CONSECUENCIAS DE LA FALTA DE SOCIALIZACIÓN

Para ejemplificar la falta de socialización podemos tomar el caso de los

denominados “niños fiera”: niños que fueron encerrados en buhardillas o
tuvieron madres hostiles y, por lo tanto, no crecieron normalmente; tienen todas
las características que solemos atribuir a los animales.

Estos niños no saben hablar, andan a gatas, tienen temor y se muestran

hostiles. Muerden como perros salvajes. Uno de los casos más famosos fue el
de Ana, niña que permaneció encerrada durante muchos años. Cuando fue
liberada la llevaron a la Universidad de Chicago donde fue tratada con otros
niños que tenían los mismos comportamientos, es decir, actuaban como
“bestias”.

Durante un año hubo un miembro del equipo de trabajo que necesitó

curaciones por las mordidas que recibía de Ana, pero también del resto de los
niños que ahí se encontraban que solían mostrar los dientes cuando estaban
enojados o molestos. Además, preferían la comida cruda, en particular las
verduras. Algunos de estos niños, cuando veían a otros animales,
reaccionaban como si hubieran encontrado a un amigo muy querido, a quien no
veían desde hace tiempo.

Una niña, por ejemplo, se entusiasmaba en extremo cuando veía a un perro.

Mostraba un fuerte deseo de correr hacia a él y gritaba o aullaba como un
animal. Además, andaba a gatas, saltaba como un perro bajando la cabeza y
haciendo ademanes de morder.

Aun cuando Ana compartía la fisiología y herencia genética de los demás seres
humanos, carecía de las características que la gente necesita para funcionar
como miembro de una sociedad, por ejemplo:

 Carecía de valores culturales, normas o creencias.

 No entendía los símbolos culturales, especialmente el lenguaje como
instrumento de interacción humana.
 Tampoco podía representar papeles sociales, que son patrones de
comportamiento social básico.
 No participaba en los procesos institucionales de la sociedad en
general: trabajo, educación, política y religión.

Existen habilidades importantes que vinculan a la persona individual con el

mundo social en su totalidad, que no son heredados sino aprendidos mediante
la interacción. Por ello, Ana no era del todo humana porque no le habían
enseñado a ser humana. Su familia había descuidado tareas de socialización,
que es el proceso que sirve para transmitir la cultura a los hijos y prepararlos
para que se vinculen a las instituciones sociales.

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Ana, por un lado, debe comprender valores culturales, conocimientos y
creencias que emplea la gente para gobernar su vida social y que se expresan
en símbolos; por otro, se tiene que ver ligada a una estructura institucional a
través de papeles que se aprenden en el ámbito del trabajo, la política y la
educación.

Este proceso de enseñanza se denomina socialización y la familia es el

agente crítico de la socialización.