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Lección 10

Violencia política, terrorismo estatal


y cultura (1970-1980)

Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se


representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de
alejarse de algo que lo tiene pasmado. Sus ojos están
desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas.
Y éste deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto su
rostro hacia al pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una
cadena de datos,, él ve una catástrofe única que amontona
incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien
quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo
despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha
enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede
cerrarlas. Este huracán lo empuja irremediablemente hacia el
futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruina
crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros
llamamos progreso.
Walter Benjamín, Tesis de filosofía de la historia

Sobre finales de los años 60 y principios de la década del 70,


nos encontramos por un lado con una radicalización de las ten-
dencias modernízadoras -que impulsará el abandono de la
práctica específica del intelectual en beneficio de la política- y,
por otro, con los diversos frenos, internos y externos, de esos
impulsos modernizadores. Una sociedad crispada, movilizada,
dividida entre la apuesta revolucionaria y las salidas conserva-
doras, va a sumergirse en el peor de los horrores, cristalizado
en los años del Proceso.

Llegamos a nuestra última lección, aquella que he seleccio-


nado como el punto de cierre de este largo recorrido. Claro que la
frase “punto de cierre” no significa que aquí termine o se cancele todo
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un movimiento histórico, ya que la vida histórica tiene diversas capas, y humanos quedamos inermes, a merced de hechos que escapan a nues-
cada una de ellas tiene su propio dinamismo, su propia lógica. Dicho tra comprensión, a los que no podemos darles significado y que, por
de otro modo, lo que ocurre en el terreno de las artes no tiene por qué ende, amenazan con dejarnos prisioneros de lo arbitrario. Entonces, si
ser análogo o formar sistema con lo que ocurre en el terreno de la eco- nos vemos prisioneros de lo arbitrario, del porque sí, sólo podremos
nomía, la política, etcétera. permanecer amenazados por el pánico de padecer nuevamente los mis-
Sin embargo, es posible afirmar que el período que se cierra en 1983 mos males, inermes frente a ellos. Lo que puede rescatarnos de ese es-
con el final de la dictadura y el retorno del régimen democrático con- tado de indefensión es comprender el significado de lo ocurrido.
figura un parteaguas en nuestra historia reciente. De allí en más, asisti- La experiencia de los niños apropiados por la dictadura es demostra-
mos a cambios que han otorgado otro contexto, otro clima y otros con- tiva al respecto. Cuando, dentro de un proceso extremadamente dolo-
tenidos al curso histórico de nuestra sociedad. roso, esos niños, hoy adultos, recuperaron su historia y con ella su iden-
Así las cosas, debo confesar que, como todo final, el que ahora inicio tidad, pudieron encontrar un sentido que los sacó de una noche oscura
me produce algunas sensaciones encontradas. Primero, la de una larga de misterios amenazantes y terrores ancestrales cuyo origen ignoraban.
tarea que concluye. Enseguida, todas las dudas imaginables acerca del El ejemplo es extremo e implica que el sentido tiene capacidades cura-
resultado acabado de tantos empeños, de tantas clases dictadas a lo tivas o que la verdad nos hace libres. Pero extrema es también la última
largo de tantos años. (Pero bien sé que de esto último ya no hay re- parte de la historia que me apresto a relatar. En las páginas que siguen
tomo, y que sólo a ustedes corresponde juzgar y valorar sus resultados.) intentaré ofrecer cierta comprensión de los hechos de esas décadas.
Por último, la extrañeza de estar escribiendo estas líneas de cierre de Para ello, pretendo recuperar cierta distancia que contribuya a una me-
un período en el momento mismo en que en nuestro país acaban de jor visión de los sucesos de esos años.
realizarse las últimas elecciones nacionales, en octubre de 2007. Extra- Volvamos entonces a finales de la década de 1960 para conocer algu-
ñeza porque inmediatamente debo volver a abstraerme de este nuestro nos de sus rasgos fundamentales. Recordemos también que a lo largo
presente para abocarme al relato postrero de los años entre esperanza- de estas lecciones hemos colocado el acento en los aspectos culturales
dos y finalmente atroces que instalaron la última dictadura y el terro- de todo proceso. Ahora bien: dentro de la vastedad prácticamente infi-
rismo de estado en la Argentina. nita de sucesos albergados por esa historia, es preciso seleccionar aque-
En la base de estas afirmaciones entre horrorizadas y melancólicas llos núcleos que resultan más explicativos de la corriente principal de
resta un último recurso, al que llamaré “el recurso del sentido”. Me ex- ese curso histórico. El centro de dicha corriente puede ser ubicado en
plico brevemente porque sé que enseguida comprenderán, y que la lo que hemos llamado el “proceso de modernización y radicalización”
idea puede ser valiosa. de la segunda posguerra. Era ese mismo proceso el que generaba pro-
En el curso de la historia y de nuestras vidas ocurren sucesos que cor- fundas tensiones en la sociedad argentina, ante el desencadenamiento
tan el hilo de los días, que rompen nuestra cotidianidad y trastornan de fuerzas de diversa índole, plurales y aun contrapuestas.
nuestras existencias. Esto mismo sucede con las sociedades cuando ex- Para continuar en la línea de nuestro relato, que acentúa la relación
perimentan catástrofes naturales o políticas. Cuando eso ocurre, los se- política-cultura, modernización cultural y radicalización política descri-
res humanos solemos mirarnos estupefactos y preguntamos “por qué”, ben ya a mediados de la década de 1960 una dialéctica en ascenso, es
“para qué”. Estas preguntas nos interrogan acerca del sentido. Son decir, que la modernización (en los consumos, ideas, usos y costum-
aquellas que hemos visto ejemplarmente formuladas por Sarmiento al bres) tiende puentes hacia una radicalización de estos mismos cambios.
preguntarse por qué en la Argentina de mediados del siglo XIX había En tanto, en el otro polo de la contradicción operaría la intervención
sucedido lo que sucedió. de fuerzas estatales y sociales defensoras del orden existente.
De allí que, al abocamos a la última lección, también aquí apelemos Centrándonos, por su gravitación, en el bloque cívico-militar que
al recurso del sentido, convencidos de que hay algo peor que los suce- ocupó el poder político de modo recurrente a partir de 1955, observa-
sos traumáticos de una historia, y eso es ignorar precisamente el sen- mos que a partir de 1966 promovió la implantación de valores naciona-
