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¿ESEL ESPAÑOL UNA

LENGUA COMPLEJA
PARA LOS
EXTRANJEROS?

Dificultades del español como


lengua extranjera

GALLARDO AGUDO, ALEJANDRO.

GRAMÁTICA: MORFOLOGÍA Y SINTAXIS DEL ESPAÑOL.

1. º DE FILOLOGÍA HISPÁNICA.
12/05/2015.
1. INTRODUCCIÓN

El español es una lengua romance procedente del latín vulgar, al igual que el
gallego, catalán, portugués, francés e italiano, entre otros. También se denomina
castellano, al ser originario de Castilla, aunque resulta mucho más adecuado emplear el
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término español, pues, en la actualidad, utilizamos un castellano muy evolucionado,
nada parecido a aquel castellano que surgió en la zona de Castilla. El castellano es
considerado, por otro lado, un dialecto del español en el Reino de Castilla durante la
Edad Media o incluso un dialecto del español en la actualidad. No obstante, en
territorios americanos de habla hispánica, se prefiere utilizar la terminología castellano
por razones de polémica con la denominación de una lengua identificable con un
territorio o que conduce a un pasado histórico que provoca rechazo; aunque,
lingüísticamente, ambas son plenamente válidas.

El español o castellano es la segunda lengua del mundo en número de personas que


la tienen como lengua materna, después del chino mandarín, con 414 millones de
hablantes nativos, y lo hablan como segunda lengua 470 millones de personas; de modo
que puede considerarse la tercera lengua del mundo por total de hablantes tras el chino
mandarín y el inglés. Con más de 20 millones de estudiantes, es la segunda en
comunicación internacional después del inglés.

Se trata, como vemos, de una lengua en expansión, al contrario del francés, por
ejemplo. Estados Unidos, Brasil, Francia, Reino Unido y Alemania son los países que
están a la cabeza en estudiantes del español como lengua extranjera. La causa de este
auge del estudio del español parece deberse a razones de índole variada; pero tienen
menos importancia las económicas, algo que, sin embargo, sí sucede con el chino o el
inglés.

Sin embargo, el español tiene aspectos lingüísticos que, sin duda, pueden dificultar
mucho el aprendizaje a hablantes no nativos. Las dificultades a las que se enfrenta un
estudiante no nativo dependen de muchos factores, como la edad, la predisposición de
aprendizaje y, sobre todo, la proximidad del español con la lengua nativa.
Evidentemente, a un italiano o a un francés le es mucho más fácil aprender español que
a un ruso o a un alemán porque el español, el italiano y el francés, entre otros, son
lenguas romances que tienen un origen común, el latín vulgar; se consideran dialectos
históricos del latín.

Estas dificultades han de ser abordadas, conocidas y tratadas por el profesor de


español para profundizar y facilitar en la medida de lo posible el aprendizaje del
idioma. Para ello, hay que tener en cuenta la lengua materna de los alumnos de español
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y conocerla en la manera de la posible, con el fin de establecer relaciones de
comparación y facilitar así su enseñanza. Dentro de las dificultades del aprendizaje del
español como lengua extranjera podemos señalar las siguientes:

2. DIFICULTADES DEL ESPAÑOL COMO LENGUA EXTRANJERA

a. Dificultades en el aspecto morfológico

Uno de los campos que resulta más complicado para un extranjero es,
indudablemente, la morfología. El español, a diferencia de otras lenguas como el inglés,
es una lengua flexiva, es decir, un morfo insegmentable incluye diferentes morfemas –
entendiendo como morfema una unidad mínima dotada de significado, de carácter
abstracto, que se puede realizar fonológicamente de distintas maneras y como morfo
una secuencia fonológica identificable en la cadena hablada, asociada a un significado
constante, no divisible en secuencias más pequeñas con significado- o, en otras
palabras, incluyen información en sufijos o prefijos a través de la flexión de las
palabras.

