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EE. UU.

alimenta el caos en el
Medio Oriente
La retirada de tropas estadounidenses de Siria es un gran peligro y solo
beneficia a los enemigos de Washington, opina Rainer Sollich.

"Si Estados Unidos se retira del Medio Oriente, se produce el caos". Así lo aseguro
el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, durante un discurso sobre la
política de Washington en la región, este jueves (11.01.2019).
Su objetivo era calmar a los aliados de Estados Unidos en esas tierras, irritados por
la decisión del presidente Donald Trump de garantizar una "rápida" retirada de sus
tropas en Siria, anunciada poco antes de Navidad.
Pero aún quedaba desconcierto para rato. Solo un día después, el viernes, EE. UU.
anunció que la retirada de sus militares de Siria ya había comenzado, aunque no
daría más detalles "por razones de seguridad". De acuerdo con la lógica de Pompeo,
esto solo puede significar una cosa: deliberadamente, Washington deja que Siria se
suma aún más en el caos.
Rusia e Irán sacan provecho
No obstante, sigue sin estar claro cómo se llevará a cabo la retirada de tropas. EE.
UU. dice querer combatir a lo que queda del grupo terrorista Estado Islámico (EI)
desde el aire. Rusia –la verdadera potencia fuerte en Siria– ya ha mostrado dudas al
respecto.
El peligro no es solo que abra la puerta a un mayor control del territorio por parte
de Rusia, sino que también ocurra esto con el aliado militar más importante de
Moscú: Irán.
En su discurso, Pompeo dedicó duras palabras al régimen iraní y anunció que
Washington combatiría junto con sus aliados regionales la influencia de Teherán,
"hasta hacer desaparecer la última bota iraní de Siria". Lo que no aclaró es cómo
piensa lograrlo tras la retirada de las tropas estadounidenses y contra la voluntad
del Kremlin.
Los kurdos quedan desprotegidos
Pompeo tampoco se pronunció sobre el segundo gran peligro: la retirada
norteamericana podría llevar a un ataque militar por parte de Turquía a los kurdos,
hasta ahora aliados de EE. UU. Esto es algo con lo que Ankara ya ha amenazado en
más de una ocasión, y para lo que ya se está preparando, según informaciones
periodísticas.
También en este sentido, sin querer, la lógica de Pompeo se muestra tristemente
acertada: EE. UU. se retira y el caos se parece inminente. Y este caos no solo
amenaza a Siria, sino a la región en su conjunto.
Desde el conflicto palestino-israelí hasta la guerra civil en Yemen, en esta región del
mundo hay abiertos muchos conflictos alarmantes, que podrían descarrilar como
consecuencia de la política exterior de Trump.

Ver el video 02:13

Kurdos de Siria temen por su seguridad


Balance peligrosamente explosivo
Hasta ahora, Trump no ha conseguido prácticamente nada: los israelíes podrán
alegrarse del reconocimiento de Jerusalén como su capital, pero los palestinos
reciben incluso menos apoyo que antes, y el supuesto "acuerdo del siglo" –
anunciado con bombo y platillo– sigue pendiente.
El penosamente negociado alto el fuego de Yemen es frágil y apenas ha logrado dar
alivio a los terribles sufrimientos del pueblo yemení.
El conflicto entre Arabia Saudí –aliado de Washington– y Catar sigue sin
solucionarse. Y la retórica de Washington contra Irán se ha endurecido tanto con
Trump al frente, que algunos mensajes casi parecen sugerir que se prepara un
enfrentamiento militar. Esto podrá regocijar a las altas esferas de Arabia Saudí e
Israel, pero es peligrosamente explosivo. No se debería infravalorar militarmente a
Irán.

Rainer Sollich, redacción árabe de DW


"Papel tradicional de fuerza del bien"
Pompeo se distanció explícitamente del predecesor de Trump en la casa Blanca,
Barack Obama, quien apostó por un enfoque menos duro, y no solo respecto a Irán.
En 2009, Obama anunció un "nuevo comienzo histórico” en las relaciones con el
mundo árabe. Posteriormente, a raíz de las primaveras árabes, apoyó a las fuerzas
democráticas.
Los Estados Unidos de Trump hacen exactamente lo contrario. Cooperan con Riad
y El Cairo, a pesar de sus graves violaciones a los derechos humanos, y les
suministran armas.
A Pompeo no le avergonzó lanzar la cínica afirmación de que Washington había
vuelto a asumir, por fin, su "papel tradicional de fuerza del bien" en la región. Como
si las intervenciones estadounidenses en Irak y Libia hubieran sido recibidas por
estos pueblos como una liberación y no, más bien, como lo contrario. También
entonces la política exterior de EE. UU. tuvo como consecuencia el caos y fortaleció
en la región a regímenes cuyas políticas contradecían los clásicos valores
estadounidenses. No hay forma de ver en ello una estrategia política coherente.
¿Y Alemania?
Desde el punto de vista alemán, no pueden lanzarse estas críticas sin
resaltar puntos de contacto, pese a todas las diferencias, entre la política de EE. UU.
y de Europa en Medio Oriente.
Así, por ejemplo, también las exportaciones de armas alemanas a Arabia Saudí
aumentaron el año pasado. Y, según informaciones periodísticas, la marina egipcia
pudo congraturlarse, justo a inicios de este año, con la obtención de una
autorización de Berlín para la exportación de una fragata a El Cairo.
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