Professional Documents
Culture Documents
com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 1: Concepto y Posición Sistemática del Derecho Civil
Esta obra está bajo una licencia Creative Commons
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/es/
1. LOS SUPUESTOS INSTITUCIONALES DEL DERECHO CIVIL Y LAS FORMAS HISTÓRICAS DEL MISMO:
1.1. Aproximación a los supuestos materiales del Derecho Civil:
Para desentrañar el significado y el contenido actuales del Derecho Civil, debe primar la consideración o
perspectiva histórica (Historicistas: mantienen el apego o la inherencia del Derecho Civil a la evolución histórica, con lo que,
acentúan su característica de mutabilidad, de cambio o de cambio evolutivo).
El acercamiento histórico, debe realizarse tomando como punto de referencia los supuestos institucionales del
Derecho Civil.
Deben entenderse por tales aquellos supuestos de hecho (los problemas, los conflictos, los litigios o las
tenciones sociales) que, aunque de forma variable históricamente, pueden considerarse como determinantes
del nacimiento y desarrollo de las instituciones que, han ido conformando históricamente con el nombre de
Derecho Civil.
1.2. Las distintas formas históricas del Derecho Civil: la codificación como punto de partida metodológico:
La cuestión estriba, no tanto en determinar la caracterización y el listado de tales instituciones, cuanto en
individualizar la materia común de las diversas formas históricas de las mismas. A efectos instrumentales, es
necesario tomar como punto de partida una de tales formas históricas. Un acercamiento al concepto de
Derecho Civil no puede marginar el importantísimo momento que supone la codificación. El Derecho privado
codificado es la forma histórica del Derecho Civil.
Esta afirmación no debe entenderse en el sentido de que la aceptación de la importancia del momento
codificador presuponga necesariamente identificar tal “forma histórica” con la materia civil propiamente dicha.
La aceptación de la formulación elegida como punto de partida no tiene otro sentido que identificar en ella los
supuestos de hecho originadores: las realidades, situaciones, litigios o conflictos de intereses regulados que, se
han identificado como los supuestos institucionales del Derecho Civil.
Ello implica hacer hincapié exclusivamente en los problemas materiales que el Derecho Civil tiende a solventar.
De dicho estudio histórico habrán de proceder de manera natural – es decir, respetando de cerca el propio
desenvolvimiento histórico ‐ las concretas formas de regulación de la materia civil.
2. LA MATERIA PROPIA DEL DERECHO CIVIL:
2.1. El Derecho Civil como Derecho de la persona:
El núcleo central del Derecho Civil viene representado por la PERSONA en sí misma considerada, en su
dimensión FAMILIAR y en sus relaciones PATRIMONIALES, como revela la mera contemplación del índice
sistemático de cualquiera de los Códigos Civiles.
La propia estructura del Código Civil español demuestra lo anterior. Analizando el contenido del mismo, las
materias sobre las que recae su regulación serían las siguientes:
1. Vigencia y efectos de las normas jurídicas.
2. Delimitación del ámbito de poder jurídico de las personas y su relación con un grupo especial de (otras)
personas, que les son especialmente próximas.
Página 1 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 1: Concepto y Posición Sistemática del Derecho Civil
3. Las categorías de bienes que pueden ser objeto de tráfico; poder que las personas pueden ostentar
sobre dichos bienes; modos de circulación de dichos bienes; y reglas de transmisión de tales bienes.
La materia contemplada en el primero de los apartados reseñados se refiere a cuestiones generales de fuentes
del Derecho y de aplicación y eficacia de las normas jurídicas, que no pueden ser consideradas como
exclusivas del Derecho Civil, aunque se integraron en los Códigos Civiles por razones históricas.
Las situaciones típicas que pueden configurarse como contenido de las diversas formas históricas del Derecho
Civil han sido tradicionalmente individualizadas en la persona, en la familia y en el patrimonio:
1. La persona en sí misma considerada, en cuanto sujeto de derecho, sin tener en cuenta cualesquiera
otros atributos o características o situaciones sociales.
2. La familia en cuanto grupo humano básico, necesitado de una regulación que encuadre los derechos y
deberes recíprocos entre sus miembros y de éstos con el resto de la comunidad.
3. El patrimonio en cuanto concepto genérico referido al conjunto de bienes, derechos y obligaciones de
cualquier persona, con capacidad para adquirir y transmitir bienes. También, los instrumentos básicos
de intercambio económico (los contratos) y los mecanismos de transmisión a los familiares a través de
la herencia, etc.
Semejante delimitación tradicional se corresponde con realidades y situaciones de permanente existencia.
Aceptado sin paliativos el carácter social del Derecho, ello supone la constante tensión existente entre el
grupo social políticamente organizado, considerado en su conjunto, y el individuo o los individuos que lo
integran, considerados como personas en sí mismas dichas.
El problema es uno solo: el marco de libertad y de autonomía del individuo frente al grupo social políticamente
organizado.
Se puede conceptuar el Derecho Civil, como el derecho de la personalidad privada, que se desenvuelve a
través de la familia, sirviéndose para sus propios fines de un patrimonio y asegurando su continuidad a través
de la herencia.
2.2. Contenido material y plan expositivo:
El usuario de este libro, agradecerá una mayor concreción sobre la temática considerada. El estudio de nuestra asignatura se divide en 4
asignaturas, ubicadas en sendos cursos de la Licenciatura:
1. PARTE GENERAL: materias generales de carácter introductorio y el Derecho de la persona.
2. OBLIGACIONES Y CONTRATOS: doctrina general del contrato y de las obligaciones de él procedentes; responsabilidad civil o
responsabilidad extracontractual y estudio de las diversas figuras contractuales.
3. DERECHOS REALES E HIPOTECARIOS: estudio de la propiedad y de la posesión; estudio de los diversos derechos reales (dº que
tiene una persona sobre una cosa en virtud de una determinada relación jurídica. Se caracterizan por el carácter inmediato del poder que otorgan a su titular sobre
la cosa, y la facultad de ejercitarlo frente a todos los hombres), y la publicidad proporcionada respecto de los bienes inmuebles por el
Registro de la Propiedad.
4. DERECHO DE FAMILA Y DE SUCESIONES: estudio del matrimonio (y relaciones extramatrimoniales); relaciones de los
progenitores con sus hijos; régimen económico del matrimonio y crisis matrimoniales (separación, divorcio, nulidad); la
herencia y los distintos modos de suceder (testamento y sucesión testada, sistema de legítimas y reservas, y sucesión
intestada).
Al contrastar el referido plan de exposición con el índice sistemático del Código Civil español se apercibirá de inmediato que entre
aquél y éste no existe paralelismo alguno. La razón de ello es que, doctrinalmente, en nuestro país, ha contado más la elaboración
teórica alemana que la propia atención a los datos normativos patrios. Nuestro Código debe adscribirse sin duda al plan romano‐
francés.
Página 2 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 1: Concepto y Posición Sistemática del Derecho Civil
3. EL DERECHO CIVIL COMO DERECHO COMÚN: CÓDIGO CIVIL Y LEYES ESPECIALES:
Tras la consideración del Derecho civil como Derecho privado, es preciso tener en cuenta el carácter
tradicionalmente atribuido a nuestra disciplina como Derecho común.
Con dicha expresión, se pretenden poner de manifiesto dos cuestiones:
1. El Derecho civil en formas históricas pasadas fue el tronco común de conjuntos normativos que
posteriormente se han disgregado de aquél: particularmente el Dº mercantil y el Dº laboral o del
trabajo.
2. El conjunto normativo que modernamente denominamos Dº civil, se encontraba formado por 3
elementos o sectores diferentes: el Código Civil, las denominadas leyes especiales y los Derechos
forales.
De entre tales elementos, la función característica del Derecho común (es decir, la de servir como Dº supletorio)
venía atribuida en la redacción originaria del Código Civil. Para ello, bastaba con considerar que, respecto de las
regiones o países forales, el Código regía como derecho supletorio en defecto del que lo sea en cada una de
aquéllas por sus leyes especiales.
Tras la reforma del título preliminar del Código (1.974), el tema resulta replanteado. Según dispone “las
disposiciones de este Código se aplicarán como supletorias en las materias regidas por otras leyes”, con olvido
consciente de la antigua calificación de especiales. De semejante dato, la doctrina ha extraído la idea de que las
leyes extracodificadas no pueden ser consideradas, de forma directa y automática, como leyes especiales y que,
por consiguiente, el Código en sí mismo ha dejado de tener atribuida en exclusiva la función de derecho común.
La caracterización técnica de Derecho común ha de referirse hoy día no tanto al Derecho civil codificado, cuanto al
Derecho privado general que conserva todavía la característica capacidad expansiva que modernamente se
atribuye al Dº común desde un punto de vista técnico.
Página 3 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 2: La Codificación y los Derechos Forales
1. LA CODIFICACIÓN EN GENERAL: LAS BASES HISTÓRICAS E IDEOLÓGICAS DEL MOVIMIENTO CODIFICADOR.
(La idea de código. La codificación civil en Europa y en España).
Hacia mediados del siglo XVIII, se produce un intento generalizado en toda Europa de realizar una
sistematización del Dº sobre patrones diversos.
Hasta entonces se había calificado como codex o como códice un conjunto de folios en forma de libro, cosido
por el lomo, y que, tenía por objeto recopilar conjuntos muy heterogéneos de cuestiones o máximas jurídicas
sin criterio determinado. La reunión de materiales se realizaba sencillamente de forma completamente
anárquica.
A partir de ahora, la palabra código pasa a tener un significado preciso y representa un ideal a alcanzar para
todas las naciones europeas (y muchas sudamericanas). Dicho periodo puede considerarse abierto con la
publicación del Código Civil francés en 1804 y cerrado con la aprobación del Código Civil alemán de 1900
(BGB).
El ideal codificador parte de la base de proceder a una rigurosa racionalización de la materia jurídica en su
conjunto, que permita una mayor claridad en el sistema jurídico propio de cada uno de los países europeos y
que, simultáneamente, se adecue a las estructuras sociopolíticas del momento.
La idea motriz de la codificación se caracteriza por las exigencias de claridad y sistematización derivadas del
iusracionalismo, reforzadas por los ideales sociopolíticos de la concepción liberal‐burguesa.
Una vez sentadas tales premisas, se manifiesta con nitidez la posibilidad de delimitación de sectores
normativos con principios propios y característicos, que se ve facilitada porque el Dº pasa a ser feudo exclusivo
del poder legislativo de los diferentes Estados, interesados claramente en lograr la uniformidad jurídica.
2. LA CODIFICACIÓN CIVIL ESPAÑOLA:
2.1. El fracasado proyecto de 1851 y la publicación de las leyes especiales:
El bosque de legislaciones históricas superpuestas era de tal naturaleza que el fenómeno codificador se
consideraba como un necesario punto de partida de la construcción de la España del siglo XIX.
Todas las Constituciones decimonónicas incluyen dentro de su articulado la aspiración a la codificación del
Dº patrio.
Dicha aspiración resultó relativamente pacífica en relación con algunas materias, como el Derecho
mercantil, que ya tomara cuerpo codificado en 1829. La codificación civil resultó mucho más problemática,
entre otras razones por la tensión existente entre el Derecho común y los Derechos forales.
El verdadero punto de partida de la codificación civil española viene representado por el Proyecto de
Código Civil de 1851, comúnmente Proyecto isabelino. Nace dicho trabajo como uno de los primeros frutos
de la recién creada Comisión General de Códigos en 1843.
Características de dicho Proyecto: era notoriamente afrancesado (seguía muy de cerca los patrones propios
del Código Civil francés); mientras que hacía tabla rasa de los Derechos forales, pronunciándose por la
unificación de la legislación civil española. Ambas características provocaron su fracaso.
La necesidad de encarar la actualización de la legislación civil era evidente y en las décadas siguientes se
fue desgranando paulatinamente la aprobación de leyes importantísimas que, deberían haber sido
Página 5 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 2: La Codificación y los Derechos Forales
incorporadas al Código Civil (ley hipotecaria, ley de aguas, ley de matrimonio civil, ley de registro civil, ley de
propiedad intelectual). Tales leyes reciben la adjetivación de especiales en cuanto se considera que los
aspectos “comunes o fundamentales de ellas deberían ser recogidos en el CC”. La calificación de especiales
resalta ab initio la idea de que son leyes extracodificadas.
2.2. La elaboración del Código Civil:
En 1880, el Ministro de Justicia ÁLVAREZ BUGALLAL, insta a la Comisión de Códigos a que en el plazo de un
año, sobre la base del Proyecto de 1851, redacte el Código, si bien propugnando una transacción con los
países de Derecho foral, e incorporando al efecto juristas de los territorios forales.
Al mes siguiente Manuel ALONSO MARTINEZ trata de impulsar la tarea codificadora, recurriendo a la idea
de la Ley de bases: se presentaría a las Cámaras legislativas una Ley en la que se contuvieran los principios
y fundamentos a desarrollar en el CC, mientras que la redacción del texto articulado quedaría
encomendada a los organismos técnicos. Rechazado en el Congreso se vio obligado a presentarlo ante las
Cámaras por libros (esto es, por partes) el texto articulado. Con ligeros retoques, volvió a insistir en la idea
de la Ley de bases en 1885, la cual tras la consiguiente tramitación parlamentaria fue aprobada como Ley
en 1888.
Siguiendo las bases (es decir, los principios, fundamentos o presupuestos fundamentales) establecidas por
dicha Ley, la Comisión de Códigos, de forma algo atropellada y retoques de última hora, llevó a cabo su
misión de redactar el texto articulado, publicado finalmente en la Gaceta (hoy, BOE) de 25, 26 y 27 de julio
de 1889.
2.3. La evolución posterior de la legislación civil:
Desde su publicación hasta la fecha, el texto articulado del CC ha sido objeto de numerosas reformas,
aunque la mayor parte del mismo ha resistido bien el paso del tiempo y sigue fiel a los textos originarios.
Entre las reformas habidas, las fundamentales y más profundas son las debidas a la necesidad de adecuar el
contenido del Código a la Constitución española de 1978.
Otro bloque de disposiciones modificativas del texto articulado del CC responde a razones puramente
técnicas. Sin duda la más importante es la Ley de 1973, en cuya virtud se dio nueva redacción al Título
preliminar del CC.
3. LOS DERECHOS FORALES Y LA LLAMADA CUESTIÓN FORAL: PLANTEAMIENTO E INCIDENCIA EN EL PROCESO
CODIFICADOR:
Durante los siglos XVIII y XIX existía en España una cierta diversidad de regulaciones civiles, pues Aragón,
Navarra, Mallorca y las Provincias Vascongadas mantenían reglas propias en materia civil (sobre todo en lo
referido a la familia y a la herencia).
Dicha falta de uniformidad legislativa era antagónica con las ideas motrices de la codificación en sentido
moderno. Los prohombres del mundo del Dº de los territorios forales representaban un conservadurismo
regionalista o localista, en cuya virtud la “forma histórica” concreta de cualquier institución foral era
contemplada como intocable. El renacimiento decimonónico de los derechos forales es una “apuesta política”
contraria a los designios modernizadores e igualitarios de la Revolución burguesa.
Página 6 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 2: La Codificación y los Derechos Forales
El llamado proyecto isabelino pretendió hacer tabla rasa de los derechos forales y, en consecuencia,
exacerbaron de forma justificada los ánimos de los juristas foralistas; quienes, con toda razón, se enfrentaron al
Proyecto de forma numantina.
A finales del siglo XIX, cuando el CC español recibe su impulso final y definitivo, las posturas fueron demasiado
encontradas entre los foralistas y los centralistas.
El dato histórico indiscutible es que dicha transacción no fue posible y que, por consiguiente, la tensión
existente entre las diferentes regulaciones civiles en nuestra Nación quedó irresuelta.
Nace así la denominada cuestión foral, expresión de valor entendido con la que se pretende indicar que, una
vez aprobado el CC, éste se aplica a la mayor parte del territorio nacional, mientras que en los territorios
forales (Aragón, Navarra, Mallorca, las Provincias Vascongadas y Galicia) rigen disposiciones de naturaleza civil
propias, pero de muy diferente alcance, extensión y significado.
4. RELACIONES ENTRE EL DERECHO CIVIL GENERAL Y LOS DERECHOS CIVILES FORALES TRAS LA CONSTITUCIÓN:
4.1. El artículo 149.1.8 de la Constitución:
La vigente Constitución de 1978 consolida el status quo existente en el momento de su publicación y,
faculta a las Comunidades Autónomas en que existan derechos forales o especiales para la conservación,
modificación y desarrollo de ellos.
Dichas premisas se encuentran establecidas en el artículo 149.1.8 de la CE, el cual ha originado un fortísimo
debate entre los civilistas actuales sobre su alcance y significado:
“el Estado tiene competencia exclusiva sobre la legislación civil, sin perjuicio de la conservación, modificación y desarrollo por las
CCAA de los derechos civiles forales o especiales, allí donde existan. En todo caso, las reglas relativas a la aplicación y eficacia de las
normas jurídicas, relaciones jurídico‐civiles relativas a las formas de matrimonio, ordenación de los registros e instrumentos
públicos, bases de las obligaciones contractuales, normas para resolver los conflictos de leyes y determinación de las fuentes del
Derecho, con respeto en este último caso, a las normas de Derecho foral o especial”
La mera lectura de dicho precepto evidencia su complejidad. La tensión, pues, entre Derecho civil común y
Derechos civiles forales o especiales sigue irresuelta también tras la Constitución. Queda claro que los
Derechos civiles que se separan de la legislación civil general o estatal siguen siendo calificados
técnicamente como forales o especiales. Queda igualmente claro que sólo aquellas CCAA en que existían
derechos forales o especiales en el momento de la publicación de aquella tienen competencia para
conservarlos, modificarlos o desarrollarlos.
Posturas básicas sobre el tema:
a) Para algunos foralistas (catalanes), el concepto de Derecho foral debe ser abandonado tras la CE. Las
CCAA pueden desarrollar indefinidamente el Derecho civil que se aplique en su territorio, pudiendo
legislar sobre cualquier materia de Dº civil.
b) Otros civilistas entienden que los límites a la conservación, modificación y desarrollo de los derechos
civiles forales o especiales vendrían representados por el contenido normativo de las respectivas
Compilaciones en el momento de aprobarse la CE.
c) Algún foralista propugna que el carácter particular de los Derechos forales sólo puede identificarse a
través de los principios inspiradores que le son propios.
Para otros, el límite constitucional de desarrollo de Derecho civil foral ha de identificarse con las
instituciones características y propias de los territorios forales que, tradicionalmente, han sido reguladas de
forma distinta por el Derecho común y por los Derechos forales (A juicio del autor de esta obra, la posición
técnicamente más correcta es la última)
Página 7 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 3: Ordenamiento jurídico, Norma jurídica y Fuentes del Derecho en relación con el Derecho Privado
1. LA GÉNESIS DE LAS NORMAS JURÍDICAS: LAS FUENTES DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO ESPAÑOL.
1.1. El planteamiento civilista y el significado de la expresión “fuentes del Derecho”.
Art. 1.1 del CC: “Las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre los principios
generales del Derecho”.
Al hablar de fuentes del Derecho se está haciendo referencia al cómo se generan las normas
jurídicas, al modo de producción de las normas jurídicas, en un doble sentido:
a) Formal, en cuanto modos o formas de manifestación del Derecho, bien a través de ley o a
través de costumbre: Fuente en sentido formal.
b) Material, al considerar las instituciones o grupos sociales que tienen reconocida capacidad
normativa (las Cortes Generales, el Gobierno, etc.): Fuente en sentido material.
Otros posibles significados de fuentes del Derecho:
a) Al preguntarse sobre el por qué último del Dº, se suele hablar de Fuente legitimadora del
mismo, en el sentido de que el Ordenamiento jurídico se asienta en las ideas comunes sobre
la Justicia como último principio inspirador.
b) También se habla de fuentes de conocimiento del Derecho para hacer referencia al
instrumental del que se sirven los juristas para identificar el Dº positivo de una determinada
colectividad y un preciso momento histórico.
1.2. La consideración del tema desde el prisma constitucional:
Se ha afirmado que el título preliminar del CC tiene “valor constitucional”; pero no cabe duda de que
mayor valor constitucional tiene el propio art. 1.2 de la Constitución: “la soberanía nacional reside en el
pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”.
Al ser la Constitución una derivación de dicha soberanía nacional, es precisamente ella la que delimita el
verdadero sistema normativo y donde se asientan las capacidades normativas de las instituciones y del
pueblo, en su caso.
Conforme a ella, tanto el Estado central, cuanto las CCAA pueden dictar leyes en sus respectivos
territorios.
De otra parte, resulta que la tensión entre ley y costumbre que planea en el articulado del CC no es
expandible a otros sectores sistemáticos (o “ramas”) del Derecho, en los que la costumbre no
desempeña papel alguno.
Finalmente, hay que tener en cuenta que si el CC tiene una visión “interna” (o nacional) del sistema
normativo y de fuentes del Derecho, la Constitución hace gala de una visión más “internacional”, dado
que había que prever el ingreso en las Comunidades Europeas.
Página 9 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 3: Ordenamiento jurídico, Norma jurídica y Fuentes del Derecho en relación con el Derecho Privado
2. COSTUMBRE Y SISTEMA DE FUENTES (la costumbre y los usos):
2.1. Concepto de costumbre:
Tras la Ley, en la enumeración de fuentes del Derecho, se sitúa la costumbre. La nota distintiva
fundamental entre ambas se encuentra en el origen del que proceden. Mientras la Ley es la fuente del
Derecho que procede de la organización política que la sociedad se da a sí misma, la costumbre, por el
contrario, procede la propia sociedad no organizada que, mediante la observancia reiterada de una
conducta, acaba imponiéndola preceptivamente.
La costumbre es el modelo concreto de conducta observado reiteradamente en una comunidad que, de
acuerdo con el ambiente social en el que nace y se desenvuelve, se desea que sea observado en lo
sucesivo. Atendiendo a esa distinción, se habla de que en la costumbre hay un elemento material (la
reiteración de un comportamiento) y un elemento espiritual (la elevación de ese comportamiento a
modelo de conducta, de observancia preceptiva). Este segundo elemento permitiría distinguir las
costumbres jurídicas de los meros usos sociales.
2.2. Caracteres de la costumbre:
No es de extrañar que la costumbre sea una fuente del Derecho de carácter subsidiario.
Esta nota implica dos consecuencias: En primer lugar, las normas consuetudinarias solamente tienen
vigencia cuando no haya ley aplicable al caso (en Navarra, la regla es la inversa, aplicándose la
costumbre preferentemente a la Ley). En segundo lugar, la subsidiariedad significa que la costumbre es
fuente del Derecho porque la Ley así lo determina. Luego es la propia Ley la que fija y señala los límites y
condiciones que la costumbre debe reunir para generar normas jurídicas.
2.3. Los usos normativos:
art. 1.3 CC: “los usos jurídicos que no sean meramente interpretativos de una declaración de voluntad
tendrán la consideración de costumbre”; es decir, que hay determinados usos que se equiparan a la
costumbre, teniendo virtualidad para generar normas jurídicas como las consuetudinarias.
Desde hace tiempo, en determinados ámbitos (especialmente en el mundo de los negocios), se viene
reclamando que al modo habitual de proceder en la contratación se le asigne un cierto valor normativo.
Así, si en un determinado sector del mundo de los negocios es habitual contratar la prestación de ciertos
servicios por un determinado porcentaje, se persigue que todos los contratos de esos servicios que se
celebren, se entiendan sometidos a la tarifa usual, aunque no se especifiquen expresamente al celebrar
el contrato concreto e, incluso aluno de los contratantes ignore la existencia de ese uso o hábito. Esto
representa tanto como conferir un cierto poder normativo, consagrado jurídicamente a los grupos
dominantes en el mundo de los negocios.
A partir de la reforma del título preliminar del CC de 1974, hay base para sostener que el modo usual de
proceder en el tráfico tiene o puede tener eficacia normativa.
3. LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO:
La enumeración de fuentes del art. 1 del CC se cierra con los llamados principios generales del Derecho,
fuente subsidiaria de segundo grado; esto es, que las normas que se contienen en esos tales principios
generales se aplican sólo en defecto de ley o costumbre aplicables al caso.
Página 10 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 3: Ordenamiento jurídico, Norma jurídica y Fuentes del Derecho en relación con el Derecho Privado
La inclusión de estos principios debe ser entendida fundamentalmente como medio para negar que los
Jueces tengan las manos libres a la hora de fallar un pleito. El CC impone a los Jueces fallar en cualquier
caso los pleitos que sean sometidos a su decisión. Pero ocurre a veces que no hay ley o costumbre
aplicables. Por ello, el Juez debe acudir a una norma que le viene previamente dada –aunque deba él
buscarla, encontrarla y adaptarla al caso‐ que se encuentra en lo que se podría llamar el “limbo de las
normas jurídicas”: los principios generales del Derecho, o principios básicos que inspiran a todo nuestro
Ordenamiento y que se corresponden con nuestro sistema de vida. Ni que decir tiene que, con todo, la
generalidad y vaguedad de tales principios dejan amplio margen al Juez.
Los principios generales del Derecho se integran, de una parte, por los principios del Derecho
tradicional, por los principios del Derecho natural, por las convicciones ético‐sociales imperantes en la
comunidad y por los llamados principios lógico‐sistemáticos o, más simplemente, los principios lógicos
positivos.
Una buena parte de los principios que tradicionalmente se afirman ser de justicia o de Derecho
naturales tienen un rango normativo especialísimo, al estar recogidos en la Constitución, aplicándose,
pues, como verdaderas supernormas, pero por ser constitucionales, más que por ser principios
generales del Derecho.
4. LA JURISPRUDENCIA COMO FUENTE DEL DERECHO:
El término jurisprudencia se identifica con los criterios sentados por los Jueces y Tribunales en su
cotidiana tarea de interpretación y aplicación del Derecho objetivo a los litigios que son sometidos a su
conocimiento. En sentido estricto, la jurisprudencia coincide con la doctrina sentada por el Tribunal
Supremo. Ello supone que los Jueces, al igual que cualquier otra autoridad, se encuentran sometidos al
imperio de la ley.
El CC tras imponer que “los Jueces y Tribunales tienen el deber inexcusable de resolver en todo caso los
asuntos de que conozcan”, precisa a continuación que habrán de hacerlo “ateniéndose al sistema de
fuentes establecido”.
Conforme a ello, la jurisprudencia desempeña en nuestro Dº un papel secundario respecto de las
fuentes del Dº propiamente dichas y que, al menos formalmente, no puede considerarse como tal.
Art. 1 apartado 6 CC “la jurisprudencia complementará el ordenamiento jurídico…”.
Aunque no puedan considerarse propiamente normas jurídicas, los criterios interpretativos
desarrollados reiteradamente por el TS, en cuanto jurisprudencia en sentido estricto, tienen
trascendencia normativa. Si a ello se le añade que la jurisprudencia forma parte integrante del orden
jurídico (complementándolo), en términos materiales, habría que concluir que, aunque sea de segundo
orden, la jurisprudencia es también fuente del Derecho.
La afirmación realizada, desde la perspectiva del CC, se ve ratificada cuando considera la cuestión desde
el prisma constitucional. Conforme a ello, la jurisprudencia constitucional constituye igualmente fuente
material del Derecho.
Los criterios jurisprudenciales no significan una creación libre del Derecho (como ocurre en los países
anglosajones), sino que han de encontrarse fundamentados en el propio sistema de fuentes legalmente
establecido.
Página 11 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 3: Ordenamiento jurídico, Norma jurídica y Fuentes del Derecho en relación con el Derecho Privado
Consideraciones:
a) El sistema político adopta como punto de partida que la tarea legislativa corresponde a las Cortes
en cuanto instancia representativa de la soberanía nacional, mientras que los Jueces y
Magistrados tienen por función administrar justicia conforme al sistema de fuentes establecido
por el poder político.
b) En los sistemas jurídicos de matriz latina, como el nuestro, el Juez no tiene habilitación alguna
para crear libremente el Dº según sus propias convicciones y criterios ético‐jurídicos.
c) El imperio de la ley, abstracta y general, es el presupuesto que garantiza mejor la igualdad entre
los ciudadanos, principio que constituye uno de los pilares de nuestra convivencia política.
Página 12 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 4: La vigencia y la aplicación de las normas jurídicas
1. LOS PROBLEMAS DE APLICACIÓN DEL DERECHO:
El ordenamiento jurídico está compuesto por un gran conjunto de normas que pretenden regular la realidad
social, señalando los cauces por los que debe discurrir el comportamiento ordenado de las personas.
Precisamente la función de aplicador del Derecho consiste en señalar a la sociedad el criterio o norma que
debe ser empleado como cauce para una situación concreta.
Sobre esta imposición, incluso coactiva, de la observancia de las normas, el ordenamiento cumple también una
labor de conformación social, al brindar por anticipado a los ciudadanos los criterios de organización de sus
vidas y relaciones con los demás. Para el adecuado cumplimiento de estos empeños o tareas (regulación y
conformación) parece exigible, como mínimo que el ordenamiento jurídico sea suficiente y además claro. Así lo
reclama el principio de seguridad jurídica. Sin embargo, raramente ocurre así. Luego, como primer y principal
problema a la hora de aplicar las normas jurídicas está el identificar qué normas resultan aplicables a un
determinado caso concreto.
Supuesto que se encuentre la norma o conjunto de normas reglamentadoras de la situación que interesa,
surgen dos problemas: el problema general de la averiguación del sentido y alcance de los preceptos aplicables;
y el problema de adaptar el mandato contenido en las normas aplicables a las circunstancias concretas del caso
planteado.
Todo este conjunto de problemas se conocen con el nombre de integración e interpretación de las normas
jurídicas.
2. LA BÚSQUEDA DE LA NORMA APLICABLE: LA CALIFICACIÓN.
2.1. Las instituciones jurídicas:
Las normas, al menos las del Derecho privado, se encuentran agrupadas por materias. Estas materias
vienen dadas por la reiteración y constancia con que ciertas situaciones se producen en la vida ordinaria.
El conjunto de normas pertenecientes a una situación social típica y que la regulan con afán de coherencia
y totalidad componen una institución. A su vez, de las instituciones se elaboran conceptos y subconceptos
que son utilizados para la búsqueda de las normas reguladoras de una determinada situación.
2.2. Calificación, analogía e interpretación:
Por un lado, tenemos, pues, una situación cuyas reglas jurídicas han de ser buscadas; por otro, se
encuentra el ordenamiento estructurado sobre la base de las instituciones. Se trata ahora de hallar el punto
de contacto entre el ordenamiento y la realidad social; para ello el aplicador del Dº debe decidir en qué
categoría de instituciones o conceptos se debe integrar la situación planteada. Esa labor se conoce con el
nombre de calificación.
Con frecuencia la calificación no es problemática. La tarea se ve facilitada porque el mismo nombre jurídico
de las instituciones coincide con el nombre que se da a la situación planteada en la vida ordinaria (p.e: el
matrimonio, la compraventa, el préstamo, o la hipoteca).
Pero también, con cierta frecuencia, el aplicador del Dº no encuentra una institución concreta
perfectamente adecuada que recoja la regulación de la situación que se le plantea. Así sucede cuando el
legislador no se adapta a las nuevas necesidades sociales. Cuando eso sucede, debe buscar soluciones
Página 14 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 4: La vigencia y la aplicación de las normas jurídicas
sobre la base de las instituciones jurídicas existentes, y, así, a una determinada situación nueva, no
contemplada específicamente, se le acabarán aplicando las normas que regulen la institución más parecida
y compatible. Esto se conoce con el nombre de analogía.
Lo mismo ha de hacerse cuando, aun estando recogida en el ordenamiento jurídico la institución que
interesa, su regulación ha quedado anticuada o la situación que se plantea reviste particularidades que la
apartan de la tipicidad. Por eso, se hace necesaria una tarea de adaptación del tenor de las normas. Éste,
junto con la averiguación del sentido de las normas, es el cometido de la interpretación.
3. LA INTEGRACIÓN DEL ORDENAMIENTO: LA ANALOGÍA:
3.1. Concepto y clases de analogía:
Dado que el propio sistema reconoce la existencia de las lagunas de ley, es natural que el Ordenamiento
jurídico suministre al intérprete instrumentos capaces de superar el vacío normativo apreciado. Ese
instrumento se conoce con el nombre de analogía, que consiste en aplicar al supuesto carente de
regulación la solución que el ordenamiento sí da para otro supuesto similar o análogo.
A cualquiera se le ocurre, p.e. que los mismos motivos que justifican la permisión de las carreras de carros,
sirven para fundamentar la no prohibición de las carreras de automóviles. A situaciones similares se aplica
similar solución.
Esta forma de emplear la analogía se conoce tradicionalmente con el nombre de analogía legis;
queriéndose con ello indicar que un vacío normativo concreto es rellenado acudiéndose a otra norma
concreta y determinada, que da una solución extensible al supuesto carente de regulación.
Pero también puede ocurrir que ni siquiera se encuentre una norma legal específica que regule un
supuesto tan similar al carente de regulación directa. Cuando ello ocurre, se puede también emplear la
analogía, pero con alguna mayor sofisticación, dando entrada a los principios generales del Derecho.
Entonces se llama analogía iuris.
La diferencia que existe es que la iuris es técnica de aplicación de los principios generales del Dº, que
solamente se aplican en defecto de ley o costumbre; la iuris, es una técnica de aplicación de la ley, que es
la fuente del Dº primaria con carácter general en nuestro ordenamiento.
3.2. Condiciones y limitaciones de la analogía (ámbito):
Para que una norma determinada pueda ser aplicada analógicamente se precisa que haya identidad de
razón entre el supuesto contemplado por la norma y el supuesto que se quiere solucionar.
Dándose esas condiciones (ausencia de cobertura normativa concreta e identidad de razón) debe hacerse
uso de la analogía. Pero puede ocurrir que, aún dándose sus condiciones, el recurso a ésta se encuentre
vedado.
Restricciones al uso de la analogía:
1. Las Normas temporales: parece claro que si una norma se dicta para que afecte a los sucesos
acaecidos en un periodo concreto de tiempo, pasado este la norma deja de mantener su vigencia,
por lo que no resulta lógicamente aplicable.
Página 15 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 4: La vigencia y la aplicación de las normas jurídicas
2. Las leyes penales: la exclusión de la analogía encuentra su fundamento en la vigencia de los
principios de tipicidad y legalidad en materia penal, que imponen que nadie pueda ser sancionado
por observar una conducta que la ley no haya tipificado como delito o falta.
3. Las normas excepcionales: tales normas se caracterizan por ir en contra, por suponer excepciones,
de los criterios generales mantenidos por el Ordenamiento para la normalidad de los supuestos.
4. Las normas prohibitivas, limitativas de la capacidad de la persona y limitativas de los derechos
subjetivos individuales.
4. LA EQUIDAD EN LA APLICACIÓN DE LAS NORMAS:
Los aplicadores del Dº deben aplicar las normas que vienen dadas mediante el sistema de fuentes. Sin embargo,
cabe que se revuelva un conflicto encomendando al juzgador que resuelva el asunto de acuerdo con los criterios
de justicia que a su entender produzcan la mejor solución.
Cuando se falla un conflicto sobre esta base o intuición de lo justo y bueno que pueda tener el aplicador del Dº
se dice que se está fallando en equidad.
Esta posibilidad, sin embargo, es excepcional en nuestro ordenamiento. Art. 3.2 CC: “las resoluciones de los
Tribunales sólo podrán descansar de manera exclusiva en ella (en la equidad) cuando la ley expresamente lo
permita”.
También se habla de equidad con otra finalidad, al señalar que “la equidad habrá de ponderarse en la aplicación
de las normas”. En este caso, se emplea, no como criterio de integración del ordenamiento, sino como
instrumento en la aplicación del mismo, sirviendo para adaptar la generalidad y el rigor de las normas jurídicas a
las circunstancias del caso concreto. El aplicador debe encontrar la norma de acuerdo con el sistema de fuentes,
pero al aplicarla, si se producen resultados desmesurados o injustos, debe mitigar su rigor; debe ponderarla.
5. LA INTERPRETACIÓN (elementos, clases y métodos)DE LAS NORMAS JURÍDICAS:
5.1. Concepto e importancia:
Esta tarea de averiguación del sentido de las palabras que integran la norma, con la finalidad de aplicarla al
caso planteado es la interpretación.
Averiguar el sentido de cualquier proposición implica analizar el contenido semántico de la misma. La
interpretación jurídica debe procurar la averiguación del sentido de la proposición en que consiste la norma
en función del resultado ordenador de la vida social que se persigue.
Las técnicas de interpretación se encuentran en íntima relación con los fundamentos de la concepción del
Dº y su función. Las reglas interpretativas constituyen las pautas mínimas de la argumentación jurídica.
5.2. Los criterios interpretativos:
Cuando se habla de los elementos o criterios aptos para la interpretación normativa se hace referencia a los
materiales sobre los que debe el intérprete dirigir su atención, con el fin de obtener como resultado la
clarificación del sentido de la norma para ser aplicada al caso planteado.
Tales criterios se encuentran acogidos por el art. 3 del Código Civil. Las razones por las que algunos autores
dudan de la utilidad de haberlas insertado en dicho artículo son: que no hay, propiamente hablando, una
Página 16 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 4: La vigencia y la aplicación de las normas jurídicas
jerarquía legal entre los diversos criterios interpretativos, sino una mera indicación de técnicas
interpretativas, y, que la interpretación de cualquier norma jurídica requiere combinar diversos criterios
interpretativos, si bien en supuestos excepcionales el recurso a uno solo de ellos puede resultar
determinante.
5.2.1. La interpretación literal:
Siendo la norma un conjunto de palabras, el primer material básico se encuentra integrado por
las propias palabras que la componen, si bien no aisladamente consideradas, sino en el
conjunto de la norma analizada (art. 3.1 CC: “las normas se interpretarán según el sentido
propio de sus palabras”).
5.2.2. La interpretación sistemática:
Las normas raramente se encuentran aisladas; suelen estar integradas en el seno de un
conjunto de disposiciones o relacionadas entre sí con coherencia interna.
El mismo término puede tener un significado diferente. Decidir cuándo debe prevalecer uno u
otro sentido viene dado normalmente por el contexto de la norma analizada.
5.2.3. La interpretación histórica:
El art. 3.1 CC exige que el intérprete valore también los “antecedentes históricos y legislativos”.
Los legislativos, porque cuando se trata de una norma de carácter legal, existirán borradores,
proyectos, textos extranjeros que sirvieron de inspiración, actas de la discusión parlamentaria,
etc. Los históricos porque ha de atenderse no sólo a la pequeña historia de la elaboración de la
norma, sino también al momento histórico en que nace y a la tradición jurídica que la precede.
La norma es un producto eminentemente histórico; y sólo conociendo su historia se puede
entender y aplicar en un momento histórico diferente del que la vio nacer.
5.2.4. La interpretación sociológica:
Debe atenderse también, al interpretar las normas, a “la realidad social del tiempo en que han
de ser aplicadas”. Si una norma nacida en un contexto histórico determinado se debe aplicar en
un momento diferente, puede producir un resultado indeseable si el cambio de las
circunstancias es lo suficientemente sensible.
No basta con saber por qué y para qué se dictó la norma en concreto, sino también si las nuevas
circunstancias reinantes consienten o no que permanezca invariado el sentido original.
5.2.5. El resultado de la interpretación: la interpretación teleológica.
Como consecuencia de ese conjunto de elementos de interpretación se debe obtener por
resultado la averiguación del sentido de la norma. Tal sentido, reducido a su formulación
esencial, al criterio que preside la norma, a la idea‐fuerza que la inspira, se conoce con el
nombre de ratio o ratio legis. La ratio es así el por qué y el para qué de la norma: su espíritu y su
finalidad.
Parece preferirse una interpretación que procure objetivar el espíritu o voluntad de la norma,
como algo independiente del espíritu o voluntad del autor de ella. Con ocasión de una
determinada situación y para conseguir un resultado concreto, el legislador puede dictar una
norma que, sin embargo, en su tener dé cabida a supuestos diferentes y produzca un juego más
amplio que lo realmente pretendido en concreto al dictarla. Se distingue entonces entre occasio
legis o circunstancias concretas que motivan que se dicten las normas, y ratio legis, o criterio de
solución del conflicto que se sostiene en la norma, y que es más susceptible de generalización.
La referencia a la “finalidad” de la norma impone la necesidad de efectuar una interpretación
teleológica, esto es, que atienda tanto a los fines generales que persigue la norma como a los
fines concretos que se consiguen mediante su aplicación al caso planteado. Por ello, cuando
mediante una interpretación determinada de una norma se consiga un resultado contradictorio
con el que la norma pretende con carácter general, tal interpretación debe ser rechazada.
Página 17 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 4: La vigencia y la aplicación de las normas jurídicas
6. VIGENCIA TEMPORAL DE LAS NORMAS LEGALES: ENTRADA EN VIGOR Y PÉRDIDA DE VIGENCIA.
6.1. La publicación:
Salvo desviaciones características de los regímenes totalitarios, los Ordenamientos jurídicos modernos no
admiten la existencia de disposiciones normativas secretas. Toda norma jurídica escrita debe ser
publicada para que su mandato normativo resulte, al menos teóricamente, cognoscible a los ciudadanos.
Tras la Constitución de 1978 y una vez producida la efectiva consolidación de las CCAA, las disposiciones
estatales se publican en el BOE y las autonómicas en el correspondiente Boletín Oficial de la Comunidad
de que se trate. Los actos normativos de las distintas instituciones comunitarias, por supuesto, se
publican (en las diferentes lenguas) en el correspondiente Diario Oficial de la Unión Europea.
6.2. La entrada en vigor:
Una vez publicada, la disposición normativa puede entrar en vigor de forma inmediata, el 1 de enero del
año siguiente, a los 3 meses de su publicación. En caso de que la fecha de publicación no coincida con la
entrada en vigor, la tradición impone hablar de vacatio legis, para identificar el periodo temporal durante
el cual la vigencia o vigor de la ley publicada se encuentra en suspenso.
6.3. El término de vigencia: la derogación.
Por lo general, las leyes son tendencialmente permanentes, se dictan para el futuro sin establecer un
periodo de vigencia limitado. Sin embargo, existen supuestos en los que la propia ley se autoestablece un
periodo de vigencia determinado (p.e. las Leyes Generales de Presupuestos, de vigencia anual; Decretos‐
leyes que rigen mientras exista “situación de necesidad”). En tales casos se habla de leyes temporales.
Lo más frecuente es que la ley no tenga límite temporal y su vigencia se proyecte mientras que no se dicte
una nueva ley que la contradiga o derogue (art. 2.2 del CC: “las leyes sólo se derogan por otras
posteriores”.
Derogar, significa dejar sin efecto, sin vigor una ley preexistente por publicarse una nueva disposición
normativa que contempla o regula los mismos supuestos o materias que la antigua. La derogación
depende de cuanto disponga la nueva ley, que puede:
a) Dejar absolutamente privada de efecto y vigencia la ley anterior (derogación total).
b) Establecer la derogación parcial de la ley preexistente; la cual en lo demás seguirá rigiendo.
La derogación puede tener lugar de dos formas:
a) Expresa: cuando la ley nueva indica, explícitamente, relacionándolas o identificándolas, las leyes
anteriores que quedan derogadas o bien cuando el legislador opta por la cómoda fórmula de
establecer que cualquier disposición que se oponga a la nueva regulación queda derogada.
b) Tácita: aunque la nueva ley no disponga nada respecto de la derogación de las preexistentes, es
obvio que una misma materia no puede ser regulada por dos disposiciones normativas
contrastantes; aunque el legislador no haya manifestado la eficacia derogativa de la nueva
disposición, ésta se produce por imperativo del art. 2.2 del CC.
Página 18 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 4: La vigencia y la aplicación de las normas jurídicas
7. EL PRINCIPIO DE IRRETROACTIVIDAD DE LAS LEYES Y SUS EXCEPCIONES:
7.1. Planteamiento: problemas y disposiciones de Derecho transitorio:
Dictar una nueva ley y derogar la preexistente son cuestiones relativamente claras e inmediatas, una vez que
los poderes constituidos hayan adoptado la decisión política al respecto. Ahora bien, la nueva ley ¿habrá de
regular situaciones jurídicas producidas con anterioridad o sólo las nacidas con posterioridad a su
publicación?
Ejemplo: el RD‐ley 2/1985 contiene una disposición transitoria que se pronuncia sobre el dilema y resuelve la
cuestión; “los contratos de arrendamiento … celebrados con anterioridad a la entrada en vigor de este RD‐ley, seguirán
rigiéndose en su totalidad por lo dispuesto en el texto refundido de la Ley de Arrendamientos Urbanos y demás
disposiciones vigentes”. El RD‐ley es irretroactivo; sólo se aplicará a los contratos de arrendamiento que se
celebren tras su entrada en vigor.
Las relaciones sociales nacidas bajo la ley antigua no pueden derogarse, si desconocerse, ya que muchas de
ellas se encontrarán todavía pendientes de consumación o realización efectiva. Por ello, normalmente, todas
las disposiciones normativas se cierran con una serie de disposiciones transitorias que pretenden resolver los
problemas planteados por el cambio legislativo, por el “tránsito” de una ley a otra.
7.2. La formulación de la tendencial irretroactividad de las leyes:
Sin embargo, tales disposiciones transitorias no pueden ser infinitas, ni tan detalladas que afronten cualquier
supuesto problemático de Derecho transitorio. Por ello todos los Ordenamientos contemporáneos contienen
una regla general favorable a la irretroactividad de la ley, como regla de máxima.
En nuestro Derecho, dicho principio se encuentra formulado en el art. 2.3 del CC: “las leyes no tendrán efecto
retroactivo si no dispusieren lo contrario” y en el art. 9.3 de la CE: “la Constitución garantiza …la
irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales …”.
La irretroactividad de las leyes ha estado conectada al principio de seguridad jurídica: como regla, los actos
realizados bajo un determinado régimen normativo no deben verse enjuiciados con una ley nueva.
La irretroactividad a la que apunta nuestro ordenamiento dista mucho de ser una regla absoluta:
a) La Constitución la impone el legislador ordinario, pero no con carácter general, sino sólo respecto de las
disposiciones sancionadoras no favorables (que agraven un régimen sancionador cualquiera: penal,
administrativo, civil, etc) y de aquellas que sean restrictivas de los derechos fundamentales.
b) En cualquier otro caso, la ley puede ser retroactiva con absoluto respeto de la CE y sin violentar el
tradicional precepto civil.
7.3. La posible retroactividad y su graduación:
La decisión de que una nueva disposición tenga o no carácter retroactivo, queda encomendada al propio
legislador, que habrá de valorar en cada caso los beneficios y las consecuencias negativas de cualquiera de
ambas opciones.
La eficacia retroactiva permite graduaciones y matizaciones, conforme a la naturaleza del problema social
objeto de regulación:
Página 19 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 4: La vigencia y la aplicación de las normas jurídicas
a) Cuando la ley nueva es de aplicación a los efectos de un hecho o acto acaecido con anterioridad a su
publicación, se habla de retroactividad de segundo grado o fuerte.
b) Cuando la nueva ley se aplica a los efectos producidos, con posterioridad a su entrada en vigor, a
causa de un hecho o acto anterior a la misma, se califica de retroactividad en grado mínimo o débil.
La retroactividad resulta de interés general en todas aquellas leyes que traen anejo un trato más favorable
para el ciudadano que la legislación preexistente.
8. LAS DISPOSICIONES TRANSITORIAS DEL CC COMO Dº TRANSITORIO COMÚN:
La complejidad de las cuestiones de Dº transitorio o intertemporal, siempre presentes en cualquier reforma
legislativa, se puso de manifiesto de forma particularmente ostensible con ocasión de la aprobación del CC. El
cambio legislativo habido era de tal magnitud que los problemas del Dº transitorio emergían con particular
virulencia.
La Comisión General de Códigos se vio obligada a afrontar tales problemas con un detalle y profundidad que puede
afirmarse que ningún cuerpo legal posterior ha sido dotado por el legislador de un conjunto de disposiciones
transitorias tan trabado y completo. El resultado final se materializó en la redacción de 13 disposiciones
transitorias.
Naturalmente, las referidas disposiciones transitorias no tienen todas ellas la misma significación: cabe afirmar que,
desde la 5ª hasta la undécima, los problemas objeto de regulación perdieron significado una vez transcurridas las
primeras décadas de vigencia del CC. En cambio, de la 1ª a la 4ª más la 12ª se caracterizan por regular problemas
de Derecho intertemporal que, recurrentemente, suelen presentarse con ocasión de cualquier reforma legislativa.
En virtud de lo dispuesto en la 13ª o cláusula de cierre los principios que sirvieron de inspiración para la
elaboración del conjunto de ellas habrán de servir como criterios de resolución de los conflictos que puedan
plantearse. Es una manifestación de que los miembros de la Comisión redactora del CC fueron conscientes de la
imposibilidad de atender en concreto a la regulación explícita de todos los problemas de orden transitorio y que,
por tanto, prefirieron optar por imponer la aplicación analógica de los principios inspiradores de las normas
redactadas.
9. EFICACIA GENERAL DE LA NORMA (el deber general de cumplimiento de las normas):
9.1. La ignorancia de la ley:
Este deber general de respeto, desde un punto de vista exclusivamente lógico, parece que debiera ir precedido
de un previo deber de conocimiento de las normas. Difícilmente puede respetarse lo que se ignora. Sin
embargo, desde el punto de vista práctico es imposible que un sujeto pueda efectivamente conocer todo el
conjunto de normas que componen el Ordenamiento jurídico.
Las reglas de la lógica general no son las mismas que las reglas de la lógica y el razonamiento jurídicos.
Jurídicamente el problema ha de ser enfocado desde le óptica de la efectividad del ordenamiento; han de
organizarse las cosas de forma que las normas sean efectivamente aplicadas. La norma se aplicará, sea conocida
o no por el sujeto determinado. En otro caso, bastaría con alegar la ignorancia para que uno quedara a salvo del
deber de cumplir y observar la norma.
Página 20 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 4: La vigencia y la aplicación de las normas jurídicas
Este problema es abordado y resuelto por nuestro sistema jurídico sobre las siguientes bases: en primer lugar
las normas deben ser objeto de publicidad. Esta publicidad formal implica la teórica posibilidad de que
cualquiera pueda tener acceso a la norma en cuestión. Pero con ello no se resuelve el problema, pues un
ciudadano corriente, enfrentado al BOE tendrá seguramente muchos problemas para averiguar con exactitud el
sentido de una Ley. Por eso, sobre la base de esa publicidad, se establece la regla de la efectividad del
ordenamiento y deber de cumplimiento de las normas, sea conocido o ignorado su contenido (art. 6.1 del CC:
“la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento”).
Por consiguiente, aun sin que exista el deber de conocer las normas y sin que éstas sean efectivamente
conocidas, sí existe el deber general de cumplimiento.
9.2. La exclusión voluntaria de la ley aplicable:
Esta regla de que la ignorancia de la ley no excusa de su cumplimiento y su corolario de que las normas se
aplican cuando se dan las condiciones en ellas previstas, y no cuando así lo deseen los destinatarios de las
normas, presuponen la imposibilidad de excluir la aplicabilidad y vigencia de las normas por decisión de los
interesados. Sin embargo, y si se atiende a una de las reglas que se desprenden del art. 6.2 del CC, parece que sí
cabe excluir voluntariamente la aplicación de las normas, dentro de ciertos límites y condiciones: “la exclusión
voluntaria de la ley aplicable sólo será válida cuando no contraríe el interés o el orden público ni perjudique a
terceros”.
El adecuado entendimiento de esta posibilidad exige poner este asunto en relación con la distinción entre
normas de Derecho imperativo y normas de Derecho dispositivo. Junto a normas que se imponen
absolutamente siempre con o contra la voluntad y deseos de sus destinatarios (normas de dº imperativo o
necesario), es frecuente que las normas autoricen a los propios interesados a reglamentar las situaciones que
les afectan privadamente.
Cuando esto sucede, la regulación contenida en la norma jurídica solamente entra en juego en defecto o
ausencia de regulación convencional por parte de los interesados. Precisamente se está ante un caso de
exclusión voluntaria de la Ley aplicable, por ejemplo, es regla contenida en la ley que el préstamo de dinero no
produce intereses, pero la propia disposición legal autoriza la posibilidad de pacto expreso en contrario.
Son frecuentes las normas dispositivas en el ámbito del Derecho patrimonial privado. Cuando una norma revista
ese carácter, entonces es cuando cabe precisamente que la norma general pueda ser desplazada por la
reglamentación particular creada por los interesados.
Cuando, por el contrario, la norma es imperativa, la voluntad o deseo de los destinatarios de la misma de
excluirla es absolutamente irrelevante.
10. EFICACIA SANCIONADORA DE LA NORMA (la violación de las normas y su sanción):
10.1. La infracción de las normas:
Las normas jurídicas están dictadas para su acatamiento por parte de las personas, pero partiendo de la base
de que esas personas pueden acomodar su conducta a la norma, o pueden contravenir el mandato
normativo, en el ejercicio de su libertad.
Eso, quiere decir que el sujeto es libre de acatar la norma o desobedecerla, pero no que las consecuencias de
obedecer o desobedecer sean las mismas. Si no se cumplen las normas, se da pie para la correspondiente
Página 21 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 4: La vigencia y la aplicación de las normas jurídicas
reacción del Ordenamiento jurídico, el cual normalmente prevé la imposición de las oportunas sanciones al
infractor.
Modalidades básicas de infracción:
10.1.1. Actos contrarios a las normas imperativas:
La modalidad más sencilla de la infracción de las normas: la realización de actos contrarios a lo
dispuesto en ellas. Así la observancia de una conducta, un acto aislado o un comportamiento
omisivo que vaya en contra de lo dispuesto por una norma, constituye infracción del
Ordenamiento y producirá las oportunas consecuencias de toda índole.
Las hipótesis imaginables son casi infinitas. Todas ellas, en términos generales, quedan incluidas
en esa previsión de los actos contrarios a las normas.
10.1.2. Actos en fraude a la Ley:
Junto a esta modalidad de comportamiento directamente contrario a las normas, cabe que se
realice una conducta que produzca un resultado contrario al ordenamiento, pero que,
aisladamente considerada, sin atender a ese resultado, sea en sí conforme con las normas
jurídicas. En tales casos se habla de actos de fraude a la Ley, caracterizados por “los actos
realizados al amparo del texto de una norma que persigan un resultado prohibido por el
ordenamiento jurídico, o contrario a él”. Formalmente la ley se cumple; realmente se pretende
su violación.
Ejemplo (celebración de un matrimonio con la finalidad exclusiva de obtener la nacionalidad). El
ordenamiento reacciona, no conformándose con la observancia formal de sus mandatos, sino
yendo al fondo del asunto, para perseguir las conductas fraudulentas.
10.2. La sanción por la infracción de la norma:
Lo mismo que las modalidades de conductas contrarias a las normas son diversas, las modalidades de
sanción también lo son.
Categorías elementales de sanciones:
1. Sanciones de carácter punitivo o penas:
En Dº PENAL consisten básicamente en que el ordenamiento reacciona ante la violación generando
un mal al infractor como pago por su comportamiento ilícito. Quien comete un delito es sancionado
privándole de la libertad, o de la posibilidad de desempeñar determinadas actividades
(inhabilitación), o imponiéndole una multa que se ingresa en las arcas del Estado.
En el Dº PRIVADO también existen penas, p.e. emisión de un cheque sin provisión de fondos
suficiente.
2. Sanciones resarcitorias o reparadoras:
Se habla entonces de resarcimiento del daño; persiguen eliminar las secuelas dañinas de cualquier
acto ilícito. Su finalidad es, en la medida de lo posible, recomponer la situación al estado en que se
encontraría de no haberse producido la violación de la norma.
3. Sanciones neutralizantes:
Pretenden impedir que el autor del acto ilícito consiga el resultado que pretendía al cometerlo (p.e.
la sanción de nulidad).
Página 22 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 4: La vigencia y la aplicación de las normas jurídicas
10.3. La sanción general de nulidad:
El art. 6.3 del CC dispone que “los actos contrarios a las normas imperativas y a las prohibitivas son nulos
de pleno derecho, salvo que en ellas se establezca un efecto distinto para el caso de contravención (falta
menos grave que un delito)”.
Este precepto solamente prevé la sanción que corresponda a actos contrarios a norma imperativa.
Además, salvo que se prevea en la propia disposición infringida una sanción diferente, la sanción general
que se establece es la de la nulidad de pleno derecho.
Esta nulidad es una categoría específica de la ineficacia de los actos jurídicos. Esa nulidad implica que el
propósito perseguido por el infractor del ordenamiento, mediante su conducta ilícita, es eliminado, o
pretende ser eliminado, como si el acto ilícito no se hubiera efectivamente realizado. Por eso, si un sujeto
otorga testamento sin atenerse a las disposiciones imperativas que reglamentan las formalidades precisas para que el
testamento valga, el resultado que se produce es que ese testamento jurídicamente es como si no existiera, al ser considerado
nulo.
La nulidad es una sanción solamente aplicable a actos jurídicos en sentido estricto. No siempre se
decreta la nulidad de los actos contrarios a las normas imperativas. P.e. un matrimonio civil celebrado
ante un Juez incompetente, si al menos uno de los contrayentes actúa de buena fe y el Juez ejerce
públicamente sus funciones, a pesar de su incompetencia, el matrimonio será válido.
Puede ocurrir que se apliquen acumulativamente ambas sanciones; la general de nulidad y además la
específica prevista por la disposición violada.
Página 23 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 5: La relación jurídica y los derechos subjetivos
1. LA RELACIÓN JURÍDICA: CONCEPTO, ESTRUCTURA Y CLASES.
1.1. La idea de relación jurídica:
La llamada relación jurídica consiste en cualquier tipo de relación entre seres humanos que se encuentra
regulada por el Derecho o que, sin estarlo, produce consecuencias jurídicas. En términos generales, se habla de
relación jurídica para referirse a todas aquellas relaciones o situaciones sociales, de cualquier índole, que son
susceptibles de ser contempladas jurídicamente. Por tanto, puede afirmarse que cuando las relaciones sociales
son contempladas por el Derecho, cabe hablar de relaciones con trascendencia jurídica o, sencillamente, de
relaciones jurídicas.
1.2. Clasificación de las relaciones jurídicas:
Partiendo del contenido básico de la relación jurídica, existirán básicamente cuatro tipos:
1. Relaciones obligatorias:
Comprenderían aquellos supuestos en los que, por responsabilidad contractual o extracontractual, una
persona se encuentra en el deber de prestar o desplegar una conducta determinada en beneficio de
otra.
2. Relaciones jurídico‐reales:
Basadas en la tenencia o apropiación de los bienes, se encontrarían presididas por la propiedad y demás
derechos reales, en cuya virtud una persona goza de una capacidad decisoria sobre el uso y
aprovechamiento de cualquier bien que el Ordenamiento le garantiza frente a los demás miembros de la
colectividad.
3. Relaciones familiares:
Situaciones de especial conexión entre las personas que el Ordenamiento jurídico regula atendiendo a
criterios de ordenación social general, para garantizar un marco normativo a la familia.
4. Relaciones hereditarias o sucesorias:
Todas aquellas conectadas al fenómeno de la herencia y a las personas en ella implicadas, como
sucesores de la persona fallecida con anterioridad: derechos y deberes de los herederos entre sí y en sus
relaciones con los demás.
1.3. Estructura básica de la relación jurídica:
Pretende resaltar los distintos componentes que pueden analizarse por separado en ella. Pueden distinguirse:
1. Los sujetos de la relación jurídica:
Dado que los derechos y deberes sólo pueden atribuirse a las personas, es evidente que en toda
relación jurídica el componente personal es estructuralmente necesario. Las relaciones sociales de
trascendencia jurídica requieren la existencia de un determinado vínculo o lazo entre personas que
ocupan posiciones distintas.
La persona que tiene derecho a algo se denomina sujeto activo. Quien se encuentra obligado a
reconocer, satisfacer o hacer efectivo el derecho de cualquier otra persona, se denomina sujeto
pasivo.
Página 25 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 5: La relación jurídica y los derechos subjetivos
2. El objeto de la relación jurídica:
La realidad material o social subyacente en la relación intersubjetiva (En las relaciones obligatorias, el
objeto consistiría en la actividad o conducta propia de la persona obligada al cumplimiento de algo; en las
relaciones jurídico‐reales, el objeto vendría representado por las cosas sobre las que recaen los derechos
reales).
3. El contenido de la relación jurídica:
Se entiende por tal el entramado de derechos y deberes que vinculan a los sujetos o partes de la
relación jurídica, quienes por principio se sitúan bien en una posición de poder o, por el contrario,
de deber.
La situación de poder implica que una persona tiene autoridad suficiente para reclamar a
cualesquiera otras una posición de sumisión y respeto del propio derecho.
La situación de deber implica que un determinado sujeto se encuentra vinculado a la realización de
un determinado comportamiento respetuoso del derecho ostentado por cualquier otra persona.
2. EL DERECHO SUBJETIVO:
2.1. La noción de derecho subjetivo:
El poder que el Ordenamiento otorga o reconoce a los particulares para que satisfagan sus propios intereses,
se conoce técnicamente con el nombre de derecho subjetivo.
El “tener derecho a…” significa ostentar el poder de exigir algo a alguien: el poder de exigir la observancia de
una determinada conducta (activa u omisiva) a alguna otra persona en concreto o, en general, a todos los
demás. Por ello suele definirse al derecho subjetivo como la situación de poder concreto otorgada por el
Ordenamiento jurídico a un sujeto para que defienda y satisfaga sus propios intereses.
2.2. Las facultades:
La idea de derecho subjetivo, dentro del poder concreto que otorga, se encuentra compuesto de una serie de
posibilidades de actuación que, muchas veces, son susceptibles de distinción y de utilización separada por su
titular. A tales posibilidades de actuación, derivadas de un derecho subjetivo, se les conoce como facultades.
Por tanto, las facultades son, de menor amplitud objetiva que el dº subjetivo en el que se integran y,
generalmente, se han de considerar dependientes de la vida o dinámica del propio dº subjetivo matriz (p.e. el
alquiler de cualquier cosa (video, piso, etc) otorga al arrendatario el dº subjetivo de usar la cosa durante el tiempo
previsto y en las condiciones pactadas, aunque dicho uso fuera en origen una mera facultad del propietario de aquélla).
2.3. Las potestades:
La calificación de dº subjetivo se reserva para identificar el poder otorgado a la persona con vistas a permitirle
la satisfacción de sus propios intereses.
Hay otras situaciones en las que el ordenamiento jurídico atribuye un determinado poder concreto a sujetos
individuales, si bien no para atender a sus intereses propios, sino para que en el ejercicio de ese poder se
sirvan o atiendan los intereses de otras personas. En tales casos, la situación de poder no puede concebirse
como un dº subjetivo, sino como una potestad: poder concedido por el ordenamiento jurídico a una persona
individual para que lo ejercite en beneficio de los intereses de otra y otras personas (p.e: un alcalde o un ministro
tienen prerrogativas o facultades decisorias legalmente reconocidas, pero no las ostentan en beneficio propio y en cuanto
persona propiamente dicha o la patria potestad como poderes, facultades y deberes que ostentan los progenitores
respecto de sus hijos menores, para ejercitarlos precisamente en beneficio de los hijos).
Página 26 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 6: Ejercicio y tutela de los derechos
1. EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS Y SUS LÍMITES:
1.1. El ejercicio de los derechos:
Ejercitar los derechos, bien personalmente por el titular, bien por persona interpuesta, persigue procurar
satisfacción al interés del titular, que es precisamente lo que justifica el otorgamiento del dº subjetivo de que
se trate. Por ello el titular de un dº subjetivo, para satisfacer su interés, puede ejercitar el conjunto de
facultades o poderes concretos que forman parte de su derecho. Ahora bien, la satisfacción del propio interés
no autoriza a cualquier acto de ejercicio del derecho, sino que, por el contrario, existen límites que restringen
la posibilidad o las modalidades del ejercicio de los derechos.
1.2. Los límites de los derechos:
Debemos desterrar la idea de que los derechos subjetivos otorguen a su titular una capacidad de actuación
ilimitada o un poder infinito.
El ejercicio de los derechos subjetivos debe llevarse a cabo de forma razonable y adecuada a la propia función
desempeñada por cada uno de los derechos en la cotidiana convivencia social, sin extralimitaciones privadas
de sentido o presididas por la idea de ruptura de una convivencia razonable.
Dicha contemplación de las cosas, si bien no deja de corresponderse con la realidad en buen número de
ocasiones, tampoco es extraño que se vea perturbada por quienes –realizando un mal uso de su propia
libertad de actuación‐ se extralimitan en el ejercicio de sus derechos, atentando contra los demás o contra los
intereses generales. Ante ello, es necesario que el legislador (y, sobre todo, la jurisprudencia) cuente con
mecanismos restauradores del ejercicio razonable de los derechos que permitan la ordenada convivencia
social.
Tales mecanismos suelen identificarse con los límites de los derechos, dentro de los cuales han de
distinguirse:
2. LOS LÍMITES EXTRÍNSECOS EN EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS:
Se agrupan en esta expresión las consecuencias relativas al ejercicio de los derechos nacidas a causa de la
concurrencia de diversos derechos recayentes sobre un mismo objeto o que despliegan su eficacia en un ámbito
que puede verse afectado por diversos derechos contrastantes entre sí. Los límites vienen dados por un factor
externo al ejercicio del derecho propiamente dicho o en sí mismo considerado.
Supuestos típicos:
2.1. La colisión de derechos:
Se habla de colisión de derechos, en sentido estricto, cuando determinados derechos, ostentados por
diferente titular, tienen un mismo objeto o un mismo contenido y, consiguientemente, su ejercicio simultáneo
resulta imposible o, al menos, parcialmente imposible. P.e, mi derecho a tomar el ascensor del inmueble en
que resido tendrá que cohonestarse con el derecho de los restantes vecinos (y viceversa).
Una de las funciones básicas del Ordenamiento jurídico consiste en erradicar en la medida de lo posible las
situaciones posibles de colisión de derechos. El sistema jurídico se encuentra plagado de normas cuyo objeto
central consiste en la jerarquización de unos derechos sobre otros, precisamente para evitar que el conflicto
Página 28 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 6: Ejercicio y tutela de los derechos
de intereses socialmente planteado siga siendo técnicamente un supuesto de colisión de derechos. Dicha
jerarquización, implica situar a algunos derechos en posición de subordinación respecto de otros, atendiendo a
distintos criterios:
a) En la pugna entre intereses generales y de carácter privado habrán de primar aquéllos.
b) En caso de conflicto entre derechos fundamentales y otros derechos, se habrán de considerar
preferentes los primeros.
c) En el supuesto de que existe oposición entre derechos patrimoniales prevalecerán, según los casos,
los de mayor antigüedad en su constitución, mejor rango o superior titulación, etc.
Sin embargo, por mucha previsión que tenga el legislador o los interesados, lo cierto es que la complejidad de
la vida social seguirá presentando de continuo situaciones fácticas de colisión de derechos que habrán de
resolverse mediante el recurso a los principios generales de aplicación de las normas jurídicas.
2.2. Las situaciones de cotitularidad:
La pluralidad de sujetos respecto de un mismo derecho genera una situación de cotitularidad que puede ser
considerada como un subtipo concreto de la colisión de derechos, pues al menos cuando el derecho recae
sobre las cosas (copropiedad, en sentido técnico) suele ser incompatible el ejercicio simultáneo de todos los
cotitulares sobre ellas.
3. LOS LÍMITES INTRÍNSECOS AL EJERCICIO DE LOS DERECHOS:
Existe otra serie de matizaciones derivadas de la propia conformidad del dº con el ejercicio del mismo, requiriendo
a su titular que se comporte siguiendo determinados parámetros exigibles con carácter general. En definitiva, el
Ordenamiento jurídico exige que los derechos subjetivos sean ejercitados conforme a su propia función y
significado, vetando su ejercicio de manera desorbitada o contraria a los parámetros de conducta socialmente
asumidos.
Tal delimitación de la extensión de los derechos se lleva a cabo por el Ordenamiento y por la jurisprudencia,
acudiendo a una serie de conceptos jurídicos indeterminados que se encuentran acogidos en el Título preliminar
del CC: la buena fe y el abuso del derecho. Constituyen límites intrínsecos, en cuanto el ejercicio de cualquier
derecho ha de realizarse de acuerdo con tales principios generales del Derecho.
3.1. la buena fe en el ejercicio de los derechos:
Art. 7 del Título preliminar del CC: “los derechos deberán ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe”.
Inicial y aproximativamente, ordena dicho precepto que los derechos (pero, también los deberes) que se
ostentan deben materializarse de conformidad con el modelo de conducta que socialmente es considerado
honesto y adecuado. En consecuencia, no estaría permitido realizar actos de ejercicio que, aunque quepan
dentro de las facultades teóricas que tenga el titular, se aparten de ese canon de lealtad en las relaciones
sociales.
La buena fe ha parecido pertinente enunciarla como postulado básico por cuanto representa una de las más
fecundas vías de irrupción del contenido ético‐social en el orden jurídico.
La buena fe sigue siendo un principio general del Derecho, pero es ahora un principio normativizado: buena fe
en sentido objetivo y como pauta general de conducta en el ejercicio de los derechos. La indeterminación es
inmanente al principio general de la buena fe y precisamente mantenerla constituye una estrategia del
Ordenamiento jurídico para facilitar constantes adaptaciones a la realidad.
Página 29 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 6: Ejercicio y tutela de los derechos
Que el legislador haya optado por incorporar expresamente al texto articulado de la LEC una referencia a la
buena fe, pues sin duda alguna resulta oportuno exigir su aplicación y que el ejercicio procesal de los derechos
no pueda desconocer la existencia de un principio general del Dº de generalizada aplicación y de necesaria
observancia.
Igualmente son frecuentes las referencias a la buena fe en las disposiciones relativas a la Administración
pública (Ley 30/1999 RJAPAC).
3.2. La doctrina de los propios actos:
Son numerosísimas las sentencias del TS que recurren a la idea de la doctrina de los actos propios, rechazando
el ejercicio de un derecho cuando resulta incompatible con la conducta anteriormente observada por su titular
respecto del mismo derecho o de las facultades que lo integran.
Dicha regla no se encuentra formulada normativamente en nuestro Ordenamiento, mas su operatividad es
innegable como consecuencia concreta del ejercicio de los derechos de acuerdo con la buena fe.
La alegación de la doctrina requiere que el sujeto pasivo demuestre que, en relación con él mismo, el sujeto
activo del derecho subjetivo haya desplegado con anterioridad una conducta que, interpretada de buena fe,
demuestra la contradicción o incompatibilidad de la nueva postura del titular del dº subjetivo; circunstancia
que, en definitiva, destruye la confianza que para el sujeto pasivo comportaba la conducta anterior del sujeto
activo. Por tanto, dicha ruptura de la confianza ha de considerarse contraria a la buena fe, en cuanto el titular
del dº subjetivo no puede adecuar a su antojo y por mero capricho, jugando con las expectativas de las
personas que con él se relacionan.
(proclama el principio general del dº que norma la inadmisibilidad de actuar contra los propios actos. Constituye un límite del ejercicio
de un dº subjetivo como consecuencia del principio de buena fe, y de la exigencia de observar un comportamiento consecuente.
Alguien, con su conducta, puede abrir o crear ciertas expectativas a terceros (justificadas y legítimas). Al planificar su desenvolvimiento
en el tráfico jurídico, el tercero puede invertir tiempo y esfuerzo, y el agente con su conducta inconsecuente cerrarle o frustrarle las
expectativas, causándole un daño injusto.
EJEMPLOS:
• El padre que reconoce voluntariamente a una persona como hijo, y pretende posteriormente impugnar dicho estado civil.
• El establecimiento que vende alcoholes a una persona, que sufre accidente en sus dependencias y luego pretende
excusarse de su responsabilidad alegando precisamente la ingesta alcohólica de esa misma persona.)
3.3. El abuso del derecho:
La fijación de fronteras definidas entre la buena fe y el abuso del derecho resulta tarea cuasi hercúlea. Por
tanto, limitaremos la exposición a cauces orientativos de cierto valor didáctico.
3.3.1. La construcción jurisprudencial del principio:
La doctrina moderna ha elaborado la teoría llamada del abuso del derecho, sancionada ya en los
más recientes ordenamientos legislativos, que consideran ilícito el ejercicio de los derechos
cuando sea abusivo.
Los derechos subjetivos, aparte de sus límites legales, tienen otros de orden moral, teleológico y
social, de modo que incurre en responsabilidad el que traspasa en realidad los impuestos al
mismo por la equidad y la buena fe, con daño para terceros o para la sociedad.
Página 30 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 6: Ejercicio y tutela de los derechos
Elementos esenciales del abuso del derecho:
• Uso de un derecho, objetiva o externamente legal.
• Daño a un interés (de terceros) no protegido por una específica prerrogativa jurídica.
• Inmoralidad o antisocialidad de ese daño.
3.3.2. La formulación legal de la prohibición del abuso del derecho:
Art. 7 del Título preliminar del CC: “La Ley no ampara el abuso del derecho o el ejercicio antisocial
del mismo. Todo acto u omisión que por la intención de su autor, por su objeto o por las
circunstancias en que se realice sobrepase manifiestamente los límites normales del ejercicio de un
derecho, con daño para tercero, dará lugar a la correspondiente indemnización y a la adopción de
las medidas judiciales o administrativas que impidan la persistencia en el abuso”.
Conforme a lo establecido en el CC, los presupuestos de aplicación del abuso del derecho son:
1. Acción u omisión de carácter abusivo:
El carácter abusivo, ha de deducirse de la extralimitación llevada a efecto por el titular, de
conformidad con los cánones objetivos de conducta que sean requeridos en el ejercicio de
cada uno de los derechos.
La extralimitación puede deberse tanto a la actitud subjetiva del titular del derecho objeto
de ejercicio, cuanto a razones de carácter objetivo en el ejercicio del mismo, aunque no
pueda imputarse al titular mala fe deliberada en la actuación del dº en cuestión.
2. Consecuencia dañosa para un tercero:
El ejercicio abusivo del derecho sí requiere, en cambio, que su materialización haya
acarreado a cualquier otra persona un daño determinado, cuya existencia concreta y
efectiva habrá de probarse y cuantificarse.
El daño puede consistir tanto en la aparición de consecuencias imprevistas para el tercero
cuanto en la agravación de la situación jurídica en que éste se encuentre, según que exista
o no una previa relación jurídica entre el agente del ejercicio abusivo y el tercero.
3.3.3. Expansión y retroceso del abuso del derecho:
No es de extrañar que la invocación por los litigantes o la aplicación por los Tribunales de la
prohibición del abuso del derecho se haya extendido a otras jurisdicciones, señaladamente a la
contencioso‐administrativa y a la laboral. Aunque se haya normativizado en el Código Civil, la
prohibición del abuso del derecho constituye un principio general del derecho que, por tanto,
tiene capacidad expansiva en el conjunto del Ordenamiento jurídico.
El valor general del principio estudiado no significa que su utilización pueda ser indiscriminada. Si
se atiende a la jurisprudencia más reciente, llama la atención la gran cantidad de resoluciones
judiciales en las que se descarta la aplicación de la regla ante el abuso existente en la utilización
del recurso al abuso del derecho.
Página 31 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 7: El tiempo y las relaciones jurídicas: la prescripción y la caducidad
1. EL TRANSCURSO DEL TIEMPO Y LAS RELACIONES JURÍDICAS:
1.1. Introducción: los límites temporales en el ejercicio de los derechos.
El titular de un derecho tiene la posibilidad de ejercitar los poderes que su derecho le confiere, bien en un
momento concreto (término), bien a lo largo de un periodo de tiempo (plazo), que lo mismo puede haber
quedado determinado que indeterminado en la relación jurídica de que se trate.
Es justo que la situación de poder que otorga cualquier derecho subjetivo pese sobre los sujetos pasivos del
mismo de forma temporalmente limitada, especialmente por razones de seguridad en el tráfico económico y
jurídico. Si en principio el titular del dº subjetivo deja pasar un largo período temporal sin hacerlo, puede darse
el caso de que termine por reclamar sus intereses en un momento tan tardío que, razonablemente, el sujeto
pasivo no pensara que tal derecho se encontraba vivo y activo.
Por otra parte, la desidia en el ejercicio de los propios derechos es también manifestación de una conducta
que, permite suponer que los derechos que no son ejercitados en su momento adecuado o dentro de un
periodo temporal prudente, ya no serán ejercitados nunca, generando así la legítima expectativa en las demás
personas de la comunidad de que el dº ha decaído.
1.2. El cómputo del tiempo conforme al art. 5 del CC:
Gramaticalmente hablando, computar equivale a contar o calcular una cosa cualquiera; en nuestro caso, los
periodos de tiempo.
La regla fundamental al respecto se encuentra recogida en el art. 5 del CC: “1. Siempre que no se establezca
otra cosa, en los plazos señalados por días, a contar de uno determinado, quedará éste excluido del cómputo,
el cual deberá empezar el día siguiente; y si los plazos estuvieren fijados por meses o años, se computarán de
fecha a fecha. Cuando en el mes de vencimiento no hubiera día equivalente al inicial del cómputo, se entenderá
que el plazo expira el último del mes. 2. En el cómputo civil de los plazos no se excluyen los días inhábiles”.
Comentario:
La regla tiene carácter supletorio (“siempre que no se establezca otra cosa…”). No vincula al legislador ni a los
particulares. Ambos pueden prever los problemas de índole temporal estableciendo otras reglas. Pero, en caso
de no hacerlo, encontrará aplicación lo dispuesto en el artículo.
1.3. El cómputo del tiempo en otras disposiciones legislativas:
También en esta materia, las disposiciones del CC han desempeñado un claro papel estelar y han sido
aplicables, con carácter general, al conjunto del ordenamiento jurídico.
En los tiempos contemporáneos lo dispuesto por el CC se ve repetido y reiterado (de forma innecesaria) en
otras leyes, en las que podría haber bastado con resaltar la exclusión de los días inhábiles, es decir, la
procedencia del cómputo útil o sólo de los días útiles o hábiles (p.e: en el ámbito administrativo o procesal, en
el cómputo de los plazos, deben ser excluidos los días inhábiles).
Página 33 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 7: El tiempo y las relaciones jurídicas: la prescripción y la caducidad
2. LA PRESCRIPCIÓN:
2.1. Prescripción extintiva y prescripción adquisitiva:
Cuando el transcurso del tiempo acarrea la pérdida o decadencia del ejercicio de los derechos para su titular se
habla sencillamente de prescripción o bien de prescripción extintiva (porque extingue los derechos de que se
trate). Al contrario, cuando el transcurso del tiempo provoca el nacimiento o la consolidación de un derecho a
favor de una persona, se habla de prescripción adquisitiva o usucapión.
La prescripción suele estudiarse en la parte general del Derecho civil, en cuanto afecta al ejercicio de los
derechos en general; por el contrario, la usucapión se estudia en el volumen dedicado a la propiedad y demás
derechos reales.
2.2. Presupuestos de la prescripción:
a) En primer lugar, es necesario que estemos frente a un derecho que sea susceptible de prescripción, un
derecho prescriptible.
b) Que el titular del derecho en cuestión permanezca inactivo, esto es, sin ejercitar el derecho que le
corresponde.
c) Que transcurra el plazo señalado por la ley para el ejercicio del derecho sin que se haya llevado a cabo la
actuación del mismo.
d) Que, en su caso, producido un acto extemporáneo de pretendido ejercicio del derecho, el sujeto pasivo
alegue la prescripción producida y no haya renunciado a ella.
3. RÉGIMEN JURÍDICO: CÓMPUTO, INTERRUPCIÓN, RENUNCIA Y EFECTOS DE LA PRESCRIPCIÓN:
3.1. Cómputo del plazo de prescripción:
El cómputo del plazo prescriptivo establecido en cada caso se inicia desde el momento en que el derecho pudo
haber sido ejercitado, salvo que se disponga otra cosa diferente.
La expresión “desde el día en que pudieron ejercitarse” los derechos (o las acciones, según el tenor literal del
CC) ha de ser entendida en el sentido de que debe iniciarse el cómputo del plazo prescriptivo desde que el
titular del derecho tuvo conocimiento de que podía ejercitar el derecho.
El art. 5 excluía del cómputo el día inicial, según dicho precepto el primer día o día inicial del plazo se tiene por
entero (p.e: si cualquier derecho puede ejercitarse a partir de las 1300 horas del dia 3 de mayo de 1990 y tiene un plazo
de prescripción de 3 años, dado que el dia referido debe computarse desde las cero horas, es evidente que el plazo
finaliza a las 0000 del dia 3 de mayo de 1993. Esto es, el dia final para realizar cualquier acto de ejercicio en relación con
tal derecho es el 2 de mayo de 1993)
3.2. Interrupción del plazo prescriptivo:
Mientras no venza (o se cumpla por entero) el plazo de prescripción previsto, el titular del dº puede ejercitar
eficazmente su derecho, aunque con anterioridad haya permanecido inactivo. Así pues, cuando cualquier acto
de ejercicio del derecho se produce dentro del plazo, éste deja de correr, requiriéndose comenzar a computar
el plazo prescriptivo desde el comienzo otra vez, caso de que tras ese acto de ejercicio comience una nueva
etapa de inactividad. Cuando esto sucede, se dice que la prescripción ha sido interrumpida .
Página 34 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 7: El tiempo y las relaciones jurídicas: la prescripción y la caducidad
El acto de ejercicio del dº que provoca la interrupción puede ser de cualquier naturaleza, el cual admite tanto
el ejercicio judicial del derecho cuanto el extrajudicial.
3.2.1. Ejercicio judicial:
Aquí deben agruparse los actos de ejercicio del derecho que, promovidos por su titular, acaban
siendo conocidos por los Jueces y Tribunales. Entre dichos actos asume primordial importancia la
interposición de la demanda, en cuya virtud el titular del dº subjetivo reclama la observancia del
mismo al sujeto pasivo.
3.2.2. Ejercicio extrajudicial:
Es indiscutible que el ejercicio extrajudicial del dº por el titular de cualquier otro derecho subjetivo
comporta la interrupción de la prescripción.
Existe la convicción general de que cualquier requerimiento notarial promovido por el titular del
derecho genera la interrupción de la prescripción.
Sin embargo, el art. 1.973 no exige forma determinada alguna. Ello no significa que, problemas de
prueba aparte, no valgan como actos interruptivos de la prescripción cualesquiera otros: cartas,
telegramas, envíos por fax, etc.
3.2.3. Reconocimiento del derecho por el sujeto pasivo.
El art. 1.973 habla sólo de “cualquier acto de reconocimiento de la deuda por el deudor”. Pese al
tenor literal del inciso, el reconocimiento del sujeto pasivo de sentirse obligado por el derecho
subjetivo que le afecta supone un renacimiento del plazo de prescripción.
3.2.4. Interrupción y suspensión de la prescripción:
La suspensión de la prescripción se presenta en todas las hipótesis en que la producción de algún
acontecimiento hace que deje de correr el plazo prescriptivo, pero sin que se reinicie desde el
principio, una vez superadas o pasadas las circunstancias que provocaron la suspensión del cómputo.
Al contrario, el cómputo se reinicia precisamente en el exacto momento temporal en que quedó
detenido (p.e: casos de moratoria legal, a consecuencia de situaciones catastróficas (terremotos,
inundaciones), el legislador suele interrumpir o suspender temporalmente el cumplimiento de diversas
obligaciones durante un determinado periodo de tiempo).
3.2.5. Alegabilidad y renuncia de la prescripción:
El efecto fundamental de la prescripción es hacer inexigible al sujeto pasivo del dº la observancia de
la conducta (activa u omisiva) que podía serle impuesta por el titular. Así pues, desde el prisma del
sujeto obligado, la consecuencia básica de la prescripción radica en que ésta le produce un beneficio,
un inesperado provecho, derivado de la inactividad del titular del dº subjetivo.
Por tal motivo, la ley considera que ese beneficio para el sujeto pasivo debe ser dejado en manos del
propio interesado y le exige que tenga una conducta diligente que, al menos debe consistir en la
alegación de la prescripción frente al titular del derecho en el caso de que éste finalmente opte por
ejercitar su derecho. En consecuencia, la prescripción operará sólo si el beneficiado por ella la alega;
por el contrario, si el beneficiado por la prescripción no alega que ha transcurrido el plazo para el
Página 35 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 7: El tiempo y las relaciones jurídicas: la prescripción y la caducidad
ejercicio eficaz del derecho, podrá ser condenado a cumplir, a pesar de la prescripción y a pesar de
que el ejercicio del derecho por su titular sea realmente extemporáneo.
4. LA CADUCIDAD:
4.1. La caducidad de los derechos:
Los plazos de prescripción propiamente hablando no constituyen límites temporales estrictos de la vida de los
derechos, sino de la inactividad y desidia de sus titulares. Dado que tales plazos son susceptibles de
interrupción, es evidente que los derechos no encuentran en tales plazos una frontera temporal propiamente
dicha, pues pueden revivir de forma continuada y recurrente por un mero acto de ejercicio de su titular.
Esta reviviscencia o resurrección de los derechos no resulta siempre posible, ni técnicamente aconsejable.
Ante ello, la ley (y también a veces los particulares) considera en numerosas ocasiones que el ejercicio de
determinados derechos y facultades se debe llevar a cabo, necesaria e inexcusablemente, dentro de un periodo
temporal predeterminado. Una vez transcurrido el plazo marcado, sin posibilidad alguna de suspensión o
interrupción, el derecho de que se trate no podrá ya ser ejercitado por su titular.
Podemos conceptuar caducidad, como la extinción de un derecho por su falta de ejercicio durante un plazo
temporal prefijado que no es susceptible de ser interrumpido.
Ocurre así, en general, en todos los actos procesales (p.e: quien estime que alguno de sus derechos fundamentales ha
sido vulnerado, perderá su derecho a que el TC conozca su causa si no presenta el recurso de amparo dentro de los 20 días
siguientes a la notificación de la resolución recaída en el previo proceso judicial).
También en Derecho civil (y en otros sectores del ordenamiento) son frecuentes los supuestos de caducidad.
4.2. Diferencias con la prescripción:
a) Los plazos de caducidad no son susceptibles de interrupción ni suspensión alguna, operando, por tanto, en
estrictos términos temporales.
b) Los plazos de caducidad suelen ser breves, cuando no brevísimos, aunque ciertamente cabe resaltar
también que en algunos casos los plazos de prescripción pueden circunscribirse a cortos periodos de
tiempo.
c) La caducidad puede ser declarada judicialmente de oficio.
Página 36 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 8: El Derecho de la persona: la condición de persona
1. PERSONA Y DERECHO DE LA PERSONA:
1.1. La condición jurídica de persona: personalidad y personificación.
En Derecho no suele hablarse de ser humano, ni de hombre, mujer o niño, sino de personas físicas o personas
naturales para referirse al conjunto de seres humanos.
La razón de ello radica sencillamente en que en el mundo jurídico, han de ser tenidos en cuenta como posibles
sujetos de derechos y obligaciones tanto los seres humanos propiamente dichos, cuanto ciertas entidades,
agrupaciones o colectivos a los que el Derecho ha personificado por razones de distinta índole. Por
consiguiente, para referirse genéricamente a cada uno de tales grupos, se ha impuesto la necesidad de hablar,
respectivamente, de persona natural, de una parte, y, de otra, de persona jurídica.
Las personas físicas o seres humanos constituyen un dato anterior, preexistente y trascendente al Dº; el cual
existe y se justifica en cuanto tiene por misión solucionar los conflictos interindividuales o sociales.
Por el contrario, las denominadas personas jurídicas son tales sólo en cuanto sean reguladas y admitidas por el
Derecho positivo.
Sea por la inmanente personalidad del ser humano o por la asimilación al mismo, mediante la personificación
de ciertas entidades o agrupaciones de individuos, el Dº acaba reconociendo o atribuyendo personalidad tanto
a las personas naturales como a las jurídicas.
1.2. El Derecho de la persona:
El Derecho civil en su conjunto puede identificarse con el Derecho de la persona, en sentido estricto, en cuanto
el objeto propio de las instituciones que aborda, reducido a su mínimo común denominador, es la persona en
sí misma considerada sin atributo alguno complementario (comerciante, trabajador, etc).
Sin embargo, la expresión Derecho de la persona se utiliza también con un significado más preciso para
referirse al conjunto normativo que regula la capacidad de obrar de las personas físicas o naturales y su
incorporación en la sociedad.
2. LA PERSONALIDAD (la capacidad de la persona):
2.1. Capacidad jurídica y capacidad de obrar:
Al hablar jurídicamente de personalidad se está haciendo referencia al reconocimiento de alguien como sujeto
de derechos y obligaciones: bien porque naturalmente sea idóneo para ello (la persona); bien porque el Dº
positivo así lo haya estimado conveniente.
El nacimiento de una persona o la constitución de una persona jurídica conlleva inmediatamente la
consecuencia de considerarla como un miembro más de la comunidad en que se inserta,en cuanto su propia
génesis puede dar origen a derechos y obligaciones de inmediato, aun cuando tal persona no pueda saberlo o
no pueda llevarlos a la práctica. Contraposición apuntada entre ser titular de derechos y obligaciones y ser
capaz de ejercitarlos:
a) Capacidad jurídica: significa tener la aptitud o idoneidad necesarias para ser titular de derechos o/y
obligaciones.
Página 38 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 8: El Derecho de la persona: la condición de persona
b) Capacidad de obrar: implica la posibilidad, aptitud o idoneidad de una persona (natural o jurídica)
para ejercitar o poner en práctica los derechos u obligaciones que le sean imputables o referibles.
Por consiguiente, la capacidad jurídica no es susceptible de graduaciones o matizaciones: se tiene o no se
tiene; se es persona o no. Los términos capacidad jurídica y personalidad vienen a ser coincidentes.
Por el contrario, la capacidad de obrar permite graduaciones y subdivisiones en atención al tipo de acto que se
pretenda realizar.
2.2. La igualdad esencial de las personas:
La capacidad jurídica, p0ues, no significa posibilidad de actuar, sino sencillamente la posibilidad, abstracta y
teórica, de encontrarse en situaciones originadoras de derechos y obligaciones que pueden darse a lo largo
de la vida de un sujeto y tiene un valor fundamentalmente ético o socio‐político: colocar a todas las personas
en un punto de partida presidido por la idea de igualdad (ser potencialmente sujeto de todos los derechos
identificados por el ordenamiento jurídico), rechazando discriminaciones: art. 14 CE.
3. EL ESTADO CIVIL DE LAS PERSONAS:
3.1. Capacidad de obrar y estado civil:
El hecho de que la capacidad de obrar es objeto de regulación por las normas jurídicas, estableciendo
graduaciones de aquélla, lleva a considerar que la descripción de la capacidad de obrar de determinados
grupos de personas requiere acudir a un concepto genérico para explicarlo. Tal concepto es el de estado civil.
La mayor parte de la doctrina afirma que los estados civiles son situaciones permanentes (o relativamente
estables) o cualidades de la persona que predeterminan la capacidad de obrar de ésta, debiéndose en
consecuencia señalar como estados civiles los siguientes:
1. El matrimonio y la filiación: en cuanto determinantes de un cierto status familiae en las relaciones
interconyugales y de los cónyuges con sus hijos.
2. La edad: la mayor edad porque otorga plena capacidad de obrar a quien la alcanza; la menor edad,
en cuanto la conclusión debe ser la contraria.
3. La incapacitación: judicialmente declarada, pues priva de capacidad a quien la sufre.
4. La nacionalidad y la vecindad civil: como determinantes de derechos y deberes de las personas.
Las restantes situaciones, cualidades o condiciones de las personas no deberían ser consideradas estados
civiles, dada su transitoriedad, por ejemplo:
1. La ausencia declarada.
2. Las restricciones de capacidad impuestas al concursado y al quebrado.
3. El desempeño de cargos y funciones, aun en el caso de compartir un determinado régimen de
derechos y obligaciones, como ocurriría en el desempeño de la patria potestad o en el ejercicio de la
representación legal.
Página 39 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 8: El Derecho de la persona: la condición de persona
4. EL NACIMIENTO:
4.1. Requisitos para la atribución de personalidad:
La adquisición de la personalidad por los seres humanos y la consolidación de la genérica y abstracta capacidad
jurídica de los mismos tiene lugar con el nacimiento; art. 29 CC: “el nacimiento determina la personalidad”,
estableciendo dos requisitos respecto del nacido para que tal efecto se produzca:
1º Tener figura humana: esto es, estar provisto de conformación somática (corpórea o material, para
diferenciarlo de lo psíquico) común que, evidentemente, no excluye deformaciones o falta de miembros o
extremidades; ni requiere el ser constrastada con los patrones de la escultura griega.
2º Vivir 24 horas enteramente desprendido del seno materno:
El plazo legal de supervivencia referido no significa que hasta su total transcurso el nacido no sea
persona. Al contrario, la personalidad se adquiere desde el mismo y preciso instante del
alumbramiento o parto (que ha de hacerse constar en el Registro Civil) siempre y cuando el
nacido llegue a vivir extrauterinamente 24 horas.
4.2. El momento del nacimiento: partos múltiples.
El nacimiento se produce en el instante mismo en que el feto se independiza de la madre. Por consiguiente,
superadas las 24 horas de vida extrauterina, la atribución de personalidad debe retrotraerse al momento
exacto que, en determinadas ocasiones, puede tener importancia. Por ello, la legislación requiere que en la
inscripción de nacimiento en el Registro Civil conste, además de la fecha, la hora del nacimiento:
La determinación del momento del nacimiento adquiere particular relevancia en caso de que, en un mismo
embarazo, la madre haya concebido más de un hijo, pues en ciertas ocasiones resulta necesario fijar cuál de
ellos ha de ser considerado el mayor. En el caso de partos dobles o múltiples corresponden según el art. 31 “al
primer nacido los derechos que la ley reconozca al primogénito”.
Pese al tenor literal del CC, hoy en día no existe en Derecho privado un régimen jurídico especial del
primogénito, pues la situación jurídica de los nacidos (hermanos) es exactamente la misma. Otra cosa es que,
en ciertos supuestos, la consideración de la mayor edad entre hermanos sirva como criterio de elección entre
ellos (la primogenitura), siendo ésta una institución más bien perteneciente al pasado.
4.3. La protección del concebido (el nasciturus o concebido pero no nacido):
Múltiples razones de orden familiar y sucesorio han planteado, ya desde los viejos tiempos romanos, la
necesidad de considerar la situación jurídica de quienes se encontraban gestándose en el claustro materno,
dotándoles de una especial protección (piénsese, por ejemplo, en que lo hasta ahora dicho excluiría al hijo
póstumo de la herencia del padre, al no ser aquél todavía persona).
Los modernos Códigos destinan una serie de preceptos al nasciturus (el que va a nacer) para “reservarle”
ciertos beneficios o efectos favorables para el caso de que llegue a nacer y adquirir la capacidad jurídica.
Art. 29 CC “el concebido se tiene por nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que nazca
con las condiciones que expresa el artículo siguiente”. Interesa destacar que el tratamiento favorable hacia el
nasciturus se encuentra supeditado a su nacimiento regular y, por tanto, imposibilita afirmar que la
personalidad se puede entender adquirida desde el momento de la concepción.
Página 40 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 8: El Derecho de la persona: la condición de persona
4.4. Los nondum concepti:
La expresión latina es habitual para referirse a personas que, pese a no haber sido “aún concebidas” pueden
llegar a nacer (p.e: el hijo mayor de mi nieto). Tales personas, en principio, no pueden considerarse como
titulares de posición jurídica alguna, ni de un derecho subjetivo concreto, pues representan un futurible. Sin
embargo, existen mecanismos en cuya virtud la atribución de derechos a los nondum concepti resulta
admisible, como la donación con cláusula de reversión a favor de terceros y la sustitución fideicomisa.
5. LA EXTINCIÓN DE LA PERSONALIDAD: LA MUERTE.
5.1. La muerte y la declaración de fallecimiento o muerte presunta:
Art. 32 CC: “la personalidad civil se extingue por la muerte de las personas”, regla obvia que no requiere
explicación alguna.
Sí requiere indicaciones previas la que el Código Civil denomina en el art. 34 “presunción de muerte del
ausente” o persona desaparecida sin que se tenga noticia alguna de ella durante un plazo de tiempo
prudencial o bien de aquellas personas que hayan participado en campañas bélicas, sufrido naufragio o
accidente aéreo y de cuya supervivencia no se tengan noticias. La suerte del ausente o desaparecido no puede
constituir una incógnita permanente y sin límite temporal alguno, ya que las relaciones jurídicas tocantes al
ausente y, lógicamente, a terceros no pueden quedar indefinidamente en suspenso.
5.2. Determinación del fallecimiento:
Las consecuencias de la muerte como hecho físico incontestable que a todos nos ha de llegar son claras: al
extinguirse la personalidad del difunto, todas las situaciones o relaciones sociales a él pertenecientes habrán
de darse igualmente por extinguidas, por desaparición del sujeto. Su cuerpo pasa a ser cadáver y, por
consiguiente, no puede ser calificado como persona, sino como cosa. Por ello, resulta necesario precisar el
momento del fallecimiento y, en tal sentido, establece la Ley de Registro Civil que la inscripción de defunción
hace fe de la fecha, hora y lugar en que acontece la muerte y que, para proceder a la inscripción “será
necesaria certificación médica de la existencia de señales inequívocas de muerte” (RD 2070/99, sobre trasplantes de
órganos, establece que la muerte del individuo podrá certificarse tras la confirmación del cese irreversible de las funciones
cardiorrespiratorias o del cese irreversible de las funciones encefálicas).
5.3. La comoriencia:
La determinación del momento de la muerte adquiere tintes de particular complejidad cuando fallecen
simultáneamente dos o más personas que tuvieran recíprocamente derecho a heredar a las otras, como
ocurriría en el supuesto típico de nuestros días: accidente aéreo, automovilístico, etc, en el que fallecen padres
e hijos.
En tales casos, tradicionalmente (desde el Derecho romano, pasando por las Partidas, hasta la aprobación del
CC) se solucionó el tema recurriendo a una serie de presunciones de forma tal que:
• Entre marido y mujer, se consideraba premuerta a ésta, atendiendo a su mayor debilidad.
• Entre progenitores e hijos, dependía de si éstos eran mayores de 14 años o no, estimándose que en
el primer caso fallecerían antes los padres y en el segundo los descendientes impúberes.
Nuestro CC introdujo, sin embargo, una regla distinta en el art. 33 conforme al cual, en defecto de prueba en
contrario, se reputa que los comorientes han fallecido de forma simultánea y, por ende, “no tiene lugar la
Página 41 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 8: El Derecho de la persona: la condición de persona
transmisión de derechos de uno a otro“. El tenor literal de éste art. parte de la base de que los comorientes
son herederos entre sí, y, sin duda, fue redactado atendiendo a una muerte simultánea y por la misma causa
(incendio, terremoto, etc).
La aplicación del artículo debe mantenerse incluso en el supuesto de que, siendo la muerte simultánea, su
causa y lugar sean diferentes. La razón de ello estriba en que no se refiere al fallecimiento de personas en
supuestos de catástrofe. La norma deberá aplicarse a todo caso de duda sobre la supervivencia entre dos
personas fallecidas simultáneamente, aun en circunstancias normales.
5.4. La protección de la memoria de los difuntos:
En términos contemporáneos, la doctrina suele referirse a ello mediante la expresión de la protección de la
personalidad pretérita. A decir verdad, ésta protección o la honra de nuestros muertos o difuntos ha sido un
tema bastante extraño al Derecho, siendo contemplado básicamente por normas religiosas o convenciones
sociales de índole extrajurídica.
En Derecho español, hasta tiempos bien recientes, la protección de la memoria de los difuntos prácticamente
quedaba limitada al ejercicio de acciones penales por parte de sus herederos cuando creyeran que los
muertos habían sido objeto de injurias o calumnias. La LO 1/82, faculta para ejercitar las acciones de
protección civil del honor, la intimidad o la imagen a los herederos o parientes de las personas fallecidas
previamente.
Página 42 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 9: Los derechos de la personalidad
1. INTRODUCCIÓN: DERECHOS FUNDAMENTALES Y DERECHOS DE LA PERSONALIDAD.
Con las expresiones “derechos fundamentales” o “derechos de la personalidad” se suele hacer referencia a un
conjunto de derechos inherentes a la propia persona que todo ordenamiento jurídico debe respetar por constituir
en definitiva manifestaciones varias de la dignidad de la persona y de su propia esfera individual.
El elenco de tales derechos y la delimitación de los m ismos ha ido incrementándose y fortaleciéndose a lo largo de
los siglos en las normas políticas básicas de los Estados europeos.
La propia Constitución subraya la inherencia de tal conjunto de derechos al propio concepto de persona (art. 10).
En consecuencia, la categoría de derechos a que nos estamos refiriendo han de ser considerados como un prius
respecto de la propia Constitución, en el sentido de que los derechos de la personalidad o derechos fundamentales
constituyen un presupuesto de la propia organización política constitucionalmente establecida.
2. CLASIFICACIÓN INSTRUMENTAL DE LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD:
Considerando directamente el elenco de derechos que deben ser estudiados, los derechos de la personalidad serán
encuadrados en los grupos que a continuación se consideran: vida e integridad física; libertades; integridad moral y
esfera reservada de la persona y derecho al nombre.
2.1. El derecho a la vida e integridad física:
2.1.1. La vida y la integridad física:
La protección jurídica de la persona parte del reconocimiento del derecho a la vida y a la integridad
física, contemplado en el art. 15 de la CE: “todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin
que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Queda
abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra”.
El desarrollo legislativo de tal mandato exige atender a la regulación del Código Penal, aunque resulte
obvia: prohibición de homicidio, asesinato, lesiones, inducción al suicidio, etc. Posteriormente, la LO
11/1995 ha declarado abolida finalmente la pena de muerte, incluso en tiempo de guerra.
Tanto la vida propiamente dicha cuanto la integridad física son objeto de una específica protección
civil cuando tales derechos han sido conculcados o desconocidos por terceras personas.
La vida e integridad física son claramente diferenciables: la vida constituye el presupuesto de la
atribución de los derechos a una persona cualquiera; la integridad física, vendría referida a la plenitud
de los atributos físicos de una persona en vida. El derecho a la integridad física “debe entenderse como
una derivación del derecho a la vida”.
Cualquier acto relativo a la integridad física no puede considerarse directamente atentatorio contra
dicho derecho, salvo que realmente ponga en peligro injustificadamente la vida de la persona en
cuestión. En consecuencia, las intervenciones higiénicas o quirúrgicas deben ser analizadas como lo
que son: actuaciones subordinadas a la subsistencia o, mejor, a la calidad de vida de las personas.
2.1.2. Integridad física y trasplantes de órganos:
Desde el prisma puramente físico y corpóreo, prestar el consentimiento para la extracción o privación
de cualquier órgano desemboca a la postre en una mutilación de los atributos físicos de una persona.
Página 44 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 9: Los derechos de la personalidad
Sin embargo, lo cierto es que dicha consecuencia es contemplada por el Derecho desde diferentes
perspectivas, atendiendo a la causa que la motiva. No es lo mismo automutilarse para lograr la
exención del antiguo servicio militar obligatorio (conducta tipificada antes como delito por el CP) o
cobrar la prima de un seguro, que consentir la extracción o mutilación de un componente físico o
fisiológico para, gratuita y altruistamente, procurar que el trasplante del órgano subsiguiente permita
la mejoría o la salvación de otra persona.
Ley 30/1979, sobre extracción y trasplante de órganos; principios legales en la materia:
1. Finalidad terapéutica o científica de la cesión de órganos o elementos fisiológicos.
2. Carácter gratuito de la cesión, con la evidente finalidad de evitar la indignidad de la
comercialización de órganos vitales.
3. Intervención judicial en el caso de donante vivo, en garantía de que el consentimiento a la
extracción se realiza de forma absolutamente libre y consciente, aparte de constar
expresamente por escrito.
4. Respecto de las personas fallecidas, la Ley establece que “la extracción de órganos u otras
piezas anatómicas de fallecidos podrá realizarse con fines terapéuticos o científicos, en el
caso de que éstos no hubieran dejado constancia expresa de su oposición”.
Por consiguiente, el requisito establecido legalmente radica en que la persona haya manifestado
expresamente en vida su voluntad contraria a la cesión o extracción. De no existir oposición expresa, la
extracción de órganos es lícita y posible, aunque la persona en cuestión no hubiera expresado nunca
en vida su voluntad favorable a la cesión. Una vez fallecido, la voluntad de los familiares al respecto
resulta intrascendente.
Con todo, conviene observar que, en la práctica hospitalaria, la oposición de los familiares a la
extracción de órganos del difunto suele conllevar de facto la inaplicación de la Ley y, a la postre, la
imposibilidad de obtención de órganos.
2.2. Las libertades (Derecho a la libertad):
La verdadera existencia de un Estado de Derecho se evidencia en el reconocimiento de la libertad de los
ciudadanos en cuanto el libre albedrío es un atributo inherente a la persona humana que todo sistema jurídico
debe aceptar como presupuesto. Art. 9 CE: “corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la
libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que
impidan o dificulten su plenitud y facilitar la política económica, cultural y social”.
En nuestra Constitución, la libertad constituye uno de los principios inspiradores del ordenamiento jurídico.
Manifestaciones de la libertad a lo largo del articulado de la CE:
1. Libertad religiosa y de culto
2. Libertad personal
3. Libertad de fijación de residencia y de circulación
4. Libertad ideológica y de expresión
5. Libertad de producción y creación literaria, artística, científica y técnica
6. Libertad de cátedra
7. Libertad informativa
8. Libertades públicas (derecho de reunión y manifestación y de asociación)
9. Libertad de enseñanza y de creación de centros docentes
10. Libertad de sindicación y de huelga
Página 45 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 9: Los derechos de la personalidad
2.3. La integridad moral y la esfera reservada de la persona:
2.3.1. Introducción:
El art. 15 CE, junto a la integridad física, considera el derecho que tenemos todos a la integridad moral,
esto es, al reconocimiento de la propia dignidad y al respeto y consideración por parte de los demás
miembros de la comunidad. Tal derecho genérico se plasma y concreta en la propia Constitución en el
art. 18.1: “se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”;
precepto que, a su vez, ha sido objeto de desarrollo por la LO 1/1982 de protección civil del derecho al
honor, a la intimidad de las personas y a la propia imagen.
2.3.2. Honor, intimidad e imagen:
La LO del Derecho al Honor, a la Intimidad Personal y a la Propia Imagen se encarga de subrayar que
las ideas sobre el honor, la intimidad y la imagen son contingentes y variables, dependiendo del
momento y de las circunstancias sociales de cada época. A tal idea responde el art. 2: “la protección civil
del honor, de la intimidad y de la propia imagen quedará delimitada por las leyes y por los usos sociales,
atendiendo al ámbito que, por sus propios actos, mantenga cada persona reservado para sí misma o su familia”
Destacar del precepto:
a) La esfera reservada de la persona debe analizarse en términos objetivos, quedando
excluidas las consideraciones subjetivas que cada cual tenga respecto de su honor, intimidad
o imagen.
b) Debe considerarse un dato que permitirá a la jurisprudencia adecuar los criterios objetivos
generales a las circunstancias concretas de cada caso. Dicho elemento consiste en definitiva
en considerar que cada persona queda vinculada por sus propios actos en relación con el
ámbito que considera reservado e íntimo (si la persona ha decidido pertenecer a las tertulias
audiovisuales y está presente todo el día en la vida cotidiana del resto de los ciudadanos, lógicamente
está restringiendo su ámbito íntimo –aunque éste, deberá ser también objeto de respeto general‐ si
se le compara con cualquier ciudadano).
Aunque efectivamente es difícil definir el honor en términos positivos, cabe afirmar sencillamente que
se trata de la estimación y el respeto que la persona se profese a sí misma y que le reconozca la
comunidad en que se desenvuelve.
La intimidad personal (y familiar) debe identificarse con el ámbito de actuación de cualquier persona
(y familia) intrascendente para los demás y que debe ser respetado por todos (la intromisión en el círculo
privado de cualquiera o la revelación pública de datos íntimos de carácter personal o familiar deben considerarse
conductas atentatorias contra la intimidad personal).
El derecho a la propia imagen significa que para hacer pública la representación gráfica de cualquier
persona, mediante cualquier procedimiento técnico de reproducción, es necesario contar con su
consentimiento.
2.4. La identificación de la persona, el derecho al nombre:
Común y tradicionalmente, se considera que uno de los derechos de la personalidad estriba en la utilización
exclusiva del nombre de la persona, en cuanto manifestación externa de su propia individualidad. Por otra
Página 46 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 9: Los derechos de la personalidad
parte, es evidente que la identificación nominal de los sujetos es una exigencia inexcusable de la vida social
(referida tanto a las personas propiamente dichas, como a las jurídicas). Por ello, el Derecho positivo protege la
utilización del nombre desde diversas perspectivas: penal, civil, mercantil y administrativa.
El derecho al nombre puede considerarse en nuestro sistema jurídico como un atributo de la personalidad, pero
que carece del rango especialísimo de derecho fundamental.
En España la identificación de la persona se realiza mediante la existencia del nombre propio o nombre de pila,
y los apellidos correspondientes a ambos progenitores.
3. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD:
3.1. La esencialidad o inherencia a la persona:
La inherencia a la persona significa que los derechos de la personalidad corresponden a todo ser humano por el
mero hecho de serlo, sin necesidad, por tanto, de circunstancias, requisitos o situaciones social de orden
complementario. Toda persona, en cuanto tal, tiene derechos de la personalidad, que el ordenamiento jurídico
debe reconocer de forma general y necesaria.
3.2. La condición de derechos personalísimos:
La referencia constitucional de derechos inherentes a la persona, puede ser, parcialmente, identificada con la
categoría de los derechos personalísimos: esto es, aquellos que debe ejercitar necesariamente su titular, sin
posibilidad de transmitirlos o enajenarlos a otra persona.
Con todo, la categoría de los derechos personalísimos es más amplia que la de los derechos de la personalidad.
Así, pues, todos los derechos de la personalidad son personalísimos, pero no todos éstos son derechos de la
personalidad.
En cuanto derechos personalísimos, los derechos de la personalidad gozan de una serie de características
generales a dicha categoría que suelen enunciarse recurriendo a las ideas generales de inalienabilidad,
indisponibilidad, irrenunciabilidad e imprescriptibilidad.
3.3. El deber general de respeto:
Dado que la dignidad de la persona y el libre desarrollo de la personalidad constituyen fundamento básico de la
convivencia ciudadana, es evidente que los derechos de la personalidad deben ser objeto de respeto general.
Caso de ser conculcados o desconocidos, su titular (la persona) puede ejercitarlos y reclamar su protección
frente a todos, ya se trate del propio Estado o de las Administraciones públicas, ya de los restantes
conciudadanos.
Los derechos de la personalidad pueden ser calificados como derechos generales, en cuanto todos los
miembros o entidades de la colectividad deben respetarlos y son oponibles por su titular frente a cualquiera.
3.4. La extrapatrimonialidad:
Otra de las características consiste en su extrapatrimonialidad, en cuanto, en sí mismos considerados, deben ser
excluidos del comercio de los hombres, porque carecen de valoración económica concreta.
Página 47 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 9: Los derechos de la personalidad
4. LA LESIÓN DE LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD Y LA REPARACIÓN DEL DAÑO CAUSADO:
4.1. El daño moral:
Si los derechos de la personalidad tienen naturaleza extrapatrimonial, las consecuencias de su violación no
deberían ser de índole patrimonial, sino en todo caso de orden moral, carentes, por tanto, de valoración
económica.
Sin embargo, dicho silogismo hace ya casi un siglo que fue destruido por el TS, con ocasión de un caso
comentadísimo de la época.
Desde entonces, la lesión de los derechos de la personalidad se ha identificado con la idea de daño moral. En los
tiempos contemporáneos es pacíficamente aceptado por la legislación y por la jurisprudencia que, aunque la
lesión de tales derechos quede reducida a un daño moral, éste habrá de ser resarcido por su causante.
4.2. La obligación de reparara el daño causado:
Por lo general, dicho resarcimiento o reparación se llevará a cabo mediante una indemnización pecuniaria que,
deje indemne al perjudicado en cualquiera de sus derechos de la personalidad o, por lo menos, mitigue su dolor.
A efectos de cuantificación de dicha indemnización, aparte las circunstancias del caso en cuestión, habrán de
entrar en juego las reglas generales de responsabilidad civil extracontractual. Conforme a ella, el demandante
deberá acreditar la acción dañosa de tercero infractor y el perjuicio sufrido (aspectos que no son siempre fáciles
de probar en juicio).
Sin embargo, respecto de los derechos al honor, intimidad e imagen, su LO establece una regla más beneficiosa
para el titular de tales derechos de la personalidad, afirmando que la “existencia de perjuicio se presumirá
siempre que se acredite la intromisión ilegítima” en la esfera reservada de la persona.
No obstante la importancia práctica de la indemnización pecuniaria, ésta no tiene por qué existir siempre y
necesariamente, aparte el hecho de que en bastantes casos desempeña un papel puramente simbólico
(reclamando, como ocurre muchas veces en la realidad, 1 peseta; para acreditar que lo que se busca es la
sanción del infractor y no dinero). De otra parte, la reclamación de la indemnización pecuniaria no excluye otras
medidas reparadoras del daño causado: la entrega o destrucción de los negativos de unas fotografías; la
publicación en diversos medios de la sentencia condenatoria a cargo del infractor, etc.
Página 48 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 10: La capacidad de obrar: la edad y el sexo
1. LA MAYORÍA DE EDAD Y LA PLENA CAPACIDAD DE OBRAR (concepto y cómputo de la edad y significación de la
mayoría de edad):
1.1. Introducción: la reducción a los dieciocho años.
Llegar a la mayoría de edad significa, de forma automática (por el mero transcurso del tiempo e inexistencia de
enfermedades o deficiencias que impidan a la persona gobernarse por sí misma), adquirir la plena capacidad
de obrar, o posibilidad de ejercitar por sí misma los derechos u/y obligaciones pertenecientes a la persona.
La mayoría de edad despliega su virtualidad propia de autogobierno y autorresponsabilidad de la persona en
todas las ramas del Derecho y no sólo en la “vida civil”. Art. 322 CC: “… salvo las excepciones establecidas en
casos especiales por este Código”. Con ello se indica que existen supuestos que requieren una edad superior,
por lo que acaso cupiera hablar de una capacidad de obrar especial para casos específicos (p.e: para adoptar:
25 años).
Art. 315.1 CC: “la mayor edad empieza a los dieciocho años cumplidos”.
2. LA SITUACIÓN JURÍDICA DEL MENOR DE EDAD (la minoría de edad):
Tradicionalmente el menor de edad era total y absolutamente incapaz (término que conviene no confundir con
incapacitado) para realizar actos con eficacia jurídica.
Dicho planteamiento fue objeto de crítica negando la “incapacidad general” del menor, y no casa muy bien con la
realidad práctica, en la que los menores (al menos cuando dejan de ser niños, en sentido estricto) se desenvuelven
por sí solos con relativa frecuencia en el tráfico, celebrando contratos de continuo (transacciones elementales:
compra de chucherías y material escolar, transporte urbano) y nadie duda de su capacidad para entender su alcance y
manifestar una voluntad libre y vinculante. A medida que la edad aumenta hasta aproximarse a los límites de la
mayor edad, la gama de contratos realizados por el menor y su complejidad y cuantía económica aumenta.
2.1. La adquisición gradual de la capacidad: la Ley 11/1981.
La citada Ley, modificó los preceptos del CC relativos al menor, reconociéndole una cierta capacidad, aunque
limitada. El Derecho positivo ha acabado por reconocer que la adquisición de la capacidad de obrar es gradual
y paulatina.
Recordar que:
1. El menor puede realizar por sí mismo determinados actos, de acuerdo con las leyes y sus
condiciones de madurez.
2. El menor que haya cumplido dieciséis años podrá administrar por sí mismo los bienes que haya
adquirido con su trabajo o industria.
3. Los padres no podrán disponer de los derechos de que sean titulares los hijos, ni de sus bienes
inmuebles, objetos preciosos o valores mobiliarios, salvo que cuenten con el consentimiento del
menor que haya cumplido 16 años (expresado necesariamente en documento público) o con
autorización judicial.
4. Igualmente es necesario el consentimiento del menor que haya cumplido 16 años cuando sus padres
pretendan emanciparle.
