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José Luis Padilla Corral

LAS VÍAS SANADORAS


DE LAS MANOS
en M e d ic in a T r a d icio n a l C h in a
* 1
IENVENIDOS a este encuentro mágico con Las Vías
Sanadoras de las Manos. Hoy nos acompaña en es­
ta primera sesión una música muy especial, con todos
los versos del Tao Te King, recitados en chino. El chi­
no es bello cuando se sabe cantar bien y cuando tiene una orquesta
adecuada. El primer poema nos recuerda que el hombre tiene que ser
como el agua, y adaptarse a todas las cosas.
El hecho de que nos acompañe la música del Tao Te King en es­
ta circunstancia, es porque vamos a hablar de algo especialmente
mágico: el arte de sanar a través de las manos.
¿Qué extraños, misteriosos y mágicos avatares se encuentran en
las manos, para que, cuando se aproximan a los cuerpos dolidos, re­
sentidos, enfermizos, o a punto de enfermar, puedan calmar sus pe­
sares, sus quejares y sus daños?
Tenemos, indudablemente, que motivar a nuestras manos. Pero
para ello tenemos que pensar claramente, sentir muy... muy intensa­
mente, y decidirnos de manera inteligente, a mover nuestras manos y
nuestros dedos para tocar en el sitio preciso -n i más arriba ni más
abajo-; para tocar en el lado adecuado; para golpetear, si es necesa­
rio; para suavizar, si es preciso...
Se ha perdido la habilidad de tocar los resonadores, los canales de
energía, etc. Ni siquiera en la propia China se siguen practicando los
masajes de los canales. No; se va a la masa, al sitio donde duele...
En cualquier caso, es necesario reseñar que, en la actualidad, el
masaje ha quedado relegado a un arte inferior, un arte menor, de: ‘Tó­
came aquí, que me duele”, “tócame allá, que me voy”, “tócame aquí,
que me quedo”...

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El masaje ha pasado, a lo largo de la historia, como algo que final­
mente es “frotar y tocar donde duele”, sin más. Así, ha perdido toda la
ritualidad mágica y todo el criterio grandioso que supone ese encuen­
tro del cuerpo con la mano.
Una de las pocas cosas que el hombre sabía y recordaba de sus
dolores, sus penares y sus quejares, era que podía recurrir a sus ma­
nos para aliviar los síntomas que encontraba en sus semejantes. Sa­
bía que, con las manos, se podía hacer algo más que dar palmas.
Hay que recordar que el Nei Jing lo considera como una terapia
importante. Es decir: cualquier acupuntor necesita conocer muy bien
“El Arte Creativo de las Manos” . Si sólo se es experto en la aplicación
de la aguja o de la moxa, no es suficiente. El saber actuar a través de
las manos es muy importante.

1 . 4 1 t > e N e i d o t s e t e c

Cuando nos aproximamos al masaje, es como si nos acercáramos


a la casa de Melquisedec.
Melquisedec fue un mago, un personaje mítico que aparece en el
Antiguo Testamento -laToráh-, que recibía a una serie de personas...
y hacía unas magias extrañas...
La acción sanadora a través de las manos tiene tal importancia,
que debe ser considerada como un a r t e : un arte, sin duda, mágico;
un arte conocido por la sabiduría de nuestros antepasados -como el
caso del mago Melquisedec-.
“U n a r t e s u p e r io r ”.

El masaje no es un arte menor. Al revés:


“E l m a s a j e e s u n a r t e m a y o r ”.

Lo que conocemos como “masaje”, nosotros preferimos llamarlo


“Las Vías Sanadoras de las Manos”.

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No pretendemos sustituir una palabra por otra, puesto que esta­
mos ante dos actividades distintas.
Creemos que la palabra “masaje”, cuando se tiene el sustrato de
la estructura energética del ser -como es el que nos proporciona la
Medicina Tradicional China-, se queda corta. Se queda como un ama­
sijo de músculos y tendones. Y creemos que el moverse en torno al
Soplo Vital del ser humano, es algo más sutil.
Por eso pensamos que “las vías sanadoras de las manos” cons­
tituye la expresión más correcta, en cuanto a que brinda muchas más
posibilidades a la hora de aliviar al ser.
En el camino que les vamos a ir proponiendo, veremos una serie
de acciones que posibilitan regular el cuerpo energético del ser hu­
mano, y nos permiten constituirnos en elementos intermediarios úti­
les y válidos para mitigar el dolor, el sufrimiento y el malestar del
hombre de esta cultura.
Cuando empezamos a aproximarnos a este ser humano perturba­
do, conturbado, dolido, tenemos que seguir una pequeña sistemática,
que no es rígida, pero sí nos queremos permitir la licencia de expre­
sarles cómo podría ser. Luego, ustedes realizarán las variables que
crean convenientes.
En ese sentido, es muy importante que, cuando acuda a nosotros
esa persona, ese ser humano afligido que pide nuestra ayuda, tenga­
mos la curiosidad -al menos- de preguntarle: “¿Qué le ocurre?... ¿Por
qué cree que le ocurre?”. Hacer una pequeña historia acerca de sus pa­
decimientos. Que no seamos unos simples abordadores de dolores o
de pesares, sin antes haber escuchado el lamento del corazón.
Quizás ésa sea la vía de salud que el alma tiene hacia el alma, y,
así, poder sentir:
“¡Escucharte... doliente!
¡Escucharte... sufriente!
¡Escucharte... quejumbroso!
Y, en la medida en que te escucho,

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¡mi corazón está en tu pecho!
Y, en esa medida, puedo entender tu sufrimiento.
Y así, puedo discernir con más facilidad
cuáles son las vías en las que debo actuar
para que tu ser quede satisfecho.
¡Sí, te hablo a ti!
A ti, sanador... y a ti, enfermo...
para que sepas que, a través de las manos,
el ser ha descubierto que tiene la capacidad de situar
ese dolor, esa pena,
en un espacio justo para disfrutar de la existencia.
¡Para ser testimonios vivos de la Creación!”

Después de hacer -al menos- una breve historia, hay que acercar­
se con cuidado, con prudencia, con respeto, a aquella parte que due­
le -si se tratara de un dolor- o a aquella parte del cuerpo que fuera
su equivalente energético, para calmar esa pena, ese sufrimiento
afectivo tan propio de nuestra era, y que difícil solución encuentra en
la Medicina Moderna. A veces, una pequeña escucha o una pequeña
acción es suficiente para hacer retomar otra vez el impulso.

tmteiANPo ia Acción

Tenemos que reconocer la zona que vamos a tocar; hacernos con


ella. Es como el que toca una tierra, y trata de ver en qué medida es
pedregosa, rugosa, suave, dura... Hacernos con ella, para después
decidir cómo vamos a actuar con nuestras manos.
Es importante que no haya apuro. Tiene que haber un mínimo de
buena relación, y que la persona esté tranquila. Entonces, se pide un
poco de silencio.

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El tratamiento puede ser en una camilla o en el suelo -pero con un
aislante-.
Una vez que tenemos ese proceso preparado, debemos procurar,
siempre, que el cuerpo que vamos a tocar esté caliente. El calor es
la expresión característica de un cuerpo vivo.
Tenemos que conservar ese calor, ese Yang, esa expresión de mo­
vimiento. Para ello, la sala, el lugar donde se va a realizar la acción
sanadora, debe ofrecer un ambiente cálido. Pero eso no es suficien­
te, porque la estancia puede estar caliente, pero el cuerpo se queda
frío. Hay reacciones de índole desconocida que, a veces, enfrían el
cuerpo; o éste se enfría, simplemente, por el hecho de estar acosta­
do. Y, si bien es cierto que la ropa estorba, no siempre es fácil para el
paciente quitársela -por razones morales o por razones convivencia-
les- Tenemos que procurar tapar ese cuerpo, para que conserve esa
unidad de vida que es el calor. Una manta o algún otro elemento que
nos sirva de cobertor, nos pueden resultar suficientes.
Quizás el paciente nos diga que tiene mucho calor. No importa.
Más vale que sude. El caso es que no pierda energía. Aunque la per­
sona diga: “No; si estoy muy bien, Doctor”, nosotros vamos a mover
energía; y claro, al mover energía, puede producirse una descompen­
sación de calor. Y el cuerpo debe estar caliente. El del sanador, tam­
bién. Al decir “caliente”, quiero decir que las manos deben tener una
temperatura más o menos aceptable. O sea, no heladas. Y si están
frías, pues para eso están los calentadores... el agua caliente... Se
trata de calentarse las manos previamente.
Otra característica que debemos tener en cuenta -y que no es cos­
tosa- es el detalle de disponer de una estancia amplia, ventilada, sin
muchos estímulos, para que, precisamente, los sentidos estén relaja­
dos y la persona no tenga más preocupación que el motivo que le ha
hecho consultar con nosotros.
Una buena música y una iluminación adecuada pueden ser sufi­
cientes. O, a veces, si es posible, el mismo silencio -cuando lo haya,
¡porque cada vez es más difícil!-.

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A partir de estos elementos básicos podemos empezar a pensar
en que tenemos una opción de calmar, mejorar, aliviar, curar o sanar,
el motivo por el cual nos consulta.
Debemos ser respetuosos, en el sentido de que no somos sustitu­
tos de ninguna terapia. No somos tampoco ninguna alternativa. ¡No!
Somos un servicio; unos servidores útiles.
En consecuencia, debemos evitar cualquier planteamiento del tipo
de “si debe seguir tomando un determinado medicamento, o si debe
seguir acudiendo a su ginecólogo o a su urólogo”. Está claro que la
persona necesita de muchos elementos para sintonizarse en esta so­
ciedad. No es nuestra función servirles de conciencia a los pacientes,
decidir acerca de lo que tienen o no tienen que hacer. Nosotros pres­
tamos nuestros servicios, y, en esa medida, la persona tiene siempre
libertad de hacer lo que crea más conveniente.
Por supuesto, tenemos nuestra opinión; y, si nos la piden, la dare­
mos. Pero sin que esa opinión implique: “¡Ah, no! Usted no puede se­
guir tomando esto. ¡Ah, no! Si usted hace esto o aquello...”. ¡No! No
podemos ni debemos competir. Ni somos ningún sustituto, ni somos
ninguna alternativa.
S omos servidores de EL ETERNO...
...HACIA EL SER HUMANO.
Y, bajo esa premisa, estamos en condiciones de respetar cualquier
actitud terapéutica que asuma o que adopte nuestro paciente. Eso sí,
conviene que ustedes -sanadores, terapeutas... o como quieran lla­
marse-, estén bien preparados, para que sepan en cada momento en
qué medida es compatible, esa vía sanadora de las manos, con la
afección que se les presenta; y que sepan, además, qué tipo de efec­
to producen los tratamientos modernos, sobre la estructura del ser.
Así podrán determinar si hay que fortalecer, drenar, mover, cambiar o
mutar, el Soplo de ese órgano o de esa entraña. No es tarea fácil, sin
duda. Pero si ustedes tienen en cuenta -además de una preparación
continuada permanentemente- una actitud de intermediario útil, ser­

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vidor, paciente y comprensivo, estarán en la vía de ser colaboradores
eficaces en la recuperación del a r t e de vivir, en este hombre que
busca, desesperadamente, sentirse vivo.

Estamos seguros de que sabrán incorporar a este tratamiento las


variables que ustedes consideren oportunas. Estos no son capítulos
cerrados; son capítulos abiertos. Son sugerencias creativas para ayu­
dar al ser humano. Bienvenidas sean cualquier tipo de variaciones
que quieran incorporar. Eso sí: fundaméntenlas. Nosotros les dare­
mos un fundamento; les daremos una directriz, una referencia... A
partir de ella, introduzcan variables, o incluso introduzcan nuevas re­
ferencias. Pero no actúen carentes de intención, de motivación o de
certeza - “certeza”, en cuanto a saber por qué toman una determina­
da decisión-.
Bienvenidos todos a lo que se ha dado en llamar “masaje”, y que
para nosotros es: L a s Vías S a n a d o ra s d e l a s M anos.

Siempre a la disposición de ustedes,


con el permiso previo del Cielo.

15
La
T e Z A P t A

pei
Cernito
AY que saber que en el Nei Jing-So Wen, cuando el
médico de la corte, Qi Bo, describe las terapias al
Emperador Amarillo, especifica que hay diferentes
formas de abordar una enfermedad.
En “el país del C e n tr o ”, lo m ás propio p ara a bordar la en ferm ed ad
es el masaje.

En “los países del S u r ”, la acupuntura.


En “los países del N o r t e ”, la moxibustión.
En “los países del E s t e ”, las técnicas de Qi Gong.
Y en “los países del O e s te ”, las plantas medicinales.
Según el Nei Jing-So Wen, el arte de sanar a través de las ma­
nos se corresponde con la terapia del Centro. Por ello se considera
un “arte superior” o un “arte mayor”, ya que de la terapia del Centro
es de donde derivan el resto de las terapias.
En cada acción contemplamos la forma, la no-forma, la intención,
etc., sintonizando al enfermo con todas sus realidades.
Y, lo que es más importante, “China”, en chino, se dice “ZHONG
KUO”.
ZHONG KUO significa “El país del Centro”.
El Centro tiene una función preponderante en cualquier tipo
de terapia. Por tanto, si tuviéramos que elegir una terapia que recoja
al resto de las terapias, elegiríamos el arte de sanar a través de las
manos.
Es muy importante quitarse los prejuicios de que punturar o moxar
es mejor. No. Si voy a hacer un masaje, es lo mejor. Tengo que saber
hacerlo bien y confiar plenamente; porque, bien hecho, su efecto

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será el que tenga que producirse. Puede ser que, dependiendo de la
afección, haya que trabajar con más frecuencia que si se hace acupun­
tura o moxibustión. Puede ser que sí, o puede ser que no. Depende.
Eso sí, lleva más trabajo físico, y una actitud más comprometida a
través de las manos -más que otras terapias-; porque en la acupun­
tura, apenas tocas con el dedo el punto, y pones la aguja.
Como terapia del Centro -Zhong-, va a posibilitar recoger todo el
significado del ideograma ZHONG. Y representa:
“La encarnación
de la animosidad
de la materia”.

Está formado por cuatro trazos:

“La materia” es el cuadrado, que significa “ b o c a ” -constituido por


los tres primeros trazos-. Y el trazo que lo atraviesa es el Soplo que
le da la vida.
La B oca

u
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En ese sentido, el Centro vuelve a ser un lugar muy especial. Y de
hecho, hay resonadores “Centro” que constituyen una terapia en sí
mismos.
En definitiva, las vías sanadoras de las manos están especial­
mente indicadas para centrar a la persona. Es la acción que mejor re­
coge y centraliza todo.
Si después, alguien sabe punturar y quiere poner el punto Z ulínqí
-o cualquier otro punto indicado para el paciente en concreto-, me
parece muy bien, si sabe manejarlo. Pero las manos están más a
nuestro alcance -en cuanto a que todos las pueden utilizar- y com­
prometen más. La aguja, quiérase o no, es “introducir” algo. En reali­
dad, lo que hacemos con la aguja es simplemente capturar el Qi, pero
en definitiva, “profanamos” -entre comillas- un poco la estructura.
Con las manos, tocamos. Ése es otro elemento importante: hay un
contacto, más o menos intenso, del sanador con la persona.

los tote*ostsreHAs
Vamos a trabajar con los pies, que tienen cinco dedos “normalmen­
te” -a veces tienen menos o a veces tienen más-.
Tanto el pie como la mano, como los ojos, como la nariz, como la
boca, como las orejas, son “microsistemas”.
Es decir, que en ellos está contenido todo el cuerpo. Todo el cuer­
po está en la oreja, todo el cuerpo está en el ojo, todo el cuerpo está
en la nariz...
Todos los Canales están en la nariz, y todos están en los labios. Se
puede trabajar en ellos también.
Todo el cuerpo está en la mano y todo el cuerpo está en el pie.
Y, por supuesto, todo el cuerpo está en la espalda: en todas las vías
de la Vejiga y en toda la columna vertebral. La espalda, en general, es

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representante de un microsistema especial donde podemos acceder
a regular, por ejemplo, el psiquismo.
No estamos hablando de “reflexoterapia”; simplemente, de proyec­
ción energética.

Pf£

Ahora estamos en el pie. ¿Por qué en el pie?


El pie es el que va a contar nuestras historias, nuestras andanzas.
Tus pies nos dirán cuáles son tus fracasos, cuáles son tus éxitos, có­
mo dormiste ayer, cómo te irá la vida mañana... Porque en los pies
llevamos la huella de lo que vamos haciendo en la vida. Entonces,
claro, cuando llegamos a un pie -sea cual sea-, primero, lo vemos:
“¡Ah, hola!... ¡Un pie!”

VisatmztciéN

Vemos si hay cicatrices, cómo son los dedos, si hay deformidades


de un dedo que trastornen al resto, si los pies están descompensa­
dos... Observamos si hay inicios de artrosis, si hay dolores... ¡Todos
los detalles son importantes!
Debemos poner atención en si el estado en el que están los pies
se corresponde con la edad del paciente. Pueden estar muy maltrata­
dos por alguna enfermedad, por alguna mala posición, por algún ac­
cidente.
Observamos si hay una concavidad buena en la zona del puente.
Vemos si hay hinchazón o no. Si podemos ver el tendón de Aquiles,
los maléolos, los huesos, no hay hinchazón.

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La visualización nos dice “cónno pisa” el paciente. Por tanto, lo pri­
mero, visualización; y luego, empezamos a tocar.
Si tiene callos o durezas es porque pisa mal. Determinadas zonas
del pie se vuelven duras, porque el punto de apoyo es muy dispar -y
todo debería ser como un acolchamiento uniforme-. Claro, de vez en
cuando dolerán los pies. Quizás ahora no tenga problemas articula­
res, pero si no se R eparan, sí los va a padecer. Si hay callosidades,
por mucho que se limen y se quiten, mientras no se arregle el posible
problema en los dedos -por ejemplo-, seguirán formándose. Las du­
rezas tienen que producirse para defenderse de la mala pisada. Si un
pie está descompensado, el otro no puede estar bien. Si un pie está
descompensado, el otro tiende a descompensarse de una forma muy
parecida.
Cada dedo debe tener su sitio de apoyo. Los unos no deben inva­
dir a los otros. Si es así, se producen callosidades. Luego, ya pregun­
taremos: “Oye, ¿esto es algo congènito? ¿Tu papá o tu mamá lo han
tenido?”. O: “¿Te has caído? ¿Has sufrido alguna caída?”. Pero, lo pri­
mero, es ver el estado de conservación general de los pies y la dispo­
sición de sus dedos. Cualquier alteración en los pies puede causar
angustia, sordera... ¡De todo! Y dices: “¡Ah! Por tus pies ya te conoz­
co. Conozco por dónde vas”.
Primero: visualización.

Segundo: una vez hecha la inspección, hay que acostumbrarse a


ver qué tipo de pie tenemos. Tengo que identificarlo; codificar el pie
en mis manos.

t » e N T 9F t € * C f Ó N * + + TOCAS

Una vez que hemos visto el pie, enseguida hay que familiarizarse
con la zona en la que vamos a hacer el masaje. Las manos del sana­
dor tienen que familiarizarse: tocar.

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Primero tocar para ver con qué clase de pie nos encontramos: si es
grande, si es pequeño, si tiene asperezas, si tiene futuros reumatis­
mos, si hay edemas o no hay edemas -es decir, si hay líquido acumu­
lado o no-. Así, también nos daremos cuenta de qué tipo de cuidado
mantiene la persona con su cuerpo.
Habitualmente, en Occidente, se descuidan mucho los pies -se lle­
van con durezas, porque es una parte oculta-. En China, en cambio,
se le daba y se le da mucha importancia a los pies. Aunque sea una
parte del cuerpo oculta, tiene que ir cuidada. Las uñas, aparte del ob­
jeto ecológicamente decorativo, tienen que estar limpias.
Tomamos el pie del paciente. Lo vamos tocando.Tocamos... Nos fa­
miliarizamos con la forma. Y, enseguida, vemos lo siguiente que nos
llama la atención: el pie es, desde el punto de vista articular, muy
complicado, muy complejo.

las AetteuiActonee

En el pie se dan cita articulaciones de diversos tipos y tamaños. Te­


nemos el tobillo -una articulación muy compleja-, el tarso, el metatar-
so, y las falanges. Necesita estar muy bien articulado para poder, no
solamente pisar bien, sino llevarnos hasta donde tengamos que ir.
Las articulaciones son los lugares donde se representa la
unión del hombre con la Creación. En definitiva, la articulación es
la forma que tiene, el cuerpo, de representar cómo estamos uni­
dos al Universo. Eso es una articulación: una forma de mostrarnos
que estamos permanentemente “articulados” con la Creación. Pe­
ro no de forma directa; estamos en contacto a través de intermediarios:
músculos, tendones, sinovias, cápsulas, etc. Así nos articulamos. Y, gra­
cias a ellos, nos podemos mover con una cierta facilidad.
La articulación representa la unión del ser humano con la Crea­
ción, y su relación con ella. C ada a r tic u l a c ió n e s , en sí m is m a , un

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lugar de e n c u e n tr o c o n el U n iv e r s o . Eso es una articulación: el lu­
gar donde me encuentro “con”...
Cuando ese encuentro no es bueno por alguna razón, es señal de
que, probablemente, no haya una conexión adecuada. Esto no es al­
go bueno o malo en sí mismo, sólo quiere decir que ahí está ocurrien­
do algo. Una articulación es una estructura delicadísima; ¡pero que
muy delicada! Cualquier pequeña variación que haya -de líquido, de
presión, de temperatura, de dilatación-, enseguida, ¡PUM!, da un sín­
toma, Y ya: “¡Ay! Me duele el dedito”... “¡Ay! Tengo no sé qué”... Una
pequeña fisura que apenas se ve, ya te amarga la vida. Y dices: “¡Pe­
ro bueno! Parece una cosa terrible...”. Pero, a la vez, como tiene tan­
ta flexibilidad, tanto pleomorfismo, resiste una cantidad de variables
enorme.
Una articulación es muy fuerte, pero a la vez también muy frágil.
Resulta curioso. Es como el diamante: es muy fuerte -lo usamos pa­
ra cortar cualquier cosa- pero es muy frágil. “¡TAN!”... Le das, y te
cargaste el diamante. “¡No puede ser! ¡Te has cargado un diamante
de catorce quilates!”. Bueno, a la articulación le pasa un poco lo mis­
mo, pero tiene tanta capacidad de movimiento, que se adapta.
Por tanto, las articulaciones son lugares que nos permiten el
movimiento. Sin ellas no podríamos movernos. Significan esa forma
de articular, de comunicar, de comunicarme con la Creación. Me comu­
nico con ella de una forma o de otra, y eso me permite moverme.
Como ya habrán observado, los huesos, en las articulaciones, nun­
ca se juntan. Los huesos están separados entre sí, y sólo se mantie­
nen unidos -por así decirlo- por las fascias, las aponeurosis, los
músculos, los tendones... Pero no se juntan. Cuando se juntan y se
tocan -como sucede en las artrosis-, pueden doler y producir una se­
rie de problemas.
Lo importante es que todo ser articulado está desarrollando
una capacidad de comunicación con “algo”. Y, de hecho, si un
hueso se articula con otro es para comunicar una capacidad de mo­
vimiento.

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Igual que pasa en el carpo -ese montón de huesecillos de la ma­
no-, hay otro montón de huesecillos en el tarso del pie, que comuni­
can el tobillo con los metatarsianos -que a su vez se comunican con
los dedos-, y que van a permitir la articulación y el andar del sujeto.
Si no tuviéramos estas articulaciones, andaríamos muy mal. Bueno,
en realidad no podríamos andar.
Es decir, si sólo tuviéramos rodilla y cadera, no podríamos andar,
porque arrastraríamos toda la pierna y, finalmente, acabaríamos con el
pie. Pero, gracias a que tenemos esta articulación, podemos caminar.
Ahora veamos cómo está la articulación. En principio, salvo que el
paciente nos lo diga, suponemos que no tiene problemas articulares.
Lo primero que vamos a hacer, siempre que estemos en una zona
de “masaje articular”, es mover o desbloquear las articulaciones im­
plicadas. Así, los movimientos naturales que hace la articulación,
los hacemos nosotros para desbloquear. El pie del paciente de­
be estar relajado.
Primero, tomamos el pie y lo estiramos (agarrando los pies por
los tobillos, estiramos suave pero intensamente hacia nosotros; los
dos pies al mismo tiempo). ¿Por qué lo estiramos? Muy fácil: porque
eso nos permite, a la vez que trabajamos en el pie -en su articula­
ción-, estirar la articulación de la rodilla y estirar la articulación de
la cadera. Eso es gratificante para cualquier persona, porque la es­
tiramos. Y como siempre vamos un poco contraídos, hay que buscar
una relajación.
Luego, vamos a los maléolos: articulación de tibia y peroné con el
pie. Forzamos un poquito la articulación, y exploramos de paso cómo
están las otras articulaciones. Obviamente, ejercemos la fuerza que
podamos aplicar a cada persona. Siempre hay que forzar un poquitín,
pero con cuidado. Hacemos hiperflexión e hiperextensión del tobillo;
luego, movimientos hacia los lados; y finalmente, giros.
A continuación, pasamos a la articulación de los dedos con el
metatarso. Estiramos los dedos. Casi siempre suenan, porque uno va

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andando y, sin querer, los dedos se van agarrotando; están bloquea­
dos. Estiramos y descontracturamos cada dedo. El pie se queda sua­
ve y, entonces, la energía circula.
Esos sonidos -e l crujir de huesos- son contracciones y retraccio­
nes de energía que está bloqueada ahí, y tiene al músculo y al ten­
dón sujetos.
A lo largo del día vamos pisando, pisando... y, en la medida en que
no estamos suficientemente relajados, se van creando nudos de
energía en los lugares donde a ésta le cuesta más trabajo circular. Se
generan pequeños estancamientos, ya que cualquier estímulo -exter­
no o interno- nos hace adoptar una actitud articular: contrayendo el
pie, o la mano, o la espalda -por ejemplo, que es lo más frecuente-.
Al masajear la columna, suena todo aquello como “las campanas
de Bell”. ¿Por qué? Porque se han ido acumulando ahí posiciones ca-
racterológicas, posiciones ante el estímulo externo..., y se han ido
acomodando en distintos lugares. A veces, son pequeñas y no due­
len; otras veces son grandes y duelen; y otras, son pequeñas y no
duelen espontáneamente, pero duelen al tocar.
Es importante ver que, en definitiva, la energía tiene unos caminos
establecidos, pero en las articulaciones es donde se suele bloquear y
estancar. Por eso, para facilitar el movimiento de la energía, es ne­
cesaria esa maniobra de descontracturación.

Aereosie, < /w e s r t i o »e v i p a

Si nos fijamos, la artrosis -el gran problema articular de nuestra


cultura- se da específicamente en los países desarrollados. Las per­
sonas que viven en ellos son las que -teóricamente- más y mejor co­
men, las que mejor beben, las que mejor duermen. Pero, claro, son
también las que más estrés tienen.

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¿Qué sucede? Pues que en esas personas se producen numero­
sas contracturas ¡nterarticulares, que reducen cada vez más los es­
pacios interóseos y aproximan las carillas óseas, y entonces, los
huesos rozan.
En cambio, en los países -o civilizaciones o culturas- que no tie­
nen este desarrollo, la incidencia de artrosis desciende enorme­
mente. Esto indica que, en la generación de la artrosis, tiene mucho
que ver el estilo de vida. Un estilo de vida con estrés, con tensión,
crea micro-fuerzas de contracción que aproximan las carillas arti­
culares, provocan su roce y, por tanto, favorecen el desarrollo de la
artrosis.
Todavía hoy, encontramos muchas personas mayores que no tie­
nen artrosis. En cambio, entre las personas de cuarenta y tantos
años, cincuenta, sesenta incluso -e l grueso de una consulta-, predo­
minan las artropatías. Entre los de más edad, no. Hoy, los mayores
enferman de Alzheimer. Curiosamente, hoy, en ese grupo de edad, ha
aumentado la incidencia de las perturbaciones mentales en propor­
ción a la incidencia de artropatías.
Se puede ver claramente cómo, personas relativamente longevas,
conservan las articulaciones en buen estado. Y cuando vemos las ra­
diografías, no podemos explicarnos cómo están tan bien. En cambio,
tal vez veamos una placa de un joven de treinta años, y encontremos
en ella unos picos de loro... una ligera osteoporosis... Claro, influye
-por supuesto- también, la alimentación. Antes se comía poco -más
bien escasamente-, y lo que hubiese.
Por tanto: “Coma menos, por lo que pueda ocurrir

LA M f M e e M cenedKAi peí Pte

¡Lo que tiene que soportar el pie en una persona que viva ochenta
años! ¡Lo que ha tenido que andar en su vida! ¡Qué horror! ¡La cantidad

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de gravedad que han tenido que soportar esos pies! ¡La cantidad de
cabreos que llevan esos pies!
¡Si hablaran los pies!... -¡qué las piedras!, ¡los pies!-. ¡A lo que han
sido sometidos!... ¡A lo que han sido relegados!... ¡Lo poco que se les
ha capacitado a los deditos, a los que siempre se les ha considerado
torpes!... ¡Con lo mucho que saben!
En los pies está toda la experiencia de muchos vinos, de muchas
tascas, de muchos aperitivos... Porque a los sitios se suele ir andando.
Los pies tienen toda una memoria histórica que, desgraciadamen­
te, se usa muy poqo. Es la memoria cerebral del pie.
En los pies aflora la energía que sustenta la actividad del cerebro,
que se corresponde con el reino mutante del agua. Por eso, el ma­
saje de los pies nos permite despertar la actividad cerebral.
¿Ustedes creían que el cerebro sólo estaba en la cabeza?...
«El movimiento de energía remueve las aguas tranquilas y pesa­
das de la siniestralidad del sueño, y... al moverlas... “¡Uy! ¿Qué ha pa­
sado? ¡Qué despierto estoy!”»
En el pie se acumula siempre alguna memoria de por dónde y có­
mo ha transcurrido tu vida: si ha sido dura o no... ajetreada o no... fá­
cil o difícil... Cuando vas tocando las durezas, dices: “¡Mira! Una
dureza, otra dureza, otra dureza... ¿Y esto? ¿ Y esto por qué?”. Y así,
puedes ir viendo cómo se ha escrito toda una historia de ti mismo en
el pie.
En los pies hay un cerebro. Los pies son un cerebro: “el cerebro
andante”.
El pie es una entidad enrollada, que se desenrolla para cumplir la
bipedestación. Cuando el ser humano se pone recto, ya tiene que an­
dar. Y ahí empiezan los problemas. Es decir que, todo lo que vaya a
ocurrir allá abajo, queda almacenado como en un cerebro que propor­
ciona información al cerebro de arriba. El cerebro de arriba también
almacena a su vez la información, y envía descargas de estímulos pa­
ra andar de una determinada forma.

