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Capitalismo cognitivo y economía del conocimiento. Una perspectiva histórica


y teórica

Book · January 2017

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1 author:

Carlo Vercellone
Université de Vincennes - Paris 8
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Capitalismo Financiero y Comunicación
Capitalismo Financiero
y Comunicación
Francisco Sierra Caballero
Francesco Maniglio
(Coords.)
Capitalismo Financiero y Comunicación
Francisco Sierra Caballero
Francesco Maniglio
(Coords.)

Ciespal
Centro Internacional de Estudios Superiores
de Comunicación para América Latina
Av. Diego de Almagro N32-133 y Andrade Marín • Quito, Ecuador
Teléfonos: (593 2) 254 8011
www.ciespal.org
http://ediciones.ciespal.org/

Primera edición
Diciembre de 2016
Quito, Ecuador
ISBN: 878-9978-55-152-3

Edición
Noemí Mitter
Diagramación
Arturo Castañeda Vera
Ediciones Ciespal, 2016
Traducción
Federica Soro
Gabriel Torem

Los textos publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores.


Reconocimiento-SinObraDerivada
CC BY-ND
Esta licencia permite la redistribución, comercial y no comercial, siempre y
cuando la obra no se modifique y se transmita en su totalidad, reconociendo
su autoría.
Contenido

Introducción 9
Francisco Sierra Caballero y Francesco Maniglio

Parte I. Economía del conocimiento y valorización


financiera del Capital

Capitalismo cognitivo y economía del conocimiento.


Una perspectiva histórica y teórica 17
Carlo Vercellone

Trabajo y plustrabajo en la sociedad del conocimiento.


Algunas evidencias desde los procesos de
financiarización de la economía 51
Francesco Maniglio

Economía colaborativa y lucha de clases 79


Carlo Formenti

La financiarización de la economía y la nueva


estructura de la desigualdad 89
Angelo Salento y Joselle Dagnes 

Parte II. Comunicación, tecnología y nuevas formas


de financiarización de la economía

Capitalismo financiero y estado nacional de excepción.


El papel de la comunicación social en la acumulación por
desposesión 119
Francisco Sierra Caballero
Encefalización anormal en la era
del aprendizaje automático 145
Matteo Pasquinelli

El papel del conocimiento en la restructuración


del capitalismo: entre el neodifusionismo
y la economía social del conocimiento 165
Javier Moreno Gálvez

Parte III. El poder de la comunicación para la valorización


del capital financiero

Think tanks y neoliberalismo 195


Núria Almiron

El papel de la Reputación Corporativa como


intangible fundamental en la valoración de empresas.  221
Sonia Aránzazu Ferruz González

Medios de comunicación y crisis económicas: representación


discursiva de las audiencias 259
Damián Fernández Pedemonte y Felicitas Casillo

El capitalismo financiero y la cartelización mundial del fútbol a


manos de tres grandes conglomerados estadounidenses  283
Marcos Dantas y Denise Maria Moura da Silva Lopes

Índice de autores  319


Introducción
Francisco Sierra Caballero
Francesco Maniglio

Con la desvinculación del dólar del patrón oro, el sistema monetario ima-
ginado en Bretton Woods en julio de 1944 podía considerarse muerto. En
la Conferencia de Jamaica de enero de 1976, los países más importantes
del mundo decidieron reemplazarlo por un nuevo modelo de gobernan-
za económica. A partir de este momento, hace su definitiva aparición la
liberalización financiera de la economía.
Como es sabido, el propósito del capital financiero es la obtención
de valor para el accionista o el mayor retorno para la colocación de capi-
tales (deuda pública, divisas, diferentes empréstitos, obligaciones, etc.),
más allá de la rentabilidad empresarial –entendida esta en términos de
producción clásica–. En nuestra contemporaneidad el capital financiero
es el eje de la apropiación y de la concentración del valor, más que un
factor de su generación.
La tesis de la financiarización de la economía como característica
dominante de la transformación comenzada en 1971 nos permite, en
consecuencia, describir fenómenos económicos regulares, así como
comprender numerosas coyunturas económico-políticas.
10  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

A partir de ese momento, todas las reformas políticas, económicas


y monetarias han estado encaminadas a garantizar esta nueva configu-
ración económica en la que las finanzas predominan sobre el sistema
productivo. En este sentido, entender la ‘financiarización de la economía
como proceso’ puede responder a una visión menos determinista de la
transformación en curso. Bajo esta línea, hemos propuesto una reflexión
sobre los aspectos estratégicos y complejos de la comunicación en el
proceso de acumulación financiera; aspectos enormemente infravalo-
rados por las Ciencias de la Comunicación contemporáneas. El proceso
de valorización financiera del capital ha transformado radicalmente el
modelo hegemónico de comunicación que, ahora más que nunca, es li-
derado por el poder casi absoluto de un corporativismo financiero.
El presente volumen tiene el propósito de analizar los aspectos y
los cambios de la comunicación en relación con las transformaciones
socioeconómicas, marcadas por los procesos de financiarización del
capital de las últimas décadas.
Lo hace indagando la ‘Comunicación, la tecnología y las nuevas
formas de financiarización de la economía’. Sabemos, en efecto, que el
capitalismo corporativo e informacional, desde la década de los setenta,
ha explotado los mercados de tic, los flujos de bienes simbólicos –sean
noticias o contratos de deuda en el corto plazo– que circulan por la in-
fraestructura informacional en un nuevo marco de mediación social. La
misma infraestructura hace circular también las transacciones finan-
cieras, la mayor parte de estas sin rastro o rescate posible. La velocidad
transaccional es simultánea a la creciente difusión de estos negocios.
Con esta velocidad de la información y transacciones, el uso recurrente
de inside information y poder de agenda forzado para los brokers y agen-
cias especializadas se hace una práctica recurrente.
La crisis de la burbuja inmobiliaria en los eeuu ha dado muestras
cabales del rol que cumplen los medios especializados en economía y
finanzas globales a favor de una perspectiva centrada en el ‘mercado’
como eje central y motor de las sociedades capitalistas. La convergencia
entre la supuesta crisis de la Zona Euro y la cobertura mediática, que
Capitalismo Financiero y Comunicación 11

la precede y acompaña, evidencia el papel de la comunicación en los


intereses de los agentes económico-mundiales que participan de esta y
otras construcciones premeditadas.
En este proceso, la comunicación cumple al tiempo una función
ambivalente de amortiguamiento o retroalimentación del proceso que
aminora las tensiones sistémicas del capitalismo como herramienta de
reproducción del proceso impositivo del capital financiero.
Es por esto que resulta estratégico preguntarnos sobre ‘el poder
de la comunicación para la valorización del capital financiero’. La clase
capitalista transnacional se beneficia, en efecto, de una poderosa cola
ideológica y organizativa, gracias a diversas actividades llevadas a cabo,
en primer lugar, a través de advisory boards, think tanks, regulatory
agencies, universidades e institutos de investigación que intervienen
en la creación, organización y gestión de las nuevas agendas políticas y
preparan los materiales teóricos para los círculos y las élites neo-con-
servadoras –que, posteriormente, debidamente vulgarizados, serán in-
cluidos en los discursos de los medios de comunicación. Los beneficios
están directamente vinculados a la explotación de los nuevos mercados,
a los cambios de estructura y de tejido social.
Esto no significa que algunos institutos de crédito o el capital finan-
ciero hayan tomado el control de los medios de comunicación, es que la
vida y el ecosistema informativo entero ha sido objeto de captura por
la racionalidad del capital rentista. Por ello empezamos este volumen
indagando el desarrollo de la ‘Economía del Conocimiento y valorización
financiera del capital’ como un proceso más amplio de transformaciones
socioeconómicas. Transformaciones que no se constituyen en el marco
de las teorías del crecimiento endógeno, sino en la formación de una eco-
nomía fundada sobre el conocimiento, enmarcada y subsumida en las le-
yes de acumulación del capital que responden al nuevo orden financiero.
De un lado, esta transformación profunda de la riqueza es el índi-
ce de un cambio en las modalidades de acumulación que han generado,
como subraya Salento, una creciente desigualdad de las rentas y que
coinciden con un proceso de ‘financiarización’ de la economía.
12  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Por otro lado, con la denominación de ‘capitalismo cognitivo’ se ha


distinguido históricamente el proceso de financiarización de la econo-
mía, poniendo en relación el capital y los conocimientos. En efecto, la
continua y exponencial transformación del saber en capital, o sea, en
mercancía ficticia, genera un proceso-fetiche, en el cual el valor de cam-
bio del conocimiento aumenta artificialmente pero su valor de uso social
disminuye en razón de su privatización y de su escasez. Es el regreso de
la fuerza de la clase rentista transnacional, que Vercellone identifica en
el proceso del ‘devenir renta de la ganancia’; es decir, de una situación en
la que la captura capitalista del plusvalor apunta a operar a partir de una
posición parasitaria y exterior respecto a la organización del proceso de
trabajo. Sin embargo, como advierte Pasquinelli, en la fase histórica que
se denomina de ‘capitalismo cognitivo’ hemos asistido al cambio de las
formas de subsunción al capital, con el concurso de la computación y de
la inteligencia artificial que están transformando la relación entre traba-
jo mental y manual, ‘encefalizando’ el General Intellect en los database.
Esto es, en el escenario que configura el capitalismo cognitivo, toda
voluntad de construcción de alternativas democráticas es tipificada
como utópica, como inviable, o directamente fuera de la ley, en función
de un proceso de inversión semiótica por el cual el capital rentista apa-
rece como única garantía de salida a la propia crisis –dado que el capital
financiero apuesta sobre el futuro– y funciona como una representación
general de nuestras futuras capacidades productivas comunes.
En las nuevas condiciones de este capitalismo, por tanto, las clases
dominantes recurren a una lógica de los silencios, estableciendo marcos
normativos y constitucionales de excepción y exclusión de toda media-
ción democrática. Como advierte David Harvey, el capitalismo del siglo
xxi parece estar tejiendo ahora una red de restricciones en las que los
rentistas, los comerciantes, los magnates de los medios de comunicación
y, sobre todo, los grandes financieros exprimen despiadadamente el flujo
vital del capital industrial productivo, la riqueza social general, en fun-
ción de sus propios intereses, recurriendo a fórmulas virtuales y físicas
de extensión del terror. La pérdida de control de la política monetaria y,
Capitalismo Financiero y Comunicación 13

en general, el dominio del capital financiero internacional en su ofensiva


de recomposición de la tasa de ganancia se ha traducido, especialmente
en el propio campo de la comunicación, en la imposición de la lógica es-
peculativa, de subasta y concentración, liquidando todo control público.
No de otro modo es posible hoy el proceso de acumulación del ca-
pital. Ciertamente, la revolución digital ha liquidado, en el tiempo y en
el espacio, los límites de explotación, intensificando la movilidad del
capital-dinero por medio de la financiarización de la economía; pero
básicamente la recomposición de las condiciones sociales existentes
para la recuperación de la tasa de beneficio del capital rentista solo es
posible a partir de las contrarreformas por las que las políticas públi-
cas de mediación autoritarias –basadas en el principio de gobernanza y
excepcionalidad– hacen posible la expropiación de la riqueza y la con-
tención de las demandas sociales.
Por todo ello, en Ciespal nos parece pertinente repensar los núcleos
concretos correlativos a la dinámica financiera y el papel que posee la
información como vector de acumulación especulativa en los procesos
que hoy tienen lugar con la desposesión del capital.
El libro que tiene el lector en su manos es apenas un aporte colecti-
vo a la discusión y al estudio en un ámbito que como decimos, es poco o
nada analizado, aún considerando la conocida sobredeterminación que
viene observándose en el sistema de medios.
Agradecemos a cada uno de los autores su compromiso con esta
agenda, y a la comunidad Ciespal su apoyo para repensar una contra-
dictoria y decisiva relación que, en los tiempos de la cultura Panamá
Papers, debe ser develada para una comprensión cabal de los procesos
que tienen lugar en nuestras democracias hipermediatizadas.

Quito, 6 de diciembre de 2016.


PARTE I

Economía del conocimiento


y valorización financiera del Capital
Capitalismo cognitivo y economía del
conocimiento. Una perspectiva histórica y
teórica1
Carlo Vercellone

El objetivo de este trabajo es el de abordar, en un cuadro teórico


neo-obrerista, una introducción a las tesis del capitalismo cognitivo. En
primer lugar porque queremos aclarar los fundamentos metodológicos
de un análisis que se propone como una relectura de la economía del
conocimiento desde el antagonismo capital-trabajo para caracterizar
el sentido y las transformaciones del capitalismo contemporáneo; en
segundo lugar, queremos eliminar de une fois pour toutes el debate sur-
gido a partir de algunos malentendidos que la expresión “capitalismo
cognitivo” haya podido causar en las lecturas superficiales de esta tesis,

1 El texto de este artículo es una versión ampliamente actualizada de la conferencia


efectuada en julio 2013 a la Universidad de San Martín Buenos Aires, en el marco del se-
minario organizado por Verónica Gago. Una primera versión titulada “releer la economía
del conocimiento desde el antagonismo capital-trabajo” fue publicada por la revista online
Tesis 11 en Abril de 2014 con la traducción de Ignacio Paz, a quien agradezco.
18  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

hasta asimilarla como un abandono de los fundamentos marxistas de la


teoría del valor y/o como el principio de un nuevo capitalismo, en el cual
el trabajo cognitivo se habría por fin liberado de la explotación.2
Desde esa perspectiva, este trabajo se articulará en dos partes. En la
primera nos proponemos presentar sintéticamente los conceptos fun-
damentales y la especificidad del programa de investigación en torno a
la tesis del capitalismo cognitivo respecto de otras interpretaciones del
nuevo capitalismo –que hacen referencia, por ejemplo, al concepto de
economía fundada sobre el conocimiento o al concepto de revolución
informática.
La segunda parte estará dedicada a la puesta en perspectiva histórica
de las transformaciones de la relación capital-trabajo, que se han ido suce-
diendo desde el capitalismo mercantilista hasta el capitalismo cognitivo,
a través de la crisis del fordismo. En este cuadro, intentaremos poner en
evidencia la contradicción profunda que opone la lógica del capitalismo
cognitivo y financiarizado, de un lado, y las condiciones para el desarro-
llo de una economía social fundada sobre el conocimiento, de otro. Esta
contradicción es complementaria a un regreso de fuerza de la renta, tal
y como hemos identificado con la tendencia del becoming rent of profit
(Vercellone, 2008), o sea, de una situación en la que la captura capitalis-
ta del plusvalor apunta, cada vez más, a operar a partir de una posición
parasitaria y exterior respecto a la organización del proceso de trabajo.

De la crítica de las teorías de una economía fundada


sobre el conocimiento a la tesis del capitalismo cognitivo

A partir de la crisis del fordismo, en los años sesenta, el capitalismo ha


entrado en una fase de transformación mayor. Una fase dentro de la cual
se encuentra el crecimiento en potencia del rol del conocimiento y de

2 Ejemplos especialmente caricaturescos son los propuestos por Husson (2003) y Pouch
(2004).
Capitalismo Financiero y Comunicación 19

la dimensión cognitiva del trabajo. No obstante, el rol clave del conoci-


miento en la dinámica histórica del capitalismo, del crecimiento y de la
crisis, no es, como tal, una novedad histórica. La cuestión que aparece
es entonces, y sobre todo, cuáles son sus relaciones con las transforma-
ciones de la producción y la regulación de la relación salarial, donde con
este concepto entendemos las condiciones de puesta en marcha de la
fuerza de trabajo y la extracción de plusvalía.
Quisiéramos de inmediato subrayar la divergencia que, tanto en el
plano teórico y metodológico, como en el del análisis concreto, opone el
concepto de capitalismo cognitivo y el concepto de una economía basada
en el conocimiento, como por ejemplo es identificable en la aproxima-
ción de la ocse (1996, 2003).
Los principales teóricos de la economía del conocimiento (Arrow,
1962; Foray, 2000 y 2009; Howitt, 1996 y 2004; Mokyr, 2002; Nelson &
Winter, 1982; Nonaka & Takeuchi, 1997) no tienen nunca en considera-
ción la relación conflictiva capital-trabajo y, en particular, el conflicto
del saber y el poder, que estructura las transformaciones de la división
del trabajo. Sobre esta premisa, el desarrollo de una economía basada
sobre el conocimiento es explicada esencialmente, como un cambio de
la amplitud del fenómeno del conocimiento en la economía, como una
especie de paso hegeliano desde la cantidad a la calidad (Kendrick, 1994;
Foray, 2000). Más concretamente, en estas aproximaciones verificamos
un fuerte determinismo tecnológico fundado sobre el rol motor de las
tecnologías de la información, de las comunicaciones y de las industrias
intensivas en ciencia y tecnología, en el sentido de Machlup (1962) y de
Pavitt (1984).
Esta visión reduccionista es coherente con la propuesta de indica-
dores extremadamente discutibles, como las licencias y patentes con-
sideradas erróneamente como una medida atendible de la eficiencia
de una economía basada en el conocimiento, en función del grado de
mercantilización del saber; mientras que existe a menudo una relación
20  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

contradictoria entre la producción social del conocimiento y la dinámica


de innovación, por un lado, y el nivel de su privatización, por otro.3
Notamos, ademas, que estos indicadores se enfatizan, al mismo
tiempo que son ignorados otros indicadores que, como veremos, son
centrales para una economía fundada en el conocimiento. Nos referimos,
por ejemplo, al rol estratégico desempeñado por las instituciones de ser-
vicios públicos del welfare state (estado de bienestar) en la génesis y en
la reproducción de una economía basada en el conocimiento (Monnier
& Vercellone, 2010).
Uno de los límites metodológicos mayores de las aproximaciones del
mainstream es el de olvidar que el sentido y la puesta en marcha de la
coyuntura histórica actual no consiste en la simple instauración de una
economía basada en el conocimiento, sino en una economía basada en
el conocimiento sometida y encuadrada en las formas institucionales y
estructurales de la lógica de acumulación capitalista. Algo muy distinto.
Uno de los ejes del programa de investigación en torno a las tesis del
capitalismo cognitivo es, de hecho, la crítica radical de las teorías econó-
micas de una economía basada en el conocimiento. Nuestra perspectiva
se traduce en una doble reversión respecto a estas aproximaciones: en
el plano conceptual y en el plano metodológico.
La primera reversión, en el plano conceptual, puede ser explicada
del siguiente modo: la noción incolora de una economía basada en el
conocimiento, similar a la noción de mercado (por no hablar de capi-
talismo), es remplazada por la de capitalismo cognitivo. El concepto de
capitalismo cognitivo se propone, de hecho, poner en evidencia la di-
mensión histórica y la dialéctica conceptual entre los dos términos que
componen este concepto : ‘capitalismo’ y ‘cognitivo’.
El término capitalismo designa, entonces, la permanencia en los
cambios de las variables fundamentales del modo de producción capi-

3 Como ponen en evidencia tanto los estudios históricos globales como los análisis sec-
toriales más recientes, llevados a cabo, además, por economistas de diferentes escuelas de
pensamiento que incluyen, por ejemplo: Boldrin & Levine, 2008; Mansfield, 1986; Bessen
& Maskin, 2000; Mirowski, 2011; Lallement, 2008; Shiva, 2002; Vercellone et al., 2015).
Capitalismo Financiero y Comunicación 21

talista –en particular, el papel motriz de la ganancia y la tendencia a


transformar el conjunto de los bienes en capital y mercancías ficticias.
El término cognitivo se propone, en cambio, poner en evidencia la nueva
naturaleza del trabajo y de las fuentes del valor y del plusvalor, de las
formas de propiedad y de las relaciones de explotación sobre las cuales
se apoya, hoy, la acumulación del capital.
El concepto de capitalismo cognitivo pretende, entonces también,
caracterizar los conflictos y la nueva naturaleza de las contradicciones
que esta transformación genera. Esto tanto en el plano de la organiza-
ción del trabajo, como del antagonismo cada vez más marcado entre el
carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación.
En este sentido, quisiera precisar, de inmediato, un punto importante.
Contrariamente a cuanto puede sugerir a primera vista la expresión ‘ca-
pitalismo cognitivo’, el término ‘cognitivo’ no es un adjetivo de ‘capitalis-
mo’. Hace referencia, en cambio, a la dimensión cada vez más inmaterial
y cognitiva del trabajo y de su producto; del cual intenta apropiarse el
capitalismo cognitivo.
La segunda reversión se sitúa en el plano metodológico. La aproxi-
mación del capitalismo cognitivo hace, en cierto sentido, redescender el
conocimiento del mundo imaginario y pacífico de la teoría económica a
aquel de la dinámica histórica concreta de las relaciones conflictuales
del saber y del poder que estructuran las transformaciones históricas de
la relación capital-trabajo4. Para comprender mejor esta aproximación
es importante recordar una enseñanza, en nuestro criterio esencial, que
nos dejara Karl Marx, relacionada a la naturaleza del trabajo vivo. Hago
referencia al modo en el cual el trabajo, en cuanto actividad cognitiva,
en cuanto potencia conjugada del pensamiento y la acción, es, en ciertos
aspectos, la esencia misma de la humanidad. Esto es lo que lo diferen-

4 Desde este punto de vista, vale la pena tener en cuenta la fuerte sinergia que existe
entre la inspiración marxista del enfoque obrerista y la análisis de Foucault sobre poder-sa-
ber y “de las luchas que lo atraviesan y de las cuales está compuesto, que determinan las
formas y los posibles campos del conocimiento” (Foucault, 1975, p. 8).
22  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

cia de todos los otros seres vivientes.5 En esta óptica un punto teórico
esencial nos parece ser el siguiente: si la dimensión cognitiva intelectual
del trabajo es entonces la esencia misma de la actividad humana, esta
conciencia y esta dimensión cognitiva del trabajo son las que pueden
revelarse como un obstáculo al control capitalista del proceso de pro-
ducción, y por lo tanto al proceso de acumulación.
En particular, la captura del conocimiento y el savoir faire por el
trabajo pueden ser, para el capital, la fuente de una incerteza estructural
relacionada con la ejecución del contrato de trabajo. La compraventa de
la fuerza de trabajo –es decir, el contrato de trabajo– se relaciona con la
puesta a disposición por parte del trabajador de una cantidad de tiempo,
y no sobre trabajo efectivo de los asalariados.
El concepto marxista ligado a este ‘hiato’ entre la fuerza de trabajo
y el trabajo, entre el conocimiento y su puesta en marcha efectiva al ser-
vicio del capital y de las empresas, se encuentra –en nuestra opinión– en
el origen de aquello que la teoría económica estándar llama “el problema
relativo al carácter incompleto del contrato de trabajo”. Simplificando al
máximo, es útil entonces ver como teóricamente existen dos soluciones
posibles y opuestas a este dilema del capital.
La primera solución –que encontrará, en cierto sentido, una concre-
ción en el taylorismo– consiste en hacer pasar el control del conocimien-
to productivo en las manos del capital, expropiando a los trabajadores
de sus saberes y prescribiendo de un modo preciso las diferentes tareas
en tiempos y modos operativos. La subjetividad del trabajo está, en este
caso, negada y separada del propio trabajador.
La segunda solución consiste en aceptar la dimensión cognitiva
y, por lo tanto, la autonomía de los trabajadores, lo que implica no ya
prescribir el trabajo sino, en cierto sentido, prescribir la subjetividad
misma de los trabajadores, con el fin de que pongan voluntariamente sus
respectivos saberes al servicio de la empresa y del capital. Volveremos

5 Sobre este punto véase en particular el capítulo siete del libro I de El Capital, donde
Marx desarrolla la famosa metáfora de la abeja y el arquitecto.
Capitalismo Financiero y Comunicación 23

a este punto crucial del análisis en el pasaje del fordismo al capitalismo


cognitivo y en el de la hegemonía de una división técnica a una división
cognitiva del trabajo.
De cualquier modo, podemos comprender desde ahora, la puesta
en marcha central que atraviesa toda la historia del capitalismo. Puesta
en marcha representada por las relaciones del saber y del poder, que se
anudan en torno a las transformaciones sociales de la producción. Esto
es así por dos razones principales.
La primera razón es la siguiente: aquellos que controlan los saberes
productivos, codificados o tácitos, pueden entonces determinar, en par-
te, la calidad y la intensidad del trabajo. Subrayamos también, en este
sentido, que la noción de conocimiento tácito no debe ser entendida
únicamente en el sentido que le otorgó Michael Polany (1966) –o sea, el
hecho de que sabemos siempre más de lo que estamos en condiciones
de expresar–; debe ser entendida además como un conocimiento tácito
deliberado, que se despliega en el cuadro de la divergencia de intereses
que oponen al capital y al trabajo, como reconoce explícitamente Taylor
(1911), situando esta cuestión en el centro de sus reflexiones.
La segunda razón, en ciertos aspectos todavía más importante, es
que aquellos que controlan el saber productivo –eso que Marx llama “la
potencia intelectual de la producción”– pueden incluso aspirar a gestio-
nar la producción. Es decir, definir no solo la organización de la produc-
ción, sino también determinar el sentido y la finalidad misma de esta
producción, respondiendo de esta manera a la cuestión fundamental
de la economía política, es decir, cómo producir? ¿Qué producir ¿Para
quién producir? ¿Para satisfacer qué necesidades? ¿De qué manera? ¿A
través de qué sistema de distribución de la riqueza?
Subrayamos que el concepto de explotación no se reduce solamente
a la extracción de plusvalor. Designa además, y sobre todo, la ‘alienación’
del trabajo respecto al sentido y la finalidad de su actividad y a la ausen-
cia de democracia en la organización de la producción y de su finalidad.
Esta dinámica conflictiva entonces, con relación al control de la potencia
intelectual de la producción, explica por qué el desarrollo de la división
24  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

capitalista del trabajo –en particular a partir de la primera revolución


industrial– ha consistido en tratar de negar la dimensión cognitiva del
trabajo y revertirla, transformarla en su contrario; es decir, transformar-
la en una actividad mecánica, repetitiva, impersonal –el célebre travail
sans phrase–6 y totalmente subordinada o subsumida como esencia in-
corporada al capital fijo.
Tenemos aquí la tendencia que Marx describe como el paso de la
‘subsunción formal’ a la ‘subsunción real’ del trabajo al capital. Paso que
se traduce en una forma particular de desarrollo del capital (constante
y fijo) y del conocimiento.
No obstante, esta tendencia –que encontrará, en muchos aspectos,
una especie de concreción en el modelo de crecimiento fordista– siempre
se considerará incompleta e imperfecta. De hecho, un nuevo tipo de saber
tenderá incesantemente a reconstituirse al nivel más elevado del desa-
rrollo y de la división técnica y social del trabajo, como muestra el fuerte
retorno de la dimensión cognitiva del trabajo tras la crisis del fordismo.
A este propósito, el propio Marx había identificado en la subsunción
real la exaperación de los conflictos, en lo que concierne a las relaciones
saber/poder y al control de las ‘potencias intelectuales de la produción’.
En particular, en el famoso pasaje del primer libro del Capital, Marx afir-
maba que el desarrollo de la maquinaria moderna “convierte en cuestión
de vida o muerte el sustituir esa monstruosidad de que se mantenga
en reserva una miserable población obrera, pronta para satisfacer las
variables necesidades de explotación que experimenta el capital, por
la disponibilidad absoluta del hombre para cumplir las variables exi-
gencias laborales, remplazar al individuo parcial, al mero portador de
una función social de detalle, por el individuo totalmente desarrollado,
para el cual las diversas funciones sociales son modos alternativos de
ponerse en actividad” (Marx, 1965, p. 201). Encontramos aquí un aspec-

6 Marx en Miseria de la Filosofía usa esta expresión para referirse a la tendencia del ca-
pitalismo industrial a convertir el trabajo en cada vez más abstracto. No solo en su forma
mercantil, sino en su contenido. Y ello hasta convertirlo solo en un gasto de energía medido
en unidades de trabajo simple no calificado.
Capitalismo Financiero y Comunicación 25

to clave (desde el punto de vista de la sujetividad del trabajo vivo) de la


hipótesis del general intellect y de la crisis de la ley del valor desarrollada
por Marx en el “Fragmento sobre las máquinas” de los Grundrisse (Ver-
cellone, 2007).

Del capitalismo mercantil al capitalismo cognitivo: el


saber y la metamorfosis de la relación capital/trabajo
desde la subsunción formal hasta el general intellect

Sobre esta base, pasamos a la segunda parte, dedicada a poner en pers-


pectiva histórica y teórica las transformaciones de la relación capital/
trabajo que han tenido lugar a través de diferentes etapas, a través de
distintos sistemas históricos de acumulación, desde el capitalismo mer-
cantil hasta la transición al capitalismo cognitivo y financiarizado.
Con este propósito queremos precisar, en el plano teórico, que la
elaboración de la tesis del capitalismo cognitivo combina la contribución
de Marx con la tesis de Fernando Braudel (1979), autor de Civilizacion
material, economía y capitalismo. Según este autor, el capitalismo es
una vieja historia, una historia que precede e incluso va más allá de la
revolución industrial y el capitalismo industrial, y que puede entonces
articularse en formas muy diversas de captación de plusvalor y de do-
minio de la sociedad y del trabajo.
En síntesis, articulando el enfoque de Braudel y el de Marx, iden-
tificamos en la larga dinámica del capitalismo y de la relación capital/
trabajo tres principales etapas de su desarrollo en cuanto a la división
del trabajo y a la regulación de la relación saber/poder. Estas diferentes
etapas están calificadas a través de la noción de ‘sistema histórico de
acumulación’.7

7 Para una definición teórica mas compleja de este concepto ver Vercellone, 2011.
26  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Los sistemas históricos de acumulación del capitalismo


mercantil y del capitalismo industrial: algunos hechos
estilizados

La primera etapa es aquella del capitalismo mercantil y pre-industrial.


Se funda sobre los modelos productivos de putting out system, de la ma-
nufactura dispersa y de la concentrada; es extremadamente interesante
notar cómo esta fase presenta analogías significativas con la coyuntura
histórica actual. En particular, la sumisión del trabajo al capital era en-
tonces formal, en cuanto no se basaba todavía en una dominación funda-
da en el saber. La relación capital/trabajo estaba aún caracterizada por
la hegemonía del conocimiento tácito y del saber de los artesanos y de
los obreros de oficio. Esta hegemonía va significativamente de la mano
de la preponderancia de los mecanismos mercantiles y financieros de
acumulación, situados fuera de la organización directa de la producción.
La segunda etapa es la del capitalismo industrial. Esta se desarro-
lla en el cuadro de la primera pero, sobre todo, en el de la revolución
científica de la segunda revolución industrial, entre fines del siglo xix e
inicios del xx, cuando la formación de las grandes empresas va acompa-
ñada de otras dos transformaciones mayores: la primera corresponde
a la constitución de laboratorios de investigación, al desarrollo de las
grandes empresas y a la puesta a punto de un paradigma lineal de pro-
gramación de las innovaciones. La segunda, al desarrollo de las normas
fordistas de organización de la producción en masa, fundadas sobre la
asociación de los principios tayloristas de la organización del trabajo,
así llamada científica y de los principios de la mecanización centrados
sobre la cadena de montaje.
Este proceso corresponde, como se ha dicho, al despliegue de la lógi-
ca de la subsunción real del trabajo al capital y a un sendero bien preciso
de la economía del conocimiento, que encuentra, bajo muchos aspectos,
su cumplimiento en el modelo fordista.
Capitalismo Financiero y Comunicación 27

Simplificando, recordamos cuatro tramos principales de esta confi-


guración: en primer lugar, la tendencia a la polarización social del saber
que se encarna en una separación cada vez más estrecha entre trabajo
de concepción y trabajo de ejecución –como en la empresa fordista–; en
segundo lugar, la centralidad del trabajo material sometido a las normas
tayloristas de extracción de plusvalor y de expropiación del saber obrero;
en tercer lugar, la hegemonía de los saberes incorporados en el capital
constante y en la organización y conducción de las empresas respecto a
los saberes movilizados e incorporados en el trabajo vivo; por último, el
capital material representa, en este contexto, al mismo tiempo la forma
principal de la propiedad y del progreso técnico, es decir, del conoci-
miento aplicado a la producción.

La crisis del fordismo y la génesis del capitalismo cognitivo

La tercera etapa es aquella que nos conduce del capitalismo industrial al


capitalismo cognitivo, a través de la crisis del modelo fordista. La crisis
del modelo fordista –y, con ella, la crisis actual que muestra su carácter,
todavía en gran parte por resolver– corresponde de hecho, en nuestra
opinión, a un nivel superior de gran crisis, respecto a las grandes crisis
que han caracterizado y articulado la historia del capitalismo industrial.
La razón se encuentra en el modo en que la crisis del fordismo ha corres-
pondido a la puesta en tela de juicio de ciertas constantes estructurales
del propio capitalismo industrial, en cuanto ‘sistema histórico de acumu-
lación’, y ha determinado, en particular y al mismo tiempo, una crisis
tendencial de la lógica de la ‘subsunción real’ del proceso de trabajo al
capital (Vercellone, 2011).
Esta dimensión de la subsunción es expresión de los conflictos polí-
ticos y sociales generados en la organización científica del trabajo y que
han llevado a la formación de una intelectualidad difusa. Tenemos aquí
la apertura de una fase histórica completamente nueva de la relación
28  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

capital/trabajo y al rol del conocimiento en la economía. Fase caracteri-


zada por dos rupturas mayores, estrechamente entrecruzadas.
La primera ruptura se relaciona con el agotamiento progresivo de
la esfera de las necesidades que el capitalismo puede satisfacer a través
de la producción y el consumo de mercancías materiales destinadas al
mercado privado de las familias. Esto se debe a los avances y desarrollo
de la producción y del consumo colectivo, en particular, la producción
del hombre para el hombre y de los ‘bienes informacionales’ que tienen
una doble cualidad: están en la base de una economía fundada sobre el
conocimiento, a la vez que su gestión eficaz es incompatible con la racio-
nalidad de la ley del valor. Volveremos pronto sobre este punto crucial
que es incluso uno de los aspectos del ‘devenir de la ganancia en renta’.
La segunda ruptura está representada por el potente retorno de la
dimensión cognitiva del trabajo, que se encarna en la constitución de
una inteligencia colectiva. El hecho esencial de esta mutación se encuen-
tra en la afirmación, tanto al nivel de las empresas como de la sociedad,
de una nueva preponderancia cualitativa de los saberes vivos, incorpo-
rados y movilizados por el trabajo, respecto a los saberes muertos incor-
porados en el capital constante y en la organización y administración
gerencial de la empresa.
Sin embargo, es en la afirmación de la hegemonía del saber vivo
del trabajo respecto al saber muerto del capital donde se encuentra, en
nuestra opinión, la osamenta central de la hipótesis del capitalismo cog-
nitivo –y esto según una aproximación opuesta a la interpretación que
hace del saber un factor de producción independiente del capital y del
trabajo.
Resaltamos que uno de los elementos centrales de la transforma-
ción de la cualidad de la fuerza de trabajo y, al mismo tiempo, de las
normas de producción y de consumo, se encuentra en la dinámica con-
flictual que, entre fines de los sesenta y los setenta ha inducido una for-
midable expansión del salario social (jubilaciones, subsidios para el des-
empleo, etc.) y de los servicios colectivos del welfare (salud, formación,
educación e investigación), más allá de la compatibilidad del fordismo
Capitalismo Financiero y Comunicación 29

y de la lógica mercantil del capital. Esta evolución ha sido a menudo


interpretada como un simple factor de crisis del modelo de crecimiento
fordista, ligada al aumento de los costos sociales de reproducción de la
fuerza de trabajo (Aglietta, 1976).
Al contrario, nosotros podemos afirmar hoy, a posteriori, que los
servicios colectivos del welfare y la intelectualidad difusa han condi-
cionado esencialmente el desarrollo de una economía fundada sobre el
conocimiento y el rol clave de la producción del hombre para el hombre
(Vercellone, 2007 y 2013a).
Volveremos sobre este aspecto, pero primero es necesario precisar
otros dos puntos claves, con el fin de desentrañar de manera adecuada
la génesis y la naturaleza del nuevo capitalismo.
El primer punto es que el factor primordial del despegue de una
economía basada en el conocimiento se encuentra en la potencia del
trabajo vivo, o sea, en los factores que han conducido a la formación
de una intelectualidad difundida. En suma, las bases de una economía
fundada sobre el conocimiento preceden y se oponen, tanto desde un
punto de vista lógico, como de un punto de visto histórico, a la formación
del capitalismo cognitivo.
El capitalismo cognitivo es, en este sentido, el resultado de un pro-
ceso de reestructuración del capital, a través del cual este último inten-
ta absorber y someter, a menudo de forma parasitaria, las condiciones
colectivas de la producción de conocimientos. Esta lógica genera, pa-
ralelamente, escasez y despilfarro de recursos, sofocando el potencial
de emancipación inscrito en una economía construida sobre el conoci-
miento, o en aquella que Marx ha llamado la sociedad del general inte-
llect. Del concepto de capitalismo cognitivo podemos, pues, formular
una primera aproximación: se trata de un nuevo ‘sistema histórico de
acumulación’, en el cual el valor productivo del trabajo intelectual e in-
material deviene dominante.
En este cuadro, una parte creciente de la producción no se apoya
sobre mercancías estandarizadas destinadas al consumo individual, sino
sobre producciones y consumos colectivos materiales e inmateriales que
30  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

aseguran la reproducción de una economía basada en el conocimiento,


escapando, en gran parte, a la racionalidad económica del capital. La
puesta en marcha de la valorización del capital y de las formas de propie-
dad se apoya directamente sobre las privatizaciones de estas condiciones
colectivas y sobre la transformación del conocimiento mismo en una
mercancía y en un capital ficticio (Negri & Vercellone, 2008; Vercellone,
2011).
El segundo punto es que, contrariamente a la teoría en términos
de revolución informática (Castells, 2002), el elemento primordial de la
mutación actual del trabajo no puede ser explicado como un determinis-
mo tecnológico fundado sobre el rol casi exclusivo de la tecnología de la
información y de la comunicación. Ciertamente –vemos de inmediato–,
no se trata de negar de ningún modo el rol clave de las tic (tecnologías
de la información y la comunicación) en el desarrollo del capitalismo
cognitivo; es, de hecho, indiscutible que las tic han permitido una for-
midable disminución de los costos y de los tiempos necesarios para la
circulación de la información y del conocimiento codificado.
Al mismo tiempo, la computadora se presenta como un bien de
consumo y un instrumento universal de producción, y contribuye a la
ruptura de la distinción tradicional entre trabajo y no trabajo, propia del
capitalismo industrial, pero –es necesario subrayar– con efectos extre-
madamente ambivalentes.
Por una parte, las tic pueden favorecer un control total y una puesta
al servicio del trabajo del conjunto de los tiempos de vida de los traba-
jadores, conduciendo a un aumento de la explotación en forma de un
crecimiento de la plusvalía absoluta; lo que, por ejemplo en Francia, se
constata con el extensión del tiempo efectivo de trabajo de una gran
parte de los trabajadores cognitivos (Chenu & Herpin, 2002; Lesnard, L.
& De Saint Pol, Th., 2008).
Por otra parte, las tic pueden, en cambio, favorecer –como en el
modelo de los commons del conocimiento y del free software–, un papel
importante en el desarrollo de formas horizontales de subdivision del
Capitalismo Financiero y Comunicación 31

trabajo y de creación del saber alternativas del mercado, así como a la


jerarquía como forma de coordinación de la producción.
Pero, también en este caso, la existencia de una intelectualidad di-
fusa –y no las tic– es el el principio que explica el desarrollo intensivo de
las comunidades productivas en conocimiento, capaces de llevar el con-
flicto hasta el territorio mismo del desarrollo tecnológico, como oposi-
ción a las lógicas de enclosure del saber en el capitalismo cognitivo. Toda
la historia de la revolución informática es, en efecto, una ilustración de
este aspecto estratégico. Desde la idea del personal computer, hasta los
protocolos de internet –Tim Berners Lee en el dominio público–, y al
blockchain –sin olvidar la innovación jurídica del copyleft–, la naturaleza
abierta de las tecnologías informáticas y de los protocolos de la web es,
en cierta medida, esencial para la consecución de la construcción social
del común, en contraste con la lógica estadual y con aquella propietaria
de los grandes oligopolios de las tic.
De cualquier manera, las teorías de la revolución informática olvi-
dan un elemento esencial: las tic no pueden desarrollarse y funcionar
correctamente más que gracias a un saber vivo, capaz de ponerlas en
marcha –dado que es el conocimiento quien gobierna el tratamiento de
la información, información que, de otra manera, se convertiría en un
recurso estéril, como lo es el capital sin el trabajo.

Capitalismo cognitivo, finanzas y economía fundadas sobre el


conocimiento: una relación contradictoria

En síntesis, tres evoluciones principales permiten ilustrar al mismo


tiempo la importancia de la transformación actual de la relación capi-
tal-trabajo y la contradicción entre la lógica del capitalismo cognitivo y
las condiciones de reproducción y desarrollo de una economía fundada
sobre el conocimiento.
32  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

El otro lado de la centralidad del capital denominado ‘inmaterial’: las


instituciones del Welfare-State y el capital ficticio
La primera evolución se refiere a la interpretación de un hecho estili-
zado, a menudo evocado por la teoría de una economía fundada sobre
el conocimiento. Hago referencia a la dinámica histórica a través de la
cual, a un nivel macroeconómico, la parte del capital intangible (investi-
gación y desarrollo, pero sobre todo instrucción, formación, sanidad) ha
superado, a partir de la mitad de los setenta en eeuu y un poco más tarde
en Europa, a la parte del capital material en el stock real de capital y ha-
bría de transformarse, entonces, en el factor principal del crecimiento
(Kendrick, 1994; Foray, 2000). Concretamente, la interpretación de esta
evolución tiene tres significados principales, estrechamente articulados,
pero sistemáticamente ocultados por la teoría mainstream.
El primer significado es que la tendencia al crecimiento de la parte
del capital, así llamado, intangible está estrechamente conectada a la
formación de lo que podemos denominar una intelectualidad difusa o
una inteligencia colectiva. Y es esta última la que explica la parte más
significativa del aumento del llamado capital intangible.
El segundo significado es que el capital intangible está, pues, incor-
porado esencialmente en los hombres, en su fuerza de trabajo, y corres-
ponde a su cualidad intelectual y creadora, incorporada por el trabajo
y no por el capital. De lo cual se extrae que el concepto de capital inma-
terial es, en gran parte, un síntoma de la crisis misma de la categoría de
capital constante, tal y como esta se había afirmado con el capitalismo
industrial. En donde C, el capital constante, se presentaba, como había
demostrado Marx, como un trabajo muerto –cristalizado en las máqui-
nas– que imponía su dominio al trabajo vivo.
Vemos que esta dimensión es también importante para comprender
algunas de las causas principales del origen del proceso de financiariza-
ción y del comienzo de la crisis actual. La noción de capital inmaterial,
de hecho, corresponde, bajo muchos puntos de vista, a un verdadero
oxímoron (es decir, la unión de dos términos contradictorios). ¿Por qué?
Pues, pese a las distintas versiones de las categorías ‘capital intelectual’
Capitalismo Financiero y Comunicación 33

o ‘capital intangible’ introducidas, tal capital inmaterial corresponde


principalmente a la inteligencia colectiva. Es decir, a aquello que, en pa-
labras de Tronti (1966), podríamos llamar el trabajo vivo como “opuesto”
al capital, es decir, como “no capital”.
Dicho capital escapa, por tanto, a cualquier medición objetiva, a di-
ferencia del capital material. Por otra parte, a partir de los ochenta ha
conocido un crecimiento impresionante en lo que concierne a los valores
de mercado de las acciones de estas corporaciones.
Se calcula que parte de los assets immateriales, en la capitalización
bursátil de las 500 principales empresas de eeuu, han incrementado su
valor de un 15% a un 85% entre 1975 y 20058 (gráfico 1).9
Gráfico 1: Activos inmateriales por sector de actividad

8 Hay que subrayar cómo con el concepto de capital intangible se entiende aquí un sen-
tido más amplio y menos preciso que la definición ofrecida por Kendrick (1994). Incluye
un conjunto diferentes de assets inmateriales de las empresas, compuestos por el capital
humano y el aprendizaje organizacional, la propiedad intelectual (marca, patentes, dere-
chos de autor), la reputación, la posición en el mercado, etc.
9 En esta dinámica, los mercados financieros han jugado un papel destacado, empujan-
do –como se nota con la crisis del Nasdaq en 2000– la puesta en marcha de numerosas
start-ups de la denominada ‘nueva economía’ para entrar pronto en los mercados de va-
lores, antes de que incluso hayan construido un modelo de negocio mediante la garantía
de perspectivas de estabilidad en las ganancias (Coriat & Orsi, 2003). El crack de la ‘nueva
economía’ fue una de las principales manifestaciones de la contradicción estructural que
opone, de forma más general, las perspectivas financieras a corto plazo y los tiempos largos
necesarios para el proceso de acumulación de conocimientos (Mouhoud & Plihon, 2009).
34  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Esto contribuye a explicar por qué el valor bursátil de este capi-


tal, que ahora constituye la mayor parte de la capitalización bursátil,
es esencialmente ficticio y se encuentra sometido a fluctuaciones de
gran amplitud –en la misma medida en que no corresponde tampoco
a una duplicación del capital real pero depende casi exclusivamente de
las convenciones que se forman en los mercados financieros. En suma,
la dinámica del capitalismo cognitivo, caracterizado por la sucesión de
crisis cada vez más graves, no es simplemente producto de una mala
regulación de las finanzas. Ella expresa –en cambio y sobre todo–, como
subrayaba Gorz (2003), la dificultad intrínseca para hacer funcionar el
capital inmaterial como capital y el capitalismo cognitivo como capita-
lismo. La imposibilidad de determinar una medida fiable y objetiva del
capital inmaterial es también confirmada por la controversia sobre el
origen del famoso goodwill (que indica la brecha cada vez mayor entre
el valor de mercado de las empresas y el valor de sus activos tangibles o
intagibles ‘identificables’):10 el principal activo inmaterial, del que depen-
dería el sobre-valor encarnado por el goodwill, no sería, de hecho, nada
más que el “capital intelectual” representado por la habilidad, experien-
cia, conocimiento tácito y capacidad de cooperación de la fuerza-trabajo.
Entonces, no se trata de capital (a pesar de la torsión semántica en-
gendrada por los conceptos de ‘capital intelectual’ o de ‘capital humano’)
sino, realmente, de la calidad intelectual de la fuerza-trabajo que, por
definición (a menos que estuviera reducida a la esclavitud), es un activo
no negociable en el mercado.
Por esta razón, como observa I. Halary (2004), el intento de explicar
el goodwill con la existencia de activos inmateriales no clasificados sigue
siendo prisionero de un razonamiento circular, que no permite eliminar
la indeterminación del valor de estos activos inmateriales.
¿Por qué un razonamiento circular? Porque a la pregunta: “¿qué
determina el goodwill?” Se contesta: “el capital humano de la empresa”.

10 Intangibles claramente identificables en el sentido de que, como en el caso de una paten-


te, pueden ser aislados por las empresas y vendidos en cuanto tales, a diferencia del capital
humano y del conocimiento colectivo incorporado en el capital denominado ‘organizativo’.
Capitalismo Financiero y Comunicación 35

Y a la pregunta: “¿cómo determinar el valor del capital humano?” Se


contesta: “¡Con el goodwill!”
Lo que significa que la medida del capital y la base de su poder so-
bre la sociedad dependen cada vez menos del trabajo pasado y del saber
incorporado al capital constante, sino que se fundan principalmente en
una ‘convención’ que halla su resorte principal en el poder de la renta
financiera.
Un poder que se manifiesta ya en las fases de crecimiento –cuando
se apropia de una parte importante del plusvalor11–, ya en las fases póstu-
mas al estallido de la burbuja especulativa, cuando la amenaza de trans-
formar una crisis local en crisis global ha permitido a las finanzas tomar
como rehén al conjunto de las instituciones, obteniendo de los bancos
centrales y de los gobiernos grandes e incondicionadas concesiones.
El tercer significado es que, contrariamente a la idea difundida, las
principales instituciones de una economía basada en el conocimiento
no pueden reducirse a los laboratorios privados de investigación y de-
sarrollo de las grandes empresas.
Las instituciones que desarrollan un rol motriz se encuentran, en
cambio, personificadas en aquellas que podemos llamar la ‘producción
colectiva del hombre para el hombre’, que tradicionalmente están pro-
vistas por instituciones del welfare state, siguiendo una lógica no mer-
cantil. Esta cuestión es sistemáticamente omitida por los economistas
mainstream, y esta omisión es aún más significativa en el contexto actual
de la crisis de las deudas soberanas y de las políticas de austeridad y de
privatizaciones realizadas en su nombre. La explicación de este oculta-
miento está ligada al rol estratégico que posee cada vez más el control
biopolítico en la valorización del capital y la colaboración mercantil de
las instituciones del welfare. Y esto es así por dos razones esenciales.

11 Un dato muy significativo para este propósito: en la década de 1970 los beneficios del
sector financiero en la economía de los eeuu representaban aproximadamente el 10% de
las ganancias de las empresas estadounidenses. En 2006 este porcentaje representaba el
40% (!); sería mucho más alto si tuviéramos en cuenta las ganancias financieras obtenidas
por las empresas no financieras, que nunca fueron víctimas, sino unos de los principales
motores del proceso de financiarización.
36  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

La primera razón es que salud, instituciones, formación y cultura


estructuran no solo modos de vida, sino que constituyen los pilares de la
regulación y de la orientación de una economía basada en el conocimien-
to. Son las que aseguran una parte esencial del proceso de transmisión
y de producción de conocimiento y, por ende, del denominado capital
inmaterial, del cual se nutre el capitalismo cognitivo.
La segunda razón es que en los países con un capitalismo avanzado,
frente a fuertes tendencias estatalizadoras –ahora, además, recesivas–,
los sectores en los cuales, en el contexto mismo de la crisis, se registra un
aumento constante de la demanda social –al menos esta no se derrum-
ba– son justamente los de la salud y la educación. Son estos factores, y
no los pretendidos costos o ineficiencias del welfare, los que permiten
explicar las presiones extraordinarias ejercidas para privatizar los ser-
vicios colectivos del welfare o subordinarlos a la lógica del new public
management.
Ciertamente, la extensión de la lógica mercantil a estos sectores
es teóricamente posible; no obstante, salud, instrucción e investigación
corresponden a actividades que no pueden ser sometidas a la racionali-
dad económica del capital, solo al precio de inequidades insostenibles,
de una distribución artificial de los recursos y de una drástica reduc-
ción de la eficacia social de estas producciones. Provocaría una caída
ineluctable de la calidad y de la cantidad del llamado capital inmaterial,
que, como hemos visto, constituye el factor clave del desarrollo de las
fuerzas productivas del capitalismo cognitivo. Tenemos aquí una de las
manifestaciones más significativas de la crisis de la racionalidad de la
ley del valor, tanto en el plano de la organización de la producción, como
en el de la supremacía del valor de cambio como medio para satisfacer
las necesidades.
Dos argumentos principales permiten corroborar esta tesis:

• El primero esta ligado al carácter intrínsecamente cognitivo, in-


teractivo y afectivo de estas actividades. Actividades en las cua-
les el trabajo no consiste en actuar sobre la materia inanimada,
Capitalismo Financiero y Comunicación 37

sino sobre el hombre mismo, en una relación de co-producción


de servicios. En efecto, en el plano de la producción de criterios
de eficiencia, estas actividades escapan a la racionalidad econó-
mica del capital, que –recordémoslo– se basa en una concepción
esencialmente cuantitativa de la productividad. Una concep-
ción que puede ser sintetizada a través de una fórmula lapida-
ria: producir cada vez más con una menor cantidad de trabajo y
de capital, con el fin de reducir de esta manera los costos y au-
mentar, por supuesto, las ganancias. Ciertamente, este tipo de
racionalidad ha dado muestras, sin duda, de una cierta eficacia
en la producción de bienes materiales estandarizados, permi-
tiendo, durante el auge fordista, producir una masa creciente de
mercancías con cada vez menos trabajo. Es decir, con costos y
precios, incluso, decrecientes, satisfaciendo de esta manera una
cantidad relevante de necesidades, poco importa si auténticas o
superfluas. No obstante, los servicios del welfare, la ‘producción
del hombre para el hombre’, obedecen a una racionalidad pro-
ductiva completamente diferente respecto de aquella del capi-
tal. De hecho, ni la actividad del trabajo, ni el producto pueden
ser realmente estandarizados. Además, en estas actividades, la
eficacia en términos de resultados depende de toda una serie de
variables cualitativas ligadas a las comunicaciones, a la densi-
dad de las relaciones humanas, al cuidado desinteresado y, por
lo tanto, a la disponibilidad de tiempo para el otro, que la racio-
nalidad empresaria, o del new public management, sería incapaz
de integrar (salvo como costos y tiempos muertos improducti-
vos). Las tentativas de elevar la rentabilidad y la productividad
de estas actividades no puede ser, entonces, efectuada, excepto
en detrimento de su eficacia social.

• El segundo argumento, como hemos dicho, está ligado a las dis-


torsiones profundas que la aplicación del principio de la deman-
da solvente introduciría en la ubicación de los recursos y en el
38  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

derecho al acceso de estos bienes comunes, determinando una


drástica reducción de la cantidad y de la calidad de la fuerza de
trabajo. Vemos que, incluso desde este punto de vista, la lógica
del ‘devenir en renta de la ganancia’ se manifiesta en sus dos ex-
presiones principales (Vercellone, 2011):
–– el capital no desempeña funciones necesarias en la organi-
zación de la producción, que descansa sobre una coopera-
ción autónoma del trabajo;
–– la integración y la subsunción a la lógica de la mercancía y
de la ganancia de estas actividades no se traduce en el au-
mento de la satisfacción de las necesidades, sino que con-
duce a una mayor escasez.

Y aquí se abre, en nuestra opinión, una contradicción mayor: un


conflicto central entre la estrategia neoliberal de privatizacion de la ‘pro-
ducción del hombre para el hombre’ y un proyecto de sociedad alterna-
tiva, basada en la resocialización de la economía y en la reapropiación
democrática de las instituciones del welfare, siguiendo los principios de
la democracia del común (Vercellone, 2015).

Trabajo cognitivo y nuevas formas de la explotación


La segunda evolución está ligada al paso de la hegemonía de una divi-
sión técnica taylorista a una división cognitiva del trabajo que, desde un
punto de vista cualitativo y cuantitativo, se encuentra ya en el centro de
los procesos de valorizacion del capital.12 En esta mutación, es decir, en

12 Hegemonía que está también refrendada por la encuesta del año 2000 sobre las condi-
ciones de trabajo en Europa (Eurofond, 2000) realizada para la European Foudantion for
the Improvement of Living and Working Conditions. Esta encuesta muestra el modo en
el que el modelo preponderante de organización del trabajo es el modelo de organización
cognitiva, llamado Discretionary Learning Organisation (que corresponde al 39,1% de los
trabajadores asalariados en Europa), seguido por el modelo toyotista (28,2%), que podría-
mos definir como un híbrido entre la división técnica y la división cognitiva del trabajo en
las postrimerías del modelo taylorista (que representa solamente el 13,6% de la fuerza de
trabajo). Observamos, además, que los resultados de la investigación subestiman fuerte-
mente el impacto real del trabajo cognitivo para la exclusión en la muestra del sector de
Capitalismo Financiero y Comunicación 39

este tránsito de una división técnica a una división cognitiva del trabajo,
la organización productiva depende cada vez menos de la segmentación
técnica de la producción del trabajo en partes elementales y repetitivas,
caracterizadas por un débil nivel de autonomía del trabajo mismo. Se
basa, en cambio, cada vez más en la polivalencia y la complementarie-
dad de los distintos bloques del saber, que los trabajadores movilizan
colectivamente para realizar un proyecto productivo y adaptarse a una
dinámica de cambio continuo.
Notamos cómo esta evolución, ligada al crecimiento de la dimensión
cognitiva del trabajo, induce además a una doble desestabilización de los
principios canónicos que regulaban la relación salarial y los dispositivos
de control del trabajo durante el capitalismo industrial.
Por una parte, en la actividad cognitiva intensiva –donde el produc-
to del trabajo toma eminentemente una forma inmaterial– asistimos a
una rediscusión de una de las condiciones primordiales del contrato de
trabajo: la renuncia de parte de los trabajadores, a cambio del salario, a
sus reinvidicaciones sobre la propiedad del producto fruto de su trabajo.
En actividades como, por ejemplo, la investigación o la producción de
software, el trabajo no se cristaliza en un producto separado del trabaja-
dor: el producto permanece incorporado al cerebro del trabajador y, en
consecuencia, es indisociable de su persona. Este elemento contribuye,
entre otras cosas, a explicar la presión ejercida por el sistema empresa-
rial, al imponer reglas de ‘confidencialidad’ cada vez más restrictivas
respecto a los asalariados y un refuerzo de sus derechos de propiedad
intelectual, con el fin de apropiarse de los conocimientos producidos
por el trabajo y bloquear los mecanismos que permitan su circulación
(Míguez, 2012).
Por otra parte, la delimitación precisa y la unidad sincrónica del
tiempo y del lugar de la prestación laboral de los trabajadores que es-
tructuraban las normas fordistas del contrato salarial se encuentran

los servicios públicos, el tercer sector y el de empresas con menos de 10 empleados (en
las cuales se concetran las start-ups y la producción artesana intensiva del conocimiento).
40  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

profundamente modificadas. Esta desestabilización ataca, al mismo


tiempo, a los mecanismos del control del saber y a los de la extracción
de plusvalía, con los cuales el taylorismo había pretendido poder elimi-
nar casi toda duda sobre la ejecución del contrato de trabajo. De hecho,
en la medida en que el trabajo es cada vez más inmaterial y cognitivo, no
puede ser reducido a un simple gasto de energía efectuado en un tiempo
determinado (Vercellone, 2013).
Además, casi en esencia, el trabajo cognitivo es la combinación com-
pleja de una actividad intelectual de reflexión y de producción que se
efectúa tanto dentro como fuera del tiempo oficial de trabajo. En este
contexto, el capital está entonces obligado a reconocerle al trabajo una
autonomía creciente en la organización de la producción, incluso si esta
autonomía se limita a la elección de los medios para realizar los objetivos
determinados por la dirección de la empresa. El viejo dilema con rela-
ción a la ejecución del contrato de trabajo reaparece así bajo una forma
nueva. El capital se ha convertido no solo en dependiente del saber de
los asalariados, sino que también debe obtener una movilización y una
implicanción activa en el conjunto de los conocimientos y de los tiempos
de vida de los trabajadores asalariados. Esta nueva situación, ligada al
aumento en potencia de la dimensión cognitiva del trabajo, contribuye
a explicar por qué el sistema de las empresas ha impulsado dos muta-
ciones mayores en la regulación de la relación salarial: de un lado –a un
nivel macroeconómico y social–, las viejas garantías aseguradas por la
relación salarial fordista, relativas a la seguridad de empleo y protección
social, aparecen ahora como otros tantos factores de rigidez y desin-
centivación del trabajo. Se continúa con la presión de la patronal para
obtener una flexibilidad creciente de las condiciones de remuneración
del empleo. Con la finalidad de obtener, bajo la acentuación del vínculo
de la precariedad, una movilización y una implicanción activa de los
trabajadores asalariados. Estaremos, por estas razones entonces, frente
al paso del binomio ‘garantía del empleo’/‘trabajo prescrito y poco cuali-
ficado’ que caracterizaba al modelo fordista, a uno nuevo, caracterizado
por el modo en que el aumento de las cualificaciones y de la capacita-
Capitalismo Financiero y Comunicación 41

ción requeridas a los trabajadores asalariados van hoy de la mano de


la precarización del empleo y del fenómeno del ‘desclasamiento’. Con
este concepto se entiende un proceso de desvalorización creciente de las
condiciones de empleo y de las remuneraciones, respecto a la cualifica-
ción certificada mediante diplomas y a los conocimientos efectivamente
movilizados por los trabajadores en el proceso de trabajo.
La segunda mutación se refiere más concretamente a la práctica de
gestión de los recursos humanos a un nivel empresarial. En este contex-
to, como para la creación de valor, los dispositivos mismos de control del
trabajo se movilizan tanto dentro como fuera del acto productivo directo.
En cierto sentido, la prescripción del lugar de trabajo cede espacio a la
prescripción de la subjetividad y la obligatoriedad de resultados.
El trabajo, en este contexto, debe hacerse cargo de la misma obli-
gación: encontrar los medios para realizar los objetivos determinados
desde el exterior, esto es, fijados por la dirección empresarial. Es ex-
tremadamente significativo, en este sentido, que una de las formas uti-
lizadas en Francia para sintetizar la lógica del nuevo management sea
“débrouillez vous!” (¡Arréglense!). Esta lógica puede conducir a lo que se
llama el management a través del estrés –con consecuencias a menudo
dramáticas en Francia, si se piensa en el impresionante número de suici-
dios en puestos de trabajo, la punta más visible del iceberg del fenómeno
del sufrimiento psíquico laboral (De Gaulejac & Mercier, 2012).
En este contexto, los nuevos métodos de gestión del trabajo están
asociados y reforzados por la fijación de objetivos deliberadamente
irrealistas. La finalidad es la de empujar a los trabajadores a una adapta-
ción total a los objetivos de la empresa, interiorizando , al mismo tiempo,
como una culpa, la incapacidad de realizarlos plenamente. Todo esto es
completado con una batería de cuestionarios y registros contables de
sus capacidades, que se refieren a menudo a las partes más íntimas de la
subjetividad de un trabajador y crean un verdadero y propio sistema de
imposiciones paradójicas, ya sea respecto a valores éticos (por ejemplo,
la fidelidad a la dirección de la impresa versus la solidaridad relaciona-
da con colegas o clientes), como de los resultados que los trabajadores
42  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

deben obtener conciliando objetivos contradictorios, en términos de


cantidad y de calidad.
Como resultado, al mismo tiempo, se produce una individualización
de la relación salarial que ‘aliena’ la subjetividad y una desestabilización
de los equipos de trabajo que contradice los mecanismos que asegura-
rían las formas más eficaces de organización del trabajo cognitivo. Tene-
mos aquí, además, otra expresión de la contradicción entre la lógica del
capitalismo cognitivo y la de una economía basada en el conocimiento.

Cercamientos del saber y disociación entre la lógica del valor y la


lógica de la riqueza: otra manifestación clave del devenir en renta de
la ganancia
La tercera evolución se refiere al modo en el que el capitalismo cognitivo
va de la mano de una formidable extensión y refuerzo del sistema de
derechos de propiedad intelectual y, en particular, de las patentes.
Un boom en el proceso de ‘patentar’ que, a partir de los años ochenta,
marca una ruptura radical respecto al trend histórico del número de
patents filings. Por ejemplo, en los eeuu el número de patents filings pasó,
de una media de 90.000 al año en 1960, a 345.000 en los años noventa,
para experimentar un nuevo salto en la primera década del siglo xxi
(482.871 en 2009, 501.162 en 2013).13
La primera está relacionada con el encuentro entre las ciencias de la
información y las ciencias de la vida, que abre nuevas formas de privati-
zación del conocimiento, con la condición de volver a poner en cuestión
los límites tradicionales entre el descubrimiento y la invención o entre
la investigación básica y la aplicada.14

13 En Europa las demandas presentadas frente al European Patent Register (5000 en 1978)
pasan a ser cerca de 120.00 en 2003.
14 En el capitalismo industrial el sistema de patentes exigía que una ‘invención’ no debía
tratar de conocimientos de la naturaleza y sus leyes (por ejemplo, descubrimiento de un
gen o una bacteria), sino de artefactos industriales inscritos en un dispositivo técnico del
cual había que probar su carácter innovador. En el capitalismo cognitivo estas fronteras
se quiebran, en la búsqueda cada vez más de una ampliación de los campos de protección
respecto a la propiedad intelectual para el capitalista.
Capitalismo Financiero y Comunicación 43

La segunda razon concierne el modo en que los bienes inmateriales


y materiales, con alto valor cognoscitivo, se basan ahora en un tiempo de
trabajo necesario para una producción muy breve. Se corre así el riesgo
de llegar a la drástica reducción del valor monetario de la produccion
y, en consecuencia, de la ganacia asociada. Con el desarrollo de la eco-
nomía inmaterial y de la automatización informática de la producción,
estamos muy cerca de la tendencia descrita por Marx en el fragmento
sobre las máquinas, cuando subraya cómo “En la medida en que el tra-
bajo en su forma directa ha dejado de ser la gran fuente de la riqueza, el
tiempo de trabajo cesa, y debe cesar para ser su medida, y, por ello, el
valor de cambio (debe cesar de ser la medida) del valor de uso”. (Marx,
Grundrisse, 1977, p. 117).
En este cuadro, la estrategia buscada por el capital es extender y
profundizar en los derechos de propiedad intelectual, con el fin de in-
crementar artificialmente los precios y de extraer rentas monopolísticas.
La defensa de este proceso de privatizacion del conocimiento por
parte de los grandes oligopolios del captalismo cognitivo se fundamenta
en el argumento según el cual la base del coste es fija y se encuentra en la
producción de la primera unidad y depende de las inversiones privadas
en r&d realizadas por las empresas. En resumen, la formidable consoli-
dación del sistema de dpi producido bajo el capitalismo cognitivo sería
un “mal necesario” para estimular la producción del conocimiento y la
innovación.
Al contrario de lo que afirman los grandes lobbies de la industria y
sus economistas orgánicos, en realidad puede que se trate de un “mal
inútil” sin efectos positivos sobre una dinámica de la innovación radical
que, de todos modos, hubiese tenido lugar. Pero, en la mayoría de los
casos, este “mal inútil” produce efectos eminentemente dañinos para
el conjunto de la economía y de la sociedad, trabando el proceso de cir-
culación de los conocimientos y de la innovación.
Tres argumentos principales, documentados por una amplia litera-
tura, confirman este diagnóstico y permiten contradecir la argumenta-
ción de los lobbies del capitalismo cognitivo. En síntesis:
44  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

• La explosión de la demanda de patentes producida desde los


años ochenta no se tradujo, en comparación con las tendencias
anteriores, en un alza del crecimiento de la productividad glo-
bal de factores, a pesar de ser considerada por los economistas
como el principal indicador del progreso técnico (Boldrin &
Levine, 2008; Vercellone et al., 2015). En este sentido, podemos
afirmar que nos encontramos inmersos en una verdadera ‘bur-
buja especulativa de las patentes’, sin que los indicadores de de-
sarrollo de la economía real tengan alguna respuesta. De ahí, la
relación estrecha entre el crecimiento del capital inmaterial y
ficticio que alimenta los ciclos de la especulación financiera.

• La reducción de los criterios cualitativos necesarios para obte-


ner una patente y el cuestionamiento de la distinción entre des-
cubrimiento e invento han llevado a una auténtica tragedia de
‘anti comunes del conocimiento’,15 ligada a un exceso de priva-
tizaciones a través del abuso de los derechos de propiedad inte-
lectual. Como lo reconoce un número creciente de observadores,
incluso defensores del actual sistema de dpi, esta situatión se
traduce en una desaceleración del ritmo de creación de nuevos
saberes, el deterioro de la calidad de las patentes y la formación
de posiciones dominantes que tienen efectos anti-competitivos
y penalizan a los consumidores (Commissariat Général au Plan,
2002; Lallement, 2007 & 2008).

• La jurisprudencia que, desde los años ochenta en los Estados


Unidos, permitió y reforzó la protección de patentes de software,
hizo disminuir la innovación. Aún más, se concretó en un ocaso
de la inversión en Investigación y Desarrollo en las industrias

15 Este concepto ha sido desarrollado por Michael A. Heller (1998) y ha encontrado uno
de sus primeros campos de aplicación en el análisis de los efectos de las patentes en la
investigación biomédica (Heller & Eisenberg, 1998).
Capitalismo Financiero y Comunicación 45

y las firmas que más patentes registraban (Bessen & Maskin,


2000). Asimismo, en la industria farmacéutica, la razón princi-
pal que llevó a pedir una mayor protección estuvó en realidad
vinculada a una bajada del ritmo de la innovación. El rol princi-
pal de la patente solamente es, en definitiva, el de prolongar las
rentas de monopolios por el aumento de los costos de la imita-
ción (Gagnon, 2015).

