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Tú eres el protagonista

de esta historia, elige entre


21 soluciones distintas.
EL REINO
SUBTERRÁNEO
E. PACKARD - A. KRAMER

TIMUN MAS
ELIGE TU PROPIA AVENTURA® - 8

TÍTULOS PUBLICADOS
1. LA CUEVA DEL TIEMPO Edward Packard
2. LAS JOYAS PERDIDAS DE NABOOTI R A. Montgomery
3. TU CLAVE ES JONAS Edward Packard

EL REINO
4. EL ABOMINABLE HOMBRE DE LAS NIEVES R A Montgomery
5. ¿QUIÉN MATÓ A H. THROMBEY? Edward Packard
6. OVNI 54-40 Edward Packard
7. EL GRAN RALLYE R. A Montgomery

SUBTERRÁNEO
8. EL REINO SUBTERRÁNEO Edward Packard 9.
MAS ALIA DEL ESPACIO R A. Montgomery
10. EL CASTILLO PROHIBIDO Edward Packard
11. [NAUFRAGIO! Edward Packard
12. EL SECRETO DE LAS PIRÁMIDES Richard Brighfield 13.
EVASIÓN R. A Montgomery EDWARD PACKARD
14. PERDIDO EN EL AMAZONAS R. A. Montgomery
15. PRISIONERO DE LAS HORMIGAS R A. Montgomery
16. EL MISTERIO DE CHIMNEY ROCK tduwrd Packard
17. EL EXPRESO DE LOS VAMPIROS Ton, Koltz
18. SUPERVIVENCIA EN LA MONTANA Edward Packard
19. EL SUBMARINO FANTASMA Richard Brighfield
20. LA GUARIDA DE LOS DRAGONES Richard Brighfield
21. EL TESORO DEL GALEÓN HUNDIDO Julius Goodman
22. ODISEA EN EL HTPERESPACIO Edward Packard
23. SUPERORDENADOR Edward Packard
24. LA TRIBU PERDIDA Louise Monro Foley
25. PATRULLA ESPACIAL Julius Goodman
26. VIAJE SUBMARINO R. A. Montgomery
27. EN GLOBO POR EL SAHARA D Terman
28. SABOTAJE Jay Leibold
29. EL TRONO DE ZEUS Deborah Lerme Goodman
30. VIAJE A STONEHENGE Fred Graver
31. EL DESAFÍO DE ROBIN HOOD Ef'en Kushner
32. TE CONVIERTES EN TIBURÓN Edward Packard 33.
SOMBRA MORTAL Richard Brighfield
34. EL MISTERIO DEL MEDALLÓN ESCOCES Louise Munro Foley 35.
CAZADOR DE FANTASMAS Edward Packard 36. EL TESORO SECRETO
DEL TIBET Richard Brighfield 37. SAFARI FOTOGRÁFICO Jim Wallace
38. LA MAGIA DEL UNICORNIO Deborah Lerma Goodman
39. PELIGRO EN LA TIERRA R A Montgomery 40.
ODISEA EN EL GRAN CAÑÓN Jay Leibold
ILUSTRACIONES: ANTHONY KRAMER

TIMUN MAS
_____________ADVERTENCIA____________
¡No leas todo el libro seguido, del principio al
fin! En sus páginas hallarás muchas y variadas
aventuras. A medida que lo vayas leyendo, te
verás obligado a elegir. De tu decisión depende
que la aventura constituya un éxito o un fra-
caso.
Tú serás el responsable del resultado final. Te
corresponde a ti tomar las decisiones. Una vez
que hayas elegido, sigue las instrucciones para
averiguar qué sucede a continuación.
Recuerda que no puedes volverte atrás. Re-
capacita antes de decidirte por una opción. Tu
elección puede conducirte al desastre o... ¡a un
magnífico final!
ADVERTENCIA MUY ESPECIAL

Al Reino Subterráneo no se llega fácilmente.


Muchos lectores no han conseguido llegar.
Otros no han conseguido volver...
Antes de iniciar tu odisea, tal vez te interese
conocer la teoría del profesor Bruckner, que
encontrarás expuesta en ¡as páginas siguien-
tes.
El profesor Bruckner puede resultar un poco
pesado; no te aconsejaríamos que lo leyeses si
no fuera por un pequeño detalle: si consigues
llegar al Reino Subterráneo sus teorías pueden
salvarte la vida.

¡Suerte!
LA TEORÍA DEL
PROFESOR BRUCKNER
El descubrimiento de la Sima Insondable, en
Groenlandia, por parte de la doctora Ñera Vi-
valdi, confirma mi teoría de que la Tierra no es
compacta, como se pensaba, sino que está
hueca. La Sima Insondable es probablemente la
única entrada desde la superficie terrestre a un
gran Reino Subterráneo. Sólo podría existir otro
camino: un río subterráneo que discurriese en
uno u otro sentido, según las mareas, pero no
parece muy probable que tal río exista.
Me preguntarán cómo es posible que la Tie-
rra esté hueca. Según mis estudios, hace más de
un billón de años un diminuto agujero negro
chocó contra nuestro planeta y se alojó en su
centro, haciendo que el núcleo de magma se
comprimiera y formase una inmensa esfera de
unos pocos cientos de metros de espesor en
torno al agujero negro. Es decir, que si nos si-
tuáramos sobre la superficie interior de la Tierra
(como se posa un mosquito en la parte cóncava
de una calabaza, por ejemplo) veríamos sobre
nuestras cabezas el agujero negro como si de un
Sol Negro se tratara.
La gravedad de la espesa corteza terrestre
nos mantendría pegados a la superficie interna
de la Tierra, si bien allí nuestro peso sería mu-
cho menor que en la superficie externa, ya que
la masa del Sol Negro nos atraería hacia él.
Si hubiera una montaña muy alta en el Reino
Subterráneo y tuviéramos que escalarla,
podríamos llegar a la cumbre casi arrastrados
por el Sol Negro, ya que la gravedad cobra
fuerza conforme uno se acerca a una gran masa.
Por lo demás, el Sol Negro no tiene por qué
resultar dañino para los seres que habiten en el
Reino Subterráneo. Al contrario, puede ser ne-
cesario para la vida en ese mundo subterráneo,
aunque de manera opuesta a como ocurre con
nuestro Sol sobre la superficie terrestre. En
efecto, el Sol nos da calor y evita que nos con-
gelemos. El Sol Negro, en cambio, absorbe el
calor. Si existe este mundo, es el Sol Negro el
que impide que sus habitantes perezcan abrasa-
dos por el inmenso calor del interior de la
Tierra.
1
En estos momentos te hallas en el glaciar
Toan, al norte de Groenlandia, absorto ante el
negro vacío de una profunda sima. El frío te
hace tiritar mientras te preguntas si fue o no
una suerte que te invitaran a esta expedición.
A tu lado se encuentran Gunnar Larsen, del
Instituto Nacional de Investigaciones Científi-
cas, y un geólogo, el doctor James Sneed. Sus-
pendida sobre la sima por dos largos palos hay
una caja negra con un equipo transmisor de se-
ñales. El transmisor se halla conectado a un
aparato situado algunos metros más allá, sobre
el hielo. El doctor Sneed hace girar un botón al
tiempo que observa atentamente la pantalla.
- ¿Y bien? -pregunta Larsen impaciente.
- Aquí la tenemos: la Sima Insondable.
- ¿Alguna señal en el radar? -inquiere Lar-
sen.
Sneed mueve negativamente la cabeza:
- Ninguna.
Durante algunos instantes permanecen todos
cabizbajos. Hace justamente un año que una
entrañable amiga, la doctora Nera Vivaldi,
transmitió desde este mismo lugar un radio-
mensaje: había llegado a la Sima Insondable.
Momentos después sus señales de radio enmu-
decieron. Nunca más volvió a saberse de ella.

Pasa a la página 2.
2 3
Ahora te encuentras ante la boca de la grie- Vas perdiendo la conciencia al tiempo que
ta, absorto en cavilaciones. ¿Será realmente te deslizas hacia el fondo, cada vez mas hacia
una sima insondable? ¿Cómo es posible que abajo, más deprisa...
no tenga fondo? ¿Podría conducir este agujero De pronto, te das cuenta de que estás flotan-
a un mundo subterráneo? ¿Qué le ocurrió real- do en el aire. Arropado por una luz suave y ro-
mente a la doctora Vivaldi? jiza, te ves en una especie de túnel, rebotando
Tus reflexiones quedan bruscamente inte- contra el techo. ¿O se trata del suelo? En un
rrumpidas. No crees haber resbalado en ningu- abrir y cerrar de ojos te percatas de cuanto ha
na parte, pero lo cierto es que, de pronto, te sucedido: has ido cayendo hasta un punto en
precipitas velozmente por la sima. Te aproxi- que la gravedad que hay encima de ti es igual a
mas a una especie de cornisa. Podrías intentar la que hay debajo.
agarrarte a ella, pero es tal la velocidad de la Te agarras a una superficie firme, una pared
caída que seguramente sufrirías graves lesiones como de arcilla. Te sujetas a ella durante unos
y lo único que conseguirías sería quedar allí instantes. Luego te dejas flotar de nuevo desli-
maltrecho, agonizando lentamente... zándote suavemente hacia abajo. El miedo em-
Todas estas cavilaciones cruzan por tu men- pieza a desvanecerse al comprobar que la gra-
te en décimas de segundo. vedad, es aquí tan débil que podrías dejarte
caer kilómetros y kilómetros sin sufrir daño al-
guno. Poco a poco comienzas a calmarte e in-
cluso a tomarle gusto a deslizarte por este fan-
tástico mundo de penumbra. Lo único que te
gustaría es que el calor fuera menos agobiante.
Aunque, cerrando los ojos, hasta puedes imagi-
nar que te encuentras sano y salvo en casita,
ricamente metido en la cama...

Si tratas de agarrarte a la cornisa.


sigue en la página 5 --------------------------------------------
Si no, pasa a la página 3. Pasa a la página
6
5
Todo tu cuerpo se estremece de dolor al
chocar contra la cornisa. Te sientes dolido y
magullado; pero ¡estás vivo! Un banco de nieve
ha servido para amortiguar la caída.
- ¡Socorro! -gritas con todas tus fuerzas.
- ¡Agárrate bien! -replica Larsen-. Va a ser
un poco complicado, pero ya estamos enlazan-
do nuestras cuerdas. ¡Te sacaremos de ahí!
Un relámpago de alegría ilumina tu cara.
Pero recuerdas algo que te produce escalofríos:
habías puesto sumo cuidado en no caerte. Estás
completamente seguro de que no diste ningún
resbalón; fue como una fuerza desconocida la
que te atrajo hacia la Sima Insondable.
Tal vez deberías prevenir a tus amigos sobre
esa extraña fuerza. Ahora bien, si lo haces tal
vez no se atrevan a aproximarse lo suficiente
como para poder salvarte...

Si decides avisar a Larsen y a Sneed,


pasa a la página 13.

Si gritas nuevamente pidiendo ayuda,


pasa a la página 9.
6
Nuevamente chocas contra una superficie firme.
Esta vez se trata del suelo de la cueva. En realidad,
has aterrizado en la húmeda orilla de una corriente
subterránea. Bebes un poco de agua fresca y
transparente y comienzas a caminar por la cueva,
adentrándote en este extraño mundo. La única luz
que hay es un difuso resplandor rojizo que parece
proceder del suelo. Puedes ver toda una serie de
colinas y valles extendiéndose en todas
direcciones, incluso por encima de ti.
¿Por qué estás tan a gusto? Debe de ser porque
te sientes muy ligero; apenas debes pesar en estos
momentos diez o quince kilos. Empiezas a dar
saltos. Los movimientos resultan fáciles. Das un
brinco de lo menos quince o veinte metros y
vuelves a posarte nuevamente en el suelo.
De pronto adviertes que no estás solo. Algunos
metros más allá se encuentra una extraña criatura.
Es más o menos de tu tamaño; parece una especie
de ave, pero algo más que un simple pájaro. Bajo
un penacho de delicadas plumas doradas se abren
unos enormes ojos de un gris azulado, tan vivos y
penetrantes que parecen no sólo un medio de ver,
sino también un medio de dominar.

Si sales huyendo de ese extraño ser,


pasa a la página 15.