29
Si modificamos la forma de caminar, también modificamos la infor­
mación que llega a nuestro cerebro. Si modificamos la forma de aba­
jo, “el cerebro de abajo”, puesto que ahí está la “ Fuente Emergente
del Agua” de donde va a desarrollarse el cerebro, vamos a mandar
informaciones o microinformaciones muy precisas al “cerebro de arri­
ba”, para que se modifique “el estar” de allí abajo.
Por eso los pies suelen estar tan desmejorados: porque, habitual­
mente, los pies van por un lado y la mente va por otro.

pb c a p a Pte

No hay que confiar nunca en que un pie sea igual que el otro. No.
Cada pie es diferente. Es decir, que puedo tener la sensación de sa­
ber cómo está un pie, pero, al observar el otro, lo normal es descubrir
que es distinto.
En este caso está peor (se refiere al alumno sobre el que se está
realizando la práctica): tiene más asperezas... más durezas... se ve
que se inclina mucho hacia la izquierda, porque pisa más con ese la­
do... Es decir, se nota que el pie izquierdo está mucho más cargado.
Es otro pie completamente distinto al anterior, aunque pertenece a la
misma persona. Es un pie más grande, ha sufrido más, tiene más res­
ponsabilidad... Se carga mucho más hacia el lado izquierdo. Eso nos
indicaría, si fuera una mujer, que es lábil: “lábil vegetativa-emocional”.
En principio, lo que vas descubriendo te lo callas, guardándolo pa­
ra ti. Luego, ya en la intimidad, le puedes decir al paciente:
-Tú, ¿qué pasa? Que te afectan mucho las cosas, ¿verdad?
-¡Ah!, sí, sí...
-Pues bueno... Tienes que procurar cargarte un poquito más hacia
la derecha, a la hora de andar... Hay que rectificar las andaduras...
Tienes que cuidarte más.

30
Entonces, cuando acuda a la siguiente sesión, vamos a trabajar
mucho más ese pie que el otro. Si, por el contrario, se cargara más en
el lado derecho, diríamos:
-Mucho carácter, ¿eh? Mandando mucho, ¿no? En casa manda
usted, ¿verdad?
-¡D e toda la vida!, Doctor.
Los pies nos dicen muchas cosas de la persona.

itcetresi

Si ustedes están convencidos de lo que están haciendo, no nece­


sitan ningún bálsamo entre las manos y la piel. En realidad, no hacen
falta. Ahora bien, a veces ocurre que el paciente dice: “Me resultan ás­
peras las manos del doctor. Me resultan duras”. O a veces se desli­
zan mal. Entonces, el terapeuta va preparado: saca su pomadita,
echa su cosita, su “polvo mágico”...
Las cremas y los aceites están bien, pero ustedes tienen que pen­
sar que, la propia secreción de las manos del sanador, y la propia se­
creción de la piel de la persona, son suficientes para un deslizamiento
adecuado.
A veces, si la piel está muy seca, sí pueden usarse algunas cremas
o aceites para masaje.

31
Ç e P A H A Z
EPARAR. La primera acción sanadora es R epa ­
r a r . Y lo hacemos a través de G o n g S u n : “La

Ofrenda Universal”, 4B.


El cuerpo desarreglado se puede arreglar.
¿Dónde? En G ong S u n . Haciendo del hombre... una “Ofrenda Uni­
versal”.
¿Cómo? Convirtiendo el gusano retorcido -del que sólo se saca
seda-, en un gusano capaz de transformarse en crisálida.

G o n g S un

Porque su ideograma habla de gusanos. ¡De gusanos!


El hombre, en realidad, tiene dos posibilidades: ser un gusano que
transita por la tierra, y mantenerse como un gusano - “Gusano eres y
en gusano te has de convertir”-..., o bien, vivir primero como gusano,
y llegar a darse cuenta de que puede ser una crisálida.
Antes de que te saquen el jugo y te conviertan en un hilo de seda
para sustentar cualquier jersey, más vale convertirte en crisálida e ir­
te a Saturno, o a Júpiter, o a Venus, o a Neptuno, o a Urano, o a Plu-
tón, o a Transplutón.
Ésa es la vida del ser: eres un gusano. ¡Un asqueroso gusano! ¡Pe­
ro!... ¡pero!, puedes hacer tu ovillo. Que no significa comprarse un
apartamento en Nueva York, no. No significa eso.
“Hacerte tu ovillo” es hacer, de ti, un instrumento de Creación,
y desarrollar una capacitación suficiente para tener un ideal
muy claro.

35
Mientras tanto, ¡te quedas quieto!... y meditas y meditas y medi­
tas... y te conviertes en “todo un proyecto”: LA ETAPA DE CRISÁ­
LIDA.
¿Y después...? ¡Ay, después! Después, te proteges bien con el
halo azul de lo inmaterial, para que no lleguen y te metan en agua
hirviendo, y de ahí saquen el hilo de seda.
¡Porque así sale la seda de los gusanos! Es decir, hay que sacrifi­
carlos en época de crisálida. Y siempre puede llegar alguien que te
sacrifique. ¿Cómo que no?... El bienestar, el placer, la venta, la com­
pra, el confort, el consumo, ¿qué son, en definitiva? Hay tantas for­
mas de venderse y convertirse en hilo de seda, que finalmente la
crisálida desaparece.
Pero, si andas protegido y lo tienes muy claro, llegará un mo­
mento en que el ovillo se abra, y ya hayan crecido las alas de la
mariposa. Y entonces, aparezca el inmortal.
Eso es lo que encierra, en realidad, G o n g S u n , Ofrenda Universal,
4B: la posibilidad que tiene el ser humano de convertirse en gusano
y nutrir los cementerios -y acabar con toda la madera de las pompas
fúnebres-, o volar por ahí como los inmortales.
Los inmortales no se suelen ver mucho porque son muy tímidos.
Pero, en cualquier caso, ustedes tengan en cuenta que, en G o n g S u n ,
van a encontrar un resonador que representa toda esa posibilidad.
¡Acuérdense de los gusanos! Cuando les duela algo, piensen que
se pueden convertir en gusanos en cualquier momento.
Potencialmente somos gusanos. Y potencialmente somos ma­
riposas. Y todo el mundo sabe, en su actividad personal diaria, cuán­
do se está comportando como un gusano, cuándo tiene a su lado un
gusano, o cuándo tiene a su lado a una mariposa -una “butterfly”-, o
cuándo está al lado de un crisálido o de una crisálida.
Acuérdense de los gusanos de seda, para que no lleven una vida
mortal de “gusanos corruptos” que conviertan a los demás gusanos
en malévolos.

36
El gusano de moda para los que se dedican a la genética es el
“Vermix Elegantis”. Investigan el “Elegantis” - “elegante’, de elegan­
te-, y está ciertamente de moda, pero es un gusano de verdad. Quie­
ro decir que, los gusanos humanos, no son nada elegantes.
Aclarado este punto, ustedes ya saben que, cada vez que vayan a
G o n g S u n , dicen:

Gusano puedo ser,


pero en gusano no me he de convertir.
Mi vida será un camino hacia una crisálida,
en la cual viviré plácidamente
para recoger los Misterios Celestes.
Cuando los haya capturado,
desarrollaré mis alas.
Mientras tanto,
cuidaré de que ningún ser intempestivo
altere mi paz.
Porque no soy de consumo.
No soy consumible
y no me voy a consumir.
Y no permitiré
que nadie me venda ni me compre.
Y, en esa medida, cuando llegue la primavera,
abriré el cascarón de mi cuerpo y despegaré mis alas...
Y volaré por los campos...

Q u é bonito, ¿verdad? Es que la vida está hecha de cosas bonitas,


y lo que su cede es que el hom bre se e m p e ñ a en hacerlas feas. Si nos
acordam os d e las cosas bonitas, entonces nos acordarem os siem pre
de G ong S u n.

37
Si no creamos imágenes -que son las que crean los ideogramas:
las ideas llevadas a la grafía- es muy difícil acordarse de cuál es la
verdadera utilidad de ese resonador.
G o n g Sun va a permitir, como resonador de apertura de “El Mar
de Todos los Canales”-C h o n g M a i-, que toda la actividad energética
del sujeto se dinamice. Es un resonador que, como decíamos, sirve
para reparar.
¿Qué es lo que está perturbado? Yo no sé qué es, pero algo no va
bien. Podemos arreglarlo.
De hecho, cuando se arregla, uno se siente mucho mejor. ¡Pero
muchísimo mejor! En ese sentido, es muy importante que ustedes
pierdan el concepto de que el masaje es un “arte menor”, y ganen
en la idea de que es un “arte superior”; tan superior como cual­
quier otro arte. Es más, incluye la delicadeza creativa de las ma­
nos -cosa que no incluyen otras terapias-. Y esas manos no tienen
que ser suaves, ni gruesas, ni anchas, ni estrechas; tienen que ser,
simplemente, creativas; moverse de forma creativa. Porque si se
mueven bien, crean. Si se mueven torpemente, es porque no hay
ideas; porque no saben cómo se mueve un gusano. Si sabes cómo
se mueve un gusano, actúas... y todo va bien. Si no sabes nada de
gusanos, te conviertes en un reptil. Porque ése es otro destino fatal:
que el gusano, luego, se convierta en reptil. ¡Pero reptiles de esos
feos, malos! ¡Nada de cocodrilos ni serpientes, no! Ésos son repti­
les dignos.
Entonces, queda muy claro el papel fundamental de la mano. Que­
da muy claro lo del arte superior. Y queda muy claro que vamos a La
Ofrenda Universal. Entonces, G o n g S un valdría para arreglar cual­
quier entuerto.

¿Cómo actuar en G ong S un?

Se abordará dicho resonador con la presión del pulgar. A la vez, el


resto de la mano va a actuar en giros descendentes sobre las Vías de

38
Luz de naturaleza Yang que descienden por el dorso del pie -Estóma­
go, Vesícula Biliar y Vejiga-.
Es decir, la palma de la mano cae sobre el dorso del pie, por don­
de descienden los canales Yang, mientras el pulgar va a G o n g S u n .
Al mismo tiempo que presionamos con intensidad y profundidad en
Gong Sun, el resto de la mano hace giros suaves en el sentido de las
agujas del reloj. Así, toda la mano se mueve en sincronía.

G o n g S un está justo a mitad de camino entre la articulación del de­


do gordo con el metatarso, y la articulación del metatarso con los hue­
sos propios del pie, ligeramente por debajo del reborde óseo, y justo
en la línea de demarcación que hay entre la parte plantar y la parte
lateral interna del pie -donde la piel cambia de color-.
El movimiento de las manos se realiza simultáneamente sobre los
dos pies. Es muy completo, porque al mismo tiempo que presionamos
sobre el resonador G o n g S un con el pulgar, el resto de los dedos ha­
ce un ligero movimiento de roce sobre el dorso del pie, estimulando

39
los canales Yang. La presión se realiza de tal manera que se produz­
ca una incidencia fuerte, la cual se va a desplazar luego hacia “La
Fuente Floreciente de la Tiene?, el 1R. Es decir, de G o n g S un iremos
a Y o n g Q u a n . Volvemos a buscar G o n g S u n , presionamos, y vamos
hacia Y o n g Q u a n , donde también hacemos presión con el pulgar. Lo
repetiremos varias veces -tres o cinco; las que el sanador considere
o sienta que ha de realizar-.

¿Por qué G o n g S un conlleva la reparación?


es el resonador de “comunicación con lo Celeste” o
G o n g S un
resonador “de apertura” del Canal Extraordinario C h o n g M ai - “El
Mar de todos los Canales?’- , donde se promueve el centro y, en

40
consecuencia, a donde va a llegar toda la información del organismo
y desde donde van a salir los impulsos y las órdenes para r e p a r a r .

La reparación es un proceso que tiene todo organismo vivien­


te para poder perseverar en sus funciones. G o n g S un repara cual­
quier daño, cualquier perturbación. Con esa intención, se irá
manejando G o n g S un con precisión y con firmeza.
Una forma intencionada y culminante de “hacer”, es la de “Ofre-
cer-Ofrendar” al Cielo todo el trabajo que se ha hecho, recogiendo el
sentido alkímico trascendente de este resonador: Ofrenda Universal.

41
L a í p £ n t í f í c a c 4 ó n

Pe(to%h c i ú d t (a f o r n i*
Me P t T AC I ÓN

Sitúense en una posición de quietud y guarden silencio.


Dispónganse con las manos abiertas, de tal manera que la derecha
esté encima de la izquierda, y junten los extremos de ambos pulgares.
Respiren despacio, y tomen como referencia “La Fusión con el So­
plef, “La Puerta del Palacio de las Emociones”.
Y meditemos en torno al:

S t N O , S t C H O , s i y NO

El SINO, como tal, representa una expresión popular que alude de


alguna manera a lo que le ha tocado, así, por sorteo -sic-, vivir a ca­
da uno de los seres humanos. “Es tu sino”.
El SIGNO se refiere más bien a aquella actitud con la que lleva ca­
da cual su sino.
Y el SÍ, o el NO, es el pequeño margen de... ¿confianza?
¿Confianza? ¿Y por qué hay que confiar? ¿En quién? ¿Por cuán­
to tiempo?...
¡Bueno!... Volvamos al principio...
SiNO:
Con esta expresión nos referimos, en cualquier caso, a que parece
existir un cierto “predestinatio ocurrentis de Deu” (una predestinación

45
r

ocurrente, por parte de Dios) en torno a cada individuo, que el ser hu­
mano luego interpreta como “el azar genético de las hebras beatifi­
cantes del genoma”. Bien, continuemos.
¿Y el SiGNO?
El “signo” es como la firma de cada uno, aparte ya de los signos
celestes, terrestres, humanos, infrahumanos, suprahumanos, extra-
humanos, extraterrestres... Cada uno se los puede apropiar según le
convenga.
¿Que eres Piscis y estás pasando por la Casa IV, y la Luna se ha­
lla en la posición que no tiene que estar porque el Sol está fijo y en­
tonces nada...? Pues ya sabes: “Tendrás fortuna en amores y todo te
irá bien. Y el martes será un día excelente”.
En cambio, los Escorpiones no van a poder picar a nadie. No. Lo
tienen muy feo... Los Leos se van a poder exhibir como les gusta, así,
“pavonosamente”, y van a rugir por todo lo alto. Y las Cabras, como
de costumbre, van a tirar al monte. Los Aries... ¡Ah, los Aries!... No es
su día hoy, no. No es su día, porque la Casa XIV no se ha puesto de
acuerdo con la Casa IV, y entonces ahí va a pasar algo. Por ejemplo,
se les va a perder un vestido o un compact disc, que es de ésos que
vas a abrir y crees que dentro estará el disco, pero no: está sólo la
carcasa. Ésa y otras calamidades parecidas les pueden ocurrir hoy a
los Aries.
Por lo que respecta a los Virgos, bueno, su virginidad se va a ver
modificada por alternancias y propuestas indecentes. Tauro seguirá el
camino de los cornúpetas y, en fin, habrá que llevarlo como mejor se
pueda. Los Piscis... ¡Ay, los Piscis! Los Piscis tienen que cuidar sus ri­
ñones, no vaya a ser que tengan arenillas y padezcan cólico.
¿Ven? Con un poco de imaginación, un poco de intuición, y mucha
cara -esto forma parte de los signos, ¿no?-, pues uno puede... ejer­
cer de mayorista. Luego, cada quien -claro- tiene que aplicárselo.
¡Son signos... y es tu sino!
Ahora bien, ¿SÍ o NO?

46
Bueno, para algunas cosas, SÍ, ¿verdad?; para otras cosas, NO.
¿Hacia dónde tiende el ser humano? ¿Hacia el “SÍ” o hacia el
“NO”? ¿O tal vez está continuamente oscilando entre “SÍ” y “NO”?
¿Ése es su sino, o es un signo de los tiempos el “hoy te digo que si,
pero en el fondo pienso que no, o te digo que no pero siento que sí”1
Ya saben que en algunas comunidades extrañas -digo “extrañas”,
por lo poco frecuentes- no existe en sus lenguajes el significado de
“NO”.
No existe. Todo es “SÍ”. Y “NO” viene a ser como una adquisi­
ción... ¿inevitable? No tanto. Evitable pero necesaria.
Probablemente, “NO” es un acontecimiento necesario ante el de­
terioro del “SÍ”. Y, en consecuencia, “NO” aparece de forma inmedia­
ta, con una fuerza casi voraz. Pero “NO” tendría su origen en los
guardianes. Sí, los que guardan que el “SÍ” pueda ser vehículo de ex­
pansión.
“NO” impediría que aparecieran vehículos de contracción. Dicho
de otra manera: mientras existe el “SÍ” -que se perfila siempre como
un decidido hacer hacia la vida, hacia el estar, hacia el convivir,
hacia el gozar-, no hace falta “NO”. Pero cuando el “SÍ” empieza a
ser manipulador, chantajista, inductor de intereses, “recoveador”..., es
ahí cuando necesita el ser humano, la especie, la posición del “NO”.
“SÍ” implica expandirse en el sentido correcto, y “NO” implica evi­
tar aquellos desvíos, desvarios, desajustes, descensos de calidad del
“SÍ”. Así que “NO” siempre debe ir acompañado de una explicación:
“NO”, porque esto me desvía de mi “SÍ”. Y si mi “SÍ” es estar en
sintonía con mis creencias, con mi idea, con mi proyecto, con mi si­
no, con los signos que aparecen en mi vida, no puedo decir que “SÍ”
a lo que me aparte de ello. Por eso digo “NO” a la propuesta habitual
que me hace el entorno.
Es extremadamente importante que entiendan este concepto y lo
apliquen: el darse cuenta de que el proceso vital sólo se expresa
en el “SÍ”, y que, debido al deterioro de su ejercicio, tiene que

47
aparecer el “NO” para evitar -como guardián- que los factores
deteriorantes puedan hacer fracasar el “SÍ” radiante.
Y el “NO” tiene que estar cargado de fundamento. El “SÍ” tam­
bién; pero es más instintivo, fenomenal, fenoménico, expansivo,
expeditivo, vocacional, amoroso, enamorado. “SÍ” necesita me­
nos explicaciones.
Ustedes mismos han de meditar en torno a sus propios “SÍES”,
porque muchos de ellos no son reales. Son comprometidos, compro­
misos, composturas.
No están vigorosos. No son vocacionales. Y, en esa medida, claro,
se debilitan. Y hoy son fuertes... mañana más débiles... al otro inse­
guros... Así van.
Ayer nos preguntábamos: “¿Y cómo reparar un cuerpo?... Y nos
íbamos a los pies, y allí les hacíamos un remiendo. ¡Y vaya que si re­
paramos!”
Yo espero que todo el mundo recuerde qué es G o n g S u n , dónde
está, por qué está, y para qué sirve. Para arreglar, ¿verdad? Y hoy,
¿qué vamos a hacer? ¡Pues eso: mejorar el “SÍ”! ¡Darle vigor, para
tener que usar lo menos posible el “NO”! Porque, si lo tenemos que
usar, es que estamos rodeados de bichos.
Ciertamente, si el “SÍ” se fortalece, pues... ¿qué debilidad puede
tener? Está sano. Está vigoroso. Está fuerte. El “ NO”, no tiene que ac­
tuar; actúa cuando el “SÍ” se hace detritus, cuando el “SÍ” es: “Sí, pe­
ro... Sí, pero...”
-Sí, pero... ¿qué es un “sí, pero...”?
-Pues la expresión de una persona indecisa, dudosa, insegura, in­
tranquila, impresentable... Algo así, ¿no creen?
-¿ Y cómo podremos... vigorizar el “SÍ”?
-Bueno, no es muy difícil darse cuenta, ¿verdad? Es preciso dejar
fluir libremente el río.
Piensen en el agua...

48
¿A que necesitan agua todos los días? Para ducharse -cuando to­
que-, para preparar la comida, para regar, para beber... “¡Dame de
beber, mujer, del agua de tu vida, que son tus besos y no tus agonías!”
Por ejemplo, ¡algo así! -por poner alguna nota cursi al asunto; o
poética, o como quieran llamarlo-.
¡Bien! Pues... como del pie se trata, y antes de que se les ocurra
pensar en las manos, volvamos a los pies.
Para que el “ SÍ” sea vigoroso, hay que recorrer el río, ¿no? Evitar
que el agua se estanque. Procurar que el agua se renueve; se mue­
va. Así, el “ SÍ” será esplendoroso, majestuoso... Y cuando tenga que
decir que “ NO” , pues que lo vea muy claro. Porque el “ SÍ” sabe de
su posición, y apuesta por los “ NOS” necesarios -cuando apare­
cen-. Incluso -como decíamos hace un momento-, cuando el “ SÍ” es
vigoroso, las propuestas, las sugerencias internas o externas del Em­
perador Verde, Azul o Blanco... no se producen.
Como probablemente todos sepan, el agua emergente, insurgen­
te -a nivel de expresión en el pie-, surge en el dedo meñique y
se concentra en la planta, y, de ahí, ya asciende y realiza un ex­
traño recorrido; un extraño recorrido que tiene una especial fijación
en el maléolo interno o “hueso popular del tobillo”. Pues, en el tobillo,
y más específicamente en su zona interior, hay un manantial de una
actividad francamente impresionante.
Dedíquenle especial interés al dedo meñique del pie e, inmediata­
mente, pasen a la planta. Y de ahí sigan precipitadamente... y salgan
cerquita de G o n g S u n . Y de ahí, rápidamente, hagan la curva del “cir­
cuito de Montsant”, como si fuera una carrera..., hasta llegar al SINO.
¿Y cuál es el SINO? Pues eso, “La Recepción del Invitado”, o Z hu
B in -para que quede más bonito-. ¡Z hu - B in ! ¡Y hasta ahí! ¡Ahí! Y ya,
suavemente, dejan que fluya “El Gran Torrente". Lo cual, créanme,
proporciona resultados excelentes.
Lo que están aprendiendo es “alto conocimiento”. Empléenlo
bien. Apréndalo bien. Y si ya han reparado a su paciente, pues ahora

49
tendrán que ponerle en un “SÍ” vigoroso, para que no ande dando
tumbos y no haya que operarle de algo. Para que aprenda a decir
“NO”, como una necesidad urgente; para procurar que su “SÍ”
sea gallardo, dulce...
Dos posturas. Dos posiciones.
Si deciden incidir con más insistencia, aparte de actuar con las ma­
nos, apliquen calor. En esta segunda opción de un “SÍ”, las punturas
pueden ser indicadas, pero requieren de una especial habilidad y ra­
pidez, porque se trata de actuar sobre nueve resonadores y resulta
bastante complicado.
Así que vamos a ser consecuentes. Y como este año tenemos el
objetivo de que todos ustedes -¡todos!-, cada uno en su medida y ni­
vel, tengan la capacidad de saber atender una demanda de sufrimien­
to, una demanda de dolor, una demanda de enfermedad, aparte de
todo lo que han estudiado, van a encontrar puntos así, muy mágicos
-como el del que hablamos ayer y como el que acabamos de mencio­
nar hoy-, para que tengan en sus manos la disposición cierta, ¡sí!, de
saber cómo -al menos- ser bálsamo. Cómo -al menos- dar la míni­
ma calma con el máximo de recursos.

50
D e f í n í i s

S L Ç t
Q ENEMOS que proporcionarle a la persona una con-
textualización; un proyecto. Es lo que llamamos “De-
U m finir a la persona en el SÍ”.
En la medida en que somos “SÍ”, somos “SÍ”,
somos “SÍ”..., somos capaces de poder crear el “NO” suficiente o ne­
cesario como para que el “SÍ” sea fuerte.
Como comentábamos en la meditación, el “NO” surge como con­
secuencia de una debilidad del “SÍ”; y para que soportemos el “SÍ”
adecuadamente. Para conseguir esa identificación de la persona,
vamos a centrarnos en los resonadores de la vía del Agua, del Riñón.
Así que seguimos en los pies.
Comenzamos colocando el dedo meñique de la mano en el dedo
pequeño del pie del paciente.

53
Nos vamos hacia el 1R, Y o n g Q u a n , “Fuente Floreciente de la Tie­
rra”, y seguimos hasta el 2R, R an G u , “Valle de la Aprobación”, o L o ng
Y u a n , “Dragón del Agua Profunda”. Este recorrido lo hacemos con el
dedo meñique.

Después nos vamos, con el dedo anular, hacia el 3R, T ai X i, “To­


rrente Supremo” y hacia el 4R, D a Z h o n g , “Gran Campana”.

Luego, con el dedo medio, hacia el 5R, S hui Q u a n , “Origen del


Agua”.

54
A continuación, con el dedo índice, al 6R, Z hao H a i , “Mar Lumino­
so”, y al 7R, Fu Liu, “Renovar lo Retenido”, “Retornar”, o W ai M in g , “El
Destino Exterior”.

Ya, con el dedo pulgar, al 8R, J iao X in , “Confianza Mutua”. Y, de


forma culminante, al 9R, Z hu B in , “Preparar la Estancia del Invitado”,
“Homenaje a los Esposos”.

55
En Z hu B in dam os una e sp ecie de im pulso con el pulgar, com o lan­
za n d o la e n e rg ía en la dirección del canal.

Así culminamos la acción sanadora de identificación.


Repetimos este recorrido tres veces, haciendo presión sobre cada
uno de los resonadores durante unos segundos.
Otra forma de realizarlo sería utilizando sólo el dedo meñique. ¿Por
qué? Porque el canal de Riñón, junto con el canal de Corazón, cons­
tituyen el Canal Unitario “ShaoYin”, que culmina en ese dedo. Ade­
más, el canal del Agua acoplado al Riñón, la Vejiga, forma, junto con
el canal de Intestino Delgado, el Canal Unitario “Tae Yang”, que
emerge también en el dedo meñique.

56
En consecuencia, en las correspondencias de cada dedo de la
mano con cada reino mutante, el meñique se corresponde con el Rei­
no Mutante del Agua, cuyas vías de luz nos ayudan a la identifica­
ción.
Por razones similares, el anular se corresponde con el Reino Mu­
tante de la Madera; el medio, con el Reino Mutante del Fuego; el ín­
dice, con el Reino Mutante de Metal; y el pulgar, con el Reino Mutante
de la Tierra.
Siempre que sea posible, realizaremos el tratamiento en los dos
pies a la vez. De esta manera completamos todo el proceso de iden­
tificación: ¡el “SÍ” al proceso vital, ideológico y existencial que se
tenga previsto para cada ser!

57
C A P A C Í J A C Í Ó N
OS pasos que hemos venido dando permiten
que el paciente “se afirme” en su proyecto vital.
Ahora tiene que desarrollar al máximo sus capa­
cidades. De entrada, estos tres elementos que
tenemos -reparación, identificación y capacitación- ya nos pue­
den servir para cualquier afección. Porque cualquier afección necesi­
ta que el cuerpo se capacite... -para fabricar más glóbulos blancos,
por ejemplo, si se trata de una infección-.
Existe la capacitación física, la capacitación mental... la capacita­
ción del tipo que sea. Cualquier organismo necesita, en su psiquismo,
saber cuál es su “ SÍ” ; a qué tiene que decir “ SÍ” . Y cualquier orga­
nismo tiene siempre algo estropeado.
E s ta m o s p l a n e a n d o u n p r o g r a m a p r e v e n t iv o

QUE, A LA VEZ, ES CURATIVO.


Vamos ahora con nuestra tercera acción sanadora: Capacitar al ser
para que genere recursos suficientes para realizar su proyecto vital.
Para ello, vamos a facilitar el descenso del Yang y, después, el as­
censo del Yin.
La capacitación, la vamos a realizar en los pies, de una sola vez;
toda seguida; sin interrupciones.

Be Pte¡ ei ANcitje peí see

¿Por qué en los pies, si se puede hacer también en las manos?


