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ESCOMBRERAS

Las actividades mineras producen, tanto si son


superficiales como subterráneas, una gran
cantidad de materiales de desecho que
plantean el problema de su almacenamiento
en condiciones adecuadas de estabilidad,
seguridad e integración en el entorno.

Las rocas estériles procedentes de la mina en


las operaciones a cielo abierto o de las labores
de preparación en las subterráneas se
depositan generalmente, como fragmentos
gruesos en montones que constituyen las
denominadas escombreras.
También se almacenan de la misma manera los
rechazos de la plantas de tratamiento y
concentración con una granulometría inferior a
la de los materiales anteriores.

Estos últimos residuos se albergan en


estructuras semejantes a las presas (por eso
se denominan presas de cola o relaves) y por
presentar características muy específicas, se
tratan en forma independiente.
I. FACTORES LOCALES PARA LA UBICACIÓN

Lugar de emplazamiento
La elección del emplazamiento de una escombrera se debe
basar en criterios de diversa naturaleza: técnicos, económicos,
ambientales, socioeconómicos, etc.

Entre los criterios específicos más importantes se encuentran:


la distancia de transporte desde la explotación hasta la
escombrera, que afecta al costo total de la operación; la
capacidad de almacenamiento necesaria, que viene impuesta
por el volumen de estériles a mover; las alteraciones
potenciales que se pueden producir sobre el medio natural y
las restricciones ecológicas existentes en el área de
implantación.
En el pasado, la elección de una alternativa de
emplazamiento solía basarse casi exclusivamente
en los costos de operación, pero actualmente las
consideraciones ambientales han incrementado su
importancia, pasando en algunos casos a estar por
encima de las económicas.

Tamaño y forma
El tamaño de las escombreras está marcado por el
volumen de estéril que es preciso mover para la
extracción del mineral. Tal cantidad de material
desechable depende, en las minas a cielo abierto,
no sólo de la estructura geológica del yacimiento y
de la topografía del área, sino del valor económico
del mineral y de los costos de extracción de estéril.
Según sea la forma de ubicación de la escombrera
con respecto a la explotación esta se clasifica en
interiores, si los estériles se depositan dentro de los
mismos sectores excavados tras la apertura inicial de
la excavación (ver figura) y exteriores, cuando la
morfología del yacimiento y su consiguiente
explotación no permite el relleno de la excavación
creada en las primeras fases de la mina.
Atendiendo a las formas naturales del relleno, los
tipos de escombreras exteriores más frecuentes son
los que se reflejan en la figura.
Es posible que en una misma área coexistan
combinaciones diversas de esas estructuras, en función de
la extensión que ocupe el emplazamiento.

Así mismo, la forma de las escombreras depende no sólo


de la morfología del terreno, sino también de los equipos
mineros de transporte y carga. Antiguamente, era habitual
el transporte con foniculares y vagonetas, con los que se
originaban estructuras de forma cónicas y troncos cónicas.

En la actualidad los sistemas más empleados utilizan


volquetes o transportadores de bandas que facilitan la
distribución y compactación sistemática del material y se
pueden adaptar de manera más fácil al proyecto.
Características geológicas
En el lugar en que se piensa ubicar una escombrera es preciso
efectuar una investigación de campo que corrobore por un lado, la
no existencia de mineral que pudiere ser potencialmente explotable
y por otro obtener criterios geotécnicos sobre la constitución del
terreno.

En una primera etapa se realizan un reconocimiento preliminar en


donde se estudian los afloramientos rocosos, la cubierta vegetal, los
tipos de suelos, surgencias de agua, áreas de baja permeabilidad,
vestigios de asentamientos del terreno, discontinuidades
estructurales y otros aspectos.

En la segunda etapa se efectuarán sondeos y calicatas, que servirán


para conseguir la información geológica del subsuelo y para obtener
muestras para el ensayo “in sito” o en trabajos de laboratorio.
Entre los ensayos “in situ” de los suelos se debe
destacar los de corte, los de deformabilidad y los de
permeabilidad, en tanto que entre los que se efectúan
en el laboratorio los principales son los de
compactación, los de permeabilidad, los de
consolidación, los de corte y los de propiedades
másicas.

El número de ensayos que se debe realizar, para cada


propiedad, dependerá de varios factores, entre ellos
las dimensiones de la escombrera, las limitaciones que
el entorno impone y el riesgo potencial existente.
En cualquier caso es necesario conocer como mínimo tres
parámetros que se consideran básicos, como son: la cohesión,
el ángulo de fricción interna y el peso especifico (seco y
saturado), para poder estimar si la base de la escombrera
puede soportar la sobrecarga debido al peso de los estériles o
por si el contrario existe la probabilidad de que se produzcan
inestabilidades estructurales y movimientos en la base de la
escombrera.

