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j Shelley E. Taylor Lazos vitales ly hee wie ais Wo gad ioe @¢ qué los hombres casadostlenen mj ue los solteros?;Por qué la Gente sev, ache un Wesgo rahe tds alto dar 3 ge han sido detatendidos duramvels wing je LM posblideder de tener enfermiédades eanarn UUs HRs Delos? Pr aut sete cular sn AE aici prngedvida defen pero sce thE ae pereaniasn paige Cin aos et sta es una historia sobrela vida sol solve ciyys's Ne ne soba da soca sbve sy ced Jaltenraes nin eicans cas OTN EEE dems desde et istante dea concen hay SHR ee autora muestra que el cerebroy elcueipa say yet eELS set socoes,na deforma indicriminadastes pus NS tenet relcones con gtos ae oro de aes SY con tos paces dsp con a pare yas stags Ss eS domenane “3 =e ude ‘lesa ses er on cans de bata WORE ‘ecient alerts cant SRT ‘saalinpchanisina de ctise ave lashacecucales pala parstocosnosotots Pons Fon * Dil Geman autor deta magn SSS See aa Cg @ Trt : - SHELLEY E. TAYLOR aZOs., becine, oe WIL ales son esenciales - para nuestras vidas Caviruto VI La AMISTAD DE LAS MUJERES Poco después de casarse, mi abuela, Lizzie Ela, se unié a un grupo de costura de mujeres del barrio al que pertenecié du- rante la mayor parte de su vida adulta, No tengo conocimiento de primera mano de cémo era, ni de por qué fue tan satisfac torio para sus miembros que legé a durar tanto tiempo, pero imagino que se pareceria al que aparece en la pelicula de 199: Amores que nunca se olvidan, Meno de relatos, confesiones y con- sejos a las mas jévenes, aunque quiza estuviera mas libre de las infidelidades y refriegas dramaticas que el de la pelicula. O tal vez no. Una generacién después, mi madre y sus amigas formaron un grupo llamado la Camarilla, que se reunié mas 0 menos una vez al mes durante casi quince afios, rotando entre las casas de las, seis miembros. En las noches de reunién en nuestra casa, Ia co- mida era especialmente buena, pues mi madre no estaba dispues- ta a aparecer como una cocinera mediocre frente a sus amigas. Después de la comida, cada mujer sacaba el montén de punto, remiendos 0 zurcidos que habia traido y hablaban y refan du- rante dos horas mas hasta que todas se marchaban en tornoa las nueve y media o diez. Cuando me llegé la hora de poner en pricticaeste habito mul- tigeneracional, toda pretensi6n de actividad constructiva se ha- bia desvanecido. jNosotras no haciamos colchas, ni cosfamos 0 zurciamos! Nos reuniamos en Cambridge (Massachusetis) como lun grupo de mujeres profesionales que al principio nos despla- Tr 2ibamos hasta viveros dstantes para comprar plantas, pero pron- to descubrimos que lo que de verdad nos gustaba eran los medio, as de los sabados lenos de comida, vino yrisas que precedian a «stos vigjes. Abandonamos el plan de las plantas, pero nos llama- bamos Club de Jardineras de Cambridge (Cambricige Ladies Gar. den Club), en buena medida porque la madre de una de las par. Scipantes la habia estado imporninando para que tomara parte en actividades civicas y nos parecié que este titulo tan decoroso obtendrfa su aprobacién. Cuando me trasladé a California, descubri que echaba de menos esas tardes, asi que hablé con algunas conocidas recien. {cs para ver si les interesaba hacer algo similar La respuesta fue afirmativa y Tas seis levamos reunigndonos cada tres semanas Gurante més de veinte afios. Nos hemos visto pasar por rela ciones, matrimonios, divorcios y nuevos matrimonios, el naci- miento o la adopcién de ocho nitios y las muertes de seis de nuestros padres. Lo hemos hecho en medio de terremotos, ncendios y construcciones de casas. Hemos hablado de los ascensos profesionales, los reveses y los nutevos rumbos. He. mos vivido la mayor parte de nuestra vida adulta juntas Esto es lo que hacen las mujeres, no necesariamente en el ser tido formal y regular que acabo de describir, sino de manera in. formal, reuniéndose con otras mujeres para satisfacer une ne, Cesidad comin, Una vecina mia pertenece a un grupo llamado 4a Tertulia del Café, que se formé debido a que todos sus miei. bros tenfan hijos pequefios y no habia guarderia ni otro medio Ge que éstos conocieraria otros nis, Ast que los dejaban jugar Juntos mienzras compartian sus ideas sobre cémo eriarlos re. solver problemas del tipo chuparse el dedo.o mojarla cama, como lograr que sus maridos ayudaran mids y encontrar mis tempo Para ella, Cuando se averiné el primer dia de colegio, las mje. Fes se entristecieron no porque no estusieran dispuestas a entre. S88 8 sus pequerios, sino porque la Tertulia del Café dejarfa de exist. Asf que decidieron que no ocurtiria, y continuaron las Feuniones como grupo durante afi, Todamujer que tiene amigas intimas conoce esta dicha, esta diversion, esta necesidad completa de amistad. Las mujeres cuen- {an historias de atroces citas ciegas, comparten sospechas sobre un marido infiel y cambian impresiones sobre adolescentes itt Posibles. Celebran los éxitos juntas, buscan consuielo en los reve- * ses ¥ conspiran para neutralizar a los atormentadores en el tra- bajo. Buscan y stielen obtener la validacién que precisan para!" dirigir sus vidas. La amistad de Jas mujeres es vital para la salud ‘mental, yésta constituye buena parte de mi relato. Pero sis preferencias por la compaiiia mutua tal vez no pro- cedan sélo de Ia asociacién gratificante que las demas mujeres Proporcionan, sino también de una herencia evalutiva que ha seleccionado Ja amistad femenina. Las mujeres y los nifios han Permanecido vivos alo largo de los siglos porque las primeras es- tablecen amistades. Nuestras necesidades mas acuciantes —co- ida y seguridad— y nuestras tareas mas vitales —el cuidado de los niriosy el sostenimiento de los grupos sociales—se han satis fecho por medio de esos lazos. Este es un nuevo planteamiento —Potencialmente polémico— sobre las amistades femeninas, Pero creo que esté bien respaldado. Las mujeres han establecido lazos con otras mujeres durante cientos de miles, tal vez millones, de afios. Sabemos muy poco sobre los primeros lazos. Le que conocemos procede de cémo Pensamos que vivian las primeras personas y de las sociedades cazadoras y recolectoras que han sobrevivido hasta la época actual. Sabemos que las primeras mujeres eran buscadoras de comida que peinaban la terra en busca de raices, tubérculos y otros alimentos nutritivos, Creemos que pueden haber coordi nado esta actividad para que ninguna de ellas aislada fuera atra. pada por un depredadory extar que surgieran conflicios a cat sa de los medios de subsistencia, De las sociedades recolectoras actuales cabe inferir que las mujeres tambien repartiian alu nos alimentos y que el cuidado compartido de los hijos, sobre todo entre ls parientes, ayudariaa cada mujeraliberarse para buscar comida!,

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