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El PLAN NUCLEAR ARGENTINO ESTÁ EN RIESGO DE MUERTE

El gobierno anterior había marcado un rumbo para el sector nuclear. Se había acordado con
China hacer primero una IV Central, de tecnología llamada CANDU, de agua pesada y uranio
natural, siguiendo la línea histórica que la Argentina domina después de muchas décadas de
grandes inversiones en recursos humanos y materiales. China financiaba el 85% de la
inversión, con tasas bajas y a largo plazo, a repagar esencialmente con la energía producida
por la Central. La participación de la industria nacional era muy alta en virtud de la
experiencia y de las inversiones hechas tanto por el sector público como el privado. Sin lugar
a dudas este era un acuerdo muy favorable a nuestros intereses.

Además, el acuerdo preveía la instalación, unos años después, de una central de uranio
enriquecido de diseño chino, la así llamada V Central, que permitiría a China hacer pie en el
mercado latinoamericano pero también permitía a nuestro país incursionar en una nueva
tecnología garantizando una significativa participación nacional con un alto grado de
transferencia tecnológica.

Estas dos tecnologías podrían coexistir pues de hecho pueden ser complementarias si se
hace una buena planificación. En el futuro, si se desarrollara la tecnología del
reprocesamiento, las centrales de agua pesada podrían aprovechar el combustible quemado
por las de uranio enriquecido y seguir “ordeñándolo”.

Durante el año 2016 el gobierno nacional ratificó este rumbo en lo esencial y se ocupó, a
través de documentos oficiales, de apuntalar con argumentos este plan. Argumentos que
hablaban por un lado de la diversificación de la matriz energética argentina, dándole a la
nuclear un porcentaje más acorde con estándares internacionales (llevaría del 5% actual a un
11% la participación de la generación nuclear) y por otro de la energía nuclear como una
energía limpia (desde el punto de vista de las emisiones de gases de efecto invernadero) que
permitiría a nuestro país dar un paso de relevancia para cumplir con el compromiso asumido
como Estado firmante del Acuerdo de París del 2015.

Las negociaciones con China siguieron durante todo el año 2017 y principios de 2018.

En el ínterin hubo un evento muy negativo, asociado con la impericia del gobierno nacional,
que prácticamente de la noche a la mañana trató de tomar la decisión de instalar la V Central
en la provincia de Río Negro, sin preparar cuidadosamente el terreno a través de campañas
de esclarecimiento, convencimiento y búsqueda de consenso. Río Negro terminó con la
sanción de una ley que prohibía la instalación en su territorio de esa Central. Esto coloca a
nuestro país en una situación muy delicada porque el único sitio disponible para una Central
hoy es en el complejo nuclear de Atucha. Y ya se prevé que habría limitaciones que podrían
impedir el emplazamiento de más de una central en ese mismo sitio. Este es un elemento
limitante muy grave, que se trató de ocultar o minimizar, que probablemente contribuyó a
decidir la cancelación de la IV, dado que China no iba a financiar la IV sin la V.

Después del virtual default que tuvo lugar a principios de 2018, cuando los mercados
internacionales le cerraron el grifo a la Argentina, el gobierno tuvo que recurrir
desesperadamente al FMI, organismo dominado en buena medida por los EEUU.

No bien se anunció el primer acuerdo con el FMI, el gobierno hizo conocer la cancelación de
la IV Central, aduciendo que no estaba en condiciones de tomar compromisos de deuda
adicionales. Este argumento no se sostiene en vista del despilfarro de miles de millones de
dólares en manejos financieros estériles. En conclusión, el FMI y los EEUU vetaron la IV
Central tipo CANDU. El gobierno fue inclusive más allá y anunció la cancelación definitiva de
la exitosa y fructífera línea tecnológica del agua pesada y uranio natural, mostrándose
decidido a cometer el estrago de destruir la Planta Industrial de Agua Pesada, una joya
tecnológica que colocó a la Argentina en una posición privilegiada a nivel internacional.

Varios nos preguntábamos cuánto tardaría, en medio de la feroz disputa comercial y de hecho
por la supremacía mundial entre EEUU y China, en caerse la V Central también.

En preparación de esto, hace unos días, varios secretarios de energía de la Alianza y de otros
gobiernos salieron a desacreditar la energía nuclear como costosa frente a otras como la
térmica (generada con el quemado de combustibles fósiles, sin importar la contaminación
atmosférica con sus consecuencias sobre el calentamiento global). Esta falacia, desmentida
por informes y estudios internacionales, pareció preparar el terreno tratando de atenuar el
impacto de la decisión que se venía.

Esto es lo que se acaba de consumar. La sumisión frente a los deseos e intereses de los
EEUU en su puja con China. Trump no permite que China ingrese con tecnología sensible a
su patio trasero, y Macri, cuya supervivencia depende del dinero del FMI, obedece
entregando uno de los pocos sectores en los cuales hemos logrado una posición respetable y
competitiva a nivel internacional.

Creemos entonces que una manera verdaderamente independiente de impulsar el desarrollo


nuclear es realizar las obras con recursos propios, así como se hizo con Atucha II y con la
extensión de vida de Embalse.

Ante la abrumadora evidencia, quedan pocas esperanzas de que el gobierno cambie la


política de involución del sector nuclear. Sin embargo aquellos que impulsamos un desarrollo
tecnológico e industrial y promovemos la visión estratégica de una Argentina soberana en
todos sus aspectos seguiremos bregando para que comience la construcción de la IV Central
tipo CANDU a la vez que seguiremos trabajando para lograr que el desarrollo nuclear se
transforme en una política de estado para beneficio de todos nuestros compatriotas.

Buenos Aires, 06 de diciembre de 2018

Secretariado Nacional de la APCNEAN

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