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en el comportamiento de tu hijo
“Dios! Mira a Diego… ¡ya se embarró el chocolate en toda la cara y en la ropa!, ¿qué voy a
hacer con este niño tan sucio?
¡Vamos que llegaremos tarde a la escuela otra vez y yo llegaré tarde a la oficina!... ¡por Dios,
pero qué niña tan lenta y desconsiderada!, me pregunto cuándo aprenderás el valor del
tiempo…
¡Muy bien!, ¿ya ves?, te dije que si hacías las cosas como yo te decía todo iba a salir muy
bien. ¡Qué niña tan buena y obediente!
Carla Herrera
Entrenadora
“No estés molestando, ya te dije que no, ¡pero qué necio eres!” Certificada en
Disciplina Positiva
“Ten cuidado con tu hermana, ya ves que es muy miedosa”
(CPDT)
“Ay, ni le hagas caso, ya ves que es bien enojón y berrinchudo, si le sigues insistiendo se va
a poner de llorón como siempre”
Imagina que estás haciendo limpieza en tu casa, dispones de una serie de cajas para
clasificar los objetos que vas a ordenar: Ropa, zapatos de papá, zapatos de mamá, zapatos
de los niños, juguetes, cosas que donar, cosas que no sirven, artículos de limpieza, etc., Las
etiquetas tanto de los productos, como de las cajas que los contienen, cumplen con una
función: a partir de ellas podemos saber qué son, lo que hay dentro de una caja no puede
ser distinto en su esencia a lo hay en otra, es decir, por error podrás encontrar un zapato
dentro de la caja de artículos de limpieza, pero esto no convertirá al zapato en lo que no es.
Etiquetar puede ser útil para reconocer, describir, diferenciar unas cosas de otras, por
ejemplo, en productos, servicios, tallas o marcas de ropa, etc., incluso tienen cierta utilidad
cuando se refieren a diagnósticos y en este caso particular los diagnósticos son solo una
pauta para saber qué procedimiento o intervención habrá que seguirse en un caso dado
(aun así, habrá que tomar en cuenta distintas variables). La diferencia entre uno y otro
ejemplo es: los objetos no cambian, mientras que las personas, sus contextos y
circunstancias sí cambian.
Ya sea en nuestro rol como padres, o bien como docentes, generalmente con la mejor
intención de fomentar comportamientos positivos (“Buen chico”), fomentar pasión y
habilidades (“¡Eres tan atlético / inteligente”!), o motivar a la acción (“No seas flojo, mira
como tu hermano/compañero ha terminado tan rápido”). Mensajes que, a pesar de las
buenas intenciones pueden adoptados como creencias en los niños sobre sí mismos, sobre
todo en la primera infancia cuando el pensamiento es literal, para ellos lo que les decimos, lo
que escuchan es lo que es.
Se vuelve más difícil darse cuenta de que el niño es mucho más que simplemente su
comportamiento o que está atravesando un mal momento, se tiene dificultades para ver las
razones, muchas veces válidas, por las que se comporta de la forma en que lo hace.
Después de todo los sentimientos son temporales y pueden gestionarse las emociones.
Cualquiera que sea la palabra que se use, las etiquetas a menudo se usan como una forma
de describir las características en una sola palabra. Uno de los problemas es que se pueden
crear estereotipos para lo que significa esa palabra y luego las personas la usan para
insultar o describir a los demás creando estigmas.
Incluso las etiquetas positivas como “Rey”, “Princesa”, “bebé”, “obediente”, “bueno”, “brillante”
pueden llevar al niño a creer que tienen derecho a ser tratados como tales con regularidad.
Cuando se le pide a una “princesa” que limpie su habitación podría negarse, afirmando que
es demasiado trabajo y que otra persona debería hacerlo por ella.
“Juan siempre es muy malo. Lo mejor es mantenerse alejados de él”, “Renata es muy
inteligente, nunca se equivoca y siempre tiene las mejores calificaciones”
Los padres y docentes pueden verse limitados en su capacidad para percibir el potencial
completo de los niños y enfrentar los desafíos para que los niños crezcan. Con frecuencia
las palabras “siempre” o “nunca” acompañan a las etiquetas. Esto aumenta el costo ya que,
por lo general, una afirmación de este tipo es imprecisa, además de que deposita una carga
muy difícil de llevar en los niños.
Cuando usamos etiquetas negativas, negamos nuestros propios errores como padres porque,
seamos sinceros, todos hemos dicho cosas a nuestros hijos que más tarde lamentamos y
preferiríamos no admitir que las dijimos. Cuando los padres miman constantemente a sus hijos
mediante el uso de etiquetas positivas, caemos en el otro lado de la misma moneda.
Imaginemos qué concepto tendrá Juan de sí mismo, ¿cómo buscará pertenecer o ser
aceptado?, ¿notarán cuando tenga un buen comportamiento o sea amable con otros niños?, si
algo malo le sucede ¿se le creerá o se le atribuirá a la etiqueta con que se le observa? ¿Qué
pasará cuando Renata se equivoque?, ¿qué concepto tendrá de sí misma?, ¿Podrá disfrutar el
aprendizaje o crecerá presionada para cumplir con el rol que le fue asignado y no decepcionar
a sus padres? ¿cómo se moldean las interacciones de estos niños con sus padres, hermanos,
compañeros de clase, maestros y amigos?
Aumentar tu conciencia acerca del impacto que tuvieron las etiquetas en tu educación, puede
ayudarte a identificar tus patrones en relación a las etiquetas que usas y proporcionarte alguna
motivación para evitar hacerlo, este sería el primer paso que te sugiero.
Recuerda que no se trata de juzgar ni de atribuir culpas, todos los padres hacemos lo mejor
que podemos con las herramientas que conocemos en el momento, identificar y separar la
acción de quien la ejecuta nos permite tomar responsabilidad, enfocarnos en soluciones para
adquirir nuevas herramientas, mejorar nuestra relación con nosotros mismos y con los demás.
Aunque las etiquetas pueden ser difíciles de eliminar, nunca es demasiado tarde para cambiar,
para tomar conciencia del impacto de las etiquetas en el comportamiento de tus hijos, para
darse cuenta de la precepción negativa que puedas tener de ellos, y para trabajar en volver a
ajustar la graducación de los lentes con los que los percibimos.
Asegúrate de que las palabras que usas sean las que te gustaría seguir usando para hablarle
a tus hijos, haz un balance de los mensajes que reciben de tu parte para que, a medida que
maduren, las palabras que lleven consigo sean las que les brinden aliento, confianza en sí
mismos y apoyo para los desafíos que les esperan.
Espero que este documento te sea de utilidad, si tienes alguna duda o comentario puedes enviarme
un mensaje a través de los medios que aparecen al pie de página, será un gusto para mí poder
conocer tu opinión.
Te invito a seguir mis redes sociales así como mi página web en este enlace para mantenerte
informado sobre temas de crianza y educación respetuosa desde el modelo de la Disciplina Positiva,
así como los servicios de formación que constantemente estamos brindando.
Con cariño.
Sofía Mata E.
Educadora Certificada en Disciplina Positiva para Familias y Aula (CPDE & CPDCE)
Positive Discipline Association EE.UU.