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Ahora, si bien es cierto que el diseño de la comunicación visual por si misma exige
una dinámica de actividad y objeto, además de que debe ser resultante de las características
del consumidor y su sociología, se debe tomar en cuenta un factor importante para que esté
elaborada de forma correcta y este viene siendo la capacidad intelectual del diseñador, que
debe estar constituido por su poder de análisis, flexibilidad mental, claridad de juicio,
refinamiento visual, conocimiento técnico, destreza manual, sin dejar atrás su interacción
con el entorno con la sensibilidad cultural y responsabilidad ética. Esto último, hace que el
diseñador tenga un compromiso sobre la calidad de la sociedad ya que es generador de
ideas como el estilo de vida.
Por otro lado, se tiene al producto que deja de ser un objeto como tal y pasa a ser
remplazado por un significado, es decir, ya no se vende la mercancía per se, si no lo que
podría representar y esto claramente vende más que el artículo en cuestión ya que se ofrece
emociones, como el éxito laboral, económico o distintas formas de autorrealización; por ese
motivo, es común que el mensaje del diseño de la comunicación visual sea en ocasiones
separada de la función real del producto.
Con base a lo mencionado anteriormente, el mensaje debe estar representado por
palabras, colores, sonidos, conceptos, objetos e íconos simbólicos que tienen como objetivo
principal construir representaciones generando adhesión y consumo.
Conclusión