Dicha flexión se aplica al ámbito nominal y al verbal; quedan exentas palabras


invariables como adverbios, conjunciones, preposiciones e interjecciones. En el ámbito
nominal, incluimos los sustantivos, adjetivos, determinantes y pronombres. Los
morfemas que resultan más complicados para un extranjero son los de género y
número. Normalmente, a un extranjero se le enseñan ciertas tendencias que se dan en el
uso del español, como que muchas palabras acabadas en –a son femeninas, las acabadas
en –o,-r, -n o -l masculinas; y las acabadas en –s, plurales. Pero esto es simplemente una
tendencia que en innumerables casos no se respeta. Así, por ejemplo, palabras como
mano o radio son femeninas.
En el campo del género encontramos bien plasmada esta cuestión. Para cambiar
una palabra de género solo habría que sustituir la –o por la –a, en teoría, como vemos en
perro/perra; pero existen muchísimas irregularidades, como papa/ papisa o zar/zarina,
lo que nos da cuenta de la existencia de muchos más morfemas de género; o incluso
palabras que se modifican completamente cuando cambian de género, como toro/vaca,
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o algunas que no cambian, como el poni/la poni, que tan solo se diferencian por la
utilización de un determinante que marca el género; además de epicenos, como
hormiga, para los cuales se debe utilizar otro término que señale el sexo.

En cuanto al número, ocurre algo parecido. Normalmente, para formar el plural se


añade –s o es-, -s cuando los sustantivos acaban en vocal átona y vocal tónica á, é, ó; y –
es cuando los sustantivos finalizan en vocal tónica –í o ú. No obstante, hay muchos
casos especiales. Por ejemplo, las palabras que acaban en –s o –x no varían en plural
(crisis/crisis) o las que acaban en –y forman en plural en –es y sustituyen la y por i, etc,
algo que resulta un verdadero desafío para los extranjeros.

Esto se relaciona directamente con el asunto de la concordancia, un verdadero


suplicio para los extranjeros. Encontramos muchísimas excepciones: palabras cuyo
género y/o número son iguales y solo se distinguen por el uso de un determinante (la
crisis/las crisis); palabras que parecen de un género y luego son de otro, lo que exige
que el adjetivo que lo acompaña este en el género correcto, etc, así como numerosas
excepciones relacionadas con la fonética, como sustituir la por el alomorfo el cuando la
siguiente palabras comienza por á o há tónicas.

No obstante, probablemente, el aspecto más complicado no solo para un extranjero,


sino también para los propios nativos, es el verbo. El paradigma verbal es muy amplio.
El verbo castellano se trata de una de las categorías más complejas por los morfemas,
que indican:

 Persona gramatical: primera, segunda o tercera.


 Número gramatical: singular o plural.
 Tiempo gramatical: formas simples: presente, pretérito imperfecto, pretérito
perfecto simple (o indefinido), futuro imperfecto y condicional simple; formas
compuestas: pretérito perfecto compuesto, pretérito pluscuamperfecto, pretérito
anterior, futuro perfecto y condicional perfecto.
 Modo: indicativo, subjuntivo e imperativo.
 Aspecto: acción acabada, acción inacabada o acción continuada.
 Voz: activa y pasiva.

A diferencia del inglés, que para formar un tiempo verbal emplea «partículas» o
palabras que se agregan a la base del verbo de forma aislada, lo que nos da cuenta de
que es una lengua aglutinante, el español posee varios morfemas dentro de un mismo 4
morfo que nos indican el tiempo, modo, etc. Esto complica la formación de los verbos
por parte del extranjero y la comprensión. Además, en español existen tres modos
(indicativo, subjuntivo e imperativo), al contrario que en otras lenguas; el subjuntivo,
por ejemplo, es exclusivo de muy pocas lenguas y sirve para expresar deseos o
hipótesis irreales, algo que en otras lenguas se expresa en indicativo por la inexistencia
de dicho modo. A los ingleses, por ejemplo, les resulta muy complicado el subjuntivo
porque, aunque ellos aún conservan ciertas reminiscencias del antiguo subjuntivo, no
disponen de un modo subjuntivo como tal, lo que les lleva a emplear formas de
indicativo. Asimismo, en castellano hay muchos verbos irregulares, tales como ser, oír,
roer, caer, que complican mucho la tarea.

