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El lenguaje es un producto cultural, que refleja en parte una cultura, pero también, es
condición de la cultura y contribuye a crearla. Surge como actividad libre del ser humano,
sin embargo es a su vez un producto de esa misma actividad, por lo cual se constituye
como un fenómeno cultural.
Podemos comprender que hay una continua retribución; ambos subsisten uno en el otro,
ya sea como condicionante o producto. Sin embargo, cabe aclarar que existe un orden
entre estos hechos.
El objetivo de nuestro ensayo es enfocar nuestra atención a uno de estos estratos socio-
culturales y así distinguir e interpretar las manifestaciones culturales presentes a través
del recurso lingüístico y viceversa. Comprender esta micro-inserción lingüística y su
impacto social.
1
Conesa, Francisco. Filosofía del lenguaje. Herder, Barcelona 2002, P. 26.
base en la lengua (en este caso, el idioma español). Para desarrollar este análisis, se
incluirán algunos de los términos acuñados con mayor frecuencia.
Los estudiantes de nuestro estrato social no son la excepción, sino que son parte de esa
generación reconstructora del lenguaje, estudiantes que han buscado constituir su propio
código mediante la adaptación y apropiación de nuevos términos y vocablos que infieren y
asimilan de un lugar metafísico en el cual todos por igual convergen e intercambian sus
ideas (redes sociales). Quizás podría escucharse un tanto platónico este miramiento, sin
embargo, “las redes sociales” se han convertido en esa fuente de manifestación
lingüística de la cual pueden disponer a su conveniencia.
Tal ha sido el impacto de dichas manifestaciones que gran parte de sus enunciaciones se
determinan por estos nuevos morfemas; incluso al grado de alcanzar la manifestación
oral.
Las redes sociales, los adolescentes y la imperante naturaleza por reconstruir el entorno
han dado como resultado que estas variaciones en la lengua se consideren absurdas y
destructivas ante el lenguaje. Una aberración en la expresión del idioma.
Un error sería aceptar esta verdad como absoluta. El lenguaje se debe preservar de
acuerdo a los parámetros gramáticos, pero no por ello debemos olvidar que es un
fenómeno cultural en continuo cambio. Es decir, debe haber parámetros que delimiten el
uso de la lengua, pero no por ello, prohibir las nuevas manifestaciones del lenguaje, pues
además de ser imposible, es un proceso natural. Existe el código, y existe quien lo
comprende. Entonces cumple con su función de transmitir un mensaje.
Para sustentar este supuesto, tomaremos una muestra de estas expresiones y/o palabras
y las llevaremos a un plano de análisis parcial: “YOLO!”, “trolear”, “moxxo(a)”, por
mencionar algunas.
Cada una de estas palabras o expresiones llevan consigo un nivel de significación dentro
de este grupo social determinado (incluso generalizado por la relación que puedan
desarrollar en común). Son términos que funcionan en el círculo de comunicación internos
en el mensaje.
Esto nos da la pauta a desentrañar que existe una cultura de la interpretación entorno a
estos signos. Se vive en una cultura de comprensión donde los usuarios asocian, de
manera indisoluble el significado y el significante.
En una charla con estos estudiantes (refiriendo con esto a todos aquellos que hacen uso
de los ejemplos anteriormente mencionados) explicaron, no de manera específica, pero si
contextual lo que se comprendería por cada ejemplo dado sobre las palabras o
expresiones usadas.
“YOLO” como tal remite a una expresión mayor, “You Only Live Once” Sólo vives una vez.
Esta sigla es usada en determinados contextos relativos a experiencias fuera de la
cotidianeidad; no suceden eventualmente.
En cambio, “trolear”, es ante todo un verbo derivado de “Trollface” (Este último explicado
como un adjetivo que califica a toda aquella persona, animal o cosa que pueda molestar o
agredir en son de burla o sarcasmo).
El verbo es en evidencia la acción de molestar o hacer uso del sarcasmo hacia una
persona o situación específica. Por último, entre nuestros ejemplos, “moxxo(a)”. El cual,
más que una definición, son una serie de características que distinguen una persona que
emplea una escritura con exceso en la grafía (H0olaxxz C0om0o0 exThaxzh??!) o bien
posee una conducta con tendencia a la exageración y/o saturación (vestimenta, gustos,
etc.)
Se puede concebir distintas interpretaciones, pero todas entornan hacia una misma
significación. Esta variedad de enfoques se basa principalmente en la experiencia de cada
uno de los estudiantes que pueda haber tenido con respecto a la exclusión o inclusión de
ideas relacionadas al signo.
Esta idea prevalece si imaginamos la evolución del lenguaje como algo totalitario, pero no
sucede así, o por lo menos, aun no lo ha sido.
Una grave dificultad de estas teorías es la suposición de que existe una evaluación en el lenguaje
humano, desde el lenguaje icónico o digito. A este respecto Sapir objetó que si el lenguaje surgiera por
evolución, debería haber algunos lenguajes más evolucionados que otros, y que, por tanto, debería
poder establecerse una jerarquía de lenguajes según fueren más primitivos o mas evolucionados.2
Parece que en la complejidad del lenguaje yace su evolución, para nuestro caso, y
apoyados en Sapir, más que una evolución es una adecuación o adaptación de nuevos
vocablos que se instauran en una generación en un mismo código.
Podemos atribuir éste hecho a la misma dimensión del lenguaje, que además de
pertenecer a un código compartido, con respecto a la dimensión fonética y algunos
aspectos semánticos, no contiene reglas sintácticas que rijan su propio uso (Conesa. Pág.
31).
Realmente el impacto del lenguaje sobre la cultura de estos jóvenes subyace en su propio
uso. Los estudiantes han generado una relación semiótica entre su sub-cultura y los
usuarios de su estrato social. Éste último capaz de transmitir en un plano horizontal su
cotidianidad.