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"LA DIMENSIÓN RELIGIOSA DEL ANÁLISIS"

Marie-Louise von Franz

“El principal interés de mi trabajo”, escribe Jung, “no está comprometido con el
tratamiento de la neurosis sino más bien con la aproximación a lo numinoso. Pero el
hecho es que la aproximación a lo numinoso es la terapia real y en cuanto se
alcanzan las experiencias numinosas, se es liberado del curso de la patología. Incluso
lo muy patógeno asume un carácter numinoso”.(1) Esta cita dice todo acerca de la
importancia esencial respecto a un análisis Junguiano. Si no es posible establecer
una relación con lo numinoso, no es posible la cura; lo más que se puede esperar es
un progreso en la adaptación social. Pero entonces, ¿qué le es permitido hacer al
analista? Jung mismo se expresó sobre este tema en una carta en los siguientes
términos:

Ya que la neurosis es un problema de actitud, y la actitud es subalterna de o está


fundada en ciertos “dominantes”, es decir, en las ideas y principios fundamentales y
superiores, el problema de la actitud puede denominarse un problema
religioso.(2) Esto se apoya en el hecho de que en los sueños y las fantasías los
motivos religiosos aparecen con el claro propósito de regular la actitud y restaurar el
equilibrio perturbado... Yo he observado, por ejemplo, que como regla, cuando los
contenidos “arquetípicos” surgen espontáneamente en los sueños, etc., emanan de
ellos efectos numinosos y saludables. Estos son experiencias psíquicas primordiales
que muy frecuentemente reanudan un acceso del paciente a verdades religiosas que
han sido bloqueadas. Yo también he tenido esta experiencia por mí mismo....

Así mismo a través de opiniones preconcebidas yo puedo contener o detener


realmente el influxus divinus [influencia divina], sea de donde sea que venga, es
también posible para mí, por medio del comportamiento adecuado, acercarme más a
ello y cuando suceda, aceptarlo. Yo no puedo forzar nada, solo puedo hacer un
esfuerzo para hacer todo lo que favorezca esto y nada que vaya en su contra.... Lo
que puede acaecer en tal caso, pero no necesariamente sucederá, es la clase de
acción espontánea proveniente desde el inconsciente que ha sido simbolizada por los
alquimistas Paracelso, Böhme y los estudiantes modernos del inconsciente como
relámpago.(3)

Desde este punto de vista, el trabajo del terapeuta sólo puede consistir en la
eliminación de prejuicios y bloqueos a la experiencia numinosa. (Esto está
relacionado con el viejo problema de la teología –si la salvación llega por la gracia o
por los esfuerzos humanos; obviamente ambos son necesarios).

Las formas de evitar lo numinoso son bastante numerosas. Me gustaría presentar


aquí algunas que he encontrado. Una, es cierta superficialidad extravertida. Una
anciana, quien nunca había tenido nada en su mente sino amor, ropas, viajes y
similares, tuvo el sueño siguiente: ella estaba parada sobre una escalera y estaba a
punto de desempolvar un gran crucifijo. Para su infinito horror, el Crucificado de
repente abrió sus ojos y dijo, “¡Tú me podrías desempolvar un poco más
frecuentemente!” La soñante era católica y había estado satisfecha a propósito del
cumplimiento superficial de los preceptos externos de la Iglesia. Este sueño la hace
pensar por primera vez.

En su mayor parte uno encuentra en la gente moderna una colección de prejuicios


filosóficos y racional-pseudocientíficos del siglo diecinueve que de hecho han sido ya
desacreditados por los científicos más importantes de nuestro tiempo. Ellos
comprendieron estas ideas desde sus días de escuela y por los mezquinos informes
periodísticos: los sueños carecen de sentido o son expresiones de deseos sexuales;
no existen tales cosas como los fantasmas; se ha sabido acerca del inconsciente pero
no se considera verdaderamente como real; no existe efecto sin una causa asible
racionalmente; una persona solo tiene que ser razonable y todo estará bien; si la
sociedad estuviera enderezada, todo estaría enderezado, etc., etc. Junto a esta
clasificación de prejuicios, lo peor y más penetrante es el evidente o implícito
pensamiento estadístico: “Lo que yo hago no importa; Yo soy solo un grano de arena
entre millones; mi existencia es un accidente sin sentido”. Este empeño es un veneno
directo y letal para el alma.