5. La alteración del orden de los apellidos de los menores de edad requerirá su aprobación en
expediente registral si tuvieren “suficiente juicio”.
Página 50 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 10: La capacidad de obrar: la edad y el sexo
2.2. La Ley de protección del menor:
LO 1/1996 de protección jurídica del menor. Pretende fundamentalmente resaltar la adquisición gradual de la
capacidad de obrar de los menores, llegando incluso a afirmar que “las limitaciones a la capacidad de obrar de
los menores se interpretarán de forma restrictiva”.
Más profunda es la reforma en relación con una serie de extremos de gran importancia en relación con el
menor, sobre todo desamparo, guarda y acogimiento de menores, así como la adopción y, en particular, la
llamada “adopción internacional”.
3. LA EMANCIPACIÓN:
3.1. Mayoría de edad versus emancipación:
Emancipar o emanciparse equivale a independizar o independizarse, pese a no haber llegado aún a la mayoría
de edad, de la patria potestad o tutela a la que en principio está sujeto el menor de edad. Según ello, la
mayoría de edad no sería, propiamente hablando, una causa de emancipación, sino sencillamente el acceso a
la plena y general capacidad de obrar, aunque con anterioridad se hubiera conseguido la emancipación. Sin
embargo, la configuración del tema por parte del CC es diferente, pues entiende que la primera causa de la
emancipación es alcanzar la mayoría de edad (art. 314.1º).
El planteamiento del Código es, sin embargo, erróneo e induce a la confusión.
3.2. Clases de emancipación:
La emancipación puede tener lugar por diferentes causas: por matrimonio, por concesión de los padres o
titulares de la patria potestad, con consentimiento del hijo, por solicitud del Juez por alguna circunstancia
prevista en el CC, por desear salir de la tutela, y por emancipación tácita o vida independiente del menor.
Clases de emancipación:
1. La emancipación por concesión paterna:
Consiste en que los propios progenitores consideren oportuno conceder al hijo menor de edad la
situación de emancipado, acto que debe instrumentarse en escritura pública o mediante
comparecencia ante el Juez encargado del Registro.
Es requisito inexcusable que el menor tenga 16 años cumplidos y que preste su consentimiento a la
emancipación (ante el Notario o Juez). Tal emancipación sólo podrá inscribirse (como inscripción
marginal de la de nacimiento) en virtud de escritura o de comparecencia ante el Encargado del
Registro.
2. La emancipación por concesión judicial:
Son los propios menores, siempre que hayan cumplido los 16 años, quienes se dirigen al Juez
solicitando la concesión de la emancipación, ya estén sometidos a la patria potestad, ya a tutela. En
el primer caso el CC habla de “conceder la emancipación”, mientras que en el segundo utiliza el giro
de “conceder el beneficio de la mayor edad”.
Página 51 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 10: La capacidad de obrar: la edad y el sexo
Caso de que los menores se encuentren sujetos a tutela el CC no requiere presupuesto
complementario alguno, aunque la solicitud debe ser fundada. Cuando están sujetos a la patria
potestad, requiere que previamente se haya producido alguno de estos supuestos:
1º Que el progenitor que ejerce la patria potestad contraiga nuevo matrimonio o conviva de
hecho con persona distinta al otro progenitor.
2º Que los padres vivan separados.
3º Que, por cualquier causa, el ejercicio de la patria potestad se vea gravemente entorpecido
(crisis matrimoniales: separación, divorcio…)
3. La emancipación por matrimonio:
Art. 316: “el matrimonio produce de derecho la emancipación”, sin la necesidad de la concurrencia
de requisito complementario alguno. “Quien por el matrimonio constituye una nueva familia, no ha
de seguir sujeto a otra autoridad familiar”.
4. La emancipación por vida independiente (emancipación de hecho):
Art. 319: “se reputará para todos los efectos como emancipado al hijo mayor de 16 años que con el
consentimiento de los padres viviere independientemente de éstos. Los padres podrán revocar este
consentimiento”. La situación de independencia del menor es revocable, frente al resto de clases de
emancipación que tienen naturaleza irrevocable. Se ahí que, en principio, la legislación del Registro
Civil no considere la inscripción de la emancipación por vida independiente como posible.
Es evidente que esta situación requiere al menos una cierta autonomía económica del menor.
3.3. Efectos de la emancipación:
Hasta que llegue a la mayor edad no podrá:
a) Tomar dinero a préstamo (pero sí prestar dinero o recibir en préstamo cualesquiera otros tipos de
bienes distintos al dinero).
b) Enajenar o gravar bienes inmuebles o establecimientos mercantiles o industriales u objetos de
extraordinario valor sin consentimiento de sus padres y, a falta de ambos, sin el de su curador (Regla
especial: para que el casado menor de edad pueda hacer algo de esto que sea común, basta si es mayor el otro
cónyuge, el consentimiento de los dos; si también es menor se necesitará, además, el de los padres o tutores
de uno y otro)
4. LA IGUALDAD ENTRE HOMBRE Y MUJER (la mujer y su actual equiparación con el hombre):
4.1. Introducción:
La gran mayoría piensa hoy que el hombre y la mujer son diferentes; pero no jerarquizables.
El enfoque actual del tema no puede ocultar algo tan evidente como que, durante siglos y siglos, la mujer ha
desempeñado un papel secundario en la sociedad y que dicha realidad ha sido siempre objeto de expresa
consideración por las normas jurídicas.
Página 52 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 10: La capacidad de obrar: la edad y el sexo
4.2. La Constitución de 1978 y su desarrollo en la legislación ordinaria:
• Art 14: “los españoles son iguales ante la ley sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón
de…sexo…o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
• Art 32.1: “El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica”
• Art 35.1: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de
profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus
necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo”.
En desarrollo del art. 32, se han promulgado dos leyes de gran importancia para la equiparación efectiva de
marido y mujer dentro del matrimonio: la Ley 11/1981 (sobre filiación, patria potestad y régimen económico
del matrimonio) y la Ley 30/1981 (reguladora del sistema matrimonial, popularmente “Ley del divorcio”).
Hoy en día la igualdad entre mujeres y hombres, así como la eliminación de desigualdades entre ambos
géneros, es un principio fundamental en la Unión Europea y constituye un objetivo que debe integrarse en
todas las políticas y acciones de la Unión y de sus miembros.
En desarrollo de este principio, la LO 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, aborda una
acción normativa dirigida “a combatir todas las manifestaciones aún subsistentes de discriminación por razón
de sexo y a promover la igualdad real entre hombres y mujeres, removiendo los obstáculos y estereotipos
sociales que impiden alcanzarla”.
Página 53 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 11: La incapacitación
1. LA INCAPACITACIÓN:
1.2. La Ley 13/1983, y la nueva redacción del Código Civil (Situación jurídica de los incapacitados):
La Ley 13/1983, de reforma del Código Civil en materia de tutela, ha modificado profundamente la redacción
originaria del CC:
1º.‐ Las causas de incapacitación, genéricamente, se identifican con “las enfermedades o
deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico, que impidan a la persona gobernarse por sí
misma”.
2º.‐ Además de la tutela y de la figura del defensor judicial, introduce un nuevo órgano tuitivo de la
persona: la curatela.
3º.‐ Abandona el sistema de tutela de familia y adscribe los órganos tuitivos de la persona a la
autoridad o control del Juez (tutela judicial o de autoridad).
4º.‐ Permite incapacitar a los menores de edad, cuando se prevea razonablemente que la causa de
incapacitación persistirá después de la mayoría de edad. En tal caso, superada la mayoría por el
incapacitado, se originará la patria potestad prorrogada, y, cuando ella resulte imposible, la tutela.
1.3. La Ley 41/2003, de protección de las personas con discapacidad (Alcance personal y patrimonial de la
incapacitación):
La Ley 41/2003, de protección patrimonial de las personas con discapacidad y de modificación del CC, de la LEC
y de la normativa tributaria, tiene por objeto regular nuevos mecanismos de protección de las personas
discapacitadas, centrándose en un aspecto esencial, como es el patrimonial. Para ello regula específicamente
una masa patrimonial especialmente protegida, la cual queda inmediata y directamente vinculada a la
satisfacción de las necesidades vitales de la persona con discapacidad.
Regula por primera vez la figura de la autotutela, consciente en habilitar a las personas capaces para adoptar
las disposiciones que considere oportunas en previsión de su propia incapacitación.
Así, se regulan las facultades parentales respecto de la tutela y se altera el orden de renuncia de la misma.
Las ideas de persona con discapacidad y de persona judicialmente incapacitada no tienen por qué coincidir,
pues como es obvio existen grados de minusvalía que no deben dar origen a declaración judicial de
incapacitación alguna.
1.4. La declaración judicial de incapacitación (Procedimiento y garantías de la incapacitación):
Se comprenderá que privar de la capacidad de obrar a una persona que, en principio y como regla, goza de
ella, es una cuestión sumamente grave. Por consiguiente, es cuestión que queda única y exclusivamente
encomendada a la autoridad judicial: sólo el Juez, tras el correspondiente proceso y mediante sentencia.
Aspectos fundamentales de la Ley 13/1983:
a) La incapacitación declarada por la sentencia puede ser total o parcial. Es graduable.
b) La sentencia por la que se declara la incapacitación es revisable, ya que no tiene eficacia de cosa
juzgada, dado que las condiciones físicas o psíquicas del incapacitado pueden varias (mejorando o
empeorando).
Página 55 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 11: La incapacitación
1.5. El internamiento del presunto incapaz (La enfermedad como causa de incapacitación, en particular las
mentales):
Como regla, el internamiento requiere la previa autorización judicial, a cuyo efecto el Juez debe examinar
personalmente al presunto incapaz y oír el dictamen de un facultativo por él designado. Excepcionalmente, la
autorización judicial puede darse a posteriori. Dicha excepcionalidad vendrá dada por razones de urgencia
(locos furiosos, esquizofrenias agresivas, etc) que avalen el inmediato internamiento, del que se dará cuenta al
Juez antes de transcurrir 24 horas.
2. LA PRODIGALIDAD:
Se trata de una conducta personal caracterizada por la habitualidad en el derroche o disipación de los bienes
propios, malgastándolos de forma desordenada.
Actualmente, no constituye una causa de incapacitación. En los trabajos parlamentarios estuvo a punto de ser
suprimida del CC. Finalmente, se optó por mantenerla, si bien limitando notoriamente la posibilidad de
reclamarla: sólo podrán promover el correspondiente juicio el cónyuge, los descendientes o ascendientes que
(por no poder atender su propia subsistencia) perciban alimentos del presunto pródigo. En caso de que tales
familiares no existan o, existiendo, no tengan derecho a alimentos, cada uno es libre de gastar o malgastar
cuanto le venga en gana.
El pródigo, no es técnicamente un incapacitado, ni se encuentra sometido a tutela, sino a curatela. El pródigo
no se ve privado de la capacidad de obrar ni actúa a través del curador sino que sencillamente ha de contar
con la asistencia de éste para realizar aquellos actos determinados en la sentencia. Los demás actos podrá
realizarlos por sí mismo.
3. LOS CARGOS TUITIVOS O TUTELARES: (TUITIVO: que guarda, ampara y defiende)
Art. 215 CC: “la guarda y protección de la persona y bienes o solamente de la persona o de los bienes de los
menores o incapacitados, se realizará, mediante: 1º la tutela, 2º la curatela y 3º el defensor judicial”.
El tutor es el representante legal del menor o incapacitado con carácter estable; el curador, gozando
igualmente de estabilidad, limita sus funciones a complementar la capacidad del sometido a curatela, sin
sustituirlo, por tanto, ni ser propiamente su representante. El defensor judicial es asimilable tendencialmente
al del curador, aunque se caracteriza por su ocasionalidad.
Lo dicho requeriría múltiples precisiones, ya que la Ley 13/1983 se caracteriza por una enorme ductilidad en la
fijación de funciones a los diversos cargos tuitivos o tutelares.
Ante la flexibilidad de la citada Ley, trataremos de señalar algunos extremos generales antes de considerar
brevemente y por separado los distintos cargos tuitivos:
1. Los cargos tutelares son de carácter obligatorio, aunque se prevén legalmente circunstancias que
permiten excusarse del desempeño de los mismos.
2. El nombramiento de la persona a desempeñar el cargo tuitivo debe (salvo para el defensor judicial) y
suele recaer en un familiar cercano.
3. Las resoluciones judiciales sobre los cargos tutelares deberán inscribirse obligatoriamente en el
Registro Civil, a efectos de que los terceros puedan conocer las condiciones de capacidad de las
personas. Por consiguiente, quien contrate con un incapacitado o con un pródigo, no podrá verse
Página 56 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 11: La incapacitación
perjudicado por la falta de capacidad de éste, si la declaración judicial no ha sido inscrita en el
Registro Civil.
4. Una vez inscrita la resolución judicial sobre capacidad, la realización de contratos por el afectado le
conllevará las siguientes consecuencias:
a) Los celebrados por personas sometidas a tutela son nulos de pleno derecho, pues deberían
haber actuado a través de su representante: el tutor.
b) Los celebrados por personas a quienes se ha asignado curador o defensor judicial son
anulables.
c) Los actos y contratos celebrados por el tutor sin contar con la autorización judicial, cuando
ésta sea preceptiva, serán radicalmente nulos.
3.1. La tutela:
El nombramiento del tutor debe realizarlo el juez atendiendo inicialmente al orden de preferencia establecido,
que ha sido ligeramente modificado en previsión de que una persona capaz decida quién debe asumir su
tutela en caso de ser incapacitado en el futuro. Se preferirá:
1º Al designado por el propio tutelado.
2º Al cónyuge que conviva con el tutelado.
3º A los padres.
4º A la persona o personas designadas por éstos en sus disposiciones de última voluntad.
5º Al descendiente, ascendiente o hermano que designe el juez.
La tutela puede ser desempeñada por una sola persona o por varias simultáneamente e incluso por las
personas jurídicas que no tengan finalidad lucrativa y entre cuyos fines figure la protección de menores e
incapacitados.
Técnicamente se conocen con el nombre de causas de inhabilidad para la designación como tutor aquellas
circunstancias que fija la ley como excluyentes del posible nombramiento.
La relación legal de las causas de inhabilidad es extensa y tediosa, al par que escasamente operativa, pues en
definitiva requiere la determinación del Juez competente.
El interesado que alegue causa de excusa deberá hacerlo dentro del plazo de 15 días a contar desde que
tuviera conocimiento del nombramiento. Sin embargo, si la causa de excusa fuera sobrevenida, podrá ser
alegada en cualquier momento.
La llamada remoción de la tutela no equivale a extinción de la misma, sino sencillamente al cese como tutor de
la persona que previamente había sido nombrada judicialmente.
El CC concede la legitimación activa en el procedimiento de remoción, además del Ministerio Fiscal, a cualquier
persona interesada en acreditar que se ha producida cualquiera de las causas genéricas de remoción o
sustitución necesaria del tutor.
3.2. La curatela:
La institución resulta aplicable a supuestos tan diversos que conviene distinguir:
Página 57 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 11: La incapacitación
1. Curatela propia: la correspondiente a los supuestos de hecho que determinan sólo el nacimiento de
la curatela:
• los emancipados cuyos padres fallecieren o quedaran impedidos para el ejercicio de la
asistencia prevenida por la Ley.
• Los que obtuvieren el beneficio de la mayor edad.
• Los declarados pródigos.
En tales casos, las funciones del curador como órgano tutelar se deben considerar agotadas en la
intervención del curador en los actos que los menores o pródigos no pueden realizar por sí solos.
Esto es, el curador se debe limitar a prestar su asistencia en sentido técnico, pero no sustituye la
voluntad de la persona sometida a curatela.
2. Curatela impropia: La existencia de tutela o curatela en este caso no depende del supuesto de
hecho, sino de la valoración judicial. En tal caso, el objeto del organismo tuitivo consistirá en la
asistencia del curador para aquellos actos que expresamente imponga la sentencia.
Trátese de una y otra curatela, se les aplican a los curadores las normas sobre nombramiento, inhabilidad,
excusa y remoción de los tutores.
3.3. El defensor judicial:
Se caracteriza básicamente por ser un cargo tuitivo ocasional o esporádico y, al propio tiempo, compatible con
la existencia de los restantes mecanismos tutelares e incluso con el ejercicio de la patria potestad por los
progenitores del menor o incapacitado.
En caso de inexistencia de tutela, no se nombrará un defensor judicial, sino que la representación y defensa de
la persona que debería haber sido sometida a tutela la asumirá directamente el Ministerio Fiscal, mientras en
caso de que “además del cuidado de la persona hubiera que procederse al de los bienes, el Juez podrá designar
un administrador de los mismos …”.
Supuestos en que se nombrará defensor judicial:
a) Cuando en algún asunto exista conflicto de intereses entre los menores o incapacitados y sus
representantes legales o el curador.
b) Cuando por cualquier causa, el tutor o el curador no desempeñen las funciones que les son propias,
hasta que cese la causa determinante o se designe otra persona para desempeñar el cargo.
El carácter esporádico u ocasional del defensor y el hecho de tratarse indiscutiblemente de un cargo de
nombramiento judicial para un determinado asunto excluye la posibilidad de considerarlo propiamente como
un representante legal del menor para la defensa y administración de su patrimonio.
Página 58 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 12: La desaparición de la persona: ausencia y declaración de fallecimiento
1. FUNDAMENTO DE LAS INSTITUCIONES RELATIVAS A LA AUSENCIA EN SENTIDO AMPLIO:
Se denomina ausente a quien, además de encontrarse fuera del lugar en que habitualmente desarrolla su vida
ordinaria, ha desaparecido sin dejar noticias o sin comunicarse con sus allegados y familiares.
Como se comprenderá, la suerte del ausente o desaparecido no puede constituir una incógnita permanente y
sin límite temporal alguno. Aparte del dato puramente afectivo, es evidente que las relaciones jurídicas
atinentes al ausente no pueden quedar indefinidamente en suspenso.
Para evitar la perpetuación de tales incógnitas, el sistema jurídico reacciona estableciendo una serie de
normas. A tal efecto, nuestro Código establece una serie escalonada de medidas a partir de la cual el ausente
debe ser considerado oficialmente muerto.
Las cuestiones, pues, que debemos considerar en este capítulo son de extrema gravedad e importancia, sobre
todo en períodos de acusada inestabilidad social (revoluciones, terremotos, maremotos, guerras, etc.) en los
que el cauce de la vida ordinaria queda roto y acaba por desconocerse la suerte de una serie de personas. En
lo fundamental la redacción actual del CC sobre la ausencia procede de la Ley de 8 de septiembre de 1939.
La Ley 4/2000, de 7 de enero, de modificación de la regulación de la declaración de fallecimiento de los
desaparecidos con ocasión de naufragios y siniestros, ha tenido como designio central acortar los plazos
establecidos en la regulación anterior para llevar a efecto la declaración de fallecimiento, tratando de evitar las
consecuencias perniciosas para las familias de los pescadores muertos en la mar, sea por naufragio o por
caídas al mar.
2. MEDIDAS PROVISIONALES EN CASO DE DESAPARICIÓN DE LA PERSONA:
2.1. Presupuestos y requisitos en general:
La primera medida que adopta el CC es la posibilidad de designación de un defensor del desaparecido, para
que, interina o transitoriamente, atienda los asuntos más urgentes atinentes a aquél.
Tales medidas son calificadas como provisionales: a partir del año de la desaparición o de las últimas noticias
deberían verse sustituidas por las correspondientes a la situación de ausencia legal.
El nombramiento del defensor no requiere que haya transcurrido plazo alguno desde la desaparición y
carencia de noticias de cualquier persona, pues precisamente basta la incógnita (aunque se meramente
provisional).
De ahí que constituya un presupuesto necesario de la figura que el desaparecido no se encuentre
representado por un apoderado con facultades de administración de todos sus bienes, pues en tal caso no hay
problemas para que dicho apoderado atienda todos sus asuntos (urgentes y no urgentes) relativos al
desaparecido.
2.2. El defensor del desaparecido:
El defensor ha de ser nombrado por el Juez mediante auto, a instancia de parte interesada o del Ministerio
Fiscal, tras haber seguido el oportuno procedimiento de jurisdicción voluntaria. El auto de nombramiento
debe inscribirse en el Registro Civil.
Página 60 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 12: La desaparición de la persona: ausencia y declaración de fallecimiento
El defensor nato del desaparecido será su cónyuge, siempre que sea mayor de edad y que no haya habido
separación legal.
En caso de falta o inexistencia de éste, habrá de ser nombrado el pariente más próximo hasta el cuarto grado,
también mayor de edad.
Si no existiera ninguno de los familiares considerados, el Juez nombrará persona solvente y de buenos
antecedentes, previa audiencia del Ministerio Fiscal.
Inicialmente las funciones del defensor deben entenderse limitadas al amparo y representación del
desaparecido en juicio a los negocios que no admitan demora sin perjuicio grave. Asume, pues, el defensor
funciones puramente cautelares y legalmente muy delimitadas. Será el propio auto judicial el que delimitará la
extensión de las facultades del defensor.
3. LA DECLARACIÓN DE AUSENCIA LEGAL:
Se trata de la segunda fase. Se formalizará a través de un auto judicial y requiere verse precedida de una
especial publicidad del expediente (BOE, periódicos, radio, etc).
La declaración de ausencia legal no presupone necesariamente que se hayan llevado a efecto las medidas
provisionales establecidas. Por tanto, dicha declaración puede ser promovida aunque previamente no se haya
instado el nombramiento del defensor del desaparecido.
3.1. Requisitos exigidos para proceder a la declaración de ausencia legal:
La situación legal de ausencia del desaparecido comienza:
• Transcurrido un año desde las últimas noticias o de la desaparición de la persona.
• Transcurridos tres años en caso de existencia de apoderado general del desaparecido.
3.2. Personas legitimadas para promoverla:
Podrá pedirla cualquier persona que racionalmente estime tener sobre los bienes del desaparecido algún
derecho ejercitable en vida del mismo o dependiente de su muerte, al tiempo que el Ministerio Fiscal y los
familiares quedan obligados a promoverla.
Las personas que pueden promover una declaración de ausencia legal son:
• El cónyuge no separado legalmente.
• Los parientes consanguíneos hasta el cuarto grado. En la actualidad no debe excluirse el parentesco adoptivo.
• El Ministerio Fiscal, de oficio o a virtud de denuncia.
3.3. Efectos de la declaración legal de ausencia:
• El nombramiento de un representante.
• La patria potestad será ejercida exclusivamente por el cónyuge presente.
• La separación de bienes, lo que puede solicitar el cónyuge presente en caso de disponer de un régimen de
gananciales.
Página 61 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 12: La desaparición de la persona: ausencia y declaración de fallecimiento
3.4. El representante legal del ausente:
En el auto de declaración legal de ausencia, el Juzgado nombrará el representante del ausente. Éste puede
pertenecer a dos grupos diferentes: los legítimos y los dativos. Pueden identificarse como representantes
legítimos los que son familiares del ausente; mientras que las personas extrañas al círculo familiar merecerían
la calificación de dativos.
a) Los representantes legítimos:
• El cónyuge presente mayor de edad no separado legalmente o de hecho.
• Cualquiera de los hijos mayores de edad, siendo preferidos los que convivan con el ausente y dentro de
ellos el de mayor edad.
• El ascendiente más próximo de menor edad (abuelo,...) con independencia de que pertenezca a la línea
paterna o materna.
• Los hermanos mayores de edad que hayan convivido familiarmente con el ausente, siendo preferente el
mayor de ellos.
El orden de prelación establecido vincula al Juez, quien sólo podrá alterarlo si apreciare un motivo grave que
así lo aconsejara.
b) El representante dativo:
En caso de inexistencia (o ineptitud) de los familiares, el Juez puede designar, a su prudente arbitrio,
representante dativo del ausente a cualquier persona solvente de buenos antecedentes.
c) Funciones y obligaciones del representante:
Le corresponde la representación del declarado ausente, la pesquisa de su persona, la protección y
administración de sus bienes y el cumplimiento de sus obligaciones. Estamos obviamente, frente a un
supuesto de representación legal.
Las obligaciones básicas consisten en inventariar y administrar correctamente los bienes que conforman el
patrimonio del ausente, obteniendo los rendimientos normales de aquéllos.
d) La retribución del representante: posesión temporal y ejercicio de la representación dativa.
El art. 186 CC califica de “poseedores temporales del patrimonio del ausente” únicamente a los
representantes legítimos, quienes tienen derecho a hacer suyos los productos líquidos del patrimonio del
ausente en la cuantía que el Juez señale. Así pues, los representantes legítimos reciben, en alguna medida,
una retribución que depende de sus propias aptitudes y capacidad técnica para administrar el patrimonio,
que, por supuesto, sigue perteneciendo a éste en exclusiva.
El Juez, realmente, más que señalar la cuantía de los productos líquidos, señalará un determinado
porcentaje en concepto de retribución del representante.
En caso de representante dativo, conlleva que aquél sólo tiene derecho a la retribución fijada para el
tutor. La cuantía de la retribución se encuentra establecida entre el 4% y el 20% del rendimiento líquido de
los bienes.
Página 62 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 12: La desaparición de la persona: ausencia y declaración de fallecimiento
4. LA DECLARACIÓN DE FALLECIMIENTO:
Tercera y definitiva fase: finalmente, se le da por muerto, aunque realmente no haya garantía cierta de que el
ausente haya fallecido. La declaración de fallecimiento supone una presunción: no excluye la reaparición del
declarado fallecido.
Las medidas provisionales, la declaración de ausencia y la de fallecimiento no constituyen fases
necesariamente concatenadas; pueden promoverse sin haberse instado unas u otras.
4.1. Requisitos exigidos:
Arts. CC 193 y 194 aunque advirtiendo la necesidad de atender al momento cronológico de la desaparición de
la persona, pues a partir del día 11.01.2000, ha de considerarse aplicable la Ley 4/2000, de 7 de enero, de
modificación de la regulación de la declaración de fallecimiento de los desaparecidos con ocasión de
naufragios y siniestros. Síntesis:
a) En caso de que la desaparición de la persona haya tenido lugar en condiciones de peculiar riesgo,
transcurrido el plazo de dos años, ha lugar la declaración de fallecimiento (CC).
Tales supuestos serían los siguientes: siniestros de peculiar gravedad (terremoto, tifón…);
subversiones políticas o sociales; participación en campañas bélicas; naufragios y accidentes aéreos.
LEY 4/2000: un año como plazo general para los supuestos de violencia contra la vida; y tres meses
en caso de siniestro, en particular en los casos de naufragio, inmersión en el mar o siniestro de
aeronave.
b) En cualesquiera otros supuestos, la exigencia temporal se eleva diez años, si bien dicho plazo se
reduce a la mitad si al expirar los cinco primeros años el ausente hubiere cumplido ya 75 años.
4.2. Efectos de carácter patrimonial:
La declaración de fallecimiento dará lugar a la herencia del fallecido, conforme a las reglas generales en la
materia, salvo algunas excepciones.
Tales excepciones son una consecuencia de la posibilidad de reaparición del fallecido y tienen una clara
función cautelar:
a) Los herederos están obligados a formalizar notarialmente un inventario detallado de los bienes
muebles y una descripción de los inmuebles del declarado fallecido.
b) Los herederos no podrán disponer a título gratuito hasta cinco años después de dichos bienes,
aunque sí podrán hacerlo a título oneroso.
c) En caso de que el testamento del declarado fallecido se hubiesen instituidos legados, quedarán
igualmente en suspenso durante un período de 5 años, exceptuándose los “legados píos”.
Las medidas reseñadas, han de considerarse claudicantes en el caso de que se probase o acreditase el
fallecimiento efectivo del ausente.
Página 63 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 12: La desaparición de la persona: ausencia y declaración de fallecimiento
4.3. Efectos de índole personal: en particular, el matrimonio del declarado fallecido.
El vigente art. 85 del CC, establece que “el matrimonio se disuelve… por la muerte o la declaración de
fallecimiento de uno de los cónyuges y por el divorcio”. Una vez declarado el fallecimiento, el cónyuge presente
podrá volver a contraer matrimonio si lo desea.
4.4. La reaparición del declarado fallecido:
El reaparecido “recuperará sus bienes en el estado en que se encuentren y tendrá derecho al precio de los que
se hubieran vendido, o a los bienes que con este precio se hayan adquirido, pero no podrá reclamar de sus
sucesores rentas, frutos, ni productos obtenidos con los bienes de su sucesión, sino desde el día de su presencia
o de la declaración de no haber muerto”.
Dicha recuperación a favor del reaparecido no tiene carácter retroactivo, pues se parte de la base de que,
durante el periodo en que sus sucesores hayan sido titulares de los bienes, realmente deberían ser
considerados legítimos propietarios de los mismos.
En el ámbito personal, el reaparecido recuperará igualmente la posición que pudiera corresponderle en las
distintas relaciones jurídicas. Así, p.e., en las relaciones familiares es obvio que recuperará la patria potestad
respecto de sus hijos. Sin embargo, no podrá ser considerado cónyuge de su consorte, aunque éste le haya
guardado la ausencia y no haya vuelto a contraer matrimonio posterior alguno
Para reanudar la convivencia conyugal, habrían de celebrar nuevo matrimonio los antiguos cónyuges.
Página 64 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 13: La nacionalidad
1. LA NACIONALIDAD:
1.1. Significado y concepto: nacionalidad y apatridia.
El preámbulo de la Ley 18/1990, sobre reforma del CC en materia de nacionalidad, expresa que “las normas
que regulan la nacionalidad son, para cada Estado, de una importancia capital, pues delimitan el elemento
personal insustituible de aquél”.
Es frecuente definir la nacionalidad como la condición que tienen las personas que integran la comunidad
nacional española. El autor, personalmente considera preferible afirmar que la nacionalidad es la integración
de la persona en cualquier organización política de carácter estatal; de tal manera que la persona queda
sometida al ordenamiento jurídico de dicho Estado, mientras que éste queda obligado a reconocer y respetar
los derechos fundamentales y las libertades cívicas de aquélla.
Si las normas sobre nacionalidad determinan el elemento personal o elemento poblacional de cualquier
Estado, es evidente su innegable importancia desde el punto de vista del Derecho en general. De ahí que la
mayor parte de los ordenamientos jurídicos procuren regular con detalle la materia, presididos por las
siguientes ideas:
1ª.‐ Importancia de la nacionalidad estatal, por lo que los controles para su eventual adquisición de
forma sobrevenida parecen ser difíciles de superar y pretender la limitación del número de
nacionales.
2ª.‐ Generosidad de procedimientos de recuperación y mantenimiento de la nacionalidad de origen
y de supuestos de doble nacionalidad convencional que parecen perseguir la ampliación del
número de nacionales.
En realidad, lo que subyace en semejante tensión entre la reducción y la ampliación de los nacionales de un
Estado determinado es el amplio rechazo actual de las situaciones de apatridia, en las que se encontrarían
todas aquellas personas que no tienen nacionalidad alguna. Dicho rechazo internacional ha sido fruto de los
excesos de ciertos regímenes políticos durante la primera mitad del siglo XX (soviéticos, nazis, etc.) y se hizo
realidad normativa desde la firma de la Declaración Universal de Derechos Humanos:
1. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.
2. A nadie se le privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad.
Respecto de los apátridas considera el CC que les será de aplicación, como ley personal, la ley del lugar de su
residencia habitual, denominada técnicamente lex loci.
1.2. Regulación normativa:
La regulación de la nacionalidad se ha encontrado siempre ubicada en el Título I del Libro I del Código Civil “De
los españoles y de los extranjeros” que comprende los arts. 17‐28.
1.3. Adquisición originaria y derivativa: la naturalización.
Tradicionalmente se consideraba que la nacionalidad de origen era la atribuida desde el nacimiento a una
persona determinada, en virtud de los criterios político‐jurídicos utilizados por el legislador, que básicamente
son dos:
Página 66 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 13: La nacionalidad
1. La atribución de nacionalidad por la pertenencia del nacido a una determinada línea o estirpe familiar,
criterio normalmente identificado con la expresión latina ius sanguinis.
2. La atribución de nacionalidad por el lugar de nacimiento, normalmente conocido como ius soli.
La nacionalidad adquirida o atribuida con posterioridad al nacimiento se califica de nacionalidad derivativa o
derivada. La nacionalidad de origen correspondería de forma natural o subsiguiente al nacimiento; mientras
que la derivativa sería aquella adquirida de forma sobrevenida. Para referirse a la nacionalidad derivativa,
técnicamente, resulta preferible hablar de naturalización para identificar todos aquellos supuestos en los que
una persona adquiere o llega a ostentar una nacionalidad diversa a la que le corresponde por nacimiento. En
tal caso se habla de naturalizado/a, para distinguir a dichas personas de los nacionales de origen.
Hoy día, la claridad de líneas divisorias entre nacionales de origen y naturalizados ha quedado rota. Nuestra
vigente legislación permite adquirir la nacionalidad de origen de forma sobrevenida o con posterioridad al
nacimiento.
2. LA NACIONALIDAD DE ORIGEN:
2.1. Ius sanguinis o filiación:
El criterio fundamental de atribución de la nacionalidad española de origen viene representado por el
nacimiento de una persona cuyo padre o madre sean españoles.
En el caso de cónyuges de distinta nacionalidad, el nacido puede ostentar dos nacionalidades distintas en el
caso de que la legislación aplicable al cónyuge extranjero contenga una regla similar a la española.
La atribución de nacionalidad funciona con independencia del lugar de nacimiento.
2.2. Ius soli o nacimiento en España:
Los supuestos que originan la atribución de nacionalidad española de origen son:
1. El nacimiento en España del hijo de padres extranjeros si, al menos, uno de ellos hubiere nacido
también en nuestro territorio nacional
2. “los nacidos en España de padres extranjeros, si ambos carecieren de nacionalidad o si la legislación
de ninguno de ellos atribuye al hijo una nacionalidad”.
La finalidad del precepto es clara: evitar los supuestos de apatridia.
3. Los nacidos en España cuya filiación no resulte determinada: piénsese en el recién nacido
abandonado en el portal de una casa. Ante el desconocimiento de su línea familiar, el CC opta por
atribuirle la nacionalidad española de origen.
2.3. Adopción de menores extranjeros por españoles:
Se le otorga asimismo la nacionalidad española de origen al extranjero menor de 18 años adoptado por un
español.
3. LA NACIONALIDAD DERIVATIVA:
Aquellos procedimientos que permiten adquirir la nacionalidad española a personas que originariamente tenían
otra nacionalidad o carecían de nacionalidad alguna, como:
Página 67 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 13: La nacionalidad
3.1. La opción:
Permite facilitar dicha finalidad a aquellas personas que, no obstante encontrarse conectadas con España,
carecen de los requisitos necesarios para ostentar la nacionalidad española de origen.
Supuestos de adquisición de la nacionalidad española en virtud de opción:
1. La filiación o el nacimiento en España cuya determinación se produzca después de los 18 años de
edad del interesado.
2. La adopción del extranjero mayor de 18 años de edad.
3. Estar o haber estado el interesado sujeto a la patria potestad de un español.
4. Las personas que sean descendientes de padre o madre que hubiera sido originariamente español y
nacido en España.
En general, la declaración de optar por la nacionalidad española deberá ser realizada en el plazo de dos años, a
contar desde el momento en que se da el supuesto de hecho propio de la adquisición de la nacionalidad
española por opción.
Los plazos, una vez transcurridos, el eventual optante pierde todo derecho a utilizar dicha vía. Sin embargo,
apenas reviste gravedad, pues podrá naturalizarse mediante el plazo de residencia de un año.
3.2. La carta de naturaleza:
“la nacionalidad española se adquiere por carta de naturaleza, otorgada discrecionalmente mediante Real
Decreto, cuando en el interesado concurran circunstancias excepcionales”.
Puede identificarse como una forma especial y privilegiada de otorgamiento de la nacionalidad española por el
poder ejecutivo.
Tales singularidades consisten principalmente en las circunstancias excepcionales del interesado y en su
otorgamiento discrecional (es decir, no reglado).
La cuestión tiene escasa importancia desde el punto de vista práctico, pues esta forma de atribución de la
nacionalidad española es absolutamente inusual.
La pertinencia u oportunidad de este medio se ha puesto de manifiesto con ocasión de los atentados de
Madrid el día 11 de marzo de 2004. La circunstancia de que, entre los heridos y fallecidos, hubiese numerosos
ciudadanos de nacionalidad diferente a la española trajo consigo que el Gobierno aprobara el RD sobre
concesión de la nacionalidad española a las víctimas de los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004.
3.3. La naturalización por residencia:
Aunque la consideramos en tercer lugar, realmente la naturalización por residencia constituye el supuesto
normal de adquisición de la nacionalidad española por nacionales de otros Estados.
La residencia continuada y efectiva de cualquier extranjero en nuestro país, cuando se ve acompañada de la
solicitud de otorgamiento de la nacionalidad, se considera (o se presume) como una verdadera integración del
interesado en la comunidad nacional.
Página 68 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 13: La nacionalidad
El dato inicial a considerar es el periodo de residencia que habilita para solicitar la concesión de la nacionalidad
española. Plazos:
1. Residencia decenal: constituye la regla general.
2. Residencia quinquenal: refugiados.
3. Residencia bienal: nacionales de origen de países iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea
Ecuatorial, Portugal y sefardíes.
4. Residencia anual:
a) El que haya nacido en territorio español.
b) El que no haya ejercitado la facultad de optar.
c) El que haya estado sujeto legalmente a la tutela, guarda o acogimiento de un ciudadano o
institución españoles durante dos años consecutivos.
d) El que al tiempo de la solicitud llevare un año casado con español o española y no estuviere
separado legalmente o de hecho.
e) El viudo o viuda de español o española, si a la muerte del cónyuge no existiera separación
legal o de hecho.
f) El nacido fuera de España de padre o madre, o abuelo o abuela que originariamente
hubieran sido españoles.
La residencia legal, continuada e inmediatamente anterior a la petición, durante los periodos reseñados, no es
por sí sola causa de atribución de la nacionalidad española. La concesión podrá denegarla el Ministro de
Justicia “por motivos razonados de orden público o de interés nacional”. El interesado deberá justificar buena
conducta cívica y suficiente grado de integración en la sociedad española.
El peticionario que se vea perjudicado y crea reunir los requisitos legalmente fijados puede recurrir a la
jurisdicción contencioso‐administrativa.
3.4. Requisitos comunes a la adquisición derivativa:
1º.‐ Que el mayor de 14 años, y capaz de prestar una declaración por sí, jure o prometa fidelidad al Rey y
obediencia a la Constitución y a las Leyes.
2º.‐ Que la misma persona declare que renuncia a su anterior nacionalidad.
3º.‐ Que la adquisición se inscriba en el Registro Civil español.
Página 69 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 14: La vecindad civil y el domicilio
1. SIGNIFICADO DE LA VECINDAD CIVIL:
Al igual que la nacionalidad permite saber cuál es el ordenamiento estatal aplicable a las personas, la llamada
vecindad civil es un criterio de determinación de la legislación civil (común o foral) aplicable a los ciudadanos
españoles.
1.1. Vecindad civil, condición política y vecindad administrativa de los españoles:
Inicialmente pudiera pensarse que tal vecindad civil supone la atribución de un concreto status jurídico
conectado al hecho de residir, de ser vecino, de un determinado territorio o municipio, en el que la mayoría de
los ciudadanos se encuentran sometidos a cualquiera de los regímenes jurídico‐civiles existentes en España
(supongamos el navarro nacido en Olite, hijo y nieto de navarros, casado con navarra y residente en su ciudad natal desde
su nacimiento). Sin embargo, la cuestión es más complicada, pues como veremos, la vecindad civil no requiere
propiamente residencia, sino básicamente voluntariedad en la aplicación del sistema o subsistema civil de que
se trate (el navarro de nuestro ejemplo, siendo ya anciano, se traslada definitivamente a Badalona, por residir allí su
única hija, pero desea seguir siendo considerado navarro); y es independiente, de una parte, de la condición
política que supone la pertenencia a cualquiera de nuestras CCAA; y, de otra, de la vecindad administrativa
propiamente dicha o pertenencia a un determinado municipio.
La vecindad administrativa es objeto de regulación por parte de la legislación de régimen local, que exige a
“todo español o extranjero que viva en territorio español estar empadronado en el municipio en que resida
habitualmente”.
1.2. Regulación normativa de la vecindad civil:
Ley 11/1990, de 15 de octubre, sobre reforma del CC en aplicación del principio de no discriminación por razón
de sexo. Lo más destacable es la nueva redacción del art. 14.5: “el matrimonio no altera la vecindad civil”.
Autonomías regionales y derechos forales:
Las CCAA carecen de competencia alguna para regular la vecindad civil, estando reservada la regulación de tal
materia a la legislación estatal. Así lo ha establecido el TC, declarando inconstitucional el inciso del art. 2.1 de
la Compilación del Derecho Civil de Baleares, en el que se preveía que las normas civiles forales (y, en adelante,
las autonómicas) serían de aplicación “a quienes residen en él (territorio balear) sin necesidad de probar su
vecindad civil…”. Razona el Tribunal, que la Constitución “optó, inequívocamente, por un sistema estatal y, por
tanto, uniforme de Derecho Civil interregional y excluyó, en la misma medida, que pudieran las CCAA
establecer regímenes peculiares para la resolución de los conflictos de leyes”.
2. LA ATRIBUCIÓN DE LA VECINDAD CIVIL:
Respecto de los hijos, la atribución de vecindad requiere ante todo distinguir entre el caso en que los padres o
progenitores tengan la misma vecindad o, por el contrario, ésta sea distinta. En caso de igual vecindad, el criterio
del ius sanguinis deviene fundamental. Por el contrario, en caso de que la vecindad de los padres o progenitores no
sea coincidente, el criterio prioritario de atribución corresponderá al lugar de nacimiento y, subsidiariamente,
entrará en juego la vecindad común. No obstante, ninguno de ambos criterios de atribución tendrá virtualidad
alguna en el supuesto de que los padres atribuyan a los hijos la vecindad civil de cualquiera de ellos.
De otra parte, cualquier menor de edad que haya cumplido 14 años podrá optar por la vecindad civil del lugar de
nacimiento o por la última vecindad de cualquiera de sus padres.
Página 71 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 14: La vecindad civil y el domicilio
Finalmente, la residencia y el lugar de residencia también son tenidos en cuenta por el legislador a efectos de la
adquisición de una vecindad civil.
2.1. La atribución de la vecindad civil por LA COINCIDENCIA EN LOS PADRES O PROGENITORES: IUS SANGUINIS.
Art. 14.2 “tienen vecindad civil en territorio de derecho común, o en uno de los de derecho especial o foral, los
nacidos de padres que tengan tal vecindad”.
2.2. La atribución de la vecindad civil por LA DISTINTA VECINDAD DE PADRES O PROGENITORES:
2.2.1. La atribución de la vecindad civil por los padres:
Art. 14.3: “los padres, o el que de ellos ejerza o le haya sido atribuida la patria potestad, podrán
atribuir al hijo la vecindad civil de cualquiera de ellos en tanto no transcurran los 6 meses siguientes al
nacimiento o a la adopción”.
La contemplación del plazo señalado, pretende evitar que los padres jueguen con la vecindad civil del
hijo. El fondo de la cuestión consiste en la necesidad de que los padres actúen de comúnacuer5do,
pues de otra manera podrían originarse supuestos abusivos en la atribución de la vecindad civil al hijo
(básicamente, por el padre, al llevar a cabo la inscripción del hijo, mientras que la madre se encuentra en la
clínica o en la recuperación postparto). Por tanto, el Encargado del Registro Civil debiera exigir la
actuación conjunta y concorde de los padres en la atribución al hijo de la vecindad civil de cualquiera
de ellos, sea o no coincidente con la del lugar del nacimiento.
2.2.1. Los criterios legales de atribución de la vecindad civil:
Entre el lugar de nacimiento y la vecindad de derecho común, es claro que ésta resulta aplicable sólo
de forma subsidiaria en un doble sentido. En caso de que los padres hayan sido concordes en atribuir
la vecindad civil de cualquiera de ellos al hijo, el lugar de nacimiento resulta irrelevante; con mayor
razón, la vecindad civil de derecho común. En caso de que el lugar de nacimiento comporte la
atribución de una determinada vecindad (común o foral), la remisión a la vecindad común tampoco
tendrá eficacia alguna: “en caso de duda prevalecerá la vecindad civil que corresponda al lugar de
nacimiento”. Parece, pues, que realmente la entrada en juego de la eficacia subsidiaria de la regla de
imputación de la vecindad común sólo encontrará aplicación en los supuestos en el que el hijo haya
nacido en el extranjero.
3. ADQUISICIÓN DE LA VECINDAD CIVIL EN VIRTUD DE OPCIÓN:
3.1. La opción por matrimonio:
Como ya sabemos, uno de los criterios inspiradores de la Ley 11/1990 consiste en que “el matrimonio no altera
la vecindad civil”. Según ello, el matrimonio entre españoles de diferente vecindad civil puede verse
extraordinariamente complicado en cuestiones de régimen económico patrimonial y hereditarias.
En previsión de ello, el vigente art. 14.4 atribuye a cualquiera de los cónyuges la facultad de optar, en
cualquier momento de vigencia real del matrimonio, por la vecindad civil del otro, permitiendo así una relativa
unificación de las reglas civiles aplicables.
Página 72 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 14: La vecindad civil y el domicilio
3.2. La opción propia de los hijos:
El último párrafo del art. 14.3 permite a los hijos pronunciarse de forma personal acerca de la vecindad civil
que desean ostentar, pues pueden optar tanto por la vecindad civil correspondiente al lugar de nacimiento,
cuanto por la última vecindad de cualquiera de sus padres, siempre que hayan cumplido 14 años, estén o no
emancipados. Sólo que, en caso de no estar emancipados, habrán de actuar con la asistencia de su
representante legal.
El plazo de ejercicio de la opción comienza al cumplirse los 14 años y se extingue “un año después de su
emancipación”. Por tanto, en el caso de que ésta se produzca por alcanzar la mayoría de edad, el interesado
cuenta con 5 años naturales para llevar a cabo la opción. El plazo, en todo caso, debe ser considerado de
caducidad.
4. LA ADQUISICIÓN POR RESIDENCIA:
La Ley 11/1990, prevé que, a consecuencia de la residencia, habitual y continuada, en un territorio distinto al de la
vecindad civil anterior, cualquier español puede adquirir una nueva vecindad civil.
Textualmente establece: “la vecindad civil se adquiere:
1º.‐ Por residencia continuada durante 2 años, siempre que el interesado manifieste ser ésa su voluntad.
2º.‐ Por residencia continuada de 10 años, sin declaración en contrario durante ese plazo.
Ambas declaraciones se harán constar en el Registro civil y no necesitan ser reiteradas”.
5. EL DOMICILIO: CONCEPTO Y SIGNIFICADO.
El término domicilio tiene un acusado entronque con la vivienda de la persona, aunque por extensión puede estar
también referido a otras indicaciones del lugar de residencia habitual de la persona. Por otra parte, el domicilio en
cuanto lugar de residencia habitual de la persona tiene importancia no sólo para el Derecho civil, sino para los
restantes sectores del Derecho.
En nuestra Constitución el domicilio aparece expresamente recogido en el art. 18, que garantiza su inviolabilidad.
Evidentemente, en tal precepto el domicilio se identifica con la vivienda en la que (habitual o pasajeramente)
reside la persona, para garantizar que (salvo en caso de flagrante delito) nadie puede penetrar en ella, ni siquiera
los representantes de los poderes públicos, sin autorización judicial o consentimiento del propio interesado.
De otra parte, el art. 19 reconoce a los españoles el “derecho a elegir libremente su residencia y a circular por el
territorio nacional”.
Una STC considera igualmente exigible la autorización judicial para las entradas o registros en las habitaciones
hoteleras.
La disposición del CC sobre el particular establece que para el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las
obligaciones civiles, el domicilio de las personas naturales es el lugar de su residencia natural. Semejante enfoque,
hace que, la doctrina distinga entre domicilio real o voluntario y el domicilio legal.
Página 73 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 15: El registro civil
1. EL REGISTRO CIVIL: NOCIONES FUNDAMENTALES.
1.1. Introducción:
Las relaciones sociales requieren frecuentemente acreditar de forma segura e indiscutible las condiciones de
capacidad y el entorno familiar de la persona: la edad, el hecho de estar soltero o casado o de no haber sido
sometido a incapacitación, etc.
Los modernos Estados, adoradores de la estadística, han mostrado un enorme interés por contar con un
“fichero” de sus ciudadanos, de gran utilidad para las más diversas cuestiones.
Semejante fichero viene representado por el Registro Civil, un Registro que está destinado al efecto de que
consten en él “los actos concernientes al estado civil de las personas”. Conviene advertir que, en términos
coloquiales (y en impresos y formularios, incluso oficiales), la expresión estado civil se hace coincidir con el
hecho de estar casado o no (soltero, divorciado o viudo); sin embargo, en términos técnico‐jurídicos, la
significación del estado civil es mucho más amplia. Como sabemos, son estados civiles de la persona
cualesquiera cualidades o circunstancias estables de la misma que, de una forma u otra, afecten a su capacidad
de obrar.
El Registro Civil no sólo comprende circunstancias o situaciones integrables dentro del concepto de estado civil,
sino que extiende su competencia propia a otras que indiscutiblemente no son estados civiles. Aunque desde la
perspectiva contraria, no es susceptible de inscripción en el Registro Civil la mayoría de edad por una evidente
razón práctica: basta con proceder a realizar la correspondiente operación aritmética.
1.2. Datos inscribibles:
Constituyen objeto del Registro Civil los siguientes datos relativos a las personas:
1. El nacimiento
2. La filiación
3. El nombre y apellidos
4. La emancipación y habilitación de edad
5. Las modificaciones judiciales de la capacidad de las personas o que éstas han sido declaradas en
concurso, quiebra o suspensión de pagos (por mandato expreso de la LPPD deben constar también en el
RC el nombramiento del administrador del discapacitado)
6. Las declaraciones de ausencia o fallecimiento
7. La nacionalidad y vecindad
8. La patria potestad, tutela y demás representaciones que señala la Ley
9. El matrimonio
10. La defunción
Interesa destacar que, conforme a lo establecido en el art. 15 LRC, el RC no afecta sólo a los españoles
propiamente dichos, sino que en el Registro constarán los hechos inscribibles que afectan a los españoles y los
hechos acaecidos en territorio español, aunque afecten a extranjeros (p.e, nacimientos, matrimonio o
defunción de inmigrantes o residentes).
Asimismo, se inscribirán en todo caso los hechos ocurridos fuera de España cuando las correspondientes
inscripciones deban servir de base a inscripciones marginales exigidas por el Derecho español.
Página 75 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 15: El registro civil
1.3. El nombre:
El nombre es el dato identificador inicial y posiblemente principal de toda persona. Tras la aprobación de la Ley
del Registro Civil de 8 de junio de 1957 al dar nombre al nacido “no podrá consignarse más de un nombre
compuesto, ni más de dos simples”.
La Ley 40/1999, por la que se regulan los nombres y apellidos y el orden de los mismos, tiene especial
importancia en cuanto permite sustituir el nombre que obre inscrito en el RC en castellano por su equivalente
en cualquiera de las demás lenguas españolas.
1.4. Los apellidos:
Desde antiguo, el sistema español se ha caracterizado por atribuir o imponer a toda persona dos apellidos,
anteponiendo el primero de los paternos y después el de los maternos. De otra parte, el ordenamiento español
se ha caracterizado siempre por mantener los apellidos propios de la mujer, casárase o no. La costumbre
burguesa de algunos sectores sociales de atribuir a las casadas el apellido del marido jamás ha tenido
reconocimiento normativo alguno, tratándose sólo de un uso social privado de valor jurídico.
La Ley 40/1999 ha introducido una modificación de suma importancia, permitiendo que cuando la filiación se
encuentre determinada por ambas líneas “el padre y la madre de común acuerdo podrán decidir el orden de
transmisión de su respectivo primer apellido antes de la inscripción registral”.
Finalmente la LO 1/2004, relativa a la violencia de género, bajo la rúbrica de “cambio de apellido” ha añadido
un nuevo párrafo al art. 58 de la LRC:
“2. Cuando se den circunstancias excepcionales podrá accederse al cambio. En caso de que el solicitante
de la autorización del cambio de apellidos sea objeto de violencia de género y en cualquier otro supuesto
en que la urgencia de la situación así lo requiriera”.
2. LEGISLACIÓN REGULADORA:
La actual Ley del Registro Civil es de 8 de junio de 1957. Hasta la promulgación de la anterior, en 1870, no hubo
Registro Civil propiamente dicho, sino Registros parroquiales dependientes de la Iglesia Católica. Como el Estado no
puede depender de los libros parroquiales, necesitaba de un propio RC.
En la actualidad la Ley necesitaría ciertas reformas, pues sus disposiciones han resultado profundamente afectadas
por las leyes postconstitucionales de modificación del CC:
• RD 1917/1986, de modificación de determinados artículos del Reglamento del Registro Civil, ha
modificado la mayor parte del Reglamento pese a que la fecha oficial de éste siga siendo la de 14 de
noviembre de 1958.
• Ley 12/2005, por la que se modifica el art. 23 de la LRC: “los asientos se realizarán en lengua castellana o en
la lengua oficial propia de Comunidad Autónoma en que radique el Registro Civil, según la lengua en que esté
redactado el documento o en que se realice la manifestación”.
• Ley 13/2005 de 1 de julio, por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer
matrimonio, nueva redacción del art. 53: “las personas son designadas por su nombre y apellidos,
correspondientes a ambos progenitores, que la Ley ampara frente a todos”. Dada la admisión del matrimonio
entre personas del mismo sexo y la necesidad de erradicar el calificativo de paterno y materno respecto
de los apellidos.
• Ley 15/2005, de 8 de julio, en materia de separación y divorcio, modifica el art. 20 LRC.
Página 76 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 15: El registro civil
• Ley 3/2007, reguladora de la rectificación registral en la mención relativa al sexo de las personas,
modificaciones de varios artículos de la LRC.
3. ORGANIZACIÓN DEL REGISTRO CIVIL:
3.1. Las secciones del Registro Civil:
En España el RC se encuentra divido en cuatro secciones, denominadas respectivamente:
1ª.‐ Nacimientos y general.
2ª.‐ Matrimonios.
3ª.‐ Defunciones.
4ª.‐ Tutelas y representaciones legales.
1. La Sección 1ª (“De nacimientos y general”):
El objeto principal de las inscripciones que han de anotarse endicha Sección viene representada por el
nacimiento, que sin duda alguna constituye el asiento principal no sólo de la Sección del Registro
considerada, sino del RC considerado en su conjunto.
La inscripción del nacimiento representa el punto medular de todo el sistema registral, asumiendo el papel
de inscripción central que proporciona información sobre las restantes inscripciones de la persona. A
efectos prácticos, bastará en principio con saber dónde ha nacido una persona y con consultar su
inscripción de nacimiento, para poder rastrear el resto de los datos inscritos en los correspondientes
Registros (el del lugar en que contrajo matrimonio o donde murió).
La centralización desempeñada por la inscripción de nacimiento se consigue mediante la práctica de unas
notas de coordinación que, de oficio, deben llevar a cabo los Jueces encargados de los diversos Registros,
para que en el Registro de destino (el de nacimiento) se lleve a cabo la correspondiente nota marginal o de
referencia.
Mas, junto a la inscripción de nacimiento, en la Sección 1ª del RC han de anotarse también todos aquellos
hechos inscribibles para los que la legislación no establece especialmente que sean inscritos en otra
Sección:
‐ Modificaciones judiciales de capacidad
‐ Declaraciones de concurso, quiebra o suspensión de pagos (estos dos últimos derogados)
‐ Declaración legal de ausencia
‐ Declaración de fallecimiento
‐ Hechos relativos a la nacionalidad o vecindad
‐ Tutela y administración patrimonial de las personas con discapacidad
Igualmente, al margen de la inscripción de nacimiento se pondrá nota de referencia de las inscripciones de
matrimonio, tutela, representación y defunción del nacido.
2. La Sección 2ª (“De matrimonios”):
Tiene por objeto la inscripción del acto del matrimonio y de la fecha, hora y lugar en que se contrae. Como
anotaciones marginales la LRC considera las siguientes:
Página 77 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 15: El registro civil
a) Las sentencias y resoluciones sobre la validez, nulidad o separación del matrimonio y cuantos actos
pongan término a éste.
b) La existencia de pactos, resoluciones judiciales y demás hechos que modifiquen el régimen
económico de la sociedad conyugal.
3. La Sección 3ª (“De las defunciones”):
Tiene por objeto inscribir la muerte de la persona, con indicación de la fecha, hora y lugar en que acontece.
La inscripción del óbito se practica en virtud de declaración de quien tenga conocimiento de ella y,
particularmente, de los parientes del difunto o habitantes de su misma casa. Se inscribe exclusivamente el
hecho físico y real de la muerte y no así la declaración de fallecimiento.
4. La Sección 4ª (“De tutelas y representaciones legales”):
La representación legal por antonomasia es la ostentada por los padres respecto de los hijos menores que
se encuentran sometidos a la patria potestad. Sin embargo, ésta y sus modificaciones no quedan sujetas a
inscripción. Por tanto “las tutelas y representaciones legales” quedan circunscritas a la anotación de los
cargos tutelares y demás representaciones legales de personas naturales y sus modificaciones.
3.2. La organización territorial:
Institucionalmente considerado, el RC es único, en el sentido de que todos los distintos registros se consideran
integrados como un todo.
El RC depende del Ministerio de Justicia y dentro de dicho Ministerio todos los asuntos a él referentes están
encomendados a la Dirección General de los Registros y el Notariado.
Naturalmente no supone que exista un único RC en el sentido de oficina y organización administrativa del
mismo, sino que, por el contrario, está integrado por los Registros Municipales, los Registros Consulares y el
Registro Central.
1. Los Registros Municipales:
En todo municipio debe existir un Registro, en el que atendiendo al criterio territorial se inscribirán
aquellos hechos que en él acaezcan. Ahora bien, la existencia o no en el municipio de Jueces de primera
instancia, obliga a distinguir entre:
a) Registros principales, que serán aquellos Registros Municipales encomendados
directamente al Juez de primera instancia allí donde lo haya.
b) Registros subordinados o delegados, los existentes en aquellos municipios en que
únicamente exista Juez de paz, quien actuará con numerosas restricciones:
‐ carecen prácticamente de competencia en materia de expedientes.
‐ No existe la Sección 4ª.
‐ Las certificaciones deben llevar siempre la firma conjunta del Juez de paz y del
Secretario.
Página 78 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 15: El registro civil
2. Los Registros Consulares:
Para cada demarcación consular habrá un RC. La finalidad de tales Registros es que los residentes fuera
del territorio nacional puedan inscribir los datos y circunstancias. En años de emigración laboral, ha sido
enormemente frecuente la inscripción de españoles nacidos en el extranjero. Cualesquiera hechos que
afecten a las cualidades personales de los españoles residentes en el extranjero deben ser anotados o
inscritos, a efectos de que éstos posteriormente, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, den
cuenta al Ministerio de Justicia de tales hechos o circunstancias.
Por esta razón, una de las características principales de las inscripciones realizadas es que se extenderán
por duplicado, con el objeto de que uno de los ejemplares se remita al Registro Central, mientras que el
otro queda depositado en el propio protocolo del Registro Consular. Un RD ha suprimido la necesidad de
remitir los duplicados a través del Mº de Asuntos Exteriores, permitiendo la comunicación directa entre
los Registros Consulares y el Registro Central, admitiendo al mismo tiempo que los duplicados puedan ser
extendidos por medio de fotografía o procedimiento análogo.
3. El Registro Central:
Se encuentra a cargo de la propia Dirección General de los Registros y el Notariado del Mº de Justicia y,
por tanto, es un Registro único para todo el territorio nacional, estando radicado en Madrid en cuanto
oficina u organización administrativa.
Una de las funciones principales radica en concentrar o centralizar todas las inscripciones relativas a las
circunstancias personales de los españoles que hayan sido objeto de inscripción en los Registros
consulares. Además de dicha función, cumple el cometido de acoger todos aquellos hechos para cuya
inscripción no resulte competente ningún otro Registro, así como aquellos que no puedan inscribirse por
concurrir circunstancias excepcionales de guerra u otras (incendio, inundación, asalto, etc.) que impidan
el funcionamiento del Registro territorialmente competente.
Igualmente se llevarán en el Registro civil Central los libros formados con los duplicados de las
inscripciones consulares y de las inscripciones de nacimiento practicadas en los Registros Municipales del
domicilio.
4. LOS DIVERSOS ASIENTOS DEL REGISTRO:
La incorporación al Registro de cualesquiera datos o circunstancias se califica asiento, en el sentido coloquial de
apunte o anotación extendida por escrito. Así pues, el término asiento constituye el género de los distintos apuntes
que acceden al RC, debiéndose distinguir después entre las diversas especies de los mismos.
4.1. Inscripciones:
Las inscripciones propiamente dichas constituyen el tipo de asiento fundamental en nuestro sistema registral y
se caracterizan por ser asientos de naturaleza permanente y sustantiva (en el sentido de que no dependen de
ningún otro asiento, ni constituyen añadidos o datos complementarios del mismo) El RRC considera
inscripciones principales las de nacimiento, matrimonio, defunción y la primera de cada tutela o
representación legal. El carácter principal de tales inscripciones radica en que cada una de ellas “abre folio
registral”. Esto es, ocupan el espacio principal reservado en el modelo de folio registral reglamentariamente
aprobado, mientras que las restantes inscripciones se califican de marginales en atención a que ocupan el
Página 79 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 15: El registro civil
espacio correspondiente (el margen interior) del folio registral principal que, por cuanto sabemos ya, será
precisamente el de nacimiento.
Una inscripción, aunque se realice marginalmente, tendrá siempre los mismos efectos que las denominadas
principales: la fuerza probatoria privilegiada.
4.2. Anotaciones:
Las anotaciones registrales representan una serie de asientos caracterizadas por la nota de la provisionalidad y
de mucha menor importancia que las inscripciones tanto en la teoría cuanto en la práctica. Las anotaciones
tienen valor simplemente informativo y en ningún caso constituirán la prueba que proporciona la inscripción.
4.3. Notas marginales:
Consisten en asientos breves y concisos anotados en el margen de los folios registrales que cumplen una
función instrumental: relacionar las inscripciones entre sí, de forma tal que la consulta del Registro se vea
facilitada.
Dada su función, se las denomina también notas de referencia. Así, por ejemplo “al margen de la inscripción de
nacimiento, se pondrá nota de referencia a las de matrimonio, tutela, representación y defunción del nacido. En estas
inscripciones se hará constar, a su vez, referencia a la de nacimiento”. Incluso el lugar de enterramiento puede
hacerse constar por nota marginal cuando la inscripción de defunción se haya realizado previamente sin
indicarlo.
4.4. Indicaciones:
Otra novedad incorporada a la Ley vigente es la constancia en el RC de bienes del matrimonio (gananciales,
separación, comunidad absoluta, participación, etc.), a través de un asiento de carácter especial legalmente
denominado indicación.
4.5. Cancelaciones:
En técnica registral, cancelar significa privar de eficacia a una inscripción o cualquier otro asiento que con
anterioridad publicaba un hecho o circunstancia susceptible de registración. Por ende, las cancelaciones son
asientos de carácter negativo que conllevan la anulación de un asiento anterior por ineficacia del acto,
inexactitud del contenido u otra causa.
La cancelación puede constar marginalmente o abrir folio independiente (con la consiguiente nota de
referencia) y, por su parte, el asiento totalmente cancelado será cruzado (esto es, tachado) con tinta de
distinto color en el libro registral; mientras que, si se cancela parcialmente, se subrayará la parte cancelada
cerrándose entre paréntesis con llamada marginal al asiento cancelatorio.
5. LAS INSCRIPCIONES REGISTRALES, EN PARTICULAR:
Realmente los únicos asientos que gozan de un régimen jurídico destacable son las inscripciones, en cuanto tienen
valor probatorio especialmente cualificado.
Página 80 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 15: El registro civil
5.1. Inscripciones declarativas y constitutivas:
Comúnmente se afirma que las inscripciones registrales son declarativas porque su función propia consiste en
constatar públicamente hechos, actos o circunstancias de la persona que han acaecido, incluso con plenitud de
efectos, con independencia de la inscripción.
La mayor parte de las inscripciones del RC, aunque sean obligatorias tienen carácter declarativo, siendo
excepcionales las inscripciones constitutivas. En éstas, la inscripción en el RC se considera legalmente como un
requisito más del acto jurídico que conlleva una modificación de las circunstancias personales, de forma tal
que sin inscripción dicho acto no produce efectos.
Inscripciones de carácter constitutivo:
a) El cambio de nombre y apellidos, cuyo plazo de inscripción caduca a los 180 días de la notificación
de la autorización.
b) La adquisición derivativa de la nacionalidad española.
c) Las declaraciones de conservación, recuperación de nacionalidad y vecindad civil.
5.2. El valor probatorio de las inscripciones:
Según establece el art. 2 LRC: “el Registro Civil constituye la prueba de los hechos inscritos. Sólo en los casos de
falta de inscripción o en los que no fuere posible certificar del asiento, se admitirán otros medios de prueba…”.
De ahí que en los casos en que decae el monopolio probatorio del RC por falta de inscripción o por
impugnación de las inscripciones existentes, la LRC procure la inmediata restauración de la exactitud de los
hechos inscritos:
a) Para admitir otros medios de prueba en caso de falta de inscripción, será requisito indispensable
para su admisión, que, previa o simultáneamente, se haya instado la inscripción omitida o la
reconstitución del asiento.
b) No podrán impugnarse en juicio los hechos inscritos en el Registro sin que a la vez se inste la
rectificación del asiento correspondiente.
El fundamento de tales previsiones normativas radica en la presunción de exactitud de los hechos inscritos
(también denominada fe pública registral), en cuya virtud debe concluirse que los asientos registrales (y, por
tanto, las certificaciones de ellos) dan fe de las circunstancias fundamentales de la inscripción
correspondiente: existencia y eficacia del hecho inscrito, sujetos intervinientes y tiempo y lugar en que se
produjo.
Página 81 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 15: El registro civil
6. LA PUBLICIDAD FORMAL (La publicidad registral):
La expresión publicidad formal es un corolario del carácter público del RC y del hecho de que su contenido puede
ser conocido a través de formas especiales reguladas por la ley.
6.1. Los medios de publicidad: la gratuidad de las certificaciones.
El conocimiento de los asientos registrales puede adquirirse a través de los siguientes medios:
a) Consulta directa o exhibición al interesado de los propios libros registrales, de forma tal que aquél
llegue a tener conocimiento de los asientos registrales, pudiendo incluso tomar notas del contenido
de ellos. Tales notas carecen de valor probatorio alguno; circunstancia que, junto a la dificultad de
consulta directa generalizada (escaso espacio y personal; explican que realmente sea más
anecdótica que otra cosa).
b) Las notas simples informativas: de lo mismo que puede certificarse se dará, sin garantía, nota
simple informativa a quien la solicite. El giro “sin garantía” demuestra bien a las claras que las notas
simples informativas (expedidas por lo general en papel común con el sello del Registro
correspondiente) carecen de valor probatorio y explica que sean escasamente utilizadas en la
práctica.
c) Las certificaciones, por el contrario, son documentos públicos con pleno valor probatorio, tal y como
establecía la antigua LEC‐1881, el cual hablaba indistintamente de “las partidas o certificaciones de
nacimiento, de matrimonio y de defunción…”, manteniendo así un término (partida) que es el
normalmente utilizado para referirse a las certificaciones del RC.
Aunque antiguamente el peticionario de las certificaciones debía abonar el importe de las mismas,
diversas medidas legislativas han declarado la completa gratuidad de todas las actuaciones del RC,
con la sola excepción de los honorarios correspondientes a los informes periciales de los médicos
del RC.
La gratuidad de las certificaciones, unida a su particular valor probatorio como documentos
públicos, comporta su generalizada utilización en la práctica, siendo, por tanto, el medio habitual de
acreditación del contenido de los asientos.
Atendiendo al conjunto de datos que proporcionan, las certificaciones pueden ser:
• literales: las que comprenden íntegramente los asientos a que se refieren, con
indicación de las firmas.
• En extracto y ordinarias: las que contienen los datos de que especialmente hace fe la
inscripción correspondiente.
Hoy día las certificaciones suelen ser comúnmente literales, pues la autorización de fotocopias de
los libros registrales, hace que sea más fácil proporcionar el contenido íntegro del folio
correspondiente que entresacar del mismo algunos datos. Naturalmente, dichas fotocopias se
realizan en papel oficial y con una diligencia de compulsa autenticada con la firma del Secretario del
Juzgado.
Página 82 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 15: El registro civil
6.2. El carácter público del Registro:
El significado del carácter público del RC ha sido perfilado por la propia DGRN en Resolución referida
íntegramente a las certificaciones y no contiene referencia alguna a las simples notas informativas o al examen
directo de los libros registrales, que literalmente dice:
“El RC, como regla general, tiene carácter público presumiéndose que quien solicita una certificación tiene
interés en conocer los asientos y, por consiguiente, derecho a obtener la oportuna certificación. Sin embargo,
dicha regla general se ve mitigada por dos razones:
1. De una parte, porque las cuestiones relacionadas con la intimidad personal y familiar no deben ser
objeto de divulgación indiscriminada y son consideradas como casos de publicidad restringida. En
consecuencia, las certificaciones que contengan algunos de los datos reservados (filiación adoptiva,
filiación no matrimonial o desconocida, rectificación del sexo, causas de nulidad o separación
matrimonial, causas de divorcio, etc.) sólo pueden ser expedidas a favor de los propios inscritos o de
sus familiares cercanos o herederos.
2. En segundo lugar, para paliar los abusos que podría provocar la gratuidad de las certificaciones, se
considera que si el peticionario solicita más de una certificación referida al mismo asiento o
documento, el encargado adoptará las determinaciones oportunas a fin de evitar abusos.”
6.3. Referencia al Libro de familia:
El llamado Libro de familia es un instrumento más de publicidad de determinados datos relativos a las
personas cuyo conocimiento se encuentra bastante generalizado, pues es utilizado para un buen número de
actos administrativos. Materialmente, consiste en una libreta de cubiertas azules que, como regla, se entrega
a los cónyuges en el momento de ser inscrito el matrimonio (o cuando se lleva a cabo una adopción o el
reconocimiento de un hijo no matrimonial).
El objeto fundamental del Libro de familia consiste en anotar en el mismo los datos relativos al matrimonio,
nulidad y divorcio, hechos que afecten a la patria potestad y la defunción de los hijos ocurrida antes de la
emancipación. Los asientos del Libro de familia tienen valor de certificaciones y de ahí su importancia como
medio de prueba.
Página 83 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 16: Las personas jurídicas
1. INTRODUCCIÓN (Concepto):
La organización social de nuestros días presupone que existe una enorme y variopinta serie de entes u
organizaciones a los que reconoce autonomía y capacidad de autoorganización, al tiempo que se les atribuye
facultad de relacionarse con los demás miembros de la colectividad.
La actual realidad cotidiana acredita la existencia de una serie de organizaciones supraindividuales que ocupan
incluso un lugar preeminente en la sociedad, en el tráfico jurídico‐económico, respecto de las personas naturales o
seres humanos; por tanto, son igualmente consideradas como sujetos de derecho dentro de su esfera propia de
actuación. Si tales organizaciones no pudieran gozar de capacidad de obrar y de personalidad jurídica , dejarían de
ser tales (organizaciones) para convertirse en una suma de seres humanos.
Tales organizaciones, tendentes a un fin protegible por el Ordenamiento jurídico y dotadas de capacidad de obrar
en el tráfico, se denominan personas jurídicas.
2. EL FUNDAMENTO Y LA ADMISIBILIDAD DE LAS PERSONAS JURÍDICAS (Construcciones doctrinales sobre la noción
de Persona Jurídica):
La doctrina ha debatido ampliamente, sobre todo durante el s. XIX, el fundamento y la admisibilidad de las
personas jurídicas, girando básicamente entre la tesis de considerarlas una ficción del Derecho o realidades
preexistentes a las normas jurídicas que las reconocen y perfilan en sus derechos y obligaciones.
2.1. La persona jurídica como "persona ficta"
En la época medieval, el ensombrecimiento de la distinción entre el Dº público y el Dº privado y la aparición de
numerosos "entes intermedios" entre la persona y la estructura política, constituye un caldo de cultivo
adecuado para el desarrollo de la personalidad propia e independiente de aquellos entes.
Mediados del s. XIII: el Papa Inocencio IV impone en el Concilio de Lyon la después llamada "teoría de la
ficción" para evitar que las ciudades puedan ser objeto de una excomunión general y colectiva como había
defendido el Dº canónico. Por otro lado, las "causas pías" y las colectividades religiosas deben considerarse
también como "persona ficta".
A partir de ese momento, en cuanto "personae fictae", las agrupaciones o entidades que se consideran
dotadas de una cierto interés público, actúan en el tráfico como personas independientes de los miembros
que las forman, siempre y cuando cuenten con el debido reconocimiento o autorización del poder secular o
eclesiástico correspondiente.
Esta situación continúa hasta la consolidación de las Monarquías absolutas, cuando se replantea la tensión
entre el Estado y los individuos particulares. Pero para entonces ya ha calado en la sociedad civil la idea de
persona jurídica y, además, ha sido objeto de elaboración por los juristas bajo medievales y modernos.
De otra parte, aparecen ya en el s. XVI (en estado embrionario) las sociedades anónimas que conocen un
triunfo sin precedentes.
La limitación de la responsabilidad patrimonial pasa a ser una de las notas características de la persona jurídica
y el motor de arranque del triunfo de las sociedades anónimas que, en los s. XIX y XX, se convierten en el
parámetro general y en el espejo del desarrollo de todo el conjunto de las personas jurídicas.
Página 85 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 16: Las personas jurídicas
En el s. XIX, la construcción teórica de SAVIGNY refuerza la teoría de la ficción, calificando a las personas
jurídicas de "ficticias" y señalando las barreras entre los tipos básicos de personas jurídicas de interés básico
para el Derecho civil: las asociaciones y las fundaciones.
2.2. La concepción antropomórfica
Finales s. XIX: OTTO VON GIERKE publica una obra sobre la materia en la que propone el abandono de la teoría
de la ficción, demostrando que las personas jurídicas son una serie de organismos o entidades que realmente
tienen una innegable presencia social, una vida propia e independiente de los seres humanos que las
conforman. El Derecho pues, se limita a reconocer su existencia y a establecer el régimen jurídico que les es
aplicable, fijando su ámbito de actuación, pues deben ser consideradas también sujetos de derechos.
Esta propuesta supone una respuesta más perfilada a la naturaleza de las personas jurídicas. Desde su
formulación se ha enterrado doctrinalmente la teoría de la "persona ficta" aunque a veces nuestro T. S.
recurra a ésta en algunos fallos.
2.3. El reconocimiento de la personalidad y la doctrina del “levantamiento del velo”(crisis del mito de la persona
jurídica y vías de solución):
La doctrina más moderna (ya en el s. XX) se ha preocupado de manifestar que el problema de la persona
jurídica debe analizarse considerando las condiciones de admisibilidad de los distintos tipos de persona
jurídica reconocidos por el propio sistema jurídico. El sustrato antropomórfico es un punto de partida
imprescindible pero es igualmente necesario un acto de reconocimiento legislativo.
Incluso una vez creada la persona jurídica y reconocido su ámbito propio de autonomía, no puede dejar de
pensarse en la posibilidad de controlar la actuación concreta de las personas jurídicas.
Las sociedades anónimas constituyen finalmente el paradigma de la persona jurídica. Los abusos llevados a
cabo bajo el amparo del "hermetismo de la persona jurídica" han sido tantos que, los tribunales han debido
atender a la realidad subyacente en los casos más patentes de actuación fraudulenta.
El capitalismo salvaje y la idea de enriquecimiento rápido ha provocado traspasos millonarios de sociedades
matrices a sociedades filiales (o a la inversa), dejando a los acreedores con dos palmos de narices, pues la
limitación de la responsabilidad amparaba ese resultado. Para evitar ese desenlace se recurre a la idea
figurada de "levantar el velo" o de "desentenderse de la personalidad jurídica" y analizar el fondo de cuestión
para alcanzar soluciones justas.
La doctrina del "levantamiento del velo" supone un punto de llegada que, desde la práctica doctrinal
americana ha pasado a Europa. Nuestro T.S. ha considerado imponible la separación de personas y
patrimonios cuando ella se alega de mala fe. La doctrina jurisprudencial del "levantamiento del velo" concluye
que " si la estructura formal de la persona jurídica se utiliza con una finalidad fraudulenta y de forma
desajustada respecto a la que constituye la justificación de dicha figura, los Tribunales podrán descartarla con
la correlativa separación entre sus respectivos patrimonios".
Página 86 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 16: Las personas jurídicas
3. LAS PERSONAS JURÍDICAS EN EL CÓDIGO CIVIL:
Nuestro CC utiliza expresamente la denominación de “personas jurídicas”, en plural, como rúbrica del capítulo II del
Título II del Libro primero.
3.1. La estructura básica de asociaciones y fundaciones (clasificación de las personas jurídicas):
En nuestro sistema jurídico existen tres tipos de personas jurídicas:
1. Corporaciones
2. Asociaciones
3. Fundaciones
Asociación es un conjunto de personas unidas por la consecución de un fin; la fundación es un conjunto de
bienes (un patrimonio) adscrito a un fin.
3.2. Las corporaciones: las personas jurídicas públicas.
La agrupación de personas con un fin común puede encontrar origen o fundamento en actos de muy diversa
naturaleza:
a) En la libre iniciativa de sus propios componentes personales, quienes voluntariamente deciden dar
cuerpo a una determinada persona jurídica, que se identificaría con la asociación.
b) En el dictado de la Ley, en cuyo caso se daría cuerpo a las corporaciones, requeridas por la propia
estructura socio‐política del sistema social y que, por tanto, se incardinan dentro de las
Administraciones públicas (el propio Estado, las CCAA, la Provincia, el Municipio, las Universidades, los
colegios profesionales, las Federaciones Deportivas…)
El Código utiliza el término corporaciones para referirse a todas las personas jurídico‐públicas que deben su
nacimiento al propio impulso de la Administración pública y de los diferentes organismos políticos.
3.3. El interés público de asociaciones y fundaciones:
Lo dicho no significa que las asociaciones y las fundaciones dejen de ser personas jurídico‐privadas en sentido
genuino, sino sólo que los fines perseguidos por ellas han de ser de interés general. En principio, las
asociaciones y las fundaciones han de ser consideradas privadas, en el sentido de que, una vez permitidas
legalmente, la iniciativa de su creación o constitución corresponde, por principio, a los particulares.
3.4. Asociaciones y sociedades: el interés particular.
Una vez enunciado el requisito del interés público de las asociaciones, el art. 35 del CC, reconoce como
personas jurídicas a las asociaciones de interés particular, complicando de forma absoluta el panorama.
En realidad, tales asociaciones de interés particular constituyen un subtipo de la figura de la asociación
propiamente dicha: las sociedades, que tienen por objeto conseguir un lucro o ganancia repartible entre los
socios.
Sin embargo, ha de considerarse que dicho interés particular no es antagónico al denominado interés público
(generación de riqueza, creación de empleo, ampliación de mercados, etc.).
Página 87 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 16: Las personas jurídicas
4. RÉGIMEN BÁSICO DE LAS PERSONAS JURÍDICAS:
4.1. Personalidad y capacidad de obrar:
Las personas jurídicas regularmente constituidas adquieren capacidad jurídica y de obrar desde el mismo
momento de su constitución. El Código reenvía las reglas de adquisición de la personalidad jurídica de
corporaciones, asociaciones (entre las cuales se entienden incluidas las sociedades) y fundaciones a la
regulación concreta de cada una de ellas: Ley de Régimen Local, Leyes de creación de Universidades o Colegios
profesionales, Ley de Asociaciones, Leyes de sociedades anónimas y limitadas, legislación sobre fundaciones,
etc.
Art. 38 del CC: “las personas jurídicas pueden adquirir y poseer bienes de todas clases, así como contraer
obligaciones y ejercitar acciones civiles o criminales”.
4.2. Domicilio de las personas jurídicas:
“Cuando ni la ley que las haya creado o reconocido, ni los estatutos o las reglas de fundación fijaren el
domicilio de las personas jurídicas, se entenderá que lo tienen en el lugar en que se halle establecida su
representación legal, o donde ejerzan las principales funciones de su instituto”.
Según ello, el domicilio de las personas jurídicas será el establecido en su momento constitutivo y, en caso de
faltar éste, debería atenderse al lugar en que se encuentra fijada la representación legal de la persona jurídica
en cuestión o donde ejerzan sus funciones principales.
El art. 51 de la LEC establece que “salvo que la ley disponga otra cosa, las personas jurídicas serán
demandadas en el lugar donde la situación o relación jurídica a que se refiera el litigio haya nacido o deba
surtir efectos, siempre que en dicho lugar tengan establecimiento abierto al público o representante autorizado
para actuar en nombre de la entidad”.
4.3. Nacionalidad de las personas jurídicas:
El art. 9.11 del CC dispone que “la ley personal correspondiente a las personas jurídicas es la determinada por
su nacionalidad y regirá en todo lo relativo a capacidad, constitución, representación, funcionamiento,
transformación disolución y extinción”.
Ahora bien, ¿cómo se determina la nacionalidad?: el CC atribuye la nacionalidad española a las personas
jurídicas que, además de haber sido reconocidas por la ley, se encuentren domiciliadas en España. Esto es, el
domicilio resulta determinante en relación con la nacionalidad, pues en definitiva es el criterio de imputación
que verdaderamente conlleva la atribución de la nacionalidad española de las corporaciones, asociaciones o
fundaciones.
4.4. ¿Vecindad civil de las personas jurídicas?:
Existen en España diversas disposiciones autonómicas relativas a las fundaciones con rango de Ley, dictadas
unas por o para “Comunidades Autónomas forales” (Navarra, Cataluña, Galicia) y otra aplicable en las Islas
Canarias. En general, todas las CCAA se encuentran habilitadas para regular aspectos relativos a las
asociaciones en materias concretas sobre las que aquéllas tengan competencia exclusiva (p.e. asociaciones
estudiantiles, de consumidores, culturales, etc.).
Página 88 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 16: Las personas jurídicas
El sometimiento a las disposiciones autonómicas relativas a las personas jurídicas depende en definitiva de la
vecindad administrativa en cualquiera de las CCAA y no sólo en las “forales”.
Página 89 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 17: Las asociaciones y las fundaciones
1. LAS ASOCIACIONES Y DERECHO DE ASOCIACIÓN (La persona jurídica tipo asociación):
La asociación puede definirse como un conjunto de personas voluntariamente organizado con vistas a la
consecución de un fin de interés general y no lucrativo.
2. LEGISLACIÓN APLICABLE Y CLASES DE ASOCIACIONES:
2.1. La antinomia (contradicción entre 2 textos legales) entre la Ley 191/1964 y la Constitución:
El explícito reconocimiento constitucional del Dº de asociación (art. 22 CE) es hoy día uno de los contenidos
típicos de las Constituciones democráticas e incluso de los instrumentos jurídicos propios de los regímenes no
democráticos. La diferencia fundamental entre unas y otros vendrá dada por el posterior desarrollo o
limitación del principio asociativo, en el segundo caso en la evitación de toda agrupación de carácter político.
Ley de Asociaciones de 1964, vigente hasta el comienzo del siglo XXI, evidencia la precaución de
cercenamiento del principio asociativo en el ámbito jurídico‐político.
2.2. La pluralidad normativa en el momento constituyente:
Se ha producido en el Ordenamiento jurídico español un fenómeno sumamente llamativo: se mantiene la Ley
General de Asociaciones, para “parchear” los problemas políticos de primera línea.
Los años de la transición conocen una inusitada actividad legislativa en relación con las asociaciones. Se aborda
inicialmente la estructuración de las asociaciones políticas y de forma inmediata se comienzan los trabajos
preparatorios de la legislación de los sindicatos.
2.3. La situación normativa actual: los tipos particulares de asociaciones:
Publicada la Constitución, la falta del desarrollo del art. 22 y el formal mantenimiento de la Ley 191/1964, ha
seguido siendo notorio y demostrativo de que, durante cinco lustros, se ha optado en definitiva por considerar
que el derecho general de asociación no es óbice para puntuales especificaciones del mismo.
Andando el tiempo, la situación ha devenido absolutamente confusa desde el punto de vista normativo, pues
algunas de las disposiciones han sido objeto de reforma o desarrollo antes de transcurrir un decenio desde la
aprobación de la Constitución.
2.4. La LO 1/2002, reguladora del derecho de asociación:
Parece razonable destacar la aprobación, por fin, de la LO 1/2002, de 22 de marzo reguladora del derecho de
asociación, que implica que el régimen general del derecho de asociación sea compatible con las modalidades
especificas reguladas en leyes especiales, y en las normas que las desarrollan.
Vamos a optar por una exposición de carácter muy general, señalando los extremos fundamentales del
régimen jurídico de las asociaciones, en el entendido que nos estamos refiriendo a las asociaciones en general
y, por tanto, al régimen mínimo y común del que habla la Exposición de Motivos. Nos referiremos a ella como
LO o como Ley de Asociaciones.
Página 91 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 17: Las asociaciones y las fundaciones
El desarrollo reglamentario de esta ley orgánica se ha llevado a cabo por:
Real Decreto 1497/2003, de 28 de noviembre por el que se aprueba el Reglamento del Registro Nacional de
Asociaciones y de sus relaciones con los restantes registros de asociaciones autonómicos.
3. CONSTITUCIÓN DE LA ASOCIACIÓN:
3.1. La pluralidad de personas:
El presupuesto fundamental del nacimiento de la asociación viene representado por la unión o agrupación de
un número plural de personas, las cuales precisamente se asocian entre sí para conseguir alguna finalidad
que, por separado, sería imposible o inoportuna.
La constitución no precisa nada al respecto del número mínimo de asociados. Por tanto, bajo su vigencia,
según la opinión mayoritaria, habría de considerarse bastante la existencia de dos o más personas. No
obstante, la Ley orgánica 1/2002 establece que se necesitan como mínimo tres personas, físicas o jurídicas,
como socios iniciales o fundadores.
Resulta, pues, indiscutible que en la actualidad incluso las entidades públicas con carácter general son titulares
del derecho de asociación.
Quienes deseen constituir una asociación (o incorporarse a una ya existente) deben tener capacidad de obrar.
Conforme a ello, los menores de edad no podrían formar parte de asociación alguna, por carecer de tal
capacidad. Sin embargo, dicha conclusión es dudosa si pensamos en la cantidad de asociaciones deportivas,
culturales, etc., constituidas a propósito para la juventud y los estudiantes.
3.2. El acta fundacional:
Quienes deseen constituir una asociación, como primer paso, habrán de llevar a cabo un acto dirigido a
manifestar su voluntad de constituirla, al tiempo que habrán de redactar y aprobar uno estatutos que
constituyen las reglas internas de funcionamiento. La Ley de Asociaciones habla de acta constitutiva o acta
fundacional, que constituye el documento suscrito por los socios fundadores que deja constancia de la
voluntad común y concorde de los asistentes de constituir una asociación.
Puede tratarse de un documento público (acta notarial) cuanto privado (la mayoría) que contenga los
siguientes extremos:
1. Nombre, apellidos y circunstancias de las personas intervinientes.
2. Lugar y fecha de la reunión.
3. Acuerdo constitutivo con indicación del nombre, domicilio y fines de la misma
4. Aprobación de los estatutos.
5. Apoderamiento a favor de una/varias persona/s para llevar a cabo las gestiones de puesta en marcha
de la asociación.
3.3. Los Estatutos:
Los estatutos, en cuanto reglas de autorregulación de la asociación, han de comprender los extremos
requeridos por el funcionamiento de una organización (denominación, fines, domicilio, órganos directivos,
etc.). Tienen una gran importancia práctica, ya que sus normas suplen en la mayor parte de las ocasiones la
parquedad legal sobre la materia.
Página 92 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 17: Las asociaciones y las fundaciones
Tanto la ley derogada como la legislación actual establecen un contenido estatutario mínimo:
1. La denominación de la asociación, que no podrá ser idéntica a la de otras previamente registradas.
2. El domicilio así como el ámbito territorial en que haya de realizar principalmente sus actividades.
3. La duración, cuando la asociación no se constituya por tiempo indefinido.
4. Los fines perseguidos, que habrán de ser lícitos y determinados, así como las actividades previstas para su
consecución. Los fines y las actividades deben ser descritos de forma precisa. En relación con la licitud de los
fines, la CE se limita a declarar la ilegalidad de las asociaciones que persigan fines o utilicen medios tipificados
como delito, y a prohibir las asociaciones secretas y las de carácter paramilitar
5. Los requisitos y modalidades de admisión y baja, sanción y separación de los asociados y las clases de éstos.
Podrán incluir también las consecuencias del impago de las cuotas por parte de los asociados.
6. Los derechos y obligaciones de los asociados y de cada una de sus distintas modalidades.
7. Los criterios que garanticen el funcionamiento democrático de la asociación.
8. Los órganos directivos y representación, su composición, reglas y procedimientos para la elección y sustitución
de sus miembros, sus atribuciones, duración de los cargos, causas de cese, la forma de deliberar, y requisitos
para que los citados órganos queden válidamente constituidos.
9. El régimen de administración, contabilidad y documentación, y fecha de cierre del ejercicio asociativo.
10. El patrimonio inicial y los recursos económicos de los que se podrá hacer uso.
11. Causas de disolución y destino del patrimonio en tal supuesto, que no podrá desvirtuar el carácter no lucrativo
de la entidad.
3.4. La inscripción registral y la adquisición de la personalidad jurídica:
Actualmente, el párrafo 3 del artículo 22 de la constitución establece que “las asociaciones deberán inscribirse
en un Registro a los solos efectos de publicidad”
La CE potencia el dº de asociación y lo declara como dº fundamental de libre ejercicio, sin reconocimiento
administrativo alguno. Otra cosa, sin embargo, es otorgar personalidad jurídica a las asociaciones como
estructuras organizadas –cuando lo sean‐, para lo que se requiere la inscripción registral. Según ello “las
asociaciones registradas gozarían de personalidad jurídica; las no registradas serían asociaciones sin
personalidad”. Esto significa que hasta que una asociación no esté inscrita, no tendrá plena capacidad de
obrar.
El art. 5 de la L.O. 1/2002 establece que con el otorgamiento del acta fundacional adquirirá la asociación su
personalidad jurídica y la plena capacidad de obrar, si bien según su art. 10, “los promotores de asociaciones
no inscritas responderán, personalmente de las obligaciones contraídas con terceros”. Las asociaciones
inscritas responden de sus obligaciones con todos sus bienes presentes y futuros y los asociados no responden
personalmente de las deudas de la asociación.
4. LA CONDICIÓN DE SOCIO:
4.1. Voluntariedad e intransmisibilidad de la cualidad de socio:
Nadie puede ser obligado a pertenecer a una asociación (en contra de lo que ocurre respecto de las
corporaciones), ni a seguir ostentando la cualidad de socio previamente adquirida.
La condición de socio tiene carácter personalísimo y es esencialmente intransmisible, ya sea intervivos o
mortis causa. El socio carece de voluntad para subrogar en su posición a otra persona, aunque ésta reúna los
Página 93 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 17: Las asociaciones y las fundaciones
requisitos exigidos o las condiciones establecidas estatutariamente para pertenecer a la asociación,
imponiéndola al resto de los consocios.
Sin embargo, los estatutos pueden prever mecanismos de sustitución de socios u otorgar vías preferentes de
ingreso a favor de ciertas personas, mediante el correspondiente acuerdo social (previsto en los estatutos), no
por mera iniciativa o decisión.
4.2. Adquisición de la cualidad de socio:
La cualidad de socio puede adquirirse desde el propio momento constitutivo, por haber participado en la
generación del grupo social organizado (socios fundadores), o bien en cualquier momento posterior, por
adhesión o incorporación a la asociación ya existente (socios ordinarios).
Estos últimos deben solicitar la incorporación a la asociación cumpliendo los requisitos estatutariamente
fijados y dirigiéndose a los órganos directivos de la asociación. Normalmente, se requiere que los solicitantes
cuenten además con una “carta de presentación” de uno o varios socios, que acrediten la conveniencia de la
incorporación del solicitante.
Es frecuente que las asociaciones cuenten con patrocinadores, socios honorarios y honoríficos: se trata de
personas que, aun sin ostentar la cualidad de socio, proporcionan lustre y esplendor a la asociación o le
suministran apoyo y patrocinio.
4.3. Pérdida de la condición de socio:
La condición de socio se pierde cuando el interesado manifiesta su voluntad en tal sentido, pues “los asociados
tienen derecho a separarse voluntariamente de la asociación en cualquier tiempo”. Dicha libertad no puede
verse limitada en modo alguno en los estatutos, cuyas previsiones no pueden pasar de establecer un plazo de
preaviso para renunciar a la condición de socio.
Igualmente se extingue la condición de socio por la muerte o declaración de fallecimiento de este así como por
la pérdida de condiciones o circunstancias personales requeridas para pertenecer a la asociación (ser vecino,
por ejemplo). Los estatutos pueden establecer unas razones para causar baja en la asociación: impago de
cuotas, actuación desleal, etc.
4.4. Derechos y deberes de los socios:
Merecen especial atención los que pueden denominarse derechos “políticos” (asistencia a asambleas, voto,
etc.) que no pueden restringirse estatutariamente y corresponden en pie de igualdad a todos los socios, sin
que resulte admisible establecer diferencias entre ellos (entre socios fundadores y ordinarios, p.e.).
Los deberes consisten en contribuir económicamente, mediante la cuota, al sostenimiento de las actividades
asociativas y procurar la consecución de los fines de la asociación a través de la participación activa en las
actividades programadas por la Junta Directiva o el órgano de gobierno que cumpla sus veces.
5. ESQUEMA ORGANIZATIVO Y ÓRGANOS DIRECTIVOS:
1. Asamblea General: órgano supremo; ha de convocarse una vez al año para la aprobación de cuentas y
presupuestos, es el órgano competente para modificación de Estatutos, etc. Salvo que los Estatutos dispongan otra
cosa, el quórum de constitución en 1ª convocatoria es la mayoría de socios (presentes o representados) y en 2ª,
cualquiera que sea el núm. de asistentes a la sesión.
Página 94 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 17: Las asociaciones y las fundaciones
2. Junta Directiva: órgano de dirección y gestión de la asociación.
3. Presidente: representa a la asociación frente a terceros y preside tanto la Junta Directiva como la Asamblea
General.
La vigente Ley sólo habla de un “órgano de representación que gestione y represente los intereses de la asociación”,
de tal manera que, en adelante, dicho órgano lo mismo puede denominarse Junta Directiva que Consejo de
dirección, Comisión permanente o cualquier giro similar.
6. EL PATRIMONIO SOCIAL Y LA GESTIÓN ECONÓMICA:
6.1. Patrimonio social y capacidad patrimonial:
La LO 1/2002 habla directamente de “patrimonio inicial”. Esta última expresión sugiere claramente que para la
ley debe fijarse el patrimonio inicial de la asociación, que sería el formado por el conjunto de bienes y
derechos que los socios aportan a la asociación en el momento de su constitución.
Dicho patrimonio inicial puede verse posteriormente incrementado mediante las aportaciones o cuotas que
acuerden los socios, las donaciones, subvenciones, legados, herencias, etc., que pudiera recibir de terceros.
Hoy día las asociaciones tienen derecho a adquirir y poseer toda clase de bienes y derechos sin necesidad de
autorización administrativa alguna.
Pese a ello, conviene no olvidar que (en contra de cuanto ocurre en las fundaciones) para las asociaciones la
dotación patrimonial tiene un carácter puramente instrumental, y por tanto, suele ser de escasa entidad e
incluso prácticamente inexistente en ciertas ocasiones.
6.2. Disolución de la asociación y destino del patrimonio:
La nueva LO 1/2002, considera que el destino del patrimonio “no podrá desvirtuar el carácter no lucrativo de la
entidad”, al tiempo que se establece que “en todos los supuestos de disolución deberá darse al patrimonio el
destino previsto en los Estatutos”.
Así pues, aun siendo cierto que la idea de lucro es extraña al régimen jurídico de las asociaciones y que, por
consiguiente, la disolución de la asociación no debería tener como resultado el enriquecimiento de los
asociados, la interpretación generalmente aceptada parece que seguirá siendo prever que en caso de
disolución de la asociación el patrimonio restante podrá distribuirse entre los asociados.
7. LA SUSPENSIÓN DE LAS ACTIVIDADES DE LA ASOCIACIÓN:
Desde la Constitución, la suspensión de las actividades de la asociación sólo podrá llevarse a efecto mediante
resolución judicial motivada, excluyendo la anterior potestad de la Administración. El artículo comentado ha dejado
de tener vigencia por inconstitucionalidad sobrevenida. Por ello, la LO 1/2002 no hace referencia alguna a la
suspensión de las actividades de la asociación.
Página 95 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 17: Las asociaciones y las fundaciones
8. LA DISOLUCIÓN O EXTINCIÓN DE LA ASOCIACIÓN:
Únicamente podrán ser disueltas las asociaciones ilícitas que tipifica el art. 173 del Código Penal, que son las
siguientes:
1.‐ Las que tuvieren por objeto cometer algún delito o después de constituidas, promuevan su comisión.
2.‐ Las que aún teniendo por objeto un fin lícito, emplearen medios violentos para su consecución (bandas
armadas, organizaciones o grupos terroristas)
3.‐ Las organizaciones clandestinas o de carácter paramilitar.
4.‐ Las que promueven la discriminación racial o inciten a ella”.
Además de la disolución por ilicitud, la asociación se extingue por la voluntad de los socios, es decir, por el acuerdo
de disolución y por:
• expiración del plazo previsto a constituirla
• por realización del fin social
• por imposibilidad de acometerlo
9. LAS FUNDACIONES: NOCIONES INTRODUCTORIAS.
La fundación es la persona jurídica de sustrato patrimonial por excelencia: una vez constituida no importa en ella
tanto la persona del fundador cuanto el conjunto de bienes (o patrimonio) que este separa o individualiza para
atender a un fin determinado. Consiguientemente, puede caracterizarse la fundación como la personificación de
un patrimonio establemente adscrito a un fin de carácter general.
La absoluta inadecuación de la legislación histórica sobre las fundaciones a los tiempos contemporáneos y la
necesidad de aplicar parámetros fiscales relativamente ventajosos a las aportaciones y dotaciones realizadas sin fin
de lucro, han determinado finalmente la reforma legislativa en la materia.
La Ley 50/2002, de 26 de diciembre, de Fundaciones, sólo de fundaciones, es la actualmente vigente; pues la
materia propia de los incentivos fiscales fue objeto de publicación por la Ley 49/2002, de régimen fiscal de las
entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales del mecenazgo.
Ambas leyes, prevén la existencia de periodos transitorios de adaptación a la nueva reglamentación, que
desaconseja echar en el olvido la regulación preexistente. Por tanto, mantendremos en esta edición (2.007) las
referencias normativas a los textos legislativos que regulaban las fundaciones con anterioridad a la aprobación de
tales leyes.
El desarrollo reglamentario de la Ley 50/2002, en cuanto se refiere al Registro de Fundaciones, se ha llevado por el
RD 1337/2005.
10. TIPOS DE FUNDACIONES Y LEGISLACIÓN APLICABLE:
Hasta la publicación de la reiterada Ley 30/1994, nuestro Dº vigente reconocía tres tipos fundamentales de
fundaciones:
Página 96 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 17: Las asociaciones y las fundaciones
10.1. Las fundaciones benéficas:
Tradicionalmente denominadas de beneficencia particular, son las más antiguas y las de mayor raigambre
social.
El RD de 1899 las identificaba en cuanto fundaciones “permanentes dedicadas a la satisfacción gratuita de
necesidades intelectuales o físicas…”., y han generado un buen número de instituciones sanitarias o
asistenciales que cumplieron su cometido durante bastantes décadas (hospitales, manicomios, asilos,
casas cuna, etc.). Actualmente, la presencia social de éstas es bastante escasa ante la generalización del
sistema público de Seguridad Social.
10.2. Las fundaciones laborales:
Se encontraban reguladas por un Decreto de 1961. En él se estipulaban las aportaciones de ambos y las
normas sobre el gobierno y administración. Dichos pactos se celebraban con las formalidades establecidas
en los Convenios Colectivos Sindicales. Su número e importancia, en la práctica, eran escasos.
10.3. Las fundaciones culturales privadas:
Durante largo tiempo pudiera hablarse, sencillamente, de fundaciones benéfico‐docentes, hasta la
publicación del Decreto 2930/1972. Con la publicación de éste, se creó la categoría de las denominadas
fundaciones culturales privadas cuyo protectorado quedó encomendado al Ministerio de Educación.
Conforme a él las fundaciones culturales privadas se subdividían:
a) Fundaciones de financiación.
b) Fundaciones de servicio.
c) Fundaciones de promoción.
Dicha subdivisión era innecesaria y criticable, por ser puramente descriptiva, en cuanto el régimen
jurídico con el resto de fundaciones era idéntico.
10.4. Referencia a las fundaciones religiosas:
Conforme al RD 589/1984, sobre Fundaciones Religiosas de la Iglesia Católica, podrán también adquirir
personalidad jurídica civil mediante su inscripción en el Registro de Entidades Religiosas, dependiente en
este caso del Ministerio de Justicia.
10.5. La inexistencia de tipos fundacionales bajo la legislación contemporánea:
Las contemporáneas Leyes de Fundaciones abandonan la clasificación anterior, llevando a cabo una
regulación de carácter general aplicable a cualesquiera tipos de fundaciones. Cuestión bien diferente es
que, incluso en el futuro se pueda seguir hablando, descriptivamente, de fundaciones asistenciales,
docentes o laborales, atendiendo a sus fines concretos, en relación con el Protectorado. Para las restantes
cuestiones la ley tiene carácter unitario.
Desde otro punto de vista, la Ley 50/2002 mantiene el régimen propio de las fundaciones religiosas de la
Iglesia Católica, extendiéndolo a las diversas “Iglesias, Confesiones y Comunidades Religiosas”, de
conformidad con el principio de aconfesionalidad estatal.
Página 97 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 17: Las asociaciones y las fundaciones
11. LA CONSTITUCIÓN DE LA FUNDACIÓN:
11.1. La voluntad del fundador:
Por lo general la constitución o creación de una fundación puede llevarse a cabo tanto por personas físicas
como por personas jurídicas ya sea mediante acto Inter vivos o mortis causa (en testamento). La voluntad de
fundador (o fundadores) asume un extraordinario protagonismo, ya que la fundación no en absoluto una
“estructura abierta” dependiente de la voluntad de los administradores a la sazón, sino sólo y
exclusivamente dependiente de los designios del fundador. Los Estatutos de la fundación han de ser
interpretados y, en su caso, integrados conforme a la voluntad del fundador.
Ahora bien, la voluntad del fundador no debe entenderse protegible de forma ilimitada. Hay un mínimum
exigible al pretendido fundador que debe observarse:
a) La fundación ha de servir fines de interés general para la colectividad; debe estar presidida por la idea
de altruismo.
b) Pese a que los Estatutos fundacionales deben ser interpretados conforme a la voluntad del fundador,
éste, por sí mismo, no tiene facultad alguna para decidir la suerte de la fundación una vez constituida. La
pervivencia o extinción de la fundación dependerá de lo dispuesto en los Estatutos
11.2. La dotación patrimonial:
No basta la mera voluntad de fundador para que la fundación pueda entenderse constituida. La fundación es
un patrimonio adscrito a un fin y, por tanto, no nacerá al mundo del Derecho mientras no se la dote de los
bienes necesarios para atender a los fines previstos.
La Ley 50/2002, establece que “la dotación… ha de ser adecuada y suficiente para el cumplimiento de los
fines fundacionales”, presumiéndose “suficiente la dotación cuyo valor económico alcance los 30.000 euros”.
Lo dicho no obsta, a que la dotación patrimonial inicial se configure por el fundador como un mero paso
instrumental para conseguir una dotación ideal o una dotación óptima. Tampoco imposibilita futuras
aportaciones patrimoniales que deban agregarse a la dotación inicial.
11.3. Los fines de interés general: los beneficiarios.
El art. 34 de la CE reconoce precisamente el “derecho de fundación” en atención a los “fines de interés
general”, que las fundaciones deben desarrollar. Los fines fundacionales deben atender tanto a la actividad
de la fundación cuanto a los beneficiarios. Así, por ejemplo, la alfabetización o la curación del cáncer son
evidentemente fines de interés público; pero si sólo pueden ser beneficiarios de la fundación los parientes
de los patronos o de los fundadores, no cabe duda de que la generalidad del altruismo cabe ponerla en
duda.
Consecuencias:
1. Los fines fundacionales constituyen una de las menciones imprescindibles de los estatutos de
cualquier fundación que, en general, deben someterse al control de los poderes públicos.
2. Los futuros beneficiarios de las prestaciones de la fundación han de ser, necesariamente
indeterminados.
3. Los fines han de ser lícitos por principio y, en particular, legales.
Página 98 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 17: Las asociaciones y las fundaciones
11.4. La forma y la inscripción en el Registro:
Es tradicional afirmar que la constitución de las fundaciones no debe hacerse depender de que el acto
fundacional se haya instrumentado de una forma determinada y/o de que la fundación haya sido inscrita
en un Registro público.
La LF preceptúa: “las fundaciones tendrán personalidad jurídica desde la inscripción de la escritura pública
de su constitución en el correspondiente Registro de Fundaciones”, aclarando incluso que “sólo las
entidades inscritas en el Registro al que se refiere el apartado anterior podrán utilizar la denominación de
Fundación”.
12. EL GOBIERNO DE LA FUNDACIÓN: EL PATRONATO.
Una vez constituida, lo común es que la gestión y funcionamiento de la fundación queden encomendados a un
órgano colegiado, denominado Patronato (y sus miembros patronos). La LF se inclina decididamente por el
Patronato colegiado compuesto al menos por tres miembros.
Los patronos suelen identificarse personalmente al redactar los Estatutos, con vistas a constituir el primer
Patronato; para el futuro, sus componentes se señalan de forma indirecta (p.e. los tres hijos, nietos o posteriores
descendientes del fundador de mayor edad) o por indicaciones de cargos.
Los patronos son puros administradores de la fundación. Ésta queda sometida a la autorización previa o al control a
posteriori por parte de los poderes públicos a través del Protectorado.
13. LA ACTIVIDAD DE LA FUNDACIÓN:
13.1. El patrimonio fundacional y la aplicación de las rentas:
El desarrollo de las actividades propias de la fundación depende de sus fines, estatutariamente
establecidos y clasificados por el correspondiente Protectorado (culturales, asistenciales, benéficos, etc.).
La fundación debe actuar en el tráfico jurídico conservando su patrimonio y aplicando a la consecución de
los fines fundacionales única y exclusivamente las rentas o rendimientos de la dotación patrimonial, más
otros posibles ingresos (donaciones, subvenciones, herencias).
La Ley 50/2002 tiene como premisa que “el patrimonio de la fundación podrá estar constituido por toda
clase de bienes y derechos susceptibles de valoración económica”.
Cuestión diferente es que los patronos puedan actuar a su antojo en la admón. y disposición de los bienes
de la dotación patrimonial, pues cualesquiera actos de cierta entidad deben contar con la preceptiva
autorización del Protectorado correspondiente, para garantizar el mantenimiento del valor económico de
dicha dotación.
La Ley 50/2002 establece que deberá ser destinado a la realización de los fines fundacionales “al menos el
70% de las rentas u otros ingresos netos que obtenga la Fundación, previa deducción de impuestos, obtenga
la fundación debiéndose destinar el resto, deducidos los gastos de administración, a incrementar la dotación
patrimonial”.
Página 99 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 17: Las asociaciones y las fundaciones
13.2. Las actividades empresariales:
La reacción inicial de la doctrina especializada fue absolutamente contraria a la idea de que las fundaciones
pudieran desempeñar actividades empresariales. Incluso se ha llegado a afirmar que la estructura
fundacional es poco concorde con la idea de que éstas puedan ser accionistas mayoritarias de sociedades
mercantiles.
Sin embargo, en los últimos tiempos se defiende abiertamente esta posibilidad a fin de incrementar la
rentabilidad de la dotación y procurar el mejor cumplimiento del fin fundacional. Por lo que, con carácter
general, la admisibilidad del desempeño de actividades empresariales por parte de las fundaciones resulta
hoy indiscutible.
14. EL PROTECTORADO:
Junto al Patronato, las disposiciones legales prevén la existencia del Protectorado, término con el que se indica al
Es el Departamento administrativo que tiene encomendada la vigilancia y control del devenir de la fundación.
Hasta la publicación de la CE dicha función tuitiva correspondía al Estado. Manteniéndose en lo fundamental dicho
esquema en la actualidad, conviene advertir:
1. La mayoría de los Estatutos de Autonomía de las CCAA atribuyen a éstas competencia exclusiva sobre las
fundaciones que desarrollen principalmente sus funciones en la correspondiente Comunidad.
2. La Ley 30/1994 y la Ley 50/2002 se limitan a indicar que el Protectorado será ejercido por la
Administración General del Estado, en la forma que reglamentariamente se determine, respecto de las
fundaciones de competencia estatal.
3. El Reglamento de fundaciones reitera la anterior idea: “el Protectorado es ejercido por la Administración
General del Estado a través de los Departamentos ministeriales que posean atribuciones vinculadas con los
fines fundacionales”.
15. EXTINCIÓN DE LAS FUNDACIONES:
La vigente Ley de Fundaciones enumera las siguientes causas de extinción:
1. Cuando expire el plazo por el que fue constituida.
2. Cuando se hubiese realizado íntegramente el fin fundacional.
3. Cuando sea imposible la realización del fin fundacional, sin perjuicio de lo dispuesto en los arts 29 y 30.
4. Cuando así resulte de la fusión a que se refiere el artículo anterior.
5. Cuando se presente cualquier otra causa prevista en el acto constitutivo o en los Estatutos.
6. Cuando concurra cualquier otra causa establecida en las leyes.
Tales causas son más teóricas que otra cosa: la “puntilla” de las fundaciones suele venir representada por la
insuficiencia patrimonial la fundación para atender al fin previsto y, en tales casos, la fundación no se extingue
propiamente, sino que se origina la modificación o fusión de las fundaciones. Es decir, el patrimonio restante se
adscribe aun fin menos ambicioso que el inicialmente previsto; o se procede a acumular o agregar varios
patrimonios fundacionales para seguir cumpliendo la voluntad de los fundadores, pero adecuada a las nuevas
circunstancias temporales.
Página 100 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 17: Las asociaciones y las fundaciones
La modificación y/o fusión de las fundaciones requiere, además del correspondiente acuerdo del Patronato, la
autorización o control del Protectorado.
La vigente Ley 30/1994 excluye la posibilidad de dicha reversión a los herederos o familiares del fundador:
“tendrán que destinarse a entidades no lucrativas privadas que persigan fines de interés general y que tengan
afectados sus bienes, incluso para el supuesto de su disolución a la consecución de aquéllos…”
Página 101 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 18: Los bienes y las cosas
1. EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA:
1.1. Ideas generales:
Las relaciones jurídicas tienden por lo general a conseguir ahora una cosa determinada, ahora la prestación de
una conducta concreta por parte de cualquier persona. En tal sentido, resulta lógico hablar del objeto de la
relación jurídica, para poner de manifiesto que cuando los sujetos de Derecho se relacionan unos con otros el
fin por ellos perseguido (una cosa, una conducta concreta) puede identificarse con el elemento objetivo de la
relación entablada.
Dicho elemento objetivo consiste en alguno de los bienes objeto de tráfico económico que nos resultan
necesarios para la cotidiana subsistencia, de ahí que se insista en que el objeto de la relación jurídica viene
representado por las cosas, no sin ciertas precisiones:
1. Aunque ciertamente los bienes y las cosas ocupan un puesto relevante en el objeto de la relación
jurídica, es también frecuente que relaciones sociales sometidas al Derecho tengan por objeto
conductas humanas que en absoluto pueden cosificarse (ej: conocer el castellano, guardarse fidelidad
los cónyuges).
2. El estudio de las cosas sólo encuentra fundamento en consideraciones de orden sistemático y
didáctico.
3. La distinta naturaleza o características de las cosas es tenida en cuenta por los sujetos de Dº al
entablar las relaciones jurídicas. El propio Ordenamiento jurídico toma en consideración los rasgos
peculiares de ciertos grupos de cosas para dotarlos de un régimen jurídico distinto del
correspondiente a cualquier otro grupo de cosas diferentes.
ejemplo: supongamos que presto a un amigo un billete de 600 euros y, algún día después, una acuarela pintada por mí cuando era
niño (valor de mercado irrisorio). La relación jurídica entablada en ambos casos es la misma (un contrato de préstamo) y la obligación
de mi amigo consiste en devolverme lo prestado. Sin embargo, la diferencia radica en la identidad u originalidad del objeto prestado,
pues el billete es fácilmente sustituible (igual cantidad en monedas); mientras, que la acuarela es insustituible. Para el CC los objetos
prestados se diferencian en que el primer caso es un contrato mutuo y el segundo un contrato de comodato.
1.2. Cosas y bienes:
Las cosas, en principio, son objetos materiales; los bienes, por el contrario, serían cualesquiera componentes
del patrimonio de una persona evaluables económicamente, tanto si son cosas propiamente dichas, como si
son derechos sobre las cosas (derechos reales) o derechos que tienen por objeto la conducta ajena (derechos
de crédito). En rigor, el término “bien” sería el género, frente al papel de especie desempeñado por las cosas.
2. LA DISTINCIÓN ENTRE BIENES MUEBLES Y BIENES INMUEBLES:
De todas las clasificaciones de las cosas, la división entre bienes muebles e inmuebles es sin duda la más
importante, pues el régimen jurídico de unos y otros es muy diverso desde los viejos tiempos de los romanos hasta
la actualidad.
El CC dice en su art. 333 que “todas las cosas que son o pueden ser objeto de apropiación se consideran como
bienes muebles o inmuebles”. El jurista debe ante todo determinar la naturaleza mobiliaria o inmobiliaria de
cualquier bien para determinar inicialmente las normas jurídicas aplicables al caso.
Página 103 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 18: Los bienes y las cosas
La línea divisoria entre bienes inmuebles y bienes muebles la fija el CC realizando una extensa enumeración de
bienes inmuebles en el artículo 334, para señalar que los bienes no comprendidos en ella han de considerarse
bienes muebles (art. 335), así como “en general todos los que se pueden transportar de un punto a otro sin
menoscabo de la cosa inmueble a que estuvieren unidos”. De este modo se pueden distinguir entre bienes
inmuebles por naturaleza, por destino y por analogía:
2.1. Inmuebles por naturaleza y por incorporación: las partes integrantes.
El bien inmueble por antonomasia es la tierra, en cuanto elemento físico que sirve de soporte a la existencia
de los seres humanos y, por consiguiente todo lo que se encuentra unido de forma estable a ella, sea de forma
natural o de forma artificial (por incorporación), es considerado por el Código Civil como bien inmueble:
* Los edificios, caminos y construcciones.
* Los árboles y las plantas y los frutos pendientes.
* Las minas y las canteras.
* Las aguas ya sean vivas (ríos, etc.) o estancadas (lagos, etc.).
De otra parte, refiriéndose ya no sólo a la tierra, sino a cualquier otro bien inmueble, considera como tal “todo
lo que esté unido a un inmueble de manera fija…”
Esta última referencia hace que algunos autores prefieran subdistinguir entre inmuebles por naturaleza e
inmuebles por incorporación, pues evidentemente cualquier bien mueble unido establemente a un inmueble
(lavabo, grifo, chimenea empotrada, etc.) era, antes de su incorporación, un bien mueble “por naturaleza”.
El art. 334 requiere que la unión se lleve a cabo “de una manera fija”. La fijeza o perdurabilidad de la unión la
explica el CC en el propio precepto “… de suerte que no pueda separarse de él sin quebrantamiento de la
materia o deterioro del objeto”.
El hecho de que la incorporación provoque materialmente la consecuencia de que el bien mueble pase a ser
parte del inmueble ha traído consigo que la doctrina española contemporánea haya pretendido incorporar a
nuestro sistema jurídico el concepto de “parte integrante” (y también el de “pertenencia”).
