 5. Fdez. Cornejo presentó el plan al virrey J. José Vertiz
en 1780, aunque po entonces no pudo llevarlo a cabo por problemas económicos. Cuando a fines de 1789
pasó por Salta el virrey Nicolás de Arredondo, Fdez. Cornejo requirió y obtuvo su protecció para la
expedición que, financiada por él mismo, se llevó a cabo entre el 27.06.1790 y 20.08.1790. Breves
referencias a las expediciones de Fdez. Cornejo, así como alguna hechas anterior y posteriormente, en el
texto de Emilio Castro Boedo. Esludios sobre l navegación del Bermejo y la colonización del Chaco
[1872]. San Salvador de Jujuy, Centro de Estudios Indígenas y Coloniales, 1995.
44 «Itinerario de D. Juan Adrián Fernández Cornejo, destinado a abrir un nuevo camino de valle de Senta a
la villa de Tarija», Mercurio Peruano, n° 180 (Lima, 23.09.1792), T. VI, ff. 51-57 y n° 181 (27.09.1792), T.
VI, ff. 59-61.
45 Palabras del ilustrado peruano José Hipólito Unanue, colaborador habitual del Mercuri Peruano bajo el
pseudónimo de Aristio, contenidas en su escrito sobre el viaje del franciscan Narcis Girbal y Barceló a la
región bañada por el Marañón y Ucayali, en 1790 e «Peregrinación por los ríos Marañón y Ucayali a los
pueblos de Manoa, hecha por el padr Predicador Apostólico Fr. Narciso Girbal y Barceló en el año pasado
de 1790», Mercuri Peruano, n° 77 (Lima, 29.09.1791), T. III, ff. 65-66. El texto de Unánue se publicó en tre
entregas: n° 75 (22.09.1791), ff. 49-56, n° 76 (25.09.1791) y el ya citado n° 77. La ide sería recogida pocos
años después por Tadeo Haënke en 1799, quien sugirió la importanci del río Amazonas para la exportación
a Europa de los productos amazónicos, en Muse Británico, Add. MS 17591, ff. 27-29, citado por J. Fisher.
Ob. cit. p. 163.
46 Sobreviela, permaneció en el cargo de Guardián desde el 12.02.1787 hasta el 10.05.1797, cuando fue
nombrado Visitador General del Colegio de Ocopa y de todas las misiones. Miembro honorario de la
Sociedad de Amantes del País, colaboró en la revista de l entidad, el Mercurio Peruano. Ver B. Izaguirre.
Ob. cit. T. VII, pp. 11-25.
47 Sobreviela participó en numerosas expediciones a lo largo de su gestión y, como ejemplo,
entre 1788-91 efectuó una entrada a la Montaña por Huanta, viajó desde Ocop hasta el valle de Vitoc,
pasando por Monobamba -pueblo que refundó-, bajó por e Marañón desde Tomependa -provincia de Jaén-
hasta el pueblo de La Laguna de l Gran Cocama, y de ahí a la colonia portuguesa de Tefé. Ver Mercurio
Peruano, n° 81 (Lima, 13.10.1791), ff. 107-120 y el informe que el mismo Sobreviela presentó al virre de la
Croix (Lima, 12.02.1790), en B. Izaguirre, Ob. cil. T. VII, pp. 141-156.
48 J. Amich, Ob. cit. p. 232.
49Mercurio Peruano, n° 80, (Lima, 9.10.1791), f. 94. El mapa «Plan del curso de los río Huallaga y Ucayali
y de la pampa del Sacramento, levantado por el P. Fr. Manue Sobreviela, guardián del Colegio de Ocopa,
dado a luz por la Sociedad de Amantes de País. Año 1791», dedicado a Carlos III, publicado en el n° 81,
(13.10.1791), f. 120 bis.
50 El énfasis es mío. Mariano Millán de Aguirre, «Descripción de la intendencia de Tarma», Mercurio
Peruano, n° 258 (Lima, 23.06.1793), T. VIII, f. 133. El artículo sigue en n° 259 (27.06.1793), T. VIII, ff.
132-139 y n° 260 (30.06.1793), T. VIII, ff. 140-149. E los diarios de viaje de Sobreviela a las montañas de
Huanta y Huamanga, entre los qu se hallan las dos expediciones realizadas al valle de Vítoc en 1788-89, el
religioso habla raramente del aspecto «espiritual» de las empresas y hace largas reflexiones sobre la
repercusiones materiales de la misma, informando detalladamente de la forma com proceder a la
colonización de un determinado territorio, tipo de cultivos, etc. A título d ejemplo ver su texto fechado en
Huamanga (16.08.1788), recogido por B. Izaguirre, Ob. cit. T. IX, pp. 95-100.
51 M. Millán de Aguirre, Ob. cit. n° 260 (30.06.1793), T. VIII, f. 145.
52 Título de Justicia obtenido por decreto de 11.10.1788. Ver Thimeo [pseudónimo de Fr. F. González
Laguna], «Proyecto económico sobre la internación y población de los Ande de la provincia de Guamalies,
propuesto y principiado por D. Juan de Bezares», Mercuri Peruano, n° 32 (Lima, 21.04.1791), T. I, ff. 290-
297; n° 33 (24.04.1791), T. I, ff. 298-305.
53 Sobreviela, sin duda muy optimista, señaló que el control definitivo de la frontera orienta permitiría la
extracción de «todos los preciosos efectos de las montañas desde Quit hasta Huánuco, como también los
tabacos desde Lamas hasta Pueblo Nuevo y desd aquí al mismo Huánuco, o por la quebrada de Monzón
hasta el partido de Huamalíes», en B. Izaguirre. Ob. cit. T. VII, pp. 265-285. No deja de ser sorprendente y
aparente mente contradictoria con lo citado antes, la afirmación de Vargas Ugarte relativa a l oposición de
los franciscanos, en particular del procurador de misiones Fr. Pedro González. Agüero, y de M. Sobreviela,
a los proyectos de Bezares. Probablemente la oposición fu no al proyecto colonizador, sino a la obtención
por Bezares del título de Justicia, lo qu comportaría la pérdida por los religiosos del control político de la
región. Sabemos qu por R. C. de 21.01.1792 Bezares fue suspendido en el ejercicio de dicho cargo, en el qu
fue restituido en 1795. R. Vargas Ugarte. Historia general del Perú. Lima, Ed. Mill Batres, 1966, V.V, pp.
112-113.
54 Manuel Sobreviela. «Varias noticias interesantes de las entradas que los Religiosos d mi Padre San
Francisco han hecho a las Montañas del Perú....», Mercurio Peruano. n°80 (Lima,9.10.1791),T. III, f. 104.
55 En palabras recogidas por J. Hipólito Unanue, del informe presentado al virrey De l Croix relativo a la
repoblación del valle de Vítoc ya citada: «Se interesa en este proyect la Religión que tanto desea nuestro
Augusto Monarca en los infieles; porque la mism población de Vitoc adelantada con el tiempo, podrá servir
de asiento para comunicars con los chunchos; y viendo estos no se les persigue, ni obstiliza [sic] en las
tierras qu poseen, se franquearán a nuestro comercio por las herramientas que tanto han meneste », Aristio.
«Repoblación del valle de Vitoc», Mercurio Peruano, n° 107 (Lima, 12.01.1792), T. IV, f. 32.
56 Argumento reiterado en numerosas ocasiones como vemos, por ejemplo, por el franciscan Narcis Girbal
en el relato de su segundo viaje al Manoa (1791) cuando señaló qu «Es de suma importancia y utilidad se
facilite el comercio del Perú y Maynas por e Huallaga. De esta suerte se priva al Portugués de la utilidad
que saca de aquellas provincias; estarán éstas mejor surtidas de todo lo necesario para su subsistencia y
defensa; se aumenta la extracción así de ellas como la del Perú», Mercurio Peruano, n° 151 (Lima,
14.06.1792), T. V, f. 102.
57 Editorial de J. H. Unanue en Mercurio Peruanò, n° 279 (Lima, 5.09.1793), T. IX, f. 1.
58 Recogido en B. Izaguirre. Ob. cit. T. VII. p. 325. Todo el informe en pp. 321-326.
59 B. Izaguirre. Ob. cit. T. VII, p. 342.
60 «Estado del Colegio de Ocopa y de todas sus misiones del Perú y Chiloé, sus hospicios y pueblos; la
distancia de éstos a sus cabeceras, y el número de almas, formado por su prelado actual Fr. Manuel
Sobreviela. Lima, 12.10.1791», Mercurio Peruano, n°81 (Lima, 13.10.1791), T. III, f. 120 bis y recogido
por B. Izaguirre, Ob. cit. T. VII, pp. 357-368.
61 A diferencia de las autoridades coloniales, que utilizaron constantemente el términ «conquista» para
designar la tarea reduccionista, los misioneros lo hicieron raramente. Una de las escasas ocasiones es
mencionada por Girbal y Barceló, en un relato sobre s última expedición al Ucayali (Manoa, 3.04.1792) en
que afirma «es preciso que [en] esta nueva conquista y conquistadores, seamos socorridos con larga mano».
El énfasi es mío, en Aristio. «Segunda peregrinación del P. Predicador Apostólico Fr. N. Girbal Barceló a
los pueblos de Manoa», Mercurio Peruano, n° 153 (Lima, 21.04.1792), T. IV, f. 121.
62 J. Amich. Ob. cit. p. 234, y el ya citado «Estado del Colegio de Ocopa y de todas su misiones del Perú y
Chiloé....»
63 Ilustrativa es la «Instrucción del P. Guardián de Ocopa Fr. M. Sobreviela para los P. Fr. N. Girbal y
Barceló, Fr. B. Márquez y Fr. J. Dueñas, y para los que les sucedieren en e establecimiento y progresos de
las conversiones de Manoa y del famoso río Ucayali», Mercurio Peruano. n° 150 (Lima, 10.06.1792), T. V,
ff. 91 -96 y n° 151 (14.06.1792), T. V, ff. 97-99.
64 En Huanta, se abrió un camino desde Yanta-Yanta a las conversiones de Simariba; en l frontera de
Tarma, los misioneros ayudaron a la apertura de dos caminos entre el Tamb de Marainioc al valle de Vitoc;
en la frontera de Huánuco, se abrió un camino hast Playa-grande, etc. en B. Izaguirre, Ob. cit. T. VII, pp.
155-156.
65 En el relato de Sobreviela sobre su viaje a las fronteras de Huanta (1788), este señaló e interés de los
hacendados cocaleros por abrir un camino que acortara el existente entre Tambo y la quebrada de Sana,
donde aquellos poseían un total de 21 haciendas. Segú Sobreviela «parecióme que el proyecto era utilísimo
para los PP. Conversores y hacendado y para la extracción más breve de todos los efectos de la montaña» en
B. Izaguirre, Ob. cit., T. IX, p. 55.
66 En torno a Requena y su actividad ya como gobernador de Maynas, ya como comisario de límites, ver,
entre otros, M. Lucena Giraldo, Ilustrados y bárbaros... pp.29-37; Ma E. Porras, Ob. cit., pp. 96 passim; Ma
Carmen Martín Rubio, Historia de Maynas, un paraíso perdido en el Amazonas, Madrid, Ed. Atlas, 1991;
Ma Loreto Rojo García, «La línea Requena: Fijación científica de la frontera brasileña con Venezuela,
Nueva Granada y Perú (1777-1804)», en Francisco de Solano y Salvador Bernabeu (coords.), Estudios
(Nuevos y Viejos) sobre la Frontera. Madrid, CSIC, 1991, pp. 217-247. Para un estudio de los mapas
elaborados por Requena sobre la región ver C. Larrea, Cartografía ecuatoriana de los siglos xvi, xvii y xviii,
Quito, Corporación de Estudios y Publicaciones, 1977, pp. 59 passim, y O. Latorre, Los mapas del
Amazonas y el desarrollo de la cartografía ecuatoriana en el siglo xviii, Guayaquil, Museos del Banco
Central del Ecuador, 1988, pp. 72 passim.
67 El énfasis es mío, «Carta del Sr. D. Francisco Requena, gobernador de los Maynas, al R. P. Guardián de
Ocopa con algunas reflexiones referentes al mejor gobierno, y progreso de las Misiones del Ucayali»,
fechada en Jeberos (1.11.1792), en Mercurio Peruano, n° 279 (Lima, 5.09.1793), T. IX, ff. 1-8 y n° 280
(8.09.1793), T. IX, ff. 9-19. Pocos meses antes, Requena había escrito a Sobreviela (Jeberos, 2.07.1792)
agradeciendo los esfuerzos de los franciscanos por explorar el Oriente y dar a conocer sus conocimientos
pues «La América después de tres siglos de Conquista está bien escasa de Cartas y Mapas que la den a
conocer, atrasada entre los hombres más sabios de ella la Geografía, y el Estado sin poder sacar las ventajas
y utilidades que ofrece por faltarle los conocimientos bien detallados de su situación, que le son necesarios»
en Mercurio Peruano, n° 196 (18.11.1792), T. VI, ff. 187-188.
68 Muy interesante es el mapa confeccionado por Requena, fechado el 1.11.1779, en qu aparecen todos los
pueblos y «naciones bárbaras» pertenecientes a la Audiencia de Quito.Mapa recogido, entre otras
publicaciones, en Lorenzo García. Historia de las misione en la Amazonia Ecuatoriana, Quito, Eds. Abya-
Yala, 1985, pp. 144-145.
69 En la década de 1790, numerosas expediciones misioneras contaron con el apoyo y ayuda de Requena y,
como ejemplo, las entradas hechas por Narcís Girbal y Barceló al Ucayali, Huallaga y Mayro, ver Mercurio
Peruano, n° 381 (Lima, 28.08.1794), T. XI, ff. 276-284.
70 Ejemplo de este proceder fue el establecimiento de una población lusitana en el Putumay (1781).
Conociendo Requena la situación exigió, infructuosamente, del Comisario portugué el cumplimiento del
tratado de 1778 y su abandono de la zona. Requena solicit del presidente de la Audiencia de Quito el envío
de misioneros y soldados, quienes s encontraron con una revuelta en Muras, estimulada por Portugal.
Finalmente, el gobernado de Maynas decidió construir un puerto militar cercano a Asunción. Ver R. Varga
Ugarte. Historia general.... V.V, pp. 114-115. Ver copias de algunas de las instruccione dadas por el
presidente de la Audiencia quiteña a los misioneros del Putumayo en 1784 y 1789 en AHL. LTE-1. Caja n°
519; LEB-11-3. Caja n° 92; LTRH-9. Caja n° 515.
71 Un estudio somero pero útil de los informes de Requena en Ma E. Porras. Ob. cit. pp. 96-112.
72 El énfasis es mío. Copia de la parte que corresponde al «Expediente sobre arreglo tempora y
adelantamiento de las Misiones de Maynas» sacada del informe original de F. Requena, fechado en Madrid
el 29.03.1799, existente en el AGI. La copia del mism (40ff) que he consultado se halla en AHL. LEA-11-
84, Caja n° 016, ff. 39-40.
73 J. Amich, Ob. cit. p. 502. Lo dispuesto en la cédula había sido defendido por sectore peruanos desde
años atrás, como ejemplo ver Mercurio Peruano, n° 382 (Lima, 31.VIII. 1794), T. XI, f. 289. Según Rubén
Vargas Ugarte, la medida obedeció a la necesida de atender espiritualmente a los desasistidos habitantes de
la región. Ver su Histori de la Iglesia en el Perú, Burgos, s.i., 1962, T. V, p. 14 e Historia General... T. V,
pp. 157-158. Según Ma E. Porras, la cédula se dio para el «fomento espiritual y fortificació de sus
fronteras» con Portugal, en Ob. cit. pp. 118. Una de las escasas aproximaciones la sociedad local en la
región de Chachapoyas, Moyobamba, Lamas y Maynas de fine del siglo xviii e inicios del siglo xix, es
Alejandro Reyes Flores. Hacendads y comerciantes. Lima, Juan Brito Ed./UNMSM, 1999, pp. 123-197.
74 Un estudio de las misiones mayneñas tras la expulsión de los jesuitas es el de Francisc de Borja Medina.
«Los Mainas, después de la expulsión de los jesuitas» en Sandr Negro y Manuel M. Marzal (coords.), Un
reino en la frontera... pp. 429-471.
75 Informe fechado en Huamanga el 3.08.1804, recogido por Jorge Juan y Antonio Ulloa. Noticias secretas
de América. Londres, Imp. R. Taylor, 1826, p. 680.
76 Urrutia ocupó el cargo entre 1796 y 1809 y, al decir de John Fisher, fue un «funcionari competente pero
poco espectacular» en El Perú colonial: el Régimen de las Intendencias, 1784-1814, Lima, PUCP, 1981, p.
273.
77 R. Urrutia y las Casas. Ob. cit. pp. 15-16.
78 Desde Huánuco se accedía a Valle, Chaclla y, siguiendo el curso del Huallaga se llegab hasta Laguna,
cercana a la confluencia de este con el Marañón. Poblaciones significativa en las márgenes de los afluentes
del Huallaga eran, entre otras, Moyobamba, Lamas y Jeberos.
79 En opinión de Urrutia, las razones que avalaban la propuesta eran la cercanía de Lim (cuatro días de
viaje), escasa distancia existente desde Tarma a la montaña, alta cifra d habitantes radicados en el partido de
Tarma (45.329h.), necesidad de tierras para l expansión de los cultivos agrícolas y gran desarrollo de la
arriería, entre otras. En R. Urrutia, Ob. cit. pp. 58 passim. Coincido con Fernando Santos y Frederica
Barclay qu el informe Urrutia es, fundamentalmente, un alegato a favor de la vía Tarma-Palca para su
entrada en la selva central, en Ordenes y desórdenes en la Selva Central. Historia economía de un espacio
regional, Lima, IEP/IFEA/FLACSO-ED, 1995, p. 55.
80 Ver notas 49 y 54 de este capítulo.
81 Indígenas que, en caso de resistencia, deberían ser reprimidos por las armas, pues «La clase de jente [sic]
que son los chunchos, y el objeto de su reducción pacífica que intentamos, no nos retrae de la obligación
natural de defender nuestra existencia, repeliend la fuerza con la fuerza», en R. Urrutia y las Casas. Ob. cit.
p. 78.
82Ibíd. pp. 82-84.
83Ibíd. p. 94.
84 R. Vargas Ugarte, Historia General.... T. V, p. 158. B. Izaguirre, Ob. cit. T. IX, p. 6.
85 Correspondencia que se encuentra en el AGI. Est. 115, Caja 6, Leg.23, con el título d «Erección,
egecutoriales, presentaciones eclesiásticas, misiones y expedientes sobre e territorio del obispado de
Mainas. Años 1771 a 1825», una copia de la cual he consultad en el Archivo de la Cancillería de Bolivia en
La Paz (ACCB), sin signatura. Utiliz también documentación sobre el tema localizada en AHL. LEB-3-21,
Caja n° 88; LED-2-11, Caja n° 99; LEB-11-36, Caja n° 1815, e Informes del padre Carvallo y otro
misioneros sobre las misiones en AHL. LEJ-1-11, Caja n° 162; LEB-12-34, Caja n° 95.
86 Por R. C. de 7.10.1805 se le dio el pase a la bula de su nombramiento, en J. Amich. Ob. cit. pp. 505-506.
87 «Censo de población del Virreinato del Perú, efectuado por el Virrey Gil de Taboada, 1795», en AGI.
Estado 73. Doc. 40.
88 «Censo de la población de la provincia de Mainas», fechado en Moyobamba, 1.05.1814, firmado por el
secretario de la diócesis y familiar del obispo Sánchez Rangel, José M Padilla, una copia del cual se
encuentra en AHL. LEE-4-22, Caja n° 110.
89 Fueron varias las circulares dadas por Calvo desde su acceso a la gobernación a fines de s. xviii. Como
ejemplo de ellas ver la Circular prohibiendo que los misioneros cobre servicios y tengan mitayos (Xeveros,
24.12.1808), en AHL. LED-2-94, Caja n° 102. Ve también el auto del gobernador Calvo (La Laguna,
18.07.1808) relativo a los conflicto suscitados entre los misioneros y algunos tenientes de poblados sobre el
uso de mano d obra indígena y la evolución de la cuestión desde su llegada a la región a fines de 1795 hasta
el momento. De la lectura del texto se desprenden las reticencias de Calvo a otorga servicios a los
misioneros, aunque, al final, mandó se fijaran los servicios a que lo religiosos de los pueblos tenían derecho
según las leyes de Indias y otros textos. E escrito se acompaña con algunas adiciones hechas por Calvo, y el
conforme de haberl dado a conocer a los pobladores por las autoridades de La Laguna, Chayavitas,
Cahuapanas, Barranca y Andoas, en AHL. LEA-16-44, Caja n° 5.
90 Informe Requena en «Erección, egecutoriales,...», f. 21.
91Ibíd. ff. 23 rev-24 y 25 respectivamente.
92 La copia consultada es la enviada al gobernador de Maynas, en AHL. LEB-3-27, Caja n° 88. En
anotación al margen se señala que dicha real cédula no llegó a publicarse.
93 «Expediente promovido por una representación de D.Mariano Guillermo Valdivieso D. Francisco
Rodríguez de Soto, sobre medios de atender a las misiones de Quijos, Canelos y Maynas. Años 1820-23»,
en AGI. Se ha consultado la copia existente e AHL. LED-2-106, Caja n° 102.
94 Informe dirigido al guardián de Ocopa, José Barco, que fue presentado por Buenaventur Bestard al
secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia de Indias (Madrid, 21.11.1819), cuyo original se
halla en el AGI, una copia del cual he consultado en AHL. LEJ-l-ll, Caja n° 162. El informe Carvallo fue
reproducido, ampliado y presentado e 1837 al arzobispo de Lima por el misionero de Ocopa, Fr. Jerónimo
de Leceta, text cuyo original se encuentra en el Archivo Arzobispal de Lima, reproducido parcialment en B.
Izaguirre, Ob. cit. T. IX, pp. 38-55. Informes más escuetos sobre las misiones de Ucayali preparados por
Carvallo entre 1815 y 1817 en AHL. LEB-12-34, Caja n° 95. Algunas referencias sobre la actividad
misionera en estos años en la zona en J. Amich, Ob. cit. pp. 247-251 y B. Izaguirre, Ob. cit. T. IX, pp. 15
passim.
95 Además de las informaciones proporcionadas por B. Izaguirre sobre el tema en su Ob. cit. T. IX, pp. 38-
55, noticias de primera mano sobre la expedición del misionero Manue Plaza hasta Jesús María en 1815, y
en 1816 por el mismo Plaza y Diego Ruiz por e río Tambo, en la que este último relata la hostilidad campa
y la organización de un fuerza armada para dejar expedita la nueva ruta, se encuentra en AHL. LEB-11-35,
Caj n° 93 y VA-296, Caja n° 530.
96 Como han mostrado algunos estudios, a lo largo de la historia colonial –cuestión que s repetiría también
en la historia republicana– los indígenas utilizaron a los misionero para conseguir productos,
fundamentalmente herramientas de hierro. El caso chiriguan ha sido estudiado por Thierry Saignes.
«Jesuites et franciscains face aux chiriguano: le ambigüités de la reduction missionaire», en Eglise. —et
politique en Amerique Hispanique. Bordeaux, Presses Universitaries, 1984, pp. 133-159. Versión castellana
con alguno cambios es «La reducción subvertida», en Th. Saignes. Ava y Karai... pp. 85-126. L misma
problemática en la selva central peruana ha sido tratada por Margarita Benavides. «Importancia y
significado de las herramientas de metal para los ashaninka de la selv central peruana. Trabajo realizado a
partir de la crónica de Fray Manuel de Biedma (s. xviii)», en R. Pineda Camacho y B. Alzate Angel. Los
meandros de la historia e Amazonia. Quito, Eds. Abya-Yala/MLAL, 1990, pp. 287-301.
97 Alonso Carvallo. «Misión del río Ucayali...» f. 4 rev.
98 Conocida también como Santa Rosa de los Piros o Santa Rosa de Lima.
99 Alonso Carvallo. «Misión del río Ucayali..» f. 5.
100 Informe de Requena, en «Erección, egecutoriales...» [ff. 16 rev-17].
Parte I. Peru. «La formacion de un
nuevo peru al disfrute del viejo»
2. De tierra ignota a demarcación
administrativa
La progresiva visibilidad de la región, 1821-1880
Fuente. M. F. Paz Soldán. Atlas Geográfico del Perú. Paris, Lib. Fermin Didot Hnos. Hijos y Cía. 1865.
1La neonata república peruana ignoraba casi todo de sus territorios orientales y,
como señaló un articulista en El Peruano, en julio de 1826, los escasos datos
conocidos habían sido proporcionados fundamentalmente por los misioneros, a
quienes se debía el conocimiento del territorio y de los «usos, costumbres, leyes
e industria de las tribus salvajes que habitan del otro lado del Marañón». 1
2Aunque en los años sucesivos los gobiernos sancionaron varias leyes relativas a
propio, del que no necesitarían al estar pagados por el erario público en 250
pesos mensuales. Las providencias solicitadas pretendían reforzar el poder del
diocesano en detrimento de la independencia de que habían gozado secularmente
los regulares franciscanos y, aunque es evidente que aquellas medidas hacían
suyas las tesis regalistas en boga, defendidas por los gobiernos peruanos que
reivindicaban la herencia del patronato real con el objetivo de organizar una
Iglesia «nacional» peruana, nada se aprobó al respecto.
16Durante la primera década republicana, la contribución de las misiones a la
Fuente. «Mission del Ucayali y Huallaga y verdadero curso de este río… copiado del original que posee D.
Manuel Amez, 1833», en AHL (Lima). Mapoteca. P4-33, PL-7-5.
18Por lo que se refiere al surandino en los primeros años de la historia
republicana sabemos del considerable retroceso de la frontera agrícola oriental
como consecuencia de la secular hostilidad de los selvícolas, la disminución de
la mano de obra en las haciendas cocaleras y azucareras selváticas, el aumento
de la presión fiscal y el precario, cuando no inexistente, estado de las vías de
comunicación. 38 Una de las primeras iniciativas fue la tomada por el entonces
prefecto cuzqueño, Agustín Gamarra, quien en 1823 envió una expedición a los
valles de Paucartambo para la protección de sus hacendados; otra, fue la tomada
en 1828 por el cura de Marcapata que, con el apoyo vecinal, formó una
expedición para la apertura de un camino desde dicha población hasta el
abandonado valle de Miraflores con el objetivo de ampliar la frontera agrícola;
de hecho, por entonces se establecieron, entre otras, las haciendas de
Mamabamba, San Juan, Sausipata, Jimiros y Chantamasco. Con todo, en la
década de 1820, la frontera interna en el surandino permaneció estancada.
2.1.2. La progresiva visibilidad de la región amazónica,
1830-1844
los propietarios fronterizos del centro-norte y, en menor medida, del sur andino,
en demanda de medidas que les facilitaran la penetración primero y ocupación
despúes de los territorios orientales. Efectivamente, los primeros presionaron al
gobierno limeño para que aprobara una serie de disposiciones que, pensaban, les
habría de permitir una gestión más directa de sus intereses en la región.
Consecuencia de su movilización, el Congreso peruano aprobó en el período
1831-32 tres importantes medidas, dos relativas a la administración eclesiástica
–cambios en la diócesis de Maynas y erección del nuevo obispado de Huánuco–,
y una a la civil –creación del departamento de Amazonas–, que estaban
estrechamente relacionadas y que, según sus promotores, permitirían un mayor
control del territorio, la recuperación económica de la región y, por ende,
contribuirían a la reconstrucción del país. Por lo que respecta a los grupos
surandinos, sabemos de su interés en la extracción de la cascarilla que, no
olvidemos, había sido entre 1821-33 el primer rubro de las exportaciones
peruanas, producto cuya explotación se mantuvo en los años 30 y 40 a través de
concesiones a particulares y empresas. Fue también en la década de 1830 cuando
los sectores propietarios con intereses en la expansión de la frontera agrícola se
movilizaron en demanda de medidas que permitieran la recuperación de la
producción de coca y cacao del pedemonte (1837), la primera afectada
negativamente por la competencia cocalera procedente de los yungas paceños, y
en la realización de expediciones de «castigo» a las poblaciones selvícolas que,
secularmente, habían impedido el avance de las haciendas hacia los valles de
Paucartambo. 39
20Veamos, pues, detenidamente las medidas que habrían de permitir la expansión
de las fronteras de La Libertad y Junín, en el centro-norte peruano. Por lo que se
refiere a las disposiciones de carácter eclesiástico fueron dos; la primera, la ley
de 29.07.1831 por la que las provincias de Pataz y Chachapoyas fueron
segregadas del obispado de Trujillo e incorporadas a la diócesis de Maynas, al
mismo tiempo que se dictó el traslado de la sede de ésta a la ciudad de
Chachapoyas, que daría también su nombre al obispado. 40 La segunda, la ley
de 26.11.1832 que aprobaba la erección de la nueva diócesis de Huánuco. 41
Los cambios que suponían estas medidas, que provocaron un serio enfrenta-
miento entre el poder civil y la Iglesia peruana al cuestionar ésta la capacidad del
primero para legislar en asuntos que correspondían a la Santa Sede, 42 prueban
el interés de las élites económicas y políticas del pedemonte en tener acceso más
directo a las instituciones, en este caso eclesiásticas, y por consiguiente, una
mayor capacidad de control y presión sobre las decisiones que en ellas se
tomaran, como se desprende del análisis de los debates parlamentarios
correspondientes en que se habla de defensa de la soberanía, explotación
económica de la región, reducción de las poblaciones indígenas, etc.
Efectivamente, por lo que respecta a la diócesis de Chachapoyas, los defensores
de la medida sostuvieron que el poder civil debía velar por el mantenimiento del
orden y la integridad de un territorio, parte del cual –Jaén y Maynas–, se decía,
era ambicionado por Colombia, 43 lo que requería el nombramiento como
prelado diocesano de «un eclesiástico de su confianza... que impida se siembre la
discordia». 44 La situación eran tanto más preocupante, según los legisladores,
por la presencia en la región del ecuatoriano Manuel Plaza que, como sabemos,
había retornado de su viaje a Quito en 1831 con el nombramiento de prefecto de
misiones y vicario de Maynas. 45 Aunque por el momento no me detendré en el
argumento del origen «nacional» del religioso, no quiero dejar de anotar que es
una de las primeras ocasiones en que se enfatiza la importancia del dato por lo
que se refiere a los misioneros, cuestión nada baladí en la conformación del
discurso nacionalista, en este caso peruano, argumento que será recurrente cien
años después –como veremos– con motivo del nombramiento del vicario
apostólico de San León del Amazonas.
21Estos cambios en la administración eclesiástica estuvieron estrechamente
relacionados con la tercera de las disposiciones aprobadas por el Congreso y que
afectó a la demarcación político-administrativa del país. Me refiero a la creación
del departamento de Amazonas el 21.11.1832. La ley, sancionada el mismo día
por el presidente Agustín Gamarra, estableció que la nueva circunscripción
estaría conformada por las provincias de Pataz, Maynas y Chachapoyas, hasta
entonces integrantes del departamento de La Libertad. Y también en este caso,
los debates parlamentarios nos muestran el interés de los grupos regionales en la
medida, tanto en el origen parlamentario de la misma, como en la redacción final
del articulado de la ley. 46 Por lo que se refiere a la primera cuestión, el origen
de la medida, José Braulio del Campo Redondo y José Modesto de la Vega, en
su petición al presidente Gamarra demandando la creación del departamento,
sostuvieron que, con ella
saldrán los habitantes de las tres provincias, que comprende aquel obispado, del abismo de la
indigencia, para establecerse con decencia i comodidad. Las tribus salvajes de sus confines
formarán pueblos civilizados; i el agricultor, el comerciante, i el artista hallarán en qué aplicar
sus talentos, su industria i sus capitales. 47
dos meses después de iniciada su tramitación, aprobó la ley por la que se creó el
departamento de Amazonas, medida que sancionada por Agustín Gamarra el
21.11.1832, pretendía favorecer «los adelantamientos de la navegación, i del
comercio i en la civilización de las tribus salvajes». 55 La ley, básicamente de
carácter político-administrativo, pretendió también, primero, proteger la
actividad misionera en la región al disponer el establecimiento de un Colegio de
misioneros en Jeberos con un mínimo de 12 misioneros, que contarían con una
renta anual de 200 pesos; segundo, y consecuencia de lo anterior, fomentar la
reducción de los indígenas, para lo que se dispuso la subvención de 2000 pesos
anuales para la compra de herramientas y útiles de labranza; tercero, regular la
colonización del territorio a través de la concesión de tierras «en las
reducciones» a los extranjeros que llegaren. 56 Me interesa subrayar que es la
primera ocasión en la historia republicana en que el Estado peruano pretendió
utilizar en forma explícita la infraestructura eclesial misionera para potenciar la
expansión de la frontera interna y el control de la población amazónica. Y no
está de más observar que, a pesar de las convulsiones de la época en Europa y
América, y las dificultades de comunicación entre las repúblicas andinas y los
Estados Pontificios, la Secretaría de Estado de la Santa Sede estaba bien
informada de los cambios acaecidos en la demarcación político-administrativa
peruana. 57
26Con todo, las principales medidas aprobadas durante la gestión gamarrista,
particularmente las relativas a la demarcación eclesiástica (Chachapoyas y
Huánuco) quedaron en suspenso dada la prioridad concedida por los ejecutivos
peruanos a la obtención del reconocimiento del patronato y el nombramiento de
obispos para las sedes vacantes. Ello provocó que, por un lado, la reorganización
de la diócesis de Chachapoyas sólo se hiciera realidad el 23.09.1844, cuando el
vicepresidente del Consejo de Estado y encargado del ejecutivo, Justo Figuerola,
firmó el decreto correspondiente. 58 Por otro lado, la erección de la diócesis de
Huánuco no lograría la aprobación de la Santa Sede hasta 1865. 59 Los cambios
en la demarcación administrativa tuvieron mejor suerte pues, aunque sólo dos
años más tarde de su creación el departamento de Amazonas fue suprimido por
el gobierno de Felipe S. Salaverry quien restituyó sus provincias a La Libertad
(25.04.1835), la caída de este provocó el resurgimiento del mismo, aunque
integrado sólo por las provincias de Chachapoyas y Maynas. Pataz, por ley de
26.11.1836, fue reincorporada al departamento de La Libertad. 60
27La creación del departamento de Amazonas fue seguida en los años sucesivos
a mediados de la década, y varios son los indicadores del cambio de actitud del
gobierno limeño. Primero, el nombramiento de José Ma Arriaga como vicario
capitular (1834) y más tarde obispo (1836) de Chachapoyas, bajo cuya gestión se
dio un fuerte impulso a la actividad misionera, de la que buena muestra fue la
aprobación por el gobierno de la Institución de la Propagación de la Fe y de la
Civilización entre los infieles de la América meridional en 1840. Segundo, el
restablecimiento de Ocopa como Colegio de Propaganda Fide (1836), cuestión
vinculada al encargo confiado por el arzobispo limeño, a mediados de los años
30, al franciscano Andrés Herrero, de captar religiosos en Europa con destino a
las misiones amazónicas.
35José Ma Arriaga, piurano, que había sido vicerector del seminario de Trujillo y
representante en la Convención de 1833 por la provincia de Huamachuco, fue
nombrado vicario capitular de Chachapoyas (22.12.1834) por el arzobispo electo
de Lima, Jorge Benavente, tras la renuncia que del cargo había hecho José
Eusebio Casaverde 80 . Llegado a la diócesis en 1836 constató la explotación a
la que estaban sometidas las poblaciones indígenas por parte de los tenientes
gobernadores, denunciando tal hecho (5.06.1838) al ministro del Interior del
gobierno de la por entonces República Nor-Peruana, que acompañó con un
informe (Iquitos, 25.03.1838) recibido del religioso Mariano de Jesús, que
misionaba en el río Masán (afluente del Napo), texto que nos proporciona
algunos datos interesantes sobre el uso y abuso de las poblaciones indígenas, y la
connivencia entre autoridades locales y sectores de propietarios, cuando no la
identificación absoluta al recaer tales cargos en miembros pertenecientes a la
élite local.
36El informe preparado por el misionero sostenía haber visto y recibido datos
acerca de tales prácticas en las riberas del Ucayali, pero también en el Marañón,
en la amplia zona existente entre Nauta y Loreto, donde se «han sacado por
medio de las armas a los Infieles del monte vendiéndolos como si fuesen
cabras... y con pretexto de educación sufren la esclavitud». 81 Relataba la forma
de actuar en las correrías que por entonces se desarrollaban en la región contra
los mayorunas, y en las que participaban omaguas –incitados por los «blancos»–
y colonos. La cuestión revestía más gravedad considerando que estas acciones
estaban dirigidas por el mismo gobernador de Pebas y capitán de la guardia
nacional, José Ma Roxas, quien, utilizando una orden del prefecto de Maynas 82
–obtenida con engaño según el religioso, que pretendía evitar un ataque directo a
tan alta autoridad– en que se ordenaba a los gobernadores de la zona ofrecieran
hombres, blancos y neófitos, para «expeler a los salbajes [sic] Bárbaros» que
atacaban los poblados, había logrado reunir varios contingentes armados contra
los «infieles». 83 Hagamos un inciso para señalar que, «casualidades» de la
historia, entre las fuerzas movilizadas para las correrías nos hallamos con varios
gobernadores, a su vez colonos, que habían obtenido de la autoridad prefectural
tanto el nombramiento como la posibilidad de «reducir» indígenas en nuevos
poblados. 84 Y, aún más, me consta que sólo un año antes, el subprefecto
mayneño había ordenado al gobernador de misiones que junto a algunos de los
personajes citados –vecinos de Orán– integraran una expedición para rescatar
indígenas mayoruna «prisioneros» en Omaguas, a cuyos vecinos se intimaría a
emprender «excursiones estériles en los bosques» de aquellos. 85 El informe de
Mariano de Jesús, ironizando sobre la orden prefectural por la que «se le manda
[a Roxas] que expela a los Bárbaros porque son homicidas; y aquí los esclavisan
porque son inocentes y fieles amigos», 86 concluía señalando la despoblación
que se estaba produciendo, con los consiguientes perjuicios para el Perú, como
consecuencia de la huida de los grupos indígenas que, tratando de escapar de las
correrías se adentraban en los territorios de los países vecinos.
37El obispo Arriaga, que desde su llegada a la diócesis pareció dispuesto a
averiguar el estado de la región y corregir algunos de los problemas, tomó
iniciativas nunca planteadas hasta entonces. En primer lugar, constatando la
insuficiencia de misioneros para las tareas evangelizadoras y la escasez de
recursos del erario público, proyectó la organización de la Institución de la
Propagación de la Fe y de la Civilización entre los infieles de la América
meridional (IPFe) en 1840. 87 La entidad, copia de las surgidas en Lyon y París
en la década de 1820 aunque independiente de ellas para no menoscabar la
soberanía peruana, 88 que recibió la aprobación de Roma, pretendía obtener los
recursos económicos «de la Nación fiel en beneficio de la infiel, para hacer de
las dos una en sociedad y en relijion [sic]», 89 la fundación de un colegio
misionero –primero se pensó en Sarayacu, después en Chamicuros y, a la postre
se radicó en Jeberos– que complementara la acción de Ocopa, 90 la compra de
herramientas de labranza para el funcionamiento de las misiones y para que los
indígenas pudieran trabajar la tierra, etc. La solicitud del prelado recibió la
aprobación gubernamental, que consideró el proyecto no sólo «útil y benéfico a
la propagación de nuestra santa fe católica, sino también al engrandecimiento y
progreso de la República», 91 por lo que incluso el mismo presidente Gamarra
junto con algunos miembros del gobierno, se hicieron suscriptores de la IPFE.
92 En segundo lugar, Arriaga realizó la visita pastoral de su diócesis a lo largo
***
41No quiero concluir este apartado sin hacer una reflexión sobre la mayor o
menor importancia concedida en las dos primeras décadas republicanas a las
expediciones destinadas a la explotación del territorio y sus habitantes realizadas
a iniciativa gubernamental, privada o misionera.
42A diferencia de lo sucedido en la época tardocolonial, el interés en el
descubrimiento de nuevas rutas fue nulo en lo que se refiere a las iniciativas
oficiales, y muy reducido en lo que respecta a las acciones emprendidas por
algunos grupos de poder local, que, no obstante, vieron dificultada su actuación
tanto por la escasa atención de los gobiernos centrales como por la oposición de
algunos de los sectores propietarios con presencia consolidada en circuitos
económicos regionales ya existentes. Ejemplo paradigmático de esta afirmación
fue la exploración de las Pampas del Sacramento a través de los ríos Pachitea y
Ucayali emprendida en 1834 por William Smith 108 y Frederic Lowe –
miembros de la marina inglesa– y los peruanos Pedro Beltrán y Ramón
Azcárate, pertenecientes al ejército y a la marina peruana. 109 La expedición
realizada por iniciativa inglesa –contó con el patrocinio del cónsul Beldford
Hinton Wilson y los recursos ofrecidos por los comerciantes ingleses en Lima– y
bajo «protección» peruana, tuvo como objetivo «científico» investigar las
condiciones de navegabilidad de los ríos citados hasta su confluencia con el
Amazonas y la exploración de los territorios aledaños. Evidentemente, a nadie
escapan las consecuencias prácticas que podrían derivarse de tal viaje de
reconocimiento para el gobierno y la sociedad civil de la Gran Bretaña,
interesados en consolidar sus vínculos económicos con el Perú. Agregaremos
que el viaje –efectuado entre fines de septiembre de 1834 (Lima) y julio de
1835– les llevó desde Cerro de Pasco hasta Huánuco –de donde retornaron por la
imposibilidad de acceso al Mairo–, visitando las poblaciones ribereñas del
Huallaga hasta Chasuta, desde donde, por el Yanayacu, llegaron a Santa Catalina
y de ahí al Ucayali hasta Sarayacu; en este punto la expedición inglesa prosiguió
por el Marañón y el Amazonas, y la peruana retornó al Huallaga, vía
Balsapuerto, Moyobamba y Chachapoyas, de regreso a Lima.
43El relato de la expedición preparado por los expedicionarios peruanos ofreció
harto elocuente de que en las fronteras orientales cuzqueñas, donde había una
importante presión para la expansión agrícola, primó la «conquista por la
fuerza». La importancia de la «vía militar» como vehículo de expansión del
frente agrícola –no tanto de incorporación de los indígenas amazónicos al
Estado-Nación peruano– no cuestiona sino que, por el contrario, muestra más
claramente, que en las fronteras cuzqueñas se plantearon otros dos proyectos de
expansión y, en este caso sí de incorporación de los indígenas al Estado
republicano; por un lado, el proyecto misionero –muy limitado en el período
1840/80–, y por otro, el proyecto «económico», como el sostenido por el fiscal
Mariátegui y quizás apoyado por algún grupo local. 176 En cualquier caso,
comparto la tesis de Núria Sala, según la cual, a partir de la década de los ’40, se
fue imponiendo la idea de la necesaria colonización del Oriente como alternativa
al declive de la región. 177
a propósito del mismo debate señaló que las «tribus salvajes» sólo podrían
«sujetarse» a través de «la conquista por la fuerza o la conquista por la
persuasión»; si la primera, decía, era «reprobada por la razón», sólo restaba la
segunda, que demandaba misioneros que «anunciando la Fe derraman con ella el
principio generador de la civilización». 196
68Las leyes aprobadas en relación con los misioneros, de las que más adelante
trataremos extensamente, formaron parte de un amplio paquete de medidas de
las autoridades centrales y prefecturales relativas a la ocupación del Oriente, al
avance de la frontera interna y a la incorporación de la región al Perú
republicano, para lo cual se consideró que uno de los principales rubros a
desarrollar debía ser la agricultura. Pero ¿cuál fue el papel a desempeñar por este
sector en el proyecto económico de los dirigentes del Estado guanero? Citemos
al respecto un interesante y contradictorio trabajo sobre la agricultura peruana
publicado en 1845 en el cual su autor –el ministro plenipotenciario del gobierno
peruano en Londres, Francisco de Rivero– sostuvo que la agricultura era la
primera de las industrias y «cimiento indestructible sobre el que las naciones
edifican su riqueza». 197
69Aunque la praxis histórica mostraba que el interés fundamental de las élites
viajó a los valles de Paucartambo para su reconocimiento, 207 zona que recibió
la visita del prefecto cuzqueño José M. Medina y del misionero Julián Bovo de
Revello, de los que ya hemos hablado. Y en lo que toca la década de los 60 y 70,
sabemos de las expediciones emprendidas por vecinos de Huánuco, siguiendo la
estela de las desarrolladas años antes por el religioso Vicente Calvo, en busca de
la ruta más corta entre Huánuco y el Mairo, y comprobar la navegabilidad del
Perene hasta el Ucayali. Una de las expediciones más notables fue la
protagonizada por el ingeniero Arturo Wertheman a las montañas del
Chanchamayo (1874), recorriendo el Perene y el Tambo, de la que tenemos un
interesante informe de viaje en el que plantea que la ampliación de la frontera
interna sólo sería posible, a su entender, a partir del establecimiento de colonos
armados en poblaciones cercanas unas a otras, y la construcción de un fuerte –
cuyos soldados recibirían lotes de terreno y actuarían como colonos– en Cerro de
la Sal. 208
73Como es bien sabido, muchas de las expediciones a la selva central y sur
fue, también en este rubro, la ley de protección a las misiones del Ucayali de
1845, cuyo art. 4 señalaba que «todos los indígenas pobladores son dueños con
pleno y absoluto dominio de los terrenos que cultivaren» y que, por el art. 6,
como «vecinos de las nuevas reducciones no pagarán contribución alguna, sea
civil, eclesiástica o judicial; ni derechos parroquiales ni obvencionales». 254 En
la misma línea de actuación, la resolución suprema de 11.07.1845 mandó al
subprefecto de Maynas que, dada la obligación de las autoridades de «facilitar la
reducción de las tribus salvajes» y señalar los lugares dónde radicarse, debía dar
las máximas facilidades para la concentración de infieles en «pueblos cristianos
para que aprendan de estos las buenas costumbres y demás reglas de vivir en
sociedad organizada». 255 Y, nuevamente, el ya citado decreto de 15.04.1853
relativo a la libre navegación del Amazonas, según el cual la medida propiciaría
la «reducción a la vida civilizada de las tribus salvajes del este del Perú», razón
por la que señaló, en el art. 9, que las fuerzas de las que dispondría el gobernador
de la Provincia Litoral de Loreto en materia de orden público no debían ser
empleadas
en reducir ni hostilizar a las tribus indígenas, las cuales podrán ser traidas a la comunicación i
trato por los medios de comercio i la persuasión, que se recomienda emplear en el sentido más
pacífico, más benévolo i más liberal. 256
de obra indígena sin hacer una primera y breve reflexión sobre la importancia
concedida por los gobiernos del Perú en el período 1845-80 a las misiones,
cuestión que será tratada extensamente más adelante. A lo largo de estos años, el
Estado peruano delegó la reducción, control y domesticación de los indígenas
amazónicos en los misioneros franciscanos, y buen ejemplo de ello es lo
sucedido en la coyuntura de 1855-57, probablemente aquella en que el
radicalismo político, cristalizado en la Constitución de 1856, alcanzó mayor
virulencia. Por entonces (julio 1855) llegó al Ejecutivo el informe enviado por el
gobernador de la Provincia Litoral de Loreto, Francisco Alvarado Ortiz, relativo
al estado de la colonización de la región y un plan para la mejora de la misma.
265 Una de las tesis planteadas en el escrito era la sustitución de los religiosos
demarcación territorial del Perú, «No hay Congreso que no cree algún nuevo
departamento, provincia o distrito». 270 Veamos pues, en qué medida el interés
gubernamental en la región oriental se plasmó en una redemarcación territorial,
tanto en el ámbito político-administrativo como en el eclesiástico.
97En relación al primero, fueron varias las medidas que afectaron la estructura
departamental. La primera y más significativa fue la resolución de 10.03.1853
por la que Loreto fue elevada a la categoría de Provincia Litoral, reconociéndose
como máxima autoridad política al gobernador general, cuyo ejercicio del poder
sería independiente del ostentado por el prefecto de Amazonas. 271 ¿Cuál fue el
origen de tal medida? La respuesta está contenida en el escrito del Gobierno
Echenique al Consejo de Estado, del que solicitó su opinión, y en el cual el
ministro J. M. Tirado sostuvo que
Es de necesidad crear una autoridad territorial facultada para franquear de un modo regular las
facilidades al comercio y a la inmigración; para procurar la reducción pacífica y racional de las
tribus incultas y que dé a estas mismas, garantías contra la opresión y superioridad de los nuevos
pobladores y mantenga entre éstos el orden y el respeto a los derechos. 272
98Efectivamente, la creación de la nueva Provincia Litoral loretana formó parte
del plan peruano para facilitar el acceso de los productos peruanos al Atlántico,
que pasó por la firma del Tratado peruano-brasileño relativo a límites, comercio
y navegación del Amazonas, y por el decreto de libre navegación del Amazonas
dado por el gobierno del Perú en abril de 1853. La capitalidad de la nueva
provincia, establecida en Moyobamba, 273 fue cuestionada en la década de los
años 60 por sectores propietarios del Alto y Bajo Amazonas, que, recelosos de
una capital demasiado lejana desde la que se daban órdenes –fijación de precios
agrícolas, impuestos, etc.– que consideraban lesivas a sus intereses, reclamaron
la segregación de dichas provincias del, por entonces, departamento loretano, y
el establecimiento de la capital en Iquitos, 274 reivindicación que en esa
coyuntura no fue atendida. La Provincia Litoral vio modificado su estatuto por el
decreto de 7.01.1861, por el cual se estableció el Departamento Marítimo Militar
de Loreto, con jurisdicción sobre las riberas del Amazonas y sus afluentes en los
límites del Perú con los países vecinos. Sin embargo el reconocimiento como
departamento, equiparado al resto, debió esperar al decreto del presidente
Mariano I. Prado (7.02.1866), confirmado por el Congreso el 9.09.1868 y
sancionado por José Balta el 11.09.1868. 275 La nueva demarcación comprendía
las provincias de Moyobamba, Huallaga –de la que en 1876 surgió la provincia
de San Martín–, Alto Amazonas y Bajo Amazonas. Mutación parecida había
sufrido Huánuco, provincia litoral (29.01.1867) hasta que por ley de 24.01.1869
ascendió a la categoría de departamento fluvial, denominación esta que
desapareció en las leyes posteriores. Provincias de la nueva demarcación fueron
Huánuco y Huamalíes. 276 El último cambio a nivel departamental fue el
relativo a la creación, por ley de 28.04.1873, del nuevo departamento de
Apurímac, constituido por las provincias de Abancay, Andahuaylas, Antabamba,
Aymaraes y Cotabambas –más tarde Grau–. 277
99Por lo que se refiere a la selva sur, sabemos de la constitución de las nuevas
todas las fronteras orientales, aunque fueron mayores allá donde la expansión de
los frentes económicos –agrícola y extractivo– fue más significativa. Si las
denuncias anteriores formuladas por Pallarés y Calvo se referían a la selva
central, en el norte, el gobernador de la Provincia Litoral de Loreto Francisco
Alvarado Ortiz denunció en su proyecto de colonización de la región (1855) la
perniciosa actitud de las autoridades locales, pero con una tesis radicalmente
opuesta a la de los religiosos. Según Alvarado, eran estos últimos los
responsables de la actuación de los «malos gobernadores», ya que «no
consienten gobernadores racionales en aquellos lugares, sino hombres que se
dejen dominar por ellos para activar sus especulaciones... [que] son repugnantes
al espíritu del siglo», 292 párrafo que reflejaba también la oposición de los
sectores liberales más radicales a los religiosos, máxime si eran europeos. 293
107La misma tesis fue planteada 20 años más tarde en el distrito de Sarayacu por
el nuevo gobernador José del Carmen Vásquez Rengifo. Llegado en enero de
1875 al pueblo de Sarayacu, constató el rechazo de que era objeto por parte de
los misioneros y de las autoridades indígenas, y afirmó que «aquí no se conoce
más autoridad que la de los Frailes y la del Gobernador cuando este sea del gusto
de los del Convento». 294 Las acusaciones alcanzaron también al prefecto de
misiones Ignacio Sans, a quien el italiano Bartolomé Lucioli –radicado en la
zona desde hacía 15 años– acusó de haber dicho que en «estos lugares pertenece
gobernar esclusivamente [sic] a ellos [misioneros], pues que siendo misiones no
pertenecen al Departamento», por lo que no consentiría ninguna autoridad civil
en la zona. Lucioli, tras señalar que «el nombre de Gobernador por acá es el más
despreciado, pues que de los comerciantes y traficantes es el cruel competidor en
sus negocios, de los indios el opresor y verdugo y de los Frailes el hazmerreír»,
295 concluyó que era necesario «botar a los Frailes, y que el Gobernador tenga
***
112La notable actividad misionera implementada en las décadas de los 50 y 60 se
hizo menor en los 70. 305 Fue en 1874 cuando el misionero Francisco Sagols
publicó varios artículos en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima,
describiendo y clasificando las características de los indígenas de la Pampa del
Sacramento, cuya incorporación a la civilización presentaría enormes ventajas
para la nación
¿Hase calculado alguna vez lo que sería la República Peruana con el valioso contingente de esos
silvestres hijos i en la pacífica posesión de sus vastos i riquísimos terrenos? En cambio de la
ilustración ellos darían sus tesoros i todos en armonía i guiados por un gobierno solícito e
inteligente constituirían al Perú la primera república del mundo. Cuando el Perú por una
demarcación territorial incorporó dentro de los límites de su territorio las montañas, asumió la
grave responsabilidad de catequizar e ilustrar a los hombres que allí moran... Además, ¿no es un
baldón, un contrasentido, ver en pleno siglo xix a tantos hombres bestias, errantes, feroces,
antropófagos? ¿Si amamos al país que nos sustenta, podremos decir sin ruborizarnos a los
extrangeros [sic] que esos salvajes son peruanos. 306
113Este párrafo es sólo uno de los muchos textos publicados en los años 70 que
Note(1) 309
Leyenda. Varios = Legos, novicios.
Fuente. Elaboración propia a partir de Calendario. — y guía de forasteros de la República Peruana. Lima,
Imp. de la Instrucción Primaria por Félix Moreno, 1845; M. A. Fuentes. Estadística del Estado del Perú en
1878-79, publicada por la Dirección del Ramo. Lima, Imp. del Estado, 1879.
114El segundo obstáculo fue la escasez de recursos económicos, tanto
procedentes de la subvención gubernamental, como derivados de la iniciativa
privada. Buen indicador de esta falta de apoyo de los sectores propietarios fue el
fracaso del plan ideado por el prefecto de las misiones, Ignacio Sans, quien en
1874, siguiendo los planteamientos del obispo Arriaga en los años 40, había
propuesto la organización de una entidad privada con el propósito de recaudar
fondos para la subvención de los viajes misioneros, la compra de herramientas y
regalos para los indígenas. Como sabemos, este era un rubro fundamental
porque, como señalara el misionero Luis Sabaté, a través de estos regalos «se
crea en ellos [indígenas] la necesidad de herramientas, vestidos y adornos, todo
lo cual les obliga a buscar a los civilizados, únicos que pueden
proporcionárselos». 310 Sin embargo, la institución del padre Sans, a pesar de
recibir la aprobación gubernamental, fue tan ineficaz como su antecesora, no
logrando captar recursos ni de las «limosnas» europeas, ni del mismo Perú. 311
Además, los escasos recursos estatales –en muchas ocasiones impagados– se
canalizaron fundamentalmente a las misiones del Ucayali, en detrimento de las
misiones de la selva norte y sur. 312
115La tercera dificultad fue la derivada del desarrollo de los diversos frentes
116La actuación del frente colonizador provocó, entre otras consecuencias, una
apropiación del territorio indígena por parte de los colonos con la consiguiente
expulsión de sus habitantes, cuando no su esclavitud, siendo tratados los
indígenas, en la mayoría de los casos, como simples piezas de intercambio.
117El cuarto obstáculo al desarrollo de la actividad misionera fue el derivado de
Notas
1 Texto completo reproducido en Carlos Larrabure i Correa (comp.). Colección de leyes, decretos,
resoluciones i otros documentos oficiales referentes al departamento de Loreto, formada de orden suprema
por—. Ed. oficial. Lima, Imp. de «La Opinión Nacional», 1905-09, T. XIV, p. 257.
2 Útiles estudios sobre el proteccionismo imperante en la temprana historia republicana son los publicados
por Paul Gootenberg. Tejidos y harinas, corazones y mentes. Lima, IEP, 1989; Caudillos y comerciantes. La
formación económica del estado peruano, 1820-1860. Cuzco, CBC, 1997, pp. 73-131 e Imaginar el
desarrollo. Las ideas económicas en el Perú postcolonial. Lima, IEP/Banco Central de Reserva del Perú,
1998, pp. 43-64.
3 Diferentes aproximaciones a la neonata historia política republicana son: Alberto Flores Galindo.
Independencia y revolución, 1780-1840. Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1982, 2V.; Carmen Mc Evoy
Carreras. Forjando la Nación. Ensayos sobre historia republicana. Lima, PUCP/The University of the
South, Sewanee, 1999, pp. 1-60 y 189-245; Cristóbal Aljovín. Caudillos y Constituciones: Perú 1821-1845.
México D. F, PUCP/FCE, 2000.
4 Fernando de Trazegnies. La idea de derecho en el Perú republicano del siglo xix. Lima, PUCP, 1992
[2aed.], pp. 30-35.
5 La interpretación prevalente desde la década de los años 70 sobre el papel jugado por el guano en la
historia peruana, basada en postulados «dependentistas», ha criticado la incapacidad de los grupos
dirigentes peruanos por hacer del fertilizante un elemento modernizador de la economía, al mismo tiempo
que para comportarse como una burguesía «nacional» como Heraclio Bonilla, Guano y burguesía en el
Perú, Lima, IEP, 1974; Julio Cotler, Clases, estado y nación en el Perú, Lima, IEP, 1978, pp. 71-118;
Ernesto Yepes del Castillo, Perú, 1820-1920, Lima, Ed. Signo, 1981, pp. 53-85; Javier Tantaleán, Política
económico-financiera y la formación del estado: siglo xix, Lima, CEDEP, 1983. Un cuestionamiento de las
tesis anteriores con replanteamiento de la cuestión son, entre otros, los trabajos de P. Gootenberg ya citados,
Alfonso W. Quiroz. La deuda defraudada. Consolidación de 1850 y dominio económico en el Perú, Lima,
INC/Ed. Nuevo Mundo, 1987. Por lo que se refiere a los proyectos políticos en la etapa guanera ver Carmen
Mc Evoy. La utopía republicana, Lima, PUCP, 1997, pp. 23-53, Mark Thurner, From Two Republics to One
Divided: Contradictions of Postcolonial Natiomaking in Andean Peru, Durham, N. C. Duke University
Press, 1996. Finalmente, el estudio más reciente del partido civil es el de Ulrich Mücke, Der Partido Civil
in Peru 1871-1879. Stuttgart, Franz Steiner Verlag Stuttgart, 1998.
6 Párrafo contenido en la petición de J. M. de la Vega y J. B. Campo Redondo al presidente Agustín
Gamarra, fechada el 7.09.1832, relativa a la creación de una nueva prefectura -concepto utilizado por
entonces en muchas ocasiones como sinónimo de departamento, esto es, una circunscripción territorial
sobre la que ejerce su autoridad un prefecto-con las provincias de Pataz, Maynas y Chachapoyas, en Carlos
Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit. T. VIII, p. 123.
7Ibíd. p. 114.
8Ibíd. p. 122.
9 Breve historia de los sucesivos cambios de la demarcación territorial en Justino M. Tarazona.
Demarcación política del Perú. Recopilación de leyes y decretos, (1821-1946). Lima, Ministerio de
Hacienda y Comercio, Dirección Nacional y Estadística, 1946, pp. 15-18. Ver Pedro Planas, La
descentralización del Perú republicano (1821 -1998). Lima, Municipalidad Metropolitana de Lima, 1998,
pp. 70-76.
10 Decreto sancionado el 26. 04. 1822 por José Torre-Tagle, encargado del poder ejecutivo (enero-agosto
1822) en ausencia del Protector José de San Martín, en C. Larrabure i Correa. Ob. cit. T. I, pp. 14-15. Ante
la protesta del plenipotenciario colombiano, Joaquín Mosquera, por la decisión peruana relativa al
representante de Maynas-Quijos, el gobierno peruano impidió participar en las elecciones a las poblaciones
de Quijos y de la margen izquierda del Amazonas.
11 P. Planas, Ob. cit. pp. 74-76.
12 Petición de J. M. de la Vega y J. B. Campo Redondo ya citada en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit.
T. VIII, p. 114.
13 Sólo permanecieron en el país el obispo del Cuzco, Fr. Calixto de Orihuela, y el obispo de Arequipa, el
criollo realista José Sebastián de Goyeneche y Barreda.
14 C. Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit. T. VIII, pp. 267-268.
15 Oficio de Dionisio Cabeza Enríquez, del gobierno político de Maynas, al presidente de la república
(Moyobamba, 21. 03. 1823), en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. VIII, pp. 264-265.
16Registro oficial sobre Reforma de Regulares, Lima, 1826. BN. Sección Manuscritos. D. 11786. Reforma
que puso a los regulares bajo el control de los obispos, ordenó la supresión y confiscación de propiedades
de los conventos que no justificasen la presencia mínima de 8 religiosos, y sus bienes dedicados a
establecimientos de instrucción y beneficencia, impidió la entrada en comunidad a los menores de 25 años,
encomendó la administración de los bienes de los conventos supresos a ecónomos bajo supervisión de los
diocesanos, prohibió la existencia de más de un convento de la misma orden en una población, dictó nuevas
reglas de funcionamiento interno y facilitó la secularización de aquellos religiosos que lo solicitaran. Sobre
la reforma de regulares en las dos primeras décadas del Perú republicano ver Pilar García Jordán, Iglesia y
poder en el Perú contemporáneo, 1821-1919, Cuzco, CBC, 1991, pp. 41-46 y 71-77.
17 Se refería a los religiosos Manuel Plaza (prefecto de misiones del Ucayali), Ramón Reyes Basadre (cura
de Ochisa -escrito también Uchisa y Huchiza- y encargado de 4 doctrinas en las riberas del Huallaga), Juan
Pavón (cura de Jeberos -escrito también Xeberos, indistintamente con b o con v-), Fernando Guerrero (cura
de Andoas) y Pablo Máximo (cura de San Regis). Escrito del prefecto Orbegozo al Secretario de Estado de
Negocios Extranjeros, cartera de la que dependía entonces la Sección de Culto, de 6.03.1827, en C.
Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit. T. VIII, pp. 394-395.
18Ibíd. p. 394
19 Bando dado en Moyobamba (20. 02. 1830) por el subprefecto de la provincia de Maynas, Carlos del
Castillo, en C. Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit. T. IX, pp. 282-283.
20 C. Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit. T. IX, p. 297.
21 Situación condicionada al triunfo de los ejércitos realistas sobre los independentistas. Fueron varios los
eclesiásticos que accedieron al cargo pues a Sánchez Rangel le siguió B. de la Guarda, muy vinculado al
anterior aunque en 1830, al solicitar permiso para volver a Moyobamba desde Loreto, donde estaba
radicado, se declarara «decidido enemigo del régimen monárquico como un Americano Berdadero» en C.
Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit. T. VIII, p. 401. Sucesores de De la Guarda fueron, entre otros, Pablo
Barrueta, Servando Albán, José Eusebio Casaverde y Bernardo Burga, al que siguió, en 1835, el futuro
obispo José Ma Arriaga.
22 Extracto del Informe del obispo Sánchez Rangel acerca del estado de su diócesis, enviado a la Santa
Sede (Madrid, 17. 10. 1822), en C. Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit. T. VIII, pp. 255-263. En 1826-27, y
ya obispo de Lugo, Sánchez Rangel presentó a Fernando VII un informe sobre el obispado de Maynas en el
que, justificando su partida de la diócesis como consecuencia de los movimientos independentistas, ofreció
informaciones sobre la geografía, población y recursos naturales. Fue la Pastoral religiosa político-
geográfica, Lugo, Imp. Pujol, 1827, recogida -con excepción de una última parte no relativa a Maynas y de
un epílogo en que exhortaba a los españoles a volver a América-, en C. Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit.
T. VIII, pp. 272-393.
23 «Censo de la población de la provincia de Maynas» (Moyobamba, 1.05.1814) firmado por el secretario
de la diócesis, José Ma Padilla, una copia del cual se encuentra en AHL. LEE-4-22, Caja n° 110.
24 Insuficientes rentas que pretendía solucionar el obispo con la inclusión en la jurisdicción mayneña de
algunas provincias más ricas, Cajamarquilla entre ellas, perteneciente al obispado de Trujillo. La petición
fue muy criticada por Francisco Requena en su informe al Consejo de Indias en 1817 contenido en
«Erección, ejecutoriales, presentaciones eclesiásticas, misiones y expedientes sobre el territorio del
obispado de Mainas. Años 1771 a 1825», en AGI. Est. 115, Caja 6, Leg. 23, una copia del cual he
consultado en ACCB, sin signatura.
25 La opinión del obispo Sánchez Rangel sobre estos religiosos es eurocentrista y despectiva, señalando
que «son nada más que para aquellas tierras» en «Extracto del Informe... » de 1822, en C. Larrabure i
Correa (comp.). Ob. cit. T. VIII, p. 260.
26 Cuadro de las parroquias y aldeas de la provincia de Maynas en 1824, en C. Larrabure i Correa (comp.),
Ob. cit. T. XIV, pp. 253-256.
27 «Instrucción de las Iglesias que se hallan administradas, y de los Párrocos que las asisten» enviada al
vicario general de Chachapoyas por Gerónimo Daza (13.10.1827), ff. 6 y rev. AHL. LEF-1-9, Caja n° 133.
28 Sobre la importancia de la religión en el surgimiento y primeras décadas del Perú republicano ver P.
García Jordán, Iglesia y poder... pp. 53-66 y y «Catolicismo frente a liberalismo. Formación progresiva del
nacionalcatolicismo peruano» en Henrique Urbano (comp.). Tradición y Modernidad en los Andes, Cusco,
CBC, 1997, pp. 295-301
29 Informe de Gerónimo Daza a Juan Ignacio Machado (Chachapoyas, 8.11.1826) y enviado al provisor y
vicario capitular de la diócesis de Chachapoyas (13.10.1827), en AHL. LEF-1-9, Caja n° 133, f. 8.