Y podemos continuar con muchos otros ejemplos sobre los efectos


perversos de los sistemas de patentes.
En este espacio, lo que hemos descrito es suficiente para constatar
que esta estrategia de refuerzo de los derechos de propiedad intelec-
tual corresponde a una lógica que, por cierto, contradice los principios
mismos sobre los cuales los padres fundadores de la economía política
habían justificado la propiedad privada como un instrumento de lucha
contra la escasez. Es ahora, entonces, la misma creación de la propiedad
–en particular, de la propiedad inmaterial– la que genera escasez. Se trata
de lo que Marx, incluso Ricardo, calificarían como una modalidad para
mantener la supremacía artificial del valor de cambio contra la rique-
za; riqueza que se basa en la abundancia en valores de uso y, en última
instancia, en la gratuidad. Tenemos aquí una de las manifestaciones
esenciales de esta disociación entre la lógica del valor y la de la riqueza
que caracteriza al capitalismo cognitivo.
Finalmente, es necesario observar que la lógica de la privatización
del saber se opone, incluso desde un punto de vista extremadamente
económico, a las condiciones susceptibles de garantizar los mecanismos
sociales más eficaces de la investigación y de la producción de nuevas
ideas y conocimientos.
Para comprender este nudo crucial, basta recordar el modo en el
cual el conocimiento tiene propiedades particulares, propiedades que
lo diferencian de otros tipos de bienes materiales. Estas propiedades
corresponden a aquello que en la teoría económica llamamos el ‘carácter
no rival ni excluyente’ y acumulativo del conocimiento. Dicho en otros
46  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

términos, el conocimiento, a diferencia de un bien material, no se des-


truye en el acto del consumo, lo que significa que cualquiera puede uti-
lizarlo, libremente y al mismo tiempo, sin privar al otro de la posibilidad
de usarlo.
Pero no es todo: el conocimiento no solo no se destruye con su uso,
sino que se enriquece cuando circula libremente. Esto en la misma me-
dida en que cada nuevo conocimiento nace de uno anterior, siguiendo
un proceso acumulativo que genera, a un nivel dinámico, rendimientos
sociales crecientes.
El conocimiento pertenece, en fin, a una economía abundante que
se opone a los postulados de la escasez y de la apropiación privada sobre
la base de toda teoría neoclásica. Por estas razones, la privatización del
conocimiento solo es realizable a través de la construcción de barreras
artificiales al acceso y de una compartimentación de las actividades de
investigación –que contradice las dos reglas fundamentales que, como
recuerda Paul David (2000), aseguran la eficiencia de la producción de
nuevas ideas: en primer lugar, la cooperación de todos aquellos que in-
vestigan la solución de un mismo problema; y, en segundo lugar, una vez
que el problema haya sido resuelto, el libre uso colectivo de sus aplicacio-
nes, lo que permite crear a su vez nuevos conocimientos; y así repetida-
mente. Esto explica por qué la tentativa de transformar el conocimiento
en un capital, en una mercancía ficticia, genera una situación paradójica,
una situación en la cual, cuanto más aumenta artificialmente el valor de
cambio del conocimiento, más disminuye su valor de uso social, en razón
de su privatización y de su propia rareza (Gorz, 2004).
Una última manifestación, pero no menos importante: la crisis de
racionalidad de la ley del valor, que expresa la dinámica del capitalis-
mo cognitivo, no consiste solo en crear escasez artificial de recursos de
por sí abundantes y gratuitos. También se expresa en la aceleración de
una lógica de depredación y enrarecimiento de los recursos naturales
no renovables.
De hecho, el capitalismo cognitivo no suprime la lógica producti-
va del capitalismo industrial. La re-articula, sobre todo gracias a una
Capitalismo Financiero y Comunicación 47

subordinación de la ciencia al capital, que plantea –como en el caso de


los ogm– el uso de las nuevas tecnologías al servicio de una estrategia
de estandarización y transformación mercantil de lo viviente, que acen-
túa los riesgos de destrucción de la biodiversidad y de desestabilización
ecológica del planeta.
En conclusión, aunque nos referimos a la organización del trabajo,
a las instituciones del Welfare-State, al papel de la propiedad intelectual
o de la crisis ecológica, existe una incompatibilidad, una contradicción
fundamental entre la lógica del capitalismo cognitivo y la lógica de una
economía social basada en el conocimiento y la producción colectiva
del hombre para el hombre –una economía que contiene, en su base,
la negación potencial de la economía capitalista y la posibilidad de su
superación.

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Trabajo y plustrabajo en la sociedad del
conocimiento. Algunas evidencias desde los
procesos de financiarización de la economía16
Francesco Maniglio17

Introducción

La financiarización de la economía es la caza feroz de cualquier aspecto


de la naturaleza, de la sociedad y de las personas que pueda ser traduci-
do en capital (Gallino, 2012). En una definición amplia, “financiarización
significa el creciente papel de los motivos financieros, los mercados fi-
nancieros, los actores financieros y las instituciones financieras en el

16 El presente trabajo fue patrocinado por el proyecto Prometeo de la Secretaría de


Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) de la República del
Ecuador.
17 Un agradecimiento especial para Rosimeire Barboza da Silva por sus clases sobre
Jacques Lacan y los posibles usos del concepto de latencia en el campo de la teoría crítica
del conocimiento.
52  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

funcionamiento de las economías nacionales e internacionales” (Epstein,


2005, p.3). Aunque bajo hipótesis diferentes,18 también Arrighi (2003)
describe cómo la forma histórica del capital financiero es, en efecto, la
forma más flexible del capital; su campo de actuación no se limita al sec-
tor financiero, sino que interviene prepotentemente en las transforma-
ciones del conjunto de las empresas. El proceso de financiarización no
concierne solo a las corporaciones financieras, por ello hemos decidido
hablar en términos de ‘forma financiera del capital’, en tanto que forma
transversal a las relaciones sociales en su conjunto.

El capital no es ninguna cosa, al igual que el dinero no lo es. En el capi-


tal, como en el dinero, determinadas relaciones de producción sociales
entre personas se presentan como relaciones entre cosas y personas, o
determinadas relaciones sociales aparecen como cualidades sociales
que ciertas cosas tienen por naturaleza (Marx, 2009, p.34).

Siguiendo a Marx, estamos convencidos de que el capital es una re-


lación social. Es por esto que la financiarización de la economía, como
proceso inminentemente capitalista, no se refiere “solo a un cambio en
los equilibrios de poder entre clases que genera volatilidad económica,
sino también a una re-constitución de nuestra compresión de clase
(en tanto que categoría económica formal) y de las relaciones de clase”
(Bryan, Martin & Rafferty, 2009, p.459).
La cuestión es, in primis, teórica y se basa en la hipótesis de la nece-
sidad del capital de incluir en la forma mercancía las nuevas actividades
de la vida social y, entre estas, los conocimientos. De este modo, lo que
entendemos como producción lingüística, inmaterial o cognitiva es lo
que, históricamente, se ha ido estableciendo como factor fundamental

18 En Il lungo XX secolo, Arrighi describe el funcionamiento de cuatros ciclos sistémicos


de acumulación del capital en la historia, analizando cada ciclo según un movimiento de
oposición entre dos fases: la primera de expansión material (hegemonía sistémica); la se-
gunda de expansión financiera (dominio sistémico). En los últimos cuarenta años, hemos
sido testigos de una fase de expansión financiera (dominio anglo-estadounidense).
Capitalismo Financiero y Comunicación 53

de la reproducción social para la puesta en valor de la sociedad en su


matriz financiera. Hablamos, pues, de la formación de una economía
fundada sobre el conocimiento, enmarcada y subsumida en las leyes de
acumulación del capital que responden a un orden (de valor) primaria-
mente financiero. Los procesos de valorización financiera de la mercan-
cía-conocimiento –[M(k)]: [D - C.. M(k) ..C’- D’ < C - M(k) ... M(D) - M(D)’...
M(k)’ - C’]– modifican, de un lado, la forma de producción y regulación
salarial y, de otro lado, a las formas de circulación y acumulación del
capital mismo. Investigar los procesos de valorización del conocimiento
nos permite avanzar hacia una crítica de las nuevas teorías liberales, em-
pezando por la noción dominante de knowledge-based economy, porque
distinguimos históricamente entre la valorización de las formas mer-
cancía-conocimiento y los procesos de financiarización de la economía.
Nuestra hipótesis considera que, en este marco de transformacio-
nes económicas –que podemos denominar de financiarización en tanto
que proceso–, el capitalismo sigue siendo sustantivo al constituir una
invariante histórica, o sea, de la acumulación como propulsor de la ga-
nancia y de las diferentes relaciones de trabajo sobre las que se perpetúa
la extracción de plusvalía. En efecto “el producto del proceso de produc-
ción capitalista no es ni un mero producto (valor de uso), ni una mera
mercancía, es decir, un producto que tiene valor de cambio; su producto
específico es la plusvalía” (Marx, 2009, p.33). La difusión de las formas
mercancía-conocimiento precisan tanto de la explotación del trabajo
(mecanismos político-sociales) y de captura del valor social (mecanis-
mos político-financieros), como de nuevas formas de propiedad y control
(mecanismos político-normativos), sobre las cuales se construyen las
bases de la acumulación del capital.
En esta aportación, presentamos una reflexión marxista sobre la
transformación del trabajo y el desarrollo de la sociedad del conocimien-
to como dos procesos complementarios en la lógica de la subsunción al
capital en su matriz financiera. Este enfoque responde a tres cuestiones
principales.
54  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

La primera cuestión es teórica, y se basa sobre la hipótesis de la


implementación de mecanismos financieros, como necesidad continua
del capital de incluir en las formas mercancías todas las actividades de
la vida social, como en las formas mercancías-conocimientos.
La segunda cuestión, de carácter histórico, sugiere problematizar
el desarrollo de la economía del conocimiento y las transformaciones
de los sistemas de educación superior como procesos neurálgicos para
la valorización financiera del capital.
La tercera cuestión es política, y responde a la necesidad de enfren-
tar la financiarización de la economía desde la materialidad del trabajo
y la valorización de la fuerza-trabajo desde la perspectiva de la desigual-
dad de clase.

El valor financiero de las formas


mercancía-conocimiento

El valor político de los knowledge rent

Con el desarrollo normativo de la economía financiera, hemos sido


testigos de cómo las formas históricas de las mercancías-conocimien-
to han sido valorizadas cada vez más por medios de rentas financieras
(knowledge-rent). Las políticas para la consolidación de la economía del
conocimiento han garantizado un cuadro normativo en línea con los
principios de acumulación financiera: el riesgo se mueve cada vez más
hacia el sector público y el sector privado recibe los beneficiosos inte-
reses –que residen en la explotación de la riqueza que se encuentra más
allá de los muros de las empresas.
En este sentido, el poder político de los knowledge-rent hay que en-
tenderlo de acuerdo con las palabras de Stiglitz, cuando afirma que el
Banco Mundial ha pasado de ser un banco que financia proyectos de
infraestructuras a lo que él llama Knowledge Bank.
Capitalismo Financiero y Comunicación 55

We now see economic development as less like the construction busi-


ness and more like education in the broad and comprehensive sense
that covers, knowledge, institutions and culture (Stiglitz, 1999, p.2).

Stiglitz subraya el poder único del que los gobiernos gozan, no solo
al nivel de inversión en las infraestructuras, en la medición y control de
la formación, sino en todo el proceso de regulación de los flujos de capi-
tales/conocimientos. En esta demarcación reside el poder político de los
gobiernos: operar para que los flujos de conocimiento, una vez integra-
dos materialmente o codificados –como en el aprendizaje o en procesos
y aplicaciones–, se vuelvan costosos. Las corporaciones, en efecto, piden
la protección jurídica de los conocimientos que utilizan para obtener
beneficios, justificándose con el hecho de que, de otro modo, no tendrían
ningún incentivo para invertir. Si tomamos como ejemplo los sistemas
educativos nacionales, podemos observar cómo, a pesar de la reciente
ola de reformas en la educación,19 la provisión estatal sigue siendo una
forma dominante en la organización del conocimiento.
Los procesos de valorización de las formas mercancía-conocimiento
constituyen unas nuevas enclosures, crean una nueva forma de rentismo
y de capital rentista. Los resultados presentados por Epstein y Jayadev
(2005)20 muestran, tanto en términos nominales como en términos ajus-
tados a la inflación, que los ingresos de los rentistas aumentaron drás-
ticamente en la década de los sesenta, setenta y noventa. Los autores

19 Por ejemplo, la Private Finance Initiative (pfi) en el Reino Unido; la Ley Orgánica de
Universidades (lou) o Ley Orgánica 6/2001, ley española promulgada el 21 de diciembre de
2001 por el segundo gobierno de José María Aznar; la nueva reforma Gelmini en Italia, con
la cual se reafirma la desestructuración de la educación pública y la plena convergencia
con el sector privado (ley it-133/2008).
20 El análisis de Epstein y Jayadev sugiere que los ingresos de los rentistas aumentan
cuando las tasas de interés reales aumentan; estos son reforzados por la liberalización
financiera y la apertura económica; y los rentistas tienden a perder cuando el trabajo es
políticamente más sindicalizado. Dado que la financiarización paga a la clase rentistas, se
puede suponer que los rentistas promueven políticas que incrementen sus intereses de
fondo (Epstein, 2005, p. 67).
56  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

identifican, de esta forma, la estrecha relación de la financiarización de


la economía con las políticas neoliberales de las últimas cuatro décadas.21
Este es el contexto en el que discutimos la aparición de nuevas for-
mas de rentas, propias de una sociedad capitalista cada vez más carac-
terizada por la difusión del conocimiento científico. Estamos hablando
de formas de rentas garantizadas directamente por el Estado y que no
dependen exclusivamente del sector y las actividades financieras. Con el
desarrollo de la economía del conocimiento y de la información, hemos
sido testigos de los efectos de la revolución conservadora teorizada por
Hayek, experimentando el ataque y el cambio de orden en la provisión,
la financiación y la regulación estatal. Sin embargo, el Estado no se de-
bilita, sino que parece asumir un papel aún más estratégico en tanto que
stakeholder de sus ciudadanos, porque las condiciones de la formación y
de la reproducción de fuerza-trabajo devienen productivas. Mazzucato
(2014) analiza propiamente la manera en que el Estado sigue siendo el
principal actor en el proceso de acumulación de conocimiento y, por
ende, en el desarrollo de la industria con alto valor agregado.
Estos aspectos no están presentes en las tradicionales formula-
ciones sobre el ‘capital monopolista de Estado’ (Baran & Sweezy, 1988):
hablamos pues de las formas de reproducción de la medida del valor
(mecanismos pedagógicos) y de la necesidad de los monopolios rentistas
de ser garantizados por el Estado. En las últimas tres décadas, y al con-
trario de las tesis sobre el ‘Estado’ mínimo, ha crecido enormemente la
importancia de las políticas de los Estados para garantizar la producción
y reproducción de mercancías que dependen de la aplicación sistémica
del conocimiento.22
Contrariamente a las tesis de Teixeira y Rotta (2012), los knowled-
ge-rent no pueden ser explicados como la dimensión financiera de la

21 No obstante, los mismos autores admiten que estos resultados son parciales, en cuanto
que hay que ampliar la noción de ingresos de los rentistas para incluir los beneficios de las
corporaciones no financieras que vienen de las actividades financieras.
22 Para un análisis más amplio sobre los aspectos históricos de la conformación de la
economía del conocimiento cfr. Maniglio, 2016.
Capitalismo Financiero y Comunicación 57

autonomización del capital, porque no es cierto que las formas sociales


del capitalismo se estén volviendo independientes de sus propias bases
sociales. El equívoco teórico es pensar que los knowledge-rent sean los
únicos mecanismos de valorización financiera de la mercancía-cono-
cimiento, cuando ya sabemos de sobra que el software open y el acceso
free está en el centro de modelos de business mainstream (como los de
ibm, Alphabet, etc.).
En definitiva, (1) los knowledge-rent son mecanismos que intervie-
nen para que la mercancía-conocimiento se valorice según un carácter
exclusivo (debe de estar vetado a ciertos usuarios). En este caso, son
funcionales a la valorización financiera de las mercancías-conocimien-
to, porque generan un proceso-fetiche en el cual el valor de cambio del
conocimiento aumenta artificialmente, pero su valor de uso social dis-
minuye en razón de su privatización y de su escasez.

La producción de conocimiento deviene la oportunidad principal de


valorización del capital. En esta transición [del capitalismo industrial
al capitalismo cognitivo] la parte del capital inmaterial e intelectual,
definida por la proporción de trabajadores del conocimiento (“knowle-
dge workers”) y de las actividades con alta intensidad en saber (servi-
cios informáticos, I+D, enseñanza, formación, sanidad, multimedia,
software,...) es cada vez más la variable clave del crecimiento y de la
competitividad de las naciones (Vercellone, 2002, p. 14).

El valor financiero de los knowledge-rent se garantiza según me-


canismos políticos y, sobre todo, es directamente valor político. El
desarrollo de la economía del conocimiento nos demuestra cómo las
participaciones en el mercado de acciones por parte de inversores ins-
titucionales (los Estados) han influido radicalmente en los procesos de
governance del conocimiento, mientras los stakeholders institucionales
y el management expresan convergencias y conflictos en intereses y obje-
tivos. Hablar de valor político de los knowledge-rent amplía la noción de
la ‘clase rentista’, de manera que podamos captar mejor su importancia
58  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

estratégica en las economías capitalistas contemporáneas.23 Nos ayuda-


ría a comprender cómo los knowledge-rent son importantes mecanismos
de división internacional del conocimiento, del trabajo y de la riqueza
porque determinan las bases de las nuevas dependencias, y esto no solo
en términos políticos, sino económicos y sociales.
Pero no es solo esto, (2) los knowledge-rent son mecanismos que
intervienen para que la mercancía-conocimiento se valorice también
según un carácter no exclusivo.24 Pensemos en los monopolios digitales
–como Alphabet, Facebook o Twitter– que capturan (indexan) el flujo de
información viva, para transformarlo en tiempos pedagógicos, en modos
de vida (Einav & Levin, 2014).

No es suficiente afirmar que el capitalismo de hoy es un capitalismo


cognitivo, o sea que valoriza y organiza el conocimiento y las informa-
ciones producidas por el trabajo de una multitud global subyugada a
una cadena de montaje numérica y a un dispositivo digital. El capitalis-

23 Es interesante observar el caso del gobierno de Ecuador, que ha promulgado en 2016


una ley para intentar disputar el sentido político de la forma knowlegde rent, como arma
de lucha social (garantizada por el Estado) contra la clase rentista transnacional del co-
nocimiento. Los objetivos de la intervención pública que se quieren llevar a cabo con el
aporte del Código de Economía Social de los Conocimientos, la Creatividad y la Innovación
(Código-ingenios) representan, en este contexto histórico, las estrategias para la capitali-
zación del conocimiento, para la desterritorialización de la información y la tecnologiza-
ción de la educación (Peters, 2003) del Gobierno de Ecuador. La constitución de principios
diferentes (sociales) sobre los cuales calcular la garantía de la renta no elude la puesta
en valor de las formas mercancía-conocimiento, sino que las valoriza según su función
social, es decir, como garantía de rentas sociales futuras. No hablamos en términos de
capital-dinero, hablamos de renta en términos de capital cultural, de capital social, de
capital relacional. Pero, y sobre todo, hablamos de un intento de lucha política para que
las rentas no sean tan miserables con la base social: una lucha en contra de la desigualdad.
24 El software open y el acceso free está en el centro de modelos de business mainstream,
como los de ibm o Google. El éxito de Google, generoso dispensador de informaciones
y servicios gratuitos, representa al mismo tiempo un dispositivo formidable para hacer
pagar muchos otros productos: “la naturaleza de los servicios ofrecidos por Google es tal
que los millones de usuarios que los disfrutan al mismo tiempo forman una mano de obra
gratuita para la sociedad de Mountian View: cada búsqueda ayuda a mejorar los algoritmos
y a afinar los targets” (Formenti, 2011, p. 17).
Capitalismo Financiero y Comunicación 59

mo ha desarrollado formas de inteligencia autónoma y de escala supe-


rior. Se tiene que decir: el capital mismo piensa (Pasquinelli, 2014, p. 9).

La sociedad de los metadatos no se puede considerar como una


simple extensión de la sociedad de control: lo que deviene estratégico
no es simplemente el conocimiento posicional de una persona (los da-
tos), sino las tendencias generales de los modos de vida (los metadatos)
(Pasquinelli, 2014).

La expansión y profundización históricas del intercambio desarrollan


la antítesis, latente en la naturaleza de la mercancía, entre valor de uso
y valor (Marx, 1981, I, p. 106).

En este sentido, la financiarización de la economía se fundamenta


sobre procesos de ‘valorización latentes’ de todos los aspectos de la na-
turaleza, de la sociedad y de las personas que puedan (en potencia) ser
traducidos en plusvalía. Los procesos de extracción de plusvalía no se
pueden identificar solo con los resultados del proceso de producción
inmediato.25
Hablamos pues de una ‘economía de la latencia’ como resultado de
los procesos pedagógicos y políticos (y que, como tales, son mediados),
que intervienen tanto en el proceso de producción (en la definición
de los tiempos del conocimiento socialmente acumulado), como en el
proceso de reproducción (en los procesos de socialización primaria):
la extracción de plusvalía se constituye sobre la puesta en valor de los
tiempos sociales de nuestra existencia. Esto significa que el valor latente
no es más que el tiempo mismo de su ser. Y las tecnologías de la finan-
ciarización son dispositivos de valorización del tiempo par excellence.

25 Cfr. (Marx, 2009).


60  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

La financiarización de la empresa-universidad

Las universidades, en particular, son instituciones que construyen los


tiempos sociales que participan en la producción y reproducción eco-
nómica y social (mecanismos pedagógicos). Como todo el sistema de for-
mación, son instituciones estratégicas para la definición de las formas
mercancía-conocimiento (mecanismos políticos normativos), la valori-
zación de las formas concretas mercancía-conocimientos (mecanismos
político-financieros), la valorización de la fuerza-trabajo (mecanismos
político-sociales).26 Estas funciones encarnan al mismo tiempo lógicas
diferentes en el procesos de financiarización de la empresa universidad.
En primer lugar, las empresas-universidades miran a la reducción
de los costes, a la centralización de la coordinación y el control de los
procesos, a la reducción de la autonomía de los agentes. Son estas las
transformaciones que están en fuerte conexión con el proceso de finan-
ciarización. Se observa una clara gestión finance-oriented y value-based
en las transformaciones de la gobernanza académica. Esto ha significado
“la externalización de los puestos no académicos (servicios del campus,
tic, marketing), la flexibilización de la instrucción rutinaria, seguida
de la creación de una clase de trabajadores permanentes-estables con
contratos de breve duración y de la preservación de un reducido núcleo
de trabajadores a tiempo completo que resultan cruciales en la confor-
mación del logo y el prestigio de la universidad” (Edu-factory, 2010, p. 68).
En segundo lugar, las empresas-universidades han debido asumir
el modelo de quasi-market: por un lado, externalizando las ramas de los
servicios de las universidades (deslocalización de las grandes empresas
a los lugares de menor coste, la externalización selectiva de los servicios),

26 Pensemos en el papel de las empresas-universidades para generar la demanda laboral


de trabajadores más cualificados, para extender la movilidad internacional y el control
de los flujos migratorios, para flexibilizar la fuerza-trabajo con la ampliación de los ciclos
formativos y la posibilidad de extensión y ramificación a nivel transnacional. Son estos
los mecanismos político-sociales a los que nos estamos refiriendo.
Capitalismo Financiero y Comunicación 61

por otro lado, se centraliza el control debido al compromiso interesado


de los gobiernos nacionales (inversores) que financian los sistemas de
educación pública y definen las medidas de control (los accesos) para
asegurar dichas inversiones.
En tercer lugar, hablar de financiarización de la empresa-univer-
sidad nos debe situar en un proceso más amplio y complejo respecto a
los aspectos estrictamente organizativos, porque implica la migración
de cierta mentalidad laboral y de las costumbres académicas hacia los
campus corporativos, como parte de aquel proceso epistemológico que
se observa con la yuxtaposición de la valorización académica con la valo-
rización económica. Hace más de tres décadas que empezó la progresiva
disolución de la línea divisoria entre financiación pública y privada. Con
las leyes de incentivos, las grandes corporaciones empiezan concreta-
mente a participar de los procesos de gobernanza de las instituciones
universitarias y, con esto, de la posibilidad de determinar los límites
epistemológicos del conocimiento y sus representaciones (las formas
del valor). Estamos hablando de relaciones de trabajo en los que los tra-
bajadores asumen los riesgos de la puesta en valor de las competencias,
donde hay una frenética búsqueda de output (financiación, patentes,
publicaciones, etc.) para nuevas formas de mercados que generalmen-
te se traducen en nociones comunes como transferencia tecnológica,
expansión del comercio internacional, proceso de democratización po-
lítico-social.

Economía del Conocimiento y valorización de las formas


mercancía-trabajo/conocimiento

Investigar la relación entre conocimiento corporativo y medidas cognitivas


significa, de hecho, indagar en los mecanismos de acumulación y repro-
ducción del capital: los mecanismos políticos (government finance y cog-
nitive governance) y las nuevas características económico-sociales (mer-
cado de trabajo-inclusión diferencial) de la sociedad del conocimiento.
62  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Estos mecanismos continúan actuando bajo las leyes de la economía


política clásica, transformando el sistema educativo y del conocimien-
to en empresas financieras adeptas a la producción de escasez, en una
situación en la que existe una abundancia y una riqueza potencial.

Medidas cognitivas

La imposición de medidas cognitivas27 en los sistemas de educación su-


perior (y educativos en general) es fundamental en este proceso, porque
cuantificando la producción y controlando los flujos (codificaciones) de
conocimiento, mediante sistemas de monitoreo de entrada (test, stan-
dards, selectividades) y continuos (con el sistema de créditos o las cate-
gorías específicas del capital humano y social), se permite la valorización
de las formas mercancía-trabajo/conocimiento.

27 En el caso de la ue se pueden identificar en: (1) planes de estudios comunes para la in-
ternacionalización, formateo y extensión de las competencias básicas curriculares; (2) un
desclasamiento continuo de saberes con la multiplicación de licenciaturas y titulaciones;
(3) el aumento de los años de formación superior, favoreciendo así nuevas financiaciones
para la empresa-universidad, la formación de deuda pedagógica y la precarización de los
estudiantes/investigadores. Las reformas universitarias que se han sucedido en la ue desde
1995 se han basado en el modelo anglosajón y han ido estructurando los planes de estudios
de la educación superior (isced 5-6-7-8) en tres ciclos de enseñanza. Estos tres ciclos se
miden y cuantifican por ects (European Credit Accumulation and Transfer System), es decir,
por carga de trabajo (como módulos, unidades de un curso, disertaciones, prácticas de
trabajo y de laboratorio) que han de realizar los estudiantes para alcanzar los resultados
de aprendizaje en un contexto formal. Generalmente, el primer ciclo (de 180 a 240 crédi-
tos), indicado con el nombre de bachelor, tiene una duración de tres años y representa un
curso “profesionalizante”, mientras que el segundo ciclo, generalmente de dos años, se
denomina ‘máster’ de primer nivel (60 a 120 créditos) y es un curso de especialización. El
tercer ciclo, compuesto por un ‘máster’ (segundo nivel) y un curso de doctorado, aún no
está totalmente armonizado dentro del eees (Espacio Europeo de Educación Superior).
En el bachelor, estructurado para la enseñanza de una profesión, se busca obtener una
especialización en cada sector en un tiempo relativamente breve: considerando la cantidad
de conocimiento en continua acumulación, se configura como un proceso de control que
garantiza la especialización y selección tecnocrática respecto a las finalidades operativas
y laborales. El máster o el professional degree son cursos que, en un nivel más alto, tienen
que garantizar la formación de competencias no inmediatamente transmisibles.
Capitalismo Financiero y Comunicación 63

Cuando el saber se conforma como medio de producción central, el


problema para el capital es su medida. ‘Capitalismo cognitivo’ (Verce-
llone, 2006) significa también cognitivización de la medida, o sea, con-
tinua imposición artificial de una unidad de medición para convertir
el saber vivo en saber abstracto (desde el copyright a las patentes, a
los créditos, desde la acumulación de capital social y humano a la refe-
rence economy para los investigadores y los estudiantes). Estas sirven
también para medir el valor de sendas instituciones en la jerarquía de
las universidades. Hoy, entonces, la universidad-empresa funciona a
través de la renta y la captura de los procesos de cooperación. Desde
este punto de vista, es paradigmática del capitalismo contemporáneo
(Roggero & De Nicola, 2008).28

La valorización de las formas mercancía-trabajo/conocimiento no


se limita solo con los mecanismos de knowledge-rent. Por ejemplo, un
estudiante de la ue dentro del eees (Espacio Europeo de Educación Su-
perior), terminado el primer ciclo, tiene la capacidad de producir com-
petencias codificadas dentro de los procesos de trabajo, que las tic –por
ejemplo– pueden difundir. En este caso, es el mercado del trabajo el que
determina el valor de estas competencias y, por ende, cómo pueden ser
utilizadas, recicladas y desechadas (pues siempre habrá alguien que
pueda utilizar las mismas competencias, por el hecho de que estas son
fácilmente intercambiables). Mientras tanto, quien decide continuar en
el proceso de selección entra en posesión de unas competencias “táci-
tas” (o latentes), o sea, que no son inmediatamente intercambiables a
través de las tic, sino que requieren del trabajador para ser utilizables
(Fumagalli, 2004).
El sistema ects permite extender dentro del eees las competen-
cias codificadas de los estudiantes (primer ciclo), aumentando, bajo el
lema de la movilidad, el número potencial de trabajadores por tareas
(aumento del capital humano), cara oculta del aumento de la precariza-
ción de los estudiantes/trabajadores. De la misma forma, la constitución

28 Traducción del autor.


64  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

del eees –que se propone el objetivo de crear una Europa más compe-
titiva y atractiva para los europeos y los extracomunitarios, gracias a
la promoción de la movilidad, con el reconocimiento de los títulos– en
realidad permite a las empresas extender el campo de selección de los
trabajadores de altas competencias (segundo y tercer ciclo), adquiriendo
mayores ventajas comparativas y flexibilidad en los procesos de selec-
ción respecto a los objetivos de la empresa.

Riesgos cognitivos y derivados financieros

Derivative markets shape the dimension of abstract risk, imposing


commensurability upon different concrete risks and establishing an
objective measurement for them (LiPuma & Lee, 2004). The multidi-
mensionality of the latter is thus reduced to a single level. The process
of financialization is indeed incomplete in the absence of derivatives.
They are thus not the “wild beast” of speculation but a fundamental
prerequisite for contemporary organization of social power relations
(Sotiropoulos & Lapatsioras, 2014, p. 96).

La valorización financiera de las formas mercancía-trabajo/conocimien-


to es posible gracias al mercado de derivados, en cuanto los procesos
pedagógicos y formativos implican una infinita variedad de riesgos con-
cretos. Mientras que en los resultados de proceso de producción inme-
diata la relación de poder capitalista tiene un objetivo único (ganancia/
salario), los derivados de esta (riesgos) son múltiples y heterogéneos. Es
por esto que en los procesos pedagógicos y formativos los riesgos cogniti-
vos se transforman en derivados financieros. Los derivados financieros
devienen instrumentos fundamentales para la valorización de las for-
mas mercancía-conocimiento, en tanto que asocian la ‘normalización
y las bases del riesgo con la organización de la relaciones sociales’, o
sea, convierten a diferentes tipos de riesgo en dimensiones singulares
(Sotiropoulos & Lapatsioras, 2014).
Capitalismo Financiero y Comunicación 65

La calidad resulta ser un elemento clave para la normalización de


la base del riesgo pedagógico-formativo. Es uno de los objetivos del eees
(Kettunen, 2008), por cuanto se define como un mecanismo de valoriza-
ción (selección, medición y control) del conocimiento. La intención es la
de crear unos criterios y unas medidas que sean garantía de las inversio-
nes y permitan controlar de forma más orgánica el cuadro del eees que,
compuesto por sistemas nacionales, presenta diferencias sociocultura-
les que no se pueden anular, pues son fuente directa de conocimiento
innovador. Los criterios que definen estos “seguros para las inversiones”
son identificados por enqa (European Association for Quality Assurance
in Higher Education) con la intención de converger y alinearse a una
idea global de calidad en los sistemas formativos: la idea de un mercado
global del conocimiento.29 Con este objetivo, se creó en 2008 el European
Quality Assurance Register for Higher Education (eqar): para extender
y estimular el mercado de las Agencias de Calidad (qa, Quality Agency)
en la Unión Europea.30 Las Agencias de Calidad son, en la mayoría de
los casos, entidades privadas con gobernanza mixta (con y sin ánimo de
lucro) que intervienen dentro de la gestión financiera de la educación
superior a la hora de decidir las prioridades de los sistemas educativos:
los parámetros de benchmarking dictan, en efecto, las transformaciones
prescriptivas que los sistemas de educación deben de perseguir (Santos
del Cerro & Estarellas, 2010).

29 enqa se ha movido siguiendo las experiencias del International Network for Quality
Assurance Agencies in Higher Education (inqaahe), el International Association of University
Presidents (iaup), el Council for Higher Education Accreditation in the United States (chea),
la oecd y la Unesco.
30 La enqa, eua, Eurashe, esu, ei y Business Europe son las entidades europeas que for-
man el Register Committee de la eqar. La enqa a su vez es la entidad directora de las dis-
tintas agencias europeas nacionales y regionales (en España la aneca, aac, aqu, Acsucyl,
Acsug).
66  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Riesgo pedagógico y deuda financiera

De esta forma, el riesgo pedagógico se convierte en deuda financiera. Es


el dominio de la concepción de la educación como una inversión indivi-
dual en tanto que existe un rendimiento privado cuantificado en una di-
ferencia salarial tras la culminación de los estudios. Este enfoque teórico
correspondiente a la teoría del capital humano se plasma en informes
encargados por los gobiernos y las instituciones públicas, así como por
las instituciones internacionales, como es el caso de la ocde-Unesco (Co-
rominas, Sacristán, Berzosa, et al., 2010). A escala internacional, entre
los distintos patrones sobre la financiación privada del alumnado, se
siguen observando cuatro modelos distintos. Un primer modelo, que co-
rresponde al de los países escandinavos (Finlandia, Suecia, Noruega o Di-
namarca), garantiza no solo el carácter universal del acceso a esta etapa
del sistema educativo mediante matrículas muy reducidas y financiadas
con fondos públicos, sino que además implica igualmente porcentajes
muy elevados de estudiantes que reciben becas o préstamos públicos. En
el segundo modelo (Estados Unidos) son los estudiantes quienes asumen
en gran medida la financiación de la educación mediante altas tasas de
matrícula, con un elevado porcentaje de alumnos becados o que reciben
préstamos públicos (79%). El tercer modelo, semejante al caso de eeuu,
pertenece a Japón, cuya financiación de la educación universitaria recae
casi exclusivamente en los alumnos, con altas tasas de matrícula y una
proporción de alumnos que recibe becas o préstamos públicos muy baja.
El cuarto modelo de financiación es propio de algunos países europeos,
entre los que se encuentran los mediterráneos (Italia, España): el por-
centaje de alumnos que recibe becas y préstamos públicos no es muy
elevado, si bien las tasas de matrícula en la universidad son ciertamente
moderadas en comparación con el resto de países. En estos casos, es el
coste de la matrícula el que garantiza el carácter universal del acceso a
esta etapa del sistema educativo (oecd, 2011, pp. 46-49). Sin embargo,
en Europa estas diferencias van limándose con las reformas educativas
Capitalismo Financiero y Comunicación 67

que se suceden desde 1995, convergiendo en sistemas de financiación


(tasas/becas/préstamos) que miran hacia una mayor participación de los
estudiantes en los costes de la instrucción universitaria (cost-sharing)
(Agasisti, 2007, pp. 23-24).
En este sentido, las intenciones de la oecd no dejan lugar a dudas
al afirmar que “los sistemas de ayudas financieras a los estudiantes que
combinan préstamos cuya devolución está condicionada por los ingresos
y ayudas sujetas a requisitos económicos, no solamente promueven la
equidad y el acceso a la educación superior, sino que también conducen
a mejores resultados al final del proceso” (oecd, 2012, p. 4). Se argumen-
ta así que las dificultades debidas a las tasas de acceso cada vez más
altas y a la reducción del número de becas serán reabsorbidas con la
fórmula de los préstamos, deudas que los estudiantes van a pagar con
sus futuros ingresos.
Las políticas para el cost-sharing producen una transferencia for-
zosa de costes, desviando el presupuesto del Estado sobre la renta de los
estudiantes y de sus familias. Es esta la experiencia de los países anglo-
sajones, donde la formación origina una inversión económica por la cual
el estudiante tiene que asumir los riesgos (financieros) de su aprendizaje
para toda la vida (lifelong learning).
El crédito financiero permite valorizar las capacidades y las com-
petencias adquiridas (por medio de su fuerza-trabajo) durante el ciclo
de estudios y garantizar (con el mercado de derivados) que estas sean
vendidas, más tarde, en el mercado de trabajo, también en condiciones
poco ventajosas.
Seducidos por el chantaje de la deuda contraída, persiguiendo el
mito del mérito, las calificaciones, los reconocimientos que tienen la
función de estimular el espíritu y la colaboración empresarial, el estu-
diante llega, en otras palabras, a la base de la misma explotación. Esta es
la indudable relación entre la forma de organización y la de financiación
de la educación superior. Los altos costes de las tasas universitarias y
la amenaza de la deuda son formas de disciplina, donde romper con la
regla de la eficiencia comporta el riesgo de no conseguir pagar los gastos
68  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

sostenidos. Los procesos de financiarización de la economía abruman


la vida de los estudiantes/trabajadores, valorizando de forma ‘latente’
todos los aspectos de nuestras cotidianidades: el contenido didáctico
de los estudios, el tiempo para conseguir los resultados, la calidad del
trabajo, la posibilidad de determinar decisiones sobre nuestro propio
futuro. Estas son las políticas que permiten el fortalecimiento de los
mecanismos de inclusión diferencial (cursos cerrados, requisitos míni-
mos, universidad élite, ranking) como parte de un diseño más amplio de
reorganización y jerarquización de la fuerza de trabajo.

Desclasamiento y precarización

Con la financiarización de la empresa-universidad, al lado de las univer-


sidades con mejor ranking, crecen las metropolitan universities. Estas
instituciones tienen la necesidad de adquirir siempre mayores recur-
sos privados, generando, de forma exponencial, fenómenos de cherry
picking (Vignoles, Galindo-Rueda & Feinstein, 2004), al diversificar sus
actividades con la activación de ciclos que permiten un mayor residual
claim. Dicho de otra forma, se crea una enorme cantidad y variedad de
cursos universitarios, profesionalizantes y especializados para atraer a
un número siempre mayor de estudiantes.
El aumento exponencial del número de licenciaturas en la ense-
ñanza superior, en efecto, describe un proceso de desclasamiento de
las competencias y de las habilidades en el mercado de trabajo. En este
sentido, la universidad metrópolis no es un lugar destinado a la élite del
conocimiento; aunque puede parecer, en términos fordistas, un lugar
para la difusión de una educación de masas, en realidad es un dispositivo
que regula el valor del trabajo en el mercado del aprendizaje continuo y
de por vida. El sujeto precario y desclasado habita en este proceso, en el
cual tanto los nuevos trabajos como los viejos necesitan de títulos aca-
démicos. En este contexto, hay que ser claros:
Capitalismo Financiero y Comunicación 69

La mercancía particular que produce la fábrica de precarios somos


nosotros mismos, producidos por medio de tiempos alienantes en
sintonía con los ritmos del trabajo precario, de conocimientos parce-
lados y segmentados, inscritos en modelos definidos de cooperación
y valorización. Un ciclo de estudios sin derechos para evitar que los
reclamemos mañana (o tal vez hoy mismo) en los lugares de trabajo
(Coordinamento, 2008).31.

El estudiante ya no es un aprendiz de la fuerza de trabajo en período


de entrenamiento, sino un trabajador precario en la llamada “fábrica del
conocimiento”.32 Crece el número de estudiantes que durante la carrera
de licenciatura y de investigación se reciclan en un sinfín de trabajos
precarios. Al mismo tiempo, los trabajadores de la universidad han sido
crecientemente remodelados a partir de la mentalidad laboral del mun-
do académico moderno, cuyas tareas no están limitadas ni por el lugar de
trabajo ni por un horario preestablecido. Para todos estos trabajadores
es difícil delimitar el tiempo de trabajo, dado que es imposible establecer
las horas en que se producen las ideas: “emerge de esta imposibilidad la
autonomía potencial del trabajo/conocimiento vivo, corporeizado en la
nueva figura del estudiante/investigador y el profesor precario o preca-
ria” (Roggero, 2007). Sin embargo, esta autonomía potencial se polariza
dentro del mito del self made man y, encaminada hacia la filosofía de la
empleabilidad, se transforma constantemente en capacidad de ser: ser
‘empleado’, emplearse, formarse estudiando y autoformarse reciclán-
dose. Definir al estudiante/precario como una figura híbrida (Roggero,
2007) significa, empero, admitir que la línea divisoria entre autonomía,

31 12 tesis para la universidad. Esperando la próxima tormenta, diciembre de 2008, do-


cumento del Coordinamento dei Colletivi della Sapienza de Roma. Disponible en: www.
ateneinrivolta.org.
32 Desde este punto de vista, debemos señalar también que esta expresión es indudable-
mente una figura retórica eficaz para aludir a la centralidad de la producción de conoci-
miento en la actual formación de clase y en el disciplinamiento de las formas de conoci-
miento vivo. Al mismo tiempo, cualquier otro uso del término ‘fábrica del conocimiento’
puede resultar obsoleto si no se especifica la imposibilidad de imponer la organización
científica taylorista del trabajo sobre la actual formación de clase (Roggero, 2007).
70  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

formación, autoformación y trabajo se ha desvanecido del todo. Los gra-


dos, las prácticas, el trabajo voluntario33 y cooperativo pasan a configu-
rarse dentro de la carrera de formación, siendo, en realidad, un trabajo
no remunerado; las becas se transforman de ‘ayuda al estudio’ ‘en deuda
pedagógica’, en un sinfín de adquisiciones de créditos formativos a cam-
bio de créditos financieros y de deudas formativas por deudas moneta-
rias. El sujeto se mueve permanentemente entre el aprendizaje de por
vida y el mercado de trabajo, teniendo como marco la precariedad, los
procesos de desclasamiento y los mecanismos de inclusión diferencial.
Se rompe la linealidad temporal entre formación y trabajo, el futuro se
transforma en dispositivo normativo del presente, donde los saberes
que vamos a adquirir son solo recursos y medios para la producción. La
precarización se redefine así como un marco paradigmático de la valo-
rización de las formas mercancía-trabajo/conocimiento y el resultado es
una sociedad marcada por la polarización extrema de la riqueza.

Trabajo y plustrabajo: la valorización de la ‘forma natural’

El concepto de “forma natural” (valor de uso) del discurso de Marx


en El Capital no hace referencia a un modo paradisíaco de existencia
del ser humano, del que este hubiese sido expulsado por su caída en
el pecado original de la vida mercantil y capitalista. La forma social
natural de la existencia humana que el comunista Marx quiere libe-
rar de su sujeción a la “tiranía del capital” es por sí misma conflictiva,
desgarrada; tanto la felicidad como la desdicha son posibles en ella
(Echeverría, 1984, p.46).

33 “Está empezando a surgir un concepto de voluntariado como forma de comporta-


miento social más que como una categoría de persona: el ‘voluntario’. Se considera que la
relación recíproca que sustenta esta conducta genera beneficios tanto para los voluntarios
como para los ‘beneficiarios’. Este concepto tendrá importantes consecuencias para las
políticas centradas en la promoción y el fortalecimiento de las diversas formas de acción
voluntaria. Asimismo, está comenzando a influir en los debates sobre la inclusión social,
puesto que el voluntariado ha pasado a ser una vía para escapar de la exclusión” (unv, 2011,
p. 60).
Capitalismo Financiero y Comunicación 71

El proceso de valorización de la latencia es (en potencia) la financiari-


zación de “la forma natural” en su totalidad: es la financiarización del
drama. En la economía del conocimiento, (1) con el crecimiento de los
‘riesgos cognitivos y derivados financieros, de los riesgos pedagógicos y
de las deudas financieras’; (2) ‘con los procesos de desclasamiento y la
precarización’, la ‘valorización latente’ de las formas-mercancía-trabajo/
conocimiento se va incorporando como proceso ‘natural’ en las nuevas
generaciones. De esta forma podemos considerar que la lógica financiera
respecto al trabajo sigue un proceso de difusión (inclusión) y diferencia-
ción (división).
El trabajo abstracto ya no puede concebirse como sujeto, sino como
momento del proceso de socialización, que abarca al trabajo inmediato
pero al mismo tiempo lo supera. Y es por esto que afirmamos suficiente-
mente superada la convicción de Marx según la cual “no se puede tratar
al trabajo privado como si fuera trabajo directamente social, como a su
contrario” (Marx, 1981, p. 116).

While issues of unpaid domestic labor raise the identification of a


non-capitalist dimension to the reproduction of labor power, the
process of financialization sees the direct incursion of capitalist cal-
culation inside the household (Bryan, Martin & Rafferty, 2009, p. 461).

Desde una óptica distinta respecto a la vieja tesis del ‘trabajo in-
material’ (Negri & Lazzarato, 2001), o a la más reciente de knowledge
labor (Fuchs, 2010), queremos razonar sobre el hecho de que el impacto
del proceso de financiarización sobre la valorización de la formas mer-
cancía-trabajo/conocimiento, o sea sobre la fuerza trabajo, no es solo
‘inmediato’ sino ‘latente’.34

34 Dicho de otra forma, estas transformaciones de los modos de vida son prácticas
pre-ideológicas, al estar incluidas en los procesos de socialización primaria, que tienen
efectos muy sólidos en la construcción de una visión del mundo al ser transmitidos como
vivencias.
72  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Lo hacemos empezando por el análisis del proceso de extracción


de plusvalía (de valorización) de la fuerza trabajo sin trabajo: los desem-
pleados. Conocemos el ataque al trabajo generado con las políticas de
la sociedad del conocimiento (Maniglio, 2016) o con el paradigma de la
producción flexible (Harrison, 1994) y el desarrollo de la economía del
conocimiento (Bryan, Martin, Montgomerie, et al., 2012). Las consecuen-
cias directas son la inseguridad económica, la falta total de perspectivas,
la dificultad de conciliar los tiempos de vida, la precariedad de cada fase
de nuestra existencia (Vasapollo, 2005, p. 46). Además, en los últimos
seis años, en el caso de la ue las respuestas políticas a la denominada
‘crisis financiera’ han ido intensificando las diferencias en términos de
calidad del empleo entre los países, ya sea en la incidencia del empleo
temporal o en el empleo a tiempo parcial: la pobreza en el trabajo, el
trabajo informal y ‘en negro’, la polarización de las rentas salariales y la
desigualdad de ingresos han aumentado todavía más.35
En resumen, según nuestra hipótesis, los índices de desempleo
que se dispararon con la crisis productivo-financiera representan los
resultados latentes del proceso de producción de la economía del co-
nocimiento.
La relación entre los procesos de financiarización de la economía y
el desempleo, hoy por hoy, son pasados por alto en los estudios laborales
y en las ciencias sociales en general. En dichas disciplinas, en efecto, el
desempleo es generalmente definido como la falta de trabajo y la exclu-
sión de los trabajadores del mercado laboral que, a largo plazo, puede
conducir a la exclusión social. Desde una perspectiva estrictamente

35 Hemos tenido ocasión de observar cómo, en las últimas tres décadas, se ha produ-
cido una rápida polarización del proceso productivo en el planeta y una nueva división
internacional del conocimiento y del trabajo (Maniglio, 2016). En los países “centrales”,
el coste del trabajo, que en los años sesenta y setenta había aumentado, ha sido reducido
drásticamente: por un lado se ha externalizado a los países “periféricos”, por otro se ha
continuado con el proceso de chantaje con la miseria, utilizando el desempleo como arma
para colocar a la fuerza de trabajo en una situación de total dependencia. En las zonas de
alto desarrollo tecnológico se concentra, por el contrario, el trabajo cognitivo/escaso, con
un alto nivel de cualificación y una baja intercambiabilidad.
Capitalismo Financiero y Comunicación 73

productivista, “los desempleados no pueden alterar la acumulación


capitalista y su lucha es considerada residual con respecto a la clase
trabajadora” (Dinerstein, 2003, p. 3), dado que sus demandas son de re-
inclusión en el sistema capitalista.
El desempleo, lejos de ser una falta de trabajo, es (aunque social-
mente parezca lo contrario) una forma del trabajo capitalista producida
por la intensificación de los procesos de subsunción real del trabajo y
de la sociedad al capital.

Si alguien ve la esencia del capitalismo en la circulación monetaria, el


nivel de su concepción es inmediato, inclusive si después de diez años
de pensar laboriosamente al respecto acaba escribiendo sobre esta
concepción un libro de dos mil páginas. En cambio, si un trabajador
ha captado instintivamente el problema de la plusvalía, ha salido ya
de dicha inmediatez económica, inclusive si las palabras con que se
explica a sí mismo y a los demás dicho conocimiento siguen siendo
espontáneas, inspiradas en el sentimiento e “inmediatas”. Y es la su-
peración de esta inmediatez la que yo he exigido del escritor (Lukács,
1966, p. 329).

En el transcurso de este análisis, hemos tenido ocasión de demos-


trar cómo el proceso de valorización de las formas mercancía-trabajo/
conocimiento no se agota con la subordinación inmediata de la fuerza
trabajo al capital, sino que también implica la subsunción latente, es de-
cir, que se trata de un proceso de progresiva expansión y subordinación
política de toda la sociedad al capital.

En este sentido, el problema de las ciencias sociales reside en que


no logran ver el espacio de subjetivación generado por las crisis del
capital en términos políticos, pues sus estudios y análisis se basan
en una visión incompleta de la sociedad capitalista en donde solo se
tienen en cuenta los aspectos concretos, visibles de las relaciones
sociales. Esto es particularmente así en el caso del desempleo (Di-
nerstein, 2003, p. 19).
74  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

La contradicción capital/trabajo en el caso del desempleo (fuerza


trabajo sin trabajo) es primariamente política. En efecto, solo formal-
mente (artificialmente) existe una geografía de los excluidos de la esfera
productiva, dado que concretamente están incluidos en los procesos de
valorización.
El desempleo no elimina, sino que intensifica, la subsunción real de
una forma contradictoria a la generada en el interior del proceso C-C’ y
no en el proceso D-D’:

In volume II of Capital, Marx emphasises that the M-M’ circuit is the


circuit of the individual capitalist (1885, p. 136), although it does not so
well depict the circuit of capital as a whole. The individual capitalist
has the objective of amassing monetary profits, but social wealth is not
so defined. The circuit of total capital is best depicted as C-C’, because
the C at the “beginning” of the circuit already embodies surplus value,
and hence presumes prior circuits (1885, p. 177). Indeed, in the first pa-
ragraph of volume I of Capital, Marx depicts the wealth of capitalism in
terms of the “immense collection of commodities,” not the immense
accumulation of money! (Bryan, Martin & Rafferty, 2009, p. 463).

La fórmula de la financiarización clásica D-D’ puede dar respuesta


de los resultados del proceso de producción inmediato, porque represen-
ta la transformación del capital en su forma más abstracta, o sea en di-
nero, donde la ausencia de M(k) indica solo aparentemente que el capital
se ha retirado del circuito productivo. Recordamos brevemente cómo el
paso de la producción de dinero por medio de mercancía conocimiento
D-M-D’ a la valorización financiera de las formas de mercancía-conoci-
miento [M(k)]: [D - C.. M(k) ..C’- D’ < C - M(k) ... M(D) - M(D)’... M(k)’ - C’]
ha modificado la forma del trabajo y la regulación salarial.
Por esto con el circuito C-C’ evidenciamos, al contrario, que es la
explotación del trabajo la que va a ser virtualmente eliminada M(k)’ para
reproducirse de forma financiera M(D), generando desempleo y plusva-
lor M(D)’. El valor de cambio del trabajo deviene, de esta forma, solo un
momento del proceso de socialización.
Capitalismo Financiero y Comunicación 75

Conclusiones

En las últimas tres décadas con el proceso de financiarización de la eco-


nomía se han expandido los tiempos sociales del trabajo en términos
diacrónicos y sincrónicos, apuntando a disminuir hasta el máximo el
tiempo de trabajo necesario, el valor de cambio de la fuerza trabajo mis-
ma (y de esta forma el salario), con el fin de aumentar el plustrabajo y el
plusvalor. Con los procesos de ‘valorización latente’, se rompe la rigidez
del concepto de ‘tiempo de trabajo’ y, de este modo, se expropia ‘nuestro
hacer’ de la capacidad de percibirse en términos de cambio capital-tra-
bajo. De aquí que el arma de la reivindicación salarial, cuya eficacia se
medía con la variable del tiempo, pase a ser asumida en términos de
lucha por el reconocimiento del trabajo necesario: una lucha por la so-
brevivencia. “El devenir renta de la ganancia” (Vercellone, 2006, 2011)
no debe significar ignorar esta lucha por la supervivencia, ignorar que,
cada vez más, somos artífices y víctimas del plusvalor.
Hemos visto cómo, en este marco de transformaciones económicas
que denominamos ‘financiarización en tanto que proceso’, el capitalis-
mo sigue siendo sustantivo al constituir una invariante histórica, es de-
cir, de la acumulación como propulsor de la ganancia y de las diferentes
relaciones de trabajo sobre las que se perpetúa la extracción de plusvalía.
En el proceso C-C’, la desaparición virtual de M(k) ... M(k)’ depende,
en este sentido, de la efectiva posibilidad del capital de explotar la fuerza
de trabajo social, inclusive aquella parte que se encuentra desocupada.
Esta desaparición simulada constituye la cuestión política crucial del
desempleo, porque implica –en términos concretos, a nivel subjetivo–
una contradicción entre el efecto coercitivo del horizonte de la exclusión
social por desempleo y la imposibilidad de generar un proceso de auto
valorización en términos de autonomía. Este espacio de subjetivación
contradictorio es bien definido como la “experiencia de la abstracción”
(Dinerstein, 2000). Por un lado, en la expansión del valor como dinero
perdemos nuestra vida, no porque nos excluya, sino porque nos somete
76  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

y nos ata a un movimiento social incluyente en el cual los mecanismos


de valorización ‘latentes’ se transforman en formas de socialización pri-
maria y secundaria. Es el plano de la experiencia el que puede producir
continuamente una pérdida de autoestima y el sentimiento de perte-
nencia social el que conduce a un progresivo aislamiento. Por otro lado,
el proceso continuo de ‘auto’-valorización que deriva de este proceso de
expansión del capital, lejos de perfilarse como un movimiento autóno-
mo (exterior), se produce con continuos procesos de reinvención de las
formas de existir y resistir generadas en el corazón mismo de la relación
capital/trabajo y no fuera de este.

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Economía colaborativa y lucha de clases
Carlo Formenti

El texto que vais a leer a continuación retoma y desarrolla algunos pasa-


jes de mi último libro (La variante populista, DeriveApprodi, 2016). En
particular, vuelvo a elaborar un párrafo del capítulo primero, en el que
analizo la revolución digital como herramienta de ataque capitalista a
las relaciones de fuerza de las clases subalternas (en el resto del capítulo
se tratan los efectos de los procesos de financiarización y globalización
de la economía y de la transición a un régimen político post-democrá-
tico). En trabajos anteriores me había centrado en las mitologías de lo
digital y en su función legitimadora de nuevas formas de explotación de
la fuerza de trabajo (Incantati dalla Rete, Cortina, 2000), en el impacto
de las nuevas tecnologías sobre las formas de organización política, am-
biguamente suspendidas entre intentos de democratización y procesos
de concentración del poder económico y político (Cybersoviet, Cortina,
2008) y en el papel estratégico de los prosumidores (con atención especial
a los usuarios de los medios sociales) en los modelos de negocio de las
compañías de internet. En mis últimos libros (Utopie letali –Jaca Book,
2013– y el ya mencionado, La variante populista), el tema del uso capita-
80  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

lista de la tecnología ya no es el centro de atención, aunque todavía desa-


rrolla un papel importante en el análisis de la gran transformación que
el estilo de producción capitalista (y las resistencias sociales y políticas
que este genera) ha ido operando en las últimas tres o cuatro décadas.
En particular, en el corto texto que prosigue, dedicado a la “uberización”
del trabajo, puede encontrarse un esbozo de análisis crítico de la eco-
nomía colaborativa (sharing economy) como herramienta poderosa de
cooptación de la clase media en el bloque de poder liberal, por un lado, y,
por el otro, de reducción del estado de parcial servidumbre de amplios
sectores proletarios.

Financiarización de la economía, digitalización de los


procesos de producción

Una de las muchas narraciones que, en los últimos años, han legitimado
la hegemonía neoliberal fundamentada en la financiarización de
la economía y la digitalización de los procesos de producción y
reproducción, es aquella con la que los medios de comunicación de
todo el mundo han construido el mito de la economía colaborativa (o
economía “gig”). Se trata de actividades basadas en la capacidad de la
red de desencadenar procesos de desintermediación –o, mejor dicho,
procesos que sustituyen a los viejos intermediarios con nuevas formas
de intermediación–, a través de los cuales se activan relaciones directas
entre proveedores y usuarios de un servicio, entre demanda y oferta
de trabajo, entre personas que cooperan a distancia en un proyecto de
producción compartido, etc. Este fenómeno se exalta como factor capaz
de revolucionar la economía entera, fomentando el empleo y dándole al
trabajo autónomo la tarea de impulsar la recuperación.
Sobre este tema circula un sinfín de noticias falsas. Por ejemplo,
según un estudio de la Freelancers Union, los trabajadores autónomos
serían más de cincuenta millones, mientras análisis científicamente más
fiables registran datos mucho más bajos (menos de la mitad y en dismi-
Capitalismo Financiero y Comunicación 81

nución).36 Otro ejemplo, los trabajadores del mismo país involucrados


en el sector que más corresponde a la sharing economy serían menos
de un millón. Una investigación37 de la University of Hertfordshire cer-
tifica cifras más altas (cerca de nueve millones) para Inglaterra pero, al
mismo tiempo, reduce el peso económico del sector y, sobre todo, des-
miente su presunta capacidad de impulsar el empleo: para muchos tra-
bajadores solo se trata de actividades colaterales para integrar ingresos
insuficientes; quienes trabajan exclusivamente de esta forma necesitan
tres o cuatro empleos en diferentes plataformas para buscarse la vida;
por último, la tesis según la cual se trataría en la mayoría de jóvenes (en
gran medida, estudiantes) no tiene fundamento: la mayoría son adultos
infraempleados o jubilados. ¿Cómo se justifica tanta euforia entonces?
La respuesta es simple: las personas que desarrollan estas actividades
son el retrato perfecto del “hombre nuevo”38 que la utopía ortoliberal
querría construir: convencido de ser su propio jefe, flexible, dispuesto a
aceptar salarios miserables, poco propenso a la lucha, sometible a con-
troles a distancia para controlar su productividad y fidelidad al papel.
Para demostrar esta afirmación voy a analizar modelos de negocios y
organización productiva de las dos marcas más conocidas del sector:
Uber y Airbnb.
Uber es una empresa que gestiona una aplicación para smartphones
que pone en contacto a los usuarios con los conductores de coches
particulares dispuestos a prestar un servicio de taxi, con precios
inferiores a los servicios que ofrecen las sociedades tradicionales de
taxis o los conductores independientes con licencia. A los pocos años
de su nacimiento, y con una plantilla de poco más de un centenar de
dependientes directos, Uber cuenta con un “parque de conductores” de
más de 60 mil unidades en diferentes ciudades del mundo (el dato es

36 Cfr. el siguiente artículo del Huffington Post sobre el tema: http://www.huffingtonpost.


com/entry/does-the-sharing-economy-exist_us_5668976fe4b0f290e521c9ae.
37 Los datos de la investigación se pueden consultar en la página web http://www.feps-eu-
rope.eu/en/publications/details/363.
38 Cfr. Dardot, P. & Laval, C. (2013). La nueva razón del mundo. Barcelona: Gedisa.
82  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

de, aproximadamente, hace un año). La rapidez de su crecimiento es


impresionante si consideramos que Uber tiene que encarar retos legales
difíciles: en muchos países y ciudades el servicio fue prohibido o some-
tido a restricciones, acusado de competencia desleal con los servicios
tradicionales y de no ofrecer suficientes garantías de seguridad a sus
clientes. Uber se enfrenta a estos retos con gran agresividad: tanto con-
testando a las prohibiciones y restricciones en los foros competentes,
como intentando usar en su favor a políticos, medios de comunicación
y opinión pública con argumentos de estilo liberal (al desempeñar su
papel de desintermediación, argumenta, el servicio vuelve a introdu-
cir la libre competencia en un sector monopolizado por asociaciones
corporativas, contribuyendo a abaratar los precios, lo que beneficia al
ciudadano/consumidor). Son argumentos que gustan a la tecnocracia
europea, que se ha declarado abiertamente a favor de estos modelos de
negocios “innovadores” y en contra de las prohibiciones establecidas
por los estados miembros.39 Para ver qué se esconde detrás de estas tesis,
intentaré encontrar una respuesta a las siguientes preguntas: 1) quiénes
son los colaboradores de Uber y cuáles son sus condiciones de vida y
trabajo; 2) de dónde obtiene beneficio esta empresa; 3) cuál es el bloque
que comparte sus intereses.
Los conductores de Uber son trabajadores independientes, o sea,
trabajadores formalmente autónomos: el coche es propiedad suya, por
lo que tienen que asumir todos los riesgos y consiguientes costes (ma-
nutención, carburante, seguro, daños a los clientes, etc.). La mayoría,
como hemos visto, desarrolla esta actividad para completar ingresos
insuficientes procedentes de otras fuentes. Ya que no están protegidos
por asociaciones de categoría, como las que representan a los taxistas
tradicionales, tienen que aceptar pagos reducidos y estar disponibles en
tiempo real en el momento en el que un cliente contacta con ellos a tra-
vés de la app de Uber. Con el modelo de Uber se ha diseñado un número

39 Cfr. sobre el tema las declaraciones del vicepresidente de la Comisión Europea Jyrki
Katainen, en un artículo de la sección de economía de El Mundo del 2 de Junio 2016
(“Bruselas pide paso a la economía colaborativa”).
Capitalismo Financiero y Comunicación 83

creciente de otras actividades tradicionales que las tecnologías digitales


permiten descomponer en una serie de tareas discretas distribuidas en
tiempo real entre distintos ejecutores, según su exigencia. Los pagos
están proporcionados a la productividad (controlada por el software) y
a la satisfacción del cliente. En resumen: es un sistema formidable para
hacer el trabajo cada vez más flexible y enjaularlo en un sistema que con-
vierte a los trabajadores en un conjunto de individuos “independientes”,
obligados a ensamblar paquetes de actividades precarias de bajo precio.
Si Uber tuviera que contratar a sus propios conductores y enfrentarse a
los gastos correspondientes, quebraría muy rápido, ya que tendría que
equiparar el precio de su servicio al de los servicios de taxi normales. Y
esto nos lleva directamente a la segunda pregunta: ¿de dónde proceden
sus beneficios?
En opinión de algunos, es más correcto hablar de renta, ya que Uber
no produce nada, sino que se limita, a través de su plataforma, a ofrecer-
le visibilidad a los conductores con un sistema de geolocalización con-
ductor/usuario, y tiene la posibilidad de quedarse con un porcentaje (o
sea, una renta) del precio del trayecto. Esta es la tesis de Lorenzo Mainini,
entre otros, quien escribe: “Así como la propiedad inmobiliaria aumenta
su valor, o más bien entra en el ciclo de valor, a través de la apertura de
un canal, de un camino, el progreso de la población [cita de los Manus-
critos filosóficos y económicos de 1844 de Marx] en la zona en su entorno,
asimismo Uber entra en el ciclo de valor en el momento en el que el
trabajo social crea la posibilidad de beneficiarse del dominio virtual a
través de sistemas de geolocalización y desintermediación producidos
socialmente, y ya presentes en la sociedad. Uber, por lo tanto, se limita a
quedarse con y ejercer la propiedad de un fondo virtual valorizado por el
trabajo social y el progreso en general”. 40 Si consideramos este enfoque,
se podría afirmar que el enfrentamiento entre Uber y las corporaciones
de taxistas es una versión posmoderna de la lucha de clases entre los

40 Cfr. L. Mainini, Uber, la rendita e Marx. El artículo ha sido publicado en la página


web “Euronomade” y se puede consultar en el siguente enlace: http://www.euronomade.
info/?p=5046.
84  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

pequeños propietarios y el gran latifundio. Personalmente, considero


que esta interpretación, aunque contiene elementos ciertos, deja a un
lado un aspecto importante: no es correcto afirmar que el capitalismo
digital se limita a hacerse con los frutos del trabajo social y de la inteli-
gencia general porque ese tipo de cooperación social no existiría sin las
enormes inversiones públicas y privadas que han creado la red y hecho
que nacieran las empresas particulares que la dominan. Es verdad que
los modelos de negocios “a la Uber” se fundamentan ‘también’ en nuevas
formas de renta, pero no tenemos que olvidar que son posibles gracias a
procesos de innovación diseñados, desarrollados y puestos en marcha
por empresarios capitalistas. Así que el enfrentamiento ve, por un lado,
a Uber como un empresario schumpeteriano (que lleva innovaciones
radicales) y al otro a las grandes sociedades del taxi, o sea, empresas
capitalistas de estilo tradicional; por otro lado, Uber como modelo de
empresa que integra beneficio y renta (típico del capitalismo financia-
rizado y digitalizado) frente a las corporaciones de pequeños dueños,
cuya resistencia evoca las luchas de 1800 de ludistas contra la innovación
tecnológica.
Por último, la tercera pregunta: ¿de dónde llega el aprecio que Uber
obtiene de una amplia franja de la opinión pública? De los consumido-
res, contestan medios de comunicación y políticos liberales. Cierto, pero
¿qué consumidores? Como un sociólogo bien sabe, el consumidor, con-
siderado en su sentido genérico (sin determinación socioeconómica), es
una categoría inconsistente, que no dice nada acerca de quién consume
qué, cuánto consume y qué precios puede permitirse (o no permitirse)
pagar. El foco es: ¿quiénes son los consumidores de un servicio como
Uber? Érase una vez el taxi como servicio público. Desde comienzos de
los años sesenta –en Italia, por lo menos– la gran mayoría de la población
se desplazaba a horas establecidas en trayectos predefinidos y repetiti-
vos (hogar-fábrica u hogar-oficina), usando medios públicos como auto-
buses, tranvías, metro y trenes. El taxi era un medio público para ricos y
el precio (en cualquier caso, elevado) oscilaba entre límites determina-
dos por las administraciones ciudadanas. En las metrópolis posfordistas
Capitalismo Financiero y Comunicación 85

la demanda de movilidad ha incrementado sensiblemente y ha cambiado


en su naturaleza: ya no existen horas y recorridos predeterminados, la
gente se desplaza más veces a lo largo del día, y los medios de transporte
públicos ya no son suficientes para satisfacerla (incluso porque sufre los
efectos de los recortes del gasto público). Una solución hubiera podido
ser una “popularización” del taxi, que se hubiera conseguido a través de
medidas ad hoc por parte de las administraciones públicas. Pero esto
entra en conflicto con la filosofía neoliberal, que prefiere la solución
que le ofrece Uber: privatización y disminución de los costes a través de
una mayor explotación de conductores y de la reducción de la calidad
del servicio.
Volvamos al interrogante sobre el consumidor típico del servicio.
En los centros urbanos gentrificados, las capas sociales medio-bajas si-
guen usando los medios de transporte público tradicionales, mientras
el taxi –tradicional o “uberizado”– sigue siendo el medio de transporte
por excelencia de las clases medio-altas: profesionales, directores, crea-
tivos, etc. Con una novedad: a los más ricos Uber les ofrece una alter-
nativa de bajo precio que no cambia su vida; en cambio, para las capas
inferiores de la clase media (especialmente los jóvenes) representa una
novedad que les permite acceder a un servicio hasta ayer “de lujo”, con
precios controlados. Por lo tanto, la función de Uber –así como la de
Airbnb, del que me ocuparé dentro de poco, o la de las compañías ae-
reas de bajo coste– consiste también en alimentar la ilusión de la clase
media empobrecida de formar parte de una élite que tiene el privilegio
de poderse permitir altas tasas de movilidad. Viceversa, los taxistas (en
la mayoría de países occidentales) forman parte de la masa de traba-
jadores no cualificados que viven en el centro únicamente de día (por
la noche, si no tienen turno, vuelven a la periferia) para venderle sus
servicios a la clase medio-alta. La guerra entre taxistas tradicionales y
trabajadores independientes de Uber es, por lo tanto, la típica guerra
entre pobres. Pero incluso entre conductores y clientes hay lucha de cla-
ses. Nos lo recuerda el bonito libro de Biju Mathew acerca de las luchas
86  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

de los taxistas de Nueva York,41 que describe las tensiones entre clientes
arrogantes que tratan como esclavos a los conductores (hoy en día, casi
todos inmigrantes procedentes del Lejano Oriente y Oriente Medio) y
estos últimos, obligados a trabajar horas y horas por las carreteras para
buscarse la vida. La opción Uber ha agudizado estos conflictos aún más,
ya que ahora el cliente puede tornarse más arrogante, debido al hecho
de que la renta y el mantenimiento del empleo del conductor dependen
de su satisfacción.42
La capacidad de aprovecharse de las guerras entre pobres y mo-
vilizar a las clases medias para respaldar sus propios negocios no
es prerrogativa exclusiva de Uber: Airbnb también lo consigue sin
problemas. En el caso de esta plataforma, la tesis que ve en los modelos
de negocios de la economía colaborativa unas formas de renta inéditas
parece más apropiada. Aibnb pone en contacto a propietarios de
casas en todo el mundo dispuestos a alquilar sus hogares para cortas
estancias: el arrendatario paga la candidad establecida al sitio web, que
transmite el pago al propietario, quedándose con un porcentaje por el
servicio. También en este caso es patente que no se trata para nada de
desintermediación, sino de una nueva forma de intermediación que se
aprovecha de internet para competir con agencias inmobiliarias y de
viajes, además de hoteles, bed and breakfast y parecidas estructuras
hoteleras tradicionales. La invención reside en que se ha elaborado
una manera de obtener ingresos de bienes inmobiliarios que no son de
propiedad de la empresa que gestiona el negocio: Airbnb les ofrece a los
usuarios de su plataforma web la posibilidad de convertir su residencia
en una fuente de ingresos a cambio de un porcentaje, o lo que es lo
mismo, una renta sobre la renta.