Porque los pies son el equivalente del hombre encamado. En
ese sentido, a ellos llegan todos los canales Yang de la pierna que

61
emergen en la cabeza -Vesícula Biliar, Vejiga y Estómago-, y salen
todos los canales Yin de la pierna -Hígado, Bazo y Riñón-, que as­
cienden... y se van a unir con los canales Yin del brazo.
En el pie podemos captar los Canales Unitarios: los Yang, que des­
cienden del Cielo para concretarse en la Tierra, y los Yin, que ascien­
den desde la Tierra para ir hacia el Cielo.
Evidentemente, se puede hacer lo mismo en las manos: podemos
tomar los tres canales Yang o los tres canales Yin.
En principio, lo más adecuado es hacerlo en el pie, porque toda la
energía de la cabeza la recogemos en el pie, pues desde ella des­
cienden Vesícula Biliar, Estómago y Vejiga. Desde lo más alto, la ener­
gía llega a lo más bajo. Es como la encarnación de la materia, “aquí”.
Y obtiene de la Tierra -véase “Tierra”, planeta y condiciones meteo­
rológicas y telúricas- la energía para sustentarse y mantenerse
“aquí”, e irse “allá”.
En ese sentido, el lugar de anclaje del ser es el pie, más que
cualquier otra cosa. Si fuéramos cuadrúpedos -como es el niño al
principio-, el anclaje serían las manos y los pies.
Pero, realmente, si quieres actuar sobre todos los canales Unita­
rios, aquí, para un sujeto de aquí -es decir, que vive aquí, en este pla­
neta-, es mejor trabajar en los pies. Y después, si acaso, pasar a las
manos, para que su existencia aquí adquiera todo su sentido.
Es decir, desciende una energía del Cielo, que es la que permite
que el ser se encarne... - ¡ p l a f !-... y se quede ahí, encarnado en la
Tierra. Y después, la Tierra conserva y mantiene lo que se ha encar­
nado. Pero a su vez, eso que lo conserva y mantiene encarnado, tam­
bién le posibilita que siga sus sucesivas vidas en otros planos.
Por lo tanto, el lugar donde mejor podemos recoger toda la energía
del ser -en principio, y desde este punto de vista- es en los pies, pa­
ra actuar globalmente en todos los sitios.
Eso, sin duda, constituye un descubrimiento. Porque no es que le
dé prioridad a los pies con respecto a las manos, sino que le da más

62
una característica de centro: Z h o n g . Es el lugar donde estamos apo­
sentados. Nuestro sitio habitual no es ni el mar ni el viento; es la Tie­
rra. Estamos conformados para vivir en la Tierra. Evidentemente,
aspiramos a vivir en otros lugares, pero para eso hay que capacitar­
se bien en la Tierra.
“Capacitarse bien en la Tierra”. Y en la medida en que te capaci­
tas, un día te ves volando sin ton ni son, y dices: “¡Anda! ¡A ver si me
voy a caer!”. Justo en ese momento se te olvida, y te caes.

Bi iwsrei/Mfwro p e í Ma s a j e
A la hora de desarrollar “el arte de sanar a través de las manos”,
debemos ser conscientes de que tenemos dos manos. Parece una
bobada pero, normalmente, el sanador es diestro o es zurdo; lo cual
quiere decir que tiende a usar preferentemente una mano -y la otra
parece que estuviera tonta-. ¡Y no! Es un trabajo que -salvo que se
tenga sólo una mano, por razones traumáticas- requiere el actuar con
las dos manos. Punto importante.
Otro punto importante es que, con las manos, podemos adoptar
numerosas posturas. Es decir, hay numerosas estructuras en la ma­
no -como los nudillos, como el filo de la mano, como los diferentes
dedos-, que evidentemente proporcionan diferentes habilidades. Y
necesitamos capacitar la mano entera para que cada parte haga lo
que tenga que hacer.
También observamos que, considerando todos los dedos, ¡resulta
muy curioso que todos sean tan diferentes! Porque realmente son
muy diferentes. Fíjense en el pulgar: parece una “morcilla implanta­
da”. La masa del pulgar, en relación con la de cualquiera de los otros
dedos, presenta una gran diferencia. Se ve que el pulgar, evidente­
mente, tiene la capacidad de contactar con todos, cosa que a los de­
más les cuesta o les resulta simplemente imposible. Los demás son

63
más torpes. Están como al servicio del pulgar. De hecho, “la pinza
anatómica” -que así la llaman- es el movimiento más esencial, por­
que es el que nos permite agarrar, aprehender, atrapar, tomar... Es
uno de los movimientos más importantes, por su precisión, de todos
los que realiza el ser humano -que tiene como fundamento sobre to­
do al pulgar, por la posición que ocupa y por la fuerza que ejerce-.
La maniobra de tomar, de pellizcar, es extremadamente impor­
tante; no por el pellizco en sí sino por la habilidad de la mano. No
hay que olvidarlo nunca. Nos va a permitir una maniobra que repre­
senta el movimiento de “punturar sin agujas”. En la vacuidad, en la
Nada, se puede hacer eso: punturar sin agujas. Estimulamos el pun­
to de la misma forma, pero claro, ahí, el toque sobre la piel es muy
leve, muy suave.
Ahora vamos a abordar un movimiento de energía más -¿cómo di­
ría?-... más ostentoso.
“Ostentoso”, porque el objetivo es trabajar en el pie -otra vez en
este microsistema- toda la energía del organismo. Y eso es posible,
porque si tomamos los tres Yang que descienden y los tres Yin que
ascienden, inmediatamente se conectan. Y todo lo hacemos en el
pie. Con lo cual, hemos trabajado en toda la energía. Y eso es muy
importante.
Para ello, la mano Yin del terapeuta -la derecha- va a ir, en el
primer movimiento, a los canales Yang del pie izquierdo del pacien­
te. Luego, en un segundo movimiento, irá a los canales Yin del pie
derecho. La mano Yang del terapeuta -la izquierda- va primero a los
canales Yang del pie derecho, y, en un segundo movimiento, a los Yin
del pie izquierdo. Podríamos cambiarnos de lado, y así haríamos
coincidir cada mano -Yin o Yang- con sus correspondientes cana­
les del pie. Pero vamos a quedarnos situados a los pies del pa­
ciente. Es decir, que en un sitio vamos a hacerlo coincidir, y en el
otro, no.
¿Y por qué vamos a hacerlo “descoincidir”?

64
No me voy a mover porque, como terapeuta, soy el centro; el pa­
ciente es el centro; y estamos practicando la terapia del Centro.
Si no se mueve ninguno de los dos, ambos se hacen una unidad
Z h o n g . Ahora somos una unidad; somos una sola persona. Y se crea
un desequilibrio. ¡Claro! ¡Es que la vida es un desequilibrio! Si no hay
desequilibrio, no hay vida. Tiene que haber un desequilibrio para que
la balanza se mueva. Es lo que crea el movimiento. ¿Qué tipo de dese­
quilibrio favorezco en mi unión? Pues que el Yin y el Yang se activen.
La vida es un desequilibrio organizado. Si no hay desequilibrio... Si
yo no te necesito, tú no acudes a mí. Mi desequilibrio me hace nece­
sitarte, y tu desequilibrio te hace acudir. O sea, los dos estamos desequi­
librados y, justo cuando nos encontramos, nos equilibramos. Hasta
que ya es suficiente. “Vale. Pues tú vas para allá y yo voy para acá”.
Y otra vez vuelve a surgir otro desequilibrio.
Entiéndase por “desequilibrio”, necesidades y servicios. Necesito, y
tú me sirves. Luego, tú necesitas y yo te sirvo. Y así estamos en la hu­
manidad, en la vida: Existe un equilibrio en base a un desequilibrio.

¿Cómo realizaremos el masaje?


Primero, ayudamos o inducimos al descenso de la energía Yang
por los canales de Vejiga, Vesícula Biliar y Estómago. Para ello, co­
menzando por encima del maléolo externo, vamos recorriendo los
tres trayectos simultáneamente en las dos piernas, haciendo presión
y, al llegar a la punta de los dedos, un ligero pellizco o arañazo.
El dedo que va a seguir la vía de luz de la Vejiga, siguiendo el tra­
yecto hasta el dedo pequeño del pie, podría ser el meñique.
¿Por qué? Porque la Vejiga forma, con el Intestino Delgado, el Ca­
nal Unitario “Tae Yang”, y el canal de Intestino Delgado emerge en el
dedo meñique de la mano.

65
El anular realizará el sentido unitario “Shao Yang”, de Vesícula Bi-
liar-San Jiao.
Y el índice hará la conexión unitaria “Yang Ming”, Estómago-Intes­
tino Grueso.
El dedo medio y el pulgar quedan libres; no actúan. Los unimos por
sus extremos para formar una oquedad.

Esto, en cuanto a los tres Yang. El movimiento no tiene que ser


muy rápido, pues, como se hacen cada vez más Yin, abajo se van
ralentizando.

66
Al llegar a la punta de los dedos, recuerden que hacemos un mo­
vimiento como de arañazo, saliéndonos del pie.
Realizaremos esta acción en las dos piernas a la vez, repitiéndolo
el número de veces que el sanador considere necesario, al igual que
lo hacíamos en el caso de la reparación y de la identificación. Suge­
rimos, como referencia, realizarlo tres veces.
Ya hemos ayudado al movimiento de esas energías que descien­
den del Cielo para concretarse en la Tierra.
Y ahora vamos con el Yin.
En el Yin nos vamos a plantear lo mismo. Es decir, que disponemos
del dedo pulgar para actuar en Bazo-Pulmón; del dedo medio pa­
ra actuar en Hígado-Maestro de Corazón; y del dedo meñique para
actuar en Corazón-Riñón.
Por tanto, la posición de la mano será: dedo pulgar, medio y me­
ñique extendidos, y anular e índice flexionados. El meñique enca­
ja perfectamente en el territorio del riñón, el medio sigue el territorio
de Hígado, y el pulgar sirve de guía recorriendo el territorio de Bazo.

67
Los que no actúan son el anular y el índice.
¿Que puede ser resultar difícil poner las manos así? Cierto. Al
principio cuesta un poco de esfuerzo. Pero, mientras nos vamos
acostumbrando, lo vamos haciendo poco a poco: “¡Ah! Éste es el
dedo pulgar: Bazo. Éste es el dedo medio: Hígado. Éste es el dedo
meñique: Riñón”.

Y finalmente nos vamos adaptando, y ya colocamos los dedos de


forma automática sobre los canales correspondientes. A veces nos
parece que no, que no hay manera de poner la mano. Que somos
torpes.
Pero, para los torpes, no hay ningún problema tampoco. Hay otra
posibilidad: uno a uno. Al principio con un solo dedo, y sobre su ca­
nal. Por ejemplo, primero actuamos sobre el canal de Bazo, con el pul­
gar; a continuación actuamos sobre el canal de Hígado, con el medio;
y finalmente actuamos sobre el canal de Riñón, con el meñique. Uno
a uno. Pero eso sí, hay que hacerlo con un poquito de elegancia y, a
ser posible, ir practicándolo en la forma indicada inicialmente -los tres
a la vez y con ambas manos-.

68
Como vemos, la posición de los dedos va a tener que buscar la ma­
nera de actuar. Lo práctico va a ser un cambio de polaridad a la hora
de actuar sobre los canales Yin, de tal forma que nuestra mano dere­
cha irá al pie derecho del paciente, y nuestra mano izquierda, al pie
izquierdo.
Luego, para culminar, lo que hacemos es recoger todo el territo­
rio Yang -prim ero- y Yin -después-. Con la palma de la mano corres­
pondiente -como se ha realizado anteriormente-, abarcamos la
zona Yang de cada pierna, realizando un movimiento hacia abajo; y,
a continuación, abarcamos la zona Yin de cada pierna, y realizamos
un movimiento ascendente. Participa toda la palma de la mano, y el
pulgar va a ser el comodín que delimita los territorios Yang y Ying en
cada movimiento. Representa el “dedo Tierra”, el “dedo Centro”, a tra­
vés del cual podemos contactar con todo. Así unificamos suavemen­
te ese descenso y ascenso de energía.
Porque siempre, como culminación de un masaje concreto e inten­
cionado como el que hemos realizado, hacemos una “suavización”,

69
un “apapachito”1, para que el paciente vuelva otra vez; para que no
sea la única vez. Y que se cuide los pies; que se cuide un poco.
No conviene, al acabar el tratamiento, que el paciente se levante
enseguida, sino que es mejor que permanezca un ratito acostado
-cuatro o cinco minutos-. Lo que solemos hacer es decir: “Bueno,
permanezca así un ratito, y cuando sienta que ya...”. Y, normalmente,
la persona así lo hace. Se levanta y se va. A veces se queda dormi­
da; entonces uno la deja un tiempo prudencial, y después la despier­
ta suavemente.

P n e e t / e me i # pe r e/ t r AHt en/ r o

Si queremos completar una serie de cinco actividades -que son las


que vamos a describir a lo largo de este texto-, lo mejor sería citar al
paciente cinco días seguidos, para realizar las cinco actividades -ca-
da día las cinco-. Dejarla descansar quince o veinte días. Luego, pa­
sar a una sesión por semana; y, en cada sesión, se le practican las
cinco actividades.
Si fuera posible, este ritmo sería el ideal. Es una sugerencia, pero
siempre hay que adaptarse al ritmo del paciente.
Después, hay que ir viendo cómo está la persona y cómo va evo­
lucionando. A lo mejor, en vez de una sesión semanal, necesita dos.
Pero lo ideal sería hacer las cinco actividades, cinco días seguidos,
empezando en lunes. ¿Que no se puede? Pues habrá que adaptarse;
por ejemplo, hacerlo dos días, descansar uno o dos...
Pero hay que procurar que los cinco primeros días sí sean seguidos,
o lo más seguidos posible. Y luego ya, dejar descansar unos días, y pa­
sar a hacerlo una vez o dos a la semana.

1 “Apapachar” sinónimo de “acariciar” (Méjico y Honduras).

70
En este caso hemos realizado todo un proceso preventivo. Po­
demos hacerle una historia clínica, o no; o simplemente partimos de
la base de que es una persona sana, llena de problemas -que eso es
lo normal: persona sana llena de problemas-. Y entonces, en base a
eso, empezamos a... ¿hacer qué?

Primero: reparar lo que está desarreglado, evitando conversa­


ciones incómodas.
Segundo: reafirmarle en su proyecto, sea el que sea. Obviamos
si estamos o no de acuerdo.
Y tercero: aumentar su capacidad, para que la persona sea capaz
de hacer lo que tenga que hacer.
Y luego, en todo caso, le preguntamos:
-¿Qué tal se siente?
-Bien.
Y cuando pase una semana:
-¿Qué tal?
-¡Mejor!
“Bien”, no sabemos de qué. No importa. Puede ser que llegue a la
consulta y diga: “Doctor, es que me pasa esta cosa”... o “Me está ocu­
rriendo tal situación”...
Pues ustedes, con estas tres cosas que saben, pueden hacer mu­
cho para determinados problemas. Y pueden elegir el canal de Bazo...
o eligen el de Riñón... o eligen el descenso del Yang y el ascenso del
Yin... Y como ven, es bastante sencillo. (Es decir, se pueden realizar
las cinco actividades o escoger una de ellas. O incluso hacer las tres
primeras solas, o únicamente la armonización del psiquismo, o solo la
permanencia).
Evidentemente, adquirir agilidad con las manos... parece difícil;
pero bueno, nadie nace sabiendo. Queremos decir, es cuestión de ir
poco a poco, con cuidado, con mimo, despacito, sabiendo dónde

71
tenemos que tocar, dónde tenemos que apretar... Y poco a poco se va
adiestrando el tacto.
Es decir, el masaje en sí no es especialmente difícil. Sí lo es reali­
zar las posturas y poner los dedos como hemos indicado. Pero como
ven, no hemos hecho mucho hincapié en ello, porque sabemos que,
en principio, resulta complicado, y que esa habilidad se irá desarro­
llando poco a poco con la práctica. Pero también, como hemos dicho,
se puede realizar el masaje con cada dedo. Lo importante es que se­
pan manejar cada dedo, y sepan que cada uno vale preferentemente
para una cosa o para otra. Y... no olviden la intención, que en este ca­
so es la de:

Capacitar al ser
para que desarrolle esos recursos

QUE LE HAN SIDO DADOS POR EL ClELO


PARA REALIZAR SU PROYECTO VITAL AQUÍ:
en la T ierra.

72
0 0 0

PCt Q</ t eho,

etfoctoNes,

fip e e ro ç .**
Sspt*trvAiti>fii>r eHoetotiee v ¿pecios
s

OS seres humanos sin duda necesitan tener un


tipo, una clase, una forma, una manera de expre­
sar una serie de reacciones que le permitan una
comunicación con el medio, y que podemos lla­
mar “emociones”, “afectos”... Todo esto desde un punto de vista muy
“biocibernético-tecnológico-científico”. Pero es parte de la naturaleza
del ser humano -quizás todavía imperfecta en ese sentido, puesto
que los resultados no han sido muy buenos-, el que tenga esa acti­
tud de afecto, de emoción... Que luego se complica con cariño, ena­
moramiento, pasión..., en fin, toda esa serie de ungüentos que en
unas culturas están desarrollados de una manera, y en otras, de otra.
Además, el estatus espiritual que habitualmente era ocupado por
el “Consejo General de las Religiones” -por ponerles un nombre a to­
das-, ha dejado un espacio vacío por su mala administración y mala
gestión -aunque todavía tratan de ejercer su poder-. Ha dejado un
espacio vacío vocacional, y éste lo ha ocupado la tecnocracia, la téc­
nica, la ciencia... Lo cual facilita el predominio del mundo del consu­
mo, del confort, del bienestar, etc.
Y la pregunta que nos hacemos al ver “eso” -que, como les acabo
de decir, quizás sea un defecto que tenga que depurar la especie-,
es si “eso” quizá tenga que desaparecer.

75
Pero es importante ver que, en el mundo imperante, ya se empie­
za a pasar de esos problemas. Es como si la especie estuviera can­
sada de amarse tan mal, de amar tan mal. Y entonces, aburridamente,
se va a una esquina y... ¡en fin!, empieza a tabular... a ver cómo se­
ría... o se compra una flauta...
Sí, sí. Es muy importante ver que la especie ya está aburrida de
amar mal; de ver cómo sus amores, sus afectos, lo único que hacen
es estropear “la paella”. Porque en teoría, todo lo haces “por ella”, to­
do lo haces “por él”.
“Yo lo que quiero es verte feliz, cariño”. Y el otro: “Yo lo que quiero
es verte feliz, tesorito mío”.
Y el caso es que todo el mundo machaca la vida a los demás. En­
tonces, es mentira... ¡¡Mentira, mentira, mentira!!
Y la especie, como tal, ya empieza a estar harta, ¿no?
Eso influye enormemente en el comportamiento político, económi­
co y social de un país. ¡Qué duda cabe!
Si, económicamente, trato de mejorar el bienestar del ocio -por
ejemplo-, pues tengo que saber los gustos emocionales psico-afec-
tivo-sexuales del sujeto.
Si ya la especie decide no reproducirse -por ejemplo-, pues enton­
ces nos podemos ahorrar un montón de dinero en maternidad; un
montón de dinero en “dodotis”, porque ya no hacen falta pañales.
Pero lo que sí es importante, es que el lastre del aburrimiento afec-
tivo-emocional debe ser depurado. Porque, en esa medida, el com­
portamiento político y social de la casta humana se va a ver beneficiado.
Ahora bien, ¿en qué consiste este proceso? En anular todos los
afectos y emociones, y sus consiguientes chantajes y presiones.
Y, por supuesto, prohibir todas esas expresiones de: ‘Yo quiero lo me­
jor para ti”, y expresiones similares. ¡Eso es mentira! ¡Eso es falso, de
entrada!
“Quiero lo mejor para ti. ¡Conmigo!, ¡por supuesto! Si no, ¡pues
fíjate cómo me dejas!... ¡Destrozada! Te he dado los mejores años de

76
mi vida, y mira cómo me has dejado!... ¡Tirada en la esquina... en la
carretera!”
Y claro, hay que acabar con todo ese lenguaje, para que la espe­
cie evolucione y deje de ser una tarántula.
Habría que seleccionar los afectos y las emociones más primarias,
pero solidarias. Es decir:
“Mira. Yo no sé si te quiero o no te quiero, pero no te voy a uti­
lizar. ¡No te voy a utilizar!
Yo no sé si te quiero o no te quiero, y me importa un bledo, pero
me siento afectivamente a gusto contigo. Y... no te voy a utilizar”.
Es decir que podría haber un “screening”... según el cual, el mode­
lo afectivo y emocional estuviera exento, estuviera dispensado, de la
manipulación, de la imposición y del chantaje. En ese sentido, el ego­
ísmo personal podría ser incluido en algún momento, al igual que las
exigencias.
El afecto y el amor basados en el egoísmo, en las exigencias, en la
manipulación y en el chantaje, tienen como final... el cementerio. ¡Sí!
Ahí mueren todos los amores: se divorcian, se revuelcan, se endemo­
nian... Hay que tirarlos a la pira para que se quemen, para que ardan.
El panorama de la existencia humana deja mucho que desear en
su vertiente político-económica y social, gracias a los conflictos afec­
tivos y emocionales que padece la especie: al estar llenos de egoís­
mo, de manipulación, de utilización, de renta y de beneficio.
Indudablemente, por lo que acabamos de decir, en el momento
en que las emociones psico-afectivas cambien su orientación y se
vean listas y libres de ese lastre optativo, exigente, manipulador,
etc., que existe, en cuanto eso ocurra -que puede tardar miles de
años, por supuesto, ¡pero hay que empezar alguna vez!, ¿no?-, y
en la medida en que vaya renaciendo, naciendo o apareciendo el
nuevo espíritu de “Inspiración Femenina”, probablemente, muchos
de estos problemas -s i no ahora, dentro de tres mil quinientos
años- se solucionarán.

77
Fíjense ustedes por dónde, de qué manera tan tonta, los afectos y
las emociones, que parecen ser lo más bello del mundo -y no discu­
timos que lo sean, siempre y cuando sean de verdad-, curiosamen­
te, son lo que más hace sufrir.
¿Y cómo es posible? Si es lo más bonito y lo más bello del mundo,
¿por qué se sufre? Porque se pierde. Cuando se gana, no se sufre.
¿Y por qué se pierde? Porque se posee. El que no posee, ¡no pierde!
Aprendan eso. Es decir, si esto es muy bueno, esto es estupendo,
y cuando no lo tengo me entristezco y me quedo hecho polvo, es por­
que lo he sentido mío.
Cuando se instauró -en algún momento de la Historia- la propie­
dad privada y la posesión individualizada de bienes, ahí se incluyó
también la carne humana.
Cualquier actitud o actividad posesiva de unos sobre otros, debe
ser considerada un agravio grave contra la especie.
Cada quien tiene que pasar por un estado de reciclamiento capaz
de poder eliminar todos los residuos de los sentimientos. Y el princi­
pal residuo de los sentimientos es la práctica sistemática de la pose­
sión y de la manipulación. ¡Y no vale buscar culpables! El principal
culpable es el que busca culpables.
Y es responsabilidad del hombre, como ser inteligente, que
demuestre alguna vez su inteligencia con respecto a las emocio­
nes y los afectos, porque eso es un destilado de Dios.
¡Y ese destilado de Dios merece ser tratado con el tacto adecua­
do! Y no puede ser presa de ninguna histeria o de ninguna próstata.
¡En ningún caso! Y si así lo fuera, deberá hacerse el sujeto una recon­
versión para alcanzar una disposición, al menos, presentable.
Ahora bien, lo que tenemos que ponerle es un poco de humor pa­
ra soportarlo.
¡No busquen soluciones racionales! ¡No existen! La razón no
es el territorio para la emoción. ¡¡Busquen soluciones inteligentes!!
-que son diferentes- capaces de poner en evidencia una situación y

78
capaces de actuar sobre esa situación para crear un clima inteligen­
te, ¡LiBRE! No confundan “razón” con “inteligencia”. La razón es un
aspecto de la inteligencia, muy parcial, que no debe ser llevado -en
ningún caso- al mundo de las emociones.
Aquel que queda esclavizado por sus emociones, sus afectos y sus
pasiones, ¡ha hecho un mal uso del destilado de Dios, que se le ha
dado para que viva en el gozo!
La especie ha de demostrar su habilidad inteligente para saber
coordinar, ¡con elegancia y con arte!, el destilado del amor que la
Creación derrama cada día. ¡Y NINGÚN SER HUMANO, BAJO NIN­
GUNA PERSPECTIVA, PUEDE ARROGARSE EL DERECHO DE
PODER DESTRUIR ESA MATERIA PRIMA, PORQUE, EN LA MEDI­
DA EN QUE UNO SOLO LA DESTRUYE, AFECTA AL RESTO!
La utilización sistemática, continuada -y mantenida durante si­
glos- de los seres humanos entre sí, por la esclavitud del amor, es un
grave desarrollo y defecto histórico de la especie.
¡Y HAY QUE DARSE CUENTA DE ELLO!, PARA QUE ESE DES­
TILADO AFECTIVO DE LA CREACIÓN SEA TRATADO COMO TAL
VÍNCULO ¡DE LIBERACIÓN!
¡Y, EN CONSECUENCIA, NO ADMITE NORMAS, LEYES, HORA­
RIOS O IMPOSICIONES DE NINGÚN TIPO!
Eso es parte del atrapamiento vital que tienen los seres humanos
hacia sí mismos y, obviamente, hacia los demás.
¡NINGÚN HOMBRE NI NINGUNA MUJER PUEDE ESTAR ES­
CLAVIZADO A NADA DE OTRO! ¡DIOS NOS HA CREADO BAJO
EL SIGNO DE LA LIBERACIÓN! ¡Y USTEDES, COMO SERES VI­
VOS Y SANADORES, DEBEN EXIGÍRSELO!
Dentro del proyecto sanador que llevamos viviendo esta semana,
este punto es, sin duda, muy importante, y el que mayor lastre y resi­
duo deja. ¡Qué curioso, siendo el más puro!
Hemos laborado sobre la recomposición: Reparar, reestructurar. He­
mos trabajado sobre esa Identidad del “SÍ”, dándonos cuenta de que el
“NO” es un recurso, porque hay un “SÍ” debilitado. Hemos trabajado en

79
esa fusión de ascenso y descenso de lo Creativo, para que el hombre
alcance una posición de C apacítación.
Y después de esos tres recorridos, nos queda ahora afanarnos en
colocar, a ese ser, bajo una guía espiritual capaz de sintonizarlo con
ese destilado de amor que hace original a nuestra especie.
Todo eso está focalizado en la columna vertebral. Sí. En todo ese
recorrido vital que alberga el fino hilo de Shakti-Kundalini -como
dirían los hindúes- que, a través del líquido precioso, asciende misterio­
samente para alcanzar el “amor sin traba”, chakra por chackra, pelda­
ño tras peldaño, vértebra tras vértebra.
Quizás ahí haya que poner un empeño especial, un afán por actuar
con ahínco, con precisión, con intención, con afecto, en la recupera­
ción de ese Amor del Eterno que nos hace bellos en la Creación, que
nos hace útiles, que nos hace libres, a través de esa “Energía Origi­
nal” que circula por Tou M a í .
Vamos a descubrir cómo hay un lugar donde se puede realizar y
materializar esa recomposición, esa reestructuración de lo que debe
ser la marcha y la guía del ser, y no su esclavitud.
Los hindúes consideran que, en todo este mágico trayecto del Tou
M a í , hay una serie de estancias que se corresponden con los cha-
kras, que son como diferentes peldaños que conducen a diferentes
estados de conciencia. En definitiva, a diferentes estados de amor.
La vida del ser humano está en relación con las diferentes es­
tancias del amor. Cada tiempo es una estancia de amor diferente.
Eso es algo que cada uno de nosotros puede comprobar. Cuando
se tienen pocos años, se piensa que el papá o la mamá es lo más be­
llo del mundo... Pero, cuando se crece, se ve que “el chico” es más
guapo que el papá. Entonces, se cambia papá por chico. Al papá no
le gusta, normalmente. Claro, porque su hija es guapa.
Son diferentes niveles de amor, que van desde el amor más arrai­
gado en el chakra Interior-Muladhara-, al chakra superior -Sahasra-
ra-, que es la contemplación de lo Divino.

80
Normalmente, la persona, en el estado habitual de consciencia, es­
tá oscilando casi siempre en las estancias entre el ombligo y la zona
genital. Ése es el estado habitual de consciencia: sus anclajes, sus
conceptos, sus ideas, su dinero, su casa, su coche, sus acciones, su
bolsa, su familia... Todo eso es infraumbilical. Todas esas raíces po­
tentes, amarrantes -sexo, deseo, amor, drogas, rock and roll-... todo
eso, está en esa cuarta.
Es el mundo del amor profundo; subterráneo. No “malo”, sino “no
evolucionado”; involucionado.
La idea del amor, en la India, a través de la ascensión de la Kun­
dalini, es la ascensión por diferentes zonas o niveles, hasta llegar arri­
ba, donde está “el gran Gurú que contempla a Dios”.

I» Co iu h n * ve*re»**it
una s e n e pe pe i pt Ños

El camino que lleva la columna vertebral consiste en una serie de


peldaños que nos conducen al amor más grande -ésa sería la traduc­
ción a nuestro lenguaje-; en definitiva, los peldaños por los que tiene
que ir ascendiendo cada “adepto” para acceder a contemplar el amor
a lo Divino.
Desde la zona genital, al ombligo, se localizaría el amor más fí­
sico, más de posesión, más de pertenencia, más de propiedad.
El ombligo es como un embudo que, si se llega a él, se traga todo
lo anterior. Y aparecen otras nuevas posesiones: es la siguiente
cuarta, que va desde el ombligo hasta la punta del esternón, en
la que se da una posesión ya más de uso, de largo futuro.
La siguiente cuarta -entre la punta y el mango del esternón-
ya son las imaginerías, enamoramientos, platonismos, etc.