30Ibíd. f. 11.
31 No así en las poblaciones de Moyobamba, Lamas, Tarapoto y Saposoa, mayoritariamente «civilizadas» y
ya miembros plenos de la república peruana, al decir de Daza. Ibíd. f. 13.
32Ibíd. f. 12.
33 B. Izaguirre, Historia de las misiones franciscanas y narración de los progresos de la geografía en el
Oriente del Perú. 1619-1921, Lima, Tali. Tip. de la Penitenciaría, 1922-29, T. IX, p. 61.
34 José Amich. Historia de las misiones del convento de Santa Rosa de Ocopa. Ed. y notas de J. Heras,
Lima, Ed. Milla Batres, 1975, p. 255.
35 Pongo de Aguirre era el lugar donde terminaban los cerros en el Huallaga. Aguas arriba la existencia de
numerosos rápidos hacía difícil su navegación en canoas, cosa que sí se podía realizar más adelante desde el
pongo de Chasuta. Germán Stiglich, Diccionario Geográfico del Perú, Lima, Imp. Torres Aguirre, 1922.
36 Fundado por Doroteo Arévalo, en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, pp. 457-458.
37 C. Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit. T. V, pp. 457-461, 466-470, 474-480, T. XIV, pp. 98-101, 114.
Sería interesante ver, a partir de fuentes departamentales y registros de la propiedad, cuál fue la influencia
en la fundación de poblaciones del decreto del Congreso de 27.03.1828 por el que se declaraba a los
indígenas y mestizos mayneños propietarios de las tierras que «poseían» [?], medida que, teóricamente, se
ejecutaría a partir de febrero de 1831. Ver texto del decreto y la comunicación del prefecto de La Libertad al
subprefecto de Maynas, en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, pp. 6-7.
38 Sobre el pedemonte cuzqueño en estos años ver Nuria Sala i Vila, «Cusco y su proyección en el Oriente
amazónico» en P. García Jordán (ed.), Fronteras, colonización y mano de obra indígena en la Amazonia
Andina (siglos xix-xx), Lima, PUCP/UB, 1998, pp. 402-413.
39 N. Sala i Vila. Ob. cit. pp. 411-413.
40 El presidente Gamarra envió a la Santa Sede (6.12.1833) las preces relativas a la segregación de las dos
provincias del obispado de Trujillo y el cambio de sede episcopal, en C. Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit.
T. I, pp. 183-186. La bula papal sancionando estas medidas y el pase gubernamental a la misma en Ibíd. T.
I, pp. 190-197 y 198-201 respectivamente.
41 La necesidad de erigir esta diócesis había sido planteada en 1773 y 1787 tanto por las autoridades
eclesiásticas como civiles, aunque por entonces no se concretizó como consecuencia de la incapacidad
económica de la monarquía para dotar al nuevo obispado y la oposición del cabildo limeño a una mengua
de los ingresos económicos que se derivaría de tal medida.
42 Aunque el argumento jurídico fundamental de los opositores de la medida fue la incapacidad del poder
civil para legislar en asuntos de competencia exclusiva de la Santa Sede, como era la relativa a erección y
desmembración de diócesis, no debemos infravalorar los negativos efectos económicos de las medidas para
los cabildos eclesiásticos de Trujillo y Lima, pues los cambios propuestos habrían supuesto una
disminución sustancial –particularmente en el caso de Huánuco– de las rentas decimales percibidas por el
cabildo limeño. Este problema ha sido tratado en mi trabajo Iglesia y poder... . pp. 32-40 y 46-49.
43 La mención de Colombia se explica por cuanto la constitución ecuatoriana de septiembre de 1830
señalaba su interés por confederarse con los «demás estados de Colombia» para formar la «República de
Colombia». A pesar de la incertidumbre legal que suponía erigirse en nación soberana pero «confederada» a
Colombia, el gobierno peruano negoció directamente con el ecuatoriano desde el mismo 1831 como
acertadamente señala Félix Denegrí Luna, Perú y Ecuador. Apuntes para la historia de una frontera. Lima,
Bolsa de Valores de Lima/PUCP, 1996, p. 112. Debemos considerar que ya desde los primeros años de la
independencia los sucesivos gobiernos grancolombinos reclamaron su soberanía sobre Jaén, Quijos y
Maynas. Para una crónica pormenorizada de los conflictos y las reivindicaciones territoriales de la región en
la primera década en Ibíd. pp. 45-116.
44 Francisco Javier Mariátegui. Refutación al papel titulado Abuso del poder contra las libertades de la
Iglesia escrita por un verdadero católico, Lima, Imp. Manuel Corral, 1831, p. 16. Tras la partida de la
diócesis de Maynas de su titular, el peninsular Sánchez Rangel, la sede quedó vacante por varios años como
sucedió con el resto de obispados peruanos, con excepción de Arequipa, hasta que las relaciones entre el
gobierno peruano y la Santa Sede lograron un compromiso para el nombramiento de todos los prelados.
45 Evidentemente el tema supuso un nuevo enfrentamiento entre los gobiernos de ambos Estados, a pesar
de las indicaciones del obispo quitense a Plaza de la necesidad de obtener la aprobación del gobernador
eclesiástico de la diócesis, y del escrito de aquel al arzobispo limeño informándole sobre el tema y
requiriéndole su aprobación. Archivo Arzobispal de Lima (AAL). Expediente de Maynas. Legajo único.
1831. Acerca del conflicto diplomático ver Luis Ulloa. Algo de Historia. Las cuestiones territoriales con
Ecuador y Colombia y la falsedad del Protocolo Pedemonte-Mosquera. Lima, Imp. La Industria, 1911, pp.
106-107.
46 Ver la petición al presidente de la república de la aprobación de la nueva demarcación político-
administrativa, y una descripción social y económica de las provincias en C. Larrabure i Correa (comp.),
Ob. cit. T. VIII, pp. 114-124, y el articulado de la ley en Ibíd, T. I, pp. 17-18.
47 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. VIII, p. 114.
48Ibíd. T. VIII, p. 116.
49 Apuntemos que, si bien los datos estadísticos relativos a la población son de carácter general, sus autores
conocían los censos de la época, al menos así se desprende de su comparación con los totales ofrecidos en
estos. Ver al respecto el Censo de población del Virreinato del Perú efectuado por el Virrey Gil de Taboada
en 1795, Archivo General de Indias. Estado 73. Documento 40, y el «Censo de la Población de la provincia
de Mainas confeccionado bajo el obispado de Hipólito Sánchez Rangel en 1814», en Documentos
encontrados últimamente en el Archivo oficial de la Subprefectura de Moyobamba, que acreditan la
posesión del Perú sobre los territorios de Quijos y Canelos y que forman el complemento de los publicados
anteriormente, Lima, Est. Tip. A. Alfaro y Cía. 1860, Apartado C.
50 C. Larraburre i Correa (comp.). Ob. cit. T. VIII, p. 117. Los autores del escrito mencionan el informe
elaborado en 1730 por el gobernador Barma, en el que se estimaba la población en 280 000 habitantes
reducidos y bautizados.
51Ibíd. T. VIII, p. 123.
52 Ambos enclaves beneficiarían, según los autores del texto, a todos los interesados en la comunicación
del Huallaga, Ucayali y Marañón pues, combinando rutas terrestres y fluviales, permitiría a los viajeros ir
de Lima al Mar del Norte europeo en 25 días, en C. Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit. T. VIII, p. 121.
53Ibíd. T. VIII, p. 122.
54Ibíd. T. VIII, pp. 123-124.
55Ibíd. T. I, pp. 17-18. La ley había sido aprobada por el Congreso el 29.07.1831.
56 El art. 7o señalaba que «A cada uno de los extranjeros que se avecindaren en las nuevas reducciones, se
le asignará por el subprefecto de la provincia las tierras que pueda labrar; i gozará de los privilejios [sic] i
esenciones [sic] que conceden las leyes a los poseedores de tierras eriazas», en C. Larrabure i Correa. Ob.
cit. T. I, p. 18. Precedentes inmediatos de la medida habían sido la proclama del general San Martín en
1822, por la cual los terrenos orientales podían ser reclamados por cualquiera que deseara trabajarlos, y la
promesa en 1828 de el acceso a la propiedad de los mismos territorios a los inmigrantes. Ver D. Wehrlich,
The Conguest and Settlement of the Peruvian Montaña. Tesis doctoral. University of Minnesota, 1968, pp.
326-328.
57 En carta de 6.06.1833 del secretario de Estado de la Santa Sede al prefecto de la Sacra Congregazione de
Propaganda Fide (SCPF), se informó de la aprobación de la ley relativa a la creación del departamento de
Amazonas, como se ve en el Archivo de la SCPF (ASCPF), Scritture riferite nei Congressi (SRNC).
America Meridionale (AM), Vol. 6. Años 1826-42. ff. 162 y rev.
58 El decreto gubernativo, recogido en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. I, p. 198, había requerido
previamente el reconocimiento de los cambios propuestos por Gregorio XVI en la bula Ex Sublimi Petri
Specula de 22. 07. 1843. En la praxis, sin embargo, primero el gobernador eclesiástico de Trujillo, después
el obispo de la misma sede –a sugerencia del Vaticano– habían delegado en el vicario eclesiástico de
Maynas, E. Casaverde, más tarde en el nuevo obispo Arriaga, la jurisdicción sobre Chachapoyas y Pataz
que formalmente continuaba formando parte de la diócesis de Trujillo, en Rubén Vargas Ugarte, Historia de
la Iglesia del Perú, Burgos, s. i., 1962, T. V, pp. 133 y ss.
59 Pío IX aprobó la bula de erección del obispado el 17. 03. 1865, recibiendo el pase del gobierno peruano
el 5. 07. 1865. La resolución de 20. 11. 1868 aprobó el acta de erección.
60 Por decreto de 5. 04. 1839 se ordenó que la máxima autoridad del departamento de Amazonas fuera el
subprefecto. C. Larrabure i Correa (comp. ), Ob. cit. T. I, p. 19.
61 Mandato del prefecto del departamento de Amazonas, José P. Hernández, al subprefecto de Maynas
(Chachapoyas, 8. 06. 1833), en C. Larrabure i Correa (comp. ), Ob. cit. T. IX, pp. 312-313.
62 Orden comunicada por el prefecto M. Mesía al subprefecto de Maynas (Chachapoyas, 7.07.1834) en C.
Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit. T. V, p. 472.
63 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. VIII, p. 239.
64 Objetivos evidentes en el dictamen del Consejo de Estado de 6.02.1835, base de la resolución suprema
de 12.02.1835, en C. Larrabure y Correa (comp.), Ob. cit. T. I, pp. 225-227.
65 Escrito del subprefecto de Maynas, Carlos del Castillo Rengifo, al gobernador del Cercado,
(Moyobamba, 6. 04.1936), en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. IX, pp. 328-329.
66 Reglamento firmado por el subprefecto Gregorio del Castillo, algunos de cuyos artículos fueron
recogidos en B. Izaguirre. Ob. cit. T. IX, pp. 155-157.
67 Aunque la historiografía republicana no se ha ocupado en profundidad del estudio de la administración
pública, y la figura del gobernador estuvo, como el resto de cargos, sujeta a cambios a lo largo del siglo xix
у xx, en la inmediata independencia el gobernador designó al anteriormente nombrado como teniente de los
pueblos, según se recoge en un escrito enviado por la subprefectura de Maynas al gobernador de las
misiones el 20.08.1825, en C. Larrabure i Correa (сотр.), Ob. cit. Т. IX, p. 277. Cuando el 12.09.1830 el
subprefecto de Maynas dictó las facultades de los gobernadores de la provincia con arreglo a las leyes de la
nación, la denominación de gobernador pasó a designar a la autoridad política del distrito, (en Ibíd. Т. IX,
pp. 297-302), aunque en la mayoría de los textos consultados se atribuye la denominación a autoridades de
los pueblos y distritos. El cargo, sin remuneración, era deseado tanto por el prestigio social, como por las
posibilidades de enriquecimiento que el mismo permitía.
68 Orden del subprefecto Carlos del Castillo Rengifo (Moyobamba, 30.09.1835) en C. Larrabure i Correa
(сотр.), Ob. cit. Т. IX, pp. 326-327.
69 Ver al respecto el oficio del prefecto de La Libertad -quien había recibido la petición a través del
subprefecto de Maynas- al ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores (Trujillo, 27.08.1832) en AHL.
LEE-4-56, Caja n° 114, que aparece recogida, junto con el resto de la correspondencia sobre el tema en C.
Larrabure i Correa (сотр.), Ob. cit. T. V, pp. 8-9, Т. XIV, pp. 102-105, 116-117.
70 Escrito del ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, Manuel del Río, al prefecto de La Libertad,
Pablo Diéguez, transmitido por este al subprefecto de Maynas, Carlos del Castillo Rengifo, en C. Larrabure
i Correa (сотр.), Ob. cit. Т. XIV, pp. 104-105.
71 Carta del gobernador general de las misiones Faustino Rueda al subprefecto de Maynas (Balsapuerto,
31.10.1845) en Ibíd. T. XIV, pp. 116-117. El mapa citado (Chachapoyas, 8.05.1847) fue preparado por el
obispado de Chachapoyas y se encuentra en la mapoteca del AHL. P4-37, PL-7-5.
72 Copia del escrito del religioso Mariano de Jesús al obispo de Chachapoyas (Iquitos, 25.03.1838) en
AHL. LEF-1-32, Caja n° 133, ff. 2-9.
73 Varios textos informan de tales prácticas. Además del elaborado por el religioso Mariano de Jesús –que
más adelante comentaré– ver los escritos de varios subprefectos de Maynas al gobernador de misiones
(Moyobamba. 27.09.1835), al gobernador de Pebas, (Moyobamba, 24.04.1839), y al teniente gobernador
del distrito de Loreto (Moyobamba, 24.04.1843), en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. IX, pp. 325-
326, 348-349.
74 Escrito del subprefecto de Maynas, Evaristo Tafur de Córdoba al gobernador general de las misiones,
Pedro P. Vásquez Caicedo (Moyobamba, 11.11.1843), en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. IX, pp.
358-359. Noticias sobre las incursiones indígenas y las medidas tomadas por las autoridades en Ibíd. T. VI,
pp. 235-237; T. IX, pp. 310-321, 346-349, 357-379, 384, 393-395, 407-410; T. XI, pp. 134-147
75 Escrito del gobernador general de misiones, P. P. Vásquez Caicedo, al subprefecto de Maynas, E. Tafur
de Córdova (Balsapucrto. 16.11.1843) en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. IX, pp. 363-364.
76 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. XIV. pp. 107-111, 127-129.
77 Carta del subprefecto de Maynas, Carlos del Castillo Rengifo, a Pedro de la Guerra (Moyobamba, 23.
10. 1834) encargándole el gobierno de Andoas, en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. IX, p. 323.
78 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. I, p. 225.
79 «Relación de los pueblos que necesitan doctrineros o Misioneros con los sueldos corrientes y efectibos
[sic]» (Yurimaguas, 12. 07. 1833), anexo al oficio del gobernador eclesiástico, J. E. Casaverde, al ministro
de Gobierno y Relaciones Exteriores para hacerlo llegar al presidente Gamarra (Maynas, 13.08.1833) en
que recoge la misiva enviada también a este sobre el mismo tema del 13.10.1832, en AHL. LEF-1-66, Caja
n° 134, f. 1.
80 En 1832 se había desbloqueado el problema existente entre la Santa Sede y el gobierno peruano relativo
al nombramiento de obispos para las sedes vacantes. Ver al respecto R García Jordán. Iglesia y poder... pp.
40. La propuesta de Benavente siguió al voto del Consejo de Estado favorable al nombramiento de Arriaga
como obispo de la diócesis. Dado que el nombramiento requería la aprobación del ejecutivo y legislativo
peruanos y del Vaticano, gestiones que siempre se dilataban en el tiempo, el nombramiento como vicario
permitió a Arriaga tomar las providencias que considerara oportunas en su diócesis. El presidente Luis J.
Orbegozo, siguiendo el voto del Consejo y aún sin haber obtenido la aprobación del Congreso, en receso,
decretó (11.03.1836) el envío a Arriaga de la carta de presentación y que se mandaran a la Santa Sede los
documentos requeridos para la institución canónica, lograda tras la aprobación de Gregorio XVI el
17.09.1938. Tras la ratificación del presidente Gamarra (Huancayo, 15. 10. 1839) Arriaga recibió su
consagración en mayo de 1840, en R. Vargas Ugarte. Historia de la Iglesia del Perú. Burgos, s. i. 1962, T.
V, pp. 133 y s.
81 Informe de Mariano de Jesús al obispo Arriaga. en AHL. LEF-1-32, Caja n° 133, f. 2.
82 Aquí creo que se equivoca el misionero al señalar que Damián Najar era prefecto –desconozco el cargo
que ocupaba en 1837– quien, por el contrario en 1844 era subprefecto y comandante militar de Maynas, y
que dirigió varias expediciones de castigo al río Santiago. Ver al respecto los expediente cuyas copias están
en AHL.LEK-5-19, Caja n° 168; LEE-4-59, Caja n° 114, y C. Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit. T. VI, p.
412 y T. XI, pp. 144-145.
83 Informe de Mariano de Jesús al obispo Arriaga, en AHL. LEF-1-32, Caja n° 133, f. 5.
84 El misionero cita, entre otros, algunos nombres conocidos para nosotros, que aparecen en esta historia,
como son los gobernadores y/o pobladores de Oran, Nauta o Pebas, como Francisco y Juan Malajaya, León
Arbelo, Ventura Vilches, Joaquín Ceballos, Antonio Villacreses, Luis Peña y Antonio Salvadores, en Ibíd. f.
6.
85 Texto del subprefecto C. del Castillo Rengifo (Moyobamba, 27.09.1835) en C. Larrabure i Correa
(comp.), Ob. cit. T. IX, pp. 325-326.
86 Informe de Mariano de Jesús al obispo Arriaga, en AHL. LEF-1-32, Caja n° 133, f. 7.
87 J. Ma Arriaga, Institución de la Propagación de la Fe y de la civilización entre los infieles de la América
meridional, establecida en la capital del Perú el 2 de julio de 1840, Lima, Imp. E. Aranda, 1840.
88 Cuestión que originó una agria correspondencia entre el Consejo Central de la OPFe de Lyon, el
arzobispo de Lima y la Santa Sede, algunos detalles de la cual pueden verse en ASCPF. SRNC. AM. Vol. 6.
Años 1826-42. ff. 618 y rev-619; Vol. 7. Años 1843-46, ff. 114-118.
89 J. Ma Arriaga, Institución de la Propagación... p. 19. Las palabras pronunciadas por Arriaga en la
constitución de la Junta, fueron contestadas por J. Figuerola con un elogio de la tarea del obispo de Maynas,
que permitiría transformar a los indígenas en «nuevos ciudadanos [para] el Estado. Hágales entrar en la
dignidad de hombres», Ibíd. p. 21. Las actas de las dos primeras reuniones de la dirección de la obra
aparecen también en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. VIII, pp. 452-461.
90 Recordemos que tal medida se contemplaba ya en la ley de creación del departamento de Amazonas
dada por el gobierno de Gamarra en noviembre de 1832, aunque no se había ejecutado. El obispo Arriaga
instituyó el Colegio el 7.12.1842 con el nombre de Caridad Peruana, cuyo reglamento y estatutos sometió a
la aprobación de la SCPF. Ver al respecto ASCPF. SRNC. AM. Vol. 7. Años 1843-46, ff. 471-514, donde se
hallan también los Estatutos del Colegio misionero de Jeberos, Lima, Imp. Félix Moreno, 1842.
91 Palabras del ministro de Instrucción Pública, Beneficencia y Negocios Eclesiásticos del gobierno de
Gamarra y futuro obispo de Trujillo, Agustín G. Charún, en J. Ma Arriaga. Institución de la Propagación...
pp. 8 y ss.
92 La entidad contó con una administración central con sede en Lima -integrada, entre otros, por varios
miembros del Consejo de Estado, como Justo Figuerola, Francisco Zarate, Evaristo Gómez Sánchez y José
Dávila Condemarín- y dispuso de sedes en los departamentos de Ayacucho, Amazonas, Ancash, Arequipa,
Cuzco, Huancavelica, Junín, La Libertad, Moquegua, Piura y Puno.
93 «Extracto de la visita... » (Jeberos, 23. 11. 1842) presentada a la administración central de la IPFe, en C.
Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. XI, pp. 94-125.
94 «Extracto de la visita... . » p. 112.
95 «Extracto de la visita... . » p. 114.
96 «Extracto de la visita... . » p. 113.
97 Las disposiciones relativas a la Vicaria del Ucayali, en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. VIII,
pp. 464-468. Por lo que respecta al Marañón, ver la comunicación del obispo Arriaga a la administración
central de la IPFe (río Aipena, 21. 12. 1842) en Ibíd. T. VIII, p. 486.
98 «Extracto de la visita... . » p. 113. Ver también C. Larrabure i Correa (comp. ). Ob. cit. T. VIII, pp. 464-
468.
99 «Extracto de la visita... . » p. 110.
100 Edicto del obispo de Maynas (23.09.1843), decreto del subprefecto del departamento José Monteza
(30.09.1843), y demás medidas relativas a la implantación de las escuelas en Maynas, en C. Larrabure i
Correa (comp.), Ob. cit. T. IX, pp. 455-462.
101 Arriaga propuso la organización de los distritos de Iquitos (poblados existentes entre Iquitos y Loreto),
Nauta (Omaguas, Nauta, San Regis, Parinari), La Laguna (La Laguna, Chamicuros, Santa Cruz,
Yurimaguas, Muniche), Jeberos (Jeberos, San Antonio, Santander, Barranca, Borja/Santiago), Balsapuerto
(Balsapuerto, Chayavitas, Cahuapanas), Andoas (Andoas y Pinches), en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob.
cit. T. VIII, p. 137. Anotemos que el prelado señaló, excepcionalmente, pues no he encontrado otras
referencias al tema, cuán importante era que la población de Loreto tuviera un buen gobernador, por cuanto
era punto limítrofe con Brasil y se hallaba rodeada de «bárbaros».
102 El énfasis es mío. Escrito del obispo Arriaga al secretario de la administración central de la IPFe, Justo
Figuerola, (Jeberos, 22.04.1842) para ser transmitido al ministro de Instrucción Pública, en AHL. LEF-1-
55, Caja n° 134, f. 4 rev. Escrito precedido del oficio de Figuerola al ministro (Lima, 8.06.1842). Ambos
textos recogidos en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. VIII, pp. 135-138.
103 Carta del ministro de Instrucción Pública, Beneficencia y Negocios Eclesiásticos al obispo de Maynas
(Lima, 8.06.1842), en C. Larrabure i Correa (comp. ). Ob. cit. T. VIII, pp. 140-142.
104 C. Larrabure i Correa (comp.). Ob. cit. T. VIII, pp. 409-410.
105 Julián Heras, El Convento de los Descalzos de Lima. Lima, Convento de los Descalzos, 1995, p. 110.
Ver también J. Amich. Historia de las misiones del convento de Ocopa. Ed. de J. Heras. Lima, Ed. Milla
Batres, 1988, pp. 272-281 y Odorico Saiz, Restauración de la Orden franciscana en el Perú en el siglo xix.
Lima, Provincia Misionera de S. Francisco Solano, 1993, pp. 89-100. Al decir de Heras, no fue ajena a la
decisión de Benavente el hecho de que habiendo sido párroco de Concepción, población cercana a Ocopa,
conocía de cerca la historia misionera del colegio. Además, sabemos que recibió una prolija narración de la
historia de las misiones (1771-1820), «Breve noticia del Estado de las misiones de Manoa en la Pampa del
Sacramento, sus progresos y adelantamientos, con un discurso cronológico de sus naciones bárbaras, ríos,
costumbres y el Estado en que se hallaban el año de 1820» escrita por Jerónimo de Leceta (Ocopa,
22.12.1837), cuyo original se halla en AAL y parcialmente reproducido en B. Izaguirre. Ob. cit. T. IX, pp.
38-55.
106 José G. Paz Soldán. Memoria que el Ministro de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores,
Justicia y Negocios Eclesiásticos del Perú presenta al Congreso Ordinario de 1847. Lima, Imp. del
Comercio, 1847, Plan Jeneral. Esta fuente es más fiable, en mi opinión, que el Calendario. — y guía de
forasteros de la república peruana, Lima, Imp. de la Instrucción Primaria, por Félix Moreno, 1847, pp. 155-
207. Ver también «Estado de la provincia de Maynas preparado por el obispo José Ma Arriaga», en C.
Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. VIII, pp. 498-508.
107 Andrés Herrero, en este su segundo viaje a Europa –el primero lo había realizado con los mismos
objetivos en 1834– logró reclutar alrededor de 80 franciscanos –según J. Heras fueron 83–, casi todos
españoles e italianos, con destino a las misiones existentes en el Perú, Chile y Bolivia. B. Izaguirre, Ob. cit.
T. IX, pp. 66-67 y 70-75, páginas estas en las que se hace breve semblanza de Herrero.
108 Según el informe del cónsul inglés en Lima en 1847, Smith era propietario de tierras en Huánuco. Ver
John McGregor, «Bosquejo General del Perú, 1847». en Heraclio Bonilla (comp. ), Gran Bretaña y el Perú:
Informes de los cónsules británicos: 1826-1919, Lima, IEP/Fondo del Libro del Banco Industrial del Perú,
1975, V. 1, p. 118.
109 Relato del viaje de P. Beltrán. Diario del viaje hecho el año 1834 para reconocer los ríos Ucayali i
Pachitea, publícalo su autor, el benemérito sargento mayor de ingenieros —. Arequipa, Imp. del Gobierno
por Pedro Benavides. 1840, recogido como «Exploración de los ríos Ucayali i Pachitea... », en C. Larrabure
i Correa (comp.), Ob. cit. T. XI, pp. 20-71 y del cual hay también se ofrece un aplio extracto en B. Izaguirre.
Ob. cit. T. IX, pp. 78-94.
110 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. XI, p. 50.
111 Las haciendas del Pozuzo, mayoritariainente cocaleras, eran propiedad de vecinos de los pueblos de
Panao, Chaclla y Muña. Estos se trasladaban a la zona cada cuatro meses para recoger la cosecha, en C.
Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. XI, p. 30.
112Ibíd. p. 26.
113Ibíd. pp. 35 y 40.
114Ibíd. pp. 35-36. Valdizán, originario de Huánuco, fue profesor del Convento de San Carlos, juez en
Cerro de Pasco y diputado al Congreso en varias legislaturas entre 1823 y 1834.
115 Ricardo García Rosell, Conquista de la Montaña, Lima, Tip. «La Prensa». 1905, p. 32.
116 Párrafo del texto de Miller, «Informe de un viaje al Norte y al Este de Cuzco entre los indios chunchos
en julio de 1835 comunicado por el general Miller del ejército peruano leído el 13 de junio de 1836»,
recogido por Percy Cayo. «Un intento colonizador en el Perú de 1835», Apuntes, 23 (Lima,1988), pp. 165-
175. La versión original en inglés fue publicada por W. Miller, «Notice of a Journey to the Northward and
also to the Northeastward of Cuzco», Journal of the Royal Geographical Society, V. 6 (1836), pp. 174-186.
117 J. Ma Pacheco Andía. Viaje al célebre Cantante hecho por una sociedad de aficionados a la
mineralogía en julio de 1836, Cuzco, Imp. de la Beneficencia, 1840.
118 B. Izaguirre, Ob. cit. T. IX, p. 106, afirmación sostenida reiteradamente en pp. 96 y 121. Recordemos
que en el Pozuzo había haciendas cocaleras propiedad de vecinos de Huánuco, Chaclla, Muña y Panao. Las
expediciones se hicieron en 1840, 1842, 1843 y partieron de Sarayacu; la primera siguió por el Ucayali y
después el Pachitea, aunque debieron retornar al confundir unos ríos con otros, ruta que seguirían también
en el tercer viaje; la segunda expedición, por el contrario, tomó el río Santa Catalina para acceder después al
Huallaga y, el retorno se hizo por la ruta del Pozuzo. Ver los diarios de los viajes en Ibíd. pp. 95-126.
119 Según el relato, la guarnición cometió atropellos contra los campas que, defendiéndose, hirieron a
algunos soldados. Gallisans, tratando de auxiliar a los heridos, murió ahogado en el Tulumayo. B. Izaguirre,
Ob. cit. T. IX, pp. 129-130.
120 Ley de protección a las misiones del Ucayali de 24.05.1845. Texto completo en Anales del Congreso
del Perú. Lima, Imp. Ed. Peruana, 1906, T. III, pp. 40-41, también recogido en Carlos Larrabure i Correa
(comp.), Ob. cit. T. V, pp. 11-12.
121 El arzobispo de Lima Fco. J. Luna Pizarro escribió al secretario de la SCPF (Lima, 16.02.1844)
rogándole favoreciera las gestiones de Pallarés, en ASCPF. SRNC. AM. Vol. 7. Años 1843-46, ff. 422-423
rev.
122 Pedro Ugarteche y Evaristo San Cristóbal. Mensaje de los Presidentes del Perú. Recopilación y notas
por —. Lima, Lib. e Imp. Gil, V. I, p. 144.
123 Francisco de Rivero, Memoria o sean apuntamientos sobre la industria agrícola del Perú y sobre
algunos medios que pudieran adoptarse para remediar su decadencia por —. Lima, Imp. del Comercio por
J. M. Monterola, 1845, p. 3. La tesis sobre la importancia de la agricultura en el desarrollo económico fue
reiteradamente citada por intelectuales y políticos, también para la región amazónica, como vemos en el
proyecto del subprefecto de Maynas (Moyobamba, 21.11.1847) defendiendo la formación de un contingente
policial que obligara a los indígenas al cultivo de sus chacras, en AHL. LEE-5-19, Caja n° 116, ff. 1 y rev.
124 Sobre el tema ver P. García Jordán. Iglesia y poder... pp. 55, 192-204, 251-258 y «Reflexiones sobre el
darwinismo social. Inmigración y colonización, mitos de los grupos modernizadores peruanos (1821-
1919)», Bulletin de l’Institut Français d’Etudes Andines, 21 (Lima, 1992), pp. 961-975.
125 Decreto recogido en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, pp. 11-12 y en Mario del Río, La
inmigración y su desarrollo en el Perú, Lima, Sanmartí y Cía, 1929, pp. 229-230.
126 Tacna fue elevada a la categoría de departamento en 1868, P. Planas. Ob. cit. p. 75. Tacna fue elevada a
la categoría de departamento en 1868, P. Planas. Ob. cit. p. 75.
127 Juan Crisóstomo Nieto, «Estudio estadístico-geográfico del departamento de Amazonas», fechado en
Chachapoyas (28.02.1847), en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. VI, p. 459.
128 El énfasis en el original. Julián Bovo de Revello, Brillante porvenir del Cuzco. Cuzco, Imp. Libre por
Manuel C. Torres, 1848, p. 3.
129 Entre 1846-48 las autoridades civiles prepararon numerosos informes estadísticos, siempre
aproximativos. He optado por incluir en el texto el preparado por el juez Nieto (Chachapoyas, 28.02.1847)
para las provincias de Maynas y Chachapoyas. Una segunda relación, referida exclusivamente a la
provincia de Maynas –en laque la población se estimó en 35 345 habitantes, cifra sustancial mente menor a
la dada por Nieto– fue la preparada por el subprefecto José Orosco (Moyobamba, 21.10.1847), «Razón
nominal de los pueblos de que se compone la provincia de Mainas con expresión de sus distritos, número de
almas y nombres de los funcionarios de la dependencia del Poder Ejecutivo. Subprefecto Tte. Coronel
Graduado Sargento Mayor de Caballería de Ejército —», en AHL. LEE-5-19, Caja n° 116, ff-1 y
rev+Cuadro, reproducido en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. VI, pp. 182-186. Un informe similar,
aunque preparado un año antes, en el que se incluye el nombre de los gobernadores de los pueblos e
inspectores de las misiones, es «Razón que demuestra el número de poblaciones de que consta la provincia
de Mainas, escrita por el subprefecto don Eulogio Eléspuru» (Chachapoyas, 6.02.1846), en C. Larrabure i
Correa (comp.), Ob. cit. T. XIV, pp. 278-282. Ver también la «Razón de las ciudades, pueblos y aldeas de la
provincia de Mainas, formada por su subprefecto don José María Reátegui» (Moyobamba, 6. 10. 1846) en
Ibíd. T. XIV, pp. 275-277. Por último, el mismo subprefecto José Orosco redactó en 1848 una nueva
«Razón nominal de los pueblos de que se compone la provincia de Mainas, con expresión de sus distritos,
número de almas, i nombres de los funcionarios de la dependencia del poder ejecutivo hecho por el
subprefecto —» (Moyobamba, 21. 08. 1848), en Ibíd. T. XIV, pp. 286-289.
130 Según Nieto, el anterior prefecto departamental, Toribio Rodríguez, proyectó una demarcación político-
administrativa que preveía la existencia de las provincias de Chachapoyas, con 39 pueblos, 59 haciendas y
16 654 habitantes; Luya y Chillao, con 28 pueblos, 76 haciendas y 9 459 habitantes; Moyobamba, con 34
pueblos y 24 148 habitantes, y Maynas con 39 distritos y 16 929 habitantes «civilizados», a los que debería
agregarse los que fueran reduciéndose progresivamente, en J. C. Nieto. Ob. cit. p. 451.
131 Se conserva la grafía original.
132 2Cifra que según el autor es la suma de la ciudad, pueblos y aldeas del distrito, incluyendo también
Tabalosos y San Miguel, para los que ofrece una cantidad específica.
133 3Poblaciones que aparecen reseñadas formando parte del distrito originario de Tocache, aunque cuando
se ofrece la información de los cuatro distritos en que ese se dividió, dichas poblaciones no figuran en
ninguno de los nuevos distritos, igual que la población de Panpantico (70 hab.), Lamasillo (100 hab.) que no
he podido ubicar a qué distrito pertenecían.
134 Población constituida por los vecinos del antiguo poblado de Santiago, que cambiaron de ubicación
para defenderse de los ataques de los huambisa.
135 Cantidad a la que debe sumarse las 33 familias de Chayuayacu.
136 Se conserva la grafía original.
137 Bajo el concepto «Alrededores» se entiende que las haciendas o estancias están ubicadas en el distrito.
Haciendas de Puca-Cruz con 8 habitantes. Molino con 32, Liuma Orco con 16, Pencapampa con 18, San
Antonio con 50, Quipachacha con 35, Condechaca con 50, Achamaquín con 50, Cartel con 20, La Olla con
291, Vitalino con 10, Murcia con 14, Santa Cruz con 30, Huairatierana con 20, Chuyuichaca con 60,
Quillillic con 20, Oloclón con 5, Juares con 10, Utcubamba con 50, Muñoz con 10, Catas con 20, Sancio y
Panlaya con 80, Timas con 100, El Hermano con 25, Inquilyata con 80, Casapampa con 100, Ornopampa
con 10, Chiquiaz con 14, El Oratorio con 120, Timas y Tayapata con 31. El autor señala que el total de
habitantes de las haciendas y la ciudad es de 4665, cifra ligeramente inferior a la que resulta de sumar los
1 379 habitantes de las haciendas más los 3 667 radicados en Chachapoyas, que hacen un total de 5 046.
138 Haciendas San Cristóbal con 8 habitantes y Chillo con 7.
139 Haciendas San Cristóbal con 55 habitantes y Chilingot con 52.
140 Haciendas Chuquibamba con 24 habitantes, Cochabamba con 6 y Jaguai con 16 habitantes.
141 Haciendas Illabamba con 20 habitantes, Gollón con 30, Saullamuch con 50 y Embón con 8.
142 Haciendas Mendán con 31 habitantes, Pisuquia con 104, Tupén con 10, Colmal con 28, Yomblor con
34, Julie con 34, Socabón con 51, Soncomal con 48, Chuilón con 14.
143 Haciendas Quenna con 42 habitantes, Sehas con 101, Sofucancha con 130, Huiquilla con 40, Llémen
con 63, Hucochinga con 6 y Cuelap con 12.
144 Haciendas Colcho con 70 habitantes, Tactamal con 185, Deloquese con 25, Chuquimal con 80, Ocumal
con 90, Gayopampa con 100, Collome con 120 y Baquerra con 96.
145 Haciendas Tambolic con 80 habitantes, Tambillo con 12, Dumia con 100, El Ingenio con 13 y Pinduc
con 130.
146 Haciendas Picha con 4 habitantes, Pampatalón con 23, La Legia con 56, Cuchalia con 58, Rata con 5,
Limus con 16, Las Granadillas con 55, Panamal con 54, Dumiaque con 34.
147 Distrito antiguamente denominado como Yungas y Cascayungas.
148 Haciendas Rejo con 37 habitantes, Pillias con 72, Cocachillo con 186, Danja con 42, Yunguayo con 22,
Pitaya con 56, San Bartolo con 69, Sapatolgo con 46, Otuccho con 13, Polocute con 18 y Gorocho con 26.
149 Haciendas Pinas, Villaca, Nunga, Simón, San Antonio, Pintor.
150 Haciendas Aleaga con 10 habitantes y Naranjo con 25.
151 Haciendas La Cora con 100 habitantes, Churuja con 20, Suyubamba con 9, Piña Pucro con 7, Choquil
con 18, Cuijac con 13, Puchi con 8 y Carrera con 8.
152 Haciendas Golón con 30 habitantes, Comba con 42, Goca o Goga con 4, Chorche con 10 y Chirta con
25.
153 El autor señala que en este distrito se halla el pueblo de Yurumarca, donde está ubicada la mina de sal
que abastece a Chachapoyas y Cajamarca pero, curiosamente, en su estadística poblacional no dice nada
acerca de la existencia de dicho pueblo, como vemos en el cuadro.
154 Haciendas Cuichate con 20 habitantes y Culao con 30.
155 Haciendas Pipos con 13 habitantes y Ruillamal con 31.
156 Haciendas San Nicolás con 900 habitantes, Soquia con 400, La Totora con 400 y Omia con 100.
157 Distrito cuyo único pueblo perteneció ya a la provincia de Chachapoyas ya a la de Maynas.
158 Haciendas Yurayai con 20 habitantes y Yorongón con 8.
159 Política liberal de la que formaba parte la reducción y/o supresión de diezmos, primicias, aranceles
parroquiales, vinculaciones, censos, capellanías, etc. Aspectos que en lo que respecta al período 1845-79 he
trabajado en Iglesia y poder... pp. 101-136.
160 Documentos relativos a los conflictos en torno a la prohibición de los servicios personales en
expediente localizado en AHL. LEF-1-36, Caja n° 134. Sobre el arreglo de los curatos y misiones en la
diócesis de Maynas, Chachapoyas (10. 08. 1847) y (26. 07. 1848) en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit.
T. VIII, pp. 492-497, y Chachapoyas (28. 07. 1848) en lbíd. T. I, pp. 201-205.
161 J. G. Paz Soldán, Memoria que... 1847. Plan Jeneral.
162 La institución, surgida en Chachapoyas el 2.12.1858, obtuvo el reconocimiento gubernamental el
27.10.1859. Socios de la misma podían ser todos aquellos que «quieran protejer fsic] la industria, el
comercio y la civilización en las regiones amazónicas» en Mariano M. Albornoz, Breves apuntes sobre las
regiones amazónicas por el Dr. D. —, Presidente de la Sociedad «Obreros del Porvenir del Amazonas»,
Lima, Imp. de «El Progreso», 1885, p. 12.
163 Copia del original en Archivo Vargas Ugarte. T. 12. N° 212.
164 El obispo Ruiz solicitó la dotación de 360 pesos anuales para los curas conversoles de la diócesis y de
6 000 pesos, por una sola vez, para la organización de las poblaciones de indios cristianizados, cuyo
número estimó en 23 000 individuos. Me consta que el Gobierno aprobó la dotación de 400 pesos anuales
para los curas conversores de Loreto, cifra que prometió incrementar en los años sucesivos. Ver Mariano A.
Alvarez. Memoria que presenta el Ministro de Estado en el Despacho de Justicia, Instrucción Pública,
Beneficencia y Culto al Congreso Nacional de 1864. Lima, Imp. del Estado por E. Aranda, 1864, p. 20. El
mismo Ruiz pidió ayuda a la SCPF y al mismo Pontífice en cartas de 10.07.1856 y 11.08.1856, solicitando
la provisión de sacerdotes para la reducción de infieles que, eventualmente, podían salir de Sta. Rosa de
Ocopa, cuestión a lo que se opuso el comisario general franciscano en Roma, como consta en carta enviada
por él al secretario de la SCPF, en ASCPF. SRNC. AM. Vol. 13. Años 1870-77, ff. 735-741 rev.
165 Población en la que se incluyen los indígenas reducidos. Los sacerdotes que tienen a su
cargo estas misiones se ocupan también de Pebas y Cochiquinas.
166 El sacerdote está encargado también de Loreto.
167 Misiones confiadas a los franciscanos de Ocopa.
168 La fuente original, así como su reproducción impresa, dan dos sacerdotes más, uno en las misiones del
Marañón y otro en las del Ucayali, pero en los datos pormenorizados no figuran. Si consideramos los datos
finales proporcionados por el autor resultan 16 sacerdotes.
169 Expediente localizado en AHL. CE-24, Caja n° 381, en el que se recoge la carta del secretario de la
Junta de Beneficencia (Cuzco, 4.02.1846) donde figura el acta de la sesión del 3.03.1846 relativa al
proyecto de reglamento sobre colectas y propagación de las misiones. En el mismo expediente figura el
plan, la carta del obispo del Cuzco apoyando el proyecto, además de la correspondencia entre el prefecto y
el ministro de Negocios Eclesiásticos, José G. Paz Soldán, sobre el tema, una carta del arzobispo de Lima y
el informe del fiscal Mariátegui, a solicitud del ministro.
170 Carta del prefecto de Cuzco al ministro de Negocios Eclesiásticos (Cuzco, 27.07.1846) en AHL. CE-
24, Caja n° 381, f. 11 rev.
171 Según el arzobispo Luna Pizarro, el Colegio de misioneros no podría contar ni con los recursos
económicos necesarios para su mantenimiento, ni con la calidad de los sacerdotes que, privados de su
obispo por más de 20 años, estarían en un «deplorable estado». El prelado propuso restaurar el Colegio de
Moquegua y trasladarlo al Cuzco o Yucay, y, así como se había hecho con Ocopa y Tarija, traer de Italia
misioneros franciscanos. Informe fechado en Lima (9.10.1846) en AHL. CE-24, Caja n° 381, ff. 11rev-15.
172 Informe de Mariátegui (16.10.1846) en AHL. CE-24, Caja n° 381, ff. 16-19.
173 Ver la carta del prefecto Medina al ministro de Guerra y Marina (Cuzco, 16.03.1848) acompañando la
memoria de Bovo de Revello. La primera en AHL. LB-1102, Caja n° 290, ff. 3-7rev; la segunda, es la ya
citada Brillante porvenir del Cuzco...
174 Frías, de origen argentino, fue asesor del presidente José Ballivián (1841-47) e inspirador del primer
plan integral para la ocupación y control del Oriente boliviano. Este proyecto hizo del establecimiento de
colonias militares y religiosas uno de los instrumentos de la ocupación del territorio. Ver cap. 4, nota 10.
175 J. Bovo de Revello. Ob. cit. p. 47.
176 Un detenido estudio de la proyección amazónica cuzqueña en estos años es el que ofrece Nuria Sala i
Vila. «Cusco y su proyección en el oriente amazónico, 1800-1929» en P. García Jordán (ed). Fronteras,
colonización y mano de obra indígena en ¡a Amazonia andina, Lima, PUCP/UB, 1998, pp. 415-467.
177Ibíd. p. 419.
178 Ver nota 111 de este mismo capítulo.
179 Carta del padre Plaza al ministro de Negocios Eclesiásticos, (Huánuco, 7. 01. 1845), en C. Larrabure i
Correa (comp.) Ob. cit. T. V, pp. 15-16; ver también el escrito del mismo Plaza con igual fecha en pp. 13-
14.
180 Ley aprobada por los diputados en las sesiones del 7 y 14 de mayo, en Archivo del Congreso del Perú
(ACP), Actas de la Cámara de Diputados, Congreso Ordinario 1845. ff. 30 rev-32. Los senadores hicieron
lo propio en las sesiones del 16 y 24 del mismo mes, en Ibíd., Actas de la Cámara de Senadores, Congreso
Ordinario 1845. ff. 14-16 rev. Texto completo de la ley en Anales del Congreso del Perú. Lima, Imp. Ed.
Peruana, 1906, T. III, pp. 40-41, también recogido en Carlos Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, pp.
11-12.
181 En el texto finalmente aprobado el «Intendente de las Reducciones» se transformó en una autoridad
que, dependiendo del ejecutivo, «gobierne de un modo paternal los nuevos pueblos. También nombrará
cada año un visitador que se informe de la conducta del Gobernador, oiga las quejas de los habitantes y las
remedie», en Anales del Congreso... p. 41.
182 F. de Rivero. Ob. cit. p. 19.
183 Considerandos de la medida fueron la obligación de las autoridades de facilitar la reducción de las
«tribus salvajes» protegiendo a las familias indígenas que desearan unirse a la «congregación de los fieles»,
y la necesidad de señalar a los «conversos» los pueblos «cristianos que tengan recíproca comunicación entre
sí para infundir con facilidad las costumbres y reglas de la sociedad», en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob.
cit. T. VIII, p. 473.
184 Tarma pertenecía al departamento de Junín, creado por ley de 4. 11. 1823 y decreto de 13.09.1825,
cuando en memoria de la batalla independentista cambió su antiguo nombre de Huánuco por el de Junín.
Tras sucesivas reformas, el departamento quedó constituido en la década de 1840 por las provincias de
Cajatambo, Huamalíes, Huánuco, Jauja y Pasco. Tarma sólo adquirió la categoría de provincia por ley del
31.12.1855.
185 Ramón Urrutia y las Casas, Informe del Intendente Urrutia sobre las ventajas que resultan de la
apertura del camino y comunicación por el Chanchamayo presentado al Virrey del Perú en 1808, Lima,
Imp. del Comercio por J. M. Monterola, 1847, p. IV.
186Ibíd. p. V.
187 Fiona Wilson, «Propiedad e ideología: estudio de una oligarquía en los Andes centrales (siglo xix)».
Análisis, Cuadernos de Investigación, n° 8-9 (Lima, 1979).
188 La construcción del fuerte se inició el 7.12.1847, recibiendo el nombre de San Ramón en homenaje al
presidente Castilla. Varios son los trabajos existentes sobre dicha población y la zona del Chanchamayo.
Para este período ver Dionisio Ortiz, Chanchamayo. Una región de la Selva del Perú, Lima, Imp. y Lit.
Salesiana, 1969, 2V, y El Perene. Reseña histórica de una importante región de la selva peruana, Lima, Ed.
San Antonio, 1978; Mario La Rosa y Juan Carrión Ruiz (ed.), Los Pioneros. Homenaje a la ciudad de La
Merced en su Primer Centenario de Fundación. La Merced, 1969; Fernando Santos y Frederica Barclay,
Ordenes y desórdenes en la Selva Central. Historia y economía de un espacio regional, Lima,
IFEA/IEP/FLACSO-ED, 1995.
189 Ver la medida sancionada por Castilla (1.08.1848) y la comunicación de Felipe Pardo al arzobispo Luna
Pizarra (Lima, 26. 08. 1848), en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. VIII, pp. 509-511. Razonamiento
gubernamental en torno a tales disposiciones es Felipe Pardo. Memoria presentada a la Legislatura
ordinaria de 1849 por el Ministro de Relaciones Exteriores, Justicia y Negocios Eclesiásticos, Lima, Imp. J.
M. Masías, 1849, pp. 63-64.
190 Según J. Amich, Ob. cit. p. 266, los religiosos existentes en la diócesis mayneña dedicados a
actividades misioneras eran 2, a los que debemos agregar los radicados en Ocopa. 5 sacerdotes y algunos
legos. Según el Calendario y guía de forasteros de la República Peruana, Lima, Imp. de la Instrucción
Primaria, por Félix Moreno, 1845, en esa fecha había 32 religiosos en Ocopa y 3 en Chachapoyas.
191 El arzobispo Luna Pizarra, en su Informe del 6.10.1849, da la cifra de 20 religiosos entre sacerdotes y
legos, en Informe del limo. Sr Arzobispo sobre la existencia legal del Colegio de Santa Rosa de Ocopa,
Lima, Imp. J. Masías, 1849, p. 3.
192 Carta del ministro José G. Paz Soldán al arzobispo de Lima, F. J. Luna Pizarro (3.08.1847) en AAL.
Sección Notas Supremo Gobierno (SNSG), Oficios Diversos. Legajo 6. Años 1847-1852, legajo donde se
halla el epistolario cruzado sobre el tema entre el Ejecutivo, el prelado limeño y los franciscanos.
193 Sorprende tal afirmación si consideramos que, frecuentemente, la mayoría de los religiosos que se
adentraron en la selva reclamaron la compañía de soldados como fuerza de apoyo y protección. El
razonamiento dado por los misioneros tiene visos de realidad si consideramos que en este caso, la expansión
colonizadora en el Chanchamayo comportó la apropiación de tierras indígenas y la muerte de los chunchos
que opusieron resistencia. Carta de los religiosos (Ocopa, 6.11.1847), en AAL. SNSG. Oficios Diversos.
Legajo 6. Años 1847-1852.
194 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, pp. 16-17.
195 El énfasis es mío. R. M. Taurel, Colección de obras selectas del clero contemporáneo del Perú. París,
Lib. A. Mézin, 1853-55, T. I. p. 209. Todo el debate parlamentario en pp. 203-214.
196 F. J. Luna Pizarro. Informe del Ilmo. Sr. Arzobispo... p. 5.
197 F. de Rivera. Memoria o sean... p. 3.
198 Apuntó la posibilidad de trasladar los indígenas serranos a la costa y, a espaldas de los hacendados
serranos y, desconociendo las verdaderas intenciones de los propietarios costeños -utilización de mano de
obra con esclavitud declarada o encubierta-, propuso la exención del tributo a los indígenas que quisieran
establecerse en la costa, a los que se les asignaría una fracción de terreno en las haciendas, con lo cual el
hacendado contaría con una mano de obra fija vinculada a la propiedad.
199 El énfasis es mío. F. de Rivero. Ob. cit. p. 19. El recurso a la mano de obra selvática con destino a las
haciendas costeñas fue el objetivo de varias entradas en la selva. A título de ejemplo, el padre Pallarés en su
historia misionera habla de la expedición al Chanchamayo de 1848 dado el interés de los propietarios de
Tarma y Acobamba en acceder a los terrenos del Chanchamayo, y las «esperanzas del gobierno de auxiliar
la costa con los brazos de los Chunchos» en José Amich, Ob. cit., p. 277.
200 José G. Paz Soldán, Memoria que el Ministro de Estado en el Despacho de Gobierno, Instrucción
Pública y Beneficencia de la República peruana presenta al Congreso ordinario de 1847, Lima, Imp. de
«El Comercio» por J. M. Monterola, 1847, p. 20.
201 Manco Capac, El Río Amazonas y las comarcas que forman su hoya, vertientes hacia el Atlántico,
Lima, Imp. por José M. Monterola, 1853, p. 5.
202 Mateo Paz Soldán fue autor de la primera obra sobre la geografía peruana y del primer mapa
«nacional» del Perú, publicados años después de su muerte por su hermano, el historiador Mariano F. Paz
Soldán, con adiciones y bibliografía, Atlas geográfico del Perú, París, Lib. Fermin Didot Finos, hijos y Cía,
1865. Por otro lado, la contribución de Raimondi a la geografía peruana se ve en su conocida obra El Perú,
Lima, Imp. del Estado, 1874-1902, y en su obra cartográfica editada en 1877. Ver Biblioteca Nacional del
Perú (BNP), Colección de mapas y planos. M 85L R18. Mapa del Perú señalando los límites con los demás
Estados vecinos a que tiene derecho según documentos antiguos y modernos, por A. Raimondi. 1877.
203 Muestra significativa de las expediciones se encuentra en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit.
además de R. García Rosell. Ob. cit. y los innumerables folletos -crónicas de viaje, memorias elevadas al
gobierno, diarios- que han llegado hasta nosotros.
204 Ver una relación de las expediciones realizadas durante la etapa republicana desde Chachapoyas al
Marañón, elaborada por Eguren y enviada a A. Raimondi (Chachapoyas, 16.11.1873) en AHL. LEE-4-76,
Caja n° 115.
205 Varios legajos sobre el funcionamiento de la Comisión, informes, memorias, etc., en el AHM, como por
ejemplo, Comisión Hidrográfica del Amazonas. Exploraciones y Expediciones. 1873.
206 Expedición de la que formó parle también el franciscano Ramón Bousquet, quien murió durante el
viaje. F. Castelnau, Expédition dans les parties centrales de l’Amerique du Sud, de Rio de Janeiro a Lima et
de Lima au Para, Paris, P. Bertraud, 1850-51, 6T. y F. Carrasco. «Viaje a los ríos Urubamba i Ucayali
ejecutado de orden del gobierno del Perú por el capitán de fragata —», en C. Larrabure i Correa (comp.),
Ob. cit. T. II, pp. 149-176.
207 Su memoria de viaje fue publicada en El Correo Peruano del 5 y 10. 08. 1846.
208 A. Wertheman, Informe de la exploración de los ríos Perené y Tambo presentado al ministro de
Gobierno, Policía y Obras Públicas por —. Lima, Imp. del Estado, 1877, recogido por C. Larrabure i
Correa (comp.). Ob. cit. T. III, pp. 160-204.
209 William Lewis Herndon y Lardner Gibbon, Explorations of the valley of the Amazon. Washington,
1853-54, 2V. Versión castellana en Iquitos/Quito, CETA/Abya-Yala/IIAP, 1991, 2V.
210 Basadre señaló que los resultados de la expedición Maldonado permitieron rebatir la teoría de
Markham según la cual el Madre de Dios desembocaba en el Purús. Jorge Basadre, Historia de la República
del Perú, Lima, Ed. Universitaria, 1968, T. IV, pp. 319-320. Un informe sobre la expedición en AHL. LEJ-
9-2, Caja n° 163.
211 Ver su Informe al Supremo Gobierno del Perú sobre una espedición [sic] al interior de la república,
Lima, Imp. de E. Prugne, 1868, con mapas e ilustraciones sobre la región.
212 N. Sala i Vila, «Cusco y su proyección...» p. 460. Un legajo con numerosos documentos sobre la
expedición se encuentra en AHL. LB-1135, Caja n° 291.
213 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, p. 22. Medida que fue seguida por un torrente de
disposiciones aclaratorias o complementarias, como el contrato con privilegio exclusivo para la navegación
entre el gobierno peruano y la Compañía de Navegación de 14.03.1853, revocado 15. 05. 1857 y
reemplazado por uno nuevo el 27.07.1859, en Ibíd. Т. II, pp. 40, 55 ,63, el derecho de los ribereños al libre
tránsito del Amazonas, en Ibíd. Т. II, p. 454, y muchas otras.
214Ibíd. Т. II, pp. 46-52 y J. M. Tarazona. Ob. cit. pp. 1262-1268.
215 Manco Capac. Ob. cit. pp. 56-57.
216 C. Larrabure i Correa (сотр.), Ob. cit. Т. II, p. 57. Esta ley fue seguida, tras el apresamiento brasileño
del vapor peruano Morona, por la resolución suprema de 29.07.1863 según la cual se aprobaron las bases
del arreglo definitivo entre ambos países.
217 C. Larrabure i Correa (сотр.), Ob. cit. Т. II, pp. 81-82. La medida fue complementada el 2. 10. 1876 por
la resolución suprema que estableció las condiciones de la libre navegación del Putumayo, tanto de buques
mercantes como de guerra, en Ibíd. Т. II, p. 90.
218 C. Larrabure i Correa (сотр.), Ob. cit. Т. II, p. 73. Los vapores fueron construidos en los astilleros de
Londres y llegaron al Perú en 1863-64, aunque los problemas para su mantenimiento fueron notables. Ver
amplia reflexión sobre la utilización de estos vapores en la «Memoria que presenta el Comandante
General... sobre el estado en que se halla el Departamento Fluvial de Loreto» (Iquitos, 25.01.1867), en
AHM. Departamento Fluvial de Loreto, Comandancia, 1867.
219 C. Larrabure i Correa (сотр.), Ob. cit. Т. I, p. 252.
220Ibíd, Т. II, p. 80.
221 Núria Sala cita, para el caso concreto del Cuzco, la propuesta y realización de dos proyectos, uno
relativo a la navegabilidad del Urubamba y otro a la del Madre de Dios. Por el primero, diversas
expediciones intentaron la apertura y construcción del camino al Mainique; por el segundo, la expedición
dirigida por el prefecto La Torre que exploró los valles de Paucartambo y Madre de Dios, en «Cusco y su
proyección... » pp. 430-442.
222 Los puertos mayores, menores y caletas existentes, según un documento de la comandancia general
loretana de 1867, eran en el Amazonas (San Antonio, Loreto, Morimorosa, Peruate, Maucallacta,
Cochiquinas, Pebas, ¡quitos. Omaguas, Nauta, San Regis, Parinari, Baca marina, Urarinas), Ñapo
(Destacamento), Huallaga (Laguna, Chamicuros, Santa Cruz, Puca barranquita, Yurimaguas, Quillacaca), en
el Paranapurá (Muniches, Baradero), en el Chanusi (Chanusi), en Ucayali (Tapiche, Piuri Yala, Tierra
Blanca, Sarayacu, Cashiboya, Callaria). El énfasis señala los puertos mayores. Ver «Carta del Comandante
General del Departamento Fluvial de Loreto, Federico Alzamora, al Director de Marina» (Iquitos, 25. 11.
1867) en AHM. Comandancia General Departamento Fluvial de Loreto. Capitanía. 1867.
223 Plaza, a punto de dejar las misiones para su traslado a Ecuador como nuevo obispo de Cuenca, escribió
uno de sus últimos textos al ejecutivo peruano en relación, por un lado, con la apertura de la vía del Pozuzo,
ruta que desde Cerro de Pasco permitiría llegar al Pozuzo por la vía del Mairo; por otro lado, con el fomento
de las expediciones al Cerro de la Sal. Ver cartas cruzadas sobre el tema entre julio-diciembre de 1846 en
AHL. LEH-4-72, Caja n° 140, ff. 1-2 rev. Muchas fueron las disposiciones sobre esta ruta, pero las más
significativas fueron el decreto de 15. 04. 1853, en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. II, pp. 46-52, y
la resolución de 22. 01. 1867 por la que, tras descubrirse las posibilidades de navegación fluvial de los ríos
Palcazú y Pachitea, se consideró fundamental abrir rutas terrestres entre tales ríos, en Ibíd. T. I, p. 332. Ver
también la ley de 7.04.1857 relativa a la subvención de las rutas de Tarma-Chanchamayo, Moyobamba-
Balsapuerto, Cerro de Paso y Huánuco al Mairo, en Ibíd. T. VII, p. 31.
224 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. I, p. 462. Esta medida fue seguida por la resolución de
29.02.1872, que aprobó la apertura de un camino de Tallabamba a las márgenes del Huallaga, en Ibíd. T. IX.
p. 523.
225 N. Sala i Vila. «Cusco y su proyección... » pp. 419-467. La autora señala que, generalmente, en la
elección de las vías de comunicación primaron los intereses locales en detrimento de los nacionales, y aun
al interior de la región cuzqueña se dirimieron varios conflictos, como el acaecido en los años ’70 en
relación con la Junta Administradora de la alcabala de la coca. Cuando por ley de 5.02.1869 el gobierno
Balta descentralizó el impuesto sobre la coca y se constituyó en el Cuzco dicha junta, se produjeron varios
conflictos entre los hacendados de los valles cuzqueños, algunos de los cuales se sintieron discriminados
por los grandes hacendados de La Convención, que controlaban la citada junta.
226 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, pp. 499 y 506.
227 Disposiciones de las que son buena muestra las recogidas en Francisco Bailón. La Amazonia en la
Norma Oficial Peruana 1821-1990. Lima, CIPA, 1991, T. I y Pablo Macera, Parlamento y Sociedad en el
Perú. Bases documentales, siglo xix. Lima, Ed. Congreso del Perú, 1998, T. III.
228 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. X, p. 3 y T. I, p. 377. Interesante resulta sobre este tema el
informe del ingeniero Félix Giordano, en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. XI, pp. 163-253.
229 Ver resoluciones de 16 de junio y 25 de agosto de 1869, en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. I,
p. 427.
230 Texto completo de la ley en Anales del Congreso del Perú, Lima, Imp. Ed. Peruana, 1906, T. III, pp.
40-41, también recogido en Carlos Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, pp. 11-12.
231 Muchas fueron las solicitudes de concesión de terrenos para la colonización bien por peruanos, bien por
extranjeros, como puede verificarse en la recopilación documental de F. Bailón, Ob. cit. T. I y P. Macera,
Ob. cit. T. III.
232 José G. Paz Soldán, Memoria que el Ministro de Estado en el Despacho de Gobierno... 1847. p. 22.
233 Anales del Congreso del Perú, Lima, Imp. Ed. Peruana, 1906, T. III, pp. 278-279. La ley otorgaba
privilegio exclusivo por 4 años, a los empresarios Domingo Elias y Juan Rodríguez, para la introducción de
los llamados eufemísticamente «colonos» con destino a las haciendas costeñas, por cada uno de los cuales
el tesoro público pagaría la cantidad de 30 pesos. La medida provocó el rechazo de algunos políticos -como
el mismo José G. Paz Soldán- e intelectuales y un amplio debate (ejemplo de posiciones a favor o en contra
son, respectivamente, los anónimos Inmigración de chinos, ventajas que proporcionan al país. Lima, Imp.
José Masías, 1851, y Chinos en el Perú. Inmigración asiática. S. p. i.), que forzaron la supresión de la
inmigración asiática por «contratas» (5.03.1856), y la aprobación de una ley de inmigración asiática el
14.05.1861. Finalmente, como consecuencia de presiones internacionales se firmó (26.06.1874) un acuerdo
chino-peruano poniendo fin a dicha inmigración. Los aspectos genéricos de la inmigración han sido tratados
por W. Stewart, La servidumbre china en el Perú, Lima, Mosca Azul, 1976, y por Humberto Rodríguez
Pastor. Hijos del Celeste Imperio en el Perú (1850-1900). Lima, Instituto de Apoyo Agrario, 1989.
234 Disposiciones aprobando los contratos citados en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, pp. 31,
40, 117, 122, 125. Particular importancia adquirió la denominada colonia del Pozuzo -formada por
alemanes procedentes de Prusia y Tirol- que, sin embargo, como consecuencia de los graves problemas de
comunicación con los mercados serranos fronterizos, tuvo grandes problemas para su colonización. Ver
también, en este mismo capítulo, la nota 219.
235 La colonización de la Amazonia por inmigrantes chinos ha sido abordada fundamentalmente por
Isabelle Lausent-Herrera. Para el período que ahora tratamos son interesantes sus trabajos «Los inmigrantes
chinos en la amazonia peruana», Bulletin de l’Institut Français d’Etudes Andines, T. XV (Lima, 1986), pp.
49-60 y «Frentes pioneros chinos y desarrollo regional en la Selva Central del Perú» en P. García Jordán y
N. Sala i Vila (coords.), La nacionalización de la Amazonia, Barcelona, Publicacions de la Universitat de
Barcelona, 1998, pp. 127-154.
236 Decreto de 6. 08. 1874, por el que se dispuso que el prefecto de Junín expidiera títulos de propiedad a
la colonia francesa establecida junto al fuerte de La Merced, en el Chanchamayo, en El Peruano, (Lima,
13.08.1874).
237 En la carta del Ejecutivo (Lima, 31.01.1853) solicitando al Consejo de Estado el dictamen preceptivo
sobre el proyecto, el ministro Tirado señaló la necesidad de «provocar una corriente de inmigración activa
que descuaje esos terrenos y que dependiente del centro nacional, dé un teatro a las empresas de hombres
industriosos, tanto de nuestro país como de fuera», en J. F. Tarazona, Ob. cit. p. 1259. Todo el texto en pp.
1258-1261. Ver también AHL. LEE-7-6, Caja n° 124, ff. 1 rev-2.
238 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. I. pp. 19-20.
239 Los gobernadores locales, sujetos al gobernador de Loreto, podrían conceder igualmente terrenos
aunque sólo de 2 a 4 fanegas, según el art. 11, en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. II, p. 49. Por el
contrario, concesiones mayores de 40 fanegas sólo podría otorgarlas el Ejecutivo para fundar colonias,
pueblos y/o haciendas, a través de contratos en los que se fijarían las condiciones de la colonización, según
el art. 12, en Ibíd. T. II, p. 50.
240Leyes y Resoluciones referentes a Terrenos de Montaña, p. 19.
241 Una muy interesante recopilación de la normativa dada para entonces en Mario E. del Río, La
inmigración y su desarrollo en el Perú, Lima, Sanmartí y Cía, 1929.
242 P. Ugarteche y E. San Cristóbal. Ob. cit. 1943, V. I, p. 144.
243Ibíd. V. I, p. 276.
244 Informe del gobernador F. Alvarado Ortiz (Nauta, 15.07.1855) en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob.
cit. T. V, p. 62. Tanto la carta de Alvarado al Gobierno como su proyecto, en pp. 59-78.
245 Alvarado detalló incluso el monto de los préstamos a conceder a los vecinos de las poblaciones, cuya
amortización se haría mediante el pago de un interés anual, bien a través del pago en moneda; bien, en el
caso de poblaciones habitadas mayoritariamente por indígenas reducidos, a través de la entrega al Estado de
la mitad de la cosecha anual.
246 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, p. 68.
247 Informe fechado en Lima (8.10.1856) en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, p. 83. Todo el
texto en pp. 81-97.
248 N. Sala i Vila. «Cusco y su proyección... » pp. 415-429, 455-467.
249Ibíd. p. 423 y nota 63.
250 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, pp. 124-125 y 139-141. El decreto Balta puede consultarse
también en AHL. LEK-14-7, Caja n° 175, ff. 1-2 rev.
251 A título de ejemplo citemos los contratos firmados en 1853 y 1855 con el alemán C. D. Schutz, quien se
comprometió a introducir más de 10 000 colonos en Loreto, de los que sólo llegaron 300 que se radicaron
en el Pozuzo. En contrapartida, el Gobierno se obligó a pagar el transporte de los inmigrantes, suministro de
víveres, semillas y herramientas, además de proporcionar a cada individuo mayor de 15 años la cantidad de
30 soles y conceder terrenos. La incapacidad del empresario de reclutar colonos llevó al gobierno Castilla a
denunciar el contrato el último día del año de 1857. Crónica detallada de esta historia en Juan Manuel del
Mar. Memoria que presenta al Congreso Extraordinario de 1858 el Ministro de Gobierno, Culto y Obras
Públicas. Lima, Tip. Nacional, 1858, pp. 19-22 y 45-46.
