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DOCTORADO EN EDUCACIÓN

IMPACTO DEL PROCESO EDUCATIVO EN LA FORMACIÓN DE SERES


CRÍTICOS Y CIUDADANOS RESPONSABLES

ENSAYO

POR: GONZÁLEZ LUCAS MARÍA ESMERALDA

DOCENTE: DR. JOSÉ GAITÁN ALCOCER

MATERIA: SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN CUATRIMESTRE: PRIMERO

EL ARCO, VALLE DE BRAVO, MÉXICO. 21 DE OCTUBRE DE 2017.


INTRODUCCIÓN

Ante la necesidad de regular los procesos y fenómenos que desequilibran el


desarrollo democrático-progresista de la sociedad, surge una propuesta educativa
inspirada por el pedagogo Paul Freire en su obra cartas para quien pretende enseñar,
específicamente en el presente ensayo se retoman las aportaciones inmersas en la
séptima carta denominada por el autor “de hablarle al educando a hablarle a él y con
él; de oír al educando a ser oído por él.

Porque actualmente es urgente rescatar el impacto del proceso educativo en la


sociedad; si existen profesores comprometidos creo que es posible que la educación
tenga grandes posibilidades de ingerir en la conformación de una ciudadanía positiva,
propositiva, funcional, progresista y democrática, sin embargo, en la otra cara de la
moneda también cabe la posibilidad de impulsar la formación de hombres y mujeres
indiferentes, ególatras, mecanicistas y materialistas que bien pueden generar en la
sociedad heterogeneidades con brechas cada vez más abismales por el
empoderamiento del autoritarismo y desentendimiento de la primer función social de
la educación que es: asegurar la continuidad social.

Por ello, el presente ensayo tiene como propósito generar una serie de reflexiones
sobre el impacto de la educación que se imparte al interior de las aulas en la formación
de ciudadanos responsables y críticos, mediante el análisis de las prácticas
pedagógicas que irradiamos los educadores y que intrínsecamente generan ideologías
a partir de lo que el educando puede observar, despertar y asumir en las formas de
interacción, organización y socialización promovidas en la escuela.

Es al mismo tiempo, un exhorto para los docentes a aplicar herramientas de


transformación social como el diálogo y la discusión contribuyendo así en la
construcción de sociedades verdaderamente democráticas y participativas, es decir,
intervenir para trasformar al mundo, ser el modelo a seguir para la libertad, para el
ejercicio pleno de la democracia porque ¡cada uno debe ser respetado como persona,
con su individualidad, tolerado con sus diferencias e integrado en sociedad!
IMPACTO DEL PROCESO EDUCATIVO EN LA FORMACIÓN DE SERES
CRÍTICOS Y CIUDADANOS RESPONSABLES

Dentro de las prácticas educativas, es frecuente observar que pueden tener un


enfoque democrático, autoritario o espontaneísta, por ejemplo, la estrategia de
enseñanza diseñadas para desarrollarse en equipos de trabajo, tienden a fragmentar
los roles entre los estudiantes y lejos de fortalecerse a través de la colaboración se
vuelve una oportunidad para ejercer “poder” por parte de uno de los integrantes quien
suele “dirigir” el desarrollo de las actividades y “vetar” a aquellos integrantes del equipo
que no “cumplan” con la comisión asignada y que además no tienen voz ni voto en la
organización de las actividades a desarrollar.

Por lo tanto, el docente debe tener las habilidades, conocimientos y valores necesarios
para concientizar sobre la existencia de la diversidad social y la necesidad de
complementarse unos a otros a través de la interiorización de roles y funciones para
el logro de un objetivo en común: promover el progreso humano. En consecuencia, el
trabajar en equipo es un “ensayo” para el desarrollo de la habilidad social de cooperar
con los demás. A este respecto, la escuela, y concretamente la clase es el fiel reflejo
a pequeña escala de una sociedad más amplia, se convierte en el marco idóneo para
fomentar el trabajo de conjunto y las vivencias compartidas. En este contexto, todos y
cada uno de los alumnos y alumnas han de caminar al unísono, evitando cualquier tipo
de clasificación discriminatoria que permita brillar a unos más que a otros.

El docente debe fungir como mediador, lograr que todos participen desde sus
posibilidades para el logro del objetivo en común trazado e identificado plenamente,
en armonía porque en el momento en el que las alumnas y los alumnos toman
conciencia de que desempeñan un papel primordial e imprescindible dentro de su
grupo, equipo o clase, y que son tomados en cuenta mediante la escucha de sus
opiniones, intereses y afecciones, serán capaces de experimentar placer, actitud que
los predispondrá para el aprendizaje significativo y favorecerá su experiencia y
creatividad, elementos sin duda alguna para la conformación de un pensamiento
crítico.
Totalmente contrario a lo mencionado son los efectos limitativos que se derivan de
algunas prácticas autoritarias que persisten hoy en día como el castigo en el nivel
básico o el condicionamiento de las actitudes a la asignación de una calificación. Lejos
de surtir cualquier tipo de beneficio, dependiendo del alumno del que se trate, el castigo
puede llegar a vivirse como un rechazo de la propia persona e incluso de la propia
existencia y, por consiguiente, generar la deserción y/o fracaso escolar que en algunos
casos expone a los discentes a manifestarse contra la educación mediante la rebeldía
en la sociedad, corrompiendo las reglas, las formas sanas de convivencia, aislándose
y absteniéndose de servir a los fines públicos.

