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Yeshúa: El Bereshit, la Torah

y la Creación
ֶ‫רץ‬
ָ‫אֵ ר‬
ָּ‫ה ר‬
ָּ‫אֵת ר‬
ְּ‫מיַם ו ב ר‬
ָּׁ‫השרָּבש מ‬
ָּׁ‫אֵת מ‬
ְּ‫היִׁם ר‬
‫ל ש‬
ֱ‫אֵ ל‬
‫ראֵ א‬
ָּ‫ראֵששיִׁת ב רָּ ב ר‬
ְּ‫ב ב ב ר‬
“En (un) principio creó Elohim los Cielos y la Tierra.”
(Génesis 1:1)

Hay un dato importantísimo que no podemos pasar por alto a la hora de estudiar
las Sagradas Escrituras, especialmente el Pentateuco. El mismo es que la totalidad
de la Instrucción (Torah) divina está contenida en el primero de los cinco libros: el
Bereshit (o Génesis). Así mismo, el primer libro, en su totalidad, está contenido en
el primer capítulo, que a su vez está contenido en la primera sentencia; la misma
se haya íntegramente en la primera palabra, y esta se resume en la primera
letra: beth.
La Torah hubiera podido comenzar con la primera letra del alefato hebreo, con la
letra Alef _ ‫_ א‬, pero Boré Olam (el Creador del Universo), decidió entregárnosla de
esa manera porque quería guardarnos un mensaje que está oculto en ella.

Para entender la parte fundamental de toda la codificación de esta primera


palabra de las Sagradas Escrituras, debemos saber que el
término hebreo Bereshit, es traducida en Génesis capítulo 1 verso 1 como “En
el Principio…“. Ahora bien, de haber querido el Eterno indicar que la Torah nos
relataría un orden cronológico hubiera entonces utilizado la expresión
“Bereshoná” que traduce “en el principio”, o “al inicio“, en vez de
“Bereshit“. Analizado así, es evidente que en esta palabra están encerrados
todos los misterios de la creación.
De acuerdo a su origen es una palabra compuesta de dos vocablos
hebreos, Be y Reshit (‫ בית‬+ ‫)בראשית = ראש‬. Ante este detalle lingüístico
necesito que nos concentremos con un espíritu muy abierto en la explicación que
a continuación desarrollaré. Analizaremos cada una de estas palabras, recordando
que el hebreo es una lengua santa que merece ser considerada en su
características espirituales.
Lo primero que quiero resaltar es que el hebreo es una lengua
polisemántica. Esto quiere decir que cada una de las palabra que lo componen
pueden significar muchas cosas. Además del detalle mismo de que cada palabra
tiene muchas lecturas tanto en “significancia” como en “esencia”.
Establecidas estas pautas, ahora los invito a considerar lo siguiente:
Dijimos que la primera expresión que compone a Bereshit es Be. La
misma significa “en”, “dentro de”, “con”, “por medio de”, “por causa de”, “en
aras de”, etc. (Aquí aportaré que la primera letra de la esta palabra que
es Bet significa casa, es importante que recuerde esto).
Continuando con la conformación de Bereshit, dijimos que la segunda expresión
que la compone es Reshit. Esta palabra significa “primero” (en lugar, tiempo,
orden o rango)”, “primicia”, “inicio”, “principal”, “lo mejor”. Esta palabra tiene la
misma raíz que la palabra hebrea “ROSH” que significa “cabeza”, “parte
superior”, “comienzo”, “jefe”, “principal”, “gobernante”, etc. Esta significación
se muestra claramente en la pictografía paleohebrea haciendo referencia a una
cabeza humana.

Este pictograma implica la idea de “lo primero“, “en primer lugar“, “el que
tiene la prominencia“. La pictografía de la cabeza de un hombre demuestra la
inteligencia de una mente con ingeniería infinita escondida detrás de la creación.
Nada podría resumir la perfección detrás del Cosmos y nuestro hermoso hogar
llamado “Tierra”, sino percibimos la insondable inteligencia de una Mente superior
detrás de la obra creativa.
Como dijo el físico Albert Einsten:

“Cuanto más observo el universo más se parece a un gran


pensamiento …”
Por estos asombrosos detalles de codificación, particularmente creo que la letra
Bet es la más importante del alefbeto, pues ella resume lo que es realmente
“crear” según la cosmovisión yahvista. La pictografía de la cabeza de un hombre
demuestra también la inteligencia, la mente detrás de la creación. Nada podría
resumir la perfección detrás del cosmos y nuestro hermoso hogar llamado “Tierra”.
Percibimos inteligencia, una Mente superior detrás de la obra creativa.
Insisto en que debemos poner atención y profundizar en estas palabras ya que su
uso en todas las Kitvei HaKodesh (Escrituras Sagradas) nos dará mucha más
luz con respecto a lo que quiere decir el texto que estudiamos hoy. Por ello,
debemos saber que la palabra “Reshit” aparece casi 20 veces en
el Jumash (Pentateuco), y en más de 50 ocasiones en todo la Tanak (Antiguo
Testamento); veamos algunos ejemplos;
 Se usa en relación con el inicio de un reinado, Bereshit/Génesis
10:10;
 Con un hijo primogénito, Bereshit/Génesis 49:3;
Devarim/Deuteronomio 21:17;
 Con los primeros frutos de la tierra, las primicias, Shemot/Éxodo
23:19; 34:26
A todo esto debemos considerar que en el libro del
profeta Yermiyahu (Jeremías 2:3), el pueblo de Israel es llamado “la
primicia (Reshit) de sus frutos”. Si esto último quedó claro, ahora
agregaremos lo expresado en Proverbios 8:22, que describe a la Sabiduría
divina, que es la Torah, como “el principio (Reshit) de su Camino”.
Así pues, juntando todos estos elementos idiomáticos del hebreo, podríamos
también como primera instancia traducir el primer versículo (pasuk) del capítulo
uno del Bereshit (Génesis), de estos dos posibles modos:

 a – “En la Torah creó Elohim los cielos y la tierra.”


 b – “Con la Torah creó Elohim los cielos y la tierra.”
De este modo, y al considerar al texto en su sustancia original logramos expandir
nuestro entendimiento en la correcta cosmovisión del espíritu que inspiró estas
líneas. Lo que el texto sagrado comienza confirmando es la idea de que la primera
Intención de Elohim, fue la Torah y que con ella (y desde ella) creo todo lo
existente.

Ahora bien, leyendo la enseñanza del apóstol Pablo, encontramos una visión
mucho más clara e impresionante donde el uso de la palabra “reshit”, (sustituida en
sus cartas por el término griego prototokos = primogénito), nos revela algo
muy grandioso, que nos tomará un tiempo más dentro de nuestro comentario.
Con esta codificación celestial en nuestra mente consideremos lo que él le escribe
a los discípulos de Colosas:
“Él (Cristo) es la imagen del Dios invisible, el
Primogénito (Prototokos)de toda criatura.
Porque por él fueron creadas todas las cosas que están en los
cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean
tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades;
todo fue creado por él y en él.
Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas consisten
por él;
y él es la cabeza, del cuerpo de la Iglesia, principio y
primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga el
primado”.
(Colosenses 1:15-18)

¿Que está diciendo el apóstol en este texto? Es sencillo deducirlo: que nuestro
Mesías también es señalado por el término primogénito (griego Prototokos o
hebreo “Reshit”). Por ende aceptamos y creemos que Él, Yeshúa, es el “Reshit” de
todas las cosas.
Es decir que el Mesías es el diseño original de la Intención del Eterno desde quién
se proyectó todas las cosas creadas. Él está en el interior del Padre eterno desde la
eternidad

“Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Hijo, que está en el


seno del Padre, él le ha dado a conocer.”
( Juan 1:18)

Si ponen atención aquí, el texto dice que Él (Cristo) está en el Padre, es decir que
desde la eternidad misma el Mesías existió, existe y existirá. Él está esencialmente
unido al Padre por siempre porque la esencia del Mesías es la Torah, que como
sabemos estuvo desde siempre en la mente de YHVH y fue lo primero que surgió
de Él para ser motor de la creación.

En este texto Juan, menciona al “Verbo de la Vida”. Dicha expresión en


hebreo se dice Davar HaJayim ( ‫) החיים _ דבר‬, o sea “la palabra que da a
origen y propósito a la vida“. Esta es una de las cuantas insinuaciones de
que la esencia del Mesías, es también llamada “Davar” (hebreo) o “Logo”
(griego), ambas expresiones traducidas como “Verbo”.
Los sacerdotes de la Antigua Alianza entendían que el Verbo, manifestado en
tiempos de la creación de la materia, existía antes bajo la forma de pensamiento
divino, ya que si la palabra es capaz de expresar todo lo material, le es del todo
imposible lo inmaterial.

Precisamente por esto está escrito en el primer capítulo del Bereshit (Génesis) “y
dijo Elohim (Dios)”. Es decir Elohim, se manifiesta por medio de la forma del
“davar”, produciendo un sonido audible desde fuera (de Él). Añade la Torah, “…que
sea la luz…”, pues toda la luz procede del misterio del Verbo.
Por tal razón el verbo fue llamado “reshit” (principio), por cuanto fue el origen de
toda la creación.
Entonces, de acuerdo a lo que las Escrituras Sagradas revelan, todo fue creado por
medio del Mesías y por causa del Mesías, como también está escrito:

“En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios,


y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de ella, y sin ella
nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”
(Juan 1:1-3)

Esta Palabra o Torah (Instrucción); este proyecto Mesías, el propósito eterno de la


Intención misma de Yahvéh, fue luego materializado poco a poco por medio de la
creación de todas las cosas. Pero aunque el Mesías no había sido manifestado
como hombre, todas las cosas fueron preparadas por causa de él, y por causa de
que él iba a venir y ser puesto como gobernante sobre todas las cosas creadas. Por
esto el primer versículo de Génesis puede también traducirse de esta manera:

“Por causa del Principal creó Dios los cielos y la tierra.”