Además, el asunto se complica si damos entrada de nuevo a la concordancia. En


ingles, por ejemplo, advertimos que entre They eat y I like eat no hay ninguna
concordancia, tan solo en la tercera persona del singular de presente se coloca un –s, lo
que facilita en gran medida la didáctica del idioma. Sin embargo, en español sí es
necesaria y obligada la concordancia entre el sujeto y el verbo en número y persona.
Así, nunca podríamos decir cosas como ellos come*. Esto conlleva que no haya una
obligación de colocar el sujeto, pues la propia desinencia verbal nos indica la persona a
la que se refiere; no obstante, en muchos casos se coloca para enfatizar el agente de la
acción, como vemos, por ejemplo, en Eso es lo que tú quieres. La cuestión se complica
mucho más con algunos casos especiales. Primeramente, con la llamada concordancia
ad sensum, y es que hay ciertos sustantivos colectivos, como familia o gente que se
colocan en singular cuando no hay elementos intercalados entre ellos, pero que admiten
las formas singular o plural cuando hay elementos intercalados, por expresar sentido de
multitud (ad sensum) aunque esté en singular; otro caso es el de los sustantivos de valor
cuantificador, como docena, que también admiten ambas, aunque hay excepciones
como montón o cantidad, que solo admiten singular.
Hay veces en que la raíz de las palabras variables (flexivas) puede sufrir variaciones
clásicas para mantener la pronunciación adecuada o por conflicto con alguna otra regla
ortográfica, lo que complica mucho más la cuestión. Por ejemplo, Tocar: toque, no
toce*.

b. Dificultades en el aspecto sintáctico.

El español dispone de una flexibilidad sintáctica que puede ser entendida en cierta
medida como una dificultad, dada las múltiples posibilidades de ordenación de palabras,
mientras que otras lenguas como el inglés tienen patrones más estáticos y rígidos en el
orden. Así, en inglés solamente podemos decir I like chocolate sin alterar de forma
alguna el orden, mientras que en español podemos decir Me gusta el chocolate o El
chocolate me gusta. Sin embargo, en muchas ocasiones, el orden depende de las
funciones informativas en tanto que colocamos unos elementos antes o después
dependiendo de la información conocida (tema) y nueva (rema) o con el fin de focalizar
algún complemento.

Esto se debe a que el inglés se trata de una lengua dominada por la referencia, es
decir, la asignación del sujeto está determinada por criterios discursivos; es sujeto el
constituyente que funciona como tópico de la oración. Además, es una lengua sin marca
de caso- preposiciones, orden de palabras…-. Esto conlleva que las funciones
sintácticas se conecten con las discursivas a través del orden fijo de palabras. Sin
embargo, el español se trata de una lengua a medio camino entre la referencia y el papel
semántico. Se trata de una lengua en la que las funciones semánticas y sintácticas se
conectan a través del recurso de la marca de caso, mientras que la función discursiva
aparece reflejada por medio del orden libre las palabras.

En definitiva, les puede resultar complejo a los extranjeros esta libertad sintáctica de
los constituyentes, ya que en otros idiomas dicho orden está regido, por lo que es mucho
más sencillo captar las funciones sintácticas, pues siempre se van a presentar en el
mismo orden.
c. Dificultades en el aspecto ortográfico y fonético.

El español, a diferencia de otras lenguas como el inglés o el francés, consta de


reglas ortográficas que se han de respetar en todos sus casos y que, sin duda, dificultan a
los extranjeros su aprendizaje; y es que la ortografía es un aspecto clave en la enseñanza
y la estandarización de una lengua, especialmente cuando experimenta una gran
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dispersión dialectal, algo de lo que hablaremos con posterioridad.

