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EL CONCEPTO DEL DERECHO EN EL JUDAISMO

Es un hecho conocido que la ley ayudaba a mantener al pueblo judío, y


ésta tuvo una gran influencia en el desarrollo del sistema legal del cristianismo
primitivo. Por lo tanto, es lógico y también necesario que este capítulo sea
más contundente y más extenso.

Hay estudiosos que consideran que los Cinco Libros de Moisés, en


hebreo la «Tora», significa ley o leyes. Pero no es así. La palabra Tora
significa: enseñanza, orientación, eventualmente amonestación, o quizás más:
revelación o inspiración divinas. Significa también disposiciones de reglas
morales o rituales. Si nos referimos al significado enseñanza, nos
acercamos más a la esencia. La Tora no es sólo un conjunto de leyes;
las leyes están incorporadas en la narración desde el comienzo de la historia
de la humanidad y, de la formación del pueblo judío.

Los dos conceptos juntos, historia y ley, forman la enseñanza, la


orientación, la revelación o la inspiración.

Para el concepto de ley hay varias palabras en hebreo. La más


importante es «mishpat», cuyo significado es múltiple: llegar a un acuerdo,
equilibrar, ordenar, gobernar, juzgar, administrar justicia, etc.

Para la palabra «verdad» también hay varias expresiones: «tzedek» es la


verdad legal y social; «emet» y «emuna» son la verdad absoluta, además,
emuna significa también fe, compuesta de la misma raíz como «amén», cuyo
significado es: realidad, verdad, firmeza: «que así sea».

La ley regía y reglamentaba toda la vida. Por lo tanto, no se puede


hablar de ley religiosa y ley mundana o secular. Desde este punto de vista, la
palabra «mishpat» significa la ley en todo; la aplicación de la ley, la
legislación y jurisdicción, el ' veredicto y también la legalidad que abarca todo
y a todos.

¿Cómo y de dónde surgieron los conceptos mencionados? Cuando ese


grupo de esclavos salió de Egipto y recibió j las dos Tablas de la Ley, se
transformó en Israel. Es decir, en una federación de tribus todavía
seminómades, que se entrelazaba, y se conectaba con Dios. En el mundo
antiguo, un pequeño grupo de familias podía mantenerse como una unidad
sólo si vivía cohesionado, en una solidaridad férrea. El marco de esta cohesión
era la Alianza y su exigencia: la fidelidad para con todos aquellos quienes
pertenecen a la Alianza. Para poder realizar esta convivencia, era necesario
practicar la justicia. Por lo tanto, la justicia y la búsqueda de la verdad no eran
una idea jurídica para los antiguos israelitas, sino un proceso de realización de
la solidaridad práctica y pragmática. Las palabras adecuadas, y especialmente
los conceptos que expresaban en aquella época, ofrecían seguridad y
confianza. La cuna de las leyes era la costumbre y el hábito. El convenio
todavía no escrito, el derecho consuetudinario precedía las leyes y era más
fuerte que éstas. El valor más grande dentro de esta sociedad era la PAZ
(Shalom), que no significaba una tregua, un estado sin guerra, sino que todo
estaba en orden, en tranquilidad, en equilibrio, incluso la salud corporal.

Las normas mínimas de la convivencia humana, sin cuyo cumplimiento


no puede formarse una sociedad, están en los Diez Mandamientos, la base de
todas las leyes y de todos los valores morales y religiosos.

Las leyes de la Tora buscaban reglamentar toda la vida con la intención


que cada persona pueda vivir sin ser molestada, porque tiene que prevalecer la
justicia que asegura «shalom», es decir integridad, inviolabilidad, salud y
plenitud. Los legisladores no conocían, y si la hubieran conocido tampoco
habrían aceptado la idea romana: «Fiat justicia, pereat mundus» -
«pronunciemos el fallo, ejecutémoslo aunque se pierda el mundo». El verbo
«juzgar» en la Biblia tiene el sentido de equilibrar, ayudar. Cuando Isaías dice:
«defended al huérfano, amparad a la viuda» (Cáp. 1.17), quiere decir que es
necesario ayudarlos para que tengan los derechos que les corresponden.
Cuando el Salmista dice: «hazme justicia, oh Dios» (26.1), piensa: «ayúdame,
oh Dios».