Mas, según nuestro Código, el dato o la calificación de inmueble por incorporación no requiere atender a la
esencialidad o necesariedad de tales pretendidas partes integrantes. El art. 334 establece que tiene naturaleza
inmobiliaria “todo lo que esté unido a un inmueble…”, siendo posible, que lo incorporado sea esencial o
connatural a la cosa principal o, por el contrario, meramente accesorio o complementario.
2.2. Inmuebles por destino: las pertenencias.
Se trata de bienes muebles que, por un acto de especial destinación, se convierten o trasmutan en inmuebles:
1. Las estatuas u otros objetos ornamentales unidos de modo permanente al edificio (finca urbana) o la
heredad (finca rústica).
2. Las máquinas o utensilios destinados al servicio de una explotación asentada en un inmueble.
3. Los palomares, colmenas y cualesquiera criaderos de animales o peces unidos a la finca de modo
permanente.
4. Los abonos destinados al cultivo que estén en las tierras donde hayan de utilizarse.
5. Los diques y construcciones, incluso flotantes, que estén destinados a permanecer en un punto fijo de un
río, lago o costa.
Página 104 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 18: Los bienes y las cosas
Los autores que idolatran el BGB han tratado de importar el concepto de “pertenencias” para explicar
nuestro propio sistema. Se considera generalmente “pertenencias” las cosas muebles, pese a conservar su
propia corporeidad y siendo, por tanto, perfectamente distinguibles, se destinan al servicio duradero o
permanente de otra cosa principal; estableciéndose como requisitos básicos de la categoría normativa
alemana los siguientes:
1. Que exista una subordinación o un destino de una cosa (la accesoria) a otra (la principal), para que ésta
pueda cumplir su propia función económica.
2. Que la destinación de la cosa accesoria a la principal tenga carácter permanente, o al menos,
duradero.
Semejante esquema teórico es, desde luego, aplicable a lo que, son los inmuebles por destino, pero no
porque éstos sean pertenencias, sino sencillamente porque son conceptos clasificatorios o sistemáticos
paralelos, desarrollados en sistemas jurídicos distintos. Por tanto es innecesaria la importación y el desarrollo
de la categoría de las pertenencias.
2.3. Inmuebles por analogía:
Según el art. 334.10 del CC son bienes inmuebles las concesiones administrativas de obras públicas y las
servidumbres y demás derechos reales sobre bienes inmuebles. Atendiendo a su carácter incorporal, los
autores actuales dudan de que los derechos puedan ser calificados como bienes, mucho más distinguir entre
bienes inmuebles y bienes muebles, atendiendo a la naturaleza del bien sobre el que recae el derecho.
2.4. Bienes muebles:
Son todos aquellos bienes que no se encuentran relacionados en el artículo 334 y, de otra parte, todos los
bienes que se pueden transportar de un punto a otro sin menoscabo de la cosa inmueble a que estuvieren
unidos (335). El 334.3º define inmueble a todo lo que esté unido a un inmueble y de una manera fija (lo
diferencia del anterior), de suerte que no pueda separarse de él sin quebrantamiento de la materia o
deterioro del objeto.
¿A qué tipo de unión se refiere el Código?, ¿cómo se diferencian?. Cuando entre el mueble y el inmueble
exista una verdadera adherencia o inseparabilidad estaremos ante un “inmueble por incorporación”; en caso
contrario, se tratará de un bien mueble, por existir una unión meramente pasajera o accidental.
El CC considera también bienes muebles por analogía a determinados derechos entre los que se encuentran
“las rentas o pensiones, sean vitalicias o hereditarias”.
3. OTRAS CUALIDADES DE LAS COSAS:
En un buen número de relaciones jurídicas es interesante saber si una cosa puede ser sustituida por otra sin
detrimento de las expectativas de la persona que ,por el título que sea, ha de recibirlas.
Clasificaciones de las cosas:
3.1. Cosas consumibles e inconsumibles:
Han de considerarse consumibles “aquellos bienes de que no puede hacerse el uso adecuado a su naturaleza
sin que se consuman”.
Página 105 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 18: Los bienes y las cosas
Son cosas consumibles las que, utilizadas conforme a su destino, desaparecen de la esfera jurídica de la
persona que las usa, ya sea porque al hacerlo se agotan o destruyen (leña, gasolina, tinta…) o, sencillamente,
porque se pierde la disponibilidad de ellas, aunque materialmente sigan íntegras (los billetes que vamos
soltando cotidianamente).
Bienes inconsumibles, tal y como dice el Código, recurriendo a la técnica de la contraposición, serán los
demás.
La pervivencia en la esfera propia de la persona de los bienes inconsumibles supone que éstos pueden ser,
ellos mismos, entregados a otras personas en virtud de cualquier relación jurídica. Por el contrario, respecto
de los bienes consumibles, cuando hayan sido objeto de consunción efectiva (ya sea física o jurídica), sólo
cabrá la entrega de otro tanto de la misma especie y calidad, es decir, de una cantidad equivalente.
3.2. Bienes fungibles y bienes infungibles:
Se denominan cosas fungibles a aquellas que pueden sustituirse por otras en caso de ser necesario, dado
que son entre sí homogéneas o equivalentes y contempladas en atención a sus características o cualidades
genéricas (un libro, el dinero, un coche, cinco litros de aceite).
Los bienes infungibles son los que no tienen por qué darse en el resto de los bienes de la categoría
atendiendo a características propias de los mismos (un libro dedicado por su autor para alguien en concreto).
3.3. El dinero como bien fungible:
El dinero es un bien mueble al servicio de las personas. Su importancia no estriba en su consideración como
cosa, sino en ser medio general de cambio y de pago, así como una unidad de medida del valor atribuido a
las cosas en el mercado.
El dinero, como tal, es una cosa material, representada por papel moneda o por monedas fraccionadas, de
naturaleza absolutamente fungible, y por lo tanto sustituible en las relaciones jurídicas. En casos
excepcionales puede considerarse infungible, cuando por cualquier circunstancia, la numeración y otros
signos alcancen valor de coleccionista (o como prueba en un juicio).
3.4. Bienes divisibles e indivisibles:
La indivisibilidad plantea la confrontación entre ambos tipos de bienes como consecuencia de la utilidad o
función que, en caso de división de la cosa matriz, puedan proporcionar las partes resultantes. En el supuesto
de que éstas puedan desempeñar la misma función que la cosa matriz, es evidente el carácter divisible de
esta última (parcela de 2.000 mts. dividida en dos).
Por el contrario, cuando la división física de la cosa origina piezas o componentes (desmontaje de un
ordenador) que por sí mismas no desempeñen la misma función que anteriormente realizaba la cosa matriz,
habremos de calificarlas de cosa indivisible; aunque tales partes resultantes tengan utilidad (piezas de
recambio).
4. CLASES DE COSAS EN RELACIÓN A SUS PARTES O CON OTRAS COSAS:
4.1. Cosas simples y compuestas:
Página 106 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 18: Los bienes y las cosas
Cosas simples son aquellas que, una vez formadas (natural o artificialmente) traen consigo una unidad
inescindible, dada la imposibilidad de fragmentar los diversos elementos de la cosa sin provocar de forma
simultánea la destrucción de la propia cosa simple (una hoja de papel, un pan).
Las cosas compuestas se caracterizan por estar formadas por la adición de una serie de cosas simples cuya
unión persigue conseguir una determinada función, pero que son susceptibles de separación (automóvil).
Nuestro CC desconoce la división entre cosas simples y compuestas. En términos prácticos, las cuestiones
que pudieran resolverse en base a esta clasificación exigen recurrir a la distinción entre cosas divisibles e
indivisibles, que sí encuentra fundamento en nuestro sistema normativo. Por tanto, es necesario concluir que
la distinción ahora expuesta ES INTRASCENDENTE PARA EL DERECHO y que, en consecuencia, debe ser
abandonada.
4.2. Las universalidades de cosas:
En determinadas ocasiones, es útil considerar agrupadas un conjunto plural de cosas para facilitar su
consideración como objeto de derecho. Por ejemplo, cuando se vende una biblioteca o una colección
filatélica.
A tales conjuntos se les denomina universalidades, precisamente para evidenciar que funcionan en el tráfico
como un todo, que exige reglas distintas y propias de las que se aplicarían en el caso de considerar una a una
las distintas cosas que la integran.
5. LOS BIENES DE DOMINIO PÚBLICO:
Tradicionalmente, la supremacía de la propiedad privada (o de los particulares) no ha impedido la existencia de una
serie de bienes que, por su peculiar importancia y por estar destinados al uso común o a un servicio público, han
sido excluidos de la “mano privada”, quedando sometidos a un régimen especial, denominado dominio público.
Son bienes de dominio público:
1. Los destinados al uso público, como los caminos, canales, ríos, torrentes, puertos y puentes construidos por
el Estado, las riberas, playas, radas y otros análogos.
2. Los que pertenecen privadamente al Estado, sin ser de uso común, y están destinados a algún servicio público
o al fomento de la riqueza nacional, como las murallas, fortalezas y demás obras de defensa del territorio, y las
minas, mientras que no se otorgue su concesión.
Son bienes de uso público los caminos provinciales y los vecinales, las plazas, calles, fuentes y aguas públicas, los
paseos y las obras públicas de servicio general, costeadas por tales pueblos o provincias.
Las entidades púb. también pueden ser titulares de bienes que no estén sometidos al régimen especial del
dominio público: “son bienes de propiedad privada… los patrimoniales del Estado, de la Provincia, del Municipio
y de las CCAA”.
Página 107 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 18: Los bienes y las cosas
5.1. Bienes demaniales y bienes patrimoniales:
Los bienes y dºs que pertenecen a los entes públicos pueden serlo como:
1. Bienes de dominio público o demaniales.
2. Bienes de dominio privado o patrimoniales.
5.2. Criterios distintivos entre ambas categorías: las pretendidas notas características exclusivas de los bienes
demaniales.
Legal y doctrinalmente, la frontera entre ambos tipos de bienes se delimita en base a dos criterios
fundamentales:
1. La naturaleza de los bienes: excluiría del ámbito de la propiedad privada a una serie de bienes que no
son susceptibles de apropiación por los particulares.
2. La afectación o destino de los bienes a los intereses generales de la comunidad, ya sea por estar
especialmente afectos al uso público o al servicio público.
Es común resaltar la diferencia entre ambos tipos de bienes subrayando el régimen jurídico de los bienes de
dominio público y dejando en la sombra el régimen propio de los bienes patrimoniales.
Respecto de los primeros, la CE delega en la ley ordinaria su regulación, “inspirándose en los principios de
inalienabilidad, imprescriptibilidad e inembargabilidad”.
5.3. Identidad básica del régimen jurídico de los bienes demaniales y patrimoniales:
Pese a tal presentación del tema, lo cierto es que, salvo excepciones de no demasiada importancia, los bienes
patrimoniales tampoco pueden ser objeto de embargo.
Otras notas o características predicadas del dominio público están presentes en los bienes patrimoniales, por
ejemplo la recuperación de los bienes de oficio (potestad en virtud de la cual puede recuperar la posesión de
los bienes de que haya sido despojada, antes del transcurso de un año y un día, por sí misma).
6. LOS FRUTOS:
6.1. Concepto:
En términos jurídicos, fruto es todo rendimiento o producto que genera cualquier cosa, sin perder su propia
individualidad y sustancia. Puede hablarse de bienes (o cosas) fructíferos y no fructíferos, división que tiene un
valor fundamentalmente descriptivo, pues el problema radica en determinar a quien corresponden los frutos de
una cosa; Los frutos pertenecen al propietario de la cosa principal (o fructífera).
6.2. Clasificación de los frutos:
Art. 354 CC: “Pertenecen al propietario”:
1. Frutos naturales son las producciones espontáneas de la tierra, y las crías y demás productos de los
animales.
Página 108 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 18: Los bienes y las cosas
2. Frutos industriales son los que producen los predios de cualquiera especie a beneficio del cultivo o del
trabajo.
3. Frutos civiles, tienen tal carácter: El alquiler de los edificios, el precio del arrendamiento de tierras y el
importe de las rentas perpetuas, vitalicias u otras análogas. Son denominados o calificados así, para
resaltar que no son productos que se deriven directamente de la cosa, sino “como consecuencia de
haberla hecho objeto de una relación jurídica de la que nace el derecho a obtener el fruto”.
6.3. Características básicas de los frutos:
A. Los frutos son bienes que llegan a tener independencia y propia autonomía desde el momento en que son
separados de la cosa matriz (las frutas o los intereses de una cantidad depositada en el banco).
B. Sólo se entienden por frutos los beneficios o productos de una cosa que se generen conservando la cosa
matriz su propia sustancia y funcionalidad económica (el peral sigue siendo tal y la cantidad sigue íntegra).
C. Los frutos tienen evidentemente carácter accesorio respecto de la cosa fructífera, que en adelante puede
seguir produciendo otros frutos si el propietario de la misma lo considera conveniente y no desea, por
ejemplo, donarla o venderla (en cuyo caso, aunque obtenga un buen precio, no es técnicamente fruto).
D. Una cosa potencialmente fructífera producirá o no frutos según la voluntad y condiciones concretas de su
propietario o de quien tenga derecho sobre ella, así que no se puede exigir a los frutos carácter periódico
alguno.
Página 109 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 19: El patrimonio
1. LA NOCIÓN DE PATRIMONIO:
En general, en términos coloquiales y desde el punto económico, se entiende por patrimonio el conjunto de bienes
económicamente evaluables que pertenece a una determinada persona.
1.1. El patrimonio como pretendido conjunto de derechos:
Sin embargo, para la mayor parte de los juristas la expresión patrimonio no debe referirse a los bienes en sí
mismos consideradas, sino sólo a los derechos que sobre ellos recaen. En definitiva, el patrimonio habría de
identificarse con los derechos (y, en su caso, obligaciones) que siendo evaluables económicamente o
pecuniariamente apreciables pertenecen a una persona.
Los derechos patrimoniales requieren una significación económica concreta y sólo ellos pueden integrar el
patrimonio. La doctrina, en relación con la posición jurídica de la persona excluye de la noción de patrimonio a
los siguientes derechos de la persona: la capacidad jurídica y capacidad de obrar, de los derechos de la
personalidad, de la nacionalidad, de la vecindad civil, del domicilio, etc., en cuanto que son atributos de la
persona que carecen de entidad económica concreta.
1.2. La contemplación del patrimonio por nuestros textos normativos:
Semejante conclusión, casa bastante mal con nuestro sistema normativo, pues el CC considera a los derechos
como bienes, como una especie particular de bienes. Lo cierto es que la generalización del término patrimonio
es fruto de una abstracción motivada por el nacimiento en el Derecho contemporáneo de la responsabilidad
patrimonial universal, en cuya virtud las personas deben responder frente a los demás de sus deudas con
todos los bienes que tengan o que puedan tener en el futuro (art. 1.911 del CC).
Tras semejante concisión se ocultan datos de relevante importancia:
1. El establecimiento normativo de la responsabilidad patrimonial universal significa la expulsión
definitiva del sistema jurídico de la vieja prisión por deudas, en cuya virtud la persona podía
perder la libertad en caso de no afrontar sus deudas.
2. Significa asimismo restringir las facultades de cobro de los acreedores sólo a los bienes y no a los
atributos personales e incluso a los derechos subjetivos del deudor, que, por ser indisponibles e
inalienables, no pueden ser objeto de consideración por aquéllos, ni el ordenamiento permite su
embargo o privación al deudor.
Asimismo cuando se plantea la posibilidad de embargar, no se fija solo en los derechos, sino
fundamentalmente en los bienes propiamente dichos, por considerarles elementos patrimoniales con
sustantividad propia, con independencia de los derechos que sobre tales bienes pudiera tener la persona
embargada. Así se guardará en los embargos el orden siguiente:
1º.‐ Dinero si se encontrare
2º.‐ Efectos públicos y títulos valores que se coticen en Bolsa
3º.‐ Alhajas de oro, plata o pedrería
4º.‐ Créditos realizables en el acto
5º.‐ Frutos y rentas de toda especie
6º.‐ bienes muebles o semovientes
7º.‐ bienes inmuebles
Página 111 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 19: El patrimonio
8º.‐ Sueldos o pensiones
9º.‐ Créditos o derechos no realizables en el acto
10º.‐ Establecimientos mercantiles e industriales
2. LOS ELEMENTOS PATRIMONIALES:
2.1. Bienes y derechos:
A nuestro juicio, el concepto de patrimonio no debe restringirse al conjunto de derechos subjetivos de contenido
económico de las personas, sino que deben considerarse integrados también dentro del concepto los propios
bienes sobre los que recaen tales derechos (o, al menos, los bienes objeto de los derechos reales).
En los derechos de crédito (un crédito concreto debido a un préstamo), la valoración económica de ellos se
encuentra incorporada al propio derecho, en unidades monetarias concretas, que al ser unidades de valor
general, permiten que la utilidad patrimonial se deduzca del propio derecho.
Por el contrario, en el caso de los derechos reales, la cuestión debe ser contemplada de otro modo; tomemos la
propiedad como ejemplo. Si somos propietarios de una casa, el valor en sí no lo proporciona nuestro derecho de
propiedad sobre la misma, sino el precio (real o presumible) de mercado de ella, con lo cual, la referencia
patrimonial del tema ha de reconducirse necesariamente al propio valor del bien más que al del derecho. De ahí
que, la LEC no hable de embargar el derecho de propiedad, sino lo bienes muebles o inmuebles objeto de dicho
derecho; mientras que, en cambio, pueden ser objeto de embargo los créditos.
2.2. Las deudas:
Evidentemente, las deudas constituyen un factor de disminución del valor económico del conjunto patrimonial
que, restado de éste, daría el resultado correspondiente.
En términos teóricos, lo más razonable es defender que las deudas, aunque sea como mero elemento pasivo,
forman parte del patrimonio y que, por consiguiente, la determinación de éste requiere distinguir entre
patrimonio bruto y patrimonio neto, o lo que es lo mismo, entre activo y pasivo del conjunto patrimonial.
La cuestión planteada sólo tiene consecuencias prácticas: ¿qué debe ocurrir en el caso de que se transmita un
conjunto patrimonial a otra persona?, ¿se transmiten también las deudas). La regla general debe ser la respuesta
afirmativa.
Sin embargo, la posición que se adopte desde la perspectiva teórica será necesario contrastarla con las opciones
normativas que haya tomado el legislador. Así, en nuestro derecho:
1. El fenómeno de la herencia se contempla como transmisión mortis causa de un conjunto patrimonial, en el
que suceden los herederos tanto en los bienes y dºs como en las deudas y obligaciones que no tengan
carácter personalísimo.
2. En el caso de la donación de todos los bienes del donante, nuestro CC sienta la premisa de que las deudas
inherentes a tales bienes sólo se entenderán transmitidas al donatario si las deudas fueron contraídas antes
de la donación o si ésta se hizo en fraude de acreedores.
Página 112 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 19: El patrimonio
3. EL PATRIMONIO PERSONAL O GENERAL:
3.1. El patrimonio como emanación de la personalidad:
La consideración doctrinal del patrimonio arranca de dos grandes juristas franceses, AUBRY y RAU, quienes
sostienen que el patrimonio personal es el conjunto de bienes y dºs de cualquier persona por el mero hecho de
serlo sin requerirle atributo complementario alguno. La posición de Aubry y Rau, conocida actualmente como la
teoría clásica, personalista o subjetiva, parte de la base de que la idea de patrimonio se deduce directamente
de la personalidad, en cuanto es una emanación de la personalidad y la expresión del poder jurídico de que una
persona, en cuanto tal, es investida.
Aubry y Rau formulan una serie de proposiciones: únicamente las personas tienen patrimonio; toda persona
tiene un patrimonio y ninguna persona tiene más de un patrimonio. Mas estas conclusiones son desechables
cuando se contrastan con los datos normativos.
3.2. Las masas patrimoniales como conjuntos de bienes:
Otros autores posteriores han tratado de resaltar el aspecto objetivo o la consideración objetivista del
patrimonio, resaltando que éste no puede confundirse con la propia capacidad patrimonial de las personas, sino
que es necesario conectarlo con las masas de bienes que el Ordenamiento individualice por conectarlas con un
destino o finalidad concretos.
4. LOS DIVERSOS TIPOS DE PATRIMONIO:
Junto con el patrimonio personal propiamente dicho, la doctrina ha puesto de manifiesto la existencia de otros
conjuntos patrimoniales menores que se (separan o individualizan) del patrimonio personal en cuanto el Derecho
los dota de un régimen jurídico peculiar.
4.1. Patrimonios separados:
Además de la herencia aceptada a beneficio de inventario, serían los siguientes:
1.‐ EL PATRIMONIO CORRESPONDIENTE AL INCAPACITADO que a consecuencia de una sentencia queda
dividido en dos masas patrimoniales: Una Reservada a la gestión y administración del órgano tutelar
correspondiente. Y la otra masa patrimonial reservada al ámbito de actuación propia del incapacitado; y
también ocurre con el pródigo.
2.‐ EL PATRIMONIO PROTEGIDO DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD, regulado por la Ley 41/2003, de 18
de noviembre. En su exposición de motivos dice: Los bienes y derechos que forman este patrimonio, que no
tiene personalidad jurídica propia, se aíslan del resto del patrimonio personal de su titular‐beneficiario,
sometiéndolos a un régimen de administración y supervisión específico.
3.‐ LA MASA DEL CONCURSO Y DE LA QUIEBRA, que constituye el grueso del patrimonio personal del
concursado o del quebrado, que pasa a ser un patrimonio de liquidación gestionado por los designados, que
antes eran llamados síndicos del concurso y que tras la aprobación de la Ley 22/2003 son los
ADMINISTRADORES CONCURSADOS. Pero al concursado o quebrado le resta, en todo caso, un mínimo no
embargable, y la posibilidad de que se le señalen alimentos, un patrimonio menor, cuya gestión y
administración seguirán siendo de su exclusiva competencia.
Página 113 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 19: El patrimonio
4.2. Patrimonios de carácter interino:
En algunos casos, una masa patrimonial es objeto de independización ante la incertidumbre respecto de su
titular. Casos:
* Cuando determinados bienes y dºs pertenecen o son atribuidos al concebido pero no nacido.
* En los supuestos en que la declaración de ausencia legal respecto de una persona provoca el bloqueo de su
patrimonio hasta que se despeje la incógnita acerca de su existencia o se realice la declaración de
fallecimiento. El ausente puede tener otro patrimonio en el lugar en que se encuentra, éste sería su verdadero
“patrimonio personal”, pasando su anterior patrimonio a ser uno separado e interino.
4.3. Patrimonios de destino:
La fundación es un patrimonio adscrito a un fin de interés general. Una vez constituida la fundación, tal
patrimonio pertenece a la propia persona jurídica y pasa a ser patrimonio personal de la misma. Sin embargo,
con anterioridad a la constitución, la dotación patrimonial inter vivos ya ingresada en el banco o las previsiones
testamentarias de atribución de bienes para constituir la fundación, se entiende generalmente que constituyen
un concreto patrimonio de destino (que también está presidido por la idea de interinidad o provisionalidad).
La misma naturaleza debe atribuirse a los patrimonios de suscripción, procedentes de colectas o cuestaciones
públicas organizadas para conseguir fondos para cualquier finalidad. Con lo recaudado se forma un patrimonio
destinado a un fin, cuyos órganos de gestión y distribución son los organizadores. Los bienes que lo componen
no pertenecen a ellos en propiedad. No se explicaría el que cuando los fondos obtenidos fueren insuficientes, en
lugar de operarse la devolución a quienes los aportaron por lo que será el Gobernador civil de la provincia
quien “prudencialmente” establecerá el destino alternativo de los fondos recaudados.
4.4. Patrimonios colectivos:
Son las masas patrimoniales pertenecientes a dos o más personas (naturales o jurídicas) que, en cuanto
componentes de un determinado grupo carente de personalidad jurídica, tendrían acceso a tales bienes.
Los ejemplos de mayor interés son los de la sociedad de gananciales y la herencia indivisa con pluralidad de
herederos.
9 La denominada por el CC sociedad de gananciales, no es una verdadera sociedad, sino una de las
formas posibles de organización del régimen económico del matrimonio, que se caracteriza por la
necesidad de distinguir entre los patrimonios privativos de los cónyuges (bienes adquiridos por
los cónyuges con anterioridad al matrimonio o bien los adquiridos posteriormente a título
gratuito) y el patrimonio ganancial (los bienes obtenidos por los cónyuges, una vez casados
mediante su trabajo, profesión, oficio e industria, además de los frutos, rentas o intereses de los
propios bienes privativos de cada uno de los cónyuges). La masa ganancial se considera
patrimonio colectivo de ambos cónyuges.
9 La situación de comunidad hereditaria requiere que exista una pluralidad de herederos que
hayan aceptado la herencia, pero que, sin embargo, aún no han llevado a cabo la partición o
distribución de los bienes hereditarios entre ellos. Éstos tendrán una cuota ideal sobre el conjunto
de la masa de la herencia (un noveno, un tercio, la mitad), pero no podrán realizar acto de
disposición alguno sobre ellos, debiéndose limitar a administrarlos.
Página 114 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 20: La autonomía privada y el negocio jurídico. La representación
1. HECHOS Y ACTOS JURÍDICOS:
La relación jurídica puede nacer a consecuencia del acaecimiento de un simple hecho, en virtud de un acto humano o como
derivación de un acuerdo o pacto celebrado entre personas con capacidad suficiente para obligarse a prestar y observar una
determinada conducta.
No todos los hechos de la naturaleza son trascendentes para el Derecho. Sin embargo, son numerosos los hechos
que, acaecidos sin dependencia alguna de la voluntad de las personas, arrojan consecuencias jurídicas. Su mera
producción genera derechos u obligaciones hasta entonces inexistentes y, por tanto, puede afirmarse que,
atendiendo a sus consecuencias cabe hablar de hechos jurídicos. En tal sentido, los hechos jurídicos consisten en
eventos o acaecimientos que constituyen, modifican o extinguen una relación jurídica cualquiera.
Los denominados hechos jurídicos, no constituyen, en sí mismos considerados, una agrupación concreta de hechos diferentes
de los demás. Un mismo hecho o acaecimiento puede tener o no consecuencias jurídicas.
Naturalmente, sólo nos interesan los hechos productores de consecuencias jurídicas que, precisamente por ello, pueden
considerarse supuestos de hecho de la entrada en juego de una norma jurídica cualquiera, aunque se trate de un mero hecho
natural o físico realizado sin intervención de persona alguna.
El propio nacimiento o la misma muerte producirán consecuencias jurídicas, aunque en su realización no haya sido
determinante la voluntad del sujeto o de la persona en ellos implicado.
La diferencia entre un hecho natural y un hecho humano radica sólo en la existencia o no de protagonismo de una persona en
su acaecimiento, sin que sea requerida consciencia o voluntad de la persona.
En caso de que la voluntad humana sea la causa genética de una determinada forma de proceder por parte de
cualquiera, se deja de hablar de hecho, para pasarse a hablar de acto. Y cuando dichos actos tengan consecuencias
jurídicas, se recurre a la expresión acto jurídico. Serían actos jurídicos las conductas o actuaciones humanas,
realizadas de forma consciente y voluntaria, a las que el Ordenamiento jurídico atribuye cualquier tipo de efectos o
consecuencias.
Así pues, los actos jurídicos constituyen también el supuesto de hecho de la aplicación de las normas jurídicas
correspondientes, al igual que ocurre respecto de los hechos propiamente dichos.
2. EL PRINCIPIO DE LA AUTONOMÍA PRIVADA:
Las consecuencias jurídicas de cualquier hecho se encontrarían predeterminadas por el Derecho positivo, de tal
manera que, incluso en relación a los actos humanos conscientes y voluntarios, la libertad o el albedrío de la
persona quedaría limitada a la decisión de realizar o no el acto que representa el supuesto de hecho típico de la
norma jurídica aplicable.
Dos objeciones:
1ª.‐ La libertad de la persona no puede quedar constreñida hasta el extremo de limitarse a decidir si lleva a
cabo (o no) el supuesto de hecho contemplado en las normas jurídicas. Al menos en las relaciones entre
particulares, resulta necesario reconocer a las personas ámbitos de libertad superiores, que les permitan no
sólo decidir si realizan o no un determinado acto, sino también determinar las consecuencias del mismo,
conforme al propio designio del acuerdo o pacto conseguido por cualquier otra persona o conforme a la
propia decisión voluntaria del actuante.
Página 116 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 20: La autonomía privada y el negocio jurídico. La representación
2ª.‐ La omnicomprensividad del Ordenamiento jurídico no llega hasta el extremo de prever una solución
concreta para todo hecho o acto jurídico realmente acaecido, pues el propio sistema jurídico parte de la
base de que la libertad de actuación de los sujetos de derecho permite establecer reglas de conducta que,
si bien se encuentran amparadas por el Dº positivo, no se encuentran expresamente contempladas en él de
forma detallada.
Ante ello, se impone considerar que la titularidad de los derechos subjetivos reconocidos o atribuidos a las
personas no son un fin en sí mismos, sino un vehículo de satisfacción de los propios intereses de los
particulares. Por tanto, ha de reconocerse a las personas la capacidad de “negociar” con sus derechos y de
utilizarlos como les convenga conforme a la satisfacción de sus intereses.
Este poder de iniciativa atribuido a los particulares, en cuya virtud pueden establecer las reglas aplicables
para conseguir sus fines, existe y se identifica con el denominado principio de autonomía privada. Se habla
de ésta en cuanto la atribución a los particulares de la posibilidad de dictar reglas de conducta vinculantes
supone en definitiva un poder de autorregulación o de autogobierno en las relaciones jurídicas privadas.
El reconocimiento de la autonomía privada supone que las relaciones entre particulares se encuentran
sometidas no sólo a las normas jurídicas en sentido estricto (ley, costumbre y principios generales), sino
también a las reglas creadas por los propios particulares.
3. EL NEGOCIO JURÍDICO:
3.1. Introducción: la categoría conceptual del negocio jurídico.
Nuestro CC no utiliza la expresión negocio jurídico ni ha adoptado semejante concepto como parámetro de la
regulación que le es propia.
Sin embargo, todas las exposiciones generales de Derecho civil dedican amplias páginas a esta temática. La
razón de ello estriba en que la dogmática alemana se vio obligada a construir una teoría general aplicable a
todos los actos y contratos subsumibles en la idea de la autonomía privada. Esta circunstancia hizo que
finalmente el “negocio jurídico”, hasta entonces un mero concepto organizador o sistemático, fuera
consagrado legislativamente en el BGB de 1.900.
El modelo legislativo alemán ha sido seguido posteriormente por algunos, aunque pocos, Códigos Civiles. El
esquema doctrinal que en su día lo sustentó hace que la doctrina o teoría del negocio jurídico sea importada a
otros países, entre ellos Italia y España.
3.2. El debate sobre la utilidad del negocio jurídico:
La pertinencia o inoportunidad de mantener la teoría general del negocio jurídico, es una cuestión que debe
ser planteada de forma diferente bajo el régimen del BGB y del CC español, ya que en aquél el negocio jurídico
es un referente normativo de necesaria consideración, mientras que en nuestro Ordenamiento jurídico es, en
todo caso, una mera referencia sistemática para referirse al conjunto de actos jurídicos que encuentran su
fundamento en la autonomía privada. En todo caso se encuentra generalizadamente aceptado tanto por la
doctrina como por la jurisprudencia patria.
La jurisprudencia, acude con alguna frecuencia al uso del término en muchas sentencias, en la mayoría de los
casos su utilización es puramente gramatical, para evitar reiteraciones o frases redundantes).
Página 117 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 20: La autonomía privada y el negocio jurídico. La representación
La construcción conceptual del negocio jurídico en nuestro sistema normativo sólo es posible realizando una
generalización de las disposiciones normativas referentes a los diversos contratos, y sobre todo, al contrato en
general; ampliando posteriormente dicha generalización con la consideración de otras instituciones concretas,
como el matrimonio, la emancipación, la adopción, los testamentos, etc.
Calificar, por ejemplo, al testamento de negocio jurídico no añade ni quita nada al propio régimen jurídico del
mismo, pues en definitiva, más que de su denominación o de su conceptuación teórica, dicho régimen
dependerá en exclusiva de las normas legales existentes sobre el particular.
4. LOS ELEMENTOS DEL NEGOCIO JURÍDICO:
1. Elementos esenciales: serían aquellos que necesariamente deben integrar el negocio jurídico para que se
considere válido y eficaz. Tales elementos serían los siguientes: la voluntad o el consentimiento de crear un
determinado negocio; la causa, la forma y el objeto.
2. Elementos naturales: circunstancias, datos técnicos o características del negocio que la ley considera
integrados en el negocio, salvo que el sujeto o las partes los excluyan.
3. Elementos accidentales: representados por la condición, el término y el modo, en cuanto determinaciones de
carácter accesorio que, por propia y expresa voluntad de los sujetos, pueden formar parte del negocio
jurídico.
5. CLASIFICACIÓN DE LOS NEGOCIOS JURÍDICOS:
5.1. Negocios inter vivos y negocios mortis causa:
Son negocios mortis causa aquellos que tienen por objeto regular las relaciones jurídicas de una persona después
de su fallecimiento (el testamento). Son unilaterales y revocables mientras no se produzca el fallecimiento.
Por contraposición son negocios inter vivos los que regulan las relaciones jurídicas de una persona (o
normalmente, dos o varias), durante su vida (todos los contratos).
5.2.‐ Negocios personales y negocios patrimoniales
En los negocios patrimoniales se regulan los aspectos de contenido económico (contratos, testamento), en
cambio, se califican de negocios personales los referidos a las relaciones jurídicas de las personas cuyo objeto
fundamental radica en aspectos de naturaleza extramatrimonial (matrimonio, adquisición de nacionalidad).
5.3.‐ Negocios típicos y negocios atípicos
Los negocios típicos son aquellos que, al tiempo que gozan de un reconocimiento legal expreso, se incluyen en un
régimen normativo específico (adopción, contrato de compraventa).
Los negocios atípicos son los que, siendo lícitos y admisibles con carácter general, como derivación de la
autonomía privada, carecen de una regulación institucional, por no haber sido contemplados expresamente por el
legislador (uniones de hecho, contrato de garaje).
Página 118 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 20: La autonomía privada y el negocio jurídico. La representación
5.4.‐ Negocios causales y negocios abstractos:
Los abstractos producirían efectos por la mera voluntad de las partes y sin necesidad de tener en cuenta el
elemento causal. NO PARECEN ADMISIBLES EN NUESTRO SISTEMA JURÍDICO, por mucho que el BGB sí los permita
y regule.
5.5.‐ Negocios gratuitos y negocios onerosos
Se habla de un negocio gratuito (o lucrativo) cuando uno de los sujetos se enriquece o obtiene un beneficio a
consecuencia del negocio, sin asumir carga o contraprestación alguna (la donación). Para el Código Civil son
también gratuitos los contratos de mandato, préstamo y depósito.
En los negocios onerosos la prestación de una parte encuentra su razón de ser en la contraprestación de la otra:
arriendo para que el arrendatario me pague mensualmente, y él me paga para tener una vivienda. El calificativo
oneroso significa carga, por lo que expresa claramente que se trata de conseguir algo mediante la transferencia a
la otra parte de un valor equivalente.
5.6.‐Negocios bilaterales y negocios unilaterales
Se califican como bilaterales aquellos contratos que generan obligaciones para ambas partes, de forma recíproca
y correspondiente (el comprador debe pagar el precio mientras que el vendedor queda obligado a entregar el
bien objeto de la venta).
Serían contratos unilaterales los que generan obligaciones para una sola de las partes contratantes. Por ejemplo,
cuando presto a un amigo € 100 es evidente que solo él queda obligado por mor del contrato de préstamo.
5.7.‐ Negocios solemnes y negocios no solemnes
Esta división se establece atendiendo a si la declaración de voluntad en que asienta el negocio debe
instrumentarse ajustándose a una determinada forma (o no), es decir solemnes o formales, serían aquellos en
que se impone una formalidad determinada, sin la cual el negocio no producirá efectos, por ejemplo la Escritura
pública, declaración ante el Encargado del Registro civil, etc.
6. LA REPRESENTACIÓN: IDEAS GENERALES.
Por lo general, las personas se desenvuelven en el tráfico jurídico por si mismas, realizando aquellos actos o
negocios que estiman de su interés de forma directa y personal. Sin embargo, resulta frecuente que la actuación
personal sea imposible o desaconsejable (lejanía, gran pérdida de tiempo, razones de salud, ausencia, etc.) y sea
necesario buscar una tercera persona que despliegue la actividad de que se trate en lugar del directamente
interesado, sustituyéndolo.
De otra parte, el hecho de que toda persona, incapaces incluidos, sea o pueda ser titular de derechos y obligaciones
hace necesario que la ley atiende a la gestión de tales derechos y obligaciones imponiendo a ciertas personas el
desempeño de los mismos en nombre del incapaz.
Página 119 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 20: La autonomía privada y el negocio jurídico. La representación
6.1. La representación voluntaria o convencional y la representación legal.
Conforme a lo dicho, el fenómeno representativo, consistente en actuar en el tráfico jurídico una persona por
otra, puede encontrar su origen en:
a) La decisión del interesado; quien, mediante un acto de autonomía privada, confiere a otro autorización
para actuar en su esfera personal. Se habla de representación voluntaria o convencional, ya que el
interesado, si quisiera, podría actuar por sí mismo y cuidar de sus propios intereses.
b) En la propia ley, que, en protección de los incapaces, hace que sus intereses sean ejecutados por una
persona capaz a la que la ley faculta y obliga a desempeñar tal cargo. Se denomina representación legal
al fenómeno sustitutorio en virtud del cual, por mandato de una ley, una persona tiene encomendada la
gestión de los intereses de un incapaz o de una persona que, sin llegar a ser técnicamente tal, no puede
(el ausente, el nasciturus) o no debe (el concursado o quebrado) desplegar la actividad que requeriría la
marcha de sus asuntos.
6.2. La actuación en nombre ajeno o contemplatio domini: la representación directa.
Diferenciadas en su origen y significado, la representación voluntaria y la representación legal constituyen dos
caras de una misma moneda, cuya funcionalidad es la misma en ambos casos: una persona (representante),
especialmente facultada convencional o legalmente para ello, actúa en nombre y por cuenta de otro
(representado), de forma tal que el resultado de su gestión o actuación incide y recae directamente en la
esfera jurídico‐personal del representado.
Tanto el representante legal cuanto el voluntario han de actuar “en nombre del representado”, de forma tal
que los terceros sepan desde el primer momento que su intervención formal no conlleva, sin embargo, que
queden vinculados personalmente con el representante, sino que éste se limita a actuar por otra persona: el
representado.
La utilización del nombre ajeno (el del representado) o mejor, la “actuación en nombre ajeno”, es, pues, el
dato inicial característico de la representación (se obliga a levantar un edificio a la Constructora S.A., aunque firme el
correspondiente contrato D. Antonio Martín en cuanto gerente de la misma. En caso de discusión sobre la calidad de los
materiales del edificio, no se podrá reclamar indemnización alguna a D. Antonio Martín, como persona física o natural,
sino a Constructora S.A.).
A consecuencia de esta directa y automática vinculación entre representado y tercero, en el caso de
representación de origen voluntario, se denomina a este tipo de fenómeno sustitutorio representación
directa.
6.3. La representación de carácter indirecto:
Todos aquellos supuestos en que el representante actúa en nombre propio, aunque lo haga por cuenta ajena y
en interés del representado. En tales casos, se habla de representación indirecta, pues aunque en el fondo el
representante actúe siguiendo las instrucciones del representado, externamente o frente a terceros, se
presenta como parte directamente interesada, realizando los actos o cerrando las negociaciones en su propio
nombre.
Página 120 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 20: La autonomía privada y el negocio jurídico. La representación
6.4. Otros supuestos de interposición gestoría:
Son numerosos los supuestos en que una persona sustituye o auxilia a otra en actividades de la más variada
índole, mas sin atribuirse legitimación representativa alguna, sino sencillamente colaborando o contribuyendo
materialmente a la consecución de tales actividades, sin llegar a sustituir realmente la capacidad decisoria del
interesado (una secretaria o una intérprete, el niño a quien se envía a pagar lo adecuado en el supermercado),
no pueden ser considerados representantes, sino “otra cosa”.
Categorías gestorías:
1. La actuación gestoria puramente auxiliar: terceras personas intervienen en cualquier acto o negocio
jurídico sin capacidad decisoria alguna, sino desempeñando un papel puramente material, asesorando o
auxiliando al interesado: abogado, intérprete, agente de la propiedad inmobiliaria, etc.
2. El nuncio, emisario o mensajero: persona que, actuando por otra, lleva a cabo un acto jurídico
cualquiera, pero de carácter material y sin posibilidad de modificar su alcance. Al nuncio o emisario no se le
requiere capacidad de obrar o capacidad contractual alguna (pagar una deuda, recibir un pago, recoger la
compra ya realizada…).
7. LA REPRESENTACIÓN DIRECTA Y SUS PRESUPUESTOS:
7.1. Concepto y requisitos:
Identificada la representación directa con la “verdadera representación”, los presupuestos básicos de la figura
radican en la coexistencia de tres datos básicos:
1. La actuación en nombre ajeno: consiste semejante requisito en la necesidad de que el representante se
presente ante los terceros como persona que actúa en nombre de otra (p.e. el representante acredita su
condición de tal mediante la exhibición de un poder notarial).
2. La actuación por cuenta ajena: requisito en cuya virtud la actuación del representante debe
encontrarse presidida por la idea de defender los intereses y las expectativas negociales del
representado. Tal requisito no sólo está presente en la representación directa, sino también en los
demás supuestos de representación.
3. Existencia de apoderamiento: semejante presupuesto es igualmente aplicable a todas las categorías de
actuación representativa.
7.2. Ámbito de la representación: la exclusión de la esfera personalísima.
La generalización de la dogmática alemana y el hecho de que el BGB adscriba la temática de la representación
a “la emisión de declaraciones de voluntad” ha traído consigo que la mayor parte de la doctrina considere que
la actuación representativa tiene su ámbito natural y propio exclusivamente en relación con los negocios
jurídicos.
En nuestro Código, el art. 439 establece que la adquisición de la posesión (acto de carácter material) puede
realizarse “por la misma persona que va a disfrutarla, por su representante legal, por su mandatario…”. La
doctrina española, de forma mayoritaria, niega que en el citado artículo puedan verse indicios de verdadera
representación”.
Página 121 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 20: La autonomía privada y el negocio jurídico. La representación
Sin embargo, el CC leído a través del BGB parece compatible. El parecer de F. DE CASTRO, sí parece asumible:
“…el ámbito de la representación es muy amplio en Derecho español; comprende todo el campo de la
autonomía de la voluntad, entendida ésta en su sentido más general; es decir, comprendiendo la celebración
de negocios jurídicos, realización de actos jurídicos no negociales, ejercicio de derechos y facultades; siempre
que no tengan carácter de personalísimos”.
8. EL PODER O LA LEGITIMACIÓN DEL REPRESENTANTE:
8.1. El apoderamiento: poder y mandato.
Para que una persona pueda presentarse legítimamente ante la comunidad como representante de otra, es
evidente que ha de estar facultada, legal o convencionalmente, para ello. En pocas palabras, el representante ha
de tener un “poder” para actuar en cuanto tal.
El “apoderamiento” al representante constituye el punto de partida de su actuación en nombre ajeno (o del
representado) y delimita y concreta sus facultades. El acto de apoderamiento es unilateral en cuanto su único
efecto radica en otorgar al representante la facultad o posibilidad (mas no la obligación) de representar al
principal.
Si el poder no llega a conocimiento del apoderado, existe y es válido, pero es simultáneamente ineficaz (no ha
valido para nada), dado que no ha sido objeto de desarrollo posterior. El desarrollo del poder requiere la
existencia de un contrato de mandato, en cuya virtud el apoderado (en cuanto mandatario) sí queda obligado a
llevar a cabo la actividad contemplada como objeto del mandato.
En nuestro CC el mandato puede carecer de efectos representativos, por consiguiente, el mandato puede ser
representativo o no representativo, pero en todo caso la representación es una modalidad del mandato.
8.2. Clases de poder:
El representado (en el caso de representación voluntaria “poderdante”) puede querer que el apoderado (o
representante) gestione sólo un asunto concreto, y, en tal caso, se dice que le otorgará un poder especial.
Por el contrario, se habla de poder general, cuando el principal autorice al representante para gestionar una
serie múltiple de asuntos del poderdante o incluso todos los asuntos y negocios del representado.
En el caso de que se apodere a varias personas para un mismo asunto es de gran interés práctico saber si la
actuación de ellas se ha de realizar de forma conjunta o por separado. A tal efecto, debe distinguirse entre:
9 Poder solidario: sería el otorgado a varias personas para un mismo asunto de forma que cualesquiera
de ellas pueden celebrar individual y separadamente el negocio en cuestión.
9 Poder mancomunado: cuando la designación de varias personas tiene como propósito determinante
que todos ellos participen en la celebración definitiva del negocio.
La distinción entre poder revocable y el poder irrevocable hay que referirla a la representación voluntaria. El
apoderamiento, es desde luego un acto propio de autonomía privada, respecto del cual el poderdante detenta
por completo la iniciativa. De forma tal que, el poder es por naturaleza revocable sin necesidad de justa causa
o de fundamento concreto alguno. Sin embargo, no son extraños los casos en que el propio representado
tiene interés en conceder las atribuciones correspondientes al representante de forma irrevocable, para evitar
“males mayores” (alguien muy endeudado otorga poder irrevocable a sus principales acreedores para vender algunos de sus
bienes, bajo el compromiso de que éstos no le embargarán otros bienes fructíferos con los que piensa afrontar el resto de sus deudas).
Página 122 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 20: La autonomía privada y el negocio jurídico. La representación
9. LA DENOMINADA REPRESENTACIÓN INDIRECTA:
La actuación por cuenta ajena no es una nota exclusiva de la representación voluntaria directa y de la representación
legal (esto es, de la representación propiamente dicha), sino que puede darse en otros supuestos por razones más o
menos inconfesadas (p.e: si yo, enemistado con el carpintero del barrio, encomiendo a un amigo que le encargue una
determinada librería, es obvio que no sólo no le apodero para que utilice mi nombre, sino que debe guardarse de hacerlo, pese a
que actúe por mi cuenta y en interés mío).
La ocultación de actuar en nombre ajeno es, pues consciente y deliberada ya por razones serias (el político a quien no
interesa que el vendedor de un chalet filtre a la prensa la noticia de la compra) o intrascendentes (encargo a un amigo que me
traiga de Italia un queso parmesano).
En los supuestos de esta índole la actuación representativa se caracteriza por el hecho de que el representante
actúa “en nombre propio”, sin manifestar u ocultando conscientemente el nombre de la persona por cuenta de
quien actúa. Por tanto, en puridad de conceptos, acaso deberíamos hablar de mandatario y no de representante.
Siendo ello así, parece natural que la actuación del mandatario no pueda vincular directa e inmediatamente al
representado y al tercero, ya que este ni siquiera sabe por cuenta de quién ha actuado el mandatario.
Los supuestos ahora considerados se suelen englobar bajo la denominación de representación indirecta, pese a que
en la misma no se da propiamente hablando fenómeno representativo alguno.
Con independencia de la denominación de la figura, en los supuestos aludidos no existe relación alguna entre
mandante y tercero. En efecto, cuando el mandatario obra en su propio nombre, resulta que:
9 El mandante no tiene acción contra las personas con quienes el mandatario ha contratado, ni éstas
tampoco contra el mandante.
9 El mandatario queda obligado directamente con la persona con quien ha contratado, como si el
asunto fuera personal suyo.
10. LA REPRESENTACIÓN LEGAL:
Conviene hacer una recapitulación sobre la materia, pues no son extrañas las propuestas doctrinales acerca de la
exclusión de la representación legal del ámbito de la representación.
Nuestro CC no utiliza casi nunca el vocablo representación para referirse a la actuación representativa directa;
mientras que su utilización (y la de representante) es continua y reiterada en relación con los supuestos de
representación legal.
Es cierto que entre la representación directa y la representación legal, existen innegables diferencias. Pero en
definitiva, el substratum básico de ambas es el mismo: una persona actúa en nombre y por cuenta de otra, que será
la titular de los derechos y obligaciones dimanantes de la actuación representativa.
Prototipos de representación legal ya considerados:
9 Los tutores son representantes legales de los menores o incapacitados sometidos a tutela, con carácter
general. Sin embargo, la tutela es hoy día graduable y, por tanto, el ámbito de actuación del representante
depende de lo establecido en la sentencia de incapacitación
9 Los progenitores son representantes legales que ostentan la patria potestad sobre sus hijos menores o la
patria potestad prorrogada sobre los hijos mayores incapacitados.
Página 123 de 124 @ iusmasoquista.com
www.uned-derecho.com
Dº CIVIL I: Parte General y Derecho de la Persona
TEMA 20: La autonomía privada y el negocio jurídico. La representación
9 Se ha de considerar representante legal el defensor judicial que represente y ampare los intereses de
menores e incapacitados
9 Y debe incluirse dentro de la representación legal el defensor del desaparecido y los representantes de quien
se encuentre en situación de ausencia declarada.
Esta obra está bajo una licencia Creative Commons
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/es/
Página 124 de 124 @ iusmasoquista.com
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
2
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
4. EL INTERÉS LEGAL. ...........................................................................................................................................................38
4.1. Interés legal e interés básico del Banco de España bajo la legislación franquista....................................................38
4.2. La Ley 24/84, de 29 de junio, sobre modificación del tipo de interés legal del dinero..............................................39
4.3. La fijación del interés legal por las Leyes de Presupuestos.........................................................................................39
5. MORA POLURIANUAL Y OBLIGACIÓN DE INTERESES. .........................................................................................39
TEMA 7: EL CUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES..............................................................................................41
1. EL CUMPLIMIENTO O PAGO EN GENERAL ................................................................................................................41
1.1 CONCEPTO......................................................................................................................................................................41
1.2. EL PAGO COMO ACTO DEBIDO: LA DENOMINADA NATURALEZA JURÍDICA DEL PAGO..........................41
2. LOS PROTAGONISTAS O SUJETOS DEL CUMPLIMIENTO ......................................................................................41
2.1 EN GENERAL...................................................................................................................................................................41
2.2 LAS REGLAS DE CAPACIDAD EN RELACIÓN CON EL PAGO...............................................................................41
2.3 LA EJECUCIÓN DE LA PRESTACIÓN DEBIDA POR UN EXTRAÑO A LA RELACIÓN OBLIGATORIA: EL
PAGO DE TERCERO.............................................................................................................................................................42
2.4 LA RECEPCIÓN DE LA PRESTACIÓN: EL PAGO AL ACREEDOR APARENTE Y AL TERCERO.......................42
3. LOS REQUISITOS DEL CUMPLIMIENTO: LA EXACTITUD DE LA PRESTACIÓN ..............................................42
3.1 IDENTIDAD DE LA PRESTACIÓN................................................................................................................................42
3.2 INTEGRIDAD DE LA PRESTACIÓN.............................................................................................................................43
3.3 INDIVISIBILIDAD DE LA PRESTACIÓN .....................................................................................................................43
4. EL MOMENTO TEMPORAL DE CUMPLIMIENTO .......................................................................................................43
4.1 EXIGIBILIDAD DE LAS OBLIGACIONES PURAS......................................................................................................43
4.2 OBLIGACIONES SOMETIDAS A CONDICIÓN SUSPENSIVA O TÉRMINO INICIAL............................................43
4.3 OBLIGACIONES SOMETIDAS A TÉRMINO ESENCIAL............................................................................................43
4.4 PLAZO A VOLUNTAD DEL DEUDOR..........................................................................................................................44
4.5 EL VENCIMIENTO ANTICIPADO DE LA SOBLIGACIONES APLAZADAS ............................................................44
4.6 EL CUMPLIMIENTO ANTICIPADO DE LA SOBLIGACIONES APLAZADAS.........................................................44
5. EL LUGAR DE CUMPLIMIENTO ......................................................................................................................................45
5.1 REGLAS PARTICULARES Y REGLA GENERAL: EL ART. 1171 CC.........................................................................45
5.2 REGLA GENERAL: EL LUGAR DESIGANDO EN LA OBLIGACIÓN .......................................................................45
5.3 REGLAS SUPLETORIAS DE CARÁCTER GENERAL..................................................................................................45
TEMA 8: LA IMPUTACIÓN DEL PAGO Y FORMAS ESPECIALES.............................................................................47
1. IMPUTACIÓN Y RECIBO DEL PAGO ..............................................................................................................................47
La posible equivocidad del pago: requisitos de la imputación de pagos............................................................................47
Imputación convencional e imputación legal........................................................................................................................47
La atribución del pago por el deudor....................................................................................................................................47
La imputación del acreedor: el recibo del pago...................................................................................................................48
Reglas de imputación de carácter subsidiario: la imputación legal...................................................................................48
2. FORMAS ESPECIALES DE CUMPLIMIENTO: DACIÓN EN PAGO Y CESIÓN DE BIENES PARA PAGO........49
En general: la “negociación del crédito o de la deuda........................................................................................................49
La dación en pago...................................................................................................................................................................49
La cesión de bienes para pago o el pago por cesión de bienes...........................................................................................50
Hay que resaltar el régimen jurídico de una y otra:............................................................................................................50
Diferencias entre Dación en Pago y Cesión de bienes para Pago......................................................................................50
STSS1992, 1989, 1987............................................................................................................................................................51
3. LA MORA DEL ACREEDOR: EL OFRECIMIENTO DE PAGO Y LA CONSIGNACIÓN.........................................51
La falta de cumplimiento imputable al acreedor..................................................................................................................51
La consignación como sustitutivo del cumplimiento............................................................................................................52
El ofrecimiento de pago como presupuesto de la consignación..........................................................................................52
Los requisitos del pago, según el Prof. CABANILLAS SÁNCHEZ son: .............................................................................52
El ofrecimiento de pago y la constitución en mora del acreedor........................................................................................52
Supuestos de consignación directa........................................................................................................................................52
Requisitos de la consignación................................................................................................................................................53
4. EFECTOS DE LA CONSIGNACIÓN ..............................................................................................................................................53
6. PRESTACIONES SUSCEPTIBLES DE CONSIGNACIÓN .................................................................................................................53
TEMA 9: EL INCUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES .........................................................................................54
3
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
1. LOS SUPUESTOS DE INCUMPLIMIENTO Y SU DIFICULTAD DE SISTEMATIZACION ....................................54
2. LA RESPONSABILIDAD DEL DEUDOR: PLANTEAMIENTO. ...................................................................................54
3. CASO FORTUITO Y FUERZA MAYOR COMO CAUSAS DE EXONERACIÓN PARA EL DEUDOR ..................54
3.1 Noción general de caso fortuito y fuerza mayor: ...........................................................................................................54
2. PRUEBA DEL CASO FORTUITO Y DE LA FUERZA MAYOR: ........................................................................................................55
3. RESPONSABILIDAD DEL DEUDOR PESE A LA EXISTENCIA DE CASO FORTUITO O FUERZA MAYOR. .......................................55
4. LA RESPONSABILIDAD DEL DEUDOR POR INCUMPLIMIENTO A ÉL IMPUTABLE. .......................................56
4.1 La culpa o negligencia .....................................................................................................................................................56
4.2 El dolo o la conducta dolosa en el cumplimiento de las obligaciones: ........................................................................57
5. LA MORA DEL DEUDOR ...................................................................................................................................................57
5.1 El retraso en el cumplimiento y los presupuestos de la mora. ......................................................................................57
5.2 La constitución en mora: la intimación o interpelación................................................................................................58
5.3 Los supuestos de mora automática: en particular, la mora en las obligaciones recíprocas:.....................................58
5.4. Los efectos de la mora.....................................................................................................................................................58
5.5 Referencia a las moratorias:............................................................................................................................................59
6. LOS EFECTOS DEL INCUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES: LAS POSIBLES REACCIONES DEL
ACREEDOR FRENTE AL INCUMPLIMIENTO ...................................................................................................................59
7. LA REACCION DEL ACREEDOR Y LA EJECUCION FORZOSA ...............................................................................59
7.1 Ejecución forzosa en forma específica o cumplimiento “in natura”............................................................................59
7.2 Ejecución forzosa en forma genérica o cumplimiento por equivalente pecuniario.....................................................59
7.3 La ejecución forzosa en forma específica en el Código Civil........................................................................................60
8. LA INDEMNIZACION DE DAÑOS Y PERJUICIOS: ......................................................................................................60
8.1 Noción general y ámbito de aplicación: .........................................................................................................................60
8.2 La indemnización de daños y perjuicios y la responsabilidad extracontractual:........................................................60
8.3 Los componentes de la indemnización: daño emergente y lucro cesante.....................................................................60
8.4 Presupuestos de la indemnización:..................................................................................................................................61
8.5 Alcance de la indemnización: deudor culposo y doloso. ...............................................................................................61
TEMA 10: LA EXTINCIÓN DE LAS OBLIGACIONES......................................................................................................62
1. LAS CAUSAS DE EXTINCION DE LAS OBLIGACIONES .........................................................................................62
2. LA PÉRDIDA DE LA COSA DEBIDA O LA IMPOSIBILIDAD SOBREVENIDA DE LA PRESTACIÓN ............62
PRECISIONES TERMINOLÓGICAS....................................................................................................................................62
CARACTERÍSTICAS DE LA IMPOSIBILIDAD DE CUMPLIMIENTO ............................................................................62
LOS PRESUPUESTOS DE SU EFICACIA EXTINTIVA......................................................................................................62
3. LA CONDONACIÓN O REMISIÓN DE LA DEUDA: UNILATERALIDAD O BILATERALIDAD DE LA CONDONACIÓN. 63
IDEA INICIAL.........................................................................................................................................................................63
UNILATERALIDAD O BILATERALIDAD DE LA CONDONACIÓN DE LA DEUDA.....................................................63
RÉGIMEN NORMATIVO BÁSICO........................................................................................................................................63
4. LA CONFUSIÓN: SUPUESTOS Y RÉGIMEN JURÍDICO BÁSICO. ...........................................................................................64
NOCIÓN GENERAL Y SUPUESTOS....................................................................................................................................64
RÉGIMEN JURÍDICO BÁSICO:...........................................................................................................................................64
5. LA COMPENSACIÓN: CONCEPTO, REQUISITOS Y EFECTO DE LA COMPENSACIÓN. ...................................64
IDEAS GENERALES: CONCEPTO......................................................................................................................................64
REQUISITOS DE LA COMPENSACIÓN. ............................................................................................................................65
EFECTO DE LA COMPENSACIÓN.....................................................................................................................................65
6. APLICACIÓN DE LAS REGLAS DE LA IMPUTACIÓN DEL PAGO. .............................................................................65
7 LA PRETENDIDA COMPENSACIÓN VOLUNTARIA O CONVENCIONAL Y LA COMPENSACIÓN JUDICIAL . .........65
LA COMPENSACIÓN VOLUNTARIA O CONVENCIONAL..............................................................................................66
LA COMPENSACIÓN JUDICIAL.........................................................................................................................................66
8 LA NOVACION: NOVACION EXTINTIVA Y MODIFICATIVA...................................................................................66
9. ALCANCE, REQUISITOS Y EFECTOS DE LA NOVACIÓN EXTINTIVA. ................................................................66
ALCANCE................................................................................................................................................................................66
REQUISITOS...........................................................................................................................................................................66
EFECTOS................................................................................................................................................................................67
TEMA 11: LA MODIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES.............................................................................................68
1. LOS DIFERENTES TIPOS DE MODIFICACIONES ........................................................................................................68
2. LOS CAMBIOS DE ACREEDOR: LA TRANSMISIÓN DE CRÉDITOS .......................................................................68
4
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
3. LA CESION DEL CRÉDITO ................................................................................................................................................68
3.1 Idea general: La cesión como facultad del acreedor.....................................................................................................68
Régimen normativo de la cesión de crédito ..........................................................................................................................69
Relación entre el cedente y cesionario..................................................................................................................................69
Conocimiento de la cesión por el deudor: relación entre deudor y cesionario..................................................................69
La responsabilidad del cedente frente al cesionario............................................................................................................70
Efectos de la cesión.................................................................................................................................................................70
4. LA SUBROGACIÓN DEL CRÉDITO Y EL PAGO CON SUBROGACIÓN..................................................................70
4.1 En general .........................................................................................................................................................................70
4.2 Subrogación Convencional..............................................................................................................................................71
4.3 Subrogación legal: Los supuestos del art. 1.210............................................................................................................71
El caso particular del art. 1.211............................................................................................................................................72
Efectos del pago con subrogación.........................................................................................................................................72
5. LOS CAMBIOS DEL DEUDOR: LA TRANSMISIÓN DE DEUDAS .............................................................................73
5.1. Noción general y planteamiento.....................................................................................................................................73
5.2 Formas de la transmisión de deuda.................................................................................................................................73
5.3 Efectos de la transmisión de la deuda.............................................................................................................................74
6. LA CESIÓN DEL CONTRATO............................................................................................................................................74
TEMA 12: LAS GARANTÍAS DEL CRÉDITO ......................................................................................................................75
1. LAS GARANTÍAS EN GENERAL. ....................................................................................................................................75
1.1. La noción de garantía......................................................................................................................................................75
1.2. Clasificación de los diversos medios de garantía. ........................................................................................................75
2. EL DERECHO DE RETENCIÓN. ........................................................................................................................................76
2.1. El derecho de retención como medio compulsorio del cumplimiento..........................................................................76
2.2. Los supuestos legales de derecho de retención. ............................................................................................................76
2.3. El derecho de retención de origen convencional...........................................................................................................77
2.4. Los efectos del derecho de retención..............................................................................................................................77
2.5. Retención y prenda. .........................................................................................................................................................77
3. LA CLÁUSULA PENAL O PENA CONVENCIONAL.....................................................................................................78
3.1. Introducción.....................................................................................................................................................................78
3.2. La pena sustitutiva o compensatoria..............................................................................................................................78
3.3. La pena acumulativa. ......................................................................................................................................................78
3.4. La multa penitencial........................................................................................................................................................78
3.5. La moderación judicial de la pena.................................................................................................................................79
3.6. La cláusula penal como obligación accesoria y subsidiaria........................................................................................79
4. LAS ARRAS O SEÑAL.........................................................................................................................................................79
4.1. Arras confirmatorias. ......................................................................................................................................................79
4.2. Arras penitenciales..........................................................................................................................................................80
4.3. Arras penales. ..................................................................................................................................................................80
4.4. Rasgos comunes y primacía de as arras confirmatorias. .............................................................................................80
TEMA 13: LA PROTECCIÓN DEL CRÉDITO .....................................................................................................................82
1. LA PROTECCIÓN GENERAL DEL DERECHO DE CRÉDITO. ....................................................................................82
2. EL ARTÍCULO 1911 DEL CC: LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL UNIVERSAL Y SUS CARACTERES.
......................................................................................................................................................................................................82
Responsabilidad general. .......................................................................................................................................................82
Responsabilidad derivada del incumplimiento.....................................................................................................................82
Responsabilidad personal.......................................................................................................................................................82
Responsabilidad exclusivamente patrimonial.......................................................................................................................82
Responsabilidad universal......................................................................................................................................................82
3. REGIMEN BASICO DE LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL UNIVERSAL....................................................83
Presupuestos de la responsabilidad.......................................................................................................................................83
Cuantía de la Responsabilidad ..............................................................................................................................................84
Efectividad de la responsabilidad..........................................................................................................................................84
Preliminares Al Estudio De Las Acciones Subrogatorias, Directa Y Pauliana.................................................................85
La Accion Subrogatoria Indirecta. ........................................................................................................................................86
La Accion Directa...................................................................................................................................................................86
5
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
La Acción Revocatoria O Pauliana.......................................................................................................................................87
CAPÍTULO 14 : CONCURRENCIA Y PRELACIÓN DE CRÉDITOS .............................................................................88
1. LA CONCURRENCIA DE ACREEDORES........................................................................................................................88
1.2 EL PRINCIPIO DE LA “PAR CONDITIO CREDITORUM”.......................................................................................88
1.2 LA RUPTURA DEL PRINCIPIO: LOS CRÉDITOS PREFERENTES..........................................................................88
2. LA RECIENTE LEY CONCURSAL: LA LEY 22/2003 ....................................................................................................88
3. CAUSAS DE PREFERENCIA Y ORDEN DE PRELACIÓN ...........................................................................................88
3.1 LAS DIVERSAS CAUSAS DE PREFERENCIA Y SU CONTEMPLACIÓN POR EL CC:..........................................88
3.2 LA INEXISTENCIA DE UN CONCEPTO LEGAL DE PRIVILEGIO: LA PREFERENCIA COMO CATEGORÍA..89
3.3 EL ORDEN DE PRELACIÓN DE LOS CRÉDITOS PREFERENTES: LOS DIVERSOS CRITERIOS LEGALES. ..89
4. LOS CRÉDITOS PREFERENTES ESPECIALES DE CARÁCTER MOBILIARIO ......................................................89
4.1 ENUMERACIÓN DE SUPUESTOS................................................................................................................................89
4.2 ORDEN INTERNO DE PREFERENCIA O PRELACIÓN PARA EL COBRO.............................................................90
5. CRÉDITOS PREFERENTES ESPECIALES DE CARÁCTER INMOBILIARIO...........................................................90
5.1 ENUMERACIÓN DE SUPUESTOS................................................................................................................................90
5.2 ORDEN INTERNO DE PREFERENCIA O PRELACIÓN PARA EL COBRO.............................................................91
6. CONSECUENCIAS DEL EFECTIVO EJERCICIO DE LOS CRÉDITOS PREFERENTES ESPECIALES ................91
6.1 SUPERIORIDAD DEL PRODUCTO LÍQUIDO............................................................................................................91
6.2 SATISFACCIÓN PARCIAL DEL CRÉDITO PREFERENTE........................................................................................91
7. LOS CRÉDITOS PREFERENTES GENERALES ..............................................................................................................92
8. EL PAGO DE LOS CRÉDITOS COMUNES U ORDINARIOS .......................................................................................92
9. RECAPITULACIÓN SOBRE LA CONCURRENCIA Y PRELACIÓN DE CRÉDITOS ..............................................92
9.1 LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS....................................................................................................................................92
9.2 LOS PROCEDIMIENTOS CONCURSALES ..................................................................................................................93
TEMA 15: LOS CUASICONTRATOS Y EL ENRIQUECIMIENTO INJUSTO .............................................................94
1. LA CATEGORÍA DE LOS CUASICONTRATOS: ............................................................................................................94
Noción y tipos de cuasicontrato:............................................................................................................................................94
El error histórico:...................................................................................................................................................................94
La intrascendencia de la categoría........................................................................................................................................94
2. LA CUESTIÓN DE LOS CUASICONTRATOS ATÍPICOS: ............................................................................................95
3. LA GESTIÓN DE NEGOCIOS SIN MANDATO:..............................................................................................................95
Noción general y fundamento:...............................................................................................................................................95
Requisitos o presupuestos de la gestión de negocios ajenos:..............................................................................................95
Obligaciones del gestor:.........................................................................................................................................................96
Obligaciones del «dominus»:.................................................................................................................................................96
Supuestos especiales de gestión:............................................................................................................................................98
4. EL COBRO O PAGO DE LO INDEBIDO:..........................................................................................................................98
Concepto y significado:..........................................................................................................................................................98
Requisitos o presupuestos de la figura:.................................................................................................................................98
La obligación de restitución: .................................................................................................................................................99
La restitución del «accipiens» de buena fe:........................................................................................................................100
La restitución del «accipiens» de mala fe:..........................................................................................................................100
La aplicación de las normas sobre la liquidación del estado posesorio...........................................................................100
5. EL ENRIQUECIMIENTO INJUSTO: ANTECEDENTES, FUNDAMENTO, PRESUPUESTOS, FORMAS Y
EFECTOS:.................................................................................................................................................................................101
Antecedentes:.........................................................................................................................................................................101
Fundamento de la prohibición del enriquecimiento injusto:.............................................................................................101
Presupuestos: ........................................................................................................................................................................102
Efectos del enriquecimiento injusto:....................................................................................................................................102
Características de la acción de enriquecimiento................................................................................................................103
TEMA 16: LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL Y LA RESPONSABILIDAD POR HECHOS
PROPIOS......................................................................................................................................................................................104
1. LOS ACTOS ILÍCITOS COMO FUENTES DE OBLIGACIONES:...............................................................................104
2. RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL Y RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL: ...............................104
3. RESPONSABILIDAD CIVIL Y RESPONSABILIDAD PENAL ...................................................................................105
6
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
4. LA RESPONSABILIDAD CIVIL Y EL DENOMINADO “DERECHO DE DAÑOS “: ..............................................105
5. FUNDAMENTO Y SISTEMAS DE RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL: ............................................106
6. LA RESPONSABILIDAD SUBJETIVA O CULPOSA POR HECHOS PROPIOS: .....................................................106
7. LOS PRESUPUESTOS DE CARÁCTER OBJETIVO: ....................................................................................................106
La acción u omisión dañosa:................................................................................................................................................106
La ilicitud o antijuridicidad:................................................................................................................................................106
El daño: referencia al daño moral: .....................................................................................................................................107
8. EL PRESUPUESTO SUBJETIVO: LA CULPA O NEGLIGENCIA: .............................................................................108
La imputabilidad del autor del daño:..................................................................................................................................108
El carácter doloso o culposo de la conducta:.....................................................................................................................108
La prueba de la culpa:..........................................................................................................................................................109
9. EL PRESUPUESTO CAUSAL: LA RELACIÓN DE CAUSALIDAD:..........................................................................109
Planteamiento: causas y concausas:...................................................................................................................................109
Tesis doctrinales sobre la causalidad: ................................................................................................................................109
La relación de causalidad desde la perspectiva jurisprudencial:.....................................................................................109
El caso fortuito y la relación de causalidad:......................................................................................................................110
VERSIÓN 2 DEL TEMA: LA RESPONSABILIDAD POR HECHOS PROPIOS. LA RESPONSABILIDAD
SUBJETIVA O CULPOSA POR HECHOS PROPIOS .......................................................................................................111
1. LOS PRESUPUESTOS DE CARÁCTER OBJETIVO .....................................................................................................111
La acción u omisión dañosa.................................................................................................................................................111
La ilicitud o antijuridicidad..................................................................................................................................................111
El daño: referencia al daño moral.......................................................................................................................................112
3. EL PRESUPUESTO SUBJETIVO: LA CULPA O NEGLIGENCIA ..............................................................................112
La imputabilidad del autor del daño ...................................................................................................................................112
El carácter doloso o culposo de la conducta......................................................................................................................113
La prueba de la culpa...........................................................................................................................................................114
4. EL PRESUPUESTO CAUSAL: LA RELACIÓN DE CAUSALIDAD ...........................................................................114
Planteamiento: causas y concausas.....................................................................................................................................114
Tesis Doctrinales sobre la Causalidad................................................................................................................................114
La consideración Jurisprudencial de la relación de causalidad.......................................................................................114
Caso fortuito y relación de causalidad................................................................................................................................114
VERSIÓN 3: LA RESPONSABILIDAD POR HECHOS PROPIOS.................................................................................116
L A RESPONSABILIDAD SUBJETIVA O CULPOSA POR HECHOS PROPIOS. ELEMENTOS O PRESUPUESTOS ..................................116
La acción u omisión dañosa.................................................................................................................................................116
La ilicitud o antijuricidad.....................................................................................................................................................116
El daño (material).................................................................................................................................................................116
El daño moral (Examen febrero de 03)..............................................................................................................................116
El presupuesto subjetivo: La culpa o negligencia..............................................................................................................117
La imputabilidad del autor del daño ...................................................................................................................................117
El carácter doloso o culposo de la conducta (culpa o negligencia)..................................................................................117
La prueba de la culpa...........................................................................................................................................................117
El presupuesto causal: la relación de causalidad..............................................................................................................117
Diversas tesis doctrinales sobre la causalidad...................................................................................................................117
Caso fortuito y relación de causalidad................................................................................................................................118
TEMA 17: LA RESPONSABILIDAD POR HECHO AJENO...........................................................................................119
1. LA RESPONSABILIDAD POR EL HECHO AJENO ......................................................................................................119
Carácter subjetivo de la responsabilidad por hecho ajeno................................................................................................119
Supuestos de responsabilidad por hecho ajeno ..................................................................................................................119
La responsabilidad de padres o tutores por actos ajenos..................................................................................................119
La presunción de culpa y la objetivación de la responsabilidad.......................................................................................119
La responsabilidad del empresario. Carácter y presupuestos de su exigencia................................................................119
La responsabilidad de los titulares de centros docentes de enseñanza no superior (examen febrero 03)....................120
La responsabilidad del Estado cuando obra mediante agente especial............................................................................120
2. RESPONSABILIDAD OBJETIVA O SIN CULPA ..........................................................................................................120
Supuestos de responsabilidad objetiva en el Código Civil ................................................................................................120
7
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
Daños causados por animales..............................................................................................................................................120
Caída de árboles ...................................................................................................................................................................120
Objetos arrojados o caídos ..................................................................................................................................................121
Principales supuestos de responsabilidad objetiva en el Derecho Español.....................................................................121
Responsabilidad objetiva por la navegación aérea............................................................................................................121
Responsabilidad objetiva por circulación de vehículos a motor.......................................................................................121
Responsabilidad objetiva por la energía nuclear...............................................................................................................121
Responsabilidad objetiva por caza......................................................................................................................................121
Causas de exoneración de la responsabilidad del fabricante............................................................................................122
Resarcimiento por el Estado a las víctimas del terrorismo ...............................................................................................122
Daños ocasionados por actos terroristas que deben considerarse resarcibles................................................................122
La responsabilidad del Estado por la Administración de Justicia....................................................................................122
TEMA 18: LA REPARACIÓN DEL DAÑO ........................................................................................................................123
1. LA OBLIGACIÓN DE REPARAR EL DAÑO CAUSADO ............................................................................................123
2. LAS DIVERSAS FORMAS DE REPARACIÓN: REPARACIÓN ESPECÍFICA Y PECUNIARIA...........................123
3. PLURALIDAD DE RESPONSABLES: EL CARÁCTER SOLIDARIO DE LA OBLIGACIÓN
EXTRACONTRACTUAL .......................................................................................................................................................123
4. PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN. PLAZO DE PRESCRIPCIÓN ..............................................................................123
5. ¿PRESCRIPCIÓN O CADUCIDAD? : CÓMPUTO DEL PLAZO ...............................................................................123
8
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
9
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
10
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
3. Porque el fundamento de la patrimonialidad de la prestación esta en una serie de principios inspiradores
del conjunto normativo regulador de la relación obligatoria. Y que el incumplimiento de las obligaciones
conlleva como mecanismo de reparación del acreedor insatisfecho la indemnización de daños y perjuicios
y esta si llegara a imposibilidad de reparación “in natura”, acaba generalmente por reconvertirse en una
reparación pecuniaria.
3.2. LA PRESTACIÓN
La conducta del deudor puede ser muy distinta naturaleza, dependiendo del origen y del tipo de obligación de
que se trate.
Por economía gramatical, la conducta debida por el obligado se denomina genérica y técnicamente prestación.
Por lo que la prestación constituye el elemento objetivo de la relación obligatoria, t según los términos del art.
1.088: ( puede consistir en “ dar, hacer o no hacer alguna cosa”).
11
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
5. La general susceptibilidad de posesión de los derechos reales conlleva la posibilidad de usucapión o
prescripción adquisitiva, a lo que los derechos de crédito están excluidos.
13
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
En este caso, una mujer heredera única debe realizar unos pagos de unas cantidades periódicas a otros
parientes por orden de la causante, deja de realizar tales pagos y los parientes la demandan y recurren en
casación, el TS casa la sentencia, por considerar obligación estrictamente moral... lo que la convierte en una
declaración unilateral constituida como promesa posteriormente aceptada.
En resumen, La jurisprudencia del TS parece aceptar la configuración poscodificada de la obligación natural,
propugnando que cuando existan deberes morales o compromisos de conciencia social cuyo alcance
patrimonial haya sido transmitido o notificado a los beneficiarios, éstos podrán oponer la irrepetibilidad de los
pagos, en su caso realizados y reclamar el cumplimiento de las promesas unilateralmente emitidas por la
persona afectada por aquellos deberes.
14
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
15
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
de reparar el mal causado nace en ocasiones atendiendo simplemente al mal acaecido, de forma
objetiva, aunque no exista culpa o negligencia del sujeto agente.
16
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
?? Las que se deriven de actos u omisiones en las que intervenga culpa o negligencia no penadas por la ley
quedarán sometidas a los artículos 1.902 y siguientes.
Ello hace que sea discutible determinar si la clasificación del Código es cuatrimembre o pentamembre, pues el
inciso trascrito del artículo 1.089 puede ser interpretado de dos formas distintas.
Optar por una u otra interpretación no es determinante para desentrañar el valor propio del artículo 1.089, sino
sólo para establecer si en dicho artículo establece el Código Civil cuatro o cinco tipos de fuentes de
obligaciones.
18
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
19
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
LA DIVISIÓN EN PARTES IGUALES COMO REGLA SUPLETORIA.
Art. 1138: “el crédito o la deuda se presumirán divididos en tantas partes iguales como acreedores o deudores
haya”. Es norma supletoria, pues la participación de cada uno dependerá de la parte que le corresponda (que
no tiene que ser igual para todos).
La interpretación propuesta concuerda con la regla establecida en el Cc para la comunidad de bienes (y
cotitularidad de derechos), ya que según el art. 393 las cuotas de los partícipes “se presumirán iguales,
mientras no se pruebe lo contrario”.
Si no se logra probar la cuota de participación, el establecerse un criterio resolutivo, evita disputas y litigios
estériles por la dificultad de la prueba.
En ambos artículos se usa la expresión “se presumirán iguales” (presunción “iuris tantum”, conjetural, que
admite prueba en contrario).
5. LA OBLIGACIÓN SOLIDARIA.
5.1. INTRODUCCIÓN
La solidaridad puede darse en la posición del acreedor o del deudor.
?? Solidaridad Activa (o de acreedor): cualquiera de ellos podrá reclamar íntegra la prestación objeto de la
obligación.
?? Solidaridad pasiva (o de deudor) Todos y cada uno de ellos quedan obligados a cumplir íntegramente la
obligación cuando el acreedor (o alguno de ellos) le inste a ello.
?? Solidaridad Mixta Cuando existan varios acreedores y varios deudores
El cumplimiento de la obligación solidaria extingue la obligación. Pero no agota las consecuencias propias de la
obligación solidaria, que debe completarse con el reparto interno entre la pluralidad de sujetos. Hay que
plantearlo distinguiendo los casos de solidaridad activa y pasiva. La importancia práctica de la solidaridad activa
es mucho menor que la de la pasiva, tal vez por eso ésta última tiene más ámplia regulación en el Cc.
20
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
A veces es el propio acreedor quien impone el esquema de solidaridad para mayor garantía de su crédito. En
otros casos son las disposiciones legales las que imponen el esquema en caso de pluralidad de deudores. (el
Cc en la gestión de negocios ajenos). También la jurisprudencia, como hemos visto minusvalora la
mancomunidad en los artículos 1137 y 1138 del Cc.
5. SOLIDARIDAD PASIVA.
LAS RELACIONES EXTERNAS ENTRE ACREEDOR Y DEUDORES SOLIDARIOS.
En la pluralidad de deudores, el cumplimiento íntegro de la obligación por cualquiera de ellos implica la
extinción de la obligación.
Art. 1145.1: “el pago hecho por uno de los deudores solidarios, extingue la obligación”
Presupone el cumplimiento íntegro de la prestación debida y hasta entonces el acreedor podrá ejercer el ius
variandi para reclamar el pago a cualquiera de los deudores (derecho a dirigirse a cualquiera). También
Art. 1144: “...las reclamaciones entabladas contra uno no serán obstáculo para las que posteriormente se dirijan
contra los demás, mientras no resulte cobrada la deuda por completo”.
Algunos autores consideran abusiva tal reclamación sucesiva, pero la aplicación del art. 1144 excluye el abuso
de derecho, pues la prevé expresamente. Otra cosa sería incurrir en el cobro de lo indebido, que veremos más
adelante.
Respecto a estos derechos del acreedor, hay que matizar algunos aspectos:
?? art. 1140: “la solidaridad podrá existir aunque los acreedores y deudores no estén ligados del propio modo y
por unos mismos plazos y condiciones”.
?? Si hay varias reclamaciones in itinere , judiciales o no, si una de ellas culmina felizmente para el acreedor,
todas las demás caerán por su propio peso. El acreedor no podrá aceptar un nuevo pago, o incurriría en
cobro indebido y subsiguiente responsabilidad.
?? la LEC 2000 plantea las hipótesis posibles en la ejecución en relacion con los deudores solidarios,
distinguiendo los títulos de naturaleza judicial de los extrajudiciales.
o Naturaleza judicial: art. 542.1: “las sentencias, laudos y otros títulos ejecutivos judiciales obtenidos
sólo frente a uno o varios deudores solidarios no servirán de título ejecutivo frente a los deudores
solidarios que no hubiesen sido parte en el proceso”.
o Naturaleza extrajudicial: art. 517, núm. 4º a 7º: solo permiten ejercitar la acción ejecutiva contra el
deudor solidario que aparezca como tal en el correspondiente título (art. 542.2) con la particularidad
que siendo varios, puede demandar a uno o a todos (art. 542.3).
21
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
LA RELACIÓN INTERNA ENTRE LOS CODEUDORES SOLIDARIOS: EL REEMBOLSO.
La extinción de la obligación solidaria por pago –o cualquiera de las causas de extinción del art. 1143- no
conlleva que internamente se de por extinguida, ya que el solvens de la obligación solidaria tendrá derecho a
que los demás le abonen la parte correspondiente. (Art. 1145.2 ) Técnicamente se conoce como “acción de
regreso o acción de reembolso”.
No significa que la obligación solidaria continúe viva. En consecuencia:
1. El solvens podrá reclamar a cada codeudor la cuota parte que le corresponda del pago realizado, pero no
podrá dirigirse contra uno en concreto para que le abone el conjunto de las cuotas de todos.
2. Una vez satisfecho el acreedor, la obligación se convierte en mancomunada o dividida, con la particularidad
de que si alguno de los codeudores solidarios es insolvente, los demás prorratearán el pago de su cuota
parte.
1.1 POSIBILIDAD
Art. 1272 CC “No podrán ser objeto de contrato las cosas o servicios imposibles”= nadie puede considerarse
vinculado a realizar actos imposibles”.
La imposibilidad originaria conlleva el no nacimiento de la obligación, pero la imposibilidad sobrevenida no
afecta al nacimiento sino al cumplimiento y cuando sea imputable al deudor éste deberá hacer frente a la
indemnización por daños y perjuicios.
1.2 LICITUD
Art. 1271.3 CC: “pueden ser igualmente objeto de contrato todos los servicios que no sean contrarios a las
leyes o las buenas costumbres”.
La licitud no se refiere sólo a que la prestación sea conforme con las leyes sino que ha de serlo también con los
valores o principios del ordenamiento jurídico, que es un concepto jurídico indeterminado amplio e impreciso.
Este requisito es más amplio que los límites a la autonomía privada (cfr. Art. 1255: imposibilidad de pactos
contrarios a las leyes, la moral y el orden público)
1.3 DETERMINACIÓN
Art. 1273 CC referido a contratos. Sólo existe obligación cuando sabe a qué está obligado y el acreedor sobre lo
que puede reclamar. En rigor basta con que la prestación sea determinable.
24
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
?? Art. 1085 CC: derecho del acreedor a los frutos desde que nace la obligación de entregarla, aunque sólo
tendrá derecho real sobre ella cuando se la entreguen
?? Art. 1096 CC: cuando la cosa a entregar sea determinada, el acreedor puede exigir al deudor la entrega; si
la cosa es indeterminada o genérica podrá pedir al deudor que cumpla la obligación a sus expensas; el
deudor en mora o comprometido con mas de una persona será responsable de la cosa en los casos
fortuitos hasta que la entregue.
26
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
?? Las de hacer que no sean susceptibles de cumplimiento parcial. Pero serán divisibles las que tengan por
objeto la prestación de un número de días de trabajo, la ejecución de obras por unidades métricas y
análogas.
?? La mayor parte de las obligaciones negativas (= de no hacer), pues cualquier acto produce
simultáneamente el incumplimiento
27
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
28
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
29
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
Son más frecuentes en la práctica las obligaciones de género limitado que las obligaciones genéricas
ordinarias.
30
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
31
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
3.1. OBLIGACIONES CUMULATIVAS:
Son aquellas en que la relación obligatoria tiene un contenido múltiple y las diversas prestaciones son
todas ellas exigibles. El deudor no habrá cumplido y no podrá entenderse que se encuentra liberado de la
obligación mientras no ejecute todas las prestaciones previstas (Ej. :, entrega del equipo informático, instalación
del mismo, elaboración de software e impartición de cursillos de aprendizaje).
Pueden combinar prestaciones de dar, hacer o no hacer, o ser todas ellas prestaciones del mismo tipo. ( En el
Ej. se combinan una obligación de dar y 3 de hacer)
3.2.OBLIGACIONES ALTERNATIVAS:
El planteamiento alternativo de las varias o diversas prestaciones de la relación obligatoria conlleva que
el deudor cumple la obligación ejecutando cualquiera de las prestaciones. Responden a la idea de una
especial previsión. ( p. Ej. , Al contratar una cena en un restaurante el encargado puede ofrecer un pescado
alternativo previendo que el día de la comida no haya existencias del que se ha solicitado. “Si no tenemos
dorada pondremos mero”).
Art. 1.131 “el obligado alternativamente a diversas prestaciones debe cumplir por completo una de
éstas”.
Por lo general, en la práctica la elección de una entre las varias prestaciones alternativas queda reservada al
deudor, pues precisamente la configuración alternativa de la relación obligatoria suele tener como causa la
actitud previsora de aquél.
Art. 1.132.1 “la elección corresponde al deudor, a menos que expresamente se hubiese concedido ese
privilegio al acreedor”
La elección de la prestación a realizar suele ser denominada concentración, por la mayor parte de los autores.
El CC utiliza sólo el término elección.
Según la jurisprudencia, una vez realizada la elección de la prestación (llegamos al restaurante y nos dicen lo
que ponen) la obligación alternativa se convierte en obligación simple quedando el deudor obligado a realizar la
prestación seleccionada.
Una vez “elegida” o “concentrada” una de las prestaciones inicialmente posibles, y en cuanto haya sido
notificada a la otra parte, el deudor quedará liberado de la obligación si, por causas que no le sean imputables,
resulta imposible el cumplimiento de la prestación seleccionada (en el momento de servir el menú entran a
robar)
Al contrario, mientras la concentración no haya tenido lugar, la imposibilidad de realizar alguna de las
prestaciones resulta intrascendente para la liberación del deudor, quien habrá de cumplir la obligación
ejecutando cualquiera de las otras prestaciones posibles, según Arts. 1134 a 1136.
?? El art. 1.134 regula la “concentración automática” o “pérdida del derecho de elección atribuido al deudor”en
el supuesto que salvo una, todas las demás prestaciones alternativamente contempladas devengan
irrealizables.
?? El art. 1.135 indica que el acreedor tendrá derecho a la indemnización de daños y perjuicios cuando por
culpa del deudor hubieren desaparecido todas las cosas que alternativamente fueron objeto de la
obligación, o se hubiera hecho imposible el cumplimiento de ésta.
?? El Art. 1.136, textualmente dice: “Cuando la elección hubiere sido expresamente atribuida al acreedor, la
obligación cesará de ser alternativa desde el día en que aquélla hubiese sido notificada al deudor”.
Hasta entonces, las responsabilidades del deudor se regirán por las siguientes reglas:
1ª “Si alguna de las cosas se hubiese perdido por caso fortuito, cumplirá entregando la que el acreedor elija
entre las restantes”.
2ª “Si la pérdida de las cosas hubiere sobrevenido por culpa del deudor, el acreedor podrá reclamar
cualquiera de las que subsistan, o el precio de la que, por culpa de aquél, hubiera desaparecido”.
3ª “Si todas las cosas se hubiesen perdido por culpa del deudor, la elección del acreedor recaerá sobre su
precio”.
32
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
3.3.OBLIGACIONES CON CLÁUSULA FACULTATIVA:
Cuando existe una sola prestación prevista en el título constitutivo de la obligación, pero el deudor
cuenta con la posibilidad de llevar a cabo otra diversa llegado el momento del pago: Ej. , Pese a
celebrarse el contrato de compraventa, el vendedor se reserva el derecho de desistir del contrato y, en vez de
entregar la casa vendida, abonará al comprador un millón o diez millones de pesetas.
La categoría de las obligaciones facultativas no encuentra apoyo textual alguno en el CC. Es más, alguno de
sus artículos parece excluir su existencia ( Ej. Art. 1.166). En cambio, las obligaciones facultativas han sido
reiteradamente contempladas por la jurisprudencia del TS.
El acreedor sólo puede exigir el cumplimiento de la única prestación debida y carece de facultad alguna para
reclamar la “prestación facultativa”, pues ésta se materializa (en su caso) única y exclusivamente por voluntad
del deudor, como ha declarado reiteradamente el TS.
La diferencia básica entre las obligaciones alternativas y las facultativas: en las o. alternativas se debe una
prestación, aun no individualizada, entre varias prestaciones contempladas en el título constitutivo de la
obligación. En las obligaciones facultativas se debe una prestación única.
Es preferible hablar de obligación con cláusula facultativa, pues en realidad estamos ante una obligación
principal simple a la cual se le añade una cláusula accesoria.
Dado que realmente existe una sola prestación en la relación obligatoria, en caso de resultar imposible su
cumplimiento por causas no imputables al deudor, la obligación se extingue y, por tanto, también la prestación
facultativa, en cuanto accesoria de aquélla.
33
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
35
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
36
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
2. Cláusulas de valor oro o plata: Cualquier otro metal u objeto precioso en las que el valor del metal en
momentos distintos sirve como criterio de referencia.
3. Cláusulas de moneda extranjera: en las que se toma como referencia la cotización oficial de cualquier
moneda diferente al euro, de curso legal en España: por lo común dólar o yen japonés.
4. Cláusulas de escala móvil o de índices variables: con las que se suelen identificar hoy día los índices
publicados por el INE en relación con un determinado sector productivo índice general de precios al
consumo, de inflación, de salarios, de precios agrarios, de la construcción, etc.
Sin duda alguna en la actualidad, son éstas últimas las cláusulas de estabilización más seguras y las de mayor
utilización.
37
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
El Código Civil, ni en su texto originario ni en ninguna reforma ha contenido nunca norma alguna que establezca
una barrera a partir de la cual el tipo de interés convencionalmente fijado pueda ser considerado usurario.
Con el objeto de atajar y frenar la usura, se dictará la Ley de represión de la usura, más conocida como Ley
Azcarate, de fecha 23 de julio de 1.908. Dicha Ley se encuentra todavía vigente y es objeto de una
relativamente amplia aplicación judicial, pues tuvo el acierto de recurrir al criterio de considerar nulos los
contratos de préstamo cuyo tipo de interés fuese notablemente superior al normal del dinero y manifiestamente
desproporcionado.
En la actualidad, conforme a la jurisprudencia del TS, sólo pueden considerarse usuarios los tipos superiores al
treinta o cuarenta por ciento anual, con independencia de que el tipo de interés se fije por días, meses,
trimestres, etc., o por un determinado tanto alzado.
Finalmente, las disposiciones de la Ley de usura son de aplicación tanto a las relaciones obligatorias civiles,
cuanto a las mercantiles.
4. EL INTERÉS LEGAL.
Se denomina “interés legal” al tipo o tasa de interés que viene establecido o fijado por la ley, por considerar que
el dinero es un bien productivo que requiere actualizar el valor nominal de las deudas pecuniarias. Así pues,
bastaría quizá con indicar que, en tal año, el interés legal es el 5 por 100 o el 9 por 100 sin ulteriores
precisiones. El interés legal del dinero, como dato macroeconómico legitimado por la legislación, constituye uno
de los puntos de inflexión del sistema contractual y, en definitiva, del sistema económico.
38
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
39
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
nominal de tales títulos valores, más “los réditos de dicha cantidad… calculados al tipo de interés legal del
dinero aumentado en dos puntos”.
En definitiva, cuando el tipo de interés se mantiene fijo e inalterado durante un período temporal superior al año,
es evidente que la exigibilidad de la obligación de intereses habrá de hacerse conforme a dicho tipo de interés.
Por el contrario, cuando de año en año varíe el tipo de interés aplicable, parece natural concluir que el devengo
de los intereses ha de calcularse año por año (y, en su caso, atendiendo a si se produce anatocismo o no).
Algún autor ha defendido lo contrario (que el tipo de interés del primer año, el “interés inicial”, debe sobrevivir;
sin embargo, no vemos razón alguna para desmentir en este caso el juego del art. 1.113 del CC, conforme al
cual es indiscutible que el devengo de la obligación de intereses se produce al cumplir el año, con
independencia de cuándo se produzca efectivamente el cumplimiento de la misma.
40
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
42
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
3.2 INTEGRIDAD DE LA PRESTACIÓN
La deuda sólo queda pagada cuando completamente se ha entregado la cosa o se ha hecho la prestación
objeto de la obligación (Art. 1157 CC).
Identidad e integridad están íntimamente relacionadas, sin embargo la doctrina mantiene que no existe
identidad absoluta entre ellas.
La integridad supone:
?? En las obligaciones de dar, la entrega comprende las cosas y sus frutos o accesorios (arts. 1095 y 1097
CC).
?? En las obligaciones pecuniarias que generen intereses, la prestación comprende el principal y los intereses
vencidos (Art. 1173 CC).
43
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
4.4 PLAZO A VOLUNTAD DEL DEUDOR
Son frecuentes los casos en que se aplaza el cumplimiento de la prestación sin fijación concreta (Ej. : “ya me
pagarás”).
Dado que el cumplimiento de la obligación no puede quedar a voluntad del deudor, serán los Tribunales
quienes fijen la duración (Art. 1128 CC) a petición del acreedor. Excepción: las obligaciones mercantiles (Art. 61
CCom).
44
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
En el caso de término esencial no cabe el cumplimiento anticipado (cumplimiento extemporáneo) pues
constituye incumplimiento propio y definitivo.
a) Validez e irrepetibilidad del pago anticipado:
El cumplimiento anticipado libera al deudor (eficacia solutoria), quien no podrá repetir al acreedor (Art. 1216
CC).
b) Error en el plazo del pago:
El solvens que paga antes del plazo sólo puede reclamar al acreedor los intereses o frutos que éste ha
obtenido de la cosa (Art. 1126 CC), ya sea porque desconoce la existencia de plazo o yerra sobre el mismo.
Sólo se contempla el error del solvens y es indiferente que actúe de buena o mala fe.
El error es trascendente porque puede producir un perjuicio patrimonial a quien lo sufrió y un
enriquecimiento injusto al accipiens.
Se pueden reclamar frutos:
?? Cuando el crédito no es remunerado, pues si es remunerado el pago anticipado conlleva el cese de
devengo de interés.
?? Que la anticipación voluntaria se deba a un error.
5. EL LUGAR DE CUMPLIMIENTO
5.1 REGLAS PARTICULARES Y REGLA GENERAL: EL ART. 1171 CC
Determinar el lugar exacto de cumplimiento de la obligación tiene gran importancia, por ello es aconsejable
fijarlo en la constitución de la obligación.
La regulación propia de los contratos contiene algunas reglas particulares: determinación del lugar de pago en
la compraventa (Art. 1500 CC), de la renta arrendaticia rústica (Art. 34 LARu).
Con carácter general “el pago deberá ejecutarse en lugar que hubiese designado la obligación. No habiéndose
expresado y tratándose de entregar una cosa determinada, deberá hacerse el pago donde ésta existía en el
momento de constituirse la obligación. En cualquier otro caso, el lugar del pago será el del domicilio del deudor”
(Art. 1171 CC).
Doctrinalmente se discute el orden designado en el Art. 1171 CC, pero el TS otorga valor supletorio a la regla
del domicilio del deudor.
45
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
cumplimiento. En el tráfico mercantil el acreedor suele tener interés en que la obligación se cumpla en su
ámbito cotidiano de actuación.
46
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
De todas maneras, es claro que será más onerosa la obligación que genere mas intereses moratorios
convencionalmente pactados que otras que solo produzcan intereses a partir de la constitución en mora del
deudor. En el caso de existir obligación de intereses en todas las deudas, la mayor onerosidad vendrá
determinada por la tasa o tipo de interés. Según la Jurisprudencia, las deudas especialmente garantizadas
son más onerosas que las que carezcan de garantías (STS1968 y 1970), siendo de mayor onerosidad las
garantías reales que las personales.
2. Se establece en el art. 1.174.2CC, que si las diversas deudas fueran de “igual naturaleza y gravamen el
pago se imputará a todas a prorrata”.
48
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
El prorrateo consiste en la distribución o reparto proporcional del pago realizado entre las deudas exigibles,
lo que genera una excepción en el principio de indivisibilidad del pago establecido en el art. 1.169 CC..
Curiosamente el criterio de antigüedad en los créditos no juega papel alguno.
Según BERCOVITZ, los criterios de onerosidad y prorrateo no son excluyentes entre sí, aunque la regla de
prorrateo o proporcionalidad sea subsidiaria respecto del criterio de mayor onerosidad.
LA DACIÓN EN PAGO
La dación en pago representa una fractura del requisito de la identidad del pago establecido en el art. 1.166,
que sólo puede obviarse mediante el consentimiento del acreedor.
Dicho mecanismo se le conoce como donación en pago desde el Derecho Romano ( datio in solutum).
Nuestro Código Civil no lo regula de forma expresa pero no le es totalmente desconocida la expresión: en los
Arts. 1.521, 1.636, 1.849 CC.
Sin embargo en la compilación de Navarra en la Ley 495 sí la recoge.
No obstante, la dación en pago es perfectamente lícita, posible y bastante frecuente. Por lo que el TS ha
reiterado su validez. La Jurisprudencia ha determinado una serie de requisitos para que una relación obligatoria
pueda entenderse cumplida mediante recurso a la donación en pago, dos requisitos:
Acuerdo entre las partes, con el designio de dar por extinguida la obligación preexistente, con lo que se excluye
la novación.
Transmisión o entrega simultanea del objeto de la nueva prestación ( que se refiere la Ley 495.1 Compilación
Navarra). Pues si el deudor sólo se comprometiera a ello sería supuesto de novación y no de donación en pago.
En la práctica la nueva prestación suele consistir en entregar o dar alguna cosa o raramente de obligación de
no hacer, si la dación consiste en entrega de una cosa, serán entonces de aplicación en principio las reglas
sobre saneamiento por evicción que el Código Civil regula en sede de compraventa, según ha destacado
numerosas veces la Jurisprudencia.
49
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
Sin embargo, dicha asimilación sólo es aceptable con carácter instrumental y siempre que resulte acorde con el
designio propio de la dación en pago. Éste consiste en extinguir una relación obligatoria preexistente, no en
crear un nuevo contrato productor de derechos y obligaciones. Por ello la Doctrina y Jurisprudencia
contemporáneas prefieren subrayar el carácter extintivo del acuerdo de dación, si bien tiene naturaleza
negocial, no llega a alcanzar la consideración de contrato propiamente dicho.
50
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
Por la inexistencia de un marco normativo de naturaleza dispositiva que permita resolver los litigios ante la
imprevisión de las partes.
El frecuente interés de las partes en distorsionar en el momento del conflicto lo acordado, incluso en la similitud
de las palabras. Interés que se basa en que mientras que la dación transmite en su caso la titularidad del bien
entregado al acreedor o acreedores, en cambio la cesión de bienes no lo transmite.
Tanto la Doctrina Clásica como la Jurisprudencia resaltan la contraposición entre la Datio pro soluto y la Datio o
Cessio por Solvendo:
51
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
2. La mora del acreedor no requiere que éste sea interpelado por el deudor (como exige el art. 1.110 respecto
de la mora del deudor), sino que basta con el ofrecimiento del pago.
REQUISITOS DE LA CONSIGNACIÓN
La consignación debe reunir los siguientes requisitos para producir los efectos que le son propios:
1. Debe ser anunciada previamente a las personas interesadas en cumplimiento en el cumplimiento de la
obligación, aunque no será exigible en los supuestos de consignación directa.
2. La consignación debe ajustarse estrictamente a las disposiciones que regulan el pago (art. 1.177 CC). Es
decir, ha de respetar los principios de identidad, integridad e indivisibilidad del pago.
3. Una vez admitida judicialmente, posteriormente la consignación deberá notificarse también a los
interesados. (Art. 1.178 CC).
Estos requisitos formales tienen una gran importancia en la práctica y además, encuentra fundamento en el
debido equilibrio entre los intereses de deudor y del acreedor.
4. EFECTOS DE LA CONSIGNACIÓN
La declaración judicial de idoneidad de la consignación conlleva a la liberación del deudor (art. 1.177 CC), quien
puede instar al juez que le libre carta de pago en nombre del acreedor. Así lo dispone el art. 1.180.1, el cual,
habla de “cancelar la obligación”.
Además, ha de tenerse en cuenta que, siendo idónea o procedente la consignación, todos los gastos generados
por la misma serán a cuenta del hacedor (art. 1.179).
53
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
55
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
existencia de caso fortuito o fuerza mayor cuando se ha llevado a cabo la concentración o
especificación (determinación de las cosas genéricas a entregar) de común acuerdo con el
acreedor, se ha cumplido o se han entregado las cosas en el domicilio del deudor.
56
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
presumirá que la pérdida ocurrió por su culpa y no por caso fortuito, salvo prueba en contrario y sin perjuicio de
lo dispuesto en el art. 1.096”
El incumplimiento por culpa o negligencia puede darse tanto en las obligaciones de dar como en las
obligaciones de hacer por interpretación extensiva del artículo 1.183.
57
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
5.2 LA CONSTITUCIÓN EN MORA: LA INTIMACIÓN O INTERPELACIÓN.
Para que el retraso se convierta en mora es necesario que el acreedor exija al deudor, judicial o
extrajudicialmente, el cumplimiento de la obligación, como afirma el art. 1.100. Esto es, pese a que la obligación
sea exigible y esté vencida, el acreedor ha de llevar a cabo la intimación o interpelación al deudor para
constituirlo en mora.
La carga de la prueba de la intimación recae sobre el acreedor. Por tanto, en los casos de interpelación
extrajudicial deberá preconstituirse o prepararse la prueba de la misma: por Ej., mediante requerimiento notarial,
carta con acuse de recibo, burofax, telegrama,...
59
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
7.3 LA EJECUCIÓN FORZOSA EN FORMA ESPECÍFICA EN EL CÓDIGO CIVIL
La prestación in natura podrá conseguirse, trámite la autoridad judicial, mediante su ejecución por un tercero a
expensas del deudor incumplidor ( o sea, que correrá con los gastos de la ejecución).
1. Obligación de dar: “Cuando lo que deba entregarse sea una cosa determinada, el acreedor,
independientemente del derecho que otorga el artículo 1101 (indemnización por dolo, culpa o mora), puede
compeler al deudor a que realice la entrega. Si la cosa fuere indeterminada o genérica, podrá pedir que se
cumpla la obligación a expensas del deudor”. ( Art. 1.096)
2. Obligación de hacer: “Si el obligado a hacer alguna cosa no la hiciere, se mandará ejecutar a su costa.
Esto mismo se observará si la hiciere contraviniendo el tenor de la obligación. Además podrá decretarse
que se deshaga lo mal hecho”. ( Art. 1.098)
3. Obligación de no hacer: También podrá decretarse que se deshaga lo mal hecho “cuando la obligación
consista en no hacer y el deudor ejecutare lo que le había sido prohibido”. ( Arts. 1.098.2 y 1.099).
60
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
Ambos aspectos se encuentran legalmente contemplados en el art. 1.106 del C.c.: “La indemnización de daños
y perjuicios comprende, no sólo el valor de la pérdida que haya sufrido, sino también el de la ganancia que haya
dejado de obtener el acreedor,”.
61
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
62
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
3) Que, en obligaciones de dar, la cosa sea específica o determinada. En estos casos, la pérdida de la cosa
ha de conllevar necesariamente la extinción de la obligación (por imposibilidad de cumplimiento), siempre y
cuando la pérdida no se debiere a dolo, culpa o mora del deudor.
Si la obligación fuese genérica, el deudor queda obligado a realizar la entrega mediante la consecución de
una cosa que se corresponda con la prestación debida, aunque haya de buscarla fuera de su patrimonio.
4) Que la cosa específica no proceda de delito o falta, ya que en tal caso ha de aplicarse el art. 1.185, que
dispone que “cuando la deuda de cosa cierta y determinada procediere de delito o falta, no se eximirá al
deudor del pago de su precio, cualquiera que hubiese sido el motivo de la pérdida, a menos que, ofrecida
por él la cosa al que la debía recibir, éste se hubiese sin razón negado a aceptarla”.
63
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
Según alcance de la condonación, se habla de condonación total y parcial.
EFECTO DE LA COMPENSACIÓN.
El efecto es la extinción o liquidación de las deudas recíprocamente homogéneas.
Art. 1202: “en la cantidad concurrente, aunque no tengan conocimiento de ella los acreedores y deudores”.
Puede haber compensación total o parcial.
Del Art. 1202. inciso final, deduce la doctrina y la jurisprudencia el carácter automático de la compensación (ipso
iure: por ministerio de la ley), dándose las circunstancias del art. 1196.
Tiene eficacia retroactiva al momento en que se producen los requisitos del art. 1196 y la extinción ope legui de
las obligaciones contrarias.
Para otros autores, sin embargo, no existe el automatismo en la compensación, por el carácter irrenunciable de
la facultad de compensar, la necesaria alegación del interesado y la imposibilidad de ser apreciada de oficio por
los Tribunales.
Pero parece preferible la tesis tradicional. En tal sentido parece pronunciarse la jurisprudencia.
65
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
LA COMPENSACIÓN VOLUNTARIA O CONVENCIONAL.
Extinción de dos obligaciones recíprocas a consecuencia del acuerdo de las partes, aún no dándose los
requisitos del art. 1196. La mayoría son realmente contratos cuyo objeto es la no exigencia de las respectivas
prestaciones. No obstante, la autonomía privada legitima tales pactos, en algún caso considerados
jurisprudencia.
LA COMPENSACIÓN JUDICIAL.
Es la constatación, mediante sentencia que completa los requisitos, de haberse producido los elemento
requeridos por la idea legal de la compensación que sin ella no se daban.
Habiéndolo solicitado una parte y sin efectos retroactivos, no producirá daño alguno a los demás acreedores,
quedando el resultante de la compensación sujeto a los términos del convenio.
REQUISITOS
1. Que la intención novatoria de los sujetos no deje lugar a dudas. (Art. 1204. La voluntad ha de ser indudable:
? ? Expresamente las partes dan por sentada su extinción y sustitución por otra.
66
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
? ? Tácitamente se llega al mismo resultado por la imposibilidad de conciliar la nueva obligación con la
primitiva.
2. La voluntad novatoria ha de ser común a ambos, presuponiendo el acuerdo y consiguiente capacidad
contractual de ambos para contraer una nueva.
3. Que la obligación primitiva sea válida. (Art. 1208: “...salvo que la causa de nulidad sólo pueda ser invocada
por el deudor, o que la ratificación convalide los actos nulos en su origen”. Según el Cc. La anulabilidad es
disponible para los perjudicados. Osea, habrá nulidad en la novación de la obligación nula, pero permite
novar las obligaciones procedentes de contratos anulables.
EFECTOS.
La extinción de la obligación primitiva. En las relaciones Inter partes, si ésta es una obligación compuesta de
prestaciones principales y accesorias, la extinción de la principal acarrea automáticamente la desaparición de
estas. Pero si hay un tercero implicado por haber asumido alguna obligación accesoria, la extinción de la
principal no conlleva la extinción de ésta.
Art. 1207: ...” podrán subsistir las obligaciones accesorias en cuanto aprovechen a terceros que no hubiesen
prestado su consentimiento” Por lo que se extinguirá si le perjudica.
67
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
68
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
RÉGIMEN NORMATIVO DE LA CESIÓN DE CRÉDITO
La sustitución del acreedor originario por: CEDENTE.
Por el nuevo acreedor: CESIONARIO.
Y la permanencia del mismo deudor: DEUDOR CEDIDO.
69
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
LA RESPONSABILIDAD DEL CEDENTE FRENTE AL CESIONARIO
En los Arts. 1.529 y 1.530 C.C. el particular régimen de responsabilidad del acreedor cedente frente al
cesionario. En el contenido de estos Arts. se desprende que sólo y exclusivamente es aplicable a supuestos de
cesión de carácter oneroso.
Para determinar la responsabilidad del cedente a título oneroso, distingue el art. 1.529 entre:
1. Cedente de mala fe: Quien transmite conscientemente un crédito que sabe prescrito, o conoce la próxima
suspensión de pagos del deudor o se apresura a enajenar los créditos que tiene contra él. Responde
siempre del pago de todos los gastos realizados por el cesionario y de los daños y perjuicios que la falta de
cumplimiento por el deudor (incluida la insolvencia) que le haya ocasionado. Art. 1.293).
2. Cedente de buena fe: Sólo responderá de la existencia y legitimidad del crédito al tiempo de la venta o
cesión, pero no de la solvencia del deudor. (Art. 1.529.1).
No obstante, su responsabilidad puede verse:
?? Atenuada: Cuando cede el crédito como dudoso o de dudoso cobro no respondiendo ni de existencia ni de
legitimidad del crédito.
?? Agravada: Respondiendo incluso de solvencia del deudor cuando: Tal agravación de responsabilidad se
pacte expresamente durante un plazo que tendencialmente se establece en un año (art. 1.530 C.C.).
Cuando la insolvencia del deudor fuera anterior a la cesión y pública.
Pero pese a esa agravación de responsabilidad del cedente de buena fe, ésta quedará limitada al precio
recibido y a gastos realizados por el cesionario (Arts. 1.529.2 C.C. y 1.518 C.C.). Sin tener que responder de
daños y perjuicios soportados por cesionario como hace el de mala fe.
Por otro lado, el art. 638 C.c: Se relaciona con casos de cesión gratuita en los que hay que entender que el
donante-cedente o cedente a título gratuito no incurrirá en responsabilidad alguna pues el donante no tiene
porque garantizar la “bondad del crédito”, ni la solvencia del deudor, ni siquiera la existencia y validez del
crédito.
EFECTOS DE LA CESIÓN
Dado que la cesión de crédito es generalmente una simple novación modificativa de la obligación preexistente,
subsiste conforme a su estado anterior: el cesionario en la misma posición en que se encontraba el cedente,
con las mismas garantías y derechos accesorios inherentes al crédito ordinario. (Art. 1.528 CC).
El C.C. no se refiere a para nada al valor nominal del crédito, pero conviene subrayar que el cesionario puede
reclamar al deudor el importe íntegro del crédito aunque lo haya adquirido a título oneroso por precio menor.
(Art. 1.525 C.C. establece regla diferente, precisamente la contraria, para caso de cesión de crédito litigioso
para evitar enriquecimientos o especulaciones sobre la base de los créditos sub iudice). Son razones obvias de
orden público económico.
70
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
4.2 SUBROGACIÓN CONVENCIONAL
Existe en los supuestos de pago del tercero conocido por deudor en los que, además, solvens y acreedor llegan
a tal acuerdo, para que se requiera
1. Que se establezca con claridad (art. 1.209 C.C.). no pudiéndose presumir fuera de los casos expresados en
el código. Para el C.C. español tiene un cierto valor secundario y lo admite porque de no hacerlo atentaría
contra la Autonomía Privada y contra la Admisibilidad General de Cesión de Créditos.
2. Que el solvens haya realizado el cumplimiento de la obligación con conocimiento del deudor (Arts. 1.158
C.C. y 1.159), pues la situación en que se encuentra el deudor no es exactamente ésa las consecuencias
serán diferentes a la subrogación convencional:
? ? El pago realizado por si mismo no es suficiente para que se produzca el efecto subrogatorio, pues en
caso de ignorancia u oposición del deudor no hay subrogación, sino derecho al reintegro o reembolso.
? ? Si el deudor, no sólo conoce, sino que también consiente el pago del solvens, éste tendrá derecho a la
subrogación legal por aplicación del art. 1.210.2.
72
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
73
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
2. Delegación: El cambio del deudor tiene lugar a consecuencia de un acuerdo entre el deudor primitivo y el
nuevo deudor, que se coloca en la posición de sujeto pasivo de la relación obligatoria, liberando de la
misma al deudor originario. Requiere de forma inexcusable, el consentimiento del acreedor, si bien éste no
puede prestarse de forma expresa o tácita, etc.
Según la STS 1983 subraya la admisibilidad con carácter meramente modificativo de la asunción de la deuda,
que superó la estrecha concepción del personalísimo obligacional (excepto las obligaciones intuitu personae) y
admitió la transmisión personal en la deuda al amparo del art. 1.205 C.C., en la forma de delegación o como
expromisión, y más recientemente en la STS 1991, donde se realiza una cuidadosa descripción de la
expromisión, de la delegación y de la asunción cumulativa de la deuda.
74
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
75
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
2. EL DERECHO DE RETENCIÓN.
2.1. EL DERECHO DE RETENCIÓN COMO MEDIO COMPULSORIO DEL
CUMPLIMIENTO.
En más de un caso, el lector habrá visto en establecimientos abiertos al público y dedicados a las reparaciones
(taller, zapatería), un anuncio del tenor siguiente: “no podrán ser retirados los artículos sin abonar íntegramente
la reparación”.
Tales supuestos constituyen los ejemplos de lo que, doctrinal y técnicamente, se conoce con el nombre de
derecho de retención: un mecanismo coactivo que trata de inducir al deudor de una obligación (en el caso,
abono de la reparación) al cumplimiento de la misma a favor del acreedor (quien, a su vez, está obligado a
restituir la cosa a quién se la entregó para su reparación).
Por tanto, el llamado “derecho de retención” no es un derecho subjetivo autónomo, sino una facultad que
legalmente se atribuye, en ciertos casos, al acreedor para conservar bajo su poder y posesión una cosa que
está obligado a restituir a quien se la entregó (sea o no propietario), mientras que éste no cumpla con su deuda.
Una facultad además que es inseparable del derecho de crédito cuya exigencia y cumplimiento garantiza o
asegura y que, por tanto, constituye un mero agregado accesorio, pero al mismo tiempo inescindible, de dicho
crédito. En consecuencia, el denominado derecho de retención no puede transmitirse ni enajenarse
aisladamente del crédito que asegura.
El derecho de retención, en sí mismo, no garantiza una especial responsabilidad del deudor en caso de
incumplimiento (como en el caso de las arraso la cláusula penal), sino que consiste fundamentalmente en una
medida disuasoria del posible o eventual incumplimiento. Un mecanismo preventivo en protección del acreedor,
al que se denomina comúnmente en tales casos retentor, en cuanto tiene derecho a mantenerse en posesión
de la cosa.
Con razón, se afirma que el derecho de retención es una garantía primaria o primitiva. Se trataría de un residuo
del tomarse la justicia por su mano.
Su eficacia disuasoria del incumplimiento es innegable y no deben compartirse las opiniones doctrinales que se
trata de una “garantía poco vigorosa”.
76
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
2.3. EL DERECHO DE RETENCIÓN DE ORIGEN CONVENCIONAL.
El derecho de retención no está excluido del ámbito propio de la autonomía privada, por tanto, puede ser
establecido por voluntad de los particulares, como una cláusula o estipulación concreta de un contrato.
Dicha conclusión se extrae de la regla general establecida en el artículo 1.255 del Código Civil, dada la
inexistencia de norma concreta alguna sobre la cuestión, de una parte, y, otra, ante la falta de regulación
unitaria de la figura.
79
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
Las arras confirmatorias no alteran la dinámica natural de las relaciones contractuales. En caso de
cumplimiento, operarán como cantidad a cuenta del precio. En caso de incumplimiento del contrato no excluyen
tampoco el ejercicio de la acción de cumplimiento o la resolución del contrato y seguirán desempeñando el
papel de “cantidad a cuenta” en relación con el precio establecido en el contrato o con la posible indemnización
de daños y perjuicios.
Las arras confirmatorias desempeñan una función diversa de la cláusula penal. Sirve como valoración
anticipada de los daños causados por el incumplimiento. Las arras confirmatorias, por el contrario, no excluyen
la necesaria fijación de la indemnización y constituyen un mero anticipo (generalmente parcial) de ésta.
