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LA ESCUCHA DE NOSOTROS
Podríamos haber comenzado también con unos minutos de silencio, (no hay
nada como el silencio para la escucha. Dice Pitágoras: “Escucha y serás sabio; el
comienzo de la sabiduría es el silencio) pero hemos elegido este salmo porque puede
ponernos en la pista de lo que vamos a tratar.
LA ESCUCHA EN NOSOTROS
Veíamos cómo este salmo tenía algo que ver con el tema que nos ocupa de La escucha
de nosotros”. Nuestra reflexión hoy trata de la escucha de nosotros mismos. No de la
escucha que hacemos de los otros.
No es un estudio muy elaborado sino unas pinceladas de lo que yo entiendo qué es esto
de la escucha propia y también de lo que yo misma experimento.
La escucha de nosotros 2
1- QUÉ ES ESCUCHARSE:
Escucharse tiene que ver con, estar atentos, estar alerta, estar despiertos, estar
conscientes, estar presentes a nosotros mismos, a nuestro momento, a nuestro aquí y
nuestro ahora.
Escucharse es un ejercicio de consciencia.
Escucharse tiene que ver con auto-observarse: observar mis acciones y reacciones;
mis pensamientos, mis diálogos interiores, mis emociones, mis deseos, mis
sensaciones corporales. Escucharse es por tanto un ejercicio total, holístico, es decir
que abarca todas las dimensiones de mi persona.
Escucharse finalmente viene a ser finalmente reconocerse y aceptarse.
Sin escucharnos a nosotros mismos no nos podemos conocer y por tanto no nos
podremos reconocer y amar.
Por tanto eso del conocimiento propio no es una cuestión baladí sino de suma
importancia. Nos va la vida en ello. Nos jugamos mucho o todo...
Por qué y para qué realizamos el ejercicio de la escucha y del conocimiento propio.
Escucharse, conocerse para
2.1- Escucharse, conocerse, para ser auténticos, para ser nosotros mismos frente a
la inautenticidad. Desde pequeños se nos ha educado con criterios que con mucha
frecuencia no nos han llevado a ser nosotros mismos, valorándonos no tanto por lo que
somos sino por lo que hacemos, por nuestro rendimiento siempre en comparación con
los demás.
La autenticidad tiene que ver con la sencillez, surge después de haber eliminado lo
complejo.
2.5- Escucharnos, conocernos para ser libres: “La verdad os hará libres” “Para ser
libres nos liberó Cristo”.
Sin el conocimiento propio podemos ser como veletas que se mueven a merced de
todos los vientos que soplen. Sin conocernos viviremos con apretura.
Se trata de ser libres frente a los otros, de no tener que estar permanente actuando en
función de las expectativas ajenas y también libres frente a nosotros mismos frente a
nuestro ego, que es el mayor de nuestros enemigos. S. Juan de la Cruz tiene que
decirnos mucho en este sentido porque él es un maestro de la libertad. (En una de sus
cartas dice algo así como “Dios nos libre de nosotros mismos”)
2.7- Escucharnos, conocernos para aceptar y amar a los otros en su verdad, tal
como son, y no como nosotros querríamos que fuesen.
Sin el conocimiento y la aceptación propia (ya lo hemos dicho anteriormente) es difícil
aceptar a los otros y quererlos tal como son.
Cuando nos conocemos a nosotros mismos nos volvemos más humildes, más humanos,
más comprensivos, más tolerantes, amables y cercanos con todos porque en los defectos
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de los demás veremos también los nuestros. Seremos capaces de amar menos por
interés y más gratuitamente.
Todos sabemos como en el libro de las Moradas nos presenta el recorrido interior de la
persona hasta llegar a ese centro donde nos unificamos y nos dejamos encontrar
totalmente por Dios, ahí alcanzamos la plenitud en el amor, la plenitud de la vida en
Dios.
Y este camino, parte del propio conocimiento y no llega a su fin sin este conocimiento
propio en todo momento.
Stª Teresa viene a decirnos que esto es básico porque la vida cristiana no puede estar
fundada en la irrealidad. Este camino bucea sin miedo hasta el fondo, devolviéndonos a
la verdad, desechando las máscaras.
Sería interesante detenernos en algunas moradas especialmente de la I a la III Morada
en que se adquiere la virtud de la humildad tras haber desenmascarado nuestra fachada.
Es ahí donde se nos invita a dejarnos desnudar, a aceptar la totalidad de nuestra historia
de la mano de Jesús.