252 Ver sendas cartas al director de Marina y al ministro de Guerra y Marina fechadas en Iquitos
(18.10.1867 y 30.03.1868) en AHM. Departamento Fluvial de Loreto. Comandancia General. 1867 y 1868.
253 Aurelio Denegri. Memoria de los trabajos de la Sociedad de Inmigración Europea presentada por el
presidente. Lima, Imp. del Estado, 1874. Ley recogida en M. E. del Río. Ob. cit. p. 232.
254 Texto completo de la ley en Anales del Congreso del Perú. Lima, Imp. Ed. Peruana, 1906, T. III, pp.
40-41, también recogido en Carlos Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, pp. 11-12.
255 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. VIII, p. 473. Muchas fueron las medidas adoptadas en la
misma línea ya sea por las autoridades centrales, ya sea por las prefecturales; por ejemplo, la dada el
29.03.1848 que, adjudicando terrenos en la Montaña de Moyobamba a los vecinos de Jauja, se decía
«protegen la reducción de los infieles de las montañas», en Leyes y Resoluciones de Terrenos de Montaña,
p. 15.
256 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. II, p. 49. Todo el texto en pp. 46-52.
257Leyes y Resoluciones referentes a Terrenos de Montaña, p. 19.
258 Ver a título indicativo la nota del prefecto de Amazonas al subprefecto de Maynas (Chachapoyas,
7.12.1851) en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. IX, pp. 397-398.
259 Orden del prefecto Modesto Vega al subprefecto de Maynas en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit.
T. IX, pp. 392-393.
260 Circular incluida en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. XIV, pp. 135-136. Curiosamente, pocos
años después, el comandante general del departamento loretano, Federico Alzamora, se quejó ante el
ministro de Guerra y Marina (Iquitos, 30.04.1871) que el subprefecto del Alto Amazonas había enviado
circulares a los gobernadores de su distrito «prohibiéndoles manden el contingente de brazos señalado por
el Supremo Gobierno para ausiliar [sic] los trabajos del Estado en Iquitos» en AHM. Comandancia General.
Departamento Fluvial de Loreto. 1871.
261 F. Pallares en su historia de las misiones señala que, si bien el prefecto de Loreto, Benito Arana, dio
diversas disposiciones a lo largo de 1866-67, prohibiendo la compraventa de los/as pequeños indígenas,
nada se hizo en la práctica, en J. Amich. Ob. cit. p. 368.
262 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. I, pp. 427-428.
263 Carta del comandante general de Loreto al ministro de Estado de Guerra y Marina (Iquitos, 20.06.1875)
en AHM. Comandancia General Departamento Fluvial de Loreto. Exploraciones y Expediciones. 1875. El
comandante, constatando el rechazo de los indígenas a la economía excedentaria, abogó por la inmigración
europea como solución colonizadora.
264 Memoria del ingeniero Félix Giordano al valle del Chanchamayo, en C. Larrabure i Correa (comp.),
Ob. cit. T. XI, p. 223. Todo el texto en pp. 163-253.
265 Informe del gobernador Alvarado Ortiz (Nauta, 15.07.1855) en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit.
T. V, pp. 59-78.
266Ibíd. p. 68.
267 Resolución gubernamental (25.08.1855) y exposición del franciscano Magín Espoy acerca del estado
de las reducciones del Ucayali en la Pampa del Sacramento (23.08.1855) enviada al Ministerio de Justicia,
Beneficencia y Culto en AHL. LEJ-10-2, Caja n° 163, 6ff.
268 Las actividades de Espoy, radicado en Sarayacu desde septiembre de 1849, en B. Izaguirre. Ob. cit. T.
IX, p. 139.
269 AHL. LEJ-10-2, Caja n° 163, f. 6.
270 Citado por Jorge Basadre. Historia de la República del Perú. Lima, Ed. Universitaria, 1969, T. V, p. 61.
271 Texto del decreto en J. M. Tarazona. Ob. cit. p. 1262. Ver también C. Larrabure i Correa (comp.), Ob.
cit. T. I, pp. 19-20.
272 Carta del ministro J. M. Tirado al Consejo de Estado (Lima, 31.01.1853) en J. M. Tarazona. Ob. cit. pp.
1258-1259. El texto y la respuesta del Consejo de Estado en pp. 1258-1262.
273 Ley de 7.07.1857 en J. M. Tarazona. Ob. cit. p. 1282, y C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. I, p.
22.
274 Ver la Memoria dirigida por J. N. Montero al comandante general del Departamento, Federico
Alzamora, y transmitida por este al Ejecutivo (Iquitos, 29.11.1867) en AHM. Departamento Fluvial de
Loreto. Comandancia 1867.
275 J. M. Tarazona. Ob. cit. pp. 1269-1272. El texto finalmente aprobado fue el sancionado por Prado con
una modificación por la que Tingo María adquirió categoría de nuevo distrito de Huallaga, cuestión que
aquel no contemplaba. Erróneamente tanto en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. I, p. 25 como en F.
Bailón. Ob. cit. T. I, p. 57 se da la fecha de 21. 09. 1868.
276 J. M. Tarazona. Ob. cit. pp. 849-852.
277Ibíd. pp. 471-472.
278Ibíd. pp. 771-772 y 603-604 respectivamente.
279 N. Sala i Vila. «Cusco y su proyección... », pp. 424 y ss.
280 Erecciones sustanciadas en 1861 para el obispado de Puno por la bula Procuranda Universalis
Eclesiae, dada por Pío IX (6.11.1861), pase gubernamental de 16. 11. 1864, y acta de erección de
6.09.1865; y en 1865 para el obispado de Huánuco, por la bula Singulari animi nostri, dada por Pío IX
(17.03.1865), pase gubernamental de 5. 07. 1865, y acta de erección de 20.11.1868.
281 La nueva redemarcación había sido aprobada por el Congreso peruano en noviembre de 1832 a
propuesta de los diputados de Junín y Huánuco, pero había quedado en suspenso tanto para no enturbiar las
incipientes relaciones con la Santa Sede reacia por entonces a reconocer al Perú el ejercicio del patronato,
como por la resistencia de los miembros del cabildo eclesiástico de Lima a perder parte de sus rentas
decimales.
282 Ver sobre el tema P. García Jordán. Iglesia y poder... pp. 143-146.
283 Raymundo Tafur. Opúsculo sobre la ciudad de Huánuco, designada para asiento episcopal en la época
del coloniage y en la presente, por ley expresa de 6 de noviembre de 1832. Lima, Imp. Aurelio Alfaro,
1863, pp. 7-8. Leit motiv reiteradamente citado en el escrito es la esperanza del «engrandecimiento de
Huánuco con la realización de la vía recta, cómoda y corta a las naciones de Europa, por el inmediato
puerto del Mayro recién descubierto en las montañas del Pozuzo» en Ibíd. p. 9.
284 Un ejemplo, relativo en este caso a la diócesis de Chachapoyas en 1848, en C. Larrabure i Correa
(comp.), Ob. cit. T. I, pp. 201-207.
285 J. Bovo de Revello. Ob. cit. p. iv.
286 Para una reflexión sobre las características que presentó el descubrimiento de la Amazonia peruana por
los religiosos, los motivos que les llevó a la selva, la percepción del territorio y de sus habitantes, ver mi
trabajo «El «descubrimiento» contemporáneo de la Amazonia. La conquista continua». En W. AA. El Reino
de Granada y el Nuevo Mundo. Granada, Diputación Provincial de Granada, 1994, V. 3. pp. 231-251.
287 Ver entre otras crónicas y diarios, M. Plaza y J. C. Cimini. «Diario del viaje de los PP. Fr. — a los ríos
Pachitea y Pozuzo», en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. XI, pp. 73-133; N. Castrucci Vernazza.
«Viaje del párroco de Andoas, Fr. — a los territorios habitados por los Záparos y Jíbaros en los ríos Pastaza,
Napo y Bombonaza» en Ibíd. T. VI, pp. 508-541; J. Bovo de Revello. Ob. cit. y también AHL. LB-1107,
Caja n° 290, expediente con varios oficios relativos a los viajes y la muerte del misionero. Las expediciones
del obispo Ruiz al Mayo, y de la Sociedad Patriotas del Amazonas a los ríos Cristalino y Nieva en C.
Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. XI, p. 162 y T. II, pp. 208-216. Luis Sabaté. Viaje de los padres
misioneros del Convento del Cuzco a las tribus salvajes de los campas, piros, cunibos y sipibos en el año de
1874. Lima, Tip. La Sociedad, 1877 y B. Izaguirre. Ob. cit. T. IX, pp. 139 y ss.
288 El viajero Charles Wiener, que en 1875-77 recorrió Perú y Bolivia, con experiencias de viaje que dio a
conocer en 1880, señaló que si bien los religiosos no habían tenido éxito «desde el punto de vista
civilizador», entre los indígenas, notoria había sido su contribución «científica», pues «han sido no sólo los
primeros, sino casi los únicos exploradores de las pampas del Sacramento, los únicos que han determinado
el curso del Ucayali y del Huallaga y dado a conocer los nombres desconocidos de sus innumerables
afluentes», en Ch. Wiener. Perú y Bolivia. Lima, IFEA/UNMSM, 1993, p. 260.
289 J. Amich. Ob. cit. p. 307.
290 En la historia de las misiones de F. Pallarés, este hace reiteradas referencias al conflicto gobernadores-
misioneros: «uno de los obstáculos que dificultan el progreso de los misioneros de Ocopa [es] la conducta
observada por algunas de las autoridades que el Gobierno de la República envía a los países en que trabajan
los Misioneros», en J. Amich. Ob. cit. p. 333 y también pp. 349-350.
291 Ver al respecto diversos documentos en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. I, pp. 248-249, T. VI,
pp. 412-413, T. VII, pp. 30-31 y 501-506, T. XI, pp. 134-147 y AHL. LEE-7-19, Caja n° 124 y LEE-7-31,
Caja n° 125 y LEK-17-16, Caja n° 176.
292 Informe del gobernador general de Loreto. Francisco Alvarado Ortiz (Nauta, 15. 07. 1855) al Ejecutivo,
recogido en C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. V, p. 68.
293 Además, conviene recordar que en esos años los liberales peruanos aprobaron la constitución de 1856,
que supuso el golpe definitivo a los privilegios de la Iglesia. Aunque la disolución de la Convención que
había aprobado la carta magna dio paso a una suspensión de la misma, la mayor parte de los artículos
relativos a las prerrogativas eclesiales fueron mantenidas en la constitución de 1860, que, dicho sea de paso,
estuvo vigente hasta 1920.
294 Carta (Sarayacu, 10.02.1875) dirigida al subprefecto de la provincia de Huallaga, Pedro Estrella,
recogida en Registro Oficial de Loreto, Año 15, T. I, (Moyobamba, 3.04.1875). La carta va acompañada de
actas de reuniones de vecinos en Sarayacu, correspondencia cruzada entre la subprefectura y la prefectura, y
otros escritos sobre el tema recogidos en la misma publicación el 27.03,3 y 10.04.1875. Expediente en
AHL. LEE-7-32, Caja n° 125.
295 Carta de Lucioli al gobernador Vásquez Rengifo (Sarayacu, 8.02.1875), en Registro Oficial de Loreto,
Año 15, T. 1 (Moyobamba, 10.04.1875), en AHL. LEE-7-32, Caja n° 125.
296 J. Amich. Ob. cit. p. 414.
297 Según la historia misionera los indígenas habían pedido unirse a los misioneros, aunque las autoridades
civiles acusaron a los religiosos de ser los responsables de la partida de aquellos. Ver J. Amich. Ob. cit. pp.
345-352 y expediente relativo a los conflictos de 1875 en AHL. LEE-7-32, Caja n° 125.
298 J. Bovo de Revello. Ob. cit. p. 55.
299 Para una mayor profundización sobre las características que presentó el modelo franciscano en las
misiones amazónicas en el Perú y Bolivia ver mis trabajos «Una proyección europea en América. Las
misiones franciscanas en la Amazonia peruana, una perspectiva histórica», en VV. AA. Europa:
Proyecciones y Percepciones Históricas. Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1997. pp. 107-
132 y «Espacio indígena frente a espacio civilizado. Una reflexión sobre la invasión simbólica del espacio
en las misiones franciscanas entre los Guarayo (Bolivia). 1820s-1939» en Sandra Fernández y Gabriela
Dalla Corte (comps.), Lugares para la Historia. Rosario, UNR Editora-Ed. de la Universidad Nacional de
Rosario, 2001, pp. 51-81.
300 Organigrama político-religioso en J. Amich. Ob. cit. pp. 539-543. A pesar de que el Reglamento
parecía prever los conflictos que podrían derivarse de una intervención directa del misionero en la
determinación del castigo, tratando de presentar a este en una posición secundaria y ajena a la pena
impuesta, los misioneros no cumplieron dicha regla y, en numerosas ocasiones, aplicaron castigos físicos a
los nativos, lo que fue causa de numerosas revueltas.
301 Según el art. 38 del Reglamento misionero «Nadie podrá comerciar con los neófitos directamente sin
que intervenga el Padre» en J. Amich. Ob. cit. p. 543.
302 AHL. LEE-7-6, Caja n° 124, f. 1.
303 El obispo de Chachapoyas, a petición del Ejecutivo peruano, envió documentación relativa al
nombramiento de párrocos para el servicio de las doctrinas existentes en Canelos, Quijos y Maynas, y no
dejó de subrayar la importancia de los títulos de nombramiento «en defensa de los sagrados derechos de la
Nación», en oficio fechado en Chachapoyas (24.08.1860) en AHL. LEB-3-14, Caja n° 88.
304 «Memoria que presenta el Comandante General del Departamento» (Iquitos, 25.01.1867), en AHM.
Departamento Fluvial de Loreto. Comandancia. 1867. f. 24rev.
305 Una sucinta y genérica reflexión sobre la decadencia de las misiones, particularmente en el Ucayali, en
j. Amich. Ob. cit. pp. 306-311.
306 C. Larrabure i Correa (comp.), Ob. cit. T. XIV, p. 300. Artículo fechado el 2.05.1874, recogido en pp.
299-309.
307 Consecuencia de la política de los gobiernos peruanos y los cambios sucedidos en el país fue una
disminución progresiva de los religiosos presentes en el Perú que en 1847 ascendían a un total estimado de
710, número que en 1878 había bajado a 479 individuos. j. G. Paz Soldán. Memoria que el Ministro... 1847.
Plan General y Manuel A. Fuentes. Estadística del Estado del Perú en 1878-79, publicado por la Dirección
del Ramo. Lima, Imp. del Estado, 1879, pp. 131-149.
308 ASCPF. SRNC. AM. Vol. 13. Años 1870-77, ff. 638-664 rev. En el conflicto de I. Sans con P. Gual y B.
González, en el cual estos obtuvieron el apoyo del superior de la orden en Roma, se dirimieron también
cuestiones de jerarquía, independencia en la organización de la orden y reconocimiento de la labor de los
misioneros en los estatutos de los colegios de la congregación, como podemos ver también en ASCPF.
SRNC. AM. Vol. 13. Años 1870-77, ff. 862-864, y Vol. 14. Años 1878-85, ff. 122-171rev.
309 Sólo se indica la totalidad de misioneros.
310 L. Sabaté. Viaje de los padres misioneros..., p. 138.
311 I. Sans. Invitación piadosa que el R. P. Prefecto — hace a los fieles para que se dignen erogar alguna
limosna a las Misiones o propagación de la Fe entre los infieles de las montañas del Perú. s. p. i. 1875.
312 Como señaló el franciscano Luis Sabaté. Viaje de los padres misioneros... pp. 133-134, «Tampoco
recibimos auxilios del Gobierno... pues los considerados en el presupuesto no han llegado jamás a nuestras
manos; suponemos que no por culpa del Supremo Gobierno, el cual en tres o cuatro ocasiones a petición
nuestra nos ha favorecido con algo, que ha sido aplicado a las otras misiones del Ucayali; sino quizá por
defecto de alguno o algunos subalternos, que impiden tal vez sean empleadas en sus objetos las cantidades
asignadas».
313 Evolución de los frentes económicos en la Amazonia peruana estudiada por Fernando Santos. «Frentes
económicos, espacios regionales y fronteras capitalistas en la amazonia», en F. Barclay y otros. Amazonia
1949-1990, el extravío de una ilusión. Lima, Terra Nuova/CISEPA/PUCP, 1991, pp. 263 y ss.
314 J. Amich. Oh. cit. p. 308.
315 L. Sabaté. Viaje de los padres misioneros... p. 298.
316 J. Amich. Ob. cit. pp. 306-309.
317 J. Al varado. Memoria que presenta al Supremo Gobierno el prefecto de Loreto, Coronel —, sobre el
estado actual y reformas que necesita el departamento de su mando. Moyobamba, Imp. de la Municipalidad
por P. Evaristo Flores, 1872, en AHL. LEE-7-33, Caja n° 125, pp. 4 y 7 respectivamente.
318 Últimas actuaciones de Cimini y muerte, probablemente, a manos de los campas, en J. Amich. Ob. cit.
pp. 281-285.
319 B. Izaguirre. Ob. cit. T. IX, p. 322. Relato de la historia de la fundación y los acontecimientos que
siguieron en Ibíd. pp. 314-325.
320 B. Izaguirre. Ob. cit. T. IX, p. 324.
321 Como dijo el franciscano Sabaté tras su viaje por la región (1874), durante el cual constató el abandono
y ruina de tantos poblados fundados por los misioneros en las décadas anteriores (Santa Rosa y Callaría
entre otros): «En la actualidad las cosas han cambiado desfavorablemente, se ha disminuido en su mayor
parte la población antes numerosa, sus moradores ya cristianos han perdido mucho del aprecio que por la
religión tenían, y los PR Misioneros no gozan del ascendiente y respeto de antes. La causa no es difícil de
conocer, porque es común con la de la decadencia de otras reducciones». Aquí alude a las causas citadas
anteriormente, tales como falta de recursos económicos públicos y privados, escasez de misioneros,
resistencia indígena, conflictos con los colonos, etc. en Viaje de los Padres Misioneros... , pp. 163-164,
322 Ilustran la afirmación varias memorias de la prefectura de Loreto; entre ellas, particularmente
«catastrofista» fue la memoria preparada por el prefecto en 1872, en la que denunció la postración en que se
encontraba la región como consecuencia de la ineficacia de los gobernadores, la desidia cuando no dolo con
que actuaban los conversores y misioneros, la inexistencia de vías de comunicación, etc. José Al varado.
Memoria que... 1872. localizado en AHL. LEE-7-33, Caja n° 125. Una visión más optimista fue la
transmitida por los informes de la comandancia general como, por ejemplo, los Memorandos remitidos por
el comandante general a la Dirección de Estadística, sobre el estado del departamento fluvial de Loreto
1873 y 1876, en AHM. Departamento Fluvial de Loreto. Comandancia General. 1873 y 1876.
323 La cifra dada por la fuente utilizada es de 52 668, aunque los parciales ofrecidos suman los 51 668 hab.,
que son los reflejados en el cuadro. El censo general de la República da la cifra total de 51 899 habitantes,
en Guía política, eclesiástica y militar del Perú para el año 1865 por P. M. Cabello. Lima, Imp. de la Guía,
1865, pp. 70-73.
324 La cifra ofrecida señala que el total de habitantes era de 68 125, aunque los parciales dados, como en el
caso anterior, dan por resultado los 68 135 hab. reflejados en el Cuadro.
3. El «plan general para entrar en
posesión de la nueva Patria». 1
Hacia la unificación del espacio nacional: Estado, misiones y colonos en la
ocupación del Oriente, 1880-1930
1En 1886 el misionero Bernardino González, guardián por entonces del convento
Leyenda
1. V. Calvo al R. Mairo, 1858-59
2. B. González al Palcazú, 1880
3. G. Sala al Palcazú, 1887
4. G. Sala al Perené, 1888
5. G. Sala al Perené, 1892
6. C. Lange al Pichis, 1891
Fuente. B. Izaguirre. Historia de las misiones.... T. IX, mapa ubicado entre pp. 233-234.
13Como he dicho anteriormente, la actuación de las autoridades departamentales
fue fundamental en esta etapa y, a título de ejemplo citemos sólo dos casos.
Primero, en la década de 1880, José B. Samanez y Ocampo, miembro de la
oligarquía cañera de Apurímac, prefecto de Ayacucho (1881-82) y de Loreto
(1886-87), quien partiendo de Andahuaylas navegó por el Apurímac, Ene,
Tambo, Ucayali y Urubamba. 25 Segundo, Pedro Portillo que, primero como
prefecto de Ayacucho (1896-1900) y siguiendo la estela de su antecesor
Samanez Ocampo, efectuó diversos viajes de reconocimiento en el
departamento, comprobando la navegabilidad del Apurímac y fundando algunos
puertos en sus márgenes; después, como prefecto de Loreto (1901-04), exploró
igualmente varios ríos de la hoya amazónica y defendió la soberanía peruana
frente a la penetración de fuerzas exteriores; finalmente, como ministro de
Fomento con José Pardo y, años después, en el gobierno Billinghurst, contribuyó
poderosamente al conocimiento de la región amazónica. 26
14Por lo que se refiere a la selva norte contamos, además, entre otras muchas
17Creo poder afirmar que desde el acceso a la presidencia del general Andrés A.
Cáceres (1886), todos los gobiernos peruanos tuvieron entre sus prioridades la
política amazónica y de ello tenemos buena muestra en las múltiples referencias
al tema por parte de la mayoría de los gobiernos en sus mensajes al Congreso.
Iniciándose la década de 1890, el presidente Remigio Morales Bermúdez, en su
informe al Congreso (28.07.1891), expresó su interés en la construcción de «vías
de comunicación que nos deben poner en contacto con las regiones Amazónicas
y de Montaña» convencido de que «por esas arterias recibirá nuevo vigor y
fuerza nuestra patria, sirviendo útilmente para la fácil explotación de las
inmensas riquezas que allí ha acumulado la Providencia, y para fomentar la
inmigración». 31 Todas las administraciones se pronunciaron por la «necesaria»
ocupación del Oriente, especialmente desde la creación del Ministerio de
Fomento, y subrayaron lo proyectado y/o implementado en relación con las vías
de comunicación, la colonización de la Montaña, la explotación de sus recursos
y la nacionalización de la región amazónica.
18La conquista del Oriente se presentó pues, desde mediados de la década de
19Un recuento de las resoluciones, decretos y leyes dados por los gobiernos
cuestión prioritaria que interesó tanto a los grupos dirigentes limeños –por
razones económicas y geopolíticas– como a los grupos regionales –por motivos
económicos fundamentalmente– del norte (Cajamarca, Chachapoyas,
Moyobamba, Iquitos), centro (Huánuco, Cerro de Pasco, Tarma) y centro-sur
peruano (Ayacucho, Cuzco, Apurímac, Arequipa). De la gran movilización que
se produjo en torno a la política de comunicaciones son buena muestra no sólo
las disposiciones aprobadas, sino los debates parlamentarios seguidos en la
prensa limeña y regional, y una amplia folletística al servicio de los diversos
intereses que cargaban las tintas sobre las ventajas de tal o cual vía en detrimento
de otra. Raros fueron, en las dos últimas décadas del siglo xix, los casos de
proyectos globales que, efectivamente, se plantearan el acceso a la Montaña y la
comunicación interoceánica para el conjunto del país. Entre los escasos
proyectos que sí tuvieron en cuenta esta situación en los inicios del período que
aquí estudiamos está el esbozado por Carlos Fry, el cual en 1889 propuso el
desarrollo de cuatro vías: la ruta Pacasmayo-Chachapoyas hasta el Marañón; la
vía Lima-Chicla-Cerro de Pasco-Tingo hasta el Pachitea, o la variante Chicla-
Tarma-Alto Ucayali en su confluencia con el Unini; la ruta Pisco-Ica-Ayacucho
que vía Huanta o Minabamba permitía alcanzar el Apurímac; finalmente, la vía
que partiendo de Moliendo accedía a Arequipa-Puno-Cuzco y, desde allí hasta el
Urubamba o el Purus, como podemos seguir en el Mapa 5. 34
21El proyecto modernizador pasó pues por la implementación de una red de
Unidos de Norteamérica para que «la industria venga a explotar sus valiosas
riquezas naturales» 46 señaló que las principales rutas de conexión Costa-
Sierra-Selva –que podemos ver en el Mapa 6– eran en el norte, las que unían
Paita, Chiclayo y Pacasmayo hasta la confluencia del Santiago con el Marañón,
en el Pongo de Manseriche, en los dos primeros casos, y hasta Yurimaguas –vía
Chachapoyas, Moyobamba, Balsapuerto– en el tercero. Por lo que se refiere al
centro peruano, las rutas contempladas partían de Lima hasta La Oroya, donde se
bifurcaban en dos, y posteriormente, en tres rutas de acceso al Ucayali. Una
primera era la vía del Mairo que desde La Oroya seguía por Cerro de Pasco,
Huánuco y desde ahí, accedía al Pozuzo, como sabemos afluente del Mairo; una
segunda desde La Oroya pasaba por Tarma, La Merced, San Luis de Shuaro y
Puerto Bermúdez en el Pichis, vía que a fines del siglo xix e inicios del siglo xx
era, como se ha dicho líneas arriba, la ruta privilegiada para viajar de Lima a
Iquitos, por el Ucayali. La tercera era la vía que desde La Oroya llegaba a Tarma
y seguía por San Ramón hasta el Perene, en el territorio controlado por la
colonia inglesa a la que más adelante me referiré. Por lo que se refiere al centro-
sur debe citarse la ruta de Pisco-Ica-Ayacucho y, desde ahí, a Puerto Bolognesi
junto al Apurímac. Finalmente en el sur la ruta que unía Mollendo y Arequipa,
seguía por Juliaca donde se bifurcaba en dos, una hacia Puno y otra, a Sicuani;
en el camino a esta población, se encontraba Santa Rosa, desde la que siguiendo
ruta terrestre se accedía al Inambari y al Madre de Dios. No creo que sea
necesario añadir que, evidentemente, estas «grandes» conexiones fueron
paralelas al desarrollo de trochas y pequeños caminos de herradura a nivel
regional.
Mapa 6. Vías de comunicación Costa-Sierra-Selva. Perú, 1903
Fuente. R. Tizón y Bueno. El Perú.... Lima. Ministerio de Relaciones Exteriores, 1903, p.41.
26Paralelamente al desarrollo de la comunicación terrestre, los gobiernos
peruanos intentaron potenciar el desarrollo de la navegación fluvial creando una
infraestructura que permitiera la explotación y comercialización de los productos
amazónicos, esperanza de progreso de la maltrecha sociedad peruana tras el
desastre de la Guerra del Pacífico. Confirma esta tesis que en el primer trimestre
de 1884 algunos diputados presentaron a la Asamblea Nacional un proyecto de
ley por el cual se extendían a los departamentos de Puno, Cuzco, Apurímac,
Ayacucho, Junín y Huánuco, todas las leyes y resoluciones vigentes en relación
con la navegación y colonización del Amazonas; se declaraban libres de
derechos fiscales por 10 años las mercancías que se importaran o exportaran por
los afluentes del Ucayali y Amazonas a los departamentos citados y, finalmente,
se autorizaba al Ejecutivo a celebrar nuevos o renovar antiguos contratos de
navegación y colonización del Urubamba, Perene, Apurímac, Tumbes, Ucayali y
afluentes. 47 Tanto la Comisión de Hacienda de la Cámara, como el ministro de
Hacienda y Comercio, Manuel Galup, se mostraron favorables al proyecto,
subrayando este último en su informe la necesidad de la aprobación del texto por
cuanto la desastrosa situación económica, social y política consecuencia de la
guerra demandaba
consagrar preferente atención a las poblaciones andinas y trasandinas del país, para estrechar
cada vez más las relaciones que las ligan entre sí y con las de la costa, y consolidarlas con
decidida y eficaz protección a la agricultura, la cual por sus abundantes y variadas producciones
ofrece no sólo materias primas suficientes para la creación de industrias fabriles, sino también
poderosos alicientes para el comercio que contribuirán a la explotación fecunda de las regiones
trasandinas; emporio de riquezas que no tienen rival en los mercados del mundo. 48
27El logro de tal objetivo exigía, en su opinión, la existencia de cómodas vías de
tierra en el Oriente pues, fuera cual fuese la vía escogida, el beneficiario acababa
adquiriendo la posesión y propiedad legal de los terrenos. No deja de ser
sorprendente, si consideramos que las medidas se aprobaron en pleno boom
cauchero, que la ley de 1898 regulara el acceso a los terrenos de Montaña para
uso agrícola excluyendo, según decía su art. 10, las tierras productoras de gomas,
maderas y productos análogos para cuya explotación y conservación el gobierno
peruano se comprometía a dictar una ley especial que nunca se dio. 65 En
consecuencia, la concesión de los bosques caucheros se hizo a través de
contratos de arrendamiento de acuerdo a las disposiciones previstas por la
legislación civil para todas las tierras de propiedad estatal. Es probable que los
empresarios caucheros, interesados en obtener el máximo beneficio en el menor
tiempo y al menor costo posible, no estuvieran interesados en una ley que podría
poner coto a la depredación sistemática de los bosques gomeros. Además, el
poder central pareció privilegiar sus intereses a corto plazo, con la obtención de
beneficios inmediatos a través de la recaudación –vía hacienda pública– de los
ingresos procedentes de la exportación de las gomas, más que favorecer el
desarrollo a largo plazo de la industria cauchera 66 como implícitamente
reconoció el ministro de Fomento al Congreso en su informe del año 1899 al
señalar que las medidas aprobadas habían venido a colmar tanto las expectativas
del Estado como de los particulares, por cuanto la elevada cotización de la goma
elástica ofrecía al país «la perspectiva de una renta considerable proveniente de
los derechos de explotación y exportación del caucho de los dilatados bosques
que nos pertenecen y que contienen en abundancia el artículo». 67
37Un repaso de las adjudicaciones de tierras de Montaña permite concluir que la
mayoría de ellas tuvieron por objeto la explotación de gomales,
fundamentalmente en la selva norte y sur y, en menor medida, en la selva central.
68 Entonces podemos afirmar que la tan deseada colonización y ocupación del
Oriente se vio mediatizada por las empresas caucheras que, conviene no olvidar
para evaluar el efectivo interés gubernamental en la ocupación efectiva del
territorio, pertenecían a las élites políticas y/o económicas limeñas y/o regionales
como se desprende de las listas de concesionarios beneficiarios de las tierras
caucheras tanto en el departamento loretano como en el del Madre de Dios.
38El escaso impacto colonizador de las medidas dictadas en la última década del
primer viaje (desde Ocopa a Quillazú) pareció estar interesado en poner sus
exploraciones en la selva central al servicio del Estado peruano. Fue bajo la
prefectura de Sala que se fundaron las misiones de San Luis de Shuaro –a orillas
del Chanchamayo y muy cercano a La Merced (1886) 106 – y San José de
Sogormo en las orillas del Paucartambo (1891). 107 A estas siguieron en los
últimos años del siglo xix y bajo la prefectura de Tomás Hernández –en el cargo
entre 1891 y 1897– la efímera misión del Pangoa que, fundada en 1894 junto al
Mazamarí, desapareció sólo dos años más tarde tras una revuelta de los campas,
108 y Puerto Bermúdez en la ribera del Pichis (1898), 109 fundada bajo la
las dos últimas décadas del siglo xix nos permite afirmar que, en parte como
consecuencia de una cierta inercia histórica, en parte como resultado del
proyecto «liberal» de ocupar la Amazonia, los gobiernos peruanos continuaron
delegando en los misioneros su tarea socializadora, pero sin especiales afanes.
Incluso hubo intelectuales y políticos que, respetando el papel de la religión
católica y de la institución que la propagaba, 113 discreparon de la utilización de
los misioneros como instrumento de ocupación del territorio y civilización de las
poblaciones –abogando por la llegada de inmigrantes y el establecimiento de
guarniciones militares–, por cuanto, como señaló Lissón «La palabra evangélica
no encuentra eco en los salvages [sic]. Estos sólo respetan la fuerza; por eso
queremos que al lado del obrero esté el soldado; porque el fusil y el arado juntos
son el símbolo de la paz y del trabajo». 114 Pocos años más tarde (1890) y en la
misma línea de pensamiento, Manuel Patino Zamudio sostuvo en la Sociedad
Geográfica de Lima que «La civilización no cunde en las selvas, con el lenguaje
único de los misioneros, porque los chunchos son, por regla general, indómitos,
traidores i rebeldes al cruzamiento civilizador». 115
60Entonces, las funciones confiadas a los misioneros en la década de los ’80 e
inicios de los ’90 continuaron siendo las tradicionales, esto es, económicas –
colonización de la región–, políticas –ocupación del territorio y control de sus
habitantes– e ideológicas –transformación del salvaje en ciudadano–. Sin
embargo, en la última década del siglo ganó protagonismo una «nueva» función
de carácter geopolítico, esto es, las misiones como instrumento de defensa de la
soberanía. Realmente, aunque la política borbónica de la segunda mitad del siglo
xviii había pretendido también hacer de las misiones un instrumento de
ocupación del territorio frente al expansionismo portugués –aunque con escasos
resultados–, la novedad en la república aristocrática radicó en que la
«institucionalización» de las misiones en la región se tornó en instrumento de
«legitimidad» de la posesión del territorio por parte del Perú. Así pues, esta
función geopolítica apareció, a fines del siglo xix, como telón de fondo del
cambio cualitativo que a partir de entonces se produjo en las relaciones de las
misiones con el Estado peruano. Veamos cuáles son los elementos que permiten
sostener tal afirmación.
61Documentos localizados en el Archivo Secreto Vaticano muestran que desde
69Este párrafo sintetiza, como el atribuido a inicios de los ’90 a Gabriel Sala
citado líneas arriba, las funciones tradicionalmente confiadas a los misioneros: el
conocimiento del territorio, la reducción de los indígenas y su transformación en
sujetos civilizados, esto es, útiles a la patria. Nada se decía en el mismo –que no
olvidemos era una disposición legal y, por ende, convenía no alterar el statu quo
relativo a los diferendos territoriales sostenidos por el Perú del momento– sobre
la función de las misiones en la salvaguarda de las fronteras. Sin embargo, tanto
el texto de Sala, como los informes preparados en el Ministerio de Relaciones
Exteriores, como los alegatos preparados por la misma Cancillería peruana en
defensa de sus diferendos territoriales con los países vecinos, como finalmente,
varios de los discursos del mismo promotor de las misiones, Francisco Sales
Soto, señalaron la importancia que el establecimiento de las prefecturas tendría
para la solución de las cuestiones de límites y la salvaguarda de la soberanía
nacional. 137
70No nos adelantemos a los acontecimientos. Una vez que el gobierno peruano
aprobó la creación de las prefecturas, quedaba por decidir qué ordenes religiosas
debían encargarse de la gestión de las nuevas demarcaciones eclesiásticas, quién
designaba a los prefectos apostólicos y quién administraba los fondos destinados
a las misiones, facultades que la SCPF reivindicaba para sí. Además de la
resistencia del poder civil peruano a ceder prerrogativas a un poder extranjero
como era la Santa Sede, hemos de considerar también las gestiones de las
órdenes religiosas por obtener alguna de las prefecturas, considerando que su
actividad misionera entre infieles no sólo reforzaría su poder en las instancias
pontificias sino también les facilitaría el camino en el Perú para desempeñar
otras funciones, educativas fundamentalmente, en las que hasta entonces habían
topado con el absoluto rechazo de la mayoría del Congreso. 138 Los obstáculos
políticos desaparecieron cuando el Ejecutivo peruano (1.05.1899) aceptó las
condiciones impuestas por la SCPF, por las cuales esta tendría libertad absoluta
para la organización interna de las misiones, nombramiento de los prefectos
apostólicos, y la distribución de los fondos destinados a las mismas. 139
Paralelamente, la SCPF después de recibir informaciones de Gasparri, 140
escuchar los reclamos de varias órdenes religiosas, y considerar sus
posibilidades de dotar de recursos económicos y humanos a las prefecturas,
encargó a los agustinos, franciscanos y dominicos la gestión de San León del
Amazonas, San Francisco del Ucayali y Santo Domingo del Madre de Dios
respectivamente. Hagamos aquí un inciso para señalar que, factores
especialmente considerados por la SCPF para su adjudicación a una u otra orden
fue que tanto dominicos como agustinos eran congregaciones que disponían de
recursos económicos importantes y tenían excedente de personal tras el
abandono por ambas de sus misiones en Filipinas; por otro lado, parece ser que
fue también importante la nacionalidad de los misioneros cuya lengua española
facilitaba, en principio, su inserción en los países andinos. 141
71La sanción final de Roma tardaba en llegar y la impaciencia del gobierno
cuando, por un lado, como consecuencia del escándalo del Putumayo se formó
con parte del territorio perteneciente hasta entonces a San León del Amazonas,
la nueva prefectura del Putumayo, que fue confiada a franciscanos irlandeses,
por entonces subditos de la Corona británica. Por otro lado, y paralelamente a la
redemarcación político-administrativa de la selva sur con el surgimiento del
nuevo departamento del Madre de Dios, el gobierno Billinghurst solicitó, y
obtuvo de la Santa Sede (sanción papal de 26.05.1913), la transformación de la
Prefectura de Santo Domingo del Urubamba en el Vicariato Apostólico de
Urubamba y el Madre de Dios, y la incorporación a la misma de los territorios
del nuevo departamento, según los límites fijados en los acuerdos limítrofes de
1909. Una prueba más del «uso» de las misiones para legitimar posesión de
territorios y hacer efectiva la nacionalidad. 147
74En esa coyuntura, consecuencia de la política amazónica implementada hasta
Leyenda
1. Archidiócesis de Lima
2. Diócesis de Huaraz
3. Diócesis de Trujillo
4. Diócesis de Chachapoyas
5. Diócesis de Huánuco
6. Diócesis de Ayacucho
7. Diócesis de Arequipa
8. Diócesis de Cuzco
9. Diócesis de Puno
10. Pref. Apost. San León del Amazonas
11. Pref. Apost. San Francisco del Ucayali
12. Pref. Apost. Sto. Domingo del Urubamba
Fuente. «Mapa de la demarcación eclesiástica del Perú» en ASCPF. Rubrica. NS. Vol. 294. Prot. 64134. f.
603.
Mapa 9. Vicariato Apostólico de San León del Amazonas, 1924
Leyenda
1. Iquitos
2. Pebas
3. Caballococha
4. Loreto
5. San Regis
6. Parinari
7. Nauta
8. Leticia
9. Nazareth
Fuente. «Mapa de la jurisdicción del Vicariato Apostólico de S. León del Amazonas..., hecho por C.
Hoempler» en APAR Leg.727.
Mapa 10. Prefectura Apostólica de San Francisco del Ucayali, en la década de 1920
Leyenda
1. Requena
2. Tierrablanca
3. Sarayacu
4. Contamana
5. Cashiboya
6. Callaría
7. Pucalpa
8. Masisea
9. Pozuzo
10. Quillazú
11. Puerto Bermúdez
12. Sta. Rosa de los Piros
13. Puerto Ocopa
14. S. Fco. de Satipo
15. Andamarca
16. San Ramón
17. La Merced
18. San Luis de Shuaro
19. Sogormo
20. Cerro de la Sal
Fuente. Elaboración propia a partir de B. Izaguirre. Historia de las misiones... T. XII, p. 176.
Mapa 11. Vicariato Apostólico de Santo Domingo del Urubamba y Madre de Dios, 1926
Leyenda
1. Puerto Maldonado
2. Iñapari
3. Manu
4. Santa Rosa de Tahuamanu
5. Sto. Domingo de Chirumbía
6. S. José de Coribeni
7. San Lorenzo
8. Sepahua
Fuente. J. P. Aza. Apuntes para la historia del Madre de Dios. Lima, Lib. e Imp. Gil, 1928.
77No quiero concluir este apartado sin abordar dos cuestiones, la primera relativa
a las dificultades a que los misioneros debieron hacer frente; la segunda referente
a la posición de los religiosos ante su «misión» evangelizadora y civilizadora.
Por lo que se refiere a la primera cuestión, los religiosos llegados al Oriente a
partir de 1900 debieron enfrentarse a varios obstáculos derivados, primero, de la
actuación de la sociedad colona consistente, básicamente, en la usurpación de los
territorios de los indígenas y la explotación de su fuerza de trabajo provocando
el abandono por estos de las misiones e impidiendo la misma supervivencia de
ella. 157 Esta problemática se produjo en todo el Oriente, aunque su virulencia
fue mayor en los departamentos donde la explotación cauchera fue la actividad
económica prioritaria. Los misioneros observaron, generalmente impotentes,
cómo su tarea reduccionista facilitaba, en muchos casos, la misma desaparición
física de los grupos indígenas. El proceso se iniciaba con la reducción de un
grupo de nativos en un lugar del que, tras algunas semanas de estancia, el
religioso partía para proseguir su actividad. Frecuentemente, cuando este
retornaba a la misión establecida se encontraba con que había sido incorporada a
alguna propiedad particular y sus habitantes, convertidos en peones de la misma,
¿cómo? Dos fueron las vías utilizadas. La primera consistía en la entrega por el
hacendado o el cauchero a los indios de diversos objetos, alcoholes, vestidos,
que debían ser pagados por estos con su trabajo, iniciando así una relación
asimétrica entre unos y otros que dio lugar al llamado «peonaje por deudas».
158 Esta es la situación que había provocado que poblados antaño florecientes
del siglo xx por 33 distritos agrupados en las provincias de Bajo Amazonas, Alto
Amazonas, Moyobamba, Huallaga, San Martín y Ucayali 173 y había sufrido un
gran transformación como consecuencia de la explotación cauchera. Su
población civilizada era en 1902 de 78 071 habitantes, 174 cifra que en 1911 se
había incrementado hasta cerca de 100 000 individuos. Por lo que se refiere a la
población indígena no sometida las cifras eran muy aleatorias pues mientras
Hildebrando Fuentes, prefecto del departamento de Loreto en 1904-06, estimó
en 30 000 individuos, el ingeniero Jorge M. Von Hassel dio la cifra de 70 000
indígenas. 175 Sean cuales fueren las cifras, que creo están calculadas a la baja,
lo cierto es desde diversas instancias se denunciaron los abusos de los
empresarios caucheros como hizo el otrora adulador de estos, el ingeniero Von
Hassel que exhortó a las repúblicas andinas a conquistar y agregar a los
«pueblos indígenas, verdaderos dueños de sus tierras, [que por otra parte] los
aniquila sin razón fundada». 176 Veamos pues algunos de los conflictos
generados en la región en los que los misioneros se vieron involucrados.
3.3.1. Las riberas del Ucayali
90Cuando, a fines del siglo xix, los misioneros T. Hernández y G. Sala se
pronunciaron por el fin de las correrías y de la explotación de la que eran objeto
las poblaciones indígenas, 177 los religiosos observaron que varios de los
poblados fundados recientemente por ellos como Callaría, Cashiboya, Quillazú y
San Luis de Shuaro agrupaban a pocos neófitos como consecuencia del «roce
con los civilizados». En 1903, transcurridos tres años de la erección de la
prefectura de San Francisco del Ucayali, su superior –Antonio Batlle (nombrado
el 13.07.1900)– envió el informe preceptivo sobre el estado de las misiones al
ministro de Justicia y Culto, los centros misioneros eran, primero, Contamana,
residencia habitual del prefecto apostólico y capital de la provincia ucayalina,
con una población de 4 000 hab. (blancos, mestizos e indígenas serranos junto a
un reducido grupo de neófitos selvícolas), que junto con los trece anexos era
atendida por 3 religiosos. Segundo, Cashiboya, y doce anexos, que si bien había
llegado a albergar a 3 000 hab. contaba por entonces con sólo 300 como
consecuencia de la incorporación de la gran mayoría de ellos a la explotación
cauchera, y era atendida por 2 religiosos. Tercero, San Francisco Solano del
Pichis o Puerto Bermúdez, poblado fundado por el P. Batlle en 1898, donde
residían familias serranas (en torno a 50 individuos) junto a amueshas y campas,
atendidas por dos religiosos, uno de ellos el conocido Leovigildo Olano. El
poblado creció rápidamente como consecuencia de su papel como centro del
comercio cauchero y nudo de comunicaciones del departamento loretano con
Lima por la vía central, razón por la que dispuso rápidamente de una comisaría
rural con 10 gendarmes y una oficina telegráfica. Cuarto, San Luis de Shuaro,
fundado en 1886 por el padre Gabriel Sala, contaba en 1903 con 1 000 hab. (200
extranjeros blancos, 100 asiáticos, 500 indígenas serranos y 100 neófitos
amuesha) bajo el cuidado de 2 misioneros. Anexos al poblado, que disponía de
oficina telegráfica de la línea del Pichis, eran la colonia inglesa del Perené y los
caseríos existentes junto a los ríos Colorado y Seco. Quinto, San José de
Sogormo, fundado a fines del siglo pasado por G. Sala quien, con la ayuda de
algunos infieles, hacendados huancabambinos y miembros de la colonia inglesa
y alemana abrió varios caminos con San Luis de Shuaro, Huancabamba,
pudiendo comunicarse con Cerro de Pasco por Paucartambo, y con Tarma por
Chanchamayo. En 1903 contaba con 80 familias amuesha (en total unos 500 hab.
de los cuales 150 eran neófitos) y unas 10 familias de blancos ingleses y
alemanes, todas bajo el cuidado espiritual de 2 religiosos. Sexto, Quillazo –que
los misioneros llaman también Oxapampa– que en 1903 con 3 000 hab.
(alemanes, indígenas serranos y selvícolas, muchos de ellos neófitos) estaba al
cuidado de 3 religiosos que administraban, además, 5 anexos y 8 haciendas con
sus respectivas capillas en el valle de Huancabamba.
91Según las estimaciones del P. Batlle, la población existente en la prefectura
ucayalina era de unos 60 000 hab., un tercio de los cuales eran comerciantes y
caucheros –peruanos y extranjeros–, junto a unos 10 000 serranos y unos 30 000
selvícolas, la mitad de los cuales neófitos, y el resto semi-civilizados con
contacto regular con el resto de la población. El religioso mencionaba también la
existencia de unos 15 a 20 000 indígenas en las riberas del Apurímac, Tambo,
quebradas del Pachitea y el Gran Pajonal con escasos o nulos contactos con el
exterior.
92Por otro lado, y en relación a las actividades económicas prioritarias en la
diarios redactados en el transcurso de sus viajes por los muchos afluentes del
Ucayali con el objetivo de contactar y reducir a los indígenas, la presencia del
caucho como elemento vehiculador de toda la actividad en la región era una
realidad incontestable. Las lanchas que utilizaban en sus desplazamientos eran
de los empresarios y comerciantes gomeros, igual que las casas en las que se
hospedaban o los alimentos que tomaban, 180 ¿y los indígenas? Los religiosos
contactaban con diversos grupos a los que trataban de reducir en poblados para
constatar que unos meses o años más tarde y como consecuencia del caucho, los
neófitos se incorporaban a la actividad gomera a través del peonaje por deudas,
siendo ésta la causa principal de la disminución de la población e incluso de la
desaparición de los poblados. 181
94Los problemas derivados de la explotación cauchera fueron incrementándose
como señaló el ministro Porras, los abusos denunciados se ejercían en todos los
territorios en litigio entre el Perú y los países limítrofes (Ecuador, Colombia,
Brasil, Bolivia), circunstancia que impedía a los gobiernos implicados tomar
medidas al respecto. 187
97En las mismas fechas (agosto de 1911), el prefecto del departamento de
Loreto, Francisco Alayza y Paz Soldán había abierto un expediente relativo a la
explotación indígena en la región a requerimiento de la Asociación Pro-
Indígena, quien a su vez había sido informada por el publicista A. J. Bardales.
188 Alayza cursó de inmediato un oficio al comisario del Alto Ucayali, al
negociaciones oficiosas entre Gran Bretaña, Perú y la Santa Sede y, por si fueran
pocas las reticencias de estos interlocutores, esta última debió hacer frente
además a la resistencia de los agustinos, encargados hasta el momento de la
evangelización de aquel territorio, a desprenderse del mismo. 206 Tanto el
gobierno inglés como la Santa Sede coincidieron en que la nueva misión debía
ser confiada a religiosos ingleses y/o irlandeses que, si bien dependían en su
cometido de la Santa Sede, dado su carácter de súbditos de la Corona británica
podrían imponer un mayor respeto a los caucheros y recibir una mayor
protección del gobierno peruano. 207
107El Perú, por el contrario, temía que el establecimiento de una misión inglesa
***
amazónica pues, como señaló el prefecto del Ucayali Francisco Irazola, con
excepción de los «éxitos» obtenidos por los misioneros en la montaña alta,
donde los indios cristianos tenían buenas relaciones con los colonos y eran parte
de la población civil del Perú –normalmente como peones de sus haciendas–, en
la montaña «media» y «baja» los salvajes, bien tenían escaso contacto con los
civilizados, bien eran utilizados por estos para realizar correrías. 237 Y, fue
como consecuencia de tales actividades que caseríos y poblados enteros
desaparecieron, como sucedió con Sarayacu, Cashiboya y Callaría, y sus
habitantes pasaron a formar parte de las haciendas agrícolas o empresas
caucheras, donde sus patronos, según Irazola, no tuvieron el mínimo interés por
su civilización, les engañaban para «que jamás puedan los pobres cancelar sus
deudas» y, en caso de huida, eran perseguidos tanto por los propietarios como
por las autoridades en tanto no habían satisfecho la deuda contraída.
119No deja de ser sorprendente que el informe enviado el mismo año por el
prefecto Irazola al ministro de Justicia peruano, tras señalar que había
continuado la «conquista pacífica y bienhechora» de los «salvajes» del Pangoa,
Bajo Perené y Tambo, agregara que la colonización avanzaba entre las tierras
ocupadas hasta entonces por los bárbaros y «La civilización que circula por los
ríos va avanzando también en forma consoladora. De modo que, a manera de dos
alas de ejército, el Evangelio va estrechando y reduciendo la gran zona que
dominaba el salvajismo entre la sierra y los grandes ríos de la Montaña». 238 El
evidente doble discurso del prefecto Irazola refleja, claramente, las
contradicciones del proyecto misionero y de los mismos religiosos, prisioneros
entre una realidad que, constataban, difería mucho de los discursos y
planteamientos teóricos que les habían llevado hasta la región, y el compromiso
que les ligaba a su orden, a Roma, y al mismo Estado peruano.
120Los tiempos del caucho amazónico pasaron, el escándalo del Putumayo dejó
Mapa 13. Plano del Norte del Departamento de Loreto, 1932 circa
Fuente. Elaboración propia a partir de J. C. Roux. La Bolivie Orientale. Paris/Montreal, L’Harmattan, 2000,
p. 61.
1La Bolivia que surgió a la independencia el seis de agosto de 1825 era una
región arrasada por la guerra, con una economía minera descapitalizada, un
mercado exterior estancado, una población indígena (800 000 sobre un total
aproximado de 1,5 millones de habitantes) que a través del tributo proporcionaba
al nuevo estado una de sus principales rentas, 1 y, en buena medida, grupos
dirigentes tradicionales que continuaban a la cabeza de las instituciones sociales,
económicas y políticas de la neonata república.
2La independizada Audiencia de Charcas –cuya población estaba
mayoritariamente concentrada en la región central– contaba con extensas
regiones al norte/noreste (Amazonia) y sur/sureste (Chaco), lo que aquí
denominaremos Orientes bolivianos, 2 en gran parte inexploradas y sólo
recorridas parcialmente por los misioneros jesuitas y franciscanos como vimos
en el primer capítulo, y cuya vida discurría prácticamente al margen de la
temprana sociedad republicana. Común denominador a estas regiones era, no
sólo el desconocimiento existente sobre ellas, sino también la escasa si no
completa ausencia de comunicación vial con el resto del país, grandes distancias
respecto a las concentraciones urbanas o rurales del altiplano y del centro del
país, y una población de indígenas nómadas o seminómadas insumisos, que hasta
entonces habían resistido la penetración colonial. Según el uti possidetis iuris, la
nueva república boliviana ocupaba alrededor de 2 343 769 km2 –más del doble
de los actuales 1 098 377 km2–, territorio que, según la primera demarcación
político-administrativa efectuada por el presidente Antonio J. de Sucre
(23.01.1826), se dividía en los departamentos de Chuquisaca (provincias de
Cinti, Yamparaes, Tomina, Parja, Oruro, Carangas), Potosí (provincias de Porco,
Chayanta, Chichas), La Paz (provincias de Pacajes, Sicasica, Omasuyos,
Larecaja, Apolobamba, Yungas de Chulumani), Cochabamba (provincias de
Sacaba, Tapacari, Arque, Palca, Clisa, Mizque), Santa Cruz (provincias de
Mojos, Chiquitos, Vallegrande, Cordillera). 3 Esta demarcación fue redefinida
poco después cuando, primero, el presidente Sucre aprobó (5.09.1826) la
creación del departamento de Oruro; y después, Andrés de Santa Cruz hizo lo
propio (24.09.1831) con las «provincias litorales» de Tarija y Cobija (Litoral), 4
situación confirmada en la constitución aprobada en 1834. 5 La demarcación
político-administrativa permaneció inalterable, como veremos, hasta la
administración de José Ballivián.
3El efímero gobierno de Simón Bolívar fue seguido por el presidido por Antonio
J. Sucre que, con planteamientos liberales intentó, sin éxito, varias reformas
socioeconómicas, entre las cuales la reorganización de la industria minera y la
introducción de un sistema fiscal progresivo que pasaba por la abolición del
tributo indígena. Por el contrario, logró imponer su proyecto en relación con la
Iglesia, que, siguiendo las tesis ilustradas sobre la inutilidad de las órdenes
religiosas y el necesario control económico y político del clero, se caracterizó
por una radicalidad mayor que, probablemente, la que hemos visto en el caso
peruano. 6 La renuncia de Sucre dejó paso al gobierno de Andrés de Santa
Cruz, cuya administración logró establecer un orden económico, 7 político y
social estables gracias al cual pudo crear una estructura financiera estatal más
eficaz que la precedente, conseguir mayor cantidad de recursos para el Estado y
emplearlos en la organización del incipiente aparato civil y militar de la nueva
república. 8
4El derrocamiento de Santa Cruz por una rebelión militar comandada por el
general José Ma Velasco (17.02.1839) y los conflictos con el Perú dejaron paso
en 1841 a la presidencia del general José Ballivián, con quien se consolidó la
hegemonía de los caudillos militares en el gobierno boliviano hasta 1880. 9 Y,
creo que no hay lugar a dudas de que la administración Ballivián (1841-47)
constituyó un antes y un después en la historia del control de los Orientes
bolivianos pues fue entonces cuando se diseñó el primer plan integral para el
conocimiento, ocupación y control del territorio y de los habitantes, en el que se
fijaron los instrumentos –colonias militares y religiosas– y las medidas
destinadas a tales objetivos. El proyecto orientalista de Ballivián, inspirado en
buena medida en las ideas del argentino Félix Frías 10 para quien todos los
territorios existentes entre el Beni y el Pilcomayo eran la tierra de promisión
anunciada por José I. Alvarez de Arenales a fines del siglo xviii y Alcides
d’Orbigny en la temprana historia republicana, 11 fue ampliamente divulgado
por los cónsules bolivianos en Europa, particularmente en Gran Bretaña y
Francia, con el fin de promover la formación de compañías que se
comprometieran al envío de colonos. Paralelamente, Ballivián dictó una serie de
disposiciones, entre las cuales la creación del departamento del Beni
(18.11.1842), patrocinó viajes de exploración del territorio y de los ríos
orientales, impulsó la construcción de caminos que permitieran implementar su
política y dispuso el levantamiento de la que sería primera carta geográfica del
país, que sólo fue publicada en 1859 bajo la gestión del gobierno de José Ma
Linares (1854-61). 12
5En las siguientes tres décadas, los gobiernos bolivianos dictaron numerosas
4.1.1.1. Exploraciones
José Agustín Palacios. En el viaje que Palacios hizo desde La Paz al Beni, vía
Caupolicán, en 1844, verificó las distancias que separaban los pueblos
recorridos, reconoció la ruta de San Borja a Santa Ana de Mosetenes, y
remontando el Beni recogió valiosas informaciones sobre las cachuelas
existentes en el mismo. Esta primera exploración fue seguida por la efectuada en
1845, también a instancia gubernamental, tratando de averiguar si el lago Rogo-
aguado tenía comunicación directa con el Beni para, eventualmente, establecer
una ruta fluvial por el Mamoré. En el transcurso del viaje –que le llevó desde
Cochabamba a Trinidad– Palacios estudió la navegabilidad del Chapare y los
datos obtenidos le hicieron plantear la posibilidad de unir el Beni y el Madeira
por el lago Rogo-aguado, lo que exigía un reconocimiento del Yata-grande,
tributario del Beni. Una nueva expedición, emprendida a fines de 1846, le llevó a
la Gran Cachuela, en la confluencia del Beni-Mamoré 27 –la denominada por
Edwin Heath (1880) Cachuela Esperanza– y los datos obtenidos sobre la
navegación del Madeira –ofreció información detallada de todas las cachuelas
existentes– le hicieron pronunciarse a favor del impulso a dicha vía de
comunicación «incontestable, porque además de que por su medio se abren las
puertas de Bolivia al comercio extranjero por el Atlántico, y con él a todos los
elementos de civilización, poder, riqueza y engrandecimiento» 28 . El informe de
Palacios, que incluyó también una pormenorizada descripción del territorio,
recursos y población de Moxos, concluyó subrayando la necesidad de impulsar
un vasto programa de inmigración y navegación de los ríos amazónicos para
poner en contacto el Oriente de Bolivia con los mercados exteriores 29 . No
hemos de olvidar que estas expediciones se emprendieron bajo la gestión de
Ballivián, cuya política orientalista estuvo inspirada en buena medida en las
opiniones de Félix Frías, partidario, entre otras cuestiones, de la salida boliviana
al Atlántico, solución que permitiría la explotación económica de los Orientes,
particularmente Beni, Santa Cruz y el Chaco. Esta posición fue compartida, entre
otros, por José M. Dalence, encargado de la Junta de Estadística instituida por
Ballivián, y quien, en su informe sobre la Bolivia de los ’40, señaló:
¡Qué de bienes no alcanzaríamos, uniendo la navegación del Plata a la del Amazonas! ¡Cómo se
aumentaría nuestro comercio interior y exterior! ¡Cuán brevemente no se poblarían aquellos
territorios que hoy de nada sirven! 30
15En tercer lugar, el norte amazónico boliviano recibió también la visita a
mediados de siglo, de algunos misioneros, entre los cuales, el franciscano
Samuel Mancini –residente por muchos años en las misiones de Caupolicán–
quien recorrió el territorio entre el Beni y el Madre de Dios; algunos años más
tarde (fines de los ’60) fue Jesualdo Macchetti quien, en su viaje de regreso a
Europa, navegó por el Beni, pasando por Reyes y Exaltación y, en su relato de
viaje no dejó de anotar la hostilidad de los indígenas del Iténez para con los
viajeros y la gran importancia económica que por entonces adquiría en el
Madeira la extracción de la siringa. 31
16En cuarto lugar, la región recibió también la visita de numerosas expediciones
Fuente. T. Roca. «Mapa del Beni, 1859», en ACCB. AHL (La Paz). Mapoteca. 17-8.
24En segundo lugar sabemos del fracaso en la región tarijeña de los proyectos de
34El proyecto, para el que Pazos Kanki creyó haber obtenido el plàcet de la Santa
Sede, 81 fue finalmente desestimado por esta tras haber recibido informes de
Londres sobre la no idoneidad de Magee para el cargo, y misivas de los obispos
peruanos solicitando religiosos, preferentemente españoles, con destino a las
misiones orientales.
35Por lo que respecta a las medidas, fueron muchas las dadas por el gobierno
misionera bajo la gestión de Santa Cruz fue el envío del franciscano Andrés
Herrero a Europa en 1833-34 para que recabara de la Santa Sede, y de sus
superiores jerárquicos, atribuciones para captar religiosos europeos con destino a
las misiones americanas. 129 Aunque la iniciativa fue del religioso –antiguo
misionero entre los mosetenes–, quien presentó su proyecto de restauración de
las misiones a las autoridades diocesanas de La Paz y al Ejecutivo, el plan
interesó tanto a la Iglesia como al gobierno bolivianos que le dieron a aquel
cartas de presentación y financiaron parcialmente su viaje. 130 Herrero,
nombrado prefecto apostólico de las misiones y colegios franciscanos de
América meridional captó 12 misioneros en su primer viaje 131 y tras obtener el
apoyo del gobierno peruano y del mismo arzobispo limeño emprendió un
segundo viaje (1836-37) como resultado del cual captó alrededor de 80
religiosos procedentes mayoritariamente de las provincias del norte italiano y
algunos españoles. 132 Agreguemos que Herrero vio cuestionada su misión por
algunos de los provinciales franciscanos en España, Italia y la misma Bolivia
que le recriminaron que quisiera ejercer el control sobre toda la orden
franciscana no sólo en Bolivia, sino incluso en todo el continente americano.
133 La polémica-a laque no eran ajenos los problemas de poder en el interior de
la orden con las diferencias existentes entre los conventos franciscanos y los
colegios misioneros– persistió tras la muerte de Herrero (1838) en la figura de su
sucesor, Matías Bretón, e involucró también al clero secular, por cuanto según el
ordenamiento republicano los misioneros debían obediencia a los ordinarios
diocesanos los que, en la práctica, delegaron primero en Herrero, y después en
Bretón, la autoridad sobre los misioneros. Finalmente, este logró imponerse con
el apoyo del Ejecutivo boliviano y del arzobispo de La Plata, diócesis en la que
el problema alcanzó elevadas dosis de conflicto a mediados de los ’40. 134 Con
todo, los superiores franciscanos en Bolivia no dejaron de solicitar de su casa
madre el envío de un mayor número de religiosos con destino a las misiones de
Bolivia.
55Retomando nuestra historia, si los misioneros eran el primer recurso necesario
63No es casual que fuera Alejandro Ercole, comisario de misiones del Colegio de
Tarija, el autor del proyecto de reglamento presentado al gobierno presidido por
Agustín Morales en 1871, 151 pues, fue en la frontera tarijeña donde los
misioneros sufrieron más contratiempos como consecuencia de la presión de los
sectores propietarios. Según Ercole, las misiones y los indígenas que en ellas
habitaban se veían amenazados por la actuación de los «enganchadores» a la
búsqueda de mano de obra para las empresas de Argentina, de los comerciantes
que pretendían tratos directos con los indígenas pobladores y por último, pero no
menos importante, de aquellos que trataban de «utilizar las tierras y adelantes de
la reducción» sin tener en cuenta la ley de la propiedad, ni los derechos de los
naturales, ni la «incapacidad de los mismos para regirse de por sí, sea que se los
mire con respecto a la Religión, sea con relación a sus intereses sociales». 152
Estas razones habían provocado, según el misionero, que las misiones no
lograran los resultados esperados, razón por la cual, sostuvo Ercole, era
necesario «establecer una regla que garantice a nuestros indios, que sea
bienhechora y fecunda en bienes espirituales y temporales». 153
64El largo escrito del comisario Ercole en defensa del reglamento propuesto era
reflejo del discurso franciscano sobre las funciones a cumplir por los misioneros,
esto es, transformar a los salvajes, a los bárbaros e improductivos indígenas
habitantes de las fronteras orientales, en individuos civilizados, religiosos,
ciudadanos e implícitamente en individuos productivos aptos para su
incorporación al orden republicano. Aunque el religioso se aventuraba a afirmar
que, en ocasiones, parecía que la llegada de los misioneros empeorara la
situación de los indígenas, puesto que «únicamente se estudian todos los modos
para aprovechar de sus brazos», descuidando su cultura y educación, concluía su
escrito ratificando que los objetivos misioneros eran «la salvación de las almas y
fomentar el progreso e industria, que justamente puede y debe exigirnos la
nación». 154
65El reglamento propuesto al Ejecutivo a través del cauce regular del arzobispo
***
Notas
1 Mientras que a fines del siglo xviii los ingresos vía tributo no superaron el 25%, en 1832 eran el 45%, y
en 1846 alcanzaba ya el 54%, Jorge A. Ovando Sanz. El tributo indígena en las finanzas bolivianas del
siglo xix. La Paz, Imp. del Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana, 1986. Estudios útiles que
desbrozan las transformaciones del sistema tributario y la reacción de las comunidades indígenas en Bolivia
son, entre otros, Tristán Platt. Estado boliviano y ayllu andino. Lima, IEP, 1982, pp. 36-72, y del mismo
autor «La experiencia andina de liberalismo andino entre 1825 y 1900: Raíces de la rebelión de Chayanta
(Potosí) durante el siglo xix» en Steve S. Stern (comp. ). Resistencia, rebelión y conciencia campesina en
los Andes. Siglos xviii-xix. Lima, IEP, 1987, pp. 261-302; Erick D. Langer. «El liberalismo y la abolición de
la comunidad indígena en el siglo xix», Historia y Cultura, 14 (La Paz, 1988), pp. 59-95 y los trabajos del
mismo Langer y de G. Rodrígez Ostria en H. Bonilla (comp. ). Los Andes en la encrucijada. Indios,
comunidades y Estado en el siglo xix. Quito, PE, 1994, pp. 133-167 y 277-334 respectivamente.
2 Concepto, en mi opinión más acertado que el tradicional Oriente, al recoger los diversos ecosistemas,
población, recursos, etc. Ver el Seminario «El espacio territorial y los Orientes bolivianos» celebrado en
1993 en La Paz, cuyos trabajos fueron editados por Jorge Córdova y Jean Claude Roux (eds. ). El espacio
territorial y los Orientes bolivianos. La Paz, UMSA, s. a. y J. C. Roux. La Bolivie Orientale.
Paris/Montreal, L’Harmattan, 2000, pp. 13-15.
3 John Miller. Memorias del General Miller. Madrid, Ed. América, s. a. T. I, pp. 38-39 y Joseph B.
Pentland. Informe sobre Bolivia. 1826. Potosí, Ed. Potosí, 1975. Extensión territorial en Walter Pers García.
Límites de Bolivia. La Paz, Lib. Ed. Juventud, 1996 [2a ed. ], p. 331.
