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FACULTAD DE HUMANIDADES
Resumen de: Cabrera, J.C., (1994). Ofensas a Dios: pleitos e injurias. Causas de Idolatrías
y hechicerías. Cajatambo siglo XVII-XIX. Cusco. Centro de Estudios Regionales Andinos
“Bartolomé de Las Casas”.
LU: 712.552
El libro Ofensas a Dios fue pensando como una herramienta para los investigadores
interesados en los temas de las idolatrías y hechicerías que se hizo popular en los últimos
tiempos, y con un interés particular: preservar los documentos existentes en el Archivo
Arzobispal de Lima de su manipulación, desaparición, hacinamiento y traslados. La obra
está dividida en dos secciones, una es la obra propiamente dicha que explica el contexto y
el proceso de extirpación de idolatrías y hechicerías, y la segunda son los expedientes que
han sido transcriptos de manera íntegra para preservarlos y evitar cualquier tipo de
arbitrariedad. Parte de las causas suelen estar incompletas debido a la actuación lenta del
Tribunal Eclesiástico en la colonia. Dada la riqueza del tema, el recorte espacial que hizo el
autor fue, de todo el virreinato del Perú solo analizar lo que otrora fue el corregimiento de
Cajatambo y a pesar de que el título alude a los siglos XVII al XIX hace un análisis solo del
siglo XVII.
Obra
1
Preciso oportunidad de nombrar a este clérigo que acompañaba a Arriaga en las visitas, pues suele ser
nombrado por los testigos en los expedientes secretos que se levantaron en su contra. Los documentos que lo
nombran son I, II, III.
fue entregar a la Compañía la doctrina de Chavín, la cual posteriormente se convirtió en
modelo. Ugarte murió en 1638, y su gobierno fue a juicio del autor el arzobispado del
“status quo”.
El arzobispado limeño a partir de 1641 fue Pedro de Villagómez, anteriormente
obispo de Arequipa, y estaba decidido a combatir la idolatría. Sin embargo gobernó en la
adversidad, pues opositores imposibilitaron que su obra se concrete. Justifico sus medidas y
refutó a sus opositores con fuertes argumentos teológicos y remitiéndose siempre a las citas
bíblicas; él se siente un cruzado. Según este arzobispo la persistencia de la idolatría es por
la malicia del demonio y afirma que los indios tienen una tendencia natural a la idolatría de
la cual el diablo se aprovecha. Piensa que la borrachera se hizo en ellos un vicio hereditario
al igual que la idolatría y ataca principalmente a los hechiceros porque ellos con maldad e
intencionadamente convencen a los demás indios de venerar a las huacas.
Señala que las fallas en el adoctrinamiento se deben al extenso territorio a
evangelizar ya que la dispersión les permite a los indios continuar sus cultos, por eso el
arzobispo se mostró a favor de las reducciones; la otra falla es de los curas preocupados en
las cosas temporales que en la doctrina, de esta manera ellos se convierten en idolatras2.
Villagómez debe emprender la extirpación solo, pues está enfrentado con la Compañía y
con el poder civil; las críticas contra él y contra el clero por su corrupción son abundantes,
no obstante el arzobispo los defendió. Este hombre no realizó visitas personalmente en su
diócesis. De su gobierno quedaron sermonarios en lengua quecha para la refutación teórica
de la idolatría, quizás este haya sido su logro.
Algunos miembros de la Real Audiencia, escribieron al Consejo de Indias contra el
arzobispo y como propuesta solicitaban que se entregase totalmente la misión
evangelizadora en los Andes a los jesuitas, como hemos mencionado anteriormente la
doctrina de Chavín era el modelo que no suscitaba críticas. Villagomez muere en 1671
mientras tanto ya se empezaba a hablar con mayor certeza de la entrega de las doctrinas a la
Compañía.
2
Quisiera hacer hincapié en este punto remitiéndome a una carta de 1648 que el autor cita: “Respondiendo a
un curaca por los ídolos que adoraban en su pueblo, me respondió con gran disimulo y sosiego: no te admires
Padre, ni te enojes, que mi cura también es idolatra. Qué dices indio, (le pregunte) ¿tu cura es idolatra? Sí
Padre (me respondió). Ídolos tiene que está adorando de día, y de noche, que son sus patacones, en los cuales
está idolatrando.” (García, 1994:17). En efecto, el interés de muchos curas era simplemente obtener dinero
(patacones: monedas de plata antigua) y es por ello que muchas veces encubre a los caciques y a otros
españoles.
