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ESARROLLO LOCAL:

TEORÍA Y PRÁCTICAS
SOCIOTERRITORIALES
José Lema Labadie
Rector General

Javier Melgoza Valdivia


Secretario

Óscar Monroy Hermosillo


Rector

Roberto Eduardo Torres-Orozco Bermeo


Secretario

Pedro C. Solís Pérez


Director de la División de Ciencias Sociales y Humanidades

Juana Juárez Romero


Jefa del Departamento de Sociología

Gustavo Leyva Martínez


Coordinador General del Consejo Editorial
de la División de CSH

La elaboración y la publicación de esta obra fueron posibles gracias


al financiamiento del Programa Integral de Fortalecimiento institucional
de la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica
de la Secretaria de Educación Pública.

Cuerpo Académico: Estudios Socioespaciales


Responsable: Dr. Horacio Mackinlay Crohman
ESARROLLO LOCAL:
TEORÍA Y PRÁCTICAS
SOCIOTERRITORIALES

Rocío Rosales O r t e g a
Coordinadora
Esta investigación, arbitrada por pares académicos,
se privilegia con el aval de la institución coeditora.

Primera edición, diciembre del año 2007

©2007
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
UNIDAD IZTAPALAPA
ISBN 970-31-0590-4
978-970-31-0590-8 UAM-I

©2007
Por características tipográficas y de diseño editorial
MIGUEL ÁNGEL PORRÚA, librero-editor

Derechos reservados conforme a la ley


ISBN 978-970-819-050-3

Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del


contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autori-
zación expresa y por escrito de los editores, en términos de lo así
previsto por Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, por los
tratados internacionales aplicables.
ROCÍO ROSALES ORTEGA

Introducción

DESARROLLO LOCAL: UN CAMINO


PARA LA INVESTIGACIÓN EN LA RELACIÓN
TERRITORIO Y ACTORES SOCIALES

E N LA DÉCADA delos noventa los estudios de desarrollo local o


desarrollo endógeno adquirieron una creciente importancia
ante el fracaso de las políticas regionales que se habían instru-
mentado en años anteriores. El antecedente más inmediato se
vincula, con el predominio de la relación desarrollo-crecimiento
económico mediante el cual las políticas de desarrollo regional privi-
legiaron el crecimiento económico de las regiones para fomentar el
crecimiento económico de los países (Méndez, 1997).1 Para su-
perar las grandes dificultades y fracasos de la planeación regional,
se han elaborado nuevas propuestas de desarrollo territorial en
donde la escala local recibe cada vez mayor atención.
El tema del desarrollo local o desarrollo endógeno permite
analizar bajo una nueva óptica la relación entre desarrollo-calidad
de viday actores sociales, sobre la base de una crítica del predominio
de la visión del crecimiento económico en la planeación nacional
y regional. El estudio de lo local cuestiona y propone nuevas re-
laciones de análisis y de organización en la planeación territorial
en donde la interrelación economía-sociedad se asume como una
relación indisociable que tiene múltiples consecuencias en la orga-
1
Las políticas de desarrollo regional respondieron a la lógica de las políticas de desarro-
llo instrumentadas a nivel internacional en los países considerados "subdesarroUados", en su
caso, el objetivo consistió en promover el crecimiento económico-sectorial de las regiones
deprimidas, dejando de lado, las características sociales que singularizan a los territorios.

5
nización de la vida de las comunidades. En este sentido, los es-
tudios de desarrollo local continúan impulsando la visión inter-
disciplinaria que caracterizó a los estudios regionales, pero con un
mayor énfasis en los procesos e implicaciones sociales de su ins-
trumentación. Por esta razón, los estudios de desarrollo local están
incorporando una agenda de investigación en donde los temas de
desarrollo económico, innovación, gobiernos locales, género y medio ambien-
te, adquieren mayor relevancia desde la territorialidad, entendida
como la estrecha relación del quehacer cotidiano de los grupos
sociales en sus lugares de origen.
A continuación realizamos una revisión sobre los anteceden-
tes que convergen en los debates que han dado lugar a los estudios
de desarrollo local, en este sentido, resaltamos los diversos temas
que han sido incorporados a su agenda de trabajo y reflexiona-
mos sobre las bondades o limitaciones de esta propuesta de aná-
lisis. Esta reflexión, sirve de guía para la comprensión de las ca-
racterísticas y aportaciones de los diversos capítulos que integran
este libro.

DEL DESARROLLO COMO CRECIMIENTO ECONÓMICO


A LA PROPUESTA DE LAS CAPACIDADES HUMANAS

EN UN contexto de inestabilidad económica y social generada por


dos guerras mundiales, los políticos y economistas de los años
cuarenta y cincuenta se interesaron por reorganizar a las socieda-
des a través del impulso del crecimiento y la estabilidad econó-
mica. El concepto de desarrollo se identificó primordialmente como
sinónimo de crecimiento económico, que consistió en la explota-
ción y aprovechamiento de los recursos naturales y materiales
medidos por medio del producto interno bruto. Las teorías del
desarrollo llegaron a explicar la organización de las sociedades
como un proceso de evolución lineal en donde cada sociedad era
susceptible de conformarse como sociedad de consumo de masas
después de atravesar diversas etapas de formación (Rostow, 1961).
De hecho, el término "desarrollo" adquirió el significado de
evolución, de tal manera que, los países desarrollados eran aque-

6
llos que habían evolucionado en diversas facetas, económica,
social, política y cultural. Así, el estudio de la evolución de los
países desarrollados era prácticamente un quehacer obligado para
todos aquellos que querían comprender y promover el desarrollo.
La propuesta de desarrollo como crecimiento económico se
vincula de manera directa con el discurso de la modernidad que
venía elaborándose en las ciencias sociales en donde el positivismo,
con diversos matices, continuaba impulsando una visión unilineal
y homogeneizadora de las formas de organización social cada vez
más ajustadas y dirigidas a la lógica racionalizadora eurocéntrica.
El desarrollo se había convertido en una certeza o destino mani-
fiesto, una forma de representarse que guiaba a las sociedades, sólo
era cuestión de tiempo la llegada al objetivo deseado, no había
espacio para la diversidad de posibles caminos a seguir (Escobar,
1999).
Con el predominio del discurso del desarrollo como una visión
de mundo, su contraparte, el subdesarrollo, se convierte en un
pretexto de intervención, modificación y cambio de aquello que
no mostraba ser moderno y por lo tanto desarrollado. En la cons-
trucción del discurso desarrollista se recrean divisiones y clasifica-
ciones que no sólo fortalecen el ejercicio del poder sino su dife-
renciación espacial, todo ello a través de la clasificación de Primer
y Tercer Mundo. Ante las dificultades que se experimentaban por
alcanzar el desarrollo en todos los países, el tema del subdesarro-
llo se convierte en un proceso que también exige una explicación,
clasificación y por qué no, también una medición. En este sentido
el concepto de desarrollo se convierte en una visión de mundo (teo-
rías, conceptos y técnicas) que define un discurso político-cultural
así como sus formas de representación (Escobar, 1999).
A finales de la década de los cincuenta, G. Myrdal criticó la
existencia del equilibrio estable como principio rector del sistema
social en su conjunto y del económico en particular. De acuerdo
con ello, presentó una visión más dinámica de los procesos socia-
les como elementos en continua interrelación que podían generar
relaciones causales circulares, similares a la noción de círculo vi-
cioso. Por lo tanto, consideró necesario matizar "el factor econó-

7
mico" como elemento determinador del proceso de desigualdad
social. Con base en estos argumentos, explicó la situación de los
países subdesarrollados como consecuencia de un proceso de
"causación acumulativa", o circulo vicioso, en donde la condición
de subdesarrollo de éstos no sólo se debía a sus problemas de pobre-
za sino al papel que también tienen los países desarrollados en el
intercambio económico con los países subdesarrollados (Myrdal,
1957).
La teoría de la dependencia o del intercambio desigual, basada
en la obra de Gunder Frank (1970), Cardoso y Faletto (1969) y
Amin (1975), explicó la desigualdad entre países desarrollados
y subdesarrollados como producto de un intercambio económico
en donde se generaban diferencias entre países centrales y perifé-
ricos debido a la especialización económica que cada país establece
en el conjunto del funcionamiento del capitalismo. Los centros
reúnen las funciones dominantes ligadas a los sectores motrices, en
donde un alto volumen de ocupación e inversión de capital se tra-
duce en mayores empleos y elevados niveles de renta y bienestar.
Por el contrario, las periferias se identifican con territorios especia-
lizados en funciones subsidiarias y de escaso crecimiento. Las
contraposiciones entre las exportaciones de productos primarios
o manufacturas simples por parte de las periferias, frente a la de
bienes de capital y servicios avanzados por parte de los centros,
constituye uno de los mayores exponentes del intercambio asi-
métrico (Méndez, 1997: 341-345, Parella, 2003). Para la década
de los años setenta, esta propuesta encontró una interpretación
renovada a través del enfoque de "sistema mundo" elaborado por
Wallerstein.
Mientras tanto, en la década de los sesenta se formaron dos
propuestas teórico-metodológicas para estudiar la interrelación entre
desarrollo y subdesarrollo, por un lado se encontraba la prop>ues-
ta de la economía social sobre el estudio del bienestar de la po-
blación, en donde se incorporó el estudio de la calidad de vida a
través de indicadores subjetivos y objetivos de las condiciones
necesarias para la reproducción de los hombres (Méndez, 1997:
329), por otra parte, la economía política generaría la discusión

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y análisis de las condiciones de marginación, la cual analizaba el
déficit en las condiciones materiales de vida (características de la
vivienda, alimentación, escolaridad y salario) de la población.
Como podemos observar, cada una de ellas brindaba un diferen-
te énfasis a los indicadores de medición de las condiciones de
vida de la población.
La deconstrucción del concepto de desarrollo tiene diversos
caminos, que continuaron debatiéndose en la economía así como
en otras disciplinas. A finales de la década de los sesenta el econo-
mista Dudley Sear inició el cuestionamiento sobre el concepto de
desarrollo al reconocer que el "desarrollo es un concepto norma-
tivo, lleno de juicios de valor" (citado por Boisier, 1999). Mientras
tanto otros investigadores realizaron un trabajo de deconstruc-
ción de las palabras claves del discurso desarrollista, tales como
mercado, planeación, población, medio ambiente, producción,
igualdad, participación, necesidad y pobreza (Escobar, 1999). El
movimiento feminista, también contribuyó al cuestionamiento
del desarrollo como crecimiento económico, al resaltar el olvido de
las mujeres en la incorporación diferenciada de las políticas ins-
trumentadas por las diversas agencias desarrolladoras. Sus críti-
cas se fundamentarían en diversas posiciones político-culturales
las cuales girarían desde un llamado superficial a la incorporación
de la mujer en el conjunto de las políticas de desarrollo (surgimien-
to de la propuesta MED, Mujeres en el Desarrollo) hasta el cuestio-
namiento teórico-político sobre lo que se define como desarrollo
y por lo tanto, el papel de la mujer y el hombre como agentes
sociales en la realización del mismo (Escobar, 1999; Kabeer, 1998,
Lansky, 2000a, Lansky, 2000b).
En la década de los noventa, el Programa de las Naciones Uni-
das para el Desarrollo (PNUD), influenciado por las ideas de los
economistas Amartya Sen, Mahbub ul Haq y Richard Jolly, entre
otros, introduce una nueva concepción y método de medición del
desarrollo, por medio del concepto de Desarrollo Humano (Boisier,
1999, Nussbaum, 2002). Esta nueva propuesta considera tres
componentes importantes del desarrollo humano: calidad de vida,
longevidad y nivel de conocimiento. Estas dimensiones analiza-
9
das de manera conjunta con los indicadores de las condiciones
sociales de la población pretenden proporcionar una visión sobre
las condiciones de desarrollo de las poblaciones.
En esta misma línea de reflexión y cuestionamiento sobre la
formas de expresión y de logro del desarrollo, la propuesta de Sen
encontró nuevas aportaciones a través del trabajo de Martha
Nussbaum a partir del enfoque de las capacidades humana, que con-
siste, de acuerdo con la autora ".. .en aquello que la gente es real-
mente capaz de hacer y de ser, de acuerdo a una idea intuitiva de la
vida que corresponda a la dignidad del ser humano" (Nussbaum,
2002: 32). A partir del análisis de las condiciones de desigualdad
en las que las mujeres han vivido, Nussbaum, considera que es nece-
sario volver a reflexionar sobre la igualdad, tema que en la década
de los ochenta las feministas criticaron y abandonaron por el
énfasis al reconocimiento de las diferencias.
En este sentido, Nussbaum elabora un marco normativo am-
plio, el cual se constituye por un conjunto de condiciones que nos
caracterizan como seres humanos, al mismo tiempo que permi-
ten incorporar la diversidad de formas culturales de las sociedades
actuales. Así, la autora propone, a diferencia de Sen, 10 capaci-
dades centrales para el funcionamiento humano: 1. Vida; la capa-
cidad de tener una vida humana de extensión normal, 2. Salud
corporal; la capacidad de tener buena salud, incluyendo la salud
reproductiva, 3. Integridad corporal; la capacidad de moverse libre-
mente de un lugar a otro, 4. Sentidos, imaginación y pensamiento; la
capacidad de utilizar los sentidos, la imaginación y la razón, de mane-
ra humana, 5. Emociones; la capacidad de vincularse con cosas
y personas fuera de uno mismo, 6. Razón práctica; la capacidad de
plantear una concepción del bien y de reflexionar críticamente
de la vida propia, 7. Afiliación, dividida en a) capacidad para vivir con
y hacia otros, b) la capacidad de ser dignificado, 8. Otras especies;
la capacidad de vivir con cuidado con relación a otras especies y
con el mundo, 9. Juego; la capacidad de reír, jugar y disfrutar de
actividades recreativas, 10. Control del propio entorno, conformado por
a) lo político como la capacidad de elecciones políticas que go-

10
biernen la propia vida y b) lo material como la capacidad de tener
propiedad (Nussbaum, 2002: 120-123).
En términos generales, la propuesta sobre las capacidades
humanas implica un cambio radical en la concepción y reflexión
sobre el desarrollo y las políticas que podrían instrumentarse para
lograrlo. En primera instancia, la propuesta parte de un marco
filosófico en donde se recupera la perspectiva ética de la conviven-
cia humana, concibiendo a las personas no como medios para
"alcanzar" el desarrollo sino como fines en sí mismos. "De ese
modo, adopto un principio de la capacidad de cada persona, basa-
do en un principio de cada persona como fin" (Nussbaum, 2002:
33). Así también, recupera el argumento de la igualdad como uno
de los ejes fundamentales en la búsqueda del desarrollo.
De esta forma, las propuestas del desarrollo humano y el en-
foque de las capacidades humanas, han contribuido a una mayor
apertura sobre la construcción de los mecanismos de participación
social para promover el desarrollo así como a la creciente consi-
deración de elementos subjetivos, en oposición a los estudios
cuantitativos, impulsados inicialmente. En este contexto, el de-
sarrollo local se enriquece y es producto de la interacción de estos
recientes debates.
Junto con esta visión general sobre los debates en torno al
concepto de desarrollo, es necesario profundizar sobre los ante-
cedentes del desarrollo local. El camino que elegimos, parte de la
relación que se ha establecido entre los distritos industriales y el
desarrollo local, para aclarar las coincidencias y las nuevas ver-
tientes que el enfoque del desarrollo local ha generado por sí
mismo.

DISTRITOS INDUSTRIALES Y DESARROLLO LOCAL:


COINCIDENCIAS Y DIFERENCIAS

EN EL ESTUDIO de la relación entre economía y territorio, durante


muchas décadas predominó la propuesta de la economía espacial
la cual incorporaba al espacio como un problema de distancia,
entre el lugar de origen de la producción y los mercados en don-

11
de se distribuían y vendían las mercancías (Claval, 1980). Esta
visión neoclásica de la relación de la economía con el territorio
concentró su atención en la distancia entre los diferentes factores
de la producción; tierra, capital y trabajo, dejando en una especie de
caja negra las razones por las cuales algunas actividades industria-
les prosperaban mientras que otras fracasaban.
En la continua búsqueda que hasta hoy día se realiza para cono-
cer los factores que favorecen el éxito del crecimiento industrial
(y por lo tanto, económico), el concepto de economías de aglo-
meración proporcionó, en su momento, una explicación de la cre-
ciente formación de núcleos urbano-industriales primero en los
países industrializados y posteriormente en los países en vías de
desarrollo. El concepto de aglomeración a fin de cuentas conti-
nuó reproduciendo la idea de que la disminución de la distancia
entre los múltiples factores de la producción eran la clave para el
impulso del crecimiento económico (Richardson, 1978).
Durante las décadas de los sesenta y setenta, la planeación
regional latinoamericana se apoyó en estos principios que -se
pensaba- favorecerían el crecimiento económico de las regiones
(De Mattos, 1986). No fue sino hasta finales de la década de los
ochenta que el estudio de los distritos industriales italianos, con
base en la revisión de los trabajos de Marshall, inició una nueva
forma de analizar el crecimiento económico-territorial sobre la
base de una diferente concepción de la relación entre economía,
territorio y sociedad. A pesar de la vigencia de las teorías de la
localización industrial, nuevos elementos han contribuido a flexi-
bilizar los criterios de análisis de localización empresarial, tales como:
1. una mayor flexibilidad en la elección de localización y por lo
tanto, una cierta ubicuidad espacial, 2. pérdida de la influencia
de los factores clásicos de producción, y 3. preeminencia de los
factores cualitativos -o de las externalidades desde el punto de
vista de la economía- sobre los cuantitativos. Estos factores cua-
litativos se clasifican a la vez como; calificación de la mano de
obra, capacidades de innovación e investigación, entorno progre-
sivo y capacidades organizativas (Pracedo y Villarino, 1992:17-20).

12
Los trabajos de investigación sobre los distritos industriales (DI)
realizados por Piore y Sabel (1990), Bagnasco (1991), Beccatini
(1989, 1994),Amin y Robins (1991), y Fukuyama( 1996), resal-
taron el carácter particular que las relaciones sociales espacial-
mente construidas en un contexto histórico-cultural proporcio-
nan a la construcción de redes de producción industrial en donde
las relaciones sociales estudiadas a través de la conformación del
capital social y la confianza han contribuido grandemente en la
organización industrial de algunas regiones "ganadoras" o mejor
dicho, en regiones que han sido capaces de incorporarse a la com-
petencia mundial. La noción de capital social ha sido principal-
mente difundida a través del trabajo de Putnam (1993), Making
democracy work. Civic traditions in modern Italy.2 Desde la sociología
estadounidense Putnam 3 estudió la formación histórica de los
valores culturales, la conciencia cívica y las instituciones en el
norte de Italia en comparación con el sur, en su investigación
señala que el concepto de capital social se constituye de tres
elementos: a) el grado de confianza existente entre los actores
sociales de una sociedad, b) las normas de comportamiento cívico
practicadas, y c) el nivel de asociatividad que caracteriza a esa
sociedad (Kliksberg, 2000).
La propuesta de los distritos industriales, retoma el análisis de
Alfred Marshall sobre la conformación de aglomeraciones de pe-
queñas industrias y presta particular atención al concepto de
"ambiente", el cual se refiere a las coincidencias entre la organi-
zación productiva y las características socio-culturales (valores e
instituciones) de algunas comunidades. La compleja relación entre
empresas de diferentes dimensiones a través del equilibrio entre la
competencia y la cooperación, sólo puede explicarse con base en
la conformación histórico-cultural de relaciones entre grupos
2
El concepto fue previamente elaborada por Bordieu (1997) y Coleman (1990). Bordieu
fue el primero en identificar tres tipos de capital que los actores sociales se esfuerzan por
controlar y acumular, el capital económico, el capital cultural y el capital social. En términos
de este autor, el capital social puede entenderse como el conjunto de redes sociales que un
actor puede movilizar en provecho propio.
3
Aunque Putnam ha influido más en la búsqueda de alternativas de desarrollo, tiene
un interés menos instrumental que la propuesta elaborada por sociólogos estadounidenses,
como Coleman (Tomassini, 2000).

13
sociales que comparten una misma identidad político-cultural.
Esta perspectiva se distancia completamente de la economía
neoclásica que había predominado en la geografía económica y
regional para favorecer la conformación de una nueva geografía
económica (Sforzi, 2002) en donde el concepto de espacio social-
mente construido embona perfectamente con una visión más
compleja de las interrelaciones que existen entre el territorio, el
mundo productivo y socio-cultural.
Desde las políticas de desarrollo, el fenómeno que represen-
tan los DI se denomina desarrollo endógeno, que en oposición a las
teorías clásicas de desarrollo económico cambia el énfasis de lo
funcional (sectores económicos) a lo territorial (Garófoli, 1994).
Desde esta perspectiva el desarrollo se analiza como consecuencia
de la interrelación entre factores económicos y extraeconómicos
(instituciones, cultura, valores y relaciones sociales). Esta visión
del desarrollo económico revaloriza la incidencia de lo geográfico
sobre lo económico, aceptando una visión más compleja de la
interrelación entre espacio y estructura social, factores que resaltan
las particularidades de las formas de organización de la produc-
ción en las localidades (Mendez, 1997).
Aunque las investigaciones sobre los DI han impulsado la
posibilidad de pensar el progreso industrial de manera diferente al
pensamiento clásico económico, e inició interesantes reflexiones
sobre la interrelación entre organización industrial, territorio y
cultura, así como promovió la reconsideración de nuevas políticas
de desarrollo económico, también han sido varias las objeciones y
problemáticas que se han presentado. Así, en un contexto de glo-
balización donde la competencia es un elemento predominante,
existen muchas dudas sobre la capacidad de pervivencia de las
relaciones de cooperación, una vez que se produce la diferencia-
ción social producto del éxito económico de las regiones. También
se cuestiona el equilibrio productivo entre empresas de diversos
tamaños, los niveles de desconcentración entre estas empresas,
así como la equilibrada expansión y difusión de las actividades de
innovación, producto nuevamente del éxito económico (Becattini,
1988-1989; Amin y Robins, 1991).

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El medio innovador:
la organización empresarial y el ámbito local

Desde el punto de vista territorial, la propuesta de los distritos


industriales introduce el tema de la innovación aunque de mane-
ra superficial, no es sino con el Groupe de Recherche Europeen
sur les Milieux Innovateurs (GREMI) que el tema entra de lleno con
una perspectiva que rebasa el ámbito de la empresa para analizar la
innovación como producto de un continuo intercambio y discusión
de la información promovido por la cercanía espacial y cultural de
las interrelaciones sociales históricamente integradas. De acuer-
do con esta propuesta, el aprendizaje es un proceso colectivo que
se realiza a través de diferentes direcciones...:

1) movilidad de (la) fuerza laboral especializada dentro del


mercado de trabajo local, 2) interacción organizacional y tec-
nológica con proveedores y clientes, 3) imitación e "ingenie-
ría reversa" (reverse engineering) de aplicaciones exitosas de tec-
nologías generales, 4) intercambio informal de información por
medio de los llamados "efectos de cafetería", y 5) servicios
complementarios y especializados de información (Helmsing,
2002).

El medio local facilita y promueve los vínculos entre empresas,


fomenta la cooperación y disminuye el comportamiento oportu-
nista que busca el beneficio individual generando en consecuencia
una importante reducción de la incertidumbre en la realización de
las transacciones comerciales.
El grupo francés sobre dinámicas de proximidad (Gilly y Torre,
2000, citado por Méndez, 2002) presto más atención a la con-
formación de redes susceptibles de construirse por su proximidad
física, funcional y cultural como los elementos conformadores de
un medio innovador. En esta propuesta, "la red se define como un
conjunto cerrado de vínculos seleccionados y explícitos, con socios
preferenciales en el espacio de activos complementarios y relacio-
nes de mercado de la empresa, que tiene como propósito la reduc-

15
ción de la incertidumbre estática y dinámica" (Camagni, 1991; cita-
do por Helmsing, 2002: 43). Esta red de relaciones sociales es la
responsable de la generación de un ambiente de confianza en
donde los riesgos y los beneficios son compartidos por los miem-
bros que la integran. Otra perspectiva de estudio de la innovación,
se desarrolló a través del estudio de los sistemas nacionales y
regionales de innovación, la cual incorpora a una serie de actores
que predominantemente se encuentran agrupados en instituciones
de investigación y de difusión de las innovaciones al mundo de
la producción y el consumo (Méndez, 2002). En términos gene-
rales, el estudio de la innovación ha rebasado el ámbito puramen-
te empresarial para reconocer e incorporar una combinación más
compleja entre formas de organización empresarial, cultura labo-
ral y características socio-culturales de las localidades. Nueva-
mente el reto consiste en interrelacionar los diversos elementos
que se interconectan entre la economía y las relaciones sociales que
favorecen los procesos de innovación en lugares que se individua-
lizan por el tipo de interacciones sociales que se han generado
históricamente.

Instituciones y actores locales

Desde los inicios del estudio de los distritos industriales, se reco-


noció el importante papel que tuvieron los gobiernos locales, en
el impulso a la organización económica de las localidades. En el
transcurso de las décadas de los ochenta y noventa, múltiples fac-
tores contribuyeron a recuperar el carácter activos de los actores
locales y de sus instituciones. En el ámbito de la reestructuración
económica experimentada a nivel mundial, el Estado-nación
experimentó importantes cambios que implicaron -sobre todo
para el caso de los países periféricos- nuevas formas de organiza-
ción de la relación política y administrativa entre las diferentes
instancias de gobierno. En un contexto de ajuste económico en
donde el Estado-nación dejó de proporcionar o abandonó sustan-
tivamente su participación en la dotación de servicios públicos y
sociales, la gobernabilidad, se convierte en uno de los temas cen-

16
trales en las formas de interrelación de los distintos niveles de
gobierno (Ziccardi, 1995: 13)
Por la vía administrativa, la descentralización municipal se
convirtió en una política que aunque primordialmente se preocu-
paba por el mejoramiento del manejo de los escasos recursos, de
alguna forma ha promovido por la vía de los hechos el paulatino
fortalecimiento de las localidades en términos de formación de
recursos humanos, gestión de los recursos generados localmente
y mayor interrelación entre gobiernos y ciudadanos (García,
2000; Ziccardi, 1995).
Con la creciente participación de diversos actores sociales, en
la búsqueda de su incorporación en la definición del destino de
sus localidades y regiones, las políticas públicas se han interesado
en las nuevas formas de conformación de la ciudadanía no sola-
mente restringida al ámbito político sino a todas las esferas de
acción social en donde los actores locales se encuentran en con-
tinua construcción de su entorno. En este sentido, las asociacio-
nes de productores, empresarios y diversos actores económicos se
convierten en ejes fundamentales de negociación del desarrollo
económico junto con los gobiernos locales. En términos genera-
les, tres temas han recibieron especial atención para impulsar el
desarrollo económico local; lo relativo a los servicios comunes, la
asociación de productores y la definición de políticas industriales
(Helmsing, 2002: 50). En el primer caso, se han desarrollado diver-
sos acuerdos entre gobiernos locales y empresas en el aprovisio-
namiento de servicios municipales de carácter urbano hasta la
co-administración de centros de innovación. Aunque la asociación
de productores o empresarios, siempre ha tenido una importante
presencia en la negociación con los gobiernos centrales, actualmen-
te han adquirido un papel más protagónico en la búsqueda de
mecanismos que incentiven la producción de sus respectivos
sectores y la generación de beneficios para sus localidades. Final-
mente, en fechas recientes es más frecuente la participación con-
junta de los productores y la administración local en la definición
de las estrategias y objetivos que se desean alcanzar a mediano y
largo plazo.

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La cercanía que proporciona la escala local en la relación
entre ciudadanos y gobiernos, ha abierto una gran diversidad de
políticas sociales y económicas en donde los temas de género y
medio ambiente sobresalen y se interrelacionan como problemá-
ticas que adquieren matices individuales dada la heterogeneidad
con la que las localidades se fueron conformando históricamente.
Desde nuestro punto de vista, el enfoque de las capacidades huma-
nas obliga a reflexionar de manera distinta, la potencialidad que
puede adquirir una idea de desarrollo local en un sentido más
amplio.
De esta forma, la planeación de las políticas sociales y econó-
micas exige una mayor consideración de la viabilidad en la ins-
trumentación de una serie de estrategias en donde los habitantes
locales sean reconocidos de acuerdo con sus diferencias de géne-
ro, raza y grupo social. Así también, esta visión coincide con la
propuesta de desarrollo sustentable en donde el medio ambiente,
es un elemento indispensable a considerar en las condiciones y
formas de vida de las sociedades (Morales, 2003).

NUESTRO LIBRO

DE ACUERDO con lo anterior, este libro reúne en gran medida los


debates y experiencias de investigación que se presentaron en el
Coloquio Internacional de Desarrollo Local, Perspectivas Teóricas,
Metodológicas y Experiencias de Investigación, el cual se llevó a
cabo en la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa en
junio de 2005. Los trabajos que aquí se presentan realizan un inte-
resante proceso de análisis teórico y metodológico, -ya sea como
objetivo inicial de los trabajos o como consecuencia de los pro-
blemas concretos que se analizaron en la investigación de cam-
po-, para dar cuenta del espacio local como producto de la multi-
plicidad de interrelaciones que hoy cada vez más constituyen la
vida de los grupos sociales.
El primer apartado sobre teoría y metodología, reúne seis
trabajos que además de ilustrarnos sobre los antecedentes y ver-
tientes teóricas que han nutrido la conformación del enfoque

18
sobre desarrollo local, contribuyen a la reflexión sobre los retos y
dificultades teórico-metodológicas que existen ante las constan-
tes transformaciones de la realidad social. Los dos primeros capí-
tulos intitulados "Del distrito industrial al desarrollo local" y
"Escala local y desarrollo: significados y perspectivas metodoló-
gicas", realizan una clara exposición sobre dos corrientes de pen-
samiento que han contribuido a la reflexión de lo local. En el
primer capítulo, como su título lo anuncia, el antecedente de los
distritos industriales marshallianos y la creativa reelaboración de
economistas y geógrafos italianos, son los principales ejes de argu-
mentación para profundizar la comprensión del desarrollo local
más allá de su expresión económica y vincularse con preocupa-
ciones más filosóficas generadas por el interés en las capacidades
humanas. En el segundo capítulo, la renovada importancia de lo
local se explica dentro de los cambios experimentados por la geo-
grafía regional, en un momento en donde la globalización parecía
borrar las diferencias socio-culturales de los territorios. En este
capítulo, la geografía crítica inglesa es una de las fuentes que con-
tribuyen a replantear la configuración de las relaciones sociales,
espacialmente articuladas en diversas escalas interrelacionadas
pero que mantienen la especificidad de las localidades.
El capítulo intitulado "Los conceptos de jerarquía y heterar-
quía en el análisis del desarrollo local", muestra la forma como la
propuesta sobre redes, no solamente enriquece el análisis del ámbi-
to local, sino que además complementa los enfoques sobre com-
petitividad sistémica y gobernanza local, vinculados con el estudio
de los mecanismos institucionales que forman parte del desarro-
llo local. Mientras tanto, en el capítulo intitulado "El desarrollo
local como método de análisis: los claroscuros de la complejidad",
se analizan algunas propuestas teórico-metodológicas del desarrollo
local, para con base en la comparación de coincidencias, diferen-
cias y aportaciones, contribuir al reconocimiento de los atributos,
factores y características más relevantes a considerar en la instru-
mentación de proyectos de desarrollo local En el último capítulo
de esta parte, intitulado "Municipio y desarrollo local en la ofer-
ta de cooperación internacional: posibilidades y limitaciones", se
19
evalúan los cambios y los retos teórico-prácticos que significan
las diversas formas de cooperación internacional para el desarro-
llo de los municipios, identificados en este caso como una de las
formas de expresión de lo local.
Dos temas recurrentes que unen a los trabajos de carácter teó-
rico como a las investigaciones que se nutren de experiencias con-
cretas, son; por un lado, la continua reflexión sobre lo local como
expresión de una geometría variable definida de acuerdo con las rela-
ciones sociales constituidas a través de la historia, pero en conti-
nua interrelación con relaciones sociales organizadas en diferentes
escalas. Por otra parte, la presencia de metodologías cualitativas para
la comprensión más detallada de las percepciones y motivaciones
de los actores locales estudiados.
En la segunda parte, denominada "Prácticas sodoterritoriales:
los estudios de caso", reunimos diversos trabajos que tienen varios
puntos de intersección, algunos de ellos son; 1. la participación
económica de la mujer y las transformaciones familiares y socio-
territoriales que genera; 2. los retos que implica la transforma-
ción de las prácticas sociales ante la incorporación de innovacio-
nes y sus implicaciones en la vida de las comunidades; 3. cambios
en las formas de interrelación entre la producción agrícola o ma-
nufacturera, como consecuencia de nuevas relaciones económi-
co-sociales a escala regional e internacional; 4. la transformación
de las formas de organización y expresión política tanto en espa-
cios rurales como urbanos; y 5. nuevas formas de organización
social que la migración ha generado en el territorio mexicano así
como también, en Estados Unidos.
Así, de acuerdo con la diversidad de problemáticas que abor-
dan estos capítulos, es posible decir que los estudios de desarrollo
local han adquirido mayor relevancia en el ámbito académico y
de instrumentación de políticas públicas, en la medida que mues-
tra mayores posibilidades para la comprensión de las heterogé-
neas características y demandas de la población. En gran medida,
el estudio del espacio local, exige una mayor vinculación entre
disciplinas y metodologías, lo que facilita el camino a una inves-
tigación cada vez más transdisciplinaria en donde el estudio de

20
la relación territorio, sociedad y economía se acerca a la comple-
jidad que la realidad social ha mostrado siempre.
Aunque no es posible decir que existe una marco teórico expre-
samente formulado por el desarrollo local, debemos reconocer que
en el conjunto de los diversos enfoques que coinciden en su aná-
lisis -algunos de ellos abordados en este libro-, un elemento carac-
terístico es la interrelación entre territorio y actores locales.

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23
Debates y reflexiones teóricas
FABIO SFORZI*

Del distrito industrial al desarrollo local

LOS TÉRMINOS DE LA CUESTIÓN

E L TEMA DE ESTE capitulo, la relación entre distrito industrial


y desarrollo local, puede tratarse de muy diversas maneras.
Quizá la más natural sea aquella que surge del concepto de dis-
trito industrial, es decir, la que describe los procesos distritales
básicos y la que, finalmente, muestra cómo todo esto lleva a de-
finir algunos elementos útiles para la generación de una teoría
del desarrollo local.
Algunos estudiosos han desarrollado esta línea de investigación
de manera totalmente satisfactoria: por ejemplo, Marco Bellandi
(2003). Obviamente, también lo ha hecho Giacomo Becattini
quien, en el año 2000, publicó un libro con el mismo título de esta
ponencia (Becattini, 2000b). La "escuela florentina" (Becattini-
Bellandi-Dei Ottati-Sforzi) también publicó una compilación de
ensayos con el mismo título (Becattini et al, 2003).
Mi labor, entonces, podría consistir en resumir todo lo que ya
se ha escrito y darle un sello personal. Sin embargo, no procederé
de este modo, pues estoy convencido de que para desarrollar el
tema de este trabajo es necesario hablar primero de desarrollo local
y después explicar la manera en que el distrito industrial puede
ayudarnos a dar consistencia teórica al desarrollo local.
La extensión de este capítulo no me permite desarrollar am-
pliamente las razones que motivaron esta elección y, por consi-

*Una versión diferente, en italiano, de este trabajo fue presentada en la Escuela de


Verano sobre el Desarrollo Local, Artimino (Italia), el 12 de septiembre de 2005. Traducción
del italiano de Vania Galindo Juárez, revisión de Mónica Portnoy.

27
guiente, fijar con la precisión necesaria los términos que el tema
requiere. Muy brevemente, menciono que dichas razones se ubi-
can entre dos límites: por un lado, qué es el distrito industrial y por
el otro, qué es el desarrollo local.
Sabemos bien lo que es el distrito industrial, pero también sabe-
mos que es posible hacer diversas lecturas de él. Las literaturas
italiana e internacional lo demuestran. Es necesario aceptar que
los investigadores pertenecientes a tradiciones culturales o disci-
plinarias distintas hacen una lectura distinta de la que nosotros
consideramos como ortodoxa. De aquí surge la necesidad de ex-
traer del distrito industrial la naturaleza profunda de su mensaje
teórico para liberarlo de las coyunturas históricas que permitieron
su consolidación en la teoría y en la práctica. Se trata de una
operación a la que se puede aspirar en la actualidad debido a que
el distrito ya se consolidó en el campo científico, y se convirtió
tanto en un instrumento de política industrial (en Italia, gracias
a las normas legales) como en una posibilidad de desarrollo socioe-
conómico (para los países en transición o en vías de desarrollo, gra-
cias a las políticas de cooperación internacional).
Aunque ya sabemos qué es el distrito industrial, no sabemos
muy bien qué es el desarrollo local. El distrito industrial es un concepto
que nació en el campo de la economía política y se difundió sucesi-
vamente a otros campos disciplinarios, con las variantes interpreta-
tivas a las que anteriormente hice alusión. En cambio, el desarrollo
local no nació en el campo de la economía del desarrollo. Por lo
tanto, si hojeamos un manual de economía del desarrollo encontra-
remos la definición de desarrollo económico y la de desarrollo huma-
no (PNUD, 1990), pero no encontraremos la definición de desarrollo
local (véase por ejemplo, Boggio y Seravalli, 2003).
En Italia el desarrollo local nació como un proyecto interdis-
ciplinario en el campo de la investigación económico-social (Be-
cattini y Sforzi, 1994). Esto significa que no pertenece a ninguna
disciplina en específico; en este hecho reside tanto su fuerza (po-
tencial) como su debilidad (manifiesta). Su fuerza se debe a que
no requiere someterse a ningún vínculo disciplinario en particu-

28
lar: va más allá de los confines disciplinarios pues el desarrollo
local puede definirse de manera ecléctica respecto de la actual
división del saber científico y, con el tiempo, formar una nueva dis-
ciplina. Su debilidad se debe a que no posee un estatuto teórico
reconocido: está a merced de quien lo usa. Por consiguiente, cada
usuario puede dotarlo de su propia inclinación disciplinaria (si se
trata de un académico) o bien de su propia inclinación política (si
se trata de un operador). En esta época, me parece que la debili-
dad prevalece sobre la fuerza. El anclaje disciplinario aleja la
perspectiva de alcanzar una concepción del desarrollo local que
esté fuera de los campos disciplinarios tradicionales. El anclaje
político no se interesa en una fundación teórica del desarrollo local
que, por el contrario, conduciría a una teoría y una práctica cohe-
rentes. Los operadores se interesan en las buenas prácticas, tout-court
(a secas). En cierto sentido, de acuerdo con el perfil teórico, el
desarrollo local sigue siendo un concepto inconcluso. Si debemos
darle crédito a la mayoría de las definiciones de desarrollo local
que circulan en Italia y en el mundo, entonces se trata de una
estrategia de política territorial.
La asimetría conceptual existente entre el distrito industrial y
el desarrollo local hace que su nexo teórico sea ambiguo. Siguien-
do con el caso de Italia, aquí se pasa de un extremo al otro: de
una identificación sustancial entre el desarrollo local y los distri-
tos industriales (Signorini, 2000) a la afirmación de que los dis-
tritos industriales únicamente representan una de las formas
posibles de desarrollo local (Trigilia, 2005). De este modo, la con-
tribución teórica del distrito industrial a la concepción del desarro-
llo local queda en la penumbra: sólo se recurre a las economías
externas.
Lo anterior ha sucedido porque, a diferencia del distrito indus-
trial, el desarrollo local:
- n o se ha expuesto a una indagación teórica que permita obser-
var, con la claridad que se requiere, las semejanzas y las dife-
rencias con el desarrollo económico;
-se convirtió en una estrategia política, incluso antes de que se
definiera su naturaleza conceptual.

29
Entonces, ¿qué hacer? Según mi opinión, primero se debe
tratar de entender qué es el desarrollo local, sin analizarlo desde la
perspectiva del distrito industrial. Después, se debe demostrar de
qué manera el distrito industrial (marshalliano) contribuyó a
concebir el desarrollo local.

¿QUÉ ES EL DESARROLLO LOCAL?

Las definiciones del desarrollo local

El desarrollo local es a la vez un tema de investigación académica


y de interés político que ya se difundió en la mayoría de los países
del mundo. Esto se logró gracias a la acción de los gobiernos nacio-
nales y a la iniciativa de algunas organizaciones internacionales
como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización
de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI). La
iniciativa de estas organizaciones se dirigió a los países en tran-
sición y en vías de desarrollo, donde surgieron varias iniciativas de
desarrollo local fácilmente documentables en sus sitios oficiales.
De hecho, además de manuales para la redacción de los proyectos
que apoyan los programas de desarrollo local (véase, por ejemplo:
World Bank, 2004), también se cuenta con una vasta literatura
sobre las experiencias que hasta ahora se han alcanzado.
En Francia, el desarrollo local se promovió por iniciativa del
gobierno nacional, a través de las acciones de la Delegación para
la Planificación Territorial y la Acción Regional (DATAR), con el
fin de secundar las reivindicaciones autonomistas de las pequeñas
comunidades rurales. En Brasil, el gobierno federal lanzó un
programa de desarrollo local, en 1999, como nueva estrategia para
la disminución de la pobreza (Silva Pires y Dos Reis Filho, 2005).
En el campo académico, con cierta frecuencia se realizan inves-
tigaciones, se organizan conferencias, coloquios y encuentros
sobre desarrollo local, ya sea en Europa o en América. El desarro-
llo local es una materia de estudio en las universidades y, al igual
que sucede en Italia, existen posgrados universitarios que forman

30
"agentes de desarrollo local". En las propuestas científicas, al
igual que en las publicaciones académicas, se tratan los aspectos
teóricos del desarrollo local, pero sobre todo se confrontan expe-
riencias y se realizan análisis comparativos de las que resultan
más significativas. La atención se ha centrado en las políticas de
desarrollo local más que en la búsqueda de una teoría.
Sin embargo, tanto en la producción académica como en los
manuales existen definiciones de desarrollo local, por lo que es
posible compararlas. El resultado de la comparación entre las diver-
sas definiciones es que todas hacen hincapié en una característica
esencial sin la cual no se podría hablar de desarrollo local: la par-
ticipación de la sociedad civil en la toma de decisiones a través de las
cuales se definen los objetivos, los instrumentos, los medios y los
compromisos de los sujetos implicados en la promoción del de-
sarrollo de un territorio.
Los objetivos van desde la "satisfacción de las necesidades
básicas" hasta el "mejoramiento del futuro económico y de la
calidad de vida" de la población local; las principales causas están
identificadas con la "valoración de los recursos locales" o con la
"creación de un ambiente favorable para la actividad económica".
De lo anterior se deduce que el desarrollo local es una vía inter-
media entre una orientación de política territorial y un sistema de
gestión del poder local orientado al desarrollo del territorio.
En esta definición del desarrollo local, lo local se identifica con
el territorio, sus límites no son datos, sino el resultado del "sistema
de actores que llevan a cabo la estrategia de desarrollo, interrela-
cionándose unos con otros". Se trata de un concepto familiar
para la "antigua" economía regional: el lugar como espacio de pla-
nificación (Richardson, 1969). Finalmente, el desarrollo local se
acompaña de iniciativas de descentralización (de competencia y
recursos financieros necesarios para su ejecución) en beneficio de
los gobiernos locales. Es un proceso que se ha puesto en funcio-
namiento tanto en los países desarrollados como en los países en
vías de desarrollo, aunque con modalidades distintas de acuerdo
con sus tradiciones histórico-políticas.

31
Desarrollar aquí esta línea de razonamiento, es decir, la rela-
ción entre descentralización y desarrollo local, nos tomaría dema-
siado tiempo. Otra característica común que encontramos en las
definiciones de desarrollo local es que ninguna de ellas remite a
una teoría de referencia. Pienso que esto se debe al hecho de que
la principal fuente de inspiración del desarrollo local son las bue-
nas prácticas.
Por último, es importante dejar claro que esta definición de
desarrollo local es diferente de la definición de desarrollo econó-
mico, ya que las características esenciales del desarrollo económi-
co son el aumento continuo del ingreso per cápita de la población y la
diversificación de los bienes económicos que componen el ingreso. Su
causa principal es el progreso tecnológico.

Las bases teóricas del desarrollo local

Las reflexiones acerca de las teorías concernientes al desarrollo local


son prerrogativa de los medios y de los estudios académicos. Los
fundamentos teóricos del desarrollo local se han profundizado
principalmente en el campo disciplinario de la economía regio-
nal. Como ya se explicó al hablar de las definiciones de desarrollo
local, en este caso, también se observa cierta convergencia en la
identificación del background teórico del desarrollo local.
La crítica que se acaba de esbozar acerca del concepto de
desarrollo económico, ya sea como teoría o como práctica, es que
éste descuida, niega por completo, la importancia del territorio en
los procesos de desarrollo. Se trata de un desarrollo "desde arri-
ba", es decir, guiado por las políticas estatales, e indiferente con
respecto al territorio, puesto que considera a la economía nacio-
nal como un todo único. La búsqueda de un papel activo del
territorio en los procesos de desarrollo económico nos lleva a la
definición de una teoría del desarrollo "desde abajo", centrada en
las comunidades locales y en su capacidad de desarrollo autóno-
mo; o, como se le dice comúnmente, de desarrollo autocentrado
(Garofoli, 1991).

32
El desarrollo "desde abajo" se concibe en función de la "sa-
tisfacción de las necesidades básicas" de la población local, se
realiza "a pequeña escala" y está basado en la valorización de los
recursos inmovibles (el patrimonio natural, las tradiciones, la cul-
tura y los saberes locales). Se afirma que el desarrollo "desde abajo"
es endógeno, en el sentido de que las prioridades que constituyen
la agenda del desarrollo se determinan localmente. Por esta ra-
zón, la participación de la sociedad local en los procesos de decisión
asume un papel fundamental. Bajo esta perspectiva, el desarrollo
"desde abajo" también es una filosofía de la acción práctica. Esta
concepción del desarrollo "desde abajo" comparte las caracterís-
ticas esenciales de la definición de desarrollo local de las que hablé
anteriormente. Entonces, resulta importante preguntarse si la
expresión de desarrollo local, para muchos de los que la utilizan, no
significa, de hecho, desarrollo "desde abajo".
Existen numerosas confirmaciones textuales acerca de la iden-
tificación entre desarrollo "desde abajo" y desarrollo endógeno.
Igualmente, existen reseñas sobre los conceptos de la economía
regional, así como ensayos de autores italianos y extranjeros que
identifican a estos enfoques territoriales del desarrollo como la
base teórica del desarrollo local. Incluso, se llega a afirmar que el
desarrollo endógeno, "mejor conocido bajo el nombre de desarrollo
local", es el único enfoque que se centra en el entorno local como
factor de desarrollo, contraponiendo una planificación ascenden-
te ("desde abajo") a las estrategias habituales de tipo descendente
("desde arriba"). Entonces, según esta perspectiva teórica, no habría
ninguna diferencia entre desarrollo "desde abajo"-desarrollo en-
dógeno y desarrollo local (Tremblay, 1999).
Otra corriente teórica del desarrollo local es el enfoque de los
distritos industriales. Como lo mencioné anteriormente, la cues-
tión distrital se ha desarrollado de tal manera que el distrito indus-
trial de pronto presenta numerosas desviaciones disciplinarias.
Se puede decir que cada disciplina tiene su propia lectura del
distrito industrial, aunque todas parten del concepto formulado
por Giacomo Becattini (Becattini, 2000a). Una opinión amplia-
mente difundida, no sólo en Italia, es que el enfoque de los dis-

33
tritos industriales representó una expresión que recopiló el intenso
periodo de investigaciones sobre el desarrollo económico italiano,
que tuvo lugar entre los primeros años de la década de 1970 y los
primeros años de la década de 1980 (Maillat, 1996).
Se argumenta que la industrialización ligera de la región Tos-
cana y los distritos industriales (Irpet-Becattini, 1975 y Becat-
tini, 1979), la Terza Italia (Bagnasco, 1977), el modelo Emilia
(Brusco, 1980), las áreas-sistema (Garofoli, 1981) y el modelo
NEC (Fuà, 1983), centraron nuevamente la atención en la eficien-
cia de los sistemas localizados de pequeñas y medianas empresas
(PYME), demostrando así la importancia del territorio en los proce-
sos de desarrollo. Desafortunadamente, todo esto ha propiciado
la identificación del desarrollo local con el modelo productivo de
los distritos industriales.
E] círculo se cierra cuando, en los manuales de economía regio-
nal, los distritos industriales se cuentan entre los modelos de
desarrollo endógeno (Capello, 2004). Sin embargo, debería de ser
claro que la coherencia (socioeconómica e institucional) interna
del distrito industrial sólo adquiere sentido cuando está relacio-
nada con el mundo externo.

LA DEFINICIÓN DE LOCAL

Lo local como "recorte" territorial

Ahora, ocupémonos de otro aspecto del desarrollo local que hasta


el momento habíamos dejado fuera de la reflexión: el significado
del término local. El significado, aparentemente intuitivo, del tér-
mino local se presta a varias confusiones. Esto se demuestra por
el hecho de que, dentro del marco estratégico del desarrollo local,
se considera que el significado de local es intercambiable con el sig-
nificado de territorio.
Sin entrar en discusiones etimológicas o epistemológicas, pero
limitándome a analizar el significado asignado a estos términos en
los discursos sobre el desarrollo local, considero que el problema
puede resumirse de la siguiente manera. Algunas veces, lo local se

34
considera como un nivel de análisis genérico. Se argumenta que
su importancia deriva de la etapa actual de cambio en el sistema
económico mundial, de la cual surgen cuatro niveles pertinentes de
análisis: mundial, supranacional (zonas o bloques económicos),
nacional (los estados-nación) y regional (local-infranacional) (Silva
Pires y Dos Reis Filho, 2005).
Otras veces, de una forma más pragmática, se dice que lo local
corresponde a un recorte territorial cualquiera, delimitado a par-
tir de una característica electiva que define la identidad de ese
recorte. Se puede tratar de una característica físico-territorial (un
grupo de localidades de una misma microcuenca), de una carac-
terística económica (un grupo de localidades integradas por deter-
minada cadena productiva), de una característica étnico-cultural
(un barrio de inmigrantes), de una característica político-territo-
rial (los municipios de una misma microrregión), etcétera. Final-
mente, se concluye que el recorte de lo "local" depende tanto de
una visión subjetiva como de los criterios de agregación (De
Paula, 2005).

Lo local como unidad de análisis

Como sabemos, otra forma de analizar lo local es a través del dis-


trito industrial. En el corazón del distrito industrial se encuentra
el problema de la unidad de análisis, que corresponde al lugar de
vida. Un lugar de vida no es un simple ambiente productivo, sino
una porción de territorio definida y circunscrita, donde vive un
grupo humano, donde se encuentran las actividades económicas
con las que sus habitantes se ganan la vida y donde se establecen
la mayoría de las relaciones sociales cotidianas. El hecho de acep-
tar o rechazar el enfoque distrital depende de si se acepta o se
rechaza el problema de la unidad de análisis, sean cuales fueran
las características esenciales que se reconozcan para definir el
distrito.
En el marco del debate italiano sobre el desarrollo local, algu-
nos sociólogos afirman que no todos los territorios son lugares y
que no todos los lugares son sociedades locales (Giovannini, 2001).
35
Esto es cierto; como también es verdad que no todas las concentra-
ciones territoriales de PYME son distritos industriales. Sin embar-
go, los territorios que son lugares de vida se consideran como un
postulado dentro del marco teórico del desarrollo local. No en el
sentido de que existen en la naturaleza, sino en el sentido de que
en un determinado territorio, objeto de análisis, existe la posibili-
dad de reconocer la existencia de lugares de vida que son resulta-
do de la manera en que las familias, las empresas y las institucio-
nes se han coordinado y organizado a través del tiempo, y que han
sido "fotografiadas" en un determinado momento. Entonces, consi-
derar el territorio como una tabla rasa, desprovista de lugares histó-
ricamente determinados, es una perspectiva que entra en evidente
conflicto con el enfoque distrital.
Los lugares, es decir sus límites, se transforman con el tiempo,
no sólo por la forma en que las familias, las empresas y las insti-
tuciones se compenetran entre ellas, sino también por la forma
en que la unicidad del lugar interactúa dinámicamente con la
multiplicidad de realidades "externas" con las que éstas (familias,
empresas e instituciones) se relacionan: los ambientes sociales, los
mercados, los contextos institucionales. Una forma de medición
satisfactoria de los lugares de vida son los sistemas locales del
trabajo (Istat-Sforzi, 1997).

DEL DISTRITO INDUSTRIAL AL DESARROLLO LOCAL

Modelo productivo versus paradigma teórico

La limitación del enfoque de los distritos industriales al desarrollo


local -repito lo que dije anteriormente- radica en la identifica-
ción del desarrollo local con los distritos industriales y las peque-
ñas empresas. Desde mi punto de vista, la manera de escapar de
esta trampa es entendiendo que las bases teóricas del desarrollo
local no se identifican con el modelo productivo distrital, sino que
se encuentran en el paradigma teórico distrital.
Esta distinción entre modelo productivo y paradigma teórico
no es clara, en el sentido de que la observación de los hechos (los

36
distritos industriales como laboratorio de análisis) se entrelaza con
la reflexión teórica (el distrito industrial como instrumento de
análisis) en un circuito abstracto-concreto-abstracto que es úni-
co. Esto es típico de los estudios distritales. La distinción es útil
para subrayar la existencia de una diversidad entre el estudio de
los hechos económicos y de su territorialidad, por un lado (por ejem-
plo, la manera en que se organiza una industria en el territorio), y
el estudio del desarrollo económico a través del territorio (por ejem-
plo, la manera en que una sociedad local se especializa en una
industria), por el otro. Este último objetivo sólo se puede realizar si
se cuenta con una unidad de análisis apropiada: una unidad de aná-
lisis con base territorial. Buscar esta unidad de análisis dentro del
distrito significa atribuirle un papel determinante al lugar donde
se desarrolla la producción. La naturaleza de este lugar es diferente de la
agrupación territorial de empresas o de la aglomeración indus-trial.
La naturaleza de este lugar es la de un lugar de vida, tal como se
definió con anterioridad.

La filosofía social marshalliana:


la centralidad del trabajo

Lo que inspiró a Giacomo Becattini para formular el concepto de


distrito industrial, como es notorio, fue el sistema marshalliano:
la filosofía social, el método científico y, por lo tanto, la economía
marshalliana (Becattini, 1962). Por consiguiente, asumir el distrito
como paradigma teórico no sólo significa evocar el libro IV de los
Principios de economía de Marshall (1920), sino también su inter-
pretación filosófica de la realidad social, la cual se encuentra to-
talmente inmersa en su análisis económico.
En la filosofía social de Marshall, el trabajo ocupa una posición
central. El trabajo es "el objeto esencial de la vida"; de este modo,
se asegura que el trabajo "es la vida misma". En particular, se dice
que "el trabajo es una necesidad para la formación del carácter y,
por ende, para el progreso", ya que ejercita y educa las capacidades
humanas, al igual que permite su desarrollo (Becattini, 1962: 91).
Las capacidades humanas se componen de todo el conjunto de

37
actitudes necesarias para el desarrollo de una actividad producti-
va: desde la competencia profesional hasta la habilidad en los nego-
cios. Estas capacidades contribuyen a la eficiencia productiva de las
personas. Algunas de ellas son de tipo general, es decir, son comu-
nes a todas las ocupaciones y por lo tanto pertenecen a todas las
actividades productivas; otras, en cambio, son especializadas, es decir,
son características de una ocupación específica y por lo tanto per-
tenecen a una industria específica.
Las capacidades humanas "son un medio de producción tan im-
portante como cualquier otra especie de capital" (Marshall, 1920:
347). Su desarrollo es determinante para el desarrollo económico.
Esta afirmación proviene del papel que Marshall le asigna a los
conocimientos en el ámbito de los factores de producción y de la
relación que establece entre conocimientos y organización, cuando
declara que la organización ayuda a los conocimientos (Marshall,
1920: 238). Una ayuda que varía de acuerdo con las diversas
formas que la organización de la producción asume en los luga-
res de vida.

La economía como ciencia del cambio humano

La conexión entre el desarrollo de la capacidad humana y el desarro-


llo económico se concretiza en la concepción marshalliana de la
economía, que identifica al estudio del cambio humano como el
objetivo más importante. Se trata de un estudio del cambio huma-
no, es decir de la evolución de las capacidades humanas, que con-
sidera al hombre como parte de un organismo social localizado
en un tiempo y un lugar determinados. Esta unidad de tiempo y
de lugar recurre a los Principios cada vez que el tema es el de-
sarrollo de las capacidades humanas, ya sea que se trate de la
disponibilidad de bienes personales, de la cuota individual de
bienes colectivos (relacionada con la riqueza), o bien de las capa-
cidades productivas especializadas (relacionadas con la concen-
tración territorial de la industria).
A través del desarrollo de las capacidades humanas, el indi-
viduo cambia su lugar de vida y, al mismo tiempo, se cambia a sí

38
mismo (Raffaelli, 2001). Paralelamente, el lugar de vida le otorga
ventajas al individuo. Entre estas ventajas Marshall incluye, par-
ticularmente, el desarrollo de las capacidades especializadas: "las
ventajas que las personas dedicadas al mismo oficio especializado
obtienen de la vecindad recíproca son grandes" (Marshall, 1920:
395). Como es notorio, algunas de estas ventajas se refieren a la
circulación de los conocimientos, para los cuales "los secretos de
la industria ya no son tales, pero es como si estuvieran presentes en
el aire" (Marshall, 1920: 395), convirtiéndose en un bien colec-
tivo del lugar. Estos efectos recíprocos son el resultado conscien-
te de la compenetración entre la organización de la producción y
la acción de las instituciones sociales y políticas.
Esta concepción marshalliana de la economía como ciencia del
cambio humano, es decir de las capacidades humanas que se for-
man y desarrollan en los lugares de vida, que ya ha sido reconocida
en el campo de los estudios del pensamiento económico (Raffaelli,
1998), se trata difusamente en el libro IV de los Principios; obra que
para algunos, los llamados quarto-libristi, representa la principal
originalidad del pensamiento marshalliano.
En el marco de los enfoques territoriales del desarrollo eco-
nómico, esta originalidad todavía rige la confrontación con toda la
tradición de la economía regional, tanto de origen isardiano (Isard,
1956) como hooveriano (Hoover, 1975), al igual que con la más
reciente NEG (la llamada "New" Economic Geography: Fujita,
Krugman y Venables, 1999). De hecho, se comprende perfecta-
mente por qué la propuesta teórica marshalliana no se ocupa del
problema, verdaderamente banal, de cómo introducir el territorio
en el análisis económico, y aún menos el espacio. Esta propone una
verdadera transformación en las formas de pensar, en la medida
en que el desarrollo económico se analiza en términos de organi-
zación y evolución industrial de una sociedad apoyada por el
desarrollo de las capacidades humanas, habiendo identificado
el lugar de vida como la unidad de análisis. Entonces es válido
preguntarse cómo es posible que esta organización del análisis eco-
nómico no haya tenido un desarrollo disciplinario autónomo. La
finalidad de todo lo que aquí se ha dicho, es la interpretación del

39
desarrollo local como un proceso de cambio económico que se
forma en los lugares de vida, a través del desarrollo de las capaci-
dades humanas.

LA NATURALEZA DEL DESARROLLO LOCAL

LAS CONSECUENCIAS de este enfoque teórico se manifiestan en su


característica esencial, es decir, aquélla en la que se basa el desarro-
llo local: las capacidades humanas, que al desarrollarse permiten que
una sociedad local se especialice en determinada industria. Esta
forma de concebir el desarrollo local es diferente de la que discu-
tí al inicio. También es diferente de la que propone la sociología
económica italiana: "el elemento esencial que caracteriza [el de-
sarrollo local] se constituye por la capacidad de los individuos de
colaborar para producir bienes colectivos que enriquezcan las eco-
nomías externas, pero también para valorizar bienes colectivos,
como el patrimonio ambiental e histórico-artístico" (Trigilia, 2005:
IX). Y además: "el desarrollo local se basa en las capacidades de
cooperación y de estrategia de los sujetos locales para administrar
los vínculos provenientes de la globalización y para aprovechar las
oportunidades" (Trigilia, 2005: 8).
La concepción del desarrollo local que propongo es diferente
también de la del desarrollo económico que se basa en el progreso
tecnológico y que no asigna ningún papel a la sociedad (local). Por
lo tanto, nos encontramos frente a modos diversos de concebir el
desarrollo local.
De este modo, alguien podría decir que así como el desarrollo
humano es un concepto diferente y más amplio que el concepto de
desarrollo económico, también el desarrollo local que tengo en
mente es un concepto muy diferente. Para responder esta duda
debo agregar que tanto el desarrollo local como el desarrollo eco-
nómico son interpretaciones del cambio económico, ya que com-
parten las dos características esenciales: el continuo aumento del
ingreso per cápita de la población y la diversificación de los bienes
económicos que componen el ingreso. Difieren en la identificación
de la causa fundamental: para el desarrollo local se trata del cre-

40
cimiento y la especialización de las capacidades humanas, mientras
que para el desarrollo económico el foco está en la acumulación
y el progreso técnico.
Finalmente, aquí, mi concepción de desarrollo local difiere de
las otras dos concepciones en lo referente a la unidad de análisis:
el lugar de vida como sede de la formación y del desarrollo de las
capacidades humanas. Para mí, las capacidades humanas represen--
tan la profunda naturaleza del mensaje teórico del distrito indus-
trial que lo liberan de la coyuntura histórico-geográfica, es decir,
del hecho de que en determinada época (a finales del siglo xrx más
que a mediados del XX) y en determinado contexto territorial (Ingla-
terra más que Italia) existan formas de desarrollo local que pode-
mos llamar distritos industriales.
El desarrollo de las capacidades humanas se da a través de los
procesos internos-externos al lugar de vida, los cuales provienen
de la interacción dinámica entre:

-la industria (naciente) y los mercados de distribución de sus


productos que, al tener una influencia determinante en la orga-
nización de la producción, favorecen (si se requiere un trabajo
innovador) o bien obstaculizan (si se requiere un trabajo repe-
titivo) la adquisición de capacidades especializadas, ya sean
de tipo profesional (técnicas, comerciales, organizativas) o rela-
cionadas con la administración de los negocios (capacidad
empresarial, hábitos de cooperación, conocimiento de los
mercados);
- l a s instituciones locales y las extralocales que, a través de las
acciones políticas, favorecen (si se comparte) o bien obstaculi-
zan (si se disputa) la producción de los bienes públicos espe-
cíficos (relativos a la instrucción técnico-científica, a la inves-
tigación de base y a la relativa experimentación industrial) que
incrementan las capacidades especializadas.

La industria local, es decir, típica de determinado lugar y de


determinado tiempo, se caracteriza por el sistema de producción
que adopta, el tipo de tecnología que utiliza, la variedad de los

41
bienes que produce, los conjuntos específicos de necesidades que
satisface y la naturaleza de los mercados en los que opera (por
ejemplo, mercados estables y relativamente homogéneos o merca-
dos variables y diferenciados). La especialización en determinada
industria lleva a la formación de una cultura industrial "original"
que penetra en toda la sociedad local. Una cultura industrial
(sistema de valores, costumbres de confianza recíproca, etcétera)
que se vuelve típica del lugar y que marca profundamente los
comportamientos de la población, de las empresas y de las insti-
tuciones.

La importancia de la acción institucional

La relación entre capacidades humanas e industria no es necesa-


riamente virtuosa, en el sentido de que la evolución de la indus-
tria no conduce automáticamente al desarrollo de las capacidades
humanas. Si bien es cierto que el hombre es capaz de aprender y
de innovar, no siempre se presentan las condiciones favorables para
llevar a la práctica esta capacidad, especialmente si el lugar de vida
(en particular el ambiente de trabajo) no fomenta la innovación
creativa y la capacidad de iniciativa, o no las valoriza. Cuando la
organización industrial requiere la constante utilización de las ener-
gías mentales en operaciones de rutina subordinadas a las exigen-
cias de la producción (Raffaelli, 1998), no existen grandes opor-
tunidades para desarrollar nuevas capacidades especializadas, ni
para el trabajador-dependiente, ni para el trabajador-empresario.
Se trata de un escenario que describe una situación en la cual la
evolución industrial se confía más al progreso tecnológico que a las
capacidades humanas. Con el paso del tiempo, el trabajo repeti-
tivo conduce a la pérdida de la plasticidad mental. De este modo,
cuando el cambio industrial requiera desarrollar nuevas capaci-
dades especializadas porque el progreso tecnológico por sí solo no
es suficiente para favorecer la innovación, ya no será posible recu-
perar la plasticidad mental necesaria para desarrollarlas.
Las instituciones, a través de acciones políticas realizadas por
iniciativa propia, son las únicas que pueden romper esta situa-

42
ción de estancamiento. Pero, si las instituciones locales ceden ante
los intereses particulares de la clase empresarial en detrimento
del interés general de la sociedad local, y se limitan a disfrutar de
las ventajas a corto plazo del crecimiento económico, sin pensar en
el futuro; mientras que las instituciones intermedias y centrales
no intervienen, la sociedad local experimenta un debilitamiento
progresivo de las propias capacidades intelectuales y de iniciati-
va. Así comienza la decadencia del lugar.
Es más probable que sean las instituciones locales las que cedan
ante las presiones de la clase empresarial que las instituciones inter-
medias y centrales. Estas últimas pueden favorecer u obstaculizar,
con resultados positivos o negativos, las políticas de las instituciones
locales. Algunas veces también pueden fomentarlas y apoyarlas
con iniciativas específicas. Sin embargo, la experiencia nos muestra
que se trata de relaciones interinstitucionales que ocurren ocasio-
nalmente, dependiendo de las circunstancias.
En el marco teórico del desarrollo local, por el contrario, se
trata de consolidar el principio de cooperación interinstitucional,
porque los asuntos económicos de un lugar de vida no deberían ser
indiferentes para las instituciones que tienen la responsabilidad
de la economía y del bienestar social de la nación. En consecuen-
cia, cada oposición o separación entre las articulaciones locales y
centrales del Estado -así como de las demás instituciones econó-
micas, sociales, etcétera- se considera equivocada y, por esta ra-
zón, se cuestiona tanto en la teoría como en la práctica.

La multiplicidad de caminos
hacia el desarrollo local

En el pasado se discutió ampliamente la posibilidad de importar los


modelos de desarrollo, que en otros lugares habían tenido éxito,
a los territorios donde todavía no se alcanzaba el desarrollo. Por
ejemplo a Italia, en particular al sur, pero también a los territorios
llamados "marginales" que se encuentran en las regiones desarrolla-
das. Hasta la década de 1960, la atención se centró en el modelo de
los polos industriales y de la gran empresa. Después de la década

43
de 1980, fue el turno de los distritos industriales y de la pequeña
empresa. Si bien técnicamente es posible localizar un gran estable-
cimiento en un territorio, por el contrario, no se puede realizar
la misma operación con un grupo integrado de pequeñas empre-
sas especializadas. Pero, lo que resulta trascendente para nuestro
razonamiento es que en ambos casos el "modelo" está definido por
una industria que tiene una compenetración social e institucional
distintiva dentro del lugar de vida. Por consiguiente, ninguno de los
dos modelos puede trasplantarse de manera efectiva. Ni siquiera
con las modernas técnicas de deslocalización. En este contexto se
ubica la multiplicidad de caminos hacia el desarrollo local.
La reflexión acerca del desarrollo local no debería caer en la
trampa de proponer un best way: un camino hacia el desarrollo local
que sea mejor que otro. Sin embargo, tampoco es conveniente
exagerar en la clasificación y la nomenclatura de los caminos hacia
el desarrollo local (Marco Bellandi y yo, en el Caleidoscopio del de-
sarrollo local habíamos señalado solamente las posibilidades de los
caminos hacia el desarrollo local (Bellandi y Sforzi, 2001).
Cada lugar de vida es diferente del otro. La naturaleza y la cons-
titución de los lugares están en constante mutación, y ésta se pre-
senta de maneras distintas entre un lugar y otro y en los diferentes
tiempos. Algunas formas de interacción entre familias, empresas e
instituciones que en general han sido exitosas en el desarrollo de las
capacidades humanas en tiempos y lugares determinados han fraca-
sado, por el contrario, en otros lugares y tiempos. Algunas veces, la
diferencia simplemente se puede explicar como el resultado de di-
versidades en la instrucción técnica, la acción institucional o en las
costumbres de confianza recíproca.

No obstante, con frecuencia la explicación es más compleja. En


un tiempo o lugar determinados, los hombres quizá tendrán
mucha confianza entre ellos y estarán dispuestos a hacer
grandes sacrificios por el bien común, pero únicamente en
ciertos aspectos; en otro tiempo o lugar, existirán limitacio-
nes semejantes, pero se presentarán en otros aspectos diferen-
tes (Marshall, 1920: 1013).

44
Entonces, los caminos hacia el desarrollo local son múltiples.
Se puede afirmar que son tan numerosos como las posibles com-
binaciones (e interacciones dinámicas) que, en un tiempo y un
lugar determinados, se dan entre organización, conocimientos e
instituciones:

-organización: diferenciación e integración de las funciones


(productivas y comerciales) entre redes de empresas inde-
pendientes y entre empresas-red, y sus correspondientes
mercados;
-conocimientos: saber productivo específico del lugar (conoci-
mientos contextuales) y saber productivo científico-técnico
(conocimientos codificados);
-instituciones: acciones políticas realizadas por instituciones
internas y externas que inciden en la formación y el desarro-
llo de las capacidades humanas, al igual que en el sistema de
valores.

DEL DESARROLLO LOCAL A LAS


POLÍTICAS DE DESARROLLO LOCAL

AL INICIO de este capítulo hice hincapié en la relación entre des-


centralización y desarrollo local. Pienso que un retorno crítico a
la experiencia italiana de programación económica regional sería
útil para el debate que actualmente se desarrolla sobre este tema.
Ahora, agrego que la atención debería centrarse, particularmente,
en la experiencia de programación económica regional de las deno-
minadas "regiones rojas" (así llamadas porque estaban gobernadas
por el Partido Comunista), en especial en las de la Emilia-Romagna
y la Toscana, que en determinado momento, entre los años 1970 y
1980, representaron los dos modelos diferentes (y principales) de
referencia. Basta con pensar en los dos institutos regionales que
ahí se crearon, el Irpet y el Ervet, así como en el objetivo que su
propio nombre indica: programación regional, para el Irpet, y valo-
rización del territorio, para el Ervet; o bien, en la política emiliana
de los centros de servicios (el más famoso es el Citer, ubicado en

45
el distrito textil de Carpi), que no tuvo correspondencia alguna
en la experiencia toscana.
Todo lo anterior sirve para explicar que el tema de las políti-
cas de desarrollo local ya había sido planteado en el debate sobre
la programación económica regional, aunque quedó poco desarro-
llado tanto en la teoría como en la práctica. Después, fue defini-
tivamente dejado aparte cuando las regiones abandonaron la idea
de los distritos de programación económica. De este modo, las políticas
regionales se volvieron sectoriales o factoriales, y las políticas de
desarrollo local se convirtieron, al máximo, en especificaciones
locales de políticas regionales o nacionales (algo similar a un de-
sarrollo local "desde arriba"). Las unidades territoriales adecuadas
para la intervención volvieron a identificarse con las unidades
administrativas.
Durante las décadas de 1970 y 1980, en la región Toscana, la
atención se centró por completo en un enfoque local de la progra-
mación económica regional, y el Irpet contribuyó con posturas
originales, particularmente con las dos interpretaciones sobre el
desarrollo económico de la región (Irpet-Becattini, 1969y 1975);
además de las reflexiones, entonces nacientes, acerca de los dis-
tritos industriales (Becattini, 1979y 1987). En este contexto, el
papel de las instituciones políticas se encontraba inevitablemen-
te presente; no sólo en términos de la relación entre regiones y
autonomías locales. La atención se centraba, particularmente, en
el interior de los lugares de vida, con el fin de estudiar la natura-
leza de las interdependencias locales que se generaban entre el
aparato productivo, la población y el gobierno local, considera-
das en la perspectiva de las políticas.
Un retorno crítico a las experiencias de la época de la progra-
mación económica regional también permitiría adentrarse en el tema
de las relaciones actuales entre el Estado, las regiones y las autono-
mías locales, en el marco del desarrollo local. Una relación entre
los diferentes niveles institucionales que, en ese momento, no
estaba fracasando en términos de separación localista entre regio-
nes y autonomías locales, sino en términos de cooperación interins-
titucional. El objetivo era redactar un programa conjunto de

46
desarrollo regional, concebido como un sistema coherente de
programas de desarrollo local, para fortalecer la especificidad
de los lugares ya desarrollados y ayudar a impulsar el desarrollo en
los lugares que todavía no lo estaban, valorando las potenciali-
dades.
Hoy en día, numerosas investigaciones teóricas y empíricas
han demostrado la posibilidad concreta de que el Estado central
también considere la economía nacional para los lugares de vida
(y no sólo para las especificidades sectoriales y las dimensiones de la em-
presa), mediante una rejilla analítica que los acerque de un modo
razonable. Como ya lo mencioné, se trata de los sistemas locales
(de trabajo). Por lo tanto, resulta realista pensar en una partici-
pación del Estado central como sujeto activo, además de las regio-
nes y las autonomías locales, en la definición de los programas de
desarrollo local.
Esto podría hacerse, al menos, en aquellos lugares ya conso-
lidados de los cuales depende gran parte de la competitividad de
la economía nacional, así como en aquellos lugares más prome-
tedores que podrían contribuir a incrementarla. En la medida en
que los lugares representan economías locales constitutivas de la
economía nacional, la decadencia o la desaparición de un lugar
significa automáticamente la decadencia o la desaparición de una
parte de la economía nacional. Y la falta de desarrollo de un lugar
que todavía no está del todo desarrollado, y que podría desarro-
llarse con apoyo externo, es una ocasión desaprovechada para
incrementar la competitividad de la economía nacional.
Además, estos lugares se conocen muy bien, puesto que han
sido identificados por los principales institutos y centros de inves-
tigación nacionales (Instituto de Promoción Industrial del Minis-
terio de Actividades Productivas, Instituto Nacional de Econo-
mía Agraria, Centro de Estudios del Banco de Italia, etcétera); y no
se trata únicamente de distritos industriales. Por lo tanto, el Estado
central no puede quedarse apartado y limitar su intervención a
las políticas macroeconómicas o a la definición de las reglas, ni
tampoco se puede poner de parte del neolocalismo de las auto-

47
nomías locales y de las regiones. El Estado central también debe
ser convocado para que realice su parte del trabajo.
Existen actividades formativas y de investigación que se ubican
en la frontera de la innovación y tienen la posibilidad de educar
y de desarrollar las capacidades especializadas de la población de
un lugar (y por consiguiente su competitividad), que no se encuen-
tran al alcance de las capacidades de planeación, ni de las cogni-
ciones técnico-científicas, ni de las disponibilidades financieras de
las instituciones locales (políticas y sociales) o de las empresas.
Tampoco se encuentran en los lugares económicamente consoli-
dados. De cualquier manera, dichas actividades deberían formar
parte de una estrategia nacional, concebida como un sistema nacio-
nal de instrucción e investigación y organizada con bases locales
que también debería funcionar mediante intercambios de expe-
riencias entre los lugares. El desarrollo local, hoy más que nunca,
no depende solamente de las fuerzas locales.

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50
BLANCA REBECA RAMÍREZ VELÁZQUEZ

Escala local y desarrollo:


significados y perspectivas metodológicas

C ON LA IMPORTANCIA que ha tenido la globalización y el posmo-


dernismo, en los últimos años, ha habido una tendencia cre-
ciente por utilizar la categoría local para ubicar proyectos, acciones
o investigaciones, como una alternativa para solucionar la aparen-
te pérdida de importancia existente entre las dimensiones regional
o nacional, que durante el periodo del Estado benefactor apare-
cían como espacios preferenciales de la política sobre desarrollo de
las naciones. En general, los proyectos y los estudios locales tienen
una estrecha vinculación con las unidades geográficas llamadas
regiones, lugares y más recientemente, localidades o comunidades.
Estos conceptos comparten definiciones, problemáticas, tendencias
generales y en ocasiones hasta debates que se sobreponen, que en
su dimensión territorial epistemológica, tienen su origen en los que
se dieron en la geografía regional de la década de los ochenta del
siglo XX. Pero al mismo tiempo, son parte de lo que algunos auto-
res han llamado la "nueva geografía regional" (Sayer, 1989:254), es
decir, la búsqueda de nuevos paradigmas tendientes a organizar
y definir en forma novedosa las orientaciones contemporáneas
de los estudios territoriales.
El término local ha tenido diferentes acepciones que lo iden-
tifican con dimensiones geográficas, filosóficas, políticas y econó-
micas (Cook, 1989), las cuales es preciso explicitar y hasta dife-
renciar. Asimismo, su uso puede llevar a significados a veces
contrapuestos con otras dimensiones territoriales que también es
necesario evidenciar. Dar claridad a estos conceptos es uno de los
objetivos fundamentales del presente ensayo. Lo anterior tam-
bién tiene relación con una forma específica de abordar la inves-
51
tigación sobre la realidad que se ha expandido en los últimos 20
años entre académicos interesados en los estudios sobre el terri-
torio, la región o los lugares.
Desde las premisas antes expuestas, en el presente capítulo
se revisarán algunos de los usos diferenciados que algunos auto-
res y áreas del conocimiento han dado a la categoría de local, con
el fin de enfatizar los problemas metodológicos que éstos tienen
desde el punto de vista del análisis territorial. Por otro laclo, es
pertinente reflexionar sobre la dimensión que adopta al adscri-
birla al desarrollo, con el fin de exponer las visiones políticas que
sobre el tema se tienen en diferentes áreas del conocimiento, es-
pecialmente en la geografía regional y la economía. Se pondrá
especial énfasis en la reflexión metodológica que nos explique la
manera como las dimensiones territoriales regionales, nacionales y
locales, más que estar contrapuestas son parte de la necesidad que
se tiene de desagregar el territorio para conocer su especificidad
y de ahí integrar nuevamente el todo que los une. En definitiva,
partimos de suponer que estamos ante un problema de corte
metodológico y teórico más que de asumir la existencia de una
novedad.

DEFINICIÓN Y USOS:
LA CONFUSIÓN PREVALECE

LA FORMA indiscriminada en la que en ocasiones solemos utilizar


algunos conceptos genera confusiones difíciles de esclarecer. Es
el caso del término local, ya que el uso cotidiano y coloquial con el
que solemos utilizarlo, y la frecuencia con la que se emplea en
lugar de región, municipio o de cualquier connotación de escala
micro desorienta y a veces genera poca claridad en nuestras defini-
ciones. Al respecto, reconocemos cuatro acepciones generales que
se han dado al término local: la territorial, la económica, la eco-
lógica y la política o de gestión. Todas tienen carácter espacial; sin
embargo la particularidad con la que se adscriben en las discusio-
nes, nos permite diferenciar sus orientaciones por lo que preferi-
mos definirlas por separado.

52
Primero, la territorial da particularidad y concreta la situación
-es decir a la localización-, de procesos o agentes en un espacio
determinado. En ese sentido, refiere a una escala micro, de lo que
en geografía se ha denominado región, entendida como una uni-
dad territorial homogénea en sí misma, pero diferente con otras de
características similares. El diccionario de la lengua utiliza esta
categoría como sinónimo de lugar o de territorio, y al adscribirla
a un municipio determinado, la opone a lo general y lo nacional
(Real Academia Española, 2001: 1394).
Este uso del término puede confundir, ya que al manejar como
iguales los sinónimos lugar, local, región, territorio, municipio y
comunidad se elimina la posibilidad de referir con ellos a diferen-
tes dimensiones o escalas del territorio. En otro sentido, parecería
que exclusivamente aluden a un cambio de escala y no se utilizan
como categorías que permitan diferenciar o vincular las dimensio-
nes particular y general, de la especificidad e individualidad del
caso con la unicidad que puede haber en un territorio determi-
nado. Al respecto, Entrikin explicita que: "desafortunadamente,
la discusión sobre la especificidad y unicidad y el estudio de un
caso individual ha fallado en clarificar algunas diferencias analí-
ticas importantes" que existe entre ellas" (1991: 17). Esta confusión
se agudiza cuando al usarse como sustituto de término regional, le
adscriben a la región un carácter intermedio (de mesorregión),
eliminando así la particularidad y la concreción que les supon-
drían a ambas.
Por último, el término local se usa para caracterizar unidades
territoriales con escalas diferentes, ya que puede ser significativo
para una localidad, una ciudad, un pueblo o una comunidad, inde-
pendientemente de la población o el tamaño que contengan, así
como un barrio, una colonia o un municipio. En ocasiones puede
agrupar a varias comunidades o ciudades (en ese sentido es regio-
nal-local), pero también manifestar diferencias entre ellas.
Una segunda acepción está referida a la dimensión económica
del término. Se asume en ella que si las políticas macroeconómicas
han sido poco exitosas, tanto en el Estado benefactor como en la
globalización, la discusión sobre el desarrollo económico territo-

53
rial y regionalmente (Dussel, Piorey Ruiz, 1997: 11-23) requiere
de otra dimensión que le permita orientar la transformación eco-
nómica de las naciones. De esta manera, lo local se constituye en
el ámbito que permite generar una estrategia para orientar un
"nuevo paradigma industrial" o productivo a otra escala. Al interior
de algunas ONG se habla de la existencia de nuevos espacios de
construcción del desarrollo a los que generalmente se les adscribe la
categorización de sustentables, que se preocupan de asuntos agríco-
las, sociales, ambientales, financieros o económicos, con los cuales se
trata de conservar las identidades y los lenguajes locales (Blauert
y Zadek, 1999: x), trabajando a nivel de grupos sociales o comu-
nidades locales. En este sentido, la dimensión de reorganización
de la economía en general y sustentable en particular, se adscribe
a la local y no a la regional o nacional, como antaño.
La tercera visión se relaciona con la anterior, pero en lugar
de poner énfasis en el aspecto productivo, busca la posibilidad de
reorganizar el equilibrio natural y ecológico más que económico,
priorizando la difusión de proyectos locales sobre los globales.
Terminar con la contaminación, buscando la armonía con la natu-
raleza, se contrapone a la ecología global de los años setenta, para
equipararla en la actualidad con lo pequeño, en una disminución
de escala que muestra una tendencia a una reducción del discurso
global sobre el medio ambiente. En esta visión, si bien hay pro-
cesos globales que se adscriben a problemas que se comparten en
el orden internacional como la contaminación ambiental de los
mares, el calentamiento de la tierra, la disminución de la capa de
ozono, la resolución de los problemas de contaminación urbana
o rural de aire y de agua, la pobreza y la calidad de vida, ambas
vinculadas directamente con la sustentabilidad, éstos se resuelven
en la dimensión local más que en la global. En un cambio de es-
cala de lo global a lo local o municipal, que se hace automática-
mente y sin explicitar metodológicamente cómo hacerlo, se deja
manifiesto el problema de cómo conciliar o articular lo universal
con lo particular en los estudios territoriales. Concluyendo, la
visión ecológica tiene una dimensión económica que ubicamos

54
en el punto anterior y otra a la que le damos una dimensión natu-
ral-ecológica que se independiza de la segunda.
Por último, la cuarta visión está defendida por sociólogos, urba-
nistas y gestores urbanos quienes le dan una importancia estra-
tégica a lo local como la dimensión constituida como el centro de
gestión de lo global en el nuevo sistema tecnoeconómico del mun-
do. De acuerdo con Borja y Castells, este paso de organización
global que se gestiona y materializa en lo local tiene tres aspectos
importantes que se deben considerar: la productividad y compe-
titividad económicas del lugar de ubicación de procesos globales,
la integración sociocultural del lugar y la representación y gestión
políticas que le son propias (1997: 14). En este caso, es el poder
político adscrito a lo local quien podría gestionar estos tres aspec-
tos, refiriendo al municipio si lo vemos desde la dimensión territo-
rial, o a la comunidad si la visión prioriza lo social.
Estas cuatro miradas tienden a redefinir los procesos a nivel
de un cambio de escala que aparentemente marca una "nueva direc-
ción" en los estudios sobre desarrollo y territorio, pero en los cuales
la articulación global-local no se opone a una o a otra, por lo tanto,
requiere de estrategias metodológicas que nos permitan evidenciar
estos cambios en el énfasis y sus vinculaciones reales, además de
discutir sobre ellos y reflexionarlos. Con esta intención desagre-
garemos un poco más la problemática con el fin de clarificar las pos-
turas que se debaten al interior de las ciencias sociales, y en par-
ticular en la geografía.

ORÍGENES DEL DEBATE SOBRE LO LOCAL

LA DISCUSIÓN sobre lo local ha proliferado en diversos artículos y


libros que, desde diferentes especialidades, argumentan sobre la
necesidad de integrar este ámbito de estudio a lo global y no per-
derlo. Parecería que a partir del surgimiento de la globalización,
hubiese una necesidad por definir elementos de particularidad que
se habían eludido que pueden recuperarse con la aparición del
término local. Pero también en el sentir de Sayer, el cambio refiere
a un paso que va de un determinismo material espacial a estudios
55
locales que sitúan a la gente en el espacio-tiempo de la vida coti-
diana y desde ahí alcanzan sus circunstancias concretas en lugar de
abstractamente (1989: 256).
En la literatura geográfica, los anglosajones iniciaron el debate
sobre lo local, localidad, comunidad desde la década de los ochen-
ta, a partir de cuatro aspectos particulares del tema. El primero,
de carácter filosófico, refiere a la importancia que tuvo el desuso de
categorías y discursos universales, para ubicarlos en la particula-
ridad, que en términos territoriales se adscriben a la dimensión
de local. El posmodernismo y la insistencia por analizar las dife-
rencias más que la homogeneidad territorial de las regiones, impul-
só el estudio de localidades, barrios, colonias, definidos todos
como local, para enfatizar la creciente segmentación y pluralismo de
la vida cultural, social y política del momento (Cook, 1989: 477).
Desde esta perspectiva, la categoría local adquiere también una
connotación de diferencia, que hay que agregar a la de particula-
ridad y concreción.
Algunos investigadores como Sayer (1989:253), Entrikin (1991:
17), Storper (1997), Thrift (1989) y Massey (1991) iniciaron una
discusión tendiente a reconstruir una "nueva geografía regional"
desde le perspectiva crítica reconociendo las diferentes tendencias
que favorecen el estudio de lo local, de las localidades, de los luga-
res o bien de los locales en el sentido de Giddens (1995). El uso de
estas categorías tiene adscripciones particulares a posturas teóri-
cas que las analizan de manera diferencial, aunque en ocasiones
se usan como sinónimos.
El segundo, a partir de la creación en el Reino Unido del pro-
grama de reestructuración económica que impactaba a las áreas
locales y a sus habitantes, muchos académicos cuestionaron el
empirismo con el que se implantó y criticaron la ausencia de una
reflexión teórica requerida para orientar un programa de esta natu-
raleza. Éstos fueron proyectos impulsados por El Consejo Británico
de Investigación Social y Económica que se encargó de reconocer
y medir el impacto de la transformación económica generado en
localidades específicas, usando áreas locales de mercado laboral
o áreas gubernamentales locales como sus unidades básicas de

56
estudio (Agnew, Livingstone y Rogers, 1996: 372). Este proyecto,
adscrito por algunos autores al de la posmodernidad (Dear, 2001 :
16) generó dos debates importantes sobre el tema: uno relacio-
nado con el carácter empírico que implicó la redefinición de la
dimensión regional del análisis geográfico hacia lo local que se
enfatiza ahora mediante la categoría de lugar, usada en este caso
cono sinónimo de escala local. El otro, desde la geografía crítica,
que puso en tela de juicio la vieja tradición cuantitativa y reprochó
también el empirismo con que se ha desarrollado no sólo el pro-
grama mencionado, sino el análisis regional en general (Sayer,
1989: 253) hasta esta época.
La discusión empirismo-teoría está muy vinculada con el estu-
dio de la dimensión local al interior de la geografía regional, y
refiere a la permuta automática y en ocasiones irreflexiva al que se
adscribe la importancia del territorio (local en este caso) sobre el
regional que se usaba con anterioridad. Pero también refiere a la
importancia que se da al trabajo empírico local sobre la reflexión de
las dimensiones actuales del desarrollo y la sustitución de la estra-
tegia de corte nacional-regional a una de carácter eminentemente
local, aislada de los otros territorios. Este cambio lo asumimos en
nuestras latitudes sureñas también sin reflexionar sobre sus impli-
caciones y su trascendencia, sin analizar las implicaciones terri-
toriales, económicas, sociales y políticas que conlleva, y se vincu-
la necesariamente con el siguiente punto.
El tercer debate tiene una dimensión política y se ubica en el
discurso diferencial existente entre las características del Estado
benefactor y del neoliberal. Así, con el agotamiento del primero, los
supuestos y la necesidad de terminar con las diferencias entre regio-
nes que el desarrollo había generado y que fueron parte funda-
mental de su discurso parecería que se agotaron. Con la llegada de
la globalización, la intervención en el territorio adquiere una dimen-
sión neoliberal, en donde se pasa de una política de gestión pública
a una privada y local de los lugares (Harvey, 2002: 457) en la cual
son los agentes más que el Estado los responsables de su propio de-
sarrollo y transformación. En la opinión de Cooke, este cambio se
origina porque los discursos y los poderes universales se han debi-

57
litado (1989: 477), cuando en realidad parecería que han cam-
biado sustancialmente los objetivos, responsabilidades y alcances
de los estados nacionales en su vinculación con los agentes, las
regiones o municipios a ellos adscritas. Así el Estado nacional deja
de ser el garante de la dotación de condiciones específicas para la
transformación económica, social y territorial, siendo los estados
municipales, locales o urbanos los directamente responsables de
la gestión del desarrollo local de la globalización neoliberal.
Por último, las transformaciones macroeconómicas y la emer-
gencia de la flexibilidad como paradigma de la producción posfor-
dista incluye en su concepción formas de integración económica
que ya no pasan por dimensiones macro, sino por el contrario son
parte de integraciones locales entre firmas y mercados y de la
reorganización de la producción a escala local, como los criterios
de organización "justo a tiempo" y la organización de la fuerza de
trabajo (1989: 484). Con ello, la producción también requiere
de una escala micro para implementarse y vincula ramas produc-
tivas más a que una visión integral de política económica para
desarrollarse.
En suma, parecería que plantear el problema de esta manera
implica que el paso de lo nacional (o regional) a lo local no remite
exclusivamente a un cambio de escala, sino que tiene dos dimensio-
nes. Por un lado, reconocemos una de corte epistemológico que
redefine el ámbito de estudio de la dimensión espacial de los
procesos, no adscrita exclusivamente a la geografía, sino abierta al
ámbito de las ciencias sociales (la sociología y la antropología
fundamentalmente) que han empezado a trabajar sobre la dimen-
sión territorial de los procesos que les ocupan. Por otro, recono-
cemos que tiene una acepción de carácter político y económico
que presenta una redefinición de los agentes sociales y estatales,
directamente responsables del "desarrollo", que ahora se ubican,
en ambas, en el llamado espacio local. Desde esta perspectiva, el
cambio que nos ocupa implica una redimensionalización teórica
y otra social, en donde la relación Estado-sociedad civil, ciudada-
nos, firmas y ONG adquieren nuevas funciones, presencias y res-

58
ponsabilidades en el ámbito de lo territorial que es preciso reco-
nocer y desagregar.

¿EMPIRISMO VERSUS TEORÍA?

SI EL ANÁLISIS de lo local refiere a la forma de particularizar el pro-


blema de una región, de una localidad, de un barrio o de cualquier
aglomerado de población urbana o rural, nos preguntamos si se
requiere un instrumental teórico particular local para analizarlo,
o bien, con qué instrumentos teóricos y epistemológicos pode-
mos hacerlo. Desde la geografía regional el debate es amplio, pues
encontramos que entre los especialistas hay tres visiones diferen-
tes, a las que se han integrado otros profesionales de las ciencias
sociales interesados en el tema. En primer lugar los empiristas,
entre los que incluimos a los pioneros quienes realizan estudios
de lo empírico a lo local. En segundo, y en franca oposición a los
anteriores, hay quienes han particularizado y reorientado el de-
bate regional a partir de una fuerte argumentación sobre el poder
de la teoría para explicar los cambios. Este grupo se divide, a su
vez, en tres: los estructuristas y posestructuralistas, los humanistas,
los marxistas y los posmodernos. En tercero, hay investigadores
que apoyan la construcción de una teoría local, apoyándose sobre
todo en estudios antropológicos particulares y concretos, en la inves-
tigación etnográfica detallada sobre las sociedades y los lugares.
Desarrollemos estas posturas más detenidamente.
La primera de las visiones tiene sus orígenes en el despertar
mismo de la geografía regional y en la forma como ha evolucio-
nado su pensamiento, e incluye una gama amplia de posturas teó-
ricas desarrolladas sobre el tema. Al respecto, la tradición de Vidal
de la Blache, padre de los estudios regionales, basados en la ela-
boración de monografías, la importancia que posteriormente se
le dio a la región y a las regionalizaciones de los estados-nación
con fines de planeación regional, económica y urbana; la geografía
cuantitativa de Chorley y sus seguidores (1975); las investigacio-
nes iniciadas en Gran Bretaña, en los años ochenta, sobre estu-
dios de localidades (Agnew, Livingstone y Rogers, 1996; Cook,

59
1989) y la importancia que alguna de las visiones del posmo-
dernismo ha dado a los estudios locales (Dear, 2001), son todas
posturas que han contribuido a continuar con una tendencia de-
sarrollada al interior de la geografía regional que ha priorizado los
estudios empíricos y descriptivos sobre lugares, comunidades o regio-
nes. Estos ámbitos adquieren características específicas, locales, por
lo cual en opinión de Murphy (1991: 25-28) pueden ser consi-
derados como:

• contenedores de agentes y de procesos sociales exclusiva-


mente;
• fijos y cerrados al estar delimitados por fronteras o límites
perfectamente identificables y también estáticos;
• preestablecidos y usados por investigadores y políticos sin
recapitular si la naturaleza y el significado de la región, el lugar
o la localidad que delimitaron como zona de estudio es real-
mente la apropiada o no para sus objetivos;
• carentes de contexto y de relaciones eliminando situaciones
de formación o de cambio regional.

Existe un segundo grupo, a quienes no se puede negar el inte-


rés que han mostrado por teorizar sobre el territorio-región y
por reorientar las investigaciones a lo local, a los lugares, a los
territorios o a los locales, que significó una mayor particularidad y
concreción en los estudios. En esta visión, y sin que se manifiesten
de la misma manera, hay diferencias importantes en cada autor.
La desarrollada desde el estructurismo, por ejemplo, ha tenido una
fuerte influencia de la teoría social de Giddens (1995), en donde
a partir de la categoría de locale, se le adscriben a los agentes un
conjunto de rutinas de integración social que en el ámbito terri-
torial definen encuentros a diferentes niveles y escalas. Desde el
estructuralismo geográfico hay autores como Thrift (1989), que se
han apoyado en las contribuciones de la sociología estructurista
y han utilizado el locale como sinónimo de región, pudiendo ads-
cribirla a escalas y niveles espaciales distintos dándoles un carácter
dinámico, aunque no necesariamente coherente, ya que puede

60
incluir la heterogeneidad a su interior más que la homogeneidad
antes adscrita a los estudios regionales de la geografía tradicional
(Massey, 1991:31).
Para los estructuralistas, la perspectiva de la localidad se ubica
en una relación necesaria a una potencia mayor que es la nación.
"Esa relación asimétrica pero necesaria, tiene correspondencia
con la que presentan el Estado-nación y el local. Ambas, localidad
y nación son los vehículos clave para la movilización social y la
intervención política (Cook, 1989: 487).
Los humanistas como Entrikin (1991) utilizan el término de
lugar como contexto para acciones humanas más que referir a sus
localizaciones, lo que origina una relación mutual y constitutiva
con el yo o el ser del espacio mismo. En ese sentido, introducen una
categoría territorial que permite establecer relaciones que implican
trabajar con identidades en un sentido amplio del término, por lo
cual no la ubica como perteneciente a la corología (ciencia de la
tierra), sino como parte de la geografía cultural y social (1994:227).
Se le sitúa dentro de los humanistas ya que para ellos la identidad
y la representación son los elementos fundamentales de la re-
flexión sobre la región (1996: 215).
Por último, los marxistas como Smith (1993) manejan lo local
a partir de una articulación de escalas que le da dinamismo y con-
texto a una organización espacial, jerárquicamente posicionada,
de redes recurrentes y concurrentes que no necesariamente sin-
cronizan conflictos que aparecen cuando lo nacional y lo regional
se gastan o corroen, lo que inmediatamente origina que aparezca
lo local como sobresaliente (1999: 87-119). En esta visión, todas las
escalas están presentes; sin embargo, hay momentos en que una de
ellas resalta por el grado de definición con que permite evidenciar
los procesos.
Para Massey la posibilidad de hacer análisis empíricos no se
adscribe solamente a los estudios locales, también se puede reflexio-
nar teóricamente sobre ellos. Lo más importante de su plantea-
miento es que no solamente es necesario descubrir las interrela-
ciones que existen entre diferentes localidades, sino las formas
mediante las cuales son parte y producto a la vez que reestructu-

61
raciones más amplias (1994: 129). La necesidad de concatenar la
importancia y razones por las cuales se enfatiza en un momento
dado la importancia de lo local con la de proveer las condiciones
teóricas necesarias para su desarrollo, hacen mucho más rico el
análisis sobre las transformaciones que se imponen (1994: 131).
Según los posmodernos, el vuelco necesario que la teoría debe
dar para priorizar el espacio sobre el tiempo implica también ubi-
carnos en la escala de lo local, o en el estudio de las localidades, en
tanto que espacios particulares (Cook, 1989, 1990). En la visión de
Massey y otros autores, esto no necesariamente es correcto (1994:
132), en la medida en que puede haber otros estudios sobre es-
pacios que no siendo locales pueden tener un grado de particu-
laridad y especificidad importantes y no requieren ser micro para
ser ni particulares ni únicos, y mucho menos posmodernos.
En una postura que intenta vincular empirismo con teoría se
tiene opiniones de algunos autores cuya tendencia es hacer estu-
dios empíricos con información teórica que los apoya, lo que
origina una necesidad de discutir sobre el vínculo entre análisis y
narrativa (Sayer, 1989: 254). Pero realmente ¿es la narrativa la
forma de solucionar el problema de la teoría? En el sentir de Sayer,
la respuesta es afirmativa, en virtud de que permite pasar al análi-
sis y la síntesis necesarios para abordar los problemas regionales
(1989: 262-264). Otros autores como Thrift argumentan que el
discurso elimina el factor causalidad y permite que mediante
el uso de la presencia-ausencia, aparezcan los agentes y, así rescatar
al posestructuralismo del posmodernismo (1991: 458).
Por último, algunos autores hacen un llamado a lo que reco-
nocen como metodología de la localidad desde la sociología y la
antropología. Sostienen que la lectura de lo local es un argumen-
to importante para impulsar la generación de una teoría local
(Raffles, 1999:323) se basan en que no hay una estructura concep-
tual que permita analizar y comprender la transformación cons-
tante de los lugares pequeños en su tránsito simultáneo con la
globalización (1999: 326). En su visión, define lo local como sinó-
nimo de localidad de la manera siguiente:

62
Localidad entonces, no debe confundirse con localización. Por
el contrario, es un conjunto de relaciones, una política cons-
tante, una densidad, en los cuales los lugares se materializan
discursiva e imaginativamente que se establecen a partir de
prácticas de gente posicionada diferencialmente y de econo-
mías políticas (1999: 324).

En suma, no existe una mirada única a través de la cual poda-


mos definir el significado de lo local, o de la dimensión local de
los procesos, ni una categoría exclusiva para designar lo pequeño
o lo micro. Es más, puede referir a varias categorías, que en oca-
siones son utilizadas como sinónimos. Si a lo anterior agregamos
la posibilidad de usarla para referir a diferentes dimensiones terri-
toriales, el problema se hace más complejo y requiere de una expli-
cación que nos permita vincular la metodología con las diferentes
teorías que es preciso desagregar.