80
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
Los tipos de arras antes considerados no tienen una importancia práctica pareja, ni son contemplados por la
jurisprudencia desde un prisma igualitario. Las arras penales son las más raras y escasas.
Por su parte, pese a que la diferenciación entre las arras confirmatorias y las penitenciales resulte clara en
teoría, en la realidad de los casos conocidos por los Tribunales la cuestión dista de ser clara.
El TS se pronuncia a favor del juego de las arras confirmatorias, considerando que la calificación de arras
penitenciales ha de ser objeto de interpretación estricta o restrictiva, pues el artículo 1.454 tiene un claro
“carácter excepcional”, por lo que su aplicación requiere que, “por voluntad de las partes, claramente
constatada, se establezcan tales arras”.
TS insiste en otras ocasiones en el carácter meramente dispositivo del artículo 1.454:”… No es una norma de
derecho necesaria y (que), en consecuencia, un pacto de distinto alcance que el determinado en este precepto
es perfectamente normal, lícito, conforme al orden público y a la costumbre frecuentemente observada… ”.
81
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
RESPONSABILIDAD GENERAL.
Por ser universal, se puede decir que es un medio general de protección. Además tiende a asegurar su
cumplimiento. Producido el incumplimiento y concurriendo todos sus presupuestos, la responsabilidad
patrimonial puede comenzar a actuar. Por lo que se puede decir que está, actual o potencialmente, en todas las
obligaciones.
RESPONSABILIDAD PERSONAL.
El artículo precisa que el sujeto responsable sea el deudor, y será éste quien responda del incumplimiento. El
objeto de la responsabilidad es su patrimonio presente y futuro.
Atendiendo al sujeto responsable, se la denomina responsabilidad personal, diferente de la responsabilidad real
(responsabilidad de bienes específicos independientemente de quién sea su titular: derechos reales de
garantía? p.ej.: hipoteca).
RESPONSABILIDAD UNIVERSAL.
También atañe al objeto de la responsabilidad. Ha de ser de naturaleza patrimonial y su universalidad significa
que todo el patrimonio del deudor está afecto potencialmente a hacer frente a los posibles incumplimientos. De
otra parte, significa que cualquier elemento del patrimonio puede ser reclamado por los acreedores en la
exigencia de esa responsabilidad.
82
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
Existe una regla de proporcionalidad o adecuación entre la cuantía de la responsabilidad y la precisión de los
bienes concretos del patrimonio del deudor que van a quedar afectos por responsabilidad. La legislación
procesal prevé que quedarán afectos, por el procedimiento de ejecución forzosa “bienes suficientes a cubrir la
cantidad” en que se cifre la responsabilidad.
No todo el patrimonio es ejecutable. La Ley también determina la inembargabilidad de los bienes
imprescindibles para la supervivencia del deudor (mínimo inembargable: art. 1499 LEC-1881; Arts. 606 y ss.
LEC-2000 y otras disposiciones).
Para evitar que los acreedores puedan elegir como objeto de su acción, elementos patrimoniales, con notable
perjuicio para el deudor, funcionan los “beneficios de orden y excusión real”: la Ley clasifica los posibles bienes
del patrimonio en diferentes categorías según su más fácil convertibilidad en dinero y menor importancia para el
titular, disponiendo que se ejecuten primero los más fácilmente realizables y menos importantes (dinero, efectos
públicos, valores cotizables en Bolsa, joyas...).
Como el patrimonio puede resultar insuficiente para cubrir las responsabilidades, previene expresamente el Cc,
que la responsabilidad pesa tanto sobre los bienes actuales, como sobre los futuros. La responsabilidad no se
extinguiría, sino que perdura en la medida de lo insatisfecho.
Obligación
preexistente
2. Para que deje de ser potencial y pase a ser operativa es preciso que se incumpla la obligación con
incumplimiento jurídicamente imputable al deudor, según las reglas generales.
3. El incumplimiento debe producir un daño (nexo causal) y éste debe ser reparado.
Cuando concurren todos estos requisitos el deudor queda obligado a reparar al deudor el perjuicio provocado
por su incumplimiento. Este perjuicio puede repararse de diversas maneras.
En el capítulo del incumplimiento hemos visto que el acreedor puede solicitar el cumplimiento coactivo de la
prestación debida. El Ordenamiento pone, para ello, a su disposición la ejecución forzosa específica. Si el
acreedor la usa, mantiene el derecho a la reparación de los daños.
Llegados a la obligación de reparar, puede que el acreedor procure la reparación in natura y no la cifrada en
una suma de dinero. Si es posible tal petición, estamos de nuevo ante una ejecución forzosa específica allí
donde el deudor sea renuente a reparar voluntariamente.
Aún no es operativa la responsabilidad patrimonial universal. Se hará efectiva cuando no se ha escogido la
ejecución específica, o, escogida, deviene inoperante. En ese momento, los acreedores podrán ir contra
cualquier elemento patrimonial (con las salvedades y en el orden establecidos) para ejecutarlo a través de la vía
de apremio, convirtiéndolo en dinero con el que cobrar su indemnización.
83
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
CUANTÍA DE LA RESPONSABILIDAD
Una regla elemental de nuestro sistema de responsabilidad patrimonial universal es que se responde en la
cuantía del montante de la obligación a indemnizar. Este elemento posibilita el principio de proporcionalidad en
esta materia.
La suma a cubrir mediante ejecución forzosa (dineraria o genérica) es la que se determine al cifrar el monto de
la indemnización. Usando el valor venal de los bienes.
EFECTIVIDAD DE LA RESPONSABILIDAD.
La posible agresión, como injerencia en la esfera patrimonial del deudor responsable, por parte de los
acreedores ha de hacerse a través del concurso de la autoridad judicial. Los particulares no pueden adoptar
más medidas de fuerza o presión que las que le otorga el Ordenamiento (derecho de retención).
Por ello las leyes prevén los instrumentos de actuación judicial (coincidentes con la vía de apremio) para
hacerla efectiva.
El procedimiento de apremio se desarrolla en varias fases:
? Aislar bienes concretos del patrimonio para la cobertura de la responsabilidad concreta: P.ej. Embargo de
los bienes y derechos: Se designan bienes embargables en cuantía suficiente, de acuerdo con los beneficios de
orden y excusión real, y se toman medidas para que el deudor no burle el interés del acreedor.
Para su aseguramiento, si su naturaleza lo permite, se puede depositar el bien (Arts. 1785 y 1786); ordenar la
retención del pago (art. 1165); someter los bienes a administración judicial.
Cuando son bienes cuya titularidad consta en algún Registro, se hará constar, mediante anotación, el embargo
(para impedir su enajenación a un tercero poniéndolo fuera del alcance de los acreedores).
? Convertir los bienes trabados en dinero. A partir de la entrada en vigor de la Ley 1/2000, nueva LEC, no
solo se usa la subasta sino que establece otros medios de realización de los bienes. En su art. 636 indica:
1. Los bienes o derechos... se realizarán en la forma convenida entre las partes e interesados y aprobada
por el tribunal, con arreglo a lo previsto en esta Ley.
2. A falta de convenio de realización, la enajenación de los bienes embargados se llevará a cabo mediante
alguno de los siguientes procedimientos:
a. Enajenación por persona o entidad especializada, en los casos y formas previstos en esta Ley.
b. Subasta judicial.
3. Sin perjuicio de lo anterior, una vez embargados los bienes, se practicarán las actuaciones precisas
para la subasta judicial, que se producirá el día señalado, si antes no se solicita y ordena que la
ejecución forzosa se realice de manera diferente.
Convenio de realización. Art. 640 LEC-2000:
Es un acuerdo entre las partes para que alguien que esté interesado se quede con el bien, la ley exige la
comparecencia ante el Juez – siempre con la conformidad del ejecutante, sea a petición suya o del ejecutado o
de persona interesada- con asistencia de personas invitadas por las partes, dispuestas a adquirir el bien por
precio previsiblemente superior al que alcanzaría en subasta judicial.
Realización del bien por persona o entidad especializada.
A falta de Convenio de realización, la enajenación puede llevarse a cabo por persona o entidad especializada,
según prevé la Ley en sus Arts. 641 y 642.
El art. 641 exige la comparecencia ante el Juez, donde se acuerden los términos de la actuación y las cautelas
(caución o fianza, plazo - 6 meses-, precio no inferior al 70% del valor dado al inmueble, etc.).
Podrá enajenar el bien según se le encargue: venta directa o por subasta privada –fuera de la sede del
Juzgado-.
Subasta judicial.
Subsidiariamente la enajenación podrá llevarse a cabo a través de subasta judicial.
84
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
Las vías de realización forzosa, alternativas a la subasta judicial, se llevarán a cabo siempre que se soliciten a
instancia de parte. De lo que se deduce que no es preceptivo respetar el orden establecido en el art. 636
(convenio de realización, realización por persona o entidad especializada...) al elegirlas; dándose por hecho que
en ausencia de su solicitud, se realizará mediante subasta judicial, que seguirá su normal tramitación.
85
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
LA ACCION SUBROGATORIA INDIRECTA.
Ideas generales.
Art. 1111: “los acreedores, después de haber perseguido los bienes de que esté en posesión el deudor para
realizar cuanto se les debe, pueden ejercitar todos los derechos y acciones de éste con el mismo fin,
exceptuando los que sean inherentes a su persona”.
Acción subrogatoria: facultad del acreedor, legalmente atribuida, para ejercitar derechos del deudor en su
propio beneficio cuando el acreedor no tenga otro medio de hacer efectivo su derecho de crédito. Tiene un claro
carácter subsidiario.
Antes habrá de acreditar la insuficiencia de bienes del deudor, tras haberlo “perseguido” judicialmente en un
pleito anterior.
Pero la jurisprudencia del TS ha reconocido, que el acreedor puede ejercitarla directamente contra el deudor de
su deudor, acreditando en éste procedimiento la insuficiencia de bienes antes dicha.
La subrogación no es una subrogación propiamente dicha, pues el acreedor actúa en su propio nombre, no en
nombre del deudor.
Derechos ejercitables por el acreedor.
Art. 1111, exceptúa de la acción subrogatoria “los derechos inherentes a la persona del deudor”. Pues el interés
del acreedor es reintegrar bienes y derechos de naturaleza patrimonial.
Ejercicio y efectos.
El acreedor podrá reclamar al tercero, deudor del deudor, la totalidad del crédito, no sólo la parte que le adeude
su deudor.
La explicación es que el crédito se reintegra al patrimonio del deudor (el acreedor no cobra directamente) y
beneficia a todos los acreedores y, puede que sólo a alguno que tenga un derecho de crédito preferente al del
litigante.
Esta entrada patrimonial es la que justifica la denominación de indirecta u oblicua aplicada también a la acción
subrogatoria.
Las reglas de prelación de créditos serán las generales, por lo que esta figura es poco atractiva para el
acreedor.
LA ACCION DIRECTA
Noción general.
Posibilidad, para algunos casos, dada por el Ordenamiento jurídico, de demandar el cumplimiento de la
obligación al deudor de su deudor sin necesidad de que lo obtenido pase por el patrimonio del deudor
intermedio.
Algunos supuestos.
a) Facultad de los trabajadores o suministradores de materiales, en un contrato de obra, de dirigirse
directamente contra el dueño de ésta por la cantidad que éste adeude al contratista, deudor de los
trabajadores. Art. 1597 Cc.
b) Posibilidad de que el mandante se dirija contra el sustituto del mandatario. Art. 1722 Cc.
c) Acción directa atribuida por la LAU- art. 15- al arrendador para exigir al subarrendatario “el abono directo de
la renta y de su participación en el precio del subarriendo” y –art. 16- “la reparación de los deterioros que
éste hubiera causado dolosa o negligentemente en la vivienda”
d) Posibilidad de dirigirse directamente contra el asegurador, concedida a la víctima de accidente
automovilístico, en relación con el seguro obligatorio.
e) En seguros obligatorios, da la acción directa al perjudicado algunas otras disposiciones que caracterizan la
responsabilidad extracontractual como objetiva: caza, energía nuclear.
86
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
f) La Ley 50/1980 –de Contrato de Seguro- ha traído la aplicación del esquema de la acción directa con
relación al seguro de responsabilidad civil, incluso el voluntario.
87
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
88
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
89
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
Se incluyen los créditos garantizados con hipoteca mobiliaria o prenda sin desplazamiento (artº 10.1 Ley de
Hipoteca Mobiliaria y Prenda sin desplazamiento).
3) Los garantizados con fianza (rectius, prenda)de efectos o valores, constituida en establecimiento público o
mercantil, sobre la fianza y por el valor de los efectos de la misma.
Efectos o valores = acciones, pagarés, letras de cambio, etc. Realmente es crédito pignoraticio.
4) Los créditos por transporte, sobre los efectos transportados, por el precio del mismo, gastos y derechos de
conducción y conservación, hasta la entrega y durante treinta días después de ésta.
Los bienes transportados deben estar en posesión del transportista o consignatario
5) Los de hospedaje, sobre los muebles del deudor existentes en la posada.
Excluye los que estén fuera del establecimiento hotelero y los que habiendo estado dentro se hubieren
sacado.
La doctrina plantea su los automóviles que se encuentren en el aparcamiento del propio hotel forman parte
de “los muebles del deudor”.
6) Los créditos por semillas y gastos de cultivo y recolección anticipados al deudor, sobre los frutos de la
cosecha para que sirvieron.
7) Los créditos por alquileres y rentas de un año, sobre los bienes muebles del arrendatario existentes en la
finca arrendada y sobre los frutos de la misma.
Se refiere tanto a fincas urbanas como rústicas; según los precedentes y el Dº histórico estarán afectados
sólo los bienes muebles destinados al aprovechamiento natural del inmueble arrendado, excluyéndose los
objetos de uso personal.
91
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
92
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
?? Créditos por salarios no protegidos especialmente: están privilegiados hasta el triple del SMI y tienen
preferencia sobre cualquier otro crédito excepto los créditos con dº real que la Ley reconozca
preferentes. También se incluyen las indemnizaciones por despido.
c) Ley de Propiedad Intelectual (artº 54): los créditos de los autores de obras literarias, artísticas o científicas
por cesión de dºs de explotación tienen la misma consideración que los devengados por sueldos o salarios.
93
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
EL ERROR HISTÓRICO:
GAYO dividía las obligaciones en aquellas que nacían de los contratos, de los delitos, y de otras causas. Para
superar ésta división, en las «Instituciones» de JUSTINIANO, los juristas de Bizancio consideraron preferible
hablar de cuatro fuentes de las obligaciones: el contrato, el delito, las obligaciones nacidas quasi ex contrato y
quasi ex delito. Luego, una posterior alteración de términos lingüísticos, arrojó que una de las posibles
clasificaciones de las obligaciones, atendiendo a su fuente, requería hablar de las obligaciones nacidas ex quasi
contrato, naciendo así una categoría sistemática que carecía de sentido.
El conservadurismo de la mayor parte de los juristas y su respeto por las “fuentes”del Derecho romano hicieron
que el juego de palabras propio de la “creación” bizantina perdurara y fuera admitido este término en el Código
Civil francés, lo que provocó la consagración normativa de un verdadero desatino, que después se incorporó a
la codificación española.
LA INTRASCENDENCIA DE LA CATEGORÍA
El error histórico no fue seguido por el BGB, ni por los Códigos a los que ha servido de modelo (suizo, italiano
de 1942, portugués de 1966, etc.), que optó por regular la gestión de negocios ajenos como una subsección del
contrato de mandato y por reconocer al pago de lo indebido como una mera derivación del enriquecimiento
injusto. Este esquema propuesto por un importante sector doctrinal como el procedimiento idóneo de
clasificación, choca con la regulación propia de nuestro Código Civil.
Hay que reconocerle al art. 1887 el valor que realmente tiene: ser una norma definitoria (privada de mandato
alguno) que, al mismo tiempo, constituye un tributo al pasado (erróneo) y centrarse en la regulación de las dos
figuras de obligaciones legales que el CC regula: la gestión de negocios y el cobro (o pago) de lo indebido,
completadas con el estudio del enriquecimiento injusto.
94
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
95
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
6) Régimen normativo básico:
Se regula en los arts. 1888 a 1894 del Código civil.
El gestor, una vez iniciada la gestión, se encuentra vinculado por su propia decisión de inmiscuirse en los
asuntos ajenos, debiendo observar una conducta acorde con los intereses del dominus.
El dominus no despliega papel alguno en el comienzo de la gestión, sin embargo, una vez concluida -o
incluso iniciada- la gestión puede quedar obligado a compensar o indemnizar al gestor de los gastos
suplidos o de las pérdidas sufridas.
En la gestión de negocios ajenos, con pluralidad de gestores, el artículo 1.890.2 impone de forma taxativa
la responsabilidad solidaria: «La responsabilidad de los gestores, cuando fueren dos o más, será solidaria. »
Que contrasta precisamente con la paralela prevista para el mandato (art. 1.723) según la cual “la
responsabilidad de dos o más mandatarios, aunque hayan sido instituidos simultáneamente, no es solidaria,
si no se ha expresado así”. La razón de ésta diferencia de régimen de responsabilidad se funda en el hecho
de que las obligaciones de los gestores nacen ex lege, mientras que en el caso del contrato de mandato
cabe la libertad contractual.
96
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
La ratificación:
«La ratificación de la gestión por parte del dueño del negocio produce los efectos del mandato expreso» (art.
1.892). La ratificación puede realizarla el dominus de forma expresa (p.e. declaración de voluntad en tal sentido)
o tácita (por ej. Transferencia bancaria al gestor, abonándole los gastos).
Según la doctrina la ratificación supone la conversión del cuasicontrato en un auténtico mandato, por lo cual la
normativa aplicable será la establecida por el Código para tal institución (art. 1.709 y ss.). Ésta remisión al
mandato supone el abandono del criterio objetivo de responsabilidad contemplado en el artículo 1.891, pasando
a responder el «gestor-mandatario» solamente en los supuestos de dolo y culpa (art. 1.726), eximiéndose al
gestor de responsabilidad en los supuestos de caso fortuito.
La gestión útil o provechosa:
Según el art. 1.893.1 «aunque no hubiere ratificado expresamente la gestión ajena, el dueño de bienes o
negocios que aproveche las ventajas de la misma será responsable... », identificando así el supuesto de que la
gestión le resulte útil o provechosa.
Algunos autores han defendido que se trata de un supuesto de ratificación tácita, sin embargo, dicha pretendida
simetría es dudosa y digna de ser abandonada según el Prof. Lasarte.
Basta y sobra con el aprovechamiento por el dominus de la gestión realizada para que éste quede obligado.
La gestión precautoria:
Contemplada por el art. 1.893.2. La objetividad viene dada ahora no porque el dominus obtenga
aprovechamiento positivo alguno de la gestión, sino porque la iniciativa del gestor encuentre su fundamento en
la evitación de algún mal inminente y manifiesto (sin tener relevancia el aprovechamiento positivo del dominus
sobre la gestión).
Los art. 1.891 y 1.893.2 no han sido citados nunca por la jurisprudencia. Ante ello, sólo cabe imaginar
supuestos (p.e.: en evitación de inundaciones ante una fuga de agua en un piso, en ausencia del dominus.).
Los requisitos que tratan de objetivar la oportunidad de intervención del gestor son:
- El carácter manifiesto del mal requiere la existencia de circunstancias que, de forma objetiva,
justifiquen la intervención gestoría de cualquier persona (o “buen padre de familia”).
- La inminencia del perjuicio, referida a le hecho de que la evitación del mismo exija la intervención
gestoría ajena de forma temporánea y precisa, ya que su dilación supondría el efectivo acaecimiento perjudicial
o dañino para el dominus.
La igualdad de efectos:
El art. 1.893 establece que la gestión útil y la gestión precautoria originan los mismos efectos: el dominus ha de
considerarse responsable de las obligaciones contraídas por el gestor; ha de indemnizar a éste de los gastos
necesarios y útiles que hubiese hecho y ha de afrontar los perjuicios que el gestor haya sufrido en el
desempeño de su cargo.
Dado que el elenco de obligaciones que ha de soportar o asumir el dominus en el caso de gestión útil y de
gestión precautoria, coincide con el contenido de la relación obligatoria nacida del mandato expreso ( con las
lógicas variaciones institucionales), tanto la ratificación ex artículo 1.892, cuanto los supuestos del artículo
1.893, producen similares consecuencias de responsabilidad a cargo del dominus.
¿Retribución del gestor? :
Aunque en el Proyecto de 1851 del Código se vetaba expresamente la retribución del gestor, la doctrina ha
pretendido cambiar ésta prohibición, hasta afirmar que la vigente redacción del Código no prohibiría la
retribución del gestor.
Ésta postura ha sido defendida por la doctrina (profesor LACRUZ) propugnando la aplicación e interpretación
extensiva del artículo 1.711 para que el gestor pueda devengar honorarios o ser retribuido cuando la gestión
consista en servicios profesionales (p.e. servicios médicos), aunque la gestión no sea expresamente ratificada
por el dominus.
El gestor que por su dedicación a los negocios ajenos hubiera sufrido menoscabos en su propio sueldo y así lo
acreditara estaría reclamando un perjuicio sufrido a causa de la gestión, pretensión que encuentra fundamento
97
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
en el espíritu del artículo 1.893. No es así en el supuesto de reclamación de honorarios médicos, debido a una
actuación que esté presidida por la cobditia de ganar, ello excluye el animus aliena negotia gerendi (así lo
entiende el TS).
LA OBLIGACIÓN DE RESTITUCIÓN:
La consecuencia fundamental del pago de lo indebido es que el accipiens tiene «la obligación de restituir(la)»
(art. 1.895). Por tanto, el ejercicio de la acción de restitución y la devolución de la prestación realizada
corresponde exactamente al solvens., aunque pueda darse el caso de que el dueño de la cosa sea una persona
diferente.
El alcance y la extensión objetiva de la obligación de restitución es diverso y depende de la buena o mala fe del
accipiens.
Establece el art. 1.899 la «exención de la obligación de restituir» cuando el verdadero acreedor, de buena fe y
entendiendo que el pago correspondía a un crédito legítimo y subsistente del que es titular, lleve a cabo
cualquiera de los siguientes actos:
- Inutilización del título correspondiente al derecho de crédito.
- Dejar transcurrir el plazo de prescripción sin reclamar el crédito (por entenderlo ya pagado).
- Abandono de las prendas, y
- Cancelación de las garantías de su derecho.
La exención de la obligación de restituir establecida por el artículo 1.899 es un precepto excepcional dentro del
sistema, pero al propio tiempo configura supuestos de tal amplitud y generalidad que resulta difícil restringir o
predicar una interpretación restrictiva de los actos que conllevan el perjuicio o deterioro del derecho de crédito
del accipiens, y a veces requiere una interpretación casuística.
El fundamento último del precepto radica en que el error del solvens no debe conllevar el perjuicio del acreedor
de buena fe que, conforme a las reglas generales de diligencia y comportamiento honesto, una vez que
entiende haber cobrado, realiza actos liberatorios de su deudor.
99
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
LA RESTITUCIÓN DEL «ACCIPIENS» DE BUENA FE:
Art. 1.897 establece la obligación de restitución de una «cosa cierta y determinada». En caso de cosa
específica, el accipiens ha de devolver la cosa o su valor de enajenación. En caso de pérdida de la cosa o de
haberse deteriorado, sólo habrá de indemnizar en el caso de que haya obtenido enriquecimiento efectivo ( p. ej.
en caso de contrato de seguro).
Para el supuesto de que la cosa consista en un bien genérico, se impone la conclusión de que el accipiens
habrá de restituir el tantundem.
100
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
a) Que la cosa principal no sufra deterioro por la separación de los adornos u ornamentos que en su día se
le incorporaron.
b) Que el sucesor en la posesión no prefiera quedarse con los adornos incorporados abonando:
- «El importe de lo gastado» en su día (art. 454), en caso de poseedor de buena fe.
- «El valor que tengan en el momento de entrar en la posesión» (art. 455), en caso de poseedor de
mala fe.
101
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
contractual de cualquiera de las partes, pues en tales casos basta (y sobra) con el propio régimen normativo de
la responsabilidad civil o del contrato para atender a los desequilibrios producidos.
La doctrina, por su parte, una vez admitido el principio general, pone de manifiesto que la obligación de
resarcimiento del que se ha enriquecido torticeramente a costa de otro constituye el fundamento último de
numerosas disposiciones del Código Civil.
Merece una especial atención la opinión e interpretación que del art. 1901 hace el Profesor Lacruz ( compartida
por el Prof. Lasarte), que entiende que dicho artículo contiene el entronque normativo de la acción general de
enriquecimiento. “Se presume que hubo error en el pago cuando se entregó cosa que nunca se debió o que ya
estaba pagada; pero aquél a quien se pida la devolución puede probar que la entrega se hizo a título de
liberalidad o por otra causa justa”.
Propone Lacruz la división en dos partes del art. 1901 C.C:
1ª) Establece la presunción de error (en relación inmediata con el pago de lo indebido).
2ª) Relativa a la firmeza de determinados desplazamientos patrimoniales.
En conclusión: Cualquier prestación hecha sin causa alguna que la justifique (absolutamente indebida), puede
ser reclamada por quien la realizó, por cuanto lo prestado sólo puede ser conservado por el accipiens mediando
liberalidad u otra causa justa.
PRESUPUESTOS:
De la abundante jurisprudencia se extraen los siguientes requisitos:
a) El enriquecimiento:
La noción de enriquecimiento puede identificarse con cualquier acto o hecho que genera un incremento
patrimonial para el enriquecido o, lo que es lo mismo, un aumento del valor de su patrimonio.
Puede consistir tanto en un incremento patrimonial como en la evitación de una disminución por el concepto de
daños o de gasto.
Puede consistir tanto en un incremento patrimonial por la adquisición de la propiedad de una cosa ( o la
posesión de una cosa fructífera), la desaparición o disminución de una deuda, la adquisición o generación de un
derecho de crédito,...
b) La inexistencia de causa:
Se trata de que no exista hecho, acto o situación alguna que justifique el desplazamiento patrimonial; una razón
de ser que, además de ser lícita, lo justifique.
c) El empobrecimiento:
La noción de empobrecimiento representa la contrafigura del enriquecimiento antes analizado. Se trata de que
el enriquecimiento injusto se produzca precisamente a costa del patrimonio del favorecido ( puede bastar que la
acción del enriquecido haya comportado la falta de incremento de los elementos patrimoniales del empobrecido,
así, no es necesario que el patrimonio del mismo haya sido dañado de forma negativa). Debe haber una
relación causal.
d) La relación de causalidad:
El empobrecimiento de una de las partes y el enriquecimiento de la otra deben encontrarse estrechamente
interconectados o ser entre sí interdependientes, como la jurisprudencia exige reiteradamente.
102
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
La obligación de restituir, en el caso de pluralidad de deudores, ha de configurarse como solidaria conforme a la
línea jurisprudencial que, en todo caso, restringe la aplicación de los artículos 1.137 a 1.138 a las obligaciones
procedentes de contrato, al no caber pacto sobre el particular en las obligaciones ex lege.
103
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
104
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
LA ILICITUD O ANTIJURIDICIDAD:
Para que la acción u omisión produzca obligación de reparar el daño es necesario que sea ilícita o antijurídica –
contraria a Derecho–.
En principio, todo acto u omisión que cause daño a otro, se presume que es antijurídico, y sólo dejará de serlo
cuando concurre a favor del sujeto responsable alguna de las causas que excluyen la antijuridicidad, quedando
exonerado de responsabilidad el sujeto actuante, estas causas sería en las siguientes:
Los casos de legítima defensa o estado de necesidad:
El art. 20 C.P. identifica la legítima defensa con la actuación de cualquiera en defensa de la persona o
derechos, propios o ajenos, siempre que concurran los requisitos de:
?? Agresión ilegítima.
?? Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla.
106
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
?? Falta de provocación suficiente por parte del defensor.
En estado de necesidad se haya quien, para evitar un mal propio o ajeno, lesione un bien jurídico de otra
persona o infrinja un deber, siempre que concurran los siguientes requisitos:
?? Que el mal causado no sea mayor que el que se trate de evitar.
?? Que la situación de necesidad no haya sido provocada intencionadamente por el sujeto.
?? Que el necesitado no tenga, por su oficio o cargo, obligación de sacrificarse.
El consentimiento o la culpa de la víctima:
Cuando el daño se causa con consentimiento de la víctima o a causa de la denominada culpa exclusiva de la
víctima.
Para que pueda ser considerado causa de exoneración de responsabilidad, se requiere que dicho
consentimiento no sea contrario a una prohibición legal, o a las buenas costumbres, o no sea eficaz por
cualesquiera otras razones.
El correcto ejercicio de un derecho:
Cuando el sujeto responsable obra o adopta una conducta omisiva en virtud de un derecho, cuyo ejercicio
comporte un daño o cualquier tipo de perjuicio para un tercero.
Pero un uso abusivo del derecho puede constituir un acto ilícito; así el art. 7.2 C.C. dice que “todo acto u
omisión que... sobrepase manifiestamente los límites normales del ejercicio de un derecho, con daño para un
tercero, dará lugar a la correspondiente indemnización”.
108
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
LA PRUEBA DE LA CULPA:
Es una nota característica de la responsabilidad extracontractual la prueba de la culpa. La jurisprudencia ha
dejado claro de forma reiterada desde la publicación del Código que el actor ha de probar la culpabilidad del
demandado.
No obstante, en las últimas décadas, se ha producido un giro y el TS ha terminado por establecer que sea el
sujeto supuestamente responsable quien haya de acreditar haber actuado sin culpa (inversión de la carga de la
prueba), pues ya anteriormente la doctrina consideraba que es injusto que la víctima, además de haber sufrido
un daño, deba soportar la carga de la prueba.
109
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
El TS, consciente de las diversas perspectivas de interés respecto de la relación de causalidad, las considera
desde una posición meramente instrumental, atendiendo ante todo a un planteamiento realista de los supuestos
litigiosos y procurando lograr la debida justicia material de los casos sometidos a su conocimiento.
110
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
LA ILICITUD O ANTIJURIDICIDAD
Para que una acción u omisión produzca la obligación de reparar, es necesario que sea ilícita o antijurídica, es
decir, contraria a derecho. Pero el art. 1.902 C.c. no recoge indicación alguna, requiriendo sólo que en la
conducta del agente intervenga cualquier género de culpa o negligencia. La razón estriba en que todo acto u
omisión que cause daño se presume que es antijurídico. Para el autor, dicha explicación no es satisfactoria,
pues la antijuridicidad no deriva en sí misma del acto u omisión, que abstractamente considerados pueden ser
lícitos y conformes al Ordenamiento Jurídico, sino de las consecuencias dañosas que, por culpa o negligencia
del actor, se generan en perjuicio de tercero. Por tanto, es antijurídica cualquier conducta ilícita o no, que
acarree daño para un tercero y sólo dejará de serlo cuando concurra a favor del sujeto responsable alguna de
las causas que excluyen la antijuridicidad y que, por consiguiente, exoneran al sujeto actuante, que serían las
siguientes:
Los casos de legítima defensa o estado de necesidad
Ambas nociones son objeto del Derecho Penal (Arts. 1.118 C.p, según LORG 10/95).
El art. 20 del C.p (antes 8.4º), identifica la legítima defensa con la actuación de cualquiera en defensa de la
persona o derechos, propios o ajenos, siempre que concurran los requisitos siguientes:
1. Agresión ilegítima...,
2. Necesidad Racional del medio empleado para impedirla o repelerla
3. Falta de provocación por parte del defensor.
Por su parte, se considera causa eximente de responsabilidad penal la actuación de quien en Estado de
Necesidad, para evitar mal propio o ajeno, lesione un bien jurídico de otra persona o infrinja un deber, siempre
que concurran estos requisitos:
1. Que el mal causado no sea mayor que el que se trate de evitar.
2. Que la situación de necesidad no haya sido provocada intencionalmente por el sujeto.
3. Que el necesitado no tenga, por oficio ni cargo, obligación de sacrificarse.
111
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
112
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
de la propia actuación”. Por consiguiente, si por imputabilidad se entiende “existencia de una voluntad concreta
cuyo ejercicio comporta la realización del daño”, se habría de concluir que los hechos humanos no acarrean
responsabilidad civil (como hechos voluntarios), mientras de que los hechos voluntarios si, lo que es
inaceptable en materia de responsabilidad extracontractual pues la voluntariedad o involuntariedad de la
conducta dañosa es intrascendente para nuestro sistema normativo.
En realidad, la exigencia de la imputabilidad (capacidad de entender y querer) del autor no constituye un
presupuesto de la responsabilidad civil en nuestro ordenamiento ( si en el Italiano y Portugués) como expresan
el art. 188 C.p. en relación con el art. 19 y 20 C.p., así como en el art. 1.902 C.c. y ss. Al respecto desde la
entrada en vigor de la Ley 5/2000 de responsabilidad del menor, los menores de 18 años y los que sufran
anomalías psíquicas persistentes o transitorias ( si el trastorno no es provocado a propósito) están exentos de
responsabilidad criminal, es decir, son inimputables penalmente, pero dicha exención no comprende ni conlleva
la inexistencia de responsabilidad civil. Así pues, conforme al art. 118 C.p. la responsabilidad civil por actos
realizados por quienes sean penalmente inimputables se exigirá conforme a las siguientes reglas:
1. Si sufren enajenación mental persistente: Serán responsables los tutores bajo cuya potestad o guarda
legal se hallaren siempre que no medie culpa o negligencia por su parte. Los “guardadores legales”
responden por el hecho ilícito del inimputable aunque dicha responsabilidad se fundamente en la culpa in
vigilando. En la redacción anterior del C.p., en caso de inexistencia o insolvencia de guardadores legales,
respondían con sus bienes las propias personas ( responsabilidad patrimonial universal de locos, dementes,
menores, disminuidos,... etc.) Se planteó la cuestión si había que llegarse a la misma conclusión de que
aún existiendo tales guardadores y siendo solventes, no fueran declarados responsables por acreditar la
debida diligencia: unos decían que no porque las normas penales no son susceptibles de aplicación
analógica, otros, como LATOUR BROTONS y LACRUZ BERDEJOA, afirmaban que pese a su ubicación en
el C.P., la norma comentada tenía naturaleza civil, Así la respuesta afirmativa se imponía, como la
conclusión general de que la condición de imputable del autor del daño es extraña en nuestro ordenamiento
normativo.
En dicha línea parece moverse el actual C.p., al establecer la responsabilidad de los guardadores “sin
perjuicio de la responsabilidad civil directa que pudiera corresponder a los imputables”.
2. El ebrio y el intoxicado: Habrán de responder por sí mismos.
3. En el supuesto del Estado de Necesidad: Serán responsables civiles directos las personas en cuyo favor
se haya precavido el mal.
4. La inimputabilidad de los menores de edad: (entre 14 y 18 años) Ha desaparecido con aprobación de la
LORG 5/2000 de responsabilidad penal del menor. Lo llamativo es que esta Ley, como el C.p. para
disminuidos psíquicos en esta Ley, hace recaer sobre los padres y guardadores de forma solidaria la
responsabilidad civil imputable al menor entre 14-18 años, aunque no haya habido culpa o negligencia de
aquellos.
113
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
LA PRUEBA DE LA CULPA
Es nota característica de la responsabilidad extracontractual la necesidad de la prueba de la culpa. El actor ha
de probar la culpabilidad del demandado ( art. 1.214 C.c. que establece que incumbe la prueba de las
obligaciones al que reclama su cumplimiento).
Pero la Doctrina y JPCIA se plantearon que era injusto que la víctima, además del daño sufrido, tuviera que
soportar la carga de la prueba.
Siguiendo esta línea, nuestro TS ha terminado por establecer una verdadera inversión de la carga de la prueba
en beneficio de la víctima, conforme a la cual será el sujeto tendencialmente responsable quien haya de
acreditar hacer actuado sin culpa, esto es, con un grado de diligencia tal que se excluya la aparición de
responsabilidad extracontractual.
114
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
Ante la inexistencia de norma alguna en materia de responsabilidad civil que represente de forma paralela el
papel ofrecido por el art. 1.105 C.c., la JPCIA del TS se muestra proclive a considerar aplicable dicho precepto
a los casos de responsabilidad extracontractual y a él nos hemos de remitir.
Pero la consideración del art. 1.105 C.c. por la JPCIA a efectos de calificación o caracterización no significa una
especial predisposición del TS a excluir la relación de causalidad del sujeto tendencialmente responsable, pues
pretendidos casos fortuitos suelen ser eventos previsibles que no hubieren originado daño alguno si el sujeto
hubiera tenido la debida diligencia.
115
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
LA ILICITUD O ANTIJURICIDAD
Para que la acción u omisión produzca la obligación de reparar el daño, suele afirmarse que es necesario que
sea ilícita o antijurídica, es decir, contraria a derecho.
Sin embargo, el Art. 1902, no requiere sólo que en la conducta de la gente intervenga cualquier género de culpa
o negligencia. La razón de semejante "laguna" radica en que, en principio, todo acto u omisión que cause daño
a otro, se presupone que es antijurídico.
228. Causas que excluyen la antijuricidad, y que, por tanto, exonera de responsabilidad al sujeto actuante-
Las causas que excluyen la antijuricidad, y por consiguiente exonera de responsabilidad al sujeto son:
1. Los casos de legítima defensa o de estado de necesidad.
2. El consentimiento o la culpa exclusiva de la víctima.
3. El correcto ejercicio de un derecho.
EL DAÑO (MATERIAL)
Es un elemento de la responsabilidad extracontractual. La jurisprudencia exige la existencia y prueba del daño
para la procedencia de la indemnización de daños y perjuicios.
La prueba del daño efectivamente acaecido corresponde al demandante, el cual coincidirá con la propia víctima
o sus representantes.
El daño debe ser ante todo real, cierto y existente.
La sentencia liquidadora del daño puede tener en cuenta también los daños futuros si éstos pueden
cuantificarse.
116
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
La doctrina y jurisprudencia tienden a admitir que todo daño, bien sea material o moral, siempre que sea real y
demostrado, de lugar a reparación, quedando claro que, en materia de responsabilidad extracontractual, los
daños morales son plenamente indemnizables.
LA PRUEBA DE LA CULPA
Es nota característica de la responsabilidad extracontractual la necesidad de la prueba de la culpa.
La jurisprudencia tiene declarado de forma reiterada que el actor ha de probar la culpabilidad del demandado:
"incumbe la prueba de las obligaciones al que reclama su cumplimiento".
No obstante, desde hace décadas se ha planteado la posibilidad de que bastase un mero principio de prueba
de la culpa del agente-demandado una vez acreditado el daño del demandante-víctima, diciendo que es injusto
que la víctima además de haber sufrido un daño, deba soportar la carga de la prueba.
El TS ha terminado por establecer una verdadera inversión de la carga de la prueba en beneficio de la víctima,
conforme a lo cual, será el sujeto tendencialmente responsable quien haya de acreditar haber actuado sin
culpa, esto es, con un grado de diligencia tal que excluya la aparición de la responsabilidad extracontractual.
117
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
a) Teoría de la equivalencia de las condiciones;
Según esta teoría se han de tener en consideración todas y cada una de las diversas causas que han
contribuido a la producción del resultado dañoso, siempre y cuando éste no hubiere acaecido de faltar alguno
de las condiciones o circunstancias que hayan estado presentes en el supuesto de hecho.
b) Teoría de la adecuación o de la causa adecuada;
Esta teoría considera que la causa-origen del daño sólo puede determinarse atendiendo a la adecuación de
aquélla y éste. Si el daño objetivamente contemplado era de esperar como una derivación natural del curso de
los acontecimientos, podrá hablarse de relación causal.
c) Teoría de la causa próxima;
La jurisprudencia inglesa habla de la necesidad de que entre el daño y la serie de concausas haya una relación
de proximidad, de forma tal que las posibles causas de origen remoto deban ser desechadas.
d) Teoría de la causa eficiente;
En sentido a la anterior, la jurisprudencia española habla en algunos casos de causa eficiente para evitar que la
nota de proximidad de la causa pueda traer consigo la exclusión de causas menos próximas, que sin embargo,
serían determinantes del resultado añoso.
118
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
119
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
CAÍDA DE ÁRBOLES
Responderán los propietarios de los daños causados por la caída de árboles colocados en sitios de tránsito,
cuando la caída no sea ocasionada por fuerza mayor.
El dueño del árbol "ha de adoptar las medidas oportunas cuando algún árbol corpulento amenace con caerse
de modo que pueda perjudicar a una finca ajena o a los transeúntes de una vía pública o particular".
120
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
OBJETOS ARROJADOS O CAÍDOS
"El cabeza de familia que habita una casa o parte de ella es responsable de los daños causados por las cosas
que se arrojen o cayeren de la misma".
En la actualidad se aplica este artículo en los casos de reclamación de indemnizaciones por filtraciones de agua
a locales o viviendas sitos en plantas inferiores.
La víctima del daño, una vez acreditada la relación de causalidad, puede reclamar directamente al "cabeza de
familia" la reparación del daño causado.
Es una muestra clara de responsabilidad objetiva.
121
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
La Ley de consumidores y usuarios (LCU) parece sentar una responsabilidad objetiva en favor del consumidor y
usuario "por los daños y perjuicios demostrados que el consumo o la utilización de bienes y servicios les
irroguen, salvo que aquellos daños o perjuicios estén causados por su culpa exclusiva o por la de las personas
de las que deba responder civilmente.
La Ley establece un régimen de responsabilidad objetiva, aunque no absoluta, permitiendo al fabricante
exonerarse de responsabilidad en varios supuestos.
Según la ley, "el perjudicado que pretenda obtener la reparación de los daños causados tendrá que probar el
defecto del producto, el daño y la relación de causalidad entre ambos".
122
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
123
http://www.uned-derecho.com
Dº Civil II – 1PP
El plazo anual previsto en el Código Civil para el ejercicio de la acción para la exigir la responsabilidad civil
puede ser objeto de interrupción.
El plazo para ejercitar la acción por responsabilidad civil se convierte en plazo de caducidad en los siguientes
supuestos:
a) En la L. O. sobre protección civil del derecho al honor, a la intimidad y a la imagen, que amplía el plazo del
ejercicio de la acción a cuatro años y lo califican de caducidad.
b) En la LOPJ, al establecer el plazo de tres meses para interponer la demanda de responsabilidad por error
judicial; el legislador opta por la caducidad.
124
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
1
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
9.2. Los contratos consensuales como regla y el papel marginal de los contratos reales ................................................22
10. LA DOCUMENTACIÓN DEL CONTRATO....................................................................................................................22
TEMA 21. LA FORMACIÓN Y EL CONTENIDO DEL CONTRATO .............................................................................23
1. LA IGUALDAD DE LAS PARTES CONTRATANTES Y LA FORMACIÓN DEL CONTRATO. .............................23
2. LAS FASES DE FORMACIÓN DEL CONTRATO: LA GÉNESIS PARADIGMÁTICA CLÁSICA. .........................23
2.1. La oferta contractual.......................................................................................................................................................23
2.2. La aceptación. El valor del silencio...............................................................................................................................23
2.3. La perfección del contrato entre ausentes: la redacción originaria de los Códigos Civil y de Comercio. ..............24
2.4. La Ley 34/2002: contratación automática, telemática y electrónica. (no viene en el programa).............................24
2.5. Los tratos preliminares: la responsabilidad precontractual........................................................................................24
3. EL PRECONTRATO Y EL CONTRATO DE OPCIÓN. ...................................................................................................25
3.1. El precontrato o promesa de contrato............................................................................................................................25
3.2. El contrato de opción ......................................................................................................................................................25
4. LA CRISIS DEL ESQUEMA CODIFICADO. SUPUESTOS VARIOS............................................................................26
5. LAS CONDICIONES GENERALES DE LA CONTRATACIÓN Y LOS CONTRATOS DE ADHESIÓN. ...............26
5.1. Noción de condiciones generales. ..................................................................................................................................26
5.2. La eficacia obligatoria de los contratos de adhesión. ..................................................................................................26
6. LOS CONTRATOS NORMATIVOS. ..................................................................................................................................27
6.1. Los contratos forzosos.....................................................................................................................................................27
6.2. Los contratos normados..................................................................................................................................................27
7. EL CONTENIDO DEL CONTRATO...................................................................................................................................27
7.1. El contenido y el objeto del contrato..............................................................................................................................27
7.2. La autonomía privada y las reglas contractuales. ........................................................................................................27
8. LA CONDICIÓN. ...................................................................................................................................................................28
8.1. Noción general y requisitos. ...........................................................................................................................................28
8.2. Condición suspensiva y condición resolutoria. .............................................................................................................28
8.3. La condictio iuris o condiciones legales........................................................................................................................28
9. EL TÉRMINO O PLAZO. .....................................................................................................................................................29
9.1. El término como elemento accidental: término inicial y final......................................................................................29
9.2. El término de cumplimiento: término esencial..............................................................................................................29
10. EL MODO. ............................................................................................................................................................................29
11. LOS CONTRATOS TÍPICOS Y ATÍPICOS. ....................................................................................................................29
11.1. Los contratos típicos......................................................................................................................................................29
11.2. Los contratos atípicos....................................................................................................................................................29
TEMA 22. LA INTERPRETACIÓN E INTEGRACIÓN DEL CONTRATO....................................................................31
1. INTRODUCCIÓN: INTERPRETACIÓN, CALIFICACIÓN E INTEGRACIÓN DEL CONTRATO. ..........................31
2. LA INTERPRETACIÓN DEL CONTRATO. ......................................................................................................................31
2.1. Ubicación legal y carácter normativo de los criterios interpretativos........................................................................31
2.2. Interpretación de los contratos y casación....................................................................................................................31
3. LOS CRITERIOS INTERPRETATIVOS DE CARÁCTER SUBJETIVO........................................................................31
4. LOS CRITERIOS INTERPRETATIVOS DE CARÁCTER OBJETIVO. .........................................................................32
4.1. La interpretación sistemática..........................................................................................................................................32
4.2. La exclusión de la anfibología y el principio de conservación del contrato...............................................................32
4.3. Los usos interpretativos...................................................................................................................................................32
4.4. La interpretación contra stipulatorem. ..........................................................................................................................32
5. EL ARTÍCULO 1.289 DEL CÓDIGO CIVIL. .....................................................................................................................33
5.1. Las circunstancias accidentales del contrato................................................................................................................33
5.2. El objeto principal del contrato......................................................................................................................................33
6. LA CALIFICACIÓN DEL CONTRATO. ............................................................................................................................33
7. LA INTEGRACIÓN DEL CONTRATO. .............................................................................................................................33
7.1. Alcance y significado del artículo 1.258 de Código Civil.............................................................................................33
7.2. Los medios de integración...............................................................................................................................................34
TEMA 23. LA EFICACIA DEL CONTRATO ........................................................................................................................35
1. LOS EFECTOS PROPIOS DEL CONTRATO. ...................................................................................................................35
1.1. Los efectos inter partes: el principio de la relatividad del contrato............................................................................35
2
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
3
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
4
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
4.2. El desahucio.....................................................................................................................................................................64
5. DISPOSICIONES DEL CC RELATIVAS AL ARRENDAMIENTO DE FINCAS RÚSTICAS Y URBANAS...........64
5.1. Fincas rústicas.................................................................................................................................................................64
5.2. Fincas urbanas.................................................................................................................................................................65
6. EL SUBARRIENDO Y LA CESIÓN DEL ARRENDAMIENTO.......................................................................................65
7. EL ARRENDAMIENTO O CONTRATO DE SERVICIOS...............................................................................................65
7.1. Concepto y caracteres. ....................................................................................................................................................65
7.2. La regulación legal..........................................................................................................................................................65
7.3. La prestación de servicios correspondientes a las profesiones liberales....................................................................66
TEMA 28. LOS ARRENDAMIENTOS RÚSTICOS ..............................................................................................................67
1. LAR..........................................................................................................................................................................................67
1.1. Ámbito de aplicación.......................................................................................................................................................67
1.2. Principios básicos............................................................................................................................................................67
1.3. Reglas sobre capacidad de las partes. ...........................................................................................................................68
2. RÉGIMEN JURÍDICO DE LOS ARRENDAMIENTOS RÚSTICOS...............................................................................68
2.1. La renta o precio del arrendamiento..............................................................................................................................68
2.2. Gastos y mejoras..............................................................................................................................................................69
2.3. Duración del contrato. ....................................................................................................................................................69
2.4. Modificación subjetiva del contrato...............................................................................................................................70
2.5. Tanteos y retractos. .........................................................................................................................................................70
2.6. Extinción del contrato. ....................................................................................................................................................70
3. LOS ARRENDAMIENTOS RÚSTICOS HISTÓRICOS....................................................................................................71
4. LA APARCERÍA AGRARIA. ...............................................................................................................................................71
TEMA 29. LOS ARRENDAMIENTOS URBANOS ...............................................................................................................73
1. EL TEXTO REFUNDIDO DE LA L.A.R. APROBADO EN 1964 ...................................................................................73
1.1 Ámbito de aplicación......................................................................................................................................................73
2.2 La irrenunciabilidad de los derechos del arrendatario...............................................................................................73
2. REGIMEN JURIDICO DE LOS A. URBANOS EN T.R. 1964.........................................................................................73
3. NOTAS FUNDAMENTALES A LA LEY DE ARRENDAMIENTOS URBANOS DE 1994 .......................................74
3.1 Sistemática ......................................................................................................................................................................74
3.2 Diversidad de régimen jurídico: arrendamiento de vivienda y arrendamiento para uso distinto del de vivienda....74
3.3 La delimitación del arrendamiento de viviendas: exclusión de los inmuebles destinados a actividades profesionales
..................................................................................................................................................................................................74
4. LOS ARRENDAMIENTOS DE VIVIENDA ......................................................................................................................74
4.1 La duración del contrato................................................................................................................................................74
4.2 La renta ...........................................................................................................................................................................75
4.3 Contenido del contrato: derechos y obligaciones de las partes..................................................................................75
4.4 La terminación del contrato...........................................................................................................................................75
5. LOS RESTANTES ARRENDAMIENTOS URBANOS .....................................................................................................75
5. REFERENCIA A LAS DISPOSICIONES TRANSITORIAS ............................................................................................76
TEMA 30. EL CONTRATO DE OBRA ....................................................................................................................................77
1. INTRODUCCIÓN: CONCEPTO Y CARACTERES. .........................................................................................................77
1.1. El contrato de obra en el Código Civil. .........................................................................................................................77
1.2. La Ley de Ordenación de la Edificación (LOE 38/1999). ............................................................................................77
2. EL OBJETO DEL CONTRATO. ..........................................................................................................................................77
2.1. La obra. ............................................................................................................................................................................77
2.2. El precio. ..........................................................................................................................................................................77
3. POSICIÓN DEL CONTRATISTA........................................................................................................................................78
3.1. La ejecución de la obra...................................................................................................................................................78
3.2. La acción directa de trabajadores y suministradores...................................................................................................78
3.3. El Derecho de retención..................................................................................................................................................78
3.4. El carácter preferente del crédito del contratista. ........................................................................................................78
3.5. La responsabilidad del contratista.................................................................................................................................79
4. POSICIÓN DEL COMITENTE.............................................................................................................................................79
5. LA RESPONSABILIDAD POR RUINA: EL ARTÍCULO 1.591......................................................................................79
5
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
6
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
7
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
9.1. Concepto.........................................................................................................................................................................107
9.2. Tipo de arbitraje............................................................................................................................................................107
9.3. Forma de celebración....................................................................................................................................................107
9.4. Contenido. ......................................................................................................................................................................107
10. OBJETO DEL ARBITRAJE. .............................................................................................................................................107
10.1. La resolución de cuestiones litigiosas........................................................................................................................107
10.2. Ámbito material del arbitraje. ....................................................................................................................................108
11. LOS ÁRBITROS. ...............................................................................................................................................................108
12. EFECTOS DEL ARBITRAJE ...........................................................................................................................................108
12.1. El laudo. .......................................................................................................................................................................108
12.2. Recursos contra el laudo.............................................................................................................................................109
12.3. Ejecución del laudo.....................................................................................................................................................109
13. LA GENERALIZACIÓN DEL ARBITRAJE EN LA LEGISLACIÓN CONTEMPORÁNEA. .................................109
TEMA 36. LA FIANZA..............................................................................................................................................................110
1. EL CONTRATO DE FIANZA. ..........................................................................................................................................110
1.1. Ideas generales: la finaza subsidiaria y finaza solidaria. ..........................................................................................110
1.2. Relación de fianza y contrato de fianza. ......................................................................................................................110
1.3. Características del contrato de fianza. ........................................................................................................................110
2. CLASES DE FIANZA..........................................................................................................................................................111
2.1. Fianza convencional, legal y judicial...........................................................................................................................111
2.2. Fianza simple y subfianza.............................................................................................................................................111
2.3. Fianza indefinida o ilimitada y fianza definida o limitada.........................................................................................111
3. CONTENIDO DEL CONTRATO DE FIANZA. ...............................................................................................................111
4. LAS RELACIONES ENTRE ACREEDOR Y FIADOR...................................................................................................111
4.1. El beneficio de excusión en la fianza subsidiaria........................................................................................................111
4.2. La exclusión del beneficio de excusión. .......................................................................................................................112
4.3. El beneficio de división en el caso de confianza. ........................................................................................................112
5. LAS RELACIONES ENTRE DEUDOR Y FIADOR........................................................................................................112
5.1. La llamada relevación de la fianza. .............................................................................................................................112
5.2. La posición del fiador solvens. .....................................................................................................................................112
5.3. EL RESARCIMIENTO DEL FIADOR SOLVENS. .......................................................................................................................113
6. LAS RELACIONES DE LOS COFIADORES ENTRE SÍ. ..............................................................................................113
7. LA FIANZA SOLIDARIA...................................................................................................................................................113
8. EXTINCIÓN DEL CONTRATO DE FIANZA..................................................................................................................113
8
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
TEMA 19 EL CONTRATO
1. EL CONCEPTO DE CONTRATO
1.1 DESENVOLVIMIENTO HISTÓRICO DE LA IDEA DE CONTRATO
Art. 1254 CC “el contrato existe desde que una o varias personas consienten en obligarse, respecto de otra u
otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio”.
El contrato es un mecanismo de generación de derechos y obligaciones con respecto a las partes quienes se
encuentran vinculadas por el mero hecho de haberse comprometido a ello. Es además fuente de las
obligaciones (artículo 1.089).
Inicialmente en Derecho romano clásico se denominaba Stipulatio. En plena era Justiniana se encuentran los
“contratos innominados” nacidos para evitar la crisis del exagerado formalismo.
La idea contemporánea de contrato es tributaria de otros impulsos y requerimientos, generados con
posterioridad al sistema justinianeo:
?? El primero, y quizás fundamental, de ellos viene representado, ya en la época del ius commune, por la
influencia de quienes denominaríamos canonistas. Determinadas reglas morales de general aceptación
insuflarán un nuevo aire a las rigideces características del Derecho Romano y acabarán por incorporarse a
las legislaciones propias de la mayor parte de los territorios europeos. Entre tales reglas destacan la idea de
la actuación de buena fe y el principio de respeto de la palabra dada.
?? Otra línea de superación del formulismo romano viene representada por la dinámica del Derecho Mercantil.
Los mercaderes, llevados de necesidades concretas, necesitan soltar el mayor lastre posible de las reglas
formales de procedencia romana y contar con mecanismos contractuales más flexibles para ampliar su
ámbito de actuación. La idea del consentimiento mutuo constituye la esencia del contrato.
?? El tránsito a la Edad Moderna acentúa la consideración de la voluntad individual como base del contrato.
Juega en ello un papel decisivo la denominada “escuela de Derecho natural”, que reclama la propia
posición del ser humano y la importancia de la voluntad individual como criterio decisivo en las más
diversas facetas de la actividad humana.
?? Trasplantadas dichas ideas al mundo del Derecho, la conclusión es obvia: el contrato como categoría es
manifestación del consentimiento y así pasa a los Códigos Civiles.
9
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
10
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
12
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
2. LA CAPACIDAD CONTRACTUAL.
El contrato se define como acuerdo de voluntades. La manifestación del consentimiento de cada una de las
partes puede darse de muy diferentes maneras pero requiere en todo caso que el consentimiento se haya
formado libre y conscientemente y, además, por persona que tenga capacidad de obrar o capacidad
contractual.
13
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
inhabilitados para proceder a la autorregulación de sus intereses. El Código Civil lo recoge explícitamente al
regular el contrato en general y dedica a ella el artículo 1.263. Según la redacción de dicho precepto, anterior a
la Ley Orgánica 1/1996: “No pueden prestar consentimiento:
1) Los menores no emancipados.
2) Los locos o dementes y los sordomudos que no sepan escribir”.
a) Los menores no emancipados.
En la redacción original del Código, la barrera entre la capacidad e incapacidad de obrar por mor de la edad era
nítida: la mayoría de edad.
Hoy día no resulta posible trazar un foso tan profundo entre el mayor de edad (capaz) y el menor de edad
(incapaz), en cuanto el Derecho positivo ha acabado por reconocer que, en la práctica, la adquisición de la
capacidad de obrar es gradual y paulatina.
No obstante, esa capacidad del menor no llega a permitirle con carácter general la válida celebración de
contratos. Es decir, el menor sigue careciendo de capacidad contractual, pese a no ser técnicamente un
incapaz. El contrato celebrado por un menor no es radicalmente nulo, sino anulable; al tiempo que veta el
Código la posibilidad de que la contraparte mayor de edad pueda impugnarlo o instar su anulación.
b) Los locos o dementes y los sordomudos que no sepan escribir.
Las personas descritas son seres que se encuentran incursos en causa de incapacitación (artículo 200), en
atención a la falta de discernimiento de los primeros y, respecto de los segundos, a su imposibilidad de relación
o comunicación con otras personas.
No hay que olvidar que en la regulación originaria del Código, pródigos o interdictos se encontraban en la
misma situación que los locos y los sordomudos. Por tanto, una de dos, o el artículo 1.263 incurrió en grave
error de olvidar a aquellos o se trataba de evitar que los locos y sordomudos, aun sin haber sido incapacitados,
pudiesen celebrar válidamente contratos. La misma (o parecida) disyuntiva se planteaba tras la promulgación
de la Ley 13/83 de reforma del CC en materia de tutela. Conforme a ella, el alcance de la incapacitación es
graduable y, en cada caso, dependerá de la correspondiente declaración judicial.
c) La cuestión de la incapacidad natural.
El campo de aplicación del artículo 1.263.2º quedaba circunscrito a la actuación de locos y sordomudos que,
pese a su incapacidad natural para relacionarse con los demás, llegaban a contratar. Para regular la capacidad
contractual de los incapacitados bastan y sobran las normas dictadas en materia de incapacitación y el
consiguiente fallo judicial.
2.2. LA REFORMA DEL ARTÍCULO 1.263 CÓDIGO CIVIL POR LA LEY ORGÁNICA DE
PROTECCIÓN DEL MENOR.
La LO 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, ha introducido una importante reforma en el
tratamiento dispensado por el Código a la capacidad de contratar.
Las disposiciones finales de dicha Ley introducen demasiadas modificaciones en el Código, algunas realmente
acertadas y otras sumamente discutibles. Posiblemente la más discutible de todas por “desajuste gramatical”
sea la sustitución del 1.263.2º, que ahora dispone sencillamente que “no pueden prestar consentimiento... (2º)
Los incapacitados...”.
Semejante reforma afecta a todo lo relacionado con la denominada “incapacidad natural”.
Por otra parte conviene resaltar que, aunque el precepto reformado inhabilite a los incapacitados,
genéricamente, para emitir el consentimiento contractual, la aplicación de las normas generales sobre
incapacitación y el carácter gradual de su alcance (fijado en la correspondiente sentencia) deben primar sobre
el tenor literal del nuevo artículo 1263.2º.
En tales supuestos se habla de prohibiciones de contratar, con la intención de resaltar que la existencia de
capacidad contractual de los posibles contratantes se ve restringida por una prohibición expresa respecto de un
determinado o concreto contrato. A tales prohibiciones se refiere el artículo 1.264 in fine al establecer que la
regla general del precepto anterior “se entiende sin perjuicio de las incapacidades especiales que la misma
establece”.
Por lo general, las prohibiciones de contratar se basan en razones de orden público económico y tratan de
evitar que ciertos grupos de personas se prevalgan de la función (pública o no) que socialmente desempeñan,
obteniendo un enriquecimiento injusto, a costa de otra persona que se encuentra en una situación dependiente
o subordinada.
Las prohibiciones de contratar tienen carácter particular y concreto; son de interpretación restrictiva y el
mandato legal que las dicte no puede generalizarse ni aplicarse por vía de analogía a otros supuestos no
contemplados legalmente.
2.4. EL AUTOCONTRATO.
Bajo el término de autocontrato se pretenden englobar todos aquellos supuestos en que una sola persona
asume las posiciones contractuales contrapuestas por contar con poderes representativos de otra persona, sea
natural o jurídica, o bien por tener capacidad decisoria sobre dos patrimonios separados.
La doctrina ha debatido profundamente acerca de la naturaleza del autocontrato pues resulta una contradicción
lógica sí el contrato es una cuestión de dos (o más) personas.
En el Derecho español no existe una regulación general de la figura del autocontrato, sin embargo sí existen
algunos preceptos en los que se evidencia la prohibición de celebrar actos jurídicos por los representantes
cuando dicha celebración suponga conflicto de intereses con sus respectivos representados:
?? El artículo 1.459 prohíbe comprar a tutores y mandatarios bienes de sus representados.
?? El artículo 163 exige que cuando los progenitores de hijos no emancipados tengan intereses contrapuestos
a estos (por ejemplo, herencia del otro progenitor, ya fallecido) se nombre judicialmente un defensor de los
intereses del menor.
?? El art. 244.4º prohíbe ser tutores a quienes “tuvieren importantes conflictos de intereses con el menor
incapacitado”.
Atendiendo a tales datos normativos, sería razonable concluir que el autocontrato no es admisible en el
Derecho español y que debe ser considerado como anulable en los supuestos de representación voluntaria y
nulo de pleno derecho en las hipótesis de representación legal.
Sin embargo, el legislador actual mira con menos desconfianza la figura de la autocontratación, y en algunas
disposiciones normativas recientes se la admite expresamente, por ejemplo, en la vigente Ley de Fundaciones,
50/2002, de 26 de diciembre.
15
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
En el artículo 1.266 se regulan los requisitos fundamentales que comportan que el error sea relevante o no con
vistas a privar de eficacia al contrato celebrado. La jurisprudencia es sumamente rigurosa en la acreditación y
prueba de esos requisitos para evitar que las alegaciones de una de las partes, basadas sencillamente en la
creencia subjetiva de la existencia del error, desemboquen en la ineficacia contractual.
a) Requisitos del error como causa de anulabilidad del contrato.
#Según el artículo 1.266 del Código Civil: “Para que el error invalide el consentimiento, deberá recaer sobre la
sustancia de la cosa que fuere objeto del contrato, o sobre aquellas condiciones de la misma que
principalmente hubiesen dado motivo a celebrado. El error sobre la persona sólo invalidará el contrato cuando
la consideración a ella hubiese sido la causa principal del mismo”.
Conforme a ello suele hablarse de error esencial o sustancial y de error sobre la persona.
1) Error esencial o sustancial. El error debe recaer sobre la sustancia de la cosa objeto de contrato o
condiciones de la cosa que hubiesen dado motivo a celebrado. Por lo tanto, el error sustancial es un error
de carácter objetivo.
2) Error sobre la persona. El error sobre la persona puede tener eficacia invalidante en relación con todo tipo
de contratos siempre que la consideración de la otra parte contratante haya sido erróneamente valorada de
forma excusable y esencial. Con todo, lo cierto es que la eficacia anulatoria del error sobre la persona tiene
en la práctica un campo de aplicación limitadísimo fuera de los contratos intuitu personae, en los que
tampoco se caracteriza por su frecuencia efectiva.
3) Error excusable. Con semejante calificación se pretende indicar que el contratante que incurre en yerro
debe acreditar haber ejercitado una diligencia normal en el conocimiento de los extremos propios del objeto
del contrato y que, pese a ello, no ha logrado superar la falsa representación mental en que ha incurrido.
4) Finalmente debe existir un nexo de causalidad entre el error sufrido y la celebración del contrato, de tal
forma que resulta exigir probar que dicho error es determinante. Esto es, que de no haber existido error,
no se habría llegado a la efectiva celebración del contrato.
b) Error de hecho y de derecho.
La existencia del error es una cuestión de hecho que, recae además sobre circunstancias de la cosa objeto de
contrato o sobre cualidades de la persona con que se contrata. Sin embargo, también puede deberse a la
ignorancia o interpretación equivocada de una norma jurídica que induzca a cualquier de los contratantes a
emitir una declaración de voluntad que no habría realizado de haber tenido un conocimiento preciso de las
normas jurídicas aplicable al acuerdo contractual de que se trate. En estos supuestos se habla de error de
derecho.
Determinar si el error de derecho tiene alcance invalidante respecto al contrato celebrado es una cuestión que
ha provocado dudas y vacilaciones tanto en la doctrina como en la jurisprudencia dado el principio de que “la
ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento”.
En la actualidad la jurisprudencia suele ser muy estricta en el reconocimiento del error de derecho como causa
de anulación del contrato, según la cual ha de admitirse “con extraordinaria cautela y carácter excepcional”.
c) Otros supuestos de error.
1) Error en los motivos. La falsa representación mental no recae sobre el contenido sustancial o sobre
extremos esenciales del objeto del contrato, sino sobre los móviles subjetivos que llevan a una de las
partes a contratar. Por ejemplo, alquilo un apartamento para unos días determinados y la empresa me fija
las vacaciones en el mes siguiente.
2) Error de cálculo. Sólo dará lugar a la corrección matemática de la operación, que deberá ser realizada de
nuevo.
3.3. LA VIOLENCIA.
El Código Civil es suficientemente explícito al definir las situaciones en que se violenta la voluntad o
manifestación del consentimiento de una de las partes contratantes. Según el artículo 1.267 “hay violencia
cuando para arrancar el consentimiento se emplea una fuerza irresistible”. Tal fuerza irresistible se dará en
todos los casos de violencia física absoluta. En tales casos no es que el consentimiento esté viciado, es
simplemente que no hay consentimiento.
16
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
3.4. LA INTIMIDACIÓN
La intimidación es otro de los “vicios de la voluntad” o deficiencia del consentimiento que puede comportar la
invalidez del contrato.
Según el artículo 1.267.2 consiste en “inspirar a uno de los contratantes el temor racional y fundado de sufrir un
mal inminente y grave en su persona o bienes, o en la persona o bienes de su cónyuge, descendientes o
ascendientes”.
1) La amenaza ha de ser de tal naturaleza que “inspire un temor racional y fundado”, que lleve a prestar un
consentimiento inicialmente no deseado. El Tribunal Supremo exige que entre el temor y el consentimiento
debe existir un nexo eficiente de causalidad.
2) La amenaza ha de estribar en el anuncio de una mal inminente y grave ya que otro tipo de “advertencias”
o “avisos” no merecen el calificativo de intimidación. El Código Civil requiere expresamente que el mal
anunciado recaiga directamente sobre la persona o sobre los bienes del contratante o sobre los de sus
familiares más cercanos.
3) Aunque el Código no lo explicite, la amenaza intimidatoria ha de ser injusta y extravagante al Derecho.
4) El último párrafo del artículo 1.267 contempla el denominado temor reverencial: “el temor de desagradar a
las personas a quienes se les debe sumisión y respeto no anulará el contrato”. Esto es, el temor reverencial
no es relevante para el Derecho en tanto no tenga naturaleza intimidatoria; por tanto, el contrato celebrado
será válido y eficaz.
3.6. EL DOLO.
Actuar dolosamente significa tanto como malévola o maliciosamente, ya sea para captar la voluntad de otro, ya
sea incumpliendo la obligación que se tiene contraída.
El dolo, como vicio del consentimiento, consiste en inducir a otra a celebrar un contrato que finalmente celebra y
que, por tanto, incurre en error.
Así, afirma el artículo 1.269 que “hay dolo cuando, con palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno de
los contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que, sin ellas, no hubiera hecho”. Por su parte, el
artículo 1.270 dispone que “para que el dolo produzca la nulidad de los contratos deberá ser grave y no haber
sido empleado por las dos partes contratantes. El dolo incidental sólo obliga al que lo empleó a indemnizar
daños y perjuicios”.
Por tanto, para que el dolo sea causa de anulabilidad del contrato se requiere:
1) Que sea grave, llevado a cabo con la intención, con la mala intención consciente y deliberada de engañar a
la otra parte. El dolo bueno que consiste en cantar las excelencias del bien o servicio que se oferta no se
considera como dolo propiamente dicho.
2) Ha de inducir a la otra parte a celebrar el contrato, es decir, ha de ser un dolo determinante o dolo
causante. El dolo determinante se contrapone al dolo incidental (no caracterizado por el CC) y se trata de
una conducta engañosa que lleva a quien, libre y conscientemente está decidido a contratar, a aceptar
unas condiciones perjudiciales que no hubiera aceptado de no intervenir el dolo incidental.
3) Que el dolo no haya sido empleado por las partes contratantes. En el caso de dolo por ambas partes suele
hablarse de compensación de dolo para poner de manifiesto que el de una parte anula o compensa la
relevancia del dolo de la otra parte.
4) El dolo omisivo: El dolo puede consistir también en conductas pasivas o reticentes que, resultando a la
postre engañosas, induzcan a contratar a quien no hubiera llegado a hacerlo en caso de habérsele hecho
saber cuanto, consciente y deliberadamente, le oculta la otra parte.
17
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
5) El dolo del tercero: No se excluye la existencia de dolo cuando una tercera persona actúa a consecuencia
de una maquinación de uno de los contratantes (se habla con un amigo perito para que certifique una falsa
y notoriamente agrandada de la finca que se quiere vender) ya que la intervención del tercero es
sencillamente material: quien conspira o maquina es, propiamente hablando, el contratante maligno.
Los motivos no forman parte del acuerdo contractual, a lo sumo, son premisas del mismo, pero irrelevantes en
la formación del contrato.
19
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
garantizar la continuidad del arrendatario. En todo caso, esta problemática es extraña, pues las respectivas
disposiciones legislativas de arrendamientos rústicos y urbanos obligan al eventual adquirente de la finca
arrendada a respectar el arrendamiento previamente celebrado.
c) Las capitulaciones matrimoniales y sus modificaciones.
Las capitulaciones son los convenios celebrados por los cónyuges con la finalidad de organizar el régimen
económico de su matrimonio. “Para su validez, las capitulaciones, habrán de constar en escritura pública”.
Deduce la doctrina que el otorgamiento de escritura pública constituye un requisito de carácter constitutivo o
ad solemnitatem de las capitulaciones matrimoniales.
d) La cesión de derechos.
El artículo 1.280 se refiere a la cesión, y en su caso, renuncia de diversos derechos y acciones y en concreto, a
los derechos humanitarios y los procedentes de la sociedad conyugal. La repudiación de la herencia, no en
cambio, la aceptación, debe configurarse como un acto solemne; las demás cesiones deberán regirse por las
reglas generales sobre la transmisión de créditos o derechos. En términos generales, en las relaciones inter
partes, la cesión debe considerarse válida con independencia de la forma en que se haya instrumentado.
e) Los poderes.
El número 5 del artículo 1.280 reitera la exigencia de documento público para otorgar “el poder para contraer
matrimonio, el general para los pleitos y los especiales que deban presentarse en juicio; el poder para
administrar bienes, y cualquier otro que tenga por objeto un acto redactado o que deba redactarse en escritura
pública, o haya de perjudicar a tercero”.
21
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
Al utilizar la expresión de contratos formales no se pretende indicar que unos contratos tienen forma y otros no.
Lo que ocurre es que en algunos casos la forma asume carácter de elemento esencial o estructural.
22
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
eventual aceptando la adopción de medidas de carácter positivo, aquél se limita a dar la callada por respuesta,
cabe considerar el silencio como declaración de voluntad.
24
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
Los tratos preliminares no son objeto de contemplación en el Código Civil, sin embargo, pueden tener
importancia para el Derecho. En primer lugar porque pueden coadyuvar a la interpretación del contrato, y en
segundo lugar, porque en determinados casos de ruptura pueden dan origen a responsabilidad (calificada
como responsabilidad precontractual).
Como regla general, la ruptura de los tratos preliminares no conlleva consecuencia alguna. Sin embargo,
cuando dichos tratos preliminares han sido llevados a cabo por una de las partes sin observancia del principio
general de buena fe para después provocar injustificadamente la ruptura de los mismos, ésta dará lugar a la
denominada responsabilidad precontractual, expresión que algunos autores equiparan a la de culpa in
contrahendo, pese a no ser absolutamente coincidentes. La noción de culpa in contrahendo fue una
construcción utilizada para explicar genéricamente ciertos supuestos de ineficacia o nulidad contractual a
consecuencia de circunstancias que eran conocidas para una de las partes contratantes. Se trata de contratos
efectivamente celebrados aunque viciados de nulidad.
Se subraya que cuando la negociación preliminar tienen por objeto dañar a una de las partes o a un tercero ha
de buscarse un mecanismo de responsabilidad, aunque no se encuentre legislado de forma expresa. Aparte del
recurso al artículo 7.1 (buena fe) hay una cierta conformidad en traer a colación también en esta sede el artículo
1.902.
adquirente queda obligado a comprar y es el propietario el que puede optar entre vender o no se habla de
opción de venta.
La opción de compra, tenga carácter gratuito u oneroso, es perfectamente lícita y posible, y vincula al
promitente durante el plazo temporal prefijado. Por consiguiente, la consumación del contrato depende en
exclusiva de la declaración de voluntad (recepticia, en este caso) del optante.
En caso de incumplimiento de lo pactado por parte del promitente, el optante puede demandar al concedente de
la opción, reclamándole la correspondiente indemnización de daños y perjuicios.
26
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
8. LA CONDICIÓN.
8.1. NOCIÓN GENERAL Y REQUISITOS.
No es extraño en la práctica que la celebración de un contrato quede fijada bajo determinadas condiciones que
afectan directamente a la eficacia del mismo. Tales condiciones son perfectamente admisibles conforme al
principio de autonomía privada y, por tanto, pueden incorporarse a cualquier contrato por voluntad de las partes;
en tales casos se habla de elemento accidental del contrato. Una vez conformes las partes en someter el
contrato a condición, está dejar de ser un mero accidente para convertirse en el elemento esencial para la
propia eficacia del contrato.
La eficacia del contrato depende de un suceso futuro o incierto, cuyo efectivo acaecimiento o falta de
acaecimiento reúne las características requeridas por el Código para que pueda hablarse de condición:
1) El suceso contemplado como condición tiene que ser posible.
2) Las condiciones no pueden ser contrarias a las leyes ni a las buenas costumbres.
3) El acaecimiento (o falta de acaecimiento) del suceso contemplado como condición no puede depender de
la voluntad de los contratantes
28
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
9. EL TÉRMINO O PLAZO.
El término es el momento temporal en que comienzan o terminan los efectos de un contrato (elemento
accidental), o cuando ha de llevarse a cabo el cumplimiento de una obligación determinada (presupone la
eficacia del contrato).
10. EL MODO.
El modo consiste en la obligación accesoria impuesta al beneficiario de una determinada liberalidad por el
disponente de ésta.
La relación entre la liberalidad y el modo es claramente de subordinación: el modo es accesorio respecto de la
liberalidad en que consiste el <<negocio gratuito>>. Por ello, en caso de que el modo impuesto consista en una
carga de carácter ilícito o imposible, se tendrá por no puesto, mientras que la validez de la liberalidad
permanecerá.
La carga modal, sin embargo, no puede interpretarse como un mero ruego, sino que es obligatoria para el
beneficiario, quien habrá de cumplirla. En caso de incumplimiento imputable al obligado, la liberalidad puede ser
revocada si las personas legitimadas para ello ejercitan la oportuna acción de revocación de la donación, o la
“devolución de lo percibido con sus frutos e intereses” en el caso de institución de heredero o legatario.
Este es el problema fundamental que plantea el contrato atípico, pues en caso de litigio entre las partes, poco
previsoras en el establecimiento del clausulado contractual, ¿Qué normas se aplicarían supletoriamente?
Según la doctrina:
?? Teoría de la absorción. Una vez acercado el contrato atípico al esquema contractual típico que le resulta
más próximo, se le aplicarán las normas de éste.
?? Teoría de la combinación. Se deberán tener en cuenta, conjuntamente y cohonestándolas entre sí, la
regulación supletoria de todos aquellos modelos contractuales típicos que parcialmente estén presentes en
el contrato atípico.
?? Teoría de la aplicación analógica. Habían de aplicarse las normas propias del contrato típico que
presente mayor identidad de razón y siempre conforme a las reglas internas de la aplicación analógica de
las normas establecidas en el Código Civil.
La jurisprudencia del Tribunal Supremo atiende a la justicia del caso concreto, sobre la base de diseccionar
lo mejor posible la voluntad de las partes, y atendiendo a la aplicación de las normas generales de contratación.
30
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
2) No obstante, cuando la discordancia entre la intención de las partes y los términos del contrato no sea o
resulte evidente y los términos utilizados sean claros, habrá de mantenerse la interpretación literal (artículo
1.281.1).
3) Respecto de los extremos de carácter complementario o de detalle, la intención de las partes debe
prevalecer sobre los términos contractuales, cualquier que sea su generalidad (artículo 1.283).
4) El elemento volitivo requiere prestar principal atención a los actos constatables de las partes. Por ello
ordena el artículo 1.282 que <<para juzgar de la intención de los contratantes deberá atenderse
principalmente a los actos de éstos, coetáneos y posteriores al contrato>>.
No se excluye, por tanto, la consideración de los actos precontractuales (en particular, los tratos preliminares),
que asumen relevancia en sede interpretativa.
32
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
principio de buena fe hasta el extremo de afirmar que la interpretación debe estar presidida por la buena fe.
Dicha tesis parece una generalización excesiva, pues la buena fe es un canon de conducta, pero en absoluto
un criterio interpretativo en sentido estricto.
La interpretación contra stipulatorem es aplicable a todo supuesto contractual, individualizado o en serie.
derechos y obligaciones de las partes. Sin embargo, en otros casos, la determinación del exacto contenido del
contrato y, por tanto, la efectiva ejecución del mismo no habrían de derivarse sólo de la actividad interpretativa y
clasificadora de forma exclusiva sino que sería necesario extraer consecuencias complementarias acordes con
el conjunto del sistema normativo. Dicha operación se le conoce técnicamente con el nombre de integración
del contrato, en cuanto su resultado pueden suponer la agregación de derechos y obligaciones no
contemplados por las partes ni por las normas de carácter dispositivo aplicables al contrato en cuestión; la
sustitución de determinadas estipulaciones convencionales por otras consecuencias impuestas por el
ordenamiento o, finalmente, la declaración de nulidad de algunas cláusulas contractuales.
La integración del contrato se encuentra contemplada en el artículo 1.258 del Código Civil. Dicho precepto, tras
identificar el momento de perfección de los contratos con el mero consentimiento, establece que éstos <<...
obligan no sólo al cumplimiento de lo expresamente pactado, sino también a todas las consecuencias que,
según su naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso y a la ley>>.
El sentido normativo del artículo 1.258 es delimitar la autonomía contractual impidiendo que sean desconocidos
los efectos contractuales impuestos por las más elementales reglas del tráfico jurídico.
34
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
Para el derecho privado no parece que existan razones que inhabiliten la posible utilización de la figura con
carácter general, si bien conviene precisar que, al depender exclusivamente de una de las partes la posible
designación de un tercero, la otra parte contratante suele admitir dicha cláusula siempre y cuando sus
expectativas de cobro o la satisfacción de sus derechos se encuentren plenamente asegurados.
El supuesto paradigmático de contrato con persona a designar viene representado por el contrato de
compraventa celebrado en documento privado y sin transmisión de la propiedad, en el que el vendedor se
compromete (una vez satisfecho íntegramente el precio) a otorgar escritura pública de venta en favor de la
persona designada por el propio comprador.
6.2. PRESUPUESTOS.
Conforme la reiterada jurisprudencia del Tribunal Supremo, para que pueda hablarse de cesión del contrato, se
requiere fundamentalmente:
1) Que la otra parte contratante, contratante cedido, acceda o consienta la cesión. Ello conlleva que la
cesión del contrato presupone una relación triangular, en cuya virtud la finalidad de sustitución de una
persona por otra en la posición contractual requiere el acuerdo unánime de contratante cedente, cesionario
y contratante cedido.
2) Que se trate de contratos bilaterales o sinalagmáticos, cuyas recíprocas prestaciones no haya sido total y
completamente ejecutadas.
37
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
práctica, no es extraño que en forma subsidiaria el cedente quede obligado durante un cierto tiempo a
responder en caso de que el cesionario incumpla las obligaciones que le incumban. Tales obligaciones (así
como las facultades o derechos) serán las contempladas en el contrato originario, pues la cesión propiamente
considerada no produce un efecto novatorio sobre el contrato, sino que se limita sencillamente a la sustitución
del contratante cedente por el cesionario, quien en adelante quedará vinculado con el contratante cedido en los
mismos términos previstos en el contrato.
7. EL SUBCONTRATO.
La idea de la subcontratación tiene como presupuesto necesario el hecho de que las obligaciones asumidas por
las partes contratantes no tengan carácter personalísimo, pues, en tal caso, la propia naturaleza de tales
obligaciones excluiría de raíz la posible intervención de un tercero en la ejecución de las prestaciones
contractualmente establecidas.
Los supuestos de subcontratación son numerosísimos y cotidianos.
La idea de subcontrato aparece teñida de un profundo matiz instrumental (subordinación funcional de los
subcontratos), pero al mismo tiempo independizada del propio alcance del contrato del que son complemento,
pues generalmente el subcontratante no podrá argüir frente a la exigencia de cumplimiento por parte de su
contratante los posibles incumplimientos, por retraso o ejecución defectuosa, de los subcontratados. Por su
parte, éstos no cuentan, como regla, con un cauce eficaz para reclamar al contratante el cumplimiento de las
obligaciones asumidas por el subcontratante que éste deje de cumplir.
El ordenamiento jurídico, mediante la acción directa, concede al subcontratado la facultad de demandar o
reclamar el cumplimiento de las obligaciones insatisfechas por el subcontratante al contratante que, a su vez, es
deudor del subcontratante. Ocurre así, en el caso de los trabajadores, de suministradoras de materiales, en un
contrato de obra, quienes pueden dirigirse directamente contra el dueño de la obra por la cantidad que éste
adeude al contratista.
En sentido contrario, cabe también la acción directa en favor del contratante acreedor del subcontratante en
relación con los posibles subcontratados, al menos en los casos siguientes:
?? El mandante puede dirigirse, directamente, contra el sustituto del mandatario.
?? El arrendado puede exigir del subarrendatario el abono directo de la renta o de su participación en el precio
del subarriendo, así como a la reparación de los deteriorados que éste hubiera causado dolosa o
negligentemente a la vivienda.
38
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
39
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
40
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
4. LA ANULABILIDAD DE CONTRATO
Un contrato anulable será aquél que puede ser anulado o, por el contrario seguir produciendo efectos en caso
de que su efectiva anulación no tenga lugar.
41
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
Desde el punto de vista fáctico, es evidente que, en tanto no se declaren judicialmente la nulidad o anulabilidad,
los contratos inválidos pervivirán como si no fueran tales. ¿Pero qué, qué consideración merecen para el
ordenamiento jurídico? La respuesta podría ser:
1) Aunque no se ejercite la acción de nulidad, el contrato nulo será tal para el Derecho (de ahí la
imprescriptibilidad de la acción, la amplia legitimación para su ejercicio, etc.). Por tanto se tratará de una
mera apariencia de contrato que no podrá ver sanados sus vicios de raíz.
2) La falta de ejercicio de la acción de anulabilidad (transcurso del plazo de caducidad) conlleva, por el
contrario, que la pervivencia fáctica del contrato anulable se asume por el Ordenamiento jurídico, que lo
convalida por considerar que las causas de anulabilidad no atentan contra el orden público contractual,
sino contra los intereses de un particular. Por tanto, si el contratante no procura su propia indemnidad
ejercitando la acción anulatoria del contrato comportará la sanación de la causa de la anulabilidad.
En definitiva las causas de anulabilidad son disponibles para las partes y por tanto sanables. Las causas de
nulidad, por el contrario, son de derecho necesario y de carácter absolutamente indisponible, por atentar contra
el orden público contractual.
6. EL MUTUO DISENSO.
El contrato supone, básicamente, un acuerdo de voluntades mediante el cual los contratantes se vinculan,
obligándose a observar cierto comportamiento y, en consecuencia, atribuyéndose el derecho de exigirse la
observancia de semejante conducta.
Por ese motivo es razonable entender que los contratantes tienen la posibilidad de celebrar un nuevo contrato
encaminado a privar de efectos al contrato inicialmente concluido. Ese contrato que tienen por objetivo poner fin
a una relación obligatoria preexistente se conoce habitualmente con el nombre de mutuo disenso.
Por tratarse propiamente de un nuevo contrato, ha de reunir los requisitos generales establecidos; además,
como persigue privar de eficacia a una relación obligatoria preexistente, habrá de reunir los requisitos
adicionales (por ejemplo, de forma) exigidos para la relación contractual inicial.
Son susceptibles de extinción por mutuo disenso cualquier relación obligatoria, ya sean instantáneas o
duraderas, se hayan comenzado a cumplir o no.
42
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
7. EL DESISTIMIENTO UNILATERAL.
7.1. LA CATEGORÍA DEL LIBRE DESISTIMIENTO.
El compromiso asumido por los contratantes los vincula, siéndoles jurídicamente exigible la observancia de la
conducta debida a cada una de las partes. Por eso, no puede quedar al capricho de cada una las partes
determinar si el contrato celebrado produce o no sus efectos (artículo 1.1256).
Esta regla, sin embargo, es flexibilizada por el legislador en una serie concreta de supuestos, que se
caracterizan porque en determinados contratos se reconoce a unas o a cada una de las partes contratantes la
posibilidad de extinguir la relación contractual por su libre decisión.
7.4. EFECTOS.
Efecto claro es que, cuando se admite el libre desistimiento, se extingue la relación obligatoria, pero parece que
sin efecto retroactivo. Al tratarse de una relación duradera, normalmente habrá de procederse a liquidarla, con
la oportuna rendición de cuentas, reembolsos y restituciones.
43
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
Mucho menos claro es determinar con fijeza sí este desistimiento tiene o no un precio (indemnización), en
términos generales, parece que no.
44
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
no imputables al demandado. El Código Civil autoriza al Juez a que, en caso de haber causas justificadas,
conceda al deudor un plazo para que cumpla.
Al no prever expresamente el Código Civil el plazo de ejercicio de la acción, se ha de entender que es el
general de prescripción de las acciones personales: 15 años.
45
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
?? Que las cosas objeto del contrato no se hallen legalmente en poder de terceras personas que
hubieren procedido de buena fe; ya que, en tal caso, la pretensión del lesionado ha de limitarse a la
reclamar la indemnización de daños y perjuicios.
b) Plazos. <<El plazo de la acción para pedir la rescisión dura 4 años>>.
c) El cómputo del plazo. <<Para las personas sujetas a tutela y para los ausente, los cuatro años no
empezarán a contar hasta que haya cesado la incapacidad de los primeros, o sea conocido el domicilio
de los segundos>>. En los demás casos, empezará a contar desde la celebración del contrato.
47
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
2. MODALIDADES DE LA DONACIÓN.
2.1. DONACIONES REMUNERATORIAS.
Serían aquellas que encuentran su razón de ser en los méritos del donatario o en los servicios prestados por
éste al donante. Según el artículo 619 <<es también donación la que se hace a una persona por sus méritos o
por los servicios prestados al donante, siempre que no constituyan deudas exigibles>>.
El problema que planean las donaciones remuneratorias viene dado por el hecho de que la idea de donación
remuneratoria ofrecida por el artículo 619 parece verse contradicha por el artículo 622 que dispone que <<las
donaciones con causa onerosa se regirán por las disposiciones generales de los contratos, y las
remuneratorias, por las disposiciones del presente título en la parte que excedan del gravamen impuesto>>. La
mejor doctrina ha acabado por entender inaplicable a las donaciones remuneratorias el art. 622 cuya segunda
parte probablemente este referida a las donaciones modales.
a ellos; pero sí muriere sin haber hecho uso de este derecho, pertenecerán al donatario los bienes o la cantidad
que se hubiese reservado>>.
49
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
2) El donante deberá reservarse en plena propiedad o en usufructo lo necesario para vivir en un estado
correspondiente a sus circunstancias.
3) Nadie podrá dar por vía de donación más de lo que pueda dar por vía de testamento, debiendo ser
reducidas en cuanto excedan de las posibilidades de libre disposición del donante a petición de los
herederos forzosos. En tal caso se habla de <<donación inoficiosa>>,
4) Al suponer la donación una enajenación de bienes a título gratuito, si con ella se defraudaran los derechos
de los acreedores, se presume fraudulenta, autorizándose a los acreedores anteriores a la donación
solicitar su rescisión; no así a los posteriores.
3.4. FORMA.
Para el Código Civil, la donación es un contrato formal, si bien los requisitos de forma son distintos según
recaiga sobre bienes muebles o inmuebles:
1) La donación de cosa mueble podrá hacerse verbalmente o por escrito, requiriéndose, en el primer caso, la
entrega simultánea de la cosa, y en el segundo que la aceptación conste igualmente por escrito.
2) En el caso de que esté referida a bienes inmuebles, la donación ha de hacerse necesariamente en
escritura pública, al igual que su aceptación debiéndose producir ésta en vida del donante.
50
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
51
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
52
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
conculcación de la prohibición del mandatario y albacea es objeto de anulabilidad, al poder recaer con
posterioridad el consentimiento del mandante o los sucesores.
2. EL OBJETO DE LA COMPRAVENTA.
2.1. LAS COSAS.
A) En general.
Las cosas pueden ser corporales o incorporales o derechos; mueble e inmuebles; presentes y futuros;
pero, en cualquier caso, han de reunir una triple condición:
1) Que sean de comercio lícito.
2) Que tengan existencia real o posible.
Si la cosa no tiene existencia real al contratar, pero previsiblemente la llegará a tener, la compraventa
puede revestir dos modalidades distintas según la voluntad de las partes:
?? Compraventa de cosa esperada. En tal caso, la compraventa reviste los caracteres conmutativo y
condicional, en cuanto las partes subordinan la eficacia del contrato a la existencia de la cosa. Si la
cosa no llega a tener existencia, no hay obligación por parte del vendedor de entregar cosa
alguna, ni el comprador ha de pagar el precio.
?? Compraventa de esperanza. Sí, por el contrario, los contratantes celebran la compraventa a todo
evento, es decir, que el comprador pague el precio aunque la cosa objeto del contrato no llega a existir,
se tratará de un contrato aleatorio. El vendedor se limitará a hacer lo posible para la existencia de la
cosa, y el comprador vendrá obligado a pagar lo pactado.
3) Que la cosa haya sido objeto de determinación o sea susceptible de ello.
B) La venta de cosa ajena.
Por otra parte, no es necesario que el bien objeto de la compraventa forme parte del patrimonio del vendedor en
el momento de celebración de la compraventa, pues la finalidad traslativa del dominio no se alcanza sino con la
ejecución del contrato. Por lo cual, cuando el contrato no es de ejecución simultánea, sino que la misma se
pospone, el vendedor devendrá obligado a adquirir el bien vendido para que, en el momento de la ejecución,
pueda transmitir el dominio.
Lo dicho equivale a afirmar que es posible y perfectamente lícita la venta de cosa ajena, sobre la que el Código
Civil guarda absoluto silencio.
Ahora bien, la general admisibilidad de la figura no supone la quiebra de las reglas generales sobre la
anulabilidad de semejante tipo de venta cuando, por error de ambas partes o por conducta dolosa del vendedor,
deba considerarse que el contrato se encuentra viciado desde el mismo momento de su celebración.
53
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
El artículo 1.446 contempla la circunstancia de que el precio consista parte en dinero y parte en otra cosa,
estableciendo como criterio principal para la calificación del contrato como compraventa o permuta la
intención de las partes, y como ratio subsidiaria, la proporcionalidad entre el dinero y el valor de la cosa.
4) ¿Precio justo? Para el Código Civil la compraventa no supone una estricta equivalencia objetiva entre el
valor de la cosa y el precio pagado, circunstancia por la que no existe la exigencia de que el precio sea
justo, si bien el precio irrisorio se equipara al precio simulado.
Sí el precio está fijado por disposiciones administrativas o precio legal, si el convenido es superior, el contrato
será nulo parcialmente, es decir, el exceso se tendrá por no puesto.
B) El pacto de arras.
En la celebración del contrato de compraventa es sumamente frecuente el establecimiento de un pacto de
arras, regulado en el artículo 1.454.
2º. Constitutum possessorium y traditio brevi manu. El primer supuesto, Constitutum possessorium,
suple a la tradición material. El vendedor continúa poseyendo la cosa pero por otro título diferente al de
propietaria que antes ostentaba (el vendedor sigue viviendo como arrendatario en la casa cuya propiedad
transmitió).
La denominada traditio brevi manu es el caso opuesto, el comprador tenía con anterioridad a la compra la
posesión inmediata de la cosa, aunque fuera en concepto distinto al de dueño, pasando ahora a serlo (el
arrendatario adquiere la propiedad del piso que ocupa).
3º. La tradición instrumental. Con semejante expresión se refiere la doctrina al supuesto contemplado en el
artículo 1.462,2: <<Cuando se haga la venta mediante escritura pública, el otorgamiento de ésta equivaldrá a la
entrega de la cosa objeto del contrato...>>. El otorgamiento de la escritura pública hace las veces de entrega o
54
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
tradición, aunque en realidad y materialmente no haya habido transmisión posesoria del transmitente al
adquirente.
c) Reglas especiales en materia de venta de inmuebles.
Los inmuebles pueden ser adquiridos bien atendiendo a la medida (cabida) de los mismos a razón de un precio
por unidad de medida o número, bien por un precio alzado sin atender a la medida o concreta extensión de la
misma. Supuestos:
1) Venta de inmueble por unidad de medida con cabida inferior a la señalada en el contrato. el artículo
1.469,2 establece que el vendedor se encuentra obligado a <<entregar al comprador, si éste lo exige, todo
cuanto se haya expresado en el contrato, pero sí esto no fuere posible, podrá el comprador optar por una
rebaja proporcional del precio o por la rescisión del contrato, siempre que en este último caso no baje de la
décima parte de la cabina la disminución de la que se le atribuyera al inmueble>>.
2) Venta de inmueble por unidad de medida con cabida superior a la señalada en el contrato. <<El
comprador tendrá la obligación de pagar el exceso de precio si la mayor cabida o número no pasa de la
vigésima parte de los señalados en el contrato; pero, si excedieren de dicha parte, el comprador podrá
optar entre satisfacer el mayor valor del inmueble o desistir del contrato>>. (artículo 1.470)
3) Venta por unidades de medida y problemas de calidad. Cuanto la falta de correspondencia entre el
precio pagado y el bien comprado no es cuantitativo, sino cualitativos (defecto de calidad), se aplicará lo
dicho en el punto 1º. (artículo 1.469)
4) Venta de inmueble hecha a precio alzado. No tendrá lugar ni aumento ni disminución del precio
convenido, por haber sido éste fijado alzadamente. (artículo 1.471). El mismo criterio rige cuando se
compraron dos o más fincas por un solo precio.
5) Plazo de ejercicio de las acciones. El Código Civil establece un plazo de prescripción de 6 meses, pero
la jurisprudencia otorga a dicho plazo carácter de caducidad en los supuestos que el comprador opte por
la rescisión o acumulación del contrato.
d) La facultad de suspender la entrega
El Código Civil considera la facultad excepcional de que el vendedor retenga o suspenda la entrega de la cosa
en dos supuestos, sin necesidad de instar la resolución del contrato:
1) Compraventa con precio de presente. <<El vendedor no estará obligado a entregar la cosa vendida si el
comprador no ha pagado el precio o no se ha señalado en el contrato un plazo para el pago>>.
2) Compraventa con precio aplazado. El vendedor no está obligado a la entrega <<si después de la venta
se descubre que el comprador es insolvente...>> (término insolvencia entendido en sentido amplio por la
jurisprudencia y no se requiere su declaración judicial).
55
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
Pese a la exigencia de sentencia firme, en algún caso, el Tribunal Supremo ha dado lugar a la evicción cuando
la privación de la propiedad al comprador ha tenido lugar a consecuencia de resoluciones administrativas.
b) Pactos sobre el saneamiento por evicción.
Según el artículo 1.475: <<El vendedor responderá de la evicción aunque nada se haya expresado en el
contrato. Los contratantes, sin embargo, podrán aumentar, disminuir o suprimir esta obligación legal del
vendedor>>.
No obstante, el Código Civil, mira con recelo y desconfianza la cláusula por la que le comprador renuncia al
saneamiento y la restringe en un doble sentido:
1) Declarando nulo todo pacto que exima al vendedor de responder de la evicción siempre que hubiere mala
fe de su parte (artículo 1.476).
2) Estableciendo que, para que la renuncia al saneamiento EXIMA de todas las obligaciones propias del
mismo, es preciso que la haga el comprador con conocimiento de sus riesgos y consecuencias.
c) Efectos de la evicción.
Producida la evicción, sí es total y no habiendo renunciado el comprador al saneamiento, éste tendrá derecho a
exigir del vendedor todos los conceptos indemnizatorios que recoge el artículo 1.478:
1) <<Restitución del precio que tuviere la cosa vendida al tiempo de la evicción, ya sea mayor o menor que el
de venta>>.
2) <<Los frutos o rendimientos, si se le hubiere condenado a entregarlos al que le haya vencido en juicio>>.
3) <<Las costas del pleito que haya motivado la evicción y, en su caso, las del seguido con el vendedor por el
saneamiento>>.
4) <<Gastos del contrato si los hubiese pagado el comprador>>.
5) <<Los daños e intereses y los gastos voluntarios o de puro recreo u ornato, si se vendió de mala fe>>.
d) Supuestos de evicción parcial.
Para el caso de que el comprador perdiere con motivo de la evicción una parte de la cosa vendida de tal
importancia con relación al todo que sin dicha parte no lo hubiera comprado, o si se vendiese dos o más cosas
conjuntamente por un precio alzado, o particular para cada una de ellas, constando claramente que el
comprador no había comprado la una sin la otra, dispone el artículo 1.479 que el comprador <<podrá exigir la
rescisión del contrato, pero habrá de devolver la cosa sin más gravámenes que los que tuviera al adquirirla>>.
El artículo 1.479 constituye un régimen de especial responsabilidad por saneamiento basado en el la <<cosa
restante>> no hubiera sido del interés del comprador.
e) Evicción de cargas o gravámenes ocultos.
Nuestro Código Civil dedica el artículo 1483 a regular el saneamiento por cargas ocultas, disponiendo que <<si
la finca vendida estuviese gravada, sin mencionarlo la escritura, con alguna carga o servidumbre no aparente,
de tal naturaleza que debe presumirse no la habría adquirido el comprador si la hubiera conocido, podrá pedir la
rescisión del contrato o la indemnización correspondiente>>.
Durante el plazo de 1 año, a contar desde el otorgamiento de la escritura, podrá el comprador ejercitar la
acción rescisoria o solicitar la indemnización. Transcurrido el año, sólo podrá reclamar la indemnización
dentro de un período igual, a contar desde el día en que haya descubierto la carga o servidumbre.
El comprador podrá optar por resolver el contrato (acción redhibitoria) con restitución de los gastos que pagó, o
rebajar una cantidad proporcional en el precio, a juicio de peritos (acción estimatoria). sí el vendedor actuó de
mala fe, en caso de que el comprador opte por la primera solución, se le indemnizará además de daños y
perjuicios, no en el otro caso, porque la rebaja del precio se habrán tenido en cuenta necesariamente en los
perjuicios sufridos.
También prevé nuestro Código la posibilidad de perecimiento de la cosa vendida bien como consecuencia de
los vicios ocultos, bien por caso fortuito, bien por culpa del comprador. En el primer supuesto, los efectos serán
distintos en función de que el vendedor conociera o no los vicios, de tal modo que dicho conocimiento agravará
su responsabilidad debiendo abonar no sólo el precio y los gastos del contrato, sino además responder por los
daños y perjuicios. Si la cosa vendida con vicios ocultos pereciera con posterioridad a la venta por caso fortuito
o culpa del comprador podrá éste reclamar del vendedor el precio que pagó, rebajado por el valor de la cosa en
el momento de perderse; si el vendedor actuó de mala fe, deberá abonar al comprador los daños e intereses.
Para que tenga lugar el saneamiento por vicios ocultos la acción habrá de ejercitarse en el plazo de seis meses
contados desde la entrega de la cosa vendida.
57
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
5. LA DOBLE VENTA.
La doble venta, o como en ocasiones precisa el Tribunal Supremo, la <<pluralidad de ventas sobre una misma
cosa>> es muy frecuente en la práctica.
El Código Civil se preocupa única y exclusivamente de determinar cuál de los compradores devendrá
propietario (artículo 1.473):
1) Si el objeto de la venta consistiere en una cosa mueble, la propiedad se transmite a quien primero haya
tomado posesión de buena fe.
58
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
2) Si fuere inmueble, la propiedad pertenece a quien antes la haya inscrito en el Registro. Sin inscripción,
pertenecerá a quien primero la posea de buena fe, y faltando ésta, a quien presente el título de fecha más
antigua.
El Código no considera qué ocurre con el comprador que ha sido defraudado, el cual podrá solicitar la
correspondiente indemnización de conformidad con las reglas generales o, en su caso, acudir a la vía penal.
La jurisprudencia ha resaltado en múltiples ocasiones que la buena fe del comprador es un <<requisito
indispensable>>; en cuanto <<de ordinario la doble venta presupone una actuación dolosa o fraudulenta del
vendedor y no merece protección quien colaboró en la maniobra o cuando menos la conoció>>.
Por buena fe debe entenderse ahora ignorancia o desconocimiento por parte del comprador de que la cosa
comprada había sido objeto de venta anteriormente. Constituye, pues, un supuesto de buena fe en sentido
subjetivo que es, al propio tiempo, una circunstancia de hecho.
artículo 1518 y lo demás que se hubiere pactado>>. Según el artículo 1.508, <<el vendedor no podrá hacer uso
del derecho de retracto sin reembolsar al comprador el precio de la venta y además:
1) Los gastos del contrato y cualquier otro pago legítimo hecho para la venta.
2) Los gastos necesarios y útiles hechos en la cosa vendida>>.
La figura del retracto convencional es una modalidad especial de compraventa, que conlleva un pacto
complementario en cuya virtud el vendedor puede recomprar, dentro de un plazo temporal determinado en el
propio contrato de compraventa y pagando todo lo dicho, la propia cosa vendida.
En épocas anteriores el pacto de retroventa llegó a asumir un papel relevante en las transacciones económicas,
ya que la rocambolesca figura estudiada era sencillamente el ropaje jurídico o la tapadera de una operación de
préstamo, por lo general usurario.
b) Régimen jurídico básico.
Aspectos fundamentales:
1) La imposibilidad de abonar por parte del vendedor inicial los distintos conceptos contemplados en el
artículo 1518 y cualesquiera otros pactados determinará que “el comprador adquirirá irrevocablemente el
dominio de la cosa vendida”.
2) La propia regulación del Código impone el carácter temporal del pacto de retro. Como regla general de
carácter imperativo, el plazo máximo de duración del retracto convencional es de diez años. Para el caso
de que las partes no hayan establecido plazo alguno de forma expresa, supletoriamente establece el
Código Civil como máximo un periodo de cuatro años. Ambos plazos han de computarse a partir de la
fecha del contrato y son de caducidad.
3) El artículo 1.510 pretende otorgar eficacia erga omnes al pacto de retroventa. Más, en realidad, semejante
efecto sólo se alcanzará cuando el pacto relativo a bienes inmuebles se inscriba en el Registro de la
Propiedad.
60
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
8. EL CONTRATO DE PERMUTA.
8.1. CONCEPTO Y CARACTERES.
La permuta es el intercambio de cosa por cosa. El Código Civil la define diciendo que <<la permuta es el
contrato por el cual cada uno de los contratantes se obliga a dar una cosa para recibir otra>> (artículo 1.538).
Sus características básicas son:
a) Es un contrato consensual;
b) Contrato bilateral;
c) Contrato oneroso;
c) Contrato traslativo de dominio. Su consumación supone la transmisión de la propiedad de lo permutado.
61
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
62
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
63
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
2) Conservar la cosa en estado de servir para el uso al que se la destine y, en consecuencia, a hacer en ella
durante el arrendamiento las reparaciones necesarias.
3) Mantener al arrendatario en el goce pacífico del arrendamiento, no pudiendo variar la forma de la cosa
arrendada y respondiendo ante el arrendatario de los vicios y defectos que impidan el normal uso y disfrute.
4) Abonar al arrendatario los gastos necesarios que éste haya hecho en la cosa.
4.2. EL DESAHUCIO.
Es la facultad que tiene el arrendador para proceder judicialmente contra el arrendatario, a fin de expulsarlo de
la finca. Causas:
1) Haber expirado el término de duración del arrendamiento.
2) Falta de pago del precio convenido.
3) Infracción de cualquiera de las condiciones estipuladas en el contrato.
4) Destinar la cosa arrendada a usos o servicios no pactados que la hagan desmerecer.
El arrendatario saliente debe permitir al entrante que lleve a cabo lo necesario a fin de que pueda realizar las
labores preparatorias del año siguiente y el entrante permitirá al saliente la recolección y aprovechamiento de
los frutos.
65
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
66
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
67
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
68
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
El derecho de reducción exige notificación fehaciente del siniestro al arrendador en el plazo de treinta días
desde su producción.
En la LAR 2003 los aspectos relativos a la eventual revisión o reducción de la renta brillan por su ausencia con
carácter general.
69
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
70
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
?? Incumplimiento grave de la obligación de mejorar o transformar la finca o destinarla a fines distintos de los
señalados;
?? Arrendar, ceder o subrogar, en contra de las normas de esta ley.
?? Causar graves daños en la finca, con dolo o negligencia;
?? Perder el arrendatario su condición de profesional de la agricultura.
Ley 2003; El contrato podrá resolverse en todo caso a instancia del arrendador por alguna de las causas
siguientes:
?? Falta de pago de la renta y de las cantidades asimiladas a la misma.
?? Incumplir gravemente obligación de mejora o transformación de la finca a las que el arrendatario se hubiese
comprometido.
?? No explotar la finca, aún parcialmente, o destinarla, en todo caso o en parte, a fines o aprovechamientos
distintos a los previstos contractualmente.
?? Subarrendar o ceder el arriendo con incumplimiento de alguno de los requisitos del art. 23.
?? La aparición sobrevenida de alguna de las circunstancias contempladas en el art. 7.1.
?? Causar graves daños en la finca, con dolo o negligencia manifiesta.
Extinción
Ley 1980; Se extingue el arrendamiento y el arrendador puede realizar el desahucio:
?? Por expirar el período contractual, si el arrendatario hubiere renunciado al derecho de prórroga,
?? Por pérdida total de la finca arrendada. Si la pérdida es parcial el arrendatario puede optar entre continuar
con reducción opcional de la renta o pedir la resolución del contrato; si la pérdida se debiera a culpa o dolo
de una de las partes, tendrá la otra derecho a la indemnización correspondiente.
El supuesto de perdida (y también el de expropiación) de la finca sigue siendo considerado causa de
terminación o extinción del arrendamiento en la Ley 2003.
Expropiación
El arrendatario puede reclamar del expropiante:
?? El importe de una renta anual actualizada y la cuarta parte de dicha renta por cada año que falte para la
expiración del contrato;
?? El importe de lo que el arrendador deba por mejoras;
?? El importe de las cosechas pendientes y las correspondientes indemnizaciones.
4. LA APARCERÍA AGRARIA.
En virtud de la aparcería, una persona se obliga a ceder a otra el disfrute de ciertos bienes o elementos de una
explotación a cambio de una parte alícuota de los frutos o utilidades que produzca.
71
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
La aparcería agraria es un contrato por el que el "titular de una finca rústica cede temporalmente, para su
explotación agraria, el uso y disfrute de aquélla o algunos de sus aprovechamientos, aportando al mismo tiempo
un 25% como mínimo de valor total del ganado, maquinaria y capital circulante, y conviniendo con el cesionario
en repartirse los productos por partes alícuotas, en proporción a sus respectivas aportaciones".
Sin la aportación mínima de un 25% por parte del cedente, el contrato no se puede calificar de aparcería, sino
de arrendamiento parciario.
En la aparcería agraria se parte de una doble presunción: que el cedente es cultivador directo, y la ausencia de
relación laboral entre cedente y cesionario.
Los productos deben repartirse por partes alícuotas, y el reparto se practicará en el tiempo y forma convenidos;
en su defecto, según la costumbre del lugar; y en su defecto, anualmente o al terminar la recolección del fruto.
El contrato debe constar necesariamente por escrito, señalándose en él el valor de las aportaciones de los
contratantes, haciéndose constar también la participación en los productos.
El plazo mínimo de duración del contrato de aparcería será el necesario para completar una rotación o ciclo de
cultivo. La ley no contempla derecho a prórroga por parte del aparcero.
Las causas de extinción de la aparcería son las siguientes:
?? La terminación del plazo pactado o el que rija consuetudinariamente;
?? El incumplimiento grave de las obligaciones del aparcero;
?? La falta de entrega al cedente de la parte de los productos obtenidos que le corresponda;
?? Deslealtad o fraude del aparcero en la valoración o entrega al cedente de los frutos que le correspondan o
en los gastos necesarios para su obtención;
?? Cualquier otra causa pactada o que derive de los usos locales y,
?? Las causas de extinción del arrendamiento.
Mirar libro aparcería ley 2003.
72
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
73
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
3.1 SISTEMÁTICA
Desde el punto de vista sistemático la LAU aparece estructurada en cinco Títulos que, respectivamente, se
intitulan o rubrican de la forma siguiente:
I. Ámbito de la Ley (arts. 1 a 5)
II De los arrendamientos de vivienda (arts. 6 a 28).
III. Arrendamientos para uso distinto del de vivienda (arts. 29 a 35
IV. Disposiciones comunes (arts. 36 y 37), y
V. Procesos arrendaticios (arts. 38 a 40).
Concluido el período quinquenal sin que ninguna de las partes haya notificado a la otra su voluntad de no de
renovarlo, la ley permite la continuidad de año en año por un nuevo período trienal.
La nueva Ley descarta la existencia de subrogación inter vivos. La cesión del contrato o el subarriendo
requieren el consentimiento, expresado por escrito, del arrendador conforme a las reglas generales en materia
de contratación.
El efecto de la subrogación mortis causa, queda limitado al período contractual restante.
Respecto del uso de la vivienda familiar en casos de crisis matrimonial, el texto establece que "el cónyuge no
arrendatario podrá continuar en el uso de la vivienda arrendada”.
4.2 LA RENTA
Una vez fijada la renta por las partes a su libre albedrío, la Ley solo prohíbe la exigencia de pago anticipado de
más de una mensualidad de renta.
Durante los cinco primeros años de duración del contrato, la renta sólo podrá ser actualizada con arreglo al
índice nacional general del IPC.
75
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
76
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
2.2. EL PRECIO.
Resalta el artículo 1.544 que el contratista <<se obliga a ejecutar una obra... por precio cierto>>. Así pues, para
el contratista el objeto fundamental del contrato es la obtención de un precio consistente en un <<ajuste o
precio alzado>>, es decir, fijado de antemano y pagadero según una forma determinada. El precio puede
consistir en:
?? Un precio o ajuste alzado por la ejecución completa de la obra.
77
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
78
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
79
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
7. EXTINCIÓN.
A las causas generales de extinción de las obligaciones añade el CC, para este contrato, las siguientes causas
específicas:
81
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
(Código Civil o Código de Comercio respectivamente). Por su parte, el artículo 1.669 establece que <<no
tendrán personalidad jurídica las sociedades cuyos pactos se mantengan secretos entre los socios, y en que
cada uno de éstos contrate en su propio nombre con los terceros. Esta clase sociedades se regirá por las
disposiciones relativas a la comunidad de bienes>>.
La falta de personalidad jurídica de las sociedades civiles no impide que estemos ante una sociedad, si bien los
que contratan con los socios exigirán a éstos el cumplimiento de las obligaciones contraídas por ellos. Las
relaciones jurídicas existirán directamente entre los socios, individualmente considerados, y las personas que
con ellos ha encontrado.
4. CLASES DE SOCIEDADES.
4.1. SOCIEDADES CIVILES Y SOCIEDADES MERCANTILES.
Según dispone el artículo 1.670, <<las sociedades civiles por el objeto a que se consagren, pueden revestir
todas las formas reconocidas por el Código de Comercio. En tales casos, les serán aplicables sus disposiciones
en cuento no se opongan a las del presente Código>>.
Así, si el fin de la sociedad es la industria, el comercio, es decir, la aplicación habitual de actos de comercio,
será sociedad mercantil y se le aplicarán las reglas del Código de Comercio (ha de constituirse en escritura
pública e inscribirse en el Registro Mercantil).
Si el fin de la sociedad no consiste en la realización habitual de actos de comercio, es decir, su objeto sea otro o
cualquiera, con tal de que sea lícito y establecido en interés de los socios, será sociedad civil (se rige por la
libertad de forma en su constitución, salvo que se aporten bienes inmuebles, y no ha de inscribirse en registro
alguno).
El Código Civil abre la posibilidad de que sociedades civiles por su objeto sean mercantiles por su forma, en
cuyo caso le serán aplicables las disposiciones mercantiles en cuanto no se opongan a las del Código Civil.
En las Sociedades Anónimas y de responsabilidad limitada los socios no responden con su patrimonio privativo
de las deudas sociales, su responsabilidad está limitada a las aportaciones que hubieran realizado al patrimonio
social; se dice que, en realidad, la que responde es única y exclusivamente la sociedad, no los socios.
En las sociedades civiles, los socios responden ilimitadamente con todo su patrimonio aunque de forma
mancomunada (artículo 1.698).
83
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
84
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
No queda obligada la sociedad por actos que haya realizado un socio sin el mandato de ésta.
b) La responsabilidad de los socios por las deudas sociales.
Declara el Código que los socios no quedan obligados solidariamente respecto de las deudas sociales; luego
hay que entender que su responsabilidad es mancomunada y con relación a su cuota o participación social.
A falta de pacto, la responsabilidad es ilimitada, pues los socios responden de las deudas sociales con todo su
patrimonio y que el pacto de limitación de responsabilidad es válido, sin bien, para que surta efectos frente a
terceros dicha limitación habrá de hacérseles conocer cuando se contrata con ellos.
La responsabilidad de los socios por las deudas sociales es una responsabilidad personal, subsidiaria – pues
sólo responden en caso d einsuficiencia de patrimonio social y una vez hecha exclusión de él, sin que sea
obstáculo para ello la concesión de la personalidad jurídica -, ilimitada y mancomunada.
85
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
2. CLASES DE MANDATO.
2.1. MANDATO SIMPLE Y MANDATO REPRESENTATIVO.
El mandatario puede actuar en su propio nombre (sin revelar que gestiona intereses ajenos), si bien por cuenta,
interés y encargo de su mandante, en cuyo caso estaríamos ante un mandato simple, no representativo. No
se produciría vinculación entre mandante y terceros, los cuales tendrían acciones exclusivamente contra el
mandatario, sin perjuicio de las que puedan derivar de la relación de mandato propiamente dicha entre
mandante y mandatario.
Si el mandatario actúa en nombre del mandante, por el contrario, éste será parte en los contratos o actos
jurídicos que, gestionando sus intereses, celebra el mandatario con terceros: el mandante es quien adquiere los
derechos y asume las obligaciones que se derivan de esos actos o contratos debiendo cumplir todas las
obligaciones que el mandatario haya contraído dentro de los límites del mandato.
Por tanto, las figuras de mandato y poder de representación no coinciden, aunque tradicionalmente se les
consideraba unidas.
87
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
4. LA MEDIACIÓN O CORRETAJE.
El corretaje es un contrato que tiene por objeto vincular al mediador o corredor en la realización de los actos
necesarios para la conclusión o celebración de un determinado contrato querido y, en su caso, celebrado por
quien con él contrata, a quien podemos denominar principal o cliente, o incluso celebrado por el propio
mediador en función de nuncio o intermediario.