El analista tiene poca esperanza de acabar con dichos prejuicios a través de la


argumentación. Este trabajo es atendido con mucha más eficacia (a veces
rápidamente, a veces gradualmente) por los sueños del paciente. Pero es esencial
que el analista mismo tenga una conexión con lo numinoso y tenga una creencia en
ello, es decir, que se base en su propia experiencia; de lo contrario él pasa por alto el
elemento en los sueños que está dirigido hacia la experiencia numinosa y, en lugar de
eso, proyecta en ellos sus propias ideas de lo que el paciente “debería” ser o hacer. Él
tiende automáticamente a desarrollar convicciones tales como: este analizando
debería alejarse de sus padres, ese analizando debería ser menos intelectual, otro
analizando debería ser más disciplinado –y aún otras convicciones basadas en
cualesquiera opiniones y preconcepciones que él tiene acerca de la normalidad. Por
esta razón, el analista debe decirse a sí mismo repetidas veces, “¡Yo no sé lo que
Dios quiere de esta persona!” Todo lo que él puede hacer es ayudar al paciente a
escuchar mejor lo que la propia psique del paciente está susurrándole.

Cuando yo tuve mi primera paciente, quien sufría de severa psicosis, ella se estaba
arrastrando hacia un episodio esquizofrénico como resultado de un externo soplo de
fe, y yo estaba bregando con ella para prevenir esto. En este punto, Jung, quien
estaba supervisando el caso, seriamente me dijo, “¿Cómo sabe usted con tanta
seguridad que esta mujer no tiene que atravesar dicho episodio? Muchos pacientes
están mucho mejor después de salir de un episodio tal. Usted no debería estar
intentando saber el secreto de su destino; eso es solo un juego de poder. ¡Usted no
sabe lo que Dios quiere de ella!” Asustada, simplemente me solté y me limité a
interpretar silenciosamente sus sueños tan rectamente como era posible. La
analizando inesperadamente mejoró. Cuando le hablé a Jung al respecto él rió y dijo,
“¡Eso era lo que yo estaba esperando, pero no se lo podía permitir saber a usted, de
lo contrario usted podría haber tratado de forzar algo de nuevo!” Aquello me curó de
una vez por todas del excesivo entusiasmo terapéutico juvenil.

Adicionalmente a las preconcepciones intelectuales, en mi experiencia otro problema


que puede surgir es que a pesar de que un analizando tenga un sueño altamente
numinoso, puede, de algún modo, fallar en ser apropiadamente movido por él o
siquiera tocado en absoluto. Usualmente en dicho caso, es un asunto de cierto estado
de inferioridad del eros. Con frecuencia me ha sucedido que he sido profundamente
sacudida por el sueño de un paciente que él mismo está relatando de un modo muy
fresco y real. He aprendido en tales casos a no esconder mis propios sentimientos, a
no esconder cuán profundamente tocada estoy emocionalmente, sino a expresarlo.
En mi experiencia esto siempre ha tenido un efecto positivo.

Jung mismo siempre tuvo reacciones emocionales fuertes a los sueños. Él


reaccionaba a los sueños que las personas le llevaban con risa, alborotos de temor,
mal humor o excitación, y con frecuencia su reacción podía desencadenar en un
paciente una comprensión de aquello de lo que en realidad trataba el sueño. Detrás
de la ausencia de reacción en un analizando, además de la debilidad de emoción, allí
a menudo asecha el secreto prejuicio de que de hecho los sueños no tienen nada real
acerca de ellos.