METODOLOGÍA O TEORÍA

COINCIDIENDO con Thrift, se puede argumentar que la creciente


importancia que se le ha dado a los estudios locales para entender
los cambios sociales, culturales y políticos del capitalismo tardío
tiene tres características: está posmodernizada, descontextualiza-
da y espectacularizada (1991: 459). En general todas tienden a
priorizar la diferencia y la particularidad sobre el contexto y la
teoría; en ese sentido espacio-local se confunde con diferencia y con
posmodernismo. Por otro lado, se le ha dado tanta importancia,
que cualquier referente alterno pierde sentido ante la relevancia
de lo local, ámbito territorial y social que es capaz de transformar
la realidad y darle ahora el desarrollo que no se pudo implementar
en las dimensiones nacionales o regionales en que se basaba la
transformación de la modernidad, que dará luz a la generación de
conocimientos alternos que permitan su transformación.
Este paso de reconocer una realidad de diferencias y locali-
dades tiene que ver con dos aspectos: en primer lugar, ¿qué en-
tendemos por la realidad y por qué es importante adentrarnos a

63
estudiarla?, y segundo, ¿cómo se dan los cambios que nos permi-
tan analizarla? Si tratamos de responder a la primera pregunta en
profundidad, nos llevaría a un sinnúmero de posturas y reflexio-
nes filosóficas que no podrían ser respondidas en este ensayo. Sin
embargo, sí se puede argumentar que el término designa "el modo
de ser de las cosas, en cuanto existen fuera de la mente humana
o independientemente de ella" (Abbagnano, 2004: 891). En úl-
tima instancia refiere a la existencia misma del mundo externo al
individuo y la sociedad o más recientemente, al problema del modo
de ser específico de las cosas mismas (2004: 892) que se presen-
tan como un todo integrado que rodea a la humanidad.
Uno de los objetivos de los estudiosos y de los intelectuales
académicos ha sido durante años tratar de entender las transfor-
maciones que se presentan en el mundo con el fin de darle una
explicación que permita ampliar el conocimiento que de ella se
tiene. En términos generales, la realidad contemporánea ha sido
nombrada de diferentes formas: capitalismo tardío, globaliza-
ción, mundialización, posfordismo, posmodernidad. Otro de los
objetivos es proponer alternativas para transformarla de tal ma-
nera que entender sus cambios sea parte fundamental de la visión
del futuro que tenemos de nuestra existencia. Esta generalidad
está dividida en partes que hacen aparecer a la localidad o lo local
como una dimensión alterna, particular y opuesta a la generalidad
que denuncia la forma de reproducción contemporánea.
Este conocimiento que se obtiene de la realidad que vivimos no
se hace de una manera totalmente objetiva, pues depende de la
visión del investigador y de las herramientas que use para inter-
pretarla, misma que podrá evidenciar algunos aspectos más que
otros. Así, tratando de dar una respuesta a la segunda pregunta, se
argumenta que la modernidad capitalista de la segunda mitad del
siglo XX priorizó tanto la perspectiva de visión de futuro de la huma-
nidad como la forma de analizarla a partir de criterios universa-
les, que permitieron entender procesos y tendencias generales más
que las concretas y particulares. En ese sentido, buscar leyes abso-
lutas que ayudaran a entender modelos de reproducción social
que se adscribieran a toda la sociedad y sus agentes de igual ma-

64
nera, o que toda la humanidad participara de los beneficios de la
producción y distribución, de la democracia y de la cultura, eran
a su vez los objetivos por alcanzar.
Esta forma de percibir al mundo llegó a un agotamiento de
sus principios y sus objetivos a finales de la década de los ochenta
del siglo XX. La promesa de igualdad que las sostuvo no fue alcan-
zada y, por lo tanto, las miradas que antaño tendían a ver la gene-
ralización, voltearon ahora a su contrario, el evidenciar las diferen-
cias, la particularidad y la concreción de lo local, como elementos
fundamentales que permitieran el reconocimiento y la reproduc-
ción de la realidad prevaleciente en el mundo (Ramírez, 2003). La
posmodernidad nos alcanzó y con ella parecía que pasabamos a
paradigmas contrarios para entender la realidad de los procesos.
Desde esta perspectiva, en los estudios territoriales, si antes
usábamos las dimensiones nacionales y regionales como ámbitos
para llevar a cabo las transformaciones que tenderían a homoge-
neizar nuestros entornos, a partir de los debates y las visiones
"nuevas" que se introdujeron, las localidades y lo local se perci-
bieron ahora como los lugares de implementación de los cambios
a futuro. A la oposición entre teoría y empirismo, que tradicio-
nalmente caracterizaron a la geografía regional, habría que agre-
gar la desvinculación con la que metodológicamente abordamos
lo general y lo particular en ambas posturas. De esta manera, en
ambos casos reducimos la realidad solamente a una de sus dimen-
siones sin intentar contemplarla en su totalidad. Esto en el área que
nos ocupa, supondría contemplar sólo una de los ámbitos esca-
lares en donde ésta se produce, sin pretender la integración de
todos los hechos que la caracterizan, sino sólo los que son funda-
mentales para su definición y la de las relaciones que los produ-
cen. En última instancia estamos limitando un territorio a lo que
es, sin que incluyamos el contexto que lo hace ser de esa manera.
De estos elementos contextuales y las discusiones que hemos
adelantado sobre los estudios de lo local, resaltan tres cuestiona-
mientos fundamentales de corte epistemológico que habría que
esclarecer: ¿cómo entender el problema de la oposición entre
análisis empírico y teórico?, en caso de que estuvieran desvincu-

65
lados o de lo contrario, ¿cómo articular el uno con el otro? En
esta pregunta se incluye también la necesidad de resolver la opo-
sición abstracto-concreto que entra en esta discusión, además de
cómo abordar la realidad en un mundo en donde ésta se reduce
a su mínima expresión, es decir, la más pequeña o micro. Relacio-
nadas con las preguntas anteriores tenemos la necesidad de respon-
der a ¿cómo vincular lo universal con lo particular?, que remite
a un ejercicio de integración de las partes y del todo. Por último,
es importante en esta discusión evidenciar cómo entran los suje-
tos-agentes al proceso de interacción territorial, que tiene que ver
directamente con la resolución de los cuestionamientos anteriores.
Empecemos entonces con la primera pregunta. Hay que reco-
nocer que la realidad se presenta ante nuestros ojos como un
todo articulado al que es preciso dar una explicación y una inter-
pretación. Pero en esa articulación, diferentes elementos y partes,
visiones, miradas y sujetos se conjugan para generar procesos
de transformación y de cambio que se dan a partir de relaciones de
muchos tipos que se dan entre todos ellos. Para darle una expli-
cación integrada, es preciso desagregar las partes, los elementos,
los agentes y las diferencias que componen los hechos, fenómenos
o procesos que reales que la componen con el fin de poder reco-
nocerlos. La desagregación y desintegración de las diferentes partes
que la componen es uno de los primeros pasos a seguir (Kosik,
1970: 43), ya que tratar de aprehenderlo en su totalidad desde
el principio puede resultar en un caos imposible de asir (1970: 48)
o en una argumentación tan general que se queda en la descrip-
ción superficial del problema, sin que con ello se llegue realmen-
te a su explicación completa. De esta manera, asumir un cambio
mecanicista que integra todos y partes sin que haya sido desagre-
gada con anterioridad, o bien fragmentando el conocimiento para
limitarlo exclusivamente a una, elimina la posibilidad relacional
que implica analizar la realidad desde su complejidad. Este es el
caso de los estudios que unen global-local en una forma mecánica,
o bien de los que se limitan al estudio de lo local sin contextua-
lizar su entorno.

66
Sin desagregación no hay conocimiento, ya que es la forma
que permite acercarnos a la estructura de las cosas o los fenóme-
nos tanto del mundo físico como de los otros, el biológico y el artís-
tico entre ellos. Es un ejercicio que relaciona las partes con su
contexto, como elemento definitorio de procesos. Al respecto el
autor argumenta que: "...no se puede conocer el contexto de la
realidad de otro modo que separando y aislando los hechos del
contexto y haciéndolos relativamente independientes. Aquí es el
fundamento de todo conocimiento: la escisión del todo" (Kosik,
1970: 70).
Sin embargo, Kosik agrega que el conocimiento no es contem-
plación, sino que es resultado de la praxis, y sólo se conoce a la
realidad a partir de que se crea, de tal manera que el conocimien-
to es "uno de los modos de apropiación del mundo" por la huma-
nidad (1970: 41). Pero las cosas tienen una imagen que se hace
aparencial, independientemente de la esencia que las hace singu-
lares, por lo que la realidad no se agota sólo en la imagen física del
mundo, sino en su comprensión de la totalidad que la caracteriza.
En ese sentido, la mirada que se ha tenido de parcializar la
totalidad del mundo en sus diferentes escalas y componentes, de
las cuales la local es sólo una más, es parte de la necesidad que
existe de conocer la particularidad de los aspectos que intervienen
en ella. Asimismo, esa desagregación que se presenta como opues-
tos no lo es del todo pues no quiere decir que tengamos que esco-
ger entre uno u otro. Lo global sólo existe en la medida en que se
materializa en la práctica local y ésta a su vez, sólo se contempla
como proceso cuando tiende a conformar procesos generales
globales que pueden ser reconocidos y aprendidos por la huma-
nidad. La aceptación de esta vinculación dialéctica entre opues-
tos es reconocer dos prácticas que condicionan nuestro ejercicio de
investigación de territorios diversos, misma que hemos reducido
sólo a la partición de las cosas a nivel de lo local, priorizando el
conocimiento empírico que le es propio y sólo en la desagrega-
ción de las partes que lo componen sin regresar a su integración.
En ese sentido, observar únicamente lo local es una forma de
reduccionismo entendido como la consideración exclusiva de lo

67
singular (local) sobre lo general, lo abstracto o lo teórico que se
eliminan. Se crean así dos polos opuestos que no tienen media-
ción: por un lado lo particular-local y por otro lo universal supra-
local y teórico (Kosik, 1970: 45-46). Es el método de "no es otra
cosa que", cuando en realidad, en su transformación y movimien-
to, ambos aspectos son parte de una multiplicidad de elementos
que componen una misma realidad transitando hacia un desarro-
llo nuevo cualitativamente (1970: 47), en lo cual es lo que es, pero
en su devenir se transforma en algo más.
Desde esta perspectiva, la aparición de la teoría y del contex-
to, son dos partes fundamentales de una misma realidad que
es preciso considerar en todo estudio particular, local. ¿Cómo se
vincula esto con los binomios abstracto-concreto, teórico-empí-
rico? Toda realidad, por más general que se presente, tiene un asien-
to local que lo liga y lo materializa en lo concreto. Desde esta
perspectiva entonces, la abstracción, que es generalmente teórica,
se identifica con la condición necesaria de la existencia del fenó-
meno, lo que es diferente de mostrar exclusivamente las condi-
ciones actuales que la materializan (Sayer, 1989: 260). Pero ¿de
qué privilegio goza la teoría para que el conocimiento, en aras
de ser completo, nuevamente requiera de ella? En palabras de
Kosik, la teoría, no es ni la verdad ni la manera explícita de asimi-
lación de la realidad, pero sí representa su comprensión explíci-
tamente reproducida, lo que ejerce influencia sobre el modo de
asimilación, intensidad y veracidad, entre otros aspectos (1970:
44-45).
En la opinión de Sayer, lo abstracto, no es lo mismo que lo
supralocal que refiere en el caso de nuestra discusión al ámbito del
Estado-nación o las multinacionales, o del estado regional, quie-
nes no son menos concretos que las empresas locales o el estado
local (1989: 260). Lo local tampoco es la sumatoria de aconteci-
mientos que permiten generalizar sobre un tema particular y
concreto. De ahí la necesidad de ubicar en diferentes escalas
procesos que en ocasiones se articulan, constituyéndose así en
una, de las ventajas que presentan tanto la teoría de la estructu-
ración como el manejo multiescalar de los espacios, aspectos

68
discutidos ahora por varios de los teóricos del territorio. El víncu-
lo entre los espacios es necesario para su propia definición, no sólo
en el ámbito de la relación abstracto-concreto, sino también teó-
rico-empírico. En ese sentido, el paso entre lo abstracto y lo
concreto en el pensamiento integra cuestiones empíricas sobre
acontecimientos, pero también el descubrimiento y el examen de
relaciones y desde ahí se puede reportar información teórica.
¿Por qué es necesario volver de lo concreto a lo abstracto, de
lo empírico a lo teórico o de lo específico a lo general? En opinión
de Kosik, porque es la única manera de integrar el conocimiento de
la realidad en su dimensión real y no aislada o cortada en pedaci-
tos (1970: 52). La realidad desde esta perspectiva, no es solamente
una conjunto de acontecimientos, sino implica la presentación de
un todo estructurado y dialéctico, en el cual puede ser compren-
dido cualquier hecho (1970: 55).
Para algunos autores, la integración analítica es un problema
del discurso y la narrativa. Es evidente que no, independiente-
mente de que haya una necesidad de diferenciar entre el método
de aprehender las cosas, del que se usa para exponerlas. El prime-
ro puede ser de corte descriptivo para enunciar hechos, desagre-
gar procesos y situaciones o evidenciar algunos aspectos propios
de lo estudiado. Si éste es el alcance de nuestro trabajo, es preciso
decirlo y dejar claro que hasta ahí se va a delimitar. Sin embargo,
para pasar a la exposición analítica que evidencia relaciones y
vínculos entre agentes o situaciones o hechos que fueron previa-
mente evidenciados. La narrativa no es un elemento epistemoló-
gico de integración (Sayer, 1989; Thrift, 1993) de los binomios
antes mencionados, sino refiere exclusivamente a una forma de
exponer y presentar en un discurso una realidad que fue previamen-
te aprendida, desagregada y luego integrada y analizada.
Por último, en el discurso contemporáneo, parecería que los
agentes sociales o estatales pueden independizarse de los proce-
sos de corte general (políticas, tendencias macroeconómicas, etcé-
tera), restringiendo la responsabilidad de la transformación eco-
nómica, sustentable o de gestión del territorio al ámbito de los
agentes locales y del sector privado. Se elimina con ello la respon-

69
sabilidad estatal y pública nacional o regional para dar respuesta a
la necesidad de transformar los entornos y los lugares. Esta perspec-
tiva remite a la concepción de un agente sin contexto, que puede
definir y cambiar las formas de negociación en sus territorios
locales.
Coincidiendo con Thrift, los sujetos son agentes que pueden
efectivamente cambiar en lo individual formas de negociación
(gestión en el ámbito político) o de contextos. Sin embargo, esta
transformación es en sí misma limitada, pues está definida por los
modelos dominantes, las formas de negociación y los contextos
en que éstas se mueven y desarrollan (Thrift, 1991: 461). Tanto el
sujeto como la subjetividad tienen que ser puestos en un contex-
to determinado, que no puede ser construido a partir sólo de un
elemento lingüístico particular, o en autonomía del resto de con-
diciones que definen sus procesos y sus localizaciones. En ese sen-
tido, el juego entre contexto y agente es un elemento epistemo-
lógico importante para definir y trabajar con la producción del
espacio y del territorio local, así como para posibilitar su desarro-
llo (Ramírez, 2003).

REFLEXIONES FINALES

SEGÚN COOK (1989), en las últimas dos décadas hubo reajuste en


el foco y readecuación de la idea de los discursos locales, los po-
deres locales y el desarrollo local, en parte porque los discursos y
los poderes universales se han debilitado y han cambiado. La
realidad ha presenciado una fragmentación y segmentación de la
vida política, económica, social y cultural en que vivimos. También
se ha producido una aparente sobrevaloración de motivos que
parecen fijos como la producción, el consumo y la cultura, todas
generadas en masa (1989: 477-478).
Es evidente entonces que si la realidad se reajusta hacia esos
ámbitos, las discusiones aparezcan parcializadas y sujetas a los mis-
mos cambios. Sin embargo, es por ello necesario regresar a las dis-
cusiones epistemológicas y ontológicas sobre el territorio, y sus
formas de definición, con el fin de no olvidar visiones más inte-

70
grales de concebir y explicar los movimientos y los cambios que
presenciamos.
Evitar el reduccionismo que nos lleva a la generación de bino-
mios contrapuestos -global-local, teoría-empíria, concreto-abs-
tracto- es contribuir a reproducirlo, como resultado de la tendencia
de fragmentación de la ciencia que nos lleva a trabajar con hechos
incomunicados y con dualidades contrapuestas y aisladas. Si el
objetivo es crear una forma más unitaria e integrada de generar
el conocimiento, estamos quizá ante el reto de trabajar por la cons-
trucción de una ciencia unitaria (Kosik, 1970: 57) tendiente a crear
herramientas metodológicas que permitan pasar de una simple men-
ción de hechos a una ciencia que tiene por objetivo el reconoci-
miento de procesos y relaciones.
Esto sólo puede generarse si aceptamos, tal y como Kosik lo
argumenta, que la realidad no existe sino como un conjunto de
hechos, como totalidad jerarquizada y articulada a ellos (1970:
66-67), en la que el territorio juega un papel fundamental para reco-
nocerlos y permite ubicar a los agentes y procesos en los ámbitos
reales de su desarrollo y desenvolvimiento. Sin duda, este plan-
teamiento representa un reto importante para reconocer que las
herramientas metodológicas del materialismo histórico pueden
ser todavía importantes para construir los nuevos paradigmas que
reclama la discusión científica contemporánea: la transdisciplina.
Ésta propone la necesidad de integrar nuestras miradas para la
generación de herramientas que nos lleven a conformar una cien-
cia integral que analice la realidad en forma compleja y completa.
Ese es un reto que está todavía sin construir, pero es necesario que
lo hagamos colectivamente.

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73
FEDERICO MORALES BARRAGÁN

Los conceptos de jerarquía y heterarquía


en el análisis del desarrollo local

INTRODUCCIÓN

M EDIANTE su organización en redes, los actores locales pue-


den encarar de mejor forma las exigencias de aprendizaje
y adaptación continua, características de la economía mundial con-
temporánea, e impulsar así el desarrollo de sus territorios. Esta
proposición es una constante en contribuciones recientes que
han atendido diversas facetas del desarrollo local (Alburquerque,
2004; Boisier, 2004; CEPAL, 1999 y 2001; Esser et al., 1996; Llorens
et al, 2002; Meyer-Stamer, 1998 y 2000).
La referencia a las ventajas asociadas a la organización en
redes no es algo novedoso, forma parte de una rica tradición que
se remonta a los estudios de Marshall, a principios del siglo XX,
dedicados al tema de la organización industrial y en la actualidad
ocupa un sitio destacado en distintos enfoques contemporáneos
acerca del desarrollo regional, entre ellos, el de los distritos indus-
triales (Belussi y Gottardi, 2000; Curzio y Fortis, 2002), el medio
innovador (Maillat, 1996; Ratti et al., 1997), los sistemas de inno-
vación (Fischer et al, 1999 y Fischer y Frölich, 2001), los siste-
mas regionales de innovación (Braczyk et al., 1998), los sistemas
agroalimentarios localizados (Boucher et al., s/f) y, con un alcance
más amplio, la teoría del desarrollo endógeno (Vázquez, 1999,
2005).
Uno de los asuntos puesto en relieve en esta discusión es que
la organización en redes favorece el intercambio de conocimiento
y la coordinación flexible entre distintos actores, situación que con-
trasta con la mayor rigidez atribuida a la organización jerárquica.

75
El énfasis en las ventajas derivadas de la organización en redes
ha dado lugar a la construcción de un discurso que sugiere implí-
citamente una relación antagónica entre las redes y las jerarquías.
Este discurso obedece a una interpretación restringida de los con-
ceptos heterarquía y jerarquía y contribuye a la formación de
prejuicios que empobrecen el análisis tanto de las experiencias
de desarrollo local como de las condiciones que favorecen o inhiben
su promoción.
En la perspectiva que postula implícitamente una oposición
entre las relaciones heterárquicas (identificadas con las que ocurren
en las redes) y las jerárquicas (asociadas con las cadenas de man-
do), estas últimas aparecen como algo nocivo que debe desterrar-
se o como la expresión de una forma organizacional inferior en
tanto inadecuada para enfrentar las exigencias de la economía
mundial contemporánea.
Esta perspectiva se ve reflejada, por ejemplo, en la opinión de
Reihlen (1996), quien señala que el pensamiento administrativo
tradicional se basa en sistemas jerárquicos de gobierno, donde el
poder de decisión de una persona proviene de su posición en la
jerarquía y no de su conocimiento respecto a la solución de un
problema determinado. "[La] estructura jerárquica de poder no es
adecuada para la administración eficiente del proceso de investi-
gación innovativa, porque no apoya la reconfiguración flexible de
los poderes para la toma de decisiones" (Reihlen, 1996: 6).
La valoración negativa de las relaciones jerárquicas llega inclu-
so al grado de calificarlas como relaciones autoritarias; por el
contrario, las redes son consideradas formas democráticas de orga-
nización, de ahí que se postula un círculo virtuoso entre la cons-
titución de estas últimas, la coordinación flexible entre actores
diversos y la construcción del desarrollo local. Desde esta perspec-
tiva se considera imposible o en todo caso inadecuada la coexis-
tencia de interacciones jerárquicas y heterárquicas. Esta posición
revela que los vínculos entre las redes, las jerarquías y el desarro-
llo local se han convertido cada vez más en objeto de discurso y no
de investigación.

76
Con base en las consideraciones anteriores el propósito de
este capítulo es mostrar que el esclarecimiento de los conceptos
jerarquía y heterarquía es relevante para el análisis del desarrollo
local, en particular para la caracterización de mecanismos insti-
tucionales que propician o inhiben su construcción. Para ello, en
primer lugar se discute la perspectiva de McCulloch acerca de
estos conceptos; no está de más indicar que este autor es quien
introduce en el análisis científico el término heterarquía a media-
dos del siglo XX. En segundo término se muestra el valor de esta
perspectiva en el ámbito de dos enfoques vinculados con el estu-
dio de mecanismos institucionales que condicionan la construc-
ción del desarrollo local, a saber: competitividad sistémica y go-
bernanza global.

JERARQUÍA Y HETERARQUÍA
DESDE LA PERSPECTIVA DE MCCULLOCH

EN UN ARTÍCULO dedicado al estudio de las redes neuronales,1


McCulloch introduce el término heterarquía y plantea la relación
complementaria de este concepto con el de jerarquía, posición que
contrasta con la interpretación que los concibe como conceptos
antagónicos. Con base en lo expuesto por von Goldammer y sus
colegas (2003), el planteamiento de McCulloch puede sintetizarse
de la siguiente forma: dado un sistema cualquiera, el concepto de
heterarquía se refiere a la situación de interdependencia que existe
entre niveles o subsistemas diferentes en los cuales se desarrollan
procesos distintos de forma simultánea; esta modalidad de inte-
racción no excluye situaciones en las que los subsistemas de mayor
complejidad determinan parcialmente a los de menor compleji-
dad, a este último tipo de relaciones se refiere el concepto de jerar-
quía. Lo anterior subraya el hecho de que en un sistema cualquiera
coexisten las modalidades de interacción a las que hacen referen-
cia los conceptos de jerarquía y heterarquía, dicho de otro modo, la
dinámica de interacciones en un sistema dado involucra relacio-
1
McCulloch (1945): "A Heterarchy of Values Determined by the Topology of Ner-
vous Net", citado en Von Goldammer (2003).

77
nes tanto jerárquicas como heterárquicas. El resto de la sección
presenta opiniones que concuerdan con el planteamiento de
McCulloch y lo discuten con mayor amplitud.
De acuerdo con Kontopoulos (1993) los conceptos de jerar-
quía y heterarquía corresponden a dos estrategias epistémicas
distinguibles.2 La primera, también conocida como estrategia de
emergencia fuerte, se refiere a la emergencia de "[...] macroenti-
dades consolidadas y la sobredeterminación parcial de las micropar-
tes por los principios dominantes de organización de las nuevas
entidades superiores. La jerarquía es un sustituto modificado, y
claramente más defendible, del holismo" (Kontopoulos, 1993:
13, cursivas en el original).3
Este mismo autor identifica dos tipos de jerarquías, la prime-
ra llamada de control donde prevalece la determinación de las
entidades macro hacia las micropartes. El segundo tipo llamado
jerarquía modular introduce una consideración prácticamente
inexistente en la interpretación habitual de las relaciones jerár-
quicas; en este segundo caso la determinación de las entidades
macro no explica por completo a las micropartes, en estas últimas
se reconoce un componente original no explicado por aquellas, lo
cual no significa incurrir en el principio reduccionista que postu-
la la emergencia completa de las entidades macro a partir de las
micropartes.4
Construir una teoría jerárquica de la estructura social requie-
re, según Kontopoulos, dar cuenta de dos aspectos. Por un lado,
la emergencia de subsistemas de complejidad creciente a partir
de decisiones ubicadas en los subsistemas micro, las cuales están
acotadas por ciertas condiciones iniciales; a su vez, dichos sub-
sistemas emergentes configuran condiciones que acotan los
2
El término de estrategias epistémicas se refiere a orientaciones analíticas metateóri-
cas, de carácter más general, "[...] ellas implican un conjunto de compromisos ortológicos,
epistemológicos, así como puramente metodológicos dirigidos hacia la teorización o las ta-
reas de investigación" (Kontopoulos, 1993: 384).
3
El término de holismo corresponde a una estrategia epistémica denominada de tras-
cendencia sistémica, que postula la fuerte determinación de las micropartes por el macro-
sistema (Kontopoulos, 1993: 13).
4
Una síntesis crítica a las posiciones reduccionistas se encuentra en (Konto-
poulos, 1993: 14-17).

78
subsistemas inferiores y las microdecisiones e influyen en la reor-
ganización de todo el sistema. El segundo aspecto se refiere a la
convergencia relativa de múltiples microestructuras que se aco-
plan para producir subsistemas de complejidad creciente, rasgo
que obedece, precisamente, a su naturaleza multiestructural. Lo
expresado por este autor revela una visión más rica del concepto
de jerarquía que rebasa la concepción habitual que lo reduce a la
determinación completa de los subsistemas macro hacia los sub-
sistemas micro. Como ha sido indicado previamente, esta última
visión corresponde a la estrategia epistémica conocida como ho-
lismo o de trascendencia sistémica.
Por su parte, la heterarquía o estrategia de emergencia mode-
rada "[...] se define como la subdeterminación de la(s) macroestruc-
tura(s) por las micropartes dadas y como la emergencia semi-autó-
noma de fenómenos de nivel superior fuera de los de nivel
inferior" (Kontopoulos, 1993: 12, cursivas en el original).
En el caso de las heterarquías no existe un único subsistema
gobernante; por el contrario, cada subsistema ejerce cierta influen-
cia sobre los demás. Al respecto Iannacci y Mitleton-Kelly (2005)
consideran que comparadas con las jerarquías, las heterarquías
pueden denominarse sistemas débilmente acoplados,5 porque en
ellas se registra una interacción descentralizada impulsada por
diferentes intereses particulares que incluso pueden ser contradic-
torios. La ausencia de un subsistema gobernante en las heterar-
quías obedece a que en ellas existen múltiples accesos, múltiples
vínculos y múltiples determinaciones entre los distintos subsis-
temas. "Cualquier teoría que se refiere a fenómenos con niveles
semi-independientes uno del otro y entremezclados entre sí en
formas asimétricas, más que ordenados totalmente [...] es una
teoría heterárquica" (Kontopoulos, 1993: 226).
A diferencia de las jerarquías, en las heterarquías no existe una
inclusión completa o casi completa de un subsistema respecto de
5
"Un sistema estructural que es «débilmente acoplado» se habrá descompuesto en
subsistemas (aquí, ei conjunto de todas las estructuras de procesos en interacción), en tal
forma que las interacciones o relaciones dentro de cada subsistema son más fuertes que las
interacciones o relaciones entre subsistemas" (Kontopoulos, 1993: 188, comillas en el
original).

79
otro; rasgo que ayuda a distinguir, según su grado de complejidad,
entre los subsistemas de una jerarquía. Mientras que en las jerar-
quías el incremento de la complejidad se construye mediante la
sobreposición de restricciones, esto es, los subsistemas más com-
plejos o superiores se construyen mediante la agregación de
nuevas restricciones a los subsistemas menos complejos o inferio-
res, en las heterarquías no existe una jerarquía definida u orde-
namiento de restricciones; por el contrario, existe

[...] un entrecruzamiento de niveles en los cuales no hay


forma de decir con certeza si un nivel es superior a otro, o si es
causalmente más importante u ontológicamente más básico
[...] Esto implica que en cada nivel particular pueden influir
diferentes restricciones; un "entrecruzamiento de restriccio-
nes", constitutivo del carácter multidimensional de las enti-
dades del fenómeno, incrementa en cada nivel la probabili-
dad de la subdeterminación de los niveles superiores por los
inferiores y viceversa, la subdeterminación de los niveles infe-
riores por los superiores (Kontopoulos, 1993: 63, 65-66, comi-
llas en el original).

La expresión "entrecruzamiento de niveles" que utiliza


Kontopoulos para describir una estructura heterárquica implica,
en su opinión, la presencia de un cierto tipo de jerarquía abierta
y muldimensional, una estructura compuesta por jerarquías de
subsistemas parciales que se intersectan e influyen entre sí, sin
determinarse completamente, de ahí el rasgo de acoplamiento
débil al que hacen referencia Iannacci y Miltleton-Kelly
La discusión anterior revela con nitidez que los conceptos
de jerarquía y heterarquía, si bien distinguibles por sus rasgos, no
pueden ser disociados en la medida que abordan aspectos estre-
chamente relacionados referidos a la dinámica de interacciones de
un sistema. La comprensión de esta dinámica sólo es posible cuan-
do se utilizan ambos conceptos de manera complementaria, este
es el mensaje central de la perspectiva ofrecida por McCulloch.

80
Esta misma perspectiva se encuentra presente en opiniones
de otros autores, en las que es evidente la complementariedad de
los conceptos de jerarquía y heterarquía. Tal es el caso de la defi-
nición propuesta por Gunji y Kamiura, para quienes la "[...] hete-
rarquía es un sistema dinámico jerárquico en el cual una acción
en un nivel revela simultáneamente reacciones en otros niveles"
(2004: 1). En el mismo sentido se encuentra la opinión de Iannacci
y Mitleton-Kelly (2005), quienes consideran a las heterarquías
como jerarquías anidadas, si bien advierten sobre el sentido que
dan al concepto de jerarquía, el cual no se refiere a cadenas de
mando, simplemente significa que los subsistemas pueden descom-
ponerse a su vez en subsistemas adicionales. Finalmente para
O'Reilly (2001), las relaciones heterárquicas destacan el dinamis-
mo de la interacción humana, por eso, aunque no sean el factor
dominante, siempre merecen considerarse.
Un asunto adicional que merece considerarse es el de la iden-
tificación de las heterarquías con las redes. De acuerdo con Jen,
las sociedades humanas son un ejemplo de las heterarquías por-
que los individuos actúan simultáneamente como miembros de
numerosas redes. "[Las] heterarquías son redes, frecuentemente
jerárquicas, interconectadas y sobrepuestas con componentes
individuales que simultáneamente pertenecen y actúan en múl-
tiples redes y con una dinámica de todo el sistema que gobierna
y emerge precisamente de todo este conjunto de interacciones"
(Jen, 2000: 4).
En el mismo sentido, Fontana y Padgett comentan que
[en] términos abstractos, la heterarquía surge cuando compo-
nentes o agentes con diferentes leyes de composición interac-
túan al mismo tiempo. Cada modo de interacción da lugar a
una particular topología de red y su dinámica. Cuando los
agentes disponen de más de un modo de interacción acaban
por participar en diferentes subsistemas simultáneamente
(Fontana y Padgett, 1999: 2).

Las opiniones anteriores muestran claramente que la interco-


nexión entre múltiples elementos que en general caracteriza a las

81
redes y gráficamente se presenta como una "madeja de interde-
pendencias" es el rasgo que justifica su identificación con las
heterarquías. Sin embargo, aunque no puedan ser abordados en
este capítulo por distanciarse de su cometido principal, no está
de más hacer un par de señalamientos que cuestionan la consis-
tencia de esta identificación.
De acuerdo con Von Goldammer et al. (2003) en las redes, a
diferencia de las heterarquías, sí se cumple la ley de la transitivi-
dad; por ello la identificación de las heterarquías con las redes no
es estrictamente rigurosa y violenta la perspectiva original pro-
puesta por McCulloch.6 En segundo lugar, Stark (1996) opina que
el uso del término redes para identificar diversas modalidades de
coordinación confunde el nombre de una forma organizacional
con un enfoque analítico. Como señala el propio Stark, "[...] no
sólo las modalidades de organización llamadas redes emergentes
sino también los mercados y las jerarquías pueden ser estudiadas en
términos del análisis de redes" (1996: 23).7
De la discusión desarrollada en esta primera parte merecen
destacarse cuatro aspectos que serán considerados en la parte
complementaria de este capítulo. Primero, los conceptos de jerar-
quía y heterarquía se refieren a un mundo organizado en niveles
o subsistemas. Segundo, en lo concerniente a la jerarquía, la ma-
crodeterminación o determinación de los subsistemas más com-
plejos hacia los menos complejos nunca es completa. Tercero, la
multideterminación entre subsistemas a la que se refiere el con-
cepto de heterarquía revela la naturaleza abierta de la reorgani-
zación de un sistema, pero también el carácter multidimensional
y contradictorio de la misma; por ello, en comparación con un
sistema jerárquico, el heterárquico se considera "débilmente aco-
plado". Cuarto, el análisis de la dinámica de interacciones de un
sistema exige utilizar de manera complementaria los conceptos
de jerarquía y heterarquía; este es el aspecto medular de la pers-
pectiva de McCulloch que merece ser recuperado.
6
Véase Von Goldammer et al. (2003: 6).
7
Sin embargo, llama la atención que un libro de Wasserman y Faust (1994), conside-
rado un clásico del enfoque conocido como análisis de redes sociales, no incluye en su ín-
dice temático el término de heterarquía.

82
JERARQUÍA Y HETERARQUÍA
EN LOS ENFOQUES DE COMPETITIVIDAD
SISTÉMICA Y GOBERNANZA GLOBAL

DE ACUERDO CON Enríquez (2005), el desarrollo local es funda-


mentalmente un proceso de concertación entre actores diversos
vinculados a un territorio específico; la finalidad de dicho proce-
so es mejorar de manera continua y sostenida la calidad de vida
de la población de ese territorio. Aunque parece evidente, los
vínculos entre estos actores no ocurren en espacios abstractos, sino
en contextos regidos por una trama institucional específica, cuya
consideración no puede omitirse si se aspira a una comprensión
más clara de las interacciones sociales presentes en cada territorio
y la promoción de su desarrollo. Como señala Vázquez Barquero,

[...] el funcionamiento de las instituciones determina la evo-


lución de las economías y la senda específica de crecimiento
de las ciudades y países; es decir, que las normas y reglas, for-
males (como los contratos y los acuerdos entre empresas y
actores) pero también informales (como los códigos de con-
ducta y las convenciones), existentes en cada sociedad, juegan
un papel estratégico en los procesos de desarrollo. Las empre-
sas y las organizaciones toman sus decisiones de inversión en
un entorno institucional y las realizan a través de un sistema
de relaciones e interacciones con otras empresas y organiza-
ciones, que forman el sistema institucional, lo que afecta a los
resultados de la inversión, y, por lo tanto, al comportamiento
de la productividad y al propio proceso de desarrollo econó-
mico (Vázquez Barquero, 2006).

Por esta razón uno de los aspectos medulares del análisis del
desarrollo local tiene que ver con el estudio de los mecanismos
institucionales que lo condicionan. Las raíces de esta discusión
que recupera el vínculo entre instituciones y desarrollo son pro-
fundas y añejas, pues se remontan a las reflexiones de la llamada
"vieja escuela histórica alemana" acerca de la mutua constitución

83
entre individuos e instituciones (Hodgson, 2001). En fechas re-
cientes, enfoques como los de la competitividad sistémica y la
gobernanza global han contribuido a recuperar el vínculo recién
señalado y han aportado elementos valiosos para comprender los
mecanismos institucionales que condicionan la construcción del
desarrollo local. En este contexto es, precisamente, donde a con-
tinuación se muestra el valor del legado de McCulloch referido a
los conceptos jerarquía y heterarquía. Para destacar la contribu-
ción de estos conceptos en los enfoques de la competitividad
sistémica y la gobernanza global es necesario recordar, mediante
una formulación breve, los cuatro aspectos que sintetizan la dis-
cusión de la primera parte del capítulo y que serán considerados
en la argumentación de esta segunda parte: primero, los concep-
tos de jerarquía y heterarquía se refieren a un mundo organizado
en subsistemas; segundo, el concepto de jerarquía no es sinónimo
de la macrodeterminación completa; tercero, el concepto de he-
terarquía destaca el carácter multidimensional y contradictorio
de la reorganización de un sistema; y cuarto, analizar la dinámica de
interacciones de un sistema exige utilizar de manera complemen-
taria los conceptos de jerarquía y heterarquía

Competitividad sistémica

El concepto de competitividad sistémica retoma las discusiones


procesadas por la Organización para la Cooperación Económica
y el Desarrollo (OECD, por sus siglas en inglés) acerca de los fac-
tores que influyen en el logro de la competitividad. Como señalan
Esser y sus colegas (1996), una de las carencias de esas discusio-
nes es que ignoran casi por completo los aspectos políticos que
inciden en la construcción de la competitividad. Como, por ejem-
plo, los factores que explican la ausencia de mecanismos institucio-
nales dedicados a crear ambientes que favorezcan la articulación
de las iniciativas de las empresas, el gobierno y otro tipo de acto-
res sociales. En contraste con esa perspectiva, el enfoque de la
competitividad sistémica ofrece un marco de referencia para ana-
lizar los factores tanto económicos como políticos que afectan la

84
construcción de la competitividad. No está demás señalar que
aquí se hace referencia a la competitividad territorial, noción que se
distingue de otros conceptos de competitividad por el énfasis en
el carácter multidimensional o sistémico de la misma y que cons-
tituye un elemento fundamental de la perspectiva del desarrollo
local.8
La perspectiva asumida por el enfoque de la competitividad
sistémica explica, en buena medida, el hecho de que haya trascen-
dido el entorno para el cual fue diseñado originalmente, el de los
países industrializados; en la actualidad este enfoque también es
utilizado en diversas regiones ubicadas en países subdesarrolla-
dos (Altenburg y Messner, 2002; Meyer-Stamer, 1998 y 2000).
Enseguida se presenta el marco de análisis que ofrece este enfoque
y la forma en que están involucrados los conceptos de jerarquía y
heterarquía.
La competitividad sistémica distingue cuatro niveles de análi-
sis: el nivel micro se ocupa de las empresas y las redes de empresas,
el nivel meso atiende las políticas y las instituciones específicas, el
nivel macro considera las condiciones económicas generales, por
último el nivel meta contempla aspectos como las estructuras socio-
culturales, la orientación general de la economía y la capacidad de
los actores para formular estrategias (Meyer-Stamer, 1998).
En el cuadro 1 se aprecia cómo cada uno de estos niveles de
análisis puede referirse a diferentes niveles de agregación territo-
rial. Es decir, el nivel de análisis macro, por ejemplo, no se iden-
tifica con la escala nacional o con la escala supranacional; las
condiciones económica generales que considera el nivel de análi-
sis macro se expresan en distintas escalas territoriales, lo mismo
ocurre para cada uno de los otros niveles de análisis. La conside-
ración de los elementos que integran el cuadro 1 revela con nitidez
8
"[Un] territorio adquiere carácter competitivo si puede afrontar la competencia del
mercado y garantizar al mismo tiempo la viabilidad medioambiental, económica, social y
cultural, aplicando lógicas de red y de articulación inter-territorial. En otros términos, la com-
petitividad territorial supone: la toma en cuenta de los recursos del territorio en la búsque-
da de la coherencia global; la implicación de los agentes e instituciones; la integración de
los sectores de actividad en una lógica de innovación; la cooperación de los otros territorios
y la articulación con las políticas regionales, nacionales y [continentales] con el contexto
global" (Observatorio Europeo LEADER, 2001: 5).

85
que el enfoque de la competitividad sistémica propone un dispo-
sitivo heurístico orientado a capturar interrelaciones múltiples
que inciden en la construcción de la competitividad, interrelacio-
nes que no pueden entenderse si no se consideran las instituciones
que las regulan o las animan.9
Las interrelaciones del cuadro de la siguiente página pueden
clasificarse como sigue:

1. Las que se registran en cada una de las celdas, esto es, la


intersección entre cada uno de los niveles de análisis y los de
agregación territorial.
2. Las que involucran varios niveles de agregación territorial,
pero referidas a un solo nivel de análisis; esta modalidad puede
visualizarse estableciendo cortes que recorren la tabla en
sentido horizontal: el punto de referencia es uno de los nive-
les de análisis y sus expresiones son valoradas en los distintos
niveles de agregación territorial.
3. Las que conciernen a varios niveles de análisis teniendo
como referencia un solo nivel de agregación territorial, en este
caso los cortes se establecen en sentido vertical, por ejemplo:
el punto de referencia es el nivel de agregación local y se va-
lora cómo inciden en éste los aspectos considerados en los
distintos niveles de análisis.
4. Finalmente, las interrelaciones múltiples (horizontales y ver-
ticales) que el propio dispositivo establece por construcción.

El dispositivo heurístico provisto por la competitividad sisté-


mica muestra la importancia de utilizar complementariamente
los conceptos de jerarquía y heterarquía para analizar las múltiples
interrelaciones que inciden en la configuración de la compe-
titividad. Por una parte, las interrelaciones que tienen como punto
de referencia el nivel de análisis (interrelaciones tipo 2) configu-
ran subsistemas jerárquicos parciales; los procesos que ocurren en
9
No debe olvidarse que las instituciones no sólo juegan un papel restrictivo o de
sanción, también contribuyen a la promoción de comportamientos. Al respecto véase Hodg-
son (1999, 2001 y 2002).

86
ALGUNOS FACTORES DETERMINANTES DE LA
COMPETITIVIDAD SISTÉMICA

B
Supranational Nacional Regional Local
A

Meta Competencia de Modelo nacionalIdentidad regional Capacidad de coo-


sistemas de dife- de desarrollo Capacidad de es- peración
rentes modelos Sistema nacional
trategias regionales Confianza
de economías de de innovación Contexto de creati-
mercado vidad
Macro Flujos internacio- Marcos macroeco- Política fiscal só- Política fiscal sólida
nales de capital nómicos (sistema lida Capacidad de inver-
tributario, capaci- Capacidad de in- sión pública
dad de financia- versión pública Calidad de vida
miento)
Meso Política industrial Fomento de nue- Centros de tecno- Fomento económico
de la Unión Euro- vas tecnologías logía local y política de
pea Instituciones de Instituciones mercado de trabajo
Política tecnológica financiamiento educativas
específicas Política de medio
Política de medio ambiente
ambiente específi-
ca para sectores
Micro Empresas interna- Empresas media- PYME Clusters locales
cionales nas y grandes Clusters regionales Proveedores locales
Encadenamientos Redes dispersas
mercantiles glo- de empresas
bales

A: Niveles de análisis.
B: Niveles de agregación territorial.
Fuente: Elaboración propia con base en (CEPAL, 2 0 0 1 : 26).

la escala supranacional condicionan los que se ubican en escalas


contenidas en ellos: la nacional, regional y local. Lo mismo puede
decirse de los procesos que ocurren en las escalas nacional y re-
gional, incluso en la escala local, la cual puede ser desagregada aún
más. Así, por ejemplo, los encadenamientos mercantiles globales
ubicados en el ámbito microsupranacional afectan los mecanis-
mos de proveeduría local del ámbito microlocal; también pueden
considerarse la influencia sobre este último de las redes dispersas

87
de empresas que se ubican en el ámbito micronacional. Sin em-
bargo, como se ha insistido en repetidas ocasiones, este condicio-
namiento no significa una determinación total. Como fue seña-
lado en la primera parte del capítulo, el concepto de jerarquía
reconoce elementos originales en los subsistemas menos comple-
jos o inferiores que no son determinados por los más complejos o
superiores. En este caso, en los mecanismos de proveeduría local
también influyen aspectos como la confianza, la capacidad de
cooperación, la política local de fomento económico; todos ellos
ubicados en ámbitos diferentes que en conjunto configuran otro
subsistema jerárquico parcial, en este caso el que toma como re-
ferencia el nivel de agregación territorial local y que forma parte
de las interrelaciones tipo 3.
La referencia a un segundo subsistema jerárquico conduce a
la pregunta sobre cuál de los dos subsistemas considerados en el
ejemplo puede calificarse como el determinante, la respuesta a
esta interrogante se complica aún más si se toman en cuenta todas
las interrelaciones del cuadro 1 (interrelaciones tipo 4). El con-
cepto de heterarquía aparece y revela, como se ha dicho antes, la
coexistencia de procesos que ocurren simultáneamente en diferen-
tes subsistemas, todos ellos afectándose entre sí mediante rela-
ciones no exentas de contradicciones y donde ninguno de éstos
gobierna en sentido estricto a los demás. Mediante el concepto
de heterarquía se revela que las determinaciones entre subsistemas
tienen un carácter contingente, no absoluto. En referencia al ejem-
plo anterior puede decirse que el reto consiste en identificar las
circunstancias en las cuales los encadenamientos mercantiles
globales, el modelo de desarrollo nacional, la confianza y así cada
ámbito de interrelaciones definido como pertinente, influye en
los mecanismos de proveeduría local.
Este breve ejercicio de análisis ilustra de manera específica el
valor de la perspectiva de McCulloch en el ámbito del enfoque
de la competitividad sistémica: el análisis de la estructura y fun-
cionamiento de los mecanismos institucionales que condicionan
la construcción del desarrollo local se enriquece cuando los con-
ceptos de jerarquía y heterarquía se utilizan de manera comple-
mentaria. Las relaciones jerárquicas y heterárquicas se presentan

88
de forma articulada en la realidad social, de ahí que carece de sen-
tido disociar, o incluso presentar como antagónicos, los conceptos
medulares que ayudan a la comprensión de esas relaciones.

Gobernanza global

Mayntz (2000) señala que el origen del término gobernanza se


ubica al final de la Segunda Guerra Mundial cuando los gobier-
nos pretendían dirigir el desarrollo social y económico de sus paí-
ses hacia objetivos específicos. Recientemente este término ha
tenido dos acepciones adicionales. La primera, señala un estilo de
gobierno caracterizado por un mayor grado de cooperación y por
la interacción entre actores gubernamentales y no gubernamen-
tales dentro de redes de decisión mixtas, que no son ni públicas
ni privadas. La segunda, amplía su significado y se refiere a cual-
quier forma de coordinación social.10 Atendiendo a esta última
acepción, Messner (2003) señala que el funcionamiento contem-
poráneo de la economía mundial revela formas de coordinación
social que se establecen a escala global, pero que no operan al mar-
gen de las dinámicas locales. Por su alcance dichas formas consti-
tuyen mecanismos de gobernanza global, cuyo análisis no puede
estar fuera de la agenda de discusión del desarrollo local.

[Además] de la interacción de empresas en mercados globales


anónimos [...] y de reglas de juego de organismos multilate-
rales (como la OMC [Organización Mundial del Comercio]),
[...] existen otros patrones de gobernanza global más allá del
mercado y de la intergubernamentalidad, patrones que tocan
efectivamente los campos de acción de los clusters locales. Los
emplazamientos locales y las regiones [por una parte] se inte-
gran cada vez más en cadenas globales de valor agregado [y,
10
Si la gobernanza se refiere a cualquier forma de coordinación social asociada a cier-
tos diseños institucionales, la gobernabilidad es la capacidad que las interacciones propor-
cionan al sistema político para reforzarse a sí mismo mediante las transformación de sus
necesidades o preferencias en políticas efectivas. El grado de gobernabilidad depende enton-
ces, de la calidad de las instituciones, pero la gobernabilidad también incide en la definición
de las propias instituciones (Mayntz, 2000).

89
por la otra,] se ven enfrentados cada vez más con estándares
globales (técnicos, sociales, ambientales) (Messner, 2003: 150,
se agregan itálicas).

A continuación se presentan los rasgos generales que caracte-


rizan las cadenas globales de valor y las redes de creación de están-
dares globales, luego se muestra la presencia de los conceptos
jerarquía y heterarquía en el análisis de estos mecanismos de
gobernanza global.
Las cadenas globales de valor se consideran redes globales de
producción y comercio en las que pueden identificarse comprado-
res globales y modalidades de gobernanza privada. El alcance de
estas modalidades de coordinación entre actores privados locali-
zados en distintos lugares del planeta se ha ampliado a tal punto
que en la actualidad abarca: el diseño de los productos (qué se va a
producir); el proceso de producción que contempla aspectos sobre
la tecnología, los sistemas de calidad y algunos estándares am-
bientales y laborales (cómo se va a producir) y, finalmente, los flujos
de producción (cuánto se produce, cuándo y cómo se maneja el
flujo de productos a lo largo de la cadena).
Messner (2003) señala que las relaciones de las empresas que
participan en estas cadenas globales de valor difícilmente pueden
describirse en términos de simples transacciones mercantiles. Con
base en un estudio de Humphrey y Schmitz (2002), Messner
indica que todas estas relaciones pueden clasificarse en cuatro
situaciones o casos generales. En el primer caso, los compradores
y proveedores no desarrollan relaciones estrechas debido a que las
necesidades de los primeros son cubiertas por una amplia gama
de empresas que elaboran sus productos conforme a ciertos pará-
metros; una vez establecidos estos parámetros, las adquisiciones
dependen de una certificación independiente de las unidades
compradoras y vendedoras. Un segundo caso registra el estable-
cimiento de redes de empresas que colaboran estrechamente
para desarrollar un producto con base en los estándares estable-
cidos por un comprador global. Un tercer caso está representado
por el control casi completo de una empresa líder; ésta no sólo

90
supervisa que se cumplan las características establecidas para un
producto, también regula los procedimientos orientados a cumplir
con las metas de producción. Finalmente, se identifica la situación
en la cual una empresa líder controla en forma directa y comple-
ta las operaciones de toda la cadena.
En cuanto a las redes de creación de estándares globales, és-
tas se integran por actores privados que operan a escala mundial,
en especial empresas y organismos no gubernamentales, aunque
no excluyen la presencia de actores públicos.11 Algunos de estos
estándares se expresan en las normas: ISO 9000 y 14000, referi-
das a la gestión de la calidad en las empresas y a la gestión am-
biental, respectivamente y la Ethical Trade Initiative (ETI), que
incluye normas laborales y sociales definidas de manera triparti-
ta. El comentario que Messner hace respecto de esta última re-
fleja la importancia de estas normas en la regulación de activida-
des que involucran a actores provenientes de muy diferentes
ámbitos.

En el curso de unas negociaciones entre empresas comerciales


británicas, ONGS inglesas y africanas, sindicatos y el Gobierno
británico, las siete cadenas principales de supermercados
ingleses se comprometieron a aplicar las normas ETI en sus
redes de comercio y producción con sus contrapartes africa-
nas, todo ello bajo la supervisión de instituciones independientes
(Messner, 2003: 156).

Con relación a las normas globales que surgen de la iniciativa


de las empresas, Messner (2003) señala algunos aspectos que expli-
can las motivaciones que les dan origen. En primer término, captar
la confianza del consumidor es una de las razones que explican
el interés de las empresas multinacionales en cumplir normas
obligatorias de alcance mundial; uno de los casos emblemáticos
de este propósito se identifica en el comportamiento de empresas
ubicadas en la industria dedicada a la producción de alimentos.
11
Messner (2003) hace referencia a un amplio estudio de estas normas elaborado por
Nadvi y Wáltring (2002).

91
En segundo lugar, cumplir normas sociales y ambientales especí-
ficas constituye un distintivo de las empresas que las coloca en
una mejor posición de imagen respecto a sus rivales; además es
necesario subrayar que el cumplimiento de estas normas también
es un medio para compensar desventajas competitivas; visto en
conjunto, este comportamiento motivado por la presión competi-
tiva favorece el establecimiento de reglas de observancia general.
En tercer lugar, en las cadenas globales de valor, los estándares
como el ISO 9000 y el ISO 14000 se convierten en "sellos de cali-
dad" que contribuyen a reducir los gastos de control o de búsqueda
de las empresas líderes con respecto a sus proveedores.
Si bien merece distinguirse entre las redes de creación de
normas globales que surgen básicamente de la presión de organis-
mos no gubernamentales, apoyados bajo ciertas circunstancias
por entidades gubernamentales, de aquellas motivadas por inte-
reses propios de las empresas, particularmente las de carácter mul-
tinacional, en ambos casos es necesario resaltar aspectos que las
caracterizan. Por un lado, la heterogeneidad de actores que parti-
cipan en la creación de estas normas y que provienen de ámbitos
geográficos y políticos distintos; en segundo lugar, la variedad de
formas de coordinación que rige su creación y aplicación, desde la
negociación cooperativa y a veces conflictiva, hasta el control con-
siderado como jerárquico y por último, las distintas formas de
coordinación social de los ámbitos a partir de las cuales surge la
iniciativa de construir estas normas globales (Messner, 2003).
El esbozo presentado tanto de las cadenas globales de valor
como de las redes de creación de estándares globales muestra la
diversidad de mecanismos institucionales que intervienen en su
regulación; su estudio, difícilmente puede separarse de los concep-
tos de jerarquía y heterarquía. Así, por una parte, la tipología
sugerida por Humphrey y Schmitz revela que las normas o están-
dares globales tienen un peso significativo en la determinación de
las relaciones entre distintos actores que participan en una cade-
na global de valor. De hecho estas relaciones ocurren gracias a la
mediación de las normas globales; tal es el caso de las interaccio-
nes entre compradores y proveedores, las cuales están mediadas

92
por el cumplimiento de normas establecidas en ámbitos en los que
estos actores no participan directamente. Desde esta perspectiva
las decisiones de quienes intervienen en la creación de las normas
globales condicionan de manera importante el curso de las relacio-
nes de estos compradores y proveedores. De esta forma se confi-
gura un subsistema de interacciones de tipo jerárquico; no es nece-
sario insistir más en ello, sólo merece indicarse que, con base en
el concepto de jerarquía, puede estudiarse la forma en que la impo-
sición de restricciones expresadas en la necesidad de cumplir las
normas globales contribuye a la reconfiguración de una cadena
de valor particular.
Por otro lado, se ha insistido en que la dinámica de interaccio-
nes de un sistema alberga relaciones tanto jerárquicas como hete-
rárquicas. Este segundo tipo de relaciones se hace evidente en el
proceso de construcción de normas globales cuando se considera
al menos una situación: los intereses de los actores que participan
en la creación de estas normas no son de ninguna manera homo-
géneos, responden a circunstancias determinadas por diversas
coyunturas; lo anterior se evidencia, por ejemplo, en las distintas
motivaciones que explican el interés de las grandes empresas por
cumplir ciertas normas. Se aprecia entonces que el proceso de
construcción de normas globales está sujeto a múltiples determina-
ciones, cuyo peso, además, se modifica a lo largo del tiempo.

REFLEXIONES FINALES

EN UN EVENTO celebrado en diciembre de 2004, Boisier diserta en


torno a la siguiente pregunta: ¿hay espacio para el desarrollo local
en la globalización? Mi posición ante esta interrogante es que la
discusión no sólo debe limitarse a indagar si existe ese espacio,
más bien se trata de explorar de qué manera el desarrollo local
contribuye a la constitución de un nuevo orden mundial.
Desde esta perspectiva cobra sentido recuperar el legado de
McCulloch respecto de los conceptos jerarquía y heterarquía.
Una síntesis apretada de este legado puede expresarse en los
puntos siguientes: primero, los conceptos de jerarquía y heterar-

93
quia se refieren a un mundo organizado en subsistemas; segundo,
el concepto de jerarquía no es sinónimo de la macrodeterminación
completa; tercero, el concepto de heterarquía destaca el carácter
multidimensional y contradictorio de la reorganización de un sis-
tema y cuarto, analizar la dinámica de interacciones de un sistema
exige utilizar de manera complementaria los conceptos de jerar-
quía y heterarquía.
Los elementos contenidos en esta síntesis han sido utilizados
en este capítulo para mostrar su expresión en los enfoques de la
competitividad sistémica y la gobernanza global, ambos vincula-
dos con el estudio de aspectos institucionales que inciden en la
construcción del desarrollo local. Esta discusión ha puesto en
relieve que el análisis de la estructura y funcionamiento de los meca-
nismos institucionales se enriquece cuando los conceptos de jerar-
quía y heterarquía se utilizan de manera complementaria. Las
relaciones jerárquicas y heterárquicas se presentan de forma articu-
lada en la realidad social, de ahí que carece de sentido disociar, o
incluso presentar como antagónicos, los conceptos medulares que
ayudan a la comprensión de esas relaciones.

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97
KATIA MAGDALENA LOZANO UVARIO

El desarrollo local como método de análisis:


los claroscuros de su complejidad

INTRODUCCIÓN

L A PROPUESTA que aquí se presenta aborda el desarrollo local


como un método de análisis y se centra en considerar las
ventajas, desventajas y limitaciones que este método tiene en el estu-
dio del territorio cuando se procura una visión integral. El traba-
jo parte de la revisión teórica y metodológica tanto del concepto
de desarrollo local, de la importancia de la construcción social del
territorio, la identificación de los elementos que se incorporan
en el desarrollo local, así como del análisis de los aportes meto-
dológicos encontrados para analizar este tipo de procesos de
desarrollo. Todo ello con el fin de precisar los factores e indica-
dores que se consideran apropiados para abordar este tipo de
estudios.
Asimismo, en este capítulo se consideran dos ejemplos de la
aplicación de las metodologías, con el fin de analizar la factibi-
lidad de su aplicación, así como las limitantes a que se enfrentan
en el tratamiento de las realidades.
Finalmente, se considera que estamos ante un proceso com-
plejo, difícil de ser medido por su contenido cuantitativo y sobre
todo cualitativo y para el cual, por la especificidad de lo que se
considera local, es necesario precisar singularidades que sean pues-
tas en movimiento, en valor, dentro de cada sistema social con-
creto, y para las cuales en la mayoría de los casos es necesario generar
información particular y propia, según el caso de estudio.

99
EL DESARROLLO LOCAL: LA MEDICIÓN DE SUS
ELEMENTOS TEÓRICOS Y EMPÍRICOS

REALIZAR UN análisis del concepto, teorías y metodologías respecto


al desarrollo local es una tarea ardua por el hecho de que partimos
de un objeto de estudio complejo y en proceso de construcción.
Partimos entonces de la revisión teórica del concepto de
desarrollo local encontrando de entrada un consenso respecto a
que la teoría sobre el desarrollo local tiene su origen a finales de
los años setenta del siglo XX, y en ellos ubicamos a aquellas teorías
sobre el desarrollo que tienen una visión alternativa, tales como
el ecodesarrollo, el desarrollo integrado, el desarrollo a escala
humana, entre otros, cuya orientación hace frente a los desequi-
librios territoriales y a los problemas específicos derivados del
escaso desarrollo (Troitiño, 2000: 28). Incluso, hay quienes como
Vachon (2001) argumentan que el desarrollo local es un plantea-
miento complementario, una "respuesta de solidaridad" que surge
en colectividades y regiones fragilizadas y marginadas, que recha-
zan la exclusión.
Diversos autores como Vázquez Barquero (1988), Pérez y
Carrillo (2000), Buarque (citado en Boisier 1999a y Vachon, 2001),
Pecquer (citado en Vachon, 2001), Troitiño (2000) y Vachon
(2001) entre otros, definen lo que es el desarrollo local, corno un
proceso, una dinámica, o política que se centra en territorios espe-
cíficos, en la valorización de los recursos locales y en los esfuerzos
por parte de la sociedad local, con el objeto de mejorar su calidad
de vida y el bienestar de la comunidad.
En este sentido, también es posible encontrar argumentos coin-
cidentes que relacionan al desarrollo local con la crisis de empleo,
inflación y recesión en los países desarrollados en los años ochen-
ta, y con la aparición de propuestas que reclamaban el incoiporar
componentes microeconómicos a las políticas macroeconómicas,
y en donde las políticas neoclásicas y el neoliberalismo fungen como
los modelos económicos a seguir, y para los cuales se propone una
visión alterna que impulse el desarrollo económico a partir tanto
de los entes locales, como de una escala local (Arocena, 1995;
Pérez y Carrillo, 2000).

100
En este contexto, es útil recordar que la forma más habitual
de entender el desarrollo es la que lo refiere como sinónimo de
crecimiento económico, y en la cual un territorio desarrollado es
aquel que acumula una importante dotación de recursos produc-
tivos que permite alcanzar una productividad superior al promedio
de referencia y un elevado volumen de producción y de empleo
final (Méndez, 1997: 328). Sin embargo, el desarrollo local se
diferencia de esta concepción por centrarse en identificar el con-
cepto de desarrollo con su asociación al bienestar social,1 es decir,
con "crecimiento y cambio", donde "cambio" implica otros obje-
tivos que van más allá del simple crecimiento del PIB, y donde toman
importancia entre otros las instituciones,2 el capital social3 y la
especificidad del lugar y del tiempo (Meier, 2002).
Este tratamiento de los asuntos locales no conlleva, como se
pudiera pensar, una visión polarizada como salida a los procesos de
globalizadón. Boisier apunta en referencia al concepto de desarrollo
local que ".. .en realidad, lo local sólo hace sentido cuando se le mira,
por así decirlo, «desde afuera y desde arriba», y así las regiones
constituyen espacios locales miradas desde el país así como la
provincia es local desde la región y la comuna lo es desde la pro-
vincia" (Boisier, 1999a).
De hecho, Arocena también define lo local en relación con lo
global: "Nunca se puede analizar un proceso de desarrollo local
sin referirlo a la sociedad global en que está inscrito; al mismo
tiempo, la afirmación de carácter relativo de la noción local per-
mite reconocer la inscripción de lo «global» en cada proceso de
1
Cabe recordar que el pensamiento sobre el concepto de desarrollo ha evolucionado
de tal suerte que también han sido modificadas sus metas e indicadores; desde la conside-
ración del PIB y del PIB per cápita, hasta el desarrollo sostenible, y donde la acumulación de
capital, como requisito necesario del crecimiento, ha transitado de la consideración del ca-
pital físico, al capital humano, al capital del conocimiento y finalmente a considerar el papel
del capital social (Meier, 2002).
2
North reconoce que las instituciones son las reglas del juego en sociedad, o las res-
tricciones humanas ideadas que dan forma a la interacción humana, no sólo reglas formales
(constituciones, leyes y regulaciones), sino también restricciones informales (normas de
comportamiento, convenciones y códigos de conducta autoimpuestos) (Meier, 2002:17).
3
Collier caracteriza el capital social como la coherencia social y cultural interna de la
sociedad, las normas y los valores que gobiernan las interacciones entre las personas y las
instituciones en las cuales están envueltas (Meier, 2002:19).

101
desarrollo" (Arocena, 1995: 19). Sin embargo, el desarrollo local
es un concepto que como tal, provoca confusiones respecto a su
falta de precisión (Dalla Rosa, 2001), así como por la nomencla-
tura con que se relaciona, aunado a la multiplicidad de signifi-
cados en torno al desarrollo. De hecho, es común encontrar el tér-
mino con la denominación de "desarrollo endógeno", "desarrollo
económico local", desarrollo "de abajo a arriba", e incluso como
"desarrollo territorial".
Boisier argumenta que la confusión en el concepto de desarro-
llo local se da en virtud de que se trata tanto, de "una práctica sin
teoría", como por el hecho de que es un concepto que reconoce
por lo menos tres matrices de origen: 1. inserta al desarrollo local
en una lógica de regulación horizontal que refleja la perspectiva
centro-periferia; 2. la que considera al desarrollo local como una
respuesta a la crisis macroeconómica y al ajuste en los países
europeos y 3. por que el desarrollo local es estimulado por la
globalización y la dialéctica global-local (Boisier, 1999a: 8-9).
De hecho, también Arocena afirma que "no hay una teoría
sobre el desarrollo local, sino teorías sobre el desarrollo que difie-
ren entre ellas en la forma de considerar lo local" (Arocena, 1995:
38). Siguiendo este argumento nos tendríamos que preguntar, ¿a
qué se refiere lo local?. Si argumentamos que con lo que estamos
trabajando es con un sistema, lo local estaría vinculado con la
dinámica del sistema y con la distinción entre 1. niveles de pro-
ceso y 2. niveles de análisis. Así, los procesos básicos o de primer
nivel estarían reflejando los efectos locales sobre el medio físico
y sobre la sociedad que lo habita y lo explota, de procesos más
amplios que tienen lugar en otros niveles; en tanto que los niveles
de análisis denotarían la escala de los fenómenos, siendo los
procesos de primer nivel esencialmente de escala local, aunque
tengan un alto grado de generalidad en cuanto a su repetición en
zonas extensas o lugares diversos (García, 2000).
Boisier puntualiza respecto a lo local, diciendo: "Se espera
razonablemente, que un territorio local sea un territorio "proxé-
mico" en el cual las relaciones interpersonales, los contactos
"cara a cara" y las tradiciones familiares y sociales sean de mayor
importancia que las relaciones impersonales mediatizadas por ins-

102
tituciones y que las tradiciones, sean cuando menos tan impor-
tantes como el marco legal" (Boisier, 1999a: 12)
Por tanto, podemos precisar que la escala local, está sujeta a
una "geometría variable" que puede ir desde una pequeña aldea
o comarca rural, hasta una localidad, municipio o región históri-
camente definida, que implica un nivel en que los actores sociales
y los problemas socio territoriales pueden ser plenamente iden-
tificados.
Por otra parte, es posible especificar que el concepto desarro-
llo local implica múltiples dimensiones, así como la referencia a
recursos que no sólo son tangibles (naturales) y económicos, sino
también aquellos de tipo cualitativo, e intangibles, vinculados a
la cultura, el proceso histórico, los factores sociales, el ambiente, el
paisaje, así como los recursos etnológicos y antropológicos, aso-
ciados a la interpretación del territorio como un agente activo, una
construcción social, resultado de un largo proceso de intervención
del hombre sobre el medio (Troitiño, 2000). En ese sentido, el
desarrollo local pretende como señala Vachon: "superar los impe-
rativos del crecimiento económico y corregir sus efectos inde-
seables" (Vachon, 2001: 94).
Por otra parte, hay que destacar la visión práctica4 que algu-
nos autores como Polese (1998), Vachon (2001), así como Vázquez
Barquero (1999, 2001), dan respecto a que el desarrollo local es
tanto un término que llama y se basa en la acción, como una
invitación al análisis, una manera de pensar, que permite abrir el
abanico de lo posible. En ese sentido, "el desarrollo local desde
la academia presenta entonces un doble reto, ser un instrumento
de análisis a partir del cual poder estudiar los distintos espacios
locales, intentando dar fe de los procesos de iniciativas y de
desarrollo que ahí se gestan, y por otro lado brindar elementos
para la adecuada gestión de los territorios y la mejora de las polí-
ticas públicas en pro de un desarrollo. No obstante, un alto en el
camino es obligado pues no debemos olvidar que, tal como lo esta-
4
Coincido con la manera de pensar propuesta por Vachon cuando establece que "teo-
ría y práctica forman un todo indisociable en un planteamiento de desarrollo:la teoría ga-
rantiza un marco de referencia indispensable para la definición, la planificación y la evalua-
ción de las acciones que se llevan a la práctica" (Vachon, 2001:125).

103
blece Martínez Peinado (2001: 19), el desarrollo es un concepto
relativo e histórico que exige medición, y que sin ello no se puede
definir el avance que ha tenido en dos situaciones o momentos.
Las dificultades surgen entonces desde varios ángulos:
Primero, tratar sobre el desarrollo local implica más un proceso
cualitativo que cuantitativo, pues hablamos de un cambio estruc-
tural, no sólo de crecimiento económico. En este sentido, Boisier
precisa: "El peso del cartesianismo dificulta reconocer el todo
como contenedor y articulador de las partes (y no como la suma de
ellas), impide el pensamiento holístico y sistémico. En esas condi-
ciones es difícil entender la naturaleza del fenómeno del desarro-
llo, totalizante y repleto de articulaciones" (Boisier, 1999b: 64). Es
decir, según este autor, el problema de que "se nos escape" el de-
sarrollo, de la incapacidad para intervenir en un sistema social y
conducirlo a una situación o estado de desarrollo, tiene que ver en
realidad con los esquemas mentales y los paradigmas bajo los cua-
les analizamos la realidad. Por tal hecho, y no obstante que el de-
sarrollo es un proceso social de alta complejidad, pero perfecta-
mente inteligible, tal parece que no se da la suficiente importancia
a las relaciones del sistema con su entorno, requeridas en el enten-
dimiento de la configuración actual de la realidad, y se piensa
más en contextos de economías cerradas, estáticas y centralizadas,
que en economías de mercado, abiertas y descentralizadas, por lo que
se sostiene, existe la necesidad de un cambio epistemológico e ins-
trumental, que nos permita "entender para intervenir" (Boisier,
1999b: 64-65).
Sin embargo, la utilización en este caso del método científico
nos exige que para transitar del discurso abstracto a una realidad
mesurable, avancemos por distintas etapas que conllevan: 1. la
definición nominal de un concepto o noción; 2. la definición de
una variable de análisis (objeto, entidad, actor respecto del cual se
postula la variable); 3. la identificación de las dimensiones; 4. la
determinación de las variables; y 5) la definición de los indi-
cadores, siendo éstos los signos del avance, estancamiento o retro-
cesos en el logro de objetivos, metas, entre otros (Rodríguez, 2000)
(véase esquema 1).

104
Entonces, en el desarrollo local, la complejidad radica en el
cómo abordar por una parte las dimensiones que son reconocidas:
la económica, la política-administrativa y la socioterritorial, según
Arocena (1995), así como la científica-tecnológica que añade a éstas
Boisier (1999b); y por otra parte la distinción de los elementos que
conforman ese todo: los actores, las instituciones, la cultura, los proce-
dimientos, los recursos (humanos, materiales, psicosociales, el cono-
cimiento) y el entorno (Boisier, 1999b). El análisis de los procesos
implica considerar dichos factores en conjunto, aunque se parta
desde una dimensión, se precisa abordar la totalidad.
Mario Polese llama también la atención sobre esta situación
al argumentar:

El principal límite del desarrollo local como marco de análisis


es la ausencia de relaciones cuantificables, y por tanto de
formulaciones rigurosas del modelo. Es un enfoque más cuali-
tativo que cuantitativo. El concepto de factores locales puede
cubrir la gama completa de acciones y características locales.
El desarrollo local no propone relaciones causa y efecto, que

105
puedan ser probadas y medidas. Pero no pueden hacerse a un
lado los factores cualitativos. En este sentido puede hablarse de
un marco de análisis que trata de la parte difícilmente explica-
ble del desarrollo, lo que hemos llamado los factores intangibles
de producción (Polese, 1998: 244).

Por otra parte, cuando cambiamos de escala hacia una más local
nos enfrentamos a una problemática difícil de medir. En los espa-
cios específicos, para los lugares, en la mayor parte de los casos es
necesario generar información. Los efectos reflejos en el territorio
resultan entonces difíciles de identificar pues muchos de ellos tie-
nen un carácter intangible, como puede ser cuando hablamos de la
creación de un clima social, o la existencia de redes de cooperación
informales, o la presencia de instituciones que adopten una acti-
tud protagónica o la mejora en la formación de recursos humanos,
por citar algunos ejemplos. Por lo que resulta necesario el recurrir a
técnicas cualitativas como el medio para acceder a esa información
y realizar un diagnóstico adecuado del territorio analizado.
Algunas de estas herramientas han sido desarrolladas en las
ciencias sociales y tienen una influencia directa sobre el análisis del
desarrollo local, tal como el análisis de redes sociales, los diagnós-
ticos de participación y organizaciones, el análisis de exclusión, o
aquellos procedimientos descriptivos que pueden ser igualmente
integrados como el análisis cartográfico.
En relación con los actores y la inclusión que debemos hacer de
su percepción del entorno, del conocimiento y las estrategias que
aplican, los obstáculos giran en varios sentidos: todo proyecto
de desarrollo local requiere la participación y responsabilidad de la
colectividad respecto de las opciones para buscar soluciones a largo
plazo de los problemas, sin embargo, en esa toma de conciencia y
movilización, la información clara y completa es fundamental para
la toma de decisiones con conocimientos de causa y sensatez.
En contraposición, la información incompleta, ambigua o sub-
jetiva hace difícil y hasta imposible la movilización a largo plazo
de la sociedad, la definición justa de su problemática, la existencia

106
de un consenso duradero, la creación de mecanismos sólidos de
acciones compartidas o "parternariado",5 así como una justa eva-
luación de las acciones realizadas (Vachon, 2001: 134).
Es por ello que la manera en que ésta se comunica, juega un
papel esencial en los procesos de desarrollo. No sesgarla resulta
esencial,

evitar en lo posible tal situación mediante la contestación de


opiniones procedentes de personas e instituciones de carac-
terísticas diversas, o partir de resultados empíricos observables,
parece una estrategia de investigación prudente para evitar esa
mirada ingenua de la realidad local que en ocasiones se ha
achacado a este tipo de estudios (Méndez, 2002).

Adicional a ello se encuentra el hecho de que los procesos de


desarrollo local generan a menudo conflictos entre los repre-
sentantes locales y las fuerzas vivas del territorio, "El proceso de
desarrollo local, puesto que crea contra-poderes, no puede tener
éxito a no ser que el territorio consiga superar esa tensión entre sus
representantes políticos y los grupos socio-profesionales o aso-
ciativos" (Dalla Rosa, 2001: 35).

REVISIÓN DE LAS PROPUESTAS METODOLÓGICAS


DEL DESARROLLO LOCAL

RESULTA IMPORTANTE considerar en el análisis del desarrollo local,


algunas de las propuestas metodológicas que se han planteado con
el fin de encontrar sus elementos comunes y aquellos que los dife-
rencian. Con ello podremos observar los factores que se consideran
importantes, e identificar el cómo han sido medidos para verificar
si se presenta o no el desarrollo en un territorio específico.
Cabe recordar algunas definiciones que se dan al uso de las
metodologías en la investigación científica. Así, Rosental (citado
5
Vachon define y utiliza este vocablo como: "una acción compartida por diferentes
actores que intervienen sobre la base de un acuerdo establecido entre ellos mediante la
concertación" (Vachon, 2001: 177). Es a partir del "parternariado" que los actores locales
actúan y concretan acciones en los proyectos de desarrollo local.

107
en Lara, 2000: 32) señala "El método es la manera de alcanzar un
objetivo, o bien se le define como determinado procedimiento para
ordenar la actividad". Por su parte De Gortari al respecto apunta:

El método científico es el camino que se sigue en la investiga-


ción. Comprende los procedimientos empleados para descu-
brir las formas de existencia de los procesos del universo, para
desentrañar sus conexiones internas y externas, para genera-
lizar y profundizar los conocimientos y para demostrarlos
rigurosamente (citado en Lara, 2000: 32)

Las propuestas metodológicas aquí revisadas son las de José


Arocena del CLAEH (Uruguay); la de Bernard Vachon de la Univer-
sidad de Québec (Montreal, Canadá), la de Iván Silva del ILPES-CEPAL
(Chile), así como los elementos que brindan Antonio Vázquez
Barquero de la Universidad Autónoma de Madrid, Miguel Ángel
Troitiño de la Universidad Complutense de Madrid, y la propues-
ta del Área de Desarrollo Local de la Diputación de Badajoz, España
(véase cuadro en la siguiente página).
Como es posible constatar, todos los autores mencionados coin-
ciden en señalar que en los procesos de desarrollo local hay que
partir de generar un diagnóstico del territorio. Es necesario deter-
minar las características y el estado de los recursos endógenos
que hay que potenciar. Claramente lo señala Troitiño al argumen-
tar: "La identificación y el adecuado diagnóstico de los problemas
constituyen, por tanto, pilares fundamentales para el diseño de
cualquier estrategia de desarrollo territorial" (Troitiño, 2000: 29).
Por otra parte y en relación a las variables consideradas, existen
diferencias tanto en el caso de lo planteado por Arocena, como lo
observado por Vachon, pues ellos se centran en trabajar con cate-
gorías cualitativas que involucran más una pauta de análisis esta-
blecida, veamos:
En el primer caso, al definir las pautas de análisis Arocena
pretende ubicar los procesos de desarrollo local según la capacidad
de respuesta y los rasgos diferenciadores del territorio local en sus
distintas categorías. Así, por ejemplo, en relación al modo de
desarrollo, donde se analiza la estructura socioeconómica local a

108
109
110
111
lo largo de las últimas décadas, se distinguen dos dimensiones de
estudio: la primera, comprende el grado de integridad (de las
dimensiones en el proceso de desarrollo), en tanto que la segunda,
pretende dar cuenta de la capacidad del territorio de elaborar
respuestas diferenciadas (Arocena, 1998).
Por su parte, Vachon propone herramientas metodológicas que
se agrupan en tres ámbitos de intervención: 1. los métodos dirigi-
dos a adquirir nuevos conocimientos, 2. aquellos que contribuyen
a mejorar la cualificación de las personas y las colectividades, y
3. aquellos destinados a facilitar la adaptación de las institucio-
nes (Vachon, 2001: 135-136). El resto de los aportes metodológi-
cos considerados, se concentra en las particularidades del territorio,
y la estrategia se ubica en la planeación como un medio para la
generación de políticas de desarrollo local. Es decir, la mayor parte
de los aportes metodológicos consideran "el aterrizaje del cometa",
por seguir la metáfora de Boisier (1999b) y Guimaraes (1998); así,
se propone que los diagnósticos y encuadres se conviertan en
proyectos viables y aplicados, que permitan superar las condiciones
originales del territorio analizado.
A partir de la evaluación de esas propuestas, de su nivel de
éxito o fracaso, sería posible determinar el avance de la sociedad
local. Por cierto que para ello, la participación y el consenso social
son elementos indispensables.
En este sentido es conveniente recalcar la importancia que todos
los autores dan al hecho de la necesidad de buscar consensos en
todas las fases en las que se implementa una estrategia de desarrollo
local. El acuerdo tácito o expreso, la concertación6 de los agentes
públicos y privados de emprender acciones en el territorio, es tan
significativo como la voluntad por levantar un proyecto común. "De
esta manera puede emerger una comarca construida sobre un diag-
nóstico, después una comarca proyecto y finalmente una comarca
acción" (Troitiño, 2000: 36-37).
6
Vachon puntualiza que la concertación implica una apertura hacia lo global, una
actitud de confianza y respeto mutuo y el reconocimiento del papel de los otros y de las
propias limitaciones. La concertación explota la ventaja del diálogo y de las sinergias creadas en
la puesta en común de los recursos: conduce a alianzas y al intercambio de competencias y
energías dirigidas al objetivo común (Vachon, 2001: 117).

112
En otro orden, cabe hacer la precisión que al establecer una
metodología no estamos buscando recetas de cocina, a partir de las
cuales repetir un modelo sin considerar las particularidades del
territorio: "Para diseñar correctamente un método de desarrollo
local es necesario aclarar que no existe realmente un modelo ideal
y universal de cuál ha de ser un proceso de desarrollo local. Lo
que existen son unos problemas y unas preocupaciones comunes
en los que se basan las acciones locales más exitosas" (ILPES, 1998:
119).
Resulta entonces que el hecho de que el territorio no sea repro-
ducible, dificulta la aplicación de una determinada metodología,
generalizada a todos los procesos de desarrollo local. Así, al definir
el territorio como una construcción social,7 poseedor de caracte-
rísticas únicas (históricas, sociales, económicas, políticas y las refe-
ridas a la identidad), requerimos que para cada caso se construya
la mejor estrategia posible tomando en cuenta sus especificidades,
tanto si se están estudiando los procesos de desarrollo local, como
si de lo que se trata es de gestionar y planificar el territorio.
En este sentido, los métodos deben adecuarse a las condicio-
nes concretas de la colectividad y a su situación social, permi-
tiendo con ello la extracción de lecciones útiles. "Cada experiencia
de desarrollo es un proceso particular y único. Sin embargo, pode-
mos extraer elementos clave que nos permiten aprender de ellas
y de esta forma superarnos en las intervenciones en los procesos
de desarrollo local" (Gallicchio, 2002: 13).
Valga decir que seguramente las metodologías aquí conside-
radas sean sólo una pequeña mirada a las formas a partir de las
cuales se pretende conocer e implementar los procesos de desarro-
llo local. Sin embargo, ellas tienen la particularidad de plantear
un análisis y una visión totalizadora, es decir, abordar la temática
sin ser parciales, de ahí la riqueza de su aporte.
Es importante señalar, por otra parte, que un problema que
se presenta cuando se busca identificar metodologías para los
7
En palabras de Storper: "hablamos de territorios entendidos no sólo como soporte
físico, sino como un entramado de relaciones sociales y empresariales basadas en la proxi-
midad" (citado en el Colegio de Geógrafos, 2002: 19).

113
procesos de desarrollo local es precisamente el poco conocimiento
que tenemos de ellas. La difusión de metodologías e indicadores es
escasa. Es necesaria una difusión no sólo de las experiencias exi-
tosas, sino también compartir el método utilizado para su análisis,
como lo señala Galliccho (2002: 8) "las innumerables prácticas
en nuestra región, desarrolladas por y desde los ámbitos locales no
han podido, por razones de tiempo y recursos, ser sistematizadas
con el objetivo de constituirse en espacios de aprendizaje, reflexión
y construcción de la nueva teoría".

DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA:
DOS EJEMPLOS DE LA APLICACIÓN
DE LAS METODOLOGÍAS

LA APLICACIÓN de las metodologías de desarrollo local antes ana-


lizadas, han probado su eficacia y pertinencia tanto en el estudio
de los casos o experiencias particulares que se han documentado,
como en la formulación de políticas de desarrollo local. A conti-
nuación, se señalan dos ejemplos que pretenden, sobre todo, dar
cuenta de los logros metodológicos y de las limitantes a que se
enfrentan:
El primer caso representativo en la aplicación de las metodo-
logías de desarrollo local, es el elaborado por Arocena y los investi-
gadores del CLAEH, respecto a las iniciativas locales gestadas en la
comunidad de Quebracho, Uruguay (Arocena et al, 1993).
El estudio de la villa de Quebracho, que vivió una reestruc-
turación productiva al transitar de comunidad cerealera, a produc-
tora de leche y lácteos, figura como representativo de una comu-
nidad articulada en torno a un proyecto de desarrollo, así como
de la aplicación de los elementos metodológicos planteados, en
virtud del nivel de integración de las variables consideradas en la
pauta de análisis. Es decir, en él encontraron una estrategia explí-
cita de articulación entre las diferentes dimensiones que componen
los procesos de desarrollo: la capacidad de desarrollar un modelo
productivo local viable, la constitución de un sistema de relaciones
sociales muy rico, denso en expresiones organizativas, aunque

114
todavía en una fase embrionaria de su desarrollo, así como la
identificación de una identidad local fuerte.
En ese sentido, la documentación de esta experiencia exitosa se
constituyó a partir de cuatro puntos: 1. un diagnóstico de las prin-
cipales características de la zona, 2. un estudio de los cambios y
transformaciones del modo de desarrollo, 3. una descripción y un
análisis del sistema de relaciones existente entre los individuos y
los grupos, y 4. un análisis de la identidad local y su interacción
con las formas de desarrollo.
Un hecho significativo que se informa es que los habitantes de
Quebracho colaboraron activamente con el trabajo de investiga-
ción, y fueron los primeros convocados a esa tarea, para su propio
beneficio. Asimismo, se dice respecto de su grado de compromiso,
y "parternariado": "en medio de múltiples incertidumbres, los acto-
res del proceso -los dirigentes, el grupo más activo de los produc-
tores, los técnicos, los socios cooperativos- se movieron siempre en
ese estrecho andarivel en el que hay que asegurar al mismo tiem-
po participación y eficacia" (Arocena et al., 1993: 63)
Otros resultados que conviene destacar en la identificación de
elementos de sinergia, son éstos: la existencia de una élite fuertemen-
te identificada con los destinos de la zona y la presencia de técnicos
¡ocalmente comprometidos que fueron capaces de aportar tecnología
apropiada; así como el apoyo de recursos financieros. Estos últimos
no considerados explícitamente en la metodología como elemento
clave en el estudio de los procesos de desarrollo local.
El segundo caso que aquí se expone es relativo a la aplicación
de la metodología elaborada por Silva (2002). Ésta se ha utilizado
en los cursos internacionales de Gestión Estratégica del Desarro-
llo Local y Regional que año con año organiza el ILPES, para "en-
señar y practicar" la generación de políticas de desarrollo local en
territorios específicos, sea este el caso de la Comuna de Puente Alto,
Chile,8 en la cual se realizó un ejercicio que permitiera potenciar
los recursos endógenos y generar un diagnóstico para la toma de
8
El estudio de caso referido fue elaborado en el año 2002, por los 42 participantes al
V Curso Internacional, procedentes de diversos países de América Latina. Los resultados del
diagnóstico, así como una propuesta fueron presentados en sesión plenaria al alcalde y re-
gidores de la Comuna de Puente Alto, Chile.

115
decisiones principalmente del municipio chileno (como actor
central), con miras a hacerle frente a la urbanización de la Zona
Metropolitana de Santiago, la generación de empleo para los
habitantes de la Comuna y la dotación de servicios educativos y
de salud que permitiera mantener un adecuado nivel de bienestar
social (ILPES, 2002).
Es útil puntualizar que en la metodología de Silva se considera
como eje central la planeación estratégica, donde "pensar es-
tratégicamente consiste en buena medida, en la capacidad de iden-
tificar acciones 80/20, 9 o medios principales que permitan conseguir
resultados mayores y en el menor tiempo posible" (Silva, 2002: 9).

ESQUEMA 2
SECUENCIA DE ELEMENTOS Y ACTIVIDADES
EN LA PLANIFICACIÓN

En este sentido, Cantero y Figueras fortalecen la utilización de


este tipo de instrumentos al señalar que la planificación tiene su
razón de ser por que los recursos son escasos y hay que encontrar
la manera de utilizarlos lo más eficientemente posible, para lograr
los objetivos que, en síntesis, consisten en la satisfacción de las
9
La máxima 80/20 plantea que con el 20 por ciento de las acciones se alcance el 80
por ciento de las metas. Esto se logra al centrarse en lo verdaderamente importante.

116
necesidades de la comunidad; y donde el diseño de un conjunto de
acciones se orientaran de manera consciente hacia la transforma-
ción del sistema (Cantero y Figueras, 2000: 111-114). En este caso
el esquema 2 muestra la secuencia de elementos y actividades de
planificación que contiene el proceso de planificación.
Así, este ejercicio académico consideró para su elaboración los
ámbitos económico, social, institucional y territorial, tomando como
principales fuentes de información un diagnóstico comunal, los pla-
nes estratégicos de desarrollo tanto de la Comuna como de la Zona
Metropolitana de Santiago, así como entrevistas con diferentes
actores comunales y regionales.
Un aspecto destacable fue el trabajo multidisciplinario que se
llevó a cabo, y el hecho de que no obstante el área temática, a partir
de la cual se iniciará el diagnóstico de la zona de estudio, la visión
territorial se mantuvo como eje integrador, que permitió la elabo-
ración de propuestas de políticas específicas en cada área y la inte-
gración de una sola conclusión.
Otro elemento importante a resaltar en este ejercicio metodo-
lógico fue la elaboración de un "árbol de problemas", como herra-
mienta que facilita el manejo de la problemática del territorio ana-
lizado, así como también permite distinguir entre problemas y
causas (causa-efecto; medios-fines), para la definición correcta de
los objetivos, y la realización de un análisis de coherencias para la
determinación de una adecuada estrategia de desarrollo.
Por otra parte, esta experiencia de desarrollo local permitió
resaltar que para hacer efectiva su planeación se requería tener en
cuenta elementos importantes como la pertinencia institucional y
el poder de la municipalidad como generadores de desarrollo local,
sobre todo en un territorio cuyos niveles de centralización obs-
taculizaban la puesta en marcha de proyectos a corto plazo que
beneficiaran a la Comuna. Asimismo, se resalta el papel del capi-
tal social y la implementación de un proyecto de difusión con el
fin de ayudar a la generación y construcción de la identidad de
los habitantes de Puente Alto, así como para permitir el "empo-
deramiento" de la población de su proyecto de desarrollo (ILPES,
2002).

117
Así y en términos metodológicos, hay que destacar que si bajo
la lupa del desarrollo local todo territorio cuenta con recursos poten-
cialmente explotables, entonces la metodología de planeación estra-
tégica, permite su adecuada identificación y la generación de proyec-
tos concretos que tiendan a su "puesta en valor". Sin embargo, los
resultados de esta estrategia tienen el peligro de quedar en el papel
si los mismos no se aterrizan en proyectos de inversión que sean
puestos en marcha por los agentes públicos o privados, o ambos.
Una reflexión que se puede hacer a la luz de la exposición de
los dos casos presentados, es que la realidad es más amplia de lo que
en ellos se expone. Es decir, hay limitantes naturales (tiempo, exten-
sión de documentos, entre otros), que impiden presentar todos los
vértices de las experiencias estudiadas, y que no se documentan;
siendo entonces que se centran en destacar los logros y no los
conflictos y obstáculos que se encuentran en el trabajo. No obs-
tante, una sistemática documentación de experiencias metodoló-
gicas sería de gran riqueza para abundar tanto en la teoría, como
en la posibilidad de dar respuestas precisas a la problemática del
desarrollo local que día con día es más acuciante en nuestros
territorios.

CONCLUSIONES

A PARTIR de una visión integradora de corte territorial y en la cual se


ponen en valor las potencialidades del territorio, de sus recursos
endógenos, el desarrollo local intenta ser no sólo un marco de
análisis, sino también una estrategia para la gestión de políticas
territoriales.
En ese orden, el desarrollo local presenta importantes oportu-
nidades para dar respuesta a los desafíos de la sociedad actual, de
frente a la globalización; no obstante, también conlleva desafíos
significativos sobre todo en relación a las metodologías, instrumen-
tos, e indicadores que permitan determinar el cambio estructural
que debe de generar.
En la actualidad no existe una metodología única para abor-
dar los procesos de desarrollo local, y más aún, sería inadecuado

118
pensar en ello, dado que las especificidades del territorio y el
hecho de que se caracteriza por no ser reproducible, requieren que
su gestión se haga de manera particular. Sin embargo, sí es impor-
tante definir elementos y variables que establezcan la manera de
abordar el territorio en cuestión, aunque se adecuen a las condi-
ciones concretas de la colectividad y a su situación actual.
Y aunque el desarrollo local puede catalogarse como un proceso
difícil por su dinámica, misma que implica múltiples interaccio-
nes entre sus diferentes componentes, es una opción realizable y
revalorizadora del territorio y sus comunidades.
El desafío más importante para el desarrollo local será supe-
rar el pensamiento lineal que nos orilla a obtener necesariamen-
te una medición de tipo cuantitativo, cuando en realidad muchos de
los obstáculos del desarrollo de la sociedad pueden estar en fac-
tores cualitativos, que poco se ven influenciados al alcanzar deter-
minado nivel de crecimiento económico. Ello no quiere decir que lo
dejemos de lado, sino que pensemos de manera integradora, tra-
tando de hacer una lectura actual y prospectiva de la totalidad de las
variables, misma que nos permita afrontar los problemas de desarro-
llo por la que atraviesan nuestros territorios.
Por último, es preciso reafirmar que aunque es posible encon-
trar un sinfín de experiencias sobre desarrollo local, no lo es así con
los documentos que aborden el cómo de su determinación y rea-
lización. Por lo que es importante decir si las metodologías refle-
jan métodos de trabajo, que se van construyendo en el transcurso
del estudio, en este caso de los procesos de desarrollo en territo-
rios específicos, el hecho de explicitarlos permitirá una valiosa
transmisión de experiencias, útil en la construcción de la teoría
del desarrollo local.

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121
ESTHER PONCE ADAME

Municipio y desarrollo local


en la oferta de cooperación internacional:
posibilidades y limitaciones

L A IMPORTANCIA que adquieren los enfoques de desarrollo local


en la teorización y en el proceso mismo del desarrollo, ha
provocado una transformación en la visión estatocéntrica como
en la cooperación internacional se concebía el desarrollo y, por
tanto, en los agentes que se consideraban prioritarios en su dina-
mizáción. El desarrollo local se ha convertido, por una parte, en
una alternativa para dar respuesta a todos aquellos problemas y
contradicciones que desde los enfoques estatocéntrico y de arriba
hacia abajo, no han tenido solución. Al tiempo que resulta ser una
buena metodología para desencadenar procesos endógenos de
desarrollo, frente a la dinámica que el espacio local adquiere como
resultado de los cambios en el sistema productivo y económico a
nivel internacional.
La multidimensionalidad del concepto de desarrollo local y la
aceptación cada vez más amplia de su escala geográfica-territorial
circunscrita al municipio, ha hecho que una gran cantidad de temas
se hayan municipalizado, provocando con ello un alto grado de
responsabilidad del gobierno local en su conducción. Lo anterior
motiva necesariamente la valorización del espacio municipal de
gobierno y de los distintos actores públicos y sociales que a su inte-
rior se encuentran, tanto en el diseño de estrategias de desarrollo
desde lo local como de estrategias de gobierno donde la gestión
pública se descentraliza hacia los gobiernos subnacionales.
Con ello, los esquemas clásicos de la cooperación internacio-
nal se transforman. El desarrollo local es el concepto en auge de las
agencias bilaterales y multilaterales de cooperación, las cuales,
desde hace unos años, favorecen intervenciones para desencade-

123
nar procesos de desarrollo a escala local, o bien para paliar los
efectos contraproducentes que el proceso evolutivo del desarrollo
-vía el ajuste estructural o globalización- ha tenido en los ámbi-
tos subnacionales de los estados.
Como parte de estas acciones los países miembros de la Organi-
zación de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), las distin-
tas agencias del Sistema de Naciones Unidas, gobiernos locales, aso-
ciaciones internacionales de municipios, etcétera, han incorporado
en sus políticas de cooperación una variedad de temas cuyo compo-
nente fundamental es el desarrollo en el ámbito de lo local: fortale-
cimiento de las estructuras locales de gobierno, impulso a esquemas
de descentralización, agenda local 21, desarrollo urbano, políticas de
lucha contra la pobreza y de promoción de la cohesión social,
exclusión social, etcétera.
Por su parte, las nuevas responsabilidades que en términos
de su propio desarrollo se les presentan a los gobiernos locales del
mundo, también han obligado a éstos a buscar alternativas e ins-
trumentos innovadores. Esto ha originado que muchos de estos
municipios se vean emplazados a generar innovadores esquemas
de cooperación con sus contrapartes extranjeras, a propiciar esque-
mas de cooperación en redes con sus similares de otros países, o bien
a participar en asociaciones de gobiernos locales. La cooperación,
entonces, pasa a convertirse en una herramienta de los municipios
frente a los procesos de integración y globalización; al tiempo que
resulta ser una herramienta para actuar frente a las demandas
económico-sociales de sus ciudadanos.
Todo lo anterior ha significado una contribución positiva a los
tradicionales esquemas de cooperación vertical, centralistas, esta-
tocéntricos, sectoriales y nada participativos, pues el desarrollo
local nos lleva necesariamente a pensar e instrumentar el desarro-
llo de acuerdo con las especificidades y racionalidades particulares
del espacio territorial que se enfoque. Asimismo, diversas formas de
cooperación internacional para el desarrollo local, han modificado
la estructura tradicional de donante-receptor, basando muchas
de sus acciones y estrategias en el intercambio de experiencias sobre
problemáticas comunes correspondientes a un entorno territorial
similar.

124
Sin embargo, la cooperación internacional dirigida al desarro-
llo local también en su corta historia ha demostrado sus incon-
sistencias, sus limitaciones, sus obstáculos y sus dificultades. Por
una parte, porque los enfoques de desarrollo local empleados por los
cooperantes, aun introduciendo algunas modificaciones, siguen repro-
duciendo en el nivel micro los mismos errores que se dan en la
cooperación entre estados. Por otra, porque la asimetría entre las
entidades territoriales, característica no sólo de los países subde-
sarrollados, conlleva a reproducir efectos distorsionadores en el
equilibrio regional.
Es este panorama de claroscuro y la importancia que la coope-
ración desde y/o para el desarrollo local de los municipios ha alcan-
zado en los últimos años, lo que nos obliga a observar a esta forma
de colaboración con más detenimiento, analizando la importan-
cia de la misma, las ventajas e inconvenientes respecto a las for-
mas tradicionales de cooperación al desarrollo y, sobre todo, res-
pecto a los resultados que la misma ha tenido en objetivos de
fortalecimiento municipal y desarrollo local.
En ese entendido, este capítulo elabora un balance sobre las
posibilidades y limitaciones que esta cooperación tiene para cons-
tituirse realmente en una herramienta complementaria para el
desarrollo local.

¿CÓMO ENTENDER EL DESARROLLO LOCAL


EN LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL?

CUANDO hablamos de cooperación internacional para el desarrollo1


y, en el caso particular de este artículo al referirnos a la coope-
ración dirigida al desarrollo local, es importante aludir al concepto
del desarrollo, pues justo ha sido la conceptualización de este
término, no sólo la que dio origen a la cooperación en el sistema
1
La cooperación internacional como el conjunto de actuaciones realizadas por actores
públicos y privados entre países de diferente o similar nivel de renta, con el propósito de pro-
mover ei progreso económico y social de los países del sur (Gómez y Sanahuja, 2001:17),
también se considera que la cooperación, a lo largo de su historia, además de impulsar
procesos detonadores de desarrollo, ha pretendido responder a las externalidades negativas
que el propio proceso de desarrollo conlleva.

125
internacional, sino también ha determinado las pautas, formas y
temáticas que la misma ha tenido a lo largo de sus más de 50 años
de historia.
El concepto de desarrollo no ha tenido un sentido unívoco. Su
sentido, en un primer momento, se refiere a alcanzar los niveles
de progreso de la sociedad capitalista industrial. Posteriormente,
frente a sus propios límites y, el surgimiento de propuestas alter-
nativas desde otros puntos geográficos y sociales, el desarrollo ten-
derá a ser un concepto multidimensional, donde el factor econó-
mico deja de ser el único determinante, pues se valoran a la par
otras dimensiones como la ambiental, la social, la cultural, la
político-institucional y, cada vez más, la espacial.2 De hecho, en
la actualidad, él mismo incorpora, el desarrollo humano sustenta-
ble propuesto por las Naciones Unidas.
En tal caso, el desarrollo desde la práctica de la cooperación
estaría, por un lado, relacionado con las acciones o intervenciones
que llevan a cabo distintos actores o agentes para promover un
proceso de desarrollo. Dicho proceso, en la historia contemporánea
del siglo XX y de los primeros años de este siglo, tendría más que
ver con la idea de progreso de las sociedades industrializadas de
occidente como sucedió con el enfoque modernizador y en últimas
fechas con el propio proceso de la globalización (Ponce, 2004).
Por otro lado, considerando que el proceso de desarrollo con-
lleva una serie de contradicciones y problemas pendientes a resol-
ver, entonces, desde la cooperación internacional se exige también
una serie de respuestas a todos estos problemas, incorporándose,
en tal sentido, intervenciones dirigidas al desarrollo sustentable, el
etnodesarrollo, el desarrollo urbano, la equidad de género y, en
últimas fechas, el desarrollo local (Ponce, 2004). Así, las acciones
dirigidas al desarrollo local desde los diversos actores del sistema
internacional de la cooperación para el desarrollo se sitúan en esta
perspectiva.
En ese entendido, el desarrollo local es resultado de la evolu-
ción del proceso mismo del desarrollo, ya sea como producto de
2
La conjunción de esta última con las demás constituirán la dimensión territorial del
desarrollo y, en el marco de la misma, la dimensión local.

126
las transformaciones generadas por éste (cambios en las formas
de producción y competencia, urbanización, etcétera), como de
las externalidades negativas (crisis regional, aumento de la hete-
rogenidad estructural de los territorios) y positivas (generación
de entornos innovadores, desarrollo endógeno) que en sus fases de
creación y destrucción conlleva (Ponce, 2004).
Entonces, el desarrollo local, necesariamente, también parte
de un enfoque sistémico y multidimensional que, por sí mismo,
conlleva a un abanico amplio de acciones. Dichas acciones van
desde la enseñanza, la salud, la formación profesional, la aten-
ción a colectivos marginados, la creación de empleo, el fomento de
la producción local, el turismo, la protección y mejora del medio
ambiente, el desarrollo cultural, la creación y fomento de empresas
tradicionales, la agroindustria, el manejo de residuos sólidos, apoyo
a PYME, construcción de agencias de desarrollo local. Y, por su-
puesto, al delimitarse el desarrollo local al ámbito del municipio
entonces incorpora también temas referentes a la propia organi-
zación interna de la municipalidad, la formación de los funciona-
rios locales, la mejora de la recaudación, la administración de los
servicios, la planificación estratégica urbana, los catastros, la aten-
ción al ciudadano y todo aquello que puede caber en la mejora de
la actuación de las administraciones locales como componente clave
del desarrollo. Todas estas acciones deben tener como caracterís-
tica fundamental su contribución para desencadenar procesos de
desarrollo local o fortalecer los ya existentes en un municipio en
particular.
En tal caso, el desarrollo local se entiende como un proceso en
construcción, resultado de cambios3 inducidos por un conjunto de
procedimientos y acciones de orden social y político. En la letra
3
Cabe señalar que uno de los principios básicos de la cooperación internacional para
el desarrollo, precisamente es la idea de generar intervenciones que provoquen un cambio. En
ese sentido, se concibe la intervención como una acción cuyo objetivo es producir un cam-
bio particular en algún conjunto de circunstancias para alcanzar un estado de cosas preferi-
do. Hay tres aspectos básicos de este enfoque: a) la suposición de que hay algo sobre lo cual
hay que actuar, un objeto; b) la expectativa de que responderá y lo hará de una manera
predecible, y c) la idea de que la intervención es realizada por un actor de una manera precisa
de acuerdo con un claro conjunto de expectativas; es decir, de una manera autorizada, y no
casual o accidental (Presten, 1999: 194).

127
estos cambios se basan en el carácter endógeno del territorio y,
precisamente esto es lo que hace distinto a este concepto. De hecho,
una de las principales nociones que activa la idea de desarrollo
local es la de diversidad. Por lo que, se debe partir del hecho que
todo proceso de desarrollo local está directamente relacionado con
el tipo de construcción societaria donde se ubica, en la cual preva-
lecen los valores, la cosmovisión, los códigos de conducta implíci-
tos de un grupo social ubicado en un espacio determinado.
El desarrollo local, de tal modo, se refiere también a la articu-
lación entre desarrollo y espacio, en el sentido de que toda acti-
vidad de desarrollo local constituye una dinámica particular de
construcción de espacio alrededor de proyectos político-sociales
y económicos que responden a intereses locales (Ramírez, 2002).
Como se verá más adelante, esto no es la constante en las inter-
venciones de cooperación dirigidas para desencadenar procesos
de desarrollo local.

¿QUÉ ENTENDEMOS
POR COOPERACIÓN INTERNACIONAL
PARA EL DESARROLLO LOCAL?

EN LA ACTUALIDAD hay cada vez un mayor interés para favorecer accio-


nes dirigidas a la dimensión local del desarrollo y a la creación de
nuevos modelos de cooperación descentralizada comprometidos
con la construcción y el reforzamiento de capacidades y compe-
tencias de los sujetos territoriales. Así, diferentes agencias de
cooperación, organismos internacionales e instituciones de carác-
ter regional y local en los países desarrollados y en desarrollo, gene-
ran intervenciones hacia el desarrollo local. Hasta la fecha esta
cooperación dirigida al ámbito de lo local y a su desarrollo no ha
adquirido una modalidad en particular.
En general, ésta se ha dado desde los propios gobiernos muni-
cipales que han buscado formas de establecer lazos de cooperación
con sus homólogos en otros países para la consecución de fines muy
particulares. Por otro lado, encontramos aquellas intervenciones
dirigidas directamente a los espacios municipales, desde las agen-

128
cias de cooperación de los países donantes y desde las agencias
multilaterales, como es el Sistema de Naciones Unidas.
En el primer caso, observamos que son los mismos municipios,
quienes actúan desde distintos foros y con variadas formas: cons-
tituyen redes y/o asociaciones; forman hermanamientos de colabo-
ración; constituyen alianzas regionales o internacionales con temas
específicos; generan esquemas de cooperación descentralizada,
cooperación local para el desarrollo, entre otros.
En el segundo caso, tenemos aquella cooperación, que prove-
niente de las fuentes multilaterales y bilaterales de cooperación
es dirigida directamente a intervenciones de desarrollo local hacia
los niveles subnacionales de los países. En la mayoría de los casos,
dichas intervenciones no utilizan las redes de cooperación descen-
tralizada, o las propias asociaciones regionales y/o internaciona-
les de municipios, sino se hace uso de los canales tradicionales, es
decir de manera estatocéntrica y vertical.
Esta cooperación, si bien es en menor cuantía, resulta impor-
tante también señalarla, pues en países donde hay un gran número
de municipios carentes de las posibilidades técnicas y humanas
para instrumentar proyectos de cooperación internacional por
cuenta propia, esta cooperación puede ser una buena herramienta
en el desarrollo de estas potencialidades, vía programas naciona-
les de desarrollo y fortalecimiento municipal.
Considerando la multiplicidad de formas que pueden adop-
tarse y las modalidades que intervienen en el desarrollo local en
el sistema internacional de cooperación, en este trabajo se utiliza el
término de cooperación internacional para el desarrollo local. Con
dicho concepto pretendemos incorporar tanto la cooperación des-
centralizada, la cooperación horizontal vía hermanamientos y
asociaciones de gobiernos municipales; como también comprende-
mos aquellas formas de intervención que las agencias bilaterales
y multilaterales, como los organismos financieros internaciona-
les, tipo Banco Interamericano de Desarrollo y Banco Mundial, han
realizado para desencadenar procesos de desarrollo local,
Entendiendo por desarrollo local, el resultado de la acción con-
junta y coordinada de las instituciones públicas y sociales locales,

129
regionales y nacionales que a partir de una serie de cambios y
negociaciones buscan desencadenar un proceso sostenible de
desarrollo económico, humano, ambiental y social de un munici-
pio particular. Esto siempre con respeto y correspondencia a su
cultura y a sus tradiciones.
El desarrollo local debe tener como fin último la calidad de
vida de la población local en un marco de expansión de sus liber-
tades y debe asumirse, ante todo, como parte de una región, de un
estado, de una nación; por supuesto, sin perder de vista, el espa-
cio global. Para lograr lo anterior, se reconoce la importancia que
adquiere la administración pública municipal como el principal
agente articulador en este proceso.
Ahora bien, dado el carácter multidimensional del desarrollo
local, hay una diversidad de actores en esta cooperación. Instan-
cias federales cuya tarea central es el trabajo en pro de los niveles
subnacionales de gobierno; asociaciones nacionales, regionales y/o
provinciales de municipios; agencias de desarrollo local; obvia-
mente, las mismas municipalidades; organizaciones no gubernamen-
tales ya sea locales, comunitarias, nacionales y/o internacionales;
universidades y centros académicos y de investigación; empresas
y, finalmente agencias bilaterales y multilaterales de cooperación.
Estas últimas en conjunto con ONG en algunas realidades geográ-
ficas, se han constituido como actores centrales.
De tal forma, las distintas modalidades que relaciono con la
cooperación para el desarrollo local son:

a) las acciones impulsadas por municipios, sus asociaciones


y/o las ONG en el ámbito de la cooperación descentralizada
intergubernamental o no gubernamental,
b) aquellas acciones provenientes de la oferta bilateral y/o
multilateral,
c) aquellas acciones canalizadas por agencias nacionales y/o
multilaterales a los municipios por medio del gobierno fede-
ral, pero también,
d) la colaboración en redes, la cual incorpora en muchos de
los casos a todas las anteriores.