La aproximación del corretaje al mandato resulta evidente, sin embargo, en la actualidad, se acentúan los
perfiles propios de la mediación o el corretaje:
?? El mandato supone que la celebración del contrato con el tercero es llevada a cabo por el mandatario,
actuando respectivamente en nombre del mandante o, en cambio, en nombre propio. En rigor, el corredor o
88
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
mediador se limita a poner en contacto a su principal o cliente con otra persona interesada en el acto o
contrato de que se trate.
?? El mediador carece de derecho de retribución alguna si no se llega a celebrar efectivamente el contrato.
?? El corredor no se obliga a la conclusión del contrato de interés para el principal, ni garantiza su eventual
perfección, pues difícilmente puede asumir como “obra propia” la existencia de un tercero que preste su
consentimiento al contrato buscado por el principal.
Dado que el corredor no se encuentra obligado en estricto sentido a garantizar la consecución del interés
práctico perseguido por su cliente o principal, la celebración del contrato en cuestión, ha sido tradicional afirmar
que el corretaje tiene naturaleza unilateral. Aunque en realidad, y atendiendo a la atipicidad del contrato y
teniendo en cuenta los datos de hecho de la mayor parte de los supuestos, probablemente lo más seguro es
afirmar la bilateralidad del corretaje, pues verdaderamente carece de sentido hablar de contrato si el corredor
no se entiende vinculado respecto de su cliente.
89
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
91
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
persona del comodatario, en cuyo caso los herederos de éste no tienen derecho a continuar en el uso de la
cosa prestada>>.
92
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
4. EL DEPÓSITO VOLUNTARIO.
4.1. CONCEPTO Y PRESUPUESTOS.
El Código Civil se limita a destacar su carácter convencional: <<depósito voluntario es aquel en que se hace la
entrega por la voluntad del depositante>> (artículo 1.763). Notas características:
1. La finalidad principal y autónoma del contrato es la obligación de guardia y custodia. La obligación de
custodia que pesa sobre el depositario se caracteriza por su provisionalidad, de tal manera que el bien
depositado debe ser objeto de restitución cuando le sea pedido o reclamado por el depositante. A su vez, el
depositario no podrá usar la cosa depositada sin permiso expreso del depositante.
2. El objeto de la obligación de custodia debe ser siempre una cosa ajena, en el sentido de que no pertenece
al depositario. No obstante, algunos autores admiten la posibilidad de depósito de una cosa propia pero que
no se encuentra a disposición del depositario, incluso habría que admitir el supuesto de depósito judicial en
el que el depositario es el propietario cuya titularidad es objeto de litigio.
3. El objeto del depósito ha de recaer sobre un bien mueble corporal. Respecto de los inmuebles, su
admisión o no como objeto de depósito ha sido una cuestión largamente discutida en la doctrina, optándose
en el momento codificador por la negativa.
No obstante, el llamado depósito judicial puede recaer sobre los bienes inmuebles.
De todo esto se puede deducir que el depósito es un contrato en virtud del cual una persona, depositante o
deponente, entrega una cosa mueble a otra, depositario, para que ésta la guarde y se la restituya cuando
aquélla se la reclame.
93
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
2. Puede darse el caso que el depositante pierda, después de hacer el depósito (sobrevenidamente) su
capacidad para contratar. La validez y eficacia del contrato es indiscutible y el problema vendrá
representado exclusivamente por la falta de capacidad del depositante para recibir la devolución o exigir la
restitución. No pudiendo restituirse la cosa objeto de depósito sino a los que tengan la administración de los
bienes y derechos del depositante que ha devenido incapaz.
Falta de capacidad en el depositario.
1. El artículo 1.765 contempla la falta de capacidad en el momento de la constitución del depósito. En tal caso,
siendo válido el contrato (si bien susceptible de anulación), el depositante tiene frente al depositario la
facultad de ejercitar la <<acción para reivindicar la cosa depositada mientras exista en poder del
depositario>>. Sin embargo, no se trata de una acción reivindicatoria, sino de una mera acción de
restitución. En caso de que tal restitución no fuera posible, por haber salido la cosa del patrimonio del
depositario, el depositante sólo puede solicitar el abono de la cantidad en que se hubiera enriquecido el
depositario con la cosa o con el precio (acción que prescribe a los quince años). Si el depositante es
realmente propietario, los bienes que fueron constituidos en depósito y han sido adquiridos por terceros no
debe situarse en la esfera del artículo 1765, sino en la propia del artículo 464 del Código.
2. La incapacidad sobrevenida en el depositario no se encuentra regulada en el Código Civil, lo que no impide
la exigencia de la diligencia debida en la conservación de la cosa a los representantes legales.
B) La obligación de restitución.
Conforme a lo dispuesto en el artículo 1.766, <<la cosa depositada debe ser restituida al depositante, o a sus
causahabientes, o a la persona que hubiera sido designada en el contrato, con todos sus frutos, productos y
accesiones>>.
En el caso de que se trate de un depósito de dinero, el depositario será deudor de los intereses (en principio
legales, salvo pacto en contrario en el momento de celebración del contrato) de las cantidades que haya
aplicado a usos propios o de las que no haya restituido una vez extinguido el depósito y tras haber sido
constituido en mora.
La obligación de entrega o restitución se transmite a los herederos del depositario. No obstante, sí el heredero
del depositario enajenare, de buena fe e ignorando el carácter de cosa depositada, <<solo estará obligado a
restituir el precio que hubiese recibido o a ceder su acciones contra el comprador en caso de que el precio no
se haya pagado>>.
C) Momento temporal de la restitución
La restitución debe producirse cuando el deponente la reclame, sin necesidad de justa causa (esto es,
libremente), y con independencia de plazo contractual alguno, puesto que el depósito es un contrato establecido
en favor del depositante. Dicha regla tiene dos excepciones:
?? Cuando judicialmente haya sido embargado el depósito en poder del depositario.
?? Cuando se haya notificado a éste la oposición de un tercero a la restitución o traslación de la cosa
depositada.
En definitiva, el establecimiento de plazo temporal o fijación de un término representa un papel secundario en el
caso del depósito.
D) El lugar de la restitución
Según el artículo 1.774: << Cuando al hacerse el depósito se designó lugar para la devolución, el depositario
debe llevar a él la cosa depositada; pero los gastos que ocasione la traslación serán a cuenta del depositante.
No habiéndose designado lugar para la devolución, deberá hacerse en que se halle la cosa depositada, aunque
no sea el mismo en que se hizo el depósito, con tal de que no haya intervenido malicia de parte del
depositario>>.
E) Pérdida de la cosa y subrogación real.
En el supuesto de pérdida de la cosa es especialmente relevante la presunción de culpa del depositario. El
artículo 1.777 contempla la pérdida por causa de fuerza mayor de la cosa depositada, estableciendo que si el
depositario recibiese otra cosa en su lugar, estará obligado a entregar esta del depositante.
95
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
8. EL DEPÓSITO IRREGULAR.
Tradicionalmente se ha calificado de depósito irregular el contrato cuyo objeto consiste en una determinada
cantidad de cosas fungibles (principalmente dinero) que pueden ser no sólo utilizadas, sino incluso consumidas,
por el depositario.
Dado que la fungibilidad del objeto dado en depósito admite y posibilita la adquisición de la propiedad de la
cosa dada en depósito por el depositario, éste no podrá quedar vinculado a devolver la misma cosa, sino que la
obligación de restitución se ha de considerar convertida en la obligación de entregar al depositante una misma
cantidad de cosas fungibles, su equivalente exacto, llamado comúnmente tantundem.
Ello no supone que todo depósito dinerario deba ser calificado como depósito irregular, sino sólo aquél cuyo
objeto pierde su individualidad. Por lo que no sería depósito irregular el caso que se entregue una cantidad de
dinero en un sobre o cofre cerrado, etc.
Doctrinalmente se propugna que para proceder a la calificación de depósito irregular, debe atenerse
básicamente a la verdadera intención de las partes, ya que en muchos casos al realizar un depósito de dinero el
depositante persigue la disponibilidad del dinero en cualquier momento, sin pretender conceder un préstamo.
En contra, se puede argumentar que la finalidad principal del contrato de depósito (custodia o guarda de la
cosa) desaparece, pues la cosa fungible ingresa en el patrimonio del depositario sin posibilidad de distinguirla.
La jurisprudencia más reciente se pronuncia en favor de la calificación como préstamo de las imposiciones o
<<depósitos>> a plazo fijo.
9. EL DEPÓSITO NECESARIO.
Se caracteriza por la existencia de una obligación de custodia a causa de una situación de hecho sobrevenida,
y por consiguiente, nacida con independencia de la voluntad de las partes. Se distinguen tres tipos:
1. Cuando el depósito se hace en cumplimiento de una obligación legal. Se regirá por la ley que lo establezca
y, en su defecto, por las disposiciones del depósito voluntario.
2. Con ocasión de alguna calamidad, rigiéndose por las normas de depósito voluntario (conocido como
depósito miserable).
3. El que tiene lugar respecto de <<los efectos introducidos por los viajeros en las fondas y mesones>>. Es un
supuesto de responsabilidad legal a cargo del hotelero respecto de los efectos introducidos en el ámbito del
control del mismo, lo que incluye también la responsabilidad por los efectos que se encuentren en el garaje
del hotel y otras dependencias anexas al mismo y que presten servicio al cliente.
La responsabilidad del hotelero cesa:
?? Si se trata de efectos introducidos por terceros.
?? Si no estamos en un alojamiento de viajeros o de huéspedes estables (por ejemplo, la casa de un
amigo).
?? Si media culpa o negligencia del viajero.
?? Supuestos de robo a mano armada o fuerza mayor.
?? Si el daño es consecuencia de la actuación de personas que están fuera del control del hotelero
(visitas...).
?? Cuando exista pacto expreso de exclusión de responsabilidad.
Existe un verdadero contrato de depósito cuando se entregan objetos para ser guardados en la caja del
hotel.
96
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
97
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
2. EL JUEGO Y LA APUESTA.
2.1. CONSIDERACIONES GENERALES: DISTINCIÓN ENTRE JUEGO Y APUESTA.
Es el supuesto más antiguo de contrato aleatorio, donde el azar decide no tanto la equivalencia, sino algo más:
quién será deudor y acreedor, y la atribución de los derechos y obligaciones de una y otra de las partes.
Tradicionalmente se distinguía conceptualmente entre juego y apuesta. Según el criterio romano, la actitud
activa (juego) o pasiva (apuesta) de las partes en la producción del acontecimiento debía considerarse
determinante para la calificación. Actualmente la distinción carece de trascendencia práctica, dada la identidad
de efectos establecida en el artículo 1.799: <<Lo dispuesto en el artículo anterior respecto del juego es aplicable
a las apuestas. Se consideran prohibidas las apuestas que tienen analogía con los juegos prohibidos>>.
Es más, el Código Civil no contempla el juego en sí mismo considerado, sino en cuanto instrumento de apuesta,
de tal modo que las <<deudas de juego>> son <<deudas de apuestas>>.
En cualquier caso, la apuesta no puede ser unilateral. Así, el contrato de apuesta además de aleatorio, es
bilateral, oneroso, consensual, sinalagmático, y no sujeto a forma alguna.
98
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
En el caso de los no autorizados y los que, pese a ser permitidos, se practican sin embargo en lugar carente de
la debida autorización administrativa, es aplicable el artículo 1798 del CC, con independencia de las sanciones
administrativas y demás responsabilidades en que se pudiera incurrir. Dicho precepto establece las siguientes
consecuencias jurídicas:
?? Irrepetibilidad del pago –soluti retentio–. Este efecto se ha justificado desde dos vertientes, la primera,
entendiendo que se trata de una obligación natural, donde el pago voluntario obedece a un deber moral y la
segunda explicación parte de la aplicación del aforismo in turpis causa melior est causa possidentis, donde
se establece con carácter general la irrepetibilidad de las prestaciones cuando el contrato tiene causa torpe,
no pudiendo las partes alegar la propia torpeza para recuperar lo pagado. No obstante, dicha irrepetibilidad
tiene tres excepciones:
o Que hubiere mediado dolo en el pago.
o Minoría de edad de quien voluntariamente pagó.
o Quien estuviere inhabilitado para administrar sus bienes.
?? Inexigibilidad del pago. El artículo 1.798 contempla la falta de acción. El reconocimiento o promesa de pago
de una deuda de juego sería ineficaz, no admisible por contraria al orden público. Especial relevancia
adquiere la figura de la simulación cuando la deuda de juego ilícito reviste otra forma contractual, en
principio y aparentemente lícita, al efecto de evitar la inexigibilidad del pago de dicha deuda.
En cualquier caso, lo que sí debe existir en el momento de constitución del contrato es la denominada
“equivalencia del riesgo”, es decir, que ambas partes tengan igual posibilidad de pérdidas y ganancias. A tal
efecto, y según el artículo 1.804: “Es nula la renta constituida sobre la vida de una persona muerta a la fecha
del otorgamiento o que en el mismo tiempo se halle padeciendo una enfermedad que llegue a causar su muerte
dentro de los 20 días siguientes a dicha fecha”.
3.3. SUJETOS.
De lo expuesto es fácil deducir que deben concurrir al menos dos sujetos en cuanto partes del contrato de renta
vitalicia. No obstante el artículo 1.803 admite la concurrencia de hasta cuatro sujetos: además de los
constituyentes, un tercero cuya vida se considera como alea y el perceptor de la renta o beneficiario, que puede
ser uno de los contribuyentes, el tercero cuya vida se estima o un cuarto sujeto independiente de los anteriores.
Sí el beneficiario no es parte contractual, es necesaria su aceptación.
Cuando la renta se establece conjuntamente en favor de varias personas y una de ellas fallece, surge el
problema de la procedencia del acrecimiento, que no será posible, en ausencia de pacto expreso, más que
cuando además de asignación conjunta de los beneficiarios, exista una atribución de renta conjunta. Cuando la
renta se establece sucesivamente, cada acreedor percibirá la renta en el orden establecido.
3.7. EL VITALICIO.
Según el Tribunal Supremo, “el vitalicio no es una modalidad de la renta vitalicia, sino un contrato autónomo,
innominado y atípico”, cuyo contenido consiste en la prestación de alimentos a cambio de la entrega de unos
bienes, durante la vida del acreedor de dichos alimentos, o de tercera o terceras personas.
Tampoco puede confundirse el vitalicio con la obligación legal de prestar alimentos entre parientes.
Se trata de una obligación mixta de dar y de hacer. Es válida la cláusula que establece la posibilidad de rescatar
los bienes entregados, así como cualquier otro pacto, cláusula o estipulación que no sea contraria al interés de
terceros ni al orden público.
101
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
102
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
2. LA CAPACIDAD EN LA TRANSACCIÓN.
Los preceptos legales que regulan la capacidad para transigir son los artículos 1.810, 1.811 y 1.812.
El artículo 1.810 establece que “para transigir sobre los bienes y derechos de los hijos bajo la patria potestad se
aplicarán las mismas reglas que para enajenarlos”. Por su parte, el artículo 1.811 establece que “el tutor no
puede transigir sobre los derechos de la persona que tiene en guarda, sino en la forma descrita en el Código
Civil”.
Esto es, se contempla la exigencia de autorización judicial para renunciar derechos o enajenar bienes
inmuebles o muebles valiosos pertenecientes a los menores sometidos a patria potestad o tutela, pues la
transacción puede suponer la renuncia de derechos.
La ausencia de la autorización judicial dará lugar a la nulidad radical de la transacción. El artículo 1.812
establece que “las corporaciones que tengan personalidad jurídica sólo podrán transigir en la forma y con los
requisitos que necesiten para enajenar sus bienes”.
Los artículos transcritos persiguen no tanto equiparar transacción y enajenación, sino poner de manifiesto la
necesidad de la plena capacidad de disposición sobre los bienes y derechos controvertidos. Por lo que respecta
a la transacción efectuada por mandatario, se exige mandato expreso, si bien, la ausencia del mismo puede
subsanarse posteriormente mediante la ratificación.
103
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
3. OBJETO DE LA TRANSACCIÓN.
El Código Civil excluye de la transacción las materias que afectan al orden público y al interés general, y que
por tanto, se encuentran fuera del ámbito de disposición de los particulares.
Se requiere, como en cualquier contrato, que el objeto sea posible, lícito, determinado o determinable.
El artículo 1.814 dispone que “no se puede transigir sobre el estado civil de las personas, ni sobre las
cuestiones matrimoniales, ni sobre alimentos futuros”:
a) El estado civil de las personas. La prohibición no se extiende a las consecuencias meramente
patrimoniales derivadas del concreto estado civil, salvo que exista un nexo tan íntimo entre el contenido
puramente patrimonial y el estado civil que la transacción afecte a este último, siquiera tangencialmente,
debiéndose predicar en tal caso la nulidad de la transacción.
b) Las cuestiones matrimoniales. Será posible la transacción sobre los aspectos puramente patrimoniales
derivados del matrimonio, como también sobre algunos aspectos puramente personales; admitiéndose
los convenios de separación en cualesquiera supuesto de crisis matrimonial.
c) Los alimentos futuros. El artículo 1.814 se refiere tanto a los alimentos futuros como a las pensiones no
vencidas. La jurisprudencia y la doctrina limitan la aplicación de este artículo a los alimentos futuros de
naturaleza legal (sustento, habitación, vestido y asistencia médica). Se podrá transigir respecto de los
alimentos vencidos y no satisfechos.
En la misma línea de excluir de la transacción las cuestiones de interés general y de orden público, dispone el
artículo 1.813 que “se puede transigir sobre la acción civil proveniente de un delito, pero no por eso se
extinguirá la acción pública para la imposición de la pena legal”.
5. EFECTOS DE LA TRANSACCIÓN.
La naturaleza contractual de la transacción implica la necesidad de distinguir un doble orden de efectos: inter
partes y para con los terceros.
104
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
Por ello, la jurisprudencia es especialmente rigurosa ante el intento de los transigentes de replantear
(judicialmente) el conflicto superado mediante el acuerdo transaccional.
6. LA TRANSACCIÓN JUDICIAL.
6.1. LA TRANSACCIÓN JUDICIAL BAJO EL IMPERIO DE LA LEC DE 1881.
El concepto de transacción judicial no se encuentra definido ni en el Código Civil ni en el resto de normas de
nuestro ordenamiento. La doctrina y la jurisprudencia mayoritaria entiende que la transacción es siempre
extrajudicial en cuanto a su origen, pero se denomina “judicial” cuando la transacción se incorpora a un
proceso judicial al que se pone fin o cuando se celebra ante el órgano jurisdiccional para prevenir un proceso.
Ahora bien, la necesaria aprobación judicial no supone que el Juez entre a valorar el contenido de la
transacción, el fondo del asunto, sino que debe limitarse al examen de la concurrencia o no de los requisitos
legales para llevar a cabo la transacción.
105
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
1. La irrelevancia general del error que recae sobre la circunstancia controvertida, pues la transacción
persigue eliminar la incertidumbre (error in caput controversum).
2. La posible relevancia del error que recae sobre alguna circunstancia que afecta directamente a la situación
litigiosa (error in caput non controversum), pues afecta a una circunstancia que las partes consideran como
base firme, indiscutible, y en cambio es objeto de error.
El Código Civil contempla dos especialidades en materia de error de hecho:
1. Artículo 1.817.1. Falsedad de documento. Se exige una relación esencial con la controversia transigida,
la ignorancia en el que alega la falsedad documental o la sentencia que la declara. No se admite
impugnación cuando el objeto de la transacción fuera de falsedad o no de los documentos.
2. Artículo 1.819: Ignorancia de la inexistencia de incertidumbre por haber recaído sentencia firme. “Si
estando decidido un pleito por sentencia firme, se celebrare la transacción sobre él por ignorar la existencia
de sentencia firme alguna de las partes interesadas, podrá ésta pedir que se rescinda la transacción. La
ignorancia de una sentencia que pueda revocarse no es causa para atacar la transacción”.
8. EL ARBITRAJE. INTRODUCCIÓN.
El arbitraje es entendido como el mecanismo de resolución de litigios o conflictos que los interesados en ellos,
de común acuerdo, excluyen del conocimiento de los jueces y tribunales de justicia, por razones básicamente
de operatividad y rapidez en la decisión.
9.4. CONTENIDO.
El contenido necesario del convenio se limita estrictamente a los siguientes extremos:
?? Voluntad inequívoca de las partes de someterse al arbitraje.
?? Determinación de la <<relación jurídica>> de la que resulten cuestiones litigiosas a resolver.
Existiendo tales elementos, las partes han de entenderse sujetas al arbitraje, aunque no existan en el convenio
normas ad hoc para la designación de los árbitros o reglas relativas al procedimiento arbitral.
108
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
El plazo establecido tiene carácter preclusivo salvo que las partes concedieran a los árbitros una prorroga, y
por tanto su transcurso, sin haberse dictado el laudo, determina la terminación de las actuaciones arbitrales y el
cese de los árbitros.
109
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
110
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
2. CLASES DE FIANZA.
2.1. FIANZA CONVENCIONAL, LEGAL Y JUDICIAL.
Atendiendo a su origen, la fianza puede ser convencional, legal y judicial.
Es convencional cuando surge de un contrato de fianza convenido espontáneamente entre fiador y acreedor o
exigido al deudor por el acreedor.
Es legal o judicial cuando, por disposición de la ley o del Juez, una persona ha de garantizar el cumplimiento
de una determinada obligación mediante la intervención de un fiador.
111
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
indicación o señalamiento de bienes propios del deudor suficientes para atender al pago compete al propio
fiador si quiere beneficiarse de la posición subsidiaria que inicialmente ocupa.
112
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
b) La subrogación legal.
En virtud de ella, el fiador se convierte en acreedor del deudor y ello le permite al fiador solvens utilizar, como
subrogado, todas las garantías o derechos accesorios que correspondían al acreedor, para lograr lo que
realmente satisfizo o pagó por el deudor.
En este caso, la subrogación del fiador solvens no alcanza al importe nominal del crédito, <<si (el fiador) ha
transigido con el acreedor, no puede pedir al deudor más de lo que realmente haya pagado>>.
7. LA FIANZA SOLIDARIA.
La fianza solidaria se caracteriza principalmente por la inexistencia de beneficio de excusión alguno en favor del
fiador. Por ende, el acreedor puede reclamar el cumplimiento de la obligación asegurada tanto al deudor
principal cuanto al fiador que tenga el carácter de solidario.
Establece el artículo 1.822.2 que si el fiador se obliga solidariamente con el deudor principal se observará lo
dispuesto en la sección de << las obligaciones mancomunadas y las solidarias>>.
Doctrinalmente, se suele afirmar que hasta el momento del pago son aplicables las reglas sobre las
obligaciones solidarias para fundamentar la posible reclamación del acreedor al fiador en el artículo 1.144,
mientras que una vez que el fiador ha atendido el pago deberían aplicarse las reglas propias de la fianza.
113
http://www.uned-derecho.com
Derecho Civil II – 2PP
De otra parte, el CC considera otros supuestos particulares de extinción de la fianza basados en una
agravación de la situación del fiador, el cual no puede resultar perjudicado ni gravado más que a aquello a lo
que se comprometió y así:
1. La prórroga concedida al deudor por el acreedor sin consentimiento del fiador extingue la fianza, pues se
podría producir insolvencia del deudor en ese tiempo prorrogado.
2. Los fiadores, aunque sean solidarios, quedan libres de su obligación siempre que, por algún hecho del
acreedor no queden subrogados en los derechos, hipotecas y privilegios del mismo.
114
www.uned-derecho.com
TEMA 1
1.1. Introducción
Con el nombre de elasticidad del dominio se pretende hacer referencia a la posibilidad de que el propietario
utilice por entero todas las facultades que el ordenamiento jurídico le atribuya y reconozca sobre los bienes que le
pertenecen; o que, por el contrario, utilice parte de su poderío sobre la cosa, permitiendo al mismo tiempo que otras
personas ejerciten ciertas facultades parciales sobre ella. Por ejemplo, el propietario de una dehesa (o de cualquier
otra finca rústica) puede pactar con su vecino el paso del ganado de este último a través de su finca constituyendo,
supongamos, una servidumbre de paso sobre la dehesa, a cambio de una cierta cantidad de dinero. En tal caso,
propiedad y servidumbre convivirían como derechos reales recayentes sobre la misma finca.
Por ello, es correcto afirmar que la propiedad es el derecho real por excelencia, aunque dicha afirmación no
comporte desde luego la negación de carácter del derecho real a otras facultades que, sobre la misma cosa, ostenten
personas diferentes del propietario
El debate aludido carece verdaderamente de sentido práctico alguno. En definitiva, siendo siempre
indiscutida la eficacia erga omnes de los derechos reales, tanto da afirmar que existe una obligación pasiva universal
cuanto propugnar la característica de que el derecho real otorga a su titular una posición activa universal (para evitar
confusiones, advertiré que esta última expresión es de cosecha propia, utilizada con evidente sentido pedagógico)
que le permite exigir a los demás el respeto al derecho real constituido. Por ello, la mejor doctrina contemporánea
ha optado por superar la confrontación entre ambas tesis
2
www.uned-derecho.com
D) Forma y tradición
La tendencial permanencia de los derechos reales, sobre todo cuando éstos recaen sobre bienes inmuebles,
conlleva que el ordenamiento jurídico requiera mayores requisitos de forma para los actos o contratos constitutivos,
modificativos o extintivos de los derechos reales que para la generalidad de los contratos o de las demás fuentes de
las obligaciones en sentido estricto.
De otra parte, cuando la adquisición y transmisión de la propiedad y de los derechos reales tenga lugar
mediante contrato, nuestro sistema jurídico exige que, junto con la forma prescrita legalmente para aquél, tenga
lugar también la tradición o entrega de la cosa para que el efecto transmisivo se produzca.
2.2. Los derechos reales constituidos y los derechos de crédito: la importancia práctica de la distinción
En efecto, la transmisión convencional del derecho real, requiere que tenga lugar la tradición en cualquiera
de sus formas. Esto es, junto a la causa que dé origen a la transmisión del derecho sobre una cosa, debe darse
también la puesta a disposición del nuevo propietario (o titular de otro derecho real limitado, en su caso) de dicha
cosa.
Semejante indicación, si aparentemente puede parecer un mero circunloquio, tiene extraordinaria
importancia práctica (y, por consiguiente, teórica; mejor que dicho al revés). Veámoslo con la ayuda de unos
sencillos ejemplos:
1. Si una persona compra mediante contrato privado una finca, sin ocuparla de forma inmediata pero
pagando en el mismo momento de la compra su importe total, tiene derecho evidentemente a que el vendedor
le entregue la cosa (cfr. art. 1.095), poniéndola a su disposición, así como a que, en su caso, le preste la
asistencia debida para elevar el documento privado a escritura pública.
2. Si la persona realizara la misma compra, pero mediante escritura pública, aunque no haya
satisfecho el precio de la venta, desde el mismo momento de la firma de escritura, sería propietario o dueño
de la finca (art. 1.462.2.' CC), con independencia de que nunca la haya pisado o piense dedicarme a
cultivarla directamente.
Pensemos ahora que el vendedor de la finca, unos meses después de realizada la compraventa, es embargado
por incumplimiento de sus obligaciones o es declarado en concurso o quiebra.
En el primer caso -compraventa- mediante escritura privada-, como la finca sigue siendo suya (aunque ello
repugne a la moral o a la ética o, si se quiere, al sentido común), resulta claro que también dicha finca puede ser
objeto de embargo o adicionada a la masa del concurso o de la quiebra. Personalmente, el comprador seguirá
teniendo un derecho de crédito a que el vendedor le entregue la finca (pero ¿cuándo podrá hacerlo, si es que lo llega
a hacer?); o bien a resolver el contrato y pedir la consiguiente indemnización de daños y perjuicios (con evidente
perturbación y lesión para sus intereses). Como se ve, el comprador sigue dependiendo de que la conducta del
vendedor sea la que le prometió; pero, si éste no quiere o puede hacerlo, no le queda otra alternativa al comprador
que reclamar judicialmente el cumplimiento de la obligación que asumió el vendedor, incrementando así la lista de
sus vociferantes acreedores. En definitiva, la compraventa no le ha otorgado un derecho real (el de propiedad), sino
simplemente un derecho de crédito que se corresponde con la obligación asumida por el vendedor.
En el segundo caso, el otorgamiento de la escritura pública (lo mismo cabe decir respecto a las demás formas
de tradición que estudiaremos en el siguiente capítulo) ha comportado el nacimiento del derecho real de propiedad
en favor del comprador y, por consiguiente, desde ese mismo momento la finca ha salido del patrimonio del
vendedor, no pudiendo en consecuencia ser atacada por sus acreedores (y sí, en cambio, por los del comprador,
nuevo propietario).
Por tanto, hacer hincapié en la idea de que los derechos reales son tendencialmente permanentes en absoluto es una
especulación teórica, sino que se encuentra transida de matices prácticos. En efecto, una vez constituidos los
derechos reales, su titular cuenta con una posición jurídica reforzada, en cuanto puede hacerla valer frente a terceros
y excluir todo tipo de perturbaciones posesorias. Por el contrario, los derechos de crédito nacidos de cualquier
contrato de finalidad traslativa se caracterizan por su vocación de extinción, se encuentran in itinere hacia el derecho
real.
3
www.uned-derecho.com
acto o contrato de trascendencia real que, sin tener nombre propio en derecho, modifique, desde luego,
o en lo futuro, algunas de las facultades del dominio sobre bienes inmuebles o inherentes a derechos
reales».
superficie) atribuyen a su titular facultades de uso y utilización de las cosas pertenecientes a otro (propietario). Por el
contrario, los derechos reales de garantía (prenda e hipoteca) y los derechos reales de adquisición (tanteo y retracto;
opción inscrita), no otorgan a su correspondiente titular facultad para disfrutar de la cosa usándola, sea o no
fructífera. En tal sentido, una de las notas características de los derechos reales de goce, ausente en los otros dos
grupos, es su acusado componente posesorio.
6
www.uned-derecho.com
La facultad de disposición permite, como regla, que el propietario enajene (esto es, transmita a otro) el bien
que le pertenece cuando y como le venga en gana. No obstante, en casos determinados y en nuestro Ordenamiento
excepcionales, dicha facultad de disposición se encuentra coartada por entender la Ley que otros intereses
protegibles deben primar sobre la libertad de disposición del propietario.
Tales supuestos, reiterémoslo, son excepcionales respecto de la general libertad de disposición del
propietario. Los casos en que la facultad de disposición se ve coartada se caracterizan porque la Ley concede a una
persona la facultad de adquirir preferentemente el bien que el propietario pretende enajenar, siempre que dicha
enajenación tenga lugar a título oneroso.
Por ejemplo, si el propietario del local que tengo alquilado quiere venderlo, puede resultar lógico que la Ley
me conceda preferencia a mí para comprarlo si ofrezco las mismas condiciones que un tercero La categoría o grupo
de derechos reales conocidos como derechos de adquisición preferente comprende fundamentalmente los derechos
de tanteo, de retracto y de opción.
Los dos primeros se han desarrollado sobre todo de la mano de la ley y, por tanto, se afirma de ambos que,
en general, tienen origen legal. El ,tercero, el derecho de opción, tiene, por el contrario y por antonomasia, origen
convencional o voluntario. Pese a lo dicho, existe igualmente un denominado retracto de origen convencional, y
cabe además que los particulares, convencionalmente, pacten derechos de adquisición preferente de contenido o
carácter atípico, dado que en Derecho español rige el sistema de numerus apertus respecto de los derechos reales.
Los derechos de adquisición preferente son evidentemente derechos reales, en cuanto atribuyen al titular de
los mismos un señorío parcial sobre la cosa que recaen. Dicho señorío es, ciertamente, muy limitado: se circunscribe
en exclusiva a adquirir la cosa con preferencia frente a cualquier otra persona en el caso de que el propietario
pretenda enajenarla a título oneroso.
Tema 2
7
www.uned-derecho.com
2.5 La usucapción
La prescripción adquisitiva o usucapión (art. 609.3) es también una causa legítima de adquisición, tanto de la propiedad en sí
misma considerada (que es lo más frecuente en la práctica), cuanto de los demás derechos reales que sean susceptibles de posesión.
2.6. La ocupación
Frente a la funcionalidad general de la usucapión respecto de los derechos reales poseíbles, la ocupación sólo legitima la
adquisición de la propiedad, resultando inhábil, por principio, para transmitir el propio dominio. No sirve tampoco como medio o causa de
nacimiento y adquisición de los demás derechos reales.
2.7. La accesión
En la relación de modos de adquirir contemplados por el artículo 609 no hay ninguna referencia expresa a la accesión. Sin
embargo, dicha omisión no afecta naturalmente a su condición propia de modo de adquirir las cosas accesorias que se incorporen a la
principal, como veremos en el correspondiente capítulo de este mismo tomo.
En tal caso, el titular transfiere o transmite parcialmente su derecho, dando origen a un nuevo derecho real (el propietario constituye
un usufructo; el usufructuario otorga a otra persona derecho de habitación sobre la casa de la finca; el superficiario constituye una hipoteca,
etc.).
5. LA TRADICIÓN
9
www.uned-derecho.com
En este contexto, reiterémoslo, tradición (vocablo romance del latino traditio) significa lisa y sencillamente entrega de la cosa o de
la posesión de la cosa sobre la que recae el derecho de propiedad (u otro derecho real) que se transmite de una persona a otra.
Ahora bien, es claro que tal entrega ha de tener pretensión traslativa: la entrega ha de tener como finalidad precisa transmitir la propiedad de
la cosa o el derecho real de que se trate; y no una pura traslación posesoria con otra finalidad cualquiera El efecto fundamental de la tradición
consiste, pues, en transmitir de una persona a otra (no se olvide que se trata del supuesto más característico de adquisición derivativa) la
propiedad de una cosa o un derecho real sobre una cosa
B) Sede normativa
Nuestro Código Civil regula las diversas formas de tradición en los artículos 1.462 a 1.464, dentro del articulado dedicado al
contrato de compraventa. Este contrato, no obstante ser meramente consensual, se caracteriza precisamente por ser el contrato transmisivo o
traslativo de la propiedad por antonomasia: mediante la entrega de una determinada cantidad de dinero, el comprador pretende adquirir la
propiedad de lo que le interesa La explicación de su ubicación legal es sencilla: dado que la compraventa es el contrato transmisivo por
naturaleza y dado, de otra parte, que en virtud del artículo 609 la transmisión de la propiedad requiere la concurrencia de contrato y tradición,
resulta natural que ésta se regule en la figura contractual típica que, además, es la más conocida en la práctica.
A) Materialmente
Se habla de tradición material cuando verdaderamente existe una entrega manual y efectiva (me llevo puesto el impermeable que
compro en Santiago)
B) De forma simbólica
La tradición simbólica acaece cuando, sin llegar a producirse una transmisión material de la cosa, el transmitente manifiesta de
forma inequívoca e irreversible su intención de transferir la posesión al adquirente. Así ocurrirá cuando el transmitente entregue las llaves,
tanto respecto de bienes inmuebles cuanto muebles (aunque el art. 1.463 lo limite a estos últimos de forma expresa); o cuando se pongan en
poder del comprador los títulos de pertenencia
B) Constitutum possessorium
Representa el reverso de la figura anterior: el transmitente seguirá poseyendo la cosa, pero no en condición de titular o propietario,
sino por cualquier otro título: de seguir los ejemplos anteriores, el propietario pasaría a ser depositario (entretanto el adquirente puede
hacerse cargo, materialmente hablando, de la cosa) o arrendatario (durante un período que, de común acuerdo, convenga a las partes).
10
www.uned-derecho.com
Semejante pasaje normativo, aparentemente intrascendente, es sin embargo importantísimo, pese a que su aplicación sólo cabe
respecto de los bienes muebles.
En primer lugar porque manifiesta el grado sumo de espiritualización de la tradición en nuestro Derecho, en cuanto lo en él
establecido contradice o exceptúa el alcance general del dominia rerum... non nudis pactis transferuntur.
En segundo lugar, por su alcance práctico: existiendo acuerdo de transmitente y adquirente en la transferencia del derecho real, será
su titular el adquirente desde «el instante de la venta [rectius, transmisión]», siempre y cuando «la cosa vendida [transmitida] no pueda
trasladarse a poder del comprador [adquirentel» en aquel instante.
Tema 3
11
www.uned-derecho.com
1. En primer lugar, aunque es cierto que se recogen en su articulado diversas manifestaciones de la aceptación de la
concepción liberal de la propiedad ha de observarse que la comisión redactora del Código no incluyó en el artículo
348 el pasaje referente a que la propiedad es el derecho de gozar y disponer de forma absoluta de los bienes. No
existe tal declaración en nuestro Código.
2. En segundo lugar, el Código Civil español se caracteriza por un título ad hoc para la regulación «de algunas
propiedades especiales» (Título IV del Libro 11, arts. 407 y ss.), que, de alguna manera, supone la aceptación por
nuestro legislador de lo obvio: de que el contenido del derecho de propiedad exigía considerar la propia naturaleza de
los bienes sobre los que el derecho subjetivo puede recaer. Esto es, de la denominada consideración pluralista de la
propiedad
12
www.uned-derecho.com
Tema 4
EL CONTENIDO DE LA PROPIEDAD
exclusión es una derivación de la denominada propiedad individual y un corolario de que la sujeción y el apoderamiento de las cosas
comporta la exclusividad del propietario, quien siendo titular del derecho real por antonomasia puede hacer efectivo erga omnes el respeto
debido a su posición jurídica, a su relación directa e inmediata con la cosa objeto de propiedad.
2. LA FACULTAD DE GOCE
(art. 353). Ello ha obligado a la doctrina a discurrir sobre las similitudes y diferencias entre la accesión propiamente dicha (o accesión
continua), que estudiamos en uno de los capítulos siguientes, y la adquisición de los frutos, denominada clásicamente accesión discreta) Por
tanto, la llamada accesión discreta debe considerarse una facultad dominical, en cuanto necesaria derivación de la facultad de goce En
cambio, la accesión propiamente dicha o accesión continua ha de configurarse como un modo independiente de adquirir
La multiplicidad de bienes sometidos a propiedad privada, prácticamente casi todos los existentes, genera a su vez la existencia de
numerosos supuestos en los que las facultades de goce y disfrute de las cosas se ven afectadas por razones de utilidad pública o de utilidad
privada.
El Código se refiere a las primeras de ellas afirmando en el artículo 550 que «Todo lo concerniente a las servidumbres establecidas
para utilidad pública o comunal se regirán por las leyes y reglamentos especiales que las determinan y, en su defecto, por las disposiciones
del presente título» (que es, claro, el relativo a las servidumbres). Aunque verdaderamente existen también «servidumbres administrativas»,
ciertamente la calificación del Código Civil es inexacta: no se refiere el Código sólo a las servidumbres, sino a todos los aspectos regulados
por la legislación administrativa que inciden sobre la titularidad dominical de los particulares delimitando sus facultades de uso y disfrute de
los bienes, e incluso determinando a veces, el propio destino económico de tales bienes
- La recogida de las aguas pluviales en el propio fundo establecida en el artículo 586: «El propietario de un edificio
está obligado a construir sus tejados o cubiertas de manera que las aguas pluviales caigan sobre su propio suelo o
sobre la calle o sitio público [consecuencia también prohibida modernamente por normas administrativas y
arquitectónicas] y no sobre el suelo del vecino. Aun cayendo sobre el propio suelo, el propietario está obligado a
recoger las aguas de modo que no causen perjuicio al predio contiguo».
- La prohibición general de inmisiones y obligación de guardar las debidas distancias, contenida en el artículo 590,
conforme al cual «nadie podrá construir cerca de una pared ajena o medianera, cloacas, acueductos, hornos, fraguas,
chimeneas, establos, depósitos de materias corrosivas, artefactos que se muevan por el vapor, o fábricas que por sí
mismas o por sus productos sean peligrosas o nocivas, sin guardar las distancias prescritas por los reglamentos y usos
del lugar, y sin ejecutar las obras de resguardo necesarias, con sujeción, en el modo, a las condiciones que los mismos
reglamentos prescriban La observancia de las distancias preestablecidas entre plantaciones, que el Código concreta
afirmando que «no se podrá plantar árboles cerca de una heredad ajena sino. a la distancia autorizada por las
ordenanzas o la costumbre del lugar, y en su defecto, a la de dos metros de la línea divisoria de las heredades si la
plantación se hace árboles altos y a la de 50 centímetros si la plantación es de arbustos o de árboles bajos. Todo
propietario tiene derecho a pedir que se arranquen los árboles que en adelante se plantaren [por el vecino] a menor
distancia de su heredad».
Junto a las normas transcritas, aunque de diverso signo, debe tenerse en cuenta lo dispuesto en materia de responsabilidad civil por
el artículo 1.908. Dispone este precepto que «igualmente responderán los propietarios de los daños causados: (...)
2. Por los humos excesivos, que sean nocivos a las personas o a las propiedades. ( ...)
4. Por las emanaciones de cloacas o depósitos de materias infectantes, construidos sin las precauciones adecuadas al lugar en que
estuviesen».
4.3. El planteamiento actual de las relaciones de vecindad y la responsabilidad por las inmisiones
Aparte de ello, algunos de nuestros mejores civilistas de la primera mitad del siglo XX se arriesgaron a proponer la
inducción o búsqueda de un principio general de prohibición de las inmisiones molestas o perjudiciales recurriendo a la idea de
responsabilidad civil y reclamando la aplicación analógica del artículo 590 antes considerado (D. DE BUEN, B. Pérez GONZÁLEZ
y J. ALGUER). El tiempo y la consideración de la materia por parte de algunas leyes civiles especiales, les ha dado
afortunadamente la razón y, en la actualidad, puede considerarse pacífico que cualquier inmisión indebida puede ser atajada
mediante el recurso, en su caso, a la genérica responsabilidad civil.
5. LA MEDIANERÍA
La situación de medianería es fruto de la utilización en común, entre propietarios de predios vecinos o contiguos, de paredes,
cercas o vallados. Nuestro Código, sin embargo, la regula en el capítulo dedicado a las servidumbres legales, entendiendo por consiguiente (y
dando a entender, una vez más) que debe ser configurada como servidumbre.
Sin embargo, no hay tal. Realmente, no hay predio dominante y sirviente, ni sobre todo relación de servicio o de subordinación de
una finca a otra, sino una situación de carácter objetivo que beneficia, común y simultáneamente a ambas fincas y que, en consecuencia,
determina el nacimiento de ciertos deberes para sus respectivos propietarios Pese a ello, por razones de extensión, nos limitaremos a
sistematizar el articulado del Código:
A) Existencia de la medianería
El Código presume la existencia de medianería en los siguientes supuestos:
1. En las paredes divisorias de los edificios contiguos hasta el punto común de elevación.
2. En las paredes divisorias de los jardines o corrales sitos en poblado o en el campo.
3. En las cercas, vallados y setos vivos que dividen los predios rústicos (art. 572).
4. En las zanjas o acequias abiertas entre las fincas (art. 574.1).
No obstante, en defensa de la libertad de predios, la existencia de la pared, cerca o zanja medianera en sí misma considerada no
determina la medianería si «hay signo exterior» en contrario. El Código ofrece una extensísima enumeración de posibles «signos exteriores»
que excluyen la medianería:
1. Cuando en las paredes divisorias de los edificios haya ventanas o huecos abiertos.
2. Cuando la pared divisoria esté por un lado recta y a plomo en todo su paramento, y por el otro presente lo mismo en
su parte superior, teniendo en el inferior relex o retallos.
3. Cuando resulte construida toda la pared sobre el terreno de una de las fincas, y no por mitad entre una y otra de las
dos contiguas.
4. Cuando sufra las cargas de carreras, pisos o armaduras de una de las fincas, y no de la contigua.
5. Cuando la pared divisoria entre patios, jardines y heredades esté construida de modo que la albardilla vierta hacia una
de las propiedades.
6. Cuando la pared divisoria, construida de mampostería, presente piedras llamadas «pasaderas», que de distancia en
distancia salgan fuera de la superficie sólo por un lado y no por el otro.
7. Cuando las heredades contiguas a otras defendidas por vallados o setos vivos no se hallen cerradas (art. 573).
8. Cuando la tierra o broza sacada para abrir la zanja o para su limpieza se halla de un solo lado (art. 574.2).
16
www.uned-derecho.com
6. LA FACULTAD DE DISPOSICIÓN
Propiedad Intelectual El artículo 24 de la vigente Ley 1911995, de 4 de julio, de Modernización de las Explotaciones
Agrarias (siguiendo pautas de otras disposiciones anteriores y, en particular de la derogada Ley 49/1981, de 24 de
diciembre, de Explotaciones Familiares Agrarias y Agricultores jóvenes) establece, entre otras cosas, que la «división
o segregación de una finca rústica sólo será válida cuando no dé lugar a parcelas de extensión inferior a la unidad
mínima de cultivo».
- Por su parte, la legislación vigente en materia de patrimonio histórico español, a la que más adelante nos referiremos
con cierto detalle (al estudiar el tesoro oculto), establece toda una variopinta suerte de prohibiciones de disponer sobre
los bienes muebles o inmuebles que hayan de considerarse integrados en dicho patrimonio, en atención --claro está a
razones de interés público y general para el conjunto de la ciudadanía española (y, si se quiere, de nuestro orgullo de
raza).
No obstante, pese a la multiplicidad de supuestos, conviene aseverar que las prohibiciones legales de disponer desempeñan un papel
marginal dentro de nuestro sistema jurídico.
Tema 5
derecho. El carácter abusivo, pues, ha de deducirse de la extralimitación llevada a efecto por el titular, de
conformidad con los cánones objetivos de conducta que sean requeridos en el ejercicio de cada uno de los derechos.
Ahora bien, dicha extralimitación no tiene por qué encontrarse fundada de forma necesaria en la actitud
subjetiva del titular del derecho.
2. Consecuencia dañosa para un tercero: El ejercicio abusivo del derecho sí requiere, en cambio, que su
materialización haya acarreado a cualquier otra persona un daño determinado, cuya existencia concreta y efectiva
habrá de probarse y cuantificarse.
El daño puede consistir tanto en la aparición de consecuencias imprevistas para el tercero cuanto en la
agravación de la situación jurídica en que éste se encuentre, con carácter general, según que exista o no una previa
relación jurídica entre el agente del ejercicio abusivo y el tercero.
Una vez acaecido el supuesto de hecho previsto en la norma, la víctima del daño -establece el precepto-
podrá solicitar la correspondiente indemnización de daños y perjuicios, de una parte; y, de otra, reclamar la adopción
de las medidas judiciales o administrativas que impidan la persistencia en el abuso.
20
www.uned-derecho.com
Ante la insistencia de algunos autores en calificar el derecho de propiedad como derecho fundamental, hay
que precisar que dicha pretensión es contraria a los términos textuales y, por supuesto, al sistema de garantías de la
Constitución. La propiedad privada puede ser todo lo importante o determinante que a cada uno le parezca, pero en
términos constitucionales no alcanza el rango de derecho fundamental, técnicamente hablando.
En efecto, el artículo 53 de la Constitución (penúltimo artículo del capítulo cuarto del Título 1) justifica
claramente por qué los derechos comprendidos en capítulo segundo de la Constitución aparecen divididos en dos
secciones distintas:
1ª «De los derechos fundamentales y de las libertades públicas» (arts. 15 a 29) y
2ª «De los derechos y deberes de los ciudadanos» (arts. 30 a 38).
Tanto los derechos fundamentales como los demás derechos ciudadanos se encuentran especialmente
garantizados constitucionalmente, ya que sólo podrán ser regulados por ley. Y ésta habrá de respetar necesariamente
su contenido esencial, al tiempo que queda sometida al control de constitucionalidad.
De otra parte, según el artículo 53.2 de la Constitución, los derechos fundamentales gozan de una peculiar
garantía constitucional:
A) Su reconocimiento y respeto puede ejercitarse «ante los Tribunales ordinarios por un
procedimiento basado en los principios de preferencia y sumariedad»
B) En el caso de que cualquiera de los derechos fundamentales (pero, guste o disguste al intérprete,
no la propiedad) haya sido conculcado o vulnerado en cualquier proceso judicial, una vez que
haya agotado los recursos judiciales ordinarios, su titular podrá recabar la tutela del Tribunal
Constitucional, a través del recurso de amparo (arts. 44 y ss. LOTC).
Andando el tiempo, tales disposiciones (salvo la LAR) fueron refundidas en la Ley de Reforma y Desarrollo
Agrario de 12 de enero de 1973. Con posterioridad, ya en tiempos democráticos y bajo el gobierno de la formación
política liderada por el Presidente D. ADOLFO SUÁREz GONZÁLEZ (la Unión de Centro Democrático), se han
publicado dos Leyes que es necesario reseñar: la Ley de fincas manifiestamente mejorables, de 16 de noviembre de
1979; y el denominado Estatuto de la Explotación familiar agraria y de los agricultores jóvenes, regulado por la ley
49/1981, de 24 de diciembre (que modifica y deroga, parcialmente, la LRDA).
La primera de tales Leyes asumió explícitamente en su articulado que «el cumplimiento de la función social
de la propiedad de fincas rústicas, cualquiera que sea la naturaleza pública o privada de su titular, obliga:
A) A que sea explotada la tierra con criterios técnicos económicos apropiados según su destino
agrario más idóneo, o utilizada para otros fines, sin perjuicio de la debida rentabilidad para el particular,
atendiendo en todo caso al interés nacional.
B) A que en las fincas de aprovechamiento agrario se realicen las transformaciones y mejoras
necesarias para conseguir la más adecuada explotación de los recursos naturales disponibles... siempre que
las inversiones necesarias sean rentables desde un punto de vista económico y social.
C) A que en la empresa agraria se preste el trabajo en condiciones adecuadas y dignas y a que se
efectúen... las inversiones necesarias de carácter social que sean proporcionadas a la dimensión e
importancia de la empresa, teniendo en cuenta la rentabilidad de ésta, para la promoción de sus trabajadores»
(art. 2.' LRDA).
Telegráficamente hablando, la LRDA persigue fundamentalmente:
1) Llevar a cabo planes comarcales e individuales (esto es, referidos a explotaciones determinadas)
de mejora.
2) Promover la concentración parcelaria en aquellas zonas en que el excesivo fraccionamiento de la
propiedad aconseja incrementar la dimensión de las explotaciones.
3) A la misma finalidad atiende el establecimiento de unidades mínimas de cultivo, declarando
indivisibles las fincas cuya eventual división o segregación genere parcelas de extensión inferior
a la que, comarcalmente, se haya fijado.
4) La permuta forzosa de fincas enclavadas.
Regulaba igualmente la LRDA el régimen propio de las explotaciones familiares, normadas después por el
EEFA, el cual procura, ante todo, al igual que la propia LRDA, garantizar la continuidad de la explotación mediante
el establecimiento de un régimen sucesorio mortis causa claramente divergente del contemplado en el Código Civil.
Por su parte, la nota más destacable de la UMM radica en la expropiación del uso y arrendamiento forzoso al
IRYDA de las fincas no cultivada y de aquellas que, superando 50 hectáreas de regadío o 500 de secano, se
encuentren deficientemente aprovechadas (idea que constituye igualmente el nervio central de Ley andaluza 8/1984,
de 3 de julio, de reforma agraria).
1) La calificación del suelo por los instrumentos urbanísticos en urbano, urbanizable programado,
urbanizable no programado y no urbanizable, conlleva que la posibilidad de edificar no depende
de la decisión del propietario sino de aquéllos. La «facultad de goce» (es decir, posibilidad de
edificar o no) depende del otorgamiento de la correspondiente licencia, la cual -según declara
tajantemente el art. 20 LRLTVS«determinará la adquisición del derecho a edificar».
2) Una vez calificado el suelo como urbano, el propietario del suelo queda obligado a edificar
dentro de un determinado plazo. Si no lo hace, la parcela quedará inscrita dentro del Registro
Municipal de Solares y podrá ser expropiada en favor de quien se comprometa a construir; o
bien, pasados dos años, se sacará a subasta pública (vid. Reglamento de Edificación Forzosa y
Registro Municipal de Solares, establecido por D 63511964, de 5 de marzo y arts. 22 y ss.
LRUVS).
Tema 6
LA OCUPACIÓN
1. La ocupación
1.1. Concepto y requisitos
1.2. La exclusión de los bienes inmuebles del ámbito de la ocupación
1.3. Otros bienes excluidos de la ocupación
2. Las cosas perdidas: el hallazgo
2.1. El régimen del Código Civil
2.2. Los hallazgos regulados por leyes especiales
3. El tesoro oculto
3.1. Regulación del Código Civil
3.2. Primacía de los intereses generales: legislación de patrimonio histórico
3.3. Regulación de la Ley de Patrimonio Histórico
4. Referencia a la caza y pesca
5. Animales escapados
1. LA OCUPACIÓN
A) La aprehensión de la cosa
El requisito relativo a la aprehensión o apropiación corporal de la cosa ha sido puesta en duda por algunos
autores, propugnando que la toma de posesión material de la cosa nullius no debe ser identificada exactamente con
el acto de ocupación. En tal sentido, debería entenderse que se da igualmente la ocupación cuando el ocupante
realiza los actos que la conciencia social generalizada considera adecuados para predicar la titularidad dominical de
una cosa (por ejemplo, predicar a bombo y platillo que ha encontrado una escultura religiosa, aunque
verdaderamente no haya posesión material de la cosa objeto de ocupación),
B) El ánimo de apropiación
Para llevar a cabo la ocupación de algo no se requiere capacidad de obrar, ya que se considera que el acto
jurídico en que consiste la ocupación puede ser ejecutado por cualquier persona que tenga aptitud psíquica suficiente
23
www.uned-derecho.com
para llevar a término la apropiación o aprehensión material de la cosa, aunque se trate de un menor o de un
incapacitado. Sí parece, en cambio, exigible que el ocupante haya de tener voluntad y/o consciencia del hecho de la
apropiación, ya que la toma de la cosa no ha de tener siempre virtualidad para generar la adquisición de la
propiedad.
C) La carencia de dueño
La inexistencia de dueño puede deberse a circunstancias diversas:
1ª Puede tratarse de bienes vacantes propiamente dichos que no han tenido nunca dueño (retornemos el
ejemplo de la ostra o bien la pieza de caza o pesca).
2ª Pueden ocuparse igualmente los bienes que, aun habiendo tenido dueño dejan de tenerlo por haberlos éste
abandonado. Se trataría pues de cosas abandonadas, que, legítimamente, pueden ser objeto de la apropiación por
cualquier otra persona (por ejemplo, la revista que abandona una pasajera cuando llega a su destino y desciende del
tren).
3ª Igualmente se consideran nullius, hasta su afloramiento, los tesoros ocultos, cuyos dueños -en el caso de
ocultación consciente- lo fueron hasta el extremo de que mediante sus actos provocaron que dichos bienes no
pudieran transmitirse a sus sucesores.
24
www.uned-derecho.com
Igualmente, son atribuidos por otras leyes al Estado, ciertos bienes que se excluyen también de la
susceptibilidad de ocupación por los particulares:
a) Los valores, dinero y bienes muebles constituidos en depósito en sociedades de crédito o entidades
financieras cuando no se hayan producido respecto de los mismos actuaciones que impliquen el derecho de
propiedad (art. 29 de la Ley General Presupuestaria de 1977).
b) Los buques y aeronaves abandonados o perdidos (Ley 60/1962, de 24 de diciembre, sobre Hallazgos
Marítimos, y Ley 48/1960, de 21 de julio, sobre Navegación Aérea).La autoatribución de la propiedad de ciertos
bienes vacantes o abandonados (en la práctica todos los de mayor relevancia económica) de que han venido
haciendo gala los Estados modernos ha acabado reduciendo el papel de la ocupación a una institución puramente
marginal.
A) La recompensa o premio
En el supuesto de que la cosa perdida sea restituida a su propietario, éste se encuentra obligado, como regla,
a recompensar al hallador con una cantidad equivalente al cinco por ciento (ésta es la vigésima parte) del valor de la
cosa, salvo que el mismo propietario haya ofrecido públicamente una mayor recompensa.
La adquisición en propiedad de la cosa se produce indudablemente de forma originaria en favor del hallador,
bien se entienda fundada en una atribución ex lege (PANTALEóN) o bien, como es más común entender, en una
figura especial de ocupación originada por el abandono, consciente o no, realizado por el anterior propietario
(MOREu BALLONGA).
3. EL TESORO OCULTO
3.1. Regulación del Código Civil
A) Concepto
Nuestro Código define al tesoro oculto en el artículo 352 en los siguientes términos: «Se entiende por tesoro
oculto, para los efectos de la Ley, el depósito oculto e ignorado de dinero, alhajas u otros objetos preciosos, cuya
legítima pertenencia no conste». Respecto de la definición pauliana, ha desaparecido textualmente el requisito de la
antigüedad o vetustez de los objetos que han permanecido ocultos, aunque -como en seguida veremos- no es seguro
que pueda prescindirse de tal caracterización. Por lo demás, sigue nuestro Código, una vez más y de cerca, los
patrones romanos, que exigen considerar la presencia de las siguientes notas o características:
1. Carácter mobiliario y valioso de los bienes ocultos: la descripción legal de dinero, alhajas u otros
objetos preciosos es naturalmente enunciativa, pero establece el presupuesto de que los bienes encontrados
han de ser muebles y, por otra parte, valiosos. «Preciosos» dice el precepto, es decir, «de precio», en el
sentido de costosos o valiosos, posiblemente porque la experiencia histórica demuestra que, en caso de ser
intrascendentes económicamente, la invención de objetos ocultos no presenta problema alguno.
2. Depósito oculto e ignorado: los muebles objeto de descubrimiento han de ser ignorados o deben
haber estado escondidos u ocultos durante un período de tiempo que impida saber quién sea su actual dueño,
aunque a través del1propio descubrimiento pueda conocerse quién lo fue en el momento de su «depósito»:
así, por ejemplo, en el caso de la STS de 27 de junio de 1988, en el que el descubrimiento de una lata o bote
con su contenido de monedas y documentos, a través de estos últimos, permitió determinar con total
certidumbre quién fue su propietario en el momento del depósito. Por tanto, el término «depósito» debe
entenderse en su sentido convencional y usual de colocación, ubicación, guarda o ocultación en cualquier
lugar o escondrijo (y no, por supuesto, en sentido técnico). La ocultación puede haberse generado por la
propia actuación humana, pretendiendo ocultar a la codicia ajena determinados bienes valiosos, o por
cualesquiera otras circunstancias, incluidas por supuesto las geológicas, relativas a los yacimientos
propiamente dichos.
3. Falta de legítimo dueño: conforme a la relación enunciativa del artículo 610, el tesoro oculto (junto
con la caza y pesca y, de otra parte, las cosas muebles abandonadas) constituye un «bien apropiable por
naturaleza que carece de dueño». Dada tal premisa, es natural que el Código, al definir el tesoro en el artículo
532, siga requiriendo que el tesoro carezca de dueño, circunstancia que será más fácil de acreditar cuanto
más antiguos sean los objetos hallados (STS 17 de abril de 1951), pese a que --conforme a1a dicción legallos
objetos que constituyan el tesoro no han de ser necesariamente antiguos. Por ello, en rigor, no resulta tan
diáfano prescindir de la antigüedad de los bienes descubiertos, como se deduciría de una lectura prima facie
del artículo 352, ni siquiera de la antigüedad del propio depósito en relación con aquellos casos en que la
ocultación o el resguardo de bienes preciosos ha sido realizado conscientemente por alguna persona.
Así lo acredita el análisis de la jurisprudencia.
B) Reglas de atribución
El tesoro pertenece, en principio, al dueño del terreno en que hubiese sido hallado, conforme al artículo
351.1. No obstante, si quien descubre o halla el tesoro lo hace por casualidad y es persona diferente al dueño del
terreno, «la mitad se aplicará al descubridor» (art. 351.2).
Por tanto, conviene distinguir entre los diversos supuestos, aunque previamente debe indicarse que, pese a
que el artículo 351 hable «del terreno en que se hallare» el tesoro, éste no tiene por qué encontrarse necesariamente
26
www.uned-derecho.com
«enterrado» en el suelo o en el terreno, sino que, como contemplan algunas de las sentencias referidas, el tesoro
puede encontrarse oculto en algún bien mueble (máquina abandonada en un cobertizo, mueble librería con o sin
doble fondo, etc.).
En segundo lugar, conviene precisar que si el descubrimiento se lleva a cabo por una persona en «propiedad
ajena», sus efectos son los mismos que si tal propiedad corresponde al Estado o a cualesquiera otras corporaciones
públicas. Por tanto, el pasaje normativo del artículo 351.2 que describe «el descubrimiento en propiedad ajena, o del
Estado, ...» es redundante.
concluir que tales bienes son objeto de automática adquisición por parte del Estado, incluso en el caso de que las
circunstancias de hecho pudieran avalar que el actual titular dominical del inmueble fuere heredero, por ejemplo, de
quien llevó a cabo el enterramiento -en el siglo XVI- de un conjunto de monedas de curso legal bajo el reinado de
Carlos 1 o de piedras preciosas traídas de las Indias.
3.º Respecto al premio otorgado al descubridor y/o propietario del terreno, dispone el artículo 44.3 I-PF[co
que «el descubridor y el propietario del lugar en que hubiere sido encontrado el objeto tienen derecho, en concepto
de premio en metálico, a la mitad del valor que en tasación legal se le atribuya, que se distribuirá entre ellos por
partes iguales. Si fuesen dos o más los descubridores o propietarios, se mantendrá igual proporción. ». Esto es, al
descubridor y al propietario (fueren uno o varios), en caso de falta de coincidencia, se le otorga a cada uno de ellos
el veinticinco por ciento del valor de tasación del tesoro. Si, en cambio, una misma persona reúne ambas
condiciones, tendrá derecho al cincuenta por ciento del valor de tasación.
4.º El descubridor está obligado a comunicar el descubrimiento a la Administración competente (art. 44.1
LPHco). Caso de no hacerlo, tanto el descubridor cuanto el propietario del terreno perderán el derecho al premio
anteriormente reseñado.
Por tanto, cabe concluir que la ocupación del tesoro oculto queda radicalmente excluida respecto de los
bienes de valor histórico, en sentido amplio.
5. ANIMALES ESCAPADOS
Nuestro Código, siguiendo la tradición histórica del Derecho romano, considera en el artículo 465 (en sede
de posesión, por tanto) que «los animales fieros sólo se poseen mientras se hallen en nuestro poder; los
domesticados o amansados se asimilan a los mansos o domésticos, si conservan la costumbre de volver a casa del
poseedor».
Por su parte, en materia de ocupación (arts. 612 y 613), contempla el Código los enjambres de abejas
(satirizados espléndidamente por Pío CABANILLAs en un conocido prólogo), la situación de pérdida de los
animales amansados o domesticados y, finalmente, el hecho de que animales de criadero pasen de un criadero a otro.
Debe destacarse que el régimen jurídico propio de los animales domésticos es el mismo que el de las
restantes cosas muebles. Por tanto, conforme al artículo 465, también tendrán el mismo tratamiento los animales
domesticados si tienen el hábito de retornar con su verdadero dueño (animus revertendi en las fuentes históricas). El
artículo 612.3, sin embargo, dispone que «El propietario de animales amansados podrá también reclamarlos dentro
de veinte días, a contar desde su ocupación por otro. Pasado este término, pertenecerán al que los haya cogido y
conservado».: «El propietario de un enjambre de abejas tendrá derecho a perseguirlo sobre el fundo ajeno,
indemnizando al poseedor de éste el daño causado. Si estuviere cercado, necesitará el consentimiento del dueño para
penetrar en él. Cuando el propietario no haya perseguido o cese de perseguir el enjambre dos días consecutivos,
podrá el poseedor de la finca ocuparlo o retenerlo». La problemática considerada en tales pasajes normativos puede
considerarse propiamente como de ocupación.El artículo 613, finalmente, considera que «Las palomas, conejos y
peces que de su respectivo criadero pasaren a otro criadero perteneciente a distinto dueño, serán propiedad de éste,
siempre que no hayan sido atraídos por medio de algún artificio o fraude».
Tema 7
LA ACCESIÓN
1. Concepto
2. Accesión de inmueble a inmueble
2.1. Aluvión
2.2. Avulsión
2.3. Mutación de cauce
2.4. Formación de isla
28
www.uned-derecho.com
1. CONCEPTO
La idea inicial de accesión la proporciona el artículo 353 del Código Civil, disponiendo que «La propiedad
de los bienes da derecho por accesión a todo lo que ellos producen, o se les une o incorpora, natural o
artificialmente».
La accesión supone la atracción o absorción de una cosa accesoria por otra de mayor valor o principal que
otorga al propietario de esta última la facultad de apropiarse de aquélla, conforme al viejo brocardo o principio
formulado con la expresión latina accesorium sequitur principale (la cosa accesoria sigue la suerte de la principal,
podríamos decir), que constituye la idea inspiradora de la regulación del Código, siguiendo las matrices romanas,
aunque realmente no se encuentre recogido en precepto alguno de carácter generalEn tal sentido, técnicamente
hablando, por imperativo de la ley, la accesión constituye un modo de adquirir la propiedad de las cosas accesorias
2.1. Aluvión
En términos geológicos, se denominan terrenos de aluvión los que quedan al descubierto después de las
avenidas de agua. Por tanto, el fenómeno físico del aluvión consiste en el incremento que pueden sufrir los terrenos
ribereños de los ríos a consecuencia del depósito de los distintos materiales que puedan portar o arrastrar las aguas
fluviales en caso de crecida.
Jurídicamente, sin embargo, nuestro Código obliga a distinguir entre los supuestos de aluvión y de avulsión.
El primero de ellos quedaría reservado a los casos en que el depósito de tierra o materiales se produce de forma
paulatina y constante, sin que exista propiamente avenida de aguas; mientras que, por el contrario, las corrientes
torrenciales o las grandes avenidas podrían originar el supuesto de avulsión.En tal sentido, establece el artículo 366
del Código que «Pertenece a los dueños de las heredades confinantes con las riberas de los ríos el acrecentamiento
que aquéllas reciben paulatinamente por efecto de la corriente de las aguas». Por tanto, el posible aumento de la
extensión territorial de la finca lo hace suyo el propietario en virtud de la accesión.
En cambio, los linderos físicos de las fincas propiamente dichos no quedan afectados por la «subida» o
«bajada» del nivel de las aguas de los estanques o lagunas.
2.2. Avulsión
Como ya se ha indicado, la avulsión implica una extraordinaria avenida de aguas que, violentamente (no, por
tanto, paulatinamente), provoque de forma brusca e irrefrenable la separación o extirpación de un trozo de terreno o
arbolado de una finca para, aguas abajo, depositarlos en otra finca perteneciente a distinto dueño.
Nuestro Código regula, respectivamente, ambos supuestos en los artículos 368 y 369.
29
www.uned-derecho.com
En el primero de ellos establece el Código (separándose de la tradición histórica) que «cuando la corriente de
un río, arroyo o torrente segrega de una heredad de su ribera una porción conocida de terreno y la transporta a otra
heredad, el dueño de la finca a que pertenecía la parte segregada conserva la propiedad de ésta».Respecto del
arbolado (o, debe entenderse, plantación en general), el artículo 369 dispone que «Los árboles arrancados y
transportados por las corrientes de las aguas pertenecen al propietario del terreno donde vayan a parar, si no los
reclaman dentro de un mes los antiguos dueños. Si éstos los reclaman, deberán abonar los gastos ocasionados en
recogerlos o ponerlos en lugar seguro».
- Si la finca ribereña ocupa ambos márgenes del cauce abandonado, conforme a la primera proposición del
artículo.. 370, los terrenos liberados pertenecerán al propietario de aquélla.
- Si se abre un nuevo cauce en dicha finca (fenómeno nada extraño, sobre todo en caso de largas sequías
seguidas de lluvias torrenciales), con abandono del anterior, respecto -del abandonado habrá de aplicarse
lo establecido por el artículo 370.(accesión a favor del propietario), mientras que los terrenos ocupados
por el nuevo cauce habrán de considerarse, de dominio público, según establece el artículo 372.
- «Si el cauce abandonado separaba heredades de distintos dueños --concluye el art. 370-, la nueva línea
correrá equidistante de unas y otras». Esto es, el cauce se dividiría longitudinalmente entre los
propietarios de las fincas de una y otra ribera.
30
www.uned-derecho.com
retirarlos sólo en el caso de que pueda hacerlo sin menoscabo de la obra construida, o sin que por ello perezcan las
plantaciones, construcciones u obras ejecutadas».
Al anterior dueño de los materiales su derecho real, por obra y gracia de la incorporación, se le convierte en
un mero derecho de crédito, consistente en reclamar el valor de los materiales. Nace pues una obligación en sentido
técnico entre el dominus soli y el dueño de los materiales, cuyo alcance varía según que aquél haya actuado de buena
o de mala fe:
- En el primer caso, el dueño del suelo habrá de entregar únicamente el valor dinerario de los materiales en
el momento de la incorporación.
- En el segundo caso, al valor de los materiales habrá de añadirse el resarcimiento de los daños y
perjuicios.
El tratamiento legal de la cuestión es francamente criticable y parece legitimar la intervención del dominus
soli en la suerte y fortuna de los materiales ajenos, extralimitando las consideraciones acerca del valor de los bienes
inmuebles hasta extremos difíciles de defender.
A) Actuación de mala fe
Si quien incorpora los materiales ha actuado de mala fe, pierde irremisiblemente «lo edificado, plantado o
sembrado, sin derecho a indemnización» alguna (art. 362), pues todos los materiales los hace suyos en virtud de
accesión el propietario del suelo, si así le conviene o le interesa.
En caso de que el dominus soli considere que los materiales incorporados no son de su interés, puede además
«exigir la demolición de la obra o que se arranque la plantación y siembra, reponiendo las cosas a su estado
primitivo a costa del que edificó, plantó o sembró» (art. 363).
B) Actuación de buena fe
Incluso en el supuesto de que el incorporante haya actuado de buena fe, el Código se pronuncia abiertamente
en favor del dominus soli, pues le atribuye la iniciativa en la pugna de intereses establecida. En efecto, el propietario
del suelo será quien decida si hace suya la incorporación realizada o, por el contrario, obliga a situarse al
incorporante en posición de comprador o de arrendatario:
- Si el propietario del suelo opta por «hacer suya la obra, siembra o plantación», habrá de abonar al
incorporante sólo los gastos necesarios y útiles (art. 361, por remisión a los arts. 453 y 454).
- Si el propietario del suelo, en cambio, opta por la otra alternativa podrá «obligar al que fabricó o plantó a
pagarle el precio del terreno, y al que sembró, la renta correspondiente » (art. 361 in fine).
El supuesto, sin lugar a dudas, es sumamente raro en la práctica y no ha sido objeto de aplicación por parte
del TS. No obstante, es objeto de contemplación por el Código Civil en su artículo 365 y, en consecuencia, no cabe
admitirlo en esta exposición.
Conviene resaltar inicialmente que, ahora, la situación jurídica en su conjunto requiere considerar la
presencia de tres protagonistas: el dueño del suelo (sobre el que se edifica, siembra o planta); el dueño de los
materiales; y, finalmente, quien lleva a cabo el acto de edificación, plantación o siembra: el incorporante. Sin
embargo, a efectos de accesión propiamente dicha, el artículo 365 no deroga las reglas generales en la materia, ya
consideradas con anterioridad: en principio, el dueño del suelo, en virtud de la accesión, hace suyos los materiales
objeto de incorporación al inmueble.
Dando tal resultado por realizado y para evitar la producción de un enriquecimiento injusto en favor del
dominus soli, el apartado primero del artículo 365 lo convierte en deudor subsidiario del valor de los materiales
frente al dueño de los materiales que no haya actuado de mala fe, siempre y cuando tampoco el incorporante haya
actuado de mala fe: «el dueño del terreno deberá responder de su valor subsidiariamente y en el solo caso de que el
que los empleó no tenga bienes con que pagar». En caso de que el incorporante haya actuado de mala fe, el propio
apartado segundo del artículo 365 se remite al artículo 363, en cuya virtud el dominus soli puede exigir la reposición
del inmueble al estado en que se encontraba antes de haberse llevado a cabo el acto de incorporación.
32
www.uned-derecho.com
4. Que haya buena fe por parte del constructor o incorporante: se trata de un elemento primordial del
supuesto de hecho, que implica la ignorancia del constructor de que el suelo sobre el que construye no le
pertenece, por lo que, en caso contrario, no puede darse la accesión invertida
5. Inexistencia de relaciones contractuales entre constructor y dueño del suelo parcialmente invadido: la
STS de 1 de febrero de 1979, apoyándose en la de 14 de junio de 1956, establece que «la accesión
invertida nada tiene que ver con las obras y edificaciones realizadas por el arrendatario o el
usufructuario, que vienen reguladas por su específica normativa..., ni con las llevadas a cabo por un
adquirente del predio en virtud de contrato extinguido por resolución».
5.1. Unión
Conforme al artículo 375, la unión o adjunción tiene lugar «Cuando dos cosas muebles, pertenecientes a
distintos dueños, se unen de tal manera que vienen a formar una sola cosa ... » que sufriría detrimento si se
pretendiera recuperar la forma primitiva de sus componentes.
Dado el principio de accesorium sequitur principale, el problema básico que plantea la unión cuando la cosa
resultante sufriría detrimento en caso de separación, radica en determinar cuál de sus componentes debe considerarse
«cosa principal» y cuál «cosa accesoria». A tal efecto, el Código utiliza diversos criterios: El primero de ellos,
recogido en el artículo 376, consiste en reputar cosa principal «aquella a que se ha unido otra por adorno, o para su
uso o perfección».
Semejante criterio puede resultar sumamente impreciso. Por ello, en el artículo siguiente establece el Código
que, en caso de insuficiencia, será cosa principal «el objeto de mayor valor, y entre dos objetos de igual valor, el de
mayor volumen» (art. 377.1 - En todo caso, ejemplifica el Código «en la pintura y escultura, en los escritos,
impresos, grabados y litografías, se considerará accesoria la tabla, el metal, la piedra, el lienzo, el papel o el
pergamino»Ello supuesto, la atribución de la propiedad de la cosa resultante depende naturalmente de la actitud o
disposición con que haya actuado el responsable de la unión:
1. Si la unión se produce sin intervención de mala fe por parte de los dueños de las cosas unidas o con
aquiescencia de ambos (art. 379.3), el propietario de la principal adquiere, por accesión, la accesoria, indemnizando
su valor al dueño de ésta (art. 375).
2. Si el dueño de la cosa principal actúa de mala fe, el dueño de la cosa accesoria «tendrá derecho a optar
entre que aquél le pague su valor o que la cosa de su pertenencia se separe, aunque para ello haya que destruir la
principal; y en ambos casos, además, habrá lugar a la indemnización de daños y perjuicios» (art. 379.2).
3. Si quien actúa de mala fe es el dueño de la cosa accesoria, «pierde la cosa incorporada y tiene la
obligación de indemnizar al propietario de la principal los perjuicios que haya sufrido» (art. 379.1).
efecto, es indiferente que se trate de líquidos (diversas partidas de mosto o vino), áridos (trigo, cebada) o de
cualesquiera otros cuerpos sólidos (por ejemplo, aceitunas en la almazara).
Lo llamativo de la regulación ofrecida por el Código en los artículos 381 y 382 radica en que la mayor parte
de los supuestos considerados no generan realmente fenómeno de accesión alguno, sino al contrario una situación de
copropiedad ordinaria entre los dueños de las diferentes partidas de cosas que han sido objeto de mezcla o
confusión.
En efecto, la accesión únicamente se dará en el supuesto de que el responsable de la mezcla obrara de mala
fe (confundiendo, supongamos, su propia cosecha con otra de notoria mejor calidad), pues en tal caso el artículo
382.2 establece que «perderá la cosa de su pertenencia mezclada o confundida, además de quedar obligado a la
indemnización de los perjuicios causados al dueño de la cosa con que hizo la mezcla».
Por el contrario, no habrá accesión, sino establecimiento de una copropiedad sobre la masa común resultante
de la mezcla, en los siguientes supuestos:
1. Cuando ambos dueños, voluntaria y conscientemente (para ahorrarse horas de molino, por ejemplo),
llevan a cabo la mezcla (art. 381 pr.).
2. Cuando la mezcla se produce casualmente (art. 381) o, aunque el Código no lo indique expresamente, a
consecuencia del acto de un tercero.
3. Cuando la mixtura sea resultado de la actuación de uno de los dueños, pero obre de buena fe (art. 382 pr.).
5.3. Especificación
La especificación presupone que una persona, mediante su trabajo o esfuerzo, modifica o transforma una
cosa mueble perteneciente a otra persona, dando lugar a la creación de una nueva especie, radical o esencialmente
distinta de la cosa matriz. El ejemplo tradicional y por antonomasia del supuesto de hecho sería el caso de la
escultura: quien esculpe o talla un figura sobre un bloque de mármol o piedra ajenoEn la pugna de intereses entre el
dueño de la materia utilizada y la actividad que sobre ésta recae, el Código ofrece diversa solución según la buena o
mala fe de quien lleva a cabo la especificación (denominado, si se desea, especificante) y, en caso de buena fe,
atendiendo al valor respectivo de la materia y de la cosa creada.
TEMA 8
LA USUCAPIÓN
intrascendentes, como enseguida veremos), devenga propietario o titular de un derecho real quien inicialmente no lo
es.
El fundamento de dicha opción legislativa radica básicamente en el principio de seguridad y en
consideraciones de orden público: la determinación de la propiedad y de los derechos reales sobre los bienes no
puede generar incertidumbre de forma indefinida. Por tanto, el legislador considera que determinadas situaciones de
hecho merecen ser aclaradas de forma definitiva, decidiendo si el anterior titular o, en cambio, el poseedor actual ha
de ser considerado verdadero dueño o titular del derecho en cuestión.
La incuria del titular anterior, identificada generalmente como fundamento subjetivo de la usucapión,
constituye en rigor un presupuesto de la institución: si el verdadero titular no hubiera dado ocasión a la situación
fáctica que constituye el supuesto de hecho de la usucapión, realmente no habría cuestión. Por otra parte, la
presunción de que el derecho del que se trata fue descuidado o abandonado por su titular, en sí misma considerada,
no justifica la atribución de tal derecho a otra persona. Por tanto, pese a que no son extraños en la jurisprudencia
circunloquios relativos a la situación o a la presunción de abandono por parte del titular anterior, el fundamento
subjetivo no es de por sí suficiente para explicar el significado de la institución.
En efecto, tanto en la doctrina cuanto en la jurisprudencia, se prefiere resaltar el aspecto objetivo de la
cuestión considerada: las dudas e incertidumbres sobre la titularidad de los derechos en general y, en particular, de
los derechos reales, constituyen una flagrante vulneración del principio de seguridad jurídica que ningún sistema
normativo puede consentir. Por tanto, debe primar el fundamento objetivo de la institución: la necesidad de
establecer reglas seguras sobre la titularidad de los derechos, requeridas por el orden público, aunque no se adecuen
siempre a principios de estricta justicia.
3. SUJETOS Y OBJETO
36
www.uned-derecho.com
En la misma línea, nuestro Código Civil establece en su artículo 1.932.1 que «Los derechos y acciones se
extinguen por la prescripción en perjuicio de toda clase de personas, inclusas las jurídicas, en los términos
prevenidos por la ley». Según ello, se interpreta generalizadamente, cualquier persona (incluidos menores o
sometidos a tutela o curatela) puede verse privada de sus bienes y derechos por prescripción extintiva y, en
consecuencia, la correlativa prescripción adquisitiva o usucapión, en su caso, puede beneficiar a la persona que
cumpla los requisitos legalmente establecidos. Esto es, la prescripción ganada o la usucapión en curso afecta tanto a
las personas sin capacidad de obrar cuanto a los capaces de obrar que, por la razón que fuere, se encontraren
privados para actuar en contra de la usucapión.
Para evitar el perjuicio de los menores o incapacitados o, en general, de cualesquiera personas que se
encontraren bajo la protección de otro a través de los mecanismos tutelares o tuitivos correspondientes, la segunda
parte del artículo 1.932 les concede la posibilidad de reclamar el correspondiente resarcimiento a costa de «sus
representantes legítimos, cuya negligencia hubiese sido causa de la prescripción».
37
www.uned-derecho.com
El poseedor, en todo caso, debe actuar frente al resto de los miembros de la colectividad y, sobre todo, frente
al eventual perjudicado por la usucapión, como si fuera el dueño de la cosa o como si fuera el titular del derecho real
(usufructo, servidumbre, etc.) que, en virtud de la usucapión en curso, recaiga sobre la cosa. De ahí que si el
poseedor que pretende usucapir actúa por mera tolerancia del dueño de la cosa (arts. 1.942 y 444 pr.), sus actos
posesorios sean irrelevantes a efectos de usucapión.
5.1. Buena fe
El artículo 1.950 del Código Civil indica expresamente que «La buena fe del poseedor consiste en la
creencia de que la persona de quien recibió la cosa era dueño de ella y podía transmitir su dominio» (o su derecho
real poseíble).
38
www.uned-derecho.com
Semejantes requisitos son evidentemente de naturaleza (en cuanto dependen de la propia convicción del
sujeto usucapiente), pero naturalmente no basta la mera alegación del usucapiente, sino que ha de demostrarse en
términos objetivos que la situación del poseedor puede ser considerada de buena fe, por darse las dos circunstancias
legalmente requeridas:
a) que el usucapiente adquirió de quien tenía facultades transmisivas suficientes; y
b) que el acto o título transmisivo pueda ser considerado válido. Esta última circunstancia, como es obvio,
conecta la buena con el requisito del justo título que seguidamente veremos.
Por remisión del artículo 1.951, son aplicables en esta materia los artículos 434 y 435. Pese a que la letra del
artículo 1.951 pudiera inducir a otra conclusión distinta, realmente lo que se produce es el juego de las presunciones
posesorias en favor del usucapiente:
a) Salvo prueba en contrario, la posesión del usucapiente ha de ser considerada de buena fe (art. 434).
b) Igualmente, salvo prueba en contrario, la aplicación del artículo 435 conlleva que la posesión
inicial de buena fe se ha de seguir considerando en igual concepto salvo que «existan actos que acrediten que
el poseedor no ignora que posee la cosa indebidamente».
39
www.uned-derecho.com
40
www.uned-derecho.com
2. La acción reivindicatoria
2.1. Concepto y fundamento
2.2. Requisitos
2.3. Efectos
2.4. Plazo de ejercicio: prescriptibilidad treintañal
2.5. Reivindicatoria y acción declarativa del dominio
3. Referencia a la acción publiciana
4. La acción negatoria
4.1. Concepto y finalidad
4.2. Condiciones de ejercicio
4.3. Plazo de ejercicio
4.4. Efectos
2. LA ACCIÓN REIVINDICATORIA
2.2. Requisitos
El ejercicio de la acción reivindicatoria presupone la concurrencia de tres requisitos: que el actor acredite su propiedad o dominio
sobre la cosa reclamada; que, por tanto, se identifique con exactitud dicha cosa; y, en tercer lugar, que el detentador o poseedor de la cosa no
tenga derecho alguno que legitime dicha posesión.
41
www.uned-derecho.com
dominio, sino que basta demostrar la propiedad a través de cualquier medio de prueba. Entre tales medios de prueba, obviamente, la propia
posesión del demandante (y sus causahabientes) y, en definitiva, la usucapión juega un papel extraordinariamente relevante.
Por otra parte, en relación con los bienes muebles, el artículo 464 del Código Civil (que estudiaremos en detalle en materia de
posesión) desempeña un importantísimo papel de facilitación al propietario desposeído de la prueba de haber sido dueño.
En paralelo, respecto de los bienes inmuebles cuya propiedad haya sido objeto de inscripción en el Registro de la Propiedad (que
también estudiaremos más adelante), el artículo 38 de la Ley Hipotecaria conlleva que la certificación registral, así como el propio asiento,
conlleva que debe presumirse que «los derechos reales inscritos existen y pertenecen a su titular en la forma determinada por el asiento
respectivo».
B) Identificación de la cosa
La exacta identificación de la cosa es un presupuesto absolutamente determinante en el ejercicio de la acción reivindicatoria. La
cosa reclamada debe ser exactamente aquella que pertenece al propietario y no cualquier otra o, en su caso, una indemnización de daños y
perjuicios. Estas últimas pretensiones deben ejercitarse, en su caso, de su forma subsidiaria, pero no integrando el suplico o petitum de la
reivindicatoria, cuyo objeto radica únicamente en que la cosa (no una cosa) vuelva a manos de su legítimo dueño.
La jurisprudencia ha declarado, en efecto, de forma constante que ha de reclamarse «una cosa concreta y determinada»
2.3. Efectos
El efecto y el designio fundamental del ejercicio de la acción reivindicatoria consiste naturalmente en la restitución de la cosa a su
legítimo dueño, al reivindicante, si finalmente la sentencia de condena le resulta favorable. En su caso, siendo la cosa fructífera, su
restitución comporta igualmente la de los frutos. A tal efecto, como en cualquier otro supuesto de liquidación del estado posesorio, esto es,
de traspaso posesorio de una persona a otra, por la razón que sea, habrán de aplicarse las reglas contenidas en los artículos 451 y siguientes
del Código Civil que, más adelante, haremos objeto de un particular análisis.
42
www.uned-derecho.com
4. LA ACCIÓN NEGATORIA
4.4. Efectos
En caso de prosperar el ejercicio de la acción negatoria, al decir del Profesor M. ALONSO PÉREZ, se producirían los siguientes
efectos:
1. Cese de la perturbación o de la inmisión indebida.
2. Posible adopción de medidas precautorias que eviten la reaparición recurrente de perturbaciones o inmisiones indebidas
realizadas por terceras personas.
3. En su caso, responsabilidad civil por el hecho ilícito de la inmisión o perturbación sufrida por el propietario, con la consiguiente
obligación de indemnizar los daños irrogados.
43
www.uned-derecho.com
Quizá no esté de más señalar que pese a que, en el lenguaje jurídico, los términos deslinde y amojonamiento constituyen
habitualmente una pareja inseparable, en realidad significan cosas distintas. Deslindar equivale a fijar las lindes, los puntos de separación de
las fincas El amojonamiento es sencillamente un acto material, desprovisto en sí mismo de significado jurídico, que consiste en colocar o
ubicar los mojones o señales permanentes) que se ponen para fijar los límites o los linderos que, mediante el deslinde, se encuentran
previamente determinados.
Por tanto, el presupuesto fundamental del ejercicio de la acción lo representa la confusión o indefinición de linderos, el determinar
la línea de confluencia o coincidencia de los predios y, así, se distingue perfectamente de la acción reivindicatoria. En el deslinde no se
reclama una cosa cierta, sino determinar ciertamente la extensión o los márgenes físicos de una cosa, de una finca.
Tales personas pueden solicitar el deslinde en cualquier momento, mientras ostenten la condición de propietarios o de titulares de
derechos reales, aunque con anterioridad se hubiera realizado otro deslinde, siempre y cuando -por supuesto- existan nuevas causas para
pedirlo (por ejemplo, desaparición de los mojones a consecuencia de una inundación). La acción de deslinde, pues, es inherente a la
condición de titular real y, por ello, quien ostente en cada momento dicha titularidad podrá hacer efectivo el deslinde en caso de resultar
necesario. Por ello el artículo 1.965 configura la acción de deslinde como imprescriptible: «No prescribe entre... propietarios de fincas
colindantes la acción para pedir ... el deslinde de las propiedades contiguas».
Tema 10
LA COPROPIEDAD
1. Comunidad y copropiedad
2. Las llamadas comunidades «romana» y «germánica» y la propiedad dividida
2.1. Las características diferenciales de las comunidades romana y germánica
2.2. La relativa intrascendencia de la contraposición
2.3. La denominada propiedad dividida
3. La copropiedad por cuotas
4. Facultades y deberes de los condueños respecto de la cosa común
4.1. Uso y disfrute de los bienes comunes
4.2. Conservación y defensa en juicio
4.3. Administración de la cosa común
4.4. Disposición y alteración de la cosa común
4.5. Contribución a los gastos comunes
5. Enajenación o disposición de la cuota privativa
6. La división de la cosa común
44
www.uned-derecho.com
1. COMUNIDAD Y COPROPIEDAD
Nuestro Código Civil, tras haber regulado la propiedad individual, rubrica el Título III del Libro II (arts. 392
a 406) bajo la expresión comunidad de bienes y en el primer párrafo del artículo 392 establece que «Hay comunidad
cuando la propiedad de una cosa o un derecho pertenece pro indiviso a varias personas».Sin embargo, es engañosa la
rúbrica oficial del Título III del Libro II, pues los artículos 392 y siguientes no regulan, con carácter general, los
supuestos de comunidad de bienes y derechos, sino única y exclusivamente la copropiedad en sentido estricto.
comunidad no deja de constituir un mero referente teórico. Sobre todo por el hecho de que, al no existir en Derecho
español una regulación o normativa general de la copropiedad sin cuotas, no tiene sentido enzarzarse en calificar de
comunidad germánica a la comunidad hereditaria, a la sociedad legal de gananciales o a otros supuestos de menor
trascendencia real Posiblemente, la concreta regulación de los montes vecinales en mano común (antes por la Ley de
27 de julio de 1968 y, después, por la Ley de 11 de mayo de 1980) se aproxima a la noción teórica de la denominada
comunidad germánica, dado que:
- Se considera que la propiedad de tales montes corresponde en mano común a quienes tengan la
condición (administrativa) de vecinos del lugar (art. 2.1 Ley de 1980).
- Los montes vecinales (los escasos montes vecinales hoy existentes) son, por principio, radicalmente
indivisibles.
- Los vecinos carecen de cuota alguna y, por consiguiente, de la posibilidad de enajenar «su» participación
en el aprovechamiento de tales montes.
La regla general que preside los problemas relativos a la administración de la cosa común radica en que los
acuerdos han de ser adoptados por «la mayoría de los partícipes» (art. 398.1.).
Conviene, con todo, advertir que la mayoría de partícipes a que se refiere el primer párrafo del artículo
invocado, se ve precisada a continuación por el segundo párrafo, en el que se indica que «no habrá mayoría sino
cuando el acuerdo esté tomado por los partícipes que representan la mayor cantidad de los intereses que constituyan
el objeto de la comunidad».
No obstante, ante la eventualidad de que un comunero mayoritario adopte, de forma sistemática, decisiones
que se entiendan perjudiciales para el resto de los copropietarios, éstos podrán dirigirse al juez para que provea lo
que corresponda, que puede llegar incluso hasta el nombramiento de un administrador, si así se le solicita (art.
398.3.').
Esta misma consecuencia la prevé el encabezamiento del artículo 398.3 «si no resultare mayoría». Prima
facie, tal previsión resulta llamativa, si no extravagante, ya que normalmente no se producirán tantos supuestos de
absoluto empate entre los copropietarios como para que el legislador haya de haberlo previsto expresamente. Sin
duda, la consecuencia normativa prevista es aplicable a los casos de empate, pero también en aquellos casos en que
la desidia o dejación del comunero (o comuneros) mayoritarios, por cuotas, pretendan provocar la imposibilidad real
de administrar la cosa común (por ejemplo, bastaría que la viuda objeto del ejemplo anterior desistiera de votar o de
manifestar su voluntad respecto a un acuerdo que el resto de los comuneros, minoritarios, pretendieran adoptar. En
tal caso, de no existir el giro «si no resultare mayoría», dejaría de representar el papel de obstáculo, pero
simultáneamente provocaría la imposibilidad de adoptar acuerdo alguno).
«Ningún copropietario estará obligado a permanecer en la comunidad. Cada uno de ellos podrá pedir en
cualquier tiempo que se divida la cosa común»; y el artículo 1.052 para los supuestos de herencia indivisa: «Todo
coheredero... podrá pedir en cualquier tiempo la partición de la herencia».
Cabría también añadir «por cualquier causa», pues la facultad de instar la división de la cosa común no
necesita fundamentarse en ninguna justa causa ni en razones objetivamente atendibles. Nuestro Código, que mira
con disfavor las situaciones de comunidad (mater rixarum, mater discordiarum), sólo limita la facultad de instar la
división de la cosa en los casos en que exista un pacto de indivisión o cuando la cosa sea objetivamente indivisible.
Fuera de tales casos, cualquier comunero puede ejercitar la acción de división (la vieja actio communi
dividundo del Derecho romano) cuando lo considere conveniente, pues además la acción tiene carácter
imprescriptible). La jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo se muestra absolutamente decidida en resaltar la
extraordinaria importancia de la acción de división y su imprescriptibilidad
7. LA PRÁCTICA DE LA DIVISIÓN
7.1. Por los interesados
En el caso de que la división se lleve a cabo por acuerdo de los interesados, la aplicación supletoria del
artículo 1.058 (al que remite el art. 406) implica que los comuneros podrán llevar a cabo la división «de la manera
que tengan por conveniente». Esto es, podrán actuar a su libre albedrío y antojo, incluso aunque no haya una exacta
y absoluta correspondencia entre los lotes resultantes.
Naturalmente, lo dicho presupone que los comuneros (al igual que ocurre en el caso de partición practicada
por los herederos) han de actuar de forma unánime, pues la división realizada sin el consentimiento de uno de los
condueños no puede ni siquiera suplirse con la autorización judicial.
La autorización judicial, en cambio, es hábil para el caso de que entre los interesados haya alguna persona que no
tenga plena capacidad y que, por consiguiente, actúe mediante sus representantes legales
8. EFECTOS DE LA DIVISIÓN
Una vez efectuada la división de la cosa común, resulta conveniente distinguir entre los efectos dimanantes
entre los propios comuneros y los efectos en relación con terceros.
algunos derechos reales: el censualista puede autorizar la división de la finca gravada, estableciéndose tantos censos
cuantas porciones se hagan de la finca (art. 1.618); la división del predio sirviente no afecta a las servidumbres, por
ser indivisibles (art. 535); son igualmente indivisibles la prenda y la hipoteca (art. 1.860 CC; art. 123 LH). Por su
parte, la jurisprudencia reciente ha tenido ocasión de reiterar que el usufructuario no se ve afectado por la división de
la finca sobre la que recae el derecho de usufructo (SSTS 20 de abril de 1988 y 13 de diciembre de 1963); etc.
Tema 11
LA PROPIEDAD HORIZONTAL
50
www.uned-derecho.com
51
www.uned-derecho.com
el 396 CC, según el cual serían «tales como el suelo, vuelo, cimentaciones, pasos, muros, fosos, patios, pozos,
escaleras, porterías, ascensores, corredores, cubiertas, canalizaciones y servidumbres».
Se trata de una mera relación ad exemplum y que, además, no puede entenderse que tenga necesariamente carácter
imperativo, sino meramente descriptivo
Asimismo, es obvio que el propietario debe observar la diligencia debida en el uso del inmueble y en sus
relaciones con los demás propietarios (art. 9.6), así como consentir que en su propiedad se lleven a cabo las
reparaciones exigidas por el conjunto del inmueble
7. LA CUOTA DE PARTICIPACIÓN
Esto es, la cuota de participación servirá de módulo tanto para el pago proporcional de los gastos de
comunidad cuanto, por ejemplo, para el caso de que el edificio sea expropiado por necesidad de demolerlo para
construir una avenida y consiguiente prorrateo de la indemnización total.
Igualmente, la cuota ha de ser tenida en cuenta en la adopción de acuerdos en junta de propietarios, ya que la
mayoría no es sólo de personas (de número de propietarios), las cuales han de representar al mismo tiempo la
mayoría de cuotas de participación.
54
www.uned-derecho.com
8.3. El Presidente
Se trata, obviamente, de un órgano unipersonal, encargado de la gestión o ejecución de los acuerdos
adoptados por la junta, así como de la representación en general de la comunidad de propietarios (art. 12.1 LPH).
Además de las facultades de gestión y de representación, el Presidente ostenta la de convocar la junta (art.
15.2.% pr. LPH). Esta última facultad, no obstante, es un derecho-deber. Si el Presidente no la lleva a cabo, puede
adoptar la iniciativa de convocar la junta «la cuarta parte de los propietarios, o un número de estos que representen al
menos el 25 por 100 de las cuotas de participación (art. 15.1 in fine LPH).
8.4. El Secretario
El cargo de Secretario puede ser desempeñado por cualquiera, sin que se requiera que sea propietario (art.
12.3 LPH). En tal caso, obviamente, no tendrá derecho a voto.
Sus funciones son las propias del Secretario de cualquier órgano colegiado:
a) Levantar actas de las sesiones.
b) Emitir certificaciones de los acuerdos o de lo tratado en las juntas.
c) Custodiar la documentación de la comunidad (art. 18.5 LPH).
8.5. El Administrador
La Ley prevé también la existencia de un Administrador que, al igual que el Secretario, no tiene que ser
necesariamente propietario (art. 12.3).
Las funciones del Administrador, contempladas legalmente en el artículo 18, son notoriamente más extensas
y onerosas que las de los demás órganos unipersonales:
A) Velar por las instalaciones y servicios del inmueble (art. 18.1).
B) Preparar los presupuestos (art. 18.2) y, en su caso, los debidos estudios económicos.
C) Atender a la conservación y mantenimiento del inmueble, afrontando tanto las reparaciones
ordinarias cuanto las extraordinarias (art. 18.3).
D) Ejecutar los acuerdos adoptados en materia de obras (art. 18.4).
E) Ejecutar los pagos y realizar los cobros que sean procedentes (art. 18.4).
F) Cualesquiera otras atribuciones que se le confieran por la junta.
La mera enunciación de las funciones correspondientes al Administrador evidencia que tal carga de tareas
difícilmente puede ser asumida, de grado o voluntariamente, por cualquiera de los propietarios. De ahí que la
función de Administrador, al menos para las comunidades relativamente complejas y de una cierta capacidad
55
www.uned-derecho.com
económica, se haya profesionalizado y sea desempeñada por unos gestores cualificados que cobran un tanto mensual
a la comunidad de propietarios por sus servicios: los Administradores de Fincas
8.7. Aplicación del artículo 398 del Código Civil en pequeñas comunidades
Por la misma razón, la Ley de Propiedad Horizontal establece que, cuando el número de copropietarios sea
inferior a cinco (es decir, cuatro o menos de cuatro), puedan optar por funcionar en la comunidad ora rigiéndose por
el esquema organizativo de la propia Ley de Propiedad Horizontal, ora conforme al régimen de administración
previsto en el artículo 398 del Código Civil para la copropiedad ordinaria.
Ahora bien, la opción por este segundo régimen debe encontrarse establecida de forma expresa en los
Estatutos (art. 12.6 LPH).
9. EXTINCIÓN
El artículo 21 y último de la LPH prevé expresamente dos causas de extinción del régimen de propiedad
horizontal:
1. «Por la destrucción del edificio, salvo pacto en contrario. Se estimará producida aquélla --explicita el
propio artículo- cuando el coste de la reconstrucción exceda del 50 por 100 del valor de la finca al
tiempo de ocurrir el siniestro, a menos que el exceso de dicho coste esté cubierto por un seguro».
2. «Por conversión en propiedad o copropiedad ordinarias».
Se ha afirmado que la conversión del régimen de propiedad horizontal en propiedad ordinaria tiene efecto
por concentración -en terminología del Profesor BATLLE, más generalizadamente, por confusión, en el supuesto de
que los diferentes pisos hayan sido adquiridos por cualquier título por una sola persona. Sin embargo, dicha
conclusión debe ser revisada, pues verdaderamente, no se adecua a la regla seguida en la práctica: cuando, por
ejemplo, una promotora compra un bloque de viviendas para rehabilitarlo, carece de sentido provocar la extinción
del régimen de propiedad horizontal para, posteriormente, reconstituirlo una vez que se pretenden enajenar las
viviendas rehabilitadas. Además, la ley, propiamente hablando, no otorga a la concentración o confusión alcance
extintivo del régimen de propiedad horizontal, sino que requiere que se produzca la conversión en propiedad
ordinaria, lo que no es exactamente lo mismo.
En efecto, la conversión en propiedad ordinaria y exclusiva del conjunto del inmueble requiere que el titular
único de los diferentes pisos sometidos al régimen de propiedad horizontal realice los actos jurídicos
correspondientes a la extinción del régimen de propiedad horizontal. Aunque fuera únicamente atendiendo al costo
de semejante operación (escritura, inscripción, repercusiones tributarias), dicha operación carece de sentido y, por
tanto, no suele ser habitual en la práctica.
Igualmente dificultosa y problemática resulta la conversión del régimen de propiedad horizontal en
copropiedad ordinaria. Sin duda alguna, dicha conversión es lícita y posible, pero como afirmara en su día M.
BATLLE «no se ve claro que ello pueda tener un efecto práctico».
TEMA 12
LA MULTIPROPIEDAD
3. Configuración jurídica
3.1. Titularidad singular del derecho de propiedad
3.2. Cotitularidad del derecho de propiedad
4. La protección del adquirente de un derecho de multipropiedad en la directiva comunitaria
56
www.uned-derecho.com
2. NORMATIVA REGULADORA
2.1. Derecho comparado
Portugal: Los Decretos-Ley núm. 355, de 31 de diciembre de 1981, y núm. 368, de 4 de octubre de
1983 crean y desarrollan el denominado derecho real de habitación periódica, habiendo sufrido esta
normativa una última modificación en 1989, a través del Decreto Ley núm. 130189, de 18 de abril;
Francia: Ley 1986-18, de 6 de enero, de Sociedades de Atribución de Inmuebles en Régimen de
Disfrute a Tiempo Compartido;
Grecia: regulada por la Ley núm. 1652, de timesharing y regulación de cuestiones conexas, de 14 de
octubre de 1986, desarrollada por la Orden Ministerial de 15 de diciembre de 1987 de atribución a las
viviendas turísticas en régimen de arrendamiento a tiempo compartido; y, finalmente,
Reino Unido: Timeshare Act, de 16 de marzo de 1992.
Pues bien, en estas diferentes normas se configura la institución con perfiles completamente divergentes:
desde la constitución de un nuevo derecho real limitado en Portugal, pasando por la configuración societaria en
Francia, siguiendo por la caracterización como contrato de arrendamiento especial por su duración y contenido en
Grecia, hasta la falta de definición concreta de la legislación británica que, más preocupada por la protección al
adquirente, establece una cláusula abierta donde cabe cualquier configuración de carácter obligatorio.
57
www.uned-derecho.com
Esta tesis topa con un inconveniente esencial: si no hay cotitularidad del derecho de propiedad, ¿cómo
articular las relaciones entre los diferentes titulares cuyos derechos se predican sobre el mismo apartamento? Si
simplemente son «vecinos», no se podrán aplicar analógicamente, como sus sustentadores defienden, las normas que
regulan la propiedad horizontal, puesto que mientras en ésta existe un elemento privativo -el piso- y otros en
comunidad, en la multipropiedad-propiedad pluridimensional se trata de bienes jurídicos diversos y, por tanto,
completamente independientes los unos de los otros.
58
www.uned-derecho.com
Tema 13
1.1. Introducción
Como hemos visto, la configuración de la propiedad privada en los Códigos Civiles decimonónicos sigue
muy de cerca los principios cardinales establecidos al respecto por el Code Napoléon. Se parte de la base de
establecer de forma taxativa la primacía del interés privado del propietario, el cual -en la mecánica del sistema- ha
de verse afectado lo menos posible por exigencias de carácter social. Y, en todo caso, si ello ocurre, la restricción de
poderes del propietario se considera como un dato marginal, ya que propugnada la elasticidad del dominio éste
desplegará de nuevo su plena eficacia apenas desaparezcan las causas concretas que dieron lugar a la presunta
restricción. Las limitaciones o los límites del dominio aparecen, así, como circunstancias extrínsecas al mismo, que,
por tanto, no afectan a su esencia: poder absoluto y por naturaleza expansivo o tendencialmente ¡limitado en relación
con el goce y disposición de las cosas susceptibles de apropiación privada.
- La pretendida ilimitación de la propiedad resulta difícil de mantener si se considera que la misma tiene sin
duda su origen social, en el sentido de que el establecimiento de la apropiación dominical privada conlleva el
reconocimiento de la propiedad por los demás y, por tanto, la inevitabilidad de los conflictos de intereses
entre propietarios por razones de colindancia: relaciones de vecindad.
1.2. La categoría de las propiedades especiales en el momento codificador: Ley de Bases y Código Civil
En efecto, si se atiende al propio índice sistemático del Código Civil, podrá comprobarse cómo el Libro II
(«De los bienes, de la propiedad y de sus modificaciones») ofrece sucesivamente, en diferentes títulos, la regulación
de:
- La clasificación de los bienes (arts. 333 y ss.)
- La propiedad (arts. 348 y ss.)
- La comunidad de bienes (arts. 392 y ss.)
- Algunas propiedades especiales (arts. 407 y ss.)
Bajo la denominación genérica de propiedades especiales, el Código Civil regula -o, mejor, contempla- en
los diferentes Capítulos del Título IV del Libro II la propiedad de las aguas (arts. 407-425), de los minerales (arts.
426-427) y la propiedad intelectual (arts. 428-429). Constituyen dichos artículos expresión concreta de lo ordenado
por la Ley de Bases de 11 de mayo de 1888, iluminadora de la tarea de la Comisión encargada de redactar
definitivamente el Código.
Con independencia de la virtualidad efectiva de las Leyes de Bases en general, en el tema que nos ocupa
parece claro que el mandato normativo de la Ley de Bases atiende a tres aspectos fundamentales:
1. Mantenimiento del concepto de la propiedad privada con arreglo a los fundamentos capitales del derecho
patrio (línea romanista, por decirlo abreviada y convencionalmente, con notable primacía de la propiedad
privada individual).
2. Establecimiento de los conceptos especiales de determinadas propiedades, observando el criterio de
respetar las leyes particulares por las que se regían en el momento de la publicación del Código Civil.
Confiar a los redactores del Código Civil el encargo de «deducir de cada una de ellas (las leyes
especiales aludidas) lo que pueda estimarse como fundamento orgánico de derechos civiles y
sustantivos, para incluirlo en el Código». Mandato, por tanto, de extraordinaria concreción y que, sin
embargo, parece no haber sabido llevar a buen puerto la Comisión redactora del Código Civil.
. Sin embargo, el resultado no fue el apetecido o, al menos, no se alcanzó con la brillantez adecuada:
- Bastantes de los numerosos artículos dedicados a la propiedad de las aguas constituyen una mera
reiteración de las correspondientes normas de la Ley especial de 13 de junio de 1879, técnica
legislativa claramente criticable.
- Hay excesiva parquedad en la referencia a la propiedad de los minerales y a la propiedad
intelectual, cuyo contenido medular no se logra retratar con acierto.
- Y, en general, se denota un cierto confusionismo en cuanto al régimen de prelación de fuentes
legislativas en la materia, que se evidencia sobre todo en el artículo 425 donde parece que el
60
www.uned-derecho.com
1. Propiedad de las aguas, regulada ahora por la Ley 29/1985, de 2 de agosto Propiedad de las minas, cuyas
fuentes legales se verán con detenimiento más adelante.
2. Propiedad intelectual, regulada con anterioridad a la publicación del Código por la Ley de 10 de enero de
1879 y Reglamento de 3 de septiembre de 1880.
3. Propiedad industrial, materia regulada en principio por la Ley de 16 de mayo de 1902, después derogada.
La legislación en vigor, igualmente en trance de reforma, está representada por el Real Decreto-Ley de
26 de julio de 1929, modificado por el de 15 de marzo de 1930 y, en cumplimiento de este último,
redactado de nuevo por virtud del texto refundido publicado por Real Orden de 30 de abril de 1930,
declarado vigente e intitulado «Estatuto de la propiedad industrial» por el Decreto de 22 de mayo de
1931.
Por extensión de la propiedad de las minas, es necesario al menos apuntar aquí el régimen jurídico especial
de los hidrocarburos.
Completando lo anterior, interesa destacar además que la corporeidad del objeto de la propiedad no se apoya
en un simple dato literal como el esgrimido. En realidad, el entero régimen de la propiedad privada, tanto desde el
punto de vista procesal como sustantivo, está pensado en relación con las cosas y su pretendida aplicación a bienes
inmateriales no puede entenderse más que de forma figurada, aproximativa. El ejercicio de la acción reivindicatoria
(recuérdese entre sus requisitos la identidad de la cosa), la teoría de la accesión, la ocupación, etc., difícilmente
pueden intentarse hacer recaer sobre bienes inmateriales. Es más, técnica y lógicamente resulta imposible semejante
tarea.
De aceptar dicho razonamiento habría de concluirse que la pretendida especialidad de las propiedades
intelectual e industrial, radica en que el objeto de las mismas es en principio inadecuado para aplicarle la
denominada en términos clásicos teoría de la propiedad soberana.
Diferente razón, en cambio, habría de individualizarse respecto del grupo de propiedades especiales cuyo
objeto viene representado por cosas en el sentido técnico de la palabra. En tal caso, no puede afirmarse la
inidoneidad de carácter objetivo aludida, pues evidentemente cualquiera de dichas cosas es teóricamente susceptible
de quedar sometida a la propiedad privada en beneficio de un particular cualquiera (otra cosa será, cómo se
determine, cuestión que en concreto se estudia después en relación con las minas con referencia a la legislación y
doctrina pretéritas). La especialidad ahora viene dada por el hecho de que algo que teórica y lógicamente pudiera
quedar sometido a la mano privada, ya en el Código Civil queda adscrito al dominio público (minas) o sólo se
reconoce la propiedad de los particulares de forma marginal (como ocurre en las aguas).
Llegados al punto final de la evolución, resulta que la dualidad de fundamento y desarrollo legislativo del
conjunto de propiedades especiales genera un efecto sumamente curioso. De una parte, la utilización y
aprovechamiento por los particulares de los beneficios y rendimientos de las propiedades intelectual e industrial se
acentúan cada vez más, a pesar de su inicial inadecuación al esquema técnico de la propiedad propiamente
considerada.
La evolución legislativa posterior no hará más que sellar y acentuar dicha traslación, como corolario
necesario del progresivo fortalecimiento estatal que cada vez genera mayores mecanismos de control sobre las
autorizaciones o concesiones administrativas otorgadas a los particulares sobre bienes de dominio público. En dicha
línea, por poner un ejemplo concreto, se ha movido la reforma en materia de aguas, culminada con la publicación de
la Ley 29/1985. Y hablando en términos más generales, no cabe la menor duda de que el espíritu de la Constitución
española de 1978 se orienta hacia la adscripción de todos los recursos naturales al dominio público.
62
www.uned-derecho.com
VALVERDE), su aplicación y recepción por las disposiciones legislativas han sido notoriamente parcas y, nunca
admitidas hasta sus últimas consecuencias.
4. Sistema demanial o del dominio público
Constituye el punto final de una evolución histórica que, traduciendo al tema aquí estudiado el progresivo
fortalecimiento del Estado y el subsiguiente intervencionismo administrativo, ha ido alejando cada vez más la
titularidad dominical de los recursos minerales de ámbito de la propiedad privada. Sin mayores circunloquios, puede
caracterizarse diciendo que, de acuerdo con el mismo, los minerales pasan a ser objeto del dominio público estatal
por prescripción de las pertinentes disposiciones legislativas. Y, sin riesgo alguno de error, ha de indicarse que en la
actualidad es el sistema dominante en las legislaciones positivas.
Así, dice el profesor GUAITA que el sistema demanial es, en última instancia, el régimen regaliano, aunque
sometido a una doble corrección:
a) De una parte, la derivada de que ahora el propietario no es el Príncipe, sino el Estado, al que se le
atribuye personalidad jurídica en cuanto estructura política de la sociedad, con preterición por tanto de las
circunstancias personales o de linaje que hubiera de reunir el Príncipe.
b) De otra porte, habría de resaltarse que los recursos minerales se consideran pertenecientes al
Estado a título general y abstracto de soberanía y no a título particular y concreto de regalía.
La afirmación presumiblemente tiende a resaltar la conveniencia de la adscripción de los recursos legales al ámbito
del interés general, bien común, interés público, etc., representados respectivamente por el Príncipe y el Estado en
atención a la época histórica que se considere, demostrando al propio tiempo que la propiedad privada no puede
presentarse indiscriminadamente como potencialmente ilimitada.
2.3. Referencia a la legislación histórica española: sistema regalista y carácter demanial de los minerales
En la legislación española la atribución dominical de los recursos minerales ha seguido desde temprana hora
el sistema antes descrito como regalista. Ya en las Leyes de Partidas de Alfonso X el Sabio se declaraba.
Como se ve, pues, el sistema de la accesión no parece haber contado históricamente con el favor del
legislador patrio. Buena muestra de ello la constituye el hecho de que el artículo 350 del Código Civil (paralelo al
552.1.' de su modelo, el Code Napoléon) no se limita a declarar tajantemente que «El propietario de un terreno es
dueño de su superficie y de lo que está debajo de ella, y puede hacer en él las obras, plantaciones y excavaciones
que le convengan», sino que incorpora también el siguiente inciso: «salvas las servidumbres y con sujeción a lo
dispuesto en las leyes sobre Minas y Aguas y en los reglamentos de policía».
En efecto, si el Code Napoléon se conformó con recoger indiscriminadamente el viejo brocardo de la
jurisprudencia romana para verse enseguida desdicho por una ley especial, en el caso español.
A partir de aquí, la adscripción de los recursos minerales a la esfera del dominio público (iniciada por la Ley
de 11 de abril de 1849) se ha ido acentuando
1. Se sustituye la antigua pertenencia minera por un nuevo módulo o unidad: la cuadrícula minera
(EM pár. XXII), caracterizada en el artículo 75 como «el volumen de profundidad indefinida cuya base
superficial quede comprendida entre dos paralelos y dos meridianos, cuya separación sea de veinte
segundos sexagesimales, que deberán coincidir con grados y minutos enteros y, en su caso, con un número
de segundos que necesariamente habrá de ser veinte o cuarenta».
2. Se trata de potenciar en la mayor medida posible la formación de cotos mineros a efectos de
fomentar la concentración de aprovechamiento; buscándose con ello una mayor productividad y disminución
del minifundismo existente en muchas zonas del país.
3. Respecto a las condiciones para ser titular de derechos mineros, indica la Exposición de motivos
(pár. XXIV) que «se han recogido con mayor detalle y amplitud las normas contenidas en el Decreto
411111964, de 10 de diciembre, tratando de lograr la mayor aproximación posible al régimen general
vigente sobre inversiones extranjeras, aunque manteniendo las particularidades propias de un sector como
el minero tradicionalmente sometido a regulación especial».4. Los derechos mineros se declaran
susceptibles de transmisión, en todo o en parte, por cualquier medio admitido en Derecho, según establece el
artículo 94 en su primer párrafo en relación con los aprovechamientos de los recursos 5. Por cuanto se refiere
a las causas de caducidad de autorizaciones, permisos y concesiones, la Ley vigente se caracteriza por
establecer una disciplina más rigurosa que la instituida en la Ley de 1944, buscando siempre una mejor
explotación y racionalización de los aprovechamientos minerales, atendiendo --en palabras de la Exposición
de motivos«a sancionar conductas que patenticen una voluntad deliberada de incumplir las obligaciones
exigidas en materia de exploración, investigación o explotación o de actuar con fines especulativos u otros
distintos a los pretendidos por esta Ley» (pár. XXIII).
Respecto a las primeras, según resulta de los artículos 83 (1.', 2.', 5.' y 6.'), y 86.2.', tanto las autorizaciones
de aprovechamiento de recursos de las secciones A y B como las concesiones de explotación de la sección C
caducan por:
- renuncia voluntaria aceptada por la Administración. falta de pago de impuestos mineros.
agotamiento del recurso.
- incumplimiento de condiciones impuestas en la autorizacion, y
- finalmente, con fórmula abierta, por otras causas previstas en la Ley.
Por su parte, los permisos de exploración e investigación también caducan por renuncia, falta de pago de
derechos mineros e incumplimiento de condiciones señaladas en la autorización, por expiración de plazos,
paralización de trabajos y algunas otras similares (cfr. al respecto, arts. 84 y 85).
64
www.uned-derecho.com
65
www.uned-derecho.com
la mutua interconexión indudable y la aceptación de los mismos principios fundamentales sumamente ostensible. En
comprobación de lo dicho baste recordar aquí dos extremos concretos:
1. Insistencia de la legislación particular sobre hidrocarburos en adscribirlos al ámbito del dominio
público de forma rotunda
2. La supletoriedad de primer grado de la Ley de Minas para todo cuanto no se encuentre
especialmente regulado en la de hidrocarburos, establecida ya en el artículo 87 de la ley derogada
y ahora en la disposición adicional primera de la vigente.
