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ÍNDICE GENERAL

Contenido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Prefacio, de K. Scholtissek . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Observaciones técnicas y abreviaturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

I. Focos de sumo interés

1. Los orígenes ocultos de Jesús en Nazaret. La basileia del Abba


como «destino» de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
1. ¿Incitaciones por parte del zelotismo religioso? . . . . . . . . . . 25
2. ¿Influencias de la sinagoga? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
3. La basileia como destino dado por el Abba . . . . . . . . . . . . . . 28
2. Lo «característicamente jesuánico» en la oración de Jesús. La
oración de Jesús como clave para la comprensión de su procla-
mación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
1. La coincidencia entre la «mirada hacia lo alto» y la «mirada
en perspectiva», entre la teo-logía y la escato-logía 40
2. La coincidencia entre la alabanza y la petición, entre la doxo-
logía y la soterio-logía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
3. La presencia «cristológica» de la salvación . . . . . . . . . . . . . . 55
Síntesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
3. Jesús trae la última palabra de Dios en la última hora (Los inicios
prepascuales de la tradición de logia II) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
1. La «situación en la vida interior» del círculo prepascual de dis-
cípulos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
2. La «situación en la vida exterior» del círculo prepascual de dis-
cípulos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
4. Escatología y servicio del amor en la proclamación de Jesús . . 85
1. Prontitud para la reconciliación y servicio del amor como exi-
gencia de la última hora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
2. La motivación de la exigencia de amor formulada por Jesús . . 95
Suplemento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
386 Índice general Índice general 387

5. La basileia como posible destino de muerte de Jesús. El infortu- 2. El argumento de la pro-existencia de Jesús mantenida por
nio del compromiso de Jesús a favor de la basileia ......... . 117 él al morir 186
1. El «fracaso» histórico de la proclamación de la basileia por 3. El argument~-b~s-ad~· ~~ i~ ~~~~~ia~ÍÓ~ d~-1~-r~~~;;e~~iÓ~
Jesús ........................................... . 118 por parte de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... 192
2. La peligrosidad del compromiso de Jesús en favor de la basi- 4. El argumento basado en los gestos de servicio (e interpreta-
leia ............................................ . 120 dos) durante la oración, en la Cena de despedida de Jesús . 195
3. La paradoja de la «escatología historizada» como metatexto Para terminar 204
del fracaso de Jesús ............................... . 124 Complemento ~~~ Í~~ ~~bÚ~~¿o~-e~ -~~~ ~~~~e~Í~r~~- ~ ~~~¡i;
4. ¿Pudo contar Jesús con su muerte de mártir? ........... . 125 de 1983 y que estudian la comprensión de la muerte de Jesús
(selección) ...................................... . 206
6. La muerte de Jesús como muerte salvífica en el contexto de su Complemento del editor de esta obra ................. . 208
proclamación de la basileia ........................... . 131
A. La problemática: ¿pudo entender Jesús que su muerte tenía 9. La pervivencia de la causa de Jesús en la Cena pospascual del
importancia salvífica? .....................' ........ . 131 Señor. La continuidad de los signos en la discontinuidad de los
1. ¿Soteriología escatológica, en vez de soteriología stauro- tiempos ........................................... . 211
lógica? ...................................... . 132 A. Cuestión aclaratoria acerca de las acciones de Jesús en la San-
ta Cena 212
134
1. Lo pai~s~i~~~~~ ·e~· ~l· ;;o·c~~~ .de. ia. ~~l~b;~c-iÓ~ ·;a~Íi~a· d~
2. ¿Es correcta la alternativa expresada? .............. .
B. ¿El destino de muerte aceptado por Jesús como destino salví-
138 la Cena del Señor ............ , .................. . 213
fico de la basileia? ............................... .
a) Observaciones de la Cena del Señor en el cristianismo
1. La apertura fundamental de Jesús para las maneras del des-
primitivo ................................... . 213
tino de la basileia, decidido por el Padre ............ . 138
b) Observaciones especiales en relación con la doble ac-
2. El destino de Jesús para la basileia como posible interpre-
ción eucarística . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217
tación de su destino de muerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 142
2. Conclusiones sobre la Última Cena de Jesús ......... . 219
3. ¿El destino de la basileia, aceptado pro-existentemente por a) La unión entre la acción sobre el pan y la acción sobre
Jesús, como preestructura de una expiación vicaria? .... 145
la copa ........ _............................ . 220
7. La muerte de Jesús en el horizonte de comprensión de su en- b) Dos peculiaridades de las acciones eucarísticas .... . 222
torno ............................................. . 153 B. Ensayo de interpretación del sentido de la a~ción de Jesús en
1. La muerte de Jesús a la luz del sufrimiento expiatorio y vica- la Cena 224
rio del «Ebed Yahvé» .............................. . 154 l. El sen~i·d; d~ Í~ d~bi~ ~~~i·ó~ d~ J~~~~ .::::::::::::::: 225
2. La muerte de Jesús a la luz del sufrimiento expiatorio y vica- a) El sentido en que se orientan las acciones de Jesús en la
rio de los mártires ................................. . 160 Cena ...................................... . 225
b) El informe proporcionado por las palabras acompañan-
8. La originalísima comprensión de Jesús de su propia muerte. Ob- tes, entendidas en el contexto de la conducta de Jesús .. 228
servaciones sobre la «soteriología implícita» de Jesús ....... . 163 2. Las acciones de Jesús en la Cena como «signo del cumpli-
Sobre el planteamiento del problema .................... . 163 miento escatológico» ........................... . 236
A. Cuestión introductoria: ¿puso Jesús en relación inmediata su a) ¿Qué es un «signo del cumplimiento escatológico»? .. 236
muerte con la llegada de la basileia? ................. . 173 b) La acción de Jesús en la Última Cena como «signo de
B. La cuestión central: ¿en qué sentido habría asignado Jesús a cumplimiento escatológico» ................... . 238
su muerte significación salvífica? .................... . 178 Complemento bibliográfico ........................ . 240
1. El argumento basado en la posición singularísima de Jesús 1

como el salvador escatológico absoluto y su fidelidad a su 1

encargo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
386 Índice general Índice general 387

5. La basileia como posible destino de muerte de Jesús. El infortu- 2. El argumento de la pro-existencia de Jesús mantenida por
nio del compromiso de Jesús a favor de la basileia ......... . 117 él al morir 186
1. El «fracaso» histórico de la proclamación de la basileia por 3. El argument~-b~s-ad~· ~~ i~ ~~~~~ia~ÍÓ~ d~-1~-r~~~;;e~~iÓ~
Jesús ........................................... . 118 por parte de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... 192
2. La peligrosidad del compromiso de Jesús en favor de la basi- 4. El argumento basado en los gestos de servicio (e interpreta-
leia ............................................ . 120 dos) durante la oración, en la Cena de despedida de Jesús . 195
3. La paradoja de la «escatología historizada» como metatexto Para terminar 204
del fracaso de Jesús ............................... . 124 Complemento ~~~ Í~~ ~~bÚ~~¿o~-e~ -~~~ ~~~~e~Í~r~~- ~ ~~~¡i;
4. ¿Pudo contar Jesús con su muerte de mártir? ........... . 125 de 1983 y que estudian la comprensión de la muerte de Jesús
(selección) ...................................... . 206
6. La muerte de Jesús como muerte salvífica en el contexto de su Complemento del editor de esta obra ................. . 208
proclamación de la basileia ........................... . 131
A. La problemática: ¿pudo entender Jesús que su muerte tenía 9. La pervivencia de la causa de Jesús en la Cena pospascual del
importancia salvífica? .....................' ........ . 131 Señor. La continuidad de los signos en la discontinuidad de los
1. ¿Soteriología escatológica, en vez de soteriología stauro- tiempos ........................................... . 211
lógica? ...................................... . 132 A. Cuestión aclaratoria acerca de las acciones de Jesús en la San-
ta Cena 212
134
1. Lo pai~s~i~~~~~ ·e~· ~l· ;;o·c~~~ .de. ia. ~~l~b;~c-iÓ~ ·;a~Íi~a· d~
2. ¿Es correcta la alternativa expresada? .............. .
B. ¿El destino de muerte aceptado por Jesús como destino salví-
138 la Cena del Señor ............ , .................. . 213
fico de la basileia? ............................... .
a) Observaciones de la Cena del Señor en el cristianismo
1. La apertura fundamental de Jesús para las maneras del des-
primitivo ................................... . 213
tino de la basileia, decidido por el Padre ............ . 138
b) Observaciones especiales en relación con la doble ac-
2. El destino de Jesús para la basileia como posible interpre-
ción eucarística . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217
tación de su destino de muerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 142
2. Conclusiones sobre la Última Cena de Jesús ......... . 219
3. ¿El destino de la basileia, aceptado pro-existentemente por a) La unión entre la acción sobre el pan y la acción sobre
Jesús, como preestructura de una expiación vicaria? .... 145
la copa ........ _............................ . 220
7. La muerte de Jesús en el horizonte de comprensión de su en- b) Dos peculiaridades de las acciones eucarísticas .... . 222
torno ............................................. . 153 B. Ensayo de interpretación del sentido de la a~ción de Jesús en
1. La muerte de Jesús a la luz del sufrimiento expiatorio y vica- la Cena 224
rio del «Ebed Yahvé» .............................. . 154 l. El sen~i·d; d~ Í~ d~bi~ ~~~i·ó~ d~ J~~~~ .::::::::::::::: 225
2. La muerte de Jesús a la luz del sufrimiento expiatorio y vica- a) El sentido en que se orientan las acciones de Jesús en la
rio de los mártires ................................. . 160 Cena ...................................... . 225
b) El informe proporcionado por las palabras acompañan-
8. La originalísima comprensión de Jesús de su propia muerte. Ob- tes, entendidas en el contexto de la conducta de Jesús .. 228
servaciones sobre la «soteriología implícita» de Jesús ....... . 163 2. Las acciones de Jesús en la Cena como «signo del cumpli-
Sobre el planteamiento del problema .................... . 163 miento escatológico» ........................... . 236
A. Cuestión introductoria: ¿puso Jesús en relación inmediata su a) ¿Qué es un «signo del cumplimiento escatológico»? .. 236
muerte con la llegada de la basileia? ................. . 173 b) La acción de Jesús en la Última Cena como «signo de
B. La cuestión central: ¿en qué sentido habría asignado Jesús a cumplimiento escatológico» ................... . 238
su muerte significación salvífica? .................... . 178 Complemento bibliográfico ........................ . 240
1. El argumento basado en la posición singularísima de Jesús 1

como el salvador escatológico absoluto y su fidelidad a su 1

encargo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
388 Índice general Índice general 389

11. Visión de la Figura b) Contradicciones y divergencias en la visión evolutiva


del mundo y del futuro ...................... . 315
1O. La muerte de Jesús - nuestra vida. Un intento de comprender 243 2. El Cristo pro-existente como principio de la sociedad y
A. El servicio de la vida de Jesús se convierte en el servicio de de la evolución cósmica ......................... 319
la muerte ...................................... . 244 a) La pro-existencia de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319
l. El servicio de la vida de Jesús ................... . 244 b) La razón primordial trinitaria de la pro-existencia de
a) El servicio como ley de vida .................. . 244 Jesús .................................... . 326
b) Un servicio que abarca la totalidad ............. . 245 c) La piedad de la fe pro-existente como repercusión es-
2. El servicio de la muerte de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247 piritual ................................... . 333
a) La vida en el horizonte de la muerte . . . . . . . . . . . . . 248 Complemento bibliográfico: ....................... . 338
b) Entrega hasta el extremo ..................... . 249 13. Jesús, comprometido en el compromiso de Dios .......... . 339
B. El servicio de la muerte de Jesús se muestra como servicio 1. El compromiso radical de Jesús 341
de la vida ...................................... . 252 2. El estar comprometido de Jesús si~· ;e·a~~i~~~s· . : : : : : : : : : 343
1. De cómo nosotros, entregados a la muerte, servimos a la 3. Comprometido en favor de Dios .................... . 345
muerte ..................................... . 253 4 .... en el compromiso de Dios ............_.......... . 346
a) La «búsqueda obsesiva del yo» mantiene preso al in- Perspectiva ·) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 352
dividuo ................................... . 254
b) La caída en la culpa ......................... . 256 Epílogo: Passio et Compassio Caritatis .................... . 355
2. De cómo el servicio de la muerte de Jesús crea vida .. . 258 1. Lo específicamente cristiano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355
258 2. El centro de la Escritura 356
a) Liberación de la culpa ....................... .
262 3. El centro cristiano de la es~Í;i~~Úd~d ~~~aÍ . : : : : : : : : : : : 358
b) Liberación para el servicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Complemento bibliográfico: ......................... . 359
11. La «pro-existencia» como concepto cristológico fundamental .. 267
267 Bibliografia .......................................... . 361
Observaciones preliminares a modo de introducción ...... .
273 1. Procedencia de los artículos ....................... . 361
1. La vida y la acción pro-existente de Jesús ............ .
2. Libros citados repetidamente de forma abreviada ...... . 362
2. El morir pro-existente de Jesús ..................... . 277
3. Bibliografia reciente sobre Jesús ................... . 373
3. El ser y la actividad pro-existente del Señor exaltado . . . . 282
a) Información sobre la investigación y bibliografia .... . 373
4. Las razones preexistentes de la pro-existencia ......... . 291
b) Bibliografia sobre Jesús ........................ . 374
5. Complemento: Aspectos neotestamentarios de la pro-exis-
c) Ensayos ..................................... . 376
tencia del Jesús terreno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 298
Complemento bibliográfico .......................... . 301 Índice de autores ............ . 379
Índice de citas bíblicas ......................... .
.................................. 381
12. El Cristo pro-existente, ¿el centro de la fe del mañana? Una me-
ditación teológica .................................. . 303
A. Mirada retrospectiva ............................. . 305
1. El desarrollo de la revelación de la «plenitud de Cristo»
atestiguado en el Nuevo Testamento .............. . 305
2. El desarrollo del «eminente conocimiento de Cristo» en
la historia de la Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
B. Perspectiva .................................... . 312
1. El Cristo evolutivo como punto de convergencia de la
evolución ................................... . 313
a) Cristo en una visión evolutiva del mundo y del futuro . 313

UNIVERSIDAD DE NAVARRA
SERVICIO DE BIBLIOTECAS
388 Índice general Índice general 389

11. Visión de la Figura b) Contradicciones y divergencias en la visión evolutiva


del mundo y del futuro ...................... . 315
1O. La muerte de Jesús - nuestra vida. Un intento de comprender 243 2. El Cristo pro-existente como principio de la sociedad y
A. El servicio de la vida de Jesús se convierte en el servicio de de la evolución cósmica ......................... 319
la muerte ...................................... . 244 a) La pro-existencia de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319
l. El servicio de la vida de Jesús ................... . 244 b) La razón primordial trinitaria de la pro-existencia de
a) El servicio como ley de vida .................. . 244 Jesús .................................... . 326
b) Un servicio que abarca la totalidad ............. . 245 c) La piedad de la fe pro-existente como repercusión es-
2. El servicio de la muerte de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247 piritual ................................... . 333
a) La vida en el horizonte de la muerte . . . . . . . . . . . . . 248 Complemento bibliográfico: ....................... . 338
b) Entrega hasta el extremo ..................... . 249 13. Jesús, comprometido en el compromiso de Dios .......... . 339
B. El servicio de la muerte de Jesús se muestra como servicio 1. El compromiso radical de Jesús 341
de la vida ...................................... . 252 2. El estar comprometido de Jesús si~· ;e·a~~i~~~s· . : : : : : : : : : 343
1. De cómo nosotros, entregados a la muerte, servimos a la 3. Comprometido en favor de Dios .................... . 345
muerte ..................................... . 253 4 .... en el compromiso de Dios ............_.......... . 346
a) La «búsqueda obsesiva del yo» mantiene preso al in- Perspectiva ·) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 352
dividuo ................................... . 254
b) La caída en la culpa ......................... . 256 Epílogo: Passio et Compassio Caritatis .................... . 355
2. De cómo el servicio de la muerte de Jesús crea vida .. . 258 1. Lo específicamente cristiano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355
258 2. El centro de la Escritura 356
a) Liberación de la culpa ....................... .
262 3. El centro cristiano de la es~Í;i~~Úd~d ~~~aÍ . : : : : : : : : : : : 358
b) Liberación para el servicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Complemento bibliográfico: ......................... . 359
11. La «pro-existencia» como concepto cristológico fundamental .. 267
267 Bibliografia .......................................... . 361
Observaciones preliminares a modo de introducción ...... .
273 1. Procedencia de los artículos ....................... . 361
1. La vida y la acción pro-existente de Jesús ............ .
2. Libros citados repetidamente de forma abreviada ...... . 362
2. El morir pro-existente de Jesús ..................... . 277
3. Bibliografia reciente sobre Jesús ................... . 373
3. El ser y la actividad pro-existente del Señor exaltado . . . . 282
a) Información sobre la investigación y bibliografia .... . 373
4. Las razones preexistentes de la pro-existencia ......... . 291
b) Bibliografia sobre Jesús ........................ . 374
5. Complemento: Aspectos neotestamentarios de la pro-exis-
c) Ensayos ..................................... . 376
tencia del Jesús terreno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 298
Complemento bibliográfico .......................... . 301 Índice de autores ............ . 379
Índice de citas bíblicas ......................... .
.................................. 381
12. El Cristo pro-existente, ¿el centro de la fe del mañana? Una me-
ditación teológica .................................. . 303
A. Mirada retrospectiva ............................. . 305
1. El desarrollo de la revelación de la «plenitud de Cristo»
atestiguado en el Nuevo Testamento .............. . 305
2. El desarrollo del «eminente conocimiento de Cristo» en
la historia de la Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
B. Perspectiva .................................... . 312
1. El Cristo evolutivo como punto de convergencia de la
evolución ................................... . 313
a) Cristo en una visión evolutiva del mundo y del futuro . 313

UNIVERSIDAD DE NAVARRA
SERVICIO DE BIBLIOTECAS
2

Lo «característicamente jesuánico»
en la oración de Jesús.
La oración de Jesús como clave
para la comprensión de su proclamación

Una explicación del Padrenuestro tendrá que situar incesantemente es-


ta oración en el contexto de la proclamación de Jesús,-a fin de dilucidarla
y llegar a conocer lo que es «característicamente jesuánico». Inversamen-
te, no hay medio mejor que el Padrenuestro (la «oración del Señor») para
entender en su estructura fundamental la proclamación de Jesús 1• Lo que
nosotros buscamos, es decir, «lo característicamente jesuánico», lo encon-
tramos en la oración de Jesús, y por cierto de una manera gnoseológica-
mente más clara y objetivamente más próxima que en la proclamación de
Jesús 2 •
Si queremos entender teológicamente la «meditación teológica» que
vamos a ofrecer a continuación sobre «lo característicamente jesuánico»,
entonces habrá que evitar previamente un malentendido: no planteamos la
cuestión en sentido moral, y no trataremos de averiguar a continuación cuál
es el «espíritu de Jesús» a fin de que nos sirva de modelo y estímulo para
nuestra propia acción, es decir, en el sentido de la «Ley» (por mucho que la
oración de Jesús se haya convertido para nosotros en una escuela de vida).
Sino que entendemos la cuestión en un sentido formal; indagamos la orien-
tación trascendental de Jesús en su peculiaridad estructural. Por tanto, lo
que nos interesa es el «Evangelio»: nuestra pregunta es si en lo <rjesuánicm>
se encuentra ya implícitamente oculto algo que, por una parte, constituya ya
implícitamente un punto de apoyo para lo pospascualmente «cristológico»,
y que, por otra parte, cualifique también ya a lo pospascualmente «cristoló-
gicm>. Claro está que esta cuestión nos llevará más allá de la interpretación
exegética y nos conducirá a la intelección teológica objetiva (que no debe
prohibirse a los exegetas). ¿Hemos entendido ya el Padrenuestro, cuando

l. Cf. H. Schürmann, Gebet des Herrn, 7 1990, 14ss.