130
Al ubicar el problema de esta forma, podemos abordar el tema
tanto desde la cooperación descentralizada gubernamental y no
gubernamental, como desde la cooperación que a las agencias
bilaterales o multilaterales les interesa priorizar en el ámbito
municipal.4
En el marco de estas modalidades, las preguntas siguientes son:
¿por qué delimitamos en este capítulo al desarrollo local en el
municipio?; ¿cómo se han llevado a cabo las distintas experiencias
de intervención para desencadenar procesos de desarrollo local
en los municipios?, y ¿cuál ha sido el papel del municipio?

EL MUNICIPIO COMO EL ESPACIO


DEL DESARROLLO LOCAL

DEBIDO A QUE hay una gran discusión en torno a la determinación


del ámbito territorial correspondiente a lo local y, por tanto, a
su desarrollo, es importante aclarar por qué el espacio de referen-
cia del presente capítulo, es el municipio y, en tal caso, indicar su
significado.
Para algunos autores, lo local es una dimensión específica de lo
social. Es decir, lo local es la dimensión espacial de la sociedad local,
la cual está relacionada con un nivel cultural de pertenencia expre-
sado en términos de la existencia de una identidad colectiva o de
un sentimiento de pertenencia a un lugar o sitio específico, capaz
de producir valores comunes y bienes localmente gestionados.
Para otros autores "lo local" sólo adquiere sentido cuando se
le mira desde fuera y desde arriba y, así, la región constituye un
espacio local cuando es mirada desde el país, el estado desde la
región y el municipio desde el estado. Con base en esta perspectiva,
lo local resulta discernible de lo nacional y se opone al término
4
Lo cual para el caso mexicano resulta fundamental, porque a diferencia de lo que
ocurre con otras experiencias, en México esta cooperación comporta a) las acciones que algu-
nos municipios, sus asociaciones y/o las ONG impulsan en el ámbito de la cooperación descen-
tralizada intergubermmental o no gubernamental, b) aquella cooperación que se impulsa
desde los propios oferentes que han escogido lugares como Chiapas para desplegar todo un
sistema de cooperación para el desarrollo local o, c) hasta aquella cooperación que las agen-
cias nacionales y/o multilaterales canalizan a los municipios por medio del gobierno federal.

131
global. Sin embargo, lo local muchas veces se confunde con lo
regional. Considerando esta confusión, Boisier (2001), expresa que
la diferencia entre ambos es una cuestión escalar. Por un lado, se
trata de una escala territorial en la cual en distintos segmentos de
ella se ubican tanto lo local como lo regional y en donde el sentido
común, puede constituirse en un buen criterio para la demarcación.
Por ejemplo, choca contrasentido referirse a la región de occiden-
te como desarrollo local, pero sí se puede hablar del pueblo de
Zapotlán o de la ciudad de Guadalajara como desarrollo local. Y, por
otro, se trata de una escala funcional, aunque muchas veces poco
precisa. Por ejemplo, la función de impulsar el empleo, la construc-
ción de la vivienda o el manejo de residuos sólidos, se entienden
hoy como funciones muy apropiadas de la escala local, en concreto,
del ámbito municipal. Sin embargo, la función de promover el de-
sarrollo macroeconómico, en la mayoría de los casos no puede ser
interpretado como una función local, sino más bien regional y
completamente nacional. A la luz de lo anterior, en esta investiga-
ción, me refiero a lo local, como al ámbito específico del munici-
pio, porque es el espacio donde se entiende, explícitamente, tiene
lugar el desarrollo local, siendo el gobierno local el agente5 pro-
tagónico para desencadenar este proceso.
En efecto, si en las diversas políticas de desarrollo local existen
involucrados diferentes actores públicos y sociales (universidades,
empresas, sindicatos, organizaciones comunitarias, gobiernos nacio-
nal, estatal o municipal), en los últimos años, desde distintos foros
multilaterales (OCDE, Naciones Unidas, Banco Mundial, etcéte-
ra) como desde las agencias bilaterales de cooperación (Agencia
Española de Cooperación Internacional, Agencia de Coopera-
ción Técnica Alemana, Agencia Japonesa de Ayuda al Desarrollo,
entre otras), se ha hecho referencia al papel central que tienen los
gobiernos locales en la lucha contra la pobreza, la contaminación
ambiental, la exclusión social y, en general, una serie de principios
que tienen una relación con el desarrollo local.
5
Agente es la persona que actúa y provoca cambios y cuyos logros pueden juzgarse en
función de sus propios valores y objetivos, independientemente de que los evaluemos o no
también en función de algunos criterios externos (Sen, 2000).

132
El hecho de considerar al gobierno municipal como actor
central, se debe al sentido común -que paradójicamente apenas
se hace visible- de ser el nivel de gobierno más cercano a la gente y,
en tal razón, el eje articulador del proceso de políticas y respues-
tas de los distintos niveles de gobierno. Empero, tal vez, una razón
más sobresaliente en la actualidad, es que debido al cambio estruc-
tural (modificación en los sistemas productivos y de competencia
económica mundial) los gobiernos subnacionales se convierten en
agentes protagónicos para desencadenar procesos de desarrollo
en su propia jurisdicción.
Ahora, en el discurso de los diversos organismos internacio-
nales como desde las políticas nacionales, vemos cómo son éstos
los que deben preocuparse de la orientación estratégica del desarro-
llo que incluye un espectro amplio de medidas orientadas al creci-
miento económico: competitividad de sus empresas y de su territorio
para la inversión, la promoción del empleo, el apoyo a producto-
res, el apoyo a la creación de redes como clusters y distritos indus-
triales. Pero también, dado el concepto multidimensional del desarro-
llo local, el gobierno local también debe garantizar la generación
de políticas sociales de desarrollo, la conservación y protección del
medio ambiente, el respeto a la cultura, el beneficiarse de su in-
terrelación con la región, etcétera.
En diversos países, observamos ejemplos, donde los gobier-
nos municipales han ampliado sus capacidades para impulsar el
desarrollo de sus territorios.6 En otras experiencias, tenemos que
si bien en un inicio los gobiernos locales no han asumido un papel
protagónico al final de cuentas se han convertido en un agente
importante en la consolidación de iniciativas ciudadanas de
desarrollo local.7
6
Tal es el caso del gobierno de la ciudad de Jerez en el sur de España, quien frente a la
problemática económica y social que sufrió la ciudad a raíz del decrecimiento en la produc-
ción y compra del jerez, generó las bases para revertir esta situación, mediante el fomento del
desarrollo económico a largo plazo generando desde fondos propios como utilizando los
fondos regionales y de cohesión social de la Unión Europea. A la larga, en Jerez se ha logra-
do fomentar una estrategia de diversificación del monocultivo, se ha fomentado el empleo, se
han puesto en marcha una serie de políticas sociales que aumentan la calidad de vida de las
personas, etcétera (OCDE, 2002).
7
Ejemplos de este tipo, tal vez, sean los más como puede ser el caso de Ballyhoura en
Irlanda o Serra do Caldeirao en Portugal, en ambos los cambios necesarios para desencadenar

133
A fin de lograr lo anterior, los gobiernos municipales no sólo
han tenido que contar con los recursos técnicos, humanos y fi-
nancieros, para dinamizar actores y potencialidades locales en el
impulso a acciones del desarrollo de sus territorios, sino también
han requerido formar socios8 o generar una red de cooperación
entre los distintos agentes económicos, políticos y sociales que
inciden en el desarrollo local.9 De tal forma, el desarrollo local
pasa a formar parte del extenso ámbito de la acción del gobierno
municipal.
Sin embargo, son pocos los gobiernos municipales que real-
mente pueden convertirse o son agentes de desarrollo. En la gene-
ralidad de los países, estos gobiernos aún presentan una débil capa-
cidad técnica para impulsar políticas de desarrollo local,10 pues
sus nuevas responsabilidades, no necesariamente vienen acompa-
ñadas de recursos jurídicos que la sustenten, de recursos finan-
cieros adicionales o de los conocimientos y habilidades técnicas
para llevar a cabo el diseño y la instrumentación de estrategias
de desarrollo.
Por su parte, desde la visión de algunas agencias multilatera-
les y bilaterales de cooperación se señala que uno de los problemas
y/o limitaciones a los que se ha enfrentado este tipo de coope-
ración se encuentra con la dificultad de comunicación con nume-

procesos de desarrollo fueron iniciados por los ciudadanos, a la larga el gobierno municipal
tuvo que desempeñar un papel importante sobre todo como articulador con los otros nive-
les de gobierno y los fondos de la Unión Europea (OCDE, 2002).
8
Este término de formar socios lo utiliza (Ruiz, 2004: 239).
9
Lo de red lo extraje de Arroyo y Sánchez (2003).
l0
La capacidad técnica de un municipio es considerada desde tres niveles diferentes:
el plano institucional, la estructura administrativa y la relación del municipio con la sociedad.
El plano político-institucional hace referencia a las relaciones existentes entre la Federación
y los gobiernos locales y al sistema de partidos que predomina, todo lo cual pone de relieve las
relaciones de poder y los estilos de conducción. La estructura administrativa permite evaluar
el tipo de estructura orgánica-funcional que predomina en el municipio para ver las compe-
tencias asignadas a cada área, la circulación real de la información y las tareas que logra
cumplir el plantel municipal. La relación del municipio con la sociedad aparece como el lugar
en donde se visualiza el tipo de gestión que efectivamente predomina en el gobierno local. La
capacidad de apertura y articulación con otras instituciones y organizaciones de la sociedad,
como: ONG, organización de base, entidades intermedias y medios masivos de comunicación
dan cuenta del estilo de gestión que prevalece en el municipio (Arroyo, 1999).

134
rosas autoridades locales que no están conectados a Internet o que
no disponen de fax o línea telefónica internacional. Por otro lado,
también señalan que las elecciones locales conducen periódica-
mente a cambios de personal, y con frecuencia hay una discon-
tinuidad en los intercambios. La ausencia de autonomía adminis-
trativa y financiera de numerosos municipios les impide asumir
plenamente la lucha a favor de su desarrollo, desplazarse o compro-
meterse para cooperar con otras ciudades del mundo.
Asimismo, hay que tomar en cuenta que los gobiernos muni-
cipales se encuentran ausentes en muchas iniciativas y procesos
de desarrollo local impulsados por la población. Además que en
su mayoría, carecen de una visión estratégica del desarrollo de su
territorio, provocándose, con ello, el impulso a procesos con una
visión muy reduccionista, donde las posibilidades de desencadenar
cambios en sintonía con los contextos (regional, estatal, nacional
e internacional) con los cuales interactúa son ínfimas.
En este orden de ideas, el desarrollo local circunscrito al ámbi-
to geográfico del municipio, incorpora esquemas de fortaleci-
miento de la gestión pública local, precisamente, para encauzar,
diseñar, y aplicar políticas locales de desarrollo.
Si en tales circunstancias, es cierto que algunas experiencias en
la cooperación internacional, demuestran que se están impulsando
estrategias de desarrollo local que buscan fortalecer la capacidad de
gestión de los municipios y encontrar algunas soluciones a los tantos
problemas que enfrentan los mismos en el marco de sus nuevas
competencias; también es cierto que, las mismas pueden resultar
una utopía, cuando son implementadas en municipios con escasos
recursos técnicos, con una estructura productiva y territorial media-
namente consolidada, con una trama social poco fragmentada y con
un modelo de gestión que poco garantiza la participación requerida
por el propio concepto de desarrollo local. Paradójicamente estos
municipios terminan siendo los más pobres.11
11
En consecuencia, lo anterior, debe ser tomado en cuenta en las propias estrategias
que en años recientes se están echando andar con fondos de cooperación internacional, princi-
palmente de la denominada cooperación descentralizada, pues los riesgos de provocar efectos

135
Ahora bien, para sustentar lo anterior es conveniente enfocar-
se a la pregunta de ¿cómo se han llevado a cabo las distintas expe-
riencias de intervención para desencadenar procesos de desarrollo
local en los municipios? Y ¿cuál ha sido el papel del municipio?

LAS INTERVENCIONES HACIA EL DESARROLLO LOCAL


DESDE EL SISTEMA DE LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL

EMPLEANDO una metodología muy utilizada en la cooperación,


como es el intercambio de experiencias y la difusión de las mismas,
en este apartado, se reflexiona sobre algunas de las diversas expe-
riencias de colaboración en el ámbito de lo local.
Se abarca, para ello, desde aquellas experiencias desplegadas de
manera tradicional; es decir que parten de fuentes bilaterales y mul-
tilaterales de cooperación; hasta aquellas que están revolucionando
los modos de hacer la cooperación, como sería el caso de lo que
hemos llamado la cooperación en redes.12 En este amplio espec-
tro, encontramos asociaciones y hermanamientos entre ciudades
norte-sur, sur-sur, sur-norte, asociaciones de ciudades y municipios
en general; asociaciones entre diversas fuentes de financiamien-
tos; la participación de fundaciones privadas, entre otras.
Cabe señalar que en este apartado, no pretendemos describir
dichas experiencias, sino más bien se realiza un ejercicio reflexivo
y, hasta cierto punto, concluyente de la lectura y observación hecha
sobre algunas experiencias que en el campo de la cooperación se
han vinculado a los ámbitos locales del desarrollo. Ello, principal-
mente tomando como línea de análisis las posibilidades y limitacio-
nes de la cooperación al desarrollo, para ser una herramienta que
impulse el desarrollo local, en el marco de convergencias estratégi-
cas entre las especificidades locales y regionales de un país.

potencialmente divergentes en el desarrollo regional son bastante altos al no favorecerse de


estas estrategias los municipios de menos recursos.
12
En la cual se incorporan una diversidad de actores que van desde las agencias multi-
laterales de cooperación como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, hasta fun-
daciones privadas como la Fundación Internacional de Carrefour.

136
Desde la cooperación descentralizada13 bilateral

La cooperación descentralizada, realizada entre entes subnacio-


nales de gobierno, se ha convertido desde la década de los noven-
ta en una constante de diversas ciudades del mundo desarrollado.
Son los propios procesos de descentralización y la consiguiente
mayor autonomía de los distintos niveles subnacionales, parte de
los factores que crean indirectamente las condiciones de la diná-
mica extensión de las actividades de estos niveles más allá de las
fronteras nacionales.
En la mayoría de estos casos, la cooperación descentralizada
surge como parte de una estrategia política de los poderes locales
por una mayor autonomía, en la cual, los lazos internacionales se
convierten en una legitimación de un modo de gobierno local. De
hecho, esta forma de cooperación para muchas ciudades es un
medio de acceso a la esfera internacional. Si bien, esta colaboración
ha tendido a ubicarse más como respuesta de los entes locales al
esquema, aún prevaleciente, de cooperación estatocéntrica, no se
puede negar que la base territorial de la misma y la existencia
13
Cabe señalar que hay una variedad de definiciones y hasta de conceptos para hablar
de cooperación descentralizada, sin embargo, me apegaré a las acepciones que yo considero
más amplias para definirla. En tal caso, se entiende por cooperación descentralizada aquella
que se refiere a relaciones entre gobiernos locales correspondientes a distintas jurisdicciones
nacionales y además ésta comprende que el carácter de estas relaciones es para intercambios
de carácter económico, cultural, técnico, etcétera, es decir, en sentido estricto relaciones de
cooperación y no aspectos relacionados con cuestiones militares y diplomáticas. Petitville
Franck, La cooperation décentralisée: Les collectivités locales dans la coopération Nord-Sud, París, Francia,
Ed. Loguique Politiques, L'Harmattan, 1995.
En una acepción más amplia y, de hecho es la utilizada por la Unión Europea, se entien-
de por cooperación descentralizada toda aquella acción de ayuda al desarrollo que es llevada
a efecto por agentes e instituciones, sean públicos o privados, del país donante o del receptor,
que no forman parte de la administración central del Estado. Este concepto por tanto acoge
el conjunto plural de iniciativas de ayuda que ponen en marcha aquellos actores que son
distintos al gobierno del Estado. Frente a una visión de la ayuda centralizada, que protago-
niza el Estado, la cooperación descentralizada se presenta como más diversa y difusa, más
próxima al control de actores locales y más horizontal.
Sin embargo, considerando el caso mexicano, se le incorporaría a la definición el con-
cepto de cooperación descentralizada para el desarrollo local, la cual además de comprender lo
dicho anteriormente, haría también referencia aquella cooperación que es impulsada desde
los municipios mexicanos, sus asociaciones y las ONG con sus homólogos más allá de las fron-
teras, y cuyas acciones tendrían más que ver con intercambio de experiencias en esquemas
horizontales o de redes de cooperación cuyo objetivo fundamental sea su desarrollo.

137
de problemas comunes o compartidos ha significado necesaria-
mente un impulso a estrategias de desarrollo local. En el ámbito de
la cooperación descentralizada gubernamental-bilateral, los países
más representativos en esta área son: España, Francia e Italia, aun-
que también los Países Bajos, Bélgica y Canadá.
En España, la cooperación descentralizada para el desarrollo
local, tiene sus antecedentes en 1983, con la constitución de la
Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI) y en 1987, con
el Centro de Estudios Municipales y de Cooperación Internacional
(CEMCI). Después las mancomunidades y los gobiernos municipa-
les comenzarán sus propias estrategias de cooperación descentra-
lizada, pero más en un afán de lucha por su autonomía.
Sin embargo, fue tomando tal importancia el tema al interior
de los municipios que las ONG comenzaron a tener una gran mo-
vilización en pro del desarrollo de los países subdesarrollados y
en específico en el trabajo directo con las poblaciones locales. De ahí
que los gobiernos municipales, primero solos y luego con la cons-
titución de fondos municipales de cooperación14 han generado
intervenciones hacia el desarrollo local por medio del financia-
miento a ONG. Principalmente esta cooperación se ha dirigido a
Centroamérica y África. Si bien, en España, hay un esfuerzo cada
vez mayor por fortalecer la figura del municipio, aún la coopera-
ción continua siendo ejecutada en la mayoría de los casos por orga-
nizaciones de la sociedad civil, pues gran parte de los recursos de
los ayuntamientos se canaliza vía estas organizaciones. El problema
14
Estos fondos se han constituido como espacios de coordinación y fortalecimiento de
un modelo propio de cooperación. En la actualidad son nueve los fondos, correspondientes a
cada región autónoma: Fons Catalá de Cooperado al Desenvolupment, Euskal Foda-Asocia-
ción de Entidades Vascas Cooperantes, Fons Valencia per la Solidaritat, Fons Mallorquí de
Solidaritar i Cooperació, Fons Menorquí de Cooperado, Fondo Galego de Cooperación e
Solidaridade, Fons Pitiús de Cooperació, Fondo Andaluz de Municipios para la Solidaridad
Internacional y Fondo Extremeño Local de Cooperación al desarrollo, y hay varios procesos
emergentes que darán lugar a nuevos fondos. En España gran parte de la cooperación des-
centralizada es realizada por los Fondos municipales de cooperación, los cuales son una
fórmula que permite que un grupo de municipios afínes, normalmente por proximidad terri-
torial, creen su propia instancia de cooperación especializada y sensibilizada ante el fenómeno
municipal, a través de la cual pueden poner en marcha, con el concierto de varios ayunta-
mientos, proyectos y programas de mayor alcance y monta. Además pueden captar recursos
de otras instancias (Unión Europea, AECI, comunidades autónomas), éstos son también una
opción flexible y no excluyente.

138
es que las ONG carecen de conocimiento y sensibilidad respecto a
la problemática municipal. Además su presión a corto plazo y com-
petitiva por los fondos municipales son un factor que distorsiona
la cooperación de muchos ayuntamientos.
Lo anterior también ha causado que esta cooperación en su
mayoría, sea dirigida a proyectos más de carácter asistencialista
y que hagan visible la cooperación, como puede ser la construcción
de un centro de salud. En muchos de los casos estos proyectos
suplantan labores que deberían realizarse por el municipio, y no se
toma ni siquiera en cuenta el papel que correspondiera jugar al
poder local.15 Ha sido vía la cooperación de organizaciones como
la Unión Iberoamericana de Municipalistas (UIM) y su Centro de
Estudios Municipales y de Cooperación Internacional (CEMCI),
así como de la UCCI, la que se ha enfocado a temas más directamen-
te relacionados con fortalecer a los gobiernos locales en sus nuevas
responsabilidades como agentes del desarrollo de sus territorios.
Al respecto, los temas de esta cooperación son: el intercambio
de información y documentación; fortalecimiento de la gestión de
las administraciones locales; proyectos de vivienda; tratamiento
de residuos urbanos; asesoramiento técnico en planificación urba-
nística; fortalecimiento institucional, administrativo y técnico de
las municipalidades; fortalecimiento de la democracia y de los proce-
sos de descentralización administrativa. En muchas de las ocasio-
nes se ofrecen programas horizontales de asistencia técnica con
participación directa de las municipalidades españolas y proyec-
tos de desarrollo rural integrado.
En este marco, por ejemplo tenemos la asistencia técnica que
recientemente la UIM le dio a la Asociación de Municipios de
Honduras, o bien el apoyo a la maestría en Dirección y Gestión
Pública que esta misma organización realiza en colaboración con
distintas instituciones de América Latina, en diferentes países del
continente.
15
La Agencia Española de Cooperación Internacional ha tendido a irse por esta misma
línea, financiado proyectos a ONG locales que en sinergia con las autoridades municipales
ejecutan proyectos en áreas específicas de necesidades básicas locales, como vivienda, salud,
medio ambiente, agua potable, electrificación... Informe Nacional de España Hábitat II,
http://Hábitat.aq.upm.es/in/

139
Asimismo, encontramos en esta misma línea, el Programa de
Desarrollo Municipal en Centroamérica (Demuca). Este preten-
de, una vez que la cooperación se retire, que las municipalidades
sean capaces de gestionar adecuadamente sus recursos y brindar
servicios a sus ciudadanos. Los beneficiarios de este programa, han
sido ciudades mayores de 50,000 habitantes, con excepción de las
principales ciudades. En este programa también participan insti-
tutos de fomento de desarrollo municipal, que pueden ser locales,
estatales o federales; agentes sociales e institucionales ligados al
desarrollo urbano.
Se puede decir que en el caso español, la colaboración de las
autonomías y municipios hacia el desarrollo local se da de una
forma más ajena de la política nacional de cooperación que dirige
la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), lo cual
mucho tiene que ver con la defensa de la mayor autonomía de los
poderes locales de gobierno. De hecho, se detecta cierta descoor-
dinación y ausencia de complementariedad entre las acciones que,
por su parte, llevan a cabo los niveles subnacionales de gobierno
y aquella de la AECI. Asimismo, los temas tienden a ser distintos y
las zonas geográficas a enfocar también cambian. En este marco, la
cooperación al desarrollo parece convertirse en uno de los cam-
pos en pugna y lucha de poder de las relaciones interguberna-
mentales.
Por su parte, en Francia la historia es distinta, tal vez, dada la
tradición centralista del sistema francés. En este caso, son los minis-
terios de asuntos exteriores y el Ministerio de la Cooperación y
del Desarrollo, los que han favorecido la cooperación descentra-
lizada. Por medio de estos ministerios se impulsan las firmas de
convenios de hermanamientos entre las dos colectividades o más
que deseen ser cooperantes. Muchas veces, la colectividad francesa
financia y delega la ejecución de obras a una ONG representada en
el país, mientras que la colectividad extranjera aporta una con-
traparte en trabajo y facilidades logísticas.
La cooperación francesa se desarrolla en varios campos, desta-
cándose entre los más importantes: el desarrollo y gestión urbana
en materias como la administración pública local, creación, admi-

140
nistración y mantenimiento de infraestructura, etcétera. Otro tema
más es el desarrollo económico, visto como un conjunto de rela-
ciones específicas entre empresas, transferencias e intercambios
tecnológicos, impulso a iniciativas locales de desarrollo. Los pro-
yectos de este tipo se refieren a diferentes ramas económicas: arte-
sanado, turismo, tecnologías de punta, agroindustria, intercambio
y cooperación entre empresas pequeñas y medianas, la gestión del
agua, la lucha contra la exclusión, la inserción social y económica.
Las acciones pueden ser en forma de proyectos de apoyo directo,
de formación, de intercambios institucionales y técnicos, capaci-
taciones, entre otros.
En Italia, se ha impulsado la cooperación entre las comunida-
des, la cual tiene las siguientes características: es territorial, supone
consultas entre las autoridades locales y los actores sociales y
económicos en un contexto territorial, define un plan de desarro-
llo local vinculado a los programas y realizado mediante proyec-
tos en un esfuerzo por establecer relaciones de tipo local-nacio-
nal-internacional; funciona a través del trabajo de colaboración
entre una comunidad de un país en desarrollo y otra de Italia;
fortalece la creación de redes entre localidades para intercambiar
conocimientos.
Uno de los temas en los que más ha participado la cooperación
descentralizada italiana, es la asistencia humanitaria,16 en este
marco, varias ciudades italianas participan en el Programa de
Desarrollo para Desplazados, Refugiados y Repatriados en Cen-
troamérica, que se creó en 1995.17 En este mismo sentido, se tiene
la cooperación que en la fase más delicada de la crisis albanesa
de 1997 (mayo-septiembre) un grupo de ciudades italianas (entre
las cuales destacan Génova y Roma) realizaron actividades de coo-
peración en 11 ciudades albanesas, por un total, de 1.5 millones de
16
Cabe anotar que también la cooperación descentralizada francesa y española se han
enfocado a asistencia humanitaria, esto principalmente se ha visto potenciado con el huracán
Mitch, que en 1999 azotó a los países centroamericanos. Sin embargo el gran problema de
esta cooperación es que es de asistencia, por tanto, nada tiene que ver con generar procesos
autosostenibles de desarrollo.
17
Veintiséis ciudades participan en el foro, entre las cuales se cuentan algunas de las ciu-
dades más importantes de Italia: Venecia, Roma, Milán, Génova, Turin y Nápoles (Ianni, 1997).

141
dólares. Hasta el año 2000, la Confederación Nacional de Servi-
cios (CISPEL), que representa a las empresas municipales, promovía
la dotación al sistema de transporte albanés de 400 autobuses
(Rhi Saussi, 2000).
Son los municipios de la región de la Toscana, los que más par-
ticipan en la cooperación para el desarrollo, de hecho, se estima que
de 297, son 126 los que realizan actividades en ese sentido. Las
prioridades geográficas de estos entes locales son América Latina,
Balcanes, Africa Sub-Sahariana y Medio Oriente. Uno de los temas
en los que más se concentran es sobre los programas de desarro-
llo humano a escala local. Lo interesante en esto, es que a partir de
unir fuerzas con el PNUD, y otras agencias multilaterales de coope-
ración, los municipios y asociaciones de municipios italianos se han
enfocado a este tema (Rhi Saussi, 2000). Además, curiosamente,
ha sido también desde Italia, en específico desde las oficinas de la
Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus
siglas en inglés) en Roma como se ha echado andar el Programa de
Cooperación Internacional para el Desarrollo Local en Cuba, cuya
principal manera de operar es mediante la cooperación descentra-
lizada y por redes.
Otro de los temas donde tiene una amplia participación los
entes locales italianos, es la cooperación al desarrollo hacia las
municipalidades altamente emisoras de emigrantes hacia las ciu-
dades italianas, las cuales han formulado políticas activas en el
campo de la cooperación para el desarrollo local con sus vecinos
a la otra orilla del Mediterráneo y el Adriático (Rhi Saussi, 2000:
159). En este mismo caso, tenemos la cooperación descentraliza-
da francesa, donde encontramos los convenios de hermanamiento
que se establecieron entre ciudades africanas y francesas, como el
de la ciudad de Montreuil (Seine-Saint Denis, Francia) y el "círcu-
lo" de Yélimané (Mali) que nace en 1985 tras la solicitud de la
misma asociación de emigrantes-inmigrantes (Petitville, 1995).
Ahora bien, en general uno de los aspectos más impulsados en
la cooperación descentralizada es aquella que se da entre ciudades
del norte y las grandes metrópolis del sur. Los temas que en el
marco de la misma se impulsan son: el intercambio de experien-

142
cias en ingeniería urbana, con lo cual se pretende dar respuesta
o solución a problemas de infraestructura, gestión, planificación,
vivienda, etcétera, problemas todos producto de un crecimiento
urbano incontrolado.
A nivel bilateral, un número creciente de países europeos han
comenzado en los últimos años a poner en marcha una coopera-
ción específica en el campo urbano, tal es el caso de Francia, Suecia,
Suiza, Países Bajos y Alemania. En este caso, la región de Ile de
France dirigió cooperación hacia el sector urbano de ciudades como
Buenos Aires, Brasilia, Sao Paulo, en materias de teledetección espa-
cial, de cartografía y de infraestructura (Petitville, 1995).
Ahora bien, una vez revisados los temas y el contexto general
de la cooperación descentralizada, es oportuno señalar algunas de
sus posibilidades y limitaciones.
La cooperación descentralizada dirigida al desarrollo de lo local,
ha sido en muchos de los casos expuestos, una respuesta a la serie
de transformaciones que desde el ámbito de lo político y de lo eco-
nómico provocan los cambios en los modelos de desarrollo, como
en su momento ha sido: el fortalecimiento a la descentralización y
a la mayor autonomía de los entes locales. También esa coopera-
ción se ha convertido en una respuesta a las externalidades nega-
tivas que el mismo proceso de desarrollo conlleva al interior de las
ciudades, como es el caso del aumento de los flujos migratorios.
Precisamente, parte de los buenos resultados de la cooperación
descentralizada se han dado en lo que se ha denominado code-
sarrollo y que tiene que ver con esta cooperación establecida entre
las ciudades emisoras de migrantes y aquellas receptoras. Donde
el problema común del proceso migratorio involucra a la pobla-
ción de ambas y a los gobiernos, tendiendo a darse resultados
promisorios.
Por otra parte, cuando esta colaboración se da de gobierno local
a gobierno local permite poner en marcha a través de institucio-
nes semejantes, proyectos y programas adaptados a las potenciali-
dades de quien presta la cooperación y a las necesidades de quien
la recibe. Esto tiene indudables ventajas desde el punto de vista
de la comunicación real entre ambas partes, de la comprensión y

143
del fortalecimiento mutuo y de la defensa del progreso y fortaleci-
miento de los municipios. Esto, sobre todo, se da cuando la coo-
peración es entre gobiernos locales con cierta afinidad, en lo tocante
a su problemática territorial, capacidad técnica de gestión y nivel
de desarrollo. Es decir responde a una cooperación más horizon-
tal y en esquemas más interdependientes.
Considerando que la cooperación descentralizada para el de-
sarrollo local, resultaría ser una buena alternativa para beneficiar
a grupos de población que muchas veces quedan al margen del
desarrollo, muchas de las veces esto no se logra. Lo anterior, debido
a que en muchos casos, como señala Petiteville (1995) para el caso
francés, esta forma de colaboración entre municipios, representa
la visión de los actores gubernamentales principales y excluyen las
visiones de los otros actores involucrados, o tienden a beneficiar
a ciertos grupos oligárquicos, sin contemplar los intereses reales de
la población.
Cuando esta cooperación se da de los poderes locales donantes
a las organizaciones de la sociedad civil o algún grupo de exper-
tos, se percibe que hay una tendencia, aunque no en todas las
experiencias revisadas, de falta de sensibilidad y conocimiento del
ámbito territorial donde se realiza la intervención. Hay un prota-
gonismo de los técnicos expertos y un menor involucramiento del
nivel político local, a quien se le ve como simple receptor de coo-
peración y no como corresponsable, esto se ha observado, princi-
palmente, en el caso de las municipalidades centroamericanas y
su relación con ONG españolas.
Se da también una escasa participación de la comunidad en
general, a la cual se le ve simplemente representada por organiza-
ciones de la sociedad civil, las cuales, en muchos casos, responden
más a criterios de búsqueda constante de recursos para su propia
subsistencia que, en verdaderos articuladores de las propuestas y
necesidades de la comunidad local, a la cual finalmente se quiere
beneficiar.
En ese sentido, se reproducen los mismos vicios de la coope-
ración entre estados, en la cual ha predominado la idea que las
intervenciones por sí mismas producirán una serie de medidas con-

144
ducentes para el logro del desarrollo. Empero, estas intervencio-
nes, las más de las veces o responden a una visión unilateral del
oferente o simplemente son paliativos a las externalidades nega-
tivas del proceso de desarrollo per se.
En la cooperación al desarrollo local, prevalece este mismo pun-
to de vista de parte de los oferentes sobre todo en los casos de
hermanamientos y de los canales bilaterales y multilaterales. Al
respecto, al hablar Rosa María Ribero (1998) de la cooperación
descentralizada francesa, dice que este modo de cooperación es
también un canal importante por el cual se trasmite un modelo de
gestión local y de prácticas ciudadanas, en la medida en que se plan-
tea como un apoyo a las nuevas democracias de los países del sur
o del este europeo. El problema que se pone de manifiesto es la
validación de dicho modelo. "Antes se exportaba, vía la coopera-
ción los macromodelos económicos, tecnológicos y sociopolíti-
cos. Hoy se refuerza esta tendencia pero vía los micromodelos de
gestión local" (Ribero, 1998).
Cabe señalar, que si bien esto sucede en algunas de las expe-
riencias revisadas, sobre todo de aquéllas dirigidas a las municipa-
lidades centroamericanas, esto no es una generalidad. Las munici-
palidades que cuentan con buenas experiencias de gestión pública
o con un alto nivel de participación de la sociedad local, se han
podido beneficiar de los fondos de cooperación descentralizada
para el fortalecimiento de sus propias estrategias, como puede suce-
der con la cooperación que han recibido ciudades como Curitiba o
la propia ciudad de México, en las cuales su colaboración con otras
ciudades les ha permitido simplemente potenciar sus actividades
en pro del desarrollo local. De tal forma, vemos que la cooperación
descentralizada puede tener efectos diferenciadores de acuerdo
con la capacidad institucional que haya en los gobiernos locales.

Desde la cooperación descentralizada


en redes de ciudades

La cooperación internacional cada vez más asume la forma de


asociaciones o redes de colaboración, sobre todo en estrategias

145
encauzadas al desarrollo local. Esta cooperación en redes tiene sus
orígenes en las acciones recientes hacia el desarrollo local, que dife-
rentes ciudades tanto de los países desarrollados como en desarro-
llo, han fomentado en la arena internacional.
En general, la cooperación descentralizada en redes vincula a las
sociedades de los diferentes territorios implicados en ella, es decir,
desde actores de la sociedad civil como a las autoridades locales. Los
programas que, en general, se materializan en esta cooperación se
encuentran muy vinculados a problemas comunes que tienen expre-
siones territoriales muy concretas. En los casos hasta ahora existen-
tes correspondería al ámbito territorial de las ciudades.
Es sobre esta base común territorial que se concibe la cons-
trucción de alianzas entre los diversos agentes -gubernamentales y
no gubernamentales- de las instituciones cooperantes que, habida
cuenta de su potencial de complementariedad y de sus intereses
en común, pueden identificar objetivos comunes o diseñar accio-
nes mutuas a favor del desarrollo local, como sucede por ejemplo con
el caso de la Cooperación Iberoamericana para el Desarrollo Ur-
bano (Cideu), o la cooperación descentralizada que en el marco
de la Política de cooperación de la Unión Europea se apoya como
es el caso de UR-BAL.
En ambas experiencias vemos que el tema central son las ciu-
dades y, el papel decisivo que ellas tienen en el mejoramiento de las
condiciones socioeconómicas y la calidad de vida de la población.
Por ello, uno de los objetivos centrales de esta forma de colabora-
ción es, en el terreno de las políticas urbanas, para ayudar a resol-
ver determinados problemas de la gestión municipal, mejorar los
servicios públicos, atacar problemas endémicos de las ciudades y
dinamizar el desarrollo económico local.
Sus actividades de colaboración son propuestas, implementa-
das y administradas por los mismos participantes, buscando que
éstos compartan los mismos beneficios. En tal caso una de las moda-
lidades principales de esta cooperación es el intercambio mutuo de
ideas, conocimientos y experiencias entre todos los actores.
Respecto al Programa de Cooperación Iberoamericano para el
Desarrollo Urbano (Cideu) éste se realiza en la región iberoame-

146
ricana y entre sus funciones centrales se encuentra fomentar la
cultura de los planes de desarrollo estratégico urbanos formulados
de forma participativa. Entre sus objetivos se encuentra: generar
una cultura de anticipación y planificación en las ciudades, a fin
de hacer que las condiciones de vida al interior de éstas mejoren,
atacando muchos de los grandes problemas que las mismas pade-
cen. Ciudades latinoamericanas como Córdoba, Rosario, Buenos
Aires, Bogotá, Río de Janeiro, Porto Alegre, Curitiba y Sao Paolo
son parte de las ciudades que cuentan con planes estratégicos y
forman parte de Cideu. Entre las ciudades mexicanas encontra-
mos Puebla. Cabe señalar que este programa funciona por medio
de las aportaciones hechas por las ciudades miembros, las cuales
son de 5,000 dólares anuales. Por ello, las posibilidades de parti-
cipación se reducen a aquellas ciudades con los recursos para
hacer este tipo de aportaciones.
es un proyecto de cooperación descentralizada de la
UR-BAL
Comisión Europea destinado al conjunto de ciudades, aglomera-
ciones y regiones de la Unión Europea y de América Latina.18 Se
trata, en particular de fomentar intercambios de conocimientos,
de experiencias y de técnicas, desarrollando una asociación directa
y durable entre socios locales. Esta asociación tiene como base la
creación de redes agrupadas en torno a temas de interés común.
Las redes temáticas constituyen marcos de cooperación permanen-
tes en los cuales se establecen proyectos comunes con miras a la
puesta en marcha de cooperación descentralizada entre ciudades.
Dichas redes temáticas son: droga y ciudad; la conservación de los
contextos históricos urbano; la democracia en la ciudad; la ciu-
dad como promotor del desarrollo económico; políticas sociales
urbanas; medio ambiente urbano; gestión y control de la urbani-
18
Agrupa más de 1,000 colectividades locales de ambos continentes en torno a 13 redes
temáticas y más de cien proyectos comunes. Sus actividades representan un gasto total
cercano a los 30 millones de euros, de los cuales 20 millones corresponden a subvenciones
directas de la Comisión Europea a las colectividades locales participantes. Cabe señalar que
en el programa URB-AL no sólo participan las principales metrópolis europeas y latinoameri-
canas, sino también y un gran número de ciudades pequeñas y medianas. Balance y perspec-
tivas de la cooperación descentralizada entre colectividades locales de la Unión Europea y de América
Latina en el terreno de las políticas urbanas. Documento conformado por el consorcio de la
Municipalidad de Valparaíso y la Diputación de Barcelona en abril de 2004.

147
zación; control de la movilidad urbana; financiación local y presu-
puesto participativo; lucha contra la pobreza urbana; vivienda en
la ciudad; promoción de las mujeres en las instancias de decisión
locales; ciudad y sociedad de la información y seguridad ciuda-
dana en la ciudad.
El modo de trabajo en dichas redes es por medio del inter-
cambio de experiencias y la solución conjunta a problemas comu-
nes. Así, a diferencia de la cooperación descentralizada bilateral
donde aun instrumentos clásicos de la cooperación técnica son
utilizados como las inversiones en pequeñas infraestructuras o el
envío de recursos materiales, en este tipo de cooperación se tra-
baja más en intercambio de experiencias o en el refuerzo mutuo de
ciertos temas que le son comunes. En ese sentido, se basa más en
la complementariedad y más que en formas de interdependencia
que de dependencia.
Uno de sus resultados positivos se ha comprobado con las
afirmaciones de algunos funcionarios y técnicos de los gobiernos
locales miembros, quienes han manifestado, según un balance
reciente hecho por Víctor Godínez (2004a), que su colaboración
en UR-BAL mejoró sus posibilidades de respuesta en cuanto a los
temas de las redes en las cuales participan. En tal caso, puede decir-
se que uno de los objetivos de UR-BAL, centrado en mejorar la capaci-
dad de gestión local19 se ha cumplido. Asimismo, se han producido
una gran cantidad de documentos en términos de antecedentes,
realidades y acciones de buen gobierno local frente a una crecien-
te variedad de temas que se están municipalizando.
Una de las grandes aportaciones de esta forma de coopera-
ción, es que no sólo se beneficia a las localidades de los países
subdesarrollados, sino también las colectividades de los países
desarrollados se favorecen pues entran en contacto directo con
experiencias innovadoras de prácticas participativas desarrolladas
con éxito en América Latina, como fue el caso del presupuesto
participativo de Porto Alegre en Brasil. Otra experiencia en este
19
La forma como en UR-BAL se busca mejorar la capacidad de gestión local es a través
del desarrollo de capacidades emprendedoras, innovadoras y de negociación con otras agen-
tes, como en el uso de modalidades más abiertas y participativas

148
mismo sentido consistió en que después de que la Junta de Anda-
lucía había dado cooperación a la intendencia de Montevideo
sobre el diseño y ejecución del Plan de Ordenamiento Territorial
de dicha ciudad uruguaya, los mismos técnicos de esta intenden-
cia fueron convocados para cooperar ahora en el mismo tema con
el Ayuntamiento de Sevilla (Godínez, 2004b).
Esta retroalimentación que reciben las ciudades o municipios
desarrollados, aunada a la intencionalidad de promover, mediante
estas acciones, la propia ciudad, sus empresas, su cultura, etcéte-
ra, provoca que, en algunos casos, la cooperación descentralizada
en redes se convierta también en un factor de desarrollo local
también para el municipio donante. Por ello, puede decirse que
esta cooperación tiene una tendencia a ser sur- norte, norte sur,
sur-sur.
Como hemos visto, las ciudades con ciertas características
de desarrollo y de gestión administrativa se han podido beneficiar de
las experiencias cada vez más importantes de cooperación descen-
tralizada en redes. Mediante su participación en este tipo de colabo-
ración, los funcionarios y gobiernos de dichas ciudades acceden
al intercambio de experiencias de buenas prácticas, o, a discutir
sobre la solución de algún problema en particular. Todo lo que les
permite mejorar los servicios a su ciudadanía y mejorar las con-
diciones de desarrollo de su territorio.
Uno de los problemas percibidos en esta forma de colaboración
es su tendencia a ser excluyente. Las ciudades más pobres, sin un
presupuesto propio razonable que les permita este activismo in-
ternacional, simplemente no participan. De tal forma, el principio
de cofinanciamiento en el cual se basa este tipo de colaboración,
genera efectos distorsionadores en realidades socioeconómicas y
tan diferenciadas entre los entes subnacionales de los países lati-
noamericanos, como lo es en el caso mexicano.
Esto aunado a que son precisamente las ciudades con menores
recursos las que tienen un déficit de recursos humanos capacita-
dos en la gestión financiera-administrativa de proyectos de coope-
ración, lo que las deja fuera de los pocos o muchos beneficios que

149
esta cooperación puede proveerles. El resultado es que a la larga,
se tienden a estimular al interior de los países, efectos divergentes
entre ciudades grandes, medias y pequeñas. En concreto, hay una
tendencia a ocasionar externalidades negativas en el equilibrio
del desarrollo urbano-regional de los países.
Ahora bien, estas redes funcionan mucho en la idea paradójica
de la desterritorialización-reterritorialización.20 En el primer sen-
tido, se enriquecen de la tecnología generando lazos virtuales en
la solución de problemas o en el intercambio de experiencias. Man-
tienen una constante comunicación con sus contrapartes extran-
jeras mediante el uso de la telemática.
En el marco de estas redes, curiosamente, se sostiene un con-
tacto más estrecho con aquellas ciudades extranjeras con las que
se comparte una misma problemática que con sus contrapartes al
interior del país.21 Por ejemplo en el caso de algunos de los muni-
cipios mexicanos pertenecientes a UR-BAL, como es el caso de: Tlane-
pantla, Guadalajara y Querétaro, después de entrevistas con los
funcionarios encargados del tema, se constata que entre ellos no
existe ningún tipo de intercambio de comunicación. Los funciona-
rios que se encargan de este tema, simplemente, se encuentran en
las reuniones de carácter internacional, pero realmente no existe
una interacción entre ellos en México. A las otras ciudades del país
se les percibe como competidoras. Mientras cooperan fuera de este
espacio nacional con aquellas ciudades que transnacionalmente
pueden redituar de mejor manera a su desarrollo.22 De tal forma,
hay una desconexión del espacio físico o geográfico del territorio
nacional y hay poca visión para establecer lazos a nivel nacional,

20
Esta idea de desterritorialización y reterritorialización fue basada en el trabajo
deWong(1999).
21
En México esto se comprueba con las ciudades que participan en UR-BAL.
22
Esta información surgió al plantearles las siguientes preguntas a los tres funcionarios
entrevistados por separado de cada uno de los tres municipios: ¿conoce usted lo que las otras
ciudades mexicanas que participan en UR-BAL están haciendo en el marco de dicha coopera-
ción?, ¿fuera de las reuniones de carácter internacional en las cuales llega a encontrarse con los
representantes de los otros municipios mexicanos, establece algún tipo de acercamiento con
estos representantes mientras ambos se encuentran en México?, ¿es común reunirse entre
ustedes?

150
pues paradójicamente en el país se ven ciudades competidoras y
no colaboradoras.
Respecto a la reterritorialización, se hace referencia en este
capítulo, al sentido que estas redes se basan forzosamente en la exis-
tencia y el carácter territorial de problemas o características espe-
cíficas de territorios urbanos, que en la mayoría de los casos se
benefician de los procesos globales de la economía, la cultura, la
sociedad. Si bien en gran parte de los casos no son ciudades glo-
bales, en la acuñación del concepto de Sassen Saskia, sí son ciuda-
des beneficiadas de los procesos de integración y globalizaeión
económica.
En tal caso, en el marco de la idea de ventajas competitivas,
las ciudades compiten entre sí en un mismo espacio nacional, y
cooperan fuera de este espacio con aquellas ciudades que trans-
nacionalmente pueden redituar de mejor manera a su desarrollo.
Por tanto, hay una mayor tendencia a que las ciudades más gran-
des se vean fuera de un contexto nacional. A la larga entonces, la
cooperación descentralizada en conformación de redes de ciuda-
des, termina contribuyendo a procesos de divergencia al interior de
los países y a una especie de alejamiento del pacto federal.23
Por lo anterior, se requiere encontrar en el marco de la coopera-
ción internacional nuevas fórmulas de trabajo en red que incorpo-
ren esta diversidad estructural entre los componentes subnaciona-
les del país, en donde se estimule la participación de las ciudades que
menos tienen y, por que no, pensar también, en impulsar estas
mismas estrategias a nivel de los municipios rurales.
Por su parte, en aras que la cooperación contribuya al equili-
brio del desarrollo regional y, no al contrario, se requiere del diseño
e instrumentación a nivel nacional de una política pública de coo-
peración internacional que responda a estos efectos, mediante la
aplicación de políticas diferenciadas acordes a la enorme heteroge-
neidad estructural existente entre los municipios del país.
23
Sobre este punto se aborda más profundamente en el artículo Dificultades del desarrollo
y vinculación externa de los municipios mexicanos: competitividad y cooperación, Ponencia presenta-
da durante la Tercera Semana de Economía en Memoria del Dr. Jaime Puyana Ferreira: Po-
líticas Públicas Alternativas, UAM, Iztapalapa, mayo de 2005. Se ha autorizado para publi-
cación.

151
Cooperación descentralizada
por canales transnacionales

Otra de las formas de la cooperación descentralizada es aquella


dada por canales transnacionales. Una de las formas más repre-
sentativas en esta cooperación es la impulsada en su tiempo por
la Unión Internacional de Poderes Locales (IULA) y la Federación
Mundial de Ciudades Unidas (FMCU).24 En el marco de las activi-
dades de ambas, la cooperación internacional para el desarrollo
local (urbano-rural) ha ocupado desde hace años un lugar pri-
mordial. Sus acciones, entre otros temas, se han enfocado al for-
talecimiento del nivel municipal, al impulso y fortalecimiento del
asociacionismo y a proyectos de desarrollo local donde el agente
principal siempre son los gobiernos locales.25
La agenda reciente de cooperación internacional de estas orga-
nizaciones ha sido la representación de los gobiernos locales ante las
cumbres de las Naciones Unidas como la Conferencia de Finan-
ciamiento del Desarrollo celebrada en Monterrey y en la Cumbre
Mundial sobre Desarrollo Sustentable en Johannesburgo. En el mar-
co de estas cumbres, dichas organizaciones abogaron por el papel

24
La IULA y la FMCU constituyeron en mayo del 2004, la Organización Mundial de
Ciudades y Gobiernos Locales, con sede en Barcelona. La decisión de IULA y FMCU de unirse
en un organismo mundial se dio desde 1996 en Estambul. La primera posee mayor fuerza en
Europa, América y Asia; mientras FMCU tiene presencia en África y Medio Oriente.
25
Por ejemplo en Sudamérica, la IULA, antes de su unificación con la FMCU, llevó a cabo
una serie de proyectos y programas de capacitación y asistencia técnica para el fortalecimien-
to de los gobiernos municipales y la promoción del desarrollo local, Muchos de estos conta-
ron con el financiamiento de diversas entidades y organismos nacionales e internacionales,
como la Comisión Europea, la Federación Canadiense de Municipalidades, el Instituto de
Desarrollo Económico del Banco Mundial y el Centro de Naciones Unidas para los Asenta-
mientos Humanos (Hábitat). Por ejemplo en Ecuador echo andar el proyecto de MINGA diri-
gido a ciudades medias de la región andina. Uno de los principios que rigieron este proyecto
es que el fortalecimiento de ciudades intermedias abre posibilidades de ocupación más homo-
génea del territorio, permitiendo superar muchos problemas de dispersión de la población
rural, además que tienen mayores posibilidades de participación social y la formación de con-
sensos. Los municipios seleccionados para el inicio del proyecto fueron aquellos que tenían
una voluntad político-institucional para emprender políticas no tradicionales y la existencia
de potencialidades locales para el desarrollo económico. Municipio y economía local: iniciativas
para el desarrollo, memorias del Seminario Internacional sobre la Promoción Municipal del
Desarrollo Económico, enero de 1995.

152
que los gobiernos locales asumen en la promoción del desarrollo
y llaman a la comunidad internacional a:

a) Reconocer el desarrollo de las capacidades de los gobiernos


locales como parte esencial en el cumplimiento de los objeti-
vos de la Declaración del Milenio;
b) asegurar la asignación adecuada de recursos para los gobier-
nos locales, tanto en términos de ingresos como mediante el
acceso al financiamiento internacional mediante tributos,
subvenciones, así como créditos dentro del marco adecuado
y proveer el alivio de la deuda para los países más pobres del
mundo y;
c) asegurar que una parte de los fondos resultantes, se pongan
a disposición de los gobiernos locales con destino a iniciati-
vas en beneficio de los pobres.

Realmente a ciencia cierta no se puede decir qué tanto ha


sido la influencia de estas asociaciones, para la incorporación en
la agenda internacional del papel que les corresponde jugar a los
poderes locales en la consecución y cumplimiento de los objeti-
vos del milenio. Sin embargo, como veremos enseguida, desde las
propias agencias del sistema de Naciones Unidas se están impul-
sando planes de acción en forma de asociaciones en pro del de-
sarrollo local y combate a la pobreza provocando la participación
directa de los gobiernos locales.

Desde la cooperación bilateral y multilateral

Ahora bien, otra de las formas que adquiere la cooperación para


el desarrollo local, es aquella que proviene de las fuentes tradicio-
nales de cooperación bilateral y multilateral. Indudablemente la
influencia de las nuevas concepciones sobre el crecimiento y de-
sarrollo económico, inciden en las políticas de cooperación de los
países donantes y de las fuentes multilaterales. Estos actores, al tiem-
po de buscar formas de cooperación más flexibles, de acuerdo con
las formas de producción, también dejan de pensar en el Estado

153
como el actor por excelencia en la conducción del desarrollo. Con
ello, los grandes donantes ceden parte de su política encauzada
a los gobiernos nacionales, ahora a las ciudades y regiones. Así, la
descentralización del Estado, se convierte en el nuevo eje rector de
la cooperación internacional. Con lo anterior también surge la
propuesta para reforzar el tejido económico a escala local, forta-
lecer la capacidad técnica de los gobiernos locales, incentivar la
formación de tejido social local, impulsar el desarrollo y crecimiento
de las instituciones educativas y de investigación entre otras medi-
das que promuevan el desarrollo y consolidación de las institu-
ciones que reclaman el desarrollo local.
Por consiguiente, vemos entonces, los temas que impulsan dife-
rentes agencias bilaterales y multilaterales de cooperación como son:
la descentralización técnico administrativa, el fortalecimiento
de la capacidad de gestión de los poderes locales, la propia organi-
zación interna de la municipalidad, la formación de los funcio-
narios locales, la mejora de la recaudación, la administración de los
servicios, la planificación estratégica urbana, los catastros, la aten-
ción al ciudadano y todo aquello que puede caber en la mejora
de la actuación de las administraciones locales como componen-
te clave de desarrollo.
Todo lo anterior, por medio de iniciativas de formación y capa-
citación de directivos y cuadros de gobierno local, diagnósticos y
asesorías técnicas para la determinación de políticas públicas
locales, apoyo a programas nacionales de gobierno que pretenden el
fortalecimiento del federalismo y los procesos de descentraliza-
ción, hasta la financiación a ONG que trabajan en microiniciativas
de desarrollo comunitario.
En este marco tenemos, el Programa Anti-Poverty-Partnership
Initiatives (APPI) Programa de Desarrollo Humano a Nivel Lo-
cal,26 impulsado en el seno de Naciones Unidas. La manera como
funcionan estos mecanismos de asociación es distinta de la coope-
ración entre ciudades, pues aquí más que hablarse de mecanis-
mos realmente horizontales vemos que es la propia oferta de la
26
Esta iniciativa APPI pretende apoyar el proceso de implementación de la Estrategia para
la Reducción de la Pobreza, en un marco de desarrollo local y participación comunitaria.

154
cooperación proveniente de fuentes multilaterales que se conjun-
ta para realizar intervenciones en el ámbito del desarrollo local, en
diversos países del mundo en desarrollo, principalmente en Áfri-
ca y Centroamérica.
Debido a que se conjuntan diversos socios cooperantes, uno los
principales retos de estas formas de asociación es lograr la coor-
dinación entre las acciones realizadas por diversos cooperantes en
pro del desarrollo local. Entre los temas que se impulsan se encuen-
tran: la descentralización técnico-administrativa, la cobertura, cali-
dad y sostenibilidad de los servicios, fortalecimiento de la economía
local, el enfoque de género transversal al desarrollo local. Asimismo,
se aplican y verifican en el terreno propuestas que van desde la
innovación técnica y tecnológica hasta instrumentos de gestión
pública local, y operacionales. En general, mecanismos que favore-
cen respuestas más integrales a las necesidades del territorio.
En América Central desde la década de los noventa hasta nues-
tros días se han observado experiencias semejantes. De hecho, en
un documento elaborado por apoyo de la Fundación Ford, se señala
cómo ha habido un conjunto de instituciones públicas y privadas
que en el marco de la cooperación internacional han actuado en pro
del fortalecimiento institucional de los municipios y de los procesos
de descentralización. El objetivo de estas acciones ha sido crear o
mejorar la capacidad de gestión y participación de los gobiernos
locales en las nuevas responsabilidades que les corresponden, princi-
palmente, en su tarea de activar procesos de desarrollo local.
En este caso, encontramos ejemplos como el de Costa Rica,
donde fuentes multilaterales como el Banco Interamericano de
Desarrollo, la Fundación Demuca con fondos de la cooperación espa-
ñola, la GTZ y la Unión Europea, han realizado acciones, cada una
por su cuenta o en conjunto en el campo de la gestión municipal y
la descentralización. Entre los campos de intervención se encuen-
tran: capacitación, trabajo de consultoría, trabajo de campo en las
áreas de titulación, catastro y registro de propiedades (BID); for-
talecimiento de los gobiernos locales en su funcionamiento inter-
no por medio de asodadones de apoyo (Demuca); mejoramiento de
las capacidades técnicas, administrativas y financieras de las muni-
cipalidades.

155
En El Salvador, la Corporación de Municipalidades de la Repú-
blica de El Salvador (Comures), formó la primera comisión de des-
centralización municipal con apoyo del PNUD, USAID y la Agencia de
Cooperación Técnica Alemana (GTZ, por sus siglas en alemán). Al
respecto, con apoyo de la GTZ y otras agencias de cooperación se rea-
lizan acciones para fortalecer los consejos departamentales de alcal-
des. Mediante el Proyecto Nación 21 (PNUD) se apoya la Red de
Universidades de El Salvador para el Desarrollo Sostenible a escala
local, aportando insumos técnicos y logísticos a fin de consolidar
con todos los actores el proceso de desarrollo sostenible.27
En Guatemala diversas agencias de cooperación (PNUD, USAID,
AECI, GTZ, BM y BID), han tenido acciones de intervención impor-
tantes, tanto para financiar las actividades de la mayoría de las
instituciones públicas y privadas que trabajan en pro del desarrollo
local, como han incidido en un nuevo tratamiento del tema muni-
cipal. En concomitancia, también han intervenido en el mejora-
miento de la capacidad administrativa y técnica de las municipa-
lidades -planificación, gestión de servicios, equipamiento básico de
oficinas, nuevas tecnologías, etcétera- trabajos de infraestructura
y dotación de servicios públicos.
En el caso de Nicaragua también ha habido importantes fon-
dos de la cooperación internacional a una serie de proyectos que
incorporan, al menos un componente referido a apoyo y asistencia
técnica, entre éstos encontramos el Proyecto de Fortalecimiento
de los municipios de Las Segovias, el cual es financiado por el gobier-
no danés, quien otorga apoyo técnico y financiero al fortalecimiento
de la capacidad de gestión de las alcaldías mediante la conforma-
ción de unidades técnicas, dotación de equipos de cómputo, fax y
medios de comunicación.
Con base en un análisis hecho de los casos arriba expuestos, se
puede decir que dadas las condiciones políticas y económicas de
Centroamérica, la cooperación internacional ha jugado un papel
27
El proyecto busca articular esfuerzos, no busca focalizar sino apoyar a instituciones
que apoyan a los municipios. En tal caso, las alcaldías señalan sus necesidades y con base en
ellas se conciertan posibles vías de colaboración con las instituciones académicas. A pesar
de ello la visión de algunos municipios es débil respecto a demandar apoyo en aspectos legales,
administrativos, medio ambiente, salud, educación, etcétera.

156
importante en el impulso a modelos de desarrollo local y, en el for-
talecimiento para tal efecto de las estructuras locales de gobierno,
pues los recursos financieros y humanos que se requieren en dichas
tareas no se hubieran podido obtener fácilmente por la vía del
presupuesto federal y estatal.
Esta cooperación, por tanto, puede resultar importante, en paí-
ses donde hay un gran número de municipios carentes de las posi-
bilidades técnicas y humanas para instrumentar proyectos de desarro-
llo, ya que no tienen acceso a recursos para la gestión de estas
potencialidades, vía programas nacionales de desarrollo y fortaleci-
miento municipal.
En contraste, dada la gran cantidad de cooperantes en la región
centroamericana, uno de los problemas que se han detectado, no
sólo en el caso específico de intervenciones hacia el desarrollo local,
sino también en otras áreas, es la falta de coordinación y comu-
nicación respecto a los proyectos que se impulsan, lo que en
muchos casos tensa los esfuerzos de las alcaldías.
Además de una enorme dependencia a los recursos provenien-
tes de fuentes exógenas -en tal caso de la cooperación- para la
sostenibilidad de las estructuras institucionales que garanticen
procesos de desarrollo local. Esto se complica aún más si conside-
ramos lo que implica negociar recursos, coordinar y concertar inte-
reses diversos de las fuentes cooperantes para ajustarlos a un plan
y a las prioridades locales.
Otra limitación más es que muchos de los proyectos no siem-
pre coinciden con las prioridades definidas por las municipalida-
des, sin embargo, las carencias de éstas en recursos humanos, téc-
nicos y financieros, provocan que los gobiernos municipales terminen
asumiendo estos proyectos. Con ello los municipios y, en especí-
fico los gobiernos locales, no son en lo absoluto agentes de desarro-
llo local. Esto último nos lleva necesariamente a reflexionar sobre
el papel que ahora les está correspondiendo jugar a los municipios,
en medio de problemas estructurales ya históricos. Problemas que
ocasionan per se, mayor heterogeneidad estructural en el desarro-
llo regional.

157
Una de las experiencias más interesantes al respecto es la de
Guamote, en Ecuador, donde un grupo de organizaciones de corte
territorial, establecieron relaciones de cooperación con agentes
externos como principal estrategia para la gestión de proyectos y
programas de desarrollo local. Su objetivo central era generar cam-
bios en la gestión pública para propiciar la participación ciudadana
en la toma de decisiones sobre las políticas públicas de desarrollo
de impacto territorial. El gobierno local, así como las organizacio-
nes locales participantes, fueron los que establecieron la nueva
institucionalidad que respondiera y se adecuara a las característi-
cas de funcionamiento político del cantón y con ello buscaron
mejorar sus posibilidades de funcionamiento y legitimación en el
largo plazo. La cooperación externa se supedita a las pautas y li-
neamientos que los actores locales han establecido en su proceso
de planificación (Ramírez, 2002).
En tal caso, la cooperación significó una importante fuente de
conocimientos y de recursos pero no se permitió que, fueran los coo-
perantes, los que llevarán la dirección en los procesos de cambio,
siendo la propia comunidad y el gobierno municipal quien los im-
plantó. En ese sentido, la cooperación internacional sólo significó
una herramienta más para que el gobierno municipal impulsara
procesos de desarrollo en su territorio. Sin embargo, como decíamos
al inicio de este capítulo, son pocos los gobiernos municipales
que realmente pueden convertirse o son agentes de desarrollo en
intervenciones de cooperación internacional, pues aún presentan
una débil capacidad técnica, jurídica, financiera y de recursos huma-
nos, o bien se encuentran ausentes en muchas iniciativas y proce-
sos de desarrollo local impulsados por la población.

LIMITACIONES Y PERSPECTIVAS DEL MUNICIPIO


EN PROCESOS DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL
PARA SU DESARROLLO

A LA LUZ de lo expuesto en párrafos anteriores, es posible decir


que los efectos de la cooperación internacional para el desarrollo
local, tienden a crear por un lado, un alto grado de protagonismo

158
de los cooperantes en los programas, con nula o muy poca capa-
cidad de la municipalidad receptora de incidir en las decisiones,
tal y como lo vimos con los casos centroamericanos.
Esto mismo tiende a reproducir los problemas de heteroge-
neidad de las estructuras subnacionales, pues serán aquellas muni-
cipalidades con los recursos humanos, técnicos, financieros y el
expertise, las que finalmente podrán beneficiarse de la cooperación
para el desarrollo local, de acuerdo con sus propios intereses,
como quedó constatado con los casos de UR-BAL y Cideu.
De tal manera, la forma como se reproduce la cooperación
internacional para el desarrollo local, termina reflejando los proble-
mas estructurales de los sistemas de gobierno, donde la mayoría
de los gobiernos locales siguen teniendo grandes dificultades
para asumir con plenitud sus nuevas responsabilidades, concen-
trándose en unos pocos las posibilidades de aprovechar sus opor-
tunidades. Esto evidencia también la existencia objetiva de los
municipios.
Estos desequilibrios no pueden ser corregidos sólo con la ela-
boración de un plan de desarrollo local, auxiliado por esta o aquella
metodología de diagnóstico, de planeación estratégica o participa-
tiva,28 sino tiene que basarse en un proceso de negociación política
de la agenda pública de la localidad y, por otro lado, de un proce-
so de concertación política y complementariedad entre los distin-
tos niveles de gobierno. Esto habla, necesariamente, de un proceso
de articulación y de corresponsabilidad entre los distintos actores
exógenos y endógenos del territorio que puedan derivar en propues-
tas específicas para promover el desarrollo.
Es por ello que, si bien las políticas orientadas a fomentar el
desarrollo territorial tienen objetivos y alcances distintos según se
trata de la escala local o regional, o de algún municipio en particu-
lar, en general, toda práctica o proyecto de cooperación internacional
para el desarrollo local, no debería concebir lo municipal, desde una
visión estrictamente localista. El municipio no es un ente aislado,
28
Al respecto cabe señalar que cuando se habla de generar procesos de desarrollo local,
en la mayoría de la literatura se hace referencia al ABC del mismo, a la serie de pasos que se
requieren dar para desencadenar un proceso de desarrollo en un entorno local determinado.

159
en él mismo tienen lugar una multiplicidad de espacios; al tiempo
que él mismo actúa como parte de un gobierno multinivel y en
el marco de relaciones transescalares y políticas transversales de
desarrollo.
Así, en el primer sentido, cuando se habla de desarrollo local
en el ámbito del municipio, el análisis no puede circunscribirse sólo
al municipio X, pues en el espacio de lo municipal tienen presencia
otros espacios como el regional, el estatal, el nacional y/o el global.
De esta suerte, el desarrollo local se considera una política
pública, cuya gestión estaría dada por la instancia municipal, pero
articulándose en una especie de círculos concéntricos: el munici-
pio en la región -por que la región condiciona una serie de exter-
nalidades negativas y positivas, así como aspectos territoriales
como son cuestiones medioambientales, infraestructura compar-
tida, posibilidades de redes de empresas o de prestación de servi-
cios-, la región en la nación -algunos programas estratégicos, por
ejemplo, en el caso de México vinculados al desarrollo regional como
la Escalera náutica, el Programa de Desarrollo de la Frontera
Norte, el Plan Puebla-Panamá y, su incidencia en el municipio-y
la nación en el mundo -procesos de integración y globalización
económica con sus consecuentes efectos en la región y en el mu-
nicipio.
En tal caso, para impulsar el desarrollo de un determinado espa-
cio local se requiere considerar necesariamente los distintos círcu-
los que interactúan en el mismo. Desde la esfera del municipio, de
tal forma, la cooperación internacional para el desarrollo local no
puede ser vista, exclusivamente, como una serie de microiniciati-
vas operadas localmente29o como la aplicación de una metodología
que busca la potencialización de los recursos endógenos. Sino tam-
bién al involucrarse en él una serie de espacios que, a su vez tienen
sus propias políticas y actores, entonces, imperiosamente el de-
sarrollo de un municipio en particular, depende además de accio-
nes exógenas a sus límites político-administrativos.
29
Simplemente a nivel de su espacio más directo que es el regional, se debe considerar
que cualquier medida tomada en el municipio X puede afectar a la región con el que éste
interactúa ya se negativa o positivamente, por eso la idea de complementarse.

160
Es por ello que en el desarrollo local se requiere que haya una
complementariedad entre los distintos instrumentos federales,
estatales, municipales y, en su caso, hasta de aquéllos provenien-
tes de la cooperación internacional. Esto implica ver al munici-
pio actuando en el marco de un gobierno multinivel en el ámbito
del desarrollo local.
Está interrelación implica que el desarrollo local sea un pro-
ceso de convergencia de las distintas políticas que lo provocan,
lo condicionan o lo afectan. Al respecto podríamos recuperar a
Tania Fisher,30 cuando señala que la verticalización -yo agregó la
centralización-, en los enfoques de desarrollo tiene que ser supe-
rada por relaciones transescalares. Estas relaciones son entre ac-
tores interinstitucionales para la instrumentación de estrategias
de gestión.
Además, al considerar el desarrollo local en el ámbito del muni-
cipio como un acto de política pública entonces necesariamente
éste también comprende la participación directa y constante de la
sociedad civil en general (ciudadanos, empresas, universidades,
centros de investigación, organizaciones comunitarias, etcétera).
De tal forma el desarrollo local también es una típica tarea trans-
versal (CEPAL-GTZ, 2000).
Es fundamental, entonces que, en el desarrollo local participen
los distintos niveles de gobierno, como los distintos actores que
desde la sociedad civil tienen un rol que jugar, definiéndose las
competencias que a cada cual corresponde en esta tarea y nego-
ciando los distintos intereses y las distintas racionalidades.31
30
Fischer Tania. "Ética, desarrollo y gestión- Introducción para una agenda", en Biblio-
teca Digital de la Iniciativa Interamercana de Capital Social, Ética y Desarrollo, www.iadb.org/ética,
p. 2, consultado julio de 2003.
31
Max Weber introdujo el concepto de "racionalidad" para caracterizar la forma capita-
lista de la actividad económica, la forma burguesa de los intercambios a nivel del derecho priva-
do y la forma burocrática de la dominación. La racionalización designa, en primer lugar la
extensión de los dominios de la sociedad que están sometidas a los criterios de decisión racio-
nal. Sin embargo, al respecto señala Milton Santos recuperando al propio Weber que la
racionalidad en estos términos esta llegando a su fin, a partir precisamente de la elaboración
de contrarracionalidades. "El hecho de que la producción limitada de racionalidad esté asociada
a una producción ampliada de la escasez conduce a los actores que están fuera del círculo
de la racionalidad hegemónica al descubrimiento de la exclusión y a la búsqueda de formas alter-
nativas de racionalidad, indispensables para su supervivencia. La racionalidad dominante y
ciega acaba produciendo sus propios límites" (Santos, 2002: 262-263).

161
Lo anterior, obviamente requiere de las bases institucionales y
los procedimientos e instrumentos técnicos y legales para promo-
ver una gestión del desarrollo que comprenda la interacción eficaz
entre el ámbito municipal de gobierno con los demás niveles de
gobierno involucrados; así como se abran o impulsen los canales
de participación de los distintos sectores y/o actores involucrados.
Esto en países como México, significa necesariamente cambios
reales en el sistema federal.
Además, la gestión local del desarrollo, también debe mirar más
allá de las fronteras nacionales, pues como hemos visto anterior-
mente, diversas estrategias de los municipios se encuentran direc-
tamente ligadas al mercado global32 y, contradictoriamente, otras
tienden a ser o pueden ser una respuesta a la creciente heterogenei-
dad estructural que la globalización provoca en diversos espacios
locales.
Por lo anterior, recuperando a Norman Asuad (2004), el pro-
blema principal del desarrollo local radica en conciliar la orientación
externa del modelo de desarrollo económico global, los marcos nacio-
nales y regionales de desarrollo, con los propios requerimientos,
retos y problemas del espacio local. En tal caso, el desarrollo local
si en efecto tiene una delimitación político-administrativa en el
municipio, el estudio del mismo como su interpretación no puede
circunscribirse a dicho espacio, sino éste necesariamente deberá
comportar los diversos espacios y niveles de gobierno que en forma
transversal tienen una función que desempeñar en procesos de
desarrollo local.

REFLEXIONES FINALES

LA COOPERACIÓN internacional para el desarrollo local, se ubica en


un contexto donde los gobiernos municipales tienen que asumir
nuevas responsabilidades. Esto, al ser el espacio municipal el
ámbito más cercano a los individuos y, ser en consecuencia un
32
Un ejemplo dramático es una ciudad de Paquistán, en donde se fabrican hoy día el
80 por ciento de los balones profesionales de fútbol, lógicamente para esa ciudad es mucho
más importante lo que decida la FIFA, que lo que decida el propio gobierno de Pakistán, IULA,
CELCADEL, MINGA, Municipio y economía local: iniciativas para el desarrollo, 1995.

162
espacio indispensable para dar respuestas tanto a los ingentes pro-
blemas globales que se han introducido en las comunidades, como
a las demandas de participación, desarrollo, seguridad y bienestar
de una ciudadanía inserta en los procesos sociales, económicos y
políticos de la globalidad. Lo anterior, ha provocado que desde los
canales tradicionales de cooperación como desde las nuevas for-
mas de colaboración descentralizada y por redes crezcan las inter-
venciones hacia el desarrollo de los ámbitos locales.
Un balance de lo anterior nos arroja un panorama de claros-
curos. Por una parte, la cooperación descentralizada y por redes ha
permitido colocar en la agenda del debate internacional la impor-
tancia que tienen los poderes locales para enfrentar el problema
de la pobreza, la exclusión social, el medio ambiente, etcétera. Y,
la trascendencia que para ello tiene generar mayores políticas hacia
el fortalecimiento de los entes municipales de gobierno, tanto des-
de el interior de los países como desde el concierto de las naciones.
La cooperación descentralizada y en redes ha dado un giro en
las formas tradicionales de colaboración, basando muchas de sus
acciones y estrategias en el intercambio de experiencias sobre pro-
blemáticas comunes correspondientes a un entorno territorial simi-
lar. Ha demostrado a la larga su utilidad y pertinencia, principal-
mente cuando involucra la acción de varios actores locales.
Sin embargo, la asimetría entre las entidades territoriales, carac-
terística no sólo de los países subdesarrollados, conlleva a reproducir
efectos distorsionadores en el equilibrio regional. Lo anterior refleja
un problema estructural ya añejo en los sistemas federales, donde
a pesar de la instrumentación de políticas regionales, primero y,
posteriormente, de políticas de desarrollo regional, a la fecha no se
ha logrado dar respuestas a las disparidades y las fracturas del espa-
cio regional y local. El desarrollo local se entiende como un enfoque
que puede atenuar estas fallas, no obstante, por las propias carac-
terísticas, formas y prácticas que éste adopta desde la cooperación
internacional, se pudiera terminar beneficiando aquellos munici-
pios que parecen aprovechar perfectamente los procesos de integra-
ción y globalización en los que se encuentran insertos la mayoría
de los países, generándose, por otro lado, proyectos asistencialis-

163
tas en aquellos municipios más desprovistos, sin ninguna posibili-
dad de asegurar un desarrollo duradero.
La razón de lo anterior, es que el desarrollo y, por ende, la coo-
peración internacional, se continua ubicando a partir del peso de
las relaciones económicas internacionales, donde la forma como
participan los distintos entes locales sigue estando muy relacionada
con los mecanismos económicos. Por lo que, en aras que la coope-
ración pueda ser un instrumento que contribuya al equilibrio regio-
nal y, no al contrario, es necesario que los gobiernos nacionales,
los gobiernos estatales y los municipios actuando en una especie
de asociación, diseñen e instrumenten una política pública de coo-
peración internacional que responda a estos efectos, mediante la
aplicación de políticas diferenciadas de acuerdo con la enorme hetero-
geneidad estructural que existe en los ámbitos subnacionales.
De hecho, podemos decir que, hay una concordancia en muchas
de las experiencias analizadas en que los esfuerzos de cooperación
no suelen obedecer a una política pública de Estado de desarrollo
local y, por consiguiente, están ausentes de considerar las accio-
nes locales en el marco de un gobierno multinivel y en un con-
texto de círculos concéntricos entre el desarrollo nacional, regio-
nal y local. De ahí que en muchos casos se queden como esfuerzos
aislados.
Esto, finalmente lo que refleja es la ausencia de políticas de
desarrollo regional y local al interior de los países, provocando
indirectamente, que muchas de las acciones además de ser muy
localistas, terminen siendo más de índole sectorial que realmente
de correspondencia con parámetros de desarrollo regional o local.
De acuerdo con lo expuesto a lo largo de este capítulo, la coo-
peración al desarrollo local plantea también sus limitaciones y pro-
blemas a la hora de considerarla una herramienta en el impulso a
procesos de desarrollo local. Sin embargo, no se debe dejar de anotar
que, contradictoriamente, ha significado para muchos municipios
una opción viable para generar procesos de fortalecimiento y de-
sarrollo a su interior. Como lo vimos en el caso Centroamericano,
los recursos provenientes de la cooperación se han convertido en
parte importante de los recursos a los que han podido acceder los
municipios, recursos que de otra manera no existirían.

164
El gran cuestionamiento es entonces cómo hacer para que todas
aquellas ventajas que pueda tener la cooperación al desarrollo local
se traduzcan en programas y/o proyectos sostenibles y acordes al
entorno donde se interviene. Por lo que, se insiste que en todo pro-
ceso de desarrollo local se requiere ver al municipio como un ámbi-
to donde tienen lugar interacciones y acciones no circunscritas úni-
camente a su delimitación administrativa. En tal caso, no debe
ser un espacio donde se impulsen micromodelos de desarrollo sin
que se tome en cuenta su entorno regional y los demás actores con
los que debe negociar y coordinar acciones.
Una de las experiencias más interesantes al respecto es Gua-
mote, en Ecuador, donde como vimos fue el gobierno local y las
organizaciones locales participantes las que se apropian del pro-
ceso y establecen las reglas e instituciones necesarias para ello. La
cooperación externa cumple con su función de ser una fuente de
recursos en el impulso a procesos de desarrollo local, pero se supe-
dita a las pautas y lincamientos que los actores locales han esta-
blecido en su proceso de planificación.
Este tipo de experiencias nos sirven para demostrar que la coo-
peración para el desarrollo local puede ser un buen instrumento para
hacer de los municipios sujetos de desarrollo. Siempre y cuando no
quede toda la responsabilidad en ésta y no se pretendan imponer
modelos poco adecuados a las realidades donde se interviene. Se
requiere que la cooperación entre en sinergia con los procesos de
desarrollo local que al interior de las naciones busquen apropiar-
se del desarrollo y hacerlo sostenible.
En tal caso, no podemos hablar de la oferta de la cooperación
sólo desde la óptica que existe y, adecuarse a ella. Toda acción de
cooperación como parte de una política pública de desarrollo ya sea
nacional, regional o local, tendrá que ser concebida desde el aná-
lisis y necesidades de la realidad que pretende modificar, y aunque
esto suena perogrullo, la falta de visión de la cooperación como una
política pública de Estado y la ausencia, a su vez, de las políticas
públicas hacia los sectores o regiones hacia donde ésta se encau-
za, en muchas ocasiones provoca más problemas que soluciones.

165
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168
Prácticas socioterritoriales,
los estudios de caso
MARÍA DEL ROSARIO VARELA ZÚÑIGA

La promoción del desarrollo local a través


de los programas de microcrédito para las mujeres
en la ciudad de Torreón, Coahuila:
una evaluación desde la perspectiva de género

INTRODUCCIÓN

E N ESTE CAPÍTULO se evalúa el impacto del Programa Permanente


de Ahorro y Microcrédito (PPAyM), que opera en el Municipio
de Torreón, Coahuila, desde 1998. El PPAyM apoya con créditos esca-
lonados las actividades de autoempleo que desde sus hogares reali-
zan mujeres de bajos recursos. El objetivo que persigue el PPAyM es
mejorar la calidad de vida de las personas a través de microcréditos,
estimular el ahorro y proporcionar asesoría para impulsar el creci-
miento y consolidación de los negocios de las mujeres e incrementar
los ingresos para fomentar la superación personal y familiar.
Dentro de las políticas públicas de combate a la pobreza, algu-
nos programas se focalizan en la población femenina; sin embargo,
es necesario realizar una evaluación que permita advertir si éstos
están propiciando cambios en las relaciones de género, o si por el
contrario, son políticas que están reproduciendo las condiciones
de subordinación de las mujeres.
El marco teórico en el que se ubica este análisis corresponde
al enfoque de género, ya que éste permite advertir la manera en que
se organiza el hogar de acuerdo con un sistema de relaciones fami-
liares en las que el género es un elemento primario de poder que
perfila un tipo de organización doméstica basada en la asignación
diferenciada de responsabilidades. A través de entrevistas semies-
tructuradas realizadas a beneficiarías del PPAyM, se hace una inter-
pretación cualitativa de Ja forma en que diversas mujeres perciben
el impacto del microcrédito en su vida personal y familiar. Tam-
bién se inserta dentro del enfoque interpretativo del microanáli-

171
sis, entendido como un procedimiento analítico, detallado y pro-
fundo, orientado a la investigación de la vida cotidiana. En el
enfoque del microanálisis no se descartan los aspectos subjetivos
de la interacción y del comportamiento humano y los procesos cog-
nocitivos se desarrollan en interdependencia con las formas de
interacción social y las características específicas de cada cultura
o grupo social (Mejía, 1998: 101-121 y Sandoval, 1998: 193-215).
Así, mediante la entrevista a profundidad, empleada en el sentido
que le da Rivas (1996:206), como una "estrategia metodológica",
en la que los datos son construidos en una interacción dialógica
y en el que el proceso interaccional es en sí mismo constitutivo del
conocimiento, se recogen las experiencias económicas de las mu-
jeres desde su particular condición social y de género, la forma en
que perciben el impacto del microcrédito en su vida personal y
familiar y en el mejoramiento de su actividad microeconómica.

LA INCURSIÓN DEL GÉNERO


EN LAS POLÍTICAS DE DESARROLLO.
PROBLEMAS CONCEPTUALES Y METODOLÓGICOS

EL DESARROLLO es un término complejo que no es fácil de definir


porque está muy cargado ideológicamente y tiene significados diver-
sos para personas diferentes. Así, mientras algunas lo ven en tér-
minos de un proyecto deliberado y planeado, otros prefieren hablar
de procesos de transformación social; hay quienes lo definen como
la intensificación de la acción individual y otros lo ven como la
manera de igualar las oportunidades. Otros más hacen hincapié en
los fines, otros en los medios, y algunos más se centran en la rela-
ción entre ambos (Kabber, 1998: 10).
Kabeer identifica un vacío de género en los temas de desarro-
llo y atribuye esta exclusión a la incapacidad que tienen los modos
de pensamiento compartimentados que caracterizan a algunas de
las principales ciencias sociales, para aprehender la complejidad
de las dimensiones y actividades que comprenden la vida de las
mujeres -de mucha mayor amplitud que la vida de los hombres-,

172
y que en consecuencia son menos fáciles de contener dentro de
estos sistemas congnoscitivos truncos. Advierte que el enfoque
reduccionista en la ciencia social ha dado origen a interpretacio-
nes parceladas de la realidad, por lo que las metodologías actuales
han estado al servicio de intereses privilegiados y han contribui-
do a producir prácticas sesgadas de desarrollo. La autora advierte
que estas perspectivas truncas de la realidad tienden a pasar por
alto la conexión entre diferentes construcciones institucionales de
género, lo cual implica vincular las discusiones sobre desigualdad
de género, con las normas y prácticas de las diferentes institucio-
nes que interactúan en el proceso de desarrollo. De esta manera
aboga por un conocimiento generado desde los grupos excluidos,
lo que coadyuvaría a transformar el pensamiento del desarrollo,
ampliándolo hasta abarcar lo que ha sido soslayado permanentemen-
te, profundizándolo, para dejar al descubierto las interconexiones
que hasta ahora se han ocultado a través de estos modos compar-
timentalizados de conocimiento, lo que invertiría el orden de prio-
ridades que se privilegian dentro de él, con el objeto de que los
derechos y las responsabilidades, las reivindicaciones y las obliga-
ciones estén unidas más estrechamente. Replantear de esta forma el
desarrollo repercutiría así, tanto en la producción de conocimiento
como en la asignación de recursos (Kabeer, 1998: 88).
Según Kabeer, la perspectiva de Mujeres en Desarrollo (MED)
surgió en los años setenta, inspirado por la primer ola del feminis-
mo, que trató de hacer visible a "las mujeres" como una categoría
en la investigación políticay en el desarrollo (Kabeer,1998: 11-12),
pero la misma autora resalta lo problemático que implicó el basarse
en "las mujeres" como categoría analítica para abordar las desi-
gualdades de género, pues condujo a centrarse en mujeres aisladas
del resto de sus vidas y de las relaciones -de género- por las que
se perpetúan esas desigualdades. El cambio de "mujeres" a rela-
ciones de género como punto clave del análisis en el desarrollo, fue
un intento de algunas académicas y profesionales feministas de incor-
porar al paisaje las relaciones de poder entre hombres y mujeres;
sin embargo, el cambio no significó necesariamente un acuerdo en
el uso del término, ya que para algunas personas el género fue sólo

173
otra forma de referirse a las mujeres mientras que para algunas
más fue una excusa para abandonar cualquier medida dirigida a
las mujeres, al entender de manera literal al género como un tér-
mino referido a hombres y a mujeres. Los que se adhieren a esta
perspectiva, sostienen que las políticas y proyectos que se centran
en las mujeres van en contra del espíritu de un análisis de género.
De esta manera, persiste el problema básico del desarrollo de las
mujeres, que consiste en que quienes elaboran políticas simplemen-
te no ven a las mujeres o las "ven" de una manera tergiversada. Así,
de acuerdo con Kabeer, MED surge no porque las mujeres hubieran
sido totalmente ignoradas por quienes elaboraron las políticas en
la primera década del desarrollo, sino porque habían sido incor-
poradas en términos muy específicos de género, pues mientras
los hombres entraban en el papel de jefes de familia, y agentes
productivos, las mujeres eran contempladas primordialmente por
su capacidad de amas de casa, madres y reproductoras. En conse-
cuencia, los principales esfuerzos de "desarrollo" estaban dirigidos
a la población masculina, mientras las mujeres fueron relegadas al
sector más marginal del "bienestar".
Buvinic (citado por Kabeer, 1998: 23) refiere cómo después
de la Segunda Guerra Mundial, las mujeres del Tercer Mundo se
habían convertido en las principales beneficiarías de los programas
de bienestar de las agencias nacionales e internacionales a través de
programas concebidos para aliviar las necesidades de las mujeres
pobres exclusivamente en función de sus papeles como madres y
amas de casa. Estos programas para el bienestar tenían en parte un
carácter residual y se ofrecían sólo cuando los requerimientos de
la planificación principal habían sido satisfechos, y se prescindía
de ellos en tiempos de austeridad económica. Las mujeres entraban
en ellos de un modo pasivo, como receptoras y no como contribui-
doras, como clientes más que agentes, y como reproductoras en
lugar de productoras.
El Plan Mundial de Acción que surgió de la Primera Conferen-
cia Internacional de Mujeres en 1975, acordó no sólo integrar a
las mujeres al proceso de desarrollo, sino integrarlas más "produc-
tivamente". Se consideró que la ruta clave para esta integración

174
era la igualdad de oportunidades mediante la educación y la
capacitación. Kabeer (1998: 25) advierte que la resistencia de
las agencias de desarrollo -con un predominio de hombres a su
servicio- a la preocupación redistribucionista y a los programas de
igualdad de oportunidades -aun en sus versiones atenuadas-,
representaban altos costos políticos y económicos que socava-
ban las posibilidades de realización de esta política. El nuevo en-
foque de atención en las mujeres, tuvo cabida en las agencias oficiales
de desarrollo vinculándolo a la naciente preocupación por el ali-
vio de la pobreza y las necesidades básicas; en este sentido, asig-
nar a las mujeres el papel de administradoras de las unidades domés-
ticas de bajos ingresos y de provisoras de las necesidades básicas
de la familia, conservaba una tranquilizadora continuidad con
enfoques previos sobre el bienestar, en la medida en que se cen-
traba en la responsabilidad de las mujeres para lograr el bienestar
de los niños. La definición de los problemas de las mujeres en
términos de las necesidades básicas de la familia, y no en función
de su acceso desigual a los recursos, convertía a la política de MED
más aceptable en el seno de las agencias con predominio de hom-
bres, en particular cuando las medidas estaban concebidas de tal
modo que minimizaban aún más cualquier potencial de cambio
(Kabeer, 1998:25).

POBREZA Y POBREZA DE GÉNERO

EN LA CONCEPTUACIÓN dominante de la pobreza, las formas de


medición que ésta conlleva y su consiguiente reducción a una
simple estadística, no brinda gran claridad a los responsables de
elaborar políticas sobre quiénes son los pobres, qué hacen y cómo
perciben la pobreza y el bienestar. El hecho de que las mujeres
suelan experimentar el estado de pobreza de manera diferente a los
hombres y de que se vuelvan pobres a través de diferentes proce-
sos, también queda opacado por este reduccionismo conceptual de
la pobreza. Una de las implicaciones es que lleva a estrategias que
apuntan al jefe (hombre) de familia, y contribuye muy poco a abor-

175
dar las condiciones desfavorables y específicas de género que
enfrentan las mujeres (Kabeer, 1998: 10).
Las definiciones de pobreza van desde aquellas que conside-
ran a ésta como un estado absoluto de carencias, hasta aquellas
que relativizan el concepto en un conjunto de indicadores de tipo
social, económico, político y cultural. Así, Desai (INEGI, 1999: 148)
considera que una persona es pobre si carece de los recursos nece-
sarios para ser capaz de realizar un mínimo de actividades, entre
las que se señalan la capacidad de interacción y la capacidad de
tener conocimientos, libertad de expresión y pensamiento. Seña-
la que la interacción social puede ser negada por prácticas discri-
minatorias sobre bases de género, etnia, religión o raza.
Por otra parte, Sen (INEGI, 1999: 148), considera que el con-
cepto "nivel de vida", tiene que ver con capacidades, realizaciones,
bienes y servicios, entendidas como las oportunidades reales q;ue se
tienen respecto a la vida que se puede llevar. Por otro lado, Robert
Chambers (INEGI, 1999: 155), incluye como dimensiones de la
pobreza a la carencia de bienes físicos, activos e ingreso; inferio-
ridad social (escrita, adquirida o vinculada a la edad, a la raza, al
género, casta, etcétera), aislamiento, debilidad física, vulnerabili-
dad, estacionalidad, carencia de poder (dificultad para organizarse,
falta de influencias, sujeto al poder de otros, etcétera) y humillación.
Por su parte, Boltvinic (INEGI, 1999: 153), identifica el tiempo
disponible para la educación y la recreación como elementos que
constituyen la pobreza.
La pobreza como abstracción no existe, se materializa en per-
sonas -hombres, mujeres, niños, niñas, ancianas- y es resultado
del conjunto de estructuras, costumbres y relaciones sociales que
imposibilitan o dificultan el acceso a los recursos a determinados
grupos sociales. En el caso de las mujeres, la pobreza se expresa en
un conjunto de situaciones que van desde la falta de ingresos, el
escaso control de recursos, la falta de poder, el escaso margen de
decisión en sus vidas, largas jornadas de trabajo (doméstico y extra-
doméstico) y empleos desvalorizados e insuficientemente remu-
nerados. La centralidad que ocupa el género en los procesos de
empobrecimiento de las mujeres, plantea la necesidad de cambiar

176
los esquemas teórico-metodológicos con los que se ha abordado la
pobreza, así como elaborar políticas diferenciadas de desarrollo que
consideren la situación específicas de las mujeres.

EL MICROCRÉDITO COMO POLÍTICA INSTITUCIONAL


DE COMBATE A LA POBREZA

ACTUALMENTE, el microfinanciamiento es considerado como un meca-


nismo estratégico para combatir la pobreza. Las Naciones Unidas
han declarado al 2005 como el Año Internacional del Microcré-
dito (resolución 53-197 de la Asamblea General de las Naciones
Unidas), bajo el criterio de que ha ayudado efectivamente a salir
de la pobreza a personas de muchos países del Tercer Mundo y
beneficiado especialmente a las mujeres permitiéndoles realizar
sus potencialidades. En este sentido, la ONU insta a los gobiernos
y a las organizaciones civiles y financieras a impulsar programas
de microcrédito en todo el mundo.
El microcrédito como estrategia para reducir la pobreza, se
ubica en un contexto de cambios de las políticas económicas en
las que los gobiernos ven restringidos su margen de acción para la
redistribución del ingreso (Lustig, 1997: 47). Los programas de cré-
dito preferente otorgados a la microempresa se identifican como
una estrategia adecuada para el sector informal -donde la parti-
cipación económica de la mujer es alta-, aunque también se reco-
noce el escaso efecto que tienen estos programas para la creación
de empleos, por lo mismo, algunos autores los consideran más bien
como incentivos al trabajo personal y familiar.1
Dada la importancia que ha tenido el microcrédito como polí-
tica institucionalizada para el combate a la pobreza, es necesario
evaluar su impacto en la vida de las personas más allá de los indi-
1
Por las características con que opera este tipo de programas se consideran muy apro-
piados para elevar los ingresos de los participantes en una proporción de entre un 5 y un 75
por ciento. Uno de los rasgos específicos es que están orientados a proporcionar servicios
financieros a la población más pobre que no puede acceder a préstamos bancarios por lo que
los pequeños montos de dinero y las mínimas garantías se adecúan a las características so-
cioeconómicas de esta población que regularmente realiza sus actividades económicas de
sobrevivencia en el sector informal. Véase, Grosh, 1997.

177
cadores cuantitativos que suelen utilizarse para evidenciar su éxito
-como la recuperación de los montos crediticios y el número de
personas atendidas-, pues como ya ha sido señalado por Abdullah,
Rutherfor y Hossain (citados por Johnson y Rogaly, 1997: 77), los
pobres no son objetivos estáticos que esperan ser impactados por
programas de crédito, pues las personas viven la experiencia del
microcrédito desde sus particulares circunstancias sociales, eco-
nómicas, de edad y de género.

EL PROGRAMA PERMANENTE DE AHORRO


Y MICROCRÉDITO DEL MUNICIPIO
DE TORREÓN, COAHUILA

TORREÓN ES UN municipio ubicado en el sur del estado de Coahuila


y ocupa el segundo lugar en población, a nivel estatal. El munici-
pio de Torreón cuenta con una población de 529,512 habitantes,
de los cuales el 96.7 por ciento radica en el área urbana mientras
que sólo el 3.3 por ciento radica en localidades rurales. La compo-
sición de la población por sexo es de 48.56 por ciento hombres y
52. 44 por ciento mujeres. La tasa de crecimiento demográfica me-
dia anual para el 2000 fue de 1.3 por ciento.
La población económicamente activa (PEA) para este mismo
año fue de 205,843 de los cuales el 65.33 por ciento correspondió
a hombres y el 34.67 por ciento a mujeres. La tasa específica de
participación económica masculina fue de 71.87 por ciento y la
femenina de 34.92 por ciento. El 57.60 por ciento de la población
económicamente inactiva femenina, se dedica al hogar, en contraste
con el 0.98 de la población económicamente inactiva masculina
dedicada a esta actividad. Por actividad principal, la ocupación de
comerciantes y dependientes, oficinistas y operadores de maquina-
ria fija, ocupan la mayor parte de la PEA femenina (16.30, 15.79
y 10.23 por ciento, respectivamente), seguida de las trabajadoras
domésticas, trabajadoras de la educación y profesionistas (8.80,
8.32 y 7.21 por ciento, respectivamente). El 40 por ciento de la
PEA femenina recibe menos de dos salarios mínimos y el 3 por
ciento no recibe ningún ingreso (INEGI, 2000).

178
El municipio de Torreón, Coahuila durante la década de los
noventa experimentó un importante crecimiento económico indus-
trial, particularmente en el sector manufacturero dando pie a un
incremento en el empleo, que no obstante, se detuvo en el primer
trimestre del 2001 aumentando la tasa abierta de desempleo a 3.1
por ciento, ocupando el quinto lugar a nivel nacional.2
Desde 1998, el ayuntamiento de Torreón, Coahuila, impulsó
a manera de programa piloto un Programa de Ahorro y Microcré-
dito en distintas colonias del área urbana que se extendió posterior-
mente al área rural. El programa ha sido continuado incluso en
periodos de alternancia política del gobierno municipal, y de
siete grupos que iniciaron, a la fecha existen más de 140. Las bene-
ficiarías directas son aproximadamente 1,086 mujeres (principal-
mente, pues también se integran hombres), de edades y caracte-
rísticas familiares diversas. El programa se integra por ciclos en los
que las beneficiarías reciben créditos escalonados cada vez mayo-
res (desde 1,000 pesos en el primer ciclo, hasta 8,500 pesos en el
último, en total son siete ciclos y uno más denominado "especial")
y tienen distintos plazos para ser reintegrados. Los créditos son
prestados con un interés de 3 por ciento mensual. Los grupos y/o
las usuarias van transitando de ciclo en ciclo, de acuerdo con la capa-
cidad personal de pago y al tiempo de permanencia en el grupo,
aunque es común encontrar mujeres que sólo se integran como
ahorradoras y no como solicitantes de crédito.
Los grupos deben estar formados en su mayoría por mujeres
"emprendedoras", esto es, mujeres que ya desarrollan una activi-
dad económica de autoempleo; el número de integrantes regular-
mente es de 15-20 personas y no deben encontrarse en el grupo más
de dos familiares directos ni ambos cónyuges y además deben vivir
en la misma colonia (este último requisito es para facilitar las reunio-
nes semanales que deben hacer los grupos con el promotor y super-
visor del programa). El grupo se integra por conocidos o recomen-
dados de los mismos miembros, a fin de tener la seguridad de que
los participantes van a cumplir con los requisitos establecidos (como
abonar puntualmente ai crédito, destinar una cantidad al ahorro y
2
Citado en La Opinión Milenio, 20 abril de 2001, sección Negocios, p. 24.

179
asistir a las reuniones semanales). En caso de incumplimiento o
deserción, el grupo solidario se compromete a pagar las deudas.
Previo al otorgamiento del primer crédito se manejan cuatro sesio-
nes entre el grupo y su asesor, en las cuales se da a conocer a las
integrantes la metodología y la normatividad del programa. Duran-
te esas reuniones el grupo se conoce entre sí, sabe qué proyectos
opera cada integrante y el asesor constata el destino de la inversión;
entre todos calculan las posibilidades de recuperación del crédito y
aprueban o desaprueban el ingreso de las personas al grupo solida-
rio. También se comprometen a ahorrar una determinada cantidad
de dinero a fin de reunir un fondo que avale el primer y subsiguien-
tes préstamos y establecen un reglamento interno donde se fijan las
reglas a seguir en materia de asistencia, ahorros, pagos, etcétera.

EL MICROCRÉDITO:
¿INSTRUMENTO FINANCIERO
O MECANISMO DE CAMBIO SOCIAL?

SE HA MENCIONADO que en el caso del microfinanciamiento dirigido


a la población pobre el crédito no debe verse como un instrumen-
to financiero, sino como un desencadenante de un proceso social
de cambio, en donde lo que importa es el cambio motivacional y de
perspectivas que produce si está socialmente orientado (Landívar,
1988:325). En el caso específico del microfinanciamiento a la mujer,
se ha dicho que debe ser capaz de producir con mucha mayor efi-
cacia, para que la generación de ingresos dé opción a las mujeres
de disminuir sus jornadas de trabajo, para dedicar este tiempo a
actividades domésticas o suplir con ingresos adicionales cualquier
déficit que exista en el cuidado directo de sus hijos. Otros enfoques
consideran que el combate a la pobreza femenina debe partir de
estrategias que le den un mayor poder a la mujer.

El impacto diferenciado del microcrédito


entre las beneficiarías del PPAyM

Johonson y Rogaly (1997: 57), cuestionan el supuesto a priori de


que el acceso de las mujeres al crédito significa que ellas lo usan

180
o que el préstamo les da poder, por lo que se requiere comprender
las implicaciones que tiene para los hombres y mujeres el propor-
cionarles servicios financieros, sobre todo a estas últimas.3 Las pala-
bras de una usuaria expresan esas implicaciones de género.4

El crédito sí me ha servido pero no he podido meterlo de lleno


al negocio porque de ahí completo lo del gasto, he querido tener
una base de inversión segura pero no he podido, el negocio está
en ceros, pero yo estoy más desahogada, ya no tengo tantas
deudas, además ya no tengo que trabajar fuera (Socorro, 53
años, separada de su marido, con primaria incompleta; tiene
a su cargo tres nietas y a su mamá enferma. Recibe un crédito
de 8,000 pesos).

Si bien el microfinanciamiento representa una vía por la que


las mujeres pueden acceder a los recursos monetarios, no es un
elemento suficiente para deducir una mejoría en el bienestar
de ellas y/o de sus familias. El supuesto de que el microfinancia-
miento eleva la calidad de vida de la mujer debe ponerse en pers-
pectiva con el tipo de relaciones familiares que prevalecen en las
unidades domésticas, pues es en este contexto donde los recursos del
hogar se administran propiciando patrones de distribución y apro-
piación de recursos diferenciados por cuestiones de género, poder
y jerarquía parental y etaria, que determinan la capacidad de los
miembros del hogar para disfrutar los bienes generados en el mismo,
como lo podemos advertir en la siguiente expresión:

Me metí al grupo porque me interesa progresar, pero no me


ayudó mucho, no, porque cuando mi familia ve que gano algo,
3
Estos autores reportan estudios de impacto en donde 37 por ciento de las mujeres
beneficiadas ejercieron control significativo sobre el uso del crédito y 67 por ciento ejercie-
ron un control parcial, limitado o nulo y en algunos casos se ocasionó violencia doméstica por
el control de los recursos. Entre los indicadores para medir el empoderamiento de la mujer
que acceden al manejo de recursos identifican la movilidad de la mujer, la seguridad econó-
mica, la capacidad de hacer pequeñas compras, la participación en decisiones mayores respec-
to al hogar, libertad relativa del dominio de la familia, conciencia política y legal, y participa-
ción en protestas públicas y campañas políticas (Susan Johnson y Ben Regaly, 1997).
4
Entrevistas a beneficiarías de los grupos solidarios, principalmente el grupo "Amigas",
de la colonia Valle Verde; "Trabajemos unidas", de la colonia Salvador Allende, y "Progresa", de
la colonia Cerro de la Cruz, de la Ciudad de Torreón, Coahuila.

181
ya no me dan y hasta me quitan lo poco que gano (Estela,
50 años, casada, vende hamburguesas y gorditas. Vive con su
esposo, un hijo casado, su nuera, dos hijos de 21 años y sus
nietas menores).