Para no detenernos demasiado vamos a citar algunos textos de Stª Teresa que van en
esta línea:
Que esto del propio conocimiento es el pan con el que todos los manjares se han
de comer (6M 13,.15)
No conviene hacer el propio conocimiento ratero y cobarde
Una vez estaba yo considerando por qué razón era Nuestro Señor tan amigo de
esta virtud de la humildad, y púsome delante, a mi parecer sin considerarlo, sino
de presto, esto; que es porque Dios es suma verdad y la humildad es andar en
verdad, que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y
ser nada y quien esto no entiende, anda en mentira (6M,1)
Y tengo por mayor merced del Señor un día de propio y humilde conocimiento,
aunque nos haya costado muchas aflicciones y trabajos, que muchos de oración
(Fundaciones 5,16)
La escucha de nosotros 5
Después de lo que hemos visto hemos caído un poco más en la cuenta de la importancia
de la propia escucha.
Podemos OBSERVAR:
3.1- Nuestras acciones: Podemos preguntarnos: qué es lo que he hecho, cuáles son las
motivaciones reales que me han llevado a actuar así y no de otra manera.
Es bueno observar mis pensamientos. Lo primero que tengo que hacer dejarlos aflorar,
dejarlos fluir sin rechazarlos, sin reprimirlos y sin juzgarlos y luego dirigirme
directamente a ellos. Si son negativos examinarlos, preguntar por las necesidades y
deseos que están escondidos en su interior. Tengo que descubrir la energía dormida en
esos pensamientos o empezar un diálogo con ellos, quitarles la agudeza, girarlos en otra
dirección y conseguir de esa manera que esos pensamientos se tranquilicen. Es
importante aprender a dialogar con mis pensamientos.
Pero también puede ocurrir que después de haberlos dejado salir tenga que detenerlos
desde el principio para que no me invadan, para que no entren en mi corazón porque son
vanos. 2
Observar los pensamientos significa situarme ante ellos con una cierta distancia
que me permita verlos objetivamente, sin identificarme con ellos. Yo pienso tal o cual
1
Anselm Grün: Autosugestiones. Ed. Descleé
2
ibidem
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cosa, pero yo no soy mis pensamientos. Los pensamientos además son susceptibles de
ser modificados como veíamos mediante el diálogo con ellos.
Hay pensamientos de los cuáles somos conscientes. Algunos de ellos los traemos
nosotros mismos conscientemente a nuestra mente. Otros no los traemos nosotros por
nuestra propia voluntad, nos vienen ellos solos pero nos hacemos conscientes de ellos.
Me doy cuenta de lo que estoy pensando. Pero hay otro tipo de pensamientos que nos
vienen de manera espontánea y muy rápida, pasan por nosotros como una flecha y a
penas los percibimos, a penas nos hacemos conscientes de ellos. Son lo que se llaman
pensamientos automáticos. Es importante aprender a escuchar estos pensamientos
porque también son una fuente importante de información sobre nosotros mismos.
Los hay obsesivos que vienen una y otra vez y no nos los podemos quitar de encima. En
algunos casos es porque nuestra mente por naturaleza es obsesiva y necesita siempre
estar enganchada a algo, pero otras veces si se repiten de manera reiterativa unos
pensamientos concretos es porque hay algo ahí en lo que hay que detenerse, algo que
está reclamando mi atención y hasta que no lo escuche y lo trabaje, no me va a dejar en
paz. Importante no permitir que los pensamientos obsesivos se apoderen de uno. Se trata
de que uno pueda ser dueño de sus pensamientos y no que los pensamientos sean dueño
de uno.
Otra forma de pensamientos son las autosugestiones: son cosas que nos decimos a
nosotros mismos con frecuencia y que determinan una conducta que puede ser positiva
o negativa: por ejemplo si yo me digo continuamente “soy un desastre” “no valgo para
nada” ...pues efectivamente acabaré siendo un desastre...
Pero hay también autosugestiones de signo contrario que nos pueden influir muy
positivamente.
Nuestros pensamientos, las ideas que anidan en nuestro interior se basan en creencias.
(No nos referimos ahora a creencias religiosas). Estas ideas pueden ser racionales o
irracionales (Según Ellis): por ejemplo, una idea irracional sería pensar que es una
necesidad para la persona adulta ser amado por prácticamente cada persona significativa
de su comunidad.
Otra idea irracional sería la idea de que es horroroso y catastrófico ver que las cosas no
son como uno quisiera que fueran, o que la felicidad tiene una causa externa.
