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CONSEJO DE ESTADO
SECCIÓN TERCERA
SUBSECCIÓN C
I ANTECEDENTES.
1. Lo pretendido.
1
Folios 35 a 44 del C. No. 1
Pide también que se declare la nulidad de las Resoluciones Nos. 1452 del 15 de
mayo de 2000 y 1905 del 13 de junio de 2000 mediante las cuales,
respectivamente, se declaró la caducidad del contrato No. 171 de 1999 y se
resolvió el correspondiente recurso de reposición.
Solicita también la declaratoria de nulidad del contrato de seguros contenido en la
póliza de cumplimiento No. 6079386 y sus certificados de modificación Nos. 297380
y 323547 expedidos por Seguros Cóndor S.A. para garantizar las obligaciones
originadas a cargo de la Sociedad Computadores Ltda., en favor de la Universidad
Tecnológica de Pereira con ocasión del contrato No. 171 de 1999.
Subsidiariamente, pide que se declare la nulidad de la garantía de cumplimiento
contenida en la Póliza No. 6079386 y sus certificados de modificación Nos. 297380
y 323547 expedidos por Seguros Cóndor S.A.
Pide además que la demandada sea condenada en costas.
3. El trámite procesal
Admitida que fue la demanda, la entidad demandada fue noticiada del auto
admisorio, el asunto se fijó en lista y tanto el curador ad- litem designado para
representar a la demandada Sociedad Computadores Ltda., como la accionada
Universidad Tecnológica de Pereira le dieron respuesta oponiéndose a las
pretensiones formuladas.
Señala que la Ley 80 de 1993 siendo posterior a la Ley 30 de 1992 establece una
serie de principios generales que deben ser respetados por toda Entidad estatal
con independencia de que tengan un régimen especial aplicable a su actividad
contractual, tal como acontece con las Universidades.
La póliza expedida con ocasión del contrato No. 171 corresponde a la celebración
de contratos entre particulares que excluyen expresamente el amparo de la
caducidad y de la cláusula penal, lo que impone la declaratoria de nulidad de la
Resolución que las declaró y de aquella que confirmó dicha decisión
El sentenciador no tuvo en cuenta que previamente a la celebración del contrato la
Sociedad Computadores Ltda. se encontraba reportada en el sector financiero
como deudor incumplido, circunstancia que se acreditó mediante el Original de
Reporte de Data Crédito allegado y que daba cuenta de la violación al deber de
selección objetiva por parte de la accionada.
V CONSIDERACIONES.
Así que entonces, es claro que el régimen contractual previsto para las
universidades estatales y las instituciones educativas de nivel superior de carácter
estatal u oficial es un régimen especial, pues al tramitar, celebrar, perfeccionar,
ejecutar y liquidar contratos, en cumplimiento de sus finalidades, deberán
sujetarse a lo previsto en el régimen de Derecho privado para los negocios
jurídicos celebrados entre particulares, esto es a la disposiciones mercantiles y
civiles que fueren pertinentes al igual que a los principios del derecho privado que
2
“Por la cual se organiza el servicio público de educación superior”
no resulten incompatibles con los presupuestos básicos del interés general que
dicha contratación entraña.
4
Esta es la redacción con que quedó la norma después de la modificación que le introdujo el artículo 32 de la
Ley 1150 de 2007 (Original del texto en cita).
De otro lado la regulación, control y vigilancia de los servicios públicos que debe
mantener el Estado se concreta en la contratación estatal en las cláusulas exorbitantes de
terminación unilateral, interpretación y modificación unilateral, caducidad y sometimiento a
las leyes nacionales, consagradas en los artículos 14 y siguientes de la mencionada ley.5
Pues bien, de este conjunto normativo se deduce sin esfuerzo alguno que el contrato
estatal se constituye en un instrumento de la administración para la satisfacción de las
finalidades estatales, pues por medio de éste el Estado persigue la adecuada prestación
de los servicios públicos en colaboración con el contratista.
(…)
(…)el artículo 14 del estatuto en mención, la ley otorga a la administración una serie de
potestades o mecanismos por medio de los cuales en ejercicio de la actividad contractual
puede asegurar la continua y eficiente prestación de los servicios públicos, alcanzar las
finalidades y garantizar la prevalencia del interés general, adoptando las medidas
adecuadas para el manejo de situaciones de incumplimiento contractual.