2. Cf. ibid., 16s.

L
2

Lo «característicamente jesuánico»
en la oración de Jesús.
La oración de Jesús como clave
para la comprensión de su proclamación

Una explicación del Padrenuestro tendrá que situar incesantemente es-


ta oración en el contexto de la proclamación de Jesús,-a fin de dilucidarla
y llegar a conocer lo que es «característicamente jesuánico». Inversamen-
te, no hay medio mejor que el Padrenuestro (la «oración del Señor») para
entender en su estructura fundamental la proclamación de Jesús 1• Lo que
nosotros buscamos, es decir, «lo característicamente jesuánico», lo encon-
tramos en la oración de Jesús, y por cierto de una manera gnoseológica-
mente más clara y objetivamente más próxima que en la proclamación de
Jesús 2 •
Si queremos entender teológicamente la «meditación teológica» que
vamos a ofrecer a continuación sobre «lo característicamente jesuánico»,
entonces habrá que evitar previamente un malentendido: no planteamos la
cuestión en sentido moral, y no trataremos de averiguar a continuación cuál
es el «espíritu de Jesús» a fin de que nos sirva de modelo y estímulo para
nuestra propia acción, es decir, en el sentido de la «Ley» (por mucho que la
oración de Jesús se haya convertido para nosotros en una escuela de vida).
Sino que entendemos la cuestión en un sentido formal; indagamos la orien-
tación trascendental de Jesús en su peculiaridad estructural. Por tanto, lo
que nos interesa es el «Evangelio»: nuestra pregunta es si en lo <rjesuánicm>
se encuentra ya implícitamente oculto algo que, por una parte, constituya ya
implícitamente un punto de apoyo para lo pospascualmente «cristológico»,
y que, por otra parte, cualifique también ya a lo pospascualmente «cristoló-
gicm>. Claro está que esta cuestión nos llevará más allá de la interpretación
exegética y nos conducirá a la intelección teológica objetiva (que no debe
prohibirse a los exegetas). ¿Hemos entendido ya el Padrenuestro, cuando

l. Cf. H. Schürmann, Gebet des Herrn, 7 1990, 14ss.


2. Cf. ibid., 16s.

L
38 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 39

nos representamos a Jesús como modelo (como exemplum) en su manera de y nuestra mirada en perspectiva, hasta que nosotros la comprende-
orar? ¿o podremos contemplar en la profund~ hondura d~l Padrenuestro la rnos luego corno luz que resplandece y al mismo tiempo incide so-
salvación escatológica y conocer en ella a Jesus como qmen nos trae la sal- bre nosotros, y que finalmente permanece corno un resplandor ca-
vación (como sacramentum)? Lo «característicamente jesuánicm> lo en- lladamente actual. Lo «característicamente jesuánico» en la oración
tendemos como cristología implícita (más allá de todos los títulos «cristo-
de Jesús se capta profundísirnarnente tan sólo en una sencillísima
lógicos» de majestad), pero que constituye ya conjuntamente el tema, de
«mirada de luZ». Pero es preciso que esto lo «desarrollemos».
manera muy directa, en las instrucciones que ¡esús da para la oración.
Casi podríamos sintetizar la oración en los dos elementos fun-
Por de pronto, la forma de la oración de Jesús muestra particu- damentales que la integran -la invocación y el deseo de la oración-:
laridades características, que nos permiten vislumbrar algo de la pe- <<Abba, venga tu reino». En la invocación, con la que Jesús, de una
culiaridad de Jesús: la oración -en su forma fundamental lucana, manera incomparablemente íntima y personal, mira hacia lo alto
que podernos pensar que es la original 3- es incomparablemente (verticalmente), hacia su «Padre amado»; y en el deseo de la ora-
sencilla y monumental a la vez, estructurada de manera extraordi- ción, que, con una amplia visión de futuro, contempla en perspec-
nariamente objetiva y edificada con elementos sencillísimos, sin tiva (horizontalmente) la salvación escatológica -la salvación del
ninguna ornamentación. En ella no hay nada superfluo, pero tam- cosmos y de la historia de la humanidad, pero especialísirnarnente
poco hay nada que pueda eliminarse sin causar daños 4 . El conjun- la salvación de cada individuo-. Aquel que sea capaz de contem-
to está construido estructuralmente con una lógica incomparable en plar la unión estructural de estos dos enunciados tan diferentes, el
su edificación y sucesión, que no permite ninguna reordenación, ya que sea capaz de contemplar conjuntamente la «mirada hacia lo al-
que en cada caso un elemento sustenta al otro y lo hace comprensi- to» y la «mirada en perspectiva» que son propias de esta oración (y
ble. Corno una monumental rotonda que se eleva hacia lo alto, la su reflejo en la separación y la coincidencia de la teo-logía y la es-
oración consta del monolito de un solo y único deseo: «Venga tu cato-logía en la palabra de Jesús), ese tal habrá encontrado ya la
reino» 5 . Esta estructura se halla consolidada en tres partes median- pista de lo «característicamente jesuánico» 9 .
te las tres peticiones en primera persona del plural («nosotros»), y a Claro que luego habrá que entender la unión peculiar ·que existe
la vez se encuentra bien afincada en la tierra 6 • El deseo teocéntrico entre la invocación del Abba y el deseo inicial, <<Ábba, santificado sea
inicial 7 puede entenderse corno la cúpula que corona el edificio, y tu nombre», a fin de ver la coincidencia -de dirección opuesta- en-
la invocación del «Padre» 8, corno la linterna que difunde luz e ilu- tre la alabanza y la petición (entre la doxo-logía y la soterio-logía) 10 •
mina todo el edificio. Aquel que conozca después la salvación de Dios, que incide en la
Claro está que semejante imagen arquitectónica es insuficiente. palabra y la obra de Jesús, en su comportamiento y su destino, en su
No obstante, nos lleva a la idea de la luz: si dejarnos que nos ilumi- existencia y su persona, contemplará lo «característicamente jesuá-
ne el juego de luz que dimana de tres lados y nos inunda, y que im- nico» en su centro y en su hondura («ternatizados ya cristológica-
pregna todo el edificio de la oración de Jesús, y acogernos en noso- / rnente» de manera implícita) 11 •
tros esta luz, entonces experimentamos algo de la peculiaridad de El que esta «característica jesuánica», tensa y anclada en uncen-
esa oración que nos da a conocer lo característico de Jesús. Esa luz tro, tuviera que adoptar finalmente la forma de la cruz, no asorn-
nos lleva de un lado a otro para dirigir nuestra mirada hacia lo alto
9. Cf. ya la primera publicación del autor, H. Schürmann, Aufbau und Struk-
3. Cf. ibid., 18-22. tur (1949), también la primera edición (1957) de: Das Gebet des Herrn [a ella co-
4. Esto se aplica también seguramente a la afirmación solemne del perdón; rresponde la traducción española: Padre nuestro, Madrid 1961], y luego, como una
cf. ibid., 158-164. indicación exegética, el estudio Escatología y servicio de amor (cf. infra, 85-115)
5. Cf. ibid., 53-78. (1959), y también temáticamente Das hermeneutische Hauptproblem der Verkündi-
6. Cf. ibid., 88ss. gung Jesu (1964).
7. Cf. ibid., 35-52. 10. Cf. Gebet des Herrn, 48-51.
8. Cf. ibid., 23-34. 11. Cf. ibid., 29-33 y 66-76.
38 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 39

nos representamos a Jesús como modelo (como exemplum) en su manera de y nuestra mirada en perspectiva, hasta que nosotros la comprende-
orar? ¿o podremos contemplar en la profund~ hondura d~l Padrenuestro la rnos luego corno luz que resplandece y al mismo tiempo incide so-
salvación escatológica y conocer en ella a Jesus como qmen nos trae la sal- bre nosotros, y que finalmente permanece corno un resplandor ca-
vación (como sacramentum)? Lo «característicamente jesuánicm> lo en- lladamente actual. Lo «característicamente jesuánico» en la oración
tendemos como cristología implícita (más allá de todos los títulos «cristo-
de Jesús se capta profundísirnarnente tan sólo en una sencillísima
lógicos» de majestad), pero que constituye ya conjuntamente el tema, de
«mirada de luZ». Pero es preciso que esto lo «desarrollemos».
manera muy directa, en las instrucciones que ¡esús da para la oración.
Casi podríamos sintetizar la oración en los dos elementos fun-
Por de pronto, la forma de la oración de Jesús muestra particu- damentales que la integran -la invocación y el deseo de la oración-:
laridades características, que nos permiten vislumbrar algo de la pe- <<Abba, venga tu reino». En la invocación, con la que Jesús, de una
culiaridad de Jesús: la oración -en su forma fundamental lucana, manera incomparablemente íntima y personal, mira hacia lo alto
que podernos pensar que es la original 3- es incomparablemente (verticalmente), hacia su «Padre amado»; y en el deseo de la ora-
sencilla y monumental a la vez, estructurada de manera extraordi- ción, que, con una amplia visión de futuro, contempla en perspec-
nariamente objetiva y edificada con elementos sencillísimos, sin tiva (horizontalmente) la salvación escatológica -la salvación del
ninguna ornamentación. En ella no hay nada superfluo, pero tam- cosmos y de la historia de la humanidad, pero especialísirnarnente
poco hay nada que pueda eliminarse sin causar daños 4 . El conjun- la salvación de cada individuo-. Aquel que sea capaz de contem-
to está construido estructuralmente con una lógica incomparable en plar la unión estructural de estos dos enunciados tan diferentes, el
su edificación y sucesión, que no permite ninguna reordenación, ya que sea capaz de contemplar conjuntamente la «mirada hacia lo al-
que en cada caso un elemento sustenta al otro y lo hace comprensi- to» y la «mirada en perspectiva» que son propias de esta oración (y
ble. Corno una monumental rotonda que se eleva hacia lo alto, la su reflejo en la separación y la coincidencia de la teo-logía y la es-
oración consta del monolito de un solo y único deseo: «Venga tu cato-logía en la palabra de Jesús), ese tal habrá encontrado ya la
reino» 5 . Esta estructura se halla consolidada en tres partes median- pista de lo «característicamente jesuánico» 9 .
te las tres peticiones en primera persona del plural («nosotros»), y a Claro que luego habrá que entender la unión peculiar ·que existe
la vez se encuentra bien afincada en la tierra 6 • El deseo teocéntrico entre la invocación del Abba y el deseo inicial, <<Ábba, santificado sea
inicial 7 puede entenderse corno la cúpula que corona el edificio, y tu nombre», a fin de ver la coincidencia -de dirección opuesta- en-
la invocación del «Padre» 8, corno la linterna que difunde luz e ilu- tre la alabanza y la petición (entre la doxo-logía y la soterio-logía) 10 •
mina todo el edificio. Aquel que conozca después la salvación de Dios, que incide en la
Claro está que semejante imagen arquitectónica es insuficiente. palabra y la obra de Jesús, en su comportamiento y su destino, en su
No obstante, nos lleva a la idea de la luz: si dejarnos que nos ilumi- existencia y su persona, contemplará lo «característicamente jesuá-
ne el juego de luz que dimana de tres lados y nos inunda, y que im- nico» en su centro y en su hondura («ternatizados ya cristológica-
pregna todo el edificio de la oración de Jesús, y acogernos en noso- / rnente» de manera implícita) 11 •
tros esta luz, entonces experimentamos algo de la peculiaridad de El que esta «característica jesuánica», tensa y anclada en uncen-
esa oración que nos da a conocer lo característico de Jesús. Esa luz tro, tuviera que adoptar finalmente la forma de la cruz, no asorn-
nos lleva de un lado a otro para dirigir nuestra mirada hacia lo alto
9. Cf. ya la primera publicación del autor, H. Schürmann, Aufbau und Struk-
3. Cf. ibid., 18-22. tur (1949), también la primera edición (1957) de: Das Gebet des Herrn [a ella co-
4. Esto se aplica también seguramente a la afirmación solemne del perdón; rresponde la traducción española: Padre nuestro, Madrid 1961], y luego, como una
cf. ibid., 158-164. indicación exegética, el estudio Escatología y servicio de amor (cf. infra, 85-115)
5. Cf. ibid., 53-78. (1959), y también temáticamente Das hermeneutische Hauptproblem der Verkündi-
6. Cf. ibid., 88ss. gung Jesu (1964).
7. Cf. ibid., 35-52. 10. Cf. Gebet des Herrn, 48-51.
8. Cf. ibid., 23-34. 11. Cf. ibid., 29-33 y 66-76.
40 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 41

brará a quien haya entendido las cosas. Lo «característicamente je- 1) fijarnos en la coincidencia entre la mirada hacia lo alto y la mi-
suánico» en el sentido que acabamos de esbozar se hace· claro en la rada en perspectiva, y en 2) reflexionar sobre las razones de seme-
medida en que nos abandonamos al triple sentido del movimiento jante coincidencia.
que hay en la oración de Jesús, y dejamos que de, este modo se nos
lleve al centro y a la hondura de esa oración. La coexistencia de la «mirada hacia lo alto» y la «mirada en perspectiva» en la oración, entre el kerigma
mirada hacia lo alto y de la mirada en perspectiva (1) nos permite y la homologesis en la proclamación, y entre la escato-logía y la teo-logía en la en-
captar como coincidencia la separación entre la escato-logía y la señanza, se encuentra preservado de algún modo «el problema hermenéutico prin-
cipal de la proclamación de Jesús», como muestra el amplio debate reciente. Cf. en
teo-logía. La coincidencia entre la tendencia ascendente y la des- este sentido, por ejemplo, E. GraBer, Parusieverzogerung, p. XIV; W. G. Kümmel,
cendente (2) nos hace ver claramente que la soteriología de Jesús es Ein Jahrzehnt Jesusforschung (1965-1975) III: ThR 41(1977)298: con ello «se ha-
doxo-logía. Con ello, aquella coincidencia y esta coincidencia se ce referencia al centro de la proclamación de Jesús». La relación mutua dialéctica y
el entrelazamiento, antes mostrados, pueden resolverse de manera unilateral por
fundamentan (3) en algo que es sencillamente uno, y que puede ser ambas partes: cuando la noticia que Jesús proporciona de Dios se capta «escato-ló-
denominado en sentido estricto lo «característicamente jesuánico». gicamente» (apocalípticamente), o cuando el anclaje escatológico de la noticia que
Esta visión de conjunto necesita explicación. Jesús da de Dios se elude hábilmente -en último término, en sentido deísta- en el
hecho de que Jesús haya sido enviado y haya venido. La unilateralidad escatológi-
ca se encuentra, entre otros, en A. Vogtle, «Theo-logie» und «Eschato-logie» in der
Verkündigung Jesu?, en Neues Testament und Kirche. FS R. Séhnackenburg, Frei-
burg i.Br. 1974, 371-398 (cf., a propósito, mis observaciones en JT, 44, nota 105; cf.
1. La coincidencia entre la «mirada hacia lo alto» y la «mirada también nuestro estudio Jesu ureigenes Basileia-Verstiindnis, 202-240. W. Trilling,
en perspectiva», entre la teo-logía y la escato.,.logía Botschaft Jesu, busca también y encuentra en las p. 12s y en la nota 13 (p. 104) en-
foques opuestos en A. Vogtle. Siguiendo a Vogtle, vemos que también H. Merklein,
Handlungsprinzip (passim) y -de manera más prudente- D. Zeller, Mahnsprüche,
Todo aquel que ore recitando con reflexión el Padrenuestro (o especialmente 81 ss, acentúan exageradamente la motivación escatológica de la éti-
«la oración del Señorn) y se deje mover internamente por el espí- ca de Jesús. Vemos igualmente que, según W. Grundmann, Weisheit im Horizont des
ritu de Jesús, tendrá una rara experiencia fundamental: se verá Reiches Gottes. Eine Studie zur Verkündigung Jesu nach der Spruchüberlieferung
Q, en Kirche des Anfangs. FS Schürmann, 17 5-199, concretamente en la p. 196, «la
«orientado» a la vez en sentido horizontal y en sentido vertical. Al sabiduría se halla en el horizonte del reino de Dios», porque Jesús, como profeta, es
principio, el orante puede sentirse desgarrado por semejante doble al mismo tiempo maestro, y su profetismo es, en cambio, un acontecimiento esca-
orientación -al final se sentirá casi «escindido en dos», «crucifica- tológico. - Por el contrario, W. Trilling, Botschaft Jesu, 62, junto con otros, marca
el acento en la faceta teológica: «Las palabras acerca de Dios originan suprema-
do»-. En cualquiera de sus deseos, tiene que realizar en toda peti- mente el mensaje de la basileia y hacen que este se diferencie de tipos comparables
ción a la vez una «mirada hacia lo alto» y una «mirada en perspec- en los que se emplea un lenguaje escatológico y apocalíptico». Claro que a mí me
tiva»: levantar una mirada hacia el «Padre», cuyo «nómbre» desea parece que no se preserva la dialéctica (y la «coincidencia») existente entre la «es-
cato-logía» y la «teo-logía, cuando Trilling, ibid., 62, prosigue y sigue formulando,
que «sea santificado», y efectuar una mirada en perspectiva que a modo de tesis, en el siguiente tenor y de otras maneras: «El mensaje de la basileia
contemple el reinado de Dios que llega y su reino, es decir, un de- \ es la explicitación de la misma»; cf. ibid. 39s (cf. también ibid., 10): «La relación
entre las palabras de Jesús acerca de Dios y las palabras acerca del reinado de Dios
seo de que llegue «lo que está viniendo»: «¡Padre, santificado sea debe definirse de la siguiente manera: la proclamación que Jesús hace de Dios plas-
tu nombre! - ¡Venga tu reino!». Para entender esta «chocante» coin- ma y sustenta su mensaje acerca del reinado de Dios»; cf. ibid.: el mensaje de Jesús
cidencia12, hemos de efectuar un doble enfoque: Haremos bien en es «un hablar de Dios, que se expresa como un hablar acerca de la basileia de
Dios». Por lo demás, de manera parecida a como lo hace W. Trilling, se expresa
también E. Schillebeeckx, Jesus, especialmente 232-244, 612. Contra.tal interpre-
12. Las soluciones unilaterales del «problema hermenéutico principal de la tación se opuso con razón W. Schrage, Theologie und Christologie, concretamente
proclamación de Jesús» (Das hermeneutisches Hauptproblem der Verkündigung Je- en las p. 135s. - Con la formulación antes mencionada «se diferencia» Trilling, co-
su; cf. nuestro estudio en la nota 9) tienen su raíz fundamentalmente en la base ini- mo él ve acertadamente en Botschaft Jesu, nota 26, de la doble definición de la re-
cial de la investigación, que no se enfocó con suficiente profundidad: no se refle- lación, que yo he «anticipado» en los estudios antes citados y que quisiera subra-
xiona primeramente sobre la profundidad de la oración de Jesús, sino que se yar aquí: la coincidencia mutua de dos maneras de hablar, que tienen su unidad en
reflexiona primero y de forma inmediata sobre la desarrollada coexistencia de la es- la «experiencia de Dios» que Jesús tiene, unidad que en último término sólo puede
catología y de la ética, de la profecía y de la sabiduría o algo semejante en la pro- entenderse como característica «autoexperiencia» de «Aquel que ha venido» esca-
clamación. - Se ha impuesto seguramente la idea de que, en la relación entre la tológicamente. Claro que es bueno que Trilling no mantenga la deducción de la es-