Cuando surgió la necesidad, se convocó el tribunal formado por todos


los hombres del lugar mujeres, menores de edad, extranjeros y esclavos no
podían participar). El sitio designado para el juicio era la puerta de entrada a la
ciudad, donde a veces había una plazoleta. Allí pasaba diariamente todo el
pueblo y se reunían para conversar, comprar o vender, escuchar las
enseñanzas de los sabios de la ciudad o de otras regiones. Aquí tenía el
tribunal sus sesiones. En el idioma bíblico, la palabra «puerta» significaba no
sólo el lugar del juzgado, sino también la justicia, la autoridad, el orden, la
fuerza. Este significado múltiple se encuentra también en el Nuevo
Testamento. Además, el nombre del sultán turco era, incluso en la Edad
Media, Puerta Alta.
El querellante y sus amigos o el fiscal convocaban a los miembros de la
comunidad (a los ancianos) y daban a conocer sus quejas. Los ancianos
conocían las leyes y los reglamentos tradicionales, aún orales, y sabían cómo
tendrían que buscar y administrar la justicia y restituir la paz. La capacidad de
hablar, argumentar, acusar y defenderse ha sido considerada como calidad y
valor de un hombre ideal. El joven, al llegar a la mayoría de edad, se
transformaba en miembro de plenos derechos de la comunidad religiosa, quien
ya podía formar familia, servir a su comunidad como soldado y participar en
los asuntos públicos, como por ejemplo, en la administración de la justicia.

Durante la sesión, los jueces prestaban atención a la argumentación de


los litigantes y de sus testigos, pero no participaban en el diálogo. Podían ser
también testigos. No nos quedaron actas escritas de la judicatura, sin embargo
de diferentes obras literarias conocemos el curso procesal del tribunal. En
general, el proceso se desarrolló en forma oral, pero se podía preparar también
un sumario (Job 31-35.). Podía haber también investigación. En caso de pena
capital, la que se quería evitar, debía haber por lo menos dos testigos de cargo,
en cuyo testimonio no podía haber absolutamente ninguna diferencia. Los
testigos falsos eran castigados con el mismo castigo que hubiera recibido el
acusado a base de sus declaraciones falsas. Se necesitaban también pruebas
materiales (Éxodo 22.13; Deut. 22.15.). Después de la conclusión del proceso,
comprobada la culpabilidad o la falta de culpa, se dictaba el veredicto lo que
decidía la comunidad y no los jueces, cuya tarea era sólo la instrucción del
caso. Si el veredicto era la pena capital, los jueces y los testigos tenían que
tirar las primeras piedras al condenado (Deut. 17.7.). Si no se podía aclarar el
asunto, se aplicaba el juramento y a veces la ordalía.

La vida sedentaria, y especialmente, la formación del reinado


introdujeron ciertos cambios en la legislación y jurisdicción. Poco a poco se
debilitó el derecho consuetudinario, por cuya validez lucharon los profetas en
su crítica hacia las autoridades y los funcionarios designados. El ideal de los
profetas se manifestaba en las palabras de Miqueas: «Oh hombre, El te ha
declarado lo que es bueno, qué requiere de ti Dios: hacer justicia, practicar la
misericordia y caminar humildemente con tu Dios (Cáp.. 6.8.). No el culto o la
autoridad del rey sino la legalidad es la base de la paz para el pueblo. Esta
debía regular toda la vida y no hacer diferencia entre lo religioso o lo secular.

Durante el reinado existía un tribunal en Jerusalem, cuya autoridad se


extendió más tarde también al interior del país, como un foro de apelación y
como un tribunal religioso.
La situación legal de la mujer era parecida a la de la mujer en las
sociedades patriarcales. Existía la poligamia, aunque la tendencia se haya
inclinado hacia la monogamia. Dentro de la familia la mujer, especialmente la
madre, ha sido respetada. Mujeres de alta capacidad podían llegar a puestos
altos (Débora, Huida, Judit, Abigail, Ester, etc.). En el Nuevo Testamento la
idea de Jesús era la monogamia, pero en los primeros tiempos se le exigió sólo
a los obispos (I. Tim. 3.2.).

