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El autismo

es un trastorno neurológico complejo que generalmente dura toda la vida. Es


parte de un grupo de trastornos conocidos como trastornos del espectro autista
(ASD por sus siglas en inglés). Actualmente se diagnostica con autismo a 1 de
cada 59 individuos y a 1 de cada 37 niños varones.

Se presenta en cualquier grupo racial, étnico y social, y es cuatro veces más


frecuente en los niños que en las niñas. El autismo daña la capacidad de una
persona para comunicarse y relacionarse con otros. También, está asociado
con rutinas y comportamientos repetitivos, tales como arreglar objetos
obsesivamente o seguir rutinas muy específicas. Los síntomas pueden oscilar
desde leves hasta muy severos.

Los trastornos del espectro autista se pueden diagnosticar formalmente a la


edad de 3 años, aunque nuevas investigaciones están retrocediendo la edad
de diagnóstico a 6 meses. Normalmente son los padres quienes primero notan
comportamientos poco comunes en su hijo o la incapacidad para alcanzar
adecuadamente los hitos del desarrollo infantil. Algunos padres explican que su
hijo parecía diferente desde su nacimiento y otros, que iba desarrollándose
normalmente y luego perdía aptitudes. Puede que inicialmente los pediatras
descarten las señales del autismo pensando que el niño podrá alcanzar el nivel
deseado y le aconsejan a los padres que esperen y vean como se desarrolla.
Nuevas investigaciones muestran que cuando los padres sospechan que hay
algo mal con su hijo, generalmente están en lo correcto. Si tienes inquietudes
acerca del desarrollo de tu hijo, no esperes y habla con su pedíatra para que
sea evaluado.

Si a tu niño lo han diagnosticado con autismo, una intervención temprana es


crítica para que pueda beneficiarse al máximo de todas las terapias existentes.
Aunque para los padres puede ser difícil etiquetar a un pequeño como “autista”,
entre más pronto se haga el diagnóstico cuanto antes se podrá actuar.
Actualmente no existen medios efectivos para prevenir el autismo, ni
tratamientos totalmente eficaces o cura. Sin embargo, las investigaciones
indican que una intervención temprana en un entorno educativo apropiado, por
lo menos por dos años durante la etapa preescolar, puede tener mejoras
significativas para muchos niños pequeños con trastornos del espectro autista.
Tan pronto como se diagnostique el autismo, la intervención temprana debe
comenzar con programas eficaces, enfocados en el desarrollo de habilidades
de comunicación, socialización y cognoscitivas.

Tipos de trastornos de Trastorno del Espectro Autista


1. Autismo o Síndrome de Kanner

Éste es el trastorno que la mayoría de individuos asocia con el trastorno


del espectro autista, y recibe en nombre de Síndrome de Kanner en relación
con el Dr. Kranner, un médico que estudió y describió esta condición en los
años 30.
Los sujetos con autismo poseen una una limitada conexión emocional con los
demás, y parece que estén inmersos en su propio mundo. Son más propensos
a mostrar comportamientos repetitivos, por ejemplo, pueden organizar y
reorganizar el mismo grupo de objetos, hacia adelante y atrás durante períodos
prolongados de tiempo. Y son individuos altamente sensibles ante estímulos
externos como sonidos.

Es decir, pueden estresarse o agitarse cuando se expone a ruidos


específicos, luces brillantes o sonidos o, por otro lado, van a insistir en el uso
de determinadas prendas de vestir o colores o van a querer ubicarse en
determinadas zonas de la habitación sin ningún motivo aparente.
Para saber más sobre la sintomatología del autismo y algunos aspectos menos
conocidos, puedes leer nuestro artículo: "Autismo: 8 cosas que no conocías
sobre este trastorno"

2. Síndrome de Asperger

El Síndrome de Asperger es un trastorno del espectro autista más


complicado de diagnosticar y, en ocasiones, este diagnóstico se suele
realizar más tarde que el caso anterior. Esto ocurre porque estos sujetos con
Asperger presentan una inteligencia media (alta) que puede ocasionar que se
infravaloren las dificultades y limitaciones que presentan estos sujetos.
El déficit se encuentra, por tanto, en el campo de las habilidades sociales y
el comportamiento, siendo lo suficientemente importante como para
comprometer seriamente su desarrollo e integración social y laboral. Además,
las personas con Síndrome de Asperger muestran carencias en la empatía,
poca coordinación psicomotriz, no entienden las ironías ni el doble sentido del
lenguaje y se obsesionan con ciertos temas.
La causa del Síndrome de Asperger parece ser la disfunción de varios
circuitos cerebrales, y las zonas afectadas son la amígdala, los circuitos
frontoestriados y temporales y el cerebelo, áreas del cerebro que están
implicadas en el desarrollo de la relación social.
Puedes profundizar en el conocimiento de este trastorno en nuestro artículo:
"Síndrome de Asperger: 10 señales para identificar este trastorno"
3. Trastorno desintegrador infantil o Síndrome de Heller