Dentro de los mecanismos a los que se hace alusión se consagra la caducidad del
contrato como una potestad excepcional al régimen de derecho común, en desarrollo del
cual se faculta a la administración para que dé por terminado el contrato estatal cuando
se advierta un incumplimiento grave de las obligaciones a cargo del contratista que pueda
afectar la ejecución de éste o conduzca indefectiblemente a su paralización.
Así, de la normatividad se desprende que los requisitos para que la administración pueda
declarar la caducidad del contrato son: i) Que se presente un incumplimiento grave de las
obligaciones a cargo del contratista, es decir que se trate de obligaciones esenciales; y ii)
Que éste afecte de forma grave y directa la ejecución del contrato, es decir que el
incumplimiento sea de tal magnitud que se haga nugatoria la posibilidad de continuar
ejecutando el contrato, conduzca a la paralización de la prestación del servicio público a
cargo de la administración o imposibilite el cumplimiento del objeto contractual.
5
Jaime Orlando Santofimio Gamboa. Tesis Doctoral. El contrato de concesión de servicios públicos.
Coherencia con los postulados del estado social y democrático de derecho en aras de su estructuración en
función de los intereses públicos. Universidad Carlos III de Madrid. http://hdl.handle.net./10016/8339
(Original del texto en cita).
consisten en la terminación del vínculo contractual, sin indemnización alguna
a favor del contratista; la liquidación del contrato; la configuración del siniestro
del incumplimiento y, por ende, la exigibilidad de las garantías; la efectividad
de la cláusula penal pecuniaria; la inhabilidad para contratar con entidades
públicas por 5 años, y en general la pérdida de los derechos que emanaban
para aquél del contrato. Y, para el ejercicio de esta facultad la Administración
debe analizar la gravedad del incumplimiento y el peligro que representa para
la ejecución del contrato, de modo que puede abstenerse de decretarla y, en
cambio, adoptar las medidas de control e intervención necesarias para
superar la situación.
(…)
En este contexto, al examinar nuevamente los límites temporales de este
poder exorbitante, la Sala concluye que la caducidad del contrato sólo
puede declararse durante el plazo de ejecución y mientras se encuentre
éste vigente, y no durante la etapa de la liquidación, teniendo en cuenta:
en primer lugar, los elementos de su definición legal; en segundo lugar,
la finalidad de protección del interés público de esta medida
excepcional; en tercer lugar, que la etapa de liquidación del contrato no
está concebida para la adopción de la caducidad del contrato; y en
cuarto lugar, que el hecho de que se pueda recibir o aceptar en mora el
cumplimiento de la obligación, no puede ser entendida como una
extensión regular del plazo previsto en el contrato para ejecutarlo(…)
(…)si la declaratoria de caducidad resulta viable únicamente cuando se
determina por parte de la Administración que el incumplimiento del
contratista es de tal magnitud y gravedad que conducirá indefectiblemente a
la paralización del contrato, o sea, que irremediablemente no se cumplirá en
el tiempo esperado y requerido con el objeto contractual, ello presupone que
el plazo de ejecución pactado en el mismo no se encuentre vencido, pues la
lógica y dinámica jurídica de esos supuestos indica que no es posible que se
afecte “la ejecución del contrato” y se presente su “paralización” cuando ya ha
expirado o finalizado ese plazo para el cumplimiento regular y oportuno de las
prestaciones que emanan de él. La caducidad supone, entonces, un contrato
ejecutivo, en curso y de ningún modo un contrato ejecutado, cumplido o
finalizado el plazo o el término fijado por las partes para llevarlo a cabo en
oportunidad debida” 6 (Resaltado propio)
Así las cosas, teniendo en cuenta los requisitos de procedencia y la finalidad primordial
de la figura de la caducidad contractual, se evidencia que su ejercicio no tiene sentido
alguno una vez vencido el plazo de ejecución del contrato, pues mal podría pretenderse
terminar por la vía de la caducidad lo que ya se terminó por la vía de extinción del plazo,
razón, entre otras, por la cual una vez que esto ha acaecido se extingue la competencia
de la administración para declararla”7.