Los extranjeros gozaban prácticamente de todos los derechos civiles,


excepto la participación en el culto, incluso se prescribe tratarlos mejor que a
los mismos judíos. Cortar y disminuir sus derechos humanos estaba prohibido,
en cambio ellos también estaban obligados a respetar las leyes del Estado. Las
leyes distintivas tienen su origen en la época de Esdras para mantener la
pureza étnica y del culto.

La suerte de los prisioneros de guerra era diversa. Hubo guerras en las


que no se tomaban prisioneros varones, sino se les mataban. En otras, se
tomaba como esclavos a los varones, y también a las mujeres y a los niños. Se
podía contraer matrimonio con las mujeres prisioneras o esclavas, y si esta
mujer era repudiada o abandonada por su cónyuge, no se la podía vender
como esclava (Deut. 21. 10-14; Num. 31. 15-18.). Había diferencia entre los
esclavos comprados y aquellos quienes ya nacían en la casa (Lev. 22.11.), en
favor de los segundos.

Parece ser interesante tocar otra parte de la legislación mosaica: el


derecho privado, que trata dos importantes campos, la situación de la persona
y de la propiedad o patrimonio.

Por lo tanto, el derecho privado es la compilación de aquellos


reglamentos referidos a la relación legal de las personas (derecho civil), y los
que regularizan los derechos de la persona, con los recursos materiales
(derecho patrimonial).

Hay diferentes posibilidades de reglamentar estas relaciones. El derecho


civil puede ser aristocrático, lo que significa que los derechos personales están
impartidos en forma desigual, es decir, hay diferencia entre hombre y hombre
o entre los diferentes grupos de hombres. O puede ser democrático, lo que sig-
nifica la igualdad completa de todos los seres humanos desde el punto de vista
legal, teniendo todos los mismos derechos y las mismas obligaciones.
Con respecto al derecho de los bienes, podemos decir que éstos pueden
estar distribuidos entre las personas de tal modo que ella es dueño de los
bienes y se puede disponer de ellos. O se puede decir que los bienes son
propiedad de la sociedad y el individuo puede tan sólo utilizarlos y debe
anteponer los intereses de la sociedad. El primer concepto piensa en el
bienestar del individuo, el segundo en el de la sociedad. La primera forma
tiene un carácter individual, la segunda un carácter colectivo, mirándolo desde
el punto de vista de la legislación o de la jurisdicción.

Nuestra tarea es examinar, cómo había considerado el legislador Moisés


este problema, y en qué forma había reglamentado la vida de los antiguos
judíos.

Podemos mencionar que Moisés tenía un punto de vista distinto que la


legislación principal de la Antigüedad, expresada en el Corpus Juris Civil, y
también con respecto a la legislación babilónica y oriental.

El derecho personal de estas legislaciones era aristocrático y el derecho


de los bienes individualista. El derecho mosaico era democrático y social.

Es visible la diferencia entre la legislación mosaica y la romana o la


babilónica. Estas últimas se regían por el concepto que la base del derecho es
el poder; según el concepto de Moisés, la base del derecho es la moral. El
prefería el concepto del amor y de la fraternidad al del poder y de la fuerza.

Ahora podemos echar una mirada a la legislación mosaica, pero tan sólo
en grandes líneas. Según la legislación mosaica, cada uno de los seres
humanos tiene derecho a vivir, casarse y tener familia; a poseer, a trabajar, a
vestirse y a buscar asilo; tiene derecho a que su personalidad sea respetada.
Tiene derecho a un día de descanso en cada semana. La sociedad mosaica está
constituida por el concepto de la igualdad de derechos y obligaciones y no en
base a las diferencias entre hombre y hombre. La sociedad no está dividida en
clases. Cada miembro de la comunidad tiene igualdad de derechos y
obligaciones, y cada cual debe pagar el mismo impuesto (Éxodo 30. 14-16.).
La igualdad de los seres humanos se basa en el concepto de la creación de un
solo hombre, lo que significa que todos los seres humanos tienen la misma
ascendencia, el mismo Padre Celestial espiritual, por lo tanto nadie tiene
derecho de subyugar al otro.
Parecería que este concepto de la igualdad fuese violado por la
existencia de la clase sacerdotal, pero es tan sólo tina apariencia. Es verdad
que la clase sacerdotal ha sido muy respetada, pero sus privilegios tenían
únicamente carácter espiritual y nunca se les aseguró más derecho en la vida
comunitaria o social. Al contrario, el hecho de que ellos no podían tener tierra
y estaban obligados a vivir de donaciones, los hizo dependientes y se
aseguraba así que no podrían convertirse en poderosos o directivos de la vida
social (Deut. 18. 1-2.).

