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Otro autor, Lavob, opta por hablar de estilo contextual que es la suposición de que las
relaciones sociales van asociadas a distintos valores lingüísticos, argumentando que
el uso de los hablantes no puede reducirse al manejo de situaciones comunicativas.
Contrario a la noción de la etnografía del habla, Lavob considera que el hablante
conoce un repertorio de variantes adscritas a un dialecto determinado. Para el
enfoque variacionista, el estilo, será la consecuencia de la atención que el hablante
pone en su discurso, debido a que este identifica y son consientes de que existen
diferencias sociales en cada estilo.
Sin embargo, este enfoque, recibirá las criticas de Eckert, que le reprochara que los
procedimientos metodológicos están encaminados a descubrir el potencial de los
hablantes para elicitar variantes más vernáculas o más estándares. La principal critica
al variacionismo es que este trata al hablante como un elemento pasivo que tiende a
alterar la forma de habla en función de la situación comunicativa. Es decir, la variación
estilística entendida como el reflejo de la estructura social, y no una posibilidad de
comunicar o para construir normas, o identidades.
Otro enfoque que destaca Serrano es de Bell (2001) quien considera que el estilo es lo
que un hablante individual hace con una lengua en relación con otros hablantes. El
núcleo de esta teoría es que el cambio o selección de estilo sucede como respuesta a
un cambio en la audiencia del hablante. A esta teoría también se agrega el enfoque de
Gilles y Powesland (1975) que consideran que el hablante tiende a reducir su
distancia social compartiendo el uso de las formas lingüísticas.