La generación de ingresos tampoco es un mecanismo que por


sí mismo mejore la posición de la mujer, pues en la mayoría de
los casos, implica un trabajo adicional a las actividades domésti-
cas que le han sido asignadas por la división genérica del trabajo.
La familia, como grupo social, se ha organizado en torno a una con-
cepción ideológica-altruista en la que la mujer desempeña el papel
central en el bienestar familiar, además, el patrón sociocultural de
género que subyace al orden social, le adjudica a la mujer la reali-
zación de los quehaceres domésticos lo que la ubica en un nivel de
inferioridad dada la desvalorización que tienen las tareas del hogar
en el sistema económico, donde sólo es reconocido el trabajo "produc-
tivo"- la fuerza de trabajo que se intercambia en el mercado.

La niña me ayuda a hacer el agua a medio día y cosas que no


sean de la estufa. El domingo barre y trapea su recámara. El
niño hace mandados y recoge sus juguetes. No hace nada
doméstico porque se parece un poco al papá en lo machista, no
barre ni trapea, un día lo puse a lavar los trastes y mi esposo
no quiso, dijo que ese era un trabajo de mujer (Estefanía, 33
años, casada).

En otros casos, el ingreso de las mujeres propicia una desaten-


ción de las obligaciones de los esposos, como lo expresa una usuaria:
Pues no me pregunte por mi esposo porque haga de cuenta
que estoy yo sola. Con el apoyo del microcrédito sí aporta uno
más a la casa y más se atienen los viejos, pero en fin, quiere
uno vivir más o menos... Sí, yo he tenido problemas con él,
pero ya ahorita ya no los tengo porque mientras yo gane mi
dinero, tenga mi casa y todo lo que haya en la casa sea mío, a
mí no me importa, pero si a él no le conviene ni modo, pero
esto ya es una cosa de uno, porque yo en esa época que él no

182
me dejó andar en las actividades yo duré como un año y medio
sin ir a ningún lado por darle por su lado (Candelaria, 42 años,
casada, escolaridad, primaria. Hace shampoo y cremas, aparte
es masajista, recibe un crédito de 8,000 pesos).

El género es un factor importante que diferencia los procesos


a través de los cuales las mujeres y los hombres se empobrecen.
Como las mujeres tienen menos recursos que los hombres para
respaldarse, su único recurso es vender su fuerza de trabajo en las
formas de actividades remuneradas peor pagadas, sumamente for-
tuitas y más subordinadas (Kabeer, 1998: 170-173).

El microcrédito sí me ha beneficiado ya que ahora sale más


dinero, antes me atenía un poco a lo que mi esposo me daba...
(recapacita) aunque no es cierto, pues yo le levaba o plancha-
ba a alguna vecina, porque la situación está difícil. Ahora
tengo mejores cosas en la casa, no muchas, pero me gusta buscar
la manera para comprar lo necesario y la ropa (Concepción,
38 años, casada, escolaridad primaria, su esposo es pintor.
Ella recibió un crédito de 3,000 pesos).

Es esta "inferioridad contractual" de las mujeres la que también


les obstaculiza el aprovechamiento de los servicios de capital finan-
ciero, por lo que en muchos casos en lugar de recurrir a transaccio-
nes crediticias formales, recurren a vías informales de financia-
miento a través de redes de vecinos. En estas condiciones, las mujeres
aprecian mucho los apoyos institucionales de microcréditos.

La señora Margarita nos dio la información y me interesó


formar parte de este proyecto porque ya tengo muchos años
- 2 6 - con el negocio de la comida, pero batallaba mucho para
surtir porque no me alcanzaba lo que el hombre me daba y
con el microcrédito vi la oportunidad de solucionar este pro-
blema, y sí lo he logrado, además quería hacer mejoras a la casa
porque el salitre se friega todo (Candelaria, 52 años. Casada.
2o. año de primaria. Vive en una colonia que tiene humedad).

183
O como lo expresa otra usuaria:

Empecé con pequeñas manualidades para mis hijas, pero nunca


me pasó por la mente iniciar un negocio, ni trabajar en mi propia
casa, me sentía una persona que nunca me atrevía a vender-
le nada a nadie, ni ser una persona productiva, porque nunca
hubo para mí apoyo como el que nos da microcréditos, de pres-
tarnos dinero para iniciar un negocio propio y desarrollarnos
como grupo, como compañeras, apoyarnos y sobresalir como
mujeres productivas. (Estefanía, 33 años, casada, escolaridad,
primaria. Recibió un crédito de 6,900).

Por otro lado, es importante considerar también el conjunto


de condiciones en las que las mujeres desarrollan sus actividades ya
que como dice Kabeer (1998: 167-170), las ideologías, normas y
prácticas encarnadas en los contratos "implícitos" de relaciones
domésticas y de parentesco se entrelazan para producir una situa-
ción en la que se ven gravemente reducidos el control de las mujeres
sobre los bienes materiales y la fuerza de trabajo, incluida la propia,
y su capacidad de movilizar recursos fuera del hogar. Esto lo pode-
mos ver en la situación de la usuaria anterior, quien expresa:

En las mañanas como a las 10:30 entrego mis productos y me


paso a cobrar y a comprar, porque el lunes es el día principal;
en las tardes ya no salgo porque llega mi esposo. Antes, cuando
me dejaba, sí salía por las tardes. Cuando tenía su permiso,
la niña me ayudaba a cobrar entre las vecinas cercanas, pero
ahora ya no. Mi negocio en estos días (después de estar en el
microcrédito) funciona muy bien, pero por tener que salir a ofre-
cer mis productos tengo problemas con mi esposo; tengo que
estar luchando contra todo porque me gusta mi trabajo (Este-
fanía, 33 años, casada con dos hijos adolescentes, escolaridad,
secundaria. Vende ropa interior, remodeladora).

Los "problemas con su esposo", abunda la entrevistada, es que a


él ya no le gustó que ella saliera a vender sus productos porque
"descuidaba a los niños" (que tienen entre 10 y 12 años).

184
Como grupo social, la familia aporta una cultura caracterís-
tica basada en la división sexual del trabajo, aspecto éste que
imprime normas y comportamientos implícitos que condicionan
los ritmos y cargas de trabajo que desarrollan los miembros de una
familia. En muchos casos los beneficios individuales no corres-
ponden a las tareas realizadas. Lo anterior es necesario conside-
rarlo, porque generalmente los programas de ayuda financiera en
donde la mujer aparece como destinataria, se basan en el supuesto
de que el impacto redistributivo de los recursos es mayor cuando
son manejados por las mujeres, sobre todo cuando éstas son madres
de familia. La aceptación a priori de este supuesto impide advertir
las relaciones de género que sustentan la condición del mayor com-
promiso que las mujeres tienen con sus familias. De esta manera,
la "ideología familiar", actúa como aliada en el mantenimiento
de las relaciones de subordinación con lo que las mujeres están
en desventaja para definir en su relación familiar los arreglos domés-
ticos necesarios que correspondan a su nueva situación como
proveedoras de ingresos, como se puede advertir en la declaración
de Estefanía:

En parte él tuvo razón en ya no dejarme salir a vender, por-


que estaba descuidando mucho a los niños, bueno al niño,
es que él es hombre y se distrae más, no hacía las tareas, con
la niña no hay problemas. Yo no me organicé lo suficiente-
mente bien y no aproveché cuando él me dejó trabajar, ahora
él ya no me deja.

La comprensión del contexto de relaciones de trabajo en que


opera el proceso productivo-reproductivo en las microempresas
familiares es necesaria, ya que supone diversas posibilidades para
el control y autonomía en la toma de decisiones. Como lo pode-
mos advertir en la situación enfrentada por Estefanía:

Antes él me dejaba trabajar vendiendo mis productos, pero justo


cuando mejor me estaba yendo ya no me dejó. Como a mi me
gusta mi trabajo lo sigo haciendo, pero en las horas que él se
va a trabajar, porque tengo que estar en la casa para cuando él

185
llegue. En eso tuve que ceder por los niños, que ya se daban
cuenta de nuestros problemas. Antes él no era así, me discul-
paba ante mis hijos porque a veces no podía estar con ellos a
la hora de la comida, aunque se la dejaba hecha. El otro día me
dijo que si yo continuaba vendiendo se iba a divorciar de mí.
Pero él sabe que no puede acusarme de nada porque yo le
tengo todo listo a él y a los niños. También me ha dicho que
yo soy muy lista para los negocios. Si él faltara yo podría
salir sola adelante.

Como ya se mencionó, el hogar se organiza de acuerdo a un


sistema de relaciones familiares en las que el género es un elemento
primario de poder que perfila un tipo de organización doméstica
basada en la asignación diferenciada de responsabilidades. En otros
casos, las relaciones de cooperación de alguna manera maxirnizan
los esfuerzos de sus miembros en las tareas y actividades desarro-
lladas en el hogar convertido en micronegocio: "Todos ayudamos
un poco en la casa, yo hago la comida antes de irme a trabajar, mi
esposo y las niñas tienden su cama y mi esposo me ayuda a recoger
y a lavar los trastes" (usuaria del PPAyM, su esposo es comerciante
con carrera universitaria incompleta).
Las relaciones de cooperación se dan en distintos sentidos, en
ocasiones incorporándose a las actividades reproductivas del hogar,
y en otras, a las actividades productivas del negocio:

Mi marido alza los domingos, cuando regreso de misa con el


niño y la niña, él ya recogió y barrió; trapea mejor que yo (risas),
le da hasta cinco pasadas con el trapeador, está brillante cuan-
do llego. En la tienda no le gusta ayudarme, no le gusta estar
detrás del mostrador atendiendo a la gente. Cuando lo hace
está mal encarado, yo le digo que así no vamos a ganar clientes,
más ahorita, que estamos empezando. El niño grande, el de
14 años, ese sí me ayuda, pobrecito, lo agarro de criado, me
compra los mandados, me barre, me atiende a los clientes, tam-
bién tiende las camas. Yo le compro lo que él necesita y a veces
lo que le gusta, un cassete o algo. Él me ayuda mucho, pobre-
cito (usuaria del PPAyM).

186
Sin embargo, en la mayoría de los casos, las relaciones de
cooperación no son las que prevalecen en los hogares: "No, los hom-
bres son muy atenidos, no les gusta hacer nada. Si salgo, tengo que
dejarle la comida servida donde él la vea, porque ni eso es capaz de
hacer. También le dejo el agua del baño en la estufa para cuando
él regrese" (usuaria del PPAyM del área rural).
O como lo expresa otra usuaria: "¿Mi marido? ¡Qué fregados
me va a ayudar!, mi hija casada que vive a un lado sí me ayuda,
también mi yerno, si le digo."
En este sentido, el incremento de la doble jornada es un aspecto
que debe ser considerado dentro de los efectos negativos del micro-
financiamiento. Por esta razón, para algunas autoras, las políticas
de apoyo a la población femenina deben traducirse no sólo en una
mayor generación de ingresos que posibiliten un mayor bienestar
familiar, sino también en mejores condiciones de desarrollo en donde
las mujeres puedan tener una mayor autonomía y un mayor margen
en la toma de decisiones para beneficiarse de su propio trabajo,
pues como lo menciona Mercedes Barquet (1997: 73-89), el reco-
nocimiento de que las mujeres contribuyen sustancialmente a la
actividad económica, que son buenas pagadoras de crédito, y que
distribuyen mejor los recursos al interior de la familia se toman
como mecanismos instrumentales para enfrentar la pobreza. Esta
utilización mediática del trabajo de las mujeres ha sido cuestio-
nada por la omisión que hace de sus condiciones de vida y por las
escasas posibilidades de desarrollo personal que conllevan, auna-
das a la intensificación de la jornada de trabajo. Es necesario enton-
ces, ampliar la definición de las necesidades básicas para incluir
aspectos más cualitativos tales como la autoestima, la autonomía
y la participación, a fin de orientar otras formas de empezar a pen-
sar las estrategias contra la pobreza de las mujeres.5 De este modo,
una política que pretenda elevar la calidad de vida de la mujer
deberá instrumentar medidas estratégicas, como el alivio de la
carga del cuidado de los infantes y del trabajo doméstico que

5
Para Young: "La pregunta de cómo enfrentar las necesidades de las mujeres genera un
problema fundamental: la necesidad de un marco daro para identificar, evaluar y priorizar
las necesidades" (Young, 1991:15-16).

187
recae sobre las mujeres, medidas contra la violencia masculina, la
explotación sexual del trabajo, entre otros aspectos que lesionan
su vida (Molyneux,1985, citada por Kabeer, 1998: 106).
De lo anterior se desprende que para asegurarse de que las estra-
tegias destinadas a la reducción de la pobreza se traduzcan en resul-
tados equitativos en el seno del hogar, es necesario trascender el
concepto estrecho y por demás ideológico de la familia solidaria,
pues los hogares no son en sí mismos unidades que puedan reflejar
el bienestar de sus integrantes (Kabeer, 1998: 109-147).6 Lo ante-
rior nos obliga a considerar a la pobreza no sólo desde el punto
de vista económico, sino también como falta de poder al interior
del hogar en aspectos relacionados con el manejo de recursos.
También nos permite visualizar la manera diferenciada en que los
miembros participan en el sostenimiento del hogar y se benefician
de su trabajo, abandonando la imagen general de que las relacio-
nes familiares son solidarias y que los recursos se aportan y se
distribuyen de manera igualitaria entre sus miembros.
De acuerdo con Sen (2000: 71), la cooperación familiar aumen-
ta las disponibilidades totales entre los miembros de la familia,
mientras que el conflicto las divide. Las personas que forman
parte de una familia desarrollan arreglos sociales para definir de
manera combinada quién hace qué, quién consume qué y quién
toma decisiones (y cuáles decisiones toma), como se puede adver-
tir en la entrevista siguiente:

Mi esposo y mis hijos me ayudan, por ahorita yo no podría


contratar una persona porque no podría pagarle, por ejemplo,
hoy nomás se vendió un pastelito de quince pesos. Mi espo-
so me ayuda a empapelar las bases, a batir la crema.. ..él solo se
fue enseñando conforme me veía que para poder quedar yo
bien con el cliente yo necesitaba que me ayudara...lava mol-
des, los encera, en fin, lo que yo creo que él puede hacer. Mis
hijos me ayudan a hacer los dibujos de caricaturas, atienden al
6
"El problema de la medición de la pobreza las cuales tienen al hogar como base es
que vuelven invisibles las desigualdades dentro del hogar respecto a fines y medios, con lo que
se corre el riesgo de no captar la "pluralidad constitutiva" de la pobreza". Véase Sen, citado
por Kabeer, 1998.

188
cliente cuando no estoy En la casa también me ayudan, como
ahí mismo está (el negocio)....me ayudan a barrer, a trapear,
a preparar la comida...le adelantan mientras yo me desocupo
(Esperanza, 40 años, su esposo es vendedor de seguros. Tiene
dos hijos en secundaria).

La división sexual del trabajo representa un arreglo que sesga


diferenciadamente el cultivo de habilidades y tiende a mantener la
asimetría en el ofrecimiento de oportunidades para adquirir habi-
lidades no tradicionales, lo que determina en gran parte la posición
de la mujer en la sociedad, ya que en la distribución de tareas se
le asignan las más desgastantes -lavar, planchar, hacer comida, etcé-
tera (Sen, 2000: 74). Lo anterior se puede advertir en la situación
de una usuaria: "Entre todas mis hijas y yo hacemos el quehacer, un
día le toca a cada una recoger camas y barrer. Tengo tres hijas, mi
esposo no ayuda, él dice que tiene muchas hijas. (Alejandrina, escola-
ridad primaria, su esposo es chofer de taxi, escolaridad primaria).
No obstante, la diversidad de condiciones en que las mujeres
operan el microfinanciamiento, la mayoría lo advierten como un
beneficio porque les permite desempeñar sus funciones de ama de
casa de una manera más relajada. En efecto, en la apreciación que
las mujeres hacen del microcrédito, valoran en primera instancia la
satisfacción de necesidades prácticas que logran a través del micro-
financiamiento. Aun cuando el programa exige que las ganancias se
reinviertan en la operación de sus negocios, las mujeres procuran
sobre todo mejorar las condiciones de vida de sus familias.7

En mi casa he notado muchas mejorías porque he hecho muchas


cosas, como por ejemplo, pusimos el teléfono, pusimos la ban-
queta, compré mi boiler, mi barandal, he hecho muchas mejo-
7
En este sentido, habría que recordar que las acciones de las personas en el contexto de
diversas restricciones y oportunidades estructurales, tienen sus propias consecuencias, y que
esas acciones libremente elegidas o no, se combinan con los procesos y resultados de la estra-
tegia planeada para incrementar o disminuir su bienestar. Así pues, los pobres no son objeti-
vos estáticos que esperan ser impactados por programas de crédito (Abdullah, Rutherfor y
Hossain 1995, citados por Johnson y Rogaly, 1997: 77). Lo anterior viene a colación porque
entre las mujeres de los grupos solidarios ellas deciden el destino de los recursos de acuerdo
con una serie de necesidades y posibilidades reales que tienen en su posición como madres de
familia.

189
ras, para el día de mañana que yo esté viejita y que no haga
nada, pues ya tengo más o menos la casa (Candelaria, 42 años,
casada, escolaridad, primaria. Hace shampoo y cremas, aparte
es masajista, crédito 8,000 pesos).

Esta situación se advierte sobre todo entre las mujeres que más
tiempo tienen en el programa y que tienen créditos más altos, como
lo expresa otra usuaria:"Con el préstamo de 7,000 pesos arreglé
mi cocina y la fachada de mi casa, y el que me va a llegar, que es de
8,000 pesos, lo quiero usar para pagar un refrigerador que debo
y a ver si pongo el piso" (Fidencia, 52 años, casada, escolaridad,
2o. año de primaria).
En otros casos, las escasas ganancias suelen utilizarlas para la
compra de satisfactores que no es posible adquirir con los aportes
esporádicos de los maridos (inscripciones, compra de útiles esco-
lares y uniformes, compra de muebles, arreglos a la vivienda,
etcétera). Como en el caso de otra usuaria del PPAyM: "Tengo más
surtida mi despensa... y sobre todo... con la escuela yo batallaba
mucho, para comprar los útiles, pero ahora los compro más rápido
y he comprado algunos muebles."
En el caso de las jefas de familia, el ingreso de sus micronego-
cios es casi la única entrada que tienen, por lo mismo, no necesa-
riamente lo reinvierten en el mejoramiento de sus negocios, sino
más bien en la compra de los más elementales satisfactores:
No sé que voy a hacer si ya no nos prestan, parece que éste es
el último préstamo que nos hacen, pues ya estamos en el quinto
bis, yo no he podido consolidar mis negocios, primero puse
una tienda de útiles escolares y Hacienda me hostigaba mucho.
Casi no vendía, apenas tendría invertidos como 500 pesos.
Luego me puse a vender comida y otra vez Hacienda quería
que me diera de alta, mejor se la pasé a mi hija. Hoy vendo algo
de joyería, apenas sale para comer (Gabriela, madre-abuela,
vive sola).

Cuando las mujeres advierten una mejora en la situación fami-


liar, se encuentran en mayores posibilidades de separar los flujos

190
de ingresos domésticos y los del negocio e invertir el préstamo en
el mejoramiento de sus actividades productivas, como lo refleja la
experiencia de una usuaria del programa:

Entre más préstamos nos han dado, para mí ha ido mejorando.


Hace un año que tuve un préstamo fue que pude separar lo de
mi casa, fui haciendo el local con los préstamos, se redujo el
espacio de la sala, pero el negocio de la pastelería ya está inde-
pendiente. Mi esposo y mis hijos me ayudan en el negocio y
en la casa (usuaria del PPAyM, 40 años, casada, escolaridad,
primaria. Recibió un crédito de 6,900).

Lo anterior nos muestra que las posibilidades de desarrollo de


los negocios de las mujeres dependen de muchos factores, entre ellos,
de infraestructura doméstica y productiva, así como de relaciones
más igualitarias entre los miembros de la familia que permitan
que la mujer se dedique más a sus actividades económicas. Si se da
esta condición, el microcrédito puede actuar como un desenca-
denante real para el bienestar familiar.

EXPERIENCIA ECONÓMICA DE LAS MUJERES


Y PROCESOS DE EMPODERAMIENTO
EN LOS GRUPOS SOLIDARIOS

DE MANERA adicional al monto prestado, el espacio del grupo soli-


dario en el que las mujeres conviven se ha convertido en sí mismo
en un lugar que propicia procesos de empoderamiento. El enfoque
del empoderamiento sostiene que la equidad es un proceso que se
construye desde las mismas mujeres a través de experiencias colec-
tivas que permiten reinterpretar las necesidades individuales.
Según Beatriz Martínez (1998:56), esta capacidad de autopercep-
ción se adquiere a través de un proceso en el que la mujer se va
liberando de la internalización de la opresión y percibiéndose a
sí misma como un sujeto social con derecho de tomar decisiones,
lo que fortalece su capacidad de negociación. En este sentido, el
acceso a recursos intangibles se considera una estrategia de empo-
deramiento, como el desarrollo de habilidades analíticas, el forta-

191
lecimiento organizacional, la solidaridad y el sentimiento de no
estar sola al identificarse con otras mujeres y establecer nuevas rela-
ciones sociales. La siguiente expresión de una usuaria refleja lo
anterior:

%, Alejandrina, era una persona que no era capaz de salir sola


ya que yo sentía como que yo andaba haciendo algo malo o
con miedo de que se diera cuenta mi marido. Quiero seguir poco
a poco, ir superándome ya que sí se hacer varias cosas y co-
midas, pero yo siento que necesito ayuda profesional porque
como ve, no sé expresar bien mis sentimientos y por lo mismo
no puedo avanzar a lograr lo que quiero (usaría, 45 años, casada,
escolaridad, primaria. Recibió un crédito de 6,900 pesos).

Lo estratégico de los espacios grupales para el empodera-


miento de las mujeres radica en que rompen con el aislamiento
del ámbito doméstico y facilitan el análisis colectivo, así como la
identificación de una problemática común y la propuesta de accio-
nes alternativas de acuerdo al contexto social y cultural (Beatriz
Martínez, 2000). Como lo expresa Candelaria:

¿Sabe cuántos años tenemos nosotros (las mujeres del grupo)


de andar de yo lo ví y nadie me lo contó?, nosotros tenemos
seis años, primero anduvimos en una junta (grupo) y luego
otros seis años en otra, lo que pasa es que como mi esposo se
enfermó de una enfermedad grave que duró seis meses incapa-
citado, entonces como usted verá, yo le quise dar su lugar, me
fui encerrando en su egoísmo, en su círculo, porque él es muy
egoísta y no me deja ir a ningún lado ni nada, él quisiera
tenerme nada más encerrada con candado y no dejarme salir.
Así estuve un año y medio. Ahora yo no lo tomo en cuenta
para nada.

El impacto que tiene la pertenencia a un grupo solidario en


la confianza que las mujeres adquieren sobre sí mismas es notorio,
como en el caso de una de las usuarias: "En el grupo sí he mejo-

192
rado, he cambiado mucho, antes yo era una persona muy sumisa
con tal de tenerlo conforme, pero ahora ya no me quedo con lo
que haga de uno, ahora sí le digo las cosas. Antes era bien inma-
dura" (Estefanía).
O el caso de otra usuaria:

Me gusta venir, he aprendido mucho, porque casi no salgo y


con esto me distraigo y me siento a gusto. No falto al grupo. Mi
esposo se enoja porque cree que vengo al cotorreo, él se moles-
ta por todo, pero a veces yo no le hago caso" (Rosa, 50 años
casada, 3o. de primaria. Recibió un crédito de 3,200 pesos).

Entonces, se puede decir con Kabeer (1998: 134) que la autoes-


tima y la influencia de las mujeres dentro de una comunidad están
estrechamente conectadas con su participación en asociaciones
extradomésticas y con la generación de un ingreso propio, ya que
por muy bajo que sea, puede ser utilizado como una palanca para
asegurar un espacio mínimo de control autónomo, como un meca-
nismo para obtener metas de bienestar para los grupos domésticos
y/o, por otro lado, para disminuir el daño de la imagen que de sí
mismas tienen las mujeres, causada por la dependencia económica
que mantienen con los hombres.
Para Kabeer (1998: 133), la constitución de redes sociales con
raíces y propósitos claramente económicos y organizadas de acuer-
do con vínculos horizontales y no verticales basadas en la "econo-
mía compartida de ser mujer", parece ser una de las estrategias que
mayor posibilidades tienen para combatir los aspectos subyacen-
tes a la pobreza de género. Estos mecanismos deben ser tanto de
tipo económico como de capacidad organizativa, de manera que
le permitan a la mujer tomar conciencia de su condición social y
actuar consecuentemente para superarla. Como se verá más ade-
lante, las mujeres de los grupos solidarios han experimentado de
manera diferenciada un proceso de empoderamiento a partir de dos
elementos: 1. la generación de un ingreso propio -lo que implica
la percepción de utilidad de su trabajo. 2. el espacio grupal sema-
nal, donde se reconocen en otras mujeres como personas produc-

193
tivas, cuestionando de esta manera la imagen dependiente de
ama de casa y estableciendo las bases para una identidad colectiva.
Al respecto, la mayoría de las mujeres entrevistadas identifi-
caron como principal beneficio del microcrédito la posibilidad que
les daba de iniciar o mejorar su negocio; de sentirse útiles, inde-
pendientes, libres, cooperativas; darse el gusto por manejar el
dinero; sentirse satisfechas porque no están a la espera de lo que
les da el marido; sentirse contentas por las mejoras que le pueden
hacer a sus viviendas y por la oportunidad que tienen de ampliar
el entorno social en que viven. Así en como lo expresaron algunas
usuarias:

Antes no realizaba ninguna actividad" (Rosa). "Antes de per-


tenecer al grupo, pues nomás limpiaba la Iglesia" (Guadalupe,
70 años, madre soltera, sin estudios). 'Antes nomás me la pasaba
en mi casa" (Carolina). "Yo decidí integrarme porque lo mo-
tiva a una mucho tener un negocio propio, aunque tengamos
esposo que nos dé el gasto; no es que él no me dé dinero, no, él
siempre ha sido muy obligado, pero yo me gasto más a gusto
el dinero que yo me gano, no me siento inútil (Estefanía).

CONCLUSIONES

EL OBJETIVO perseguido por el PPAyM es el de mejorar la calidad de


vida de las personas a través de microcréditos, estimular el ahorro
y proporcionar asesoría para impulsar el crecimiento y consolida-
ción de los negocios de las mujeres e incrementar los ingresos para
fomentar la superación personal y familiar. Una cuestión inme-
diata que salta a la vista es la insuficiente definición en el PPAyM,
acerca de lo que implica el término "calidad de vida", sobre todo
cuando se trata de mujeres, cuya cotidianidad está estrechamen-
te ligada al cuidado de los hijos e hijas y al logro del bienestar
familiar. En un momento dado, pareciera que el programa equipara
la calidad de vida de las mujeres con el hecho de que éstas tengan
mayores ingresos para que los integren a la economía familiar, sin
embargo, desde la perspectiva de género esto es cuestionable, pues

194
debido a los patrones de género presentes en los modelos de con-
vivencia familiar, el bienestar de los integrantes puede estar fin-
cado en el sobretrabajo de las mujeres, menguando así su calidad
de vida.
De esta manera, dado que el programa se orienta principal-
mente hacia una población femenina, se consideró pertinente
hacer la evaluación en función de las condiciones sociales que
caracterizan la vida cotidiana de las mujeres. Atendiendo a esta
situación, en esta investigación se trató de evaluar el impacto del
PPAyM a partir de una perspectiva de género que incluyera facto-
res no exclusivamente cuantitativos -como la tasa de devolución
de los préstamos o el monto del ahorro- sino incorporando aspec-
tos de tipo cualitativo, como el control que las mujeres ejercen sobre
los recursos, el uso del tiempo y la distribución de tareas que
hacen en la esfera productiva y reproductiva y a cuáles miembros
del hogar involucran. Lo anterior sin dejar de considerar la mejo-
ría que experimentan los negocios de las mujeres con el apoyo del
microcrédito. De esta manera, se puede decir que el microcrédito
ha coadyuvado al mantenimiento de las actividades económicas
que desarrollan las mujeres desde el ámbito doméstico y ha propi-
ciado la generación de ingresos propios. Esto ha permitido que las
mujeres revaloren sus habilidades domésticas -tejer, cocinar, coser,
etcétera- al advertir que tienen un valor de cambio en el plano de
la "producción", lo que por otro lado también ha contribuido a
que las mujeres se autoperciban como personas con capacidad de
aprendizaje y de iniciativa, estableciendo bases sólidas para su empo-
deramiento y el mejoramiento de su calidad de vida. Lo anterior
confirma que cuando se trata de apoyar las actividades que desarro-
llan las mujeres, el microfinanciamiento debe ser orientado con
un criterio social más que económico como ya se señalaba ante-
riormente.
Por otro lado, los resultados obtenidos constatan la impor-
tancia que tiene este programa como política local de desarrollo,
orientada a combatir la pobreza no exclusivamente desde una pers-
pectiva asistencialista. Sin embargo, para que el microcrédito real-
mente incentive el autoempleo de la mujer, debe aumentar los

195
montos de crédito para que proporcione a las mujeres la posibi-
lidad de equipar sus negocios y ampliar sus transacciones comer-
ciales. Los montos mínimos que maneja el PPAyM no necesaria-
mente corresponden al desarrollo que muchas usuarias le han
impreso a sus negocios, los que requieren mayores montos de
inversión para seguir creciendo, sin embargo, el PPAyM no ha
considerado esta situación en el manejo del programa, aun cuan-
do atiende casos particulares tratando de orientarlos hacia otras
instancias de desarrollo.
En un contexto donde las relaciones de género implican una
subordinación de las mujeres y un poder específico de los hombres,
no se puede dejar de cuestionar el papel que cumple el microcré-
dito ya que en este contexto es fácil que muchos hombres se desa-
tiendan de "sus obligaciones normativas", de manera que la posi-
bilidad que tiene la mujer de generar un ingreso propio se vuelve
de alguna manera en su contra, pues el marido ya no encuentra
muy necesaria o imprescindible su aportación económica, pero
tampoco se integra al trabajo doméstico. En estas condiciones, el
objetivo de mejorar la calidad de vida de las mujeres se torna
incierto, ya que esto depende del establecimiento de relaciones más
horizontales en el núcleo familiar, lo que a su vez pasa por una
serie de ajustes y negociaciones domésticas que las mujeres no siem-
pre se encuentran en posibilidades de hacer pues los procesos de
empoderamiento ocurren de manera diferenciada y de acuerdo con
la evolución espontánea de los grupos solidarios. Estos procesos
de empoderamiento de las mujeres podrían ser acelerados a tra-
vés de mecanismos institucionales por parte del PPAyM, de mane-
ra paralela a la capacitación de tipo económico-administrativa
que brinda el programa, y como parte de una política de bienes-
tar familiar orientada a revalorar el trabajo doméstico que casi en
su mayoría es realizado por mujeres.

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198
ROCIÓ ROSALES ORTEGA Y
JESSICA MARIELA TOLENTINO

Desarrollo local y género:


mujeres microempresarias en Tlaxcala

INTRODUCCIÓN

E L PRINCIPAL objetivo de este capítulo consiste en analizar la


forma como las mujeres emprendedoras1 de la industria
textil en Tlaxcala, contribuyen al fortalecimiento de las relaciones
sociales y económicas que favorecen el desarrollo de sus localida-
des. En este sentido, consideramos importante analizar la forma
como las mujeres microempresarias han aprovechado el capital
social y las relaciones de confianza que existen en sus localidades,
así como también comprender la forma en la que ellas contribuyen
en la formación y enriquecimiento de los mismos.
Para estudiar el papel de las mujeres emprendedoras de la
industria textil en Tlaxcala, llevamos a cabo una revisión sobre los
antecedentes y características de las propuestas que han analiza-
do la participación de las mujeres en el desarrollo, de tal manera que
fuera posible relacionar el enfoque de desarrollo local con la pers-
pectiva de género. En este sentido reflexionamos sobre las expe-
riencias que se han analizado en torno a la participación de las
mujeres en el desarrollo local, en donde consideramos se ha
prestado mayor atención al papel que éstas han desempeñado
como "gestoras sociales". De acuerdo con esto, consideramos de
mayor interés para nuestro trabajo, estudiar las experiencias de
1
Las mujeres emprendedoras son aquellas personas que deciden poner en marcha
iniciativas empresariales con una visión a futuro, que arriesgan capital y talento con el obje-
tivo de impulsar una idea y montar su propia empresa, en donde crean su puesto de trabajo
y dan empleo a otras personas (Alburquerque, 1999: 48). En el trabajo se utilizará de ma-
nera simultánea los términos microempresarias -el cual indica el ámbito y tipo de actividad
económica- y emprendedoras, este último se refiere a la actitud ante el trabajo.

199
mujeres microempresarias como impulsoras del desarrollo de sus
localidades.
En síntesis, este capítulo se enfoca principalmente a resaltar
la importancia -que tradicionalmente no se ha considerado- de las
mujeres microempresarias en la transformación en las condicio-
nes de vida de sus familias y sus localidades.

DESARROLLO LOCAL:
UN ENFOQUE DESDE LOS ACTORES Y SU TERRITORIO

LAS CRISIS económicas de las ultimas décadas del siglo pasado y


el recrudecimiento de los problemas sociales, no exclusivos de los
países en vías de desarrollo, han puesto en tela de juicio la concep-
ción de desarrollo generada desde principios del siglo XX. Así, al
imaginar otras formas de desarrollo se elaboraron varias propues-
tas que hablaron de "desarrollo a escala humana", "desarrollo de
base", "ecodesarrollo", "desarrollo autosostenido", "desarrollo
autocentrado", etcétera. Todas estas propuestas tenían la intención
de superar las características predominantemente económicas que
había adquirido el desarrollo (Arocena, 1995: 29,30). Es así como
a finales de los años setenta y principios de los ochenta se comien-
za a hablar de desarrollo local y de las llamadas teorías de creci-
miento endógeno, propuestas por autores como Garófoli (1994) y
Vázquez Barquero (1988) entre otros, en donde se privilegia un
enfoque territorial contrapuesto al enfoque funcional que definió
las estrategias de planeación del desarrollo regional (Friedman y
Weaver, 1981).
El tema del desarrollo local o desarrollo endógeno permite ana-
lizar bajo una nueva óptica la relación entre desarrollo-calidad de
viday actores sociales, sobre la base de una crítica del predominio de
la visión del crecimiento económico en la planeación nacional y
regional. El estudio de lo local cuestiona y propone nuevas rela-
ciones de análisis y de organización en la planeación territorial en
donde la interrelación cultura, sociedad y economía se asume como
una relación indisociable que tiene múltiples consecuencias en la
organización de la vida de las comunidades. De esta manera, la pers-

200
pectiva de desarrollo local se interesa por la diversidad de prácti-
cas socioterritoriales incorporando nuevos elementos, entre los que
encontramos: el capital social,2 natural, humano y las dimensio-
nes macroeconómicas y territoriales del capital económico (Albur-
querque y Cortés, 2001: 12).
Uno de los mayores aportes de esta perspectiva tiene que ver
con el valor que pueden agregar los actores locales al desarrollo y
a las políticas tanto locales como nacionales, privilegiando en todo
momento el esfuerzo en conjunto de bajo hacia arriba3 de los
actores locales para mejorar ingresos, empleos y calidad de vida en
las localidades, en respuesta a las fallas de los mercados y de las
políticas de los gobiernos nacionales (OCDE, 2002: 25).
En cierta forma la propuesta del desarrollo local consiste en
incrementar la capacidad local, natural, social, cultural, median-
te la participación activa de los actores locales en la creación y
consolidación de iniciativas que permitan aprovechar dichos
elementos endógenos para crear políticas descentralizadas basa-
das, única y exclusivamente, en las necesidades de los habitantes
de un determinado territorio.
La definición del espacio local se apoya principalmente en el
reconocimiento de la sociedad local formada por los diversos
grupos socioeconómicos, quienes a su vez permiten diferenciar
un territorio que es expresión de la conformación de una identi-
dad territorial.4 Sin embargo, aunque se habla de las necesidades
2
El capital social comprende los rasgos de la organización social, tales como la con-
fianza, normas y redes que pueden mejorar la eficiencia de la sociedad facilitando las accio-
nes coordinadas (Putnam, Leonardi y Nanetty, 1993).
3
El desarrollo local tiene una estructura ascendente en donde las acciones de los acto-
res, sujetos o personas locales buscan un impulso de los recursos potenciales de carácter
endógeno para construir un "entorno" institucional, político y cultural de fomento de las
actividades productivas y de generación de empleo en los diferentes ámbitos territoriales. Esta
estrategia es contraria a las manejadas antes de la década de los ochenta en donde se seguía
una tendencia de "arriba hacia abajo", de carácter concentrador, basado en la apuesta a la gran
empresa y a las políticas centralizadas impuestas desde el estado y adoptadas de forma indis-
tinta en cada ciudad y municipio, sin considerar las particularidades de los territorios por
desarrollar (Alburquerque, 2004).
4
La identidad territorial se forma no sólo por el lado subjetivo de la cultura, homoge-
neidad de valores, tradición y costumbres, originadas en la historia y su pasado, sino como
un elemento que permite concretar acciones de reconocimiento de derechos y obligaciones,
expresadas en una participación amplia de los asuntos correspondientes al espacio local
(Gímenez, 2000).

201
locales, éstas nunca deben dejarse de ver sin su contraparte, ya
que cuando se utiliza la definición local, es porque pertenece a un
contexto global (Arocena, 1995; Cooke, 1990).5
Desde las políticas de desarrollo, se ha establecido una estrecha
vinculación entre los distritos industriales6 y el denominado de-
sarrollo endógeno o desarrollo local ya que estas propuestas coin-
ciden en su oposición a las teorías clásicas de desarrollo económico
al cambiar el énfasis de lo funcional (sectores económicos) a lo
territorial (Garófoli, 1994). A partir de esta perspectiva común, el
desarrollo se analiza como consecuencia de la interrelación entre
factores extraeconómicos (instituciones, cultura, valores y relacio-
nes sociales) y económicos. En consecuencia, el desarrollo local
revaloriza la incidencia de lo geográfico sobre lo económico, acep-
tando una visión más compleja de la interrelación entre espacio
y estructura social, factores que resaltan las particularidades de
las formas de organización de la producción en las localidades
(Méndez, 1997).
El desarrollo local se interesa en las nuevas formas de confor-
mación de la acción social en donde los actores se encuentran en
continua construcción de su entorno inmediato.7 Desde esta pers-

5
Cooke (1990) insiste en la necesidad de analizar la localidad como producto de un
proceso de interacción continua entre diferentes procesos sociales generados en diversas
escalas. En este sentido, la localidad no puede entenderse sin la interrelación con el concep-
to de nación, como una de las instancias que expresan un conjunto de relaciones sociales
generadas históricamente durante la modernidad.
6
El distrito industrial está compuesto por pequeñas y medianas empresas que están
agrupadas en gran número y cantidad en un ámbito geográfico acotado. Estas firmas se
incorporan productivamente realizando operaciones individuales de un proceso productivo
genérico; de esta manera no elaboran productos completos sino se especializan en algunas
fases de un proceso productivo más amplio. La producción de los distritos se basa en un proceso
de división social de trabajo que genera una compleja red de relaciones sociales, comerciales,
económicas y tecnológicas entre las empresas del distrito. La modalidad distintiva del dis-
trito industrial se constituye en una cultura comunitaria constituida en un conjunto amplio de
empresas que compiten en ciertas instancias del mercado y cooperan entre sí en otras, bene-
ficiándose colectivamente de las economías externas generadas por el distrito (Quintar y
Gatto, 1998: 89-90).
7
En este sentido, el concepto de desarrollo local establece una estrecha relación con Va
concepción del espacio socialmente construido, en donde el espacio es un elemento estructu-
rado y estructurador de las acciones que llevan a cabo los sujetos. De esta manera, el espacio
estará formado por un conjunto indisoluble, solidario y también contradictorio de objetos

202
pectiva encontramos nuevos elemento que contribuyen a la trans-
formación del territorio, tales como: a) la comunidad y la parti-
cipación ciudadana como un factor común que compromete a
los actores en la gestión, desarrollo y control social de una región,
b) los empresarios locales, donde sobresale el espíritu empresarial
como un elemento que permite encontrar y/o construir oportuni-
dades para obtener beneficios, c)organizaciones locales que estimu-
len el desarrollo y apoyen nuevas iniciativas, además de establecer
redes con otras organizaciones (García y Sánchez, 2001: 66, 67).
Con base en esta concepción del desarrollo local, es necesario
revisar las propuestas que se generaron para incorporar y analizar
el papel de la mujer en el desarrollo, de tal manera que podamos
encontrar los ejes de articulación que permitan hablar del desarro-
llo local desde una perspectiva de género.

MUJERES Y DESARROLLO:
ANTECEDENTES TEÓRICOS

CON BASE en las teorías de la modernización que fundamentaron


las políticas de desarrollo de los años cuarenta, el cambio que debían
experimentar las sociedades subdesarrolladas estaba caracteriza-
do por la neutralidad en sus formas de instrumentación y por la
homogeneidad de los objetivos a alcanzar (Parello, 2003: 37). En
este sentido, el carácter sexuado de la población a beneficiar no
estaba considerado en la medida en la que las personas en reali-
dad no eran vista más que como un medio8 para el crecimiento
económico.
Una consecuencia de esta visión de la realidad, se traduce en
el predominio de la presencia masculina, como principal benefi-
ciario y actor de la instrumentación de las políticas de desarrollo.
La invisibilidad de la mujer, se puede explicar principalmente

y sistemas de acciones no considerados aisladamente, sino como el contexto único en el que


se analiza la historia (Santos, 2000: 53).
8
El enfoque sobre las capacidades humanas desarrollado por Martha Nussbaum en la
década de los noventa, cambiara esta perspectiva, señalando que las capacidades de las per-
sonas son el fin mismo del desarrollo (Nussbaum, 2002).

203
debido a dos factores; a) la percepción de la mujer como econó-
micamente inactiva, y b) el nivel de abstracción de las políticas
de desarrollo enfocadas a los resultados cuantitativos que no dife-
renciaban la participación económica entre hombres y mujeres
(Parello, 2003: 37).
El enfoque de bienestar instrumentado en los años cincuenta
y sesenta respondió al modelo de industrialización de la época, y
por lo tanto, se baso en la división sexual del trabajo en donde el
hombre estaba destinado al ámbito de la producción y la mujer
al ámbito doméstico. En estos años, las políticas de desarrollo
reproducen un esquema de dominación masculina en la medida que
las mujeres son vistas como agentes pasivos, quienes de manera
indirecta -a través del mejoramiento de las condiciones del ma-
rido- pueden contribuir al mejoramiento de las condiciones de
vida de la familia y de la sociedad en consecuencia.9
El trabajo del Esther Boserup (1970) produjo un cambio radi-
cal en la comprensión y el reconocimiento del papel de la mujer
en las actividades económicas de las sociedades del Tercer Mundo.
Con base en el análisis de las condiciones de trabajo de las muje-
res campesinas, Boserup demuestra que las políticas de desarrollo se
basaban en estereotipos equivocados de la mujer. En este sentido
observa que la dinámica capitalista que se desarrollaba en los países
del Tercer Mundo, aumentaba las desigualdades sociales, como
por ejemplo, al eliminar el trabajo artesanal de las mujeres cam-
pesinas y desplazarlas al mercado laboral informal del trabajo
doméstico en las ciudades.
La crítica elaborada por Boserup proporcionó las bases para lo
que se denominó en la década de los sesenta, el enfoque Mujeres
en el Desarrollo (MED), el cual aborda los impactos negativos que
el desarrollo había generado en las formas de vida de las mujeres.
Aunque la propuesta es novedosa, por el hecho de incorporar a las
mujeres en la investigación y en las políticas de desarrollo, y re-
conoce que la posición subordinada de la mujer es un obstáculo
9
Los objetivos del enfoque de bienestar consisten en integrar a las mujeres como
mejores madres, considerando que este era el papel más importante que podían desempeñar
para el desarrollo de sus países (De la Cruz, 1999).

204
para el desarrollo, en realidad no cuestiona los postulados de las
políticas de modernización -como el aumento de las desigualda-
des socioeconómicas entre países y grupos sociales- ni la visión esta-
tocéntrica de las mismas (Afshar, 1999 y Luna, 1999, citadas por
Parello, 2003: 39).
El enfoque MED experimenta algunos cambios durante las déca-
das de los años setenta y ochenta. En un primer momento y en
oposición a las políticas de bienestar, proporciona un mayor énfa-
sis a las relaciones de equidad y antipobreza, mediante las cuales
enfatiza la independencia económica de la mujer para lo que
es necesario reducir las condiciones de desigualdad entre hombres
y mujeres. Los principales objetivos para este periodo consistieron
en garantizar el aumento de la productividad de las mujeres,
mediante su incorporación y participación activa en la esfera de
la producción, dejando de lado, su importante papel en la esfera
de la reproducción (Parello, 2003; De la Cruz, 1999). En la dé-
cada de los ochenta, en un contexto de crisis económica interna-
cional y de instrumentación de las políticas de ajuste estructural,
el enfoque MED se inclina por una perspectiva de eficiencia de la
participación de las mujeres (reducción de costos) en los proyec-
tos de desarrollo. Para estos años, el reconocimiento de la com-
plementariedad de las actividades productivas y reproductivas de
las mujeres, se convirtió en un aspecto fundamental en la instru-
mentación de las políticas de desarrollo social, al apoyarse en los
tres roles de la mujer -trabajadora, madre y gestora- y en la "elas-
ticidad" de su tiempo.
A pesar de los cambios experimentados por el enfoque MED,
una constante que fue criticada por el movimiento feminista socia-
lista, fue la incorporación de la mujer a las políticas de desarrollo
sin la elaboración de un mayor cuestionamiento a los postulados
del desarrollo impulsado por el capitalismo. Aunque estas políti-
cas transformaron las relaciones de dominación características de
las sociedades rurales predominantemente patriarcales, en realidad
no incorporaron el análisis de las clases sociales como un elemento
generador de nuevas formas de desigualdad entre hombres y
mujeres, así como tampoco reflexionaron sobre las formas de

205
incorporación al desarrollo desde el punto de vista de las mismas
mujeres.10 En síntesis, aunque el enfoque MED reconoció la impor-
tancia del trabajo de la mujer y por lo tanto, su relevante papel
en el desarrollo, en realidad no logró modificar las relaciones
patriarcales y de división sexual del trabajo11 que venían definien-
do el funcionamiento de las sociedades. En realidad los nuevos
roles laborales que fueron asumiendo las mujeres no implicaron
una ruptura con los tradicionales roles del trabajo doméstico que
se venían reproduciendo en las familia y las sociedades.
En respuesta al enfoque MED, en la década de los ochenta
surge el enfoque de género12 en el desarrollo (GED),13 el cual incor-
poró la categoría género en los programas de desarrollo con el
objetivo de mejorar las estrategias de distribución de la riqueza y
10
Para el feminismo socialista, resultaba necesario combinar las formas de relación
patriarcal con el análisis de clase para comprender las nuevas y complejas formas de subor-
dinación que experimentaba la mujer en las sociedades capitalistas modernas. Una de las
principales críticas que el feminismo elaboró posteriormente, consistió en reconocer el hecho
de que la categoría clases sociales subsumía las formas de desigualdad y dominación, entre muje-
res y hombres, al ámbito de lo económico.
11
Dos de los conceptos más importantes que han dirigido la crítica elaborada por los movi-
mientos feministas son el patriarcado y la división sexual del trabajo. Los fundamentos eco-
nómicos del patriarcado se encuentran en la diferenciación entre trabajo productivo, realizado
por los hombres y trabajo improductivo que definiría el trabajo doméstico realizado por
las mujeres. La base del patriarcado radica en el control sobre el tipo de trabajo que realizan las
mujeres, lo que se logra a través del control de las organizaciones económicas y las institu-
ciones sociales (Madoo y Niebrugge-Brantley, 2002: 391).
12
La categoría género analiza las relaciones entre los sexos como procesos socialmente
construidos mediante las prácticas, símbolos, valores sociales y culturales que permiten com-
prender la subordinación de un género sobre otro mediante el juego de roles (De Barbieri,
1992; Salles, 2002). Por lo tanto, da cuenta de la construcción de lo femenino y lo masculi-
no como un proceso de interrelación en donde el contexto histórico-social, contribuye en la
definición de las identidades. Así, el sexo biológico es sólo uno de los diversos elementos
que definen las conductas sociales.
l3
Este enfoque se nutre de los debates teóricos que el feminismo elaboró, ante la insu-
ficiencia teórico-práctica que el determinismo económico del marxismo manifestó para analizar
las relaciones de subordinación y dominación entre hombres y mujeres. El carácter novedo-
so de la propuesta de Gayle Rubin (2003), destaca por permitir el análisis interdisciplinario
del género, al recurrir a la economía política, a la antropología y al psicoanálisis para resaltar
y explicar la interdependencia que existe entre las relaciones de producción, las relaciones de
parentesco y la conformación de la identidad sexual. A diferencia de los movimientos femi-
nistas que prestaron mayor atención a la participación política o a la participación econó-
mica de la mujer para criticar las condiciones de desigualdad en la relación entre los sexos,
Rubin se propuso cambiar el énfasis en el trabajo como objeto de estudio, por el análisis del
cuerpo y las diferencias que se generan desde el mismo.

206
por lo tanto, generar mayores condiciones de equidad. Esta pro-
puesta implico un importante cambio en el diseño de las políticas
de desarrollo impulsadas por las instituciones internacionales, sin
embargo, en la práctica, continuó teniendo problemas en la incor-
poración de la complejidad de las relaciones conyugales (Lansky,
2000a). El GED propone analizar las necesidades de las mujeres
como parte de las relaciones de género en los hogares, en la comu-
nidad y las instituciones. Entre sus objetivos más importantes se
encuentra la búsqueda de la superación de las desigualdades es-
tructurales a través del "empoderamiento" de las mujeres y por lo
tanto, cuestiona el modelo de desarrollo dominante al proponer un
desarrollo humano, sostenible y equitativo (De la Cruz, 1999).
Un proceso fundamental para la consolidación de este enfoque
fue la realización de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en
Beijing (1995), en donde se llevó a cabo la revisión y reforma de
legislaciones así como la instrumentación de políticas orientadas
por una perspectiva con base en la categoría género. Los cambios
más importantes que se generaron en este encuentro fueron, a) la
adopción de la equidad como un objetivo para lograr el desarrollo
sustentable, b) un cambio de enfoque más integrado y centrado
en las personas, a diferencia de las políticas de desarrollo previa-
mente instrumentadas y un elemento fundamental fue, c) la con-
sideración de la equidad de las mujeres como un asunto de interés
general y no sólo de las mismas (Incháustegui, 2002: 358-359).

El desarrollo local con enfoque de género

Mientras se realizaban las diferentes discusiones para estudiar el


papel de las mujeres en el desarrollo, la participación de las mismas,
en el ámbito local, se relacionó más directamente con los proble-
mas de las crecientes ciudades, en el caso latinoamericano. A
partir de la década de los ochenta surge el interés de estudiar el
papel que desempeñan las mujeres de sectores urbanos populares
con alta pobreza en dos sentidos: 1. como agentes de bienestar
social; en donde la mujer se involucra en la búsqueda y satisfac-
ción de necesidades básicas, de bienes y servicios para la familia
207
y el mejoramiento de su hábitat; y 2. como agentes de transfor-
mación, en donde la mujer se reconoce y toma conciencia de la
posición de subordinación y desigualdad, apuntando a su trans-
formación mediante una mayor capacitación de género (Massolo,
2005). La importancia que tiene la mujer como agente de bienestar
social ha sido aprovechada por el municipio, quien ha encontra-
do en ella un elemento importante de participación y ayuda en
la difusión de programas. A su vez, la mujer ha aprovechado esta
relación con el municipio para obtener beneficios económicos,
sociales, culturales y, hasta cierto, punto político.
El estudio de la mujer se convirtió en una premisa indispen-
sable en la mayoría de los modelos de participación ciudadana con
el fin de disminuir las desigualdades e inequidades entre hombres
y mujeres (Ajamil, 2003). Sin embargo, debemos mencionar que si
bien la visión de género ha sido considerada en las agendas mu-
nicipales, ésta sólo ha cambiado mínimamente la participación de
las mujeres en las instituciones y las esferas de decisión y poder,
como son las presidencias y alcaldías municipales de gobierno, lo
que evidencia que aún hoy día, no existen las mismas oportuni-
dades de participación ni los mismos beneficios para éstas. No obs-
tante, lo que nos interesa rescatar dejando de lado esta visión exdu-
yente e inequitativa, es el importante papel que han desempeñado
las mujeres en su rol de "gestoras sociales" mediante su participa-
ción en los asuntos locales.
Las mujeres han tenido una participación activa en distintas
épocas y han contribuido a la resolución de problemas no sólo socia-
les, sino de carácter económico. La participación de la mujer en la
denominada política "informal" o "comunitaria", que permite hacer
política y vincular a las mujeres en asuntos de interés públicos, faci-
lita, entre otras cosas: las relaciones de fuerza y presión con los pode-
res locales, la demanda y negociación de recursos, la adquisición de
poder de liderazgo, y una mayor contribución del mejoramiento
de la calidad de vida y desarrollo local (Massolo, 1994).
En este sentido, podemos decir que las mujeres son tal vez
quienes han aprovechado mayormente la relación y cercanía con el
municipio. De hecho, los estudios de género han encontrado que

208
los espacios locales y el hacer política comunitaria facilitan la
participación de las mujeres debido a su proximidad espacial,14
su vinculación con los asuntos familiares, las tareas domésticas y
la flexibilidad de sus horarios; proyectando un rol doméstico sobre
el espacio público que si bien no logra disminuir del todo las desi-
gualdades de género, está estimulando la representación de la mujer
en la toma de decisiones de los gobiernos locales (Massolo, 1996).
Por tanto, se debe aceptar que el espacio local es un ámbito de
acción ideal para realizar cambios que no sólo benefician a la mujer,
sino también a una gran variedad de grupos sociales. Así, al con-
cebir al espacio local como un lugar15 creado y recreado por el sen-
timiento de familiaridad y arraigo con el territorio, la mujer se
interesa de manera directa en las necesidades de su comunidad dado
que generalmente son ellas quienes conocen de primera mano las
necesidades y oportunidades de su espacio; en este sentido, se
convierten en un actor importante de cambio social sobre todo para
mejorar la calidad de vida en sus localidades.
La propuesta que ha predominado hasta hoy día, reconoce la
importancia de la mujer en el espacio local como gestora social en
situaciones de pobreza, en donde, gracias a su participación con-
tribuye a la gobernabilidad mediante la solución de sus necesida-
des inmediatas. Sin embargo, nos preguntamos lo siguiente: ¿la par-
ticipación de la mujer continua siendo únicamente como gestora
social?, ¿no existen otras actividades en las que las mujeres parti-
cipen y generen un mayor beneficio a la solución de los problemas
de su comunidad?, en síntesis, ¿existen otras formas mediante las
cuales la participación e iniciativa de la mujer contribuyen de ma-
nera directa al desarrollo local? La respuesta a estas preguntas,
consideramos se encuentra en el estudio de las mujeres microem-
presarias desde un enfoque de género en donde se estudian de
manera interrelacionada las actividades productivas y reproduc-
tivas, en un contexto socioespacial definido. Veamos entonces, cuá-
14
Aunque también se ha criticado que la comunidad sea el lugar primordial de la mujer
(Massolo, 2003).
15
El concepto de lugar se refiere al conjunto de prácticas socioespaciales que han ge-
nerado formas de interacción social que nutren y recrean la vida de un territorio en concreto.

209
les y cómo han sido las formas de organización social y produc-
tiva que han permitido a las mujeres tlaxcaltecas participar en el
desarrollo de sus familias y localidades.

MUJERES EMPRENDEDORAS EN TLAXCALA

NUESTRO ESTUDIO de caso16 se llevó a cabo en los municipios de


Santa Ana Chiautempan y Apetatitlán de Antonio Carvajal locali-
zados en el centro-sur de Tlaxcala. El interés por estudiar Tlaxcala
se debió en gran medida a la existencia de un conjunto de elemen-
tos que permiten hablar de un distrito industrial17 o de un posible
desarrollo endógeno, que a continuación señalamos:

I. Es un territorio bien definido en función de una actividad


económica tradicional basada en la industria textil y de la con-
fección,18 actividad de tradición prehispánica que fue enri-
queciéndose con nuevas formas de producción e introducción
de materiales a lo largo de su historia (Heath, 1982).
2. Debido a la importancia de la actividad textil en Tlaxcala,
observamos una economía local envuelta en los procesos pro-
ductivos de las fábricas textiles y la actividad artesanal, lo que
nos permite hablar de una identidad territorial bien arraigada
(Rendón, 1996).
3. Existe una amplia desagregación del proceso de producción
entre diversas empresas de distintos tamaños, lo que produce
una importante presencia de las microempresas19 en los muni-
16
La información se obtuvo mediante la realización de cinco entrevistas a hombres y
cinco entrevistas a mujeres microempresarios de la industria textil y de la confección. Cabe
mencionar que los nombres de nuestras(os) entrevistadas(os) fueron cambiados con la fina-
lidad de proteger su privacidad.
17
Para mayor detalle sobre el análisis de Tlaxcala como un distrito industrial, véase
Rosales, (2003).
18
La industria textil abarca los procesos de hilado y tejidos de fibras naturales (de ori-
gen natural y sintético o artificial); acabado y recubrimiento de productos textiles; regenera-
ción y reciclaje para obtener: hilazas, hilados y telas reprocesadas; y los productos que resultan
directamente del tejido (toallas, alfombras, medias, calcetines, colchas, etcétera). No obs-
tante, a diferencia de los países industrializados, los procesos de elaboración de fibras y con-
fección no están incluidos en la definición general de la industria textil (INEGI, 1999: 17).
19
A partir del 30 de marzo de 1999 la Secretaria de Comercio y Fomento Industrial
(Secofi) clasifica a las empresas mexicanas, sin contar el monto de sus ventas anuales, como

210
cipios estudiados. Santa Ana Chiautempan cuenta con 56 em-
presas que ocupan 2,830 personas y Apetatitlán de Antonio
Carvajal cuenta con 23 empresas y 1,045 trabajadores (INEGI,
2004).
4. Existen estrechas relaciones de confianza y cooperación
entre productores y comercializadores, situación que se ha
conformado con el paso del tiempo a través de una compleja
red de relaciones sociales.

Dada la existencia de una amplia red de relaciones sociales


recreadas en torno a la industria textil, la cual ha conformado un
sentido de identidad territorial en Tlaxcala, consideramos rele-
vante estudiar el caso de las mujeres emprendedoras como uno
de los actores locales que pueden contribuir a comprender la
importancia de las relaciones socioculturales e institucionales20
que permiten la generación de oportunidades y condiciones para
el bienestar de la población local.
Las mujeres entrevistadas son micro y pequeñas empresarias.
Cabe mencionar que la pequeña empresa se ha vuelto una con-
dición necesaria para el desarrollo local ya que permite, entre otras
cosas: 1. la creación continua de empleos, 2. una contribución eco-
nómica para el municipio en donde se establezca, 3. una mayor
facilidad de adaptación frente a escenarios cambiantes, y 4. la
proliferación de relaciones productivas con empresas de mayor
tamaño (Rosales, 2000). De hecho, se considera que el éxito de los
distritos industriales italianos parte, en gran medida, de la revalo-
ración de los pequeños empresarios y en las estrategias de produc-
ción flexible que éstos puedan conseguir (Sforzi, 1999: 112).

micro a aquellas empresas que cuentan con 30 trabajadores como máximo y pequeñas a las
que tienen entre 31 y 100 trabajadores (Rueda, 2001: 9).
20
Es necesario prestar atención a la funcionalidad de las instituciones públicas no sólo
en la promoción directa de la actividad económica, sino en la promoción de cooperación entre
los diversos agentes implicados en los procesos productivos y de distribución. Las relaciones
socioculturales e institucionales son una de las cinco estrategias que propone Méndez para
lograr el desarrollo local; las otras cuatro son: infraestructuras técnicas, estructura productiva
y del mercado de trabajo, estructura del sistema regional de innovación y estructura espacial y
recursos ambientales (Méndez, 1997).

211
En el caso de los países latinoamericanos, el aprovechamiento de
la micro y pequeña empresa se ha guiado por las políticas y estra-
tegias de descentralización21 adoptadas por los gobiernos locales,
mismas que han permitido una visión más integral de la función
social y económica que cumplen las empresas pequeñas y sus
iniciativas de desarrollo en los distintos territorios. Con respecto
a este punto, es necesario mencionar que es un proceso que aún
se está gestando, sobre todo en los gobiernos locales, ya que to-
davía existen acciones ligadas con las políticas y gobiernos desde
una perspectiva centralista.
Lo primero que se observa en nuestra área estudio es que gran
parte de la población se encuentra involucrada, la mayoría de las
veces de manera directa, en los procesos de fabricación y distribu-
ción de los productos procedentes de la actividad textil, en donde
comienzan a participar a edades tempranas. La mayoría de las
mujeres emprendedoras entrevistadas fueron incorporadas desde
pequeñas en el proceso de producción de los talleres o fábricas
textiles. De tal manera, no resulta extraño que con el tiempo algu-
nas de ellas estén familiarizadas con los telares, hilos, máquinas y
proceso en general, habilidades que integran al proceso productivo
con el establecimiento de una micro o pequeña empresa.
Es posible decir que su incursión al sector empresarial se produ-
jo de dos formas: a) por herencia, trasmisión de conocimiento y
muchas veces de capital (originados en la tradición textil fami-
liar), y b) por situaciones fortuitas que llevaron a las entrevistadas
a ingresar en el sector empresarial. Las mujeres que se encuentran
en el primer grupo y que recibieron ayuda directa de la familia,
tuvieron una mayor posibilidad de éxito de la empresa. Al respec-
to, María Gutiérrez una empresaria originaria del municipio de
Apetatitlán de Antonio Carvajal, comenta:

... mi familia siempre me apoyó, ellos también se dedicaban


a lo mismo... yo ya le conocía a donde comprar y eso..., de
21
Para el desarrollo local, la descentralización constituye una herramienta indispensa-
ble dado que otorga competencias, recursos y responsabilidades de las diferentes instancias
territoriales que permiten movilizar a los actores sociales para mejorar la base empresarial
innovadora (Alburquerque, 1999: 7,8).

212
hecho, pues cuando llegue a esta casa, que aquí vive mi espo-
so, ya ellos también tenían sus máquinas,... entonces le digo
¿Qué vamos a hacer?, ya lo sabemos hacer (el proceso produc-
tivo) adelante no fue tan difícil...22

El ingreso al sector empresarial por parte de las mujeres inclui-


das en el primer grupo fue menos difícil, ya que sus familiares y
ellas mismas se dedicaban a la actividad textil y de la confección,
habilidades que implicaron el aprovechamiento del capital huma-
no23 originado en el conocimiento del proceso productivo. Para
estas mujeres, sus parejas y la familia juega un papel importante en
el éxito o fracaso de la empresa no sólo porque en determinado
momento puede requerirse de su ayuda económica, sino porque la
familia contribuye a establecer relaciones con potenciales clien-
tes, trabajadores, distribuidores, etcétera. Un ejemplo es el caso de
la señora Carmela Castillo, microempresaria de Santa Ana Chiau-
tempan quien comenzó en el negocio, junto con su esposo, hace 40
años. La señora Castillo se queda en casa a cargo de la producción
mientras su esposo se encarga de la comercialización. De esta
forma, ella comenta:

Empezamos a trabajar casi desde que me fui con él (su esposo),


empezamos con (...) zurcidos, costura, chamarra o cotorinas
(...). Pues casi de por sí empezamos así a trabajar, con un telar-
cito de mano, de madera, yo y mi esposo, estábamos bastantes
pobres... él se iba y yo me quedaba en la casa a coser las cosas.

El esposo de la señora Castillo viajaba al Distrito Federal para


vender las prendas elaboradas por su esposa, así como cobijas que
compraba a otros artesanos del municipio. Desde entonces fue-
ron acumulando capital que les permitió comprar algunas maqui-
22
Entrevista realizada el 21 de abril de 2005 en el municipio de Apetatilán de An-
tonio Carvajal.
23
El capital humano es el conocimiento y las habilidades adquiridas que el individuo
lleva a una actividad, el cual está formado concientemente por medio de la educación e
inconcientemente a través de la experiencia (Ostrom, 2003: 170). A su vez, el capital huma-
no incluye todas aquellas acciones que se llevan a cabo de manera cotidiana y que muchas
no son percibidas, pero que a la larga tendrán efectos benéficos para el sujeto.

213
nas y producir el hilo que en un inicio compraban. En la actuali-
dad la señora Castillo no se encuentra involucrada de manera
directa en el proceso de producción, ya que su hijo se encarga de
ello, pero se dedica a atender la tienda en donde venden el hilo
a otros productores. Cabe mencionar que tres de los cinco hijos
de la señora Castillo se dedican actualmente a la fabricación de
hilo regenerado, además de colchas y cobertores. Uno de ellos, es
un importante empresario textil de Ixcotla, un municipio aledaño
a Santa Ana Chiautempan.
Este primer grupo de empresarias que contaron con ayuda fami-
liar, mencionaron que su ingreso al sector empresarial fue relativa-
mente fácil ya que sabían cómo hacer las cosas y, aunque empezaron
la mayoría de ellas con pocas máquinas, muchas en malas condicio-
nes, aumentaron su maquinaria con el paso del tiempo. El aprovecha-
miento del capital social, histórica y territorialmente constituido, fue
decisivo para la apertura y la consolidación de estas microempresas.
El segundo grupo de mujeres que decidieron emprender un
negocio y que no contaron con ayuda familiar, tenían un contacto
clave relacionado con el negocio textil. Las redes sociales nuevamen-
te jugaron un papel importante como menciona la señora Carmen
Rodríguez empresaria de Santa Ana Chiautempan.

.. .yo tengo un tío que trabajaba de administrador de una fabri-


ca textil en San Pablo Apetatitlán, era el administrador, enton-
ces los de la fábrica vinieron a buscar una persona que quisiera
poner un pequeño taller... entonces mi tío sabiendo que yo
tenía necesidad de trabajar, soy viuda y mis hijos estaban chi-
quitos, entonces me dijo ¿oye no quieres trabajar en esto?...
comencé con dos máquinas, luego cuatro, luego así, así les fui-
mos subiendo, pero gracias a mi tío que fue el que me conecto
con estas personas.24

Lo que observamos en ambas circunstancias, en las microem-


presarias que recibieron ayuda de su familia y las que no la reci-
24
Entrevista realizada el 20 de abril del 2005 en Santa Ana Chiautempan.

214
bieron, es que en cada caso existió la presencia de capital y redes
sociales, que les permitieron, con el paso del tiempo, consolidarse.
Por otra parte, de acuerdo con los testimonios de las entrevista-
das, las principales dificultades que enfrentan para la superviven-
cia de sus microempresas, son las limitaciones económicas, aunada
a otros elementos como: a) la falta de regulación y protección del
mercado local de los textiles, sobre todo ante los productos de
procedencia asiática, que se suman a la competencia local, y b) el
difícil acceso a los programas de financiamiento para las pequeñas
empresas.25
Es importante mencionar que la entrada de mercancías de ori-
gen asiático en el mercado nacional y local, fue un tema recurrente
que mencionaron nuestros(as) entrevistados(as), como un elemen-
to que cada día más, está dificultando la producción textil de la
zona. Los microempresarios(as) están concientes de que no pueden
competir de manera directa con los precios y las características de
las mercancías asiáticas. En este sentido la señora María Gutiérrez,
mencionó lo siguiente:
.. .entonces, llega la competencia que es lo más grave, los chinos.
Cuando ellos empiezan sobre el TLC, empezamos a sentir pasos,
pasos y pasos, hasta llegar a la conclusión de que ya no podía-
mos competir con ellos. Número uno, las telas, las telas son muy
atractivas (...), principalmente los colores, las lycras, los elásti-
cos, el brassier...todo viene (...) en un solo tono (...) no sabe-
mos cómo lo logran, cómo lo llegan a hacer.

Si bien hoy día la situación económica no es la más favorable


para emprender un negocio, las mujeres han organizado nuevas
formas de diversificar, no sólo su producción y sus lugares de comer-
cio y distribución sino también se han interesado por realizar otras
actividades diferentes a la producción de textiles y a la confección
25
Observamos que los programas de crédito, participación en exposiciones de produc-
tos y distribución de los mismos, no se adecuan a las condiciones de producción predomi-
nantes en el municipio ya que están enfocados a medianas y grandes empresas. Por lo tanto,
no son accesibles a las micro y pequeñas empresas, establecimientos que predominan en los
municipios estudiados.

215
con la finalidad de obtener mayores beneficios económicos. Ejem-
plo de ello son los proyectos productivos que se están desarro-
llando en el municipio de Apetatitlán, con el objetivo de cultivar
y comerciar la orquídea; y la formación de redes de mujeres,
compuestas en general por microempresarias, organizadas para
realizar actividades en conjunto con el municipio y exponer a las
autoridades locales las necesidades de la comunidad, además de
enterarse de la existencia de nuevos programas e instituciones
de apoyo a la mujer.
Con respecto a la diversificación de productos, encontramos
que existe una gran capacidad de adaptación e incluso innovación
en los artículos que producen, por ejemplo, una de las entrevista-
das que en un inicio tenía una microempresa dedicada a la confec-
ción de brassier (prenda que necesita más de 10 materias primas
para su elaboración) actualmente se dedica a confeccionar otras pren-
das menos elaboradas, tales como; truzas, pantaletas, playeras, pija-
mas que permiten obtener un ingreso que no depende únicamente
de la venta de un solo producto.
Por otra parte, encontramos que a medida que la situación eco-
nómica se agudiza, las redes sociales, en lugar de debilitarse se
vuelven relativamente más fuertes reforzando los lazos de coope-
ración con otros empresarios(as). Por ejemplo, ante la escasez de
capital para la adquisición de los insumos, algunas empresarias
mencionan que la opción que encontraron para terminar la fabri-
cación de los productos era intercambiar materia prima. Anterior-
mente, no había la necesidad de pedir prestado material para sacar
un pedido o elaborar productos, pero ahora que sí han necesitado
la ayuda de otros empresarios la obtienen y la ofrecen recíproca-
mente. La señora María Gutiérrez, menciona lo siguiente:

.. .andamos consiguiendo ahorita material, por ejemplo, si yo


tengo material y tengo que sacar una prenda les pregunto
¿oye tienen esto?, sí yo tengo... ¿cambiamos?, ¿a ti que te
hace falta?, no pues mira yo tengo estos tonos, ¿cambia-
mos? .... entonces ahorita nos estamos ayudando de esa for-
ma, el chiste es sacar el producto...

216
En este municipio relativamente pequeño, las personas toda-
vía se conocen bastante bien entre sí, situación que ha permitido
generar relaciones de cooperación entre las microempresarias, las
cuales no sólo se preocupan por ellas sino por sus vecinas, amigas(os)
y familiares. De esta manera, las empresarias están contribuyendo
a la revitalización del capital social por medio de las relaciones de
cooperación y confianza establecidas no sólo entre sus familiares
y amigos, sino también entre productores afines, aspecto que per-
mite enriquecer el capital social de sus comunidades.
A comparación de lo que analizaremos en el municipio de Santa
Ana, en el municipio de Apetatitlán existe un mayor interés por
participar en los asuntos del gobierno local. En este sentido, lo que
se aprecia es una relación más cercana con los responsables del
gobierno local, quizás debido en gran parte al carácter rural del muni-
cipio. Existe una mayor participación de las mujeres en los asuntos
políticos fungiendo, algunas de ellas, como coordinadoras de fidei-
comisos para los adultos mayores, proyectos productivos de vivienda,
casa y cultivo. Otra forma de participación política en el munici-
pio tiene que ver con las llamadas redes de mujeres, cuya finalidad es
la de incitar a las mujeres a participar "juntar fuerzas" para enterar-
se de nuevos programas e instituciones de apoyo a la mujer, entre
las que se encuentra la casa de la mujer maltratada.
Las mujeres empresarias que entrevistamos tienen un mayor
interés en establecer relaciones con los poderes locales, ya que son
ellos quienes tienen la posibilidad de formular políticas y programas
en su beneficio. De hecho en las elecciones pasadas promovieron
campañas de apoyo condicionando su participación a cambio de
los mencionados proyectos productivos.
El caso de los(as) microempresarios(as) de Santa Ana Chiau-
tempan es diferente al de Apetatitlán. En Chiautempan las rela-
ciones de cooperación y confianza no son las mejores, dado que
existe una elevada valoración de autosuficiencia entre los(as) em-
presarios(as) originada, precisamente, por su habilidad para el ma-
nejo de los procesos de producción y su relevancia en la producción
textil estatal y nacional. La autosuficiencia limita hasta cierto
punto las redes de cooperación con otros empresarios (as) (debido
a una mayor competencia entre ellos(as)) y con el gobierno local.

217
En este sentido, el señor Carlos García empresario textil de Santa
Ana Chiautempan comenta: "Aquí cada quien vemos por nuestro
propio bien, si nos juntamos y hablamos de lo que pasa, pero
nada de ponerse de acuerdo para llevar a cabo un mejor programa
de alguna cosa o solucionar los problemas que hay a nivel nacio-
nal de nuestra industria..."
Podemos decir, que si bien la situación es un tanto diferente
entre las emprendedoras de Santa Ana Chiautempan y Apetati-
tlán en cuanto a su relación con otros empresarios(as) y con el
gobierno local, la distribución del tiempo y la administración de los
espacios de trabajo (público y privado) conllevan a las mismas difi-
cultades y retos para la combinación de las actividades productivas
de la empresa y las actividades reproductivas de la esfera doméstica.
Entre las principales dificultades que nuestras entrevistadas
mencionaron para la administración de su tiempo y actividades,
encontramos las siguientes: a) el manejo del tiempo, que es forzo-
samente distribuido entre el hogar y la empresa, limitando de cierta
forma la dedicación exclusiva al desarrollo de esta última, b) la
inversión y manutención tanto del hogar como de la empresa, en
donde no se establece una clara distinción entre las responsabilida-
des, preocupaciones y gastos del hogar y los de la empresa, y final-
mente, c) la dificultad para acceder a los créditos de los bancos y
al financiamiento otorgado por las instancias de gobierno para el
apoyo a las microempresas.
A pesar de estas dificultades, observamos que las mujeres em-
prendedoras en estos municipios han sabido adaptarse a las limi-
taciones y a los cambios socioeconómicos que han experimentado
sus localidades. Uno de los cambios más importantes en los últi-
mos tres años, tanto en Santa Ana Chiautempan como en Apeta-
titlán de Antonio Carvajal, es la paulatina terciarización de la eco-
nomía. Más recientemente, la economía local ha dejado de apoyarse
principalmente en la fabricación de textiles como lo había hecho
desde la poca prehispánica, caracterizándose por la fabricación y
comercialización directa de sus productos. Hoy día, en gran parte
por las crisis económicas y la falta de protección del mercado textil
ante los productos de procedencia asiática, los(as) empresarios(as)

218
locales se han visto en la necesidad de ser únicamente intermediarios
de productos que no necesariamente fabrican. Esto se puede explicar,
debido a que: a) la materia prima y su transformación en ocasiones
sale más cara que comprar los productos terminados, y b) el riesgo
financiero es menor ya que no adquieren las mismas deudas con los
fabricantes que con los distribuidores de materias primas.
El cambio paulatino que está viviendo Santa Ana Chiautem-
pan mediante la terciarización de su economía, se expresa con la
creciente apertura de nuevos hoteles, centros de recreación y
plazas comerciales. El comercio es percibido de manera general por
los diversos actores de los municipios como una opción menos ries-
gosa para mantenerse en el mercado. Lo que se vive es un cambio
en la organización de la producción -del predominio de las activi-
dades manufactureras al cambio de actividades del sector tercia-
rio- que si bien no colapsa al mercado local sí perjudica a los micro-
productores que no logran hacer este cambio de manera rápida. Con
esto, no se quiere decir que no exista la posibilidad de un equili-
brio entre productores y comerciantes en el ámbito local, más bien
se está generando una nueva forma de interrelación entre la pro-
ducción y comercio que, en este momento, limita la formación de
cadenas de producción y comercialización entre los actores locales
que participan en la industria textil.
Ante este nuevo escenario las mujeres y hombres empresa-
rios(as) emprendedores(as) están integrándose a los cambios. Una
de las estrategias de los productores(as) de Chiautempan y Ape-
tatitlán es el establecimiento de un comercio o local en el mismo
lugar donde tienen su empresa o taller; si bien esto no es nuevo,
la diferencia es que ahora no sólo ofertan sus productos, también
venden mercancía terminada por otros pequeños productores de
pueblos cercanos como en el caso de Contla, un pueblo pertenecien-
te también al estado de Tlaxcala, que se caracteriza en la actua-
lidad por mantener una producción de carácter todavía artesanal.
Las redes que establecen con otros pequeños empresarios(as) es lo
que todavía mantiene la actividad económica de los municipios estu-
diados, pues les permite comprar mercancía a un menor precio y
revitalizar así la economía de sus localidades.

219
Así, las microempresarias juegan un importante papel en el espa-
cio local, en la medida en que a) contribuyen a la economía local
mediante el mantenimiento y creación de empleos, y b) continúan
fortaleciendo el capital social y las redes de cooperación entre los
actores sociales locales. El "empoderamiento" de las empresarias,
en este sentido, rebasa el papel único de gestora social, transformán-
dose en un agente importante de desarrollo.

CONSIDERACIONES FINALES

Los DEBATES más recientes en las ciencias sociales reconocen la


necesidad de incorporar el elemento territorial como factor deter-
minante de la interrelación entre las múltiples instancias que
conforman lo social. La visión del espacio como construcción social
permite la constitución de una visión transdiciplinaria que se opo-
ne a una visión unilineal del desarrollo, atada y dependiente de la
economía y favorece el abordaje de un objeto de estudio comple-
jo como el desarrollo local entendido como el estudio de las prác-
ticas sociales que expresan su diversidad sociocultural en una gran
variedad de espacios social e históricamente constituidos.
En este sentido, el enfoque de género en el desarrollo local, enri-
quece el estudio de una realidad cada vez más heterogénea en
donde los actores, hombres y mujeres de las localidades de estudio,
enfrentan de manera interrelacionada, diversas dificultades para
mejorar sus condiciones de vida. Desde esta perspectiva, los indi-
viduos no son entes aislados sino más bien, forman parte de una
colectividad en donde las relaciones familiares, de amistad y de iden-
tidad territorial contribuyen para conformar estrategias colectivas
de organización de la vida de las sociedades locales.
En el caso de los municipios de Santa Ana Chiautempan y
Apetatitlán observamos que las actividades y participación por par-
te de las mujeres se ha incrementado en las últimas décadas debido,
por una parte, a la creciente necesidad de incorporar a las muje-
res en las actividades económicas de las localidades y a un cambio
paulatino de las actividades económicas del espacio local. En este
sentido el reconocimiento de los actores que impulsan el desarro-

220
llo local, como el caso de las mujeres emprendedoras en los mu-
nicipios, se vuelve determinante.
Finalmente es necesario comentar que a pesar de que el en-
foque de desarrollo local inició desde la década de los ochenta,
en nuestro país son pocos los estudios que se han elaborado en
torno a la importancia que tiene el capital social y su contribución
a la economía y calidad de vida del ámbito local. En este sentido es
necesario desarrollar un mayor número de investigaciones que privi-
legien las características socioculturales de los entornos locales
con la finalidad de instrumentar políticas públicas dirigidas a pro-
mover la cooperación y comunicación entre los agentes locales. De
acuerdo con lo anterior, es necesario incorporar el estudio de la par-
ticipación y organización de las mujeres, como importantes actrices
de la definición del presente y futuro de sus sociedades locales.

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224
DENISE SOARES

Transferencia tecnológica y participación femenina:


un gran reto para el desarrollo rural

INTRODUCCIÓN

E N LAS ÚLTIMAS décadas los problemas ambientales se han con-


vertido en un tema de interés mundial, tanto para los organis-
mos internacionales como para los gubernamentales y no guber-
namentales. Dicho interés se debe, en gran medida, a que pese a
las diversas acciones que se han implementado para revertir las
tendencias de deterioro de los recursos naturales, la degradación
ambiental en todas sus manifestaciones sigue a un ritmo acelerado,
lo que denota que las estrategias encaminadas a la rehabilitación
ambiental no sólo han sido insuficientes, sino que generalmente se
han dado de forma desarticulada con respecto a las necesidades
sentidas de la población (Toledo, 2000).
Uno de los factores relevantes para la conformación de la proble-
mática ambiental en México es el uso y manejo del agua. De hecho
las reservas de agua dulce del país están bajo presiones crecientes.
Por un lado el crecimiento acelerado de la población y el incremen-
to de la actividad económica promueven una creciente competencia
y demanda de agua; por el otro una combinación de carencia de
programas de mitigación de la pobreza, inequidad social y margi-
nalidad económica obligan a los grupos sociales marginados a rea-
lizar una utilización insustentable de sus recursos naturales, situa-
ción que muy frecuentemente acarrea impactos negativos sobre
el agua (GWP, 2000; Siles y Soares, 2003).
De esa manera, al referirse a los recursos hídricos, cada vez con
mayor frecuencia, se plantea un tema urgente y actual: la crisis
del agua. Se trata de una crisis de gestión de los recursos hídricos,

225
cuyas consecuencias más dramáticas se expresan a través de un
creciente deterioro de las condiciones de vida de las poblaciones
marginadas, quienes padecen las enfermedades relacionadas con
la escasez y mala calidad del agua y tienen que caminar horas para
abastecerse del vital líquido. Un elemento crucial a destacar con
relación a la problemática de los recursos hídricos es su dimensión
sociopolítica, económica y cultural, dado que se suele sobredimen-
sionar su ámbito tecnológico o físico natural. En ese sentido la
cuestión clave reside en la equidad en el acceso al agua, dado que,
no obstante los avances tecnológicos en los campos de la ingenie-
ría hidráulica o la biotecnología aplicada al tratamiento de agua
para consumo doméstico, un elevado porcentaje de habitantes a nivel
nacional sigue padeciendo de la falta de acceso al agua segura, es
decir, no logra siquiera el mínimo necesario para sostener condicio-
nes de vida dignas, inclusive en regiones que cuentan con canti-
dades suficientes de agua. De ahí se puede concluir que las desi-
gualdades sociales siguen constituyendo un factor determinante de
la vulnerabilidad e incertidumbre que enfrentan los grupos socia-
les en su articulación con el agua (Castro et al, 2004).
Tratándose de la población indígena de México, de acuerdo con
la información sobre condiciones de sus viviendas, se tienen es-
timaciones de que en 268 municipios, de 18 entidades federativas,
más de la mitad de las viviendas no cuentan con el servicio de abas-
tecimiento de agua, es decir, su forma de aprovisionamiento de
agua para consumo humano es por acarreo desde pozos, manantia-
les, arroyos o tomas de agua públicas. Además, estas fuentes están
expuestas a la contaminación por microorganismos, por control
inadecuado de excretas humanas y de animales, lo que da como resul-
tado que sea un elemento importante en la incidencia de infeccio-
nes gastrointestinales de la población. En estos términos, son las
comunidades rurales, y en especial las indígenas, las más vulnera-
bles ante diversas enfermedades, principalmente aquellas asociadas
a la falta de acceso al agua en cantidad suficiente y calidad ade-
cuada, tales como: amebiasis, fiebre tifoidea, shigelosis, gastroenteri-
tis, hepatitis, cólera, enfermedades de la piel y otras (ONU, 2003;
González et al., 2003).

226
Otro de los factores de extrema relevancia para la conforma-
ción de la problemática ambiental en México es la utilización de la
leña como el combustible doméstico más importante. No obstante
a la creciente incorporación del gas a las cocinas rurales, tal hecho
no representa una sustitución de la leña y tampoco un ahorro sus-
tantivo de dicho combustible,1 sino el uso combinado de ambos,
debido a por lo menos, dos razones: a) la primera asociada a facto-
res económicos -la crisis financiera por la cual atraviesa el país
tiene repercusiones dramáticas en la economía doméstica campe-
sina, potenciando sus limitaciones monetarias para acceder al gas de
manera sistemática y regular, y b) la segunda por el arraigo cultural,
lo que convierte la leña en el combustible adecuado para la prepa-
ración de platillos tradicionales en las comunidades rurales. En las
percepciones de mujeres de diferentes estados de la República Mexi-
cana es recurrente el argumento de que la tortilla no "sabe bien"
hecha en estufas a gas (Fonseca, 2001).
El impacto de la utilización de la leña como biocombustible
puede ser analizado desde la perspectiva que se ubica en la esfera
social, afectando las condiciones de vida y trabajo, principalmen-
te de mujeres y niños. Se refleja en las largas jornadas de recolección
o corte de leña y en la incidencia de enfermedades ocasionadas
por la exposición constante al humo en la cocina, que van desde
molestias e irritación de ojos, hasta graves enfermedades en vías
respiratorias. Desde otra perspectiva, pero no menos importante,
se puede analizar el impacto del uso de leña como biocombustible
en términos ambientales. Su manifestación sólo es visible y tangi-
ble a mediano y largo plazos, a través de la degradación y pérdida
de bosques. La deforestación acelera los procesos de erosión de
los suelos, dificulta la recarga de acuíferos, propicia la disminu-
ción de los caudales de los arroyos y ríos, llegando en algunos
casos a desastres naturales, tales como periodos extraordinarios
de lluvias o huracanes (Paolisso y Ramírez, 2003).
1
Masera et. al. (1997), señalan que el uso combinado de leña y gas implica un ahorro
promedio de leña de aproximadamente 15 por ciento. En el mismo documento afirman que
los usuarios de leña y gas pueden llegar a presentar un incremento en sus gastos -derivado
de la adquisición de los combustibles- de hasta el 60 por ciento, en comparación a los
usuarios exclusivos de leña.

227
En el país, la búsqueda de alternativas orientadas a contrarres-
tar la problemática del agua y de los bosques, está inserta en las dis-
cusiones sobre el desarrollo, con un planteamiento orientado a la
necesidad de lograr mantener los sistemas naturales, sin amena-
zar la capacidad de crecimiento económico de las sociedades y el
bienestar de la mayoría de la población humana. Es decir, una cues-
tión central de la discusión, es el reconocimiento de que la proble-
mática ambiental se deriva de los estilos de desarrollo, por consi-
guiente, una elevada proporción de los procesos de degradación de la
base de recursos naturales son derivados de la intervención humana
en la naturaleza. De ahí la necesidad, reiteradamente subrayada, de
transformar las relaciones sociedades -naturalezas en aras de lograr
un cambio favorable en la relación desarrollo- ambiente (Velázquez,
2003; Foladori, 1999).
Otro planteamiento central del debate acerca de las alterna-
tivas orientadas a contrarrestar la problemática del agua y de los
bosques es la necesidad de involucrar activamente a los actores
sociales locales en el proceso, pues ello permite que las personas
vayan adquiriendo capacidades y habilidades, en el sentido de
proponer y decidir acerca del manejo que se pretende para su terri-
torio. Para ello es fundamental que los habitantes se apropien de los
conceptos, métodos e instrumentos utilizados, a fin de que pue-
dan replicarlos en otras ocasiones, lo que implica un compromiso de
capacitación. Sólo a partir de la consolidación de procesos partici-
pativos, intencionados hacia la autogestión comunitaria, se pue-
de pensar en propuestas de desarrollo local diseñadas por actores
sociales, en conformidad con sus costumbres, creencias, demandas,
prioridades y capacidades, las cuales, desde luego, tendrían mucho
más posibilidad de éxito que los proyectos tradicionales, elabora-
dos por los tecnócratas del desarrollo, con la racionalidad de la moder-
nidad (Cernea, 1997).
La investigación realizada en una comunidad del municipio de
Chamula, ubicado en los Altos de Chiapas, trata de buscar alterna-
tivas para la transformación de las condiciones socioambientales
existentes en la zona, hacia la búsqueda de escenarios de mayor sus-

228
tentabilidad. Sus objetivos están orientados a, por un lado, entender
la dinámica socioambiental que se teje alrededor de los recursos
hídricos y forestales en la comunidad y, por el otro, promover la uti-
lización de dos alternativas tecnológicas encaminadas a mejorar
las condiciones de vida de las familias rurales: cajas de desinfección
solar del agua y estufas ahorradoras de leña, investigando los
procesos técnicos, culturales y socioeconómicos que condicionan
su aceptación y utilización por parte de las unidades domésticas
locales.

LA REGIÓN DE ESTUDIO

EL ESPACIO geográfico en donde se desarrollan los procesos socioam-


bientales que queremos analizar comprende los Altos de Chiapas,
localizados en el estado de Chiapas, entre los 16 y los 17 grados de
latitud norte (Alemán Santillán, 1998). El estado de Chiapas está
clasificado por el Consejo Nacional de Población (Conapo) como la
entidad de la Federación dé mayor marginación a nivel nacional.
De hecho durante la década de los años noventa el porcentaje de
municipios del estado ubicados en la categoría de "muy alta mar-
ginación" se ha incrementado en un 7 por ciento, pasando de 22 por
ciento en 1990 a 29 por ciento en 2000; mientras que los munici-
pios que presentaban "muy baja marginación" retrocedieron del
10 al 6 por ciento, es decir, en 1990 habían 11 municipios en esta
categoría y en 2000 apenas seis. Una posible explicación para la
reducción de la población de "muy baja marginación" puede deber-
se al proceso creciente de inmigración, con el consecuente engra-
samiento de los cinturones de miseria de los principales polos pobla-
cionales del estado. En lo tocante a la marginación de los
municipios de los Altos de Chiapas, éstos presentan los índices
más altos del estado. De hecho, de los 119 municipios existentes
en la entidad, los Altos ocupan índices de marginación tan alarman-
tes como el lugar 106 de Chamula. Dichas cifras son todavía
más impactantes si tomamos en cuenta que Chiapas es el estado
de mayor índice de marginación de la República Mexicana. Des-

229
de esta perspectiva, Chamula es uno de los municipios más margi-
nados de todo el país (INEGI, 2000; Conapo, Sedesol, 2000).
Con relación al acceso a los servicios, se observa que los Altos
de Chiapas presenta un gran rezago, ya sea en términos de alfabe-
tización o existencia de agua, drenaje o electricidad en las vivien-
das. La electricidad es el servicio más accesible para las viviendas,
mientras que el drenaje es el que menor distribución presenta. La
utilización de la leña como biocombustible es superior a los 85 por
ciento en todos los municipios de la región, alcanzando el 97.05
por ciento en Chamula, municipio al cual pertenece la comunidad
de Pozuelos, en donde se realizó la experiencia de la transferencia
tecnológica de cajas de desinfección solar del agua y estufas ahorra-
doras de leña (INEGI, 2000).
Una vez brindado, en términos generales, el panorama de la
región, nos adentraremos a las particularidades de la comunidad en
donde se desarrolló el proceso de transferencia tecnológica. La comu-
nidad de Pozuelos está localizada en el municipio de Chamula, a
una distancia de aproximadamente 15 kilómetros de la ciudad de
San Cristóbal de las Casas,2 por carretera pavimentada. Cuenta con
una población de 112 familias, todas de origen tzotzil, con una gran
presencia de monolinguismo, principalmente en las mujeres y per-
sonas adultas mayores. La principal actividad económica de la
comunidad es el trabajo asalariado de los hombres en la ciudad de
San Cristóbal, quienes se emplean principalmente en actividades
relacionadas a la albañilería. Otra fuente de ingresos para las uni-
dades domésticas locales se debe a la migración. Los hombres adultos
migran principalmente hacia Tabasco, Quintana Roo y Campeche,3
en donde se dedican a trabajar como paleteros, en taquerías, ven-
diendo dulces, entre otras actividades de la rama comercial. La
migración se constituye como una actividad eminentemente mascu-
lina y temporal. También se da, en menor proporción, la migración
hacia los Estados Unidos y otros estados del país.

2
La ciudad de San Cristóbal de las Casas es el polo económico más importante de la
región de los Altos de Chiapas.
3
También se da, en menor proporción, la migración hacia Estados Unidos y otros es-
tados del país.

230
Asimismo los habitantes locales realizan actividades agrícolas,
sembrando maíz, frijol y calabaza, además de dedicarse a la crianza
de borregos, cuya lana les proporciona vestimentas. La agricultura
y ganadería de traspatio, desarrollada básicamente por las muje-
res, es diversificada, con producción de manzana, durazno, ciruela,
pera y diversas variedades de flores, así como pollos y guajolotes.
Básicamente toda la producción, tanto vegetal como animal, se
destina al autoconsumo, sin embargo, ocasionalmente posibilita
la entrada de recursos económicos a la unidad doméstica, por la
venta de excedentes de producción. En lo que se refiere a la parti-
cipación ciudadana, la comunidad cuenta con organizaciones de
productoras campesinas, padres y madres de familia, patronato
de agua potable y comité de salud. Desde la fundación de la loca-
lidad las mujeres no han ocupado puestos de directiva en las orga-
nizaciones comunitarias, con excepción de la organización de
productoras campesinas, la cual está constituida sólo por mujeres.
Dicha organización se gesta a partir de iniciativa de la Asociación
Civil de Desarrollo "Probatura Chiapas", con el objetivo de reali-
zar crianza de animales de traspatio y labores de conservación de
suelos. En la actualidad dicho grupo de mujeres se constituye en el
beneficiario de las tecnologías propuestas, así como son las acto-
ras con las cuales se desarrollaron las entrevistas y talleres de
esta investigación.

LA PROMOCIÓN TECNOLÓGICA

LA PROMOCIÓN de las tecnologías de estufas ahorradoras de leña y


cajas de desinfección solar del agua en Pozuelos responden a la
intención de atacar algunas necesidades de las mujeres de carácter
práctico,4 toda vez que dichas tecnologías están dirigidas a redu-
4
Al referirnos a las necesidades prácticas de género estamos aludiendo al cumplimiento
de los roles asignados por la división sexual del trabajo. De esa manera, las necesidades
prácticas se relacionan con la condición de las mujeres: pobreza, salud, vivienda, servicios bási-
cos, educación, etcétera y a Jas necesidades estratégicas que aluden a la posición social y
económica de las mujeres respecto a los hombres, tratándose pues, de ámbitos estructurales.
Así, la satisfacción de las necesidades estratégicas demandan un análisis de los factores que
promueven la subordinación de las mujeres y el planteamiento de alternativas para superar

231
cir la carga de trabajo de las mujeres e incrementar su disponibi-
lidad de tiempo para dedicarse a otras actividades; así como incre-
mentar la salud familiar. De hecho, las estufas ahorradoras de leña
tienen un impacto positivo en el cotidiano de las mujeres desde dos
perspectivas: la primera se relaciona al trabajo y la segunda a la salud,
dado que, por un lado contribuyen a disminuir el tiempo dedicado al
abasto del biocombustible, en la medida en que ahorran en prome-
dio el 40 por ciento del volumen de leña requerido para la prepa-
ración de los alimentos; y por el otro mejoran las condiciones de
salud, toda vez que el dispositivo cuenta con una chimenea que per-
mite expulsar el humo del interior del espacio doméstico (Tehuitzil,
2003).
Las cajas de desinfección solar del agua están relacionadas con
el mejoramiento de la calidad del agua para tomar, toda vez que
matan o inactivan las bacterias causantes de una serie de enferme-
dades gastrointestinales, entre ellas el cólera y por ello, al igual que
las estufas ahorradoras de leña, también contribuyen al mejora-
miento de la salud familiar. El impacto positivo de ambas tecno-
logías en las condiciones de vida de las mujeres es directo, dado que
inciden en el ámbito reproductivo de las unidades domésticas, ya
sea en actividades de abasto de los recursos naturales, preparación
de alimentos o cuidado de la salud familiar, espacio en el cual las
mujeres sonlasprincipalesresponsables (http://Hábitat.aq.upm.es/
dubai/02/lep041.html).
Antes de proponer las alternativas tecnológicas de las cajas
de desinfección solar del agua y estufas ahorradoras de leña en la
comunidad, se trató de conocer las percepciones comunitarias en
cuanto a la calidad del agua para consumo doméstico y su relación
con la salud; así como las estrategias de abasto de leña, el impac-
to en la salud, derivado del uso del biocombustible al interior de las
unidades domésticas y el interés de las personas en conocer y cons-
truir en sus casas las cajas de desinfección solar del agua y las
estufas ahorradoras de leña. Ello como una estrategia para promo-

las, tales como la eliminación de la discriminación, adopción de medidas contra la violencia


familiar, abolición de la división sexual del trabajo, entre otras (Aguilar et al, 1999).

232
ver una reflexión al respecto y a la par ir generando una demanda
de las tecnologías por parte de los usuarios de los recursos agua
y leña, dado que partimos de la premisa de que la aceptación del
cambio está fuertemente condicionada por las necesidades senti-
das. En este sentido se diseñó una entrevista y se aplicó a 31 fami-
lias, del total de 112 de la comunidad, a fin de conocer las percep-
ciones sociales. La selección de las 31 familias fue con el criterio
organizativo, es decir, todas hacen parte de un grupo que coordi-
na la Asociación Civil de Desarrollo Pronatura Chiapas,5 organi-
zación con la cual se estableció una alianza, no sólo para facilitar la
entrada a la comunidad, sino para dar el seguimiento a las accio-
nes y funcionar como agente multiplicador de la experiencia en la
región de los Altos de Chiapas, en donde la asociación cuenta con
trabajos en otras comunidades y municipios.
Al tratarse de la percepción de las entrevistadas sobre la cali-
dad del agua para consumo doméstico, existe una percepción
generalizada de que el agua contaminada puede provocar enfer-
medades, principalmente gastrointestinales, tales como el cólera
y diarreas. Asimismo, una cantidad pequeña, pero significativa de
entrevistadas, afirmó no saber cuáles consecuencias puede traer
a la salud consumir el agua de mala calidad y un número aún más
reducido de personas afirmó que no existe relación entre el agua
contaminada y la salud. Las mujeres que establecen la relación
entre el agua y las condiciones de salud, expresaron que los inte-
grantes de las familias que están más vulnerables a las enferme-
dades gastrointestinales derivados del hecho de utilizar agua no
apta para consumo humano son los infantes y ancianos, añadiendo
que no suelen buscar a médicos para el tratamiento de diarreas, por
no considerarlas una enfermedad, sino más bien se curan en sus
propias casas, con algunos tés o sencillamente descanso. Dichos
datos vienen a corroborar los comentarios del doctor de la clínica
del IMSS ubicada en una comunidad cercana a Pozuelos -Sanctzu-,
quien afirma que tan sólo el 10 por ciento de los enfermos con
diarrea acuden a la clínica y por ello sus estadísticas subvaloran
5
Todas las entrevistadas son mujeres, dado que la organización trabaja con un grupo de
mujeres en la localidad, quienes participan en procesos de conservación de suelos.

233
el problema, que es crónico y crítico en las comunidades indígenas
rurales de Chiapas, toda vez que, aunado a la contaminación del
agua, está el manejo inadecuado de las excretas y la deficiente
higiene personal, factores que coadyuvan en el desarrollo de las
enfermedades gastrointestinales. Cabe resaltar que la relación
agua-enfermedades presenta una faceta dramática en muchos
países del planeta, dado que, como lo plantea Bifani (2003), alre-
dedor del 80 por ciento de las enfermedades a nivel mundial en
esta década, son debido a problemas de abastecimiento de agua
y a la ineficiencia en los servicios de saneamiento.
A pesar de que gran parte de las mujeres entrevistadas perciban
la relación entre agua contaminada y diarrea, no necesariamente
utilizan algún método para la desinfección del agua que toma sus
familias, con el argumento de que la fuente está limpia y prote-
gida, de tal suerte que el líquido que les llega también tiene una
buena calidad. Los datos encontrados refuerzan los planteamien-
tos de De La Roca (2001), quien afirma que en comunidades del
estado de Morelos, las mujeres no realizan ningún tratamiento al
agua para consumo doméstico, a pesar de hacer la relación entre
salud y agua contaminada con patógenos. Por otro lado, una gran
cantidad de mujeres maneja el discurso de que hierve el agua antes
de tomarla, aunque no lo haga en la práctica, ello como una estra-
tegia frente a las autoridades locales de salud, quienes condicionan
el pago del Programa Oportunidades6 a las personas que cumplan
con sus lineamientos de conductas de higiene, entre ellas hei-vir el
agua para consumo doméstico.
Es de extrema relevancia consolidar una percepción social, en la
comunidad, acerca de la relación intrínseca entre conductas de hi-
giene y salud, considerando como conductas de higiene el lavado de
las manos después de ir al baño y antes de comer, la limpieza siste-
mática de los recipientes de almacenado del agua, el uso de letrinas
y controlar otros factores que pueden contaminar el agua para con-
sumo humano. Ello implica la necesidad de realizar esfuerzos por
6
El Programa Oportunidades es del gobierno federal y brinda recursos económicos a
las mujeres de bajos recursos de comunidades marginadas. El monto pagado es en función
del número de hijos en edad escolar.