tido, el porqué y el para qué. Porque cuando falta el sentido, los seres listas, tradicionalistas y familiaristas, para lo cual apeló al acervo antimo-
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dernista de la Iglesia y a su demostrada influencia sobre el Ejército. En nes entre los campos intelectual y político. Al seguir las derivas de esta
el clima de la guerra fría y de la teoría de las fronteras ideológicas inte- relación se concluye que la suerte corrida por estos programas en la cul-
riores (que sostenía que el enemigo también se encontraba dentro del tura intelectual y estética fue diversa, aunque un balance general indica
propio país), la contradicción se polarizó en torno del eje comunismo- que todos ellos experimentaron algún tipo de fracaso, bloqueo o desvío
anticomunismo. Todo ello cristalizó en la concepción de la “seguridad respecto de sus propósitos reformistas y modernizadores.
nacional”, concepción que llegará a ser dominante en las fuerzas arma- Se nos presenta entonces una pregunta crucial: ¿a qué se debió ese
das argentinas y cuyos efectos serían graves. freno a los intentos modernizadores? Para abordarlo de manera un
En el ámbito cultural, el “shock autoritario” desencadenado por el tanto esquemática al principio, y acompañarlo luego de algunos ejem-
golpe de estado liderado por el general Onganía tuvo severas conse- plos, es posible imaginar tres tipos de causas, tres posibles hipótesis ex-
cuencias. Imbuido de una mirada autoritaria incapaz de discriminar en- plicativas de este fenómeno. El primero remite a un freno interno, en el
tre el modernismo experimentalista y las actitudes políticas expresa- sentido de que los actores modernizadores se habrían planteado objeti-
mente orientadas al cambio revolucionario, el régimen gobernante vos que sobredimensionaban su capacidad de realización, verificando
terminó por unificar las “almas” Lennon y Guevara de los años 60 (tal una vez más que la Argentina era un país “más modernista que mo-
como las caracterizamos en la lección anterior). De modo que, para derno”, es decir, con mayores expectativas de modernización que con
combatir a esta última, el régimen gobernante consideró necesario des- posibilidades materiales de realizarlas. El segundo freno resultó ser el
plegar campañas contra el pelo largo, los músicos de rock, el uso de la que, por estridente hasta-el ridículo, ocultó la visibilidad de los otros
minifalda, así como también secuestrar libros, censurar y prohibir pe- dos. Me refiero al ya señalado bloqueo tradicionalista, instalado en el
lículas como El silencio de Ingmar Bergman o Blow-up de Michelangelo estado a partir de 1966 con una política cultural ranciamente dere-
Antonioni, allanar editoriales (y hoteles por horas). Es muy conocido el chista. Por fin, un tercer fenómeno paradójico consistió en una radica-
efecto destructivo que, respecto de la Universidad, implicó la interven- lización del cambio que, al privilegiar la práctica política, erosionó la le-
ción autoritaria emblematizada en la llamada “noche de los bastones gitimidad de las actividades culturales modernizadoras.
largos”, la cual produjo un extraordinario drenaje de docentes e inves- Tomemos ahora algunos ejemplos. Sabemos ya que, en una de sus lí-
tigadores. neas, ese proyecto modernizador imaginaba y deseaba terminar con
A pesar de ello, en los años inmediatamente posteriores se genera- la situación periférica de la Argentina para instalarse en “el centro”,
ron movimientos de recomposición y, en el campo de las disciplinas en la línea del modernismo cosmopolita que demandaba el plástico
sociales, la Facultad de Filosofía y Letras porteña vivió el surgimiento Kenneth Kemble en 1961: “Queremos ser conocidos y valorados en los
de las llamadas “cátedras nacionales”, con profesores como Justino Estados Unidos”, esto es, en una matriz occidental y moderna y con un
O’Farrell y Gonzalo Cárdenas, que venían a expresar en sede acadé- lenguaje universal y contemporáneo. El caso paradigmático en este te-
mica el avance del nacional-populismo antiimperialista (no exento de rreno fue el programa desplegado por Jorge Romero Brest en el sec-
posiciones antimarxistas) y el ingreso explícito del peronismo en la tor de Artes Visuales del Instituto Di Tella, nítidamente expresado en
franja estudiantil. La película La hora de los hornos de Fernando Pino la Memoria de 1965-1966: “La tarea del Instituto está centrada en la
Solanas y Octavio Gettino planteará oposiciones extraídas de ese ve- modernización cultural del país, con la esperanza de contribuir así a
nero, con muy buena acogida de público en sus exhibiciones obligada- desatar el nudo cultural que traba nuestro desarrollo”. Y bien, ocurrió
mente clandestinas. que junto con la endeblez del medio receptor de esos proyectos, la ex-
Asimismo, aunque menos subrayado -y quizá por ese motivo-, con- periencia del Di Tella fue impugnada tanto por la crítica tradiciona-
viene recordar que el freno a la modernización no se localizaba sola- lista, que la consideraba ofensiva del buen gusto y alienada a modelos
mente en políticas estatales. Estos impulsos se desplegaban en una so- extranjeros, cuanto por la crítica de izquierda, que la consideró apolí-
ciedad que conservaba fuertes rasgos tradicionalistas. De manera que tica, frívola y elitista.
también aquí se observa una compleja y crucial relación triangular entre Ejemplos similares pueden encontrarse en otras esferas. De tal ma-
modernismo, radicalismo y tradicionalismo que marcó las vinculacio- nera, desde un número de 1961 de Cuadernos de Cultura, el comunista
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Rodolfo Ghioldi dictaminaba que psicoanálisis, existencialismo y socio- cas hasta desembocar en la llamada “teoría de la dependencia”, insta-
logía eran “manías burguesas”. En forma análoga, quienes practicaban lada en franca oposición a las tesis de Walt Whitman Rostov/. Creció de
el teatro realista de denuncia social rechazaban terminantemente la tal modo esta doctrina en el cruce de cepalismo, nacionalismo econó-
vanguardia que en ésos años encarnaba Griselda Gámbaro. mico, antiimperialismo y marxismo que llegó a ser hegemónica en su
De modo que, bloqueados por derecha, los afanes del modernismo campo, en el período 1965-1975. Su libro más representativo fue escrito
reformista también serían desafiados por izquierda. Al respecto es elo- entre 1966 y 1967 por Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto: De-
cuente la transcripción de una reunión de psicólogos en la Facultad de pendencia y desarrollo en América Latina.
Filosofía y Letras en 1965 para discutir las relaciones entre psicología,
ideología y política. Allí, mientras José Bleger y Enrique Pichón Riviére
defienden la autonomía del campo, para el psiquiatra Antonio Capa-
rros, el psicoanalista como científico y el psicólogo como militante po- Asalto a la conferencia de Romero Brest
lítico debían coincidir. Se trata de un ejemplo entre tantos del modo en Juan Pablo Renzi: Señoras y señores, les comunicamos que esto es un
que la política como posicionamiento y la práctica política como acti- asalto a la conferencia de Romero Brest, y que en lugar de el, vamos

