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Las alucinaciones en la psicosis. Estructura y operación
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Dictado por
Andrea Perdoni
Clase 7

LA DIRECCIÓN DE LA CURA EN LA NEUROSIS Y EN LA PSICOSIS 1

En nuestro último encuentro he decidido compartir con uds. esta charla que tuvo lugar hace
unos años, por tratarse en ella de la precipitación del trabajo que juntos hemos retomado en
torno de la alucinación. En aquella oportunidad, no contaba con el trabajo previo que hoy
contamos, sin embargo, fue un cierre en torno de la cuestión de la alucinación y de la injuria
en particular, que aprovechó esa instancia para realizarse, por ello, este material es el de
nuestro último encuentro. Luego se abrieron otras cuestiones que constituyen las vueltas de
la actualidad.

El tema propuesto en aquella oportunidad, me convocó en lo personal. Creo que toda la obra
de Lacan, -como la de Freud aunque no utilizó estos términos-, se dedicó a responder esta
cuestión, que bien puede plantearse como pregunta, y que, en términos de tal, nos recorre día
a día en nuestra práctica cotidiana siendo, casi diría, el motor de la misma.
Que como pregunta nos atraviese y se actualice con cada paciente que nos viene a ver,
también nos hace responsables de poder responder.

1
Conferencia dictada en el Colegio de Psicólogos Distrito XI, en noviembre de 2000
Tomando el compromiso entonces, voy a intentar responder acerca de un punto en
particular, que desde hace algunos años me ha rondado en la cabeza. Espero con ello, llegar a
dar cuenta de algo que permite a su vez, responder a algunas de las preguntas que se
plantean en vuestra práctica, o bien, de no ser así, quizás abra su formulación.

 La voz y la injuria:
Lo que voy a retomar entonces es ese algo muy sencillo, que por lo trillado quizás no tenga
con el tiempo la fuerza que tiene en nuestra experiencia la primera vez que nos topamos con
ello: la alucinación verbal, fenómeno, claro está, propio de la clínica de la psicosis, elemental
en varios sentidos y del que podemos extraer algunas consideraciones en relación a la
dirección de la cura si nos orientamos en la estructura de la que se trata.
Tema elemental y que a mí particularmente no deja de alucinarme.
Lo que voy a plantear es el a, b, c del problema: ¿cómo alguien puede escuchar una voz?.
¿Nunca se lo preguntaron?, seguro que sí, y por ello voy a ser breve en cuanto a las
coordenadas estructurales, para pasar a una pequeña respuesta que creo puede ser lo
interesante de la cuestión.
Primero, la estructura. Las referencias externas para que se ubiquen son: De Saussure,
“Curso de lingüística general”, Jakobson, “Los conmutadores, las categorías verbales y el verbo
ruso”, de Ensayos de lingüística general; y Ducrot, “Le dire et le dit”, Polifonía; todas ellas de la
lingüística, que seguramente todos conocen; en relación a la estructura de la palabra, el
problema del enunciado y la enunciación y la función de los shifters y el nombre propio.
1. La estructura de la palabra tal como la plantea De Saussure:
Audición Fonación

c c. Concepto c
i i. Imagen acústica i

Fonación Audición

El circuito de la palabra supone al menos dos individuos. Los podemos llamar A y B, el