6
Consejo de Estado, sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia del 20 de noviembre
de 2008, Exp. 50422-23-31-000-1369-01 (17.031), reiterado en Sentencia del 10 de marzo de 2011, Exp
16.856, entre otras (Original del Texto que se cita).
7
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección C, Sentencia del 12
de junio de 2014, Expediente: 29.203.
2.1. Imposibilidad de pactar cláusulas excepcionales – caducidad- en los
contratos celebrados por las Universidades estatales.
De ésta forma, tanto el negocio jurídico como el vicio existen, pero la nulidad no se
configura mientras que el juez no la decrete.
Ahora, si bien la nulidad puede ser absoluta o relativa, tanto la una como la otra son
susceptibles de saneamiento, bien por ratificación o bien por el término de prescripción,
aclarando que si la nulidad proviene de un objeto o de una causa ilícitos, no puede
sanearse por ratificación9.
(…)
La nulidad absoluta se produce por alguno de los siguientes vicios a saber: I) Por objeto
ilícito; II) Por causa ilícita; III) Por la Incapacidad absoluta de alguna de las partes y; IV)
Por la omisión de alguna de las “solemnidades que la ley pida para la validez del acto en
consideración a su naturaleza y no a la calidad o estado de las partes que lo celebran”10.
8
ALARCÓN ROJAS Fernando, “La ineficacia de pleno derecho en los negocios jurídicos”, Ed. Universidad
Externado de Colombia, año 2011, Pág. 250
9
Ibídem. Pág. 249.
10
Ibídem. Pág. 249.
Es de aclarar que configuran nulidad absoluta la omisión de solemnidades exigidas para
“el valor” del acto en atención a su naturaleza y no por la omisión de solemnidades
constitutivas.
Teniendo en cuenta que por medio de la nulidad absoluta se “protege el orden público, las
normas imperativas, las buenas costumbres, a los absolutamente incapaces y,
ocasionalmente, el negocio en los eventos de nulidad parcial” 11, ésta puede ser alegada
por las partes, por todo aquel que conozca el vicio y aún por el Ministerio Público en
salvaguarda del interés de la “moral o de la ley”12.
También puede ser declarada de oficio por el juez cuando aparezca de manifiesto en el
acto o contrato, siempre y cuando estén presentes en el proceso todas las partes del
negocio cuya nulidad se pretende decretar oficiosamente, según lo disponen los artículos
1742 del Código Civil, 306 del C.P.C. y 282 del C. G. P”13.
Ahora, cualquiera que sea la causa que da origen a la nulidad absoluta una vez ha
operado la prescripción extraordinaria ya no podrá ser declarada ni a solicitud de
parte, ni de oficio, pues así lo impone el orden jurídico, que en aras de garantizar
la paz social y la seguridad jurídica, “estima que es conveniente poner un límite
temporal a la posibilidad de cuestionar los negocios jurídicos”.
(…)
Cuando el vicio de nulidad que aqueja al contrato no comprende sus elementos
estructurales sino otros que se podrían llamar accidentales es evidente que el decreto de
nulidad no destruye por entero el contrato sino la parte viciosa, cuestión esta que se
desprende del principio de conservación del negocio jurídico.
En consecuencia, como se trata de un elemento accidental, la eliminación de este no
comporta la desaparición de todo el contrato y consiguiente lo demás subsistirá y las
relaciones jurídicas de las partes se regirán de acuerdo con lo convenido, exceptuando
por supuesto la parte cuya nulidad se decreta”14.
En los términos referidos, la nulidad del negocio jurídico puede ser total o parcial,
ésta última se produce cuando del determinado contrato suscrito se logra
evidenciar que aún sin la parte viciada de nulidad, las partes de todos modos lo
hubiesen celebrado15.
11
Ibídem. Pág. 251
12
Artículo 1742 del Código Civil.
13
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección C, Laudo arbitral
del 13 de abril de 2015, Expediente. 52.556, EMGESA S.A. vs. Sociedad Hotelera Tequendama S.A.
14
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia del 24 de abril de
2013, Expediente 23.042.