Una de las mayores situaciones difíciles en mi experiencia es cuando el inconsciente


aparentemente solo produce sueños banales, nada que sea remotamente numinoso.
Sin embargo, es muy posible con frecuencia ver detrás del aspecto personal de un
sueño la estructura básica arquetípica. Era un talento particular de Jung el ser capaz
de reconocer el significado arquetípico más profundo de un sueño que, desde un
punto de vista superficial, es banal. Por otra parte, algunas veces debemos ser más
recelosos con los sueños míticos, ya que ellos podrían estar basados simplemente en
algo que el paciente ha leído o tener alguna otra base inauténtica.4 Particularmente,
los sueños estructurados de una manera mítica y bella no siempre presagian algo de
significado especial para el soñante. En lugar de ello, pueden reflejar una intención de
parte del inconsciente de atraer al soñante; es decir, indican que para el próximo
periodo de tiempo, el desarrollo interior se llevará a cabo a través de un encuentro
con el inconsciente y los sueños.(5)

Los sueños banales, por el contrario, también muestran que, detrás de la a menudo
desatendida realidad cotidiana personal propia, un significado más profundo está
trabajando. Repetidas veces las personas admiten la reacción defensiva: “Esto es
solo un sueño absurdo, estúpido”. Jung siempre solía decir que ¡no hay sueños
estúpidos, sino personas estúpidas que no los comprenden! El hecho es que el Sí
Mismo parece también cuidar de los detalles de nuestras vidas personales. Dios
advirtió a Emmanuel Swedenborg en una visión sobre no comer demasiado.
Swedenborg era una persona intuitiva y por ende, en las cosas que se basan en la
función sensación –la sexualidad, la comida, etcétera-, era primitivamente
inmoderado. Por tanto, es bastante típico para el Sí Mismo manifestarse justamente
en esta área.

Una analizando mía soñó que una voz desde arriba le dijo que ella necesitaba un
“ceñidor de desayuno”. El cuestionamiento detallado reveló que toda la mañana ella
holgazaneaba desaliñadamente en su bata de baño (ella era una alcohólica antes del
análisis) y solo se ponía su ceñidor y comenzaba el día cerca del mediodía. Con
frecuencia nosotras reíamos juntas de este sueño, y yo periódicamente solía
preguntarle, “¿Cómo le va con su ceñidor de desayuno?”

También es especialmente difícil para el analista acercar a los teólogos y clérigos al


influxus divinus. A veces simplemente ellos no son “llamados”, y entonces el análisis
los extravía en el mundo. No obstante, mucho más a menudo, aunque ellos en
realidad originalmente escogieron su profesión por medio de una especie de
constelación del destino, han perdido su fe auténtica a lo largo del camino y la han
reemplazado con frases y fórmulas mecánicas.

Durante su análisis, un monje tuvo una experiencia formidable de Dios. Yo le pregunté


si sus colegas estarían más asustados si ellos experimentaran, como él lo hizo, la
realidad de Dios o si descubrieran que Dios no existe. Él respondió, “Ellos estarían
más asustados por la realidad de Dios, puesto que lo que ellos casi todos
secretamente creen, es que Él no existe”. Pero incluso a este analizando después a
veces tuve que decirle, “Este condenado Dios del que usted siempre está hablando,
¿Él existe realmente para usted?, y si es así, ¿Tiene Él algo que decir acerca de su
problema presente o no? Él se sostenía llevando en forma secreta su vieja
religiosidad intelectual falsa, donde “Dios” estaba guardado en una gaveta para el
siguiente sermón y las preguntas de su vida eran resueltas solo por el ego.