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40 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 41

brará a quien haya entendido las cosas. Lo «característicamente je- 1) fijarnos en la coincidencia entre la mirada hacia lo alto y la mi-
suánico» en el sentido que acabamos de esbozar se hace· claro en la rada en perspectiva, y en 2) reflexionar sobre las razones de seme-
medida en que nos abandonamos al triple sentido del movimiento jante coincidencia.
que hay en la oración de Jesús, y dejamos que de, este modo se nos
lleve al centro y a la hondura de esa oración. La coexistencia de la «mirada hacia lo alto» y la «mirada en perspectiva» en la oración, entre el kerigma
mirada hacia lo alto y de la mirada en perspectiva (1) nos permite y la homologesis en la proclamación, y entre la escato-logía y la teo-logía en la en-
captar como coincidencia la separación entre la escato-logía y la señanza, se encuentra preservado de algún modo «el problema hermenéutico prin-
cipal de la proclamación de Jesús», como muestra el amplio debate reciente. Cf. en
teo-logía. La coincidencia entre la tendencia ascendente y la des- este sentido, por ejemplo, E. GraBer, Parusieverzogerung, p. XIV; W. G. Kümmel,
cendente (2) nos hace ver claramente que la soteriología de Jesús es Ein Jahrzehnt Jesusforschung (1965-1975) III: ThR 41(1977)298: con ello «se ha-
doxo-logía. Con ello, aquella coincidencia y esta coincidencia se ce referencia al centro de la proclamación de Jesús». La relación mutua dialéctica y
el entrelazamiento, antes mostrados, pueden resolverse de manera unilateral por
fundamentan (3) en algo que es sencillamente uno, y que puede ser ambas partes: cuando la noticia que Jesús proporciona de Dios se capta «escato-ló-
denominado en sentido estricto lo «característicamente jesuánico». gicamente» (apocalípticamente), o cuando el anclaje escatológico de la noticia que
Esta visión de conjunto necesita explicación. Jesús da de Dios se elude hábilmente -en último término, en sentido deísta- en el
hecho de que Jesús haya sido enviado y haya venido. La unilateralidad escatológi-
ca se encuentra, entre otros, en A. Vogtle, «Theo-logie» und «Eschato-logie» in der
Verkündigung Jesu?, en Neues Testament und Kirche. FS R. Séhnackenburg, Frei-
burg i.Br. 1974, 371-398 (cf., a propósito, mis observaciones en JT, 44, nota 105; cf.
1. La coincidencia entre la «mirada hacia lo alto» y la «mirada también nuestro estudio Jesu ureigenes Basileia-Verstiindnis, 202-240. W. Trilling,
en perspectiva», entre la teo-logía y la escato.,.logía Botschaft Jesu, busca también y encuentra en las p. 12s y en la nota 13 (p. 104) en-
foques opuestos en A. Vogtle. Siguiendo a Vogtle, vemos que también H. Merklein,
Handlungsprinzip (passim) y -de manera más prudente- D. Zeller, Mahnsprüche,
Todo aquel que ore recitando con reflexión el Padrenuestro (o especialmente 81 ss, acentúan exageradamente la motivación escatológica de la éti-
«la oración del Señorn) y se deje mover internamente por el espí- ca de Jesús. Vemos igualmente que, según W. Grundmann, Weisheit im Horizont des
ritu de Jesús, tendrá una rara experiencia fundamental: se verá Reiches Gottes. Eine Studie zur Verkündigung Jesu nach der Spruchüberlieferung
Q, en Kirche des Anfangs. FS Schürmann, 17 5-199, concretamente en la p. 196, «la
«orientado» a la vez en sentido horizontal y en sentido vertical. Al sabiduría se halla en el horizonte del reino de Dios», porque Jesús, como profeta, es
principio, el orante puede sentirse desgarrado por semejante doble al mismo tiempo maestro, y su profetismo es, en cambio, un acontecimiento esca-
orientación -al final se sentirá casi «escindido en dos», «crucifica- tológico. - Por el contrario, W. Trilling, Botschaft Jesu, 62, junto con otros, marca
el acento en la faceta teológica: «Las palabras acerca de Dios originan suprema-
do»-. En cualquiera de sus deseos, tiene que realizar en toda peti- mente el mensaje de la basileia y hacen que este se diferencie de tipos comparables
ción a la vez una «mirada hacia lo alto» y una «mirada en perspec- en los que se emplea un lenguaje escatológico y apocalíptico». Claro que a mí me
tiva»: levantar una mirada hacia el «Padre», cuyo «nómbre» desea parece que no se preserva la dialéctica (y la «coincidencia») existente entre la «es-
cato-logía» y la «teo-logía, cuando Trilling, ibid., 62, prosigue y sigue formulando,
que «sea santificado», y efectuar una mirada en perspectiva que a modo de tesis, en el siguiente tenor y de otras maneras: «El mensaje de la basileia
contemple el reinado de Dios que llega y su reino, es decir, un de- \ es la explicitación de la misma»; cf. ibid. 39s (cf. también ibid., 10): «La relación
entre las palabras de Jesús acerca de Dios y las palabras acerca del reinado de Dios
seo de que llegue «lo que está viniendo»: «¡Padre, santificado sea debe definirse de la siguiente manera: la proclamación que Jesús hace de Dios plas-
tu nombre! - ¡Venga tu reino!». Para entender esta «chocante» coin- ma y sustenta su mensaje acerca del reinado de Dios»; cf. ibid.: el mensaje de Jesús
cidencia12, hemos de efectuar un doble enfoque: Haremos bien en es «un hablar de Dios, que se expresa como un hablar acerca de la basileia de
Dios». Por lo demás, de manera parecida a como lo hace W. Trilling, se expresa
también E. Schillebeeckx, Jesus, especialmente 232-244, 612. Contra.tal interpre-
12. Las soluciones unilaterales del «problema hermenéutico principal de la tación se opuso con razón W. Schrage, Theologie und Christologie, concretamente
proclamación de Jesús» (Das hermeneutisches Hauptproblem der Verkündigung Je- en las p. 135s. - Con la formulación antes mencionada «se diferencia» Trilling, co-
su; cf. nuestro estudio en la nota 9) tienen su raíz fundamentalmente en la base ini- mo él ve acertadamente en Botschaft Jesu, nota 26, de la doble definición de la re-
cial de la investigación, que no se enfocó con suficiente profundidad: no se refle- lación, que yo he «anticipado» en los estudios antes citados y que quisiera subra-
xiona primeramente sobre la profundidad de la oración de Jesús, sino que se yar aquí: la coincidencia mutua de dos maneras de hablar, que tienen su unidad en
reflexiona primero y de forma inmediata sobre la desarrollada coexistencia de la es- la «experiencia de Dios» que Jesús tiene, unidad que en último término sólo puede
catología y de la ética, de la profecía y de la sabiduría o algo semejante en la pro- entenderse como característica «autoexperiencia» de «Aquel que ha venido» esca-
clamación. - Se ha impuesto seguramente la idea de que, en la relación entre la tológicamente. Claro que es bueno que Trilling no mantenga la deducción de la es-

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42 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 43

1. La coincidencia entre la mirada hacia lo alto y la mirada en y anima a la «mirada en perspectiva» e incluso la altera. La mirada
perspectiva es característica de la totalidad de la oración 13 . Las dos en perspectiva no irrita de tal modo la mirada hacia lo alto que esta,
direcciones del movimiento de la «mirada hacia lo alto» y de la en su teocentrismo nada común, en su empinada orientación hacia
«mirada en perspectiva» determinan a) la monumental estructura Dios, sufra detrimento alguno. También la «llegada» del «reinado y
central de la oración de Jesús, e igualmente b) las tres peticiones de reino» de Dios, de su «realeza», la encontramos plenamente deter-
la misma «que sirven de apoyo». minada por el deseo precedente de que Dios se muestre como sobe-
a) Vimos, por un lado, que la invocación de Abba tiene supre- rano 16 . Puesto que esta gloria ha de resplandecer, ¡haga Dios que lle-
mamente un fundamento escatológico 14 , y que lo que ha de venir al gue su reino! Al comienzo se halla la mirada dirigida hacia lo alto,
final, la escatología, determina también conjuntamente, de manera hacia Dios, que es el <<Padre» de Jesús y a quien, al mismo tiempo,
plena, el deseo inicial de la glorificación de Dios. Lo mismo que al se contempla como grande en su real «santidad» y· «gloria» 17 • La
deseo inicial (y más intensamente aún que a este), la perspectiva ani- petición de que venga el reino y reinado de Dios se sigue también,
ma al deseo de que Dios se muestre como Abba, haciendo clemen- no en último lugar, de tal teocentrismo. Sin embargo, la coincidencia
temente que su «reino» llegue a ser realidad: a Dios se le puede in- entre la mirada dirigida hacia lo alto y la mirada en perspectiva no se
vocar como a Abba, y se contemplan su grandeza y su gloria, porque puede solventar, ni mucho menos, de manera unilateral.
su reino y su señorío están llegando. Por consiguiente, la perspectiva b) La mirada hacia lo alto y la mirada en pérspectiva son desea-
escatológica califica sin duda alguna a la mirada teocéntrica hacia lo das también por el orante, que recita las tres peticiones de «lo nece-
alto. Así pues, el teocentrismo de Jesús llega a ser posible suprema- sario» que «sirven de flanco»: también aquí conocimos, por un la-
mente por la manifestación del señorío y reino de Dios 15 . do, lo confiada y concentrada que ha de ser la mirada del orante
Pero a pesar de esta fundamentación escatológica de la perspec- hacia lo alto, del orante que sabe que está alimentado por el Padre,
tiva, no puede pasamos inadvertido, por otra parte, el hecho de que como lo están las aves del cielo, y que está vestido por Él como lo
la «mirada hacia lo alto» se halla muy acentuadamente al principio, están los lirios del campo, mientras el orante se ocupa de proclamar
la llegada del reino de Dios 18 . Y los ojos del orante se hallan dirigi-
catología a partir de la «cercanía»(= prontitud para perdonar y para prestar ayuda o dos de manera tan intensa hacia el bondadoso Padre, que implora
del señorío de Dios), sino que tenga que mostrar luego la presencia escatológica en el perdón para el momento inmediato 19 • Finalmente, la «tentación»
la existencia y en la acción de Jesús; cf. Botschaft Jesu, especialmente 40-48. Me
alegro de la coincidencia con G. Haufe, Gott in der a/testen Jesustradition: ZdZ 24 no es, ni mucho menos, el tiempo apocalíptico de tentación que se 1'

(1970) 201-206: «Se hallan yuxtapuestas de manera desligada: la apocalíptica y la aguarda antes de que llegue el fin, sino que es el peligro actual, el
sabiduría ... La unidad de ambas series de enunciados reside en Jesús mismo» (205; peligro día tras día de que la persona se extravíe y se aleje de Jesús
cf. 206). De manera parecida (pero más sistemática) se expresa también E. Schille-
beeckx, Jesus, 628. y deje de proclamarle: es el peligro de la apostasía. También esta 1

13. Pienso lo mismo que W Schrage, Theologie und Christologie, 135ss: «Es petición se dirige al Dios que está «por encima de nosotros» con su
característico precisamente el que coincidan la serie de enunciados teológicos y la paternidad y poder omnipotente 20 .
serie de enunciados escatológicos en la proclamación de la basileia tau theou, y
que, por consiguiente, el reinado escatológico de Dios sea precisamente el reinado Por otro lado, no debemos desatender a su vez la determinación
del Padre y el poder salvífica de su amor y bondad, tal como lo reflejan, junto a las escatológica que caracteriza a estas tres peticiones: «Hoy» querrían
palabras de Jesús, principalmente sus exorcismos y sus curaciones de enfermos ... tener que comer los que clamanJpidiendo que llegue el reinado de
La razón más profunda para la preferencia del mensaje escatológico de la basileia
es precisamente el rasgo teocéntrico de la proclamación de Jesús, en la cual Dios, Dios 21 . Imploran el perdón actual aquellos a quienes se ha perdona-
en cuanto Padre, no es concebible para Jesús sin la cercanía y el futuro de su reino».
- Yo también asentiría en buena parte a lo que dice E. Ruckstuhl, Streiflichter zur 16. Cf. ibid., 57-60; cf. 45-48.
Eschatologie Jesu (1.), en S. Lauer-C. Thoma (eds.), Zukunft in der Gegenwart. 17. Cf. ibid., 43ss.45-51.
Wegweisungen im Judentum und Christentum, Bern-Frankfurt a.M. 1976, 79-93, es- 18. Cf. ibid., 94-98.
pecialmente 81-85. 19. Cf. ibid., 113-117.
14. Cf. H. Schürmann, Gebet des Herrn, 29-33. 20. Cf. ibid., 134s y 141ss.
1
15. Cf. ibid., 29-33.45-51.66-76. 21. Cf. ibid., 99s.

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1. La coincidencia entre la mirada hacia lo alto y la mirada en y anima a la «mirada en perspectiva» e incluso la altera. La mirada
perspectiva es característica de la totalidad de la oración 13 . Las dos en perspectiva no irrita de tal modo la mirada hacia lo alto que esta,
direcciones del movimiento de la «mirada hacia lo alto» y de la en su teocentrismo nada común, en su empinada orientación hacia
«mirada en perspectiva» determinan a) la monumental estructura Dios, sufra detrimento alguno. También la «llegada» del «reinado y
central de la oración de Jesús, e igualmente b) las tres peticiones de reino» de Dios, de su «realeza», la encontramos plenamente deter-
la misma «que sirven de apoyo». minada por el deseo precedente de que Dios se muestre como sobe-
a) Vimos, por un lado, que la invocación de Abba tiene supre- rano 16 . Puesto que esta gloria ha de resplandecer, ¡haga Dios que lle-
mamente un fundamento escatológico 14 , y que lo que ha de venir al gue su reino! Al comienzo se halla la mirada dirigida hacia lo alto,
final, la escatología, determina también conjuntamente, de manera hacia Dios, que es el <<Padre» de Jesús y a quien, al mismo tiempo,
plena, el deseo inicial de la glorificación de Dios. Lo mismo que al se contempla como grande en su real «santidad» y· «gloria» 17 • La
deseo inicial (y más intensamente aún que a este), la perspectiva ani- petición de que venga el reino y reinado de Dios se sigue también,
ma al deseo de que Dios se muestre como Abba, haciendo clemen- no en último lugar, de tal teocentrismo. Sin embargo, la coincidencia
temente que su «reino» llegue a ser realidad: a Dios se le puede in- entre la mirada dirigida hacia lo alto y la mirada en perspectiva no se
vocar como a Abba, y se contemplan su grandeza y su gloria, porque puede solventar, ni mucho menos, de manera unilateral.
su reino y su señorío están llegando. Por consiguiente, la perspectiva b) La mirada hacia lo alto y la mirada en pérspectiva son desea-
escatológica califica sin duda alguna a la mirada teocéntrica hacia lo das también por el orante, que recita las tres peticiones de «lo nece-
alto. Así pues, el teocentrismo de Jesús llega a ser posible suprema- sario» que «sirven de flanco»: también aquí conocimos, por un la-
mente por la manifestación del señorío y reino de Dios 15 . do, lo confiada y concentrada que ha de ser la mirada del orante
Pero a pesar de esta fundamentación escatológica de la perspec- hacia lo alto, del orante que sabe que está alimentado por el Padre,
tiva, no puede pasamos inadvertido, por otra parte, el hecho de que como lo están las aves del cielo, y que está vestido por Él como lo
la «mirada hacia lo alto» se halla muy acentuadamente al principio, están los lirios del campo, mientras el orante se ocupa de proclamar
la llegada del reino de Dios 18 . Y los ojos del orante se hallan dirigi-
catología a partir de la «cercanía»(= prontitud para perdonar y para prestar ayuda o dos de manera tan intensa hacia el bondadoso Padre, que implora
del señorío de Dios), sino que tenga que mostrar luego la presencia escatológica en el perdón para el momento inmediato 19 • Finalmente, la «tentación»
la existencia y en la acción de Jesús; cf. Botschaft Jesu, especialmente 40-48. Me
alegro de la coincidencia con G. Haufe, Gott in der a/testen Jesustradition: ZdZ 24 no es, ni mucho menos, el tiempo apocalíptico de tentación que se 1'

(1970) 201-206: «Se hallan yuxtapuestas de manera desligada: la apocalíptica y la aguarda antes de que llegue el fin, sino que es el peligro actual, el
sabiduría ... La unidad de ambas series de enunciados reside en Jesús mismo» (205; peligro día tras día de que la persona se extravíe y se aleje de Jesús
cf. 206). De manera parecida (pero más sistemática) se expresa también E. Schille-
beeckx, Jesus, 628. y deje de proclamarle: es el peligro de la apostasía. También esta 1

13. Pienso lo mismo que W Schrage, Theologie und Christologie, 135ss: «Es petición se dirige al Dios que está «por encima de nosotros» con su
característico precisamente el que coincidan la serie de enunciados teológicos y la paternidad y poder omnipotente 20 .
serie de enunciados escatológicos en la proclamación de la basileia tau theou, y
que, por consiguiente, el reinado escatológico de Dios sea precisamente el reinado Por otro lado, no debemos desatender a su vez la determinación
del Padre y el poder salvífica de su amor y bondad, tal como lo reflejan, junto a las escatológica que caracteriza a estas tres peticiones: «Hoy» querrían
palabras de Jesús, principalmente sus exorcismos y sus curaciones de enfermos ... tener que comer los que clamanJpidiendo que llegue el reinado de
La razón más profunda para la preferencia del mensaje escatológico de la basileia
es precisamente el rasgo teocéntrico de la proclamación de Jesús, en la cual Dios, Dios 21 . Imploran el perdón actual aquellos a quienes se ha perdona-
en cuanto Padre, no es concebible para Jesús sin la cercanía y el futuro de su reino».
- Yo también asentiría en buena parte a lo que dice E. Ruckstuhl, Streiflichter zur 16. Cf. ibid., 57-60; cf. 45-48.
Eschatologie Jesu (1.), en S. Lauer-C. Thoma (eds.), Zukunft in der Gegenwart. 17. Cf. ibid., 43ss.45-51.
Wegweisungen im Judentum und Christentum, Bern-Frankfurt a.M. 1976, 79-93, es- 18. Cf. ibid., 94-98.
pecialmente 81-85. 19. Cf. ibid., 113-117.
14. Cf. H. Schürmann, Gebet des Herrn, 29-33. 20. Cf. ibid., 134s y 141ss.
1
15. Cf. ibid., 29-33.45-51.66-76. 21. Cf. ibid., 99s.