punto de partida es por ejemplo: el cerebro de A, donde los conceptos se hallan asociados a
las imágenes acústicas que sirven a su expresión. Concepto e imagen acústica son ambos de
naturaleza psíquica, fenómeno psíquico que se apoya en otro fisiológico, que va del cerebro de
A a los órganos de fonación, transmitiendo A a B, esto es de la boca de A al oído de B, las
ondas sonoras correspondientes; y si B habla a su vez el acto de palabra se reanuda.
Esto es sucintamente el esquema que F. de Saussure propone para todo acto de palabra,
al que Lacan añade algo muy interesante y es que cada uno está respecto de su propia
palabra como otro, porque nada diferencia las palabras que escucho de otra boca de las que
salen de la mía, ya que ambas ingresan del mismo modo en mi oído: el circuito entonces, es
además reflexivo, porque el sujeto que habla se escucha así mismo del mismo modo que
escucha a otros: el sujeto es emisor y receptor a la vez.2
Las alucinaciones motrices verbales de Seglás lo pusieron claramente en evidencia. (Saben
de qué se trataban: los enfermos decían escuchar, llamándolas “voces”, las mismas palabras
que articulaban).
Una vez en una guardia cuando le pregunté su nombre al paciente que traían, me
contestó: "no hable por mi boca", con lo que no seguí preguntando...
2
En el esquema la flecha que va de la boca de A al oído de A, agregado.
Otra paciente en una presentación dijo respecto de las voces que oía, aún algo más: "son
voces mías. No me acuerdo que decían. Voces del interior, no sé si del oído o de la boca".
Samuel Beckett, en "El innombrable" lo dice maravillosamente: "captado por el oído eso me
sale enseguida por la boca, o por el otro oído, que también es una posibilidad. Es inútil
multiplicar las ocasiones de error. Dos agujeros y yo en medio, ligeramente taponado. O uno
sólo de entrada y de salida, donde se atropellan las palabras como hormigas, apresuradas,
indiferentes, no trayendo nada, no llevándose nada, demasiado débiles para socavar" (página
162).
La pregunta de Beckett en toda su trilogía es siempre la misma: ¿es una voz o es mi voz?,
lo que lleva a una segunda cuestión: ¿quién es yo?, el que habla; donde lo que está en juego
es el punto de enunciación, el sujeto de la enunciación es aquí todo el problema, la atribución
de los enunciados que pudiendo decir yo pueden ser dichos por otro o, incluso, referirse a
otro. "Yo soy el que soy", ¿lo digo yo?, ¿no lo van a creer?, o en el diálogo quien para mí es tú
o vos, dice yo, y es él y no yo, y como dice Beckett eso entra por el mismo agujero.
Una paciente nos enseñó: "ella me dijo que me internara,... tengo anemia, ella tiene fatiga...,
algo la está molestando, le quieren meter ese cuento, hacen laburos para que no cuide a sus
hijos, dicen que los quiere matar... Ando mal de las rodillas, las manos se mueven, creo que los
médicos deben probar sus reflejos, hace diez años que la estamos cuidando". Cuando se le
pregunta quién es "ella", la paciente responde: "hay una señora dentro mío,... ella es frágil. Me
pongo muy nerviosa porque la que está dentro mío conversa. Mi hijo dice que hablo sola... no sé
porque, conmigo conversa por la boca como yo", ¿cabe agregar que por su propia boca es que la
otra conversa con ella?.
Beckett dice respecto siempre de la voz: "ella sale de mí, ella me colma, clama contra mis
muros, ella no es la mía, yo no puedo detenerla, yo no puedo impedirle que me atormente..." y
termina diciendo "ella entra en mí". Se pregunta: "¿hay una sola palabra mía en lo que yo
digo?".
La relación del sujeto que habla con su propia palabra nos lleva entonces a la cuestión del
shifter, término inequívoco tradicionalmente para los lingüistas, que puede ser equívoco para
el sujeto de la enunciación refiriéndonos con él al que enuncia la frase.
Jakobson: símbolos - índices, he aquí todo el problema, (recubrimiento del código sobre el
mensaje: C/M), incluye a los pronombres personales, terminaciones verbales, todo lo que en
una lengua designa al sujeto que habla, el sujeto del hecho discursivo, que además hay que
distinguir del sujeto del hecho relatado, bien en el enunciado ambos pueden llevar las marcas
de la primera persona del singular, y ambos aún pueden coincidir; con lo que entramos
también en el problema de la polifonía de toda cadena significante 3.
El shifter entonces: de una parte es un símbolo: significa la persona que habla, que dice
yo ( yo, je, ich, etc, según la lengua); por otra parte, no puede representar a su objeto sin
estar en una relación existencial con el mismo (como cuando señalo algo): la palabra yo
designando al locutor está existencialmente relacionada con su elocución, funcionando como
índice. Ejemplo: portero eléctrico, diálogo:
- ¿Quién es?.
- Yo.
- Y ¿Quién es yo?...
(¿nunca les pasó?).