81
La siguiente -entre mango del esternón y la boca-, es la ante­
sala de lo Divino.
Y la otra -desde el entrecejo hasta el vértex de la cabeza-, es
la Contemplación.
El mundo se mueve por cuartas. Una cuarta, dos cuartas, tres
cuartas, cuatro cuartas y cinco cuartas. Como si la vida, o las expe­
riencias del amor, fueran un recorrido de cinco cuartas a través de la
columna vertebral.
Lo hemos medido por el vientre para entendernos mejor, porque lo
vemos. Por detrás, está en relación con el sacro, con las vértebras
-con las lumbares, con las dorsales, con las cervicales- y los huesos
del cráneo.
Es muy importante que contemplen que -como hemos dicho an­
tes- la columna va a ser el lugar o el receptáculo donde se van a al­
macenar todos esos fantasmas y todos esos demonios de
posesiones, de disarmonías, mala relación, malestar, angustia, ansie­
dad... Todo eso va a ir, como pequeños demonios, a concretarse a lo
largo de la columna vertebral.

ti t f o w e eeecrus
Ahora hemos dado un salto y nos hemos ido del pie a la columna.
¿Por qué hemos dado ese salto? Pues porque -como explicación
energética- en un determinado momento el hombre se hace “Homo
erectus”, adquiriendo el desarrollo de sensaciones, de sentimientos,
de emociones, de afectos. Entonces, cambia su posición en el espa­
cio -dentro de esta configuración de la vida- y, para ello, se vale de
la columna vertebral.
La columna vertebral es como una escalera que nos ha hecho po­
nernos de pie para que ascendamos a otro nivel de consciencia y de

82
contemplación. Es el eje por el cual nosotros vamos desarrollando,
evolutivamente, nuestras experiencias fenoménicas a otro nivel
-atracción, ternura, imaginación-... pero, sobre todo, la esfera de la
unión; la esfera de irse quitando el velo de la ignorancia, para adqui­
rir -como dicen los hindúes- una visión enamorada de la vida.
Son peldaños que van ascendiendo, y es importante que se los
conceptualice así porque, en esa medida, cuando se vaya a realizar el
masaje, cuando se vaya a mover esa energía, se sabrá que se están
moviendo esos peldaños de amor que permanecen obstruidos, blo­
queados, agarrados por las entrañas del muslo, del entremuslo, de la
cartilla de ahorros, de la “Visa”, de la “American Express”, del coche...
Todo eso va a ir a la columna vertebral. Sí, sí, sí. “¡Toma! La “Visa”.
Te la he sacado de la columna. Toma.” “¡Toma! El amor carnal. Toma”.
Y ves que todo eso queda atrapado a lo largo de la espalda. Y cla­
ro, nos mortifica mucho la “vida”, porque hace que estemos mal, que
no estemos a gusto, que no estemos felices, que no disfrutemos de la
existencia. Y estamos aquí para eso: para disfrutar.
Dios no creó a sus criaturas para que sufrieran. Dios las creó
para que dieran gloria de Él.

P T E S T I M O N I O

Dios creó a sus criaturas para que dieran muestras de Dios. No creó
a ninguno para que diera muestras del cabreo que tiene Dios. ¡No, hom­
bre! ¡No! Todos los seres creados, ¡todos!, han sido creados por ÉL. ¡De
verdad! Y uno dice: “Oye, pues en el caso de éste, me cuesta trabajo
creerlo. ¿No habrá sido algún fallo, y no se habrá dado cuenta Dios?”...
Los ha creado para que sean felices, sí. Y para que disfruten. Y, en
su disfrute, uno vea la cara de Dios. Y si viene un extraterrestre... di­
rá: “¡Ah, mira! Éstos también conocen a Dios”.

83
Pero claro, si llega un extraterrestre al planeta Tierra, y ve a la gen­
te, dirá: “Éstos todavía no conocen a Dios. Porque no están dando
muestras, testimonio, de la Gloria de Dios”.
Dios ha creado a los seres para que disfruten de este lugar para­
disíaco -gomo planeta-, porque hay con qué. El hombre, evidente­
mente, lo ha estropeado -eso está claro-. Pero, en la medida en que
lo ha estropeado, también quiere arreglarlo.
Si soy un ser creado para dar Gloria de la Creación -si no lo quie­
ren llamar “Dios”, llámenlo “Creación”-, para dar Gloria de la magnifi­
cencia de la existencia, tengo que estar todo el día “sublime”; siempre
bien.
Claro, tú te paras a pensar... y te das cuenta -como dicen los hin­
dúes- de que, bien, ¿qué es lo que te puede pasar, tan malo, tan ma­
lo, para que dejes de dar Gloria a Dios, y no ser testimonio de gozo?
¿Qué es lo peor que te puede pasar? Pues yo no encuentro nada.
El occidental dirá: “¡Hombre! Lo peor que te puede pasar... Imagí­
nate que se te muere tu padre o tu madre”.
Y el hindú contestaría: “¡Pero es que tienen que morirse! Pero si es
bueno que se mueran, para que renueven la tierra, para que renue­
ven la existencia, para que se purifiquen. ¡Eso no es malo!”.
-¿Eso no es malo? Bueno, imagínate que no tienes qué comer.
-¡Uuy!... ¡Si llevo yo años sin comer!... ¡Vaya ejemplo que me has
ido a poner!
-¿ Y el frío?
-¿El frío? ¡Aquí hace un frío terrible cuando llega el invierno...! Y
no tengo ni abrigo. Sólo un trapito para taparme. Y el agua del Gan­
ges está muy fría. Todo el año, además. Bueno, en Varanassi está cal-
dosiiia, de tanta gente que se mete. ¡Pero vamos!... ¡Eso mata todos
los microbios! Ningún microbio quiere vivir allí.
Entonces, claro, no le puedes amenazar con nada.
-Imagínate que tu mujer te abandona...

84
-¡Uuy! ¡Ojalá! ¡Dios mío!, ¡lo que daría yo por ello! ¿La quieres?
Es decir: no hay por dónde entrarles.

-¡Pues no! La comodidad y todas esas cosas son malísimas para


el cuerpo. Ustedes los occidentales están todos equivocados. Yo voy
ascendiendo... ascendiendo por la cripta de cada una de mis vérte­
bras, por cada uno de mis chakras, y me voy emocionando y purifi­
cando. Y cada vez necesito menos y menos y menos, y ya no hay
nada en el mundo que me haga sufrir. Ahora sí que estoy dando tes­
timonio de Dios: cuando no haya nada en el mundo capaz de contur­
barme y de hacerme sufrir; cuando siempre estoy sonriente,
agradable, dispuesto, correcto, respetuoso. Sí, porque no hay nada
que me pueda desequilibrar... ¿Qué puede pasar? ¿Un terremoto?
¡Pues nada! Eso es que las piedras se acomodan de otra manera.
Bueno, pues habrá que reacomodarlas. Es que, cuando ya ni te asus­
ta la propia muerte -ni la de otros ni la tuya-, ¡pues ya estás fuera del
enganche del sufrimiento!
-¿Qué te puede hacer sufrir?
-Nada. Nada.
-Bueno, pero imagínate que un amigo tuyo se queda cojo...
-Pues le haré una muleta. Será un motivo estupendo para que le
pueda yo regalar algo útil. Me pasaré un mes haciéndole una muleta.
¡Qué suerte! Dios, qué bueno es. Ha hecho una cojera a mi amigo pa­
ra que yo dé testimonio de Él y le regale una muleta...
N o hay form a de atraparlos. Y eso es m aravilloso; ¡fantástico! É sa
es la m ejor aportación que puede h a ce r el pensam iento m ágico hin­
dú a la especie: que no haya n ad a q u e te conturbe. ¡Tú disfrutas con
todo!

“¡Ah! Voy al entierro de un amigo mío. ¡Por fin se ha liberado de to­


das las deudas! ¡Los acreedores ya no van a cobrarle!”Y allá que te
vas, con un trozo de m a d era que has elegido para la q u em a. Y lo po­
nes en la pira en el lugar adecuado, p ara que se q u e m e y a rd a bien.
“¡Qué bueno! ¡Se ha liberado de todos los problemas!”Y eso siem pre

85
es enternecedor: el ver que, efectivamente, todo depende de con
qué visión se contemple la existencia, para que sea una existen­
cia fracasada, dura, difícil, insoportable... o sea una existencia
grata, alegre y, como dice el refrán, “al mal tiempo buena cara”.
O el otro: “No hay mal que por bien no venga”.
Siempre que pase algo teóricamente malo, es porque resulta­
rá necesario para vivir algo bueno. Por ello tenemos que dejar
que pasen las cosas. No impedirlas. Dejar que pasen.

C u B v t e s e eetto u n a seepien/re-.

I* P t / e e z A p e í T OO M A t

Una vez hecha esta larga introducción, nos encontramos con una
secuencia de acontecimientos que se corresponden con el área de
ascensión de lo espiritual. Lo cual supone viajar a través de la propia
actividad evolutiva de mi estructura, que está -digamos- “salvaguar­
dada” en la columna vertebral.
La columna vertebral necesita mucha energía para poder mante­
nerse erecta. De hecho, en cuanto tenemos la más mínima oportuni­
dad, nos sentamos o acostamos. O sea que mantenerse de pie
siempre representa un esfuerzo, desde el punto de vista físico. Siem­
pre supone una cierta lucha contra la gravedad. Porque para poner­
nos “erectus”, necesitamos del concurso de una fuerza especial que
mantenga la columna vertebral recta.
Eso explica cómo el canal de Tou Maí tiene una cantidad de varia­
bles, de ramas, que se saltan a la torera su topografía Yang. Le da lo mis­
mo. El caso es que él tiene que mantener el cilindro del tronco recto.
Recto, en apariencia, porque por dentro es curvo. La columna,
como vemos en el esqueleto, es curva. Necesita curvarse como

86
una serpiente. Las serpientes no se ponen totalmente rectas. La co­
bra hace una curva para poder mantener una determinada altura...
De hecho, los edificios, en general, están mal construidos. Los edi­
ficios deberían construirse como la columna vertebral -es decir, cur­
vos-, para compensar una concavidad con otra. En cambio, se hacen
rectos. Claro, tienes que desafiar una serie de elementos, y necesitas
unos cimientos enormes. Y siempre son frágiles. Siempre. Gaudí, sí,
intentó hacer sus curvas y sus cosas... Lo que pasa es que resulta
más trabajoso, claro, y requiere un cálculo mucho más minucioso.
A lo largo del tiempo, normalmente, los seres se encorvan y se
acortan porque los discos intervertebrales se desecan. Cada año te
haces más chiquitito, de cinco a seis milímetros. Los que son bajitos
no tienen esos problemas. Si esperan un poco, verán cómo los demás
se quedan más pequeños que ellos.
En cualquier caso, el canal de Tou M a ¡ emplea mucha energía pa­
ra poder mantener -que ésa es una de sus funciones-, al ser huma­
no recto, desde el punto de vista biológico, físico. La posición bípeda
de rectitud se debe a la actividad de la columna vertebral. Y ésta, a su
vez, se alimenta fundamentalmente de la fuerza del Tou M a í : de la
energía Original, que es la que nos hace mantenernos rectos.

V n * peecepctóN c s p e e t t i
p e la e e # i t p # p

Eso nos posibilita, no solamente una posición biológica o fisiológi­


ca o estructural recta, sino que, además, conlleva unos cambios en
nuestro cerebro, porque nos permite una percepción especial de la
realidad, según la cual, nosotros desarrollamos una serie de preferen­
cias, de valores, de referencias, que otros seres no tienen.

87
La adquisición de experiencias mucho más elevadas está propicia­
da, sin duda, por el hecho conjunto de una biología estructural que fa­
cilite ese desarrollo.
Como en cualquier otro ser, nuestra biología está en concordancia
con las posibilidades de relación de nuestro cerebro y de nuestro pen­
samiento.
En este caso, la capacidad que desarrolla el ser humano es la de
vivir experiencias y consciencias de relación, fuera de su propio cuer­
po. Es decir, que somos capaces de entusiasmarnos con África... o
de amar el océano sin haber buceado nunca... y cosas muy raras... Al
decir “muy raras”, queremos decir que, nuestro sistema nervioso cen­
tral y toda nuestra estructura tienen capacidad de abordar procesos o
ideas o proyectos que ya ni siquiera tienen que ver con nosotros mis­
mos, en cuanto a que nos salimos del entorno supervivencia!. Ése
es el gran salto que ha producido la evolución.
Todos los seres vivos, menos los seres humanos, emplean toda su
energía para sobrevivir; para vivir y cumplir un cometido. Nosotros, no.
Nosotros empleamos sólo una parte para eso. Pero, ¿y el resto? Con
el resto hacemos poesía, cantamos... hacemos una cantidad de ton­
terías, enorme. Eso es propio de un cerebro superior. De un cerebro
superior, sí, porque es capaz de recrearse en lo inútil. Lo cual es pa­
recido a como actúa Dios, que hace ochenta mil mundos para que
uno le salga bien. El resto está ahí de adorno. Es como una casa, en
la que tú entras en una habitación, y dices: “Bueno, ésta es para dor­
mir”. Pero no llegas y te acuestas, sino que pones unas cortinitas... y
aquí la foto de los niños... y aquí la de la señora... y aquí el equipo de
música... O sea, una cantidad de cosas tal que dices: “¿Es preciso to­
do esto para estaren la casa?”Y no, realmente no hacen falta.
Pero los cerebros evolucionados se valen de lo superfluo pa­
ra dar sentido a su vida. Si no, ésta no tiene sentido. Si te limitas só­
lo a comer, a dormir y a reproducirte, ¡ni gusto tienes! Es lo superfluo
-e l camisón, el pespunte, la puntilla, el perfume, el habla, la vela, la
música-... lo que te hace ir a la cama con alguien; no la instintualidad.

88
Somos seres superfluos que nos recreamos en lo inútil, porque a
ese nivel nos salimos de la escala biológica. En niveles inferiores, los
seres que vemos tienen que organizarse para sobrevivir y cumplir su
ciclo biológico. Nada más.
Nosotros, la supervivencia y el ciclo biológico lo cumplimos de so­
bra, muy rápidamente. Tardamos biológicamente, es verdad, pero en­
seguida aparece una cantidad de elementos que realmente no
necesitamos.
Nuestro nivel de existencia es diferente. Eso que estamos llaman­
do “accesorio”, “superfluo”, es lo que constituye la esencia diferencial
del ser humano con respecto al resto de los seres vivos. Eso es lo que
nos diferencia: que somos capaces de crear una idea, imaginarnos un
viaje, soñar y componer una poesía, a la vez que estamos clavando
clavos o arando un campo.
En cambio, el animal, el buey, va tirando... tirando y, mientras tan­
to, no se imagina ni una miserable poesía. ¡Claro!, porque su “cuadru-
pecidad” y su sistema evolutivo no se lo permiten. Él tiene bastante
con sobrevivir y, bueno, de vez en cuando, reaccionar si el amo lo tra­
ta mal. Pero eso es parte de su supervivencia.

f i e te n O M 4 "»AS v e A *

La diferencia entre el ser humano y el resto de los seres vivos ra­


dica, sobre todo, en el genoma “basura”. Cuando comparamos bioló­
gicamente el genoma de un ser con el de otro, la diferencia
fundamental reside allí. En el caso del ratón, el 99% de su genoma es
idéntico al nuestro, pero nosotros tenemos mucho genoma “basura”.
Le llaman “basura” o “egoísta” o “superfluo”, porque no se sabe qué
hace ahí. No codifica proteínas. Ése es el asunto.
Pero, ¿qué otra cosa codifica?... ¡Ah! Probablemente, es el que se
encarga del pensamiento abstracto, de la idea, de la magia, de los

89
nuevos presupuestos o proyectos, del sortilegio, del hechizo y
del embrujo. Probablemente esté en esa onda. Y eso nos da la ca­
pacidad de proporcionar el adorno vital a las cosas. En ese sentido,
es como un toque de distinción con respecto a la actividad de otros
seres -como las plantas, los animales, los minerales-... que tienen
otro ciclo evolutivo.

T0 1 / es e i Z Mf w r i

En todo este proyecto que acabamos de describir intervienen todas


las energías del organismo pero, en concreto, Tou Maí . Por eso lo he­
mos elegido. Es el que tiene una participación especialmente signifi­
cativa, sobre todo én la vida de afinidad afectiva, amorosa, de
atracción...
Como dirían los hindúes, es el “Shakti”sutil que nos permite aden­
trarnos en la escalera de los Chakras, para llegar a la contemplación
de Dios. Todo eso se realiza a través del amor, a través del Tantra, a
través de lo que nosotros llamamos “Soplo Espiritual Sensible”,
¡como una de las vías! Pero también se realiza a través de los cantos
devocionales, a través de los ritos... O sea, que hay miles de formas.
En cualquier caso, se está en lo superfluo, en lo que no necesito
para vivir como ser “biológico”.
Ya después, claro, me voy acostumbrando a vivir de esencias y, en­
tonces, ya no necesito biológicamente mucha comida.
Y, de hecho, necesito poco. Justo cuando voy perdiendo los valo­
res de Shakti, de la adoración de lo Supremo, es cuando quiero co­
mer y comer, y beber. Me ligo a la forma, y tengo sobrepeso o tengo
anorexia... Y tengo adipocitos de ésos -de la celulitis y todas esas
cosas-. ¿Por qué? Porque estás ahí, enganchado un poco más a lo
estructuradamente material. Si no, cada vez te alimentas más de
otras cosas. O sea que, eso que llamamos “superfluo”, constituye un

90
alimento esencial, lo que sucede es que hay que saberlo combinar
con un buen vino para que no te encierren y te llamen “loco”.

Bi o&trkcuio peí pesAMon

Ahora lo que nos interesa es ver cómo, en ese ser, encontramos un


capítulo importantísimo en el que hay un obstáculo, un stop en su
evolución. Porque su vía de ascensión hacia el amor por la Creación,
y en lo Creado y en el Creador, se ve obstaculizada por las dificulta­
des que tiene de amar, en el plano que le toca por su especie. Como
tiene dificultades, se enreda los cuernos -como el toro en una alam­
brada-, y no sabe por dónde metió el cuerno derecho... Y cuando se
da cuenta, pues ya ha metido el cuerno izquierdo, y ya está enreda­
do... Y no se desenreda. Como no vayas y le cortes tú el alambre, no
se desenreda.
Ése es motivo de consulta permanente: la ansiedad, la angustia, el
desespero... En definitiva, el desamor. El no dar las hiladas o los pes­
puntes precisos al amor, para que evolucione; para que se gratifique;
para que pierda ese lastre de manipulación, de control, de esclavitud.
Porque el amor es un acontecimiento liberador, no esclavizante. Si
nos esclaviza... es que no es amor. Es otra historia.
En la medida en que nosotros lo identificamos y lo definimos con
palabras, la palabra nos puede ayudar mucho. Digo: “Esto es esclavi­
tud. Estamos esclavizados en la carne, ¿verdad?”
No nos hemos engañado diciéndonos que nos amamos mucho y
que tal... No, no, no. Eso reservémoslo para cuando tengamos ca­
pacidad de no atraparnos mutuamente, de no esclavizarnos y de no
llorarnos.
Entonces, empleemos esa palabra. Mientras tanto, no. Empleemos
cualquier palabra cuadrúpeda.

91
La definición exacta de las cosas nos puede llevar a una relación
exacta de las cosas. Si sigues siendo “mi hijo” y sigues siendo “mi ma­
dre”, entonces yo nunca me voy a desenganchar de esa madre, ni
nunca me voy a desenganchar de ese hijo. ¡Claro!, porque es “mi” hi­
jo y porque es “mi” madre. Y siempre vamos a estar ahí. Y dices: “Bue­
no, ¿y cuándo se va a acabar esto?... ¡Dios no me ha podido hacer
tan esclavo que siempre tenga que estar enganchado a mi madre o
siempre tenga que estar enganchado a mi hijo!”
Eso es otro de los amores “bonitos”, que es pura esclavitud: llega
el niño, y el niño tiene treinta años, y todavía está “chupando” de la te­
ta de la madre. ¡Por favor! ¿Y para cuándo vas a dejar la teta para algo
más divino? Y quien dice la madre, dice el padre. Pero la madre, más.
Y llega el niño, y tiene sesenta años, y todavía está con la madre...
Yo tengo pacientes que vienen con su madre de noventa o cien
años. Y ellos tienen setenta, ochenta años. Y dices: Bien, compren­
do que pueda haber circunstancias extraordinarias. Pero lo normal
es que ese vínculo, una vez que se corta el cordón, pues se vaya des­
haciendo, deshaciendo... Y, de repente, veas una señora por la calle,
y digas:
-Oye, tú te pareces... ¡Tú no serás mi madre!, ¿no?
-¿Tú no eres Antonio?
-¡Sí!
-¡Es verdad! ¡Tú eres mi hijo! ¿Cómo te va la vida? ¡Avemaria!
¡Cuántos años sin vernos...!
Algo... un poco más... libertino, ¿no? Y no que estés controlado a
los siete, a los catorce, a los treinta, a los cuarenta, a los cincuenta.
¡No, no! Eso es una cosa terrible. Pero terrible de verdad.
Con mi padre y mi madre, ahora que están en otro plano, me lle­
vo estupendamente. Les llamo cuando quiero, me llaman cuando
quieren...
No tengo problema. Y tú los recuerdas... “Ahora voy a recordarlos
un poco. Hasta el año que viene no quiero saber nada de ellos”.

92
Pero, en la fase encarnada, todo eso se convierte en un amor muy
pegajoso -salvo excepciones, que las hay-. Pero, en general, pega­
joso, pringoso. Y tú ves cómo se va labrando así desde la más tierna
infancia. Y claro, luego, ¿cómo cortas eso? Casi imposible. Es esa es­
clavitud...
Más adelante, tienes un perro, y ya te esclavizas con el perro. Tie­
nes que ir a todos los sitios con el perro. Luego, tienes una novia: es­
clavizado con la novia. Luego, tienes un hijo... Pues ahora tienes el
hijo, el perro, la mujer y la madre. ¡Cuatro! Luego, encima, debes tra­
bajar para mantenerlos. Cinco. Entonces, ¿qué clase de ser evolucio­
nado eres tú? ¿Qué clase de Tou Maí tienes tú? ¡Tú no tienes ni Tou
Maí ni nada! ¡Tú eres un cuadrúpedo!
Naturalmente, puede que se tarde de tres mil a cuatro mil años en
disolver estos nudos, pero, mientras tanto, vamos a hacerlos un poco
más llevaderos. Por lo menos, vamos a definirlos, a colocarlos en la
posición adecuada para que no haya errores. Y no que, finalmente,
el amor se convierta en una de las principales causas de enfer­
medad. ¡Eso no puede ser! Esos son “los grilletes”, “la esclavitud”.
Eso no es amor, sino ESCLAVITUD. Y es negativo. Hay que cortarlo,
deshacerlo y hacerlo otra vez, nuevo; como el jabón cuando se corta.
Algo que, en teoría, si es verdadero, es liberador... que se convier­
ta en un martirio... te hace pensar: “Algo pasa aquí. Eso no es lo que
me esperaba, porque, si lo fuera, tendría que ser liberador, alegre,
festivo... No sé. Es que estoy fuera de onda. Me siento asustado.
Asustado, porque creo que estoy manejando algo valioso, y, realmen­
te, no lo estoy manejando. Estoy manejando otra cosa”. Otra cosa, de
las múltiples cosas-basura que tenemos.
Un negocio de carnes, de gestos y de voces, pero que no llega
a culminar en una verdadera atracción amorosa. Porque, cuando la
hay...
Los que conocen y aman Nueva York no necesitan estar en Nue­
va York. A veces están y a veces no están. Con su recuerdo es su­
ficiente.

93
¡En efecto! Yo, para amar a mi madre y a mi padre, no necesito que
estén pegados a mí. Ellos están en otro plano, desencarnados, y los
sigo queriendo mucho.
Es que si no, claro, vamos enlatando lazos y uniones que se vuel­
ven patológicos. Es una pena; ¡pero una penita pena! Por eso, de vez
en cuando, vienen bien los viajes de turismo afectivo...
No se trata de buscar nuevas aventuras; simplemente, de des­
congestionar la vía de la esclavitud.
Y así, cuando ves que ya te han puesto un cuarto y medio de gri­
llete -por chantaje, por lloro, por desespero... ¡por lo que sea!-, y
ves que te tienen atrapado, y que todo el día estás pensando en lo
mismo... ¡Ay! ¡Malo, malo, malo, malo!... Entonces, comprendes
que hay que hacer algo. Sí. Porque si no, se agota el afecto. Eso, que
puede ser tan rico... se agota. Se agota porque lo agotan, lo agotan,
lo agotan...
Y entonces, de ser esos novios que van así, siempre tan agarrados
de la manita, tan pringosones, al cabo de dos o tres años -o menos-,
cuando se vayan a dar la mano, alguno dirá: “Déjame, que estoy...”. Ya
no apetece tanto la manita. Mala cosa. Y es que el organismo es sa­
bio. No le gusta la esclavitud. Llega un momento en que...
-No me toques, no me toques, no me toques.
-Pero antes... ¡Si antes estábamos todo el día amasándonos como
el pan!
¡Claro! Esclavos del pan. Pero llega un momento en que tú te das
cuenta y dices:
“No, no, que me voy a quedar sin levadura. Quita, quita... Quieto,
quieto, quieto. Vamos a separarnos un poco, de tanto pringue y tanta
cosa”.
Porque de ser pan ácimo, a tener levadura, hay mucha diferencia.
Entonces, el ácimo se deja para los momentos así, intimistas, espiri­
tualistas; y la levadura, para otros. Pero obviamente, si gastas toda la
levadura, te quedas en ácimo.

94
U na columna con te tu e re s

Vamos a trabajar en la columna vertebral, como representante físi­


co del Tou Ma í .
Tou Maí nos va a liberar de ciertos aspectos esclavizantes del amor.
El amor es un acontecimiento liberador, en todas sus formas; no es es­
clavizados Cuando se esclaviza, cuando se materializa al amor, se for­
man en la columna vertebral esos grilletes que enganchan y que nos
convierten en esclavos. Ahí es donde nosotros vamos a ir a parar con
nuestras manos, para desobstruir esas esclavitudes y sacar la bola que
va encadenada al grillete, cuyo peso es tan enorme que ni se puede le­
vantar. Pero cuando se desobstruye la espalda, es posible agarrar esa
bola y... “¡BAAMI”, lanzarla lejos. Ahí se concentra ese amor esclavo. Y
ésa será parte de la rutina diaria que, como sanadores, van a ustedes
a tener en su consulta, o en su trabajo, o en la calle:
“Mira. Estoy muy preocupado. Es que mi padre tiene Aizheimer, y
llevo cuidándolo un montón de años. Y no me acabo de acostumbrar
a verlo así. Es que no sabe vestirse, dice chocheces... ¡Si yo he ido
con mi padre a las carreras!... ¡Yo he ido...! Y ahora estoy recordando
cómo era mi padre, ¿y verle así? El caso es que estoy deprimido por­
que no soporto ver a mi padre en esa situación. Y además, no quiero
ingresarle en ningún sitio. Quiero tenerlo conmigo... bueno, hasta que
pueda. Pero estoy hecho polvo”.
Esa persona está esclavizada por el afecto. No sabe cómo llevar
ese asunto. Y eso puede durar siete años, diez años, doce años, vein­
te años... Nuestro cometido será, entonces, ver cómo le podemos
ayudar. Puede seguir existiendo un vínculo de amor sin que nadie se
vea esclavizado. Así que podemos decirle: “Bueno, vamos a ver có­
mo se organiza usted. Búsquese alguien que le eche una manita. Us­
ted también contribuirá al cuidado de su padre, pero no pierda usted
por ello su ritmo y su candombe. No deje de ir a bailar una vez por se­
mana con su viejita...”

95
O bien: “Oye, tú sigue con tu ritmo. ¡Aunque, naturalmente, tendrás
que acomodarlo! Si sois más hermanos, os distribuís; o si no, buscad
una persona de las que se dedican a atender a estas personas y a
cuidarlas.
Bueno, o si no, pues para eso están también las residencias de an­
cianos y los centros especializados en ese sentido”.
La especie humana se tiene que acomodar. Lo que no se puede
hacer es esclavizarse en un determinado momento de la vida, así, sin
más. A no ser que sea absolutamente perentorio, claro: “Bueno, es
que no hay otra persona... Es que yo no tengo recursos para llevar a
mi padre a una residencia”...
El enfermo, por su parte, está en un estado mental en el que le da
igual “residencia” que “Hollywood”. Lo que no se puede hacer es, por
un mimetismo caritativista, esclavizar otros afectos que también expe­
rimentamos, y arrumbarlos fuera de nuestras vidas. ¿Cuándo se van
a retomar? ¿Cuando se tenga cincuenta años?
¿Cuántas mujeres no han consumido su vida en este planeta -y la
siguen consumiendo-, para cuidar al padre o a la madre cuando son
viejos? En los países pobres no hay recursos. Así que, ¿quién se que­
da a cuidarlos? La mujer. ¿Y qué etapa de la mujer se ve afectada por
tales menesteres? Justo la más interesante: entre los treinta y cin­
cuenta años. Hasta los treinta, criando a sus hijos, y después, cuidan­
do a sus padres. ¡Pues vaya vida! Todo, por el afecto. Todo, por la
forma perversa de enfocar el amor. Porque si éste fuera estrictamen­
te biológico, la mujer no se tendría que ocupar de nada más. Tú has
parido, ya se ha ido el niño y... “¡A hacer puñetas! Ya no me acuerdo
de ellos. Y mi padre, ni sé quién es, ni sé dónde existe”. Pero como no
es sólo biológico sino que por encima de todo domina ese impulso
afectivo, la historia natural de la mujer, en los países que todavía no
han alcanzado otros recursos, es ésta:
“Encontrar al señor. Esclavizarse al señor. Que el señor no le pegue
y no la maltrate demasiado. Parir, tener hijos... Estar pendiente e histéri­
ca de sus hijos... Si tiene suerte, ir a algún curso nocturno de gimnasia

96
rítmica o de yoga... Echarse un amante -en el mejor de los casos- que
tenga un buen futuro, al menos ergonómico... Y nada, esperar a que los
padres empiecen a entrar en Alzheimer para ir a cuidarlos. Entre medias
-mientras el abuelo entra en Alzheimer o no-, cuidar a los nietos... Lue­
go, muere el padre, y el marido es el que entra en la chochez. Entonces
toca cuidar del marido. Y finalmente ya, de asco, se muere...”
Esa es la historia natural, el ciclo natural desolador de la mujer,
hoy, en la mayoría de los países.
Los varones, a lo mejor, pasarán mejores ratos. Por lo menos, ahora.
Pero también ellos se consumirán en ese mismo argumento circular: “Es
que mi hija... Es que mis nietos... ¡Cómo no voy a cuidar yo a mis nietos
para que mi hija se libere...! ¡Si es que tiene que pagar el piso!”
El caso es que, con todo esto, lo que descubrimos es que el Tou
Maí lo tenemos destrozado. Porque, ¿qué ocurre con las personas de
las clases sociales un poquito más elevadas, o sea, la clase media,
dentro de las sociedades desarrolladas? Pues que las espaldas de
esas personas, la columna de esas personas, está francamente mal.
Y ésa es una de las causas habituales de patología. Además de la pa­
tología afectivo-emocionai-psicológico-existencial-genital -que es
diaria, diaria, diaria; no falla-, encima, la columna duele.
Claro, en el fondo lo que duele es toda esa esclavitud en la que te
has metido. Es el resultado de tener toda esa cantidad de amores “en­
grillados” -nunca mejor dicho-, en forma de grilletes, que te tiran, que
te atan, que te inmovilizan...