Los soldados tampoco gozaban de privilegios, contrariamente a las


costumbres de otras naciones de aquella época. Entre los judíos no existía una
capa militar profesional, pues la obligación de defender la patria era tarea de
todos. La participación en la defensa no daba ningún privilegio y de acuerdo a
las leyes existentes cada persona podía eximirse de esta obligación al
encontrarse entre ciertas circunstancias (Deut. 20. 5-8.).

La legislación mosaica conoce una sola diferencia en el plano personal,


y se refiere al concepto del siervo, como antítesis al hombre libre. No existía
sociedad antigua alguna donde no hubieran existido el concepto y la práctica
de la esclavitud, pero había una diferencia enorme entre la legislación mosaica
y todas las demás, también en este contexto. En la legislación de los otros
pueblos de la Antigüedad, el esclavo es un objeto y su amo puede disponer de
él como se le antoje. Las leyes mosaicas respetan y protegen al hombre
empobrecido o al prisionero de guerra, quien tiene la obligación de trabajar
para el otro, pero también tiene el derecho de vivir con dignidad.

Un judío no podía ser esclavo durante toda su vida; podía ser siervo o
esclavo, pero sólo temporalmente, y después de seis años de servicio, quedaba
libre. Sin embargo, ya durante los años de su servidumbre debía ser respetado
como ser humano. Estaba estrictamente prohibido obligarlo a trabajar más de
lo que sus fuerzas le permitían o tratarlo en forma inhumana; y en el momento
cuando recuperaba su libertad, su dueño tenía que pensar en sus necesidades y
darle ayuda para que pueda comenzar una nueva vida. La liberación de los
esclavos era un deber religioso y moral y no se consideraba como un sacrificio
cumplido por obligación. La relación entre el amo y el siervo era más
patriarcal que patronal.

Era conocido el concepto de «esclavo ad vitam», pero únicamente para


los extranjeros. La vida del esclavo era menos difícil que entre los otros
pueblos antiguos, pues estaba regulada por la legislación. El reposo sabático
era obligatorio también para él; tenía derecho a reposo en el séptimo año, que
era el año del reposo universal. La ley lo defendía contra la tiranía o del trato
violento del dueño, como prescribe el Éxodo (21. 20-21, 26-27.).

Si el dueño hacía sufrir a su esclavo y éste se escapaba, debía ser


acogido por otros y no se podía devolver a su dueño, pero tampoco era posible
someterlo una vez más a la esclavitud o extorsionarlo por la protección
prestada (Deut. 23.16-17.).

En las primeras épocas de la evolución de las naciones, su sistema legal,


en general, era desfavorable al extranjero, disminuyendo su derecho o
negándole la jurisdicción. Como resultado de una evolución de muchos siglos,
pudo gozar el extranjero de los mismos derechos aún en la legislación
europea. Así, podemos admirar las leyes mosaicas que aseguran no sólo la
igualdad de derechos, sino también exigen amor y respeto para los extranjeros
y, fuera del concepto de esclavo arriba mencionado, la no participación en el
culto religioso era la única diferencia con los judíos (Deut. 23. 8-9.). Es
interesante que la legislación mosaica ha dado posibilidades al extranjero para
poder comprar siervos judíos en las mismas condiciones, que un judío (Lev.
25. 47-49. 53-54.).

La parte más importante del derecho privado mosaico es el derecho


patrimonial. En ésto se encuentra un concepto original del gran legislador.

Es un sistema socialista o socializante, interesante por dos aspectos.

Se sabe que cada pueblo tenía un sistema socializante en la primera fase


de su historia. El pueblo romano, que fue el primero en la cultura occidental
en respetar y honrar la iniciativa privada, en la primera fase de su historia no
conocía y no reconocía el derecho a la propiedad privada. En este grado de la
evolución social, el individuo no tenía tanta autonomía para que le fuera
posible crear un orden económico individualista. Si nos encontráramos con
esta forma primitiva del socialismo dentro de la legislación mosaica, eso no
significaría sorpresa alguna, pero el socialismo de Moisés era bien diferente.
No fue el producto de una sociedad primitiva, sino era un sistema organizado
por un líder erudito, basado en elementos de la religión y de la política. Es éste
el primer aspecto interesante.