41 Cfr. B. Mathew, Taxi! Cabs and Capitalism in New York City. NY: New Press, New York
2005.
42 Maxime Coulon, un conocido abogado de París, ha obtenido 170 mil Me gusta con la
siguiente entrada en su página Facebook: “Estimado taxi de París, no puedo expresar mi
gozo en verte gritar, llorar, agonizar frente al éxito de servicios como Uber. ¿Recuerdas
cúando me preguntabas cuál era mi destino antes de decidir si yo tenía derecho a subir a
tu carruaje?”.
Capitalismo Financiero y Comunicación 87

Para hacer frente a las acusaciones de competencia desleal promo-


vidas por la industria hotelera, Aibnb ha recurrido a argumentos pareci-
dos a los usados por Uber, obteniendo a su vez el respaldo de medios de
comunicación liberales y castas políticas, junto a la simpatía de amplios
sectores de la clase media. Aquí también el tema central son las venta-
jas que la desintermediación le ofrece al consumidor, a las que hay que
añadir el leitmotiv de las tecnoutopías digitales, es decir, ese concepto de
compartir (sharing) que proporciona un aura ideológica positiva (la inno-
vación mejora el mundo) a todas las actividades de intercambio de datos,
conocimientos e información mediadas por la red, desde las comuni-
dades de software de código abierto hasta las redes sociales. Gracias al
compartir, afirman, viajar es más fácil y menos caro para todos. Ya he
mencionado las analogías entre Uber y las líneas aéreas de bajo coste que
ofrecen vuelos a precios baratos recortando plantilla y salarios, e impo-
niendo horarios de trabajo agotadores que reducen la seguridad; Airbnb
contribuye a su vez a la creación de una especie de economía estilo Wal
Mart en el sector de los servicios de movilidad, permitiendo también a
las capas sociales inferiores acceder a determinados consumos.
La narración funciona porque en el mundo no son pocas las perso-
nas que ven Airbnb como la pieza de un mosaico de expedientes que les
permite buscarse la vida. Sin embargo, para hacerlo hay que ser pro-
pietarios de un hogar (y esto quita del tablón a la mayoría de miembros
de las clases subordinadas). Pero, sobre todo, es preciso subrayar que
los que sacan mayor beneficio del servicio son los dueños de grandes
propiedades inmobiliarias, quienes pueden, de esta forma, alquilar sus
casas durante temporadas cortas y a precios exorbitantes, evitando los
vínculos de contratos de arrendamiento regulares. Airbnb afirma res-
paldar los intereses de la “clase media”, haciéndola libre de los costes
exagerados impuestos por los monopolios de la industria hotelera, pero
la verdad es que su modelo de negocio contribuye sobre todo a empeorar
las condiciones de vida de esas clases subordinadas que no quieren dar
la vuelta al mundo, sino tener a su disposición hogares con alquileres
asequibles, ya que no pueden comprarse una casa. No es casual que, en
88  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

San Francisco, donde desde hace tiempo se está llevando a cabo un ra-
dical proceso de gentrificación, el sindicato de inquilinos haya prome-
tido un referendum para pedirle a los administradores de la ciudad que
impongan una duración mínima de los alquileres.43 Como era previsible,
Airbnb ha conducido una costosa campaña electoral que le ha permitido
hacer que la propuesta fuera rechazada por la mayoría de los votantes.

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of Liberty. Nueva York-Londres: Routledge.

43 Sobre el tema léase un artículo de New York Times consultable en la página http://www.
nytimes.com/2015/11/02/technology/san-francisco-ballots-turn-up-anger-over-the-techni-
cal-divide.html?_r=0.
La financiarización de la economía y la nueva
estructura de la desigualdad44
Angelo Salento
Joselle Dagnes

Se podría pensar entonces en emprender otra senda, aunque no sencilla: intervenir en la distribu-
ción de la renta no después de que se ha producido, sino en el momento y en los lugares en los que
se produce. Esta salida se llama desde hace aproximadamente un siglo “democracia económica”.

Luciano Gallino 45

Introducción

Después del colapso financiero de 2008, la literatura socioeconómica en


temas de desigualdad se ha caracterizado por rasgos ampliamente nue-
vos. En primer lugar, volvió a tomar una consistencia que, sobre todo en

44 Este artículo nace de una reflexión común de los autores. Sin embargo, la redacción
del texto se atribuye de esta forma: la introducción la han escrito ambos autores; Joselle
Dagnes ha escrito la parte sub II del pár. 2 y las partes sub E y F del pár. 3; Angelo Salento
se ha ocupado de las demás partes.
45 Gallino, 2015, p. 180. Traducción propia.
90  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

algún contexto (como el italiano), había perdido hace tiempo.46 Esta gran
atención radica en la constatación –y este es el segundo aspecto novedo-
so– de que existe un vínculo estrecho entre la repartición desequilibrada
de la riqueza y la inestabilidad económica (véase, por ejemplo, United
Nations, 2013); y que la desigualdad está entre las causas, si no se trata
de la causa principal, del colapso financiero global (véase, por ejemplo,
Milanovic, 2011). En tercer lugar, la atención no se ha centrado solo en
la distribución de la renta, sino también en la distribución de los patri-
monios. Este es seguramente el aspecto más relevante del estudio de
Piketty (2013), quien hace hincapié en la impresionante multiplicación
de la riqueza patrimonial, desequilibrada de tal forma que “las fortunas
privadas, hoy, parecen estar a punto de regresar a los cinco o seis años de
la renta nacional en Gran Bretaña y Francia”, o sea, niveles registrados
en vísperas de la Primera Guerra Mundial (Piketty, 2013 [2014, p. 25]).
Esta transformación profunda de la naturaleza de la riqueza es un
índice muy claro de un aspecto más del fenómeno: su conexión con un
cambio en las modalidades de acumulación. La creciente desigualdad de
las rentas y el crecimiento vertiginoso del volumen de los patrimonios
privados coinciden con un proceso de ‘financiarización’ (y de ‘amplia-
ción de capital’) de la economía.47

46 Como evidenciaba el sociólogo italiano Nicola Negri en 2007, “paradójicamente, justo


cuando las desigualdades se intensifican, dejamos de hablar de ellas y la atención se centra
en el aumento de los out, del nuevo pauperismo. Sin embargo, de esta forma se quitan de
los análisis y de las agendas políticas justo esas dinámicas que constituyen la causa del
riesgo de exclusión” (Negri, 2007, p. 195. Traducción propia).
47 Esta es probablemente la razón por la que ha crecido el interés hacia el análisis de las
élites económicas, tema que nunca había experimentado tanta atención como en el clásico
estudio de Mills (1956). La cuestión se ha analizado tanto desde una perspectiva sociológica
(v. Savage e Williams, 2008; Mizruchi, 2013), como desde una perspectiva económico-polí-
tica, por ejemplo en el best-seller de Piketty (en el panorama italiano, véase Franzini et al.,
2014; para un análisis de escala urbano, Belligni e Ravazzi, 2013; Cremonesini, Cristante,
Longo, 2014). Incluso los panfletos se han dedicado a estos temas, en la producción an-
glosajona (véase Freeland, 2012; Jones, 2014) e italiana (donde, sin embargo, los políticos
son la diana favorita, y el estilo del análisis es en su mayoría justicialista: véase Rizzo, S.,
2010). Para una revisión de análisis europeos contemporáneos de las élites, véase Barbera,
D., Salento, 2016a.
Capitalismo Financiero y Comunicación 91

En este aporte vamos a centrarnos justo en este último aspecto.


Se examinará no solo la tendencia al crecimiento de la desigualdad en
rentas y riqueza patrimonial –la primera se puede explicar en una am-
plia medida con la segunda (cfr. Nau, 2013)– sino, sobre todo, algunos
procesos económico-sociales que resultan especialmente relevantes
en la génesis de esta tendencia. Vamos a afirmar que, para compren-
der la distribución diferente de la riqueza –una verdadera mutación en
la estructura misma de la desigualdad–, es esencial considerar la gran
transformación en las modalidades de acumulación que se ha registra-
do a nivel internacional en los últimos 35 años: fenómeno que se llama
justamente ‘financiarización’.
Sobre la relación entre financiarizazión y desigualdad se ha desa-
rrollado una rama de estudios que todavía no puede darse por satisfecha.
Esta literatura establece en su mayoría correlaciones estadísticas, usan-
do datos agrupados. Por ejemplo, Kus (2012) estudia la correlación entre
índices e indicadores de desigualdad en veinte países con un indicador
sintético de financiarización construido con fuentes ocde. Parecidas
son las consideraciones de Assa (2012). Kwon y Roberts (2015) reiteran
los efectos acumulativos de la financiarización y la ‘nueva economía’ en
la desigualdad. Lin y Tomaskovic-Devey (2015) fortalecen sus argumen-
tos a través de un análisis contrafactual del caso estadounidense. Tam-
bién con un enfoque econométrico, Dünhaupt (2013) examina la relación
entre financiarización y reducción de la cuota de salarios en la renta
total. En el ámbito de estos estudios, tampoco falta la admisión (véase
Kus, 2012, p. 493) de que los análisis macro-comparativos no son ade-
cuados para reconstruir los vínculos entre los fenómenos investigados,
y que para elaborar políticas de contraste a la desigualdad son precisos
análisis de mayor capacidad explicativa.
De manera realista, la posibilidad de llegar a una convalidación
empírica persuasiva de los nexos entre financiarización y desigualdad
no se puede sobrevalorar; y, más importante aún, también hace falta
excluir explicaciones mono-causales. En primer lugar, encontramos una
dificultad conceptual: la idea de ‘financiarización’, en todas sus muchas
92  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

variantes (véase Salento & Masino, 2013, cap. 2), es un constructo com-
plejo, que entrecruza planos y ámbitos de análisis diferentes: el de las
estrategias de acumulación (con su carga en los aspectos de organización,
gestión, contabilidad), pero también el de la mutación institucional y las
transformaciones político-culturales. En segundo lugar, hay que reco-
nocer que la estadística oficial casi no proporciona datos e información
que ayuden a comprender las modalidades de acumulación; como, por
ejemplo, una medición diferente de ingresos financieros e ingresos no
financieros de las empresas.
Teniendo en cuenta estas dilucidaciones, en este trabajo intentamos
ofrecer –también basándonos en más amplias investigaciones anteriores
(Salento & Masino, 2013; Dagnes, 2013 y 2014)– una lectura de algunos
aspectos de los procesos de financiarización de la economía y de sus
relaciones con la distribución de la renta. Nuestro objetivo es, no solo
enseñar que existe una coincidencia temporal entre financiarización y
crecimiento de la desigualdad, sino también afirmar que no se trata de
una coincidencia casual, ya que acerca de la relación financiarización/
desigualdad se pueden presentar hipótesis y validaciones. Haremos re-
ferencia, en particular, al caso italiano.
En el siguiente párrafo vamos a introducir el constructo de ‘finan-
ciarización’, separando, por un lado, los procesos de financiarización
de las empresas (no financieras), o sea, la creciente inclinación de los
propietarios de grandes empresas a perseguir la acumulación a través
de canales fundamentalmente financieros y adoptar la perspectiva de la
maximización del valor para el accionista; y, por otro lado, los procesos
de financiarización de las familias, es decir, su propensión a invertir
recursos en actividades financieras.
El párrafo tercero se dedica a la relación entre este proceso dual y
el crecimiento de la desigualdad. En lo que atañe a la financiarización
de empresas, vemos la acumulación de ingresos financieros por par-
te de los accionistas y un crecimiento hipertrófico de los sueldos de la
cumbre de directores, mientras que, en contraste, se reduce paulati-
namente el coste del trabajo, o sea, el volumen de empleo y el nivel de
Capitalismo Financiero y Comunicación 93

salarios. Estre proceso genera dinámicas de enriquecimiento creciente


para los titulares del capital, pero –a causa de las elecciones estratégi-
cas y las dinámicas en las que está fundamentado– erosiona los mismos
cimientos de una economía capaz de producir valor compartido. En el
caso de la financiarización de familias, las dinámicas de la desigualdad
involucran, por un lado, la proliferación de herramientas financieras
complejas como opciones de inversión disponibles –y a menudo reco-
mendadas– para los pequeños ahorradores; por el otro, la creciente pre-
sión a endeudarse para acceder a bienes y servicios que se consideran
indispensables. El caudal de los capitales que se poseen, el perfil de ries-
go individual y familiar, las competencias en el ámbito financiero, son
todos elementos capaces de ensanchar las diferencias en posibilidades
y condiciones de acceso a los mercados y, a través de ellos, a condiciones
de vida satisfactorias.
Siendo estas las pautas de nuestro análisis –no solo los volúmenes
de la desigualdad, sino también las dinámicas que la desarrollan– es
posible sacar algunas conclusiones en cuanto a la posibilidad de efectuar
intervenciones correctivas. En el párrafo cuarto, por tanto, presentare-
mos la idea de que la intervención para repartir los recursos, aunque
sin duda necesaria (y también comprometedora en el plano político),
no tiene la capacidad de actuar sobre las causas de la brecha entre las
rentas y la riqueza patrimonial. Si el crecimiento de la desigualdad está
causado por un cambio en las modalidades de acumulación –y, aún más,
si este cambio origina una huida de la economía real y, por consiguiente,
una debilitación de la capacidad de los sistemas productivos de generar
renta– la consecuencia es que únicamente una intervención en las mo-
dalidades de acumulación y las relaciones de producción puede invertir
esta tendencia.
94  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Los procesos de financiarización de la economía

La transformación reguladora insólitamente etiquetada como ‘revolu-


ción neo-liberal’ (véase Harvey, 2005) ha abierto el camino en todos los
países occidentales, desde finales de los años setenta, a una redefinición
de las modalidades de acumulación. A un proceso de desregulación de
los intercambios financieros de nivel mundial le ha correspondido una
reorientación total de la acción económica, que ha visto a los mercados
financieros desempeñar un papel cada vez más relevante (para todos,
véase Palley, 2007).
A pesar de comenzar por iniciativa de las instituciones monetarias
estadounidenses (véase Krippner, 2011), la construcción de una regu-
lación apta para la multiplicación de volúmenes de las actividades fi-
nancieras se ha extendido rápidamente en Europa también, donde ha
sido promovida sobre todo por las fuerzas políticas de centro-izquierda,
quienes la han representado y legitimado como itinerario de ‘democrati-
zación’ y ‘modernización’ de los mercados financieros (Cioffi & Höpner,
2006, p. 464). En Italia, en particular, la apertura a los mercados finan-
cieros internacionales –junto con una revisión de las normas de gober-
nanza de las grandes empresas coherente con el propósito de hacerlas
responsables de cara a los mercados de títulos– se ha presentado y prac-
ticado como un paso indispensable para superar la tradicional actitud
de cierre del capitalismo nacional, ampliamente anclado a coaliciones
propietarias familiares y a un accionariado sustancialmente personal
(véase, entre los muchos, Giacomelli & Trento, 2005). El objetivo de po-
ner el sistema productivo del país bajo la coordinación de los mercados
financieros se ha practicado también a través de un proceso de privatiza-
ción de las empresas controladas por el Estado: un proceso que ha hecho
que, a finales de 2006, 41 de las 290 sociedades cotizadas (por un valor de
casi el 60% de la capitalización bursátil) fueran sociedades privatizadas
(Barucci & Pierobon, 2007, p. 607), y el ratio entre capitalización bursátil
y pib pasara, entre 1990 y 2006, del 13,8% al 52,8%.
Capitalismo Financiero y Comunicación 95

Desde principios de los años noventa, la liberalización de las tran-


sacciones financieras en Italia también ha sido imponente (para recons-
truir la secuencia de “leyes-reforma”, cuyo elemento más importante
es quizás la Ley “Draghi” de 1998, véase Salento & Masino, 2013, cap. 3).
En general, el incremento del número y volumen de las transac-
ciónes financieras ha sido macroscópico. Entre los muchos indicadores
posibles del fenómeno se puede observar, por ejemplo, que la plusvalía
reconducible al sector financiero italiano, registrada en 1990 en un 21%
del total, en 2014 llega al 29,4% (para datos de contextos anglosajones,
véase Epstein & Jayadev, 2005; para demás datos italianos y europeos,
Salento & Masino, 2013, cap. 2).
Merece la pena detallar específicamente los dos perfiles del pro-
ceso de financiarización de la economía, ya que –como veremos en el
siguiente párrafo– tienen una incidencia especialmente importante en
la desigualdad. Hablaremos de estos dos fenómenos con las etiquetas
convencionales de ‘financiarización de las empresas’ y ‘financiarización
de las familias’.

I. La ‘financiarización de las empresas’ es un proceso de orien-


tación gradual de los actores económicos –en particular de las
grandes empresas, pero con efectos que repercuten a lo largo de
todo el sistema productivo– hacia estrategias de acumulación
basadas en canales estrictamente financieros. No solamente,
como ya hemos dicho, se ha experimentado un crecimiento en
el volumen de actividades e ingresos en los sectores específi-
camente financieros (y un consecuente empeoramiento de los
sectores industriales), sino que también se ha observado un
cambio radical en las estrategias de acumulación de las empre-
sas no financieras. El fenómeno se ha ido desarrollando en eta-
pas sucesivas (Fligstein, 1990). Una primera etapa, en la década
de los ochenta, estuvo caracterizada por una carrera a las inver-
siones financieras, pero también por la tendencia a entender la
empresa no como entidad unitaria de producción, sino como
96  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

una cartera de actividades susceptibles, según la ocasión, de


remodelación, cesión, externalización, para maximizar el valor
total de la cartera misma. Los protagonistas de esta ‘gestión de
la cartera’ ya no son directores técnicos que poseen vocación y
competencias industriales, son “hombres de finanzas”.
Una segunda y más madura fase de financiarización de las em-
presas, desde mitad de los años noventa, está marcada por la
difusión de una idea de control de empresa al estilo anglosa-
jón, orientada a la ‘maximización del valor para el accionista’
(shareholder value maximization). Se trata de una concepción
de la gestión de empresa que vuelve a declinar las prioridades
y las herramientas de gestión y organización, incluso al hablar
de empresas no financieras. Ya que se dedican sobre todo a la
maximización del rendimiento del capital, las empresas “viran”
de manera aún más firme desde una perspectiva estrictamente
productiva hacia un enfoque orientado a las finanzas.
Los ‘canales’ fundamentales de la transición a la acumulación
financiera son tres:
b.  En primer lugar, la desviación de los flujos de caja para
incrementar las inversiones financieras (a menudo tam-
bién con ajustes de las carteras de valores de las coaliciones
propietarias hacia actividades financieras). Como hemos
visto en otro foro (Salento & Masino, 2013, cap. 3), entre
1980 y 2010, los productos financieros de las empresas no
financieras italianas de la “muestra Mediobanca” se quin-
tuplicaron.
c.  El desarrollo de actividades financieras ‘al margen’ de las
productivas (véase la descripción del fenómeno en Galgano,
1993).
d.  La adopción, tanto por parte de los accionistas de con-
trol como del directorio, del dogma de la maximización del
valor para el accionista, que, por lo tanto, persigue un rendi-
miento de capital creciente en los mercados de títulos.
Capitalismo Financiero y Comunicación 97

II. La ‘financiarización de las familias’ es un proceso que requiere


una progresiva penetración de concepciones, estrategias y he-
rramientas de naturaleza financiera en la vida cotidiana de las
familias y en la gestión de los recursos que estas tienen a su dis-
posición. Dicho proceso se configura concretamente a través
de un progresivo traslado del ahorro familiar –ya acumulado o
potencialmente acumulable– al sistema financiero, mediante
el doble canal de la inversión y el endeudamiento.
En los treinta últimos años los fenómenos ya descritos ante-
riormente –la afirmación de una lógica orientada a la finanza
en las empresas, por un lado; y la acción pública directamente
o indirectamente orientada a la valorización de los mercados
financieros, por otro– han permitido a los procesos de finan-
ciarización de la economía familiar desarrollarse y conquistar
una legitimidad creciente. De esta forma se han creado, al mis-
mo tiempo, un ‘espacio de oportunidad’ y un ‘espacio de nece-
sidad’ para el involucramiento de las familias en actividades de
tipo financiero.

Un paso importante en esta dirección en Italia lo ha marcado la


puesta en marcha de la oferta pública de venta de algunas de las ma-
yores sociedades estatales italianas a lo largo de los años noventa. La
posibilidad de adquirir cuotas de empresas conocidas y percibidas
como sólidas, junto a sistemas de alicientes diseñados por el Ministerio
de Hacienda (Draghi, 2002), ha estimulado, de hecho, el acceso de los
pequeños inversores al mercado de títulos (Martinelli & Chiesi, 2002);
en primer lugar, familias que hasta aquel momento habían dirigido sus
ahorros preferentemente hacia productos como bonos ordinarios (bot)
y certificados de crédito (cct) del Tesoro italianos. La remodelación de
la cartera de las familias italianas hacia herramientas financieras en
un sentido estricto, que ha tenido lugar entre la segunda mitad de los
noventa y los primeros años 2000, se ha visto respaldada además por
factores coyunturales, entre ellos los resultados excelentes de los mer-
98  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

cados internacionales –también gracias a la burbuja especulativa de la


nueva economía– y la disminución de los rendimientos de los títulos del
Estado y las obligaciones nacionales. Debido a esta remodelación, en la
segunda mitad de los años noventa, el porcentaje de familias italianas
con inversiones en el mercado de títulos se ha duplicado, pasando de un
23,3% en 1993 a un 47,6% en 1999 (Dagnes, 2010).
Este pasaje ha puesto los cimientos para un cambio de perpectiva
significativo en sujetos tradicionalmente dotados de elevada propensión
al ahorro y baja al riesgo, características hechas patentes por la inver-
sión, en mayor medida, en actividades reales –en primer lugar, la vivien-
da– o en tipos de inversión a largo plazo. La apertura de los mercados
de títulos ha favorecido una progresiva socialización de la valorización
del ahorro a corto plazo, a través de la inversión en una multiplicidad de
herramientas financieras que, mientras tanto, el mercado había puesto
a su alcance, también gracias a medidas de liberalización y transfor-
mación reguladora sobre el tema. La participación de los ahorradores
italianos en los mercados financieros se ha ampliado hasta involucrar,
en los años anteriores a la crisis, a más de cuatro de cada diez familias;
sucesivamente, la difusión de herramientas tachadas de arriesgadas se
ha reducido (uno de cada tres hogares en 2014) hasta detenerse por com-
pleto en valores relevantes (Consob, 2015).
El proceso de legitimación de los mercados financieros se ha visto
favorecido, además, por la orientación del actor público quien, para ha-
cer frente a la crisis del Estado social, ha promovido la recolección y la
inversión financiera del ahorro privado por parte de inversores institu-
cionales. En Italia un mecanismo parecido se ha observado en relación
con el sistema de seguridad social, en el que, empezando en la década
de los noventa y luego más decididamente a lo largo de los años 2000, el
legislador ha respaldado la puesta en marcha de un programa de pensio-
nes complementario, basado en fondos de pensiones cuya inversión en
los mercados financieros no está sometida a vínculos específicos de pro-
tección del capital (Messori, 2006). Parece que una novedad importante
en este sentido la va a introducir la nueva reforma de las pensiones que
Capitalismo Financiero y Comunicación 99

el gobierno Renzi está examinando actualmente. La reforma, si se llega a


aprobar, permitirá utilizar un adelanto de la pensión, un verdadero prés-
tamo suscrito por el trabajador con la intermediación de inps (Instituto
Nacional de Seguridad Social italiano) para financiar la salida anticipada
del mercado laboral, cuya devolución se realizará con plazos mensuales
automáticamente detraídos del cheque mensual de la pensión.
Pueden observarse dinámicas parecidas en otros países en relación,
por ejemplo, con la asistencia sanitaria suplementaria facultativa u obli-
gatoria (véase Thomson, Foubister & Mossialos, 2009).
Finalmente, incluso en la vertiente de la deuda los procesos de fi-
nanciarización han penetrado paulatinamente en la vida cotidiana, si-
guiendo modalidades complejas y no siempre patentes que, como ya se
sabe, han desempeñado un papel fundamental en el origen de la crisis
actual (Stiglitz, 2010; Gallino, 2011). La posibilidad de convertir la deu-
da en títulos, con el objetivo de producir rendimiento, ha generado, de
hecho, un empuje sistémico al endeudamiento, que se ha traducido en
una oferta de opciones y herramientas crediticias a los hogares, tanto
en relación con la compra de bienes inmuebles (como en el caso de las
tristemente célebres hipotecas subprime), como tratándose de créditos
al consumo (por ejemplo, préstamos personales, pagos a plazos, tarjetas
de crédito revolvente, etc). Los niveles de endeudamiento de las familias
estadounidenses, también debido a la incidencia de la deuda universita-
ria (Stiglitz, 2013; véase también Graeber, 2011), resultan especialmente
elevados e involucran a casi el 77% de los hogares (Moore & Palumbo,
2010). Al contrario, en Italia la participación en el mercado del crédito
queda más contenida, involucrando al 20,9% de hogares en 2010, con
un endeudamiento promedio en torno a 19 mil euros por familia (Magri
& Pico, 2012). Sin embargo, como vamos a ver a continuación, las tipo-
logías y sostenibilidad del endeudamiento quedan repartidas de forma
fuertemente inicua entre la población.
100  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Financiarización y desigualdad en Italia

Si observamos la evolución del índice de Gini en los países europeos,


nos damos cuenta de que la desigualdad creciente no es solamente
producto de la crisis de los sistemas de redistribución: desde los años
ochenta se registra su aumento si la calculamos en la renta disponible
–o sea, incluyendo los efectos redistributivos de los impuestos–; pero
el incremento es aún más marcado si la calculamos en los ingresos de
mercado. En el ejemplo italiano, entre 1985 y 2010 el índice de Gini de
la renta disponible ha crecido un 10%; el de los ingresos de mercado un
30%. Esto indica que (a) la recaudación de impuestos no es capaz de con-
seguir un equilibrio de las rentas (la desigualdad de la renta disponible
aumenta); y, sobre todo, que (b) perseguir un equilibrio es cada vez más
difícil, ya que la repartición de recursos está más desequilibrada ‘en su
origen’ (la desigualdad de los ingresos de mercado crece aún más). El
repunte de la desigualdad, en otras palabras, no es solamente resultado
de una redistribución insuficiente: es más que nada una consecuencia
inmediata de una remodelación de las modalidades de acumulación
y las relaciones de producción. No es casual –como hace patente la
evolución de la incidencia del 1% más alto de rentas en el total– que el
proceso de “redistribución al revés” empieza, en Italia como en gran
parte de Europa, a principio de los años ochenta: coincidiendo con la
puesta en marcha de los procesos de desregulación y despolitización
de la economía, y con el crecimiento de la hegemonía política y cultural
del neoliberismo.
Las estudios más avanzados sobre la distribución de la riqueza
–si estableciéramos un ranking de importancia, el primero sería el de
Piketty (2003)– ponen de relieve dos aspectos esenciales de este fenó-
meno. Antes que nada, más que la brecha de las rentas –ya de por sí
cuantiosa–, parecen evidentes el crecimiento y la brecha de los patri-
monios privados, que “parecen estar a punto de regresar a los cinco o
seis años de la renta nacional en Gran Bretaña y Francia”, o sea, niveles
Capitalismo Financiero y Comunicación 101

registrados en vísperas de la Primera Guerra Mundial (Piketty, 2013


[2014, p. 25]). En segundo lugar, también las rentas van discrepando de
forma creciente:48 tanto porque entre ellas van aumentando las rentas
de capital (de lo que propiamente se considera ‘renta’: dividendos, in-
tereses, beneficios, plusvalías, cánones de locación, etc.); como porque
no paran de crecer las retribuciones-estrella de los consejos de admi-
nistración de grandes empresas, retribuciones a su vez destinadas a
promover la orientación de los directores hacia una gestión empresa-
rial tendente a la maximización de los rendimientos del capital (véase,
entre muchos, Fligstein, 1990; para el ejemplo italiano, Catani, 2010;
Salento & Masino, 2013).49
Como lo registrado por Franzini et al. (2014, p. 49), los datos dis-
ponibles en las diferentes fuentes estadísticas no permiten establecer
con certeza el caudal de las rentas de los súper-ricos, y tampoco la
composición exacta de dichas rentas. Sin embargo, como señala el
informe ocde Divided we stand (oecd, 2011, p. 35), la proporción de
renta que deriva de inversiones, propiedades y capital, en las últimas
décadas, se ha incrementado –sobre todo para las familias más ricas– y
gran parte de este flujo de riquezas ha sufrido una recaudación fiscal
más reducida en comparación con la que han experimentado las ren-
tas del trabajo.
Pese a que el aumento de la desigualdad parece haber empezado
antes de que los procesos de financiarización se difundieran de forma
masiva, es totalmente razonable afirmar que la hipertrofia de los pa-
trimonios privados y el crecimiento de las rentas relacionadas con la
acumulación financiera estén vinculados a los procesos que hemos tra-

48 Lo registran también investigaciones italianas: véase Franzini et al., 2014.


49 Cabe añadir que las rentas de capital alimentan a su vez la acumulación de capital,
en un proceso circular. De hecho, “Cuando la tasa de rendimiento del capital supera con
creces la tasa de crecimiento [...] es necesario guardar solo una parte de ingresos de capital
para ver que el capital crece más rápidamente que la economía en su conjunto. En tales
condiciones, es casi inevitable que la riqueza heredada dominará a la riqueza amasada del
trabajo de toda una vida por un amplio margen, y la concentración de capital alcanzará
niveles extremadamente altos” (Piketty, 2013 [2014, p. 26]).
102  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

tado en los párrafos anteriores, que ven el capital –cada vez con mayor
frecuencia– sacado de un ‘circuito productivo’ –es decir, una función de
ingresos, de trabajo, de utilidad social– para ser ingresado en un ‘circuito
monetario’ –la reproducción inmediata del capital mismo. Esta afirma-
ción de carácter general se puede desarrollar con argumentos en torno a
hipótesis más específicas, que atañen a los procesos de financiarización
de las empresas y los procesos de financiarización de las familias.

Los procesos de financiarización de las empresas van acompañados


de una reducción radical de la fuerza de trabajo
En primer lugar, la expansión de los sectores financieros en detrimento
de los no financieros conlleva una tendencia a la desertificación de los
ámbitos de la economía con alta densidad de trabajo. La reducción de los
volúmenes de mano de obra –bien a través de recortes del personal, bien
a través de subcontratación– es una de las herramientas más efectivas de
reducción de los gastos fijos, con efectos inmediatos en el rendimiento
del capital invertido. Para comprender en qué medida los consejos de ad-
ministración de empresas, orientados a generar valor para el accionista,
pueden inclinarse hacia la reducción de gastos (y la reducción de gas-
tos laborales, antes que nada), hace falta evidenciar que en la base de la
perspectiva del valor para el accionista reside la idea de que la empresa
no solamente tiene que hacer rentable la inversión del capital, también
tiene que hacerla más rentable que otros usos del capital con niveles de
riesgo parecidos. En otras palabras, el capital no se considera una he-
rramienta que genera actividades productivas (capital productivo), sino
un recurso insuficiente, como mercancía (o capital monetario), que sus
poseedores intentan repartir de la forma más rentable (Copeland, Koller
& Murrin, 2010). Esta es la diferencia fundamental entre la idea de uti-
lidad y la idea de valor para los accionistas: al calcular las utilidades se
restan los gastos a los ingresos (incluido el del capital de deuda, formado
básicamente por los intereses pasivos); en el cálculo del valor para los
accionistas se toma en consideración también el valor (de mercado) del
Capitalismo Financiero y Comunicación 103

capital propio. Por consiguiente, en esta situación para las empresas es


provechoso reducir el capital usado.50

Los procesos de financiarización de las empresas van acompañados


de una reducción de los salarios
Contextualmente, con el avance de los procesos de financiarización de
las empresas se van reduciendo las protecciones del empleo y su retri-
bución, e incluso las entidades que protegen a los trabajadores –como
las organizaciones sindicales– se vuelven más débiles. Según esta lógica,
estos procesos representan ‘presupuestos’ de la posibilidad de acceder
a la producción de rendimiento a corto plazo. No obstante, si conside-
ramos ‘financiarización’ no solo al desarrollo de la acumulación debida
a canales financieros, sino también a las transformaciones reguladoras
que hacen posible –e implícitamente fomentan– esta tendencia, pode-
mos afirmar que este colapso general de las herramientas de protección
y promoción del empleo está estrechamente relacionado con el proceso
de financiarización.
Para tener una idea del caudal de dichos procesos, en Italia, como
en los demás países occidentales, se pueden observar algunos indica-
dores como la fluctuación de la densidad sindical (que bajó del 50% al
35% entre 1980 y 2010) y el indicador de protección del empleo (que se
ha reducido la mitad de 1996 a hoy).51
El impacto de la pérdida de representación y poder del empleo en
la distribución de la renta en los cinco últimos años ha sido chocante.
Según los datos de la ocde, el total de rentas del trabajo (tanto subor-
dinado como autónomo), aproximadamente el 70% del pib en 1974, en
2010 está en torno al 55%.

50 Una descripción exhaustiva de este principio y sus implicaciones se encuentra en


Salento & Coronella, 2015.
51 Ambas voces según datos de la ocde.
104  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Los procesos de financiarización de las empresas generan un traslado


de riqueza desde la empresa propiamente dicha a los accionistas/
inversores
A pesar de lo que afirma la literatura empresarial en torno a la maximi-
zación del valor para los accionistas, la adopción de este enfoque no se
corresponde en la práctica con un incremento del valor de los títulos en
los mercados financieros. La evolución de los cursos accionarios mues-
tra que las grandes empresas tienen buenas capacidades de destruir
valor en vez de crearlo (para empresas anglosajonas, véase Froud et al.,
2006, cap. 4; para empresas italianas, Salento & Masino, 2013, par. 5.3).
La evolución de las ganancias del capital –como afirman explícitamente
actores protagónicos en los mercados financieros (por ejemplo, Biggs,
2007)– depende mucho más de la orientación voluble de los mercados
(Shiller, 2000) que de las cualidades de la acción directiva.
Sin embargo, desde que está en boga el dogma de la maximización
de valor para el accionista, no solo en su nombre se ve reducido el tama-
ño productivo de las empresas –conllevando una destrucción de valor a
medio-largo plazo–; sino que también se reafirma una jerarquía cuyo ob-
jetivo preeminente son los intereses de los accionistas/inversores. Esta
jerarquía se refleja claramente en la distribución de la riqueza generada.
Por ejemplo, entre 1993 y 2001, en las empresas de la muestra Medioban-
ca, los dividendos deliberados pasaron de un 10,4% a un 37,1% del ebitda.

Los procesos de financiarización de las empresas van acompañados


de un aumento de las retribuciones del consejo de administración
Según Mishel et al. (2007), entre 1979 y 2005 la retribución de los direc-
tores ejecutivos estadounidenses ha pasado de ser 38 veces mayor a ser
262 veces mayor que el salario promedio de un trabajador. Este espec-
tacular aumento de la remuneración de los directores de alta gama es
una técnica (basada en la llamada ‘teoría de la agencia’: véase Fama &
Jensen, 1983) para asegurar el control de los accionistas en el trabajo de
los directores. Para invertir la tendencia del siglo xx a la emersión de un
poder de técnicos (Berle & Means, 1932), los directores de nueva genera-
Capitalismo Financiero y Comunicación 105

ción –dotados de formación y competencias mucho más financieras que


industriales (Khurana, 2007)– se ven convencidos, a través de técnicas
de retribución que hacen las gratificaciones económicas proporcionales
a la evolución del rendimiento del capital, para actuar con el objetivo de
su maximización.
En un contexto como el italiano, en el que el accionariado de control
de las grandes empresas a menudo tiene (o tuvo, hasta un pasado cerca-
no) relaciones de tipo personal o familiar con la cumbre directiva (Melis,
Carta & Gaia, 2012), el fenómeno es menos impactante, pero en todo
caso sigue siendo macroscópico. En cuatro años de expansión fuerte
de los mercados financieros (2004-2007), en las empresas presentes en
el ftse mib la media de los bonus repartidos ha aumentado un 71%, y el
incremento ha sido del 230% en las empresas del entonces índice Midex
(Catani, 2010, p. 193).
Es probable, como afirman Bivens y Mishel (2013), que el repunte
de las retribuciones de los directores ejecutivos haya sido la fuerza im-
pulsora de la remuneración de sujetos que operan en ámbitos diferentes,
como las estrellas del deporte y del espectáculo.

Los procesos de financiarización de las familias van acompañados de


oportunidades y condiciones desiguales de acceso a bienes y servicios
fundamentales
La penetración de lógicas y herramientas de naturaleza financiera en
múltiples ámbitos de la vida cotidiana implica cada vez más la necesidad
de recurrir –directa o indirectamente– a los mercados para acceder a
bienes y servicios indispensables para la reproducción social y el bien-
estar individual. La progresiva desaparición de protecciones y garantías
públicas en cuanto a acceso a las casas, la sanidad, la seguridad social y la
educación52 –solo por poner algunos ejemplos–, introduce importantes
elementos de desigualdad, ya que la posibilidad de los sujetos individua-

52 Esta dinámica se presenta de forma claramente diferenciada en países y ámbitos di-


ferentes, con una tendencia más marcada en contextos de mayor orientación neoliberal;
sin embargo, la crisis del Estado social y la remodelación del papel del actor público han
106  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

les de acudir a otros sitios –específicamente, a los mercados financieros–


para poder satisfacer sus necesidades está fuertemente condicionada
por su disponibilidad de capital y su perfil de riesgo específico.
En términos generales, la participación en los mercados financieros
resulta extremadamente diferenciada, dependiendo de la clase social.
En el caso italiano, por ejemplo, en 2010 solo un 5,4% de las familias de
la clase obrera poseía herramientas de inversión de capital no garanti-
zado, mientras el porcentaje subía a aproximadamente un 23% de los
hogares de la clase media y más del 35% de la clase superior (Dagnes &
Storti, 2012). La distribución resulta muy desigual también en relación
con la posesión de productos que, además de permitir una valorización
del capital propio, garantizan el acceso a prestaciones precisas para la
reproducción social de los individuos. Seguros sanitarios y fondos de
pensión complementarios, por ejemplo, muestran una difusión amplia
en la franja de rentas más elevadas (en 2014, el 9,8% de familias italianas
que se colocan en el último escalón de la renta posee un seguro médico,
el 15,1% un seguro de pensiones) pero se encuentran básicamente ausen-
tes entre los hogares de bajos ingresos (0,3% y 4,2% respectivamente en
el último escalón) (Dagnes & Filandri, 2016).
También el acceso al mercado crediticio para comprar inmuebles
resulta más difícil para las familias que se encuentran en una situación
de desventaja: en 2010 más del 40% de los hogares de ingresos más bajos
que han solicitado una hipoteca no la han obtenido, mientras este por-
centaje se reduce al 25%, aproximadamente, en la clase media y al 7% en
la clase superior (Magri & Pico, 2012). Si, por un lado, estos datos hacen
patente una menor exposición de los hogares económicamente más dé-
biles a las dinámicas internas de los mercados, al mismo tiempo hacen
hincapié en una potencial –y, a menudo, concreta– exclusión de bienes
y servicios fundamentales y cada vez menos accesibles de otra forma. Es
impactante además cómo, frente a esta situación, el recurso a formas de

remodelado los criterios de acceso a bienes y servicios fundamentales en todos los países
con economías avanzadas.
Capitalismo Financiero y Comunicación 107

crédito al consumo no se ha visto limitado en años recientes. En 2010


una cuarta parte de las familias de muy bajos recursos usaba formas de
endeudamiento por razones de consumo, cantidad superior en más de
10 puntos porcentuales a la de hogares de renta media estable (ibídem).
Por último, cabe subrayar que, mientras algunos sujetos se ven ex-
cluidos completamente de la posibilidad de acceder al mercado crediti-
cio, otros pueden acceder pero con condiciones de oferta muy estrictas
y fuertemente penalizadoras, establecidas con base en una evaluación
normativa de los diferentes perfiles de deudores y del riesgo de insol-
vencia asociado a ellos (Moiso, 2014).

Los procesos de financiarización de las familias van acompañados por


oportunidades y riesgos desiguales en el rendimiento de los ahorros
Como se mencionaba anteriormente, el acceso a los mercados financie-
ros tiene una connotación doble: “por un lado, representa un recurso
para las familias, especialmente en momentos críticos y relevantes de la
vida personal o profesional; por el otro lado, constituye un fuerte factor
de riesgo, incrementando la exposición y la vulnerabilidad de los sujetos”
(Negri & Filandri, 2010).
Si, como se evidenciaba en el apartado anterior, la exclusión finan-
ciera puede ser una fuerte penalización a la hora de gozar de ciudadanía
social plena, no podemos olvidar que incluso los que poseen los capitales
necesarios y el perfil ‘correcto’ en realidad acceden a oportunidades muy
diferenciadas. Frente a una multiplicación de las ofertas de inversión,
de hecho, aumentan las competencias financieras requeridas a las fa-
milias para planificar la gestión de su propio ahorro, en la ausencia casi
total de programas de educación financiera. Los sujetos se encuentran
así tomando elecciones complejas en un contexto de presión sistémica
hacia la valorización de su capital, a menudo sin las herramientas cog-
nitivas necesarias para orientarse en el panorama financiero. A lo largo
del tiempo, además, se han difundido retóricas que representan a los
mercados financieros como sitios en los que individuos capaces pue-
den sacar partido de sus capacidades innatas, llegando a multiplicar su
108  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

riqueza sin esfuerzo. Dichas retóricas –que se han visto afectadas solo
en parte por la crisis económica de 2008– han alimentado, en ciertas
franjas de la población, una fuerte propensión a la inversión, conllevan-
do una sobrevaloración de las habilidades de uno mismo y una paralela
infravaloración del papel de eventos exógenos de porte sistémico en los
procesos de creación y acumulación de la riqueza. Una investigación lle-
vada a cabo por consob (Comisión italiana para las Sociedades y la Bolsa)
revela que más del 80% de los pequeños inversores cree tener capaci-
dad y competencias superiores a la media, mientras en la práctica –en,
al menos, uno de cada tres casos– existe una fuerte discrepancia entre
habilidad percibida y conocimientos efectivos. La misma investigación
evidencia además escasa consciencia de las características intrínsecas
de las herramientas financieras evaluadas: entre aquellos que poseen
productos de tipo especulativo, por ejemplo, solo el 5% es consciente de
los riesgos connaturales de las herramientas derivadas (consob, 2015).
La posibilidad de acceder a consultorías rigurosas y personalizadas,
en vez de confiar en las capacidades de uno mismo o las indicaciones de
intermediarios orientados a la maximización de sus provechos, es, por
lo tanto, un factor que puede ser decisivo en la elección de cómo invertir
y, por consiguiente, en el rendimiento del capital. A esto hay que añadir
que a menudo es el caudal del capital mismo el que marca la diferencia:
los grandes inversores privados, además de poder encargar la gestión
de su patrimonio a servicios profesionales dedicados, están antes que
nada en la condición de poder diversificar en gran medida sus inversio-
nes. Dicha diversificación contribuye a explicar por qué, a pesar de la
crisis, los llamados “súper-ricos” –convencionalmente el 1% más rico de
la población– no han parado de ver crecer su patrimonio (Sayer, 2015).

Conclusiones: más allá de la redistribución

Hay muchas razones para preocuparse por crecimiento desmedido de la


riqueza de los “súper-ricos”. El fenómeno levantaría preocupaciones aun
Capitalismo Financiero y Comunicación 109

cuando no implicara un empobrecimiento de otras capas del tejido so-


cial porque, de todas formas, tendría un impacto en el nivel de desigual-
dad, contribuyendo con esto –como han evidenciado investigaciones
empíricas de largo período (Wilkinson & Pickett, 2009)– a la corrosión
de las relaciones sociales, a la difusión de un espíritu competitivo exas-
perado, ‘pasiones tristes’ y frustración, a la debilidad de las referencias
ético-morales compartidas y al destrozo de la idea de que la prosperidad
verdadera se puede alcanzar solo ensanchando el bienestar colectivo.
En realidad, el crecimiento de la riqueza de los ricos no representa
un mal de por sí. Si “no podemos permitirnos a los ricos” (Sayer, 2015)
no es solo por razones patentes de orden ético y psicológico-social. El
problema más serio son las modalidades de acumulación de las que se
origina este fenómeno. Las tendencias actuales de distribución de la
renta y de los patrimonios, como hemos visto, están conectadas con una
concepción de la acción económica según la cual la producción de dinero
a través de dinero se convierte en un canal ordinario de producción de
riqueza, y las mismas empresas, antes que actuar como dispositivos de
producción y comercialización de bienes y servicios, se conciben como
dispositivos de maximización del rendimiento del capital. Por lo tanto,
es necesario entender que la desigualdad se fundamenta hoy en una
metamorfosis de la producción de riqueza.
Un punto de inflexión en la producción de la desigualdad –pero
también en su legitimación– es el paso del bienestar social keynesia-
no a una etapa neoliberal de políticas de inclusión entre finales de los
setenta y principios de los ochenta. Pero la producción de marginali-
dad y brechas en la riqueza no son solamente un producto de la falta de
efectos de redistribución. El incremento de la desigualdad en el sistema
socioeconómico global es un elemento constituyente y funcional de la
reproducción de sujetos e instituciones plenamente incluidos (Sassen,
2014). La marginalidad de las franjas más vulnerables de la población y
la precarización de los derechos relacionados con una ciudadanía so-
cial plena –incluso para aquellos que resultan incluidos–, favorecen la
penetración de mecanismos de extracción del valor en multíplices esfe-
110  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

ras que, por lo menos a lo largo de todo el período fordista, habían sido
objeto de protección específica por parte de las lógicas del mercado. Los
resultados sociales de estas transformaciones no son un efecto inespe-
rado de la supresión de las políticas de inclusión fordistas-keynesianas.
Estas dinámicas de exclusión son consustanciales a las modalidades
de acumulación extractivas de los sistemas reguladores neoliberales y,
como tales, no se pueden eliminar ni paliar sino a través de un cambio
radical de paradigma (Stiglitz, 2012; Sayer, 2014).
Es por esta razón que –como invita a pensar la afirmación de Lucia-
no Gallino que hemos citado al principio– para imaginar cuáles pueden
ser los remedios al crecimiento de la desigualdad es preciso rehuir la
tentación de pensar que las intervenciones de redistribución van a ser
suficientes.
El significado de ‘democracia económica’ nos recuerda el sinfín de
experimentos de ‘innovación social’ que se llevan a cabo a escala trans-
nacional. Quizás podamos hablar, en el presente, de un ‘movimiento
mundial’ de innovación social (Unger, 2015): un movimiento que se
puede interpretar como una demanda masiva de ‘reconexión’ con la
economía. O, a lo mejor –como afirman Magatti y Gherardi–, se trata
de un “plan cultural emergente, en el que las nociones de realización
de uno mismo, de relación y de libertad se remodelan siguiendo nuevas
perspectivas. Dicha remodelación se desarrolla de una concepción del
valor entendido como valor contextual (o compartido), que constituye
una premisa para ‘reconectar’ economía y sociedad” (Magatti & Ghe-
rardi, 2014, p. 12). Cualquiera que sea su caudal innovador y su eficacia,
muchas de estas prácticas indican claramente la posibilidad de sutraer
espacios de vida económica a la dinámica de la maximización a corto
plazo de los beneficios.
En este panorama de experiencias se vislumbra una inspiración
polanyiana, o sea, la exigencia de una ‘autodefensa de la sociedad’. Sin
embargo, la idea de ‘doble movimiento’ –a la que Polanyi se refería al
hablar de una configuración institucional nueva, de un proceso de re-
organización empujado por “fuerzas sociales determinadas” (1944 [1974,
Capitalismo Financiero y Comunicación 111

p. 170])– todavía no es más que una sugestión. A pesar de esto, imaginar


los términos esenciales de un ajuste institucional de la economía, des-
pués de treinta años de experimentos neo-reformistas –patentemente
fracasados–, es una necesidad que ya no se puede aplazar.
Empezando por el espacio de la ‘economía fundamental’ (Bowman
et al., 2014; Barbera, Dagnes & Salento, 2016b; Barbera, Dagnes, Salen-
to & Spina, 2016), es decir, el conjunto de sectores de la economía que
constituyen la infraestructura esencial de la vida social, es preciso volver
a adoptar una concepción del ‘valor’ que se adapte a la promoción conti-
nuadora del bienestar colectivo. El ‘monoteísmo’ de la acción económi-
ca, basado en la soberanía del interés de los inversores, tiene que dejar
espacio –para usar los términos de la ‘economía de las convenciones’
(Boltanski & Thévenot, 1991)– a una combinación variable de diferentes
‘órdenes de valor’ o ‘principios de justificación’, basados en métricas di-
ferentes y no comparables entre ellas.
La configuración de una relación sostenible entre acción económica
y espacio social implica la necesidad de poner la acción económica bajo
el vínculo de una ‘licencia social’. Como afirma Adolf Berle (1962),

[La empresa] existe y tiene derecho a existir bajo, y solamente bajo, un


contrato social tácito. El contrato social le requiere a la dirección de
empresa que asuma ciertas responsabilidades. El respeto de dichas
responsabilidades es lo que le da derecho a la empresa a recibir al-
gunas prerrogativas del Estado y a obtener el permiso de existir de la
comunidad económica en la que opera y a la que le presta servicio.53

Retomar esta idea del siglo xx –sin por esto aspirar a una réplica del
compromiso fordista– puede ser un esbozo de principio, laico y limpio
de connotaciones ideológicas, para vincular la acción económica que
debe realizarse en beneficio, y no en detrimento, de la colectividad.

53 Berle, 1962. Traducción propia.


112  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

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PARTE II
Comunicación, tecnología y nuevas formas
de financiarización de la economía
Capitalismo financiero y estado nacional de
excepción. El papel de la comunicación social
en la acumulación por desposesión
Francisco Sierra Caballero

La tradición de los oprimidos nos enseña que la regla


es el estado de excepción en el que vivimos.

Walter Benjamin

El abordaje del tema que nos ocupa parte de una premisa: la recompo-
sición de las condiciones sociales existentes para la recuperación de la
tasa de beneficio del capital rentista, a partir de las contrarreformas
por las que las políticas públicas de mediación autoritarias –basadas en
el principio de gobernanza y excepcionalidad– procuran imponer con
miedo y violencia las condiciones de captura y acumulación del capital.
De acuerdo a esta idea, definimos el neoliberalismo como la mudanza
estructural del poder por la fuerza en la construcción de una red de
instituciones, agendas e intereses bajo la hegemonía imperial de Estados
Unidos, que socava todas las reglas mínimas de representación y control
democrático. Como argumentan Duménil y Lévy, el capitalismo neolibe-
120  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

ral está marcado por la autonomización de la propiedad con respecto al


objeto poseído, en este caso, el aparato productivo. La separación de la
propiedad de la gestión (la Corporate Revolution y la Managerial Revolu-
tion) es la condición de la movilidad del capital, eliminando limitaciones
a la inversión y acumulación como lógica vectorial. El problema es que
se agudizan así las contradicciones:

• Entre la realidad de la inversión del capital en la producción y la


libertad absoluta que exige el capital financiero.
• Entre el sistema productivo y las crisis cíclicas derivadas de los
cambios técnicos y la baja tendencial de la tasa de ganancia.
• Entre la liberalización de las finanzas y la regulación corporati-
va del capital.
• Entre el crecimiento y el empleo (economía real) y los procesos
especulativos de valorización del capital rentista.

En este proceso, la comunicación cumple al tiempo una función


ambivalente de amortiguamiento o retroalimentación del proceso, que
aminora las tensiones sistémicas del capitalismo, y herramienta de
reproducción del proceso impositivo del capital financiero. No es que
alguna aseguradora y el capital financiero hayan tomado el control de
los medios de comunicación –como se podría pensar de diarios de refe-
rencia, como El País–, es que la vida y el ecosistema informativo entero
ha sido objeto de captura por la racionalidad del capital rentista.
Toda información obedece a una lógica económico-política sobre-
determinada por el contexto social y el proceso general de subsunción
que la industria periodística ha venido experimentando desde finales del
siglo xix hasta nuestros días. La noticia, en otras palabras, más aún en
la información económica, es una mercancía, un producto o contenido
formal que carece de sustancia representacional, salvo la de contribuir
en su función al ciclo de acumulación y reproducción ideológica. Así,
toda información económica encubre tanto como muestra, calla tan-
to como informa, y performa tanto como transforma la práctica social,
Capitalismo Financiero y Comunicación 121

como resultado del poder de configuración cognitiva y sociocultural que


proyecta en el espacio público. Es por ello que podemos afirmar que, si
bien los medios de comunicación son un factor básico de fiabilidad y
confianza, desde el punto de vista bursátil, la información económica
financiera puede ser más bien considerada contrafáctica. “Cuanto más
se socializa y se globaliza la producción, más se presentan las conexiones
monetarias (que sirven de base a los instrumentos financieros) como
indicadores y expresiones (abstractas y diríamos que incoherentes) de la
producción social general y del conjunto de relaciones que reúnen a los
distintos agentes económicos. De hecho, solo el poder del dinero puede
representar la generalidad de los valores de la producción cuando son
expresión de las multitudes globales” (Negri & Hardt, 2004, p. 186). Así,
si bien los mercados financieros se manifiestan y funcionan a través de
convenciones lingüísticas, por otro lado, las formas actuales de trabajo
son afectadas por las condiciones y los medios de desempeño de tales
funciones lingüísticas (Marazzi, 2008). La regulación y control de la in-
formación en el mercado de valores constituye de hecho un problema es-
tratégico para el capitalismo. Y no tanto por los problemas de corrupción
y abuso de información privilegiada en el intercambio bursátil, como por
los problemas de confianza y equilibrio global del capitalismo. Pues la
subida o brusca caída de la contratación de un valor pueden ocasionar
efectos imprevisibles en la estructura económica nacional de un país o
amenazar, como estamos viendo, la propia estabilidad del sistema.
El papel de los medios en esta estructura es la de ariete o simple
correa de transmisión de los intereses especulativos hegemónicos, asu-
miendo la función desinformadora que la liberalización impulsada en
los años ochenta, por la contrarreforma conservadora de Ronald Reagan,
marcó como nuevo modelo de referencia.
Durante este período, no solo se construyó un entramado jurídico
comercial que explica la actual deriva de los mercados bursátiles en vir-
tud de la política de opacidad instaurada por los tiburones de Wall Street,
sino, más allá aún, en la década de los ochenta, cabe observar cómo el
Estado otorga a las grandes corporaciones capitalistas libertad absoluta
122  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

en sus debidas obligaciones de transparencia, al tiempo que el sector


de la comunicación y la cultura es sometida a un proceso intensivo de
concentración, participaciones accionariales cruzadas y, claro está, la
creciente financiarización de su estructura de propiedad, so pretexto
de la necesaria competitividad de las nuevas economías de escala y la
modernización tecnológica.
En otras palabras, del mismo modo que, en su momento, como criti-
cara Balzac, se experimentara un proceso de cambio de la prensa de opi-
nión y literaria a los periódicos de empresa y grandes grupos editoriales,
en las últimas décadas se ha venido produciendo una tensa dialéctica de
concentración y abundancia de información, al tiempo que se producía
un cuestionamiento de la profesión informativa por la intensiva lógica
extendida de colonización del capital y, en general, de toda forma de me-
diación social contemporánea, resultando –por recordar las palabras de
Balzac– que “del generalizador sublime, del profeta, del pastor de ideas
que fuera antes, del publicista (que era el profesional de la información)
no queda ya más que un hombre ocupado de los despojos de la actuali-
dad” (Balzac, 2009, p. 49).
Los mitos de la imparcialidad, la neutralidad y la equidistancia de
la prensa progresista han sido sistemáticamente deconstruidas por una
praxis que dista mucho de aproximarse a los valores-fuerza y vectores
motrices de la actividad informativa, originarios de la que, supuestamen-
te, son deudores en su función y actividad pública. Prueba evidente de
ello es el conformismo institucionalizado de la profesión en su deriva
actual, que asiste perpleja a los cambios y demandas del nuevo entorno
informativo al grado de producirse, formalmente, en la lógica de flujos,
una crisis radical de confianza y de sostenibilidad económica que no
solo atañe a la interrelación de las presiones políticas y económicas en
la estructura dominante de información, sino –más allá aún– afectan
significativamente a la razón de ser de la función misma de interme-
diación ante los avances de la convergencia tecnológica y multimedial
y las nuevas prácticas autónomas de los prosumidores en la llamada de-
mocracia 4.0.
Capitalismo Financiero y Comunicación 123

Así, de la era Reagan a las proclamas parafascistas de la Fox, pasan-


do por la doctrina del shock de los Chicago Boys, y la instrumentación
activa de los medios de comunicación para ampliar las tasas de beneficio
del capital especulativo y rentista, es posible rastrear una historia oculta,
un hilo rojo y lógica de dominio, eludida y apenas representada por la
academia y la opinión pública, que nos permite comprender el papel
estratégico de la mediación espectacular en la actual cobertura de la
crisis financiera internacional; un proceso que tiene su génesis en la
progresiva mercantilización de la industria periodística y en la paulati-
na dependencia del capital financiero internacional, por las que hoy se
restringe y anula toda posibilidad de pluralismo ideológico y diversidad
editorial en el tratamiento de las alternativas de salida del círculo vicioso
implementado por los amos del mundo y de la información, en lo que
–conforme a las tesis de Navarro y Torres– podemos considerar, sin duda
alguna, un proceso ideológico de imposición del terror y de propaganda
ideado con el único objetivo de imponer la sumisión de la población al
entramado de intereses de Wall Street y, en general, el capital financiero
internacional (Navarro & Torres, 2012).
Apenas tres grandes medios y agencias de referencia (Reuters, Wall
Street Journal y Financial Times) controlan el 80% del flujo de la informa-
ción especializada. Así, cuando observamos la cobertura de la crisis econó-
mica, los procesos de volatilidad extrema con bajadas de un 9,1% y rebotes
al alza, hay que preguntarse quién está controlando los mercados, qué sen-
tido tiene el proceso de especulación y cuál es la conexión e intereses com-
partidos de los grandes medios que marcan la agenda de la información
económica internacional con los beneficiarios del proceso de especulación.
Ello exige, desde una perspectiva crítica, cuestionar el proceso antes citado
de financiarización del sistema mediático (Almirón, 2005) partiendo, in
media res, del análisis de la Economía Política de la Comunicación.
La relevancia económica de la información altera, a partir de la dé-
cada de los ochenta, los tradicionales vínculos existentes entre la eco-
nomía, la política y la sociedad, planteando de hecho una reformulación
de las funciones productivas y la revisión de la teoría del valor por la
124  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

relevancia que adquiere la informatización de la economía, y del trabajo


inmaterial, en el conjunto de la cadena productiva.
La cuestión es pensar qué papel desempeñan las políticas públicas
en la historia de quiebras, crisis y latrocinios públicos, resultado de la
euforia desreguladora de la administración Reagan. Un período, como
decimos, de inflexión en los sistemas de información y regulación finan-
ciera, que habría de afectar también al sistema mediático, inmerso en
un proceso de desregulación y concentración intensiva, sin precedentes
en la historia del sector, al tiempo que el despliegue de las nuevas tec-
nologías daba lugar a lo que Cees Hamelink denominó la financiariza-
ción del campo comunicativo, pasando a depender el capital financiero
directamente de las redes de telecomunicaciones y los nuevos sistemas
de información y comunicación (Hamelink, 1984). En este proceso, los
flujos de capitales, y de información, se tornaron más volátiles y menos
controlables, precisamente por su dimensión global, y específicamen-
te por las contrarreformas del neoliberalismo, al concentrar en manos
privadas la vasta red de telecomunicaciones.
Los estudios, sin embargo, sobre la gestión de riesgos derivada de la
vulnerabilidad informativa del capitalismo financiero apenas ha aborda-
do cómo afecta al bienestar de la mayoría este gobierno virtual, y mucho
menos cómo limita el derecho de transparencia y libertad de expresión
constitutivas de la moderna comunicación de masas. Esto es, la actual
visión ideológica que gobierna la política financiera no se plantea como
reto la democratización (Schiller, 2004) y menos aún la desigualdad in-
formativa y la opacidad que rige la cobertura de los flujos de capitales
con el control del propio espacio público, pues este, sin duda, es un pro-
blema revelador de los intereses macroeconómicos y especulativos que
inspiran la perspectiva neoclásica.
Ahora bien, por más que se trate de negar la caja negra de esta visión
complaciente de la nueva economía, los tiempos en el que la informa-
tización y el gobierno telemático del flujo acelerado de capitales se ha
impuesto en el desarrollo de las finanzas, más pronto que tarde tienen
que confrontarse en la gestión del riesgo y las inversiones con la defensa
Capitalismo Financiero y Comunicación 125

de la democracia cuestionando, por ejemplo, el proceso de desmontaje


y apropiación de las reglas del juego por un selecto grupo de conspira-
dores contra el Estado y los bienes comunes. La historia oculta de la
revolución conservadora y de la privatización paralegal de los sistemas
de información pública, de Reagan a nuestros días, da cuenta de esta
tensión y debe ser el punto de partida cuando se cuestiona el papel de
los medios y del Estado en el debate público y la salida a la crisis. Pues,
como advierten De Soto y Wise:

En los últimos veinte años, los estadounidenses y los europeos silen-


ciosamente han ido destruyendo este tipo de información. Los mismos
sistemas que podrían haber proporcionado a los mercados y gobiernos
los medios para entender la crisis financiera mundial –y para evitar
otra– se están socavando. Los gobiernos han permitido que se desa-
rrollen mercados informales y que estos alcancen un tamaño más allá
de lo imaginable. Las hipotecas han sido concedidas y registradas con
tan poca atención que los propietarios de viviendas y los bancos con
frecuencia no saben y no pueden probar quién es dueño de sus ho-
gares. En pocas décadas, Occidente ha echado por tierra 150 años de
las reformas legales que hicieron posible la economía mundial. Los
resultados no sorprenden. En los Estados Unidos, se ha quebrado la
confianza entre los bancos y los titulares de hipotecas de alto riesgo,
entre los agentes de ejecución hipotecaria y los tribunales, entre los
bancos y sus inversionistas, incluso entre los bancos y otros bancos.
En general, el crédito (que proviene del latín ‘confianza’) sigue fluyen-
do de manera constante, pero una mirada más acuciosa revela que el
crédito no gubernamental se ha contraído. Los préstamos privados
se han reducido un 21 por ciento desde el 2007. Las proyecciones de
préstamos para las pequeñas empresas cayeron más de 6 por ciento
en el último año, mientras que los préstamos a grandes empresas, me-
didos en préstamos comerciales de más de us$ 1 millón, cayeron casi
un 9 por ciento (Soto & Wise, 2012).

Paralelamente, se ha ido imponiendo una nueva forma de organiza-


ción e información contable, bajo el imperio del sector empresarial y las
élites económicas de las grandes compañías industriales y financieras
126  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

del mercado global. Los principios de la International Accounting Stan-


dard Borrad (iasb) plantean, a priori, garantizar una mejor información
económica adaptada al mundo moderno cuando, en el fondo, con este
eufemismo, se encubren las lógicas sociales de un sistema de registro y
de información bajo control de la dirigencia tecnocrática de las grandes
corporaciones y los accionistas y diversas técnicas de ingeniería, como
las que ocultaron el fraude enron o la doble contabilidad de Goldman
Sachs, con los resultados por todos conocidos. Y a ello cabe añadir la
intervención de la nsa y el control de las telecomunicaciones, que per-
mite la dependencia y satelización de espacios como la ue con respecto
al sistema tecnocomunicacional y de información estadounidense.
En definitiva, nos encontramos con una situación de clara quiebra
de la información de dominio público y de ausencia de fiscalización
democrática por la que un grupo privilegiado puede alterar el precio
y realidad económica de una empresa o sector sin que el Estado pueda
garantizar los derechos sociales de la mayoría.
Como resultado de esta estrategia de desreglamentación, “a medida
que los mercados se globalizan y que las políticas neoliberales bajan el
listón de la regulación política, aumenta el poder financiero. Todo ello
ha traído consigo, entre otras cosas, un enorme desarrollo de los pro-
ductos financieros derivados, es decir, de instrumentos financieros cuyo
valor depende de la cotización de otro activo, como una materia prima
o una moneda” (Negri & Hardt, 2004, p. 322). Y que fácilmente pueden
ser adulterados por la filtración de noticias o informaciones interesadas,
además de la publicidad.
Si a ellos sumamos la vulnerabilidad del Estado, desprovisto de
instrumentos suficientes de regulación bancaria por décadas de pri-
vatización y renuncia a sus competencias de los sucesivos gobiernos
neoliberales y, lo más importante, sin capacidad de intermediación en
el sistema global de medios de los nuevos misioneros del capitalismo
corporativo, la explicación del poder e incidencia real de las noticias de
las Agencias de Calificación sobre la “deuda pública” de España, Grecia
o Portugal es evidente, y deja entrever, de hecho, la interesada adminis-
Capitalismo Financiero y Comunicación 127

tración de la crisis de confianza a golpe de informe, sin que la ciudadanía


sea consciente del conflicto de intereses y los procesos de especulación
que encierra esta perversa lógica de construcción del acontecimiento
informativo.