Entonces, por un lado: multiplicidad de significados contextuales; por otro: yo significa


siempre al locutor que ¿quién es? si me escucho como escucho a otros, y si, además puede
ser el sujeto de un enunciado perteneciente al relato, o bien otro, como muestra Ducrot en el
“discurso testimonial en estilo directo” (traducción sólo aproximada), la ironía, la negación
etc.4
Beckett concluye: "no volveré a decir yo, nunca más lo diré, es demasiado estúpido. Lo
sustituiré cada vez que lo oiga, por la tercera persona, si pienso en ello..." (...) "No hay
pronombre para mí, no hay pronombre para mí" (página 249). Y es verdad que no hay
pronombre que pueda apropiarme, que pueda nombrarme solo a mí, he aquí la cuestión.

3
Jakobson distingue cuatro categorías: hecho relatado, hecho discursivo, sujeto del hecho relatado, sujeto del hecho
discursivo. Así, si yo relato una anécdota en la que la protagonista dice: “realmente quedé muy impresionada”, será el sujeto
del hecho relatado distinto en ese caso del sujeto del hecho discursivo. Todas las combinatorias entre las cuatro categorías son
posibles.
4
Ducrot en “Le dire et le dit”, capítulo Polyphonie, da los siguientes ejemplos, en función de rebatir un prejuicio que atraviesa la
lingüística moderna que es el siguiente: “un enunciado, un sujeto”, en otros téminos “la unicidad del sujeto de la enunciación”.
Él postula los diferentes desdoblamientos del locutor en numerosos ejemplos del diálogo cotidiano de los que sólo citaré los más
representativos:
• “ discours rapporté en style direct”: En un diálogo complejo, por ejemplo:
-L, a quien se le ha reprochado haber cometido un error, diciéndole: -“eres un imbécil”, se revela diciendo: -“Ah!!!, Yo soy un
imbécil, muy bien, ya verás...”. Incluso cuándo él mismo se denomina imbécil, la fuente de tal enunciado no es él, sino el locutor
del reproche.
• el eco imitativo:
_A: “Me siento mal”
_B: “Me siento mal, me siento mal, no pienses en conmoverme de ese modo”
• la ironía: tomando como Ej. un chiste. En un restaurante de lujo, un cliente se sienta en su mesa con la única compañía de su
perro, un pequeño teckel. El dueño va a darle conversación jactándose de las cualidades del restaurante: -“Ud. sabe Sr. Que
nuestro chef es el antiguo cocinero del rey Farouk” –“Ah, que bien... ” dice solamente el cliente. El patrón, sin acobardarse
continúa –“y nuestro encargado de vinos es el antiguo encargado de la corte de Inglaterra... en cuanto a nuestro repostero hemos
recibido aquél del emperador Bao DÏA”, frente al mutismo del cliente, el patrón cambia de conversación: -“Ud., señor, tiene un
hermoso teckel” A lo que el cliente responde: –“Mi teckel, señor, es un antiguo San Bernardo”.
Respecto de todos y cada uno de estos ej. cotidianos: ¿quién habla?¿lo designa el shifter?
Se habrán dado cuenta de que he desarrollado hasta aquí los tres puntos que Lacan
plantea en “De una cuestión preliminar...”, luego de decir que el sujeto no sabría hablar sin
escucharse, respecto de toda cadena significante:
1. Ésta se impone por sí misma la sujeto en su dimensión de voz,
2. Ella toma como tal una realidad proporcional al tiempo, perfectamente observable en la
experiencia, que comporta su atribución subjetiva;
3. Su estructura propia en tanto que significante es determinante en esta atribución que por
regla, es distributiva, es decir a muchas voces, que plantea pues como tal al percipiens
pretendidamente unificante, como equívoco (páginas 513- 515, Escritos 2).

