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HISTORIA DEL MUNDO ANTIGUO

- ROMA -
Cesar: la biografía definitiva
Cap: XXII: Dictador
Cap XXIII: Los Idus de Marzo
Goldsworthy Adrian

Goldsworthy repasa con extraordinario rigor La vida de César y la divide en tres grandes
bloques. El primero ocupa el periodo que va desde el año 100 hasta el 59 antes de Cristo. Es
decir, desde su nacimiento hasta la llegada al consulado. En el segundo, analiza el momento
histórico que le tocó protagonizar como procónsul, desde el 58 al 50 antes de Cristo, con
especial dedicación a la campaña en las Galias. Por último, la tercera parte de la biografía va
dedicada al periodo que transcurre desde el año 49 hasta el 44 antes de Cristo, momento en
que es asesinado por un grupo de conspiradores en el mismísimo senado. Dicha época
estudia con detenimiento tanto la guerra civil como la dictadura que le siguió.

César en su nombramiento como Dictador disfrutaba de varios derechos adicionales que le


había concedido el Senado. Es evidente que César ejercía un poder inmenso y entendió que
la única respuesta entre varios problemas del periodo republicano era la forma de monarquía.
Más a menudo eran César y sus consejeros quienes las distintas cuestiones a puerta cerrada
y después emitían un decreto como si partiera del Senado. Los honores de César eran ahora
excepcionales: fue nombrado dictador para un periodo de diez años y todos los magistrados
estaban formalmente subordinados a él. A ese cargo se sumaba el consulado por la parte de
cada año que decidiera retener el puesto; pronto ese honor se amplió convirtiéndose en el
derecho formal de ocupar el cargo durante diez años.

El régimen de César no era represivo, no obstante el descontento siguió generalizado. La


Guerra civil había concluido, se trataban los problemas que habían quedado desatendidos
durante tanto tiempo y muchas personas estaban mejor ahora de lo que habían estado
durante años. La propia Roma disfrutaba de una paz y una estabilidad que no había tenido
más que excepcionalmente durante más de una década. Sin embargo, las cicatrices de la
guerra eran profundas. Muchos murieron y muchos tenían que enfrentar la situación actual
de Roma. César había empleado la clemencia y la habilidad política para hacerse con el favor
de los neutrales y de sus adversarios vencidos, pero, en última instancia, su posición había
sido conseguida mediante la fuerza militar.

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En cierto modo, la situación tenía mucho en común con la creación de un asentamiento en
la Galia conquistada. César tuvo que convencer a sus conciudadanos sobre todo a la elite
aristocrática de que tolerar su dominio era preferible a oponerse a él. Esa era la prueba
definitiva.

Nos encontramos ante un trabajo excepcional en cuanto al tratamiento histórico de la figura


de Julio César, ya que el autor desgrana sin fisuras y sin adornos la vida del político y general
romano –a quien hace protagonista único-, mediante una abundante información que se
complementa con remisiones frecuentes y numeradas a las fuentes originales. Es un libro
riguroso, minucioso y desapasionado. No es una biografía cualquiera. Es una gran biografía
de un gran personaje histórico. La vida pasada a libro de Julio César, el más grande de todos
los romanos de todos los tiempos.

“En los cincuenta y seis años que vivió, fue una larga serie de cosas diferentes, entre ellas
fugitivo, prisionero, político en alza, jefe de un ejército, representante legal, rebelde, dictador
-tal vez incluso un dios-, además de esposo, padre, amante y adúltero. Pocos héroes de ficción
han hecho tanto como Cayo Julio César.”

(Adrian Goldsworthy)

Goldsworthy presentó su obra como un trabajo que pretende aunar las dos facetas de César:
el político y el militar. Ambas facetas, sostiene, eran indiscernibles en la sociedad romana de
la época. Para ello ha utilizado tanto fuentes de la época como su propio análisis y
razonamiento. Explicó por ejemplo el valor que puede tener el rumor, el comadreo, para
entender como era una sociedad, desvelando las mentiras (o verdades) que se consideraban
escandalosas o simplemente interesantes.

Explicó también la habilidad de César como propagandista de si mismo, sin poder evitar la
referencia a la anécdota de los piratas, pero razonando un poco más ¿Quién la contó? Los
piratas no pues estaban muertos, los compañeros de viaje de César no pues habían ido a por
el rescate ¿César? ¿Podemos asegurar que es cierta? A raíz de esto comentó con detalle la
habilidad de César como propagandista de si mismo, narrando los sucesos pero dejándolos
también en el aire, para que cada cual imagine lo que quiera. La clase magistral continuó,
explicó la vida política de César, así como su vida amorosa, y llegó, seguramente, a lo más
interesante cuando se extendió sobre los planteamientos políticos de César.