Uno de los problemas frecuentes es la confusión entre grafías que representan el


mismo sonido o fonema, como g/j, b/v, y/ll, c/s (ceceo/seseo). Para solventar dicho
problema se han establecido una serie de reglas ortográficas.

En el sistema alfabético español también nos podemos encontrar que a una letra le
correspondan varios fonemas, como es el caso de la r. Así pues, vemos que en pera y
rape, aunque se trate de la misma letra, se pronuncia de manera diferente por el hecho
de estar a comienzo o final de palabra. Sin embargo, estos sonidos, la vibrante simple y
múltiple, que no aparecen en lenguas como el chino, resultan muy difíciles de
pronunciar para extranjeros, mayormente orientales. Otros fonemas, como la nasal
palatal, que en español se representa con la grafía ñ, sí aparecen en otras lenguas, pero a
través de otras grafías, como gn en francés.

Sin embargo, lo más habitual es que nos encontremos que a un fonema le


corresponda una letra, caso de la d o la f; es lo normal en la lengua española.

También es normal en la lengua española que a una grafía no le corresponda


ningún fonema. Este es el caso de la letra h, que tiene su procedencia en la evolución
fonética de la f latina. Del mismo modo, también existen reglas para saber las letras que
portan h o no.

Otros aspectos problemáticos son la utilización correcta de los signos de


puntuación y la acentuación grafica. Por ejemplo, en inglés o incluso en latín, no hay
acentuación gráfica (tilde). Según la posición de la sílaba sobre la que recae el acento,
las palabras pueden ser agudas (acento en la última posición), llanas (en la penúltima
posición) o esdrújulas (en la antepenúltima posición). Para su acentuación gráfica, las
palabras han de cumplir varias reglas que, para los extranjeros, son un auténtico desafío,
y más si damos entrada en nuestras consideraciones a aspectos como la tilde diacrítica
en los monosílabos. Además, la acentuación gráfica es algo intrínseco ya que, si se
omite, puede dar lugar a una confusión en el significado. Así por ejemplo, si no le
ponemos tilde a sábana, se podría confundir con sabana (llanura), si bien es cierto que
el contexto nos indica en la mayor parte de los casos de qué estamos hablando.

No obstante, el aspecto fónico no es una de las mayores dificultades del español


porque, al fin y al cabo, el español es una lengua que se escribe igual que se lee. “Solo”
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existen 5 sonidos vocálicos y 19 consonánticos, que aumentan o disminuyen
dependiendo sobre todo de las variedades diatópicas; mientras que, si nos fijamos en el
inglés, observamos que existen 12 fonemas vocálicos y muchos más consonánticos.
Esto nos da cuenta de que existen otras lenguas mucho más complejas desde el punto de
vista fónico que el español, por lo que no resulta demasiado complejo para los
extranjeros.

d. Dificultades en las variedades del español.

La lengua española es un diasistema dentro del cual hay variaciones, que nos
permiten hablar de diferencias en el sistema, pero también hay aspectos en común, lo
que nos permite hablar de un sistema complejo. A pesar de que el español es un idioma
homogéneo en todo el territorio en el que se habla, es decir, cualquier usuario del
español puede comunicarse y entender perfectamente en cualquier zona de habla
hispana –algo que no sucede, por ejemplo con el vasco, del que existen 8 dialectos y 24
subdialectos-, no podemos hablar de un modelo estándar que no sufra ninguna
variación, algo que favorecería mucho el aprendizaje de la lengua por parte de los
extranjeros, sino de un sistema que sí sufre cambios dependiendo, por ejemplo, del
lugar en el que se hable; es lo que se conoce como variaciones diatópicas.

