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USO DE LAS ARMAS EN LOS DISPOSITIVOS DE CONTROL
1. INTRODUCCIÓN
2. INSTRUCCIÓN DE LA DGS DE 23 DE FEBRERO DE 1983
3. INSTRUCCIÓN DE LA DGS DE 14 DE ABRIL DE 1983.
4. UTILIZACIÓN DEL ARMA REGLAMENTARIA.
5. NORMATIVA DE CARÁCTER INTERNACIONAL.
6. LEY ORGÁNICA 2/1986, DE 13 DE MARZO, DE FUERZAS Y CUERPOS DE SEGURIDAD.
7. PRESUPUESTOS PARA EL EJERCICIO DE LA FUERZA.
8. CAUSAS DE EXENCIÓN DE RESPONSABILIDAD.
1.- INTRODUCCIÓN.
Como regla general, se ha de significar que las normas que rigen el uso de las armas en
un dispositivo DEC o en un despliegue o control de semáforo, no difiere de las pautas y
precauciones que se deben observar para cualquier otro servicio policial, si bien, éstas se
matizan debido a la peculiaridad de estos servicios. La Ley Orgánica 2/1986 de Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad, cita en su artículo 5.2 apartado d) que el uso de las armas de fuego por
los miembros de las FFCCS queda reducido a “…las situaciones en que exista un riesgo
racionalmente grave para su vida, su integridad física o la de terceras personas…” y “…en
aquellas circunstancias que puedan suponer un grave riesgo para la Seguridad Ciudadana…”. La
Instrucción de la Dirección de Seguridad del Estado de 22/02/1982, en su punto nº 7 contempla
que únicamente se hará uso de las armas reglamentarias en los casos siguientes:
a) Cuando la fuerza actuante sea atacada con armas de fuego o agredida con objetos
o instrumentos que puedan producirle lesiones físicas.
b) Cuando se atropelle o manifiestamente se intente alcanzar a la fuerza actuante con
el vehículo que se pretende detener, o desde el mismo se produzca agresión de
entidad suficiente que aconseje el uso de las armas, evitando en todo caso herir al
ocupante y cumpliendo la exigencia reglamentaria de disparar al aire y, en caso
necesario, a las ruedas del vehículo.
c) Cuando del comportamiento del ocupante u ocupantes del vehículo se deduzca, sin
ningún género de dudas, que pretenden darse a la fuga, constando su alta
peligrosidad, previa identificación y comprobación suficientes, manteniendo el lema
de que es preferible no detener a un delincuente que lesionar a un inocente.
2. Que el agente de la Autoridad considere necesario el uso del arma de fuego para
impedir o repeler la agresión, en cuanto racionalmente no puedan ser utilizados
otros medios, es decir, debe haber la debida adecuación y proporcionalidad entre
el medio empleado por el agresor y el utilizado por la defensa.
3. El uso del arma de fuego ha de ir precedido, si las circunstancias concurrentes lo
permiten, de conminaciones dirigidas al agresor para que abandone su actitud y de
la advertencia de que se halla ante un Agente de la Autoridad, cuando este carácter
fuera desconocido para el atacante.
4. Si el agresor continúa o incrementa su actitud atacante, a pesar de las
conminaciones, se debe efectuar por este orden, disparos al aire o al suelo, para
que deponga su actitud.
5. En última instancia, ante el fracaso de los medios anteriores, o bien cuando por la
rapidez, violencia y riesgo que entrañe la agresión no haya sido posible su empleo,
se debe disparar sobre partes no vitales del cuerpo del agresor, atendiendo
siempre al principio de que el uso del arma cause la menor lesividad posible.
6. Sólo en supuestos de delito grave, los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad del Estado, ante la fuga de un presunto delincuente que huye, deben
utilizar su arma de fuego, en la forma siguiente:
a. disparando únicamente al aire, o al suelo, con objeto exclusivamente
intimidatorio –previas las conminaciones y advertencias de que se entregue
a la Policía o Guardia Civil- para lograr la detención, teniendo, previamente,
la certeza de que con tales disparos, por el lugar en que se realicen, no
pueda lesionarse a otras personas y siempre que se entienda que la
detención no puede lograrse de otro modo.
b. disparando, en última instancia, a partes no vitales del cuerpo del presunto
delincuente, siempre que concurran todas y cada una de las circunstancias
anteriores, cuando le conste al Agente de la Autoridad.
1. La legítima defensa, entendida como aquella que es necesaria para repeler una
injusta agresión contra el que se defiende o un tercero. Exime de responsabilidad
criminal al que obre en defensa de la persona o derechos, propios o ajenos, siempre que
concurran los requisitos siguientes:
• Agresión ilegítima. En caso de defensa de los bienes, se reputará agresión
ilegítima el ataque a los mismos que constituya delito y los ponga en grave
peligro de deterioro o pérdida inminentes; en caso de defensa de la morada
o sus dependencias, se reputará agresión ilegítima la entrada indebida en
aquella o éstas. El acontecimiento debe ser físico, material y directo. La
agresión debe ser actual e inminente.
• Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla.
• Falta de provocación suficiente por parte del defensor.
2. El cumplimiento de un deber o el ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo. En
relación al ejercicio legítimo de un oficio o cargo, para que los miembros de la policía se
encuentren al amparo de esta eximente deben concurrir tres requisitos: condición de
agente de la autoridad por parte del sujeto, el ejercicio de la función pública a él
encomendada y necesidad del uso de la fuerza.