El segundo es que Moisés intenta combinar el sistema de la comunidad


de bienes con el sistema del patrimonio individual. Sin querer tratar las
ventajas y/o desventajas de los diferentes sistemas económicos, se debe dejar
constancia de que éste es el problema más candente también de nuestra época.
Los científicos, economistas y políticos buscan el camino, por el cual podrían
ser utilizadas sólo las ventajas de los dos sistemas en pro de toda la
humanidad. No se puede decir que Moisés haya encontrado el camino
correcto; tampoco podemos afirmar que su camino sería satisfactorio o
conveniente para nuestra época. Pero el hecho de que él conocía la
importancia de este problema y había encontrado, hasta cierto punto, un
sistema para resolverlo, hace interesante investigar su legislación en el campo
del derecho patrimonial, pues tal vez podría servir como orientación aún para
nuestra época.

El pensamiento fundamental de la legislación mosaica en relación a los


bienes materiales, fue que los recursos de la naturaleza que sirven para
satisfacer las necesidades de toda la población son dones de Dios, que han
sido concedidos al hombre para usarlos, pero es Dios quien tiene el derecho de
disponer de ellos. La tierra de Canaán ha sido dada por el Eterno para todo el
pueblo de Israel, como un bien común para todos sólo en la posesión
temporaria, el usufructo está distribuido entre los individuos, pero apenas por
49 años (Lev. 25.23.). Así, al lado del bien común que es el concepto
fundamental, están la explotación individual, el esfuerzo y la iniciativa
particular, la responsabilidad individual y también la necesidad particular,
manteniendo siempre la idea de que cada individuo debe saber y sentir que su
libertad de explotar la tierra está restringida por la libertad de su semejante de
hacer lo mismo, como también por el derecho de sus descendientes de heredar
una tierra fértil y no agotada (¡ecología!).

El primer concepto muestra el sistema social y el segundo es el sistema


individualista, para asegurar los intereses de la comunidad y también él del
individuo, pues durante 49 años es él el dueño de la tierra y un trabajo más
intensivo le da más resultado y también una mayor estabilidad económica y
siendo el impuesto a pagar relacionado con la cantidad de la producción sirve
también para la comunidad.

Este concepto mixto de la posesión de los bienes es característico para


la posesión de la tierra, y se sabe que la liberación de los siervos y de los
esclavos, las formas del préstamo y de la concesión de crédito fueron ligados
con este concepto. No es necesario acentuar, que en aquella época la tierra era
la base de toda la vida económica.
La tierra de Canaán ha sido distribuida entre las tribus y para las
familias, en conformidad con el número de sus componentes. Después de la
distribución, la tierra se tornó aparentemente en bien privado. Las familias
cultivaban la tierra y gozaban del resultado de su trabajo, pero este usufructo
no era exclusivo. El concepto de los bienes comunes siempre quiebra y relega
el sistema de los bienes particulares.

El usufructo privado estaba restringido en favor de los pobres (Lev. 19.


9-10.), o por el hecho de que cada hombre tenía derecho a satisfacer sus
necesidades personales momentáneas, con el alimento en cualquier hacienda
(Deut 23. 25-26.).

Este derecho demuestra que ha habido un derecho antiguo de usufructo


comunitario que no hacía diferencia entre ricos y pobres, y el concepto de los
bienes privados era relegado por el concepto de una comunidad basada en la
hermandad. El concepto del usufructo privado estaba disminuido también por
la obligación de dar el diezmo de la cosecha para el Santuario y también
donaciones obligatorias para los levitas y para los pobres (Deut. 14. 22-26; 17-
18; 28-29.).

Como ya se mencionó, en este grado de la vida económica la tierra era


la base de la vida, y así los bienes muebles no tenían un papel tan importante
en la vida económica; fue desconocido también el poder del capital.