No en vano, los adolescentes del nivel medio superior describen los abusos de los
maestros autoritarios como verdaderos atropellos, cuyas secuelas son irreversibles en
ciertos casos en donde en su institución educativa inmediata que es la familia, tampoco
encuentran ser escuchados, entendidos e impulsados a creer en las posibilidades de
formar parte de un mejor porvenir.

Por otro lado, es de gran importancia la necesidad de establecer normas de


convivencia mediante un reglamento en “positivo”, consensado por la comunidad
escolar y justificado en la normatividad oficial, que rija las interacciones con base en el
respeto, la tolerancia, solidaridad y democracia, con esto nos remitimos a Durkheim,
quien demostró que dicha relación debe ser un contrato que ninguno ha de romper.
Pero, pese al carácter inviolable de las reglas, su ruptura no debe desencadenar un
castigo, sino la toma de conciencia de lo sucedido tanto del infractor como del resto de
la comunidad.

Uno de los errores que se cometen con frecuencia en la escuela, quizás de forma
inconsciente, es la potenciación del individualismo a través del fomento de la
competitividad, algo que repercute negativamente en el ambiente de convivencia
provocando envidias, deseos fallidos y enemistades dentro de los grupos, al
“seleccionar” como representantes de grupo a los alumnos por imposición del docente
o directivos, demostrar empatía solo con algunos alumnos (generalmente con los que
se identifica en su status social el profesor) y marginar a los alumnos etiquetándolos
de agitadores del grupo o “neutralizándolos” sometiéndolos a la disciplina y obediencia
se está contribuyendo en la formación de seres carentes de un pensamiento crítico.

La preocupación del docente no debe ser la de evaluar al alumno, la de comprobar si


él la acompaña o no (Freire, 2010, pág. 109), la opción es representar a un docente
demócrata que disminuya cada vez más la distancia existente entre el discurso y el
actuar, que sea coherente en su vida escolar cotidiana, que siempre someta a análisis
crítico, desarrolle su labor con placer para lograr la experiencia de hablarles a los
educandos y de hablar con los educandos (Freire, 2010, pág. 109).

Mediante el conocimiento de los alumnos a través de un diagnóstico del contexto


socioeconómico, familiar y cultural, así como el análisis de la situación de aprendizaje
de los educandos se puede obtener información de gran relevancia para direccionar
las estrategias de enseñanza; el diálogo es sin duda una práctica pedagógica para
abordar los contenidos, pero al mismo tiempo para entablar relaciones humanas,
solucionar conflictos y crear ambientes de participación ciudadana.

Hablar a y con los educandos es una forma positiva e impactante en la formación


integral de los alumnos quienes en muchas ocasiones buscan ser escuchados, no
pretendamos querer ser oídos cuando no se da oportunidad de incluir a los alumnos,
escucharlos, conocerlos, hacerlos partícipes de su formación coartándolos o
limitándolos a seguir y reprimirse en parámetros ideológicos previamente establecidos
que en algunas ocasiones están alejados de su realidad inmediata.

Un maestro espontaneísta es aquél que actúa de manera emergente, licencioso,


indeciso sobre su postura en cambio el autoritario cree firmemente en su poder de
control y lo ejerce sobre los demás, sin embargo, hoy en día se requiere de una
educación democrática que desde las aulas se impulse por el ejercicio libre de la
participación de los alumnos, impulsándolos por ejemplo a través de la discusión, del
desarrollo de una visión crítica que les permita vislumbrar y construir un mejor contexto
social.
Finalmente, frente a la situación educativa que ha generado falta de credibilidad en la
democracia, apuesto por una educación basada en la integración del grupo, la
identificación de cada uno de sus integrantes, la colaboración, la solidaridad y la ayuda
mutua. De este modo, construiremos una interacción social basada en el “nosotros”,
rezagando el “súper yo” en donde se brinde la posibilidad de integrarse en el grupo
aportando sus cualidades, las cuales redundan en un beneficio para todo el conjunto.

El espíritu de pertenencia a un grupo tenderá unos lazos de unión entre sus


componentes, quienes no se considerarán enemigos, sino compañeros de equipo. De
las afirmaciones realizadas, se desprende la necesidad de reflexionar sobre las
cualidades que ha de reunir un buen docente, junto a la imagen, que otorga credibilidad
al docente, merecen una especial consideración las siguientes: la participación en la
escuela, que implica el afán de superarse a sí mismo día a día, el placer de enseñar,
a fin de que nuestro trabajo nos resulte gratificante y eficaz, la técnica de comunicación
mediante el diálogo directo, imprescindible para que nuestra clase sea entendida por
los alumnos y el carisma como un plus de nuestra labor docente.

Por ello, para desempeñar con éxito nuestra misión, hemos de conocer
minuciosamente a los destinatarios de nuestro trabajo: al estudiante, darle importancia
al diálogo y la cooperación entre la escuela y la familia, dado que ambas comparten la
responsabilidad de integrar a los jóvenes a la sociedad. Todos los docentes debemos
asumir que al mismo tiempo que se enseña, se aprende y, por tanto, la educación tiene
una función política-social.

.
FUENTES DE CONSULTA

• Diccionario de la Real Academia española, disponible en: http://dle.rae.es/

 Freire, P. (2010). Cartas a quien pretende enseñar. México: Siglo veintiuno


editores S. A, pp. 107-114

 Paulo Freire cartas a quien pretende enseñar - Colegio de Profesores en:

www.colegiodeprofesores.cl/wp-content/uploads/217/06/Paulo-Freire.pdf

• Gaitán, Alcocer José, Material del curso Sociología de la educación DE-103.


Noviembre de 2017, TEC Mexiquense, pp. 26-29

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