Para mi asombro encontré a un budista japonés con el mismo problema. Él había


tenido experiencias significativas de luz-fe desde el tiempo de su juventud y se había
convertido en un profesor de budismo. Estaba sufriendo de una úlcera estomacal que
aparentemente ninguna dieta prescrita podía aliviar. Por consiguiente yo le dije,
“Pregúntele al dharmakaya (cuerpo de Buda) en usted mismo lo que debe comer y
qué más debe hacer para sanarse a sí mismo”. Él me miró fijamente completamente
estupefacto; nada así le había ocurrido en la vida a él. Más tarde me escribió que lo
había intentado y que había sanado. Él agregó, “Yo veo que la psicología Junguiana
añade un fundamento de realidad a la religión el cual nosotros hemos perdido”.

Esta pérdida de contacto con la base empírica en los asuntos de la religión es con
frecuencia el resultado de demasiado tradicionalismo. Por eso Jung señala que
cuando enfatizamos demasiado el desarrollo histórico del cristianismo, pasamos por
alto lo que es nuevo en éste.
Lo que necesitamos es un nuevo punto de partida, y este no se puede encontrar sin la
asignación de un nuevo sentido. El mensaje está vivo solo si crea un nuevo
significado.... Que Cristo es el sí mismo de [los seres humanos] está implícito en el
evangelio, pero la conclusión Cristo = sí mismo nunca ha sido explícitamente
desentrañada. Esta es una asignación de nuevo significado, una etapa más en la
encarnación o actualización de Cristo.(6)

Esto es lo mismo que le sucedió al mencionado budista en la forma de una concesión


de nuevo significado al dharmakaya. La dimensión religiosa en el análisis no es otra
cosa que encontrar nuevo significado precisamente de esta manera que a veces
devuelve a la vida las ideas religiosas ya existentes, y a veces las transforma.(7)

Esto me lleva a otro problema adicional que surge repetidas veces en el análisis. El
inconsciente es “religioso” –es decir, es la matriz de toda experiencia religiosa primal-
pero es con frecuencia no “ortodoxo”. Lo que muchos sueños y visiones expresan a
veces contradice este o aquel dogma o precepto moral religioso. Por ejemplo, he
conocido una cantidad de sacerdotes cuyos sueños parecían ir en contra de mantener
su celibato. Sin embargo, cuando después ellos abandonaron el sacerdocio, sus
sueños les decían que ellos eran aún sacerdotes en alguna especie de forma
invisible. Después de todo, el celibato es solo una regula moralis, no un dogma, y en
consecuencia podría en algún momento cambiar. Debe mantenerse un equilibrio entre
la innovación y la conservación de la tradición. Jung escribió al sacerdote Dominico
Victor White:

“Si usted trata de ser literal acerca de la doctrina (de la Iglesia Católica), usted mismo
se está descartando hasta que ya no quede nadie que la represente más que
cadáveres. Por otra parte, si usted verdaderamente asimila la doctrina, la modificará
creativamente para su comprensión individual y así le dará vida. La vida de la mayoría
de ideas consiste en su naturaleza controversial, es decir, usted puede estar en
desacuerdo con ellas aún si reconoce su importancia para una mayoría. Si usted está
de acuerdo con ellas completamente podría reemplazarse a sí mismo tan bien como
una grabación gramofónica.”(8)

Eso significa que si el inconsciente motiva a una persona que asiste regularmente a la
iglesia a favorecer algo que entra en conflicto con la doctrina de su denominación,
esta persona debe convertir esto en un conflicto personal, en una forma de
padecimiento de cruz. En última instancia entonces, no será él quien decida el
conflicto sino la vox dei dentro de él –una vez que su ego, con todas sus opiniones, en
pro y contra, haya muerto en la cruz. Y como Jung señala: extra ecclesiam nulla
salus (por fuera de la Iglesia no hay salvación), sin embargo la gracia de Dios alcanza
aún más.(9)