La prohibición de cobrar intereses por el dinero prestado a judíos


demuestra que el concepto del bien común vivía en el espíritu del pueblo, pues
consideraba que el dinero es el resultado del trabajo en la tierra, por lo tanto
pertenece a la tierra y así es un bien común (Lev. 25. 35-37; Deut. 23. 20-21.).

La interpretación de mala fe dice que la legislación permitió la usura


para con los gentiles y la prohíbe sólo para con los judíos. La usura está
prohibida para todos (Ex. 23.9.; Deut. 24.14.). La prohibición de aceptar
interés por un préstamo de un judío es consecuencia del concepto de la tierra
común - patrimonio común. Quien no pertenece a la comunidad, como por
ejemplo el extranjero, no participa del usufructo de los bienes comunes, lo que
significa que según la legislación mosaica puede recibir interés, pero la
legislación rabínica intenta moderar la cantidad, llama la atención la práctica
de la ética en todos los momentos de la vida, insiste en la benevolencia
también hacia los extranjeros y prohíbe la usura.
Todavía es más fuerte la acentuación de la idea de los bienes comunes
con referencia a los bienes muebles en la reglamentación del año sabático, el
año del perdón de las deudas.

Una curiosidad de la legislación mosaica y también una señal del


concepto social es el no-obrar obligatorio en el séptimo año, que es un año de
alegría, cuando cada ser humano está libre de preocupaciones, de inquietudes
y de ansiedades, y puede descansar y elevar sus pensamientos hacia el Eterno.
La tierra queda sin cultivo, y lo que crece, sirve para alimentar a los animales,
a todos sus habitantes, incluso a los extranjeros, pues todos son criaturas de
Dios y tienen derecho a vivir de aquello que produce la tierra (Lev. 25. 3-5.).

¿Acaso no podemos descubrir en esta institución la práctica básica de la


agronomía o de la ecología moderna, cuando se decreta que también la tierra
debe descansar para renovar su fertilidad y productividad?

Es una curiosidad aún más grande el año cincuenta, el año del jubileo,
como apogeo del derecho socializante de los bienes materiales. Cuarenta y
nueve años forman una época cerrada, después se rejuvenece y empieza una
vida nueva para el antiguo pueblo de Israel. Aquellos que se volvieron pobres
por haber perdido sus recursos, ahora reciben de nuevo la tierra, se renueva la
comunidad antigua de los bienes, vuelve la igualdad entre los hombres, y la
tierra será la posesión de todo el pueblo. No existe derecho permanente de las
propiedades, la posesión se refiere tan sólo al usufructo (Lev. 25. 8-16.).

El concepto de los bienes comunes es el fundamento de los estatutos


mosaicos, y junto a éste se encuentra el concepto de la caridad y del amor
hacia el prójimo y la protección de los desamparados en los asuntos diarios;
por ejemplo la prohibición para los acreedores de quitar los instrumentos de
trabajo del endeudado (Deut. 24.6.); la prohibición de disminuir el derecho de
los desamparados (Deut. 24.17.); la forma de tomar prenda: «Si hacéis un
préstamo a tu prójimo, no entréis a su casa para tomar ninguna prenda suya.
Quedaos afuera y esperad que él saque lo que va a dar en prenda. Y si se trata
de una persona pobre, no debéis retener la prenda durante la noche, tenéis que
devolverla a la puesta del sol para que así pueda cubrirse con su manto cuando
se vaya a dormir» (Deut. 24. 10-13.). La prohibición de retener el pago del
obrero: «No explotéis al que se halla en la miseria, ni le retengáis su pago, ya
se trate de un compatriota de vosotros, ya de un extranjero que habita en
alguna de vuestras ciudades. Pagadle su jornal el mismo día, antes de ponerse
el sol, porque es pobre y necesita ese dinero para poder vivir» (Deut. 24. 14-
15.).

Se podrían agregar otros tópicos de la legislación mosaica,


especialmente en los diferentes campos del derecho privado, pero no es
posible referirse aquí a todos los aspectos de la vida. En cuanto a la legislación
profética como un comunismo primitivo, se debe mencionar que era más
teórica que práctica, en primer término se sabe que había sólo pequeñas
comunidades que vivían según estas enseñanzas. Pero la mayoría permaneció
fiel a las enseñanzas mosaicas, las cuales a veces habían sido violadas por el
pueblo y aún más por las autoridades Oficialmente el sistema legal del Estado
tenía como base los principios de la legislación mosaica y eran los profetas
quienes querían ampliar, extender e introducir nuevas leyes, con énfasis en lo
moral, y anular aquellas diferencias entre hombre y hombre que hallaban en la
legislación mosaica.