B u ec f o n p o s o h o s reomeos

Todo eso se va a ver reflejado en la columna vertebral.


Si nosotros sabemos trabajar adecuadamente con las manos, se­
remos capaces de disolver conflictos, aliviar asperezas, generar más

97
condescendencia, actuar con más flexibilidad en las emociones y en
los sentimientos, hacer que éstos sean más volátiles... Vamos a via­
jar con el viento; con las nubes. No vamos a viajar en tren. Ni con ma­
letas. Eso es horrible. Eso es de mal gusto. Hay que viajar con el
pensamiento, con el verso, con la canción, con la música...
En la medida en que nosotros dejamos fluir esa energía del Tou
Maí, a través de resonadores muy específicos -por una parte- y a
través de todo su camino -por otra-, con toda esa monumental co­
bertura que proporciona el Tou Maí a todos los órganos y a todas
las entrañas, cobra sentido esa frase tan castiza de: “¡Tronco! ¿Có­
mo te va?”.
“Tronco”, porque Tou Maí controla todo el tronco y toda la cabeza.
Todo eso lo tiene controlado. “Las manos y las piernas da igual que te
las corten”. El caso es que tú mantengas el tronco y la cabeza. Sin
piernas y sin brazos puedes vivir. Ahora, sin tronco o sin cabeza...
Acuérdense de la película “Johnny cogió su fusit’. Aquel hombre no
tenía ni brazos ni piernas, sólo tenía tronco y cabeza. Y, gracias a eso,
la enfermera se enamoró de él. Es difícil, pero ahí estaba la belleza
de la película: el ver que, en el fondo, somos troncos. Los brazos y las
piernas son un lujo. Poder andar y poder hacer cosas con las manos,
ya representa una maravilla.
El caso es que en el Tou Maí podemos encontrar el alivio para más
cosas de las que parece. Trabajando adecuadamente en él, la perso­
na puede sobrellevar mejor -en el peor de los casos- su esclavitud.
“¿Sabe, doctor, que, después de hablar con usted y de recibir el
tratamiento, por fin he conseguido ir a la piscina veinte minutos a la
semana? Y eso es para mí, ¡la vida!”
El hombre llevaba años queriendo ir a una piscina, porque le sen­
taba muy bien nadar, y no lo había conseguido hasta ahora por mil
causas distintas. Hasta que un día empiezas a pincharle la espalda
por una hernia de disco, y dice: “Oiga, ¿tendrá que ver algo la acu­
puntura con que yo haya ido por fin a la piscina?”

98
Pues sí, porque desobstruimos toda una serie de obstáculos. En­
tonces, el paciente logra hallar el hueco para hacer lo que realmente
quiere: ir a la piscina. Pero es que siempre ha existido ese hueco. Es
cuestión de darle preferencia a lo que verdaderamente queremos ha­
cer y desligarse de otras cosas: “¡Delegue usted en otras personas,
hombre! Sí. ¡Si no lo van a hacer peor que usted! ¿Por qué? Incluso,
puede que lo hagan peor, pero gracias a eso, cuando llegue usted,
pues va a ser recibido como Moctezuma, o el Rey del Cairo...”
Es conveniente darse cuenta de que, en Tou M a í , vamos a po­
der manejar todo ese fluido vital que nos ha hecho alcanzar una
posición vertical y desarrollar todo un sistema de valores afecti-
vo-emocionales que nos distinguen del resto de las especies.

P c j a * Ft(JtS e i A tV A

Como vemos, por la descripción minuciosa del canal, todo está liga­
do a la vía del Agua; al fluir natural del agua. Por tanto, si dejamos fluir
el agua de forma alegre y bullanguera, y, a la vez, profunda y misteriosa
-porque no todo es grito y exabrupto, sino que también hay profundidad,
silencio e intimidad-, entonces, esas aguas se van a manifestar de di­
versas formas -como fuente, como río, como pozo, como manantial, co­
mo arroyo, como mar-, y cada agua nos sabrá de diferente forma.
El amor es igual. El curso natural del agua es ser libre. La fuente
no guarda nada para sí; ni el pozo, ni el riachuelo, ni la cascada... No.
No guardan nada para sí, sino que por el contrario van a fundirse con
el mar. Y el mar tampoco guarda nada para sí. Se bambolea para dar­
nos la imagen de cambio, de variedad, de diversidad.
La misma ruta general del agua nos muestra cómo debe ser nues­
tra vinculación con la vida; nuestra presencia en el ánimo del Amor.
Somos fieles a la naturaleza del agua y, en esa medida, somos fie­
les a la naturaleza del Amor de la Creación. No nos estancamos.

99
Cuando las aguas se estancan, se pudren. No es bueno que se es­
tanquen.
Igualmente, cuando el hombre las estanca -cuando construye pre­
sas, por ejemplo-, siempre es mediante una fuerza descomunal. En
cuanto llueva un poquito más de lo previsto, se acabó la presa y se
acabó todo. Eso se desborda y, finalmente, se rompe. Es como que­
rer ponerle un parapeto al mar. Espera a que un día haya marea, y ve­
rás lo que dura el parapeto. La fuerza del agua es de una magnitud
bestial.Te agarra... te zarandea... te lanza para un lado, para otro... Y
así va terminando con todo lo que encuentra. ¡Con todo! Y es que fue­
ra de su cauce, el agua es tenebrosa. Sólo si circula por el conducto
adecuado, va como tiene que ir.

€ 1 T OO y ei úatjt»o
c e f A í o K H A a u i p e o

En ese sentido, este canal se desarrolla en el cuerpo bajo la in­


fluencia del AGUA, y va por delante... por detrás... aunque tiene un ca-
minito. Llama mucho la atención su rama principal, o la que llamamos
“principal”. ¿Por qué? Porque acompaña a toda la columna. Y ya sa­
bemos que toda esa columna tiene en su interior una vía de agua,
que es el Líquido Cefalorraquídeo -LC R-; un agua muy especial que
se forma arriba, en las cisternas del cerebro, en los cuerpos aracnoi-
deos, y también -parece ser- en otras zonas del canal raquídeo. El lí­
quido cefalorraquídeo se renueva continua y constantemente. Y está
sobreprotegido por las vértebras. Protegido... ¿por qué? Porque el
agua, en su emanación más pura, crea el cerebro, y después lo tiene
que cuidar con las membranas que envuelven el cerebro. Y lo alimen­
ta por dentro.

100
O sea, el cerebro alberga una oquedad. Es como una peluca.
Cuando piensas, te pones la peluca. ¿No piensas? Te quitas la pelu­
ca. Porque en su interior hay un vacío -están los ventrículos cerebra­
les, cuya oquedad la llena el agua-.
Los espacios meníngeos delimitados por las llamadas “meninges”,
están ocupados por un líquido. Un líquido muy especial, que tiene mu­
cho que ver con la vitalidad del sujeto.
El canal de Tou M a í , no es que vaya por fuera de las apófisis espi­
nosas, sino que su energía, como tal, es toda la energía del agua del
líquido cefalorraquídeo. Por ahí va el canal, lo que sucede es que pa­
ra nosotros aflora en la superficie. De hecho, cada resonador está en­
tre apófisis espinosa y apófisis espinosa, en el espacio que dejan
unas y otras. La energía, por tanto, está inmiscuida, imbricada, en el
líquido cefalorraquídeo. Ahí está la energía del Tou M a í , realmente. Y
ahí es donde tenemos que actuar. En este caso seguimos refiriéndo­
nos a las manos, pero podríamos actuar con las agujas.
Ese fluido es capaz de ascender y descender y, por tanto, en su
movimiento de ascenso y de descenso es semejante al agua del pla­
neta. Se mueve. Es semejante al viaje del salmón para aparearse y
desovar, que asciende a contracorriente el río donde nació. Lo curio­
so de esta agua es que desciende y asciende, como todas las aguas
de un ser bípedo. Es decir, que la sangre y los líquidos tienen que ba­
jar, pero también tienen que subir; por tanto, necesitan de un bombeo
especial.
¿Y cuál es el bombeo especial del líquido cefalorraquídeo? Se
mueve por diferentes presiones y, por supuesto, por la propia colum­
na vertebral que, en su movimiento, lo impulsa. En realidad, cada vér­
tebra es un escudo protector para llevar adelante ese líquido.
Y, si nos fijamos, la apariencia externa de las apófisis espinosas se
asemeja a un puerco espín. Es decir, por la espalda somos como un
puerco espín: tenemos pinchos, para evitar que se pueda dañar; pa­
ra defender, como sea, eso tan preciado, pues ahí va la médula espi­
nal y todas las raíces del árbol del cerebro. Naturalmente, queda

101
espacio entre vértebra y vértebra; y ésos son los puntos vulnerables.
Pero, de entrada, somos espinosos.
La columna vertebral es como un tubo de espinas que guarda en
su interior lo más preciado, para poder dar constancia de los senti­
mientos en todo su recorrido.
En el canal se ve cómo existen numerosas ramas que se sitúan a
ambos lados. Esas ramas serían como pequeños riachuelos de ese
mismo líquido -cargado de afectos y emociones-, que van a contac­
tar con la Vejiga, en los resonadores B en S hen y en los H uato -que
se localizan entre las apófisis transversas-.

Í A ACCI ÓN e O B * e Too MAf

Evidentemente, tenemos que realizar el recorrido desde las zonas


más instintuales -abajo, desde el Muladhara, por hacer otra vez refe­
rencia a los chakras-, desde el cóccix y el sacro, hasta que ya se
oculta en el soporte del cerebro: en el Atlas y el Axis. Y luego seguir,
por la línea media de cráneo y cara, hasta llegar a la gingiva.
Representa todo un trayecto y unas propuestas que van a tener
unas estancias muy definidas en los resonadores. Y que luego, cuan­
do trabajemos con ellas, implicarán que nos detengamos, específica­
mente, en determinados sitios.
Siempre se nos presentarán las pequeñas dificultades propias de
las personas muy obesas, pero en este caso, recomendamos que se
acuesten de costado, en posición fetal, pues así tendremos un más
fácil acceso. Claro, habrá que apretar con mayor fuerza, porque tie­
nen mucho panículo adiposo. En ese caso, un rodillo puede reempla­
zar la presión de las manos.
Decíamos que íbamos a hacer un recorrido a lo largo del Canal,
con objeto y fin de trabajar en todas las áreas de ese canal de Tou

102
M a í , lo cual nos va a perm itir desbloquear, desobstruir, esos a co n te ­
cim ientos antiguos, nuevos, viejos, etc., que se van acum ulando ahí,
por todo el proceso del que ya hem os hablado.

V tS V tltZ A e tÓ N

A la hora de abordar la columna y el Tou Maí, lo primero -como


siempre- es ver.
Entonces, uno se concentra profundamente en “ver”, y dice: “¡Ah!...
El hemitórax izquierdo está más prominente” -por ejemplo-. O: “El
hemitórax derecho está más deprimido. En consecuencia, la paletilla
derecha aparece más prominente”. Como debemos tenerlo en cuen­
ta, le preguntamos al paciente si existe alguna explicación al respec­
to. “Tengo la clavícula derecha rota. No la ligaron bien y el hueso se
acortó”, puede ser la respuesta que obtengamos.
Y ésa es una posible causa de la irregularidad torácica que apre­
ciamos.
Vemos luego, de una forma clara, cómo se ha desarrollado más
una parte del cuerpo que otra. Quizás se trate de un proceso que
haya necesitado muchos años para llegar al punto que observamos.
Y el proceso seguirá, seguramente, aunque ya de manera mucho
más lenta. Entonces nos podríamos plantear hacer algo para recu­
perar esa musculatura. El problema sería que, por falta de muscula­
tura, no pudiera mover la parrilla costal y tuviera dificultades de
llenado del pulmón. Pero, en realidad, como esto depende funda­
mentalmente del diafragma, no constituye una alteración, en princi­
pio, llamativa.
En este caso, la presión que tenemos que ejercer en el lado dere­
cho debe ser diferente de la presión en el lado izquierdo. Hemos de
tener en cuenta que, en el lado afectado, la sensibilidad no es la mis­
ma, porque tiene menos musculatura. No es cuestión de que haya

103
más dolor o menos dolor, sino que, a la hora de explorarlo, tenemos
que hacerlo de forma diferente.
La inspección ocular nunca debemos perderla de vista -nunca mejor
dicho-, para poder detectar alguna alteración en la columna antes de
entrar en contacto con ella. Por ejemplo, tenemos que observar si se pre­
senta alguna desviación -aunque no llegue a ser una escoliosis, que re­
sultaría evidente-, para asegurarnos de que respira de forma adecuada.
Si la respiración costal es escasa, está respirando abdominalmente.
Pero si de repente viéramos que está respirando mucho con la zo­
na costal, es que existe algún problema serio, y no sería adecuada ni
aconsejable la acción sanadora que nos disponemos a realizar.

I a Ptei

Es otro aspecto que debemos explorar. Si hay manchas, verrugas...


Las que pudieran tener más significado son las verrugas que apare­
cen en determinados lugares.
La espalda es una zona donde habitualmente aparecen manchas
y pecas. Indican estancamientos de energía. Pero no tiene por qué
estar toda la espalda llena de pecas, y en el pecho no haber ninguna,
por ejemplo. La espalda tiene que estar más o menos limpia, como el
tórax. En ese sentido, las pequeñas alteraciones en la coloración
siempre se corresponden con pequeños bloqueos que el organismo
compensa. No tienen mayor importancia.

CONTAerO CON TOO Hfii

Recordemos que es conveniente que el paciente no hable. Lo ideal


es que se establezca un tiempo de silencio.

104
Normalmente, se debe empezar por la zona del cóccix, es decir,
justo al comienzo del pliegue interglúteo. Podríamos comenzar más
abajo, pero no nos parece conveniente, por resultar un poco incómo­
do en general para el paciente; salvo que éste venga con algún pro­
blema específico, como por ejemplo una coccigodinia -o sea, dolor en
la punta del cóccix-.

Lo primero que hacemos es, con la mano derecha o con la mano


izquierda, un recorrido por toda la columna para familiarizarnos con
ella, llegando hasta la séptima cervical. Siempre hay que llegar hasta
la séptima cervical.

105
El movimiento que realizamos consiste en seguir la columna con el
dedo pulgar, haciendo paradas entre las vértebras. La fricción del pul­
gar sobre la columna va marcando una línea más enrojecida, que nos
mostrará si la columna está derecha o un poco desviada.
Hemos ejercido una presión ligera. Y si notamos, en alguno de los
puntos que hemos tocado, una pequeña reacción por parte del pa­
ciente, señal de molestia -aunque no nos haya dicho nada-, ahí va­
mos a insistir un poquito.

Z onas ABtcerAs
y ZONAS CO N TH AÍtA S

Una vez que hemos reconocido el trayecto, vamos mucho más


despacio, tocando los espacios existentes entre las apófisis espino­
sas. Podemos encontrarnos, en algunos sitios, una apertura mayor.
Cuando esto suceda, podemos marcarlo haciendo una cruz con la
uña del pulgar.
Las zonas que hemos marcado tienen una distancia mayor de lo
aconsejable entre dos apófisis espinosas. Eso significa que la muscu­
latura, por los impactos, por las preocupaciones -por lo que sea-, ha
ido soportando toda esa serie de evoluciones emocionales, y se ha ido
compensando: se abre más en un sitio, se cierra más en otro... Se­
guramente, cuando presionemos más en esos espacios, vamos a
producir alguna molestia en el paciente -es bueno hacerlo, aunque
duela-. Pero no suele ser muy doloroso presionar en la separación
que hay entre las vértebras. Se presiona sin mayor problema.
Lo primero que tenemos que hacer, siempre, es ir a los espacios
demasiado abiertos -a esos huecos que nos han llamado la aten­
ción- para que recuperen su tono. Los espacios que estén contraídos
también nos interesan. Para ello vamos a apretar un poquito para ver

106
si hay algún lugar que esté más contracturado que los otros. Pero
puede haber soldadura -sin más- de apófisis. Y eso es posible que
lleve ahí un montón de tiempo y no pasa nada. Luego, ya preguntare­
mos o mandaremos que el paciente realice algún movimiento concre­
to, para ver si se trata de una contractura momentánea o no.
Éstos son los... los peldaños de Dios.
En contra de lo que se podría pensar, antes de ir a los sitios más con-
tracturados -que, en definitiva, están ahí como estancados y bloquea­
dos-, vamos a los sitios que han quedado desprotegidos. Si existe
demasiada separación, es señal de que la musculatura está tirando por
otro lado. Es decir, como la columna vertebral es una serie de anillos uno
detrás de otro, si algo tira de un lado, se descompensa del otro.
Lo que debemos hacer es fortalecer ese espacio que está vacío,
porque si no, tenemos un espacio vulnerable.
Para ello, juntamos la yema del pulgar con la del índice, y pellizca­
mos el espacio existente entre una vértebra y otra. Será mayor o me­
nor, dependiendo de la columna que tenga el paciente. Haciéndolo de
esta forma, también abarcamos los H uato .

masaje peí r»«


Una vez realizada la inspección y revisión de la columna vertebral,
pasamos al masaje sobre el canal del Tou Maí propiamente dicho.

107
Empezaremos el recorrido desde el pliegue ínterglúteo, zona sacra, y
recorreremos a saltos, con el pulgar, esos peldaños que constituyen
la columna vertebral, presionando entre las vértebras.
Al llegar a la séptima cervical, la presión se ejerce suavemente
hasta culminar el canal. Nos iremos deteniendo en resonadores espe­
cíficos a lo largo del trayecto.

nesoNAPoeef t t s t c o s

Haremos especial hincapié en determinados resonadores de la vía


de luz del Tou M a í , que nos interesan particularmente por su nombre
alkímico y porque tienen una información muy precisa -aunque todos
podrían valer-. Estos son:
• La Puerta del Destino, entre la segunda y la tercera
M ing M e n ,
lumbar, por debajo de las últimas costillas. Aquí empezamos a usar
un poco las uñas para fortalecer esa zona, preguntando siempre si
molesta.
• ¿Qué tenemos entre la sexta y la séptima dorsal? L íng T a í , Terra­
za del Espíritu.
• S hen D a o ,Ruta o Camino del Shen, ¿dónde está situado? Entre
la quinta y la sexta dorsal.
• Y T ao D a o , La Vía de la Mutación, entre la primera y la segunda
vértebra dorsal.
Repetim os: M íng M e n , L íng T a í , S hen D ao y Tao D a o : P u e rta del
Destino, Te rraza del Espíritu, R uta o C am in o del S hen , V ía de la M u ­
tación.

Así, vamos ascendiendo con el pulgar entre las vértebras, presio­


nando en todos los espacios intervertebrales, pero deteniéndonos
con especial intención en estos resonadores. Y pondremos especial
atención en la zona cervical.

108
La zona ceevtcAi

Para la Medicina Tradicional China es una zona muy delicada, una


zona límite de tránsito. Esto significa que se va a explorar y se va a
trabajar en ella de otra manera. Hay que hacerlo muy despacio, muy
suave. Vamos a recorrer la zona cervical -que es la zona de transfe­
rencia, de comunicación- y la zona de las suturas óseas del cráneo
-por donde pasa Tou Maí-, hasta llegar a R en Z h o n g , El Centro del
Hombre, 26 TM.
En casos excepcionales, para trabajar en la columna cervical, po­
demos hacerlo con el paciente sentado o acostado de lado. En ese
caso, vamos a ponerle una silla para que apoye los pies. Debemos
proporcionarle una cierta comodidad, por lo menos durante el trata­
miento. En suma, debe estar cómodo, tapado, caliente, y con los
pies apoyados. Si tiene los pies colgando se producirá una descom­
pensación.
En la mayoría de los casos lo haremos con el paciente acostado,
si acaso girando un poco la cabeza, o elevándola, cuando accedamos
a la frente, nariz y parte superior de la boca.
Para actuar en la columna cervical le pedimos que baje la cabeza.
Vamos a pasar por el cuello muy suavemente, hasta el occipital. Lo
recorreremos con los dedos “medio”, “índice” y “anular”, de tal forma
que el dedo medio se acopla a la línea del Tou M aí por cuello y cabe­
za, y los dedos índice y anular quedan a ambos lados. En principio,
aparentemente, estamos realizando lo mismo que en el resto de la
columna, pero ahora, casi sin presionar. Hacemos una especial inci­
dencia en la séptima cervical, y entre la séptima y la primera dorsal.
Marcaremos la línea de energía de la Vejiga, pues es el soporte que
emplea el Tou M a í .
Continuamos hasta S h e n T in g , Palacio Divino, 24TM, que está en
el límite de los cabellos. Nos detenemos en Y in T a n g ... y seguimos
bajando. Con el dedo corazón -e l dedo del Maestro de Corazón-,

109
damos unos golpecitos en el 26
TM, R en Z ho n g o S hui G o u , El
Centro del Hombre o La Ruta del
Agua, para recordarle lo “dura”
que es la vida, pero lo buena que
puede ser también.
Ya hemos realizado todo el re­
corrido del Tou Ma í .

KetvLtcióN e¡ene**i
pe íes <fi/«ro:

Haremos ahora una maniobra de regulación general, con los nudi­


llos, para todos los resonadores que se hallan en la zona de los H ija­
t o . Es decir, nos hemos encontrado una pequeña descompensación,

y le hemos estimulado el vacío. Y ahora, como la columna es un todo,


vamos a compensarla entera. Y lo vamos a hacer con los dos nudillos
de los dedos índice y medio.

110
Cada vez que compensemos determinados resonadores -los que
sean-, inmediatamente después hay que recorrer toda la columna
para realizar una regulación general.

6 c Teew o**« ei Utei

Ahora vamos a hacer lo que nosotros denominamos “el tren” o “el


riel”. La columna es un riel. Y las apófisis vertebrales van a quedar en­
tre medias de los dedos índice y medio, flexionados. La maniobra es
de “ascenso con roce”, y ambos nudillos corren sobre el riel formado
por las apófisis espinosas.
La columna va en medio de los nudillos de esos dos dedos, de tal
forma que las apófisis espinosas sirven de riel. No es preciso apretar
mucho. Es, en realidad, parecido al anterior; la diferencia radica en
que en el movimiento anterior -e l de regulación general- no tocába­
mos las apófisis espinosas: quedaban en la oquedad. Ahora, damos
vuelta a la mano y las tocamos, y en lugar de ascender como quien
pone un sello -a saltos-, en este caso vamos rozando de abajo a arri­
ba y de forma continua. Y se va marcando la columna. Y a la vez es­
tamos estimulando los resonadores H uato J ía Ji.

111
Z e CAPt T OCAM OS,
CmdieitHt* ftHttAle* 4t l

• Primero: Inspección visual.


• Segundo: Respetar la intimidad del paciente.
Excepto alguna pregunta -s i procede- que formularemos al pa­
ciente por algún aspecto que nos llame la atención durante la ins­
pección visual, nosotros no tenemos por qué preguntar nada.
Porque el paciente, a lo mejor, sólo nos relata un cuento chino o
nos habla de Marilyn Monroe. ¡Para qué vamos a preguntar! El ca­
so es situarle bien. Que se sienta en su esfera. Preguntar lo menos
posible.
El paciente ya nos ha dicho que quiere que le pongamos psíquica­
mente bien, porque se halla confuso, con sus montajes y demás, que
no están... que no le encajan... Pues vamos, ¿para qué chismorrear?
¿Que él quiere hablar...? De acuerdo, hagámoslo antes o después del
tratamiento. “Durante”, no. “Durante” que permanezca callado. Y el te­
rapeuta también.
Hablar durante el masaje no es conveniente. Hay que crear un
clímax. Un pequeño clímax con un poquito de música o un canturreo
personal del sanador; algo que favorezca la acción.
Es importante que no se pregunte nada específicamente. O sea, sí,
ya sabemos que “estás hecho polvo”... ¡Y no queremos saber más!
Tampoco al paciente le apetece mucho que le arrebaten su intimidad.
De entrada, no es necesario hacer una gran historia clínica espe­
cífica sobre su estado emocional. Partimos de la base de que el pa­
ciente ha venido a vernos porque tiene angustia, tiene ansiedad, está
mal y quiere que le echemos una mano. Bien. No se pongan en plan
inspector: “Bueno, ¿y qué te pasa? Y, cuando eras niña, ¿te pegaba
tu padre, o no?”

112
¡Sí! ¡Todo eso está en la espalda! Ya lo sabemos. Vamos a desha­
cerlo para que eso no constituya un obstáculo. ¿Que luego el pacien­
te -después del masaje- quiere hablar... o experimenta una pequeña
catarsis y llora, y quiere comentarlo? ¡Ah! Estupendo. Pero para el tra­
bajo que vamos a realizar, no necesitamos que nos cuente nada. De­
bemos cerciorarnos, eso sí, de que físicamente no tenga ningún
problema por el que podamos causarle daño al hacer el masaje. Por eso
hay que mirar primero, tocar, ver cómo está el terreno -como hacíamos
con sus pies-, y después... “¡Ah!, bien. Puedo trabajar. Perfecto”.
Voy a desobstruir eso, a desestructurar, teniendo en la mente siem­
pre que esa columna es todo un recuerdo de ascensión en la ex­
periencia de amor que tiene el sujeto.
Todo eso de lo que hemos hablado antes tenemos que tenerlo en
cuenta antes de realizar el masaje; o mientras lo damos.
Eso es muy importante.
Y en esa medida, nuestra intención va a actuar sobre la persona.
En esa medida va a notar que determinadas cosas empiezan a fluir;
determinadas preocupaciones empiezan a ser menos intensas; em­
pieza a dormir mejor; tiene menos ansiedad por las cosas; tiene me­
nos angustia... ¡Es así! O sea, que hemos de respetar un poco la
intimidad.
El trabajo sobre Tou Maí se proyecta sobre la energía original, en
cuyo caso, existe todo un proyecto de vida que tiene el Universo pa­
ra esa persona, y nosotros debemos ser muy respetuosos con ello.
Como mucho, podemos preguntar:
-Bueno, ¿qué te pasa?, ¿qué te ocurre?
-Pues que tengo problemas en casa.
Si el paciente nos dice que tiene problemas en casa, podemos su­
poner fácilmente a qué tipo de problemas se refiere. Y no comenzar:
“¿Y qué tipo de problemas? A ver, ¿cuántas veces?, ¿cómo es?, ¿te
pega o no te pega?”... Desgraciadamente, eso es muy frecuente en­
tre los médicos: “el pregunteo”.

113
Que el paciente diga lo que quiera. Para que él se sienta a gusto y
podamos realizar el masaje también a gusto, tenemos que preguntar
poco.
El ambiente general debe ser cálido, agradable; que no haga
frío. Siempre hay que procurar ir tapando al paciente para que ten­
ga calor.
El masaje puede ser realizado sobre el suelo o en una camilla.
Puede haber un poquito de música, siempre y cuando no interfiera con
el silencio. Si ponemos música, debemos seleccionarla muy bien. Hay
algo ahí, de fondo, que se está oyendo. En las películas americanas al­
guien practica un masaje y, mientras tanto, los gángsteres acuerdan a
quién van a matar o a quién van a robar; pero aquí, no. Aquí el masa­
je tiene que realizarse en silencio. Si queremos poner un poquito de
música, bien. Pero ni siquiera es necesario poner hacerlo.
Si es de día, pues es de día; que entre la luz. Y si es horario de tar­
de-noche, pues que haya un poco de penumbra para que el pacien­
te se relaje.
Siempre, después de una actividad energética, conviene dejar
unos minutos de reposo.
• Tercero: Ocuparse de los espacios intervertebrales vacíos.
No se empeñen sistemáticamente en disolver un nudo de energía. No.
Estimulen el sitio donde no hay energía, para que él tire fisiológica­
mente de ese nudo. A veces, disolver un nudo cuesta mucho, causa
mucho dolor, el paciente lo pasa fatal, y no se consigue disolverlo.
Si hay dolor, se va poquito a poco, poquito a poco... Si vemos que
resulta especialmente doloroso, pues vamos aún más despacio... El
dolor es un mecanismo de alerta que tiene el organismo; no aparece
para que se le cause más daño. Como decía “El Juramento Hipocrá-
tico”: Lo primero que hay que saber como sanador es que no hay que
hacer daño. Hoy, eso ya no funciona. Ya, por sistema, te dicen que se
te va a caer el pelo... te van a aplicar radioterapia... luego te van a
hacer un transplante de médula... lo vas a pasar fatal... y, si hay suer­

114
te -en el 20% de los casos- te pondrás bien. Y si no, ¡oye!, ¡pues así
es la vida!
En cualquier caso, siempre es preciso tener la cautela de decir:
“¿Aquí duele? Bueno, espere. Espere, a ver si yo puedo calmar este
dolor”.
Pero no mediante otro dolor, en principio. Tal vez sí, porque, por
ejemplo, te has luxado un brazo y te duele. Y hay que estirarlo, darle
la vuelta y colocarlo. Ahí, sí. En este caso se trata de una acción ne­
cesaria. No queda más remedio. Pero si no, en el caso del que esta­
mos hablando ahora, de la espalda, no hay por qué provocar dolor.
“¿Ahíduele?”Pues bueno, poco a poco, despacito, poco a poco... y el
dolor se va mitigando, se va anestesiando -por así decir-, se va des­
bloqueando... ¿Que tardas mucho en el proceso, y en vez de una se­
sión necesitas cinco? ¡Pues cinco! ¡Qué le vas a hacer! Pero, ¿por
qué tienes que desbloquearlo en una sola sesión, y dejar al paciente
cojo? O sea, poco a poco, poco a poco...
Y es que la vida es así. Quiero decir, la vida se hace poco a poco
y, gracias a eso, dura mucho. Si se pretendiera que se desarrollara
muy deprisa -como la viven algunos- se agotaría muy pronto.
En el espacio dilatado entre vértebra y vértebra -lo que llamamos
los espacios vacíos- la energía se ha dispersado. No hay energía,
porque hay otro sitio que tira de ella. Es como un enganche. Si tira de
un sitio y tira de otro, se abre. Lo primero que se debe hacer es esti­
mular el vacío, antes que dispersar la concentración -que, habitual­
mente, es dolorosa-
Otras veces la dilatación es dolorosa, porque ha pillado alguna rai­
cilla nerviosa o algún canal de energía. Ante el dolor, siempre hay que
tener cuidado de no producir más dolor.
• Cuarto: El masaje del canal Tou M a í , propiamente dicho, con
el pulgar, parando en los resonadores indicados.
• Quinto: Masaje de los H uato con el dedo índice y el dedo me­
dio flexionados, y moviéndose de abajo a arriba entre las vértebras,
con cierta presión -como el movimiento de pegar un sello-.