Así pues, no podemos hablar de un español estándar que se habla en toda la zona
hispanoparlante, sino de dialectos y hablas. Por ejemplo, evidentemente, no habla igual
un catalán que un andaluz. Hay una serie de rasgos, sobre todo fónicos, que conducen a
una distinción entre ambos. Esta variación, que tiene su origen en la propagación del
latín vulgar y que daría origen a lenguas como el catalán, el gallego o el portugués y a
dialectos históricos (no han alcanzado el estatus de lengua por razones sociopolíticas)
como el astur-leonés (bable) o el navarro- aragonés, es una de las razones por las que el
español resulta tan difícil de aprender; mayormente, en el sur de la península, ya que a
menudo se producen numerosas variaciones, cambios y supresión de sonidos. Vemos
que en Andalucía se da el seseo, ceceo, aspiración, supresión de los sonidos
consonánticos finales de sílaba, etc, que complican la comprensión y confunden al
hablante no nativo. No obstante, el centro y norte peninsulares no quedan exentos: hay
errores sintácticos, como leísmos (que también se dan en el sur y constituyen una
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concesión a los castellanos), laísmos y loísmos, confusión de tiempos verbales, etc.
También hemos de tener en cuenta el español hablado en Hispanoamérica, lo que
complicaría aún más la cuestión.

Asimismo, otra de las dificultades que complicarían la enseñanza del español son las
variaciones diastráticas, es decir, aquellas que dependen del estrato social. A los
estudiantes extranjeros de español les resultaría mucho más fácil comprender a un
español en un nivel medio que en un nivel alto, en el que no solo se emplea un buen
uso del español en todos sus aspectos (fónico, gramatical…), sino también una
terminología específica de la materia de la que se habla; pero tampoco un nivel bajo, en
el que la lengua se deforma. Lo correcto sería, pues, emplear un nivel medio, bien
hablado, pero prescindiendo de cultismos o palabras muy específicas de los campos, así
como de un mal uso del idioma con errores fónicos, sintácticos o morfológicos.

Muy relacionado con ello encontramos las variedades diafásicas, es decir, el modo
de aplicar el lenguaje modificado por las variedades diatópicas y diastráticas a una
circunstancia comunicativa determinada. Es lo que se conoce como registro: más o
menos formal, más o menos coloquial, etc.

Al hablar y enseñar español a un extranjero, deberíamos emplear un español lo más


parecido posible al modelo estándar con un nivel medio, coloquial, con el objetivo de
facilitarle la comprensión de la lengua.

e. Dificultades en el aspecto semántico.

Uno de los grandes problemas del español es el establecimiento de algunas


diferenciaciones semánticas que sí están presentes en nuestra lengua, pero que son
inexistentes en otras. Por ejemplo, en la lengua española encontramos una
diferenciación semántica de ser y estar, no presente en otras lenguas como el inglés.
Para un inglés, que diría I am spanish, resultaría muy difícil distinguir entre Yo soy
español o Yo estoy español*. Si bien, dicha distinción aparece marcada de algún modo
en algunos adjetivos: boring/ser aburrido; boried/estar aburrido.

En español, al contrario que el inglés, hay una diferencia semántica entre la segunda
persona del singular como forma de tratamiento de respeto y la segunda persona del
singular como forma coloquial, es decir, entre usted y tú. Se puede considerar que,
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mediante el tratamiento, el hablante incorpora al contexto de dichos enunciados la
información acerca de la relación social con su interlocutor: cargo importante,
diferencia de edad, etc. Se trata de lo que M.A.K. Halliday denominó función
pragmática del lenguaje.

Producto de que el español se lee igual que se escriba es el concepto de homofonía.


Como hemos dicho antes, en español, un mismo sonido puede comprender varias
grafías e incluso una letra no representar ningún sonido, como la h. Por ejemplo, haya,
aya y halla; siendo palabras totalmente diferentes- la primera se trata de un árbol o del
verbo haber, la segunda, de una criada, y la tercera, del verbo hallar- se pronuncian
exactamente del mismo modo. Esto también complica mucho la tarea a los usuarios no
nativos, aunque, como se ha dicho más arriba, para facilitársela han de servirse del
contexto.