Nueva economía, opacidad y especulación


La crisis bursátil del año 2000, con la vertiginosa caída del valor de las
nuevas empresas punto.com, y sus secuelas de cierres, absorciones y
despidos masivos hasta el año 2003, puso en cuestión por vez primera,
tras dos décadas de neoliberalismo, un sistema financiero internacional
que hace posible la descapitalización de pequeños y medianos ahorra-
dores en beneficio de los grandes tiburones de Wall Street, mientras en
los medios periodísticos se construía una imagen esplendorosa e irreal
del turbocapitalismo que tendía a promocionar el libre juego de la eco-
nomía casino. La experiencia, sin embargo, no habría de sorprender
a los críticos de la llamada nueva economía. Pues, históricamente, la
lógica especulativa del capitalismo ficción venía jugando sus cartas en
perjuicio de los pequeños inversionistas sin información privilegiada,
por más que la Dama de Hierro quisiera convencer a la humanidad de
las ventajas sociales del capitalismo popular. Tal y como demostraron
algunos tribunales de justicia en eeuu, en varios recursos anteriores
al descalabro y explosión de la burbuja de las empresas punto.com, el
recurso habitual a prácticas ilegales de ocultación y doble contabilidad
de los herederos de la “Moral Majority” tiende a ser favorecida por una
mediación periodística espectacularizante que, con su apelación al en-
riquecimiento rápido y el discurso de la innovación, propia de la lógica
de la destrucción creativa, acelera el proceso de circulación, mientras se
ocultan a la opinión pública las consecuencias de las decisiones bursáti-
les y el valor real de las operaciones, emplazados como están los públicos
a participar activamente del capitalismo ficción. Ejemplos de esta doble
articulación de abertura y cierre, de efecto llamada y demostración, de
ocultación y publicidad sesgada del mercado son muy comunes. Como
también, el uso de la información privilegiada. Recordemos aquí el caso
128  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

de France Telecom y su sospechosa privatización, cuestionada por la


Autoridad gala de los Mercados Financieros, ante la evidencia de mo-
vimientos accionariales y transacciones previas a la negociación de la
teleoperadora francesa, por los que se cedía más del 10 por ciento del
capital público a grupos privados.
La actual cobertura de la crisis financiera internacional demuestra,
antes bien, que el proceder de esta falsa autonomía en manos de los
grandes propietarios de la información en el mundo no solo es lesiva a
los intereses colectivos de la ciudadanía que sufre estos ataques espe-
culativos sino que, peor aún, atentan diariamente contra los derechos
sociales a una comunicación democrática, transparente y accesible para
todos.

Guerra de clases y propaganda institucional. Un modelo de análisis


Hasta aquí, hemos tratado de esbozar los antecedentes y marco general
que explica el papel estratégico que la información y la comunicación
pública tiene en la hipermediatización del tratamiento de esta guerra
económica que, como se va a tratar de argumentar, puede ser analizada
como un fenómeno de propaganda y guerra de clases.
A partir del marco lógico del análisis institucional, podemos ob-
servar los siguientes aspectos en la cobertura de la crisis de los medios
nacionales e internacionales de referencia:

• El imperio absoluto de la economía política y los intereses de


los grandes grupos globales y/o misioneros del capitalismo cor-
porativo que, en virtud de su orientación y maximización de los
beneficios, pero sobre todo de su dependencia de los intereses fi-
nancieros en juego, terminan reeditando una lectura de la crisis
prácticamente monolítica. El poder de las élites de Wall Street se
impone así al tiempo que se refuerza la hegemonía de Reuters,
The Wall Street Journal y Financial Times en la agenda informa-
tiva global. De tal modo que el complejo entramado de intere-
ses de Ciudadano Murdoch (The Wall Street Journal) y grandes
Capitalismo Financiero y Comunicación 129

corporaciones como Pearson, contribuyen a reforzar el poder y


capacidad de definir el sentido de la realidad de la crisis, por los
principales responsables causantes de la misma en Wall Street
y con nexos con el gobierno de Estados Unidos o incluso, como
citamos con el caso Monti, en Italia o España. Esta capacidad
de imponer el sentido común de las salidas posibles a la misma,
regulando los tiempos, agendas y principales medidas econó-
micas a partir de los códigos estrictos fijados por el programa
neoliberal de los Chicago Boys y la manipulación de la realidad
con ella aparejada no sería posible sin la hiperconcentración de
la información económica en apenas dos agencias de noticias,
básicamente Reuters y Bloomberg lp, propiedad del alcalde de
Nueva York, y apenas dos publicaciones de referencia que mar-
can las concepciones y cobertura del resto de medios, siguiendo
el guión milimétricamente expuesto por los amos del mundo
cuya agenda mudó de inmediato, en pocos días, merced a esta
intermediación, de los timoratos intentos del G8 de refundar el
capitalismo con una salida keynesiana a la crisis a la ortodoxia
neoliberal del capital especulativo.
• La crisis, como consecuencia, ha desacreditado el papel de los me-
dios por su propensión a reforzar las fuentes oficiales autoriza-
das. Sabemos que todo acceso a productos y servicios de infor-
mación están predeterminados por el valor semántico asignado
por quien domina el código y fuentes de referencia, afectando al
mercado con la producción de determinados efectos de sentido
en la esfera pública, pero esta espiral del silencio y del disimulo
se polariza, en momentos de antagonismo como el que vivimos,
deslegitimando el papel de los medios oficiales, paulatinamente
sustituidos por las redes sociales como contrainformación al re-
lato y narrativa fingida del capitalismo financiero.
• La convergencia de la ideología dominante en el sistema infor-
mativo, salvo resquicios en las redes alternativas, ha tendido a
criminalizar la acción de respuesta y oposición de la ciudadanía.
130  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Esta inercia se produce igual en Chile que en México (soy 132),


en España que en Grecia, en Inglaterra tanto como en Estados
Unidos. Como Humpty Dumpty, el lector puede y tiene derecho
a reinterpretar la realidad informada por los medios, pero son
los conglomerados multimedia y el capital financiero quienes
tienen el poder y la fuerza de enmarcar (framing) los términos
del discurso público, los universales abstractos, monológicos
y unilaterales de representación de lo real. Esto significa, por
principio, que el público no puede oponerse en la praxis, salvo
bajo la condición de sufrir las contramedidas y correctivos de la
criminalización mediática, tal y como hemos visto en el caso del
25S en España.
• Para legitimar esta operación de inversión semiótica, de conver-
tir en agresores y victimarios a los ciudadanos que defienden sus
derechos, es preciso varias operaciones de manipulación del len-
guaje informativo. Así, “como en la ‘neolengua’ de Orwell, las
nuevas nociones son a menudo “negroblancos”, inversiones
del significado común de los vocablos. El “Plan de Garantía de
los Servicios Sociales Básicos” es el programa de recortes del
gobierno de Castilla-La Mancha. El “proceso de regularización
de activos ocultos” de Montoro es una amnistía fiscal” (Abril;
Sánchez Leyva & Tranchel, 2012). En otras ocasiones, se utili-
zan procedimientos paralingüísticos para enmarcar la realidad.
Así, por ejemplo, al hablar de deuda ilegítima, los titulares de los
grandes medios suelen entrecomillar la expresión, al tratarse de
la crítica de los movimientos sociales a la política de socializa-
ción de las pérdidas de la banca por el conjunto de la población
y la estructura del Estado. La hegemonía del capital financiero
alcanza incluso al discurso de los derechos humanos. El sitio
“Business.un.org” ha colonizado Naciones Unidas y la filosofía de
la cooperación humanitaria. Vincular las empresas multinacio-
nales con los objetivos y programas de desarrollo es una tónica
desde la gestión de Boutros-Ghali a Kofi Annam, quien lanzó en
Capitalismo Financiero y Comunicación 131

el año 2000 el Programa Global Compact asumiendo la ideolo-


gía mercantil de los derechos humanos (Maurel, 2013).
• La producción de efectos cognitivos duraderos, conforme a la teo-
ría del encuadramiento noticioso ( framing analysis), que fijan en
el público marcos de sentido y dicotomías de deliberación entre
la opinión pública del tipo “es preciso optar qué prefiere la gente
financiar: una costosa televisión pública o cerrar un quirófano”.
Este operador cognitivo refuerza la naturaleza ingobernable de
la crisis, y la única vía posible que es la socialización de las pér-
didas y la privatización de los beneficios. En esta lógica de en-
cuadre noticioso, los medios han tratado de situar el marco del
debate en el gasto público, o específicamente en la clase política,
siempre en el plano local, nunca en el ámbito global del capita-
lismo financiero que depreda los recursos e impone las condi-
ciones lesivas para los intereses generales. Pues, como advierte
Sousa Santos,

[...] las empresas transnacionales privilegian la perspectiva del


conflicto en pequeña escala, porque esa es la escala en que operan
en el mundo. Justamente con las instituciones financieras mul-
tilaterales, ellas son los actores en pequeña escala por excelencia,
cubriendo vastas regiones del globo y reduciendo drásticamente
la cantidad de pormenores o contrastes como condición de efica-
cia operativa. La economía convencional tiende también a favore-
cer una visión del conflicto en pequeña escala. El hecho de que es-
ta manera de ver converja con la de las empresas transnacionales
es, en términos epistemológicos, una coincidencia y, en términos
políticos, el encubrimiento de una combinación de intereses. La
economía convencional crea la realidad que maximiza la eficacia
de la regulación que propone (Santos, 2011, p. 69).

• La extensión de una campaña de propaganda del miedo. La rup-


tura de la confianza es impulsada como una estrategia de con-
trol que inicia con la frase lapidaria del expresidente Rodríguez
Zapatero (“No hay crédito”) y continúa con la velada amenaza de
132  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

la destrucción total de la economía si no se aceptan las medidas


de “austeridad”. De esta forma, la domesticación de la economía
monetaria, en el sentido de Peter Sloterdijk, tiene lugar con un
discurso de agitprop y terror en torno a los efectos previsibles
de una negativa a aceptar la ley de hierro del capital rentista. Y
dado que existe una relación, como hemos tratado de explicar,
inversamente proporcional entre anomalías en el flujo y circula-
ción del capital financiero internacional y el control democráti-
co de escrutinio público, el discurso del miedo, el pesimismo de
los dividendos y los mensajes catastrofistas cumplen una fun-
ción de desmovilización y aceptación de la quiebra del sistema
público en beneficio de la apropiación privada. Así, el conjunto
de pantallas nos muestra desastres naturales, ficciones apoca-
lípticas o simples noticias de emergencia o alarma alimentaria
por sequía a partir de un discurso espectacular del drama hu-
mano de la historia en movimiento en medios propiedad del ca-
pital financiero, mientras especulan con el desastre en el mer-
cado de valores (Kauchayen, 2014).
• La instauración de este sistema hegemónico de dominación es-
pectacular ha supuesto, como consecuencia, una mudanza social
tan profunda que, lógicamente ha transformado el arte del go-
bierno y de la guerra. Y señalamos con ello un tema central en
la comunicación contemporánea: la relación estructural entre
medios de comunicación y conflictos bélicos. Como bien ha ana-
lizado Mattelart, la historia de la comunicación es la historia de
las formas de producción simbólica de la cultura bélica, del ser
para la guerra. Hoy, sin embargo, esta banalización de la guerra
como instrumento ético de las viejas naciones imperiales es re-
actualizada desde una cultura mediática diferente, en la que la
“pantalla total” que coloniza los medios de vida adquiere una re-
levancia insospechada: la de representar la fuerza del Imperio,
la de reproducir la potencia de la soberanía, sobrecodificando
la capacidad del Imperio de garantizar policialmente el orden
Capitalismo Financiero y Comunicación 133

al servicio del derecho y la paz, alterando las condiciones de or-


ganización y planeación de la guerra informacionalmente. Así,
si Clausewitz hizo célebre la distinción entre táctica, como em-
pleo de la fuerza en combate para alcanzar la victoria, y estrate-
gia, como el empleo de las victorias a fin de alcanzar los objeti-
vos de la guerra, hoy la solución de continuidad entre una y otra
es prácticamente indiscernible en la definición de la escalada
de intensidad, baja o alta, de los conflictos, al punto que toda la
vida social aparece como un problema estratégico de seguridad
pública, en una concepción de la guerra, representada en los
medios, total y prolongada, pensada incluso como la anticipa-
ción calculada de previsibles puntos de intervención conforme
a lo que Debord denomina “lo espectacular integrado” (Debord,
1999, p. 97). Así, la sofisticación tecnológica y la pregnancia de
una retórica de escenificación militar espectacularizada, carac-
terística de los sistemas imperiales, envuelven hoy los discursos
económicos, informacionales y bélicos de la aldea global. En esta
operación, el discurso espectacular es un discurso terrorista.

La sociedad del espectáculo manda utilizando una antigua arma.


Hobbes reconoció tiempo atrás que a los efectos de una domina-
ción adecuada la Pasión más efectiva es el miedo. Para Hobbes,
es el miedo el que conduce a y asegura el orden social, y aún hoy
el miedo es el mecanismo primario de control que inunda la so-
ciedad del espectáculo. Aunque el espectáculo parece funcionar
mediante el deseo y el placer (deseo de mercancías y placer de
consumo), lo hace en verdad mediante la comunicación del miedo
–es decir, el espectáculo crea formas de deseos y placer que están
íntimamente asociadas al miedo (Negri & Hardt, 2000, p. 157).

De manera que la construcción noticiosa del pánico moral de


las multitudes, impulsada por la prensa, valida la hipótesis de
Klein sobre la doctrina del shock como pérdida de sensibilidad
y conciencia de la situación real vivida. Del Chile de Pinochet a
134  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

la guerra de Irak, pasando por los conflictos de los profesionales


del silencio, las ideas de Milton Friedman cobran hoy actuali-
dad en una situación de Estado de emergencia en el que, como
critica Agamben, la excepción es la norma y la mediación in-
formativa una comunicación del pavor orientada a reproducir
la narrativa estática del neoliberalismo; esto es, el aislamiento
físico, psicológico y, claro está, político contra las medidas de
expropiación (Klein, 2007).
• El juego metafórico de naturalización del proceso de especula-
ción financiera. El lenguaje del periodismo económico, como en
otras especializaciones de la actividad informativa, tiende recu-
rrir a tropos que presentan procesos históricos y sociales como
fenómenos de la naturaleza. Así, el proceso de destrucción crea-
tiva del capitalismo especulativo se presenta como una tormen-
ta financiera, un tsunami, una oleada de caídas, un terremoto
económico o, simplemente, una dinámica gravitatoria de caída
libre de la economía nacional. Tal proceso de metaforización
naturalizada de lo económico y social es reforzada a su vez por
el continuo recurso a los eufemismos. Así, el gran atraco esta-
dounidense, así calificado por Stiglitz, es presentado en los me-
dios nacionales como rescate, siendo de facto un secuestro, utili-
zando un sinfín de acrónimos y abreviaturas (rae, roe, ebitdas,
subprime, credit default swaps) que refuerzan la opacidad e
incomprensión informativa del público, a cuyos ojos la crisis al-
canza dimensiones cuasi sobrenaturales.
• Junto a estas estrategias formales, se observa en la cobertura pe-
riodística el recurso habitual al rumor como estrategia de orien-
tación de la agenda pública de gobiernos y agentes económicos.
Esta forma de comunicación informal tiene su origen en la com-
binación de varios factores: la prevalencia de un sistema auto-
ritario de ejercicio del poder, elevada incertidumbre por situa-
ciones extremas de crisis y/o inestabilidad, alta presión social
y demanda de conocimiento por parte de la ciudadanía y una
Capitalismo Financiero y Comunicación 135

clara falta de transparencia de las fuentes que concentran la in-


formación sobre el acontecer social. “La inestabilidad, sistémi-
ca y empíricamente comprobada, de los mercados sería causa-
da por aquello que Castells llama turbulencias de información,
es decir, informaciones imperfectas provenientes de diversas
fuentes que, al proliferar en la red, generan evaluaciones inco-
rrectas o subestimación de las empresas y, en consecuencia, a
la inversión o desinversión en capital de riesgo y con eso acele-
ran o frenan el ritmo de innovación” (Sardinha en Bolaño, 2012,
p. 92). Esta dinámica se ve favorecida por la unificación en las
últimas décadas de los métodos contables y la flexibilización de
las legislaciones que supervisan las transacciones. La compro-
bación de que tales agencias calificadoras son erráticas y favo-
rables a las empresas contratantes refuerza, por otra parte, las
dinámicas de opacidad e incertidumbre y, en consecuencia, las
situaciones de riesgo e inestabilidad adecuadas a las filtraciones
de información privilegiada y a los ataques especulativos en vir-
tud del proceso de volatilidad y ambivalencia de la información.
Así, noticias sobre el rescate o no de España, de la inyección o
no del bce de sumas millonarias a la banca, rumores de posi-
bles desplomes o de falta de claridad en las cuentas del Estado,
contribuyen de forma interesada al abuso de la información con
fines especulativos, además de al histerismo y alarma social de
la prensa de referencia, cuyos intereses son convergentes con
los actores que impulsan dicho rumor.
• Finalmente, otro dispositivo determinante de control de los rela-
tos informativos es el efecto copycat. El cortar y pegar se ha atri-
buido tradicionalmente a la influencia que tienen los medios
audiovisuales entre la población que tiende a imitar conduc-
tas, valores y actitudes sobrerepresentadas en los medios. Pero
ciertamente esta lógica de la mímesis podría aplicarse también
a las rutinas periodísticas que tienden a redundar en el mismo
sentido común del marco cognitivo fijado por los medios de re-
136  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

ferencia y los diferentes gatekeepers. Así, “los medios funcionan


como laboratorios discursivos que difunden las nuevas expre-
siones y consignas, y los asesores preparan declaraciones inme-
diatamente traducibles a un titular. Inversamente proporcional
al impacto de estos mensajes resulta la capacidad de contestar-
los: los análisis críticos se disuelven en un aluvión de artículos,
columnas y editoriales que logran una difusión e influencia mu-
cho menor” (Abril; Sánchez Leyva & Tranchel, 2012). Por lo que
prevalece la redundancia y el sentido común de lo decible, pen-
sable y políticamente factible.

Conclusiones

Considerando los elementos anteriormente expuestos, conviene a modo


de agenda considerar, desde la teoría normativa, las siguientes líneas
de fuga:

I. “Toda voluntad de construcción de alternativas democráticas,


tipificada como utópica, como inviable, o directamente fuera
de la ley, en función de un proceso de inversión semiótica y
mixtificación por el cual el capital rentista aparece como única
garantía de salida a la propia crisis, para por la impugnación y
el antagonismo de la representación espectacularizante de la
crisis en la medida que el capital financiero apuesta sobre el fu-
turo, y funciona como una representación general de nuestras
futuras capacidades productivas comunes. [Aunque] el lucro
del capital financiero es probablemente la forma más pura de
expropiación de lo común” (Negri & Hardt, 2004, p. 182). Esto
es, las políticas públicas recurren a una lógica de los silencios
estableciendo marcos normativos y constitucionales de excep-
ción y exclusión de toda mediación democrática. Es el caso, por
ejemplo, en España, de la reforma exprés del Artículo 135 de
Capitalismo Financiero y Comunicación 137

la Constitución que impone la estabilidad presupuestaria sin


posibilidad de deliberación o consulta ciudadana.

II. La pérdida de control de la política monetaria y, en general, el


dominio del capital financiero internacional en su ofensiva de
recomposición de la tasa de ganancia se ha traducido, especial-
mente en el propio campo de la comunicación, en la imposición
de la lógica especulativa, de subasta y concentración, liquidan-
do todo control público (sea eliminando proyectos institucio-
nales de regulación como el Consejo Estatal de Medios, sea
interviniendo los medios públicos en función del programa de
legitimación del proceso de expropiación impulsado por el ca-
pital financiero internacional). Ello, además, ha redundado en
procesos de privatización de los medios públicos, su reducción
drástica (en personal laboral e incidencia social) cuando no su
cierre extraordinario, como en el caso de Grecia.

III. Frente a esta lógica devastadora del capital rentista, es preci-


sa la lucha democrática por la información y las mediaciones
simbólicas, comenzando por las redes digitales. De acuerdo
con Pierre Lévy, la transparencia financiera ciberdemocrática
exige: luchar contra la corrupción impulsando medidas y solu-
ciones de control presupuestario por la función pública; inspi-
rar la confianza de los ciudadanos; e implicar a la ciudadanía
en la administración de la prosperidad (Lévy, 2002, p. 154) defi-
niendo otra comunicación del riesgo y la dinámica económica
en lo que debería ser una política que pase de lo reactivo a lo
proactivo, especialmente pensando en los agentes implicados
en la mediación de los abusos especulativos, a saber: poderes
públicos, periodistas, agencias reguladoras y sociedad civil. Y
es que ahora:
138  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

[...] enfrentamos un desafío jurídico y político. Un desafío legal


porque los gobiernos estadounidenses y europeos permitieron
que la actividad económica cruzara la línea del sistema de dere-
chos de propiedad gobernada por reglas, dentro del cual se puede
establecer las informaciones económicas como hechos verifica-
bles, a un espacio de anarquía jurídica, donde los intereses ar-
bitrarios pueden imponerse a los hechos y el papel se mueve en
remolinos caóticos. El Estado de derecho es mucho más que un
aburrido cuerpo de normas: se trata de un sistema de información
y gestión enorme y próspero, que filtra y procesa los datos locales
hasta que se transforman en información económica organizada
de tal manera que nos permite inferir si encajan y tienen sentido.
Sin embargo, principalmente es un desafío político. Los políticos
deben elevar el tema de la crisis financiera a los altos puestos de
mando, donde los arraigados problemas institucionales de un
orden que se desmorona puedan ser abordados. Los mercados
nunca estuvieron destinados a ser anárquicos: el Estado siempre
tuvo el rol de supervisar las normas, los pesos y medidas, y los re-
gistros, y de no tolerar prestidigitación legalizada en las sombras
de la economía informal. Para comprender y resolver la crisis de
uno de los mayores logros de la humanidad –la creación de infor-
mación económica que se puede verificar a través de la memoria
pública–, se requiere el concurso de los constructores de naciones
(Soto & Weise, 2012).

IV. La gobernanza de la información económica y el respeto a los


derechos sociales de la comunicación exigen, en fin, otra Ecolo-
gía Mediática, basada en el control de fuentes y flujos de infor-
mación, de regulación de los tiempos y actividades bursátiles,
de regulación del periodismo económico ante la ineficacia y
criminal abuso de la praxis de las élites periodísticas y sus in-
teresados benefactores. Pero dada la complejidad del sistema
global de comunicación, esta regulación solo es posible a nivel
de organismos internacionales como la Unesco y el sistema
de Naciones Unidas, que en las últimas décadas ha dejado de
manifiesto la nula voluntad de intervención antes peligrosas
Capitalismo Financiero y Comunicación 139

situaciones de concentración y falta de pluralismo. Deberá ser,


como en España, la sociedad civil organizada, las multitudes y
movimientos sociales, quienes rescaten el sistema mediático
del modelo imperial de terror que nos amenaza, si queremos,
de verdad, hacer efectivo un ‘Periodismo Real Ya’ en estos tiem-
pos de propaganda, mentira y desinformación. La democracia
es lo que nos va en ello.

V. Un eje de estudio en esta línea de cuestionamiento, dada la di-


mensión espectacular de Eurovegas y, en general, de la ciudad
neoliberal, es analizar la producción de megaeventos mediáti-
cos, la excepción de la cultura del ‘Estado de Excepción Perma-
nente’ –llámese Mundial de Fútbol, Olimpiadas o cualesquiera
otros programas espectaculares que concentran los procesos
de especulación inmobiliaria y financiera–, dado que “la pro-
ducción de la ciudad es una de las fuerzas más importantes que
impulsan la acumulación de capital, tanto durante el siglo xvii
como durante la actual época neoliberal” (Colón, 2013, p. 107),
generando determinadas relaciones espaciales y de poder en
las jerarquías de control y explotación del capital rentista. De
acuerdo con Serge Latouche, tres factores determinantes de la
lógica del crecimiento capitalista hoy día son la publicidad, el
crédito y la obsolescencia programada. La tercera es una varia-
ble productiva que atañe al modo de organización de la produc-
ción. Pero las otras dos son básicamente mediáticas: afectan a
la producción del deseo de consumir y su confianza, a los mo-
delos de representación del valor de uso, y de colonización del
tiempo-espacio de vida.

VI. El gobierno y desorden del mundo plantea el problema de re-


pensar el papel del Estado y de la política. El Estado liberal, tal
y como vislumbrara Horkheimer, ha madurado en una forma
autoritaria de control y dominio extensivo que cuestiona y
140  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

pone en crisis el arte de lo posible, la propia mediación repre-


sentacional.

La constitución de nuevas formas de soberanía que se alejan del


ámbito supra-estatal para radicarse en un ámbito vacío que el
Estado ha dejado a los nuevos Leviatanes, ha permitido la consti-
tución del imperio como forma política de la Globalización. Nos
encontramos en una fase histórica en la que el dominio del capital
se ha establecido en una doble escala a una misma vez: exterior e
interior. El capital ha ocupado todo el espectro planetario (exte-
rior) a la vez que realiza la subsunción de la vida misma (interior).
Así el capital se configura en biopolítica, esto es, en la gestión y
administración de los cuerpos de la población. Las transformacio-
nes en el plano económico han hecho que el Estado-nación escape,
en cierto modo, de la lógica (el contrato) con la que la modernidad
lo había fundado (García López, 2013, p. 82).

VII. Todo análisis de las políticas públicas debe asumir las tesis de
crítica de la biopolítica y la criminalización de las formas cul-
turales de resistencia de la ciudadanía. La gestión de la crisis
representa, en este sentido, el fin de los límites y regulación
del Estado social y democrático de derecho ante la exigencia
de expansión del espacio vital de reproducción y acumulación
del capital financiero internacional imponiendo, como soste-
nemos a modo de hipótesis, el estado de excepción como regla,
frente a todo contractualidad o legitimación democrática. En-
tre la forma y la fuerza, entre la regla y la excepción, entre la
cooperación y la desconfianza, entre la transparencia y la ocul-
tación, la Sociedad de Vigilancia, apunta Mattelart, nos sitúa
poco a poco a la multitud como potencialmente sospechosa.

El estado de excepción, en el que la nuda vida era, a la vez, excluída


del orden jurídico y apresada en él, constituía en verdad, en su
separación misma, el fundamento oculto sobre el que reposaba
Capitalismo Financiero y Comunicación 141

todo el sistema político. Cuando sus fronteras se desvanecen y


se hacen indeterminadas, la nuda vida que allí habitaba queda
liberada en la ciudad y pasa a ser a la vez el sujeto y el objeto del
ordenamiento político y de sus conflictos, el lugar único tanto de
la organización del poder estatal como de la emancipación de él
(García López, 2013, p. 89).

En resumen, la mercantilización a ultranza y la salida a bolsa de


los grupos multimedia han significado, como resultado, en las últimas
décadas, una huida adelante que, en la práctica, está terminando por
horadar las bases materiales y el sentido mismo de la acción informati-
va. Mientras que, al mismo tiempo, de acuerdo con Julien Assange, tres
factores fundamentales sientan las bases del proceso aquí descrito en
la llamada crisis del periodismo, a largo de las últimas décadas, amena-
zando directamente la sobrevivencia de la actividad periodística como
esfera relativamente autónoma de mediación social en virtud de:

• La crisis de la sociedad civil ante el poder de los flujos financie-


ros internacionales y la debilidad del sector público y las media-
ciones precisas para la gobernanza global en la que tradicional-
mente intervenían los relatos periodísticos sobre el acontecer
de la actualidad, junto al poder político.
• El imperio de la doctrina de seguridad y, en consecuencia, la
extensión de diversas formas de opacidad y ocultamiento de la
llamada información sensible ante la opinión pública mundial,
especialmente por lo que se refiere a la actividad ampliada de
los denominados ‘profesionales del silencio’, que casos como
Wikileaks pondrían en evidencia de forma definitiva.
• La baja calidad de la información sujeta a distorsiones y crisis
de confianza por la dependencia institucional de las fuentes ofi-
ciales y los intereses dominantes de las élites (Ramonet, 2011, p.
94).
142  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

En definitiva, de acuerdo con Christian Salmon,

[...] el escenario político se desplaza: de los lugares de deliberación y de


toma de decisión política (foros ciudadanos, mítines, parlamentos, mi-
nisterios, . . . . ) hacia los nuevos espacios de legitimación (tv, medios
de comunicación e internet) [...] [Al tiempo] la función periodística se
ha desviado de sus misiones originales –la investigación, el reportaje,
el análisis, la información– hacia una función de descifrado destinada
a describir, bajo las apariencias engañosas de la vida política, la verdad
de un cálculo, los resortes de una historia, el secreto de un montaje
narrativo. Los sondeos y el descifrado son las dos facetas de una de-
mocracia sin referentes, sin fronteras, desorientada, que ha sustituido
el relato por la acción, la distracción por la deliberación, el stage craft
(el arte de la puesta en escena) por el state craft (el arte de gobernar)
(Salmon, 2013, p. 11).

Todo lo contrario a la encomienda reivindicada en vida por el presti-


gioso periodista Kapuscinski, al resumir la función periodística en cinco
sentidos básicos: Estar, Ver, Oír, Compartir y Pensar.

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Encefalización anormal en la era del
aprendizaje-máquina54
Matteo Pasquinelli

Para que las máquinas parecieran inteligentes, fue necesario que las fuentes de su poder, la
fuerza de trabajo que las rodeaba y operaba, se volvieran invisibles.

Simon Schaffer

Si una máquina ha de ser infalible, no puede ser inteligente también.


Alan Turing

Metacognición en el adulto californiano del siglo xxi

La idea de que las “máquinas piensan” manifiesta una solidaridad invo-


luntaria con el animismo de las culturas menos industrializadas, que
hace mucho tiempo reconocieron mentes autónomas en entidades no
humanas. Se podría decir que la inteligencia artificial es el animismo del

54 Una versión de este capítulo fue publicada por la revista e-flux, n.° 75, septiembre de
2016.
146  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

pudiente. O en otras palabras: el animismo es una especie de inteligen-


cia artificial creada ante la ausencia de la electricidad.55 Las profecías
recientes que proclaman la inminente llegada de la Singularidad Tecno-
lógica (que plantea que las máquinas informáticas tendrían vida propia)
parecen típicas de la tendencia humana a antropomorfizar lo descono-
cido. Lo que una vez se atribuyó a la oscura e infinita noche, ahora se
proyecta en el abismo abstracto de la computación, los centros de datos
y el aprendizaje automático. Representar lo extraordinario (unheimlich)
familiar (heimlich), a través de la mitología, es un método establecido de
supervivencia para el ser humano en el intento de reconocer su terri-
torio. En un ambiente hostil, la utilidad de la sospecha hacia cualquier
objeto extraño es obvia: incluso si no parece moverse, puede tener vida
y ser peligroso. El mismo principio funcionaría también en el entorno
tecnológico más avanzado. En psicología, esta capacidad de especular
que otros seres pueden tener una voluntad, impulsos o “pensamientos”
menos amigables de lo que articula el sujeto, se llama metacognición o
teoría de la mente (ToM, por sus siglas en inglés).
La teoría de la mente es clave en la psicología infantil. Cuando so-
mos bebés, no sabemos lo que piensa nuestra madre: la primera rela-
ción que tenemos con ella es un vínculo ciego de índole metabólica, una
necesidad de alimentarse, de calor, de atención. Solo con el tiempo co-
menzamos a entender que nuestra madre no siempre cumple nuestros
deseos, que puede tener intenciones y pensamientos diferentes a los
nuestros. Ese es el momento traumático en el que proyectamos el teatro
de la mente, es decir, ‘teorizamos’ la mente en otro cuerpo. Sin embargo,
el psicólogo soviético Lev Vygotsky recalcó que solo creamos la imagen
de nuestra mente tras formar una idea de la mente de los adultos que

55 En este artículo, el término ‘inteligencia artificial’ hace referencia a los modelos antro-
pomórficos y biomórficos de inteligencia, mientras que el término ‘inteligencia mecánica’
hace referencia a una forma de inteligencia que no refleja las características de un ser vivo
(por ejemplo, sentimientos humanos y la ‘conciencia’). Una definición más secular de la
inteligencia mecánica ayudará, eso esperamos, a revelar correlaciones poshumanas y an-
tinormativas en los datos sociales, en lugar de reforzar las normas individuales y sociales
de clase, género y raza.
Capitalismo Financiero y Comunicación 147

nos rodean. Al crecer, desarrollamos una interpretación mental aún más


sofisticada: cuando jugamos al póker o escuchamos el discurso de un
político, siempre nos detenemos a reconstruir lo que hay detrás de la
escena, imaginamos los trucos mentales de otras personas más allá de
lo que dejan ver. Este proceso puede adquirir dimensiones patológicas,
como en los casos de la paranoia y las teorías conspirativas, donde se
evoca una mente malvada inalcanzable para explicar catástrofes que
son demasiado grandes para elaborar. O podemos, si no, proyectar la
existencia de una mente en una caldera o desarrollar objetofilia, como
Eija-Riitta Eklöf, que se casó con el muro de Berlín.
Como sugiere el crítico y curador de arte, Anselm Franke, el ani-
mismo es un buen prisma epistémico para capturar las diversas refrac-
ciones y respuestas a la modernidad industrializada. La inteligencia
artificial inevitablemente pertenece a esta era: “El animismo dotó a
los objetos de almas; el industrialismo convirtió las almas en objetos”.56
El científico informático británico Stephen Wolfram ha sostenido que
el universo es fundamentalmente de naturaleza digital y que las leyes
naturales se abordan mejor como programas computacionales que con
instancias de las matemáticas tradicionales. Wolfram afirma que el ani-
mismo es, de alguna manera, un reconocimiento del poder computa-
cional de la naturaleza: una doctrina que se puede llamar “animismo
computacional”. Esta nueva corriente convierte el pampsiquismo, la idea
de que todo piensa, en un pancomputacionalismo, la idea de que todo
computa (especialmente a los fines comerciales).57
El desarrollo anómalo de la ‘teoría de la mente’ se da en cualquier
era y en cualquier clase, por lo general, como vía de escape para evitar
confrontaciones políticas más fundamentales. No es de extrañar que
los ingenieros de la clase dirigente de California hayan comenzado a
antropomorfizar a las computadoras más desarrolladas y teman que

56 Theodor Adorno y Max Horkheimer, Dialectic of Enlightenment (Stanford: Stanford


University Press, 2002), 21. Citado en Anselm Franke, Animism (Berlín: Sternberg Press,
2010).
57 Stephen Wolfram, A New Kind of Science (Champaign, Il: Wolfram Media, 2002), 845.
148  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

estas despierten como seres conscientes y autónomos, mientras que el


empresario de Silicon Valley, Elon Musk, advirtiera sobre el riesgo que
plantea la futura inteligencia mecánica.58 En un sentido clínico, el relato
de la singularidad es un buen ejemplo de la facultad de la metacognición
en el adulto californiano del siglo xxi, tanto como la teoría de la mente
explica muchas publicaciones populares sobre la llamada “superinteli-
gencia artificial”. Es hora de invitar a antropólogos occidentales a que
visiten los valles del Norte de California.

Dos líneas de inteligencia artificial

La historia de la inteligencia artificial puede dividirse, a grandes rasgos,


en dos líneas: la analítica, basada en la noción del ‘cerebro representati-
vo’, y la holística, fundada sobre la idea del ‘cerebro adaptativo’.59 Mien-
tras que la vertiente analítica se centra en la lógica, la holística hace
hincapié en la abstracción y considera el cerebro del ser humano como
un organismo que se esfuerza para ‘adaptarse’ al mundo circundante,
y que concibe y proyecta nuevas ideas (Gestalten) durante el curso de
este proceso. En la línea holística, siguiendo la tradición adaptativa, la
inteligencia se entiende como una relación antagónica y corporizada
con el entorno. De hecho, la idea del círculo de retroalimentación ci-
bernética estuvo inspirada en este modelo de adaptación biológica.60
Esta es la línea de Norbert Wiener, William Ross Ashby y la cibernética

58 Las preocupaciones de Musk en relación con la inteligencia artificial probablemente


derivan, por cierto, de las prácticas desleales de Google, su principal competidor corpora-
tivo. Obsérvese Rich McCormick, “Elon Musk: There’s only one AI company that worries
me.” The Verge, 2 de junio de 2016.
59 Ver Andrew Pickering (2010). The Cybernetic Brain: Sketches of Another Future.
Chicago: University of Chicago Press, capítulo 1.
60 El biólogo alemán Jakob von Uexküll describió la relación entre el sistema ner-
vioso animal (Innenwelt) y el mundo exterior (Außenwelt) como un “círculo funcional”
(Funktionskreis). Al igual que el Funktionskreis, el círculo de retroalimentación de los sis-
temas cibernéticos se concibe como una circulación de información y respuesta a un es-
tímulo externo.
Capitalismo Financiero y Comunicación 149

angloamericana bajo la influencia de la Naturphilosophie (filosofía de


la naturaleza) alemana. El epistemólogo David Bates advirtió que la ci-
bernética inicial, particularmente influenciada por la neurología y las
ciencias cognitivas, no solo estaba obsesionada con la mecanización de
la razón, sino también con los estados anormales de las máquinas, en
las descomposiciones patológicas que podrían llevar a la estructura de
la máquina a formar nuevos equilibrios y nuevas composiciones.61
La distinción epistémica entre las dos líneas es la diferencia que
existe entre la lógica analítica y la Gestalt perceptual como diagramas
universales del pensamiento humano. No son un contraste perfecto:
para Weiner, por ejemplo, la Gestalten perceptual estaría ya codificada
en forma de información. En cambio, en la lógica analítica, la lógica di-
gital se convertiría en información puramente estadística y “gestáltica”
‘al codificar’ los fenómenos caóticos. En su libro fundador, Cybernetics
(1948), Wiener escribió que la cibernética se asemejaría más a una dis-
ciplina predictiva y estadística, como la meteorología, que a las leyes
exactas de la física. Sería más acertado describir el estudio del cerebro
humano como una “meteorología de la inteligencia”.62
Como ya dijimos, la línea analítica ve al cerebro humano como una
máquina que ‘representa’ el mundo a través del lenguaje. Específicamen-
te, afirma que el pensamiento humano puede traducirse por la lógica
booleana en compuertas lógicas (que, a la vez, son los bloques elemen-
tales que construyen circuitos digitales, transistores y microchips). Esta
lógica booleana se basa en tres funciones fundamentales: y, o, y no. La
mente puede mecanizarse gracias a esta equivalencia entre la lógica hu-
mana, la lógica booleana y las compuertas lógicas. Este es el legado de
Gottfried Leibniz, Charles Babbage y Alan Turing. Turing es famoso por
introducir la máquina universal de Turing, el algoritmo abstracto que

61 David Bates, “Unity, Plasticity, Catastrophe: Order and Pathology in the Cybernetic
Era.” En Catastrophe: History and Theory of an Operative Concept, eds. Andreas Killen and
Nitzan Lebovic (Berlín: De Gruyter, 2014).
62 Norbert Wiener, Cybernetics: or Control and Communication in the Animal and the
Machine (Cambridge, MA: MIT Press, 1948), p. 30.
150  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

separó, por primera vez, el software y el hardware en computación. Pero


también contribuyó a la historia de la filosofía con un aporte controver-
tido en la teoría de la mente: la prueba de Turing.

La incursión de Turing en la teoría de la mente

En su ensayo “Computing Machinery and Intelligence”, redactado en


1950, Turing intentó responder el siguiente interrogante: “¿las máqui-
nas pueden pensar?” Propuso hacerlo a través de un experimento de
pensamiento negativo, la prueba de Turing, también conocida como el
“juego de la imitación”. En lugar de preguntar cuál debe ser el contenido
positivo de la conducta inteligente, Turing consideraba que si los huma-
nos no pueden distinguir las respuestas dadas por una máquina de las
respuestas de un ser humano (cuando están disfrazadas por una inter-
faz textual), entonces no podemos decir que las máquinas no piensen.
Con su énfasis absoluto en la convención social del lenguaje humano,
la prueba de Turing es el máximo Gedankenexperiment (experimento
mental) de la filosofía analítica y una reiteración metafísica de la teoría
de la mente. La prueba refuerza, en lugar de cuestionar, las afirmaciones
metacognitivas que hay detrás de la inteligencia artificial, precisamente
al plantear la computación como evidencia empírica del pensamiento en
entidades no humanas. La prueba de Turing no demuestra la existencia
de la inteligencia mecánica per se, sino que postula que se puede aplicar
una teoría antropomórfica de la mente a la computación. Asimismo, no
establece que la inteligencia artificial deba tener pretenciosamente un
parecido absoluto a la humana (un claro ejemplo de la falacia antropo-
mórfica), sino que presenta la inteligencia artificial como una ‘imitación
bruta’ de los hábitos y convenciones del ser humano, una gran máquina
de reconocimiento del Uno.
Al emplear un esquema de la mente que prioriza los buenos mo-
dos y la familiaridad con las convenciones sociales, la prueba de Turing
sigue siendo un ejemplo de normativismo social austero: el mismo, se
Capitalismo Financiero y Comunicación 151

ha sugerido, que aquel del que el propio Turing fue objeto por su ho-
mosexualidad encubierta. Turing aborda brevemente la cuestión de la
metacognición en las respuestas a “Arguments from Various Disabilities”
(Argumentos a partir de diversas discapacidades), donde menciona que
una máquina podría “ser el sujeto de su propio pensamiento” al ejecutar
un programa para revisar su estructura, nuevamente representando la
teoría de la mente en términos de computación.
En la historia del pensamiento sistémico y holístico, una famosa
contrapartida a la prueba de Turing es la dialéctica de Hegel del amo y
el esclavo, que también intenta explicar la autoconciencia a través del
reconocimiento de la conciencia en el Otro. Bastaría sustituir la inteli-
gencia de Turing con la autoconciencia de Hegel para revelar la similitud
entre estos dos enfoques de la teoría de la mente. En la visión de Hegel,
no obstante, las estructuras estratégicas de poder siguen siendo obvias,
evidentes, inevitables (un aspecto que complacía a Marx), mientras que
en la prueba de Turing, la política desaparece del mapa (un aspecto que
complace a la comunidad actual que se congrega en torno a la inteligen-
cia artificial).
Turing esbozó por primera vez el juego de la imitación en su artículo
de 1948 “Intelligent Machinery”, donde propone, de modo más convin-
cente, la idea de una ‘máquina desorganizada’ que podría aprender por
medio de interferencias continuas en su estructura abierta.63 Turing
hizo un paralelo directo entre la máquina de aprendizaje y la corteza de
un niño, y alegremente tomó partido por las máquinas falibles: “Sería
muy injusto esperar que una máquina salida directamente de fábrica
compitiera en igualdad de condiciones con un universitario”.64 En una
conferencia realizada en 1947, llegó incluso a equiparar la inteligencia

63 El modelo estuvo inspirado en el prototipo de redes neuronales de McCulloch y Pitt:


no se mencionó su obra, pero tampoco se publicó el artículo de Turing. Consultar Warren
McCulloch y Walter Pitts, “A logical calculus of the ideas immanent in nervous activity.”
Bulletin of Mathematical Biophysics, vol. 5, n.° 4 (1943).
64 Alan Turing, “Intelligent Machinery” (1948), en The Essential Turing, ed. Jack Copeland
(Oxford: Oxford University Press, 2004), pág. 421.
152  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

con la falibilidad: “Si se espera que una máquina sea infalible, no puede
ser inteligente también”. Turing planteó la hipótesis, que desconcertó
a muchos matemáticos, de que podría programarse una máquina para
cometer errores al igual que lo hacen los seres humanos: una declara-
ción que reduciría a la irrelevancia el teorema de la imperfección de
Gödel.65 Turing tuvo diferentes concepciones de la inteligencia artificial
a lo largo de su vida, pero es la prueba de Turing la que ha monopolizado
la atención de los filósofos de la mente y ha galvanizado el neovitalismo
de la inteligencia artificial.
Cuando Turing desarrolló la hipótesis de que una máquina podía
imitar los errores humanos, su argumento corría el riesgo de entrar en
un círculo tóxico, ya que contemplaba la inteligencia artificial como un
plagio cósmico que reflejaba las rutinas de una humanidad ya aburrida
hasta el hartazgo. En este sentido, la prueba de Turing es una premo-
nición de la imitación industrial universal, una máquina universal que
reemplazaría no solo la división anterior del trabajo manual y mental,
sino que sería capaz de replicar todas las divisiones imaginables del tra-
bajo. La máquina de Turing podría definirse con más precisión como una
máquina de imitación social, ya que su poder yace en la capacidad para
imitar, amplificar y acumular relaciones sociales. En el núcleo de los
centros de datos, la inteligencia artificial ya está emergiendo como una
perspectiva novedosa sobre agrupaciones suprahumanas e invisibles de
datos sociales, no como la facultad de imitar rasgos y sentimientos hu-
manos. La inteligencia artificial no es antropomórfica, es ‘sociomórfica’:
imita y se alimenta de las estructuras ‘condividuales’ de la sociedad, y
no de las estructuras individuales.

65 Alan Turing, “Lecture on the Automatic Computing Engine.” (1947). En ibíd., 394. Ver
Andrew Hodges, “Alan Turing.” Stanford Encyclopedia of Philosophy, ed. Edward Zalta, edi-
ción de invierno de 2013: “Una vez admitida la posibilidad de errores, el teorema de Gödel
se vuelve irrelevante. Tanto los matemáticos como las computadoras aplican procesos
computables a la hora de juzgar si las afirmaciones son correctas. Ambos, por lo tanto, a
veces se equivocan, ya que si bien se sabe que ver la verdad no es una operación computable,
no hay razón para que la computadora lo haga peor que el matemático”.
Capitalismo Financiero y Comunicación 153

La mente metaestable y su individuación tecnológica

Después de la Segunda Guerra Mundial, el filósofo francés Gilbert Si-


mondon intentó desarrollar una filosofía de la mente que se apartaría
tanto del modelo de organismo heredado del vitalismo alemán (todavía
influyente en ese momento), como del modelo de información que acaba-
ba de introducir la cibernética estadounidense.66 Estas dos polaridades
convivían desde hacía mucho tiempo en la filosofía francesa, al menos
desde Descartes y la disputa sobre el cuerpo concebido como máquina.
En contraste con la primacía de la nueva forma técnica y la antigua Le-
bensform (forma de vida), Simondon concebía una “mente metaestable”
construida en un espacio triangular entre lo biológico, lo tecnológico
y lo social, y le daba a este último un rol sustancial, casi constituyente.
Simondon no se detenía en las estructuras individualizadas (cerebro,
organismo, tecnología, sociedad) tanto como en el proceso colectivo de
la individuación (el antiguo principium individuationis) que hacía po-
sible estas estructuras hegemónicas. ¿Qué es lo que forma la mente?
Simondon consideraba al mecanicismo (más tarde, informacionalismo)
y el holismo (posteriormente, organicismo y Gestalttheorie [teoría de la
Gestalt]) como recipientes de un proceso que debe mantenerse concep-
tualmente abierto. Según Simondon, la mente real emerge para “resolver
los problemas que enfrenta el ser vivo”67 generados desde el mundo cir-
cundante, y siempre se reinventa en un proceso abierto al entorno social.
De acuerdo con Simondon, la construcción de la mente (o la indi-
viduación psíquica) no es innata, sino un proceso de individuación co-
lectiva: la mente está construida con personajes, objetos y artefactos

66 Simondon tuvo una gran influencia sobre Gilles Deleuze, que le dedicó una de sus
excepcionales reseñas bibliográficas. Consultar Gilles Deleuze (1966). “Gilbert Simondon:
L’Individu et sa genèse physico-biologique.” Revue philosophique de la France et de l’étran-
ger, clvi: 1-3.
67 Gilbert Simondon, “Individuation in the Light of the Notions of Form and Information.”
Citado en Andrea Bardin, Epistemology and Political Philosophy in Gilbert Simondon
(Dordrecht: Springer, 2015), p. 70.
154  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

del mundo exterior y social. En este sentido, todos desarrollamos una


“mentalidad técnica” (no obstante, el desarrollo de este tipo de mentali-
dad, nota bene, no implica el uso de tecnología como modelo de la mente).
El filósofo marxista Paolo Virno remarcó la similitud entre la noción
de Simondon de individuación y el concepto del psicólogo soviético Lev
Vygotsky en torno al desarrollo de las aptitudes del lenguaje y el pensa-
miento en el niño.68 Para Vygotsky, la facultad del discurso interno en
el niño (y, por ende, la teoría de la mente, se podría agregar) es produ-
cida por el poder de la individuación del lenguaje social, y este proceso
continúa en la vida adulta.69 Simondon comparte el hecho de que los
individuos nunca se individualizan por completo, sino que mantienen
un exceso de “transindividualidad” que los distingue, tanto de los arte-
factos tecnológicos como de los animales.
En lo que respecta a las formas lógicas, Simondon se desveló por
encontrar un concepto que pudiera sintetizar y superar las nociones
de la Gestalt orgánica (heredada a través de la Naturphilosophie alema-
na) y la información tecnológica (recibida de la cibernética). Simondon
denominó “transducción” a este concepto que podía cruzar la psique
“transindividual” sin encerrarla en una forma orgánica ni tecnológica,
dejando su potencialidad excesiva abierta. La transducción no es la idea
de la manifestación múltiple de una mente única, sino el concepto de
múltiples genealogías de mentalización que traman en forma continua
el tejido del mundo, en concordancia con la ‘ontología paralela’ que De-
leuze denominaría “empirismo trascendental”. Un modelo de la mente
puede transducirse en otro, pero el proceso no es fluido ni está exento
de conflictos, como lo es la idea de un universo completo de Turing. La
transposición histórica de un modelo de la mente a otro no es un pro-
blema tecnológico, sino político.

68 Paolo Virno, When the Word Becomes Flesh: Language and Human Nature (Los Ángeles:
Semiotexte, 2015). Ver también Charles Wolfe, “De-ontologizing the Brain: from the fictio-
nal self to the social brain,” ctheory, 2007 .
69 Lev Vygotsky (1986 [1934]). Thought and Language. Cambridge, ma: mit Press.
Capitalismo Financiero y Comunicación 155

La obra de Simondon también ha inspirado debates en la comuni-


dad de la inteligencia (general) artificial. El problema de la individuación
psíquica en el debate sobre la inteligencia artificial y la prueba de Tu-
ring puede traducirse como el problema de la mentalización o ‘encefa-
lización’, tomando prestado un término de la biología evolutiva. ¿Cómo
se reconoce una mente? Algunos responden que la mente se reconoce
cuando se sabe cómo construirla. En lugar de empezar con el interrogan-
te “¿qué significa ser inteligente?”, David Weinbaum y Viktoras Veitas
del Global Brain Institute de Bruselas proponen “¿qué significa hacer-
se inteligente?”. Partiendo de la idea de Simondon de la individuación,
elaboraron el paradigma de la “inteligencia abierta”, que incorpora la
vieja noción de la inteligencia como una propiedad emergente de los
sistemas naturales.
La inteligencia abierta es un proceso en el que una población distri-
buida de agentes heterogéneos interactivos alcanza niveles cada vez más
altos de coordinación. En este contexto, entendemos por ‘coordinación’
la resolución local de las disparidades por medio de la determinación re-
cíproca, lo que genera nuevos individuos en forma de grupos integrados
de agentes (agrupamientos) que intercambian información significativa
y se diferencian de forma espontánea (dinámica y estructuralmente) de
su medio circundante. Esta clase de inteligencia es realmente general,
en el sentido de que no está dirigida ni limitada por un objetivo o desafío
dado a priori. Además, es intrínseca e indefinidamente escalatizable, al
menos, desde un punto de vista teórico. La inteligencia abierta se ma-
nifiesta a nuestro alrededor y a muchas escalas: principalmente en la
evolución de la vida, en la organización filogenética y ontogenética del
cerebro, en el desarrollo cognitivo y semantizante durante el transcurso
de la vida y en la autoorganización de sistemas complejos, que van desde
el moho, los hongos y las colmenas hasta las entidades sociotecnológicas
humanas.70

70 David Weinbaum & Viktoras Veitas (2016). “Open-Ended Intelligence: The


Individuation of Intelligent Agents.” Journal of Experimental & Theoretical Artificial
Intelligence, pp. 1–26.
156  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Esta descripción de la inteligencia abierta parece combinar las


dos formas que Simondon, en efecto, intentó superar: la biológica y la
tecnológica. En otras palabras, se asemeja a una naturalización de la
inteligencia artificial: la equiparación de la inteligencia artificial con
la inteligencia de un ser vivo. A la hora de explicar la falacia biomórfica,
es útil recordar que no diseñamos el avión para volar como lo hacen las
aves, por lo cual la inteligencia artificial no necesita seguir el camino
de algún antepasado biológico. Aun así, Weinbaum y Veitas destacan
que “muchos creen que algún día, en un futuro previsible, internet se
despertará y se convertirá en una entidad consciente y superinteligente.
Algunos incluso sostienen que ya está ocurriendo”.71 Estas declaraciones
de animismo computacional parecen ser un requisito para ingresar en
las comunidades tecnológicas mencionadas. El animismo sigue ace-
chando a la inteligencia artificial: se necesitan con urgencia nociones
no biomórficas de la inteligencia artificial.
Algo más importante, la idea del pancomputacionalismo en la na-
turaleza enmascara una realidad básica: la computación es, en realidad,
un proceso económico que busca extraer información valiosa y descar-
tar aquella que no es útil. En este sentido, la computación es también
un proceso de capitalización. Y afirmar, como Stephen Wolfram y Ray
Kurzweil, entre otros, que todos los átomos codifican y computan, es
equiparar el capital con la naturaleza.72 Los átomos no descartan infor-
mación inútil para escalar a un mayor grado de complejidad. Disculpas
a Kurzweil y su visión de lo sublime computacional frente a un océano
tormentoso, como se plantea en el documental Transcendent Man (2009),
pero las moléculas de agua no computan.73 Esos somos nosotros.

71 Ibíd.
72 El filósofo francés Michel Serres también abordó el tema del pancomputaciona-
lismo. Ver Matteo Pasquinelli, “On Solar Databases and the Exogenesis of Light.” En
“Supercommunity,” edición especial, revista e-flux, 65 (mayo de 2015) .
73 Mis agradecimientos a Lorenzo Sandoval por señalarnos esta sección del documental.
Capitalismo Financiero y Comunicación 157

La inteligencia artificial del mercado

Hace tiempo que los mercados son un espacio de inteligencia artificial


vernácula. El economista austríaco Friedrich Hayek decía que el mer-
cado es el fundamento de un conocimiento preconsciente y transindivi-
dual que no necesita ni centralización estatal (como en la planificación
socialista) ni la formulación de leyes económicas objetivas (Hayek es el
padrino de la famosa Escuela de Chicago, pero mantuvo –lo que resulta
interesante– un gran interés en la psicología y la neurociencia a lo largo
de su vida). La ‘infrarracionalidad’ del mercado está, para Hayek, más
allá de la comprensión del individuo y del Estado: “El problema econó-
mico es […] un problema relacionado con el uso del conocimiento que
no se da a nadie en su totalidad” escribió en 1945, en su influyente obra
“The Use of Knowledge in Society”.74 Hayek reprochaba las ambiciones
de la estadística y también, de forma más explícita, de la computación:
“El tipo de conocimiento que he estado abordando es un tipo de conoci-
miento que, por su naturaleza, no puede cruzarse con las estadísticas
y, por lo tanto, no puede ser transmitido a ninguna autoridad central
en forma estadística”.75 Hayek creía que los precios eran los mejores in-
dicadores para condensar y transmitir toda la información económica
necesaria: actúan, de hecho, como una computadora colectiva (“sistema
de telecomunicaciones”, según se expresaba en 1945):

Es más que una metáfora describir el sistema de precios como una


especie de maquinaria para registrar los cambios, o como un sistema
de telecomunicaciones que les permite a los productores individuales
observar el movimiento de unos pocos indicadores –como un inge-
niero puede observar las manecillas de algunos relojitos– con el fin
de adaptar sus actividades a ciertos cambios. Pero el hecho es que de

74 Friedrich Hayek (1945). “The Use of Knowledge in Society.” American Economic Review,
p. 520.
75 Ibíd., p. 524.
158  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

esos cambios los sujetos nunca podrán saber más de lo que se refleja
en el movimiento de precios.76

Hayek puede haber sido el primero en introducir una noción mo-


derna (es decir, funcional) de la información: no hay que olvidar que
Claude Shannon definió la medición matemática de la información re-
cién en 1948, el mismo año en que Norbert Wiener publicó su libro Cy-
bernetics.77 Sin embargo, Hayek describió el mercado como un “aparato
cognitivo”, que se asemeja mucho a la cibernética inicial pero mucho
antes de que aparecieran las teorías de la sociedad del conocimiento y
el capitalismo cognitivo. Desde Adam Smith, se recurre al topos de la
“mano invisible” para describir las virtudes del libre mercado, pero la
expresión “mente invisible” sería más precisa para retratar una coordi-
nación tan distribuida y espontánea de precios. De acuerdo con la visión
de Hayek, pareciera que el mercado es operado por un ‘intelecto general’
invisible que no puede objetivarse en ninguna maquinaria, sino solo en
precios de mercancías. Sin embargo, recientemente, entró en contradic-
ción con este idealismo lo que se conoció como “capitalismo algorítmico”.
En la actualidad, compañías como Uber y Airbnb pueden centralizar el
cálculo de precios por medio de bases de datos globales en tiempo real.
En este sentido, el capitalismo algorítmico es el surgimiento de un ter-
cer paradigma: lo más pesadillesco de la planificación centralizada y la
desregulación del libre mercado, que se hace realidad bajo el dominio
de un algoritmo maestro diseñado por los matemáticos e ingenieros del
aprendizaje-máquina.78

76 Ibíd., p. 527.
77 Claude Shannon (1948). “A Mathematical Theory of Communication,” Bell System
Technical Journal, vol. 27, n.° 3.
78 “Algoritmo maestro” es una expresión que se emplea en el aprendizaje automático.
Consultar Pedro Domingos (2015). The Master Algorithm. New York: Basic Books.
Capitalismo Financiero y Comunicación 159

El capital como encefalización

Incluso aunque la inteligencia artificial nunca despierte como un ser


sensible, ya hay millones de algoritmos de aprendizaje automático que
día a día recorren gigantescos centros de datos sociales para detectar
correlaciones, extraer patrones, evaluar normas, predecir tendencias y
formar una imagen de metadatos de la población en su conjunto. La in-
teligencia artificial no es ‘biomórfica’, nunca será autónoma de la huma-
nidad ni –de esto no hay duda– de las dificultades del capital, ya que es
un componente funcional de la planificación industrial, las estrategias
de mercadotecnia, los aparatos de seguridad y las finanzas.
La inteligencia artificial es ‘sociomórfica’, pero no en un buen sentido.
La inteligencia artificial refleja la inteligencia social para controlarla. El
universo de Turing es una especie de espejo deformante, y hace que el
cuerpo colectivo se vea grotesco, desproporcionado, ‘anormalizado’ por
las fallas del poder computacional. Alimentamos los algoritmos con nues-
tros prejuicios racistas, sexistas y clasistas, y al mismo tiempo los algorit-
mos los devuelven más deformes. Como planteaba Marx, las máquinas, al
no contar con medidas políticas, no reemplazan, sino que ‘amplifican’ las
divisiones previas en las relaciones laborales y sociales. Las máquinas de
Turing no eran una excepción: los registros de poblaciones formadas en el
fundamentalismo proyectan un patrón de inteligencia mecánica incluso
más fundamentalista. La inteligencia artificial es entonces ‘anamórfica’:
en la conferencia dictada en 2016 “Tyranny of the Algorithms? Predictive
Analytics and Human Rights”, incluso la policía de Nueva York reconoció
el sesgo racial y clasista producido por sus algoritmos de predicción del
delito.79 El robot de Microsoft Twitter que ha convertido sus intervencio-
nes en discursos fascistas, es otro ejemplo de cómo puede diseñarse in-
adecuadamente la inteligencia artificial, en especial, cuando su diseño
está a cargo de empresas con estándares dudosos.

79 La conferencia se realizó en la Universidad de Nueva York, el 21 y 22 de marzo de 2016.


160  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

La inteligencia artificial debe volverse sociomórfica en un buen sen-


tido. El aprendizaje informático, junto con el análisis de datos, efectiva-
mente revela una dimensión social superior que es intrínseca a cualquier
información digital y que fue intangible e inaccesible hasta el día de hoy.
Las técnicas de visualización y navegación de datos dan finalmente una
forma empírica a la mente colectiva y a los conceptos modernos de la
voluntad colectiva, como el intelecto general de Marx, la episteme de
Foucault y el transindividualidad de Simondon, que hasta ahora han
sido abstractos e invisibles al ojo de la mente individual. Siempre es fá-
cil imaginar usos alternativos y progresivos de la inteligencia artificial,
pero es difícil implementarlos. En este momento, se están explorando
técnicas alternativas de data mining en un campo emergente conocido
como “activismo informático”, que lucha por la justicia social, los dere-
chos humanos y el acceso igualitario a la educación y la salud. En este
aspecto, la comunidad de inteligencia artificial general carece asombro-
samente del tipo de principios políticos básicos que se pueden encontrar
en otras comunidades tecnológicas (véase la historia de la Free Software
Foundation y la Electronic Frontier Foundation). He aquí un breve ma-
nifiesto del empirismo trascendental para la comunidad de inteligencia
artificial general: no tratar de materializar la Mente Única, intentando
reemplazar al camarada Mao por la función de la Inteligencia Artificial,
sino tratar de construir una inteligencia colectiva metaestable que po-
dría ser políticamente más ‘inteligente’ que el ideal de la Mente Única.
Dentro del régimen del capitalismo cognitivo, la computación está
llegando a ocupar un papel hegemónico cada vez más importante: la
inteligencia artificial está reemplazando una compleja división del tra-
bajo mental y manual y encefalizando la inteligencia colectiva y el com-
portamiento social en centros de datos. La filosofía reduccionista de la
mente impulsada por la comunidad de inteligencia artificial es, por lo
tanto, orgánica a la cuestión del capital como computación y cognición.
Históricamente, la creciente hegemonía del paradigma del aprendizaje
automático marca la transición final del capitalismo cognitivo al capita-
lismo computacional y las formas centralizadas de inteligencia artificial.
Capitalismo Financiero y Comunicación 161

De la misma forma que la clase industrial británica veneraba la má-


quina a vapor como el tótem de una nueva sociedad y la adquisición de
poder, la nueva clase vectorialista de inteligencia artificial está comen-
zando a animizar la supercomputación.80 En relación con esto, la película
Esiod 2015, dirigida por el artista alemán Clemens von Wedemeyer, pre-
sagia con acierto que, si alguna vez la singularidad se hace realidad, será
de índole financiera: es muy probable que sea cualquier banco familiar
lo que se convierta en una entidad autónoma y consciente.81 Seguir cre-
yendo en el mito de la autonomía de la inteligencia artificial es respaldar
la autonomía del capital frente a la autonomía de la sociedad.
El capitalismo es un proceso de ‘encefalización’, es decir, un proceso
de acumulación de inteligencia humana. Este proceso ya había comenza-
do en la fábrica industrial, cuando Charles Babbage diseñó el motor ana-
lítico con la idea de absorber y automatizar la división del trabajo mental.
Simondon fue el primero en reconocer que la máquina industrial ya era
un reemplazo ‘infomecánico’ que separaba la fuente de energía, por un
lado, y la información –es decir, de la inteligencia del trabajador–, por
el otro. En palabras del historiador científico británico Simon Schaffer:

El término [inteligencia] hace referencia a las señales recibidas del


exterior y a la capacidad de registrar e interpretar esas señales. A co-
mienzos del siglo xix, la palabra “inteligencia” encarnaba el creciente
sistema de vigilancia social y, a la vez, la mecanización emergente de
las filosofías naturales de la mente […]. Para que las máquinas parecie-
ran inteligentes, fue necesario que las fuentes de su poder, la fuerza de
trabajo que los rodeaba y operaba, se volvieran invisibles […] El reem-
plazo de la inteligencia humana por la inteligencia mecánica se hizo
evidente tanto en los talleres como en las maquinarias. Esta consigna
era necesaria desde el punto de vista político y económico.82

80 Para ver una reseña del culto de la clase industrialista británica a la máquina a vapor,
consultar Andreas Malm (2016). Fossil Capital: The Rise of Steam Power and the Roots of
Global Warming. Londres: Verso Books.
81 Esiod 2015, dirigida por Clemens von Wedemeyer, 39 min., Austria/Alemania, 2016.
82 Simon Schaffer (1994). “Babbage’s Intelligence: Calculating Engines and the Factory
System.” Critical Inquiry, vol. 21, n° 1.
162  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

La computación podría haber tenido un destino diferente, pero rá-


pidamente cayó bajo el dominio del capital y fortaleció una nueva etapa
de poder. La computación secularizó la mente humana, solo para in-
dustrializar y venerar, inmediatamente después, la automatización del
trabajo mental bajo la forma de inteligencia artificial (según la oscilación
clásica de la desubjetivación y la resubjetivación). La supercomputación
desplazó aún más al sujeto del humanismo occidental del centro del pen-
samiento, pero solo para que el capital pudiera pensar en su lugar. Como
lo indica la raíz de la palabra (caput en latín significa ‘cabeza’), el capital
es un vasto proceso de encefalización: destruye y reconstruye de manera
constante su propia cabeza.