115
• Sexto: Masaje de los H uato y de las apófisis espinosas. Dan­
do la vuelta a la mano, hacemos lo que hemos denominado “el tren”
o “el riel”.

PS IO S tU
Pe ESPAIPA;

Volvemos a dar la vuelta a la mano, y de nuevo pasamos con el de­


do índice y el medio a ambos lados de la columna -como el movi­
miento de pegar un sello, de abajo a arriba-, pero abriendo más los
dos dedos, de forma que vayan en la línea de los resonadores IU de
la espalda.
En el caso de que no nos dé la apertura de los dedos para seguir la
línea de los resonadores IU, podríamos hacer el recorrido de abajo a
arriba con el pulgar. Seguimos esa línea de vejiga, en “lanzadera”, con
el pulgar, pero lo hacemos de abajo a arriba. El sentido de tal indicación
es aportar apoyo a la energía del Tou Maí, que es el canal protagonista
en este masaje, ya que sostiene toda la espalda y las vivencias emocio­
nales del ser, como ya hemos comentado anteriormente.

116
ios B í » S < f£ W

Después de haber hecho todo el recorrido por Tou M aí, y por la lí­
nea de los H uato -con el riel o el tren-, el siguiente paso es actuar
sobre la rama secundaria del canal de Vejiga. Dicha rama, que va a
ser irrigada por el Tou M aí, se corresponde con la tercera línea de Ve­
jiga, donde asientan los resonadores B en S h e n . Se localiza a tres dis­
tancias -tres cun-, lateralmente a la columna vertebral.
Aquí, con las manos juntas, una al lado de la otra, y propulsando
todos los dedos a modo de golpeteo, ascendiendo y descendiendo
longitudinalmente varias veces sobre la línea de los B en S h e n , reali­
zamos un movimiento de masajeo intenso, al que llamamos humorís­
ticamente “la silla eléctrica”. Al paciente se le quedarán marcadas
perfectamente unas líneas rojas en la piel. Así iremos observando có­
mo se van caracterizando los B en S h e n . Y podemos encontrar que,
por ejemplo, las marcas son más intensas en la parte superior -áreas
del psiquismo del corazón y del pulmón- y menos intensas en la par­
te inferior. También podemos encontrarlas más intensas en el lado de­
recho que en el izquierdo...

117
De esta forma hemos atendido a toda la esfera de su psiquismo,
pensando sobre todo en las posibilidades que aporta el Tou M a í .
Puesto que hay ramas del Tou M a í -secundaria dorsal ascendente y
vasos secundarios- que van a conectar con todo esto.

EtPANyfiNPO F4WT4SM4S

Y ahora hay que espantar lo que denominamos “los fantasmas.”


Hay que pillarlos por sorpresa siempre.
Tenemos que favorecer que la energía circule bien. Para ello hace­
mos palmoteos en toda la espalda con las palmas de las manos, su­
biendo y bajando. Es como una pequeña sesión de percusión... pero
no hacemos daño. El masaje tiene que pillar por sorpresa al pacien­
te. Claro, no hay que decirlo, para que todas las ramitas secundarias
se desbloqueen. Todas esas pequeñas ideas tontas que nos vienen,
que se nos pasan por la cabeza... todo eso, con unos cuantos golpes,
se diluye. Y el paciente, que estaba con el reconcome: “Pues yo aquí
no vuelvo, ni le pago... No lo soporto”. Por lo menos piensa: “¡Ah!
Pues al salir me voy a tomar un café y me voy a fumar un cigarro”.
¡Nada más! ¡Qué cosa más tonta! Sí, pero se le ha quitado la idea
-por ejemplo- que tenía prevista.

118
Después del palmoteo vendría otra actuación, que podríamos lla­
mar “amasamiento”.
Vamos a presionar un poquitp más a lo largo de toda la columna,
pero muy suavemente. Es decir, como ya hemos explorado antes la
columna, la presión que tenemos que realizar la hemos de calcular de
acuerdo con la estructura de la persona. Con ambas manos, una en­
cima de la otra, sobre la columna y la espalda, dejamos caer el peso
de nuestro cuerpo. En cada sitio ejercemos una pequeña fuerza así,
momentánea. Pero insisto, no especialmente fuerte.

PegpetAS LAS AL AS

Y ahora, el desbloqueo de las escápulas. En el caso de que haya una


escápula diferente o afectada -por ejemplo, por una antigua fractura-,
debemos tener cuidado, porque el paciente ya tiene una postura anti-ál-
gica. En ese caso, habría que trabajar más con la escápula sana.
Los brazos deben quedar extendidos a lo largo del cuerpo, para
que la postura sea natural. Es preciso agarrar la escápula bien, de for­
ma que queden marcadas las uñas. Se necesita fuerza en las manos.

119
¡A despegarlas! Con la mano, vamos buscando el hueco que hay en
la escápula, y vamos introduciendo los dedos, despegando la escápula
poco a poco, hasta que logramos tenerla toda en la mano. A veces es
necesario ayudarse con la otra mano para realizar esta maniobra. El pa­
ciente tiene la sensación de que se la van sacar. Esto es buenísimo, por­
que aquí se acumulan muchos conflictos. Muchas ideas y problemas se
van a estancar allí. Ésta suele ser una zona atascada.
Nos colocamos al otro lado del paciente, y hacemos lo mismo con
la otra escápula. Despegamos las alas... ¡y a volar!

M i*s aisAtetsl
P tim ty

El siguiente paso es ver cómo están las bisagras.


Con el paciente sentado, se le pide que flexione el tronco lo más
que pueda. El terapeuta va empujando para colaborar aún un poco
más en la flexión. Le pedimos que levante y baje el tronco. “Baja bi­
sagra... baja bisagra...” A ver hasta dónde puede bajar. Lo ideal es que

120
él pueda tocar con la cabeza la camilla o el suelo -si estamos en el
suelo-. Es bueno insistir, porque flexibiliza todo al máximo. Si le falta
un poquito para tocar, cargamos el peso de nuestro tronco sobre su
espalda para ayudarle -sin romper nada, a ser posible-.

S e $ K H ^ p w fc fjc t if o

Sujetando los pies del paciente a la altura de los tobillos, le pedi­


mos que gire a la derecha todo el tronco. Tanto como pueda, y sin mo­
ver la cadera. Ahora, a la izquierda... Otra vez a la derecha... Otra vez
a la izquierda... Otra vez... Otra vez...
Hemos movilizado las dos bisagras del tronco, haciéndolo girar. Es­
te movimiento es importante.

121
s

tos HtceoctereMAs

Ahora, sentamos y giramos nosotros al paciente. Con una mano se


agarra un hombro, y con la otra mano se empuja el hombro contrario
de forma prudencial. Llegamos hasta un extremo y forzamos un po­
quito, nunca en exceso. Hacemos lo mismo hacia el otro lado, suje­
tando el otro hombro.

122
Después, finalmente, le pedimos que se acueste de nuevo, pero
ahora mirando hacia arriba. Procedemos a hacer unas maniobras ge­
nerales para estirar. Tiramos de los pies hacia nosotros... y de la ca­
beza hacia arriba:

123
De la cabeza no podemos tirar tanto como de los pies; de modo
que lo haremos más suavemente. El estiramiento cervical es, simple­
mente, agarrar la cabeza desde atrás, de la nuca, sin girar. Se va ti­
rando un poquito... un poquito... y ya. Si molestara o incomodara no
continuamos. Para el paciente ha de resultar grato, como si con ello
le hubiéramos despegado algo.
“En el estiramiento, la persona ha crecido un centímetro”, ¡seguro!

Ahora sujetamos la cabeza por los lados, sosteniéndola con las


manos sobre las orejas.
Cuando realizamos este ejercicio nos damos cuenta de la fragili­
dad de la vida. Vemos cuán frágil es esta zona del cuello. Con razón
están aquí los puntos “Ventana del Cielo”, porque “de aquí, al Cie­
lo”. Con un mal movimiento, subes directamente.
Giramos la cabeza a un lado y a otro, ¡con mucho cuidado!, y ha­
cia adelante y hacia atrás.

124
SI / HA

Esto es lo básico para realizar todos los movimientos -los más


sencillos- que puede hacer la columna vertebral. Hemos ido, efectiva­
mente, a aspectos muy concretos, y hemos destacado resonadores
muy específicos que nos interesaban por el psiquismo. Pero también
hay que desbloquear las articulaciones, por eso realizamos esos
grandes movimientos de flexión y extensión... de rotación sobre el
eje... Y después, el estiramiento.
Estas maniobras que hemos realizado son las maniobras bá­
sicas que hay que hacer sobre la columna vertebral para resta­
blecer y desbloquear toda esa serie de estancamientos que
pueda tener el paciente.

125

LL
^ G e r m

a
a

)
n b n c í a
MSPtTACtÓN

Sitúense en una posición de quietud, y guarden silencio.


Dispónganse con las manos abiertas, de tal forma que la derecha es­
té encima de la izquierda, y junten los extremos de ambos pulgares.
Respiren despacio, y tomen como referencia “la Fusión con el So­
plo”, “la Puerta del Palacio de las Emociones”.

Y MEDITEMOS EN TORNO A:

LA P e t H A N C N C t *

Sí. Los seres permanecen -¿verdad?- a lo largo de la historia, pa­


ra hacer historia.
Y la historia surge como consecuencia de que la permanencia del
sujeto culmina con la desaparición.
¡La historia es, pues, consecuencia de una permanencia falli­
da en este bello planeta!
¿A qué llamamos “fallido”? A que a la gente le da por morirse. Bue­
no, *a la gente, o a la biología, o a la ciencia, o a quien sea. Y... en cual­
quier caso, los seres cambian de residencia y no comunican dónde
están. Tenemos una residencia virtual -virtual, ¿eh?- en los cemen­
terios -que, para el caso, poco sirven-.

129
Entonces, fíjense bien. Si la permanencia se hace resurreccio-
nal, se hace inmortal, se hace cambiante, se hace transfiguran­
te..., entonces no hay historia que contar, ¿verdad?
¡Ah! ¡Fíjense además! La permanencia garantiza... -y esto es muy
importante para la vida- el pleomorfismo, la “pleomorfosis” existen-
cial. Es decir, ahora tengo canas, mañana no; hoy tengo media barri­
ga... pasado tengo un cuarto y mitad más de culo... otro día tengo
más pie... otro día...
¡Qué historia! ¡Qué historia! ¡Si es que la historia es malísima! ¡Ma­
lísima! ¡Malísima!
Y, es más. Miren si será mala la historia -esto es como las autop­
sias- que, encima, se hacen las nuevas historias en base a las anti­
guas historias, es decir, sobre lo que ya no existe. ¡Malísimo! Es como
si las conclusiones de un cadáver... las lleváramos a un ser vivo. ¡Pe­
ro si es que éste está vivo!
“No importa. Muerto eres, y en muerto te has de convertir”- dice la
historia-. Y la historia natural de la vida dice que: “Se nace, se Crece,
se desarrolla y se muere. Es ley de vida”...
Y uno dice, cuando ya entra en la locura: “Y esa ley, ¿quién la ha
impuesto? ¿ Y esa ley de dónde sale? ¿ Y esa ley de dónde viene? ¡Yo
no leo las esquelas de todos! ¿Qué pasa? ¿Dónde está el resto?...
Bueno, no importa. Se pierden en los océanos. Vale”.
Pero lo que nos interesa ahora es cómo aprovechar estas estancias
meditativas y prácticas que estamos desarrollando estos días, y que em­
pezaron por R eparar -¿recuerdan?-; luego siguió con el “Sí”: Sí a la
existencia propia, al idealismo programático de cada uno; prosiguió con
la Capacitación: o sea, aumentar las capacidades, darles diversidad;
continuó, en su cuarta estancia, con esa columna que nos llevaba a las
diferentes estancias de amores, y nos situaba el “meollo” de los afectos
en el sitio perfecto. Y hoy, quinto, va a culminar con La Permanencia.
Si dominan todo lo que acabamos de decir, pues... ¡ya está! El res­
to, fioritura. Pero también es necesaria la fioritura.

130
¡Ah! ¡La P ermanencía!
-Eso está muy bien, pero a ver... ¿cómo vamos a permanecer
si... ? ¡Si es que es ley de vida!
-¡Otra vez con la ley de vida! Mira... ¿cómo te diría yo? La ley es
una coartada represiva.
La P ermanencia es muy importante. Y de “ley de vida”, nada. Eso
son cosas de abogados, de juristas, que tienen que ordenar el mun­
do a su gusto: de forma capitalista, de forma comunista, de forma so­
cialista, de forma demócrata cristiana, de forma republicana, de forma
monárquica, de forma parlamentaria... ¡Bueno, todas esas variables
de bollos, bollitos y bolletes!, ¿no?
Ya les he dicho que el sujeto puede permanecer de varias for­
mas... O bien se transfigura, se transforma -¡transfigurarse!-, o bien
resucita, o bien se inmortaliza.
Como ven, hemos añadido, sutilmente, lo transfigurado como
una forma de existencia sin historia. Y volvemos a insistir en que la
historia surge como consecuencia de una concepción “permanicis-
ta terminal”.
Y todos los periódicos que se precien tienen ya montada la esque­
la de determinados personajes que, en fin, ya llevan un tiempito largo
por aquí. Lo cual no deja de ser triste, ¿no?, que vayas al periódico y
resulte que ya está escrita tu esquela y tu reportaje biográfico.
Permanencía. Bien... ¿Y eso... para qué? Pues para muchas cosas.
Sobre todo, sobre todo, para una situación double, o doble. Double,
doble. ¡Eso! Y es para una situación de carácter “intuitivo preventivo
materno filial” -intuitivo-preventivo-materno-filial- Y es, bueno, ¡pa­
ra estar en forma! También para eso.
Eso por una parte. Y por otra, además de la prevención, tenemos
la situación de la... -¿cómo diríamos?- de “la-,tercera e interesante
edad”.
-Tercera edad. ¡Aaahhh! Esa que comienza a partir de los treinta,
¿no?

131
-Bueno, eso quisieran los de ochenta. Pero sí, más o menos, sí,
aunque un poco más tarde. Me refiero a toda la trouppe de ancianos
- o en vías de ancianidad- que son... y empiezan a constituir la ma­
yoría de los habitantes de los habitáculos más desarrollados.
Es decir, la gente no quiere multiplicarse. En la medida en que el
desarrollo del ser se hace mayor, la replicación se hace menor.
“¡Ah! Quizás se multiplican de otra manera”.
Tal vez. Pero de momento es la invasión de la tercera edad, a la
que -en principio, en teoría, manejando el mundo tal y como se con-
ceptualiza- están abocados la mayoría de los seres. Y verán ustedes
cómo se les presentan, por supuesto, una serie de afecciones, altera­
ciones, etc., calificadas como “propias de la edad” y deben saber que
tal concepto es mentira. Completamente mentira. No es que haya
afecciones propias de una edad. Eso no es cierto. Lo que ocurre es
-vamos a hablar con propiedad- que, en determinados espacios de
tiempo, de permanencia, de carácter histórico, son más frecuentes
determinadas alteraciones. Nada más. Es decir, un anciano no tiene
por qué ser artrósico. No. Y, de hecho, hay ancianos que no son artró-
sicos y sí, en cambio, jóvenes que lo son.
-N o es lo más propio.
-No. También hay jóvenes que se vuelven locos, y ancianos que
no, y ancianos que sí, y jóvenes que no.
Es decir, que sí hay una prevalencia. O preocupación.
Pasa como con los tumores. Los tumores, en la teoría y en la prácti­
ca, en números estadísticos, son más frecuentes a partir de edades ma­
duras. El dato resulta incontestable. Lo cual es una contradicción, porque
si está envejeciendo el cuerpo y ya apenas se reproducen las células
¿por qué, sin embargo, va a desarrollar un tumor? Quizás... ¿no será
que ese cuerpo entra en una etapa transfigurante, y el tumor es un equi­
valente de una reproducción o de una replicación exangüe para otros ni­
veles, pero que aún no se ha concretado en una realidad evidente?
Pero también, evidentemente, existen tumores en los jóvenes.

132
O sea que las enfermedades “propias de la vejez”, no son, como
tales, propias. Serían propias, en la medida en que no aparecieran en
otros. Aunque sí, es verdad que existe una afección en ese ámbito
que ahora es la reina de los mares, o el rey de los mares, y es -co ­
mo saben- la enfermedad de ése que trae locas a todas las chicas y
los chicos... El muchacho ése, ¿cómo se llama...? ¡Alzheimer!
Sí, ahora todo es Alzheimer. Todo. En cualquier caso, la falta de
proyección de permanencia hace mucho a la hora de encontrar a los
seres humanos -masculinos y femeninos- en un estado deteriorante,
puesto que, no ya la erosión del tiempo que en teoría se produce, si­
no la actitud pensante, la posición de disponerse... Me explico de otra
forma. Quiero decir que, esas edades y esas condiciones, más que
edades, son la consecuencia de la aceptación de la vida bajo un
criterio legalista, según el cual, a partir de cierta edad sucede esto
y esto y esto... Y es que eso no es cierto. La preponderancia de que
pasen ciertas cosas con más frecuencia, no significa que las co­
sas sean así en todos.
Dicho de otra forma: si tu “mentalismo vital” -procuremos acordar­
nos de esta expresión-, te desconecta, te desembrolla de la serie de
acontecimientos establecidos según la ley de la pubertad, la juventud,
la infancia, la niñez, el adulto, el anciano, el jubilado y el kaput... Es
decir, si te quitas esa visión, si dejas de ejercitarte en vida bajo esas
perspectivas, probablemente tu evolución sea diferente... Vamos a de­
jarlo en “probablemente” porque no tenemos que entrar en conflicto
con la historia, esa cosa que surge del legalismo de la vida. Pero la
vida no es ninguna ley.
Esa manía que tienen los seres humanos de ser todos abogados...
-sobre todo jueces- ¡les encanta!... les hace elevar todo eso al “ran­
go de ley”, porque eso les hace sentirse dioses. O sea, la forma más
fácil de ser dios es hacer Derecho (y tanto se puede ser dios o diosa,
en este aspecto no hay diferencias), y así distribuir la ley: “El peso de
la ley caerá sobre tus iniquidades y sobre tus falsedades, porque ven­
drá el Juicio Final...”.

133
¡Ya lo ven! ¡El Juicio Final! Todo el mundo con el Juicio para arriba
y el Juicio para abajo.
¿Y quién va a ser mi abogado defensor? ¿Me van a poner uno de ofi­
cio, o qué? ¡Y el fiscal, claro, será el Hijo, el Espíritu Santo... alguien con
influencia, seguro! ¡Y el Juez, Dios Padre, allí, dando zapatazos y mar­
tillazos a todo el mundo! Y el otro, con la hoz, ¡cortando la cabeza!
En fin... retomando el objeto de nuestra meditación, en esa per­
manencia acuérdense de la transfiguración. Ése es un detallito im­
portante sobre el cual hay que estar, ahora, pendiente, porque ése es
el que proporciona el touche. El touche para la resucitación, si es ne­
cesario; y el touche para la inmortalidad, si fuera preciso; o el touche
para la desaparición... ¡pero de otra forma!
Ahora bien, no se olviden de lo que acabamos de decir: quítense
la toga, es decir, dejen de ser abogados. Que Dios no es un jurista
que está allí con el cepillo, dale que te pego al mazo.
“¿ Y por qué... -dirán ustedes- no dejamos el mundo como está?”
¡Tranquilos! ¡Si lo vamos a dejar como está! La mayoría, el 99% del
mundo va a estar como está y va a seguir igual. Lo importante es
que algún porcentaje extraño, raro, siga otro camino. Nosotros so­
mos un porcentaje extraño, raro. Intentamos serlo. Pero sí, al mundo
lo vamos a dejar como está. Es inmejorable: es una mierda con carác­
ter evolutivo y cíclico. Y eso... eso no tiene solución. No se crean, por
tanto, que van a participar en la salvación del mundo o algo parecido.
¡No! El mundo ya está “listo”... para sentencia. Nunca mejor dicho -y
otra vez aparece el Derecho-. Y ya está. No le den más vueltas. Si va
a haber guerra, si no va a haber guerra... si el mes que viene... si la
semana que viene... si el viernes que viene... o al otro... Porque, cla­
ro, el próximo viernes el Consejo de Seguridad dirá... ¡Qué importa!
¡Eso está ya acabado! Harán muchas más cárceles, muchos más ce­
menterios... La humanidad, como tal, de corpus brutus, it’s finíshed.
¡Se ha acabado! Lo que pasa es que iremos contemplándolo poco a
poco.

134
Se trata de que algún germen virtuoso, que bien podría estar por
aquí, geste y genere nuevos fundamentos capaces y establezca nue­
vos parámetros de fundamentos, insisto, que permitan que el hombre
se mueva en otras coordenadas, como es la resurrección; como
es la desaparición; como es la inmortalidad; y como es la trans­
figuración.
Evidentemente, todos esos acontecimientos son producto de unos
pocos. ¡Muy pocos! El resto del mundo ya está prescrito; previsto. Ya
tiene su código, su número y su ensaladera. Nosotros no vamos a al­
terar nada de eso. ¡Imposible! Ahora bien, aparte del proyecto propio,
ese proyecto hay que ofrecerlo y mostrarlo de alguna manera.
Obviando ciertos aspectos -como es lógico- porque todavía no
hay suficiente credibilidad como para defenderlos. No hay suficiente
fe. No hay suficiente convicción. Deberemos obviar ciertas cosas, pa­
ra que no las destroce cualquier jurista de toga, minifalda o corbata.
Pero tenemos que ofrecernos a la comunidad de seres que acuden a
nosotros. Debemos ponernos a su servicio para que, en principio -co­
mo decíamos antes-, sea preventiva nuestra actuación, ante los esque­
mas fundamentales con los que nos llegue el paciente. Aprovechando la
venia, es un momento ideal para que podamos ayudar, apoyar, etc., a
“the people, before arriving to oíd ages” -viejas edades o viejos años-.
Bueno, en cualquier caso, ¿en dónde permanecemos? ¿Por qué
permanecemos más o menos tiempo? Porque... las manos actúan.
Ah! That is the question! In the hands we have the key of perma-
nence, of transfiguration, of disappearance, of immortality and of re-
surrection. Ah, good, good God!
De modo que vamos a actuar con esa magia del masaje -con la
que hemos estado ocupados durante toda la semana- ¡en las manos!
¡Para permanecer!
El hombre permanece
y hace su historia
a través de sus manos.

135
¡Sí! Ellas son las que le hacen bueno... Bien, el caso es que ya es­
tá situado el asunto. Nos reuniremos luego para realizar la quinta es­
tancia a través del masaje sobre las manos. Eso culminará nuestro
recorrido, que empezó en los pies, siguió en la columna vertebral y va
a culminar en las manos.
Sin duda, una hermosa trinidad, que no pretende entrar en extra­
ños misterios ni extrañas conceptualizaciones metafísicas, sino sólo
dar un toque de distinción a la actitud que, como arte, debe
desarrollar un ser que aspire a la fusión con Dios.

U n zepAso GENEUAl

Vamos a culminar, pues, la secuencia de “Recuperación de la


Tradición, para Torpes” o “Manual de Urgencia ante un Extermi­
nio Generalizado” -que hemos realizado a lo largo de esta semana-
o... “Cómo aprender lo indispensable y lo imprescindible para
que, cuando se acabe el mundo, pueda hacer algo útil para que,
los que queden, tengan ‘oportunidad’ de sobrevivir”.
Hay que estar preparados para todo. De repente te quitan una
muela, y tú ibas simplemente a que te vieran la boca, por ejemplo.
Entonces, hay que tener recursos: “¿ Y ahora qué hago sin la mue­
la, cuando empiece a comer y note un hueco afectivo ahí?’
Todo lo anterior ha sido salpicado de mucho humor; pero, en el fon­
do, hemos profundizado con bastante insistencia en los “remedios”
-vamos a llamarlos así- que hemos rescatado del cuerpo energético,
para ser utilizados con facilidad por cualquier persona que tenga un
poquito de formación.

136
O *** LA PCSOKCANtZACtÓN COHPBNSATOKtA

El primer día hablábamos de cómo Reparar. Ésa era la palabra


clave del primer masaje: Cómo R eparar un cuerpo que está mal.
“Cuerpo bueno”, en general, hay poco; seamos sinceros. El caso es
que siempre hay alguna avería. Es más, el cuerpo cuenta con una se­
rie de recursos para arreglar averías. ¡Al menos, eso creemos! ¡Aun­
que tal vez no están para eso! Pero, por nuestra interpretación de los
hechos, decimos: “Los leucocitos están hechos para...” ¡Y a lo mejor
no! ¡Claro! ¡Porque todo depende desde qué óptica lo veamos!
Pero no alcemos el tono de voz -dejémoslo otra vez bajito- y pen­
semos que, en cualquier caso, el cuerpo está diseñado para estar re­
parando, todos los días, aspectos de sí mismo.
Entonces, se nos antoja que un organismo vivo que esté todo el día
pendiente de arreglar cosas... es algo que no puede ser así. Algo es­
tamos viviendo mal.
Dentro de la organización que llamamos “ v id a ” -sea cual sea el
ser vivo-, nos llama poderosamente la atención la existencia de esos
mecanismos para estar continuamente reparando y arreglando. Lla­
ma la atención porque, si se está vivo, pues se está vivo. Ya no debe­
ría haber nada que arreglar. El problema sería arreglar todo para
conseguir la vida: “Vamos a ver cómo arreglamos todas las cosas y
colocamos esta proteína aquí y este aminoácido allí, para que, final­
mente, funcione”.
Pero cuando vemos al organismo desde la óptica con que lo con­
templamos, descubrimos que existen en él continuos mecanismos de
arreglo, de reparación. Probablemente sea porque, con la óptica con
que lo miramos, “nos parece” que se está arreglando todos los días
algo. Aunque quizá no se está arreglando nada. Lo que probablemente

137
ocurra, es que se esté cambiando todos los días, pero no arreglan­
do. O sea, que no se estropea nada. Eso sí nos parece más cohe­
rente, bajo otro punto de vista: que veamos una determinada
actividad -de los leucocitos, de los hematíes, de los macrófagos... de
lo que sea-, y la interpretemos como: “¡Ah! Se está arreglando por­
que se ha estropeado... porque ha llegado un virus... porque... se es­
tá reparando ese tejido que se ha vuelto viejo...”.
¿Es eso lo que realmente está sucediendo o, más bien, es que es­
tá cambiando?
Cambiar de Barcelona -una ciudad perfecta-, a una ciudad imper­
fecta como Madrid -por ejemplo- es muy diferente a decir: “No. Va­
mos a arreglar Madrid”, y hacer Madrid como Barcelona.
¡Qué horror! ¡Imposible! ¡Quedaría fatal! ¡Barcelona es para los ca­
talanes y para los visitantes!
Esto es relevante porque les va a facilitar a ustedes un mecanismo
de compensación muy grato, muy gratificante. ¿Por qué? Porque ca­
da vez que sientan alguna dolencia, alguna incomodidad, pensarán
simplemente que están evolucionando; están cambiando.
Los mecanismos de reparación no reparan nada, simplemente es­
tán cambiando. Cambian, cambian, cambian.
Es importante que, por lo menos, nos planteemos esa posibilidad;
porque va un poco en contra del principio general de la vida el que un
organismo vivo esté continuamente reparándose y reparándose... Y
dices: “¿Pero qué clase de cacharro soy? ¡Todo el día arreglándo­
me!... Y ahora se ha estropeado esta proteína, ahora hay que reciclar­
la otra vez... hay que arreglarla de nuevo... ¡Pero bueno! ¿Hasta
cuándo vamos a estar así?”
Ya han pasado miles de millones de años en la historia de los seres
vivos del mundo, suficiente tiempo para que la maquinaria biológica sea
perfecta y funcione correctamente; quiero decir, impecablemente. Y, en
cambio, resulta que cada vez funciona peor en general. Entonces, algo
falla. Y, probablemente, lo que falle sea nuestra percepción. Las cosas