Si te atreves a plantarle cara,


pasa a la página 10.
8 9
Echas a correr todo lo que puedes, con la es-
peranza de que la madre del pájaro no te persiga - ¡Deprisa! -gritas con fuerza.
cuando vea a su cría fuera de peligro. Momentos después te tranquilizas al ver el
Te introduces corriendo en una cueva. Aquello rostro del doctor Sneed asomarse a uno de los
está más oscuro y hace más calor que en el ameno bordes de la grieta, allá arriba, en lo alto. Luego
lugar en que topaste con el pájaro; ¿se trata quizá aparece Larsen en el lado opuesto.
del mismo túnel por el que llegaste? - Tranquilo, no te preocupes -te dice éste.
Sin parar de correr, vuelves la vista atrás para ver - Eh, ¿qué diablos pasa?...
si el extraño pájaro te persigue. En ese momento te La voz del doctor Sneed queda interrumpida al
sientes caer o, mejor dicho, subir, hacia la resbalar por el borde helado de la grieta. ¡Ves
superficie terrestre, absorbido por lo que debe ser horrorizado cómo su cuerpo cae y se precipita en el
el pozo que forma la Sima Insondable. abismo!
Pronto dejas de ascender y comienzas de nuevo a Haces señas a Larsen para que se aparte de la
caer. Luego subes otro poco, te paras y comienzas a boca. Pero al instante ves pasar un bulto y notas el
zumbido de su cuerpo precipitándose tras el doctor
caer de nuevo. Como si fueras un yo-yo, botando Sneed.
arriba y abajo, una y otra vez; hasta que al fin Los dos han desaparecido y ahora estás solo,
llegas al centro de la gravedad, un punto en el que atrapado en una estrecha cornisa de hielo. Si los
ya ni subes ni bajas. Como una tabla perdida en el hubieras avisado, se habrían salvado ellos y
océano, pareces condenado a vagar eternamente a probablemente también tú.
la deriva-Fin Ahora tus esperanzas se han desvanecido. Puede
que pase un helicóptero para buscaros. Pero ¿podrá
aterrizar? ¿Cómo podrán encontrarte estando aquí
metido? ¿Podrás subsistir en la dura noche del
Ártico?
>

Pasa a la página 12.


11
Te arrojas al suelo y escondes la cabeza
entre los brazos, con la esperanza de que el
pájaro te deje ileso.
No pasa nada; el pájaro debe de haberse
llevado a su cría. Comienzas a sentirte a
salvo. Lentamente te vas incorporando. Cerca
de ti se encuentran otros tres bichos tan
grandes como el anterior. Uno de ellos se
eleva sin esfuerzo del suelo, revolotea por el
aire y viene a posarse junto a ti. Sientes de
repente una extraña necesidad de subirte a
sus espaldas.
Te plantas con firmeza y ves cómo el ¿Por qué te sientes tan seguro? El pájaro
extraño ser se aproxima lentamente hacia ti. comienza a emitir unos sonidos musicales, los
Entonces adviertes los trocitos semiazulados más bellos que jamás hayas escuchado. ¿Es
de un cascarón roto. ¡El pájaro no es más que tal vez esa música la que te hace sentirte bien,
una cría recién salida del cascarón! o es algo más? Estos seres parecen
Ya sin temor alguno, te acercas y acaricias comunicarse no con palabras, ni siquiera con
suavemente al animalito. Éste levanta la ideas, sino con sensaciones.
cabeza y te roza con una de sus alas. En esos Sin pensártelo más das un salto y, como
momentos casi parece un ser humano. apenas hay gravedad, vas casi flotando a
De repente oyes un estrépito espantoso. posarte entre las plumas de la espalda de uno
Levantas la vista y ves sobrevolar a otro de los pájaros. Allí te acomodas como en un
pájaro mucho mayor. Debe tratarse de la nido. Es como si estuvieras sobre un colchón
madre del pequeño, que se lanza en picado de plumas suave y mullido.
hacia ti.

Si sales corriendo, pasa a ¡a página 8.

Si coges el pajarito y te sirves de él como


escudo, pasa a la página 14.

Si te tiras al suelo y escondes la cabeza


entre los brazos, pasa a la página 11. Pasa a la página 16.
12 13
Observas la cornisa: va ascendiendo hacia la - ¡Apartaos de la grieta! -les gritas—. ¡No
superficie, pero cada vez se estrecha más. Pro- es
curas calcular hasta qué punto podrás acercarte que me haya caído, es que algo me ha arras
a la boca sin perder pie. Cavando unos aga- trado!
rraderos en el hielo con tu machete, podrías Durante algunos instantes no oyes nada;
llegar hasta lo alto, siempre que no te despe- luego oyes gritar a Sneed.
ñaras. .. - Gracias por avisarnos. Debe existir alguna
4 fuerza que desconocemos. Pero no te apures,
estamos anudando una cuerda para sacarte
sin tener que aproximarnos demasiado.
Minutos después ves un cable de nailon
oscilando delante de ti. Tiras de él lo suficiente
como para darte una vuelta a la cintura y pasar-
lo por debajo de tus brazos. Lo agarras con
todas tus fuerzas y gritas:
- ¡Listo, ya podéis tirar!
Tu corazón parece estallar conforme van ti-
rando de ti. Quedas colgado unos instantes;
luego, poco a poco, primero un pie, luego otro,
tus amigos te hacen salir por la boca de la sima.
Corres por el hielo y te arrojas a sus brazos.
- ¡Gracias a Dios que te hemos rescatado!
-exclama Larsen-. La Sima Insondable es ase-
sina. Creo que lo mejor es abandonar ahora
mismo.
- Estoy de acuerdo ¡Bastante he pasado ya!
-responde Sneed.
Después de lo que has vivido, no tienes ga-
nas de discutir con ellos. Los tres preparáis
vuestros petates y emprendéis la larga marcha
de descenso del glaciar. Te sientes contento de
estar vivo, pero sabes que siempre te pesará no
Si tratas de hacerlo, pasa a la página 18. Si haber conseguido llegar al Reino Subterráneo.
decides esperar, pasa a la página 20. Fin
14 15
Agarras al pájaro pequeño pensando utilizar- Sales huyendo del pájaro por una colina que se
lo como escudo protector. hace cada vez más empinada. Con la poca
Pero al acercarte sientes las ráfagas del aleteo gravedad que hay en este mundo subterráneo,
de la madre que trata de proteger a su pequeño. puedes correr más ligero que un ciervo, incluso
Entonces te das cuenta de que acabas de tomar por la montaña. iSeis, nueve, hasta doce metros de
la peor decisión de tu vida. una sola zancada! Te sientes incluso más ligero
Curiosamente, la madre del pájaro no te que antes. Tratas de dar unos pasos por el aire y de
ataca. Sientes como si te hubieran hipnotizado. repente te encuentras ¡flotando! No puedes caerte
Y lo más curioso es que tienes la impresión de hacia ningún lado, porque estás apresado entre el
que algo habría hecho retroceder el tiempo para suelo de arriba y el suelo de
brindarte otra oportunidad... abajo.
Cierras los ojos. De pronto, en vez de sentir
calor, sientes frío; en vez de sentirte ligero, te
sientes pesado. En vez de flotar, te encuentras
tirado en una superficie dura y fría. Abres los
ojos y ves paredes de hielo que se yerguen
amenazantes sobre tu cabeza.
Entonces comienzas a comprender. Cuando
caíste a la Sima, aterrizaste en esta cornisa, a
unos treinta metros de profundidad. Debiste de
golpearte la cabeza contra el hielo y tuviste una
extraña alucinación. Parecía totalmente real,
como si el pájaro te hubiera inspirado ese
sueño. Pero hay otras cosas en que pensar
ahora.
- ¡Socorro! -gritas con fuerza.
No oyes repuesta alguna. Larsen y Sneed
probablemente te hayan dado por perdido.

Pasa a la página 10. Pasa a la página 12.


i
16
El pájaro atraviesa cañones y pasos subterrá-
neos. Es la carrera más apasionante de tu vida y
seguramente sería la más escalofriante, si no
fuera porque nunca jamás te habías sentido tan
seguro.
De pronto, una especie de túnel te abre paso
a un extenso y nuevo mundo. Un paisaje infinito
se despliega ante tus ojos. Está bañado por una
luz suave y rojiza, como si el Sol acabara de
ponerse a tus espaldas.
Un inmenso río divide con una graciosa hoz
el terreno. Hileras de árboles se alinean en sus
orillas. Tras el río asoman montañas, algunas de
color violeta o azulado, otras resplandecientes
como ascuas. Curiosamente, no existe horizon-
te, sino que el paisaje se difumina en rojos y
pardos oscuros que se cierran sobre tu cabeza,
formando una especie de cielo casi del mismo
color que el suelo. Justo encima de ti hay algo
que se parece al Sol... ¡pero resulta que es total-
mente negro!
¡Así que éste es el Reino Subterráneo, extra-
ño, dilatado y hermosísimo! ¿Qué clase de seres
vivirán aquí? ¿Qué misterios encierra? Es como
si estuvieras soñando despierto; sólo que tienes
que dejarte de sueños cuando te das cuenta, de
pronto, de que tu vida puede correr peligro...

Si te atreves a explorar el Reino Subterráneo,


pasa a la página 19.
Si lo que te preocupa es volver sano y salvo
a casa, pasa a la página 22.
18 19
Calculas el recorrido hasta la boca de la sima, Estás seguro de ti y no te importa el riesgo.
pegándote bien a la pared de la grieta. Tienes ¡Quieres explorar el Reino Subterráneo!
que conseguirlo, tienes que vencer el miedo. El pájaro parece comprenderlo. Planeando
Procuras no mirar hacia abajo. suavemente se dirige hacia el río y se posa dul-
Después de casi una hora de fatiga, consigues cemente en una pradera húmeda. Al lado hay un
sacar una mano por el borde de la grieta. Pero seto de árboles. De sus troncos surgen gruesas y
aún no puedes salir. cortas ramas con manojos de hojas multicolores.
Sigues picando en el hielo para hacer un Casi parecen manos sosteniendo ramos de flores.
agarradero, apoyas primero la mano, luego el
pie... Te parece que transcurren siglos entre paso Te deslizas hasta el suelo y, súbitamente, el
y paso. Por fin, con terribles esfuerzos, logras pájaro se eleva por los aires. Conforme se va
salir del agujero y te echas a rodar para alejarte adentrando en la masa oscura y rojiza del cielo,
de la grieta asesina. sientes como si te invadiera una oleada de dicha.
Con todos tus músculos tensos y temblorosos, Sigues su trayectoria con la mirada hasta que se
tratas de ponerte en pie y das un vistazo a tu pierde de vista. Entonces, volviendo a examinar
desolado entorno. El Sol ya se ha puesto tras las el extraño paisaje, te preguntas hacia dónde
montañas de occidente y comienzas a tiritar dirigir tus pasos y qué peligros te acecharán...
azotado por un viento helado. Tienes que dar
gracias a que en esta parte de Groenlandia, du-
rante el mes de julio, no existe la noche, no se
apaga la luz. Pero existe el frío -el termómetro
suele descender muy por debajo de los cero
grados- y estás tan agotado que no puedes correr
ni saltar para entrar en calor.

Pasa a la página 40.