Al inicio de esta bitácora les solicite que se acordaran de la primera letra de la
Torah: bet, (‫ ב‬/ Bet) significa “casa“, “tienda de campaña“, “vivienda“,
“dentro” (‫בית‬‫) ב‬. Justamente en la pictografía paleohebrea la letra ‫ ב‬Bet es un plano
de una casa (tienda), mostrando su importancia:

Entonces, teniéndola en cuenta y sumándola a todas las especificaciones que


hemos considerado hasta ahora podríamos entender el primer versículo también
de esta manera:

“Una casa de Reshít creó Dios los cielos y la tierra”.


La casa de la creación es entonces la vida del universo. La letra ‫( ב‬Bet) también
sugiere la intención de Dios de permanecer dentro del ámbito de la creación,
hasta manifestarse como Padre benevolente por medio de sus hijos.
Esto nos enseña que los Cielos (el 99% de la existencia) y la Tierra (el 1% de la
existencia) son la casa de Reshít, que es el Mesías. Aquí casa y ropa es
esencialmente lo mismo. Por lo tanto, la creación es la ropa del Mesías, como está
escrito en el Salmo 102:25-27 y Hebreos 1:10-12:
“Desde la antigüedad tú fundaste la tierra, y los cielos son la
obra de tus manos. Ellos perecerán, pero tú permaneces; y
todos ellos como una vestidura se desgastarán, como vestido
los mudarás, y serán cambiados. Pero tú eres el mismo, y tus
años no tendrán fin”.
(LBLA)

¿Por qué el Creador no empezó su historia consigo mismo? ¿No es Él quien


precede todas las cosas y por lo tanto debería estar puesto en primer lugar? ¿Por
qué no escribió “Dios creó en el principio…”? Él no comenzó a hablar de sí
mismo, sino de lo que ha hecho por medio de Reshít. Esto nos enseña dos cosas,
primero, que Dios es muy modesto en relación con la Creación. No se presenta
primero a sí mismo, sino se coloca detrás de Su Reshít.
La segunda cosa que aprendemos de este hecho es que nadie puede conocer al
Creador directamente, sino sólo por medio de las cosas que él ha creado. Así es
como lo enseñaba el apóstol Pablo a sus destinatarios de Roma, al escribir :

“…porque lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro


de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la
creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y
divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos
por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa.”
(Romanos 1:19-20)

La enseñanza recalca que el Creador es invisible e inalcanzable para las cosas


creadas. Sólo es posible conocerle por medio de lo que Él revele de sí mismo. En
este texto, el apóstol Pablo nos enseña que el camino para conocer al Eterno pasa
a través de la Creación y Su Reshít. De esta manera el Hijo, el Mesías, nuestro
amado Yeshúa, es revelado como el principal agente por medio del cual el Invisible
se manifiesta en el mundo:
“Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas
ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas,
en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien
constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien
hizo también el universo. Él es el resplandor de su gloria y la
expresión exacta de su esencia, y sostiene todas las cosas por
la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación
de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las
alturas.” (Hebreos 1:1-3)

Así es como el mismo Mesías se revelaba a sus discípulos la noche en que sería
entregado:

“Jesús le dice:
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre
sino por mí… El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”
(Juan 14:6, 9)

El Padre se manifiesta en este mundo a través de su Hijo. Ahora, no podemos caer


en la trampa de pensar que el Eterno sea como los hombres o los animales de
manera que se pueda reproducir y tener hijos como nosotros. Este pensamiento se
encuentra en las religiones paganas entre personas que no conocen la verdad de
Torah. Cuando habla del Hijo, se refiere a la función de ser el seguidor y el
representante, al igual que un hijo imita y representa a su padre en una familia.
El Hijo es el que representa al Padre en la creación. El concepto hebreo de Hijo
tiene que ver con discipulado, representatividad y delegación de autoridad. Desde
esta idea, en las Escrituras hebreas los discípulos son llamados hijos, a pesar de no
haber sido engendrados biológicamente por su maestro (cf. 1 Reyes 2:12; 20:35; 2
Reyes 2:3ss; Juan 8:39, 41; Efesios 5:1). Estos “hijos” luego reciben la autoridad
delegada para actuar como representantes de su maestro.

Por lo tanto, cuando las Escrituras hablan de los “hijos de Dios” se está refiriendo a
ángeles u hombres que han recibido poder del Creador para juzgar y gobernar
sobre alguna área de la creación, se trata de autoridad delegada (cf. Job 1:6; 38:7;
Salmo 82:6; Juan 10:34-38). Por esto a todos los que reciben a Yeshúa les es
concedido el poder, es decir la autoridad, de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12).

Ser hecho hijo de Dios, significa recibir una posición de liderazgo y un puesto de
autoridad en alguna área de la creación.

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