4 Sabido es que Cobija fue la caleta propuesta por el general O’Connor –comisionado por Bolívar para la
exploración de la costa de Atacama con el objetivo de buscar un puerto para el comercio de la nueva
república– como lugar de intercambio mercantil con el exterior por vía marítima, aprobada por el
Libertador (28.12.1825) quien le dio el nombre de Puerto La Mar, adscrito al departamento de Potosí, en el
que permaneció hasta 1829.
5 La ley de septiembre de 1831 quedó en suspenso hasta que las Cámaras acordaran las cuestiones relativas
a las rentas departamentales.
6 Como ha estudiado William L. Lofstrom. El mariscal Sucre en Bolivia. La Paz, Ed. Alenkar, 1982, los
proyectos reformistas abordados por Sucre afectaron a los bienes económicos de la Iglesia regular y secular
(diezmos, capellanías, cofradías y obras pías en general) y siguieron los planteamientos liberales sobre la
cuestión diseñados en el Trienio Liberal español. Concuerdo con Lofstrom en que la política eclesiástica de
Sucre respondió tanto a razones ideológicas -posición anticlerical de origen ilustrado- como económicas,
más circunstanciales -penuria financiera de la hacienda pública y necesidad estatal de los fondos
eclesiásticos-. Ver también José Ma Barnadas. La Iglesia católica en Bolivia. La Paz, Ed. Juventud, 1976 y
Roberto Vada Palma. Historia de la Iglesia de Bolivia en la República. La Paz, Imp. Publicidad Papiro,
1995.
7 Mercantilista decidido, Santa Cruz implantó un proyecto económico proteccionista que rigió hasta la
década de 1860. Durante su gestión se redujeron los impuestos mineros, se regularizó el crédito público, y
se trató de canalizar las importaciones por el hasta entonces pequeño puerto de Cobija; además, se impuso
la moneda feble como recurso temporal aunque su creciente importancia frente al peso fuerte fue claro
indicador de la progresiva crisis financiera del Estado. Aunque tradicionalmente, los estudios sobre la
economía boliviana del período subrayaron los efectos negativos de la «manipulación monetaria» sobre la
economía nacional, en estas últimas decadas se ha impuesto una interpretación según la cual la moneda
feble estimuló el crecimiento económico tanto en Bolivia como en las regiones fronterizas. Interesante
reflexión sobre ambas interpretaciones en Gustavo A. Prado Robles. «Efectos económicos de la
adulteración monetaria en Bolivia, 1830-1870», en Rossana Barragán, Dora Cajías y Seemin Qayum
(comps. ). El Siglo xix. Bolivia y América Latina. La Paz, Muela del Diablo Ed. 1997, pp. 299-327.
8 Herbert S. Klein. Historia de Bolivia. La Paz, Lib. Ed. Juventud, 1996 [6a ed. ], pp. 125 y ss. Varios son
las obras sobre la figura y actuación de Santa Cruz, entre otras: Oscar de Santa Cruz. El general Andrés de
Santa Cruz, gran mariscal de Zepita y el Gran Perú. La Paz, Escuela Tipográfica Salesiana, 1924; Alfonso
Crespo. Santa Cruz. El cóndor indio. México, FCE, 1944; Jorge Escobari. La vida y obra del Mariscal
Andrés Santa Cruz. La Paz, Ed. de la Casa Municipal de la Cultura Franz Tamayo, 1976. Phillip T.
Parkerson. Andrés de Santa Cruz y la Confederación Perú-Boliviana, 1835-1839. La Paz, Ed. Juventud,
1984; Roberto Querejazu Calvo (comp. ). Oposición en Bolivia a la Confederación Perú-Boliviana. Sucre,
Corte Suprema de Justicia de la Nación, 1996.
9 Estudios recientes sobre el caudillismo boliviano son James Dunkerley. « Reassessing Caudillismo in
Bolivia». Political Suicide in Latin America. London, Verso, 1992, y Victor Peralta Ruiz y Marta Irurozqui
Victoriano. Por la concordia, la fusión y el unitarismo. Estado y caudillismo en Bolivia, 1825-1880.
Madrid, CSIC, 2000.
10 Frías llegó a Bolivia huyendo de la dictadura de Juan Manuel de Rosas, fue cónsul de dicho país en
Chile y, más tarde, consejero del presidente Ballivián. Firme partidario de la salida de Bolivia hacia el
Atlántico a través de los ríos orientales, abogó por un acuerdo con Paraguay y la pacificación de los grupos
indígenas recurriendo a los misioneros. Un análisis del proyecto orientalista de Ballivián es Janet Groff
Greever. Ballivián y el Oriente boliviano. La Paz, Ed. El Siglo, 1987.
11 J. I. Alvarez de Arenales. Noticias históricas y descriptivas sobre el gran país del Chaco y el río
Bermejo. Buenos Aires, 1833, pp. 393-415 y A. d’Orbigny. Descripción Geográfica, Histórica y Estadística
de Bolivia. Paris, 1845, T. I.
12 Una copia del «Mapa de la República de Bolivia» de los militares Juan Ondarza y Juan Mariano Mujía,
y el cartógrafo Lucio Camacho, en AHL. Β1-3, PL-8-6. Interesante estudio del mapa en Jean Claude Roux.
«Bolivia mítica y Bolivia real a través del primer mapa nacional de 1859... Una relectura crítica en términos
de organización territorial y de delimitación de las fronteras» en J. Córdova y J. C. Roux en El espacio
territorial... pp. 77-119. Las peripecias en torno a la financiación y edición del mapa Linares en Mariano Β.
Gumucio. «El mapa que inició la deuda externa de Bolivia», Historia y Cultura, 14 (La Paz, 1988), pp. 97-
106. En estricto sentido el primer mapa fue el levantado por F. Bertrés quien en 1843 publicó el «Mapa
corogáfico de la República de Bolivia con la topografía de las fronteras limítrofes. Mandado levantar por el
Exmo. Sr. Presidente José Ballivián y formado por el Coronel de Ingenieros Felipe Bertrés, Director de la
mesa Topográfica», en R. del Pozo Cano. Cartografía del Chaco Paraguayo, publicada por orden del Sr.
Ministro de R. Exteriores y Culto Dr. D. Justo Pastor Benitez, recopilada por—, Cartógrafo de la C. de
Límites del M. de Relaciones Exteriores. S. p. i. p. 20 y mapas n° 95 y 95 b.
13 Hay una cierta confusión en torno a cuál fue la extensión de la región cedida al Brasil, que según los
autores oscila entre 100 000 km2 y 450 000 km2, diferencias relacionadas con la posición de las fuentes del
Yavarí, errores sobre la latitud del Madera (demarcación colonial hispano-lusa), los confines del Purús, etc.
Según el Atlas de Bolivia (1998) la superficie cedida al Brasil por el tratado de 1867 fue de 257 000 km2.
Agradezco a Jean Claude Roux la información relativa a este punto.
14 Mariano D. Muñoz. Memoria que el Ex-Secretario Jeneral de Estado y actual Ministro de Gobierno,
Justicia y Relaciones Exteriores de la República de Bolivia presenta a la Asamblea Nacional Constituyente
reunida en 1868. La Paz de Ayacucho, Imp. Paceña, 1868, p. 17. Por el Tratado López Netto-Donato
Muñoz (27.03.1867) -recogido en la misma Memoria, pp. 203-210- Bolivia obtuvo el libre acceso al
Amazonas a cambio de la cesión de una parte de su territorio -la región inexplorada de la línea Madeira-
Yavarí, incluyendo el curso completo del Madeira- al Brasil.
15 A. Morales. Mensaje que el Presidente Provisorio de la República presenta a la Asamblea Constituyente
de 1871. Sucre, Tip. del Progreso, 1871. p. 8.
16 Así se desprende de varios escritos, como el de Alejandro Ercole. Reglamento de misiones de infieles en
el territorio de Bolivia, presentado por el R. P. Fr. —, Prefecto de las de Tarija y aprobado y puesto en
vigencia el día 13 de setiembre por el poder ejecutivo en virtud de la autorización de la Asamblea
Constituyente por su acto lejislativo de 9 del dicho mes de 1871. Sucre, Imp. de Pedro España, 1871, pp.
15-17 y Melchor Terrazas. Memoria del Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública a la Asamblea
ordinaria de 1872. La Paz, Imp. de la Unión Americana, 1872, p. 8.
17 Para el estudio de la economía boliviana durante el período 1825-80 ver Luis Peñaloza Cordero. Nueva
Historia económica de Bolivia. La Paz, Ed. Los Amigos del Libro, 1984.
18 Concepto este que se utilizó, frecuentemente, para designar los territorios periféricos ocupados por
poblaciones no sometidas y en los que la presencia del Estado era escasa si no nula. En este sentido el
concepto trascendía su dimensión política (territorio limítrofe con los países vecinos) e incorporaba la
dimensión socioeconómica. Escasos son los trabajos relativos al tema en la historia republicana en el
período aquí trabajado, ver entre otros, José Lavandenz. La colonización en Bolivia durante la primera
centuria de su independencia. La Paz, Intendencia de Guerra, 1925 y el más genérico Hernando Sanabria
Fernández. En busca de Eldorado. La colonización del Oriente boliviano por los crúceños. Santa Cruz,
Universidad R. G. Moreno, 1958.
19 J. C. Roux distingue entre lo que denomina la «Bolivia oriental histórica», de la Bolivia exterior
reivindicada formalmente por los gobiernos republicanos que, sin embargo, nunca tuvieron interés por hacer
efectiva la ocupación de la misma en La Bolivie Orientale... p. 101.
20 Eusebio Gutiérrez. Esposición que presenta en Bolivia el Ministro de Estado en el Despacho del Interior
a la Convención Nacional en 1843. S. 1. Imp. de Beeche y Cía, 1843, p. 6.
21 José D. Cortés. Bolivia, apuntes jeographicos, estadísticos, de costumbres, descriptivos e históricos por
—. Paris, Typ. Lahure, 1871, p. 1. Ver también el anónimo Bolivian Colonization being prospectus of the
Colonization and Commercial Co. of Bolivia, incorporated in San Francisco, California (January 25th.
ADI870). San Francisco, Alta California Printing House, 1870.
22 Manco Capac. El río Amazonas y las comarcas que forman su hoya. Vertientes hacia el Atlántico. Lima,
Imp. José M. Monterola, 1853, p. 20. Obra que defiende la libre navegación del río Amazonas con el
objetivo de que los estados andinos puedan integrarse, por la vía del Atlántico, al comercio internacional.
23 Como señala G. Rodríguez Ostria, los esfuerzos desplegados en la segunda mitad del siglo xviii en pro
de la ocupación de la región habitada por los yuracarés, aunque fracasaron, supusieron un cambio en la
«geografía mental» de los cochabambinos en relación con la zona como lugar de expansión de la frontera
agrícola, y vía de tránsito para la conexión de Cochabamba con Moxos. Para un estudio de los intereses
cochabambinos en la ocupación de sus fronteras resulta útil su trabajo La construcción de una región.
Cochabamba y su Historia. Siglos xix-xx. Cochabamba, Universidad Mayor de San Simón, 1995.
24 Con todo, no debemos engañarnos, pues, como señaló Manuel V. Ballivián a inicios del siglo xx, los
grupos dirigentes bolivianos no se mostraron a lo largo del XIX excesivamente interesados en la
exploración del Oriente. Ver su trabajo «La exploración geográfica y naturalista en el territorio», Boletín de
la Sociedad Geográfica de La Paz, n° 39 (La Paz, 1913), pp. 122-139. En la misma línea ver R. Abadie.
«La idea de la proyección de Bolivia hacia el Plata en el período de 1825 a 1865», Anuario (Sucre, 1995).
25Viajes por Bolivia. La Paz, Ministerio de Educación, 1958, T. I.
26 F. Bertrés. «Descripción topográfica y histórica de Bolivia», Boletín de la Sociedad Geográfica de Sucre,
n° 25-31 (Sucre, 1901).
27 José A. Palacios. Exploraciones de — realizadas en los ríos Beni, Mamaré y Madera y en el lago Rogo-
aguado, durante los años 1844 al 47. Descripción de la provincia de Mojos. La Paz, Ed. del Estado, 1944.
[1a ed. 1893]. Las informaciones proporcionadas por Palacios sirvieron de guía a los estudios geográficos
de Edwin Heath en los ’80, y fueron utilizadas por Ondarza, Mejía y Camacho en el trazado de su mapa de
1859.
28 J. A. Palacios. Ob. cit. p. 55.
29Ibíd. pp. 69-70.
30 José Ma Dalence. Bosquejo estadístico de Bolivia. La Paz, Ed. UMSA, 1975, p. 297. La obra, escrita en
1848, fue publicada en 1851.
31 J. Macchetti. Diario de viaje fluvial del padre fray — misionero del Colegio de La Paz, desde San
Buenaventura y Reyes hasta el Atlántico en 1869. La Paz, Imp. El Siglo Industrial, 1869.
32 L. Gibbon y W. L. Herndon. Exploración del valle del Amazonas. Iquitos, CETA, 1991-93, 2T. Edición
original en inglés publicado en Washington, A. O. P. Nicholson, 1854, 2V.
33 C. Markham. «Las hoyas del Amaru-Mayo y el Beni», Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz, n°
9-10-11 (La Paz, 1901), pp. 433-441 y n° 12-13 (1901), pp. 499-524.
34 Los hermanos Keller fueron encargados (orden 10.10.1867) de explorar el Madeira y presentar los
proyectos para la mejora de la vía de comunicación entre el Matto-Grosso y Bolivia a través de aquella vía
fluvial, en Exploración del Río Madera en la parte comprendida entre la Cachuela de San Antonio y la
embocadura del Mamaré por los injenieros brasileños —. La Paz, Imp. de la Unión Americana, 1870.
35 Q. Quevedo. El Madera y sus cabeceras. Belem do Pará, Tip. de Santos & Irmaos, 1861. Opúsculo en
que el autor, antiguo gobernador del Beni, propuso varias soluciones para regular el problema de la
navegación de las cachuelas del Madeira, pronunciándose al final por la construcción del ferrocarril.
36 Church obtuvo del gobierno boliviano (27.08.1868) privilegio exclusivo durante 25 años para la
navegación a vapor de los ríos orientales, convirtiéndose en agente principal de la Compañía Nacional
Boliviana de Navegación. Dos años más tarde (20.04.1870) obtuvo del gobierno brasileño la concesión para
construir el ferrocarril entre el Madeira y Mamoré, surgiendo así la Madeira-Mamoré Railway Co. Ltd. Un
estudio de la carrera militar y empresarial de Church en Neville Craig. Estrada de Ferro Madeira-Mamoré.
Sao Paulo, 1947.
37 Manuel M. Salinas. Navegación de los ríos de Bolivia confluentes del Madera y Amazonas y
colonización por—. Cochabamba, Imp. de Gutiérrez, 1871, p. 15.
38 Abel Iturralde. «James Orton. Explorador de Bolivia», Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz, n°
56 (La Paz, 1922), pp. 1-22.
39 Erick Langer. «Espacios coloniales y economías nacionales. Bolivia y norte argentino (1810-1930)»,
Historia y Cultura, XVII (La Paz, 1990), pp. 69-93.
40 Según el Uti Possidetis de 1810, los gobiernos bolivianos consideraron territorio propio el curso del
Pilcomayo hasta Asunción y los territorios ubicados en la margen derecha del Bermejo, fronterizos con la
Argentina. Sobre dichos diferendos territoriales, buena aproximación en J. Valerie Fifer. Bolivia. Territorio,
Situación y Política desde 1825. Buenos Aires/Santiago de Chile, Ed. Francisco Aguirre, 1976, pp. 271-
294.
41 Nombrado por Ballivián prefecto y comandante del departamento de Tarija, tras el reconocimiento por la
Convención de 1843 de la independencia de Paraguay, fue elegido como representante diplomático ante el
gobierno paraguayo escogiendo como vía de acceso a Asunción el río Pilcomayo.
42 Julio Díaz Arguedas. Expedicionarios y Exploradores del Suelo Boliviano. La Paz, Eds. Camarlinghi.
1971, T. 2, pp. 79-91. Van Nivel hizo algunos comentarios sobre la expedición de Rodríguez Mariños y la
suya propia en su trabajo «Exploration du Pilcomayo. Extrait du journal El Restaurador, de Bolivie», Actes
de la Société de Géographie de Paris, (Paris, 1888).
43 M. Weddell. Voyage dans le sud de la Bolivie. Leipzig, Neudruck, 1922, T. 6 de F. Castelnau. Expédition
dans les parties centrales de l’Amérique du Sud. Leipzig, 1922 [reproducción facsímil de la edición de
1851].
44 José Ma Achá. Mensaje del Presidente Provisorio de la República de Bolivia a la Primera Asamblea
Constitucional reunida en la Capital, Sucre en 1862. Cochabamba, Tip. de Gutiérrez, 1862, p. 5.
45 En torno a las expediciones desarrolladas por la región a instancias del gobierno argentino ver Emilio
Castro Boedo. Estudios sobre la navegación del Bermejo y la colonización del Chaco. San Salvador de
Jujuy, Centro de Estudios Indígenas y Coloniales, 1995 [la ed. 1872].
46 A. Rivas. Expedición al Gran Chaco de Bolivia en 1864. Santiago de Chile, s.i. 1881. Ver también J.
Díaz Arguedas. Ob. cit. T. 2, pp. 93-98. Miembro de la expedición fue el franciscano Giuseppe Giannelli,
antiguo capellán de Villa Rodrigo (1848), quien dejó también sus breves impresiones del viaje y concluyó
recomendando al Ejecutivo la apertura de una línea de navegación, «Relación de viaje de exploración por el
Río Pilcomayo» en Compañía constructora de vías carreteras y navegación en el Oriente Boliviano. La
Paz, 1877, pp. 10-15, relato recogido posteriormente en la historia de las misiones de Alejandro M.
Corrado. Aquí se ha utilizado la edición de A. Corrado y Antonio Comajuncosa. El Colegio Franciscano de
Tarija y sus misiones. Tarija, Ed. Offset Franciscana, 1990, T. II, pp. 563-584.
47 Concesiones hechas a Mendoza, a las que se agregaría en caso de que tuviera éxito en su misión la
cantidad de 10 000 pesos fuertes. Ver Miguel Alaiza. Los Derechos de Bolivia sobre el Oriente y el Chaco
Boreal. La Paz, Lit. e Imp. Unidas, 1928, p. 21.
48 Conviene recordar que, por entonces, vencido el Paraguay por la triple alianza de Argentina, Uruguay y
Brasil, e interesado este último en mantener al sur un estado tapón contra la posible expansión argentina, se
firmó el Tratado de Paz de 1876 y el laudo Hayes de 1878, en los que Argentina renunció a sus pretensiones
sobre el Chaco Boreal, aunque Bolivia nunca se conformó. Ver J. V. Fifer. Bolivia... pp. 288 passim.
49 J. Ballivián. Mensaje del Presidente de Bolivia a las Cámaras Legislativas del año de 1846. [Sucre],
Imp. de Beeche y Cía, 1846, p. 13.
50 J. Ma Dalence. Ob. cit. p. 283.
51 Decreto recogido en M. Alaiza. Ob. cit. pp. 22-23, que tiene algunos errores de transcripción.
52 J. Ma de Achá. Mensaje que S. E. el Presidente de la República presenta a la Asamblea Ordinaria
reunida en Cochabamba el 6 de agosto de 1864. S. I. Tip. de Gutiérrez, 1864, p. 5.
53 Los jesuitas utilizaron en el pasado colonial tres vías, una por Sorata, otra por Zongo, y otra por
Pelechuco y Apolo.
54 Según Dalence, la ruta abierta por José Tudela en 1843 «ahorra a los viajantes 100 leguas... y aproxima a
aquella capital [Cochabamba] los fértiles campos de Mojos y las llanuras de Yuracaré», en J. M. Dalence.
Ob. cit. p. 286. Dalence ignoraba, sin embargo, que Tudela fracasó en su empeño.
55 Miguel Suárez Arana, a inicios de la década de 1870 jefe político y militar del distrito de Mamoré, se
interesó en encontrar un camino que redujera los días de viaje de Santa Cruz al Beni, y por ello solicitó, y
obtuvo, el patrocinio gubernamental, además del respaldo de los sectores propietarios benianos para la
exploración del Guapay, afluente del Mamoré. Ver al respecto M. Suárez Arana. Exploración del río
Grande o Nuevo Guapay. Y fundación del puerto de Higuerones, denominado por resolución suprema «El
Porvenir». Cochabamba, Imp. de la Restauración, 1873. Unos años antes, Genaro Dalens Guarachi se había
pronunciado por la salida cruceña por el Mamoré en detrimento de la vía al Paraguay, en Santa Cruz de la
Sierra o el Oriente de Bolivia. La Paz, Imp. Paceña administrada por Francisco Arzadum, 1861, pp. 35-42.
56 L. Lozada y M. Colodro. Apertura de un camino carretero desde las fronteras de Tarija a la marjen del
río Paraguay por las llanuras inexploradas. La Paz, Imp. de la Unión Americana, 1868.
57 Sobre las características del proyecto ver los opúsculos publicados en Miguel Suárez Arana. Propuesta
al Supremo Gobierno para la apertura de un camino de Santa Cruz de la Sierra a Orán. Precedida de un
«Cuadro Descriptivo» del Departamento de Santa Cruz por—. Cochabamba, Tip. de Quevedo, 1858.
58 Diversos escritos de M. Suárez Arana sobre el proyecto son Al Público (S. p. i. ), Breves esplicaciones
en apoyo de la Empresa Nacional de Bolivia en el Río Paraguay. Sucre, Imp. de La Libertad, 1874 y
Propuesta del ciudadano Miguel Suárez Arana aceptada por el Supremo Gobierno para establecer un
puerto Nacional... La Paz, Imp. de Unión Americana de César Sevilla, 1875.
59Empresa de navegación a vapor, caminos, carreteras, colonización, ganadería. Sucre, Imp. España,
1874.
60 La extensión total afectada por el proyecto se estimó en 150 000 ha. Colonización de los terrenos del
Oriente comprendidos entre el Sicure y el Chimoré. Cochabamba, Imp. del Siglo, 1876.
61 A. Morales. Mensaje del Ciudadano — Presidente de la República a la Asamblea Ordinaria de 1872. S.
1. Imp. de «La Libertad» de Ezequiel Arzadum, 1872, p. 7.
62 Surgió así la Madeira-Mamoré Railway Co. Ltd. El trabajo, según el contrato, debía iniciarse dentro de
los dos años de la fecha de creación de la Compañía y estar concluido en siete años. Un estudio de la carrera
militar y empresarial de Church es Neville Craig. Estrada de Ferro Madeira-Mamoré. Sao Paulo, 1947. Ver
también J. Valerie Fifer. Bolivia... pp. 163-172.
63 En 1877, la Philip and Thomas Collins se hizo cargo de la empresa y tras construir dos millas de la ruta
se declaró en bancarrota.
64 Compilaciones legales relativas a la concesión de tierras con fines colonizadores son las obras de Casto
F. Pinilla. Repertorio de Leyes, Decretos, Resoluciones y demás antecedentes relativos al Despacho de
Colonización. La Paz, Taller Tipo-Litográfico de J. M. Gamarra, 1905; Humberto Delgado Llano.
Legislación de Tierras Baldías y Concesiones Gomeras. La Paz, Ministerio de Relaciones Exteriores, 1923,
y del mismo autor Legislación Integral del Ramo de Colonización. La Paz, Ed. Renacimiento, 1928.
65 Evidentemente, el «vacío» traducía una concepción según la cual dichas regiones permanecían al margen
de la sociedad boliviana, puesto que, como sabemos, los territorios orientales estaban ocupados por
poblaciones indígenas no sometidas que, en el discurso de la época, eran salvajes, bárbaras, nómadas.
66 Contenido del decreto en Rómulo Corvera Zenteno. Legislación agraria boliviana. La Paz, Tall. Gráf.
«La Prensa» de José L. Calderón, s. a. [1926?], pp. 1-2. La suspensión del decreto fue seguida por la ley de
27.12.1826 por la que se prohibía a los indígenas la enajenación de sus tierras, en Ibíd. pp. 7-9.
67 Medida que sólo entró en vigencia en 1863, en Ibíd. p. 3.
68 Por decreto de 16.02.1830 se contempló la posibilidad de adjudicar tierras a lo largo del camino de
herradura a construir entre Cochabamba y Moxos. Más tarde, por ley de 28.09.1831, orden de 25.08.1832 y
resolución de 27.09.1832, se autorizó al general O’Connor repartir las tierras «vacantes» entre los tarijeños
e indígenas con la obligación de ponerlas en explotación en un máximo de cinco años, y respetando las
tierras adjudicadas a las misiones, en R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 11-16.
69 Habiendo Oliden iniciado tarde sus gestiones para obtener la indemnización -aprobada por el Congreso
de 1826- de todos aquellos «lesionados» en sus haciendas y empresas durante el conflicto independentista,
el empresario solicitó al gobierno la concesión de las tierras existentes en la confluencia de los ríos Otuquis,
Tucabaca y Latiriquiqui y renunció, en contrapartida, a toda reclamación al Estado boliviano.
70 Tierras cuya extensión varía, según los autores, entre los 25 000 km2 que señala J. C. Roux. La Bolivie...
p. 109, y los 53 251 km2 de J. Groff Greever. Ob. cit.
71 Textos legales relativos a la concesión Oliden. descripción de la provincia de Otuquis, relatos del viaje
por el Paraguay, etc. en el opúsculo preparado por el secretario de la provincia, Mauricio Bach. Descripción
de la nueva provincia de Otuquis en Bolivia. Reimpresión publicada por el Dr. Antonio Quijarro. Buenos
Aires/La Plata, Imp. Lit. y Enc. Jacobo Peuser, 1885, pp. VII-VIII. La obra, publicada inicialmente en 1838,
tuvo una segunda edición en 1842, una reimpresión de esta en 1885 y, finalmente, una nueva edición en
1929. Las diversas ediciones en un plazo de cien años son ilustrativas de la incapacidad del gobierno y de
los grupos dirigentes bolivianos para implementar la política colonizadora. La figura de Bach ha sido
tratada brevemente en Mario G. Hollweg. Alemanes en el Oriente boliviano. Santa Cruz de la Sierra, Imp.
Ed. Sirena, 1995, pp. 6570.
72 Informes derivados del reconocimiento de la región por Oliden fueron utilizados por el comandante
norteamericano Thomas Page quien, con el patrocinio de su gobierno, reconoció la cuenca del Plata a
mediados de los ’50, en Th. J. Page. La Plata, the Argentine confederation and Paraguay. New York,
Harper & Brothers, 1859.
73 Decreto dado el 18.06.1836 en M. Bach. Ob. cit. pp. 25-27.
74 Abandono que se pensó momentáneo hasta la resolución del diferendo fronterizo, pero que duró largo
tiempo. Considerando que uno de los compromisos de Oliden era dejar expedita la navegación del
Paraguay, y ello exigía pasar por territorio reivindicado por Bolivia, Brasil y Paraguay, el empresario
solicitó del gobierno en 1844 una prórroga que le fue concedida (24.02.1847) en M. Bach. Ob. cit. pp. IX-
X. Con todo, el obstáculo mayor fue la negativa brasileña a reconocer los derechos bolivianos sobre el
Paraguay, cuestión solucionada, parcialmente, con el Tratado firmado con Brasil en 1867,en J. V. Fifer.
Bolivia... pp. 271-273.
75 M. Suárez Arana. Breves esplicaciones en apoyo de la Empresa Nacional de Bolivia en el río Paraguay.
Sucre, Imp. de La Libertad, 1874 y Propuesta para establecer un puerto en la margen derecha del río
Paraguay que se situarci en el litoral boliviano. Sucre, Imp. de La Libertad, 1874.
76 El plan de Ballivián fue divulgado por los cónsules bolivianos en Europa, adquiriendo particular
importancia las figuras de Vicente Pazos Kanki -quien había servido ya a las órdenes de Santa Cruz- y
Antonio Acosta, a quienes el presidente confió la misión de interesar a colonos y capitalistas europeos en la
colonización y navegación del Oriente, particularmente en el nuevo departamento del Beni.
77 Ley en R. Corvera Zenteno. Ob. cit. p. 39.
78 La extensión de los lotes varió en función del rango y sufrió modificación por un decreto posterior de
8.10.1842, en R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 24-27.
79 J. Groff Greever sostiene, en mi opinión erróneamente, que en el proyecto ballivianista, las colonias
militares fueron pensadas como medida transitoria destinada a facilitar trabajo a los antiguos combatientes
de Ingavi y otras batallas, pero no constituyeron una parte significativa del plan. En Ob. cit. pp. 170-171.
80 ASCPF. SRNC. AM. Vol. 6. Años 1826-42, f. 668. Ver la correspondencia cruzada entre V. Pazos Kanki,
la Secretaría de Estado de la Santa Sede y la SCPF, en Ibíd. ff. 668-675. 695-699rev. y Vol. 7. Años 1843-
46, ff. 90-91rev.. 124-125rev., 200-201 rev., 227 y rev., 233-240 rev., 249-252rev.
81 La certeza del éxito de la misión, tras una audiencia con el Pontífice (10.10.1842) fue comunicada por
Pazos Kanki al gobierno boliviano, apareciendo algunas notas en la prensa boliviana relativas a la próxima
llegada de Magee y los colonos irlandeses.
82 R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 27-28.
83Ibíd. pp. 28-31.
84 Se designaron como terrenos baldíos susceptibles de ser distribuidos los existentes en Santa Cruz, Beni,
Tarija, las fronteras de Chuquisaca, La Paz (Misiones y Colonias), y Cochabamba (montañas del Espíritu
Santo y Paracti), en R. Corvera Zenteno. Ob. cit. p. 31.
85 R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 34-39. Esta ley fue complementada por la resolución de 13.03.1845,
que clarificó la cuestión de quien debía correr con los gastos de la tasación de las propiedades sujetas a la
venta, en Ibid. pp. 39-40.
86 Las primeras concesiones legales a colonos en la nueva provincia de Acero datan de 1833. Ver Erick
Langer. Rural Society and Land Consolidation in a Declinang Economy: Chuquisaca. Bolivia, 1880-1930.
Tesis doctoral. Ann Arbor, University Microfilms International, 1984, pp. 181-182.
87 Ballivián, estando por concluir su gestión, informó al Congreso de 1846 sobre los avances realizados a
partir del establecimiento de las colonias militares junto al Pilcomayo, fundamentalmente Villa Rodrigo, y
expresó su deseo de generalizar el sistema como instrumento de expansión de la frontera interna, en su
Mensaje del Presidente de Bolivia a las Cámaras Legislativas del año 1846. Sucre, Imp. de Beeche y Cía,
1846, p. 12.
88 El avance del frente colonizador en la Chiriguanía ha sido tratado en varios de los citados trabajos de E.
Langer, Th. Saignes y F. Pifarré. Como consecuencia de la expansión colonizadora se produjo la
desarticulación progresiva de los grupos chiriguano, a pesar de algunas medidas gubernamentales
destinadas a «proteger» sus tierras, como la dada por el gobierno de José Ma Acha el 16.03.1864, en R.
Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 60-62.
89 Interesante monografía sobre la zona en Juan Jáuregui y otros. Sorata. Historia de una región. La Paz,
Prefectura del Departamento/UNMSA/INDEAA, 1991. Sobre la importancia de la quina en la provincia de
Larecaja ver Marco Antonio Peñaloza Bretel. «Acumulación de capitales y surgimiento de un mercado
regional. El auge de la quina en la provincia Larecaja (1870-90)», Data, n° 2 (La Paz, 1992), pp. 167-195.
90 J. C. Roux. La Bolivie Orientale... p. 192.
91 V. Pazos Kanki. Projet d’un établissement de navigation à vapeur entre la Guyane Française et les
Repúbliques du Pérou, de l’Equateur et de la Bolivie. Paris, Imp. de Boulé, 1844.
92 El decreto de 16.11.1843 introdujo reformas significativas al acuerdo original que, al parecer, hicieron
desistir a los empresarios de implementar el proyecto. Ver algunos comentarios sobre el proyecto en J. V.
Fifer. Bolivia... pp. 158-159.
93 Juan Ondarza. Proyecto para la navegación a vapor de los ríos interiores de la República. La Paz, Imp.
Paceña, 1861. Fueron varios los trabajos que en Francia se publicaron sobre la colonización boliviana,
generalmente por representantes franceses en las repúblicas andinas, militares o empresarios. Uno de los
más divulgados fue el preparado por el cónsul en Bolivia, León Favre Clavairoz. Bolivia. Colonización y
Agricultura. Sucre, Imp. de López, 1857, autor también de un trabajo sobre las características de los ríos
orientales Apuntes para la navegación de los rios de Bolivia por..., Cónsul Jeneral de Francia y encargado
de misión en Bolivia, traducidos al español por Dr. Pablo Luis Rosquellas. Cochabamba, Tip. Quevedo,
1858.
94 Una reflexión de Pipper sobre el futuro prometedor que esperaba a la región amazónica andina se
encuentra en la carta que envió a Antonio Raimondi (Lima, 20.09.1876) en AHL. LEL-5-12, Caja n° 186,
ff. 11-13 rev. El proyecto fue visto con recelo incluso por el mismo embajador norteamericano en Bolivia
quien dijo desconocer todos los planes de Pipper, citado por J. V. Fifer. Bolivia... pp. 169-170, nota 11.
95 R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 58-60.
96Ibíd. pp. 83-85. El art. 1 cita el Yavarí, Purús, Madre de Dios, Beni, Pilcomayo, Bermejo y «demás ríos
del Oriente».
97Ibíd. p. 64. Medida revocada posteriormente por ley de 9.08.1871 del gobierno de Agustín Morales,
declarando nulas las adjudicaciones y ventas hechas por el gobierno Melgarejo en Ibíd. pp. 65-67. Sin
embargo, fueron muchas las concesiones de tierras como contrapartida a la apertura de caminos.
98Ibíd. pp. 52-53.
99 A. Ercole. Ob. cit. pp. 20-21.
100 R. Corvera Zenteno. Ob. cit. p. 86. Ver también las disposiciones dadas en 17.12.1874 y 11.05.1877, en
Ibíd. pp. 86-87.
101 M. Suárez Arana. Breves esplicaciones en apoyo de la Empresa Nacional de Bolivia en el rio
Paraguay. Sucre, Imp. de La Libertad, 1874, p. 26.
102 José Luis Roca señala la influencia de los políticos cochabambinos, Manuel de la Cruz Méndez -
ministro del gabinete Ballivián- y del antiguo gobernador de Moxos (1830) y futuro prefecto del Beni
1851), José Matías Carrasco, en el surgi miento y desarrollo del departamento del Beni, en Fisonomía del
regionalismo boliviano. La Paz/Cochabamba, Ed. Los Amigos del Libro, 1980, pp. 37 y 65-68.
103 T. Haenke. Memoria sobre los ríos navegables que fluyen al Marañón. Cochabamba, 1799.
104Descripción sinóptica de Mojos, p. 15. En relación con la autoría del texto, al inicio del opúsculo hay
dos anotaciones: una, al margen, hecha por Gabriel René Moreno, señala que según Gutiérrez el texto fue
publicado entre 1836-38 en Sucre o La Paz, cuestión que está en contradicción con lo escrito al final del
texto dedicándolo al «Gran Ciudadano, restaurador de su Patria»; una segunda anotación, al pie, afirma que
es un anónimo atribuido a Carrasco, publicado en Cochabamba, en 1844, aunque no se señala el por qué.
Según Limpias Saucedo, el texto fue redactado por Carrasco en 1831. Personalmente me inclino por esta
tercera opción. Ver también algunas referencias al mismo texto de Antonio Carvalho Urey en «Síntesis
histórica del Beni» en Monografía de Bolivia. La Paz, Biblioteca del Sesquicentenario de la República,
1975, T. IV, p. 35.
105 Extracción que, en progresión creciente desde 1825, tuvo un importante despegue en la década de 1840,
manteniéndose como primer rubro de la región hasta 1870 aproximadamente. Vía preferida para la
comercialización del producto fue Reyes-Santa Ana y, por la vía del Mamoré, a San Antonio del Madeira.
Estudios de la quina en Luis Peñaloza Cordero. Nueva Historia económica de Bolivia. La Paz, Ed. Los
Amigos del Libro, 1984, T. 2; J. Jáuregui y otros. Sorata... pp. 55-77 y J. C. Roux. La Bolivie Orientale...
pp. 165-179.
106 Esta es la razón por la que durante los primeros años de vida del departamento beniano su capitalidad
varió entre San Pedro de Moxos, Exaltación y Rurrenabaque, hasta que Trinidad -residencia desde 1822 de
los gobernadores de Moxos, como consecuencia de los disturbios acaecidos entonces en San Pedro- se
convirtió, con el transcurrir del tiempo, en capital del Beni, primero de hecho, después de derecho. Las
medidas relativas a la creación del departamento en Manuel Limpias Saucedo. Los gobernadores de Mojos.
La Paz, Tip. Salesiana, 1942, donde se recoge una lista cronológica de los prefectos que ocuparon el cargo,
y los aspectos más relevantes de la historia del departamento.
107 J. Ballivián. Mensaje del Presidente de Bolivia a la Convención Nacional reunida en 1843. S. 1. Imp.
de Beeche y Cía, 1843, p. 14. La denominación de las provincias fluctuó en los textos gubernativos tanto
entonces como en las décadas siguientes, induciendo a error. Sólo como ejemplo, ya en 1843, el ministro
del Interior designó como Caupolicán, lo que Ballivián ese mismo año había denominado Apolo. Ver
Eusebio Gutiérrez. Esposición que presenta en Bolivia el Ministro de Estado en el Despacho del Interior a
la Convención Nacional en 1843. S. 1. Imp. de Beeche y Cía, 1843, p. 5.
108 J. A. Palacios anota que la provincia de Moxos, a mediados de los ’40, comprendía 14 cantones:
Trinidad, Loreto, San Javier, San Pedro, Santa Ana, Exaltación, Reyes, San Ignacio, San Ramón, San
Joaquín, Guacaraje, Carmen, Concepción y Magdalena, en Ob. cit. pp. 66-67.
109 A. d’Orbigny. Descripción Geográfica... T. I, p. 74.
110 J. L. Roca. Ob. cit. p. 37. Interesante estudio de los proyectos de los sectores propietarios de ambos
departamentos durante la historia republicana en Gustavo Rodríguez Ostria. Poder central y proyecto
regional. Cochabamba y Santa Cruz en los siglos xix y xx. La Paz, ILDIS, 1993.
111 M. Limpias Saucedo. Ob. cit. p. 48.
112 Muchos fueron los desterrados que pasaron por la región; entre los más conocidos podemos mencionar
a Ramón Castilla (1842), Manuel Carrasco (1850-51) y Quintín Quevedo en la década de los ’50, y José Ma
de Achá, durante la dictadura melgarejista.
113 W. Pers García. Ob. cit. p. 27 y J. M. Dalence. Ob. cit. p. 182.
114 M. Limpias Saucedo. Ob. cit. p. 100.
115 Carrasco demandó también del gobierno, sin éxito, el establecimiento de una penitenciaría, una colonia
militar y la adjudicación de tierras a los particulares interesados en la explotación económica de la zona. Ver
la carta enviada por Carrasco al ministro del Interior (9.06.1851) transcrita en M. Limpias Saucedo. Ob. cit.
pp. 97-99.
116 Los datos reflejados en el censo son inexactos, no sólo en lo relativo a las cifras poblacionales, en las
que, incluso se señala que el total de 2 326 126 habitantes incluía las «Tribus salvajes» existentes en el país,
sino también en lo referente a la demarcación político-administrativa del territorio, apareciendo como
provincias lo que eran territorios fronterizos, o no incorporando los cambios efectuados en el departamento
beniano. Ver «Censo Jeneral de la Población de la República de Bolivia, formado en el año de 1854», en
Joaquín de Aguirre. Memoria que el Ministro del Interior y del Culto presenta al Congreso Extraordinario
de 1855. La Paz, Imp. Paceña, 1855, Cuadro.
117 W. Pers García. Ob. cit. p. 27.
118 La primera vez en que se habla de Tarija como departamento -hasta entonces era provincia litoral- fue
en la Constitución de 1839.
119 Una síntesis de las principales disposiciones relativas a la demarcación del territorio desde la
independencia hasta 1913, con algunos errores y muchos olvidos, en «Legislación político-administrativa
de la República de Bolivia», Boletín de la Dirección General de Estadística y Estudios Geográficos. Año
IX, n° 86 (La Paz, 2° cuatr. 1913), pp. 152-174.
120 Daniel Calvo. Memoria que el Ministro de Justicia. Culto e Instrucción Pública presenta a la Asamblea
ordinaria de 1874. Sucre, Tip. del Cruzado, 1874, p. 18.
121 F. Pifaré. Ob. cit. V. 2, p. 316.
122 R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 24-25, decreto complementado por las medidas de 8.10.1842,
circulares de 2.06.1843 y 30.01.1844 y decreto de 14.04.1844.
123 J. Ballivián. Mensaje del Presidente de Bolivia a las Cámaras Legislativas del año de 1846. Sucre,
Imp. de Beeche y Cía, 1846, p. 12.
124 D. Calvo. Memoria... 1874. p. 18.
125 Aparte de las recopilaciones históricas elaboradas por las órdenes religiosas, que incluyo en el apartado
bibliográfico, pocos son los estudios sobre la actuación misionera. Estudio de las misiones entre los guarayo
son: Walter Hermosa Virreira. Los Pueblos Guarayos. La Paz, Emp. Ed. «Universo», 1950 y Los Pueblos
Guarayos. Una tribu del Oriente boliviano. La Paz, Academia Nacional de Ciencias de Bolivia, 1972.
Estudio de las misiones entre los chiriguano son: Lorenzo G. Calzavarini. Nación chiriguana. Grandeza y
ocaso. Cochabamba, Ed. Los Amigos del Libro, 1980. Sin embargo, la historiografía más novedosa es la
escrita, entre otros, por Thierry Saignes y Erick D. Langer, quienes se han ocupado tanto del análisis
intramisional como de las funciones de las misiones en la construcción de la Bolivia republicana, en Th.
Saignes. «Las sociedades de los Andes orientales frente al Estado republicano: el caso chiriguano (s. XIX)»
en J. P. Deler e Y. Saint-Geours (comps. ). Estados y Naciones en los Andes. Lima, IEP/IFEA, 1986, V. 1,
pp. 173-203 y Ava y Karai. La Paz, Hisbol, 1990, Caps. 3 y 6; E. Langer. «Franciscan Missions and
Chiriguano Workers. Colonization, Acculturation and Indian Labor in Southern Bolivia», The Americas, 43
(Washington, 1987), pp. 305-322; «Missions and the Frontier Economy: The Case of the Franciscan
Missions among the Chiriguanos, 1845-1930» en E. D. Langer and Robert H. Jackson (ed.). The New Latin
American Mission History. Lincoln and London, University of Nebraska Press, 1995, pp. 49-76.
126 Colección. — oficial de leyes, decretos, órdenes, resoluciones, etc. que se han expedido para el
régimen de la República Boliviana, reimpresa por orden del Gobierno. Paz de Ayacucho, Imp. del Colegio
de Artes dirigida por el ciudadano Bernardino Palacios, 1834, T. 2, pp. 230-231.
127 Colección. — oficial de leyes... 1835. T. 3, pp. 118-119.
128 Explícita mención de la ley en el informe del fiscal de la República sobre el Reglamento de Misiones
aprobado por el Ejecutivo en 1871, A. Ercole. Ob. cit. pp. 12-13.
129 Son varios los trabajos en que se menciona el papel de Herrero, aunque probablemente la síntesis más
lograda, claramente apologética por otro lado, es la debemos a Odorico Saiz Pérez. «El padre Andrés
Herrero y la restauración de los colegios franciscano-misioneros del Perú y Bolivia (1834-1838)», Archivo
Ibero-Americano, Año LVII, T. LVII. n°225-226 (Madrid, 1997), pp. 541-564. Por lo que respecta a las
relaciones del gobierno de Santa Cruz con la Santa Sede ver Manuel Frontaura Argandoña. La
Confederación Perú-boliviana, el mariscal Santa Cruz y la Santa Sede. La Paz, Emp. Ed. Urquizo, 1977.
130 Cartas de presentación, junto a la Epystola Encyclica ad Eratres Omnes de Observantia S. P. N.
Francisci. Roma, 1834, y correspondencia cruzada entre el superior franciscano en Roma, la Secretaria de
la SCPF y A. Herrero, además de otros documentos sobre el tema en ASCPF. SRNC. AM. Vol. 6. Años
1826-42, ff. 185-240rev.
131 Dos de ellos se quedaron en Chile para la restauración de las misiones de Chillán, siendo los restantes
repartidos entre el colegio de La Paz (seis religiosos), y dos para los colegios de Tarata y Tarija. Breve
reseña en la que Herrero hace una historia de sus viajes es el impreso (30.11.1836), en ASCPF. SRNC. AM.
Vol. 6. Años 1826-42, ff. 239-240rev.
132 Ver cap. 2, nota 107.
133 Documentación en AAEESS. América III. Bolivia. Años 1836-39. Fasc. 195, ff. ΙΟ19rev. Ver también
el escrito del guardián del convento de La Paz a su superior en Roma (1.09.1836), en ASCPF. SRNC. AM.
Vol. 6. Años 1836-42, ff. 227-228, ff. 247 y ss.
134 Bretón reclamó y obtuvo del gobierno boliviano (decreto 4.12.1838) el reconocimiento de su autoridad
sobre los franciscanos, en calidad de vice-comisario de misiones. Conviene matizar que, en el mismo texto
se señaló que los ordinarios diocesanos tenían jurisdicción sobre las misiones existentes en sus respectivos
distritos «con arreglo a las leyes nacionales» y capacidad para regular el servicio de los religiosos
conversores, en ASCPF. SRNC. AM. Vol. 6. Años 1836-42, ff. 369-377. Ver también AAEESS. América
III. Bolivia. Años 1837-43. Fasc. 196, ff. 40-50. Sobre el conflicto en La Plata ver, a título indicativo, la
carta del guardián del Colegio de Tarija (Tarija, 25.03.1856) en ASCPF. SRNC. AM. Vol. 9. Años 1854-56,
ff. 843-848.
135 R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 11-16.
136 José Ma Linares. Exposición que presenta al Congreso Constitucional de 1840 el Ministro Secretario
de Estado en el Departamento del Interior y Relaciones Exteriores. Sucre, Imp. de La Libertad, 1840, p. 10.
Palabras similares fueron pronunciadas en la mayoría de memorias ministeriales y mensajes presidenciales
al Congreso. Sirvan como ejemplo los de J. Ballivián. Mensaje del Presidente de Bolivia a la Convención
Nacional reunida en 1843. S. 1. Imp. de Beeche y Cía, 1843, p. 14 y Mensaje del Presidente de Bolivia a
las Cámaras Legislativas del año de 1846. Sucre, Imp. de Beeche y Cía, 1846, p. 2, y veinte años después
por José Ma de Achá. Mensaje — del Presidente Provisorio de la República de Bolivia a la Primera
Asamblea Constitucional reunida en la capital Sucre en 1862. Cochabamba. Tip. de Gutiérrez, 1862, pp. 5-
6.
137 El decreto aprobó un reglamento para el «depósito y administración del ramo de Bulas» en el que se
dieron varias disposiciones relativas al funcionamiento de las misiones que nunca se pusieron en práctica
por ser incompatibles con la legislación dictada por la SCPF, como reconoció el legislativo boliviano con
motivo de la aprobación del reglamento de misiones (1871). En A. Ercole. Ob. cit. p. 16.
138 Manuel J. Asín. Esposición que el Ministro de Estado en el despacho del Culto e Instrucción Pública
presenta al Congreso reunido en 1848. Sucre, Imp. de Beeche y Cía, 1848, p. 9.
139 Ver la ley aprobada por el gobierno Ballivián relativa a la cóngrua sustentación de los misioneros el
21.09.1846, en Colección. — oficial de Leyes... 1863, T. XI, pp. 189-190. El art. 1 de la ley que autorizó al
Ejecutivo a aprobar la cóngrua a los curas conversores de las misiones establecidas o por fundar, mencionó
que tal disposición debía permitir cumplir la ley de 6.11.1844 que creo, se refiere a la actuación misional,
pero que no he localizado.
140 Ver la correspondencia cruzada entre el convento de Potosí, el arzobispo de La Plata, el ejecutivo
boliviano, la SCPF y la Congregación de AAEESS, en ASCPF. SRNC. AM. Vol. 8. Años 1847-53, ff. 226-
229rev., 312-322rev., 345-350rev. 415 y rev., 551-552rev., 585-586rev., 621-622rev.
141 Una recopilación documental que incluye las gestiones hechas a mediados de siglo xix por Andrés de
Santa Cruz, representante boliviano ante la Santa Sede, es Humberto Vázquez Machicado. La diplomacia
de Bolivia ante la Santa Sede. El Mariscal Santa Cruz, diplomático en Europa. La Paz, Lib. Ed. Juventud,
1991.
142 Giannelli fue encargado, además, de acompañar como «pacificador» a la expedición al Pilcomayo
emprendida por entonces por el coronel A. Rivas. Ver nota 46 de este capítulo, y relación de Giannelli en A.
Corrado. Ob. cit. T. II, pp. 417-432.
143 La mayoría de los informes o memorias presentadas por el Ministerio encargado de las misiones -
Interior, Culto, Gobierno, según las épocas- mencionaron regularmente la «protección» dada a las misiones
y se hicieron eco de las que se fueron fundando por todo el territorio.
144 Basilio de Cuéllar. Memoria que el Ministro de Estado en el despacho de Interior y Culto presenta a
las Cámaras Lejislativas de 1857. Sucre, Imp. de Beeche, 1857, p. 10.
145 R. Sans. Memoria histórica del Colegio de misiones de San José de La Paz. La Paz, Imp. de «La Paz»,
1888, p. 149.
146 A. Corrado. Ob. cit. T. 11, p. 362.
147 Estanislao Simonetti. Misión del Parapití Grande. Informe elevado al Supremo Gobierno por el R. P.
Comisario Prefecto de Misiones del Colejio de Propaganda Fide de Potosí. Santa Cruz, Imp. de Cayetano
R. Daza, 1877, p. 7. El informe de Simonetti sirvió de base para la denuncia de los actos contra los
indígenas en El Cruzado, V, 21 (Sucre, 10.08.1879), pp. 171-172.
148 Ley aprobada por la Asamblea Constituyente (9.09.1871) -sancionada por el Ejecutivo al día siguiente-
por la que se autorizó al gobierno Morales a aprobar el Reglamento de Misiones, y resolución de
13.09.1871, en Anuario. — de Supremas Disposiciones de 1871. La Paz, Imp. de la Unión Americana,
1872, pp. 82-85.
149 Carta de Q. Miranda (Sauces, 20.12.1889) al prefecto en «Expediente relativo a los conflictos en torno
a la misión de Santa Rosa de Cuevo, en ACCB. Documentos n° 150 y 151.
150 A. Ercole. Ob. cit. p. 6.
151 Reflexiones sobre los varios Reglamentos de Misiones en Bolivia, su contenido y los cambios
introducidos a lo largo del tiempo en mi trabajo «Estado boliviano, misiones católicas e indígenas
amazónicos. Una reflexión sobre los reglamentos misioneros y la secularización en la prefectura de
Guarayos (1871-1939)», en John R. Fisher (ed.). Actas del XI Congreso Internacional de AHILA. Liverpool,
AHILA/Instituto Estudios Latinoamericanos. Universidad de Liverpool. 1998, V. I, pp. 248-265.
152 Memorial enviado al Ejecutivo (Sucre, 20.07.1871) en A. Ercole. Ob. cit. p. 5.
153Ibíd. p. 6.
154Ibíd. p. 7.
155 Nota del arzobispo de La Plata (Sucre, 24.07.1871) que junto al reglamento fue enviado al ministro de
Justicia y Culto, en A. Ercole. Ob. cit. pp. 9-11.
156 La sanción presidencial vino precedida de la ley de la Asamblea Nacional (9.09.1871) autorizando al
Ejecutivo para que diera aprobación definitiva del Reglamento, que había pasado por el juicio previo del
fiscal de la República, como puede seguirse en A. Ercole. Ob. cit. pp. 12-13 y 18-19.
157 A. Ercole. Ob. cit. p. 15.
158Ibíd. p. 16. La tesis fue mencionada también por Melchor Terrazas. Memoria del Ministro... 1872. p. 8.
159 A. Ercole. Ob. cit. p. 24.
160 M. Terrazas. Memoria del Ministro... 1872. p. 8.
161 Agustín Aspiazu. Memoria presentada a la Asamblea Constituyente de 1877 por el Ministro de
Justicia. Culto e Instrucción Pública D. —. La Paz, Imp. de «El Ciudadano» dirigida por M. González,
1877, p. 21.
162 Además de los datos estadísticos recogidos en las historias de las misiones citadas a lo largo del
capítulo tenemos los que figuran en los informes ministeriales al Congreso.
163 Resolucion de 14.04.1871 autorizando al Colegio Misionero de Potosi a hacerse cargo de las misiones,
en Anuario. — de Supremas Disposiciones de 1871. La Paz, Imp. de la Union Americana, 1872, p. 31.
164 Angelico Martarelli. El Colegio Franciscano de Potosí y sus misiones. La Paz, s.i. 1918 [ed. orig.
1889], pp. 132-146.
5 La difícil nacionalización de los
Orientes bolivianos, 1880-1930
1La década de los ’80 se inició con el acceso al poder de las élites conservadoras
chuquisaqueñas –en estricto sentido fue en 1884 con la victoria electoral del
segundo productor de plata del país, Gregorio Pacheco– que, como diversos
estudios han señalado, promovieron una política modernizadora de la economía
y la sociedad boliviana como no tuvo parangón en el pasado. La presencia de los
empresarios mineros en el Congreso de 1880 tradujo el progresivo interés de los
mismos en la política nacional pues, rotos sus vínculos con el capital chileno tras
la Guerra del Pacífico, viendo interrumpidas sus exportaciones, se vieron
obligados a asumir que sus intereses como grupo hegemónico pasaban por la
implantación de un gobierno estable y sólido desde el punto de vista financiero,
que, además, pudiera contribuir a la financiación de las redes ferroviarias, vitales
para la explotación de los recursos mineros. El crecimiento que se produjo en
este sector provocó un aumento de la demanda de alimentos y mano de obra, que
se tradujo en un incremento de la producción no sólo de granos, sino también de
la agricultura comercial; esta expansión agrícola se vio favorecida por las
conexiones ferroviarias que le abrieron nuevos mercados. Así, como
consecuencia directa del aumento de la demanda de productos agrícolas, se
produjo el gran asalto a las tierras de comunidad, tanto en las tierras altas como
en los valles adyacentes. 1
2El proyecto político conservador alcanzó también a los Orientes a consecuencia,
regiones del norte y noroeste es que las primeras instrucciones dadas al delegado
Aguirre se refirieron exclusivamente a aquellas. Entre otros objetivos, este debía
recabar información sobre, primero, el estado de las estradas caucheras con
vistas a la elaboración de un reglamento para el arrendamiento y explotación de
las mismas, y la disponibilidad de tierras baldías; en segundo lugar, y
constatando la importancia del contrabando existente y, por ende, la ineficacia
del sistema aduanero en la región, el delegado debía indicar los puntos más
adecuados para el establecimiento de las aduanillas y guarniciones necesarias
para el buen funcionamiento de aquellas; en tercer lugar, y con el objetivo de
preservar las fronteras externas de la expansión brasileña, debía reconocer los
límites como paso previo a la restauración de los fortines que debían preservar la
soberanía boliviana; finalmente, debía recabar los datos necesarios para la
elaboración de un memorándum que evaluase la importancia de los recursos
naturales existentes capaces de atraer inmigración extranjera. 17 En suma,
cuestiones prioritarias para el Ejecutivo fueron las relativas al reconocimiento y
protección de las fronteras y el cobro de los impuestos y derechos fiscales
procedentes del comercio con el exterior. Ninguna de dichas instrucciones afectó
a la empresa de Suárez Arana en el Sudeste. 18
11La inspección realizada en el departamento cruceño permitió a Aguirre
constatar el fraude constante en las aduanas y la decadencia de la economía
regional como consecuencia de la disminución de brazos «enganchados» para el
trabajo en las explotaciones caucheras del Beni. 19 Y, a propuesta del delegado,
el Ejecutivo resolvió (14.07.1884) trasladar las aduanas de San Ignacio y
Santiago de Chiquitos a San Matías y Puerto Suárez respectivamente, establecer
un contingente militar junto al río Grande, y aprobar algunas medidas fiscales
tendientes a evitar el fraude detectado. 20
12Por lo que se refiere al departamento del Beni, Aguirre constató la decadencia
16El prolijo informe del delegado Aguirre, más allá de ofrecer un panorama del
estado de las regiones orientales, bastante desolador por cierto, denunció
explícitamente la incapacidad de los gobiernos precedentes para implementar
una política oriental. Esta situación era resultado, en su opinión, de la
incompetencia del poder civil para implementar su política y ejecutar el
contenido de las innumerables disposiciones legales, bien por la escasez y/o
nulidad de recursos económicos fijados para tal fin, bien por la desorganización
política reinante en muchos de los territorios orientales. 31 El advenimiento de
la nueva administración Pacheco provocó la renuncia de Aguirre al cargo al
presumir que los nuevos gestores «volverían al viejo sistema de demoler cuanto
a su paso encontrasen». 32 ¿Serían los gobiernos «conservadores» capaces de
implementar una política oriental efectiva?
17Los apartados que siguen pretender dar respuesta al interrogante, estudiando el
contenido de la política diseñada y/o implementada desde 1880 hasta 1899 por
las diversas administraciones que, en principio, hicieron de la ocupación y
colonización de los Orientes una cuestión prioritaria. Indicadores de tal
afirmación son el vasto aparato legal aprobado por el Legislativo y Ejecutivo
bolivianos a lo largo de estos años, y las numerosas iniciativas tomadas por
entonces en relación con la cuestión. Veamos pues, en un primer apartado, los
aspectos centrales de dicha política, de la que formaron parte el fomento de
exploraciones y apertura de vías de comunicación, las disposiciones relativas a la
venta y concesión de tierras, de las que, sin duda, la más emblemática fue la ley
de 13.11.1886. Las medidas relativas al acceso a las tierras colonizables fueron
acompañadas por otras referentes a los instrumentos utilizados por el Estado
para la implementación de la colonización -colonias militares, misiones católicas
y colonias industriales- y el impulso a la inmigración extranjera. Finalmente, el
proyecto oriental conservador pasó también por una redemarcación político-
administrativa del territorio, como consecuencia, en gran medida, de la
necesidad del Estado boliviano de nacionalizar regiones donde su presencia era
una entelequia, y donde la progresiva ocupación por productores extranjeros
constituía una seria amenaza para el mantenimiento de la soberanía boliviana
que, no olvidemos, había recibido un grave correctivo tras el conflicto del
Pacífico.
5.1.1. Los Orientes en el pensamiento y acción política de
los gobiernos «conservadores»
18Fue a mediados de los ’80 cuando el diputado por Caupolicán, Carlos Bravo,
5.1.1.1.1. Exploraciones
24La década de 1880 fue propicia para el desarrollo de expediciones que, con el
objetivo de reconocer el territorio y en busca de salida al Atlántico, se
desarrollaron fundamentalmente en el nor/noroeste y sur/sudeste bolivianos.
25Las planicies del Gran Chaco, limitadas por el Paraguay y el Bermejo, sobre
gran parte de las cuales Bolivia pretendía tener derechos territoriales, recibieron
la visita de numerosas expediciones que, obedeciendo a motivos geopolíticos y/o
económicos, pretendieron descubrir la mejor vía de comunicación con el
Atlántico por la vía del Plata, vía reiteradamente defendida en esos años por
Santiago Vaca Guzmán. 50 Exploraciones significativas fueron las
protagonizadas en la década de 1880 por Jules Creveaux, Daniel Campos y
Arthur Thouar de las que resultaron la fundación de los fortines Creveaux,
Quijarro y Campero. 51 El primero de esos exploradores, reputado médico de la
Marina francesa y encargado por su gobierno de explorar el alto Paraguay y
algunos ríos de la cuenca amazónica, se ofreció a la legación boliviana para
dirigir una expedición al Pilcomayo tras la lectura de un opúsculo de Santiago
Vaca Guzmán defendiendo la salida de Bolivia por la cuenca del Plata. Con el
apoyo de las autoridades departamentales de Tarija y de los misioneros
franciscanos, y con un pequeño contingente de voluntarios, la expedición salió
en marzo de 1892 con destino al Chaco; tras una parada en la misión de San
Francisco del Pilcomayo, los expedicionarios pasaron por Bella Esperanza y
arribaron a Cabayu-Repoti, en cuyas cercanías se vieron detenidos por los tobas
que, acabaron prácticamente con todos ellos. 52
26A inicios del año siguiente, Daniel Campos, como comisario nacional y
delegado gubernamental para la visita de las misiones ubicadas en la frontera de
Tarija, recibió el encargo de organizar una exploración al Chaco con el objetivo
de reconocer la región, construir fortines en Teyó, Cabayu-Repoti y Piquirenda
y, finalmente, dejar expedito el camino entre Caiza y Teyó. La expedición contó
también como «asesor científico» con el geógrafo francés Arthur Thouar, quien
había sido encargado por su gobierno de buscar los restos de Creveaux. Los
expedicionarios salieron de Tarija (julio de 1883), y siguiendo la ruta San Luis-
Caraparí-Aguayrenda llegaron a Caiza, desde donde continuaron rumbo al
Pilcomayo, en cuya margen derecha fundaron la colonia Creveaux, con parte de
los miembros de la expedición. El resto siguió siempre por la margen derecha
del Pilcomayo hasta la altura de Cabayu-Repoti, donde se emplazó un nuevo
fortín –colonia Quijarro–, prosiguiendo por el Piquirenda, en cuyos márgenes
Campos dispuso la fundación del fortín Campero. Finalmente, y tras sufrir los
ataques continuados de los toba –que conocemos por relatos donde la épica de la
conquista está siempre presente–, los restos de la expedición llegaron a mediados
de noviembre a Asunción. 53 En los años siguientes Thouar, encargado por los
gobiernos argentino y boliviano del reconocimiento del Pilcomayo y del Chaco
Boreal, dirigió otras expediciones. 54 La más significativa fue la realizada en
1886-87 para la conclusión del camino Puerto Pacheco-Sucre, ruta hasta
entonces abierta en tres tramos, 55 y que, por entonces, no pudo ser completada
ni por la expedición Thouar ni por la protagonizada por el administrador de
Puerto Pacheco, Zenón Calvimontes. 56
27En la lista de exploraciones del sudeste boliviano no pueden faltar las
efectuadas por Miguel Suárez Arana quien, como representante de la Empresa
Nacional del Oriente solicitó a mediados de los ’80 autorización para construir
un puerto sobre la margen derecha del Paraguay, establecer una línea de
navegación y abrir un camino entre aquel puerto y la ciudad cruceña. 57 Tras
obtener la garantía de Santiago Vaca Guzmán –a la sazón representante
boliviano en Buenos Aires–, obtuvo el capital necesario para la compra de tres
vapores y el concurso de Antonio Quijarro –con el que, sin embargo, mantendría
una dura pugna por el control económico de la región– y Antonio Vaca Díez –
miembros también de la expedición–, junto con los cuales remontó el Paraná y
Paraguay, y arribó a Chamacoco, el antiguo Puerto Vargas rebautizado entonces
como Puerto Pacheco en honor del presidente boliviano. 58 Este lugar, como es
sabido, fue ocupado en 1888 por las tropas paraguayas. Sin embargo, el exceso
de gastos determinó la pérdida del apoyo gubernamental para el proyecto de
Suárez Arana quien, ante la falta de capitales propios, acordó con el gobierno
boliviano la cesión de todos sus derechos a cambio de la propiedad de 225
leguas cuadradas de tierras baldías en el departamento de Santa Cruz y el Chaco,
además de la mitad del producto de los ingresos aduaneros obtenidos en los
puertos Pacheco, la Gaiba y Suárez y en los que se establecieran en la margen
derecha del Paraguay por el tiempo de 15 años a partir de inicios de 1888. 59
28En segundo lugar, y por lo que se refiere al norte y noroeste, las dos últimas
décadas del siglo xix vieron la realización de gran cantidad de exploraciones
oficiales y privadas protagonizadas por propietarios caucheros, como Antenor
Vázquez o vinculados con la empresa de Nicolás Suárez Callaú, 60 militares y
representantes políticos bolivianos en la región como José Manuel Pando y
misioneros como Nicolás Armentia. Estas expediciones fueron consecuencia del
interés gubernamental en conseguir informaciones con vistas a la defensa de la
soberanía boliviana en regiones de imprecisas fronteras, y de las élites de
Cochabamba y Santa Cruz, deseosas de mejorar la comunicación con el Beni.
61
los ’80, por el franciscano Nicolás Armentia, quien recogió amplia información
sobre la geografía, los pueblos –denunció la despoblación a consecuencia de la
entonces incipiente extracción cauchera– y los recursos económicos. 62 Las
descripciones del Madre de Dios, Beni y algunos de sus tributarios, así como los
datos recogidos sobre las entradas efectuadas hasta entonces en la región,
sirvieron de base para las reivindicaciones territoriales de Bolivia frente al Perú.