234
promover, de manera sistemática, consistente y eficaz, una estra-
tegia de educación ambiental relacionando el agua a prácticas de
higiene, al control y manejo de la contaminación provocada por el
fecalismo al aire libre y a la atención primaria a la salud, con res-
ponsabilidades compartidas entre autoridades y actores sociales
locales (Sánchez Pérez et al., 2000; Cinara, 2004).
Con relación a la leña, la práctica más usual para su obtención,
es la recolección por algunos de los miembros de la familia, princi-
palmente las mujeres, acompañadas por sus hijos e hijas. En oca-
siones en las cuales los maridos no salen de manera permanente de
la comunidad, a fin de emplearse en ciudades cercanas, ellos tam-
bién acompañan a sus esposas, participando principalmente en las
tareas de corte de los árboles, mientras que el acarreo sigue siendo
responsabilidad de las mujeres. De cualquier manera, es reducido el
porcentaje de hombres que participan activamente en el proceso de
obtención de leña. En lo que se refiere a la utilización de la leña como
único combustible o de manera alternada con el gas, las entrevis-
tadas apuntan que la leña constituye el combustible empleado de
manera intensiva y como única fuente de energía por la gran parte
de los hogares y de forma combinada con el gas por solamente una
familia. Los datos encontrados en Pozuelos ratifican lo expresado
por Bifani (2003), quien asevera que la leña es el combustible más
empleado no sólo en comunidades rurales de muchos países, sino
en zonas urbanas marginadas. Existe una correlación entre el nivel
socioeconómico de las familias y el tipo de combustible consumido.
Las familias con menor nivel socioeconómico corresponden a usua-
rios exclusivamente de leña y la única familia que combina la leña
y el gas es la de mayor nivel económico de la comunidad.
En lo tocante al impacto en la salud, derivado del hecho de coci-
nar con fogones tradicionales, se encontró que las mujeres e infantes
están mucho más expuestos a desarrollar enfermedades ocasiona-
das por la exposición constante al humo en la cocina, que van desde
molestias, irritación de ojos y quemaduras en las manos hasta graves
enfermedades en vías respiratorias. Los resultados de las entrevis-
tas confirman la tesis de Paolisso y Ramírez (2003), quienes afirman
que los niños están expuestos al humo desde muy temprana edad

235
y posteriormente cargan con la responsabilidad de proveer de
leña a la casa, actividad que exige largas jornadas diarias y limita
su asistencia a la escuela. De hecho, en la comunidad, los niños y
niñas pequeños se mantienen en los rebozos colgados de las espal-
das de sus mamás mientras ellas preparan la comida y, a partir de
los seis años de edad ya tienen la obligación de acompañar a sus
mamás al leñado, actividad que desarrollan al regreso de la escuela
y que cuenta con la misma prioridad que la propia alfabetización.
Posteriormente al desarrollo de las entrevistas, el cual dio cabida
a un proceso de reflexión con los actores sociales locales, acerca
de las principales dificultades que enfrentan al consumir el agua
contaminada y cocinar en las estufas tradicionales, así como las opor-
tunidades que brindan las alternativas tecnológicas de las cajas de
desinfección solar del agua y las estufas ahorradoras de leña, se dio
inicio al proceso de transferencia tecnológica propiamente dicho.
Para el primer momento del proceso de promoción de las tecnolo-
gías en la comunidad, se realizaron una serie de talleres,7 los cuales
estuvieron divididos en dos momentos: uno teórico, con la exposi-
ción de un vídeo que aborda la relación salud-enfermedad, cargas
de trabajo y propósitos de ambas tecnologías; y el otro momento de
los talleres fue de índole práctica, con la construcción de dichas
alternativas en los hogares interesados,8 con carácter demostrativo.
En el desarrollo de los talleres de construcción de las tecnolo-
gías se detectó las personas con mayor compromiso y poder de con-
vocatoria local, para que asumieran la coordinación de las cons-
7
Todos los talleres de construcción de estufas ahorradoras de leña y cajas de desinfec-
ción solar del agua estuvieron coordinados por Ornar Fonseca -investigador del IMTA, res-
ponsable del programa de estufas ahorradoras en dicha institución.
8
Se optó por desarrollar el proceso de construcción de las tecnologías compartiendo
gastos entre el IMTA y la comunidad. De esa manera, mientras el IMTA brinda a las familias
locales la plancha, dos tubos y un codo para la construcción de las estufas, además de la
capacitación y asesoría; las familias deben poner la construcción de una base sobre la cual se
apoya la estufa, arena, barro, un tubo o más (en función de la altura de la cocina) y su traba-
jo. De esa manera la selección de las primeras familias beneficiadas con el dispositivo se dio con
base en su propio interés, es decir, se construyó las estufas en los hogares que tuvieron pri-
mero los materiales necesarios. Con relación a las cajas de desinfección solar del agua, mien-
tras el IMTA brinda la madera y papel aluminio, las familias ponen las botellas de plástico y
se comprometen a proporcionar los materiales requeridos para su buena manutención, dado que
el papel aluminio se rompe con facilidad y es necesario cambiarlo sistemáticamente.

236
trucciones posteriores y se pudiera poco a poco ir pasándoles las
responsabilidades relativas a la promoción. Para llevar a cabo ese
objetivo se dejó en la comunidad un molde de los modelos de estufa
y de caja solar propuestos, a fin de facilitar y conducir su elabo-
ración, evitando de esta manera, posibles errores en la construcción,
lo que puede conducir a la reducción de su eficiencia. Asimismo, la
función más relevante de la permanencia del molde en la comu-
nidad, es garantizar y fortalecer el proceso de apropiación local de
las tecnologías.
La transferencia tecnológica tiene dos momentos extremamente
importantes: el primero se refiere a la generación de una demanda
para la construcción de los aparatos y el segundo, y generalmente
el más complicado, crear el hábito del uso correcto, con la apro-
piación tecnológica. Si el escenario de la construcción de las cajas
de desinfección solar del agua y estufas ahorradoras de leña es
alentador, dado que el total de las familias entrevistadas9 optaron
por la construcción de las tecnologías en sus hogares, no se pue-
de decir lo mismo con relación a la apropiación y uso sistemático de
los aparatos, dado que el proceso es más lento. Asimismo, se observa
una apropiación desigual de las tecnologías, toda vez que está
ocurriendo un interés creciente por el uso de los fogones ahorra-
dores de leña, mientras que se da el contrario en lo tocante a las
cajas de desinfección solar del agua, es decir, un abandono pau-
latino del uso de la tecnología.
En estos términos, en el momento actual de la investigación,
es decir, alrededor de 10 meses después de iniciado el proceso cons-
tructivo de las tecnologías en las unidades domésticas de la comu-
nidad de Pozuelos, se puede concluir que se logró con éxito el primer
momento, sin embargo, el segundo aún no se ha consolidado en
los términos propuestos, dado que las cajas solares no son usadas
con la sistematicidad requerida, más bien su uso por las unidades
domésticas es inconstante y con una tendencia hacia la baja; mien-
9
Fueron 31 familias entrevistadas. Además de ellas hubo demanda de construcción de
las tecnologías en 13 casas ajenas a las mujeres del grupo con el cual se está trabajando, de tal
suerte que 44 familias de un total de 112 en la comunidad (alrededor del 41 por ciento de
las familias de Pozuelos), cuentan con las tecnologías.

237
tras que el uso de las estufas ahorradoras, a pesar de mostrar una
tendencia de incremento, aún se observan familias que mantienen
la utilización del fogón tradicional aunado a la estufa ahorradora.
Es necesario aclarar que los datos discutidos son parte de un
proceso, y ello implica que no necesariamente se mantendrán a lo
largo del tiempo, sino pueden cambiar, en la medida que se per-
manezca el seguimiento de las acciones y los grupos de mujeres
locales vayan internalizando de manera sistemática los beneficios
que pueden obtener de las tecnologías propuestas. En este senti-
do, el proyecto tiene una fecha de inicio, en 2004, y su cierre
"oficial" en marzo de 2006, sin embargo, el hecho de que el IMTA
haya coordinado con la Asociación Civil de Desarrollo Pronatu-
ra-Chiapas obedece a la intencionalidad de que dicha organiza-
ción se apropie del proceso y mantenga el seguimiento a las accio-
nes, hasta que se haya consolidado la apropiación tecnológica. En
estos términos, el proyecto aún está abierto, toda vez que Prona-
tura mantenga el contacto con las mujeres y siga impulsando las
tecnologías no sólo con estos grupos, sino con otros con los cua-
les desarrolla actividades.

FACTORES QUE INFLUYEN


EN EL PROCESO DE ADOPCIÓN DE LAS TECNOLOGÍAS

SE DESPRENDEN algunas consideraciones de los resultados alcanzados


con la propuesta de transferencia tecnológica en la comunidad de
Pozuelos, las cuales apuntan posibles causas de las restricciones para
la adopción del cambio tecnológico por parte de los actores so-
ciales locales y por ello pueden contribuir a sentar las bases para
recomendaciones posteriores. Con relación a las restricciones
para que las familias no utilicen de manera sistemática sus cajas
de desinfección solar del agua, se encontraron resistencias asocia-
das a cinco diferentes variables: a) las condiciones climáticas, b)
la sencillez de la tecnología, c) la inexistencia de una percepción
social consolidada que establezca la relación entre agua y salud,
d) hábitos y costumbres de manejo del agua y finalmente, y e) la
promoción tecnológica.

238
En lo tocante a las condiciones climáticas, éstas constituyen
un factor clave en el uso adecuado de las cajas de desinfección solar
del agua, toda vez que el sol es el elemento motor de la tecnología
y si los días están muy nublados, definitivamente no lograrán su
objetivo de librar el agua de organismos patógenos que causan enfer-
medades gastrointestinales. Asimismo, a pesar de que en muchas
ocasiones el día se encuentre parcialmente nublado, de tal suerte
que la insolación es suficiente para desinfectar el agua, las perso-
nas no creen que se pueda lograr lo deseado y sólo ponen sus cajas
de desinfección solar del agua al sol en los días en que definitiva-
mente el cielo está límpido y sin nubes. Ello genera una falta de cons-
tancia en el uso del aparato y un abandono paulatino del mismo.
Es importante seguir el proceso de capacitación y sensibilización, de
tal suerte que se tenga más confianza en la tecnología y se la use
en días parcialmente nublados.
Con relación a la sencillez de la tecnología, ello promueve que
la gente no tenga la plena convicción de que sea eficaz y que real-
mente logre los resultados propuestos. Es decir, se asocia muy fre-
cuentemente lo complicado y con un elevado nivel tecnológico con
lo eficiente, de tal suerte que les resulta poco convincente a las pobla-
ciones locales una propuesta que sólo se basa en la puesta de
botellas al sol. Para contrarrestar esta situación se necesita asegu-
rarse de que las personas realmente entendieron el funcionamien-
to del método y que tengan la convicción de que el mismo con-
tribuirá al mejoramiento de su salud.
Otro factor de extrema relevancia para que las personas no usen
de forma sistemática los aparatos de desinfección solar del agua se
asocia a su percepción sobre las causas de las enfermedades gas-
trointestinales. En ese sentido existen dos rutas analíticas: a) por un
lado el hecho de que no está consolidado en el imaginario indí-
gena tzotzil una relación directa entre tomar agua contaminada
y enfermarse de diarrea, a pesar de que el Programa Oportunida-
des condicione el pago de las becas a las señoras que cumplan con
sus lincamientos de conductas de higiene, entre ellas hervir el
agua para consumo doméstico, en aras de controlar las variables que
permiten el desarrollo de las enfermedades gastrointestinales. En

239
virtud de ello una gran cantidad de mujeres maneja el discurso de
que hierve el agua antes de tomarla, aunque no lo haga en la prác-
tica, ello como una estrategia frente a las autoridades locales de
salud, a fin de asegurar el cobro de sus becas; y V) ni siquiera se le
considera enfermedad a la diarrea, dado que es tan frecuente que ya
se le toma como una condición natural de vida. En estos térmi-
nos, el objetivo del método de desinfección solar no responde a una
necesidad sentida de la población, toda vez que se centra en redu-
cir las probabilidades de que la gente se enferme de algo que real-
mente no es considerado enfermedad.
Con relación a los hábitos y costumbres de manejo del agua,
tradicionalmente no se ha dado ningún tratamiento al agua para
tomar en la región, ni siquiera se clora el agua en el tanque de alma-
cenamiento comunitario, dado que las personas rechazan su uso,
entre otras razones, por considerar que añade un olor y sabor desa-
gradable al agua o por el mito de que el cloro puede provocar la
esterilización de las mujeres. Generar un nuevo hábito de manejo
del agua, que implica no sólo ponerla al sol, sino tomarla direc-
tamente de la botella que estuvo al sol, en aras de no exponerla a
posibles fuentes de contaminación, demanda un tiempo para que
la gente se acostumbre a lo nuevo. Sin embargo, la disposición hacia
el cambio está directamente relacionada con la convicción de que
la nueva práctica traerá beneficios concretos y ello aún no se ha
logrado, principalmente en lo tocante a la consolidación de una per-
cepción relativa a la estrecha vinculación entre el consumo de agua
contaminada y el deterioro de la salud familiar. Sólo si se logra con-
solidar entre la población una percepción y preocupación relativas
al impacto negativo del consumo del agua contaminada en la salud
familiar, se obtendrá resultados positivos con relación a la apro-
piación de la tecnología de desinfección solar del agua.
Finalmente, las resistencias a la apropiación de las cajas de
desinfección solar del agua en la comunidad de Pozuelos, se deben
a un sesgo en los talleres, los cuales privilegiaron aspectos relacio-
nados a la construcción y al manejo de las cajas solares, en detri-
mento de aquéllos vinculados al establecimiento de las relaciones
entre el consumo de agua contaminada y el deterioro de la salud.

240
Con ello no se quiere decir que no fueron abordados factores relacio-
nados a agua y salud en dichos espacios, más bien que los mismos
no lograron el nivel de profundidad requerido, con la consecuente
falta de consolidación de una percepción comunitaria al respecto.
Asimismo, el propio proceso de seguimiento de la apropiación tec-
nológica no logró cumplir su objetivo de incrementar el uso siste-
mático de las cajas de desinfección solar del agua, entre otros moti-
vos, debido a que los propios promotores comunitarios encargados
del seguimiento de las tecnologías, se interesaron más por las
estufas ahorradoras, de tal suerte que sus argumentos para incen-
tivar el uso de ambos aparatos fueron mucho más convincentes en
lo que se refieren a las estufas ahorradoras de leña. En estos térmi-
nos se podría concluir que, en la promoción comunitaria se prio-
rizaron los aspectos relacionados al incentivo del uso correcto de
las estufas ahorradoras de leña.
Entre las restricciones a la aceptación de las estufas ahorrado-
ras de leña, se identifican factores de índole climático, sociocul-
tural, económico y técnico. En lo tocante a las condiciones climáti-
cas (elevado frío en invierno y abundantes lluvias en verano), éstas
contribuyen a que la alternativa tecnológica no sea apropiada por
completo por las unidades domésticas locales, toda vez que, ade-
más de la cocción de alimentos, las estufas también cumplen con
dos funciones adicionales: a) en invierno calientan la casa, y b) en
verano, su calor ayuda a secar las vestimentas de lana de las mu-
jeres que regresan de pastorear sus ovejas, mojadas por la lluvia. La
estufa ahorradora de leña no logra sustituir a la estufa tradicional en
estos objetivos, dado que, al prender el fuego adentro de la plancha,
impide que el calor se irradie en la cocina. Para tratar de contrarres-
tar este factor de orden climático, se podría pensar en modelos
de estufas más apropiados para regiones frías o combinar el uso de
la estufa con alguna otra alternativa tecnológica que caliente la casa.
Con relación a las restricciones socioculturales, se observan
algunos factores, entre ellos: el hecho de que la estufa ahorradora
de leña no permite la observación del fuego de manera directa por
los actores sociales locales lo cual constituye una barrera cultural
para la apropiación tecnológica, dado que las familias suelen usar

241
la cocina como espacio de reunión y la observación del fuego se
convierte en un motor de aglutinación social. Asimismo, se maneja
entre las mujeres el elemento simbólico del "fuego-madre"10 del
fogón tradicional, siendo difícil la aceptación de su traslado para la
estufa ahorradora, dado que la plancha impide su observación direc-
ta. Se puede intentar vencer este obstáculo con el planteamiento
de que la estufa ahorradora protegerá el "fuego-madre", al guardarlo
adentro de su estructura.
Con relación a los factores económicos que interfieren nega-
tivamente en la apropiación de la estufa ahorradora de leña, se
observa la necesidad de cambio en el tipo de ollas: de ollas de barro
que poseen la base circular y que se usan colgadas en el fogón tra-
dicional, hacia aquéllas de base plana que serán usadas directamen-
te en contacto con la plancha de la estufa ahorradora y por ello se
necesita la mayor superficie de contacto posible, en aras de propor-
cionar un mayor calentamiento y así promover la cocción de los
alimentos. En lo tocante a factores técnicos que obstaculizan la
apropiación tecnológica, se dan dos situaciones, una relacionada
al manejo de la tecnología y la otra a su construcción: por un
lado, en algunas estufas ahorradoras el humo regresa del interior de
la cámara de combustión hacia su entrada y por otro, se observan
algunas cuarteaduras en las estufas, principalmente en su porción
superior a la entrada de la leña. Para contrarrestar el hecho de que
el humo se regresa, la opción es cortar la leña en trozos más delga-
dos, dado que la estufa se está "ahogando" con el exceso de bio-
combustible" y, con relación a las cuarteaduras, el uso de varillas
en la construcción del aparato sanea el problema.
Finalmente, otra explicación posible para que las mujeres no
usen sus estufas ahorradoras de leña para la cocción de todos los
alimentos es su temor a que la plancha se desgaste con la utiliza-
ción; de esta manera tratan de no proporcionar un uso intensivo
a la nueva tecnología, en aras de contar con el aparato en buenas
10
El fuego-madre es un lefio que se queda prendido todo el tiempo en el fogón tradicio-
nal, el cual sirve para mantener el calor en el fogón.
11
En el fogón tradicional se acostumbra usar leños grandes sin problema, sin embargo, el
manejo de la estufa ahorradora los exige más pequeños. Ello implica un proceso de cambio en
el manejo de la leña.

242
condiciones durante un plazo más largo. Aunado a ello está el
"encalado"12 de la plancha para la elaboración de tortillas y, una
vez que la plancha ya está blanca de cal, el rechazo a poner ollas
sucias de tizne en la misma superficie. Se puede contrarrestar dicha
situación con talleres en los cuales se explicite reiteradamente
que una plancha de estufa ahorradora no se desgasta con facilidad
y que su tiempo medio de duración es de cinco años. Asimismo,
plantear una actividad de lavado conjunto de ollas, a fin de dejarlas
lo más limpias posible, evitando de esa manera el temor de ensu-
ciar la superficie encalada de la plancha con las ollas.
Un factor que puede favorecer u obstaculizar el uso sistemático
de ambas tecnologías por los actores sociales locales es la influencia
social, es decir, el papel que juega los vecinos en el convencimiento
o rechazo del uso de las alternativas, de tal suerte que se observa
el uso de las tecnologías entre casas vecinas y, de la misma forma,
casas cercanas que optaron por no usarlas. Explicamos el hecho de
la existencia de "bloques de casas que aceptan las tecnologías" y
otros "bloques que no usan los aparatos" a través del argumento
de que los vecinos pueden tener un gran poder de persuasión,
toda vez que se suele comparar lo que uno tiene con lo que tiene
quien vive al lado y, en la comparación se establece una cierta
competencia, de tal suerte que las casas que adoptan las tecnolo-
gías pueden constituirse en verdaderas promotoras involuntarias
de las mismas.

REFLEXIONES FINALES

SE DESPRENDEN algunas consideraciones de la experiencia desarro-


llada en la comunidad de los Altos de Chiapas, las cuales orientan
el proceso de identificación de las oportunidades y restricciones
para la adopción del cambio tecnológico por parte de los actores
sociales locales y repercute directamente en los niveles de éxito del
proyecto, por lo tanto sientan la base para recomendaciones poste-
riores. Entre las restricciones o limitaciones, se identifican:
12
Encalado se refiere a untar la superficie con cal.

243
a) La apropiación tecnológica por parte de las unidades domés-
ticas de la comunidad no es uniforme, sino presenta grandes
desigualdades, las cuales pueden atribuirse a los diferentes nive-
les de comprensión y asimilación de la propuesta.
b) El impacto derivado del proyecto en la conservación de los
recursos naturales de la comunidad fue reducido, dado que
hasta la fecha no se logró reducir sustancialmente el consumo
de leña, debido al hecho de que un número significativo de
familias está usando de manera combinada la estufa tradicio-
nal y la ahorradora.
c) No se logra medir el impacto positivo derivado del uso de
las cajas de desinfección solar del agua en la salud, con la dis-
minución de los índices de diarrea, por dos razones fundamen-
tales: 1. las personas no acuden a los centros de salud debido
a este tipo de dolencias, por ello no se cuenta con los registros
de manera confiable, y 2. las diarreas son derivadas de un con-
junto de factores vinculados a condiciones de higiene y sanea-
miento y no solamente al consumo de agua contaminada. En
virtud de ello, en el caso de haber la disminución de la enfer-
medad y se contar con los registros necesarios, no se puede
concluir que sea debido al método en cuestión.

Como oportunidades para la adopción del cambio tecnológico


por parte de los actores sociales locales se identifican las siguientes:

a) La interacción, en términos de complementariedad, del pro-


yecto del IMTA con programas de la Asociación Civil de De-
sarrollo Pronatura Chiapas, planteadas desde el área de mujer
y medio ambiente.
b) La participación activa de las comunidades y en especial de
las mujeres, en el proceso de desarrollo del proyecto.
c) La vinculación de la comunidad con el proyecto y su interés
por trabajar de manera conjunta.
d) El seguimiento y evaluación constantes de las acciones.

Un factor crucial para favorecer e impulsar el proceso de trans-


ferencia tecnológica es involucrar a las familias que deberán utilizar

244
las tecnologías propuestas en su generación, es decir, diseñarlas de
manera conjunta con los actores sociales que la deberán utilizar
en su vida cotidiana, a fin de que se plantee la innovación teniendo
presente no sólo cuestiones estrictamente tecnológicas, sino socio-
culturales, asociadas a la posibilidad de apropiación por las comu-
nidades. Sin embargo ello no siempre es posible, por lo cual la
estrategia para la transferencia debe contemplar un amplio segui-
miento y la evaluación, en aras de ir perfeccionando las acciones.
Finalmente es importante aclarar que el objetivo primordial de
la experiencia no se restringe a la apropiación técnica y cultural
de las cajas de desinfección solar del agua y estufas ahorradoras de
leña, sino a impulsar la organización comunitaria, que es justamen-
te lo que promueve logros más duraderos a los avances obtenidos.
Esto es, si logramos la formación de procesos a través de la organi-
zación local, la promoción de las tecnologías tendrán un éxito cons-
tante, pues la gente organizada estará incentivada para el trabajo
colectivo y sensibilizada acerca de las infinitas ventajas que implica
crear y desarrollar juntos alternativas innovadoras que concurran
a una mejoría de la calidad de vida de los y las pobladoras locales.

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247
REDI GOMIS Y
ALFREDO HUALDE

La dimensión transfronteriza del proyecto


de desarrollo de la industria del software
en Baja California: mercado internacional
de los servicios informáticos

INTRODUCCIÓN

P RECEDIDO DEesfuerzos de coordinación y avances graduales


durante dos años consecutivos, surge a comienzos de 2004
en Baja California una institución con caracteres novedosos que
podría proyectar a la región dentro de los confines de la llamada
sociedad del conocimiento. Nos referimos al Cluster de Tecnologías
de la Información y Software de Baja California una organización
que reúne micro, pequeñas y medianas empresas consagradas a una
actividad distinguida en todo el mundo por su componente labo-
ral altamente calificado; y que por lo mismo podría contribuir a
fomentar un perfil competitivo de la región con mayor énfasis en
la índole cognitiva asociada a esas tecnologías, y menos en la
mano de obra predominantemente semicalificada, característica
principal de la IME,1 el modelo de desarrollo actualmente domi-
nante en el estado.
La intención cardinal de esta agrupación ha sido desde siempre
sentar plaza en el mercado estadounidense de servicios informá-
ticos del sur de California. Un propósito, sin embargo, que des-
pués de año y medio de su aparición formal, sigue aún sin con-
solidarse, a pesar de que justo la necesidad de hacer frente común
a una hipotética demanda que rebasaba las capacidades de las
empresas del sector tomadas individualmente, al parecer estuvo
en la base misma de las dinámicas conducentes a la creación del
cluster.
1
Industria Maquiladora de Exportación.

249
Una pregunta obligada es entonces: ¿existe ese mercado o
simplemente es sólo un sueño sin fundamento real por parte de sus
promotores? El propósito principal del presente trabajo consiste
en encontrar los cimientos que apoyen las aspiraciones de mer-
cado de las empresas del cluster, y parte de las restantes empresas
pertenecientes al mismo del sector, presentando sus rasgos más
sobresalientes. El capítulo se encuentra dividido en tres aparta-
dos con una lógica expositiva unitaria. Primero se presentará qué
es el cluster mencionado, con algunas de sus características más
importantes para luego, en una segunda parte, explicar en qué con-
siste la orientación exportadora del mismo y por qué ven en la
cercanía con California un activo del cual obtener beneficios. En
la tercera parte se busca presentar las formas que adopta, y las
condiciones prevalecientes actualmente, del mercado internacio-
nal de los servicios informáticos. Por último presentaremos unas
breves conclusiones acerca de las posibilidades reales que tiene el
cluster de insertarse finalmente en el mercado del sur de California.

EL CLUSTER DE TECNOLOGÍAS
DE LA INFORMACIÓN DE BAJA CALIFORNIA ( C T I B C )

COMENZANDO el nuevo siglo un grupo de empresarios bajacalifor-


nianos jóvenes, todos representando firmas relacionadas con el
desarrollo de productos y servicios de software, y afiliados o cer-
canos a la Canieti,2 iniciaron una serie de encuentros formales e
informales orientados a encontrar formas de colaboración entre
ellos que, a su vez, les permitieran tomar ventajas de negocio apro-
vechando la condición fronteriza de la plaza donde operan, por
su vecindad con la dinámica economía de California y, en espe-
cial, por la inmediación con San Diego (Hualde y Gomis, 2004).
Dichas reuniones finalmente convergieron en la idea compartida
de integrarse en una agrupación, un cluster, que pudiera actuar
como un eje aglutinador y coordinador y, además, como núcleo de
presión y negociaciones con otras empresas, y también con insti-
2
Cámara Nacional de la Electrónica, Telecomunicaciones e Informática, sede Noroeste.

250
tuciones públicas y privadas, en ambos márgenes de la frontera.
El 20 de febrero de 2004 se concretaron tales esfuerzos integra-
dores cuando la Canieti y APTI3 anunciaron públicamente la firma
de un acuerdo para la constitución del Cluster de Tecnologías de
Información y Software de Baja California, A.C. (Canieti, 2004),
con 26 empresas fundadoras afiliadas, y dando con ello nacimien-
to formal al proyecto de cooperación que conjuntamente venían
impulsando.4
El arribo de esta agrupación al escenario regional podría con-
tribuir, desde nuestro punto de vista, a fortalecer una dinámica de
expansión endógena que ya se observa en otras actividades pro-
ductivas, como el cluster del vino. Significativo por al menos tres
razones. En primer lugar, sobre todo porque ocurre en un entorno
marcado por el establecimiento de grandes firmas maquiladoras
transnacionales, por la actividad comercial y por el turismo. Pero
también es importante porque surge como una iniciativa de los
propios empresarios de la región, en un país con escaso asociacio-
nismo y, además con vistas a exportar.
Además de las 26 empresas incluidas desde sus inicios en el
CTIBC, existen alrededor de otras 50 que llevan más o menos tiem-
po operando igualmente en la zona. Y aunque aquel no tiene la
representación formal de éstas, se supone que el CTIBC sea un
proyecto que de alguna manera involucre también a las demás, y
sirva por ello como promotor y agente que dinamice el sector en
su totalidad.
Las TICS no se limitan únicamente al software. Además del
desarrollo de software, en la estructura de las TICS se incluyen
(Secretaría de Economía, 2004): 1. las telecomunicaciones -que
es su segmento más importante; 2. la producción de hardware, y
3. los servicios de TI -que comprenden los servicios propiamente
3
Asociación de Proveedores de Tecnologías de Información de Baja California.
4
Además de Canieti y APTI, firmantes del acuerdo, también otras instituciones de la
región apoyaron y fomentaron desde sus inicios los esfuerzos de creación del CSBC, como son
CDEM (Consejo de Desarrollo Económico de Mexicali), CDT (Consejo de Desarrollo Econó-
mico de Tijuana), Sedeco (Secretaria de Desarrollo Económico de Baja California), y CENTRIS,
un organismo dependiente del CDT. De hecho todas ellas, junto con los representantes de
las empresas constituyentes, forman parte del Consejo Consultivo del CSBC.

251
de software y los manejos de diferentes procesos de negocios,
entre los que se encuentran los call centers.
En una entrevista reciente,5 sin embargo, el director del CTIBC
nos comentaba que a pesar de que el nombre del cluster contie-
ne expresamente el término "tecnologías de la información", en
realidad el interés de esa organización se encuentra ceñido por el
momento a las empresas que desarrollan software, que incluye en
general actividades como servicios profesionales de consultoría,
desarrollo e integración de software y mantenimiento y soporte de
tales desarrollos. Restringiendo, pues, el foco de interés a las acti-
vidades directamente relacionadas con el software, y antes de
adentrarnos en la cuestión del mercado, veamos someramente los
rasgos fundamentales de las empresas que componen el sector del
software en Baja California.

Las empresas de software en Baja California

La información más completa hasta ahora disponible y accesible


sobre las empresas de software en Baja California, es la que resu-
me el informe de un estudio que la firma consultora Deloitte &.
Touche (2002) realizó por encargo de Canieti y otros organismos
de la región.6 Para este estudio D&T entrevistó a 31 empresas de
las alrededor de 80 que entonces fueron contabilizadas como
padrón inicial, y realizó una exploración para determinar aspec-
tos de estructura, productos y clientes de las mismas, utilizando la
metodología FODA-SWOT Analysis.7 Punteando resumidamente
algunos de los resultados ofrecidos por este estudio se puede dar
un semblante sintético de este sector.

5
Entrevista con Antonio Abad Silva, director del cluster de TI en Baja California, 27
de abril de 2005.
6
El mismo grupo de instituciones que estuvo apoyando la formación del cluster. Véa-
se nota 3.
7
"SWOT Analysis" es una herramienta de negocios para examinar la organización y,
sobre todo, su interacción con el entorno en el cual compite, SWOT reza, en inglés por
"strengths, weaknesses, opportunities, threats" -fortalezas, debilidades, oportunidades y
amenazas, FODA es la traducción del término al idioma español.

252
• Es todavía pequeño. Las empresas entrevistadas cuentan con
un total de 600 personas empleadas y con un ingreso anual
en conjunto de 23 millones de dólares.
• El tamaño de las firmas es asimismo muy reducido. El 75 por
ciento son empresas micro, es decir no superan los cinco
empleados. Y si se cuenta únicamente el personal que lleva a
cabo funciones de desarrollo, tan sólo el 10 por ciento supera
las 15 personas. El total de desarrolladores es de 350.
• No está homogéneamente distribuido en el estado. El 90
por ciento de las empresas que contestaron la encuesta se
localizaban en dos ciudades: Mexicali, la capital del estado,
con 45 por ciento, y Tijuana, la ciudad con más población, con
el otro 45 por ciento. El resto se emplazaba prácticamente en
Ensenada.
• Sirven fundamentalmente a un mercado local o regional, con
poca apertura hacia otros países, a pesar de estar situadas en
ciudades fronterizas. El 55 por ciento no tiene presencia en otro
país. Una de cada cuatro empresas, el 26 por ciento, tiene una
oficina de representación en California y el 6 por ciento en algún
otro estado de ese país. El 13 por ciento en otro país fuera de
Estados Unidos. Por otro lado, el 80 por ciento exporta, lo cual
es un indicador interesante que aleja al sector de la imagen de
PYME limitada exclusivamente al mercado local o regional. Sin
embargo, para situar el dato en su justa dimensión conviene
matizarlo advirtiendo que, al mismo tiempo, las exportacio-
nes sólo representan en promedio el 3 por ciento del total de
los ingresos que obtienen. Ello significa que la exportación
representa para estas empresas realmente una ventaja margi-
nal desde el punto de vista económico.
• El tipo de actividades a los que se dedican sus empleados da
una idea bastante aproximada de las líneas de especialización
del sector: si bien el 23 por ciento llevan a cabo desarrollos
a la medida y el 15 por ciento productos de software comercia-
les, el 14 por ciento realizan actividades de consultoría, el 14
por ciento se encuentran en ventas y comercialización, el 12 por

253
ciento da soporte técnico y el 6 por ciento se dedica a realizar
entrenamientos.
• Los salarios son relativamente altos. Los programadores
ganan mensualmente en promedio poco más de 11,200 pesos
brutos.8 Casi la mitad de ellos (44 por ciento) perciben una
mensualidad bruta entre 10 y 20 mil pesos.
• En general presentan un nivel de estudios esperado en
el sector. El 90 por ciento de las empresas cuentan en prome-
dio con 12 licenciados, cinco ingenieros; entre ellos cinco con
grado de maestría. El 71 por ciento del total del personal con
un nivel de manejo del inglés alto o medio.

El CTIBC es un plan todavía en cierne. Hasta noviembre de


2004 no se crea el centro articulador del cluster, TI@Baja, desig-
nándose un director ejecutivo. Tiene ante sí importantes desa-
fíos, siendo uno de ellos lograr alcanzar el mercado que pretendía
su núcleo impulsor, y que es el tópico que abordaremos a conti-
nuación.

EN BUSCA DEL MERCADO

EL CTIBC emerge con una vocación binacional. Tal y como se reco-


noce en el documento que anuncia el convenio para su lanzamien-
to, tiene como mandato prioritario "su promoción en mercados
estratégicos como el sur de California" (Canieti, 2004: 1). La ambi-
ción de conquistar nichos "en el otro lado" -principalmente en el
condado de San Diego-, ha constituido un objetivo recurrente entre
muchos de sus miembros.9 Una aspiración y una voluntad que
han sido persistentemente puestas de manifiesto en pláticas per-
sonales efectuadas con ellos, pero también en la observación
8
Este no es un dato aportado por el informe de D&T. Fue calculado por los autores a
partir de los grupos salariales, y sus respectivos porcentajes, para la categoría ocupacional ins-
peccionada.
9
En recientes entrevistas realizadas con empresarios de este sector en Tijuana, se ha reve-
lado que no en todos la conexión con San Diego despierta el mismo entusiasmo. Al parecer la
condición fronteriza es importante para sus nichos de mercado -maquiladoras, agencias adua-
nales, etcétera-, pero no esperan un beneficio especial del mercado del "otro lado".

254
participante de la dinámica de algunas reuniones sostenidas por
el grupo promotor previas a la conformación misma del cluster, así
como en el examen reflexivo de algunas de las actividades compro-
metidas por sus directivos.10
Pero, ¿en qué se fundamenta esta orientación exportadora del
CTIBC? Para algunos de sus miembros, la existencia de una demanda
explícita dirigida a ellos se encuentra en la base misma del origen
de la organización. De acuerdo con los que sostienen esta pers-
pectiva, el cluster surge de la necesidad de organizarse para hacer
frente grupal a una solicitud de servicios que los rebasaba como
empresas individuales. Ésta, sin embargo, no es una percepción
unánime. Para otros, aunque ese mercado existe, está aún por
penetrar, debiendo redoblar esfuerzos y contactos para hacerse
visibles a las empresas de San Diego. En este mismo sentido, uno de
sus directivos se lamentaba en una entrevista personal: "tenemos
que lograr que volteen sus ojos a nosotros". Para los más optimis-
tas, los negocios "están en puerta". Para los menos, es necesario
replantearse otros mercados, como el de las maquiladoras, mien-
tras llega el tiempo de hacer masivamente negocios con las empre-
sas del sur de California. Ninguno, sin embargo, de los que man-
tienen la orientación exportadora, duda de que ese momento
algún día va a llegar.
De cualquier manera consideramos que la aspiración del CTIBC
de abrir o ampliar espacios económicos en el sur de California no
carece en lo absoluto de sentido. Tres factores asociados permiten
respaldar esa perspectiva. En primer lugar, el progresivo auge eco-
nómico alcanzado por San Diego en los últimos años, sustentado
fundamentalmente en desarrollos tecnológicos, entre ellos el del
software. En segundo lugar, la globalización cada vez mayor del mer-
cado de los servicios, en general, y de los informáticos y de software,
en particular. Por último, la existencia de un mercado de afinidades
l0
Por ejemplo, entre el 27 y 29 de octubre de 2004 se realizó la segunda edición del
evento TI@mericas, "2da. Cumbre Internacional de la Industria del Software", organizado por
la Canieti, sede Noroeste. El evento tiene en esta ocasión una doble sede, Tijuana y San
Diego. La programación del último día se realizará en los locales del Instituto de las Amén-
cas en San Diego, y estará enfocada al tema "Oportunidades del mercado sur de California".

255
étnicas. A continuación desarrollaremos los dos primeros puntos. El
tercero lo retomaremos al final del capítulo.

Auge económico del sur de California

El estudio de Deloitte&Touch (2002) mencionado antes, señala


como factores de oportunidad la vecindad y, por tanto, compartir
también el mismo huso horario, con el estado del país de mayor
demanda de desarrollo de software en el mundo. California lidera
la industria del software en Estados Unidos. Y aunque el norte de
ese estado tiene una indiscutida presencia monopólica en el sec-
tor -Silicon Valley-, también existen otros territorios dentro de
California que sobresalen por su alta concentración en este tipo
de empresas, y entre los cuales se destaca el condado de San Diego
(Cox et al., 2000). El Cluster de Software y Servicios de Compu-
tación de San Diego11 es relativamente joven, pero mostró un
crecimiento espectacular durante los pasados años noventa. En esa
década se duplicó tanto el número de empresas que lo integran
como el de empleos generados, alcanzando para el 2001, respec-
tivamente, las cifras de 1,054 y 20,000 (Williams et al., 2002).
Ha sido invariablemente uno de los sectores de mayor auge en los
últimos años, y por eso mismo se le atribuye un importante rol
en la expansión económica que ha tenido la localidad en su con-
junto (Walshok et al, 2002). Una idea de la relevancia adquirida por
San Diego en el renglón del software puede es proporcionada por el
monto del capital de riesgo (venture capital) que gravitó en el con-
dado en el año 2003, 12 según datos revelados por The Money-
Tree Survey13 para el 2004 (PricewaterhouseCooper-Venture Eco-
11
Con este nombre lo denomina San Diego Workforce Partnership. Es uno de 16
clusters que esa institución tiene identificado en la región, SDWP realiza periódicamente
estudios acerca de estos clusters, los cuales pueden consultarse en línea en http://
www.sandiegoatwork.com/.
12
El capital de riesgo se refiere a la asociación que se establece entre una firma naciente
(startup firm) -las que por lo general carecen de los activos e historia necesarios para obtener
recursos de fuentes tradicionales como los bancos—, y otra empresa ya consolidada, que
provee capital para la nueva a cambio de recibir beneficios pactados de sus ganancias (Global
Insight, 2004).
13
The MoneyTree Survey es un estudio trimestral de la actividad de las inversiones de
riesgo en Estados Unidos. Este estudio, que comenzó a realizarse desde comienzos

256
nomics-NVCA, 2004), en donde se puede constatar que una parte
importante de este tipo de inversiones es captada por ese sector.
Pero pudiera parecer una incongruencia la idea de que el afán
binacionalista del CTIBC sea, entre otras razones, fundamentado
en la preeminencia alcanzada en el sur de California en la alta tec-
nología y la industria del software. Para algunos, quizá la lógica
operativa podría ser distinta, y estar apuntando más bien a un esce-
nario de competencia por los mismos mercados que a una probable
colaboración entre regiones en actividades de negocios comple-
mentarias. Sin embargo, la realidad es otra. En esos mercados las
empresas bajacalifornianas no serían concurrentes ni buscarían
serlo. Por el contrario, tratarían de incorporarse allí en el mercado
de subcontratación internacional de servicios de software. El uso de
recursos allende las fronteras por parte de las empresas estadouni-
denses y europeas, subcontratados o usados directamente, se ha ido
convirtiendo en los años recientes en una práctica cada vez más
común en el terreno de las TICS (Issac, 2004). Y es en esta intensa
y penetrante tendencia a la subcontratación internacional de los
servicios informáticos, a la cual el sur de California no es ajeno,
que se podría entonces tratar de entender las expectativas del
CTIBC de conquistar en la economía del sur de California sus pro-
pios nichos de mercado.
De cualquier manera, el escenario que se perfilaría bajo esta
óptica es esencialmente uno propicio para alianzas y oportuni-
dades de negocios, y no para espolear rivalidades. No sería ideal-
mente en lo más mínimo un juego de suma cero, sino otro que pro-
metería, por el contrario, beneficios para todos los participantes.14

de 1995, y es resultado de un esfuerzo colaborativo de tres instituciones: Pricewaterhouse-


Coopers, Thomson Venture Economics y National Venture Capital Association. Los reportes
periódicos derivados de tales estudios, así como las series históricas, se pueden consultar en
la página http://www.pwcmoneytree.com/moneytree/. Para una presentación diferente de la
misma información, puede consultarse la página de Venture Economics Quarterly Statistics,
que se presenta en el sitio de la empresa consultora y de investigación de mercado Thomson
Venture Economics (http://www.ventureeconomics.com/vec/statshome.htm), una de las in-
tegrantes de la coalición que realiza el mismo estudio.
14
Esta no es una opinión compartida. Visto desde una óptica de la sociedad estadouni-
dense, la subcontratación internacional es un tema álgido y controversial que levanta bande-
ras con una gran carga emotiva que inclusive ha trascendido al ámbito de la política. En

257
Resulta difícil, sin embargo, conjeturar cuáles serán a la postre los
resultados definitivos de todo este proceso en curso y que apenas
se encuentra en sus albores. El mercado de la subcontratación
internacional de los servicios informáticos es cada vez más com-
petido y complejo, y carga con el sello de un dinamismo extraor-
dinario.

La subcontratación internacional
de los servicios de software (SISS)

En el último World Investment Report de la Naciones Unidas, Sau-


vant et al. (2004) plantean que el mundo ha estado viviendo los
últimos años una transformación acelerada en el destino de las
inversiones extranjeras desde la manufactura hacia los servicios. En
gran medida como consecuencias de lo que califican como "la
revolución en la comercialidad de los servicios" (Sauvant et al., 2004:
149). Tradicionalmente los servicios no han sido comercializa-
bles entre países. Fundamentalmente por razones técnicas, los
vendedores y los compradores debían encontrarse relativamente
cerca en el mismo momento en el que el servicio se producía. Pero
justamente el desarrollo y perfeccionamiento de las TICS han permi-
tido eliminar algunas de las restricciones técnicas que impedían
o dificultaban aquella posibilidad, especialmente en los servicios
centrados en la información. Por una parte, se ha ampliado la gama
de contenidos digitalizables, para incorporar, además de texto,
imágenes, voz, audio. Por otro se incrementa la calidad y la capaci-
dad de almacenamiento de la información, que permite registrarla
con casi absoluta fidelidad y luego reproducirla en momentos pos-
teriores exactamente a como fuera producida. Por último, florece
la teletransportación de datos con la aparición y perfeccionamien-
to de Internet y otros medios, con la posibilidad de transmitir casi

general, tanto por proponentes como por adversarios, se percibe como una pérdida o trans-
ferencia hacia el extranjero de empleos que antes realizaban profesionistas del país. Esto lo
planteamos sólo tangencialmente, pues no es interés de este trabajo examinar a fondo la
cuestión ni unirnos al debate.

258
instantáneamente a largas distancias grandes montos de aquella
información digitalizada y almacenada. Estos tres elementos
conjugados han hecho posible que los servicios, como actividad,
se fragmenten y, consecuentemente, que cada uno de esos frag-
mentos pueda ser producido en lugares distantes unos de otros.

Los servicios de software

Dentro del mercado de servicios entre países, los relacionados con


el software constituyen el centro de nuestro interés. Y es por ello
que le dedicaremos especialmente unas líneas. Cuando en este
trabajo nos referimos a los servicios de software estamos conside-
rando dos piezas clave. En primer lugar, a una parte de los desarro-
llos o "productos de software". En segundo lugar, en todos los
"servicios relacionados" con el software. Hablar de productos en
la explicación de servicios pudiera parecer una paradoja. Pero no
es así, y veamos inmediatamente por qué.
Bitzer (1997), remitiéndose a las peculiaridades del proceso de
creación de software, distingue dos tipos de desarrollos, a su enten-
der, completamente diferentes (p. 7). Así, en función de si el pro-
ducto resultante de tal proceso es concebido para ser vendido a
un solo cliente o, por el contrario, a varios, este autor diferencia
correspondientemente los desarrollos de software individual y
estandarizado. Mientras que el individual es realizado para satis-
facer los requerimientos de un solo cliente, el estandarizado, inver-
samente, es desde siempre planeado como un producto para ser
vendido, aun siendo el mismo, a múltiples compradores. Así, aunque
ambos son sin duda productos, por sus peculiaridades específicas,
el software individual tiene un carácter más propiamente ape-
gado a la noción de servicio. Esto es, constituye una unidad de
producción única, order-oriented, cuyo desarrollo invariablemente
tiene que plantearse una y otra vez desde el principio, requiriéndo-
se, por esta condición, de una estrecha interacción con el cliente
que lo solicita. Representa, en definitiva, el resultado de un proyecto
prácticamente irrepetible que difícilmente puede ser reusado en

259
otros proyectos (ibid). Por eso, partiendo de estas consideracio-
nes, al hablar de productos, como parte de los servicios informá-
ticos, consideraremos únicamente aquellos desarrollos que nacen con
un solo destino, bajo contratos específicos, lo que también se conoce
como software a la medida.
El contorno de los llamados "servicios relacionados con los pro-
ductos de software es bastante laxo, y puede cobijar a un extenso
abanico de actividades, siempre y cuando cumplan con la condi-
ción de presentar algún grado de articulación con la producción
(diseño, codificación, modificaciones, pruebas, manuales, etcétera)
y/o funcionamiento (mantenimiento y actualización, consultas,
etcétera) del software. Y van desde gestiones de tan elevado nivel
como el manejo de proyectos o su diseño y arquitectura, hasta
tareas como la codificación final, la documentación o la interna-
cionalización del software, de menor categoría. Estos servicios
pueden ser asociados, no sólo a los productos individuales, a la carta,
sino también a los estandarizados. Es decir, pueden ser igualmen-
te requeridos por los desarrollos de software estándar o empaque-
tados como por algún proyecto de software a la medida.
La gráfica 1 esquematiza las fases del proceso de desarrollo de
software. Hemos dejado fuera de este esquema de manera ex pro-
feso algunas fases que no siempre ocurren, como por ejemplo la
internacionalización, es decir, la traducción de los contenidos -pan-
tallas, menús, ayudas- a otro idioma. Aunque sí existen en el mun-
do empresas especializadas en esta tarea.
El esquema presentado puede considerarse desde dos puntos
de vista. Por un lado, representa las actividades en las que se
puede descomponer o fragmentar el desarrollo de software, de acuer-
do a los principios de la revolución en la comercialidad de los servi-
cios. Cada una de ellas puede ser de hecho subcontratada como un
servicio específico. Pero lo hemos querido presentar en tres nive-
les para reflejar, además, la diferenciación en complejidad dentro
de estas actividades en que puede descomponerse el proceso en
su conjunto. Las de más alto nivel son obviamente más complejas
y agregan más valor que las de más bajo nivel.

260
Modalidades de operación
y entrega de los servicios de software

El desarrollo de software que incluye la realización de actividades


entre países en el desarrollo de software, presenta dos vertientes fun-
damentales: 1. el modelo mediante el cual una empresa traslada
hacia otro país los departamentos que satisfacían a los restantes
departamentos sus necesidades en servicios de software, o sus divi-
siones que ofrecían a clientes de otras empresas tales servicios y
2. el modelo mediante el cual los servicios de software que requiere
una empresa son subcontratados internacionalmente.
El primero es un movimiento interno a la empresa. Los servi-
cios que estos departamentos le ofrecían internamente a la empresa,
se los siguen brindando, sólo que ahora, deslocalizados en el extran-
jero, bajo otras condiciones de operación. Asimismo, muchas de
las grandes compañías de los países desarrollados que operan en
este mercado de servicios de software, están trasladando total o
parcialmente hacia países con salarios más bajos, sedes completas

261
o filiales de los servicios que suministran, en un intento por dismi-
nuir el costo de sus operaciones y contrarrestar el vigor de la com-
petencia. Pero la relocalización no es, técnicamente, una subcon-
tratación, es una inversión directa. La mano de obra de las filiales
montadas en estos otros países forma parte íntegra de la misma
compañía transnacionalizada (Frauenheim, 2002; Lane, 2001).
El segundo, que se conoce comúnmente en la literatura en idio-
ma inglés como offshore outsourcing,15 por el contrario, es una práctica
de negocios (Issac, 2004; Evans, 2003) que implica un doble ejercicio
calculado de externalización. Por una parte, la decisión de dele-
gar a un proveedor externo a las fronteras de la empresa, la respon-
sabilidad de ejecutar -de acuerdo con un expediente previamente
establecido, y en su favor-, procesos que anteriormente se reali-
zaban internamente. Por la otra, la decisión de confiar esta tarea
a empresas del exterior, fuera de las fronteras del país. Ya sea que
anteriormente se subcontrataran estas tareas domésticamente o no.
La operación de subcontratar no es algo que ataña solamente
a los servicios informáticos y de software. El incremento de la sub-
contratación en la fabricación de productos terminados y compo-
nentes, así como en la provisión de muchos otros diferentes tipos
de servicios, son hechos que caracterizan la evolución reciente de
las empresas manufactureras en todo el mundo (López, 2002). Es
una iniciativa crecientemente estratégica y puede llegar a involu-
crar a prácticamente todos los departamentos de las empresas
(CIO.com, 2002).16 Se presenta como una tendencia general de
la división del trabajo entre firmas donde los esfuerzos de cada
una se concentran en sus competencias centrales y se procura
subcontratar lo demás. Una tendencia conducente a la "desver-
ticalización" de los procesos productivos que genera una forma de
l5
La traducción literal de offshore outsourcing sería "subcontratación en el extranjero".
Hemos preferido utilizar en este trabajo la terminología menos excéntrica de "subcontrata-
ción internacional", tal y como la usan Crow y Muthuswamy (2003) y Nahar, Käkölä y
Huda (2001). Ninguna de las dos, sin embargo, por sí sola, ofrece una idea cabal de la
complejidad actual del fenómeno, y que es necesario explicar.
16
Incuso la producción misma, que sería la razón de ser de una empresa manufacture-
ra, su core activity. Las EMS (Electronics Manufacturing Services) que ofrecen sus servicios de
fabricación a las OEM (Original Equipment Manufacturers), son un buen ejemplo.

262
cooperación interempresarial con efectos benéficos en la com-
petitividad económica tanto de las empresas como de sectores y
regiones enteras.
El mercado internacional de los servicios informáticos, entre
los que se encuentran los de software, ha tenido en escasos años
un crecimiento dramático con pronósticos aún más impresionan-
tes. Se trata de un mercado mundial de 10,000 millones de dólares,
y con un incremento esperado anual de 26 por ciento, por lo que
se supone que para el 2008 alcance, según un estudio de marzo de
2004 de la ITAA,17 la cifra de 31,000 millones de dólares (2004).
Y éste es coincidente con otro realizado por la institución de
investigación META Group de octubre de 2004, en el que se plan-
tea que este mercado supera ya los 10,000 millones de dólares y
continuará creciendo hasta el 2006 a un ritmo anual del 20 por
ciento (Katz, 2004). Desde otro ángulo, un estudio de Forrester
Research de noviembre de 2002, una de las principales empresas
de investigación especializadas en este campo, estima que el nú-
mero de empleos informáticos que serán trasladados desde Esta-
dos Unidos hacia otros países, en su mayor parte como conse-
cuencia de la globalización de los servicios en el sector, crecerá
desde 27,000 en el año 2000 hasta 472,000 para el 2015 (Frauen-
heim, 2003b). Una actualización publicada en mayo del año pasado
corrige la última cifra aumentándola a 830,000 (Frauenheim,
2004a).
En el caso específico de la subcontratación -que es la de mayor
interés para los propósitos del trabajo, en la medida en que es el
segmento de mercado al que las empresas del cluster de software
de Baja California aspiran sumarse-, vemos que la misma ha ido
ganando terreno aceleradamente desde la pasada década. En una
encuesta realizada en el 2002 por la revista CIO Magazine (CIO.com,
2002) se observa que el 51 por ciento de los encuestados reportó
que sus respectivas empresas habían comenzado a subcontratar
servicios para los departamentos de informática no antes del
2000. En el 2001 uno de los directivos de la planta Sony Tijuana
17
Asociación de Tecnologías de la Información de América, con sede en los Estados
Unidos.

263
Este, en Tijuana, nos comentaba en una entrevista personal que
"la mayor parte de las tareas que ahora realizan los departamen-
tos de sistemas de las empresas tiene una tendencia creciente a
ser subcontratada. En menos de dos años el outsourcing de estos
procesos va a ser una práctica que se imponga en el mundo ente-
ro entre las firmas más importantes".18 Apenas tres años después,
en un informe de Aberdeen, se plantea que en Estados Unidos
"[la] subcontratación se encuentra actualmente en la mente de
todos los ejecutivos de negocios a lo largo del espectro vertical
de cualquier industria" (Aberdeen Group, 2003: 1). Y aunque
también se subcontratan en el extranjero otros servicios distintos
a los informáticos, el peso de éstos, cercano al 50 por ciento, es
mayor que el de los primeros, con menos del 20 por ciento (Issac,
2004). En el informe mencionado de META Group (Katz, 2004),
se pronostica que para el 2006 las empresas estarán subcontratan-
do en el exterior en promedio el 60 por ciento de sus necesidades de
software.
Lógicamente, no todos los servicios en el proceso de desarrollo
de software, o todos los fragmentos en los que éstos puedan llegar
a descomponerse, van a ser por fuerza internacionalmente comer-
cializados, ni las que sí se comercialicen en ese mercado, se reali-
zarán con igual intensidad. Una encuesta realizada en octubre de
2003 -entre ingenieros y jefes de proyectos que en ese entonces
trabajaban en proyectos que habían sido total o parcialmente sub-
contratados-, puede darnos una idea (véase Weber, 2004). Los
resultados de la encuesta se muestran en la gráfica 2 y revelan que
las actividades que más tendían a subcontratarse eran las de menor
valor agregado: prueba de software, mantenimiento, codificación,
internacionalización, etcétera, aquellas que aparecen en los nive-
les 2 y 3 en la gráfica 1 y que pueden ser tipificadas, según Stephen
Lane (2003a), bajo la categoría genérica de application mana-
gement. Representan tareas cuyos requerimientos se encuentran
bien documentados y requieren relativamente escasa interacción
una vez subcontratada la actividad. Contrariamente, aquellas
18
Entrevista personal con Ismael Álvarez, director del Departamento de Informática
de Sony Tijuana Este, 7 de junio de 2001.

264
funciones que suponen un conocimiento más preciso del funcio-
namiento de la empresa, o que demandan tomas de decisiones
importantes, o que son sensibles en términos de seguridad, o que
requieren de una comunicación seguida cara a cara con el cliente,
tienen a mantenerse en las manos del personal de la propia em-
presa. Tal es el caso de la dirección y administración de los proyec-
tos. Es decir, las empresas que subcontratan servicios de software
han tendido a mantener dentro del universo de las propias em-
presas aquellas actividades de mayor valor agregado y subcontra-
tar las de menor nivel en la cadena de valor.

GRÁFICA 2
ACTIVIDADES QUE SON REALIZADAS
POR LOS DEPARTAMENTOS DE SISTEMAS
PERTENECIENTES A LAS INSTITUCIONES
VERSUS LAS QUE SON SUBCONTRATADAS

Los países involucrados

Aunque los orígenes del fenómeno no están completamente cla-


ros, al parecer, como anteriormente apuntábamos, este fenómeno

265
comenzó a finales de los años ochenta en la India, cuando empre-
sas estadounidenses subcontrataban a programadores general-
mente para realizar tareas de bajo nivel en la escala de valor, como
escribir códigos, documentación de proyectos y body shoping.19
Situación que luego se fue ampliando cuando algunas grandes
empresas -de software y de otros sectores, y también de otros
países además de Estados Unidos-, volvieron su mirada a la India
en busca de mano de obra altamente calificada en TICS que en ese
momento, durante el boom del e-comerce, escaseaban en Estados
Unidos, y que en aquellos países era entonces copiosa,20 para
solucionar problemas como, por ejemplo, el del cambio de siglo,
que amenazaba con paralizar la economía mundial, y la conversión
de muchos proyectos ante la inminencia del debut del euro.
Desde entonces, el mercado de la SISS ha experimentado una
expansión notable. No sólo desde el lado de la demanda, sino tam-
bién desde el de la oferta. En los años noventa algunos pocos países,
específicamente las famosas tres Ies (India, Irlanda e Israel) mos-
traron un crecimiento excepcional en la industria de software con
modelos de desarrollo más o menos orientados a la exportación
(Arora y Gambarela, 2004). Según este mismo autor, India, por
ejemplo, cuenta a la fecha con más de 450,000 empleados en el
sector y ha crecido a razón de entre el 30 y el 40 porciento por más
de 10 años.
Más recientemente se han ido sumando proveedores de estos
servicios de países como Filipinas, Rusia, Rumania, China, Taiwán,
Pakistán, Jordania y Egipto, entre otros. Muchos de ellos adop-
19
Personal contratado a una empresa externa para realizar internamente su trabajo
durante el tiempo que dure el contrato. Este es un aspecto interesante en el desarrollo del
mercado de la SISS. Dentro de la polémica actual en Estados Unidos generada por los impac-
tos que este fenómeno tiene en el desempleo, hay una corriente que está tratando de modi-
ficar las leyes migratorias para restringir el otorgamiento de visas H-1B, que es la que posi-
bilidad esta modalidad de outsourcing internacional. Pero, por otra parte, Arora y Gambarela
(2004) le atribuyen a esta práctica un peso sumamente importante en su desarrollo, tanto en
la India como en Irlanda, en la medida en que creaba redes sociales que luego servirían como
carriles para los contratos.
20
Arora y Gambarela, 2004, dicen "aunque no es bien entendido por qué, en esos
países [India, Irlanda e Israel] abundaban los trabajadores altamente calificados en el área
de las TICS, y esto fue un factor esencial en sus respectivos despegues" (p. 8).

266
267
tando o adaptando los modelos establecidos por las empresas hin-
dúes, que han sido y continúan siendo decisivas en el mercado de
la SISS por el lado de la oferta (Lane, 2001). Otros países y regio-
nes se siguen añadiendo alentados por las promesas de oportuni-
dades de un mercado que sigue expandiéndose por la necesidad
de las empresas de los países desarrollados de reducir sus costos de
operación (Lane, 2001). México, por supuesto, no es ajeno a esta
tendencia, que desde 2002 puso en marcha PROSOFT.
El mapa 1 ilustra el panorama actual de la distribución de la
intervención en el mercado de la SISS de los principales países par-
ticipantes por parte de la oferta. Es de notar que la mayoría de los
países que participan en el lado de la oferta del mercado de la SISS
son economías subdesarrolladas. Además, al parecer la penetra-
ción del idioma inglés parece ser un factor dominante en la deci-
sión de seleccionar proveedores, pues en los más importantes el
inglés es una lengua principal o bastante extendida (India, Irlanda,
Israel, Canadá).
Una de las razones fundamentales que explican la expansión
de este mercado, desde el lado de la demanda, es que se trata de
tecnologías transversales. Las TICS se han posicionado como un
factor de competitividad fundamental en la economía global. Los
cuales no son producidos o consumidos únicamente por empre-
sas de ese sector, sino de prácticamente todos los sectores.
Pero, ¿cuál es el motor que impulsa la subcontratación y, en
general, el desarrollo internacional del mercado internacional de los
servicios de software? Todos los analistas del fenómeno coinciden
en la idea de que el factor omnipresente es la reducción de costos.
Y resulta razonable. Bitzer (1997) señala que el desarrollo de
software -y, en general, de cualesquiera de los servicios informá-
ticos-, es sumamente "intensivo en mano de obra, con un bajísi-
mo perfil en capital" (p. 7). El siguiente cuadro presenta la compa-
ración de los salarios promedios de los programadores en un
grupo de países seleccionados. Estos datos muestran, por sí solos,
el atractivo de utilizar estos recursos offshore, preferentemente de
países subdesarrollados.

268
SALARIO MENSUAL PARA PROFESIONISTAS
EN DESARROLLO DE SOFTWARE,
EN PAÍSES SELECCIONADOS

Salario mensual
País (dólares)

India 490
Filipinas 547
China 746
Malasia 864
Tailandia 927
México 1,500
Taiwán 2,058
Singapur 2,792
Japón 4,708
Estados Unidos 5,250

Fuente; Sinclair, 2003.

Sin embargo, no podría ser únicamente la reducción de los cos-


tos el factor operante en este proceso. No tendría sentido utilizar
estos recursos si, al mismo tiempo, implicaran una disminución en
la calidad de los servicios procurados. O, lo que es lo mismo, igualar
bajo costo con mínima calidad. La proposición de valor detrás de
esta práctica de negocios consiste mínimamente en pagar menos
por similar calidad. Aunque de acuerdo con varios autores (Evans,
2003; Selland, 2004), su objetivo real tiene un mayor alcance y
consiste en buscar "un precio razonable para nuevas fuentes de cali-
dad e innovación" (Evans, 2003: 2).

¿ENCUENTRO O DESENCUENTRO CON EL MERCADO?


ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES

EN RESUMEN, todo lo anterior apunta a la globalización creciente de


un mercado de servicios informáticos y de software. Sin embargo, un
mercado cada vez más complejo y competido, en donde pugnan
por los mismos segmentos de la cadena de valor corporaciones de
talla mundial con empresas medianas, dando lugar a modelos

269
híbridos de localización, operación, transferencias y distribución
de los servicios ofertados.
Volviendo al inicio, se puede conjeturar que las aspiraciones del
CTIBC de abrir o ampliar espacios económicos en el sur de Califor-
nia no carece en lo absoluto de sentido, al menos en un nivel reflexi-
vo. El mercado existe. Por una parte, el tránsito a una economía
basada en el conocimiento, como es el caso de San Diego, crea una
demanda considerable de servicios en TIC. Por otra parte, teniendo
en cuenta los sesgos globales, vemos que esa demanda tendencial-
mente se va a hacer efectiva a través de subcontrataciones con em-
presas fuera de las fronteras de los países centrales.
Pero para las empresas del CTIBC, ese mercado representa toda-
vía un mercado genérico. Aunque la balanza no es completamen-
te negativa, ya que aún antes de constituirse en un cluster, algunas
empresas desarrolladoras de la región ya habían realizado proyec-
tos para algunas empresas de San Diego, ésta ha sido siempre una
práctica bastante limitada y, a poco más de un año de su consti-
tución, al parecer no se han registrado avances importantes en
esa dirección. Es decir, que si bien el mercado es una posibilidad
plausible, aún no es algo dado. Pero, ¿por qué no se ha producido
todavía el match?. Hipotéticamente se pueden mencionar los si-
guientes elementos:

• A pesar de su proximidad con el sur de California y San


Diego, las empresas desarrolladoras de software de Baja Cali-
fornia son "invisibles". Uno de los factores fundamentales en
la elección de proveedores de TI es su país de origen (Sinclair,
2003) y México ha sido un país que, en términos de servicios
informáticos, no ha contado para las empresas norteamerica-
nas (ídem). Si a esto le agregamos que el offshore outsourcing
constituye un mercado sumamente competido con países y
regiones firmemente establecidos, y con un reconocimiento
del que carecen las empresas mexicanas, entendemos mejor
por qué han permanecido invisibles.
• Por otra parte, la falta de expertise. Actualmente muy pocas
empresas del sector tienen algún tipo de certificación. Menos

270
aún las que se han certificado en CMM, que es un estándar
aceptado a nivel mundial. Esto aumenta el riesgo en una
eventual subcontratación.

A pesar de esta situación, muchas de las empresas del cluster


mantienen la idea de proveer de servicios de software a las del sur
de California. Nos podríamos preguntar entonces acerca de las
posibilidades que tienen las empresas del cluster de insertarse
masivamente en el mercado de servicios de software en el sur de
California. Entre otros, se pueden señalar los siguientes factores:

• Los promotores del cluster señalan varios elementos que


consideran como sus fortalezas: mismo huso horario, domi-
nio del idioma inglés, costo de la fuerza de trabajo y la proxi-
midad con las empresas demandantes de los servicios. Esto
último lo consideran un elemento sumamente importante, en
la medida en que muchas de ellas aspiran a acceder a proyectos
completos, incluyendo la parte alta de la cadena de valor, y
no sólo a realizar servicios de codificación, como plantean que
hacen los hindúes. Para ello, es requisito una intensa relación
cara a cara con las empresas para las cuales se realiza el proyecto.
• La ventaja derivada de los nexos culturales con algunos due-
ños de empresas de origen y/o nacionalidad mexicana (Reyes,
2003). Se espera que dentro del sur de California, la mayor
parte de los clientes sea en este nicho.
• Acumulación de experiencias y conocimientos de la sociedad
estadounidense. La mayor parte de las empresas de software
de Baja California mantienen representaciones en "el otro
lado". Algunas participan como miembros activos de institu-
ciones empresariales de San Diego. Y aunque pequeño, algu-
nos de los empresarios han realizado estudios de posgrado en
universidades estadounidenses.
• Desarrollo de capacidades técnicas y de negocios. Con apo-
yos de Prosoft, las empresas recibieron el año pasado una
inversión de 5.2 millones de pesos para capacitación.

271
• Programa de meritoria con SAIC (Science Applications Inter-
nacional Corporation). El principal propósito de este progra-
ma es potenciar las capacidades de pyMEs e instituciones
mexicanas para desarrollar tecnología, introducir productos
y servicios al mercado estadounidense y fomentar y adminis-
trar la innovación como componente crucial para la com-
petitividad.

De cualquier forma, la participación en el mercado de servicios


de software del sur de California no ha sido algo tan fácil como
quizá algunos esperaban. Y aunque no han desistido de ese rum-
bo, ya algunos se proponen mirar también al mercado que en ese
ámbito les ofrecen las maquiladoras e, incluso, el propio gobierno
local. Esto muestra las dificultades de las empresas pequeñas de
una localidad de insertarse en el mercado global, aun teniendo la
voluntad de hacerlo.

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276
OCTAVIO MARTÍN GONZÁLEZ SANTANA

Hacia el desarrollo local en espacios rurales.


El caso de Rincón Grande en Michoacán

INTRODUCCIÓN1

S IN DUDA, el siglo XX fue un periodo que trajo consigo cambios


diversos en nuestro país. En ese contexto el tema del desarro-
llo ocupó un lugar central, tanto para el diseño de políticas públicas
como en la discusión al interior del sector académico. Por cierto,
un debate que empezaría a tomar nuevos bríos en los dos últimos
decenios del siglo anterior. Aunque ahora, en contextos territo-
riales de menores dimensiones, éste se empezó a enfocar hacia la
capacidad de acción de los grupos locales y a su interacción con
agentes externos. Un proceso del que América Latina no era del
todo ajena.
En el caso de México una de las grandes vertientes sobre dicho
tema ha sido el papel de la modernización agrícola en el desarro-
llo de las poblaciones rurales y las reconfiguraciones territoriales
emergidas como resultado de la misma. Dado que éste es un proce-
so de largo alcance, demanda ir hacia su génesis y explorar los prin-
cipales cambios surgidos a partir de la intervención del Estado
posrevolucionario en la modernización de los espacios agrícolas.
De forma similar, en cierto momento se requiere hacer énfasis en
las políticas hidráulicas, al igual que dar cuenta de las reacciones
surgidas en los grupos locales en torno a dichos procesos.
A partir de un estudio de caso, el objetivo del presente trabajo
es dar cuenta de la manera en cómo los grupos locales se organizan
1
Gran parte de la información utilizada en este trabajo proviene de una investigación
de tesis realizada para optar al grado de maestría en estudios rurales en el Colegio de Michoacán,
llevada a cabo durante los años de 1998 y 1999, al igual que de una encuesta aplicada en
2004.

277
para obtener el mejor provecho de la aplicación de las políticas
de modernización agrícola y a su vez tratan de construir su propio
proyecto de desarrollo. Sin embargo, dicho proceso dista de ser
equitativo e incluyente, ya que no todos logran subirse al carro de
la modernización, pues de la misma forma en que unos consiguen
mejorar sus condiciones socioeconómicas, en cambio otros son
excluidos social y territorialmente.
Teniendo como eje al desarrollo local en cuanto a proceso endó-
geno de cambio social en ámbitos territoriales, el presente trabajo
se ha divido en tres partes. De forma general, en la primera parte se
trata de dar cuenta sobre algunos aspectos de las nuevas realida-
des que enfrenta gran parte del campo mexicano, sobre todo par-
tiendo de las reformas efectuadas desde los años ochenta del siglo
pasado. Posteriormente se hacen algunas consideraciones meto-
dológicas pertinentes para la realización del análisis. En la segun-
da parte se aborda un estudio de caso realizado en Rincón Grande,
un ejido ubicado en el noroeste michoacano. Para concluir, en la
última parte se exponen algunas reflexiones finales.

UNA IMAGEN DEL CAMPO MEXICANO


DE FINALES DEL SIGLO XX

SIN DUDA el último cuarto del siglo XX trajo consigo muchos cam-
bios en diversos órdenes de la economía, la política y los ámbitos
institucionales. Como consecuencia surgirían nuevas realidades prin-
cipalmente a partir de la creciente integración de las economías
nacionales al fenómeno denominado globalización. Es por ello que
en diversas partes del mundo, especialmente en naciones subde-
sarrolladas como la nuestra, se pueden observar los controvertidos
efectos derivados de la realización de acuerdos comerciales inter-
nacionales como el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN). Algo similar ha sucedido a causa de la reorientación
de los estados nacionales en su función de promotores de la eco-
nomía, lo que ha dado motivo a la emergencia de respuestas, de
índole diverso, en las llamadas sociedades locales.

278
En este contexto el proceso de modernización del agro nacio-
nal se vuelve complejo, ya que bajo las reglas del libre mercado se
establecen competencias entre espacios productivos con fuertes
asimetrías. Esto se pude observar claramente en los tratados comer-
ciales que ha suscrito nuestro país con quienes tienen gran inje-
rencia en los precios internacionales de los productos agrícolas, que
en este caso son Estados Unidos y la Unión Europea, dos países
que subsidian considerablemente a sus productores agrícolas.2
Para entender mejor la situación actual del campo mexicano
habría que ver un poco hacia el pasado, ya que con la realización
de la reforma agraria el Estado inició un proceso de moderniza-
ción que incorporaba a amplios sectores sociales. Sin embargo,
habría que puntualizar que dicho proyecto modernizador no fue
homogéneo ni social ni territorialmente, pues como lo señala
Hewitt (1985: 17), más bien fueron "dos tradiciones de moder-
nización". Mismas que eran observables en las disparidades
existentes entre el árido norte, privilegiado con un modelo indus-
trial que impulsaba la construcción de infraestructura hidroagrícola
(Durán, 1988: 15) y el húmedo sur, marginado y en gran parte rele-
gado a la producción de subsistencia.
Aunque entre estos clarooscuros también se pueden encon-
trar algunos intentos locales por construir un proceso de moder-
nización propio, en donde el ejido y la pequeña irrigación han
resultado vitales. Lo que invita a reflexionar sobre la importancia
de los espacios locales en la búsqueda de la modernidad y sobre
la pertinencia de tratar de comprender las lógicas territoriales de la
organización socioespacial en los terruños ejidales. Pues a partir
de allí también se pueden generar nuevos proyectos de desarrollo
agrícola de mayor viabilidad y susceptibles de apropiación social.

2
En el año de 2002 el gobierno de Estados Unidos promulgó una nueva Ley Agrícola
conocida como "The Farm Bill". Uno de sus puntos centrales es el aumento de los subsidios
a los agricultores, haciéndolo 70 por ciento superior respecto a su similar de 1996 (Cas-
teng y Cordeu, 2002: 2). Por su parte la Unión Europea, a través de su Política Agrícola
Común (PAC), destinará 45 por ciento de su presupuesto total anual a gastos agrícolas hasta
llagar al 2006 (García, 2003: 2).

279
Algunas definiciones

Sin duda el término globalización nos resulta muy familiar en los


tiempos actuales, por otra parte, el concepto de lo local, de desarro-
llo local, cada vez adquiere mayor fuerza pues suele estar presente
en la vida cotidiana de aquellos ámbitos donde las relaciones son
prácticamente cara a cara, o al menos existen ciertos rasgos, sobre
todo culturales, que comparten los habitantes de entidades territo-
riales como el barrio, la comunidad, el municipio e inclusive un
poco más allá. Sin embargo, en el contexto de los nuevos procesos
de revaloración de los espacios locales en Latinoamérica, ¿qué es
el desarrollo local?
En la actualidad existe cierta tendencia a señalar que el ámbito
de gobierno municipal o su equivalente en otros países latinoame-
ricanos, en cuanto a unidad político-administrativa de menor desa-
gregación del Estado-nación, es la unidad territorial donde deben
florecer los proyectos de desarrollo local. Es por ello que para im-
pulsar el desarrollo local se requiere la existencia "de actores socia-
les y gobiernos locales con mentalidad y convicción de impulsarlo"
(Campos, 1996: 25).
De ahí la importancia de que en el proceso de creación de
proyectos de desarrollo local debe tomarse en cuenta que en los últi-
mos años han acontecido profundas transformaciones a nivel mun-
dial, continental y nacional. Por tanto, en nuestro país existe la
"urgencia de construir alternativas de desarrollo económico para
la mayoría de la población de nuestros municipios y la condición
de recomponer socialmente nuestro país desde abajo", por lo que en
este caso el desarrollo local y regional es una buena alternativa para
lograrlo (Campos, 1996: 25-28).
Sin embargo, el desarrollo local va mucho más allá del muni-
cipio, en cuanto a entidad político-administrativa, y del gobierno
local, pues en él también participan sociedades locales en las cuales
existen elementos compartidos por los miembros de un grupo de
personas como su historia, sus vivencias, su cultura, el reconocimien-
to de un territorio y un sentimiento subjetivo de pertenecer a un
grupo social. En este caso nos referimos a la comunidad como

280
un buen referente de lo local, la comunidad campesina y su base
de reproducción social: el territorio.
Pero lo local no es algo aislado, para entenderlo hay que ver-
lo como algo relacional, ya sea desde arriba, desde lo regional,
nacional o global, o desde el centro. Es decir, "lo local es una noción
relativa vinculada a lo global en interacción mutua, que plantea
el desafío de mantener una apertura total a lo particular a la vez que
la capacidad de analizar las formas de inscripción de lo universal
en lo particular" (Arocena, 1995, citado por Massolo, 2003: 1).
En ese sentido no se puede analizar un proceso de desarrollo local
sin hacer referencia a la sociedad global en que está inscrito (Aro-
cena, 1995: 19). De esta forma lo local y lo global están en cons-
tante interacción, en una relación dialéctica entre lo universal y
lo particular.
Entonces, ¿se puede decir que el desarrollo local está relaciona-
do con las diversas orientaciones del desarrollo universal y racio-
nalista?. En primer lugar, la revaloración de lo local, del desarrollo
local, se da a partir de la emergencia de las políticas de ajuste
estructural, de las transiciones a la democracia y de las políticas de
descentralización aplicadas en algunos países de América Latina
a partir de los años ochenta (Massolo, 2003: 2).
No obstante, lo que caracteriza a los proyectos de desarrollo
local es que éstos no se conciben partiendo de una idea externa
y universalista, misma que en su visión homogeneizadora, contra-
dictoria, selectiva en lo social y espacial, y depredadora de recur-
sos naturales (Barragán, 2002: 1), no toma en cuenta las lógicas
y los valores locales.
Por tanto, por desarrollo local se puede entender aquel proce-
so endógeno de cambio anclado en el territorio (Boisier, 2005: 55),
el cual surge a partir de la concepción y posibilidades materiales
y simbólicas de los grupos locales, y de la idea que éstos tienen
sobre su propio desarrollo, mismo que va más allá de combatir la
pobreza, ya que también busca potenciar las ventajas sociales y
culturales del sistema productivo local y, a la vez, aprovechar las
propuestas de desarrollo tecnológico tanto de agencias guberna-
mentales, de la sociedad civil, como de instituciones; como lo
diría Barragán (2002: 12), hibridar el desarrollo.

281
Según Boisier (2005: 54) a dicha endogeneidad de los proce-
sos de cambio territorial habría que considerarla como un fenóme-
no que se presenta en varios planos interrelacionados entre sí. De
esta forma, el plano político refiere a una capacidad local creciente
que permite tomar decisiones importantes frente a diferentes
opciones y estilos de desarrollo y en el uso de los instrumentos
correspondientes. Algo que sin duda implica cierta capacidad de
negociar con los elementos que definen el entorno del territorio,
y por qué no, en cierto momento apropiarse políticamente de las
propuestas de desarrollo externas.
Esto hace la necesidad de intervención de un plano econó-
mico, el cual alude básicamente a la apropiación y reinversión de
parte de los excedentes monetarios a fin de transformar la eco-
nomía local. Quizá habría que agregar aquí el uso de diversas
estrategias de financiamiento que posibiliten impulsar el sistema
productivo local, mismas que en cierto modo también contemplan
el manejo de tecnología. Por tanto, éstas dan cabida al plano cien-
tífico y tecnológico, expresado como la capacidad para generar
impulsos tecnológicos de cambio propios, capaces de provocar
modificaciones cualitativas en el territorio mismo.
Concluye Boisier (2005: 55) que la cultura está presente en un
cuarto plano, actuando como generadora de la identidad socio-
territorial. Algo que también puede implicar la defensa del terri-
torio, el establecimiento de fronteras, la interacción constante con
él o los otros. Una cuestión central de un desarrollo bien enten-
dido que nos lleva a una cultura local recuperada y simultánea-
mente construida, algo similar a lo que en términos de Lomnitz
(1995: 46) sería la definición espacial de la cultura.3

3
De acuerdo con lo señalado por Lomnitz (1995), en la definición espacial de la cultura
de una región encontramos diversas culturas que él denomina "íntimas", mismas que define
"como el conjunto de manifestaciones reales, regionalmente diferenciadas, de la cultura de
clase", es decir, "la cultura de una clase en un ambiente regional específico". De esta forma,
según el autor, "podemos hablar de una cultura local de clase "íntima" porque (esparialmen-
te) evoca simultáneamente al hogar y la comunidad", evitando con ello la falta de integra-
ción que puede ocurrir de la cultura del hogar en el espacio social, y donde se expresan aspectos
como la solidaridad de clase.

282
EL ESPACIO LOCAL

EL TERRUÑO4 ejidal de Rincón Grande pertenece a Ecuandureo,


un municipio eminentemente agrícola ubicado en las inmedia-
ciones de Zamora y La Piedad, dos de los centros urbanos más
importantes del noroeste michoacano. En la mayoría de sus 932
hectáreas, con buen potencial productivo, se observa la presencia
de lomeríos donde predominan las actividades agrícolas ocupan-
do a gran parte de su población económicamente activa. En su
interior se localizan cinco unidades de riego, cuatro de ellas con
abastecimiento de pozo profundo, que cubren 80 por ciento de
las áreas de cultivo.
Para el año 2000 en el poblado de Rincón Grande las mujeres
representaban 59 por ciento de sus 1,058 habitantes, indicio de
la fuerte presencia del fenómeno migratorio internacional. Por tal
razón es común la experiencia migratoria entre la mayoría de los
90 productores que existen en el ejido.
En la actualidad la mitad de los productores locales cultivan
granos básicos que comercian en La Piedad, por su parte el resto,
altamente mecanizado, produce hortalizas que venden a interme-
diarios nacionales. Muchos de ellos, en su mayoría miembros del
ejido,5 practican la ganadería bovina de doble propósito, mientras
otros se dedican a la cría de cabras y unos cuantos a la engorda de
4
Para Luis González (1987: 52-55) el terruño se compone de espacios cortos, en pro-
medio 10 veces más cortos que una región, que se pueden abarcar de una sola mirada y
recorrer a pie de punta a punta en un solo día. Espacios cuyas minisociedades han estado
en contacto con la tierra, donde su gente rústica y semirrústica se ha repartido entre un
corto caserío llamado pueblo y un número indeterminado de rancherías. Siguiendo a don
Luis, conceptualmente el terruño se puede definir por dos dimensiones: la matria y el ma-
triotismo. La primera significa un conjunto de actividades económicas, intercambio social,
manejo del poder, costumbres domésticas, creencias, prácticas religiosas y folclor. Es aquel
pequeño mundo que nos nutre, nos envuelve y nos cuida de los exabruptos patrióticos. En
cambio, el matriotismo es la conciencia del propio ser, amor propio y voluntad de diferencia
y autodeterminación.
Retomando algunos elementos de la definición anterior, desde otra perspectiva el terruño
se puede definir como "una unidad socializada y coherente desde el punto de vista de valori-
zación agronómica" (Cochet et al, 1988: 21), donde existe una racionalidad colectiva, tanto
técnica como social y estructurada por la organización del trabajo (Linck, 1993:104).
5
Como resultado de la aplicación del programa Procede el ejido de Rincón Grande en
1995, éste quedó integrado por 112 ejidatarios y 13 posesiónanos.

283
cerdos. Por lo general, una parte de la producción ganadera se con-
sume localmente y el resto se vende en la misma región.
El financiamiento agrícola es escaso en Rincón Grande, pues
para el año 2000 el ahora extinto Banco Nacional de Crédito Ejidal
(Banrural) apenas atendía 14 por ciento de los productores. Ante
esas circunstancias, lo anterior ha ocasionado el incremento del
uso de remesas en la producción, convirtiéndose así en una bue-
na alternativa de inversión.
No obstante, la existencia de lazos de parentesco y amistad con
poblados vecinos, entre los rinconenses existe un fuerte sentido
de territorialidad, pues no aceptan el ingreso de extraños al ejido.
En ese sentido puede afirmarse que la defensa del territorio es un
elemento de cohesión que ha permitido a los rinconenses generar
un proceso de modernización agrícola que surge de la suma de estra-
tegias orientadas a la apropiación social del terruño ejidal. Mismas
que los han llevado a la construcción, desde abajo, de su propio
proyecto de desarrollo local.

Breve historia del ejido de Rincón Grande

El territorio que ahora define a Rincón Grande fue parte de la


hacienda de su mismo nombre, propiedad de los hermanos Mon-
tes Villaseñor hacia el primer tercio del siglo XX. Al igual que
muchas haciendas de la región, sus actividades principales eran
la agricultura y la ganadería, dirigidas bajo el férreo mando de los
hacendados. Una situación que empezaría a cambiar en la década
de los años treinta del siglo pasado, época en que la influencia del
agrarismo llegó a esta parte del estado de Michoacán.
Sin embargo, el movimiento del reparto agrario tuvo serias
dificultades en Rincón Grande, ya que los hacendados ejercían un
férreo control territorial en toda la comarca. Para tal fin muchos se
hicieron de guardias blancas que constantemente asolaban a la
población, por si fuera poco, la población local se encontraba divi-
dida en dos bandos: los agraristas y los patronales. Situación donde
unos pedían tierra y otros rechazaban el reparto en apoyo al patrón.

284
La causa principal de tal división provenía del miedo que infun-
dían los patrones y sus matones a sueldo y, a decir de los agraris-
tas, de la influencia espiritual que ejercía el cura local.
No obstante, el proyecto del agrarismo desarrollado por Cár-
denas en el Michoacán de los años treinta del siglo pasado, incluía
la participación de líderes políticos regionales. Fue así como a par-
tir de la creación de bases sociales al interior de la Confederación
Revolucionaria Michoacana del Trabajo (CRMDT) y la Confedera-
ción Nacional Campesina (CNC),6 varios poblados de la región serían
organizados y apoyados hasta consumar el reparto.
Una vez creado el ejido de Rincón Grande en el año de 1937
las cosas no resultarían nada fáciles, aunque en lo productivo los
ahora ejidatarios tratarían de seguir con el sistema productivo
heredado de la hacienda por varios años más. En ese sentido uno
de los problemas que enfrentarían en principio sería la falta de
recursos indispensables para hacer producir la tierra. Para ese en-
tonces las escasas fuentes de financiamiento que les permitirían
conseguirlos serían los prestamistas locales, las remesas que envia-
ban los emigrantes, así como los ahorros que ellos mismos traían
a su regreso de Estados Unidos. Situación que en corto tiempo provo-
caría la venta de tierra al interior del ejido.
Es importante resaltar en este punto que, no obstante las
vicisitudes que enfrentaron los rinconenses desde los inicios del
ejido, su sentido de territorialidad permitiría la cohesión social y
motivaría la defensa de la tierra. Inclusive esta última sería causa
de disputas ante quienes consideraban como extraños, bien fue-
ran ex hacendados, propietarios privados o campesinos al igual
que ellos. De esta forma, la membresía ejidal sería reservada única
y exclusivamente para los rinconenses, nunca para los extraños.

6
Siendo Lázaro Cárdenas gobernador de Michoacán, de 1928 a 1932, gran parte de
la estrategia del reparto agrario se sustentó en el trabajo que efectuaban importantes líderes
regionales a través de organizaciones como la CRMDT y la CNC. Tal fue el caso de la presencia
de Juan Gutiérrez en el municipio de Ecuandureo, un líder del vecino valle de Zamora quien
no sólo promovería la causa del reparto, sino que también financiaría a los líderes locales
que la abrazaron. Véase Ginzberg (1999).

285
La intervención del Estado
y la modernización agrícola local

Entre los años sesenta y setenta del pasado siglo la situación de


inestabilidad económica y productiva que por un buen tiempo afec-
tó a los rinconenses cambiaría a partir de la llegada de lo que se
conoció como el cambio técnico. Introducido por el Estado, el
nuevo sistema productivo impulsaría la adopción de modernos
procesos de producción en Rincón Grande. Pues ahora se privi-
legiaba el uso de semillas mejoradas como el maíz y el sorgo, de
fertilizantes y pesticidas, así como la mecanización de las labores
agrícolas, todo financiado por el Banrural. A diferencia del antiguo
año y vez,7 el cual era intensivo en el uso de mano de obra, inte-
gral en el manejo del espacio y no requería de insumos externos,
el nuevo esquema de producción era altamente dependiente del
exterior, intensivo en el uso de los espacios e insumos industriales
y, además, requería de muy poca mano de obra.
Por otra parte, la llegada del cambio técnico ocasionaría el
rompimiento de la complementariedad en el manejo de los espa-
cios y en las actividades de cultivo y de ganado, es decir, una recon-
figuración territorial. De forma similar se liberaría gran cantidad
de brazos que ya no tendrían cobijo localmente y se tendería a la
subutilización de las áreas de menor potencial agrícola. Evidente-
mente la productividad incrementaría y al paso del tiempo tanto
el maíz, el frijol como la calabaza de autoconsumo serían susti-
tuidos por el sorgo, un insumo agroindustrial.
7
Desde una perspectiva territorial el sistema productivo de año y vez implica una espe-
cie de simbiosis donde la complementariedad entre la agricultura y la ganadería es su carac-
terística principal. El manejo de los espacios y las prácticas productivas (el tiempo) no se
realiza de forma separada, tal y como lo es en la actualidad, sino que éstas se conciben inte-
gralmente y no requieren de insumos externos, haciéndolas autosuficientes. Mediante la utili-
zación de potreros, que no son otra cosa que fracciones de tierra de una superficie aproximada
de 200 hectáreas, que se rotan entre sí (potrero non y potrero par), se sigue un ciclo que dura
dos años. Éste inicia en el mes de mayo con la siembra de maíz-frijol-calabaza en el potrero
non (periodo en que el potrero par está en descanso -con ganado), luego de su cosecha en el
mes de diciembre, sigue una etapa descanso en el segundo año (tiempo en que se siembra de
maíz el potrero par), época en que se aprovechan los esquilmos del maíz -y de paso se abona
la tierra- con la introducción del ganado. Posteriormente, en el mes de septiembre se siembra
el garbanzo, un fijador de nitrógeno natural, y su cosecha se efectúa en los primeros meses del
año siguiente, de esta forma el ciclo reinicia con la siembra de maíz en el potrero non.

286
De esta forma, la modernización de la agricultura local sería
sustentada en una racionalidad diferente a la que venía imperan-
do años atrás. La estrategia se basó en cambiar el uso integral del
espacio, de una visión de carácter horizontal y de fuerte cohesión
social, por un proceso de especialización productiva. A grandes
rasgos éste implicaba la individualización de la organización del
trabajo en unidades socioespaciales que utilizaban modernas tec-
nologías, haciendo más intensivo el uso del suelo. Es decir, en lugar
de un proceso productivo que tenía una lógica colectiva de gran
contenido socioterritorial, se estaba imponiendo un esquema de
toma de decisiones racional y económicamente individualista.
En consecuencia, los tiempos y las prácticas entre la prepara-
ción de la siembra y la cosecha se reducirían. Del policultivo se
pasaría al monocultivo y de la estrecha relación entre los sistemas
de cultivo y de ganado, expresadas a través de un esquema produc-
tivo dominante, vendría su alejamiento. Pero dicho modelo no
estaba diseñado para todos los productores locales, ya que hubo
quienes no se interesaron o no pudieron participar, lo que ocasio-
nó que el préstamo y la renta de parcelas se hiciera más común
que antes. Bajo esas circunstancias los más innovadores tuvieron
la posibilidad de acaparar tierra mediante dichas prácticas. Adicio-
nalmente, varios miembros de la familia que ya no se ocupaban
en el trabajo de la unidad de producción tuvieron que salir del
poblado y muchos terminarían por sumarse al flujo migratorio
internacional.

El pequeño riego y la horticultura:


segundo aire de la modernización agrícola

Poco tiempo después de la llegada del cambio técnico, en los años


setenta y ochenta del siglo pasado, el ejido de Rincón Grande se
vería inmerso en dos procesos que terminarían por cambiar sus-
tancialmente el sistema productivo local y posibilitarían reforzar
las bases de su proyecto de desarrollo local, a saber: la introduc-
ción del pequeño riego y la adopción de la horticultura. En ese
sentido la introducción del pequeño riego iniciaría a principios

287
de los años setenta y concluiría a mediados de los noventa del
siglo pasado. Por su parte el cultivo de las hortalizas surgiría en los
años setenta del mismo siglo, a consecuencia de la construcción
de la presa José Antonio Torres. Al paso del tiempo el acapara-
miento de los recursos productivos vendría a concentrarse en las
unidades de riego y muchos espacios empezarían a sufrir de proce-
sos de desarticulación territorial.
La etapa más fuerte de la entrada del pequeño riego en el
municipio de Ecuandureo iniciaría a partir de los años ochenta
del siglo pasado. La propuesta se basaba en introducir la pequeña
irrigación, promovida en ese entonces por el Programa Nacional
de Desarrollo Rural Integral (Pronadri), a partir de la perforación de
pozos profundos. También se organizarían grupos de trabajo
que posteriormente financiaría el Banrural. Habría que precisar que
en todo el proceso de introducción de la pequeña irrigación el ayun-
tamiento representaría un papel crucial como mediador social y
político, sobre lo cual se ahondará más adelante.
Por otra parte, con la constitución de la unidad de riego de la
presa José Antonio Torres y la consecuente incorporación de una
importante porción de las tierras rinconenses al regadío, se ten-
drían las condiciones óptimas para la introducción de cultivos de
altos ingresos que requerían de agua segura en caso de que el tem-
poral de lluvias fallara. Es por ello que poco tiempo después de
iniciado el funcionamiento de la presa arribarían al lugar varios
agroempresarios que estaban fuertemente vinculados con el mer-
cado de hortalizas, en especial del jitomate. Su estrategia para
trabajar en las tierras del ejido consistió en usar algunos producto-
res locales como sus prestanombres y rentar varias parcelas.
Al paso del tiempo y sumado a la experiencia que habían adqui-
rido en las salidas para trabajar en los campos hortícolas del estado
de Sinaloa, muchos productores locales terminarían por aprender
los pormenores del nuevo proceso productivo. En consecuencia,
muy pronto empezarían a cultivar el jitomate por su cuenta, para
luego extenderse a otras hortalizas.
A partir de ello el sistema productivo local quedaba fuerte-
mente orientado hacia un mercado de hortalizas altamente especu-

288
lativo, ocasionando serios impactos en la seguridad alimentaria
y la ganadería. De esta forma el acceso a recursos como la tierra,
el agua y demás medios de producción se concentrarían entre los
productores de hortalizas. Con tal desequilibrio y basándose en el
sistema de rotación de cultivos8 que requería la nueva lógica hor-
tícola, se daría cabida a la subordinación productiva y a la desarticu-
lación territorial de las áreas con menor potencial agrícola.
Bajo dicha lógica las mejores tierras del ejido servirían para
cubrir la cuota de la modernización con la producción de hortali-
zas, mismas que a su vez terminarían por subordinar a otros cul-
tivos como el sorgo, el frijol, el garbanzo y el maíz comercial. En
ese esquema la siembra del maíz de autoconsumo se reduciría a
las zonas de menor potencial productivo como los ecuaros.9
Por su parte, la ganadería perdió espacios cuando se redujo la
disponibilidad de las áreas del agostadero y de los esquilmos en
las parcelas que antes se cultivaban de maíz para el autoconsumo.
Por tal motivo la modernización agrícola que se enfocaba en la
mecanización de las actividades productivas y el regadío, dese-
chaba gran cantidad de brazos que antes servían para el cultivo del
maíz y la práctica de la ganadería, por lo que terminaría por desar-
ticularse el hato de la milpa.
A partir de ello, las formas de organización tradicionales prác-
ticamente perderían su razón de ser como generadoras de cohe-
sión social ya que el nuevo sistema inducía, por segunda vez, a la
individualización de las prácticas productivas y el manejo de los
espacios. Es decir, la organización socioespacial se haría más indi-
vidualista y sólo sería a través de las unidades de riego como
podría recuperarse parte de dicha cohesión.
Sin embargo, mientras que en la década de los ochenta del siglo
pasado ocurría la introducción del pequeño riego en el municipio de
8
Para evitar los ataques de plagas y enfermedades a las hortalizas, resulta necesaria la
rotación de cultivos, que no es otra cosa que ir cambiando de una parcela a otra su siembra y
realizar otro tipo de cultivos, como granos básicos, en las que se dejan para completar un ciclo
que dura de uno a tres años.
9
En su uso local la palabra ecuaro, de origen purhépecha, sirve para designar aquella
pequeña porción de tierra que se ubica, ya sea en el traspatio o en alguna parte del cerro
muy pedregosa y cuya siembra se realiza a mano.

289
Ecuandureo, por su parte el entorno económico y político mun-
dial empezaría a cambiar afectando especialmente a las naciones
subdesarrolladas. En nuestro país lo anterior se expresaría, entre
otras cosas, a través de la reorientación del modelo de desarrollo,
la realización de acuerdos económicos internacionales como el
TLCAN y la aplicación del ajuste estructural. En este último se
incluiría la flexibilización del marco legal, ocasionando la recom-
posición del ámbito institucional (Linck, 1996), mismo que termi-
naría por incidir en el sector hidroagrícola.
Como parte de las políticas de ajuste estructural ocurridas
entre los años ochenta y noventa del siglo XX, en el municipio de
Ecuandureo serían dos los procesos que tendrían mayor inciden-
cia en la modernización agrícola: la reestructuración institucional
y la descentralización. El primero de ellos se tradujo en la desa-
parición y reacomodo de varios organismos e instituciones que
promovían el desarrollo rural. En especial, algunos que participa-
ban, directa e indirectamente, en la estimulación de diversos aspec-
tos de la cadena productiva campesina, como por ejemplo, el uso de
subsidios, el financiamiento y el seguro agrícola. Tal fue el caso del
Banrural y la Aseguradora Nacional Agrícola y Ganadera (ANAGSA).
En respuesta, muchos productores rinconenses empezaron a incre-
mentar el uso de remesas en las inversiones productivas, especialmen-
te en las unidades de riego y el cultivo de hortalizas.
Con relación a la descentralización institucional, la federaliza-
ción de la entonces Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarro-
llo Rural (Sagar), anunciada en 199510 y la canalización de recursos
económicos con fines productivos a los ayuntamientos por medio
de los ramos 33 y 26,11 provocaría que hacia finales de esa década
se crearan los Consejos Municipales de Desarrollo Agropecuario
en Michoacán. Como consecuencia se afianzaría el proceso de
mediación social y política para la modernización agrícola que
había surgido en el municipio de Ecuandureo con la introducción
de la pequeña irrigación a mediados del decenio anterior.
10
Véase Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural y la Compañía Na-
cional de Subsistencias Populares (1995).
11
Véase Gobierno del Estado de Michoacán et al. (2000).

290
En ese contexto, la flexibilización del marco legal también for-
maría parte del nuevo modelo de desarrollo, ya que según el es-
quema neoliberal se necesitaba otro tipo de relaciones entre el
campesinado y el Estado. Fue así que apoyado en los principios de
seguridad y libertad se modificó el artículo 27 constitucional12 en
el año de 1992 y casi de inmediato se promulgó la Ley Agraria.

Llegando a la actualidad

Cuando la modernización agrícola todavía estaba en proceso en


muchas partes del país, a partir del ámbito global las reglas del
juego cambiarían haciendo más complejas las formas y mecanismos
de los procesos de desarrollo en los espacios rurales. Por tal moti-
vo bajo un entorno institucional, económico y político diferente,
cualquier proyecto de desarrollo que busque realmente concre-
tarse en la actualidad, necesariamente requiere de su apropiación
social por los grupos locales. Adicionalmente, se debe tomar en
cuenta otro tipo de relaciones que surgen de las articulaciones
entre lo global y lo local, así como del entorno regional. Justa-
mente donde la mediación social para la modernización agrícola
es ejemplo de ello.
Al respecto primeramente habría que señalar que la mediación
social para la modernización agrícola tiene su propia historia en
el municipio de Ecuandureo. Pues ésta se remonta hacia mediados
de los años ochenta del siglo pasado, tiempo en que fuera presiden-
te municipal uno de los líderes locales más importantes de los últi-
mos años y quien supo articular muy bien la mediación social para
la modernización agrícola con el ejercicio del poder político muni-
cipal, su nombre era Jorge Chavoya.
Justamente para esos años se había anunciado el Pronadri, un
programa del gobierno de De la Madrid donde se ratificaría el
plan para fomentar la pequeña irrigación, principalmente a través
del aprovechamiento de aguas subterráneas (Escobedo, 1999:249).

12
Reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federación el día 6 de
enero de 1992.

291
En el caso del municipio de Ecuandureo, teniendo al ejido
como su plataforma de gestión, Jorge Chavoya buscaría fomentar
las relaciones personales y políticas con importantes funcionarios
de los ámbitos estatal y federal. Su objetivo era insertarse en el
proceso de introducción de la pequeña irrigación y apropiárselo
para sus fines políticos.
Adicionalmente recibiría el apoyo de algunos ecuandurenses
que estaban bien posicionados en instituciones del orden estatal
y federal, desde donde apoyarían sus gestiones. Lo importante fue
que al interior del municipio los ejidos se pudieron organizar y
respondieron a su llamado. En esa encomienda uno de los ejidos
pioneros que abrasaría el programa de la pequeña irrigación sería
su natal Quiringüicharo; un ejemplo para su vecino Rincón Grande.
Una vez aceitada la maquinaria que serviría para hacer llegar
la pequeña irrigación a la mayoría de los ejidos del municipio de
Ecuandureo, y de la misma forma que ésta permitiría asegurar
votos para el partido oficial, los posteriores ayuntamientos segui-
rían utilizando dicho instrumento con fines políticos e incluso
llegarían a perfeccionarlo.
Por tal razón en el año de 1996 se constituiría el Departamen-
to de Fomento Agropecuario, al cual se convirtió en "el principal
promotor para aterrizar los programas del gobierno federal a favor
de los productores agrícolas locales".13 Con dicha visión las ges-
tiones que se venían realizando se ampliarían a programas como el
Programa de Apoyos Directos al Campo (Procampo), Alianza
para el Campo y el crédito del Banrural.

Entre la mediación social


y la búsqueda del desarrollo local

Una vez modificado el entorno institucional, económico y polí-


tico del sector hidroagrícola, durante los años ochenta y noventa
del siglo XX, la estrategia de desarrollo que seguiría el ejido de
Rincón Grande se sustentaría en tres aspectos considerados como
l3
Véase H. Ayuntamiento de Ecuandureo, Michoacán (1996).

292
centrales: el fomento de la pequeña irrigación, la transferencia
tecnológica y el uso de remesas para financiar inversiones pro-
ductivas, especialmente hortalizas.
Para lograrlo resultó crucial acceder al poder político a través
de la articulación de los intereses locales con la política municipal
y, desde el ámbito municipal, abrirse espacios de participación en
el proceso de toma de decisiones encaminadas a la moderniza-
ción del sector hidroagrícola. Para cumplir dicho objetivo su in-
clusión en la mediación social para la modernización hidroagríco-
la se convertiría en elemento central, mismo que haría posible el
acceso a individuos clave en la toma de decisiones de las institu-
ciones gubernamentales de ese sector. Por tal motivo los rinco-
nenses empezaron a insertarse en aquel proceso que muy pronto
les daría importantes beneficios.
En ese contexto, la táctica que seguirían los representantes del
ayuntamiento local se basaría en la creación de dos frentes. Por
una parte, mediante un discurso que mostraría a Ecuandureo como
un municipio eminentemente agrícola que prometía el uso efi-
ciente del agua para riego a cambio de nuevos pozos profundos,
se buscaría el acercamiento y en ocasiones hasta la negociación
política con funcionarios clave de las instituciones responsables
del fomento de la pequeña irrigación, su normatividad y la trans-
ferencia de tecnología.
Por otra parte el municipio de Ecuandureo serviría como bas-
tión político que daría votos al partido del PRI. Fue así como inte-
grantes del ayuntamiento recibirían a cambio el apoyo de ciertos
políticos para favorecer sus negociaciones con los funcionarios de
las instituciones del sector hidroagrícola. Por su parte los líderes
locales obtendrían la legitimación política de aquellos ejidos que
participaban en la promoción de la pequeña irrigación y la trans-
ferencia tecnológica.
Sin embargo, para los rinconenses las cosas no quedarían ahí.
Pues se dieron cuenta que si participaban de forma directa en las
negociaciones, en este caso articulando los intereses locales con
los fines políticos del proceso de mediación, podrían acceder al
poder local y así lograr mayores beneficios e impulsar el desarrollo

293
local en su ejido. Cosa que sucedió en el año de 1999 cuando un
integrante del ejido de Rincón Grande fue electo como presiden-
te municipal.
Para lograrlo, los priístas rinconenses usaron la que conside-
raron como la mejor de sus cartas: José Luis Árciga. Quien era un
ingeniero agrónomo con bastante prestigio como productor y asesor
técnico y, además, contaba con visión política. Con una trayecto-
ria que provenía del liderazgo estudiantil en la carrera de agronomía,
José Luis Árciga inició su carrera política en Ecuandureo cuando, a
través del Procede, ingresó al ejido de Rincón Grande en 1995.
Al poco tiempo Árciga fue electo presidente del comisariado
ejidal, periodo en que también fue jefe de la campaña política por
la presidencia municipal del ingeniero David Vázquez, un impor-
tante promotor del pequeño riego y la transferencia tecnológica
en Ecuandureo. Como premio por su trabajo, durante la gestión
de este último Árciga fungió como titular del Departamento de
Fomento Agropecuario y para 1998 ya se había lanzado como
candidato para contender por la presidencia municipal, quedando
electo para el periodo 1999-2001.
De esta manera, el proyecto de desarrollo del municipio de
Ecuandureo y por ende el de Rincón Grande, estarían impregna-
dos de la visión que impondrían los mismos actores locales. La
modernización agrícola basada en el fomento de la pequeña irri-
gación y la transferencia tecnológica seguiría siendo su eje princi-
pal. Pero la negociación y la participación política, como parte de la
mediación social, junto con la utilización de las remesas en inver-
siones productivas, tan riesgosas como las hortalizas, le darían el
impulso adicional.