Existen, además, numerosas expresiones que no se pueden deducir


composicionalmente en tanto que el significado del conjunto no corresponde con el
significado de las partes. Hay locuciones como Dar en el clavo, Beber los vientos, etc,
que, lógicamente, no se pueden entender según el sentido literal, sino que tienen un
significado en conjunto. Esto también complica mucho la enseñanza a los extranjeros.
Se trata de un nivel superior que requiere un conocimiento más profundo de la lengua.
Obviamente, esto no es exclusivo de la lengua española: en todas las lenguas hay
idiomatismos que no se pueden reducir al sentido literal y que, como hemos dicho,
requieren un conocimiento más profundo, tales como los phrasal verbs en inglés.
3.CONCLUSIÓN

Este ensayo no constituye, ni mucho menos, un compendio de todos y cada uno


de los rasgos o aspectos que complican la enseñanza del español como lengua
extranjera, sino que, con la exposición de solo algunos de ellos, se ha querido dar una
ligera idea de lo complejo que resulta enseñar español a causa de, sobre todo, los
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aspectos morfológicos, sintácticos y semánticos y, en menor medida, fónicos.

El español es una lengua en expansión muy estudiada en la actualidad. Tenemos la


obligación de ser conscientes de todos estos aspectos y abordarlos en la medida de lo
posible con el objetivo de facilitar su comprensión a aquellos que elijen esta lengua, este
dialecto histórico del latín, tan de moda en nuestros días por razones de distinta índole.

Tampoco se ha querido, obviamente, despreciar o desprestigiar otras lenguas: en


definitiva, todas son un lenguaje, un modo de asociar el contenido a la expresión, cuyo
fin primordial es la comunicación. Más bien se ha pretendido mostrar los problemas
que presenta el español en comparación con otras que no los presentan; y es que otras
lenguas, como el inglés o francés son mucho más complejas fonéticamente, por
ejemplo, mientras que la complejidad del español se centra en su morfosintaxis en
mayor medida. Quizás esta sea también una de las razones por las que el español resulta
una lengua tan atractiva; la complejidad morfosintáctica llama mucho la atención,
además de la infinidad de irregularidades presentes en ella, aunque, sin duda, tampoco
se trata de la lengua más compleja desde el punto de vista morfosintáctico; esta
complejidad no está, ni mucho menos, al nivel de de la morfosintaxis griega o china.

La lengua no es algo rígido y solidificado que posee una serie de reglas que se han
de cumplir en todos los casos, aunque eso sea lo que sostiene y defiende la Real
Academia. No. La lengua es algo vivo, con una serie de tendencias que cambian a lo
largo del tiempo dependiendo mayormente del uso que la población hace, por mucho
que las academias se empeñen en ser normativas y establecer una serie de criterios que
se han de cumplir en todos los casos (si bien es cierto que cada vez son más flexibles).
Y es que, si la lengua no fuera algo vivo y no cambiara con el paso del tiempo, no
existiría el español, el catalán, el italiano o el rumano; ni siquiera el latín o el griego,
dialectos del indoeuropeo, y quién sabe si tampoco habría existido el indoeuropeo
(quizás hubo una lengua interior de la que no se tiene constancia) si la lengua hubiera
permanecido siempre igual y no se hubiera modificado con el paso del tiempo.
4. FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

Andión, M.A. (2013). Algunas dificultades del español. Recuperado de


http://www.blogdeespanol.com/2013/07/dificultades-del-espanol/

De Molina, J.A. (2011). Gramática avanzada para la enseñanza del español. Granada: 11

Editorial Universidad de Granada.

Gómez Torrego, L. (2007). Gramática didáctica del español. Madrid: Editorial SM.

Idioma español. En Wikipedia (s.f). Recuperado de


http://es.wikipedia.org/wiki/Idioma_espa%C3%B1ol

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