C
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tud cubrían el ámbito de las prácticas culturales. hablar nosotros, aunque muy poco tiempo, porque consideramos que las
Aunque también es cierto que hubo manifestaciones, no necesaria- palabras no constituyen un testimonio perdurable y pueden ser
mente aisladas, de defensa de la autonomía intelectual. Desde el ám- fácilmente tergiversadas, en cambio lo que queremos que recuerden es
bito de las letras, un artículo de Carlos Brocato en El Escarabajo de Oro el acto en sí, esta pequeña violencia que hemos perpetrado al
de noviembre de 1965 protestaba contra la culpabilización del intelec- imponerles
tual y el antiintelectualismo, y proclamaba la legitimidad de “luchar por a Uds. nuestra presencia. (...)
otro mundo a través de la literatura”. - Creemos que el arte no es una actividad pacífica ni de decoración de
Empero, los jóvenes artistas que en agosto de 1968 irrumpieron en la
una conferencia de Romero Brest y le impusieron la lectura de un do- vida burguesa de nadie.
cumento parecían haber decidido el dilema en otro sentido: “La vida - Creemos que el arte significa un compromiso activo con la realidad,
del Che Guevara y la acción de los estudiantes franceses -proclamaron- activo porque aspira a transformar esta sociedad de ciases en una mejor,
son obras de arte mayores que la mayoría de las paparruchadas colga- - Por lo tanto, debe inquietar constantemente las estructuras de la
das en los miles de museos del mundo”. La cita condensa con claridad cultura oficial.
una parte creciente del espíritu de la época. - En consecuencia, declaramos que la vida del “Che" Guevara y la
En el plano de las prácticas disciplinares, también en la sociología el acción
pacto entre héroe modernizador yjuventud contestataria se fue erosio- de los estudiantes franceses son obras de arte mayores que la mayoría
nando, debido a que la sociología germaniana fue cuestionada por re- de
plicar a la norteamericana y proponer un modelo de desarrollo aná- las paparruchadas colgadas en los miles de museos del mundo.
logo para países diferentes, como el nuestro. Este movimiento formó - Aspiramos a transformar cada pedazo de la realidad en un objetivo
parejas con el surgimiento de la teoría cepaliana del desarrollo y el pos- artístico que se vuelva sobre la conciencia del mundo revelando las
terior pasaje a la teoría de la dependencia y sus límites porosos con el contradicciones íntimas de esta sociedad de clases.
&
marxismo.
- ¡Mueran todas las instituciones, viva el arte de la Revolución! (A
Nacía así el “desarrollismo”, cuya influencia resultaría enorme en
coro.)
esos años en toda Latinoamérica, y que enarbolaba -como sintetiza
Cristóbal Kay- una ideología antifeudal, antioligárquica, reformista y Juan Pablo Renzi, Norberto Puzzolo, Rodolfo Elizalde y otros, en
tecnocrática. Desde aquí, nuevamente, el despliegue de algunas de sus Inés Katzestein, Escritos de vanguardia. Arte argentino de los años 60,
premisas y el cuestionamiento de otras radicalizaría las posiciones teóri- Buenos Aires, Fundación Espigas-Fundación Proa-The Museum of
Modern Art (Nueva York), 2007.
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y
Del mismo modo, el desplazamiento de la teoría de la modernización a en las propias filas católicas, y que ésta no era sólo de carácter teórico: en
la teoría de la dependencia trasladaba la cuestión de un problema téc- 1966 moría el sacerdote católico Camilo Torres, durante su lucha como
nico a una cuestión política. La radicalización política concluía en que integrante de un grupo guerrillero colombiano.
el actor social de esa revolución no podía ser ya la burguesía nacional, Los datos resultan convincentes. Una consecuencia de este privilegia-
sino una alianza de los sectores populares conducida por la clase miento de la política, tanto desde la izquierda peronista como marxista,
obrera. Es fácil comprender entonces por qué, al final de este razona- fue que resultó secundarizada e incluso llegó a ser negada la autonomía
miento, emergía la idea de “revolución”, abrevando en el amplio espec- de la práctica artística e intelectual. En rigor, esta tendencia avanzaba
tro de las variables de izquierda. no sólo atraída desde los hechos por el poderoso imán de la política,
Pero, además, la radicalización avanzaba por caminos impensados sino además porque tanto en el populismo como en el marxismo se ha-
poco antes, como el que recorría el universo católico (y este factor será llaban cláusulas ideológicas habilitantes de dicho pasaje. En efecto, el
altamente significativo en los sucesos políticos). Ese impulso recogía ex- reduccionismo marxista tendía a potenciar los posicionamientos clasis-
periencias y reflexiones externas, en coincidencia con el papado de tas y economicistas y a negar, en tanto “superestructurales”, el papel de
Juan XXIII y las encíclicas Water et Magistra y Pacem in Terris, de 1961 y las influencias ideológicas o culturales. Por su parte, el populismo apeló
1963 respectivamente. De modo consonante con la práctica de los curas a su clásico arsenal antiintelectualista, sobre la base de su creencia en la
obreros, del personalismo francés y de la revista Esprit, en la intelectua- bondad y la sabiduría intrínsecas de las clases populares, así como en el
lidad católica se expandió la influencia de Theilard de Chardin con su privilegio de la práctica material sobre el saber libresco y del hombre de
propuesta de reconciliación del cristianismo con teorías científicas acción sobre el contemplativo. Este giro clásico -que tan eficazmente
como el evolucionismo y, al mismo tiempo, con una misión que tam- entonó entre nosotros Arturo Jauretche- fue acompañado de la culpa-
bién era de este mundo, al cual era preciso comprender y transformar. bilización de la clase media por su ceguera ante el fenómeno peronista,
Su obra formó parte de los libros más requeridos según las listas de ven- de manera que el “intelectual pequeñoburgués” terminó por conden-
tas de 1963. sar un tipo social decididamente disvalorado.
En este contexto, una serie de sacerdotes jesuítas realizaron un acer- En este punto se percibe que el momento histórico aquí analizado se
camiento crítico no exento de reconocimientos hacia el marxismo, con proyecta sobre un fondo mucho más arcaico. Porque lo que reemergía,
Jean-Yves Calvez a la cabeza, quien en 1956 había publicado su docu- lo que se activaba de esa manera, era el vasto tema del antiintelectua-
mentado libro El pensamiento de Karl Marx. Surge así el diálogo entre lismo en tierras hispanoamericanas, la vieja diatriba entre pueblo y doc-
marxistas y cristianos, que en Buenos Aires tuvo su expresión desde el tores, entre políticos prácticos y letrados presuntamente colocados a es-
espectro católico con el filósofo Conrado Eggers Lan. Ya en 1962, Lan paldas de su verdadera realidad. Sin embargo, en la década de 1960,
expresaba que el marxismo había dejado de ser un adversario ideoló- esta reactivación de un pasado estaba sobredeterminada, crispada por
gico para convertirse en la “secularización del pensamiento cristiano”, la existencia de una revolución (la cubana) nacida justamente sin teo-
y un año después sostenía que “la revolución ha de ser integral, vale de- ría y dentro de un clima mundial que había saturado el universo de la
cir, debe modificar las estructuras desde su base hasta su cúspide”. denuncia y que sólo parecía dejar como recurso el pasaje a la acción.
Desde el mismo universo, la revista Cristianismo y Revolución, dirigida De tal modo, entre la ideología revolucionaria y el populismo se
por Juan García Elorrio, expresaba al sector más radicalizado, aunque abrió unjuego de pinzas que cuestionó desde diversos ámbitos los espa-
también Criterio daba cabida a intervenciones que prologaban la teología cios de autonomía del intelectual crítico y modernizador. Desde esta
de la liberación, donde, por ejemplo, en marzo de 1964, M. N. Ramoñ- . matriz de ideas y de sentimientos, alguien entre nosotros se pregun-
detti cuestionaba el derecho de propiedad, puesto que sostenía que es- taba: “¿Qué quiere decir estructuralismo para un muchacho masacrado
taba “supeditado por el mismo Dios Creador al derecho anterior que tie- en Caracas?”. Me gusta repetir al respecto que, en un período donde el
nen todos los hombres, colectivamente considerados, a poseer todos los antiintelectualismo alcanzaba estatura mundial, se vio nacer al más
bienes creados por Dios”. Era natural que cundiera la alarma entre duro de los antiintelectualismos: el de los intelectuales. Ni Gabriel Gar-
los sectores tradicionalistas que veían que la radicalización se expandía Márquez escapo al cuestionamiento: a el se le recordó que, mientras
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escribía Cien años de soledad, un sacerdote (Camilo Torres) moría como volución en las formas estéticas hasta la total subordinación de la esté-
guerrillero en su mismo país. tica a la política.
No obstante, es preciso contextualizar estos pronunciamientos ya que La crispación y radicalización del discurso se correspondían con la
no se trataba de discursos ni decisiones producto de alucinaciones ais- aceleración de la política. Luego del relevo del general Onganía, los si-
ladas. No resulta difícil presentar ejemplos que así lo ilustran. En 1968 guientes gobiernos militares se estrellaron con el ascenso del conflicto
existían signos de que esos posicionamientos tenían de su lado el hura- social y “el repiquetear incesante de la guerrilla”, como se dirá en el edi-
cán de la historia. Los mismos diarios que informaban acerca de la fun- torial de 1973 de la revista gramsciana Pasado y Presente. Desde el otro
dación de la Confederación General de los Trabajadores (CGT) de los polo, el asesinato de dieciséis guerrilleros en la cárcel de Trelew reforzó