Este trastorno, normalmente referido como Síndrome de Heller, suele


aparecer sobre los 2 años, aunque puede no diagnosticarse hasta pasados
los 10 años.
Es similar a los TEA anteriores porque afecta a las mismas áreas (lenguaje,
función social y motricidad), aunque se diferencia de éstos en su carácter
regresivo y repentino, lo que puede provocar que incluso el propio sujeto se
de cuenta del problema. Los individuos con Síndrome de Heller pueden tener
un desarrollo normal hasta los 2 años, y pasado este tiempo sufrir la
sintomatología característica de este trastorno. Distintos estudios concluyen
que este trastorno es entre 10 y 60 veces menos frecuente que el autismo. Sin
embargo, su pronóstico es peor.

4. Trastorno generalizado del desarrollo no especificado

Cuando los síntomas clínicos que presenta el sujeto con trastorno del
espectro autista son demasiado heterogéneos y no encajan en su totalidad
con los tres tipos anteriores, se emplea la etiqueta diagnóstica de “trastorno
generalizado del desarrollo no especificado”.
El sujeto con este trastorno se caracteriza por tener un déficit de reciprocidad
social, problemas severos de comunicación y la existencia de intereses y
actividades peculiares, restringidas y estereotipadas.

1. Diagnóstico

Los expertos consideran que el autismo se puede diagnosticar a partir de los 3


años de edad, aunque nuevas evidencias apoyan la idea de que se podría
diagnosticar incluso bastante antes (alrededor de los 6 meses). El diagnóstico
no es sencillo, uno de los síntomas clásicos del niño autista es la ausencia de
la llamada “sonrisa social” al cabo de los 4 meses de vida. A menudo son los
padres y los cuidadores o maestros quienes advierten las primeras señales que
orientan a los profesionales hacia el diagnóstico del autismo.

2. Tratamiento

Lamentablemente el autismo es una entidad no prevenible y que tampoco se


puede curar. Por eso es muy importante realizar una intervención tan pronto
como sea posible. Los esfuerzos deben enfocarse en el desarrollo de las
capacidades de comunicación, de socialización y cognitivas, que pueden
mejorar considerablemente mediante el trabajo constante. En este sentido, se
ha demostrado que se pueden lograr grandes avances con terapias novedosas,
como las terapias asistidas con animales, sobre todo con perros y caballos.

3. Frecuencia
Se estima la frecuencia del autismo estadísticamente es de entre 4 y 20 cada
10.000 niños de la población general y, curiosamente, es 4 veces más
frecuente entre los niños que entre las niñas. Se cree que esto podría
relacionarse con alguna anomalía en el cromosoma X. Se puede presentar en
cualquier grupo étnico y ha demostrado ser independientemente del nivel
socioeconómico, de la ubicación geográfica y de otros factores.

4. Causas

Las causas del autismo no se conocen con exactitud. Se suelen reconocer


componentes genéticos (dado que en familias con antecedentes aumenta la
frecuencia), neurológicos (lesiones en áreas cerebrales implicadas en el
aprendizaje), bioquímicos (niveles de neurotransmisores) e infecciosos en la
etiología del autismo. Aunque se han identificado varios genes que tendrían
vinculación con el autismo, hay consenso acerca de que el autismo sería el
resultado de eventos genéticos y ambientales durante la gestación.

5. Trastornos TGD

El autismo se ubica junto con los otros cuatro trastornos generalizados del
desarrollo (TGD) que actualmente reconoce el Manual Estadístico y
Diagnóstico de Trastornos Mentales DSM-IV editado por la American
Psychiatric Association, que son el síndrome de Asperger, el síndrome de Rett,
el trastorno de desintegración infantil y el trastorno generalizado del desarrollo
no especificado.

6. Síntomas generales

El niño con autismo (autismo infantil) tiende a aislarse y a evitar el contacto


visual con otros individuos, tiene dificultades para comunicarse, ya sea
verbalmente o mediante el lenguaje corporal. No puede comprender las
emociones ajenas (es decir, carece de empatía), al ser incapaz de internalizar
las pautas sociales convencionales, como los tonos de voz y las expresiones
del rostro. A veces se suman a estos otros síntomas, como los trastornos del
sueño, las convulsiones, los tics. Les resulta sumamente difícil registrar los
cambios en el entorno, cuando lo hacen esto les produce enorme angustia.