Más difícil me parece sin embargo, ayudar a orientar a una persona hacia la
dimensión religiosa cuando ella ha estado tan atormentada por el adoctrinamiento
religioso que lo echa todo por la borda y no quiere tener nada más que ver con la
religión en absoluto, y mira todo puramente en términos seculares. Sin ser consciente
de ello, lo numinoso lo atrapa desde atrás y lo posee con fantasías sexuales o codicia
por el dinero, con sed por el poder o las drogas, con fanatismo político –es decir, él es
poseído por los dioses sustitutos. De este modo Jung escribe en Psicología y
Religión que en esencia todo lo que sea dominante e ineludible puede ser llamado
Dios,

A menos que, gracias a una decisión ética libremente tomada, uno tenga éxito en
vigorizar una posición que sea igualmente fuerte e invencible contra este fenómeno
natural... El hombre es libre de decidir si “Dios” será un “Espíritu” o un fenómeno
natural como el deseo vehemente de un adicto a la morfina, y en consecuencia si
“Dios” actuará como una fuerza benéfica o destructiva.(10)

Los dioses sustitutos traen una ausencia de libertad–posesión. Así pues, en última
instancia debemos decidir a cuál señor queremos servir, de dichos dioses sustitutos o
Dios como Él mismo se revela dentro de nosotros, si hacemos un esfuerzo sincero
hacia el auto-conocimiento. “Dios nunca ha hablado al hombre excepto en y a través
de la psique, y la psique lo entiende y lo experimentamos como algo psíquico.
Cualquiera que llame a eso psicologismo está negando el ojo que contempla el
sol.”(11)

Actualmente de vez en cuando también tenemos personas que vienen para análisis
quienes han sido levantadas en esa otra “iglesia”, el marxismo como ha sido
establecido al este de la “Cortina de Hierro”. Sus dificultades son muy similares a las
de cualquiera de los seguidores de una religión que dice representar la única verdad.
Lo que más me ha impactado en estos casos es la supresión completa del principio
femenino y de esta manera del sentimiento personal –un desagradable sentido
intelectual de desprendimiento. Con esto la capacidad de ser movido, de experimentar
significado o valor, se marchita. Además para estas personas todas las palabras
religiosas, tales como Dios, Alma y consciencia, han sido tan estigmatizadas que es
mejor no usarlas con ellos en absoluto, sino más bien tratar de transmitir cualquier
“significado nuevo” que su psique esté tratando de revelar a través y en términos de
las imágenes de sus sueños. En cierto sentido, estas personas tienen también una
ventaja: ellos pueden experimentar la dimensión religiosa de la psique con frescura
espontánea, aliviada del pasado, sin tener un sentido presuntuoso de la tradición que
relacione inmediatamente sus descubrimientos con el material del pasado. Es mi
esperanza que alguna vez, en estos países, una siembra particularmente dadivosa
crecerá, como sucede después de un diluvio.

Así como la mayoría de las sustancias curativas son también venenos, el encuentro
con lo numinoso tiene un lado extremadamente peligroso. De hecho las religiones no
son solo algo constructivo –solo tenemos que pensar en las quemas de heréticos y
brujas, en la devastadora invasión de Europa por los Turcos llegando a las puertas de
Viena, en las dudosas actividades misioneras que han borrado las formas religiosas y
culturales indígenas de muchos pueblos, dejándolos sin raíces. Jung escribe:
“Las religiones no son necesariamente amorosas o buenas. Ellas son manifestaciones
poderosas del espíritu y no tenemos el poder para refrenar el espíritu. Seguramente
grandes catástrofes tales como terremotos o incendios ya no son convincentes para la
mente moderna, pero no las necesitamos. Existen cosas mucho más horribles, a
saber, la demencia del hombre, los grandes contagios mentales de los que en
realidad padecemos más, sin duda”.(12)