II. MÉTODO DE SELECCIÓN DEL LUGAR DE UBICACION

Como ya se ha mencionado, la elección del lugar de ubicación


de una escombrera debe cumplimentar diversos objetivos,
entre los que se pueden señalar los siguientes:
Minimizar los costos en el transporte y colocación
(vertidos) del estéril en la escombrera.
Alcanzar la integración de la estructura en el
entorno.
Garantizar las condiciones de drenaje.
Disminuir en lo posible el área que ocupa la
escombrera.
Minimizar la afectación, por el polvo que en ella se
produce.
Evitar la alteración sobre el hábitat, flora y fauna.
III. CONSIDERACIONES DE
DISEÑO DE LAS
ESCOMBRERAS
Métodos y sistemas
constructivos
Los tipos de escombreras, de
acuerdo con la secuencia
constructiva de las mismas, en
terrenos con pendiente (que es
lo más habitual), son cuatro:
con vertido libre, por fases
adosadas, con dique de pie y
por fases superpuestas (ver
figura).
La formación de escombreras son vertido libre solo se aconseja
en escombreras de pequeñas dimensiones y cuando no exista
riesgo de que rueden pedazos de piedras hacia abajo. Se
caracteriza por presentar en cada momento un talud que
coincide con el ángulo de reposo natural de los estériles que en
ella se depositan y una separación por tamaños muy
representativas. Es el tipo que se considera más desfavorable
desde el punto de vista geotécnico, aunque ha sido muy
utilizado hasta épocas recientes.

Las escombreras con fases adosadas proporcionan mejores


factores de seguridad debido a que se alcanzan taludes medios
finales más pequeños. En este tipo de escombreras la altura
puede convertirse en una limitación por problemas en el acceso
a los niveles inferiores.
Cuando los estériles que se van a verter no son homogéneos y
presentan diferentes litologías y características geotécnicas, puede
ser favorable la construcción de un dique de pie con los materiales
más gruesos y resistentes, de tal forma que ellos actúen como un
muro para la contención del resto de los estériles depositados.

Esta variante constructiva (con el dique de retención) es la que


comúnmente se emplea en aquellas explotaciones en donde se
extraen grandes cantidades de materiales arcillosos y/o finos,
cuya ubicación en la escombrera ocuparía, de otro modo grandes
extensiones de terrenos y presentaría posibilidades de corrimiento.

El tipo de escombreras construida mediante fases superpuestas y


retranqueadas ofrece una mayor estabilidad, debido a que
disminuye los taludes finales y se consigue una mayor
compactación de los materiales.
A partir de lo anterior, se ve que la secuencia constructiva de
una escombrera incide directamente sobre su estabilidad y
sobre la economía de la operación (construcción de la
escombrera). En algunos casos es necesario encontrar una
solución de compromiso entre ambos factores.

El desarrollo (crecimiento) de una escombrera debe realizarse


de la forma más homogénea posible, dependiendo de este
aspecto en gran medida la modalidad de vertido que se elija.

Normalmente los estériles se llevan desde las minas hasta los


lugares de vertido (para la formación de escombreras) por
transportadores de banda o por volquetas, además es habitual
contar con tractores, buldózeres y otros equipos para el
extendido y empuje de estos estériles y para el
acondicionamiento del piso.
Estos equipos permiten en el
caso de usarse volquetas
operar con mayores
condiciones de seguridad, ya
que entonces estas (las
volquetas) no tienen que
acercarse al borde de los
taludes, en tanto que cuando
se utilizan transportadores de
banda disminuyen los
frecuentes alargamientos o
cambios de lugar de estos,
(ver figura).
En estrecha relación con el procedimiento de vertido que se emplee
se encuentra el método de construcción que puede ser: en avance,
por basculamiento final o en retroceso por tongas.
Desde el punto de vista de la seguridad se considera más ventajoso
el método por basculamiento debido a que el mismo tráfico de los
camiones ayuda a conseguir una mayor compactación de los
materiales, ya depositados, con lo que se mejora la estabilidad de la
estructura (ver figura).
IV. AUSCULTACION DE ESCOMBRERAS
La auscultación de una escombrera en operación es
necesaria en muchas ocasiones para poder trabajar en
condiciones seguras. Aquí tiene gran importancia la
inspección visual de las superficies de dichas estructuras con
el fin de identificar grietas, escarpes y abombamientos que
se pueden formar durante el asentamiento de los estériles
en la escombrera.
Las grietas y los escarpes son indicadores de un
asentamiento normal y son útiles para definir la correcta
ubicación de la instrumentación, el trazado de las vías de los
camiones y el control de la infiltración del agua, en tanto los
abombamientos, ellos generalmente son indicadores de
problemas de inestabilidad.
Se pueden encontrar dos tipos de abombamientos:

De cresta, que se forman cerca de la cabeza de las


escombreras con sobrependientes del frente superiores a los
ángulos de reposos del material. Esta elevación de la
pendiente es provocada por la mala distribución de los
estériles y por la trabazón de bloques que se puede producir
en la parte más alta.

