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¿Quién es una persona?

La centralidad en la persona:
Detrás de los debates sobre las cuestiones éticas más importantes
(desde el respeto por la vida humana hasta la defensa del medio
ambiente) se encuentra una concepción muy precisa de quién es la
persona, incluso si esto no se reconoce específicamente. Admitir, por
ejemplo, que es legal reproducir y seleccionar al individuo humano
en un laboratorio no solo significa decidir el uso de una forma
particular de tecnología, sino también mantener que el hombre puede
ser manipulado de la misma manera que una Computadora o una
muñeca. Esto también es válido para otros problemas fundamentales
que enfrentan la cultura, la sociedad y la política.
Por lo tanto, es comprensible que se preste especial atención a la
persona humana hoy en día, incluso si a menudo hablamos sobre el
tema sin aclarar exactamente lo que queremos decir, es decir, sin dejar
claro desde un punto de vista conceptual por qué y en qué se
diferencia la persona humana. de otros seres vivos.
Y, sin embargo, es necesario llegar a una noción de la persona humana
que pueda actuar como una base, un punto de referencia claro, al
enfrentar los problemas discutidos en los campos de la filosofía y el
derecho, la psicología, la educación y la sociología. De hecho, se
puede decir que en cualquier ciencia que involucre al hombre es
necesario proceder sobre la base de una concepción apropiada de la
persona humana, como lo destacamos en el Capítulo 1.
2. Perspectiva fenomenológica y perspectiva metafísica.
Acabamos de decir que las transformaciones en la cultura moderna
deben alentarnos a preguntarnos acerca de las raíces de la dignidad de
la persona para responder a la pregunta: ¿Quién es el hombre?
Podemos intentar responder a esta pregunta siguiendo dos itinerarios
filosóficos que, como veremos, no se excluyen mutuamente.
En primer lugar, es posible mostrar características específicas que
hacen que el ser humano sea completamente original e inconfundible
en el mundo en el que vive y, por lo tanto, merece una estima que no
se puede mostrar a otros seres vivos, que aún así son dignos de el
respeto.
Podríamos definir este enfoque como un proceso fenomenológico-
existencial porque se basa en la observación de fenómenos
típicamente humanos y en la reflexión sobre los rasgos distintivos de
la existencia humana.
Se enfoca en hechos observables para examinar y arrojar luz sobre las
formas en que el hombre se manifiesta y se satisface a sí mismo.
De esta manera, surgen varias características que nos permiten dar
una serie de definiciones del hombre sobre la base de sus capacidades.
La mayoría de estas definiciones no son completamente completas,
pero incluyen uno o más de los aspectos fundamentales de la persona
humana.
Entre ellas se encuentra la antigua formulación que define al hombre
como razón animal (animal racional), es decir, el animal capaz de
conocer la realidad y extraer conceptos universales de ella.
De la misma manera, se podría decir que el hombre es el único ser
que sabe reír, mostrando su capacidad de desapego y de los eventos
en los que está involucrado.
O, de nuevo, es el único ser mortal que se basa en el supuesto de que
el evento de muerte (no reducido a sus aspectos biológicos) no
concierne verdaderamente a otros animales.
O que "sabe cómo decir no" y, por lo tanto, no depende inequívoca y
absolutamente de la realidad que se le presenta. O que él es "el ser que
actúa" en el sentido de que asume posiciones y también tiene la
capacidad de decidir por sí mismo.
Cada una de estas afirmaciones resalta un rasgo fundamental de la
persona humana, pero está claro que, al seguir este primer itinerario,
estamos usando un método que es predominantemente descriptivo o
comparativo, uno que proporciona información significativa porque
presupone, más o menos conscientemente, una noción subyacente de
la persona humana.
Lo que se necesita, entonces, es un segundo itinerario que comienza
con el fundamento constitutivo de la persona humana en el que los
potenciales que el hombre manifiesta en su vida ya están contenidos
en germen: esta perspectiva es específica de la metafísica, que se
ocupa de los principios fundamentales de la realidad.
Podríamos decir que, en las afirmaciones anteriores ("el hombre es un
ser mortal", "el hombre es el ser que sabe decir no", etc.), el análisis
fenomenológico-existencial se concentra en el predicado de la
proposición, mientras que el análisis metafísico se centra en el verbo
"es", en la existencia personal.
Claramente, la perspectiva metafísica por sí sola no es suficiente para
comprender toda la riqueza de la existencia humana porque, como
veremos en los próximos capítulos, la persona no sería comprensible
sin considerar la forma en que se relaciona con los demás, ejerce su
libertad, da de sí. él mismo, vive en el tiempo y en la historia, logra la
realización personal y transforma el mundo circundante.
No obstante, estas dimensiones personales implican necesariamente
una identidad ontológica de la que derivan.
Dicho de otra manera, la dignidad ontológica de la persona humana,
su existencia personal, no depende de una capacidad o característica
específica; los derechos fundamentales de la persona (el derecho a la
vida o a la libertad religiosa, por ejemplo) no se derivan de los dones
específicos o la rectitud moral de un individuo, sino de su propia
existencia, de la que se derivan todas las demás perfecciones.
En otras palabras, el individuo humano es digno de respeto no porque
sea capaz de reír o porque es mortal (para referirse a las dos
características mencionadas anteriormente), sino porque es una
persona.
Sin embargo, de lo que hemos dicho, es evidente que las perspectivas
metafísicas y fenomenológico-existenciales no se excluyen
mutuamente; más bien, se complementan entre sí.
Se debe establecer un tipo de circularidad entre ellos para que puedan
clarificarse recíprocamente.
Con este fin, trataremos ahora de penetrar en el núcleo original de la
existencia personal y luego, en los próximos capítulos, volveremos a
considerar los distintos niveles de existencia.
Para hacer esto debemos usar algunos conceptos aparentemente
difíciles, pero el esfuerzo requerido para entenderlos no será en vano.
 La noción antigua en los griegos y los latinos.
 San Agustín
 Boecio
 San Juan Damasceno y San Bonaventura
 Santo Tomás
 Personalismo.

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