l 1,11
1
,1
44 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 45

do y que, por tanto, pueden aguardar el perdón en el juicio final 22 • Y tener la «dualidad» de la mirada hacia lo alto y de la mirada en
piden que se les libre de la tentación aquellos que saben que la ten- perspectiva se alivia en cuanto esta dualidad se realiza en el «plano»
tación apocalíptica ha desaparecido absorbida por la irrupción esca- correcto, entendido en sentido estrictamente escatológico.
tológica que ha tenido lugar en el acontecimiento de Jesús 23 •
Evidentemente, la orientación vertical y la orientación horizontal que
2. Claro que la separación y la coincidencia entre la «mirada encontramos en la oración de Jesús son características de todo orar históri-
hacia lo alto» y la «mirada en perspectiva» en la proclamación de co y no constituyen nada especial. En efecto, cualquier orante que trascen-
Jesús no sólo irritan prácticamente, sino que además son dificil es diendo toca la «eternidad», es una persona histórica que lo hace «en el ins-
tante». Pero esto quiere decir que, viniendo de su pasado, está anticipando
de reducir teóricamente a una fórmula 24 • Al parecer, el orante no
el futuro. Ahora bien, la oración de Jesús no tiende a conseguir bienes te-
debe perderse tanto en el teocentrismo, en Dios -en todo caso no de- rrenos, no es «futurológica», sino «escatológica», desea suprema y propia-
be perderse tanto en general-, que no incluya ya en ese teocentris- mente el fin de la historia, el eschaton, el reino y reinado de Dios. En las
mo lo que llega en el futuro y lo que viene ya en el presente. Y, por tres peticiones que flanquean la oración, esta implora el mantenimiento, el
otro lado, no debe «preocuparse» tanto -en sentido positivo y nega- perdón y la preservación en la historia -en el fondo, de una manera muy
tivo- por el futuro, que su vinculación teocéntrica con Dios no pue- «extraña al mundo»- con miras al más allá del mundo y de la historia 25 .
da «cualificar» ya esa mirada en perspectiva. He aquí la solución: el Precisamente por esto, el teocentrismo «vertical» no pierde nada de lo em-
futuro cualificado teológicamente es, en sentido estricto, el futuro pinado y elevado que es a causa de objetivos y peticiones de carácter te-
escatológico de Dios, el futuro del más allá, que puede estar siem- rreno e histórico, cuando la mirada del orante transcurre en sentido «hori-
zontal», porque el orante va en su oración más allá del horizonte terreno y
pre «presente» en el más acá y en la historia. La dificultad de man-
tiene a la vista, en sus peticiones, una vida que está más allá del mundo y de
la historia. Pero tampoco la perspectiva horizontal es menguada y «frena-
22. Cf. ibid., 117ss.
23. Cf. ibid., 130-133. da» por un teocentrismo que se olvide del mundo, porque se piden para el
. 24. Las exposiciones temperamentales de A. Vogtle en su estudio citado an- «aquí» y el «ahora» bienes que, como dones escatológicos, llegan ya a es-
teno~~ente (cf. nota 12; cf., a propósito, en sentido crítico y atónito: T. Holtz, re- tar presentes en el mundo aquí y ahora.
cens10n en ThLZ 100 [1975] 674, y W G. Kümmel, recensión en ThR 41 [1977]
29~) pueden tener razón en el sentido de que nuestra terminología elegida en el es- El eschaton proporciona la «teoría de la relatividad» que pone
tudio Das hermeneutische Hauptproblem era todavía un tanteo e imprecisa, y que, en relación el tiempo y el lugar. Mediante los dos sentidos del mo-
por ~anto, segu~a prestándose quizás a malentendidos. Pero ¿tenía que ser malen-
tendida necesanamente? Yo me siento plena y correctamente entendido por A. Vog- vimiento, el mundo, en sentido hondo, «está crucificado para el
tle en las exposiciones, más antiguas, que hace en LThK V (21960) 926: «Induda- orante, y él lo está para el mundo» (cf. Gal 6, 14), porque hasta es-
blemente, Jesús fundamenta escatológicamente su exhortación a la conversión te punto el orante se ha sustraído al mundo, se ha «levantado» y
basándose en la .cercana llegada del reinado de Dios, y corrobora lo apremiante qu~
es. esta exhorta~ión con el anuncio del juicio que se producirá de manera repentina «elevado» por encima de él. Entonces no sólo hay aquí «eternidad
e mexorable (veanse los «ayes»). Lo que contiene una conversión creyente, eso no en el instante», sino también el eschaton en la historia, «escatología
se .ded~c~ aquí d~ la cercanía temporal de-los acontecimientos del fin (cf. la ética de historizada», cuyo sentido tenemos que llegar a entender más pro-
la mtenmdad), ~mo de la voluntad de Dios mismo, porque Jesús conoce al Dios que
habla en el ~tiguo Testamento, y ahora le revela en sus palabras y en sus acciones fundamente (en el apartado 3).
como. u?- D10s con absoluta voluntad de salvación y santificación. Por este motivo, Para terminar (en el apartado 1), podemos mirar retrospectiva-
la actividad de Jesús -y en ella se manifiesta 'la unidad de tensión entre la escato-
logía y el teocentrismo' que sólo remite a su persona (H. Schürmann)- llega a ser un
mente a la observación que hicimos en nuestra introducción (cf. su-
acontecer que, con la misma necesidad, dando certidumbre, señala hacia la venide- pra, 37ss) y nos limitaremos, al menos, a señalar la coincidencia,
ra revelación plena y que, concediendo gracia y exigiendo, compromete la conduc- destacada anteriormente, en la oración de Jesús entre la mirada di-
ta .actual d~ los hombres en el s.entido de una 'ética de expectativa futura' (cf. bi-
blzsche Ethzk II, 1). Por este motivo, Jesús, a quienes le preguntan, les insta siempre
rigida hacia lo alto y la mirada en perspectiva, que pone en nuestras
a .q~e se f~rmulen una s~la pregunta: quién es. Dios, qué es lo que quiere, qué sig- manos una clave con la cual podremos desvelar también el mensa-
mfica aqm y ahora su remado». - Hay que evitar todas las soluciones unilaterales
de la separación aquí existente; cf. supra, nota 12. 25. Cf. H. Schürmann, Heil Gottes.
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do y que, por tanto, pueden aguardar el perdón en el juicio final 22 • Y tener la «dualidad» de la mirada hacia lo alto y de la mirada en
piden que se les libre de la tentación aquellos que saben que la ten- perspectiva se alivia en cuanto esta dualidad se realiza en el «plano»
tación apocalíptica ha desaparecido absorbida por la irrupción esca- correcto, entendido en sentido estrictamente escatológico.
tológica que ha tenido lugar en el acontecimiento de Jesús 23 •
Evidentemente, la orientación vertical y la orientación horizontal que
2. Claro que la separación y la coincidencia entre la «mirada encontramos en la oración de Jesús son características de todo orar históri-
hacia lo alto» y la «mirada en perspectiva» en la proclamación de co y no constituyen nada especial. En efecto, cualquier orante que trascen-
Jesús no sólo irritan prácticamente, sino que además son dificil es diendo toca la «eternidad», es una persona histórica que lo hace «en el ins-
tante». Pero esto quiere decir que, viniendo de su pasado, está anticipando
de reducir teóricamente a una fórmula 24 • Al parecer, el orante no
el futuro. Ahora bien, la oración de Jesús no tiende a conseguir bienes te-
debe perderse tanto en el teocentrismo, en Dios -en todo caso no de- rrenos, no es «futurológica», sino «escatológica», desea suprema y propia-
be perderse tanto en general-, que no incluya ya en ese teocentris- mente el fin de la historia, el eschaton, el reino y reinado de Dios. En las
mo lo que llega en el futuro y lo que viene ya en el presente. Y, por tres peticiones que flanquean la oración, esta implora el mantenimiento, el
otro lado, no debe «preocuparse» tanto -en sentido positivo y nega- perdón y la preservación en la historia -en el fondo, de una manera muy
tivo- por el futuro, que su vinculación teocéntrica con Dios no pue- «extraña al mundo»- con miras al más allá del mundo y de la historia 25 .
da «cualificar» ya esa mirada en perspectiva. He aquí la solución: el Precisamente por esto, el teocentrismo «vertical» no pierde nada de lo em-
futuro cualificado teológicamente es, en sentido estricto, el futuro pinado y elevado que es a causa de objetivos y peticiones de carácter te-
escatológico de Dios, el futuro del más allá, que puede estar siem- rreno e histórico, cuando la mirada del orante transcurre en sentido «hori-
zontal», porque el orante va en su oración más allá del horizonte terreno y
pre «presente» en el más acá y en la historia. La dificultad de man-
tiene a la vista, en sus peticiones, una vida que está más allá del mundo y de
la historia. Pero tampoco la perspectiva horizontal es menguada y «frena-
22. Cf. ibid., 117ss.
23. Cf. ibid., 130-133. da» por un teocentrismo que se olvide del mundo, porque se piden para el
. 24. Las exposiciones temperamentales de A. Vogtle en su estudio citado an- «aquí» y el «ahora» bienes que, como dones escatológicos, llegan ya a es-
teno~~ente (cf. nota 12; cf., a propósito, en sentido crítico y atónito: T. Holtz, re- tar presentes en el mundo aquí y ahora.
cens10n en ThLZ 100 [1975] 674, y W G. Kümmel, recensión en ThR 41 [1977]
29~) pueden tener razón en el sentido de que nuestra terminología elegida en el es- El eschaton proporciona la «teoría de la relatividad» que pone
tudio Das hermeneutische Hauptproblem era todavía un tanteo e imprecisa, y que, en relación el tiempo y el lugar. Mediante los dos sentidos del mo-
por ~anto, segu~a prestándose quizás a malentendidos. Pero ¿tenía que ser malen-
tendida necesanamente? Yo me siento plena y correctamente entendido por A. Vog- vimiento, el mundo, en sentido hondo, «está crucificado para el
tle en las exposiciones, más antiguas, que hace en LThK V (21960) 926: «Induda- orante, y él lo está para el mundo» (cf. Gal 6, 14), porque hasta es-
blemente, Jesús fundamenta escatológicamente su exhortación a la conversión te punto el orante se ha sustraído al mundo, se ha «levantado» y
basándose en la .cercana llegada del reinado de Dios, y corrobora lo apremiante qu~
es. esta exhorta~ión con el anuncio del juicio que se producirá de manera repentina «elevado» por encima de él. Entonces no sólo hay aquí «eternidad
e mexorable (veanse los «ayes»). Lo que contiene una conversión creyente, eso no en el instante», sino también el eschaton en la historia, «escatología
se .ded~c~ aquí d~ la cercanía temporal de-los acontecimientos del fin (cf. la ética de historizada», cuyo sentido tenemos que llegar a entender más pro-
la mtenmdad), ~mo de la voluntad de Dios mismo, porque Jesús conoce al Dios que
habla en el ~tiguo Testamento, y ahora le revela en sus palabras y en sus acciones fundamente (en el apartado 3).
como. u?- D10s con absoluta voluntad de salvación y santificación. Por este motivo, Para terminar (en el apartado 1), podemos mirar retrospectiva-
la actividad de Jesús -y en ella se manifiesta 'la unidad de tensión entre la escato-
logía y el teocentrismo' que sólo remite a su persona (H. Schürmann)- llega a ser un
mente a la observación que hicimos en nuestra introducción (cf. su-
acontecer que, con la misma necesidad, dando certidumbre, señala hacia la venide- pra, 37ss) y nos limitaremos, al menos, a señalar la coincidencia,
ra revelación plena y que, concediendo gracia y exigiendo, compromete la conduc- destacada anteriormente, en la oración de Jesús entre la mirada di-
ta .actual d~ los hombres en el s.entido de una 'ética de expectativa futura' (cf. bi-
blzsche Ethzk II, 1). Por este motivo, Jesús, a quienes le preguntan, les insta siempre
rigida hacia lo alto y la mirada en perspectiva, que pone en nuestras
a .q~e se f~rmulen una s~la pregunta: quién es. Dios, qué es lo que quiere, qué sig- manos una clave con la cual podremos desvelar también el mensa-
mfica aqm y ahora su remado». - Hay que evitar todas las soluciones unilaterales
de la separación aquí existente; cf. supra, nota 12. 25. Cf. H. Schürmann, Heil Gottes.
r
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46 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 47

je de Jesús. Porque en aquella mirada hacia lo alto y en aquella mi- 4) Allá donde el discurso de Jesús acerca de la basileia «se condensa»
rada en perspectiva de Jesús, en la oración, se corresponden tam- en el «concepto-símbolo», este discurso -conservando la palabra de Jesús-
bién su palabra de revelación como palabra comunicadora, es decir, contiene de manera entrelazada la noticia acerca del Dios que se comunica
1

la «noticia» acerca de Dios, y la «proclamación» que Jesús hace de la escatológicamente y la proclamación de la basileia que llega 25 <l. 1

'1

basileia. Aquí ayudarán algunas distinciones 25 ª: 5) Las fórmulas de Credo pospascuales (que a menudo subsumen ya
el «Evangelio» 25 e y la fórmula de basileia de Jesús) son un entrelazamien-
La mutua «interacción» y «operación» de la mirada levantada (hacia el to de fórmulas de «confesión de fe» (homologéticas) y de fórmulas de pro-
Abba) y de la mirada en perspectiva (que ve la basileia como todavía futu- clamación (kerigmáticas).
ra, pero que ya viene) deja sentir sus efectos en la palabra de Jesús a di- 6) El <<Evangelio», donde llega enteramente a sí mismo 25 f (y luego se
versos niveles lingüísticos (que no deben confundirse): convierte en el evangelio de Marcos en un género literario), es la coexis-
1) En la propia oración de Jesús y en su instrucción sobre la oración, tencia y la orientación recíproca que se interpenetra mutuamente de la pro-
la mirada hacia lo alto y la mirada en perspectiva 25 b (con su recíproco en- clamación de la basileia (ahora cristológica y eclesiológicamente más ple-
trelazamiento) proporcionan el recto planteamiento del problema y con na) y el kerigma acerca de la resurrección y la exaltación «mesiánica» del
ello el enfoque objetivamente justo del pensamiento teológico. Crucificado 25 g.
2) En la palabra reveladora que pronuncia Jesús, hay que reflexionar
sobre la «noticia» (la comunicación actual de Dios y acerca de Dios) y la 25d. Cf. H. Bald, Eschatologie und theozentrische Ethik. Anmerkungen ZFm
«proclamación>> (el mensaje de la basileia que llega), y su entrelazamien- Problem einer VerhiUtnisbestimmung con Eschatologie und Ethik in der Verkündi-
to inseparable; gung Jesu: VF 20 (1979) 35-52, concretamente 51 (en contra de Merklein): «¿No
habrá que afirmar, con Schürmann, que este Dios no se diluye en su acción escato-
3) en la forma del discurso, la yuxtaposición de «discurso sapiencial»
lógica?»; ibid., 52: «La teología de Jesús es escatológica, porque él anuncia 'aho-
y de «discurso profético» suscita problemas 25 c. ra' la venida de Dios; pero su escatología es teocéntrica, porque está fundamentada
a partir de una idea de Dios, de una idea que incluye en sí la escatología. La ética de
25a. [A continuación vamos a insertar en el texto algunas frases tomadas del Jesús es a la vez escatológica y no-escatológica. Puede serlo, porque Jesús procla-
trabajo del autor Das Zeugnis der Redenquelle, 146-148 (con sus correspondientes ma ahora la voluntad del Padre, que no se diluye en su venida escatológica».
notas)]. Con la distinción entre «niveles lingüísticos» podrían eliminarse algunas ob- 25e. Cf. ya P. Stuhlmacher, Das paulinische Evangelium I. Vorgeschichte
jeciones suscitadas por A. Vogtle, «Theo-logie» und «Eschato-logie» (cf. supra, no- (FRLANT 95), Gottingen 1968, resumiendo en la p. 286: «La concepción que lle-
ta 12), 371-398 (y también por otros, por ejemplo: H. Merklein, Handlungsprinzip, ga a captarse primeramente del evangelio en el terreno del cristianismo primitivo es
36-45) contra la solución propugnada por nosotros. Para el tercer nivel, mencionado la de la comunidad de la fuente de logia ... El evangelio es el mensaje acerca de la
inmediatamente a continuación, cf. G. Strecker, recensión de H. Merklein, en ThLZ venida del reinado de Dios ... ».
105 (1980) 892ss, concretamente 893s: «Si esta (la ética de Jesús) está caracterizada 25f. Según P. Hoffmann, Studien, 16, nota 8, habrá que «reflexionar. .. sobre
por la yuxtaposición de tradiciones apocalípticas y de tradiciones de ética sapiencial, si el esquema de Marcos no estuvo influido ya por la composición de Q». Es una
entonces se observa precisamente una complejidad del mensaje de Jesús, que se ex- sospecha en la que está de acuerdo con él W Schenk, Der Einjluj3 der Logienque-
presa ejemplarmente en la comprensión de la Ley ... »; cf. también D. Zeller, Mahns- lle auf das Markusevangelium: ZNW 70 (1979) 141-165, concretamente 163, nota
prüche: «Que el mensaje acerca de la ~ami-da experimenta una continuación sa- 197. - Marcos pudo aprender allí que, antes del kerigma de la Pasión, había que
piencial, pero que retoma de nuevo sobre sí mismo»; «La cosmovisión sapiencial construir como termino correlativo el evangelio acerca de la «venida de Jesús», al
pone así un contrapunto a un pensamiento procedente primariamente del eschaton» que determina el «relato desde el principio» (Me 1) y la perspectiva escatológica
(183); «La sabiduría y el mensaje acerca de la ~am!-eLa» deben captarse «en ilumi- del fin (Me 13). Las tres predicciones de la Pasión «enlazan>> el relato de la «epifa-
nación recíproca» (181). Ahora bien, la «mirada dirigida hacia lo alto» ¿será secun- nía» y el de la «Pascua» de Jesús. Habría que investigar la idea propuesta por H.-
daria con respecto a la «mirada en perspectiva», si Dios «-en su venida- llega a ser Th. Wrege, Die Gestalt des Evangeliums. Aujbau und Struktur der Synoptiker sowie
debidamente actual?» (184). «El 'redescubrimiento' del Padre ¿no es ya escatológi- der Apostelgeschichte (BET XI), Frankfurt a.M.-Bern 1978, especialmente 43-48 y
co?» (185). Si Jesús tuvo un nuevo acceso enfático al Padre (no sólo «encontró un (finalizando el tema) 161-172, según la cual hubo dos impulsos que condujeron el
nuevo acceso al Creador del mundo y al Padre de Israel», así D. Zeller, ibid., 184), género «evangelio»: «la perspectiva histórica que miraba retrospectivamente y la
entonces -en una coincidencia original- la venida de la basileia no será quizás debi- perspectiva que acentuaba el presente» (46). «Se produjo una interacción, con un
damente actual sino a partir de un acceso especial de Jesús a Dios. resultado que entefidemos como evangelio» (47). Cf. ibid., 161-169: «El concepto
25b. Cf. H. Schürmann, Gebet des Herrn, especialmente la síntesis que se evangelio - una clave para escribir el evangelio», e ibid., 169-172: «La función de
ofrece en 139-144. las estructuras previas y de los procesos de la transmisión para escribir el evange-
25c. Cf., por ejemplo, Ch. E. Carlston, Wisdom and Eschatology in Q, en J. lio» (en lo cual el rechazo de Q hace que no sea de utilidad el ensayo de Wrege).
Delobel (ed.), Les paro/es de Jésus -The Sayings of Jesus (EThL.B 59), Leuven 25g. W Marxsen, Die urchristlichen Kerygmata und das Ereignis Jesus van
1982, 101-119. Nazareth: ZThK 73 (1976) 42-64, ve que la proclamación de la basileia como el
r
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46 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 47

je de Jesús. Porque en aquella mirada hacia lo alto y en aquella mi- 4) Allá donde el discurso de Jesús acerca de la basileia «se condensa»
rada en perspectiva de Jesús, en la oración, se corresponden tam- en el «concepto-símbolo», este discurso -conservando la palabra de Jesús-
bién su palabra de revelación como palabra comunicadora, es decir, contiene de manera entrelazada la noticia acerca del Dios que se comunica
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la «noticia» acerca de Dios, y la «proclamación» que Jesús hace de la escatológicamente y la proclamación de la basileia que llega 25 <l. 1