Hasta aquí, ¿es claro porqué es posible escuchar voces?, cuestión que intenté demostrar
está habilitada por la estructura misma de la palabra.5
Ahora bien: si bien es cierto que no hay pronombre que no sea equívoco por la estructura
polifónica de la cadena y el acto de la palabra, sí podemos decir que hay elementos en el
lenguaje que no son equívocos:
1. el nombre propio, que se define sólo por su referencia al código, (C/C), es una categoría
circular que no entra en el encadenamiento significante, ya que no se define por su
relación con otros significantes (diferencial, de oposición) para definir Juan no puedo
apelar a otros significantes, no se opone a los otros elementos del sistema. Bien, todo un
tema en particular de investigación por su particularidad lingüística y más aún, clínica.
2. Propongo pensar en un segundo término: la injuria y porqué la voz puede tomar
atribución subjetiva con la injuria.
No es una tesis desarrollada en Lacan y no he encontrado más que algunos señalamientos
para pensarla, que he remarcado en clases previas, hoy voy a compartir mis hipótesis con
ustedes y un caso al final que recibí por e-mail, de una niña psicótica que lo único que hacía
era injuriar o, en argentino, putear a todo el que se cruzaba. El caso es de Sandrine Salmón
se llama "Les injures d´Angeline" y si les interesa pueden pedirlo a la Biblioteca de la E.O.L
que se los envían enseguida sin problema.
Bueno, los señalamientos de los que les hablaba. Ustedes saben que Lacan toma el
famoso caso "Marrana" para dar cuenta tanto de lo equívoco del percipiens (aquella paciente
no sabía a quien se dirigía la frase que ella misma había dicho), como de la función de
estabilización del yo(je) con la injuria alucinatoria. Uno puede pensar que en ese caso operó
de ese modo, o bien, pensar que la injuria misma tiene esa función. Ya hemos trabajado el
caso. Sólo voy a recordar aquél párrafo del Seminario 3, que me hizo pensar la segunda
5
En el momento en que esto se clarifica, lo que se oscurece es ¿cómo no las escuchamos normalmente?
hipótesis, en la página 231 de la edición Castellana: "que el sujeto en la psicosis sólo puede
reconstruirse en lo que denominaré la alusión imaginaria, se los mostré in vivo en una
presentación de enfermos. A este punto preciso llegamos. El problema que debemos indagar es
la constitución del sujeto en la alucinación imaginaria"; haciendo la salvedad de las cuestiones
en juego respecto de la conceptualización "imaginaria" de la alusión y del estatuto de la
alucinación en el Seminario 3, la misma no deja de operar como constituyente.
Lo indagué y busqué otros casos conocidos por todos para que ustedes tengan la posibilidad
de ir a leerlos y verificarlo, me refiero a Aimée y a Schreber. En Aimée la injuria luego de la
cual el delirio paranoico tiene lugar es "vache" y en Schreber, deben conocerla, el famoso
"lúder" que Dios profiere cuando ya del mundo no quedaba nada. Es más, la psiquiatría
clásica, que de cuestiones de fenomenología no se le escapaba nada, describe que en la
paranoia, siendo los fenómenos elementales prácticamente inusuales, se encuentra en el
inicio del delirio frecuentemente una alucinación de este orden, una injuria. Les propongo
que si tienen clínica con psicóticos lo investiguen. Respecto de Schreber, también en el
Seminario 3 Lacan toma a la injuria en esta operación, lo cito, en la página 144 "la injuria
aniquilante, es un punto culminante, es una de las cumbres del acto de la palabra. Alrededor
de esa cumbre, todas las cadenas montañosas de ese campo verbal son desarrolladas por
Schreber desde una perspectiva magistral". Hasta allí Schreber estaba muerto y el mundo
había caído, desde allí la restitución delirante que concluye con “ser la mujer de Dios”.
Bueno, pasemos al caso del que les hablé:
Es una nena de 11 años que se llama Angeline. Esta nena cuando ingresa al servicio del
hospital, como al ingresar al consultorio, injuria: puta, imbécil, conchuda, puto... único texto
en el encuentro con el Otro. La cosa se hace difícil. Sandrine escribe con ella. Ella escribe a