De hecho, su publicitada obra Límites de Bolivia con el Perú por la parte de
Caupolicán fue redactada como refutación a las pretensiones peruanas
planteadas por Claudio Osambela en 1896, y, en la obra, Armentia sólo admitió
la existencia de un diferendo en la zona comprendida entre la desembocadura del
Inambari y las nacientes del Yavarí. 63 Las expediciones del misionero –y
futuro obispo de La Paz (1901)– contaron, además, con el patrocinio económico
del gobierno boliviano y las ayudas prestadas por los caucheros, especialmente
de Antenor Vázquez. 64
30José Manuel Pando, por su parte, viajó por el noroeste en sucesivas
expediciones a lo largo de los ’90, tras obtener del gobierno boliviano un
contrato para la exploración de la región y ríos nororientales, 65 y en la primera
década del siglo xx tras su nombramiento (1905) como delegado nacional en los
territorios del Noroeste. Recorrió la región navegando por el Beni, Madre de
Dios, Orton, Tahuamanu y Heath, tanto con fines exploratorios como políticos,
puesto que los datos obtenidos sirvieron para adquirir información sobre toda la
zona y dictar la medidas necesarias para la defensa de la soberanía boliviana. 66
Así sucedió en la expedición que le llevó en 1893 y 1894 a recorrer la región
limítrofe con el Perú en el Madre de Dios, a la que volvió en 1897-98,
proporcionando amplia información no sólo sobre la geografía y vías de
comunicación, sino también sobre el estado socioeconómico de la región. 67
31Largo sería el relato también de las numerosas expediciones privadas
emprendidas por empresarios caucheros como Antenor Vázquez, la empresa de
los hermanos Suárez y Antonio Vaca Díez –quien perdió su vida en el Urubamba
en 1897 junto con el peruano Carlos Fitzcarrald– que, a la búsqueda de gomales,
viajaron o financiaron expediciones por el norte y noroeste bolivianos. 68 Por
último, después de la creación de la Delegación Nacional en el Noroeste (1890),
fueron también numerosas las exploraciones oficiales por toda la región con el
objetivo explícito, como sucedió en el caso de las expediciones de Pando, de
obtener información con vistas a la defensa de la soberanía frente a las
pretensiones peruanas. 69
32Finalmente, entre las numerosas expediciones extranjeras debemos mencionar
las efectuadas por Edwin R. Heath en el Beni, Madre de Dios y tributarios, entre
1879 y 1881, de gran importancia para conocer la navegabilidad del primero, el
clima y la expansión del frente cauchero en toda la región. 70 Las
informaciones proporcionadas por Heath relativas al territorio y sus vías
fluviales, particularmente en el bajo Beni, permitieron la expansión de las
barracas caucheras en la región y en los territorios bañados por el Madre de Dios
y Orton, en los primeros años ’80, e hicieron posible que las áreas de explotación
del caucho boliviano, hasta entonces separadas, quedaran unidas de facto.
Importante expedición fue también la del brasileño Antonio R. P. Labre (1887) a
la zona comprendida entre el Beni y Madre de Dios, y del alemán Pablo
Ehrenreich al Purús en 1888; 71 las exploraciones del italiano Luigi Balzan,
quien, en 1890-92, recorrió la región con el patrocinio de la Sociedad Geográfica
Italiana; 72 y la expedición del ingeniero francés André Bresson –encargado de
estudios ferroviarios en varios países andinos–, que recorrió el norte boliviano y
preparó incluso un trazado ferroviario para superar las cachuelas del Madeira.
73
33Si hay un tema que ocupó la atención de las élites políticas y económicas
bolivianas en las dos últimas décadas del siglo xix ese fue, sin duda, el de las
vías de comunicación, que deberían servir a la «realización del grande hecho
transformador del Oriente». 75 De hecho, las exploraciones que se llevaron a
cabo en la cuenca del Amazonas y del Plata tuvieron como objetivo fundamental
facilitar la apertura y desarrollo de las mejores rutas viarias y fluviales, tanto
para la exportación de los productos bolivianos como para la mejora de las
comunicaciones internas que, partiendo de Cochabamba, Sucre o Santa Cruz,
permitieran el traslado de mercancías y mano de obra a las por entonces ricas
regiones gomeras del norte y noroeste, o desde Potosí, Santa Cruz y Tarija
facilitaran el comercio con la vecina Argentina. Paralelamente a la búsqueda de
rutas que permitieran reducir las jornadas de viaje, tema destacado en el debate
público fue la sustitución de la «mula, el asno y la llama» 76 por el nunca
suficientemente publicitado ferrocarril, y la incorporación del vapor a la
navegación fluvial. En este proyecto, inspirado tanto en móviles económicos –
prioritarios en relación con la producción y comercialización de las gomas–
como geopolíticos –la tradicional mediterraneidad del país se había agudizado
tras la pérdida del litoral pacífico–, convergieron también los grupos financieros
internacionales que, interesados en la explotación del caucho y el acceso a
territorios aptos para la colonización, propusieron la construcción de líneas
ferroviarias en diferentes zonas de la república. Estos grupos desarrollaron
activas campañas de propaganda y presiones sobre los gobiernos republicanos,
en gran medida gracias a su alianza con individuos o empresas nacionales, como
fueron los casos de Santiago Vaca Guzmán y Antonio Quijarro. 77 Veamos,
pues, las características de la red viaria y los proyectos ferrocarrileros bajo los
gobiernos conservadores.
34Por lo que se refiere a la estructura caminera, todos los informes de los
prefectos departamentales, memorias ministeriales y mensajes presidenciales al
Congreso denunciaron el mal estado de la infraestructura vial, cuando no su
inexistencia, especialmente en las regiones orientales. Repasando el estado de
los caminos en el Beni, el delegado Aguirre señaló (1885) que en su
departamento las rutas utilizadas por entonces para la conexión con la ciudad de
Cochabamba eran tres: la que pasaba por Espíritu Santo y el río Chapare –ruta
privilegiada–, la vía del Sécure hasta su confluencia con el Mamoré, y la vía del
Chimoré. Otra conexión largamente deseada tanto por los grupos benianos como
cochabambinos fue el enlace entre sus respectivas capitales, que se pretendió sin
éxito hasta bien entrado el siglo xx, por las vías de Moleto-San Ignacio y
Limoquije-Santa Rosa. 78 Por lo que respecta a la comunicación del
departamento beniano con Santa Cruz, la ruta privilegiada para el transporte de
ganado fue la que pasaba por Loreto y las misiones de Guarayos, vía dificultada
tanto por la hostilidad de las poblaciones indígenas no sometidas, como por su
impracticabilidad en época de lluvias. Paralelamente, la vía fluvial más
transitada para el transporte de viajeros y mercancías fue la que discurría por el
Piray y el puerto de Cuatro Ojos. Sin embargo, la escasez cíclica de agua en el
Piray, además de las pésimas condiciones del camino carretero a Cuatro Ojos
habían aconsejado buscar rutas alternativas, como la intentada en la década de
1870 por Miguel Suárez Arana por el Guapay, finalmente descartada por las
dificultades que ofrecía para la navegación.
35A lo largo de los años fueron muchas las propuestas que llegaron al gobierno
boliviano para la mejora de las comunicaciones de la república, y de ello buena
muestra tenemos en los informes prefecturales, así como en las memorias del
Ejecutivo al Congreso. Aparte de las relativas a los proyectos ferroviarios en
diversas zonas de la república, aspecto que veremos más adelante, las más
significativas en el período 1880-99 fueron las que tenían que ver con el norte
boliviano. Entre ellas podemos citar las promovidas por el empresario cauchero
Antonio Vaca Díez en 1888 –por entonces era senador por el Beni–, 79 cuando
solicitó el apoyo gubernamental para, entre otras cuestiones, establecer la
navegación a vapor en el Beni y el Madre de Dios, y abrir dos caminos
carreteros desde Florida –enclave entre Riberalta y Cachuela Esperanza– a lo
que hoy se denomina Guayaramerín –¡que sería concluida en la década de
1960!– y Exaltación –para el acarreo de ganado–. 80 De hecho, el prefecto del
Beni, Eulogio Arze, señaló en su informe de 1890 que la solución a la
decadencia económica por la que atravesaba el departamento sólo podía
proceder de la apertura de vías que facilitaran el acceso a los centros comerciales
del interior del país –citó los radicados en Santa Cruz, Cochabamba y La Paz– y
al exterior, y la inmigración que propiciaría la explotación de los recursos
naturales y el crecimiento económico. 81 Fue una tesis compartida en la misma
época por el cauchero Vaca Díez para quien la causa fundamental de la
postración de la región era la escasez de brazos como consecuencia de las
difíciles y/o inexistentes vías de comunicación: «No hai [sic] población porque
no hai [sic] caminos, ni vías fluviales espeditas [sic] para la comunicación; no
hai [sic] caminos, ni vías fluviales porque no hai [sic] población». 82 Vaca Díez
sostuvo, de hecho, la necesidad de impulsar la mejora de los caminos y de la
navegación fluvial, en detrimento de las vías ferroviarias, al considerar que estas
eran por entonces irrealizables dada la ingente cantidad de capitales que exigían.
Respondiendo a este objetivo, el mismo empresario cauchero solicitó (1893) al
Congreso una nueva concesión de tierras gomeras –que le fue denegada– a
cambio de la construcción de diversos caminos de herradura y carreteros, 83
como podemos observar en el mapa 16.
Mapa 16. Proyecto de vialidad en el Noroeste boliviano, de A. Vaca Díez, 1893
la construcción de dos caminos, uno que uniera Santa Cruz y Laguna Cáceres
(aquí sentó las bases de lo que sería más tarde Puerto Suárez), y otro que
vinculara Lagunillas con Santiago de Chiquitos. Sin embargo, como bien señala
Fifer, según los términos del tratado de 1867 con Brasil, Laguna Cáceres
quedaba sin acceso directo al río Paraguay; 84 esta fue la razón por la que
Suárez Arana buscó un nuevo lugar, más al sur, donde tras una nueva concesión
fundó a mediados de 1885 Puerto Pacheco, que, como se ha dicho, fue ocupado
por fuerzas paraguayas en 1888. 85 En suma, aunque podrían citarse muchos
proyectos de vías de comunicación, las grandes estructuras viarias quedaron por
varios años en el papel, como podemos observar en el mapa 17, en el que figura
la red caminera boliviana a fines del siglo xix.
37Por lo que se refiere al ferrocarril, tampoco fueron significativos los logros a
pesar de la continuada atención que la prensa y el Congreso dedicaron al tema.
Es bien sabido que el único tendido construido bajo la etapa conservadora fue el
que, respondiendo al interés exportador de los empresarios mineros, unió Oruro
con la chilena Antofagasta vía Uyuni, proyecto concluido en 1889-92. 86 Por lo
que respecta al resto de proyectos, las vías más publicitadas fueron la del norte,
Madeira-Mamoré, proyectada en los ’70, confiada a la empresa Church que
como vimos en el capítulo anterior, fue definitivamente abandonado a fines de
dicha década. 87 Sin embargo, con la expansión del frente cauchero en las
regiones del Madeira, Beni y Acre, el interés en buscar una vía rápida para la
exportación de la goma se hizo perentorio, pues, hasta entonces, la mayor parte
del caucho boliviano seguía la difícil ruta del Madeira, salvo una pequeña parte
que, a espalda de porteadores y lomo de mulas, llegaba al altiplano primero y
después al puerto peruano de Moliendo. El ferrocarril se presentó como la
solución al obstáculo que suponía la existencia de las cachuelas del Madeira,
pues, como señaló el ministro de Colonización, «la colonización de la región
setentrional [sic] se halla subordinada a la construcción del ferrocarril del
Madera y Mamoré». 88 De ahí los varios proyectos presentados al respecto que,
sin embargo, sólo se hicieron efectivos, parcialmente, bajo las administraciones
liberales como veremos en su momento. Finalmente, fueron también muchos los
proyectos de construcción de vías férreas en el sur/sudeste, cuya mención figuró
incluso en el Reglamento de Colonias dado por Aniceto Arce (10.03.1890), 89
aunque ninguno se hizo efectivo por entonces. 90
Mapa 17. Principales vías de comunicación en Bolivia, 1898
Leyenda 1. La Paz
2. Viacha
3. Guaqui
4. Huaycho
5. Soraia
6. Apolo
7. Rurrenabaque
8. Trinidad
9. Coroico
10. Chulumani
11. Oruro
12. Uyuni
13. Potosí
14. Tanja
15. Sucre
16. Padilla
17. Samaipata
18. Santa Cruz
19. Puerto Suárez
20. Yacuiba
21. Cochabamba
22. Totora
23. Guanay
Fuente. Elaboración propia a partir de J. C. Roux. La Bolivie Orientale. Paris/Montreal. L’Harmattan, 2000.
p.79.
últimas décadas del siglo xix fue atribuir los males del país, el estancamiento
económico, el poco peso de Bolivia en el escenario internacional, la pérdida de
territorios, etc. a la escasa población y al abandono estatal y privado de extensas
regiones al control de las «tribus salvajes». Como se ha venido insistiendo en las
páginas precedentes, el proyecto orientalista conservador tuvo como objetivo
último la colonización de los territorios fronterizos y el sometimiento de las
poblaciones indígenas, al mismo tiempo que atraer a Bolivia una corriente de
inmigración extranjera que habría de permitir el progreso del país. En
consecuencia, a lo largo de la etapa 1880-99, los poderes públicos emitieron una
ingente cantidad de disposiciones para «regular» el acceso a las tierras
colonizables y posibilitar así el incremento de la población y el crecimiento
económico del país. Veamos pues ahora la legislación relativa a las tierras
baldías y la normativa dictada con respecto a la inmigración extranjera que debía
ocupar y explotar aquellos territorios.
39Por lo que respecta a la colonización, dejando de lado todas las cuestiones
bolivianos nos permite comprobar que esta política venía dictada, en gran parte,
por la necesidad de mano de obra para las explotaciones caucheras 113 que,
como bien sabemos, siguiendo la lógica extrema del capitalismo, pretendía el
máximo beneficio con el menor costo y en el menor tiempo posible. Los
inmigrantes tampoco llegaron esta vez, y cuando lo hicieron fueron básicamente
asiáticos, con destino a los fundos gomeros. 114 No obstante, claro indicador de
la inconsistencia de la política inmigratoria boliviana es que el primer
«Reglamento de inmigración libre» se aprobó solamente el 15.03.1907.
50Estando por concluir la etapa conservadora, el ministro de Colonización,
Tomás Baldivieso, en su informe al Congreso del 98, denunció las limitaciones
del proyecto colonizador al afirmar que el Ejecutivo del que formaba parte se
había limitado a tomar medidas de «mera ejecución» de la ley de 13.11.1886
relativa a grandes exploraciones y división de tierras colonizables «sin poder
adoptar iniciativas que pudieran dar impulso más vigoroso a la colonización,
pues es cierto que para pretender efectuar innovaciones trascendentes, es
necesario que las disposiciones primitivas... lleguen a constituir una costumbre
en el ánimo del pueblo». 115
relativos a los límites de las delegaciones, se refirió a las funciones a cumplir por
los delegados que fueron, esencialmente, de carácter económico. Efectivamente,
más allá de las consideraciones genéricas sobre la realización de las
exploraciones, fundación de colonias y apertura de caminos, se reiteraron como
tareas prioritarias de la nueva autoridad llevar a cabo un censo de la población y
de los fundos gomeros; el estudio de la región con vistas al establecimiento de
puertos fluviales y sus correspondientes dependencias aduaneras; la aprobación
de impuestos a la exportación de gomas y otros productos; y, finalmente, el
inicio de negociaciones con el Brasil para «ajustar una convención en que se
establezca reglas para el tránsito comercial, recaudación de impuestos y
demarcación provisoria de un límite sobre el río Purús». 123
54Sin embargo, no deja de ser interesante e indicador de la incapacidad
gubernamental para implementar su política, constatar que cuando el gobierno
boliviano puso en práctica dichas medidas –fue el gobierno de Mariano Baptista
en 1893– dictando el reglamento para el funcionamiento de la delegación del
Madre de Dios (decreto 16.05.1893), y aprobando la correspondiente partida
presupuestaria, las antiguas dos delegaciones se fusionaron en la práctica en una
sola, adjudicando a la del Madre de Dios la gestión de los asuntos en los ríos
Acre y Purús. 124 Un estudio de los informes ministeriales y debates
parlamentarios me permite señalar que la causa fundamental de esa «fusión» y
de las dificultades para implementar la política en el Noroeste fue la reiterada
negativa del Congreso boliviano a aprobar las medidas sin las cuales, como dijo
el ministro del ramo en 1896, todas las iniciativas relativas al Oriente no eran
más que «proyectos hábilmente elucubrados», sin posibilidad de ser
implementados hasta que «no se voten los recursos necesarios para afirmar y
desemvolver [sic] estos propósitos». 125
55En cualquier caso, el primer delegado nacional en los Territorios del Noroeste
126 fue, como se ha dicho, Lisimaco Gutiérrez, a quien se encargó la
organización de la delegación con el objetivo de llevar «a las apartadas regiones
septentrionales el imperio de la ley» y la formación de «florecientes colonias»,
127 para lo que se le dieron instrucciones relativas al control de la producción y
58Por lo que se refiere a las colonias militares, las funciones de los fortines como
territorio, como señaló el ministro Paz al Congreso de 1893 al afirmar que, tras
nueve años de implementación de la colonización militar, aquellos «son simples
guarniciones en el desierto, sin más elemento de vida que el soldado», el cual sin
formar una familia, sin estímulo alguno para permanecer en el lugar «resguarda
regiones sobre las que volverá el dominio del salvaje» si a dichos fortines no
seguía una colonización resultado del «interés privado». 142 Dos años después
(1895), el Ejecutivo informó al Congreso de la existencia en las fronteras
orientales de nueve fortines, los existentes en el Chaco (Villa Rodrigo, Bella
Esperanza, Creveaux), en las fronteras de Tarija (Caiza –antigua colonia
Ballivián–), y en las regiones del Oriente (fortines Murillo, la Horquilla, San
Matías, Baptista y fortín del Parapetí), previéndose la fundación de dos nuevos
en el Chapare y Abaroa. 143 Sin embargo, algunos de ellos existían sólo sobre el
papel, como el caso de la Horquilla, Higuerones o Parapetí. 144 Además, el
número de habitantes de dichas «colonias militares» fue siempre muy reducido,
bien por la lejanía de las colonias –tanto entre ellas, como respecto a las
poblaciones ya existentes–, bien por la desatención gubernamental en el pago de
haberes a los soldados, bien por las resistencias que tenían algunos de los jefes
de los fortines a permitir el asentamiento y «disfrute» de las tierras a los colonos
que pretendían hacer uso de ellas. 145 Además, otras razones significativas
fueron las epidemias de diverso signo que azotaron a los pobladores y las
inundaciones periódicas de algunos fortines, fundamentalmente en el Chaco.
146 Considerando esta situación y la gran extensión del territorio no puede
sorprendernos las dudas del ministro Paz sobre la eficacia de dicho sistema
No ofrecen un buen resultado estos fortines de pura y reducida posesión militar y no tienen ni
aún las condiciones necesarias para la defensa de poblaciones por las enormes distancias que les
separan y que impiden la mutua protección. 147
fines de los ’70 y, fundamentalmente, inicios de los ’80, en las riberas de los ríos
Beni, Madre de Dios, Tahuamanu, Orton y Acre.
63Una de las primeras disposiciones relativas a la goma fue la ley de 23.02.1878,
por la que la Asamblea Nacional concedió terrenos a los exploradores de los ríos
orientales, medida cuyo art.2 dispuso que los beneficarios debían «plantear
establecimientos de cultivo o explotaciones de goma, maderas u otros objetos de
exportación» antes de un año y medio de la adjudicación. 150 Esta ley fue
seguida por varias disposiciones tanto sobre el pago de impuestos, como sobre el
acceso y explotación de los bosques gomeros, fundamentalmente en la última
década del siglo xix. No es el caso aquí de hacer una historia de la legislación
gomera, por lo que me ceñiré, por un lado, a un breve comentario sobre las
principales medidas aprobadas, y, por otro, a una sucinta reflexión sobre la
contribución de las explotaciones caucheras a la expansión de la frontera interna,
cuestión que me permitirá abordar, también brevemente, la problemática de la
mano de obra indígena.
64Por lo que respecta a la legislación gomera, entre las principales medidas
sancionadas por los gobiernos «conservadores» bolivianos cabe destacar la ley
de 24.11.1883 –cuyo objetivo principal fue el «reconocimiento» de los indígenas
benianos como propietarios 151 – por la que se fijó un impuesto para el arriendo
de gomales, 152 y se declaró que tras diez años de arrendamiento de los mismos
el arrendatario tenía la posibilidad de adquirir la propiedad de la estrada aunque
sin comprender el terreno, que sólo podría ser consolidado conforme a la ley de
tierras baldías. 153 Fue, sin embargo, durante la década de 1890 cuando se
aprobaron las principales disposiciones, entre las cuales destacan la ley de
10.10.1892, por la que se estableció la caducidad de las adjudicaciones de tierras
gomeras si en los cuatro años posteriores no se iniciaran los trabajos de cultivo,
y se dispuso que los gomales abandonados durante cinco años pasarían a ser
considerados como tierras baldías pertenecientes al Estado. 154 La medida fue
seguida, entre otras, por los decretos de 15.05.1893 y 19.07.1893, que declararon
adjudicables en arrendamiento las estradas –consideradas cada una de ellas como
grupo de 100 árboles productores de goma–, y prohibieron la destrucción de los
árboles; y la ley de 27.11.1893 que fijó en 100 estradas el máximo a otorgar a
una persona, o 1000 estradas a una empresa. 155 Sin embargo, la principal
disposición fue la ley de 12.12.1895 que estableció la forma y condiciones para
la adjudicación de las estradas en los territorios de Colonias, Santa Cruz, Beni,
Cochabamba y La Paz, reglamentada el 30.06.1896, medida que al dejar al
arbitrio de las autoridades departamentales la concesión «en propiedad» 156 de
hasta 500 estradas –la estrada había pasado a ser el conjunto de 150 árboles
gomeros– por persona, y 1000 estradas por empresa, provocaron el surgimiento
de enormes explotaciones. 157
65Por lo que se refiere a la segunda cuestión, el papel de la explotación cauchera
como instrumento de ocupación del territorio, la mayoría de los políticos
bolivianos compartieron las tesis expuestas por el ministro Paz al Congreso de
1895, para quien las barracas eran «establecimientos industriales que por la
afluencia de trabajadores forman núcleos de población vigorosa» por cuanto
donde el gomero «sienta sus reales surje [sic] un núclo de población fija y
estable», siendo el único instrumento de colonización en regiones que por sus
peligros o inaccesibilidad no atraían a la migración común. 158 Por entonces, el
caucho se encontraba en plena expansión en la Amazonia boliviana y se
presentaba, al decir de la mayoría si no la totalidad de los políticos bolivianos,
como talismán que permitiría el progreso de la región y de todo el país.
Evidentemente, la industria gomera pareció presentarse como útil instrumento
para la expansión de la frontera interna al atraer a la región importantes
contingentes de mano de obra que, se dijo, fijándose en el territorio, permitirían
el control del mismo. Estas fueron las razones por las que el ministro Paz
propuso la aprobación de una serie de medidas para el desarrollo y
mantenimiento de la actividad, entre ellas la futura ley de 12.12.1895 ya citada.
Uno de los precios a pagar fue la existencia de la «trata» humana, 159 cuestión
que me permite hacer una digresión sobre la problemática de la mano de obra
indígena.
66Esta cuestión fue reiteradamente expuesta tanto por los misioneros como por
las autoridades departamentales del Beni y Santa Cruz, que denunciaron ya la
explotación de los indígenas, ya la despoblación de dichas regiones como
consecuencia del «enganche» de estos con destino a las regiones gomeras. El
problema mayor radicaba en que la captación de brazos con destino al Madeira y
Noroeste en general provocaba la ruina de las empresas agropecuarias y
actividades comerciales de Santa Cruz y el Beni, que asistían impotentes a la
disminución de la mano de obra. 160 Esta es la razón por la que el gobierno de
Campero, considerando necesaria la tutela de las poblaciones indígenas del Beni,
–«a causa de la especie de trata establecida allí para conducir a los sencillos y
sumisos benianos a las inhospitalarias playas del Madera» 161 – propuso al
Congreso la aprobación de una ley reglamentando la contratación de los peones
que, con algunos cambios, fue sancionada el 24.11.1883. 162 La medida,
elogiada por cuanto obstaculizaba la acción de los «explotadores de gomas», fue
sin embargo criticada por algunos, como el delegado gubernamental en el
Oriente M.Aguirre, que consideraron un error la «absoluta liberación de toda
imposición pública a los naturales» porque al abolir toda obligación de
prestación de trabajo que pesaba sobre los indígenas benianos –a quienes se
reconocía, además, libertad para contratar sus servicios– el Estado boliviano
renunciaba a una acción de tutela sobre ellos. Esta situación, siempre según
Aguirre, era particularmente nefasta para el progreso económico del país, por
cuanto, dada la «independencia semisalvaje» de los indígenas, estos caían en una
«lastimosa ociosidad», privando al comercio y a la industria de mano de obra.
163 En los años siguientes, tanto las autoridades prefecturales como centrales
5.1.2.3. Misiones
68En 1883, José Cardús, otrora misionero entre los guarayos, fue encargado por
sus superiores franciscanos de «visitar» las misiones existentes en Bolivia con el
objetivo de recoger información estadística sobre la población y economía de las
mismas, obstáculos que lastraban su desarrollo y posible solución de los mismos,
etc. encargo probablemente relacionado con el establecimiento de un Vicariato
Apostólico en Bolivia 170 . Por entonces (1884) las misiones franciscanas
existentes en Bolivia ascendían a 19, dependientes de los Colegios de
Propaganda Fide de La Paz (Cavinas, Cobendo, Muchanes, Isiamas, San José,
Santa Ana, Tumupasa), Potosí (San Pascual de Boicovo), Tarata (Ascensión,
Urubichá, Yaguarú y Yotaú), Tarija (Aguairenda, Chimeo, Itau, Macharetí, San
Francisco, Tarairí, Tigüipa), cuya ubicación puede verse en el mapa 18. 171 La
población concentrada en ellas sumaba un total estimado de 9 342 indígenas
bautizados, cristianos 172 y 6 408 infieles, además de 4 628 mestizos,
obviamente cristianizados, radicados en las colonias de Caiza, y los curatos de
Igüembe, Ingre y San Antonio, todos ellos atendidos por 28 sacerdotes
conversores y 2 hermanos legos, como podemos ver en el cuadro 7.
Cuadro 7. Misiones y doctrinas gestionadas por los franciscanos en los Orientes bolivianos, 1884
Leyenda
1. Cavinas
2. Isiamas
3. Tumupasa
4. S. José de Uchupiamonas
5. Muchanes
6. Santa Ana
7. Cobendo
8. Ascensión
9. Yaguarú
10. Urubichá
11. Yotaú
12. S. Pascual Boicovo
13. Macharetí
14. Tigüipa
15. Tarairí
16. S. Fco. Solano
17. Chimeo
18. Itaú
19. Aguairenda
Fuente. J. Cardús. Las misiones franciscanas entre los infieles de Bolivia. Barcelona, Lib. Inmaculada
Concepción. 1886.
69Dada su función de «visitador», Cardús observó los obstáculos fundamentales
70Este párrafo es ilustrativo de las funciones que las misiones habían cumplido y,
del que dependían por entonces las misiones, informó al Congreso de 1885 del
«adelanto intelectual, agrícola e industrial de las nuevas poblaciones que se
establecen en las rejiones [sic] poco conocidas de nuestro territorio», 179 como
consecuencia de la actividad misionera. Esta posición gubernamental se tradujo
en un cambio sustancial de la estrategia utilizada por los gobiernos republicanos
en la política oriental, cambio que se produjo con la ley de 13 de noviembre de
1886, que vinculó explícitamente el establecimiento de las misiones con la
colonización del territorio. La medida, tras recordar que el ministro de
Colonización era el encargado de atender y regularizar el servicio de las colonias
–según el decreto de 22.02.1886– y declarar colonizables todas las tierras baldías
de los departamentos de Chuquisaca, Santa Cruz, Beni, La Paz, Tarija y
Cochabamba, señaló (art. 15) que «Las misiones religiosas existentes y las que
en lo sucesivo se fundaren, quedan sujetas a la protección administrativa del
Ministerio de Colonias». 180 Aunque tradicionalmente el poder político
boliviano había confiado a los misioneros la función reductora de los indígenas
habitantes de sus territorios ignotos, a partir de la citada ley la fundación de
misiones pasó a formar parte, explícitamente, de la estrategia estatal para
ampliar la frontera interna, pensando en ellas no sólo como mecanismos
reductores, y por lo tanto «domesticadores» de la mano de obra indígena, sino
también como centros de colonización por pobladores nacionales o inmigrantes
y, al mismo tiempo, como instrumento de nacionalización del territorio y
defensa de la soberanía boliviana frente a los países limítrofes, en momentos en
que la explotación cauchera había ocasionado la llegada a la Amazonia boliviana
de «productores» brasileños y peruanos.
72La nueva coyuntura hizo más apremiante la solución de tres cuestiones que,
estos problemas.
73Entre las numerosas medidas tomadas por el Ejecutivo boliviano citare, a titulo
de ejemplo, tres. La primera fue la resolucion de 22.11.1892 que ordeno a los
prefectos de Tarija y Chuquisaca garantizar la «propiedad territorial de las
misiones» y la permanencia de los neófitos en ellas, situaciones vulneradas por
los «propietarios vecinos» de las provincias del Gran Chaco y Azero, interesados
en expandir sus tierras y acceder a la mano de obra indigena sin la mediacion
misionera. 186 La segunda fue la resolucion de 13.06.1893 que, con el objeto de
acabar con los abusos de los ganaderos de la provincia de Azero que invadian los
terrenos misionales, faculto a las misiones a verificar el «rodeo» de los mismos.
187 La tercera resolución (25.06.1894), dictada con el objetivo de eliminar el
Pifferi, realizó una visita pastoral a las misiones y doctrinas a cargo de la Orden
y constató que se había producido un ligero incremento de la población indígena
radicada en las misiones, estimada en 17 994 individuos, y un aumento
proporcionalmente más significativo de los colonos (blancos y mestizos) tanto
en los poblados misionales, como en las doctrinas confiadas a su cargo, sumando
un total aproximado de 6 900 individuos, entre los que desempeñaban sus tareas
26 sacerdotes y un lego –ver cuadro 8–. 194 Con todo, el aumento fue poco
significativo, una vez más, como consecuencia de la presión ejercida por los
sectores propietarios, comerciantes y enganchadores sobre la mano de obra
indígena concentrada, neófitos a los que retenían en su poder con los perjuicios
consiguientes para la supervivencia de dichas misiones. La situación revistió
mayor gravedad, como había sucedido en la década anterior, tanto en las
fronteras orientales de Tarija y Santa Cruz como en el noroeste boliviano. En las
misiones ubicadas en esta última región, dependientes del Colegio de La Paz, su
prefecto apostólico Pablo Fernández, constató (fines de 1892) el continuado
descenso del número de neófitos captados para trabajar en los bosques gomeros,
situación ante la cual los religiosos no podían hacer nada porque tenían «las
manos amarradas por las autoridades locales». 195 Para entonces estos factores
habían provocado la desaparición de la antigua misión de Cavinas, y los pocos
indígenas que habían quedado –alrededor de 90– se habían trasladado (1890) a
un nuevo lugar, frente a la desembocadura del Madidi.
Cuadro 8. Misiones y doctrinas gestionadas por los franciscanos en los Orientesbolivianos, 1893
persistencia del interés del poder político en la utilización de las misiones como
principal instrumento de ocupación del territorio y nacionalización de las
regiones orientales, aunque esta es una cuestión que analizaremos en el apartado
siguiente.
5.2. «EL PORVENIR DE BOLIVIA ESTÁ EN
EL ORIENTE». 216 LA MIRADA LIBERAL
SOBRE LOS TERRITORIOS ORIENTALES,
1899-1930
Revelada al mundo nuestra existencia como Nación sólidamente constituida y culta, la
liberalidad de nuestras leyes de adjudicación de tierras y las garantías y protección que se
ofrecen al extranjero, atraerán sin duda, corrientes de inmigración, que cambiarán las desiertas
llanuras y valles en poblaciones y campos habitados y prósperos, en que reine la civilización.
217
84La «era de progreso» 219 auspiciada por el presidente José Manuel Pando en
su mensaje al Congreso en agosto de 1901 pasaba por la profundización del
programa modernizador iniciado por los conservadores, permitiendo así la
anhelada inserción en lo que por entonces se denominaba el «concierto de las
naciones civilizadas». Objetivo de los gobiernos liberales fue, en la esfera
económica, posibilitar la explotación eficaz de todos los recursos naturales
existentes en el país, básicamente la minería –con el estaño a la cabeza–, los
productos nororientales –fundamentalmente la goma elástica– y también la
producción agropecuaria del este y sudeste; en la esfera política, los liberales
pretendieron consolidar la organización del estado-nación boliviano. 220 En esta
coyuntura, los Orientes cobraron un inusitado protagonismo como consecuencia
tanto de su función económica como política, al constituir la plataforma que
permitiría demostrar a los grupos dirigentes paceños su capacidad para controlar
el territorio y los habitantes fronterizos, construir la nacionalidad y defender la
soberanía de Bolivia en las zonas en litigio. Dice mucho de tales propósitos la
adscripción de la Sección de Colonias al Ministerio de Guerra (decreto
31.12.1899). 221
85En consecuencia, la política colonizadora pareció ser una de las prioridades de
los gobiernos liberales de las dos primeras décadas del siglo xx y, de hecho,
ocupó un lugar prevalente en el discurso político a lo largo de esos años, primero
en forma precaria bajo el gobierno de Pando (1899-1904), después
decididamente bajo los mandatos de Ismael Montes (1904-09 y 1913-17) y
Eliodoro Villazón (1909-13). Estas administraciones diseñaron una política que
pretendió hacer realidad muchos de los proyectos esbozados desde la época de
José Ballivián y nunca implementados, relativos a la nacionalización de los
Orientes, con una ocupación del territorio por una población, preferentemente de
colonos extranjeros, la reducción de las poblaciones indígenas no sometidas y la
explotación de los recursos naturales existentes. El desarrollo de esta política
exigió, en el discurso liberal, la mejora de las vías de comunicación –
fundamentalmente con la construcción de vías férreas–, el fomento de la
colonización en todas las «fronteras» a partir de la inmigración, el impulso de la
actividad misionera aunque sometida a un creciente control político, y el
incremento de la presencia estatal en las regiones orientales. El acceso del
Partido Republicano al poder en 1919, grupo surgido de una escisión del Partido
Liberal, no implicó un cambio sustancial en la política estatal con respecto a la
ocupación de los territorios, que fue, a pesar de los discursos de ruptura con el
pasado, de marcado carácter continuista. Probablemente, los puntos más
significativos en lo que aquí interesa fue, primero, una mayor incidencia en la
«fortificación» del sudeste, con el establecimiento de numerosos fortines en el
Chaco; segundo, la creación de dos nuevas circunscripciones eclesiásticas en la
región: la Prefectura del Pilcomayo y el Vicariato de Chiquitos.
86En aras del sueño liberal de ocupar todo el territorio e incorporar el país a la
modernidad, los gobiernos bolivianos de las dos primeras décadas del siglo xx
sancionaron un amplio corpus normativo sobre la colonización, que incluyó gran
cantidad de disposiciones relativas al acceso a la tierra propiciando la
adjudicación de grandes extensiones a empresarios nacionales y extranjeros, y
una ley de inmigración que, se esperaba, atrajera contingentes significativos de
grupos de origen anglosajón que contribuyeran a la explotación de los recursos
naturales. En segundo lugar, y con el objetivo prioritario de facilitar la
exportación de las producciones mineras, impulsaron la construcción de
infraestructuras –en particular ferrocarriles– y, diseñaron, aunque implementaron
en raras ocasiones, una política viaria que debía permitir la unificación del
espacio nacional. En tercer lugar, aprobaron una redemarcación político-
administrativa de los territorios orientales con el objetivo de incrementar la
presencia del Estado y defender la soberanía boliviana, por entonces puesta en
entredicho por Brasil y el Perú en el noroeste. Todas estas cuestiones serán
analizadas en un primer apartado.
87Paradójicamente, considerando el pensamiento político y la praxis política
liberal con respecto a la Iglesia, 222 veremos que todos los gobiernos
continuaron considerando las misiones como punta de lanza de la penetración
republicana en los Orientes, al tiempo que trataron de impulsar la implantación
de colonias civiles y militares. Con todo, creo poder afirmar que los liberales –
como antaño habían hecho los conservadores– delegaron en los franciscanos la
socialización de las poblaciones indígenas, proyecto que por lo tanto permite
sostener que la función de las misiones no se circunscribió sólo al plano
ideológico, sino que afectó también al ámbito político, al perseguir la
transformación del bárbaro en cristiano, del salvaje en civilizado, en ciudadano.
De ahí que las misiones fueran consideradas por todas las administraciones
liberales, y las que le siguieron en la década de 1920, como el principal
instrumento de colonización, fundamental en la ocupación del territorio y en la
defensa de la bolivianidad de los Orientes. De hecho, fue al final de la etapa
liberal cuando se erigieron los Vicariatos apostólicos del Beni y del Chaco, a los
que siguieron, ya bajo el gobierno del Partido Republicano, la Prefectura del
Pilcomayo y el Vicariato de Chiquitos, cuestiones estas que analizaremos en un
segundo apartado. Como comprobaremos, el fomento de la actividad misionera
fue paralelo al progresivo control político de los religiosos, como consecuencia
tanto de los postulados liberales como de la creciente presión de las élites
económicas sobre las tierras y mano de obra indígenas. Estas son las razones por
las que, a lo largo de la etapa aquí analizada y en las zonas donde la presión
sobre las misiones fue más aguda, se produjo un progresivo incremento de los
conflictos entre misioneros y sectores propietarios los que, en ocasiones en clara
connivencia con las autoridades políticas departamentales, demandaron la
secularización de las misiones, cuestión que estudiaremos al referirnos a una de
las zonas donde la presión secularizadora fue más significativa, esto es en las
misiones entre los guarayos, en el departamento de Santa Cruz, problemática a la
que dedicaremos el tercer apartado.
5.2.1. Los Orientes en el pensamiento y acción política de
los gobiernos «liberales» y «republicanos»
En el ramo de Colonización, es indispensable y de urgencia adoptar un sistema que no sólo
responda a las necesidades que se presentan, sino que fomente el progreso de los Territorios que,
por su riqueza y su extensión, constituyen el porvenir de Bolivia. Sería criminal dejar pasar un
día más sin prestar a ellos la atención que demandan de los Poderes Públicos de la Nación, pues
es axiomático el principio de que, los territorios extensos, poco poblados y que la acción del
Estado no alcanza a proteger, se vuelven un día contra la nacionalidad. Así lo hemos visto en el
Litorial y el Acre. 223
88No le faltaba razón al presidente Pando cuando ante el Congreso de 1903
señalaron en diversas ocasiones que convenía dejar «la fantasía de las grandes
empresas y colosales proyectos y concretar nuestra modesta acción a obra real y
duradera», como dijo el ministro Zegarra al Congreso de 1910, 228 los años
siguientes vieron la firma de nuevos contrato con Simón Patiño para la
construcción de un ferrocarril de Cochabamba al Chimoré (ley 23.11.1911), con
The Bolivia Development Colonization para la construcción de las líneas
ferroviarias La Paz- Puerto Brais, Santa Cruz-Yacuiba о Puerto Suárez, Potosí-
Sucre (resolución 16.08.1912), o con James S.Wood para la colonización y
construcción de un puerto en Chiquitos (ley 3.01.1917). Común denominador de
todos los acuerdos fue la concesión de grandes extensiones de tierras –a la
Bolivian Company, por ejemplo, se le prometió la propiedad de 15 000 millas
cuadradas– y, aunque en muchas ocasiones estos contratos fueron revocados,
suspendidos o anulados ante el incumplimiento de alguna de sus cláusulas, no
podemos dejar de constatar que la «quimera» presente en los proyectos
conservadores continuó en la etapa liberal, y que el discurso siguió primando
sobre la praxis.
91Los gobiernos liberales esperaban que tales acuerdos permitirían implementar
su proyecto colonizador, plan que requería de una normativa sobre el acceso a
las tierras baldías y la delimitación de zonas colonizables. En consecuencia,
importante cambio respecto al pasado fue el que se dio durante la primera
administración de Ismael Montes (1905-08) con la delimitación de las zonas
colonizables (decreto 25.04.1905) y la Ley de Tierras Baldías (26.10.1905), cuyo
reglamento fue aprobado el 20.06.1907. 229 La primera medida, que según
Lavadenz se dictó «con el propósito plausible de impedir la aprehensión por
particulares de las mejores tierras baldías de la República», 230 pretendió
solamente, en mi opinión, delimitar las regiones hacia las cuales canalizar la
inmigración que habría de llegar procedente del extranjero tras la firma de los
muchos contratos firmados con las empresas colonizadoras. La tesis se ve
confirmada tanto por alguno de los considerandos del decreto, en particular el
que apuntaba que las medidas aprobadas en el pasado no habían previsto
claramente las tierras señaladas para entregarlas al inmigrante –solo o en grupo–,
y/o a empresas que obtuvieran del Gobierno los contratos de colonización, como
por el artículo 3 que especificaba que las colonias por establecer siguiendo los
planes gubernamentales «podrán constituirse con elementos bien escogidos en
los países que ofrecen esta clase de contingentes, o con nacionales bolivianos».
231
92En realidad, ya la ley de 13.11.1886 había señalado, aunque en forma vaga,
correspondiente
Lo que interesa al Gobierno y al país en general, es el poblamiento de las regiones coloniales de
Bolivia; a este fin ansiamos colonos habituados al trabajo e industriales que puedan llevar a
efecto el fomento de la industria agrícola, pecuaria y la extractiva de la goma elástica, que son
las principales industrias que inmediatamente pueden explotarse con ventaja sobre todas las
demás. 249
99Impulso decidido al tema inmigratorio pareció imprimir la administración de
vías de comunicación.
Fuente. G. A. Otero. Bolivia. 1929. Barcelona, Casa Ed. Maucci, 1929, pp.40-41.
105Para entonces (circa 1915) habían entrado en funcionamiento algunas nuevas
vías camineras, entre ellas las que unían la capital cruceña con Concepción, el
camino interdepartamental entre San Ignacio (provincia Velasco) y el río Iténez,
y algunos «caminos carreteros» en el interior de Chuquisaca, Cochabamba y
Tarija. Además, entre los varios proyectos viarios se contaron el camino que
partiendo de Tarija debía llegar a Villazón, posibilitando así el acceso tarijeño a
la vía férrea; y, fundamentalmente, el proyecto caminero más interesante, en
sintonía con los planes para el acceso al río Paraguay, como fue el que debía
conectar Puerto Suárez con Santa Cruz y Cochabamba. 271
106El acceso del Partido Republicano al poder (1920) pareció presagiar un
avance sustancial en la articulación del país mediante el incremento de las las
vías férreas y mejora de los caminos y carreteras. Efectivamente, los gobiernos
de Saavedra y Siles denunciaron la división existente entre el Altiplano y los
Orientes, como consecuencia de la inexistencia de ferrovias y caminos que
vincularan la región occidental con las «ubérrimas regiones agropecuarias del
Beni, Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija [que] yacen anémicas, lejos de toda eficaz
acción gubernamental», ausencia que había provocado la pérdida de Atacama, el
Litoral y el Acre. 272 En consecuencia, se preconizó la necesidad de
implementar las redes ferroviarias hacia el norte y el este, ya que «No hay, pues,
otros medios de defensa más eficaces y expeditivos que las ferrovias y los
caminos, que al incorporar esos territorios y esas riquezas al organismo nacional
han de consolidar el dominio y soberanía de Bolivia». 273 Sin embargo, a fines
de dicha década la línea Potosí-Sucre estaba aún en construcción, igual que la
que desde La Paz accedía a Yungas. Por otra parte, los proyectos relativos a la
continuación de la primera (Potosí-Sucre) hacia Santa Cruz, y de la segunda (La
Paz-Yungas) hacia el Beni, se hallaban aún en estudio y nunca serían
materializados. 274 Para entonces, los Junkers utilizados por el recientemente
constituido Lloyd Aéreo Boliviano (1925), debido a la iniciativa de empresarios
alemanes, unían Santa Cruz con Cochabamba –el primer aeroplano fue
bautizado con el nombre de El Oriente–, línea área que, junto a otras que se
establecieron, serían bien pronto el principal medio de transporte rápido para
unir las principales poblaciones de la república con gran parte de los Orientes
bolivianos.
digamos que el territorio era, a fines del siglo xix, una de las más ricas regiones
caucheras, razón por la que el gobierno boliviano instaló (enero 1899) en la
margen izquierda del río homónimo, y a escasas millas del puesto brasileño, la
aduana de Puerto Alonso. Los altos derechos de exportación pretendidos por la
administración liberal boliviana lesionaron tanto los intereses de los caucheros –
que atacaron la aduana y, encabezados por el español Luis Gálvez Rodríguez,
proclamaron el efímero Estado independiente del Acre– como del Estado de
Amazonas (Brasil), privado de una importante fuente de ingresos. El gobierno de
Pando logró restaurar el orden y adoptó tres importantes medidas: la primera, el
reconocimiento de la región como Territorio Nacional de Colonias (8.03.1900);
278 la segunda, la concesión a la empresa angloamericana The Bolivian
110Los términos del contrato fueron objetados tanto por el gobierno brasileño
281 como por la oposición política boliviana, hasta que, tras algunas
escaramuzas políticas –clausura brasileña del Amazonas al comercio boliviano y
sugerencias a Bolivia para el canje del Acre por una zona bañada por el
Madeira– estalló la guerra del Acre, en la que las fuerzas brasileñas apoyaron al
nuevo levantamiento secesionista de los caucheros acreanos (1902), que se
impusieron a la Columna Porvenir del empresario Nicolás Suárez y a las fuerzas
bolivianas. 282 El nuevo Territorio Federal de Acre fue anexionado a Brasil y,
aunque el ministro de la Guerra informó al Congreso de 1902 de la «enérgica
resolución y la inquebrantable firmeza del Gobierno para conservar dentro de la
autonomía nacional los territorios que, por razón de indiscutibles derechos, se ha
sabido hasta hoy defender...», 283 las fuerzas brasileñas se impusieron y, tras la
firma del tratado de Petrópolis (17.11.1903), Bolivia sufrió la pérdida de
alrededor de 191 000 km2. 284 La tercera medida tomada por el gabinete Pando
fue el proyecto para el establecimiento de una prefectura apostólica en el Acre
con la que el gobierno pretendía legitimar –por la vía eclesiástica– la soberanía
sobre el territorio en litigio; sin embargo, el conflicto armado hizo inviable el
proyecto que, con posterioridad a 1903, no se volvió a mencionar. 285
111Tras la cesión del Acre, 286 el Territorio Nacional de Colonias incorporó las
antiguas delegaciones del Madre de Dios, y del Acre y Purús, siendo su capital
provisional la población de Riberalta –más tarde reemplazada por Cobija– por
entonces capital de la recientemente instituida provincia de Vaca Diez
(19.01.1900) en el departamento del Beni. Posteriormente (1905) el Territorio
Nacional fue dividido en cuatro distritos: Beni, Madre de Dios, Acre y Orthon.
287 Siempre con la intención de hacer más visible la presencia estatal en la
región, los gobiernos bolivianos de las dos primeras décadas del siglo xx
intentaron incorporar la provincia de Vaca Díez –perteneciente al departamento
del Beni– al Territorio Nacional de Colonias del Noroeste, e incluso se planteó la
posibilidad de transformar dicho Territorio en nuevo departamento –cuestión
propuesta ya por el gobierno de Pando y también en varias legislaturas a lo largo
de la administración Villazón–, aunque las resistencias de Trinidad a perder los
ingresos que aquella proporcionaba, la oposición de los sectores propietarios del
Beni, y la discrepancia de opiniones en la mayoría parlamentaria, hicieron
naufragar dichos proyectos. 288
112Por lo que se refiere al este y sudeste bolivianos, la expansión de la frontera
114Una estimación compartida por la mayoría liberal en el poder desde 1899 fue
gran parte de los proyectos colonizadores aprobados a lo largo del primer tercio
del siglo xx, porque como dijera el ministro Lanza al Congreso del 31, la
legislación «ha sido abundante, pero sin un rumbo científico que pudiera dar
resultados prácticos». 304
118Para entonces, la época del caucho había pasado –provocando un receso
económico no sólo en el nor/noroeste, sino también en el departamento cruceño-
y las grandes esperanzas depositadas en las empresas gomeras como instrumento
de expansión del frente colonizador, de crecimiento económico y de
nacionalización de la región, se habían diluido. Este progresivo desencanto
frente a los efectos colonizadores de los fundos caucheros se produjo a partir de
la primera década del siglo xx, cuando el mismo presidente Montes señaló en
1906, momento álgido de la explotación gomera
Mientras en aquellos exhuberantes [sic] bosques yacían inexplotadas las riquezas naturales del
suelo y la única manifestación de la vida era la de las industrias estracticas [sic], las pingües
utilidades que ellas reportaban atrajeron núcleos de poblaciones casi nómades, que sin arraigo en
aquella tierra fecunda, la abandonaban para ir en busca de nuevos centros de explotación, en
cuanto la quina portentosa o el árbol de la goma languidecían a los golpes de su avariento
empeño. 305
119La incapacidad del frente cauchero para favorecer una expansión efectiva de
preferente de los gobiernos bolivianos a lo largo del primer tercio del siglo xx
fue la región chaqueña, donde, en vísperas del conflicto del Chaco, había una red
de fortines sobre el Pilcomayo –108 leguas– constituida por Villa Montes,
D’Orbigny, Guachalla, Ballivián, Linares, Magariños, Esteros y Sorpresa.
Además, hacia el interior chaqueño y en dirección a Puerto Suárez – por
entonces en grave contracción económica tras la caída de las gomas– Bolivia
disponía de los fortines Muñoz, Saavedra y Tinfunqué 307 Las razones de esta
«presencia» estatal en el Chaco fueron dos: la primera de carácter geopolítico –
que en la década de 1920 fue prioritaria– la bolivianización de la región, de
soberanía discutida y por entonces amenazada por la expansión paraguaya, a
consecuencia de la cual se dieron los primeros choques en la zona en 1927– 28;
308 la segunda, de carácter económico, la protección de las actividades
5.2.2.1. Misiones
122A lo largo del primer tercio del siglo xx los gobiernos bolivianos consideraron
128Con todo, era evidente el avance de los sectores secularizadores que en Santa
Cruz, Chuquisaca y Tarija estaban interesados en acceder a la mano de obra
indígena sin la mediación misionera, y a las tierras misionales, como veremos en
el apartado siguiente. Por el momento, ilustra el conflicto por entonces existente
la propuesta a la Cámara de 1904 del diputado Leigue, quien, lamentando la
dejación de deberes de los gobiernos bolivianos en la nacionalización de las
fronteras orientales «resguardando los derechos de sus naturales», exigió al
Ejecutivo el cumplimiento estricto del reglamento misionero. 320 Dice mucho
de la distancia entre la teoría y la praxis de los liberales bolivianos que en una
coyuntura en que se acentuó el ataque a la tierras y estructuras comunales
indígenas, o justamente por eso, y en aras de una protección de los neófitos
descuidada por los misioneros, Leigue reclamara la estricta observancia del
reglamento vulnerado por los religiosos, que «jamas habían dado cumplimiento
a esas disposiciones, y que cometían todo género de abusos, haciendo lo que les
venía en gana, gobernando como autoridades constituidas y dictando
reglamentos depresivos y onerosos para los naturales y aún para los
comerciantes». 321
129Los cambios más significativos se produjeron, sin embargo, bajo la
administración de Montes, con medidas aparentemente continuistas respecto al
pasado, pero que mostraron una variación sustancial en la estrategia estatal para
ocupar los Orientes. El cambio producido fue consecuencia, por un lado, del
interés de los dirigentes liberales en hacer posible lo que sus pares
latinoamericanos habían hecho o intentaban hacer, esto es, demostrar su
capacidad para controlar el territorio y habitantes del país; por otro lado, de la
evidente falta de voluntad política y/o la ineficacia gubernamental en lograr el
control efectivo del territorio oriental en las décadas precedentes, con la
consecuente pérdida de, prácticamente, la mitad del país; y, finalmente, del
interés de los grupos dirigentes paceños en controlar los espacios aún en litigio
cuyos recursos económicos podían proporcionar ingresos fiscales de gran
importancia para un Estado con permanente déficit de recursos. ¿Cuáles fueron
las medidas sancionadas por la administración de Ismael Montes?
130La primera medida fue el decreto del 17.10.1905 por el que las misiones
dejaron de estar adscritas al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, y
pasaron a depender de Colonias y Agricultura. La segunda, de mayor
trascendencia que la anterior, fue el decreto de 23.12.1905 mediante el cual se
aprobó un nuevo Reglamento de Misiones. 322 La primera disposición nos da la
pauta de la mirada liberal sobre los territorios orientales, si atendemos a tres de
sus considerandos, a saber, las misiones constituían las primeras bases del
sistema colonizador, eran consideradas como primeros núcleos de colonización
para facilitar la «reconcentración de los bárbaros dispersos a fin de formar
nuevas aldeas y pueblos agrícolas» 323 y, finalmente, eran instrumento para la
apertura y mantenimiento de las vías de comunicación que estimularían la
llegada de inmigrantes con destino a los establecimientos industriales.
131Si el Estado liberal pretendía hacer efectiva su soberanía sobre territorios
incontrolados, y las misiones debían cumplir un rol fundamental en tal proyecto
sirviendo a los intereses gubernamentales, el control que aquel debía ejercer
sobre las misiones debía ser mayor para facilitar el rápido logro de los objetivos
misioneros –la «concentración y civilización» de los indígenas– y,
posteriormente, posibilitar la secularización de los poblados misionales. 324 De
ahí la importancia de un nuevo reglamento de misiones por el cual los
misioneros, antaño revestidos de poderes omnímodos en sus misiones, ahora, en
calidad de funcionarios públicos (art. 23), se veían sometidos a un estricto
control por el poder civil a través de los delegados nacionales, prefectos y
subprefectos. Además, aunque los religiosos continuarían siendo mediadores
entre los indígenas y el mundo exterior, se señaló que no podrían oponerse a la
contratación de aquellos como mano de obra, reivindicación constante de los
sectores propietarios y causa de un sinfín de conflictos desde la década de 1880.
132En el nuevo Reglamento 325 los indígenas continuaban siendo considerados
menores bajo la tutela misionera, y del conjunto de sus artículos, y en función de
los cambios que se introdujeron respecto al anterior, merecen destacarse
fundamentalmente los relativos a, en primer lugar, la identificación precisa del
objetivo misionero que era «la preparación para la vida civilizada de los
elementos nómades del país, 326 así como la colonización del territorio» (art.l).
En segundo lugar, el control estatal sobre las misiones, precisando la función del
poder político al señalar que eran las autoridades civiles las encargadas de vigilar
el cumplimiento de las leyes en las misiones establecidas en los territorios bajo
su jurisdicción, y quienes debían cuidar «que los Padres Conversores cumplan
con las instrucciones que dichas autoridades administrativas les impartan»
(art.2). En tercer lugar, el radical recorte en las atribuciones del conversor que, a
pesar de continuar ejerciendo el «gobierno económico y administrativo» en el
territorio de la misión (art.25), veía precisar su calidad de «funcionario público»
(art.23) y cómo, no obstante se continuara considerando necesaria su
intervención en la contratación de los servicios de los neófitos, se señalaba que
los religiosos «no podrían oponerse a tales contratos» (art. 10), reivindicación
concreta de los sectores propietarios. 327 En cuarto lugar, cambio significativo
respecto a los reglamentos anteriores y cuya interpretación daría lugar a serios
conflictos en los años posteriores, fue el introducido en relación con la propiedad
de las tierras de la misión al señalarse (art.6) que declarada una misión en
beneficio curai, los bienes y tierras serían adjudicados a las familias de neófitos
por parte de la autoridad política, «pudiendo reservarse los terrenos que se
creyera conveniente para fundación de nuevos pueblos». 328 En quinto lugar,
relativo a la posible venta de los bienes pertenecientes a la misión –excluyendo
los productos agrícolas e industriales considerados medios para el
mantenimiento de los poblados misionales– venta que, se señaló, requería de la
aprobación del Ministerio de Colonización (art. 18). Finalmente, y siempre bajo
la égida de esta agudización del control de los misioneros, se estipulaba que
«será de libre disposición de los neófitos, el ochenta por ciento de los ingresos
provenientes de su trabajo personal, asignándose el veinte por ciento al fomento
de la misión, como adquisición de material para edificios, útiles, elementos de
subsistencia, etc.» (art. 13), debiendo llevar los conversores un registro de los
ingresos y egresos de las misiones que permitiera la revisión del movimiento
económico de las mismas por las autoridades civiles correspondientes.
133En síntesis, el Ejecutivo parecía decidido a propiciar una progresiva
secularización de las misiones, cuyos habitantes, mezclados con los
colonizadores nacionales o extranjeros que arribaran a la zona, serían los
mejores garantes de la soberanía de Bolivia en los territorios fronterizos. Como
señaló el ministro Ballivián al Congreso de 1906
Espero que la sustitución gradual de las Misiones en ejercicio, en núcleos de reducción, bajo la
protección de la autoridad política y civil, hará que las tribus que aún permanecen nómades y
salvajes, se vayan sometiendo poco a poco y comprendan las ventajas de la existencia civilizada,
convirtiéndose en unos cuantos años, en ciudadanos útiles y amantes del orden y del trabajo,
formando los primeros núcleos de la colonización. 329
134De hecho, en los mismos días en que se aprobó el nuevo reglamento, las
misiones de San Francisco y San Antonio del Pilcomayo fueron, de facto,
secularizadas cuando sus tierras sirvieron de base para la fundación de Villa
Montes, y quedaron sometidas «a las leyes de la República y a las autoridades
administrativas» (decreto de 27.12.1905). 330
135No es extraño que, dados los nuevos planteamientos del gobierno con
respecto a las misiones, se desarrollaran frecuentes conflictos entre misioneros,
propietarios y autoridades locales en torno a los artículos que disponían su
sometimiento a los dictados de las autoridades civiles y, fundamentalmente, en la
aplicación del art. 10 que, al impedir al conversor oponerse a la contratación de
la mano de obra indígena, dejaba teóricamente el campo abierto a la libre
contratación de los indígenas. Digo teóricamente porque, si por un lado, todos
los prefectos misioneros opusieron una resistencia tenaz a algunas de las
medidas, particularmente respecto a la sujeción a las autoridades civiles, 331 por
otro lado la actuación del poder central fue ambigua, probablemente, por la
incapacidad del gobierno paceño para ejercer un control efectivo de las
autoridades departamentales y locales, al mismo tiempo que contentar a los
misioneros, a los que necesitaba como instrumento reductor. Probablemente el
artículo que provocó la mayor oposición de los misioneros al considerarlo
causante de la despoblación indígena fue el 10, como veremos más adelante.
Particular resistencia opuso el prefecto de Tarata, Francisco Pierini, quien tras
solicitar reiteradamente la reforma de dicho artículo obtuvo del gobierno de
Montes la resolución suprema del 31.01.1907 que limitaba la contratación de
neófitos a un número no superior a 5 por cada 100 habitantes y fijaba una
garantía de 500 bolivianos por cada indígena que, en caso de no volver a la
misión en el período estipulado –no superior a 6 meses– quedaría en beneficio
de la misma. 332
136La transgresión fue la norma, igual que en tantas otras ocasiones, como
denunciaron insistentemente los misioneros y los ministros de Colonización en
los años posteriores. Valga como ejemplo lo sostenido por el ministro Aranibar
en el Congreso de 1909, ante el cual afirmó que
coopera al despoblamiento y ruina de las Misiones, el abuso que cometen los industriales de
goma y propietarios de barracas con la Ley de enganche de peones. Estos se acogen a la ley, en
cuanto les da derechos, pero la burlan en el capítulo de las obligaciones. Piden a los Misioneros
peones, y cuando se les exige que cumplan con el precepto de prestar garantía real, de asegurar
el regreso del neófito, de resguardar su vida y su trabajo, de procurar su bienestar, apelan al
engaño o a la imposición armada. 333
137La situación parecía no tener solución puesto que, como reconoció el mismo
Aranibar, el Ejecutivo tenía escaso control sobre los caucheros y, lo que es más
grave, sobre las autoridades departamentales y locales. 334 Aunque se
propusieron diversas alternativas, como el establecimiento cerca de las misiones
de colonias formadas por inmigrantes nacionales o extranjeros, y la reforma de
la ley y reglamento de enganche de 1896, la situación no cambió
sustancialmente ni siquiera con la caída de la cotización del caucho amazónico
en los mercados internacionales, a inicios de la década de 1910.
138Para entonces, la Sección de Colonización, de la que dependían las misiones,
140Un año antes, el mismo Gutiérrez había preparado un proyecto que pretendía
un mayor y más eficaz control de la actividad desplegada por los misioneros
tanto en el plano interno como en las relaciones de las misiones con el mundo
exterior. Así, la «razonable vigilancia» postulada por el ministro pretendía lograr
mediante la actividad misionera no sólo la total aculturación de los neófitos
reducidos en las misiones, sino también la conquista de los bárbaros con el
objeto de «ganar hombres para la civilización y brazos para el trabajo». 339 Y,
considerando las tesis contradictorias sobre la «utilidad» de las misiones en los
departamentos de Chuquisaca, Tarija y Santa Cruz, el Ejecutivo decidió en 1914
encomendar al prefecto cruceño y al delegado nacional en el Chaco la inspección
de las mismas y la presentación de un informe documentado de la actividad
misional, éxitos obtenidos en la civilización de los neófitos –especialmente la
castellanización–, causas del éxodo indígena de los poblados, condiciones de
trabajo ofrecidas por los hacendados, estado económico de las misiones y
actividades industriales establecidas en cada región. 340
141Los informes elaborados por las autoridades civiles concluyeron, a decir del
estaba pendiente sólo del breve pontificio mientras que, a su vez, la Santa Sede
esperaba que el Congreso votara las partidas presupuestarias correspondientes
para su sostenimiento. Esta era una cuestión que, al decir del ministro Villazón,
no presentaba ningún inconveniente pues el gobierno Pando, como vimos antes,
estaba dispuesto a aumentar la asignación a 10 800 bolivianos. 352 El interés de
los nuevos dirigentes en el establecimiento del vicariato –aun contrariando los
postulados liberales relativos al papel de la religión y de la Iglesia, que pronto se
harían presentes– se derivaba de la creencia de que aquel propiciaría un avance
de las misiones en territorios de soberanía discutida. 353
145El interés del Ejecutivo Pando en obtener la aprobación final de la Santa Sede
para el establecimiento efectivo del vicariato –que, por otra parte, esta estaba
deseosa de otorgar– se fue diluyendo con el tiempo, en razón de problemas, el
más importante de los cuales fue el conflicto del Acre. El proyecto cobró nuevo
impulso en las postrimerías de la administración de Pando y al inicio de la
presidida por Montes en 1904, aunque diversos factores impidieron también
entonces el éxito de la iniciativa. 354 En primer lugar, las reticencias del
Congreso en votar la partida económica para la dotación del vicariato, que ya se
había rebajado a 5 400 bolivianos –la mitad de lo acordado–, aprobada en
primera instancia a fines de 1904, aunque finalmente rechazada por el Congreso
de 1905 tras un agrio debate en el cual los partidarios de la asignación señalaron
la necesidad de la actividad misionera pues, como dijo el diputado Chacón: «La
defensa de nuestra patria, es la que me importa a apoyar la creación del
Vicariato, pero no el interés de doctrina» pues los misioneros eran, a su entender,
el principal instrumento para la difusión del «patriotismo». 355 En segundo
lugar, el deseo gubernamental de que fueran los salesianos, en lugar de los
franciscanos, quienes se hicieran cargo del vicariato, planteando, en última
instancia, la división del mismo en dos demarcaciones confiadas a una y otra
orden religiosa. 356 Sabemos que incluso se llegó a firmar (abril de 1904), un
acuerdo para el establecimiento de escuelas de Artes y Oficios y de Agricultura
en el Beni y el resto del país, entre el representante salesiano para el Perú y
Bolivia, P. Raineri, y el gobierno boliviano. 357 En tercer lugar, la radicalización
ideológica del Congreso, por entonces decidido a una progresiva secularización
legal de la vida pública boliviana con la aprobación de la libertad de cultos,
supresión de la enseñanza religiosa, medidas que llevaron a la ruptura formal de
relaciones diplomáticas entre Bolivia y la Santa Sede.
146Aunque los contactos informales se mantuvieron en los años sucesivos y hubo
varios intentos por parte boliviana y de la Santa Sede para la solución del
problema, –erección del Vicariato del Beni–, la cuestión quedó aparcada en 1912
como consecuencia de la oposición de la mayoría parlamentaria a conceder el
Vicariato a los franciscanos. El asunto sólo fue resuelto en 1917 –año que llegó a
La Paz el internuncio apostólico Rodolfo Caroli– cuando el gobierno de José
Gutiérrez Guerra dio el visto bueno a la erección del vicariato beniano con sede
en Trinidad, se asignaron en el presupuesto las partidas económicas
correspondientes y Benedicto XV sancionó el breve respectivo (1.12.1917) a la
nueva demarcación, que comprendería el Beni y las misiones existentes en
Colonias, Caupolicán y Yuracarés, en un territorio estimado de 400 000 km2. El
franciscano Ramón Calvo fue su primer vicario con categoría de obispo. 358
147Contrariamente a lo sucedido con el vicariato beniano, la coyuntura se
presentó favorable para el establecimiento de un vicariato en el Chaco, propuesto
por los franciscanos a fines de 1917 359 con el objetivo de «proseguir
colaborando al Supremo Gobierno en la colonización y adelanto» en dichas
regiones, donde hasta entonces había misiones confiadas a los colegios de Potosí
y Tarija. 360 De la amplia documentación sobre el tema cabe deducir una tesis,
hasta ahora no planteada explícitamente para el caso boliviano, según la cual el
vicariato se presentó a los franciscanos como un buen instrumento de defensa de
los bienes eclesiales –edificios y tierras– y también, en algunos casos, de las
tierras indígenas, frente a la apropiación que de ellos hacían las autoridades
locales y sectores propietarios tras la secularización de las misiones, como se
había producido en el Pilcomayo primero, y en el Parapetí después. 361 Para
entonces en esta región había 6 misiones (Boicovo, Santa Rosa de Cuevo, San
Buenaventura de Ivo, Macharetí, Tigüipa y Tarairí), otras 8 habían sido
secularizadas (San Antonio y San Francisco del Parapetí, Itatiquí, San Antonio y
San Francisco del Pilcomayo, Chimeo, Itaú, Aguairenda), y, además, los
franciscanos prestaban sus servicios en 10 doctrinas constituidas principalmente
por pobladores blancos y mestizos (Ingre, Igüembe, Huacaya, Cuevo, Carandaití,
Camatindí, Caiza, Palmar, Yacuiva, Ñancaroinza). La creación del vicariato
permitiría, según el internuncio Caroli, establecer una única administración para
todas las poblaciones citadas –entonces dependientes del arzobispado de Sucre,
obispado de Santa Cruz y prefecto de misiones– y obtener mayor protección
gubernamental para el trabajo misional frente a los abusos de las autoridades
locales y departamentales. 362
***
los guarayos (provincia Velasco, más tarde Ñuflo de Chávez) las que fueron
objeto de una mayor presión secularizadora, y es a estas últimas a las que me
referiré aquí, cuya ubicación podemos ver en el mapa 18. El análisis de los
conflictos acaecidos en las misiones guarayas me permitirá reflexionar sobre la
importancia de los poblados como factor en el proceso de reducción en una zona
–vía de tránsito entre Santa Cruz, Beni y el Noroeste– y, por lo tanto, sobre su
contribución a la expansión de la frontera interna, su incidencia en la economía
regional y, por ende, sobre las presiones de los sectores propietarios por obtener
un acceso directo y sin mediación a la mano de obra indígena, al mismo tiempo
que acceder a los terrenos misionales. Así, tras una muy breve historia de la
reducción de los guarayos y la fundación de los centros misioneros,
estudiaremos los conflictos que se sucedieron desde 1880 y hasta 1930.