argentinos daban cuenta de la incontenible ofensiva del TET en Viet- el carácter de un enfrentamiento del tipo amigo-enemigo.
nam y del grito libertario que otra vez provenía del París de las barrica- En este marco, la ilegitimidad del régimen dirigente seguía teniendo
das. También daban cuenta de las revueltas estudiantiles que recorrían su punto crucial en la proscripción del peronismo y de su líder. De he-
México, Córdoba, Berkeley, Rosario, Bogotá, Berlín, Madrid, Río... En cho, cuando el presidente de facto Agustín Lanusse cedió a la presión
la Argentina, otro mes de mayo, pero esta vez de 1969 y en Córdoba, en pro de la apertura electoral, dicha convocatoria mantuvo la proscrip-
vino a cerrar el decenio, llevando al extremo las esperanzas revolucio- ción de Juan Domingo Perón.
narias de años esperanzados. Sea como fuere, simplemente ojeando los diarios de la época es posi-
Empero, al abrirse la década de 1970, el signo que progresivamente ble advertir una precipitación del tiempo histórico y de los aconteci-
unificará esos procesos en nuestro país a lo largo del decenio estará mientos. En consonancia con ese ritmo acelerado, esta sensación de vér-
marcado literalmente a fuego por la violencia política. tigo se materializó con el triunfo de la fórmula encabezada por el doctor
Queda claro hasta aquí que en esos tiempos los movimientos cultura- Cámpora. Su muy breve presidencia marcará el momento de mayor gra-
les resultaron cada vez más dependientes de un escenario político po- vitación en el poder de la tendencia revolucionaria del peronismo.
blado por actores involucrados en prácticas progresivamente confron- Si dentro de este complejo proceso recortamos el campo cultural,
tativas. En especial cuando, desde 1970, sobre aquel trasfondo de alta comprobamos que esta gravitación alcanzará carácter hegemónico en
conflictividad social, organizaciones político-militares provenientes de las universidades estatales. Allí, junto con un marcado proceso partici-
la izquierda marxista y peronista comenzaron a operar de manera cre- pativo de docentes, estudiantes y no docentes, en un cruce de hegemo-
ciente tras el proclamado objetivo de liberación nacional y social. Ese nismo y populismo, los objetivos académicos resultaron subordinados a
modo operativo incluyó magnicidios y asesinatos políticos, como aque- los lincamientos ideológicos e intereses políticos del peronismo radica-
llos que se cobraron como víctimas al general Pedro E. Aramburu y a lizado. Esos lincamientos signaron los criterios de selección del cuerpo
los dirigentes sindicales Augusto T. Vandor y José Alonso. Muchas de es- docente, los programas de estudio y los estilos de la relación profesor-
tas acciones fueron justificadas puesto que se las inscribía en una histo- alumno. La política se presentaba con claridad como la práctica orde-
ria de violaciones e injusticias anteriores que había tenido como víctima nadora del mundo académico; en rigor, cubría todos los aspectos de la
a las clases populares y el movimiento peronista. vida argentina.
En tanto, en un sector de los intelectuales también avanzaba el con- El retomo y la posterior elección presidencial de Perón en junio de
senso sobre la necesidad de una salida revolucionaria, respecto de la 1973 pusieron fin a casi dos décadas de proscripción y abrieron al
cual sólo cabía discutir sus formas (insurrección de masas, foquismo mismo tiempo la caja de Pandora de un enfrentamiento literalmente a
guerrillero, guerra popular y prolongada...). Entre 1970 y 1973, diver- muerte dentro del movimiento. A partir de dicho retorno, la guerrilla
sos debates acerca de la relación entre literatura y política pueden ser peronista comenzó a perder terreno al persistir en una vía deslegiti-
observados en los once números de la revista Nuevos Aires, entre otros mada por el viejo líder y golpeada duramente por la represión legal e
medios. Allí, Mario Vargas Llosa, Ricardo Carpani, Ángel Rama y ilegal montada desde ese mismo gobierno.
otros discuten activamente acerca de las relaciones entre intelectuales, El mismo día del regreso del líder se produjeron los sangrientos epi-
política y revolución, con posiciones que van desde la apuesta por la re- sodios de Ezeiza; luego, siguió la descalificación del propio Perón hacia
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los sectores radicalizados. La organización, paraestatal conocida como la nado por la certeza de que el panorama se ha iluminado hasta tal punto
“Triple A” inicia una cadena de asesinatos políticos que alternan con al- que los debates huelgan, y sólo basta con fortalecer la valoración del
gunos resonantes crímenes de la organización Montoneros, como el lle- hombre de acción respecto del contemplativo; hombre de acción capaz
vado a efecto contra el dirigente sindical José Ignacio Rucci dos días de poner en riesgo su vida, en la medida en que, como se lee en su nú-
después del triunfo electoral de la fórmula Perón-Perón. mero 17, la muerte no es propia del individuo, ya que “es el pueblo
De allí en más, el contraataque ya no se detendrá. En su avance figu- quien determina la suerte de la vida y la muerte de sus hijos”.
raron desde el atentado al senador radical Hipólito Solari Yrigoyen y Expresiones de la peronización de un sector del campo intelectual, la
asesinatos como los de Ortega Peña y Silvio Frondizi entre tantos otros, revista Envido conjuntará por su parte a integrantes y estilos ideológicos
hasta el desplazamiento de gobernadores sospechados de simpatizar provenientes en buena medida de la experiencia de las “cátedras nacio-
con el peronismo radicalizado. Las manifestaciones culturales no esca- nales”, mientras el grupo Cine Liberación -tras el impacto de La hora de
parían a la represión estatal y paraestatal. En 1973, mediante un acto te- los hornos- realizará en 1971 un sonado reportaje de "actualización doc-
rrorista, se destruyó la sala del teatro donde se representaba la ópera- trinaria” a Juan Domingo Perón, donde éste se refiere a la necesidad
rock Jesucristo Superstar, se quemaron miles de ejemplares de El marxismo del “trasvasamiento generacional” y designa a los grupos político-milita-
de Henri Lefebvre, se secuestró la película El último tango en París de res como “formaciones especiales”.
Bernardo Bertolucci, Miguel Tato ejercía activamente la censura desde Como resulta evidente, la política argentina había ingresado en una
el Ente de Calificación Cinematográfica, y la Triple A arrojaba al exilio suerte de caldera del diablo donde se fundían las fuerzas más disímiles
a escritores, artistas e intelectuales, amenazados de muerte. y enemigas. De allí que este relato avance y retroceda, siguiendo el
De todos modos, aquí y allá permanecieron reductos de resistencia ritmo ya señalado de una temporalidad aparentemente trastrocada.
cultural. Aún en el duro año de 1974 se exhibieron con éxito películas Agreguemos así a este panorama un fenómeno de enorme gravitación
como La Patagonia rebelde de Héctor Olivera, con guión de Ayala sobre pero que provenía de otras corrientes de la historia local. Me refiero a
libro de Osvaldo Bayer; Quebracho de Ricardo Wullicher; La hora de los la notable radicalización del mundo católico, que tendría su guía ideo-
hornos de Gettino y Solanas, Operación Masacre con libro de Rodolfo' lógica en la “teología de la liberación”, con cuyo título el sacerdote pe-
Walsh. Según lo muestra a partir de 1969 y hasta comienzos de 1976 la ruano Gustavo Gutiérrez publicó su libro canónico en 1971. En la Ar-
revista Los Libros, seguirán introduciéndose nuevos estímulos intelectua- gentina, el pasaje de la teología a la filosofía de la liberación tuvo una
les como los provenientes del marxismo renovado por Louis Althusser, de sus primeras manifestaciones públicas en 1972 durante el II Con-
la nueva crítica de inspiración barthesiana, la semiología o el psicoaná- greso Nacional de Filosofía en Alta Gracia, Córdoba; hacía 1976, alcan-
lisis lacaniano. zaba una expresión desarrollada en la obra de Juan Carlos Scannone,
Más aún. Así como a escala latinoamericana el libro del escritor uru- Teología de la liberación y praxis popular.
guayo Eduardo Galeano Las venas abiertas de América Latina, publicado La muerte de Perón en julio de 1974 y la sucesión por su esposa, Ma-
en numerosísimas ediciones a partir de 1971, había expresado el ta- ría Estela Martínez, implicaron el ingreso en la recta final de la lucha
lante de indignada protesta en nombre de los marginados y explotados, por la hegemonía dentro del movimiento peronista y un despliegue su-
la muy difundida revista Crisis describe con precisión entre 1973 y 1976 perior de la represión, dentro de un creciente vacío de poder y sus
ese momento en el campo del sector de los intelectuales radicalizados consecuentes efectos de ingobernabilidad, exasperados por una salvaje
cercanos al peronismo revolucionario. Allí, el contenido de los artícu- puja corporativa. Como recuerda María Sáenz Quesada, en diciembre
los presenta una visión construida con los poderosos fragmentos qúfe de 1974 la escritora Martha Mercader se dirigió a la presidenta refi-
habían alimentado el imaginario radicalizado hasta el momento, en un riéndose a los casi trescientos asesinatos políticos y preguntándose
cruce de nombres y doctrinas que no mucho antes hubiese sido consi- “¿con cuántos muertos celebraremos nuestra cristiana Navidad?”. El
derado insostenible: Lenin y Perón, José Hernández y Marx, Rosas y Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) consideró a su vez que la
Mao; populismo, nacionalismo y revisionismo con revolución cubana muerte del “líder de la burguesía” abría por fin el camino para la auto-
y cristianismo revolucionario... El tono imperante en Crisis está. domi- nomía de la clase obrera, en el momento en que decidía la instalación
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Lección 10. Violencia política, terrorismo estatai y cultura 295

