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Jaime E. Rodriguez V.

T1

La Constitución Política de la República de Panamá es la expresión de la voluntad de la sociedad


panameña, jurídicamente organizada que, como ley fundamental y en expresión estática, contiene las
normas y principios que rigen la vida del Estado como organización política, (TÍTULO III - DERECHOS Y
DEBERES INDIVIDUALES Y SOCIALES Capítulo 1o - Garantías Fundamentales), de los ciudadanos con el Estado
y del Estado en su dimensión universal, sosteniendo la efectividad del principio de supremacía
constitucional. En este sentido, la Constitución consagra derechos fundamentales, cuyo ejercicio
expresa la actividad del Derecho Procesal Constitucional y que, como tal, involucra a los organismos
mediante los cuales se cumple esa actividad procesal, los sujetos que intervienen, los procedimientos
idóneos para la defensa de los derechos y la previsión de las conductas procesales posibles de los
sujetos y las partes que intervienen en la relación jurídica procesal constitucional,( TÍTULO VII - LA
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA ). Con relación al concepto dinámico de la justicia panameña es desarrolla

por el Código Procesal penal, (Titulo X capítulos I. II, III, artículos 228 al 266 de las jurisdicciones y
competencias.

Dicho esto, entraremos analizar desde nuestro punto de vista según el video realizada por el profesor,
Prof. Dr. Silvio A. Grijalva Silva

Todo el Derecho Procesal se mueve sobre tres instituciones fundamentales: La Acción, la Jurisdicción
y el Proceso.

La ACCIÓN.

La acción es la potestad que asiste al titular de un derecho para reclamar sus legítimas pretensiones
en sede judicial. La acción es la llave del proceso. “Nemo iudex sine actore” (no puede existir un
proceso si no hay actor) y “nemo procedat iudex iure ex oficio” (no puede existir un proceso de oficio),
aforismos que tienen su origen en el Derecho Romano, describen cómo el actor debe contar con una
acción para poder elevar su reclamación a un tribunal. La acción como derecho adjetivo se deriva de
la esfera del derecho sustantivo del actor. Todo sujeto de derecho posee la capacidad de solicitar sus
legítimas pretensiones, si entiende que éstas no se cumplen en la práctica, y dicha capacidad es la
acción. El proceso por tanto no nace “per se” sino que debe ser invocado por el actor que posee dicha
acción. La acción se instrumenta en la práctica procesal a través de la Demanda, la Querella, o los
Recursos, cuándo las partes hacen valer sus pretensiones en sede judicial a lo largo del proceso.
La JURISDICCIÓN.

La jurisdicción comprende de manera genérica la instancia judicial (o arbitral) a la que el actor se dirige
al interponer las acciones pertinentes, con poder y legitimidad para resolver el conflicto jurídico que se
le expone, vía auto, sentencia o laudo, y con capacidad de hacer cumplir lo juzgado. La jurisdicción es
territorial (juzgado local, o provincial, o internacional) y por materia (civil, penal, social, contencioso-
administrativa, laboral, constitucional). El poder de los juzgados estatales viene determinado por la
Constitución, y deriva del propio poder de coacción del Estado. En el caso de los organismos
internacionales, este poder nacer de los convenios y resoluciones a las que cada Estado se encuentra
acogido. Cuando se trata de órganos arbitrales, igualmente las partes han de haber reconocido la
legitimidad de este y su sometimiento voluntario a la decisión del árbitro, juez o tribunal. La jurisdicción
comprende también la organización y funcionamiento de toda la maquinaria administrativa que
conforma los juzgados, tribunales y órganos arbitrales. El poder de la jurisdicción reside en última
instancia en que sus resoluciones posean la naturaleza de “cosa juzgada”: la sentencia emitida se
convierte en realidad jurídica última, pudiendo crear y extinguir obligaciones para las partes.
Igualmente, la jurisdicción abarca la ejecución de sus resoluciones, mediante la vía coactiva si fuese
necesaria, pues de otra manera sus resoluciones serían meramente declarativas.

El PROCESO.

El proceso es el conjunto de actos que conforme a la normativa procesal se llevan a cabo desde que
el actor expone sus pretensiones a través de la acción, hasta que la jurisdicción competente emite su
sentencia, y en caso de ser necesario actúa en vía ejecutiva para obtener el cumplimiento de esta.
Así, por tanto, es la hoja de ruta que de manera formal y preestablecida guía a las partes intervinientes
y a los órganos jurisdiccionales, dictando las formas y tiempos en las que cada uno debe o puede
actuar, para conseguir el objetivo buscado, la justa resolución jurisdiccional. Así todo ello, no existiría
un sistema jurídico realmente efectivo si los derechos materiales no pudiesen alegarse (acción) en vía
judicial (jurisdicción) con una forma definida de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado (proceso).

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