159Los primeros intentos misionales por conquistar y reducir a los indígenas
radicados en las inmediaciones de los ríos Blanco y San Miguel, afluentes del
Iténez, datan de fines del siglo xviii como consecuencia del interés de la Corona
española y la presión de algunos grupos regionales en abrir una vía de
comunicación entre las provincias de Chiquitos y Moxos. 390 Las primeras
reducciones, confiadas a los franciscanos del Colegio de Propaganda Fide de
Tarata, no se produjeron hasta inicios de la década de 1820, cuando los
misioneros lograron concentrar un pequeño contigente de guarayos (552
individuos) en Urubichá y Yaguarú –fundadas en 1821–, a los que iniciaron en
actividades agrícolas, ganaderas y en trabajos de herrería, carpintería, etc. y,
además, consiguieron «la apertura del camino tan deseado y que tanta utilidad
había de proporcionar al comercio y a algunos pueblos de Mojos, Chiquitos y
Santa Cruz». 391 La actividad misionera se vio alterada como consecuencia de
la independencia de la Audiencia de Charcas que provocó la marcha de la
mayoría de religiosos, la incorporación de algunos de los guarayos a las
haciendas cruceñas y/o el remonte de otros muchos.
160Las misiones entre los guarayos se reanudaron en la década de 1840 cuando,
tras las gestiones del presidente Velasco, llegaron a la región los franciscanos del
Colegio de Sucre, M. Viudez y J. Cors, el primero de los cuales estimó el
número de guarayos reducidos entonces en 3 000 individuos. 392 La conquista y
reducción de los indígenas, que contó con la ayuda de un contingente armado
para controlar a los más reticentes a permanecer en las nuevas poblaciones y
capturar a los que habían huido a los montes, se consolidó en la década de 1850
cuando a las misiones de Nuestra Señora de los Angeles de Urubichá –antes
Trinidad, más tarde Trinidad de Ubaimini– y Santa Cruz de Yaguarú se sumaron,
en 1850, el pueblo de Ascensión, 393 y en 1858 la nueva población de San
Fermín, más tarde San Francisco de Yotaú, que cambió su ubicación en 1873. El
desarrollo de las misiones guarayas debió ser considerable en los años
siguientes, si atendemos a las fuentes gubernamentales, hasta el punto de que el
ministro Calvo, en su informe a la Asamblea de 1874, consideró inminente la
secularización de las mismas al «encontrarse hoy en día casi en estado de ser
entregadafs] a la autoridad Diocesana de Santa Cruz». 394 Podemos, pues,
afirmar que la reducción de los guarayos se dio por concluida en la década de
1870, época en que empezaron a surgir los primeros conflictos con los grupos
propietarios que iniciaron la presión secularizadora. Las misiones entre los
guarayos, hasta entonces adscritas en lo político-administrativo a la provincia de
Chiquitos, pasaron a formar parte (ley de 12.10.1880) de la nueva provincia de
Velasco, de la que formaron también parte los cantones de San ignacio, Santa
Ana, San Rafael, San Miguel, Concepción y San Javier; por su parte, la
provincia de Chiquitos agrupó los cantones de San José, San Juan, Santiago,
Santo Corazón, San Matías y el Cerro de Concepción. 395
Leyenda
SPV= Servicios Privados.
SPB= Servicios Públicos.
EX= Expediciones para las eufemísticamente llamadas, «conquista de los bárbaros».
Fuente. B.Pesciotti. Informe (Tarata, 11.07.1900) en ASCPF. Rubrica. NS. Vol.214. Año 1900, f.776;
F.Pierini. Informe anual del Prefecto de Misiones del Colegio de Tarata. Tarata, Imp.San José, 1908, Anexo
n°2; B.Pesciotti. Informe al Ejecutivo (Yotaú, 31.12.1917) en ASV. NB. R.Caroli. Fasc. 158. Aptdo.74,
f.129; A.Singer. Informe al Ministro de Guerra y Colonización en 1923, en ASV. NB. T.Trocchi. Fasc.216.
Aptdo.54, f. 15; B.Büehl. Informe que presenta al Supremo Gobierno el R.P.Prefecto — sobre el
movimiento de las misiones a su cargo. Yotaú, Tip.Guaraya, 1930, p.3, en ASV. NB. C.Chiarlo. Fasc.368.
Aptdo.54, f.143.
172Dado el conflicto existente entre los sectores propietarios y los misioneros en
185El informe enviado por Büehl al Ejecutivo en 1930 señaló que el total de
Notas
1 Buena síntesis de los aspectos más significativos del período 1880-1930 en Herbert S. Klein. Historia de
Bolivia. La Paz, Lib. Ed. Juventud, 1996, pp. 161-196 y del mismo autor, Parties and Political Change in
Bolivia, 1880-1952. Cambridge, Cambridge University Press, 1969; Marta Irurozqui. La armonía de las
desigualdades. Elites y conflictos de poder en Bolivia, 1880-1920. Cusco, CBC/CSIC, 1994. Finalmente,
por lo que se refiere a la política relativa a las tierras de comunidad ver, entre otros, Tristan Platt. Estado
boliviano y ayllu andino. Lima, IEP, 1982; Erick Langer. «El liberalismo y la abolición de la comunidad
indígena en el siglo xix», Historia y Cultura, 14 (La Paz, 1988), pp. 59-95; E. Langer y Robert H. Jackson.
«El liberalismo y el problema de la tierra en Bolivia (1825-1920)», Siglo xix, 10 (Monterrey, 1990), pp. 9-
32.
2 Hasta 1880 la explotación de la goma elástica estuvo localizada, por un lado, en la región del bajo
Mamoré-Iténez y, por otro lado, en un territorio localizado a medio camino entre Reyes y Cavinas. La
expansión de esta segunda zona estaba absolutamente condicionada por el alto costo del transporte del
caucho al Madeira en busca de los mercados exteriores.
3 En la década de los ʼ80 el diferendo fronterizo afectó fundamentalmente a los territorios del sudeste,
donde en función del uti possidetis de 1810, Bolivia pretendió tener derechos sobre el Chaco Boreal –que se
extiende entre el Paraguay y el Pilcomayo– y el Central –que abarca el territorio ubicado entre el Pilcomayo
y el Bermejo–. Por lo que se refiere a la región del noroeste, los conflictos fronterizos no se presentaron
hasta fines del siglo xix. Sin embargo, la preocupación por la defensa de la frontera apareció reiteradamente
en los informes prefecturales y ministeriales al Congreso desde inicios de la década de 1880.
4 Juan C. Carrillo. Memoria que el Ministro de Relaciones Exteriores y de Colonización presenta al
Congreso Ordinario de 1886. Sucre, Tip. del Cruzado, 1886, p. 28.
5 J. С. Carrillo. Ob. cit. p. 28.
6 El pacto, que se concretó en la Constitución de 1880, fue posible, en gran medida, porque los partidos
políticos surgidos entonces compartían preocupaciones fundamentales como el fomento del comercio libre
y la necesidad de abolir las comunidades indígenas, consideradas obstáculo al progreso.
7 Según los datos económicos ofrecidos por la representación boliviana en Francia, en 1882 el total de
producción de plata, evidentemente el más importante rubro económico del país, se estimó en 159-937 kg
con un valor de 34 485 650 francos, en el anónimo La Bolivie. Sa Situation politique, financière el
commerciale en 1882. Paris, Imp. Nouvelle, 1882, p. 6.
8 Ver Ramiro Condarco Morales. Aniceto Arce. La Paz, Amerindia, 1985 p. 710 y M. Irurozqui. La armonía
de las desigualdades... p. 101.
9 Notables contribuciones al tema son los trabajos de Gustavo Rodríguez Ostria. «Estado nacional, mercado
interior y élites regionales: los casos de Cochabamba y Santa Cruz en Bolivia, (1880-1930)», en Andes, n°
2-3 (Salta, 1990-91), pp. 11 -32 y, sobre todo, Élites, Mercado y Cuestión Regional en Bolivia
(Cochabamba). Quito, FLACSO-ED, 1994.
10 Antonio Mitre. Los patriarcas de la plata. Lima, Instituto Estudios Peruanos, 1981, pp. 176-177 y
Gustavo Rodríguez Ostria. «Mercado interior y conflictos regionales: Santa Cruz, 1891-1952», Historia
Boliviana, VIII/1-2 (Cochabamba, 1987), pp. 69-84.
11 Un resumen estadístico del servicio exterior boliviano estimó la producción de quina en 1882 en 460 800
kg con un valor de cuatro millones de francos, siendo por entonces el segundo producto de exportación
boliviano -el primero era la plata- en valor económico. En el mismo año, la producción de caucho se estimó
en 69 120 kg con un valor aproximado de 240 000 francos franceses, en La Bolivie... p. 6.
12 Una buena descripción de las dificultades ofrecidas por la conexión del Madeira-Mamoré al tránsito de
pasajeros y mercancías se encuentra en J. Valerie Fifer. Bolivia. Territorio, Situación y Política desde 1825.
Buenos Aires/Santiago de Chile, Ed. Francisco Aguirre, 1976, pp. 180-187.
13 Cita recogida por Manuel Aguirre. La Delegación del Gobierno en el Oriente. 1884. Exposición,
informes y documentos. Sucre, Imp. de «La Industria», 1885, p. 7.
14 Como señaló el prefecto del Beni en 1883: «Tendría muy corta vista quien no viese en el despueble, la
total ruina del comercio interior y exterior, industria y agricultura de estos pueblos. Si son conducidos [los
indígenas] al Madera, ¿qué brazos transportarán las producciones al interior de la República? ¿Quiénes
serán los remeros para el comercio con el Departamento de Santa Cruz?», en Mamerto Oyola. Informe que
eleva ante el Supremo Gobierno el Prefecto del Departamento del Beni Dr.—. La Paz, Imp. de «La
Industria», 1883, p. 2.
15 Ilustrativo del estado de la región beniana a inicios de los ʼ80 es Informes y Documentos referentes al
departamento del Beni. La Paz, Imp. de La Libertad por J. Aramayo, 1882, donde se recogen sendos
informes de los prefectos del Beni, Fermín Merizalde y Marcelino Marañón. Ver también Daniel Suárez.
Manifiesto del Ex-Prefecto del Beni ante la opinión pública. Trinidad, Imp. de Fco. Suárez y Hnos, 1887.
Un muy interesante texto, dedicado casi en su totalidad a los conflictos benianos a los que se ha dado en
llamar la guayochería, es el informe del jesuita Gumersindo Gómez de Arteche (La Paz, 1.01.1888),
cuadernillo de 102ff. conservado en el Archivo de la Curia de la Provincia Peruana de los jesuítas, en Lima.
16 El nombramiento, según la resolución suprema de 9.01.1884, fue de Comisario Nacional y Delegado del
Gobierno en el departamento del Beni y en la empresa Suárez Arana, aunque en la mayoría de los textos
apareció como Delegado Nacional en el Oriente, entendiendo por Oriente lo abarcado por el departamento
del Beni y los territorios ubicados en el sur/sudeste. Ver la resolución en M. Aguirre. Ob. cit. p. 65 y
Nataniel Aguirre. Memoria del Gobierno y Relaciones Exteriores presentada al Congreso Ordinario de
Bolivia en 1884. Sucre, Tip. del Cruzado, 1884, p. 14.
17 Instrucciones dadas con fecha 22.02.1884, en M. Aguirre. Ob. cit. pp. 66-69; el año que aparece en el
texto original es, erróneamente, 1883. Estas ordenanzas fueron ratificadas en sucesivas comunicaciones,
como puede observarse en el documento n° 3, Ibid. pp. 70-72.
18 Ver la comunicación del delegado Aguirre al ministro de Gobierno (Santa Cruz, 15.05.1884), еn Ibíd. pp.
72-73.
19 Según el delegado, las disposiciones relativas al contrato de peones eran ignoradas perjudicando no sólo
a los individuos enganchados en forma clandestina, sino también a la economía cruceña, pues «el clamor
por la falta de brazos en esta región productora del azúcar es inmenso; esa industria camina a su ruina»,
según comunicación de Aguirre (30.07.1884) en Ibíd. pp. 84-85.
20 Ver informe de Aguirre y disposiciones gubernamentales en Ibíd. pp. 79-84.
21 Según Aguirre «Desatendidas la ganadería y agricultura, anonadada la industria fabril, descuidado hasta
el aprovechamiento de los frutos expontâneos [sic], como el cacao que se pierde lamentablemente en las
montañas del Beni mientras escasea en proporciones alarmantes en los centros poblados, naturalmente el
comercio del departamento y sus demás órdenes de actividad han debido resentirse de la decadencia jeneral
[sic]», en M. Aguirre. Ob. cit. p. 21.
22Ibíd. p. 21. En parecidos términos se había pronunciado el prefecto departamental M. Oyola. Ob. cit. pp.
2-3, quien tomó algunas medidas al respecto hasta la aprobación por el Congreso de una ley de
«protección» a los indígenas, que se encuentra en el mismo informe, pp. 24-30. Reflexiones sobre la
extracción de mano de obra de la región moxeña con destino a los gomales se encuentran también en el
diario de Antonio Vaca Díez estudiado por Arnaldo Lijerón Casanovas. «Apuntes de un diario inédito del
Doctor Antonio Vaca Díez, sobre la situación social y económica de Mojos, en el siglo xix», Signo, n° 29
(La Paz, 1990), pp. 107-133.
23 Informe de Aguirre al ministro de Hacienda (Trinidad, 16.09.1884) en M. Aguirre. Ob. cit. pp. 91-98.
24 Ley por otra parte inviable, en su opinión, como consecuencia de la inexistencia de una «policía de
bosques» y aislamiento de las zonas gomeras.
25 M. Aguirre. Ob. cit. p. 95.
26Ibíd. p. 97.
27 El acceso al Purús exigía, previamente, encontrar la vía de acceso del Madre de Dios al Acre, por lo que
Aguirre propuso el envío de una expedición exploratoria a la región.
28 La guarnición situada en dicho lugar -punto central de los poblados de Magdalena, San Ramón y San
Joaquín- no sólo frenaría el expansionismo brasileño, sino que «protegería» a los habitantes y ganados de
las frecuentes incursiones de las «tribus salvajes», en M. Aguirre. Ob. cit. p. 100.
29 Según Aguirre «No puede llamarse ciudadano quien no reune las condiciones sencillas que la más
rudimentaria organización política exije [sic] para considerar al individuo en aptitud de ejercer la plenitud
de sus derechos», el énfasis en el original, en M. Aguirre. Ob. cit. p. 56.
30 M. Aguirre. Ob. cit. p. 56.
31 Según Aguirre era necesario proveer al nombramiento de los cargos públicos y creación de otros, como
los de los corregimientos, subcorregimientos y alcaldes políticos, que, confiados frecuentemente a los
propietarios, eran posteriormente delegados por estos en otros sin ninguna garantía legal, en M. Aguirre.
Ob. cit. p. 59.
32 El juicio no afectaba al presidente Pacheco, sino a algunos miembros del gabinete que, sin embargo,
Aguirre no menciona. M. Aguirre. Ob. cit. p. 16.
33 Nicolas Armentia. Navegación del Maire de Dios. Viaje del Padre —. La Paz, s.i. 1887, p. I.
34Ibíd. p. 192.
35 Hasta 1885 toda la problemática sobre tierras y colonias en general dependió indistintamente de los
ministerios de Gobierno y/o Hacienda. La situación cambió con el gobierno de Pacheco cuando, por decreto
de 22.02.1886, se creó la Sección de Colonias adscrita al Ministerio de Relaciones Exteriores.
Probablemente ello se debió al interés del gobierno boliviano en fomentar la inmigración extranjera y, dado
que eran los embajadores y cónsules quienes debían encargarse de publicitar las excelencias del país, nada
mejor que vincular esa oficina con el Ministerio del cual aquellos dependían; esta adscripción se mantuvo
hasta 1888 cuando, por ley de 3.12.1888 se asoció al Ministerio de Colonización el de Agricultura,
incorporándose dichos asuntos al Ministerio de Gobierno. En años sucesivos el despacho de Colonización
se asoció a diversas carteras hasta 1901 cuando pasó a ser competencia del Ministerio de la Guerra,
situación que se mantuvo hasta 1904, cuando se fundó la cartera de Colonias -posteriormente Colonización-
y Agricultura.
36 Acepción que siguiendo el Diccionario de la Lengua española expresa algo «quimérico, fingido, que no
tiene realidad, y consiste sólo en la imaginación».
37 Mención aparte merecen las concesiones caucheras que comentaré más adelante.
38 Por ley de 16.10.1880 y suprema resolución del 25.10.1880 se aceptó la propuesta de Brabo -presentada
en marzo de 1879- relativa a la colonización y navegación de los ríos orientales, en la práctica el norte y
noreste boliviano. Francisco J. Brabo. Empresa Brabo. Memorándum primera propuesta. Anexos-informe
de ia comisión mixta... presentados al gobierno de Bolivia y a la Soberana Convención Nacional sobre la
colonización y viabilidad del Oriente. La Paz, Imp. de la Unión Americana, 1880. Ver también del mismo
autor Colonización del Oriente de Bolivia por la ruta del Plata y Paraguay; propuesta de la empresa Brabo
al gobierno de Bolivia. Buenos Aires, 1879.
39 Pocos meses antes de la firma del contrato, el decreto de 12.04.1880 dispuso que todo individuo podía
solicitar la adjudicación de hasta 100 ha. de terrenos baldíos, debiendo pagar 1 boliviano por cada ha.,
pagadero en 5 anualidades. El deslinde de los terrenos se haría por cuenta del concesionario y después del
otorgamiento, cuestión que provocó numerosos conflictos que provocaron una suspensión de la medida
(1.12.1881), aunque la transgresión fue la norma.
40 Reunir un capital de 2 millones de libras esterlinas a los 12 meses de la firma del contrato y depositar
20 000 libras en el plazo de 8 meses.
41 Según Roux, estas presiones fueron decisivas para la revocación del acuerdo, y el origen de los
conflictos que se sucedieron en los años posteriores entre Suárez Arana y Antonio Quijarro, el político y
empresario potosino valedor, por entonces, del proyecto Brabo, en Arthur Thouar. A través del Gran Chaco
(1883-1887). La Paz-Cochabamba, Ed. Los Amigos del Libro, 1997, p. 26.
42 Ver cap. 4, nota 58.
43 Brabo criticó la posición del gobierno boliviano en su folleto El Acre, Bolivia y la empresa Brabo.
Colonización del Oriente de Bolivia. Concesiones anuladas. Buenos Aires, Imp. Bonarente, 1902. Sin
embargo, Cristian Suárez Arana lamentó el fracaso de la empresa Brabo que, en su opinión, fue «una de las
empresas más halagadoras por sus proyecciones y largos alcances para los progresos del país», en
Exploraciones en el Oriente Boliviano. La Paz, González y Medina Eds. 1919, p. 43.
44 Quijarro, nacido en Potosí, crítico con la dictadura de Melgarejo, se opuso al tratado firmado entre
Bolivia y Brasil en 1867. Embajador en Londres en 1873, siguió las diligencias del coronel Church relativas
a la creación del ferrocaril Madeira-Mamoré. Ministro de Relaciones Exteriores, defendió proyectos de
ferrocarril y creación de colonias agrícolas y negoció con Paraguay el tratado Quijarro-Decoud de 1879
sobre el Chaco, que no fue implementado. Ver al respecto el apologético artículo de Nicanor Matto. «Sesión
de honor de homenaje al centenario del Doctor Antonio Quijarro», Boletín de la Sociedad Geográfica de
Sucre, n° 310-311 (Sucre, 1931).
45 Las posiciones de ambos pueden seguirse en A. Quijarro y Manuel Luis Oliden. Empresa de Otuquis.
Peticiones al poder central. Sucre, Tip. El Cruzado, 1886, M. Suárez Arana. Empresa Nacional de Bolivia
en el río Paraguay. Empresa Quijarro en Otuquis. Sucre, Imp. de «La Industria», 1886 y los trabajos de
este último en cap. 4, nota 58.
46 Fue la obtención de la concesión Oliden (28.04.1885) la que llevó a Quijarro a reeditar el texto
publicado en 1842 por M. Bach. Descripción de la Nueva Provincia de Otuquis en Bolivia. Buenos
Aires/La Plata, Imp. Lit. y Enc. Jacobo Peuser, 1885. Ver también cap. 4 notas 71 y 74.
47 Resolución legislativa en José E. Ortiz. Bolivia. Empresa Oliden en el Otuquis. Nuevo Memorial ante el
H. Senado. La Paz, Imp. y Lit. de «El Nacional» de Isaac V. Vila, 1900, pp. 21-23.
48 Eulogio Arze. Informe de la Prefectura del Beni en el año 1890. Trinidad, Imp. de Francisco Suárez
Hnos. 1890, p. 25.
49 N. Armentia. Navegación del Madre..., p. 1.
50 Vaca Guzman defendió sus tesis en El Pilcomayo. Buenos Aires, Imp. Coni, 1880; La ruta oriental de
Bolivia. Buenos Aires, Imp. Coni, 1886; El Chaco Oriental. Consideraciones económicas. Buenos Aires,
Imp. Coni, 1888.
51 О. Storm. El Pilcomayo y el Chaco Boreal. Viajes y exploraciones. Buenos Aires, Cía. de Billetes de
Banco, 1892. El autor, integrante de algunas de las expediciones al Chaco procedentes de Argentina, hace
una historia de los viajes que se dieron a lo largo de la década de 1880.
52 Santiago Vaca Guzmán. El explorador Jules Creveaux i el Pilcomayo. Buenos Aires, Imp. Coni, 1882.
53 Varios son los relatos de la expedición publicados por sus participantes, entre otros, el de Thouar,
Explorations dans l'Amérique du Sud. Paris, Hachette, 1891, obra en la que se presentó como protagonista
destacado de las expediciones en detrimento del resto de participantes. La obra fue publicada en castellano,
A través del Gran Chaco, 1883-1887. La Paz-Cochabamba, Ed. Los Amigos del Libro, 1997. Ver también
de Daniel Campos. Informe incidental. Buenos Aires, Imp. La Nación, 1884, el extenso De Tarija a
Asunción. Buenos Aires, Imp. Peuser, 1888 y en colaboración con A. Thouar. Documentos relativos a la
fundación de la colonia Creveaux. La Paz, Imp. Libertad, 1884. Finalmente, ver José Paz Guillén. A través
del Gran Chaco; relación de viaje de la expedición militar boliviana en 1883 del departamento de Tarija a
la capital del Paraguay explorando el río Pilcomayo. Buenos Aires, Jacobo Peuser, 1886.
54 Un detallado recuento de los resultados de las expediciones anteriores es recogido en J. C. Carrillo. Ob.
cit. pp. 34-36. Thouar obtuvo incluso del Ejecutivo boliviano la concesión de 25 km2 en la colonia de su
nombre, aunque topó con algunos problemas en el momento de hacer valer sus derechos, como puede verse
en el texto de E. A. Thouar. La ley de premios y honores a los exploradores del Chaco y Pilcomayo ante el
Congreso de 1912. Buenos Aires, s. i. 1912.
55 Un tramo (100 km circa), iba desde Carumbey (sobre el Parapetí) hacia el pueblo de Salinas, ruta abierta
por la empresa de Suárez Arana y completada por Cristian Suárez; un segundo tramo partía de Salinas hacia
Puerto Pacheco (150 km); y un tercero desde este en dirección a Salinas (en torno a 76 km). La conclusión
de la ruta exigía unir Carumbey a Salinas (15 km) y acabar la ruta Pacheco a Salinas (24 km), en C. Suárez
Arana. Exploraciones en el Oriente Boliviano. La Paz, González y Medina Eds. 1919, pp. 59 y ss. y J. Díaz
Arguedas. Expedicionarios y Exploradores del Suelo Boliviano. La Paz, Eds. Camarlinghi, 1971, T. 2, p.
129.
56 La expedición Thouar contó con la participación, no exenta de polémica, de Cristian Suárez. Thouar
denunció la incompetencia y despilfarro del dinero público de M. Suárez Arana, quien por su parte criticó la
incapacidad científica y falta de dotes de mando de Thouar. Ver además de los escritos de ambos ya citados,
C. Suárez Arana. Ob. cit. pp. 59-71 y el anónimo Manifiesto del Centro Boliviano contra Arturo Thouar.
Buenos Aires, Imp. Stiller, 1886. Informe de la expedición se encuentra también en J. C. Carrillo. Ob. cit.
pp. 34-48. La expedición de Calvimontes pretendió unir Puerto Pacheco con Salinas y contó también con la
colaboración de Cristian Suárez, ver Z. Calvimontes. Documentos e informes sobre la exploración del
Chaco. Sucre, Imp. La Industria, s. a. [1884-85].
57 Una defensa de la obra de Suárez Arana en Ernesto Daza Rivero. La empresa de Miguel Suárez Arana
en el río Paraguay y la Casa comercial Torres i hermano de Cochabamba. La Paz, Colección Folletos de
Hoy, 1983. Ver también Hernando Sanabria Fernández. Miguel Suárez Arana y la Empresa Nacional de
Bolivia. Santa Cruz de la Sierra, Imp. Serrano, 1977.
58 El presidente Pacheco, por su parte, solicitó infructuosamente del Congreso del 85 la autorización y
concesión presupuestaria correspondiente para la apertura de un camino desde Sucre hasta el recién fundado
Puerto Pacheco. Ver los proyectos gubernamentales en Mensajes del Presidente de la República al Senado
Nacional. La Paz, Imp. de «El Nacional» de Isaac V. Vila. 1885.
59 J. Díaz Arguedas. Ob. cit. T. 2, p. 128. El Ejecutivo boliviano se hizo eco del acuerdo en Juan Fco.
Velarde. Memoria presentada al Congreso Nacional de 1888 por el Ministro de Relaciones Exteriores y
Colonización Dr. —. Cochabamba, Imp. de «El Heraldo», 1888, p. 21.
60 N. Suárez Callaú, el menor de una familia de seis hermanos, había nacido en Santa Cruz (1851) aunque
se crio en Trinidad, donde su padre dirigía una hacienda. Uniéndose a una expedición de cruceños y
benianos que en 1872 se establecieron en Reyes para la extracción de la quina, se dedicó primero a dicha
actividad hasta que «descubrió» el caucho. Comerciante primero y propietario de barracas después,
construyó un gran imperio cauchero a finales del siglo xix, que se incrementó cuando, tras la muerte de
Antonio Vaca Diez en el Urubamba (1897), se hizo con la compañía de este, lo que determinó que la
empresa Suárez controlara alrededor de 70 000 millas cuadradas. Ver J. Valerie Fifer. «The Empire
Builders: A History of the Bolivian Rubber Boom and the Rise of the House of Suárez». Journal of the
Latin American Studies, V. II, (1970) pp. 113-146.
61 Ofrecen una relación sintética de las principales exploraciones a la región a fines del siglo xix el
anónimo «Bosquejo histórico de los exploradores e industriales del Noroeste de Bolivia y de su
organización político-económica», Revista del Ministerio de Colonización y Agricultura, Año IV, n 37-38-
39 (La Paz. 2o trim. 1908), pp. 258-273, Antonio Quijarro. Conferencia pronunciada por el Dr. — en el
Salón Universitario el día 3 de agosto sobre exploraciones efectuadas en el río Madre de Dios y sus
afluentes. La Paz, Imp. de «El Comercio», 1890 y Consideraciones de actualidad sobre los ríos Madre de
Dios, Aquiry y Purús. La Paz. Imp. de «El Comercio», 1893. Además, D. F. J. Velarde. El Madera y ríos
que lo forman. Últimas exploraciones en los ríos Beni, Madre de Dios, Orton y Abuná. Río de Janeiro, Imp.
do Paiz, 1886.
62 Varios fueron los diarios de viajes y relatos de Armentia sobre sus expediciones, entre otros. Diario de
sus viajes entre el río Beni y Madre de Dios y en el arroyo de Ivon en los años de 1881 y 1882. La Paz, Tip.
Religiosa, 1883; Exploración oficial mandada efectuar del Madre de Dios. La Paz, Imp. El Nacional, 1885;
Navegación del Madre de Dios. Viaje del Padre Nicolás Armentia. La Paz, s.i. 1887 y la muy divulgada
Límites de Bolivia con el Perú por la parte de Caupolicán. La Paz, Imp. El Telégrafo, 1897.
63 Ver al respecto el prólogo a la obra de Manuel V. Ballivián, en N. Armentia. Límites de Bolivia... pp. II-
III.
64 El reconocimiento de Armentia por la ayuda prestada por los caucheros para la exploración de la región
no le impidió criticar sus actividades, causa fundamental de la disminución progresiva de la población de
Moxos y de las mismas misiones de Caupolicán, como consecuencia de la captación de brazos con destino a
las barracas y la ausencia de mujeres en ellas, en N. Armentia. Navegación del Madre... p. 84.
65 Resolución de 22.12.1891 y acuerdo de 30.05.1892. En virtud del contrato obtenido por Pando, este se
comprometió a explorar los ríos norbolivianos, cosa que hizo entre enero y agosto de 1893, y de ello dejó
un interesante informe y un mapa de la región. Ver la copia que se hizo en 1897 del «Informe presentado en
1893 por José Manuel Pando a Lisimaco Gutiérrez, Delegado Nacional en los ríos Beni y Madre de Dios»
en Archivo Histórico de La Paz (ALP). Fondo José Manuel Pando (JMP). 1891-97. № 2. Pando obtuvo, en
contrapartida, la propiedad de 400 leguas cuadradas de tierras en el noroeste, por resolución gubernamental
de 29.10.1896. En José Vicente Ochoa. Memoria del Ministro de Instrucción Pública y Colonización Dr. —
presentada al Congreso Nacional de 1896. Sucre, Tip. Excelsior, 1896, Anexos, pp. 319-320.
66 Sucinta biografía de Pando y sus exploraciones en Alberto Lavadenz Ribera. Pando es Bolivia. Santa
Cruz, Imp. Casa de la Cultura, 1991. Ver también Chelio Luna Pizarro. «Vocación exploratoria del general
José Manuel Pando», Historia y Cultura, n° 6 (La Paz, 1984), pp. 75-85, y Luis Crespo. El mayor general
Don José Manuel Pando. Su vida y sus obras. La Paz, Imp. Moderna, s. a., T. I. Relaciones concretas de sus
expediciones son: Viaje a la región de la goma elástica (N. O. de Bolivia). Buenos Aires, Museo de La
Plata, 1894; Expedición del coronel don José Manuel Pando al Inambary. La Paz, Imp. El Telégrafo, 1898.
También hay datos autobiográficos en algunas de las memorias preparadas en los años en que ocupó la
Delegación en el Noroeste.
67 Ver, además de los textos citados, los manuscritos e impresos en ALP. Fondo JMP. Año 1894, n° 4, y la
carta de Pando a Manuel V. Ballivián, por entonces presidente de la Sociedad Geográfica de La Paz (La
Industria, 15.01.1898) dando cuenta de sus trabajos de exploración en el río Madre de Dios, una copia de la
cual he consultado en AHL. LB-1170, Caja n° 295.
68 Antonio Vaca Díez fue autor de numerosos trabajos sobre la región, describiendo tanto aspectos
geográficos como socioeconómicos e incluso políticos, como puede observarse, entre otros, en De Santa
Cruz a Reyes. Crónica de un viaje. La Paz, Ed. Crónica Aguda, 1989; El Río Orton y su colonización. La
Paz, Imp. El Nacional, 1894; Memorial que presenta al delegado nacional en el Madre de Dios, Acre y
Purús. La Paz, Imp. El Nacional, 1894.
69 Ver, entre otros, los relatos de las expediciones desplegadas entre 1893-96 en los ríos Madidi, Madre de
Dios, Acre, Punís, Orton, Tahuamanu y Manuripe, en Ministerio de Instrucción Pública y Fomento. Informe
del Jefe de la Mesa Topográfica [Juan L. Muñoz] de la Delegación Nacional en el N. O. presentado al
Señor Ministro de Instrucción Pública y Fomento sobre exploraciones efectuadas en el Norte de la
República. Sucre, Tip. Excelsior, 1897; y la que en 1894 llevó al Madre de Dios a Román Paz. Informe del
Dr. —, jefe de la expedición al Madre de Dios organizada por la Delegación Nacional. La Paz, Imp. El
Comercio, 1895.
70 Médico norteamericano vinculado en los ʼ70 con la empresa de los Collins que, por entonces se había
hecho cargo de la construcción del ferrocarril Madeira-Mamoré. Tras el fracaso de la empresa, Heath
permaneció en Bolivia e intentó, con éxito, la exploración del Beni, que ya había sido intentada por su
hermano Ivon, y por James Orton, en 1876-77, en J. V. Fifer. Ob. cit. p. 176. Ver E. R. Heath. Informe sobre
los estudios hechos en el departamento del Beni en los años 1879, 1880 y 1881. La Paz, Imp. «La
Libertad», 1882.
71 Relatos de dichas expediciones en Manuel V. Ballivián. Exploraciones y noticias hidrográficas de los
ríos del Norte de Bolivia. Primera parte. Traducción, reproducción y documentos inéditos por —. La Paz,
Imp. de «El Comercio», 1890. La expedición Labre llevó también consigo al boliviano Víctor Mercier,
quien participó en otras exploraciones en la región del Madre de Dios y Acre. Ver al respecto su opúsculo
Diario de una expedición del Madre de Dios al Acre. La Paz, Imp. La Tribuna, 1894.
72 Brevísimo estudio del personaje y de los informes que preparó para la entidad patrocinadora en Clara
López Beltran. «El viaje de Luigi Balzan: Una mirada al Oriente boliviano entre 1890 y 1892» en J.
Córdova y J. С. Roux (eds.). El espacio territorial y los Orientes bolivianos. La Paz, UMSA, s. a., pp. 31-
46.
73 Ver su libro Sept années d'explorations, de voyages et de séjours dans l'Amérique Australe. Paris, Imp.
Challamel l'Aîné, 1886.
74 M. Aguirre. Ob. cit. p. 37.
75Ibíd. p. 30.
76Ibíd. p. 30.
77 Quijarro, en nombre propio y/o como abanderado de financieros extranjeros, presentó a los gobiernos
bolivianos numerosos proyectos sobre el tema, entre otros: Propuestas que el Dr. D. — presenta a nombre
de varios capitalistas para la construcción de un ferrocarril, fundación de un puerto y colonización de
tierras baldías en los Departamentos de Lu Paz y Santa Cruz. La Paz, Imp. y Lit. de El Nacional de Isaac
V. Vila, 1890; Navegación del río Otuquis, fundación de un puerto y establecimiento de colonias agrícolas.
La Paz, Imp. El Nacional, 1890; Las empresas en el Departamento de Santa Cruz. Carta abierta dirigida a
la Sociedad «Hijos del Pueblo». Santa Cruz. La Paz, Imp. y Lit. de El Nacional de Isaac V. Vila, 1891;
Notable causa administrativa. Sucre, Tip. El Cruzado, 1897.
78 M. Aguirre. Ob. cit. pp. 32 y ss.
79 Vaca Díez, nacido en Trinidad, era hijo del coronel José Vaca Guzmán, originario de Sucre. Opúsculo
apologético del cauchero y senador por el Beni en la última década del siglo xix es el anónimo El doctor
don Antonio Vaca Díez. Sus antecedentes. Su obra. Sus detractores. Cochabamba, Imp. El Comercio, 1894.
En la misma línea, el también anónimo La libertad individual en el Beni. Atropellos contra el Dr. Antonio
Vaca Díez. Arbitrariedades del hijo de G. Portales. La Paz. Imp. El Comercio, 1893.
80 El proyecto sería financiado con los ingresos fiscales procedentes de la aduana de Villa Bella en los
siguientes 30 años, en Antonio Vaca Díez. Propuesta Vaca Díez. Río Orton, 1888.
81 Eulogio Arze. Informe de la Prefectura del Beni en el año 1890. Trinidad, Imp. de Francisco Suárez y
Hnos. 1890, pp. 16-19.
82 Párrafo contenido en la carta enviada por Vaca Diez (Orton, 24.02.1890) al prefecto Arze, recogido en E.
Arze. Ob. cit. p. 40.
83 Vaca Díez solicitó la concesión de 2 041 estradas gomeras ubicadas en los ríos Orton, Tahuamanu y Bajo
Beni, que le fueron denegadas en junio de 1894. Ver Lisimaco Gutiérrez. Informe preliminar de los actos de
la Delegación Nacional en el Noroeste de la República presentado por el delegado — y el secretario Dr.
Román Paz. Sucre, Tip. Excelsior, 1895, Cuadro sinóptico de las peticiones de estradas gomíferas hechas
ante la Delegación Nacional; Antonio Vaca Díez. Vías de comunicación en el Noroeste de la República. La
Paz, 1893.
84 J. V. Fifer. Bolivia... p. 290.
85 El acceso al Paraguay se logró, finalmente, tras la firma de un tratado con Brasil en 1903.
86 Posteriormente la vía alcanzó La Paz (1908), Potosí (1911) y Cochabamba (1917), J. V. Fifer. Ob. cit. pp.
102-110.
87 Ver cap. 4 notas 62 y 63.
88 J. F. Velarde. Ob. cit. p. 19.
89 El art. 15 señaló que a los efectos de construcción de vías férreas en el Oriente, ya sea que partieran del
río Paraguay, ya sea de la frontera argentina «se procederá al reconocimiento de las tierras que resulten
beneficiadas por las líneas en construcción» y que deberían quedar fuera de las áreas adjudicadas a las
empresas constructoras, en C. F. Pinilla. Ob. cit. pp. 58-59.
90 Entre los varios proyectos relativos a la construcción de ferrocarriles, que siempre involucraban la
solicitud de concesión de terrenos colonizables, citemos, entre otros, los presentados por Antonio Quijarro
quien, como representante de financieros extranjeros -ver nota 77- se interesó fundamentalmente en el
sur/sudeste: Ferrocarril Oriental. Proyecto presentado por el Dr. —, representante de D. Emilio Reus.
Buenos Aires, Imp. J. Peuser, 1888 (vía ferrea entre Laguna Gaiba y Sucre); Propuestas reformadas del
sindicato Franco-Belga por la construcción de dos líneas de ferrocarriles internacionales. La Paz, Imp. El
Nacional, 1889 (proyecto para unir la Pampa con la Amazonia siguiendo el camino de Oran-Santa Cruz-río
Purús y frontera brasileña) a la que siguió Últimas propuestas del sindicato Franco-Belga. La Paz, Imp. El
Nacional, 1891; Cilley Greenleaf. Empresa de Otuquis. Propuesta para la construcción de un ferrocarril.
La Paz, Tip. Olañeta, 1886 (unión de Cochabamba con el Otuquis); Propuesta. — de la Compañía Sud
Americana de Exploración, Fomento y Colonización. La Paz, Imp. La Revolución, 1893. El mismo
Quijarro presentó también algunas propuestas para el tendido de vías férreas en el Noroeste como fue la
Propuesta para establecer la conexión entre los ríos Aquiri y Madre de Dios por medio de un ferrocarril.
La Paz. Imp. El Nacional, 1893.
91 Luis Paz. Memoria de Gobierno presentada al Congreso Nacional de 1895 por el Ex-Ministro de
Gobierno y actual de la Guerra —. Sucre, Tip. El Cruzado, 1895, p. 107.
92 Rómulo Corvera Zenteno. Legislación agraria boliviana. La Paz, Tall. Gráf. «La Prensa» de José L.
Calderón, s.a. [1926?], pp. 93-96.
93 Además, por resolución suprema de 18.08.1880 se confió a las Prefecturas el seguimiento de las
diligencias de remate y posesión de las tierras baldías, en R. Corvera Zenteno. Ob. cit. p. 96 y J. Lavadenz.
La Colonización en Bolivia durante la primera centuria de su independencia. La Paz, Tall. Gráf. de la
Intendencia de Guerra, 1925, p. 9.
94 Decreto recogido por R. Corvera Zenteno. Ob. cit. p. 101. Según Lavadenz. Ob. cit. p. 10, tal suspensión
se produjo como consecuencia de la gran cantidad de solicitudes de tierras y la falta de una reglamentación
adecuada.
95 J. L. Carrillo. Ob. cit. p. 29.
96 Casto F. Pinilla. Repertorio de Leyes, Decretos, Resoluciones y demás antecedentes relativos al
Despacho de Colonización. La Paz, Tall. Tipo-Litográfico de J. M. Gamarra, 1905, pp. 1-4.
97 Ley recogida en С. F. Pinilla. Ob. cit. pp. 24-28 y en R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 117-120.
98 C. F. Pinilla. Ob. cit. p. 25.
99 Las atribuciones del Ministerio de Colonización, según la ley de organización política y administrativa
de 3.12.1888, sección cuarta, art. 12, eran fomentar la inmigración extranjera, procurar el establecimiento
de colonias prestándoles la protección y auxilios que necesitaran, dictar los reglamentos respectivos, y
vigilar el cumplimiento de las garantías concedidas por la Constitución a las colonias, en Ramón Retamoso
L. y Juan Silva V. La Inmigración en Bolivia. La Paz, Ed. Arno Hnos. 1937, p. 16.
100 С. F. Pinilla. Ob. cit. pp. 53-68 y R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 124-137.
101 Se hizo la distinción entre terrenos concedidos a particulares (art. 25) –los ubicados en un radio de 60
km de distancia de los centros poblados (lotes de 25 ha. y sin superar los 3 lotes por cada padre de familia y
uno por cada hijo varón mayor de 14 años)– de los otorgados a las empresas colonizadoras (art. 26 a 31).
102 R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 139-140.
103 С. F. Pinilla. Ob. cit. p. 26. La ley de 21 de octubre en Ibíd. pp. 201-202.
104 Marta Irurozqui apunta que el interés por el Oriente de las élites conservadoras chuquisaqueñas en los
últimos años de permanencia en el poder respondió, probablemente, a una estrategia de supervivencia frente
a las cada vez más importantes élites paceñas. Sin embargo, ¿cómo explicar la política colonizadora del
Oriente en el primer decenio de gobierno conservador sin referirnos a su interés por consolidarse como
clase, como grupo hegemónico, y construir un país moderno? Ver al respecto La armonía de las
desigualdades... pp. 99-102.
105 Recogido en la orden de 12.07.1886 en la que se dieron instrucciones a una comisión nacional
encargada de la exploración de los Orientes, en C. F. Pinilla. Ob. cit. pp. 18-21.
106 Circular de 23.03.1886 a todos los prefectos departamentales, en C. F. Pinilla. Ob. cit. p. 13.
107 Ordenes del 12.07.1886 por las que se nombró a Federico Sacc comisionado nacional y se le dieron las
instrucciones correspondientes, en C. F. Pinilla. Ob. cit. pp. 16-21. El proyecto se frustró tras la negativa
gubernamental a aumentar la dotación económica para la realización de los trabajos de Sacc, por resolución
de 23.07.1886, en Ibíd. pp. 22-23. J. Lavadenz señala que la iniciativa no se llevó a cabo por «falta de
recursos» aunque no menciona, explícitamente, el rechazo del Legislativo a incrementar el presupuesto, en
su Ob. cit. p. 12.
108 Política perseguida «con ahinco por nuestros gobiernos progresistas [con] el establecimiento de
empresas colonizadoras, que facilitando y abriendo las corrientes al inmigrante, fijasen las bases de una
atinada y verdadera colonización; y en este sentido, cuantas veces se han presentado empresas
colonizadoras, aún sin garantías, se les ha concedido privilegios excepcionales y verdaderamente pródigos.
Mas, sensible es manifestarlo, todas esas empresas han fracasado o por falta de recursos o por carecer de
seguridad los empresarios», en circular de 16.07.1896 en C. F. Pinilla. Ob. cit. p. 191.
109 Carta de A. Vaca Díez al prefecto del Beni (Orton, 24.02.1890), en Eulogio Arze. Informe de la
Prefectura del Beni en el año 1890. Trinidad, Imp. Francisco Suárez y Hnos. 1890, p. 39.
110 Referencias al proyecto en Rodolfo Arauz. Informe del Prefecto y Comandante General del
Departamento del Beni. Sucre, Tip. Excelsior, 1897, p. 22.
111 Circular del ministro de Colonización de 16.07.1896 a los cónsules bolivianos, en С. F. Pinilla. Ob. cit.
pp. 190-197.
112 Un posterior decreto (17.11.1899) ratificó y amplió las funciones de dicha Oficina en J. Lavadenz. Ob.
cit. p. 17. Manuel Vicente Ballivián, jefe de dicha Oficina, denunció la ineficacia de la mayoría de los
cónsules bolivianos e insistió en la necesidad de divulgar las riquezas de Bolivia en Italia, Francia y España.
Ver su informe en Tomás Baldivieso. Anexos a la Memoria de Instrucción Pública y Fomento presentada al
Congreso Ordinario de 1898. Sucre, Imp. «Bolívar» de M. Pizarro, 1898, pp. 201-210.
113 Mano de obra destinada a la explotación de todos los recursos naturales, según la circular del ministro
J. V. Ochoa (16.07.1896), pues los bosques de gomales del norte y noroeste bolivianos «reclaman activa y
poderosamente la inmigración extranjera que provea a esas inmensas regiones de suficientes brazos
productores, [y] la fiebre de riqueza que ocasiona esa industria... va despoblando antiguas regiones
agrícolas y de ganadería en los departamentos de La Paz, Santa Cruz y el Beni, privándolas de brazos
necesarios para la economía general y ordinaria del país», en C. F. Pinilla. Ob. cit. p. 194.
114 La resolución de 28.04.1903 permitió la llegada y establecimiento de «colonos» japoneses para los
trabajos de la industria gomera, en R. Retamoso L. y J. Silva L. Ob. cit. p. 18.
115 Tomás Baldivieso. Memoria de Instrucción Pública y Fomento presentada al Congreso Ordinario de
1898. Sucre, Imp. «Bolívar» de M. Pizarro, 1898, р. 110.
116 Instrucciones (La Paz, 11.02.1884) en M. Aguirre. Ob. cit. pp. 71-72.
117 El acceso al Purús exigía, previamente, encontrar la vía de ingreso al Madre de Dios al Acre, por lo que
Aguirre, como vimos antes (cap.5.1.), propuso el envío de una expedición exploratoria a la región. Ver nota
27.
118 La guarnición situada en dicho lugar –punto central de los poblados de Magdalena, San Ramón y San
Joaquín– no sólo frenaría el expansionismo brasileño, sino que «protegería» los habitantes y ganados de las
frecuentes incursiones de las «tribus salvajes», en M. Aguirre. Ob. cit. p. 100.
119 El énfasis en el original. Ver al respecto «Estracto de los informes prestados al Presidente de la
República, en consejo de gabinete, el 8 de enero, por el Delegado del Gobierno en el Oriente» en M.
Aguirre. Ob. cit. p. 61, nota 1.
120Ibid. p. 61, nota 1.
121 Gestiones que pueden seguirse en los informes de la Cancillería de Relaciones Exteriores al Congreso
boliviano -la peruana hizo lo propio ante el Congreso del Perú- y en los fondos del Archivo de dichos
ministerios, también consultados. Particularmente útil para ver la posición boliviana ante el Perú es el
informe firmado por Claudio Pinilla (Lima, 6.04.1897) enviado al ministro de Relaciones Exteriores
peruano, recogido en Manuel Ma Gómez. Memoria del Ministro de Relaciones Exteriores y del Culto
presentada al Congreso Ordinario de 1897. Sucre, Imp. «Bolívar» de M. Pizarro, 1898, pp. 63-94.
122 Ley preparada en gran medida por el diputado beniano Pedro Suárez, y cuyo reglamento fue dado el
2.12.1890, en Lisimaco Gutiérrez. Informe Preliminar de los actos de la Delegación Nacional en el
Noroeste de la República presentado por el delegado Sr. — y el secretario Dr. Román Paz. Sucre, Tip.
Excelsior, 1895, pp. 1-4.
123Ibíd. p. 3.
124 Cuestión ratificada por ley de 25.11.1895, y decreto supremo de 8.03.1900, medidas recogidas en С. F.
Pinilla. Ob. cit. pp. 118-127, 184-186 y 238-253. Acerca del interés gubernamental en la implementación de
la delegación ver Luis Paz. Informe presentado al Congreso Nacional de 1893 por el Ministro de Gobierno
Dr. —. La Paz, Imp. y Lit. de «El Nacional» de Isaac V. Vila, 1893, pp. 168-170. Según el primer delegado,
Lisimaco Gutiérrez, uno de los motivos que apresuró el envío de la delegación nacional al Noroeste fue «la
necesidad de responder con la acción tutelar administrativa... contra los crímenes y abusos imputados a
varios industriales gomeros del Beni». El énfasis en el original, en L. Gutiérrez. Ob. cit. p. 29.
125 José Vicente Ochoa. Memoria del Ministro de Instrucción Pública y Colonización Dr. — presentada al
Congreso Nacional de 1896. Sucre, Tip. Excelsior, 1896, p. 140.
126 Anotemos que, según las instrucciones dadas por el gobierno de Baptista a Gutiérrez, todas las
autoridades del departamento del Beni -incluido el prefecto- quedaron sometidas a la autoridad de la
delegación, lo que ocasionó serios conflictos en los años siguientes. Ver instrucción n° 13 en Ibíd. pp. 137-
138.
127 С. F. Pinilla. Ob. cit. p. 134.
128 Instrucciones dadas por el gobierno de Baptista (La Paz, 17.06.1893) a Gutiérrez en C. F. Pinilla. Ob.
cit. pp. 133-138.
129 «La despoblación del Beni, ocasionada por la emigración a las barracas del Madera, en años pasados,
ha producido el abandono de muchas estancias de ganadería y dificultado grandemente la consecución de
brazos para el cuidado y trabajos de las que subsisten; lo que ha conducido, a los patrones, a tener sujetos a
su dominio a los colonos, con limitaciones tales, que parecen hallarse estos realmente en esclavitud», en L.
Gutiérrez. Ob. cit. p. 13, situación reiterada insistentemente en las memorias anuales al Congreso de los
ministros encargados de la Colonización.
130 L. Gutiérrez. Ob. cit. p. 31.
131Ibid. p. 48.
132 T. Baldivieso. Memoria de Instrucción... 1898. pp. 111-115.
133Ibid. p. 115. En 1897 fue ofrecido el puesto, ad honorem, al coronel José Manuel Pando, quien se
ofreció a dirigir una expedición con el objetivo de estudiar la región limítrofe con el Perú para la
delimitación de la frontera, puesto aceptado con algunas reservas pero sin consecuencias prácticas. Ver J. V.
Ochoa. Memoria del Ministro de Instrucción Pública y Fomento Dr. — presentada al Congreso Nacional de
1897. Sucre, Tip. Excelsior, 1897, pp. 232-240.
134 Luis Paz. Memoria de Gobierno presentada al Congreso Nacional de 1895 por el Ex-Ministro de
Gobierno y actual de la Guerra —. Sucre, Tip. El Cruzado, 1895, p. 107. Todos los informes al Congreso
del Ministerio encargado de la sección de Colonización, fuera quien fuera su titular, reiteraron la necesidad
de implementar estos tres instrumentos «colonizadores».
135 Orden de 22.02.1886 del ministro de Colonización al coronel Agustín Martínez, jefe militar del Chaco,
en C. F. Pinilla. Ob. cit. p. 7.
136 J. V. Ochoa. Memoria del Ministro de Instrucción Pública y Fomento Dr. — presentada al Congreso
Nacional de 1897. Sucre, Tip. Excelsior, 1897, p. 221.
137 Resolución recogida en R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 92-93.
138 Orden de 22.02.1886 en С. F. Pinilla. Ob. cit. p. 7.
139 C. F. Pinilla. Ob. cit. pp. 29-34.
140Ibid. pp. 71-75.
141 Ejemplo de tales denuncias es el informe del prefecto del Beni en 1897, R. Arauz. Ob. cit. p. 20.
142 Luis Paz. Informe presentado al Congreso Nacional de 1893... p. 157.
143 L. Paz. Memoria de Gobierno... 1895. pp. 108-111.
144 Angel M. Zambrana. Informe del Prefecto y Comandante General del Departamento de Santa Cruz Dr.
—. Santa Cruz, Imp. de «La Estrella del Oriente», 1896, p. 25.
145 Según la visita efectuada en 1893 por el delegado gubernamental, Manuel Othon Jofré, a las colonias y
misiones en el Chaco, el jefe de la colonia Creveaux impedía el asentamiento de nuevos pobladores. A Jofré
le pareció inaudito que «las fuerzas colonizadoras se conviertan en guardianes de las selvas salvajes y en
perseguidoras de la ocupación industrial y civilizadora», M. O. Jofré. Colonias y misiones. Tarija, Imp. de
«El Trabajo», 1895, p. 90.
146 Interesante resulta el «Informe del Jefe Superior de Colonias del Gran Chaco» en J. V. Ochoa. Memoria
del Ministro... 1897. Anexos, pp. 445-455.
147 L. Paz. Memoria de Gobierno... ¡895. p. 110.
148 M. V. Ballivián y С. F. Pinilla. Monografía de la industria de la goma elástica. La Paz, Dirección
General de Estadística y Estudios Geográficos, 1912. Unos primeros apuntes sobre el caucho habían sido
publicados por Ballivián, unos años antes. Apuntes sobre la industria de la goma elástica en los territorios
dependientes de la Delegación Nacional en el Noroeste y el Departamento del Beni. La Paz, Imp. de «El
Comercio», 1896. Datos sobre fundos caucheros y población residente en ellos en la década de los ʼ80 en N.
Armentia. Navegación del Madre de Dios. pp. 78-85. Ver también J. Valerie Fifer. «The empire builders: a
history of the Bolivian rubber boom and the Rise of the House Suárez», Journal of Latin American Studies,
2,2 (Cambridge. 1970); Ma Pilar Gamarra. Haciendas y peones en el régimen hacendatario gomero
boliviano. Las bases económicas de un poder regional: La Casa Suárez (1880-1940). Tesis de grado. La
Paz, 1992 y «La participación estatal en la industria de la goma elástica. Legislación fiscal y economía
gomera», Data, n°4 (La Paz, 1993); Heraclio Bonilla. «Estructura y eslabonamientos de la explotación
cauchera en Colombia, Perú, Bolivia y Brasil», Data, n°4 (La Paz, 1993), pp. 9-22. Sobre la pervivencia del
caucho en la economía boliviana ver Pablo Pacheco. Integración económica y fragmentación social. El
itinerario de las barracas en la amazonia boliviana. La Paz, CEDLA, 1992.
149 Uno de los primeros empresarios caucheros fue Santos Mercado quien, al igual que el resto de
cascarilleros que llevaban su producto a San Antonio, supieron de la progresiva importancia de las gomas
en Brasil. Fue así que se inició la explotación cauchera en Bolivia (1864), en M. V. Ballivián y C. F. Pinilla.
Monografía... pp. 52-53.
150 R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 83-85.
151 El art. 11 declaró a «los indígenas benianos propietarios absolutos de las tierras del dominio público
que actualmente posean como adjudicados en arrendamiento o de cualquier manera precaria..», al tiempo
que el art. 12 dejó «subsistente el sistema de trabajo en común mediante asociaciones de individuos o
familias..» en R. Corvera Zenteno. Ob.'cit. pp. 107-108.
152 Principales disposiciones sobre impuestos a la producción y exportación de caucho en M. V. Ballivián y
C. F. Pinilla. Monografía... pp. 193-200 y Apéndice.
153 R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 108-109. Según el delegado en el Oriente, Manuel Aguirre, objetivo de
la ley fue no tanto aumentar la recaudación fiscal, sino normalizar la adquisición de propiedades gomeras y
garantizar su explotación, en M. Aguirre. Ob. cit. pp. 91-98.
154 R. Corvera Zenteno. Ob. cit. p. 142.
155 Los art. 5, 6, 7 del decreto de 15.05.1893 prohibieron destruir los árboles gomeros bajo la pena de un
boliviano de multa por cada uno, a no ser que fueran reemplazados con los «renuevos» del mismo árbol, en
M. V. Ballivián y C. F. Pinilla. Monografía... pp. 203-204.
156 La propiedad se adquiría previo pago de quince anualidades de un boliviano por estrada. Superado este
término el concesionario podía consolidar tanto la propiedad definitiva de las estradas como un lote de
25has. sin más gravamen que el pago de las escrituras, en M. V. Ballivián y C. F. Pinilla. Monografía... pp.
205-206.
157 Ley de 1895 y reglamento de 1896 en H. Delgado Llano. Legislación Integral... pp. 52-70.
158 L. Paz. Memoria de Gobierno... 1895. pp. 117-118. La importancia de la empresa cauchera como
instrumento de ocupación del territorio fue reiteradamente subrayada por Paz por cuanto «las agrupaciones
de vecindarios serán permanentes y estables, como la industria que las alimenta», en Ibíd. p. 118.
159 L. Paz. Memoria de Gobierno... 1895. p. 117.
160 Como señaló el prefecto del Beni en 1883, si los indígenas eran llevados al Madeira «¿Qué brazos
transportarán las producciones al interior de la República? ¿Quiénes serán los remeros para el comercio con
el Departamento de Santa Cruz? ¿Se preferirá la muerte de estas poblaciones a la industria gomera?», en M.
Oyola. Ob. cit. p. 2.
161 Mensaje presidencial (La Paz, 7.10.1882) en M. Oyola. Ob. cit. pp. 24-25.
162 Proyecto de ley en M. Oyola. Ob. cit. pp. 25-30. Extracto de la ley y algunos de sus artículos en R.
Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 107-109.
163 M. Aguirre. Ob. cit. p. 55-56. Según Aguirre, el Estado no podía renunciar a ejercer tutela sobre los
indígenas benianos, «impúberes sociales», por cuanto «No puede llamarse ciudadano quien no reune las
condiciones sencillas que la más rudimentaria organización política exije para considerar al individuo en
aptitud de ejercer la plenitud de sus derechos». Énfasis en el original, en Ibid. p. 56.
164 Medidas citadas en M. V. Ballivián y C. F. Pinilla. Monografía... pp. 203-205.
165 J. С. Carrillo. Ob. cit. pp. 38-39.
166 J. V. Ochoa. Memoria del Ministro... 1896. pp. 142-143.
167 Ley reglamentada el 25.02.1897 en M. V. Ballivián y С. F. Pinilla. Ob. cit. Apéndice, pp. XXXII-
XXXIV. La resistencia de los propietarios aparece recogida en numerosos escritos, entre otros, en el texto
del entonces prefecto del Beni, el cruceño Fabián Vaca Chávez. Por el Oriente y por el Noroeste de la
República. La Paz, La Prensa, 1912, pp. 12-18.
168 Ver Informe presentado por J. M. Pando al Ejecutivo sobre la expedición de S. Mercado al Abuná y su
propia expedición a los rios del Noroeste (Río de Janeiro, 6.08.1894), en ALP. JMP. 1894. N°4.
169 J. Lavadenz. Ob. cit. p. 56
170 La documentación trabajada me permite señalar que Cardús actuó como «visitador», aunque no he
encontrado texto alguno en el primer lustro de los ʼ80 que me permita confirmar que el encargo obedeciera
al interés franciscano y/o gubernamental, en solicitar a la Santa Sede la erección de un vicariato. Sin
embargo, sí he localizado un texto, sin fecha (aunque por los datos que ofrece podría haber sido escrito en
1883/ 84), firmado por Juan B. Aguirre, guardián del convento de Nta. Sra. de los Angeles (La Paz), quien,
siguiendo las órdenes de su Superior General, se ofreció a la SCPF como «visitador» de las misiones para
recoger datos a suministrar al gobierno boliviano y a la Santa Sede, con vistas a la erección de un vicariato
apostólico, tanto más cuando por entonces «domina el pensamiento de ensanchar la comarca social
civilizada, y es indispensable que a la acción puramente civil, cuyas tentativas han sido hasta aquí casi
siempre infructuosas, se anticipe... la acción evangélica», en ASCPF. SRNC. AM. Vol. 14. Años 1878-85,
ff. 773-774rev.
171 Datos ofrecidos por el religioso y ex-misionero en Guarayos, José Cardús, tras la visita efectuada a las
misiones existentes en el país, por encargo del otrora comisario general de los Colegios de Propaganda Fide
de Bolivia, Hugolino Gorlieri, en Las misiones franciscanas entre los infieles de Bolivia. Barcelona, Lib. de
la Inmaculada Concepción, 1886.
172 Cristianos eran, para Cardús, los indígenas reducidos y bautizados, utilizando el vocablo de neófitos
para designar a los indígenas que, reducidos, no se hubieran bautizado. Sin embargo, generalmente, los
misioneros tendieron a utilizar el término neófitos para designar a los indígenas concentrados que habitaban
en el poblado misional, que, por lo general, habían sido bautizados.
173 Datos aproximativos pues el mismo Cardús, a lo largo de su obra, ofrece datos discrepantes.
174 Según Cardús, estas misiones eran, propiamente, doctrinas. Sin embargo, él utilizó indistintamente una
u otra designación.
175 De las reflexiones de Cardús se desprende la renuencia de los misioneros a castellanizar a la población
indígena, al temer que facilitaría el contacto con los civilizados y, por ende, estos podrían «engañar» más
fácilmente a los indios. Cardús sostiene, por el contrario, la necesidad de enseñar el castellano como una de
las principales medidas para el adelanto de las misiones, en J. Cardús. Ob. cit. pp. 174-175.
176 Para entonces, el gobierno Campero había sancionado la ley de 15.10.1880 por la cual se había
reformado el art. 2 de la Constitución, y en el que, además, se señaló que «las colonias podrán estar sujetas
a leyes y reglamentos especiales», en Anuario. —de Leyes y Supremas disposiciones de 1880 compulsado
por Jenaro Sanjinés. La Paz, Imp. de «El Ciudadano», 1881, p. 185.
177 J. Cardús. Ob. cit. pp. 179-180.
178Ibíd. p. 180.
179 Martín Lanza. Memoria del Ministro de Justicia, Instrucción Pública y Culto, Dr. — al Congreso
Ordinario de 1885. La Paz, Tip. de La Patria, 1885, p. 32.
180 El énfasis es mío. Ley aprobada por el Congreso Nacional el 12.11.1886, y sancionada por el presidente
Pacheco al día siguiente, en Anuario. — de Leyes y Supremas disposiciones correspondientes al año de
1886. pp. 246-248.
181 El expediente en AAEESS. Bolivia. Años 1882-84. Fasc. 7, ff. 61-67rev.
182 Ver amplia correspondencia sobre el tema en ASCPF. SRNC. AM. Vol. 15. Años 1886-89, ff. 278-
319rev.
183 El internuncio apostólico, Beniamino Cavicchioni, solicitó (1888) a los obispos bolivianos que
impulsaran la OPFe, en ASV. NB. В. Cavicchioni. Fase. 20. Aptdo 5, ff. 212 у rev.
184 Ver el proyecto de presupuesto estatal en Martín Lanza. Anexos a la Memoria presentada por el
Ministro de Justicia, Instrucción Publica y Culto Dr. — al Congreso ordinario de 1885. La Paz, Imp. de la
Patria, 1885, pp. 139-175.
185 Pedro García. Informe del Ministro de Justicia, Instrucción Pública y Culto, ciudadano-a las Cámaras
ordinarias de 1886. La Paz, Imp. de «El Nacional» de Isaac V. Vila, 1886, pp. 36-37.
186 С. F. Pinilla. Ob. cit. pp. 101-103.
187Ibid. pp. 132-133.
188 С. F. Pinilla. Ob. cit. pp. 165-167. La resolución de 1894 introdujo pequeñas variaciones en la ley de
1883.
189 M. O. Jofré. Ob. cit. p. 97. Nombramiento de Jofré como delegado gubernamental a las misiones y
colonias del Chaco (1893), en Ibíd. pp. 2-4 y C. F. Pinilla. Ob. cit. pp. 144-148.
190 M. O. Jofré. Ob. cit. p. 103.
191 L. Paz. Memoria de Gobierno... 1895. p. 111.
192 D. Campos, De Tarija a Asunción. Buenos Aires, Imp. Peuser, 1888. Campos matizó sus aceradas
críticas al sistema misionero al señalar que las irregularidades denunciadas las había observado en las
misiones del norte argentino, pues no había podido visitar las existentes en Bolivia. Tesis similares a las de
Campos fueron planteadas pocos años después (1892) por el delegado gubernamental para la visita de las
misiones y colonias, el coronel Melchor Chavarria, quien, sin embargo, tampoco visitó efectivamente las
misiones. Las tesis de Campos fueron rebatidas, entre otros, por el futuro ministro Luis Paz en De Tarija a
la Asunción. Juicio sobre el informe del Dr. Daniel Campos, Delegado del Gobierno. Estudio sobre las
misiones por —. Tarija, Imp. de «El Trabajo», 1889.
193 Copia realizada en 1897 del Informe presentado en 1893 por J. M. Pando a Lisimaco Gutiérrez,
Delegado Nacional en los ríos Beni y Madre de Dios, en ALP. JMP. 1891-97. N° 2, ff. 4rev-5.
194 Datos todos ellos que deben tomarse como aproximativos pues, incluso la misma fuente, ofrece a lo
largo de la obra algunas contradicciones. Estas variaciones aumentan si se comparan con los datos de las
relaciones que, manualmente, enviaban los prefectos misioneros dependientes de cada colegio a la SCPF,
que, para no extenderme, no he incluido aquí. Los datos ofrecidos por estos informes correspondientes al
año en que Pifferi y Ducei realizaron la visita pastoral, son ligeramente superiores a los ofrecidos por estos.
Zacarías Ducei. Diario de la visita a todas las misiones existentes en la República de Bolivia practicadas
por el M. R. P. Sebastián Pifferi. Asis, Santa María de los Angeles, 1895. También encontramos
inexactitudes en la relación del ministro Luis Paz. Memoria de Gobierno presentada... 1895. pp. 114-115,
donde se denominan misiones a lo que son doctrinas, se cita alguna población que, prácticamente, ha
desaparecido, y se confunde incluso los nombres de algunas de ellas. Finalmente, hay también
discrepancias con los datos aquí ofrecidos en las historias publicadas por los respectivos Colegios
misioneros.