Aunque en la práctica esto no impide que se continúe


vertiendo en la escombrera, si la sobre pendiente continúa
creciendo se puede producir un rápido asentamiento que
afecte el área de la cresta y que traiga consigo la necesidad
de cesar los trabajos de descarga de estéril en ese sector.
 Los abombamientos de pie, que son los que se forman ceca de la
base, siempre son indicadores de deformaciones a gran escala.
Todas las roturas de escombreras son precedidas de un
abombamiento de pie, por ello cuando estos se identifiquen se
debe proceder a un cuidadoso seguimiento tomándose todas las
medidas necesarias.
Los instrumentos para la auscultación más utilizados son los
denominados extensómetros de cables, que consisten en una
simple pica o barra de hierro (punto de referencia), que se fija
sobre el borde del vertedero, a lo que se une un cable inextensible
que se apoya sobre trípodes cada 10 metros como máximo, para
evitar su rozamiento sobre el suelo.
En el extremo opuesto de este cable se suspende una masa desde
una rueda giratoria. Este sitio, que se denomina estación de la
altura se debe situar a una distancia segura del borde de la
escombrera (ver figura).
El espaciamiento entre los extensómetros, no debe exceder de
75 metros y como mínimo se debe colocar dos en cada
escombrera en activo. Si existiesen problemas de inestabilidad
la distancia mínima par la auscultación debe reducirse a menos
de 50 metros.
A partir de los estudios realizados y de las lecturas que se
obtienen se plantean los siguientes normativos:
V. RECOMENDACIONES PARA GARANTIZAR LA ESTABILIDAD DE
LAS ESCOMBRERAS

Existen diversas normas y/o recomendaciones encaminadas a


mejorar la resistencia de las masas de estériles frente a los
posibles deslizamientos, así como a disminuir los niveles de agua
en su interior.

Independientemente del tipo de escombrera, la primera


recomendación que se debe seguir es la de retirar toda la
vegetación y suelos del lugar donde se vayan a ubicar los estériles.

La descomposición de la vegetación al cabo de cierto tiempo y la


existencia de capas de suelo constituyen zonas potenciales de
rotura, por la reducida resistencia al corte que presentan.
En el caso en que estos materiales (suelo superficiales y
vegetación) no se vayan a retirar, ya sea porque su espesor es
grande o debido a que sobre ellos se van a colocar estériles
contaminantes, separados mediante una capa de arcilla, se
recomienda compactar estos suelos.

Si existe agua estancada en la base de la futura escombrera, ella


debe ser drenada antes de verter los primeros estériles y si esto no
es factible entonces se debe proceder a rellenar dicho sector con
un material adecuado.
En zonas de surgencias de acuíferos se procederá a la
captación y drenaje del agua con la doble finalidad de por un
lado evitar el efecto de las presiones intersticiales del agua
en las escombreras y por el otro conservar las fuentes de
agua y manantiales.

Especial atención se debe prestar a la existencia de


excavaciones subterráneas de minas abandonados, ya que
durante la época de lluvias y deshielos pueden constituir una
fuente de entrada de agua en las masas de estériles que los
cubren.
La cuneta principal que rodea a las escombreras debe
estar situada a varios metros de su base, para evitar el
estancamiento del agua y la socavación del pie del talud
por la acción erosiva de esta.

Otro aspecto a tener en cuenta es la preparación del


terreno y la construcción de las obras para la derivación y
canalización de las aguas de escorrentía.

Tras conocer la capacidad portante del terreno se procede


a construir los accesos, desde el área de explotación y se
comienza a depositar el estéril de acuerdo con el método
elegido: basculamiento final y por tongas o capas
El primer método, como se mencionó
anteriormente consiste en descargar los estériles
desde gran altura consiguiéndose las condiciones
de drenaje por la segregación estructural que
sufre el material durante el descenso por
rodadura.

Los pedazos grandes se depositarán en el pie de


talud y la granulometría irá disminuyendo en
sentido ascendente (ver figura).
Existe factores, que en ciertos casos atentan contra, que se
alcancen las condiciones deseadas de estabilidad, como por
ejemplo:

 Para el caso de rocas poco resistentes a la acción de los


choques y rozamiento (tales como pizarras y esquistos) no se
produce una adecuada y suficiente segregación del material,
que posibilite un correcto drenaje en la masa de estéril.

 Cuando el material es depositado inicialmente en el borde del


vertedero y posteriormente empujado para su caída, se
dificulta la diferenciación granulométrica y es posible que se
creen superficies planas compactadas y paralelas al talud
general de avance, pudiendo esto actuar como potenciales
planos de roturas, por la poca resistencia al corte en estos
sectores.
 Las escombreras construidas por este método son más
susceptibles a la erosión por la acción de las aguas de
escorrentía a pesar de tener taludes inferiores, debido a que:
las superficies son largas e ininterrumpidas, sin bermas o
terrazas intermedias y los taludes no pueden protegerse con
vegetación hasta que se completa la construcción de la
escombrera.

El segundo método (de tongas) consiste en depositar y


compactar los estériles por capas, con lo que se aumenta
notablemente la resistencia al corte y la capacidad de la
escombrera, pues en gran medida se reduce el efecto del
esponjamiento. Las condiciones de drenaje se consiguen con
la construcción de canales de desagüe, tal como se ilustra en
las figuras.

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