En casos individuales podemos ver el aspecto peligroso de lo numinosumtrabajando


en el fenómeno de que, cuando un arquetipo llega al umbral de la consciencia,
desarrolla una tendencia a fascinar al ego consciente y a presionar por su contenido
simbólico para ser concretamente representado. Si el individuo no tiene éxito en
mantener su cabeza y su corazón, entonces puede llegar a ser poseído e inflado. Si
un elemento esquizofrénico está presente, él bien podría exteriorizar las cosas más
espantosas. Así, por ejemplo, un esquizofrénico que estaba trabajando en el jardín de
una institución mental de repente se agarró de la pequeña hija del director y amputó
su cabeza. Él explicó que la voz del Espíritu Sagrado le había ordenado hacer esto. Si
él hubiera comprendido esta voz de una manera simbólica, su significado hubiera sido
sacrificar su propia infantilidad excesiva. La representación concreta de contenidos
arquetípicos apremiantes es el más grande peligro que acompaña a la experiencia
numinosa. En casos como este, el aspecto demoníaco de lo numinoso ha triunfado.
La oportunidad de encontrar un significado nuevo y efectuar una cura se pierde. La
posesión siempre significa también fanatismo. Uno tiene y representa la única verdad
y se siente justificado en regatear todo lo demás. Solo la comprensión del significado
psicológico puede protegernos de este peligro. Los teólogos que representan una
posición religiosamente “militante” consideran esto como una relativización
inadecuada de la verdad de su fe. Sin embargo, este no es el caso. Cuando una
experiencia religiosa primal ha tenido lugar, para quien la ha tenido, es absoluta. No
obstante, si al mismo tiempo él comprende esta experiencia como un descubrimiento
personal de significado, él admitirá que Dios, o lo numinosum, podría también
revelarse en otras mil formas, pues en esencia es algo insondable que solo se revela
a través del filtro de la psique humana, donde nos habla a nosotros en términos de
imágenes y formas míticas. Lo que ello es “en sí mismo”, sin embargo, no lo podemos
saber, al menos no en esta vida. Por consiguiente, dicha persona nunca deseará
predicar su experiencia como la verdad universalmente válida.

Este es con seguridad el significado de la parábola de Jesús en la cual un hombre


encontró un tesoro escondido en un campo, lo escondió allí de nuevo, luego vendió
todo lo que él tenía para adquirir el campo (Mateo 13:44). Una persona que ha tenido
una experiencia religiosa verdadera la mantiene escondida en su corazón y no la
vitorea desde el púlpito. Quizás él podría hablar al respecto con otras personas que
han experimentado algo similar, sabiendo que lo que experimentó es algo que Dios le
reveló pero que podría haber expresado a otros también en una forma completamente
diferente o con un contenido distinto. En consecuencia surge de manera bastante
natural un hondo temor reverente hacia la religio del otro (si es auténtica) y una
necesidad de no atacar esto. Solo una persona que duda de sí misma se siente
compelida a ganar tantos admiradores como le sea posible a fin de ahogar su propia
duda. En consecuencia Jung señala que la experiencia religiosa lleva su propia
evidencia con ella, aún si al mismo tiempo el ego, a pesar de esa experiencia, nunca
renuncia a dudar que la comprendiera correctamente. “Yo por mi parte”, decía Jung,
“prefiero el precioso don de la duda, por la razón de que no viola la virginidad de las
cosas más allá de nuestro saber”.(13) Dicha actitud permanece por siempre fresca y
abierta a las incluso más abarcadoras experiencias internas.

Cuando durante un análisis ocurre una experiencia numinosa, saludable, es deber del
analista ayudar a evitar las posibles consecuencias negativas, posesión e inflación.
Estas suelen tener lugar cuando el ego o la capacidad moral (sentimiento) del
analizando es débil. Los sueños proveen la base que se necesita para prevenir estos
efectos. A veces también el paciente falla en comprender la experiencia, pero esto es
más fácil de remediar.