7. Retraso en la adquisición del lenguaje

Este es otro de los síntomas característicos del autismo y el que motiva en gran
parte el problema de comunicación que padecen estos niños.

8. Imposibilidad de intervenir en el juego social

A raíz de la dificultad de comunicación, los niños autistas no logran participar


de juegos con otros niños. Asimismo, poseen una capacidad imaginativa muy
acotada, lo que les impide intervenir en los típicos juegos de simulación de la
infancia.
9. Conductas compulsivas

Es muy común en el niño autista la alineación de los objetos que lo rodean; se


aboca a estas tareas con un afán excesivo, desinteresándose por casi todo lo
demás.

10. Movimientos estereotipados y repetitivos

A la constelación de síntomas descriptos se suman movimientos fijos


repetitivos (mecerse, girar), los que a veces resultan autolesivos.

Tratamiento

No existen medicamentos que puedan curar los TEA ni tratar los síntomas

principales. Sin embargo, existen medicamentos que pueden ayudar a algunas

personas que tienen un TEA a funcionar mejor. Por ejemplo, algunos

medicamentos pueden ayudar a controlar los altos niveles de energía, la

incapacidad para concentrarse, la depresión o las convulsiones.

Es posible que los medicamentos no afecten a todos los niños de la misma

manera. Es importante trabajar con un profesional de atención médica que

tenga experiencia en el tratamiento de niños con TEA. Los padres y

profesionales de atención médica deben vigilar de cerca el progreso y las

reacciones del niño mientras toma los medicamentos para asegurarse de que

cualquier efecto secundario del tratamiento no supere los beneficios.

También es importante recordar que los niños con TEA pueden enfermarse y

lastimarse igual que los niños que no tienen TEA. Los exámenes médicos y

odontológicos regulares deben ser parte del plan de tratamiento del niño. A

menudo, es difícil saber si el comportamiento del niño está relacionado con el

TEA o es provocado por otra afección. Por ejemplo, golpearse la cabeza puede
ser un síntoma de TEA o puede ser una señal de que el niño tiene dolores de

cabeza. En estos casos, se necesita un examen físico minucioso. Vigilar un

desarrollo saludable significa prestar atención no solo a los síntomas

relacionados con el TEA sino también a la salud física y mental del niño.

Servicios de intervención temprana

Las investigaciones muestran que los servicios de tratamiento de intervención

temprana pueden mejorar considerablemente el desarrollo del niño. [1],[2] Los

servicios de intervención temprana ayudan a los niños desde que nacen hasta

los 3 años (36 meses) de edad a aprender destrezas importantes. Los servicios

incluyen terapia para ayudar al niño a hablar, caminar e interactuar con los

demás. Por lo tanto, es importante hablar con el médico de su hijo lo antes

posible si piensa que su hijo tiene un TEA u otro problema del desarrollo.

Incluso si a su hijo no se le ha diagnosticado un TEA, podría reunir los

requisitos para recibir servicios de tratamiento de intervención tempana. La Ley

para la Educación para Personas con Discapacidades (IDEA, por sus siglas en

inglés) establece que los niños menores de 3 años (36 meses) de edad que

estén en riesgo de tener retrasos del desarrollo podrían reunir los requisitos

para recibir servicios. Esos servicios se prestan mediante un sistema de

intervención temprana de su estado. A través de ese sistema, puede solicitar

una evaluación.

Además, el tratamiento de síntomas particulares, como la terapia del habla

para los retrasos en el lenguaje, no requiere que espere hasta recibir un

diagnóstico formal de TEA. Si bien la intervención temprana es

extremadamente importante, la intervención puede ser útil a cualquier edad.


Tipos de tratamiento

Existen muchos tipos de tratamiento disponibles. Por ejemplo, el entrenamiento

auditivo, el entrenamiento con pruebas discretas, la terapia con vitaminas, la

terapia antilevadura, la comunicación facilitada, la musicoterapia, la terapia

ocupacional, la fisioterapia y la integración sensorial.

Generalmente, los distintos tipos de tratamiento pueden dividirse en las

siguientes categorías:

 Enfoques en torno al comportamiento y la comunicación

 Enfoques en torno a la alimentación

 Medicamentos

 Medicina complementaria y alternativa

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