Nosotros somos seres espirituales, que tenemos un alma y vivimos en un cuerpo. Como criaturas nacidas de nuevo, los cristianos estamos capacitados para vivir nuestra vida en esta tierra en la verdad del mundo espiritual. Muchos cristianos no fluyen en las bendiciones del andar en el espíritu porque no ejercen el dominio propio necesario para sujetar su cuerpo al dominio del espíritu. Es en nuestro espíritu que reside el Espíritu de Dios quien nos habla, nos ayuda y nos guía. Es a través de las escrituras que vemos que el fracaso espiritual se debe a la debilidad de la carne. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne... (Romanos 8:3) Tanto el pueblo de Israel en el Viejo Testamento, como Pedro en el Nuevo Testamento son ejemplos de fracaso espiritual por dejarse dominar por los sentidos. En el Jardín de Getsemaní Jesús le dijo a sus discípulos: Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Mateo26:40-41. Jesús no estaba aquí estableciendo que no serían tentados, sino que si oraban, cuando llegara la tentación iban a tener la fortaleza espiritual para resistir. La tentación siempre va a venir. Pero si nos ocupamos de llevar nuestra alma y carne al dominio del espíritu, no cederemos a la tentación. Necesitamos pasar tiempo comunicándonos con Dios para mantener nuestras prioridades en su correcta perspectiva. Esta es la clave para triunfar sobre la debilidad de la carne y lo que significa dominio propio. Sólo unas obras después del incidente en Getsemaní, Pedro fue tentado y negó al Señor. Si hubiese orado, probablemente no lo hubiera hecho. Cuando Jesús le dijo a Pedro que lo iba a negar, Pedro le contestó: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo. (Mateo 26:35) Aquí habló el corazón de Pedro. Su corazón estaba bien, su problema fue la debilidadde la carne. Nosotros, como cristianos, nuevas criaturas en Cristo Jesús, queremos servir a Dios con todo nuestro corazón. Pero tenemos que vencer la debilidad de la carne. Somos seres espirituales en cuerpos naturales. Por lo tanto, tenemos que aprender por la revelación del Espíritu Santo a funcionar de la forma en que Dios espera de nosotros. Es el Espíritu Santo quien nos enseña a vivir andando en el espíritu aún cuando estamos viviendo en un cuerpo natural. Dios quiere usarnos para manifestar su vida y ministrar su Evangelio al mundo. Pero nosotros hemos permitido que nuestra carne nos domine a través de la falta de conocimiento y falta de comunión con el Señor. Dios está llamando a su Iglesia a andar en el espíritu y a permitirle manifestarse al mundo. Como nuevas criaturas en Cristo nosotros deberíamos de forma habitual conducirnos en la esfera de lo espiritual. El lugar para comenzar es orando... para que no entréis en tentación. La carne va a hacer lo que está adiestrada a hacer. Si dejamos ir nuestra atención al pecado del mundo, nuestra carne va a desear el practicar el pecado y seguir el espíritu del mundo. Pero si exponemos nuestra carne a las cosas de Dios, vamos a aprender a comportarnos y andaremos en el Espíritu. En Hebreos 5:14 la escritura revela que... pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. En la versión de la Biblia Amplificada dice que esto sucede por la práctica. Ora para que no entres en tentación. Estamos llamados a hacer el trabajo de Jesús en esta generación. Preparémonos en oración y ayuno. Ocupémonos de estudiar la Palabra. Comparte lo que te ha sido dado. Has sido bendecido para ser bendición a otros. Como nueva creación y creyentes en Jesús, es vital que nos ocupemos de confrontar el pecado y la debilidad de nuestra carne con la Palabra de Dios. Es importante, crucial que nos ocupemos de sacar el pecado de nuestras vidas. Dios nos está llamando a ser santos como El es santo. Si somos vagos, es porque hemos hecho una práctica del ocio. Si somos diligentes, es porque hemos practicado ser diligentes. Cada uno de nosotros tiene cosas que nos obstaculizan de andar en el Espíritu. Es nuestra decisión, a lo que dediquemos nuestro tiempo, lo que va a determinar en qué caminamos: en la carne o en el espíritu.