195 Informe del prefecto de misiones del Colegio de La Paz, Pablo Fernández (La Paz, 15.10.1894)
presentado a S. Pifferi y enviado a SCPF, en ASCPF. Rubrica. NS. Vol. 73, f. 568rev. Todo el texto en ff.
564-572. La disminución de la población indígena fue reiteradamente denunciada por los misioneros. Ya N.
Armentia, quien había elogiado la contribución de los caucheros a la exploración del Noroeste, había
señalado en 1887 que la «industria gomera» era la causante de la disminución de la población de Mojos y
que a ella se «deberá tal vez la desaparición de Ixiamas, Tumupasa y San José, etc.», en N. Armentia.
Navegación del Madre de Dios... p. 84.
196 La información hace la distinción entre catecúmenos (infieles en proceso de cristianización e infieles),
aunque he optado por ofrecer aquí la suma total para facilitar la comparación de los datos.
197 Ducci no cita esta población de la que, sin embargo, consta su existencia en otras fuentes.
198 En la relación de Ducei aparecen como misiones Isiamas, Chupiamonas y Tumupasa, aunque en
realidad son doctrinas.
199 Misión fundada en 1887.
200 Estas dos poblaciones habían sido secularizadas el 17.11.1892, ver decreto en Anuario de Leyes y
Supremas disposiciones de 1892. La Paz, Imp. De «El Comercio», 1893, pp.208-210, aunque continuaron a
cargo de religiosos franciscanos, y en la relación de Ducei aparecen en el apartado de misiones, aunque
propiamente hablando ya no lo eran.
201 Carta del propietario Félix Torres -con intereses económicos en el norte argentino- al presidente
Baptista solicitando se obligara a los misioneros a que facilitaran mano de obra indígena y no «protegieran»
a los indígenas que vulneraban los contratos de enganche, en Expediente en BACCB. Doc. n° 150. Ver
también Doc. n° 151. Poco antes de la fundación de la misión, algunos sectores se habían opuesto al
establecimiento de la misma, lo que obligó al Ejecutivo a intervenir (junio 1888), en Angelico Martarelli. El
Colegio Franciscano de Potosí y sus misiones. Noticias Históricas por el P. Fr. —, corregidas, aumentadas
y con notas por el P. Fr. Bernardino de Nino. La Paz, s. i. 1918 [2aed.], pp. 243-245.
202 Como dijera el ministro Ichaso al Congreso de 1890, las misiones habían prestado hasta entonces
«remarcables servicios a la causa de la civilización, sosteniendo la jurisdicción nacional sobre los extensos
desiertos en que están situadas», en Telmo Ichaso. Informe presentado al Congreso Ordinario de 1890. La
Paz, Imp. de «La Tribuna», 1890, p. 69.
203 Referencias a las iniciativas tomadas por los prelados en carta del obispo de Santa Cruz (24.08.1888) al
ministro de Culto, en AAEESS. Bolivia. Años 1889-91. Fasc. 18, ff. 44-46rev. y carta del obispo de La Paz
(J. J. Baldivia) al delegado apostólico en Lima a inicios de 1895, ASV. NB. G. Macchi. Fasc. 32. Aptdo. 21,
ff. 206-208.
204 Carta del obispo cruceno, la ley y la correspondencia entre el episcopado, el gobierno boliviano, el
representante de Bolivia en la Santa Sede y la Secretaría de Estado, en AAEESS. Bolivia. Años 1889-91.
Fasc. 18, ff. 41-55.
205 Emetério Cano. Memoria del Ministro de Relaciones Exteriores y Culto presentada al Congreso
Ordinario de ¡894. La Paz, Imp. de «La Revolución», 1894, pp. 85-86. Tesis sostenida explícitamente por
todos sus sucesores en el cargo.
206 Aniceto Arce. Mensaje del Presidente de la República de Bolivia Dr. D. —. Oruro, Imp. de «La
Revolución», 1891, p. 8. Ley recogida en carta del representante boliviano, Guido Fausti, ante la Santa Sede
(Roma, 11.06.1895) en AAEESS. Bolivia. Años 1897-97. Fasc. 25, ff. 7-8.
207 Negociación entre el Ejecutivo boliviano, la delegación apostólica, la Secretaría de Estado de la Santa
Sede, la SCPF, la Congregación de AAEESS y la representación boliviana en Roma, además de la orden
franciscana, en ASV. NB. G. Macchi. Fasc. 32, Aptdo. 21, ff. 202-237 y AAEESS. Bolivia. Años 1895-97.
Fasc. 25, ff. 1-50 y Años 1897-99. Fasc. 33. ff. 54-75. Sin embargo, el breve pontificio dando el vía libre a
la erección no se dictó hasta 1917.
208 Aunque formalmente era el Pontífice quien hacía el nombramiento, la diplomacia papal sondeaba
previamente la disposición gubernamental frente a los posibles candidatos.
209 El diferendo fronterizo dio lugar a numerosas publicaciones en las que la defensa de la bolivianidad del
territorio se basó tanto en su adscripción colonial a la Intendencia de La Paz, como en la existencia de
misiones financiadas por la Audiencia de Charcas. Entre otros trabajos ver Carlos Biavo. Límites de la
provincia de Caupolicán o Apolobamba, con el territorio peruano. La Paz, Imp. de La Paz, 1890 y N.
Armentia. Límites de Bolivia con el Perú....
210 Carta de P. Gasparri al Secretario de Estado pontificio, M. Rampolla (Lima. 21.01.1899), AAEESS.
Bolivia. Años 1897-99. Fasc. 33, ff. 66-67. El expediente sobre el tema en ff. 54-75. Documentación sobre
la misma cuestión en ASV. NB. P. Gasparri. Fasc. 45. Aptdo. 6, ff. 3-26.
211 Carta del Ejecutivo peruano al delegado Gasparri (Lima, 3.05.1899). en AAEESS. Bolivia. Años 1897-
99. Fasc. 33. ff. 74 y rev. Ver también la correspondencia cruzada sobre el tema entre la delegación
apostólica y la cancillería peruana en 1899, en ACH. 6-0. Año 1899, incluyendo también el informe de
Solón Polo, Jefe de la Sección de Límites (29.04.1899).
212 Solución señalada por P. Gasparri a M. Rampolla (Lima. 21.01.1899) en AAEESS. Bolivia. Años 1897-
99. Fasc. 33, ff. 66-67, y en ASV. NB. P. Gasparri. Fasc. 45. Aptdo. 6, ff. 5-6rev. Sobre el surgimiento de las
prefecturas apostólicas en el Perú ver cap. 3. 2. 1.
213 Carta de Villazón al delegado Gasparri (15.05.1900) en ASV. NB. P. Gasparri. Fasc 45. Aptdo. 6, ff. 13-
14. Todo el expediente en ff. 3-26.
214 Ley sancionada por Pando tres días más tarde, en Anuario. — de Leyes, decretos y resoluciones
supremas de 1900. La Paz, Imp. de los Debates, 1901, p. 74.
215 Eliodoro Villazón. Memoria del Ministro de Relaciones Exteriores y Culto presentada al Congreso
Ordinario de 1900. La Paz, Taller Tipo-Litográfico, s. a. pp. LIX-LX.
216 Título del artículo de F. Frey, en el que defiende que el comercio de Chiquitos y Velasco debe dirigirse,
fundamentalmente, al Matto Grosso por la vía del Iténez, publicado en el Boletín de la Sociedad de Estudios
Históricos y Geográficos de Santa Cruz, (Santa Cruz, 1906), pp. 347-353.
217 Ismael Montes. Mensaje del Presidente Constitucional de la República al Congreso Ordinario de 1905.
S. p. i. p. 41.
218 Censo. — general de la población de la República de Bolivia. La Paz, Taller Tipo-Lit. de José M.
Gamarra, 1902, T. I, p. 13. Las cifras son indicativas, especialmente por lo que hace referencia a las
poblaciones ubicadas en los Orientes. Por otro lado, incluso los datos recogidos resultan a veces
discordantes tanto en lo que se relaciona con las estadísticas como con nombres de provincias y pueblos, e
incluso misiones que aparecen en un tomo y no son recogidos en otro. En el cuadro se incluye el territorio
perdido por Bolivia en el conflicto del Pacífico, el llamado departamento Litoral, zona que los gobiernos
bolivianos pensaban recuperar por tratados y/o por compra. Ver al respecto J. V. Fifer. Bolivia... pp. 98-114,
120-123.
219 José Manuel Pando. Mensaje del Presidente Constitucional de la República General —. (La Paz,
12.08.1901). Texto manuscrito en Archivo Histórico del Congreso de Bolivia (AHCB), f. 30.
220 Para una reflexión sobre el proyecto liberal ver, entre otros, Herbert S. Klein. Panics and Political
Change in Bolivia, 1880-1952. Cambridge, Cambridge University Press, 1969; Erick D. Langer. «El
liberalismo y la abolición de la comunidad indígena en el siglo xix», Historia y Cultura, 14 (La Paz, 1988),
pp. 59-95; M. Irurozqui. La armonía... pp. 73-102 y 141-196 y «A bala, piedra y palo». La construcción de
la ciudadanía política en Bolivia, 1826-1952. Sevilla, Diputación de Sevilla, 2000, pp. 262-298.
221 La adscripción se mantuvo hasta el 18.10.1904, cuando la Sección de Colonias se desgajó del
Ministerio de Guerra y se incorporó al nuevo Ministerio de Colonias y Agricultura. Esta situación perduró
hasta 23.12.1910, cuando una nueva reorganización ministerial vinculó Agricultura con el Ministerio de
Instrucción Pública y la Colonización fue adscrita nuevamente al Ministerio de Guerra, situación en la que
permaneció hasta la guerra del Chaco.
222 Recordemos que la primera década de gobierno liberal vio la propuesta, y en muchas ocasiones
aprobación, de proyectos secularizadores, entre otros, los relativos a la supresión de la enseñanza religiosa
(31.05.1904), libertad de cultos (6.08.1906) –a través de la reforma del art. 2 de la Constitución que
señalaba que «El Estado reconoce y sostiene la religión Católica Apostólica Romana, permitiendo [en lugar
de «excluyendo»] el ejercicio público de toda otra forma de culto»–, secularización de los cementerios
(26.10.1906) y abolición del fuero eclesiástico (26.11.1906), que provocaron la ruptura de relaciones entre
Bolivia y la Santa Sede, que sólo se reanudaron en 1917.
223 José Manuel Pando. Mensaje del Presidente Constitucional de la República General —. 1903. Texto
manuscrito f. 30 en АНСВ.
224 Significativo título de la obra de Marie Robinson Wright publicada en Philadelphia/ London/Paris,
George Barrie & Sons, 1907, en la que se dan informaciones generales sobre el país y cada uno de los
departamentos bolivianos.
225 Julio La Faye. Memoria que presenta al Congreso Ordinario de 1911 el Ministro de Guerra y
Colonización, Coronel —. La Paz, Tall. Gráf. «La Prensa», 1911, p. 7
226 С. F. Pinilla. Ob. cit. p. П.
227 La firma de dichos contratos provocó por entonces la aparición de gran cantidad de artículos en la
prensa y en folletos, favorables o contrarios a los mismos, escritos o patrocinados por los individuos y
empresas directamente interesados. Algunos ejemplos son La «Bolivian Company» sociedad de explotación
y viabilidad en la región de Caupolicán. La Paz, Taller Lit. 1901; José Manuel Pando. «El contrato sobre el
Acre», Boletín de la Oficina Nacional de Inmigración, n° 15-16 (La Paz, 1902), pp. 233-242.
228 Germán Zegarra. Memoria que presenta al Congreso Ordinario de 1910 el Ministro de Colonización y
Agricultura Dr. —. La Paz, Tall. Gráf. «La Prensa» de José L. Calderón, 1910, p. XXV.
229 Textos recogidos en Humberto Delgado Llano. Legislación Integral del Ramo de Colonización. La Paz,
Ed. Renacimiento, 1928, pp. 81-84, 1-9 y 10-29 respectivamente.
230 J. Lavadenz. Ob. cit. p. 21.
231 H. Delgado Llano. Legislación Integral..., p. 83.
232 Cuestión regulada por el art. 28 del Reglamento de Tierras, en el que se señaló un período de 4 años
para hacer efectivo el asentamiento de la familia. Clausula derogada el 26.06.1921, y nuevamente
reimplantada el 13.06.1927, en H. Delgado LLano. Legislación Integral... pp. 204-206 y 353-354.
233 Según la ley aprobada, el trámite a seguir en la venta de tierras se iniciaba con una petición de los
terrenos expresando número de ha., calidad de tierras -pastoreo, cultivo, gomales-, ubicación, nombre que
tendría la concesión, nombres de los colindantes en caso de que los hubiere con la denominación de sus
concesiones, y plano o croquis de la extensión solicitada. Las autoridades, tras comprobar que no había una
petición anterior relativa a las mismas tierras, autorizaba su publicación para conocimiento público y,
pasado un período sin objeciones a la misma, concedían el lote solicitado. A continuación, podía hacerse ya
la mensura y alinderamiento de los terrenos, trabajo que teóricamente correspondía a un perito fiscal y otro
del comprador, a no ser que este se conformara con el criterio del primero.
234 Villazón criticó los aspectos negativos de la medida y, entre otras cuestiones, no dejó de notar lo
absurdo de un sistema que dejaba a la libre elección de los interesados la selección de «los terrenos de su
agrado, dejando los que no son de buena calidad, abarcando las orillas de los ríos y desconociendo todo
sistema de orden», en Eliodoro Villazón. Mensaje del Presidente Constitucional al Congreso Ordinario de
1912. S. p. i. p. 52. Ver también del mismo, el Mensaje del Presidente Constitucional de la República al
Congreso Ordinario de 1913. S. p. i. pp. 77-78. Útiles reflexiones sobre los tópicos proyectos colonizadores
son los realizados desde las instancias gubernativas por los ministros encargados del ramo. En lo referente a
la década de 1910 son ilustrativos Julio La Faye. Memoria que presenta al Honorable Congreso Nacional
de 1912 el Ministro de Guerra y Colonización Coronel —. La Paz, Intendencia de Guerra, 1912, pp. 51-58,
Juan Ma Zalles. Memoria de Guerra y Colonización. 1913. La Paz, S. i. 1913, pp. 85-101 y Néstor
Gutiérrez. Memoria de Guerra y Colonización. 1915. La Paz, Intendencia de Guerra, 1915, pp. 1-16.
235 H. Delgado Llano. Legislación Integral... pp. 167-168.
236 Fermín Prudencio. Memoria de Guerra y Colonización. 1917. La Paz, Intendencia de Guerra, 1917, p.
84.
237 Según señaló el ministro, era necesaria «la creación de estas comisiones [catastradoras] para el
reconocimiento de los terrenos baldíos sobrantes, la mensura de las pertenencias a título de consolidación, y
la remensura de las adjudicaciones efectuadas por el estado hasta el presente», en F. Prudencio. Memoria de
Guerra y Colonización, 1918. La Paz, s. i. 1918, p. 78.
238 José Gutiérrez Guerra. Mensaje del Señor Presidente Constitucional de la República al Congreso
Ordinario de 1919. S. p. i. p. 46.
239 Muy interesantes son los dos memorandos sobre colonización del 23.03.1923, en H. Delgado Llano.
Legislación de Tierras Baldías... pp. 208-211.
240 Bautista Saavedra. Mensaje del Presidente Constitucional de la República al Congreso Nacional de
1922. S. p. i. p. 63-64. Posición desarrollada por el ministro del ramo, Hernando Siles, en Memoria de
Guerra y Colonización. 1922. La Paz, s. i. 1922, pp. 1-30.
241 Bautista Saavedra. Mensaje del Presidente Constitucional de la República al Congreso Ordinario de
1923. S. p. i. p. 38. En el mismo sentido se pronunciaron en repetidas ocasiones las autoridades
departamentales, como hizo el prefecto del Beni en 1926 cuando señaló que «no se puede sostener que en el
Beni hubiera habido hasta la fecha labor o política de colonización, si bien es cierto que, en general, y poco
más o menos, es ese el estado de toda la república, a causa de su situación mediterránea y la falta de una red
vial que facilite el ingreso de inmigrantes y los radique en zonas productoras» en Gregorio Vincenti.
Informe que eleva a la consideración del Supremo Gobierno el Prefecto Accidental del Departamento del
Beni —. Trinidad, Tip. de «La Democracia», 1925-26, p. 40.
242 Murray propuso, inicialmente (fines de 1922), adquirir más de 200 000 ha. para el desarrollo de
cultivos de café y algodón, aunque la disolución del Congreso antes de ser examinada la solicitud hizo que
tomara en arrendamiento 18 000 ha. de tierras existentes en las otrora misiones de Aguairenda e Itaú. Ver la
distribución de los lotes en Juan Manuel Sainz. Memoria de Guerra y Colonización. 1923. La Paz,
Intendencia de Guerra Talleres, 1923, pp. 11-13. Sobre la evolución de la concesión hasta la renuncia de
Murray en 1929, ver Gregorio Vincenti. Memoria de Guerra y Colonización. 1929. La Paz, s. i. 1929, pp.
114-116.
243 H. Delgado Llano. Legislación Integral... recoge las disposiciones gubernamentales relativas a la
mayoría de estas concesiones. Algunas reflexiones sobre los proyectos de Murray y de la Bolivian Oil -de
cuyo directorio formó parte Martin Conway- en J. V. Fifer. Bolivia... pp. 314-324.
244 Censo, que había sido precedido por algunas disposiciones anteriores como la ley de 8.11.1917 –
reglamentada por decreto de 31.01.1919– creando una Comisión Catastradora primero para el Noroeste,
después para los departamentos del Beni y Santa Cruz, y el decreto de 6.03.1918 ordenando la formación de
un cuadro general de todas las concesiones otorgadas por los gobiernos bolivianos. Posteriormente, en la
década de 1920, se dieron entre otras disposiciones relativas al censo, la resolución de 19.03.1920,
ordenando la remensura, alinderamiento y planificación de todas las concesiones agrarias de extensión
desconocida; la circular de 14.04.1920 dando las instrucciones correspondientes; el decreto de 3.02.1923
ordenando la remensura de concesiones en el Oriente que hubiesen superado los límites establecidos en los
respectivos títulos de adjudicación; el decreto de 5.02.1923 relativo a la remensura de tierras sobrantes en
Chuquisaca, Tarija y Santa Cruz para su reversión al Estado; la ley de 18.12.1923 concediendo prórroga
para la consolidación e inscripción de tierras que no dispusieran del título legal, y circulares de 20.12.1923
y 24.01.1924 sobre el mismo tema, en R. Corvera Zenteno. Ob. cit. pp. 230-241, 262-264, 267-271.
245 Hernando Siles. Discurso Programa del Dr. —, Presidente de la República. S. p. i. p. 10.
246 José L. Lanza. Memoria de Guerra y Colonización. 1930-31. La Paz, s. i. 1931, p. 72.
247Ibíd. p. 143, informe en el que, como la mayoría de los presentados al Congreso en los años
precedentes, se detalla la distribución de tierras por departamentos y se señala la calidad y estado de las
concesiones. Ver también Gustavo Adolfo Otero. Bolivia. Guía sinóptica. 1929. Barcelona, Casa Ed.
Maucci, 1929, pp. 77-79.
248 Discurso bien reflejado en la obra reiteradamente citada de C. F. Pinilla, funcionario del Ministerio de
Colonias, quien sostuvo que «Bolivia posee dilatadas regiones de prodigiosa feracidad y admirable riqueza,
cuya explotación está destinada a producir en su virgen seno transformaciones radicales. Es por esto que los
gobiernos y todos los hombres ilustrados del país, anhelan con todos sus votos, la inmigración europea;
inmigración que en estos países ha sido el agente más enérgico del progreso» en Ob. cit. p. II.
249 El énfasis en el original. Oficio de Manuel V. Ballivián al ministro de Colonización (28.04.1903), en M.
V. Ballivián. Memoria que presenta el Ministro de Colonias y Agricultura a la Legislatura ordinaria de
1905. La Paz, Taller Tipo-Lit. de J. M. Gamarra, 1905, pp. 9-10.
250 Ballivián, a poco de acceder al cargo, envió una circular (10.03.1905) a los cónsules bolivianos
comunicándoles las intenciones gubernamentales de «constituir una institución que provea a la inmigración
y colonización de las privilegiadas regiones del suelo boliviano, que requieren su poblamiento para dar
óptimos frutos en beneficio mutuo del colono y del país» en C. F. Pinilla. Ob. cit. Apéndice, p. II.
251 H. Delgado Llano. Legislación Integral... p. 82.
252 M. V. Ballivián. Ministerio de Colonias y Agricultura... 1905. p. II. En el mismo mensaje había
reiterado el discurso liberal en torno a la inmigración: «Conocidos los grandes beneficios que reporta la
inmigración, por medio de la cual los Estados procuran su rápido poblamiento, abriéndose facilidades a la
industria, al comercio, tanto interior como exterior, y acelerando por este medio el establecimiento de
nuevas vías de comunicación, el Gobierno actual se preocupa seriamente de atraer corrientes de inmigración
extranjera hacia su feraz y exuberante territorio, en el cual se encierran las más preciadas riquezas naturales,
que ofrecen ancho campo de acción a la iniciativa industrial y agrícola del colono europeo», Ibíd, p. II. El
énfasis en el original.
253 Art. 6 de la Ley de Tierras, y art. 59 y 60 del Reglamento, en H. Delgado Llano. Legislación Integral...,
pp. 3 y 20.
254 H. Delgado Llano. Legislación de Tierras Baldías y Concesiones Gomeras. La Paz, Ministerio de
Relaciones Exteriores, 1923, pp. 80-87.
255 Según el Reglamento, los inmigrantes «libres» –no introducidos en el país por empresas de inmigración
o colonización– debían presentar un certificado del municipio de origen con constancia de moralidad, oficio
e información general sobre el mismo. Por decreto de 27.10.1921, los inmigrantes debían presentar
pasaportes visados por los cónsules bolivianos, y certificados de sanidad, profesión honesta y de no haber
sufrido procesos o condenas en los últimos 5 años, en J. Lavadenz. Ob. cit. p. 32.
256 No deja de llamar la atención en un análisis de la medida hecha desde el presente lo recogido en el art.
2, en el que se garantizaba el libre tránsito, que se aclarase que «Esta franquicia se extiende a su mujer [del
inmigrante] y a los hijos varones de más de 18 años», H. Delgado Llano. Legislación ele tierras... p. 81,
¿Qué pasaba con las hijas mayores de 18 años, y con los hijos/as menores de dicha edad?
257 H. Delgado Llano. Legislación Integral... pp. 167-168. Creo que esta afirmación viene confirmada por
el presidente Gutiérrez Guerra en su mensaje al Congreso de 1919, en el cual señaló que la colonización por
inmigrantes no se había desarrollado en forma satisfactoria –responsabilizando de ello a la guerra de 1914-
18– y propuso la colonización por población nacional, en José Gutiérrez Guerra. Mensaje del Señor
Presidente Constitucional al Congreso Ordinario de 1919. S. p. i. p. 47.
258 Además de las dos modificaciones citadas, un cambio menor fue el relativo al nombre de la Oficina,
antes de Trabajo, ahora de Inmigración, encargada de dar cumplimiento al conjunto de medidas previstas en
la ley. Ver el texto completo en H. Delgado Llano. Legislación Integral... pp. 322-328.
259 Julio A. Gutiérrez. La Delegación Nacional del Gran Chaco. Santa Cruz de la Sierra. Publicaciones de
la Universidad Gabriel René Moreno, 1980 [ed. original 1927], p. 55.
260 Hernando Siles. Mensaje del Presidente Constitucional de la República al Congreso Nacional de 1928.
S. p. i. pp. 93-94.
261 Hernando Siles. Mensaje del Presidente Constitucional de la República al Congreso Nacional de 1926.
S. p. i. p. 67
262Censo General... 1902. T. II, pp. 51-54.
263 Ley recogida en gran parte en Rosendo y Gregorio Viscarra Heredia. Guía General de Bolivia. La Paz,
Imp. «Artística», 1918 [2aed. ], T. I, pp. 395-429.
264 J. V. Fifer. Bolivia... pp. 206-223. Bolivia contempló también la posibilidad de prolongar la vía desde
Guayaramerín a Riberalta en 1903, que tampoco se realizó. Aunque la causa de ello fue la falta de voluntad
política de los gobiernos bolivianos, Fifer agrega la probable resistencia a dicha vía por parte del cauchero
Nicolás Suárez, pues esta habría desviado el comercio del caucho del Beni, Madre de Dios y Ortón de su
centro de operaciones en Cachuela Esperanza, donde recaudaba importantes derechos, en Ibid. pp. 212-213.
265 Tras el tratado boliviano-brasileño de 25.12.1928, Brasil puso a disposición de Bolivia la suma
adicional de un millón de libras esterlinas para la realización de una prolongación de la vía que, pasado el
boom cauchero, nunca se construyó.
266 H. Bolland. Exploraciones practicadas en el Alto Paraguay y en la Laguna Gaiba. Buenos Aires, 1901.
267 R. y G. Viscarra Heredia. Ob. cit. T. I, pp. 429-441 y J. V. Fifer. Bolivia... pp. 102-110.
268 R. y G. Viscarra Heredia. Ob. cit. T. I, pp. 441 passim.
269Ibíd. T. I, p. 445.
270Ibíd. T. I, pp. 447-449.
271Ibíd. T. I, p. 458.
272 Ilustrativo de dichas posiciones es Pedro Gutiérrez. Memoria de Guerra y Colonización. 1926. La Paz,
Tall. Gráf. de la Intendencia de Guerra, 1926, pp. 1-6.
273Ibíd. p. 4.
274 En el caso cruceño, en 1938 se empezó la construcción de la línea Santa Cruz-Corumbá, y en 1942 la
via Santa Cruz-Yacuiba, aunque la conexión con Cochabamba y Sucre nunca fue construida. Una ùltima
línea que salió de Santa Cruz fue la del acceso al Mamoré.
275 Correspondencia cruzada entre ambos gobiernos, además de las notas de sus respectivos representantes,
en Emeterio Cano. Memoria de Relaciones Exteriores y Culto de la República de Bolivia al Congreso
Ordinario de 1895. Santiago de Chile, Imp. Cervantes, 1895, pp. 383-407 y Manuel Ma Gómez. Memoria
de Relaciones Exteriores y Culto al Congreso Ordinario de 1897. Sucre, Imp. «Bolívar» de M. Pizarro,
1898, pp. 59-94.
276 A título de ejemplo ver José Manuel Pando. Informe de los actos de la Delegación Nacional en el
Territorio de Colonias correspondiente al primer semestre de 1906. La Paz, Tall. Tipo-Lit. de J. M.
Gamarra, 1906, pp. 23-27.
277 Ver apartado 3.1.1.3, especialmente notas 85 a 88. Interesantes reflexiones sobre la posición boliviana
en Eliodoro Villazón. Memoria de Relaciones Exteriores y Culto presentada al Congreso Ordinario de
1903. La Paz, Tall. Tip-Lit. de J. M. Gamarra, 1903, pp. xlv-lxx.
278 H. Delgado Llano. Legislación Integral... pp. 71-81.
279 El acuerdo fue firmado en Londres (11.07.1901) entre el comisionado boliviano Félix A. Aramayo y el
representante de la empresa, ratificado por el Congreso boliviano el 20.12.1901 y promulgado por Pando un
día más tarde. Documentos varios previos a la firma del contrato en Ministerio de Colonización. Territorio
del Acre. Antecedentes del contrato para su administración fiscal. La Paz, Imp. del Estado, 1902, y texto
del acuerdo en Boletín de la Oficina Nacional de inmigración, Estadística y Propaganda Geográfica, V. II,
n° 15-16 (La Paz, marzo-abril 1902), pp. 233-242. Por entonces, el mismo gobierno de Pando concedió a
Martin Conway la Concesión Caupolicán (15 000 millas cuadradas), que caducó en 1909. La decisión de
Pando provocó una fuerte oposición interna, como podemos ver en Efraín Chacón. El proceso Pando ante
la opinión pública por el Dr. —, ex-juez del sumario y de acusación en esta célebre causa. La Paz, Imp.
Mundial, 1924. Ver también Ramón Salinas Mariaca. Vida y muerte de José Manuel Pando. La Paz, Ed.
Populares Ultima Hora, 1978.
280 Eliodoro Villazón. Memoria de Relaciones Exteriores y Culto presentada al Congreso Ordinario de
1903. La Paz, Taller Tipo-Lit. de J. M. Gamarra, 1903, p. xvi. Un relato de los acontecimientos que se
remonta a los derechos históricos de Bolivia sobre la región y las negociaciones con Brasil hasta 1903, en
Ibíd. pp. vii-lxx.
281 Brasil adujo que la zona estaba en litigio, que la gestión del territorio se delegaba en una empresa
privada y que el Acre y el Purús eran accesibles sólo a los buques brasileños según el acuerdo de 1867.
282 Numerosas fueron las obras publicadas en aquellos años sobre el conflicto acreano por parte de autores
bolivianos, entre otras, las de José Aguirre Achá. De los Andes al Amazonas. La Paz, Artística, 1902: José
Manuel Aponte. La revolución del Acre, 1902-03. La Paz, Imp. El Comercio de Bolivia, 1903; Emilio
Fernández. La Campaña del Acre, 1900-01. Buenos Aires, Ed. Peuser, 1903; Florian Zambrana. El Acre,
notas y correspondencia. Ginebra, Imp. С. Zoellner, 1904 у el muy conocido relato de Nicolás Suárez.
Anotaciones y documentos sobre la campaña del alto Acre, 1902-03. Barcelona, Tip. La Académica, 1928.
Síntesis de la posición brasileña, además de una historia de la región es Leandro Tocantins, Carlos de Meira
Mattos y Atenor Reis. Formaçao historica do Acre por —. Río de Janeiro, Civilizaçao Brasileira, 1979, 2V.
[3aed. J.
283 Ismael Montes. Memoria presentada por el Ministro de la Guerra y Colonización. La Paz, Imp. del
Estado, 1902, p. 23.
284 Brasil, se comprometió a indemnizar a Bolivia con dos millones de libras esterlinas, además de
construir un ferrocarril desde Puerto de San Antonio en el Madera hasta Guayaramerín en el Mamoré. El
mismo gobierno brasileño había llegado a un acuerdo con The Bolivian Syndicate para la renuncia de todos
sus derechos a cambio de la indemnización de 110 000 libras esterlinas. Cabe agregar, finalmente, que
Bolivia recibió también un territorio de 5 200 km entre el Madeira y Abuná, lo que le proporcionó un
acceso más fácil a la navegación del Madeira.
285 Eliodoro Villazón. Memoria de Relaciones Exteriores y Culto presentada al Congreso Ordinario de
1902. La Paz, Imp. de «La Tribuna», s. a. p. LVIII. Amplio expediente sobre el tema en AAEESS. Bolivia.
Años 1902-03. Fasc. 40, ff. l-27rev. y ASV. NB. A. Bavona. Fasc. 55. Aptdo. 6, ff. 3-31.
286 Cesión que según Fifer tuvo escaso impacto en Bolivia si se compara con el provocado antes por la
pérdida del Litoral boliviano y, posteriormente, por la cesión del Chaco, en Bolivia... p. 207. En mi opinion,
siendo ciertas las consecuencias negativas que tuvo para la economía boliviana –y la percepción que de ello
tuvieron las élites económicas y políticas centrales y regionales– la pérdida del Litoral, y en menor medida
del Chaco, no creo que deban subestimarse las consecuencias de la cesión del Acre para la conformación de
un nacionalismo boliviano siempre temeroso de los movimientos de sus vecinos.
287 Decreto de 27.11.1905 dado por José Manuel Pando, ahora delegado gubernamental en el Territorio de
Colonias, en «Legislación político-administrativa de la República de Bolivia», Boletín de la Dirección
General de Estadística y Estudios Geográficos 86 (La Paz, 1913), pp. 173-174.
288 Oposición de los grupos dirigentes benianos e incluso cruceños al proyecto de la administración Pando
que puede seguirse en la prensa regional del Beni y Santa Cruz y en varios folletos. Valga como ejemplo,
Angel Vásquez. La Colonización del Departamento del Beni y el Mensaje Presidencial. Santa Cruz, Tip.
Comercial, 1904. Ver también F. Vaca Chávez. Ob. cit. pp. 9-11 y Oswaldo Vaca Díez. Creación de Nuevo
Departamento. Riberalta, 1938. Útiles resultan también las memorias de Guerra y Colonización de la
década de 1910.
289 Ley que fue prorrogada por otra igual de 29.11.1913. Texto de ambas leyes en Humberto Delgado
Llano. Legislación Integral... pp. 90-91 y 158. Como señaló el art. 2, la nueva delegación no comprometía
los derechos territoriales de los departamentos de Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz.
290 Ley que sería prorrogada por otra de 29.11.1913. Ambos textos recogidos en Ibid. pp. 120-121 y 159.
La Delegación no comprometía, tampoco en este caso, los derechos territoriales de Santa Cruz. La
transformación de la Delegación del Oriente en departamento de Chiquitos, planteada como consecuencia
del gran incremento de la actividad comercial de empresas alemanas en la región en la segunda década del
siglo xx uniendo el Chaco al Beni, fue frustrada por la decadencia, a partir de inicios de los '20, de Puerto
Suárez.
291 Decreto de 7.02.1928, aprobado por ley del Congreso de 4.04.1928 que fue reglamentada por decreto
de 30.04.1928, en H. Delgado Llano. Legislación Integral... pp. 367-369, 372-376. Ver también G. Vincenti.
Ob. cit. pp. 124-129.
292 J. A. Gutiérrez. Ob. cit. pp. 34-35.
293 E. Villazón. Memoria... 1900. pp. lix-lx.
294 J. Valerie Fifer. Bolivia... pp. 306 passim.
295 José Carrasco. Memoria que presenta el Ministro de la Guerra y Colonización Dr. — al Congreso
Ordinario de 1901. La Paz, Imp. de «El Comercio», 1901, pp. 106-107.
296 J. La Faye. Memoria... 1911. pp. 22-23.
297 Anuario. —Geográfico y Estadístico de la República de Bolivia. La Paz, Dirección Nacional de
Estadística y Estudios Geográficos, 1919, pp. 111-112 y las memorias de Guerra y Colonización a lo largo
de esos años. Los gobiernos paraguayos habían desarrollado una activa política colonizadora en la región a
través de la concesión de grandes extensiones de tierras, particularmente a los grupos mennonitas que
llegaron a la región a partir de 1926.
298 Decreto de 14.05.1923 y ley 22.11.1924 en H. Delgado Llano. Legislación integral... pp. 244-245 y
277-278.
299 Juan Manuel Sainz. Memoria de Guerra y Colonización. 1923. La Paz, Intendencia de Guerra Talleres,
1923, pp. 66-68 y H. Delgado Llano. Legislación de Tierras Baldías... pp. 225-226.
300 H. Delgado Llano. Legislación de Tierras Baldías y Concesiones Gomeras. La Paz, Ministerio de
Relaciones Exteriores, 1923, pp. 92-93 y 206-207.
301 Orden que se vio complementada por otras disposiciones en 19.11.1912, 12.05.1913, en H. Delgado
Llano. Legislación de tierras Baldías... pp. 121-123, 133-134, 137-138.
302 Decreto de 2.10.1920 y medidas complementarias en esa década. Razón fundamental fue contribuir a la
construcción del camino desde el puerto de Todos Santos a Cochabamba con la fundación de una población
destinada a ser el centro de la región yuracaré, y vía de comunicación de la región cochabambina con el
Beni y el Territorio de Colonias, en h. Delgado Llano. Legislación Integral... pp. 195-197, 342-343, 347-
348, 371-372. De gran importancia fue la actuación de Román, más tarde delegado nacional en el Noroeste,
defensor de la vinculación de Cochabamba con el Beni, que en 1921 abrió una ruta entre San Antonio
(actual Villa Tunari) y San Lorenzo de Moxos.
303Ibíd. pp. 215-217, 258 y 273-274.
304 J. L. Lanza. Ob. cit. p. 71.
305 Ismael Montes. Mensaje del Presidente Constitucional de la República al Congreso Ordinario de 1906.
S. p. i. 1906, p. 2.
306 Como consecuencia de la reorganización ministerial José Lavadenz asumió la jefatura de la Sección de
Colonización, y Casto F. Pinilla fue nombrado secretario del Ministerio y jefe de la Sección de Inmigración.
Esta adscripción ministerial se mantuvo hasta 1910, cuando Colonización pasó a formar parte del Ministerio
de Guerra, y Agricultura del de Instrucción Pública. Un perfil apologético de la figura de Ballivián en Juan
Siles Guevara. Perfil de la vida y obra de Manuel Vicente Ballivián, un científico boliviano. La Paz, Tall.
Escuela de Artes Gráficas «Don Bosco», 1979.
307 J. A. Gutiérrez. Ob. cit. pp. 70-71.
308 En 1907, los representantes boliviano y paraguayo habían firmado un protocolo –que nunca fue
ratificado– en Buenos Aires, por el que se había acordado someter el diferendo fronterizo en el Chaco
boreal al arbitraje argentino, observando un statu quo por el que se detenía toda penetración en la región. En
realidad esta no se produjo y en los años siguientes, en los que se desarrollaron varias tratativas
diplomáticas, la fortificación boliviana avanzó a lo largo del Pilcomayo, al mismo tiempo que Bolivia
intentó, sin éxito, obtener la devolución del perdido Puerto Pacheco. Los incidentes fronterizos en 1927-28
motivaron la tercera edición (1929) del texto de M. Bach sobre la concesión Oliden, como prueba de los
«derechos bolivianos» sobre la margen occidental del río Paraguay, además de numerosas obras sobre el
tema como Miguel Alaiza. Los Derechos de Bolivia sobre el Oriente y el Chaco Boreal. La Paz, Lit. e Imp.
Unidas, 1928.
309 Creencia extendida en las representaciones extranjeras en Bolivia a fines de los ʼ20 era que el diferendo
fronterizo ventilaba, en realidad, la posesión de los derechos petroleros (Paraguay era «títere» de la
Standard Oil, mientras que Bolivia lo era de la Royal Dutch-Shell) y no el acceso al río Paraguay.
310 Es sabido el creciente secesionismo que se produjo en la zona, que incluso provocó la toma por los
insurgentes de la aduana de Yacuiba y posteriormente de algunos edificos públicos en Santa Cruz (1923-
24), y cuyos integrantes expresaron su deseo de incorporarse a Brasil o Argentina, movimiento reprimido
por las fuerzas enviadas desde Cochabamba. Este es, sin embargo, un tema insuficientemente trabajado y,
por lo que conozco hasta el momento, no creo que tenga nada que ver con la fortificación del Pilcomayo.
311 J. A. Gutiérrez. Ob. cit. p. 46.
312Ibíd. p. 69.
313 Medidas aprobadas por la Convención y sancionadas por Pando el 23.01.1900, en Anuario. — de
Leyes, decretos y resoluciones supremas de 1900. La Paz, Imp. de los Debates, 1901, pp. 74 y 77-78, y C. F.
Pinilla. Ob. cit. pp. 235-237.
314 Carta del ministro Villazón al arzobispo de La Plata (La Paz, 5.05.1900) para ser transmitida a los
prefectos misioneros, en Eliodoro Villazón. Anexos a la Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores y
Culto presentada al Congreso Ordinario de 1900. La Paz, Imp. del Estado, 1901, p. 318. Según el art. 31
del Reglamento de Misiones de 1871, los prefectos misioneros debían enviar bianualmente un informe
reflejando el movimiento demográfico, el estado «moral e industrial» de los indígenas reducidos y las
mejoras materiales que se habían producido, en A. Ercole. Ob. cit. pp. 23-24.
315 Eliodoro Villazón. Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto presentada al Congreso
ordinario de 1900. La Paz, Taller Tipo-Litográfico, s. a. pp. lix-lx.
316 Se incluye población indígena, mestiza y blanca.
317 Aparecen en las fuentes con la categoría de misión y también de cantón.
318 Decreto Supremo recogido en Anuario. — de Leyes. Decretos y Resoluciones Supremas. Año de 1901.
La Paz, Imp. y Lit. Paceña, 1902, pp. 223-229. Un estudio de los cambios introducidos en el reglamento de
1901 con respecto al de 1871 en mi artículo «Estado boliviano, misiones católicas e indígenas
amazónicos...» en J. R. Fisher (ed. ). Actas del XI Congreso Internacional de AHILA. Liverpool,
AHILA/Instituto Estudios Latinoamericanos. Universidad Liverpool, 1998, V. I, pp. 254-256.
319Sinopsis Estadística y Geográfica de la República de Bolivia. La Paz, Tall. Tip. Lit. de J. M. Gamarra,
1903, T. I. p. 267.
320 Intervención del diputado Leigue (19.08.1904) en Redactor. — de la Honorable Cámara de Diputados.
La Paz, Imp. y Lit. Boliviana, 1905, T. I, pp. 71-72. La minuta de comunicación solicitando a la Cámara la
aprobación de la recomendación al Ejecutivo para exigir el cumplimiento del reglamento misionero fue
firmada también por los diputados Vergara y Justiniano.
321 Afirmación de Leigue en la 9a sesión ordinaria (19.08.1904), en Redactor. — de la Honorable.... 1905,
T. I, p. 72.
322 Ambos decretos recogidos en Nuevo. — decreto reglamentario de 23 de Diciembre de 1905 referente
al servicio de las Misiones de infieles en Bolivia con un Apéndice histó-rico-geográfico sobre las existentes
en la República. La Paz, Tall. Tip. Lit. de J. M. Gamarra, 1906. Probablemente por error de imprenta el
decreto del 17 de octubre aparece en dicha obra datado en 1904, y no en su datación correcta que es 1905.
El decreto fue recogido inicialmente en Anuario. — de Leyes, Decretos, Resoluciones y Ordenes Supremas.
Año de 1905. La Paz, Tip. Artística de Castillo y Cía, 1906, pp. 598-603.
323 Ambos considerandos fueron recogidos por el presidente Montes en su mensaje al Congreso de 1906 al
señalar que el «principal objeto de esas colectividades [misiones] es el de preparar para la vida civilizada
los elementos nómades del país, así como la colonización del territorio», en I. Montes. Mensaje del
Presidente Constitucional de la República al Congreso Ordinario de 1906. S. p. i. 1906, p. 28.
324 Como señaló el ministro Ballivián al Congreso de 1906, el interés gubernamental por implementar el
proyecto colonizador exigía la reforma del reglamento por el cual «La administración y el régimen político,
civil y judicial, debía encargarse a las autoridades administrativas, dejando a los P. P. Conversores sólo la
acción catequizante», en Manuel V. Ballivián. Memoria que presenta el Ministro de Colonización y
Agricultura al Congreso ordinario de 1906. La Paz, Imp. de «El Comercio de Bolivia», 1906, р. 3.
325 Una reflexión más amplia sobre los contenidos del Reglamento de 1905 en mi trabajo «Estado
boliviano, misiones católicas e indígenas amazónicos...» pp. 256-258.
326 Esta nueva fórmula genérica comportó la desaparición en el nuevo reglamento de dos artículos que sí
figuraban en los textos de 1871 y 1901, sobre la necesidad de que los neófitos asimilaran las costumbres del
resto de «cristianos», de «ciudadanos» de Bolivia, y el aprendizaje por los indígenas de la lectura y escritura
en castellano. Cabe suponer que los legisladores consideraron que la «preparación para la vida civilizada»
suponía la aculturación de la población indígena, pero no deja de ser sorprendente que una mentalidad tan
«ordenancista» como la que tenían aquéllos no precisara el concepto. ¿Es una ingenuidad preguntarse si, en
realidad, no estaban más interesados en lograr la reducción y control de los indígenas que en promover su
ciudadanía? Sobre el acceso a la ciudadanía de las poblaciones quechuas y aymaras, tradicional mano de
obra de la economía boliviana, ver Marta Irurozqui. «Las paradojas de la tributación. Ciudadanía y política
estatal indígena en Bolivia, 1825-1900», Revista de Indias, LIX, n° 217 (Madrid, 1999), pp. 705-740 y «A
bala, piedra y palo»... pp. 56-80.
327 El artículo precisaba que esta imposibilidad de oponerse a la contratación de peones regiría siempre y
cuando el contrato no durara más de seis meses, y se garantizara el regreso de los neófitos a la misión.
328 Nuevo. — decreto reglamentario... p. 7.
329 M. V. Ballivián. Memoria.... 1906. pp. 3-4.
330 El decreto de 27.12.1905, consideraba que para «el fomento y seguridad de la colonización en la
Provincia del Gran Chaco y el desarrollo de las exploraciones del Pilcomayo, es indispensable establecer un
centro civil y administrativo donde residan las autoridades políticas y judiciales y de donde se atienda al
poblamiento de esas regiones y a la radicación de los colonos e inmigrantes», en Nuevo. — decreto
reglamentario.... pp. 15-16.
331 Las posiciones de los franciscanos no fueron uniformes. Los por entonces prefectos misioneros
discreparon del reglamento aunque con posiciones diversas. Si bien el P. Bernardino de Nino amenazó con
abandonar las misiones si los art. 2 y 3 –sujeción de los religiosos a las autoridades civiles– no eran
reformados, Francisco Pierini creía que era inútil oponerse. Tenaz fue también la oposición al art. 10 por el
cual los misioneros no podrían oponerse a la contratación de los indígenas. Por otro lado, los otrora
prefectos S. Pifferi y N. Armentia –cuya opinión fue solicitada por el representante pontificio– no le dieron
demasiada importancia y señalaron que el texto pretendía «ordenar la administración temporal de las
misiones», y sólo objetaron el art. 6 por cuanto el gobierno asumía la facultad de convertir una misión en
parroquia –como siempre había sucedido–, aunque clarificaron que no había inconveniente en aceptarlo por
cuanto el poder civil sólo actuaría de acuerdo con la autoridad eclesiástica. La afirmación no sólo es
cuestionable -de hecho hay muchos ejemplos de que el gobierno decidió por su cuenta- sino que evidencia,
en mi opinión, la posición privilegiada que estos religiosos habían alcanzado, particularmente Armentia, por
entonces obispo de La Paz. Ver el informe del delegado apostólico a la Santa Sede junto con otros escritos
en ASV. NB. A. Bavona. Fasc. 58. Aptdo. 10. ff. 112-115.
332 Resolución de 31.01.1907 en Anuario. — de Leyes, Decretos y Resoluciones Supremas de 1907
compilada por José Aguirre Achá. La Paz, Tall. Tip. Lit. de J. Miguel Gamarra, 1908, pp. 65-67, recogida
también en Manuel V. Ballivián. Memoria que presenta el Ministro de Colonización y Agricultura Sr. — al
Congreso Ordinario de 1907. La Paz, Imp. de «El Comercio de Bolivia», 1907, Apéndice, pp. xlix-l.
Aclaremos que la medida matizaba que, en el caso que fuese la «autoridad política la que pidiere neófitos
para trabajos de utilidad pública», bastaría el levantamiento de un acta en la que constara la su entrega y el
compromiso de la autoridad de su devolución.
333 Isaac Aranibar. Memoria que presenta al Congreso Ordinario de 1909 el Ministro de Colonización y
Agricultura Dr. —. La Paz, Tall. Tip. Lit. de José M. Gamarra, 1909, p. xl.
334 Según el ministro: «La acción del Gobierno, que no puede hacerse sentir por la distancia y falta de
comunicación ni sobre sus propias autoridades, mayormente no puede ejercer su poder sobre esos
propietarios que consideran sus barracas como reinos soberanos y absolutos», en I. Aranibar. Memoria..
1909. p. xli.
335 Julio La Faye. Memoria que presenta al Honorable Congreso Nacional de 1912 el Ministro de Guerra
y Colonización, Coronel —. La Paz, Intendencia de Guerra, 1912, p. 117. En función de dicho proyecto se
enviaron instructores militares a las misiones para el adiestramiento de los neófitos en el manejo de las
armas.
336 «División político-administrativa de la República de Bolivia», Boletín de la Dirección General de
Estadística y Estudios Geográficos», 86 (La Paz, 1913), pp. 115-151, e informes misioneros.
337 Juan Ma Zalles. Memoria de Guerra y Colonización. 1913. La Paz, s. i. 1913, p. 152. Poco antes, el
prefecto de Santa Cruz, en su informe al Ejecutivo (1911) había señalado que «Las innumerables tribus
salvajes que vagan por nuestros fértiles bosques y que constituyen un peligro para los agricultores,
ganaderos y viajeros, merecen que el Estado se preocupe de someterlos por los medios naturales del cariño
y de la conveniencia, únicos medios capaces de dominar razas tan robustas, activas y temerarias... En este
orden, lo único que es posible... es domarlos por los medios invencibles de que disponen los misioneros
católicos: caridad, paciencia y perseverancia» en José Rafael Canedo. Informe anual del Prefecto y
Comandante General del departamento Dr. —. Santa Cruz, Tip. Comercial, 1911, p. 23.
338 Néstor Gutiérrez. Memoria de Guerra y Colonización. I9I5. La Paz, Intendencia de Guerra, 1915, p. 18.
339 Néstor Gutiérrez. Memoria de Guerra y Colonización. ¡914. La Paz, S.e. 1914, p. 132.
340Ibid. pp. 133-134.
341 N. Gutiérrez. Memoria de Guerra.. 1915. p. 19.
342Ibid. p. 20.
343Ibíd. pp. 23-24. Un resumen de los informes proporcionados por las autoridades departamentales en pp.
21-34, y de las protestas misioneras ante la secularización en Bernardino de Nino. Las tres Misiones
secularizadas de la provincia de Cordillera. Cochabamba, Tip. San José, 1916; Sobre las misiones. Dos
escritos del R. P. —. Tarata, Tip. San José, 1916.
344 Fermín Prudencio. Memoria de Guerra y Colonización. 1917. La Paz, Intendencia de Guerra, 1917, p.
129.
345 Hasta entonces la representación de la Santa Sede en Bolivia, en Ecuador y en el Perú tenía su sede en
Lima.
346 Instrucciones y visita pastoral en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 106. Aptdo. 5, ff. 66-68 rev; Fase. 117.
Aptdo. 23, todo el legajo; Fase. 160. Aptdo. 75a, todo el legajo. Ecos de la visita pastoral en la prensa local
en ASN. NB. R. Caroli. Fase. 159. Aptdo. 75, ff. 51 y ss.
347 Informe de Caroli a la Secretaría de Estado (La Paz, 27.09.1918) en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 160.
Aptdo. 75a, ff. 13-20rev.
348 Informe de Caroli (La Paz, 2.10.1918), en ASV. NB. R. Caroli. Fase. 158. Aptdo. 74, ff. 4-11 rev. El
informe se encuentra impreso en ASCPF. Acta. Año 1919. Vol. 219, ff. 335-338.
349 Según Caroli, la condición de las misiones chaqueñas era muy precaria y «No pasará mucho tiempo y
las misiones serán secularizadas porque los blancos de los alrededores, deseando tener a los neófitos como
trabajadores en sus propiedades y no pudiendo tenerlos mientras existan las Misiones, se comportan como
enemigos de los misioneros, mirando no el bien religioso y civil de tantos indígenas, sino sólo el propio
lucro e influyen en el ánimo de los gobernantes», en ASV, NB. R. Caroli. Fase. 158. Aptdo. 74, ff. 8rev-9.
350Ibíd. f. 11 rev.
351 ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 160. Aptdo. 75a, ff. 20 y rev.
352 Escrito de Villazón al delegado P. Gasparri (La Paz, 15.05.1900) en ASV. NB. P. Gasparri. Fasc. 45.
Aptdo. 6, ff. 13-14.
353 E. Villazón. Memoria... 1900. pp. lix-lx. Ver también la correspondencia cruzada entre Gasparri, el
Ejecutivo boliviano, la SCPF, la Secretaría de Estado e incluso el nuncio en París, mostrando el interés del
gobierno boliviano por la erección del vicariato, en AAEESS. Bolivia. Años 1900-01. Fasc. 38, ff. 1-40.
354 Problemas que se desprenden, entre numerosa documentación, de la correspondencia cruzada entre el
delegado Alessandro Bavona, el Ejecutivo Montes y la Secretaría de Estado (agosto 1904-junio 1905), en
ASV. NB. A. Bavona. Fasc. 63. Aptdo. 27, ff. 41-70.
355 Redactor. — de la Honorable Cámara de Diputados. La Paz, Imp. y Lit. Artística, 1905, T. II, pp. 166-
167, ideas ratificadas en una posterior intervención del mismo diputado en pp. 170-171. La partida
presupuestaria fue rechazada por una mayoría de 24 contra 18 votos. El debate se desarrolló en las sesiones
extraordinarias de 27 y 28.12.1905 en Ibíd. T. II, pp. 165-174.
356 El proyecto encontró la resistencia de la orden de Frailes Menores, como vemos en cartas del ministro
general franciscano, Giuseppe Kaufmann, al delegado Bavona (Roma, San Antonio, 6.06.1904) en las que,
en tono imperativo, le exigió trabajar para que sus misiones no pasaran a «extraños», en ASV. NB. A.
Bavona. Fasc. 63. Aptdo. 27, f. 49, y en el escrito del mismo Kaufmann al prefecto de la SCPF, cardenal
Girolamo Ma Golli, (Roma, 15.06.1904) en ASCPF. Rubrica N. S. Vol. 294. Prot. 61381, ff. 487-488.
Conviene señalar la buena disposición del delegado Bavona al cambio -ver notas de este (Lima, 2.06.1904)
en Ibíd. ff. 53-54 rev. y, al cardenal Merry del Val, secretario de Estado (Lima, 22 y 27.08.1904 y
4.09.1904), en AAEESS. Bolivia. Años 1903-05. Fasc. 41, ff. 47-48 y 72-74rev. Años después, ante la
insistencia boliviana, el nuevo delegado Angelo Dolci reiteró al presidente Montes la disponibilidad al
establecimiento de los salesianos (Lima, 26.01.1909), en ASV. NB. A. Dolci. Fasc. 76. Aptdo. 16, ff. 47 y
rev. lo mismo que hizo el delegado Angelo Scapardini ante la administración Villazón, en 1911-12, ASV.
NB. A. Scapardini. Fasc. 93. Aptdo. 26, ff. 22-33.
357 M. V. Ballivián. Memoria... 1905. Apéndice, pp. 85-86.
358 Últimas fases de la negociación en varios informes de Caroli al secretario de Estado de la Santa Sede en
el último trimestre de 1917, en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 153. Aptdo. 70, ff. 22-30 y AAEESS. Bolivia.
Años 1917-18. Fasc. 57, ff. 1-36. Breve papal en ASCPF. Acta. Año 1919. Vol. 290, Sumario n° 1. Por lo
que respecta al nombramiento del vicario, varios fueron los candidatos (B. Pesciotti, C. Agrasar, W.
Priewaser, J. Ma Elejalde), aunque al final se impuso el nombre de Calvo. La SCPF decidió (19.07.1919) el
nombramiento de Calvo y la incorporación de los colegios de La Paz y Sucre a la Bética, al mismo tiempo
que la derogación del breve Apostolica Sedes, vigente desde 1877, y el sometimiento de los colegios a la
constitución general de la orden. Ver ASCPF. Acta. Año 1919. Vol. 290, ff. 286-321. Ver también AAEESS.
Bolivia. Año 1919. Fasc. 62, ff. 20-67 y ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 153. Aptdo. 70, ff. 109-171rev.
359 En 1906, el visitador franciscano en Bolivia, Amando Bahlman, planteó por primera vez la posibilidad
de establecer un vicariato en el Chaco, aunque la gran tensión existente entonces entre el gobierno de
Montes y la Iglesia impidió siquiera su propuesta a las autoridades políticas, en «Proyecto del Vicariato
Apostólico del Gran Chaco» adjunto a la carta del guardián del colegio de Tarija, Gabriel Tommasini a
Caroli (Tarija, 14.09.1918) en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 155. Aptdo. 71, f. 39.
360 Escrito de Salvador Sargenti (comisario general delegado), Bernardino de Nino (prefecto misionero del
Colegio de Potosí) y Pedro Corvero (en representación del colegio de Tarija) al ministro de Colonización
(La Paz, 11.12.1917), en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 155. Aptdo. 71, f. 11, todo el escrito en ff. 11-16. En
este legajo, de más de 200 ff. están recogidos los más significativos informes, cartas y escritos cruzados
entre los franciscanos, la internunciatura, los diversos dicasteros romanos y la Secretaría de Estado.
361 Como señaló el comisario general franciscano en Bolivia, Salvador Sargenti, en su propuesta de
10.01.1918, «El medio obvio i eficaz para conjurar tal peligro [derivado de la secularización de las
misiones] nos parece que sería la fundación de un Vicariato Apostólico» con el que «se implantaría un
nuevo y más eficaz gobierno misional y se atendería con mayor celo y amplitud a las poblaciones civiles de
aquellas regiones, desapareciendo la dualidad de jurisdicción» además que «es evidente que ese particular
favor de la Santa Sede conciliaria la benevolencia del Supremo Gobierno de la República y le induciría a
ventajosas concesiones a favor de la Iglesia en esos territorios. Desde luego puede afirmarse que se
asegurarían los bienes de la Iglesia en las misiones existentes, y que no sería muy difícil obtener su
devolución, a lo menos en las secularizadas en los últimos doce años», en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 155.
Aptdo. 71, f. 22-23, todo el escrito en ff. 18-25. En los mismos términos se expresó Gabriel Tommasini en
su «Proyecto del Vicariato...» citado (Tarija, 14.09.1918), en Ibíd. ff. 37-41.
362 Informe de R. Caroli al secretano de Estado vaticano (La Paz, 22.03.1918) en ASV. NB. R. Caroli.
Fase. 155. Aptdo. 71, ff. 26-31rev.
363 ASV. NB. R. Caroli. Fase. 155. Aptdo. 71, f. 51. Caroli anotó en su informe al secretano de Estado
vaticano (La Paz, 18.10.1918) que «gané para la causa al más influyente de los Diputados liberales de
aquella región» junto al cual, con la ayuda de B. de Nino perfilaron los límites del vicariato e hicieron
pequeños ajustes en el proyecto, y obtuvieron la «adhesión y la firma de otros Diputados [liberales] del
Gran Chaco», en Ibíd. ff. 54rev-55rev.
364 Oposición de los representantes orientales que puede rastrearse en diversos escritos, en ASV. NB. R.
Caroli. Fasc. 155. Aptdo. 71, ff. 56-59, 70, 76, e informe de Caroli al secretario de Estado (La Paz,
14.01.1919), ff. 86-90.
365 ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 153. Aptdo. 70, ff. 105; AAEESS. Bolivia. Años 1917-1919. Fasc. 60, ff.
59-79; ASCPF. Acta. Año 1919. Vol. 290, f. 331rev.
366 La decisión de la SCPF fue ratificada el mismo día por Benedicto XV en ASCPF. Acta. Año 1919. Vol.
290, f. 334, ver también ff. 331-340rev. Varios fueron los nombres barajados aunque finalmente los dos
propuestos a la SCPF fueron Bernardino de Nino, del colegio de Potosí –preferido por Caroli, dado su
conocimiento de la región– e Ippolito Ulivelli, del colegio de Tarija. Obstáculo al nombramiento de B. de
Nino fue, probablemente, el conocimiento –que no era de dominio público– de que el religioso, siendo
prefecto misionero en el Chaco, había vendido cabezas de ganado pertenecientes a las misiones por un valor
de 80 000 bolivianos con el objeto de pagar deudas contraídas por estas, en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 153.
Aptdo. 70, ff. 171 y rev. Ver diferentes escritos sobre el tema en Ibíd. Fasc. 153. Aptdo. 70, ff. 109-171rev. e
Ibíd. Fasc. 155. Aptdo. 71, ff. 92, 95-97rev. 99-103rev. y 123 passim y AAEESS. Bolivia. Año 1919. Fase.
62, ff. 20-67.
367 Decisiones de la SCPF, en agosto de 1919, en ASV. NB. R. Caroli. Fase. 163, Aptdo. 78, ff. 25-26rev.
Las reformas fueron solicitadas por la Curia general franciscana, el visitador de la orden en Bolivia, Juan
José Uriarte, y el mismo internuncio Caroli. La polémica interna franciscana -férreo opositor a los cambios
introducidos fue el comisario franciscano en Bolivia W. Priwaser, con fuerte predicamento sobre el
comisario general, el cual dio algunas medidas transitorias impidiendo, de hecho, el control por parte de los
superiores franciscanos de la Bética y la Toscana- puede seguirse en amplia correspondencia entre las
diversas congregaciones romanas, la Secretaría de Estado, la internunciatura, la Comisaría de los
franciscanos en Bolivia con la Curia general de los frailes menores y los colegios misioneros, en ASV. NB.
R. Caroli. Fasc. 153. Aptdo. 70, ff. 210-211rev. y Fasc. 163. Aptdo. 78, todo el expediente.
368 Carta de Calvo al encargado de negocios de la internunciatura Felice Camponuovo (Trinidad,
25.01.1922) en que señala que en caso de no llegar el personal solicitado pediría «o que se me admita la
renuncia o que se dé el Vicariato a otra Provincia religiosa», en ASV. NB. T. Tracchi. Fasc. 213. Aptdo. 51,
ff. 5-6. La escasez de personal se mantuvo en los años siguientes y provocó roces constantes con los
superiores de la Bética, como podemos comprobar en ASV. NB. G. Cicognani. Fasc. 296. Aptdo. 95, ff. 127
passim y Archivo Provincial de la Bética (APBF). «Pro-Memoria sulla Missione del Vicariato Apostolico di
El Beni» (Vaticano, 14.08.1927). Misioneros del Beni, 1927-1930.
369 Informe de T. Tracchi al prefecto de la SCPF, G. Van Rossum (La Paz, 3.04.1924) en ASV. NB. T.
Tracchi. Fasc. 215. Aptdo. 53, ff. 13.
370 ASV. NB. T. Tracchi. Fasc. 215. Aptdo. 53, ff. 34-43, 124-125.
371 Texto del proyecto en ASV. NB. T. Tracchi. Fase. 215. Aptdo. 53, ff. 95-96.
372 ASV. NB. T. Tracchi. Fasc. 215. Aptdo. 53, ff. 97 passim. Pocos meses antes, el ministro de Guerra y
Colonización había solicitado del pro-vicario del Chaco, B. de Nino, (La Paz, 16.08.1923) el
establecimiento de un centro misional bien en Ballivián, bien en Esteros, para frenar «los trabajos de
colonización que se propone efectuar el Paraguay en nuestro Chaco, mediante el concurso de misioneros
evangelistas», en Ibíd. f. 74. La carta fue enviada por el religioso al internuncio Trocchi quien, en respuesta
al ministro (8.11.1923) le «recordó» la existencia del proyecto de la nueva prefectura, en Ibíd. f. 76. El
presidente Saavedra firmó el decreto de creación de la Prefectura del Pilcomayo (16.07.1924) que, para no
incrementar la tensión existente en esos momentos entre Bolivia y Paraguay por unos incidentes fronterizos,
se publicó semanas después, ver ASV. NB. E Cortesi. Fase. 238. Aptdo. 9, f. 47. Interesante informe sobre
las negociaciones es el enviado por Cortesi al secretario de Estado vaticano (La Paz, 20.06.1924) en Ibíd. ff.
25-33.
373 Cuestión de la que los misioneros fueron conscientes pues, como señaló el procurador general de los
Oblados de Ma Inmaculada (3.12.1930), la nueva prefectura «ha sido erigida a instancias de Bolivia, la cual
con la fundación de la Misión perseguía miras políticas, es decir, afirmar sus derechos sobre el territorio en
litigio», en ASV. NB. C. Chiarie Fase. 380. Aptdo. 112, f. 105. Todo el escrito en ff. 105-110.
374 Decreto gubernativo en ASV. NB. G. Cicognani. Fasc. 299. Aptdo. 98, ff. 85-86. En el legajo hay
amplia correspondencia entre el nuncio Cicognani y los diversos dicasteros romanos entre 1926-28.
375 Desarrollo de las negociaciones entre las diversas instancias civiles y eclesiásticas entre 1926 y 1930,
en ASV. NB. G. Cicognani. Fasc. 299. Aptdo. 98, ff. 44 passim; ASB. NB. C. Chiarlo. Fase. 379. Aptdo.
102, ff. 284-290 y Fasc. 367. Aptdo. 52, ff. 50 passim.
376 Problemas citados todos ellos en las Instrucciones dadas por la Secretaría de Estado al nuevo
internuncio T. Trocchi (julio 1921), instándole a la solución de los mismos, en ASV. NB. T. Trocchi. Fase.
178. Aptdo. 2, ff. 23-70, particularmente ff. 62-65.
377 Como señaló el ministro Baldivieso al Congreso del 21, «regiones antes florecientes y de crecida
población, bajo la administración misional, se han convertido, después de producida su secularización
prematura, en tristes villorrios y desiertas comarcas», Pastor Baldivieso. Memoria de Guerra y
Colonización. 1921. La Paz, Intendencia de Guerra Talleres, 1921, p. 149.
378 Pedro Gutiérrez. Memoria de Guerra y Colonización. 1926. La Paz, Tall. Gráf. de la Intendencia de
Guerra, 1926, p. 78.
379 Juan Manuel Sainz. Memoria de Guerra y Colonización. 1923. La Paz, Intendencia de Guerra Talleres,
1923, pp. 84-85.
380Anuario Administrativo de 1928. La Paz, Imp. Unidas, 1929, pp. 721-722.
381 Sólo dos años antes, J. F. Prudencio. El fracaso de la obra colonizadora en Bolivia. La cuestión del
Chaco. Sucre, Imp. Bolívar, 1927, señaló la incapacidad del Estado boliviano en favorecer la colonización,
tarea que, en su opinión, debía ser confiada a los militares, principales agentes colonizadores.
382Anuario Administrativo de 1929. La Paz, Lit. Imp. Unidas, 1929, pp. 55-56. Un titular de prensa,
informando de la medida, señaló que «Los informes de los delegados confirman que las tierras agrícolas
aprovechables se encuentran en poder de los misioneros y no rinden utilidad alguna al Estado», El Diario
(La Paz, 5.02.1929) en ASV. NB. G. Cicognani. Fasc. 297. Aptdo. 96, f. 95. La secularización fue
provocada por la presión de un colono que había arrendado algunos terrenos misionales en Macharetí
(1919) y veía peligrar la renovación del arrendamiento, y la concesión gubernamental de 10 000 ha. de
terrenos baldíos en la zona que, efectuada la mensura, afectó a las tierras de la misma misión de Macharetí.