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El papel del conocimiento en la
reestructuración del capitalismo:
entre el neodifusionismo y la economía social
del conocimiento83
Javier Moreno Gálvez

A pesar de los debates suscitados en torno a las dimensiones y conse-


cuencias de las transformaciones que vienen experimentado las socie-
dades contemporáneas, es innegable que en las últimas décadas hemos
sido testigos de la configuración de una nueva forma de organización
mundial, donde se reorganizan las relaciones entre los actores tradi-
cionales a la vez que surgen con fuerza nuevos protagonistas. Resulta
complicado –a la vez que poco riguroso– señalar un determinado acon-
tecimiento o delimitar en una fecha específica el origen de tales cam-
bios; sin embargo, parece consensuado situar como punto de inflexión

83 Este trabajo se enmarca dentro del desarrollo del Proyecto I+D “Ciberactivismo,
ciudadanía digital y nuevos movimientos urbanos” (cso2016-78386-P) del Programa
Estatal de Investigación Científica y Técnica de Excelencia (Ministerio de Economía y
Competitividad).
166  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

la crisis capitalista de los años setenta y la posterior reestructuración


productiva encaminada a recuperar la tasa de ganancia de las economías
más desarrolladas. A partir de este momento, se inaugura un nuevo sis-
tema de relaciones, ya no internacional sino global, pues las coordenadas
geopolíticas no se ciñen únicamente a los límites establecidos por las
fronteras –físicas e inmateriales– del Estado nación, sino que se abren
a una nueva articulación de lo global con lo local.
La globalización viene acompañada de nuevas formas de entender
el mercado, los intercambios comerciales, el mundo financiero, la fuer-
za de trabajo, las relaciones políticas, el papel del Estado, la función de
los partidos políticos, los conflictos bélicos, los derechos humanos, los
procesos migratorios, el medio ambiente, la salud, los intercambios cul-
turales, etc. Igualmente, el mundo se contrae espacial y temporalmente
y nuevos escenarios y actores aparecen en la lucha por la hegemonía, en
lo que desde la teoría sistémica se llama el ‘sistema-mundo’ (Arrighi &
Silver, 2001). Frente al ascenso de nuevas superpotencias, como Chi-
na, Japón o la India, que plantan cara a la superpotencia eeuu, nuevos
organismos globales toman posiciones y, aunque sin desligarse de la lu-
cha interestatal, trascienden la misma y prefiguran un nuevo sistema
de dominación, un nuevo orden global, basado en la preeminencia de
la economía sobre la política. La crisis del Estado nación viene también
determinada por la creciente importancia de las regiones infra y su-
praestatales, que protagonizan un proceso de reorganización territorial
que vacía por arriba y por abajo a las instituciones estatales y que está
marcado por una doble dinámica de descentralización y recentraliza-
ción económica y política –que vuelve obsoleto el ceñirse únicamente a
las distinciones tradicionales de Primer y Tercer Mundo o Norte y Sur
para hacer referencia a la actual configuración de la desigualdad. Estos
cambios se producen en el marco de una progresiva financiarización de
la economía que es paralela a la retirada del Estado de la regulación de la
política monetaria y los mercados financieros, en una economía mundo,
producto de los acuerdos expresados en el denominado Consenso de
Washington, en la que los activos financieros suponen un valor varias
Capitalismo Financiero y Comunicación 167

veces superior a las transacciones de bienes materiales (Gutiérrez & Al-


barracín, 2008, p. 12).
En todas estas modificaciones, que contextualizaremos y desarrolla-
remos en las siguientes líneas, las nuevas tecnologías de la información
y la comunicación han tenido y tienen un papel central. Para autores
como Castells (2005) o Giddens (2002, p. 75) lo que distingue a nuestra
era global de las anteriores es, sobre todo, la denominada ‘revolución
de las comunicaciones’, producto de la conjunción entre las comunica-
ciones y los ordenadores. Esta sería la principal fuerza motriz de las
transformaciones globales, inaugurando un período de cambios e in-
certidumbres que afectan a la forma en que se concibe la relación ca-
pital/trabajo, la articulación de espacio y tiempo, la configuración del
espacio público o las formas en las que nos relacionamos o en las que
construimos nuestras identidades. No obstante, huyendo de posturas
tecno-utópicas o deterministas, la relación actual entre progreso técni-
co y cambio social –muy lejos de ser una panacea para el desarrollo de
las economías periféricas– supone generalmente una ampliación de la
fractura socioeconómica, ampliando la desigualdad existente entre los
centros y los márgenes del capitalismo, en el marco de la reedición de las
estrategias difusionistas que acompañaron a las políticas desarrollistas
post-iigm, y que vuelven con renovada energía a plantear la transferen-
cia de capital, tecnología e ideología desde los países más dinámicos del
capitalismo hacia las regiones periféricas.
En las siguientes líneas trataremos de analizar, asumiendo la impo-
sibilidad de tocar todas las teclas de este nuevo orden global, la manera
en que la reestructuración del capitalismo –que se inicia en su propia
crisis durante los años setenta– encuentra en la utilización intensiva del
conocimiento las condiciones para su transformación, con la innovación
tecnológica como un eje que va a ayudar a su configuración actual, mar-
cado por la tensión contradictoria entre la tendencia a la privatización
propia del capitalismo cognitivo y su expresión de hiperfinanciarización
de la economía y la tendencia democratizadora de la economía social
del conocimiento.
168  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Crisis y reestructuración del capitalismo: la


conformación de una nueva fase

Hablar de crisis del capitalismo no es algo novedoso, como tampoco lo es


hablar de la superación de esa crisis mediante estrategias de reestruc-
turación que han ido transformando no solo las relaciones productivas
y las formas de obtención del beneficio por parte de las economías ca-
pitalistas, sino también las relaciones políticas, sociales y culturales a
una escala cada vez mayor. Cada proceso de crisis y reestructuración ha
inaugurado una nueva fase dentro del modo de producción capitalista,
un nuevo modo de desarrollo, resultado de la combinación entre un de-
terminado régimen de acumulación y un modo de regulación concreto.
De esta forma, las crisis, lejos de suponer rupturas definitivas, no son
sino cambios cualitativos en el modo de funcionamiento del sistema
capitalista. En este sentido, la crisis de los años setenta, cuya génesis si-
tuamos simbólicamente en la subida de los precios del petróleo en el año
1973, supuso el punto de inflexión entre un modo de desarrollo fordista
y un modo de desarrollo que llamaremos neofordista.84
Decíamos que la crisis capitalista de los años setenta toma como
punto de partida simbólico la crisis energética, pues sería caer en una
simplificación no entender aquella como el resultado de un proceso
que se había ido desarrollando desde hacía décadas. Wallerstein (2003),
retomando la teoría de los ciclos económicos de Kondratiev, hace una
propuesta de periodización en la que sitúa como un ciclo de onda corta
típico de la economía-mundo el período que comprende desde el final

84 Preferimos utilizar el término neofordista frente al posfordista en el sentido planteado


por Luis Enrique Alonso (1999), a partir del trabajo del economista Christian Palloix. Así:
“el término neofordismo trata de reflejar que las alternativas actuales de modificación en
la organización tradicional de las tareas, si bien marcan una nueva pauta de fabricación
industrial general, no representan una ruptura radical con el taylorismo y el fordismo
dominantes, sino que su reformulación está orientada a adaptarse a unas nuevas condi-
ciones de cambio tecnológico, de composición de la fuerza de trabajo y de configuración
del mercado actual” (Alonso, 1999, p. 53).
Capitalismo Financiero y Comunicación 169

de la II Guerra Mundial hasta nuestros días y que estaría dividido en dos


fases: una fase A de expansión económica que llegaría hasta los años
1967-1973, que lleva aparejado un proceso de estancamiento, de crisis;
y una fase B, de tendencia a la baja y de contracción económica. Si la
primera fase corresponde a la creación de un nuevo sistema de rela-
ciones internacionales presidido por organismos como la Organización
de las Naciones Unidas (onu), el Fondo Monetario Internacional (fmi)
o el Banco Mundial (bm); la segunda fase va a coincidir con los años de
las políticas neoliberales de los gobiernos de Tatcher en Reino Unido y
Reagan en Estados Unidos, de la creación de organismos multilaterales
como el G-7 o la Comisión Trilateral, de la crisis de la onu y la extensión
de una nueva lógica global en los organismos internacionales.
Encontramos diferentes explicaciones para delimitar los factores
que llevaron al agotamiento del modelo de expansión económica y so-
cial que caracterizó el período comprendido entre 1945 y 1975 bajo el
título de los ‘30 años gloriosos’. Desde algunas posturas heterodoxas se
sitúa el origen de la crisis en la madurez alcanzada a finales de los años
sesenta, sobre todo al abrigo de las revoluciones del 68, de los ciclos de
lucha contra el orden disciplinario internacional propio del desarrollo
capitalista específicamente fordista (Hardt & Negri, 2002; 2004). Otros
colocan el acento en la crisis del modo de desarrollo a partir de la ex-
presión, en lo interno, de la inversión de la tendencia a largo plazo del
coste social de reproducción de la fuerza de trabajo y, en lo externo, de la
creciente mundialización de la economía frente a los inoperantes modos
de regulación estatales (Delgado Cabeza, 1998, p. 9). De lo que no cabe
ninguna duda es de que el capital se ve obligado a modificar sus propias
estructuras y a encarar un nuevo paradigma para poder superar las li-
mitaciones a su crecimiento.
Los factores anteriores provocaron la caída de los ritmos de pro-
ductividad, de las tasas de lucro, así como el deterioro de los ritmos de
crecimiento y acumulación de los centros capitalistas más desarrollados,
los cuales tuvieron que hacer frente a una serie de problemas estructu-
rales: desempleo masivo, inflación, estancamiento de los salarios, crisis
170  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

del Estado del Bienestar, aumento de los conflictos laborales, reducción


del ritmo de progreso técnico, etc. A todo esto se le unió la aparición
de nuevos actores en la competencia internacional (Japón, Brasil, Tai-
wán), lo que terminó de configurar un escenario contraproducente para
amortizar los altos costes fijos de las empresas. Se hacía necesaria una
reestructuración, un cambio en las reglas del juego para poder garanti-
zar los máximos niveles de crecimiento y acumulación para el capital. La
reestructuración que se llevó a cabo buscaba reconvertir radicalmente
el tejido industrial y el proceso productivo de cara a la configuración
de una nueva división internacional del trabajo, como “proceso de re-
organización radical del sistema mundo moderno en que cambian sus-
tantivamente el carácter de los elementos del sistema, la forma en que
estos se relacionan entre sí y el modo en que el sistema funciona y se
reproduce” (Arrighi & Silver, 2001, p. 28). De manera complementaria
a la contracción de los procesos productivos y a la reorganización de la
división internacional del trabajo, junto con la extensión de la crisis se
produce una expansión financiera que señalaría una transición de un
régimen de acumulación a escala mundial a otro (Arrighi, 1999, p. 8), una
hipertrofia financiera, en palabras de Gutiérrez y Albarracín (2008, pp.
1-3), en la que el capital financiero toma fuerza como eje de la apropia-
ción y concentración del valor, más que como un factor de su generación.
Este proceso adopta diferentes apelativos según qué aspectos del
cambio se quieran destacar. Así, se habla del paso de una hegemonía
del trabajo industrial a otra del trabajo cognitivo, del fordismo al posfor-
dismo o de lo moderno a lo posmoderno (Hardt & Negri, 2004, p. 174). A
continuación vamos a describir el paso del modo de desarrollo fordista
hacia el neofordista, a partir de la distinción entre paradigma tecnológi-
co, régimen de acumulación y modo de regulación en ambos modelos.85
El paradigma tecnológico que va a dominar el fordismo estaba carac-
terizado por la producción en masa protagonizada por la gran empresa

85 Para los párrafos que siguen, hemos tomado como referencia las obras de Alonso (1999),
Arrighi, Barr & Hisajeda (2001), Castells (1998 y 2005), Delgado Cabeza (1998), Harnecker
(1999), Herscovici (2005) y Lash & Urry (1998).
Capitalismo Financiero y Comunicación 171

oligopólica como unidad productiva básica y con el petróleo barato como


fuente de energía clave. Su organización del trabajo estaba dominada por
los principios de normalización, racionalización y planificación propios
de la dinámica taylorista y por el principio de organización científica
(división de tareas en todas las áreas y separación de las funciones de eje-
cución de las administrativas y de investigación y desarrollo). El control
patronal iba más allá del control del proceso de trabajo y también deter-
minaba la producción de la demanda, a partir de un modelo de consumo
de masas. La producción se articulaba en torno a las grandes ciudades
industriales, presentando un escenario de concentración espacial y de
economías de aglomeración en los espacios urbanos.
Ya en el neofordismo, vamos a ver cómo en las economías desarrolla-
das caen los sectores tradicionales que habían sido la imagen de marca
del fordismo (acero, producciones mecánicas y eléctricas, automóvil),
debido –sobre todo– a la relocalización de la producción en países o re-
giones periféricas con ventajas comparativas (salarios, condiciones la-
borales, trabas medioambientales, etc.). A su vez, se produce un auge de
otros sectores (como la microelectrónica, la informática o las telecomu-
nicaciones) que van a ocupar un lugar estratégico en el nuevo paradigma
tecnológico como consecuencia, principalmente, del aumento de las ca-
pacidades de procesamiento de datos e información que proporcionan y
que permiten mantener los procesos de control y coordinación de la pro-
ducción con aquellas regiones periféricas que albergan las actividades
deslocalizadas. Igualmente, esta disponibilidad de información conlleva
un conjunto de innovaciones tecnológicas y organizacionales que buscan
recuperar la rentabilidad perdida con la crisis, a través de la generali-
zación del modelo de producción en masa flexible, caracterizado por
la integración –fruto de una mayor tasa de utilización de las máquinas
gracias a procedimientos informatizados– y por la flexibilidad –que se
desarrolla a partir de la utilización de los avances tecnológicos que per-
miten una mayor coordinación y adaptación de la producción. Asistimos
así al paso del sistema de corporaciones multinacionales verticalmente
integradas y organizadas burocráticamente –también llamado sistema
172  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

de empresa corporativa– al surgimiento de la empresa red flexible, que


descentraliza los procesos y áreas de producción pero que centraliza el
control sobre la producción, el mercado y los recursos tecnológicos y
financieros.
El régimen de acumulación característico del fordismo es el del au-
mento sostenido de la producción por persona y del volumen de capital
fijo per-cápita, acompañado de un incremento de la demanda, de una
ampliación del poder de compra por parte de los asalariados y del au-
mento del trabajo no directamente productivo, todo ello como producto
de las políticas públicas keynesianas. En la nueva fase, la producción en
masa va cediendo el paso a una progresiva segmentación del mercado,
que va a demandar una elaboración individualizada del producto, lo que
va a ser posible gracias a la reestructuración organizacional del proceso
de producción y a la interconexión en tiempo real entre la oferta y las
tendencias de la demanda. Igualmente, asistimos al declive de las polí-
ticas públicas de corte keynesiano, que buscaban el objetivo del pleno
empleo. Este movimiento no significa que el Estado deje de intervenir,
solo que ahora ya no interviene para regular mercados, sino más bien
para estimularlos mediante políticas fiscales y monetarias.
Por último, el modo de regulación que sostiene al fordismo se basa
en una serie de mecanismos socio-institucionales de regulación, adap-
tados a las necesidades de los grandes mercados para amortizar los al-
tos costes fijos derivados de, por un lado, los convenios colectivos que
garantizaban salarios mínimos por el Estado y contratos de larga dura-
ción y, por otro lado, la intervención creciente del Estado, cuyas políticas
públicas servían para garantizar el crecimiento económico, la estabili-
dad, el pleno empleo, los servicios sociales, etc. Se implantó así lo que se
conoce como ‘Estado del Bienestar’, basado en el consenso keynesiano
a partir del pacto capital/trabajo y que implicó al aparato estatal, a las
asociaciones de empresarios y a los grandes sindicatos. Por su parte, el
nuevo modo de regulación se caracteriza precisamente por el abandono
de aquel consenso y por el desmantelamiento del Estado del Bienestar,
fruto de políticas fomentadoras de la privatización del sector público y la
Capitalismo Financiero y Comunicación 173

desregulación del sector privado. Uno de los ámbitos que más ha notado
la magnitud de los cambios en el paso de un modelo a otro es el del em-
pleo que, marcado por la pérdida progresiva de fuerza de los sindicatos
tradicionales, va adoptando una tendencia hacia la precarización y la
flexibilización numérica y funcional. No obstante, si en el neofordismo
las formas institucionales que dan coherencia y estabilidad al régimen
de acumulación han de adaptarse a la necesidad de superar el marco del
Estado nación, podríamos decir que aquel es todavía un proceso inacaba-
do, pues no existen instituciones ni un compromiso social que respalden
el nuevo modo de regulación (aunque sí que se hacen patentes una serie
de tendencias, como la progresiva retirada del Estado o la creciente fle-
xibilización de los mercados).
Un aspecto que nos interesa destacar es que, si bien en el modo de
desarrollo fordista el Estado nación era el espacio privilegiado de acumu-
lación y regulación, con las transformaciones acaecidas con la interna-
cionalización de los flujos económicos aquel se desplaza y pierde prota-
gonismo en favor de actores supraestatales y subestatales, hacia los que
descentraliza parte de sus actividades. La globalización supone la crisis
de la soberanía del Estado y la reorganización de sus actividades, que
han de articularse convenientemente con actores regionales y locales,
por un lado, y con nuevos agentes internacionales que van tomando el
funcionamiento de verdaderos organismos globales que no deben lealtad
a ningún país, por otro.
Culmina de esta forma un proceso de transición que, aunque toda-
vía en proceso de estabilización y con muchos de sus aspectos sin desa-
rrollar, nos ayuda a dibujar los contornos de una nueva fase del capita-
lismo que va a recibir numerosos apelativos, entre los cuales destacan
el de ‘sociedad informacional’ o ‘sociedad-red’ (Castells); ‘tercer entor-
no’ o ‘Telépolis’ (Echevarría); ‘sociedades del conocimiento’ (Unesco);
‘sociedad de la información’ (uit); ‘sociedad imperial’ (Negri & Hardt);
‘capitalismo desorganizado’ (Lash & Urry) ‘sociedad postindustrial’ (Bell;
Touraine); ‘tercera ola’ o ‘sociedad superindustrial’ (Toffler); ‘sociedad
telemática’ (Nora & Minc); ‘sociedad del conocimiento’ (Drucker; Pierre
174  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Levy); ‘sociedad de la comunicación’ (Vattimo); ‘era de la posinformación’


(Negroponte); ‘revolución informacional’ (Miège); ‘sociedad tecnotróni-
ca’ (Brzeninski); ‘segunda ruptura industrial’ (Piore); o ‘nuevo Estado
industrial’ (Galbraith).
Independientemente de la denominación y de los rasgos que ante-
riormente hemos señalado como característicos del nuevo paradigma,
existen dos aspectos que suponen, no obstante, el corazón de la diferen-
cia con respecto a los períodos históricos anteriores:

• En primer lugar, la nueva fase abarca la totalidad espacial mun-


dial. Aunque, ya en los Grundrisse, Marx señalaba la tendencia
del capitalismo a aniquilar el espacio por el tiempo a través de
las innovaciones tecnológicas, con el fin de disminuir la impor-
tancia de la distancia espacial como un obstáculo para la expan-
sión del capital (Mosco, 2009, p. 254), por primera vez en la his-
toria, todo el planeta está organizado en torno a un conjunto de
reglas económicas comunes que deja sin un exterior al capitalis-
mo. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación
han contribuido de forma decisiva a la creación de esta dinámi-
ca mediante la velocidad vertiginosa que permiten los enlaces
globales y la aplicación inmediata de la innovación tecnológica.
Sin embargo, esta extensión de la interconexión no supone, ni
mucho menos, el fin de las desigualdades entre regiones y paí-
ses. En este sentido, se produce una compresión espacio-tem-
poral de los mercados financieros y se desarrolla un sistema de
metrópolis globales. El nuevo orden global reorganiza los terri-
torios y rearticula las antiguas desigualdades, en lugar de hacer-
las desaparecer. A la dinámica de deslocalización productiva en
busca de ventajas fiscales o salarios más bajos le acompaña una
tendencia de relocalización de actividades y de concentración
espacial de los flujos comerciales, financieros y de inversión en
torno a los territorios mejor dotados (Castells, 2005; Delgado
Cabeza, 1998: Lash & Urry, 1998).
Capitalismo Financiero y Comunicación 175

• En segundo lugar, la gestión de la información y el conocimiento


va a ocupar un espacio central en el nuevo modo de desarrollo. Es
cierto que el papel de la información y el conocimiento siempre
ha ocupado un lugar importante en el desarrollo del capitalismo,
sin embargo, la originalidad de la situación actual deriva del he-
cho de que ahora se erigen como las principales fuentes de pro-
ductividad, que se aplica de nuevo a aparatos de generación de
conocimiento y procesamiento de la información/comunicación,
en un círculo de retroalimentación acumulativa entre la innova-
ción y sus usos.
Se ha producido un desplazamiento de la importancia del traba-
jo industrial en las fábricas hacia un trabajo cognitivo:

[...] que produce bienes inmateriales tales como información,


conocimientos, ideas, imágenes, relaciones y afecto, [donde] las
cualidades y características de la producción inmaterial tienden a
transformar las demás formas de trabajo y, de hecho, la sociedad
en su conjunto (Hardt & Negri, 2004, pp. 92-93).

Este trabajo cognitivo, que tiende a adoptar la forma social de


redes basadas en la comunicación y en la colaboración, aunque
mayoritariamente dentro de un esquema jerárquico que podría-
mos denominar de ‘geometría variable’, encuentra en las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación la flexibilidad
y diversidad requeridas por un sistema capitalista que tiene que
hacer frente a una serie de retos derivados de la globalización
de la producción, de la gestión, de la comercialización y del con-
sumo. Las posibilidades tecnológicas van a permitir un reajuste
en la organización del proceso de trabajo, no solo de los secto-
res en auge, sino también de los sectores ligados a la industria
tradicional y a la agricultura. Igualmente, van a posibilitar la
comunicación y la coordinación en tiempo real entre las sedes
empresariales centrales y sus unidades descentralizadas, con
176  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

fórmulas de control a distancia y con la rapidez y eficiencia de


los transportes (Delgado Cabeza, 1998; Castells, 2005; Hardt &
Negri, 2004).

Merece la pena que profundicemos, más allá de lo expuesto en lí-


neas anteriores, en el papel que las nuevas tecnologías han jugado en
la reestructuración fruto de la crisis capitalista y en el surgimiento del
nuevo modo de desarrollo que se extiende hasta nuestros días. Es indu-
dable que la superación de los límites para la creación de un mercado
global o las transformaciones en el mundo del trabajo no habrían sido
posibles sin las puertas que abrió la revolución tecnológica informacio-
nal. No obstante, es necesario realizar una puntualización acerca de la
interrelación entre reestructuración capitalista y revolución tecnológica.
La revolución tecnológica no es producto de la reestructuración capita-
lista, caer en esta afirmación sería incurrir en un mecanicismo y en una
simplificación, de hecho, los orígenes del cambio protagonizado por las
nuevas tecnologías se sitúan algunas décadas antes de la caída de los
precios del petróleo del año 1973. Posteriormente, la reestructuración
capitalista se sirvió de la potencialidad mostrada por el desarrollo y la
convergencia de los sectores de la microelectrónica, las telecomunica-
ciones y la informática para encarar su tarea de recuperación de las tasas
de ganancia y de los índices de crecimiento de las economías capitalistas
desarrolladas, dando lugar así a un modelo de acumulación flexible. De
esta manera, las nuevas tecnologías facilitaron la reestructuración eco-
nómica y organizativa al hacer posibles las necesidades crecientes de al-
macenamiento y procesamiento de la información, de individualización
coordinada del trabajo o de articulación de procesos de centralización y
descentralización en la toma de decisiones.
Esta revolución tecnológica, a la que se equipara con la revolución
industrial, da lugar a un paradigma tecnológico que está atravesado por
tres principios fundamentales para comprender el funcionamiento del
capitalismo desorganizado o neofordista: organización en red, flexibi-
Capitalismo Financiero y Comunicación 177

lidad y convergencia (Castells, 2005, pp. 103-105).86 En primer lugar, la


lógica de interconexión del conjunto de relaciones que utilizan estas
tecnologías de la información es en forma de red, lo que ha facilitado una
reorganización productiva de los territorios en función de las ventajas
competitivas que en cada área pudiera ofrecer. Si la lógica es en forma de
red, la propia configuración de la empresa adopta esta forma reticular
para facilitar las tareas de coordinación y control entre sus unidades des-
centralizadas, así como para aumentar su tasa de lucro. Las tecnologías
de la comunicación que posibilitan esas redes se han extendido a todos
los ámbitos de nuestra vida constituyendo un eje de transformación de
los procesos de producción, la experiencia, el poder y la cultura ya que:

[...] las redes son los instrumentos apropiados para una economía ca-
pitalista basada en la innovación, la globalización y la concentración
descentralizada; para el trabajo, los trabajadores y las empresas que se
basan en la flexibilidad y la adaptabilidad; para una cultura de decons-
trucción y reconstrucción incesantes; para una política encaminada
al procesamiento inmediato de nuevos valores y opiniones públicas;
y para una organización social que pretende superar el espacio y ani-
quilar el tiempo (ibídem, p. 551).

En clara relación con lo anterior, vemos cómo en el nuevo paradig-


ma tecnológico adquiere gran importancia el principio de la flexibili-
dad. En la reestructuración económica, la segmentación de los ámbitos
productivos y de las formas de distribución y consumo requieren de es-
tructuras flexibles que puedan tomar rápidamente, casi en tiempo real,
nuevas formas para satisfacer una demanda cada vez más cambiante
(Mosco, 2009, p. 289). Igualmente, la globalización de las actividades eco-
nómicas requiere un nivel de flexibilidad organizativa que haga viable la

86 Si bien es cierto que se pueden presentar críticas fundamentadas a las dimensiones y


consecuencias de los fenómenos producto de la revolución tecnológica –como la organiza-
ción en red, la flexibilidad y la convergencia, tal y como las presenta Castells en relación a
la configuración de la sociedad informacional–, de lo que no cabe ninguna duda es de que
su articulación se produce de una forma novedosa y adaptada a las nuevas necesidades
del modo de desarrollo capitalista.
178  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

gestión de tales procesos. Alonso (1999, p. 60), desde el punto de vista de


la sociología del trabajo, coloca como la clave para la salida de la crisis
un doble proceso de flexibilización: por un lado, un proceso de flexibili-
zación tecnológica que permite el aumento de la productividad gracias
a un proceso de trabajo más capital-intensivo; por otro lado, un proceso
de flexibilidad social representado por una serie de políticas estatales
de desregulación encaminadas a la generación de una mayor movilidad,
disponibilidad y fluidez de la mano de obra en los mercados de trabajo.
En último lugar, tenemos una convergencia creciente en el nuevo
paradigma tecnológico que se va a expresar a partir de una doble diná-
mica: a partir de la integración de tecnologías específicas en un sistema
altamente integrado o a partir de la combinación entre innovación tec-
nológica e innovación financiera. La primera expresión de convergen-
cia va a estar protagonizada por los principales sectores productivos de
la nueva fase del capitalismo (la microelectrónica, la informática y las
telecomunicaciones), que van a desarrollar un proceso de integración
y de interrelación sinérgica tal que difícilmente podremos encontrar
cualquier elemento de tecnologías de la información que no tenga com-
ponentes del sector de las comunicaciones, la informática y la electró-
nica. La segunda expresión es el resultado de la ya mencionada ‘nueva
economía’ y que se caracteriza por la mutua interdependencia entre el
capital financiero y la industria de alta tecnología, ya que el primero
necesita del conocimiento generado y procesado por la tecnología para
operar y competir en la economía global y la industria de alta tecnología
necesita capital financiero para poder asumir los altos costes fijos que
requiere el proceso de I+D+i (Duménil & Lévy, 2003, pp. 15-17; Castells,
2005, pp. 106-107).
El nuevo paradigma tecnológico también presenta importantes
continuidades con respecto al paradigma que dominó la cultura indus-
trial, pues sus elementos definitorios (estructura reticular, flexibilidad
y convergencia) no hacen sino reproducir las relaciones de dominación
y sometimiento que caracterizan unas relaciones de poder ya clásicas
entre los integrados y los excluidos (ciudadanía y territorios) de un ca-
Capitalismo Financiero y Comunicación 179

pitalismo que ha demostrado una alta capacidad de transformación y


adaptación en virtud de sus necesidades de reproducción y legitimación.
En realidad, las continuidades del proceso de reestructuración del capi-
talismo se pueden seguir hasta el día de hoy, si situamos el origen de la
actual crisis económica en las causas estructurales que se han venido
gestando en el sistema financiero global desde hace décadas:
(a) La progresiva sustitución, gracias –en parte– a las nuevas tec-
nologías, de la economía productiva por una financiera basada en acti-
vidades especulativas, fuente de mayor riesgo pero también de mayor
rentabilidad a corto plazo.
(b) Extensión de un modelo neoliberal basado en la pérdida del po-
der adquisitivo y derechos sociales de la población, a favor de la mayor
rentabilidad del capital, que encontró en la flexibilización del crédito el
camino para mantener los índices de demanda de bienes y servicios de
esa población (Navarro, Torres López & Garzón, 2011).
De hecho, la actual crisis presenta rasgos similares a los de la deno-
minada ‘crisis del petróleo’ (aumento masivo del desempleo, hundimien-
to de sectores enteros de la economía, quiebra de empresas, endeuda-
miento de gobiernos, etc.) aunque también aparecen otros nuevos, como
el aumento hasta niveles nunca vistos de la desigualdad y del endeuda-
miento asociado a la actividad especulativa y financiera alimentada por
la banca (Torres López, 2012, pp. 5-8). Cabría preguntarse si las recetas
que se han seguido hasta ahora para salir de la crisis, las políticas de
austeridad, no esconden la profundización de aquellas tendencias que
están en la misma génesis de la crisis: mayor desregulación, trasvase
masivo de las rentas del trabajo a las rentas del capital, endeudamien-
to del Estado para salvar al sistema financiero sin contraprestaciones,
desmantelamiento y/o privatización de los servicios públicos en favor
de las grandes empresas, aumento de la precariedad y la flexibilidad en
el mercado de trabajo.
En definitiva, la innovación tecnológica no puede ser desligada del
marco en el que se desarrolla, en este caso –como hemos expuesto en
detalle–, de reestructuración del capitalismo, un capitalismo financiero
180  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

que conforma un escenario de disputa entre los intentos de control y cer-


camiento privativo del conocimiento, propios del capitalismo cognitivo,
y las posibilidades democráticas que residen en la naturaleza abierta de
las tecnologías de la información y la comunicación y que posibilitan el
desarrollo de una economía social del conocimiento. A continuación, a
partir de una revisión del mismo concepto de desarrollo, vamos a exponer
la manera en que estas dos concepciones marcan dos tendencias contra-
puestas en relación al papel del conocimiento en el modo de desarrollo.

Hacia un modo de desarrollo basado en el conocimiento:


entre el neodifusionismo y el desarrollo endógeno

El encontrarnos en un entorno caracterizado por la extensión de las


nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y donde las
variables inmateriales de conocimiento, cultura y comunicación son
ejes dinamizadores del propio modo de desarrollo, justifica retomar el
enfoque de la comunicación para el desarrollo, con el fin de comprender
el papel del ecosistema comunicativo como vector de progreso y dis-
positivo de crecimiento y bienestar socioeconómicos. En este sentido,
podemos afirmar que la revolución de las tecnologías infocomunicacio-
nales se desenvuelve, actualmente, en un contexto de construcción de la
Global Information Society, bajo unos principios de modernización, de-
sarrollo, innovación y progreso heredados de la teoría difusionista, una
perspectiva que protagonizó las estrategias de desarrollo impulsadas
por organismos internacionales hasta bien entrados los años ochenta
y que suscitó un arduo debate que envolvió el campo de los estudios en
comunicación. Si en los sesenta y setenta se presentaban las estrategias
de desarrollo como encaminadas a cubrir una brecha y a actualizar a las
regiones subdesarrolladas –por medio de una dinámica de imitación de
aquello que era presentado como lo moderno, lo avanzado o lo civiliza-
do y que se expresaba después en una masiva transferencia de capital,
tecnología e ideología (Servaes, 2000)–, hoy, a la brecha se la llama ‘digi-
Capitalismo Financiero y Comunicación 181

tal’ y la imitación se produce por medio de la transferencia de capitales


–‘nueva economía’–, ideología –‘sociedad de la información’– y nuevas
tecnologías de la información y la comunicación. Así, vemos cómo se
extienden los discursos que sitúan el acceso a las redes tecnológicas y
la transferencia de tecnología como la salida ya no solo a la exclusión
digital, sino también a la exclusión social, repitiéndose lo que Archer
(1990, p. 124) describe con la fórmula “deseo + racionalidad instrumen-
tal + tecnología = progreso”, propia de las estrategias neopositivistas y
deterministas que configuraron el espíritu post-industrialista y que hoy
define el proyecto de sociedad de la información.
Este neodifusionismo significó, como apunta Mosco (1999, pp. 192-
194), una ampliación de la perspectiva difusionista en dos niveles. En
primer lugar, el apoyo entusiasta a los medios de comunicación de ma-
sas se transforma, en la actualidad, en apoyo entusiasta de las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación, cuyo desarrollo pasa
necesariamente por la construcción de una infraestructura informá-
tica y telemática bajo la dirección de las empresas. En segundo lugar,
tras reconocer que parte del fracaso de las estrategias desarrollistas fue
consecuencia de su poca adaptación a las prácticas culturales locales, se
establece una mayor confianza en las estructuras sociales locales y en
las prácticas culturales para llevar a cabo el proceso, pero sin modificar
los modelos mediáticos ni la vinculación del desarrollo a la adopción de
valores occidentales. En ambos niveles, el papel que adquiere la comu-
nicación va más allá del uso del espectro mediático para modificar las
actitudes de una determinada población frente a procesos de cambio
social, antes bien, se sitúa como una variable central de las estrategias
de crecimiento, habida cuenta de que lo inmaterial y lo tecnológico son
aspectos centrales del nuevo modo de desarrollo.
En este contexto, asistimos a la reedición de una serie de motivos
recurrentes que giran en torno a la imitación del ideal de progreso occi-
dental y que se erigen como concepciones dominantes que forman parte
de la construcción de la propia modernidad. De entre estos motivos con-
ductores destacan, por su especial relevancia, los siguientes:
182  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

• Modernización, que es concebida como un proceso de difusión


en el cual los individuos transitan desde una forma de vida tra-
dicional hacia un modo de vida más desarrollado técnicamente
(Servaes, 2000). En realidad, nos encontramos ante el tradicio-
nal debate entre lo viejo y lo nuevo, dos estadios que coinciden en
el tiempo pero atravesados por la tendencia de evolución desde
el primero hacia el segundo, mediante estrategias de imitación
que envuelven capitales, ideología y tecnología. Una concepción
de la modernidad que anula todo pasado y proclama como un
deber histórico e irrenunciable el ayudar a salir de su confusión
y atraso a todos aquellos “otros” que todavía no han alcanzado la
ansiada modernidad (Morley, 2008, pp. 280-281).
• Desarrollo, resultado del proceso de evolución anterior, el ideal
de desarrollo, que toma fuerza, sobre todo, gracias a la política
exterior estadounidense post iigm; representa la copia del mo-
delo de Estado político y de crecimiento económico que se repi-
te en las regiones centrales del capitalismo, convertidos en meta
que busca alcanzar el resto de países y regiones menos desarro-
lladas según aquellos parámetros.87
• Progreso, idea íntimamente ligada al ideal de desarrollo y que
supone la creencia en un avance continuo de la humanidad
que se remonta al pasado y que seguirá ese camino imparable
en el futuro. Un progreso que se presenta como algo irreversi-
ble y como una evolución siempre positiva, pues no hay pasado
mejor.
• Innovación, definida por Rogers como “una idea, práctica u
objeto que el individuo percibe como nuevo […]. Se puede de-
sarrollar el aspecto novedoso de la innovación en términos de
conocimiento, actitud y decisión de usarla” (1974, p. 18). La ca-

87 Cimadevilla (2004, pp. 61-79) resume la evolución de los estilos de desarrollo e inter-
vención de los últimos 50 años en cuatro etapas: desarrollo económico y desarrollismo
(años cincuenta); desarrollo económico y social (años sesenta-setenta); desarrollo inte-
grado (años ochenta); desarrollo neoliberal vs. desarrollo sustentable (años noventa).
Capitalismo Financiero y Comunicación 183

pacidad de innovar, directamente relacionada con el sistema de


conocimiento científico y tecnológico, se erige entonces como
un factor fundamental para el desarrollo de una determinada
región, bien para ser competitiva, bien para quedar relegada al
cuarto trasero del desarrollo.
• Competitividad, consagrada como un principio intocable que
justificaría el resto de motivos conductores, conlleva la consa-
gración del modelo de desarrollo económico capitalista propio
de las regiones más desarrolladas.

Las críticas que se le hicieron a las teorías difusionistas se pueden


ampliar hoy, pues parece que los discursos sobre el crecimiento y la
modernización que acompañan a la denominada sociedad de la infor-
mación pueden derivar, como ya lo hicieron las políticas desarrollistas
de las décadas anteriores, en una mayor desigualdad y un mayor subde-
sarrollo, pues en realidad esconden una subordinación a los principios
del mercado y a las reglas del juego del capitalismo global, patrones ya
familiares desde hace siglos (Robins & Webster, 1999, p. 84). Igualmente,
los motivos centrales anteriormente expuestos han sido cuestionados y
desmontados en multitud de ocasiones, al hilo de los sucesivos fracasos
de las estrategias desarrollistas y modernizadoras que se pusieron en
práctica en el pasado, pues “la creencia de que solo existe una manera
[de ser moderno], la del capitalismo democrático al estilo norteameri-
cano, y de que esa es siempre la correcta, es pura metafísica” (Morley,
2008, p. 277). Así, la historia se ha encargado de cuestionar la idea de que
todo progreso supone una evolución positiva con respecto a la situación
anterior o que la competitividad es preferible a la idea de cooperación,
principio rector de la producción de lo común. El difusionismo traía
consigo la extensión/imposición de un modelo de desarrollo etnocén-
trico, evolucionista, funcionalista y exógeno que, incapaz de aprehender
la complejidad de los procesos de desarrollo y sus interrelaciones con
las condiciones estructurales políticas, económicas, sociales y cultura-
les concretas de cada territorio, impulsaba la occidentalización de las
184  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

regiones objetivo. En las nuevas estrategias difusionistas encontramos


al heredero directo del modelo anterior, cuando se exacerban el papel
de las nuevas tecnologías, cayendo en una visión instrumental del co-
nocimiento y positivista del propio desarrollo, que esconde en la exten-
sión tecnológica una fórmula para aumentar el consumo (Jambeiro &
Ferreira, 2003, p. 175), sin importar –en la implantación tecnológica– la
relación con las herencias tecnológicas propias de los diferentes pueblos
y culturas (Martín Barbero, 2004, p. 30) ni las necesidades concretas de
cada territorio. Se actualiza así también la racionalidad instrumental
de la que hablaban Adorno y Horkheimer (1969/2001), al encontrarnos
ante una razón impositiva, totalitaria, utilitarista y, en definitiva, poco
reflexiva que inspira el desarrollo exponencial de unos medios, en este
caso tecnológicos, pero que sirven al fin completamente pragmático e
irracional de desarrollo capitalista y tecnocrático, en el que lo que se
vende como progreso no sería sino otra forma de dominio que transfor-
maría el desarrollo y el progreso científico en su contrario.
Este enfoque neodifusionista resulta afín al desarrollo de lo que se
ha venido a denominar capitalismo cognitivo, esto es, un tipo de capita-
lismo específico que responde a una recomposición productiva en la que
continúan las dinámicas de explotación de la fuerza de trabajo, la propie-
dad privada de los medios de producción y la lógica del máximo beneficio
al menor coste, pero en el que lo inmaterial cumple un papel central en
su seno –avivado por el cambio tecnológico. Así, pensar el capitalismo
cognitivo supone remitirnos a un complejo escenario de metamorfosis
y recomposición en las funciones de elementos que hasta ahora habían
marcado el papel del conocimiento en el capitalismo fordista. Todo lo
que la economía había denostado de su campo de investigación (cultura,
comunicación, producción lingüística, producción social del saber, etc.)
surge, gracias a la revolución tecnológica, como medios de producción
y como productos (Corsani, 2004, p. 91), estableciendo una nueva base
de valor que se extiende no solo a los sectores ligados directamente a la
innovación tecnológica, sino también a aquellos sectores tradicionales
Capitalismo Financiero y Comunicación 185

que ven sus rutinas y métodos de trabajo profundamente modificados


por el avance de las nuevas tecnologías.
El concepto ‘capitalismo cognitivo’ nos permite en realidad articu-
lar dos dimensiones complementarias que marcan la propia dinámica
histórica y dialéctica del modo de desarrollo. Por un lado, el término
‘capitalismo’ nos remite a la permanencia en los cambios de las varia-
bles fundamentales del modo de producción capitalista. Por otro lado, el
término ‘cognitivo’ nos remite a la nueva naturaleza del trabajo y de las
fuentes del valor y plusvalor, de las formas de propiedad y de las relacio-
nes de explotación sobre las cuales se apoya la acumulación del capital
(Vercellone, 2015).
No obstante, es precisamente de este carácter inmaterial de la pro-
ducción de donde surge la contradicción que atraviesa al capitalismo
cognitivo. Situándonos dentro de la lógica capitalista de la expropiación
del plusvalor de todo proceso productivo, la única forma de obtener va-
lor de cambio del conocimiento es limitando su difusión libre, privati-
zando el acceso, en un intento de someter algo ligado a la abundancia al
paradigma de la escasez. Para tal fin, se van a poner en juego toda una
serie de estrategias de privatización del conocimiento, de los recursos
naturales, de los códigos genéticos, etc. por medios jurídicos –patentes,
licencias, derechos de autor, canon, etc.– o monopolistas. Sin embargo,
la actuación capitalista, aparte de resultar hipócrita por privatizar algo
que proviene del acervo común de la sociedad, cae en el sinsentido de
limitar el acceso libre a la información y al conocimiento, lo que ter-
mina entorpeciendo el propio desarrollo del proceso de innovación en
lo que Blondeau (2004), partiendo del método marxista, declara como
la reedición del conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones
de producción existentes, convirtiéndose estas en un obstáculo para el
pleno progreso de aquellas pues:

[...] en la economía de lo inmaterial, las estrechas lógicas financieras


en las que se inscriben los fenómenos de concentración monopolista
de la información, constituyen trabas, no solo al progreso tecnológico,
186  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

cultural y social, sino también a la propia eficacia económica (ibídem,


p. 40).

En el seno de este sistema, el conjunto de conocimiento, relaciones


y formas de comunicación social derivadas de la producción inmaterial
son aprovechadas por el capital, que no paga por estas fuentes externas
de riqueza que son patrimonio colectivo de una comunidad determina-
da; sin embargo, tampoco puede someterlas por completo –pues no se
agota en su uso, es decir, no está fundado en el paradigma de la economía
de la escasez ni sobre el principio de la destrucción del producto por su
consumo–, al contrario, la comunicación en el marco del capitalismo
cognitivo se definiría como un “eje neurálgico de la producción de nueva
autonomía” (Sierra Caballero & Gravante, 2012, p. 134). Aquí está la origi-
nalidad del capitalismo cognitivo con respecto al industrial, en la propia
evolución de la relación entre conocimiento y capital, encontrando este
cada vez más dificultades en reducir, de manera simple, a aquel para
subsumirlo y transformarlo en valor, así:

[…] el proceso de transformación del conocimiento en valor no es, de


esta suerte, lineal y estable en el tiempo. Al contrario, implica inesta-
bilidad, puntos de discontinuidad, catástrofes, una multiplicidad de
caminos posibles […] los obstáculos reencontrados por la valorización
del conocimiento ponen al descubierto espacios de “crisis”. Entretanto,
en estos espacios, que son también espacios de libertad, pueden inser-
tarse soluciones nuevas y transformaciones institucionales originales.
De ahí que, con toda razón, se hable tanto de capitalismo cognitivo
(Rullani, 2004, p. 101).

Es precisamente esta relación conflictual entre capitalismo y tra-


bajo inmaterial, mediado por las nuevas tecnologías, la que nos permite
poner en evidencia modelos alternativos de construcción de lo común
a las formas de apropiación y cercamiento propios de la dinámica ca-
pitalista y su correlato neodifusionista en la relación entre tecnología,
conocimiento y desarrollo. Progresivamente, se van concretando dos
Capitalismo Financiero y Comunicación 187

tendencias antagónicas en torno al papel del conocimiento en el modo


de desarrollo, que darán diferente respuesta al papel del poder, el con-
trol y el beneficio a la hora de analizar los cambios sociales que acom-
pañan al desarrollo de las nuevas tecnologías. En la primera tendencia,
el capitalismo cognitivo se define como sociedad de control y de domi-
nación disciplinaria en la que se desarrollan los intentos de someter las
potencialidades de la revolución tecnológica a las necesidades de un
capitalismo financiarizado, fundamentado en los principios de desre-
gulación, liberalización y privatización y enmarcado en una estrategia
de dominio y control de la esfera de la producción y la reproducción
social. En esta regulación del conjunto de la vida social, la información
resulta un componente clave que, a pesar de no ser novedoso (ya Marx
apuntaba a que la apropiación de la información y del conocimiento
por parte del capital hundía sus raíces en su tendencia a monopolizar
la vertiente intelectual del proceso de trabajo para incrementar así la
productividad y asegurarse el control), gracias a las nuevas tecnologías
resulta en una sofisticación de las formas de organización, vigilancia y
control, reestructurando y reorganizando las relaciones de poder, que
han encontrado una nueva forma de articularse y expresarse (Robins &
Webster, 1999, pp. 124-125). Se configura así una sociedad donde el co-
nocimiento –sobre el que ya nadie cae en la simulación de señalar como
neutral– se pone al servicio del poder, dándole nombre al modelo social
que ha contribuido a crear y que correspondería con la extensión del
principio c4isr –“Command, Control, Communications, Computation,
Intelligence, Surveillance, Recognition”– (Mattelart, 2002).
La segunda tendencia es precisamente la que supone un peligro
para el dominio empresarial de las esferas de la vida: el modelo de socie-
dad de cooperación y producción de lo común basado en una economía
social del conocimiento. Un modelo donde lo inmaterial, el conocimien-
to y los bienes culturales ocupan el centro de las estrategias de desa-
rrollo y desbordan el sistema a partir de sus dinámicas de cooperación,
comunicación y afecto. Desde esta perspectiva, las nuevas tecnologías
no suponen ya un peligro asociado a la sociedad de control, que crimi-
188  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

naliza las posibilidades de reproducibilidad de lo inmaterial; por el con-


trario, suponen la puerta hacia el libre acceso al carácter comunitario y
cooperativo del conocimiento acumulado por la sociedad, que se realiza
necesariamente en común.
Afirmar que lo inmaterial ocupa el centro de las estrategias de de-
sarrollo y crecimiento económicos significa trabajar con una visión am-
pliada de cultura que, junto a los valores atribuibles a la cultura en sí y
al lado económico de la cultura, comprende también el hecho de que
la capacidad de procesar símbolos se haya convertido en un elemento
directo de la estructura, gracias al estatus del conocimiento como una
de las materias primas más valiosas para la esfera de la producción y
de la reproducción social. Si bien es cierto que en el surgimiento de la
sociedad industrial también asistimos a una importante ligazón entre
cultura y producción, lo novedoso en la actualidad vendría definido
por el avance del conocimiento frente al factor trabajo que, apoyado
por el desarrollo científico-tecnológico, transformaría los procesos de
producción, circulación y consumo. Ejemplo de ello es el aumento de
las inversiones en los países centrales del capitalismo para la implan-
tación de infraestructuras avanzadas de información y comunicación,
o la importancia adquirida por las políticas dirigidas a evitar la fuga de
cerebros, tan problemática como la propia fuga de capitales. Pero no hay
que reducir el papel de la cultura en el desarrollo a la variable económica,
también desempeña un rol específico en la conformación de las socie-
dades a través de su papel político y de la expansión de las identidades
(Garretón et al., 2003, pp. 21-23). En realidad, las líneas anteriores nos
remiten al clásico debate sobre las relaciones entre estructura y supe-
restructura, que se vería profundamente alterado en el nuevo modelo
de mediación tras la constatación de que cada vez se hace más difícil
establecer una distinción entre los fenómenos económicos y los cul-
turales en un modo de producción que destaca por ser marcadamente
comunicativo y relacional.
A partir de estos postulados, de lo que se trata es de trabajar en
torno a un concepto de desarrollo alternativo al impregnado de neodi-
Capitalismo Financiero y Comunicación 189

fusionismo que vimos anteriormente, un concepto alternativo que se


construya desde cada realidad de manera endógena y autónoma, con
el fin de constituir un proceso integral, multidimensional y dialéctico
que pueda diferir de una sociedad a otra; un nuevo enfoque de desarro-
llo que contenga los criterios de autoconfiabilidad (que cada sociedad
confíe básicamente en sus propias fortalezas y recursos, en términos
de las capacidades de sus miembros y de su ambiente natural y cultu-
ral) y ecología (Servaes, 2000); un nuevo enfoque donde el conocimiento
ocupe un lugar privilegiado en la construcción de una sociedad de la
democracia y de la cooperación de los saberes (Vercellone, 2004, p. 72);
un nuevo enfoque, en definitiva, que vire desde una perspectiva etnocén-
trica hacia otra contextual y policéntrica, desde un interés económico a
un interés más universal e interdisciplinario y desde una perspectiva de
desarrollo administrado tecnocráticamente hacia formas participativas
en la resolución de problemas. La superación de definiciones caducas,
entendiendo el desarrollo como un proceso y resultado intangible y no
como simples avances materiales, nos lleva a reubicar dicho concepto
concepto:

[...] en un marco constructivista, subjetivo e intersubjetivo, valorativo


y axiológico, y, por cierto, endógeno, o sea, directamente dependiente
de la autoconfianza colectiva en la capacidad para inventar recursos,
movilizar los ya existentes y actuar en forma cooperativa y solidaria,
desde el propio territorio, generando, obsérvese, una proalimentación
en compensación (Boisier, 2002, p. 30).88

88 La evolución de los principios rectores de las políticas regionales en las últimas déca-
das nos sirve como muestra de cómo han ido modificándose las variables del desarrollo.
En Boisier (2002, p. 19), encontramos un cuadro que resume esta evolución: “1950/1960:
infraestructura como condición del crecimiento económico regional; 1960/70: atracción de
actividades externas, polos de desarrollo, base exportadora; 1970/80: desarrollo endógeno,
pymes, competencias (habilidades y atribuciones) locales; 1980/90: innovación, difusión de
tecnología, medios innovadores; 1990/00: conocimiento, factores intangibles, aprendizaje
colectivo; 2000/10: capital relacional, interconexión, cultural local, e-trabajo.”
190  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Esta concepción del desarrollo endógeno fundamentado en una eco-


nomía social del conocimiento resulta incompatible con el capitalismo
cognitivo como marco rector del proceso de acumulación privativa del
conocimiento. Podemos concluir, en definitiva, que los dos caminos que
se abren para el desarrollo esconden, en realidad, dos discursos en torno
a la tecnología. Por un lado, nos encontramos con enfoques que ensal-
zan el carácter positivo de las nuevas tecnologías en lo que de ruptura
tienen con los problemas de producción y reproducción asociados al
capitalismo industrial pero que, a la vez, promueven un marco de priva-
tización y cercamiento del conocimiento para –precisamente– favorecer
dinámicas de valorización y control del conocimiento dentro de una ló-
gica de acumulación capitalista tradicional. Por otro lado, encontramos
aquellas posturas que defienden el potencial tecnológico cuando está
al servicio de la lógica democratizadora del conocimiento, en el que el
trabajo cognitivo no encuentra restricciones a su difusión y reproduc-
ción según principios de colaboración, horizontalidad y libre circulación
en pro de lo común. Sin duda, un escenario en disputa donde serán las
luchas sociales y el fortalecimiento de la autonomía del trabajo vivo los
que determinen la consolidación del capitalismo cognitivo o su crisis
por la irrupción de un modo de desarrollo basado en la economía social
del conocimiento.

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PARTE III
El poder de la comunicación
para la valorización del capital financiero
Think tanks y neoliberalismo
Núria Almiron

Introducción

Durante la crisis de 2008-2016, también llamada ‘gran recesión’, millo-


nes de trabajadores en todo el mundo perdieron sus empleos, hogares
y, en algunos casos, ahorros de toda una vida debido a las convulsiones
–financieras, primero, y económicas, después– que experimentaron sus
países. La principal novedad de esta crisis es que afectó también, y muy
especialmente, a las clases medias de la Unión Europea y los Estados
Unidos, cuyos sistemas financieros fueron en realidad los causantes de
esta gran recesión.
El estallido de la burbuja de las hipotecas de alto riesgo –las llama-
das subprime– en los Estados Unidos en agosto de 2007 (con la histórica
quiebra de Lehman Brothers) desató una pesadilla financiera que rápi-
damente se expandió a Europa y, posteriormente, al resto del mundo.
Si bien la crisis no tuvo en todas partes la misma incidencia. En Europa,
por ejemplo, las tasas más severas de recesión económica y desempleo
196  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

tuvieron lugar en las economías periféricas de la eurozona (Portugal,


Irlanda, Italia, Grecia y España, peyorativamente llamadas piigs).
La situación de la banca privada llegó a tal extremo de gravedad
que el riesgo de un derrumbamiento del sistema financiero mundial se
hizo más real que nunca, lo cual sirvió de justificación a los gobiernos
nacionales para realizar, en distinta medida y con distintas característi-
cas según los países, un rescate masivo de la banca privada. Este rescate
convirtió lo que hasta entonces había sido una crisis de la banca privada
en una crisis de deuda pública, la llamada crisis de la deuda soberana.
La crisis de la deuda soberana asustó a los inversores ante la posibi-
lidad de que naciones enteras pudieran incumplir sus pagos de deuda;
lo cual llevó –de nuevo, en grados distintos según países pero genera-
lizadamente– a la aplicación de un paquete de medidas drásticas para
recuperar la confianza de los mercados financieros. En las economías
periféricas de la eurozona, por ejemplo, esto significó que los gobiernos
hundieron a sus países en la austeridad mediante la subida de impues-
tos, la reducción de los servicios sociales, la congelación de la inversión
pública y la aprobación de leyes laborales que facilitaban todavía más
el despido de trabajadores. Todas estas políticas, que representaron un
enorme sufrimiento para millones de personas, demostraron ser econó-
micamente ineficientes y socialmente muy perjudiciales (Stiglitz, 2013a;
2013b; Moore, 2012), especialmente para las clases medias y las menos
favorecidas (Caritas, 2013; Oxfam, 2013).
Por todo lo anterior, describir las enormes turbulencias de la zona
Euro, tal y como se hizo en su momento, como simplemente una crisis
de la deuda pública, es claramente engañoso. Fueron los gobiernos de la
Unión Europea y de los Estados Unidos quienes convirtieron una deuda
privada en una deuda pública al rescatar a la banca y los tenedores de
bonos privados con problemas. Con la única excepción de Grecia en la
Unión Europea, la elevada deuda pública que se alcanzó durante el pe-
ríodo 2008-2016 no fue el resultado de la incapacidad de los Estados de
controlar el gasto público, sino que se trató de una socialización en toda
regla de pérdidas privadas y, más en concreto, de las pérdidas de las éli-
Capitalismo Financiero y Comunicación 197

tes financieras (Blyth, 2013). A pesar de ello, muchos líderes de opinión,


editoriales y artículos periodísticos culparon a los Estados nacionales
de la crisis y consideraron que los recortes generalizados en el gasto
estatal eran la única manera de salir del enorme lío en el que el sistema
financiero y las autoridades políticas habían metido a sus ciudadanos.
Sin duda, es responsabilidad de los gobiernos haber decidido asumir la
deuda de la banca privada y hacer pagar por ello a toda la sociedad, espe-
cialmente a la clase trabajadora. El origen de la crisis no estuvo nunca en
el gasto público, sino en esa decisión de socializar un problema que era
estrictamente privado, aunque con enormes consecuencias para toda
la sociedad debido a la financiarización global del capitalismo actual.
Desde el punto de vista de la comunicación, esta crisis mundial
experimenta al menos tres grandes incongruencias informativas. En
primer lugar, ningún medio de comunicación de los llamados mains-
tream, es decir integrados en el capitalismo global, supo preveer la
crisis ni remotamente. Aparte de los círculos mediáticos alternativos
tradicionalmente críticos y minoritarios, la crisis sorprendió a perio-
distas y firmas expertas por igual en los grandes medios y agencias de
comunicación (Manning, 2013). En segundo lugar, buena parte de la
cobertura mediática derivó primero en una justificación del rescate
bancario y, después, en una focalización en el problema de la deuda so-
berana, dejando en un segundo plano o incluso olvidando el origen de
la crisis y el papel clave de los enormes riesgos tomados por las élites
financieras para aumentar sus ganancias (Mercille, 2014). Finalmente,
las draconianas medidas de austeridad impulsadas por los gobiernos,
especialmente de las economías periféricas de la eurozona, fueron asu-
midas por los grandes medios de comunicación como inevitables y la
crítica a las imposiciones de la llamada Troika en Europa (el grupo de
decisión formado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo
y el Fondo Monetario Internacional) fue mínima fuera de los círculos
mediáticos alternativos e independientes de la influencia del capital
financiero (Quiring, 2012; Mercille, 2014). Solo después de años de
crisis y de evidente ineficacia de las políticas de austeridad, algunos
198  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

grandes medios de comunicación se permitían una tibia crítica al res-


pecto –aunque la verdadera dimensión de la misma está pendiente de
confirmar por falta de estudios al respecto.
Para entender las tres citadas incongruencias informativas a me-
nudo se hace referencia a la financiarización de los grandes medios de
comunicación, es decir, a los enormes vínculos que atan a estos con el
gran capital y que, por tanto, limitan su capacidad crítica con respecto
a todo lo que tenga que ver con el poder financiero. Las formas tradi-
cionales en que se producen estas ataduras han sido exploradas por la
autora de este capítulo en otros textos (ver, por ejemplo, Almiron, 2010).
En este capítulo quiero añadir a esta explicación un elemento muy poco
estudiado desde la economía política de la comunicación y la informa-
ción y que, sin embargo, ha tenido un protagonismo creciente en las
últimas décadas: el papel de los grupos de interés en la formación de la
opinión pública y, más en concreto, el papel de las llamadas coaliciones
discursivas impulsadas por unos actores en auge, los think tanks.
Este texto se estructura, por este motivo, como sigue. En primer
lugar se explica y contextualiza qué son los think tanks desde el punto de
vista de las principales perspectivas que los han estudiado. A continua-
ción, se describe el papel que los think tanks han tenido en el impulso,
promoción y apoyo de la agenda neoliberal según algunas de las princi-
pales investigaciones disponibles. Finalmente, se discute el papel que
los economistas políticos de la comunicación pueden tener en el campo
de investigación de los grupos de interés en general y de los think tanks
en particular.
Capitalismo Financiero y Comunicación 199

Los think tanks como objeto de estudio, también


comunicativo

¿Qué son los think tanks?

Los think tanks son un tipo de grupos de interés que pretenden influir
en las políticas públicas, bien directamente, bien a través de la opinión
pública o los medios de comunicación. Desde la teoría política se argu-
menta que los think tanks tienen capacidad para marcar la diferencia
en mayor o menor grado en los procesos de políticas públicas y de for-
mación de la opinión pública. En este sentido, un número creciente de
investigadores han hecho hincapié en el papel central de las ideas y los
procesos discursivos relacionados con la política y el cambio político
(véase, por ejemplo, Béland, 2009). Por este motivo, sus estrategias y
mensajes comunicativos son de enorme relevancia para la investigación
crítica en comunicación, si bien su estudio ha estado principalmente
restringido hasta hace poco al ámbito de las ciencias políticas y las re-
laciones públicas.
La definición del término think tank es, no obstante, una tarea com-
pleja pues, como afirmaron Hart & Vromen, constituye un contenedor
verbal que ha incluido hasta hoy un conjunto heterogéneo de significa-
dos (2008). Ciertamente, en las últimas décadas el concepto se ha apli-
cado a muy diferentes tipos de institutos dedicados a la investigación
de las políticas públicas y a la generación de conocimiento. Además, la
aparición desde la década de los setenta de una literatura académica
sobre el tema, claramente monopolizada por la escuela anglo-americana,
ha determinado también de forma importante su definición (Pautz, 2011)
e incluso su evolución (Medetz, 2012). Pero de lo que no cabe duda es de
que el concepto de think tank se origina de hecho en los Estados Unidos
200  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

para definir a las organizaciones que participan e influyen en el proceso


político a través de la producción de conocimiento.
La realidad de los think tanks en los Estados Unidos no es, además, la
misma que luego se exportará y adoptará en otros países, especialmente
en Europa, lo cual añade dificultad al intento de establecer una teoría
homogénea al respecto, si tal cosa es posible. El resultado de ello ha sido
una creciente y dispar literatura, si bien, como se decía, liderada por la
escuela anglo-americana, desde la que se pretende describir qué son
y qué no son los think tanks, las causas de su enorme crecimiento en
las últimas décadas, los actores e intereses que subyacen tras ellos y la
influencia que realmente tienen.
Los think tanks han sido definidos por igual como institutos o
centros de estudios de políticas públicas, como generadores de cono-
cimiento y como advocacy groups o grupos de influencia o de interés.
Podemos encontrar todos estos ingredientes en distinta combinación y
grado en todos ellos. Entre las muchas organizaciones etiquetadas como
centros de pensamiento influyentes por James McGann (2016) –director
del equipo de la Universidad de Pennsylvania que elabora la lista anual
Global Go to Think Tanks Index (ggtti), la que más ha contribuido a vi-
sibilizar a los think tanks en el mundo–, nos encontramos con una am-
plia gama de intereses políticos, sociales y económicos con un grado de
transparencia variable en las distintas organizaciones. Existe además un
número importante de think tanks que no aparecen anualmente en esta
lista y pueden, no obstante tener también un grado elevado de influencia
local, en ámbitos geográficos muy concretos, o puntual, en temas muy
concretos. Sin embargo, la de McGann es la única exploración global de
relevancia disponible, así que es útil tenerla en cuenta.
Según esta fuente (McGann, 2016), en 2015 había 6.846 think tanks
en el mundo considerados como los más influyentes para los expertos a
los que se consulta para construir este índice. Teniendo en cuenta que
aparecieron por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial,
McGann ha calificado el crecimiento de estas organizaciones como “ex-
plosivo” (McGann, 2016, p. 8). Si bien su crecimiento parece haberse ra-
Capitalismo Financiero y Comunicación 201

lentizado en la última etapa, no es menos cierto que desde su aparición


los think tanks han aumentado en número, alcance e impacto, y se han
convertido en una fuente de información y referencia para los respon-
sables políticos, la opinión pública y los periodistas por igual.
El grado de influencia que los think tanks puedan tener sobre los
medios de comunicación es uno de los aspectos menos investigado. Sin
embargo, todo indica que son, cuanto menos, una referencia cada vez
más importante para ellos, dado que habitualmente se pueden encon-
trar a representantes o expertos de think tanks, o a los think tanks di-
rectamente, como fuentes de las noticias, mientras que sus miembros
y colaboradores son regularmente invitados a ofrecer su visión como
expertos en las secciones de opinión –no siempre de forma transparen-
te (es decir, no siempre indicando su vínculo con un determinado think
tank). En todo caso, cualquiera que sea el alcance de su influencia, una
cosa está clara: los think tanks se han convertido en una mezcla com-
pleja de conocimiento e intereses, cuyo principal objetivo es influir en
la opinión pública.
La perspectiva crítica ha abordado el estudio de los think tanks des-
de el mismo nacimiento de estos. Sin embargo, dado que no es ni mucho
menos la perspectiva dominante en el ámbito de la teoría política, las
políticas públicas o las relaciones públicas –los principales ámbitos que
estudian a los grupos de interés–, es conveniente tener en cuenta to-
das las visiones y explicaciones de lo que son los think tanks para poder
comprender no solo el fenómeno en sí, sino también su evolución –en
la medida, como decíamos, en que la literatura sobre el tema ha influido
en la propia evolución del fenómeno. Y también porque es cierto que
existe toda una tipología de think tanks que funcionan como centros
generadores de conocimiento o incluso centros de estudios académicos
que han contribuido de forma crítica al conocimiento global sin tener
vínculos con los grandes sectores económicos (de la lista de McGann
destaca, por ejemplo, el caso de Amnistía Internacional). A continuación
se realiza pues una revisión rápida de cuáles son las principales pers-
pectivas desde las que se ha abordado el fenómeno, distinguiendo entre
202  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

los marcos teóricos clásicos y los nuevos marcos teóricos, estos últimos
todos ellos adscritos a la teoría crítica, que –a pesar de ser la minoritaria
en los círculos anglo-americanos que han liderado el estudio de estas
organizaciones– es la que más ha evolucionado y más matices aporta a
la descripción del fenómeno.

Marcos teóricos clásicos: pluralismo, elitismo, institucionalismo,


economía política y neomarxismo

Existen dos grandes tradiciones desde las que se han analizado los gru-
pos de interés en general, y los think tanks en particular: el pluralismo
y el elitismo.
El enfoque pluralista es el enfoque dominante en la literatura an-
glo-americana, la más amplia y extendida. En este entorno, el pluralismo
es la explicación más aceptada de cómo los grupos de interés se relacio-
nan con el sistema político en las democracias liberales. De acuerdo con
esta teoría, los think tanks son simplemente “instrumentos utilizados
en la esfera política”, entendida esta como el producto de la interacción
dinámica entre intereses organizados. Estos intereses pueden no tener
los mismos recursos u objetivos, pero en última instancia existe una
representación pluralista de todos los puntos de vista. En este escenario,
los think tanks son una más entre las muchas organizaciones que com-
piten para moldear las políticas públicas. La visión de James McGann
refleja perfectamente esta perspectiva:

Los think tanks [...] son organizaciones que generan investigación, aná-
lisis y asesoramiento orientado a las políticas tanto en temas naciona-
les como internacionales con el objetivo de ayudar a la clase política
y a la opinión pública a tomar decisiones informadas sobre temas
relacionados con las políticas públicas [...]. Estas instituciones a me-
nudo actúan como puente entre las comunidades académica y política,
sirviendo al interés público como voces independientes que traducen
Capitalismo Financiero y Comunicación 203

investigación básica y aplicada a un lenguaje y forma comprensible,


fiable y accesible para los políticos y el público (McGann, 2007, p. 11).89

Si desde la perspectiva pluralista la proliferación de think tanks es


un signo de progreso democrático, los autores que adoptan la perspec-
tiva elitista, en cambio, enfatizan que estas organizaciones no son ni ac-
tores desinteresados dedicados al progreso del conocimiento ni actores
que compitan en igualdad de condiciones para influir en el escenario po-
lítico y la opinión pública. El enfoque elitista es heredero de la tradición
de la teoría elitista postulada por el sociólogo político estadounidense C.
Wright Mills en 1956. En consonancia, la perspectiva elitista considera
que los think tanks no son organizaciones neutrales y que deben ser ana-
lizadas como “herramientas de poder” de la clase capitalista dominante.
William G. Domhoff apoya esta visión:

En alianza con los grandes bancos y empresas del mundo corporati-


vo, las fundaciones, think tanks y grupos de discusión de políticas [...]
proporcionan la base organizativa para el ejercicio del poder en repre-
sentación de los propietarios de todos los grandes activos generadores
de riqueza (Domhoff, 2010, p. 115).

De las perspectivas pluralista y elitista, principalmente de esta


última, han emanado en el pasado otras teorías interesantes para el
abordaje del estudio de los grupos de interés y los think tanks. Destacan
entre ellas el institucionalismo, la economía política y el neomarxismo.
El institucionalismo es un enfoque de las ciencias sociales que explica la
sociedad a partir de sus instituciones formales, en concreto del funcio-
namiento y efectividad de las mismas. Así, la institucionalización sería
el proceso que obliga a los actores a asumir los atributos formales y sus-
tanciales de las organizaciones (instituciones) dentro de las que interac-
túan y de las que dependen (Thomas, 2004, p. 65). El institucionalismo

89 Esta y todas las citas directas de este capítulo son traducción de la propia autora.
204  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

aborda los think tanks centrándose en los ‘entornos’ (estructuras, reglas,


normas y procesos) que les influyen y moldean. No obstante, los institu-
cionalistas no consideran que el control social y económico de las élites
sea la principal característica que determina la relación de fuerzas. Si
bien reconocen que este escenario deja poco margen para la autonomía
y la independencia, también creen que los think tanks no siempre sirven
a los intereses del capital, lo cual no deja de ser cierto en numerosos
casos, como señalábamos antes para el caso de Amnistía Internacional
y podría serlo también para numerosos think tanks de corte académico
nacidos en universidades. La definición de think tank que hace Diane
Stone ilustra esta perspectiva:

Los think tanks no forman parte de los procesos de gobierno. Sin em-
bargo, los think tanks tampoco se encuentran en el vacío del ámbito sin
ánimo de lucro. Estas organizaciones se solapan con el mundo educa-
tivo, filantrópico y político [...]. Las interacciones sociales y profesio-
nales de los miembros y patronos de estos institutos y sus actividades
tienen lugar a través de diferentes organizaciones, crean un matriz
de redes personales. Estos vínculos personales desmontan las dife-
rencias estructurales entre el gobierno y el resto de organizaciones
(Stone, 1996, p. 215).

Las perspectivas de economía política –las teorías económicas– se


han utilizado desde muy tempranamente en la investigación de ciencia
política para analizar y comprender a los grupos de interés (Thomas,
2004). Sin embargo, los enfoques de economía política críticos con el
fenómeno de los think tanks –es decir, los marcos teóricos que no solo
incluyen la variable económica sino también la variable de las ‘relacio-
nes de poder‘ desde un punto de vista crítico– son muy poco frecuentes.
A este respecto, dos ejemplos que merecen mención especial son los
trabajos de John McLevey y Thomas Medvetz. McLevey (2014) ha estu-
diado las relaciones entre los think tanks y sus donantes o patrocinadores
en Canadá. Sus resultados sugieren una realidad compleja en la que los
think tanks no son ni títeres de los donantes políticos y empresariales ni
Capitalismo Financiero y Comunicación 205

tampoco representantes de grupos de interés compitiendo en igualdad


de condiciones. Thomas Medvetz, como se verá en el siguiente apartado,
establece un nuevo marco de análisis para, precisamente, abordar esta
complejidad de los think tanks.
La tercera perspectiva que matiza las visiones dominantes y duales
del pluralismo y el elitismo son los enfoques neomarxistas. La perspec-
tiva neomarxista sostiene que los think tanks son más un “producto de
la conciencia de clase” que de las élites políticas o de acuerdos entre
estamentos sociales. Según Thomas (2004), esta visión es marxista ló-
gicamente porque asume la centralidad de clase y del conflicto de clase
en la economía política, y es neomarxista porque se centra en el aparato
estatal y explota los mecanismos que llevan a los administradores del
Estado a actuar en interés del capital. A este respecto, es útil recordar el
análisis Gramsciano del control hegemónico. Desde este punto de vista,
el aparato ideológico constriñe las ideas, el debate y el discurso en la
sociedad civil y en el Estado (Gramsci, 1971). Harwig Pautz (2011), por
ejemplo, asume una enfoque neogramsciano al analizar la función social
de los think tanks. Este autor abandona la “ilusión” de la vieja dicotomía
que prima el análisis de las organizaciones en función de si estas tienen
o no tienen ánimo de lucro, para ir más allá. Pautz, por ejemplo, revela
que las redes de cooperación se han convertido en muy influyentes en
la formulación de políticas y que “las ideas, las jerarquías de poder y el
contexto” son determinantes para la capacidad de influencia de los think
tanks (Pautz, 2011, p. 430).