Cómo Cesar nació y creció en una república donde el asesinato de opositores políticos o su
proscripción estaban a la orden del día. Donde destacar políticamente, cosa que había sido
la ambición lógica y esperable de cualquier romano de clase alta durante años, se convertía
en el equivalente a poner en jaque la propia vida. Como una vez iniciado su camino por el
“Cursus Honorum” César, que siempre quiso ser el mejor de los romanos, siguió ascendiendo
empujado tanto por su ambición como por la necesidad de protegerse físicamente.

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Sobre César, Goldsworthy no cree que aspirara al título de “Rex”, ni a ser divinizado, César
era un hombre pragmático y estuvo dispuesto a incrementar su poder hasta terminar de
hacer todo lo que había que hacer, sin importarle especialmente un envoltorio concreto para
dicho poder. Con respecto a su capacidad militar sí lo considera un genio militar, tanto por
su agresividad a la hora de dirigir sus campañas como por su capacidad para entrenar y
ganarse el corazón de sus soldados, aunque no niega que la buena suerte estuvo presente
en muchas ocasiones de su vida militar. Con respecto a la supervivencia de la República de
no haber existido César, la puso francamente en duda.

A principios del año 44 a.c. César había cumplido 55 años. Habría sido extraño que el esfuerzo
de tantos años de campaña no hubiera afectado a su organismo y de hecho, Suetonio habla
del deterioro de su salud. No obstante, hay pruebas de que su epilepsia hubiera empeorado
y desde luego su gran energía no parecía haber disminuido. Según los estándares romanos
hacía mucho que había dejado atrás la flor de la vida, pero, seguro podía vivir más. César no
esperaba morir en marzo, de y es obvio que los hombres que lo asesinaron no confiaban en
que la naturaleza les hiciera el trabajo en el futuro próximo. La muerte del Dictador, fue
súbita e inesperada para todos excepto para los conspiradores. Por tanto, mirar a César y al
régimen que creó es inevitablemente examinar algo que estaba incompleto y en proceso de
desarrollo. Es imposible planear lo que quería hacer César. Durante su vida muchas eran las
campañas de propaganda contra de él y después de su muerte, hicieron más confusión
todavía. Es lamentable que nunca se publicarán las cartas de Cicerón de los primeros tres
meses de 44 a.c. pues no existen vestigios literarios contemporáneos de este vital periodo.

Nos encontramos en Roma en los idus de Marzo (15 de Marzo) el día que se nombraría a
Cayo Julio Cesar Dictator Perpetuus, para que la estabilidad política fuera una realidad, pero
se convertiría en el comienzo de años de guerras civiles, inestabilidad política, hambres, y
poca prosperidad para las gentes comunes. Pues Cayo Julio Cesar fue asesinado en el senado
antes de su nombramiento por la flor y nata de aquel estamento que se hacia llamar, Senatus
Populus Que Romanus (el Senado y el Pueblo Romano) Pero ¿qué argumento fue el impulsor
de tal asesinato? La respuesta rápida fue el temor que este hombre generó a lo largo de su
vida militar y sobre todo política, ya que la República instaurada hacía 500 años estaba con
una enfermedad terminal, la corrupción, siendo tal que solo una mínima parte era la que
tenía una gran fortuna mientras los demás solo tenían hambre, así que temerosos del poder
que adquiría Julio Cesar desde ese momento, actuaron para no perder su posición.

-Transparencia de Gobierno.
-Persecución de los abusos de los gobernadores en las provincias.
-Regulación de las actividades económicas.
-Retorno a la legalidad constitucional.
-Democratización de las asambleas.
-Reparto de tierras a los más necesitados.
-Reparto gratuito de trigo a los más necesitados.

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Junto a esta política Cesar tenía un ejército poderoso, y leal a su General, pues estuvo
dispuesto a luchar contra otros romanos como Pompeyo y Catón. Obtuvo el beneplácito de
la plebe, viéndolo como un salvador y hombre poderoso por las victorias obtenidas, en la
Galia, Hispania, así como terminando con las guerras civiles. Y debemos decir qué quien
obtiene el favor de la plebe, fuera en Roma o ahora tiene el poder, el verdadero poder.

Después de su muerte, César fue declarado dios – el Divino Julio (Divus Julius) y su hijo
adoptivo se haría llamar el hijo de un dios. César era un hombre racional y juzgaba que Roma
lo necesitaba porque sin él recaería sin más en la guerra civil. Era dictador y, en la práctica,
era un monarca, pero no era un rey cruel y utilizaba su poder para lograr el bien común. Igual,
tenía sus ataques de ira. En esa disposición de reconciliación, el Senado votó la celebración
de un funeral público para César, que tuvo lugar en el Foro el 18 de marzo.

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