Recapitulando, el proyecto que más se ha desarrollado y repercutido para la
extirpación de idolatrías fue el realizado durante el arzobispado de Lobo Guerrero, que
contó con el apoyo de la Compañía de Jesús, además de la presencia de Ávila quien fundo
el Colegio de Caciques que llegó a funcionar hasta después de la independencia peruana.
La posterior designación de arzobispos no concluyeron el plan formulado debido a lo corto
que duro gobierno y en el caso de Villagómez que intento realizar la extirpación de las
idolatrías pero que no contaba con el apoyo suficiente. La corrupción como elemento
central que impidió la correcta evangelización de los Andes fue uno de los factores que
todos los arzobispos remarcaron. A pesar de esto, títulos como el de Visitadores de la
idolatría siguen apareciendo hasta fines del XVIII. La extirpación también fue funcional
para los conflictos suscitados entre los indios que se peleaban entre sí o entre los españoles
y los indios así como también entre los mismos eclesiásticos que tenían conflictos internos,
en estos aspectos ilustran los expedientes documentales de la sección siguiente del libro.
Documentos
Los documentos que presenta el autor pertenecen al Archivo Arzobispal de Lima y tienen
por objeto dar cuenta de los procesos llevados a cabo durante la extirpación de las idolatrías
en el Perú, tanto a los visitadores como a los curacas gobernadores e indios comunes, en
especial da mayor importancia a aquellos procesos durante Sede Vacante en el arzobispado,
además da cuenta de la complejidad de la sociedad en el siglo XVII. A continuación, se
presentará una síntesis muy breve, por razones de espacio a pesar de la riqueza de las
fuentes, de la selección documental del autor respetando el orden en que fue presentado.
Documento II
Documento III
Documento de Ocros
Documento IV
Documento V
El fiscal del arzobispado inicia una causa contra el cacique de Ocros, Francisco
de Vergara, por haber encontrado en su propiedad elementos de hechicería. Aquí
solicitan y se efectúa su detención y le toman declaración.
Documento VI
Documentos de Ambar
Documento VII
Es una acusación contra dos indias por ser hechiceras e idolatras. Lo cómico del
documento es que ellas hacían hechizos para que los hombres la quisiesen. Dado los
problemas que se presentan y las acusaciones de indios contra indios, no permitieron
arribar a una sentencia, con lo cual a pesar de haber hecho secuestro de bienes e
inventario de las pertenencias de las acusadas, la resolución momentánea fue designar a
otro visitador para que averigüe más a fondo.
Documento VIII
Documento IX
Documento X
Documento XI
Aquí el expediente nos muestra la unión de los lazos que tenían españoles e
indios, el caso se trata sobre un español que murió por un brebaje hecho por una
hechicera indígena preparado para curarlo. Cuando llaman a los testigos, corroboran
que estas hechiceras hacían de curanderas y eran frecuentemente llamadas por los
españoles, como si fueran médicos, cuando ellos se sentían mal. A pesar de que le
dictan sentencia, la india acusada murió antes que se ejecute la condena en una pelea
con otra india.
Documento XII
Esta es una causa abierta del fiscal contra un presbítero acusándolo de haber
intentado matar a una india, recordemos que eso les estaba prohibido y penado. El cura
en su defensa aducia que ella lo había hechizado y que por su causa él estaba enfermo.
El expediente termina en una convocatoria de testigos.
Documento XIV
Documento XV
Documento XVI
Documento XVII
Es uno de los pocos casos, de los vistos hasta aquí, en el que el cura doctrinero
acusa a unos indios por hechicería. Procedente de 1725, allí interviene el Tribunal de la
Inquisición que en ese momento estaba examinando el Sínodo realizado por el
arzobispado de Lima. En uno de los autos eximen de penas a aquellos indios acusados
que se manifieste voluntariamente que han incurrido en idolatría. Los otros indios,
después del proceso correspondiente, son sentenciados a usar una cruz de por vida para
recordarles que han incurrido en grave delito contra Dios.
Documento XVIII
Documento XIX