Es difícil generalizar respecto de las muchas formas concretas posibles que el más
profundo contacto, la experiencia numinosa (es decir, religiosa) puede adoptar. Por
esta razón Jung se concentró en sus escritos en describir ciertas tendencias
generales que él había observado ya fuera en sí mismo o en sus muchos pacientes.
Se trata principalmente de estas “corrientes” en el inconsciente colectivo que somos
capaces de observar, por una parte, en el oficialmente todavía mundo Cristiano de
Occidente, y por la otra, en sus teorías arreligiosas científico-racionalistas. La
“corriente” compensatoria en el inconsciente colectivo de nuestra cultura se manifiesta
a menudo especialmente en contenidos míticos que se asemejan al simbolismo de la
alquimia. La mitología alquímica parece relacionarse particularmente con cuatro
problemas: (1) elevar el estatus del individuo en relación a la uniformidad de la masa;
(2) exaltar la valoración del principio femenino o eros (en ambos, mujeres y hombres);
(3) el problema del mal; (4) reconciliar los opuestos en la estructura psíquica
fundamental del ser humano.

La elevación del estatus del individuo se demuestra en las experiencias de ser


exhortado directamente por Dios; o en sueños, estando en una posición de determinar
el curso del mundo, o cosas similares. Un ejemplo es el siguiente sueño de un joven
Americano.

“Estoy caminando a lo largo de lo que se denomina los Farallones, desde donde se


puede examinar la Ciudad de New York. Estoy caminando con una figura del anima
quien me es desconocida; ambos somos conducidos por un hombre quien es nuestro
guía. New York ha sido reducida a escombros –todo el mundo como lo conocemos ha
sido destruido. Los incendios están devorando todo; miles de personas que huyen
corren sin rumbo en todas las direcciones. El Río Hudson ha inundado grandes partes
de la ciudad. Es crepúsculo. Bolas de fuego en el cielo silban hacia la tierra. Es el fin
del mundo.”
“La causa de esto era que una raza de gigantes había llegado desde el espacio
exterior. Yo vi dos de ellos sentados en medio de la piedra, recogiendo tranquilamente
un manojo de personas una después de otra, comiéndoselas como uno comería uvas.
Era una visión horrible. Los gigantes eran de diferentes tamaños y formas. Nuestro
guía nos explicó que estos gigantes venían de diferentes planetas donde ellos vivían
en paz juntos. Ellos habían aterrizado en naves voladoras (esas eran las bolas de
fuego). La tierra que conocimos había sido realmente ideada por estos gigantes. Ellos
habían “cultivado” nuestra civilización del modo como uno cultiva vegetales en un
invernadero. Ahora ellos habían venido por la cosecha. Había una razón especial para
esto, de la cual me enteré solo después.”

“Yo me había salvado porque tenía la presión sanguínea ligeramente alta Si hubiera
sido normal o demasiado alta, yo habría sido comido. De este modo yo fui escogido
para atravesar esta ordalía de fuego y, si lo hacía satisfactoriamente, me sería
permitido salvar a otras almas también. Luego vi delante de mí un trono de oro
gigante, radiante como el sol. En él se sentaron el rey y la reina de los gigantes. Ellos
eran los perpetradores de la destrucción de nuestro planeta.”

“Mi prueba, además de la tormenta de tener que experimentar todo esto, consistía en
tener que ascender las escalas del trono hasta el punto donde yo pudiera mirar al rey
y la reina a la cara. Esto tuvo lugar por etapas. Yo comencé el ascenso. Era largo,
pero sabía que yo tenía que hacerlo, que la fe del mundo y la humanidad dependían
de ello. Entonces desperté empapado en sudor. Me di cuenta después que desperté
que la destrucción de la tierra era un banquete de bodas para el rey y la reina.”

El motivo de una invasión de gigantes que destruye todo nos recuerda el libro bíblico
de Enoc (s. 100 A. C.) donde se dice que los ángeles se enamoraron de mujeres
humanas y engendraron con ellas una raza de gigantes que amenazaron con
destruirlo todo. Al mismo tiempo, los ángeles enseñaron a la humanidad muchas artes
nuevas. Como Jung ha interpretado esto, lo que tenemos aquí es una invasión caótica
de la consciencia humana por los contenidos del inconsciente colectivo.(14) Los
gigantes son personificaciones de la inflación resultante, quienes elevan el sentido de
la humanidad al nivel de lo “gigantesco” a través de un acelerado desarrollo del
conocimiento tecnológico. Pero este desarrollo negativo tiene un fundamento positivo
secreto: desafía al individuo a hacer el difícil ascenso a una mayor consciencia, a la
individuación.