de destacamentos armados en el monte tucumano. En febrero de


institucionalidad republicana. Al decir de Luis Alberto Romero, “sólo
1975, el Operativo Independencia contra esta guerrilla anticipará bru-
quedó la voz del estado, dirigiéndose a un conjunto atomizado de habi-
tales prácticas de contrainsurgencia que no hicieron sino incremen-
tantes”, aun cuando habría que agregar que esa interpelación encontró
tarse en los años por venir.
oídos no sólo pasivos sino también activamente receptores. Son conoci-
Como parte de ese violento contraataque, se puso coto a la presencia
dos los pronunciamientos de apoyo y aquiescencia que la dictadura re-
del peronismo revolucionario en las universidades nacionales. Luego del
clutó entre partidos políticos, jerarcas de la iglesia católica, cámaras em-
relevo del ministro Taiana y su reemplazo por Oscar Ivanissevich, en
presariales, sindicatos de trabajadores, medios de comunicación,
septiembre de 1974 se produjo la intervención de la Universidad de
periodistas y también intelectuales. Sin ir más lejos, desde la jerarquía
Buenos Aires y se entregó su gestión a sectores del integrismo católico
católica, pocos meses antes del golpe de marzo del 76, monseñor Bona-
nacionalista encabezados por Alberto Ottalagano. El diario La Opinión
mín había acuñado una expresión temible: “El pueblo argentino ha co-
del 6 de diciembre de 1974 recogió la siguiente declaración del nuevo
metido pecados que sólo se pueden redimir con sangre”.
decano de la Facultad de Filosofía y Letras porteña, Raúl Sánchez Abe-
Había llegado el tiempo más amargo y atroz de la Argentina mo-
lenda, quien acababa de cesantear a más de mil docentes: “Los profeso-
derna. Desde entonces hasta el presente, no han sido escasos los inten-
res devotos de Marx y Freud tendrán ahora que ir a enseñar a la Unión
tos por abordar aquellos trágicos sucesos desde el periodismo, la cró-
Soviética y a París”.
nica, el ensayo, la literatura y también la historiografía. Sucesos cuya
Cancelado este espacio, otros ámbitos intelectuales resultaron tam-
gravedad ético-política pueden sintetizarse no sólo en la tortura siste-
bién alcanzados, y en varios casos fue la vida misma de profesionales y
mática e infinita a que fueron sometidas miles de víctimas, sino en las fi-
académicos la que resultó amenazada cuando no tronchada. El 23 de
guras terribles del desaparecido y los niños expropiados hasta de su
marzo de 1975, el Buenos Aires Herald registraba un asesinato político
identidad.
cada dos horas en los últimos dos días. Fiel a la consigna de ese mismo
Estos hechos son conocidos por todos. Sin embargo, no quise dejar
año enarbolada por la publicación de ultraderecha El Caudillo (“el me-
de mencionarlos una vez más, así sea porque, en ciertos momentos,
jor enemigo es el enemigo muerto”), hasta 1976 se registraron casi mil
esos sucesos alientan en mí la desazón ante las atrocidades que nuestra
asesinatos adjudicados a la represión paraestatal. Junto con ello se pro-
sociedad ha albergado. Por el contrario, actitudes como las de Madres
ducían clausuras de diarios y revistas, así como la prohibición y censura
y Abuelas de Plaza de Mayo nos restituyen cierta esperanza sobre eso
de películas. El 23 de enero de 1975, la Triple A voló el edificio del dia-
que solemos llamar el género humano. Nada menos.
rio cordobés La Voz del Interior y también se atentó contra El Pueblo de
Reconocido una vez más el horror que nos habitó, es preciso regresar
Tucumán. A principios de 1976, monseñor Primatesta denunció ya en-
a la tarea de dotar de sentido a esos hechos atroces precisamente para
tonces y desde Córdoba la desaparición de personas.
inscribirlos en una serie que nos permita sostener que no se trató de ra-
Así las cosas, la puja Ínter e intracorporativa, el descontrol econó-
yos caídos desde el cielo sereno de una Argentina idílica. Lejos de ello,
mico, el malestar social, las disensiones dentro del gobierno, la crisis de
esa maquinaria del terrorismo estatal fue montándose pieza por pieza a
autoridad y la presencia cotidiana de la violencia fueron condiciones
lo largo de un tiempo cuyos orígenes se discuten: la violencia política
de posibilidad para que muchos sectores de la sociedad recibieran con
en nuestro país ¿proviene tal cual de la violencia del siglo XIX; tiene
una mezcla de alivio, temores y expectativas el nuevo golpe de estado
que ver con la inconmensurabilidad de legitimidades políticas que se
del 24 de marzo de 1976. Pero he aquí que, para la reinstauración de
abre en la segunda década del siglo XX o con el golpe de estado de
un orden, la dictadura militar sistematizó el terrorismo de estado y éx-
1930? ¿Se vincula con la escisión de la sociedad entre peronistas y anti-
tendió con inusitada crueldad una represión de redisciplinamiento so-
peronistas en la década de 1940, proseguida en el derrocamiento y pos-
cial y cultural. El terror estatal planificado y sistemático contó como
terior proscripción del peronismo? ¿O acaso -ya casi asomándonos al
parte de su metodología con el secuestro, la tortura, la desaparición de
terreno de la metafísica- remite al presunto abismo abierto entré “las
personas y hasta el robo y la desidentificación de bebés. Se produjo un
dos Argentinas”? Estas y otras preguntas se han formulado. Las respues-
cierre brutal de la escena pública y tuvo lugar el arrasamiento de toda
tas han sido numerosas y cubren una vasta bibliografía. No obstante, la
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que persiste, muchas veces enunciada con tono sorprendido, es la si- nizzi yjudith Gociol, acerca de la radicalización de “docentes, alumnos
guiente: ¿cómo fue posible que en un país como la Argentina ocurriera y no docentes”.
lo que ocurrió? Asimismo, el opúsculo de octubre de 1977 del Ministerio de Educa-
ción titulado Subversión en el ámbito educativo (conozcamos a nuestro ene-
migo) revela los intentos sistemáticos de penetración de los mensajes de
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la dictadura, minuciosos hasta en la prohibición de palabras como
k veces (no es joda) pienso que somos la generación del 37. Perdidos en “prostituta” y “huelga” en escuelas y colegios.
la diáspora. ¿Quién de nosotros escribirá el Facundo? [...] Análoga finalidad dirigía la confección de numerosas listas negras
Era como moverse a ciegas, tratar de captar un hecho que iba a pasar que cubrían un amplio espectro de escritores, intelectuales, periodistas
en otro lado, algo que iba a suceder en el futuro y que se anunciaba de y artistas. Por lo demás, a esta persecución se le sumaba la clausura de
un modo tan enigmático que jamás se podía estar seguro de haber editoriales (como Siglo XXI) y la quema de libros (como el millón de
comprendido. E! mayor esfuerzo consistía siempre en eludir el ejemplares del Centro Editor de América Latina incinerados en 1980) .
contenido, el sentido literal de la frase y buscar el mensaje cifrado que Empero, también la Operación Claridad revela en su fundamenta-
estaba debajo de lo escrito, encerrado entre las letras, como un ción oficial la sospecha de las principales autoridades del Proceso de
discurso del que sólo pudieran oírse fragmentos, frases aisladas, que la depuración política e ideológica en los cuerpos docentes se es-
palabras sueltas en un idioma incomprensible, a partir del cuai había que trellaba contra obstáculos difíciles de sortear. Esta percepción forma
reconstruir el sentido. parte de un par de preguntas vinculadas con la evaluación de los alcan-
ces represivos de la dictadura y con el carácter de su eventual política
Ricardo Piglia, Respiración artificial, Barcelona, Anagrama, 1980. JEF cultural. Por un lado, no caben dudas de que los hechos evocados aquí
estimularon adrede un clima de temor, terror y autocensura. Más du-
Mientras dejamos que estas preguntas sigan haciendo su camino, de doso resulta determinar la existencia de una política cultural de la dic-
algo podemos estar seguros: las rosas que ocurrieron siempre han te- tadura, entendida como una propuesta positiva con capacidad de cons-
nido muy buenos motivos para ocurrir. No es que estuvieran inexora- trucción de consenso de la derecha en el campo cultural, y no como
blemente destinadas a cumplirse, pero sí que operaron fuerzas sustanti- una actitud básicamente reactiva, represiva y policial.
vas que contribuyeron a generar los acontecimientos. Al respecto, puede suponerse que esta última dificultad debe estar
Sobre estas bases, volvamos sobre nuestro relato para vislumbrar en conectada en parte con el marco ideológico general de la dictadura,
concreto fenómenos más distantes y profundos de intolerancia en el en cuyo caso, y a través de los discursos oficiales, se comprueba que di-
plano de la cultura, nuestro eje de análisis. Al respecto, en los últimos cha propuesta se hallaba construida sobre una serie de convicciones y