El ejido y la organización socioespacial

Como se ha podido evidenciar hasta el momento, al paso de más


de sesenta años el ejido se ha convertido en pieza central del
proceso de modernización agrícola del poblado de Rincón Grande,
base fundamental de su proyecto de desarrollo local. De la misma
manera se ha dado cuenta que el ejido es algo más que una forma de

294
propiedad de la tierra, ya que también existe un proceso de apro-
piación social por los grupos locales que históricamente se iden-
tifican con él y lo defienden ante extraños, convirtiéndolo así en
su territorio.
A ese respecto, desde el punto de vista socioespacial al ejido se
le puede ver como un ámbito donde sus miembros, los ejidatarios,
definen de manera colectiva e individual -legitimada o no- la
organización y el uso de los espacios y demás recursos colectivos,
tanto a nivel de las parcelas como del agostadero o tierras de común
aprovechamiento. En ese sentido, es en el ámbito ejidal donde se
han sentado las bases para la emergencia de acciones de cooperación,
de complementariedad o sinergias, así como de apropiación, concen-
tración y desplazamiento de los individuos y grupos sociales a su
interior.
Adicionalmente, los impactos que este proceso ha tenido en la
organización socioespacial del terruño ejidal han implicado impor-
tantes transformaciones en el manejo del tiempo y el espacio. Algu-
nas de estas modificaciones se han expresado en la disminución
de los potreros dedicados a las actividades ganaderas y por ende, en
la reconfiguración del sistema productivo de ganado. El cual se
reorientaría hacia la estabulación, semiestabulación y el traspatio,
reubicándose espacialmente al interior del poblado y sus inme-
diaciones.
Aparte de la dinámica propia del sistema productivo, que ten-
dería al uso especializado de los espacios con mayor potencial
agrícola, con los horticultores a la cabeza del ejido se tomarían
acuerdos que perjudicarían a muchos productores. Los más afec-
tados serían los estratos venidos a menos como los ganaderos y
los productores de maíz de autoconsumo. El más significativo de
ellos fue cuando, en los años noventa del siglo pasado, se decidió
que ningún tipo de ganado podía entrar a las unidades de riego.
En el fondo de esta decisión subyacía una disputa por el uso
de los espacios productivos que la modernización agrícola había
provocado entre los diversos estratos de productores así como
entre Ja agricuJtura y Ja ganadería. A final de cuentas fueron los
horticultores quienes terminaron ganando, pues tenían mejor
acceso a los recursos productivos y al poder, que los demás.

295
Otro de los impactos de la reorientación del sistema produc-
tivo sería que la horticultura concentraría el uso del agua e impon-
dría la subordinación de otros cultivos, como los granos básicos,
con el sistema de rotación. Es decir, en el ámbito de las unidades de
riego, ahora la estrategia de las unidades de producción se daría más
en función de las necesidades de las hortalizas y el mercado que
del consumo local.
Adicionalmente, la horticultura provocaría la concentración
de las tierras irrigadas mediante el arrendamiento, la aparcería o
el préstamo. Lo anterior daría motivo a la emergencia del mercado
de agua en la unidad de riego de la presa José Antonio Torres. Con
esto socioespacialmente se desvinculaba a las demás áreas que no
contaban con regadío y que sólo se podían cultivar una vez al año.
Por otra parte, con la terminación del sistema productivo de
año y vez las actividades colectivas vendrían a menos. La realiza-
ción de las faenas, fuente de cohesión social, serían objeto de
individualización y ahora se harían por estratos de productores.
Por ejemplo, el arreglo de cercas en el perímetro de las tierras de uso
común sería una actividad de los ganaderos. Por su parte el arreglo
de caminos se haría por potreros o por unidades de riego.
Con la desaparición de gran parte de las actividades que estimu-
laban la cohesión social, el individualismo empezaría a permear en
el sistema productivo local, sobre todo entre los productores más
jóvenes. Sin embargo, su resurgimiento se daría al interior de las
unidades de riego, pero ahora bajo otras modalidades que no
necesariamente involucraban al ejido en su conjunto.

La pequeña irrigación,
base de la organización socioespacial rinconense

No obstante, las dificultades de escasez de agua14 que enfrentan


la mayoría de las unidades de riego del ejido, éstas siguen siendo
base de su organización socioespacial. También son el origen de
14
Ninguna de las cinco unidades de riego de Rincón Grande puede cultivar la totalidad
de su superficie. La causa principal es la escasez del agua que las afecta. La situación de dis-
ponibilidad va desde 25 a 40 por ciento hasta 65 y 70 por ciento, no más.

296
nuevas formas de cohesión social, por lo que funcionan como
puente entre la modernización agrícola y el desarrollo local.
Por su ubicación socioespacial intermedia entre el ejido y las
unidades de producción, las unidades de riego permiten la articu-
lación tanto entre éstos como con el exterior. En ese sentido la
modernización agrícola y la transferencia de tecnología, como
parte del proceso de mediación social que involucra al ejido y al
ayuntamiento local, así como a las instituciones del sector hidroa-
grícola, puede ser ejemplo de ello.
En la organización de las unidades de riego resulta muy ne-
cesaria la creación de reglas socialmente aceptadas para el apro-
vechamiento de un recurso tan escaso como al agua. Por tal razón
las estrategias y decisiones de los productores muchas veces tienen
que ajustarse a los acuerdos tomados colectivamente. Un ejemplo
de ello sería la superficie bajo riego que trabajará cada productor y
la fecha de inicio de la siembra para cultivos "puntados" o de medio
riego. Algo que normalmente se establece sobre la base de un calen-
dario determinado colectivamente.
De esta forma nadie puede saber de antemano qué superficie
va a sembrar bajo riego individualmente, ni la fecha en que va a
plantar hortalizas. Para ello se requiere de la toma de acuerdos
previos, haciendo que resulte difícil para cualquier productor o
regante el manejarse de forma independiente. Aquí los principios
de igualdad, equidad, respeto a la autoridad y disposición para
resolver el conflicto, entre otros, son la base de su organización.
Es así que en la toma de acuerdos en las reuniones, que se llevan
a cabo cada mes en el ciclo de riego, todos los usuarios tienen el
mismo derecho para asistir, participar, votar e inclusive ser electos
como representantes de la unidad de riego, signo de igualdad social.
Por otra parte, como principio de equidad todos los integrantes
tienen derecho a la misma cantidad de agua para riego por unidad
de superficie. La diferencia pudiera estribar, quizá, en la forma
en que sea utilizada. Pudiendo variar ésta por la cantidad de agua
que requiere cada cultivo, por lo que en ese sentido las hortalizas
necesitan más agua que Jos granos.
Cada una de las cinco unidades de riego que existen en el ejido
cuenta con una estructura de autoridad que es electa cada dos
297
años. Sólo en el caso de la presa se cuenta con una pequeña buro-
cracia como es una secretaria, contratada por el comisariado
ejidal, misma que los apoya en cuestiones administrativas relati-
vas a la planeación y manejo del riego. Por tal motivo ser repre-
sentante de una unidad de riego es motivo de prestigio social, pues
el cargo es respetado por los demás integrantes del ejido.
Aunque quizá la excepción a estos principios sean los perio-
dos de crisis que ocurren a falta de agua en el periodo de lluvias
o por una estimación errónea del volumen de la presa, justamen-
te donde puede emerger el conflicto. Pero éste casi siempre se ha
podido controlar localmente. El mecanismo de solución más uti-
lizado son las sanciones económicas y sociales que por lo general
son acatadas. Aunque estos castigos también penalizan a quienes
desperdician el agua o no realizan las faenas de limpieza en los cana-
les de riego.

Entre vacas, riego y remesas: las unidades de producción

Hasta aquí se ha hecho referencia a los niveles de organización


socioespacial donde participan colectivamente los productores.
Sin embargo, existe un nivel mínimo donde la responsabilidad de la
toma de decisiones y la formulación de estrategias corresponde
sólo al productor y, dependiendo del caso, a su familia. Habi-
tualmente son los hijos de éste y demás parentela, generalmente
migrante, quienes participan en gran parte del financiamiento de la
unidad de producción.
Pero el análisis de esta unidad de decisión resulta complejo por
sí mismo. Pues en ella inciden muchos factores que no necesaria-
mente tienen que ver con el terruño ejidal o la región. La migración
es un ejemplo muy palpable de ello, pues tanto el productor como
muchos miembros de su familia son o fueron migrantes. Así su
importancia radica en el financiamiento que aportan los migran-
tes, en ocasiones varias veces al año, para cubrir gran parte de las
necesidades de inversión.
En este nivel de organización socioespacial resulta más evi-
dente la estratificación social en cuanto a reflejo del acceso dife-

298
renciado a los recursos productivos. Pues de la homogeneidad
entre productores que caracterizaba al sistema productivo del año
y vez, ahora es la heterogeneidad y la desarticulación socioespa-
cial una de las características principales que propone el modelo
de modernización actual.
En el caso de los rinconenses esto ha ocasionado una diferen-
ciación social considerable. Pues existe gran disparidad entre las
unidades con mejores posibilidades de ingreso y acceso a los recur-
sos productivos, caso de los horticultores fuertes, respecto a las que
menos tienen, como son los ecuareros. Aquí lo que resulta digno
de resaltar es la cantidad de productores que cultivan hortalizas, la
mayor fuente de ingresos del sistema productivo local, que suman
aproximadamente la mitad de los noventa que existen en el ejido.
Es precisamente allí donde radica la fortaleza del sistema produc-
tivo, la cual ha posibilitado la búsqueda de un proyecto de desarro-
llo localmente construido, aunque no para todos.
Sin embargo, en la otra mitad de productores, con menores
posibilidades de acceso a los recursos productivos que los anterio-
res, existe una gran disparidad también. Ya que las diferencias entre
ellos están marcadas fundamentalmente por la membresía ejidal.
Pues la mayoría de los ecuareros no son ejidatarios y en caso de
llegar a serlo, ya no conservan sus mejores parcelas y mucho menos
algún peso específico en los espacios de decisión del ejido.
En cambio, el resto que son ejidatarios tienen mayores dere-
chos sobre las tierras de uso común y muchos tienen parcelas
con riego. En este caso la diferencia con los horticultores radica en
sus reducidas posibilidades de acceso al financiamiento produc-
tivo y a que están más orientados a la producción de granos bási-
cos y a la ganadería. En razón de ello, su peso en la organización
socioespacial es mucho menor que los horticultores, en parte debido
a la problemática por la que atraviesa la ganadería local producto
de su desarticulación territorial.
Visto así, la estratificación social entre los productores rinco-
nenses tiene su clara expresión en la organización espacial del
terruño ejidal al igual que en el acceso a los espacios productivos.
Cosa que se puede evidenciar en los diversos ámbitos de decisión

299
que existen en el terruño ejidal y que van más allá de la asamblea
de ejidatarios.

Los espacios de decisión colectiva en Rincón Grande

De acuerdo con la actual legislación agraria la asamblea es el único


espacio de decisión colectiva o de toma de acuerdos que tiene
peso legal sobre la organización y la vida interna del ejido. Y en
verdad lo es. Pero en el caso de Rincón Grande ni es el único, ni
todos los asuntos del ejido o de los ejidatarios se exponen y se
deciden ahí. En el presente caso existen otros espacios de decisión
donde su construcción y apropiación social por los miembros del
ejido han sido centrales, a saber: la junta reservada y la asamblea
de las unidades de riego.
Ante esas circunstancias cabría entonces preguntarse, ¿es real-
mente la asamblea de ejidatarios el espacio de decisión en el cual
se discuten ampliamente los asuntos del ejido y donde se define de
forma consensuada sobre ellos? Es de considerarse que la respues-
ta dista de ser afirmativa. Al respecto se parte de la premisa de
que para que un asunto sea tratado en una asamblea de ejidata-
rios, muchas veces éste ya pasó por una serie de filtros donde se
realizan -o no- disputas y negociaciones entre diversos grupos de
ejidatarios o bien se ha efectuado una labor de convencimiento
por los líderes locales.
En otras ocasiones, la decisión surge producto de acuerdos
previos entre representantes de diversa índole, tanto legal como
social, que existen en el ejido y el poblado, mismos que se verifi-
can en la "junta reservada". Por tal motivo es de considerar que,
dependiendo de la naturaleza del asunto y de los intereses de los
grupos locales, es el tratamiento que éste recibe para llevarlo
hasta dicho espacio de decisión. De esta forma se puede decir que
localmente existe una apropiación social de la asamblea en cuanto
a espacio de disputas y de toma de decisiones y como ámbito de
regulación de la organización socioespacial del ejido.
Pero es el caso de que muchos productores locales no tienen
participación en la asamblea. Al no ser miembros del ejido, ya

300
sean los ecuareros o muchos de los ganaderos, no participan en
el proceso de toma de decisiones, ni en su parte final que es la
asamblea. Por tal razón difícilmente podrán defender sus intere-
ses ante los demás productores que son ejidatarios. Sin duda
esto los coloca en una posición marginal que se puede observar
en la actual orientación del sistema productivo local y en la dis-
posición de los espacios y demás recursos productivos.
Por otra parte, en las unidades de riego también se realizan
asambleas y los acuerdos que de ellas emanan suelen ser determi-
nantes para sentar las normas del funcionamiento de estas uni-
dades. Es así que en dichas asambleas se toman acuerdos para
establecer los calendarios de riego, los tipos de cultivo y las fae-
nas, así como el pago que debe realizar cada usuario por el riego y
las sanciones de que puede ser objeto. En este sentido, los acuer-
dos que aquí se toman influyen fuertemente en el esquema de los
productores, sobre todo en el manejo de su unidad de producción
y más en específico, en la toma de decisiones. Pues la fecha de
siembra y la superficie a cultivar dependen de la disposición del agua
y de los acuerdos a que se lleguen, es decir, los miembros tienen
que sujetar su decisión individual a la de la colectividad.
Pero a final de cuentas, los acuerdos tomados en las unidades
de riego han servido para fomentar la cohesión social y enfrentar
los problemas de escasez de agua en las diversas épocas del año.
Sin embargo, los asuntos que tienen que ver con el riego no sólo se
tratan en esta asamblea, sino que también son del conocimiento
de otro ámbito de toma de decisiones que han creado los rinco-
nenses. En dicho espacio, conocido como junta reservada, parti-
cipan todos aquellos que tengan un cargo por elección o nombra-
miento, ya sea en el ejido o en el poblado.15
En horario nocturno, la junta reservada se realiza con uno o
dos días de antelación a la asamblea de ejidatarios o del pueblo. Por
15
Aquí concurre el encargado del orden como representante de orden civil, el presiden-
te del comisariado ejidal, los representantes de todas las unidades de riego y los comités de
obras que estén trabajando en el poblado, como por ejemplo del drenaje, el panteón y del agua
potable. Sin embargo, este espacio no es del todo democrático, ya que hay sectores, como el
de los ganaderos y los ecuareros que no son representados, a pesar de que se lleguen a tomar
acuerdos que afecten a sus intereses.

301
lo general asisten entre 20 y 25 personas, los asuntos que normal-
mente se tratan aquí abarcan a los sectores socioproductivos del
ejido y en general a todo el poblado, cuyos representantes estén
presentes en ese momento.
Respecto a los tipos de asuntos que tratan, se podría decir
que se dividen en dos rubros: el primero que refiere a los que en
ese espacio se pueden resolver y que necesitan o no del consenso
de la asamblea. Aquí, pudieran ser aspectos de tipo operativo de
algunos programas estatales y municipales o de actividades a
realizar por los integrantes de cualquier comisión del poblado. En
cambio, los segundos, son los que no se pueden o no se quieren
resolver en este espacio y por tanto se van a poner a considera-
ción de la asamblea.
Por lo general es aquí donde se propondrá tanto a la asamblea
de ejidatarios como del pueblo la ratificación o solución a sus
propuestas, así como los conflictos que no les conviene resolver.
Algo similar ocurre con los que se sienten incompetentes para con-
cluir. También aquí se define lo que se incluirá en el orden del día
de la asamblea a realizar y la estrategia para plantear cada asunto.
El objetivo que se persigue es su aprobación sin mucha oposición.
Con ello se busca evitar el costo político que pudiera derivarse
en caso de suscitarse algún conflicto.
Dicho ámbito de decisión también forma parte de la organiza-
ción local y puede considerarse como un entorno donde se defi-
nen, de forma general, las líneas de muchas actividades del ejido
que pueden repercutir en los demás niveles territoriales inferio-
res. Por otro lado, también puede concebirse como un entorno en
donde quienes participan adquieren estatus social y cierto pres-
tigio político.

Algunas implicaciones del proyecto de desarrollo local

Sin duda el proyecto de desarrollo que han buscado construir los


rinconenses ha tenido muchos aspectos positivos que los han
llevado a la mejoría socioeconómica, pero a la vez éste también ha
tenido sus costos, pues aún dista de haber logrado la equidad entre

302
los productores locales. Los avances en la modernización hidroa-
grícola, la transferencia tecnológica, la apertura de espacios de
participación política y la forma como han enfrentado la descen-
tralización institucional han sido considerables. No se diga de la
creación y apropiación social de instancias de decisión, fuente
de cohesión social para la suma de proyectos individuales.
Pero el modelo productivo que adoptaron los rinconenses,
impuesto por el mismo proceso de modernización agrícola, ha
resultado excluyente desde una perspectiva socioespacial. Al res-
pecto serían dos los procesos más relevantes que emergerían: la
subordinación productiva y la desintegración territorial.
El primero de ellos, la subordinación productiva, se daría prin-
cipalmente a causa de la dinámica de la rotación de espacios que
impondría el cultivo de las hortalizas, mismo que sería apoyado
por el uso de remesas. Con estas estrategias, localmente cambiaría
gran parte de la lógica de la producción de los granos básicos, mis-
mos que para los horticultores serían vistos como un complemen-
to que estaría subordinado al cultivo principal. Dicha situación se
haría más evidente en la mayoría de las parcelas que no contaban
con regadío, por ejemplo, en el caso del maíz, éste pasaría del
autoconsumo al mercado, aunque no sucedería lo mismo con las
áreas de los ecuaros.
Por su parte, la desintegración territorial de los espacios con
menor potencial agrícola sería provocada por el cambio del sistema
productivo, proceso que sería estimulado de forma adicional con
el uso de remesas y por la migración de quienes los aprovechaban.
La sustitución de la visión de autoconsumo que imperaba en
el manejo de estos espacios, por otra de tintes comerciales, deses-
timularía el uso intensivo de mano de obra que requería la produc-
ción del maíz de autoconsumo, por lo que muchos productores
preferirían migrar o retirarse. Adicionalmente, la disminución de
pastos debido a la desaparición de los ecuaros provocaría la su-
butilización de las áreas de agostadero.
Desde una perspectiva territorial, las áreas perdedoras ocu-
parían una superficie inferior que las zonas de regadío, por lo que
la dinámica productiva y la organización socioespacial la impon-

303
drían estas últimas. Como se ha señalado, la modernización
agrícola y la transferencia tecnológica tuvieron un efecto diferen-
ciado en Rincón Grande, aunque del lado positivo se encontraría
una fuerte articulación que permitiría, a través de las unidades
de irrigación, la creación y apropiación de instancias de decisión
y organización como las propias unidades de riego y la junta re-
servada.
Por último, la cohesión socioespacial imperante provocaría la
conjunción de esfuerzos y proyectos individuales que los llevarían
a impulsar su propio proyecto de desarrollo local, que por cierto,
no incluiría a todos, pero que con el financiamiento de las reme-
sas les permitiría seguir adelante en la modernización de la agri-
cultura, en cuanto a su motor principal.

CONCLUSIONES

LUEGO DE LAS transformaciones ocurridas en el ámbito económico


y político global y sus efectos posteriores en los países subdesarro-
llados, así como de los retos que esto representa para los proyec-
tos de desarrollo de los espacios locales, es de considerarse que
en relación al proceso ocurrido en el ejido de Rincón Grande se
lograron algunos avances sustanciales en la modernización agríco-
la. Apoyados por las remesas, dichos avances se sustentaron tanto
en el fomento del pequeño riego, la transferencia tecnológica,
como en la horticultura.
Proceso que en esta ocasión los llevó a conseguir el empuje
necesario para la conjunción de esfuerzos individuales que permi-
tieron articularlo con la mediación social y política para la mo-
dernización agrícola, alcanzando ciertos beneficios a su favor. Sin
embargo, el proyecto de desarrollo local no fue homogéneo, ya
que hubo a quienes no se tomó en cuenta y fueron excluidos, por
lo que éste aún dista de ser perfecto e incluyente desde una pers-
pectiva socioespacial.
En consecuencia, el estudio de caso que se ha mostrado quizá
pueda significar uno de los caminos a seguir por aquellos terru-

304
ños con potencial productivo, donde se busque construir social-
mente el proceso de desarrollo. En dichos casos es posible que las
estrategias que se utilicen logren potenciar las ventajas sociales del
sistema productivo local y, a la vez, aprovechar las propuestas que
provengan del exterior.
Respecto a las reconfiguraciones socioespaciales surgidas a causa
de la modernización agrícola ocurrida en Rincón Grande, pudie-
ra decirse que existen dos caras de la misma moneda. Por un lado
se crearon y apropiaron mecanismos que permitieron estimular
la cohesión socioespacial mediante la coordinación de proyectos
económicos individuales que dieron cabida a un proyecto endó-
geno de desarrollo local, es el caso de las unidades de riego y la
junta reservada. Motivo por el cual el ejido sería redefinido social-
mente, ya que existe un proceso de apropiación social por los grupos
locales que históricamente se identifican con él y lo defienden ante
extraños, convirtiéndolo así en su territorio.
Por su parte, si bien la orientación de sistema productivo oca-
sionó el mejoramiento económico de muchos productores con la
horticultura y la transferencia tecnológica, también produjo la de-
sarticulación territorial de los espacios de menor potencial agrícola.
Es el caso de la agricultura de autoconsumo y la ganadería, donde
la primera prácticamente desapareció y la segunda disminuyó con-
siderablemente .
Por último, para que el desarrollo local sea viable, éste debe
emerger de un proceso endógeno donde la participación de los
miembros de la sociedad local resulta fundamental. Es decir, que
los actores locales, conjuntamente con sus familiares migrantes, se
conviertan en sus principales promotores y defensores de su cul-
tura local. Adicionalmente, deben tomar en cuenta y hasta apro-
piarse de las propuestas de desarrollo tecnológico provenientes
del exterior, en una especie de hibridación del desarrollo. Ya que de
seguir por sí mismos, pueden llegar a un callejón sin salida que muy
probablemente les impediría capitalizar sus esfuerzos.

305
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307
BERNARD TALLET

Cambios estructurales en el medio rural:


nuevos desafíos para elaborar políticas públicas
locales "territorializadas"

L A REFLEXIÓN que se desarrolla en este capítulo consiste en


analizar las políticas públicas en el medio rural de México, apo-
yándose en una comparación entre las realidades observadas en el
sur del estado de Veracruz y el medio rural en Francia. Esta reflexión
sobre el ordenamiento territorial en el medio rural mexicano busca
integrar tres dimensiones esenciales:

-Las relaciones campo-ciudad con una mirada sobre las movi-


lidades entre los dos tipos de espacios en un contexto econó-
mico y social de fuertes cambios;
-los usos y funciones de los territorios rurales, con un enfoque
sobre las relaciones entre los diferentes usos del espacio rural;
que toma en cuenta el conjunto de las actividades de un medio
rural en proceso de diversificación, donde los empleos agríco-
las no representan la fuente única de trabajo;
-las modalidades de gestión del espacio rural, es decir el exa-
men de las finalidades de las políticas públicas.

El análisis se basa primero sobre la observación de los rápidos


cambios que se han producido a nivel regional en el sur del estado
de Veracruz. La magnitud de las transformaciones obliga a volver
a pensar en las modalidades de apoyo al medio rural, tomando en
cuenta las mutaciones en curso que las diferencias económicas y
sociales propias a los medios rurales acentúan. El análisis fino de
Jas dinámicas de adaptación muestra que es cada vez más difícil
razonar sobre la globalidad del mundo rural. La creciente diversi-
dad de los espacios rurales impone volver a plantear el marco de
309
las intervenciones públicas. La referencia a la situación francesa,
a priori muy alejada de la realidad mexicana, ofrece una perspec-
tiva donde la profunda reestructuración de los medios rurales desde
la mitad del siglo XX ha fomentado la concepción de políticas públi-
cas deseosas de aprehender realidades complejas y diversas. La
articulación de métodos de planificación y de gestión de las herra-
mientas de financiamiento en diferentes escalas ofrece un marco
de reflexión sobre los retos del desarrollo local. La experiencia
francesa abre un gran espacio a dispositivos específicos de interven-
ción, y por lo tanto, provee una oportunidad para cuestionar las
perspectivas de intervención en México.

EL SUR DEL ESTADO DE VERACRUZ:


DIFICULTADES ACTUALES Y PERSPECTIVAS
DE FUTURAS INTERVENCIONES PÚBLICAS

LA PRESENTACIÓN de la reciente evolución del sur del estado de


Veracruz se organiza alrededor de dos hipótesis principales. La
primera es que el retroceso demográfico es señal de dificultades
económicas profundas y duraderas, ya que el fin del periodo de
crecimiento demográfico afecta al mismo tiempo y con la misma
intensidad a los medios rural y urbano. La segunda hipótesis con-
cierne a las orientaciones posibles para un nuevo ordenamiento
del espacio rural. La hipótesis principal de investigación se sustenta
en la idea siguiente: dentro de una fase de repliegue demográfico en
el medio rural, la resistencia al declive y la capacidad de innovación
se encuentran fuertemente ligadas a la puesta en marcha de nuevas
relaciones económicas promovidas por los poderes locales. Esta
dimensión política del desarrollo remite, más allá del papel de las
élites locales, a la capacidad del Estado para definir políticas públi-
cas de ordenamiento en los territorios rurales. Esta dimensión será
examinada mas tarde después de haber presentado un diagnósti-
co de la situación regional.1
1
Estas interrogantes sobre el porvenir de los espacios rurales se inscriben dentro de la
colaboración CIESAS-IRD (proyecto de investigación Dinámica Regional y Reproducción de las
Pequeñas Agriculturas en el Sotavento Veracruzano; 1996-2006), la cual ha permitido desarrollar

310
Elementos de diagnóstico regional

El cuestionamiento surge del análisis de los recientes cambios


demográficos y económicos experimentados en el sur del estado de
Veracruz (52 municipios; 31,000 kilómetros cuadrados; dos millo-
nes de habitantes). Se trata de cambios que acontecen en el trans-
curso de la última década y resultan visibles ante la reversión de
las tendencias demográficas. En oposición a décadas anteriores,
que conciernen a muchos años de crecimiento, actualmente se

herramientas y métodos de trabajo ampliamente utilizados para construir el presente ejer-


cicio. Nos referimos sobre todo a la base de datos integrada al sistema de información
geográfica s/c; Sotavento y también a los resultados de la encuesta Moreso (Movilidad y re-
producción social de las familias rurales en el Sur de Veracruz).

311
observan otros cambios donde ocurre una caída bastante genera-
lizada en los ritmos demográficos. Este aletargamiento resalta
nuevas y numerosas observaciones: desde la perspectiva de las
evoluciones demográficas, se detiene el crecimiento de la pobla-
ción ante el peso de movimientos emigratorios inéditos y signifi-
cativos; también se alteran las relaciones entre medios urbanos y
rurales ante nuevas dinámicas de asentamiento; desde las perspec-
tivas globales de evolución para el Sotavento veracruzano, se pre-
sentan adaptaciones -relacionadas con el TLCAN- dentro de los
sistemas de producción agropecuarios y finalmente, también se
observa una reorganización territorial que atañe a nuevas dimen-
siones en las relaciones económicas entre las 15 ciudades del sur
veracruzano y los espacios rurales que les circundan.
El fin del periodo de crecimiento demográfico
en el medio rural
La ruptura en los ritmos demográficos es un evento importan-
te a subrayar dada su brutalidad ya que ocurre luego de varios dece-
nios de crecimiento sostenido de la población, que fueron testigos
de fuertes dinamismos desde 1890. Es en el transcurso del siglo XX
donde los movimientos demográficos aparecen más acusados,
ya que el Sotavento había sido considerado un "espacio vacío"
(Velázquez y Hoffmann, 1994). Con los avatares del siglo, mar-
cado por bruscos giros socioeconómicos (Delgado, 2000; Prévót-
Schapira, 1994) las variaciones en los ritmos demográficos se
presentan en estrecha relación con la evolución histórica de esta
amplia comarca (Palma, Quesnel, Delaunay, 2000).
Estos cambios en los ritmos aparecen más acusados en el medio
rural, dado que se suscitan después de un periodo dentro del cual
el Sotavento creció más rápidamente que México en su conjunto.
Durante el periodo 1970-1990, la población rural del país creció a
un ritmo anual del 0.8 por ciento, mientras que en el Sotavento el
ritmo anual manifiesta un crecimiento de 1.8 por ciento. Dentro
de este último, el detalle de la evolución de la población rural es
interesante:

312
CUADRO 1

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN RURAL EN EL SOTAVENTO,


DE 1970 A 2000

Tasa anual de crecimiento


Años Población rural (%)

1970 716,932 + 1.80


1990 1'022,298
1995 1'088,252 + 1.26
2000 1'075,024 -0.24

La reorientación de los movimientos demográficos es percepti-


ble a partir del censo de 1995 y se acelera en los cinco años siguien-
tes, tal y como lo muestra el censo del año 2000. Un análisis más
fino sobre las variaciones de población permite entrar en la com-
prensión de los cambios en curso, tal y como ellos habían sido
previstos al interpretar los datos de 1995:

Nos encontramos ante un nuevo modelo de reacomodo pobla-


cional, a escala regional, con la pérdida del último foco de
atracción migratoria -los centros petroleros y sus hinterlands
(40 por ciento de la población sotaventina)- se agudiza la
reorientación de los flujos migratorios rurales... (Palma,
Quesnel, Delaunay, 2000).

En esta última década la interpretación de la evolución demo-


gráfica revela varios factores. En primer lugar, entre 1990 y 1995, la
reducción en el ritmo se explica por la debilidad del crecimiento
natural y por los efectos de los cambios económicos ligados al
repliegue del apoyo del Estado al sector agrícola y agroindustrial,
principalmente al sector cañero (muy presente en el sur del estado
de Veracruz). En segundo lugar, la pérdida demográfica observable
entre 1995 y 2000 revela otros hechos novedosos. Por una parte, el
modo en que se engancha el Sotavento a la apertura económica, y
particularmente al mercado estadounidense de mano de obra (emi-
gración que se establece mucho más tarde que en otras regiones

313
del país). Esta nueva movilidad de la fuerza de trabajo tiene que
ver con el fin de la atracción ejercida durante varios decenios por
los polos petroleros; y con la amplitud de migraciones que pasan
de un ámbito regional, donde se privilegiaban las ciudades petrole-
ras y los espacios rurales de colonización, hacia destinos más lejanos
y con ausencias de mayor duración: la frontera norte del país o
Estados Unidos.

La situación en el medio urbano


La reversión de las tendencias demográficas es visible también
en los medios urbanos: la caída en los ritmos de crecimiento ha sido
seguida por el estancamiento de la población en las localidades
con más de 15,000 habitantes (umbral considerado como límite
entre medios rurales y urbanos en todo este trabajo):

CUADRO 2

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN URBANA EN EL SOTAVENTO,


DE 1970 A 2000

Tasa anual de crecimiento


Anos Población urbana (%)

1970 278,505 + 5.4


1990 814,895
1995 873,398 + 1.4
2000 866,840 -0.15

Al considerar el umbral de 15,000 habitantes para distinguir


los medios urbanos de los rurales, vemos que los primeros corres-
ponden a 14 ciudades veracruzanas que históricamente han parti-
cipado en la organización territorial de su entorno rural, ya sea como
sede de agroindustrias para las centrales cañeras o nodos de comu-
nicación y acopio de productos. A estas ciudades, tenemos que
agregar Tuxtepec, en el vecino estado de Oaxaca, que sin duda juega
un papel relevante dentro de la cuenca del Papaloapan en su parte
veracruzana. Con esta incorporación la proporción de habitantes
rurales y urbanos resulta casi igual: 50-50 por ciento en el año

314
2000. Después le siguen, según su importancia demográfica, 32
cabeceras municipales, la más pequeña con 1,600 habitantes, la más
grande con 12,100. Éstas, al igual que las ciudades, fungen como
centros administrativos y la mayoría de las veces como prestado-
res de servicios básicos con determinadas áreas de influencia.
La distribución de la población permite plantear nuevas obser-
vaciones y reflexiones: existen ritmos de evolución similares en el
curso del decenio 1990-2000 (población rural 0.64 por ciento;
población urbana 0.62 por ciento), así como también la inversión
de las tendencias demográficas en el segundo quinquenio de los
años noventa: entre 1995 y 2000 la población rural decrece al
ritmo de -0.12 por ciento, mientras que el conjunto de la urbana
al -0.15 por ciento.
Esta sucinta descripción de los cambios ocurridos en la repar-
tición de los asentamientos en el Sotavento veracruzano nos con-
duce a interrogarnos sobre sus orientaciones futuras en términos de
reorganización de los espacios rurales: ¿se trata de un éxodo ge-
neralizado, marcado por la potencia de los flujos migratorios y el
anuncio de desequilibrios mayores en términos de actividades y
empleos?; o bien, ¿tenemos aquí, en medio de los actuales desarre-
glos, los ajustes de un nuevo orden territorial?
Después de haber planteado un estado de las dinámicas demo-
gráficas, estableciendo distinciones en el interior del conjunto
regional del Sotavento, ahora trataremos de enfocar la discusión
en la perspectiva de las evoluciones de la organización territorial.

El cuestionamiento sobre
la reorganización territorial

¿Cómo interpretar la nueva dinámica demográfica? La idea direc-


triz sería ver en ella el fin de un periodo en el cual la organización
regional está dominada por el Estado; esto es cierto para las produc-
ciones agrícolas fuertemente apoyadas como el maíz o la caña de
azúcar, pero esto se ve más acentuado para el crecimiento urbano
ampíiamente difundido, en el sur del estado de Veracruz, por la
emergencia de un polo petrolero alrededor de la aglomeración
Minatitlán-Coatzacoalcos. Para dar cuenta de la ruptura produ-
315
cida a finales del siglo XX, tres dimensiones serán abordadas: las
adaptaciones de los sistemas de producción agropecuarios por un
lado y, del otro las dimensiones urbanas en dos temas, el papel
de las cabeceras municipales en el corazón de las zonas rurales y
una interrogación sobre las áreas de influencia urbana a escala
regional.
Las recomposiciones de los sistemas
de producción agropecuarios
Sin entrar en el detalle de las evoluciones complejas de los sis-
temas de producción, se trata de mostrar como esas recomposicio-
nes pueden servir de punto de anclaje para la definición de nuevas
formas de intervención en apoyo a la producción. Tomaremos el
ejemplo del maíz y de la caña de azúcar para demostrar cómo dos
pilares de la economía agrícola del Sotavento veracruzano expe-
rimentan profundas y largas crisis. El sistema cañero, punta de
lanza y símbolo de la agroindustria, tiene dificultades de índole
política y económica por parte del Estado; la traducción espacial
es la retractación de zonas de abastecimiento en las proximidades
de los ingenios (preocupación por bajar los costos de producción) y
sobre las tierras más favorables (preocupación de aumentar la pro-
ductividad). Estas orientaciones, lógicas en términos económicos,
ocasionan el abandono de la producción de caña en los sectores
donde los productores no tienen otra alternativa que dedicarse a
la ganadería.
La baja rentabilidad del maíz (caída de precios de compra a los
productores, alza de costos de producción) conduce a una evolu-
ción parecida. En la pequeña agricultura familiar, el maíz se ha con-
vertido en un producto más de autoconsumo, la parte comercia-
lizada sigue siendo reducida (Léonard y Palma, 2002), en este
esquema, las tierras disponibles son convertidas en pastizales (evo-
lución alentada, por ejemplo, por la posibilidad de transferir el
subsidio del Procampo de tierras cultivadas con maíz a pastizales).
La única excepción al retroceso del maíz se encuentra en el impulso
a itinerarios de cultivo fuertemente mecanizados en las tierras
inundables de los ríos (San Juan, Tesechoacan); pero este sistema
atañe sólo a pequeñas áreas, por lo demás, el retroceso es la regla.

316
Este tipo de análisis de la situación agrícola merece atención
en la medida que pone en evidencia los efectos negativos de los
procesos de modernización y del impacto de las medidas macroe-
conómicas (el TLCAN entre otras); pero en términos de las dinámi-
cas locales, es interesante ir más allá de este enfoque para resaltar
las evoluciones divergentes. Aunque las zonas que han enfrentado
dificultades (zonas productoras de caña, zonas montañosas) son las
más representadas, hay paralelamente sectores cuyo dinamismo
llama la atención, mostrando la diversificación en curso. De este
modo, las zonas de producción de piña, de tabaco o de maíz de las
tierras bajas ofrecen situaciones específicas con una articulación a
escala local entre productores y sector privado que merece aten-
ción. Asimismo, la participación de nuevos actores (contratistas
locales egresados del sector de servicios) permite cuestionarse el
surgimiento de nuevas relaciones económicas en el medio rural.
¿Es esto suficiente para anclar nuevas formas de desarrollo local?
La respuesta no es evidente y se impone un análisis para explorar la
diversificación creciente de los medios rurales. A modo de ejemplo,
veremos como, en la zona productora de piña de Isla, es posible
imaginar nuevos modos de intervención tomando mejor en cuen-
ta los cambios económicos y las interrogantes sobre el devenir de
los espacios rurales.

¿Nuevas relaciones campo-ciudad?


En la nueva composición demográfica que se estableció a lo
largo de la década 1990-2000 en el Sotavento veracruzano, una
pista de investigación consiste en observar el comportamiento de
las cabeceras municipales. Dentro de un espacio rural en recom-
posición, ¿ofrecen ellas un polo de resistencia capaz de permitir
una nueva estructuración?, ¿constituyen centros de servicios que
puedan ofrecer una alternativa a la emigración?
La respuesta a estas preguntas tampoco es evidente frente a
la aparente ausencia de dinamismo en las cabeceras municipales. La
evolución demográfica del conjunto de cabeceras municipales del
Sotavento demuestra un cambio global: +1.70 por ciento de cre-
cimiento anual entre 1990 y 1995 y un movimiento ligero negativo

317
(-0.10 por ciento) entre 1995 y 2000. El índice de masculimdad
también indica el papel de las migraciones en la interrupción del
crecimiento demográfico, 93 por ciento en el 2000. Pero, en el fondo,
el papel jugado por las cabeceras municipales como polo organi-
zador de su entorno no puede ser analizado a este nivel general,
se necesita bajar al nivel local con el fin de percibir las diferentes
dinámicas en marcha. Un análisis más fino se hizo en dos munici-
pios vecinos de los llanos del San Juan (Playa Vicente e Isla) para
ver las diferencias de dinamismo (Palma, 2004). La hipótesis ela-
borada hasta el momento consiste en indicar una creciente brecha
en el dinamismo de las pequeñas ciudades en el ámbito rural: de
un lado las ciudades ligadas al sistema dominante ganadero, que
viven un estancamiento económico; del otro, las ciudades donde
el dinamismo se basa en el desarrollo de cultivos especializados
(la piña, en el caso de Isla) y que experimentan una diversificación
de su actividad económica (en Isla el sector terciario ganó 2,208
empleos entre 1990 y 2000, equivalentes a +90 por ciento). Estas
evoluciones divergentes son confirmadas por los datos demográ-
ficos: el estancamiento de la población de la cabecera municipal
de Playa Vicente, entre 1990 y 2000 y la caída registrada entre
1995 y 2000 (-1.57 por ciento); mientras que Isla (municipio y
cabecera) percibe un movimiento sostenido de crecimiento.
Las diferencias observables entre estas dos situaciones son
interesantes para nuestra propuesta sobre la fragmentación ace-
lerada de los medios rurales. Las dinámicas de asentamientos y
de actividades dentro de las cabeceras municipales son diversas
y, las perspectivas de ordenamiento deberían tomar en cuenta
estas realidades para desembocar en propuestas adaptadas a la
diversidad de los contextos locales.
El último nivel de enfoque que hay que examinar es el de la
organización regional para entender cómo la diversificación en
curso a nivel local se integra en un entorno más global. Surge la
importancia de ver cómo la aceleración de las transformaciones
demográficas y económicas después de 1995 cuestiona nuevamen-
te los ejes de estructuración del espacio sur del estado de Veracruz.
Más allá del análisis sobre el lugar de las cabeceras municipales,

318
se encuentra el papel de las ciudades de nivel superior, que salta
a la escena a raíz del fin de la era petrolera. En el siguiente mapa se
muestra un primer acercamiento a los espacios rurales que caen
dentro de las áreas de influencia socioeconómica de algunas de
esas ciudades sotaventinas, además de incluir otros centros situa-
dos en su periferia, tales como Córdoba, Tuxtepec y sobre todo, el
puerto de Veracruz.

MAPA 2

UNA APROXIMACIÓN A LAS ÁREAS DE INFLUENCIA


DE LOS CENTROS URBANOS

Fuente: SIG Sotavento. CIESAS-IRD; citada de Palma, Quesnel, Delaunay, 2000; p. 98.

Este ensayo de delimitación de las áreas de influencia urbana


es un ejercicio de interpretación de las tendencias observables en
el interior del sur del estado de Veracruz, a partir del fin de la
época del desarrollo de la actividad petrolera centrada en el corre-
dor industrial de Minatitlán-Coatzacoalcos, ¿cuáles son y van a
ser las fuerzas de reestructuración del espacio regional?, ¿aumen-
to de la influencia de los centros urbanos externos a la región
(puerto de Veracruz, Tuxtepec)?, ¿renovación de la ciudad de Aca-
319
yucan?, ¿surgimiento de nuevos centros rectores como San Andrés
Tuxtla o Isla?
No es aquí el lugar para responder a estas preguntas, pero
esta referencia a la escala regional y a las transformaciones recien-
tes de las áreas de influencia urbana es importante en el enfoque del
desarrollo local. Nos parece que el éxito de las iniciativas locales
está condicionado en parte por la capacidad de articulación de
los mismos, con niveles superiores de organización del espacio;
trataremos de mostrarlo en referencia a unas experiencias fran-
cesas. Pero antes, nos gustaría volver a poner en perspectiva los
cambios ocurridos en el sur de Veracruz. La generalización de un
retroceso demográfico en proceso permite preguntarse sobre el
porvenir de la región.
Este cuestionamiento viene en gran parte de decisiones que so-
brepasan el nivel regional y es particularmente cierto para el corredor
petrolero donde el funcionamiento y las orientaciones se han des-
prendido, desde siempre, de centros de decisión exteriores a la región.
Pero también es cierto en gran parte para el sector cañero donde el
futuro está ligado a las evoluciones del mercado internacional del
azúcar y a las decisiones de política nacional en el marco del TLCAN.
Globalmente, el entorno macroeconómico parece poco favorable a
reforzar las actividades productivas de la región.
En tal contexto, el riesgo de desintegración y/o fragmentación
de los espacios rurales no es despreciable. La evolución negativa de
la población en la mayoría de los centros urbanos del Sotavento
ilustra de manera sorpresiva la incapacidad de retener una parte de
su población y funcionar, gracias a su actividad económica, como
polos de anclaje frente a la migración rural. La explosión de migra-
ciones a larga distancia indica un proceso donde la interpretación
no es clara. Hoy estamos ante la constitución de una nueva econo-
mía de archipiélago (Quesnel y del Rey, 2003) donde, acaso, ¿la
circulación de hombres y bienes asegura la constitución de redes
entre zonas rurales de origen y lugares de trabajo, y las remesas per-
miten la reproducción de la economía familiar?; o bien, ¿estamos
ante una creciente marginalización de espacios rurales, incapaces
de integrarse a una economía agropecuaria abierta a la competen-
cia del mercado nacional e internacional?

320
La respuesta a tales preguntas no es sencilla y seguramente
diversa según las situaciones, principalmente en función de los sis-
temas agropecuarios. Así, esta es una invitación a explorar mejor
la pluralidad, la diversidad de los espacios rurales, a trabajar sobre la
tipología de estos espacios y sobre su particular dinámica socioe-
conómica.
La baja densidad de población en el ámbito rural constituye otro
tipo de reto en términos de ordenamiento del territorio, principal-
mente por el financiamiento y mantenimiento de infraestructu-
ras y acceso a servicios. Pero aquí también la diversidad de espa-
cios rurales es algo que debe tomarse en cuenta. Las situaciones
de las cabeceras municipales demuestran que la diversificación de
sus actividades es una realidad y que por ello juegan un papel
de centros prestadores de servicios para su entorno rural. Puede
ser un punto focal para la definición de nuevas políticas públicas
dirigidas al medio rural buscando promover un desarrollo pensado
en términos de "país"2 organizados alrededor de villas rurales, de
pequeñas ciudades.
Antes de profundizar en lo que podría ser una posible adap-
tación a México para definir nuevas políticas "territorialízadas",
conviene presentar este tipo de intervención pública en Francia.

FRANCIA: BÚSQUEDA DE
UNA TRAMA TERRITORIAL PERTINENTE

LA DINÁMICA de los espacios rurales franceses y más ampliamente


los del conjunto de los países industrializados, constituye un desa-
fío para las intervenciones de los poderes públicos: la aparición de
formas de disociación entre espacios de vida, de trabajo, de espar-
cimiento ha provocado una fuerte movilidad geográfica de personas,
y una organización muy diversificada de los espacios rurales. Es
2
Esto se refiere a los acercamientos de la DATAR (Delegación para el Ordenamiento Terri-
torial y la Acción Regional) encargada por parte del gobierno de Francia para proponer las for-
mas de organización del medio rural, en un contexto de repliegue de la población y de díversi-
ficación de las actividades económicas, incluyendo las agrícolas. En este sentido, la Ley de
Ordenamiento Territorial privilegia las relaciones entre las villas rurales y su entorno.

321
de esta realidad multiforme de los espacios rurales que queremos
dar cuenta para avanzar en la reflexión sobre el porvenir de los
espacios rurales mexicanos.

Cambios y tipología de los estados rurales

Las mutaciones acontecidas en el medio rural francés, bajo el im-


pulso del éxodo rural, han sido considerables en el transcurso del
siglo XX y han conducido a enfoques sucesivos para precisar las
modalidades de intervención posibles. Un eje de reflexión impor-
tante ha sido tratar de aprehender la diversidad creciente al inte-
rior de los espacios rurales con respecto a la funcionalidad de
estos espacios, viendo, entre otras, la posición ocupada por la
actividad agrícola: dominante espacialmente, pero progresiva-
mente secundaria en términos de empleo.
La dicotomía más fuerte se encuentra entre los espacios en
vía de periurbanización y los que conservan características rura-
les bien marcadas. Aun cuando este segundo elemento se vuelve
también fuente de interpretación compleja en Francia, ya que, según
las estadísticas, en los espacios más típicamente rurales, el empleo
agrícola representa poco (únicamente uno de cada cinco empleos).
Esta regresión de los empleos agrícolas remite, por supuesto, a los
procesos de modernización y de mecanización de la agricultura
francesa. No obstante se plantean un conjunto de preguntas sobre
las políticas de apoyo al sector agrícola (tan importante en el marco
de la PAC -Política Agrícola Común-, elemento central en la cons-
trucción de la Unión Europea) y sobre las políticas de gestión de
los espacios rurales. Si lo agrícola no equivale a lo rural, perma-
nece una sobrerrepresentación política de los campesinos. El peso
económico y social de la agricultura tiene gran importancia en el
momento de la toma de decisiones políticas. Pero unas evoluciones
se perfilan debido a las modificaciones institucionales sucesivas.
En el transcurso de los últimos 20 años, una serie de cambios ins-
titucionales han modificado la administración pública del terri-
torio nacional. En primer lugar, esto tiene que ver con la atribu-
ción y la repartición de las responsabilidades de los diferentes

322
niveles geográficos en la intervención pública: leyes de descentra-
lización a partir de 1982 que reafirman el papel de la región;
desarrollo de las políticas contractuales antes facultad del Estado
(contratos de países a finales de los setenta, convenios intercomu-
nales), después de las regiones (contratos de Plan Estado-Región) y
finalmente de Europa (programas regionales europeos); desarro-
llo de la intercomunalidad rural y urbana con la ley de 1992 y de
una planeación intrarregional en el marco de la ley de ordenamien-
to y de orientación del territorio (los "países"). Este panorama
institucional debe completarse con aspectos más recientes en
los cambios de la fiscalidad pública (refuerzo de la autonomía de las
colectividades locales, reestructuración de las retenciones fisca-
les) y de las formas de la democracia local (modalidades de con-
sulta popular para designar a los representantes de las nuevas
instancias territoriales, de participación ciudadana en la adminis-
tración pública y la toma de decisiones).
La mayoría de esos cambios han sido preparados a través de
una reflexión sobre las adaptaciones necesarias del marco institu-
cional en respuesta a las nuevas necesidades del ordenamiento del
territorio; un organismo como la DATAR (véase recuadro) ha desem-

LA DATAR: DELEGACIÓN PARA EL ORDENAMIENTO


DEL TERRITORIO Y LA ACCIÓN REGIONAL;
FRANCIA, CREACIÓN EN 1963

Voluntad de intervenir en función de los espacios y no solamente con


relación a los sectores de actividad.
Diferentes fases dentro de las orientaciones públicas:
1. Acompañar el crecimiento ("Trente Glorieuses", 1950 a 1970)
y luchar contra la concentración de las actividades industriales y
terciarias en la cuxenca parisina.
2. Años 1970 (crisis de 1974 y desempleo) luchar contra el decli-
ve económico y favorecer las reconversiones:
• Programas de conversión económica de 1 968,
• Plan de ordenamiento rural en 1970
3. Años 1980: leyes de descentralización (1983), nuevo papel de
las colectividades territoriales

323
• Contratos de plan entre el Estado y las Regiones.
• Ley Montagne en 1985.
En paralelo, intervenciones de Europa (reformas sucesivas de los
fondos estructurales: FEDER, FEOGA) con objetivos para la reconversión
industrial, el mantenimiento de las zonas rurales en dificultades.
4. Años 1990: hacia un nuevo impulso al ordenamiento del terri-
torio?
• Nuevo cuadro legislativo con las leyes de 1995 y 1999: leyes de
orientación para el ordenamiento y desarrollo del territorio.
• Nuevas herramientas de financiamiento: fondos de gestión del
espacio rural; adopción de nuevas zonificaciones y una fiscaliza-
ción ordenada.
Los contratos de Plan Estado-Región (2000-2006) sirven de marco para
los contratos de país (véase más adelante).

peñado un papel primordial en las orientaciones de las políticas


públicas en Francia.
Estas evoluciones institucionales tienen sentido sólo si se toma
en cuenta las transformaciones internas de los espacios, de ahí
surge el interés de reflexionar simultáneamente sobre las recom-
posiciones de los espacios rurales.

La búsqueda de la funcionalidad
de los espacios rurales

En Francia,3 en paralelo -y a veces en contra- de la atención pues-


ta por los poderes públicos al sector agrícola, ha surgido progresi-
vamente un conjunto de reflexiones sobre la necesidad de tomar
en cuenta la diversificación económica y social de los medios rurales.
Esto se refiere al enfoque en términos de multifuncionalidad, con-
siderada en su doble definición:
3
Existen, fuera del ejemplo francés, otras iniciativas que buscan definir los espacios
rurales de acuerdo con sus nuevas características. La política nacional de la ruralidad en Que-
bec (Canadá) presenta, a través de la definición de pactos rurales, un esfuerzo para tomar
en cuenta simultáneamente la dimensión económica, la vida social y cultural, los servicios, las
infraestructuras y el entorno de los espacios rurales. La referencia a Canadá, miembro signa-
tario del TLCAN es importante porque atestigua los márgenes de maniobra posibles en este
marco macroeconómico para unas políticas públicas novedosas. Para más informes sobre la
experiencia de Québec véase: www.mreg.gouv.qc.ca o www.solidarite-rurale.qc.ca

324
1. diversificación de los recursos dentro de las explotaciones
agrícolas:
-valorización-transformación de los productos agrícolas,
-ecoturismo (hospedaje, comida),
-complemento de recursos (trabajo asalariado de miembros
de la familia), pluriactividad;
2. diversificación de las actividades dentro del medio rural:
-disminución del porcentaje de activos agrícolas;
-diversificación de las fuentes de empleo;
-papel de las pequeñas ciudades como centros de servicios
-función residencial.

La toma en consideración de la diversificación del tejido eco-


nómico en el medio rural ha llevado a la elaboración de tipologías
que tienen por objeto enfocar la complejidad actual de medios en
fuerte recomposición. Existen numerosos ensayos para clasificar los
medios rurales en su diversidad, pero sólo retendremos una tipolo-
gía a modo de demostración. Ésta establece, cruzando varios cri-
terios (nivel de densidad, por ciento de activos agrícolas, por ciento
entre los sectores de actividad,...) una representación del conjun-
to de la Francia rural (véase en anexo el mapa sobre la "Tipología
de los espacios rurales en Francia"; DATAR)
La representación cartográfica trata de dar cuenta de varias
dimensiones en el análisis de las transformaciones de los medios
rurales:

• Un primer tema es el de la contradicción entre desagrariza-


ción y reforzamiento de los sistemas de producción, subrayan-
do las disparidades crecientes dentro del mundo rural, entre
zonas de repliegue del sector productivo, zonas de especializa-
ción agrícola y zonas de periurbanización.
• Un segundo tema es el de la "fractura rural" cuando un
tercio del espacio rural encuentra dificultades mayores que sean
zonas de sierra o viejas campiñas obreras.

325
Cruzando el conjunto de estos enfoques, aparece una organi-
zación espacial que distingue tres Francias rurales, las campiñas
bajo influencia urbana (fuerza de la periurbanización), las cam-
piñas con dificultades y en busca de reconversión y las nuevas
campiñas en donde dominan las actividades no agrícolas (en par-
ticular el turismo).
Para terminar la presentación de esta búsqueda de funciona-
lidad de los espacios rurales, hay que subrayar la existencia de un
enfoque sobre las nuevas relaciones campo-ciudad que subtienden
estas tramas de análisis espacial: es el papel de las pequeñas ciu-
dades (en francés, los bourgs ruraux) como centros de servicios
para el conjunto de la población en su entorno. Este enfoque da
lugar a una amplia reflexión sobre las zonas de vida, definidas
como el espacio compartido por el conjunto de la población en tér-
minos de relaciones, de empleos y de acceso a los servicios.

Ordenamiento del territorio


y gestión contractual

El paso del ejercicio académico de búsqueda de tramas pertinentes


a la puesta en marcha de un enfoque novedoso de ordenamiento
de los espacios rurales ha tenido lugar en Francia en la década de
los noventa. Esto dio inicio al enfoque de organización territorial
alrededor de los "países", relación contractual que se establece
alrededor de un proyecto común de desarrollo.
Es muy interesante la definición de los elementos constituti-
vos de un "país" por las dimensiones que aborda la ley:

• Sobre el tamaño de las unidades involucradas, sin fijar límites,


la ley exige la viabilidad de los espacios que se agrupan alrede-
dor de un proyecto de desarrollo; este aspecto es esencial en
un asunto de desarrollo "territorializado". No se trata aquí de
microproyectos económicos o socioculturales (cualquiera que
sea, por otro lado, su interés), sino de crear una sinergia en
un espacio correspondiente a lo que se ha definido anterior-
mente como una zona de vida (reagrupamiento de pueblos
alrededor de una pequeña ciudad);

326
-Sobre el trámite de elaboración; se trata de un proceso de con-
certación y negociación entre los actores sociales, económicos y
políticos implicados en la gestión de un espacio dado;
-Finalmente, aunque las discusiones desembocan en un acuer-
do formalizado por la carta, esto implica la firma de un con-
trato con los niveles superiores de la administración (Departa-
mento, Región, Estado y algunas veces Unión Europea); esta
dimensión es importante ya que se refiere al financiamiento
de las operaciones definidas en la carta.

La dimensión financiera de las operaciones de desarrollo local


es comparable al conjunto de las modificaciones de los mecanis-
mos de financiamiento surgidas progresivamente en Francia y en
el seno de la Unión Europea en el transcurso de los últimos 30 años,
ya que hubo adaptaciones de las herramientas de financiamiento
para facilitar el desarrollo de los territorios responsabilizando a
las colectividades locales. En la renovación de los mecanismos
financieros de apoyo a las iniciativas locales, el papel de Europa ha
sido importante; hay que referirse a las adaptaciones sucesivas de
la PAC (Política Agrícola Común) cuyo principal medio de financia-
miento, el FEOGA (Fondo Europeo de Orientación y de Garantía
Agrícola) ha acrecentado poco a poco la participación de ayudas
a favor de los territorios (nociones de conservación de paisaje, de
desarrollo sustentable) en paralelo y después en detrimento de las
ayudas directas a la producción. Asimismo, la creación del FEDER
(Fondo Europeo de Desarrollo y Equipamiento Regional) ha per-
mitido el financiamiento de operaciones de apoyo a las regiones
en dificultad; por lo que muchas regiones rurales se han benefi-
ciado y principalmente los espacios que (en las tentativas de carac-
terización, de zonificación de territorios) se consideraban en difi-
cultad o al margen.
En Francia, este tipo de enfoque ha tenido un gran éxito: en
2005, se tienen 224 contratos de "país" firmados y 330 creaciones
de países en marcha. La conjunción entre el interés creciente por
una organización cercana a los ciudadanos y la adaptación de los
mecanismos de financiamiento público explica ampliamente este

327
auge en un corto plazo de un enfoque novedoso en términos de
desarrollo local "territorializado".

A MODO DE CONCLUSIÓN

DESPUÉS DE haber presentado los ajustes sucesivos de las políticas


públicas francesas en el campo y volviendo a la problemática de
México y en particular a la situación en el sur del estado de Veracruz,
se pueden considerar nuevas perspectivas, obviamente no para calcar
el "modelo" francés (lo que sería absurdo), sino para llevar más lejos
esta reflexión.

Acercamiento entre desarrollo regional


o local y políticas públicas

La presentación anterior de las transformaciones económicas en el


estado de Veracruz nos lleva a constatar que las reconversiones en
términos de empleos y actividades apenas están en sus inicios y
que los riesgos de aumento de la desigualdad entre regiones no son
despreciables. Esta preocupación que remite al ordenamiento del
territorio, como lo hemos visto en el caso francés, depende entre
otras cosas de la articulación entre los niveles de intervención y la
coordinación de las medidas y de los dispositivos de acción. En
Francia, el debate queda abierto sobre el reparto de responsabilida-
des entre los diferentes niveles (Municipios, Departamento, Región,
Estado y Unión Europea). La creación de los "países" (política
contractual que rebasa los límites tradicionales de las divisiones
administrativas) ha reactivado la problemática de la trama terri-
torial. Un ensayo de aplicación en México, considerando el debate
sobre la articulación entre Federación, estados y municipios,
podría quizás constituir un medio para plantear preguntas sobre
las modalidades de intervención pública y la repartición de fondos
públicos. Bajo esta perspectiva, habría que hacer un análisis del
manejo municipal del Ramo 033 como herramienta de financia-
miento de los planes locales de desarrollo sustentable. Asimismo,
sería útil el análisis de la utilización de los fondos aportados por

328
la Federación o por los estados para conocer mejor los destinos
reales de las intervenciones públicas.
Estas preguntas, demasiado generales, se inspiran en reflexiones
surgidas del conocimiento adquirido en el sur del estado de Vera-
cruz; y aquí nos referiremos únicamente a dos situaciones:

• La dimensión de la gestión de los recursos naturales y la


necesaria articulación de escala entre los interventores; este
primer ejemplo tiene que ver con la reserva de la biosfera de
los Tuxtlas, proyecto ampliamente deseado a nivel federal, sin
una verdadera concertación con las poblaciones locales ni con
las autoridades de los municipios en los cuales se extiende
el dominio de la reserva. Hasta hoy día, la articulación entre el
proyecto de protección ambiental y los planes de desarrollo de
los municipios no se ha llevado a cabo. El caso de los Tuxtlas es
aún más interesante, porque en los linderos de la reserva exis-
ten unidades urbanas no despreciables (San Andrés: 50,000
habitantes, Catemaco: 25,000 y Santiago: 15,000), las cuales
generan una fuerte presión demográfica, sin mencionar pers-
pectivas alternativas de desarrollo (por ejemplo: la vocación
turística para Catemaco). Así pues, nos preguntamos ¿cómo
podemos conciliar diferentes visiones?, ¿cómo lograr compro-
misos responsables y eficaces? Estas preguntas remiten a la
dimensión de la coherencia de las políticas de desarrollo local en
el caso de un ordenamiento que debe buscar la conciliación
entre protección de un medio frágil y el desarrollo económico.
• La dimensión de la viabilidad económica y del devenir de
los espacios rurales, referida a la elaboración de tipologías
de los espacios rurales, como lo vimos en el ejemplo francés,
podría prestarse a este tipo de ejercicio metodológico en el con-
junto regional del sur del estado de Veracruz. A pesar de los
esfuerzos de análisis de las realidades de este espacio regional
(Tallet, 2003), este tipo de enfoque metodológico no ha sido
llevado a su término. Pero para ilustrar, podemos considerar
el caso de la cuenca especializada en la producción de piña
en la zona de Isla, siendo ésta un paradigma de perspectivas
de apoyos a nuevas unidades territoriales.

329
Una visión:
La perspectiva del "país de la piña "

Se trata de un ejercicio de provocación intelectual permitido por


la semejanza con la experiencia francesa de los "países" estructura-
dos alrededor de una actividad económica motriz para el desarro-
llo local.
Este ejercicio de reflexión ofrece gran interés por el peso eco-
nómico de la producción de la piña (la zona de Isla en el estado
de Veracruz y la zona vecina de Loma Bonita en el estado de
Oaxaca representan el 85 por ciento de la producción nacional
de piña). En realidad ésta ocupa cerca de 11,000 hectáreas, repar-
tidas entre partes de cinco municipios y abarcando dos estados:
Veracruz y Oaxaca.
Esta zona constituye un buen ejemplo de nuevas articulacio-
nes campo-ciudad: el dinamismo demográfico y económico de la
ciudad de Isla (véase el mapa de las áreas de influencia) permite ver
lo que podría ser una organización de un territorio estructurado
alrededor de una ciudad-central, desempeñando un papel de fuer-
za motriz en el dinamismo local.
El dinamismo de Isla se traduce por el ritmo de crecimiento de
su población (de 18,484 habitantes en 1990 a 24,036 en 2000,
o sea +2.68 por ciento anual y también por la generación de
3,338 empleos entre 1990 y 2000, o sea un crecimiento de 59.4
por ciento). Esto pone en evidencia el dinamismo de la ciudad
de Isla en el corazón de la zona de producción de piña: atracción de
la mano de obra agrícola, auge de las empresas vinculadas con la
actividad (venta de productos fitosanitarios, empleo en empaca-
doras, bancos).
Estos aspectos positivos conllevan fuertes presiones que re-
presentan desafíos para el futuro económico: desplazamiento
de zonas de producción, peso de la contaminación, problemas de
calidad y crisis recurrentes de sobreproducción y de desperdicio.
Frente a estas incertidumbres que podrían ensombrecer la dura-
ción del éxito de la producción de piña, se encuentra el interés
por realizar una reflexión sobre la posibilidad de construir un

330
proyecto común de desarrollo sustentable, sin embargo, la perspec-
tiva no es sencilla a causa de numerosas dificultades: ausencia de
unidad administrativa (dos estados, varios municipios) y fuerza
de las rivalidades (zona de Loma Bonita desposeída de su papel de
pionero). La última crisis grave de desplome de los precios en el año
2000 ha subrayado fuertemente las deficiencias en la organización
de los productores (Duhalt, 2004) y la ineficacia de las ayudas
públicas (Federación y Estado). Ya sea a nivel de los productores
o de los organismos públicos, las intervenciones se han limitado a
reaccionar ante una crisis coyuntural de malbaratamiento (solici-
tud y después distribución de subsidios), sin prever modalidades
de intervenciones estructurales para analizar el funcionamiento

331
o la disfunción del sector de la piña. En particular, la limitada
parte de la producción transformada industrialmente no ha sido
analizada como un eslabón débil de la cadena demasiado depen-
diente del mercado de frutos frescos y entonces de la Central de
Abastos de la ciudad de México. El hecho de tomar en cuento esto
dimensión hubiera podido desembocar en proyectos para equipar
la zona con fábricas de conservas y en una reflexión sobre la locali-
zación de estas fábricas como medio para retener una parte de la
mano de obra local. Este ejemplo permite entender cómo la enco-
mienda de las iniciativas de desarrollo local depende de la articu-
lación entre el sector privado empresarial, las organizaciones de
productores y los poderes públicos.
La mención de dos situaciones específicas del sur del estado de
Veracruz (la Reserva de la Biosfera y la zona de producción de piña)
es una invitación a reflexionar sobre los desafíos planteados por
los cambios de la sociedad y de la economía mexicana en términos
de ordenamiento del espacio. La búsqueda de métodos y de herra-
mientas para elaborar unas políticas locales "territorializadas" pue-
de ser un asunto interesante en el contexto de apertura democrática
y de participación ciudadana en el desarrollo.

ANEXO
TIPOLOGÍA DE LOS ESPACIOS RURALES EN FRANCIA

EL SIGUIENTE mapa muestra un ejercicio clasificatorio sobre los


espacios rurales franceses. El ensayo se apoya sobre una caracte-
rización, a escala cantona,4 de los espacios rurales en función de 25
criterios: demográficos (densidad de población, evolución demo-
gráfica, grado de envejecimiento...); socioeconómicos (población
activa agrícola, naturaleza de otras actividades secundarias y ter-
ciarias. ..) y criterios dinámicos (ritmo de construcción de viviendas,
de establecimientos industriales, de comercios, índice de enclava-
miento, tasa de recepción turística...). A pesar de la amplia variedad
de situaciones regionales el tratamiento de estos datos permite dis-
4
El cantón es una división administrativa que reagrupa en el medio rural entre 10 y
25 comunas, generalmente organizadas alrededor de un pequeño centro urbano.

332
tinguir ocho grandes tipos de cantones rurales: los periurbanos; los
que viven un desarrollo residencial; los rurales turísticos; los can-
tones con una agricultura bien estructurada; los cantones estan-
cados; los industrializados y urbanizados pero en dificultades; los
cantones frágiles y los cantones en crisis.
Sobre esta base otro reagrupamiento simplificado de los mis-
mos tipos, donde aparecen conjuntos más homogéneos, es el que
se muestra en la presente carta sobre las tres Francia rurales. Esta
simplificación dibuja una nación bajo fuerte influencia urbana (los
mecanismos de la urbanización periférica apoyan el desarrollo de
las áreas residenciales y del trabajo, ambos en relación estrecha con
333
las ciudades próximas), que se nota bien por las coronas que dibu-
jan esos espacios rurales dinámicos, polarizados por los centros
urbanos.
La segunda categoría refiere a la idea de emergencia de nuevas
campiñas, cuyo dinamismo guarda estrecha relación con activida-
des complementarias o alejadas de las agrícolas, la más importante
el turismo: sea sobre el litoral (con función más residencial) o la
montaña (en particular Los Alpes y los deportes de invierno).
Finalmente el tercer conjunto corresponde a los espacios rura-
les con dificultades, a frágiles campiñas que dan cuenta de situa-
ciones diferenciadas: por un lado los espacios aislados, marginales
y dentro de regiones montañosas no activadas por el turismo (como
el Macizo Central); por otros espacios con tradición industrial en
crisis. Todo este conjunto revela la depresión económica de una
parte del territorio nacional.
Así, el interés de este trabajo es sentar las bases para una dife-
renciación operacional y útil para las intervenciones públicas, donde
las medidas de ordenamiento territorial deben diversificarse para
tomar en cuenta las distintas realidades económicas y sociales
que estructuran a esos espacios rurales.

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336
LAURA RAMÍREZ ALDANA
JAVIER DELGADO

Actores locales en un
cuasidistrito industrial de calzado
en la cuenca alta del herma

INTRODUCCIÓN

D ESDE LOS AÑOS setenta, la Cuenca Alta del Río Lerma ha


sufrido una extracción intensiva de agua subterránea a la
par de la industrialización del corredor Toluca-Lerma. A pocos
años de haber sido construidos y presumidos como otro ejemplo
del "milagro económico mexicano", sus severos efectos ambien-
tales empiezan a ser revalorados. La desecación relativa de las
tres antiguas lagunas, la desaparición de manantiales y el abati-
miento del nivel freático del acuífero del Lerma (Maderey, 2001;
Esteller y Díaz, 2002), se suman a los efectos sociales derivados
de la devastación de la base material que daba vida a un peculiar
"modo de vida lacustre" (Albores, 1995).
Como resultado, los pueblos, antes agrícolas, de la región han
debido buscar, no siempre con éxito, otras alternativas de vida.
Por ello, el caso de la industria del calzado del municipio ex-ribereño
de San Mateo Atenco, en pleno corazón de la Cuenca Alta, consti-
tuye una excelente oportunidad para conocer formas peculiares
de reconstrucción social y económica local que surgieron inicial-
mente sin ningún tipo de apoyo gubernamental, ni como propuesta
académica, lo cual empieza a llamar la atención de los estudiosos.
La principal discusión gira en torno a la pertinencia de utilizar el
enfoque teórico de los distritos industriales propuesto para el es-
tudio de sistemas productivos locales en economías desarrolladas.
En este capítulo se recurre a la categoría analítica alterna de cua-
sidistrito industrial para referirse a una entidad socioeconómica
y territorial que mantiene algunas de las características teóricas

337
de los distritos, pero carece de otros atributos y algunos se en-
cuentran parcialmente desarrollados. En particular, se explora la
importancia del entorno territorial activo en la formación del cuasi-
distrito y, con ello, de las relaciones entre los distintos actores
locales, como factor esencial en las limitaciones o potencialida-
des del desarrollo local. Los efectos ambientales de estos procesos
se abordan en otros capítulos del proyecto CARL, aunque aún es
necesario un intenso trabajo de integración de resultados.1

Distritos industriales y territorio.


Una aproximación al desarrollo local

Uno de los enfoques más pertinentes para analizar la concentra-


ción geográfica de la actividad económica es el de distritos indus-
triales, cuya atención se centra en el estudio de los sistemas
productivos locales dentro de una perspectiva teórica marshallia-
na. En las últimas décadas, esa perspectiva analítica se ha conso-
lidado en términos científicos y ha sido valorada como instru-
mento de política industrial y como posibilidad de desarrollo
socioeconómico.
Algunos de los temas principales que se han discutido acerca
de los distritos industriales son la identificación y análisis de los
factores que los conforman, las tipologías existentes en términos
de un patrón evolutivo, las características de sus sistemas de orga-
nización, el papel de un medio innovador y los procesos de apren-
dizaje colectivo. Es decir, el distrito industrial ha sido analizado
desde diversos enfoques según la disciplina que lo aborde, dando
lugar a lecturas diferentes sobre el mismo proceso (cfr. Belussi,
21-22 y 26 y Sforzi, 2005:5).
Al destacar la eficiencia de los sistemas productivos locales
conformados, principalmente, por pequeñas empresas se cuestiona
el paradigma de la producción en serie como única forma eficien-
1
Véase en particular, el trabajo de Naxhelli Ruiz (2006), que estudia los diversos usos
del agua en la región y el de Verónica Ibarra (2006) sobre los agentes sociales involucrados en
la gestión del agua. Avances preliminares de sus estudios se pueden consultar en Delgado
(2006).

338
te de producción (Sforzi, 2005, 1-7). Por el contrario, se subraya la
existencia de dos tipos distintos de sistemas de producción eficien-
tes: la gran unidad de producción, verticalmente integrada, genera-
dora de economías de escala y los distritos industriales caracteriza-
dos por la concentración de pequeñas empresas, la especialización
productiva, la división social del trabajo (vínculos productivos hori-
zontales) y las economías externas marshallianas. En este sentido,
la literatura sobre distritos industriales evidenció la relevancia actual
de las economías externas marshallianas, que constituyen el aspecto
central de la racionalidad económica del modelo.
Adicionalmente, este enfoque ha motivado la revaloración
del territorio, en particular, del "ámbito local" para el estudio de
la economía y la sociedad. En este sentido, el alcance teórico gene-
ral del modelo distrital no sólo explica la eficiencia de las pequeñas
empresas, sino el papel de los lugares en donde se efectúa la repro-
ducción social (op. cit., 1 y 12).
El enfoque de distritos industriales permite vincular tres dimen-
siones analíticas necesarias para comprender el desarrollo local o
regional: el territorio, la empresa y el sector económico al que
pertenece. Así, una de sus mayores aportaciones teóricas es evi-
denciar el papel del territorio como factor de desarrollo. Pero los
distritos industriales constituyen sólo una de las formas posibles
que adquiere el desarrollo local. La fortaleza teórica del modelo
distrital se encuentra en la esencia del pensamiento marshalliano:
la formación y el desarrollo de las capacidades humanas en los
lugares de vida. El desarrollo local se entiende así, como un pro-
ceso económico que se forma en los lugares de vida, a través del
desarrollo de las capacidades humanas (cfr. Sforzi, 2003: 173-174
y 2005: 1-2,6,8-10).
En un distrito industrial, el contexto contribuye a generar un
interés comunitario superior como principio de base interiorizado
por el conjunto de su población. Así, a la par de una actitud muy
competitiva, se supone una cooperación forzosa entre sus miem-
bros (Becattini, 1994: 50). Para ello, es esencial la confianza entre
los diferentes actores locales como la familia, las instituciones in-
termedias y, sobre todo, el gobierno local y las agencias públicas,

339
como centros de servicios, cámaras de comercio, bancos y agencias
de comercio, entre otros (Dei Ottati, 2003b: 185-186, 195).
Además, para el funcionamiento de un distrito es imprescin-
dible la intervención pública con base en las diversas fuerzas
sociales locales, para la instrumentación de una política econó-
mica local (Garofoli, 1994: 62, 67 y 77). La concertación local;
esto es, la unión para el desarrollo económico, desempeña un
papel crucial, así, la capacidad de adaptación e innovación -de
las cuales depende la competitividad de un distrito industrial-,
es resultado de una progresiva negociación entre las principales
categorías locales: los trabajadores, las empresas especializadas y
las empresas finales (Dei Ottati, 2003b: 185 y 203).
Más aún, para Dei Ottati, la estabilidad de la ventaja compe-
titiva en los distritos industriales depende de los factores sociales
e institucionales a los que, generalmente, se presta poca atención.
En ese sentido, es fundamental la existencia de un entorno territo-
rial activo derivado del tejido de interrelaciones que entrelazan a
los diversos actores sociales en determinados territorios, para
generar sinergias que pueden potenciar su desarrollo. Todo ello
remite al concepto original de "atmósfera industrial" en Marshall
(Fritzsche y Vio, 2000: 26-27).
Una de las principales controversias con relación a los dis-
tritos, es la posibilidad o no de reproducir el modelo en diversos
contextos con fines de desarrollo local o regional. Sin llegar aún
a conclusiones definitivas se acepta, en cambio, la necesidad de
diferenciar los agrupamientos industriales no sólo en términos
evolutivos, sino de procesos territoriales específicos. Así, ha cre-
cido el consenso sobre la existencia de una variedad de modali-
dades de agrupamientos y, por tanto, de tipos de distritos. Estas
nuevas tipologías son necesarias ya que no siempre se presentan
todas las ventajas esperadas de estos sistemas productivos loca-
les, ni todos los atributos que distinguen teóricamente a un dis-
trito industrial (cfr. Helmsing, 2002: 38-39; Belussi, 18-22).
Ante la imposibilidad de trasplantar un modelo de desarrollo
exitoso a otro contexto geográfico e histórico, es necesario reco-
nocer la existencia de múltiples caminos hacia el desarrollo local

340
a partir de la multiplicidad de lugares de vida y de diversos mo-
mentos históricos. La complejidad del ámbito local se manifiesta
en las interrelaciones dinámicas de las organizaciones productivas,
los conocimientos y las instituciones, obedeciendo tanto a particu-
laridades espaciales como temporales (cfr., Sforzi, 2005: 13-14).

La discusión de los distritos industriales


en México

Recientemente, en México se ha recurrido a la perspectiva teórica


del distrito industrial para analizar diversas regiones productoras
a partir de la concentración regional que las caracteriza.
Es el caso de Jalisco como ejemplo de los nuevos modelos de
industrialización regional. Esta industria se concentra en el mu-
nicipio de Guadalajara, pero recientemente se ha extendido hacia
otros cuatro municipios vecinos que participan en la cadena pro-
ductiva: Zapopan, Tlaquepaque; Lagos de Moreno y Jesús María
(Morales: 193).
Aunque, en opinión del autor, la conformación de un distrito
industrial serviría para potenciar las sinergias regionales, otros
factores la obstaculizan. Ellos son la falta de una infraestructura
tecnológica común, la baja densidad de integración empresarial,
la ausencia de una cultura regional que aminore los conflictos
de intereses, la escasa oferta de insumos locales, la nula práctica de
alianzas entre fabricantes y proveedores, una carencia significa-
tiva de relaciones entre empresas y la inexistencia de políticas
industriales adecuadas (Cfr. Morales: 194-195, 201, 203). En
cambio, están presentes como potencialidades para la conforma-
ción de un distrito, la concentración regional de productores es-
pecializados y la existencia de prácticas de subcontratación
(Morales: 188).
Otro ejemplo de probable distrito es la reestructuración de la
industria del calzado en León, Guanajuato, principal centro pro-
ductor nacional, que también se ha extendido a los municipios
vecinos de San Francisco del Rincón y la Purísima. Se considera
que la región cumple con buena parte de las características de los
341
distritos industriales al presentar una importante concentración
de productores y proveedores de calzado y por el papel estratégi-
co que tiene esta industria en la economía estatal. Sin embargo,
para constituir un distrito se requieren cambios institucionales
profundos que permitan simultáneamente, la socialización del
riesgo y de la innovación (Brown y Domínguez: 159 y 160-167).
En este caso, no se pretende reproducir la experiencia italia-
na, ya que cada organización tiene sus propias limitaciones con
base en su historia particular. En el caso de México, las empresas
son muy heterogéneas y desarticuladas, la producción se ha diri-
gido, principalmente, al mercado interno, protegido por muchos
años. El apoyo institucional es escaso y el flujo de información,
restringido; existen riesgos por el comportamiento oportunista, no
existen capacidades locales de diseño ni mercadeo y tampoco exis-
ten instituciones financieras bancarias informales, como en el caso
italiano (Brown y Domínguez: 178-180).
Sin embargo, para Brown y Domínguez el enfoque de distritos
industriales es útil para la redefinición de instituciones de apoyo
y de las relaciones interempresariales, que pueden desempeñar un
mejor papel en la reestructuración y en la eventual conformación
de un distrito industrial con base en su propia trayectoria local
(Brown y Domínguez: 180-181).
En otro ámbito productivo como es el textil, las posibilidades
de conformación de un distrito industrial en Tlaxcala, también
han sido analizadas mediante el estudio de las redes sociales que
lo integran (Rosales, 2003: 146-150; Rosales, 2000). La autora
se pregunta por qué no ha surgido ahí un distrito industrial exi-
toso a pesar de la aglomeración de pequeños productores espe-
cializados y con tan importantes antecedentes históricos en la
formación de relaciones interindustriales. De acuerdo con Rosa-
les, ello se explica fundamentalmente, por la heterogeneidad de
la rama económica textil, en especial, de la tecnología que utiliza.
Adicionalmente, la creciente dependencia exógena de bienes de
capital y materia prima es uno de los mayores obstáculos para
definir un proyecto de desarrollo local.
Cabe subrayar que Rosales compara la flexibilidad presente en
algunos distritos industriales italianos -como estrategia productiva

342
a través de la segmentación de la organización laboral-, con la flexi-
bilidad que llama "defensiva", prevaleciente en países en desarrollo,
en donde la producción se basa en la capacidad artesanal y en el
empleo de trabajo familiar (Rosales, 2003: 135; Rosales, 2000).
En síntesis, en los diversos casos analizados, se cuestiona la
existencia de un modelo estático y único ante la diversidad de
realidades socioterritoriales, por ello, aquí se propone flexibilizar
el concepto original de distrito para abarcar una mayor variedad
de formas de organización socioproductiva que pueden compartir
elementos comunes a pesar de las diferencias y pueden, también,
presentarse simultáneamente en un territorio común (Saraví,
1997:26y27;AminyRobin, 1994: 139).

Efectos del contexto mundial


en la producción mexicana de calzado

Desde 1988, como efecto de la apertura comercial instrumentada


en el país, la industria mexicana del cuero y calzado, que operó
hasta entonces bajo un régimen proteccionista, ha experimenta-
do una fuerte crisis debido al cuantioso flujo de importaciones
provenientes, sobre todo, del Pacífico y confeccionadas, en su ma-
yoría, con pieles sintéticas (Iglesias, 1998: 20 y 90).
En este contexto, China se ha convertido en un centro de pro-
ducción estratégico. Sus productos han inundado el mercado euro-
peo tanto como el estadounidense y, más recientemente, el mexi-
cano. Entre 1985 y 1998, China pasó del 9o. al ler lugar, mientras
que México descendía del 14o. al 20o. sitio. En tanto la produc-
ción de zapato mexicano se incrementó en 105 millones de pares,
el aumento en la producción china fue de 2,050 millones entre
1994 y 1999; es decir, casi 20 veces más que la mexicana (Her-
nández, 2000b: 53).2
Otro fuerte competidor internacional -que entró al mercado
mexicano gracias a la apertura comercial de los ochenta-, es Bra-
sil, líder mundial en materias primas utilizadas en la producción
2
Cfr. "Clusters: Programa de competitividad Internacional del Cluster cuero-calzado
de León, Guanajuato" (Resumen de prensa en: www.cecic.com.mx, pp. 1-2).

343
de calzado, gracias a su importante cría de ganado vacuno (Torres
(s/f): 17 y Hernández, 2000b: 53-54).
En contraste, México ha aumentado sus importaciones de
piel y cuero. Las restricciones en el mercado interno de este insu-
mo han aumentado, desde la década de los años ochenta, debido
a la reducción de cabezas de ganado (vinculada con la creciente
exportación de ganado en pie), tanto como a la disminución del
consumo de carne vacuna (por la pérdida de poder adquisitivo
de la población) (Iglesias, 1998: 137-138).
De hecho, en los últimos años, entre 30 y 50 por ciento de
la demanda interna de piel bovina se cubrió con importaciones
que, a su vez, sostienen 90 por ciento de la oferta de zapatos de
cuero en el país (Torres (s/f): 62). Paradójicamente, la mayor parte
de las importaciones mexicanas de cuero provienen de Estados
Unidos de América, que ostenta el mercado de cuero más grande
del mundo abastecido, a su vez, principalmente por importaciones,
entre ellas, las provenientes de nuestro país. En ese mercado se
triangula también la producción de Argentina y Brasil (Iglesias,
1998: 145).
En términos productivos, los principales problemas de la
industria del calzado en México son: 1. que la maquinaria sea
básicamente de importación; 2. que la oferta nacional de insumos
-principalmente de cuero- sea insuficiente, y 3. que la mano de
obra cuente con una elevada especialización y habilidad manual,
pero carezca de capacitación técnica (Torres (s/f): 3).
Por si fuera poco, la pérdida en la capacidad adquisitiva de
los consumidores ha afectado de manera significativa las ventas
de calzado en el mercado interno, principal destino de esta indus-
tria, pues representó 91.2 por ciento del consumo total de 1990
a 2000 (Torres (s/f): 5). Un dato ilustrativo de esa estrecha rela-
ción es la disminución del consumo nacional per cápita anual de
calzado. En 1991, ese consumo anual era de tres (3) pares, mien-
tras que para 1996 fue apenas de 1.6 (Jarquín, 1997: 176).
A lo anterior, se suma la progresiva introducción al mercado
nacional de calzado producido en el extranjero. Entre 2000 y
2002, las importaciones aumentaron, anualmente, 30 por ciento

344
en promedio, siendo las de Asia las que más crecieron. Para 2002,
estas importaciones sumaron 271 millones de dólares.3 Las cre-
cientes importaciones de calzado chino ingresan al país a través
de la triangulación, del contrabando y del dumping, por lo cual las
cifras oficiales sólo muestran una pequeña dimensión del proble-
ma. En efecto, mientras que las cifras oficiales de importación
para 1990, registraron un monto de 32.4 millones de pares (83 por
ciento más que el año anterior), las estimaciones extraoficiales lle-
garon a 70 millones de pares (Jarquín, 1994: 39).
Para el año 2003, las importaciones documentadas reporta-
ron la introducción de 34 millones de pares de zapatos, de los
cuales, según la agencia oficial de calzado guanajuatense,4 por lo
menos 27 millones ingresaron mediante "contrabando técnico";
es decir, utilizando factores de subvaluación, triangulación y
documentos falsos. Si a ello se suma el "contrabando bronco", la
cifra llega a los 40 millones de pares importados, de los cuales sólo
se decomisaron 1.4 millones de pares procedentes de China.
En medio de este adverso panorama, el centro productor de
calzado en San Mateo Atenco surgió como iniciativa local, sin
ningún apoyo gubernamental y actualmente se resiste a su desa-
parición.

El caso de San Mateo Atenco

En México, la industria del calzado representa 13 por ciento del


valor de la producción del subsector textiles, prendas de vestir e
industria del cuero, el cual a su vez representa 6 por ciento del valor
de la producción de la industria manufacturera nacional.
A nivel nacional, la manufactura del calzado se caracteriza
por una elevada concentración regional. En sólo dos casos, Gua-
najuato y Jalisco, se ubica 55 por ciento de las unidades econó-
micas de esa industria, el primero con 41.3 por ciento y muy
lejos, Jalisco, con 13.6 por ciento del total. En tercer lugar, se si-
3
Secretaría de Economía, competitividad en www.economia.gob.mx y Hernández,
2000c.
4
Cámara de la Industria del Calzado del Estado de Guanajuato, Concalzado.

345
túan los estados de Veracruz, estado de México y el Distrito Fede-
ral que, en conjunto, absorben 16 por ciento de las unidades.5 En
total, en esas cinco entidades se localiza 71.4 por ciento de las uni-
dades económicas dedicadas a esta actividad productiva.

REGIONES PRODUCTORAS DE ZAPATO


Entidades que concentran a la mayoría de las unidades económicas
de la industria de calzado en México (1998)

En este contexto, la relativamente reciente reestructuración


productiva en San Mateo Atenco, de centro rural -con un impor-
tante antecedente de su vinculación productiva con una econo-
mía lacustre-, a una especialización productiva del calzado, ha
sido poco valorada en su verdadera dimensión (Albores, 1995).
Gracias a ese rápido giro productivo, las unidades económicas
dedicadas a la producción de calzado en el municipio representan
cerca de 70 por ciento del total del estado de México, 30 por ciento
de las ubicadas en la Región Centro del país y 4 por ciento a nivel
nacional.''
Si bien se debe diferenciar como centro productor emergente
de otras regiones productoras tradicionales (que cuentan con un
5
INHC;I, Censos Económicos, 1999.
6
INEGI, Censos económicos, 1998.

346
mayor arraigo histórico y artesanal de la actividad, como León,
Guadalajara y el propio Distrito Federal), su origen es un ejemplo
de desarrollo local autónomo. A riesgo de simplificar, se puede decir
que sus pobladores se "volcaron" hacia esa especialización pro-
ductiva forzados por los fuertes efectos ambientales derivados de
la extracción intensiva de agua subterránea para abastecer a las
ciudades de México, Toluca y a las propias localidades de la región.
En particular, la desecación parcial de la laguna de San Bartolo,
privó a sus pobladores de la base material para la producción agríco-
la y reproducción social (Albores, 1995; Esteller y Díaz, 2002).
En esta reconversión, la estratégica localización geográfica de
San Mateo Atenco jugó un papel primordial. Situado en la coro-
na regional, esa extensa franja de urbanización difusa que rodea
a la ciudad de México, en el centro del Valle de Toluca (de cuya
zona metropolitana forma parte) y a 52 kilómetros de la Ciudad
de México se beneficia de los efectos de la difusión económica,
social y urbana de la región (Delgado et al., 1999; Delgado et al.,
2006). Además. La construcción de la autopista que las une, le
proporcionó al poblado una accesibilidad privilegiada a ambos cen-
tros urbanos y forma parte, a la vez que se beneficia de ello, del
nodo urbano-comercial que se está formando alrededor del centro
comercial en Ocoyoacac, lo que le proporciona servicios adicio-
nales y la infraestructura necesaria para su consolidación.

Las características peculiares del cuasidistrito

A partir de la década de los ochenta proliferaron los talleres de


calzado en San Mateo Atenco. Ya para principios del 2000 existían
en ese pequeño poblado poco más de 1,000 talleres productores
de calzado, que daban empleo a unas 8,000 personas.7 Según las
autoridades locales, entre 60 y 70 por ciento de la población
trabajadora del municipio depende directa o indirectamente de
esa actividad (DDE, 2005 y Goni, 1997: 173).
7
Saravi 1997:79, El Financiero, agosto de 1993, Goni, 1997: 213 y datos propios obte-
nidos en trabajo de campo.

347
La mayor parte (95 por ciento) de la producción local es de tipo
artesanal, se realiza en talleres pequeños con un promedio de
ocho trabajadores con una administración, casi siempre, familiar.
Sólo una parte mínima de la producción (5 por ciento) se realiza
en industrias formales. De acuerdo con la encuesta propia apli-
cada a los productores locales de calzado en 1996,8 la mayoría de
las microempresas (62 por ciento) se encuentra ubicada dentro
de las viviendas, lo que revela una estrecha relación entre la unidad
productiva y la familiar (Goni, 1997: 203, 213 y Torres (s/f): 53).
El amplio predominio del modelo taller-vivienda en la loca-
lidad ha ayudado a crear una serie de lazos y referentes sociocul-
turales que inciden en el funcionamiento y orientación de la
economía local, no siempre congruentes con la lógica del capita-
lismo y, mucho menos, con la lógica de un sistema económico glo-
balizado. Así, muchos de los talleres del cuasidistrito industrial de
San Mateo Atenco, coinciden con el tipo de empresa-proyecto;
en donde se busca el desarrollo de habilidades laborales y de rela-
ciones previamente adquiridas. La principal motivación no es la
acumulación capitalista, sino la satisfacción de las necesidades
familiares (Dei Ottati, 2003b: 187-189).
Sin embargo, la mayor parte de la producción de calzado se
realiza completamente en cada taller, desde la compra de insumos
hasta la comercialización del producto final. Es decir, no existe
una división del trabajo como lo establece el modelo distrital y
aún no se han generado empresas especializadas en las diversas
fases del proceso productivo, por ello se sugiere la categoría cua-
sidistrito industrial.
Son varias y muy generalizadas las prácticas y valorizaciones
sociales que impiden el desarrollo de una división del trabajo
(que implicaría la generación de economías externas) sobre la
realización del proceso productivo completo. Entre ellas, sobre-
salen la falta de confianza entre los productores respecto a la
8
Esta encuesta se realizó con base en un muestreo aleatorio simple de 326 casos. La
población objetivo fueron los dueños o dirigentes de las microempresas productoras de calzado
(1 a 15 empleados), localizadas en el municipio. Del total de cuestionarios aplicados, se valida-
ron 292; es decir, 89.6 por ciento de total, lo que representa la cobertura de la muestra.

348
calidad y responsabilidad de sus compañeros y la nula instrumen-
tación de sistemas de control de calidad (Goni, 1997: 188 y entre-
vistas). Otro aspecto que contribuye a explicar la escasa división
del trabajo es la subordinación de las decisiones de producción a
la esfera de la comercialización, lo cual da lugar a ciclos producti-
vos muy cortos (semanales), lo que limita la planeación productiva
en el mediano y largo plazo y, por ende, afecta la organización de la
cooperación entre los productores (Cfr. Saraví, 1997: 100-103).
En San Mateo Atenco tampoco se observa la presencia de em-
presas finales especializadas en el diseño y en labores de mercadeo.
Existen numerosos pequeños talleres (conocidos como "modelis-
tas"), que realizan de forma empírica el diseño de los zapatos pero
no cuentan con la capacitación técnica ni la tecnología necesaria.
No se observan empresas dedicadas al mercadeo, con excepción de
la actividad realizada por las principales asociaciones de productores
locales pero, como veremos más adelante, sólo atienden a sus agre-
miados y no a la comunidad.
A diferencia de un distrito industrial en donde se supone la
existencia de un mercado de trabajo especializado y altamente
calificado, en este caso existe una capacidad artesanal relevante
que se produce básicamente por medio de canales informales. Los
productores enfrentan limitaciones considerables para aumentar
la especialización laboral y su calificación, sobre todo, técnica. Así
en 1996, 54 por ciento de los talleres "nunca" había capacitado
a sus trabajadores, 31.8 por ciento lo había hecho sólo "con unos
cuantos" trabajadores en "alguna ocasión" y únicamente 14 por
ciento había capacitado "a todos" sus trabajadores (Goni, 1997:
203). Todavía en el año 2005, sólo las principales asociaciones
de productores de calzado promovían la capacitación laboral,
pero sin incluir a los aproximadamente 500 productores indepen-
dientes del lugar.9 Apenas en 2002 comenzó a operar, con apoyo
gubernamental, el Centro de Servicios de la Industria del Calza-
do de San Mateo Atenco (CSINCA), en donde se imparten cursos de
capacitación dirigidos a la comunidad de productores.
9
Entrevistas realizadas con productores y asociaciones de productores (Procasma y
GAP), entre el 26 de abril y 24 de mayo de 2005.

349
Otro factor que obstruye la capacitación técnica y la especia-
lización laboral local es el elevado nivel de rotación del perso-
nal.10 Esta rotación de la mano de obra desincentiva a los produc-
tores para invertir en la capacitación, mientras que para los
trabajadores, representa una condición laboral muy desfavorable.
En el caso de estudio, el pago a destajo está muy difundido y se
efectúa de manera semanal: es decir, prácticamente no existen
relaciones salariales formales. Esto facilita el incumplimiento de
las prestaciones laborales por parte de los patrones. Sin embargo,
esta situación no es exclusiva del municipio, ya que prevalece en
casi toda la industria mexicana del calzado (Iglesias, 1998: 162
yjarquín, 1997:21).
El incumplimiento de las obligaciones laborales se facilita
también por la inexistencia de organizaciones sindicales. El único
contrapeso relativo frente a la discrecionalidad patronal son cier-
tas instituciones informales, tales como el parentesco, la vecindad
y la identidad comunitaria, que pueden llegar a influir en la toma
de decisiones al ubicarlas en un espectro más amplio de relacio-
nes sociales. La elevada "flexibilidad" laboral que prevalece en
San Mateo Atenco permite elevar rápidamente el nivel de produc-
ción cuando el mercado lo requiere, por medio de la intensificación
de la jornada de trabajo o bien, a través de contratar nuevos tra-
bajadores, lo cual se facilita por la abundante oferta de fuerza de
trabajo existente en el pueblo (Saraví, 1997: 127, 142-145).
El hecho de que se trate de talleres familiares permite todavía
una mayor flexibilidad laboral, ya que la mayor parte de los traba-
jadores no recibe un salario y, en épocas de contingencia, las remu-
neraciones se "ajustan" sin intermediación sindical o incluso se
dejan de pagar los salarios a los familiares. En este sentido, las
familias de los productores subsidian con su trabajo, gratuito e
intensivo, la producción de calzado del municipio.
Otro aspecto del mercado de trabajo en San Mateo Atenco
son las diferencias marcadas por el género, ya que el pago a las
mujeres es mucho menor que el otorgado a los hombres. En una
situación extrema se encuentran las mujeres trabajadoras de ta-
10
Saraví, 1997: 149, Jarquín, 2001: 281 y 1997: 250, y entrevistas con productores.

350
lleres familiares, ya que no reciben ningún pago por su trabajo, el
cual se concibe socialmente e incluso por ellas mismas, como una
"colaboración". Este trabajo no pagado se suma a sus labores en
el hogar, lo que constituye un aporte adicional al bienestar fami-
liar. Conviene destacar que mientras más pequeño es el taller,
más trabajadoras familiares se emplean, constituyéndose en un
recurso crítico para su funcionamiento y subsistencia (Jarquín,
2001:281-297).
En síntesis, en San Mateo Atenco existe una aglomeración de
microproductores, que realizan el proceso de producción de cal-
zado de forma completa (no existe división del trabajo), artesanal
y familiar en talleres instalados en sus viviendas. Existe una ca-
pacidad artesanal importante que logra socializarse por medio de
canales informales, pero con muchas limitaciones respecto a la
especialización laboral y la capacitación técnica, lo que redunda
en un elevado nivel de rotación del personal. Respecto a las rela-
ciones laborales, el pago a destajo está ampliamente difundido;
así como el incumplimiento de las obligaciones patronales y la
ausencia de organizaciones sindicales. La condición familiar de
los talleres permite una mayor flexibilidad laboral, ya que parte
de la fuerza de trabajo familiar no es retribuida. En particular,
existen discriminaciones de género que se manifiestan en meno-
res percepciones para las mujeres o bien, en el caso de las fami-
liares, en la falta de pago.
Así, en un mercado de trabajo que no ofrece expectativas de
crecimiento al trabajador, la única opción viable de movilidad so-
cial es convertirse en dueño de su propio taller de calzado. Para
ello, es fundamental alcanzar cierta experiencia laboral, el apoyo
del trabajo familiar y la obtención de los recursos mínimos para
iniciar actividades, los cuales provienen del ahorro, de préstamos
familiares o bien, tuvieron su origen en las liquidaciones deriva-
das de las crisis de los años ochenta en el corredor industrial
Lerma-Toluca, durante la cual se despidieron obreros.11
11
Como resultado de la crisis económica de 1982 (boom petrolero, inflación galopan-
te, fuga de capitales, devaluación, creciente déficit financiero, incertidumbre generalizada,
bajos niveles de inversión y decremento del PIB (Dussel, 1995) hubo despidos masivos en la
zona industrial que todavía hoy, no se recuperan.

351
Paradójicamente, dicha movilidad social, no es percibida por
la comunidad de productores consolidados como algo positivo,
sino como amenaza de saturación del mercado local y regional
(Jarquín, 1997: 251 y entrevistas). En este sentido, se evidencia la
existencia de fuertes intereses regionales que entorpecen el ascen-
so social, en contraste con lo que sucede en un distrito industrial,
en donde el paso de trabajador a pequeño empresario es aprecia-
do socialmente (Dei Ottati, 2003b: 192). Por lo tanto, la movilidad
social en San Mateo Atenco, más que una señal de un espíritu em-
presarial representa la única opción para subsistir más dignamente
y satisfacer las necesidades familiares. Así, lo que se gesta no son
empresas competitivas, sino pequeñas unidades domésticas carac-
terizadas por un elevado grado de informalidad, sin alcanzar a ge-
nerar un nivel mínimo de acumulación capitalista.
A continuación, se exploran las características territoriales de
este proceso mediante el análisis de la atmósfera industrial, las
relaciones de cooperación, el aprendizaje colectivo, la innovación
y los gobiernos locales activos.

EL PAPEL DE LOS ACTORES


SOCIALES E INSTITUCIONALES EN LA
DIFÍCIL CREACIÓN DE UNA
"ATMÓSFERA INDUSTRIAL" Y DE
"RELACIONES DE COOPERACIÓN"

A PESAR DE su reciente conformación como centro productor de


calzado, en San Mateo Atenco se observan algunos de los atribu-
tos de la "atmósfera industrial", como son los efectos de emulación,
intercambios informales, interacción constante, infraestructura
física y determinada organización institucional, lo que ha dado
lugar a un considerable dinamismo interno. Sin embargo, esa atmós-
fera industrial aún no ha logrado generalizar procesos de innova-
ción, competencia positiva o espíritu empresarial.12
12
"El espíritu empresarial" se vincula con la existencia de una cultura empresarial, que
es sumamente precaria en el caso en estudio, aunque se ha observado cierto grado de apren-
dizaje y difusión del conocimiento.

352
Por atmósfera industrial se entiende un denso tejido de interre-
laciones sociales que incluye, relaciones de cooperación entre los
actores locales presentes en el sistema productivo local (Cfr. Helm-
sing, 2002: 43 y Poma, 2000: 42-46). En este caso, destaca la
reciente cooperación entre los productores locales a través de las
asociaciones de productores de calzado, quienes a pesar de los avan-
ces logrados en el ámbito comercial, aún no aprovechan el poten-
cial que tienen en términos productivos.
En San Mateo Atenco existen tres agrupaciones de produc-
tores de calzado y una de distribuidores de insumos. Las organi-
zaciones de fabricantes incluyen aproximadamente a 1,000 talle-
res. De estas, la primera reúne a los productores más consolidados
y productivos. La segunda se disputa ese lugar, en cambio, la ter-
cera agrupa, principalmente, a pequeños talleres familiares. Ade-
más, se estima que existen unos 500 productores independientes,
lo que da un total aproximado de 1,500 talleres productores de
calzado en el municipio.13
La primera asociación se formó a finales de 1982 con el nombre
de Productores de Calzado de San Mateo Atenco A.C. (Procasma)
con apoyo del gobierno municipal. Uno de sus mayores logros
fue la construcción de un mercado a mediados de la década de
los ochenta. En 2005 reunía 360 socios, todos productores de cal-
zado. Para ingresar a esta asociación es necesario ser fabricante
local de calzado y contar con el registro legal.14 Entre los objetivos
de la agrupación destacan: plantear soluciones a los problemas de
los asociados: difundir el conocimiento de la legislación laboral,
fiscal y noticias de interés para el sector; organizar y regular el
mercado de trabajo; fomentar la capacitación laboral; promover la
imagen de la industria del calzado local a través de ferias y expo-
siciones, servir de mediador entre los socios y establecer contacto
con asociaciones similares nacionales e internacionales (Alarcón,
González y Pérez, 2002: 147-149).
13
Entrevista con el Director de Desarrollo Económico del Gobierno Municipal de San
Mateo Atenco, 31/05/2005.
14
En México este registro lo otorga la Secretaría de Hacienda. Entrevista efectuada con
el Secretario de Procasma, 17/05/2005

353
Según el dirigente de Procasma, las principales metas de su aso-
ciación son la calidad y el precio, y su mayor preocupación, la co-
mercialización del calzado local. En sus inicios, reconoce, la asocia-
ción descuidó el fomento a la cooperación entre productores, en
cuanto a la adquisición de insumos, créditos y tecnología, la división
del trabajo y la capacitación. También señaló la importancia de
promover la división del trabajo con base en la especialización pro-
ductiva, pero consideró la existencia local de "ideas individualistas"
como un obstáculo a la "cultura de la agrupación".
La segunda agrupación de importancia por el número de pro-
ductores que reúne es el Grupo Artesanal de Productores de Calza-
do de San Mateo Atenco (en adelante, GAP), con unos 300 miem-
bros en 2005.15 Dicha asociación se formó a finales de 1986 y
algunos de sus principales objetivos son: resolver los problemas que
enfrentan en común sus asociados, intercambiar referencias del
personal; integrar una fuerza común ante las adversidades del mer-
cado y hacer partícipes a los socios en las ferias y exposiciones
(Alarcón, González y Pérez 2002: 110-111). El GAP surge como una
escisión de la anterior asociación debido a su oposición para incor-
porar nuevos miembros con el argumento de que los miembros
fundadores tenían derechos de antigüedad sobre el mercado local y
veían a los nuevos productores como una competencia peligrosa que
no debía ser alentada. Como Procasma reunía a los productores,
aparecía como una organización elitista ante los demás.
En la actualidad, el GAP cuenta también con su propio centro
de venta, "La plaza azul", que posee mejores instalaciones, en com-
paración con los otros dos mercados locales de Procasma. Los
productores del GAP aportan cuotas para cubrir gastos de publici-
dad y promoción, en particular, a través de anuncios comerciales
en radio y spots televisivos que tienen una cobertura local y regio-
nal. En cuanto a las actividades de promoción, destacan pasarelas
anuales, liquidaciones, rifas de autos y mediante el programa más
reciente, se rifa un viaje y aparatos electrodomésticos a través de
boletos que resulten premiados a quienes compren en su mercado.
15
Entrevista con el Secretario del GAP, 26/04/2005.