Vamos a poner ahora un ejemplo concreto de cómo podemos hacer una escucha de
nosotros mismos:
Ante una preocupación o problema que se me resiste y que puede llegarse a convertir
en una obsesión podemos preguntarnos:
Y cuando decimos observar, estamos diciendo observar, no juzgar que es bien distinto.
Al igual que los pensamientos se trata de convertirme en testigo de mí mismo; situarme
a una cierta distancia y ver qué sucede, sin juzgarme, sin hacer valoraciones.
Ojo! Los sentimientos no son moralizables. Los sentimientos no son ni malos ni buenos,
son simplemente sentimientos. Otra cosa es lo que yo haga con ellos. Si yo tengo un
sentimiento de enfado, de furia, y parto la cara al que tengo delante eso es otra cosa,
pero por sentir no pasa nada.
Si yo siento envidia no pasa absolutamente nada. Otra cosa es que yo lance mi envidia
como un proyectil sobre la persona o personas que son objeto de esa envidia. Eso
naturalmente no vale.
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Los sentimientos que no acogemos por negativos y dolorosos y difíciles de aceptar que
sean si los negamos se vuelven contra nosotros y proyectaremos esos sentimientos sobre
los otros y de esta manera nos haremos daño a nosotros mismos y a los otros también
les agrediremos.
Nadie dice que el camino de la aceptación de uno mismo sea sencillo; al revés es un
camino costoso, y a veces muy doloroso; requiere mucha sinceridad y honradez e
incluso valor, pero es un camino de liberación.
Los criterios morales que están en la base de la educación que muchos de nosotros
hemos recibido tanto en el ámbito familiar como en la iglesia nos han enseñado todo lo
contrario. Se nos han presentado grandes ideales, lo cual no está mal, a fin de cuentas
ser cristiano tiene mucho de utópico, pero con tanto querernos acercar al ideal hemos
despreciado lo real en nosotros y nos hemos construido de manera falsa, de tal manera
que tiene que venir Dios o la vida a desmontarnos el chiringuito que nos hemos
edificado para hacernos personas nuevas y veraces.
Por ejemplo, se nos ha dicho: “como estamos en Navidad o en Pascua hay que estar
muy alegres...” y a lo mejor resulta que yo estoy viviendo por dentro un viernes santo.
Pues tengo derecho a estar triste; tengo derecho a sentir lo que siento, tengo que
permitirme vivir esa emoción. Otra cosa es que yo me recree y me regodee con mi
tristeza y no tenga ganas de salir de ella, y la de vueltas y vueltas. Una cosa es la alegría
como actitud y otra cosa es la alegría como emoción y yo en un momento dado puedo
sentir una emoción que parece que no va acompasada con la situación externa de la que
participo.
Otro ejemplo: tengo un cabreo impresionante con una persona o incluso siento odio por
alguien. Pero mi moral cristiana me dice que tengo que ser bondadoso, que no puedo
odiar, que tengo que amar siempre incluso a mis enemigos, entonces no me permito a
mi misma tener ese sentimiento de enojo, o incluso odio. Si yo no acepto ese
sentimiento y me miento a mí misma diciendo que yo no siento eso ¿qué sucederá
entonces?. Pues sucederá que proyectaré ese sentimiento sobre la otra persona, y me
diré a mi mismo que soy yo el objeto del enfado o del odio del otro (cuando en realidad
soy yo la que lo siento, mientras que al otro no le pasa conmigo absolutamente nada).
Puede ocurrir, y esto es muy frecuente, que muy sutilmente, sin casi darme cuenta
tendré un comportamiento agresivo con la otra persona, pero de manera muy disfrazada,
muy oculta. Dejaré caer palabritas, cositas y tendré actitudes nada buenas contra esa
persona, así como quien no quiere la cosa, pero ahí quedan....y lo peor de todo que no
me doy cuenta de lo que hago, del daño que estoy haciendo y que me estoy haciendo.
Vosotros mismos habréis observado este comportamiento en vuestras comunidades,
familias etc.
En cambio, si yo me doy cuenta de lo que siento y lo acojo y lo acepto por mucho dolor
que me cueste verme así, sintiendo eso que no quiero, pues ese sentimiento puede ser
transformado, y yo misma acabaré dejándome transformar. El enojo puede
transformarse en una actitud tolerante y lo mismo el odio puede transformarse en amor.
Pero en un amor real, no ficticio o ilusorio.