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basileia. Aquí ayudarán algunas distinciones 25 ª: 5) Las fórmulas de Credo pospascuales (que a menudo subsumen ya
el «Evangelio» 25 e y la fórmula de basileia de Jesús) son un entrelazamien-
La mutua «interacción» y «operación» de la mirada levantada (hacia el to de fórmulas de «confesión de fe» (homologéticas) y de fórmulas de pro-
Abba) y de la mirada en perspectiva (que ve la basileia como todavía futu- clamación (kerigmáticas).
ra, pero que ya viene) deja sentir sus efectos en la palabra de Jesús a di- 6) El <<Evangelio», donde llega enteramente a sí mismo 25 f (y luego se
versos niveles lingüísticos (que no deben confundirse): convierte en el evangelio de Marcos en un género literario), es la coexis-
1) En la propia oración de Jesús y en su instrucción sobre la oración, tencia y la orientación recíproca que se interpenetra mutuamente de la pro-
la mirada hacia lo alto y la mirada en perspectiva 25 b (con su recíproco en- clamación de la basileia (ahora cristológica y eclesiológicamente más ple-
trelazamiento) proporcionan el recto planteamiento del problema y con na) y el kerigma acerca de la resurrección y la exaltación «mesiánica» del
ello el enfoque objetivamente justo del pensamiento teológico. Crucificado 25 g.
2) En la palabra reveladora que pronuncia Jesús, hay que reflexionar
sobre la «noticia» (la comunicación actual de Dios y acerca de Dios) y la 25d. Cf. H. Bald, Eschatologie und theozentrische Ethik. Anmerkungen ZFm
«proclamación>> (el mensaje de la basileia que llega), y su entrelazamien- Problem einer VerhiUtnisbestimmung con Eschatologie und Ethik in der Verkündi-
to inseparable; gung Jesu: VF 20 (1979) 35-52, concretamente 51 (en contra de Merklein): «¿No
habrá que afirmar, con Schürmann, que este Dios no se diluye en su acción escato-
3) en la forma del discurso, la yuxtaposición de «discurso sapiencial»
lógica?»; ibid., 52: «La teología de Jesús es escatológica, porque él anuncia 'aho-
y de «discurso profético» suscita problemas 25 c. ra' la venida de Dios; pero su escatología es teocéntrica, porque está fundamentada
a partir de una idea de Dios, de una idea que incluye en sí la escatología. La ética de
25a. [A continuación vamos a insertar en el texto algunas frases tomadas del Jesús es a la vez escatológica y no-escatológica. Puede serlo, porque Jesús procla-
trabajo del autor Das Zeugnis der Redenquelle, 146-148 (con sus correspondientes ma ahora la voluntad del Padre, que no se diluye en su venida escatológica».
notas)]. Con la distinción entre «niveles lingüísticos» podrían eliminarse algunas ob- 25e. Cf. ya P. Stuhlmacher, Das paulinische Evangelium I. Vorgeschichte
jeciones suscitadas por A. Vogtle, «Theo-logie» und «Eschato-logie» (cf. supra, no- (FRLANT 95), Gottingen 1968, resumiendo en la p. 286: «La concepción que lle-
ta 12), 371-398 (y también por otros, por ejemplo: H. Merklein, Handlungsprinzip, ga a captarse primeramente del evangelio en el terreno del cristianismo primitivo es
36-45) contra la solución propugnada por nosotros. Para el tercer nivel, mencionado la de la comunidad de la fuente de logia ... El evangelio es el mensaje acerca de la
inmediatamente a continuación, cf. G. Strecker, recensión de H. Merklein, en ThLZ venida del reinado de Dios ... ».
105 (1980) 892ss, concretamente 893s: «Si esta (la ética de Jesús) está caracterizada 25f. Según P. Hoffmann, Studien, 16, nota 8, habrá que «reflexionar. .. sobre
por la yuxtaposición de tradiciones apocalípticas y de tradiciones de ética sapiencial, si el esquema de Marcos no estuvo influido ya por la composición de Q». Es una
entonces se observa precisamente una complejidad del mensaje de Jesús, que se ex- sospecha en la que está de acuerdo con él W Schenk, Der Einjluj3 der Logienque-
presa ejemplarmente en la comprensión de la Ley ... »; cf. también D. Zeller, Mahns- lle auf das Markusevangelium: ZNW 70 (1979) 141-165, concretamente 163, nota
prüche: «Que el mensaje acerca de la ~ami-da experimenta una continuación sa- 197. - Marcos pudo aprender allí que, antes del kerigma de la Pasión, había que
piencial, pero que retoma de nuevo sobre sí mismo»; «La cosmovisión sapiencial construir como termino correlativo el evangelio acerca de la «venida de Jesús», al
pone así un contrapunto a un pensamiento procedente primariamente del eschaton» que determina el «relato desde el principio» (Me 1) y la perspectiva escatológica
(183); «La sabiduría y el mensaje acerca de la ~am!-eLa» deben captarse «en ilumi- del fin (Me 13). Las tres predicciones de la Pasión «enlazan>> el relato de la «epifa-
nación recíproca» (181). Ahora bien, la «mirada dirigida hacia lo alto» ¿será secun- nía» y el de la «Pascua» de Jesús. Habría que investigar la idea propuesta por H.-
daria con respecto a la «mirada en perspectiva», si Dios «-en su venida- llega a ser Th. Wrege, Die Gestalt des Evangeliums. Aujbau und Struktur der Synoptiker sowie
debidamente actual?» (184). «El 'redescubrimiento' del Padre ¿no es ya escatológi- der Apostelgeschichte (BET XI), Frankfurt a.M.-Bern 1978, especialmente 43-48 y
co?» (185). Si Jesús tuvo un nuevo acceso enfático al Padre (no sólo «encontró un (finalizando el tema) 161-172, según la cual hubo dos impulsos que condujeron el
nuevo acceso al Creador del mundo y al Padre de Israel», así D. Zeller, ibid., 184), género «evangelio»: «la perspectiva histórica que miraba retrospectivamente y la
entonces -en una coincidencia original- la venida de la basileia no será quizás debi- perspectiva que acentuaba el presente» (46). «Se produjo una interacción, con un
damente actual sino a partir de un acceso especial de Jesús a Dios. resultado que entefidemos como evangelio» (47). Cf. ibid., 161-169: «El concepto
25b. Cf. H. Schürmann, Gebet des Herrn, especialmente la síntesis que se evangelio - una clave para escribir el evangelio», e ibid., 169-172: «La función de
ofrece en 139-144. las estructuras previas y de los procesos de la transmisión para escribir el evange-
25c. Cf., por ejemplo, Ch. E. Carlston, Wisdom and Eschatology in Q, en J. lio» (en lo cual el rechazo de Q hace que no sea de utilidad el ensayo de Wrege).
Delobel (ed.), Les paro/es de Jésus -The Sayings of Jesus (EThL.B 59), Leuven 25g. W Marxsen, Die urchristlichen Kerygmata und das Ereignis Jesus van
1982, 101-119. Nazareth: ZThK 73 (1976) 42-64, ve que la proclamación de la basileia como el
48 El destino de Jesús: su vida y su muerte
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Focos de sumo interés 49

7) Allá donde, en virtud de las fórmulas del Credo, la palabra de Jesús guaje comunicador, habrá que distinguir-según el nivel lingüístico- entre
se convierte en doctrina eclesial, encontramos el entrelazamiento de la kerigma, escatología, por un lado, y homologesis, teología, por otro. Hay
«doctrina acerca de Dios»(= «teo-logía») y la doctrina del fin que llega(= es- «palabra de Dios» y «palabra del reino que viene», porque existe el Dios
cato-logía) 25h. «que ahí es y que ahí era», y el Dios «que ha de venir» (Ap 1, 4.8). Por
La «polaridad», que se mantiene en todos los niveles, llega a verse co- tanto, se trata de «lo que es y de lo que ha de acontecer después» (Ap 1,
rrectamente cuando se tiene en cuenta que radica fundamentalmente en el 19). En esa gran coordenación y entrelazamiento de la noticia acerca de
«destino de la oración» de Jesús, en la «coincidencia» entre la mirada ha- Dios y de la proclamación del reino reside «el principal problema herme-
cia lo alto y la mirada en perspectiva; cf. supra, punto 1. néutico de la proclamación de Jesús 27 •
Por tanto, a la separación y la coincidencia de la mirada hacia lo alto y Así como en la oración de Jesús la mirada hacia lo alto y la mira-
de la mirada en perspectiva en la oración de Jesús, corresponde, en su da en perspectiva siguen siendo coincidentes a pesar de toda la sepa-
mensaje, la separación y la coincidencia entre la noticia acerca de Dios y ración, así también en el mensaje de Jesús-a pesar de toda la separa-
la proclamación de la basileia (en el Credo, la existente entre la «homo- ción- hay coincidencia entre la homología y el kerigma, entre la
logía» y el «kerigma» ), y al final, en la doctrina, la separación y la coin- doctrina de la teo-logía y la de la escato-logía. Esta coincidencia
cidencia entre la «teo-logía» y la «escato-logía» 26 • En cuanto la mirada
asegura que la noticia que Jesús da de Dios siga siendo revelación
hacia lo alto y la mirada en perspectiva del orante se condensan en un len-
escatológica, y que la proclamación escatológica de Jesús revele real-
mente a Dios. Pero vislumbranos de nuevo que ambas formas de
«evangelio» acogió en sí el kerigma. - Pero seguramente no puede hablarse sino de
«dos kerygmata», aunque se hable también de una basileia de dos aspectos en la hablar son reflejo de un proceso uniforme, sobre el que todavía he-
proclamación del evangelio y se vea el entrelazamiento de las dos formas y conte- mos de reflexionar (más adelante).
nidos de la proclamación. Cf. W Marxsen, ibid., 55: «Pero yo entendí y entiendo el Jesús proclama la llegada del reino y exhorta con ello a la con-
concepto (del 'tema de Jesús') en el sentido de que el tema de Jesús es un aconte-
cimiento, el acontecimiento de la venida de Jesús juntamente con lo que él trae. El versión, como lo hace un profeta, pero proporciona también noticia
'tema de Jesús' es el acontecer del reinado de Dios como oferta de Jesús la cual acerca de Dios y se refiere con ello a la conducta religioso-moral
después de habida la experiencia de la irrupción del reinado de Dios, ofre~e ahor~ que se ajusta a la voluntad de Dios, como lo hace un maestro de sa-
en el kerigma el ulterior acaecer». Cf. sobre la cuestión la «tesis» programática de
W Thüssing, Theologien, 28s, y su primero y segundo desarrollo, 29 y 37. biduría. La confesión de fe en Dios (homologesis) y la proclama-
25h. Cf. H. Schürmann, Hauptproblem. ción del reino (kerigma), juntas, abarcan entonces -fundamentando
26. Cf. nuestro primer intento por escapar de la funcionalización y de la ac- y motivando- las exigencias morvales de Jesús: tanto las instruccio-
tualización en la proclamación y en la teología, durante el tiempo del predominio de
la teología del kerigma (entendida casi siempre como una interpretación existen- nes proféticas como las exhortaciones sapienciales 28 •
cial). Lo expuse en el fascículo programático: H. Schürmann, Aujbau und Struktur,
y luego en los estudios mencionados supra, nota 9. - Los planos lingüísticos men-
cionados supra no estaban señalados quizás con suficiente claridad y se prestaban
a malentendidos en los estudios mencionados en ese fascículo, y de manera corres-
pondiente también en la crítica de W Schrage, Theologie und Christologie (una crí-
tica formulada también por A. Vogtle y por otros; cf. nota 24), cuando, por ejemplo, 27. Cf. nuestro estudio Hauptproblem y supra, nota 9.
W Schrage, ibid., 135s, se opone a ello afirmando «que las series de enunciados 28. Las exigencias de Jesús están determinadas extensamente por el teo-
teológicos y escatológicos que tendrían su convergencia en la conciencia de Jesús centrismo de Jesús y, con ello, tea-lógicamente por su confesión de fe en Dios, no
como el Hijo, se comportan como presente y futuro. Pero la tensión, que puede ob- sólo por el reino que viene, y por eso, escato-lógicamente a partir de su procla-
servarse efectivamente, entre la escatología y (cosa que habrá que precisar en se- mación. - H. Merklein, Handlungsprinzip, puede mantener únicamente su tesis
guida) una forma determinante de la idea de Dios que procede probablemente de la unilateral (cf. ya supra, nota 12) acerca del «reinado de Dios como principio de ac-
tradición sapiencial. .. , no se puede captar por la contraposición entre la escatología ción» haciendo que (215 y passim) «el mensaje acerca de la bondad radical de
y la teología, como tampoco se puede captar por la problemática división entre pre- Dios sea una implicación del mensaje de la basileia>>. Pero si el mensaje de la ba-
sente y futuro» (ibid.). [El mismo malentendido lo repite J. Gnilka, Jesús, 253s]. La sileia no fuese a la vez una explicitación del mensaje acerca de la bondad radical
experiencia del Dios que viene, que ha venido y que está llegando se expresa de ma- (y del absoluto señorío) de Dios, ¿cómo podría ser un absoluto principio de ac-
nera distinta en la oración y en la proclamación, y de otra manera distinta, a su vez, ción? Y, como tal, no podría realizar nunca la función de la «cercanía» del escha-
en el plano de la enseñanza. (Cf., en lo que respecta a mi acuerdo con W Schrage, ton (a menos que esta se reinterpretara como «bondad dada»). Cf. también infra,
supra, nota 13). nota 32.
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7) Allá donde, en virtud de las fórmulas del Credo, la palabra de Jesús guaje comunicador, habrá que distinguir-según el nivel lingüístico- entre
se convierte en doctrina eclesial, encontramos el entrelazamiento de la kerigma, escatología, por un lado, y homologesis, teología, por otro. Hay
«doctrina acerca de Dios»(= «teo-logía») y la doctrina del fin que llega(= es- «palabra de Dios» y «palabra del reino que viene», porque existe el Dios
cato-logía) 25h. «que ahí es y que ahí era», y el Dios «que ha de venir» (Ap 1, 4.8). Por
La «polaridad», que se mantiene en todos los niveles, llega a verse co- tanto, se trata de «lo que es y de lo que ha de acontecer después» (Ap 1,
rrectamente cuando se tiene en cuenta que radica fundamentalmente en el 19). En esa gran coordenación y entrelazamiento de la noticia acerca de
«destino de la oración» de Jesús, en la «coincidencia» entre la mirada ha- Dios y de la proclamación del reino reside «el principal problema herme-
cia lo alto y la mirada en perspectiva; cf. supra, punto 1. néutico de la proclamación de Jesús 27 •
Por tanto, a la separación y la coincidencia de la mirada hacia lo alto y Así como en la oración de Jesús la mirada hacia lo alto y la mira-
de la mirada en perspectiva en la oración de Jesús, corresponde, en su da en perspectiva siguen siendo coincidentes a pesar de toda la sepa-
mensaje, la separación y la coincidencia entre la noticia acerca de Dios y ración, así también en el mensaje de Jesús-a pesar de toda la separa-
la proclamación de la basileia (en el Credo, la existente entre la «homo- ción- hay coincidencia entre la homología y el kerigma, entre la
logía» y el «kerigma» ), y al final, en la doctrina, la separación y la coin- doctrina de la teo-logía y la de la escato-logía. Esta coincidencia
cidencia entre la «teo-logía» y la «escato-logía» 26 • En cuanto la mirada
asegura que la noticia que Jesús da de Dios siga siendo revelación
hacia lo alto y la mirada en perspectiva del orante se condensan en un len-
escatológica, y que la proclamación escatológica de Jesús revele real-
mente a Dios. Pero vislumbranos de nuevo que ambas formas de
«evangelio» acogió en sí el kerigma. - Pero seguramente no puede hablarse sino de
«dos kerygmata», aunque se hable también de una basileia de dos aspectos en la hablar son reflejo de un proceso uniforme, sobre el que todavía he-
proclamación del evangelio y se vea el entrelazamiento de las dos formas y conte- mos de reflexionar (más adelante).
nidos de la proclamación. Cf. W Marxsen, ibid., 55: «Pero yo entendí y entiendo el Jesús proclama la llegada del reino y exhorta con ello a la con-
concepto (del 'tema de Jesús') en el sentido de que el tema de Jesús es un aconte-
cimiento, el acontecimiento de la venida de Jesús juntamente con lo que él trae. El versión, como lo hace un profeta, pero proporciona también noticia
'tema de Jesús' es el acontecer del reinado de Dios como oferta de Jesús la cual acerca de Dios y se refiere con ello a la conducta religioso-moral
después de habida la experiencia de la irrupción del reinado de Dios, ofre~e ahor~ que se ajusta a la voluntad de Dios, como lo hace un maestro de sa-
en el kerigma el ulterior acaecer». Cf. sobre la cuestión la «tesis» programática de
W Thüssing, Theologien, 28s, y su primero y segundo desarrollo, 29 y 37. biduría. La confesión de fe en Dios (homologesis) y la proclama-
25h. Cf. H. Schürmann, Hauptproblem. ción del reino (kerigma), juntas, abarcan entonces -fundamentando
26. Cf. nuestro primer intento por escapar de la funcionalización y de la ac- y motivando- las exigencias morvales de Jesús: tanto las instruccio-
tualización en la proclamación y en la teología, durante el tiempo del predominio de
la teología del kerigma (entendida casi siempre como una interpretación existen- nes proféticas como las exhortaciones sapienciales 28 •
cial). Lo expuse en el fascículo programático: H. Schürmann, Aujbau und Struktur,
y luego en los estudios mencionados supra, nota 9. - Los planos lingüísticos men-
cionados supra no estaban señalados quizás con suficiente claridad y se prestaban
a malentendidos en los estudios mencionados en ese fascículo, y de manera corres-
pondiente también en la crítica de W Schrage, Theologie und Christologie (una crí-
tica formulada también por A. Vogtle y por otros; cf. nota 24), cuando, por ejemplo, 27. Cf. nuestro estudio Hauptproblem y supra, nota 9.
W Schrage, ibid., 135s, se opone a ello afirmando «que las series de enunciados 28. Las exigencias de Jesús están determinadas extensamente por el teo-
teológicos y escatológicos que tendrían su convergencia en la conciencia de Jesús centrismo de Jesús y, con ello, tea-lógicamente por su confesión de fe en Dios, no
como el Hijo, se comportan como presente y futuro. Pero la tensión, que puede ob- sólo por el reino que viene, y por eso, escato-lógicamente a partir de su procla-
servarse efectivamente, entre la escatología y (cosa que habrá que precisar en se- mación. - H. Merklein, Handlungsprinzip, puede mantener únicamente su tesis
guida) una forma determinante de la idea de Dios que procede probablemente de la unilateral (cf. ya supra, nota 12) acerca del «reinado de Dios como principio de ac-
tradición sapiencial. .. , no se puede captar por la contraposición entre la escatología ción» haciendo que (215 y passim) «el mensaje acerca de la bondad radical de
y la teología, como tampoco se puede captar por la problemática división entre pre- Dios sea una implicación del mensaje de la basileia>>. Pero si el mensaje de la ba-
sente y futuro» (ibid.). [El mismo malentendido lo repite J. Gnilka, Jesús, 253s]. La sileia no fuese a la vez una explicitación del mensaje acerca de la bondad radical
experiencia del Dios que viene, que ha venido y que está llegando se expresa de ma- (y del absoluto señorío) de Dios, ¿cómo podría ser un absoluto principio de ac-
nera distinta en la oración y en la proclamación, y de otra manera distinta, a su vez, ción? Y, como tal, no podría realizar nunca la función de la «cercanía» del escha-
en el plano de la enseñanza. (Cf., en lo que respecta a mi acuerdo con W Schrage, ton (a menos que esta se reinterpretara como «bondad dada»). Cf. también infra,
supra, nota 13). nota 32.
50 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 51