tiempos se ha investigado el grado de centralización y planificación de motivos largamente cultivados en los ámbitos institucionales y de socia-
la censura y represión cultural durante el Proceso, y se impone la im- bilidad de las fuerzas armadas argentinas, ahora insertos en el clima
presión de que se trató de un emprendimiento mucho más elaborado mundial de úna nueva etapa de la guerra fría, dentro de la cual la po-
que el que dejaba traslucir el señalamiento de ciertas torpes ignoran- lítica de los Estados Unidos de América había promovido en 1973 el
cias como la de prohibir por subversivos El Principito, La cuba electrolítica derrocamiento de gobiernos democráticamente elegidos como el de
o la matemática moderna. Salvador Allende en Chile. Dicho espíritu dizque actualizado estuvo ar-
En rigor, y como subraya Andrés Avellaneda, la censura y su regla- mado con las viejas piezas del catolicismo integrista y antimodernista,
mentación venían incrementándose en todo el período 1966-1976, pero en tiempos de anticomunismo maccartista, y animado por un impulso
ahora intervenciones como la diseñada por la Operación Claridad -di- de cruzada religiosa.
rigida desde el Ministerio de Educación y dotada de fondos secretos- Es posible sintetizarlo diciendo que los mensajes que emanaban de
revelan el grado de planificación de la represión cultural, destinada por esa concepción construyeron una discursividad nacionalista (referida a
ejemplo a advertir, en un memorando puesto a la luz por Hernán Inver- la esencialidad del “ser nacional”), autoritaria, antiliberal, heterofóbica
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y familiarista, términos dignos de ser analizados en detalle. En la vida Si sobre todas las expresiones de la vida pública descendió en los pri-
de todos los días, esa actitud impulsada desde el corazón del estado meros años de la dictadura una asfixiante niebla de represión y cen-
tuvo como efecto inmediato el reforzamiento autoritario de todas las je- sura, uno de los rasgos consciente o inconscientemente perversos de di-
rarquías establecidas: en la familia, la escuela, el taller, la fábrica, la ofi- cha censura fue su carácter indefinido y sólo parcialmente explicitado,
cina; así como entre géneros y escalones etarios, con un evidente efecto lo cual dejaba en manos de las víctimas la estimación de sus alcances e
identificatorio entre juvenilismo y subversión. incentivaba así una autocensura ilimitada y autoculpabilizante.
En ese contexto, una y otra vez en las declaraciones de principios de Un par de ejemplos. En el caso de la escritora para niños Elsa Borne-
la Junta militar argentina se encuentran llamamientos a retornar a lo mann, la prohibición de Un elefante ocupa mucho espacio determinó que
que se denomina “el espíritu de Occidente”, del que buena parte de ese en las bibliotecas de muchas escuelas se eliminaran iodos sus libros. En
mismo Occidente real se habría desviado, dejando a la Argentina como el mismo sentido, Carlos Gorostiza denunciaba entonces que quienes
uno de sus últimos bastiones, y encargada por ello mismo de liderar un seguían persistiendo desde la Argentina en una tarea inclaudicable
emprendimiento de regeneracionismo mesiánico, ya que, según el al- de cultura “nos hemos visto obligados a adaptarnos a un modo de vida
mirante Massera, Occidente no era un lugar geográfico sino “una acti- y de trabajo que genera autocensura”. Además, la inexistencia de un
tud del alma”. centro unificado de la censura le dio el mismo tenor de la compartí-
No obstante, esta visión convivía con la ya presente influencia neoli- mentación y territorialización reticular de la represión militar y paraes-
beral, como aquella que según Carlos M. Túrolo influyó sobre el Ejér- tatal, que sumó a su eficacia su carácter aleatorio y, por ende, terrorista
cito a partir del grupo liderado por el filósofo Jaime Perriaux, y del cual en forma superlativa.
formaría parte José Alfredo Martínez de Hoz, entre otros. Más allá de Obviamente, la represión cultural era un aspecto de la represión tanto
su interés por capturar la conducción y los destinos de la economía más cruel y sangrienta que se ejercía sobre los cuerpos de las víctimas. El
argentina, en un plano estratégico esta influencia bien podría haber saldo de esta última durante 1976 resulta altamente indicativo del curso
hallado un punto de encuentro con los objetivos redisciplinadores del del enfrentamiento: 1354 muertos en acciones armadas, de los cuales 167
Proceso, en la medida en que las decisiones económicas apuntaban a fueron policías y militares y 1187 guerrilleros, más unos 3500 desapareci-
erradicar presuntos males que -como han señalado Palermo y Novaro- dos. En todo el período dictatorial -aun reconociendo que se trata de un
se hundían ante los ojos del nuevo poder en la estructura de la Argen- punto controversial hasta el día de hoy-, el número de desaparecidos se
tina populista, estatista, industrialista y redistributiva (también reparen calcula entre 20 000 y 30 000 personas, mientras que los muertos recono-
por un instante en cada uno de estos términos). cidos suman unos 2000. De más difícil determinación, se estima que los
En cuanto al desempeño estrictamente militar, en su modus operandi exiliados en esos años habrían alcanzado un total de 40 000.
las fuerzas armadas aplicaron esquemas incorporados desde la década Estas cifras no pretenden apelar a la evocación de un horror suficien-
de 1950 a través de la escuela francesa de guerra contrarrevolucionaria, temente considerado, sino contribuir a la caracterización del tipo de re-
y redefinieron al enemigo según la teoría que instalaba las fronteras presión instaurado, en la medida en que también los modos de vigilar y
ideológicas en el interior del mismo territorio nacional. Reactivaron de asesinar hablan de matrices culturales e historias nacionales específicas.
tal modo la paranoia por una infiltración que veían realizada dentro Razonando por contraste, y como remarca Silvina Merenson al compa-
de sus propios grupos de pertenencia -de hecho, realmente verificada rar con la dictadura uruguaya, se ve que allí hubo entre 30 y 100 desa-
en las propias familias-, infiltración tan sutil que se creía que podía parecidos (según su captura haya tenido lugar en su país o en el extran-
ocurrir incluso por medio de cambios en el lenguaje casi impercepti- jero), mientras uno de cada cinco ciudadanos pasó un período de su
bles. El general Camps habló por eso de “fraude semántico”, lo cual vida en las cárceles uruguayas. El cotejo con el caso argentino es llama-
dice de aquella paranoia pero al mismo tiempo -junto con una cita de tivo y habla de matrices profundamente instaladas en la historia y la so-
Martín Heidegger- de la utilización de un vocabulario que no puede ciedad nacionales.
provenir del cuartel sino de la participación activa de intelectuales or- Volviendo otra vez a la cuestión cultural, concluimos que el régimen
gánicos de la dictadura. argentino consideró que la cultura en general, y la intelectual en partí-
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cular, era una cuestión de estado de primer orden, y que era preciso se- Esta cultura de resistencia produjo, en especial a partir de 1978, nu-
pultar la discursividad laicizante, libertaria o aun modernista o marxista merosas revistas, la gran mayoría de vida efímera, y otras, como El Orni-
que habría operado como sustento de la subversión. Incluso cuando se torrinco o Punto de Vista, de mayor perdurabilidad. Desde las ciencias
consideró derrotada la oposición armada, abundaron las expresiones sociales, Crítica y Utopía mantuvo de igual modo las pretensiones de re-
que insistían en que la batalla cultural debía continuar, puesto que allí sistencia cultural. De la misma manera, varias editoriales persistieron en
el literal enemigo podía ser más astuto e insidioso, penetrando por in- su producción; entre ellas resalta la valerosa prosecución de la labor de
tersticios aún no suficientemente protegidos de las instituciones. Den- Boris Spivacow y sus colaboradores en el Centro Editor de América La-
tro de tal tesitura, aún en abril de 1980 monseñor Antonio Plaza seguía tina. Asimismo, se constituyeron grupos de estudio y talleres literarios,
denunciando la infiltración marxista en la Universidad de La Plata. Esta la producción se refugió en institutos de ciencias sociales, se alcanzó un
visión sólo podía prometer una lucha sin fin contra elementos tan resi- espacio público ampliado a través de recitales de rock nacional y, desde
duales como prontos a resurgir al menor descuido de los cancerberos 1980, de la experiencia de Teatro Abierto.
de la pureza cultural; elementos que actuaban, según el general Ornar Una mirada panorámica (a la espera de indagaciones más detalladas)
Riveras, “con Satán por cabecera”. muestra que la retícula represiva no alcanzó, por feliz ineficíencia, los