repetición siempre lo mismo, todo el tiempo y a todo el mundo, en garabatos ilegibles,
"descompuestos", surcados por otros garabatos encima: "te amo, papa, mama", y firma: A. A.
Luego pide que Sandrine sostenga el papel y lo traspasa con el lápiz hasta romperlo. Así
comienza el tratamiento. Voy a saltear detalles porque todo no viene al caso, y voy a situar
tres momentos que me parecen de una enseñanza excelente.
1. Angeline le pregunta a su analista, luego de injuriarla como de costumbre, si va decir a
la radio (casa-radio) todas esas injurias. Sandrine le responde que no, escribiendo que
de ese modo la priva de ser quien la que va a divulgar, reflejar sus injurias,
corriéndose del lugar de otro especular que Angeline le propone. En este primer
tiempo, la analista se pregunta porqué la injuria masiva, muy fuerte, es la dirección
única de la palabra, dice: "Así la injuria viene a colmar el espacio del encuentro. Como si
Angeline no pudiera sostenerse de otro modo que produciendo la injuria".
2. Angeline empieza a escribir P.D, P.D (homófono de puto en francés), todo garabateado
por encima, le pide su cuaderno, repasa con lápiz las letras de su nombre y apellido y
escribe debajo P. D. muy grande. “Estas dos letras parecen venir a representarla", dice
Sandrine. Cada entrevista, Angeline verifica lo que hay adentro del cuaderno. Esto
inaugura un juego: Angeline sale del consultorio, putea a toda la sala y luego se
encierra de nuevo pidiéndole las llaves a Sandrine para cerrar la puerta. Una
intervención desatinada de la analista como amo, tira este movimiento, con el que la
nena se había hecho un lugar, por la borda. En lo que sigue, Angeline buscará en lo
real una marca de la falta en el Otro, interroga: "¿Yo te hago llorar a vos?", luego de
destruir dentro del consultorio todo lo que encontraba, como hacía en la sala. Sin
respuesta a su pregunta y con una interrupción de dos semanas como sanción que
ponga límite a su desborde, Angeline vuelve y escribe y agujerea todo. : escritorio, silla
paredes, el cuerpo de la analista, su cara, etc., con letras que no se entienden si es
PAPA o PADA; termina agarrándola de los pelos a Sandrine que lo describe entre la
agresión y el estar colgada, pendiendo de ella propiamente. La cosa sigue y en otra
entrevista que le tira con bolas de plastilina, la analista le dice que le hace mal y le da
miedo, las palabras no alcanzan, nuevamente le tira de los pelos con violencia hasta
hacerla llorar, la ve y la suelta. Más allá de algunas cosas que interpreta esta analista,
estoy de acuerdo particularmente con una: fue necesario que vea las lágrimas en sus
ojos para recuperar el lugar de A barrado y poder alojar a Angeline sin intrusión ni
rivalidad. (Ni el A, lugar en que la dejó una intervención como amo, ni a, lugar difícil
en la falta de ubicación que Angeline tenía, pues no sólo hubiese sido un compañero
imaginario, inocuo en todo caso, dado que el par a-a´ parecía más bien disuelto en sus
dichos).
3. Esta maniobra, con la que inscribe un orden real de falta, (con las lágrimas en los ojos
que muestran a la analista dividida), la aloja en el Otro; desde ese momento toma de la
mano a la analista para dirigirse a distintos lugares y personas, le pide que hable de
ella, que le hable a ella, etc. "Consiente a ser localizada en alguna parte”... Y volvemos a
su curiosa localización, cito a la analista: "Ella es P.D que escribe de forma lacerante,
obsesiva. Es lo que queda de la injuria proferida". La analista cuenta entonces que
nuevamente PAPA deja leer un PADA, que ella lee como la injuria en intersección con
su nombre. Angeline escribe finalmente dentro de un circulo con virome roja P.D. en la
puerta del consultorio de ambos lados, intima a Sandrine a escribir P.D y ella escribe
A. A.: sus iniciales. La injuria como localización del sujeto, real-escrita, en este caso
"parece abrir la escritura de otros significantes", dice finalmente la analista.
Y creo que sí, ya que no es posible hablar sin palabras propias y para ello es necesario un
lugar desde donde poder hacerlo, un amarre enunciativo que localice al sujeto.