LA PROPIEDAD INTELECTUAL
4. La autoría y coautoría
4.1. Las obras individuales: la autoría
4.2. Las obras plurales
Tradicionalmente, la propiedad tenía por objeto únicamente bienes materiales o cosas y, sobre todo, era
determinante la tenencia y disfrute del bien inmueble por naturaleza: la tierra, en cuanto bien productivo por
excelencia. Semejante esquema se rompe tras la Revolución francesa. El liberalismo triunfante se asienta, entre otras
cosas, en la generalizada libertad de expresión y pensamiento y, por consiguiente, no permite que los detentadores
del poder político (incluidas las Monarquías, en los países en que tal forma de gobierno se mantiene) sigan
ostentando un poder de control ideológico sobre las capas ciudadanas/burguesas que, como nueva clase social
triunfante, no sólo han conseguido definitivamente el poder político (relegando a la clase nobiliaria y a los poderes
eclesiásticos a un papel secundario), sino que al mismo tiempo pueden ser las detentadoras de un nuevo foco de
enriquecimiento económico: el producto de las creaciones artísticas, científicas o literarias difundidas a través de la
imprenta. Así pues, como advenedizos del poder, los burgueses reclaman también para la creación intelectual el
marco de la propiedad privada y, dado que el objeto no es un bien material, acaba por hablarse de propiedad
intelectual, como una derivación especial del régimen jurídico de la propiedad privada recayente siempre hasta
entonces -insistamos- sobre bienes materiales.
2. LEGISLACIÓN REGULADORA
El Texto Refundido de la Ley de Propiedad Intelectual que se encuentra vigente en la actualidad ha sido
aprobado en virtud del Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril, publicado en el Boletín Oficial del Estado
del día 22 de abril de 1996. En efecto, dada la reforma en profundidad llevada a término mediante la Ley 22/1987,
de 11 de noviembre, es lógico que el grueso del articulado del Texto Refundido ahora vigente sea tributario de
aquélla. La continuidad normativa llega hasta el extremo de que, en general, existe una cerrada coincidencia entre
los numerales de ambos articulados, al menos hasta el comienzo de la regulación de los programas de ordenador
(arts. 95 y ss.). La incorporación de algunos preceptos más en el Título dedicado a regularlos (Título VII del Libro
1) hace que ahora el Libro 11, referido a los denominados derechos afines, comience en el Texto Refundido en el
artículo 105, mientras que en la Ley 22/1987 el artículo inicial era el 101. A partir de ahí se produce una ligera
alteración en la numeración de artículos y un cierto incremento de su número total (la Ley 22/1987 tenía en total 148
artículos, mientras que el Texto Refundido los incrementa ahora hasta el art. 158).
Pero, fuera de ello, el Texto Refundido mantiene la misma estructura sistemática y, en general, los mismos
principios normativos de la Ley 22/1987, cuyo significado y alcance sigue siendo en consecuencia plenamente
válida a efectos de la inteligencia del sistema normativo de la propiedad intelectual en Derecho español, con el
complemento de las modificaciones de detalle en que, obviamente, no podemos detenernos.
La autoría de tales obras, en principio, corresponde a los autores (no suelen coincidir) del libreto y de la
música, respectivamente. Pero, además, hay que tener en cuenta que los demás participantes en la
representación escénica de tales obras tienen también derechos afines a los propios de los autores y que,
consiguientemente, recae sobre las obras dramático-musicales un complejo panorama de derechos ostentados
por distintas personas, como tendremos ocasión de ver.
D) «Las obras cinematográficas y cualesquiera otras obras audiovisuales»: el cine era una técnica
desconocida en el momento de promulgación de la Ley derogada de 1879. Innecesario es extenderse en que
la inexistencia de norma legal alguna al respecto, de una parte, y, de otra, la complejidad de personas
intervinientes en la realización de una obra cinematográfica, hicieron necesario que nuestros gobernantes
dictaran normas sobre el particular. Tales normas fueron inicialmente simples órdenes Ministeriales E) «Las
esculturas y las obras de pintura, dibujo, grabado, litografía y las historietas gráficas, tebeos o comics, así
como sus ensayos o bocetos y las demás obras plásticas, sean o no aplicadas»: se trata, como es obvio, de
las obras de artes plásticas, protegidas ya en la Ley de 1879 expressis verbis con carácter general. La Ley
22/1987 ha añadido a las obras escultóricas y pictóricas una referencia expresa a otra serie de obras (tiras
cómicas, dibujos, chistes, tebeos, etc.) que constituyen una creación gráfica más y cuyo autor, por tanto, debe
verse igualmente protegido frente a terceros.
F) «Los proyectos, planos, maquetas y diseños de obras arquitectónicas y de ingeniería»: semejante
referencia normativa, al igual que la contenida en el siguiente párrafo, constituye también una novedad en
materia de propiedad intelectual.
G) «Los gráficos, mapas y diseños relativos a la topografía, la geografía y, en general, a la ciencia».
H) «Las obras fotográficas y las expresadas por procedimiento análogo a la fotografía»: por obvias
razones de tiempo, la derogada Ley de 1879 no consideraba expresamente protegibles las fotografías en su
tenor literal. 1) «Los programas de ordenador»: al igual que otras leyes de nuestro entorno, la Ley española
se pronuncia en favor de la consideración del software como protegible mediante la propiedad intelectual.
Ciertamente, el tema no deja de ser llamativo, pues difícilmente puede considerarse dicha creación como una
obra artística o literaria (aunque es más que dudoso que no pueda calificarse sencillamente como una obra
científica). Unido a ello el hecho de que los interesados se movilizaron en favor de otras opciones (tendentes
en particular a conseguir la patentabilidad de tales programas), ha hecho que el tema se haya convertido en
una cuestión polémica, a la que me referiré brevemente.
J) «El título de una obra, cuando sea original, quedará protegido como parte de ella»: esta
previsión normativa, constituye una novedad en nuestro Ordenamiento introducida por la Ley 2211987. Se
reitera una vez más el requisito de la originalidad del título, con la segura intención de indicar que la
utilización de títulos de orden genérico no pueden quedar reservados a ningún autor en particular (supóngase,
«manual de ... » «introducción a la ... » en los libros técnicos; «mujer sentada», «joven en bañador», para
creaciones pictóricas o escultóricas, etc). Sin embargo, cuando el título sea de por sí suficientemente
representativo (y en este caso, han de venir a la cabeza los filmes de P. Almodóvar, por ejemplo) pasará a ser
protegido como una parte integrante de la obra.
Tales derechos son comúnmente denominados derechos afines o derechos conexos, por referencia a los
derechos de autor propiamente dichos y los otorga la Ley a los siguientes grupos o categorías de personas o
entidades:
A) En relación con las obras dramáticas y dramático-musicales, los directores de escena y, en su
caso, de orquesta, junto con los artistas, intérpretes o ejecutantes intervinientes en la representación de las
mismas, tienen «el derecho exclusivo de autorizar la reproducción y comunicación pública de sus
interpretaciones o ejecuciones» (arts. 105 y ss.).
B) Respecto de las obras fonográficas, sus productores gozan igualmente del «derecho de autorizar
su reproducción..., la distribución de copias y la comunicación pública de unos y otras» (arts. 114 y ss.).
C) Asimismo ostentan el «derecho de autorizar su reproducción, distribución y comunicación
pública» los productores de grabaciones audiovisuales (arts. 121 y 122); quienes, además, tienen los
derechos de explotación de las fotografías que fueran realizadas en el proceso de producción de dichas
grabaciones (art. 122).
D) Las Entidades de radiodifusión también cuentan a su favor con el derecho exclusivo de
retransmisión y comunicación pública de sus emisiones (art. 126).
E) Igual derecho corresponde a quien realice una fotografía que carezca de la originalidad suficiente
como para ser considerada obra intelectual: una mera fotografía, en el lenguaje legal. Aun así, el fotógrafo
tiene el «derecho exclusivo de autorizar su reproducción, distribución y comunicación pública» (art. 128).
Por consiguiente, en relación con las obras ahora reseñadas (y con excepción de las meras fotografías),
además de a los autores propiamente dichos, es necesario considerar la presencia en el proceso productivo de la obra
de otras personas que gozan de derechos afines o conexos.
70
www.uned-derecho.com
2. Ello es perfectamente congruente con el hecho de que, entre los derechos de carácter personal del
autor, se encuentre precisamente el «decidir si su obra ha ser (o no, cabría afiadir) divulgada y en qué
forma». El autor, pues, cuenta con tal derecho desde el mismo momento de la creación de la misma.
3. Asimismo es lógico que, dado ello, el artículo 31 permita la excepcional reproducción de las obras
sin consentimiento del autor, pero sólo en relación con las obras ya divulgadas. De no hacerlo así, la propia
Ley desconocería o conculcaría el derecho del autor a decidir sobre la divulgación de la obra creada.
4. Finalmente, el carácter potestativo de la inscripción en el Registro de la Propiedad Intelectual de la
obra creada dimana con toda claridad del encabezamiento del artículo 140, al afirmar que «podrán ser objeto
de inscripción en el Registro los derechos de propiedad intelectual ... ».
D) ¿Otros requisitos?
Algunos autores entienden que, además de los requisitos indicados, las creaciones literarias, artísticas o
científicas, deben reunir algunas características sobre las que -a mi entender- cabe expresar al menos ciertas dudas:
el carácter de creación intelectual, de una parte, y, de otra, la licitud o legalidad de la obra. De otra parte, aunque
más extrañamente, hay quien considera que la obra debe ser meritoria.
1. La creación intelectual como presupuesto de la creación de la obra: en relación con la primera de tales
características, es evidente que todas las obras protegidas encuentran sus cimientos en una actividad de tipo
intelectual. En tal sentido, son creaciones intelectuales, sin duda alguna. Sin embargo, no por ello ha de entenderse
que el carácter intelectual de la obra, presupuesto de la misma, sea lo que se protege, sino sencillamente el resultado:
la obra de carácter literario, artístico o científico. Que la conclusión obtenida es la más razonable lo acreditan un par
de consideraciones:
1. En primer lugar que existen obras fruto de la «creación intelectual» que no merecen la consideración de
obras protegidas. 2. En algún lugar, la propia Ley utiliza la expresión que se está considerando. 2. La presunta
licitud de la obra: ¿contenido o forma?: entre nuestros tratadistas, parece haber cuajado la idea de que, aunque la
Ley de Propiedad Intelectual nada -mejor, absolutamente nada- diga o establezca al respecto, debiera requerirse que
las obras susceptibles de protección tuvieran «un mínimo de licitud» 3. La calidad o mérito de la obra realizada: en
algún momento del pasado, se pretendió por la doctrina que las obras, para ser protegidas, deberían caracterizarse
por su valor intrínseco en cuanto aportación al mundo de la literatura, del arte o de la ciencia. Según ello, la obra
debería ser, además de original, meritoria, digna de loa y encomio generalizados.
4. LA AUTORíA Y COAUTORíA
Resulta necesario atender a quién o quiénes sean creadores de la obra, con independencia de que la
naturaleza de ella sea literaria, artística o científica. La concurrencia de diversas personas en la realización de
cualquier creación intelectual complica el análisis de una cuestión fundamental: saber quién o quiénes ostentan los
derechos de naturaleza personal y patrimonial que constituyen el marco jurídico del denominado derecho de autor o
propiedad intelectual.
En consecuencia, a la Ley no le preocupa en absoluto definir las (inexigibles) condiciones de capacidad de
obrar, sino sencillamente la delimitación y fijación de quién ha de considerarse creador de la obra y, por tanto,
atributario de los derechos subjetivos que conforman el derecho de autor. A tal efecto, la clasificación inicial de las
obras realizadas debe consistir en distinguir las obras individuales, fruto de un único autor, de las que, en términos
generales, pueden identificarse como obras plurales o colectivas, en atención a la participación de varios autores o
colaboradores en la realización de las mismas.
1. La propia Ley considera que, en el supuesto de obra colectiva, los derechos sobre la obra pueden
corresponder a una persona jurídica (art. 8).
2. En general, las corporaciones e instituciones de Derecho público son tendencialmente titulares
incluso de los derechos de carácter personal (o moral) de los autores ya fallecidos (art. 16).
Los editores de obras inéditas que se encuentren en el dominio público (arts. 129 y 130), durante un plazo de
veinticinco años, se entenderán subrogados en los derechos de explotación que hubieren correspondido a sus
autores.
B) Obras colectivas
La definición de obra colectiva en nuestra vigente Ley es muy farragosa: «se considera obra colectiva la
creada por la iniciativa y bajo la coordinación de una persona natural o jurídica que la edita o publica bajo su nombre
y está constituida por la reunión de aportaciones de diferentes autores cuya contribución personal se funde en una
creación única y autónoma, para la cual haya sido concebida sin que sea posible atribuir separadamente a cualquiera
de ellos un derecho sobre el conjunto de la obra realizada» (art. 8.1).
Los supuestos protípicos de obras colectivas vienen representados por los periódicos, los diccionarios o
enciclopedias
D) Obras independientes
72
www.uned-derecho.com
Dentro de las obras plurales, el párrafo segundo de] artículo 9 de la vigente Ley considera como obra
independiente «la que constituya creación autónoma, aunque se publique conjuntamente con otras». Por tanto, la
«independencia» de una obra integrada dentro de una obra plural indica que el conjunto de aportaciones que se
publican o divulgan conjuntamente, no generan una obra unitaria o una obra en colaboración.
En términos teóricos, distinguir un conjunto de obras independientes de las obras unitarias o en colaboración
puede resultar sencillo: las obras en colaboración presuponen inicialmente la necesidad de que todas las aportaciones
formen parte integrante de la obra considerada en su conjunto; mientras que, en cambio, la suma, agregación o
colección de obras independientes dentro de un mismo conjunto no es en sí misma definitoria de dicho conjunto. Sin
embargo, ello no puede ocultar que el segundo párrafo M artículo 9, por sí mismo, se limita a ser una norma
definitoria que no indica cuál sea el régimen jurídico de las obras ahora consideradas.
Es relativamente pacífico considerar como ejemplos paradigmáticos de conjuntos de obras independientes
las colecciones de estudios de diversos especialistas sobre un tema común, los libros conmemorativos o en
homenaje, o los discos de éxitos de] año. Pues bien, si se analizan tales supuestos, es claro a mi juicio que, en caso
de falta de pacto entre los autores de las distintas obras, a los conjuntos de obras independientes les serán aplicables
los párrafos 2, 3 y 4 del artículo 7 LPI, aunque según su letra se encuentren dictados en exclusiva para las obras
unitarias.
El autor puede modificar su obra o retirarla del mercado, pero naturalmente no tiene derecho alguno respecto de los
ejemplares que ya hayan sido adquiridos por terceras personas con anterioridad, como impone la más mínima lógica.
Por tanto, cuando el artículo 14.5.0 habla de respeto «a los derechos de los terceros» no se está refiriendo, en
general, a la colectividad de posibles adquirentes de la obra, sino a quienes tuvieran derechos de explotación sobre la
obra, tal y como con mayor corrección indica el número 6.0 del propio artículo. Así pues, ambos derechos requieren
que el autor indemnice a los titulares de los derechos de explotación los daños y perjuicios que semejante cambio de
criterio creativo les origine.
74
www.uned-derecho.com
aprovechamiento de su propietario, mientras que un disco de éxito puede ser indefinidamente reproducido y puede
generar a favor de «su propietario» beneficios indefinidos y sólo limitados por la saturación del mercado.
B) Derecho de distribución
El artículo 19 define qué debe entenderse por distribución: «La puesta a disposición del público del original
o copias de la obra, mediante su venta, alquiler, préstamo o de cualquier otra forma».
D) Derecho de transformación
Para el artículo 21 LPI: «La transformación de la obra comprende su traducción, adaptación y cualquier otra
modificación en su forma de la que se derive una obra diferente. Los derechos de propiedad intelectual de la obra
resultante de la transformación corresponderán al autor de esta última, sin perjuicio de los derechos del autor de la
obra preexistente».
6.4. Los límites: las reproducciones totales sin autorización del autor
Aunque la regla general establecida por la Ley sea que el ejercicio de cualesquiera de los derechos de
explotación queda reservado en exclusiva en favor del autor y que, por tanto, cualquier tercero necesitará contar con
su autorización (arts. 17 y ss.), la propia Ley establece igualmente una serie de límites o excepciones a tal principio
en los artículos 31 y siguientes.
A) Prueba documental: el número primero del artículo 31 excluye la necesidad de contar con la
autorización del autor, cuando la obra debe reproducirse para su «constancia en un procedimiento judicial o
administrativo».
B) Copias privadas: ya hemos indicado que resulta imposible de facto impedir la realización de
copias privadas de modo general. C) Copias privadas para invidentes: autoriza el artículo 31 la realización
75
www.uned-derecho.com
de copias o reproducciones de obras escritas «para uso privado de invidentes, siempre que la reproducción se
efectúe mediante el sistema Braille u otro procedimiento específico y que las copias no sean objeto de
utilización lucrativa». La razón de ser de semejante precepto es clara e indiscutible, al tiempo que en
absoluto perjudicial para el autor, pues un ciego nunca (o casi) adquiriría una obra escrita. Sobre todo en
España, donde la ONCE suministra, gratuitamente y en un tiempo prudencial, a todo invidente que lo solicite
copias en Braille o mediante cassettes de cualquier obra publicada.
D) Reproducciones destinadas a centros de documentación o de investigación: están igualmente
permitidas, sin necesidad de consentimiento del autor, las reproducciones de las obras que «se realicen sin
finalidad lucrativa por los museos, bibliotecas, ... hemerotecas o archivos, de titularidad pública o integradas
en Instituciones de carácter cultural o científico y la reproducción se realice exclusivamente para fines de
investigación» (art. 38).
E) Reproducciones de obras difundidas por los medios de comunicación social (cfr. art. 33.1).
F ) Reproducción de intervenciones públicas (cfr. art. 33.2).
G) Reproducciones satíricas o parodias (cfr. art. 39).
de relación contractual que permita acreditar la verdadera identidad del autor, pues en caso afirmativo lo que indica
realmente el artículo 27.2 es que resultan de aplicación las reglas generales establecidas en el artículo 26 y ya
consideradas.
D) Obras colectivas
La definición legal de las obras colectivas, la realiza la LPI en el artículo 8. El hecho de que en tales obras
resulte imposible atribuir a los participantes en la misma «un derecho sobre el conjunto de la obra realizada»,
comporta que el artículo 28.2 establezca que respecto de las obras colectivas el plazo es también de setenta anos,
pero contados matemáticamente desde su divulgación, con independencia de la duración de la vida de los autores y
de sus causahabientes.
G) Programas de ordenador
Conforme al artículo 98, si el autor es persona natural el plazo de protección se rige por las reglas generales,
mientras que si la obra se debe a una persona jurídica, será únicamente de setenta años.
H) Obras audiovisuales
Ha habido ya ocasión de subrayar que la vigente Ley de Propiedad Intelectual, respecto de la anterior de
1879, se caracteriza, entre otras cosas, por haber ampliado notoriamente el ámbito material de las obras literarias,
artísticas o científicas. Dicho ello, limitaré la exposición a indicar que los plazos establecidos por la Ley en beneficio
de las categorías de personas que anteriormente han sido reseñadas es, para todos ellos de cincuenta años, según
disponen respectivamente los artículos 112, 119, 125 y 127 de la vigente Ley.
I) Las meras fotografías
Pese al adjetivo, el legislador de 1987 no 'sólo no infravalora las fotografías como posibles obras artísticas o
científicas (que de ambos tipos habrá), sino que las ha elevado a objeto idóneo de la propiedad intelectual [cfr. art.
10.1.h)]. Por tanto, al hablar de meras fotografías, la Ley se refiere a aquellas que, por no alcanzar el grado de
creación original requerido a las obras objeto de propiedad intelectual, pueden ser realizadas por cualquiera o son,
en definitiva, repetibles de forma continuada e indiscriminada.
Pues bien, incluso las fotografías no originales o comunes otorgan a su realizador (quien, por consiguiente,
no es jurídicamente autor, aunque evidentemente sí lo es de facto) el derecho exclusivo de autorizar su reproducción,
distribución o comunicación pública, durante un período de veinticinco años desde su realización (cfr. art. 128).
7.3. Extinción de los derechos de explotación e incorporación de las obras al acervo cultural común
Nuestra vigente Ley formula dicha regla en el primer párrafo del artículo 41, afirmando que «la extinción de
los derechos de explotación de las obras determinará su paso al dominio público», trayendo pues a colación un
concepto (el de dominio público) que huelga en esta sede. En descargo de las deficiencias de dicho tenor literal, se
debe indicar que ya la Ley de 1879 utilizaba la expresión dominio público, para indicar que habían decaído los
77
www.uned-derecho.com
eventuales derechos de monopolio que sobre la obra podrían haber detentado (o, en su caso, habían detentado
efectivamente) tanto los autores cuanto sus causahabientes.
El propio artículo 41 de la vigente Ley se encarga de aclarar, en su segundo párrafo, que «las obras de dominio
público podrán ser utilizadas por cualquiera, siempre que se respete la autoría y la integridad de la obra, en los
términos previstos en los números tercero y cuarto del artículo A». Es decir, de acuerdo con su caracterización, los
derechos de carácter personal relativos a la paternidad y a la integridad de la obra deben ser en todo caso respetados
por los restantes agentes jurídicos y, en particular, por los empresarios del sector de la divulgación.
78
www.uned-derecho.com
por los trabajadores, en el entendimiento de que quien «vive de la pluma» necesita subsistir al igual que cualquier
otro trabajador de la sociedad.
propiedad intelectual de cualquier obra «al autor por el solo hecho de su creación», tal y como expresa el primer
artículo de la Ley 22/1987 de forma inequívoca.
La inscripción registral de los derechos de autor se contempla, pues, en la vigente Ley como un complemento
protector de los derechos preexistentes del autor, como una inscripción meramente potestativa.
Tema 15
EL USUFRUCTO
1.1. Concepto
El derecho real en virtud del cual una persona puede disfrutar (esto es, poseer y obtener los frutos o
rendimientos) de una cosa ajena se conoce -desde los tiempos romanos- con el nombre de usufructo.
En efecto, entre dicha fórmula y la primera proposición del artículo 467 del Código Civil: «El usufructo da
derecho a disfrutar los bienes ajenos con la obligación de conservar su forma y sustancia», la diferencia estriba
únicamente en que se ha incorporado la palabra forma. Sin embargo, la segunda proposición del mencionado
artículo no constituye precisamente una afirmación intrascendente: «a no ser que el título de su constitución o la ley
autoricen otra cosa», como en seguida veremos.
1.2. Caracteres
Evidentemente, por lo dicho en el capítulo primero, el derecho de usufructo es un derecho real limitado y, en
concreto, un derecho real de goce. el usufructo se encuentra caracterizado en nuestro actual sistema positivo por dos
notas fundamentales que deben resaltarse desde el momento de aproximación a su régimen jurídico:
En primer lugar, por la temporalidad o carácter temporal. Por ello, en contra de cuanto ocurría en el
Derecho romano clásico, el Código Civil limita la duración del usufructo:
81
www.uned-derecho.com
1. A treinta años cuando el usufructuario sea una persona jurídica: «No podrá constituirse el
usufructo a favor de un pueblo o Corporación o Sociedad por más de treinta años. Si se hubiese constituido,
y antes de este tiempo el pueblo quedara yermo, o la Corporación o la Sociedad se disolviera, se extinguirá
por este hecho el usufructo» (cfr. art. 515).
En caso de que el usufructuario sea una persona física se establece como tope máximo la vida de ésta
2. La referida temporalidad del usufructo conlleva que, en algún momento no excesivamente lejano
(aunque muchas veces al nudo propietario le parezca una eternidad), el usufructuario deba restituir la cosa
usufructuada al nudo propietario transmitiéndole el goce y disfrute efectivos de la misma. Por consiguiente,
no debe extrañar que el Código Civil exija al usufructuario la conservación de la cosa conforme a su
naturaleza anterior al usufructo y que, conforme a ello, el usufructuario, tendencialmente al menos, no podrá
alterar las condiciones materiales o el destino económico del bien usufructuado.
A) Reglas de capacidad
El propietario al constituir el usufructo (y convertirse, en consecuencia, en nudo propietario) realiza un acto
de disposición. Por tanto, en todo caso, debe tener libre disponibilidad y facultad de disposición sobre el bien objeto
del usufructo.
En relación con el usufructuario, es claro que su capacidad ha de ser suficiente en relación con el acto o
contrato que sirva de título de constitución del usufructo: convenio inter vivos, adquisición mortis causa o
usucapión.
B) Usufructos simultáneos
Se habla de usufructo simultáneo cuando las personas con derecho al usufructo ostentan conjuntamente y
simultáneamente dicha titularidad (por ejemplo, dos ancianas tías carnales ceden a un sobrino la propiedad de un
inmueble, pero reservándose en favor de ambas el usufructo). Como hemos visto, dicha titularidad simultánea es
objeto de contemplación expresa por parte del artículo 469. Si no fuera así, el resultado habría sido idéntico, pues
obviamente el usufructo no excluye la pluralidad de sujetos en el goce y disfrute de la cosa, que constituye un
supuesto de cotitularidad de derecho (real, en este caso) regido -como sabemos- por los artículos 392 y siguientes
del Código Civil
El problema más importante que presenta el usufructo simultáneo radica en determinar su duración. La
respuesta legal, ínsita en el propio artículo 525, consiste en imputar un carácter vitalicio al usufructo en relación con
el fallecimiento de aquél de los titulares que falleciese posteriormente: «no se extinguirá hasta la muerte de la última
[persona] que sobreviviere». Dicha regla coincide con la mayor parte de los supuestos prácticos, aunque por
supuesto cabe la existencia de usufructos simultáneos regidos por otra reglas al respecto (por ejemplo, podría fijarse
como vida contemplada en el plazo del usufructo la muerte de la primera tía fallecida, expresando que la otra
abandonará el inmueble para irse a una residencia o a vivir con cualquiera).
En los casos de duración del usufructo simultáneo hasta el fallecimiento del último de los cotitulares, se
plantea de otro lado el problema de saber si, mientras subsiste el usufructo, la cuota del ya fallecido (o de los ya
fallecidos) acrece al resto de los usufructuarios o, por el contrario, forma parte de la herencia de aquél.
Generalmente, entiende la doctrina --con buen criterio- que, salvo que otra cosa pudiera deducirse en contrario del
título de constitución (lo que será sumamente raro), la cuota del fallecido no se integra en el caudal hereditario.
C) Usufructos sucesivos
Se denominarían así aquellos casos (generalmente de origen testamentario) en que el constituyente del
usufructo designa a varias personas para que, de forma sucesiva, asuman la condición de usufructuarios (por
ejemplo, lego el derecho de usufructo a mi hija y, en caso de faltar, a mi nieto primogénito). En tales supuestos, el
problema fundamental viene representado por el hecho de que la consideración de un elenco interminable (o,
simplemente, largo) de usufructuarios diera al traste con el carácter necesariamente temporal que nuestro Derecho
positivo exige al usufructo.
Aparte de la referencia contenida en el artículo 469, no dedica nuestro Código ningún precepto concreto a tal tipo de
usufructo. Por ello, el sentir general considera que son de aplicación analógica al caso las reglas sobre la posible
extensión de las sustituciones fideicomisarias establecidas en el artículo 781.
Las cosas objeto de usufructo pueden ser tanto muebles como inmuebles, aunque en la práctica estos
últimos siempre se han llevado la palma, quizá porque la conservación de su forma y sustancia plantea menos
problemas (todo ello, claro está, iuxta modum: el usufructo es una figura relativamente frecuente en la sociedad
contemporánea, si se exceptúa el usufructo del cónyuge viudo). Naturalmente tales cosas deben cumplir los
requisitos generales de ser susceptibles de apropiación, transmisibles y no estar fuera del comercio.
Que el usufructo puede recaer sobre la cosa en su conjunto o sólo sobre parte de ella, parece obvio. El usufructo de
derechos, por su parte, sólo podrá constituirse cuando éstos no sean personalísimos e intransmisibles
fundamentalmente para atender a la responsabilidad del usufructuario en relación con el pago de las deudas que exija
la administración del patrimonio.
85
www.uned-derecho.com
El actual tenor literal M artículo 492 establece que la obligación de prestar fianza «no es aplicable al
vendedor o donante que se hubiere reservado el usufructo de los bienes vendidos o donados, ni a los padres
usufructuarios de los bienes de los hijos, ni al cónyuge sobreviviente respecto de la cuota legal usufructuaria si no
contrajeren los padres o el cónyuge ulterior matrimonio». La inexistencia de la obligación de afianzar no debe
presentarse, por proyección del artículo 493, como una «dispensa legal» La ratio legis de dicha exclusión, por otra
parte, es clara analizada caso por caso:
¿Cómo exigir al donante -o vendedor, generalmente a bajo precio- de la nuda propiedad, después de
su gesto de altruismo o beneficencia hacia el donatario-comprador-nudo propietario, prestar fianza?
¿Cómo exigir fianza a los padres cuando los bienes en usufructo, conforme al originario artículo 160
del CC, presuponían simultáneamente la convivencia del hijo bajo el techo paterno?
¿En virtud de qué iba la Ley a exigir fianza al cónyuge cuando sus hijos-legitimarlos son los
realmente favorecidos en el sistema de legítimas?
4.4. La dispensa
En los restantes casos, no contemplados en el artículo 492, cabe la verdadera dispensa de las obligaciones de
inventario y fianza, bien sea porque expresamente así lo plantea el constituyente del usufructo voluntario, coincida o
no con el nudo propietario; o bien porque el nudo propietario, siendo persona distinta al constituyente del usufructo,
llegado el momento de materialización del usufructo, no reclama al usufructuario el cumplimiento de las
obligaciones de inventario y fianza.
La utilización verbal en pasiva impersonal («podrá ser dispensado») sugiere que, por ejemplo, el
constituyente a través de testamento puede dispensar al usufructuario de las obligaciones de inventario y fianza y
que el resto de los herederos habrán de estar y pasar por la voluntad del constituyente
Respecto de la caución juratoria prestada por el usufructuario, en caso de no haber prestado fianza, debe
confrontarse el artículo 495. En el precepto inmediatamente anterior se regulan las facultades del nudo propietario de
solicitar la administración de los bienes y, en su caso, de que se vendan los bienes muebles sobre los que recae el
usufructo.
cargas y contribuciones anuales y el de las que se consideran gravámenes de los frutos, será de
cuenta del usufructuario todo el tiempo que el usufructo dure».
2. Comunicar cualesquiera perturbaciones del derecho de (nuda) propiedad. « El usufructuario -
impone el art. 5 11estará obligado a poner en conocimiento del propietario cualquier acto de un
tercero, de que tenga noticia, que sea capaz de lesionar los derechos de propiedad, y responderá,
si no lo hiciere, de los daños y perjuicios, como si hubieran sido ocasionados por su culpa».
5.2. Obligaciones del nudo propietario relativas a la conservación de los bienes objeto de usufructo
Dado el sustrato propio del usufructo y atendiendo a que, mientras dure, el nudo propietario carece de goce
y disfrute posesorio alguno sobre los bienes, es natural que el número de las obligaciones que sobre él pesan sea
notoriamente menor. En todo caso, en evitación del deterioro o perjuicio de la cosa, el nudo propietario ha de
afrontar, al menos, las dos obligaciones siguientes:
1. El abono del coste de las reparaciones extraordinarias. El primer inciso del artículo 501 lo
establece con toda claridad: «Las reparaciones extraordinarias serán de cuenta del propietario».
2. El pago de los tributos e impuestos que le competan. Dispone, en efecto, el artículo SOS que
«Las contribuciones que durante el usufructo se impongan directamente sobre el capital, serán de
cargo del propietario.
Esta última posición es la que parece ser seguida mayoritariamente por la jurisprudencia del Tribunal
Supremo y por la mayoría de los civilistas españoles. Dicho en Román paladino, estaríamos frente a un usufructo al
que se le agrega una especial legitimación al usufructuario para disponer en la medida, manera, modo y condiciones
que se estatuyan en el título de constitución del usufructo; pero, en todo lo demás, se habrían de aplicar las normas
propias del usufructo que prevalecerían, como sustrato, sobre la facultad de disposición.
La obligación de conservar la forma y sustancia también hace aguas a consecuencia de la admisión general
del usufructo con facultad de disposición
C) La realización de mejoras
El usufructuario se encuentra especialmente autorizado por la Ley para realizar mejoras en la cosa
usufructuada, sean útiles o sean meramente de recreo o puramente suntuarias, a su libre albedrío, siempre que
respete la forma y sustancia de la cosa (cfr. art. 487).
D) La inexistencia de facultades del usufructuario en relación con el tesoro oculto y las minas
Sólo se ve limitada la posición del usufructuario en relación con las minas y tesoros ocultos que pudieran
encontrarse en la finca.
88
www.uned-derecho.com
En efecto, la segunda proposición del artículo 471 establece que «Respecto de los tesoros que se hallaren en
la finca será considerado [el usufructuario] como extraño», demostrando así el Código que las facultades de goce y
disfrute del usufructuario son, aunque mínimamente, algo menores que las del enfiteuta
A) Usufructos de plantaciones
Es objeto de contemplación por los artículos 483 y 484, que disponen lo siguiente:
«El usufructuario de viñas, olivares u otros árboles o arbustos podrá aprovecharse de los pies
muertos, y aun de los tronchados o arrancados por accidente, con la obligación de reemplazarlos por otros»
(art. 483).
«Si, a consecuencia de un siniestro o caso extraordinario, las viñas, olivares y otros árboles o
arbustos hubieran desaparecido en número tan considerable que no fuese posible o resultase demasiado
gravosa la reposición, el usufructuario podrá dejar los pies muertos, caídos o tronchados, a disposición del
propietario, y exigir de éste que los retire y deje el suelo expedito» (art. 484).
B) Usufructo de montes
Al usufructo de montes se refiere el artículo 485 en los siguientes. términos: «El usufructuario de un monte
disfrutará todos los aprovechamientos que puede éste producir según su naturaleza.
Fuera de lo establecido en los párrafos anteriores, el usufructuario no podrá cortar árboles por el pie como
no sea para reponer o mejorar alguna de las cosas usufructuadas y en este caso hará saber previamente al propietario
la necesidad de la obra».
C) Usufructo de rebaños
Conforme al artículo 499 «Si el usufructo se constituyere sobre un rebaño o piara de ganado, el usufructuario
estará obligado a reemplazar con las crías las cabezas que mueran anual y ordinariamente, o falten por la rapacidad
de animales dañinos.
D) Usufructo de minas
Según se ha avanzado antes «No corresponden al usufructuario de un predio en que existen minas los
productos de las denunciadas, concedidas o que se hallen en laboreo al principiar el usufructo, a no ser que
expresamente se le concedan en el título constitutivo de éste, o que sea universal.
Podrá, sin embargo, el usufructuario extraer piedras, cal y yeso de las canteras para reparaciones u obras que
estuviere obligado a hacer o que fueren necesarias» (art. 476).
El artículo 477, por su parte, establece una excepción de importancia en relación con lo establecido en el
precepto inmediatamente antecedente: «Sin embargo, de lo dispuesto en el artículo anterior, en el usufructo legal
podrá el usufructuario explotar las minas denunciadas, concedidas o en laboreo, existentes en el predio, haciendo
suya la mitad de las utilidades que resulten después de rebajar los gastos, que satisfará por mitad con el propietario».
89
www.uned-derecho.com
arrendaticio a otra persona «pero todos los contratos que celebre se resolverán al fin del usufructo», salvo la
subsistencia durante el año agrícola de los arrendamientos de fincas rústicas.
Semejante previsión cautelar del artículo, al ordenar la resolución de los contratos en el momento de
finalización del usufructo, es un corolario del carácter temporal del propio derecho de usufructo, que ha sido a veces
respetada y seguida por la legislación especial arrendaticia y, en otros casos, claramente preferida en contra de los
legítimos intereses del nudo propietario.
las obligaciones) qué deba entenderse por pérdida de la cosa. Ante ello, como plantean los Profesores DiEZ-PIcAzo
y GULLóN, cabe el recurso de reclamar la aplicación analógica de lo dispuesto en relación con dicha expresión en
una norma relativamente «perdida» (en cuanto ubicada en contexto diferente al que realmente le correspondería)
como es el artículo 1.122: «Entiéndese que la cosa se pierde cuando perece, queda fuera del comercio o desaparece
de modo que se ignora su existencia, o no se puede recobrar».
La pérdida, pues, puede ser tanto de origen fáctico (maremoto que destruye el chalé sito en primera línea de
playa; derrumbe de un inmueble urbano a consecuencia de cualesquiera causas: movimiento sísmico; bomba de
inaudita potencia puesta por un grupo terrorista; corrimiento del suelo por brutales alteraciones de las capas
freáticas; etc.) cuanto jurídico (el chalé ha de ser derruido por imponerlo así una Ley de Costas; el edificio debe
demolirse a consecuencia de una grave infracción urbanística; el coto de caza deja de tener sentido al prohibirse
legalmente cazar en el territorio en que se encuentra; etc). Pero no obstante, véase cuanto se dice a continuación en
relación con el artículo 517.
El carácter total de la pérdida, en sentido material, no parece que haya de equipararse a una verdadera
desintegración física de la cosa, sino a una ruina o destrucción de tal naturaleza que haga perder la forma y sustancia
de la cosa objeto de usufructo
8.2. La prescripción
La referencia del artículo 513.7 a la prescripción debe ser entendida en el sentido de que la prescripción
extintiva del derecho de usufructo se produce cuando su titular no ejercita los derechos correspondientes en el plazo
de seis años (art. 1.962) o de treinta años (art. 1.963), respectivamente, según recaiga sobre bienes muebles o
inmuebles.
91
www.uned-derecho.com
abonar al usufructuario el interés legal del importe de la indemnización por todo el tiempo que deba durar el
usufructo. Si el propietario optare por lo último, deberá afianzar el pago de los réditos».
La norma concede al nudo propietario una facultad de elección entre la continuación del usufructo recayendo
sobre una nueva cosa o bien el abono del interés legal del justiprecio. En el primer caso, obviamente, no habría
extinción del usufructo, sino una mera novación o modificación objetiva de la relación jurídico-real preexistente. La
cosa, dice el precepto, debe ser «de igual valor y análogas condiciones»; el derecho de usufructo, cabe parafrasear,
debe mantenerse también «en análogas condiciones» a las que, en su día, regularon su constitución, pues la
subrogación real no afectaría a su vigencia.
Por el contrario, en el supuesto de que el nudo propietario opte por la segunda de las alternativas, hay que
entender que el usufructo ha quedado extinto y sustituido en este caso por el pago de una obligación pecuniaria.
Tema 16
LAS SERVIDUMBRES
El artículo 532.4 define como servidumbres aparentes «las que se anuncian y están continuamente a la vista por signos exteriores,
que revelan el uso y aprovechamiento de los mismos»; mientras que en el siguiente párrafo configura como servidumbres no aparentes «las
que no presentan indicio alguno exterior de su existencia».
En consecuencia, la distinción ahora considerada bascula básicamente sobre la posible publicidad que generan los signos externos
que, de forma instrumental pero permanente, revelan la existencia de una servidumbre.
94
www.uned-derecho.com
«El que para dar riego a su heredad o mejorarla, necesite construir parada o partidor en el cauce por donde haya de recibir el agua,
podrá exigir que los dueños de las márgenes permitan su construcción, previo abono de daños y perjuicios, incluso los que se originen en la
nueva servidumbre a dichos dueños y a los demás regantes» (art. 562 CC).
D) La llamada servidumbre natural de aguas
Dispone al respecto el artículo 552 del Código lo siguiente: «Los predios inferiores están sujetos a recibir las aguas que
naturalmente y sin obra del hombre descienden de los predios superiores, así como la tierra o piedra que arrastran en su curso. Ni el dueño
del predio inferior puede hacer obras que impidan esta servidumbre, ni el del superior obras que la agraven».
E) Servidumbres relativas al uso de las ríos
Desde su promulgación, establece el Código Civil sobre la materia que «Las riberas de los ríos, aun cuando sean de dominio
privado, están sujetas en toda su extensión y sus márgenes, en una zona de tres metros, a la servidumbre de uso público en interés general de
la navegación, la flotación, la pesca y el salvamento.
Sin embargo, en la actualidad el Reglamento de Dominio Público Hidráulico (arts. 6 a 8) ha ampliado notoriamente la zona de
servidumbre (en general, cinco metros) y además prevé una «zona de policía de cien metros de anchura en la que se condicionará el uso del
suelo y las actividades que se desarrollen».
De conformidad con lo establecido en el artículo 569 «Si fuere indispensable para construir o reparar algún edificio pasar materiales
por predio ajeno, o colocar en él andamios u otros objetos para la obra, el dueño de este predio está obligado a consentirlo, recibiendo la
indemnización correspondiente al perjuicio que se le irrogue». El supuesto regulado es prima facie claro. Más dudoso en que, dado su
absoluto carácter esporádico, se trate realmente de una verdadera servidumbre y no sencillamente de un corolario de las relaciones de
vecindad. Igualmente dudoso es si resulta aplicable tanto a fincas rústicas cuanto a urbanas o sólo a estas últimas, pues textualmente se habla
de «edificio».
D) Servidumbre de paso para ganados: las vías pecuarias
Establece el artículo 570.1 CC que «Las servidumbres existentes de paso para ganados, conocidas con los nombres de cañada,
cordel, vereda o cualquier otro, y las de abrevadero, descansadero y majada, se regirán por las ordenanzas y reglamentos del ramo, y, en su
defecto, por el uso y costumbre del lugar». Mas, pese a ello, las cañadas, cordeles y veredas no son propiamente hablando espacios sujetos a
servidumbre, sino vías pecuarias stricto sensu: esto es, «rutas o itinerarios por donde discurre o ha venido discurriendo tradicionalmente el
tránsito ganadero», según la definición del artículo 1.2 de la vigente Ley de Vías Pecuarias
Semejante pérdida o menoscabo en el posible aprovechamiento constructivo de su terreno encuentra su causa en que «Por cualquier título se
hubiere adquirido derecho a tener vistas directas, balcones o miradores sobre la propiedad colindante«.
«destino del padre de familia» que ha acabado por utilizarse, junto con la de «constitución por signo aparente» Si el origen y desarrollo
histórico es relativamente pacífico, ha sólido sin embargo ser sumamente debatido el sentido del precepto. Para algunos autores (la mayor
parte de los tratadistas españoles que hoy podemos considerar clásicos), el fundamento de la regla legal habría de encontrarse en la voluntad
tácita del paterfamilias que genera la situación fáctica que, a su vez, el precepto convierte en supuesto de hecho. Otros estudiosos, en cambio,
hacen especial hincapié en el dato de que la regla legal no encuentra verdadero fundamento en la sedicente voluntad tácita del propietario,
sino en la circunstancia de que ciertas situaciones objetivas llevan al Código a declarar por ministerio de la ley u ope legis la existencia de la
servidumbre Andando el tiempo, ambas perspectivas han sido calificadas dogmática y pedagógicamente como tesis de la voluntad tácita (o
tesis voluntarista) y tesis legalista.
En efecto, en el caso de servidumbre por signo aparente, por principio y en el momento de nacimiento (o posibilidad de
reclamación) de la servidumbre, habremos de considerar radicalmente inviable que «los derechos del predio dominante y las obligaciones del
sirviente» puedan determinarse por la usucapión o por el título, tal y como prevé el primer inciso del artículo 598 [«título» significa para este
precepto, obsérvese, acuerdo o declaración de voluntad(es) jurídicamente relevante o documento o escritura en que se plasmen tales
determinaciones de la voluntad humana]. En cambio, en el artículo 541 precisamente «La existencia de un signo aparente ... se considerará
como "título" ... ». Ergo, insistamos, habrá de entenderse aplicable, por imperativo del segundo inciso del artículo 598, de forma supletoria
pero necesaria, el sector normativo relativo a las servidumbres legales o el sector normativo legal aplicable al conjunto de las servidumbres
como hemos señalado, adaptándolo --claro es- al supuesto concreto objeto de análisis.
Así, observa el Profesor RocA JuAN que «la jurisprudencia del Tribunal Supremo no parece mantener un criterio decisivo: Unas
veces lo considera «un estado de hecho que ha dado nacimiento a la servidumbre .... », pero «en relación con la intención del propietario que
haya creado ese estado de cosas» (STS 8 de marzo de 1942); otras afirma que «según el artículo 541 adquiere la consideración de título el
propio signo aparente por ministerio de la ley» (STS 6 de enero de 1932), y otras que «... la conservación del signo aparente del uso
establecido revela la voluntad de los propietarios de mantenerla»
97
www.uned-derecho.com
- Por pasiva, establece el artículo 539 que «Las servidumbres continuas no aparentes, y las discontinuas, sean o no
aparentes, sólo podrán adquirirse en virtud de título»
En consecuencia, haciendo una ligera recapitulación sobre afirmaciones ya vertidas antes:
A) Serían usucapibles las servidumbres de acueducto, luces y vistas... por ser continuas y aparentes.
B) No podría adquirirse por usucapión la servidumbre de paso, por ser discontinua.
Desde otro punto de vista, la inseparabilidad del predio arroja el resultado de que el titular activo de la servidumbre no
puede realizar acto de enajenación alguno respecto de la servidumbre sin enajenar o gravar el propio predio.
4. La especial relación de subordinación o inherencia de la servidumbre al predio y, de otro lado, la relación de servicio
entre predio dominante y sirviente, arroja como resultado la prolongada duración temporal de la servidumbre aún sin propugnar su
radical perpetuidad. En todo caso, quizá sea correcto afirmar que la servidumbre es tendencialmente perpetua y que, en cambio, las
relaciones de servicio de carácter temporal, en la generalidad de los supuestos, deben considerarse más como prestaciones de
naturaleza personal que como verdaderas servidumbres.
5. La servidumbre se caracteriza asimismo por su indivisibilidad, sin que se vea afectada, en caso de seguir siendo
necesaria, por la segregación o división de los fundos. El artículo 535 lo expresa con claridad «Las servidumbres son indivisibles. Si
el predio sirviente se divide entre dos o más, la servidumbre no se modifica y cada uno de ellos tienen que tolerarla en la parte que
le corresponda».
Tema 17
LOS CENSOS
100
www.uned-derecho.com
El carácter perpetuo de una figura tan borrosa en los tiempos contemporáneos como el censo, lleva al Código a configurar la finca
gravada como un bien radicalmente indivisible. Lo establece así el artículo 1.618 y lo remacha el artículo 1.619.
Conforme al párrafo primero del artículo 1.618 «No pueden dividirse entre dos o más personas las fincas gravadas con censo sin el
consentimiento expreso del censualista, aunque se adquieran a título de herencia». Por su parte, el artículo 1.619 mantiene y confirma dicha
regla, en evitación de que la sucesión hereditaria pudiera considerarse como excepción a aquélla: «Cuando se intente adjudicar la finca
gravada con censo a varios herederos, y el censualista no preste su consentimiento para la división, se pondrá a licitación entre ellos. A falta
de conformidad, o no ofreciéndose por alguno de los interesados el precio de tasación, se venderá la finca con la carga, repartiéndose el
precio entre los herederos».
La finca, pues, ha de mantenerse indivisa en todo caso, salvo «consentimiento expreso del censualista».
2. REGLAS COMUNES
2.1. Constitución
Respecto de la constitución contractual de la enfiteusis, el artículo 1.628 dispone que «El censo enfitéutico sólo puede establecerse
sobre bienes inmuebles y en escritura pública». Comúnmente, se entiende que al igual que ocurre en el caso de superficie o hipoteca, dicho
precepto impone considerar que se trata de un requisito ad solemnitatem que, sin embargo, no resultaría aplicable a los censos consignativo y
reservativo. En éstos, pues, ha de entenderse que la escritura sólo puede exigirse con forma complementaria o ad probationem (cfr. art.
1.280.1 CC), salvo en el ámbito territorial en que resulte aplicable la Ley catalana 611990 (ya que su art. 4 establece que «La constitución
negocial de un censo ha de hacerse necesariamente en escritura' pública »)
Igualmente rara ha sido y será la constitución de censos mediante la usucapión De otra parte, la usucapión en cuanto causa de
constitución plantea un grave problema en relación con uno de los datos que, de forma necesaria, ha de constar en el título por el que se crea
o constituye la figura censal: el montante del capital entregado en el censo consignativo o el valor de la finca en el censo reservativo y en el
censo enfiteútico, a efectos de la posible redención del censo
2.3. Transmisión
Como ya hemos avanzado, la tendencial perpetuidad del censo no obsta, como es natural, sino que potencia la posibilidad de que,
ora el censualista ora el censatario, transmitan a cualquier otra persona la posición que, respectivamente, ocupan.
En tal sentido, establece el artículo 1.617 que «Pueden transmitirse a título oneroso o lucrativo las fincas gravadas con censos, y lo
mismo el derecho a percibir la pensión».
2.4. Redención
Aunque la redención no es más que una específica causa de extinción de los censos, precisamente dicho carácter específico y su
función propia de ser antagónica a la duración perpetua del censo, hacen aconsejable su tratamiento por separado.
Al transcribir antes el artículo 1.608, hemos visto ya que «el censatario podrá redimir el censo a su voluntad, aunque se pacte lo
contrario». Esto es, si la perpetuidad del censo es esencial a la figura, lo es igualmente la posibilidad de redención.
A) Abono de la redención
¿En qué consiste la redención? La respuesta se encuentra en el propio tenor literal del Código:
- Conforme al artículo 1.658 «La redención del censo consignativo consistirá en la devolución al censualista, de una
vez y en metálico, del capital que hubiese entregado para constituir el censo».
- Para el censo reservativo, la aplicación de los artículos 1.616 y 1.662 supone que el censatario habrá de entregar al
censualista, «de una vez y en metálico» el importe de la valoración de la finca.
- «La redención del censo enfitéutico -dispone el art. 1.651consistirá en la entrega en metálico, y de una vez, al dueño
directo del capital que se hubiese fijado como valor de la finca al tiempo de constituirse el censo, sin que pueda
exigirse ninguna otra prestación, a menos que haya sido estipulada».
101
www.uned-derecho.com
Obsérvese la reiteración en las expresiones «de una vez» y «en metálico». La primera expresión significa obviamente que el
censatario no puede obligar al censualista a aceptar redenciones parciales
B) Requisitos de la redención
El censatario o el dueño útil deben cumplir los siguientes requisitos:
1. Preaviso de un año: «Para llevar a efecto la redención, el censatario deberá avisarlo al censualista con un año de
antelación, o anticiparle el pago de una pensión anual» (art. 1.609).
2. Encontrarse al corriente en el pago de las pensiones (art. 1.610.2).
C) Gastos de la redención
Para cualquiera de las figuras censales, dispone el artículo 1.612 que «Los gastos que se ocasionen para la redención y liberación
del censo serán de cuenta del censatario, salvo los que se causen por oposición temeraria, a juicio de los Tribunales».
5. RÉGIMEN JURÍDICO
5.1. Derechos y facultades del enfiteuta
Existen diversos preceptos en el Código que manifiestan el carácter de verdadero dueño (aunque, claro está, haya que calificarlo
como útil, en cuanto también existe un dueño directo) del enfiteuta. En principio porque la facultad de goce y disposición de la finca le
corresponden de manera prácticamente exclusiva:
- Según el artículo 1.632 «El enfiteuta hace suyos los productos de la finca y de sus accesiones» y, además, «tiene los
mismos derechos que corresponderían al propietario en los tesoros y minas que se descubran en la finca enfitéutica».
- «Puede el enfiteuta -asimismo, conforme al art. 1.633disponer del predio enfitéutico y de sus accesiones, tanto por
actos entre vivos como de última voluntad, dejando a salvo los derechos del dueño directo».
102
www.uned-derecho.com
- Por si la atribución de la facultad de disposición de la finca no fuera suficiente, remacha el artículo 1.635 que «El
enfiteuta podrá donar o permutar libremente la finca», pero en este caso deberá actuar «poniéndolo en conocimiento
del dueño directo».
En parecida línea, dispone el artículo 1.634 que «Cuando la pensión consista en una parte alícuota de los frutos de la finca enfitéutica, no
podrá imponerse servidumbre ni otra carga que disminuya los productos sin consentimiento expreso del dueño directo». La limitación
dispositiva nace en este supuesto de la forma particular en que ha quedado fijada la pensión y en evitación de que la disminución de la
productividad de la finca perjudique al dueño directo.
6.2. El foro
Según la afirmación tradicional y común de la generalidad de la doctrina, el foro es una figura jurídica característica del «país gallego» y,
salvo matices y la propia denominación, enormemente similar a la enfiteusis.
103
www.uned-derecho.com
«El contrato en cuya virtud el dueño del suelo cede su uso para plantar viñas por el tiempo que vivieren las primeras cepas,
pagándole el cesionario una renta o pensión anual en frutos o en dinero, se regirá por las reglas siguientes:
1. Se tendrá por extinguido a los cincuenta años de la concesión, cuando en ésta no se hubiese fijado expresamente otro
plazo.
2. También quedará extinguido por muerte de las primeras cepas, o por quedar infructíferas las dos terceras partes de las
plantadas.
3. El cesionario o colono puede hacer renuevos y mugrones durante el tiempo del contrato.
4. No pierde su carácter este contrato por la facultad de hacer otras plantaciones en el terreno concedido, siempre que
sea su principal objeto la plantación de viñas.
5. El cesionario puede transmitir libremente su derecho a título oneroso o gratuito, pero sin que pueda dividirse el uso de
la finca, a no consentirlo expresamente su dueño.
6. En las enajenaciones a título oneroso, el cedente y el cesionario tendrán recíprocamente los derechos de tanteo y de
retracto, conforme a lo prevenido para la enfiteusis y con la obligación de darse el aviso previo que se ordena en el
artículo 1.637.
7. El colono o cesionario puede dimitir o devolver la finca al cedente cuando le convenga, abonando los deterioros
causados por su culpa.
8. El cesionario no tendrá derecho a las mejoras que existan en la finca al tiempo de la extinción del contrato, siempre
que sean necesarias o hechas en cumplimiento de lo pactado.
En cuanto a las útiles y voluntarias, tampoco tendrá derecho a su abono, a no haberlas ejecutado con
consentimiento por escrito del dueño del terreno, obligándose a abonarlas. En este caso se abonarán dichas mejoras por el
valor que tengan al devolver la finca.
9. El cedente podrá hacer uso de la acción de desahucio por cumplimiento del término del contrato.
10. Cuando después de terminado el plazo de los cincuenta años o el fijado expresamente por los interesados, continuare
el cesionario en el uso y aprovechamiento de la finca por consentimiento tácito del cedente, no podrá aquél ser
desahuciado sin el aviso previo que éste deberá darle con un año de antelación para la conclusión del contrato.»
De otra parte, según el artículo 4 de la vigente Ley de Arrendamientos Rústicos, deben aplicarse las reglas transcritas a «los
contratos en cuya virtud el dueño del suelo cede, contra un canon o participación fija o variable, su uso por tiempo superior a doce años para
plantar y aprovechar viñas, naranjos, olivares u otras especies arbóreas no forestales».
Tema 18
La Superficie
Sin embargo, no es así. De hecho, en el Código Civil sólo se nombra en una ocasión el derecho de superficie, y, por cierto, «de
pasada», Por ello suele afirmarse comúnmente que, tanto en el momento de su publicación cuanto actualmente, el derecho de superficie
carece de regulación en el Código Civil Lo mismo puede decirse de las leyes especiales Sigue el Código, pues, como sus homólogos en el
resto de los países europeos en el período de la codificación que prestaron escasa atención al derecho de superficie, lo que la realidad social
revelaba: el desconocimiento y la falta de utilización práctica del derecho de superficie, al tiempo que la Ley de Bases manifestaba una
decidida «voluntad legislativa» de erradicar la figura del panorama del Derecho patrimonial contemporáneo.
3. CONCEPTO Y CARACTERES
3.1. Concepto
Una vez aceptada en el Derecho contemporáneo su naturaleza autónoma, se puede afirmar que, en nuestro Derecho, el derecho de
superficie consiste en la facultad que tiene una persona, denominada superficiario, para edificar o plantar en suelo ajeno, pudiendo disfrutar
de lo edificado o plantado como verdadero propietario, durante un plazo generalmente temporal, a cambio de pagar un canon o precio (por lo
común de carácter periódico, aunque puede consistir también en un tanto alzado e incluso en cláusulas cercanas al intercambio o permuta del
derecho a construir o plantar por la entrega de parte de lo edificado o plantado).
3.2. Caracteres
Hablando en términos generales, en la actualidad se pueden predicar del derecho de superficie los siguientes caracteres:
1. Es, en principio, un derecho real de goce, que ante todo otorga a su titular la facultad de edificar o plantar en suelo
ajeno. Sin embargo, una vez que se haya edificado o plantado en suelo ajeno, el titular del derecho de superficie va a
poder gozar o disfrutar de la edificación o plantación cual si de un verdadero dueño temporal se tratara, sin ser
perturbado por el dueño del suelo en el que se edificó o plantó, pues el derecho de superficie entraña, como ya se
predicó en la caracterización general de los derechos reales de goce, un componente posesorio claro.
Así pues, el carácter de derecho real limitado que acaba de subrayarse no empaña, como antes se ha aclarado, que
el superficiario sea dueño de lo construido o sembrado, y que por tal título pueda disponer del derecho de superficie, que
es facultad propia de todo propietario 3. Además, en nuestro ordenamiento jurídico, el derecho de superficie es
actualmente un derecho real temporal, o temporalmente limitado, en contra de cuanto ocurre en las legislaciones de otros
países (Alemania, Suiza e Italia), en los que cabe el pacto de una superficie temporalmente indefinida.
4. Siendo temporal el derecho de superficie, como último carácter o nota a destacar en esta aproximación inicial
ha de subrayarse la consecuencia de que, expirado el plazo por el que se constituyó, lo edificado o plantado revierta al
propietario del suelo. Esto es, la constitución del derecho de superficie desemboca necesariamente en la reversión de lo
construido o plantado en favor del propietario del suelo.
4. CONSTITUCIÓN
4.1. Elementos personales
Dos partes se relacionan jurídicamente en el derecho de superficie: el propietario del suelo que concede el derecho de superficie, y
que por ello es denominado también concedente o superficiante; y el superficiario o concesionario, es decir, el titular del derecho de
superficie.
El superficiante, como propietario del terreno, puede ser una persona privada (individual o colectiva, como es el caso de las
mancomunidades de montes), o pública (esto es, el Estado, CC. AA., municipios, o, en general cualesquiera entes públicos). En cualquier
caso, necesitará de capacidad de disposición del inmueble que ha de ser gravado, lo que presupone su plena titularidad dominical.
Al superficiario sólo se le exigirá capacidad general para obligarse.
105
www.uned-derecho.com
5. DURACIÓN
Actualmente se puede afirmar que el derecho de superficie es un derecho tendencialmente temporal. Ello quiere decir que las leyes
que venimos considerando regulan su existencia señalando un plazo máximo de duración.
Concretamente el TR-1992 expresa que dicho plazo no podrá exceder de setenta y cinco (75) o noventa y nueve (99) años según que los
concedentes del suelo sean, respectivamente, personas públicas o particulares (art. 289), respectivamente. Se desvía con ello del plazo de
cincuenta (50) años previsto para la superficie urbana y del señalado por la LMVMC para la superficie creada en montes vecinales en mano
común porque, tanto si es urbana como si es rústica, el derecho de superficie no puede ser superior a 30 años
6. CONTENIDO
6.1. Derechos y facultades del superficiario
Como principales derechos del superficiario pueden señalarse los siguientes:
1. Derecho a edificar o plantar si aún no se hizo, o si se destruyó lo edificado o plantado y queda tiempo para ello.
2. Derecho de propiedad sobre lo edificado o sembrado, al menos, mientras dure el derecho de superficie.
3. Derecho de disposición de su derecho de superficie.
4. El derecho real de utilizar el suelo ajeno para mantener en él lo edificado o plantado, y realizar todos los actos
necesarios al ejercicio de la propiedad superficiaria.
6.2. Derechos y facultades del concedente
Por su parte, los derechos del dueño del suelo son:
1. Sin duda alguna, considerando el tema a largo plazo, el sustrato económico de la constitución del derecho de superficie
se asienta en el derecho fundamental del concedente: en la denominada reversión a su patrimonio de lo edificado, construido o
plantado.
2. Derecho a la satisfacción de una contraprestación cuando se constituyó de forma onerosa la superficie.
Dicha contraprestación puede consistir, según el TR-1992, en una suma alzada, en un canon periódico, en la adjudicación
de viviendas o locales o derechos de arrendamientos de unas y otras, o en varias modalidades a la vez 3. Respecto de la superficie
urbanística, el concedente tiene derecho a exigir que el superficiario edifique dentro del término previsto en la licencia que autorice
edificar (cfr. art. 35 TR-1992), pues, en caso contrario, el derecho de superficie se extingue con los efectos previstos para tal caso en
el artículo 36 TR-1992, al tiempo que el artículo 289 TR-1992 declara, a su vez, que el derecho de superficie se extinguirá si no se
edifica en el plazo previsto.
Para la superficie urbana se prevé el plazo de cinco años como período máximo para realizar la edificación
7. EXTINCIÓN
El derecho de superficie se extingue por las causas comunes de extinción a los derechos reales, y, en particular, por las siguientes:
A) El agotamiento del plazo
La finalización del plazo convenido o legalmente previsto, pues se producirá la llamada reversión.
B) La consolidación
La consolidación de los derechos de propiedad del suelo y los del superficiario en una misma persona origina una situación peculiar
en relación con el derecho de superficie.
C) La falta de construcción o plantación
El incumplimiento del deber de construir (art. 289.1 TR-1992) es causa de extinción sólo predicable de la superficie urbanística, pues en la
rústica habrá que acudir a la resolución del contrato.
106
www.uned-derecho.com
Tema 19
1. Introducción
1.1. Observaciones sistemáticas
1.2. Advertencia pedagógica
1. INTRODUCCIóN
aunque al redactar el Código -por razones de comodidad expositiva se decidieran sus autores a excluir de tales
«disposiciones comunes» la problemática propia de la «pieza extraña» de la anticresis.
siguen recayendo sobre bienes muebles, pero que se estructuran negando el desplazamiento posesorio en favor del
acreedor pignoraticio, esto es, continuando en posesión del deudor. Dando un paso imaginativo más, algo después,
se llega a la admisión de ciertos derechos de hipoteca que recaen sobre bienes muebles de reconocido valor e
identificabilidad, bienes de naturaleza mobiliaria, de la hipoteca mobiliaria.
El final del proceso es obvio: los parámetros del Código han perdido su significado, aunque en
reconocimiento del mérito de los codificadores hay que decir que las garantías mobiliarias no han llegado a alcanzar,
ni de lejos, la importancia de la figura estelar de los derechos reales de garantía: la hipoteca. Sin embargo, tal
resultado definitivo (por ahora) de la evolución legislativa, acarrea de entrada un cierto problema terminológico y la
necesidad de distinguir entre los siguientes tipos de garantía real y, en su caso, sus correspondientes variantes:
1. Hipoteca (por supuesto inmobiliaria o propia).
2. Prenda (común u ordinaria, con transferencia o desplazamiento de la posesión del bien gravado al
acreedor).
3. Anticresis.
4. Hipoteca mobiliaria, y
Prenda sin desplazamiento de la posesión. En general, debe entenderse en esta exposición que cuando algo
se diga respecto de la hipoteca y de la prenda sin utilizar calificativo alguno o cualquier otro tipo de precisión
complementaria, estamos hablando de la hipoteca inmobiliaria y de la prenda ordinaria con desplazamiento
posesorio.
1. En términos lógicos, resultaría quimérico pensar que puede dividirse la condición de acreedor y
su cualidad accesoria de titular de la garantía en cuotas o en porciones (medio acreedor o tres
cuartas partes de acreedor, como si se tratara de la venta minorista de carne en el mercado), en
dependencia del grado cuantitativo de satisfacción de su crédito (cfr. art. 1.169 y lo sobre él
dicho en el tomo segundo).
. En términos técnicos, la garantía real asegura el cumplimiento íntegro de la obligación garantizada. Según
el cuarto párrafo del artículo 1.860, la única excepción posible a la regla de indivisibilidad será «... el caso en que,
siendo varias las cosas dadas en hipoteca o en prenda, cada una de ellas garantice solamente una porción
determinada del crédito». En casos de semejante índole «El deudor... tendrá derecho a que se extinga la prenda o la
hipoteca a medida que satisfaga la parte de deuda de que cada cosa responda especialmente» (art. 1.860.5). Esto es,
la cancelación parcial del valor del préstamo pignoraticio, por valor supongamos de 85.000 pesetas, implica la
posibilidad de rescatar uno de los relojes empeñados.
5.3. La especialidad
Hemos resaltado el último inciso del artículo 1.860.5 porque en él se indica que las cosas gravadas
responden especialmente. En efecto, cuando se habla de especialidad de los derechos reales de garantía, se pretende
dar a entender que el objeto sobre el que recae la garantía se ha de encontrar especialmente determinado.
El movimiento legislativo del siglo XIX, en consecuencia, tuvo como uno de sus fundamentales puntos de
mira erradicar el carácter general de los derechos reales de garantía. Ergo, en el sistema contemporáneo todos ellos
se caracterizan por su especialidad, en cuanto recaen de forma directa y especial sobre los bienes gravados, no sobre
la totalidad de los bienes del deudor.
Las facultades del titular de la garantía real de venta de la cosa gravada y de cobro preferente de lo obtenido
en la correspondiente subasta, única y exclusivamente recaen sobre el producto líquido obtenido una vez concluida
la ejecución de los bienes especialmente afectos a la garantía.
En caso de que la obligación asegurada no haya sido íntegramente satisfecha con lo obtenido, en relación con el
crédito restante el titular de la garantía real habrá de conformarse con su mera condición de acreedor.
5.4. La reipersecutoriedad
Finalmente, la nota de la reipersecutoriedad, pone de manifiesto el carácter real del conjunto de facultades
atribuidas al acreedor, quien podrá ejercitarlas, por tanto, frente a cualquier otra persona, tercer adquirente o
poseedor.
Esta característica, sin embargo, requiere algunas precisiones y resulta más difícil de explicar en términos
generales. En primer lugar porque, pese a la denominación, no se trata obviamente de reivindicabilidad de la cosa,
pues el titular de la garantía real carece naturalmente de legitimación para ello, sino sólo y exclusivamente de
ejercitar sus facultades propias de enajenación del bien gravado y de preferente cobro. En cambio, el deudor
pignoraticio, en cuanto la prenda presupone inexorablemente la posesión de la cosa, ha de ser contemplado desde el
punto de vista pasivo. No tiene que restituir la cosa más que cuando haya sido íntegramente retribuido. Sin embargo,
es mucho más dudoso que el acreedor pignoraticio ostente reipersecutoriedad en el supuesto de que haya perdido la
posesión de la cosa, aunque sí se encuentra legitimado para el ejercicio de la acción interdictal.
A la facultad de instar la venta de la cosa gravada se le suele identificar, con cierta frecuencia, mediante la
correspondiente expresión latina: ius distrahendi, en atención a que permite una mayor concisión gramatical.
Algunos autores contemporáneos prefieren, en cambio, hablar de facultad de realización del valor. Conviene
subrayar que el denominado ius distrahendi o la facultad de realización del valor constituye simultáneamente una
facultad y, también, un deber del acreedor de promover, en principio judicialmente o mediante intervención notarial,
la venta de la cosa objeto de garantía. La autoapropiación de ésta por parte del acreedor está rigurosamente
prohibida por el artículo 1.859 del Código Civil «El acreedor no puede apropiarse las cosas dadas en prenda o
hipoteca, ni disponer de ellas».
Es más, aunque el artículo transcrito no tenga una particular fuerza expresiva, contiene un mandato de Derecho
imperativo, que excluye de raíz la licitud del denominado pacto comisorio, de frecuente práctica en épocas
anteriores a la Codificación. Consistía dicho pacto en la estipulación convencional de que, en caso de
incumplimiento, la cosa objeto de garantía real pasaría a ser, automáticamente, propiedad del acreedor.
Tema 20
LA PRENDA
6. Extinción
7. Supuestos especiales de garantía real pignoraticia
7.1. La prenda de cosa fungible: la prenda irregular
7.2. La prenda de derechos
7.3. La prenda de créditos
7.4. La prenda de valores
7.5. Las prendas constituidas en favor de los Montes de Piedad
Anexo. Cuadro estadístico sobre las prendas constituidas en favor de los Montes de Piedad
El derecho real de prenda se constituye mediante la entrega de una cosa mueble, susceptible de posesión, que
una persona realiza en favor de otra, en función de garantía del cumplimiento de una obligación cualquiera. Dado
que la entrega de la cosa se realiza única y exclusivamente en función de garantía (del cumplimiento de la
obligación principal u obligación asegurada), el deudor pignorante seguirá siendo, en principio, dueño de la cosa
(cfr. art. 1.869.1), mientras que el acreedor pignoraticio será un mero poseedor de ella. No obstante ello, si la cosa
pignorada produce intereses, no tendrá derecho a reclamarlos el deudor, pues el acreedor pignoraticio los hace suyos
para irse cobrando de cuanto el deudor pignorante le debe
1. No usar la cosa, salvo autorización del propietario. Dispone en tal sentido el artículo 1.870 que «El
acreedor no podrá usar la cosa dada en prenda sin autorización del dueño, y si lo hiciere o abusare de ella en otro
concepto, puede el segundo pedir que se la constituya en depósito».
2. Conservar la cosa pignorada con la diligencia de un buen padre de familia, respondiendo «de su pérdida o
deterioro conforme a las disposiciones de este Código» (art. 1.867).
En el supuesto de que el deudor lleve a cabo el cumplimiento total y exacto de la obligación garantizada (art. 1.871),
es obvio que la obligación fundamental del acreedor pignoraticio consiste en la inmediata restitución de la cosa
pignorada, pues a partir de tal instante su posesión resulta carente de título alguno.
posesión, su legitimación activa para ejercitar el correspondiente interdicto es un puro corolario de su condición de
poseedor (inmediato o mediato).
6. EXTINCIÓN
La naturaleza accesoria del derecho real de prenda implica la extinción de éste a consecuencia de la
extinción de la obligación garantizada, con independencia de cuál sea la causa originadora de la extinción de la
obligación principal: pago o cumplimiento o cualquiera de las restantes causas de extinción de las obligaciones
contempladas en el artículo 1.156 (y concordantes) del Código Civil.
En sede de la garantía pignoraticia, el Código se limita a considerar el pago o cumplimiento como causa
extintiva del derecho real de prenda en el artículo 1.871 . En consecuencia, el acreedor pignoraticio queda obligado
desde luego a llevar a cabo la restitución de la cosa.
Sin embargo, al regular la condonación de la deuda, el Código contempla expresamente en el artículo 1.191
los efectos extintivos del supuesto de que, tras su constitución, la cosa pignorada se encuentre en poder del deudor,
estableciendo lo siguiente: «Se presumirá remitida la obligación accesoria de prenda, cuando la cosa pignorada,
después de entregada al acreedor, se hallare en poder del deudor.»
La norma contiene una mera presunción iuris tantum que, por consiguiente, admite prueba en contrario y
declara el efecto extintivo del supuesto de hecho únicamente respecto de «la obligación accesoria de prenda», no de
la obligación principal o asegurada. Cambiando de tercio, conviene tener presente que el derecho real de prenda
puede también extinguirse pese al mantenimiento de la obligación principal. En primer lugar porque, como sabemos
www.uned-derecho.com
por el estudio del tomo segundo, cabe la condonación de las obligaciones accesorias dejando subsistente la
obligación principal (cfr. art. 1.190) o la sustitución de mutuo acuerdo de la garantía. En segundo lugar (y con
independencia de las responsabilidades que ello origine a cargo del acreedor pignoraticio), es obvio que la pérdida
de la cosa pignorada (supuesto rarísimo no obstante) genera igualmente la extinción del derecho real de prenda.
Conforme a la nueva regulación del Código de Comercio, la prenda de valores requiere ser constituida en
documento público (escritura pública o póliza intervenida por Corredor) y permitir la «adecuada identificación de
los valores dados en garantía». Una vez atendidos tales requisitos, el acreedor pignoraticio (al que la Ley denomina
«prestador», en vez de prestamista) goza de facultades pignoraticias de acusada firmeza y potencia Por su parte, la
vigente Ley de Sociedades Anónimas (RDI 1564/1989, de 22 de diciembre) intitula su artículo 72 bajo la rúbrica
prenda de acciones, otorgándole el ejercicio de los derechos del accionista al deudor
pignorante; e igualmente, pero de forma mucho más detallada, considera la materia la Ley 2/1995, de 23 de marzo,
reguladora de las Sociedades de Responsabilidad Limitada. En particular, el artículo 37.2 establece que para la
ejecución de la prenda se aplicarán las reglas del artículo 31, relativo en general al régimen de la transmisión forzosa
de las participaciones sociales. Su párrafos 2.' y 3.' son más que significativos en relación con el derecho de tanteo
(aunque legalmente se habla de subrogación) que otorgan, una vez celebrada la subasta, a los restantes socios y, en
su caso, a la propia sociedad
Tema 21
LA HIPOTECA
7. La constitución de la hipoteca
7.1. Planteamiento general: la opción innovadora del Código Civil
7.2. La constitución de las hipotecas voluntarias
7.3. La constitución de las hipotecas legales
Anexo. Cuadros estadísticos sobre la constitución de hipotecas durante los años 1993 y 1994
1.1.Apunte histórico
En nuestro sistema normativo, la hipoteca requiere o presupone la existencia de una obligación principal
(1.857 a cuyo cumplimiento asegura y garantiza (art. 1.876). Técnicamente hablando, se le suele denominar
obligación garantizada Adelantemos ya que dicha obligación garantizada puede consistir en cualquier tipo de
obligación, siempre y cuando sea evaluada económicamente por las partes, traduciéndose en concreto a una
determinada cantidad de dinero, pues «las inscripciones de hipoteca expresarán el importe de la obligación
asegurada y el de los intereses ... ».
La fijación de dicho importe, no obstante, bajo ciertos presupuestos y requisitos, puede ser diferida
temporalmente a un momento posterior al de la constitución El Reglamento Hipotecario, por su parte, precisa que el
correspondiente importe «deberá ser fijado en moneda nacional o señalando la equivalencia de las monedas
extranjeras en signo monetario de curso legal en España»
2.3. La hipoteca como derecho real sin desplazamiento posesorio: relaciones entre el crédito y la hipoteca
La «sujeción directa e inmediata de los bienes» gravados que utilizan los artículos 1.876 del Código Civil y
104 de la Ley Hipotecaria como dato definitorio inicial de la hipoteca sugiere que el acreedor hipotecario, por mor
de la constitución de la hipoteca, sigue siendo acreedor, pero al mismo tiempo se encuentra revestido de facultades
jurídico-reales sobre la cosa que, sin implicar goce posesorio alguno, le permiten no obstante, en caso de
incumplimiento de la obligación garantizada, ejercitar directamente la acción hipotecaria «contra los bienes
hipotecados» (art. 129 de la LH) «cualquiera que sea su poseedor».
El ejercicio de tal «acción hipotecaria» con miras a que el acreedor sea pagado (o, mejor, cobre su crédito)
con el precio obtenido en la enajenación de los bienes hipotecados (art. 1.858) mediante subasta pública, se traduce
en términos prácticos en que las facultades y prerrogativas del acreedor hipotecario, en caso de falta de cobro de su
crédito, llegan hasta el extremo de que el dueño de los bienes hipotecados pierda tal condición de propietario y sea
privado de las cosas o derechos objeto de la hipoteca.
La hipoteca, pues, es un derecho real en función de garantía, un derecho real de garantía.
Una vez constituida la hipoteca, el derecho de crédito sigue existiendo, pero el acreedor suma a su condición la de
ser titular de un derecho real que le atribuye mayores y mejores facultades de protección de su crédito, de tal manera
que la condición de simple acreedor queda ensombrecida u obscurecida bajo la capa del derecho real ejercitable. Al
atribuirle éste facultades directas e inmediatas sobre la cosa, mediante la acción de devastación, en caso de deterioro
de los bienes, y, sobre todo, en caso de incumplimiento por parte del deudor, el consiguiente ius distrahendi
distinto de los bienes privativos del marido) y revisaran, de otra parte, las posibles relaciones contractuales entre los
cónyuges, donaciones incluidas.
Dado el planteamiento legislativo de la Ley 13/1981, el Real Decreto 3215/1982, de 12 de noviembre, optó
por derogar los artículos 250 a 258 del Reglamento Hipotecario, todos ellos reguladores de la hipoteca dotal. Sin
embargo, de iure condito, en determinadas regiones forales (Cataluña, Baleares, Aragón y Navarra) la dote y, por
tanto, la hipoteca dotal seguía (y sigue) existiendo, aunque desde el punto de vista fáctico su vitalidad pueda ponerse
en duda (al parecer han desaparecido incluso en Lérida o Veida, provincia catalana en la que históricamente
encontraban cierto arraigó).
6.3. La hipoteca legal en favor de menores e incapacitados en relación con los tutores
En este caso, el propio precepto hipotecario refiere la hipotética constitución de la hipoteca legal a los casos
en que los tutores no presten «otra garantía establecida y autorizada por el Código Civil». Esto es, conforme a la Ley
Hipotecaria, no bastaba con que se diera el supuesto de hecho de la tutela para que, de forma automática, el pupilo
tuviera derecho a exigir la constitución de la hipoteca, sino que se requería la circunstancia de que la garantía
alternativa prestada por el tutor no pudiera considerarse suficiente para asegurar la recta administración de los bienes
por parte del tutor.
Pues bien, dicho entendimiento parece haber sido elevado a regla general en virtud de la redacción dada al
artículo 260 del Código por la Ley 13/1983, de 24 de octubre, en virtud de la cual «El juez podrá exigir al tutor la
constitución de fianza que asegure el cumplimiento de sus obligaciones y determinará la modalidad y cuantía de la
misma».
7. LA CONSTITUCIóN DE LA HIPOTECA
Partiendo de la base de que la hipoteca hace nacer un verdadero derecho real, cuyo nacimiento coincide
exactamente con el momento de inscripción del correspondiente título, tiene sumo interés desarrollar esta materia.
El documento público mediante el que se haya constituido (escritura pública o mandamiento judicial) debe
inscribirse en el Registro de la Propiedad (cfr. arts. 145.1. de la LH; 1.875.1 del CC y 595 de la LECrim). En tal
sentido, la inscripción registral de la hipoteca tiene naturaleza constitutiva.
Semejante exigencia viene requerida por el hecho de que, no habiendo traslación posesoria al acreedor, los
legítimos derechos y expectativas de terceros (piénsese en los demás acreedores del deudor) sólo deben verse
perjudicados desde el momento en que pudieron conocer, a través del Registro de la Propiedad, la existencia de una
garantía real que afecta directa e inmediatamente a la cosa o derecho real sobre que recae.
Sin inscripción, pues, la hipoteca no se encuentra «válidamente constituida», como acredita la práctica
generalizada de las instituciones financieras por antonomasia prestamistas, los Bancos y Cajas, que por si acaso
(comprobaciones preliminares aparte sobre libertad de cargas, inexistencia de arrendatarios, etc.) suelen insertar en
la escritura pública del contrato de préstamo hipotecario (escritura de préstamo hipotecario, es la rúbrica más
común en los protocolos notariales) alguna condición resolutoria referida a la imposibilidad o dilación en la
inscripción de la hipoteca (obsérvese, el préstamo, que sigue vivito y coleando y además durante bastantes años, ya
se nos ha convertido, incluso a efectos coloquiales, en hipoteca. Nunca pregunta una persona a otra si ha pagado el
préstamo, sino que la referencia es siempre a la hipoteca, que pesa sobre el bien: ¿«Hemos pagado ya la hipoteca»?).
Aunque sea de paso (pues no podemos desarrollarlo), conviene tener en cuenta a efectos argumentativos que
el mandato del Código no se inspira, ni resume, la Ley Hipotecaria entonces vigente (la de 1861), en la que la
inscripción sólo producía efectos frente a terceros, pero no inter partes.
En distinta línea, para el Código Civil la eficacia constitutiva de la inscripción despliega también sus efectos
inter partes, de forma tal que el acreedor-prestamista no alcanza la condición de acreedor hipotecario (o, mejor, la
de titular del derecho real de hipoteca) y las prerrogativas que tal condición atribuye hasta que se haya producido la
inscripción registral. Según el artículo 145 de la Ley Hipotecaria «Para que las hipotecas voluntarias queden
válidamente establecidas, se requiere:
1. Que se hayan constituido en escritura pública.
2. Que la escritura se haya inscrito en el Registro de la Propiedad».
Por su parte, el artículo 159 dice textualmente que «Para que las hipotecas legales queden válidamente
establecidas se necesita la inscripción del título en cuya virtud se constituyan».
Tema 22
LA OBLIGACIÓN GARANTIZADA
www.uned-derecho.com
Como es natural, en tales supuestos la exacta identificación del crédito hipotecario no puede deducirse del
Registro de la Propiedad, cuya exactitud quedará circunscrita a la existencia de la hipoteca, pero no a la existencia
(dudosa) y cuantía (indeterminada) del crédito hipotecario. Tales circunstancias habrán de determinarse
extrarregistralmente en el momento oportuno.
contrario, de forma natural, la hipoteca sólo garantizará los intereses de las dos últimas anualidades y la parte
vencida de la anualidad corriente.
La razón de ello estriba en que, inter partes, el puro acaecimiento del evento condicionante extingue la
obligación preexistente y que servía de fundamento a la hipoteca; sin embargo, respecto de terceros, se exige que el
deudor que deje de serio ha de procurar dotar de publicidad erga omnes a la propia extinción de la obligación.
aceptación después de transcurridos dos meses, a contar desde el requerimiento que a dicho efecto se haya realizado
[obviamente, por el constituyente] ». Conforme a ello, la iniciativa del constituyente sobre la suerte y futuro de la
hipoteca requiere que aquél lleve a cabo un requerimiento ad hoc dirigido al beneficiario. Si ello es así y teniendo en
cuenta que la Ley no establece plazo alguno para llevar a cabo el requerimiento (sino exclusivamente para aceptar o
no, tras el requerimiento; lo que, claro, es cuestión bien distinta), hay que concluir que la hipoteca unilateral puede
pervivir en el Registro de forma temporalmente indefinida. Por tanto, la importancia práctica del requerimiento es
uno de los extremos sobresalientes de la dinámica de la hipoteca unilateral, y, en particular, determinar si la
expedición de copia en favor del beneficiario de la escritura otorgada por el constituyente unilateral (lo que ocurre
frecuentemente en la práctica) ha de considerarse requerimiento o no. Aunque en algún caso (de los raros sometidos
a su conocimiento), el Tribunal Supremo ha afirmado que el artículo comentado «no contiene un verdadero
requerimiento o exhortación requisitoria ... » (así, S de 11 de marzo de 199 l), probablemente la tesis correcta es la
contraria: para que proceda la cancelación por parte del constituyente, deben haber transcurrido dos meses desde que
interpelara o intimara al beneficiario para aceptar (o no) la hipoteca unilateral.
2.4. La subhipoteca
Es innecesario subrayar que no es lo mismo hipotecar, aunque sea sucesivamente, los bienes (cual ocurría en
el caso anterior) que hipotecar el propio derecho de hipoteca. A ello se refieren el número 4.0 del artículo 107 de la
Ley Hipotecaria y el artículo 75.4. del Reglamento Hipotecario. La Ley viene a hablar de la «hipoteca del derecho
de hipoteca voluntaria» (están excluidas, pues, las legales de semejante posibilidad), mientras que el Reglamento
Hipotecario -y, en general, la mayor parte de la doctrina prefiere hablar de subhipoteca, quizá para evitar la evidente
redundancia de la expresión antes entrecomillada.
Nos limitaremos por ello a la simple identificación de la figura: el acreedor hipotecario en cuanto titular de
un derecho real inmobiliario, convierte su derecho de hipoteca en objeto de una nueva hipoteca. En términos
descriptivos, pues, el acreedor hipotecario inicial pasa a ser subhipotecante (o deudor subhipotecante) mientras que
el titular de la subhipoteca ha de ser calificado como acreedor subhipotecario o subhipotecario a secas.
2.7. La hipoteca del retracto convencional y de los bienes vendidos con pacto de retro
Los números 8. y 7. del artículo 107, respectivamente, expresan que pueden también hipotecarse «el
derecho de retracto convencional», de una parte, y, de otra, «los bienes vendidos con pacto de retro».
Ambas eventualidades están referidas al mismo supuesto, si bien contemplado desde perspectiva diversa y
contrapuesta. El supuesto básico es, sencillamente, el denominado por el Código retracto convencional que ya
tuvimos ocasión de analizar al estudiar la compraventa y que se encuentra regulado en los artículos 1.507 a 1.520: el
vendedor se reserva, durante un período inferior a diez años (art. 1.508), el derecho de recuperar la propiedad de los
bienes vendidos (obviamente, al comprador) mediante el pago del precio de venta más los gastos contemplados en el
artículo 1.518. El vendedor, pues, es titular del derecho de retracto convencional y el comprador, mientras no se
ejercite la facultad de recuperación por el vendedor, es titular de los bienes objeto de compraventa.
Pues bien, tratándose de bienes inmuebles, ambas titularidades, pese a su especialísimo carácter, son
susceptibles de hipoteca. La hipoteca del derecho de retracto convencional limita sus efectos a la posibilidad de que
el acreedor hipotecario, subrogándose en la posición del vendedor, lleve a efecto el pacto de retro y retraiga los
bienes objeto de venta: «... el acreedor no podrá repetir contra los bienes hipotecados sin retraerlo previamente en
nombre del deudor, en el tiempo en que éste tenga derecho y anticipando la cantidad que para ello fuere necesaria»
Por su parte, la hipoteca de los bienes comprados con pacto de retro, durante el período de vigencia temporal
del retracto, es aún más anómala. De ahí que el artículo 107.7.0 establezca que el comprador ha de limitar la
hipoteca a la cantidad que deba recibir en caso de resolverse la venta y, de otra parte, que haya de darse
conocimiento del contrato (de hipoteca) al vendedor «a fin de que si se retrajeren los bienes antes de cancelarse la
hipoteca, no devuelva el precio sin conocimiento del acreedor [hipotecario], a no mediar para ello precepto judicial».
D) A) Accesiones naturales
Sin duda alguna, al disponer el encabezamiento del artículo 109 que «La hipoteca se extiende a las
accesiones naturales» se está refiriendo a las accesiones propiamente dichas, en el sentido en que tuvimos ocasión de
estudiarlas en el tomo anterior y sólo en virtud de la accesión de inmueble a inmueble.
B) Mejoras
Quedan igualmente afectas a la garantía hipotecaria «las mejoras [de la finca hipotecada], que consistan en
nuevas plantaciones, obras de riego o desagüe, obras de reparación, seguridad, transformación, comodidad, adorno o
elevación de los edificios y cualesquiera otras semejantes ... » (art. 110.1.').
C) Indemnizaciones
Declara el artículo 110.2.' que la extensión natural de la hipoteca alcanza a «las indemnizaciones concedidas
o debidas al propietario de los inmuebles hipotecados por razón de éstos, siempre que el siniestro o hecho que las
motivare haya tenido lugar después de la constitución de la hipoteca y, asimismo, las procedentes de la expropiación
de los inmuebles por causa de utilidad pública».
D) Otros aspectos
Finalmente, conviene poner de manifiesto que, aunque no sean objeto de expresa mención en los artículos
109 y 110, específicamente destinados a regularla, la extensión natural de la hipoteca alcanza desde el punto de vista
objetivo a los siguientes aspectos:
1. En primer lugar, debe tenerse en cuenta que la hipoteca se extiende a cualesquiera
servidumbres de las que el predio hipotecado sea simultáneamente predio dominante, por ser
inseparables del propio dominio (cfr. art. 108).
2. Atendiendo igualmente a la imposibilidad de consideración separada, es obvio que en el
caso de que la hipoteca recaiga sobre un bien inmueble sometido al régimen de propiedad horizontal,
se extiende a la copropiedad sobre los elementos comunes del edificio (art. 3.3 de la LPH y normas
concordantes).
3. De otra parte, el artículo 215.1 del Reglamento Hipotecario expresa que «La hipoteca se
extenderá al exceso de cabida de la finca hipotecada que se haya hecho constar en el Registro con
posterioridad a la inscripción de aquélla». Pese a semejante tenor literal, propiamente hablando no
existe aquí «extensión de la hipoteca», sino sencillamente una fijación de la mayor extensión de la
finca, la cual sigue siendo --en términos hipotecarios la misma.
pues, el artículo 112 constituye una regla excepcional respecto del régimen común de la extensión objetiva de la
hipoteca La extensión natural de la hipoteca sólo se ve modificada, en cambio, parcialmente respecto de algunas
clases de mejoras. La formulación gramatical del artículo 112 es muy confusa y deficiente: «... no será extensiva la
hipoteca... ni a las mejoras que no consistan en obras de reparación, seguridad o transformación ... ». ¡No está nada
mal: tres negaciones en una misma proposición normativa! Sin embargo, la pretensión de tal proposición es
precisamente que las «mejoras de reparación, seguridad y transformación» se encuentran afectas a la garantía
hipotecaria. Entiende la Ley que tales mejoras, en cuanto dirigidas en definitiva a la conservación de la cosa
hipotecada, deben quedar afectas a la garantía hipotecaria aunque hayan sido costeadas por el nuevo dueño. En
cambio, considera inadecuado que las mejoras suntuarias u ornamentales y aquellas que incrementan el valor del
bien hipotecado (elevación o ampliación de edificios) que hayan sido costeadas por el tercer poseedor puedan
incrementar el objeto de la garantía hipotecaria.
Tema 23
7. El cambio de rango
7.1. La posposición de hipoteca
7.2. La permuta de rango hipotecario
Anexo. Ley 2/1994, de 30 de marzo, sobre subrogación y modificación de préstamos hipotecarios (BOE 4 de
abril de 1994, núm. 80)
limitarse a adquirir la cosa con la carga de la hipoteca, pero sin asumir la responsabilidad personal que, como
complemento de la hipotecaria, pesaba sobre el deudor hipotecario.
Como ya hemos tenido oportunidad de indicar con anterioridad, la Ley 2/1994, de 30 de marzo, supone la
definitiva consagración legislativa de los préstamos hipotecarios con interés variable y, de otra parte, la introducción
en la materia que estamos considerando de una aplicación concreta de la subrogación legal prevista en el artículo
1.211 del Código Civil. El fondo del tema, sin embargo, radica sencillamente en permitir que el deudor hipotecario
«pueda subrogar su hipoteca a otro acreedor» que le ofrezca mejores condiciones en relación con el tipo de interés.
En definitiva, pues, se trata -tal y como se dice en la práctica de cambiar de Banco, subrogando la hipoteca a otro
banco por iniciativa y decisión exclusiva del deudor hipotecario. Al igual que explicamos en relación con el artículo
1.211 del Código Civil (adoptado por la propia Ley como punto de partida: cfr. EM y art. 2.1 in fine), se trata de una
medida legislativa que tiene por objeto beneficiar a los deudores hipotecarios permitiéndole adecuarse al descenso
de los tipos de interés habido en los últimos años.
importe en la forma que convengan los interesados o, en defecto, de convenio, en la establecida por los artículos
1.176 y siguientes del Código Civil.»Pero el problema real que presenta el precepto radica en la previa y preceptiva
notificación al solvens de la existencia de la hipoteca. De no existir, la casa aseguradora o la Administración pública
correspondiente cumple pagando al asegurado o al expropiado, esto es, al deudor hipotecario.
Expliquemos el substrato económico que justifica la emisión de los títulos hipotecarios.El cobro de tales créditos se
encuentra particularmente asegurado por la correspondiente garantía real hipotecaria. Sin embargo, como sabemos,
la relación hipotecaria suele establecerse a largo plazo (de cinco a veinte años, por lo general) y, en consecuencia,
las entidades financieras -incluso ellas pueden llegar a tener dificultades de disponible o de liquidez para seguir
concediendo préstamos, por muy garantizados que estén.
Naturalmente, la entidad emisora garantiza la devolución del capital invertido, junto con los
correspondientes intereses (que hoy suelen oscilar en torno al 9,5 por 100); dicha garantía (además de la solvencia
de la propia entidad emisora y de los mecanismos generales de protección del crédito) se consigue afectando la
cartera de créditos hipotecarios propia de la entidad al pago (o amortización) de los títulos hipotecarios.
Nuestra legislación contempla tres tipos de títulos hipotecarios:
- cédulas hipotecarias,
- bonos hipotecarios, y
participaciones hipotecarias. Sin embargo, no cabe extenderse en las características propias de cada uno de los
títulos hipotecarios, debiéndose limitar esta exposición a algunos puntos sobresalientes:
1. Todos los títulos hipotecarios son títulos valores El conjunto del mercado hipotecario se
encuentra intervenido por las autoridades económicas y es objeto de control administrativo, de
forma particular, por la Dirección General del Tesoro y Política Financiera.
2. Los titulares de las cédulas y de los bonos (denominados, respectivamente, cedulistas y bonistas)
cuentan con un crédito preferente, acción ejecutiva y una (especie de) hipoteca sobre los créditos
hipotecarios a que afectan, como garantía de recuperación del capital invertido y los
correspondientes intereses.
3. Los titulares de las participaciones hipotecarias (partícipes) son una especie de cotitulares del
crédito hipotecario junto con la entidad emisora.Las participaciones han de ser necesariamente
nominativas. Las cédulas y los bonos, en cambio, pueden ser nominativos, al portador o a la
orden.
Los títulos hipotecarios pueden transmitirse sin necesidad de escritura pública, ni intervención de fedatario público
alguno (Notario o Corredor de comercio). Pueden transmitirse incluso sin necesidad de notificación al deudor, salvo
las participaciones.
7. EL CAMBIO DE RANGO
Finalmente, vamos a hacer una breve referencia a la problemática de si el rango hipotecario puede ser objeto
de negociación entre los interesados.
En general puede afirmarse que el rango de la hipoteca (en definitiva, la situación registral que ocupa en el folio del
inmueble) es susceptible de ser objeto de contratos sobre el particular.
1. La ejecución de la hipoteca
www.uned-derecho.com
1. LA EJECUCIÓN DE LA HIPOTECA
En caso de incumplimiento de la obligación asegurada, es obvio que el acreedor hipotecario puede instar la
ejecución de la hipoteca. Ejecutar la hipoteca significa tanto como promover la enajenación de las cosas sujetas a la
garantía para cobrar el crédito garantizado, pues, como sabemos, dada la prohibición del pacto comisorio «es
también de esencia de estos contratos que, vencida la obligación principal, puedan ser enajenadas las cosas en que
consiste la prenda o hipoteca para pagar al acreedor»
El carácter sumario del procedimiento judicial que ahora debemos analizar y, por tanto, la limitación de las
excepciones con que cuenta el deudor (cuyo deber, recordémoslo, es pagar y, de no hacerlo, someterse a las
consecuencias pactadas o legalmente establecidas), ha determinado incluso que algunos deudores hayan pretendido
sustraerse a los efectos del incumplimiento alegando ante el Tribunal Constitucional la inconstitucionalidad del
procedimiento. Sin embargo, para el Tribunal Constitucional no existe duda al respecto, habiendo establecido en
reiteradas ocasiones la adecuación al Derecho del procedimiento en cuestión
por 100 del tipo pactado en la escritura de constitución), «... podrán el actor -que no hubiese sido rematante-, el
dueño de la finca o fincas o un tercero autorizado por ellos, mejorar la postura en el término de nueve días».Si existe
rematante o adjudicatario del bien, en el plazo de ocho días a contar desde la notificación, en su caso, habrá de
abonar «la diferencia entre lo depositado para tomar parte en la subasta y el total del precio» del remate (regla 15).
«El precio del remate se destinará, sin dilación, al pago del crédito hipotecario del actor; el sobrante se entregará a
los acreedores posteriores o a quien corresponda, constituyéndose entre tanto en depósito en el establecimiento
público destinado al efecto» (regla 16).
Terminado, pues, el procedimiento mediante la adjudicación del bien hipotecado al rematante, el deudor
ejecutado pierde la propiedad del bien y el acreedor hipotecario ha consumado o consumido la acción hipotecaria.
Sin embargo, el resultado de la subasta no implica necesariamente que «haya sobrante» en relación con el crédito del
actor. De existir crédito pendiente, el actor podrá ejercitar la acción correspondiente, una vez concluido el
procedimiento judicial sumarlo, normalmente a través del juicio ejecutivo ordinario.
hipotecario cuanto si han pasado a manos de un tercer poseedor.La aplicación de las reglas propias del juicio
ejecutivo ordinario establecidas en la Ley de Enjuiciamiento Civil a partir de su artículo 1.429, supone entre otras
cosas que será también de aplicación lo establecido en el primer párrafo del artículo 1.447, en cuya virtud «Si
hubiere bienes dados en prenda o hipotecados especialmente, se procederá contra ellos en primer lugar».
Sin embargo, en el caso de que la culminación del procedimiento judicial sumario no haya resultado bastante
(supuesto, como vemos, infrecuente), agotado el valor de los bienes especialmente hipotecados, el acreedor
hipotecario seguirá contando con la posibilidad de ejercitar el juicio ejecutivo ordinario por el crédito restante,
embargando otros bienes. A través del título ejecutivo representado por la primera copia de la escritura pública de
constitución de la hipoteca (cfr. art. 1.429.1.0 de la LEC), podrá reclamar por vía ejecutiva siguiendo el orden de
embargos previsto en el extenso párrafo 2.' del artículo 1.447 (dinero; valores; alhajas; créditos realizables en el
acto; frutos y rentas de toda especie; bienes muebles o semovientes; bienes inmuebles; sueldos o pensiones; créditos
y derechos no realizables en el acto; y establecimientos mercantiles o industriales).
pactarse respecto de las hipotecas de tráfico u ordinarias. Por el contrario, la ejecución de las hipotecas de seguridad
o de máximo deberá instrumentarse necesariamente ante la autoridad judicial competente.
Otra cosa muy distinta sería que (en el ejemplo apenas puesto, por lo demás raro, o en cualquier otro caso) la
hipoteca se haya constituido por un período temporal predeterminado y, por lo común, más breve que los plazos de
amortización hipotecaria generalmente aplicados en el mercado (que giran, actualmente, en torno a los doce o quince
años, como regla) y el plazo veinteñal de la acción hipotecaria.
Vimos ya en el tomo primero de esta obra que resulta admisible la denominada caducidad convencional.En
casos de semejante índole, pues, la acción hipotecaria sólo puede ejercitarse dentro del plazo convencionalmente
previsto, pero no porque una vez transcurrido éste haya prescrito la acción, sino sencillamente, porque a partir de
una determinada fecha señalada por las partes (o del acaecimiento del evento contemplado como condición
resolutoria, en su caso), se ha producido la extinción del derecho real de hipoteca o ha caducado el ejercicio de las
acciones hipotecarias.
7. EXTINCIÓN DE LA HIPOTECA
En relación con dicha materia, es necesario poner de manifiesto que la hipoteca en cuanto derecho real
accesorio constituido en garantía del cumplimiento de la obligación garantizada, en términos lógicos, ha de seguir la
propia suerte de la propia obligación principal. De tal manera, si por ejemplo se ha llevado a cabo el pago de la
obligación asegurada, es obvio que el derecho real de hipoteca habrá perdido su propia razón de ser.
Sin embargo, consideraciones de índole registral y el propio juego de las reglas hipotecarias determinan
tanto que, registralmente hablando, pueda seguir vigente la hipoteca, pese a la extinción de la obligación principal,
cuanto que no obstante la pervivencia de la obligación asegurada, resulte extinguida la hipoteca o, al menos,
desaparezca su eficacia propia. En el primer sentido, el propio artículo 179 del Reglamento Hipotecario dispone que
«Aun cuando se haya extinguido por pago el crédito hipotecario, no se cancelará la correspondiente inscripción [de
hipoteca] sino en virtud de escritura pública en la que preste su consentimiento para la cancelación el acreedor... o en
su defecto en virtud de ejecutoria judicial».
propiamente dichos, tal pérdida es extraordinariamente rara. Sin embargo debe tenerse en cuenta que la
calificación de inmueble se aplica también a derechos y posiciones jurídicas (subhipoteca, hipoteca del
derecho de superficie, de concesiones administrativas, etc.) cuya indefinida pervivencia temporal en absoluto
constituye la regla.
- En los casos en que, a consecuencia de lo que coloquialmente se denomina renegociación de la
deuda, el acreedor hipotecario consiente la cancelación de la hipoteca constituida en su favor, a cambio, por
ejemplo, de la pignoración de acciones, de un aval bancario o de una garantía a primera demanda, por
considerar que tales garantías revisten incluso mayores dosis de seguridad que la propia hipoteca.
- Si el acreedor hipotecario, motu propio y debido a cualesquiera circunstancias (siempre que no
atenten contra el orden público o tengan base fraudulenta: art. 6.2 del CC), renuncia a la hipoteca y otorga
escritura de cancelación, pese a no condonar la obligación principal.
Tema 24
1. Introducción
1.1 La Ley de Hipoteca Mobiliaria y Prenda sin Desplazamiento
1.2 Precedentes legislativos
1.3 Los presupuestos básicos de la nueva formulación legislativa
1.4 Significado y alcance actuales de las garantías reales mobiliarias
1. INTRODUCCIÓN
La configuración decimonónica (o codificada) de los derechos reales de garantía, expuesta hasta ahora, ha
ido quebrándose durante el siglo XX en la mayor parte de los países de nuestra órbita. Dicha fractura se ha
producido, fundamentalmente, a consecuencia de los dos siguientes impulsos:
1. La prenda, ya estudiada (denominada, por cuanto ahora se verá con mayor precisión, prenda común u
ordinaria), es una institución antieconómica; un procedimiento rudimentario de garantía empleado sólo para el
www.uned-derecho.com
«pequeño crédito» 2. La modificación del fiel de la balanza en el contrapeso de la importancia económica de los
bienes muebles e inmuebles. Sin embargo, en la sociedad contemporánea, dicho brocardo es sencillamente una
concesión al pasado. En la actualidad, la maquinaria industrial o la agraria, por ejemplo, no es extraño que superen
el valor del bien inmueble al que se encuentran afectos; el precio de un buen camión TIR. supera el de cualquier
vivienda digna; etc.
¿Podrán estructurarse derechos reales de garantía sobre tales bienes? La respuesta económica es, de
inmediato, afirmativa; pues todo cuanto vale, sirve como garantía.
En cambio, el Derecho ha tenido que superar el esquema codificado de los derechos reales de garantía para
llegar a la respuesta afirmativa, permitiendo:
1. Que, en determinados casos, la prenda no haya de traer consigo necesariamente la transmisión de
la posesión al acreedor, sino que el deudor (quien necesita el crédito) pueda seguir usando y obteniendo el
rendimiento económico propio de la cosa afecta a la garantía (el tractor, la segadora, etc.).
2. Que sea posible hipotecar bienes muebles de valor indudable y, además, caracterizados por su fácil
identificabilidad.
como éstos respecto de posibles gravámenes sin desplazamiento posesorio. Pero, a efectos de eventuales derechos
reales de garantía sobre ellos recayentes, se dota a ciertos bienes muebles de un régimen normativo similar y
paralelo al de la Ley Hipotecaria. Por tanto, la asimilación existe (¡y bendita sea! podemos decir, atendiendo a
parámetros económicos) y, en términos prácticos (y también teóricos, por supuesto), la hipoteca mobiliaria y la
prenda sin desplazamiento en su actual formulación legislativa pueden considerarse figuras jurídicas nuevas.
Igualmente obvio es que el presupuesto adoptado de tomar como referencia o modelo propio el establecido
por la Ley Hipotecaria arroja la consecuencia establecida en la disposición adicional tercera de la Ley de Hipoteca
Mobiliaria y Prenda sin Desplazamiento: «En el caso de insuficiencia de los preceptos de esta Ley se aplicarán
subsidiariamente los de la legislación hipotecaria en cuanto sean compatibles con la naturaleza de los bienes y con lo
prevenido en los artículos anteriores.»
registros administrativos relativos a los vehículos de motor) conlleva que la identificación del bien gravado con la
hipoteca mobiliaria no suele ofrecer graves problemas en la práctica.
Lo contrario ocurre, en cambio, respecto de la conservación y mantenimiento de los automóviles. De ahí
que, de una parte, el artículo 36 establezca que «los vehículos hipotecados deberán ser asegurados contra los riesgos
de robo, hurto, extravío, sustracción o menoscabo, por una cantidad igual o superior al importe total de la
responsabilidad hipotecaria»
libros, bien en su totalidad o en parte; también podrán serlo dichos objetos aunque no formen parte de una
colección».
- El titular del derecho de hipoteca mobiliaria cuenta a su favor con el crédito preferente especial de
carácter inmobiliario establecido en el artículo 1.926.3.' del Código, aunque por supuesto se trata de una
mera asimilación por remisión y, naturalmente, la preferencia recae sobre el bien gravado con la hipoteca
mobiliaria.
- El acreedor pignoraticio, por su parte, en cuanto titular del derecho real de prenda sin
desplazamiento, goza del crédito preferente de carácter mobiliario establecido en el artículo 1.922.2.' del
Código, aunque en este caso -y por principio- la prenda no se halle en poder del acreedor, tal y como exige el
Código. Se trata de nuevo de una mera asimilación.
Tema 25
LA ANTICRESIS
1. Concepto y características
1.1. Introducción
1.2. Características básicas
2. Naturaleza de la anticresis
3. Constitución de la anticresis
4. El contenido de la anticresis
5. Derechos, facultades y obligaciones del acreedor anticrético
5.1. El goce posesorio y la percepción de frutos
5.2. La obligación de conservación de la cosa
5.3. El derecho de realización del valor
5.4. El derecho de retención
6. La posición del deudor anticrético
Anexo. Sentencia de la Sala 1ª del Tribunal Supremo, de 10 de mayo de 1990
1. CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS
1.1. Introducción
La peculiaridad de la institución se manifiesta ya en las propias raíces griegas del vocablo anticresis (cresis
en griego significa uso) y en el hecho de que, al parecer, ni siquiera bajo el antiguo Derecho griego, existía la
anticresis como una figura independiente y, lo que más nos interesa, como un derecho real autónomo. Desde luego
así ocurrió a lo largo de la experiencia jurídica romana y en las épocas anteriores a la Codificación, en las que el
pacto anticrético era siempre una estipulación o cláusula particular añadida a los contratos de prenda e hipoteca. En
virtud de tal pacto, el acreedor pignoraticio o hipotecario podía, en contra de las reglas generales, hacer suyos los
frutos de la cosa gravada a efectos de compensarlos con los intereses devengados por el crédito garantizado.
www.uned-derecho.com
Además, ya en nuestro siglo, los Códigos germánicos (el BGB, el Código suizo) no la reconocen como
figura independiente, ni la regulan en modo alguno, con lo cual se ha acentuado la minusvaloración de la institución.
2. NATURALEZA DE LA ANTICRESIS
Como acabamos de afirmar, al realizar la exégesis inicial del artículo 1.881, a nuestro juicio la anticresis en
su formulación codificada debe considerarse un derecho real de garantía.
No obstante, algunos de los (escasos) autores que se han ocupado de la figura, le niegan tal carácter por
considerar que el acreedor anticrético carece de facultad alguna de realización de valor (esto es, del ius distrahendi).
Dicha interpretación, sin embargo, puede considerarse minoritaria y contradicha por las escasas resoluciones
judiciales o de la Dirección General de los Registros y del Notariado que se han ocupado de la materia la Resolución
de 11 de marzo de 1932 considera «... equiparada la anticresis, con carácter de verdadero derecho real, a la hipoteca,
según la jurisprudencia hipotecaria, en cuanto supone igualmente, aparte del característico percibo de frutos, una
potencial enajenación de la propiedad del inmueble ... ». la Resolución de la Dirección General de los Registros y
del Notariado de 8 de mayo de 1963 considera que «... puede la anticresis configurarse como una figura autónoma e
independiente... [como] un derecho real accesorio de garantía que presupone una obligación principal [en el caso
resuelto, un préstamo ». Esta última resolución, como se ve, deja en la sombra la percepción de los frutos y resalta el
carácter de verdadero derecho real de la anticresis. Sin embargo, algunos tratadistas (básicamente analistas del
Derecho hipotecario) preocupados quizá por )a posible contaminación de la hipoteca, no obstante aceptar su
carácter real, prefieren considerar la anticresis como un «derecho mixto», dada su función de garantía de una parte y,
de otra, la percepción inmediata de los frutos en favor del acreedor anticrético.
3. CONSTITUCIÓN DE LA ANTICRESIS
Resulta impensable que la anticresis -suficiente rara de por sí en términos reales- encuentre una fuente
genética distinta a la contractual. Aunque la cuestión es debatida y el Código no contiene una norma en la que
palmaria y expresamente se establezca que el nacimiento del derecho real de anticresis requiere la transmisión del
goce posesorio al acreedor anticrético, ciertamente lo presupone, pues según dice el artículo 1.883 «El deudor no
puede readquirir el goce del inmueble sin haber pagado ... » Hemos visto ya que la finca gravada, por aplicación del
artículo 1.857, in fine, puede pertenecer al propio deudor anticrético o a cualquier otra persona que la someta a
gravamen en favor de aquél. En todo caso, la aplicación de tal precepto, presupone que quien la aporte en garantía
tenga la plena disposición sobre el inmueble.
Existiendo contrato y transferencia posesoria, el derecho real de anticresis puede considerarse existente,
inscríbase o no en el Registro de la Propiedad, pues como sabemos la inscripción constitutiva requiere una norma
que así lo establezca. Ahora bien, por aplicación de las reglas hipotecarias generales, la anticresis no inscrita
generalmente no afectará a terceros protegidos por el artículo 34 de la Ley Hipotecaria.
4. EL CONTENIDO DE LA ANTICRESIS
Bajo dicha expresión, debemos analizar los derechos y obligaciones de las partes conforme al «esquema
típico» de la figura que el Código Civil establece. No obstante, antes, conviene subrayar que, en cuanto contrato, la
www.uned-derecho.com
anticresis puede ser objeto de los «pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente» las partes
contratantes (art. 1.255).
Así, el artículo 1.885 dispone que «los contratantes pueden estipular que se compensen los intereses de la
deuda con los frutos de la finca dada en anticresis». Significa ello que la obtención de mayores o menores frutos
atañe únicamente al acreedor anticrético, pues con independencia del resultado que obtenga, no podrá dirigir
pretensión alguna relativa a los intereses. Parece, pues, que en tal caso de compensación de frutos e intereses, el
derecho real de anticresis sólo tendrá por objeto garantizar la devolución del capital prestado, pues la compensación
establecida supone que el montante o la valoración de unos y otros ha de considerarse, salvo pacto en contrario,
equiparable.
Por su parte, la obligación asignada al acreedor anticrético de «pagar las contribuciones y cargas que pesen sobre la
finca» por el artículo 1.882.1 (aunque realmente a cargo del deudor, pues el 1.882.3 dice que las cantidades
empleadas en ello son deducibles del valor de frutos), permite el pacto en contrario.
2. El tanteo y el retracto
2.1. Concepto
2.2. Identidad de función y momento temporal divergente
2.3. Interdependencia entre el tanteo y el retracto
4. Otros supuestos de derechos de adquisición preferente de origen legal: los retractos arrendaticios
4.1. Tanteo y retracto en favor del arrendatario de fincas rústicas
4.2. Tanteo y retracto en favor del arrendatario de fincas urbanas (TR-LAU 1964)
4.3. Tanteo y retracto en favor del arrendador de locales de negocio (TR-LAU 1964)
4.4. Los derechos de adquisición preferente en la Ley de Arrendamientos Urbanos (Ley
29/1994)
6. El derecho de opción
6.1. La opción de compra y la opción de venta
6.2. La opción de compra como derecho real
dedicado a otras instituciones en las que el otorgamiento o reconocimiento de tales derechos pareció conveniente al
legislador (enfiteusis o situación de indivisión sucesoria, por ejemplo).
2. EL TANTEO Y EL RETRACTO
2.1. Concepto
El término tanteo, en su acepción jurídica, es un vocablo romance derivado del tantundem latino, tantas
veces utilizado en el lenguaje forense: una misma cantidad; exactamente otro tanto. Derecho de tanteo, por tanto, es
sencillamente la facultad de que goza una persona para adquirir preferentemente una cosa que va a ser enajenada a
un tercero, abonando la misma cantidad y en las mismas condiciones pactadas entre el transmitente y el tercero.
El derecho de retracto, por su parte, es la facultad de preferente adquisición de una cosa reconocida a su
titular para que, abonando el tantundem, deje sin efecto la transmisión realizada en favor de un tercero.
El tanteo y el retracto tienen, pues, la misma función: que el titular de tales derechos pueda adquirir alguna
cosa con preferencia respecto de las demás personas:
- El tanteo consiste en la facultad de adquirirla antes que lo haga otro, cuando la enajenación se
encuentra meramente proyectada, pagando el titular del derecho de tanteo un mismo tanto. Es
decir, tanto cuanto va a pagar el tercero por la cosa: el mismo precio y en las mismas
condiciones.
- El retracto, por el contrario, supone ejercitar la facultad de preferencia adquisitiva una vez que la
enajenación ya ha sido realizada. El titular del retracto (denominado técnicamente retrayente) se
sitúa o coloca en la misma posición que el tercer adquirente, manteniéndose el resto de
circunstancias y condiciones de la enajenación realizada entre propietario y tercero.
Así pues, dada la identidad de función que desempeñan, la diferencia entre tanteo y retracto consiste
sencillamente en el momento temporal a que el derecho de adquisición preferente esté referido:
- El tanteo se ha de ejercitar, de forma precisa, antes de que la enajenación se haya consumado o
hecha efectiva.
- El retracto entra en juego una vez consumada la enajenación entre propietario y tercero.
Así pues, al menos desde el punto de vista tributario, como regla, se excluye la existencia de una doble
transmisión, pues la existente entre el transmitente y el retraído ha devenido ineficaz a consecuencia del ejercicio del
retracto. A la misma conclusión ha de llegarse en términos jurídico-privados, pero la doctrina discute desde antiguo
acerca de las vías para llegar a ella:
- Pese al tenor literal del artículo 1.506 no puede realmente hablarse de resolución del acto
transmisivo en términos técnicos, pues el supuesto de retracto se compadece mal con la idea
general de resolución del contrato. Además, el artículo 1.521 no habla de resolución, sino de
subrogación del retrayente en lugar del adquirente primitivo.
- En términos técnicos, indican algunos autores, resulta igualmente discutible hablar de
subrogación. Cabe aceptar que el término subrogación es utilizado en sentido impropio para
resaltar que lo establecido por el artículo 1.521 es el mantenimiento de la validez y eficacia del
acto transmisivo realizado, con la mera sustitución del primitivo adquirente por el retrayente.
Aunque para resaltarla el Tribunal Supremo ha recurrido en alguna ocasión a la idea de
modificación subjetiva sin alcance novatorio (cfr. STS de 16 de mayo de 1991), la referencia de
tal concepto al acreedor o deudor de forma separada, posiblemente haga preferible recurrir a la
idea de una cesión del contrato impuesta ex lege.
Si no puede hablarse de resolución o anulación de la enajenación habida entre el disponente y el retraído,
sino de mera sustitución personal en ella, es sumamente discutible afirmar que el retrayente adquiere el bien vendido
al tercero en virtud de subrogación. El retrayente adquiere la posición contractual que transitoriamente ha ocupado el
adquirente por disponerlo así la Ley y en virtud de su propio derecho y, a consecuencia de ello, en cuanto nueva
parte del contrato celebrado entre las otras personas, adquiere el bien transmitido del disponente.
Ahora bien, si el retracto se fundamenta en opciones de justicia valoradas por el legislador, es igualmente
justo que el tercero adquirente, al que en definitiva se le margina de la operación, no salga perjudicado a
consecuencia del ejercicio del derecho de adquisición preferente por el retrayente.
Por ello, en caso de retracto, no bastará con que el retrayente abone el mismo precio hecho efectivo por el
tercero, sino que para que éste quede indemne, será necesario resarcirle de los gastos que le haya originado la
abortada adquisición. A semejante finalidad atiende el artículo 1.518 que, aunque textualmente referido al retracto
convencional, es de aplicación general a los supuestos de retracto legal por especial remisión del artículo 1.525.