15
ALARCÓN ROJAS Fernando, ob., cit., Pág. 255.
La finalidad principal de la nulidad parcial de los negocios jurídicos se concreta
procurar su preservación, pero para que ésta sea procedente se requiere el
cumplimiento de ciertos requisitos a saber: I) Que sólo una parte del negocio
jurídico se encuentre viciada de nulidad; II) Que el negocio jurídico pueda subsistir
sin la parte que se encuentra viciada y que las partes de cualquier forma
manifiesten el “querer” de preservar su validez, esto es que aún sin la parte nula lo
hubieran celebrado16.
Así las cosas, se entiende que si en un determinado contrato lo que se encuentra
viciado de nulidad absoluta es una de las cláusulas contenidas en éste y el juez se
percata de ése vicio pero se reúnen los requisitos previstos en la ley para que no
se deba declarar la nulidad de la totalidad del negocio jurídico por haber reunido
éste todos sus elementos estructurales, así como también los requisitos exigidos
para su valor, puede entonces en ésta hipótesis proceder a declarar únicamente la
nulidad de la cláusula viciosa.
4. El incumplimiento contractual.
“Los contratos, amén de regular o extinguir una relación jurídica de contenido económico,
también pueden crear relaciones obligacionales y como quiera que en las relaciones
jurídicas de esta estirpe una de las partes (el deudor) debe desplegar una conducta (la
prestación) en favor de la otra (el acreedor), se sigue que el comportamiento desplegado
por el deudor en favor del acreedor solo puede ser tenido como satisfacción de la
prestación (pago) en la medida en que se ajuste plenamente a lo convenido.
No otra cosa se deduce de lo preceptuado en los artículos 1626, 1627 y 1649 del Código
Civil al disponer, respectivamente, que el “pago efectivo es la prestación de lo que se
debe”, que “el pago se hará bajo todos los respectos en conformidad al tenor de la
obligación; sin perjuicio de lo que en los casos especiales dispongan las leyes” y que “el
deudor no puede obligar al acreedor a que reciba por partes lo que se le deba, salvo el
caso de convención contraria, y sin perjuicio de lo que dispongan las leyes en casos
especiales.”
16
ALARCÓN ROJAS Fernando, ob., cit., Pág. 256.
En consecuencia, se estará en presencia de un incumplimiento si la prestación no se
satisface en la forma y en la oportunidad debida y si además esa insatisfacción es
imputable al deudor.
(…) El incumplimiento, entendido como la inejecución por parte del deudor de las
prestaciones a su cargo por causas que le son imputables a él, puede dar lugar al deber
de indemnizar perjuicios si es que esa inejecución le ha causado un daño al acreedor.
En efecto, como toda responsabilidad civil persigue la reparación del daño y este puede
consistir en una merma patrimonial, en ventajas que se dejan de percibir o en la congoja
o pena que se sufre, es evidente que en sede de responsabilidad contractual un
incumplimiento puede causar, o no, una lesión de ésta naturaleza y es por esto que no
puede afirmarse que todo incumplimiento irremediablemente produce una merma
patrimonial, impide la consecución de una ventaja o produce un daño moral, máxime si se
tiene en cuenta que dos cosas diferentes son el daño y la prestación como objeto de la
obligación”20.
17
F. HINESTROSA. Tratado de las obligaciones. Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2004, p. 237
18
Se exceptúa el caso, por ejemplo, en el que el deudor conviene en responder aún en el evento de fuerza
mayor o caso fortuito, tal como se desprende de los incisos finales de los artículos 1604 y 1616 del Código
Civil
19
Artículos 1604, inc. 2º, y 1616, inc. 2º, ibidem.
20
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección C, Sentencia del 24
de julio de 2013, Expediente 25131; Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección
Tercera, Subsección C, Sentencia del 26 de marzo de 2014, Expediente 22831, Sentencia del 16 de octubre de
2014, Expediente 24.809, entre otras.
21
J. O. Santofimio Gamboa, “Tratado de Derecho Administrativo”, Tomo III, Primera Edición Noviembre de
2004, Editorial Universidad Externado de Colombia, Pág. 235.