No fueron ajenos a la medida los informes de los delegados en el Gran Chaco, Julio Gutiérrez y Plácido
Sánchez.
383 Gregorio Vincenti. Memoria de Guerra y Colonización. 1929. La Paz, s. i. 1929, pp. 75, 85, 113.
384 Argumento utilizado por los misioneros fue que las tierras «que se dicen del misionero, no son suyas
sino de los indígenas» y que «no son inútiles al Estado porque mediante ellas, el Misionero va labrando
poquito a poco ciudadanos útiles para el País», en Memorándum enviado por el Encargado de Negocios
vaticano a senadores y al ministro de Guerra y Colonización, en ASV. NB. C. Cicognani. Fasc. 297. Aptdo.
96, ff. 119-120.
385Anuario Administrativo de 1930. La Paz, Lit. Imp. Unidas, 1932, T. I, pp. 783-786.
386 Desarrollo de las negociaciones en ASV. NB. С. Chiarlo. Fase. 366. Aptdo. 50, todo el legajo. Informe
pormenorizado de las gestiones del nuncio Chiarlo con el apoyo del vicario del Chaco, Cesare Viagini, en el
informe del primero al prefecto de la SCPF (La Paz, 8.05.1930) en ASV. NB. Fasc. 379. Aptdo. 102, ff.
228-239.
387 El decreto otorgó (art. 7) en propiedad a las comunidades indígenas el «terreno suficiente» para sus
«necesidades»: Macharetí y Santa Rosa de Cuevo (500 ha. cultivo y 2 500 ha. pastoreo) para cada una;
Tarairí, Tigüipa y Boicovo (60 ha. cultivo y 350 ha. pastoreo); Ivo (400 ha. cultivo y 1 600 ha. pastoreo).
388 José L. Lanza. Memoria de Guerra y Colonización. 1930-31. La Paz, s. i. 1931, p. 136.
389Anuario Administrativo de 1932. La Paz, Lit. Imp. Unidas, 1932, p. 34.
390 J. Cardús, recogiendo las informaciones proporcionadas por el franciscano José Cors, señaló que en la
década de 1790 el gobernador de Chiquitos, Juan Verdugo, «deseoso de poner la provincia de su mando en
comunicación con la de Mojos, mandó desde San Javier una partida de gente para que explorase aquellos
lugares y abriese una senda, si se podía», en Ob. cit. p. 88.
391 J. Cardús. Ob. cit. pp. 97-98.
392 J. Cardús. Ob. cit. p. 69.
393 El pueblo, establecido en 1826, fue convertido en misión cuando, tras la partida del único sacerdote
secular, los religiosos obtuvieron del prefecto del departamento el cese del corregidor de Ascensión que,
según ellos, «era de grande obstáculo para hacer progresar la Misión», en J. Cardús. Ob. cit. p. 118. Para
entonces, por ley de 23.09.1846, los poblados guarayos (Yaguarú, Ubaimini y Ascensión) fueron
adjudicados al departamento de Santa Cruz, si bien sujetos en lo «espiritual y temporal a reglamentos
particulares», en Colección. — oficial de Leyes, decretos, órdenes y resoluciones supremas que se han
expedido para el Régimen de la República boliviana impresa de orden del Gobierno Supremo con
anotaciones e índices. Sucre, Imp. de Hernández, 1863, T. XI, pp. 190-191.
394 Daniel Calvo. Memoria que el Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública presenta a la Asamblea
Ordinaria de 1874. Sucre, Tip. del Cruzado, 1874, p. 16.
395 «Legislación político-administrativa de la República de Bolivia», Boletín de la Dirección General de
Estadística y Estudios Geográficos, 86 (La Paz, 2 cuatr. 1913), p. 167.
396 J. Cardús. Ob. cit. p. 183.
397Ibíd. p. 124.
398 Según Cardús «Los trabajadores y comerciantes de goma insisten con afán febril en semejante
industria; el número de indios y peones que desde algunos años a esta parte han muerto y continuamente
mueren en tan mortíferos lugares es asombroso... Los guarayos han sido también y son el objeto de mucha
codicia, habiéndose hecho ya tentativas muy atrevidas para poderlos llevar a los gomales» en Ob. cit. p.
157.
399Ibíd. p. 158.
400 Juan С. Carrillo. Memoria que el Ministro de Relaciones Exteriores y Colonización presenta al
Congreso Ordinario de 1886. Sucre, Tip. del Cruzado, 1886, p. 38.
401 El descubrimiento de gomales en el norte del departamento cruceño originó algunos conflictos en torno
a la concesión de los mismos, que podemos ver en los informes prefecturales de Santa Cruz y Beni en 1893
y en la respuesta a estos de Viador Moreno. Los informes prefecturales de Santa Cruz y del Beni. En la
empresa de explotación «Río Verde» combatida pero realizada. Cochabamba, Imp. y Lit. de «El
Comercio», 1893.
402 Un eco del enganche con destino al Iténez lo hallamos en algunos informes departamentales en la
última década del siglo xix, como Juan F. Velarde. Informe del Prefecto de Santa Cruz Dr. D. — acerca de
su visita a las provincias de Chiquitos y Velasco. Santa Cruz, Imp. de «La Estrella del Oriente», 1894, pp.
14 passim y Mariano Zambrana. Informe del Prefecto y Comandante General del Departamento de Santa
Cruz Dr. —. Santa Cruz, Imp. de «La Estrella del Oriente», 1896, p. 29. En la década 1890-1900, según
estimaciones de la prefectura cruceña, el número de enganches con destino al Beni había ascendido a 8 000
individuos, en Rosendo R. Rojas. Informe del Prefecto y Comandante General Coronel — en la gestión de
1904. Santa Cruz, Tip. de «La Ley», 1904, pp. 53-54.
403 El escaso impacto del enganche entre los guarayos se debió al «aislamiento en que se hallan y al poco
contacto con los especuladores», gracias al régimen misionero imperante, en Z. Ducci. Ob. cit. p. 168.
404 Visita efectuada entre el 12. 07 y 10.12.1893, junto a su secretario Z. Ducci. Ob. cit. pp. 65-85 y 167-
168.
405 Según Coimbra, los conversores «gozaban del respeto y el recuerdo agradecido de todos los viajeros,
por el socorro que tributaban con diligencia sin medida a quien quiera que se aventurara por tan recónditos
parajes», en Siringa. Memorias de un colonizador del Beni. La Paz, Lib. Ed. «Juventud», 1986, p. 46.
406 Z. Ducci. Ob. cit. pp. 81-82, 85 y 168.
407 A. M. Zambrana. Informe del Prefecto y Comandante General del Departamento de Santa Cruz, Dr.
—. Santa Cruz, Imp. de «La Estrella del Oriente», 1898, p. 8. Por vía terrestre se llegaba hasta Trinidad; por
vía fluvial se llegaba hasta Magdalena, en caso de utilizar el río San Pablo, y hasta Baures, navegando el río
Blanco. En parecidos términos se habían expresado los prefectos anteriores como Eulogio Peláez. Informe
que el Prefecto del Departamento de Santa Cruz eleva ante el Supremo Gobierno sobre la administración
pública durante el año 1888 y primer semestre del 89. Santa Cruz, Tip. de «La Ley», 1889, pp. 9-10; A. M.
Zambrana. Informe del Prefecto... 1896, p. 28 e Informe del Prefecto y Comandante General del
Departamento de Santa Cruz, Dr. —. Santa Cruz, Imp. de «La Estrella de Oriente», 1897, pp. 10-11.
408 A. M. Zambrana. Informe del Prefecto... 1898, p. 9.
409 Una muestra es Wolfgang Priwaser. Última defensa. Dos cartas abiertas a sus detractores por —.
Tarata, Imp. Colegio Apostólico de San José, 1902.
410 Fueron guarayos (alrededor de 159 indígenas entre 1897-1900) quienes abrieron sendos caminos desde
Cuatro Ojos y Ascensión en dirección a Trinidad (Beni), procedieron a la limpieza anual del camino que
desde las misiones iba a Santa Cruz –hasta el acceso al río Grande–, y, finalmente, estaban por concluir la
instalación de la línea telegráfica del Yorochito a Santa Cruz. Ver Informe de Pesciotti (Tarata, 11.07.1900)
en ASCPF. Rubrica. NS. Vol. 214. Prot. 40723. f. 773rev.
411Ibíd. f. 774.
412Ibíd. f. 774 rev.
413 Orden de 8.05.1900, firmada por el ministro Villazón y sancionada por Pando, que figura en Fernando
E. Guachalla. Anexos de la Memoria de Relaciones Exteriores y Culto presentada al Congreso Ordinario de
¡898. S. p. i. p. 321.
414 Carta de Bernardino J. Pesciotti, conversor de San Pablo desde septiembre de 1901 (San Pablo,
1.05.1902) al ministro Eliodoro Villazón, en ACCB. Archivo Histórico y Límites (AHL). Doc. 157. El
religioso solicitó el envío de 2 000 bolivianos para la compra de herramientas (hachas, machetes, palas) y
ganado vacuno para la nueva población.
415 Entre otros documentos ver los ubicados en ACCB. AHL. Doc. 154, 156, respuesta de B. Pesciotti (21.
10 y 12.11.1900) a la petición del ministro Villazón.
416 Afirmación del diputado Leigue en sesiones de 1 y 11.10.1904 en Redactor. — de la H. Cámara de
Diputados. La Paz, Imp. y Lit. Boliviana, 1905, T. I, pp. 503-504 y 566-567.
417 Informe del prefecto Rojas en M. V. Ballivián. Anexos a la Memoria que presenta el Ministro de
Colonización y Agricultura al Congreso ordinario de 1906. Primera parte. La Paz, Imp. de «El Comercio
de Bolivia», 1906, p. 197. Todo el informe en pp. 188-205. Las denuncias de Rojas alcanzaron al resto de
misiones cruceñas; en concreto acusó a los misioneros del Parapetí de favorecer el despoblamiento de la
zona tras inducir a los indígenas a emigrar a la Argentina antes que prestar sus servicios a los empresarios
bolivianos radicados en la región, en Ibíd. pp. 196-197. Además, Rojas solicitó del gobierno su
«intromisión» en el nombramiento de preceptores para la enseñanza del «idioma nacional» en las misiones,
pues su desconocimiento por los indígenas era una prueba más del interés de los conversores en
«explotarlos a perpetuidad y conservarlos también en calidad de siervos, sin que jamás puedan conocer sus
derechos de hombres libres, dentro de una República también libre», en Ibíd. p. 198.
418 Priwaser, tratando de defenderse de las acusaciones de los sectores de propietarios y autoridades locales
de obstaculizar la contratación de mano de obra indígena, ofreció datos pormenorizados para 1904, según
los cuales el total de varones aptos para la agricultura ascendía a unos 700, tras descontar aquellos
contratados para conducir los ganados, trabajar en las haciendas, ir a los gomales, actuar como cargadores
en los puertos, guías, etc. Según el religioso, «todas estas aclaraciones [eran] para justificar la repugnancia o
resistencia, que a veces manifestamos tratándose de un pedido excesivo de brazos por algunos meses». En
W. Priwaser. Informe c/ue el Prefecto de las Misiones de Guarayos Fr. — del Colegio Apostólico de Tarata,
presenta al Señor Ministro de Relaciones Exteriores y Culto en el año de 1905. Santa Cruz, Tip. Comercial,
1905, p. 7. En consecuencia, el misionero defendió la reducción de la oferta de mano de obra guaraya para
el servicio público y privado.
419 El énfasis en el original. Ibíd. p. 17.
420 Citado en el interesante informe de F. Pierini al ministro de Colonización y Agricultura (Ascensión,
31.12.1906), en Revista del Ministerio de Colonización y Agricultura, Año III (La Paz, febrero 1907), n°
23, p. 125. Todo el informe en pp. 101-150.
421Ibíd. pp. 110-111.
422 Ver nota 318 de este capítulo.
423 Anuario. — de Leyes... 1907. p. 66.
424 Francisco Pierini. Informe anual del prefecto de Misiones del Colegio de Tarata. Tarata, Imp. San José,
1908, p. 12. En su informe de 1909 reiteró la idea de que como consecuencia de la actuación misionera y
del apoyo del poder civil «la antes feroz tribu de los guarayos, ha llegado a ser un verdadero elemento de
vida nacional, y en día no lejano promete llegar a ser una colectividad que entrará de lleno a formar parte de
la familia boliviana, con hábitos, costumbres, religión, lengua y aspiraciones comunes», en F. Pierini.
«Informe anual que el Prefecto de las Misiones de Guarayos pasa al Supremo Gobierno por 1909». En
Informe sobre las misiones de Yuracarés y Guarayos en 1909. La Paz, Imp. Hoy, 1984. Col. «Folletos
Bolivianos de Hoy», V. II, n° 10, p. 10.
425 Francisco Pierini. Informe anual... 1908, p. 25. El énfasis en el original. Un año y medio más tarde
(mayo de 1910), el mismo Pierini denunció a aquellos para quienes el misionero: «Si al neófito lo conserva
en un estado de aislamiento que lo precave de los malos ejemplos con que lo desmoralizan los hombres de
la civilización, luego se grita contra la intolerancia de los Padres, y se habla de obscurantismo y retroceso.
Si por el contrario hacen del bárbaro un elemento útil a la sociedad, entonces se habla luego de
explotaciones indignas, de caudales con que se enriquecen las familias de los Padres Misioneros», en F.
Pierini. «Informe... 1909», p. 12.
426 F. Pierini. Informe anual... 1908, p. 26.
427 F. Pierini. «Informe... 1909», p. 11.
428 Según el ministro La Faye, en las misiones guarayas «El Padre Prefecto y los Conversores cooperarán
en esa obra patriótica que tiende a preparar a los neófitos en el servicio de la patria y a garantizar, en caso
dado, la seguridad de los transeuntes en la región de Guarayos, evitando los frecuentes ataques de que son
víctimas por parte de los salvajes», en Julio La Faye. Memoria que presenta al Honorable Congreso
Nacional de 1912 el Ministro de Guerra y Colonización, Coronel —. La Paz, Intendencia de Guerra, 1912,
p. 117.
429 Total repartido entre Ascensión (350), Urubichá (147), Yaguarú (340) y entre San Pablo y Yotaú (300).
430 Juan Ma Zalles. Memoria de Guerra y Colonización. 1913. La Paz, s. i. 1913, pp. 162-163.
431 Néstor Gutiérrez. Memoria... 1914. p. 149.
432 Néstor Gutiérrez. Memoria... 1915. p. 19. El ministro se pronunció por una reforma «radical» del
régimen misional, responsable de que «ni los indios de las misiones secularizadas han aportado a la
colonización el resultado que el Gobierno pretendió obtener de ellos al otorgarles su capacidad civil y al
reconocerles su derecho de propiedad en los terrenos misionales. Habituados como están a una obediencia
ciega y sin el menor espíritu previsor, muchos vuelven a la vida errante o renuncian las ventajas que se les
ofreció, enajenando sus pertenencias sin beneficiarse en forma alguna», en Ibíd. pp. 19-20.
433 N. Gutiérrez. Memoria de Guerra.. 1915. pp. 26-31.
434 Fermín Prudencio. Memoria de Guerra y Colonización. 1917. La Paz, Intendencia de Guerra, 1917, p.
133.
435 Informe de В. Pesciotti al Ministerio de Guerra y Colonización (Yotaú, 31.12.1917) en ASV. NB. R.
Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74, f. 128. Todo el texto en ff. 126-135.
436Ibíd. f. 133. En el informe, Pesciotti incluyó la correspondencia mantenida por él con el ministro
Gutiérrez y Méndez Roca, que ilustra la confusión entre intereses privados y públicos, en Ibíd. ff. 132-134.
Méndez Roca había visto denegada en 1914 su solicitud de mano de obra, en la que señalaba: «Espero que
de ninguna manera me sean negados los brazos que solicito, quedando así obligado a sostener la política del
Gobierno, favorable a las Misiones», en Ibíd. ff. 132-133.
437Ibíd. Anexo 3, ff. 134-135.
438 El preceptor, Roberto Añez, había sido nombrado para el cargo en Ascensión, poblado que albergaba
un mayor número de escolares (567 niños/as) sobre un total de 1 616 niños/as, en Ibíd. f. 131.
439 Informe del prefecto В. Pesciotti al Comisario General (Yotaú, 27.06.1918), en ASV. NB. R. Caroli.
Fasc. 158. Aptdo. 74, f. 122. La «inconsciencia» gubernamental procedía, según Pesciotti, de la ignorancia
de todo cuanto acaecía lejos de La Paz pues como el misionero señaló, en una entrevista sostenida por él
con el presidente Montes, este le había preguntado si las misiones de guarayos habían sido secularizadas, en
Ibíd. nota 1, f. 122.
440 Pesciotti agregó que «No por ser neófitos o Guarayos estos indios son esclavos, o dejan de ser seres
humanos racionales; y tienen, como todos, hogares e intereses. La salida frecuente, y larga ausencia de sus
pueblos, son la causa de la indisciplina, inmoralidad y pobreza. Escarmentemos en cabeza ajena: por el
éxodo de los indios se han extinguido los que fueron florecientes pueblos de Mojos y Chiquitos», en
«Apuntes sobre algunas necesidades, etc. de las Misiones de Guarayos», (probablemente setiembre 1918),
en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74. f. 75.
441 Informe de Caroli (27.09.1918) a la Secretaría de Estado vaticana sobre las misiones bolivianas y la
condición de los indígenas en ellas, en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 160. Aptdo. 75a, ff. 19 y 19bis. Ver
también el informe sobre la Iglesia boliviana y las misiones (2.10.1918) en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158.
Aptdo. 74. ff. 4-1l rev. Este último recogido también en ASCPF. Acta. Año 1919. Vol. 290, ff. 335-338.
442 ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74. f. 6.
443 A diferencia del existente en las misiones' entre los chiriguanos donde el trabajo en común
prácticamente no existía, en Ibíd. f. 9 rev.
444 Informe que Caroli previó enviar al ministro de Guerra y Colonización (16.10.1918), en ASV. NB. R.
Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74, f. 55; todo el escrito en ff. 54-57.
445 Ver al respecto la correspondencia cruzada a lo largo de 1918 entre el prefecto de misiones guarayas, B.
Pesciotti, el viceprefecto D. Sartori, el comisario general W. Priwaser, y el internuncio Caroli, en ASV. NB.
Fase. 158. Aptdo. 74. ff. 51-59, 75-76 rev. y 122-124 rev.
446 Escrito fechado el 10.02.1920, en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74, ff. 66 y rev. La solicitud
de mano de obra había sido hecha por el coronel Federico Román en diciembre de 1919.
447 Pastor Baldivieso. Memoria de Guerra y Colonización. 1921. S. p. i. p. 157.
448 Denuncia del preceptor fiscal de Ascensión (Roberto Añez) al ministro de Guerra, transcrita en el
escrito de éste al comisario general de las misiones franciscanas en Bolivia, Gabriel Hernández, (La Paz,
14.04.1921), en ASV. NB. R. Caroli. Fasc. 158. Aptdo. 74, ff. 40-41. Amplia correspondencia sobre la
denuncia en Ibíd. ff. 22-42.
449 Ovidio Santistevan. Informe anual que eleva a la consideración del Supremo Gobierno el Prefecto y
Comandante General del Departamento de Santa Cruz. Santa Cruz, Tip. La Unión, 1928, p. 30.
450 Frases recogidas en el proyecto enviado por Fortas a Severo Fernández Alonso (Portachuelo,
10.06.1922), en ASV. NB. T. Trocchi. Fasc. 216. Aptdo. 54, ff. 114-135. El mismo proyecto fue enviado al
ministro Luis Paz (15.06.1922), en ibíd. ff. 136-137.
451 Hernando Siles. Memoria de Guerra y Colonización. 1922. La Paz, s. i. 1922, pp. 66-67. Ver también
Juan Manuel Sainz. Memoria de Guerra y Colonización. 1923. La Paz, Intendencia de Guerra Talleres,
1923, pp. 83-84 y A. Meleán. Memoria de Guerra y Colonización. 1927. La Paz, Imp. Intendencia de
Guerra, 1927, pp. 142-144.
452 Carta de A. Singer (Ascensión, 5.09.1928) al nuncio Cicognani, en ASV. NB. G. Cicognani. Fasc. 299.
Aptdo. 98, f. 6. Todo el texto en ff. 4-6.
453 Gregorio Vincenti. Memoria de Guerra y Colonización. 1929. La Paz, s. i. 1929, pp. 75 y 143.
454 Paradójicamente, si consideramos las tradicionales acusaciones a los misioneros de obstaculizar la libre
contratación de mano de obra indígena, la denuncia de esclavitud se basó en que los neófitos eran
«alquilados para trabajos particulares», Ibíd. p. 145. El informante querría decir, probablemente, que el
dinero recibido por los misioneros no era posteriormente distribuido entre los indígenas, pero esto es tan
sólo una hipótesis no clarificada por la fuente.
455 B. Büehl. Informe que presenta al Supremo Gobierno el R. P. Prefecto — sobre el movimiento de las
misiones a su cargo. Yotaú, Tip. Guaraya, 1930, p. 6.
456Ibid. pp. 7-8. Pocos meses antes, Buehl habia informado al nuncio Chiarlo de sus peticiones al gobierno
(La Paz, 29.10.1929), en ASV. NB. C. Chiarlo. Fasc. 368. Aptdo. 54, ff. 124-125.
457 Carta de Buehl (Ascension, 12.10.1930) al prefecto cruceno, en ASV. NB. C. Chiarlo. Fasc. 368.
Aptdo. 54, ff. 160-161.
458 Numerosa correspondencia sobre el tema entre el Ejecutivo, B. Buehl, el comisario franciscano de la
Betica en Bolivia, y el prefecto de Santa Cruz a lo largo de 1930 en ASV. NB. C. Chiarlo. Fase. 368. Aptdo.
54, ff. 135-178.
459 Jose L. Lanza. Memoria de Guerra y Colonización. 1930-31. La Paz, s. i. 1931, p. 140.
6. Reflexiones finales
mitad de los años ’40, los gobiernos de Oscar R. Benavides y Manuel Prado
reformularon el proyecto oligárquico e impulsaron la modernización de la
economía y sociedad peruanas, este alcanzó también a la región amazónica. La
inacabada unificación del espacio nacional proyectada desde Castilla, e
implementada parcialmente durante la república aristocrática, se vio relanzada
bajo Benavides –que impulsó un vasto programa vial y colonizador, este último
a través de la Dirección de Tierras de Montaña y de Colonización–, 3
continuada y profundizada por Prado. Efectivamente, el descubrimiento de
petróleo en la fronteriza región amazónica ecuatoriana, el nuevo interés de los
Estados Unidos por el caucho amazónico tras la caída de la producción asiática
en manos de Japón durante la segunda Gran Guerra, la idea del gobierno Prado
de que el Estado debía hacerse presente en las regiones marginadas por la
iniciativa privada o en los sectores económicos estratégicos –supuestos estos
últimos que dieron origen a la creación de las Corporaciones de Desarrollo a
partir de 1942– y, en fin, la nueva guerra fronteriza sostenida a mediados de
1941 en la que Perú se impuso a Ecuador, 4 hizo de la Amazonia una región
estratégica. Esto fue así no sólo como consecuencia del interés por mantener la
integridad del territorio frente a los países limítrofes, sino también como
resultado del potencial productivo de una región que, en una renovada
actualización de Eldorado, se ofrecía como inmenso territorio «vacío» y rico en
recursos naturales. 5 En consecuencia, se desarrolló un vasto plan de
construcción de carreteras –la vialidad fue, como señaló Benavides, instrumento
para el desarrollo económico y para la construcción de la nacionalidad–, 6 se
reactivó la colonización, se crearon nuevas secciones ministeriales dedicadas
específicamente al Oriente, se instituyeron Estaciones Agrícolas en Loreto,
Ucayali, San Martín y Amazonas, se fundaron escuelas agrícolas, en suma, se
produjo una creciente presencia estatal en el Oriente a través de instituciones en
diversos ámbitos –económico, político, social, cultural– y, entre ellas, las
misiones católicas.
6Efectivamente, los gobiernos Benavides y Prado continuaron confiando en los
***
11La cruz y el arado, los fusiles y los discursos estuvieron también presentes en
***
17No quiero concluir estas páginas sin una última reflexión sobre una cuestión
que fue tema recurrente –especialmente desde 1880 hasta la década de 1940–
utilizado por algunos políticos y élites económicas tanto en el Perú como,
fundamentalmente en Bolivia, en su cuestionamiento de las misiones. Me refiero
al fracaso de los religiosos en la castellanización de las poblaciones indígenas,
alfabetización que, en el diseño de las élites modernizadoras, debía legitimar la
expansión del estado liberal «moderno». Es evidente que a lo largo de la historia
republicana, uno de los motivos para la protección estatal a la actuación
misionera –al menos en el discurso político y en el terreno de las ideas– había
sido, como en el pasado colonial, la incorporación de los bárbaros selvícolas a la
nacionalidad. Este objetivo ideológico-político, que debía permitir a los grupos
dirigentes demostrar a sus pares latinoamericanos su capacidad para ocupar el
territorio oriental y peruanizar o bolivianizar a sus habitantes, no se cumplió.
18Sin entrar aquí a hacer un juicio de intenciones sobre el interés real de los
grupos dirigentes por implementar dicha política –cuestión sobre la que, por otra
parte tenemos suficientes indicadores que nos permiten sostener el carácter
excluyente del estado-nación construido por las oligarquías boliviana y peruana
tanto en relación a sus poblaciones orientales, como a las poblaciones indígenas
serranas, costeras o del altiplano– la no castellanización de los selvícolas,
reconocida por los mismos misioneros, fue una excelente «excusa» para
cuestionar el régimen misional. De hecho, en el caso peruano, esa fue la razón
fundamental del acuerdo firmado por el gobierno del Perú y el Instituto
Lingüístico de Verano en 1945, que acabó con el monopolio de la Iglesia católica
de la socialización de las poblaciones indígenas, para el establecimiento de este
en el país andino, al que en 1952 se le confió la organización de las Escuelas
Bilingües. 32 Y, en el caso boliviano, la excusa para proceder a una
secularización progresiva de todas las misiones franciscanas, proceso que
concluyó con las disposiciones dadas por el gobierno de Enrique Hertzog en
1948-49 que afectaron a Tarairí, Tigüipa, Macharetí, Ivo, Santa Rosa de Cuevo y
San Pascual de Boicovo, transformadas en «poblaciones civiles». 33 Sin
embargo, aunque era evidente la no alfabetización castellana de las poblaciones
orientales, no era tan claro que esta fuera consecuencia de un fracaso misionero.
Por el contrario, hay algunos indicios que nos permiten sugerir que la inexistente
castellanización fue consecuencia, en muchos casos, del interés de los
misioneros por mantener y reforzar su papel mediador entre los indígenas y el
mundo exterior. Un estudio del proyecto misionero implementado por las
órdenes religiosas en la Amazonia peruana y en los Orientes bolivianos debería
permitir, en un futuro, confirmar o rechazar esta hipótesis. En igual medida
resultará clarificador un análisis del impacto de la actividad misionera entre las
poblaciones indígenas orientales y su contribución, o su impedimento, a la
peruanización, a la bolivianización de las mismas ¿a la ciudadanía?
Notas
1 J. de la Riva-Agüero. Los Franciscanos en el Perú y las misiones de Ocopa. Barcelona,
Tip. Católica Casals, 1930, p. 23.
2 Valga como ejemplo la gran campaña mediática desplegada por numerosos sectores económicos, políticos
e intelectuales en torno a dichas cuestiones. Interesante resulta la Exposición de la Sociedad Geográfica y
del Instituto Histórico del Perú sobre la cuestión de Leticia. Elocuente y documentado llamamiento a los
centros intelectuales de Europa y América. Roma, Tip. Políglota «C. di M.», 1932, firmado, por nombres
tan elocuentes como José de la Riva-Agüero, Horacio H. Urtega, Genaro E. Herrera, Julio C. Arana,
Mariano I. Prado o Víctor Andrés Belaúnde, entre otros, edición esta impresa por decisión del encargado de
Negocios del Perú ante la Santa Sede, ver la comunicación reservada del Ministerio de Relaciones
Exteriores (Lima, 4.01.1933) en ACH. 5-0-Y. Año 1933 (Salida).
3 Organismo creado por ley n° 8796 del 15.12.1938, considerando que las vías de penetración «abren por
primera vez al trabajo, vastas zonas de nuestra región de Montaña» y con el objetivo de facilitar la
explotación del suelo, flora y fauna además de ejecutar el plan colonizador diseñado por el gobierno Oscar
R. Benavides. Mensaje presentado al Congreso del Perú por el Señor General de División Don —
Presidente Constitucional de la República. Lima, Imp. en los Tall. Gráf. «Carlos Vázquez L.», 1939, pp.
139 passim.
4 Tras la pérdida de Leticia (1932-34) en beneficio de Colombia, Perú reforzó su presencia militar en el
norte amazónico y cuando, en julio de 1941, tropas ecuatorianas acuarteladas en la provincia del Oro
ocuparon algunos puestos fronterizos del Perú, las fuerzas peruanas ocuparon las provincias costeras del sur
ecuatoriano y bloquearon el puerto de Guayaquil por meses, ante un Ecuador derrotado por sus errores
tácticos y logísticos y con un gobierno deslegitimado. Tras la rendición, los «buenos oficios» de los Estados
Unidos -uno de los países garantes junto a Argentina, Chile y Brasil- lograron la firma el 29.01.1942 en Río
de Janeiro del «Protocolo de Paz, Amistad y Límites» que estableció la retirada de las tropas peruanas y
sancionó la delimitación fronteriza reivindicada por Perú, acuerdo declarado «inejecutable» por Ecuador en
1960.
5 Conceptos incluidos en los mensajes presidenciales al Congreso de O. R. Benavides. Mensaje
presentado... 1938, y Manuel Prado. Mensaje presentado al Congreso por el Sr. D.—, Presidente
Constitucional de la República. Lima, s.i. 1941.
6 Según Benavides, las infraestructuras viarias construidas o por implementar, eran instrumento de
nacionalidad en tanto «han permitido que las misiones lleven hasta las más apartadas regiones del Perú, las
luminarias simbólicas de la fe religiosa» y «el medio más positivo para convertir al aborigen en un
verdadero ciudadano», en O. R. Benavides. Mensaje presentado... 1939, pp. 112 y 121.
7 Informe del cónsul Samuel Torres Videla al Ministerio de Relaciones Exteriores (Manaos, 16.03.1934), en
AHL. LEH-24-12, Caja n° 150, f. 7. Torres Videla aconsejó implementar las misiones en la zona con las
«garantías y ventajas que les acuerdan los países limítrofes al Perú», en Ibíd. ff. 13-14.
8 No es el momento de extenderme aquí sobre la cuestión pero la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús
de Filipinas, de quienes dependía el Vicariato de San León, se planteó en su capítulo provincial (julio de
1935) la posibilidad de dejar el Vicariato. Un largo informe de Lucas Espinosa (9.07.1935), misionero por
varios años en la región, se pronunció a favor de la continuidad de los agustinos en APAF Vicariato
Apostólico Iquitos. Documentación General (1900-59). Leg. 1384.
9 Comunicación de Lucas Espinosa (Madrid. 22.07.1935) al Provincial agustino en APAR Vicariato
Apostólico Iquitos. Documentación General (1900-59). Leg. 1384. Ver en el mismo legajo, carta del
Provincial (Neguri, 21.10.1935) al Nuncio en el Perú, C. Cicognani, comunicando la aceptación de los
agustinos a las peticiones del gobierno peruano.
10 La administración peruana se opuso, fundamentalmente, a los supuestos territoriales incluidos en la
erección de la Prefectura de San Miguel de Sucumbíos, surgida el 15.04.1924. La movilización diplomática
incluyó la comisión a Raúl Porras Barrenechea de la localización en el ASV de documentos relativos al
surgimiento de las prefecturas y vicariatos en la Amazonia del Ecuador y del Perú, como se desprende de
numerosa documentación en ACH. 5-0-Y desde el año 1937 hasta 1942 (Entrada y Salida). Ver también un
dossier sobre el tema en AHL. LEF-4-1, Caja n° 135 y un memorándum sobre el status quo en la región
amazónica de Raúl Porras, Evaristo San Cristóbal y Alberto Ulloa (1938) en AHL. LEK-20-39, Caja n°
177.
11 Un amplio legajo relativo al Yurúa y Purús, con correspondencia entre diversos ministerios, informes
reservados y comunicaciones con las instancias eclesiásticas en AHL. LBB-14-21, Caja 213. Por lo que se
refiere a la región del Yavarí ver AHL. LBB-12-16, Caja n°211.
12 Texto de la ley y dos mapas de la región, con la delimitación eclesiástica del obispado en AHL. LEF-4-8,
Caja n° 136. Recordemos que la creación de la nueva diócesis había sido postulada por algunos grupos
dirigentes ¡quiteños desde inicios del siglo xx, en particular bajo el gobierno Billinghurst, como estrategia
para acabar con la «supervisión» de los misioneros agustinos y, cuestión harto significativa en el
nacionalismo peruano, para la supervisión gubernamental al nombramiento de los altos cargos eclesiásticos,
en función del ejercicio del Patronato. Ver también el apartado 3.2.1.
13 Es significativa la misiva enviada por la Secretaría de Estado al embajador peruano ante la Santa Sede,
Diómedes Arias Schreiber (Vaticano, 27.09.1941) y la interesante respuesta de este (Roma, 30.09.1941), en
Anexo al oficio N°5-0-A/Y-47 en ACH. 5-0-Y. Año 1941.2 (Entrada) y el escrito de Arias Schreiber a la
Cancillería peruana (Roma, 18.07.1942) en ACH. 5-0-Y. Año 1942.1 (Entrada). Numerosa correspondencia
ubicada en el ACH. 5-0 y 5-0-Y cruzada entre el Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, su
representante ante el Vaticano, y la Secretaría de Estado desde 1936 hasta 1942 confirman estas razones.
14 Reformas sintetizadas en el escrito de D. Arias Schreiber al Ministerio de Relaciones Exteriores
(Vaticano, 23.12.1942) en ACH. 5-0-Y. Año 1942.2 (Entrada).
15 E. Delboy. Memorándum sobre la Selva del Perú. Lima, Sanmartí y Cía. S.A., 1942, p. 52.
16 El énfasis es mío. Decreto en Raúl Porras Barrenechea y otros. El Perú y la Amazonia. Lima, s.i. 1961,
pp. 43-44.
17 Decreto recogido en Ibíd. pp. 46-47.
18Ibíd. p. 40.
19 Juan Ma Zalles. Memoria de Guerra y Colonización. 1913. La Paz. s.i. 1913, p. 152.
20 Walter Pers García. Límites de Bolivia. La Paz, Lib. Ed. Juventud, 1996 [2aed.], p. 27.
21 José L. Lanza. Memoria de Guerra y Colonización. 1930-31. La Paz, s.i. 1931, p. 136.
22Ibíd.p. 138.
23 Ferran Gallego. «La posguerra del Chaco en Bolivia, 1935-1939. Crisis del estado liberal y experiencias
de reformismo militar», Boletín Americanista, n° 36 (Barcelona, 1986), pp. 29-53.
24 El acuerdo definitivo y el restablecimiento de la paz entre Bolivia y Paraguay se fijó en el Tratado de
Paz, Amistad y Límites de 21.07.1938, sancionado por el Congreso boliviano en agosto de 1938.
25 José Luis Tejada Sorzano. Mensaje Presidencial. La Paz, Lit. e Imp. Unidas, 1935, p. 76.
26 Estudios del reformismo militar boliviano, con Toro y Busch, son Ferran Gallego. Los orígenes del
reformismo militar en América Latina. La gestión de David Toro en Bolivia. Barcelona, PPU, 1991 y
Ejército, nacionalismo y reformismo en América Latina. La gestión de Germán Busch en Bolivia.
Barcelona, PPU, 1992.
27 Medida sancionada por el presidente de la Junta Militar de Gobierno, coronel David Toro, con el voto
del Consejo de Ministros. El reglamento recogido en Anuario. — Administrativo de 1937. La Paz, Ed. «La
Paz», s.f. T. I, pp. 170-175.
28 Entre ellos el tan controvertido asunto de la contratación de peones por los sectores propietarios pues,
como señaló el art. 12, los conversores «de acuerdo con el Delegado del Ministerio de Colonización
intervendrán en la contratación de los servicios personales de los neófitos por parte de los particulares, y en
la regulación y pago de los salarios respectivos, siendo de privativa incumbencia del Ministerio fijar en cada
caso, el porcentaje que los neófitos dejarán para la atención de necesidades comunes y ejecución de obras
de mejoramiento dentro de las Misiones», en Ibíd. p. 172.
29 A. Hoeller. Informe anual, 1937, que presenta al Supremo Gobierno el Prefecto de las Misiones de
Guarayos. Ascensión, Tip. Franciscana, 1938, p. 3.
30 Ver sobre el tema, la obra en la que el hermano del ingeniero asesinado, Sixto Montero Hoyos, acusaba
de la acción al misionero Una comunidad Luciferina o el doble asesinato de la misión de Santa María.
Santa Cruz, Ed. Nicolás Ortiz, 1940. La defensa del religioso en Anselmo Schermair. Réplica a los puntos
principales del auto acusatorio contra el P. Anselmo Schermair. Santa Cruz de la Sierra, Ed. Santa Cruz,
1937.
31 Ambos decretos recogidos en Walter Hermosa Virreira. Los Pueblos Guarayos. La Paz, Empresa Ed.
«Universo» [1950], pp. 159-166.
32 El ILV, fundado por el norteamericano W. C. Towsend, había hecho de la traducción de la Biblia al
castellano y a las lenguas indígenas - a través de la Widcliffe Bible Translatorsla base del proyecto
aculturador. Utiles reflexiones sobre el ILV en Perú, en J. Marín González. «Los protestantes y los
indígenas: Estado y misiones en la selva peruana», Ibero-Americana Nordic Journal of Latin American
Studies, Vol. XIX, 2 (Stockholm, 1989), pp. 19-45; David Stoll. ¿Pescadores de hombres o fundadores de
imperio? Lima, DESCO, 1985.
33 Ley de 30.12.1948 y decreto de 22.02.1949 en Anuario Legislativo de 1948. La Paz, H. Cámara de
Diputados, 1948, pp. 189-190 y Anuario Administrativo de 1949, pp. 349-351.
Fuentes y bibliografía
1. FUENTES MANUSCRITAS
1.1. Archivos consultados
A. España
B. Bolivia
C. Perú
D. Vaticano
Bibliografía
4. BIBLIOGRAFÍA CITADA
ABADIE, R. «La idea de la proyección de Bolivia hacia el Plata en el período de 1825 a 1865», Anuario
(Sucre, 1995).
ABURTO COTRINA, Carlos O. «Régimen político y economía en un espacio fronterizo colonial. Maynas
durante la segunda mitad del siglo xviii», Histórica, V. XX, n°1 (Lima, 1996), pp. 1-28.
ALAIZA, Miguel. Los Derechos de Bolivia sobre el Oriente y el Chaco Boreal. La Paz, Lit. e Imp. Unidas,
1928.
ALJOVÍN, Cristóbal. Caudillos y Constituciones: Perú 1821-1845. México D.F., PUCP/FCE, 2000.
ANDRADE, F. Demarcación de las fronteras de Colombia. Bogotá, Ed. Lerner, 1965.
ARDITO VEGAS, Wilfredo. «La estructura de las reducciones de Maynas», Amazonia Peruana, V. XI, n
°22 (Lima, 1992), pp. 93-124.
ARMANDO, Adriana B. «Un acercamiento al Chaco austral a mediados del siglo xviii: el relato de
Dobrizhoffer y los conflictos fronterizos», Anuario del IHES, 9 (Tandil, 1994), pp. 215-226.
ARMAS ASÍN, Fernando. Liberales, protestantes y masones. Modernidad y tolerancia religiosa. Perú,
siglo xix. Lima, CBC/PUCP, 1998.
BALLÓN, Francisco. La Amazonia en la Norma Oficial Peruana 1821-1990. Lima, CIPA, 1991,4V.
BARDELLA, Gianfranco. Un siglo en la vida económica del Perú. Lima, Banco de Crédito del Perú, 1989.
BARNADAS, Jose Ma. La Iglesia católica en Bolivia. La Paz, Ed. Juventud, 1976.
BASADRE, Jorge. Historia de la República del Perú. Lima, Ed. Universitaria, 1968. T. IV.
BENAVIDES, Margarita. «Importancia y significado de las herramientas de metal para los ashaninka de la
selva central peruana. Trabajo realizado a partir de la crónica de Fray Manuel de Biedma (s. XVIII)», en R.
Pineda Camacho y B. Alzate Angel (comps.). Los meandros de la historia en Amazonia. Quito. Eds. Abya-
Yala/MLAL, 1990, pp. 287-301.
—. «El problema nacional y colonial en el contexto de la Guerra del Pacífico», Histórica, V. III, 2 (Lima,
diciembre 1979), pp. 1-34.
—. Un siglo a la deriva. Ensayos sobre el Perú, Bolivia y la guerra. Lima, IEP, 1981.
—. «Estructura y eslabonamientos de la explotación cauchera en Colombia, Perú, Bolivia y Brasil», Data, n
°4 (La Paz, 1993), pp. 9-22.
— (comp.). Los Andes en la encrucijada. Indios, comunidades y Estado en el siglo xix. Quito, PE, 1994.
BORGES, Pedro. «Historiografía de la evangelización hispanoamericana» en Balance de la historiografía
sobre Iberoámerica (1945-1988). Edición a cargo de V. Vázquez de Prada e I. Olabarri. Pamplona,
Universidad de Navarra, 1989, pp. 187-210.
BURGA, Manuel y FLORES GALINDO, Alberto. Apogeo y crisis de la República aristocrática. Lima, Ed.
Rikchay Perú, 1979.
BUSTAMANTE, Carlos. «Intelectuales peruanos de la generación de José Carlos Mariátegui», Canadian
Journal of Latin American and Caribbean Studies. 13 (Montreal, 1982).
CALZAVARINI, Lorenzo G. Nación chiriguana. Grandeza y ocaso. Cochabamba, Ed. Los Amigos del
Libro, 1980.
CARVALHO UREY, Antonio. «Síntesis histórica del Beni», en Monografía de Bolivia. La Paz, Biblioteca
del Sesquicentenario de la República, 1975, T.IV.
CAVERO-EGUSQUIZA Y SAAVEDRA, Ricardo. Monografía del departamento de San Martín. Lima, s.i.
1928.
CASTRO ARENAS, M. La rebelión de Juan Santos. Lima, Ed. Milla Batres, 1973.
CAYO CÓRDOVA, Percy. «Un intento colonizador en el Perú de 1835», Apuntes, 23 (Lima, 1988). pp.
165-175.
—. Perú y Ecuador, antecedentes de un largo conflicto. Lima, Universidad del Pacífico, 1995.
COLLIER, Richard. Jaque al Barón. Lima, CAAAP, 1981.
CONDARCO MORALES, Ramiro. Aniceto Arce. La Paz, Amerindia, 1985.
CÓRDOVA, Jorge y ROUX, Jean Claude (eds.). El espacio territorial y los Orientes bolivianos. La Paz,
Universidad Mayor de San Andrés, s.a.
COTLER, Julio. Clases, estado y nación en el Perú. Lima, IEP, 1978.
DÍAZ ARGUEDAS, Julio. Expedicionarios y Exploradores del Suelo Boliviano. La Paz, Eds. Camarlinghi,
1981, 2T.
DUNKERLEY, James. «Reassessing Caudillismo in Bolivia». Politicai Suicide in Latin America. London,
Verso, 1992.
ESCOBARI, Jorge. La vida y obra del Mariscal Andrés Santa Cruz. La Paz, Ed. de la Casa Municipal de la
Cultura Franz Tamayo, 1976.
ESPINOSA, Lucas. «El Vicariato Apostólico de Iquitos, antes Prefectura y Vicariato de San León del
Amazonas», Archivo Agustiniano, LIV, (Valladolid, 1960-61), n° 160, pp. 27-53; n° 161, pp. 197-220; n°
162, pp. 411-429; LV, n° 163, pp. 7-23.
FERRERO REBAGLIATI, Rómulo. Los problemas de la colonización en el Perú. Lima, Banco Agrícola
del Perú, 1939. FIFER, J. Valerie. «The Empire Builders: A History of the Bolivian Rubber Boom and the
Rise
of the House of Suárez», Journal of the Latin American Studies, V. II (1970), pp. 113-146.
—. Bolivia. Territorio, situación y política desde 1825. Buenos Aires/Santiago de Chile, Ed. Francisco de
Aguirre S.A., 1976.
FINOT, Enrique. Historia de la conquista del Oriente boliviano. La Paz, Lib. Ed. «Juventud», 1978 [2a ed.].
FISHER, John. Gobierno y sociedad en el Perú colonial: el Régimen de las Intendencias, 1784-1814. Lima,
PUCP, 1981.
—. El Perú colonial. El Régimen de las Intendencias, 1784-1814. Lima, PUCP, 1981.
FLORES GALINDO, Alberto. Independencia y revolución, 1780-1840. Lima, Instituto Nacional de
Cultura, 1982, 2V.
FRONTAURA ARGANDOÑA, Manuel. La Confederación Perú-boliviana, el mariscal Santa Cruz y la
Santa Sede. La Paz, Emp. Ed. Urquizo, 1977.
GALLEGO, Ferran. «La posguerra del Chaco en Bolivia, 1935-1939. Crisis del estado liberal y
experiencias de reformismo militar». Boletín Americanista, n° 36 (Barcelona, 1986), pp. 29-53.
—. Los orígenes del reformismo militar en América Latina. La gestión de David Toro en Bolivia. Barcelona,
PPU, 1991.
—. Ejército, nacionalismo y reformismo en América Latina. La gestión de Germán Busch en Bolivia.
Barcelona, PPU, 1992.
GAMARRA, Ma Pilar. Haciendas y peones en el régimen hacendatario gomero boliviano. Las bases
económicas de un poder regional: La Casa Suárez (1880-1940). La Paz, 1992. Tesis de grado.
—. «La participación estatal en la industria de la goma elástica. Legislación fiscal y economía gomera».
Data, n° 4 (La Paz, 1993).
GARCÍA, Lorenzo. Historia de las misiones en la Amazonia Ecuatoriana. Quito, Eds. Abya-Yala, 1985.
GARCÍA JORDÁN, Pilar. «Las misiones orientales peruanas: instrumento de pacificación, control y tutela
indígena (1840-1915)», Canadian Journal of Latin American and Caribbean Studies, 25 (Montreal, 1988),
pp. 89-105.
—. «Espacio indígena frente a espacio civilizado. Una reflexión sobre la invasión simbólica del espacio en
las misiones franciscanas entre los Guarayo (Bolivia)», 1820s-1939" en S. Fernández y G. Dalla Corte
(comps.). Lugares para la Historia. Rosario, UNR Editora-Ed. de la Universidad Nacional de Rosario,
2001, pp. 51-81.
GARCÍA VILLOSLADA, Ricardo. Los historiadores de la historiografía misional. Bilbao, Ed. El Siglo de
las Misiones, 1956.
GOOTENBERG, Paul. Caudillos y comerciantes. La formación económica del estado peruano, 1820-1860.
Cuzco, CBC, 1997.
—. Imaginar el desarrollo. Las ideas económicas en el Perú postcolonial. Lima, IEP/Banco Central de
Reserva del Perú, 1998.
—. Tejidos y harinas, corazones y mentes. Lima, IEP, 1989.
GRIDILLA, Alberto. Un año en el Putumayo. Resumen de un diario. Lima, s.i. 1943.
GROFF GREEVER, Janet. Ballivián y el Oriente boliviano. La Paz, Ed. El Siglo, 1987.
GUERRERO, J. C. 1879-1883. La guerra de las ocasiones perdidas. Lima, Ed. Milla Batres, 1975.
GULLÓN ABAO, Alberto. «Las reducciones del Este de la provincia del Tucumán en la segunda mitad del
siglo xviii bajo la administración franciscana», Archivo Ibero-americano, Año LII, T. LII, n° 295-208
(Madrid, 1992), pp. 255-276.
—. La frontera del Chaco en la Gobernación del Tucumán (1750-1810). Cádiz, Publicaciones Universidad
de Cádiz, 1993.
GUMUCIO, Mariano B. «El mapa que inició la deuda externa de Bolivia», Historia y Cultura, 14 (La Paz,
1988), pp. 97-106.
HERAS, Julián. El Convento de los Descalzos de Lima. Lima, Convento de los Descalzos, 1995.
HERMOSA VIRREIRA, Walter. Los Pueblos Guarayos. La Paz, Emp. Ed. «Universo», 1950.
—. Los Pueblos Guarayos. Una tribu del Oriente boliviano. La Paz, Academia Nacional de Ciencias de
Bolivia, 1972.
HOLLWEG, Mario G. Alemanes en el Oriente boliviano. Santa Cruz de la Sierra, Imp. Ed. Sirena, 1995.
IRUROZQUI, Marta. La armonía de las desigualdades. Élites y conflictos de poder en Bolivia, 1880-1920.
Cusco, CBC/CSIC, 1994.
—. «Las paradojas de la tributación. Ciudadanía y política estatal indígena en Bolivia, 1825-1900», Revista
de Indias, LIX, n°217 (Madrid, 1999), pp. 705-740.
—. «A bala, piedra y palo». La construcción de la ciudadanía política en Bolivia, 1826-1952. Sevilla,
Diputación de Sevilla, 2000.
ITURRALDE, Abel. «James Orton. Explorador de Bolivia», Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz.
n° 56 (La Paz, 1922), pp. 1-22.
JÁUREGUI, Juan y otros. Sorata. Historia de una región. La Paz. Prefectura del
Departamento/UMSA/INDEAA, 1991.
JÁUREGUI Y GOIRI, Atanasio. Misiones Pasionistas del Oriente Peruano. Lima, Emp. Gráf. T. Scheuch,
1943.
JOUANEN, José. Historia de la Compañía de Jesús en la antigua provincia de Quito, 1570-1774. Quito,
Ed. Ecuatoriana, 1941-43, 2V.
KAPSOLI, Wilfredo (ed.). Los movimientos campesinos en el Perú, 1879-1965. Lima, Eds. Atusparia, 1982
[2a ed.].
KLEIN, Herbert S. Historia de Bolivia. La Paz, Lib. Ed. «Juventud», 1996 [6a ed.].
—. Parties and Political Change in Bolivia, 1880-1952. Cambridge, Cambridge University Press, 1969.
LA ROSA, Mario y CARRIÓN RUIZ, Juan (ed.). Los Pioneros. Homenaje a la ciudad de La Merced en su
Primer Centenario de Fundación. La Merced, 1969.
—. «Missions and the Frontier Economy: The Case of the Franciscan Missions among the Chiriguanos,
1845-1930» en E. D. Langer and R. H. Jackson (ed.). The New Latin American Mission History. Lincoln
and London, University of Nebraska Press, 1995, pp. 49-76.
— and JACKSON, Robert H. «El liberalismo y el problema de la tierra en Bolivia ( 1825-1920)», Siglo xix,
10 (Monterrey, 1990), pp. 9-32.
— and JACKSON, Robert. H.(ed.). The New Latin American Mission History. Lincoln and London,
University of Nebraska Press, 1995.
LARREA, C. Cartografía ecuatoriana de los siglos xvi, xvii y xviii. Quito, Corporación de Estudios y
Publicaciones, 1977.
LATORRE, O. Los mapas del Amazonas y el desarrollo de la cartografía ecuatoriana en el siglo xviii.
Guayaquil, Museos del Banco Central del Ecuador, 1988.
LAUSENT HERRERA, Isabelle. «Frentes pioneros chinos y desarrollo regional en la Selva Central del
Perú», en P. García Jordán y N. Sala i Vila (coords.). La nacionalización de
LAVADENZ RIBERA, Alberto. Pando es Bolivia. Santa Cruz, Imp. Casa de la Cultura, 1991.
LEHNERTZ, J. F. «Juan Santos, a primitive rebel on the campa frontier (1742-1752)», en Actas del XXXIX
Congreso Internacional de Americanistas. Lima, IEP, 1972, V.4
LIJERÓN CASANOVAS, Arnaldo. «Apuntes de un diario inédito del Doctor Antonio Vaca Díez, sobre la
situación social y económica de Mojos, en el siglo xix», Signo, n° 29 (La Paz, 1990), pp. 107-133.
LIMPIAS SAUCEDO, Manuel. Los gobernadores de Mojos. La Paz, Tip. Salesiana, 1942.
LOAYZA, F. A. Juan Santos, el Invencible. Manuscritos del año de 1742 al año de 1755. Lima, Ed. D.
Miranda, 1942.
LOFSTROM, William L. El mariscal Sucre en Bolivia. La Paz, Ed. Alenkar, 1982.
LÓPEZ OCÓN, Leoncio. «Medio siglo de actividades científicas de la Sociedad Geográfica de Lima»,
Interciencia, V.17, n°3 (Lima, mayo-junio 1992), pp. 147-154.
LÓPEZ BELTRÁN, Clara. «El viaje de Luigi Balzan: Una mirada al oriente boliviano entre 1890 y 1892»
en J. Córdova y J. C. Roux (eds.). El espacio territorial y los Orientes bolivianos. La Paz, UMSA, s.a., pp.
31-46.
MALDI MEIRELES, Denise. Guardiaes da fronteira. Río Guaporé, século xviii. Petrópolis, Ed. Vozes,
1989.
MANRIQUE, Manuel. La Peruvian Corporation en la Selva Central del Perú. Lima, CIPA, 1982.
MANRIQUE, Nelson. Mercado interno y región. La sierra central, 1820-1930. Lima, DESCO, 1987.
—. Yawar Mayu. Sociedades terratenientes serranas, 1879-1910. Lima, DESCO/IFEA, 1988.
MARÍN GONZÁLEZ, José. «Los protestantes y los indígenas: Estado y misiones en la selva peruana»,
Ibero-Americana Nordic Journal of Latin American Studies, Vol. XIX, 2 (Stockholm, 1989), pp. 19-45.
—. El Perené. Reseña histórica de una importante región de la selva peruana. Lima, Ed. San Antonio,
1978.
OVANDO SANZ, Jorge A. El tributo indígena en las finanzas bolivianas del siglo xix. La Paz, Imp. del
Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana, 1986.
PACHECO, Pablo. Integración económica y fragmentación social. El itinerario de las barracas en la
amazonia boliviana. La Paz, CEDLA, 1992.
PALACIOS RODRÍGUEZ, Raúl. La Sociedad Geográfica de Lima. Fundación y años iniciales. Lima,
Universidad de Lima, 1988.
PARKERSON, Phillip T. Andrés de Santa Cruz y la Confederación Perú-Boliviana, 1835-1839. La Paz, Ed.
Juventud, 1984.
PÉREZ, Carlos. «Yuracarés y su territorio en la mira(da) del otro durante el gobierno de Francisco de
Viedma (1784-1809)», Anuario (Sucre, 1999), pp. 331-350.
PERS GARCÍA, Walter. Límites de Bolivia. La Paz, Lib. Ed. Juventud, 1996 [2a ed.].
PIFARRÉ, Francisco. «Historia de un pueblo», en Los Guaraní- Chiriguano. La Paz, CIPCA, 1989, V. 2.
PLANAS, Pedro. La descentralización del Perú republicano (1821-1998). Lima, Municipalidad
Metropolitana de Lima, 1998.
PORRAS B., Ma Elena. La Gobernación y el Obispado de Mainas. Quito, Eds. Abya-Yala/ TEHIS, 1987.
—. La deuda defraudada. Consolidación de 1850 y dominio económico en el Perú. Lima, INC/ Ed. Nuevo
Mundo, 1987.
—. Banqueros en conflicto: estructura financiera y economía peruana, 1884-1930. Lima, Universidad del
Pacífico/CIUP, 1989.
RÉNIQUE, José Luis. «El Centro Científico del Cusco», Histórica, V. IV, n°l (Lima, 1980), pp. 41-52.
RETAMOSO L., Ramón y SILVA V. Juan. La Inmigración en Bolivia. La Paz, Ed. Amo Hnos. 1937.
REYES FLORES, Alejandro. Hacendados y comerciantes. Lima, Juan Brito Ed./UNMSM, 1999.
ROCA, José Luis. Fisonomía del regionalismo boliviano. La Paz /Cochabamba, Ed. Los Amigos del Libro,
1980.
RODRÍGUEZ OSTRIA, Gustavo. «Mercado interior y conflictos regionales: Santa Cruz, 1891-1952»,
Historia Boliviana, VIII/1-2 (Cochabamba, 1987), pp. 69-84.
—. «Estado nacional, mercado interior y élites regionales: los casos de Cochabamba y Santa Cruz en
Bolivia, (1880-1930)», Andes, n° 2-3 (Salta, 1990-91), pp. 11-32.
—. Poder central y proyecto regional. Cochabamba y Santa Cruz en los siglos xix y xx. La Paz, ILDIS,
1993.
—. Élites, Mercado y Cuestión Regional en Bolivia (Cochabamba). Quito, FLACSO-ED, 1994.
—. La construcción de una región. Cochabamba y su Historia. Siglos xix-xx. Cochabamba, Universidad
Mayor de San Simón, 1995.
—. «Recordando la libertad de los bosques. Yuracarés, misiones y Estado boliviano en la frontera
cochabambina, 1768-1920», Memoria Americana, 5 (Buenos Aires, 1995), pp. 97-122.
RODRÍGUEZ PASTOR, Humberto. Hijos del Celeste Imperio en el Perú (1850-1900). Lima, Instituto de
Apoyo Agrario, 1989.
ROJO GARCÍA, Loreto. La línea Requena y la política fronteriza hispano-portuguesa en la segunda mitad
del siglo xviii. Madrid, Universidad Complutense, 1986. Tesis de licenciatura inédita.
—. «La línea Requena»: Fijación científica de la frontera brasileña con Venezuela, Nueva Granada y Perú
(1777-1804), en F. de Solano y S. Bernabeu (comps.). Estudios (Nuevos y Viejos) sobre la Frontera.
Madrid, CSIC, 1991.
ROUX, Jean Claude. «Bolivia mítica y Bolivia real a través del primer mapa nacional de 1859... Una
relectura crítica en términos de organización territorial y de delimitación de las fronteras», en J. Córdova y
J. C. Roux. El espacio territorial y los Orientes bolivianos. La Paz, Universidad Mayor de San Andrés, s.a.
pp. 77-119.
—. Ava y Karai. Ensayos sobre la frontera chiriguano (siglos xvi-xx). La Paz, Hisbol, 1990. SAIZ PÉREZ,
Odorico. Restauración de la Orden franciscana en el Perú en el siglo xix. Lima,
Provincia Misionera de S. Francisco Solano, 1993.
—. «El padre Andrés Herrero y la restauración de los colegios franciscano-misioneros del Perú y Bolivia
(1834-1838», Archivo Ibero-Americano, Año LVII, T. LVII, n° 225-226 (Madrid, 1997), pp. 541-564.
SALA I VILA, Núria. «Los proyectos de ocupación de la Amazonía surandina. El caso ayacuchano» en P.
García Jordán (coord.). La construcción de la Amazonía andina (siglos xix-xx). Quito, Eds. Abya-Yala,
1995, pp. 153-228.
—. «Apuntes sobre una región de frontera: la creación del departamento del Madre de Dios (Perú)», en P.
García Jordán y otros (coords.). Raíces de la memoria. América Latina. Barcelona, Publicacions de la UB,
1996, pp. 453-465.
—. «Cusco y su proyección en el Oriente amazónico», en P. García Jordán (ed.). Fronteras, colonización y
mano de obra indígena en la Amazonía Andina (siglos XIX-XX). Lima, PUCP/UB, 1998, pp. 415-467.
—. Selva y Andes. Ayacucho (1780-1929). Historia de una región en la encrucijada. Madrid, CSIC, 2001.
SALAZAR BONDY, Augusto. Historia de las ideas en el Perú contemporáneo. Lima, Francisco Moncloa,
1965, 2T.
SALINAS MARIACA, Ramón. Vida y muerte de José Manuel Pando. La Paz, Ed. Populares Última Hora,
1978.
SANABRIA FERNÁNDEZ, Hernando. En busca de Eldorado. La colonización del Oriente boliviano por
los cruceños. Santa Cruz, Universidad R. G. Moreno, 1958.
—. Miguel Suárez Arana y la Empresa Nacional de Bolivia. Santa Cruz de la Sierra, Imp. Serrano, 1977.
SANTA CRUZ, Oscar de. El general Andrés Santa Cruz, gran mariscal de Zepita y el Gran Perú. La Paz,
Escuela Tip. Salesiana, 1924.
SANTAMARÍA, Daniel J. «Fronteras indígenas del Oriente boliviano. La dominación colonial en Moxos y
Chiquitos, 1765-1810», Boletín Americanista, Año XXVIII, n° 36 (Barcelona, 1986), pp. 197-228.
—. «Población y economía en el pedemonte andino de Bolivia. Las misiones de Apolobamba, Mosetenes y
Yuracarés en el siglo xviii», Revista de Indias, V. L, n° 190 (Madrid, 1990), pp. 741-766.
—. Del tabaco al incienso. San Salvador de Jujuy, CEIC, 1994.
SANTOS, Fernando. «Anticolonialismo, mesianismo y utopía en la sublevación de Juan Santos Atahuallpa.
siglo xviii». En F. Santos (comp. ). Opresión colonial y resistencia indígena en la Alta Amazonía, siglos xv-
xviii. Quito, Eds. Abya-Yala/MLAC, s.a. pp. 103-132.
SILES GUEVARA, Juan. Perfil de la vida y obra de Manuel Vicente Ballivián, un científico boliviano. La
Paz, Tall. Escuela de Artes Gráficas «Don Bosco», 1979.
STERN, Steve. Populism in Perú, the emergence of the masses and the politics of social control. Madison,
University of Wisconsin Press, 1980.
—. «La era de la insurrección andina, 1742-1782: una reinterpretación», en S. Stern (comp.). Resistencia,
rebelión y conciencia campesina en los Andes, siglos xviii al xx. Lima, IEP, 1990, pp. 50-117.
STEWART,W. La servidumbre china en el Perú. Lima, Mosca Azul, 1976.
STIGLICH, Germán. Diccionario Geográfico del Perú. Lima, Imp. Torreas Aguirre, 1922.
TANTALEÁN, Javier. Política económico-financiera y la formación del estado: siglo xix. Lima, CEDEP,
1983.
TERUEL, Ana A. (comp. ). Población y trabajo en el Noroeste argentino (siglos xviii y xix). Jujuy, Unidad
de Investigación e Historia Regional-Unju, 1995.
TOMICHÁ CHARUPÁ, Roberto. La primera evangelización en las reducciones de Chiquitos, Bolivia
(1691-1767). Protagonistas y Metodología misional. Roma, Pontificiae Universitatis Gregorianae, 2000.
Tesis doctoral.
THURNER, Mark. From Two Republics to One Divided: Contradictions of Postcolonial Natiomaking in
Andean Peru. Durham, N. C. Duke University Press, 1996.
TOCANTINS, Leandro, MEIRA MATTOS, Carlos de y REIS, Atenor. Formaçao historia do Acre por—.
Río de Janeiro, Civilizaçao Brasileira, 1979, 2V. [3a ed.].
TRAZEGNIES, Fernando de. La idea de derecho en el Perú republicano del siglo xix. Lima, PUCP, 1992
[2a ed.].
VADA PALMA, Roberto. Historia de la Iglesia de Bolivia en la República. La Paz, Imp. Publicidad Papiro,
1995.
VALCÁRCEL, Daniel. Rebeliones indígenas. Lima, Ed. P. T. C. M., 1946.
VARALLANOS, J. Historia de Huánuco. De la era prehistórica a nuestros días. Buenos Aires, Imp.
López, 1959.
VARESE, Stefano. La Sal de los Cerros. Lima, Universidad Peruana de Ciencias y Tecnología, 1968.
VARGAS UGARTE, Rubén. Historia de la Iglesia en el Perú. Burgos, s.i. 1962, T. V. —. Historia general
del Perú. Lima, Ed. Milla Batres, 1966. V. V.
VÁZQUEZ MACHICADO, Humberto. La diplomacia de Bolivia ante la Santa Sede. El Mariscal Santa
Cruz, diplomático en Europa. La Paz, Lib. Ed. Juventud, 1991.
VICARIATO. — Apostólico de San Gabriel de la Dolorosa del Marañón, Yurimaguas, en la Amazonía
peruana; las primicias de una misión pasionista, 1921-1946. Yurimaguas, s.i. 1946.
VITAR, Beatriz. Guerra y misiones en la frontera chaqueña del Tucumán. Madrid, CSIC, 1997.
VV. AA. En torno a la Guerra del Pacífico. Lima, PUCP, 1983.
WALKER, Charles. «El uso oficial de la selva en el Perú republicano». Amazonía Peruana, T. 4, n° 8
(Lima, mayo 1987), pp. 61-89.
WEHRLICH,D. The Conquest and Settlement of the Peruvian Montaña. University of Minnesota, 1968.
Tesis doctoral.
WILSON, Fiona. «Propiedad e ideología: estudio de una oligarquía en los Andes centrales (siglo xix)»,
Análisis, Cuadernos de Investigación, n° 8-9 (Lima, 1979).
YEPES DEL CASTILLO, Ernesto. Perú, 1820-1920. Lima, Ed. Signo, 1981.
ZARZAR, Alonso. «Apo Capac Huayna, Jesús Sacramentado». Mito, utopía y milenarismo en el
pensamiento de Juan Santos Atahualpa. Lima, CAAAP, 1989.
ZEITUM LÓPEZ, Said. Amazonía Boliviana. La Paz, Prod. Gráficas Visión, 1991.
Portada
Informaciones bibliográficas
Primeras páginas
Índice
Prólogo
1. A modo de introducción
Parte I. Peru. «La formacion de un nuevo peru al disfrute del viejo»
2. De tierra ignota a demarcación administrativa
3. El «plan general para entrar en posesión de la nueva Patria».
Parte II. Bolivia. «La providencia ha querido hacer de la parte oriental de
Bolivia un verdadero paraiso»
4. La ocupación de los Orientes bolivianos, 1825-1880
5 La difícil nacionalización de los Orientes bolivianos, 1880-1930
6. Reflexiones finales
Fuentes y bibliografía