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REFLEXIONES DEL QOHELETH

Cristianismo y pensamiento occidental (VIII)

Julio César De León Barbero

La idea de que la historia humana tendrá un desenlace feliz, surgida como hemos

visto, con la literatura apocalíptica intertestamentaria, vino a ser parte de la filosofìa de la

historia de algunos pensadores occidentales.

Luego de millones de años caracterizados por una cruenta lucha entre las fuerzas

dedicadas al mal y aquellas comprometidas con el bien, todo lo considerado bueno, agradable

y santo terminará por vencer. La victoria judeo-cristiana someterá al Gran enemigo, a la Gran

ciudad pervertida, al Gobernante maligno o a una Bestia engendro del mal.

El lenguaje figurado de la literatura apocalíptica es rico, caleidoscópico, complejo.

No obstante, lo que interesa es la derrota total y final de todo aquello que significó el mal. El

mal moral, el mal físico, el mal material/económico, el mal ecológico, el mal político, el mal

intelectual. Todo tipo de maldad será erradicada.

También los malignos serán derrotados y recibirán el justo castigo. Porque en esta

guerra entre el bien y el mal, los seres humanos no escapan de tener que pertenecer a uno u

otro bando.

La todopoderosa justicia divina juzgará a los hombres y a las naciones

recompensando a quienes lucharon siempre por el bien y condenando eternamente a quienes

apostaron por el mal.


Ese final dramático fue copiado incluso por Karl Marx pues según el materialismo

histórico al final de la historia los malos (burgueses) desaparecerán y la humanidad se

convertirá en una comunidad mundial de obreros. Obreros que serán nuevos hombres

incapaces de hacer lo malo. Toda injusticia y maldad desaparecerán, en consecuencia.

No fue casual que los teólogos de la liberación vieran en el pensamiento marxista

criminal a un hermano de leche. La verdad era otra: fue Marx el que se inspiró en la

apocalíptica cristiana para desarrollar su equivocada filosofìa de la historia.

(continuará…)

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