Pasa a la página 21.
20 21
Decides no arriesgarte a trepar por esa pared No hay manera de protegerse del viento im-
traicionera que lleva hasta la superficie. Segura- placable y ni Larsen ni Sneed dan señales de
mente ya está en camino alguna patrulla de so- vida. Te cuesta trabajo respirar. Pronto comien-
corro. Te acurrucas en la helada cornisa, zapa- zas a sentir el embotamiento doloroso, la rigidez
teas y das palmadas para no congelarte. Sientes y el malestar que, según recuerdas haber leído,
cada vez más frío. Tienes que mantenerte des- son los síntomas de la congelación; puedes
pierto hasta que llegue la patrulla de rescate. morir congelado. Tal vez un helicóptero de res-
Las horas transcurren lentamente. De pronto
te pones en estado de alerta porque te parece oír, cate aparezca en cualquier momento. Tal vez
arriba, un ruido como de hélice. ¡Un helicóptero tarde horas. Tal vez no llegue nunca...
está sobrevolando la sima! Por unos instantes te Estás cansado. Necesitas descansar por enci-
deslumbra un chorro de luz. El helicóptero ma de todo.
desciende hasta sólo unos pocos metros de la
grieta. La tripulación arroja un cable. Lo agarras
impaciente y te das una vuelta con él por la
cintura.
- ¡Agárrate fuerte! ¡Vamos a sacarte!
Súbitamente te ves izado por los aires. Mo-
mentos después, un par de manos te introducen
por la compuerta. El piloto te sirve de su termo
una taza de chocolate muy caliente.
- Gracias por mantenerte vivo hasta que
dimos contigo -exclama con una sonrisa.
Inmediatamente sientes renacer las fuerzas
en todo tu cuerpo.
- ¡Gracias por sacarme!
- Este es uno de esos sitios a los que nadie
debería acercarse -dice el piloto.
- Nada me haría volver aquí -respondes
sonriendo.
Si te acurrucas en tu anorak y tratas
de ahorrar energías, pasa a la página 32.
Fin
Si te esfuerzas para seguir moviéndote,
pasa a la página
25.
22 23
Según vas caminando por el sendero helado
Tu mayor deseo es ahora volver a casa. Te
agarras con fuerza al pájaro. Éste, como si adi- que conduce al pueblo, te acuerdas del pájaro y
vinara tus pensamientos, se eleva por los aires, del Reino Subterráneo, y piensas que en el uni-
planea un poco; luego va tomando velocidad y verso, incluso en nuestro pequeño planeta, tiene
se introduce por una especie de corredor a ras que haber muchas más cosas de las que
del suelo. Te estás acomodando en su espeso y alcanzamos a imaginar.
mullido cuerpo cuando ves que se introduce en
la oscuridad. Te sientes totalmente seguro, hasta Fin
das alguna que otra cabezadita.
Cuando te despiertas, el frío ha arreciado. Un
viento helado te azota. La luminosidad de tu
entorno ya no es aquella luz rojiza del Reino
Subterráneo, sino la luz blanca y fría del Ártico.
Este paisaje desolado, cubierto de nieve y hielo,
te resulta familiar, lo mismo que el pueblecito
de cabanas y barracones con techos de cine que
se vislumbra en la lejanía. ¡Estás en Groen-
landia! El pueblo es el campamento costero
desde el que partió tu expedición hacia la Sima
Insondable.

Continúa en la página siguiente.


24 25
-No cabe ninguna posibilidad -te dice el Tienes que hacer lo posible por andar. Si te
ayudante del profesor Bruckner-. Una fotografía alejas demasiado de la grieta, el equipo de res-
aérea tomada hace algunas semanas mostraba cate no te encontrará, de manera que te mueves
que el glaciar se ha desplazado y ha tapado la
sima con un bloque de hielo de seis mil metros. describiendo un amplio cuadro: cincuenta pasos
Cuelgas el teléfono y te quedas mirando por la al norte... cincuenta al este... cincuenta al sur...
ventana, pensando en ese mundo que hay bajo la cincuenta al oeste... cincuenta al norte..., y otra
superficie terrestre. ¿Cómo será? ¿Qué seres vez... Te pesan las piernas, los ojos se te cierran.
vivirán allí? ¿Qué le ocurriría al profesor Apenas te das cuenta de que el Sol del Ártico
Bruckner? ¿Encontraría a Larsen y a Sneed? está volviendo a salir... El Sol... Apenas puedes
¿Estará viva la doctora Vivaldi? Son cosas que, pensar... Te mareas...
naturalmente, ya nunca podrás saber. Parece otro mundo el que contemplas cuando
se abren tus ojos en una habitación de paredes
de un verde pálido y suelos de relucientes
Fin baldosas. Tu cabeza está como flotando. ¿Qué
les ocurrió a Larsen y a Sneed? Te parece que
has vivido una pesadilla.
- Estás de suerte amigo, hemos podido sal
varte las piernas.
Es un médico bajo y con barba el que habla.
- Pronto estarás bien.
Luego, su voz se oscurece cuando te dice que
tus amigos Gunnar Larsen y el doctor Sneed han
corrido la misma suerte que la doctora Vivaldi y
se han perdido para siempre.
-Larsen... Sneed -sigues musitando sus
nombres hasta que el sueño te invade.
A la mañana siguiente tienes la cabeza más
clara. Fue una prueba terrible, pero al menos has
sobrevivido. Dentro de pocas semanas estarás en
casa, afortunadamente, ya que nada te podrá
convencer para volver de nuevo a la Sima
Insondable.
Sigue en la página 26.
27
- Lo siento, profesor -dices negando con la
cabeza- no creo que pueda volver al lugar
donde murieron mis amigos.
El profesor se te acerca con una enigmática
sonrisa.
- ¿Cambiarías de parecer si te dijera que tus
amigos pueden estar vivos?
- ¿Cómo?
- Así es. Hemos recibido unas débiles seña-
les de radio desde un punto muy interior de la
Tierra. Creo que uno o varios de tus amigos
tienen que estar vivos en alguna parte del Rei-
no Subterráneo y tenemos medios para llegar
hasta ellos. ¿Vendrás?

Han transcurrido tres meses. Vuelves a casa


una tarde, ya anochecido, y te encuentras a al-
guien que te espera ante la puerta.
- Soy el profesor Bruckner, del Instituto Na-
cional de Investigaciones Científicas, de Was-
hington -dice, y te da un fuerte apretón de
manos.
- Entre, por favor. ¿Sigue aún investigando
sobre la Sima Insondable?
Bruckner asiente con la cabeza.
- Hemos logrado identificar la fuerza que Si dices que irás a la expedición,
pudo haber empujado a Larsen y a Sneed a la sigue en la
sima. ¿Te gustaría volver? Esta vez tomaremos página 28.
precauciones para que no vuelva a ocurrir lo
mismo. Si crees que será demasiado peligroso
ir con Bruckner, pasa a la página
30.
29
28
Tres semanas más tarde te encuentras de
- Cuente conmigo, profesor Bruckner. nuevo contemplando la Sima Insondable.
- Estupendo -exclama . Esta vez iremos - Parece más estrecha que antes -observas.
mucho mejor equipados. La NASA ha puesto - Sí -responde Bruckner- El glaciar avanza
dos helicópteros a rni disposición. Uno de ellos
transportará al equipo de científicos y técnicos. unos tres metros por año. Pronto la grieta que-
El otro llevará el Vertakraft, una cápsula pro dará completamente cerrada.
pulsada por un cohete que ha sido especial Mientras tú y los demás miembros de la ex-
mente diseñada para esta misión. pedición os mantenéis a cierta distancia, el pro
fesor se acerca cauteloso al borde de la sima.
Lleva en una de sus manos un instrumento
oblongo que emite una señal cada vez más in-
sistente. .
- ¡No se acerque demasiado! -gritas con
fuerza.
- Tienes razón -Bruckner retrocede algunos
pasos-. Creo que ya sé qué les ocurrió a Lar-
sen, Sneed y Vivaldi.
- ¿Qué fue?
-Las ondas de gravedad procedentes del
centro de la Tierra rompieron la adecuación del
espacio y el tiempo hasta el punto de arrastrar-
los -el profesor mira tu cara atónita-; y a ti tam-
bién -añade-. Siempre sospeché que las leyes de
la física eran diferentes en la cercanía de un
agujero negro. Ahora tenemos la prueba.
- ¿Y qué significa todo eso?
El profesor esboza una sonrisa.
- Significa que el interior de la Tierra, a partir
de unos ochocientos kilómetros de profundi
dad, está completamente hueco.

Continúa en la página siguiente.


Pasa a la página 75.
30
- No profesor, muchas gracias -le dices- ya
tengo bastante. No quiero volver a ver la Sima
Insondable.
Bruckner se encoge de hombros.
- Lo comprendo -dice, al tiempo que estre
cha tu mano.
A partir de entonces, sigues las noticias con
ansiedad, esperando ver algún reportaje sobre la
expedición del profesor Bruckner. Cierto día, al
pasar frente a un quiosco, ves un titular que te
hace saltar el corazón en el pecho: «Un
científico y su equipo perdidos en el más peli-
groso glaciar del mundo».
En los meses siguientes no vuelves a tener
noticias de la Sima Insondable; hasta que una
noche, viendo las noticias de televisión, sale
una entrevista con dos científicos que dicen
haber captado señales de radio procedentes del
interior de la Tierra.
- No podemos dar una explicación a su ori
gen, que parece imposible —dice uno de ellos—,
ni podemos descifrar su mensaje, excepto dos
palabras: «todos salvados».
A la mañana siguiente llamas a la oficina del
profesor Bruckner, en el Instituto Nacional de
Investigaciones Científicas.
- Quisiera saber si tienen ustedes planes para
efectuar otra exploración a la Sima Insondable.

Pasa a la página 24.


32 33
- De acuerdo -dice Bruckner- si nadie quie
Te acurrucas en tu anorak, pero un viento
cruel parece penetrarte hasta los huesos. Te re venir voluntario, iré yo solo.
sientes cada vez más entumecido. Tratas de Todos los demás ayudáis a situar el Verta-
mantenerte en pie, pero tus piernas se resisten. kraft sobre la sima y le deseáis un buen viaje.
Es como si te arrastrases a través del tiempo y Luego se cierra herméticamente la cápsula y la
del espacio. Luego no sientes ya nada. carga se pierde en el vacío.
El equipo de investigación y rescate pudo lle- Hank Crouter, el ayudante de Bruckner, mira
gar hasta ti a tiempo. Pero no pudo localizar a impaciente su reloj.
Larsen ni a Sneed. Algunos días después se ce- - Si logra sobrevivir, nos enviará señales
lebraron los funerales por los valientes científi- dentro de unos diez minutos -dice.
cos que dieron su vida explorando la Sima In- La ansiedad os atenaza a todos, miráis unas
sondable. Todo el mundo hablaba de tu valor, veces al reloj, otras a la sima. Transcurren diez
pero a ti no te importaba. minutos, quince, veinte, veinticinco. Un viento
Fin helado se introduce por vuestros anoraks. Te-
néis que zapatear.
-Treinta minutos -dice Crouter-. No hay nada
que hacer...
Tristes y apesadumbrados, los miembros de
la expedición regresan por el hielo. El glaciar
seguirá su movimiento y pronto se cerrará la
grieta. Ya no habrá otra oportunidad.
Fin
35
Sabes que las posibilidades de salir con vida
de esta expedición son escasas, aun cuando
consiguieras descender sano y salvo a la Sima
Insondable. No tienes seguridad de poder vol-
ver con el Vertakraft. Por otro lado, es la única
oportunidad que tienes de encontrar a tus ami-
gos perdidos y de explorar un nuevo mundo.
Subes a bordo. El profesor sube detrás.
- ¿Listo? -dice-. Voy a ponerlo en marcha.
- Listo.
Te acomodas en el interior y musitas una
plegaria. Te sientes como un gusano dentro del
capullo.
Miras a través de la escotilla y ves cómo los
otros sitúan el Vertakraft sobrer la cima. Les
haces una señal y ellos te responden. Al cabo de
unos segundos, estáis cayendo, cada vez más
deprisa, sumergiéndoos hacia el centro de la
Tierra. ¿Habrá perdido el Vertakraft su control?
- ¡Profesor Bruckner! -gritas-. ¿No funcio-
nan los motores? ¿No podemos ir más des-
pacio?
- Tenemos que ahorrar combustible -te res-
ponde-, ya nos detendrá la gravedad. Ya lo
verás.
¿Se habrá vuelto loco? Adviertes una lucecita
roja en la pantalla de control. Al lado puede
leerse una señal: «Emergencia, vuelva a la posi-
ción inicial».

Pasa a la página 37.


36 37
La doctora Vivaldi y tú cruzáis el Gran Río Gracias al doble sistema de control, es
y comenzáis la expedición a las Montañas posible que puedas escapar de esta locura. No
Resplandecientes. Vuestro guía Mopur lleva obstante, tampoco estás seguro de que eso
algo de caza, algunas hierbas comestibles y sirva de algo...
tanga para el camino.
El aire parece más ligero y limpio que en
el valle del Gran Río. Nunca te has sentido
tan feliz como ahora, al escalar las Montañas
Resplandecientes.
Pero vuestro guía archípoda da gruñidos,
gesticula, guiña y se frota lo ojos.

Si decides pulsar el botón de


emergencia, pasa
a la página 89.

Pasa a la página 92. Si tratas de razonar con


Bruckner, pasa a
la página 38.
38 39
- ¡Vamos demasiado deprisa! ¿No podemos Posiblemente podrías dar un salto hasta un
ir más despacio? árbol cercano y ocultarte entre uno de los ma-
- No, tenemos que hacer cientos de kilóme- nojos de hojas gigantes. Pero, ¿es prudente salir
tros. Tenemos que atravesar la corteza terrestre
muy deprisa o moriremos asados -la voz de corriendo ante un animal asustado? Tal vez te
Bruckner es fría y tranquila; tal vez sepa de so- vaya mejor si te atreves a enfrentarte con los
bra lo que está haciendo. habitantes de este mundo.
Pero a cada momento aumenta la temperatu-
ra. Pronto empiezas a sudar. ¿Qué te hizo supo-
ner que podrías subsistir en semejante expedi-
ción? Te sirves un poco de naranjada de una
botella de plástico y tratas de cerrar los ojos y
tranquilizarte. Entonces parece como si el Ver-
takraft perdiera velocidad, aunque no estás muy
seguro de ello.
De pronto vuelve la calma. El Vertakraft se ha
detenido. Miras a través de una escotilla y te das
cuenta de que habéis aterrizado en un amplio
cráter. Lentamente saltas del Vertakraft y abres
el otro compartimiento. El rostro del profesor
Bruckner está gris como la ceniza. Le tomas el
pulso: nada. La tensión del descenso ha debido
de ser demasiado para su débil corazón.

Si decides dar la cara ante estos extraños


seres, pasa a la página 42.

Pasa a la página 43. Si decides ocultarte entre el ramaje,


pasa a la página 46.
40
La escena que se desarrolla en torno a ti te
recuerda un poco un negativo fotográfico. Las
sombras y colores parecen cambiados. El suelo
es arcilloso, de un color rosa pardusco, con una
especie de manchas blancas. A lo lejos puedes
ver zonas que resplandecen como lagos de as-
cuas ardientes. Allí cerca hay un bosque con ár-
boles de troncos muy verdes y hojas blancas.
Los árboles son muy menudos, pero sus ramas,
aprovechando la falta de gravedad, se extienden
centenares de metros en todas direcciones.
Subes a una colina pequeña para tener una
panorámica mejor. Adonde quiera que mires, el
paisaje se curva hacia arriba, como si te encon-
traras en el fondo de un enorme tazón. El cielo
está cubierto con algo así como unas nubes
medio amarillentas medio rojizas.
Lo más curioso de todo es si miras justo enci-
ma de ti: ves un disco del tamaño aproximado
al del Sol; sólo que en lugar de brillar, es abso-
lutamente negro. Puedes sentir su frialdad como
si estuviera absorbiendo el calor de tu piel. ¡Se
trata seguramente del agujero negro del centro
de la Tierra!
Tus reflexiones quedan bruscamente inte-
rrumpidas por un extraño rumor. Ascendiendo
por la pendiente de la colina, ves más de una
docena de extraños seres más pequeños que tú,
pero que caminan erguidos sobre dos piernas.
Medio humanos, medio monos, parecen seres
que vivieron alguna vez sobre la superficie
terrestre. En las manos llevan cuerdas y redes...

Pasa a la página 39.


42 43
Te adelantas unos pasos para salir al encuen- Das sepultura al cuerpo del profesor junto al Ver-
tro de tan extraño cortejo. Los seres subterrá- takraft y musitas una oración por su alma. Estás ape-
neos forman un círculo en torno a ti dando pal- nado y temeroso de tener que continuar solo en
madas y haciéndose señales. este extraño mundo. Pero no hay otra opción. Es
Sonríes y levantas tus brazos. necesario que busques comida y cobijo.
- ¡Hola! Tienes que tratar de salir de este cráter. Por allí
Pero los extraños seres lanzan sus redes y te cerca ves un túnel. Asomándote a su interior, ves
aprisionan. Uno de ellos da una orden. Te hace que lleva derecho hacia abajo. Enseguida te das
señas de que le sigas. No tienes elección. A pe- cuenta de que ha sido a través de este túnel por
sar de que son pequeños, se mueven de manera donde entró el Vertakraft: estás mirando desde el
rápida a través de los espesos bosques. A veces otro extremo de la Sima Insondable. El túnel con-
se detienen y les oyes musitar: duce hacia abajo, sino justamente hacia arriba:
- Kota, ib saben kota. ¡hacia la superficie tenestre!
Camináis un kilómetro más o menos a través Así pues, el profesor Bruckner tenía razón: la
de grupos de árboles. Hace un calor como Tierra es como una calabaza vacía y te encuen-
nunca habías sentido, temes desvanecerte; pero tras en el interior de la cáscara. Si tus pies se
al fin llegáis a un espacio abierto. Inmedia- mantienen pegados al suelo es por la gravedad
tamente sientes un poco de frescor; el Sol de la propia cáscara. Observas las paredes del
Negro absorbe el calor de tu cuerpo. cráter: son demasiado empinadas para escalar-
Pronto entráis en un pueblecito lleno de las. Pero te sientes tan ligero como si estuvieras
construcciones con forma semejante a la de un andando por la Luna.
iglú, sólo que hechas de arcilla verde. Uno de Permaneces aún durante unos instantes
tus guardianes te conduce a la más próxima. preguntándote por qué la fuerza de la gravedad
- Ib agón -exclama, y te introduce dentro. no es aquí tan fuerte como en la superficie
terrestre. Entonces recuerdas el resto de la teo-
ría de Bruckner: existe un agujero negro en el
centro de la Tierra que te atrae hacia él. Das un
salto todo lo alto que puedes: ¡más de seis me-
tros por los aires! Luego, de un gran salto, sales
del cráter y te encuentras en la superficie del
Reino Subterráneo.

Pasa a la página 44. Pasa a la página 40.


44
El interior del agón, como parece llamarse,
está iluminado por piedras resplandecientes
incrustadas en el muro formando un círculo. En
el centro hay una pequeña fuente.
El jefe se adelanta hacia ti.
- Ket -dice señalándose con el dedo- Ket
Raka -dice señalando a los otros- Akin Raka,
Tor Raka...
Va repitiendo cada uno de los nombres y en-
tonces tú, señalándote con el dedo, les dices tu
nombre. Los rakas se echan a reír y tratan de
pronunciar el para ellos extraño sonido.
Tor, que parece más joven que los demás, te
ofrece algo parecido a un queso, pero que sabe
a miel. Ket te ofrece un fruto pequeño de color
rosado.
- Ib tanga -dice sonriendo.
El tanga sabe deliciosamente. Ya estás co-
miéndote un segundo tanga cuando un raka de
pieles azules irrumpe en el agón. Señalándote
con el dedo, empieza a hablar en su lengua,
muy agitado. Tor comienza a discutir con él.
Los otros se suman a la disputa.
- Nar mgcalla! -dice el raka de pieles azules
gritando.
Está claro que lo que desea es que vayas con
él; tal vez es el representante del jefe.
Ket y Akin hacen un gesto de que debes
obedecer, pero Tor mueve la cabeza como avi-
sándote de que no vayas.

Si sigues al raka de pieles azules, pasa a la 48.


Si te niegas a ir, pasa a la página 50.
46 47
Te ocultas en un árbol de grandes manojos de El rugido viene ahora de tus espaldas. Te das
hojas. Aquellos extraños seres pasan de largo, media vuelta y ves otro par de luces azules.
excepto un rezagado, que se detiene como para Junto a ellas, unos largos y relucientes colmi-
tomar aliento. De pronto mira directamente llos. Lentamente aquellos seres terribles te van
hacia ti y grita: cercando; sus rugidos van aumentando hasta
- Kota zaark! convertirse en terribles aullidos. ¿Quiénes son?
Se da luego media vuelta y sigue corriendo Poco importa quiénes sean, porque sólo te
tras los otros. quedan ya unos segundos de vida.
Tal vez no hubiera sido precisa tanta cautela.
Estos seres parecen más animales asustados que Fin
fieros depredadores.
Cuando saltas del árbol, oyes una especie de
ronco rugido procedente del follaje. Un par de
brillantes puntos azules resplandecen en la os-
curidad.

Sigue en la página siguiente.


48 49
Confiando en la suerte, sigues al raka de pieles Durante unos instantes, se detiene a contem-
azules hasta el centro del poblado. Conforme vas plarte. Por fin se levanta y se te acerca.
caminando por aquellos estrechos senderos, - Bien, así que tú eres el que encontraron
otros rakas van saliendo de sus agones y te mis cazadores. Me llamo Arton, soy el Gran
observan curiosos. Raka del poblado de Rakamara.
Cuando llegas al agón central, el raka de pie Te quedas tan sorprendido al oír palabras tan
les azules lanza un prolongado y penetrante familiares, que tardas unos instantes en
quejido, al que alguien responde desde el inte-
rior. Dentro, un anciano raka, de pelo blanco, responder.
se encuentra sentado cerca de una fuente que - ¿Cómo es que habla mi lengua? -dices.
hay en el centro. De su cuello pende un gran Arton sonríe.
disco neqro. - Un visitante del Mundo Inferior me ense
ñó; se hacía llamar Nera.
- ¿La doctora Vivaldi? ¿Está viva? ¿Dónde?
El viejo raka responde:
-Trató de cruzar a nado el Gran Río. Los
espíritus del río se la tragaron.
- Tal vez consiguiera cruzarlo -dices.
- Aun cuando lo hubiera conseguido, los
archípodas la habrían utilizado como alimento
para las fieras kota.
- ¿Quiénes son los archípodas?
- Los archípodas viven al otro lado del Gran
Río. Durante un tiempo, los rakas y los archípo-
das tenían cada uno un barco para pescar. Esa
era la ley. Ahora, los archípodas construyen
muchos barcos. No se trata de botes de pesca,
sino de barcos de guerra. Los archípodas pre-
tenden conquistar a Rakamara.
Te llevas las manos a la cabeza. ¡Pobre doc-
tora Vivaldi! iAdemás de su pérdida de contacto
con el mundo exterior, el horror de una guerra!

Pasa a la página 51.


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Dices que no, moviendo la cabeza. El raka de - Sí, estamos atravesando malos tiempos
pieles azules te mira enfurecido y sale precipita- -continúa Arton—, pero nos defendemos.
damente del agón. A los pocos momentos vuel- Hemos aprendido a mezclar unos polvos y a in-
ve con otros dos rakas que llevan cuerdas y una vocar al fuego de la Tierra con gran estruendo y
red. calor.
- ¡No quiero que me capturen como si fuera - ¿Se refiere a las bombas?
un animal! -exclamas. - Nosotros las llamamos brakpas. Con las
Un raka trata de atarte, pero de un salto te brakpas y con tu ayuda destruiremos a los
sitúas fuera de su alcance. Ellos te van acorra- archípodas, antes de que ellos nos destruyan a
lando pero, hábilmente, te escurres y escapas. nosotros.
- Kela! Zaark! -gritan los rakas. - ¿Por qué dice «con mi ayuda»?
Pero ya has salido del agón y corres a través - Está claro; tú vienes del Mundo Inferior,
de un paraje apenas iluminado. donde la guerra es la forma habitual de vida. Si
Con la ayuda de la escasa gravedad, pronto te unes a nosotros, nuestros guerreros tendrán el
llegas a un bosquecillo y sigues corriendo sin valor suficiente.
parar. Finalmente vuelves a encontrar campo - ¿Qué son las fieras kota?
abierto. Bañado por una suave luz rojiza, ves - ¡Me parece que preguntas demasiado! -ex-
frente a ti el Gran Río. Te detienes para descan- clama el Gran Raka-. Ahora soy yo el que pre-
sar junto a sus aguas. gunta: ¿vendrás con nuestros guerreros para
atacar a los archípodas?
Tratas de escurrirte de alguna manera, pero la
voz del Gran Raka se hace cada vez más dura y
fría.
- Si no estás con nosotros, estás contra no
sotros y te trataremos entonces como a nues
tro enemigo.

Si dices al Gran Raka que irás con


sus guerreros, pasa a la página 52.
Si dices que no quieres participar
Pasa a la página 53. en una guerra, pasa a la página 56.
52 53
- Iré con vuestros guerreros -respondes. Después de tomar aliento, caminas por la ori-
- Muy bien -replica Arton-. Irás con Tomo; lla del río y pronto llegas a un rústico muelle de
la doctora Vivaldi le enseñó algo de tu idioma y maderos. Dos rakas custodian el barco de pesca
él te explicará cómo puedes ayudarnos. que no es más que un gran tronco de árbol va-
Inmediatamente, uno de los rakas se adelanta ciado. Junto a él hay otro bote más pequeño
hacia ti y te toma del brazo. que podrías manejar perfectamente. Tienes que
- Yo soy Tomo -dice. conseguir desatarlo, empujarlo y cruzar el río
Luego te conduce a las afueras del poblado y antes de que los guardianes te den alcance.
te introduce en su agón. Enseguida vuelve con
unas esteras.
- Ahora tienes que descansar -dice.
Miras al cielo teñido de rojo. Si tratas de tomar el bote pequeño y cruzar
- ¿Aquí nunca oscurece? a ¡a otra orilla, pasa a la página 57.
- No tenemos noches ni días -dice Tomo-.
Medimos el tiempo por las mareas del Gran Si tratas de razonar con los guardianes con
Río. La doctora Vivaldi nos dijo que dos de la idea de obtener permiso para
nuestras mareas equivalen a uno de vuestros usarlo, pasa a la página 58.
días. Ahora estamos en la marea nocturna.
Entonces te das cuenta de que no has dormi-
do desde que llegaste al Reino Subterráneo.
¿Cuánto tiempo llevas en él? ¿Cuántas mareas
han transcurrido? Estás demasiado cansado
para pensar en todo aquello y lo único que
haces es tumbarte y quedarte enseguida dormi-
do como un tronco.

Pasa a la página 54.


54 55
Cuando despiertas de nuevo, Tomo te pro- Los cazadores rakas son desmañados remando
porciona un brillante tanga rosáceo. Hasta ahora y el bote es tan pesado que unas cuantas olas
no habías caído en la cuenta de lo poco que has bastarían para hundirlo. Te das cuenta de que
comido y lo devoras inmediatamente. Tomo, podrías nadar hasta la orilla sin que los rakas
sonriendo, vuelve con otro tanga. tuvieran tiempo de girar y capturarte. Es
- Algún día iremos de caza -dice Tomo. arriesgado, pero se trata de la única oportunidad
- ¿Eres cazador? que tienes para evitar la guerra.
- Casi. Primero tengo que ir a la caza del Sol
Negro y matar una fiera kota.
- ¿Una fiera kota? ¿Qué son esas fieras?
-Son unos animales enormes, con unos
ojos azules como llamas y dientes como garras de
acero. Viven en las partes más oscuras y cálidas
de los bosques; despedazan todo lo que se les
pone por delante, incluso se despedazan entre sí.
Comienzas a hablar sobre la caza del Sol Negro,
pero Tomo hace un gesto con la mano.
- Ahora tenemos que hablar de guerra. Los
archípodas no esperarán nuestro ataque cuan
do esté la marea baja en el río. Entonces tene
mos que cruzarlo y destruir sus barcos.
A la mañana siguiente, cuando el Gran Río
comienza a bajar, los rakas cargan su barca de
pesca, que ahora llaman barco de guerra, con
brakpas (rústicas bombas introducidas en ma- Si te tiras al agua y nadas hacia la
deros huecos). Un escalofrío te sacude cuando orilla, pasa a la página 61.
piensas que estás asistiendo al comienzo de una
guerra; pero no parece haber manera de evitarla. Si decides permanecer en el bote de
Antes de que la marea nocturna haya finalizado, guerra, pasa a la página 62.
Tomo, tú y cinco cazadores más subís a bordo
del barco de guerra.

Pasa a la siguiente página.


56 57
!
Rápidamente llegas al bote, pero no puedes
- No quiero tener nada que ver con vuestras desatar el cable; inmediatamente, los rakas se
brakpas -dices-. Yo no soy enemigo ni de los abalanzan sobre ti. Lanzando gritos enfureci-
archípodas ni vuestro. dos, arrojan sus redes sobre ti. Uno de ellos te
-Ig krig zaark -grita enfurecido el Gran Raka. venda los ojos, luego te hacen caminar por un
Dos guardianes rakas te reducen y te sacan sendero accidentado, azotado por el viento.
del agón. Pero en el momento en que ya estás - ¿Adonde me lleváis? -preguntas.
fuera, te escapas de sus manos. Siempre pudiste Pero los rakas te ignoran por completo y gru-
escapar corriendo cuando lo necesitabas. Con ñen enfurecidos en su propia lengua.
una gravedad tan ligera, podrás correr mucho La muerte parece inevitable. ¿Cómo te ejecu-
más rápido. Cuando cruzas corriendo los tarán? Parece que les gustan mucho las cuerdas;
bosquecillos de árboles, puedes oír los gritos de tal vez lo que hagan sea ahorcarte.
los rakas a ambos lados y a tus espaldas. Pero Conforme vas caminando durante horas y
justo enfrente está el Gran Río y por una vez horas, el aire se va haciendo más frío. Sientes
tienes suerte: hay una rústica balsa amarrada en que tus fuerzas te abandonan.
la orilla. Rápidamente la desatas, la empujas y Por fin, los rakas se detienen. Totalmente ex-
subes a ella. La corriente te arrastra in- hausto, te dejas caer al suelo. Reina un gran si-
mediatamente y pierdes de vista a los rakas. lencio y te sumes en un profundo sueño.
Te has tumbado en la balsa y temes desem-
barcar antes de haber abandonado Rakamara.
Ahora puedes pensar. ¿Adonde te llevará este
río? ¿Cuál será tu destino?

Pasa a la página 60.

Pasa a la página 63.


58
Procuras pensar con la mayor rapidez. Afor-
tunadamente recuerdas la orden que dio el raka
de pieles azules. Te diriges hacia los guardianes
sonriendo, señalas con el dedo la dirección de
la que vienes, luego te señalas tú y luego a uno
de los botes.
- Nag mgcaüa -dices con aplomo.
Los guardianes gruñen, pero luego, para tu
sorpresa, empiezan a sonreír. Uno de ellos de-
sata un bote y te hace señas de que subas.
Deben de pensar que eres un huésped de honor
del Gran Raka. Sin perder tiempo, subes al bote
y lo empujas.
Conforme la corriente te va arrastrando, ves
los poblados archípodas en la orilla opuesta.
Enseguida descubres un lugar propicio para
atracar. A medida que te acercas te das cuenta
de que hay un grupo de archípodas en la orilla.
Lo mismo que los primeros rakas que encon-
traste, van armados con cuerdas y redes. No tie-
nen aspecto muy amistoso; tal vez te creen
mayores problemas todavía que los rakas.

__________Si sigues hasta la


orilla,
pasa a la página 66.
Si comienzas a dar marcha atrás
por el río, pasa a ¡a página 65.
61
60
En un abrir y cerrar de ojos, saltas por la
Horas más tarde te despiertas entumecido y borda y nadas hacia la orilla. Los rakas gritan
tiritando de frío. Vas quitando con cuidado la enfurecidos. Uno de ellos trata de golpearte con
venda de tus ojos. Tus guardianes han desapa- un remo, mientras que los otros reman con todo
recido. A tu alrededor no ves más que un suelo vigor intentando hacer girar su bote hacia la
arcilloso y pardusco. No hay árboles, ni agua, ni dirección en que huyes.
manera de protegerse del viento helado que Sigues nadando con todas tus fuerzas, pero
azota la llanura inmensa y vacía. Éste es, sin pronto oyes voces a tus espaldas. ¡El bote ha
duda, tu último destino: te han abandonado volcado! Las brakpas se han ido al fondo y los
para que mueras expuesto a los efectos del Sol rakas luchan por salvar su vida y dar la vuelta al
Negro. bote. Agotando todas tus fuerzas, nadas hasta la
Hay que andar mucho por el desierto del orilla y comienzas a correr hacia los árboles de
Reino Subterráneo, pero si consiguieras llegar a manojos de hojas.
algún árbol, encontrarías un cobijo más caliente Casi en el mismo momento, oyes un sonido
y podrías descansar. Sabes que lo lograrías si grave y estremecedor. Sobre ti ves un enorme
tuvieras el valor para ello. ser volador de más de dos metros de enverga-
¿Lo tendrás? dura. Miras sus ojos, de un gris azulado, y de
Fin pronto te sientes completamente a salvo. Sabes
que ya lo has visto antes o por lo menos has
soñado con verlo. ¿Se trata de una especie de
pájaro enviado para protegerte? Sin pensártelo
ni un segundo, subes al lomo de tan extraño ser.

Pasa a la página 22.


62 63
Tratar de nadar hasta la orilla se te antoja de- Tu balsa flota por aguas pantanosas con islo-
masiado arriesgado. Así pues, permaneces sen- tes de arcilla amarilla. El río va estrechándose e
tado tranquilamente en la barca, esperando los introduciéndose por un profundo cañón. Las
acontecimientos. Cuando la barca de guerra rocas se elevan a ambos lados. Te agarras bien,
llega al centro del río, la corriente cobra fuerza. esperando encontrar un lugar donde atracar.
Los guerreros rakas apenas pueden remar con- Nunca habías pasado una noche tan triste y
tra ella. Los rakas luchan desesperadamente con oscura como ésta. Es como si el río estuviera
sus remos, pero la corriente arrastra cada vez discurriendo por un túnel en las entrañas mis-
más la embarcación. mas de la Tierra.
Te preguntas hacia dónde te llevará la co- Por fin caes dormido; te parece que ha pasado
rriente. De momento oyes en la parte delantera mucho tiempo cuando de nuevo te despiertas y
un ruido que pronto se convierte en una especie vés que tu balsa se bambolea hacia arriba y
de rugido. hacia abajo como un cascarón. ¿Por qué el río
- Ig riba! -gritan los rakas-. Ig zaark! se habrá puesto de repente tan revuelto? Toda-
Comienzan entonces a tirar por la borda las vía hay mucha oscuridad, pero por lo menos ves
pesadas brakpas. Ayudas con entusiasmo. El algunas estrellas.
agua se agita, se forman rápidos remolinos. Mo- ¿Has dicho estrellas? No había estrellas en el
mentos después, la embarcación choca contra Reino Subterráneo. No estás entonces en el río:
las rocas y los guerreros rakas y tú sois arrastra- ¡estás en el océano!
dos por la furiosa corriente. La expedición ha
sido un total fracaso y has muerto por culpa de
una guerra a la que eras totalmente ajeno.

Pasa a la página 64.


Fin
64 65
Así pues, el Gran Río debe de ser un eslabón Tratas de volver remando hacia la orilla de
subterráneo que une los diversos mares de la Rakamara, pero la corriente es tan fuerte que te
Tierra. Las mareas fueron a tu favor y te arras-
traron a través de la corteza terrestre hasta la ves arrastrado por ella. Intentas luchar desespe-
superficie. Allí cerca descubres tierra. Y advier- radamente contra el torbellino, pero de nada te
tes que un tenue resplandor comienza a des- sirve. Y, además, descubres enfrente una nueva
puntar en el horizonte. Pronto aparecerá el Sol. dificultad: juna gran espuma y blancos remoli-
¡Pero no el frío Sol Negro del Reino Subterrá- nos! Te agarras fuertemente para salvar tu vida,
neo, sino tu Sol caliente, resplandeciente, re- pero la balsa choca contra una roca con terrible
confortante! estrépito. Uno de los extremos bascula hacia
arriba y te vuelca a las aguas salvajes y turbu-
Fin lentas. Tratas de alcanzar la balsa para agarrar-
te, pero no lo consigues. Comienzas a nadar
hacia la orilla, pero apenas logras avanzar.
No eres de los que se achican por poco. Lo
intentarás hasta el final, hasta que te hundas en
las aguas para siempre.

Fin
66 67
Tratando de aparentar que no tienes miedo La doctora te abraza efusivamente.
alguno, remas derecho hacia la orilla, saltas del - ¡Pensé que nunca más volvería a ver un
bote y avanzas hacia los archípodas. rostro humano! -grita, mientras unas lágrimas
- ¡Hola! ¡Vengo como amigo! —les dices. se escurren por sus mejillas.
Su única respuesta es la de nacerte prisionero Uno de los guardianes musita algo que no
y llevarte a su poblado. puedes entender. Los archípodas salen entonces
Rápidamente ves que los archípodas viven en del agón, dejándote solo con tu amiga.
agones similares a los de los rakas. Tus captores La doctora Vivaldi te dice cómo logró sobre-
te llevan al agón más amplio, donde piensas que vivir tras caer por la Sima Insondable, cómo tuvo
vas a ser presentado a su jefe. Sin embargo, lo que vivir durante casi un año con los rakas y
que encuentras es una mujer que te llama por tu
nombre: ¡es la doctora Vivaldi! finalmente fue nadando por el Gran Río hasta el
país de los archípodas. Le cuentas tu descenso al
Reino Subterráneo y tus aventuras en Ra-
kamara.
— Tenemos que urdir un plan —dice ella—.
Los archípodas saben que los rakas están
fabricando bombas. Piensan que podemos ser
espías de los rakas. Por eso te han tratado tan
mal. Me han dicho que su jefe, el Gran Akpar,
decidirá pronto si nos van a ejecutar o no.

Pasa a la página 68.


68 69
- ¿Qué podemos hacer? -preguntas ansioso. Te sientes feliz al saber que tus amigos están
La doctora Vivaldi te mira unos instantes me- vivos y corres a su encuentro. Minutos después
ditabunda y luego responde: estáis contándoos unos a otros vuestras aven-
- Si la guerra se produce, no nos queda nin turas en el Reino Subterráneo. Pero Larsen y
guna esperanza de vida. Iré a hablar con el Sneed no parecen tan felices.
Gran Akpar. Pero antes, toma mi pulsera de - ¿Hay algo que no marcha? —pregunta por
oro. Si se la das al guardián, te dejará escapar. fin la doctora Vivaldi.
-Pero ¿y qué te ocurrirá a ti? No quiero - Me temo que sí -responde Larsen-. Hemos
dejarte aquí. ¡Iré contigo a ver al Gran Akpar! estado inspeccionando la Sima Insondable. El
- Piénsalo bien antes de tomar tal decisión glaciar ha cerrado la grieta. ¡Nos hemos
quedado atrapados aquí para siempre!
-replica la doctora Vivaldi. - ¿Entonces nunca podremos volver a casa?
-dices.
- Esto parece -replica Larsen-. Querámoslo o
no, ahora somos unos prisioneros. Lo único que
podemos hacer es rehacer nuestras vidas en este
nuevo mundo.
- Eso no me convence del todo -dice la doc-
tora Vivaldi—. Encontraremos un camino para
salir de aquí. ¿No es así?
- Por supuesto que sí -contestas sonriéndole.
aunque realmente no estás muy convencido de
que así sea.

Fin

Si decidís enfrentaros con el Gran Akpar,


pasa a la página 70.

Si decides escapar mientras todavía tengas


una oportunidad, pasa a la página 100.
70
- Iré contigo a ver al Gran Akpar.
- Es una valiente decisión -reconoce ella.
Todavía está pronunciando las últimas pala-
bras, cuando tres guardianes archípodas pene-
tran en el agón. Te hacen señales de que les
sigas, pero cuando la doctora Vivaldi trata de ir
contigo, le cierran el paso.
- Buena suerte...
La voz de la doctora Vivaldi se pierde a tus
espaldas cuando los guardianes te hacen salir
del agón.
Minutos después te encuentras de pie en el
agón central. Frente a ti está el Gran Akpar. Su
pelaje largo y sedoso forma una especie de
marco ovalado en torno a su rostro serio y gris.
Un colgante con una piedra negra pulida pende
de su cuello. Te estudia durante un momento y
luego dice:
- La doctora Vivaldi nos ha dicho que vienes
del Mundo Inferior, el mundo de la guerra. Se
guramente sabes mucho más que nosotros
sobre eso. Tendrás que probarnos que no eres
un espía raka diciéndonos cómo podremos de
rrotarlos.
Permaneces en silencio pensando qué puedes
decir.
- Estoy esperando tu respuesta -dice el Gran
Akpar-. ¿Qué puedes hacer?

Si quieres hacer planes con él, pasa a la 73.

Si te niegas, pasa a la página 104.


72 73
De pronto, sientes que hay alguien más conti- Tratas de pensar con rapidez. No quieres ser
go. Miras a tu alrededor y ves muchos pares de responsable de la muerte de los rakas, pero tie-
brillantes luces azules contemplándote. Luego, nes que dar la sensación de querer colaborar.
unas cabezas erizadas, unos colmillos acerados - Haz salir tu flota durante la marea nocturna
y unas grandes garras curvas. ¡Las fieras kota! —dices—; de esa manera los sorprenderás.
Lo último que oyes son sus terribles gruñidos de - Gracias -exclama sonriendo el Gran Akpar-,
triunfo. pero si tu consejo es falso, te llevaremos hasta la
Boca de Fuego.
Fin El Gran Akpar hace un gesto a sus guardia-
nes. Éstos te conducen de nuevo hasta la doc-
tora.
La doctora Vivaldi y tú esperáis con impa-
ciencia poder hacer algo para evitar la guerra.
Sabes que los archípodas están construyendo
botes lo más deprisa que pueden. La doctora
Vivaldi ruega a los guardianes que le permitan
ver al Gran Akpar, pero ellos se niegan a hacerle
caso.
Cierto día, el Gran Akpar penetra en vuestro
agón.
- Nuestros botes están listos -dice-. Vamos a
invadir Rakamara de inmediato.
Durante esa marea nocturna permaneces
tumbado en tu lecho, soñando con tu casa. Una
explosión te hace salir de tu ensimismamiento.
¡La guerra ha comenzado! Los rakas deben de
tener a punto sus bombas. Esperas con ansiedad
noticias de lo que está pasando. Por fin lle-gan
tales noticias: son unos guardianes archípodas
bien provistos de cuerdas y redes.

Pasa a la página 84.


74 75
Te duele la cabeza. Te encuentras como si te - Pero ¿qué tiene que ver todo esto con el
hubieran metido un tubo... pero sientes tam- agujero negro? -preguntas al profesor
bién una mano fría rozándote la frente. Bruckner.
- No te preocupes, pronto estarás estupen El profesor hace una pausa para cargar su
damente -dice la doctora Vivaldi-. La radio ya pipa.
funciona y nos han enviado un equipo de so - Como explicaba en la teoría que ya publi
corro. qué, un pequeño agujero negro, que se alojó en
Tienes el rostro magullado. Te cuesta incluso el centro de la Tierra hace más de un billón de
abrir los ojos, pero bien vale la pena, pues la años, obligó a la masa interior de la Tierra, ex
brillante luz del Sol te permite ver a tu alrededor cepto a la corteza terrestre, a comprimirse,
grandes extensiones de hielo. ¡Estás de nuevo dejando el interior de la Tierra hueco como si
en Groenlandia y toda la superficie de la Tierra fuera el centro de una calabaza. Eso es al
te resulta ahora familiar! menos lo que la gravedad nos demuestra.
Diriges una mirada a la doctora Vivaldi. Su -Entonces, ¿dónde está el Reino Subte-
rostro también muestra sufrimiento. rráneo?
-Tengo un brazo roto -explica-. Por lo - Es toda la superficie interior de la Tierra.
demás, estoy perfectamente. Y si estuvieras allí mirando hacia lo alto verías el
- Hemos tenido suerte -dices. Sol Negro. Te parecería exactamente igual que
- Sí -dice sonriendo-. El Vertakraft ha con- nuestro Sol, excepto en que aquél sería negro.
seguido pasar. La grieta se ha cerrado medio El profesor Bruckner enciende parsimoniosa-
metro más. Dentro de dos semanas será imposi- mente su pipa y luego continúa.
ble atravesarla. Tú y yo posiblemente hemos - Yo no esperaba emprender esta misión
sido los últimos visitantes del Reino Subte- hasta dentro de algunos meses. Mis planes eran
rráneo. sólo el Vertakraft. Pero la grieta se está cerrando
- Me alegra haber tenido esa suerte -dices rápidamente. Tengo que descender hoy, pues
—. No me hubiera quedado a vivir allí por nada de lo contrario el camino de vuelta podría que-
del mundo. dar cerrado. ¿Quién quiere venir voluntario
Fin conmigo?

Pasa a la página 77.


76 77
Cuando le cuentas a la doctora Vivaldi el Uno tras otro, todos los miembros del equipo
consejo que le has dado al Gran Akpar, te tien- mueven negativamente su cabeza.
de su mano. Finalmente, Bruckner se te dirige.
-Yo hubiera dicho lo mismo. Si nuestra suerte - ¿Y bien?
es morir a manos de los archípodas, no será Vacilas un instante. No quieres arriesgar tu
culpa tuya. vida. Pero ésta puede ser la única oportunidad
Han transcurrido tres mareas. La doctora Vi- de encontrar a los amigos que perdiste.
valdi y tú estáis esperando las noticias que de-
terminarán vuestro destino.
Debe de ir mediada la segunda marea noc-
turna cuando los guardianes os despiertan. Ins-
tantes después, el Gran Akpar penetra en vues-
tro agón. Junto a él se encuentra el Gran Raka.
- Los archípodas y los rakas hemos hecho las
paces -dice Akpar-. A partir de ahora fabricare-
mos botes para ambas tribus y no habrá más
bombas.

Si decides ir con él, pasa a la página 35.

Pasa a la página 78. Si no quieres arriesgarte, pasa a la


página 33.
78
En adelante, la doctora Vivaldi y tú sois trata-
dos como huéspedes de honor. Los archípodas
os traen cestos repletos de tanga y dulces he-
chos con unos granos dorados. Te enseñan sus
piscinas de agua mineral donde podéis nadar en
un agua burbujeante y bulliciosa. Luego os
tendéis al calor de las rocas resplandecientes y
después os refrescáis bajo el Sol Negro.
Algunas mareas después, el Gran Akpar os
hace por fin una visita.
- ¿Queréis permanecer más tiempo con no-
sotros y explorar el Reino Subterráneo? -pre-
gunta-. Os facilitaremos tres cazadores que os
guíen. O, si lo preferís, podéis volver al Mundo
Inferior.
- ¿Tú que prefieres? -te pregunta la doctora
Vivaldi-. Todavía tenemos la oportunidad de
volver a casa, aunque los riesgos sean muchos.

Si dices que quieres explorar


el Reino Subterráneo, pasa a la página 81.

Si quieres intentar la vuelta a la superficie,


pasa a la página 82.
81
- Tal vez sea ésta la única oportunidad que
los terrestres tengan de explorar el Reino Subte-
rráneo -dices- y no quisiera perderla.
- Me agrada que digas eso -afirma la doctora
Vivaldi desplegando un mapa del Reino Subte-
rráneo-. Yo misma he elaborado este mapa con
lo que los rakas y los archípodas me han ido
diciendo. Aunque el Reino Subterráneo es una
zona un sesenta por ciento menor que la
superficie terrestre, sólo una ínfima proporción
está suficientemente enfriada como para resul-
tar habitable. La mayoría de los terrenos son
demasiado cálidos como para poner pie en
ellos. Se trata de rocas fundidas, como sabes;
las mismas que proporcionan ese resplandor
rojizo que ilumina este mundo. Si no fuera por
el tremendo efecto de enfriamiento del Sol
Negro, no podría darse aquí la vida.
A veces, la doctora Vivaldi emplea términos
que resultan demasiado científicos para ti.
- ¿Qué es lo que piensas que deberíamos ex
plorar? -le preguntas.

Pasa a la página 83.


82 83
- Hay tres zonas que me interesan por igual
- Si aún queda alguna posibilidad -dices-me -contesta-, así que te dejaré que elijas. Hacia el
gustaría volver a casa.
- Entonces hemos de apresurarnos -dice la oeste están los Picos Ligeros, donde cada vez
doctora Vivaldi-. Akpar, lo que puedes hacer por nenes menos peso conforme vas ascendiendo.
nosotros es conducirnos hasta el cráter por el que Hacia el sur están las Colinas de los Diamantes.
hemos llegado. los archípodas temen acercarse allí. Dicen que se
El Gran Akpar habla en su idioma con un encuentra demasiado cerca de lo que llaman ellos
guardián, que se apresura a abandonar la habi- el Cubil del Lobo Fantasma.
tación. Dirigiéndose hacia vosotros, dice: - ¿Qué es lo que hay al otro lado del Gran Río
- Tendré un bote preparado para que podáis -preguntas—, más allá de Rakamara?
cruzar el Gran Río. Venid: os guiaremos hasta el - Las Montañas Resplandecientes. Quizá
cañón secreto. encontremos allí esos seres que los archípodas lla-
Tras una marcha de tres mareas, la doctora man los clera voladores. Son una especie de
Vivaldi corre hacia una pequeña nave metálica grandes pájaros que en realidad tal vez sean los
que hay en el fondo del cráter. auténticos dueños del Reino Subterráneo, mucho
La doctora Vivaldi da instrucciones a los más avanzados que los humanos en la escala
archípodas, que en esta ocasión emplean sus evolutiva. ¿Qué prefieres?
cuerpos para suspender la nave sobre la boca de
la sima. La doctora Vivaldi y tú dais las gracias a
vuestros amigos y les decís adiós. Luego cierra la
escotilla.
- ¿Estás listo? -pregunta.
- Listo.
Aprietas los dientes cuando el Vertakraft co- Si decides explorar los Picos Ligeros,
mienza a acelerar por la sima e iniciáis el des- pasa a la página 85.
censo de casi dos mil kilómetros hasta la super-
ficie de la Tierra. Estás como aprisionado en tu Si decides ir a las Colinas de los
asiento. ¡La fuerza es terrible! Y va en aumento. Diamantes , pasa a la página 88.
¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿No puede parar
la doctora Vivaldi? La vista se te comienza a Si decides explorar las Montañas
nublar. Resplandecientes, pasa a la página 36.

Pasa a la página 74.


84 85
- Nos habéis traicionado -dice el que parece Algunas mareas más tarde, la doctora Vivaldi
ser jefe de los guardianes-. Los rakas han y tú emprendéis la marcha hacia los Picos Lige-
arrojado bombas contra nuestros botes. Hemos ros. Con vosotros va un joven archípoda llama-
perdido a casi todos nuestros soldados. Muchos do Katu, el cual habla vuestro idioma.
de nuestros cazadores han muerto. Durante la marcha desde el poblado
Luego se vuelve hacia los otros guardianes archípoda hasta los Picos Ligeros, Katu te va
- Amordazadlos y llevadlos hasta la Boca de contando la leyenda de los archípodas que
Fuego. fueron a un nuevo mundo en una nave. Muy
Empiezas a dar gritos suplicando clemencia; pocos archípodas creen que tal lugar exista. La
pero sabes muy bien que no la habrá. mayoría piensa que la Tierra es totalmente
compacta y que nada puede haber debajo.
Fin - Ahora que han llegado seres humanos, sa
bemos que existe un mundo distinto, justamen-
de bajo nuestros pies. Lo llamamos el Mundo
Inferior -dice- y sentimos una enorme curiosi-
dad por él. Pero al mismo tiempo nos da miedo,
lo mismo que los seres que lo habitan, ya
que podrían destruirnos.
— A veces los seres humanos también tene-
mos miedo de nosotros mismos -replicas.
Tras haber caminado durante cerca de cator-
ce mareas, comenzáis a ascender: se trata pri-
MERO de suaves colinas, que se van convirtiendo
en montañas cada vez más abruptas.
El peso de tu mochila te fatiga, pero la doctora te
anima:
-Pronto te resultará más fácil -dice.
Enseguida descubres que tiene razón, ya
que al subir por la siguiente colina te parece
que tu mochila pesa menos y también te
Sientes más ligero.

Pasa a la página 87.


87
- Ya ves -dice la doctora Vivaldi-, como en
los Picos Ligeros cuanto más asciendes más li
gero te vuelves. ¡Mira!
Señala con el dedo el pico más alto de todos.
La cima es un cono que se pierde en el cielo.
Un leve penacho de humo se eleva de su
cumbre.
- Debe tratarse de un volcán -dices.
- No -dice la doctora Vivaldi-. Lo que ocurre
es otra cosa: la gravedad de la montaña en ese
extremo es tan débil que el polvo y las
piedrecitas son arrastradas por la tremenda
gravedad del Sol Negro.
- Me gustaría pesar sólo cinco o seis kilos
-dices-. Podría subir sin ninguna dificultad a la
cima de ese cono.
- Más vale que no sea así -replica la doctora
Vivaldi.
Adviertes que si tú eres tan ligero, las enor-
mes rocas que hay a tu alrededor no pueden
pesar mucho más. Y decides poner a prueba tu
teoría. Empujas un peñasco que abulta el doble
de tú. La piedra empieza a rodar hacia arriba
chocando con otra roca. Entonces Katu co-
mienza a gritar desde las alturas.
- ¡Un alud!

Pasa a la página 106.


88 89
Sin duda, las Colínas de los Diamantes deben
ser un lugar maravilloso. Si alguna vez consi- Pulsas el botón de emergencia. Al instante te
guieras volver a la superficie, no estaría mal lle- sientes aplastado contra tu asiento por el efecto
var algunas docenas de piedras preciosas en los de los cohetes de retroceso. El peso artificial
bolsillos: ¡Serías rico para toda la vida! presiona el aire en tus pulmones. Luego, poco a
Los archípodas os proporcionan su mayor poco, la presión va cediendo. Llega un
bote para que podáis viajar por el Gran Río momento en que no pesas nada. Tu corazón
hasta las Colinas de los Diamantes. está a punto de estallar cuando miras el altíme-
Tras una marcha de seis mareas, oyes un ex- tro. ¡El Vertakraft está ascendiendo!
traño fragor ante ti. Los archípodas amarran rá- - ¿Qué has hecho, estúpido? -la voz de
pidamente el bote a la orilla. Bruckner es más severa que nunca.
-No podemos seguir adelante -te dice el jefe-. - Estoy intentando devolver la cápsula a la
Hay cañones muy estrechos y rápidos terribles superficie, profesor.
en el río. Tenemos que seguir a pie a través de Tu voz es fría. Te sientes confiado ahora que
los campos de arcilla blanca. el Vertakraft ha respondido a tus órdenes.
Pronto te das cuenta de que la arcilla blanca - ¿Y por qué no me consultaste? -la voz de
está quemando. Tus pies quedarían abrasados si Bruckner se hace más severa aún-. El meca
no fuera porque la poca gravedad del mundo nismo de retroceso no está programado para
subterráneo os permite cruzar el campo a gran- esta gravitación.
des saltos. Bruckner parece más calmado ahora. Eres tú
Por fin llegáis a un terreno más frío. Ante vo-
sotros se abre una visión maravilosa: ¡docenas el que comienza a sentirse inquieto.
de colinas pequeñas formadas por resplande- - ¿Qué es lo que ocurrirá, entonces?
cientes diamantes! -preguntas.
De pronto, la oscuridad desaparece y os cie-
ga la luz del Sol. El Vertakraft ha alcanzado la
superficie, pero sigue acelerando cada vez más
¡en dirección a la estratosfera!
- ¿No podemos hacerlo volver?
- Me temo que no, mi atolondrado amigo
-replica Bruckner con un tono frío y apagado.-
Es un proceso que no tiene marcha atrás,
estamos saliendo al espacio exterior. Dentro de
pocas horas seremos un bloque de hielo.
Pasa a la página 91.
Fin
91
- ¡Mira cuántos diamantes! -exclamas-. Lo
que no entiendo es cómo los archípodas no se
los han llevado.
- Villa tarem, zaarkl -grita uno de los archí-
podas mientras otros señalan hacia el norte.
No ves nada extraño, pero los archípodas co-
mienzan a abandonaros corriendo a través de
los campos.
- ¿Qué ocurre? ¿Ves algo? -preguntas a la
doctora Vivaldi.
Mueve negativamente la cabeza, tan confusa
como tú.
- Debe de tratarse del Lobo Fantasma. Lo
que estamos presenciando tal vez sea más inte-
resante que las propias colinas de diamantes.
Podemos hallamos en presencia de una fuerza
vital que los archípodas pueden ver, pero noso
tros no. O quizá lo que ellos ven es una ilusión y
nosotros estamos en lo cierto al pensar que no
se trata de nada. Eso es algo que siempre me ha
interesado: como la realidad puede ser diferen
te según quien la observa.
-No creo que tengamos tiempo de entrar
ahora en cavilaciones —dices.
-Tienes razón -admite la doctora Vivaldi-. En
cualquier caso, supongo que los archípodas
tienen sus razones para sentir miedo. ¿Te atre-
ves a continuar hacia la Colina de los
Diamantes. o prefieres que regresemos?

Si dices que quieres continuar, pasa a la 94.

Si dices que deseas volver, pasa a la 97.


92
- Creo que ya sé el porqué los archípodas y
los rakas evitan venir a este bello paraje -dice la
doctora Vivaldi-. Están acostumbrados a la es-
casa luz rojiza del valle del Gran Río. La luz tan
fuerte que hay aquí molesta tanto a Mopur
como nos molestaría a nosotros vivir en la
semioscuridad.
- ¿Y por qué está tan claro?
Tus palabras se ven interrumpidas por los gri-
tos de Mopur.
- ¡Clera! ¡Los clera voladores!
Elevas tu cabeza y ves varios seres semejan- proyectar sus sentimientos en nosotros. Su pre-
tes a enormes pájaros cruzando el cielo. sencia y sus intenciones aquí son un misterio
- Nunca vivió nada semejante en la superfi- que me temo que no estamos preparados para
cie terrestre -dice la doctora Vivaldi-. Tal vez entender. Lo que sí me parece cierto es que re-
hayan evolucionado en otro planeta. presentan una fuerza benigna dentro del uni-
Guardas silencio para escuchar mejor una es- verso.
pecie de música de los clera voladores: una - Si los clera voladores están tan avanzados
coral que no sólo oyes con los oídos, sino con -dices-, ¿por qué no dominan el Reino Subte-
todo el cuerpo. rráneo?
La doctora Vivaldi también parece hipnoti- La doctora Vivaldi sonríe.
zada.
- No lo sé, pero sospecho que el ser avanza
- Suena a música celestial -dice. do supone precisamente no querer dominar a
Pero Mopur os tira de las mangas.
- Éste no es lugar para nosotros -dice-. No los otros.
estamos preparados. En ese momento os invade un fortísimo
- Tengo la fuerte sensación de que debemos deseo de volver a casa, a la superficie terrestre.
retornar -dice la doctora Vivaldi. Intercambias una mirada de complicidad con la
- Sí -asientes-. Tengo la misma sensación. doctora Vivaldi.
Es como una fuerza que nos empuja. - ¿Tienes la misma sensación que yo? -pre-
La mirada de la doctora Vivaldi permanece guntas.
fija en las Montañas Resplandecientes. Asiente y te hace señas para que la sigas.
- Los clera voladores son una especie muy
avanzada -explica-. Tienen capacidad de
Pasa a la página 98.
94 95
- Vayamos hasta los diamantes -gritas, y co
rres hacia los puntos de lucecitas rutilantes. Sus últimas palabras quedan borradas por un
Al mismo tiempo comienzas a topar con del- terrible trueno procedente del suelo.
gadas fumarolas sulfurosas. A tus espaldas sien- - Es como si estuviéramos aquí sepultados
tes un trueno ascender desde las entrañas del con todos estos millones de diamantes -dices.
suelo. - Tal vez no -replica la doctora Vivaldi-. Las
La doctora Vivaldi ha llegado a la Colina de erupciones están suficientemente localizadas.
Diamantes. Los gases van ascendiendo, pero creo que po-
- ¡Esto sí que es grande! -exclama tomándolos dremos atravesar el mortífero campo de arcilla;
entre sus dedos—. ¡En pocos metros a la re- no son más que unos treinta metros. Sólo hay
donda hay más diamantes que en toda la Tierra! una manera de hacerlo: respirar muy hondo y
- ¡Mira! -gritas al ver cómo el terreno de arci- correr todo lo que puedas. No respires hasta que
lla blanca comienza a hervir como una sopa. no aguantes más. ¿Te decides a intentarlo?
Unos gases de color amarillo pálido se elevan de
las grietas del suelo.
- Estamos atrapados -la voz de la doctora Vi-
valdi suena lejana- Cuando las grietas dejen de
emitir gases, éstos... nos... habrán... dormido...
Comienza a toser y sube tambaleándose
hasta una pequeña colina de diamantes algo
más elevada.
- ¡Pronto, sube aquí! -te grita.
Subes jadeando y a trompicones hasta la coli-
na y te dejas caer sobre un montón de diaman-
tes. La doctora Vivaldi respira hondo.
- Por el momento estamos a salvo. Esta coli
na está lo suficientemente alta como para librar
nos de los gases tóxicos.

Si decides salir corriendo, pasa a


la página 101.
Pasa a la página siguiente. Si no, pasa a la página 102.
97
- No creo que los archípodas se echen a co-
rrer por nada -dices—. ¡Vamonos de aquí!
— ¡De acuerdo!
La doctora Vivaldi comienza a descender por
el terreno de arcilla blanca y tú sigues tras ella.
Corriendo cuanto puedes, cargado aún con tu
mochila, oyes un ruido a tus pies. El suelo
comienza a agrietarse. Grandes placas de arcilla
empiezan a cuartearse. Unas hendiduras enor-
mes se abren en tomo a vosotros. Te acuerdas
entonces de cuando caíste en la Sima Insonda-
ble de Groenlandia. Sólo que esta vez no puede
haber escapatoria.
Ves a la doctora Vivaldi arrastrándose con
manos y pies, tratando de abrirse camino entre
las hendiduras. El suelo se mueve con tal fuerza
que no puedes mantener el equilibrio. Una ne-
blina amarillenta comienza a enrarecer el aire al
salir del suelo unas fumarolas sulfurosas. Miras-
hacia arriba y ves difusa la silueta gris de un
lobo que se te antoja tan grande como una
montaña, ocupando la mitad del cielo. Sus
dientes pulidos y combados parecen hileras de
colmillos de elefantes. Su aliento ardiente te im-
pide respirar y el mundo rojizo de tu alrededor
se torna de pronto negro.

Pasa a la página 103.


98
- No hay tiempo que perder -dice la doctora
Vivaldi-. La Sima Insondable se cierra todos los
días un poco más.
Guiados por un archípoda, emprendéis la
larga marcha de regreso hacia el Gran Río.
Tras seis mareas, la expedición desciende la
montaña y llega al valle del Gran Río. Estás im-
paciente por llegar a la Sima Insondable, que es
vuestra única esperanza de volver a la superficie
de la Tierra y a casa. Mientras oteas el panora-
ma para ver si descubres el poblado raka, ad-
viertes dos figuras que se dirigen hacia vosotros
por el sendero.
¡Se trata de seres humanos!
- ¿Es posible? -exclamas.
La doctora Vivaldi mira con sus prismáticos.
- No hay duda -dice-. ¡Son Larsen y Sneed!
¡Están sanos y salvos!

Pasa a la página 69.


100 101
Al cambiar la marea, la doctora Vivaldi sale - ¡Corramos hacia allá! -gritas.
para entrevistarse con el Gran Akpar. Sólo un La doctora Vivaldi examina el terreno arcillo-
archípoda permanece custodiándote. Le ofre- so y burbujeante.
ces la pulsera de oro; la toma con codiciosa - Creo que sé por donde podemos ir mejor.
sonrisa. Te apresuras a escapar de él, pero otro Yo iré delante y tú me sigues.
guardia está junto a la puerta del agón. Lo es- Te cuesta trabajo oír su voz.
quivas y echas a correr. El archípoda, estupe- - Conten la respiración y no te olvides de...
facto, comienza a gritar; pronto oyes a otros Su voz queda entrecortada por nuevos true
que tratan de darte caza. Pero en pocos nos confome va cruzando el terreno arcilloso.
segundos llegas al abrigo de los árboles con ¿Qué es lo que te decía que no olvidaras?
manojos de hojas y conforme vas penetrando ¡Pero no hay tiempo para pensar! Respiras
en los bosques, te parece que ya no oyes a los hondo y echas a correr.
archípodas a tus espaldas. Resulta extraño, sin
embargo, que no te sigan a través del bosque.

Pasa a la página 72. Pasa a la página 108.


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-Me temo que no podremos hacerlo -dices—.
Quizá las erupciones acaben enseguida; Te encuentras tumbado en una hamaca hecha
podemos esperar aquí. de finas lianas. Estás congestionado y tienes
- Tal vez sea así -dice la doctora Vivaldi sin
mirarte. fiebre, pero te sientes feliz: ¡al menos estás
Y tal vez ocurra algo peor. Os sentáis ambos en vivo! La doctora Vivaldi se encuentra a tu lado.
el suelo a esperar. Inmediatamente comienza a Coloca un paño húmedo y frío sobre tu frente.
soplar una suave brisa. Instantes después - ¿Dónde estamos? -preguntas-. ¿Cómo
empezáis a toser, ya que los gases tóxicos están conseguimos salir de allí? ¿Viste al Lobo Fan-
ascendiendo a vuestra colina. Tratas de respirar tasma?
justo lo necesario, pero la vista se te enturbia y - Estamos otra vez con los archípodas -dice
la cabeza te pesa. No puedes ni siquiera la doctora Vivaldi sonriendo-. También yo vi
mantenerte erguido. una gran bestia con lengua de fuego, pero no se
Es extraño. Los diamantes son la materia más trataba en realidad de un lobo, ni de ningún
dura del mundo; sin embargo, como hay varios animal. Y las grietas del suelo sólo tenían unos
metros de profundidad y tú estás tumbado sobre centímetros de anchura, justo lo suficiente para
ellos, resultan un lecho mullido. De esa manera, dejar escapar un gas venenoso del interior del
te será más fácil afrontar tu final. suelo. Unas pocas inhalaciones de gas fueron
suficientes para alucinamos y tener una terrible
pesadilla. Lo que resulta curioso es que el gas
Fin produzca una visión tan concreta y común a
todos los afectados. Me gustaría estudiar esto
más a fondo. En cualquier caso, tuvimos suerte
al encontramos en un extremo cuando me di
cuenta de lo que estaba ocurriendo. Pude arras-
trarte más lejos y hacerte respirar aire fresco.
- Gracias -dices-. Después de esto ya nada
me dará miedo en el Reino Subterráneo.
- Eso está muy bien -replica-, porque aún
nos quedan muchas cosas por explorar.

Fin
104
105
-No os ayudaré a luchar contra los rakas
-dices al Gran Akpar-. La guerra es algo terri- El Gran Akpar da vueltas, dubitativo, dentro
ble. Vuestros poblados quedarán destruidos y del agón. Por fin se detiene y te mira fijamente a
vuestra gente morirá. Nuestras guerras siempre los ojos. Apartas la vista de su mirada fría.
han traído la miseria. - Intentaré hacer lo que sugieres -dice-.
El Gran Akpar permanece en silencio unos Mientras tanto quedarás custodiado junto con la
instantes.
- Entonces aquí ocurriría lo mismo -dice fi- doctora Vivaldi y haremos cuanto podamos
nalmente-. ¿Pero cómo podremos evitar la para que seáis felices. Y cuando queráis volver
guerra? Si no hacemos nada, los rakas nos des- al Mundo Inferior, os prestaremos nuestra
truirán. ayuda.
- Habla con ellos -dices—. Haced un plan Comienzas a dar las gracias al Gran Akpar,
conjunto de paz. pero él levanta la mano.
- No -dice con la cabeza-. No podemos fiar-
nos de ellos. - No me des las gracias, pues aún tengo algo
- ¡Y ellos no pueden fiarse de vosotros! Te- que decirte: si somos traicionados y atacan los
néis que decirles qué es lo que teméis de ellos y rakas, tú y la doctora Vivaldi moriréis.
preguntarles qué es lo que ellos temen de voso- Nada tienes que decir; ni tampoco te queda
tros. Tal vez descubráis que lo que teméis son tiempo para ello, ya que rápidamente los guar-
las mismas cosas. Una vez que hayáis llegado a dias te sacan fuera.
un entendimiento, podéis elaborar un plan para
que los rakas y los archípodas vivan en paz.

Sigue en la página siguiente.

Pasa a la página 76.


106
Se trata de un alud, de acuerdo, ¡pero las
rocas van rodando hacia arriba por la montaña!
Lleno de pánico, corres hacia Katu. Los peñas-
cos van rodando junto a ti. Con una gravedad
casi inexistente son empujados hacia el Sol
Negro.
- ¡Tenéis que correr hacia abajo! -grita la
doctora Vivaldi.
Pero los peñascos te cierran el camino. Lo
único que puedes hacer es correr hacia arriba
por la montaña, tratando de evitar las rocas.
Cada vez corres más arriba y más deprisa, sal-
tando hasta dos metros en cada zancada. Ante
ti, Katu parece volar por la montaña. Sin que
puedas detenerte, ves cómo tus pies pierden
contacto con el suelo y te encuentras de pronto
por los aires, absorbido cada vez más alto, ¡en
dirección al Sol Negro!
En alguna parte has leído que un agujero
negro puede ser la entrada a otro mundo. ¡Ojalá
fuera cierto! Es la única posibilidad que te queda
una vez llegues al Sol Negro. Una posibilidad
entre un millón tal vez, pero al fin y al cabo,
una posibilidad.
Fin
108
¡Lo conseguiste! GUÍA DIDÁCTICA PARA EDUCADORES
Cruzaste los campos de arcilla blanca y vol-
viste sano y salvo al país de los archípodas. Ponemos a disposición de los maestros y educadores
Y, si no te has olvidado de llenarte de dia- una Guía didáctica de la colección «Elige tu propia aven-
mantes los bolsillos antes de echar a correr por tura». El objetivo de dicha Guía es sugerir al educador una
extensa gama de actividades que se encuentran desarro-
los campos de arcilla blanca ¡serás rico para lladas en ella.
siempre!, cuando vuelvas el Mundo exterior, Dado que la serie «Elige tu propia aventura» supone un
claro. tratamiento totalmente nuevo de la literatura infantil y ju-
Fin venil, esta Guía que le ofrecemos puede ser una buena
ayuda para los educadores, ya que les permitirá elaborar
diversas actividades que van más allá de las materias de
estudio.
El hecho de que el lector sea el protagonista de su pro-
pia aventura, ofrece un sinfín de posibilidades para que el
educador pueda trabajar en el desarrollo de la personali-
dad del lector. A título de ejemplo, estos libros intentan
afirmar la capacidad de decisión, al obligar al joven lector
a tomar decisiones constantemente, así como también
fortalecer la seguridad en sí mismo.
Además de todos estos aspectos comentados, en la
Guía también figura una serie de actividades directamente
relacionadas con las materias de estudio, como son histo-
ria, geografía, lengua, ciencias, etcétera.
Si desea conocer la Guía y sus posibilidades de utiliza-
ción, pídanos un ejemplar y se lo remitiremos sin cargo
alguno. Puede solicitarlo a:

EDITORIAL TIMUN MAS, S. A.


«Elige tu propia aventura»
Castillejos, 294 08025 -
BARCELONA
¡EL PELIGRO Y LA AVENTURA
TE ESPERAN EN EL
REINO SUBTERRÁNEO!
¡Ven a explorar el Reino Subterráneo, un mundo fantástico y
extraño en el centro de la Tierra! Cuando estés en el interior de
la cueva más grande que jamás hayas visto, quedarás
sorprendido por la impresionante visión que se abrirá ante tus
ojos.
Si decides ascender hasta las Montañas Resplandecientes, pasa
a la página 36. Si quieres explorar los Picos Li geros. pasa a
¡a página 85. Si vas hasta las Colinas de los Diamantes, pasa a
la página 88. Pero ¡ten cuidado! El Reino Subterráneo puede
ser peligroso. Tal vez te ata quen terribles fieras Kota. o te veas
envuelto en una guerra entre Rakas y Archípodas. dos tribus
bárbaras. ¡Quizás no salgas con vida!
Cuanto te ocurra en el interior del Reino Subterráneo depende
de tus propias decisiones. ¿Cómo acaba esta histo ria? Sólo tú
puedes saberlo. Y lo mejor es que sigas leyendo y releyendo
hasta que hayas vivido no una. sino muchas aventuras
increíbles.
ELIGE TU PROPIA AVENTURA

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