354
Para el secretario del GAP, una estrategia viable para enfrentar
la crisis económica nacional y la introducción masiva de calzado
extranjero, es la formación de "empresas integradoras";16 aprove-
chando su capacidad de agrupación para hacer un frente común.
Sin embargo, al momento de la entrevista esto sólo era una idea
y no había nada en concreto.
La tercera asociación local de productores es el Tianguis Ru-
ral "Emiliano Zapata" (en adelante TREZ), que se fundó a finales
de 1989 con apoyo de la Confederación Nacional Campesina
(CNC) y para 2005 cuenta con 100 socios aproximadamente.17 De
las tres organizaciones es la más precaria al reunir básicamente a
talleres familiares que se caracterizan por su reducida capacidad
de producción y cuyos miembros suelen emplearse en talleres
más grandes para completar sus ingresos (Jarquín, 1997: 363-
365). Sus principales objetivos son: incrementar la comunicación
y unión entre los asociados y representarlos ante las autoridades;
propiciar el desarrollo de servicios; adquirir y operar bienes mue-
bles e inmuebles; promover la imagen de la industria del calzado
local; organizar ferias, exposiciones y tianguis; fomentar la capa-
citación y reglamentar el mercado de trabajo (Alarcón, González
y Pérez, 2002: 111-112).
Además, en San Mateo Atenco existe un grupo de proveedo-
res, la Unión de Peleteros (UP), que controla la intermediación
comercial al distribuir localmente los principales insumos para la
producción de calzado adquiridos principalmente en las ciudades
de León, México y Guadalajara.18

16
Una "integradora" es una empresa de servicios especializados que asocia a personas
físicas y morales productoras, comerciales o de servicios, preferentemente de escala micro,
pequeña o mediana, con el objetivo de elevar la competitividad de los asociados, consolidar
su presencia en el mercado nacional e incrementar su participación en las exportaciones. La
gama de servicios especializados que ofrecen abarca los rubros tecnológico, administrativos,
informáticos, legales, contables, fiscales, de publicidad, producción, promoción, comerciali-
zación, ñnanciamiento.
17
De acuerdo con informantes claves del GAP, el TREZ sólo contaría con 40 o 50
miembros.
18
Entrevistas con productores, líder de Procasma y distribuidor de insumos, mayo
de 2005.

355
A este grupo pertenecen algunos de los habitantes más próspe-
ros del lugar,19 quienes tienen un importante control sobre los pre-
cios de los insumos locales y sobre el financiamiento de los produc-
tores. En opinión de los entrevistados, la UP abusa de su posición
en cuanto al financiamiento, al ofrecer créditos con elevadas tasas
de interés que fluctúan entre 15 y 30 por ciento mensual. En la
práctica, la Unión también afecta a unos u otros productores, ya
sea negando los insumos, suministrando materiales de baja calidad
o suspendiendo el crédito (Jarquín, 1997:258). No obstante, algu-
nos productores afirman que este mercado local de proveedores
les beneficia al ofrecer una gama completa de insumos, e incluso los
han obligado a bajar sus precios gracias a la presión generada por
la agrupación de algunos productores para compartir los gastos de
transporte y comprar los insumos que requieren directamente con
los proveedores.
Otros actores sociales que juegan un importante papel en el
mercado local son los comerciantes foráneos. Estos representan
intereses económicos exógenos al sistema productivo local pero
que aprovechan las ventajas del cuasidistrito industrial para comer-
cializar, directamente en puestos callejeros, calzado, otros artículos
de piel como son chamarras y bolsas, fabricados en León, México
y Guadalajara; así como mercancía importada proveniente de paí-
ses asiáticos. Ello ha provocado un ambiente de tensión entre los
productores locales y las autoridades, ya que los primeros culpan
al gobierno municipal de haber abierto, indiscriminadamente, el
mercado local mediante la entrega de concesiones y licencias a estos
actores exógenos, provocando severos daños para la economía local
y el ordenamiento urbano.
Por el lado de los organismos públicos se fundó en 2001 el Cen-
tro de Servicios de la Industria del Calzado en San Mateo Atenco
(CSINCA) por iniciativa del gobierno estatal y de Procasma. Su obje-
tivo es ayudar al productor de calzado, en cuestión de créditos,
tecnología, capacitación, consultoria, compras en común, moda
y diseño.
19
El ingreso a la organización de comerciantes de insumos, particularmente, de pieles
ascendía en 1992 a 30,000 pesos (Jarquín, 1997, p. 257), cifra que a precios de 1998 equi-
vale a 10,269.

356
El Consejo del CSINCA está conformado por los representantes
de los productores de las tres asociaciones existentes: Procasma, GAP
y TREZ. Sus objetivos son muy ambiciosos y su campo de acción
demasiado amplio para un solo organismo. En un principio, el
CSINCA se financió con recursos del gobierno estatal y a través de
cuotas de los propios productores de calzado20 interesados en sus
servicios. Sin embargo, se considera que el organismo no ha tenido
éxito, ya que no ha superado el nivel de diagnóstico y no llegó a
proponer soluciones a los problemas específicos de los productores.
Ese fracaso se atribuye al hecho de que, en sus primeros años, el
organismo fue dirigido por políticos nombrados por las autorida-
des estatales que desconocían el sector y, por ende, las necesi-
dades reales de los productores. Además, durante los dos primeros
años de operación, el organismo se debilitó por la costosa nómina
de los funcionarios, lo que mermó sus finanzas, y por el otorga-
miento de créditos que no pudieron ser recuperados.
Desde 2005, el CSINCA se sostiene únicamente con recursos del
gobierno. En esta etapa, el organismo ha comenzado a realizar com-
pras de insumos en común y a otorgar créditos; también ha orga-
nizado ferias comerciales y ha proporcionado servicios de capaci-
tación y asesoría a los productores locales. Recientemente, el CSINCA
impulsó la cooperación de una maquiladora (sweat-shop) de corte
y preformado del calzado para apoyar a los productores en esas
fases estratégicas del proceso productivo. Por último, se está con-
siderando al CSINCA como un posible enlace con el mercado exter-
no y actualmente se está trabajando ya en un proyecto de exporta-
ción hacia Canadá.
En opinión del presidente del CSINCA para superar la actual crisis
económica es necesaria la cooperación y esfuerzo de todos los
actores sociales involucrados -productores, asociaciones, CSINCA-y,
en especial de un liderazgo fuerte que, esperan, asuman las auto-
ridades municipales. En este sentido, es muy positivo el papel que
puede jugar el CSINCA en la formación de un proyecto de desarro-
llo local con base en la producción de calzado, pero ío hace apoya-
20
Su cuota anual en 2002 era de aproximadamente 100 dólares.

357
do en las estructuras políticas de gobierno y no en la iniciativa de
los productores mismos.21 Adicionalmente, un problema fuerte que
enfrenta el CSINCA es el descrédito que sufre ante la comunidad
de productores, por falta de confianza y credibilidad debido a los
malos manejos observados en sus primeros años. Por su parte,
los representantes de Procasma y del GAP, es decir, los fabricantes
más productivos, consideran que el CSINCA ha significado un avan-
ce en la promoción de la cooperación empresarial y que el organis-
mo podría ser la instancia pertinente para organizar las compras
de insumos en conjunto.
Otro actor institucional presente es la Dirección de Desarrollo
Económico (DDE) del gobierno municipal formada, durante la admi-
nistración 2003-2005, con el objetivo de crear un vínculo con las
principales asociaciones locales de productores de calzado. El direc-
tor de la DDE, que fue líder de Procasma y actualmente es productor
de calzado, afirma haber sido nombrado mediante una Asamblea
General realizada por las tres asociaciones de productores locales.
El director de la DDE reconoce la formación del CSINCA como
uno de los apoyos gubernamentales más importantes para la in-
dustria local. Para la DDE uno de los aspectos de mayor relevancia
es la capacitación de los productores con la finalidad de crear una
cultura empresarial, para lo cual ha buscado el apoyo del gobier-
no federal y estatal. Además, la instancia local muestra un interés
especial por conseguir recursos federales, a través de la Secretaría
de Economía, para financiar actividades de promoción comercial,
tales como la organización de ferias y exposiciones locales, en la
esfera de la producción, la DDE se ha propuesto formar una em-
presa integradora con apoyo de la Secretaría de Economía.

Los problemas de las asociaciones

De acuerdo con Becattini (1994) la principal característica de un


distrito industrial es su sistema de valores relativamente homo-
21
Es conocida la larga tradición de la clase política estatal que ha conformado una de
las corrientes más importantes del partido hegemónico en el país, durante más de 70 años,
el PRI. Véase Ibarra (2004).

358
géneo, que se expresa en una determinada ética del trabajo, de la
reciprocidad, de la familia y del intercambio.
En el caso de estudio, existe una falta de códigos de conduc-
ta que faciliten la cooperación, lo cual se refleja también en el
comportamiento de las asociaciones de productores que, a su vez,
reproducen este sistema de valores. Las asociaciones siguen reglas
rígidas que han favorecido la aparición de prácticas clientelares
en la esfera política y prácticas individualistas en el ámbito pro-
ductivo. Además, se ha sugerido que la formación de estas aso-
ciaciones ha contribuido a la polarización entre pequeños y gran-
des fabricantes por la disputa política y económica del mercado
local, lo que impide, en el corto y mediano plazo, el estímulo a la
cooperación (Jarquín, 1997: 278-281 y Saraví, 1997: 186).
Otra limitación al interior de las asociaciones ha sido el corto
tiempo que las mesas directivas duran en su cargo (tres años), lo que
dificulta, si no es que impide, la planificación a mediano y largo
plazo y la continuidad de las principales decisiones. Por lo que
respecta a sus miembros, en las asociaciones prevalece una acti-
tud pragmática hacia la organización que se limita a tener acceso
al mercado local y no propicia la adopción de una perspectiva
más amplia.
En consecuencia, entre las asociaciones de productores se ha
generado una férrea competencia por el mercado local y regional,
recurriendo a descalificaciones mutuas y llegando incluso a enfren-
tamientos violentos. Esto ha impedido cualquier tipo de coopera-
ción entre ellos como para aspirar a concretar proyectos de mayor
alcance, que contribuyan al desarrollo local. En esta perspectiva, es
alentador el trabajo conjunto que se ha iniciado bajo la dirección
del CSINCA, pero aún no se constituye en una alternativa viable.
Además, recientemente se ha observado una creciente politiza-
ción de las principales asociaciones. Los presidentes municipales
ven a las asociaciones como fuentes potenciales de apoyo para su
gestión y las asociaciones ven, en los presidentes municipales,
recursos que pueden aprovechar en su favor en la competencia
por el mercado local. Ello ha obstaculizado la unidad del cuasi
distrito industrial, ha agudizado los conflictos entre las asociacio-

359
nes y ha desviado la atención de los intereses productivos gene-
rales (Saraví, 1997: 190).
Así, al contrario de lo esperado según el modelo teórico respec-
to a la capacidad del contexto social en un distrito industrial para
conformar un interés comunitario superior como principio básico
interiorizado en su población, en San Mateo Atenco se observan
fuertes intereses institucionales, políticos y económicos que actúan
de forma paralela e, incluso, en oposición a un probable "interés
comunitario".
En cambio, una experiencia de cooperación entre productores,
relativamente exitosa, ha sido el compartir gastos de traslado a
León, principal centro productor nacional, para la compra de insu-
mos. Sin embargo, esta incipiente cooperación se limita a reducir
los costos de transporte y todavía hacen sus compras por separado
(Goni, 1997: 229). Además, esta actividad es cada vez menos fre-
cuente debido a la crítica situación económica por la que atravie-
san los productores.
El valor social de convertirse en patrón, prácticamente, el único
mecanismo de ascenso social, así como el trabajo en familia y el
taller como patrimonio familiar, han llevado a una elevada valo-
ración de la autosuficiencia. Esta actitud que adquiere connota-
ciones de orgullo y prestigio, provoca el rechazo a cualquier for-
ma de ayuda o cooperación entre los productores. Es probable
que, el hecho de que la mayoría de los talleres efectúen el proceso
de producción completo sea la base material para reforzar la autosu-
ficiencia como valor social, mismo que se refuerza por la comercia-
lización directa de las mercancías. Por el contrario, la reciprocidad
tan valorada para el desempeño exitoso de los distritos industriales,
en San Mateo Atenco es percibida como una debilidad (Saraví,
1996: 121-129 y Jarquín, 2001:278).
Por otro lado, en San Mateo Atenco no existen instituciones
capaces de estabilizar los precios de los factores de producción al
interior del cuasidistrito industrial. Éstos se definen por el merca-
do que opera a escala local, regional, nacional e internacional. Por
el contrario, los distribuidores locales de los principales insumos
para la producción de calzado, especulan con los precios de los ma-

360
teriales, sobre todo en épocas de mayor demanda. Ello se aleja to-
talmente de aquella conducta estabilizadora que la teoría otorga a
las instituciones de financiamiento en un distrito industrial.
En el caso de estudio, la capacidad de competencia se basa en
una política de bajos precios, en detrimento de otras formas de acce-
so al mercado, tales como la calidad, creatividad, diseño, innovación
o los servicios al consumidor. En general, la competencia centra-
da en precios es más frecuente en los segmentos de productores de
menor calidad a escala mundial. Por lo anterior, existe una diferen-
cia sustancial entre la estrategia de mercado propuesta por Becattini
y la observada en San Mateo Atenco. La competencia centrada en
los precios, lleva a la adopción de estrategias para disminuir los cos-
tos y a permanecer en el mercado, a través de un proceso de trabajo
intensivo con base en el mantenimiento de los salarios bajos.
Además, durante mucho tiempo ha predominado la idea de
que la demanda y, por ende la competencia, se reduce al ámbito
local. Esta idea ha inhibido el desarrollo de otras formas de coope-
ración, pues hacer ver a los otros productores como competidores
potenciales, cuya presencia en el mercado es considerada una
restricción para el propio crecimiento (Cfr. Saraví, 1997: 183-192).
Por lo tanto, la competencia basada en precios y la percepción
limitada del mercado al ámbito local han restringido las relaciones
de cooperación y generado conflictos entre los productores. Ello ha
sido considerado como una "espiral involutativa" del cuasi distri-
to industrial caracterizada por una reducción progresiva del valor
agregado incorporado en los productos, un constante desincentivo
a adoptar procesos de innovación y por el bloqueo a las relaciones
de cooperación que llevarían a una relación de complementariedad
entre los productores, como sucede cuando se da una división del
trabajo (cfr. Saraví, 1997: 182 y 192).
En síntesis, en el municipio se han creado una serie de intereses
económicos (asociaciones de productores, productores independien-
tes, distribuidores de insumos y el comercio foráneo), y políticos
(el gobierno municipal y estatal), que al príorízar su propio bene-
ficio con una visión de corto plazo, obstaculizan las posibilidades
del desarrollo local.
361
Aprendizaje colectivo,
pero sin capacidad de innovación

Un factor clave en la formación de los sistemas productivos locales


es el "conocimiento tácito" acumulado, que se logra reproducir a
través del aprendizaje colectivo.
En nuestro caso, entre los trabajadores de San Mateo Atenco
existe una fuerte valoración social del conocimiento del oficio.
Aquí, el taller es considerado como un patrimonio familiar y el
oficio como patrimonio de la comunidad (Saraví, 1997: 95-98).
El conocimiento del oficio se considera un bien colectivo que se
socializa al interior de la familia o entre la comunidad y se valora
por ser el origen de ingresos, identidad y prestigio del individuo
y de la comunidad (Saraví. 1996: 52-55). Los diferentes mecanis-
mos de aprendizaje empírico, operan a través de canales informa-
les de transmisión del conocimiento en el seno familiar y comuni-
tario (cfr. Saraví, 1997: 84).
En este sentido, la comunidad obrera del cuasidistrito indus-
trial de San Mateo Atenco ha demostrado tener la capacidad de
aprender el oficio, sedimentarlo entre sus miembros y reproducir-
lo, tal como se supone que sucede en un distrito industrial. En este
proceso de aprendizaje, sin embargo, los mecanismos informales
existentes imponen ciertas restricciones desde una perspectiva de
género, ya que las mujeres son excluidas de la transmisión genera-
cional del oficio y se ocupan en labores de menor calificación,
especialmente, en la fase de adorno del calzado, lo que implica un
menor pago.
En términos del conocimiento informal -fundamental para ini-
ciarse en la producción de calzado-, 85 por ciento de la muestra
de productores recabada en 1996 señaló haber tenido un cono-
cimiento previo del oficio, de ellos 5 7 por ciento lo aprendió por
medio de familiares, 10 por ciento por amistades, 21 por ciento
manifestó haberlo adquirido en el propio proceso productivo y
10 por ciento trabajando para otros talleres (Goni, 1997: 182).
En este sentido, la iniciativa empresarial en el cuasi distrito
industrial se apoya en la existencia de canales informales de trans-

362
misión del conocimiento. Por el contrario, en cuanto al aprendiza-
je, difusión y asimilación del conocimiento codificado, a los pro-
ductores locales les faltan conocimientos sobre diseño, sistemas de
control de calidad, administración del personal, administración
de los recursos, organización industrial y tecnología (Cfr. Goni,
1997: 243).
En cuanto al nivel educativo, de acuerdo con la encuesta apli-
cada en 1996, sólo 40 por ciento de los microproductores de cal-
zado en San Mateo Atenco, cuenta con estudios de primaria;
43 por ciento con secundaria, 16 por ciento con estudios supe-
riores y únicamente 1 por ciento reconoció no haber recibido
ninguna instrucción educativa formal, el restante 3 por ciento no
contestó a esta pregunta (Goni, 1997: 181).
En términos cognoscitivos, en la teoría sobre distritos indus-
triales, se destaca la relación entre la dimensión local y la global,
pero en el caso de estudio, esta vinculación también se ha esta-
blecido a nivel regional e incluso transregional. Así lo advirtieron
los empresarios entrevistados que declararon haber viajado a León,
Guanajuato y a Guadalajara, Jalisco ciudades tradicionalmente
vinculadas con la producción de calzado, para aprender las técni-
cas y organización del proceso productivo.
Por su parte, a principios de los años noventa algunos pro-
ductores locales viajaron a Italia con motivos de aprendizaje.
Existen testimonios de productores que fueron a la Rivera de
Brenta en Italia, donde conocieron a líderes de una asociación
de 8,000 productores de calzado enfocada a actividades de mer-
cadeo y visitaron algunos centros tecnológicos especializados. A
raíz de esta experiencia, se formó un pequeño grupo de ocho
productores locales, que con apoyo gubernamental22 se propusie-
ron realizar compras en común, crear un centro tecnológico y de
diseño, organizar un equipo de ventas propio y un centro de distri-
bución con la finalidad de extender el mercado más allá del ámbi-
to local (Saraví, 1997: 196-201).
22
Nacional financiera (Nafin), de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial
(Secofi) y de la Secretaria de Desarrollo Económico (SEDECO).

363
Otros productores refieren haber visitado varias regiones de
Italia y algunas de España con financiamiento de Nafin. Así, se reu-
nieron con algunos empresarios, técnicos y asistieron a foros de
diseñadores para conocer sus formas de producción y su desarro-
llo tecnológico.23 En cuanto al ámbito regional las autoridades mu-
nicipales mencionaron cierto proceso de difusión del conocimiento
aportado por trabajadores foráneos, provenientes de los munici-
pios vecinos de Lerma, Metepec y Ocoyoacac.24
Otra forma de acceder al conocimiento codificado es a través de
las máquinas que se utilizan en el proceso productivo y que deben
ser adquiridas en el mercado exterior, ya que no se fabrican en el
país. Así, el único vínculo que se mantiene con la escala global
del conocimiento es de una forma subordinada, siendo además
difícil que los productores locales cuenten con tecnología de pun-
ta por iniciativa propia.
En un distrito industrial, la innovación continua es un factor
clave para evitar que la competencia se limite a una guerra de
precios. Como hemos visto, en el cuasi distrito industrial de San
Mateo Atenco el predominio de la competencia basada en pre-
cios ha desincentivado la innovación. Esta estrategia local se
inscribe en el contexto macroeconómico imperante en el país
desde 1988, en el cual la "estrategia competitiva" impulsada por
el gobierno federal está centrada en la explotación de mano de
obra barata.
Otra parte esencial del proceso de innovación es el diseño. Sin
embargo, en San Mateo Atenco se observa una tendencia a copiar
los modelos ya aprobados por otros fabricantes, sean locales,
nacionales o incluso internacionales, lo que constituye una de sus
mayores debilidades. Los productores locales se encargan del
diseño sin conocimiento profesional y las técnicas necesarias o
bien, pagan los servicios de un "modelista" que tampoco cuenta
con la calificación y las herramientas técnicas adecuadas. La en-
23
Entrevista con el director de Desarrollo Económico del Gobierno Municipal de San
Mateo Atenco, 31/05/2005.
24
Entrevista con el director de Desarrollo Económico del Gobierno Municipal de San
Mateo Atenco, 31/05/2005.

364
cuesta aplicada en 1996 reveló que 53 por ciento de los produc-
tores se encargaban directamente del diseño de calzado; mientras
41 por ciento contrataba los servicios de un modelista y 6 por ciento
se limitaba a copiarlos (Goni, 1997: 189). De acuerdo con nuestras
propias entrevistas, existen aproximadamente 50 modelistas lo-
cales que, en su mayoría son aprendices del oficio, cuyo conocimien-
to proviene de la experiencia empírica y carecen de las herramientas
o equipo necesario para profesionalizar su labor.
Otro aspecto que limita la innovación tecnológica en el cuasi
distrito industrial de San Mateo Atenco es la falta de maquinaria
y la obsolescencia del equipo existente. En 1996, sólo 29 por
ciento de los talleres locales trabajaba con la maquinaria necesa-
ria y adecuada para la fabricación de calzado (Goni, 1997: 238).
Aunque la tendencia a no incorporar innovaciones tecnológicas
en el proceso productivo se atribuye, principalmente, a la falta de
capital, también es evidente una cultura renuente a invertir en este
aspecto y, en general, a efectuar cambios estructurales en el pro-
ceso productivo (Alarcón, González y Pérez, 2002: 134 y 170). La
escasez de maquinaria y la poca importancia que los productores
conceden a este tipo de inversión, evidencia una percepción muy
limitada sobre la oportunidad competitiva y el avance social que
representa la introducción tecnológica, tal como se establece en los
planteamientos teóricos del modelo (Becattini, 1994: 51).
Por último, en San Mateo Atenco no existen condiciones para
la promoción de la innovación continua o la capacidad innovati-
va, ya que ni los productores ni las asociaciones existentes han
considerado este aspecto. En la actualidad, el CSINCA contempla,
entre sus objetivos, apoyar a los productores en términos de tec-
nología, pero no se tiene una idea muy precisa del proceso gene-
ral que favorece la innovación.

Los intentos fallidos del gobierno local


para apoyar a los productores

Buena parte del éxito de un distrito industrial se debe a la for-


mulación de una política económica local impulsada por las

365
fuerzas sociales y políticas a partir del principio de proteger y
consolidar su propio sistema productivo local (Garafoli; 1994: 62
y 67).
Sin embargo, de acuerdo con las entrevistas realizadas a infor-
mantes clave en San Mateo Atenco, su sistema productivo local
aún necesita del apoyo del gobierno para superar la crítica situa-
ción por la que atraviesa y, en general, para la planeación a futuro.
Además, en opinión de la mayoría de los productores no se ha logra-
do instrumentar ninguna política económica local precisa hasta
el momento. Ya desde la encuesta de 1996 se sabía que 76 por
ciento de los productores locales no contaba con ningún apoyo
gubernamental. En las entrevistas realizadas en 2005, los pro-
ductores de las tres asociaciones confirmaron el escaso apoyo
gubernamental recibido. Más aún, los actores locales consideran
que, lejos de apoyarlos, el gobierno nacional los ha perjudicado
con la apertura comercial y el manejo ineficiente de la crisis eco-
nómica.
En particular, se culpa al gobierno municipal de haber abierto
el mercado local al comercio de calzado de otras zonas del país,
pero también de China y recientemente, de Brasil. Según la opi-
nión generalizada, con el afán de obtener recursos adicionales, las
autoridades locales otorgan licencias y permisos a comerciantes
foráneos de otras regiones del país o incluso a distribuidores de
mercancía importada, sin considerar el daño que causan a la
economía local con la saturación del mercado. Esta apertura indis-
criminada ha provocado el desplazamiento de los productores
locales por intermediarios y fabricantes foráneos y, con ello, la
disminución de las ventas, de sus ingresos e inversión con ello ha
aumentado el nivel de desempleo. Además, la introducción del cal-
zado foráneo ha afectado el ordenamiento urbano, ya que ante
la falta de una regulación efectiva sobre los usos de suelo, una buena
parte de estas mercancías se distribuyen a través del comercio
ambulante sobre la vía pública, obstruyendo el paso peatonal y
representando una competencia desleal para los fabricantes for-
males que pagan rentas e impuestos. Éstos, a través de las asocia-

366
dones, obstaculizaron la adquisición de espacios urbanos con
fines de comercialización fuera de los límites de sus "tianguis".
Entonces, los espacios disponibles fueron progresivamente ocu-
pados por zapaterías que ofrecen mercancías de otras regiones del
país y del mundo.
El único apoyo gubernamental, hasta el momento ha sido la
conformación de CSINCA por iniciativa del gobierno estatal. Adi-
cionalmente, el gobierno municipal instauró, durante la adminis-
tración 2003-2005, la Dirección de Desarrollo Económico (DDE),
cuyo objetivo es crear un vínculo con las principales asociaciones
de productores de calzado del lugar. En particular, la DDE ha pres-
tado mayor atención a la capacitación con la finalidad de crear una
cultura empresarial entre los productores. Para ello se ha apoyado
en la cooperación con la Secretaría de Economía a nivel federal.
Considerando este apoyo, la DDE local se ha propuesto crear una
"empresa integradora". Por su parte, los organismos locales -CSINCA
y DDE- no han tenido éxito en promover la cooperación entre los
productores. Al parecer, se está valorando la importancia de la coope-
ración como estrategia de sobrevivencia, pero no se está recono-
ciendo la existencia de un tipo particular de sistema productivo
local, el cuasi distrito industrial, concepto propuesto en esta inves-
tigación para contribuir a esclarecer una problemática sumamente
compleja, que necesita consolidarse y desarrollarse.

La crisis del cuasidistrito industrial

El valor de la producción de la industria del calzado de San Ma-


teo Atenco ha caído considerablemente desde 1994, lo cual se
relaciona con la crisis económica nacional desatada a finales de ese
año, así como con el proceso de apertura comercial indiscrimina-
do, que afectaron profundamente la capacidad adquisitiva de la
población y la liquidez de los intermediarios. Si entre 1988 y 1993
el valor de la producción del calzado en el municipio había cre-
cido a una tasa de 9 por ciento, de 1993 a 1998 decreció 8 por
ciento (véase gráfica 1).

367
GRÁFICA 1

VALOR DE PRODUCCIÓN DE LA INDUSTRIA


DEL CALZADO EN SAN MATEO
(Miles de pesos de 1998)

Fuente: Estimaciones propias con base en INEGI; 1989 y 1998.

Con relación al empleo, la población ocupada total en el muni-


cipio, presentó una tasa de crecimiento de 1993 a 1998, de sólo 9
por ciento; en comparación con la de 1988 a 1993 que fue de
18 por ciento. Es decir, la desaceleración del crecimiento de empleos
fue aproximadamente de 50 por ciento, considerando ambos perio-
dos divididos por la crisis económica de 1994 (véase gráfica 2).

GRÁFICA 2

PERSONAL OCUPADO EN LA INDUSTRIA DEL CALZADO


DE SAN MATEO ATENCO, 1988-1998
(Personas)

Fuente: Estimaciones propias con base en INEGI; 1989 y 1998.

368
Para enfrentar esas dificultades económicas, los productores
locales de calzado adoptaron como "estrategias" productivas una
mayor explotación laboral y familiar e incluso el repliegue al em-
pleo de trabajo familiar, la utilización de insumos de baja calidad,
la reducción del margen de ganancias y la subutilización de la capa-
cidad instalada. En cuanto a estrategias comerciales, se implemento
el sistema de ventas por catálogo, la organización de ferias itineran-
tes y la agrupación para dividir costos de transporte.
De acuerdo con las entrevistas realizadas, a partir del año 2002
la situación se ha tornado grave en términos de ventas, ingresos
y empleo. Algunos productores estiman que la afluencia de com-
pradores al municipio ha disminuido a la mitad con respecto a los
años anteriores. Los compradores habituales dejaron de consumir
en los tianguis de calzado debido, entre otras razones, a su merma-
da capacidad adquisitiva, a la competencia desigual derivada del
proceso de apertura comercial sin protección para los producto-
res locales, a la existencia de grandes fábricas de calzado e interme-
diarios transnacionales tales como Andrea, Price Shoes y StarShoes,
que aprovecharon exitosamente el sistema de ventas por catálogo
en diversas ciudades del país, al desprestigio que ha generado la
baja calidad del zapato ofrecido en las ferias y exhibiciones itine-
rantes organizadas por productores independientes (es decir, que
no pertenecen a las principales asociaciones locales) y por inter-
mediarios comerciales, a la pérdida de competitividad del calzado
local y al descuido de las actividades de promoción y publicidad.
Es interesante constatar que prácticamente todos los actores
locales y estatales (con excepción del gobierno federal) coinciden
en caracterizar como negativo el fuerte impacto que ha tenido
para la producción local la introducción progresiva de calzado de
otras regiones del país y del mundo. En opinión de los entrevis-
tados, actualmente, 50 por ciento de los talleres de calzado ha
suspendido sus actividades y ha disminuido el número de socios
de las principales asociaciones; por ejemplo, en julio de 1992,
Procasma contaba con 383 socios y en mayo de 2005 eran ya 360
socios. Si suponemos que los 1,000 talleres de calzado que opera-
ban generaban 8,000 empleos, entonces el cierre de 500 talleres

369
implicaría la pérdida de 4,000 empleos directos más las repercusio-
nes indirectas, es decir, cuatro o cinco miembros por familia. Con
base en esta estimación, la tasa de desempleo en el municipio se
incrementaría de 1.1525 a 20.40 por ciento lo que representa una
grave situación para la economía local.
La apertura comercial, el deterioro del poder adquisitivo, la
falta de protección26 y apoyo gubernamental a ramas destinadas
a satisfacer el mercado interno, como es el caso de la industria del
calzado, aunado a sus características propias -heterogeneidad pro-
ductiva, ausencia de criterios empresariales, desarticulación de la
cadena productiva, falta de capital, dependencia tecnológica exter-
na, subutilización de la capacidad instalada, deficiente capacita-
ción técnica, entre otras- desincentivan la producción nacional de
calzado y provocan múltiples y devastadores efectos en los ámbi-
tos local y regional (Cfr. Jarquín, 1997: 37, 173, 182, 268).
En síntesis, en San Mateo Atenco se ha frustrado el potencial
productivo de los productores; ha caído el ahorro y, por ende, la
inversión; se ha intensificado la lucha por el mercado local y, con
ello, la polarización social y se ha trastocado la socialización del
conocimiento generacional; es decir, se está avanzando hacia el
desmantelamiento de una forma de reproducción socioeconómi-
ca local, relativamente exitosa, que surgió inicialmente sin nin-
gún tipo de apoyo gubernamental.

CONCLUSIONES

EL ANÁLISIS de la experiencia de un centro productor de calzado


emergente en México bajo la perspectiva teórica de una categoría
intermedia -el cuasidistrito industrial- nos permite definir un
sistema productivo local que cumple con algunas de las caracte-
rísticas distintivas de los distritos industriales, pero carece de
otros atributos y algunos se encuentran parcialmente desarrollados.
25
La tasa de d e s e m p l e o es el porcentaje de las población e c o n ó m i c a m e n t e activa (PEA)
desocupada respecto a la PEA total con datos del XII Censo General de Población y Vivienda
(INEGI, 2 0 0 0 ) .
26
El productor de calzado paga lo mismo en aranceles por importación de insumos
que por productos terminados, lo que genera que algunos eviten riesgos dedicándose única-
mente a la distribución (Jarquín, 1997: 171).

370
En cuanto a las características que se cumplen, destaca la
presencia de una aglomeración geográfica de microproductores
dedicados a la manufactura del calzado, lo que ha propiciado
el desarrollo de una industria proveedora local y un amplio mer-
cado de trabajo. Existe una atmósfera industrial, que produce
efectos de emulación, intercambios informales, interacción cons-
tante, infraestructura física y una determinada organización
institucional, que ha dado lugar a un considerable dinamismo
interno. Sin embargo, dicho entorno no ha logrado generar pro-
cesos de innovación, ni el desarrollo de cultura empresarial, aun-
que se ha observado cierto grado de aprendizaje y difusión del co-
nocimiento, sobre todo, empírico.
Entre los atributos que se encuentran parcialmente desarro-
llados, destacan las relaciones potenciales para la cooperación. Se
han constituido tres asociaciones de productores de calzado, cen-
tradas en la esfera de la comercialización pero que al formar inte-
reses muy fuertes, limitan considerablemente la posibilidad de
un proyecto sólido de desarrollo local. También algunos produc-
tores se han reunido para abaratar los costos de transporte hacia
otros estados del país con motivos de abastecimiento o aprendi-
zaje. No obstante, esta iniciativa no ha cristalizado en la forma
de compras en conjunto. Otra potencialidad para las relaciones de
cooperación es la formación del CSINCA. Sin embargo, el débil en-
torno de confianza entre los actores locales que prevalece y la pre-
sencia de fuertes intereses económicos y políticos dificultan la
operación de las instituciones locales y la capacidad de generar
un proyecto de desarrollo local.
Entre los aspectos que, definitivamente, se alejan de los postu-
lados teóricos de los distritos industriales, sobresale el hecho de que
no existe división del trabajo ni innovación, esto último debido al
tipo de competencia prevaleciente, a la falta de maquinaria y obso-
lescencia del equipo, a la tendencia a copiar los modelos ya proba-
dos por otros fabricantes y a la falta de cooperación que promueva
la innovación continua. Asimismo, las iniciativas gubernamenta-
les en San Mateo Atenco han estado lejos de constituirse en Uíl
verdadero apoyo para la competitividad y el desarrollo local. De

371
hecho, la mayoría de los productores han manifestado no recibir
ninguna clase de apoyo gubernamental, con excepción de la crea-
ción del CSINCA por iniciativa del gobierno estatal. Sin embargo,
este organismo a cuatro años de su conformación no ha logrado
fomentar ampliamente estrategias de cooperación entre los pro-
ductores.
Además, los actores locales entrevistados consideran que el
gobierno nacional los ha perjudicado con la apertura comercial
-desventajoso para la industria nacional, particularmente, para
aquella enfocada al mercado interno- y con la crisis económica,
que ha mermado el poder adquisitivo de la mayor parte de la po-
blación del país. Ello ha tenido fuertes repercusiones en la esfera
local, situación que ha empujado a los actores locales a imple-
mentar una serie de estrategias productivas y comerciales cuya
lógica de subsistencia amenaza la reproducción del sistema pro-
ductivo local.

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374
ALICIA CASTAGNA, ISABEL RAPOSO
Y M. LIDIA WOELFLIN

Experiencias vinculadas
al desarrollo local. El caso de Rosario
y su espacio metropolitano

INTRODUCCIÓN

L os PROFUNDOS cambios en que se vio envuelto el país -tras la


consolidación de su salida democrática- llevaron al Estado
argentino hacia la renovación de las estructuras y prácticas polí-
ticas. El nuevo modelo de desarrollo profundizó la reestructura-
ción y desindustrialización que se habían iniciado a mediados de
los setenta e instaló la problemática de la exclusión social (desem-
pleo estructural, precarización e informalidad). Tanto la fragmen-
tación como la descentralización de los conflictos ganaron rápi-
damente posiciones, perdiendo el Estado capacidad regulatoria
en favor del mercado. Es posible afirmar que durante esta etapa,
las políticas se orientaron a ganar en "gobernabilidad" del proceso
más que a resolver las verdaderas causas estructurales de la pobreza
(García Delgado, 2004).
En este proceso, Rosario y su región sufrieron una grave crisis
económica que afectó la calidad de vida de su población. Es recién
a partir de los cambios macroeconómicos implementados durante
el año 2002, que se inicia un proceso de recuperación. Considerada
una gran ciudad en el país (ocupa el 3er. lugar en la jerarquía por
población), posee las características de ciudad de dimensión media
y es centro de una región con una situación privilegiada en cuanto
a recursos y relaciones en el contexto del Mercosur. Se deberán
cuidar sus potencialidades para ser estratégica y evitar efectos deses-
tructurantes y dualizadores sobre el territorio, que deriven en una
mayor inequidad espacial y social o nuevas formas cíe exclusión.
En la ciudad la problemática del desarrollo local, del mercado
de trabajo y las políticas públicas orientadas a solucionar los pro-
375
blemas locales, están en la agenda pública desde hace varios años.
Esto se refleja en la coordinación de actividades público-privadas
y las características muy particulares que ha adquirido en su evo-
lución, en especial desde el regreso a la democracia, dando conti-
nuidad a muchas de sus estrategias. Si bien esto no alcanzó para
evitar los impactos negativos de la apertura de la década de los
noventa, ha colaborado para que asista actualmente a un despe-
gue de sus actividades y a una mejora en su situación económica
general, en algunos casos mayores al promedio del país.
Este trabajo analiza los esfuerzos realizados, por el gobierno y
las instituciones locales, para generar las estrategias y políticas espe-
cíficas necesarias para hacer frente a estas diferentes etapas de la
economía argentina, que impactaron negativamente en el desarrollo
local. Pero además, es necesario analizar las posibilidades de continui-
dad de la recuperación actual, lo que requiere nuevas estrategias, con
la participación e interacción de todos los actores de la comunidad.
Es importante señalar que en todas las experiencias que se presentan
ha intervenido la Universidad como una de las instituciones claves
para el desarrollo de los proyectos. A partir de la experiencia adqui-
rida como grupo de trabajo, pretendemos hacer una revisión crítica
de algunos resultados alcanzados hasta el momento en la aplicación
-experiencias "construidas"- en nombre del desarrollo local.
Los resultados se evalúan hacia el interior de Rosario y su
espacio metropolitano1 en cuanto a construcción de ciudadanía,
mejor calidad de vida y logro de mayor competitividad territorial;
en tanto, deberá profundizarse el análisis de las relaciones hacia
"afuera y arriba del plano territorial", es decir, con el Estado na-
cional y/o provincial y, más aún, con el modelo global.

EL DESARROLLO LOCAL

JUNTO A LOS cambios que definían un nuevo modelo territorial, la


aparición en el mundo de "regiones ganadoras"2 renovaba el in-
1
Rosario como extensión metropolitana cuenta con una población aproximada de
1 '300,000 habitantes y agrupa un total de 11 localidades, formando el denominado Aglome-
rado Gran Rosario (como espacio de continuidad urbana). Véase Anexo I-Rosario en el país.
2
G. Benko y Lipietz en 1994, caracterizan algunas regiones de esta manera, llamando
la atención respecto de la decadencia de antiguas áreas industriales en forma paralela a la

376
teres de la ciencia regional por tratar de encontrar los factores que
permitían la producción de innovaciones, el crecimiento de las
empresas o las mejoras en la situación social de las mismas y,
fundamentalmente, las posibilidades de incrementar el empleo
productivo. Si bien se parte de la premisa de que cada territorio
es diferente, los resultados daban cuenta de que la evolución
positiva dependía de la existencia de regularidades en el diseño
de políticas orientadas al desarrollo local.3
Independientemente de la evaluación que se haga de estos
procesos, es indudable que tanto en el plano político como en el
académico resulta fundamental entender cómo un territorio de-
terminado construye su estrategia de inserción en el modelo
global. La marginación en que habían caído estos temas durante
años, fue producto de que las distintas corrientes del pensamien-
to económico consideraron el espacio como uniforme y por lo
tanto inocuo cuando lo que se pretendía era trabajar en términos
de desarrollo (Cuervo y González, 1997: 13).
La búsqueda de soluciones genuinas a los problemas territo-
riales, regionales o urbanos, pasa sin lugar a dudas por el crecimien-
to económico y la creación de empleo productivo, pero el contexto
nacional es un fuerte condicionante a las acciones que se pueden
implementar desde los gobiernos locales. Es necesario reconocer
que las dificultades que se presentan en el desarrollo superan la
capacidad de gestión de estos gobiernos y requieren una mayor
concertación entre los actores sociales para construir un proyecto
de ciudad y/o región.
La cuestión a resolver es en qué forma, por qué camino y qué
combinación de recursos utilizar para que cada región, o centro
urbano, logre mejoras socioeconómicas. Muchos son los escena-

emergencia de nuevas áreas productivas sin tradición en la actividad. En buena parte, la im-
portancia que hoy se otorga al desarrollo local está en relación con esa búsqueda de la preemi-
nencia perdida.
3
No existe una teoría propia del desarrollo local, existen diversas teorías del desarrollo
con implicancias diferentes en su forma de ver lo loca). Existen tres objetivos máximos que
dan sentido al mismo:a) potenciar lo existente en el territorio, b) obtención de recursos externos
al mismo, y c) gestión del excedente económico que se produce en el territorio (Gallicchio,
2003).

377
rios posibles a imaginar y también diversos los medios a ser uti-
lizados para alcanzar el objetivo. En el caso de las ciudades, la
modernización del Estado municipal, así como el logro de mayor
autonomía, son los puntos que un plan debe incorporar como
estratégico y sumamente necesario para el desarrollo de cualquier
otra gestión y conlleva un proceso paulatino de participación en
las decisiones.
Pero también las instituciones adquieren en este escenario
una importancia vital. Es preciso destacar que el alcance otorga-
do al concepto de instituciones es mucho más amplio al considerado
convencionalmente en la literatura. Deben tomarse en cuenta,
no sólo las organizaciones formalmente constituidas, sino también
aquellas que implican acuerdos tácitos entre los distintos actores
del mercado, tales como los usos y costumbres en la subcontra-
tación de trabajos, prestación de servicios, prácticas comerciales
entre empresas en el mercado, mecanismos de negociación de
contratos, provisión de financiamiento, redes de cooperación,
etcétera. De ahí la necesidad de detectar aquellos aspectos esen-
ciales que aporten pautas para el establecimiento de nuevas y
más eficientes instituciones en el medio, a partir de los cambios
organizacionales que necesariamente deben realizar las empresas.
Pensar y trabajar en términos de desarrollo económico local4
tiene que ver con... "destacar los valores territoriales de identidad,
diversidad y flexibilidad que existieron en el pasado en las formas
de producción no basadas tan sólo en la gran industria, sino en
las características generales y locales de un territorio determina-
do" (Alburquerque, 2004: 158). Es decir, mientras la política tra-
dicional procura alcanzar el desarrollo aplicando patrones comu-
nes y pretendidamente replicables, la de desarrollo local tiende a
ser original y peculiar, acorde al territorio donde se genera.
Es por ello que la concepción del "desarrollo desde abajo", con
un fuerte componente pragmático, basado en las fuerzas sociales
4
El concepto de desarrollo local incorpora tanto el crecimiento económico como el
desarrollo humano, el social y el sostenible (ambiental). Es preciso considerar las distintas
dimensiones del mismo, lo cual requiere -por lo general- una lectura interdisciplinaria del
problema.

378
localizadas predomina sobre la idea más antigua del "desarrollo
desde arriba" organizado especialmente en torno a la teoría de
polos de crecimiento. A partir de la noción de distrito industrial
"remozado" o sistemas productivos locales se viene construyen-
do una lectura más integral, que incorpora el territorio como
pilar esencial de esta nueva interpretación5 (Boscherini y Poma,
2000: 23).
Los procesos de descentralización favorecieron esta nueva
forma de enfrentar las posibilidades de desarrollo, con la redistri-
bución de funciones de la administración pública, con nuevas
experiencias de cooperación público-privada y la concertación
estratégica de actores sociales, cada vez más utilizados como
instrumentos para la gestión.
En la actualidad coexisten diferentes enfoques (algunos hete-
rogéneos entre sí) para abordar estos temas: están quienes privi-
legian la dimensión económica, otros lo hacen sobre cuestiones
sociales, están quienes otorgan a la tecnología un rol fundamental
y los que concentran su análisis en el marco socio-institucional.
El plano "mesoeconómico" como articulador entre mercado,
Estado e instituciones público-privadas, es el escalón que permite
pensar una nueva forma de hacer política para el desarrollo local.
Allí se combinan a modo de "círculo virtuoso los avances de una
democracia participativa y la distribución de competencias, capa-
cidades y recursos con origen en la descentralización del Estado,
con actores y recursos locales en un intento de revalorizar su
propio potencial, cubrir demandas no atendidas y ofrecer respues-
tas ante la falta de modernización frente a las exigencias produc-
tivas. Así, el enfoque del desarrollo local no sólo se sustenta sobre
un conjunto de medidas exitosas con efectos positivos en el terri-
5
El antecedente inmediato lo aportó A. Marshall y su referencia concreta, hacia 1890,
a una unidad de análisis de base territorial con su teoría de la organización industrial; de
este modo, el centro deja de ser la empresa y sus decisiones, tal como lo propone la visión
neoclásica en su teoría de la localización, para pasar a ser el entorno y el agrupamiento de
empresas como aglomeración, el eje de los procesos de urbanización. De este modo, a las
economías de la empresa se suman las economías "externas generales" del agrupamiento,
donde el conocimiento suele ser un elemento destacable, y unido a ello, las "economías exter-
nas locales" entre las que se sitúan posibles encadenamientos con empresas auxiliares, relacio-
nes con el mercado de trabajo y redes asociativas entre actores del medio.

379
torio, sino que además requiere contar con una institucionalidad
capaz de generar y sostener el mismo (Alburquerque, 2004).6
La "nueva" gestión local se orienta a incrementar la dotación
de factores de modo que se mejore la atracción sobre los capitales;
sin embargo, no todas las ciudades están en igualdad de posibilida-
des de afrontar este proceso. Aquellas ciudades que por posición
favorable en el contexto global conjugan ventajas históricas de
localización, adecuadas infraestructuras, un sistema de adminis-
tración pública eficiente y cuyas sociedades, además, han sido
capaces de gestar un proyecto integrador común -"facilitador"
del desarrollo- son las que tienen mayores posibilidades de con-
vertirse en centros de poder, concentradores de componentes
dinámicos de actividad a la vez de contribuir a potenciar el en-
torno regional (Coraggio, 1997).
El sector privado -en especial el tejido de PYME-y la sociedad
civil en su conjunto deben tener una participación destacada en
este modelo, en tanto que es el sector público quien cumple un
rol esencial y es, en líneas generales, quien asume la responsabi-
lidad de orientar la incorporación de prácticas democráticas y
eficientes en el funcionamiento de las organizaciones. No bastan
los programas de modernización que mejoren su gestión; se requie-
re introducir la dimensión estratégica, una concepción integral
del contexto en el que se inserta la ciudad; y contribuir a la compe-
titividad territorial a partir de la base productiva local, creando...
las condiciones necesarias de infraestructura y servicios de desarro-
llo urbano para que el sector privado sea quien asuma el papel de
productor y dinamizador de la economía local" (Alburquerque,
2004: 165).
Finalmente, se entiende la necesidad de encauzar estos desarro-
llos, apelando a la visión integradora que requiere de las actuacio-
nes por consenso entre distintos actores del territorio y trabajar
en generar capacidades relativas a temas conectados con lideraz-
gos, instancias de diálogo y formación de consensos y habilidades,
6
Es importante hacer notar que el desarrollo local constituye hoy una suerte de "rótulo"
que se utiliza para explicar un sinnúmero de iniciativas y líneas de trabajo de la más variada
índole, sin realmente tener certeza de a qué se apela en cada caso.

380
todos ellos factores que deben estar presentes en los actores loca-
les. En el caso argentino, al igual que en otros países latinoame-
ricanos, se enfrentan entornos territoriales e institucionales dé-
biles; por esta razón, cuesta trabajo iniciar y particularmente
sostener procesos de articulación público-privados, considerados
básicos para la gestión de estrategias impulsadas desde lo local7
(Ferrara, 2003).
El objetivo más importante es solucionar los problemas socia-
les de la población: disminuir el desempleo, la pobreza y la vulne-
rabilidad. Esto no es una tarea sencilla, ya que la recuperación de
las economías, tan deterioradas por las políticas macroeconómi-
cas aplicadas durante varias décadas, requiere estrategias que
surgirán como consecuencia de las posibilidades y limitaciones
que el conjunto de los actores sociales planteen para la ciudad.
Se trata de emprender actividades dinamizadoras, que eviten el
efecto concentrador y excluyente del modelo económico global,
que no difunde los efectos del crecimiento hacia todos los habi-
tantes del territorio.

LA GESTIÓN DEL DESARROLLO


EN LA CIUDAD DE ROSARIO

A PARTIR DE LA década de los noventa el Estado argentino fue adop-


tando medidas que pretendían mejorar la eficiencia en el uso de
recursos y modernizar la administración pública. Se orientaron
hacia la descentralización funcional y transferencia de poderes a
la provincias, existiendo réplicas de este proceso -como segunda
instancia- en el plano de los municipios. En muchos casos esta
situación generó problemas por la falta de la equivalente transfe-
rencia de recursos hacia los poderes descentralizados.
Esta fue una oportunidad para que los gobiernos locales -par-
ticularmente los de aquellas ciudades que integran los espacios
metropolitanos de mayor jerarquía- entendieran que podrían
adquirir mayor poder político, acercándose a las necesidades de
7
Véase desarrollo del tema en Ferrara, 2003.

381
la población y tomando el control de la gestión de su propio de-
sarrollo.
Los grandes municipios del país (entre ellos Rosario) "hicie-
ron suya" la idea, y es así como a partir de los años noventa -eta-
pa donde el proceso cobra mayor fuerza- es notoria la aparición
y el compromiso político, mediante la implementación de progra-
mas, proyectos y también nuevas instituciones como: la descen-
tralización municipal, la planificación estratégica y participativa
para el desarrollo sustentable, la promoción e instrumentación
de nuevas instituciones públicas (nuevas secretarías como la de
Producción o de Sostenimiento del Empleo), o publicas-privadas
(las agencias de desarrollo), la integración en redes de ciudades
bajo distintas problemáticas (ciudades puertos, mercociudades,
áreas no nucleares), entre otras.
De esta forma se comenzó a transitar un camino posible para
superar la centralidad del poder y la tradicional debilidad de las
instituciones locales en el país, quedando abierta la posibilidad
de fijar nuevos rumbos al desarrollo desde el sector público.8 La
sociedad civil no permaneció ausente de este proceso al que se
sumaron actores locales, como es el caso del empresariado PYME,
las organizaciones sindicales, los centros de estudio y formación
de recursos, numerosas ONG, entre otras, reclamando mayor pro-
tagonismo.
Las respuestas, el nivel de avance y compromiso fue diferen-
te; en algunos casos se retomaron viejos modelos de gestión, en
otros se trató de sumar al proceso a través de trasladar e impostar
"instituciones" ajenas al medio local (estas recetas, por lo general,
no ofrecen soluciones en lo inmediato) y no faltaron, además, las
iniciativas locales "propias" con resultados auspiciosos. Buena parte
de la experiencia acumulada, está poco reconocida y, menos aún,
evaluada en cuanto a los resultados obtenidos de la misma.
En el plano académico -y en los últimos años- distintas uni-
versidades nacionales comenzaron a trabajar para generar nuevas
8
José Arocena señala precisamente las diferencias que existen con los procesos de des-
centralización en Europa, y da las pautas para pensar que el desarrollo local puede tener dos
caras, existiendo "efectos perversos", al abrirse las puertas a la penetración del gran capital
multinacional, véase Arocena, 2004.

382
capacidades y especializaciones, buscando la formación orienta-
da al desarrollo local a través de la instrumentación de posgrados
y maestrías específicas. Los resultados son aún incipientes y difí-
ciles de reconocer en el conjunto (Ferrara, 2003: 32). Al mismo
tiempo que se desarrollaba la formación de recursos humanos,
tendiente a generar la base necesaria para contar con la "masa
crítica" capaz de tomar decisiones y gestionar desde "lo local",
algunos grupos de investigación han hecho avances significativos
y concretos en el asesoramiento, implementación y/o evaluación
de proyectos y generación de nuevas instituciones, siendo sus
aportes específicos formulados desde una concepción "local" del
desarrollo.
La ciudad de Rosario se sumó tempranamente al proceso,
aceptando los desafíos planteados por el nuevo paradigma del
"desarrollo local", siendo importantes los cambios producidos en
el rumbo de las políticas trazadas desde el territorio en esta direc-
ción. Éste se inicia especialmente desde el sector público, principal
impulsor de las medidas en un inicio. La sociedad civil, que se sumó
a la convocatoria a través de sus instituciones, viene sosteniendo
y respaldando las transformaciones. Las experiencias desarrolladas
son muy valiosas, con resultados que es importante evaluar dentro
de las nuevas corrientes de pensamiento.
Entre los avances concretos se rescatan para este capítulo:
1. El Programa de Descentralización y Modernización.
2. El Plan Estratégico Rosario (hoy Metropolitano).
3. El nuevo Plan Urbano de la Ciudad.
4. La creación de la Agencia de Desarrollo Regional Rosario,
con dos de sus experiencias: el Polo Tecnológico Rosario y el
Parque Científico-Tecnológico.
5. El Programa Rosario Hábitat.
6. El Programa de Capacitación y Formación de Recursos
Humanos, entre otros.

Todos ellos constituyen instancias diferentes de aplicación


sobre las que se ha avanzado dentro del modelo, que tienen como
denominador común la colaboración establecida entre agentes e
383
instituciones del medio; en la mayor parte de los casos ha existido
el accionar coordinado entre la municipalidad -o alguno de sus en-
tes descentralizados-y la Universidad Nacional de Rosario -quien
a través de distintos equipos e institutos de investigación se ha
desempeñado como un actor más de la sociedad civil, teniendo
en muchos de estos casos un rol protagónico fundamental.9
Pese a los esfuerzos y resultados alcanzados, sigue siendo esen-
cial lograr un mayor conocimiento y debate sobre el tema, parti-
cularmente en identificar cuáles son las acciones necesarias para
promover la competitividad territorial desde lo local.

LA EXPERIENCIA DESARROLLADA EN ROSARIO

Programa de descentralización y modernización

La descentralización es un proceso administrativo, político y so-


cial, mediante el cual se transfieren funciones, competencias y
recursos desde una administración central hacia los niveles de
menor jurisdicción territorial, en un accionar orientado a partir
de la idea de que aquello que pueda gestionarse a un nivel inferior
no debe hacerse en otro superior.
El Programa de Descentralización y Modernización Munici-
pal planteado desde la Secretaría General de la Municipalidad de
Rosario (Ord. núm. 7326) fue el instrumento de gobierno pen-
sado para comenzar a desarrollar acciones específicas tendientes
a trazar nuevas estrategias y producir cambios en los modos tra-
dicionales de actuación en la ciudad. Se desarrolló a partir de
1995 y el objetivo era lograr un gobierno más eficaz, eficiente y
cercano a la población que permitiera mejorar el desarrollo armó-
nico y democrático de la ciudad.
El proceso incluía tres aspectos básicos:

a) reorganización administrativa y funcional, a desarrollarse


progresivamente a través de la implementación de los centros
9
Las autoras de este trabajo integran el Instituto de Investigaciones Económicas de la
Facultad de Ciencias Económicas y Estadística de la Universidad Nacional de Rosario, desde
el cual se desarrollaron numerosos aportes, trabajos e informes, sobre las experiencias aquí
comentadas.

384
de distritos, la definición de servicios y funciones a desplazar,
la clasificación y sistematización de la información base me-
diante el uso de tecnología informática y la redistribución
con capacitación del personal afectado;
b) redefinición de políticas urbanas para la coordinación de
programas y su implementación por distritos como gran desa-
fío, al igual que la corrección de desequilibrios entre las dis-
tintas áreas de la ciudad, y
c) planteamiento de un nuevo modelo de gestión, impulsando
esencialmente la participación ciudadana. Esta tarea exigía la
incorporación de nuevas estructuras a nivel de los centros para
la evaluación, control y toma de decisión en la gestión urbana.

Las razones que movilizaron el programa en el espacio urba-


no de Rosario, obedecían a ineficiencias en cuestiones relativas a
la extensión y cantidad de personas por atender, a las carencias y
desigualdades físicas y socioeconómicas, y a una centralidad de-
sequilibrante a mejorar. La descentralización impulsó en Rosario
un nuevo estilo de gestión, a partir de lograr el accionar coordina-
do de diferentes dependencias municipales en el ámbito de los "dis-
tritos" delimitados a tales fines, y la participación activa de los
ciudadanos en la planificación y el control de las acciones del
gobierno local.
La delimitación de distritos constituyó un primer y trascen-
dente paso para la puesta en marcha de este programa; la tarea
implicó definir el área de influencia de cada centro municipal y
concluyó con la división del territorio en seis sectores.10 La deli-
mitación definió singularidades territoriales entre áreas, dando
prioridad a las cuestiones históricas y físicas formativas dominan-
10
La municipalidad entendió importante para cubrir esta etapa, desarrollar un trabajo
interdisciplinario y abordó el tema a través de un convenio específico de cooperación con
la Universidad; para ello convocó en representación a tres unidades académicas: (Facultad
de Ciencias Económicas y Estadística; Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño; y
Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales). El desarrollo implicó un nivel
importante de complejidad, integrando a los efectos dos grupos de trabajo: uno, conforma-
do por personal técnico municipal de distintas dependencias, y otro, por técnicos de la
Universidad en las tres disciplinas "complementarias".

385
tes, las características económicas, las vinculaciones territoriales
y los proyectos de gran escala, todo ello sin descuidar el respeto
por la delimitación y clasificación de la información (jurisdiccio-
nes político-administrativas).11
Cada distrito -que a futuro puede englobar nuevas subdivi-
siones en función de atender demandas derivadas de sus necesi-
dades- resultó acotado para atender cuestiones como:

• organizar tareas de desconcentración funcional y operativa


de servicio (ASU);
• coordinar actividades de las distintas áreas administrativas:
salud, promoción social, cultura, tránsito, etcétera;
• organizar las estructuras comunitarias y su encuadre en el
nuevo modelo de gestión, y
• redefinir las políticas públicas a impulsar por la adminis-
tración municipal.

La metodología de trabajo contempló iniciar el proceso con


una predeterminación de áreas -tarea a cargo del grupo munici-
pal- en función de las acciones proyectadas y las potencialidades
de cada fragmento, la que fue luego sometida al análisis crítico
desde la perspectiva disciplinar a partir de indagaciones sucesi-
vas, ajustándose de este modo la primera delimitación. Como
segunda instancia, la tarea incluyó la definición del grado de
conflicto y debilidades por área,12 para finalmente, tras alcanzar
la delimitación definitiva, sistematizar la información por seg-
mentos, reconociendo problemas, potencialidades y un conjunto
de acciones presentes y/o proyectadas desde el municipio. El
producto de esta última etapa constituye la base de información
11
Véase en "La Ciudad de Rosario", Los alcances de una gestión descentralizada. La
delimitación de Distritos, Programa de Descentralización- Secretaria General- Municipali-
dad de Rosario, 1996.
12
Los integrantes del grupo de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística (de cual
las autoras forman parte) indagaron acerca de datos de población clasificados en número y
tipo, niveles de marginalidad y condiciones de vida, tendencias a la concentración-especiali-
zación de las distintas actividades productivas e identificación de áreas homogéneas en cuan-
to a su conformación socioeconómica.

386
para la implementación de los centros, permitiendo iniciar la ges-
tión con un conocimiento acabado de la "realidad" sobre la cual
actuar.
A pesar de la gran crisis que afectó al país y a Rosario, en par-
ticular, este programa da cuentas en la actualidad de avances sig-
nificativos y resultados auspiciosos. En estos años se concretó la
construcción de los centros de distrito, procediéndose a la descen-
tralización funcional -administrativa municipal. En cada caso se
han concentrado, además, otras oficinas de atención al público
como las de usuarios de servicios concesionados, registro civil,
banca pública municipal y provincial, entre otros. Cuatro de las
seis unidades descentralizadas están habilitadas: norte "Villa Hor-
tensia", oeste "Felipe Moré", sur "Rosa Ziperovich" y "Centro
Antonio Berni" y, una en ejecución: noroeste; en tanto, el faltante
-el suroeste- cuenta con proyecto y ha sido hecho el llamado a
licitación para su construcción.
La puesta en marcha de las unidades de distrito significó que
se tomaran en cuenta las diferencias por áreas, abordando solu-
ciones específicas en cada caso con mayor nivel de compromiso
a través de la participación comunitaria.
Desde los nuevos centros de distrito se ha contribuido a gene-
rar centralidades barriales y/o a recomponer la unidad e identi-
dad de las áreas. Es importante, que se conviertan en verdaderos
focos de atracción y no compitan, sino que apoyen o complemen-
ten las centralidades ya constituidas en cada sector. Todo indica
que se sigue profundizando en el programa, en tanto se obser-
van que las divisiones territoriales tienden progresivamente a
instalarse como referentes definitivos en la población.
Es posible afirmar que el programa hoy se asume como "pro-
pio" por la población de Rosario y facilitó la implementación -a
partir del año 2002- del presupuesto participativo, a instancias
de la Ordenanza núm. 7326. Ésta constituye una acción priori-
taria en lo relativo a la participación ciudadana que se canaliza a
través de reuniones de discusión en cada centro de distrito, en las
cuales se priorizan y asignan recursos por parte de los vecinos a
diferentes obras y proyectos (cada segmento prioriza y define

387
parte del presupuesto general del municipio). El Concejo Munici-
pal -instancia legislativa local- también vio la necesidad de acer-
carse a los vecinos, impulsado por el proceso de descentralización
funcional, e implemento en el último año una parte de sus sesio-
nes ordinarias en los diferentes distritos, tomando en cuenta en
su funcionamiento los reclamos localizados de los vecinos.
Esta última etapa del programa, avanza mucho más allá de
la descentralización funcional administrativa para incursionar
en la participación ciudadana en la toma de decisión. Queda aún
pendiente, la representación política por distrito en el plano polí-
tico municipal, instancia en la que aún no iniciada ya que se re-
quiere una reforma de ley en la Provincia.

Plan Estratégico Rosario

Hacia mediados de los años noventa, los rasgos sobresalientes


de la estructura productiva local eran: unidades de producción de
pequeña escala, tecnología obsoleta o próxima a serlo, pérdidas
importantes de puestos de trabajo, problemas de financiamiento
y escasa vinculación a mercados externos por falta de estrategias
de inserción en un nuevo modelo productivo, en definitiva pér-
dida de dinamismo del sector industrial.
En este contexto, el Plan Estratégico Rosario nace como una
herramienta de gestión para la ciudad. A través de un amplio
grupo de instituciones públicas y privadas convocadas a este fin,
se planteó como objetivo lograr una ciudad más competitiva
promoviendo la participación, el consenso, el protagonismo de la
sociedad civil y de los ciudadanos en general. Rosario iniciaba un
desafío inédito: la fijación de objetivos estratégicos consensuados
entre distintos actores públicos y privados a través de un plan que
no buscaba sustituir al plan de gobierno, sino complementarlo.
En agosto de 1995, Rosario se incorpora como miembro pleno
del Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU)
en Barcelona, España y comienza a indagar sobre experiencias
exitosas tomadas de distintas urbes europeas, tratando de llevar
a la práctica esos postulados adaptándolos a las necesidades del

388
medio local.13 Desde un primer momento, el municipio convocó
a técnicos en el tema, en particular de la universidad local así como
de otras instituciones representativas para llevar adelante el pro-
ceso. En los primeros meses de 1996 se trabajó sobre distintos
estudios sectoriales, obteniendo como resultado la elaboración
del prediagnóstico, insumo base para la discusión y preparación del
diagnóstico final, que fue presentado para su debate en talleres
comunitarios que contaron con una amplia participación.
Como iniciativa municipal, en octubre de 1996 se convocó a la
sociedad rosarina a constituir la Junta Promotora del Plan (confor-
mada por un total de 25 instituciones) y a partir de un conjunto
de más de 100 instituciones del medio que adhirieron, se forma-
lizó la estructura del Plan Estratégico Rosario (PER),14 tarea para la
cual se contó con el apoyo del gobierno provincial.15
El PER tuvo tres etapas: diagnóstico, formulación e implemen-
tación. El diagnóstico y la posterior formulación se cerraron con
un taller de trabajo de la Junta Promotora, en octubre de 1998,
donde se formalizó el contenido definitivo del plan. Para la con-
creción de la tercera etapa -implementación- se fijó un horizon-
te a cuatro años.
El diagnóstico muestra los aspectos más destacados de la ciu-
dad, a partir de los cuales se comienzan a esbozar los escenarios
futuros; su real importancia estuvo en convertirse en la base nece-
saria para la formulación del plan. Su elaboración concluyó con
la preparación de la clásica matriz DAFO (utilizada en distintos
planes estratégicos): debilidades, amenazas, fortalezas y oportu-
13
Se contó, además, en diversas oportunidades con el asesoramiento de expertos es-
pañoles, como Jordi Borja y Joan Alemany Llovera, quienes acercaron sus experiencias en el
tema.
14
Para ello se contó con el compromiso del Honorable Concejo Municipal, la Univer-
sidad Nacional de Rosario, el arzobispado de la ciudad, ocho de las organizaciones empre-
sarias más representativas, los tres medios de comunicación de mayor incidencia, cuatro
organizaciones sindicales locales y los entes administradores del puerto y del aeropuerto de
Rosario.
15
En 1997 se conforma el Consejo General del Plan como instancia de participación
más amplia y representativa (integrada por organizaciones de la producción, gremiales,
culturales, deportivas, profesionales, universitarias y sociales). Completando la estructura,
funcionó una oficina de coordinación (equipo técnico-administrativo reducido, a cargo de
mantener la comunicación del grupo) y las comisiones temáticas, que conformaron la ins-
tancia de trabajo y debate más amplio.

389
nidades, utilizada para poner en contraste situaciones o posibili-
dades que pueden permitir a la ciudad potenciar una transfor-
mación.
Para esta fase del desarrollo del plan se delinearon cuatro ejes o
áreas: a) económico-productivo, h) físico-ambiental, c) socio-insti-
tucional y d) de centralidad regional y proyección internacional.16
La preocupación fue permanente, no sólo por el plan como pro-
ducto con solidez técnica y metodológica, sino por el plan como
proceso de construcción colectiva y capaz de generar un espacio de
integración, participación e innovación. El plan no se quedó en
el diagnóstico y formulación de proyectos, sino que buscó gestio-
nar y proyectar acciones a mediano y largo plazo, mediante
cuatro tareas para la etapa de implementación: a) impulsar y
motorizar nuevos proyectos; b) monitorear y evaluar la marcha
y cumplimiento de plazos y objetivos; c) introducir los ajustes y
correcciones necesarios a los cambios de contexto; y d) difundir
intensamente el contenido del plan en la ciudad, convirtiéndolo
en herramienta de trabajo y gestión.
Los numerosos proyectos incluidos no siempre concitaron el
interés y dedicación esperado, dependiendo del tipo de proyecto,
de su escala y de las posibilidades de accionar sobre los mismos.
Pese a ello, el Plan Estratégico Rosario logró superar con creces
intentos anteriores de coordinar y movilizar fuerzas hacia objeti-
vos predeterminados; generó dinámicas sociales de compromiso
y acuerdo, superándose en algunos casos la formalidad declarati-
va para viabilizar cursos de acción.
La experiencia concreta indica que el plan se convirtió en un
instrumento concreto, a través del cual la sociedad fijaba priorida-
des, pese a que muchas veces el interés y los aportes privados no
estuvieron presentes en esta tarea en la medida de lo deseable.
Si bien los logros fueron importantes surgieron limitaciones y
dificultades que pusieron en riesgo la sustentabilidad. Algunos
16
Específicamente, para el eje económico productivo se trabajó con la estructura pro-
ductiva local y regional, el empleo y la cualificación de los recursos humanos, las PYME, los
servicios a las empresas, las infraestructuras de transporte, energía y comunicaciones, el siste-
ma financiero y la estructura impositiva. Investigadores del Instituto de Investigaciones Eco-
nómicas de la Escuela de Economía, de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística
(UNR), tuvieron a su cargo la coordinación de este eje.

390
temas como las cuestiones jurisdiccionales que separan proce-
sos integrados funcionalmente (transportes de carga y de pasa-
jeros, tratamiento de residuos, coordinación de infraestructuras,
etcétera) resultan inabordables dado que trascienden los límites
de la gestión de un espacio urbano definido como jurisdicción
política. Desde los primeros tiempos de la formulación del PER se
tenía en claro que si bien era un plan de la ciudad, necesitaba una
visión metropolitana-regional, por los proyectos que trascendían
los límites de la misma.
Políticamente se tomó la decisión y se amplió el marco de
actuación, avanzando en la formulación de un nuevo plan -ahora
metropolitano- para encontrar espacios colectivos donde debatir
estas cuestiones. Durante el año 2004 se abrió el nuevo espacio:
Plan Estratégico Metropolitano (PEM), montado sobre la experien-
cia "exitosa" del PER y con la finalidad de encontrar canales ade-
cuados para el desarrollo territorial en la región; su administración
ofrece un entorno favorable para la cooperación interinstitucional
y la solución consensuada de los temas metropolitanos.17
Si bien el espacio metropolitano de Rosario cuenta con valio-
sos antecedentes en el tema,18 en la práctica existen dificultades
para su constitución. Una vez definida la región de actuación19 y
manteniendo el carácter participativo del proceso, la nueva instan-
cia de planificación se pensó con base en cuatro etapas -no nece-
sariamente como una secuencia- articuladas en función de la di-
námica territorial. Ellas son:

• identificación de los temas críticos y relevantes para la cons-


trucción del territorio;
17
Según datos del Censo Nacional de Población y Vivienda 2001, dos tercios de la po-
blación reside en aglomerados urbanos de carácter metropolitano. No existe corresponden-
cia entre unidad política institucional y sociedad urbana; pese a la importancia y escala que
reviste el tema, no se trabaja en profundidad la solución.
18
Entre los antecedentes a considerar para la escala metropolitana están: la constitución
de la Prefectura del Gran Rosario en los setenta y, más recientemente, el Concejo de Intenden-
tes para el Programa de Grandes Aglomerados Urbanos (GAU) O la firma del Acta Acuerdo
Metropolitano en noviembre de 2001.
19
Se incluye la ciudad central (Rosario) junto a una región (denominada de Metropolita-
na) que abarca un total de 50 localidades pertenecientes a cinco departamentos de la pro-
vincia de Santa Fe, involucrando áreas urbanas y rurales.

391
• definición de las orientaciones estratégicas de actuación
como base de partida, reconociendo aspectos críticos y fac-
tores claves que lo limitan o potencian;
• formulación de los programas y proyectos, y
• organización y seguimiento del plan.

El PEM incluye lo que se denomina el "modelo de formalización


del plan", a los fines de su posterior gestión a largo plazo. En el mis-
mo se determina el modelo organizativo que asegura el control y
seguimiento, su actualización y mejora periódica. A tales fines,
durante el año previo a la formulación, se celebró un Foro de Inten-
dentes y Presidentes Comunales y se mantuvieron reuniones pe-
riódicas con el Consejo Técnico Consultivo e instituciones del
Sistema Científico-Tecnológico Regional, buscando consenso.
Se requería de un diagnóstico apropiado que brindara la base
de conocimientos e información necesaria para la posterior pla-
nificación y gestión de políticas. Se debían identificar los proble-
mas y las capacidades que caracterizaban el territorio, con base
en los cuales trazar las orientaciones estratégicas de actuación.
Esta primera tarea se cumplió a partir de una serie de reuniones
que se desarrollaron hacia finales del año 2004, en talleres de
trabajo y donde se discutió un documento base preparado inicial-
mente por un grupo de técnicos.
De estas reuniones surgieron las orientaciones estratégicas de
actuación en la región (siete orientaciones priorizadas que inclu-
yen un total de 19 programas y proyectos específicos), siendo varios
los programas que se encuentran en funcionamiento en este mo-
mento.

Nuevo Plan Urbano de Rosario

La ciudad de Rosario, recoge una rica tradición urbanística que


acompañó su vertiginoso crecimiento desde principios del siglo XX.
Es una de las primeras ciudades de Argentina en establecer linea-
mientos para el desarrollo urbano en su primer plan urbanístico
elaborado en la década de los treinta. La evolución de la ciudad

392
en la segunda mitad del siglo, contó también con algunos hitos
relevantes en lo que se refiere a disponer de proyectos de largo
alcance. El viejo Plan Regulador de la Ciudad que data de la dé-
cada de los sesenta, fue realizado bajo los lineamientos de la pla-
nificación urbana tradicional (por el ingeniero A. Montes y arqui-
tecto O. Mongsfeld) se constituyó en un referente que desde
entonces orientó los trazados y definió las bases para la transfor-
mación urbanística de la ciudad.
Hacia finales de los ochenta, en lo que fue un intento de actua-
lización y renovación del Plan Regulador, se comienza a pensar
y delinear el Plan Director a partir de los aportes de las sucesivas
gestiones municipales que se sucedieron al frente de la ciudad. El
Plan Director no contó nunca con una aprobación formal de
parte del Concejo Municipal, razón por lo que careció de entidad
legal; sin embargo, fue durante todos estos años el instrumento
que orientó la continuidad de los grandes emprendimientos ur-
banos que ha mantenido la gestión municipal hasta hoy.
Durante el año 2004, y dado el tiempo transcurrido y la nece-
sidad de actualización de las regulaciones, la Secretaría de Pla-
neamiento de la Municipalidad de Rosario, puso en marcha el
proceso de Concertación del Plan Urbano, tomando como punto
de partida para la discusión el documento "Plan Director Rosario,
bases para el acuerdo 2001", con la convicción de que el consen-
so era necesario como condición para la legitimidad del mismo y
para la apropiación del proyecto por el conjunto de la sociedad.
Los principales objetivos a cubrir en este proceso fueron la
construcción de consensos en torno a las principales estrategias
definidas en el documento base y la recepción de observaciones,
recomendaciones y planteos alternativos con la finalidad de im-
pulsar el Nuevo Plan Urbano. La intención del municipio fue que
el nuevo instrumento permitiera abordar en forma eficiente y
con participación amplia la transformación física y funcional de
la ciudad, convirtiéndose en un proyecto abierto, estratégico y
colectivo, capaz de ser el referente a considerar para ía actuación
pública y privada.

393
A tales fines se convocó a la Mesa de Concertación del Plan
Urbano Rosario 2004,20 reuniéndose a distintos sectores de la
ciudadanía que participaron a través de sus organizaciones como
cámaras, asociaciones, colegios profesionales y ONG. También se
contó con la representación del Concejo Municipal (personal téc-
nico de oficinas municipales y provinciales) y de los municipios
del área metropolitana (espacio urbano inmediato) y algunos acto-
res económicos relevantes.
Los participantes elaboraron una serie de coincidencias como
síntesis del debate desarrollado a lo largo de las cuatro jornadas
de encuentro. A los efectos de ordenar el trabajo y profundizar
en la reflexión, los contenidos se organizaron temáticamente en
cuatro mesas de trabajo: 1. Rosario Ciudad Metropolitana, 2. Suelo,
Vivienda y Servicios, 3. Ambiente, Patrimonio y Espacio Público,
y 4. Movilidad y Nueva Centralidad.
Previo a los talleres, cada relator de Mesa21 elaboró un docu-
mentos base para ordenar la discusión, exponiendo los conteni-
dos esenciales por temática, y planteando los ejes de discusión
para facilitar la intervención de los participantes. Las ideas así
acordadas y consensuadas en talleres fueron volcadas en una
Carta de Concertación, la que representó un primer paso en la
reelaboración del Plan Urbano, producto de una nueva modalidad
de gestión pensada y programada a partir de la participación de
todos.22
En la actualidad, el municipio replanteó -con base en este docu-
mento- el Nuevo Plan Urbano de Rosario y envió nuevamente,
para su consideración, al Concejo Municipal la reelaboración
20
La municipalidad de Rosario suscribió un convenio con la Universidad Nacional de
Rosario, a través del cual encargó tareas de apoyo y coordinación, relatoría y síntesis de las
jornadas de trabajo. Fueron convocadas para ello distintas facultades como Arquitectura,
Planeamiento y Diseño; Ciencias Económicas y Estadística; Ciencias Exactas, Ingeniería y
Agrimensura; Ciencia Política, Relaciones Internacionales y Derecho.
21
C u a t r o relatores por la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño, dos por la
Facultad de Ingeniería, Agrimensura y Ciencias Exactas, y dos por la Facultad de Ciencias
Económicas y Estadística.
22
Algunos de los participantes -e incluso algunas instituciones no representadas en los
talleres- hicieron entrega de documentos donde exponían posiciones o propuestas relativas
a los distintos aspectos específicos.

394
completa del mismo. Más allá de los aspectos técnicos-urbanos,
esta presentación está respaldada en un proceso diferente que
avala los contenidos y propuestas, teniendo una buena acepta-
ción de la comunidad local.

Programa Rosario Hábitat

Los asentamientos irregulares no son sólo un problema de vivien-


da, sino de marginación y exclusión de los habitantes de las llama-
das "villas miserias", áreas que combinan problemas de empleo,
salud, educación y carencia de servicios mínimos. Enfrentar la
falta de equidad en que están inmersas estas poblaciones, requiere
actuar en varios frentes a la vez para proporcionar soluciones efec-
tivas. Los desafíos que plantean los asentamientos humanos son
múltiples y variados, sin embargo cada país y/o región debe enfren-
tar los problemas y ofrecer soluciones a partir de respuestas espe-
cíficas.
En Rosario, se estima que alrededor del 15 por ciento de la
población vive en asentamientos irregulares, algunos de ellos de
muy antigua instalación y con perfiles socioeconómicos de sus
poblaciones muy heterogéneos. Si bien en algunos casos, y con
el paso del tiempo, han mejorado sus condiciones habitacionales
y los medios de subsistencia, se encuentran siempre grupos sig-
nificativos de personas en condiciones de pobreza y miseria
donde son amplios también los niveles de analfabetismo, violen-
cia, desagregación familiar, desocupación, y precarias condicio-
nes de alimentación, salud y saneamiento ambiental.23
Los asentamientos irregulares se localizan, por lo general, en
un cordón intermedio hacia el interior de la ciudad, separando la
zona central de la periferia; esta ocupación obedece a la disponi-
bilidad de tierras en desuso (muchas de ellas son viejos trazados
ferroviarios) y, básicamente, al hecho de que el "habitante de
villa" procura un asentamiento próximo a las áreas centrales ur-
banas para acceder fácilmente a su sustento.
23
Servido Público de la Vivienda, "Rosario Hábitat", material de difusión contenidos
del programa.

395
El fenómeno se "profundizó" en los últimos años, y es notoria
la aparición de nuevos asentamientos o extensiones importantes
sobre los existentes, en posiciones casi siempre periféricas a la ciu-
dad. Desde el PER se había señalado la necesidad de abordar este
tema, considerado una problemática clave en la ciudad dado el
número y condiciones de vida de esa población.
¿Qué es "Rosario Hábitat"? Es un Programa de Recuperación
Integral de Asentamientos Irregulares, actualmente en ejecución
a cargo de la municipalidad de Rosario a través del Servicio Públi-
co de la Vivienda, organismo descentralizado en la órbita munici-
pal, que cuenta con amplia experiencia en ofrecer viviendas de
interés social. La puesta en marcha del mismo implicó un gran
esfuerzo, a la vez que una oportunidad para Rosario, tanto por la
amplia escala de intervención como por el alcance de los conte-
nidos del mismo. Constituye una experiencia "única" en su tipo
en el país, con muy pocos antecedentes que permitan rescatar
resultados y resolver anticipadamente posibles dificultades deri-
vadas de la formalización de estas poblaciones. El municipio ges-
tionó a partir de la necesidad "reconocida localmente" el acceso
a líneas de crédito internacional y con el aval del Ministerio de
Acción Social de la Nación accedió, excepcionalmente, a los fon-
dos específicos internacionales (Rosario es el único municipio que
consiguió y está ejecutando este tipo de programa en el país).
"Rosario-Hábitat" tiene financiamiento del Banco Interame-
ricano de Desarrollo (BID) y una contraparte local, con aportes de
la municipalidad de Rosario.24 Sus objetivos son encauzar los
procesos de ocupación informal y mejorar la calidad de vida de la
población de los asentamientos irregulares de la ciudad, promo-
viendo la integración física y social de estas áreas informales con
el resto. El programa no sólo debe ser analizado desde la perspec-
tiva de la intervención urbana o de la obra pública como tal, sino
que además merece una consideración especial como interven-
ción de desarrollo social sustentable en el marco de las políticas
pensadas y trabajadas desde el orden local.
24
El costo estimado es de 71700,000 dólares, de los cuales 43'000,000 dólares, son
financiados por el organismo internacional en tanto el resto deberá ser cubierto con aportes
locales.

396
Si bien su formulación se circunscribe a los criterios generales
definidos por el BID, el plan tiene una visión más amplia que la de
proporcionar simples soluciones de vivienda. Es el municipio con
ayuda externa quien impulsa la construcción de un Hábitat ten-
diente a suplir las carencias mínimas de estos grupos. Desde el
programa se financian proyectos integrados de mejoramientos de
barrios, combinando inversiones en infraestructuras para su re-
gularización con el incremento del capital humano y social de
estas comunidades.
Varios son los componentes que integran el programa: 1. urba-
nización integrada (ordenamiento y reestructuración del tejido,
infraestructura básica y equipamiento comunitario, acciones de
promoción de los beneficiarios y regularización dominial), 2. accio-
nes integradas de atención a niños y menores y sus familias), 3. ge-
neración de trabajo e ingreso, y 4. fortalecimiento institucional. Las
operaciones de urbanización integrada implican distintas moda-
lidades de actuación, definidas en función de las necesidades de
cada asentamiento: mejoramiento habitacional, reestructuración
parcial de viviendas, corrimientos en el mismo asentamiento y
relocalización de algunas unidades, fuera del área si es necesario.
También son financiables acciones de acompañamiento social a
los fines de garantizar el consenso con los beneficiarios.
Para su formulación y puesta en marcha se cumplen una serie
de directrices definidas por el BID, orientándose el financiamiento
a la construcción para poner el acento en distintos componentes
como participación, ciudadanía y generación de empleo y, sobre
todo, en alcanzar mejoras en las condiciones físicas del hábitat,
los equipamientos y la propiedad de la tierra. El objetivo princi-
pal es encauzar los procesos de urbanización informal y mejorar
la calidad de vida en la población de los asentamientos irregulares
de Rosario, promoviendo la integración física y social de dichas
áreas a la ciudad formal.25 Desde la Universidad Nacional de
25
Hasta el momento se ha realizado una transformación importante en cinco asentamien-
tos irregulares, operación que involucró un total de 3,500 familias de los barrios. Las Flores,
Empalme, La Lagunita, Molino Blanco y Villa Corrientes. Están en ejecución dos nuevos asen-
tamientos: Molino Blanco, con aproximadamente 600 familias y Villa Itatí, en proyecto.

397
Rosario y en el marco del programa específico "Pensar el Hábitat"
se estudiaron aspectos controvertidos y se ofrecieron nuevas res-
puestas para mejorar la implementación del mismo.26

Agencia de desarrollo y emprendimientos


productivos de base territorial

La Agencia de Desarrollo Región Rosario (ADERR) se constituye


como una asociación civil sin fines de lucro, siendo su misión con-
tribuir al desarrollo productivo de la región. Los principios que
guían su accionar son la concertación, el crecimiento, la produc-
tividad, la competitividad, los nuevos servicios, la gestión conjunta
y la mayor equidad y sustentabilidad.27 Su constitución obedeció
en los hechos al marco institucional definido por la Ley 25.300/
00 de Fomento a las PYME formando parte de la Red de Agencias
de Desarrollo Productivo de la Secretaría de Pequeña y Mediana
empresa del Ministerio de Economía (Sepyme) a nivel nacional.28
Integrado como un emprendimiento mixto público-privado
y teniendo un accionar programado de alcance regional extendi-
do al sur de la provincia de Santa Fe, se promueve desde la agen-
cia la conformación de una red de corresponsalías locales, que
funcione como ventanilla de acceso a los instrumentos y progra-
mas de asistencia de la Sepyme.
La ADERR se conforma como institución en junio de 2001 a par-
tir de la elección de una junta directiva a través de una asamblea
extraordinaria. Hoy la integran 66 instituciones adheridas y cuen-
ta con un consejo técnico asesor formado por las organizaciones
26
El Programa "Pensar el Hábitat" es una convocatoria amplia que realiza el Servicio
Público de la Vivienda con miras a la presentación de proyectos que puedan aportar ¡deas
o sugerencias que mejoren la implementación del Programa Rosario Hábitat, siendo el lla-
mado dirigido a las distintas facultades que integran la Universidad Nacional de Rosario y
la Universidad Tecnológica Nacional. Los aportes del grupo de Ciencias Económicas y Es-
tadística de la UNR estuvieron dirigidos a profundizar en las relaciones entre los actores a
cargo de la provisión de servicios públicos: ejecutores de obras, administradores públicos,
familias beneficiarías y prestadoras, avanzando en una propuesta que mejore y asegure las
prestaciones a futuro (Cafarell y Raposo, 2004).
27
Cuenta con personería jurídica habilitada por Resolución núm. 237/02 de la I.G.P.J.
28
Esta agencia era uno de los objetivos señalados en el PER.

398
más representativas en el plano científico-técnico regional. Es un
referente para el empresariado local a través de distintas líneas de
trabajo dirigidas a sostener y orientar la estructura productiva,
en especial con programas dirigidos a las PYME industriales.
En los últimos años ha habido en la ciudad otros emprendi-
mientos relativos a la producción de innovaciones y nuevas tecno-
logías relacionadas a la producción. El más inmediato es la experien-
cia del Polo Tecnológico Rosario, hoy conectado al emprendimiento
del Parque Científico Tecnológico en pleno desarrollo, emprendi-
miento que ha cobrado extraordinario impulso en el último año
a partir de la radicación de grandes inversiones con miras a cons-
tituir un polo biotecnológico de la mayor jerarquía. ¿Qué parti-
cularidades reúnen ambos emprendimientos que los vincula con
el desarrollo económico local?
El Polo Tecnológico Rosario29 se constituye como emprendi-
miento mixto que reunió a empresas de base tecnológicas junto
al sector público local e institutos de investigación específicos. Se
formalizó en el año 2000 tras la firma de un acuerdo de compro-
miso inicial entre representantes de universidades locales, empre-
sarios, gobiernos municipal y provincial, se constituyó el Polo Tec-
nológico Rosario, cuyo grupo fundador estuvo conformado por
la municipalidad de la ciudad de Rosario, Gobierno de la Provincia
de Santa Fe, Concejo Municipal de la ciudad de Rosario, Univer-
sidad Nacional de Rosario, Universidad Austral (institución priva-
da), Fundación Libertad, y empresas locales de tecnología (B.L.C.,
S.A., consultar S.R.L. y tesis S.R.L.
Evolucionó en forma significativa en los últimos años, alcan-
zando la certificación de normas de calidad internacional para
varias de las empresas que lo integran y logró el acceso a merca-
dos externos, y coordinación de políticas como grupo. Este de-
sarrollo tiene ya cinco años de funcionamiento y del mismo parti-
cipan 30 empresas que comparten servicios en función de sus
29
El Polo Tecnológico Rosario se conformó a partir de un grupo de empresas de base
tecnológica que salieron a pelear la radicación de la empresa Motorota en Rosario. Tras lo
que fue un intento fallido, se trató de formalizar el aglomerado abierto, integrando diversas
tecnologías.

399
demandas. Sus "productos" más destacados son el GETIR-grupo
exportador y el CMMI-grupo de calidad de servicios. El polo está
pronto a constituir el "centro de calidad de software" a instalarse
en los laboratorios del INTI en Rosario, en el predio de la Ciudad
Universitaria, a la par de tener en marcha la construcción del
edificio tecnológico.
En este marco, el Polo Tecnológico Rosario (PTR) se constitu-
yó como una asociación público-privada con el propósito de
posicionar a Rosario como un centro de referencia internacional
en el desarrollo científico y la innovación tecnológica a través de
nuevas formas de gestión que articulen los ámbitos públicos,
privados y científicos, a partir de una competencia esencial, la
calidad humana de la región.
La consolidación del PTR es impensada sin la existencia de un
medio urbano como Rosario, que permite la conformación de
un cluster de estas características a partir de: contar con una masa
crítica de empresas tecnológicas, la existencia de un trabajo aso-
ciativo entre universidades y gobierno, la existencia de un am-
biente propicio para los negocios, la capacitación profesional a
partir de una abundante oferta de educación universitaria, bajos
costos de producción y condiciones favorables del medio (geogra-
fía del sitio, calidad de vida, conectividad, etcétera).
Finalmente, corresponde una rápida mención al Parque Cien-
tífico-Tecnológico de Rosario y su región. Es éste un proyecto
asociativo mixto que reúne, empresas, gobierno, universidades y
organismos de investigación que busca, a partir de la sinergia de
la competencia territorial, promover el desarrollo competitivo
del área, conformando el mayor polo biotecnológico a nivel lati-
noamericano.
A partir de dos recientes emprendimientos promovidos por
el Centro Regional de Investigaciones Rosario (Cerider) dependien-
te del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(Conicet), contando además con acompañamiento de actores
locales, se define la radicación junto a la Ciudad Universitaria del
Instituto de Agrobiotecnología S.A. (Indear S.A.) y Centro Bina-

400
cional de Genómica Vegetal (Cebigeve).30 Estos proyectos de recien-
te formulación (agosto de 2004), ya cuentan con aportes no reem-
bolsables de la nación (Fontar) a ser aplicado a la planificación
estratégica del parque.
Su concepción se estructura como un proceso de diálogo y accio-
nes conjuntas entre los actores involucrados que se dinamiza sobre
dos áreas claves: la biotecnología y las tecnologías de información
y comunicación, manteniendo una dinámica de innovación alta-
mente competitiva. Los desafíos a enfrentar pasan por elaborar
el plan estratégico del parque y consolidar su perfil inicial, avan-
zando en la concreción de las inversiones programadas (primera
etapa de obras ya licitadas) y consolidar un acuerdo con la uni-
versidad local para integrarlo a la actual Ciudad Universitaria y
permitir el ingreso de nuevas empresas de base tecnológica.

Otras tareas de vinculación:


capacitación y formación académica

La Universidad Nacional de Rosario a través de sus distintas uni-


dades académicas ha estructurado su desarrollo académico cien-
tífico y completado en estos años aquellos eslabones superiores
en la formación de posgrado (doctorados y maestrías disciplina-
res específicas: economía, finanzas públicas, etcétera) que estaban
ausentes en el medio local, lo que hacía que numerosos profesio-
nales debieran trasladarse a otros centros urbanos o al exterior
del país para completar su formación.
Cabe citar muy especialmente la capacitación que se ofrece en
cuanto a formación específica en la maestría en gestión y desarro-
llo territorial, que está abierta a distintas disciplinas básicas y que
pretende capacitar recursos en aquellas áreas de conocimiento
relacionadas con el desarrollo local-regional. La misma se ha ins-
trumentado dentro de la mi-Red Iberoamericana de Investigado-
30
Ambos emprendimientos involucran distintos actores de peso: el primero reúne
grandes empresas del sector, Bioseres-biosidus e instituciones Aapresid y Conicet) en tanto
que el segundo de ellos es de carácter internacional (ministerios de educación de Argentina
y España).

401
res en Globalización y Territorio,31 que cuenta en el país con tres
sedes regionales independientes, una de las cuales funciona en
Rosario.32
Más allá de la formación en capacidades específicas, desde la
Universidad se han hecho importantes avances en la preparación
de grupos de investigadores, los que configuran hoy una masa
crítica de recursos entrenados en dar respuestas en aquellos te-
mas vinculados al desarrollo local. En este caso, coincidiendo con
quienes reivindican su rol, "...el papel de las universidades loca-
les sigue siendo fundamental para apoyar el desarrollo de su
propio entorno territorial" (Boisier, 2005: 58).33
La producción en investigación en el medio académico de
Rosario (más allá de la producción del conocimiento científico-
técnico) se orienta desde un inicio a concretar la transferencia
hacia el medio productivo, siendo numerosos los trabajos reali-
zados para distintos sectores del poder público como también
con organismos descentralizados y empresas. Es común trabajar
a través de convenios, mediando contratos de prestación de ser-
vicios tecnológicos, o de transferencia directa al medio de infor-
mación ya elaborada en el plano científico-tecnológico.

BALANCE DE LA EXPERIENCIA.
A MODO DE CONCLUSIÓN

SE HAN PRESENTADO en este capítulo un conjunto de programas,


así como nuevas instituciones, que le han permitido a Rosario
31
La Red de Investigadores en Globalización y Territorio (RII, coordinada por C. de
Mattos) está formada a partir de un importante grupo de investigadores de distintos países
de Iberoamérica, que comenzaron a reunirse hacia principios de los años noventa para dis-
cutir en la temática específica que los convocaba. Distintas reuniones internacionales se han
celebrado en el marco de esta red, habiéndose celebrado precisamente la VI Reunión en
Rosario, en la sede de la universidad local, siendo el evento organizado desde la misma
universidad en mayo de 2001.
32
La maestría es dictada en la sede Rosario por la Facultad de Ciencias Económicas y
Estadística. Las otras dos sedes de esta maestría están funcionando en las universidades
nacionales de Río Cuarto-UNRC y Bahía Blanca-UNS.
33
La experiencia como equipo de investigación en este caso, data de 1987, en torno
del programa Sistema Metropolitano Gran Rosario del Instituto de Investigaciones Económi-
cas de la FCEyE. En el mismo se formularon numerosos proyectos relacionados a líneas de

402
afrontar etapas económicas difíciles. Las estrategias y políticas
locales con una activa gestión municipal han sido posibles, en el
marco de un sistema democrático, gracias a la participación de la
ciudadanía en los grandes temas del medio, buscando fortalecer
la identidad del conjunto.
Entre las experiencias reconocidas, tal vez la más relevante
sea el Programa de Descentralización y Modernización Munici-
pal que, no sólo fue el primero de los aquí analizados en implemen-
tarse sino que además, es uno de los que presenta mayores niveles
de avance al presente. Los principios sustentados desde el mismo
-es decir, la descentralización funcional administrativa- se han
concretado, logrando avanzar en tiempo y forma, acorde con lo
previsto originalmente: se construyó buena parte de los centros
de distrito y se implementó la "modernización" administrativa
(informatización, capacitación, coordinación de áreas y de infor-
mación, etcétera). El programa está íntimamente conectado con
la discusión que hoy se da sobre Presupuesto Participativo por
Distrito, lo cual significa crecer en la descentralización adminis-
trativa, incursionando con éxito en la participación ciudadana en
la toma de decisiones. Se destaca en ese caso la idea de secuencia
o proceso que se consolida y afirma en la sociedad local con el
paso del tiempo.
La otra experiencia "avanzada" en cuanto a realizaciones ha
sido la formulación e implementación del PER, y su reciente recon-
versión a escala metropolitana. Tal vez el mayor aporte en este caso
haya sido "juntar voluntades, crear conciencia y despertar inicia-
tivas" en la comunidad, con miras a la identificación de posibili-
dades y formulación de estrategias para ganar en competitividad
territorial. Para la ciudad tener que enfrentar la crisis de su perfil
productivo, revalorizar sus posibilidades y pensarse a futuro era
todo un desafío a mediados de los años noventa. La gran contri-
bución del PER fue en ese sentido auspiciosa: convocatoria am-

trabajo como estructura productiva, empleo y pobreza o grandes inversiones e infraestructura


regional como fueron: cálculo del PBG, locaíízación de la industria manufacturera, problemáti-
ca a partir de las grandes superficies comerciales, relevamientos productivos, informe sobre
vinculación tecnológica en el medio, etcétera.

403
plia, movilizadora y formulada desde un enfoque positivo miran-
do al futuro.
Los resultados indican que la dispersión de esfuerzos y la
falta de concreciones sobre muchos de los proyectos estratégicos
formulados tuvieron que ver con la imposibilidad de atender y
gestionar gran cantidad de ellos a la vez, pero también con el
hecho de que la decisión y manejo de recursos, en otros casos,
estuvieran fuera del ámbito local. La necesaria reformulación que
sufrió el plan en el último año, extendiéndose al ámbito regional,
ofrece algunos inconvenientes dado que, si bien mejora la capta-
ción y posible resolución de problemas en el sentido que permite
un abordaje más amplio de ciertas problemáticas, en otros aspec-
tos dificulta la coordinación de actores y disminuye sensiblemen-
te el consenso entre ellos.
Tras largos años de políticas erráticas y sin llegar a definir un
modelo urbano de crecimiento concertado, se ha dado un paso
trascendente en la reformulación del Plan Urbano. Éste permite
ajustar y trabajar sobre una idea de ciudad a largo plazo que
contempla líneas de trabajo acordadas, en torno de los distintos
aspectos de la estructura de ciudad.
En el plano Institucional, la aparición de la Agencia de De-
sarrollo Regional Rosario (ADERR) abrió una nueva y fundamental
instancia para el crecimiento del área. Si bien este emprendi-
miento mixto (público-privado) fue avalado y coordinado desde
el plano nacional, se configura como un referente para el empre-
sariado local, al formular distintas líneas de trabajo para apunta-
lar y reorientar la estructura productiva regional, particularmen-
te centrada en la pequeña y mediana empresa industrial. Si bien
el modelo de agencia de desarrollo está tomado de experiencias
internacionales, su instalación y adaptación al medio es un he-
cho, requiriéndose cierto tiempo para que "madure" como insti-
tución local.
Paralelamente a la formalización de la ADERR, se constituyó el
Polo Tecnológico Rosario como emprendimiento mixto que con-
vocando a distintos actores locales se formaliza como una estruc-
tura cercana a un cluster productivo que reúne gobierno, empre-

404
sas y universidades tras las externalidades generadas y aprendidas
por el conjunto.
Cerrando estas experiencias el Parque Científico Tecnológico
-de reciente formulación- aspira a ser un paso más en la idea de
construir "competitividad territorial", siendo por su escala y com-
posición, una institución que promete dar un salto adelante en
cuanto a desarrollo del medio local. No es posible tener aún la
perspectiva de análisis que permita hacer una crítica fundada de
esta experiencia. Es fundamental plantear su seguimiento en el
tiempo, dado que promete ser un factor clave para el desarrollo
futuro, no sólo por las inversiones comprometidas sino porque
recrea una atmósfera emprendedora en la ciudad a partir de sus
recursos y competencias naturales, asegurando el crecimiento basa-
do en el conocimiento y la innovación, pilares de un nuevo mode-
lo productivo a perfilar en la región: construir la sociedad del co-
nocimiento.
Entender el desarrollo en términos amplios y sistémicos, impli-
ca que necesariamente se deba incorporar la problemática social
como un componente más. En este caso "Rosario Hábitat" cons-
tituye una respuesta que, aunque parcial (concebido para atender
la problemática de los asentamientos irregulares), es quizás el más
ambicioso en cuanto a que implica la recuperación de los recursos
humanos locales. Revalorizar la población, "crear ciudadanía", for-
malizar poblaciones marginales, resultan ser pretensiones ambicio-
sas de cara a los intereses locales, que sólo parecen ser trabajadas en
forma adecuada desde esta escala. Los resultados alcanzados hasta
el momento -considerando la complejidad de operar bajo condi-
ciones tan adversas-, pueden ser evaluados como positivos, aun-
que se han comenzado a poner de manifiesto las primeras difi-
cultades tras la habilitación de algunos sectores (excesivo costo
de las mejoras, trabas en la negociación con las prestatarias de
servicios, dificultades en sostener acuerdos con algunas poblacio-
nes, etcétera).
Sin duda, Rosario exhibe un amplio repertorio que ha ido
variando con eJ tiempo, pasando de atender aquellas cuestiones
relativas al plano político-administrativo (descentralización, pla-
nificación estratégica) para avanzar en los últimos años en pro-
405
puestas orientadas hacia el crecimiento y la innovación, tanto a
nivel económico como social. En todos los casos, la participación
de los distintos actores locales ha ido creciendo y con ello, tam-
bién, el grado de compromiso alcanzado con el proceso. La apa-
rición de nuevas instituciones y los primeros resultados que se
desprenden de cada instancia, permiten tener una lectura positi-
va del proceso.
La ciudad ha recibido, recientemente, una distinción que resal-
ta esta condición, resultando elegida entre 257 municipios a partir
de sus políticas públicas en materia de niñez, salud, Hábitat, espa-
cio público y calidad de vida. El premio fue otorgado por el Pro-
grama de Naciones Unidas para el Desarrollo-PNUD a la Gober-
nabilidad. La distinción resalta iniciativas locales, tales como el
Presupuesto Participativo, Programa Rosario Hábitat, el Programa
de Agricultura urbana, el Plan Estratégico Rosario y el Programa de
Descentralización.34
A partir de las distintas experiencias relacionadas y del reco-
nocimiento a los logros conseguidos, Rosario se ha convertido en
un referente a nivel nacional en cuanto a la formulación e imple-
mentación de políticas de desarrollo local, siendo hoy mirada y
evaluada en esta condición. Si bien es importante destacar los
resultados alcanzados, también se debe señalar las dudas respec-
to al "desarrollo local", por las incertidumbres que sigue generan-
do el modelo macroeconómico. Se deben buscar siempre nuevas
alternativas y pensar que las experiencias de distintas ciudades y
regiones no necesariamente pueden aplicarse a todas. Rosario,
por su escala urbana, por tradición, por disponibilidad de recur-
sos naturales, por continuidad de sus políticas, parte de una si-
tuación inicial que, posiblemente, explique hoy el éxito en los
resultados analizados.
Finalmente, si bien se entiende que es fundamental para la
gestión local la presencia de los actores del medio y la revalorización
de los propios recursos, no puede desconocerse que se necesita
34
A partir del reconocimiento del PNUD se realizó a principios de este año (2004) la
Feria de la Gobernabilidad -reunión que convocó a numerosas autoridades de diferentes
municipios de toda América Latina- donde se expusieron las políticas públicas en la materia
de la municipalidad de Rosario.

406
"complementar" esta escala con otra de carácter nacional, que
armonice y contenga los logros dentro de un contexto de país.
Las ciudades frente a la globalización pueden resultar indefensas,
siendo necesaria una visión amplia e integral del desarrollo que
las contenga y políticas que las respalden.