Los nuevos marcos teóricos: los campos sociales y las


coaliciones discursivas

La teoría de los grupos de interés, en la que se enmarca el estudio de


los think tanks, se benefició a principios del siglo xxi de contribuciones
que han enriquecido y actualizado considerablemente el estudio de este
fenómeno. Estas nuevas contribuciones constituyen, en realidad, una
206  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

ampliación y sofisticación de la perspectiva crítica y parecen estar en su


mayor parte inspiradas en las visiones elitista, de la economía política
crítica y neomarxista.
Por un lado, el trabajo Think tanks in America (2012) de Thomas
Medvetz representa una contribución que incorpora el análisis socioló-
gico, histórico, político, económico y también de relación con los medios
de comunicación. Se trata esta de la aportación crítica probablemente
más completa para analizar los think tanks desde su aparición, y una
perspectiva de economía política crítica que lleva al propio autor a un
nuevo paradigma de análisis que, siguiendo a Bourdieu, define como
“teoría de los campos”.
En la teoría de los campos el foco no se pone en si los think tanks
son o no meros instrumentos de los grandes grupos de poder, sino en
los complejos entornos políticos y organizacionales en los que los think
tanks operan y en las dependencias subyacentes que tienen con patro-
cinadores poderosos. El argumento central de Medvetz es que los think
tanks se han convertido en los principales instrumentos para vincular
la práctica política y la práctica intelectual en la vida estadounidense y
que su crecimiento en los últimos cuarenta años ha acabado por “soca-
var el valor del conocimiento producido de forma independiente en los
Estados Unidos” al institucionalizar una forma de práctica intelectual
al margen de los clásicos centros de creación de conocimiento, tradicio-
nalmente vinculados a las universidades (Medvetz, 2012, p. 7).
Según la investigación de Medvetz, los think tanks dependen sis-
temáticamente de tres tipos de clientes: los clientes políticos, los eco-
nómicos y los mediáticos. Los clientes políticos (especialmente la clase
política, los partidos políticos y las redes de activistas) son necesarios
por el acceso político que pueden proporcionar. Los clientes económicos
(especialmente fundaciones, empresas y donantes ricos) proporcionan
el apoyo financiero. Y los clientes mediáticos (especialmente periodistas
y medios de comunicación, como periódicos, revistas y programas de
radio y televisión) confieren la visibilidad pública necesaria.
Capitalismo Financiero y Comunicación 207

Además, los think tanks, según Medvetz, también tienen lazos im-
portantes, aunque ambivalentes, con el mundo académico. Una mayoría
de las organizaciones tiene fuertes vínculos académicos pero su compro-
miso con la objetividad y el rigor académico es dudoso debido a las cons-
tantes servidumbres políticas y económicas que también mantienen. Por
lo tanto, concluye este autor, no tiene sentido tratar de definir a los think
tanks en función de su independencia, como los enfoques pluralistas e
institucionalitas intentan hacer. Sin embargo, Medvetz se abstiene de
la típica crítica elitista en su análisis porque reconoce que las mismas
condiciones que limitan la libertad de los think tanks también funcionan
como variables que otorgan flexibilidad y poder.
Por otro lado, la teoría de las coaliciones discursivas es un enfoque
crítico desarrollado para estudiar el cambio institucional y las transfor-
maciones estructurales más allá de los límites nacionales. Esta teoría ha
sido aplicada a los grupos de interés, y particularmente a los think tanks,
por Dieter Plehwe. Plehwe (2011) define las coaliciones discursivas como
“fuerzas sociales que actúan conjuntamente, aunque no necesariamente
en directa interacción, en pos de un objetivo común” (p. 130). Mediante
el estudio de estas “fuerzas sociales”, incluidos los think tanks, podemos
identificar y medir las redes nacionales e internacionales, las conste-
laciones de actores institucionalizados y las relaciones de poder de la
coalición discursiva neoliberal hegemónica. Es decir, podemos vislum-
brar la economía política de la comunicación de la narrativa neoliberal
dominante. Al igual que Medvetz, Plehwe (2011) insta a adoptar un punto
de vista sociológico, que no aísle a las organizaciones de “las circunstan-
cias sociales relevantes” (p. 131) a cada momento.
La teoría de los campos y la teoría de las coaliciones discursivas,
aplicadas a los think tanks, han contribuido a enriquecer el análisis crí-
tico de estas organizaciones al ir más allá del enfoque polarizado que
ofrecían las tradicionales visiones pluralista y elitista, proporcionando
herramientas actualizadas y más sofisticadas para el análisis. Sin em-
bargo, merece la pena recordar que ambas, así como las otras tradiciones
críticas, son evoluciones de la teoría elistista, que sigue siendo vigente
208  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

para explicar la realidad. Y al mismo tiempo, también la teoría pluralista


es relevante en la medida en que existen think tanks que quedan fuera de
las relaciones de dependencia capitalistas más extendidas. Podríamos
concluir, pues, que todas las teorías aportan algo de verdad que contri-
buye a acercarnos a la realidad del fenómeno, si bien las teorías críticas
claramente han evolucionado y afinado mucho más el análisis.

Coaliciones discursivas y think tanks en la construcción


de la agenda neoliberal

El papel de los grupos de interés en la formación de la opinión pública y,


más en concreto, el papel de las llamadas coaliciones discursivas cons-
truidas e impulsadas por los think tanks, son aspectos de especial interés
para comprender algunas de las narrativas dominantes más importantes
en el capitalismo actual. De entre ellas, la narrativa neoliberal ha sido
ya relativamente estudiada con respecto a los think tanks. Aquí vamos a
intentar recopilar los principales resultados obtenidos al respecto para
ella.
En primer lugar es preciso recordar una vez más que el camino que
condujo a la crisis de 2008-2016 y a las subsiguientes políticas de auste-
ridad en los países de la ue, así como a la conversión de la deuda privada
en deuda soberana, fue ante todo el resultado directo de las decisiones
políticas de los Estados Unidos y de la Unión Europea en las últimas tres
décadas. Estas decisiones permitieron la desregulación de los mercados
financieros y establecieron una forma de ortodoxia, también conocida
como el “Consenso de Washington”, entre las élites políticas y económi-
cas (Grant & Wilson, 2012). Algunos han calificado el resultado de este
consenso como “capitalismo-casino” (Lordon, 2010), una metáfora que
encaja muy bien, ya que el rasgo principal de un casino es que la “casa”
nunca pierde. Aquí, la “casa”, es decir, las élites –una coalición formada
por gobiernos, autoridades financieras, auditores, asesores y grandes
corporaciones– lograron imponer medidas globales contra la crisis que
Capitalismo Financiero y Comunicación 209

convirtieron lo que era un problema del sector privado provocado por


las propias élites en un problema público cargado sobre las espaldas de
la clase trabajadora.
Hoy en día sabemos que los políticos y las élites financieras coo-
peran a nivel internacional, que comparten un amplio consenso en sus
decisiones y que su agenda y argumentos se caracterizan por una gran
homogeneidad a nivel global (véase para el consenso de Washington, por
ejemplo, Pilkington, 2014 o Lin, 2013). Esta consistencia del discurso ha
recibido además un considerable apoyo periodístico (Davis, 2012). Por
otra parte, la investigación sobre grupos de interés ha proporcionado ya
conocimientos relevantes sobre la función de los grupos de presión en la
financiarización de la economía internacional durante las últimas cua-
tro décadas (por ejemplo, Hdez. Vigueras, 2013; Igan, Mishra, & Tressel,
2009), incluyendo el papel destacado en ello de los Estados Unidos (Sea-
brooke, 2001) y la creación de la agenda y hegemonía neoliberal (Plehwe
& Walpen, 2006). De lo anterior se ha concluido que esta combinación
de conocimiento e interés, que algunos autores denominan el “nexo co-
nocimiento-interés” (knowledge-interest nexus) (Plehwe, 2014), es la que
permitiría explicar la difusión exitosa entre las élites de las narrativas
que prestan apoyo ideológico a la socialización de los costes de la crisis
y de los problemas de la banca en general –y permitiría entender tam-
bién la mínima oposición presentada por los actores tradicionalmente
considerados como “guardianes” de la democracia (destacadamente los
medios de comunicación). A continuación analizamos las principales
evidencias de esto.
En 2006, Plehwe y Walpen sostuvieron –con razón– que el fin de la
hegemonía neoliberal no estaba todavía a la vista, debido a la persistente
fortaleza de los paradigmas neoliberales. De acuerdo con estos autores,
esta fortaleza se debía a las bien desarrolladas y profundamente arraiga-
das redes de producción y difusión del ideario neoliberal –formadas por
intelectuales y think tanks– que son capaces de articular los principios
básicos del neoliberalismo de manera transversal no solo en el ámbito
de la política, sino también de la sociedad civil. Para apoyar esto, Ple-
210  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

hwe y Walpen aportan el ejemplo de la creación de la red formada por


la Sociedad Mont Pelerin, una red organizada por los promotores del
neoliberalismo, así como el ejemplo de los orígenes y el ascenso de los
primeros think tanks activistas (advocacy think tanks), estrechamente
conectados a individuos o grupos que pertenecen a dicha sociedad.
Tal y como recuerdan Plehwe y Walpen (2006) es preciso no olvidar
que el grupo central de actores que crearía la Sociedad Mont Pelerin fue
el que previamente acuñó el término ‘neoliberalismo’ en una reunión en
París en 1938. En esta misma reunión se impulsaría la creación del Cen-
tre International d’Études pour la Rénovation du Libéralisme, un think
tank creado por intelectuales neoliberales pero que no sobreviviría a la
Segunda Guerra Mundial. En 1947, cuando algunos participantes de la
reunión de 1938 se reunieron bajo la dirección de Friedrich August von
Hayek, la Sociedad Mont Pelerin nació. Poco después, en 1949, Hayek
publicó un artículo (“Los intelectuales y el socialismo”)90 que resumía los
principios rectores de la agenda neoliberal impulsada por esta sociedad.
En este artículo, el economista de la escuela austríaca hacía esencial-
mente dos cosas. Por un lado, criticaba que el “socialismo” (los defen-
sores del ideal de la igualdad) se había “infiltrado” en la sociedad por
haber sido capaz de promover sus ideas de forma muy eficaz a través de
la intelectualidad, mientras que los “conservadores” (los defensores del
ideal de la libertad) carecían de científicos y expertos reputados capaces
de propagar conocimientos y ciencia antisocialista con la misma efecti-
vidad. Por ello, y en segundo lugar, Hayek reclamaba en este artículo la
necesidad de atacar esta infiltración y sesgo socialista en las principa-
les instituciones difusoras de conocimiento (universidades, institutos,
fundaciones, medios de comunicación) mediante la creación de una in-
telectualidad activista de derechas que diseminara el ideario de lo que
él denominaba el “verdadero radicalismo liberal” (hoy calificado como
“neoliberalismo”). Esta segunda cuestión impulsaba a una “aventura in-

90 Puede encontrarse una traducción al castellano del artículo de Hayek aquí: https://
studentsforliberty.org/wp-content/uploads/2012/05/Hayek-Los-Intelectuales-y-el-
Socialismo11.pdf.
Capitalismo Financiero y Comunicación 211

telectual” de perfil “utópico” que promovería la creación de los primeros


think tanks neoliberales, lo que Hayek llamó el “renacimiento liberal”.
Siguiendo estos principios, en 1950, gracias a la financiación de un
empresario británico, Hayek creó en Londres el segundo think tank des-
tinado estrictamente a la promoción de la agenda neoliberal, el Institute
of Economic Affairs –el prototipo de los muchos think tanks de difusión
del neoliberalismo que aparecerían a continuación en todo el mundo con
enorme éxito. De acuerdo con Plehwe y Walpen, a pesar de los muchos
intentos de la izquierda para emular esta estrategia, hasta 2006, momen-
to de publicación del trabajo de Plehwe y Walpen, no existía nada que
pudiera igualar a las redes neoliberales “en términos de capacidad de
organización, producción y difusión de conocimientos sobre una amplia
gama de cuestiones de política” (Plehwe & Walpen, 2006, p. 41). Esta
afirmación seguía siendo totalmente vigente una década después.
Otros trabajos también han analizado el papel de los think tanks
neoliberales con respecto a la privatización (Stone, 1996), la desregu-
lación (Plehwe, 2000), el consenso en la austeridad (Blyth, 2013), el dis-
curso de la coalición transnacional de think tanks para apoyar la agenda
neoliberal en países como Argentina (Plehwe, 2011), y la economía políti-
ca de los think tanks en España durante la crisis financiera de 2008-2016
(Parrilla, Almiron, Xifra, 2016).
En el caso de Argentina, Plehwe (2011) constata cómo, a pesar del
fracaso de las recetas neoliberales en este país, el discurso neoliberal so-
brevivió, y lo hizo gracias a los think tanks. La comparación entre 1985 y
2001 muestra cómo la esfera de asesores y expertos experimenta en este
país una transformación radical durante el período. Si en 1985 el 50% de
los expertos citados por tres periódicos en relación al plan Austral del
presidente Raúl Alfonsín estaban relacionados con partidos políticos del
país y el número total de expertos citados que estaban ubicados en uni-
versidades superaba al número de expertos pertenecientes a think tanks
o empresas, en 2001 más del 50% de los expertos citados con respecto a
la Caja de Conversión (una institución financiera pública) pertenecían a
think tanks y empresas, mientras que los expertos relacionados con par-
212  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

tidos políticos representaban un mero 6% del total de expertos citados


por los periódicos –y las universidades privadas proporcionaban más
expertos citados que las universidades públicas. En este trabajo, Ple-
hwe demuestra el peso que la coalición discursiva transnacional de or-
ganismos como los think tanks tuvo en el caso de Argentina para explicar
determinadas orientaciones políticas y regulaciones concretas, incluso
para ir aparentemente en contra de recomendaciones específicas del
consenso de Washington. El análisis de Plehwe muestra no obstante que
no existió oposición en realidad, sino una combinación determinada de
actores y agentes neoliberales profundamente anclada en el universo de
la coalición discursiva hegemónica de la era del consenso de Washington.
Lo cual lleva al autor a concluir que, en realidad, este consenso no es tal,
pues contiene una heterogeneidad de posiciones en su interior, si bien
todas ellas ancladas en los principios neoliberales.
Parrilla, Almiron y Xifra (2016), por su lado, analizan el grado en que
los think tanks que abordan temas económicos y financieros en España
se entrelazan con los defensores del Consenso de Washington durante el
período de crisis económica de 2008-2015, una crisis que se caracteriza
por un claro compromiso con la austeridad por parte de todos los go-
biernos españoles, independientemente de su color político. Según este
estudio se hace evidente que los think tanks líderes en España en materia
de economía y finanzas estaban en gran medida, y con muy pocas y me-
nos influyentes excepciones, alineados con los defensores del Consenso
de Washington (es decir, con una agenda neoliberal), que promovió el
rescate del sistema bancario y la aplicación de las políticas de austeridad
para la clase trabajadora en España. El escenario para España muestra,
de hecho, que existe pluralismo, ya que incorpora las voces más relevan-
tes tanto del espectro ideológico (de izquierda a derecha) como social (de
la academia, el mundo de los negocios, los medios de comunicación y el
gobierno). Sin embargo, estas voces no compiten por igual (en términos
de financiación y plantilla de expertos) y no son neutrales (están vincu-
ladas a intereses concretos). Este estudio también muestra, además, que
los intereses de los actores capitalistas están muy bien representados
Capitalismo Financiero y Comunicación 213

en forma de donantes privados en todos los tipos de think tank. Incluso


el importante papel desempeñado en España por el Estado como fun-
dador y financiador de think tanks no entra en contradicción con esta
elevada representación de los intereses del capital, que está también
muy bien conectado con los principales partidos políticos: es decir, en el
modelo bipartidista español, el clientelismo al Estado no impide que los
intereses de los actores procapitalistas se vean satisfechos. El escenario
español del período 2008-2015 confirma, en definitiva, las conclusiones
de Plehwe y Walpen de 2006 en cuanto al alcance y organización de la
coalición neoliberal de intereses y el papel de los think tanks en ella.

Discusión: el papel de la economía política de la


comunicación en el estudio de los think tanks y las redes
y coaliciones de intereses

El estudio de los grupos de interés, tanto de lobbies como think tanks,


estuvo circunscrito durante mucho tiempo a los ámbitos de la teoría
política y las políticas públicas. Solo posteriormente fue incorporado
al ámbito de estudio de las relaciones públicas y los llamados asuntos
públicos (public affairs), si bien mayoritariamente para formar a lobis-
tas o expertos influyentes y no tanto para analizar críticamente a estas
instituciones como los actores comunicativos que son. Sin embargo, los
think tanks se han convertido en uno de los principales actores de la co-
municación en el espacio público en la mayoría de democracias liberales
y merecen, por tanto, ser abordados como tales también. La comunica-
ción constituye tanto una herramienta como una finalidad en sí misma
para los think tanks, como lo es para todo actor que pretenda influir en
otro. Para confirmar este extremo basta con atender a las principales
funciones de los think tanks. Weidenbaum las definía así en 2011 para
los cinco mayores think tanks de Washington (The American Enterprise
Institute, the Brookings Institution, the Center for Strategic and Inter-
national Studies, the Cato Institute y the Heritage Foundation):
214  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

1. Investigar y analizar los temas de interés público.


2. Encargar investigaciones y crear redes de investigadores.
3. Difundir los resultados de su trabajo.
4. Celebrar conferencias, seminarios y otros encuentros de trabajo.
5. Proporcionar formación y educación.

Al menos los puntos 3 y 4 se corresponden con funciones que re-


quieren un alto grado de habilidades comunicativas. De hecho, los think
tanks dedican un esfuerzo considerable a la diseminación de ideas a
través de publicaciones de diversa índole (académicas, de divulgación,
memorándums, informes, colecciones editoriales, etc.), recursos online
(páginas web, redes sociales, etc.), presentaciones a profesionales y re-
presentantes gubernamentales y, por supuesto, a través de los medios de
comunicación. Tal y como Weidenbaum (2011) reconoce, los think tanks
dedican una buena parte de sus recursos en definitiva al marketing, a ha-
cer publicidad y promocionar su trabajo. Dos son los canales utilizados:
directos (enviando cientos o miles de copias de sus informes gratuita-
mente a listas de personas del sector público y privado que puedan tener
interés o simpatía por el think tank o ser influenciables) e indirectos (a
través de los medios de comunicación, bien consiguiendo cobertura de
los mismos para sus trabajos o insertando a sus expertos en los progra-
mas, secciones de opinión, etc.). Hasta tal punto es importante su rol de
actores de la comunicación que Weidenbaum tituló su libro The Compe-
tition of Ideas y se ha extendido también el concepto de “mercado de las
ideas” para referirse a la difusión comunicativa que hacen los think tanks.
Hoy en día, la relevancia, capacidad de influencia e impacto de los
think tanks está fuera de discusión. La cuestión no es si son influyentes
o no, sino cuán influyentes son, a través de qué canales, en qué áreas y
con qué objetivos e intereses. Si bien los think tanks nacen para influir
en las políticas públicas, se hace evidente muy pronto que tal influen-
cia no puede ejercerse solo directamente a través del contacto con los
actores políticos sino también –y muy efectivamente–, indirectamente,
a través de influir en la opinión pública en general. Para esto último, los
Capitalismo Financiero y Comunicación 215

medios de comunicación constituyen en una herramienta inestimable


y ellos mismos, los think tanks, actúan asímismo como actores de la co-
municación.
Por supuesto, evaluar cómo los think tanks contribuyen a promover
la desigualdad (o cualquier otro tipo de ideas) requiere en última instan-
cia de un análisis de su discurso y narrativa, algo que en principio no
forma parte del ámbito de la economía política de la comunicación pero
que, sin embargo, no debería realizarse sin tener a esta en cuenta. Como
sucede en todos los análisis del mensaje, es esencial, antes de abordar
los mensajes, realizar un análisis previo que es indispensable para situar
el texto en su contexto (social, político, económico, etc.). Como afirma
Weidenbaum (2011), antes de analizar el trabajo de los think tanks (el
output), los investigadores deberían siempre abordar su estructura, re-
laciones y recursos (el input). Y, de entre todo ello, muy especialmente lo
que Weidenbaum denomina “constituencies” y que podríamos traducir
como los “clientes” del think tank o aquellos actores de los que depende, o
a los que se debe el think tank. Los clientes de un think tank pueden tener,
según Plehwe, un “fuerte impacto en las características, tareas, output
y rendimiento de la organización” (2014, p. 112). De modo que analizar
la estructura, relaciones, recursos y clientes de los think tanks puede
ampliar enormemente nuestra comprensión de quiénes son los que
“tienen el poder de redirigir, y colaborar dentro y fuera, del espacio de
los think tanks” (Plehwe, 2013, p. 473). En las páginas anteriores hemos
visto cómo, para Medvetz, estos “clientes” son esencialmente políticos,
económicos y mediáticos.
En este contexto, la economía política de la comunicación (epc) pue-
de contribuir de forma muy efectiva al trabajo hasta ahora limitado a los
economistas políticos e investigadores de políticas internacionales. La
epc puede jugar un papel destacado en la investigación de la economía
política de los think tanks porque, hasta el momento, los pocos investi-
gadores críticos en este ámbito no han tenido en cuenta la perspectiva
comunicacional de estas organizaciones y, más en concreto, las herra-
mientas de persuasión y las relaciones públicas que utilizan.
216  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

A su vez, los think tanks deberían constituir una prioridad para la


epc porque son grupos de presión que influyen en los medios de comu-
nicación y juegan un papel muy relevante en la formación de la opinión
pública, donde un mayor o menor dominio de las herramientas comu-
nicativas marca la diferencia. La epc puede combinar su larga tradición
de investigación en estructura y recursos de las organizaciones comu-
nicativas y el análisis clientelar con la teoría de las relaciones públicas
y los grupos de interés presentados en este texto. Los inputs a estudiar
pueden incluir a inversores, donantes, corporaciones vinculadas, miem-
bros del consejo de administración, miembros del patronato, expertos y
colaboradores, etc. El análisis de los inputs puede aportar datos sobre las
relaciones de los think tanks con los actores procapitalistas, el diverso
grado de financiación y de recursos humanos que los distintos tipos de
think tanks poseen, las estrategias que utilizan para dar reputación a su
trabajo o la capacidad de construir redes y coaliciones discursivas.
Por ejemplo, para el caso español antes citado (Parrilla, Almiron &
Xifra, 2016) relativo al perfil de los think tanks durante la crisis económi-
ca, se observó que, a pesar de que todos los think tanks (independiente-
mente de su ideología) formaban parte de redes de think tanks o estaban
aliados con otras organizaciones, las organizaciones de perfil más con-
servador destacaban especialmente en este aspecto. De hecho, el think
tank con mayor número de actores precapitalistas entre sus clientes y
más abiertamente a favor del libertarismo económico, la fundación faes
vinculada al Partido Popular y situada en el extremo más a la derecha
del espectro político, era la organización que había tenido más éxito en
la construcción de una red, hasta el punto de cooperar en 2015 bilateral-
mente con hasta 67 think tanks de Europa, los Estados Unidos y América
Latina y ser miembro de cuatro redes de think tanks internacionales de
carácter conservador y orientados al libre mercado.
A pesar de la amplia literatura publicada sobre grupos de interés en
general y lobbies y think tanks en particular, los think tanks y las redes
de think tanks siguen siendo un fenómeno ampliamente incomprendi-
do por causa de diversos motivos, entre ellos: su rápida proliferación y
Capitalismo Financiero y Comunicación 217

expansión en las últimas décadas; la transformación que han provocado


en el mundo de los expertos; la formación de enormes y muy influyentes
redes de influencia y coaliciones discursivas (redes de influyencia que
comparten un mismo discurso de forma hegemónica); y la falta de análi-
sis que ha recibido la perspectiva comunicativa del fenómeno. El estudio
de la economía política de los think tanks con respecto a la hegemonía
neoliberal de las últimas décadas puede ayudar a explicar la difusión
exitosa entre las élites de las narrativas que prestan apoyo ideológico
a la socialización de los costes de la crisis y de los problemas del sector
financiero en general, a pesar de su demostrada ineficacia económica y
su devastador impacto social.

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El papel de la Reputación Corporativa como
intangible fundamental en la valoración de
empresas
Sonia Aránzazu Ferruz González

Concepto general de Reputación

La reputación unida al concepto de credibilidad es, desde antiguo, la


base de la participación enla vida pública. Aristóteles la presentaba
como el “mayor de los bienes exteriores” y resultado de la virtud (pre-
mium virtutis, tradujo Cicerón); Sócrates la definió en el siglo V a.C. con
sencillez y exactitud: “Alcanzarás buena reputación esforzándote en ser
lo que quieres parecer” (Walter, 1999, p. 460). La idea y el hecho de la cre-
dibilidad como virtud pública, fuente de reputación, recorre todo el pen-
samiento occidental hasta nuestros días (Álvarez, 2013, introducción).
De acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española de la Len-
gua (Diccionario de la Lengua Española, 2001) reputación, que proviene
del latín reputatĭo,-ōnis tiene dos acepciones:
222  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

–– 1. f. Opinión o consideración en que se tiene a alguien o algo.


–– 2. f. Prestigio o estima en que son tenidos alguien o algo.

Como vemos, la primera explica en parte el concepto de reputa-


ción en tanto que habla de opinión o consideración, pero no menciona
el vínculo de esta con las acciones o hechos que la provocan (resultado
de la virtud). Y la segunda, por su parte, concreta más esa opinión ma-
tizándola como “prestigio o estima” es decir, dándole una connotación
directamente positiva. Por tanto, en ninguna de ellas se hace referencia
a que la reputación se derive de un acto realizado por alguien o algo, lo
que dista del uso del concepto mencionado anteriormente.
Algunos autores citan la segunda acepción del término como la no-
ción común de la que se desprenden los rasgos que mantendrá la defi-
nición profesional del término, afirmando que “La reputación es una
propiedad de la audiencia, un juicio de valor que tiene la audiencia sobre
la persona u objeto” (Alloza, Carreras y Carreras, 2013, pp. 66-67).
Esos mismos autores, hacen referencia a la definición de reputa-
ción desde el mundo anglosajón, citando la definición del Diccionario
de Cambridge: “The opinion that people in general have about someone
or something, or how much respect or admiration someone or something
receives, based on past behavior or caracter” (La opinión que la gente en
general tiene sobre alguien o algo, o la cantidad de admiración o respeto
que alguien o algo recibe, basado en su comportamiento pasado o ca-
rácter). Citan también a teóricos alemanes y su definición del concepto
(Schwaiger, 2004, p. 48): “Prestigio que goza una persona o institución
como resultado de un rendimiento excepcional”. Resaltan que ambas
definiciones mencionan la opinión o juicio de valor de la audiencia como
característica fundamental de la reputación y, si bien reconocen que
incorpora un matiz al hacer referencia al comportamiento como lo que
da forma a esa reputación, lo relegan claramente a un segundo plano
y, en la práctica, lo obvian, dando claro protagonismo a la opinión y/o
juicio de valor que tiene la audiencia como conformador de la reputación.
Capitalismo Financiero y Comunicación 223

Veamos qué significa la acción de creación de reputación, es decir,


reputar; de nuevo, de acuerdo al Diccionario de la Real Academia Espa-
ñola de la Lengua, encontramos dos acepciones:
–– (Del lat. reputāre).
–– 1. tr. Juzgar o hacer concepto del estado o calidad de al-
guien o algo. U. t. c. prnl.
–– 2. tr. Apreciar o estimar el mérito.

Comprobamos aquí sí, en la segunda acepción, que existe un vínculo


directo entre la acción y la consecuencia de la misma, en tanto que repu-
tar hace referencia al aprecio o la estima del mérito, y este, directamente
a la acción que hace al hombre digno de premio o de castigo, o al resulta-
do de las buenas acciones que hacen digna de aprecio a una persona (de
acuerdo también al Diccionario de la Lengua Española). Y si reputar es
apreciar o estimar el mérito, reputación como consecuencia del acto de
reputar, debiera ser el resultado de esa apreciación o estimación basada
en las acciones que lo han hecho digno de mérito (o demérito).
El concepto de reputación perdió una parte fundamental de su de-
finición, la que le supedita directamente a los hechos que la provocan,
como consecuencia de la irrupción de las técnicas del marketing y el
poder que adquirió la imagen de marca tras el nacimiento de los medios
de comunicación de masas a mediados del siglo xx. El crecimiento exa-
cerbado de las herramientas del marketing y la publicidad, han servido
de perfectos instrumentos al servicio de la imagen y la han posicionado
a esta por encima de la reputación, sobre todo en el ámbito empresarial
(reputación corporativa).

Concepto de Reputación aplicado al ámbito empresarial:


La reputación corporativa

El estudio y conceptualización de la reputación aplicada al ámbito


empresarial o reputación corporativa entendida esta como la que se
224  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

refiere a las corporaciones, viene siendo objeto de debate desde hace


varias décadas y, especialmente, desde los años 90 del pasado siglo, don-
de numerosos teóricos, en su mayoría del ámbito de la comunicación
pero también de la economía, el marketing y las ciencias empresariales,
han tratado de definirla (Balmer & Greyser, 2006; Barnett et al., 2006;
Bromley, 2002; Caruana & Chircop, 2000; Chun, 2005; Deephouse, 2000;
Gotsi & Wilson, 2001; Helm, 2005; Herbig & Milewicz, 1993; Caruana
en Melewar, 2008; Ponzi et al., 2011; Pruzan, 2001; Schwaiger, 2004;
Shenkar & Yuchtman-Yaar, 1997; Van Riel & Fombrun, 2007; Villafañe,
2004; Weigelt & Camerer, 1988). En algunos casos las definiciones tienen
aspectos en común y en otros son contradictorias. Para algunos autores,
estamos ante una “Torre de Babel” (Hatch & Schultz, 2000, pp. 12-35) o
una “niebla” conceptual (Balmer, 2001, pp. 248-291) y existe claramente
un problema de consenso en su definición en la literatura académica.
Varios de estos teóricos datan el origen del concepto de reputación
corporativa en 1958 en el artículo de Pierre Martineau (1958, p. 53). Mar-
tineau teoriza sobre el concepto de imagen corporativa por primera vez
e introduce aspectos muy relevantes, pero ciertamente no habla en nin-
gún caso de reputación. Estos autores, sin embargo, dado que consideran
la imagen corporativa como el “alma” de la reputación, toman el escrito
de Martineau como punto de referencia. Tras dicho texto, durante las
dos décadas siguientes se produce un vacío en cuanto al estudio de la
reputación aplicada al ámbito empresarial. Algunos autores denominan
a esta etapa “el desencanto” (Brown & Dacin, 1997, p. 69), por la escasez
de producción científica motivada por el auge de los estudios vincula-
dos a los efectos de la publicidad sobre la audiencia (imagen de marca y
preferencia de compra, etc.).
En la década de los sesenta y setenta, los estudios sobre la imagen
corporativa eran un campo de investigación muy atractivo, mientras que
el término reputación corporativa no era muy común en la literatura
de comunicación y marketing de esa época. Estos planteamientos se
han mantenido en muchos autores hasta la actualidad. En este sentido,
la similitud (planteada como conceptos sinónimos) se sustenta sobre
Capitalismo Financiero y Comunicación 225

la idea que ambos conceptos son constructos de recepción, en cuanto


los públicos son quienes se forman tales percepciones en función de la
conducta y de la información que reciben acerca de una organización
(Capriotti, 2009, pp. 93-97). Esto se puede observar claramente en las
investigaciones de mercado sobre imagen y reputación. En ambos casos,
se estudian las asociaciones, atributos, valores, etc., que cada uno de los
públicos tiene sobre las distintas organizaciones. Como ejemplo de esta
similitud, se puede observar cómo el mismo sistema de representación
gráfica de las asociaciones de un público (un conjunto de atributos valo-
rados a partir de una escala impar de opciones) puede ser utilizado por
Van Riel (2000) para ejemplificar un estudio de reputación, mientras
que Dowling (1993) lo utiliza para mostrar una investigación de imagen.
No será hasta 1982 que la revista norteamericana Fortune decidió
por primera vez publicar su ya legendario ranking sobre las empresas
más admiradas Most Admired Companies, cuando se reconozca de facto
el valor que la reputación corporativa aporta a las empresas. Hoy en día,
la edición que publica esa investigación es el número más vendido en el
año y el listado de empresas que figuran en él continúa siendo el patrón
de medida más popular de imagen corporativa en todo el mundo (Ritter,
2013, p. 8)
A partir de ese momento, pero sobre todo durante los años 90 y el
primer lustro del siglo xxi, la proliferación de estudios se multiplica. Es-
tos estudios realizados desde distintas líneas de pensamiento evidencian
las diferencias de criterio y teorización de la reputación corporativa. El
concepto de reputación corporativa va a ir adquiriendo cada vez más
peso como elemento fundamental de la gestión empresarial. Muchos
autores coinciden en que el cambio de sensibilidad desde la imagen cor-
porativa hacia la reputación se produce porque esta segunda se disocia
por primera vez del mundo de la imagen, de la publicidad y la venta, para
asociarse al mercado, como fuente de valor y rendimiento financiero
para las empresas, pasando a considerarse un activo capaz de general
valor para las mismas. Citando a Villafañe (2013): “Una buena reputación
mejorará la capacidad de una empresa para sostener en el tiempo unos
226  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

rendimientos financieros”, Roberts y Dowling (2002). A partir de ese mo-


mento, muchas son las investigaciones que trabajan sobre el concepto
de reputación en esa línea (Weigelt & Camerer, 1988; Hall, 1992, Rindova
& Fombrun, 2001; Dowling, 2002; etc.).
De acuerdo con Rosa Chung, autora muy citada en la literatura so-
bre reputación, han sido fundamentalmente dos las perspectivas de es-
tudio desde las que se ha estudiado la reputación: la perspectiva econó-
mica y la del marketing, comunicación y estrategia (Chung, 2005, p. 92).
Desde la perspectiva económica, la reputación es, en esencia, enten-
dida como la percepción de la probabilidad futura de proteger su cuota
de mercado y beneficios (“The perceived likelihood that it will defend its
markets”; Clark & Montgomery, 1998; Weigelt & Camerer 1988; etc.). Va-
rios autores destacan en esta línea de pensamiento donde la reputación
cumple claramente un papel de activo y/o recurso intangible de gran re-
levancia, dada la influencia que tiene en otras variables, como la creación
de valor (De Quevedo, 2003; Borraz & Fuentelsaz, 2005; De Quevedo, De
la Fuente & Delgado, 2005), y la generación de beneficios empresariales.
Dichos beneficios hacen que las organizaciones se esfuercen en la ade-
cuada gestión de la reputación para mejorar sus resultados, su solidez en
el medio y largo plazo, y la creación de ventajas competitivas (Martínez
& Olmedo, 2010, p.60).
Las definiciones que provienen del marketing, la comunicación y
la estrategia, la definen básicamente como la impresión acumulada que
los stakeholders se forman sobre la compañía, resultado de sus interac-
ciones con ella y de la información recibida sobre la misma. Muchos
autores hacen hincapié en la imagen y la identidad corporativa como
el corazón de la reputación y ponen el foco en el proceso configurador
de la misma como un proceso básicamente comunicativo, donde la per-
cepción cumple un papel fundamental, dejando en un segundo plano
el comportamiento corporativo. No obstante, hay voces disonantes que
reconocen la importancia de los hechos como configuradores de la repu-
tación corporativa, destacando la relevancia de la gestión reputacional
Capitalismo Financiero y Comunicación 227

para el buen funcionamiento de una empresa y su aportación sin duda


a los resultados económicos.

La Reputación desde el ámbito económico

Diferentes teóricos han puesto su foco en la reputación desde puntos de


vista relacionados directamente con la gestión empresarial, la contabili-
dad y las finanzas y la teoría de mercado. Porque el peso que ha adquiri-
do la reputación en las grandes compañías en las últimas décadas viene
derivado de su valor económico y su valor estratégico: “La reputación no
se puede copiar y no se fuga con la marcha de los directivos. Es una de-
cisión que determina el comportamiento y la gestión de las operaciones.
Por tanto, la reputación es en sí misma una estrategia de crecimiento”
(Manfredi & Cachinero, 2013, pp. 61-73).
Existe un consenso general entre los teóricos y nadie pone en duda
su importancia como intangible fundamental a tomar en consideración
a la hora de gestionar una empresa, y herramienta clave en la creación
de valor para todos sus stakeholders (Porter & Kramer, 2011, pp. 12-17).
Cientos de expertos en todo el mundo escriben sobre reputación y ha pa-
sado a ser un recurso intangible tan importante, que su medida y cuan-
tificación permite manejar lo que es con frecuencia el valor dominante
en la evaluación total de una empresa.
Y así es reconocida por muchos de los primeros ejecutivos de gran-
des empresas de cuatro grandes economías mundiales (Estados Unidos,
Reino Unido, Brasil y China), según una investigación realizada por We-
ber Shandwick, que consideran que la reputación es el principal factor
para sostener el valor en bolsa de sus compañías, por encima del propio
estado financiero de la firma (60% del valor, según los ceo es atribuible
a la reputación, siendo los brasileños los más optimistas en este sen-
tido, otorgando un 76%). Incluso un 58% de ellos prefiere obtener una
cobertura mediática que hable de su reputación y el respeto que merece
su compañía en la sociedad, frente a un 37% que sigue prefiriendo leer
228  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

noticias sobre las previsiones de un incremento futuro del valor de su


acción (Reputation Institute, 2011).
Para Alloza (2016, p. 4), la oportunidad de competir por la ‘buena
reputación’ ha impulsado el nacimiento de un nuevo liderazgo basado
en el reconocimiento y la confianza que los stakeholders otorgan a una
empresa, institución, país o profesional. La economía de los intangibles
configura una gran oportunidad para aquellas organizaciones y líderes
que sean capaces de adaptarse con éxito y rapidez a este nuevo contexto.
Pero la reputación, ¿es un activo o un recurso intangible? Tal y como
ponen de manifiesto Cañibano y Gisbert (2003, p. 190), la normativa con-
table española no recogía ninguna definición sobre el concepto de “activo
intangible”, tan solo se limitaba a inventariar todos los elementos clasifi-
cados bajo la rúbrica de “inmovilizado inmaterial” así como a describir el
tratamiento contable para cada uno de ellos. La definición del concepto
de “activo intangible” recogida en la normativa contable de otros organis-
mos internacionales como el iasb, va más allá de una simple definición,
al recogerse en esta, de forma implícita, los requisitos generales de re-
conocimiento para los activos de esta naturaleza. El Plan General Conta-
ble (pgc), continúa sin ofrecer una definición específica de los “activos
intangibles”, si bien la norma 5ª de la segunda parte del pgc, dedicada
a las normas de registro y valoración del inmovilizado intangible, hace
referencia a la definición de activo del marco conceptual así como a la ca-
racterística de “identificabilidad”, como parte de los requisitos necesarios
de reconocimiento que en definitiva permiten, al igual que en la nic 38
(2004), discriminar entre recursos vs. activos intangibles .
Bajo el marco conceptual del pgc, los activos son aquellos “bienes,
derechos y otros recursos controlados económicamente por la empresa
resultantes de sucesos pasados, de los que se espera que la empresa ob-
tenga beneficios o rendimientos económicos en el futuro1”. (pgc, 2007,
Marco conceptual, 4º párr. 1). No obstante, para su reconocimiento, los
activos de naturaleza intangible no solo deben cumplir con la definición
anterior sino que, además, como ya ha quedado señalado, es necesario
que sean “identificables”. Se trata de un concepto nuevo, hasta ahora
Capitalismo Financiero y Comunicación 229

ausente en el ordenamiento contable español, cuyo cumplimiento por


el activo intangible en cuestión implica bien su procedencia de derechos
legales o contractuales, bien su separabilidad, es decir, la posibilidad de
que el activo pueda ser arrendado, vendido, intercambiado etc.; en defi-
nitiva, separado de la empresa (pgc, 2007, Normas de registro y valora-
ción, 5ª párr. 1). Pero, ¿es la reputación un activo de estas características?
Las diferentes aproximaciones teóricas que venimos estudiando
ponen de manifiesto cómo existe un nexo inseparable entre la empresa
y su reputación. Algunos autores lo denominan movilidad imperfecta,
refiriéndose a que los activos que cumplen este atributo no se pueden
transferir, vender, adquirir o comercializar, puesto que son intrínsecos
y propios a la firma, tal y como le sucede a la reputación.
Parece inviable definir la reputación como un activo tomando en
consideración la normativa contable actual. Más bien, podemos hablar
de la reputación como un recurso o una capacidad dinámica.
La Teoría de los Recursos y Capacidades tiene un papel destacado
en el desarrollo de los fundamentos teóricos de la reputación empresa-
rial en su etapa más reciente y prolífica, desarrollada en la década de los
90 y en los inicios del siglo xxi. Este enfoque ha introducido dos nuevos
conceptos de estudio: los recursos y capacidades que tiene la empresa,
caracterizando aquéllos que le ayudan a crear ventajas competitivas y
a hacerlas sostenibles. La reputación no ha sido ajena a esta conside-
ración y en este sentido, trabajos como el de Barney (2001) y Borraz y
Fuentelsalz (2005) ayudan a esclarecer sus principales características y
a entender este concepto como un recurso, una capacidad organizativa y
un activo intangible (Hall, 1992 y 1993; Fombrun, 1996) siendo, como tal,
fuente de ventaja competitiva (Barney, 1991; Grant, 1991; Hall, 1992; Amit
& Schoemaker, 1993; Helfat & Peteraf, 2003; Teece et al., 1997).
Desde este enfoque, surge la problemática entre considerar la repu-
tación corporativa como un recurso o como una capacidad. Aunque es
común identificar la reputación como un recurso de la empresa (Grant,
1991; Hall, 1992), para algunos autores se puede clasificar como una capa-
cidad (Borraz & Fuentelsaz, 2005), en tanto en cuanto integra una serie
230  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

de recursos que la empresa pone en juego de modo lo suficientemente


hábil como para crear una identidad empresarial que se puede transmi-
tir al exterior y difundir de modo interno (Teece et al., 1997). Es por ello
que Barney (1999) la identifica como una de las principales capacidades
organizativas.
Como capacidad organizativa, la reputación es heterogénea puesto
que cada organización dispone de un conjunto único de recursos que
varían según el momento del tiempo en que se estimen (Barney, 1991;
Helfat & Peteraf, 2003; Ventura, 1996; Deephouse, 2000). La reputación
actual de una empresa se construye o acumula en un contexto histórico
y en unas circunstancias únicas, que raramente se van a volver a repetir.
Por tanto, no es algo que surge espontáneamente, sino que necesita tiem-
po para conseguirse, lo que implica el análisis del pasado, del presente
y también la proyección futura (tal y como veíamos anteriormente). Por
todo ello, la reputación llega a ser altamente específica para cada firma.
De las características descritas, se deduce que la reputación es
fuente de ventaja competitiva, pues además cumple las cualidades de
un recurso estratégico (Barney, 1991): valor o relevancia, escasez y ca-
rácter específico, junto a las de complejidad, lenta acumulación y com-
plementariedad.
Por todo ello, parece ajustado considerar la reputación como un
recurso estratégico (Barney, 1991) y una capacidad dinámica que se debe
incentivar continuamente (Amit & Schoemaker, 1993; Teece et al., 1997;
Borraz & Fuentelsaz, 2005).

El concepto de Reputación desde el ámbito


comunicacional

Han sido los teóricos del ámbito de la comunicación y la estrategia em-


presarial los más prolíficos a lo largo de los últimos 30 años en el estu-
dio de la reputación y la imagen corporativa como las bases de la nueva
economía de los intangibles.
Capitalismo Financiero y Comunicación 231

Cada autor ha incidido en distintos aspectos configuradores de la


reputación pero hay, como es lógico, varios elementos en los que de al-
guna u otra forma confluyen. Haciendo una revisión de las aportaciones
teóricas de los últimos 30 años en Europa y eeuu se pueden identificar
varios aspectos que los autores vinculan a la reputación y que la definen:
la percepción, como elemento básico de la reputación y, en un segundo
estadio, el reconocimiento; el paso de cierto tiempo como condición para
la configuración de esa percepción; y el papel del sujeto emisor y del
sujeto receptor como constructores de la reputación.
La consideración de la percepción como elemento básico de la re-
putación es un aspecto en el que insisten muchos autores en tanto que
entienden que la reputación se conforma como resultado de la percep-
ción que los públicos tienen de una compañía. En este sentido, Fombrun
(1996) delimita el término como una “percepción representativa de la
compañía, basada en su actuación en el pasado así como en su proyec-
ción futura, lo que permite diferenciarla de otras empresas rivales”. El
trabajo de Fombrun (1996) avanza respecto a los de otros contempo-
ráneos en lo que se refiere a la concepción del tiempo al introducir la
proyección futura de la empresa, de ahí que los elementos básicos que
componen la reputación para este autor sean: la actuación pasada de la
empresa, las expectativas de futuro, la admiración que despierta, la com-
paración con los rivales y la percepción. En esta misma línea se centran
las aportaciones de Weiss, Anderson y MacInnis (1999) que entienden
la reputación como “una percepción global de alcance por la cual una
organización es ayudada a conseguir mayores estimaciones o respeto”,
y también de Rodríguez (2004) al definirla como “una percepción que
se tiene desde el exterior de la empresa sobre una o varias cualidades
de esta”. Otro autor que trabaja en esta línea es Larkin (2003), para el
que la reputación, “está basada en percepciones de las características,
actuaciones y comportamiento de una organización. Esencialmente, la
reputación es el reflejo bueno o malo que los grupos de interés ven en
un nombre comercial. Implica un juicio de valor acerca de los atributos
de la organización y generalmente se establece con el tiempo”.
232  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Esta primacía de la percepción como el “corazón” de muchas defini-


ciones de reputación lleva, en algunos casos, a la confusión del concepto
de reputación con el de imagen corporativa; no obstante, existen nota-
bles diferencias entre ambas.
Un segundo estadio de este planteamiento lo encontramos en las
aportaciones del Prof. Villafañe (2004, 2013) que identifica como ele-
mento básico de la reputación al reconocimiento y no a la percepción,
entendiendo que el primero implica un proceso cognitivo resultado de
las experiencias y el conocimiento que de una compañía tiene el públi-
co. Este enfoque se acerca con mayor exactitud al concepto general de
reputación y a la acción de reputar que implica, como hemos visto, la
estima del mérito.
El segundo elemento configurador de la reputación es la idea de que
se desarrolla a lo largo del tiempo, como indican los autores Martínez
y Olmedo (2010, pp. 59-78). En este sentido, Weigelt y Camerer (1988)
definieron este concepto como el conjunto de atributos económicos y
no económicos vinculados a la empresa, que generan valor y son el re-
sultado de acciones pasadas. Asimismo, Gotsi y Wilson (2001) concluyen,
tras analizar diferentes definiciones sobre el concepto, que la reputación
corporativa es la evaluación total de una organización a través del paso
del tiempo. Este aspecto temporal, es decir, su formación a través de la
consolidación en el transcurso del tiempo, es recordado también por
Barnett et al. (2006), para quienes la reputación son los juicios colectivos
de los observadores sobre una organización basados en valoraciones de
los impactos financieros, sociales y ambientales atribuidos a la organiza-
ción con el tiempo. Por su parte, Villafañe (2013) lo expresa con claridad
al afirmar que “una marca es fuerte, creíble, generadora de confianza y
de buena reputación para la empresa que la posee en la medida en que
no exista disonancia entre las percepciones o expectativas que genera
y las experiencias o realidades que entrega, es decir, cuando la marca
dice lo que hace y hace lo que dice. La reputación es el resultado de este
proceso cuando se mantiene a lo largo del tiempo”.
Capitalismo Financiero y Comunicación 233

En tercer lugar, la mayor parte de los autores al definir la reputación


(y de forma similar otros conceptos relacionados como la imagen y el po-
sicionamiento) la vinculan al ámbito de alguno de los sujetos dentro del
proceso general de comunicación, esto es, hacia el emisor o el receptor
como constructores de la misma.
De acuerdo a Capriotti (2007), se pueden establecer dos grandes
concepciones: el enfoque vinculado al emisor (sender-oriented), que son
aquellas definiciones que relacionan el concepto a la esfera del Emisor,
y el enfoque vinculado al Receptor (receiver-oriented), que son aquellas
definiciones que ligan el concepto a la esfera del Receptor. No obstante,
y según el mismo autor, en el proceso general de comunicación, la elabo-
ración e interpretación de la información no es una acción individuali-
zada del emisor (la construcción) y del receptor (la interpretación). Más
bien puede considerarse que la construcción de sentido es un proceso
de interacción mutuo y compartido entre emisor y receptor. Podemos
hablar de un contrato de sentido entre un emisor-organización y unos
destinatarios-públicos, en el cual hay una parte que elabora y propone
un sentido a la información (el emisor-organización) y otra parte que in-
terpreta y otorga un sentido a la información (los destinatarios-públicos).
Respecto a la consideración del emisor como responsable de la
construcción de la reputación, el concepto general de Reputación, como
hemos visto al principio, deja claro que se trata de un elemento donde el
emisor tiene un papel configurador, es decir, establece con sus actos la
configuración de la reputación y la transmisión de la misma.
Trasladado al ámbito de la empresa, podemos por tanto afirmar
que se trata de un elemento intangible que es configurado y gestionado
directamente por la organización y que esta hace llegar a sus públicos.
Tal afirmación pone de manifiesto la existencia de un control directo
de la organización sobre ella, que decide el modo de construir tal repu-
tación para sí misma. Sería así la reputación un resultado de la acción y
comunicación de la empresa.
Pocos autores reconocen este planteamiento en su definición de
la reputación y dotan al emisor –la empresa– como el responsable de la
234  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

configuración de la misma en tanto que sin acción no cabe relación con


un tercero y, por tanto, es imprescindible para su configuración que el
emisor implemente una acción y con ello dé la oportunidad al emisor
de reconocerla como merecedora de reputación. Tal es el caso de Villa-
fañe (2013), quien sitúa a la reputación como el resultado de comporta-
mientos, de realidades objetivables de una empresa. El autor pone de
manifiesto la diferencia que existe entre percepción y reconocimiento
en tanto que la primera no requiere de una experiencia por parte del
receptor y la segunda sí. Otros autores mencionan asimismo al emisor
como fuente de reputación y responsable configurador de la misma. Es
el caso de Fombrun (2001), quien señala que la reputación es un activo
económico y, por lo tanto, puede ser construida a partir de una serie de
acciones y reacciones hacia el entorno en el que las compañías están in-
mersas. Los autores que defienden esta postura entienden que la reputa-
ción es consecuencia de una relación comprometida de la organización
con sus públicos. Entienden que cada organización puede gestionar su
reputación directamente por medio de la gestión de su comportamiento
y de su comunicación, reconociendo que la reputación corporativa es un
activo conocido por la organización y que, por lo tanto, no solo se puede
verificar a través de hechos sólidos que permiten su contraste con los
de otras organizaciones, sino que también se puede evaluar y es mensu-
rable. Por tanto, la reputación puede ser gestionada y orientada por la
organización en función de sus objetivos. De este modo, los diferentes
teóricos entienden la reputación desde un enfoque económico o estra-
tégico y se centran en los beneficios que la gestión de este intangible
estratégico reporta a la organización.

La Medición de la Marca y la Reputación

Dado que como hemos visto la reputación es un recurso intangible y que


algunos autores lo consideran un activo y lo entrelazan casi igualándolo
al concepto de imagen de marca, habremos de hacer un repaso en pri-
Capitalismo Financiero y Comunicación 235

mer lugar de cuáles son las metodologías que se vienen utilizando en ge-
neral para valorar la Marca. Aunque el carácter multifacético de la cues-
tión hace que sean distintas las disciplinas, académicos y profesionales
que se han preocupado desde hace varias décadas de la medición de este
intangible y que han propuesto métodos de cierto peso –Skandia, Kaplan
& Norton, etc.–, vamos a centrarnos en las mediciones que consultores
de negocio y de comunicación y/o marca han venido desarrollando.
Para consultoras y escuelas de negocio la marca ha sido objeto de
medición con el objeto de calcular su valor en el entorno financiero. Se
trata de mediciones que tienen un carácter transaccional, que persiguen
alcanzar objetivos contables, determinar tasas de loyalty y servir a pro-
cesos de compra-venta de empresas, fusiones, etc. y que se han centrado
en la medición de la marca como activo más fácilmente cuantificable en
términos económicos. En este sentido, consultoras, auditoras y escuelas
de negocio como Ernst & Young, kpmg, Morgan Stanley, Deloitte, iese,
Instituto de Empresa, eoi, London Business School, etc., han desarrolla-
do y paulatinamente mejorado sus propias metodologías de evaluación
de activos intangibles siempre de acuerdo a las normas internacionales
de contabilidad (nic) y al estándar de valoración de marcas, la iso 10668.
En general los métodos de evaluación de intangibles de las consul-
toras tienen en común el uso de indicadores para medir aspectos que
complementan los ratios financieros, por ejemplo, la fidelidad de los
empleados y la experiencia profesional que aportan las nuevas contra-
taciones cuando se trata de evaluar el capital humano, el número de pro-
yectos de I+D como capital de innovación, etc. Su objetivo fundamental
es realizar un análisis comparativo que permita observar la tendencia
en su evolución (Lev, 2003).
Asimismo, y en cuanto a la aplicación de la iso 10668, el análisis
financiero de la marca se realiza según Martín Benito (2011), de acuerdo
a 3 métodos: market approach, o el análisis de operaciones de marca
similares en el mercado; cost approach, o el coste asumido por una em-
presa para llegar a la situación actual de la marca; e income approach, o
estimación de ingresos asociados a la marca (royalties relief).
236  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

El primero de los métodos es el enfoque del mercado, mediante el


cual el precio viene determinado por la concurrencia de los agentes eco-
nómicos que intervienen en él. Este método requiere la existencia de un
mercado abierto, dinámico y de amplia concurrencia.
El segundo método que se utiliza es el enfoque del coste. Este se
utiliza para establecer el valor del activo mediante la determinación de
su coste de reposición. Este enfoque presupone que el precio del activo
nuevo mantiene una proporción con el valor del servicio que facilita a
lo largo de su vida útil. La principal desventaja de este método consiste
precisamente en esa correlación de coste y valor, problema que por otra
parte es muy habitual en las actividades de tecnología punta.
El tercer y último método más habitual es el enfoque de los ingresos.
En este sistema el valor del activo se centra en su capacidad para generar
ingresos. Como es bien sabido, se equiparan los beneficios económicos
futuros al valor actual de los cash-flows netos esperados por la propiedad
de dichos activos (Timoteo et al., 2015).
Pero a pesar de las normativas y de la existencia de estos enfoques
generales sobre valoración, cada consultora implementa su propio méto-
do adaptado y muchas de ellas publican rankings anuales que muestran
la disparidad de criterio subyacente: desde el año 2000 hasta hoy se han
publicado más de 80 rankings de valoración de marcas con diferentes
formas de estimar el valor y con resultados diversos sobre las mismas
marcas; como ejemplo, esta comparación de la estimación de valor de
varias marcas internacionales por tres de las más importantes consul-
toras (resultados de 2012 en billones de dólares usa).
Y lo mismo sucede con la medición de las actividades que dotan de
valor a las empresas: índices de evaluación de intangibles entre los que
destacan monitores específicos de calidad del empleo, de sostenibilidad
y de buen gobierno o rsc, que valoran las actividades realizadas en cada
ámbito –incluso incorporan resultados concretos derivados de encues-
tas cualitativas y cuantitativas–, pero cuya finalidad es la de complemen-
tar a los primeros y servir así a las empresas para identificar, cuantificar
Capitalismo Financiero y Comunicación 237

y comunicar los factores de éxito generadores de valor para los grupos


de interés.
Gráfico 1: Ranking de valoración de marcas

15,2
IKEA 12,8
9,2 BRAND FINANCE
22 INTERBRAND
SHELL 4,8
17,8
MILLWARD BROWN OPTIMOR

27,6
HSBC 11,4
19,3

22,2
40,1
MCDONALD´S
95,2
47,5
69,7
GOOGLE
107,9

39,1
75,5
IBM
116

0 20 40 60 80 100 120

Fuente: Salinas (2013)

Hay que señalar en este punto que, por el momento, en este ámbito
sucede como con los índices de valoración de marcas, que no existe una
metodología común e internacionalmente reconocida para su evalua-
ción, salvo en la elaboración de los citados informes denominados de
forma genérica “Informes de rsc” que parece que toda la comunidad
empresarial reconoce el estándar del Global Reporting Initiative como
válido y afirman respetarlo.

Métodos de valoración de la reputación

En lo que tiene que ver en exclusiva con la reputación y su análisis y


evaluación, han surgido organizaciones que trabajan en el ámbito de la
gestión y la medición de intangibles empresariales como el Corporate
238  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Excellence Centre for Reputation Leadership91 en España que reconoce


entre sus áreas de trabajo una específica de “Métricas y formación”; y
fuera de España, encontramos algunos ejemplos como la herramienta
The RepuStars® Variety Corporate Reputation Index de C. Huygens &
Co., que utilizando los índices del Dow Jones calcula el impacto de la
reputación corporativa en el precio de las acciones cotizadas92.
De acuerdo con Berens y Van Riel (2004) la literatura sobre medi-
ción de la reputación corporativa se basa en tres conceptos principales:
el primero tiene que ver con las expectativas sociales que la gente tiene
respecto de las compañías; el segundo son los diferentes rasgos de per-
sonalidad corporativa que la gente atribuye a las marcas; y el tercero el
nivel de confianza o desconfianza que la gente tiene con una compañía.
En todo caso, el formato que se ha venido desarrollando en las últimas
décadas para la medición de la reputación ha sido el de rankings de em-
presas, por lo que a continuación analizaremos en profundidad los más
relevantes.
Han sido los consultores de comunicación los que han dado un fuer-
te empuje a la valoración de la reputación a través de índices de valora-
ción de reputación que, con carácter general, se publican anualmente
vinculados a medios de comunicación y que son reconocidos por la co-
munidad empresarial como herramientas que generan cierta influencia
en las estrategias empresariales. Los más reconocidos: Global Most Ad-
mired Companies de Hay Group, Reputation Quotient de Harris Interac-
tive, Global RepTraktm Pulse del Reputation Institute, el Brandztm Top
100 de MillwardBrown, World´s Most Respected Companies de Barron,
y en España y países iberoamericanos el Merco (Monitor Empresarial de

91 www.corporateexcellence.org. Otros centros de referencia y de interés son el


“European Centre for Reputation Studies” y el Oxford University Centre for Corporate
Reputation.
92 RepuStars Variety Corporate Reputation Index es el primer índice basado en un modelo
cuantitativo para determinar el impacto de la reputación en los precios de las acciones.
Las empresas seleccionadas para el índice son elegidas algorítmicamente tras detectar
disparidad entre el valor de cotización y el valor calculado por la herramienta (métrica
reputacional).
Capitalismo Financiero y Comunicación 239

Reputación Corporativa) que elabora la empresa Análisis e Investigación


para Villafañe y Asociados.
Todos los índices o rankings mencionados de valoración de la repu-
tación toman en consideración distintas variables para su evaluación.
Con uno u otro nombre, en general y de acuerdo con Villafañe (2004),
podemos agruparlas en seis grupos de atributos: resultados económi-
cos, calidad comercial, calidad laboral, innovación, internacionalización,
ética y rsc. A pesar de ello, los resultados a los que llegan son muy di-
ferentes, tal como se muestra en el siguiente cuadro comparativo del
ranking de las diez empresas más reputadas de los principales índices
mundiales citados anteriormente93 del 2015 donde vemos que solo hay 2
compañías que aparecen en todos los índices –Apple y Google- (Tabla 1).
Como podemos observar, la diversidad de empresas incluidas entre
los diez primeros puestos de cada ranking es notable (si nos vamos a los
25 o 50 puestos las diferencias siguen siendo numerosas tanto en empre-
sas contenidas como en su posición). De hecho, solo una de ellas aparece
en todos los índices –Apple– y en alguno en posición muy distinta con
respecto al resto –Global Reptrack. Cabe señalar aquí que se toman en
consideración solo los 10 primeros puestos puesto que entendemos que
las variaciones deben ser menores entre los que lideran los mercados –la
posición de líder no se “gana” con facilidad, es necesario implementar
una estrategia a lo largo de cierto tiempo para alcanzar posiciones de
liderazgo en un sector en particular y en el mercado en general, por eso
entendemos que los puestos son más estables en estas posiciones de
cabecera de los rankings.
A pesar de ello, el lector podría pensar que es un análisis muy sim-
plista, pero, en todo caso, refleja con sencilla rotundidad la falta de cri-
terio en la medición de la reputación, y pone en duda la fiabilidad de
los sistemas de cálculo de la misma. Sin duda nos reafirma en que es
necesario entrar en profundidad en las fórmulas de evaluación de cada

93 Excluimos de la comparativa el Monitor Español de Reputación corporativa (Merco)


por su carácter local.
240  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

índice para analizar cuáles son los motivos por los que sus resultados
son tan dispares.

Tabla 1: Comparativa de los resultados de los índices de 2015

2015
Global most Global World´s most
Admired Reptrak Brandz Respected Reputation
Rank Comp. Pulse Top 100 Companies Quotient [1]
Wegmans Food
1º Apple BMW Apple Apple Markets
Walt
2º Google Google Google Disney Amazon.com
Berkshire Berkshire
3º Hathaway Daimler Microsoft Hathaway Samsung
Amazon.
4º com Rolex IBM Visa Cost&co
Johnson
5º Starbucks Lego Visa Google & Johnson
Walt Johnson
6º Walt Disney Disney AT&T & Johnson Kraft Foods
SouthWest
7º Airlines Canon Verizon Wells Fargo L.L. Bean
American Publix
8º Express Apple Coca-Cola MasterCard Supermarkets
General
9º Electric Sony McDonald´s Nike Apple
10º Coca-Cola Intel Marlboro Boeing Google

Fuente: elaboración propia.


[1] Aunque esté índice no es mundial como los anteriores puesto que se circunscribe solo
a USA, lo hemos incluido por la relevancia a nivel internacional del índice y de las empresas.

Pero antes, y para reforzar el argumento de la falta de criterio en la


evaluación de la reputación, vemos en la tabla siguiente (Tabla 2) relativa
a los resultados de los últimos 5 años, que vienen repitiéndose las distin-
Capitalismo Financiero y Comunicación 241

ciones e incluso, dentro de un mismo índice, de año a año se dan casos


donde las diferencias parecen demasiado “exageradas”; por ejemplo, el
caso de Apple que no aparece en el 2013 en el índice Global Reptrack
Pulse habiendo estado años antes y después; o Berkshire Hathaway en el
índice World´s most Respected Companies que después de ser la 3ª más
reputada en el 2011, al año siguiente desaparece de los diez primeros
puestos –solo unos meses después– y vuelve a entrar en primer puesto
en la edición siguiente; o el caso de Sony que solo aparece en un índice
a lo largo de tres años consecutivos a pesar de su buena posición en el
mismo.

Tabla 2: Comparativa de los resultados de los índices de 2011-2015

2011
Rank Global most Global Brandz World´s most Reputation
Admired Reptrak Top 100 Respected Quotient
Comp. PulseTM Companies
1º Apple Google Apple Apple Google

2º Google Apple Google Amazon.com Johnson & Johnson

3º Berkshire Disney IBM Berkshire 3M Company


Hathaway Hathaway
4º Southwest BMW Mc Amazon Berkshire
Airlines Donald´s Hathaway
5º Procter Lego Microsoft McDonald´s Apple
& Gamble
6º Coca Cola Sony Coca Cola Google Intel

7º Amazon.com Daimler AT&T 3M Kraft Foods

8º FedEx Canon Marlboro Coca Cola Amazon.com

9º Microsoft Intel China Pepsico General Mills


Mobile
10º McDonald´s Volkswa- G eneral Procter & Disney
gen Electric Gamble
242  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

2012
Rank Global most Global Brandz World´s most Reputation
Admired Reptrak Top 100 Respected Quotient
Comp. Pulse Companies
1º Apple BMW Apple Apple Apple
2º Google Sony IBM IBM Google
3º Amazon.com Disney Google McDonald´s Coca-Cola
4º Coca Cola Daimler McDonald´s Amazon.com Amazon.com
5º IBM Apple Microsoft Caterpillar Kraft Foods
6º FedEx Google Coca Cola 3M Disney
Berkshire Johnson
7º Hathaway Microsoft Marlboro UPS & Johnson
Whole Foods
8º Starbucks Volkswagen AT&T Coca-Cola Market
Procter
9º & Gamble Canon Verizone Nestlé Microsoft
Southwest China
10º Airlines Lego Mobile Intel UPS

2013
Rank Global most Global Brandz World´s most Reputation
Admired Reptrak Top 100 Respected Quotient
Comp. Pulse Companies
Berkshire
1º Apple BMW Apple Hathaway Amazon.com
2º Google Walt Disney Google Walt Disney Apple
3º Amazon.com Rolex IBM Apple Walt Disney
4º Coca-Cola Google McDonald´s Google Google
5º Starbucks Daimler Coca-Cola Coca-Cola J. & Johnson
6º IBM Sony AT&T Amazon.com Coca-Cola
SouthWest Whole Foods
7º Airlines Microsoft Microsoft 3M Market
8º B. Hathaway Canon Marlboro McDonald´s Sony
Procter
9º Walt Disney Nestle Visa UPS & Gamble
10º FedEx Lego ChinaMobile IBM Cost&co
Capitalismo Financiero y Comunicación 243

2014
Rank Global most Global Brandz World's most Reputation
Admired Reptrak Top 100 Respected Quotient
Comp. Pulse Companies
1º Apple Walt Disney Google Apple Amazon.com
Amazon. Berkshire
2º com Google Apple Hathaway Coca-Cola
3º Google BMW IBM Boing Apple
Berkshire
4º Hathaway Rolex Microsoft Google Walt Disney
5º Starbucks Sony McDonald´s J. & Johnson Honda
6º Coca-Cola Canon Coca Cola Walt Disney Cost&co
7º Walt Disney Apple Visa Amazon.com Samsung
8º FedEx Daimler AT&T Visa Whole F.Market
SouthWest
9º Airlines Lego Marlboro MasterCard Microsoft
General
10º Electric Samsung amazon.com 3M Sony

2015
Global most Global World´s most
Admired Reptrak Brandz Respected Reputation
Rank Comp. Pulse Top 100 Companies Quotient
Wegmans Food
1º Apple BMW Apple Apple Markets
2º Google Google Google Walt Disney Amazon.com
3º B.Hathaway Daimler Microsoft B.Hathaway Samsung
4º Amazon.com Rolex IBM Visa Cost&co
5º Starbucks Lego Visa Google Johnson & J.
6º Walt Disney W. Disney AT&T J. & Johnson Kraft Foods
7º SouthWest A. Canon Verizon Wells Fargo L.L. Bean
American Publix
8º Express Apple Coca-Cola MasterCard Supermarkets
9º GeneralElectric Sony McDonald´s Nike Apple
10º Coca-Cola Intel Marlboro Boeing Google

Fuente: elaboración propia.


244  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

En la comparativa anterior no hemos incluido el índice de referen-


cia de las empresas españolas dado que no se pueden comparar. Nos
referirnos aquí al Merco –Monitor Empresarial de Reputación Corpo-
rativa–, herramienta como decíamos de referencia en la medición de
la reputación corporativa de las empresas que operan en nuestro país,
tanto desde el punto de vista de la opinión pública como de las propias
organizaciones. De nuevo, incluimos una tabla comparativa –Tabla 3–
donde pueden observarse los resultados del Merco en los últimos 5 años
(2011-2015) y comprobamos que las variaciones son menores que en los
rankings internacionales, no obstante, algunas empresas han alcanzado
posiciones dispares en los últimos años –El Corte Inglés, bbva– aunque
no resultan significativas analizando sus posiciones comparadas dentro
de sus sectores.94
En todo caso, insistimos en que, a la vista de las comparativas, pa-
rece razonable plantearse cómo mide la reputación cada Monitor para
comprender las diferencias y evitar que los resultados de los índices
pierdan credibilidad para los stakeholders. En concreto, es necesario
examinar la metodología que utilizan dichos monitores de valoración de
la reputación para obtener la información necesaria y realizar el análisis
de los datos recabados.