Conforme a dicho precepto, no se podrá hacer uso del derecho de retracto sin reembolsar al comprador el precio de
la venta, y además:
1. Los gastos del contrato y cualquier otro pago legítimo hecho para la venta.
2. Los gastos necesarios y útiles hechos en la cosa vendida. En relación con el plazo de ejercicio del
retracto, el artículo 1.524 determina que habrá de hacerse «dentro de nueve días contados desde
la inscripción en el Registro [de la propiedad], y en su defecto, desde que el retrayente hubiera
tenido conocimiento de la venta».
El segundo párrafo del artículo 1.522 establece que «cuando dos o más propietarios quieran usar del retracto,
sólo podrán hacerlo a prorrata de la porción que tengan en la cosa común». Por otra parte, debe tenerse en cuenta
que, en caso de conflicto «el retracto de comuneros excluye el de colindantes» (art. 1.524.2).
4. Otros supuestos de derechos de adquisición preferente de origen legal: los retractos arrendaticios
Entre los diversos supuestos legales de derechos de adquisición preferente establecidos con posterioridad a la
publicación del Código Civil y, por tanto, no regulados en él, interesa considerar particularmente los establecidos
por las leyes especiales de arrendamientos. La razón fundamental para ello radica en que, desde el punto de vista
práctico, son los más generalizados y lo que, con mayor frecuencia, se someten al conocimiento del Tribunal
Supremo.
4.2. Tanteo y retracto en favor del arrendatario de fincas urbanas (TR-LAU 1964)
El Texto Refundido de la Ley de Arrendamientos Urbanos (D 4104/ 1964, de 24 de diciembre) dedica su
capítulo VI a regular, los derechos de tanteo y retracto del inquilino y del arrendatario del local de negocio (arts. 47
a 55).
Se otorgan, pues, tales derechos tanto a los arrendatarios de viviendas cuanto a los de locales de negocio. En
ambos casos se requiere que el arrendatario se encuentre efectivamente ocupando el inmueble que tenga arrendado
(«el piso o locales que ocupare», dice el art. 47 del TR-LAU).
4.3. Tanteo y retracto en favor del arrendador de locales de negocio (TRLAU 1964)
El reverso de la medalla de los supuestos últimamente considerados viene representado por el otorgamiento
de los derechos de tanteo y retracto al arrendador de locales de negocio que vayan a ser traspasados por el
arrendatario, regulados en lo fundamental en los artículos 35 y 36 de la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1964.
Naturalmente, en caso de ejercitar el tanteo, el arrendador habrá de abonar el precio del traspaso (art. 35.2),
y, en caso de retracto, dicho precio y los gastos complementarios recogidos en el artículo 1.518 del Código Civil,
que resulta aplicable por expresa remisión del artículo 36.3 del Texto Refundido de 1964.
4.4. Los derechos de adquisición preferente en la Ley de Arrendamientos Urbanos (Ley 29/1994)
En la vigente Ley de Arrendamientos Urbanos, bajo la rúbrica de derecho de adquisición preferente, se
contempla la materia tratada en los artículos 25 y 31, referidos respectivamente a los arrendamientos de vivienda y a
los arrendamientos para uso distinto del de vivienda. Conforme al esquema clásico, salvo en el caso de venta
conjunta de varios bienes o del inmueble (núm. 7), la Ley de Arrendamientos Urbanos concede al arrendatario un
derecho de tanteo (núm. 2) y, en garantía de su efectividad, un derecho de retracto (núm. 3), al tiempo que otorga
carácter preferente al derecho de adquisición preferente del arrendatario, salvo frente al condueño (de la vivienda
enajenada) o al titular de un retracto convencional inscrito en el Registro (núm. 4).
Sin embargo, por lo dispuesto en el número 8, el derecho de adquisición preferente del arrendatario sólo
tiene carácter imperativo respecto de los arrendamientos de vivienda cuya duración sea inferior a 5 años (cfr. art. 9),
siendo en cambio un derecho renunciable en relación con los arrendamientos de vivienda que tengan una «duración
pactada superior a 5 años». Probablemente, la regla hubiera sido menos incorrecta si su planteamiento se hubiera
hecho exactamente al revés, tratando de garantizar el derecho de adquisición preferente en los contratos de larga
duración.
La respuesta está clara: tiene escaso sentido y, a lo peor, ninguno, para el actual tráfico económico. En
épocas anteriores, sin embargo, el pacto de retroventa llegó a asumir un papel relevante, ya que la rocambolesca
figura estudiada era sencillamente la veste jurídica o tapadera de una operación de préstamo, por lo general usurario.
6. EL DERECHO DE OPCIÓN
6.1. La opción de compra y la opción de venta
En el tráfico de nuestros días es sumamente frecuente celebrar negocios preparatorios de una adquisición o
enajenación futura que aún no se tiene decidida en firme. Por ejemplo, a una constructora le interesa un terreno, pero
no está dispuesta a comprarlo hasta que no se cerciore de la volumetría posible de la parcela. Sin embargo, le
interesa asegurarse su futura y eventual adquisición mientras tanto; a cambio de ello, como es natural, el dueño del
terreno exigirá una compensación económica, ya que, por lo común, no va a limitar sus posibilidades de venta a
cambio de nada.
Semejante operación se conoce en el mundo del Derecho con el nombre de opción de compra. En virtud de
ella, el concedente del derecho de opción (el dueño) está otorgando un derecho de preferencia en la adquisición al
optante (la constructora) a cambio de un precio que, en la práctica, suele conocerse como prima o señal de la opción.
La opción es, pues, un contrato en virtud del cual una persona se obliga a vender (o negocio similar) a otra una cosa
bajo ciertas condiciones contractualmente previstas. Siendo así que el concedente del derecho de opción queda
www.uned-derecho.com
obligado a vender y que es el optante quien decidirá si compra o no compra, se habla en tales casos de opción de
compra.
En el caso contrario, cuando el eventual adquirente queda obligado a comprar y es el propietario el que
puede optar entre vender o no vender se habla, lógicamente, de opción de venta.
1.1. Introducción
No son extraños los autores a los que gusta resaltar que la propiedad, históricamente hablando, es un fruto de
la posesión; en el sentido de que en épocas remotas (y ante la inexistencia de ordenamiento jurídico, por tanto), el
ser humano contaba con la dominación de las cosas no por ser propietario, sino por ser poseedor: «el hombre -se ha
dicho en tal línea- es propietario porque poseyó primero».
Más bien la cuestión ha de ser enfocada exactamente al revés: desde el momento en que nace la idea de
propiedad, como señorío del ser humano sobre las cosas, la posesión pasa a identificarse, bajo ciertas circunstancias,
con el mero hecho de tener una cosa, la tenencia material de ella.
Llegado el momento de la codificación resulta claro que la estrella polar de la dominación sobre las cosas la
desempeña la idea de la propiedad, mientras que la posesión asume una posición claramente subordinada e
instrumental en cuanto el goce dominical predeterminaba por lo común el goce posesorio, aunque por supuesto
www.uned-derecho.com
estaba claro que --en cuanto dominación fáctica y efectiva- la posesión podía ser ostentada por persona que no fuera
propietario, sino simplemente poseedor. Así lo habían dicho ya Ulpiano y otros jurisconsultos clásicos en Roma,
distinguiendo entre los supuestos siguientes:
- El poseedor que simultáneamente es propietario (hoy en términos técnicos y algo edulcorados,
hablaríamos del poseedor con título dominical).
- El propietario que no es poseedor.
- El poseedor que no es propietario.
sentencia el derecho a poseer, el ius possidendi, que habrá de ejercitar a través de las oportunas pretensiones
procesales (reivindicatoria o pauliana), pues mientras tanto el ius possessionis se encuentra también protegido por el
Derecho.
Se pone así de manifiesto, con relativa claridad, que las situaciones posesorias son múltiples y variadas,
partiendo del dato inicial de que el señorío de hecho sobre las cosas puede asentarse tanto en la posesión como
derecho o ius possidendi, cuanto en la posesión como hecho o ius possessionis.
Ocurre palmariamente lo primero cuando estemos ante un caso en el que el poseedor sea simultáneamente
propietario, pues en tal supuesto el goce posesorio es sencillamente un corolario del conjunto de la facultades
dominicales, por lo que carece de sentido distinguir entre ius possidendi e ius possessionis.
Si el propietario transmite, consiente o pierde la posesión fáctica de la cosa que le pertenece, resultará
necesario, en cambio, determinar si el nuevo poseedor tiene o no ius possidendi (usufructuario, arrendatario, etc.) o
no (precarista, ladrón o quien, sin serlo, se apropia indebidamente de algo ajeno), dando por hecho en todo caso que
el ius possessionis le corresponde en cuanto señorío de hecho. Pero, al mismo tiempo, resultará imposible negarle al
propietario el ius possidendi que, conforme a las circunstancias de cada caso, corresponde al titular dominical, al
igual que el resto de las facultades dominicales que puedan ser objeto de transmisión.
2. LA NATURALEZA DE LA POSESIÓN
Llegados a este punto, casi todos los autores que se han ocupado de la posesión se plantean, de una forma u
otra, la denominada «naturaleza de la posesión». Dicha cuestión consiste fundamentalmente en determinar si, desde
el prisma normativo (atendiendo, pues, a los datos de Derecho positivo), la posesión debe considerarse como un
hecho o, por el contrario, como un derecho.
En general, puede considerarse dominante la tesis que opta por afirmar que la posesión constituye un
derecho real (SÁNCHEz RomÁN, CLEMENTE DE DIEGO, Cossío, etc.). La advertencia es muy interesante y
digna de ser recordada, pues es cierto que hay una gran concordancia en admitir lo que los datos normativos
convierten en indiscutible: la posesión origina la tutela interdictal, concede al poseedor numerosas e importantes
presunciones en su favor, bajo ciertas circunstancias es la base de la usucapión, etc.
Pero de una misma consecuencia normativa, algunos autores deducen que la posesión ha de configurarse
como un derecho real autónomo (aunque algunos resaltan su característica provisionalidad) y otros, en cambio,
consideran que el mandato legal no altera la condición fáctica de la posesión en sí misma considerada.
Mi convicción personal al respecto es que el debate, como señalara CLEMENTE DE DIEGO, carece de
verdadera trascendencia de fondo, dada la coincidencia existente respecto a los efectos generados por las diversas
situaciones posesorias. Además siendo éstas múltiples y variadísimas, es sobremanera difícil pretender calificarlas
como un hecho o un derecho de forma genérica. En todo caso, por si alguien piensa que con semejante precisión
pretendo hurtar mi posición al respecto, trataré de ofrecer una respuesta al tema considerado.
Las situaciones posesorias calificables como ius possessionis probablemente deban considerarse, sin
ambages, como hechos, sin que dicha naturaleza sea obstáculo alguno a que el ordenamiento jurídico atribuya a tales
situaciones fácticas las consecuencias jurídicas que considere pertinentes (básicamente, la protección interdictal).
Por su parte, tener o no tener el denominado ius possidendi difícilmente puede ser calificado como una mera
cuestión de hecho. Pero a mi entender, aceptar semejante premisa tampoco ha de suponer desembocar
necesariamente en su calificación como derecho o, al menos, como un derecho autónomo. En efecto, el eventual
debate o litigio acerca de la extensión o alcance del ius possidendi (cuestión de derecho), en cada caso concreto, lo
primero que requiere es determinar su causa o fundamento, pues su existencia siempre se asentará en la posición
jurídica ostentada por quien tiene la posesión como derecho. En tal sentido, entonces, tener «derecho a poseer» no
significa otra cosa que ostentar una facultad integrada en el derecho subjetivo que la fundamente, con independencia
de que se trate de un derecho real o de crédito, pues tanto uno como otro pueden conllevar facultades posesorias para
su titular.
plantearse en forma contradictoria. Así se admite generalizadamente que la tutela interdictal posiblemente encuentre
su fundamento básico en la prohibición de la violencia (en la que hacía particular hincapié SAVIGNY) y en la
consecución de la paz social y del orden constituido.
Pero, al mismo tiempo, en la línea de IHERING, se resalta que el sentido propio de las presunciones
posesorias posiblemente consista, sobre todo, una protección de la propiedad (que, de forma indirecta, beneficia
también a los poseedores que no sean propietarios) y, en definitiva, en una manifestación más de la protección de la
apariencia.
La doctrina que podríamos llamar tradicional, imperante a comienzos del siglo XX, consideraba que el
ejercicio de la posesión en nombre ajeno se producía en aquellos supuestos en los que la detentación efectiva de la
cosa era realizada por personas que, en virtud de cualquier vínculo u obligación respecto del verdadero poseedor, se
encontraban en una situación de dependencia respecto de éste. Los ejemplos más sobresalientes serían los del
administrador, comodatario o mandatario, cuyos actos posesorios sobre la cosa no encontrarían más fundamento que
la propia relación preexistente entre el verdadero poseedor y ellos mismos. Estos últimos realizarían siempre los
actos posesorios para los que estuvieran autorizados por otro en nombre ajeno, sin que pudieran atribuirse ius
possidendi alguno.
Por una parte, al anotar la edición española del conocido Tratado (de derecho civil alemán) de
ENNECERUS, los profesores PÉREz GONZÁLEZ Y ALGUER consideraron oportuno «importar» al acervo de la
civilística española la figura germánica del llamado «servidor de la posesión» (expresión que es traducción literal del
correspondiente vocablo alemán: Besiudiener).
De otro lado, el profesor G. GARcíA VALDECASAs ha defendido que el artículo 531 representa en nuestro
Código el sustrato normativo idóneo para desplegar la distinción entre posesión mediata e inmediata a que
seguidamente nos referiremos. Su tesis, sin embargo, no ha contado con la aceptación general de la doctrina
posterior. Dicho ello, parece innegable que la idea germánica del servidor de la posesión, de una parte, y la posesión
en nombre ajeno contemplada en el artículo 531 de nuestro Código Civil, tienen un sustrato común: se trata de
determinar el status jurídico de la persona que, sin ser propiamente poseedor, detenta el contacto físico con la cosa y,
en particular, dilucidar si el poseedor en nombre ajeno tiene legitimación activa para ejercitar los interdictos, para
actuar defensivamente contra cualquier acto de perturbación o despojo. En nuestro sistema normativo, dados los
términos del Código y de la Ley de Enjuiciamiento Civil, el poseedor en nombre ajeno tiene facultad de ejercitar las
acciones interdictales.
En la mayor parte de los supuestos prácticos, probablemente, la detentación material de la cosa en nombre
ajeno encontrará su soporte causa¡ en una relación contractual entre el poseedor en nombre propio y el poseedor en
nombre ajeno (depósito, administración, arrendamiento, etc). Sin embargo, a mi entender, dicha cobertura
contractual no puede elevarse a presupuesto determinante de la posesión en nombre ajeno, tal y como defiende el
profesor COCA PAYERAS, pues cabe también que la situación posesoria comentada no provenga de un verdadero
acto de autonomía privada, sino que nazca a consecuencia de disposiciones legales (caso, por ejemplo, del depósito
necesario) o de la realización de actos típicos de la gestión de negocios ajenos sin mandato.
b) Que el acto o título transmisivo pueda ser considerado válido. Esta última circunstancia, como es
obvio, conecta la buena con el requisito del justo título que seguidamente veremos. La buena fe del poseedor
usucapiente ha de ser continuada y persistir durante todo el período de la posesión hábil para la usucapión,
como ha declarado reiteradamente la jurisprudencia Dicho ello, resulta necesario matizar que el
planteamiento medular de los referidos artículos del Código no agotan la multiplicidad de situaciones
posesorias.
En consecuencia, para evitar equívocos, debe subrayarse que aunque se trate de situaciones posesorias puras,
sin conexión alguna con la transmisión dominical, se impone aplicar los principios extraídos de los artículos 433 y
1.950 al supuesto posesorio de que se trate, adaptando la creencia de legitimidad posesoria e ignorancia de vicio
invalidante del poseedor a la posesión de que se trate. Así lo exige la aplicación de las reglas relativas a la
liquidación del estado posesorio, en las cuales es determinante el carácter de buena fe o de mala fe del poseedor
vencido.
Equivale ello a proponer una cierta «relectura» del artículo 433, difuminando la fortaleza de la expresión
«modo de adquirir», para, en cambio, resaltar la importancia del término «título», que habría de pasar a considerarse
como «título posesorio» en sentido estricto. Dicho título habilitará, en su caso, la posesión de buena fe del
arrendatario, del comodatario, del acreedor pignoraticio, etc., aunque su situación posesoria no tenga por norte y
guía adquirir el dominio de la cosa poseída y, por tanto, la aplicación de las presunciones posesorias particularmente
relacionadas con la posesión de buena fe:
1. Salvo prueba en contrario, la posesión ha de ser considerada de buena fe respecto de cualquier
poseedor (art. 434).
2. Igualmente, salvo prueba en contrario, la aplicación del artículo 435 conlleva que la posesión
inicial de buena fe se ha de seguir considerando en igual concepto salvo que «existan actos que
acrediten que el poseedor no ignora que posee la cosa indebidamente».
el precario recaiga sobre bienes inmuebles. Dispone a tal efecto el artículo 1.565 de la Ley de Enjuiciamiento Civil
que «Procederá el desahucio y podrá dirigirse la demanda: 3.0 Contra cualquier otra persona que disfrute o tenga en
precario la finca, sea rústica o urbana, sin pagar merced, siempre que fuere requerida con un mes de anticipación
para que la desocupe».
Por su parte, los artículos 1.599 y 1.600 de la Ley de Enjuiciamiento Civil parten de la base de que, una vez
firme la sentencia de desahucio, si el precarista no abandona la finca en los brevísimos plazos previstos en el artículo
1.596 (de ocho a veinte días, según la naturaleza del inmueble) «se procederá a lanzarlo [es decir, desalojarlo], sin
prórroga ni consideración de ningún género, y a su costa», sin que sea obstáculo para el lanzamiento «que el
inquilino o colono reclame como de su propiedad labores, plantíos o cualquier otra cosa que no se pueda separar de
la finca».
Tales disposiciones procesales han acabado por «fulminar» la cuestión de fondo a la que antes nos hemos
referido, relativa a la buena o mala fe del precarista. Posiblemente atendiendo a los criterios «civiles», lo más
acertado sería concluir que, aunque carezca de título jurídico-real o contractual para ello, la posesión del precarista
no puede ser calificada de mala fe, en cuanto se encuentra fundada en la condescendencia o beneplácito del
verdadero poseedor o titular de la cosa. Sin embargo, la especial naturaleza de la posesión precaria y la evitación de
la continuidad de tal situación posesoria (argumentando el eventual derecho de retención) explican la constante y
reiterada doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo, en cuya virtud los precaristas no pueden ejercitar el derecho
de retención (cfr. SSTS de 9 de julio de 1984, cdo. 5, y las que cita).
1. Sujetos de la posesión
1.1. Las reglas de capacidad
1.2. La coposesión
2. El objeto de la posesión
2.1. La posesión de las cosas.
2.2. La posesión de los derechos
2.3. La susceptibilidad de apropiación
3. Adquisición de la posesión
3.1. La ocupación material.
3.2. La transmisión de la posesión
3.3. La transmisión por ministerio de la ley: la llamada posesión civilísima
6. La pérdida de la posesión
6.1. El abandono de la cosa
6.2. La cesión hecha a otro por título oneroso o gratuito
6.3. La destrucción o pérdida total de la cosa
6.4. La posesión ajena: el despojo posesorio
1. SUJETOS DE LA POSESIÓN
Conforme al artículo 443 del Código Civil «Los menores y los incapacitados pueden adquirir la posesión de
las cosas; pero necesitan de la asistencia de sus representantes legítimos para usar de los derechos que de la posesión
nazcan a su favor» (dicho artículo se mantiene en su redacción originaria, pues no ha sido afectado por la LO
1/1996, de Protección jurídica del Menor). Consiguientemente, se deduce de forma expresa de dicho precepto que
para la adquisición de la posesión no se requiere la plena capacidad de obrar.
Doctrinalmente se ha puesto en duda el significado de que el precepto se refiera en exclusiva a «la posesión
de las cosas», pues cabe entender que, en consecuencia, se excluye la adquisición de «la posesión de los derechos»
por menores o incapacitados. En tal sentido, afirman algunos autores que la eventual exclusión de la posesión de los
derechos vendría justificada por la relativa dificultad e imposibilidad de discernimiento de menores e incapacitados
en relación con los derechos.
A mi entender, sin embargo, dicha propuesta restrictiva resulta discutible y antagónica con la regla
generalmente aceptada en sede de adquisición de la propiedad mediante ocupación. En efecto, si se acepta que la
ocupación pueda ser llevada a efecto por cualquier persona que tenga aptitud psíquica suficiente para adquirir la
propiedad de una cosa carente de dueño, convirtiéndose pues en propietario, no se acierta a ver cuáles puedan ser las
razones que avalen la restricción interpretativa aludida respecto de la posesión. ¡Quién puede lo más, puede lo
menos!
1.2. La coposesión
La primera proposición del artículo 445 se encarga de subrayar que «La posesión, como hecho, no puede
reconocerse en dos personalidades distintas, fuera de los casos de indivisión». Aparte de la importancia de resaltar la
imposibilidad material de existencia de dos poseedores de hecho, el precepto reconoce abiertamente que la (misma o
única) posesión de hecho puede corresponder, en indivisión, a varios poseedores.
2. EL OBJETO DE LA POSESIÓN
Hemos tenido ya reiteradas ocasiones de ver que, conforme a nuestro Código, la posesión recae tanto sobre
las cosas propiamente dichas cuanto sobre los derechos. En efecto, son bastante numerosos los artículos del Código
Civil que, de forma expresa, aunque utilizando giros diversos, hablan de posesión de cosas y posesión o disfrute
(posesorio) de derechos, comenzando por el propio artículo 430
Para ser objeto de posesión se requiere que las cosas o derechos puedan ser sometidos al poder del poseedor
sin otro trámite que la propia tenencia material de aquéllos. No son idóneas, pues, como objeto de posesión las
llamadas cosas comunes (aire, lluvia, agua), cuyo uso generalizado imposibilita su apropiación.
¿Y los derechos? La doctrina clásica, partiendo de la opinión de Pérez González y Alguer, ha restringido el
ámbito de la posesión a ciertos derechos reales. Los citados autores consideraban que, hablando en términos
generales, sólo son poseíbles los derechos reales que sean, a su vez, susceptibles de un ejercicio estable y duradero
En consecuencia, habrían de excluirse al menos del ámbito posesorio los derechos de prenda e hipoteca y las
servidumbres que no sean continuas y aparentes. Frente a dicha tesis, sostuvo con su habitual finura el Profesor
ALBALADEJO (RDP, 1962) que, conforme a nuestro propio Código, semejante restricción carece de sentido, pues
son susceptibles de apropiación y de posesión tanto derechos reales cuanto determinadas posiciones derivadas de
derechos de crédito siempre y cuando no se agoten uno ictu y sean, por tanto, de ejercicio duradero y continuado.
Así, prácticamente todos los derechos reales limitados (con la sonora excepción de la hipoteca, por obvias razones
de inscripción constitutiva) y al menos las posiciones de arrendatario, comodatario y depositario podrían ser objeto
de posesión.
Cuestión distinta es que tal posesión pueda ser considerada en todos los supuestos descritos posesión ad
usucapionem y que, en consecuencia, la posesión continuada pueda generar la adquisición del correspondiente
derecho. Lo dicho naturalmente no obsta a que tales poseedores de derechos de crédito cuenten a su favor con la
protección interdictal, incluso frente al poseedor mediato de cuya esfera trae causa la posesión de aquéllos, como es
de todo punto de vista obvio, si el poseedor mediato inquieta o perturba indebidamente su señorío de facto sobre la
cosa.
3. ADQUISICION DE LA POSESION
Dice el artículo 438 del Código Civil que «La posesión se adquiere por la ocupación material de la cosa o
derecho poseído, o por el hecho de quedar éstos sujetos a la acción de nuestra voluntad, o por los actos propios y
formalidades legales establecidas para adquirir tal derecho». Probablemente dicha redacción responde únicamente al
deseo del legislador de ofrecer un apunte sistematizador de las diversas formas de llegar a ser poseedor de una cosa
o derecho, en los términos ya vistos. Sin embargo, ha merecido toda suerte de críticas y la doctrina se ha empeñado
en ofrecer unos criterios sistematizadores propios, entre los que resalta la diferenciación entre los modos originarios
y derivativos de adquisición de la posesión.
El caso de embargo preventivo de bienes muebles, que «se depositarán en persona de responsabilidad »,
conforme a lo dispuesto en el artículo 1.409 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. La posesión inherente a la
administración judicial de los bienes litigiosos, regulada en los artículos 1.419 y siguientes de la Ley de
Enjuiciamiento Civil. Si el juez acuerda la intervención en la administración de tales bienes «se dará inmediatamente
posesión al elegido para desempeñarla, afirma el artículo 1.421.2.
En tal caso, conforme a las reglas generales ya conocidas en la materia, la adquisición de la posesión
dependerá de si el poseedor ratifica o no la actuación del gestor posesorio, pues en definitiva la última proposición
del artículo 439 es una concreción más de la regla de que, mediando ratificación, la gestión de negocios se equipara
al mandato propiamente dicho (cfr. arts. 1.259.2, 1.727.2 y, en particular, 1.892.
6. LA PÉRDIDA DE LA POSESIÓN
La pérdida de la posesión se encuentra explícita y enumerativamente considerada en el artículo 460 del
Código Civil, al establecer que:
El poseedor puede perder su posesión:
1. Por abandono de la cosa..
2. Por cesión hecha a otro por título oneroso o gratuito.
3. Por destrucción o pérdida total de la cosa, o por quedar ésta fuera del comercio.
4. Por la posesión de otro, aun contra la voluntad del antiguo poseedor, si la nueva posesión
hubiera durado más de un año.
Doctrinalmente suele ponerse de manifiesto, con cierta razón, que los dos primeros números del artículo 460
se refieren a supuestos de pérdida voluntaria de la posesión, frente a los dos últimos, en los que el mismo efecto se
produce de forma involuntaria. Al propio tiempo, suele subrayarse que la enumeración de supuestos de pérdida de la
posesión contemplados en el precepto no puede considerarse exhaustiva. En demostración de ello, basta pensar en la
eventualidad de que el poseedor actual haya de ceder, por cualquier razón, frente al poseedor de mejor derecho. 0,
sencillamente, en aquellos supuestos de posesión inmediata asentados en la celebración de cualquier tipo de
contrato, en los que el transcurso del tiempo concertado conlleva la pérdida de la posesión para el poseedor
inmediato.
extracomercialidad. Dicha equiparación es, con todo, problemática y resulta sumamente dudosa, pues a efectos
posesorios es difícil concluir que la extracomercialidad sobrevenida acarree la pérdida de la posesión, al menos
como hecho, de forma necesaria y concluyente.
4. La protección de la posesión
4.1. Los interdictos de retener y recobrar la posesión.
4.2. La acción publiciana
4.3. El denominado interdicto de adquirir: la posesión de los bienes hereditarios
Son denominados así porque su ejecución va ligada a la propia conservación de la cosa (pienso del caballo) o
a la obtención de su natural rendimiento (siembra de una finca).
La inherencia a la propia permanencia de la entidad de la cosa o de su rendimiento económico hace que el
artículo 453 afirme que «los gastos necesarios se abonan a todo poseedor» (de buena y de mala fe, por tanto) y que
el artículo 455 reitere de forma explícita que el poseedor de mala fe tiene derecho a ser reintegrado de los gastos
necesarios. Con todo, téngase en cuenta que sólo el poseedor de buena fe tiene derecho de retención, esto es, el
derecho a seguir poseyendo material, efectiva y legítimamente la cosa, mientras no se le satisfagan tales gastos (vid.
art. 453.1, in fine).
B) Gastos útiles o mejoras
De alguna manera, cabe deducir del artículo 453.2 in fine («... el aumento de valor que por ellos haya
adquirido la cosa») que, para el Código Civil, gastos útiles son aquellos que conllevan un incremento del valor de la
cosa (así, por ejemplo, la transformación de una finca de secano en regadío: es el supuesto de hecho de la STS de 10
de marzo de 1980). De ahí que, en la práctica, sea frecuente hablar de mejoras, en vez de gastos útiles.
Para reintegrarse del importe de los gastos realizados en mejoras, el poseedor de buena fe, cuenta a su favor
con derecho de retención, lo que obviamente le asegura la satisfacción de su interés (en definitiva, que su sucesor en
la posesión le pague el valor de las mejoras realizadas). ' Respecto del poseedor de mala fe, el Código Civil no se
pronuncia de forma expresa en relación con los gastos útiles. La opinión mayoritaria entiende, de forma acertada a
mi Juicio, que no deberán serle abonados.
C) Gastos suntuarios
El Código Civil habla de «gastos de puro lujo o mero recreo» (art. 454) o de «gastos hechos en mejoras de
lucro y recreo» (art. 455) para referirse a los que doctrinalmente se denominan, con gran corrección, gastos
suntuarios. El concepto es claro: son gastos provocados sólo (o, al menos, fundamentalmente) por el afán de lujo,
sin que supongan aumentar el rendimiento económico de la cosa fructífera a que benefician (bello empedrado del
camino de acceso a un cortijo) o el valor de las cosas no fructíferas.
Los gastos suntuarios no son abonables al poseedor de mala fe (art. 455), ni tampoco al poseedor de buena fe
(art. 454). Ahora bien, tanto en el caso de posesión de mala fe cuanto en el caso de buena fe, para que el poseedor
pueda retirar los adornos han de darse dos requisitos:
a) Que la cosa principal no sufra deterioro por la separación de los adornos u ornamentos que en su
día se le incorporaron.
b) Que el sucesor en la posesión no prefiera quedarse con los adornos incorporados abonando:
- «El importe de lo gastado» en su día (art. 454), en caso de poseedor de buena fe.
- «El valor que tengan en el momento de entrar en la posesión» (art. 455), en caso de
poseedor de mala fe.
El primer requisito, pues, es de naturaleza objetiva, en dependencia del grado de incorporación del adorno a
la cosa principal.
El segundo requisito, por el contrario, depende en exclusiva de la voluntad del sucesor en la posesión, que es
quien tiene la iniciativa para permitir la retirada de los objetos o mejoras suntuarias o, en caso contrario, abonar los
gastos suntuarios habidos.
Ya hemos visto que respecto de algunos frutos el poseedor de buena fe que deja o pierde la posesión tiene
derecho a una cuota parte, proporcional al tiempo de la posesión.
Pues bien, la misma regla es aplicable para el caso de que la posesión comporte cargas, gastos o impuestos.
Así dispone el artículo 452.2 del Código Civil que «Las cargas se prorratearán... entre los dos poseedores» de forma
proporcional al tiempo de su posesión.
2.7. La virtualidad de las reglas del Código Civil sobre la liquidación del estado posesorio
La pregunta merece ser respondida en dos planos diversos:
1. Su aplicabilidad general. En primer lugar, los artículos 451 y sucesivos tienen una gran
importancia, ya que los mandatos normativos en ellos contenidos no se aplican sólo a los supuestos
sometidos a Derecho civil, sino también en los casos en que rigen los demás sectores sistemáticos del
Derecho, que para nada regulan la posesión ni sus efectos, con carácter general.
Por tanto, si de la lectura del Código Civil o de lo aquí escrito, se deduce que la posesión recae sobre
fincas rústicas o urbanas que pueden darse en alquiler y generar frutos civiles, es obvio que se trata de una
reducción engañosa. 2. Su carácter dispositivo. Es evidente que el contenido preceptivo de los artículos 451
y sucesivos no anula ni suprime la «autonomía privada» o capacidad de autorregular sus problemas o
intereses por los propios ciudadanos que sean parte de un determinado acuerdo o negocio. En tal sentido, las
reglas del Código sobre liquidación del estado posesorio son normas disponibles por las partes en sentido
propio: no es que una de ellas pueda renunciar a exigir cuanto le permite el Código Civil, sino que ambas
pueden acordar sustituir la regla legal por otra. Esto es, los artículos 451 y sucesivos tienen, técnicamente
hablando, carácter dispositivo.
Si ello es cierto, con mayor razón, habrá de predicarse la inaplicación de los preceptos anteriormente
comentados cuando, para un determinado supuesto de sucesión en la posesión, la propia Ley prevea una regla
especial o un conjunto normativo inspirado en ideas que no resulten concordantes con lo establecido en los artículos
451 y siguientes.
los derechos del propietario de los objetos vendidos para ejercitar las acciones civiles o criminales que puedan
corresponderle contra el que los vendiere indebidamente».
La transcripción del precepto, aparte de que convenga al planteamiento aquí realizado, no es ociosa. El
cuarto y último apartado del artículo 464 del Código Civil impone su consideración al establecer que, en cuanto a la
posesión de cosas muebles «adquiridas en Bolsa, feria o mercado, o de un comerciante establecido y dedicado
habitualmente al tráfico de objetos análogos, se estará a lo que dispone el Código de Comercio».
3.3. El artículo 464 del Código Civil: la equivalencia entre posesión y título
Establece dicho apartado normativo que: «La posesión de los bienes muebles, adquirida de buena fe,
equivale al título. Sin embargo, el que hubiese perdido una cosa mueble o hubiese sido privado de ella ilegalmente,
podrá reivindicarla de quien la posea.»
A) Tesis romanista
Quienes optan por la primera de las tesis expuestas consideran que el título al que hace referencia el 464 sólo
puede ser entendido como título hábil para la usucapión en favor del adquirente, pues la mera posesión de los bienes
muebles no puede privar al verdadero propietario de las facultades de reivindicación consagradas en el Derecho
romano y en nuestra propia tradición histórica: ubi rem mea invenio, ibi vindico.
Los defensores más encendidos de dicha tesis, en sucesivas y varias aportaciones, han sido VALLET DE
GoyTiSOLO y el Profesor MIQUEL GONZÁLEZ.
B) Tesis germanista
Otros autores manifiestan que, en realidad, el 464 no procede de la tradición romana, sino que por el
contrario, es fruto de la asimilación por los denominados Códigos latinos (empezando por el propio Code civil
francés) de ciertas reglas procedentes del Derecho germánico y, en particular, de la posibilidad de consagrar la
adquisición del poseedor de buena fe aunque su transmitente no fuera realmente dueño de la cosa transmitida (regla
evidentemente contraria a la romana de que nemo in ahum plus iura transferre potest quam ipse habet), salvo en los
supuestos de pérdida, hurto o robo.
Doctrinalmente, en la segunda mitad del siglo XX, puede considerarse predominante dicha interpretación del
precepto (sobre todo, el Profesor A. HERNÁNDEz GIL Y M. DE LA CÁMARA), incluso en las décadas en que ha
imperado en la jurisprudencia del Tribunal Supremo el criterio denominado romanista.
C) La jurisprudencia
Dicho ello, aquí habrá de bastar con indicar que el adquirente ha de considerarse propietario, salvo en el caso
de que el verdadero dueño:
a) hubiese perdido la cosa mueble, o
b) hubiese sido privado de ella ilegalmente, ya que, en cualquiera de ambos casos, el dueño está
legitimado para reivindicar la cosa.
Lo que ocurre es que el Tribunal Supremo ha interpretado tan ampliamente la expresión «privación ilegal»
que, prácticamente, ha privado de sentido y aplicación a la asimilación (contenida en el encabezamiento del artículo)
entre adquisición de muebles de buena fe y título de propiedad, conocida técnicamente como adquisición a non
domino.
Dicha línea jurisprudencial, a mi juicio, es (y era) criticable, en cuanto absolutamente contraria a los
intereses generales del tráfico económico privado, cuya regulación no debe verse salvaguardada sólo por el Código
de Comercio (como pretendiera una famosa STS de 19 de junio de 1945, que «orientará» a muchas posteriores en
una pretendida línea romanista más que discutible), sino también por las normas contenidas en el Código Civil.
En realidad, la privación ilegal excluyente de la adquisición a non domino debe reconducirse a los supuestos
de hurto o robo de la cosa. Por lo demás, es obvio que el juego de la adquisición a non domino requiere que:
a) El adquirente posea efectivamente la cosa mueble.
b) El adquirente sea de buena fe; esto es, que ignore la inexistencia o deficiencia de facultad de
disposición en el transmitente.
c) La transmisión del bien mueble se asiente en un negocio que, general y abstractamente
considerado (donación, compraventa, dación en pago, etc.), sea válido para justificar la adquisición
derivativa del derecho real de propiedad.
Dándose tales requisitos, la posesión de bienes muebles adquirida de buena fe debe determinar la
irreivindicabilidad de tales bienes por su anterior titular, tal y como parece haber triunfado finalmente en la propia
jurisprudencia del Tribunal Supremo.
4. LA PROTECCIÓN DE LA POSESIÓN
www.uned-derecho.com
La posesión en sí misma considerada, como tenencia material de una cosa, no es realmente un derecho
autónomo, aunque se hable de derecho a poseer (¡us possidendi). Cuando se utilizan tales expresiones (u otras
similares) se trata de resaltar que el poseedor es titular de un derecho real (sobre todo, la propiedad; pero también los
derechos reales limitados de goce) que, entre otras facultades, otorga a aquél facultad para poseer la cosa o de
cualquier otro derecho (arrendamiento, préstamo, por ejemplo) que legitima su posesión.
Ahora bien, el poseedor puede ser otra persona, aunque carezca verdaderamente de derecho a poseer.
Eugenio se apodera de la pluma estilográfica y comienza a utilizarla como si fuera suya. ¿Es poseedor?
Evidentemente, sí; goza de la tenencia material de la cosa, aunque sepa que no tiene derecho a hacerlo.
Sigamos suponiendo que Eugenio, estudiante de cuarto de Derecho, comete la ingenuidad (en el fondo es un
santo varón) de comentar en clase que ha encontrado la pluma y se ha quedado con ella, en vez de entregarla en el
Ayuntamiento de nuestra ciudad (cfr. art. 615 del CC), como, según sabemos, hubiera debido hacer. ¿Podrá
cualquier compañero arrebatarle la pluma, robándosela o por la fuerza, dado que realmente Eugenio no tiene derecho
a poseer?
La respuesta a esta pregunta es una radical negación. Nadie podrá privarlo de la posesión, del hecho de poseer, por
la fuerza, ni siquiera Pedro (propietario y perdedor de la pluma). Así lo establecen los artículos 446 y 441 del
Código Civil, suficientemente transcritos y comentados con anterioridad; la posesión, incluso como mero hecho, es
considerada digna de protección por el Derecho.
importancia de esta institución), pero también el problema de que, en el caso de haber perdido la posesión antes de
haber usucapido, el adquirente no podía ejercitar acción reivindicatoria alguna.
Ante ello, según afirmación común, en la primera mitad del siglo i a. de C., fue el pretor Quinto Publicio
quien recurrió por primera vez a la ficción de considerar transcurrido el período de usucapión, asimilando la
condición del propietario bonitario a la del propietario civil. En paralelo con la reivindicatoria correspondiente a este
último, a aquél se le otorgó la posibilidad de ejercitar un acción para recuperar la posesión que hubiera perdido. Por
obvias razones, dicha acción recibió el nombre de acción publiciana.
Dado que nuestro sistema normativo ha dejado de ser un «sistema por acciones» y que la posesión como
derecho es susceptible de litigio, cabría pronunciarse inicialmente de forma afirmativa. Llamándola publiciana o de
cualquier otro modo, habría de admitirse una pretensión de carácter declarativo en relación con el derecho a poseer o
la posesión como derecho. Sin embargo, la cuestión dista de ser clara, ante el silencio legal sobre el particular
(obsérvese, sin embargo, que tampoco hay referencia legal alguna a la denominada acción negatoria, anteriormente
estudiada, y, que se sepa, casi nadie la discute. Así lo recuerda la propia Sentencia del Tribunal Supremo de 7 de
noviembre de 1982), pues el tema se ha convertido en objeto de un profundo debate doctrinal.
Naturalmente, en esta obra no puede reproducirse semejante debate, por varias razones. Bastará con indicar
que eximios tratadistas se pronuncian en contra de su eventual existencia (así, por ejemplo, GARCíA
VALDECASAS y ALBALADEJO. Este último, incluso a nivel de manual, ofrece una verdadera catarata de
argumentos en tal sentido); mientras que otros relevantes autores (DfEZ-PICAZO y LACRUZ, por ejemplo) se
pronuncian en sentido afirmativo, tal y como hace también el Profesor DE LA CUESTA SÁENz en su estudio
monográfico publicado en 1984.
A mi entender, debe defenderse esta última posición y puede encontrarse un sustento normativo de la acción
publiciana en el apartado tercero del artículo 1.658 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. La Sentencia del Tribunal
Supremo de 7 de octubre de 1982 dejó declarado «que aunque la institución no está recogida en nuestro
ordenamiento positivo, ello no fue óbice para la tesis afirmativa, que alegó el caso de otras acciones, como la
negatoria, igualmente carente de regulación legal y sin embargo pacíficamente admitida, pero sobre todo se apoyó
en la corriente imperante de atenuar el rigor de la exigencia de la prueba plena del dominio (la antigua «prueba
diabólica») ... lo que dio pie a parte de la doctrina científica y a la jurisprudencia para configurar a la acción
publiciana como «una de las facetas de la reivindicatoria que permite al actor probar su mejor título que puede
derivarse de la mera posesión, reclamando la cosa de quien la posea con menos derecho».
La Sentencia de 21 febrero 1941, que la considera como una faceta de la acción dominical indicada, de la
cual se diferencia en que mientras la reivindicatoria es acción que compete al titular dominical no poseedor contra
quien posee sin serlo, la «publiciana», por ir dirigida a la tutela posesoria, corresponde al poseedor contra quien lo
sea de peor derecho o contra el mero detentador, mas no contra quien sea propietario.
En caso, pues, de que exista un poseedor a título de dueño o de usufructuario, el heredero no podrá recurrir al
interdicto de adquirir, sino que habrá de ejercitar la acción publiciana (o, de no admitirse, la reivindicatoria o la
petición de herencia).
3. El Registro de la Propiedad
3.1. La publicidad registral en general
3.2. El Registro de la Propiedad en cuanto institución
3.3. La publicidad formal del Registro de la Propiedad
5. El Registrador de la Propiedad
propio Código Civil y en el posterior mantenimiento de dos cuerpos legales que, evidentemente, se reclaman de
continuo y en gran medida constituyen un todo orgánico, como comprobaremos -así es de esperar, al menos al
finalizar el estudio de los capítulos que siguen.
El mantenimiento de ambas disposiciones legales y las necesidades del lenguaje obligan, pues, desde la
publicación del Código a referirse a normas (o requisitos, planteamientos, consideraciones, etc.) civiles, de un lado,
y, de otro, a normas o consideraciones hipotecarias.
3. EL REGISTRO DE LA PROPIEDAD
3.1. La publicidad registral en general
Por ello, el Registro Civil debe acoger el nacimiento, matrimonio, defunción... de las personas. Igualmente,
la mayor parte de las personas jurídicas deben inscribir los actos fundamentales relativos a su vida y a su desarrollo,
comenzando por su propia constitución: las asociaciones y las fundaciones se inscribirán en Registros ad hoc, lo
mismo que los Bancos o las Cajas de Ahorro; las sociedades mercantiles de carácter capitalista (anónimas y
limitadas) se inscribirán en el Registro Mercantil, etc. La Ley 83/1980, de 31 de diciembre de 1980, de
Arrendamientos Rústicos, prevé en su artículo 24 la creación de un Registro especial para los mismos (constituido y
regulado por un RD de 9 de octubre de 1985). «Los bienes declarados de interés cultural -dice el art. 12 de la LPH-
serán inscritos en un Registro General dependiente de la Administración del Estado ... ». Si se recuerda, además, que
se deben registrar (aunque comúnmente se hable de matricular) las motocicletas, los automóviles, y en general
cualquier otro medio de transporte, se irá asumiendo la idea -absolutamente cierta- de que en el mundo actual
«estamos rodeados de Registros».
Todos los Registros existentes en el mundo del Derecho tienen al menos una nota común: «publicar» un
hecho, acto o negocio jurídico con el objeto de que los mismos puedan ser conocidos por terceros a los que no
resulta indiferente que, por ejemplo:
- el contratante sea mayor o no mayor de edad;
- que una fundación o cualquier otra personificación que pretende alquilar unas oficinas tenga o no
personalidad jurídica;
que el automóvil que se pretende comprar haya pasado los correspondientes controles técnicos, etc.
a) Toda persona tiene derecho a acceder al contenido del Registro, para informarse de los derechos
recayentes sobre las fincas inscritas.
b) Cada una de las oficinas registrales existentes en España (por lo general coincidentes con las
cabeceras de las demarcaciones judiciales, hasta la reforma introducida en el art. 1 del RH por el
RD de 12 de noviembre de 1982) se encuentra bajo la salvaguarda de un técnico en Derecho,
especialmente cualificado y seleccionado mediante oposiciones libres: el Registrador de la
Propiedad, al que más adelante nos referiremos.
Libro Diario, aunque simultáneamente garantiza el funcionamiento regular del Registro y del orden de despacho por
el Registrador de los documentos presentados a calificación.
5. EL REGISTRADOR DE LA PROPIEDAD
La existencia de la figura del Registrador viene requerida por el presupuesto de que al Registro de la
Propiedad sólo tienen acceso los derechos reales inmobiliarios (por excepción, también algunos derechos de carácter
personal) siempre que se encuentren documentados en un título público y hayan sido objeto de calificación registral.
Según el artículo 18 de la Ley Hipotecaria, la función calificadora del Registrador comprenderá: la legalidad
de las formas extrínsecas de los documentos; la capacidad de los otorgantes; y la validez de los actos dispositivos
contenidos en las escrituras públicas, por lo que resulte de ellas y de los asientos del Registro. Como iremos viendo,
se trata de un función técnica de gran importancia y cuyo desempeño requiere una sólida formación en Derecho
privado.
En cada Registro, pues, existe un Registrador, que tiene el carácter de funcionario público a todos los efectos
legales (vid. art. 274 de la LH). La competencia en esta materia es estrictamente territorial, por distritos
hipotecarios, cuyo número en todo el territorio nacional no llega a los novecientos. La condición de Registrador, al
igual que la de Notario, también funcionario público, se adquiere en virtud de libre oposición
1. La finca registral
1.1. Las fincas propiamente dichas
1.2. Las fincas especiales
A) Las fincas discontinuas
B) El agua
C) Las concesiones administrativas
1.3. La descripción de la finca
2.La inmatriculación de la finca
2.1. La inmatriculación o primera inscripción del dominio
2.2. La inscripción de derechos reales sobre fincas no inscritas
2.3. Los medios de inmatriculación
2.4. El expediente de dominio
2.5. Los títulos públicos de adquisición, complementados en su caso por acta de notoriedad
2.6. La certificación de dominio de Entidades públicas (art. 206 de la LH)
3. Modificaciones de la finca registral
3.1. Agrupación de fincas
3.2. División de finca
3.3. Segregación de fincas
3.4. Agregación de fincas
www.uned-derecho.com
1. LA FINCA REGISTRAL
1.1. Las fincas propiamente dichas
Doctrinalmente, es frecuente hablar de finca material para referirse a las fincas rústicas y urbanas y
distinguir a las fincas propiamente dichas de las restantes unidades registrales a las que la legislación hipotecaria
permite considerar también como fincas.
Por tanto, al igual que desde el punto de vista estrictamente civil, a efectos hipotecarios, puede definirse
inicialmente la finca rústica como una extensión de terreno de la superficie terrestre que es objeto de tráfico unitario,
para referirnos a las fincas urbanas, bastaría con remachar la idea de que se trata de un espacio poliédrico,
dependiente de la imaginación y construcción humanas, que constituya un espacio independiente o susceptible de ser
considerado separadamente, sea en su conjunto sea previa división.
La norma fundamental al respecto es la establecida por la regla 1.a del artículo 9 de la Ley Hipotecaria, en
cuya virtud al inmatricularse la finca han de constar al menos «La naturaleza, situación y linderos de los inmuebles
objeto de la inscripción... y su medida superficial».
El artículo 51 del Reglamento Hipotecario, por su parte, desarrolla tal mandato con detalle. Recogeremos
sólo lo indicado respecto de la naturaleza de la finca, su situación y la medida superficial:
- La naturaleza radica básicamente en determinar el carácter rústico o urbano de la finca que accede al
Registro: «La naturaleza de la finca se determinará expresando si es rústica o urbana, el nombre con el
que las de su clase sean conocidas en la localidad, y en aquéllas, si se dedican a cultivo de secano o de
regadío, y, en su caso, la superficie aproximada destinada a uno y a otro» (art. 51 .1.a del RH).
- La extensión o medida superficial de las fincas materiales ha de constar «en todo caso y con arreglo al
sistema métrico decimal sin perjuicio de que pueda también constar la equivalencia a las medidas del
país» (art. 5 1.4adel RH). Las reglas 2.' y 3. ' por su parte, se destinan a precisar los datos de
identificación de las fincas rústicas y urbanas, respectivamente. En aquéllas, los linderos se determinarán
«por los cuatro puntos cardinales». En las urbanas, se fijarán «por la izquierda (entrando), derecha y
fondo».
2. LA INMATRICULACIÓN DE LA FINCA
2.1. La inmatriculación o primera inscripción del dominio
Conceptualmente, resulta difícil imaginar la existencia de «derechos reales limitados» (de goce o de
garantía) sin la previa existencia de un propietario, cuyos poderes o facultades se vean mermados por la existencia
de tales derechos. El Registro inmobiliario pretende fundamentalmente proteger el tráfico económico y crediticio
sobre los inmuebles. Por tanto, nacería absolutamente viciado si antes de garantizar registralmente quien es el
propietario permitiese la constitución de derechos reales limitados sobre una finca.
Atendiendo a ello, la legislación hipotecarla dispone que «La primera inscripción de cada finca en el
Registro de la Propiedad será de dominio ... » (art. 7.1 de la LH). A esta primera inscripción, por ser fundamental en
el orden hipotecario y para distinguirla de las sucesivas, se le conoce comúnmente con el nombre de inmatriculación
de la finca.
Ha de aclararse ante todo que el denominado expediente de dominio es un proceso judicial. En concreto un
procedimiento de jurisdicción voluntaria, seguido ante el juzgado de 1ª Instancia del lugar en que radiquen los
bienes, que conforme a las disposiciones hipotecarias puede desempeñar una triple función:
1. Conseguir la inmatriculación de la finca no inscrita.
2. Servir como medio para reanudar el tracto sucesivo, y
3. Hacer constar en el Registro la mayor cabida de las fincas inscritas.
La pretensión básica, pues, del actor del expediente de dominio radica en conseguir acreditar la titularidad
del bien, a efectos de inscripción de su dominio. Por ello una de las preocupaciones de la Ley radica en que sean
citados todos y cuantos pudieran «tener algo que decir» sobre la pretensión dominical del actor y su toma de razón
en el Registro. A tal efecto, la regla 3 del artículo 201 de la Ley Hipotecaria obliga al juez a citar al procedimiento a:
quienes «tengan algún derecho real sobre la finca, a aquel de quien procedan los bienes o a sus causahabientes, si
fueren conocidos... y convocará a las personas ignoradas a quienes pueda perjudicar la inscripción solicitada por
medio de edictos»; así como «a los titulares de los predios colindantes... al poseedor de hecho de la finca, si fuere
rústica, o al portero, o, en su defecto, a uno de los inquilinos [en el sentido de vecinos del inmueble], si fuere
urbana».
En el caso de que el auto judicial, una vez firme, fuese estimatorio de la pretensión del actor «será título
bastante para la inscripción solicitada» (regla 6).
2.5. Los títulos públicos de adquisición, complementados en su caso por acta de notoriedad
Dispone el artículo 205 de la Ley Hipotecaria que «Serán inscribibles, sin necesidad de la previa inscripción,
los títulos públicos otorgados por personas que acrediten de modo fehaciente haber adquirido el derecho con
anterioridad a la fecha de dichos títulos, siempre que no estuviere inscrito el mismo derecho a favor de otra persona
y se publiquen edictos en el tablón de anuncios del Ayuntamiento donde radica la finca, expedidos por el
Registrador con vista de los documentos presentados».
No hay, pues, en este caso, intervención judicial alguna, sino simplemente actuación del Registrador y
comunicación a la colectividad a través de los edictos publicados en el Ayuntamiento de que, en el caso, se dan los
requisitos siguientes:
1. Inexistencia de inmatriculación de la finca sobre la que recae la titularidad dominical y, en consecuencia,
de inscripción en favor de cualquier otra persona.
2. Que el título adquisitivo del transmitente sea previo al otorgamiento del título público de enajenación en
favor del interesado en la inmatriculación y que dicha adquisición se acredite de modo fehaciente.
3. Que la transmisión entre el dueño enajenante y el adquirente se instrumente en un título público.
Sin embargo, el artículo 298 del Reglamento Hipotecario ha rebajado completamente el significado de tales
requisitos, fijados por la Ley, hasta el extremo de establecer que «Si el título de adquisición no fuere público, el acta
de notoriedad a la cual se incorpore aquél podrá inscribirse si de la misma resulta que ha sido cumplido lo
preceptuado en las reglas 3ª y 4ª del artículo 203 de la Ley, y que las fincas están amillaradas o catastradas a nombre
del titular» (en definitiva, que son suyas a efectos fiscales).
La propia Ley Hipotecaria parece ser consciente de la posible inseguridad de tal procedimiento de
inmatriculación (y mucho más del que seguidamente tratamos). Por ello el artículo 207 suspende los efectos de la
inmatriculación durante un período de dos años: «Las inscripciones de inmatriculación practicadas con arreglo a lo
establecido en los dos artículos anteriores no surtirán efectos respecto de tercero hasta transcurridos dos años desde
su fecha».
Hipotecario. En este ultimo precepto se dispone que en las inscripciones «No se expresarán, en ningún caso, las
estipulaciones, cláusulas o pactos que carezcan de transcendencia real». Quede claro pues que las relaciones
jurídicas que no tengan carácter real «no son inscribibles» Semejante prohibición, no obstante, la desconoce la
propia legislación hipotecaria en más de un caso, dando entrada al Registro a derechos que, sin ser técnica y
propiamente reales
1. El procedimiento hipotecario
1.1. Concepto
1.2. Naturaleza del procedimiento hipotecario
2. El acceso de los títulos al Registro de la Propiedad
2.1. El carácter público de los documentos susceptibles de inscripción
2.2. La admisión excepcional de los documentos privados
2.3. La presentación del título y la petición de inscripción
2.4. El asiento de presentación
A) Prioridad en sentido formal
B) Prioridad en sentido material
3. La función calificadora del Registrador
3.1. Las materias objeto de calificación
3.2. El resultado de la calificación: faltas subsanables e insubsanables
3.3. El llamado recurso gubernativo
1. EL PROCEDIMIENTO HIPOTECARIO
1.1. Concepto
Bajo el nombre de procedimiento hipotecario se hace referencia al conjunto de acciones, operaciones y
diligencias desplegadas tanto por los interesados cuanto por el propio Registrador en relación con la inscripción de
los títulos presentados ante el Registro a efectos de la toma de razón del asiento que, en cada caso, corresponda,
aunque desde luego el más importante de ellos (también a efectos del procedimiento hipotecario) es la inscripción
del propio título presentado.
Se trata de un verdadero y propio procedimiento, regulado por normas imperativas, contenidas
sustancialmente en la legislación hipotecaria, que vinculan no sólo a los particulares que se encuentren interesados
en la constancia registral de algún documento, sino también -y probablemente, incluso más- al mismo Registrador de
la Propiedad.
3. Los autores más modernos (J. GONZÁLEZ PÉREZ, L. DÍEZ-PICAZO) se han pronunciado en favor de
la consideración del procedimiento hipotecario como un verdadero, aunque especial, procedimiento
administrativo.
Conforme a ello, lo más seguro es seguir la tesis que podríamos denominar tradicional y a la que se ha
hecho referencia en primer lugar, aunque sin negar que, en ciertos extremos de menor entidad, el procedimiento
hipotecario participa también de aspectos administrativos en sentido amplio.
Se deduce claramente de la última proposición del artículo 17 de la Ley Hipotecaria que la duración de la
vigencia del asiento de presentación es, inicialmente, la de sesenta días «contados desde el siguiente al de la fecha
del mismo asiento». En consecuencia, en su caso, no computa la toma de razón del denominado libro de entrada,
sino propiamente hablando del asiento de presentación realizado en el Libro Diario.
A) Prioridad en sentido formal
El asiento de presentación determina el orden en el que el Registrador ha de despachar y calificar los títulos
ingresados en el Registro, salvo en el supuesto de que la consecución de dicho orden implique la imposibilidad de
inscripción del título que primero haya accedido a Libro Diario (por ejemplo, se presenta la escritura de hipoteca el
día 2 de este mes por el Banco, pero, por cualquier problema, la escritura de compraventa del piso otorgada por la
promotora al deudor hipotecante no accede al Registro hasta el día cinco).
B) Prioridad en sentido material
A todos los efectos, se considera que, en caso de títulos incompatibles entre sí el derecho contenido en el
título que hubiere sido presentado antes goza de preferencia frente al posterior, pues según dispone el artículo 24 de
la Ley Hipotecaria «Se considera como fecha de la inscripción para todos los efectos que ésta deba producir, la fecha
del asiento de presentación que deberá constar en la inscripción misma».
3. «Si se resolviese que procede practicar la inscripción, por no adolecer el título de defecto
alguno, el Registrador extenderá el asiento solicitado previa presentación de los documentos
correspondientes, y si estos documentos no le fueren presentados dentro de término expresado en
el párrafo anterior, extenderá de oficio las cancelaciones y nota que determina el mismo párrafo».
Por tanto, aunque contra las resoluciones de la Dirección General de los Registros y del Notariado no cabe recurso
gubernativo alguno, ni tampoco recurso contencioso-administrativo, la aplicación del artículo 24 de la Constitución
(tutela judicial efectiva, tan al uso y al abuso en la actualidad), implica que sí queda abierta la vía judicial ordinaria
ante la jurisdicción civil.
Dado el hecho de que la prioridad registral de estos últimos no tiene por qué derivar de su fecha, sino
de la propia de la inscripción o asiento de presentación, se suele afirmar que una de las reglas básicas del
Derecho hipotecario es la de la prioridad tabular (o, para otros, principio de prioridad). «Se considera como
fecha de la inscripción para todos los efectos que ésta deba producir, la fecha del asiento de presentación,
que deberá constar en la inscripción misma» (art. 24 de la LH).
«Para determinar la preferencia entre dos o más inscripciones de igual fecha, relativas a una misma
finca, se atenderá a la hora de la presentación en el Registro de los títulos respectivos» (art. 25 de la LH).
Conviene subrayar que el efecto de cierre registral tiene lugar sólo respecto de dos o más títulos que,
recayentes sobre una misma finca registral, sean además contradictorios entre sí. En tal sentido, al utilizar el
artículo 17 de la Ley Hipotecaria la expresión de títulos incompatibles pretende referirse a aquellos que son
portadores de derechos que no pueden multiplicarse respecto de una misma finca. Así, registralmente no
puede existir más de un propietario (o, en su caso, copropietarios), ni más de un usufructuario sobre la
totalidad de la finca.
Sin embargo, como se deducirá del conjunto de la exposición de esta sección dedicada al Derecho
hipotecario, casi todas las anotaciones preventivas y un buen número de notas marginales se caracterizan por ser
asientos de carácter provisional, cuya pervivencia temporal se encuentra, pues, limitada por la propia legislación
hipotecaria. En tales casos, los asientos pierden la vigencia por caducidad.
La caducidad, no obstante, es un mecanismo que no afecta a las inscripciones propiamente dichas, cuya
vigencia se proyecta indefinidamente hasta que el titular registral del derecho que es objeto de publicidad consiente
o insta su cancelación. La cancelación, pues, es un acto formal que provoca la pérdida del valor (no la tachadura,
desde luego) del asiento respecto del cual se practica, que en general exige cumplir requisitos parecidos a la propia
toma del asiento de que se trate, como ya tuvimos ocasión de poner de manifiesto al estudiar la hipoteca.
3. La legitimación registral
3.1. En general: la exactitud del Registro
3.2. La realización de actos dispositivos: la presunción de pertenencia
3.3. La presunción posesoria
4. La eficacia de la inscripción registral respecto de la usucapión
4.1. La usucapión en favor del titular inscrito (o secundum tabulas)
4.2. La usucapión contra tabulas o en contra del titular inscrito
A) Carencia en el titular ipiscrito de la condición de tercero hipotecario
B) Titular registral con condición de tercero hipotecario
4.3. Las reglas sobre usucapión liberatoria o usucapio libertatis
4.4. Referencia a la prescripción extintiva
5. La legitimación desde la perspectiva procesal
5.1. Eficacia probatoria de la inscripción
5.2. Sobreseimiento de los procedimientos de apremio: la tercería registral
5.3. Ejercicio del procedimiento sumario regulado en el artículo 41 de la Ley Hipotecaria
6. Las restricciones de los efectos de la inscripción
6.1. La intrascendencia sanatoria inter partes de la inscripción
6.2. La prueba en contrario: las inexactitudes registrales y su rectificación
Sin embargo, al enumerar los tipos de asientos registrales, el propio artículo recurre a la expresión de
inscripciones propiamente dichas, con independencia de que sean «extensas 0 concisas», por una parte, o, de otra,
que sean consideradas como «principales o de referencia», resaltando así que la idea de inscripción en sentido
propio constituye el asiento determinante y fundamental en la actividad registral.
Esta conclusión provisional se ve ratificada por el hecho de que, como sabemos, en cada Registro existe un
libro de inscripciones (en realidad, muchos), según establece el propio Reglamento Hipotecario (art. 362). En
cambio, no hay libro alguno propiamente dicho de asientos de presentación, ni de anotaciones preventivas, ni
finalmente de anotaciones marginales. Estos dos últimos tipos de asientos registrales, como veremos en el último
capítulo, se «vuelcan» fundamentalmente en los propios libros de inscripciones.
Por tanto, hay que resaltar que, en realidad, todo el sistema registral gira en torno a la inscripción, que es la
única acotación registral tendencialmente permanente, en cuanto es el asiento idóneo para incorporar al Registro una
vicisitud jurídico-real de carácter definitivo (mientras el titular del derecho objeto de publicidad no decida lo
contrario). Los restantes tipos de asiento registral se encuentran al servicio y en dependencia de la propia
inscripción; son puramente instrumentales como regla general.
por la codicia, consideren que quien adquirió un bien inmueble de su causante mediante documento privado,
realmente no es dueño, sino que los verdaderos propietarios son ellos, etc.
Tales situaciones de inseguridad en relación con los derechos reales (las ejemplificada s, claro, son las más
evidentes y cómodas de relatar) constituyeron precisamente el impulso medular de la legislación hipotecaria y de la
creación del sistema registral. Desde dicho prisma, como estímulo a efectos de inscripción, ha de «leerse» la norma
establecida en el artículo 313.1 de la Ley Hipotecaria, en cuya virtud: «Los juzgados y Tribunales... y las Oficinas
del Estado no admitirán ningún documento o escritura de que no se haya tomado razón en el Registro por los cuales
se constituyan, reconozcan, transmitan, modifiquen o extingan derechos reales sujetos a inscripción, si el objeto de
la presentación fuere hacer efectivo, en perjuicio de tercero, un derecho que debió ser inscrito. Si tales derechos
hubieran tenido ya acceso al Registro, la inadmisión procederá cualquiera que sea la persona contra quien se
pretenda hacerlos valer ante los Tribunales... y Oficinas expresados».
Sin embargo, la concisa explicación de dicha norma resulta difícil. Hay que recurrir al artículo 586.1 del
Reglamento para resaltar que el precepto legal transcrito ha de relacionarse únicamente con fincas que se encuentren
a su vez inscritas o, mejor, inmatriculadas. Cuando la finca a la que afecten «los derechos reales sujetos a
inscripción» no haya sido objeto de inmatriculación, parece que, en su conjunto, la legislación hipotecaria deviene
inaplicable y ha de entrar en juego sólo el Código Civil.
radicalmente en una presunción iuris et de iure; en un mandato legal que no permite prueba en contrario, aunque
ésta llegare a darse o pudiera conseguirse.
Al descrito efecto protector se le denomina técnicamente, por la gran mayoría de los autores y con cierta
frecuencia por la propia jurisprudencia, con la expresión de fe pública registral, elevándose naturalmente por
quienes adoptan tal método de aproximación al Derecho hipotecario o Derecho inmobiliario registral a la condición
de principio de fe pública registral.
Tanto la legitimación registral cuanto la fe pública registral se asientan en un presupuesto común: en el
llamado principio de exactitud del registro
3. LA LEGITIMACION REGISTRAL
3.1.En general: la exactitud del Registro
La regla de la exactitud del Registro se encuentra legalmente formulada, en lo fundamental, en el artículo
38.1 de la Ley Hipotecaria, conforme al cual: «A todos los efectos legales se presumirá que los derechos reales
inscritos en el Registro existen... en la forma determinada por el asiento respectivo ... ».
La presunción de exactitud del Registro opera no solamente cuando se trata de proteger a un tercero, sino
también cuando haya de sostenerse (aunque sea de forma transitoria) la titularidad de quien haya inscrito algún
derecho a su favor, incluso frente a su transmitente.
Desde el punto de vista negativo, la legitimación registral encuentra ratificación en el artículo 97 de la Ley
Hipotecaria., al considerar éste que « Cancelado un asiento se presume extinguido el derecho a que dicho asiento se
refiera».
La admisión de la primera no ofrece obstáculo alguno. Supone para el sistema un poderoso refuerzo, al par
que es un reflejo de la realidad, con todas las ventajas inherentes.
Mayores dudas plantea la llamada prescripción contra tabulas. Aceptarla sin reservas supondría abrir una
peligrosa brecha en el sistema. Su inadmisión equivaldría al mantenimiento de una situación ficticia y de una
completa discordancia entre el Registro y la verdad extrarregistral.
Así pues, en relación con los derechos reales limitados de contenido o alcance posesorio, se impone a su vez
distinguir entre las siguientes eventualidades:
a) En los casos en que la posesión ad usucapionem haya sido compatible con el ejercicio de¡ componente
posesorio del derecho real limitado de que se trate, la usucapión no afectará a la pervivencia de aquél.
b) En el supuesto de posesiones incompatibles, el titular del derecho real limitado que no haya conocido ni
podido conocer la posesión ad usucapionen; tampoco se verá afectado por la usucapión liberatoria
pretendida por el adquirente en virtud de prescripción adquisitiva. El supuesto, con todo, ha de ser raro,
pues las características de la posesión ad usucapionem dificultan enormemente su realización efectiva,
dado el presupuesto de la incompatibilidad de ambas posesiones.
c) Cuando el titular del derecho real limitado haya conocido la posesión ad usucapionem o la haya
consentido durante un año con posterioridad a la adquisición por parte del usucapiente, la usucapión
tendrá efectos liberatorios para quien la ha ganado.
que no tengan título inscrito (o cuyo título "no fuere bastante para legitimar los actos en que la perturbación
consista").
Las notas más sobresalientes de dicho procedimiento son las siguientes:
a) Al titular registral le bastará aportar la correspondiente certificación.
b) Las personas que, según el titular registral, sean las causantes de la perturbación o despojo
posesorio podrán deducir demanda de contradicción (así pues los «denunciados» se han de
convertir en demandantes o contradictores), pero sólo si se funda en alguna de las causas
siguientes:
- falsedad u omisión de la certificación.
- que el contradictor posea la finca o el derecho en virtud de alguna relación
jurídica directa con el último titular o con titulares anteriores.
- que la finca o el derecho se encuentren también inscritos a favor del contradictor
(pues, en caso de doble inmatriculación, naturalmente, la eficacia de una
inscripción se ve desvirtuada por la otra).
- que la finca inscrita no coincida con la que efectivamente posea el contradictor.
c) La sentencia dictada en el procedimiento al que nos estamos refiriendo no produce excepción de
cosa juzgada, por lo que las partes pueden promover el juicio declarativo correspondiente sobre el fondo del
asunto en litigio.
aplicación conjunta de los artículos 1.473 del Código y 34 de la Ley Hipotecaria supone la consolidación de la
adquisición por el tercero, en cuanto el problema, técnicamente hablando, no radica en declarar la resolución o la
nulidad de la segunda transmisión (cfr. STS de 4 de marzo de 1988).
Si las circunstancias fácticas acreditan lo contrario, es decir, el conocimiento de la primera transmisión por
parte del tercero, no obstante la inscripción a su favor, la inexistencia de buena fe comporta la inaplicación del
artículo 34 y la consiguiente cancelación de la inscripción en su favor, una vez firme la resolución judicial que así lo
declare (SSTS de 5 de julio de 1985, 30 de junio de 1986), pues como afirma la Sentencia de 24 de enero de 1990, el
artículo 1.473 del Código no puede interpretarse en el sentido de que la formalidad de la inscripción sea suficiente
para borrar la actuación maliciosa conocedora de la situación de hecho.
Hipotecaria radique en protegerlo de la ineficacia de su propio acto adquisitivo, sino en todo caso de la que incida
sobre el «acto adquisitivo anterior al suyo».
De otra parte, también ha reiterado el Tribunal Supremo la irrelevancia de lo establecido en el artículo 34
respecto del acto adquisitivo del tercero (y consiguiente inscripción de él derivada) en caso de que sea declarado
ineficaz (así, por ejemplo, las SS de 22 de abril de 1994 y de 24 de octubre de 1994; esta última se refiere a una
adquisición en subasta dimanante de un procedimiento de apremio que, posteriormente, es declarado nulo). En tales
casos, la norma aplicable es precisamente el artículo 33 de la Ley Hipotecaria, con la lógica consecuencia de la
exclusión del juego de la fe pública registral, pues el artículo 34 sólo protege al adquirente frente a la nulidad del
acto adquisitivo anterior, respecto del cual sí puede ser considerado tercero.
condiciones hayan accedido al Registro. Parte el Código de la consideración básica de que, tanto en caso de
ingratitud cuanto de supervivencia o supervenencia de hijos, vuelven al patrimonio del donante ora los bienes
transmitidos ora su valor. Así lo dice el artículo 645.1 respecto de la revocación por supervenencia o supervivencia
de hijos: «Se restituirán al donante los bienes donados, o su valor si el donatario los hubiese vendido.» Más explícito
aún e integrando normas verdaderamente hipotecarias es el artículo 649: «Revocada la donación por causa de
ingratitud, quedarán, sin embargo, subsistentes las enajenaciones e hipotecas anteriores a la anotación de la demanda
de revocación en el Registro de la Propiedad. Las posteriores serán nulas».
En cambio, respecto de la revocación por incumplimiento de cargas (es más preciso el CC en este punto que
la propia LH) dispone el artículo 647.2 que «En este caso, los bienes donados volverán al donante, quedando nulas
las enajenaciones que el donatario hubiera hecho y las hipotecas que sobre ellos hubiese impuesto, con la limitación
establecida en cuanto a terceros, por la Ley Hipotecaria». Como vemos, sin embargo, en caso de constar
registralmente las cargas, la Ley Hipotecaria no establece limitación alguna respecto de terceros.
C) El ejercicio de los retractos legales
Con independencia del significado preciso que se otorgue al ejercicio del retracto (tema para el que hemos de
remitir a lo antes considerado) considera la Ley Hipotecarla que perjudican a tercero «las [acciones a través de las
que se ejercite un derecho] de retracto legal, en los casos y términos que las leyes establezcan». Así pues, la
ineficacia de la adquisición del tercero puede devenir, en este caso, a consecuencia del ejercicio de cualquier
retracto, siempre que sea de origen legal.
D) La rescisión Por fraude de acreedores
Finalmente, exceptúa el artículo 37 de la regla general a las acciones rescisorias que encuentren causa en el
fraude de acreedores (excluyendo, por tanto, la rescisión por lesión o «por otros motivos», como viene a decir el art.
1.291.5 del CC). El tenor del número 4 del artículo 37, que es preferible transcribir, es el siguiente:
4. Las acciones rescisorias de enajenaciones hechas en fraude de acreedores, las cuales
perjudicarán a tercero:
a) Cuando hubiese adquirido por título gratuito.
b) Cuando habiendo adquirido por título oneroso, hubiese sido cómplice en el fraude. El
simple conocimiento de haberse aplazado el pago del precio no implicará, por sí solo, complicidad
en el fraude.
En ambos casos, no perjudicará a tercero la acción rescisoria que no se hubiere entablado dentro
del plazo de cuatro años, contados desde el día de la enajenación fraudulenta.»
embargo, dicha especial provisionalidad, no viene determinada por su intrascendencia, sino precisamente por la
circunstancia de que, en realidad, las anotaciones preventivas del crédito refaccionario se encuentran contempladas
como una hipoteca in itinere en cuanto el artículo 93 establece que «el acreedor refaccionario podrá pedir la
conversión de su anotación preventiva en inscripción de hipoteca, si al expirar el término contemplado en el artículo
anterior [60 días] no estuviese aún pagado por completo de su crédito, por no haber vencido el plazo estipulado en el
contrato. Si el plazo estuviere vencido, podrá el acreedor, o prorrogarlo mediante dicha conversión, o exigir el pago
desde luego, para lo cual surtirá la anotación todos los efectos de la hipoteca».
Esta asimilación entre anotación preventiva e hipoteca (establecida también en el art. 59.2 de la LH)
constituye un supuesto particularísimo en nuestra legislación hipotecaria
sobre los que haya recaído la anotación hubiere realizado posteriormente a ésta su titular, pero no serán obstáculo
para que se practiquen inscripciones o anotaciones basadas en asientos vigentes anteriores al de dominio o derecho
real objeto de la anotación».
La Ley Hipotecaria de 1944 se pronunció abiertamente en contra de las menciones registrales por la
profunda inseguridad que podían generar.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 1
EL DERECHO DE FAMILIA
La familia es ante todo una institución social como que, en cuanto objeto de la
regulación jurídica, deviene institución asimismo jurídica.
Durante siglos, la familia como institución social ha sido una agrupación de
personas conectadas por vínculos conyugales y de parentesco u otras circunstancias,
pero que a su vez, dependen de consideraciones sociológicas, éticas, morales,
históricas, etc.
La idea contemporánea de familia exige la existencia de vínculos conyugales, entre
hombre y mujer o una relación de parentesco.
La idea de familia es tributaria en cada momento histórico de una serie de
condicionamientos sociales y se resiste a ser encajada en una noción concreta. Por
ello, no existe precepto alguno en la Constitución ni en la legislación ordinaria en el
que, de forma precisa, se establezca con carácter general qué es una familia o cómo
deben ser las familias.
Para el contraste, entre la familia tribal y la familia nuclear (compuesta por los
progenitores y sus hijos) o para la delimitación de la familia monoparental (un solo
progenitor) y conceptos de índole semejante, es evidente que hay que remitirse a la
Sociología, pues el Derecho carece de pautas al respecto.
2. EL DERECHO DE FAMILIA
Tales principios han sido plasmados mediante las reformas del Código Civil
operadas por dos leyes publicadas ambas en 1981:
1ª La primera de ellas es la Ley 11/1981 de modificación del Código Civil, en
materia de filiación, patria potestad y régimen económico del matrimonio.
2ª La segunda es la Ley 30/1981 por la que se modifica la regulación del
matrimonio en el Código Civil y se determina el procedimiento a seguir en las causas
de nulidad, separación y divorcio.
Tras ellas, se han dictado algunas otras leyes de menor importancia que también
han incidido en algunos aspectos del Derecho de familia como son:
- Ley 13/1983 en materia de tutela.
- Ley 21/1987 en materia de adopción.
- Ley 11/1990 en aplicación del principio de no discriminación por razón de sexo.
- Ley 35/1994 en materia de autorización del matrimonio civil por los Alcaldes.
- Ley Orgánica 1/1996 de protección jurídica del menor.
TEMA 2
EL MATRIMONIO
I EL MATRIMONIO. CONCEPTO
1. Bisexualidad
La unión matrimonial comporta la unión de un hombre y una mujer, sin que otras
posibles relaciones de pareja que no se encuentren compuestas por dos personas de
distinto sexo quepa considerarlas matrimonio. Resulta indiferente, a tal efecto, que los
dos miembros de la pareja sean homosexuales varones o mujeres o transexuales.
2. Monogamia
El matrimonio implica la unión de un solo hombre con una sola mujer, sin que
cualquier otra fórmula de colectivización de las relaciones afectivas pueda resistir el
mínimo contraste con el Derecho positivo.
4. Estabilidad
1. La tesis contractual
3. La institución matrimonial
B) Igualdad o subsidiariedad
1. Sistemas facultativos
2. Sistemas de subsidiariedad
El art. 43,1 del CC establece que "el incumplimiento sin causa de promesa cierta de
matrimonio hecha por persona mayor de edad o por menor emancipado sólo producirá
la obligación de resarcir a la otra parte de los gastos hechos y las obligaciones
contraídas en consideración al matrimonio prometido".
La ruptura o quiebra de tal confianza es fundamento bastante para establecer la
obligación de resarcimiento, tratando de evitar un empobrecimiento sin causa.
El precepto vigente exige como presupuesto de resarcimiento que haya
"incumplimiento sin causa de la promesa".
La acción de resarcimiento "caducará al año, contado desde el día de la negativa a
la celebración del matrimonio".
http://www.uned-derecho.com
TEMA 3
I. INTRODUCCION
1. La edad
1. El parentesco
2. El crimen
http://www.uned-derecho.com
1. El crimen
Establece el art. 48,1 que "el Ministro de Justicia puede dispensar a instancia de
parte, el impedimento de muerte dolosa del cónyuge anterior". El precepto no requiere
justa causa de dispensa, por lo que el expediente conlleva una cierta discrecionalidad
del Ministro de Justicia.
Algún autor justifica la dispensa del llamado impedimento de crimen resaltando
que la necesaria temporalidad de las condenas penales acarrea la desaparición de la
prohibición matrimonial.
Conforme al art. 48.2º "El Juez de Primera Instancia podrá dispensar, con justa
causa, y a instancia de parte, los impedimentos del grado tercero entre colaterales y
de edad a partir de los catorce años. En los expedientes de dispensa de edad deberán
ser oídos el menor y sus padres o guardadores".
Aunque el otorgamiento de la dispensa sigue siendo discrecional, se requiere
ahora justa causa que fundamente la solicitud del interesado.
Históricamente, la dispensa del parentesco colateral y de la edad encontraban
fundamento en el hecho de que los menores y los parientes colaterales en algunos
casos tenían descendencia que merecía ser legitimada dada la diferencia de trato
entre la filiación legítima e ilegítima o extramatrimonial.
5. EL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL
1. La ausencia de consentimiento
1. El expediente matrimonial
2. Reglas de competencia
3. La celebración
http://www.uned-derecho.com
1. Acta e inscripción
2. El valor de la inscripción
3. El matrimonio secreto
El matrimonio canónico, como declara con carácter general el art. 49.2º del
Código Civil, tiene también efectos civiles.
El art. 60 dispone que "el matrimonio celebrado según las normas del Derecho
canónico o en cualquiera de las formas religiosas previstas en el artículo anterior
produce efectos civiles. El pleno reconocimiento de los efectos civiles dimanantes de
los matrimonios religiosos requiere la inscripción en el Registro Civil del Estado.
Para la inscripción del matrimonio en forma religiosa bastará "con la simple
presentación de la certificación de la Iglesia o confesión respectiva que habrá de
expresar las circunstancias exigidas por la legislación del Registro Civil", pudiéndose
denegar "la práctica del asiento cuando de los documentos presentados o de los
asientos del Registro conste que el matrimonio no reúne los requisitos que para su
validez se exigen en este título”.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 4
Hasta hace poco tiempo, los conflictos conyugales eran resueltos por los Códigos
civiles de forma fácil, dada la instauración del principio patriarcal o de la autoridad
marital. En caso de duda o de desavenencia entre los cónyuges había de preponderar
la opinión del marido.
El principio de igualdad entre los cónyuges se encuentra establecido actualmente
con rango constitucional a todos los efectos (art. 32 de la CE). La incorporación de
dicho principio constitucional al Código Civil ha sido llevada a cabo por la Ley 30/1981.
El art. 66 del Código reformado establece taxativamente que "el marido y la mujer son
iguales en derechos y deberes".
acabará por identificar el interés de la familia con las expectativas de exigencia de los
miembros de ella que se encuentren más desamparados o más necesitados de
protección.
4. El deber de convivencia
"Los cónyuges están obligados a vivir juntos" (art. 68). El cese efectivo de la
convivencia conyugal supone la infracción de un deber, al tiempo que pone de
manifiesto la crisis matrimonial subyacente. Según el Código: "se presupone, salvo
prueba en contrario, que los cónyuges viven juntos". Dando por hecho que la
convivencia conyugal es la situación normal del matrimonio, "la interrupción de la
convivencia no implica el cese efectivo de la misma si obedece a motivos laborales,
profesionales o a cualesquiera otros de naturaleza análoga (art. 87,2).
5. La fidelidad conyugal
3. OTRAS CUESTIONES
1. Domicilio conyugal
http://www.uned-derecho.com
2. Honores
3. Nacionalidad y vecindad
1. En general
TEMA 5
LA NULIDAD MATRIMONIAL
1. Planteamiento general
El art. 73 del Código establece que el matrimonio "es nulo, cualquiera que sea la
forma de su celebración:
1º El matrimonio celebrado sin consentimiento matrimonial.
2º El matrimonio celebrado entre las personas a que se refieren los arts. 46 y 47,
salvo los casos de dispensa conforme al art. 48 (menores de edad, parientes en línea
recta por consanguinidad o adopción).
3º El que se contraiga sin la intervención del Juez, Alcalde o funcionario ante quien
deba celebrarse, o sin la de los testigos.
http://www.uned-derecho.com
2. El defecto de forma
3. La ausencia de consentimiento
La ausencia del consentimiento matrimonial puede ser absoluta (en cuyo caso el
consentimiento es inexistente) o derivarse de la existencia de vicios del
consentimiento.
Ocurre esto último en los casos de existencia de error, coacción o miedo grave. El
error en las cualidades de la persona puede desempeñar un rol fundamental en los
supuestos de impotencia coeundi o de homosexualidad del otro cónyuge.
La inexistencia de consentimiento se dará en aquellos casos en los que el
consentimiento matrimonial prestado carece de seriedad o consciencia por parte del
cónyuge que lo emite.
Tanto la falta de consentimiento como el consentimiento viciado provocan la nulidad
del matrimonio, pero cabe la convalidación del matrimonio celebrado.
4. La existencia de impedimento
5. La convalidación
4. LA ACCION DE NULIDAD
5. EL MATRIMONIO PUTATIVO
1. Concepto y antecedentes
A) La buena fe
B) La apariencia matrimonial
C) La declaración de nulidad
Debemos considerar los efectos distinguiendo entre los referentes a los hijos y al
cónyuge o cónyuges.
http://www.uned-derecho.com
El art. 80 del Código Civil establece que las resoluciones de los Tribunales
eclesiásticos de nulidad del matrimonio canónico, así como las pontificias sobre
matrimonio rato y no consumado, tendrán eficacia en el orden civil si el juez
competente las declara ajustadas al Derecho del Estado.
La interpretación de la norma del Código se centra sobre todo en el alcance del
necesario ajuste a la legalidad estatal, pues establece así una especie de mecanismo
jurídico de control atenuado a cargo de los tribunales ordinarios.
Tras el Acuerdo sobre Asuntos Jurídicos celebrado entre el Estado español y la
Santa Sede de 1979, las resoluciones eclesiásticas carecen de eficacia civil
automática, pues se exige una resolución civil de homologación de la propia resolución
eclesiástica que se pretenda hacer valer ante los Tribunales ordinarios españoles. El
ámbito de actuación de los Tribunales civiles no llega hasta el extremo de realizar una
revisión del fondo de la causa canónica, o de las causas de nulidad o disolución del
matrimonio canónico. No se permite una revisión en proceso civil de las causas
canónicas de disolución matrimonial... Se trata de una efectiva homologación de
resolución foránea.
El referido reconocimiento de efectos civiles a las resoluciones eclesiásticas no
puede amparar pretensiones exorbitantes.
LA SEPARACION MATRIMONIAL
1. LA SEPARACIN MATRIMONIAL
2. LA SEPARACION LEGAL
El art. 81.1ª autoriza la separación por mutuo acuerdo o consensual "a petición de
ambos cónyuges o de uno con el consentimiento del otro, una vez transcurrido el
primer año de matrimonio. Deberá necesariamente acompañarse a la demanda la
propuesta del convenio regulador de la separación...".
La nota más característica de esta figura viene representada por el
consentimiento de ambos cónyuges a la situación de separación. Resulta indiferente
que la iniciativa procesal corresponda a uno de los cónyuges o a ambos, pues el
consentimiento complementario del cónyuge no demandante arroja los mismos
efectos que si la demanda hubiere sido presentada por ambos.
Prestado el consentimiento de ambos cónyuges, el Juez debe limitarse a decretar
la separación a través de la correspondiente sentencia si se cumplen los otros dos
requisitos exigidos por la norma:
A) Que la demanda se haya presentado "una vez transcurrido el primer año de
matrimonio".
B) Que a la demanda se acompañe el llamado convenio regulador de las
medidas fundamentales a adoptar en relación con la crisis matrimonial (medidas
personales y patrimoniales, referentes a los cónyuges, a los hijos, etc.).
Si tales requisitos se cumplen y presupuesta la voluntad de los cónyuges, el Juez
debe decretar la separación, pues carece de facultades para entrar a valorar la
conveniencia o inconveniencia de la separación, ni el motivo o la causa que ha llevado
http://www.uned-derecho.com
2. La separación causal
3. CAUSAS DE SEPARACION
Se produce tal resultado en las causas 1ª, 2ª, 3ª y 4ª del art. 82, conforme a las
cuales resultan determinantes cualesquiera de las conductas o circunstancias
siguientes:
Según la causa 1ª, "el abandono injustificado del hogar, la infidelidad conyugal, la
conducta injuriosa o vejatoria y cualquier otra violación grave ó reiterada de los deberes
conyugales" legitiman la solicitud de la separación por el cónyuge que las ha sufrido.
Según la causa 2ª, "cualquier violación grave ó reiterada de los deberes respecto
de los hijos comunes o respecto de los de cualquiera de los cónyuges que convivan en
el hogar familiar".
C) La condena penal
4. LA ACCION DE SEPARACION
7. LA SEPARACION DE HECHO
Es afirmación común que el deber de fidelidad subsiste entre los cónyuges, pues
los siguen siendo, incluso con posterioridad a la sentencia de separación. Se alega en
favor de dicha conclusión que la infidelidad puede ser causa de desheredación o de
alimentos.
No obstante, el vigente Código, en relación con la separación de hecho, (art.
82.1ª) establece que "no podrá invocarse como causa de separación legal la
infidelidad conyugal si existe previa separación de hecho libremente consentida por
ambos o impuesta por el que la alegue".
Por tanto, si en la separación de hecho convencional el deber de fidelidad ha de
considerarse inexistente, a la misma conclusión habría de llegarse en los restantes
http://www.uned-derecho.com
2. LA MUERTE
3. LA DECLARACION DE FALLECIMIENTO
EL DIVORCIO
4. EL DIVORCIO
El Código contempla las causas de divorcio en el art. 86. Este artículo enumera
en cinco apartados las circunstancias o hechos a los que el legislador otorga
relevancia suficiente para provocar la admisión de la demanda de divorcio.
Constituye una referencia común a todas las causas de divorcio (salvo la quinta;
condena penal), de una parte, el denominado cese efectivo de la convivencia conyugal
y, de otra, el establecimiento de un determinado plazo temporal para cada una de las
causas.
1. La condena penal
Conforme al art. 86.5ª, es causa de divorcio "la condena en sentencia firme por
atentar contra la vida del cónyuge, sus ascendientes o descendientes. El supuesto de
hecho radica en la comisión de delitos por parte de un cónyuge "contra la vida" del otro
cónyuge o cualquiera de sus familiares en línea recta.
3. El plazo anual
Según el art. 86.3ª, será también causa de divorcio "el cese efectivo de la
convivencia conyugal durante al menos dos años ininterrumpidos:
a) Desde que se consienta libremente por ambos cónyuges la separación de
hecho o desde la firmeza de la resolución judicial o desde la declaración de ausencia
legal de alguno de los cónyuges a petición de cualquiera de ellos.
http://www.uned-derecho.com
5. El plazo quinquenal
Según el art. 86.4ª, se puede instar el divorcio por "el cese efectivo de la
convivencia conyugal durante el transcurso de al menos cinco años, a petición de
cualquiera de los cónyuges".
El período quinquenal ha de entenderse también a la pura separación de hecho
de los cónyuges.
Dada la inexistencia de requisito complementario alguno de la falta de
convivencia, algunos autores apuntan que esta causa se aproxima al repudio.
6. LA ACCION DE DIVORCIO
La nueva LEC establece los procesos especiales que han de servir de cauce a
los litigios en asuntos de capacidad, afiliación y matrimoniales.
Este procedimiento especial de la separación o el divorcio de mutuo acuerdo está
regulado en el art. 777 de la LEC-2000.
Las características fundamentales de este proceso especial son las siguientes:
1. Su ámbito aplicación está restringido a los procedimientos de separación o
divorcio instados "de común acuerdo por ambos cónyuges o por uno con el
consentimiento del otro". Cualquier otra pretensión de separación o divorcio habrá de
sustancias a través del juicio verbal.
http://www.uned-derecho.com
1. La sentencia de divorcio
La disolución del matrimonio por divorcio sólo podrá tener lugar por sentencia que
así lo declare y producirá efectos a partir de su firmeza. El divorcio requiere
necesariamente una sentencia judicial y, por ende, un proceso previo.
Los efectos del divorcio y, en particular, el efecto fundamental de dar por disuelto
el matrimonio preexistente, nacen una vez que la correspondiente sentencia es firme.
La sentencia de divorcio sólo puede referirse a las disolución del matrimonio, que
sin duda constituye el objeto medular del proceso y, por tanto, de la propia sentencia
perseguida por los cónyuges. El juez carece de competencia alguna para modificar los
efectos legalmente establecidos que, de forma inherente, conlleva la declaración
judicial de divorcio en relación con la definitiva disolución del matrimonio.
No cabe, pues, alterar judicialmente el marco de los efectos capitales del divorcio
según han sido configurados por legislador, y que vinculan al Juez, dado que es el
órgano estatal competente para la declaración del divorcio.
Los efectos fundamentales que dimanan de la propia y definitiva disolución del
matrimonio son:
1. Los cónyuges pasan a ser ex-cónyuges, de forma tal que desaparecen todos
los deberes recíprocos entre ellos: no hay ya obligación de convivencia, fidelidad y
socorro mutuos.
2. A partir del divorcio, quienes fueron cónyuges carecen, entre sí, de derechos
sucesorios.
3. No existe entre los divorciados el deber de respeto cualificado.
4. Los divorciados no están ligados por vínculo matrimonial. Tienen plena
libertad para contraer matrimonio, sea respecto de terceras personas, sea entre si
mismos.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 6
Además de los efectos producidos ope legis, relativos a los extremos más
trascendentes de la quiebra de los derechos matrimoniales, el juez, admitida la
demanda, a falta de acuerdo de ambos cónyuges aprobado judicialmente, adoptará
con audiencia de estos, una serie de medidas que el legislador ha considerado de
necesaria contemplación en cualquier caso de crisis matrimonial y que son:
http://www.uned-derecho.com
Se trata de "determinar en interés de los hijos, con cuál de los cónyuges han de
quedar sujetos a la patria potestad, y tomar las disposiciones apropiadas de acuerdo
con lo establecido en este Código y, en particular, la forma en que el cónyuge apartado
de los hijos podrá cumplir el deber de velar por éstos y el tiempo, modo y lugar en que
podrá comunicar con ellos y tenerlos en su compañía.
Hay que señalar, atendidas las circunstancias, los bienes gananciales o comunes
que, previo inventario, se hayan de entregar a uno u otro cónyuge y las reglas que
deban observar en la administración y disposición, así como la obligatoria rendición de
cuentas sobre los bienes comunes o parte de ellos que reciban y los que adquieran en
lo sucesivo".
La presentación de la demanda no determina la disolución del régimen de
gananciales, que seguirá vigente, pero la tenencia, administración y disposición de los
bienes comunes se adecuan a la nueva situación matrimonial.
Las medidas judiciales y los efectos legales expuestos pueden ser hechos valer
por cualquiera de los cónyuges incluso con anterioridad a la presentación de la
correspondiente demanda.
El art. 104,1 establece que "el cónyuge que se proponga demandar la nulidad,
separación o divorcio de su matrimonio puede solicitar los efectos y medidas a que se
refieren los dos artículos anteriores".
Se habla en tal caso de medidas provisionalísimas o previas, para resaltar, ora
que se trata de medidas de vigencia temporal limitada, ora que se adoptan incluso con
anterioridad a la presentación de la correspondiente demanda.
1. A partir de la vigencia de la ley LEC-2000 el plazo de duración de las medidas
provisionalísimas no puede exceder de treinta días.
2. La solicitud de estas medidas se puede llevarse a efecto sin intervención de
abogado y procurador.
3. El auto con el que concluye el procedimiento no es susceptible de recurso.
"Los efectos y medidas previstos en este capítulo termina en todo caso, cuando
sean sustituidos por los de la sentencia estimatoria o se ponga fin al procedimiento de
otro modo" (art. 106,1).
Se trata pues, de que la sentencia firme sobre nulidad, separación o divorcio sea
"estimatoria" y declare o constituya la situación de crisis matrimonial instada por los
cónyuges, poniendo término así a la validez de las medidas acordadas durante el
procedimiento (medidas provisionales) o, incluso, con anterioridad a la presentación de
la demanda en su caso (medidas provisionalísimas).
Dicho efecto tendrá lugar siempre que las medidas acordadas con anterioridad
sean "sustituidas por las de la sentencia". Es decir, sólo en los casos en que la
sentencia determine o establezca unas condiciones distintas a las que fueron
aceptadas con anterioridad.
Abunda en dicha línea la circunstancia de que el denominado convenio regulador
puede o tiene que haber sido presentado con anterioridad a la sentencia.
5. EL CONVENIO REGULADOR
Los acuerdos conyugales, en todo caso, deben ser objeto de aprobación judicial.
Los acuerdos de los cónyuges, adoptados para la regulación de las consecuencias de
la nulidad, separación o divorcio serán aprobados por el Juez, salvo si son dañosos
para los hijos o gravemente perjudiciales para uno de los cónyuges.
La denegación o no aprobación (por parte del juez) habrá de hacerse mediante
resolución motivada y en este caso los cónyuges deben someter a la consideración del
juez una nueva propuesta para su aprobación, si procede (art. 90).
Reconoce así la norma que los cónyuges pueden reiterar las propuestas de
acuerdo, renovándolas en el sentido que ellos mismos estimen pertinentes.
Siendo ello así, el sustrato contractual o la calificación de negocio jurídico del
convenio regulador resulta predominante respecto de la actividad judicial.
Según el art. 94: "el progenitor que no tenga consigo a los hijos menores o
incapacitados gozará del derecho de visitarlos, comunicar con ellos y tenerlos en su
compañía. El juez determinará el tiempo, modo y lugar del ejercicio de este derecho,
que podrá limitar o suspender si se dieren graves circunstancias que así lo aconsejen
o se incumplieren grave o reiteradamente los deberes interpuestos por la resolución
judicial".
Dispone este artículo que "el cónyuge al que la separación o divorcio produzca
desequilibrio económico en relación con la posición del otro, que implique un
empeoramiento en su situación anterior en el matrimonio, tiene derecho a una pensión
que se fijará en la resolución judicial, teniendo en cuenta, entre otras, las siguientes
circunstancias:
1ª Los acuerdos a que hubieren llegado los cónyuges.
2ª La edad y estado de salud.
3ª La cualificación profesional y las probabilidades de acceso a un empleo.
4ª La dedicación pasada y futura a la familia.
http://www.uned-derecho.com
2. Irrelevancia de la culpabilidad
3. La fijación de la pensión
5. Sustitución de la pensión
http://www.uned-derecho.com
6. Modificación de la pensión
7. Extinción de la pensión
"El derecho a la pensión se extingue por el cese de la causa que lo motivó, por
contraer el acreedor nuevo matrimonio o por vivir maritalmente con otra persona" (art.
100).
TEMA 7
EL REGIMEN ECONOMICO-MATRIMONIAL
1. Ubicación normativa
Tras la reforma de 1981, el Código civil (arts. 1315 a 1324), contiene una serie de
normas de derecho imperativo, de las cuales algunas han de considerarse aplicables
en cualquier caso, con independencia de cuál sea el concreto régimen económico-
matrimonial aplicable al matrimonio, en cuanto pretende básicamente garantizar el
principio de igualdad conyugal consagrado constitucionalmente (art. 32.1 CE).
Los siguientes epígrafes tienen por objeto el análisis de tales normas que, en
cuanto arquitectura fundamental del sistema de las relaciones patrimoniales entre los
cónyuges, debe preceder al estudio de los concretos regímenes económico-
matrimoniales como normas básicas.
El art. 1315 dispone en su vigente redacción que: "El régimen económico del
matrimonio será el que los cónyuges estipulen en capitulaciones matrimoniales, sin
otras limitaciones que las establecidas en este código".
Así pues, la libertad de determinación y configuración del régimen económico-
matrimonial por parte de los cónyuges es un principio básico de nuestro ordenamiento
que, reconoce el alcance y significado de la autonomía privada. Las reglas de
funcionamiento patrimonial del matrimonio es un asunto inter privatos.
5. LA IGUALDAD CONYUGAL
7. LA POTESTAD DOMESTICA
Dispone el art. 1319.1 que "cualquiera de los cónyuges podrá realizar los actos
encaminados a atender las necesidades ordinarias de la familia, encomendadas a su
cuidado, conforme al uso del lugar y a las circunstancias de la misma".
Intraconyugamnetnte hablando, cualquiera de los esposos se encuentra plenamente
legitimado para comprometer los bienes del matrimonio, siempre que los actos que
http://www.uned-derecho.com
El art. 1321.1 establece que "para disponer de los derechos sobre la vivienda
habitual y los muebles de uso ordinario de la familia, aunque tales derechos
pertenezcan a uno solo de los cónyuges, se requerirá el consentimiento de ambos o,
en su caso, autorización judicial".
No se trata, pues, sólo de que el cónyuge titular del derecho sobre la vivienda no
pueda venderla en caso de propiedad, sino que tampoco podrá realizar actos
dispositivos relativos a cualquiera otros derechos (arrendamiento, usufructo, etc.) sin
contar con el consentimiento de su cónyuge.
La exigencia del consentimiento conjunto de ambos cónyuges es únicamente
referible a los actos de enajenación inter vivos, quedando excluidos de su ámbito
cualesquiera actos mortis causa.
El art. 1320 procura la protección del tercero que, de buena fe, adquiera derecho
sobre la vivienda habitual disponiendo que "la manifestación errónea o falsa del
disponente sobre el carácter de la vivienda no perjudicará al adquirente de buena fe".
La protección de la vivienda habitual en el sentido expuesto alcanza a cualquier
tipo de régimen económico del matrimonio.
9. EL AJUAR CONYUGAL
TEMA 8
1. CAPITULACIONES MATRIMONIALES
1. Noción inicial
A raíz del tenor literal del art. 1335, debe predicarse el carácter contractual de las
capitulaciones matrimoniales. Tradicionalmente nuestro Código denominaba al título
regulador del régimen económico-matrimonial con la rúbrica "Del contrato de bienes
con ocasión del matrimonio".
No obstante, algunos autores prefieren conceptuarlas como acto complejo dado
el posible contenido atípico de las capitulaciones. Esta calificación presenta el
problema de que no existe marco normativo alguno de tal tipo de acto.
Hay que distinguir entre el contenido típico y el posible contenido atípico de las
capitulaciones. El art. 1325 admite expresamente las estipulaciones relativas al
régimen económico del matrimonio (típico), por una parte, y, de otra, cualesquiera
otras estipulaciones pactadas por razón del matrimonio (atípico).
1. Contenido típico
que remitirse a uno de los modelos o tipos regulados por el legislador, o limitarse a
modificar algunos aspectos concretos del régimen que hayan elegido o que les
resultara aplicable.
2. Contenido atípico
Bajo tal designación se engloban las estipulaciones que el art. 1325 considera
"cualesquiera otras disposiciones por razón del mismo (matrimonio)" que no tengan
por objeto la determinación del régimen económico del matrimonio, aunque sean de
índole patrimonial.
- Así, algunos preceptos reguladores de las donaciones por razón del
matrimonio otorgan especial trascendencia al hecho de que se haya instrumentado en
capitulaciones.
- El CC atribuye peculiares efectos a declaraciones o pactos relativos al tercio
de mejora hereditaria cuando se encuentren contenidos en las capitulaciones de los
esposos.
Las estipulaciones "por razón del matrimonio" que puedan incorporarse a las
capitulaciones no siempre tienen que tener un contenido económico, (pueden recoger
el reconocimiento de un hijo prematrimonial).
El amplio margen de libertad con que cuentan los cónyuges no llega hasta el
extremo de permitir que el contenido de las capitulaciones integre dentro de ella
cláusulas o estipulaciones que vulneren o contradigan el mandato de leyes imperativas
o de principios generalmente aceptados o impuestos por el ordenamiento jurídico.
El art. 1328 establece que "será nula cualquier estipulación contraria a las leyes o
a las buenas costumbres o limitativa de la igualdad de derechos que corresponda a
cada cónyuge".
Actualmente, el art. 1326 (redactado por la Ley 11/1981) establece que "las
capitulaciones matrimoniales podrán otorgarse antes o después de celebrado el
matrimonio.
El régimen económico del matrimonio ha pasado de considerarse inmutable a ser
algo esencialmente cambiante y mudable, por lo que ahora se resalta el principio de la
mutabilidad del régimen económico del matrimonio.
En la actualidad, los cónyuges pueden celebrar cuantas capitulaciones
matrimoniales deseen, sea antes o después de haber celebrado el matrimonio,
aunque la generalidad de los matrimonios no se dedica a cambiar el régimen
inicialmente establecido.
3. Los incapacitados
En relación con los incapacitados, dispone el art. 1330 que "el incapacitado
judicialmente sólo podrá otorgar capitulaciones matrimoniales con la asistencia de sus
padres, tutor o curador".
http://www.uned-derecho.com
Dispone el art. 1327 que "para su validez, las capitulaciones habrán de constar en
escritura pública".
Dicho artículo no se refiere a cualquier "documento público", sino precisamente a
la "escritura pública" por lo que el otorgamiento de ésta constituye un requisito de
carácter constitutivo o ad solemnitatem de las capitulaciones matrimoniales.
Así pues, las capitulaciones deben considerarse un contrato de carácter solemne:
en defecto de escritura carecerán de validez alguna, tanto inter partes cuanto frente a
terceros.
Esta conclusión ha de entenderse referida exclusivamente al contenido típico de
las capitulaciones, pues respecto de algunos aspectos atípicos cabe considerar válida
la declaración respectiva de los cónyuges aunque se instrumente en cualquier otro
documento público, sea notarial o no.
1. El Registro Civil
2. El Registro de la Propiedad
3. El Registro de la propiedad
Reglamento del R. M. dispone que "en la hoja abierta a cada empresario individual se
inscribirán:... 6º Las capitulaciones matrimoniales, el consentimiento, la oposición y
revocación a que se refieren los arts. 6 a 10 del C Cm. y las resoluciones judiciales
dictadas en causa de divorcio, separación o nulidad matrimonial, o procedimientos de
incapacitación del empresario individual, cuando no se hubiesen hecho constar en la
inscripción primera del mismo".
1. Introducción
2. CONCEPTO
El art. 1336 establece que "son donaciones por razón del matrimonio las que
cualquier persona hace, antes de celebrarse, en consideración al mismo y en favor de
uno o de los dos esposos".
- Las donaciones por razón de matrimonio han de realizarse de forma necesaria
antes de la celebración del matrimonio.
- Las donaciones deben hacerse, por tanto, en contemplación de un futuro
matrimonio o de un matrimonio anunciado, de cuya efectiva celebración depende la
eficacia de las donaciones realizadas.
- Cabe que el donatario sea sólo uno de los "esposos" o ambos. Para este
último caso, establece el art. 1339 que "los bienes donados conjuntamente a los
esposos pertenecerán a ambos en proindiviso ordinario y por partes iguales, salvo que
el donante haya dispuesto otra cosa".
- La donación puede hacerla "cualquier persona" y por tanto, puede que uno de
los esposos sea el donante en favor del otro.
La importancia de delimitar el concepto de las donaciones por razón de
matrimonio radica en que el legislador las ha hecho objeto de un especial trato de
favor.
3. RÉGIMEN JURÍDICO
El Código civil sólo contiene una regla especial relativa a la capacidad del menor:
"el menor no emancipados que con arreglo a la Ley pueda casarse, también puede en
http://www.uned-derecho.com
3. La forma
4. La obligación de saneamiento
Conforme al art. 1340 "el que diere o prometieron por razón de matrimonio sólo
estará obligado a saneamiento por evicción o vicios ocultos si hubiere actuado con
mala fe.
El art. 1341 refiere que "Igualmente podrán tomarse antes del matrimonio en
capitulaciones bienes futuros, sólo para el caso de muerte, y en la medida marcada
por las disposiciones referentes a la sucesión testada".
La denominada "donación de bienes futuros" encuentra una triple limitación:
1ª Sólo pueden llevarla a cabo los contrayentes, estando excluida en caso de
donaciones otorgadas por terceros.
2ª Sólo puede ser pactada en la escritura de capitulaciones matrimoniales
otorgada por los esposos con anterioridad al matrimonio.
3ª La validez de la donación de bienes futuros queda circunscrita sólo para el
caso de muerte de uno de los cónyuges.
http://www.uned-derecho.com
El art. 1343 dispone que "estas donaciones serán revocables por las causas
comunes, excepto la supervivencia o superveniencia de hijos". Así, las donaciones por
razón de matrimonio pueden ser revocadas, ora por incumplimiento de cargas, ora por
ingratitud del donatario.
En las donaciones por razón del matrimonio otorgadas por los contrayentes se
reputa incumplimiento de cargas, además de las específicas, la anulación del
matrimonio si el donatario hubiere obrado de mala fe. Se estima la ingratitud además
de los supuestos legales el que el donatario incurra en causa de desheredación o le
sea imputable, según la sentencia, la causa de separación o divorcio".
TEMA 9
LA SOCIEDAD DE GANANCIALES
I. LA SOCIEDAD DE GANANCIALES
1. Concepto
El Código Civil regula dicha materia en los arts. 1346 a 1361 (Sección Segunda:
De los bienes privativos y comunes).
Los dos primeros artículos se destinan a relacionar, por este orden, los bienes
privativos y los bienes comunes o gananciales. Los siguientes consideran ciertos
supuestos de particular complejidad, así como algunas reglas generales de peculiar
importancia, entre las que asume un protagonismo importante la presunción de
ganancialidad.
3. La atribución de ganancialidad
La relación inicial de los bienes privativos la realiza el art. 1346. Son privativos de
cada uno de los cónyuges:
El titular del retracto deviene titular exclusivo del bien adquirido, aun en el caso de
que el precio o la contraprestación correspondiente sea realizada a cargo de los bienes
comunes o gananciales, pero en este caso, la sociedad será acreedora del cónyuge
propietario por el valor satisfecho.
Los bienes indicados han de considerarse privativos por destino y mantienen tal
carácter aunque hayan sido adquiridos a costa del capital común.
Se excluyen los objetos de uso personal de valor extraordinario.
Estos bienes son también privativos por destino, dada la necesaria adscripción a
la actividad profesional de cada cónyuge, aun en el caso de que hayan sido adquiridos
con dinero ganancial. En este caso procede el reintegro de su valor a la sociedad.
2º Los frutos, rentas o intereses que produzcan tanto los bienes privativos como
los gananciales
http://www.uned-derecho.com
3º Los adquiridos a título oneroso a costa del caudal común, bien se haga la
adquisición para la comunidad, bien para uno de los esposos.
7. Adquisiciones mixtas
Para tales supuestos, establece el art. 1354 que "los bienes adquiridos mediante
precio o contraprestación, en parte ganancial y en parte privativo, corresponderán pro
indiviso a la sociedad de gananciales y al cónyuge o cónyuges en proporción al valor
de las aportaciones respectivas. Nace una situación de copropiedad o comunidad
entre el cónyuge o los cónyuges aportantes y el patrimonio ganancial.
6. LA OBLIGACION DE REEMBOLSO
Según el art. 1358, "cuando conforme a este Código los bienes sean privativos o
gananciales, con independencia de la procedencia del caudal con que la adquisición
se realice, habrá de reembolsarse el valor satisfecho a costa, respectivamente del
caudal común o del propio, mediante el reintegro de su importe actualizado al tiempo
de la liquidación".
Procede reembolsar o reintegrar las correspondientes cantidades al cónyuge que
pagó con dinero privativo (siendo el bien ganancial) o, por el contrario, a la sociedad de
gananciales por haber abonado con cargo a sus fondos bienes de naturaleza privativa.
http://www.uned-derecho.com
1. INTRODUCCION
2. LA GESTION CONJUNTA
Según el art. 1.377,1 "para realizar actos de disposición a título oneroso sobre
bienes gananciales se requerirá el consentimiento de ambos cónyuges".
En este sentido, dispone el art. 1322.1 que "Cuando la ley requiera para un acto
de administración o disposición que uno de los cónyuges actúe con el consentimiento
del otro, los realizados sin él y que no hayan sido expresa o tácitamente confirmados
podrán ser anulados a instancia del cónyuge cuyo consentimiento se haya omitido o
de sus herederos".
- El art. 1378 determina que "serán nulos los actos a título gratuito si no
concurre el consentimiento de ambos cónyuges".
- El art. 1322.2º en similares términos dispone que "... serán nulos los actos a
título gratuito sobre bienes comunes si falta el consentimiento del otro cónyuge".
Dada la imprescriptibilidad de la acción de nulidad, la impugnación de los actos
de disposición a título gratuito resultaba posible en cualquier momento, incluso llegado
el momento de disolución y liquidación de la sociedad de gananciales.
La diferencia de trato entre el régimen de ineficacia de los actos de
administración y disposición a título oneroso, de una parte, y, de otra, de los actos
disposición a título gratuito, en caso de falta consentimiento de uno de los cónyuges,
se asienta en la evidente justificación de que los terceros adquirentes no pueden
considerarse igualmente protegidos frente a la eventual ineficacia del acto de
adquisición. Los adquirentes a título gratuito nada han sacrificado y, por tanto, su
adquisición puede ser impugnada en cualquier momento.
Las liberalidades de uso o "regalos de costumbre" serán válidos y eficaces
aunque sean realizadas por uno de los cónyuges a cargo de los bienes gananciales,
sin contar con el consentimiento del otro.
4. El deber de información
El art. 1375 establece que "la gestión y disposición de los bienes gananciales
corresponde conjuntamente a los cónyuges, sin perjuicio de lo que se determina en los
artículos siguientes" y en defecto de pacto en contrario establecido en capitulaciones.
El art. 1315 reconoce que las relaciones patrimoniales entre los cónyuges
quedarán conformadas, en su caso, de acuerdo con las propias previsiones de éstos,
que no se encuentran vinculados por los esquemas propios de los diversos regímenes
económicos del matrimonio regulados en la ley.
Sin embargo, dicho artículo precisa que la libertad capitular de los cónyuges
habrá de respetar las "limitaciones... establecidas en este Código", y el art. 1328
considera "nula cualquier estipulación... limitativa de la igualdad de derechos que
corresponda a cada cónyuge".
Las posiciones doctrinales se encuentran muy enfrentadas en relación con la
admisibilidad del pacto capitular relativo a la gestión individual por uno de los
cónyuges.
A juicio de la mayoría, no presenta problema alguno, en relación con el principio
de igualdad, el pacto capitular en cuya virtud los cónyuges expresen que cualquiera de
ellos, indistintamente, se encuentra legitimado para la gestión del patrimonio ganancial
sin contar con el consentimiento del otro consorte, incluso en los supuestos en que se
requiere el consentimiento de ambos.
1. La potestad doméstica
forman parte del haber de la sociedad y están sujetos a las cargas y responsabilidades
de la sociedad de gananciales. Sin embargo, cada cónyuge, como administrador de su
patrimonio privativo, podrá a este solo efecto disponer de los frutos y productos de sus
bienes.
Según el art. 1382 "cada cónyuge podrá sin el consentimiento del otro, pero
siempre con su conocimiento, tomar como anticipó el numerario ganancial que le sea
necesario, de acuerdo con los usos y circunstancias de la familia, para el ejercicio de
su profesión o la administración ordinaria de sus bienes".
Se refiere este precepto al dinero metálico que, en un momento determinado,
obre en la que se denomina "caja de la sociedad de gananciales" y considera que la
facultad de tomar el anticipo quede afectada a las necesidades dimanantes del
ejercicio de la profesión o de la administración de los bienes privativos del cónyuge
que "decide" por sí mismo, llevar a efecto el anticipo.
Según el art. 1386, "para realizar gastos urgentes de carácter necesario, aun
cuando sean extraordinarios, bastará el consentimiento de uno solo de los cónyuges",
tenga o no conocimiento de ello el otro cónyuge, pues la facultad de actuación
individual la otorga la ley atendiendo a la urgencia de los casos que debe afrontar la
sociedad de gananciales.
http://www.uned-derecho.com
2. La transferencia judicial
1. INTRODUCCION
http://www.uned-derecho.com
1. Consideraciones sistemáticas
Una vez analizadas las reglas de gestión de los bienes gananciales, hay que
considerar los aspectos relativos a lo que doctrinalmente se denomina "el pasivo
ganancial", esto es, el conjunto de las cargas o deudas de la sociedad de gananciales
y las reglas de imputación de tales deudas a los patrimonios común y privativos de los
cónyuges.
El art. 1362 enumera una serie de gastos que el Código considera como partidas
del pasivo ganancial. Dicho precepto establece que:
Será de cargo de la sociedad de gananciales los gastos que se originen por
alguna de las siguientes causas:
1ª El sostenimiento de la familia, la alimentación y educación de los hijos
comunes y las atenciones de previsión acomodadas a los usos y a las circunstancias
de la familia.
2ª La adquisición, tenencia y disfrute de los bienes comunes.
3ª La administración ordinaria de los bienes privativos de cualquiera de los
cónyuges.
4ª La explotación regular de los negocios o el desempeño de la profesión, arte u
oficio de cada cónyuge.
2. Las donaciones de común acuerdo
Dispone el art. 1365.2º que responderán asimismo los bienes gananciales de las
deudas contraídas por uno cualquiera de los cónyuges "en el ejercicio ordinario de la
profesión, arte u oficio o en la administración ordinaria de los bienes propios".
Los gastos originados por la administración ordinaria de los bienes privativos o el
desempeño de la profesión, arte u oficio de cada cónyuge constituyen cargas de la
sociedad de gananciales.
Según el art. 1373 "cada cónyuge responde con su patrimonio personal de las
deudas propias y, si sus bienes privativos no fueran suficientes para hacerlas efectivas,
el acreedor podrá pedir el embargo de bienes gananciales.
La responsabilidad de los bienes gananciales por las deudas propias es
subsidiaria, quedando reservada para el supuesto de que el patrimonio privativo fuera
insuficiente para atenderla.
Sin embargo, en relación con las deudas de juego pendientes de pago, según el
art. 1372 "... responden exclusivamente los bienes privativos del deudor".
7. REINTEGROS INTERCONYUGALES
Según el art. 1364 "El cónyuge que hubiere aportado bienes privativos para los
gastos y pagos que sean de cargo de la sociedad tendrá derecho a ser reintegrado del
valor a costa del patrimonio común".
Se trata de la técnica del reintegro o reembolso entre las respectivas masas
patrimoniales a considerar en el régimen de gananciales, en favor ahora del patrimonio
privativo que haya atendido el pago de alguna de las obligaciones que pesan sobre la
sociedad de gananciales.
La norma puede ser leída también contrario sensu, imponiendo el reintegro en
favor del patrimonio ganancial cuando resulte procedente.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 10
Se reclama aquí la aplicación del art. 85, en cuya virtud la disolución del
matrimonio propiamente dicha sólo tiene lugar por la muerte o declaración de
fallecimiento de uno de los cónyuges o por el divorcio.