Así, la declaratoria de incumplimiento supone un juicio de responsabilidad con el
consecuente reconocimiento de los perjuicios causados a la parte cumplida con
ocasión de éste, conforme a lo alegado y probado en el respectivo proceso 22.
22
Ibídem, Pág. 236
23
Ibídem. Pág. 236.
Pero lo que no puede hacer es declarar la caducidad del contrato, pues se repite
esta es una facultad excepcional prevista en la ley en favor de la administración
para los contratos estatales.
Ahora bien, la nulidad de los actos administrativos también podrá ser total o
parcial, será parcial cuando sólo una parte de éste se encuentra viciada de nulidad
absoluta por alguna de las causales antes referidas, cuando se pueda preservar
su validez aún sin la parte que se encuentra viciada y cuando habiéndose
declarado la nulidad de la parte viciosa de todos modos éste debía ser expedido
teniendo en cuenta las circunstancias que dieron lugar a ello.
Como valor total del contrato las partes convinieron la suma equivalente a $564
´914.746,00.
A través de la Cláusula Tercera del contrato las partes fijaron como plazo de
duración el término de 60 días contados a partir del pago del anticipo (Fol. 9 del
C.No.1).
Mediante la Cláusula Decima Segunda se convino que la Sociedad contratista
computadores Ltda., constituiría las siguientes garantías a saber: I) De
cumplimiento equivalente al 10% del valor del contrato por el término de su
duración y hasta 2 meses más; II) De calidad equivalente al 30% del valor total
del contrato por el término de su duración y hasta 2 meses más; III) De correcto
funcionamiento equivalente al 50% del valor total del contrato por el término de
duración de la garantía ofrecida por el proveedor de los computadores objeto del
contrato; y IV) De buen manejo del anticipo equivalente al 100% del valor del
anticipo por el término de duración del contrato y hasta 4 meses más (Fol. 10 del
C. No. 1).
Para tomar esa decisión la accionada argumentó que teniendo en cuenta que el
17 de diciembre de 1999 se le entregó a la Sociedad Computadores un anticipo
por valor de $282´457.373 y el 7 de febrero de 2000 otro anticipo por valor de $44
´264.150,que la obligación de entregar los equipos en el almacén general de la
Universidad venció el 12 de mayo de 2000, que conforme al Capítulo 5 Numeral 5-
14 del pliego de condiciones se estableció la posibilidad de la Universidad para
declarar la caducidad del contrato ante la ocurrencia de hechos constitutivos de
incumplimiento de las obligaciones a cargo da la contratista, que el manejo
indebido de los dineros del anticipo por parte de la contratista podía constituir una
infracción a la ley penal y en aplicación de los principios de buena fe y la potestad
de la administración de adelantar las gestiones requeridas para mantener la
dirección y control del contrato.
Contra dicha decisión se instauró el recurso de reposición, el cual se resolvió
mediante la Resolución No. 1905 del 13 de junio de 2000 en el sentido de
confirmarla en todas y cada una de sus partes (Fols. 26 a 29 del C. No.1).
Así las cosas, teniendo en cuenta que no es posible pactar una cláusula de
caducidad en un contrato que se rige por normas de derecho privado, como lo son
aquellos que celebran las universidades públicas, aquel contrato que contenga
una cláusula en ése sentido se encontrara viciada de nulidad absoluta, siendo
innecesario que por ese vicio necesariamente deba declararse la nulidad de todo
el contrato.
Por estas razones, y las que atrás se expresaron es que la Cláusula Décima
Tercera del contrato principal No. 171 de 1999 y su adicional No. 1 del 20 de
diciembre de 1999 celebrados entre las partes de este litigio es absolutamente
nula, pues su pacto no resulta procedente en tratándose de contratos que se rigen
por el derecho privado donde no es posible pactar o convenir cláusulas
excepcionales.
Como la nulidad de esta cláusula en cuanto exige las mencionadas órdenes no
implica la de todo el contrato, el decreto oficioso de la nulidad sólo comprenderá
aquel aspecto.
Por otro tanto, se encuentra demostrado que a través del Otrosí suscrito el 13 de
marzo de 2000, se prorrogó el plazo inicialmente pactado hasta el 12 de mayo de
2000 (Fol. 13 del C. No. 1).
R E S U E L V E.