Tabla 3: Comparativa de los resultados del Merco 2011-2015

Merco
Rank/ 2011 2012 2013 2014 2015
Año
1º Santander Inditex Inditex Inditex Inditex
2º Inditex Mercadona Mercadona Mercadona Mercadona
3º Telefónica Repsol Santander Santander Santander
4º Repsol Santander Repsol Repsol Repsol
5º Caixabank Telefónica Iberdrola Telefónica Telefónica

94 El Merco incluye en cada edición ranking por sectores (las 3 primeras empresas).
Capitalismo Financiero y Comunicación 245

6º Mercadona Iberdrola Telefónica BBVA BBVA


7º Iberdrola Caixabank BBVA Iberdrola Iberdrola

8º BBVA El Corte Inglés Mapfre Mapfre Caixabank


9º El Corte Inglés Google Coca-Cola Caixabank Mapfre
10º Mapfre Mapfre Caixabank Google Google

Fuente: elaboración propia.

Cada consultora, de la mano de un medio de comunicación que da


difusión a los resultados, ha creado sus propios índices de reputación,
con distintas denominaciones comerciales y con distintas metodologías
y variables de análisis. Cabe señalar aquí que no todos son igual de trans-
parentes a la hora de explicar el proceso metodológico que llevan a cabo;
por eso, es necesario identificar criterios comunes que nos permitan
realizar un análisis comparativo en términos similares.
En este sentido, se han identificado con claridad cuatro aspectos
que comparten todos ellos y que son los que vamos a tomar en conside-
ración para analizarlos; estos son:
–– Variables que tienen en cuenta.
–– Método de evaluación que utilizan.
–– Nº de evaluaciones que realizan.
–– Personas que evalúan u opinan.

En primer lugar, el Índice de Hay Group Global Most Admired


Companies
Tiene en cuenta nueve variables distintas, con predominio de las deno-
minadas variables “duras” (las 6 primeras):
–– Calidad de la gestión y de los productos / servicios
–– Innovación
–– Solidez financiera
–– Uso de los activos corporativos
–– Inversiones a largo plazo
246  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

–– Gestión de personas
–– Responsabilidad social y medioambiental
–– Perspectiva de negocio global

El método que utiliza para recabar la información de dichas varia-


bles es una encuesta que realizan 4.170 personas entre los que se encuen-
tran públicos bien informados (ejecutivos y directores de empresas) y
profesionales (analistas) a los que se pregunta sobre 667 empresas de 33
países, tanto la comparación general como por sectores. Únicamente
realiza una evaluación en formato ranking.
De todos los Índices, este es el que menor número de encuestas
hace y además solo realiza una evaluación de esas encuestas; en con-
traposición, toma en consideración más empresas que otros. Con todo,
el principal defecto de este ranking es que todos los evaluadores son
públicos informados y, por tanto, no sirve como barómetro de opinión
pública lo que representa una carencia muy importante para valorar la
reputación de empresas de bienes de consumo, puesto que la opinión
de los consumidores desinformados tiene un papel relevante en los re-
sultados económicos de este tipo de empresas.

En segundo lugar, el Reputation Quotient de Harris Interactive.


Utiliza menos variables en su análisis y da más importancia a las varia-
bles “blandas”. Las variables que considera:
–– Atractivo emocional.
–– Productos y servicios.
–– Visión y liderazgo.
–– Ambiente en el trabajo.
–– Responsabilidad social y medioambiental.
–– Comportamiento financiero .

Utiliza también una encuesta online para recabar la información,


en este caso a más de 30.000 personas, pero al contrario que el índice
de Hay Group, no considera públicos informados y profesionales si no
Capitalismo Financiero y Comunicación 247

únicamente público general, ciudadanos. La encuesta se realiza en dos


fases: una primera fase donde se recaba información sobre las empresas
consideradas con mayor y menor reputación y una segunda fase en la
que cada entrevistado selecciona 1 ó 2 empresas que le son más “fami-
liares” y es preguntado en profundidad sobre las mismas.
Este segundo índice adolece de lo contrario al anterior. Si bien
toma en consideración un universo mucho más amplio que el primero
y, por tanto, su coeficiente de error es menor, solo pregunta al público
general, lo que hace que resulte una evaluación incompleta puesto que,
para determinados sectores, la opinión de expertos tiene mucho peso
como configuradora de estados de opinión y es muy valorada por los
stakeholders. Por el contrario, su fuerte es la evaluación en dos fases,
una de ellas en profundidad.

En tercer lugar, el Global RepTrakTM Pulse del Reputation Institute.


Utiliza una metodología de evaluación en dos fases. En la primera fase
realiza dos niveles de análisis. El primer nivel de análisis mide cuatro va-
riables “blandas” que una empresa despierta entre sus grupos de interés:
–– Admiración.
–– Respeto.
–– Confianza.
–– Buena impresión.

En el segundo nivel utiliza una serie de atributos de la reputación para


explicar racionalmente los resultados del primer nivel y que el algoritmo
matemático en el que se basa RepTrakTM agrupa en siete dimensiones:
–– Liderazgo.
–– Finanzas.
–– Oferta.
–– Innovación.
–– Entorno de trabajo.
–– Integridad.
–– Ciudadanía.
248  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

En la segunda fase realiza un análisis estadístico que relaciona los


atributos anteriores con un conjunto de comportamientos favorables
de los grupos de interés hacia la empresa. Para la recopilación de datos
utiliza una encuesta online que envía a más de 100.000 consumidores
preguntando sobre las 2.000 mayores empresas del mundo (por volu-
men de facturación y por su familiaridad con el público general).
Este ranking, que puede parecer más “complejo” en realidad, utili-
za una metodología relativamente similar al Reputation Quotient en la
medida en que realiza dos fases y en una de ellas un análisis en profun-
didad de los atributos más importantes vinculados con dichas variables.
Además, tiene sentido que esa segunda fase de valoración por parte de
los encuestados solo se haga de aquellas empresas que le resulten fa-
miliares y no de todas, como hace el Reputation Quotient, puesto que
se corre el riesgo de que el encuestado conteste “aleatoriamente” en la
segunda fase dado su desconocimiento de las empresas (no es posible
conocer todas en profundidad como para verter opiniones consistentes).
Esto produciría resultados sesgados por su irrelevancia y aleatoriedad.
Por eso el RepTrak, para la selección de las empresas a incluir en su en-
cuesta, toma en consideración además del tamaño de la misma la fama
entre el público general. Sin embargo, es el índice que mayor número de
encuestas realiza con diferencia y ahí es donde radica su reconocimiento,
a pesar de que no da muchos detalles sobre el análisis estadístico que
lleva a cabo en la segunda fase.

Continuamos con el BrandzTM Top 100 de Millward Brown


Utiliza una metodología similar a la empleada por analistas y contables
ya que el valor dado a cada empresa se basa en el valor intrínseco de la
marca –derivado de su habilidad para generar demanda-: el valor eco-
nómico de la marca es la suma de todas las ganancias futuras que la
empresa prevé generar, descontado el valor de marca presente.
Utiliza dos fuentes de recopilación de datos: el índice WPP Brandz
de comportamiento del consumidor y percepción de marca, un estudio
cuantitativo anual en el que consumidores y clientes familiarizados con
Capitalismo Financiero y Comunicación 249

una categoría evalúan el valor de las marcas; y los datos financieros que
proporciona Bloomberg, analistas e informes industriales, así como los
informes contables que las empresas presentan a los reguladores.
Adicionalmente, utilizan los datos del panel mundial Kantar World-
panel como fuente de datos de ventas en ciertas categorías. Con todos los
datos, realizan un informe de cada marca vinculando las percepciones
de marca con los ingresos de la empresa y su valoración, y por último, al
valor de marca y accionistas.
Este índice enlaza resultados de varias fuentes para su evaluación
conjunta. Claramente parece más objetivo, puesto que toma en consi-
deración, por un lado, el valor intrínseco de la marca –calculado con
metodología contable– junto con datos financieros fiables, y por otro
la opinión de los consumidores familiarizados –por categorías– y las
vincula para cada marca. Asimismo, tiene en cuenta tanto a públicos
expertos como a consumidor general, lo cual enriquece el análisis. Sin
embargo, no tiene en cuenta intangibles tan importantes hoy en día
como el talento en las empresas y el ambiente laboral, las políticas de
responsabilidad corporativa, el peso de la innovación, etc… variables
“blandas” fundamentales en los mercados actuales. Podríamos pensar
que de alguna forma están imbuidas en el valor intrínseco de la marca,
pero, en todo caso, resultan variables tan importantes que deberían eva-
luarse de forma directa para poder ser ponderadas.

Índice World's Most Respected Companies de Barron


Se trata de una encuesta anual que realizan a empresas de inversión
y profesionales del mundo de los negocios y la contabilidad financiera
acerca de sus opiniones sobre las 100 mayores compañías del mundo,
basado en el total de capitalización bursátil al cierre del ejercicio, según
lo determinado por los índices del Dow Jones. La metodología de la en-
cuesta: se les pide a los participantes que seleccione una de las cuatro
opciones que reflejan su punto de vista de cada empresa:
–– Altamente reputada.
–– Reputada.
250  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

–– Poco reputada.
–– Nada reputada.

A cada opción le dan un valor numérico y sacan la puntuación media


de cada empresa considerada en la encuesta. En el caso de que varias
empresas alcancen la misma puntuación, será más reputada la que tenga
más votos como “altamente reputada”. También piden a los encuestados
que indiquen cuáles son los factores que consideran más importantes
para determinar el respeto ó reputación de las corporaciones.
Es, sin duda, el índice más simplista puesto que no “cualifica” la
reputación empresarial ni pondera las variables que la conforman.
Aunque obtienen un análisis cualitativo derivado de la opinión de los
encuestados acerca de los factores que determinan la reputación, no
son válidos en la medida en que no están estandarizados para todos, lo
que permitiría realizar comparaciones y ponderaciones entre empresas.
Además, no se sabe el número de encuestas que realizan y solo efectúan
1 evaluación de los resultados.

Y, por último, el Merco de Villafañe y Asociados


Se sustenta sobre una metodología basada en diversas etapas destinadas
a recopilar los datos procedentes de diferentes fuentes de información:
encuesta a directivos, evaluación de expertos, evaluación directa (Merco
consumo), Merco Personas (índice que tiene su metodología particular
y que reflejan la opinión de expertos y no expertos sobre el atractivo
laboral de las empresas) y los propios técnicos que realizan la investiga-
ción. Todas ellas utilizan como base para la recopilación de información
encuestas bien postales u online. Para la encuesta a directivos se selec-
cionan a las principales empresas del país y se les piden dos valoracio-
nes: que enuncien las 10 empresas que consideran mejor reputadas del
país y las dos más reputadas de su sector, y que las evalúen de acuerdo
a distintas variables:
–– Resultados económicos.
–– Oferta comercial.
Capitalismo Financiero y Comunicación 251

–– Reputación interna.
–– Ética y RSC.
–– Internacionalización.
–– Innovación.
Todas las variables son puntuadas con un sistema de coeficientes y
factores de ponderación predeterminados por Merco. Tras la definición
del ranking provisional de empresas reputadas, comienza la segunda
fase de evaluación de expertos donde las empresas seleccionadas en el
proceso anterior son valoradas por 5 grupos de expertos: analistas fi-
nancieros, asociaciones de consumidores, ong, sindicatos y periodistas
económicos. Cada grupo de expertos evalúa, de 0 a 100 solo aquellas
variables que constituyen su principal ámbito de especialización:
–– Analistas financieros > Resultados Económico-Financieros
–– ong > Ética y Responsabilidad Corporativa
–– Asociaciones de consumidores > Calidad de la Oferta Co-
mercial
–– Sindicatos > Reputación Interna
–– Periodistas Económicos > Ética y Responsabilidad Corpo-
rativa
–– Catedráticos de Economía y Empresa > Dirección y Gestión

Como tercera fase, se realiza una evaluación directa a las empresas


del ranking provisional, mediante la aplicación de un cuestionario que
recoge indicadores destinados a evaluar la reputación corporativa, es-
tructurados en 7 capítulos. Posteriormente se toma en consideración la
valoración de la reputación de las empresas seleccionadas por parte de
la población general a través de la valoración específica realizada den-
tro de Merco Tracking. Para finalizar se tienen en cuenta los resultados
del Merco Personas, un monitor que trata de valorar el atractivo de las
diferentes empresas como lugares para trabajar.
Todas las evaluaciones anteriores darán como resultado una pun-
tuación entre 0 y 100 puntos que será computada para el cálculo del
ranking definitivo. El ranking final se calcula como la suma ponderada
252  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

de las puntuaciones obtenidas en cada fase a las que les dan distinto
peso: ranking general 37%, ranking sectorial 8%, analistas financieros 8%,
sindicatos 6%, asociaciones de consumidores 6%, ong 6%, periodistas
económicos 8%, tracking Merco 6%, Merco Personas 9%, y evaluación
directa 6%.
Parece obvio que la metodología del Merco es la más completa y
objetiva, puesto que, no solo realiza más evaluaciones y a más públicos
que ningún otro índice, sino porque es la única que incorpora procesos
internos de control de idoneidad de encuestados, de duplicidades de
resultados, etc. que minimizan los posibles errores en los resultados.
Vistos los índices que nos ocupan, en la siguiente tabla –Tabla 4–
podemos ver un resumen de las características de los índices expues-
tos que pone de manifiesto la diversidad de criterios de evaluación, de
metodologías de cuantificación de los resultados y de público tomado
en consideración para realizar las evaluaciones.

Tabla 4: comparativa de los índices

Índices Variables Método de Número Público


evaluación evaluaciones Evaluador

Global most 9 (duras y blan- Encuesta a 4.170 1 Profesionales


Admired das) personas y públicos
Companies informados
Reputation 6 (predominio Encuesta a 1 en Público
Quotient de blandas) 30.000 perso- dos fases general
nas
Global 4 (blandas) Encuesta a 1 en Consumidores
Reptrak evaluando 7 100.000 per- dos fases y grupos de
PulseTM dimensiones sonas + com- interés (públi-
portamientos cos informa-
stakeholders dos)

Brandz Económico-fi- Encuesta + 2 Consumidores


Top 100 nancieras + informes con- y expertos
valor de marca tables
Capitalismo Financiero y Comunicación 253

World´s Económico-fi- Encuesta 1 Solo expertos


most Res- nancieras
pected Com-
panies
MERCO 6 (4 duras y 2 Encuestas 5 Público gene-
blandas) ral + grupos
de expertos +
empresas
Fuente: elaboración propia.

Críticas a los métodos descritos

Podemos identificar, tras el análisis de los distintos índices, diversas


carencias que nos sirven, además, para ir definiendo una metodología
de consenso para evaluar la reputación.
En general se observa una falta de transparencia de los índices. La
mayoría no explica cuál es el proceso de elección de las empresas que
van a formar parte de su análisis, y casi todas parten de un universo pre-
definido de empresas. La predefinición del universo limita en sí misma
la evaluación de empresas bien reputadas por los públicos.
Por otro lado, existen muchas diferencias a la hora de evaluar por
parte de cada público. No todos los públicos evalúan lo mismo y tiene
el mismo peso su evaluación en el cómputo general. Sin embargo, no se
define el peso de cada uno y las razones por las que es necesario tener-
los en cuenta. Podría suceder que un mismo público sea relevante para
evaluar una empresa y no para evaluar otra.
Además, el proceso de evaluación se hace desde la empresa hacia
fuera y no al revés, es decir, se debería en primer lugar ver qué es lo que
dota de valor a la empresa de acuerdo a sus públicos y después contras-
tar con la empresa si su comportamiento es acorde.
La inversión en acciones de comunicación puede magnificar una
empresa; por eso, sería necesario tener en cuenta el peso de la inversión
254  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

en comunicación como factor amplificador de sus actividades entre el


público evaluador.
Y como ya se ha mencionado, es clara la falta de unidad en cuanto a
variables de evaluación y públicos evaluadores.
Por último, se obvia el reflejo de la conversación online en torno
a una marca/empresa. El ámbito online es sin duda en la actualidad el
entorno en el que muchos stakeholders se fijan de forma importante para
forjarse su opinión acerca de una empresa, un producto, etc. En ese ám-
bito existen profesionales informados –blogueros–, líderes de opinión
–influencers– y consumidores organizados en grupos que deberían ser
tenidos en cuenta en los análisis puesto que es en ese entorno online en
el que se dan muchas transacciones y desde el que se toma, en muchos
casos, la decisión de compra de un producto/servicio.
Podemos concluir, por tanto, que existe claramente un abanico de
metodologías diversas, o lo que es lo mismo, una carencia de herramien-
tas de medición unificadas; y para evaluar y cuantificar la reputación en
un sistema que se erija en modelo de evaluación válido y reconocido para
todas las empresas y stakeholders, es necesario trabajar en las críticas
definidas para proponer un sistema de consenso.

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Capitalismo Financiero y Comunicación 257

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74-99.
Medios de comunicación y crisis económicas:
representación discursiva de las audiencias
Damián Fernández Pedemonte
Felicitas Casillo

Comunicación, política y economía: una


interdependencia creciente

Desde las últimas décadas del siglo xx y durante el comienzo del siglo
xxi puede observarse una aceleración del fenómeno de la “desmateria-
lización” de la actividad económica. Este proceso se caracteriza por la
creciente desvinculación de los capitales financieros y los diferentes
procesos productivos. Estos fenómenos integran el concepto de “Eco-
nomía de la Información” (Arrow, 1996). Esta se basa esencialmente en
transacciones financieras virtuales, resultado de intercambios de infor-
maciones, a las que se les suma el incremento de la participación de los
ciudadanos en el sistema económico. La nueva economía se desarrolla
a escala global, acoplada a un sistema de comunicación que permite el
acceso a la información de los tomadores de decisiones, independien-
260  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

temente de su posición social. Mediante la comunicación se globalizan


los mercados y se aceleran los procesos económicos y financieros. Por
esto, actualmente, quizás más que en décadas pasadas, las crisis finan-
cieras acarrean consecuencias políticas y sociales devastadoras, porque
son ahora crisis axiales al sistema. Sus consecuencias son inmediatas y
perceptibles para la ciudadanía. Al referirse a estos procesos de inesta-
bilidad económica, el discurso periodístico hacer circular acuñaciones
como “pánico”, “confianza”, “incertidumbre”, “temor”. Estos vocablos
se ligan a elementos o procesos indispensables en una economía de la
información, pero no suelen ser suficientemente explicados desde una
óptica económica para los protagonistas de ese mismo sistema. Parece
necesario, entonces, para alcanzar la comprensión de estas crisis, es-
tudiar el aspecto comunicacional, centro mismo de su propagación. La
presente investigación se basó, por un lado, en la crisis económica y fi-
nanciera que atravesó la República Argentina en el año 2001-2002, y por
otro lado, en la crisis internacional financiera que empezó en 2007-2008.
El abordaje dado a ambas coyunturas fue histórico comparativo. Den-
tro de un mismo período de tiempo y a pesar de responder a contextos
diversos, ambas crisis mantienen similitudes, e incluso podrían presen-
tarse como parte un mismo proceso crítico e histórico de la economía
mundial. En ambos casos, el sistema de información se vinculó de forma
específica al sistema político y al financiero. La interdependencia de los
sistemas financiero, político y mediático, tanto en el orden local como en
el global, aumentó la complejidad de la gestión de los procesos de crisis
y de estabilización y ajuste de expectativas.
Además de implicar a la industria cultural, el de la información es
un sistema complejo de producción y distribución de textos que expre-
san las posiciones de diversos actores sociales, incluyendo los propios
medios, de forma más o menos implícita, y son consumidos por audien-
cias múltiples, con diversa aproximación a los problemas financieros.
Este sistema de comunicación se encuentra administrado por jugado-
res que realizan diferentes estrategias persiguiendo intereses, rutinas
y motivaciones propias del sector, y reciben, a su vez, la influencia de
Capitalismo Financiero y Comunicación 261

otros jugadores no mediáticos como pueden ser bancos, instituciones y


organismos financieros, empresarios, sindicatos, políticos, organismos
gubernamentales, etc.
El sistema informativo atraviesa hoy en día transformaciones que
le son propias, además de establecer conexiones intersistémicas: exis-
te, por ejemplo, una creciente convergencia de medios, que acompaña
la globalización económica, que se funda en la creencia de que, como
consecuencia de la digitalización de la información, el contenido será
accesible desde cualquier lugar y en todo momento para cualquier ciu-
dadano del mundo, conectado a un costo bajo.
Finalmente, el sistema financiero globalizado se ha vuelto más per-
meable a los actores individuales, por ejemplo, ciudadanos no especiali-
zados en asuntos económicos que carecen de la formación para decodi-
ficar el léxico críptico de las finanzas: ahorristas, dueños de pequeñas
empresas, productores, etc.
Cabe preguntarse entonces, ¿cuál fue la recepción prevista por los
medios en relación con el origen, desarrollo, gestión y resolución de una
crisis financiera? Este problema se abordó a partir del análisis textual
del sistema informativo, en su relación con los sistemas económico y
político, entre los que existe, como se afirmó, una mutua dependencia
dentro del espacio público.
En los procesos relacionados a la economía de la información del
siglo xxi hay una distancia cada vez mayor entre el sistema financiero
y el sistema productivo. Contar con información pertinente durante el
proceso de transacciones resulta cada vez más decisivo aunque estas
se realicen sobre todo en un plano virtual. En este contexto, el sistema
financiero resulta cada vez más complejo y autorreferencial, gestionable
solo por expertos. Además de concretarse el intercambio de capitales, la
misma condición de poder se consolida en el mercado, en la medida en
que se administra un recurso indispensable y se instaura una relación
de superioridad respecto del común de las personas. Más aún en el caso
de transacciones líquidas, que pueden repercutir de forma diversa para
unos y otros: ganancias colosales o pérdidas.
262  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

En la Economía de la Información, se incrementó también, como


se mencionó, la injerencia de ciudadanos comunes. El mercado se con-
forma, muchas veces, por sociedades cuyo capital se distribuye en-
tre millones de pequeños usuarios, quienes, además, negocian sus
propias carteras de inversores y toman decisiones que en conjunto
repercuten en el nivel económico financiero general, como por ejem-
plo, cómo “capitalizarse” para enfrentar la jubilación o la extracción
de fondos del sistema bancario en determinados contextos de crisis.
En definitiva, la globalización de los mercados es interdependiente
con la globalización de la comunicación.
En estas tres notas del sistema financiero –la Economía de la
Información, la participación de personas comunes y la Globaliza-
ción– se evidencia el rol fundamental y transversal de la comuni-
cación. Resultaría beneficioso, porque alentaría el ejercicio de la
libertad y elevaría la calidad democrática, que los grandes actores
de la actividad financiera y los medios de comunicación asegura-
ran la difusión de información útil, clara, oportuna y equitativa. La
complicación creciente del sistema financiero no lo transforma en un
proceso autosuficiente, por más que así aparezca en comunicaciones
mediáticas. Siempre hay actores que se encuentran en la cúspide de la
toma de decisiones y, por lo tanto, con mayor responsabilidad social.
La penetración del sistema financiero globalizado en la orga-
nización política de los países y en la vida de los ciudadanos, y la
interpenetración de este sistema con el sistema de información, ha-
cen de él un punto neurálgico de las sociedades democráticas con-
temporáneas. Estudiar el papel de los medios de comunicación y de
las estrategias de comunicación de los jugadores públicos durante
las crisis financieras parece especialmente relevante en países con
sistemas económicos y políticos de precariedad institucional, como
es el caso de la Argentina, donde la comunicación pública suele tener
una función determinante en la evolución de los procesos políticos
críticos.
Capitalismo Financiero y Comunicación 263

Al comparar dos coyunturas de crisis, la siguiente investigación


constituye un aporte al estudio de las transformaciones que se están
desarrollando en el mundo de la información. A pesar de la comple-
ja y profunda relación del sistema financiero con la comunicación,
por la influencia que factores como la “confianza” o la “certidumbre”
tienen en su desempeño, las disciplinas interesadas por la comuni-
cación pública le han dedicado insuficiente atención.
En las investigaciones sobre medios de comunicación realizadas
dentro de la tradición del Análisis de Discurso son infrecuentes en el
contexto latinoamericano dos tipos de extensiones que fue posible
concretar en este proyecto de investigación. Primero, la de combi-
nar el Análisis del Discurso con el Análisis de Contenido Estadístico,
que constituye un primer filtro analítico, no interpretativo, y que
permite relevar el contenido expreso de los textos. Segundo, sumar
a las categorías de análisis semiótico de procedencia francesa (la
Teoría de la Enunciación, la noción de Representaciones Sociales),
otras categorías de origen anglosajón, como los temas de agenda o
los encuadres cognitivos ( frames) de la información. Para esto se
trabajó con la Teoría del Framing o encuadre. Los fundamentos de
esta teoría se hallan en la sociología interpretativa: el Interaccio-
nismo simbólico, la Fenomenología y la Etnometodología, aunque
ha sido aplicada ampliamente en los estudios de comunicación. Sus
búsquedas implican la descripción de la construcción social de la
realidad y la producción de sentido.

Simulacros textuales de los públicos

Los medios de comunicación no solamente escenifican y narran la rea-


lidad, sino que a la par construyen modelos interpretativos que tanto
los medios como las audiencias retienen de forma más o menos cons-
ciente para futuras situaciones informativas similares. En un análisis
anterior al presente (Fernández Pedemonte, 2010), se sugiere que, du-
264  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

rante el tratamiento mediático de las protestas sociales ocurridas el 19


y 20 de diciembre de 2001, las imágenes sobre los hechos y los actores
protagonistas, que los medios de comunicación difundieron, tendían a
construir ciertos estereotipos de la policía, los manifestantes y las fuer-
zas políticas, mediante la redundancia, valoración u omisión en algunas
etapas. En este caso se construyeron y circularon modelos interpretati-
vos convergentes desde una perspectiva psicosocial. En dicha coyuntura
también se observó cierta dificultad de los medios para explicar qué
estaba aconteciendo realmente. En parte esta carencia se debió a la ver-
tiginosa sucesión de hechos noticiosos y a las rutinas de cobertura más
o menos eficientes. Existió, por ejemplo, una dificultad para etiquetar
a los actores y calificar sus acciones. Primero fueron representados los
‘saqueos’, relacionados exclusivamente con actores marginales desper-
sonalizados, sin embargo al día siguiente el relato ascendió a un nivel
político más complejo y solamente fueron representados los ciudada-
nos que protagonizaban cacerolazos en sitios de connotación política
alta, como por ejemplo la Plaza de Mayo, emblemática plaza central de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que se encuentra junto a la casa
de gobierno. A diferencia del anterior, este segundo tipo de actor fue
presentado de manera personalizada como ciudadano de clase media,
comprometido con asuntos políticos.
En cierta medida, la presente investigación continuó esta línea de
análisis pero en este caso se focalizó no en los hechos sociales, sino en
la información económica. Algunas de las preguntas que surgieron a
partir de las conclusiones de aquella primera investigación, giraron en
torno a si los diarios habían alertado a esos actores sobre la crisis que
se estaba gestando; si aquellas publicaciones tematizaron los aconteci-
mientos como críticos con antelación suficiente; y finalmente, hasta qué
punto brindaron información económica a esos jugadores que no eran
expertos en la materia.
Para responder a estas preguntas fue analizado el Pacto de Lectu-
ra propuesto por cada publicación. El concepto de Lector Modelo (Eco,
1987) resulta relevante en tanto que una de las variables de análisis fue la
Capitalismo Financiero y Comunicación 265

del Destinatario de los textos periodísticos. El concepto de Lector Mode-


lo consiste en que un texto alberga un conjunto de artificios expresivos
que el destinatario debe actualizar. En la medida en que debe ser actua-
lizado, un texto está incompleto y espera la cooperación de un lector. El
destinatario debe realizar una cooperación con el código planteado por
el autor. Al decir de Eco, “un texto es un mecanismo perezoso [o econó-
mico] que vive de la plusvalía de sentido que el destinatario introduce
en él”. En este caso, los simulacros de destinatario fueron de dos tipos:
experto o inexperto.
En síntesis, el Lector Modelo es la hipótesis del autor sobre las com-
petencias del lector, en tanto que el Autor Modelo, figura contrapuesta
pero que forma parte de un mismo proceso, es la hipótesis que el lector
proyecta sobre el autor a partir de marcas en el texto, como son el estilo
personal y las referencias al sujeto de la enunciación. La lectura es en-
tonces un pacto por medio del cual un lector realiza ciertas inferencias
sobre el texto. El propio Eco explicó en otra obra (1990) que en realidad
existen al menos dos Lectores Modelo: el lector semántico, aquél que
relaciona el significado con la manifestación lineal del texto y el lector
crítico que se pregunta por las razones estructurales para producir la
interpretación.
La nociones de Autor y Lector Modelo y de Pacto de Lectura, pro-
venientes de la Semiótica, se vinculan con la concepción lingüística de
la Teoría de la Enunciación francesa en lo que respecta a las figuras
discursivas de los diversos enunciadores que aparecen en los textos y,
sobre todo, la previsión de sus destinatarios (Benveniste, 1966; Ducrot,
1984; Kerbrat-Orecchioni, 1986; Manetti, 1995).
La figura del Lector Modelo y la de destinatario de la Enunciación
se relacionaron en este caso con la aparición pública del “ahorrista”, ya
que este es uno de los simulacros previstos en los textos. Identificado
como aquel ciudadano de conocimiento económico limitado pero con
intereses inmediatos en el sistema económico financiero, la figura del
ahorrista apareció en la Argentina a partir de medidas del Gobierno
nacional entre diciembre y febrero de 2002, con las cuales se restringió
266  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

el acceso a los depósitos bancarios, fenómeno conocido popularmente


como ‘corralito’. Durante la década anterior a la de la crisis descrita, el
sistema financiero argentino había atravesado un proceso de concentra-
ción y extranjerización, y sin embargo fue poco tiempo después cuando
emergió este nuevo actor, distinguible como público y relacionado con
ciudadanos comunes que se mostraban particularmente vinculados a
posibles acciones sobre el sistema (Liuzzi, 2008).
La noción de público es otro de los conceptos relevantes para la
presente investigación. Fue desarrollada por autores europeos como
Sonia Livingstone y Daniel Dayan (Livingstone, 2005), entre otros.
Se trata de audiencias que comparecen en el espacio público y se
manifiestan sobre issues que los afectan directamente. De comprobarse
la emergencia de estos públicos, y no solo su función de fuente o de ob-
jeto de representación textual en las noticias, sería posible reconsiderar
a los medios en tanto activadores de la movilización en lugar solo de su
más estudiado rol narcotizante.
Este estudio se enriquece con la teoría de los casos mediáticos con-
mocionantes (Fernández Pedemonte, 2016b), permitiendo aportar nue-
vos enfoques sobre el tema. Durante el período que duran los casos, las
audiencias, especialmente sensibilizadas por un asunto que está fuera
del control de la institución política, son proclives a las manifestaciones
públicas de protesta: requieren soluciones, plantean preguntas, opinan,
emiten juicios, se interesan y exigen cambios. Desde esta sociabilidad
propiciada por el ecosistema mediático se accede a la mencionada condi-
ción de público que, a diferencia de la de mera audiencia, debe emerger
de un debate, manifestarse a través de la presentación a otros públicos,
caracterizarse por la lealtad a valores en relación con el bien común,
ser capaz de transformar sus gustos en demandas y existir de manera
reflexiva (Dayan, 2001).
Capitalismo Financiero y Comunicación 267

Justificación y diseño metodológico

Las crisis financieras tienen una dimensión comunicativa y mediática


que debería ser analizada sobre la base de la diferencia entre los ‘mer-
cados’ (audiencias de ‘especialistas’) y los ‘ahorristas’ (audiencias de ‘no
especialistas’). Una gran dificultad que tienen los medios a lo largo de
las crisis es la necesidad de plantear una comunicación en dos niveles
diferentes o dirigidos hacia dos tipos diversos de audiencias. La difi-
cultad radica, entre otras cosas, en que estas audiencias no pueden ser
aisladas una de otra, con lo cual, hay ‘mensajes no dirigidos’ a cada una,
que de todos modos llegan a esos receptores no destinatarios. Por lo
tanto, si hay dos tipos de públicos o de audiencias, los mensajes que les
llegan deberían significar aportes sustanciales para los objetivos de cada
audiencia y al mismo tiempo deberían corresponderse con su capacidad
de comprenderlos.
La presente investigación consideró que los textos necesitaban un
Destinatario Experto cuando abundaban en tecnicismos o explicaban
mecanismos económicos o financieros, en términos de los profesiona-
les del sector. El Destinatario Inexperto, por el contrario, era aquel que
podía comprender la información que se le dirigía, sin abandonar su
horizonte social de comprensión.

Hipótesis de trabajo y objetivos

La comunicación pública, entonces, afectaría la dinámica de la crisis


financiera en tanto y en cuanto las diferencias entre las expectativas,
las percepciones, las interpretaciones y las decisiones de los ‘espe-
cialistas’ (mercados), por un lado, y de los ‘no especialistas’ (ahorris-
tas), por otro, determinen los cambios abruptos del sistema dentro
del contexto de crisis y, de este modo, condicionen la entrada y la
salida de la crisis.
268  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Los objetivos de la investigación fueron en primer lugar iden-


tificar y analizar los modelos interpretativos generados y puestos
en circulación por los medios de comunicación en diversos textos
informativos. En segundo lugar fue diferenciar los distintos tipos de
destinatarios que prevén las noticias y el grado de especialización
de sus respectivos lectores modelos. Se trabajó con un corpus de no-
ticias y de textos publicados en diarios argentinos, sobre los que se
aplicó una matriz de análisis derivada de la Teoría de la Enunciación.
De acuerdo con el corpus de noticias seleccionado, se extrajeron
las “versiones” que cada uno de los jugadores presentó públicamente
acerca del problema y de la solución del problema. Las “versiones”
son representaciones formadas por conjuntos de noticias, aconteci-
mientos y acciones en las que se plantea, desde el punto de vista de
cada jugador, su propia visión del problema y de la solución posible.
Se partió de un estudio de la cobertura hecha por los medios grá-
ficos de la crisis financiera argentina de los años 2001-2002 (muestra
principal) y del proceso de crisis financiera mundial, desde el segun-
do semestre de 2007 a 2009 (muestra de contraste).
De los medios gráficos se eligieron, para la muestra principal, los
diarios argentinos Clarín, La Nación, Página 12 y Ámbito financiero, por
ser los de mayor tirada, los más leídos por los tomadores de decisiones
económicas o políticas y los de mayor especialización en temas econó-
mico-financieros. Al mismo tiempo estos medios aportaron a la mues-
tra diversas perspectivas ideológicas. En el caso del diario La Nación la
muestra fue más acotada que en el resto de las publicaciones. Esto se
debió a las complicaciones para obtener los archivos originales de los
artículos: al momento de comenzar la investigación (marzo 2011) había
pasado más de una década de la crisis y los soportes digitales del diario
no contaban con todos los textos digitalizados.
Sobre la base de la lectura exploratoria de los medios escogidos
y de otras fuentes, como otras publicaciones referidas a la crisis, se
elaboró una línea del tiempo con los hitos de mayor relevancia pública,
en orden cronológico.
Capitalismo Financiero y Comunicación 269

Con los medios escogidos se confeccionó una muestra intencio-


nal que incluyó una semana previa y la semana completa a partir de
algunos de los acontecimientos definidos como cruciales en la línea
del tiempo, desde fines de 1999, cuando se registran los primeros an-
tecedentes de la crisis hasta fines de 2002 cuando el ministro de Eco-
nomía Roberto Lavagna levantó las restricciones sobre los depósitos
bancarios.
Esta muestra se analizó con una doble técnica, cuantitativa, de
Análisis de Contenido y, cualitativa, de Análisis de Discurso. Con la
primera se buscó describir los textos y relevar su contenido manifiesto.
Con la segunda se buscó reconstruir la enunciación.
Las matrices de análisis elaboradas para la recolección de datos
incluyeron categorías que permitieron dar cuenta de los modelos des-
criptivos y explicativos sobre el origen, el desarrollo y la superación
de la crisis suministrados por los medios, los orígenes y fuentes de las
diversas versiones sobre los principales episodios que circularon en los
medios, las representaciones textuales de los principales actores del
proceso, y los destinatarios, es decir, las diversas hipótesis de recepción
de sus textos, construidas por los medios.
Como se dijo, a esta muestra se sumó otra de contraste, confor-
mada por una selección de noticias publicadas en los mismos medios
nacionales o extranjeros de la muestra anterior, sobre el proceso de
crisis global, desde el segundo semestre de 2007 a 2009. El motivo
de este segundo corpus fue advertir diferencias en las formas de co-
municar información económica con el paso del tiempo y el cambio
de contexto.

La muestra

La muestra se construyó por medio de palabras clave relacionadas a


ambas crisis a partir de los hitos en que se desarrolló el conflicto. Estos
fueron elegidos teniendo en cuenta los acontecimientos económicos, po-
270  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

líticos y sociales más relevantes. Luego se discriminó entre las piezas


informativas y se analizaron solo aquellas que hacían referencia directa
al conflicto.

Variables de la matriz de análisis

• Destinatario experto: se consideró que la pieza informativa re-


quería un destinatario experto cuando para su comprensión
era necesario conocimiento de acontecimientos previos solo
mencionados o directamente no aludidos en la nota. También,
cuando se incluían tecnicismos que no eran suficientemente
explicados, ni se ahondaba en las repercusiones de las medidas
económicas en la economía doméstica.
• Destinatario inexperto: se consideró que la pieza informativa re-
quería un destinatario inexperto cuando para su comprensión
no era necesario el conocimiento de acontecimientos previos o
cuando las alusiones a acontecimientos previos eran explicadas.
También, cuando se explicaba suficientemente los tecnicismos
económicos y se ahondaba en las repercusiones cotidianas de
los acontecimientos económicos.
• Extensión: se contabilizó por párrafos.
• Sección: sección del diario donde se encontraba la pieza infor-
mativa: Política, Economía, Sociales, etc.
• Enfoque: por esta variable se consideró cuál era el frame temá-
tico de la nota, el campo desde el que se abordaba el aconteci-
miento: político, económico, técnico o social.
• Tono: esta variable sirvió para establecer un nivel pragmático del
discurso por parte del enunciador. Explicativo –si el periodista
realizaba un esfuerzo por hacer comprensible la información–,
descriptivo –si se observaban detalles acerca de procesos pero no
se ahondaba en explicaciones–, argumentativo –cuando el conte-
Capitalismo Financiero y Comunicación 271

nido estaba editorializado y se argumentaba en favor de una tesis.


• Tema: tópico de la noticia, en general provisto por alguna de las
parte del encabezado.
• Metáfora: palabra o concepto con que se etiquetaba el proceso.
Ejemplo: cambio, crisis, catástrofe, cambio abrupto, conflicto.
Esta variable se vincula con la de Enfoque.

Relevamiento del corpus

Durante la crisis de 2001, la información estuvo dirigida sobre todo a un


destinatario experto. Si bien los porcentajes de piezas informativas con
destinatario experto no son amplia mayoría, la cantidad de artículos con
destinatario inexperto pero con tono explicativo son un porcentaje muy
bajo. Esto representa un problema para las audiencias porque los artícu-
los destinados a inexpertos versaban sobre asuntos que repercutían en
la vida cotidiana, como precios, movimientos bancarios, consecuencias
sobre la situación financiera del Estado, etc. Estos asuntos cotidianos no
fueron suficientemente explicados por las publicaciones.
Tabla 1: % Noticias por diario y destinatario

Clarín | C 2001 65 n DI 55 n DE 6 n TE / 65 n

Ámbito | C 2001 12 n DI 60 n DE 0 n TE / 12 n

Página 12 | C 2001 20 n DI 33 n DE 0 n TE / 20 n

La Nación | C 2001 10 n DI 14 n DE 1 n TE / 10 n

*n: Noticias; DI: Destinatario Inexperto; DE: Destinatario Experto; TE:


Tratamiento explicativo.
272  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Gráfico 1: % Noticias por diario

*C: Clarín; Á: Ámbito Financiero; P: Página 12; LN: La Nación.

Tabla 2: % Noticias por diario y destinatario


Clarín | C 2008 4 n DI 5 n DE 0 n TE / 4 n
Ámbito | C 2008 4 n DI 21 n DE 0 n TE / 4 n
Página 12 | C 2008 19 n DI 9 n DE 0 n TE / 19 n
La Nación | C 2008 3n DI 21 n DE 0 n TE / 3 n

*n: Noticias; DI: Destinatario Inexperto; DE: Destinatario Experto;


TE: Tratamiento explicativo.

Diario Clarín

En el caso del diario Clarín la destinación experta e inexperta por parte


del diario estuvo relativamente equiparada (65 DI; 55 DE). Sin embargo,
Capitalismo Financiero y Comunicación 273

del total de noticias con Destinatario Inexperto solo 6 mantuvieron un


Tono Explicativo. Si bien la información compleja se simplificó, no se
observa un esfuerzo por explicar procesos económicos y financieros al
público afectado. Esta ambivalencia entre una noticia destinada a un
público inexperto pero que sin embargo no implica un Tono Explicativo
es posible debido a que, por ejemplo, muchas noticias no requerían la
comprensión de acontecimientos pasados ni adelantaban consecuencias,
pero sin embargo el autor permanecía en un nivel descriptivo.
En el caso de las siguientes noticias, por ejemplo, no se observó una
suficiente explicación al destinatario común (que coincide con la figura
de ‘ahorrista’) de hechos que afectarían tanto política como económica-
mente a la Argentina y a sus ciudadanos. En todos los casos actores na-
cionales sostenían negociaciones con actores o procesos internacionales,
sin embargo no se especificó qué consecuencias tangibles y cotidianas
acarrearían a los habitantes del país:

• 12.12.2000: De la Rúa negó cambios, pero elogió a Cavallo ante


la ucr95
• 18.12.2000: De la Rúa anuncia hoy el blindaje financiero
• 16.3.2001: Sale hoy, por decreto, el ajuste de López Murphy

En otros casos, el encabezado de las notas hacía referencia a pro-


cesos bursátiles o financieros abstractos que, sin embargo, afectarían a
pequeños ahorristas. En dichos casos tampoco se explicitaron las con-
secuencias para los ciudadanos:

• 19.03.2001: La City apuesta a que puede cambiar el clima de los


mercados

95 Domingo Cavallo fue Ministro de Economía de la Argentina de 1991 a 1996, siendo


presidente Carlos Menem, y el presidente Fernando De la Rúa lo convocó nuevamente el
20 de marzo de 2001, a pesar de la resistencia de su partido (ucr) por sus antecedentes
liberales ortodoxos. Su antecesor fue Ricardo López Murphy a quien obligó a renunciar
la protesta social ocasionada por el drástico ajuste fiscal que intentó aplicar.
274  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

• 28.4.2001: Después de los anuncios, el Fondo Monetario quiere


hablar de la deuda
• 1.12.2001: Cavallo dijo que el canje de la deuda superó US$ 50.000
millones

Respecto de la variable ‘uso de metáforas’, Clarín etiquetó 53 artícu-


los como Cambio, mientras que solo en 41 casos denominó el contexto
como Crisis. En el resto de las ocurrencias, alternó entre metáforas de
Negociación y Pacto. Con relación al enfoque, en 57 casos fue político,
mientras que en 49 casos el enfoque fue económico. Esto resulta llama-
tivo porque 92 de los artículos estuvieron en la sección de Economía del
diario, por lo tanto una parte considerable de las noticias habría mante-
nido un enfoque distinto al anunciado por la sección. Pero con respecto
a los Temas, solo 37 artículos contaron con temas políticos. Por ende,
una parte considerable de los artículos que estaban en la sección Eco-
nómica, tuvieron un enfoque político, aunque no todos ellos eran sobre
temas abiertamente políticos. Esto sugiere que se han cubierto temas
económicos bajo una óptica política. Finalmente, 97 artículos tuvieron
una extensión mediana o larga, de cinco o más párrafos.
En el caso de la crisis internacional 2007-2009, la cobertura fue pre-
visiblemente menor y por ende la muestra, al ser de contraste, también
fue más restringida. Clarín conservó, sin embargo, la paridad entre dife-
rentes tipos de lectores, pero no asumió un tono más explicativo acerca
de procesos económico/financieros.

• 03/10/2008: Cristina habló de “efecto jazz” en la onu: “Hoy la cri-


sis arranca en la primera potencia”
• 21/01/2008: Juró Obama: “seguimos siendo la Nación más rica y
poderosa de la tierra”
• 30/01/2009: La crisis económica de eeuu, en la mira de todo el
mundo
Capitalismo Financiero y Comunicación 275

Diario Ámbito Financiero

En el caso de esta publicación especializada en asuntos económicos era


esperable que la destinación experta superara a la inexperta. Ciertamen-
te, fue esta la diferencia más significativa (12 DI; 60 DE) respecto de los
demás periódicos analizados. Ninguno de los artículos que preveían un
lector modelo inexperto mantuvieron un tono explicativo. La audiencia
de Ámbito Financiero está conformada en su mayoría por miembros del
empresariado local o profesionales con mayor conocimiento económico.

• 7.10.2000: Voto de confianza del mercado: baja riesgo-país y Bol-


sa sube 8%
• 20.03.2001: Negocia el Gobierno con el fmi adelantar 2 cuotas
el blindaje
• 23.3.2001: Rockefeller y Rhodes le prometieron a Cavallo ayuda
financiera extra

Con respecto a la metáfora utilizada por el diario para etiquetar los


acontecimientos, en 34 artículos se los identificó como Cambio, mien-
tras que en 24 como Crisis. En el resto de los artículos se observó la eti-
queta de Negociación, Pacto o Salida. Con respecto al enfoque utilizado
por el diario, en 48 casos fue un enfoque económico, como era previsible
en este tipo de publicación; en 12 casos el enfoque fue técnico (financie-
ro), y solo en 9 casos, político. Esto coincide con la ubicación por sec-
ción: solo 3 artículos se ubicaron en la sección de Política, el resto en
Economía. De los Temas de los artículos, solo cuatro fueron únicamente
políticos, mientras el resto fue exclusivamente económico. Con respecto
a la extensión, 49 artículos tuvieron 5 o más párrafos.
En la crisis de 2007-2009, Ámbito repitió el patrón de cobertura para
un destinatario experto sin asumir un tono explicativo. En este caso la
información fue mayormente técnica, sobre financieras, Bancos y mo-
vimientos de rescate.
276  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

• 15/09/2008: Gobierno de Bush decidió no aportar fondos a res-


catar y fracasaron gestiones de Bank of America y Barclays
• 18/09/2008: Pagó Barclays us$ 1.750 M por los activos de Lehman
• 21/09/2009: Obama, sin luna de miel: Wall Street bajó un 4%

Diario Página 12

En el caso de Página 12, la destinación experta superó la destinación


inexperta (20 DI; 33 DE). Esto resulta particularmente sorprendente
debido a la línea editorial de izquierda del periódico y a la denuncia
anti-imperialista que asumió durante la crisis. Si el propósito del diario
fue el de alertar a la población local sobre un avance norteamericano
en la economía nacional, el relato que se llevó adelante no prefiguró
un simulacro de lector modelo ligado a un ahorrista común de cono-
cimientos económicos no expertos. Más llamativo resulta el hecho de
que ninguna de las notas que el diario destinó a los inexpertos mantuvo
un tono explicativo. Una explicación posible es que, si bien el medio
defiende posiciones populares de izquierda, está dirigido a intelectua-
les con gran interés por la política, aunque en general escaso dominio
de la economía.
En artículos que tuvieron como protagonistas actores de la política
nacional, no se ahondó en una explicación relevante acerca de las con-
secuencias a nivel social, incluso en casos como el segundo titular, que
trataba sobre cuestiones impositivas.

• 8.12.1999: Diputados de la Alianza apuraron un poco a Machinea


• 19.12.2000: El Gobierno anunció un paquete de apoyo financiero
por 39.700 millones de dólares
• 20.12.2001: De la Rúa duda, Cavallo ya maneja todo

En otros casos se observó información de corte técnico que no re-


presentaba un aporte significativo para una audiencia no experta, in-
Capitalismo Financiero y Comunicación 277

cluso cuando se trató de temas de amplia repercusión social, como las


variaciones cambiarias.

• 30.11.2001: Riesgo país en 3242 puntos, call al 250% y caída de


acciones
• 10.12.2001. Una devaluación no contagiaría la crisis a otros
emergentes
• 26.12.2001. El Argentino sería igual a 70 centavos de dólar

Con respecto a la metáfora utilizada por el diario para etiquetar los


acontecimientos, en 31 artículos se detectó la metáfora de Crisis, en 10
artículos la metáfora de Cambio, y en el resto, la metáfora de Negocia-
ción. Esto resulta llamativo porque a pesar de que el diario mantuvo un
relato de denuncia, no alertó a sus lectores acerca de la debacle político
económica que se avecinaba. Con respecto al enfoque solo en 16 casos se
detectó un enfoque político, en 11, técnico, y en el resto económico. Esto
coincidió con la ubicación de los artículos en la sección del diario: solo
18 fueron ubicado en política, mientras que el resto se ubicó en la sec-
ción económica. Con respecto a los temas surge un resultado llamativo,
porque solo 35 artículos fueron sobre todo económicos, mientras que el
resto fue político. Finalmente, 44 artículos tuvieron una extensión de
5 o más párrafos.
En el caso de la cobertura de 2007-2009, Página 12 parece haber
revertido en parte la destinación experta. De 28 noticias, 19 contaron
con un Destinatario Inexperto, mientras que 9, Destinatario Experto.
Sin embargo, el tono explicativo no se registró en ninguno de los casos.
Esto podría señalar una mayor simplificación de la información, pero
una ausencia de información referida a las causas y consecuencias tan-
gibles del conflicto.

• 15/09/2008: Lehman Brothers al borde de la quiebra


• 20/01/2009: Gatopardismo imperial
• 21/02/2009: Juró Obama en un acto cargado de simbolismo
278  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Diario La Nación

En el caso del diario La Nación, los resultados son menos elocuen-


tes debido a las dificultadas experimentadas a la hora de conformar la
muestra. De la muestra acotada resulta una relativa paridad entre los
dos tipos de lectores previstos (10 DI; 14 DE). Del total de noticias con
destinatario inexperto solo una presentó tono explicativo.

• 9.12.1999: Más luces que sombras en el nuevo ajuste


• 16.3.2001: El ajuste toca la política y la educación
• 4.07.2001: Cavallo negó futuros cambios en el Gobierno

Con respecto a la utilización de Metáforas, en 12 artículos La Nación


identificó los sucesos como Cambio; en 9 como Crisis, y en el resto como
Negociación. El Enfoque fue en 12 casos económico; en 11, político, y uno
solo se registró como técnico. Con respecto a la Sección, 13 artículos
estuvieron en la sección de política, 8 en la sección de economía, y dos,
en editorial. Solamente 6 artículos de 24 trataron Temas exclusivamen-
te políticos. Con respecto a la Extensión, 15 artículos tuvieron 5 o más
párrafos de extensión.
En el caso de la Crisis 2007-2009, La Nación previó una lectura ex-
perta. De 24 artículos, solo 3 prefiguraron un Destinatario Inexperto
mientras que el resto implicó un destinatario experto. En ningún caso
se registró tono explicativo.

• 15/09/2008: Fed libera fondos para evitar que la crisis se expanda


• 16/09/2008: Se hundieron las utilidades de Goldman Sachs
como consecuencia de la crisis
• 21/01/2009: Obama: “Hoy elegimos la esperanza en lugar del
miedo”
Capitalismo Financiero y Comunicación 279

Conclusiones

El sistema financiero global recibe actualmente la influencia de actores


individuales, dueños de reservas crecientemente atomizadas. Como se
describió al comienzo, estos son ciudadanos que carecen de la forma-
ción para decodificar la intrincada retórica de las finanzas. Se observa
una paradoja en el escenario informativo: por un lado se reconoce la
injerencia de estos ciudadanos pero por el otro lado, los mensajes que se
les destinan son de gran complejidad. Una inapropiada traducción de la
realidad financiera a un horizonte cotidiano podría tener implicancias
severas para el funcionamiento de ese mismo sistema.
El ejercicio de una ciudadanía activa a partir de la participación
y debate en una esfera pública, no ligada exclusivamente al consumo
privado, sino al acceso público de las audiencias a las plataformas me-
diáticas y a los nuevos medios de comunicación, requiere que desde la
emisión mediática se realice un esfuerzo por asegurar la claridad e igual-
dad en la información económica. Este esfuerzo, además de motivar el
acceso no solo al mercado sino también al ámbito de la discusión, refor-
zaría en consecuencia la calidad institucional de democracias todavía
frágiles, donde el poder suele construirse a partir de mecanismos de
opacidad en la gestión de recursos y no en su transparencia.
En la presente investigación se trabajó con cuatro publicaciones
argentinas de gran tirada y prestigio local y regional. Los textos releva-
dos fueron recogidos mediante un sistema de hitos, teniendo en cuenta
acontecimientos relevantes en ambas crisis. La muestra principal fue
la de la crisis de 2001, y la muestra de comparación, la de la crisis in-
ternacional de 2008. La ventaja metodológica de la presente investiga-
ción fue la triangulación metodológica entre una primera aplicación de
análisis de contenidos cuantitativo, y un segundo análisis del discurso
cualitativo.
A partir del relevamiento, se observaron dos tipos de lectores pre-
figurados en los textos: un lector experto y otro inexperto. A menudo la
280  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

información que resultaría de interés al lector inexperto se cubrió con


estrategias que únicamente podría decodificar un experto, como son el
uso de vocabulario específico, las alusiones no explicitadas de temas o
contextos económicos o financieros o la ausencia de explicaciones perti-
nentes. El único caso en que la destinación inexperta superó a la experta
fue en el Diario Clarín, aunque no se registró mayor esfuerzo explicativo
en el tono de las noticias.
Resultó confusa la coordinación entre tema del artículo, enfoque y
sección de diario en que se la ubicaba. En ocasiones los temas políticos
fueron cubiertos bajo un enfoque económico y fueron ubicados también
en la sección de economía. O, al contrario, temas económicos fueron
cubiertos con enfoques exclusivamente políticos y se ubicaron en la sec-
ción política. Esta confusión en la clasificación de la información, que el
lector tipo de un diario maneja intuitivamente y por de la cual guía su
lectura, podría hacer aún más inaccesible la información.
En la mayoría de los casos, la extensión de los artículos fue de cin-
co o más párrafos. Esto indicaría que el problema de la enunciación no
se relacionó a la falta de información o espacio mediático destinado al
tema, sino a la calidad de dicha información y a falta de explicaciones
adecuadas. Esto demuestra también que el asunto de las noticias ocupó
un sitio relevante en la agenda mediática.
Durante la crisis financiera de 2007-2009 los periódicos analizados
tuvieron la posibilidad de alertar sobre posibles consecuencias en la eco-
nomía nacional. Algunas de estas consecuencias se relacionaban direc-
tamente con los ahorristas, como por ejemplo desde el punto de vista
estructural o financiero, las fluctuaciones del mercado de capitales po-
dían deteriorar los haberes de los afiliados al momento de su jubilación.
También las finanzas públicas se vieron condicionadas porque, bajo el
sistema jubilatorio mixto vigente hasta diciembre de 2008, el Estado
garantizaba un haber mínimo a todos los jubilados independientemente
de si al momento de retirarse se encontraban afiliados al sistema estatal
de reparto o al de capitalización (Abeles, 2009).
Capitalismo Financiero y Comunicación 281

En el caso de la Crisis 2007-2008 la información fue cubierta de


forma similar a la de 2001, a excepción de una disminución considerable
de la cantidad de artículos. En este caso, faltaron explicaciones contun-
dentes sobre el nexo de esta crisis internacional y el contexto nacional.
El lector modelo mayormente presente en los textos periodísticos
de ambas muestras se identifica con una competencia enciclopédica
experta en relación con la economía y las finanzas. Debido a los tecni-
cismos, guarismos, alusiones no explicitadas, mención de procesos e
instituciones especializadas, es posible recomponer un lector modelo
especialista. De esta forma solamente uno de los destinatarios –el exper-
to– podría actualizar el texto con una lectura más o menos prevista por
el autor. El ahorrista, pequeño inversor o el simple ciudadano, podría ha-
ber relevado solo parcialmente las marcas textuales dejadas por el autor.

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El capitalismo financiero y la cartelización
mundial del fútbol a manos de tres grandes
conglomerados estadounidenses
Marcos Dantas
Denise Maria Moura da Silva Lopes

Cuando alguien paga una entrada para ir al cine a ver una película o
cuando paga para ver una película por cable u otra forma de suscripción,
o cuando paga la entrada a un estadio de fútbol o, igualmente, cuando
paga para ver ese mismo partido por cable en su casa, lo hace porque
esos materiales semióticos poseen, para él o ella, un valor de uso. Pode-
mos suponer, entonces, que ese valor de uso es el soporte del valor de
cambio, que es la referencia del precio. Por lo tanto, ese material semió-
tico sería una forma de mercancía. Ahora bien: al adquirir una entrada
de cine o de un partido de fútbol (lo mismo vale para el caso en que se
adquieran los derechos para ver los respectivos espectáculos en casa),
uno está adquiriendo un bien no exclusivo, en efecto, compartido por
miles o millones de otros espectadores. En cambio, cuando uno adquiere
una mercancía tangible, la adquiere exclusivamente para sí. Esa diferen-
cia esencial entre la naturaleza de la mercancía y la de estos materiales
284  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

semióticos transables, tales como espectáculos en vivo o transmitidos


por medios electrónicos será, probablemente, el principal problema que
tendremos para comprender las condiciones de acumulación del capi-
talismo contemporáneo, o el capital-información96
Esa especificidad del valor creado a partir de los espectáculos, tras
todo un proceso de acumulación fundado en la producción y el consumo
de valores “estéticos” (Jameson, 2006; Dantas, 2016) hace que la apro-
piación capitalista se apoye cada vez más en los derechos de propiedad
intelectual y en modelos de negocios vinculados con plataformas cerra-
das, o “jardines vallados”. La propiedad intelectual es, en principio, un
derecho (autoral) inherente al artista, el deportista, u otro trabajador de
características similares. Sin embargo, al carecer de los recursos necesa-
rios para la producción y distribución de esa propiedad, el artista se ve
obligado a ceder ese derecho a un productor capitalista. A partir de ese
instante, se origina una cadena de trabajo y valorización que concluirá
en el consumo, solo si el consumidor acepta suscribirse a los canales por
los que se organiza y transmite esa producción (Dantas, 2016). Huelga de-
cir que uno de los productos que cautiva más espectadores hoy por hoy
son los deportes y sobre todo, aunque no exclusivamente, el fútbol. Por
eso, el sector del capital que cuenta con las licencias de las transmisiones
pagas intenta, en su voracidad, adquirir los derechos de transmisión de
los espectáculos deportivos, que han de cotizar a valores muy elevados
en el mercado.
El objetivo de este artículo es proporcionar un breve análisis de ese
mercado monopolístico de las transmisiones audiovisuales deportivas
y presentar información sobre tres de las mayores corporaciones que

96 La categoría “capital-información” como expresión que define la etapa actual del capi-
talismo fue introducida por Dantas (1996 2ª ed: 2002), quien se refería a la cualidad esencial
del trabajo que genera valor y acumulación capitalista, por lo menos desde la gran crisis
de la década de 1970: el trabajo material semiótico que implica captar, recoger, procesar,
analizar, registrar y comunicar información semiótica en sus diversas formas (científica,
tecnológica, imagética, del espectáculo, etc.). Para que ese trabajo sea más productivo,
adecuado y veloz, el capital desarrolló las tecnologías digitales de procesamiento y comu-
nicación de la información.
Capitalismo Financiero y Comunicación 285

dominan este mercado: Time Warner, Disney y 21th Century Fox (ante-
riormente News Corp.). Antes de empezar, brindaremos una breve re-
seña teórica introductoria, con el fin de aclarar el papel de los derechos
de propiedad intelectual y de los “jardines vallados” en la construcción
de estos monopolios. Detrás de esos monopolios, invirtiendo en todas
las etapas de producción y distribución, e incluso en el financiamiento
de los mismos consumidores, se encuentra el capital financiero. El es-
tudio de ese “nicho” nos dice mucho acerca de las relaciones y determi-
naciones de la totalidad del capitalismo contemporáneo basado en el
espectáculo y las finanzas.

En busca del tiempo cero

La búsqueda incesante de la minimización de los tiempos de produc-


ción y de realización del dinero invertido (el ciclo D – D’, donde D’  > D)
comanda la lógica de acumulación del capital desde sus albores, como ya
señalara Marx, en especial en el Libro IV de los Elementos fundamentales
para la crítica de la economía política (Marx, 1973: v. 2, pp 12 passim) y
en el Capítulo 1 del Tomo II de El Capital (Marx, 1983–1984, v. 2,, pp. 25
passim):

En la medida en que las metamorfosis de la circulación del capital


adquiera un carácter meramente ideal, esto es, en la medida en que
el tiempo de circulación sea igual a cero o se aproxime a cero, mejor
funciona el capital, mayor se vuelve su productividad y su autovalori-
zación (Marx, 1983-1984, v. 2, p. 91).

El desarrollo industrial y tecnológico de los medios de comunica-


ción a partir del siglo xix siempre ha obedecido a esa lógica. Simultá-
neamente y en ese proceso, los mismos medios de comunicación han
introducido prácticas sociales, tanto económicas como culturales que
realimentaban dialécticamente el circuito de innovación y desarrollo de
286  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

esas industrias y tecnologías. Estas servían tanto a sus negocios como al


desarrollo de una esfera pública político-cultural, entendida en el senti-
do de Habermas (1986), la cual a su vez, también se transformaba en ellas
y con ellas. En particular, las industrias radiofónica, cinematográfica y
discográfica, más allá de expandir sus propias cadenas de producción
y valor, avanzarían en esa búsqueda de minimización de tiempos, de
obliteración de los tiempos de realización, para lo cual producían com-
portamientos socioculturales cada vez más imbricados en el consumo
capitalista.
Esa creación de consumo, si bien ya estaba desde mucho antes
vinculada a los espectáculos radiofónicos o cinematográficos, recién la
teorizaría Guy Debord en la década de 1960 (1997 [1ª ed., 1968]). Lejos
de ignorar el concepto de “industria cultural” de Adorno y Horkheimer
(1985), Debord lo emplearía como un pasaje teórico necesario. Sin em-
bargo, parafraseando a Marx, Debord entendía que:

Toda vida en una sociedad donde reinan las condiciones de producción


modernas se presenta como una inmensa acumulación de espectácu-
los. Todo lo que antes se vivía directamente, ahora es representación
[…]. El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación
social entre personas mediada por imágenes (Debord, 1997, pp. 13-14).

La mercancía, que es en sí un fetiche, se subsumió en el espectácu-


lo: la mercancía, en cuanto idea, en cuanto representación, en cuanto,
subrayémoslo, marca. Ya no se consume por la utilidad funcional o ins-
trumental de algo, sino por las representaciones sociales, distintivas, ex-
presadas en las marcas y sus significados identitarios (Fontenelle, 2002;
Bourdieu, 2007; Baudrillard, s/d). El espectáculo funciona no solo como
vehículo para la difusión de determinadas marcas, sino también como
representación mayor de una sociedad consumidora de valores de uso
estéticos, en tanto imagéticos; valores de uso, como diría Marx, “ideales”.
Sucede que, al promover la especialización del trabajo, el capitalismo
habría llevado al trabajador a perder su visión unitaria de la actividad
Capitalismo Financiero y Comunicación 287

realizada: aquí, Debord nos remite al joven Lukács. Desconectado de lo


que produce, el trabajador pierde su vaso comunicativo personal directo
con el conjunto de los productores. Solo puede recuperar esa unidad y
esa comunicación aquel que dirige el sistema, o sea, el capital. Entonces,
el origen del espectáculo, en los términos aquí estipulados, estaría en esa
pérdida de la unicidad del mundo, o de esa visión de totalidad. Los espec-
tadores están aislados, apenas unidos por ese espectáculo, en virtud de
sus propias reglas, que son las que los mantienen separados. La realidad
vivida en la materialidad toma la forma de espectáculo. La realidad surge
en el espectáculo y el espectáculo se vuelve real en una sociedad aliena-
da. El espectáculo es la afirmación de la apariencia y percibe a la vida
humana como una simple apariencia. En el terreno del espectáculo, la
economía conquista, para siempre, su propia autonomía, se desarrolla
por sí misma, alienada de la sociedad humana viva. Las imágenes, sur-
gidas ellas sí de fragmentos de realidad, son las que guiarán la vida. Lo
no vivo controla lo vivo.
Basado en la economía, el espectáculo es el que sustenta las decisio-
nes que se toman en el campo de la producción, para lo cual estimula el
consumo, ofreciéndole al individuo fragmentado un paraíso terrenal, al
que accedería consumiendo bienes o servicios funcionales (ropa, autos,
viajes, etc.) mediados por el fútbol, el cine, los musicales y haciendo que
más imágenes ocupen su tiempo de trabajo, pero sobre todo, de ocio y
entretenimiento. El espectáculo hace que la ilusión de ser parte de la
sociedad sea real. El valor de uso debe ser declamado primero en la rea-
lidad invertida del espectáculo para que lo pueda reformular el propio
valor de cambio. Cuanto mayor fuera la audiencia de un espectáculo,
mayor será el consumo, lo que hace imperiosa la unificación del pla-
neta como mercado mundial. En ese mercado mundial, existe también
una división internacional de las tarifas de espectáculos, que conserva
el orden social existente, preservando el polo dominante. En otras pala-
bras, la sociedad que provee el espectáculo, a través de este, reforzará su
dominio sobre las regiones subdesarrolladas. Piénsese, por caso, en el
dominio de Hollywood en todo el mundo. Quien detenta el espectáculo,
288  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

detenta el poder. El arte y la cultura, subordinadas al circuito mercantil,


se vuelven las vedetes de la sociedad del espectáculo, los motores de la
economía.
Esta comprensión debordiana del espectáculo como categoría eco-
nómico-cultural central del capitalismo contemporáneo nos ayuda a en-
tender dos fenómenos típicos del capital-información. El primero tiene
que ver con la producción y las características de la “audiencia”, es decir,
los segmentos espacio-temporales de población a los que se dirigen las
unidades de espectáculo (partidos de fútbol, películas, etc.). El segundo
remite a las propias condiciones de realización del valor, cuando el valor
de cambio se realiza a través de una utilidad estética cuyo tiempo social
medio de reproducción y conservación por parte del trabajo vivo tiende
al límite de cero, porque, casi en su totalidad, estos tiempos correspon-
den al trabajo muerto.
La audiencia no es la “destinataria” del espectáculo; es un compo-
nente más de este: integra el proceso productivo, no menos que los artis-
tas u otros productores, aunque es cierto que ocupando papeles distintos.
Esto se hace evidente en los programas de televisión que salen al aire
con público, o en las tribunas de los estadios deportivos. Ahora bien,
también en su sillón, el individuo que ve un programa de televisión se
emociona, ríe, llora, hace hinchada. El espectador participa del espectá-
culo desde su afuera, y esa participación es avalada de maneras distintas
por los investigadores, quienes hacen encuestas especializadas, las que
hoy se pueden hacer con más precisión gracias a Internet. La audiencia
no es, ni nunca fue, pasiva. Y esto es así porque la audiencia es la misma
sociedad (del espectáculo y del consumo) de donde salen los artistas o
deportistas que, por sus destrezas específicas, satisfarán sus demandas
estéticas o simbólicas a su vez participando en telenovelas, películas,
partidos de fútbol, espectáculos musicales, etc. La así llamada “cultura
de masas” que produce el espectáculo, funciona porque, como sostiene
Martin-Barbero (2009), expresa los elementos cotidianos comunes, ru-
tinarios, familiares, parroquiales, de la mayor parte de la población que
se vincula con ella; está en consonancia psicológica y cultural con los
Capitalismo Financiero y Comunicación 289

anhelos de esa población (si es que acaso los tiene), sus valores, sueños
o frustraciones. En ese sentido, podemos reconocer que la audiencia
también “trabaja”, como ya propusiera Dallas Smythe (1994) en sus es-
tudios pioneros de la década de 1960, aunque no se trate de un trabajo
remunerado. Siendo que debe poner en movimiento (aunque más no
sea, neurológico) esas necesidades culturales o psicológicas, la audien-
cia busca en los productos de la industria cultural del espectáculo las
herramientas semióticas que le permitirán reproducir simbólicamente
esos deseos y afectos. Ya lo diría Marx: “La producción es inmediata-
mente consumo, y el consumo es inmediatamente producción” (Marx,
1974, v. 1, p. 11). El consumo del espectáculo es de inmediato también su
producción. Cualquier programa que triunfe en los niveles de audiencia
expresa ese éxito en atender las necesidades de un amplio segmento es-
pacio-temporal de la población, de activar sus posibilidades semióticas
(simbólicas) de trabajo, mediante las cuales el público puede expresar,
así sea por repetición, sus deseos y afectos en la sociedad capitalista del
espectáculo.
El espectáculo, observó David Harvey, también tendría en conside-
ración las estrictas determinaciones económicas del capital. Bien podría
ser que:

[...] la necesidad de achicar los tiempos de rotación en el consumo


haya producido un cambio de orientación, por el cual en vez de pro-
ducir bienes (muchos de los cuales, como los cuchillos y los tenedo-
res, tienen un tiempo de vida sustancial), se empiecen a producir más
eventos (como espectáculos, que tienen un tiempo de rotación casi
instantáneo) (Harvey, 1996, p. 149).