Cito el libro de una autora llamada Alicia Chávez y cuyo título desconozco que dice
así: “Así de maravillosa es la verdad, así de sorprendente es el cambio de sentimientos y
comportamientos que podemos experimentar cuando la reconocemos. “La verdad os
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hará libres” y reconocer no quiere decir que haya que gritarla a los cuatro vientos para
que todo el mundo se entere; reconocerla significa que te expreses a ti mismo, es una
autoconfesión y sólo si lo deseas lo puedes compartir con otro ser humano”. Se trata de
hacernos transparentes a nosotros mismos.
A veces no somos nosotros sino los otros los que no nos permiten sentir lo que
sentimos: “Va, hombre, no es para tanto, no te angusties...”. A veces debajo de estas
actitudes como estas, lo que se está haciendo es ocultar la propia angustia. No quiero
que el otro sienta angustia porque entonces se destapa la mía propia y es mejor dejarla
calladita.
El camino que hay que hacer es un camino de integración. De esto tiene bastante que
decirnos Stª. Teresita. En una época en que el ámbito religioso predomina el rigorismo
del jansenismo, Stª. Teresita nos muestra su forma de entender la santidad no como una
“blancura inmaculada” sino como la aceptación e integración de lo negativo para acoger
la misericordia de Dios. Esto fue una novedad muy grande en su época y aún hoy lo es
para nosotros.
Escuchemos algunas palabras suyas:
“He de soportarme a mi misma tal y como soy con todas mis imperfecciones” (Ms C F2
vto).
“Lo que agrada a Dios es verme amar mi pequeñez y mi pobreza, es la esperanza ciega
que tengo en su misericordia...He aquí mi único tesoro” (Carta 17-9-1986)
“Tengo debilidades pero me alegro de ellas. No estoy siempre tampoco por encima de
las nadas de la tierra. Por ejemplo me da rabia una tontería que haya dicho o hecho.
¡Ay!, estoy en el mismo sitio que antes. Me digo con dulzura y sin tristeza. Es tan dulce
sentirme débil y pequeña” (Cuaderno amarillo 5-7)
En otra carta de 1980 dice que es en esta aceptación de sí misma donde está la “paz y el
descanso del corazón”.
Pero si algo hay que escuchar juntamente con todo lo anterior que hemos dicho eso es
3.5- Nuestro cuerpo: Tal vez debiéramos haber empezado por aquí porque el cuerpo es
lo más cercano, lo más inmediato. El cuerpo es esa realidad nuestra que no engaña y que
por tanto hay que aprender a escuchar.
con los otros, con el mundo. La persona comulga con el mundo circundante por medio
del cuerpo. También por medio de su cuerpo se siente la persona humana en comunión
con el mundo espiritual3
Todo el sustrato mental, todo el conjunto de emociones que experimentamos se hacen
presentes y se expresan en nuestro cuerpo y por medio de nuestro cuerpo. Todos los
impactos emocionales se han sentido y grabado en las diferentes partes de nuestro
cuerpo dando lugar a diferentes tensiones, dolencias o molestias. En nuestro cuerpo
queda grabado incluso el trauma del nacimiento, el impacto de las primeras horas de
vida, y aún más la vida en el útero materno (estudios científicos así lo atestiguan).
El cuerpo hemos dicho, no me engaña. Mi mente puede decir que todo está bien, que no
me pasa nada, y sin embargo mi cuerpo siente ansiedad, o tengo una jaqueca tremenda...
Nuestro cuerpo es el hogar que habitamos en esta vida. El cuerpo es el templo sagrado
donde todo nuestro misterio se despliega u oculta (no olvidemos que con el cuerpo
también podemos engañar, ocultar) Nuestro cuerpo es templo sagrado porque en él
habita el Espíritu Santo, es decir Dios mismo. Por eso dice S. Pablo “No sabéis que sois
templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? (1 Cor 3,16)
Hay mucha sabiduría en nuestro cuerpo que en nuestra cultura está totalmente anulada a
favor de la cosmética del cuerpo.
La escucha abierta y relajada de nuestro propio cuerpo puede ser la llave que nos abra al
descubrimiento de poderosas emociones y recuerdos que han quedado reprimidos en
nuestro esfuerzo de adaptación y supervivencia, frente a experiencias dolorosas en
nuestra vida.
Por lo que estamos viendo nos damos cuenta de que la escucha, nuestra escucha no sólo
debe dirigirse a la parte consciente de la persona, a los pensamientos o razonamientos,
sino también a la parte inconsciente. Y la escucha del cuerpo dará lugar a que todo lo
que en mi es inconsciente salga a la luz de la consciencia.