2. La coincidencia entre la alabanza y la petición, entre la doxo- ca que ese <<Abba» es «santificado», glorificado -principalmente
logía y la soterio-logía porque muestra su soberanía paternalmente, lleno de piedad y con-
cediendo gracia 29- .
La mirada «vertical» hacia lo alto y la mirada horizontal en pers- Partiendo de la invocación del Abba, sólo se puede entender en
pectiva determinan -como vimos- la oración de Jesús. Por ello, su sentido jesuánico la santidad y la soberanía de Dios, que es el obje-
mensaje es noticia acerca de Dios y proclamación de la basileia en to del gran deseo inicial del orante, y sólo se la puede entender co-
compenetración mutua. La homologesis cualifica al kerigma de Je- mo amor condescendiente, como descenso de Dios. La experiencia
sús, lo mismo que el kerigma cualifica a la homologesis. La teo-lo- que Jesús tiene del Abba marca la idea de la soberanía de Dios:
gí~ de Jesús está plenamente determinada en sentido escato-lógico, Dios es soberano porque -en su reino- se manifiesta paternalmente
as1 como su escato-logía es también plenamente teo-lógica. como el Dador y el Perd9nador. Así que, en último término, sólo
Pero hay un segundo movimiento que determina además 1) la Dios mismo puede hacer valer su Divinidad; ninguna alabanza hu-
oración de Jesús y 2) la proclamación de Jesús. mana podría hacer por sí misma tal cosa.
1. En la oración de Jesús encontramos un movimiento hacia La invocación del Abba hace que, en lugar de la alabanza de
arriba y un movimiento hacia abajo, en sentido vertical: encontra- Dios, que habría sido de esperar inicialment~, se exprese un deseo
~os subiendo a lo alto la alabanza y descendiendo la petición que que es presentado al Padre, de tal manera que todas las peticiones
implora cosas, la mirada teocéntrica elevada hacia Dios y el interés sean desde entonces doxológicas. El orante sabe: Dios ha de mos-
antropocéntrico por la propia salvación, la tensión entre la altura teo- trársenos como soberano y santo. La oración de Jesús puede renun-
lógica y la hondura soteriológica, entre la doxo-logía anabática y la ciar a toda alabanza explícita de Dios, porque el reconocimiento de
soterio-logía katabática. las «re;ilidades» del Abba es ya plena adoración 30 . En tal invoca-
Cuando la imagen de Dios, y con ello la teología, determina to- ción se hace un espacio en el que sólo se puede pedir lo que ya ha
do desear y pedir escatológico, entonces es principalmente la invo- sido concedido, de tal manera que toda petición ya incluye en sí ne-
cación del Abba la que a) cualifica el deseo inicial y con ello al cesariamente la alabanza que realiza la acción de gracias.
mis~o tie1?po, el deseo de la llegada de la basileia, el cual b) h¡ de b) Ciertamente, en la petición de la basileia se ruega luego pi-
repetirse siempre antes de las tres peticiones que flanquean la ora- diendo el señorío de Dios, que «esté en su trono» y «sea rey», por-
ción y a las que impregna decisivamente. Es verdad que vimos tam- que el deseo de que se reconozca la soberana y santa Divinidad de
bién, a la inversa, que la basileia que todavía está pendiente pero Dios es el que anhela supremamente la llegada del reino de Dios 31 •
que ya es inminente, y que se convirtió en el destino de Jesús el Pero mayor todavía y más profundo es el deseo de que se reconoz-
destino que le envió y que le «llevó consigo», fue la que le hizo ~o­ ca a Dios como Padre, y esto es lo que anhela el deseo central de
nocer y proclamar al <<Abba» y la llegada de su basileia. En la lle- que llegue la basileia: que el Padre haga clementemente que llegue
gada y en la inminencia de esa basileia se realiza la glorificación su «reino» 32 , la quintaesencia de toda la salvación cósmica, social y
del «nombre» de Dios. La soteriología es, pues, la doxología esca-
tológica, en la cual Dios se muestra a sí mismo como soberano en 29. Cf. H. Schürmann, Gebet des Herrn, 45-48.
30. Cf. ibid., 38-41.
su condescendencia escatológica. Todo enunciado escatológico ex- 31. Cf. ibid., 5 6-60.
presa el descenso de Dios. 32. Cf. ibid., 60-63. H. Merklein, Handlungsprinzip, cree que «la invocación
a) Por de pronto, el inicio de la oración de Jesús nos permite ya de Abba (pudiera) haber estado incluida conjuntamente en la revelación original»
como «implicación objetiva de la escatología de Jesús» (p. 211; cf. 206 y 214). Pe-
conocerlo: <<¡Abba, santificado sea tu nombre!». Ciertamente lo ro ¿no existirá la misma razón para afirmar también que la escatología es una ex-
«característicamente jesuánico» en esta invocación familiar e ínti- plicitación de la «revelación de Dios» (algo de lo que, según Merklein, no se pue-
ma del Abba es la de confesar al Padre como perdonador y dispues- de hablar, cf. ibid. )? Ahora bien, ¿puede hablarse «de una implicación teo-lógica de
la «revelación escatológica (primaria)» [de Dios; adición mía], sin hablar al mismo
to a ayudar, clemente y acogedor. Pero en todo ello no se olvida nun- tiempo de «revelación de Dios» (ibid.): de la explicitación escatológica de la reve-

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50 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 51

2. La coincidencia entre la alabanza y la petición, entre la doxo- ca que ese <<Abba» es «santificado», glorificado -principalmente
logía y la soterio-logía porque muestra su soberanía paternalmente, lleno de piedad y con-
cediendo gracia 29- .
La mirada «vertical» hacia lo alto y la mirada horizontal en pers- Partiendo de la invocación del Abba, sólo se puede entender en
pectiva determinan -como vimos- la oración de Jesús. Por ello, su sentido jesuánico la santidad y la soberanía de Dios, que es el obje-
mensaje es noticia acerca de Dios y proclamación de la basileia en to del gran deseo inicial del orante, y sólo se la puede entender co-
compenetración mutua. La homologesis cualifica al kerigma de Je- mo amor condescendiente, como descenso de Dios. La experiencia
sús, lo mismo que el kerigma cualifica a la homologesis. La teo-lo- que Jesús tiene del Abba marca la idea de la soberanía de Dios:
gí~ de Jesús está plenamente determinada en sentido escato-lógico, Dios es soberano porque -en su reino- se manifiesta paternalmente
as1 como su escato-logía es también plenamente teo-lógica. como el Dador y el Perd9nador. Así que, en último término, sólo
Pero hay un segundo movimiento que determina además 1) la Dios mismo puede hacer valer su Divinidad; ninguna alabanza hu-
oración de Jesús y 2) la proclamación de Jesús. mana podría hacer por sí misma tal cosa.
1. En la oración de Jesús encontramos un movimiento hacia La invocación del Abba hace que, en lugar de la alabanza de
arriba y un movimiento hacia abajo, en sentido vertical: encontra- Dios, que habría sido de esperar inicialment~, se exprese un deseo
~os subiendo a lo alto la alabanza y descendiendo la petición que que es presentado al Padre, de tal manera que todas las peticiones
implora cosas, la mirada teocéntrica elevada hacia Dios y el interés sean desde entonces doxológicas. El orante sabe: Dios ha de mos-
antropocéntrico por la propia salvación, la tensión entre la altura teo- trársenos como soberano y santo. La oración de Jesús puede renun-
lógica y la hondura soteriológica, entre la doxo-logía anabática y la ciar a toda alabanza explícita de Dios, porque el reconocimiento de
soterio-logía katabática. las «re;ilidades» del Abba es ya plena adoración 30 . En tal invoca-
Cuando la imagen de Dios, y con ello la teología, determina to- ción se hace un espacio en el que sólo se puede pedir lo que ya ha
do desear y pedir escatológico, entonces es principalmente la invo- sido concedido, de tal manera que toda petición ya incluye en sí ne-
cación del Abba la que a) cualifica el deseo inicial y con ello al cesariamente la alabanza que realiza la acción de gracias.
mis~o tie1?po, el deseo de la llegada de la basileia, el cual b) h¡ de b) Ciertamente, en la petición de la basileia se ruega luego pi-
repetirse siempre antes de las tres peticiones que flanquean la ora- diendo el señorío de Dios, que «esté en su trono» y «sea rey», por-
ción y a las que impregna decisivamente. Es verdad que vimos tam- que el deseo de que se reconozca la soberana y santa Divinidad de
bién, a la inversa, que la basileia que todavía está pendiente pero Dios es el que anhela supremamente la llegada del reino de Dios 31 •
que ya es inminente, y que se convirtió en el destino de Jesús el Pero mayor todavía y más profundo es el deseo de que se reconoz-
destino que le envió y que le «llevó consigo», fue la que le hizo ~o­ ca a Dios como Padre, y esto es lo que anhela el deseo central de
nocer y proclamar al <<Abba» y la llegada de su basileia. En la lle- que llegue la basileia: que el Padre haga clementemente que llegue
gada y en la inminencia de esa basileia se realiza la glorificación su «reino» 32 , la quintaesencia de toda la salvación cósmica, social y
del «nombre» de Dios. La soteriología es, pues, la doxología esca-
tológica, en la cual Dios se muestra a sí mismo como soberano en 29. Cf. H. Schürmann, Gebet des Herrn, 45-48.
30. Cf. ibid., 38-41.
su condescendencia escatológica. Todo enunciado escatológico ex- 31. Cf. ibid., 5 6-60.
presa el descenso de Dios. 32. Cf. ibid., 60-63. H. Merklein, Handlungsprinzip, cree que «la invocación
a) Por de pronto, el inicio de la oración de Jesús nos permite ya de Abba (pudiera) haber estado incluida conjuntamente en la revelación original»
como «implicación objetiva de la escatología de Jesús» (p. 211; cf. 206 y 214). Pe-
conocerlo: <<¡Abba, santificado sea tu nombre!». Ciertamente lo ro ¿no existirá la misma razón para afirmar también que la escatología es una ex-
«característicamente jesuánico» en esta invocación familiar e ínti- plicitación de la «revelación de Dios» (algo de lo que, según Merklein, no se pue-
ma del Abba es la de confesar al Padre como perdonador y dispues- de hablar, cf. ibid. )? Ahora bien, ¿puede hablarse «de una implicación teo-lógica de
la «revelación escatológica (primaria)» [de Dios; adición mía], sin hablar al mismo
to a ayudar, clemente y acogedor. Pero en todo ello no se olvida nun- tiempo de «revelación de Dios» (ibid.): de la explicitación escatológica de la reve-

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52 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 53

personal. El «Padre» demuestra su grandeza por medio de la solici- El Dios que hace que los pobres sean herederos del reino, que
tud amorosa, su majestad por medio de la clemencia, su doxa por promete a los hambrientos el convite del fin de los tiempos y que
medio del descenso. enseña a los desconsolados en la tierra que al final tendrán la risa li-
e) En la oración, las tres peticiones en primera persona del plu- beradora (Le 6, 20s ), es precisamente el Dios que, en el tiempo in-
ral («nosotros») que piden lo necesario, demuestran lo mucho que termedio, no permite que sus enviados desfallezcan de hambre, que
el orante, a quien le interesa enteramente la majestad de Dios, ha de es indulgente con sus deficiencias, y que no permite que perezcan
mirar al mismo tiempo hacia lo abismal del mundo, de la historia y en sus tentaciones. El Abba, 'que condesciende tan benignamente,
de su propio corazón. Así que las peticiones en forma de segunda que ayuda así triplernente y que concede la salvación escatológica,
persona del singular («TÚ») se convierten, corno de manera espon- hace precisamente que con ello se haga visible su gloria y majestad,
tánea, en peticiones en primera persona del plural («nosotros»). La su verdadera Divinidad: que su doxa se haga visible soteriológica-
petición en que se pide el pan se halla animada enteramente por la rnente en el descendimiento. Ambas formas en las que Dios se ma-
invocación del Abba, una petición que sabe muy bien que el Padre nifiesta coinciden: la doxa se muestra corno descendimiento, y el
dará seguridad en medio del riesgo, completamente inseguro, del descendimiento, corno doxa. En la oración de Jesús se experimenta
discipulado y de la acción de proclamar la basileia, sin ánimo algu- la gloria de Dios corno condescendencia. Se requiere una mirada
no de lucro. La petición tiene a la vista los abismos en los que el profunda para intuir tal unidad en una simple visión de conjunto.
hambre constituye una amenaza: el hambre que puede hacer impo- 2. La coincidencia que en la precedente visión de conjunto que-
sible también que la Iglesia efectúe su proclamación. Una persona ríamos presentar corno clara y patente en la oración de Jesús, la en-
que desfallece de hambre ya no es capaz de predicar, ni siquiera da contrarnos también en la proclamación de Jesús. La proclamación
el testimonio que da el mártir (a no ser que esa persona pase ham- de Jesús confirma de este modo la interpretación de su oración.
bre corno un rnártir)-porque el hambre no debe existir y debe eli- a) Cuando Jesús no presenta, desde luego, la salvación bauti- i !

minarse (cf. Le 22, 35-38; 10, 7s)-. El Padre ya se ha preocupado zando -corno lo hacía Juan Bautista-, sino por medio de su trato
por aquellos que trabajan por la basileia (cf,Lc 12, 22-31). con pecadores, lo hace también sobre el trasfondo de amenazas pro-
La petición del perdón se dirige al Padre, a quien se ha experi- féticas. Pero en ello se ve claramente lo muy diferente que es la vi-
mentado ya corno Perdonador. Implora el perdón por las nuevas omi- sión de Jesús de la que tenía el Bautista; en el fondo lo es tanto, que
siones y por los nuevos deslices cometidos diariamente, y pide ese Jesús, a pesar de toda la vinculación, tuvo que distanciarse de él. La
perdón para aquí y para ahora. Dios se muestra corno el Padre que salvación, no primariamente el juicio, es el gran terna de Jesús. La re-
perdonará lo que ya ha perdonado y perdona incesantemente de lación entre la salvación y el juicio parece que se sitúa de manera
nuevo 33 -siempre que para un orante la remisión de la culpa sea un diferente en la proclamación de Jesús que en la del Bautista. Este
objetivo real-. ofrece la gracia (del bautismo) para la salvación ante el inminente
Es también el Padre el que puede preservar a los discípulos de juicio; Jesús anuncia la salvación que llega y que ya ha llegado y ex-
Jesús de extraviarse en cuanto a Jesús y a su mensaje escatológico horta a aceptarla con fe -de vez en cuando bajo amenazas de jui-
de salvación, de que incluso le vuelvan la espalda. Es preservado de cio 35- . Según Jesús, Dios evita que se produzca el pecado y la culpa
la tentación de caer en la apostasía aquel que pide ser preservado con su gracia preveniente. Jesús se ocupa de los pecadores y con
de ella 34 • ello se convierte él mismo en una parábola: en un signo eficaz de la
gracia preveniente y del perdón de Dios 36 • La proclamación de Je-
lación teo-lógica (primaria) de Dios? Porque es Dios quien, por medio de su veni- sús impregna el conocer: Dios se manifiesta precisamente en su se-
da como el «Dios que viene y que ha venido», se revela a sí mismo; cf. también su-
pra, nota 28.
33. Cf. ibid., 117ss. 35. Cf. ibid., 59s.
34. Cf. ibid., 134ss. 36. Cf. ibid., 113-117.
1

,!I

52 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 53

personal. El «Padre» demuestra su grandeza por medio de la solici- El Dios que hace que los pobres sean herederos del reino, que
tud amorosa, su majestad por medio de la clemencia, su doxa por promete a los hambrientos el convite del fin de los tiempos y que
medio del descenso. enseña a los desconsolados en la tierra que al final tendrán la risa li-
e) En la oración, las tres peticiones en primera persona del plu- beradora (Le 6, 20s ), es precisamente el Dios que, en el tiempo in-
ral («nosotros») que piden lo necesario, demuestran lo mucho que termedio, no permite que sus enviados desfallezcan de hambre, que
el orante, a quien le interesa enteramente la majestad de Dios, ha de es indulgente con sus deficiencias, y que no permite que perezcan
mirar al mismo tiempo hacia lo abismal del mundo, de la historia y en sus tentaciones. El Abba, 'que condesciende tan benignamente,
de su propio corazón. Así que las peticiones en forma de segunda que ayuda así triplernente y que concede la salvación escatológica,
persona del singular («TÚ») se convierten, corno de manera espon- hace precisamente que con ello se haga visible su gloria y majestad,
tánea, en peticiones en primera persona del plural («nosotros»). La su verdadera Divinidad: que su doxa se haga visible soteriológica-
petición en que se pide el pan se halla animada enteramente por la rnente en el descendimiento. Ambas formas en las que Dios se ma-
invocación del Abba, una petición que sabe muy bien que el Padre nifiesta coinciden: la doxa se muestra corno descendimiento, y el
dará seguridad en medio del riesgo, completamente inseguro, del descendimiento, corno doxa. En la oración de Jesús se experimenta
discipulado y de la acción de proclamar la basileia, sin ánimo algu- la gloria de Dios corno condescendencia. Se requiere una mirada
no de lucro. La petición tiene a la vista los abismos en los que el profunda para intuir tal unidad en una simple visión de conjunto.
hambre constituye una amenaza: el hambre que puede hacer impo- 2. La coincidencia que en la precedente visión de conjunto que-
sible también que la Iglesia efectúe su proclamación. Una persona ríamos presentar corno clara y patente en la oración de Jesús, la en-
que desfallece de hambre ya no es capaz de predicar, ni siquiera da contrarnos también en la proclamación de Jesús. La proclamación
el testimonio que da el mártir (a no ser que esa persona pase ham- de Jesús confirma de este modo la interpretación de su oración.
bre corno un rnártir)-porque el hambre no debe existir y debe eli- a) Cuando Jesús no presenta, desde luego, la salvación bauti- i !