El concepto de los profetas era más universal y más social; luchaban por
la verdadera realización de los derechos de igualdad, divulgaban el concepto
de la libertad completa, incluyendo la libertad corporal, espiritual, social y
económica; el concepto de la fraternidad; divulgaban las bases de la verdadera
democracia y cuando vieron que el pueblo estaba dividido en clases y se
extendía cada vez más la injusticia social, ellos se pusieron al lado de los
subyugados y sometidos y querían ayudarles para dar vigor a la ley violada.
Querían reestablecer el equilibrio social destruido, pero siempre por
convicción y nunca por las armas. Es posible que ellos fueran revolucionarios,
pero nunca quisieron desencadenar una revolución violenta.

No se puede olvidar las circunstancias históricas y sociales que en la


época de la formación del cristianismo eran diferentes a las de la formación y
del desarrollo del judaísmo.

En la época de Jesús, la palabra «justicia - tzedek» y la «fidelidad


federal - jesed» habían perdido su significado original, como una solidaridad
completa y total. La tzedaka se convirtió en misericordia o eventualmente en
limosna, y la solidaridad nacional en misericordia, a veces para buscar la
salvación personal. Por eso prefirió Jesús la moneda de la mujer pobre que el
oro del rico, porque la moneda era el testimonio de la solidaridad total,
mientras el oro del rico no era más que limosna. Como los profetas, Jesús
sabía que la limosna no es una solución para los problemas éticos o sociales.
En este sentido decía a sus discípulos: «Si vuestra justicia no es mayor que la
de los fariseos, jamás entraréis en el Reino de los Cielos (Mateo 5.20.).

Jesús no vino para abolir la ley, ni a las enseñanzas de los profetas, sino
para hacer cumplir sus enseñanzas. «Cumplir» significa, interpretar estas
enseñanzas en el espíritu de la justicia antigua, del derecho consuetudinario de
las anfictionas greco-romanos, es decir en el espíritu del amor y del
humanismo. Esto se ve en el Sermón de la Montaña (Mateo 5.). Cuando pre-
guntaron a Jesús sobre la esencia de la Ley, él contestó con citas del Antiguo
Testamento (Mateo 22. 35-40.): «Ama a Dios con todo tu corazón y toda tu
alma y con toda tu mente» (Deut. 6.5.) y «Amarás a tu prójimo como a ti
mismo» (Lev. 19.18.).

Se podría hacer dos preguntas: ¿Cuál es la diferencia más importante en


la interpretación de la ley entre los dos Testamentos? y ¿Por qué no formuló el
mundo cristiano incipiente nuevas leyes para reemplazar las antiguas? La
diferencia se manifestó entre los judeo-cristianos helenizados y su
representante militante, el Apóstol Pablo, quién abolió gran parte de las
leyes antiguas y en su lugar puso la fe en el carácter divino y redentor del
Jesús Resucitado, asimismo sugirió la búsqueda de la salvación personal en
vez de la universal, o por lo menos la nacional.

El cristianismo primitivo no ha creado un sistema legal como lo hizo el


judaísmo. Vivía según las leyes del Imperio Romano y gozaba de la
protección que éste le ofrecía, aunque estaba seguro de que el Imperio
desaparecería pronto. Sin embargo, guardaba también la ley antigua según la
interpretación profética, hasta que las leyes canónicas no fueron redactadas y
promulgadas.

En resumen, podemos decir que la Biblia tenía unaantigua ley básica


que era la solidaridad completa basada en la fidelidad al Pacto Divino y en la
Alianza entre Dios y el pueblo. Con los cambios de los tiempos varió también
la interpretación y el cumplimiento de esta ley. Las leyes reflejan las
circunstancias históricas económicas y sociales de la época de su formación y
eso trajo consigo el cambio de la interpretación entre lo sagrado y lo profano.
Las leyes de la Biblia muestran el camino hacia un mundo cuando
desaparecerán las limitaciones raciales, nacionales y religiosas y prevalecerá
lo humano en el mundo entero.

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