No obstante, aquí se impone un nuevo matiz. Preciso es reparar en niveles de cerrazón de los regímenes totalitarios: Pablo Jacovkis re-
que la represión en la Argentina no se ejerció de manera completa- cuerda así que el CONICET fue un pequeño nicho ideológico para ex-
mente indiscriminada, y comprender también que resultaron desigua- pulsados de la Universidad también estatal. De tal modo, las dificulta-
les los efectos operados sobre el campo intelectual. De tal modo, y en des para tomar más eficaz, reticular y capilar la represión, y sobre todo
sus extremos, mientras en noviembre de 1977 el almirante Massera era uña adhesión más pasiva que activa por parte de la sociedad, explica-
designado profesor honorario de la Universidad del Salvador o el rían la subsistencia de esas “fallas” que abrían espacios por donde la re-
Mundial de fútbol de 1978 era saludado como un bien nacional in- sistencia iría canalizando sus críticas y demandas. En cualquier caso,
cluso por algún escritor consagrado, ya sumaban centenares los artistas esta cuestión sigue abierta.
e intelectuales que habían ensanchado el camino del exilio y muchísi- Estos movimientos en el espacio cultural marchaban parejos con la
mos más, por cierto, los que resistían en un estado de semiclandestini- emergencia y el desarrollo de la resistencia política, que halló en el
dad cultural. tema de los derechos humanos su palanca fundamental. Muy tempra-
Durante esos años de sangre y horror, la producción intelectual no se namente habían surgido denuncias, con alcance público, de torturas,
extinguió. Por una parte, se mantuvo la producción y circulación de au- asesinatos y también de la desaparición de personas. En agosto de
tores protegidos por su consagración, su apoliticismo o su adhesión pa- 1976, la Conferencia Argentina de Religiosos elevó una nota a la Con-
siva o activa al régimen. Como ha señalado Jorge Lafforgue: ferencia Episcopal denunciando esos hechos. En febrero de 1977, un
conjunto de escritores (Silvina Ocampo, José Bianco, Ramón Plaza,
El aparato visible de la cultura consagrada prosiguió su mar- Luisa Mercedes Levinson, Eduardo Gudiño Kieffer, Ulises Petit de Murat,
cha con escasos inconvenientes: ni Borges ni Mujica Lainez, ni Juan José Hernández y Héctor Yánover) se pronunció con denuncias
Sabato ni Bioy Casares fueron molestados; academias e institu- similares. En mayo de 1977, la iglesia católica dio a conocer una carta
ciones no detuvieron su funcionamiento (o sus respectivas ru- pública denunciando torturas y desapariciones. El 30 de abril de ese
tinas); aunque mermó la producción literaria, no pocos escri- mismo año se registró la primera reunión de madres de desaparecidos
tores publicaron sus libros en Buenos Aires. & en Plaza de Mayo, y de allí en más, con ese organismo a la vanguardia,
la presencia de los organismos de derechos humanos cobró mayor visi-
Entre estos últimos incluso se contaron algunos como Enrique Medina, bilidad desde que en diciembre de 1977 habían publicado la solicitada
José Pablo Feinmann, Ricardo Piglia, Rodolfo Fogwill o Andrés Rivera, “Por una Navidad en paz”, donde reclamaban la verdad acerca de los
de quienes no se ignoraba que formaban parte de la oposición cultural desaparecidos. También efectos de apertura tuvo la visita de la Comi-
y política a los proyectos del régimen. sión Interamericana de Derechos Humanos en 1979 y su posterior in-
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forme de 1980, así como la actitud en el mismo sentido, del gobierno derrota de Malvinas nada oculta con el artículo de Carlos Altamirano,
de los Estados Unidos. quien extrae lecciones de dicha guerra y señala que al aislamiento del
En otro plano, en abril de 1979 se producía el primer paro general régimen militar y al manotón de la aventura belicista y su fracaso sólo
obrero durante la dictadura. Ese año es señalado por diversos testimo- podía seguirle la reapertura democrática, en los mismos términos en
nios como el momento en que comenzó a resquebrajarse cierta sensa- que lo expresa en el mismo número una nota del grupo PEHESA titu-
ción de eternidad que había acompañado los primeros tres años del lada “¿Dónde anida la democracia?”.
Proceso. Al año siguiente, Pérez Esquivel recibía el premio Nobel de la En los diversos ámbitos del exilio (España, México, Suecia, Francia,
Paz, reforzando el apoyo internacional a la causa de los derechos huma- entre otros) también emergieron persistentes reclamos en torno de la
nos. Para entonces existían síntomas de debilitamiento de la censura, y violación de los derechos humanos y se llevaron a cabo algunos em-
en la narrativa y en el cine emergía, así fuera oblicuamente, la tematiza- prendimientos intelectuales, registrados en la publicación Argentina:
ción de la violencia, mientras desde el público se aprendía a decodificar cómo matar la cultura, de 1981, o en el número 420-421 de Les Temps Mo-
algunas metáforas críticas de la situación imperante. Después de todo, demes, preparado por César Fernández Moreno y dedicado a la situa-
en esos años se publica la que ha sido considerada una de las mejores ción nacional. Entre las revistas publicadas en ese mismo escenario, casi
novelas de la literatura argentina: Respiración artificial de Ricardo Piglia, seguramente la más significativa fue Controversia, editada en México.
donde precisamente surgen, aquí y allá, signos inquietantes de un ho- Con todo esto, el régimen ya no daba ni la sensación de eternidad ni
rror en busca de un sentido. Desde otro espacio, las revistas Humory El de invencibilidad. Los factores que erosionaron dicha sensación fueron
Porteño funcionarán como tábanos de oposición al régimen. A partir de múltiples y variados. En principio, las graves dificultades experimenta-
mediados de 1980 se formulan denuncias periodísticas que se suman a das por el plan económico diagramado por los intelectuales del libera-
las que de modo permanente habían sido dadas a conocer en el diario lismo autoritario (en rigor “libelistas”, en tanto liberales de mercado y
de lengua inglesa Buenos Aires Herald. autoritarios en la política y la cultura). Luego, las fracturas inocultables
Ese movimiento puede seguirse en parte en la trayectoria de la revista en las fuerzas armadas y la reemergencia de las primeras manifestacio-
Punto de Vista, tal como ha sido advertido por José Luis de Diego. En nes de protesta social. Por fin, el hecho de que el presidente de facto
efecto, revisando los dieciocho números que se editaron desde marzo Fortunato Galtieri intentó resolver o encubrir estas falencias y debilida-
de 1978 hasta diciembre de 1983, puede observarse cómo una publica- des mediante la activación del mito nacional por excelencia: las Islas
ción centrada en la literatura explícita en forma progresiva su mensaje Malvinas como territorio irredento arrancado del territorio nacional
político-cultural, en especial a partir del número de julio-octubre de por una potencia extranjera.
1981. Pero no deja de asombrar al lector contemporáneo que el artículo Que la elección de la cuestión Malvinas no era desacertada desde el
inaugural del primer número, si bien protegido por la autoría de una punto de vista del oportunismo político lo reveló la notable adhesión
catedrática de Stanford, incluya en unas de sus líneas la autoridad ex- que ese emprendimiento reclutó en vastos sectores de la sociedad ar-
presa de Marx para avalar su razonamiento. De manera análoga, el co- gentina, incluyendo apoyos de políticos e intelectuales locales y aun
mentario del número siguiente de la película Padre Padrone de los her- de integrantes del exilio y de la militancia de izquierda argentina. La
manos Taviani consigna que “la opresión siempre genera resistencia”. derrota y el posterior aunque rápido conocimiento de las condiciones
Otros signos residen en la nítida introducción de los marxistas Pierre en que se había librado una lucha que desnudó el aventurerismo, la
Bourdieu y Raymond Williams como así también de algunos comenta- corrupción y la decadencia de los núcleos fundamentales de la institu-
rios acerca de Michel Foucault y del libro de Pierre Legendre de título ción militar terminaron por desquiciar todo criterio de legitimidad de
sin duda referencial con los tiempos que se vivían: El amor del censor. Por la dictadura.
fin, el editorial de julio-octubre de 1981 ya no deja lugar a dudas res- No obstante, ante la reapertura de la vía electoral, la dirigencia polí-
pecto del linaje que la revista se construye (vinculada con la tradición tica seguía mostrando, dentro del arco peronista y el oficialismo del
contestataria nacional), el discurso de protesta que entona y la rebelión partido radical, actitudes escasamente proclives a realizar un balance
explícita contra el autoritarismo y la censura. El número siguiente a la terminantemente crítico del período que se cancelaba. Empero, el can-
304 Historia de las ideas en la Argentina