Traje este caso por dos razones:


 El lugar del analista en la psicosis, por sus aciertos y por la enseñanza de sus errores aquí
me pareció que podía ser recortado con claridad.
 Es un caso de alguien que ni conozco, que se ha encontrado en el trabajo con la psicosis
con lo mismo que yo, la particular operación que realiza la injuria localizando al sujeto de
la enunciación, ésta tomada en términos del lugar desde el que se habla.

¿Por qué la injuria y no cualquier otro término de la lengua?, ¿por qué no “linda”, “buena”
como calificativos y sí “puta”, “puto”, “cerda” o “mierda”?.
Primero un cuestión banal: Si alguien les dice "Sos una mierda", ustedes ¿se preguntarán
qué me habrá querido decir?, apuesto a que no. La injuria tiene esa particularidad, no remite
a otra significación para tener sentido, por eso Lacan la llama "palabra clave", "elemento
aislado", "erotización del significante", "la significación en tanto inefable" (todo ello en la clase
del Seminario 3 "Vengo del fiambrero"); y ustedes saben que el problema del sujeto hablante
es la imposibilidad de hallar un significante que lo represente, por la estructura misma del
significante que exige al menos dos para representar (lo que implica el fading del sujeto).
Vimos al comienzo lo equívoco del yo para "embragar" por sí mismo al sujeto que enuncia la
frase, en razón de la polifonía de toda cadena. Dos cuestiones que plantea la estructura, y
que la psicosis hace patentes.
La injuria puede pensarse, en este sentido como oferta de la estructura, porque, es claro
que es en las coordenadas de la estructura misma que podemos encontrar respuestas, en
tanto el sujeto es efecto de ella.
Para terminar quiero citar una frase de Lacan en L ´etourdit, donde aún se ocupa de la
injuria, en el año 72, dieciséis años después del Seminario 3, la cita es de la página 60, en la
publicación de Escansión I. Está hablando del fin de análisis y del duelo por el objeto al que el
analista se ve reducido, dice:
"... y, luego, que el insulto, si resulta por el ser del diálogo tanto la primera
como la última palabra, así como el juicio, hasta el final sigue siendo fantasma, y para decirlo
todo no llega a lo real sino perdiendo toda su significación".

Muchas gracias por haber compartido en estos encuentros los rodeos


hechos en estos años, y espero con gusto vuestras preguntas,
cuestiones, ideas en mi dirección de correo: perdonia@ciudad.com.ar.
Este recorrido habilitó una respuesta a aquella pregunta cerca de
cómo es posible escuchar una voz... la respuesta abrió su inversión:
¿cómo es posible no escucharla?

Lic.
Andrea.D.Perdoni

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