138
-como dice el refrán- son según el color, la visión y la óptica mental
con que yo las mire. Si lo vemos bajo una perspectiva, nos da la sen­
sación de que se está arreglando continuamente. Si lo vemos bajo
otra perspectiva, lo que observamos es que se está acomodando
continuamente; se está adaptando; se está flexibilizando; está bus­
cando nuevos recursos.
Se está adaptando. Está evolucionando. Pero no se está reparan­
do; no se está arreglando. Se entiende la diferencia, ¿verdad? Por­
que, evidentemente, si yo tengo la idea de que siempre me tengo que
estar reparando porque soy un cacharro viejo, pues siempre tendré
que estar tomando minerales, oligoelementos, vitaminas...
Es muy importante esta conclusión para este primer tratamiento.
Nosotros hablábamos del mecanismo de “R eparar” como el meca­
nismo más simple. Pero querríamos matizar esa palabra.
La palabra “R eparar” nos ha servido para “arreglar”, en una pri­
mera aproximación. “Arreglar”, en el sentido de acomodar, flexibili-
zar, adaptar, evolucionar. No en el sentido de que exista algo
estropeado que debo arreglar. No.
Es importante que ustedes conceptualicen, en alguna medida, un
cambio de perspectiva hacia el “ser vivo”. Porque el “ser vivo” ha de
tener recursos para estar vivo. No puede estar continuamente emplean­
do una cantidad de energía enorme para mantener su organización.
Pues, ¿qué sería esto? ¿Qué clase de fracaso sería éste, entonces?
Si a nada que te descuides estás desorganizado...
En cambio, “la desorganización compensatoria”, ésa sí repre­
senta la evolución y ésa sí sería la adaptación.
“La desorganización compensatoria”... nos permitiría un movi­
miento, nos permitiría una adaptabilidad, una flexibilidad al medio...
Eso sí suena mejor, porque no hay nada que arreglar. Habrá momen­
tos concretos en que sí, pero, insisto, la visión que nos ofrece cual­
quier cuerpo, o cualquier ser vivo, es que siempre está estropeado,
que siempre le pasa algo. El día que no es la tiroides, es la paratiroides;

139
el día que no es la paratiroides, el callo; el día que no es el callo, es el
estómago; el día que no es...
Es rarísimo encontrar un ser vivo de mediana edad que goce de
excelente estado de salud después de soportar un examen médico.
Casi imposible. Porque a lo mejor él se siente bien, pero al realizarle
el análisis pertinente, tiene alto el nivel de colesterol. Ya no está bien.
Ya es un ignorante; porque en cualquier momento le puede suceder
algo grave a su salud.
Esto lo digo en base, no solamente a una intuición personal, sino
también en base a recoger los datos que nos proporciona la moder­
na genética, que nos dice:
«Este gen, que es el responsable de crear una anemia, permite, sí,
que se desarrolle esa anemia. Pero los sujetos que tienen esa ane­
mia, no padecen “artrosis de lengua”» -por ejemplo-.
Entonces, todos los genes se han puesto de acuerdo, porque “ar­
trosis de lengua”, sea dicho con ironía, hay poquísimas.
Si nos fijamos en esos ejemplos -en los que lo que permite una en­
fermedad evita otra-, vemos que entonces sí cuadraría siquiera en
parte con esa “descompensación saludable” de la que hemos ha­
blado antes, o con ese principio de que “no se está reparando sino
que se está compensando, se está evolucionando, se está cam­
biando a otra proporción”. Pues no se está arreglando nada. Si no,
el ser humano parecería siempre un cacharro roto que tiene que arre­
glarse y defenderse fisiológicamente aquí o allá.
Creo que hemos amplificado bastante la palabra “R eparar” , que
era el primer tratamiento que realizamos. Y viene al caso porque,
cuando dijimos cómo arreglar el cuerpo, lo hicimos en términos ge­
néricos aludiendo a cómo tratar cualquier mal que se nos presen­
tara. O, sin que se nos presentara ninguno, simplemente arreglar el
cuerpo para ponerlo mejor; para que se organice mejor. Porque uno
no sabe lo malo que está hasta que se pone bueno. Claro, porque
como siempre te ha dolido la cabeza... Hasta que un día se te quita

140
el dolor de cabeza. Siempre te dormías en clase y en meditación,
hasta que un día dejas de dormirte. Y dices: “¡Pero si esto es otra
calidad de vida!”
Cuando eras miope, tú creías que todo era borroso, hasta que te
acercabas y... “¡Ah, perdón!”. Y claro, llega un día alguien y te po­
ne gafas, y dices: “¡Oh! Pero, ¿cuál es el mundo? ¡Qué mundo!”.
Pues esto es igual. Es decir, uno cree que está bien hasta que des­
cubre que puede estar mejor. Por ejemplo, piensen en esas maña­
nas en que ustedes se levantan... ¡y se despiertan! Porque,
normalmente, se levantan pero no están despiertos. En cambio,
piensen en la experiencia de levantarse y, además, estar despier­
to... ¡Eso es maravilloso!...
¿O... despertarte después de haber dormido? Eso es... ¡fantástico!
Pero claro, para eso te tienes que dar cuenta de lo que significa no
dormir.
“No dormir”. Y crees que es así, hasta que un día duermes, y te
despiertas y dices: “¡O sea, que estaba malísimo!”
Igual que cuando una persona lleva una vida cotidianamente vul­
gar, sin sentido; una vida de gusano deforme, “vulgaris”, ni siquiera
“gusanus elegantis”.
Cuando se lleva una vida de gusano asqueroso, que no llega a ser
ni crisálida ni nada de nada, pues a uno le parece que la vida es así.
La persona no se da cuenta, y entonces existe, o vive y razona y se
desarrolla, en un determinado nivel; hasta que, dé repente, ve otro ni­
vel y dice: “Esto es otro... esto es otro índice de calidad”.
Realmente, cuando esa persona sale de esa situación y ve algo
bonito se emociona, ya sea con el viento o con una puesta de sol, con
una sonrisa, con una comida... Se pone elegante, o guapo o guapa, y
se ve como... “¡Qué bien! ¡Qué color!”... y le dicen un piropo... y pien­
sa: “¡Qué calidad!, ¿no? ¡Qué cambio!”
Es importante saber que, c u a n d o es tá s b ie n , e s q u e p u e d e s e s ­

tar m e j o r .

141
Eso depende ya de la exigencia personal de cada uno, y de buscar
esas nuevas coordenadas, esas nuevas dimensiones; nuevas pers­
pectivas del arte y de todas sus manifestaciones.
El caso es que, en el cuerpo, sucede igual. Cuando queremos hacer
que ese organismo se arregle en el sentido en que estamos ha­
blando -es decir, se flexibilice, evolucione, se adapte y ¡aspire!... a
nuevos horizontes; deje de ser un gusano deforme y asqueroso y re­
pugnante, y pase a ser un gusano elegante, de crisálida y de maripo­
sa-, para eso, necesitamos potenciar el organismo.
Y es ahí donde recalamos y caemos en “La Ofrenda Universal”,
G ong S un.

En G o n g S un vamos a encontrar la posibilidad de abrir todos los


orificios, ábrir todos los canales. Que abra G o n g S un “El Mar de todos
los Canales”, como nos indica el S o W e n .
Es “El Mar de todos los Canales”.
Si se abre C ho n g M a i , ¡se abre la luz!, ¡se abren los orificios!, ¡se
abren los conductos que estaban cerrados!... Entonces, descubres
otra nueva realidad... No así, de repente, ¡zas! No. Pero vas descu­
briendo... poco a poco.
Abre nuevas perspectivas, porque es “El Mar de Todos los Cana­
les”, C h o n g Maí.
también se corresponde con la línea partida-parti­
C h o n g M aí
da-partida en el Octograma de Fu S h i . Es decir, “La Receptividad
de la Tierra”; es decir, “El principio femenino”.
Partida-partida-partida, “La Receptividad de la Tierra”. Ahí está
G o n g S u n , 4B.

G o n g S unes el punto de culminación del Octograma de Fu S h i ; o ...


el punto de partida. Depende de si parten de “La Creatividad del Cie­
lo” y llegan a “La Receptividad de la Tierra”, o parten de “La Recepti­
vidad de la Tierra” y llegan a “La Creatividad del Cielo”.
Cuando vimos la ideografía de G o n g S u n , observamos que hacía
referencia a “la vida secreta de los gusanos”.

142
Pero, el tipo de gusanos que producen los seres humanos, son gusa­
nos estériles, que contagian severamente a los verdaderos gusanos. La
peor plaga que puede haber es la de un gusano humano, porque, ése,
ni hace crisálida... ni hace seda... Sacar seda de los gusanos humanos
es un desastre. No hay forma de sacar nada. Lo único que sacas es pus.
Los ideogramas de G o n g S un hacen referencia a la vida secreta de
los gusanos, pero más bien, a ese cambio, a esa posición privilegia­
da de los gusanos, de ser crisálidas. Los hombres cogen los gusanos
de seda justo en ese momento; tiran del hilo y hacen la seda.
Nosotros, a la hora de analizar el ideograma, lo veíamos desde el
punto de vista alkímico, y por eso le hemos puesto el nombre de
“Ofrenda Universal”. “La Ofrenda Universal”, evidentemente, consiste
en asumir que, por ejemplo, un animal que repta, puede tener la po­
sibilidad de llegar a ser un animal que vuela. Es una maravilla. Es de­
cir, representa toda una cienciología del gusano.
Es como recordarle al ser humano todas las capacidades que tie­
ne. Que, de ser un bicho vulgar, asqueroso, repugnante, y que repta
por cualquier sitio, por cualquier esquina o por cualquier barriada,
puede llegar a ser un tipo que hace una exposición de colores o una
disertación sobre poemas, y hace llorar a todo el mundo; o realiza
una levitación estereoscópica; o ejecuta un lanzamiento de varios cu­
chillos, en el aire, que dan a siete manzanas imaginarias... ¡Yo qué sé!
O sea, se puede, desde la zona más reptante, llegar hasta la zona
más exuberante. Ése es el mensaje que tiene el 4 B , G o n g S u n .
Entonces, ahí es donde nosotros podemos capturar la energía del Ba­
zo. Porque además, casualmente, el resonador pertenece al canal de
Bazo, y sabemos que éste se corresponde con la Tierra. Eso indica que
el resonador, en concreto, tiene la capacidad para reparar situaciones de
aquí. De aquí. Es decir, de la adaptación a la vida aquí en la Tierra.
El Bazo -o la Tierra- como Centro de la vida del ser humano, po­
sibilita, a través de este resonador, que éste tenga una relación
simbiótica válida, positiva, sin defensa, sin ataque, adaptándose
adecuadamente al medio.

143
Lo que va a facilitar, el 4B, es esa adaptación complaciente, esa
evolución creativa y ese “arreglo” -entre comillas- que va a implicar
flexibilidad, novedad. Y, si quieren ceñirse a la palabra “reparar”,
pues a “reparar”, a “arreglar”. Por esa razón hemos elegido G o n g S u n .
Recordamos que, localizar G o n g S u n , era muy fácil: inmediata­
mente después de la articulación metatarso-falángica, se llegaba a la
articulación tarso-astragalina, y allí, en la mitad, está el resonador.
Nos va a servir para cualquier “desarreglo” -entre comillas- o pa­
ra cualquier modelo preventivo. Es decir que, si alguien nos dice:
“Doctor, yo estoy muy bien, pero quiero estar mejor. Sí, estoy bien,
pero no sé... a veces se me olvidan cosas... otras me siento demasia­
do cansado... No me pasa nada en concreto. Me acaban de hacer un
chequeo en la empresa y me han dicho que estoy estupendo. Me aca­
bo de divorciar... mis hijos son felices... pero no sé... me falta un pun-
tito. No acabo de disfrutar de la vida”.
En fin, van con ese: “Hágame algo”. Y tú ves ahí que no se trata de
hablar ni de regalarle un viaje a Palma de Mallorca. Algo hay que ha­
cerle por dentro; algo hay que acomodarle por dentro.
Enseguida ves que necesita un puntito para el asalto definitivo. En­
tonces sólo dices: “¡Bien, déjame el pie un momento! Verás qué bien
te va a ir la vida. Sin duda te va a ir mejor”. El paciente está bien, pe­
ro puede estar mucho mejor. Efectivamente, todos podemos tener ese
“puntito” -nunca mejor dicho, al hablar del resonador- en el que nos
podemos poner mejor; es decir, notar esa calidad, esa cualidad.

€¡ o n «í S u n níños

Les recomiendo que siempre que encuentren a alguien desnutrido,


“espiritual, psíquica o físicamente”, siempre que encuentren a alguien
así, desarreglado, vayan a G o n g S u n .

144
A veces los niños están desarreglados. Por ejemplo, cualquier ma­
ñana los notas “raros”... y les preguntas:
-¿Qué te pasa?
-M e duele la cabeza, mamá.
-¿La cabeza?
-¡Ah, no! La tripa.
O sea, están “atontados”. ¿Por qué? Porque, entre otras cosas, no
quieren ir a la cárcel... digo, al colegio.
Entonces, lo mejor es decirles: “Ven aquí. Déjame el piececito”.
Se puede empezar por la mañana dándole el masaje al nene en el
4B, y se despiertan... “No me toques más, mamá, que estoy desean­
do aprender física, química y matemáticas... e incluso inglés”.

G o n a S u n en i * nvjee

Es extremadamente importante que nos demos cuenta de la tras­


cendencia que tiene este resonador en la mujer. G o n g S un nos va a
regular prácticamente toda la vida sanguínea, consanguínea, sangra­
da, consagrada, sagrada y ensangrentada, de la mujer.
El hombre -e l varón- es un ser bilioso, porque tiene que tomar de­
cisiones: que si la empresa... que si el jefe de estado... “Bilioso”. Pura
bilis. Aunque después, padecen poco de vesícula biliar. Pero, ¿por
qué? Porque están todo el día vomitando bilis. En cambio, la mujer se
la tiene que tragar, y es la que más padece de vesícula biliar.
La mujer mantiene la sangre. Es sanguínea.
El hombre es bilioso.
Esta esquemática explicación se la digo para que la idea les quede
clara. De que la mujer es sanguínea es fácil acordarse, por sus ciclos
menstruales: “Parirás con dolor”... y todas esas cosas. Es sangre. ¿Y

145
qué es la sangre, realmente? La sangre es el fluido vital por excelencia.
La sangre es todo un acontecimiento en la vida sentimental de la mujer.
¿Por qué? Porque todo va a depender mucho de esos ritmos san­
guíneos. Pero, ¿para qué necesita la mujer la regla? Porque Yahvé no
dijo nada de eso. No dijo: “Y pagarás en cómodas cuotas mensuales
con tu sangre”. No.
¿Por qué, la menstruación? Es normal hacerse esa pregunta. “¿Por
qué?”
Hay muchos animales que entran en la ovulación, y no tienen regla.
Entonces, ¿por qué ese despilfarro de sangre? ¿Por qué esa renova­
ción continuada de sangre? Cada regla, a la que más o a la que me­
nos, le cuesta un cuarto o medio litro de sangre. Y hay que fabricarlo
rápidamente. De modo que más parece un defecto. Pero no lo consi­
deramos como un defecto sino que, al revés, lo vemos como una vir­
tud, ya que permite un movimiento renovador.
Pero ahora lo importante es darse cuenta de que lo cierto es que,
la mujer, durante un período -su período reproductor- necesita tener
una hemorragia del líquido más precioso que nos da la vitalidad: la
sangre. Y a su vez tiene que reponerla.
Si a cualquier varón le quitamos la cantidad de sangre que pierde
una mujer al mes, y no le hacemos una transfusión, al cabo de cuatro
años nos lo habremos cargado. ¡Seguro! Le entraría una depresión me­
dular, una tristeza existencial, y se moriría. Bueno, eso es un suponer.
Lo cierto es que uno se pregunta: “¿Por qué eso?” -la sangre-.
La respuesta es muy sencilla, muy fácil: se elige la sangre, entre
otras cosas, porque es roja. Aparentemente se pierde, pero se rege­
nera. Esto facilita una renovación indispensable, porque si no, la mu­
jer moriría de hemorragia -pues el sangrado es cada mes-. Por tanto,
el objetivo de que aparezca ese acontecimiento, es porque se le otor­
ga a la sangre un valor ceremonial.
Me explico. Cada vez que la mujer no queda fecundada -que, obvia­
mente, pasan varios meses sin que eso suceda-, cada vez que su san­
gre se expulsa al exterior, ocurre un acontecimiento ceremonial.

146
El cuerpo está preparado para desarrollar una ceremonia o
una ofrenda. La sangre menstrual se constituye así en una ofrenda.
Y entonces, entramos de lleno en “La Ofrenda Universal”, G o n g S u n .
Como bien saben ustedes, cuando una mujer está embarazada, no
tiene la regla. Ni tampoco cuando está dando de mamar -en condi­
ciones normales- Sólo cuando una mujer deja de dar de mamar, en
condiciones normales, puede volver a quedarse embarazada.
O sea que, fíjense bien: en condiciones normales, probablemente,
una mujer dejada a su libre albedrío sexual, con una pareja estable y bo­
nita, tendría muy pocas reglas a lo largo de su vida. Muy pocas. Estaría
-eso sí- con mucha frecuencia, embarazada. Con mucha frecuencia.
Cada año y medio o cada dos años, tendría un niño. Así, hasta que se
le retirara la regla. O sea, hasta que se acabaran sus óvulos.
Antes era así. Antes, las mujeres -nuestras abuelas- tenían ocho,
diez, quince hijos... Era lo normal. Entonces, realmente tenían pocas
reglas, porque, además, había que dar de mamar al niño, pues no ha­
bía ni leche en polvo ni ninguna tontería de ésas.
No obstante, el mecanismo de la sangre seguía estando ahí, pres­
to y dispuesto para hacer como... dos ofrendas: l a o f r e n d a d e s a n g r e
DISPUESTA PARA LA FECUNDACIÓN, Y LA OFRENDA DE SANGRE OFRECIDA, ASÍ,
al mundo. Que, habitualmente, se pierde en una compresa. ¡Qué tre­
mendo!, ¿no? ¡Qué destino más terrible!, ¿verdad? Porque nos pare­
ce un destino terrible, tratándose de una ofrenda.
De ahí que ese resonador resulta especialmente importante para
las mujeres. Eso es lo que queríamos resaltar.

Gong Sun y ia pb6 s t * t *

Los hombres no tenemos esa distinción. Nosotros, con nuestra


próstata, hacemos lo que podemos -más bien poco-.

147
Es la próstata la que se encarga de funcionar bien. Hay que tener
cuidado con la bicicleta, el caballo... Todo lo que sea percusión percu-
tánea en la zona perineal, es incómodo para la próstata.
Y bien, hay que tomar mucho tomate que es buenísimo para la
próstata. Además del tomate, se puede recurrir a otras plantas sola­
náceas, como el Beleño negro - “Hyoscyamus Niger”- y \ a Belladona,
manejadas con extrema precaución.
Cuando tengan que hacer prevención de problemas de próstata,
pues piensen en el tomate y la Belladona... Pero hay que prevenir. Te­
nemos que ir a cosas naturales, cosas idílicas, cosas fáciles.

S n S v h a ...

G ong S un lo hemos relacionado, especialmente, con la mujer, pa­


ra que tenga todos sus ritmos y sus ciclos adecuadamente decoro­
sos; y también, para que viva ese acontecimiento menstrual -que no
es lo habitual ahora-, con una solvencia física y psíquica aceptable.
Lo cual no es poco.
En el caso del hombre, el 4B está indicado para la próstata.
Claro, los que son muy jóvenes, no piensan en su próstata. Pero
cuando se vean sorprendidos -una vez superada la barrera del tiem-
po- por los problemas prostáticos, o vean que empiezan a tener “vi­
sión prostética”2, ¡malo, malo!
Además, están aumentando las afecciones prostéticas, especial­
mente el adenocarcinoma de próstata. Representa la segunda locali­
zación más frecuente de la enfermedad tumoral, globalmente
hablando. Y eso no sucedía antes.

2 Se refiere a la “presbicia”, que obliga a alejar el texto para poder leer.

148
Lo cual es señal de que, los jóvenes y los no jóvenes, no cuidan ese
órgano que, siendo importante, se olvida. Y se acuerdan de él cuando
empieza a dar síntomas: dolor, escozor... En fin, los síntomas conocidos.
Hoy hemos tocado G o n g S un más ampliamente, y lo hemos visto
bajo otro concepto.

G o n g S u n y i a s » ¿ r e n A r t c A s

Quisiéramos añadir que, G o n g S u n , también nos va a proporcionar


grandes satisfacciones para centrar al sujeto. Por ejemplo, cuando se
nos presente el caso de un niño que tiene dificultad para aprender
matemáticas, si se le masajea diariamente el 4B, podemos asegurar
que, en dos o tres meses, el niño entenderá perfectamente las mate­
máticas. La comprensión matemática depende de una serie de cone­
xiones neuronales. Y se ha comprobado, desde hace muchos años,
que el canal de Bazo, y en especial el 4B, tiene una incidencia clara
para la comprensión del número y de las matemáticas.

HeAFtBHte ei * 5 'r ”

El segundo día hablábamos específicamente del “SÍ” . Decíamos


que, en general, el organismo vivo dice “SÍ” a una serie de procesos,
y que el “NO” es una consecuencia de la debilidad del “SÍ” . Cuando
el “SÍ” se debilita en lo que tiene que hacer, cuando el sujeto se debi­
lita en sus proyectos y en sus acciones, tiene que crear el “NO” para
combatir esas debilidades.
“NO” a esas debilidades, para que mi “SÍ” se mantenga.
En base a eso, decíamos que trabajábamos en el Riñón. Y decía­
mos que, para reconfirmar la naturaleza del “SÍ” , recuperábamos la

149
esencia natural del Agua. La esencia natural del Agua radica funda­
mentalmente en el Riñón.
Como saben ustedes, el canal emerge en el dedo meñique, y se va
a concretar específicamente, en la planta del pie, en “La Fuente Flo­
reciente de la Tierra” -donde terminábamos la acción sanadora sobre
G o n g S un - . De ahí sube al 2R, pasa al 3, al 4, al 5, al 6, al 7, al 8, y
así llegábamos hasta el 9R. Eso nos permitía reforzar el “SÍ” que te­
nemos con nuestro compromiso. ¡El que sea!: compromiso de ac­
titud, compromiso de referencia, responsabilidad ante las cosas... Un
“SÍ” vigoroso, a un pacto o a una alianza o a cualquier otra cosa.
Es decir, las cosas se van realizando en base al “SÍ” que, eviden­
temente, a veces es débil. Entonces, necesita de ese “NO” para evi­
tar la carcoma. Como el “SÍ” ha ido perdiendo identidad, para
recuperarla, necesita decir “NO” a una serie de cosas.
En el tratamiento, recorríamos el canal de Riñón. Se empezaba
con el dedo meñique, luego se seguía con el dedo anular, luego con
el dedo medio, luego con el dedo índice y, finalmente, se terminaba
con el pulgar. Vamos a trabajar en los dos pies simultáneamente.
Empezábamos con el dedo meñique y llegábamos al 1R, “Fuente
Floreciente de la Tierra”, y al 2R; cambiábamos al anular, que iba
al 3R y al 4R; dedo medio, al 5R; el índice, al 6R y al 7R; y el pulgar, al
8R y al 9R.
Si quieren introducir una variable, pueden hacerlo. Los puntos no
se quejan. Pero, en general: 1R-2R, meñique. 3R-4R, anular. 5R,
medio. 6R-7R, índice. 8R-9R, pulgar. Y salto.
Bien. Eso era para mantener esa identidad del “SÍ”.

C*P*CtTACtÓN

El tercer día decíamos: “Ahora, esto hay que capacitarlo”.

150
El organismo, primero, se recompone; se compone. Como Dios, va
componiendo los elementos -ésa es otra acepción de la palabra “com­
poner3’ o “recomponer"’-. Luego, les da un sentido. “Bien, tú vas a ser un
sapo eléctrico y, entonces, vas a saltar para allá”. Un sentido.
Después hay que C apacitarlo; aumentar su capacidad. Ése fue el
tercer paso: la C apacidad.
La Capacidad de un ser vivo es infinita. Hemos sido creados pa­
ra gloria de Dios. Para eso hemos sido creados. Lo dijimos el otro día:
somos seres creados para dar testimonio de la Gloria de Dios, no pa­
ra dar testimonio de estar todo el día quejándose... “¡Ay! ¡Ay!, ¡qué
desgraciado soy!” “¡Ay!, ¡qué desgraciada soy!”...

Topos popemos Capacitadnos

“¿ Y usted cree que yo tengo capacidad para... ?”


Evidentemente, hay personas que tienen más capacidad para
unas cosas que para otras, pero es muy importante saber que todos
nosotros podemos capacitarnos. Sí, aunque parezca mentira. Cuan­
do trabajamos en esa capacitación, estamos en las condiciones de
amplificar nuestra capacidad para hacer cosas. Lo cual, no deja de
ser una cuestión importante.
Puedo mejorar, puedo capacitarme para hablar mejor. Es muy im­
portante mejorar la dicción. Me puedo capacitar para pronunciar me­
jor, para aclararme mejor, para ver si me entiendo yo mismo, primero.
Si me entiendo, es probable que el otro me entienda. Si no me entien­
do, no me pueden entender. A no ser que ocurra un milagro o haya al­
guien especial por ahí.
Lo importante es darse cuenta de que nuestro organismo está dise­
ñado para capacitarse continuamente, en cualquier rama, en cualquier
asunto; y tiene capacidad para cualquier situación. Evidentemente,

151
unos se capacitan más para unas cosas que para otras, pero no po­
demos negarnos a nada, ni siquiera a aprender inglés.
Saber que soy un organismo capacitado permanentemente para
cualquier cosa, me sitúa ante unas perspectivas muy atractivas an­
te cualquier situación. Puedo aprender, puedo descubrir, puedo me-
morizar, puedo “habilitarme para”... “capacitarme para”...
Porque estamos diseñados para capacitarnos. Es más, si no nos
capacitamos, si no aumentamos nuestra capacidad, nuestra “memo­
ria RAM” -o lo que sea-, pues nos quedaremos atrás.
Recuerden: El tratamiento de la capacitación residía en equili­
brar y armonizar los tres Yang y los tres Yin del pie. O sea, que se­
guimos en el pie...

loe y p e í pte

¿Cómo capacitábamos los tres Yang del pie? Cogiendo los cana­
les de Vesícula Biliar, Estómago y Vejiga -por encima del maléolo ex­
terno-, con tres dedos -meñique, anular e índice-, y descendiendo
despacio hasta la punta de los dedos de los pies, arañando al final en
sus extremos.
Para el canal de Vejiga usamos el dedo meñique, porque es el
que se acopla con el Intestino Delgado.

Para el de Vesícula Biliar usamos el dedo anular, donde comien­


za San Jiao.

Y para el de Estómago usamos el dedo que corresponde al canal


de Intestino Grueso, es decir, el índice.
Si se sienten torpes para manejar la mano de esta manera, se
puede empezar trabajándolos de uno en uno, por este orden: Vejiga,

152
Vesícula Biliar y Estómago. Se va bajando hasta llegar a los Ting, y
ahí se araña.

E-IG

VB-SJ V-ID

Ahora, los Yin. ¿Qué canales ascienden? Los canales de Bazo, Hí­
gado y Riñón.

Sobre el canal de Bazo ponemos el dedo pulgar -que se corres­


ponde con el canal de Pulmón, su canal unitario-.

Sobre el canal de Hígado ponemos el dedo medio -que se corres­


ponde con el canal de Maestro de Corazón, su canal unitario-.

Sobre el canal de Riñón, el dedo meñique -que se corresponde


con el canal de Corazón, su canal unitario-.

El mudra, digamos, es éste: unitario con Bazo, unitario con Hígado


y unitario con Riñón. Y voy desplazando la mano, hasta por encima
del maléolo interno, con los tres dedos.

153
¿Que no puedo, al principio? ¿Me cuesta trabajo? Pues empiezo
con el Bazo: dedo pulgar. Luego sigo con el dedo medio, para el Hí­
gado -por encima, hasta la articulación del tobillo-, y después el me­
ñique, para el Riñón. Lo ideal es hacerlo con los tres dedos, y
recorriéndolos despacito. Van solos.
Primero haremos los Yang y luego los Yin. Eso posibilita la capaci­
tación.
¿Por qué? ¿Por qué eso permite una capacitación, y no otra cosa?
Muy fácil:
El hombre se concreta en la Tierra gracias a que la energía
Yang del Cielo desciende... desciende... desciende... y se en­
cuentra con el pedrusco, y ahí se queda la semilla de la Creación.
Una casualidad. Puro azar.
Claro, una vez que está allí el hombre, la Tierra se da por entera­
da. Y, como es parte de la génesis del universo, genera energía y lo
mantiene y lo entretiene. Emana de la tierra esa energía, para ser
ofrenda de la propia Creación; lo atraviesa a él, y se va fuera.

154
Es decir, que la función del Yang Celeste es descender.
Y la función del Yin Terrestre es ascender.

¿Por qué se llama así: “Capacitación”? Porque, normalmente, esas


energías que descienden y esas energías que ascienden, se blo­
quean, se quedan estancadas -en el Tou M a í , fundamentalmente-; y
eso va a dar problemas en la esfera de la sexualidad, dismenorreas...
y una serie de patologías de la zona abdominal, en general. Va a dar
problemas -por supuesto- de columna... dolores de cabeza... etc.,
etc., porque las energías no están fluyendo libremente.
Lo normal es que la Energía Celeste descienda y se difumine
por la Tierra, y la Tierra realice una labor de alkimia y la devuelva
al hombre. Se va yanguinizando... yanguinizando..., sale de
nosotros, y sigue.
Es como “la teoría de las cuerdas del universo”. Somos como
muñecos, y hay cuerdas abajo y cuerdas arriba que transmiten flui­
dos; como si al muñeco lo estuvieran manejando desde abajo y des­
de arriba. Algo así.
Bueno, pero lo más importante es: ¿Por qué esos fluidos capa­
citan?
Capacitan porque permiten que todas las potencialidades del Cie­
lo desciendan, y todas las posibilidades de la Tierra asciendan. Y se
vayan transformando; y además, se vayan juntando e interaccionan-
do. En esa medida, si permeabilizamos esas vías y dejamos que las
energías asciendan y desciendan, y se intercambien, evidentemente
vamos a conseguir que el sujeto se capacite de acuerdo con las
Fuerzas Celestes y de acuerdo con las Fuerzas Terrestres.