didato radical finalmente triunfante en las elecciones de fines de 1983, Bibliografía


Raúl Alfonsín, había intuido con su denuncia del pacto militar-sindical
los humores hastiados ante la violencia y el integrismo político de la dé-
cada de 1970.
Junto con este ánimo, la realización de elecciones democráticas y el
triunfo de Raúl Alfonsín brindaban nuevas condiciones para un rena-
cer de la cultura argentina. La cultura de resistencia refugiada en diver-
sos ámbitos reaparecía a la luz pública, se producía el retorno de nume-
rosos intelectuales exiliados y se operaba una recomposición de las
instituciones científicas y académicas, dentro de una nueva jerarquiza- PRESENTACIÓN
ción de temáticas que colocaba en el sitio superior la revaloración de la Williams, Raymond, La política del modernismo, trad. Horacio Pons,
democracia y la cuestión de los derechos humanos. Buenos Aires, Manantial, 1997.
Nuevas lecciones que abordan los tiempos que llegan hasta el pre-
sente están siendo escritas y publicadas en diversos ámbitos. Las mías se
LECCIÓN 1
cierran en ese giro crucial de los años 1983-1984. Empero, estos nuevos
Obras de referencia sobre el período
tiempos no estarían exentos de nuevas crisis y sobresaltos en la ya ator-
mentada historia de los argentinos. Todas estas circunstancias -sumadas Caíllet-Bois, Roger, “Ensayo sobre el Río de la Plata y la Revolución

a los cambios epocales producidos a escala planetaria- rediseñaron el Francesa", en Publicaciones del Instituto de Investigaciones Históricas,
mapa, las temáticas y los estilos intelectuales en el contexto de una re- Buenos Ares, Facultad de Filosofía y Letras, U8A, XLIX, 1929.
configuración general que llega hasta el momento en que hablamos. Cassirer, Ernst, La filosofía de la Ilustración, trad. Eugenio ímaz, México,
Fondo de Cultura Económica, 1993.

Chiaramonte, José Carlos, La Ilustración en el Río de la Plata, Buenos


Aires, Sudamericana, 2007.
Probst, Juan, Juan Baltasar Maziel. El maestro de la generación de Mayo,
Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 1946.
Romero, José Luis, Breve historia de la Argentina, México, Fondo de
Cultura Económica, 2004.
Las ideologías de la cultura nacional y otros ensayos, Buenos Aires,
Centro Editor de América Latina, 1982.
Sarrailh, Jean, La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, trad.
Antonio Alatorre, México, Fondo de Cultura Económica, 1957.

Textos del periodo


De los filósofos de la Ilustración, pueden consultarse:
Condorcet, Jean Antoine, Bosquejo de un cuadro histórico sobre los
progresos del espíritu humano y otros textos, Buenos Aires, Fondo de
Cultura Económica, 1997.

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