minarse (cf. Le 22, 35-38; 10, 7s)-. El Padre ya se ha preocupado zando -corno lo hacía Juan Bautista-, sino por medio de su trato
por aquellos que trabajan por la basileia (cf,Lc 12, 22-31). con pecadores, lo hace también sobre el trasfondo de amenazas pro-
La petición del perdón se dirige al Padre, a quien se ha experi- féticas. Pero en ello se ve claramente lo muy diferente que es la vi-
mentado ya corno Perdonador. Implora el perdón por las nuevas omi- sión de Jesús de la que tenía el Bautista; en el fondo lo es tanto, que
siones y por los nuevos deslices cometidos diariamente, y pide ese Jesús, a pesar de toda la vinculación, tuvo que distanciarse de él. La
perdón para aquí y para ahora. Dios se muestra corno el Padre que salvación, no primariamente el juicio, es el gran terna de Jesús. La re-
perdonará lo que ya ha perdonado y perdona incesantemente de lación entre la salvación y el juicio parece que se sitúa de manera
nuevo 33 -siempre que para un orante la remisión de la culpa sea un diferente en la proclamación de Jesús que en la del Bautista. Este
objetivo real-. ofrece la gracia (del bautismo) para la salvación ante el inminente
Es también el Padre el que puede preservar a los discípulos de juicio; Jesús anuncia la salvación que llega y que ya ha llegado y ex-
Jesús de extraviarse en cuanto a Jesús y a su mensaje escatológico horta a aceptarla con fe -de vez en cuando bajo amenazas de jui-
de salvación, de que incluso le vuelvan la espalda. Es preservado de cio 35- . Según Jesús, Dios evita que se produzca el pecado y la culpa
la tentación de caer en la apostasía aquel que pide ser preservado con su gracia preveniente. Jesús se ocupa de los pecadores y con
de ella 34 • ello se convierte él mismo en una parábola: en un signo eficaz de la
gracia preveniente y del perdón de Dios 36 • La proclamación de Je-
lación teo-lógica (primaria) de Dios? Porque es Dios quien, por medio de su veni- sús impregna el conocer: Dios se manifiesta precisamente en su se-
da como el «Dios que viene y que ha venido», se revela a sí mismo; cf. también su-
pra, nota 28.
33. Cf. ibid., 117ss. 35. Cf. ibid., 59s.
34. Cf. ibid., 134ss. 36. Cf. ibid., 113-117.
54 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 55

ñorío, en su dominio real, en su Divinidad, cuando «se acerca» en su mo orante- de levantar su mirada (verticalmente) y tener a la vez
«reino», cuando sobrepasa su transcendencia con descendimiento y una perspectiva (horizontal), como ya hemos visto (en el apartado
kénosis, de tal manera que Dios se agacha, desciende en un amor 1). Lo mismo conocimos anticipadamente (en el 2): tan sólo par-
que se sobrepasa a sí mismo; de tal manera que perdona de antema- tiendo de esa presencia inicial, el orante podrá sondear orando la al-
no y da anticipándose -como Abba, como el «Padre querido»-. tura y la profundidad de Dios y podrá conocer la doxa divina que
b) Jesús mantiene esta proclamación suya originalísima de la hay en el descendimiento. La coincidencia entre la majestad y la be-
basileia como compromiso en favor de los pecadores (cf. Le 22, 19s nignidad, entre la humillación y la gloria, entre la doxología y la so-
par), existiendo siempre para ellos hasta en su muerte de mártir (Me teriología escatológica, entre la altura y la profundidad en la oración
14, 25 par). Como el supremo y absoluto Salvador enviado por Dios, y en la proclamación de Jesús, tienen su presupuesto: y este presu-
y que, después del último mensajero de Dios que fue Juan, anuncia y puesto es la presencia del eschaton.
representa la absoluta salvación de la basileia, Jesús, al morir, se Lo que conocimos así en nuestras reflexiones en los apartados 1
convierte en parábola y representante de Dios, cuyo santo y siempre y 2, exige un desarrollo: la coincidencia entre la mirada hacia lo al-
justo amor carga sobre sí, padeciendo, toda la culpa del mundo, la to y la mirada en perspectiva (y, con ello, entre la teo-logía y la so-
soporta, la lleva a su corazón y, amando, allí la supera. Tan sólo los terio-logía), y más aún, la coincidencia entre la alabanza que tien-
gestos y las palabras de Jesús en la Cena hacen resaltar y expresan de hacia lo alto y la petición que sondea la prÓfundidad (y, con ello,
claramente lo que ya se indica en la oración del Señor 37 : la salvación entre la doxo-logía y la soterio-logía) se fundamentan en la presen-
escatológica de la basileia se realiza en la humillación de Dios y en cia escatológica de la salvación, sobre la que habrá que reflexionar
el fracaso de Jesús. Ahora bien, esta humillación es majestad de ahora más detenidamente.
Dios, sus padecimientos son su gloria, su descendimiento es su do-
xa. Esta realidad es la que hace que se comprenda supremamente en
lo más profundo la forma y la estructura de la oración de Jesús, la di- 3. La presencia «cristológica» de la salvación
rección de su movimiento y la lógica interna de la oración.
La majestad de Dios puede adquirir tan incomparable teocen- Los dos sentidos del movimiento descritos anteriormente (apar-
trismo en la oración y en la proclamación de Jesús porque en ellas tados 1 y 2), que se presentan, por un lado, como vertical y hori-
se conoce con tan infinita profundidad la intención salvífica de zontal y, por otro lado, como ascendente y descendente, pueden te-
Dios y, con ello, su descendimiento. Tan sólo un orante puede com- ner su fundamento únicamente en un acontecimiento de revelación,
prender tal teocentrismo, al que la gracia que desciende de Dios que paradójicamente se entiende como presente en cuanto actuali-
proporcionó una firmeza inquebrantable. Tan sólo allá donde la ve- zación del futuro, en cuanto «escatología historizada» en el presen-
te. Precisamente aquí parece que se anuda lo que es «característica- 'i
nida escatológica de Dios no es ya simplemente un futuro esperado,
sino que ya es presencia por gracia, allí se hace firmemente expe- mente jesuánico» en la oración (y en la proclamación) de Jesús. Tan
rimentable la coincidencia entre la alabanza y la petición, la coinci- sólo partiendo de aquí llegan a comprenderse los dos sentidos del
dencia entre la doxo-logía y la soterio-logía. movimiento. El resplandor de esta oración, que flamea hacia un la-
Nuevamente se nos impone, en mirada retrospectiva, una idea: do y hacia otro, y hacia lo alto y hacia lo bajo, procede de esta luz
tan sólo aquel que ve que la salvación escatológica como realidad presente. 1) La escatología se hace presente en la oración y en la pro-
definitiva en el más allá no se encuentra sólo en el futuro, sino que clamación de Jesús como una realidad salvífica presente en la veni-
inicialmente se encuentra ya presente en esta vida, será capaz -co- da y en la actividad de Jesús, realidad que 2) concretamente ha de
entenderse en sentido cristológico.
37. Cf. el estudio Das Weiterleben der Sache Jesu im nachOsterlichen He-
rrenmahl. Die Kontinuitiü der Zeichen in der Diskontinuitiü der Zeiten, en la edi- 1. El emmciado de que la salvación escatológica a) se halla ¡ 1.I

ción alemana de la presente obra, Jesus. Gestalt und Geheimnis, 241-265. «historizadamente» presente, es un enunciado insuficiente por 1
54 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 55

ñorío, en su dominio real, en su Divinidad, cuando «se acerca» en su mo orante- de levantar su mirada (verticalmente) y tener a la vez
«reino», cuando sobrepasa su transcendencia con descendimiento y una perspectiva (horizontal), como ya hemos visto (en el apartado
kénosis, de tal manera que Dios se agacha, desciende en un amor 1). Lo mismo conocimos anticipadamente (en el 2): tan sólo par-
que se sobrepasa a sí mismo; de tal manera que perdona de antema- tiendo de esa presencia inicial, el orante podrá sondear orando la al-
no y da anticipándose -como Abba, como el «Padre querido»-. tura y la profundidad de Dios y podrá conocer la doxa divina que
b) Jesús mantiene esta proclamación suya originalísima de la hay en el descendimiento. La coincidencia entre la majestad y la be-
basileia como compromiso en favor de los pecadores (cf. Le 22, 19s nignidad, entre la humillación y la gloria, entre la doxología y la so-
par), existiendo siempre para ellos hasta en su muerte de mártir (Me teriología escatológica, entre la altura y la profundidad en la oración
14, 25 par). Como el supremo y absoluto Salvador enviado por Dios, y en la proclamación de Jesús, tienen su presupuesto: y este presu-
y que, después del último mensajero de Dios que fue Juan, anuncia y puesto es la presencia del eschaton.
representa la absoluta salvación de la basileia, Jesús, al morir, se Lo que conocimos así en nuestras reflexiones en los apartados 1
convierte en parábola y representante de Dios, cuyo santo y siempre y 2, exige un desarrollo: la coincidencia entre la mirada hacia lo al-
justo amor carga sobre sí, padeciendo, toda la culpa del mundo, la to y la mirada en perspectiva (y, con ello, entre la teo-logía y la so-
soporta, la lleva a su corazón y, amando, allí la supera. Tan sólo los terio-logía), y más aún, la coincidencia entre la alabanza que tien-
gestos y las palabras de Jesús en la Cena hacen resaltar y expresan de hacia lo alto y la petición que sondea la prÓfundidad (y, con ello,
claramente lo que ya se indica en la oración del Señor 37 : la salvación entre la doxo-logía y la soterio-logía) se fundamentan en la presen-
escatológica de la basileia se realiza en la humillación de Dios y en cia escatológica de la salvación, sobre la que habrá que reflexionar
el fracaso de Jesús. Ahora bien, esta humillación es majestad de ahora más detenidamente.
Dios, sus padecimientos son su gloria, su descendimiento es su do-
xa. Esta realidad es la que hace que se comprenda supremamente en
lo más profundo la forma y la estructura de la oración de Jesús, la di- 3. La presencia «cristológica» de la salvación
rección de su movimiento y la lógica interna de la oración.
La majestad de Dios puede adquirir tan incomparable teocen- Los dos sentidos del movimiento descritos anteriormente (apar-
trismo en la oración y en la proclamación de Jesús porque en ellas tados 1 y 2), que se presentan, por un lado, como vertical y hori-
se conoce con tan infinita profundidad la intención salvífica de zontal y, por otro lado, como ascendente y descendente, pueden te-
Dios y, con ello, su descendimiento. Tan sólo un orante puede com- ner su fundamento únicamente en un acontecimiento de revelación,
prender tal teocentrismo, al que la gracia que desciende de Dios que paradójicamente se entiende como presente en cuanto actuali-
proporcionó una firmeza inquebrantable. Tan sólo allá donde la ve- zación del futuro, en cuanto «escatología historizada» en el presen-
te. Precisamente aquí parece que se anuda lo que es «característica- 'i
nida escatológica de Dios no es ya simplemente un futuro esperado,
sino que ya es presencia por gracia, allí se hace firmemente expe- mente jesuánico» en la oración (y en la proclamación) de Jesús. Tan
rimentable la coincidencia entre la alabanza y la petición, la coinci- sólo partiendo de aquí llegan a comprenderse los dos sentidos del
dencia entre la doxo-logía y la soterio-logía. movimiento. El resplandor de esta oración, que flamea hacia un la-
Nuevamente se nos impone, en mirada retrospectiva, una idea: do y hacia otro, y hacia lo alto y hacia lo bajo, procede de esta luz
tan sólo aquel que ve que la salvación escatológica como realidad presente. 1) La escatología se hace presente en la oración y en la pro-
definitiva en el más allá no se encuentra sólo en el futuro, sino que clamación de Jesús como una realidad salvífica presente en la veni-
inicialmente se encuentra ya presente en esta vida, será capaz -co- da y en la actividad de Jesús, realidad que 2) concretamente ha de
entenderse en sentido cristológico.
37. Cf. el estudio Das Weiterleben der Sache Jesu im nachOsterlichen He-
rrenmahl. Die Kontinuitiü der Zeichen in der Diskontinuitiü der Zeiten, en la edi- 1. El emmciado de que la salvación escatológica a) se halla ¡ 1.I

ción alemana de la presente obra, Jesus. Gestalt und Geheimnis, 241-265. «historizadamente» presente, es un enunciado insuficiente por 1
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56 Focos de sumo interés 57
El destino de Jesús: su vida y su muerte

ser de~asiado impreciso. Hay que ver de ahora en adelante que escatológica en Jesús y su representación por medio de él es el mis-
b) el «tiempo del cumplimiento» existe, porque Jesús «ha veni- terio profundo de la revelación de Dios.
do» (cf. Me 1, l 4s ), proclama la salvación y la realiza (Le 1O, En esta misma dirección señala nuestra interpretación de «la
23s; 11, 20 par). oración del Señor» (el Padrenuestro), que indagaba el centro y la
a) El Bautista formula una promesa (condicionada) de salva- hondura de la proclamación de Jesús y de esta forma tropezó con
ción (en el sentido de la purificación por medio del bautismo) sobre lo que era «característicamente jesuánico»: Jesús entendía el reino
el trasfondo de la proclamación del juicio de ira que se acerca. Co- proclamado, el reino que él veía en perspectiva, como «teologiza-
mo ya vimos, Jesús-de manera sensacional- expresó primariamen- do» a partir de su singularísima relación con Dios; y esta relación
te lo venidero como salvación y eligió para ello el término amplio suya con Dios (si se puede hablar así) la entendía «escatológica-
de «reino de Dios» 38 • Pero, en forma paradójica, enunció esta veni- mente» a partir de su «destino de basileia». Él veía a la vez la ver-
dera salvación escatológica como una salvación ya presente, como dadera doxología como situada en la soteriología, la majestad de
una salvación ya «historizada». Esta manera de hablar acerca del Dios en su humillación, pero ambas cosas porque él sabía que la
carácter presente de la salvación tenía también en sí algo paradóji- escatología estaba «historizada» en su propio destino de Enviado.
co para Jesús: la salvación está ya ahí en pequeño y en forma invi- La experiencia actual de la salvación en este destino suyo propio
sible, más aún, en el fracaso. Parece que Jesús incluyó su fracaso en (que al final se convertiría en un destino de muerte) y en la salva-
la oferta de salvación 39 • En efecto, la «escatología historizada» es, ción que de este modo era enviada a los hombres, es lo que hace
seguramente, concebible y descriptible únicamente como escatolo- que sea comprensible la manera paradójica en la que Jesús, por un
gía que triunfa en el fracaso. lado, puede levantar la mirada teológica hacia lo alto y tender la
b) La salvación escatológica se «hace presente» de tal modo mirada escatológica en perspectiva, en la que él ve, por otro lado,
que hace que el tiempo se cumpla en la palabra y en la obra de Je- que se impone doxológicamente la soteriología: « ¡Abba, .. . venga
sús, pero también en su comportamiento y destino, de forma supre- tu reino!» 41 .
ma en su existencia y en su persona 40 • La presencia de la salvación 2. Ahora bien, esto «característicamente jesuánico» debe en-
38. Cf. H. Schürmann, Gebet des Herrn, 61ss.
tenderse como «cristología» implícita y oculta (a), pero «cristolo-
39. Cf. ibid., 65s. gía» en el sentido estrictamente teológico (b ): la venida y la acción
40. Cf. ibid., 66-76; cf. 29-33 y 45-51. Vernos que en la «coexistencia cen- escatológica de Dios era la que, trayendo la salvación, se manifes-
trada» d~ las dos ~eries de enunciados en la oración de Jesús, se halla determina-
da la «J?;irada hacia l~ alto» por la «mirada en perspectiva», y viceversa; en la pro-
taba escatológicamente en la venida y en la acción de Jesús.
clarnac10n, la «teologia» lo está por la «escato-logía», y viceversa. Si la conciencia a) Jesús no era una figura de mesías terreno con pretensiones
de Jesús no estaba escindida, entonces él tenía que «experimentar» conciencial- de majestad «terreno-mesiánica» acá en la tierra-de cualquier mo-
rnente (ho~~ibile di~tum!) ambas cosas en coincidencia. La oración de Jesús y su
P!oclarnac10n pe~rnlten perfectamente sacar conclusiones acerca de su «concien- do que esta se entienda-, ya sea en el ámbito de acción regia, pro-
cia» (au~que nadie debe ~t!~verse a dedu~ir tales conclusiones con suprema vali- fética o sacerdotal. Es verdad que, según los evangelistas, en lo al-
dez, partiendo de la tradic10n fragrnentana acerca de la proclamación de Jesús).
C_orno «el que había venido», Jesús sabía que Dios venía y había venido escatoló-
sileia. La «conciencia» de Jesús, en la que Jesús sabía ante el Abba que él era el
gicarn~nt~ corno <<Abba»; y ~orno «el que había venido», él sabía que estaba ex-
traordmanarnente cerca de D10s. Por mucho que las formas de los enunciados es- que «había venido» (corno podernos decir quizás de manera menos chocante), era
cato~ógicos (p~o~éticos) y las de los enunciados teo-lógicos (sapienciales) se hallen
conjuntamente en lo más íntimo un destino del Abba y de su basileia, porque Dios
Abba es en lo más íntimo «el Dios que se envía a sí mismo». Jesús puede repre-
deshgadas .casi siernpr~ .corno formas didá~ticas en la tradición sinóptica, desde el
p~nto_ de vista de la cntica de las formas, sm embargo, no podrán entenderse con-
sentar únicamente al Dios que actúa escatológicarnente, porque este se hace pre-
ciencialrnente corno desliga?as realmente del proclarnador y de los oyentes. Tiene sente escatológicarnente en Jesús.
que ~aliarse un punto de umdad para ambas cosas, tanto en la acción escatológica 41. Ya hemos visto anteriormente con bastante frecuencia que la escatología
d~ D10s corno e,n su «parábola», ~l «Hijo que ha venido» (tal y corno podremos de-
de presente ofrece el enfoque para concebir juntas la mirada hacia lo alto y la mi-
cir, ~unque Jesus.n~ se haya d~signad~ nunca a sí mismo de tal manera), que es el rada en perspectiva, la doxo-logía y la soterio-logía, la escato-logía y la teo-logía;
destmo de la bas1leza que envia y destma, y que es -él mismo- quien envía la ba- cf. también en su conjunto H. Merklein, Handlungsprinzip.

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El destino de Jesús: su vida y su muerte

ser de~asiado impreciso. Hay que ver de ahora en adelante que escatológica en Jesús y su representación por medio de él es el mis-
b) el «tiempo del cumplimiento» existe, porque Jesús «ha veni- terio profundo de la revelación de Dios.
do» (cf. Me 1, l 4s ), proclama la salvación y la realiza (Le 1O, En esta misma dirección señala nuestra interpretación de «la
23s; 11, 20 par). oración del Señor» (el Padrenuestro), que indagaba el centro y la
a) El Bautista formula una promesa (condicionada) de salva- hondura de la proclamación de Jesús y de esta forma tropezó con
ción (en el sentido de la purificación por medio del bautismo) sobre lo que era «característicamente jesuánico»: Jesús entendía el reino
el trasfondo de la proclamación del juicio de ira que se acerca. Co- proclamado, el reino que él veía en perspectiva, como «teologiza-
mo ya vimos, Jesús-de manera sensacional- expresó primariamen- do» a partir de su singularísima relación con Dios; y esta relación
te lo venidero como salvación y eligió para ello el término amplio suya con Dios (si se puede hablar así) la entendía «escatológica-
de «reino de Dios» 38 • Pero, en forma paradójica, enunció esta veni- mente» a partir de su «destino de basileia». Él veía a la vez la ver-
dera salvación escatológica como una salvación ya presente, como dadera doxología como situada en la soteriología, la majestad de
una salvación ya «historizada». Esta manera de hablar acerca del Dios en su humillación, pero ambas cosas porque él sabía que la
carácter presente de la salvación tenía también en sí algo paradóji- escatología estaba «historizada» en su propio destino de Enviado.
co para Jesús: la salvación está ya ahí en pequeño y en forma invi- La experiencia actual de la salvación en este destino suyo propio
sible, más aún, en el fracaso. Parece que Jesús incluyó su fracaso en (que al final se convertiría en un destino de muerte) y en la salva-
la oferta de salvación 39 • En efecto, la «escatología historizada» es, ción que de este modo era enviada a los hombres, es lo que hace
seguramente, concebible y descriptible únicamente como escatolo- que sea comprensible la manera paradójica en la que Jesús, por un
gía que triunfa en el fracaso. lado, puede levantar la mirada teológica hacia lo alto y tender la
b) La salvación escatológica se «hace presente» de tal modo mirada escatológica en perspectiva, en la que él ve, por otro lado,
que hace que el tiempo se cumpla en la palabra y en la obra de Je- que se impone doxológicamente la soteriología: « ¡Abba, .. . venga
sús, pero también en su comportamiento y destino, de forma supre- tu reino!» 41 .
ma en su existencia y en su persona 40 • La presencia de la salvación 2. Ahora bien, esto «característicamente jesuánico» debe en-
38. Cf. H. Schürmann, Gebet des Herrn, 61ss.
tenderse como «cristología» implícita y oculta (a), pero «cristolo-
39. Cf. ibid., 65s. gía» en el sentido estrictamente teológico (b ): la venida y la acción
40. Cf. ibid., 66-76; cf. 29-33 y 45-51. Vernos que en la «coexistencia cen- escatológica de Dios era la que, trayendo la salvación, se manifes-
trada» d~ las dos ~eries de enunciados en la oración de Jesús, se halla determina-
da la «J?;irada hacia l~ alto» por la «mirada en perspectiva», y viceversa; en la pro-
taba escatológicamente en la venida y en la acción de Jesús.
clarnac10n, la «teologia» lo está por la «escato-logía», y viceversa. Si la conciencia a) Jesús no era una figura de mesías terreno con pretensiones
de Jesús no estaba escindida, entonces él tenía que «experimentar» conciencial- de majestad «terreno-mesiánica» acá en la tierra-de cualquier mo-
rnente (ho~~ibile di~tum!) ambas cosas en coincidencia. La oración de Jesús y su
P!oclarnac10n pe~rnlten perfectamente sacar conclusiones acerca de su «concien- do que esta se entienda-, ya sea en el ámbito de acción regia, pro-
cia» (au~que nadie debe ~t!~verse a dedu~ir tales conclusiones con suprema vali- fética o sacerdotal. Es verdad que, según los evangelistas, en lo al-
dez, partiendo de la tradic10n fragrnentana acerca de la proclamación de Jesús).
C_orno «el que había venido», Jesús sabía que Dios venía y había venido escatoló-
sileia. La «conciencia» de Jesús, en la que Jesús sabía ante el Abba que él era el
gicarn~nt~ corno <<Abba»; y ~orno «el que había venido», él sabía que estaba ex-
traordmanarnente cerca de D10s. Por mucho que las formas de los enunciados es- que «había venido» (corno podernos decir quizás de manera menos chocante), era
cato~ógicos (p~o~éticos) y las de los enunciados teo-lógicos (sapienciales) se hallen
conjuntamente en lo más íntimo un destino del Abba y de su basileia, porque Dios
Abba es en lo más íntimo «el Dios que se envía a sí mismo». Jesús puede repre-
deshgadas .casi siernpr~ .corno formas didá~ticas en la tradición sinóptica, desde el
p~nto_ de vista de la cntica de las formas, sm embargo, no podrán entenderse con-
sentar únicamente al Dios que actúa escatológicarnente, porque este se hace pre-
ciencialrnente corno desliga?as realmente del proclarnador y de los oyentes. Tiene sente escatológicarnente en Jesús.
que ~aliarse un punto de umdad para ambas cosas, tanto en la acción escatológica 41. Ya hemos visto anteriormente con bastante frecuencia que la escatología
d~ D10s corno e,n su «parábola», ~l «Hijo que ha venido» (tal y corno podremos de-
de presente ofrece el enfoque para concebir juntas la mirada hacia lo alto y la mi-
cir, ~unque Jesus.n~ se haya d~signad~ nunca a sí mismo de tal manera), que es el rada en perspectiva, la doxo-logía y la soterio-logía, la escato-logía y la teo-logía;
destmo de la bas1leza que envia y destma, y que es -él mismo- quien envía la ba- cf. también en su conjunto H. Merklein, Handlungsprinzip.

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58 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 59

to de la cruz, por encima de la cabeza del Crucificado, se hallaba que «crea» 45 y «trae» 46 a Jesús? ¿O será Jesús el que proclama y trae
clavada una tabla con la inscripción: «El rey de los judíos» (Me 15, el reino que llega?
26 par). Pero lo que debía entenderse como una burla y a la vez co- Evidentemente, hay algo de correcto en afirmar que la basileia
mo un error, pudo aceptarse paradójicamente, después de la Pascua, que viene determina y trae consigo a Jesús como el Cristo. Pero, de
como un título. Cuando se supo que el Crucificado había resucita- manera enteramente innegable, Jesús representa también a Dios y
do y se hallaba ahora «exaltado» en el trono de Dios, entonces el hace también presente en sus palabras y obras la salvación escatoló-
Mar (el Kyrios ahora ya exaltado) era para los creyentes, en un sen- gica. El dilema que aquí se plantea no se comprenderá sino cuando
tido eminente, el «Ungido»(= el «Cristo»), tal como ellos prefirie- el eschaton se entienda como un acontecer personal: es Dios quien
ron llamarle, para distanciarle claramente de la concepción judeo- viene en su reinado y actúa soberanamente en la venida y en las
terrena del «mesías» 42 . obras de Jesús, el cual, por su parte, a modo de parábola y realmen-
Muy pronto se conoció que no sólo el «Señor» exaltado, y que, te, representa y hace presente la venida de Dios. La presencia esca-
con ello, el esperado «Hijo del hombre - Juez del universo» es el tológica de la salvación en Jesús, que se nos presentaba finalmente
«Cristo», sino que también, como el Jesús de Nazaret que ha veni- como lo característicamente jesuánico, se fundamenta supremamen-
do y ha sido crucificado, debía ser contemplado con «majestad cris- te en una coincidencia personal de Dios y de Jesús. Aquí hemos lle- 'I

tológica», claro que todavía de manera incoativa, velada (implícita), gado al punto en el que la Iglesia primitiva; después de Pascua, si- 1

pero ya en forma temáticamente directa 43 • Este conocimiento de guió meditando y formuló su confesión de fe y su proclamación, y
Cristo, que sólo se desveló plenamente después de Pascua, no pudo luego la Iglesia posterior formuló su doctrina cristológica. No pode-
llegar a ser posible sino porque tenía ya un «punto de apoyo» en lo mos seguir estudiando aquí este tema. Nos bastará con haber mos-
«característicamente jesuánico». De algún modo es posible que Je- trado el punto de partida preformativo en la oración de Jesús.
sús fuera conocido o considerado como el «último profeta (del
tiempo escatológico)» o que fuera interpretado como tal. Pero lue-
go -después del último profeta (Juan)- él no se presentó ya como el Síntesis
mensajero que predecía la llegada del reino de Dios, sino como «el
que hacía presente y el que representaba» ese mismo reino de Dios: Tendrán razón todos los que digan: En el Padrenuestro Jesús ora
como el absoluto y escatológico Salvador de Dios. En este sentido como judío, y cada judío puede acompañarle en la oración 47 . De
superexaltado (como Mar), fue conocido ya luego como el Kyrios, manera semejante, cada frase de esta oración puede interpretarse de
como «el Cristo», que siempre fue todavía más que todo aquello una manera o de otra en sentido judío. De hecho, Jesús invitó tam-
(también más que el «Hijo del hombre») 44 . bién a todo judío a orar con él, precisamente porque veía a cada ju-
b) Pero aun así no hemos entendido todavía con suficiente pro- dío como adepto potencial o incluso como discípulo que fuera en su
fundidad lo «característicamente jesuánico», porque eso, como «cris- seguimiento. Pero lo «característicamente jesuánico» no lo encon-
tología implícita (directamente tematizada)» se halla de nuevo en un tramos en las distintas frases de esta oración, sino en la forma glo-
dilema: ¿Cómo habrá que concebir la acción de Dios, que instaura el bal de la misma: en su concentración y estructura. Y esta se hallaba
reinado escatológico y la salvación definitiva de su reino, en conjun- determinada por el comienzo del eschaton, por la presencia escato-
ción con la venida y la acción de Jesús? ¿Será el reino que irrumpe el lógica, que era el destino de Jesús y que se convirtió en su destino y
misión. Pero la manera en que Dios -llegando escatológicamente en
42. Cf. los estudios reunidos (I) de N. A. Dahl, The Crucified Messiah and
the Other Essays, Minneapolis MN 1974. 45. Así piensa P. Hoffmann, Studien, 204, siguiendo a H. H. Tüdt.
43. Cf. sobre la reglamentación de la manera de hablar: H. Schürmann, Gebet 46. Así piensa R. Otto, Reich Gottes, 80.
des Herrn, 193, nota 100. 47. Cf. los exegetas mencionados en H. Schürmann, Gebet des Herrn, 193,
44. Cf.: H. Schürmann, Beobachtungen. nota 97.
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58 El destino de Jesús: su vida y su muerte Focos de sumo interés 59

to de la cruz, por encima de la cabeza del Crucificado, se hallaba que «crea» 45 y «trae» 46 a Jesús? ¿O será Jesús el que proclama y trae
clavada una tabla con la inscripción: «El rey de los judíos» (Me 15, el reino que llega?
26 par). Pero lo que debía entenderse como una burla y a la vez co- Evidentemente, hay algo de correcto en afirmar que la basileia
mo un error, pudo aceptarse paradójicamente, después de la Pascua, que viene determina y trae consigo a Jesús como el Cristo. Pero, de
como un título. Cuando se supo que el Crucificado había resucita- manera enteramente innegable, Jesús representa también a Dios y
do y se hallaba ahora «exaltado» en el trono de Dios, entonces el hace también presente en sus palabras y obras la salvación escatoló-
Mar (el Kyrios ahora ya exaltado) era para los creyentes, en un sen- gica. El dilema que aquí se plantea no se comprenderá sino cuando
tido eminente, el «Ungido»(= el «Cristo»), tal como ellos prefirie- el eschaton se entienda como un acontecer personal: es Dios quien
ron llamarle, para distanciarle claramente de la concepción judeo- viene en su reinado y actúa soberanamente en la venida y en las
terrena del «mesías» 42 . obras de Jesús, el cual, por su parte, a modo de parábola y realmen-
Muy pronto se conoció que no sólo el «Señor» exaltado, y que, te, representa y hace presente la venida de Dios. La presencia esca-
con ello, el esperado «Hijo del hombre - Juez del universo» es el tológica de la salvación en Jesús, que se nos presentaba finalmente
«Cristo», sino que también, como el Jesús de Nazaret que ha veni- como lo característicamente jesuánico, se fundamenta supremamen-
do y ha sido crucificado, debía ser contemplado con «majestad cris- te en una coincidencia personal de Dios y de Jesús. Aquí hemos lle- 'I

tológica», claro que todavía de manera incoativa, velada (implícita), gado al punto en el que la Iglesia primitiva; después de Pascua, si- 1

pero ya en forma temáticamente directa 43 • Este conocimiento de guió meditando y formuló su confesión de fe y su proclamación, y
Cristo, que sólo se desveló plenamente después de Pascua, no pudo luego la Iglesia posterior formuló su doctrina cristológica. No pode-
llegar a ser posible sino porque tenía ya un «punto de apoyo» en lo mos seguir estudiando aquí este tema. Nos bastará con haber mos-
«característicamente jesuánico». De algún modo es posible que Je- trado el punto de partida preformativo en la oración de Jesús.
sús fuera conocido o considerado como el «último profeta (del
tiempo escatológico)» o que fuera interpretado como tal. Pero lue-
go -después del último profeta (Juan)- él no se presentó ya como el Síntesis
mensajero que predecía la llegada del reino de Dios, sino como «el
que hacía presente y el que representaba» ese mismo reino de Dios: Tendrán razón todos los que digan: En el Padrenuestro Jesús ora
como el absoluto y escatológico Salvador de Dios. En este sentido como judío, y cada judío puede acompañarle en la oración 47 . De
superexaltado (como Mar), fue conocido ya luego como el Kyrios, manera semejante, cada frase de esta oración puede interpretarse de
como «el Cristo», que siempre fue todavía más que todo aquello una manera o de otra en sentido judío. De hecho, Jesús invitó tam-
(también más que el «Hijo del hombre») 44 . bién a todo judío a orar con él, precisamente porque veía a cada ju-
b) Pero aun así no hemos entendido todavía con suficiente pro- dío como adepto potencial o incluso como discípulo que fuera en su
fundidad lo «característicamente jesuánico», porque eso, como «cris- seguimiento. Pero lo «característicamente jesuánico» no lo encon-
tología implícita (directamente tematizada)» se halla de nuevo en un tramos en las distintas frases de esta oración, sino en la forma glo-
dilema: ¿Cómo habrá que concebir la acción de Dios, que instaura el bal de la misma: en su concentración y estructura. Y esta se hallaba
reinado escatológico y la salvación definitiva de su reino, en conjun- determinada por el comienzo del eschaton, por la presencia escato-
ción con la venida y la acción de Jesús? ¿Será el reino que irrumpe el lógica, que era el destino de Jesús y que se convirtió en su destino y
misión. Pero la manera en que Dios -llegando escatológicamente en
42. Cf. los estudios reunidos (I) de N. A. Dahl, The Crucified Messiah and
the Other Essays, Minneapolis MN 1974. 45. Así piensa P. Hoffmann, Studien, 204, siguiendo a H. H. Tüdt.
43. Cf. sobre la reglamentación de la manera de hablar: H. Schürmann, Gebet 46. Así piensa R. Otto, Reich Gottes, 80.
des Herrn, 193, nota 100. 47. Cf. los exegetas mencionados en H. Schürmann, Gebet des Herrn, 193,
44. Cf.: H. Schürmann, Beobachtungen. nota 97.
60 El destino de Jesús: su vida y su muerte

su reino- se envió a sí mismo al mundo, en la palabra y en la obra,


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en el comportamiento y el destino, en la existencia y en la persona
de Jesús, y se reveló «paternalmente» al mundo, eso sobrepasó los Jesús trae la última palabra de Dios en la última hora
límites del judaísmo. Tan sólo el que haya intuido lo «característi- (Los inicios prepascuales de la tradición de logia 11 *)
camente jesuánico» en la forma global del Padrenuestro, y en ello
haya visto lo «característicamente jesuánicm> como cristología in-
coativa e implítica, ese tal habrá entendido la oración de Jesús en su
profundidad.

[El qaddix de Jesús: «¡Abba, venga soberanamente tu reino escatológi-


co!», determina la conciencia y la misión de Jesús 1ª. La basileia se convir-
tió en el destino de Jesús Ib. La significación del círculo de sus discípulos 1c
como signo de Israel Id nos permitió conocer ya la intención y el destino al
que iba dirigido su mensaje de la basileia: el destinatario era supremamen-
te el pueblo de la salvación escatológica, en todo lo cual los discípulos, co-
mo oyentes a los que iba dirigido el mensaje, eran siempre en cierto modo
«el auditorio al que se hablaba conjuntamente», incluso en las ocasiones en
que una palabra no iba dirigida directamente a ellos. Pero el círculo de los
discípulos de Jesús no sólo era el grupo de oyentes al que se dirigía la pala-
bra, y algunas veces tampoco el grupo de destinatarios inmediatos de la
proclamación de Jesús. Sino que además se puede probar que los logia y las
parábolas de Jesús tenían una «acuñada forma de contenido» (cf. infra),
apropiada para ser «depositada» y para ser «transmitida» como tal. Con ello
tenían ya-como aclararemos más adelante- una «impronta eclesiológica».
Sin duda alguna, el círculo prepascual de los discípulos de Jesús era
una estructura comunitaria abierta hacia Israel y hacia la comunidad esca-
tológica de la salvación. Una continuidad sociológica «externa» unía a ese
círculo de discípulos de Jesús con la comunidad pospascual de discípulos.
Ya antes de la Pascua, ese círculo de discípulos tenía sus «situaciones y
maneras de conducta típicas» 1e. Pero era más importante todavía el hecho
de que los discípulos que seguían a Jesús constituían una comunidad cla-

* Versión abreviada de TrU 50-64.


la. Cf. el primer estudio de esta obra «Los ocultos orígenes de Jesús», 21-35.
1b. Cf. el estudio Jesu Aujbruch zum Jordan, en la edición alemana de la pre-
sente obra, Jesus. Gestalt und Geheimnis, 31-44, especialmente 41-44.
le. Cf. el estudio Der Jüngerkreis Jesu, en la edición alemana de la presente
obra, Jesus. Gestalt und Geheimnis, 64-84.
1d. Cf. el estudio Die Symbolhandlungen Jesu, en la edición alemana de la
presente obra, Jesus. Gestalt und Geheimnis, 136-156, especialmente 145s.
le. Sobre esta definición de la «situación vital», en el marco de la historia de
las formas, cf. R. Bultmann, Historia de la tradición sinóptica, Salamanca 2000, 71.

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