2. La nulidad matrimonial
mala fe, podrá el otro optar por la liquidación del régimen matrimonial según las
normas de esta sección o por las disposiciones relativas al régimen de participación, y
el contrayente de mala fe no tendrá derecho a participar en las ganancias obtenidas
por su consorte".
Se impone, en todo caso, la pérdida de las ganancias para el contrayente de
mala fe.
3. La separación matrimonial
3. LA DISOLUCION JUDICIAL
Junto con los supuestos de disolución ipso iure, el art. 1393 reseña una serie de
causas que permiten al cónyuge interesado solicitar judicialmente la disolución de la
sociedad de gananciales. Son causas de disolución a instancia de parte, dado que
presupone necesariamente la actuación de uno de los cónyuges.
La resolución judicial es el acto que pone fin a la sociedad de gananciales, pues
conforme al art. 1394, "los efectos de la disolución previstos en artículo anterior se
producirán desde la fecha en que se acuerde". Así pues, hasta que la resolución
judicial no haya sido dictada seguirá vigente la sociedad de gananciales, pese a la
preexistencia de cualquiera de las causas que permiten solicitar su disolución.
http://www.uned-derecho.com
Por otra parte, dispone el art. 1406 que "cada cónyuge tendrá derecho a que se
incluyan con preferencia en su haber, hasta donde éste alcance:
1º Los bienes de uso personal no incluidos en el número 7 del art. 1346.
2º La explotación agrícola, comercial o industrial que hubiera llevado con su
trabajo.
3º El local donde hubiese venido ejerciendo su profesión.
4º En caso de muerte del otro cónyuge, la vivienda donde tuviese la residencia
habitual".
2. Naturaleza jurídica
http://www.uned-derecho.com
TEMA 11
El Código establece en el art. 1435 que "Existirá entre los cónyuges separación
de bienes:
1º Cuando así lo hubiesen convenido
2º Cuando los cónyuges hubieren pactado en capitulaciones matrimoniales que
no regirá entre ellos la sociedad de gananciales, sin expresar las reglas por que hayan
de regirse sus bienes.
3º Cuando se extinga, constante matrimonio, la sociedad de gananciales o el
régimen de participación, salvo que por voluntad de los interesados fuesen sustituidos
por otro régimen distinto".
Así pues, la vigencia del régimen de separación de bienes en un determinado
matrimonio puede encontrar fundamento tanto en el acuerdo de los cónyuges en tal
sentido, cuanto en la existencia de supuestos en los que la Ley lo impone como
régimen legal supletorio de segundo grado.
Establece el art. 1441 que "cuando no sea posible acreditar a cuál de los
cónyuges pertenece algún bien o derecho, corresponderá a ambos por mitad".
Semejante titularidad por mitades, implica traer a colación el régimen de la
copropiedad o comunidad ordinaria regulada en los arts. 392 y ss.
La última parte del art. 1438 (tras la reforma de 1981) hace referencia a la
dedicación, por parte de uno o ambos cónyuges, a las tareas y labores domésticas.
Afirma el precepto que "el trabajo para la casa será computado como contribución a
las cargas y dará derecho a obtener una compensación que el Juez señalará, a falta
de acuerdo, a la extinción del régimen de separación".
La plena dedicación a las tareas domésticas representa una importante
contribución a las cargas del matrimonio.
En relación con las deudas contraídas frente a terceros hay que distinguir entre
las deudas propias de los cónyuges y las deudas que habiendo sido asumidas por uno
solo de los cónyuges, hayan de considerarse integradas en la potestad doméstica.
En relación con las deudas propias de los cónyuges, establece el art. 1440.1 que
"las obligaciones contraídas por cada cónyuge serán de su exclusiva responsabilidad".
Por tanto, el acreedor no puede agredir o perseguir el patrimonio privativo del otro
cónyuge.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 12
1. EL REGIMEN DE PARTICIPACION
Los arts. 1411 a 1434 regulan un sistema económico del matrimonio titulado
oficialmente con el nombre de régimen participación.
Durante la vigencia del régimen de participación no existe comunidad alguna entre
los cónyuges, quienes pueden actuar en el tráfico jurídico de forma similar a cuanto
podrían hacer si se encontrarán sometidos al régimen de separación de bienes. Sin
embargo, una vez que sucede la extinción de sus efectos, el régimen de participación
cambia de signo y, abandonando la idea de separación, determina una comunicación
patrimonial entre las ganancias obtenidas por ambos cónyuges durante el periodo de
vigencia del régimen económico-matrimonial.
2. Origen y significado
El art. 1412 dispone que, bajo el régimen de participación "a cada cónyuge le
corresponde la administración, el disfrute y la libre disposición tanto de los bienes que
le pertenecían en el momento de contraer matrimonio como de los que pueda adquirir
después por cualquier título".
Dispone el art. 1414 que "si los casados en régimen de participación adquieren
conjuntamente algún bien o derecho, les pertenece en proindiviso ordinario".
La inexistencia de una masa conyugal común durante el período de vigencia del
régimen de participación es un presupuesto similar al existente en el régimen de
separación.
La separación patrimonial entre los cónyuges durante la primera fase del régimen
de participación, recibe algunas correcciones importantes atendiendo a que, en su
segunda fase, se convierte en un régimen de comunidad de ganancias.
Persiguiendo el objetivo de procurar la debida integridad patrimonial de las masas
privativas de cada uno de los cónyuges, en beneficio de las expectativas del otro, los
actos dispositivos a título gratuito y los actos fraudulentos son objeto de especial
consideración:
- Respecto de los primeros, "se incluirá en el patrimonio final, el valor de los
bienes de que uno de los cónyuges hubiese dispuesto a título gratuito sin el
consentimiento de su consorte, salvo si se tratase de liberalidades de uso" (art. 1423).
- Por su parte, el art. 1424 ordena aplicar la misma regla respecto de los actos
realizados por uno de los cónyuges en fraude de los derechos del otro.
Tales preceptos no declaran la ineficacia de los actos perjudiciales para las
expectativas del otro cónyuge, sino que se limitan a establecer una regla puramente
contable, en cuya virtud el valor de los actos perjudiciales se incluirá en el patrimonio
final del cónyuge agente.
En realidad, lo que se limita es la facultad de disposición de los cónyuges respecto
de los actos a título gratuito que requieren el consentimiento del otro cónyuge y,
además, pueden ser impugnados si llegado el momento de la liquidación no hubiese
bienes en el patrimonio deudor para hacer efectivo el derecho de participación en las
ganancias.
En la fase liquidatoria, cualquiera de los cónyuges puede asimismo impugnar las
enajenaciones que hubieren sido hechas en fraude de sus derechos, si bien en este
caso los adquirentes a título oneroso y de buena fe serán inmunes a la acción
rescisoria.
El plazo de ejercicio de las acciones de impugnación “caducarán a los dos años de
extinguido el régimen de participación”, reduciendo así a la mitad el plazo general de la
acción de anulabilidad o de rescisión (que es de cuatro años).
El Código opta por reclamar las mismas causas de extinción propias del régimen
de gananciales.
La remisión a las causas de extinción de la sociedad de gananciales la establece
el art. 1415 en los siguientes términos: "El régimen de participación se extingue en los
casos prevenidos para la sociedad de gananciales, aplicándose lo dispuesto en los
arts. 1394 y 1395".
Relaciona el Código las causas de disolución ipso iure o de pleno derecho y las
causas de extinción o disolución judicial.
Respecto de la disolución ipso iure determina la extinción del régimen de
participación la presencia de cualquiera de la siguiente cuatro causas contempladas
en art. 1392:
1º Cuando se disuelva el matrimonio.
2º Cuando sea declarado nulo.
3º Cuando judicialmente se decrete la separación de los cónyuges.
4º Cuando los cónyuges convengan un régimen económico distinto en la forma
prevenida en el Código.
Por su parte, la remisión a las causas de disolución judicial enumeradas en el art.
1393, implica la extinción del régimen de participación por darse cualquiera de los
supuestos siguientes:
1º Haber sido el otro cónyuge judicialmente incapacitado, declarado ausente o en
quiebra o concurso de acreedores, o condenado por abandono de familia.
2º Venir el otro cónyuge realizando por sí solo actos dispositivos o gestión
patrimonial que entrañen fraude, daño o peligro para los derechos del otro en la
sociedad.
3º Llevar separado de hecho más de un año por acuerdo mutuo o por abandono
del hogar.
4º Incumplir grave y reiteradamente el deber de informar sobre la marcha y
rendimiento de sus actividades económicas.
Una vez que tenga lugar la extinción del régimen de participación, procede el
período de liquidación correspondiente. En él, conforme al art. 1417 "... se
determinarán las ganancias por las diferencias entre los patrimonios inicial y final de
cada cónyuge".
Habrá de esclarecerse ante todo cuáles han sido las mutaciones habidas en el
patrimonio de cada uno de los cónyuges, para establecer si ha habido ganancias, y, en
caso afirmativo, cuáles han sido respecto del patrimonio propio de ellos. A tal efecto, el
Código ordena la fijación previa del patrimonio existente en el momento del comienzo
de la vigencia del sistema de participación (patrimonio inicial) y la subsiguiente
valoración del patrimonio que a cada uno de los cónyuges corresponda en el momento
de la extinción (patrimonio final).
La deducción del patrimonio inicial respecto del patrimonio final arrojará el
resultado de las consiguientes ganancias, esto es, de la diferencia patrimonial
(positiva) entre lo que cada uno de los cónyuges tenía en el momento de empezar a
regir el régimen de participación y cuánto tiene en el momento de su extinción.
http://www.uned-derecho.com
1. El patrimonio inicial
En relación con el patrimonio inicial, establece el art. 1418 que "se estimara
constituido el patrimonio inicial de cada cónyuge:
1º Por los bienes y derechos que le pertenecían al empezar el régimen.
2º Por los adquiridos después a título de herencia, donación o legado".
La determinación del patrimonio inicial supone la existencia de un activo. Por tanto,
ha de procederse en todo caso a deducir de los bienes y derechos pertenecientes en
el momento inicial a los cónyuges, las obligaciones entonces existentes a su cargo, sin
que el vigente sistema autorice la existencia de un patrimonio inicial de signo negativo.
En caso de que cualquiera de los cónyuges tuviera más deudas y obligaciones que
bienes y derechos en el momento inicial del régimen, el patrimonio inicial en términos
contables equivaldría a cero.
Los bienes constituidos del patrimonio inicial se estimarán según el estado y valor
que tuvieran al empezar el régimen o, en su caso, al tiempo en que fueron adquiridos.
El importe de la estimación deberá actualizarse el día en que el régimen haya cesado.
2. El patrimonio final
El art. 1422 preceptúa que "el patrimonio final de cada cónyuge estará formado por
los bienes y derechos de que sea titular en el momento de la terminación del régimen,
con deducción de las obligaciones todavía no satisfechas".
El art. 1426 establece que "los créditos que uno de los cónyuges tenga frente al
otro, por cualquier título, se computarán también en el patrimonio final del cónyuge
acreedor y se deducirán del patrimonio del cónyuge deudor".
La realización por uno de los consortes de actos que hayan dañado sus
expectativas no altera la determinación contable del patrimonio final, pues los bienes
de los que se haya dispuesto a título gratuito han de computarse también en el
patrimonio final del correspondiente cónyuge.
La regla de valoración del patrimonio final establece que los bienes constitutivos
del patrimonio final se estimarán según el estado y valor que tuvieren en el momento
de la terminación del régimen (art. 1425).
En relación con los bienes enajenados gratuita o fraudulentamente, su estimación
habrá de hacerse "conforme al estado que tenían el día de la enajenación y por el valor
que hubieran tenido si se hubiesen conservado hasta el día de la terminación.
Regulado en el art. 1427, "cuando la diferencia entre los patrimonios final e inicial
de uno y otro cónyuge arroje resultado positivo, el cónyuge cuyo patrimonio haya
experimentado menor incremento percibirá la mitad de la diferencia entre su propia
incremento y el del otro cónyuge". Se distribuyen, en principio por mitad, las ganancias
resultantes procediendo la correspondiente compensación.
Los arts. 1427 y 428 sientan como regla general que la distribución de las
ganancias consiste en la mitad de la cantidad resultante. Sin embargo, el art. 1429
autoriza que "al constituirse el régimen podrá pactarse una participación distinta de la
que establecen los artículos mencionados, pero deberá regir por igual y en la misma
proporción respecto de ambos patrimonios y en favor de ambos cónyuges.
El acuerdo convencional de participación mediante cuota distinga al 50%
encuentra una excepción en el caso de que existan descendientes no comunes, pues
en tal supuesto, dispone el art. 1430 que "no podrá convenirse una participación que
no sea por mitad".
4. El crédito de participación
http://www.uned-derecho.com
El art. 1431 establece que "el crédito de participación deberá ser satisfecho en
dinero", configurándolo pues, como un crédito dinerario, pagadero de inmediato y en la
unidad de moneda que se encuentre en vigor.
Sin embargo, se presentan algunas dificultades sobre todo en el supuesto de que
la extinción del régimen de participación haya tenido lugar por fallecimiento de uno de
los cónyuges (la Hacienda también reclamar el impuesto de sucesiones etc.). Además,
la incorporación legislativa del sistema patrimonial objeto de estudio no ha otorgado
prelación o preferencia alguna al crédito del cónyuge-acreedor, por lo que en puridad
de conceptos éste habrá de respetar el conjunto de los créditos preferentes
contemplados en la ley.
Por tanto, si existe dinero en el patrimonio del cónyuge deudor, podrá llevarse a
cabo el pago. En muchos casos, sin embargo, entrarán en juego otras alternativas.
6. REFERENCIA A LOS REGIMENES ECONOMICOS-MATRIMONIALES EN LOS
DERECHOS FORALES
Todas las disposiciones forales o especiales, al igual que el Código civil, parten de
la base de que el régimen económico-matrimonial será el pactado por los cónyuges en
capitulaciones matrimoniales. Divergen, sin embargo, en relación con el sistema legal
supletorio de primer grado.
En el ámbito territorial de aplicación del Derecho foral vasco rige la comunicación
foral de bienes. Es un régimen en el que se convierten en comunes todos los bienes
aportados al matrimonio o adquiridos después de su celebración, salvo que no existan
descendientes comunes del matrimonio.
En Aragón, se aplica como régimen legal la llamada comunidad de bienes
muebles y adquisiciones. En Navarra, la denominada sociedad conyugal de
conquistas. Ambos regímenes, como el de gananciales, son sistemas de comunidad
atenuada.
En Cataluña y Baleares, se establecen como régimen supletorio de primer grado el
sistema de separación de bienes.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 13
1. LA FAMILIA Y EL PARENTESCO
2. El parentesco adoptivo
entre los familiares de un cónyuge pueda beneficiar al otro cónyuge; baste recordar
algunos preceptos del Código Civil:
El art. 175,2.2º establece que "no pueden adoptarse: ...a un pariente en segundo
grado de la línea colateral por consanguinidad o afinidad". etc.
Los extremos fundamentales del parentesco por afinidad se pueden sintetizar así:
1. La relación de afinidad es un vínculo estrictamente personal entre los
parientes por consanguinidad o de uno de los cónyuges con el otro cónyuge.
2. Los parientes afines no son entre sí afines y, por tanto, no existe vínculo de
parentesco alguno entre los denominados "consuegros" y "concuñados", por ejemplo.
3. La afinidad se diferencia de la consanguinidad en que no genera de forma
continuada e indefinida, una relación de parentesco.
Conviene insistir en la idea de que el parentesco por afinidad se encuentra
referido exclusivamente a la relación existente entre los parientes de uno de los
miembros de la pareja con el otro.
Desde el punto de vista del Derecho civil tiene una innegable importancia
determinar la proximidad del parentesco, pues son numerosas las disposiciones del
Código y de la legislación complementaria de Derecho privado que requieren conocer
con exactitud cuáles son las generaciones o grados que otorgan derechos o
establecen obligaciones en relación con determinados parientes.
La formulación de las reglas sobre el cómputo la realiza el Código en los arts.
915 y siguientes al regular la sucesión intestada, aunque tales reglas tienen alcance
general. Así de deduce del tenor literal del art. 919, al establecer que "el cómputo de
que trata el artículo anterior rige en todas las materias". Esto es, no sólo para la
sucesión intestada, sino para cualesquiera otras, incluidas aquellas materias que no
sean propiamente civiles, sino también penales, procesales, administrativas, etc., en
tanto que el legislador no establezca expresamente otra cosa en contrario.
El art. 915 dispone que "la proximidad del parentesco se determina por el número
de generaciones. Cada generación forma un grado". Así pues, la computación
característica del sistema de nuestro Código civil opta por tener en cuenta todas y
cada una de las generaciones familiares que han de ser consideradas.
La serie de grados forma la línea que puede ser directa o colateral.
- Se llama línea directa o recta, a la línea constituida por la serie de grados entre
personas que descienden una de otra (bisabuelo, abuelo, padre, hijo, nieto, bisnieto...)
y que puede ser considerada tanto en sentido descendente cuanto ascendente.
- Se denomina línea colateral la constituida por la serie de grados entre
personas que, sin descender una de otras, proceden de un tronco común. Así ocurre
con los hermanos, los tíos, sobrinos.
Según el art. 918.1º "en las líneas directas se cuentan tantos grados como
generaciones o personas, descontando la del progenitor".
Es decir, si se trata de computar el parentesco existente entre una persona (el
nieto y su abuelo), descartado éste, habría que contar únicamente al propio nieto y a
su padre. Dos generaciones o dos grados, arrojarían el resultado de que el nieto se
encuentra emparentado con el abuelo en segundo grado de línea directa.
Así, el hijo dista del padre un grado, dos del abuelo y tres del bisabuelo...
En la práctica genealógica no se tiene en cuenta la generación de la que se
parte. Si se trata de determinar el parentesco del nieto, basta con considerar que su
padre constituye el primer grado y su abuelo el segundo.
Así lo confirma también la regla de cómputo del parentesco colateral establecida
en el tercer párrafo del art. 918, "en la línea colateral se sube hasta el tronco común y
después se baja hasta la persona con quien se hace la computación. Por esto, el
hermano dista dos grados del hermano, tres del tío, hermano de su padre o madre,
cuatro del primo hermano, y así en adelante".
4. LA RELACION PATERNO-FILIAL
Admitido el principio de que todos los hijos son iguales ante la ley, es oportuno
exponer de forma concreta cuáles son los efectos de la filiación. Algunos de ellos
suponen una cierta reiteración con el régimen normativo de la patria potestad. Otros
son mera consecuencia del establecimiento de normas imperativas en tal sentido.
En relación con los apellidos, establece el art. 109 del Código redactado por la
Ley 11/1981, que "la filiación determina los apellidos con arreglo a lo dispuesto en la
ley. El hijo, al alcanzar la mayor edad, podrá solicitar que se altere el orden de sus
apellidos.
El sistema español se caracteriza porque la persona adquiere los dos apellidos,
el paterno y el materno, unidos por la conjunción copulativa "y"; en contra de cuanto
ocurre en la generalidad de los ordenamientos jurídicos extranjeros, en los que el
apellido materno resulta casi irrelevante.
Ello sólo puede ser así en los casos en que tanto la paternidad cuanto la
maternidad se encuentran determinadas legalmente. Si sólo se conoce la paternidad o
la maternidad, el hijo tendrá los dos apellidos del progenitor, pudiendo alterar el orden
de los apellidos maternos por obvias razones de no ir predicando públicamente la
inexistencia del otro progenitor.
A los hijos de origen desconocido les impondrá el Encargado del Registro unos
apellidos de uso corriente y generalizados en la Nación, evitando el recurso al apellido
"Expósito" u otro indicador de origen desconocido.
La posibilidad de que el propio interesado, al llegar la mayoría de edad, altere el
orden de sus apellidos ha sido introducida por la Ley 11/1981.
Así pues, el orden de los apellidos puede determinarse libremente por los
progenitores, al tiempo que la nueva redacción del art. 109,4 del Código sigue
otorgando la posibilidad de que "al alcanzar la mayor edad" cualquiera pueda solicitar
que se altere el orden de los apellidos.
Si los progenitores no indican nada en contra, la aplicación del art. 109,1 CC y art. 53
LRC determinan que el primer apellido de cualquier persona será el paterno y el
segundo el materno.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 14
LA FILIACION
LA DETERMINACION DE LA FILIACION
1. LA FILIACION MATRIMONIAL
Según dispone el art. 116 "se presuponen hijos del marido los nacidos después
de la celebración del matrimonio y antes de los 300 días siguientes a su disolución o a
la separación legal o de hecho de los cónyuges".
"Nacido el hijo dentro de los 180 días siguientes a la celebración del matrimonio,
podrá el marido destruir la presunción mediante declaración auténtica en contrario
formalizada dentro de los seis meses siguientes al conocimiento del parto" (art. 117).
El marido, pues, puede privar de eficacia a la presunción establecida en el art.
116, pero igualmente puede dejar de ejercitar tal facultad y autoarrogarse la condición
de padre del hijo concebido en fecha prematrimonial, reconociendo así su condición
biológica de progenitor del hijo nacido antes de los 180 días siguientes a la
celebración del matrimonio.
El marido no podrá impugnar la presunción de paternidad en "los casos en que
hubiere reconocido la paternidad expresa o tácitamente o hubiese conocido el
embarazo de la mujer con anterioridad a la celebración del matrimonio, salvo que, en
este último supuesto, la declaración auténtica se hubiera formalizado, con el
consentimiento de ambos, antes del matrimonio o después del mismo, dentro de los
seis meses siguientes al nacimiento del hijo".
Con carácter general, la presunción de paternidad del marido tiene carácter iuris
tantum.
El art. 118 establece que "aun faltando la presunción de paternidad del marido
por causa de la separación legal o de hecho de los cónyuges, podrá inscribirse la
filiación como matrimonial si concurre el consentimiento de ambos".
La inexistencia de la presunción está referida única y exclusivamente al supuesto
de separación, sin llegar a alcanzar la disolución propiamente dicha del matrimonio.
http://www.uned-derecho.com
En relación con la capacidad del progenitor, el art. 121 establece que "el
reconocimiento otorgado por los incapaces o por quienes no puedan contraer
matrimonio por razón de edad necesitará para su validez aprobación judicial con
audiencia del MF. Los incapaces a que alude el art. 121 son, sin duda los
incapacitados judicialmente aunque esta afirmación es discutible.
No obstante, la interpretación contrario sensu del precepto transcrito, hace que el
reconocimiento sólo pueda ser realizado por quienes ostenten la plena capacidad de
obrar, dada la trascendencia del acto realizado.
En relación con tal supuesto, dispone el art. 124 que "la eficacia del
reconocimiento del menor o incapaz requerirá el consentimiento expreso de su
representante legal o la aprobación judicial con audiencia del Ministerio Fiscal y del
progenitor legalmente conocido.
No será necesario el consentimiento o la aprobación si el reconocimiento se
hubiere efectuado en testamento o dentro del plazo establecido para practicar la
inscripción del nacimiento...".
El la regla general, pues, es que el reconocimiento de los hijos menores de edad
o incapacitados requiere, además de la aprobación del progenitor legalmente
reconocido, de forma alternativa, el consentimiento expreso de su representante legal
o la aprobación judicial.
Para este supuesto, establece el art. 123 que "el reconocimiento de un hijo mayor
de edad no producirá efectos sin su consentimiento expreso o tácito".
En caso de ser incapaz, quedaría sometido su reconocimiento a las reglas
estudiadas del art. 124. Resulta razonable entender que los menores de edad
emancipados deberían ser equiparados a los mayores de edad a los efectos
considerados.
C) Hijo incestuoso
El art. 125.1 CC declara que "cuando los progenitores del menor o incapaz fueren
hermanos o consanguíneos en línea recta, legalmente determinada la filiación
respecto de uno, sólo podrá quedar determinada legalmente respecto del otro, previa
autorización judicial que se otorgará, con audiencia del MF, cuando convenga al menor
o incapaz".
El segundo párrafo otorga al menor o incapaz de procedencia incestuosa, una vez
alcance la mayoría de edad, la posibilidad de revocar o invalidar la determinación de la
filiación realizada en segundo lugar por uno de sus progenitores: "alcanzada por este
la plena capacidad, podrá mediante declaración auténtica, invalidar esta última
determinación, si no la hubiere consentido".
D) Hijo fallecido
Para tal caso, preceptúa el art. 126 que "el reconocimiento del ya fallecido sólo
surtirá efecto si lo consintieren sus descendientes por sí o por sus representantes
legales".
Además del reconocimiento en sentido propio, son medios hábiles para llegar a
la determinación de la filiación extramatrimonial el expediente tramitado conforme a la
legislación del Registro civil, cualquier sentencia firme y, finalmente respecto de la
madre, la constancia de la filiación en el Registro Civil.
Bajo la rúbrica "De las acciones de filiación", el capítulo III del Título V del Libro I
del Código Civil y, conforme a la redacción de la Ley 30/1981, se encuentra
íntegramente dedicado a regular los diversos supuestos litigiosos en que el objeto del
proceso consiste, o bien en declarar o determinar la existencia de una filiación que es
objeto de reclamación o, por el contrario, en que su finalidad es precisamente la
contraria, impugnar o privar de efecto a una filiación previamente determinada.
El contenido normativo comprende los arts. 127 a 141. Los supuestos de
reclamación e impugnación de la filiación tienen una gran importancia, dada la materia
de que tratan: establecer o privar de efecto, mediante sentencia firme, la relación
paternofilial entre personas que afirman o niegan ser progenitores de otras y, desde la
perspectiva filial, quienes afirman o niegan ser hijos de aquellos que admiten o
reniegan la paternidad o maternidad que se les imputa.
Dispone el primer párrafo del art. 131 que "cualquier persona con interés legítimo
tiene acción para que se declare la filiación manifestada por la constante posesión de
estado".
La posesión de estado ha de considerarse como una situación de hecho a través
de la cual se manifiesta o puede inferirse la existencia de una relación de filiación.
Los elementos que han configurado tradicionalmente la posesión de estado son
nomen, tractatus y fama o reputatio, aunque la jurisprudencia reiteradamente ha
otorgado mayor relevancia probatoria a los dos últimos, sin requerir necesariamente la
existencia del nomen.
http://www.uned-derecho.com
Para tal caso, establece el art. 132 que, "a falta de la correspondiente posesión
de estado, la acción de reclamación de la filiación matrimonial, que es imprescriptible,
corresponde al padre, a la madre o al hijo.
Si el hijo falleciera antes de transcurrir cuatro años desde que alcanzase plena
capacidad, o durante el año siguiente al descubrimiento de las pruebas en que se haya
de fundar la demanda, su acción corresponde a sus herederos.
1. La impugnación de la paternidad
2. La impugnación de la maternidad
LA REPRODUCCION ASISTIDA
1. INTRODUCCION
El objetivo básico de esta Ley es: admitir las técnicas de reproducción humana
que permiten superar la eventual esterilidad de la pareja.
En esta ley se regula la inseminación artificial homóloga, la inseminación artificial
heteróloga, la posibilidad de que la inseminación artificial se realice en mujer carente
de pareja, la eventual fecundación post mortem y la fecundación in vitro.
Esta ley trata de regular una materia no regulada en la Ley 30/1979, de trasplante
de órganos, como es la utilización de embriones y fetos humanos con fines
diagnósticos, terapéuticos o investigación, previniendo la manipulación y el tráfico con
los mismos, y posibilitando a la vez la investigación científica.
8. LA FECUNDACION IN VITRO
TEMA 15
LA ADOPCION
1. LA ADOPCION
Adoptar equivale a integrar en una familia a alguien que no pertenece a ella por
razones de consanguinidad, de sangre o descendencia, creando una relación de
parentesco basada en el propio acto de la adopción.
El art. 108,1 dispone que "la filiación puede tener lugar por naturaleza y por
adopción", "la filiación matrimonial y la no matrimonial, así como la adopción, surten
los mismos efectos conforme a las disposiciones del Código".
La legislación vigente en España se caracteriza por establecer una tendencial
equiparación entre la filiación adoptiva y la filiación por naturaleza, partiendo del
principio de que, una vez constituida la adopción, no existe causa alguna para
establecer diferencias entre los hijos consanguíneos (sean o no matrimoniales) y los
hijos adoptivos, en caso, de existir descendientes por ambos conceptos.
2. El adoptado
3 Las prohibiciones
3. EL PROCEDIMIENTO DE ADOPCION
El art. 176,2 enumera, de forma taxativa y cerrada, una serie de supuestos en los
que resulta posible iniciar expediente de adopción en virtud de una solicitud privada.
No obstante, no se requiere propuesta (de entidad pública) cuando en el
adoptado concurra alguna de las circunstancias siguientes:
1ª Ser huérfano y pariente del adoptante en tercer grado por consanguinidad o
afinidad.
2ª Ser hijo del consorte del adoptante.
3ª Llevar más de un año acogido legalmente bajo la medida de un acogimiento
preadoptivo o haber estado bajo su tutela por el mismo tiempo.
4ª Ser mayor de edad o menor emancipado".
En los tres primeros supuestos podrá constituirse la adopción aunque el
adoptante hubiere fallecido, si éste hubiere prestado ya ante el Juez su
consentimiento.
B) El asentimiento
C) La audiencia
4. La constitución de la adopción
http://www.uned-derecho.com
4. IRREVOCABILIDAD DE LA ADOPCION
5. EFECTOS DE LA ADOPCION
TEMA 16
LA PATRIA POTESTAD
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
Como regla, quedan sometidos a la patria potestad los hijos menores de edad
que no hayan sido emancipados (art. 154,1).
Sin embargo, en caso de haber sido declarados judicialmente incapacitados,
cabe la prórroga o continuidad de la patria potestad incluso respecto de los hijos
mayores de edad.
1. Cuando los actos relativos a los hijos sean realizados por uno de los
progenitores "conforme al uso social y a las circunstancias o en situaciones de urgente
necesidad".
2. Cuando uno de los progenitores actúe respecto de los hijos "con el
consentimiento expreso o tácito del otro.
Para tales eventualidades, "en caso de desacuerdo, cualquiera de los
progenitores podrá acudir al Juez, quien después de oír a ambos y al hijo si tuviera
suficiente juicio y, en todo caso, si fuere mayor de doce años, atribuirá sin ulterior
recurso la facultad de decidir al padre o a la madre.
Si los desacuerdos fueran reiterados el ejercicio de la patria potestad podrá
atribuirse total o parcialmente a uno de los padres o distribuir entre ellos sus funciones.
Esta medida tendrá vigencia durante el plazo que se fije, que no podrá exceder de dos
años.
1. La obediencia filial
A los hijos únicamente los obliga el Código a "obedecer a sus padres mientras
permanezcan bajo su potestad, y respetables siempre".
El respeto debido a los padres no es una derivación de la patria potestad, sino de
la relación paternofilial. De ahí que resulte exigible incluso una vez extinguida la patria
potestad.
http://www.uned-derecho.com
La obediencia es el único "precio" que han de satisfacer los hijos por el conjunto
de deberes impuestos a los padres en cuanto titulares de la patria potestad.
El art. 154 dice que "la patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los
hijos, de acuerdo con su personalidad, y comprende los siguientes deberes y
facultades:
1º Velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y
procurarles una formación integral.
2º Representarlos y administrar sus bienes.
El contenido o la extensión de los deberes paternos es mucho mayor de lo que el
precepto puede sugerir en una primera lectura. La expresión textual es meramente un
compendio de lo que legal y sociológicamente se entienden por obligaciones paternas,
atendidas las concretas circunstancias familiares y, en particular, las propias de
educación y formación de los progenitores, de las que en buena medida habrá de
depender la que, el precepto denomina "formación integral de los hijos".
4. LA POTESTAD DE REPRESENTACION
1. La representación legal
Según el art. 162 "Los padres que ostenten la patria potestad tiene la
representación legal de sus hijos menores no emancipados".
Se exceptúan del ámbito de la representación legal:
1º Los actos relativos a derechos de la personalidad u otros que el hijo, de
acuerdo con las leyes y con sus condiciones de madurez, pueda realizar por sí mismo.
2º Aquellos en que exista conflicto de intereses entre los padres y el hijo.
Los relativos a bienes que estén excluidos de la administración de los padres.
Según dispone el art. 164.1 "los padres administrarán los bienes de los hijos con
la misma diligencia que los suyos propios, cumpliendo las obligaciones generales de
todo administrador y las especiales establecidas en la Ley Hipotecaria".
Los progenitores quedan sometidos a un régimen de deberes que, además, han
de afrontar de forma gratuita.
Los progenitores quedan obligados al menos a lo siguientes:
1. Llevar las correspondientes cuentas y, en su caso, rendirlas (art. 168).
2. Administrar los bienes filiales diligentemente, pues los hijos pueden actuar
contra sus progenitores tanto cautelarmente, cuanto ex post facto, en caso de mala o
dañosa administración.
Cuando la administración de los padres ponga en peligro el patrimonio del hijo, el
Juez podrá adoptar las providencias que estime necesarias para la seguridad y
recaudo de los bienes, exigir caución o fianza para la continuación en la administración
o incluso nombrar un administrador.
En caso de pérdida o deterioro de los bienes por dolo o culpa grave, responderán
los padres de los daños y perjuicios sufridos.
Dispone el art. 165 que "pertenecen siempre al hijo no emancipado los frutos de
sus bienes, así como todo lo que adquieran con su trabajo o industria".
No obstante, "los padres podrán destinar los frutos de los bienes del menor que
viva con ambos o con uno solo de ellos, en la parte que le corresponda, al
levantamiento de las cargas familiares, y no estarán obligados a rendir cuentas de lo
que hubiesen consumido en tales atenciones".
Con anterioridad a la reforma de 1981, los padres podían llevar a cabo actos de
enajenación relativos a los bienes filiales, si bien en relación con los inmuebles se
requeriría la intervención o autorización judicial.
Actualmente, la ley mantiene el mismo criterio respecto de los bienes inmuebles,
pero amplía el ámbito del control o autorización judicial a los actos dispositivos
(enajenación o gravamen) que recaigan sobre los establecimientos mercantiles o
industriales, objetos preciosos y valores mobiliarios, requiriendo en todo caso que
exista "causas justificadas de utilidad o necesidad” y previa la autorización del Juez,
con audiencia del MF.
Asimismo deberán recabar los padres autorización judicial para repudiar la
herencia o legado deferidos al hijo.
Sin embargo, si el menor hubiese cumplido dieciséis años y consintiera en
documento público, no será necesaria autorización judicial aunque se trate de
enajenación de inmuebles.
El art. 171,1 establece que "la patria potestad sobre los hijos que hubieren sido
incapacitados [por deficiencias o anomalías psíquicas o por sordomudez], quedará
prorrogada, por ministerio de la Ley al llegar aquéllos a la mayoría de edad.
"Si el hijo mayor de edad soltero que viviere en compañía de sus padres o de
cualquiera de ellos fuere incapacitado, se rehabilitará la patria potestad, que será
ejercida por quien correspondiera si el hijo fuere menor de edad".
Conforme al art. 171, "La patria potestad prorrogada se extinguirá por acaecer
cualquiera de los siguientes supuestos:
1º Por la muerte o declaración de fallecimiento de ambos padres o del hijo.
2º Por la adopción del hijo.
3º Por haberse declarado la cesación de la incapacidad.
4º Por haber contraído matrimonio el incapacitado.
Si llegado el momento de cese o extinción de la patria potestad prorrogada
subsistiere el estado de incapacitación, se constituirá a la tutela (art. 171.3).
TEMA 17
2. NATURALEZA Y CARACTERES
establecida y concretada, bien sea por la anuencia de las partes interesadas o por la
oportuna sentencia judicial.
El derecho de alimentos en general se puede caracterizar por las siguientes tres
notas:
1. Reciprocidad, pues los familiares contemplados en el art. 142 y ss son
potencialmente acreedores o deudores de la prestación alimenticia si se dan los
presupuestos legalmente establecidos.
2. Carácter personalísimo o intuitus personae: sólo los familiares contemplados
legalmente pueden solicitar o estar obligados a prestar los alimentos. El Código
establece la irrenunciabilidad y la intransmisibilidad del derecho de alimentos.
3. Imprescriptibilidad: en situación de latencia, el derecho de alimentos es
imprescriptible, pudiendo ser ejercitado por el familiar que se encuentre en situación
de penuria en cualquier momento.
Tales características desaparecen cuando la obligación alimenticia se constituye
concreta en una obligación periódica de pago de la pensión por el obligado. En tal
caso, desaparece la nota de reciprocidad, la de imprescriptibilidad y el carácter
personalísimo se difumina, pues en relación con las pensiones atrasadas el art. 151
permite su renuncia y su transmisión a cualquier otra persona.
En el caso de que los obligados a prestar alimentos sean varios, la regla de que
el grado de parentesco más próximo excluye al más remoto, pese a su utilidad, no es
suficiente para resolver el problema de quién y en qué cuantía han de satisfacerse los
alimentos que corresponda.
Dispone el art. 145 que "cuando recaiga sobre dos o más personas la obligación
de dar alimentos, se repartirá entre ellas el pago de la pensión en cantidad
proporcional a su caudal respectivo".
No obstante, de forma excepcional y transitoria, el art. 145.2º permite que "en
caso de urgente necesidad y por circunstancias especiales, podrá el Juez obligar a
una sola de ellas a que los preste [los alimentos] provisionalmente, sin perjuicio de su
derecho a reclamar de los demás obligados la parte que les corresponda".
Entre hermanos "sólo se deben los auxilios necesarios para la vida, cuando los
necesiten por cualquier causa que no sea imputable al alimentista, y se extenderán en
su caso a los que precisen para su educación" (art. 143,2).
http://www.uned-derecho.com
El art. 146 del Código establece que "la cuantía de los alimentos será
proporcionada al caudal o medios de quien los da y las necesidades de quien los
recibe".
La situación patrimonial, pues, de los sujetos de la relación obligatoria ha de
constituir el punto de partida de la fijación concreta de la obligación alimenticia, cuya
prestación puede traducirse bien en una pensión o, por el contrario, en el
mantenimiento del alimentista en la casa del alimentante.
Del art. 149 establece que "el obligado a prestar alimentos podrá, a su elección,
satisfacerlos, o pagando la pensión que se fije, o recibiendo y mantenimiento en su
propia casa al que tiene derecho a ellos".
La obligación alimentista es técnicamente una obligación alternativa que puede
cumplirse por el deudor alimentante a su elección, de dos formas diversas: mediante
el pago de la correspondiente pensión pecuniaria o mediante el mantenimiento a
domicilio del alimentista.
3. La fijación de la pensión
7. LA MODIFICACION DE LA PENSION
Según el art. 150 "la obligación de suministrar alimentos cesa con la muerte del
obligado...". Por su parte el art. 152 dispone que "cesará también la obligación de dar
alimentos:
1º Por la muerte del alimentista.
2º Cuando la fortuna del obligado a darlos se hubiese reducido hasta el punto de
no poder satisfacerlos sin desatender sus propias necesidades y las de su familia.
3º Cuando el alimentista pueda ejercer un oficio, profesión o industria o haya
adquirido un destino o mejorado de fortuna de suerte que no le sea necesaria la
pensión alimenticia.
4º Cuando el alimentista, sea o no heredero forzoso, hubiese cometido alguna
falta de las que dan lugar a desheredación.
5º Cuando el alimentista sea descendiente del obligado a dar alimentos, y la
necesidad de aquél provenga de mala conducta o de falta de aplicación al trabajo,
mientras subsista esta causa".
El hecho que el alimentista lleve a cabo alguna de las conductas que son
consideradas causas de desheredación por el CC puede desempeñar efectos
propiamente extintivos de la obligación alimenticia.
http://www.uned-derecho.com
El art. 153 establece que "las disposiciones que preceden son aplicables a los
demás casos en que por este Código, por testamento o por pacto se tenga derecho a
alimentos, salvo lo pactado, lo ordenado por el testador o dispuesto por la ley para el
caso especial de que se trate".
La pretensión de este artículo de convertir el régimen jurídico de los alimentos entre
parientes en "normas generales" o en régimen general de las restantes obligaciones
alimenticias de origen legal o de las establecidas convencionalmente, es vana según
resalta con unanimidad la doctrina. Los presupuestos de nacimiento de la obligación
alimenticia entre parientes se asienta fundamentalmente en la nota de reciprocidad y
en la necesidad del alimentista, elementos que imposibilitan pretender una aplicación
general de estos artículos a otros supuestos de deuda alimenticia.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 18
1. INTRODUCCION
Según el art. 215 del Código Civil: "la guarda o protección de la persona y bienes
o solamente de la persona o de los bienes de los menores o incapacitados, se
realizará en los casos que proceda, mediante:
1º La tutela
http://www.uned-derecho.com
2º La curatela
3º El defensor judicial.
Algunas de las características generales de estos cargos tuitivos son:
1. Los cargos tutelares son de carácter obligatorio, aunque se prevé legalmente
circunstancias que permiten excusarse del desempeño de los mismos.
2. El nombramiento de la persona a desempeñar el cargo tuitivo debe y suele
recaer en un familiar cercano.
3. Las resoluciones judiciales sobre los cargos tutelares deberán inscribirse
obligatoriamente en el Registro Civil, a efectos de que los terceros puedan conocer las
condiciones de capacidad de las personas.
4. Una vez inscrita la resolución judicial sobre la capacidad, la realización de
contratos por el afectado le conllevará las siguientes consecuencias generales:
a) Los celebrados por personas sometidas a tutela son nulos de pleno
derecho, pues debería haber actuado a través de su representante: el tutor.
b) Los celebrados por personas a quienes se ha asignado curador o defensor
judicial son anulables.
c) Los actos y contratos celebrados por el tutor sin contar con la autorización
judicial, cuando ésta sea preceptiva, serán radicalmente nulos.
3. LA TUTELA
1. Concepto y fundamento
2. La constitución de la tutela
intervención del tutelado mayor de doce años y de sus parientes más próximos resulta
preceptiva y de obligado cumplimiento para el juez.
Los órganos judiciales, se encuentran obligados a actuar de oficio, tanto en
relación con la promoción de la tutela, cuanto en función de control respecto del
ejercicio de la misma una vez que la hayan declarado o constituido; durante todo el
período de vigencia de la tutela.
El juez podrá establecer en la resolución por la que se constituya la tutela, o en
otra posterior, las medidas de vigilancia y control que estime oportunas, en beneficio
del tutelado.
La tutela puede ser desempeñada por una sola persona o por varias
conjuntamente y, de otra parte, tanto por personas propiamente dichas, cuanto por
personas jurídicas o entidades públicas.
El tenor literal del conjunto de los preceptos del Código otorgan primacía a la
existencia de un tutor único o unipersonal. Sin embargo, no son escasos los supuestos
de tutela conjunta.
Según el art. 236 "la tutela se ejercerá por un solo tutor salvo:
1º Cuando por concurrir circunstancias especiales en la persona del tutelado o
de su patrimonio, convenga separar como cargos distintos el de tutor de la persona y
el de los bienes.
http://www.uned-derecho.com
4º Los condenados por cualquier delito que haga suponer fundadamente que no
desempeñarán bien la tutela".
Por su parte, el art. 244 establece que "tampoco pueden ser tutores:
1º Las personas en quienes concurra imposibilidad absoluta de hecho.
2º Los que tuvieren enemistad manifiesta con el menor o incapacitado.
3º Las personas de mala conducta o que no tuvieren manera de vivir conocida.
4º Los que tuvieren importantes conflictos de intereses con el menor o
incapacitado.
5º Los quebrados y concursados no rehabilitados, salvo que la tutela lo sea
solamente de la persona".
Los progenitores del menor o incapacitado pueden "inhabilitar" o "excluir" a los
parientes que en principio serían llamados a la tutela mediante testamento o cualquier
otro documento notarial.
A los arts. 216 y 217 sugieren que la obligatoriedad de los cargos tuitivos es una
regla drástica que sólo admite "excusa en los supuestos legalmente previstos".
"Será excusable el desempeño de la tutela cuando por razones de edad,
enfermedad, ocupaciones personales o profesionales, por falta de vínculos de
cualquier clase entre tutor y tutelado o por cualquier otra causa, resulte excesivamente
gravoso el ejercicio del cargo" (art. 251)
El interesado que alegue causa de excusa deberá hacerlo dentro del plazo de
quince días a contar desde que tuviera conocimiento del nombramiento.
Si la causa de excusa fuera sobrevenida, podrá ser alegada en cualquier
momento.
El tutor está obligado hacer inventario de los bienes del tutelado dentro del plazo
de 60 días a contar desde aquel en que hubiese tomado posesión de su cargo. La
autoridad judicial podrá prorrogar este plazo en resolución motivada sin concurrir causa
para ello.
- El inventario se formará judicialmente con intervención del MF y con citación
de las personas que el juez estime convenientes.
http://www.uned-derecho.com
10º Para ceder a tercero los créditos que el tutelado tenga contra él, o adquirir a
título oneroso los créditos de terceros contra el tutelado.
Antes de autorizar o aprobar cualquiera de los actos reseñados, el Juez oirá al
MF y al tutelado, si fuese mayor de doce años.
La administración de los bienes ha de desempeñarla el tutor "con la diligencia de
un buen padre de familia" y, se excluye que el tutor haga suyos los frutos de los bienes
del tutelado.
Las causas de inhabilidad y excusas previstas para la tutela, así como las
circunstancias que originan la remoción del tutor son también aplicables,
supletoriamente, a la curatela y al defensor judicial.
2. La extinción de la tutela
7. LA CURATELA
En tales casos, las funciones del curador como órgano tutelar se deben
considerar agotadas en "la intervención del curador en los actos que los menores o
pródigos no puedan realizar por sí solos". Esto es, el curador se debe limitar a prestar
su asistencia en sentido técnico, pero no sustituir la voluntad de la persona sometida a
curatela (art. 288).
2. Curatela impropia: “igualmente procede la curatela para las personas a
quienes la sentencia de incapacitación o, en su caso, la resolución judicial que la
modifique coloquen bajo esta forma de protección en atención a su grado de
discernimiento". La existencia de tutela o curatela en este caso, no depende del
supuesto de hecho, sino de la valoración judicial. El juez, puede decretar que la
incapacitación no comporte la constitución de la tutela, sino de la curatela. En tal caso,
el objeto del organismo tuitivo consistirá en "La asistencia del curador para aquellos
actos que expresamente imponga la sentencia..." (arts. 289 y 290).
En todo caso, se les aplican a los curadores "las normas sobre nombramiento,
inhabilidad, excusa y remoción de los tutores".
8. EL DEFENSOR JUDICIAL
El defensor judicial, regulado en los arts. 299 y ss, del Código civil se caracteriza
por ser un cargo tuitivo "ocasional" o esporádico, frente a la relativa continuidad
temporal de la tutela y de la curatela.
1. En caso de inexistencia de tutela, no se nombrará un defensor judicial, sino
que la representación y defensa de la persona que debería haber sido sometida a
tutela la asumida directamente el MF, mientras que en caso de que "además del
cuidado de la persona hubiera de procederse al de los bienes, el Juez podrá designar
un administrador de los mismos".
La sustitución temporal del tutor corresponde en todo caso al Ministerio Fiscal y
al administrador.
2. El art. 299 hace una descripción legal de los supuestos en que procede el
nombramiento del defensor judicial. Se nombrará cuando:
A) En algún asunto exista conflicto de intereses entre los menores o
incapacitados y sus representantes legales o el curador.
B) Por cualquier causa, el tutor o el curador no desempeñen las funciones que
les son propias, hasta que cese la causa determinante o se designe otra persona para
desempeñar el cargo.
Al régimen jurídico del defensor judicial se le aplican las causas de inhabilidad,
excusa y remoción de los tutores y curadores, y las disposiciones generales de las
instituciones tutelares o de guarda; pero sin que el CC determine el cuadro mínimo de
derecho y obligaciones, limitándose establecer que las atribuciones del defensor
judicial serán las que el Juez "le haya concedido" en cada caso.
1. La situación de desamparo
El art. 172,1 es una norma de carácter imperativo que tiene por objeto procurar la
inmediata tutela del menor desamparado por parte de la entidad pública
correspondiente.
La entidad pública que tiene encomendada la protección de los menores, cuando
constate que un menor se encuentra en situación de desamparo, tiene por ministerio
de la Ley la tutela del mismo y deberá adoptar las medidas de protección necesarias
para su guarda, poniéndolo en conocimiento del MF, y notificándolo en legal forma a
los padres, tutores o guardadores, en un plazo de 48 horas.
En efecto fundamental de la llamada tutela automática es determinar la
suspensión de la patria potestad o de la tutela ordinaria que en su caso se hubiera
constituido, vista la desatención de que es objeto del menor en cuestión y la situación
de desamparo en que se encuentra.
2. El acogimiento de menores
Según el art. 172,3 "La guarda asumida a solicitud de los padres o tutores o
como función de la tutela por ministerio de la Ley, se realizará mediante el acogimiento
familiar o el acogimiento residencial.
http://www.uned-derecho.com
La ley orgánica 1/1996 introduce en el Código Civil el art. 173 bis, según el cual:
"El acogimiento familiar, podrá adoptar las siguientes modalidades atendiendo a su
finalidad:
1º Acogimiento familiar simple, que tendrá carácter transitorio, bien porque de la
situación del menor se prevea la reinserción de éste en su propia familia, bien en tanto
se adopte una medida de protección que revista un carácter más estable.
2º Acogimiento familiar permanente, cuando la edad u otras circunstancias del
menor y su familia así lo aconsejen y así lo informen los servicios de atención al
menor.
3º Acogimiento familiar preadoptivo, que se formalizará por la entidad pública
cuando ésta eleve la propuesta de adopción del menor, informada por los servicios de
atención al menor ante la autoridad judicial.
5. La guarda de hecho
http://www.uned-derecho.com
TEMA 19
EL DERECHO DE SUCESIONES
2. DERECHO DE SUCESIONES
2. Posición sistemática
Una vez admitida la sucesión mortis causa, hay que analizar cuáles son las
reglas fundamentales de organización del fenómeno hereditario, centrando la
http://www.uned-derecho.com
exposición en el ámbito propio del Derecho español y, particularmente, del Código Civil
español.
La concreción de la sucesión mortis causa se desenvuelve básicamente según lo
establecido por la voluntad del difunto o causante, pero combinándose con la
existencia de reglas imperativas establecidas a favor de ciertos familiares del causante
y, finalmente, previendo la existencia, de forma supletoria, de una serie de normas
dirigidas a ordenar la sucesión en el supuesto de que el difunto no haya establecido o
determinado el destino mortis causa de su patrimonio.
Tal conjunto de fuentes reguladoras del fenómeno hereditario genera
respectivamente:
* La sucesión testamentaria o voluntaria,
* La sucesión forzosa o el sistema legitimaría o de legítima y, finalmente,
* La sucesión intestada.
3. La sucesión intestada
En tercer lugar, hay que considerar las reglas legales de carácter supletorio, pues
para el caso de inexistencia o insuficiencia de sucesión testamentaria y aunque exista
el sistema legitimario, nuestro sistema normativo considera oportuno establecer como
cierre del sistema de ordenación de la sucesión mortis causa, la determinación ex lege
de los sucesores del difunto.
La propia ley como último recurso designa a los sucesores de quien, no ha hecho
o no ha deseado ejercer su libertad testamentaria. Tal designación beneficia, junto al
cónyuge viudo en su caso, a los familiares en línea recta, con exclusión de los
ascendientes en caso de haber descendientes, y puede llegar hasta los parientes
colaterales. Finalmente, ante la inexistencia de familiares, ocupará la posición de
heredero el Estado.
La sucesión intestada, así configurada, no es incompatible con el sistema
legitimario.
4. LA HERENCIA
Conforme al primer párrafo del art. 668, "el testador puede disponer de sus
bienes a título de herencia o de legado".
Se llama heredero al que sucede a título universal y legatario al que sucede a
título particular.
El legislador quiere que los sucesores deban ser adscritos a una u otra categoría.
Al suceder a título universal, el heredero ocupa una posición que le permite
continuar siendo el titular de de la mayor parte de la relaciones jurídicas activas que
hasta su fallecimiento tenía en el causante su referente subjetivo.
El heredero sucede, ocupa, continúa, se subroga en el conjunto de las relaciones
jurídicas atenientes al causante en la misma posición que éste asumía previamente.
Lo hace además a título universal. Pero esta afirmación no puede implicar que el
heredero haya de ocupar necesaria y universalmente todas y cada una de las
titularidades ostentadas por el causante hasta el momento de su muerte.
Frente al heredero, el legatario es, por tanto, un mero sucesor a título particular,
en el doble sentido que sólo resulta beneficiado por la atribución testamentaria de
derechos de carácter singular que recaen sobre bienes y/o derechos concretos de la
herencia, y que en general, puede desentenderse de la suerte de la herencia en su
conjunto, al menos respecto de las deudas hereditarias, pues no es responsable de
ellas.
En cuanto a otras diferencias técnicas entre la condición de heredero y legatario
podemos decir que:
1ª Los herederos adquieren ipso iure la posesión civilista de los bienes
hereditarios (art. 440), mientras que los legatario, en su caso, han de solicitarla a los
herederos.
2ª La condición de heredero en nuestro sistema jurídico implica la aceptación
del instituido; el legado, en cambio se adquiere ipso iure.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 20
LA SUCESION HEREDITARIA
Desde el punto de vista técnico y teórico, conviene deslindar las distintas fases en
que puede encontrarse la herencia.
1. Apertura de la sucesión
2. La vocación y la delación
Según el art. 1006, "por muerte del heredero sin aceptar ni repudiar la herencia
pasará a los suyos [a sus herederos] el mismo derecho que él tenía", es decir, el
derecho de aceptar o repudiar la herencia abierta a consecuencia del fallecimiento de
un causante anterior.
A la transmisión hereditaria del ius delationis que tenía el heredero a quien se le
había deferido una herencia para aceptarla o repudiarla, pero que ha fallecido sin
poder pronunciarse sobre ello, se le conoce con el nombre de ius transmissionis o de
derecho de transmisión.
El supuesto genera una relación triangular en la que es necesario identificar a los
sujetos:
- Causante (inicial) de la herencia que habiendo sido deferida al heredero
intermedio no ha sido ni aceptada ni repudiada por este con anterioridad a su propio
fallecimiento. El ejercicio del ius delationis, pues, se encuentra en suspenso.
- Transmitente, dado su fallecimiento, de su herencia (segunda), en la que, junto
con los restantes bienes y derechos, se integra también el ius delationis relativo a la
herencia anterior.
- Transmisario o heredero del transmitente. Puede ejercitar todas las facultades
inherentes al patrimonio o caudal hereditario dejado por el transmitente y, por tanto,
puede aceptar o repudiar la herencia del causante inicial es decir, el ius delationis no
ejercitado por el transmitente.
El primer y principal presupuesto para que tenga lugar de forma efectiva el ius
transmissionis radica en que el transmisario, ejerciendo su propio ius delationis,
acepte la herencia del transmitente. En caso contrario, no adquirirá el ius delationis
correspondiente al transmitente ni, en consecuencia, facultad alguna para decidir si
acepta o repudia la herencia del causante.
El transmisario puede aceptar la herencia del transmitente y repudiar la del
causante. Sí, en cambio, repudia la del transmitente, pierde cualquier posibilidad de
pronunciarse sobre la del causante.
La cuestión fundamental que plantea el ius transmissionis consiste en determinar
si el transmisario, en caso de aceptar sucesivamente ambas herencias, sucede al
causante o al transmitente, cuestión no exenta de consecuencias prácticas. Ante el
silencio del Código y la práctica inexistencia de jurisprudencia sobre el particular,
existen dos teorías al respecto: la del profesor Albadalejo y la del profesor Lacruz.
Hay conformidad doctrinal en cambio, en que el ius transmissionis es aplicable a
cualquier tipo de sucesión, sea testamentaria o intestada, y que la sucesión iure
transmissionis carece de sentido respecto de los legados, dado que el sistema de
http://www.uned-derecho.com
3. EL DERECHO DE ACRECER
2. Naturaleza y fundamento
3. Requisitos
Para que entre en juego el derecho de acrecer (art. 982) deben darse dos
circunstancias básicas: que exista un llamamiento conjunto y que alguna de las
porciones quede vacante por no poder o querer aceptar la herencia el llamado.
A) Llamamiento conjunto; El llamamiento conjunto ha de consistir en que dos o
más sean llamados a una misma herencia, o a una misma porción de ella, sin
especial designación de partes.
B) Porción vacante; La vacancia en una de las porciones de la herencia ha de
producirse a causa de que uno de los llamados muera antes que el testador o que
renuncie a la herencia, o sea incapaz de recibirla. Así pues, la premoriencia, renuncia
http://www.uned-derecho.com
Dispone el art. 985 que "entre los herederos forzosos [legitimarios] el derecho de
acrecer sólo tendrá lugar cuando la parte de libre disposición se deje a dos o más de
ellos, o a alguno de ellos y a un extraño". Es decir, cuando hay llamamiento conjunto
que recaiga sobre el tercio de libre designación.
Si la parte repudiada fuere la legítima, sucederán en ella los coherederos por su
derecho propio, y no por el derecho de acrecer.
4. EL DERECHO DE REPRESENTACION
1. Concepto
Dispone el art. 929 que "no podrá representarse una persona viva sino en los
casos de desheredación o incapacidad".
Dado que sólo se puede desheredar a quienes tienen la condición de
legitimarios, ¿debe interpretarse que cabe el derecho de representación en la
legítima? Los datos normativos al respecto son:
- En relación con la desheredación, establece el art. 857 que "los hijos o
descendientes del desheredado ocuparán su lugar y conservarán los derechos de
herencia forzosos respecto al acto a la legítima".
- "Si el excluido de la herencia por incapacidad fuera hijo o descendiente del
testador y tuviere hijos o descendientes, adquirirán éstos su derecho a la legítima" (art.
761).
- Finalmente, "los descendientes de otro descendiente que no hubiere sido
preterido, representan a éste en la herencia del ascendiente y no se consideran
requeridos". (art. 814).
1. El principio general
3. El llamamiento al concepturus
Dispone el art. 752 que "no producirán efecto las disposiciones testamentarias
que haga el testador durante su última enfermedad en favor del sacerdote que en ella
le hubiese confesado, de los parientes del mismo dentro del cuarto grado, o de su
iglesia, cabildo, comunidad o instituto".
Una interpretación restrictiva no debería excluir la aplicación analógica a ministros
de otras confesiones religiosas que, durante la última enfermedad prestaran su auxilio
y confortamiento espiritual al testador que la procese, pues evidentemente la libertad
de cultos así lo exige.
Según el art. 754 "El testador no podrá disponer del todo o parte de su herencia
en favor del Notario que autorice su testamento, o el cónyuge, parientes o afines del
mismo dentro del cuarto grado, con la excepción establecida en el art. 682.
Esta prohibición será aplicable a los testigos del testamento abierto, otorgado con
o sin notario.
Las disposiciones de este artículo son también aplicables a los testigos y
personas ante quienes se otorguen los testamentos especiales".
Al notario se equiparan el oficial del ejército, el contador o comandante del
buque, el agente diplomático etc. ante quienes se otorguen los testamentos especiales
y a los correspondientes testigos.
En relación con los parientes de cualquiera de ellos, la prohibición alcanza tanto
a la consanguinidad como a la afinidad.
http://www.uned-derecho.com
4. La interposición de persona
5. LA INDIGNIDAD
1. Introducción
Dice el art. 756 que son incapaces de suceder por causa de indignidad:
1º "Los padres que abandonaren, prostituyeren o corrompieren a sus hijos.
2º El que fuere condenado en juicio por haber atentado contra la vida del
testador, su cónyuge, descendientes o ascendientes. Si el ofensor fuere heredero
forzoso, perderá su derecho a la legítima.
3º El que hubiese acusado al testador de delito al que la ley señale pena no
inferior a la de presidio o prisión mayor, cuando la acusación sea declarada
calumniosa.
4º El heredero mayor de edad que, sabedor de la muerte violenta del testador,
no la hubiese denunciado dentro de un mes a la justicia, cuando ésta no hubiera
procedido ya de oficio. Cesará esta prohibición en los casos en que, según la ley, no
hay la obligación de acusar.
http://www.uned-derecho.com
1. Unificación de tratamiento
Afirma el art. 760 que "el incapaz de suceder, que contra la prohibición de los
anteriores artículos hubiese entrado en la posesión de los bienes hereditarios, estará
obligado a restituirlos con sus accesiones y con todos los frutos y rentas que haya
percibido". El incapaz, sea propiamente tal o indigno, ocuparía u ostentaría en su caso
la condición de sucesor realizando un acto contra la ley y por ello es tratado igual que
un poseedor de mala fe en la liquidación del estado posesorio.
El incapaz o indigno, en caso de ocupar bienes hereditarios sería un mero
heredero aparente, cuya posición naturalmente es claudicante.
No puede deducirse acción para declarar la incapacidad pasados cinco años
desde que el incapaz esté en posesión de la herencia o legado. En este supuesto, la
petición de herencia habría de considerarse prescrita, por transcurso del período de
caducidad.
7. INDIGNIDAD Y DESHEREDACION
http://www.uned-derecho.com
TEMA 21
EL TESTAMENTO
1. EL TESTAMENTO
1. Concepto y caracteres
El testamento es según el art. 667 CC "el acto por el cual una persona dispone
para después de su muerte de todos sus bienes o de parte de ellos".
Algunos autores afirman que el testamento no es un acto, sino un negocio
jurídico. La doctrina contemporánea, sin embargo, sigue considerando al testamento
como un acto de autonomía privada.
Los caracteres del testamento se extraen de la regulación del CC, y son:
a) Es un acto unilateral y unipersonal,
b) Es un acto personalísimo,
c) Es un acto solemne,
d) Es un acto esencialmente revocable.
B) Acto personalísimo
C) Acto solemne
Según el art. 662 "pueden testar todos aquellos a quienes la ley no lo prohíbe
expresamente". El siguiente precepto dispone "que están incapacitados para testar:
1º Los menores de catorce años de uno y otro sexo.
2º El que habitual o accidentalmente no se hallare en su cabal juicio".
1. La edad
La regla general de que bastan los catorce años para poder testar no rige, sin
embargo, en el testamento ológrafo, en el que se requiere ser mayor de edad. Fuera
de tal supuesto, cualquiera puede testar a partir de la edad legalmente determinada:
los catorce años.
Según el art. 663.2º, está incapacitado para testar "el que habitual o
accidentalmente no se hallare en su cabal juicio". No podrá testar quien se encuentre
judicialmente incapacitado a causa de enfermedades psíquicas, y también quien, de
forma accidental, no se halle en cabal juicio.
La prohibición de testar del enajenado mental se ha combinado siempre con dos
normas complementarias:
- De una parte, con lo dispuesto en el art. 664, conforme al cual "el testamento
hecho antes de la enajenación mental es válido".
http://www.uned-derecho.com
1. El notario
2. Los testigos
3. El intérprete
Las formas testamentarias que pueden otorgarse sin intervención notarial son el
testamento en peligro de muerte y el testamento en caso de epidemia.
La falta o ausencia de intervención notarial se asienta en la urgencia existente en
ambos supuestos.
Según el art. 700 "si el testador se hallare en peligro inminente de muerte, puede
otorgarse testamento ante cinco testigos idóneos, sin necesidad de Notario". La
ausencia de notario se suple con el aumento del número de testigos que han de
concurrir al "otorgamiento escrito o verbal" del testamento del moribundo.
El significado fundamental del precepto radica en permitir que in articulo mortis,
pueda testarse sin intervención notarial. Pero que pueda otorgarse testamento abierto
no notarial en caso de peligro de muerte, no implica que, en dicha situación la
intervención notarial sea inapropiada o desaconsejable.
El art. 701 establece que "en caso de epidemia puede igualmente otorgarse el
testamento sin intervención del Notario ante tres testigos mayores de 16 años".
En este caso, no sólo se reduce el número de testigos en relación con el
testamento en peligro de muerte, sino que se admite que sean testigos los menores de
edad. El código debilita los requisitos formales de otorgamiento del testamento en
caso de epidemia.
3. Normas comunes
4. EL TESTAMENTO OLOGRAFO
1. Concepto y características
2. Requisitos
A) La mayoría de edad
El art. 681,1 establece que "el testamento ológrafo sólo podrá otorgarse por
personas mayores de edad".
Hay autores que consideran capacitados al menor emancipado para otorgar
testamento. No obstante, la opinión más segura es que la exigencia legal debe
interpretarse literalmente.
D) La firma o rúbrica
3. Adveración
4. Protocolización
Según el art. 693, "si el juez estima justificada la identidad del testamento,
acordará que se protocolice con las diligencias practicadas, en los registros del Notario
correspondiente, por el cual se darán a los interesados las copias o testimonios que
proceda. En otro caso denegará la protocolización".
5. EL TESTAMENTO CERRADO
2. La fase de otorgamiento
El art. 708 establece que "no pueden hacer testamento cerrado los ciegos y los
que no sepan o no puedan leer".
- El testador que no sepa leer habrá de recurrir a que la escritura y redacción del
testamento la lleve a cabo otra persona de forma necesaria, sin que, además, pueda
contrastar que verdaderamente su voluntad testamentaria ha sido plasmada
correctamente.
- Tanto al ciego como a quien no sepa leer se le podría cambiar fácilmente el
contenido del testamento o, directamente, el documento testamentario que ha de
introducirse en la cubierta o sobre que se presenta ante el Notario, manteniendo una
cierta apariencia de similitud formal con el verdadero testamento.
En cambio, sí pueden otorgar testamento cerrado los mudos o sordomudos que,
no obstante no poder expresarse oralmente, puedan en cambio a escribir.
Una vez que el Notario haya autorizado el testamento cerrado y haya dejado
constancia en el protocolo de una copia autorizada del acta de otorgamiento, lo
entregará al testador. Este, a su elección, podrá conservar en su poder el testamento
cerrado o encomendar su guarda y custodia a cualquier persona de su confianza o
bien, finalmente, depositarlo en poder del Notario autorizante para que lo guardé en su
archivo.
El notario o la persona que tenga en su poder un testamento cerrado, deberá
presentarlo al Juez competente luego que sepa el fallecimiento del testador. Si no lo
verifica dentro de diez días, será responsable de los daños y perjuicios que ocasione
su negligencia.
2. EL TESTAMENTO MILITAR
1. Noción inicial
Según el art. 716,1, "en tiempo de guerra, los militares en campaña, voluntarios,
rehenes, prisioneros y demás individuos empleados en el ejército, o que sigan a éste,
podrán otorgar su testamento ante un Oficial que tenga por lo menos la categoría de
capitán".
La condición de militar del testador no es requerida, pues basta que las personas
"sigan al ejército".
Exige el precepto que el ejército se encuentre en campaña.
A) En circunstancias ordinarias
Según el art. 718, el testamento militar deberá ser remitido con la posible
brevedad al cuartel general, y por éste al Ministerio de la guerra. Si hubiese fallecido el
testador, remitirá el testamento al Juez del último domicilio del difunto, y, no siéndole
conocido, al Decano de los de Madrid para que de oficio cite a los herederos y demás
interesados en la sucesión.
Cuando sea cerrado el testamento, el Juez procederá de oficio a su apertura en la
forma prevenida en la ley.
3. EL TESTAMENTO MARITIMO
1. Introducción
A) En circunstancias ordinarias
El art. 722 distingue entre el supuesto de que el buque sea de guerra o mercante:
- Si el buque es de guerra, el testamento habrá de otorgarse ante el Contador o
el que ejerza sus funciones, en presencia de dos testigos idóneos, que vean y
entiendan al testador.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 22
1. LA INSTITUCION DE HEREDERO
"Si el testador dispusiese de todos o parte de sus bienes para sufragios y obras
piadosas en beneficio de su alma, haciéndolo indeterminadamente y sin especificar su
aplicación, los albaceas venderán los bienes y distribuirán su importe, dando la mitad
al Diocesano para que lo destine a los indicados y a las atenciones y necesidades de
la Iglesia, y la otra mitad al Gobernador civil para los establecimientos benéficos del
domicilio del difunto". (art. 747)
En estos casos la jurisprudencia habla de "institución en favor del alma".
A) La legislación decimonónica
Cabe también que el legado de parte alícuota no éste referido a la herencia sino a
los bienes o al valor del remanente de la herencia, una vez que se hayan liquidado
todas las deudas y cargas hereditarias. En tal caso, estaríamos frente a un legado de
parte alícuota propio o pars bonorum cuando el testador, por ejemplo, instituye el
legado hecho en favor de una persona sobre la vigésima parte de sus bienes, pues
desea que ésta resulte beneficiada con una importante cuota de sus bienes, pero al
propio tiempo no desea que sea considerada heredera.
La sección 4ª del Título III del Libro III se intitula De la institución del heredero y
del legado condicional o a término y comprende los arts. 790 a 805. En dicho
articulado se regula no sólo la eventualidad de que la institución de heredero o de
legado se someta a condición o término, sino también el caso de que tales
disposiciones testamentarias queden sometidas a gravamen o carga modal.
Según el art. 790 "Las disposiciones testamentarias, tanto a título universal como
particular, podrán hacerse bajo condición", al tiempo que el 791 establece que "las
condiciones impuestas a los tendederos y legatarios, en lo que no esté prevenido en
esta sección, se regirán por las reglas establecidas para las obligaciones
condicionales".
1. Las condiciones lícitas e ilícitas
El art. 792 establece que "las condiciones imposibles y las contrarias a las leyes,
o a las buenas costumbres se tendrán por no puestas y en nada perjudicarán al
heredero o legatario, aún cuando el testador disponga otra cosa". La eventual
imposición testamentaria de una condición ilícita carece de trascendencia en relación
con la institución hereditaria, cuya validez se mantiene aún en contra de la voluntad del
testador.
Como un supuesto especial de condición ilícita, por atentar contra la libertad
matrimonial, el art. 793,1 decreta igualmente la nulidad o inexistencia radical de "la
condición absoluta de no contraer primero o ulterior matrimonio" impuesta al heredero
o legatario, que en todo caso habrá de tenerse por no puesta, "a menos que lo haya
sido al viudo o viuda por su difunto consorte o por los ascendientes o descendientes de
éste. En cambio conforme al art. 793,2 se considera perfectamente lícito el hecho de
que se legue "a cualquiera el usufructo, uso o habitación, o una pensión o prestación
personal, por el tiempo que permanezca soltero o viudo".
Por su parte el art. 794 dispone que "será nula la disposición hecha bajo
condición de que el heredero o legatario haga en su testamento alguna disposición en
favor del testador o de otra persona" en este caso se declara nula la disposición.
3. La condición suspensiva
A) Situación de pendencia
B) Cumplimiento de la condición
C) Incumplimiento de la condición
4. La condición resolutoria
6. EL TÉRMINO O PLAZO
http://www.uned-derecho.com
TEMA 23
1. Concepto y supuestos
2. Naturaleza jurídica
En relación con las formas o las modalidades de sustitución vulgar, rige ante todo
el principio de libertad testamentaria, pues el causante puede llevar a cabo la
sustitución de aquéllos a quienes instituye herederos en la forma que más le guste.
Así, tanto puede darse el caso de que un heredero, en caso de no llegar a serlo,
sea reemplazado por varios sustitutos, cuanto que varios herederos (o legatarios)
tengan un solo sustituto.
La designación de sustituto no tiene límite alguno de llamamientos. Por tanto, en
el caso de que los sustitutos sean varios pueden ser llamados a la herencia de forma
sucesiva o, por el contrario, de forma conjunta, entendiéndose que todos ellos
concurren en la posición de sustituto.
Cabe también el establecimiento de una sustitución de carácter recíproco, de
forma tal que siendo varios los herederos, en caso de defecto de cualquiera de ellos,
indistintamente, lo instituyan el restante o los restantes en la institución de heredero o
legatario testamentariamente establecida.
1. Supuesto de hecho
2. Origen histórico
3. Concepto y naturaleza
1. Los sujetos
http://www.uned-derecho.com
A) El sustituyente
Será el ascendiente del menor de catorce años o del incapacitado que mediante
testamento, designa a un sustituto.
Nuestro Código no requiere que el ascendiente que lleve a efecto la sustitución
popular o cuasipupilar, ostente la patria potestad sobre el sustituido.
B) El sustituido
C) El sustituido
2. El respeto de la legítima
Una de las cuestiones básicas que plantean estas figuras radica en decidir si la
determinación sucesoria del ascendiente que testa en nombre del menor o
incapacitado debe afectar al conjunto del caudal relicto que cualquiera de éstos deje al
fallecer o, si, por el contrario, alcanza o debería alcanzar sólo a los bienes que el
ascendiente que ejercita la sustitución ha dejado al descendiente sustituido. Hay varias
teorías al respecto.
La tesis "extensiva" defiende extender el ámbito de la sustituciones estudiadas al
conjunto de los bienes hereditarios del menor o incapaz sustituido.
La jurisprudencia del TS se da pronunciado en favor de esta interpretación.
LA SUSTITUCION FIDEOCOMISARIA
1. LA SUSTITUCION FIDEICOMISARIA
1. Noción inicial
2. La obligación de entrega
El art. 783.2º establece que "el fiduciario estará obligado a entregar la herencia al
fideicomisario, sin otras deducciones que las que corresponda por gastos legítimos,
créditos y mejoras, salvo el caso en que el testador haya dispuesto otra cosa".
Si no existe previsión testamentaria en contra, la sustitución fideicomisaria
ordinaria implica la percepción por el fideicomisario del conjunto de los bienes
hereditarios.
La posición jurídica del fiduciario no puede estar integrada sólo por deberes y
obligaciones, sino que al propio tiempo durante la etapa fiduciaria su condición de
heredero tiene que reportarle algunas ventajas y facultades.
TEMA 24
LOS LEGADOS
1. CONCEPTO Y CARACTERES
2. Características de legado
1. El legatario: el prelegado
El testador puede gravar con el legado a uno solo de los herederos incluso
también a cualquiera de los legatarios, o a varios legatario (art. 858). El caso en el que
la persona gravada es uno de los legatarios, se denomina sublegado, y se caracteriza
porque el legatario gravado sólo está obligado a responder frente al legatario
beneficiado "hasta donde alcance el valor del legado" en que aquél hubiere sido
instituido (art. 858,2).
Los legados pueden recaer sobre cosas, bienes y derechos de la más diferente
índole.
Según el art.865 "es nulo el legado de cosas que están fuera del comercio”.
Supuesto que el objeto de los legados puede consistir en cualquier cosa o
derecho, la concreta regulación que de los legados se hace en el Código no significa
numerus clausus alguno, pues el testador puede instituir cualquiera otros siempre que
"... no estén fuera del comercio".
Han de configurarse como legados de cosa genérica tanto los que recaigan sobre
un bien concreto que tenga tal naturaleza como sobre una determinada cantidad, sea
de dinero o de cualquier otro bien o cosa de naturaleza genérica.
En relación con la persona que ha de llevar a cabo la especificación, depende
fundamentalmente de la voluntad del testador.
En el supuesto de que el testador no se haya pronunciado, el art.875 establece
que "la elección será del heredero, quien cumplirá con dar una cosa que no sea de la
calidad inferior ni de la superior.
El Código regula también los supuestos en que las cosas legadas se encuentren
afectadas a derechos reales limitados pues la existencia de tales derechos no obsta
para que, a su vez, el testador pueda transmitir por vía de legado la titularidad que
ostenta, sobre los correspondientes bienes en el momento de su óbito.
Los arts. 867 y 868 distinguen los siguientes supuestos:
- El legado de cosas sometidas a usufructo, uso o habitación; "El legatario
deberá respetar estos derechos hasta que legalmente se extingan".
- Cuando exista "cualquier otra carga, perpetua o temporal, a que se halle afecta
la cosa legada, pasa con ésta al legatario".
- Finalmente, "cuando el testador legare una cosa empeñada o hipotecada para
la seguridad de alguna deuda exigible, el pago de ésta quedará a cargo del heredero".
Se entiende por tal la institución de legado cuyo objeto consiste en una cosa
perteneciente a un extraño, a un tercero. El Código hace depender su validez del hecho
de que el testador conociera o no dicha circunstancia, pues se presupone que si el
testador sabía que legaba una cosa ajena era consciente de imponer al heredero
gravado la obligación o carga de satisfacer al legatario aunque ello, naturalmente,
había de suponer la previa adquisición de la cosa ajena por el heredero. Por el
contrario, si el testador legaba una cosa, pensando que le pertenecía, siendo así que,
en cambio, era ajena al patrimonio del causante, había de entenderse que el legado
era ineficaz por haberse formado el testador a una representación errónea de su
verdadero caudal.
En el caso de un legado de cosa ajena, expresa el art. 861 que "el heredero
estará obligado a adquirirla para entregarla al legatario y, no siéndole posible, a dar a
http://www.uned-derecho.com
éste su justa estimación. Se impone al heredero gravado una obligación de hacer que,
en principio, debe intentar cumplir.
A) En general
Cabe que el testador legue una cosa que, sólo en parte, le pertenece, o que sólo
en parte pertenece al heredero o al legatario gravados. Para tal supuesto, dispone el
art. 864 que "se entenderá limitado el legado a esta parte o derecho, a menos que el
testador declare expresamente que lega la cosa por entero". Esta última previsión
testamentaria implicaría un legado de cosa ajena propiamente dicho, si bien recayente
sobre la titularidad parcial o cuota que no corresponda al testador.
De no existir previsión testamentaria en contra, la regla general es que el legado
alcanzaría sólo la cuota correspondiente al testador.
testador. En caso contrario se entenderá legado el valor que tuviera al tiempo del
fallecimiento".
Contempla el Código las atribuciones sucesorias a título singular que tienen por
objeto la transmisión de créditos que el causante tuviera contra terceros o el perdón de
las deudas exigibles por el testador.
Tales legados son poco frecuentes. Se distinguen los siguientes supuestos:
1. Legado de crédito. Consiste en transmitir por vía de legado "un crédito contra
tercero" que tuviere el causante.
2. Legado de liberación o perdón de deuda. Se trata del supuesto contrario. El
testador instituye un legado que tiene por objeto condonar o remitir la deuda que,
respecto de él, tenía otra persona. La condonación de deudas puede realizarla el
causante en beneficio del legatario o de cualquier otra persona.
3. Legado hecho en beneficio del acreedor. Cabe igualmente que, de forma
expresa, el testador legue a su acreedor lo mismo que le debe (legado de deuda).
Los legados de crédito y de liberación o perdón de deudas presentan
características comunes y son:
- El momento temporal en el que ha de determinarse el montante del crédito o
de la deuda trasmitidos por legados debe ser el del fallecimiento del causante (no el
del otorgamiento del testamento).
6. OTROS LEGADOS
1. Legado alternativo
Los legados, al contrario de lo que sucede con las herencias, no tienen que ser
aceptado. Los legados se adquieren ipso iure desde el momento del fallecimiento del
testador.
Según el art. 881 "el legatario adquiere derecho a los legados puros y simples
desde la muerte del testador, y lo transmite a sus herederos". Por tanto, aunque el
legatario fallezca después del testador, los herederos de aquél podrán reclamar a los
herederos de éste el cumplimiento del legado.
testamentaria, ofrezca o entregue el objeto del legado al legatario; o que este último
reclame el legado a los herederos, o, en su caso, al albacea.
En el supuesto de que sea el heredero quien ofrezca la cosa legada al legatario,
si éste no la rechaza, el legado ha sido ejecutado. Si el legatario no desea adquirir el
legado, éste quedará sin efecto y los bienes se refundición en la masa de la herencia,
fuera de los casos de sustitución y de derecho a acrecer.
El Código establece algunas reglas en relación con la "admisión" o aceptación
del legado:
- El heredero, que sea al mismo tiempo legatario, podrá renunciar a la herencia
y aceptar el legado, o renunciar éste y aceptar aquella; y, naturalmente, pueda aceptar
la herencia y el legado simultáneamente o bien repudiar tanto una como otro.
- Si el legado contuviera alguna parte o aspectos onerosos, el legatario no podrá
aceptar una parte y repudiar la otra.
- En el caso de que el legatario haya sido beneficiado con dos legados, si uno
de ellos fuere oneroso, no podrá renunciar a éste y aceptar el otro.
- El beneficiado con varios legados, que tuvieren el mismo carácter (oneroso o
gratuito), repudiar unos y aceptar otros, a su libre albedrío.
Las reglas relativas al pago de los legados se encuentran en el art. 886, conforme
al cual:
- Si el legado se refiere a una cosa, el heredero se encuentra obligado, como
regla, a entregar a la misma cosa legada, sin que pueda optar por entregar el valor de
ella o su estimación.
- Respecto de los legados del dinero, deberán ser pagados en esta especie,
aunque no lo haya en la herencia. Semejante regla es también aplicable al legado de
cosas genéricas.
- Finalmente, los gastos necesarios para la entrega de la cosa legada serán a
cargo de la herencia, pero sin perjuicio de la legítima.
Según el art. 888, cuando el legado "... por cualquier causa, no tenga efecto, se
refundirá en la masa de la herencia, fuera de los casos de sustitución y derecho de
acrecer".
La norma impone la refundición o integración en el caudal hereditario de
cualesquiera objetos legados, sea cual fuere la causa de ineficacia del legado.
Atendiendo a dicho artículo, tiene poco interés detenerse en establecer las posibles
diferentes causas de ineficacia, distinguiendo, por ejemplo, entre los supuestos de
nulidad propiamente dicho, de los casos de revocación del legado, ya que la
consecuencia normativa es la misma.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 25
El art. 892 establece que "el testador podrá nombrar uno o más albaceas"; el
nombramiento de albaceas representa una mera facultad del testador que, sin
embargo, en caso de ser ejercitada, ha de realizarse en testamento.
El testador es libre para designar albacea a quien considere oportuno, sea o no
heredero, persona física o jurídica, pero "no podrá ser albacea el que no tenga
capacidad para obligarse”. El art. 893 únicamente considera inhábiles para
desempeñar el albaceazgo a los menores de edad.
En los casos de no haber albacea, "corresponderá a los herederos la ejecución
de la voluntad del testador" (art. 911).
1. Voluntariedad
2. Temporalidad
4. Gratuidad
"El albaceazgo es cargo gratuito" (art. 908). Sin embargo, añade el propio
precepto que "podrá, sin embargo, el testador señalar a los albaceas la remuneración
que tenga por conveniente; todo sin perjuicio del derecho que les asista para cobrar lo
que les corresponda por los trabajos de partición u otros facultativos".
Si el testador lega o señala conjuntamente a los albaceas alguna retribución, la
parte de los que no admitan el cargo acrecerá a los que lo desempeñe.
5. Carácter personalísimo
4. CLASES DE ALBACEAZGO
Establece el art. 902 que "no habiendo el testador determinado especialmente las
facultades de los albaceas, estos tendrá las siguientes:
1ª Disponer y pagar los sufragios y el funeral del testador con arreglo a lo
dispuesto por él en el testamento, en su defecto, según la costumbre del pueblo.
2ª Satisfacer los legados que consistan en metálico, con el conocimiento y
beneplácito del heredero.
3ª Vigilar sobre la ejecución de todo lo demás ordenado en el testamento, y
sostener, siendo justo, su validez en juicio y fuera de él.
http://www.uned-derecho.com
Relativo a los deberes del albacea, el Código indica que, en caso de aceptación,
el albacea está obligado a desempeñar el cargo y que, una vez finalizada la ejecución
testamentaria, deberá rendir cuentas de su encargo.
Para la determinación de las obligaciones y deberes del albacea hay que partir
ante todo del alcance que haya otorgado el testador al albaceazgo, pues a mayores
facultades corresponderán mayores deberes.
Con carácter general, cabe considerar que en cuanto cargo de confianza del
testador, el albaceazgo impone al menos a quien lo desempeñe la obligación de
observar la diligencia propia de buen padre de familia y que, en caso de generarse
responsabilidad a cargo del albacea a consecuencia de su actuación, habrán de
aplicarse las reglas generales referidas a la responsabilidad contractual.
En cuanto cargo de confianza, el albacea tiene prohibido "adquirir por compra,
aunque sea en subasta pública judicial, por sí o por persona alguna intermedia, los
bienes que le hubieran sido confiados, en la ejecución testamentaria (art. 1453.3º).
El albacea debe rendir cuentas ante el juez, en los casos de indeterminación
relativa de los herederos: cantidades dejadas en general a clases determinadas,
herencias en favor del alma, disposiciones hechas en favor de los pobres, etc.
Es muy discutido, en cambio, si el albacea debe rendir cuentas a los herederos o
sólo dar cuenta de su encargo a ellos.
7. EXTINCION DEL ALBACEAZGO
1. Causas generales
TEMA 26
A) La revocación expresa
http://www.uned-derecho.com
La declaración del testador de que desea dejar sin efecto sus anteriores
manifestaciones testamentarias, no presenta particular problemática.
En cambio, resulta más compleja la eventualidad de que la declaración expresa
de revocación de un testamento anterior se complemente con la manifestación
expresa de que valga otro más antiguo, conocida doctrinalmente con la expresión de
revivisciencia del testamento anteriormente revocado. Ha de estarse en presencia, al
menos de tres testamentos: un antiguo, otro nuevo y el novísimo (art. 739).
La reviviscencia del testamento antiguo requiere una manifestación expresa del
testador de recuperar su eficacia. Mediante la manifestación revocatoria en el
novísimo, se priva de eficacia al nuevo y la recupera el antiguo.
B) La revocación tácita
TEMA 27
2. REFLEXIONES HISTORICAS
2. Precisiones terminológicas
http://www.uned-derecho.com
1. Aragón
2. Cataluña
3. Galicia
En Galicia, con carácter general, rige en la materia el Código Civil, si bien las
disposiciones actualmente aplicables regulan con un cierto detalle, el usufructo
voluntario de viudedad, el pacto de mejora y el derecho de labrar y poseer.
http://www.uned-derecho.com
4. Islas Baleares
5. Navarra
6. País Vasco
En las villas no aforadas y en Bilbao, rige el Código civil. En otros municipios, rige
un sistema legitimario que, en su cuantía, asciende a cuatro quintos de los bienes
hereditarios.
TEMA 28
LOS LEGITIMARIOS
En caso de existir descendientes del causante, art. 807.1º establece que habrán
de considerarse, en primer lugar, "herederos forzosos... los hijos y descendientes
respecto de sus padres y ascendientes".
Dispone el art. 808 "Constituyen la legítima de los hijos y descendientes las dos
terceras partes del haber hereditario del padre y de la madre. Sin embargo, podrán
éstos disponer de una parte de las dos que forman la legítima, para aplicarla como
mejora a sus hijos o descendientes. La tercera parte restante será de libre
disposición".
En nuestro sistema la legítima de los descendientes es de cuantía fija e
independiente del número de legitimarios (2/3). Sin embargo, uno de estos dos tercios
puede destinarse a mejora, por lo que resulta necesario distinguir entre la legítima
larga y la legítima corta:
- Se habla de legítima larga cuando el causante (de forma testamentaria) no ha
establecido mejora alguna en favor de cualquiera de los legitimarios, pues en tal caso
los dos tercios de la herencia se consideran como un todo, reservado, en condiciones
de legítima, a los hijos y descendientes.
- Por el contrario, cuando el causante ha decidido mejorar a alguno de tales
legitimarios, la idea de legítima corta es útil para poner de manifiesto que, en todo
caso, al menos un tercio de la herencia debe quedar reservado como legítima estricta
en favor de los hijos y descendientes no mejorados.
2. LA MEJORA
Establece el art. 823 que "el padre o la madre podrán disponer en concepto de
mejora a favor de alguno o algunos de sus hijos o descendientes, ya lo sean por
naturaleza, ya por adopción, de una de las dos terceras partes destinadas a legítima".
La ley permite al causante distribuir desigualmente entre sus hijos o
descendientes uno de los dos tercios de los que representan la legítima larga. La
decisión o la posibilidad de mejorar es una facultad atribuida a todo causante que, ad
nutum o sin necesidad de justificarlo, prefiera que sus legitimarios le sucedan en forma
desigual.
Notas características de la mejora son:
1ª La existencia de una intención o voluntad del causante dirigida a atribuir de
forma desigual algunos bienes de la herencia a sus herederos forzosos o legitimarios.
2ª Existencia de una pluralidad de descendientes.
3ª Desde el punto de vista del objeto, la mejora puede comprender, como
máximo, un tercio de los bienes de la herencia. Sin embargo, ninguna norma obliga al
causante testador a agotar dicho tercio en sus disposiciones sobre mejora.
http://www.uned-derecho.com
Del conjunto de la regulación del Código se deduce que la mejora puede ser
ordenada o establecida en el testamento, pero también recurriendo a una diversidad de
actos y títulos que habremos de considerar:
4. Destinatarios de la mejora
http://www.uned-derecho.com
El art. 823 establece que la mejora puede hacerse en favor de los "hijos o
descendientes, ya lo sean por naturaleza o por adopción".
Cualesquiera descendientes, con independencia de su filiación matrimonial o
extramatrimonial, pueden ser mejorados.
El debate tradicional al respecto consiste en determinar si, en el caso de existir
hijos (o, en su caso, nietos) puede el causante establecer la mejora en favor de los
descendientes de grado más remoto. La generalidad de la doctrina propugna la mejora
a favor de los descendientes de posterior grado.
5. El objeto de la mejora
Tanto el Código cuanto la doctrina suele distinguir entre la mejora de cuota (art.
832) y la mejora en cosa determinada (art. 829).
Conviene destacar que si bien en la generalidad de los supuestos la mejora suele
recaer efectivamente sobre un bien concreto y determinado del caudal hereditario o
sobre una parte alícuota de la herencia, el testador puede establecer mejoras que no
sigan estrictamente los criterios establecidos en los artículos anteriores.
Establece el art. 829.1º que "la mejora podrá señalarse en cosa determinada",
aludiendo sin duda a los supuestos en que el propio testador, movido por razones
sentimentales por lo común, designa un bien concreto del caudal hereditario, que
habrá de entregarse al destinatario de la atribución en concepto de mejora. La
expresión "en cosa determinada" no puede entenderse en el sentido de que la mejora
haya de referirse necesariamente a una cosa, es decir a una sola cosa; una misma
disposición testamentaria puede comprender diversas cosas ciertas, atribuidas en
concreto de mejora, así como a universalidades de cosas e incluso explotaciones
agrícolas, industriales, etc..
Dependerá también de la voluntad del causante la determinación de si la mejora
en cosa determinada ha de considerarse un legado de cosa específica y determinada.
En todo caso, el señalamiento de la "cosa determinada" objeto de la mejora es
una facultad personalísima del causante.
La mayor parte de la doctrina considera que el tercio de libre disposición no
debería resultar afectado en caso de exceso de la cuota de mejora.
B) La mejora de cuota
El art. 809 establece que si los ascendientes concurrieran con el cónyuge viudo
del descendiente causante, su legítima será de una tercera parte de la herencia.
Para el supuesto de que vivan ambos progenitores o uno solo de ellos, "la
legítima reservada a los padres se dividirá entre los dos por partes iguales: si uno de
ellos hubiere muerto, recaerá toda en el sobreviviente". Así pues, la existencia de
cualquiera de los progenitores del causante, determina la exclusión de la legítima de
los restantes ascendientes.
Cuando el testador no deje padre ni madre, pero sí ascendientes, en igual grado,
de las líneas paterna y materna, se dividirá la herencia por mitad entre ambas líneas.
Si los ascendientes fueren de grado diferente, corresponderá por entero a los más
próximos de una u otra línea.
Aunque poco o nada tiene que ver con el sistema de legítima, el art. 812
establece que "los ascendientes suceden con exclusión de otras personas en las
cosas dadas por ellos a sus hijos o descendientes muertos sin posteridad, cuando los
mismos objetos donados existan en la sucesión. Si hubieren sido enajenados,
sucederán en todas las acciones que el donatario tuviera con relación a ellos, y en el
precio si se hubiesen vendido, o en los bienes con que se hayan sustituido, si los
permutó o cambió".
A) El requisito de viudedad
B) La separación de hecho
C) Características
En tal caso, el cónyuge tiene derecho al usufructo del tercio destinado a mejora.
El tercio de libre disposición, por tanto, queda liberado para que el testador lo
designe según su libre albedrío, mientras que por imperativo legal los hijos
descendientes, como mucho, podrán ser mejorados en la nuda propiedad, pues el
http://www.uned-derecho.com
El art. 837.2º establece que "cuando los únicos herederos forzosos que concurran
con el viudo o viuda sean hijos sólo de su consorte concebidos constante el
matrimonio de ambos", la cuota vidual usufructuaria ascenderá a la mitad de la
herencia.
En tal caso, la cuota usufructuaria recaerá... sobre el tercio de mejora, gravando
el resto el tercio de libre disposición.
El Código contiene una norma que faculta a los herederos para conmutar la cuota
usufructuaria del cónyuge viudo, por el producto de determinados bienes, una renta
vitalicia o un capital en efectivo (art. 839).
La Ley 11/1981 ha regulado en el nuevo art. 840 la facultad de conmutación para
el supuesto de que el cónyuge concurra a la herencia con hijos que no sean
exclusivamente de su consorte fallecido. Ambas normas, aunque mantienen cierta
cercanía, responden a un fundamento y una filosofía diferentes:
última parte del precepto hay que entenderlo referido a la forma de conmutación
elegida por los herederos.
Mientras no se haya llevado a efecto la conmutación "están afectos todos los
bienes de la herencia al pago de la parte de usufructo que corresponda al cónyuge".
Para el supuesto en que el cónyuge viudo concurra legítimamente con los hijos
exclusivos de su consorte, el art. 840 determina que "el cónyuge podrá exigir que el
usufructo que grave la parte que reciban los hijos le sea satisfecho a elección de éstos,
asignándoles un capital en dinero o un lote de bienes hereditarios". En este caso, la
iniciativa de la conmutación corresponde al cónyuge viudo, pero serán los hijos de su
consorte quienes optaran por entregar un capital en metálico dinerario, o por el
contrario, el conjunto de bienes hereditarios que corresponda una vez realizada la
capitalización del usufructo del cónyuge viudo.
TEMA 29
LA LEGÍTIMA Y LA DESHEREDACION
1. LA PRETERICION
1. Presupuestos
2. EFECTOS DE LA PRETERICION
1. La preterición intencional
Según el art. 814.1º y 2º, "si resultaren preteridos todos se anularán las
disposiciones testamentarias de contenido patrimonial".
El supuesto comprende tanto el caso de que "todos" los descendientes hayan
sido omitidos en el testamento como el de que el único descendiente existente haya
sido preterido.
Los efectos del supuesto son: todas las disposiciones testamentarias de
contenido patrimonial devienen ineficaces, valiendo únicamente las disposiciones
carentes de relevancia patrimonial. Careciendo de virtualidad de la institución de
heredero, los legados, cualesquiera sustituciones establecidas, etc. y abriéndose la
sucesión intestado que, implica que toda la herencia pasará al hijo o al conjunto de los
descendientes pretendidos.
La preterición, en este caso, excluye incluso la capacidad de disposición del
causante sobre el tercio de libre disposición. El testamento desaparece y ha de
atenderse exclusivamente a las reglas de la sucesión intestado.
Esto implica que todas las atribuciones patrimoniales que puedan comprenderse
dentro del tercio de libre disposición, a título de legado, mantienen su validez. La
preterición no intencional recupera su papel de institución protectora de las legítimas,
pero sin afectar al tercio de libre disposición. En caso de superar dicho tercio, las
mandas habrán de ser reducida conforme a las reglas generales.
La institución de heredero, en cambio, como regla general, deviene ineficaz,
comprenda o no los dos tercios ideales reservados a la legítima, o bien superé dicha
cuota, por haber destinado el causante también el tercio de libre disposición al
heredero.
4. LA ACCION DE PRETERICION
5. LA DESHEREDACION
sea privado de cuanto por Ley le corresponde. Sólo la suma de ambas circunstancias,
determina la exclusión de la legítima en nuestro sistema normativo.
6. CAUSAS DE DESHEREDACION
1. En general
Según el art. 853, las justas causas para desheredar a los hijos y descendientes
consisten en que el legitimario hubiera incurrido en cualquiera de las conductas
siguientes:
1. El que fuere condenado en juicio por haber atentado contra la vida del
testador, de su cónyuge, descendiente o ascendiente.
2. El que hubiese acusado al testador de delito al que la ley señale pena no
inferior a la del presidio o prisión mayor, cuando la acusación sea declarada
calumniosa.
3. El que, con amenaza, fraude o violencia, obliga al testador a hacer
testamento o a cambiarlo.
4. El que por iguales medios impidiera a otro hacer testamento o revocar el que
tuviese hecho, o suplantare, ocultare o alterare otro posterior.
5. Haber negado, sin motivo legítimo, los alimentos al padre o ascendiente que
le deshereda.
6. Haberle maltratado de obra o injuriado gravemente de palabra.
7. Que hubiese negado los alimentos a sus hijos descendientes sin motivo
legítimo.
8. Que hubiese atentado uno de los padres contra la vida de otro de los padres o
ascendientes, si no hubiere habido entre ellos reconciliación.
Según el art. 855, las causas para desheredar al cónyuge, son las siguientes:
1ª Haber incumplido grave o reiteradamente los deberes conyugales.
2ª Las que dan lugar a la pérdida de la patria potestad conforme al art. 170.
3ª Haber negado alimentos a los hijos o al otro cónyuge.
4ª Haber atentado contra la vida del cónyuge testador, si no hubiere mediado
reconciliación.
Además, afectan al cónyuge las causas de indignidad contempladas en los
números 2º 3º 5º y 6º del art. 756.
A) La desheredación justa
B) La desheredación injusta
3. La reconciliación
8. EL PAGO DE LA LEGÍTIMA
Una vez fijada la cuota legitimaría, el heredero forzoso que sea beneficiario de
ella podrá reclamarla íntegramente en el supuesto de que las previsiones
testamentarias del causante o el conjunto de las donaciones u otros actos a título
gratuito que haya realizado en vida arrojen el resultado de que el legitimario de que se
trate no sea suficientemente satisfecho por no haber bienes suficientes en la herencia.
http://www.uned-derecho.com
Según el art. 656 "se suprimirán o reducirán en cuanto al exceso las de fecha
más reciente". En consecuencia, siguiendo el orden inverso de antigüedad, las
donaciones irán siendo rescindidas.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 30
LAS RESERVAS
La reserva ordinaria o vidual se describe en el art. 968 al disponer que "... el viudo
o viuda que pase a segundo matrimonio estará obligado a reservar a los hijos
descendientes del primero la propiedad de todos los bienes que haya adquirido de su
difunto consorte por testamento, por sucesión intestada, donación u otro cualquier
título lucrativo; pero no su mitad de gananciales".
La institución, pues, pretende garantizar a los hijos descendientes del primer (o
anterior) matrimonio que el viudo o la viuda bínubos, (es decir, que vuelve a contraer
matrimonio) no deriven los bienes procedentes que su anterior cónyuge a otras
personas o a otras familias.
En nuestro sistema normativo, el fundamento de la reserva vidual es discutible, ya
que la reserva ordinaria es una institución del pasado, encasillada en la legislación
civil, que exigiría un replanteamiento de la cuestión desde el momento en que la
sanción a las segundas nupcias resulta sociológicamente insostenible.
Dicho ello, nos limitaremos a dar una exposición resumida de la reserva ordinaria
El art. 968 obliga a reservar al cónyuge viudo "todos los bienes que haya
adquirido de su difunto consorte por testamento, por sucesión intestado, donación u
otro cualquier título lucrativo; pero no su mitad de gananciales".
El art. 969 establece la obligación de reservar los bienes que por cualquier título
lucrativo hubiera recibido el cónyuge viudo "de cualquiera de los hijos de su primer
matrimonio" (matrimonio anterior) disuelto por fallecimiento del cónyuge causante de
la reserva.
Considera igualmente reservables el art. 969, in fine, los bienes que el viudo
"haya habido de los parientes del difunto por consideración a éste".
1. La fase previa
Durante la fase previa los reservatarios carecen de facultad alguna, sea respecto
de los bienes reservables, sea respecto de la decisión de su progenitor de contraer o
no contraer segundas nupcias.
2. Fase de pendencia
Durante esta fase nace la obligación de reservar. Los reservatarios podrán exigir
al reservista el cumplimiento de todas las medidas precautorias que el CC establece
ante la eventualidad de que la reserva llegue efectivamente a consumarse: "el viudo o
la viuda, al repetir matrimonio, hará inventario de todos los bienes sujetos a reserva, y
anotará en el Registro de la Propiedad la calidad de reservables de los inmuebles con
arreglo a lo dispuesto en la LH, y tasar los muebles".
Estará además obligado el viudo o viuda, a asegurar con hipoteca determinados
bienes.
Como indica el art. 972, "a pesar de la obligación de reservar, podrá el padre o
madre, segunda vez casado, mejorar en los bienes reservables a cualquiera de los
hijos descendientes del primer matrimonio. Es decir, el reservista goza también de
facultades de atribución de los bienes reservables mortis causa, a través de la
utilización del mecanismo de la mejora.
El art. 970 establece que "cesará la obligación de reservar cuando los hijos de un
matrimonio, mayores de edad, que tengan derecho a los bienes, renuncien
expresamente a él" (extinción de la reserva), además de expresa, la renuncia ha de
haberse realizado durante la fase de pendencia.
3. La consumación de la reserva
Establece el art. 973 que "el hijo desheredado justamente por el padre o por la
madre perderá todo derecho a la reserva, pero sí tuviere hijos o descendientes, se
estará a lo dispuesto en el art. 857 y en el 164,2.
El reservista también puede desheredar al reservatario, mediante causa justa.
TEMA 31
LA SUCESION INTESTADA
1. LA SUCESION INTESTADA
1. Concepto y fundamento
El art. 912 CC establece que dicha forma de sucesión tiene lugar en los
siguientes casos:
1º Cuando uno muere sin testamento, o con testamento nulo, o que haya
perdido después su validez.
2º Cuando el testamento no contiene institución de heredero en todo o en parte
de los bienes, o no dispone de todos los que corresponden al testador. En este caso la
sucesión legítima tendrá lugar solamente respecto de los bienes de que no hubiese
dispuesto.
3º Cuando falta la condición puesta a la institución de heredero, o éste muere
antes que el testador, o repudia la herencia sin tener sustituto y sin que haya lugar al
derecho de acrecer.
4º Cuando el heredero instituido es incapaz de suceder.
3. LOS PRINCIPIOS DE LA SUCESION INTESTADA
2. Llamamientos
El art. 930 dispone que "La sucesión corresponde en primer lugar a la línea recta
descendente". Existiendo descendientes, los ascendientes no serán llamados.
El cónyuge viudo, de existir, concurrirá con los descendientes, cuya cuota legal
usufructuaria es la siguiente:
- Usufructo de 1/3 si concurre con hijos o descendientes comunes (art. 834).
- Usufructo de 1/2 de la herencia, si concurre con hijos sólo de su consorte (art.
837).
"Los hijos y sus descendientes suceden a sus padres y demás ascendientes sin
distinción de sexo, edad o filiación" (art. 931), aunque sigue vigente el principio de
grado, por lo que:
1. "Los hijos del difunto le heredarán siempre por su derecho propio, dividiendo
la herencia en partes iguales. Pero "si quedaren hijos y descendientes de otros hijos
que hubiesen fallecido, los primeros heredarán por derecho propio y los segundos por
http://www.uned-derecho.com
derecho de representación. Esto es, los primeros por cabeza, los segundos por
estirpes.
2. Los nietos y demás descendientes heredarán por derecho de representación
o, lo que es lo mismo, por estirpes, y, si alguno hubiese fallecido dejando varios
herederos, la porción que le corresponda se dividirá entre éstos por partes iguales.
5. LOS ASCENDIENTES
Padre y madre heredarán por partes iguales; es decir, por mitad, toda la herencia.
Y lo mismo ocurrirá en el caso de que sobreviva uno de los padres o progenitores, éste
sucederá al hijo en toda su herencia.
Se trata de qué parte corresponde heredar a los abuelos o bisabuelos del difunto,
cuyo número, grado y línea de parentesco han de ser tenidos en cuenta:
- En principio, si fueren varios ascendientes de igual grado y pertenecieran a la
misma línea, dividirán la herencia por cabezas.
- Si fueren varios ascendientes de igual grado, pero pertenecientes a diferentes
líneas (vive la abuela paterna y los dos abuelos maternos), la herencia se dividirá ante
todo por líneas o estirpes (art. 940): "la mitad corresponderá a los ascendientes
paternos y la otra mitad a los maternos", y dentro de cada línea se realizará la división
por cabeza.
6. EL CONYUGE VIUDO
Hoy día, salvo Baleares, todas las CC AA de Derecho foral o especial y alguna
otra que carece de él, han otorgado mediante disposiciones autonómicas, en la mayor
parte de los casos, siguiendo lo establecido en la correspondiente Compilación, que la
herencia intestada se defiere en favor de las correspondiente Comunidad.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 32
1. INTRODUCCION
2. LA SUCESION CONTRACTUAL
5. LA SUCESION VINCULADA
1. En general
1. Introducción
Bajo dicha rúbrica, pueden considerarse una serie de supuestos en los que la
legislación especial que les resulta aplicable establece criterios de atribución de la
condición de sucesor mortis causa que se separan de las reglas generales, ya sean
las establecidas en el CC o las aplicables los diversos territorios forales.
http://www.uned-derecho.com
La legislación agraria, tiene como norte y guía procurar que respecto de las
explotaciones indivisibles se designe un solo sucesor, tratando evidentemente de
frenar la continua división de las explotaciones agrícolas y extirpar el excesivo
minifundismo en la explotación de la tierra.
http://www.uned-derecho.com
TEMA 33
LA ADQUISICION DE LA HERENCIA
2. LA ADQUISICION DE LA POSESION
3. LA HERENCIA YACENTE
2. Caracteres
A) Voluntariedad
B) Unilateralidad
C) Retroactividad
D) Indivisibilidad e incondicionalidad
http://www.uned-derecho.com
E) Irrevocabilidad
El art. 997 establece que "la aceptación y la repudiación de la herencia, una vez
hechas, son irrevocables, y no podrán ser impugnadas sino cuando adoleciesen de
alguno de los vicios que anulan el consentimiento, o apareciese un testamento
desconocido".
El art. 992 establece que "pueden aceptar o repudiar una herencia todos los que
tienen la libre disposición de sus bienes". Esta expresión se identifica con la plena
capacidad de obrar de las personas.
El Código regula algunas situaciones en las que, en defecto de capacidad de las
personas eventualmente llamadas a la herencia, era necesario establecer reglas
complementarias.
A) Los menores e incapacitados
5. EL DERECHO DE DELIBERAR
LA ACEPTACION Y LA REPUDIACION
Según el art. 998 "la herencia podrá ser aceptada pura y simplemente, o a
beneficio de inventario".
La aceptación denominada pura y simple convierte al heredero en responsable de
todas las cargas y deudas de la herencia "no sólo con los bienes de ésta, sino también
con los suyos propios" (art. 1003).
En cambio, la aceptación a beneficio de inventario, no modifica la situación
patrimonial del heredero en cuanto deudor frente a los acreedores de la herencia, en el
sentido de que sólo ha de responder de las deudas hereditarias con los bienes propios
de la herencia.
La aceptación pura y simple puede ser expresa o tácita. Por el contrario la
aceptación a beneficio de inventario, dadas sus especiales formalidades, ha de ser
necesariamente instada por el heredero que así lo desee.
1. La aceptación expresa
El art. 999,2 establece que aceptación expresa "es la que se hace en documento
público o privado", exigiendo que la aceptación hereditaria tenga lugar de forma
escrita, lo que implica la imposibilidad de que manifestaciones verbales del llamado a
la herencia sean hábiles para la adquisición de la misma.
La exigencia de forma escrita no presupone de forma necesaria que el
documento en el que se materialice la voluntad de aceptar del heredero sea redactado
única y exclusivamente con tal objeto, sino que, ha de admitirse cualquier
manifestación escrita que comprenda la inequívoca voluntad de la aceptación.
2. La aceptación tácita
El art. 999,3 establece que aceptación tácita “es la que se hace por actos que
suponen necesariamente la voluntad de aceptar, o que no habría derecho a ejecutar
sino con la cualidad de heredero".
Dentro de estos actos adquiere particular relevancia el hecho de que el heredero
decida apropiarse por sí mismo de bienes hereditarios. Quien intenta hacer suyos los
bienes hereditarios sin contar con los restantes interesados en la división de la
herencia y sin promover previamente su propia adquisición, es natural que sea
considerado que acepta pura y simplemente la herencia a la que había sido llamado.
Conforme al art. 1000 se entiende igualmente aceptada la herencia ex lege en los
siguientes casos:
http://www.uned-derecho.com
2. El plazo de solicitud
Según el art. 1.026,1 "hasta que resulten pagados todos los acreedores
conocidos y los legatarios, se entenderá que se halla la herencia en administración".
http://www.uned-derecho.com
2. La separación de patrimonios
4. LA REPUDIACION DE LA HERENCIA
TEMA 34
ejercitar una acción de carácter universal (referida al conjunto de los bienes y derechos
de la herencia) que se denomina acción de petición de herencia.
La jurisprudencia ha procurado extraer el régimen jurídico básico de la acción de
petición de herencia tomando pie en el art. 1021 en el que se establece que "el que
reclame judicialmente una herencia de que otro se halle en posesión por más de un
año, si venciere en el juicio, no tendrá obligación de hacer inventario para gozar de
este beneficio, y sólo responderá de las cargas de la herencia con los bienes que le
sean entregados".
1. Legitimación activa
2. Legitimación pasiva
4. Plazo de prescripción
http://www.uned-derecho.com
El art. 1003 establece que "por la aceptación pura y simple, o sin beneficio de
inventario, quedará el heredero responsable de todas las cargas de la herencia, no
sólo con los bienes de ésta, sino también con los suyos propios.
Las cargas de la herencia integran al menos una trilogía de obligaciones:
1º las deudas del causante.
2º Las cargas de la herencia propiamente dichas, que serían las obligaciones
generadas por el propio fallecimiento del causante y la apertura de la sucesión y que
son:
- Los gastos necesarios para la entrega de los legados.
- Los denominados gastos funerarios.
- El importe de la obligación alimenticia en favor de la mujer que quede
embarazada de un nasciturus llamado a la herencia.
- Las costas del inventario y los demás gastos a que den lugar la
administración de la herencia.
- En caso de pluralidad de herederos, los gastos de partición hechos en interés
común de todos los coherederos.
3º Los legados, que tradicionalmente han sido considerados cargas hereditarias
cuyo fundamento radica en la voluntad del causante.
Buena parte de la doctrina entiende que incluso una vez aceptada pura y
simplemente la herencia, los acreedores de la herencia tendrían preferencia frente a
los legatarios y los acreedores del heredero.
A su vez, los legatarios habrían de considerarse acreedores preferentes respecto
de los acreedores del heredero.
Semejantes conclusiones se adopta partiendo de la base de que, aunque el
Código no acepta el beneficio de separación de patrimonios, no obstante, puede
deducirse del conjunto del sistema normativo una cierta preferencia de los acreedores
de la herencia y de los legatarios, respecto de los acreedores del heredero, para el
cobro de sus créditos.
Este esquema de razonamiento ha sido adoptado por una Resolución de la
Dirección General de los Registros y del Notariado. Esta resolución defiende la
existencia del llamado principio de separación de patrimonios atendiendo a distintas
razones.
LA COMUNIDAD HEREDITARIA
3. NORMAS APLICABLES
http://www.uned-derecho.com
2. Actos de administración
Hay que distinguir entre los actos de disposición relativos a la propia cuota
hereditaria de cada uno de los interesados y, la eventual enajenación de bienes
hereditarios concretos.
3. El retracto de coherederos
TEMA 35
1. LA PARTICION
ha sido evitada en cuanto la adjudicación de los bienes a los herederos coincide con la
propia apertura de la sucesión.
2ª El testador no se encuentra vinculado por la obligación de procurar la
igualdad en los lotes, ni siquiera en el supuesto de existencia de legitimarios entre los
coherederos.
3ª La partición no se encuentra en principio, sometida a la obligación de evicción
y saneamiento.
Según el art. 1056,2º "el padre que en interés de su familia quiera conservar
indivisa una explotación agrícola, industrial o fabril, podrá usar de la facultad concedida
en este artículo disponiendo que se satisfaga en metálico su legítima a los demás
hijos". La ratio legis de la norma tiene por objeto la continuidad de una explotación
agraria o de una empresa industrial o fabril, cuyo valor se vería seriamente dañado en
caso de división.
El presupuesto inicial de la norma radica en que la explotación agrícola o la
empresa industrial o fabril se encuentre viva.
3. LA ACCION DE DIVISION JEREDITARIA
1. Cuestiones de capacidad
Requiere el art. 1058 que los herederos deben ser mayores de edad y tener la
libre administración de sus bienes, dado el carácter contractual de la partición
convencional.
En las cuestiones de capacidad hay que hacer algunas consideraciones:
- En el caso de que hayan sido llamados a herencia menores de edad que se
encuentran representados por los titulares de la patria potestad, aquellos estarán
representados por sus padres, quienes no necesitarán contar con autorización judicial.
- Si entre los progenitores y los menores de edad hubiere conflicto de intereses,
será necesaria la designación del defensor judicial.
- En el supuesto de inexistencia de progenitores, habiéndosele designado tutor o
curador a los menores de edad, cualquiera de tales cargos tuitivos necesitará contar
con autorización judicial para realizar la partición.
- Respecto a los menores emancipados, gozan de plena capacidad para
intervenir por sí mismos de la partición convencional.
- La partición que, en nombre de los incapacitados, lleve a cabo el tutor o
curador necesitará autorización judicial previa y aprobación posterior.
- Igualmente necesitará autorización judicial para partir el representante legítimo
del ausente.
1. La partición judicial
3. La partición arbitral
http://www.uned-derecho.com
TEMA 36
LA COLACION
Colación; El heredero forzoso, que concurra con otros que también lo sean a
una sucesión, deberá traer a la masa hereditaria los bienes o valores que hubiese
recibido del causante de la herencia, en vida de éste, por dote, donación u otro título
lucrativo para computarlo en la regulación de las legítimas y en la cuenta de partición.
1. Concurrencia de legitimarios
4. Ámbito de la colación
El Código regula cuáles son las liberalidades que quedan sujetas a colación y
cuáles están exentas. Como regla, cualesquiera liberalidades realizadas en vida del
causante y a título gratuito deben considerarse liberalidades colacionables.
El propio art. 1035 permite considerar integradas dentro de las liberalidades
colacionables cualesquiera transferencias patrimoniales que, a título gratuito, hubieren
beneficiado o enriquecido al heredero forzoso en vida del causante. Resulta, pues,
indiferente que la transmisión gratuita haya consistido en una donación o en cualquier
otro acto o contrato que tuviere como beneficiario al heredero forzoso.
2. Las liberalidades exentas de colación
El art. 1045 afirma que "no han de traerse a colación y partición las mismas
cosas donadas o dadas en dote, sino su valor al tiempo de la donación o dote, aunque
no se hubiese hecho entonces su justiprecio". El aumento o deterioro posterior a la
donación, y aún su pérdida total, causal o culpable, serán a cargo y riesgo o beneficio
del donatario.
2. Efectos de la colación
LA PRÁCTICA DE LA PARTICION
1. LA PRÁCTICA DE LA PARTICION
Antes de analizar las distintas operaciones particionales, hay que referirse al caso
de que hubiere algún nasciturus interesado en la herencia.
Nuestro Código se refiere esta materia en los arts. 959 y ss.
La aplicación de tales preceptos parece imponerse en todo supuesto en el que
exista un concebido que pueda tener derecho a la herencia, con independencia de que
su madre sea viuda del causante o, por el contrario, no tenga relación matrimonial
alguna con él.
El efecto fundamental que provoca la existencia de un concebido que pueda tener
derecho sobre una herencia abierta y en trámite de división es la suspensión de la
partición (art. 966) "La división de la herencia se suspenderá hasta que se verifique el
parto o el aborto o resulte por el transcurso del tiempo que la viuda no estaba encinta".
Esta medida tiene por objeto de la partición no se comience hasta el momento en
que se determine si el nasciturus llega a nacer cumpliendo los requisitos del art. 30 CC
y siendo, por tanto, un heredero más.
1. Inventario y avalúo
2. Liquidación
http://www.uned-derecho.com
2. La evicción y el saneamiento
5. LA INEFICACIA DE LA PARTICION
7 LA RESCISION DE LA PARTICION
3. Efectos de la rescisión
partición por lesión, sino que se complete o adicione con los objetos o valores
omitidos.