155
Rett/LActóN p s t c o - f i p e e r t v * o espt*tr</*it
r o o M 4 f , O CÓMO » e S P Z A H A T t Z A *
1 4 exisreNct*

Pasamos al cuarto estadio: La torpeza “psico-afectiva-emocional”,


sexual y sensual, del ser humano.
A lo largo de la historia, las meteduras de pata de todas las civili­
zaciones han sido manifiestas y de magnitud descomunal. En nuestra
época, por ejemplo, están sucediendo dos acontecimientos muy, muy
importantes en el área espiritual del hombre. Al decir “área espiritual”
incluimos lo Divino, lo emocional, lo afectivo, los quereres... Todo. Pa­
ra no discriminar tanto: área espiritual.
Están ocurriendo ahora en la humanidad, decíamos, dos dramas
que nos parecen muy importantes, espiritualmente hablando:

❖ El primero es una falta de recursos, en el sentido de u n a d is -

CAPACIDAD - O FALTA DE CAPACITACIÓN- AFECTIVA.


La gente sigue con las mismas dificultades, problemas, obstáculos
e inconvenientes que hace cincuenta, cien, doscientos años. Como
en la época de las cruzadas; igual. Cambia un poco el perro, pero es
el mismo collar. En ese sentido, es muy dramático ver que no se ha
evolucionado.
Eso que, en definitiva, es el verdadero alimento del ser, y que de­
bería estar muy etéreo, muy vaporizante, muy en la onda de dar Tes­
timonio de la Gloria de Dios, y no en la onda de ver si fulano me
quiere... me ha llamado hoy o no... O si mengana por fin se decide a
salir conmigo a tomar café esta noche, o no... De verdad, que ese
mundo es terrible. Que dependa de esa apatía, de esa falta de evolu­
ción afectiva y emocional por parte del ser humano... ¡Y de la falta de
recursos...! Es tremendo, por tanto, hay que capacitarlos.
Eso por una parte.

156
• El segundo es la evolución bicéfala de lo espiritual.
¿A qué llamamos “evolución bicéfala de lo espiritual”? Pues a
dos cosas:
• U na, el deterioro de lo que ya existía -lo que acabo de mencio­
nar-, que no se mueve. Y eso se deteriora todavía más, y llegamos a
las aberraciones de cualquier tipo, bajo el signo de cualquier cultura.
• O tra es la incapacidad para crear nuevos modelos.
Es decir, que tenemos en total tres aspectos:
Uno: El quedarse igual que hace ciento cincuenta años, no evolu­
cionar para nada, y seguir con las mismas complejidades -y más- de
las teorías de las relaciones humanas.
Dos: El deterioro de ese estado.
Tres: La incapacidad para crear nuevos modelos.
Estamos hablando de tres modelos habituales:
Uno, que no cambia; que le parece bien todo; que “la vida es así”.
Otro, el hecho de que “ese” modelo lo deteriora.
Y el tercero, que es incapaz de crear otro modelo. Incapacidad.

En el primer caso, se trata del ser humano que acepta ese mode­
lo como bueno, como válido.
En el último caso, al sujeto en cuestión no le gusta, pero está inca­
pacitado para crear nuevos modelos. Él sabe que el modelo que vive
es malo, pero no tiene capacidades para crear otro nuevo.
Y en el segundo, intenta salir a través del deterioro. Y encuentra
vías, pero deteriorantes.
Esa situación nos parece muy dramática porque si el ser humano
se alimenta espiritualmente de su vida emotiva, esa discapaci­
dad, esa incapacidad para trasladar su sentido del amor a una
evidencia evolutiva, le coloca en una posición en la que se que­
da sin ideas. No hay ideas. Luego, si no hay ideas, es porque la
espiritualidad está muy, muy deteriorada.

157
Hoy podemos ver cómo -y por eso lo hemos cifrado solamente
en ciento cincuenta años, por situar un poco la perspectiva que po­
demos ver y constatar más o menos claramente-, en el espacio de
ciento cincuenta años, se han dado los tres fenómenos de una for­
ma radical.
Ahora se vuelve a insistir con rabia en el núcleo familiar. Ahora to­
do el mundo quiere tener una familia, todo el mundo quiere tener hi­
jos, incluso los “gay”. ¡Pero si ya se ha demostrado que es un modelo
equivocado, que necesita otro tipo de respuestas!...
Hoy vemos, igualmente, que la persona se va deteriorando en sus
relaciones, y no encuentra más satisfacción que “el probar por el
probar y el placer por el placer”, hasta que finalmente se rompe.
Y, por otra parte, encontramos un grupo de población que sabe que
no está en el sitio adecuado, en el camino correcto, pero no tiene
ideas; o tiene, pero no se atreve a ponerlas en práctica. En cualquier
caso, es como si no las tuviera.
Por supuesto, éste es el panorama general. Hay las consiguientes
excepciones, pero nosotros tenemos que ver el panorama general,
porque parte de él nos toca. Incluso a veces nos comportamos den­
tro del marco de ese panorama general, o bien nos deterioramos en
las relaciones afectivas y montamos esos números que se suelen pro­
tagonizar con cierta frecuencia entre las personas: deterioro, mala re­
lación, falta de respeto... el histerismo, el prostatismo...
¡Y es que a veces se pierden esas composturas!
Y después, el ver cómo, de vez en cuando, se plantea un proble­
ma o una dificultad, y se observa cómo se desechan opciones, se
desechan posibilidades, o ni siquiera aparecen. “Bueno, ¿qué solu­
ción le damos a esto? Ésta, o ésta, o ésta...”. Por lo menos, tener sie­
te u ocho propuestas. Por eso hay que posibilitar, capacitar al ser
humano para que se desarrolle.
Lo cierto es que, en las consultas, antes... -estoy hablando de
hace cincuenta años-, los pacientes sólo muy de vez en cuando te

158
contaban algo de lo que les pasaba en su vida afectiva y emocional.
Ahora, todos, todos te cuentan algún problema psíquico, afectivo o
emocional; fundamentalmente en los países desarrollados:
-¡Ay, Doctor! Pero yo también tengo una angustia...
-¿ Y no tiene un poquito de ansiedad?
-También. Doctor, ¡qué ojo tiene usted!
-¿ Y duerme mal?
-Pues sí, duermo fatal, Doctor.
- Y le duele la espalda.
-¡Ay, Doctor! Es usted adivino. ¿Cómo puede saber tanto?
Sí, realmente asistimos a una situación mundial en la que, cada
cuarenta segundos, hay un suicidio. Indudablemente, esas personas
que llegan a tal estado porque su vida espiritual resulta insoportable.
Lituania ocupa el primer lugar, con cuarenta y siete suicidios por ca­
da cien mil habitantes. Luego sigue Rusia, a continuación Bielorrusia,
después Letonia... En todos los países del “telón de acero” -del anti­
guo “telón de acero”-, los índices de suicidio son altísimos. España
está en dieciséis suicidios por cada cien mil habitantes. Ése es un da­
to que nos estremece.
Para que un ser vivo tome esa decisión, tienen que pasarle mu­
chas cosas. Tiene que haber tenido angustia, ansiedad, desespera­
ción, bulimia, nicturia, poliuria... O sea, tienen que haberle pasado un
montón de cosas.
Y es señal de que sus mecanismos naturales de relación -que es
como nos relacionamos: por el psiquismo, por el habla, por la mirada,
por los gestos, por el comportamiento, por el respeto, por las costum­
bres... por todo eso- han fracasado. El modelo, para el sujeto, ya no
tiene remedio y, entonces, se recurre a esa situación tan drástica. Y
que, insisto, va en aumento y es mucho más frecuente en las muje­
res que en los hombres.
Esto nos debe hacer recapacitar y nos debe hacer tomar, ensegui­
da, cartas en el asunto.

159
Porque pareciera como si el hombre no encontrara recursos para
asumir esas situaciones. Pero no solamente las dramáticas del suici­
dio, sino las cotidianas.
TODOS ESOS ASPECTOS ESTÁN LIGADOS CON LA ASCEN­
SIÓN DE LA VÍA DEL AMOR.
El hombre -que era “cuadrúpedo”- se hizo bípedo. Y, para hacerse
bípedo, tuvo que ascender a lo largo de su columna vertebral, gracias
a las instancias amorosas que -a través de la “Kundalini” y de los
“Chakras”, hablando en términos tántricos- lo van colocando en esa
posición.
Entonces, su energía va ascendiendo por los diferentes peldaños del
amor, que transcurren a través de la columna vertebral. Éstos son los
responsables de almacenar los conflictos psico-afectivos y emociona­
les. Y es ahí -en el Canal Tou Ma¡ y todas sus derivaciones- donde va­
mos a actuar para desbloquear todos esos estancamientos, todos esos
malos rollos, todos esos malos pensamientos que tienen las gentes en
sus emociones, en sus afectos... En definitiva, en su vida espiritual.
Vamos a actuar ahí, con el dedo pulgar, desde la zona del cóccix
-desde el pliegue interglúteo, decíamos- hasta la séptima cervical. Y
vamos a ascender por todo el Tou Maí, haciendo especial hincapié en
M ing M e n , en L ing T a i , en S hen D ao y en T ao D a o .

Pasamos por el cuello con suavidad, y, después, en la cabeza, ha­


cemos hincapié en Bai H u í . Continuamos el recorrido, y, finalmente,
damos unos golpecitos con el dedo medio en Y in T ang y en R en
Z hong o S hui G o u .

Ése es el recorrido que hacíamos también con anterioridad. Pero


recorríamos toda la columna -hasta la séptima cervical-, de forma
que actuaban como riel las apófisis espinosas, y trabajábamos sobre
los H uato . Después, le dábamos la vuelta a la mano y actuábamos so­
bre los puntos IU de toda la columna. Después realizábamos “la silla
eléctrica” y, con las puntas de los dedos, actuábamos sobre los B en
S h e n , la tercera línea de Vejiga.

160
Entonces:
Un masaje muy suave por el Tou M a ¡, haciendo presión con el pul­
gar.
Veíamos que el canal de Tou M a í se amplificaba por toda la espal­
da y por todo el vientre -conviene repasar el recorrido del canal-.

B ai H u í ... Ligeros golpeteos en el Y in T ang y despu és en R en


Z hong.

M asaje en los H uato, en los lU y en los B en S h en .

É se s e r ía e l tr atam iento para d e s d r a m a t iz a r , pa ra ... “d e s c a r a j a r -


SE”. Y, SOBRE TODO, DES -D E “d a r ”, “D A R S E “DES” OTRA RESPUESTA;
“DES” OTROS ARGUMENTOS; “DES” OTRAS POSIBILIDADES.

Pcspe«*NPo ate A lte

Entonces, veíamos que muchos de los demonios o de los “Kueism


psico-afectivos-espirituales, se metían en el ala del omóplato. Por
tanto, había que sujetarlo y despegarlo. Cogerlo y... separarlo de su
posición natural.
El paciente nota como que se queda sin brazos. Porque todos los
pequeños “Kueis” o conflictos que están ahí almacenados, buscan
ese recoveco. Es justo la zona del omóplato.
Toda esa zona es el lugar donde las ramas secundarias de Tou M aí
van almacenando los conflictos emocionales. Y nuestra acción permitirá
“desobstruir”, porque la persona va acumulando ahí sus tensiones.

3 “Demonio” en chino.

161
Lo siguiente que hacíamos era “espantar fantasmas”: palmoteos en
toda la espalda con las dos manos a la vez, y la mano en forma de
cuenco, para no dañar.

Hasta aquí las cuatro estancias que hemos desarrollado.


Ya nos queda solamente la quinta, intencionada hacia la perma ­
nencia .

162
(H)
AMOS a trabajar en las manos, porque es el lu­
gar donde recuperaremos esa vitalidad, esa
prevención, esa permanencia.
Permanecer; pero permanecer de manera dig­
na, clara. Que no tenga que venir nadie a rehacerte, sino que tú tengas
capacidad -hasta donde Dios quiera- de permanecer, pero en unas
condiciones adecuadas. Es prevención y también es tratamiento,
“El hombre permanece y hace su historia... a través de las
manos”.
Así completamos cinco tratamientos diferentes en uno solo: Los
pies, con tres tratamientos; con la columna, el cuarto; y el quin­
to, con las manos.
La mano es otro microsistema. En las manos -como sucedía con
los pies- tenemos tres canales Yin y tres canales Yang que nos van a
permitir hablar de esa perm anencia .
La pregunta es:
¿Qué canales, realmente, mantienen nuestra permanencia?
A la hora de preguntarnos quién va a mantener nuestra permanen­
cia, nos damos cuenta de que, evidentemente, lo que hace que nos­
otros permanezcamos son:

S an J iao y X in B ao

Porque son lo que ligan la estructura más material de los Cinco


Reinos Mutantes con las estructuras más inmateriales de los Canales
Extraordinarios.

165
Ésos son los dos aspectos que vamos a tocar.

Dentro de S an J iao y dentro de X in Ba o , ¿en qué lugar de la mano


vamos a poder actuar?

En L ao G o n g , El Palacio de las Fatigas, 8MC.

Se localiza y se aprieta bien, con el pulgar, como si fuéramos a


atravesar la mano de un sitio a otro.
es el primer resonador sobre el que vamos a incidir. Ac­
Lao G o n g
tuamos en ambas manos a la vez.

Y después de la presión en Lao G o n g , arrastramos n u e s tro p u l­


g a r y d e d o c o ra z ó n hasta el a n u la r d e l p a c ie n te -e l dedo de S an
J iao - , estirándolo, y culminando con un pequeño pellizco al final, en
los Ting.

166
A continuación, mandamos cerrar la mano y, con el dedo medio,
golpeamos inmediatamente después del segundo metacarpiano. Se
corresponde con el resonador que tonifica el S an J ia o : Z ho n g Z h u ,
“Islote Central”, 3SJ. Y después de eso, recorremos el canal hasta
“salir de dudas”. O sea, recorremos el canal hasta el 7SJ, Huí Z o n g ,
“Encuentro con los Antepasados”.

167
Fíjense bien en lo que hemos hecho. Hemos estirado, primero, pa­
ra ir a los puntos Ting. Hemos mandado cerrar la mano, hemos tonifi­
cado, y luego hemos seguido todo el canal hasta el 7 de S an J iao .
Pero hemos seguido una línea recta. No hemos recorrido exactamen­
te el zigzag que hace el canal.
Ahora vamos a introducir una variable que nos va a permitir una
permanencia todavía mayor. Y es el trabajo con el Maestro de Cora­
zón -no solamente en Lao G o n g , que ya lo hemos hecho-, sino en
N ei G u a n , “Barrera Interna”, 6MC, y D a L in g , “Gran Meseta”, 7MC. Es­
tos dos resonadores, en ese orden.

¿Por qué? Porque hoy sabemos que los telómeros -esa parte final
del DNA- tienen un código establecido, preciso: TTAGGG. Para que
no se les olvide nunca es: “Teta, je, je, je”. Ése es el código que tie­
nen todos lo telómeros.
Los telómeros son los extremos de los cromosomas, que se van
desgastando en el transcurso de los ciclos celulares. Y están relacio­
nados con la capacidad de reproducción de la célula. Sevan gastan­
do, y cuando se han gastado, ya no hay más reproducción, y te
empiezas a hacer viejo, gordo, fondón y feo.
Entonces, como sabemos que son esas dos tripletas, nos vamos al
“Ajedrez Oracular” y descubrimos casualmente que:
TTA se corresponde con el 6 de MC.
GGG se corresponde con el 7 de MC.
Y es más, eso nos indica que uno se corresponde con “La Humil­
dad”, y el otro se corresponde con “La Creatividad del Cielo”.

Moraleja: Si quieres vivir más allá de las viejas, sé humilde con


la Fuerza Creadora.
Por si acaso se quieren masajear, tengan en cuenta esa actitud.
¿Cómo hacerlo? Muy fácil.

168
Colocan el pulgar sobre el canal de Maestro de Corazón, en “La
Barrera Interna”, N ei G u a n , donde presionamos. Continuamos con el
pulgar hasta llegar a D a L in g , y lanzamos el dedo en la dirección del
canal, como si diera un salto desde “La Gran Meseta”. Siempre pro­
curando actuar en las dos manos a la vez.

Ése sería el trabajo fundamental que habría que hacer para L a


Permanencia.
Primero: empezaríamos por Lao G o n g , “Palacio de las Fatigas”,
para que el sujeto se adapte lo mejor posible al medio, hostil o no hos­
til. En cualquier caso, para que tenga una mejor capacidad de
adaptación.
Segundo: seguiríamos con el Ting de S an J ia o , G uan C h o n g ,
“Asalto de la Barrera”, en el dedo anular.
Tercero: continuaríamos con la tonificación específica -con el de­
do medio- del punto de tonificación de San Jiao, 3SJ, Z h o n g Z h u , “Is­
lote Central”.
Cuarto: seguir la trayectoria hasta el 7SJ, Huí Zong, “Encuentro
con los antepasados”.

169
Quinto: volver al Maestro de Corazón para actuar sobre el geno-
ma del ser, en base al conocimiento del telómero, en un código que
vemos que está representado en el tablero del “Ajedrez Oracular”, y
que se corresponde casualmente con esos resonadores.
Hay más resonadores en las cuadrículas de esos escaques, pero
hemos elegido esos dos, en este caso, para La Permanencia.
No lo olviden: se actúa en ambas manos a la vez.

Y con ello, culminamos la propuesta que hemos desarrollado du­


rante toda la semana, y que cada día nos ha ocupado en un aspecto.
Lo importante es que todo este tratamiento se le puede realizar a una
persona en una sola sesión.
Con lo cual, en una misma sesión o en varias, estaremos traba­
jando, en p rim e r lu g a r, en R eparar , según el concepto que hemos
manejado.
En s e g u n d o lu g a r, estaremos I d e n t if ic a n d o a esa persona consi­
go misma.
En te rc e r lugar, la estaremos C apacitando .
En c u a r to lu g a r, la estaremos R eg ulando ps ic o - a f e c t iv a m e n t e , o
ESPIRITUALICENTE.

En quinto lugar, la estaremos preparando para ese sentido que


decíamos de, o bien ir hacia lo “Transfigurado” o hacia la “Desapari­
ción”, o bien ir hacia la “Resurrección” o hacia la “Inmortalidad”. Y eso
lo vamos a llevar a cabo en las manos. Una forma de hacerlo es la
que hemos explicado:
para que las fatigas de este mundo sepamos con­
Lao G o n g ,
vertirlas en enseñanzas de Dios.
El Ting de San Jiao, G uan C h o n g .
El punto de tonificación, Z ho n g Z h u .

Y el recorrido hacia “El Encuentro con los Antepasados”.


Y finalmente, a los telómeros -que, en el fondo, es superar las

170
“Barreras Internas” que nosotros tenemos, para alcanzar una acti­
tud humilde ante la Creación- , que sería el Maestro de Corazón.
¿Que después lo queramos hacer coincidir con los telómeros?
Pues bien está, porque tiene un fundamento.
Es muy importante que el discurso interno esté muy claro, y saber
que...
A TRAVÉS DE NUESTRAS MANOS, HEMOS RECUPERADO LA IDEA ESENCIAL
POR LA CUAL EL HOMBRE PUEDE PERMANECER, PUEDE SUBSISTIR COMO IDEA,
PUEDE CONVIVIR COMO ESTADO DE AMOR, PUEDE CAPACITARSE Y AMPLIFICAR
SUS RECURSOS, Y PUEDE REPARARSE CONTINUAMENTE.

Creo que, más, no se le puede pedir a las manos. Al decir““más” que­


remos decir que prácticamente hemos abarcado todas las esferas.
Evidentemente, podemos aplicar todo lo que hemos dicho esta se­
mana en una persona; pero, evidentemente, también podemos elegir
uno solo de estos aspectos. Es decir que, cada tratamiento, en sí mis­
mo, tiene su utilidad. No necesariamente hay que aplicarlos todos. Pe­
ro a veces sí. A veces vemos que el trabajo queda completado sólo si
realizmos los cinco abordajes.

Lo » t u t e o p e í r u A T A H t e n r o

Realizando estos cinco pasos tenemos cubierta toda la economía


energética. Fíjense cómo hemos distribuido la energía:
Hemos trabajado en el plano de los Cinco Reinos Mutantes
-sobre todos los órganos y entrañas- a través de los canales
UNiTARiOS, en los pies.
Hemos trabajado en el plano de los Vasos Maravillosos, ac­
tuando sobre el Canal Extraordinario Tou Maí.
Hemos trabajado sobre XiN BAO y SAN JiAO, los dos interme­
diarios del ideograma Tian.

171
¡Fíjense de qué forma tan mágica ha quedado configurado todo el
tratamiento!
❖ Los órganos, que tienen configuración física, los hemos traba­
jado todos en los pies. Porque podríamos haber trabajado, también en
los pies, Y in K e o , Y ang O e ... Pero no. En los pies hemos actuado so­
bre el descenso del Yang y el ascenso del Yin: sobre los canales de
Hígado, Riñón, Bazo, Vesícula Biliar, Vejiga y Estómago. Y a través
de éstos, gracias a la existencia del concepto de “Canaf Unitario”, he­
mos actuado también sobre los del miembro superior. Es decir, que
los órganos están en la Tierra, aquí.
❖ Luego hemos actuado sobre los Vasos Maravillosos, como el lu­
gar de partida que nos sustenta; el Origen.
❖ Y culminando, hemos actuado en la vía que une y desune -por así
decirlo- lo mágico de la Creación con lo concreto de lo Terrestre.
La secuencia que hemos seguido es:
Primero, lo Terrestre: los órganos y entrañas.
Después hemos ido a lo más Celeste: Tou Maí.
Y luego hemos ido a los canales que unen lo Celeste con lo Te­
rrestre: S an J iao y X in B a o .

Es una secuencia muy mágica y un poco “descolocante”. Hemos


empezado por lo más concreto, y luego nos hemos ido a lo más ele­
vado. Y después hemos tratado de unir las dos cosas.
Todo lo de abajo abarca a órganos y entrañas. Hemos abordado
los tres Yang y los tres Yin de abajo, que se unen con los tres Yang
y los tres Yin de arriba. Y ya están todos los que tienen materialidad.
Hemos empezado por la materia.
Luego hemos ido a lo más inmaterial: el Tou Maí.
Y después hemos ido a lo que une lo material con lo inmaterial:
S an J iao y X in B a o .

Realmente, hemos comenzado con el 4B, G o n g S u n ; que, si lo


contemplamos como punto de apertura del Vaso Maravilloso C ho ng

172
Maí, resulta que hemos recogido aquella energía de la Tierra que es­
tá tanto en el Cielo Anterior como en el Cielo Posterior -y nos sirve,
por tanto, de intermediación-, y que equiparamos con el Soplo Espi­
ritual Sensible.
Si lo vemos, entonces, desde este punto de vista, hemos empeza­
do por la sexualidad. C h o n g Maí es el canal que vehiculiza funda­
mentalmente la energía J ing Q i -energía sexual-, que está tanto en
el Cielo Anterior como en el Cielo Posterior. O sea que, bajo ese pun­
to de vista, hemos comenzado bien, porque lo hemos hecho a través
de la energía que nos permite la procreación.

De esta forma disponemos de un núcleo central básico en el que to­


dos -los que saben mucho y los que saben poco- tengan un recurso
completo para abordar a un ser que está en un momento sufriente.
A partir de estos cinco núcleos podemos añadir muchas más co­
sas, por supuesto, porque el proyecto del ser vivo y del ser humano
no es un proyecto cerrado. Es un proyecto abierto. Lo que hemos he­
cho es establecer cinco fundamentos sobre los cuales se puede edi­
ficar cualquier cosa.

Hemos desarrollado una serie de acciones con las que, a través de


los movimientos intencionados en los canales y colaterales de la
constitución energética del ser, podamos conseguir que toda la es­
tructura tenga una serie de respuestas para permanecer de manera
saludable. Para ello hemos seguido cinco estancias fundamentales:
La primera es el tratamiento para recuperar la capacidad de repa­
ración que todo organismo tiene para situarse en una identidad ade­
cuada con el medio: “R eparación”.

El segundo acto se ciñe a la “Identificación”, es decir, a promo­


ver el proyecto vital que cada cual tenga que desarrollar en el seno de
su entorno.

173
El tercer movimiento consiste en promover todos los actos de
“Capacitación”; capacitar al ser para que obtenga, de su posición, to­
dos los recursos necesarios para evolucionar de forma progresiva.

El cuarto momento reside en “A rm onizar ” , equilibrar y situar en


un plano de armonía lo que se viene llamando “psiquismo”, “emo­
ciones”, “afectos”... En definitiva, el área espiritual, el área amo­
rosa, el área de los quereres; es decir, el área de la consciencia de
Existir.

Y, de manera culminante, el q u in to paso promueve “ La p e r m a n e n ­


c ia ” . Toda forma de vida trata de permanecer de manera indefinida.

No busca su final. Si bien en los estadios en los que evoluciona tien­


de frecuentemente a finalizar, la permanencia es algo en lo que la es­
pecie ha estado divagando, pensando, especulando, confabulando...
Los movimientos de transfiguración, desaparición, resurrección e in­
mortalidad, quizás constituyan los móviles más frecuentes por los que
el ser humano ha tratado de permanecer.
Hemos planteado estas cinco estancias a fin de que ustedes
dispongan de recursos válidos, eficaces, sencillos -no por ello
simples-, para ser capaces de ser un auxilio permanente a una
humanidad que, entre enfermedad, auto-castigo y conflictos,
nos muestra que peligra en su existencia.

174
M iec
Palabras iniciales......................................................................... 9
La casa de Melquisedec................................................................. 10
Iniciando la acción.......................................................................... 12
LA TERAPIA DEL CENTRO.......................................................... 17
Los Microsistemas...................................................................... .. 21
El Pie ............................................................................ 22
Visualización.................................................................................. 22
Identificación, tocar....................................................................... 23
Las Articulaciones........................................................................ 24
Artrosis, un estilo de vida............................................................ 27
La memoria cerebral del pie........................................................ 28
Singularidad de cada pie................. 30
¿Bálsamos? ¿Aceites? ..................................................... 31
REPARAR .............................................................................. 33
LA IDENTIFICACIÓN ............................................................... 43
Meditación: sino, signo, sí y no.................................................... 45
DEFiNiR EL “SÍ”.............................................................................. 51
CAPACITACIÓN.............................................................................. 59
El Pie: el anclaje del ser............................................... 6
El instrumento del Masaje............................................................. 63
La unidad Zhong............................................................................. 65
Frecuencia de tratamiento............................................................. 70
ARMONIZAR EL PSIQUISMO, EMOCIONES, AFECTOS 73
Espiritualidad, emociones y afectos.............................................. 75

179
La Columna vertebral: una serie de peldaños............................... 81
El Homo erectus........................................................................... 82
Dar testimonio............................................................................... 83
Curvarse como una serpiente: La Fuerza del Tou M ai............... 86
Una percepción especial de la realidad...................................... 87
El genoma “basura” ...................................................................... 89
Tou Mai... es el Shakti................................................................... 90
El obstáculo del desamor.............................................................. 91
Una columna con grilletes............................................................ 95
En el fondo somos “troncos” ......................................................... 97
Dejar fluir el agua......................................................................... 99
El Tou Mai y el líquido cefalorraquídeo...................................... 100
La acción sobre Tou Mai.............................................................. 102
Visualización................................................................................ 103
La Piel........................................................................................... 104
Contacto con Tou Mai.................................................................. 104
Zonas abiertas y zonas contraídas............................................. 106
Masaje del Tou Mai:..................................................................... 107
Cuatro resonadores básicos........................................................ 108
La zona cervical........................................................................... 109
Regulación general: Masaje de los Huato:................................. 110
El Tren o... el Riel.......................................................................... 111
Recapitulamos: Condiciones generales del masaje..................... 112
Masaje de los IU de la espalda.................................................... 116
Los Ben Shen.............................................................................. 117
Espantando fantasmas............................ 118
Despegar las alas........................................................................ 119
¡A las Bisagras!............................................................................. 120
Los microsistemas........................................................................ 122

180
En suma....................................................................................... 125
LA PERMANENCIA (I)................................................................. 127
Meditación: “La Permanencia” ..................................................... 129
Un repaso general....................................................................... 136
Reparar o... La desorganización compensatoria........................ 137
Gong Sun para niños................................................................... 144
Gong Sun en la mujer.................................................................. 145
Gong Sun y la próstata......................................... 147
En suma....................................................................................... 148
Gong Sun y las matemáticas....................................................... 149
Reafirmar el “Sí” .......................................................................... 149
Capacitación................................................................................ 150
Todos podemos capacitarnos...................................................... 151
Los Yin y Yang del pie.................................................................. 152
Regulación psico-afectiva o espiritual:....................................... 156
Despegando las alas................................................................... 161
LA PERMANENCIA (II)................................................................ 163
Lo mágico del tratamiento........................................................... 171
BREVE NOTA BIOGRÁFICA DEL AUTOR................................ 175

181
¿Qué extraños, misteriosos y mágicos avatares se encuentran
en las manos para que, cuando se aplican mediante masaje a los
cuerpos doloridos, resentidos, enfermos, o a punto de enfermar,
puedan calmar sus pesares, sus dolores y sus daños?
El doctor José Luis Padilla, experto especialista en Medicina
Tradicional China, tras casi cuarenta años de experiencia clínica
como acupuntor, ofrece en este libro las claves para la iniciación de
un viaje mágico por el cuerpo humano, en el que las manos serán
el vehículo más adecuado para restablecer (a través del masaje en
los resonadores, los canales de energía, etc.) su salud integral, si­
guiendo las enseñanzas milenarias de la medicina energética china.
En esta misma colección, el Dr. Padilla ha publicado también su
imprescindible “Curso de Acupuntura”, así como “Medicina Tradi­
cional China”, “La Acupuntura en la senda de la salud. 4.140
casos clínicos”, “Fisiología y tratamiento en Medicina Tradicio­
nal China”, “Sistemas de regulación energética en Medicina Tra­
dicional China” y su edición comentada del “Tratado Clásico de
Acupuntura”, de Haungfu Mi, la obra más antigua existente en la
actualidad sobre Medicina Tradicional China.

ISBN 978-84-7813-340-6

9 788478 133406

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