Pero esta cuestión tan importante lo abordaremos más despacio en otra ocasión.
Siguiendo con la escucha del cuerpo nos hacemos la pregunta: ¿Cómo podemos hacer
una escucha corporal?.
Puede ser algo tan sencillo como ponernos en silencio, en una postura cómoda, respirar
hondo (a poder ser con respiración abdominal, diafragmática) y observar tranquilamente
5
http://spicologiadelcuerpo.com
6
Wilkie Au – Noreen Cannon: Anhelos del corazón. Desclée De Brouwer
La escucha de nosotros 12
lo que pasa, lo que percibo, el conjunto de sensaciones que están presentes, sin juzgar,
observando sin más y acogiéndolo todo con respeto y amabilidad.
También puedo hacerme la pregunta que decíamos antes: ¿qué está pasando en mí en
este momento?.
Si queremos hacer una escucha corporal más profunda podemos ayudarnos de técnicas y
de terapeutas que orienten esa escucha y que nos ayuden a interpretar lo que en nuestro
cuerpo acontece.
Hay distintas terapias que utilizan las técnicas corporales como estrategias de
conocimiento entre éstas está la llamada Bioenergética y también el Focousing. Esta
última es una aportación del filósofo existencial y psicoterapeuta Eugene Gendlin
(Viena 1926) afincado en Estados Unidos. El Focousing es un proceso de
autoconciencia y curación emocional corporalmente orientado. El proceso de enfocar,
de encontrar esa “sensación sentida” que todos tenemos en nuestro cuerpo que sabe
muchas cosas de nosotros.
4- EL LUGAR DE LA ESCUCHA
También es importante tener a personas que nos ayuden en nuestra escucha interior.
(Cuatro ojos ven más que dos). Personas que nos brinden su escucha con el fin de
ayudarnos a discernir y a descubrir nuestra verdad. Puede ser una esposo o esposa, un
amigo o amiga, o bien una persona más especializada en la escucha como un
acompañante espiritual o un psicoterapeuta.
Somos nosotros los que vamos a hacer esa escucha, los otros sólo nos van a ayudar. Si
nosotros no queremos abrirnos a la verdad y no queremos escuchar, los otros no pueden
hacer nada.
Pero hay además un lugar privilegiado para la escucha que es el silencio. Esa escucha
que tiene lugar en la vida, alcanza su profundidad en el silencio. Hablo de silencio en
dos sentidos: en primer lugar hablo de silencio con minúsculas, silencio físico, ausencia
de ruidos exteriores; silencio que me regalo a mí misma y donde me permito ser yo
misma, silencio en que dejo que todo surja, que todo emerja, que todo fluya sin
detenerlo, sin rechazarlo, acogiéndolo todo.
Pero junto a este ejercicio silencioso por mi parte, donde yo soy el protagonista, hablo
también de un Silencio con mayúsculas, es decir el silencio hecho oración, apertura a
Dios, ahora es Él el protagonista y quien me conducirá a mi más profundo centro. Si
decíamos al principio que la escucha y el conocimiento propio son imprescindibles para
La escucha de nosotros 13
hacer un camino hacia Dios, no hay que olvidar que Dios es el principal protagonista y
el que toma la iniciativa en mi vida, de tal manera, que El mismo será el que me va a ir
conduciendo a mi verdad, a mi centro y me irá revelando mi verdadero ser, mi
verdadera identidad que no es otra sino la de ser hija suya, hija amada, hijo amado.
5- CONCLUSIÓN:
Después de lo que hemos dichos podemos darnos cuenta de que la escucha propia nos
lleva a hacernos responsables y dueños de nuestra vida, nos lleva a apropiarnos de
nuestra persona, a no vivir alejados sino en contacto con la verdad que nos habita, nos
lleva a centrarnos para luego paradójicamente, descentrarnos, es decir salir de nosotros,
de nuestro centro para ir hacia los otros; adueñarnos, apropiarnos de nosotros mismos
para luego desapropiarnos, es decir desprendernos de nuestro ego, y vivir en apertura
generosa a Dios y a los hermanos y hermanas con quienes nos encontramos en el
camino de la vida.
Es un bello itinerario el que se nos propone, itinerario que va de fuera a dentro y de
dentro a fuera.
Escucharnos, ser nosotros mismos, auténticos, verdaderos, libres, profundos, fraternos,
de Dios...
TERMINAMOS ORANDO: