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La Celestina

Fragmento
Fernando de Rojas
Calisto y Melibea se encuentran en la huerta y él,
enamorado de ella comienza a hablarle. Sempronio: No es este un asunto para jovencitos,
según veo, pues no obedecen a la razón ni se saben
Calisto: ¡Oh, Melibea! En ti veo que Dios es muy controlar. Es una pena que se crea que es maestro el
grande. que nunca fue discípulo.
Melibea: ¿En qué Calisto? Calisto: ¿Y tú qué sabes? ¿Quién te ha enseñado estas
Calisto: En que la naturaleza es sabia y te ha cosas?
Sempronio: ¿Quién? Ellas, las mujeres, que muchas
concedido la belleza más grande del mundo. Yo no
veces pierden la vergüenza. Ponte, pues en el lugar
merezco el regalo tan hermoso de la naturaleza. El
que te corresponde, levanta la cabeza; piensa que eres
solo mirarte es un regalo y este es el lugar apropiado más digno de lo que te consideras.
para declararte mi secreto dolor. Calisto: No soy digno de Melibea.
Sempronio: No es verdad, tú eres muy digno. Mírate,
Melibea: ¿Que para ti es un regalo verme, dices
eres muy simpático, eres buena persona y la gente te
Calisto?
aprecia.
Calisto: Le doy gracias a Dios el verte. En este Calisto: Y de qué sirve eso, si Melibea no me quiere.
momento me siento como si estuviera en el cielo junto Creo que es inalcanzable para un ser como yo. ¡Pobre
a todos los santos. Pero, verte a ti me hace más feliz de mí!
Sempronio: y, dime, qué has visto tú en ella que te ha
que nada en el mundo.
vuelto sonso, no tienes voluntad; estás muerto en
Melibea: Pues mayor premio te daré yo si sigues así. vida.

Calisto: ¡Oh dichosos mis oídos, que no son dignos de Calisto: que… ¿qué he visto en ella dices? Pues te la
tan hermosas palabras que les dices! voy a describir. Comienzo por los cabellos. ¿Ves tú las
madejas de oro fino que hilan en Arabia? Más lindos
Melibea: Pero serán desdichados cuando acabes de son los cabellos de Melibea y no brillan menos; son
oírme, porque tu atrevimiento es tan grande y en tus tan largos que le llegan a los pies; además, peinados y
palabras veo mala intención. ¿Cómo es posible que de recogidos con una delicada cinta, como ella se los
la cabeza de un hombre como tú haya salido tal pone, no necesita más para convertir a los hombres en
disparate dirigido a una mujer tan virtuosa como yo? piedras.
¡Vete, vete de aquí, grosero, que no puede mi
paciencia tolerar que te haya entrado la idea de Sempronio: (Hablando consigo mismo. ¡Más bien en
conversar conmigo sobre los placeres de un amor asnos!)
deshonesto!
Calisto: Los ojos verdes, rasgados; las pestañas, largas;
Calisto: Me voy, pero me voy triste, porque veo que las cejas, finas y elevadas; la nariz, mediana; la boca,
tengo mala suerte. pequeña; los dientes, menudos y blancos; los labios,
rojos y sensuales; el contorno del rostro, un poco más
Calisto desesperado por el rechazo de Melibea llega a largo que redondo. ¿Ningún pintor la podría pintar?
su casa donde mantiene una larga conversación con su
criado Sempronio. Calisto, totalmente exaltado, llega a Sempronio: (Hablando consigo mismo. ¡Este es bien
considerar a Melibea como su único Dios y se declara, infantil y necio!)
antes que cristiano, «melibeo». Sempronio le advierte
contra las maldades de las mujeres. Calisto: Las manos medianamente pequeñas, de dulce
carne acompañadas; los dedos largos, las uñas largas y
Sempronio: Calisto por qué no sigues el consejo de los coloradas, que parecen rubíes entre perlas.
historiadores, por qué no haces caso a los filósofos ni Sempronio: Calisto, mi amo. Yo puedo evitar que sigas
oyes a los poetas: las mujeres y el vino hacen a los sufriendo. Si tú quieres, yo puedo conseguirte a
hombres abandonar su religión y perder el juicio. Pero Melibea.
no todas son iguales. Pues hay muchas que son santas,
virtuosas y notables. Sin embargo, de las otras, ¿quién Calisto: Sí Sempronio, pero cómo. Si lo logras, si
te podría contar todas sus mentiras, sus enredos su consigues que Melibea me ame, te pagaré muy bien.
lengua desbocada, su desvergüenza, su alcahuetería?
Sempronio: Yo te lo diré. Hace mucho tiempo que
Calisto: ¿Ves? Mientras más cosas me dices y más conozco en esta población a una vieja barbuda que se
inconvenientes me pones, más la quiero. No sé qué es llama Celestina, hechicera, astuta, experta en cuantas
esto. maldades existen. Sé que son más de cinco mil virgos
los que se han hecho y deshecho bajo su autoridad en
esta ciudad. En las duras piedras es capaz de provocar Pármeno: ¿Por qué, señor, te afliges? ¿Por qué, señor,
lujuria si quiere. te entristeces? Esta vieja te puede ayudar a conquistar
a Melibea. Es una vieja astuta y sinvergüenza. Es capaz
Calisto: ¿Podría yo hablar con ella? de hacer caminar a una roca. Además, una mujer ruin,
Sempronio: Yo te la traeré aquí. Prepárate, hazle malvada, pero buena gente.
regalos, sé generoso con ella.
Calisto: Y tú, ¿cómo lo sabes?, ¿la conoces?
Calisto: ¿Y vas a tardar?
Sempronio: Ya voy. Quede Dios contigo. Pármeno: Sí señor, la conozco bastante bien. Yo le
acompañaba; la ayudaba en aquellos trabajos que mis
Sempronio llega a casa de Celestina, donde es recibido tiernas fuerzas me permitían. Ella tenía seis oficios,
con grandes muestras de alegría por la alcahueta. que eran: costurera, perfumera, maestra en hacer
Pregunta por Elicia, prostituta de la cosméticos y en rehacer virgos, alcahueta y un
que está enamorado, que en ese momento se poquito hechicera.
encuentra con un cliente, al que esconde para que
Sempronio no lo vea. Finalmente, Sempronio pide Calisto: Ya está, Pármeno; déjalo para otro momento
a Celestina que lo acompañe a casa de Calisto. más oportuno. No nos detengamos, que la obligación
es enemiga de la tardanza.
Sempronio: Madre mía, coge tu abrigo y vámonos,
que por el camino sabrás de lo que se trata. No Sempronio y Celestina, que están subiendo las
perdamos tiempo. escaleras, oyen algunas de las advertencias que
Pármeno hace contra la vieja alcahueta, que aun así le
Celestina: Nos vamos. Elicia, queda con Dios; cierra la asegura a Sempronio que logrará que Pármeno se una
puerta. a ellos para aprovecharse del negocio de los amores de
Calisto. Pármeno, por fin, abre la puerta a Celestina.
Sempronio: ¡Oh madre mía! Deja todas las cosas de
lado y solo presta atención y piensa en lo que te voy a Calisto: ¡Oh Pármeno, ya la veo; sano estoy, vivo
decir. Y quiero que sepas por mí lo que todavía no has estoy! ¡Mira qué persona tan venerable, qué
oído. Te lo voy a contar porque tengo confianza apariencia tan respetable! La mayoría de las veces, por
contigo. Quiero que hagas un bien por el que te van a el aspecto exterior se reconoce la virtud interior. ¡Oh
pagar bastante. vejez virtuosa, oh virtud envejecida! ¡Oh gloriosa
esperanza de mi deseado fin! Desde ahora adoro la
Celestina: Habla, no te detengas, pues la amistad que tierra que pisas y, para mostrar mi respeto hacia ti, la
tú y yo mantenemos no necesita de rodeos, ni de beso.
preámbulos, ni adornos de ningún tipo para que
aumente nuestro afecto. Abrevia y ve a los hechos, ve Celestina: (Aparte, a Sempronio. Sempronio, ¡de las
directo al grano. palabras no vivo yo! Dile a tu amo que cierre la boca y
comience a abrir el bolsillo, que de los hechos dudo,
Sempronio: Así es. Calisto arde en amores por peor de las palabras.)
Melibea. De ti y de mí tiene necesidad. Si los dos
juntos le ayudamos, juntos nos beneficiaremos. Calisto: ¿Qué decía la madre? Me parece que estaba
pensando que le ofrecía palabras para no hacerle
Celestina: Bien has hablado; enterada estoy. De una regalos.
ojeada me doy cuenta de todo.
Sempronio: Eso es lo que yo he oído.
Sempronio: Callemos, que estamos cerca de la puerta
y, como se suele decir, las paredes oyen. Calisto: Pues ven conmigo; trae las llaves, que yo la
sacaré de dudas. No tardemos, que necesito
conquistar a Melibea.
Celestina: Llama.
Sempronio: Ta, ta, ta. TALLER EN CLASE
1. Enliste los personajes y escriba 3 características de cada uno.
Pármeno: ¿Quién es? 2. Identifique 3 sarcasmos en la lectura y cópielos.
3. Escribe la continuación del diálogo entre Calisto y Celestina, cuyo
Sempronio: Ábreme a mí y a esta señora. tema central sea el pago de Calisto y lo que ella va a hacer para que
Melibea caiga rendida a sus pies y la primera conversación de esta
con la alcahueta..
Pármeno: Señor. Sempronio y esta vieja pintada
daban esos golpes.
Calisto: Calla, malvado, que es mi tía. Corre, corre,
abre.

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