Es decir que el espectáculo puede llevar el tiempo del ciclo D – D’ a


dimensiones mucho más próximas a cero. Es cierto que la producción
puede tomar meses y la producción de los medios de presentación y difu-
sión (desde los estadios hasta los televisores, considerando el tiempo to-
tal, es decir: elaboración del proyecto, fabricación, montaje, distribución,
etc.) llevará tiempos aun mayores. Con todo, una unidad de espectáculo
290  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

dura una o dos horas. Entre la facturación de esas dos horas, en la que
se suman la recaudación de taquilla (si la hay), las ventas de publicidad
e incluso las ventas de bienes y servicios conexos (remeras, los alimen-
tos y golosinas, etc.), se realiza la totalidad del ciclo que, de inmediato
volverá a iniciarse pensando en el próximo espectáculo. El show debe
continuar…
El tiempo de realización del espectáculo se despega del tiempo de
producción y realización de sus medios (Dantas, 1999; 2012). Pese a ello,
esos medios que, como en el caso de la industria electrónica, impulsan
buena parte de la industria capitalista hoy en día, no podrían producirse
ni realizarse si no hubiera espectáculos. Así, gracias al espectáculo, el
dinero encuentra un vector de realización que ya no debe “esperar” los
tiempos de producción. La conocida fórmula:

D – M ...P... M’ – D’

Donde los puntos indican una interrupción de la circulación duran-


te el ciclo de producción (P), ahora sería:

D – I – D’

M – P – M’

Donde I indica los procesos de trabajo y valorización implicados en


producir, registrar y comunicar información (por ejemplo, en la forma
de espectáculos, aunque también podría ser ciencia y tecnología, servi-
cios varios, etc.). Estos procesos emplean productos materiales no para
transformarlos efectivamente, sino como soportes para el registro y la
comunicación de la información procesada (Dantas, 1999; 2006).
El capital financiero, parece, encontró allí su solución ideal. Puesto
que “el tiempo es dinero”, cuanto más veloz es el circuito de la reinver-
sión, mayor será su valorización. Si este circuito (D – I – D’) directamente
no pasa por la producción fabril, se despega de la economía real y se
Capitalismo Financiero y Comunicación 291

acerca a aquello que los agentes financieros denominan, en su lenguaje


propio, “valor de mercado”. Lo que interesa es el precio de las acciones
y los derivados en las bolsas, que reflejan la velocidad de los tiempos
de transacción, y no los activos ni los flujos de caja de las empresas. El
espectáculo, entonces, por un lado sirve para valorizar los mercados
financieros y, por el otro, sustenta la economía real, al movilizar también
el consumo de bienes y servicios por parte del espectáculo mismo, o que
se anuncian en él.
No obstante, el espectáculo no es mercancía. Mientras que esta obe-
dece al principio de la escasez (su consumo reduce su disponibilidad), en
tanto es de naturaleza entrópica (sometida a las leyes de la termodiná-
mica), el espectáculo puede repetirse una y otra vez, ya sea en vivo, ya en
sus soportes de reproducción (libros, discos, videos, etc.). El espectáculo
no está sometido al principio del rendimiento decreciente; al contrario:
es un bien de rendimiento creciente, pues es una forma de información
de naturaleza negentrópica (Dantas, 2016). El espectáculo no puede
ser “transado”, no puede ser “alienado”. Quien lo provee no pierde su
“posesión”, por más que lo hayan “adquirido” millones de personas. El
espectáculo, para realizarse como valor, tiene que ser obligatoriamente
compartido.
Por eso, en el régimen capitalista fundado sobre la apropiación pri-
vada, la realización del valor no puede darse en la forma meramente
mercantil, y mucho menos, claro está, en forma de ningún modo socia-
lista de distribución de la riqueza. Para ello, el valor se realiza en la forma
rentística de los derechos de propiedad intelectual. Se organiza así una
cadena de valorización del trabajo que comienza en los derechos auto-
rales, de imagen y demás del artista, a través de los cuales este se asocia
con un inversor (productor), que será el encargado de negociar sus con-
diciones de trabajo y vinculación. Ese productor, a su vez, se inserta en
una cadena aun mayor, que le “compra” los derechos para incluirlos en
una programación (de cine, de televisión, editorial, o incluso de redes so-
ciales) por medio de la cual el productor llegará a “su” audiencia (Dantas,
2016). El financiamiento (esto es, el dinero D adelantado) de todos esos
292  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

eslabones articulados, vendrá del capital financiero. Y el retorno (D’ >


D) regresará al capital financiero, para inmediatamente expresarse en el
“valor de mercado” de los grandes conglomerados mediático-financieros
que, en todo el mundo, comandan toda esa cadena de trabajo y valoriza-
ción del capital, lo cual quedará para la parte siguiente de este capítulo.
Dados los tiempos volátiles durante los que dura un espectáculo
asociado a sus rendimientos crecientes, no le alcanza al capital con mo-
nopolizar los derechos de propiedad intelectual para apropiarse de la
realización de ese valor. Con el fin de evitar, dentro de lo posible, la re-
producibilidad del espectáculo fuera de su órbita, aunque siempre incu-
rriendo en unos costos marginales cercanos a cero, el capital desarrolló
un modelo de negocios que, en su jerga, se denomina “jardines vallados”.
Se trata de “vallas” que impiden el acceso a ningún espectáculo a nadie
que no haya pagado o cumplido ciertas condiciones. Son ejemplos de
los “jardines vallados” los sistemas como i-Pod-iTunes, Kindle-Amazon,
Netflix o el servicio de televisión por suscripción (en remplazo de la te-
levisión abierta y “gratuita”). El “consumidor” paga por adquirir un pro-
grama o una programación, pero no tiene derecho a considerarse “dueño”
de aquello por lo que pagó. Ya no es más como antes, cuando podíamos
llevarnos, digamos, un libro a casa y decir que el libro era “nuestro”. Po-
díamos prestarlo o regalarlo sin problema. Intentemos, si no, “prestar”,
mediante transferencia de archivo, un libro bajado a la Kindle…
El control y la monopolización de los derechos de propiedad inte-
lectual asociados a los “jardines vallados” serán los fundamentos de las
estrategias así llamadas competitivas de los conglomerados mediático-fi-
nancieros mundializados. A continuación, examinaremos tres de esos
conglomerados: Time-Warner, Disney y News Corp. Veremos –para sor-
presa de algunos– que los intereses de unos y otros están tan imbricados
que nos costará visualizar diferencias competitivas ciertas entre ellos.
En el fondo, los programas y las programaciones son muy similares. De
hecho, las audiencias tampoco se diferenciarán mucho en sus patrones
culturales subyacentes de recepción de espectáculos. Sí se diferencian
por los gustos, deseos, placeres; y en estas categorías, las diferencias se
Capitalismo Financiero y Comunicación 293

dan por franjas etarias, niveles de ingresos o escolaridad, sexo, barrios


o situación habitacional. Sin embargo, todas las audiencias, en lo esen-
cial, se insertan en un mismo mundo del espectáculo y el consumo, y las
marcas fetiches que los expresan.

La televisión “vallada”

El negocio de la televisión cerrada se basa, en esencia, en el poder que


tienen las operadoras, dueñas de las infraestructuras, de cobrar una
suscripción al “cliente” o bloquearle el acceso en caso de mora. Para las
operadoras, a mayor cantidad de abonados, más rentable es el negocio.
Para eso, ofrecen “paquetes” de canales que podrían atraer a una gran
cantidad de abonados, lo cual debe pensarse en términos de la lógica de
la economía del espectáculo, tal como la explicamos anteriormente. Esos
canales ofrecen programaciones lineales de películas, documentales, di-
bujos infantiles, deportes, propuestas musicales, programas culinarios o
turísticos y noticieros (sin hablar de los llamados “canales para adultos”),
que pueden movilizar en la audiencia un cierto trabajo semiótico en la
forma de emociones y afectos. La gran mayoría de esos canales tiene
un perfil temático u orientado a determinados segmentos (hay pocos
canales generalistas), con lo cual captan a un público cuya atracción ha-
cia el espectáculo estará igual de segmentada por sus “gustos”, “estilos”,
“identidades” u otros elementos distintivos, para decirlo en los términos
de Bourdieu (2007). Por lo tanto, así como las operadoras buscan llegar
a una “masa” indiferenciada, las programadoras, en cambio, buscan
atender a distintos segmentos o nichos de mercado. Pero cuanto mayor
sea la población de ese nicho, mayor será el poder de negociación de la
programadora para fijar el “abono” de determinados “paquetes”. En este
sentido, las programadoras que detentan los derechos de propiedad inte-
lectual de los espectáculos deportivos, y sobre todo de los campeonatos
nacionales o internacionales de fútbol, llevan una gran ventaja sobre
las demás, en virtud del gran atractivo de este tipo de programaciones.
294  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Si le damos la derecha a Wikipedia, espn en Estados Unidos cobra usd


4,69 por abonado por cada “paquete” (line up), mientras que las demás
programadoras deben contentarse con valores inferiores a 1 dólar. 97
Según una investigación de ibope,98 entre los canales de tv cerra-
da más vistos en Brasil durante 2014 estaban los infantiles (Discovery
Kids, Carton Network, Disney Channel y Nickelodeon), los deportivos
(Sportv y espn Brasil), los de películas y series (Fox, tnt, Megapix, Space,
Universal Channel, fx, axn y Telecines Pipoca, Action y Premium), los
de entretenimiento (Viva, Multishow y Home & Health), los de docu-
mentales (Discovery Channel y National Geographic) y un solo canal de
noticias (Globo News).99
Para la mayor parte de los abonados adultos, el principal atractivo
de la televisión cerrada es presenciar sin salir de casa los partidos de
fútbol u otros deportes organizados en torneos nacionales e interna-
cionales. A continuación, se sitúa un vasto catálogo de obras cinemato-
gráficas que, por la legislación brasileña (Ley 12.485/2011), constituyen
el “espacio calificado”.
Los canales del “espacio calificado” constituyen un segmento de pro-
gramación que básicamente está en manos de programadoras controla-
das por grupos internacionales de medios y contenidos, como Discovery,
21st Century Fox (ex News Corporation), Disney Time Warner y Viacom.
La excepción es el grupo Globo, que está en manos de Globosat, una em-
presa genuinamente brasileña. Este dominio se explica principalmen-
te por el gran atractivo que ejercen las producciones hollywoodenses y,
en segundo lugar, por la baja producción cuantitativa y el relativo bajo
atractivo cualitativo de la producción cinematográfica brasileña. En el
informe anual de Turner (subsidiaria del conglomerado Time Warner)

97 Wikpedia, entrada “Cable television in the United States”.


98 Instituto privado brasileño tradicional dedicado a las encuestas de audiencias televi-
sivas y otras investigaciones de interés mercadotécnico.
99 Ver “Na tv paga, Discovery Kids passa Band; canal Viva dispara” [En la tv paga,
Discovery Kids supera a Band; el canal Viva se dispara].
Capitalismo Financiero y Comunicación 295

de 2013, se notan claramente las estrategias por las que se da ese domi-
nio de mercado, tanto en Brasil como en el mundo:

La principal contribución al éxito de Turner la dan las marcas fuertes


y las inversiones continuas en programación popular de alta calidad,
enfocada en los deportes, las series originales, las noticias, las pelícu-
las y la animación, todo lo cual garantiza el producto que se entrega al
público y el crecimiento de los beneficios. Turner también busca am-
pliar y profundizar su relación con el público expandiendo sus redes
a las plataformas digitales, incluidos sus propios entornos digitales.
Más allá de eso, Turner ha continuado con su expansión internacio-
nal en ciertas regiones seleccionadas, y prevé que esta seguirá siendo
prioritaria en el futuro.100

“Marcas fuertes”: ya vimos que el capital vende y el consumidor


compra “marcas”. “Programación popular de alta calidad”: la calidad es,
sin dudas, un concepto muy subjetivo; sin embargo, el informe dice que
Turner invierte en valores de uso que atiendan una demanda realmen-
te existente, en los términos (¿“cualitativos”?) que establece esa misma
demanda, es decir, conforme a sus expectativas y “deseos”. Turner pro-
fundiza su relación (interacción, conectividad) con su público a través
de todos los canales de comunicación posibles: es importante que el pú-
blico pueda acceder al programa que le interesa en cualquier condición
de tiempo y espacio. Por ello, como ya veremos, no le va a interesar, ni a
Turner ni a ninguna de las otras grandes programadoras, detentar me-
dios exclusivos de transporte o distribución, sino simplemente poder
entregar una programación por cualquier medio disponible. Y a la vez,

100 “Key contributors to Turner’s success are its strong brands and its continued invest-
ments in high-quality popular programming focused on sports, original and syndicated se-
ries, news, motion pictures and animation to drive audience delivery and revenue growth.
Turner is also focused on broadening and deepening its relationships with its audiences
through the expansion of its networks to digital platforms, including its own digital pro-
perties. In addition, Turner has been pursuing international expansion in select regions,
and the Company anticipates that international expansion will continue to be an area of
focus at Turner for the foreseeable future.” [Texto original en inglés].
296  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

no les interesará a los detentores de esos medios prestar servicios exclu-


sivos a Turner en detrimento de ciertos programas o programaciones
que también les podrían captar audiencias y abonados. Por eso, como
indicaran Arsenault y Castells (2008), las relaciones entre esos grandes
grupos tienden a tornarse cada vez más simbióticas.
Lo mismo surge de los informes de Disney. Veamos ante todo el sec-
tor de la tv por suscripción:

El grupo de redes de canales de cable produce sus propios programas


o adquiere derechos de terceros para transmitir programas por nues-
tras redes. La empresa también tiene intereses en emprendimientos
conjuntos que operan programación por cable y servicios de radiodi-
fusión […].El sector de televisión por cable obtiene la mayoría de sus
ingresos de los abonos y, para ciertas redes (principalmente espn y la
familia abc), de la venta de publicidad. En general, las redes de cable
de la Empresa ofrecen una programación y otros servicios a partir de
acuerdos de varios años de duración con sus distribuidores, los cuales
incluyen tasas contractuales. Las cuantías que podemos cobrarles a
las operadoras por nuestros servicios para redes de cable dependen
en buena medida de la calidad y el volumen de programación que
podamos ofrecer y de la competencia del mercado. La capacidad de
vender publicidad y los montos recibidos dependen principalmente
del volumen y la naturaleza del público que puede ofrecerle la red al
anunciante, y de la demanda global del anunciante. También vende-
mos programación desarrollada por nuestras redes de cable a merca-
dos televisivos de todo el mundo, la cual se comercializa por suscrip-
ción en forma de video-on-demand, vía proveedores tales como Netflix,
Hulu y Amazon, y en formatos físicos electrónicos (dvd y Blu-ray).101

101 “The cable networks group produces its own programs or acquires rights from third
parties to air programs on our networks. The Company also has interests in joint ventures
that operate cable and broadcast programming services [...]. Cable networks derive the
majority of their revenues from affiliate fees and, for certain networks (primarily espn
and abc Family), ad sales. Generally, the Company’s cable networks provide programming
and other services under multi-year agreements with mvpds that include contractually
determined fees. The amounts that we can charge to mvpds for our cable network services
are largely dependent on the quality and quantity of programming that we can provide
and the competitive market. The ability to sell time for commercial announcements and
Capitalismo Financiero y Comunicación 297

Asimismo, Disney está presente en distintos medios o canales de


distribución, lo que confirma que la “calidad y volumen” de programa-
ción son los determinantes de los precios que esta puede cobrarles a
los operadores. De ahí surgen los altos precios por abonado que puede
cobrar la red espn, que es propiedad suya.

Derechos de transmisión de eventos deportivos

De acuerdo con la Ley 9.615 del 24 de marzo de 1998, conocida también


como la Ley Pelé, en Brasil, las entidades deportivas son las principales
beneficiarias de la comercialización de los derechos de transmisión de
los eventos deportivos. Según el artículo 42 de dicha ley, los clubes tie-
nen el derecho de arena, que consiste en la “prerrogativa exclusiva de
negociar, autorizar o prohibir la captura, fijación, la emisión, la trans-
misión, la retransmisión o la reproducción de imágenes por cualquier
medio o proceso, de todo espectáculo deportivo en el que participen”
(Brasil, 1998). La Ley Pelé reconoce que la propiedad intelectual del even-
to deportivo pertenece a los clubes que participan en la competencia,
que son los que pueden negociarla individualmente o en grupo.
En la tv abierta, hasta 2015, la red Globo de Televisão desembolsaba,
sumando todos los contratos individuales con los clubes, el valor de 1.100
millones de reales por el Campeonato Brasileño. En 2016, ese valor se
acrecentó en 200 millones, según informaciones del sitio esporteemidia.
com.102 En el caso de la tv cerrada, esos valores son algo menores, ya
que la audiencia potencial es menor que la de la tv abierta. Según datos

the rates received are primarily dependent on the size and nature of the audience that
the network can deliver to the advertiser as well as overall advertiser demand. We also
sell programming developed by our cable networks in television markets worldwide, to
subscription video-on-demand (SVOD) services, such as Netflix, Hulu and Amazon, and in
electronic and physical (DVD and Blu-ray) formats.” [Texto original en inglés].
102 Disponible en: http://www.esporteemidia.com/2015/12/valor-pago-pela-fox-por-jogo-
da.html. Último acceso: 11 de enero de 2016.
298  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

publicados en el sitio midiaesportiva.net,103 los valores negociados por


los derechos de transmisión del campeonato inglés (“Premier League”)
en los próximos tres años por canales de tv cerrada giran en torno a
los usd 600 millones: casi cuatro veces más que lo que se pagó por las
últimas ediciones de ese campeonato. En una negociación que aún no
se cerró, Esporte Interativo, un canal perteneciente a Turner, del grupo
Time Warner, ofreció R$ 600 millones por los derechos de transmisión
en tv cerrada de las temporadas 2019 a 2024 del Campeonato Brasileño.
Estos valores siderales de negociación se explican por las altas ex-
pectativas de retorno sobre la inversión, habida cuenta de que el fútbol
es en Brasil pasión nacional. Comprar los derechos de televisación de
determinado campeonato significa aumentar la audiencia del canal y,
con eso, los valores de la pauta publicitaria para los partidos y en los
entretiempos; implica, también, aumentar la facturación por fuera de
lo que son los réditos del espectáculo en sí, a través de la construcción
de ídolos y la venta de determinados íconos; implica, asimismo, ampliar
el abanico de productos que pueden otorgarse bajo licencia, más allá de
aumentar el poder de negociación del canal de cara a las distribuidoras.
Y no es solo en fútbol que invierten los canales. Últimamente, están
llamando la atención de las programadoras otros deportes, como las
mma (Mixed Martial Arts)104, el surf, el handball femenino, el básquet
y el vóley, entre otros. En 2012, por ejemplo, las peleas de la mma eran
transmitidas para mil millones de hogares de todo el mundo; en Brasil,
es el tercer deporte más visto, por debajo únicamente del fútbol y la
Fórmula 1. Ese año, el canal Combate, de Sky, poseía 202.200 abonados,
un 54% más que el año anterior, y vendió 200.000 paquetes de pay per
view para las peleas del ufc (Ultimate Fighting Championship). El año
anterior, la venta de productos con la marca ufc había alcanzado 140

103 Disponible en: www.midiaesportiva.net/2015/09/direitos-de-transmissao-da-premier.


html.
104 Artes Marciales Mixtas, en español.
Capitalismo Financiero y Comunicación 299

millones de dólares105, dato que sugiere lo lucrativa que es la inversión


para todos los eslabones de la cadena: los promotores del evento, los ca-
nales que lo transmiten y los operadores que lo incluyen en el line-up de
sus canales, más allá de los patrocinadores y las empresas que adquieren
las licencias para adosar su marca a los productos en cuestión. El ciclo
virtuoso depende directamente del alcance mediático del espectáculo.
Hasta 2012, básicamente, el mercado de las transmisiones de even-
tos deportivos estaba dominado por dos programadoras: espn Brasil
(franquicia de espn controlada por The Walt Disney Company a través
de la American Broadcasting Company, con participación de la Hearst
Corporation) y Globosat Canais (perteneciente al grupo Globo, el mayor
holding de comunicaciones de Brasil). La primera, espn, poseyó mucho
tiempo los derechos de transmisión de los principales campeonatos
internacionales; transmitió, por ejemplo, los Juegos Olímpicos de 1996,
2000, 2004 y 2008, la Copa del Mundo fifa en 1998 y 2006, y los Juegos
Panamericanos de 1999, 2003 y 2007. Y todo eso, más allá de los cam-
peonatos de fútbol español, inglés y alemán, de la “Champions League”
de la uefa (Union of European Football Associations), de los torneos
norteamericanos de básquet, de importantes torneos de tenis, como el
Abierto de Australia y Wimbledon, de la Liga Mundial de Surf y tantos
otros. A Globosat, a través del canal Sportv, le tocaba la transmisión
de los principales torneos brasileños, como: el Campeonato Brasileño
de Fútbol (series A y B), la Copa do Brasil, y los campeonatos carioca,
paulista y mineiro de fútbol. Más allá de todo eso, Globosat también se
quedó con algunos campeonatos de fútbol de América del Sur, como la
Copa Libertadores y la Copa Sudamericana. Las dos programadoras te-
nían sus canales deportivos distribuidos por las principales operadoras
del país, con lo cual dominaban prácticamente todo el mercado de las
transmisiones deportivas.

105 Datos publicados en la revista IstoÉ Dinheiro, en un artículo titulado “O golpe de mes-
tre da ufc” [El golpe maestro de la ufc], el 5/4/2012.
300  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Fox, que pertenece al grupo 21st Century Fox, poseía los derechos
de transmisión de la Copa Libertadores de América para toda América
Latina, pero no tenía ningún canal de deportes en Brasil y por eso debió
permitir que Sportv transmitiese esos partidos. En 2012, con la crea-
ción de Fox Sports, Fox pasa a transmitir también la Copa Libertadores
en Brasil. A comienzos de 2013, el canal Fox Sports estaba disponible
apenas en Claro tv, gvt tv, net y los asociados de neotv,106 y no estaba
incluido en los paquetes ofrecidos por Sky, pese a tener la exclusividad
de un torneo cuya audiencia en Brasil es inmensa. A primera vista, la
razón podría ser la participación en Sky del grupo Globo, el cual tenía
poder de veto para cerrarles la puerta a aquellos canales que compitie-
ran directamente o en buena medida con Globosat;107 piénsese que Fox
Sport estaba entrando en competencia directa con SporTV. Sin embargo,
en febrero de 2014, Fox lanzó su segundo canal de deportes –Fox Sport 2–
y, en noviembre, este pasó a integrar los paquetes ofrecidos por Sky. De
este modo, Fox consolidó su presencia en las principales operadoras del
país y, con eso, se colocó como gran competidor de los otros dos canales.
Una situación parecida a la de Fox Sport, del grupo del multimillo-
nario Rupert Murdoch, viviría el canal Esporte Interativo con la llegada
de Turner Bradcasting System, una empresa en la que Time Warner era
accionista controlante y que estaba dispuesta a invertir en la transmi-
sión de eventos deportivos, para lo cual debería enfrentar la resistencia
de las operadoras a su inclusión. Esporte Interativo nació como proyecto
en 2003, a partir de la televisación abierta del Campeonato Europeo de
Fútbol y se convirtió en emisora en 2007, bajo el control de TopSports.
Inicialmente estaba acotada a Río de Janeiro, pero a partir de 2010, y
mediante un acuerdo con el Grupo Estado, que controla el influyente
periódico O Estado de São Paulo, además de emisoras radiales y otros

106 Ver “Fox Sports anuncia abertura de sinal” [“Fox Sports anuncia nueva señal”], dispo-
nible en: http://www.maxpressnet.com.br/Conteudo/1,563012,Fox_Sports_anuncia_aber-
tura_de_sinal,563012,2.htm.
107 Ver “Globo vai sair do controle da Sky” [“Globo va a dejar el control de Sky”], disponible
en: http://www.telesintese.com.br/globo-vai-sair-do-controle-da-sky/.
Capitalismo Financiero y Comunicación 301

medios impresos, se expandió a São Paulo utilizando la señal de uhf.


Para hacer frente a la competencia de otros canales deportivos, el canal
adoptó como estrategia inicial la adquisición de derechos de eventos de-
portivos con menor visibilidad, como la Copa del Mundo Sub-17, la Copa
del Mundo Sub-20, la Copa del Mundo de Fútbol Femenino, la Copa del
Mundo de Fútbol Playero y otros. En 2012, el canal hizo una sociedad con
Yahoo! Brasil para lanzar un portal al que subiría sus contenidos para
que pudieran accederse en línea.
El canal se volvería una amenaza para sus competidores a partir
de 2013, cuando una sociedad de TopSports, junto con la programadora
Turner (del grupo Time Warner), adquiriría el 20% de él. Turner ingre-
só en el canal con una inversión de R$ 80 millones, lo que le facilitó la
compra de derechos de transmisión para los campeonatos estaduales
del Nordeste y lo que le permitiría lanzar un segundo canal mediante el
grupo Esporte Interativo Nordeste. A principios de 2015, en una transac-
ción de R$ 400 millones, Turner adquirió el resto de TopSports, tras lo
cual pasó a ser la propietaria integral de los canales Esporte Interativo
(ahora ei maxx y ei maxx 2). Gracias a ese aporte financiero, el canal se
volvió competitivo para comprar los derechos de transmisión de grandes
eventos deportivos internacionales, de modo que entró en la disputa con
los otros tres grandes competidores: espn, Sportv y Fox Sports. Pese a
que habían adquirido los derechos de transmisión de la Liga de Cam-
peones de Europa hasta 2018, hasta 2015 los canales EI maxx y ei maxx
2 no pudieron salir ni en Net ni en Sky, que son de las dos mayores ope-
radoras. Con todo, net los incluyó el 14 de enero de 2016, fecha que bien
podría significar la consolidación del canal entre los grandes players,
tal como ocurriera con Fox Sports. En relación con la propiedad de los
derechos de transmisión de eventos deportivos, la programadora se ha
agenciado otras victorias: en efecto, adquirió los derechos de la Major
League Baseball (mlb) hasta 2021, así como los derechos sobre la Natio-
nal Basketball Association (nba), la ncaa, la nascar y la Professional
Golfer’s Association (pga). En ese escenario, también sale ganando otro
player, la operadora net, hoy controlada por América Móvil, vía Claro/
302  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Embratel, en tanto cuenta en su grilla con canales de 4 programadoras


deportivas poderosas. Por su parte, el Grupo Globo deberá invertir aun
más si quiere mantenerse en carrera, habida cuenta de las grandes in-
versiones de los grupos mediáticos internacionales.
La mediatización del evento no solo aumenta el poder de nego-
ciación de los canales que poseen los derechos de transmisión junto a
las operadoras, toda vez que aumenta la audiencia de los primeros y la
suscripción de paquetes deportivos en las segundas, sino que también
valoriza la licencia de los productos relacionados y la venta de publicad
en los canales. De acuerdo con los datos de Ibope publicados en el sitio
brasilamericaeconomia.com.br, en 2014, los canales deportivos –o mejor
dicho, su público– atraían R$ 2.100 millones pauta publicitaria.108 Con
eso, también aumenta el valor desembolsado para adquirir los derechos
sobre los campeonatos más atractivos para el público.
En el intento de acelerar el proceso de reproducción del capital,
puede que no alcance con asegurarse la exclusividad sobre un evento
deportivo para conquistar un lugar en todas las plazas. También puede
usarse como arma de negociación la presencia de los otros canales de
un grupo que ya se encuentran en la grilla de las operadoras. De acuerdo
con el informe de noticias de la revista electrónica Tela Viva, 109 esa es
el arma que se empleó en las negociaciones entre Turner y Net, quienes
habrían renovado el contrato vigente entre ellas reviendo en su totalidad
el paquete ofertado por Turner. Cabe recordar que Turner (brazo del
grupo Time-Warner) controla también los canales cnn, Cartoon Network
y hbo, entre otros.
En el Cuadro 1, se resume la disputa actual por los derechos de tele-
visación del fútbol, los cuales se han constituido en un elemento impor-
tante de valorización del capital de las programadoras.

108 Ver “A batalha pelos fãs do esporte” [“La batalla por los fanáticos del deporte”, dispo-
nible en: http://brasilamericaeconomia.com.br/revista/a-batalha-pelos-fas-do-esporte/.
109 Ver “Esporte Interativo confirma entrada na Net e Claro” [“Esporte Interativo con-
firma su entrada en Net y Claro”, disponible en: http://convergecom.com.br/telaviva/
paytv/18/12/2015/esporte-interativo-entra-na-net-e-claro/.
Capitalismo Financiero y Comunicación 303

Cuadro 1. Canales deportivos, controladores y principales campeonatos


adquiridos
Canales Controladores Derechos de transmisión de campeonatos
ESPN The Walt “Premier League” (hasta 2015, dividido con Fox)
Disney “Bundesliga”, Campeonato alemán. (hasta 2018, subli-
Company cenciada por Fox)
Campeonato español (hasta 2020, dividido con Fox)
Campeonato italiano (hasta 2018, dividido con Fox)
Campeonato Francés (sublicenciado)
Campeonato Portugués (licenciado para un partido no
exclusivo por SporTV)
Liga Europea (sublicenciada a Fox)
SporTV Globosat Campeonato Francés
(Grupo Globo) Campeonato Portugués (exclusivo, con una salvedad:
licencia para un partido sin exclusividad a ESPN)
Copa Libertadores (dividida con Fox, que es quien tie-
ne los derechos)
Copa Sudamericana (dividida con Fox, que es quien
tiene los derechos)
Copa do Brasil (dividida con Fox)
Campeonato Brasileño
Copa del Mundo 2014
Juegos Olímpicos 2016
Fox Twenty-first Premier League” (hasta 2015, dividido con ESPN)
Sports Century “Bundesliga”, Campeonato alemán. (hasta 2018, dividi-
Fox (ex-News da con ESPN)
Corporation)) Campeonato español (hasta 2020, sublicenciado por ESPN)
Campeonato italiano (hasta 2018, dividido con ESPN)
Liga Europea (sublicenciada de ESPN)
Copa Libertadores (dividida con SporTV, aunque los
derechos pertenecen a Fox)
Copa Sudamericana (dividida con SporTV, aunque los
derechos pertenecen a Fox)
Copa do Brasil (dividida con SporTV, que es quien po-
see los derechos)
Copa del Mundo 2014 (dividida con SporTV, que es
quien posee los derechos)
Juegos Olímpicos 2016 (dividida con SporTV, que es
quien posee los derechos)
Campeonato argentino (exclusivo)
304  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Esporte Turner “Champions League (Liga de Campeones) 2015/2016


Interativo Broadcasting hasta 2017/2018 (exclusivo)
System Copa do Nordeste
(Time Warner) Copa Verde (exclusivo)

Fuente: elaborado por Denise Moura con información del sitio uol.110

El análisis del cuadro nos lleva a reflexionar sobre las estrategias de


los grupos en lo que respecta a la exclusividad del contenido. Para los
canales Fox Sports y Esporte Interativo, adquirir los derechos de trans-
misión de dos campeonatos que le son muy importantes al telespectador
brasileño, la Copa Libertadores y la Champions League, representó más
que un aumento en la audiencia de sus canales111 (de acuerdo con los
datos de la revista Placar, la audiencia de Fox Sports creció 157% entre
enero y abril de 2015); fue, en realidad, el pasaje de entrada a las prin-
cipales operadoras de tv por suscripción, que saben estar al corriente
de los deseos de sus abonados. Por otro lado, en el registro histórico,
esos canales suelen restringir la exclusividad sobre un campeonato a la
primera temporada; luego, la usan como fuente de renta, sublicencián-
dosela a otros canales.
Como advierte Vasconcelos (2005, p. 50): “La exclusividad es crucial
en el sector de los medios porque protege el valor del contenido existente
y genera incentivos para la producción de contenidos futuros”. En otras
palabras, garantiza el monopolio. Como se trata de un mercado complejo

110 Ver “Futebol na tv: veja que emissoras transmitirão os principais campeonatos” [“El
fútbol en la tv: qué emisoras transmitirán los principales campeonatos”]. Disponible en:
http://www1.folha.uol.com.br/asmais/2015/07/1657065-futebol-na-tv-veja-que-emisso-
ras-transmitirao-os-principais-campeonatos.shtml. Último acceso: 15 de diciembre de
2015; y “Campeonato por campeonato, canal por canal: veja quem passa o que na tele-
visão brasileira” [“Campeonato por campeonato, canal por canal: quién transmite qué en
la televisión brasileña”].
111 Según la revista, “La transmisión exclusiva de Guaraní de Paraguay y Corinthians le
valió el liderazgo entre todos los canales de la tv paga, inclusive lo situó por encima de
algunos canales de la tv abierta”. Ver “Por trás das câmeras: Como ficaram os canais de
esporte em 2015?” [“Detrás de las cámaras: ¿cómo quedaron los canales deportivos en
2015?”].
Capitalismo Financiero y Comunicación 305

y disputado, los contratos varían bastante: por ejemplo, pueden contem-


plar la exclusividad para un torneo o dejar lugar a eventos compartidos,
en los que algunos canales solo pueden transmitir algunos partidos. La
ecuación debe tener en cuenta el interés de las ligas deportivas, las emi-
soras de televisión y las especificidades de cada país. Así, la exclusividad
puede salir de la esfera global de un torneo y pasar al nivel de determi-
nados partidos, que se dividen entre los canales competidores, como
ocurrió con espn Brasil y Fox Sports hasta la temporada de la “Premier
League” de 2005, cuando en la primera ronda una de las emisoras se
quedaba con las fechas 1, 4, 5, 7 y 9 y la otra, con las fechas 2, 3, 6, 8 y 10,
y a la ronda siguiente hacían al revés.
La exclusividad de los derechos de transmisión es una barrera de
entrada. Por eso se la emplea como moneda de cambio: las emisoras
competidoras acuerdan dividir las fechas de determinado torneo, con
tal de tener acceso a los campeonatos transmitidos por el canal de la
competencia. Así se ha manejado Sportv para mantenerse en la posición
líder frente a las embestidas de los grandes grupos internacionales. Para
competir con Fox (a la cual controla el gigante News Corp), el Grupo Glo-
bo tuvo que negociar con esta, sublicenciándole los torneos brasileños
a cambio de que se le permitiera exhibir algunos partidos de la Copa
Libertadores. 112 Los grandes players mundiales, espn y Fox han reali-
zado movimientos semejantes entre sí en los torneos italiano, alemán y
español, y en la Liga Europea. 113 Más que de competencia, debiéramos
hablar de una auténtica cartelización.

112 Ver “Sportv fecha acordo com Fox Sports, transmitirá a Libertadores e cede direitos
do Brasileirão” [“SporTV cierra acuerdo con Fox Sports: transmitirá la Copa Libertadores
y cede derechos sobre el Torneo Brasileño”, disponible en: http://zh.clicrbs.com.br/rs/
esportes/noticia/2012/12/sportv-fecha-acordo-com-fox-sports-transmitira-a-libertado-
res-e-cede-direitos-do-brasileirao-3971517.html.
113 Ver “Fox confirma Espanhol e consolida parceria com espn Brasil” [“Fox confirma el
fútbol español y consolida su sociedad con espn Brasil”], disponible en: http://doentespor-
futebol.com.br/2015/08/fox-confirma-espanhol-e-consolida-parceria-com-a-espn-brasil/.
306  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Inversiones en áreas relacionadas

La valorización de las programadoras está condicionada a variables que


van más allá de la oferta de programas para los abonados a la tv por sus-
cripción y la venta de espacios publicitarios. Día tras día, las empresas
invierten más en áreas relacionadas estratégicas, lo que posibilita la si-
nergia en diversos sectores y facilita la expansión e innovación mediante
la oferta de productos y servicios a través de nuevas plataformas. Por
ejemplo, Time Warner, controladora de Turner Broadcasting System La-
tin America, anuncia en su sitio de Internet cuáles son las principales
empresas en las que ha invertido: empresas con un potencial innovador,
capaces de establecer sociedades, ya sea a partir de sus divisiones de
negocios o vinculándose con otras industrias de los medios y el entre-
tenimiento. Los negocios desarrollados por estas empresas van desde
la oferta de publicidad en línea hasta el procesamiento de big data y
la generación de contenidos algorítmicos, pasando por el desarrollo de
contenidos y soluciones interactivas para juegos, contenidos para ce-
lulares y plataformas en línea, o el diseño de software y hardware para
redes de cable. La información, el entretenimiento y la publicidad son
la base de las inversiones realizadas por Time Warner.
De las 48 empresas que recibieron algún tipo de inversión por parte
del conglomerado, 13 actuaban en el rubro de la publicidad. Tumri, Ad-
meld, Adify, Epoxy, AudienceScience, Adaptly, Tremor Video y ScanS-
cout son empresas que se desempeñan en el mundo de la publicidad
en línea (las dos últimas, especializadas en los formatos de video), en
general creando y distribuyendo publicidad en sitios y redes sociales.
Visible World y Silmulmedia ya están produciendo publicidad perso-
nalizada para tv, es decir, publicidad basada en análisis de datos sobre
las audiencias. También actúan en la publicidad personalizada Isocket,
Double Fusion, la cual se especializa en videojuegos, y Yieldmo, la cual
se concentra en la publicidad para celulares y tablets.
Capitalismo Financiero y Comunicación 307

Con respecto a otras plataformas, Time Warner hizo las siguientes


inversiones:

• en servicios y contenidos para celulares, a través de las empre-


sas Vindigo (adquirida luego por For-Side) y GetGlue (que luego
sería propiedad de i.tv);
• en la oferta de soluciones de software y hardware para su distri-
bución a través de redes mso (operadores de sistemas múltiples),
a través de las empresas Skystream Netowrks,114 N2broadband,115
Entropic Communications,116 Bradlogic,117 BigBand Networks118 y
Arroyo;119
• en los juegos en línea, a través de Turbine 120 (una empresa que
desarrolla, opera y edita juegos multiplayer online basados en
IP licenciados), Extent (una plataforma que ofrece juegos a de-
manda sobre banda ancha), Trion (una empresa que desarrolla
y edita juegos en línea), Crowdstar (una empresa que desarrolla
y edita juegos para mujeres), y Playspan121 (una empresa que pro-
vee infraestructura para juegos, en forma de soluciones para su
economía interna, o sea, mercaderías virtuales);
• en el negocio de las licencias sobre imágenes, fotografías y vi-

114 Skystream Networks es un proveedor de software y hardware para la transmisión de


contenidos a través de las redes de cable e infraestructura IP. Con posterioridad, fue ad-
quirida por Tandberg tv.
115 La empresa es una operadora de cable, que ofrece soluciones de plataformas abiertas
on demand. También fue adquirida por Tandberg tv.
116 Desarrolladora de software y circuitos integrados para redes domésticas de cable. La
empresa sacó sus acciones a oferta pública en diciembre de 2007.
117 Broadlogic desarrolla chips semiconductores para redes mso y operadores de red de
banda ancha. Fue adquirida por Broadcom.
118 La empresa trabaja con la venta de soluciones de video, voz y datos para operadores de
redes mso. Fue adquirida en 2011 por el grupo Arris.
119 Arroyo es una empresa de servidores de video para la provisión de video on demand a
través de redes mso. Fue adquirida por Cisco en 2006.
120 Adquirida por la Warner Bros.
121 Playspan fue adquirida por Visa.
308  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

deos de Internet, mediante la agencia de fotografía digital Me-


diaVast, 122 la cual ofrece además modelos de atribución para sus
clientes mediáticos;
• en el comercio electrónico orientado al público femenino, a tra-
vés de Joyus;
• en el procesamiento de big data, mediante las empresas Krux
(una plataforma de gestión de datos) y Conviva (una empresa
que se especializa en mapear las experiencias de visualización
de vídeos);
• en la provisión de servicios de redes sociales y mensajería ins-
tantánea, mediante las empresas Meebo (que luego sería adqui-
rida por Google), Weheartit (una red social de intercambio de
imágenes orientada a mujeres de hasta 24 años), Hammerand-
chisel (una empresa que ofrece servicios de voz y texto para los
videojuegos “Discord”), y GaiaOnline (una empresa dedicada
a la realidad virtual y las redes sociales, enfocada en la franja
etaria de entre 13 y 24 años). En relación con las redes sociales,
Time Warner invirtió, además, en Buefin Labs,123 una platafor-
ma analítica de medios que combina la transmisión en vivo de
ciertos contenidos insertando discusiones en Twitter, Facebook
y ciertos blogs.
• Y en la creación y transformación de imágenes corporativas, a
través de Dynamic Signal.

En términos de contenidos, la empresa invirtió en PlanetOut Inc.


(una empresa de medios y entretenimiento orientada al público LGBT,
cuyas acciones salieron a oferta pública en 2004), en Goldpocket Inte-
ractive124 (una desarrolladora de contenidos y proveedora de infraes-
tructura para aplicaciones destinadas a redes móviles o inalámbricas,

122 Comprada por Getty Images.


123 Adquirida por Twitter.
124 Adquirida por Tandberg tv.
Capitalismo Financiero y Comunicación 309

videojuegos e iTV), en Everyday Health125 (una empresa que trabaja con


contenidos orientados a la salud), en Mashable (una productora de con-
tenido digital, noticias, entretenimiento, etc.), en Fuse (una empresa que
ofrece contenidos digitales multiculturales para jóvenes de entre 18 y 34
años), en FanDuel (una plataforma de entretenimiento orientada a los
deportes), y en Bastle (una empresa que ofrece contenido digital para
mujeres jóvenes, de entre 18 y 34 años). Hubo, además, una inversión
en una red de multicanales de Youtube (Maker, más tarde adquirida por
Disney). Por último, estuvo también la inversión en Kosmix126 (una em-
presa que gestiona contenidos por algoritmos).
La diversificación de las inversiones también está entre las estra-
tegias de The Walt Disney Company. Esta empresa, que se desenvuelve
en Brasil en el área de la programación, cuenta con los canales Disney
y espn. The Walt Disney Company posee divisiones dedicadas a la ad-
ministración de parques temáticos y resorts, estudios cinematográficos,
de teatro y de música, la venta de licencias para productos mediáticos y
digitales (lo que incluye juegos, sitios web, aplicaciones para celulares),
y más. La década del 2000 marcó la entrada de la empresa en diversos
sectores para fortalecer su producto principal: el contenido diferenciado.
En el sector de los medios digitales, Disney adquirió: los estudios Avalan-
che Software y Minds Eye Production en 2005; Junction Point Studios
en 2007; Gamestar, en 2008, y Wideload Games, en 2009. En 2010, el
grupo adquirió el estudio de desarrollos para smartphones Tapulous, con
lo que fortaleció su presencia en la producción digital. También en la
plataforma digital, el grupo invirtió en la provisión de contenidos para
distintos tipos de público: para niños: con los sitios Club Penguin en
2007, y Kerpoof en 2009; para las fábulas de ficción: a través del sitio Fan-
lib en 2008; para toda la familia: con iParenting Media en 2007; para los
usuarios de celular: a través de Enorbus en 2009; para aquellos clientes
premium que abonan un adicional por determinados videos: a través de

125 La empresa sacó sus acciones a oferta pública en marzo de 2014.


126 Adquirida por Walmart.
310  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

DigiSynd Inc en 2009, y para los usuarios de redes sociales: a través de la


compra de Playdom (una empresa que provee juegos en redes sociales).
El año 2009 fue también el año en que ingresó en la joint venture Hulu,
un proveedor de contenidos en línea cuyo control accionario es com-
partido por Disney (32%), nbc Universal Television Group (32%) y Fox
Broadcasting Company (36%). En 2014, Disney compró Maker Studios
(una red de contenidos de video en línea) para reforzar la presencia de
su marca y sus franquicias, mediante el uso de su propia plataforma de
distribución.
Sin embargo, las adquisiciones más importantes del grupo se cen-
traron en los derechos de propiedad intelectual de los productos ya
consagrados en el mercado. En 2004, Disney adquirió el estudio The
Muppets Studio, que poseía los derechos sobre el famoso espectáculo
infantil de títeres homónimo y a partir de allí originó películas y vendió
licencias para diversos productos. El año 2006 estuvo signado por la ad-
quisición de Pixar.127 La compra se cerró en 7.400 millones de dólares,
cifra que bien refleja la importancia de este estudio de animación, que
a la sazón llevaba producidos grandes éxitos como128 Toy Story; Bichos,
una aventura en miniatura; Monsters S.A.; Buscando a Nemo; Los Increí-
bles y Cars. Toy Story 3 e Inside Out129, producidos por Pixar luego de
que la adquiriera Disney están entre las 50 películas de mayor taquilla
de todos los tiempos; Toy Story 3 ocupa el tercer lugar en el escalafón
general. Otra gran compra de derechos de propiedad intelectual fue
la de los estudios Marvel en 2009. Marvel tenía los derechos de super-
héroes como el Capitán América, el Hombre Araña, Hulk, Iron-Man y
Wolverine. En 2012, Disney hizo una nueva incursión en el mercado al

127 Pixar comenzó como una división informática de Lucasfilm (la productora de Star
Wars) y luego se transformó en una empresa independiente de esta, con financiamiento
de Apple Inc. (la empresa de Steve Jobs).
128 Pixar comenzó como una división informática de Lucasfilm (la productora de Star
Wars) y luego se transformó en una empresa independiente de esta, con financiamiento
de Apple Inc. (la empresa de Steve Jobs).
129 En Brasil, se tradujo como Divertidamente; en los países de habla hispana de América
Latina se tradujo como Intensamente.
Capitalismo Financiero y Comunicación 311

comprar Lucasfilm, la dueña de los derechos de Star Wars, por cuatro


mil millones de dólares. Con esa adquisición, Disney se garantizó para
sí la “fuerza” del mercado cinematográfico en 2015. El lanzamiento de
Star Wars, el despertar de la fuerza, le dio la mayor recaudación de ta-
quilla de Estados Unidos, con un total de 812 millones de dólares. Fue la
tercera película más taquillera de todos los tiempos en el mundo (y la
primera en Inglaterra),130 con una recaudación de más de mil millones
de dólares. Además, en 2012, el grupo compró la empresa utv Software
Communication, propietaria de canales de tv en India, y una productora
cinematográfica en Hollywood.
En el caso de Fox, la estrategia para mantenerse y ampliar su cuota
de mercado se basó en la producción y venta de licencias de contenidos,
sobre todo relacionados con los deportes y las noticias. Así, las inversio-
nes en áreas correlacionadas tienen como fin verdadero fortalecer los
dos focos de la compañía. La 21st Century Fox, que produce y comercia-
liza licencias de noticias, deportes, entretenimiento general, realidad
ficcionada y producción fílmica para distribuir por cable o satélite, y
también a través de empresas de telecomunicaciones y distribuidoras
de video en línea, viene invirtiendo en redes de canales de todo el mundo
y en la provisión de contenidos premium. En lo que se refiere a redes de
canales, las principales inversiones fueron la adquisición de la red maa
Television Network, que opera canales de entretenimiento en India, la
compra de las estaciones de televisión ktvu-tv Fox (canal 2) y kicu-tv
(canal 36), del grupo de medios cox, en la región de San Francisco (eeuu),
la compra de Latin America Pay Television, una distribuidora de canales
básicos y premium en América Latina, la adquisición de la Yankees En-
tertainment and Sports Network, una red deportiva regional de Estados
Unidos, la adquisición de espn Star Sports, que luego se transformaría
en Fox Spots Asia, la compra de la red regional estadounidense Sports-

130 Ver el artículo “Satr Wars” é a maior bilheteria dos eua e fica em 3º no ranking mundial”
[“Star Wars alcanza el récord de taquilla en eeuu y queda 3.ra en el ránking mundial”],
disponible en: http://cinema.uol.com.br/noticias/redacao/2016/01/10/star-wars-e-a-maior-
bilheteria-dos-eua-e-fica-em-3-no-ranking-mundial.htm.
312  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Time Ohio, y la compra de una red de canales de India llamada Asianet


Communications Limited. En relación con la oferta de contenidos, en la
actualidad Fox posee 50% de las acciones de Endemol, tiene la franquicia,
entre otros, del reality “Big Brother”, tiene el 51% de Eredivisie Media &
Marketing, una empresa que ostenta los derechos de transmisión y pu-
blicidad de la “Dutch Premier League”. El otro accionista de Eredivisie
es la proveedora de contenidos multiplataforma globales Endemol Shine
Group, una joint venture de la que forma parte la propia 21st Century Fox.
Además entre eso, 21st Century Fox posee participaciones minoritarias
en DraftKings Inc., un proveedor de contenidos deportivos ficcionales en
forma de juegos, en Vice Holdings Inc., una empresa a cargo de revistas,
edición de libros, música y una serie de canales digitales, y de Hulu, una
joint venture con Disney y nbc, como ya mencionáramos anteriormente.
La empresa invirtió también en Roku Inc., una proveedora de infraes-
tructura para medios digitales.
Las inversiones de Fox no dejan lugar a dudas en cuanto a su interés
en los retornos que puede rendirle el deporte. La compra de varias redes
dedicadas a este nicho señala a las claras su estrategia: estar presente
en los principales mercados deportivos del mundo. Y por eso también
se explican las inversiones inmensas que hizo en Brasil para insertar
al canal Fox Sports en las grillas de las principales operadoras del país.

Corporaciones mediáticas y capital financiero

Detrás de todas esas inversiones se encuentra el capital financiero. The


Walt Disney Company,131 que se negocia en el Nasdaq bajo el nombre
de dis, tiene 61,43% de sus acciones, es decir, más de mil millones de

131 De acuerdo con el informe anual del grupo, The Walt Diney Company cerró el ejercicio
fiscal de 2005 con ganancias por US$ 52,5 millones. Estas ganancias provinieron de sus
divisiones de medios, parque y resorts, sus estudios de espectáculos, y la división inte-
ractiva y de productos de consumo, y los ingresos netos fueron US$ 8.382 millones Hasta
el 3 de octubre de 2015, el conglomerado empleaba de forma directa a 185.000 personas.
Con respecto a su división de medios, la red deportiva ESPN llega a 60 países/territorios,
Capitalismo Financiero y Comunicación 313

acciones,132 en manos de 1.814 instituciones financieras o inversores. El


mayor accionista institucional, la administradora de carteras The Van-
guard Group Inc, posee 5,32% de esas acciones, u 87.348.806 acciones.
Las siguientes son algunas de las diez instituciones que más acciones
poseen: State Street Corporation (un holding financiero), fmr llc, más
conocida como Fidelity Investments, State Farm Mutual Automobile In-
surance Co. (una empresa aseguradora y administradora de carteras con
sede en Estados Unidos), BlackRock Institutional Trust Company N.A
(una administradora de carteras, con sede en San Francisco, California),
Massachusetts Financial Services Co. (una administradora de carteras
propiedad de la aseguradora canadiense Sun Life Financial), Bank of
New York Mellon Corporation (un banco y compañía financiera surgida
de la fusión del Bank of New York con la Mellon Financial Corporation),
Price (T. Rowe) Associates Inc. (una empresa de inversiones pública
estadounidense), la Northern Trust Corporation (una empresa de ser-
vicios financieros con base en Chicago), Capital World Investors (una
administradora de carteras con sede en Los Ángeles), y la ya citada The
Vanguard Group. Juntas, esas diez corporaciones financieras responden
por el 24,63% de las acciones en poder de instituciones inversoras, es
decir, casi un cuarto.
En el caso de Time Warner Inc.,133 1.026 instituciones tienen 83,29%
(aproximadamente 666 millones de acciones) de las acciones negociadas
en el Nasdaq. The Vanguard Group Inc., también aparece como el mayor
inversor institucional, seguido por: Massachusetts Financial Services
Co, Dodge & Cox Inc., jp Morgan Chase & Company; State Street Corpo-
ration; BlackRock Institutional Trust Company N.A, Capital Research

y transmite en cuatro idiomas. La red Disney ya está compuesta por más de 100 canales,
está disponible en 34 idiomas y llega a 163 países/territorios.
132 En números precisos: 1.008.480.615
133 En el ejercicio fiscal de 2014, Time Warner facturó un total de US$ 27.400 millones, a
través de sus tres divisiones de negocios, Turner, HBO y Warner Bros, y obtuvo ganancias
netas por US$ 3.827 millones. Hasta el 31 de diciembre de 2014, el conglomerado emplea-
ba a aproximadamente 25.600 personas. Su red de cable y medios, Turner, operaba 165
canales en total y llegaba a más de 200 países.
314  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Global Investors, Capital World Investors, Morgan Stanley y Oz Manage-


ment llc. Todos ellos tienen sede en Estados Unidos. Los diez mayores
inversores financieros acumulan un tercio de las acciones negociadas
en la Bolsa de Nueva York.
En 2013, News Corporation se había dividido y había dado origen a
dos empresas: News Corp, un spin-off que reúne periódicos, revistas y
otras empresas de prensa escrita del grupo, y la 21st Century Fox, suce-
sor legal de la antigua News Corporation, que mantiene todas sus propie-
dades audiovisuales y de radiodifusión. Las acciones de la 21st Century
Fox134 se negocian en el Nasdaq bajo dos denominaciones: foxa135 y fox.
Las instituciones financieras poseen 93,38% de las acciones tipo foxa.
En total, son 704 instituciones que tienen un poco más de mil millones
de acciones.136 Los cinco accionistas principales son: Capital World In-
vestors, The Vanguard Group Inc., jp Morgan Chase, State Street Corp.
y Capital Research Global Investors. En las acciones tipo fox, la partici-
pación de las instituciones no llega al 50%. Concretamente, 396 institu-
ciones reúnen 48,22% de esas acciones comercializadas en bolsa. Entre
los mayores accionistas se encuentran: Valueact Holdings lp, Yacktman
Asset Management lp, Eagle Capital Management, Franklin Resources
Inc., Morgan Stanley, Invesco Ltd., State Street Corporation, BlackRock
Institutional Trust Company N.A, jp Morgan, y Diamond Hill Capital
Management Inc.
A nivel mundial, la expansión de esos conglomerados a través de
fusiones, adquisiciones y monopolios de derechos de propiedad intelec-
tual y de exhibición de eventos aumenta la concentración del mercado

134 En el ejercicio fiscal 2015, Twenty-first Century Fox obtuvo US$ 28.987, a través de sus
divisiones de programación, televisión, entretenimiento fílmico, distribución por satélite,
y otros negocios, y su ganancia neta fue de US$ 8.306 millones. El conglomerado empleaba
a aproximadamente 20.500 personas y su red de canales internacionales llega a 180 países.
135 Las acciones de clase A, como las acciones foxa, son acciones preferenciales con cier-
tos derechos y restricciones. En general, las acciones preferenciales no tienen derecho a
voto en las asambleas, pero cuentan con preferencia a la hora de distribuir dividendos y
otras ganancias de la empresa.
136 En números precisos: 1.093.224.161 acciones.
Capitalismo Financiero y Comunicación 315

y reduce la cantidad de players en ese juego. Aun compitiendo entre sí,


los conglomerados del mercado de los medios suelen tener los mismos
inversores principales, como se observa en el cuadro 2.

Cuadro 2. Cruces de tenencias de los 10 mayores inversores financieros


de cada grupo

Inversores financieros The Walt Disney Time Warner 21st Century Fox
en común Company

The Vanguard Group Inc 5,32 5,35 7,67 (foxa)


State Street Corporation 3,94 3,81 1,70 (fox)
4,54 (foxa)
BlackRock Institutional 2,48 2,81 1,39 (fox)
Trust Company N.A. 2,65 (foxa)
Massachustes Financial 1,71 5,31 -
Services Co
Capital World Investors 1,37 1,96 11,70 (foxa)
JP Morgan Chase & Company - 4,34 1,22 (fox)
4,63 (foxa)
Capital Research Global - 2,40 4,15 (foxa)
Investors
Morgan Stanley - 1,47 1,94 (fox)

Fuente: elaborado por Denise Moura con datos del sitio de la Bolsa de Valores Nasdaq.

Consideraciones finales

Hemos visto que, en términos debordianos, el espectáculo expresa,


por un lado, la totalidad de la vida capitalista de nuestros tempos –la
ideología cotidiana de todos los hombres, mujeres e incluso niños ya
incorporados a las condiciones capitalistas de existencia– y, por otro, la
búsqueda incesante del capital de reducir sus tiempos de circulación
316  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

y realización. Cada unidad de espectáculo, que dura pocas horas pero


moviliza en todo el mundo a millones de corazones y mentes para el
consumo tanto de productos y servicios informacionales como de las
mercancías entrópicas que le dan sustento, proporciona una rentabili-
dad elevada sobre la inversión financiera, en tanto independiza el valor
generado de sus condiciones y tiempos materiales de producción. Ese
valor es transferido a la renta de quienes detentan los monopolios sobre
los derechos de propiedad intelectual, los cuales, a su vez, están cada vez
más guarecidos dentro de los llamados “jardines vallados”.
Un ejemplo de ese proceso es la inversión que hacen los grandes
conglomerados mediático-financieros ya no en el fútbol solamente, sino
en el deporte en general. El deporte acompaña a las marcas-fetiches
del consumismo y las asocia a representaciones identitarias, cultura-
les, distintivas e idiosincrásicas de los diversos segmentos de seguidores,
quienes a la vez actúan como agentes activos del espectáculo, así sea
participando en las tribunas, sentados frente al televisor, o luciendo por
las calles la camiseta de su equipo o deportista favorito, cuyos dones ar-
tísticos o deportivos han sido remunerados por las marcas por el hecho
de movilizar el trabajo semiótico general de esos millones de aficionados.
Para abreviar los tiempos de realización del capital, la oferta de
productos tiende a cubrir las más diversas plataformas, lo que también
incentiva el consumo por todos los medios posibles. La búsqueda de la
aceleración del ciclo del capital amplía la concentración vertical, hori-
zontal y cruzada, transformando los conglomerados mediáticos-finan-
cieros internacionales en agentes poderosos, incluso en el plano político
e ideológico, que se tornan a la vez en detentores del monopolio de la
palabra. Es un proceso que ha de demandar una enorme atención por
parte de los estados, los que deberían regular las comunicaciones para
garantizar el acceso a estas por parte de las culturas locales, así como la
diversidad e, incluso, la lisa y llana competencia.
Capitalismo Financiero y Comunicación 317

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Índice de autores

Francisco Sierra Caballero


Director General de Ciespal. Catedrático de Teoría de la Comunicación
e investigador del Instituto Universitario de Estudios sobre América
Latina (IEAL), es director del Grupo Interdisciplinario de Estudios en
Comunicación, Política y Cambio Social (www.compoliticas.org) y editor
de la Revista de Estudios para el Desarrollo Social de la Comunicación
(redes.com, www.revista-redes.com). Autor, entre otras publicaciones,
de Políticas de comunicación y educación. Crítica y desarrollo de la so-
ciedad del conocimiento (Gedisa, Barcelona, 2006) y Los profesionales
del silencio: la información y la guerra en la doctrina de los EEUU (Hiru,
Gipuzkoa, 2002). En la actualidad, es presidente de la Unión Latina de
Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura (www.
ulepicc.org).

Francesco Maniglio
Es investigador en el Centro Internacional de Estudios Superiores de
Comunicación para América Latina (Ciespal) por el proyecto Prometeo
de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación
(Senescyt) de Ecuador. Es doctor en Comunicación y Crítica de la Cultu-
ra por la Universidad de Sevilla, master en Filosofía del Derecho por la
Universidad Pablo de Olavide. Es investigador asociado al grupo Com-
politicas de la Universidad de Sevilla y Laboratorio de Estudios Críticos
del Discurso (Labec) de la Universidad de Brasilia. Entre sus últimas
publicaciones destacamos El gobierno del General Intellect (Ed. Ciespal,
2016); To lead without governing in the knowledge society (Discourse and
Society, Sage 2015); La invención del sur (Chasqui, 2016).
320  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Carlo Vercellone
Carlo Vercellone es uno de los principales referentes teóricos del capi-
talismo cognitivo y desarrolla sus actividades como economista en el
laboratorio CNRS del Centro de Economía (CES), Eje Instituciones, Uni-
versidad de París I-Sorbona, Francia. Entre sus obras recordamos From
formal subsumption to general intellect (Historical materialism, 2007);
The foundations and funding of basic income as primary income (Basic
Income Studies, 2014); Capitalismo cognitivo: renta, saber y valor en la
época posfordista (Prometeo, 2011).

Carlo Formenti
Carlo Formenti es licenciado en Ciancias Politicas. Entre 1980 y 1989 fue
co-director del mensual Alfabeta; desde 1989 hasta 2006 ha trabajado
para el Corriere della Sera; desde 2002 hasta el 2012 ha sido docente de
Teorías de los nuevos medios en la Universidad del Salento. Entre sus
publicacione principales recordamos: La fine del valore d’uso (Feltrine-
lli, 1980); Piccole apocalissi (Cortina, 1991); Incantati dalla Rete (Cortina,
2000); Cybersoviet (Cortina, 2008); Felici e sfruttati (EGEA, 2011); Utopie
letali (Jaca Book, 2013); La variante populista (DeriveApprodi, 2016).

Angelo Salento
Es profesor de Análisis Sociológico de los procesos de desarrollo en la
Universidad del Salento. Sus investigaciones principales abarcan el cam-
po de las transformaciones regulatorias de la economía. En particular
se ocupa de los procesos de financiarización de las empresas y de las
consecuencias en el plano de la organización del trabajo. Con investi-
gadores de Turín, Manchester, Ámsterdam y Madrid lidera un progra-
ma de investigación de la UE sobre la innovación social en la economía
fundamental.
Capitalismo Financiero y Comunicación 321

Joselle Dagnes
Es investigadora posdoctoral de Sociología económica en la Universi-
dad de Turín. Entre sus publicaciones: Building Alternatives from the
Bottom-up: The Case of Alternative Food Networks, en (Agriculture and
Agricultural Science Procedia, 2016); The Italian Way to Financial Accu-
mulation. Personal Networks and Informal Practices of the Italian Econo-
mic Elites (Sociologija, 2016).

Matteo Pasquinelli
Es profesor invitado en Teoría de los medios, en la Universidad de Arte y
Diseño, Karlsruhe. Recientemente editó la antología Alleys of Your Mind:
Augmented Intelligence and its Traumas (Meson Press, 2015), entre otras
publicaciones.

Javier Moreno
Doctor en Comunicación con Mención Internacional por la Universi-
dad de Sevilla dentro del programa “Comunicación y Crítica de la Cul-
tura”, es también experto universitario en “Comunicación y Desarrollo
Local”.  Cuenta con una amplia experiencia investigadora participando
en proyectos de ámbito internacional y desarrollando estancias de in-
vestigación en la Universidad de Brasilia (UnB), la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), la Universidad París 8 y la California State
University Northridge (CSUN). Como autor ha participado, entre otros li-
bros, en Políticas de comunicación y ciudadanía cultural iberoamericana
(Gedisa), Economia Política da Comunicação: Digitalização e Sociedade
(Cultura Acadêmica) y Politicas de Comunicação. Buscas teóricas e prá-
ticas (Paulus).
322  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

Núria Almiron
Núria Almiron es profesora titular del Departamento de Comunicación
de la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Sus principales
áreas de investigación incluyen y combinan la economía política de la
comunicación, la ética de la mediación, los grupos de interés y los estu-
dios críticos sobre animales y la ética ambiental. Su trabajo ha sido pu-
blicado en revistas académicas como Journalism Studies, Environmental
Communication, International Journal of Communication, International
Communication Gazette, Triple-C y American Behavioral Scientist. Es au-
tora y editora de diversos libros en varias lenguas, incluyendo El Mito
Digital (Anthropos, 2008, con José Manuel Jarque), Journalism in Crisis.
Corporate Media and Financialization (Hampton Press, 2010) y Critical
Animal and Media Studies (Routledge, 2016, junto a Matthew Cole y Ca-
rrie P. Freeman).

Damián Fernández Pedemonte


Es doctor en Letras, con estancias posdoctorales en Ohio University y
en la Universidad Católica de Milán. Es profesor de Grado y Posgrado en
el área de Análisis del Discurso y de las Audiencias, y profesor visitante
en posgrados en comunicación de universidades de América Latina y
Europa. Es autor de numerosos libros sobre comunicación y de decenas
de artículos científicos. Sus últimos títulos son: Comunicación aplicada,
Teoría y Método; La gestión del disenso. La comunicación gubernamental
en problemas, ambos con colaboración, y Conmoción Pública. Los casos
mediáticos y sus públicos. Es editor de Austral Comunicación, la revista
científica de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral, y
director de la colección Inclusiones de editorial.
Capitalismo Financiero y Comunicación 323

Felicitas Casillo
Estudió Comunicación Social en la Universidad Austral de Buenos Aires.
Cursó estudios de Posgrado en Historia del Arte (Museo Nacional de Be-
llas Artes) y es magister en Gestión de Contenidos (Universidad Austral).
Actualmente se encuentra realizando su investigación de doctorado
(Conicet). Formó parte de equipos de investigación en los organismos
FONCyT (Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica) y CECAP.
Se desempeñó como expositora en ciclos de la Sociedad Argentina de
Escritores y del Centro Cultural de la Cooperación, y como editora en la
European Cultural Foundation.

Sonia Aránzazu Ferruz González


Es consultora de comunicación para empresas e investigadora como
miembro del Grupo de investigación “ThinkCom” de la Facultad de Cien-
cias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Con
una tesis doctoral sobre Índices de Reputación Corporativa, es autora
de varios artículos sobre medición de intangibles y reputación, y ha es-
tado presente como investigadora en varios congresos internacionales.
Lleva trabajando en el ámbito profesional en comunicación y gestión de
intangibles desde 2001, labor que ha compaginado con la docencia en
relaciones públicas, comunicación corporativa y reputación.

Marcos Dantas
Profesor titular de la Facultad de Comunicación de la UFRJ (Rio de Ja-
neiro, Brasil); doctor en Ingeniería de la Producción por la COPPE-UFRJ;
presidente de la sección brasileña de la Unión Latina de la Economía
Política de la Información, la Comunicación y la Cultura (ULEPICC-Br).
Es profesor e investigador del Programa de Posgrado de la Facultad de
Comunicación de la UFRJ; profesor colaborador del Programa de Posgra-
do en Ciencias de la Información del Instituto Brasileiro de Informação
324  Francisco Sierra Caballero / Francesco Maniglio (Coords.)

em Ciência e Tecnologia. Es autor de Trabalho com informaçao: valor,


acumulação, apropiração nas redes do capital y otros libros, así como
de múltiples artículos sobre economía política de la información y de
la comunicación, que es su principal objeto de estudio e investigación.

Denise Maria Moura da Silva Lopes


Doctoranda en comunicación y cultura en la Facultad de Comunicación
de la Universidade Federal do Rio de Janeiro (ECO/UFRJ); su objeto de
estudio son las estructuras y dinámicas del sector de la TV por suscrip-
ción. Profesora de Letras por la Universidade Federal do Piauí (UFPi).
Graduada en Comunicación Social es especialista en comunicación y
lenguajes. Se ha desempeñado como asesora de comunicaciones en di-
versas organizaciones y empresas. Es miembro del grupo de investiga-
ción Políticas e Economia da Informação e da Cultura (PEIC), en el marco
de la ECO-UFRJ.
Este libro se terminó de imprimir
en diciembre de 2016, siendo
Director General de CIESPAL
Francisco SIERRA CABALLERO
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