ANEXO
ROSARIO EN EL PAÍS

ROSARIO CONSTITUYE la ciudad cabecera de un conjunto de comunas


y municipios que conforman el Área Metropolitana Gran Rosario,
cuya población es aproximadamente de 1 '300,000 habitantes. De
acuerdo con estimaciones realizadas, su producto bruto geográfico
representa el 50 por ciento del provincial y entre un 4.5 y 5 por
ciento del producto interno bruto de Argentina.
Las características económicas distintivas se derivan de la
posición estratégica que ocupa como nexo entre la región agríco-
la pampeana y los mercados mundiales, así como entre las diver-
sas regiones del país, en virtud de su situación geográfica (a orillas
del Río Paraná) y la infraestructura construida.
Se conforma, en las primeras décadas del siglo XX, un impor-
tante cordón industrial base de la extensión y el desarrollo del
área, concentrándose en él algunas de las ramas más exportadoras,
como son la aceitera y frigorífica.
Su economía se ha diversificado ofreciendo también una se-
rie de servicios. La ciudad se convierte así en un centro de atrac-
ción comercial del área.
El proceso de transformación y globalización impactó fuer-
temente la región, produciéndose una marcada reestructuración
del mercado de trabajo. Durante la década de los noventa ha
experimentado, serios problemas de empleo, más agudos que en
el promedio del país, lo que ha influido en la calidad de vida de
sus habitantes.
En la actualidad, como consecuencia de la devaluación de
diciembre de 2001, hubo cambios considerables que, nuevamen-

407
te, perjudicaron a algunos sectores y beneficiaron a otros. La sa-
lida de la convertibilidad cambió la relación de precios relativos
entre los bienes de origen doméstico y los importados, brindando
algunas perspectivas favorables a las empresas, al disminuir los
competidores extranjeros o al poder competir en condiciones más
favorables en los mercados externos; de este modo el sector indus-
trial parece tener nuevas posibilidades. En el mercado interno, las
empresas están ocupando a pleno su capacidad productiva y el
empleo comienza a recuperarse, aunque más lentamente que lo
deseable frente a muchos años de crisis.

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contenidos del Programa (inédito).

410
MAGDALENA BARROS NOCK

La participación de pequeños empresarios


de origen mexicano en el desarrollo local de
ciudades rurales en California.
Un estudio de caso

INTRODUCCIÓN

E STE CAPÍTULO tiene como objetivo estudiar la participación de


mexicoestadounidenses y mexicanos inmigrantes que han
podido abrir sus propios negocios en el desarrollo local de sus ciu-
dades localizadas en las zonas rurales de California. Para lo cual
se tomó como estudio de caso la ciudad de San Miguel1 localiza-
da en el fértil valle de Santa María en la costa central de Califor-
nia. San Miguel tiene aproximadamente 6,000 habitantes de los
cuales más del 85 por ciento son de origen mexicano. Como San
Miguel existen más de 150 comunidades en las zonas rurales de
California (Palerm, 1997) donde la población de origen mexica-
no compone la mayoría de la población, situación que está produ-
ciendo cambios importantes en las comunidades, los cuales son
necesarios documentar y analizar. Uno de los más importantes
ha sido la creciente participación de la población de origen mexi-
cano en el desarrollo local de estas comunidades.
Como veremos más adelante conforme los inmigrantes se han
ido asentando en las comunidades rurales, han ido apropiándose
de diversos espacios sociales, económicos y políticos en las comu-
nidades donde viven. Cuando familias enteras empiezan a llegar
a Estados Unidos y los inmigrantes empiezan a tener a sus hijos con
ellos, la relación con las escuelas se incrementa, convirtiéndose
en uno de los primeros espacios fuera del trabajo, de interacción y
participación tanto para los niños como para los padres de fami-
1
El nombre de la ciudad así como de las personas mencionadas fue cambiado para
respetar su privacidad.

411
lia (véase García, 1992) con la sociedad receptora. El creciente asen-
tamiento de inmigrantes mexicanos en las zonas rurales ha posibi-
litado la emergencia de pequeños emprendedores y comerciantes.
Este grupo de actores poco a poco se ha ido interesando por los
asuntos de la ciudad que aquejan sus negocios, lo cual los motiva
a participar en las instituciones políticas-administrativas locales.
En este último grupo se enfoca este capítulo. Me interesa presen-
tar una breve historia de San Miguel desde la perspectiva de los
inmigrantes mexicanos que han podido dejar el trabajo en el cam-
po y desarrollar sus propios negocios. Quiénes son y cómo fueron
interesándose y participando en el desarrollo local de sus comuni-
dades, son algunos de los temas que abordaré. Brevemente presen-
to los grupos de poder que históricamente fueron surgiendo en
San Miguel y que durante las elecciones de concejales de 2003, año
en que llevé a cabo el trabajo de campo, se hicieron más aparen-
tes. La contienda electoral resaltó las alianzas existentes en esta
pequeña ciudad; las personas se agruparon y organizaron para
apoyar a sus candidatos favoritos, verbalizando sus preferencias
y diferencias, así como lo que esperaban de sus candidatos una
vez electos. En este capítulo describo brevemente la visión que
cada grupo tiene sobre las características que el desarrollo local
de su ciudad debería de tener. Esto nos permitirá conocer un poco
más lo que sucede en las vidas de los mexicanos en las pequeñas
ciudades rurales de California.2
Pero, ¿qué significa desarrollo local? Es un concepto que ha
adquirido popularidad en las últimas décadas y sin embargo lo
encuentro difícil de definir teóricamente, ya que como comenta
Sforzi no pertenece a ninguna disciplina en específico y por lo tan-
to "está a merced de quien lo usa" (mismo libro: 29). ¿Qué es lo que
nos puede dar este concepto que no nos hayan dado otros concep-
tos como desarrollo regional, desarrollo económico, sustentabilidad,
globalización, modernización? Conceptos que se han utilizado para
tratar de analizar procesos sociales, económicos y políticos que
2
Los resultados presentados en este capítulo forman parte de una investigación en
curso entre CIESAS y el departamento de Antropología de la Universidad de California Santa
Bárbara, con financiamiento de Conacyt y UC-Mexus.

412
denotan desarrollo y crecimiento, territorialidad y espacio. Se han
realizado conferencias y coloquios sobre desarrollo local donde
se han tratado de definir los alcances del desarrollo local. Autores
como Enríquez (2000), Vázquez (2000) entre otros, lo relacio-
nan con desarrollo económico local. Sin embargo, es necesario
ver no sólo las variables económicas sino también sociales, cultu-
rales y políticas para poder comprender los alcances y posibilida-
des de cambio en los procesos de desarrollo local en una comu-
nidad o espacio determinado.
Un punto en que la mayoría de los investigadores estamos
de acuerdo es que desarrollo local está relacionado al concepto de
territorialidad. De aquí que en la antropología se ha hecho hinca-
pié en el efecto de la acción de los actores sobre un espacio deter-
minado. Es aquí donde puede haber confusiones con otros concep-
tos, ya que desarrollo local puede incluir no sólo una ciudad, puede
incluir un municipio, una región, etcétera. Como cuestiona Enrí-
quez (2001) "¿Cuál es el espacio mínimo para el desarrollo local?".
Quisiera mencionar la discusión que se lleva a cabo entre
antropólogos y sociólogos sobre la necesidad de discutir lo local
junto con lo global. Es decir, el estudio de lo local, tiene que ver-
se en relación con lo global, el proceso de globalización junto con
el proceso de localización. Giddens define a la globalización "como
la intensificación mundial de las relaciones sociales, las cuales unen
localidades distantes entre sí, de tal manera que los sucesos locales
son moldeados por eventos que ocurren a muchos kilómetros de
distancia y viceversa" (1990: 64). Aquí la globalización abarca una
variedad de procesos y de actores sociales y por lo tanto se relacio-
na directamente con transformaciones locales.
El término localidad se refiere, no sólo a una noción geográfi-
ca, sino a un espacio social específico, como dice Ploeg, "al contex-
to en el cual la acción social adquiere y refuerza su especificidad"
(Ploeg, 1992: 38; véase también Marsden y Murdoch, 1990). En
este sentido el análisis de las estrategias y negociaciones con las
cuales responden los comerciantes y sus familias en la sociedad
receptora son cruciales para entender la expresión local de la rees-

413
tructuración global de la agricultura capitalista californiana. Si-
guiendo a Ploeg:

la localidad y la heterogeneidad están reconstituidas, no son


únicamente repeticiones de otras expresiones anteriores. Vuel-
ven a reemerger como un repertorio de nuevas respuestas estra-
tégicas a las tendencias y relaciones dominantes que contienen
una "huella" innegable hacia la estandarización (1992: 21).

No sólo es el desarrollo económico mas amplio lo que deter-


mina las características particulares de estas pequeñas ciudades
rurales, sino que este desarrollo está influenciado también por
las situaciones sociohistóricas específicas de las cuales derivan los
actores sociales sus estrategias y añaden un sentido local a los pro-
cesos de globalización. Los mexicanos participan de manera activa,
implementando diversas estrategias para incrementar su espacio
de maniobra. En las organizaciones locales, las empresas familiares
y las instituciones locales, es posible distinguir respuestas hetero-
géneas selladas culturalmente.
Por tanto, la globalización debe considerarse como contradic-
toria y heterogénea, no como una tendencia lineal homogeneizante.
Es necesario investigar las situaciones locales para entender, cómo
es que los inmigrantes mexicanos en cada localidad participan en
su desarrollo local y actúan e interpretan las tendencias globales.
Las estrategias individuales y colectivas tales como la creación de
organizaciones locales, empresas familiares, el uso de redes sociales,
el parentesco y los vínculos rituales, moldean los intentos de parti-
cipar, ser exitosos y competitivos en sus negocios. Esto se logra de
diversas maneras, dependiendo de los factores geográficos, econó-
micos, políticos, sociales y culturales que intervienen a nivel local
en cada caso.
Relacionado con el análisis sobre la localidad está la cultura.
La cultura, estructura la manera en que los actores internalizan,
interpretan y le dan sentido a su realidad cambiante, y transfieren
esos significados y expectativas. Como declara Ploeg:

414
La cultura se encuentra en la coordinación específica entre las
relaciones internas y externas, entre la experiencia y la perspec-
tiva, entre el pasado, el presente y el futuro. La cultura no es
un fenómeno que esté "fuera" de las llamadas realidades "du-
ras" del mercado y la tecnología. Son los modelos cultura-
les... los que estructuran la interpretación de los mercados y
tecnología, y los cuales estructuran consecuentemente la "trans-
ferencia del significado", la "traducción" de, por ejemplo, las
tendencias de mercado en acción (Ploeg, 1992: 35).

En este sentido el desarrollo local está concebido como desarro-


llo "desde abajo", Sforzi lo define como "satisfacción de las nece-
sidades básicas de la población local, realizado a pequeña escala
y basado en la valorización del capital fijo (patrimonio natural,
las tradiciones, la cultura y los saberes culturales)" (mismo libro: 33).
Es importante en el estudio sobre desarrollo local reconocer
no sólo a los actores locales como responsables de su desarrollo
(Ramírez Velásquez mismo libro: 58), sino reconocer su capacidad
de respuesta y participación.
En nuestro estudio el ámbito local se refiere a la ciudad de San
Miguel, su desarrollo, como veremos, se ve afectado por el desarro-
llo de la agricultura capitalista en el valle de Santa Maria. Sin
embargo, en este trabajo no estamos estudiando las relaciones
de producción en la agricultura capitalista, sino la participación de
los mexicanos en el desarrollo local de la ciudad de San Miguel,3
y los actores en los que se centra este estudio son aquellos hom-
bres y mujeres que han podido abrir su propio negocio en la zona
urbana como restaurantes, tiendas de abarrotes, supermercados,
tiendas de ropa, etcétera.
Este artículo está divido en dos partes, en la primera, presen-
to brevemente los diferentes grupos étnicos que fueron poblando
San Miguel poniendo especial atención al grupo de los comer-
ciantes. Este grupo social, después de los dueños de los ranchos
3
Este trabajo se basa en datos recabados durante tres meses de trabajo de campo: agosto,
septiembre y octubre de 2003 en la ciudad de San Miguel. Se llevó a cabo observación parti-
cipante, se hicieron entrevistas a alrededor de 60 informantes y 10 genealogías.

415
y las agroindustrias,4 debido a su actividad económica son los que
tienen mayor interés en participar en los asuntos de la ciudad y
las instituciones locales. En la segunda parte, presento a grandes
rasgos los grupos de poder actuales que se han formado en torno
a las elecciones de concejeros y alcalde en los últimos años y la
participación de las familias de descendencia mexicana en estos
eventos y sus estrategias y objetivos.

EL PUEBLO DE SAN MIGUEL

EL PUEBLO de San Miguel fue fundado a finales del siglo XIX por
italianos, suizos, portugueses y escoceses que llegaron al valle en
busca de oportunidades económicas. Construyeron casas y abrie-
ron negocios en la parte norte del pueblo. También compraron
tierra y construyeron ranchos en el valle desarrollando granjas
familiares donde producían leche, ganado y granos para alimen-
tar el ganado.
La construcción del tren del Pacífico del Sur en 1880, trajo
trabajadores chinos al valle. Una vez terminadas las vías algunos
se quedaron a vivir en San Miguel y abrieron restaurantes y la-
vanderías, salones de juego y privados de opio. Vivían en la parte
trasera o superior de sus negocios.
En 1900 la compañía de remolacha de betabel Betteravia fue
construida en el valle de Santa María, la cual requería grandes
cantidades de mano de obra. Varios campamentos de trabajo
fueron construidos en el valle. Hombres solteros o casados sin sus
familias vinieron a trabajar en la agroindustria de remolacha y en
los campos agrícolas. Mexicanos empezaron a llegar al valle a tra-
bajar a principios de siglo para esta compañía, algunos contrata-
dos a través de la embajada norteamericana en México, otros por
cuenta propia.
A principios del siglo XX inmigrantes japoneses llegaron a San
Miguel. En 1913 se aprobó una ley en Estados Unidos para pro-
teger al granjero angloamericano prohibiendo a los extranjeros
4
La agricultura es la principal actividad económica del valle.

416
ser dueños de la tierra. Los japoneses, cuando llegaron, trabajaron
como jornaleros agrícolas y en la agroindustria del azúcar. Con el
tiempo comenzaron a rentar o cultivar como medieros la tierra y
eventualmente compraron tierra a nombre de sus hijos nacidos
en Estados Unidos (Fisher, 1945: 10). Empezaron a introducir
frutas y verduras en sus tierras en el valle, iniciando importantes
cambios en la agricultura.
Los japoneses vivían en los campamentos para trabajadores
pero cuando empezaron a traer a sus familias a Estados Unidos,
se mudaron al pueblo. Pronto abrieron negocios a un lado de los
negocios de los chinos. Este fue el caso de la familia Tassati (entre-
vista con Matti, octubre de 2003) quienes abrieron su primer
mercado en 1921. Sin embargo, la mayoría de los comercios se-
guían en manos de los europeos. Los agricultores vivían en San
Miguel y en los ranchos de los alrededores y ellos eran quienes
participaban en la toma de decisiones sobre el desarrollo local a
seguir en el pueblo.
San Miguel se convirtió en un importante centro comercial y
de distribución en el valle. La agricultura en el valle, fue desde en-
tonces, una actividad floreciente con necesidad de mano de obra.
Para los años treinta, el 83 por ciento de la tierra era utilizada
para la cría de ganado y la producción de alimento para ganado,
la cual producía la mitad del valor de la producción agrícola del
valle. El otro 17 por ciento de la tierra del valle su utilizaba en la
producción de frutas y verduras y generaba la otra mitad del
valor agrícola.
Para entonces San Miguel tenía 1,776 habitantes. Posterior-
mente llegaron los filipinos a trabajar en los campos y vivieron en
los campamentos para trabajadores donde habían vivido los chinos
y japoneses anteriormente. Debido a que los filipinos llegaron en
los años de la depresión se dice que no pudieron abrir negocios
como hicieron sus antecesores chinos y japoneses. Los bajos sala-
rios que recibieron en esos años no se lo permitieron. Sin embargo,
sí han existido restaurantes filipinos y en la actualidad hay uno
muy famoso en la calle principal. Los Okies que venían de los esta-
dos del medio oeste de Estados Unidos (Oklahoma) y los mexicanos

417
que desde principios de siglo buscaban trabajo en el valle, se unieron
al flujo de trabajadores migrantes que se dirigían al valle.
La mayoría de los comercios eran propiedad de anglosajones
y las instituciones político-administrativas eran controladas por la
mayoría blanca formada por granjeros que vivían en San Miguel
y sus alrededores. La población de trabajadores asiáticos y mexi-
canos vivía en los campos en barracas y algunos que ya habían
traído a sus familias y habían logrado un mejor puesto en el rancho
donde trabajan llegaron a vivir en pequeñas casas. Sólo unos pocos
habían logrado abrir algunos comercios en la avenida San Miguel,
pero su participación en la toma de decisiones locales era, según
los testimonios de los entrevistados, nula.

La ciudad de San Miguel

En 1946 San Miguel pasa a tener el estatus de ciudad incorporada.


Esto le permite tener sus propias autoridades locales, su propio
ayuntamiento y tener mayor libertad en las decisiones locales que
conciernen a su ciudad.
La Segunda Guerra Mundial trajo importantes cambios a San
Miguel. Por un lado, los japoneses fueron despojados de sus pro-
piedades y enviados a campos de concentración, por ejemplo la
familia Tassati perdió todas sus propiedades. Al final de la guerra
sólo unos cuantos regresaron a San Miguel, entre ellos la familia
Tassati, quienes con el tiempo volvieron a abrir su mercado en la
calle principal (entrevista con Matti, octubre de 2003). Esta fami-
lia es una de las más antiguas y respetadas de San Miguel.
En 1942 el Programa Bracero se inició y un flujo constante de
jornaleros agrícolas comenzó a llegar a San Miguel. Camiones lle-
nos de braceros llegaban cada año al valle de Santa María así como
trabajadores indocumentados en busca de trabajo. En los años cua-
renta la mayoría de los negocios seguía en manos de los europeos,
por ejemplo en 1947 un boliche fue construido por un portugués,
que ahora en día es uno de los distribuidores de carne más grandes
de California. También había un salón de baile, una pista para pa-
tinar y otros comercios.

418
Sin embargo, empiezan a surgir negocios, especialmente res-
taurantes y cantinas, de mexicanos que llegaron en los años veinte
y treinta y ahora en los cuarenta, ven la oportunidad de abrir un
negocio para servir a la creciente población de jornaleros mexica-
nos en San Miguel y sus alrededores. Tal es el caso del restauran-
te La Gracia y cantinas que abrieron para ofrecer entretenimiento
y alcohol a la población masculina solitaria que vivía por unos me-
ses al año en el valle, sin sus familias y personas queridas.

El auge agroindustrial

En los años cincuenta el valle experimentó un auge agroindus-


trial. En San Miguel y sus alrededores se construyeron 15 agroin-
dustrias, incluyendo invernaderos de flores y vegetales, plantas
fertilizadoras, constructoras de cajas, empacadoras. Estas agroin-
dustrias crearon 220 trabajos permanentes y aproximadamente
700 empleos temporales. Los braceros y ex braceros comenzaron
a vivir en el pueblo de San Miguel. Habitaban los cuartos de los
hoteles y rentaban los cuartos existentes en la parte trasera de
los negocios construidos en la calle principal de la ciudad. Para en-
tonces algunos braceros lograron establecer relaciones perma-
nentes con sus empleadores, lo que les permitía regresar a San Mi-
guel fuera del Programa Bracero y eventualmente se establecieron
en San Miguel trayendo a sus familias con ellos.
Las agroindustrias traían ingresos a la ciudad por medio de im-
puestos. Algunos rancheros se diversificaron abriendo negocios en
la ciudad, como es el caso del restaurante Far Foods cuyos dueños
son de origen suizo, quienes emigraron a San Miguel en 1925.
Primero compraron un rancho y criaron ganado. En 1958 compra-
ron el edificio donde ahora tienen uno de los restaurantes de carnes
estilo lejano oeste, el más popular del valle.
Sin embargo, las instituciones y decisiones sobre el desarrollo
local de la ciudad seguían siendo controladas por la población blan-
ca de origen europeo, aun y cuando la población inmigrante y en
especial aquella de origen mexicano iba en crecimiento.

419
Los mexicanos y las instituciones locales

En la década de los sesenta el fin del Programa Bracero (1964)


marca el inicio del asentamiento de mexicanos en forma constan-
te y creciente en San Miguel. En 1960 había 600 mexicanos en
San Miguel, es decir, 18.6 por ciento del total de la población total.
Para 1979 había 2,152 mexicanos, esto es, 66 por ciento del to-
tal. Al mismo tiempo se inicia lo que se llamó white flight, es decir, la
población blanca empezó a salirse de San Miguel y tomaron resi-
dencia en ciudades cercanas como Santa María, la cual se localiza
a siete millas de distancia. Santa María se convirtió en el centro
comercial más importante del Valle de Santa María y debido a que
la carretera principal se construyó cerca de ésta, creció a un ritmo
acelerado quitándole a San Miguel su importancia económica
como centro de distribución y abasto agroindustrial y comercial.
San Miguel pasó de ser el centro económico del valle al cen-
tro recreativo para mexicanos. Se convirtió en una ciudad donde
los jornaleros y trabajadores de las agroindustrias podían ir a beber
a las cantinas y billares, y ver películas mexicanas en el teatro. Con
frecuencia venían artistas y cantantes mexicanos a entretener a
la población inmigrante de la zona, por ejemplo se dice que Can-
tinflas estuvo en San Miguel. El número de restaurantes que ofre-
cían comida mexicana creció atrayendo a población de origen mexi-
cano de todo el valle quienes venían a pasar su fin de semana a
San Miguel con la esperanza de revivir un poco de México. Los
mariachis paseaban por las calles en las noches proveyendo a los
clientes con canciones. El hecho de que San Miguel esté localizada
junto al mar cerca de las dunas la hace un lugar atractivo para días
de campo. Esta situación también atrajo drogas y prostitución.
Visto desde la perspectiva de los pequeños empresarios, San
Miguel se convirtió en un espacio donde los inmigrantes mexi-
canos pudieron probar su capacidad empresarial y abrir sus pro-
pios negocios. Poco a poco los mexicanos se fueron apropiando de
los espacios que los anglosajones dejaron libres cuando se fueron
a Santa María. El estilo y objetivo de los comercios cambió. Nue-
vos restaurantes abrieron, y la comida mexicana dominó el pano-

420
rama culinario de San Miguel, aun cuando existían otros estilos
como, la comida tejana, filipina, china, y pizzas. En los años seten-
ta se construyó el primer centro comercial "mall" en Santa María,
el cual compite fuertemente con los negocios de San Miguel.
En los sesenta los mexicoestadounidenses empiezan a partici-
par en las instituciones locales, por ejemplo Raúl, un mexicoesta-
dounidenses cuya familia llegó en los veinte, participa como con-
cejero en el ayuntamiento y como alcalde eventualmente. Aun
como minoría en los puestos de la ciudad, los mexicoestadouni-
denses empiezan a participar en las instituciones políticas de su
ciudad. En esta época eran pocos los mexicanos que participaban
en las decisiones de la ciudad. Para poder participar es necesario
ser ciudadano. En ese entonces aun la mayoría de la población
mexicana era, o indocumentada o tenía permiso para trabajar,
pero muy pocos tenían la ciudadanía. Poco a poco empezó San
Miguel a habitarse por una creciente población mexicana sin
posibilidades de votar y una pequeña población anglosajona que
era la que tomaba las decisiones de la ciudad y un pequeño grupo
de mexicoestadounidenses que empezaban a participar en la
política local, siguiendo las pautas impuestas por los blancos no
hispanos. Esto llevó a que muchas de las decisiones de la ciudad
se tomaran por un grupo muy pequeño de personas. Situación que
llevó a que los intereses de la mayoría, poco a poco dejaran de ser
representados. Esta situación ha sido descrita para otras ciudades
similares del Valle Central (Díaz, 2005).
No obstante, cambios importantes estaban sucediendo entre
la población mexicana. Migrantes mexicoestadounidenses de otros
estados llegaron a San Miguel atraídos por la oferta de trabajo
agrícola y los buenos salarios en California. También es de men-
cionarse el movimiento de César Chávez que tendría un impacto
muy importante en la vida económica y política de los jornaleros
agrícolas y en la vida de los mexicanos inmigrantes. Sería el inicio
de la toma de conciencia de las posibilidades y derechos del mexi-
cano, como trabajador y ciudadano en Estados Unidos. Los habi-
tantes de San Migue] participaron activamente en el movimiento
sindical (García, 1992) lo cual se reflejaría más adelante en su
interés por su ciudad.
421
El asentamiento de mexicanos en San Miguel

La principal actividad económica del valle era y sigue siendo la agri-


cultura y su agroindustria. Para finales de los setenta y principios
de los ochenta la agricultura sufre una serie de cambios descritos
como una reintensificación de la agricultura (véase Palerm, 1998).
La producción de frutas y verduras, especialmente la fresa, la lechu-
ga y el brócoli, es introducida en forma masiva en el valle, lo cual
incrementa la demanda de trabajo. El incremento en el uso de tecno-
logía alarga las cosechas. Los salarios se incrementan. Este incre-
mento de oferta de trabajo durante el año, da la posibilidad al
trabajador agrícola de permanecer por periodos más prolongados
y establecerse en Estados Unidos. La actividad de empaque es
introducida en el campo, lo que lleva al cierre de las empacadoras
en San Miguel.
El cierre de las empacadoras, y el incremento de la población
de jornaleros en el pueblo, atrajo a una población con un ingreso
menor en el pueblo y por lo tanto menores impuestos para la
ciudad. Para los años ochenta, el 74 por ciento de la población
de San Miguel era mexicana. La población mexicana se ve en posi-
bilidades de comprar casas en San Miguel.
Aunado a esto, la amnistía en 1986 les dio la posibilidad a mu-
chos inmigrantes de obtener su residencia y posteriormente su
ciudadanía. Con el programa de reunificación familiar muchas fa-
milias volvieron a integrarse en San Miguel. Empresarios que
entrevisté, pudieron arreglar sus papeles en la amnistía, hecho
que cambió sus perspectivas sobre su futuro en Estados Unidos
(Barros, 1997).
En los ochenta la mayoría de los negocios se dedicaban a cu-
brir las necesidades de la agroindustria, así como de los jornaleros
y sus familias. El 45 por ciento de los dueños de los negocios eran
de origen mexicano, 10 por ciento asiático y 45 por ciento anglo-
sajón (García, 1992).
Las familias en San Miguel piden que se ponga fin a la pros-
titución y la venta de drogas en el pueblo. Se llevan a cabo tres
redadas en la calle principal.

422
San Miguel estaba cambiando. Para los noventa las cantinas
se estaban cerrando y los negocios dirigidos a la familia mexicana
estaban abriendo sus puertas al público: restaurantes con comida
para llevar (productos que las familias compran para comer en
la playa, los parques, en casa frente a la televisión), tiendas con ropa
para ocasiones especiales como fiestas de 15 años, bautismos,
confirmaciones, primera comunión, botas de piel exóticas, música
y películas mexicanas, botas de trabajo, etcétera.
En 1990 la ciudad decide que el alcalde sea electo por voto
directo. De esta manera los habitantes tendrían mayor control
sobre quién dirige su ciudad y los proyectos que les interesa apoyar.
Pero pasarían 14 años para que un mexicoestadounidenses fuera
electo alcalde de la ciudad.
Para 2002 el 84.5 por ciento de la población era de origen mexi-
cano. ¿Qué significa en el desarrollo local de San Miguel este
incremento de la población de origen mexicano? Y, ¿qué tipo de
desarrollo local tiene la población de origen mexicano en mente?

ALIANZAS Y ESTRATEGIAS

COMO HEMOS VISTO, San Miguel poco a poco pasó de ser una ciudad
habitada por europeos que se dedicaban a la agroindustria y el co-
mercio, a ser una ciudad donde la mayoría de sus habitantes son
jornaleros agrícolas de origen mexicano. Esta situación ha llevado
a la ciudad a tener bajos ingresos fiscales, ya que su base fiscal ha
decrecido y ha llegado a ser considerada una zona de escasos ingre-
sos. Por lo tanto, las autoridades locales y del condado se han abo-
cado a formular planes para sacar a la ciudad de su estado de
"pobreza".
De acuerdo con datos de la Cámara de Comercio de San Mi-
guel, en 2003, aproximadamente 85 por ciento de los dueños de
los negocios de San Miguel eran de origen mexicano. Los negocios
se habían transformado. San Miguel está localizado junto a las
dunas, por lo tanto puede ser atractivo para los turistas en el
verano y durante los fines de semana, lo que ha llevado a una
proliferación de restaurantes en la calle principal. También hay

423
negocios para la población local como delis que venden comida
corrida para los jornaleros y trabajadores del pueblo, dos billares,
bares, mercados, tiendas de ropa, zapatos, videos, joyerías, músi-
ca y abarrotes. Estos pequeños negocios tienen dificultades para
sobrevivir en una pequeña ciudad donde la mayoría de la pobla-
ción vive del trabajo del campo con salarios bajos. Y además
tienen que competir con las grandes tiendas y centros comercia-
les de Santa María, que se encuentran a siete minutos.
A grandes rasgos, se puede decir que en 2003 había entre otros,
tres grupos visibles en San Miguel, a los que algunos comercian-
tes se unían cuando les convenía o eran invitados o estimulados
a unirse. Sin embargo, muchos de ellos preferían no intervenir en
la política local directamente aunque se daban cuenta que lo que
sucedía en el ayuntamiento les afectaban directamente en sus
casas y en sus negocios. Una vez habiendo comprado casa y
abierto su negocio en Estados Unidos, los mexicanos perciben la
ciudad y lo que sucede dentro de ella de una manera distinta, sus
intereses en Estados Unidos cambian así como su interés en par-
ticipar en el desarrollo local de su ciudad. Como comenta un
comerciante:

Al abrir mi tienda me di cuenta del montón de cosas que tenía


que hacer con la ciudad, permisos, licencias y luego, que arre-
glen mi banqueta. Por ejemplo decidieron poner esas macetas
que estorban cuando tengo que descargar mi mercancía, en-
tonces tuve que ir a las reuniones del concejo de la ciudad y
poner mis quejas y así empecé a involucrarme en los asuntos
de la ciudad. Cuando abres un negocio tienes que participar
porque todo lo que pasa aquí te afecta. La diferencia con Méxi-
co es que aquí puedes ir a una reunión y decir lo que piensas
(entrevista con Luis, septiembre de 2003).

Dependiendo de la década en que llegaron a Estados Unidos


y el tiempo que llevan en San Miguel se pueden distinguir tres gru-
pos, los old comers (los que llegaron antes) este grupo está forma-
do por europeos, asiáticos y méxicoestadounidenses. Hay un según-

424
do grupo, que son llamados los new comers en general llegaron en
los setenta y ochenta, muchos de ellos, familiares de los anterio-
res mexicanos (old comers), con papeles o indocumentados, con
hijos nacidos en Estados Unidos y que por tanto son ciudadanos.
Tienen algunos aliados de origen asiático y europeo. Y existe un
tercer grupo que llamaré "los recientes" formado por anglosajo-
nes que están regresando a San Miguel, que son personas de la
tercera edad y familias que buscan casas de menor precio y por
artistas y profesores que quieren regresar a la naturaleza y buscan
regresar a pequeñas comunidades que no estén "corporatizadas",
es decir, llenas de malls. San Miguel aún conserva ese estilo de
pequeña ciudad rural californiana que está atrayendo anglosajo-
nes defensores del medio ambiente y no olvidemos que está loca-
lizada junto al mar. Como vemos ya ninguno de estos grupos es
100 por ciento de origen europeo o 100 por ciento de origen
mexicano.
Estos grupos tienen diferentes objetivos dependiendo de sus pro-
pios intereses y percepciones de lo que debería de ser el desarrollo
de la ciudad. Trataré de esbozar en términos generales algunos de
los puntos principales que algunos de ellos mencionaron en las
entrevistas.
En 2003 estaba como presidente municipal un filipinoestadou-
nidense quien era alcalde desde 1998. Estaba respaldado por un
grupo de mexicoestadounidenses, y anglosajones, cuyas familias
habían llegado a San Miguel en su mayoría, antes de los años se-
tenta. Éstos eran lo que se puede llamar old comers. Este grupo con-
sideraba que lo que había que crear en San Miguel era empleos,
atraer industrias que pagaran impuestos a la alcaldía y por tanto
trajeran dinero a la ciudad. En cuanto a los negocios, ellos tenían
una política conservadora de no dejar entrar al pueblo a las gran-
des cadenas como McDonalds, Burger King, etcétera, para pro-
teger a los pequeños comercios y restaurantes. Su imagen del pue-
blo es desarrollarlo como un pueblo turístico aprovechando el hecho
de que cuenta con unas dunas muy hermosas, para que puedan
venir de otros pueblos del valle a pasar los fines de semana y el ve-
rano. Para atraer industrias es importante preservar la zona indus-

425
trial que tiene el pueblo. Debido a que San Miguel está rodeado
de agricultura, el uso del suelo está restringido y es muy difícil cons-
truir nuevas casas y negocios. Para poder cambiar el uso del suelo
adentro de la ciudad se tiene que contar con la aprobación del
alcalde y los concejeros, los cuales toman sus decisiones después
de oír las opiniones del pueblo y del administrador de la ciudad,
proceso que puede llevar varios años. A este alcalde se le estaba
acusando de utilizar los fondos de la alcaldía para uso personal.
Tenía un proceso legal en su contra.
El grupo opositor estaba liderado por Fernando, un mexicano
inmigrante que había llegado a San Miguel en los años setenta
aunque parte de su familia había llegado a San Miguel desde los
años cuarenta. Fernando no tiene la ciudadanía, sólo la residen-
cia, pero sus tres hijos nacieron en Estados Unidos y son ciuda-
danos. Fernando llegó trabajando en el campo como jornalero
agrícola. Con sus ahorros compró un camión y empezó transportan-
do fertilizante. En cuanto pudo compró una casa derruida en el
pueblo y con sus manos la compuso y la rentó. Al poco tiempo com-
pró la segunda. Poco a poco fue creciendo su negocio, ahora es
dueño de casas y locales que renta en la calle principal y otras zonas
de la ciudad, con sus hijos es dueño de un negocio de infraestruc-
tura de riego y una constructora. Es uno de los hombres mexicanos
más ricos del pueblo. Cansado de no ser escuchado sobre los asun-
tos del pueblo y de ver que los fondos de la ciudad se usaban para
beneficio de unos cuantos, él y sus hijos decidieron participar en
la política local. Su hijo mayor, quien nació en Estados Unidos y
es ciudadano, participó en las elecciones como concejal.
Fernando es considerado coloquialmente como el cacique5 del
pueblo por sus opositores. Se le dice cacique6 por su riqueza perso-
5
Fernando ha llegado a utilizar algunas prácticas de presión sobre sus inquilinos para
conseguir su apoyo en las juntas de la ciudad. Por ejemplo, algunos comerciantes que le
rentan locales a Fernando, me comentaron durante las entrevistas, la forma como Fernando
mencionaba en la plática la posibilidad de aumentar o no la renta ese año, dependiendo de
las intervenciones a su favor en las reuniones en el ayuntamiento.
6
El cacique en México es comúnmente definido como un intermediario, que obtiene
ganancias en términos económicos y de poder debido a su posición. Salmerón define a los
caciques como "intermediarios ... (que)... suelen emprender maniobras complejas y sofistica-
das, además de manipular recursos de diversa índole, aspectos ideológicos o de cultura políti-
ca, diferencias étnicas o religiosas, para mantener e incrementar su poder." (1984: 122).

426
nal y su conocimiento sobre el funcionamiento de las instituciones
estadounidenses, el cual obtiene en gran parte gracias a sus hijos.
Sin embargo, no actúa como intermediario entre los representan-
tes del gobierno estadounidense y la comunidad mexicana.
Conforme la riqueza económica de Fernando fue creciendo así
fue creciendo su poder en la comunidad; sin embargo, su influencia
en la política local fue casi nula hasta 2001. Como él mismo lo
dijo en una entrevista: "las decisiones locales están en manos de
los gabachos y los mexicanos que los apoyan ya son gabachos tam-
bién" (entrevista con Fernando, octubre de 2003).
Después de discutirlo y pensarlo entre ellos, sus familiares y
amigos, decidieron que uno de ellos se postularía para consejero
de la ciudad. En 2001, su hijo mayor, Miguel, decidió postularse
para consejero.
Miguel nació en San Miguel y creció con la influencia de su
padre pero también con la influencia del sistema educativo de
Estados Unidos, y aunque este es un tema que necesita ser estu-
diado con profundidad, Miguel aprendió de la escuela y del medio
en el que se ha desarrollado "otra" manera de hacer las cosas, como
él expresó en una entrevista: "vamos a cambiar las cosas como se
hace aquí, por medio del voto, democráticamente, porque la gente
quiere un cambio, los mexicanos queremos ser oídos" (entrevista
con Miguel, octubre de 2003).
Miguel, representa a la segunda generación de mexicanos, a los
mexicoestadounidenses que están interesados en participar en el
desarrollo local de sus comunidades y de su país, sin olvidar su ori-
gen y sus raíces. Padre e hijo son muestra de dos tipos de liderazgo»
que toman aspectos de dos culturas para poder atraer a otros a sus
proyectos políticos y llevar a cabo sus objetivos.
Tanto Fernando como Miguel, como líderes de la comunidad
tienen que demostrar que buscan el beneficio de la comunidad y
es aquí donde han surgido las preguntas y dudas sobre los objeti-
vos de Fernando a quien se le ha acusado de buscar su beneficio
propio y sólo buscar su propio enriquecimiento. Sin embargo,
aquellos que cuentan con su favor se sienten apoyados y protegidos.

427
Su grupo de apoyo consiste en familias, compadres, amigos, paisa-
nos y vecinos interesados en algunos de sus objetivos y proyectos.
En 2002 la familia y amigos hicieron campaña en todo el pue-
blo. Siguieron varias estrategias. Por un lado fueron de casa en casa
hablando con las familias mexicanas sobre la necesidad de ser oídos,
de que los mexicanos participaran activamente en los asuntos de
la comunidad. Para lo cual era necesario votar y elegir a descen-
dientes de mexicanos. Para ello ayudaron a todo aquel que quisie-
ra hacer los trámites necesarios para adquirir su ciudadanía, como
por ejemplo tomar las clases de inglés necesarias o llenar los formu-
larios. En 2003 fue electo concejal. Decidió continuar su carrera
en la alcaldía y en 2004 fue electo alcalde. Esta ha sido una de las
elecciones donde más gente ha votado, por lo general el porcenta-
je de votantes en relación con los votantes registrados va de 58 a
61 por ciento, en 2004 votaron 71.56 por ciento (Certified Gene-
ral Election, nov. 2,2004, Santa Barbara County), la votación más
alta de San Miguel. Muchos atribuyen esta votación a la campaña
de Miguel. En 2006 fue electo de nuevo alcalde.
En general, Miguel y sus seguidores quieren impulsar el desarro-
llo local de San Miguel atrayendo capitales a la ciudad e inversio-
nistas para impulsar su lado turístico, pero sin tantas restricciones
a las cadenas comerciales como otros grupos han pensado. Como
alcalde ha impulsado la construcción de inmuebles. Debido al alza
en el costo de las casas, San Miguel se convirtió en un lugar muy
atrayente para las constructoras y 900 casas se van a construir en
la parte sur de la ciudad. También apoya la juventud y la ciudad
arregló el parque para que se reiniciaran los juegos de béisbol y
fútbol. Ha conseguido una serie de apoyos económicos para que
los comerciantes de la calle principal puedan arreglar las fachadas
de sus negocios. El desempleo en San Miguel bajó de 12 por ciento
a 5 por ciento en dos años (entrevista con Miguel, abril de 2007).
En términos generales, podemos decir que aquellos que llega-
ron antes de los setenta tienden a coincidir con una ideología re-
publicana conservadora. Los que llegaron alrededor de los setenta
y posteriormente, dicen estar interesados en el bien de la comuni-
dad mexicana y en los latinos en general. En este caso vemos cómo

428
la inserción en la comunidad y la formación de grupos políticos
en algunos casos es más fuerte que los lazos de la familia. Fernando
y Miguel tienen una serie de destrezas que los hacen líderes hábi-
les de la comunidad y que los complementan uno con el otro:
Fernando no habla inglés, y Miguel es bilingüe, Fernando tiene
maneras como hemos visto de "convencer" a otros de apoyar sus
proyectos y Miguel conoce el sistema político estadounidense.
El proyecto de desarrollo local y sus objetivos no están bien de-
finidos como en otros casos. Por ejemplo, Daniel Díaz en su es-
tudio en la ciudad de Mcfarland (Valle Central) encontró a un
grupo que se autodenomina el "Grupo de los Nueve" que tiene
como objetivo mejorar la situación de los mexicanos, documenta-
dos e indocumentados en la ciudad de Mcfarland, e incrementar su
participación económica y política en el desarrollo de la ciudad
(Díaz, 2005). Algunos de los líderes de este grupo habían partici-
pado activamente en el movimiento de César Chávez a finales de
los sesenta y su discurso abogaba por apoyo a la población mexi-
cana y mayor participación en las decisiones locales que se refle-
jara en una mejor calidad de vida para el jornalero agrícola y su
familia. En San Miguel ninguno de los dos grupos menciona a los
jornaleros agrícolas indocumentados y sus familias que viven en
su comunidad.
Los "viejos" y los "nuevos" tienen ahora que interactuar y nego-
ciar con el tercer grupo: los "recientes", que quieren conservar los
recursos naturales, proteger las dunas, poner restricciones a las ca-
denas comerciales, en pocas palabras regular el desarrollo local de
San Miguel. Su interés no está en crear empleos o en mejorar el
nivel de vida de los jornaleros agrícolas.

COMENTARIOS FINALES

LA CRECIENTE migración de mexicanos a San Miguel y su asenta-


miento en esta ciudad ha llevado a la creciente participación de
los mexicanos en la política y la toma de decisiones locales. En San
Miguel cuando se produjo el llamado white flight o salida de los
blancos, se abrieron espacios para que los mexicanos y sus descen-
dientes participaran en varios de éstos. El comercio fue uno de

429
ellos y más recientemente el ayuntamiento. A lo largo de su histo-
ria hemos visto cómo se han ido formando diferentes alianzas en
San Miguel donde varios miembros de los diversos grupos étni-
cos que fueron llegando a San Miguel se integraron lentamente.
Aunque por décadas, en el ayuntamiento, los blancos de origen
europeo continuaron teniendo el control aun y cuando poco a poco
se fueron convirtiendo en una minoría en la ciudad.
Diversos factores han intervenido en la formación y cohesión
de estos grupos. Uno de los principales ha sido la época de arribo
a San Miguel. Así tenemos los viejos u old comers quienes llegaron
antes de los setenta y tienen ciertos intereses en común y los nue-
vos o new comers, que son en su mayoría mexicanos y sus descen-
dientes. Para los "nuevos" en su discurso hablan de un desarrollo
local donde se tome en cuenta las necesidades de la población
mexicana y es así como han atraído el voto de la población de
origen mexicano. Al tener concejeros de origen mexicano en el
ayuntamiento y al ser el alcalde mexicoestadounidense se puede
decir que han avanzado en este respecto.
Sin embargo, ¿de qué tipo de desarrollo local específicamen-
te se está hablando? y, ¿qué desarrollo local es el que beneficiará
a los cientos de jornaleros agrícolas con y sin documentos que
habitan en la ciudad?, esto es algo que no está definido y sólo el
tiempo nos dará una respuesta. Estos dos grupos tienen ahora
que negociar y lidiar con los ambientalistas en su mayoría anglo-
sajones, aunque también tienen adeptos de origen asiático, chu-
ma y mexicano, que quieren proteger las reservas naturales y por
tanto están luchando porque San Miguel no se desarrolle como
la han hecho otras ciudades. En este sentido, pugnan por frenar la
entrada de las cadenas comerciales y de las industrias. Este tercer
grupo tiene otra visión de lo que el desarrollo local de San Miguel
debe ser.
¿Cómo pueden estos grupos realmente influir en el desarrollo
local de la ciudad más allá de decidir qué banquetas son reparadas
o qué terrenos de la ciudad son reutilizados?, ¿podrán crear em-
pleos, cambiar o presionar a las grandes corporaciones a que su-
ban los salarios de los jornaleros agrícolas para que éstos tengan

430
ingresos decentes y así puedan pagar impuestos que se reflejen
en obras para la ciudad?, ¿qué tanto pueden realmente influir en el
futuro de la comunidad latina? Estas son preguntas que se tienen
que investigar. Sin embargo, lo importante que hay que resaltar,
es que los mexicanos han estado en San Miguel desde principios
del siglo pasado y han participado en su desarrollo local de dife-
rentes maneras a través de las décadas imprimiendo su desarrollo
con características propias de su cultura y a la vez adquiriendo y
aprendiendo nuevas existentes en la sociedad receptora en su pro-
ceso de integración. Poco a poco han ido teniendo mayor interés y
posibilidades de participar directamente en las decisiones concer-
nientes a los asuntos que aquejaban a su ciudad, especialmente
aquellos migrantes que pudieron salirse de trabajar como jornale-
ros agrícolas y pudieron abrir sus propios negocios. Sin embargo,
todos los habitantes de San Miguel, documentados o indocumen-
tados, a través del voto o a través de las relaciones cotidianas con
sus vecinos, amigos y familiares influyen en el desarrollo local de su
comunidad.

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Mexican American households in rural California community, UCSB.

431
GIDDENS, Anthony (1990), The Consequences of Modernity, Londres, Polity
Press.
MARSDEN, Terry, Philip Lowe y Sarah Whatmore (eds.) (1992), Labour and
Locality. Uneven Development and the Rural Labour Process, Londres,
David Fulton Publishers.
MARSDEN, Terry K. y Jonathan Murdoch (1990), "Restructuring rurality:
key areas for development in assessing rural change", Working Paper
4, ESRC Countryside Change Initiative, University of Newcastle.
PALERM, Juan Vicente (1997), "The Expansion of California Agriculture
and the Rise of Peasant-Worker Communities." Ponencia presentada
en la conferencia: Del pasado al futuro: nuevas dimensiones de la integra-
ción México-Estados Unidos, Mexico City, Mexico.
(1998), Las nuevas comunidades mexicanas en los espacios rurales de
los Estados Unidos de América, a propósito de una reflexión acerca del queha-
cer antropológico, Documento de Trabajo.
PALERM, Juan Vicente y José Ignacio Urquiola (1993), 'A binational system
of agricultural production: the case of the Mexican Bajio and Califor-
nia", en Daniel G. Aldrich, Jr. y Lorenzo Meyer (ed.) Mexico and the
United States Neighbors in Crisis The second in a series of conferences
proceedings sponsored by the University of California Institute for
Mexico and the United States (UC Mexus) EUA, The Borgo Press,
pp. 311-367.
PARÉ, Luisa (1975), "Caciquismo y estructura de poder en la sierra norte
de Puebla" Caciquismo y poder político en el México rural, México.
PLOEG, Jan Douwe van der (1992) "The Reconstitution of Locality: Tech-
nology and Labour in Modern Agriculture", en Marsden et al. (eds.),
pp. 19-43.
RAMÍREZ VELASQUEZ, Blanca Rebeca (presente texto) Escala local y desarrollo:
significados y perspectivas metodológicas.
SALMERÓN CASTRO, I. Fernando (1984), "Caciques. Una revisión teórica
sobre el control político local", Revista Mexicana de Ciencias Políticas y
Sociales, vol. xxx, núm. 117-118, jul.-dic, México, pp. 107-141.
SFOZI, Fabio (2007), "Del Distrito industrial al desarrollo local", en este
mismo libro.
VÁZQUEZ BARQUERO, Antonio (2000), "Desarrollo local y descentraliza-
ción: aproximación a un marco conceptual", Santiago de Chile, Pro-
yecto CEPAL/GTZ Desarrollo Económico Local y Descentralización,
División de Desarrollo Económico.

432
Acerca de los autores

ADELAIDA ESTHER PONCE ADAME. Licenciada en relaciones internacionales


por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y maes-
tra en cooperación internacional para el desarrollo por el Instituto
de Investigaciones José María Luis Mora. Sus áreas de especialidad
son: la dimensión internacional de los municipios; cooperación inter-
nacional para el desarrollo y para el desarrollo local y regional; así
como gobiernos locales y gestión pública para el desarrollo local y
regional. Profesora de carrera en el Instituto Tecnológico de Estudios
Superiores de Monterrey, impartiendo las materias de Política Exte-
rior de México y Perspectivas de la Agenda Mundial Contemporánea.
Publicaciones más recientes: "Dificultades del desarrollo y vinculación
externa de los municipios mexicanos: competitividad y cooperación"
en J. Mendoza, (2005), Políticas públicas: cambio social e institu-
cional, UAM, Unidad Iztapalapa. En noviembre del 2006, recibió el
Premio Iberoamericano Ángel Ballesteros, por su trabajo "Dificul-
tades y posibilidades de la cooperación internacional para el desarro-
llo local", a ser publicado en España por la Unión Iberoamericana de
Municipalistas.
ALFREDO HUALDE ALFARO. Doctor en estudios latinoamericanos y miembro
del Sistema Nacional de Investigadores nivel II. Entre 2003 y 2006
fue director del Departamento de Estudios Sociales en el Colegio de
la Frontera Norte en Tijuana donde trabaja desde 1990.Su investi-
gación reciente se centra en las relaciones entre conocimiento, territo-
rio y trabajo en la industria electrónica maquiladora y la industria
del software en la frontera norte de México. Su trabajo Aprendizaje
industrial en la frontera norte de México: la articulación entre el sistema
educativo y el sistema productivo maquilador obtuvo el premio de Inves-
tigación Laboral 1998 otorgado por la Secretaría del Trabajo. Ha
publicado artículos científicos en revistas mexicanas e internaciona-

433
les y ha sido asesor de la Organización Internacional del Trabajo,
Flacso Centroamérica y CEPAL. ES miembro del Board RC-30 de la
Asociación Internacional de Sociología y de otras asociaciones profe-
sionales. Su libro más reciente, publicado en 2005, se titula "Traba-
jo técnico, aprendizaje y trayectorias profesionales: tres estudios en
Baja California".
ALICIA INÉS CASTAGNA. Docente investigadora categoría I. Instituto de Inves-
tigaciones Económicas, Escuela de Economía, Facultad de Ciencias
Económicas y Estadística, Universidad Nacional de Rosario. Decana
de la Facultad periodo 1999-2007. Economista, Magíster en desarro-
llo económico, directora de la maestría en desarrollo y gestión
Territorial. Publicaciones recientes: "La salida de la convertibilidad:
impactos en las actividades productivas y el mercado de trabajo en
Rosario (Argentina)" en Globalización y territorio. Ajustes periféricos, Arquí-
medes ediciones, Río de Janeiro, Brasil. "Dinámica actual del sistema
productivo Gran Rosario". Libro Plan Fénix, Universidad de Buenos
Aires, Universidad del Litoral, Santa Fe 2007 (en edición) castagna®
citynet.net.ar
BERNARD TALLET. Doctor en geografía por la Universidad de Paris 1 Pan-
théon-Sorbonne. Investigador huésped en el CIESAS-Golfo, Xalapa
(Veracruz) de 2002 hasta 2006, dentro de un convenio de colabora-
ción entre el IRD de Francia y el CIESAS, programa de investigación sobre
las pequeñas agriculturas en el sur del estado de Veracruz. Geógrafo
de la Universidad de Paris 1. Docencia en geografía rural (Francia y
Unión Europea) y en estudios sobre el desarrollo (África). Trabajo de
investigación de 1980 hasta el 2002 en África del Oeste; en Burkina
Faso, sobre temas de migraciones, tenencia de la tierra y desarrollo
local. Desde 2002, en Xalapa, proyecto de investigación sobre las
transformaciones de los sistemas de actividades en la zona de los llanos
del río San Juan (municipios de Isla y Playa Vicente); estudios sobre
las nuevas formas de relaciones campo-ciudad. Publicaciones más
recientes: "Políticas agrarias, prácticas sociales y nuevos retos econó-
micos en el medio rural de Burkina Faso" en Políticas y regulaciones
agrarias. Dinámicas de poder y juegos de actores en torno de la tenencia de la
tierra, México, 2003. CIESAS, IRD, Porrúa. pp. 243-268. "¿Hacia un
nuevo ordenamiento del espacio rural en el sotavento veracruzano?"
(Con Rafael Palma, CIESAS-Golfo), en, Los espacios de la globalización. Muta-
ciones, articulaciones, interacciones", M. Estrada y P. Labazée (coords.). En
prensa, edición CIESAS-IRD. Cambios en un frente pionero: mercado de

434
tierras y ganaderización en las colonias agrícolas de Playa Vicente
(Veracruz), en Revista ULUA, Universidad Veracruzana, en prensa.
Correo: btallet@univ-paris1.fr
BLANCA REBECA RAMÍREZ VELÁZQUEZ. Profesora-Investigadora del Departa-
mento de Teoría y Análisis de la División de Ciencias y Artes para
el Diseño de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
Licenciada en geografía de la UNAM, con maestría en planeación
regional en la Universidad de Aberdeen en Gran Bretaña y Docto-
rado en Urbanismo por la UNAM. LOS campos de estudio de su prefe-
rencia son la geografía regional, urbanización regional, procesos y
políticas territoriales. Publicaciones recientes: "Del funcionalismo
industrial al funcionalismo de servicios: ¿la nueva utopía de la me-
trópoli posindustrial del valle de México?", en EURE, vol. XXXII,
núm. 95, 2006, Santiago de Chile, pp. 61-74., "Escalas territoriales y
agentes diferenciales en la integración de políticas de desarrollo", en
José Luis Calva (coord.), Agenda del Desarrollo 2006-2020, México,
UNAM y Editorial Porrúa, 2007. bramirez@correo.xoc.uam.mx.
DENISE SOARES. Doctora en antropología por la Universidad Nacional Autó-
noma de México (UNAM). Áreas de especialización: Educación ambien-
tal; Investigación participativa y socioambiental con enfoque de
género; Desarrollo regional. Experiencia profesional: investigadora
del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA). Publicaciones
recientes: Denise Soares (2006), "Mujeres, agua, leña y desarrollo:
estudio de caso sobre género y recursos naturales en los Altos de
Chiapas", en Verónica Vázquez, Denise Soares, Aurelia de la Rosa y
Ángel Serrano (coords.), Gestión y cultura del agua tomo II, IMTA-COLPOS,
México, pp. 293-312. Denise Soares (2006), "Género, leña y sosteni-
bilidad: el caso de una comunidad en los Altos de Chiapas", Economía,
Sociedad y Territorio, 21 (6): 151-175. Denise Soares, Lorela Castoreña
y Elena Ruiz (2005), "Mujeres y hombres que aran en el mar y en
el desierto: Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, B.C.S.", Frontera
Norte, 17 (34):67-102.
RABIO SFORZI. Profesor de teorías de desarrollo local en la Facultad de
Economía de la Universidad de Parma (Italia). Ha dirigido cursos y
seminarios e impartido conferencias como profesor invitado en diver-
sas universidades e instituciones italianas y extranjeras. Su investi-
gación gira en torno a temas de la economía del desarrollo local,
de la organización territorial de la industria, con atención particular
a los distritos industriales, y de las políticas industriales territoria-

435
les. Ha sido presidente de la Comisión sobre el Desarrollo Local de
la UGI (Unión Geográfica Internacional) entre 1999 y 2004. Direc-
tor-fundador, junto a G. Becattini, de la revista Sviluppo lócale (De-
sarrollo Local), es miembro del Consejo Asesor del Boletín de la AGE
(Asociación de Geógrafos Españoles). Ha dirigido y participado en
proyectos de investigación financiados para la Organización Interna-
cional del Trabajo, la OCDE, la Comisión Europea (Dirección General
de Política Regional), el Instituto Nacional de Estadística de Italia.
Sus publicaciones recientes incluyen Distretti industrian e sistemi locali
del lavoro 2001 (con F. Lorenzini), Instituto Nacional de Estadística,
Roma, Italia, 2006; Lezioni sullo sviluppo lócale (con G. Becattini), Rosen-
berg & Sellier, Torino, Italia, 2005.
ISABEL MARÍA RAPOSO. Docente investigador del Instituto de Investigacio-
nes Económicas. Cátedra de Economía Urbana Regional y Economía
Industrial- Licenciada en Economía Facultad de Ciencias Económicas
y Estadística- Universidad Nacional de Rosario. Magíster en plani-
ficación urbana y regional-Universidad de Buenos Aires. Trabajos
realizados recientemente (en edición): "Mercado del suelo urbano
en Rosario, convenio Lincoln Institute of Land Pólice- FCEyE-UNR y
"Políticas públicas e inversión en Infraestructuras. Una lectura crítica
desde la Región Rosario", AUGM- Asociación Universidades Grupo
Montevideo. Correo electrónico: raposoisabel@arnet.com.ar
JAVIER DELGADO. Doctor en urbanismo por la UNAM, con postdoc en la
Universidad de Toulouse-Le Mirail y actualmente investigador del Ins-
tituto de Geografía, UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investi-
gadores Nivel II. Líneas de investigación; La interfase rural urbana
y los modelos urbanos regionales. Su producción científica incluye
15 artículos en revistas nacionales e internacionales; 21 capítulos
de libros y 5 libros. Desde 1986 ha participado en 20 proyectos de
investigación básica y aplicada. Desde 1979 ha impartido cursos
de licenciatura y posgrado en la UNAM y otras universidades mexicanas
en donde ha dirigido nueve tesis de licenciatura, nueve de maestría
y una de doctorado. Publicaciones recientes: C. Galindo y J. Delgado
(2006), "Los espacios emergentes de la dinámica rural-urbana",
revista Problemas del Desarrollo, Instituto de Investigaciones Econó-
micas, UNAM, México, ISSN 0301-7036, vol. 37, núm. 1476, octu-
bre-diciembre, pp. 187-216. M. Suárez y J. Delgado (2007), "La
expansión urbana probable de la ciudad de México. Un escenario

436
pesimista y dos alternativos para el año 2020, en la Revista Estudios
Demográficos y Urbanos, El Colegio de México.
JESSICA MARIELA TOLENTINO MARTÍNEZ. Doctorante en geografía en la Facul-
tad de Filosofía y Letras de la UNAM. Maestra en estudios regionales
por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Licen-
ciada en sociología por la Universidad Autónoma Metropolitana.
JOSÉ FEDERICO MORALES BARRAGÁN. Doctor en ciencias en ecología y de-
sarrollo sustentable, El Colegio de la Frontera Sur. Maestro en
ciencias económicas UACPyp-ccH-UNAM y licenciado en economía
UNACH, Investigador de PROIMMSE-IIA-UNAM. Publicaciones más recien-
tes: C. Ancheyta y F. Morales (en prensa) "La cadena mango en
Tapachula, Chiapas: territorio y formación de redes", Revista de
Geografía Agrícola, núm. 38, junio. Y Jiménez y F. Morales (en prensa)
"San Cristóbal de Las Casas: una economía diversa", en D. Camacho,
et al., La ciudad de San Cristóbal de Las Casas, a sus 476 años: una
mirada desde las ciencias sociales, UNACH-Conaculta.
KATIA MAGDALENA LOZANO UVARIO. Profesora Investigadora Titular del
Departamento de Geografía y Ordenación Territorial de la Univer-
sidad de Guadalajara desde 1994. Doctoranda en economía en la
UNAM, maestra en administración (1998) por el ITESM y licenciada
en economía por la U. de G. (1994). Diplomada en gestión estra-
tégica del desarrollo local y regional en el ILPES - CEPAL en Santia-
go de Chile. Investiga los problemas del desarrollo territorial y el
desarrollo local a partir de los sistemas productivos locales. Entre
otras publicaciones participó en el libro Desarrollo local, innovaciones
y redes empresariales de la Universidad Michoacana de San Nicolás
de Hidalgo con La industria del calzado en la Zona Metropolitana,
México, desde la óptica del desarrollo local; y recientemente en el libro
Sistemas productivos locales en México. Tipología desde la perspectiva euro-
pea de la Universitat de Girona, España con Los sistemas productivos
locales y la importancia de la innovación en la construcción del territorio: El
caso de la industria mueblera en Jalisco, México. Correo ele ctrónico:
klozano@csh.udg.mx
LAURA RAMÍREZ ALDANA. Líder de Proyecto en la Dirección General de Inves-
tigación y Desarrollo de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas.
Maestra en estudios regionales por el Instituto de Investigaciones
Dr. José María Luis Mora, obteniendo mención honorífica. Licen-
ciatura en economía, Facultad de Economía, UNAM.

437
MAGDALENA BARROS NOCK. Investigadora-profesora de tiempo completo
en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropolo-
gía Social sede Distrito Federal. Doctora en estudios del desarrollo en
el Instituto de Estudios Sociales de La Haya en Holanda. Miembro del
Sistema Nacional de Investigadores Nivel I. Líneas de investigación:
migración, desarrollo local, género, redes sociales, familia, sector infor-
mal. Publicación más reciente: "Redes sociales y Cambio. Relaciones
entre intermediarios y pequeños productores en el negocio de frutas
y verduras para exportación" en R. EsteinouyM. Barros (eds.) Aná-
lisis del cambio sociocultural, México, CIESAS, 2005. Correo electrónico:
barros@ciesas.edu.mx
MARÍA DEL ROSARIO VÁRELA ZÚÑIGA. Profesora-Investigadora de la Fcpys de
la Universidad Autónoma de Coahuila. Maestra en administración
pública con especialidad en desarrollo regional. Actualmente cursa
el tercer semestre del doctorado en ciencias sociales en el Colegio
Mexiquense A.C. Últimas publicaciones: "La cuota de género en la
representación política de las mujeres en los estados de Coahuila y
Durango" en Lourdes Pacheco (comp.), 2006, La cuota de género y su
impacto en los congresos estatales, Universidad Autónoma de Nayarit,
México. Correo electrónico: c.e. rosario.varela@mail.uadec.mx
MARÍA LIDIA WOELFLIN. Docente investigadora categoría II. Instituto de
Investigaciones Económicas, Escuela de Economía, Facultad de Cien-
cias Económicas y Estadística, Universidad Nacional de Rosario.
Licenciada en economía, especialista en temas de economía regional
y urbana. Trabajos realizados recientemente: "Mercado del suelo
urbano en Rosario", convenio Lincoln Institute of Land Police-FCE-
YE-UNR (en edición). "La salida de la convertibilidad: impactos en las
actividades productivas y el mercado de trabajo en Rosario (Argenti-
na)" en Globalización y territorio. Ajustes periféricos, Arquímedes edicio-
nes, Río de Janeiro, Brasil. Correo electrónico: mlwoelflin@fcecon.
unr.edu ar
OCTAVIO MARTÍN GONZÁLEZ SANTANA. Profesor-investigador del Centro de
Estudios de Geografía Humana de El Colegio de Michoacán. Licen-
ciado en geografía por la Universidad de Guadalajara, Maestro en
estudios rurales por el Colegio de Michoacán, actualmente cursa el
Doctorado en ciencias sociales en la Universidad de Guadalajara.
Publicaciones recientes: Octavio González 2006, 'Agricultura, migra-
ción y desarrollo local en el noroeste de Michoacán", Regiones, Revista
Interdisciplinaria en estudios regionales, julio-diciembre, invierno del

438
2006, núm. 17, pp. 27-64. Octavio González, 2005, Construyendo el
desarrollo local. La organización del espacio agrícola en Rincón Grande,
Michoacán (1930-2000), Zamora, Michoacán-Guadalajara, Jalisco, El
Colegio de Michoacán-Universidad de Guadalajara-Centro Univer-
sitario de Ciencias Sociales y Humanidades.
REDI GOMIS. Licenciado en psicología por la Universidad de La Habana.
Maestro en desarrollo regional y doctor en ciencias sociales, por
el Colegio de la Frontera Norte. Es miembro del SNI nivel I. Ha
publicado artículos científicos en revistas mexicanas y en libros espe-
cializados. Entre los más recientes se encuentran Actores, redes e
instituciones en el cluster de tecnologías de la información en baja California
[en coautoría con Alfredo Hualde] y Desempeño ambiental y evolución
productiva en la industria maquiladora de exportación [en coautoría con
Jorge Carrillo]. Actualmente trabaja en el Departamento de Estu-
dios Sociales de El Colegio de la Frontera Norte, desde donde estudia
las tecnologías de la información.
Rocío ROSALES ORTEGA. Profesora-investigadora Titular "C" de tiempo
completo, Departamento de Sociología, Universidad Autónoma
Metropolitana Iztapalapa. Doctora en geografía, por la Universidad
Nacional Autónoma de México, Maestra en planeación regional por
el Instituto de Estudios Sociales, La Haya Holanda y licenciada en
sociología. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel
I. Líneas de investigación; Distritos industriales y sistemas locales,
Desarrollo local y Espacio, género y trabajo. Publicaciones más re-
cientes: "Geografía Económica", en Daniel Hiernaux y Alicia Lindón
(dirs.) (2006), Tratado de geografía humana, Anthropos-UAM-Iztapala-
pa, pp. 127-144 y "Género. Su indisciplina, múltiples significados
y problemas", en Gina Zabludovsky (coord.) Los conceptos de la sociolo-
gía, 2007, en prensa. Correo-electrónico: rro@xanum.uam.mx

439
Índice

INTRODUCCIÓN
Rocío Rosales Ortega 5
Desarrollo local: un camino para la investigación
en la relación territorio y actores sociales 5
Del desarrollo como crecimiento económico
a la propuesta de las capacidades humanas 6
Distritos industriales y desarrollo local: coincidencias
y diferencias 11
Nuestro libro 18
Bibliografía 21

Debates y reflexiones teóricas

DEL DISTRITO INDUSTRIAL AL DESARROLLO LOCAL


Fabio Sforzi 27
Los términos de la cuestión 27
¿Qué es el desarrollo local? 30
La definición de local 34
Del distrito industrial al desarrollo local 36
La naturaleza del desarrollo local 40
Del desarrollo local a las políticas de desarrollo local . . . . 45
Bibliografía 48

ESCALA LOCAL Y DESARROLLO: SIGNIFICADOS


Y PERSPECTIVAS METODOLÓGICAS
Blanca Rebeca Ramírez Velázquez 51
Definición y usos: la confusión prevalece 52
Orígenes del debate sobre lo local 55

441
¿Empirismo versus teoría? 59
Metodología o teoría 63
Reflexiones finales 70
Bibliografía 71

LOS CONCEPTOS DE JERARQUÍA Y HETERARQUÍA


EN EL ANÁLISIS DEL DESARROLLO LOCAL
Federico Morales Barragán 75
Introducción 75
Jerarquía y heterarquía desde la perspectiva de McCulloch 77
Jerarquía y heterarquía en los enfoques
de competitividad sistémica y gobernanza global . . . 83
Reflexiones finales 93
Bibliografía 94

EL DESARROLLO LOCAL COMO MÉTODO DE ANÁLISIS:


LOS CLAROSCUROS DE SU COMPLEJIDAD
Katia Magdalena Lozano Uvario 99
Introducción 99
El desarrollo local: la medición de sus elementos teóricos
y empíricos 100
Revisión de las propuestas metodológicas
del desarrollo local 107
De la teoría a la práctica: dos ejemplos de la aplicación
de las metodologías 114
Conclusiones 118
Bibliografía 119

MUNICIPIO Y DESARROLLO LOCAL EN LA OFERTA DE


COOPERACIÓN INTERNACIONAL: POSIBILIDADES Y LIMITACIONES
Esther Ponce Adame 123
¿Cómo entender el desarrollo local
en la cooperación internacional? 125
¿Qué entendemos por cooperación internacional
para el desarrollo local? 128
El municipio como el espacio del desarrollo local 131
Las intervenciones hacia el desarrollo local
desde el sistema de la cooperación internacional . . . 136

442
Limitaciones y perspectivas del municipio en procesos
de cooperación internacional para su desarrollo . . . . 158
Reflexiones finales 162
Bibliografía 166

Prácticas socioterritoriales, los estudios de caso

LA PROMOCIÓN DEL DESARROLLO LOCAL A TRAVÉS


DE LOS PROGRAMAS DE MICROCRÉDITO PARA LAS MUJERES
EN LA CIUDAD DE TORREÓN, COAHUILA: UNA EVALUACIÓN
DESDE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO
María del Rosario Varela Zúñiga 171
Introducción 171
La incursión del género en las políticas de desarrollo.
Problemas conceptuales y metodológicos 172
Pobreza y pobreza de género 175
El microcrédito como política institucional de combate
a la pobreza 177
El programa permanente de ahorro y microcrédito
del municipio de Torreón, Coahuila 178
El microcrédito: ¿instrumento financiero o mecanismo
de cambio social? 180
Experiencia económica de las mujeres y procesos
de empoderamiento en los grupos solidarios 191
Conclusiones 194
Bibliografía 196

DESARROLLO LOCAL Y GÉNERO: MUJERES MICROEMPRESARIAS


EN TLAXCALA
Rocío Rosales Ortega y Jessica Mariela Tolentino 199
Introducción 199
Desarrollo local: un enfoque desde los actores
y su territorio 200
Mujeres y desarrollo: antecedentes teóricos 203
Mujeres emprendedoras en Tlaxcala 210
Consideraciones finales 220
Bibliografía 221

443
TRANSFERENCIA TECNOLÓGICA Y PARTICIPACIÓN FEMENINA:
UN GRAN RETO PARA EL DESARROLLO RURAL
Denise Soares 225
Introducción 225
La región de estudio 229
La promoción tecnológica 231
Factores que influyen en el proceso de adopción
de las tecnologías 238
Reflexiones finales 243
Bibliografía 245

LA DIMENSIÓN TRANSFRONTERIZA DEL PROYECTO DE DESARROLLO


DE LA INDUSTRIA DEL SOFTWARE EN BAJA CALIFORNIA:
MERCADO INTERNACIONAL DE LOS SERVICIOS INFORMÁTICOS
Redi Gomisy Alfredo Hualde 249
Introducción 249
El cluster de tecnologías de la información
de Baja California ( c r a c ) 250
En busca del mercado 254
¿Encuentro o desencuentro con el mercado?
algunas consideraciones finales 269
Bibliografía 272

HACIA EL DESARROLLO LOCAL EN ESPACIOS RURALES.


EL CASO DE RINCÓN GRANDE EN MICHOACÁN
Octavio Martín González Santana 277
Introducción 277
Una imagen del campo mexicano de finales del siglo xx 278
El espacio local 283
Conclusiones 304
Bibliografía 306

CAMBIOS ESTRUCTURALES EN EL MEDIO RURAL: NUEVOS DESAFÍOS


PARA ELABORAR POLÍTICAS PÚBLICAS LOCALES "TERRITORIALIZADAS"
Bernard Tallet 309
El sur del estado de Veracruz: dificultades actuales
y perspectivas de futuras intervenciones públicas. . . 310
Francia: búsqueda de una trama territorial pertinente 321
A modo de conclusión 328

444
Anexo. Tipología de los espacios rurales en Francia. . . . 332
Bibliografía 334

ACTORES LOCALES EN UN CUASIDISTRITO INDUSTRIAL


DE CALZADO EN LA CUENCA ALTA DEL LERMA
Laura Ramírez Aldana y Javier Delgado 337
Introducción 337
El papel de los actores sociales e institucionales
en la difícil creación de una "atmósfera industrial"
y de "relaciones de cooperación" 352
Conclusiones 370
Bibliografía 372

EXPERIENCIAS VINCULADAS AL DESARROLLO LOCAL.


EL CASO DE ROSARIO Y SU ESPACIO METROPOLITANO
Alicia Castagna, Isabel Raposo y M. Lidia Woelflin 375
Introducción 375
El desarrollo local 376
La gestión del desarrollo en la ciudad de Rosario 381
La experiencia desarrollada en Rosario 384
Balance de la experiencia. A modo de conclusión 402
Anexo. Rosario en el país 407
Bibliografía 408

LA PARTICIPACIÓN DE PEQUEÑOS EMPRESARIOS


DE ORIGEN MEXICANO EN EL DESARROLLO LOCAL DE
CIUDADES RURALES EN CALIFORNIA. UN ESTUDIO DE CASO
Magdalena Barros Nock 411
Introducción 411
El pueblo de San Miguel 416
Alianzas y estrategias 423
Comentarios finales 429
Bibliografía 431

ACERCA DE LOS AUTORES 433

445
Títulos de la colección

Las ciencias sociales


Director de la colección
H U M B E R T O M U Ñ O Z GARCÍA

JOSÉ SANTOS ZAVALA ÓSCAR F. CONTRERAS


Acción pública organizada: el caso ALEJANDRO COVARRUBIAS
del servicio de agua potable en la MIGUEL ÁNGEL RAMÍREZ
zona conurbada de San Luis Potosí JOSÉ LUIS SARIEGO RODRÍGUEZ
Cananea. Tradición y modernidad
GREGORIO VIDAL en una mina histórica
(COORDINADOR)
ALCA: procesos de integración y CARLOS A. Rozo
(COORDINADOR)
regionalización en América
Capital global e integración monetaria
ROSALÍA WINOCUR
LEONEL CORONA TREVIÑO
Algunos enfoques metodológicos
(COORDINADOR)
para estudiar la cultura política en México
Cien empresas innovadoras en México
BERTHA LERNER
CARLOS ARCE MACÍAS,
América Latina: los debates ENRIQUE CABRERO MENDOZA,
en política social, desigualdad y pobreza ALICIA ZICCARDI CONTINGIANI
ARTURO ÁNGEL LARA RIVERO (COORDINADORES)
Aprendizaje tecnológico y mercado de trabajo Ciudades del siglo XXI:
en las maquiladoras japonesas ¿Competitividad o cooperación?

MANUEL VILLA AGUILERA ALICIA ZICCARDI


(COORDINADORA)
¿A quién le interesa la democracia en México?
Ciudades y gobiernos locales
Crisis del intervencionismo estatal
en la América Latina de los noventa
y alternativas del pacto social
JUDITH HERRERA MONTELONGO
ABELARDO VILLEGAS
Colaboracióny conflicto:
Arar en el mar:
el sindicato petrolero y el cardenismo
la democracia en América Latina
JUAN-MANUEL RAMÍREZ SÁIZ
ROBERTO EIBENSCHUTZ HARTMAN
(COORDINADOR)
(COORDINADOR)
¿Cómo gobiernan Guadalajara?
Bases para la planeación del desarrollo Demandas ciudadanas y respuestas
urbano en la ciudad de México. de los ayuntamientos
Tomo I: Economía y sociedad en la metrópoli
Tomo II: Estructura de la ciudad y su región JUDITH VILLAVICENCIO BLANCO
(COORDINADORA)
FERNANDO SILVA TRISTE Condiciones de viday vivienda de interés
Breve historia de la socialdemocracia social en la ciudad de México

446
JULIÁN REBÓN ANDRÉS ROEMER
Conflicto armado y desplazamiento Derecho y economía:
de población: Chiapas 1994-1998 políticas públicas del agua
CÉSAR CANSINO IGOR VIVERO ÁVILA
Construir la democracia. Límites y Desafiando al sistema. La izquierda política
perspectivas de la transición en México en México. Evolución organizativa,
ideológica y electoral del Partido de la
ANA PAULA DE TERESA
Revolución Democrática (1989-2005)
Crisis agrícola y economía campesina.
El caso de los productores de henequén ALBERTO DÍAZ CAYEROS
en Yucatán Desarrollo económico e inequidad regional:
hacia un nuevo pacto federal en México
FERNANDO CORTÉS,
ÓSCAR CUÉLLAR RAFAEL TAMAYO FLORES
(COORDINADORES) FAUSTO HERNÁNDEZ TRILLO
Crisisy reproducción social. (COORDINADORES)
Los comerciantes del sector informal Descentralización, federalismo y planeación
del desarrollo regional en México:
ARMANDO CISNEROS SOSA ¿Cómo y hacia dónde vamos?
Crítica de los movimientos sociales.
Debate sobre la modernidad, la JORGE HERNÁNDEZ-DÍAZ
democracia y la igualdad social VÍCTOR LEONEL JUAN MARTÍNEZ
Dilemas de la institución municipal.
LOURDES ARIZPE Una incursión en la experiencia oaxaqueña
Culturay desarrollo:
JOSÉ VALENZUELA FEIJÓO
una etnografía de las creencias
Dos crisis: fapóny Estados Unidos
de una comunidad mexicana
JORGE HÉCTOR CARRILLO VIVEROS
LOURDES ARIZPE
Dos décadas de sindicalismo en la industria
Culturas en movimiento. maquiladora de exportación: examen en las
Interactividad cultural y procesos globales ciudades de Tijuana, Juárezy Matamoros
JACQUELINE MARTÍNEZ URIARTE ARTURO GUILLÉN R.
ALBERTO DÍAZ CAYEROS (COORDINADOR)
(COORDINADORES) Economía y sociedad en América Latina:
De la descentralización al federalismo. Entre la globalización, la regionalización
Estudios comparados sobre y el cambio estructural
el gobierno local en México
JORGE A. MORALES NOVELO
ROBERTO BLUM VALENZUELA LILIA RODRÍGUEZ TAPIA
De la política mexicana y sus medios. (COORDINADORES)
¿Deterioro institucional Economía del agua. Escasez del agua y
o nuevo pacto político? su demanda industrial y doméstica en
áreas urbanas.
ENRIQUE SUÁREZ IÑIGUEZ
De los clásicos políticos EUGENIA CORREA, ALICIA GIRÓN
Economía financiera contemporánea, 4 tomos
ABELARDO VILLEGAS,
PILAR CAMPOS BOLAÑO
IGNACIO SOSA
El ahorro popular en México: acumulando
ANA LUISA GUERRERO,
activos para superar la pobreza
MAURICIO BEUCHOT
JOSÉ LUIS OROZCO, AQUILES CHIHU AMPARAN
ROQUE CARRÓN WAM (COORDINADOR)
JORGE M. GARCÍA LAGUARDIA El "análisis de los marcos" en la sociología
Democracia y derechos humanos de los movimientos sociales

447
ARMANDO SÁNCHEZ ALBARRÁN ARMANDO CISNEROS SOSA
(COORDINADOR) El sentido del espacios
El campo no aguanta más
BLANCA SOLARES
RAÚL ÁVILA ORTIZ El síndrome Habermas
El derecho cultural en México:
una propuesta académica para el VÍCTOR ALEJANDRO ESPINOZA VALLE
proyecto político de la modernidad El voto lejano. Cultura política
y migración México-Estados Unidos
ROBERTO HAM CHANDE
El envejecimiento en México: el siguiente GINA ZABLUDOVSKY,
reto de la transición demográfica SONIA DE AVELAR
ARTURO BORJA Empresariasy ejecutivas
El Estado y el desarrollo industrial. en México y Brasil
La política mexicana de cómputo ROGELIO HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ
en una perspectiva comparada Empresarios, Banca y Estado.
SERGIO ESPINOSA PROA El conflicto durante el gobierno
El fin de la naturaleza. de José López Portillo, 1976-1982
Ensayos sobre Hegel
ENRIQUE SUÁREZ-IÑIGUEZ
CÉSAR GILABERT (COORDINADOR)
El hábito de la utopía. Enfoques sobre la democracia
Análisis del imaginario sociopolítico en el
movimiento estudiantil de México, 1968 EDUARDO IBARRA COLADO
LUIS MONTAÑO HIROSE
RAFAEL GUIDO BÉJAR
(COMPILADORES)
OTTO FERNÁNDEZ REYES
Ensayos críticos para el estudio
MARÍA LUISA TORREGROSA
de las organizaciones en México
(COMPILADORES)
El juicio al sujeto. Un análisis global IGNACIO SOSA ÁLVAREZ
de los movimientos sociales Ensayo sobre el discurso político mexicano
MARCOS TONATIUH ÁGUILA M. CARLOS ARRIOLA WOOG
El liberalismo mexicano y la sucesión Ensayos sobre el PAN
presidencial de 1880: dos ensayos
ALEJANDRO PORTES
JULIANA GONZÁLEZ En torno a la informalidad: Ensayos sobre
El malestar en la moral. teoría y medición de la economía regulada
Ereudy la crisis de la ética
LUDGER PRIES
MARÍA CRISTINA ROSAS Entre el corporativismo productivista
WALTER ASTIÉ BURGOS y la participación de los trabajadores.
El mundo que nos tocó vivir. El siglo XXI, Globalizacióny relaciones industriales
la globalizacióny el nuevo orden mundial en la industria automotriz mexicana
MANUEL PERLÓ COHEN PATRICIA RAMÍREZ KURI
El paradigma porfiriano. (COORDINADORA)
Historia del desagüe del Valle de México Espacio público y reconstrucción
SALVADOR VÁZQUEZ VALLEJO de ciudadanía
El pensamiento internacional ALVARO MATUTE,
de Octavio Paz
EVELIA TREJO
ENRIQUE SUÁREZ-IÑIGUEZ BRIAN CONNAUGHTON
(COORDINADOR) (COORDINADORES)
El poder de los argumentos. Estado, Iglesia y sociedad en México.
Coloquio internacional Karl Popper Siglo XIX

448
VÍCTOR MANUEL DURAND PONTE JOSÉ MARÍA RAMOS GARCÍA
Etnia y cultura política: Gobiernos locales en México:
los mexicanos en Estados Unidos Hacia una agenda
de gestión estratégica de desarrollo
VÍCTOR MANUEL PRUDENCIO VALLEJO
Europa central y del este: Su transformación TONATIUH GUILLÉN LÓPEZ
MARÍA DE LA PAZ LÓPEZ,
Gobiernos municipales en México:
entre la modernización y la tradición política
VANIA SALLES
(COMPILADORAS) ORLANDINA DE OLIVEIRA
Familia, género y pobreza MARIELLE PEPIN LEHALLEUR
VANIA SALLES (COMPILADORAS)
ENRIQUE SUÁREZ-IÑÍGUEZ
Filosofia y política contemporánea Grupos domésticos y reproducción cotidiana
(Popper, Rawls y Nozick) EMILIO DUHAU

GUADALUPE MÁNTEY DE ANGUIANO


Habitat popular y política urbana
NOEMÍ LEVY ORLIK FEDERICO NOVELO URDANIVIA
(COORDINADORAS) Hacia la evaluación del TLC
Financiamiento del desarrollo con mercados ALBERTO RÉBORA TOGNO
de dinero y capital globalizados ¿Hacia un nuevo paradigma de la
MARÍA LUISA QUINTERO SOTO planeación de los asentamientos humanos?
EMILIO AGUILAR RODRÍGUEZ Políticas e instrumentos de suelo para un
(COORDINADORES) desarrollo urbano sostenible, incluyente y
Financiamiento de los mercados emergentes sustentable. El caso de la región oriente
ante la globalización en el Valle de México
JENNIFER COOPER, TERESITA DE BARBIERI HÉCTOR HERNÁNDEZ GARCÍA DE LEÓN
TERESA RENDÓN, ESTELA SUÁREZ Historia política del
ESPERANZA TUÑÓN (COMPILADORAS) sinarquismo. 1934-1944
Fuerza de trabajo femenina urbana en México JOHN BAILEY
Volumen I: Características y tendencias Impactos del TLC en México y
Volumen II: Participación económicay política Estados Unidos: efectos subregionales del
FIDEL ROBERTO RIVERA LUGO comercio y la integración económica
Gerencia cataláctica: anatomía ALENKA GUZMAN, GUSTAVO VINIEGRA
de la nueva gerencia pública (COORDINADORES)
ENRIQUE CABRERO MENDOZA
Industria farmacéutica y propiedad
GABRIELA NAVA CAMPOS intelectual: los países en desarrollo.
(COORDINADORES) MARÍA EUGENIA DE LA O MARTÍNEZ
Gerencia pública municipal. Innovación tecnológica y clase obrera:
Conceptos básicos y estudios de caso estudio de caso de la industria
RICARDO VALERO (COMPILADOR)
maquiladora electrónica R.C.A.
Ciudad Juárez, Chihuahua
Globalidad: una mirada alternativa
JOSÉ M A . RAMOS GARCÍA
ESTELA MARTÍNEZ BORREGO
HERNÁN SALAS QUINTANAL
Inseguridad pública en Mexico: una
(COORDINADORES)
propuesta de gestión y de política
estratégica en gobiernos locales
Globalización e integración regional
en la producción y desarrollo tecnológico SIMÓN PEDRO IZCARA PALACIOS
de la lechería mexicana Introducción al muestreo
ALICIA ZICCARDI JORDY MICHELI (COORDINADOR)
Gobernabilidad y participación ciudadana Japan Inc. en México. Las empresas
en la ciudad capital y modelos laborales japoneses

449
JORGE FUENTES MORÚA ALEJANDRO PORTES, LUIS GUARNIZO
José Revueltas: una biografía intelectual PATRICIA LANDOLT (COORDINADORES)
La globalización desde abajo:
ABELARDO VILLEGAS,
transnacionalismo inmigrante y desarollo.
JOSÉ LUIS OROZCO
La experiencia de Estados Unidos
IGNACIO SOSA,
y América Latina
ANA LUISA GUERRERO
MAURICIO BEUCHOT VÍCTOR ALEJANDRO PAYÁ PORRES
Laberintos del liberalismo Laguna Verde: La violencia de la
modernización. Actores y movimiento social
ISAAC M. KATZ
La apertura comercial y su impacto MANUEL VILLA AGUILERA
regional sobre la economía mexicana La institución presidencial El poder de las
instituciones y los espacios de la democracia
GODOFREDO VIDAL DE LA ROSA
La ciencia política estadounidense. RAÚL BÉJAR NAVARRO
Trayectoria de una disciplina HÉCTOR H. HERNÁNDEZ BRINCAS
La investigación en ciencias sociales
MIGUEL ÁNGEL AGUILAR, y humanidades en México
AMPARO SEVILLA,
ABILIO VERGARA TERESA PACHECO MÉNDEZ
(COORDINADORES) La investigación universitaria en ciencias
La ciudad desde sus lugares. Trece ventanas sociales. Su promocíón y evaluación
etnográficas para una metrópoli JULIO LÓPEZ GALLARDO
FRANCISCO LÓPEZ CÁMARA La macroeconomía de México:
La clase media en la era del populismo el pasado reciente y el futuro posible
MARCELA HERNÁNDEZ ROMO SOCORRO ARZALUZ SOLANO
La cultura empresarial en México (COORDINADORA)
La migración a Estados Unidos y
ARTURO GUILLÉN, GREGORIO VIDAL
la frontera noreste de México
(COORDINADORES)
La economía mexicana bajo la crisis RICARDO POZAS HORCASITAS
de Estados Unidos La modernidad atrapada en su horizonte
MARCO ANTONIO JACOBO VILLA, MIGUEL ÁNGEL VITE PÉREZ
ELSA SABORÍO FERNÁNDEZ La nueva desigualdad social mexicana.
(COORDINADORES) ENRIQUE CABRERO MENDOZA
La gestión del agua en México: La nueva gestión municipal en México.
los retos para el manejo sustentable Análisis de experiencias innovadoras
JOSÉ MARÍA RAMOS GARCÍA en gobiernos locales
La gestión de la cooperación transfronteriza FERNANDO PALMA GALVÁN
México-Estados Unidos en un marco La participación social en la
de inseguridad global: problemas y desafíos planeación del desarrolo urbano.
GUSTAVO GARZA VILLARREAL Caso Nezahualcóyotl, Estado de México
La gestión municipal en el
FEDERICO NOVELO (COORDINADOR)
Area Metropolitana de
Monterrey, 1989-1994 La política económica y social
de la alternancia. Revisión crítica
ESTELA MARTÍNEZ BORREGO
HERNÁN SALAS QUINTANAL MÓNICA VEREA CAMPOS
SUSANA SUÁREZ PANIAGUA JOSÉ LUIS BARROS HORCASITAS
La globalización del sistema lechero (COORDINADORES)
en La Laguna: estructura productiva, La política exterior norteamericana hacia
desarrollo tecnológico y actores sociales Centroamérica. Reflexiones y perspectivas

450
CLARA JUSIDMAN GRACIELA BENSUSÁN AREOUS
La política social en Estados Unidos (COORDINADORA)
Las relaciones laborales y el Tratado
LILIANA KUSNIR
de Libre Comercio
La política social en Europa
CAMBIO XXI, FUNDACIÓN MEXICANA
MARIO RAMÍREZ RANCAÑO (COORDINADORA)
La reacción mexicana y su exilio Las transiciones a la democracia
durante la Revolución de 1910
MANUEL VILLA
HUMBERTO MUÑOZ GARCÍA Los años furiosos: 1994-1995. La
ROBERTO RODRÍGUEZ GÓMEZ reforma del Estado y el futuro de México
(COORDINADORES)
ALEJANDRO MUNGARAY LAGARDA
La sociedad mexicana frente
MARTÍN RAMÍREZ URQUIDY
al tercer milenio. 3 tomos (COORDINADORES)
ALICIA ZICCARDI (COORDINADORA) Lecciones de microeconomía para empresas
La tarea de gobernar: gobiernos locales MARÍA LUISA QUINTERO SOTO
y demandas ciudadanas (COORDINADORA)
GERMÁN PÉREZ FERNÁNDEZ DEL CASTILLO
Liberalización financiera y déficit público
ARTURO ALVARADO M. ENRIQUE CABRERO MENDOZA
ARTURO SÁNCHEZ GUTIÉRREZ (COORDINADOR)
(COORDINADORES) Los dilemas de la modernización municipal.
La voz de los votos: un análisis crítico Estudios sobre la gestión hacendaría en
de las elecciones de 1994 municipios urbanos de México

ABRAHAM A. MOLES CARLOS ARRIOLA WOOG


Las ciencias de lo impreciso Los empresarios y el Estado (1970-1982)

ALENKA GUZMÁN RODOLFO GARCÍA DEL CASTILLO


Las fuentes del crecimiento Los municipios en México.
en la siderurgia mexicana. Innovación, Los retos ante el futuro
productividad y competitividad PABLO CASTRO DOMINGO
Los que ya bailaron que se sienten:
MAURICIO I. IBARRA
cultura polótica, ciudadanía
Las guerras burocráticas. Abogados y
economistas en el gobierno mexicano MARGARITA OLVERA SERRANO
Lucio Mendietay Núñez
ENRIQUE CABRERO MENDOZA y la institutionalización de
(COORDINADOR) la sociología en México. 1939-1965
Las políticas descentralizadoras
en México (1983-1993). JULIO LÓPEZ G. (COORDINADOR)
Logros y desencantos Macroeconomía del empleo
y políticas de pleno empleo para México
ROLANDO CORDERA, ALICIA ZICCARDI
(COORDINADORES) DAVID ARELLANO GAULT
Las políticas sociales de México (COORDINADOR)
al fin del milenio. Descentralización, Más allá de la reinvención del gobierno:
diseño y gestión fundamentos de la nueva gestión pública
y presupuestos por resultados
LUIS ALFONSO RAMÍREZ CARRILLO en América Latina
Las redes del poder. Corrupción,
maquiladoras y desarrollo regional en RAFAEL MONTESINOS (COORDINADOR)
México. El caso de Yucatán Masculinidades emergentes

451
N O É ARÓN FUENTES, HÉCTOR TEJERA GAONA
SONIA Y. LUGO, MARIO HERRERA "No se olvide de nosotros cuando esté
Matriz de insumo-producto allá arriba." Cultura, ciudadanos y
para Baja California: un enfoque híbrido campañas políticas en la ciudad de México
MARIO BASSOLS, PATRICIA MELÉ GENARO AGUILAR GUTIÉRREZ
(COORDINADORES) Nueva reforma fiscal en México
Medio ambiente, ciudad y orden jurídico
MARÍA LUISA TARRÉS
JOSÉ AYALA ESPINO (COORDINADORA)
Mercado, elección pública e instituciones. Observar, escuchar y comprender sobre la
Una revisión de las teorías modernas tradición cualitativa en la investigación social
del Estado
JOSÉ LUIS MÉNDEZ
JORGE ARZATE SALGADO (COORDINADOR)
NELSON ARTEAGA BOTELLO Organizaciones civiles y políticas públicas
(COORDINADORES) en México y Centroamérica
Metodologías cuantitativas y cualitativas
ARTURO BORJA TAMAYO
en las ciencias sociales
(COORDINADOR)
perspectivas y experiencias
Para evaluar al TLCAN
LUIS RUBIO, SUSAN KAUFMAN
(COORDINADORES) LUIS ALFONSO RAMÍREZ CARRILLO
Mexico: democracia ineficaz (COORDINADOR)
Perder el paraíso. Globalización, espado
GREGORIO VIDAL (COORDINADOR)
urbano y empresariado en Mérida
México en la región de América del Norte.
Problemas y perspectivas JORGE FUENTES MORÚA
TELÉSFORO NAVA VÁZQUEZ
PETER M. WARD
(COORDINADORES)
México megaciudad: desarrollo
Perspectivas sobre la crisis
y política, 1970-2000
del Estado mexicano
LILIA M. DOMÍNGUEZ VILLALOBOS
RAÚL BENÍTEZ ZENTENO
México: empresa e innovación ambiental
Población y política en México. Antología
CRISTINA PUGA
HUMBERTO MUÑOZ GARCÍA
México: empresarios y poder
(COMPILADOR)
MANUEL GARCÍA Y GRIEGO Población y sociedad en México
MÓNICA VÉREA CAMPOS
México y Estados Unidos frente a la NELSON ARTEAGA BOTELLO
migración de los indocumentados Pobres y delincuentes.
Estudio de sociología y genealogía
RODOLFO O. DE LA GARZA
JESÚS VELASCO (COORDINADORES) SCOTT ROBINSON STUDEBAKER
México y su interacción HÉCTOR TEJERA GAONA
con el sistema político estadounidense LAURA VALLADARES DE LA CRUZ
(COORDINADORES)
ARTURO GUILLÉN R.
Política, etnicidad e inclusión digital
Mito y realidad de la globalización en los albores del milenio
ESPERANZA TUÑÓN PABLOS
IGOR VIVERO ÁVILA
Mujeres que se organizan. El Frente Único
PABLO CASTRO DOMINGO
Pro Derechos de la Mujer (1935-1938)
NELSON ARTEAGA BOTELLO
AÍDA LERMAN (COORDINADORES)
Multilateralismo y regionalismo Políticay cultura: un estudio exploratorio
en América Latina en el Estado de México

452
GUADALUPE MÁNTEY DE ANGUIANO GERMÁN A. ZARATE HOYOS
NOEMI ORNAH LEVY ORLIK (COORDINADOR)
( COORDINADORAS ) Remesas de los mexicanos y
Políticas macroeconómicas centroamericanos en Estados Unidos.
para países en desarrollo Problemas y perspectivas
ENRIQUE CABRERO MENDOZA LOURDES ARIZPE (COORDINADORA)
(COORDINADOR) Retos culturales de México frente
Políticas públicas municipales. a la globalización
Una agenda en construcción CARLOS HERRERO BERVERA
MARTHA SCHTEINGART Revuelta, rebelión y revolución en 1810.
(COORDINADORA) Historia social y estudios de caso
Políticas sociales para los pobres MARÍA EUGENIA OLAVARRÍA
en América Latina (COORDINADORA)
MAURICIO BEUCHOT Simbolismo y poder
Posmodernidad, hermenéutica ARMANDO RENDÓN CORONA
y analogía Sindicalismo corporativo.
RAÚL CALVO BARRERA
La crisis terminal
Proceso electoraly JOSÉ LUIS OROZCO
alternancia en Guerreroi Sobre el orden liberal del mundo
NORBERTO CORELLA TORRES AQUILES CHIHU AMPARÁN
Propaganda nazi (COORDINADOR)
Sociología de la identidad
PABLO TELMAN SÁNCHEZ RAMÍREZ
Razón y poder: Rusia, GINA ZABLUDOVSKY
una potencia del siglo XXI Sociología y política, el debate clásico
y contemporáneo
JORGE HERNÁNDEZ-DÍAZ
Reclamos de la identidad: la formación ALFREDO HUALDE,
de las organizaciones indígenas en Oaxaca JORGE CARRILLO
(COORDINADORES)
MARÍA LUISA QUINTERO SOTO Televisión digital en la frontera norte de
(COORDINADORA) México: retos ante la transición tecnológica
Recursos naturales y desarrollo
JORGE SANTIBÁÑEZ ROMELLÓN
sustentable: Reflexiones en torno
(COORDINADOR)
a su problemática
Trabajo temporal y migración
LARISSA ADLER LOMNITZ internacional a partir de la
Redes sociales, cultura y poder: experiencia México-Canadá
ensayos de antropología latinoamericana
GRACIELA BENSUSÁN,
JUAN PABLO GUERRERO AMPARAN TERESA RENDÓN
TONATIUH GUILLÉN LÓPEZ (COORDINADORAS)
Reflexiones en torno a la reforma Trabajo y trabajadores
municipal del artículo 115 constitucional en el México contemporáneo
DAVID ARELLANO, JOSÉ LUIS BARROS HORCASITAS
ENRIQUE CABRERO JAVIER HURTADO
ARTURO DEL CASTILLO GERMÁN PÉREZ FERNÁNDEZ DEL CASTILLO
(COORDINADORES) (COMPILADORES)
Reformando al gobierno: una visión Transición a la democracia
organizacional del cambio gubernamental y reforma del Estado en México

453
LILIA DOMÍNGUEZ VILLALOBOS LUIS ALFONSO RAMÍREZ CARRILLO
FLOR BROWN GROSSMAN (COORDINADOR)
Transición hacia tecnologías flexibles Un secreto bien guardado.
y competitividad internacional Mundializacióny reestructuración
en la industria mexicana productiva en Yucatán
MARTHA SCHTEINGART, LARISSA ADLER LOMNITZ,
EMILIO DUHAU, MARISOL PÉREZ LIZAUR
(COORDINADORES) Una familia de la élite mexicana.
Transición política y democracia Parentesco, clase y cultura,
municipal en México y Colombia 1820-1980
CARLOS BARBA SOLANO CARLOS MOREIRA
JOSÉ LUIS BARROS HORCASITAS Una mirada a la democracia uruguaya.
JAVIER HURTADO (COMPILADORES) Reforma del estado y delegación
Transiciones a la democracia en legislativa (1995-1999)
Europa y América Latina RAÚL BENÍTEZ MANAUT
ANTONELLA ATTILI LUIS GONZÁLEZ SOUZA
Treinta años de cambios MARÍA TERESA GUTIÉRREZ HACES
políticos en México PAZ CONSUELO MÁRQUEZ PADILLA
MÓNICA VEREA CAMPOS
UGO PIPITONE (COMPILADORES)
Tres ensayos sobre desarrollo y frustración: Viejos desafíos, nuevas perspectivas:
Asia oriental y América Latina México-Estados Unidos y
BLANCA SOLARES América Latina
Tu cabello de oro Margarete... MARTHA ORTEGA SOTO
Fragmentos sobre odio, JOSÉ CARLOS CASTAÑEDA REYES
resistencia y modernidad FEDERICO LAZARÍN MIRANDA
(COMPILADORES)
MASSIMO L. SALVADORI,
NORBERT LECHNER,
Violencia: Estado y sociedad,
MARCELO CAVAROZZI,
una perspectiva histórica
ALFRED PFALLER, DIEGO REYNOSO
ROLANDO CORDERA, Votos ponderados. Sistemas electorales
ANTONELLA ATTILI y sobrerrepresentación distrital
Un Estado para la democracia
LUIS F. AGUILAR VILLANUEVA
FERNANDO VÁZQUEZ RIGADA Weber: la idea de ciencia social
Un país para todos. El sistema Volumen I: La tradición
político mexicano del siglo XXI Volumen II: La innovación

454
Estudios de género

GENARO GARCÍA GLORIA CAREAGA PÉREZ,


Edición y prólogo de JUAN GUILLERMO FIGUEROA PEREA,
CARMEN RAMOS ESCANDÓN MARÍA CONSUELO MEJÍA
Apuntes sobre la condición de la mujer. (COMPILADORES)
La desigualdad de la mujer Etica y salud reproductiva
ARACELI MINGO ELVIRA REYES PARRA
¿Autonomía o sujeción? Gritos en el silencio: niñas y mujeres
Dinámica, instituciones y formación frente a redes de prostitución. Un revés
en una microempresa de campesinas para los derechos humanos
JULIA ESTELA MONÁRREZ FRAGOSO, ESTELA SERRET
MARÍA SOCORRO TABUENCA CÓRDOBA Identidad femenina y proyecto ético
(COORDINADORAS)
GUILLERMO FLORIS MARGADANT
Bordeando la violencia contra las
mujeres en la frontera norte de México La sexofobia del clero y cuatro ensayos
histérico-jurídicos sobre sexualidad
ANGÉLICA BAUTISTA LÓPEZ,
ELSA CONDE RODRÍGUEZ GUILLERMO NÚÑEZ NORIEGA
(COORDINADORAS) Masculinidad e intimidad:
Comercio sexual en La Merced: identidad, sexualidady sida
una perspectiva constructivista MARGARITA BAZ
sobre el sexoservicio Metáforas del cuerpo:
ARCELIA DE LA TORRE BARRÓN, un estudio sobre la mujer y la danza
ROSINA OJEDA CÁRDENAS ,
GINA ZABLUDOVSKY (COORDINADORA)
CARLOS JAVIER MAYA AMBÍA
Mujeres en cargos de dirección en América
(COORDINADORES)
Latina. Estudios sobre Argentina, Chile,
Construcción de género en sociedades con
México y Venezuela
violencia. Un enfoque multidisciplinario
ESPERANZA TUÑÓN
GABRIELA CANO, JOSÉ VALENZUELA
(COORDINADORES) Mujeres en escena: de la tramoya
Cuatro estudios de género al protagonismo. El quehacer político
en el México urbano del siglo XIX del Movimiento Amplio de Mujeres
en México (1982-1994)
MARGARA MILLÁN
Derivas de un cine en femenino GUILLERMO NÚÑEZ NORIEGA
Perspectiva de género: cruce de caminos
MARÍA LUISA QUINTERO,
CARLOS FONSECA
y nuevas claves interpretativas.
(COMPILADORES) Ensayos sobre feminismo, política
El género y sus ámbitos de expresión y filosofía
en lo cultural, económico y ambiental GUILLERMO NÚÑEZ NORIEGA
MARTA LAMAS (COMPILADORA) Sexo entre varones.
El género: la construcción cultural Poder y resistencia en el campo sexual
de la diferencia sexual GLORIA CAREAGA, SALVADOR CRUZ
JUAN GUILLERMO FIGUEROA (COORDINADORES)
Elementos para un análisis ético Sexualidades diversas.
de la reproducción Aproximaciones para su análisis

455
Desarrollo local: teoría y prácticas socioterritoriales
se terminó de imprimir en la ciudad de México
durante el mes de diciembre del año 2007.
La edición, en papel de 75 gramos,
estuvo al cuidado de la oficina
litotipográfica de
la casa editora.

ISBN 978-970-819-050-3
MAP: 042945-01

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