Dicho sueño fácilmente podría ser malinterpretado como una expresión de ilusiones
de grandeza, pero este no era de hecho el caso del soñante. Por el contrario, la
función esencial del sueño está en ayudar al soñante a darse cuenta de que todo
depende solo de él, que todos los esfuerzos externos –por ejemplo los políticos o
cualesquiera otros esfuerzos colectivos- no pueden rescatar al mundo de la situación
por la cual él, como todos nosotros, está sufriendo. Así mismo, la colocación de un
mayor valor en el principio femenino y la unión de los opuestos están claramente
representadas.
La unión de los opuestos de la naturaleza y la mente, la luz y la sombra, está
representada a menudo en los tiempos modernos por una extraña alternancia de la
imagen de Cristo en visiones interiores y en los sueños. Cristo aparece con cuernos
como el antiguo Pan, o hecho de metal como Mercurio, la figura salvadora de la
alquimia. Solo adicionando rasgos como éstos puede Cristo funcionar como un
símbolo completo del Sí Mismo para la gente moderna. Tales motivos oníricos
también indican que el inconsciente parece estar interesado no en destruir nuestra
tradición cultural cristiana, sino más bien, además, en desarrollarla creativamente.

La literatura alquímica es un caos en el cual encontramos bastantes tonterías y al


mismo tiempo los más esenciales, infinita e individualmente variados símbolos
religiosos. Jung dedicó su vida a la tarea de entresacar de este caos, a través del
concienzudo trabajo detallado, los más esenciales y significativos motivos básicos y
los juntó como las piezas de un rompecabezas. El mejor resumen acerca de lo que
fue todo esto lo encontramos en su introducción a Psicología y Alquimia.(15) Aquí se
demuestra que la producción de símbolos en la alquimia está relacionada
compensatoriamente con la enseñanza de la Cristiandad con su unilateral orientación
patriarcal.

El histórico cambio en la consciencia del mundo hacia lo masculino está compensado


por la feminidad ctónica del inconsciente. En ciertas religiones pre-cristianas el
principio masculino ya se había diferenciado en la especificación padre-hijo, un
cambio que iba a ser de suma importancia para la Cristiandad. Si fuera el
inconsciente meramente complementario, este cambio de consciencia habría estado
acompañado por la producción de una madre e hija... Pero como lo demuestra la
alquimia, el inconsciente escogió más bien el tipo Cibeles-Atis en la forma de laprima
materia y el filius macrocosmi.... Esto va a demostrar que el inconsciente no actúa
simplemente contrario a la mente consciente sino que la modifica más a la manera de
un oponente o compañero.... De esta manera lo superior, lo espiritual, lo masculino se
inclina a lo inferior, lo terreno, lo femenino, y en efecto, la madre, quien fue anterior al
mundo del padre, se acomoda ella misma al principio masculino y....produce un hijo –
no la antítesis de Cristo sino más bien su contraparte ctónica, no un hombre divino
sino un ser fabuloso que se ajusta a la naturaleza del principio materno.....

Esta respuesta de la madre-mundo muestra que el sima entre ella y el padre-mundo


no es insalvable, considerando que el inconsciente sostiene la semilla de la unidad de
ambos.(16) La esencia de la mente consciente es la discriminación; debe, si es
consciente de las cosas, separar los opuestos, y hace esto contra naturam. En la
naturaleza los opuestos buscan otro.... y por consiguiente está en el inconsciente y
particularmente en el arquetipo de la unidad, el sí mismo. Aquí, como en la deidad, los
opuestos se anulan.

La alquimia siempre proveyó la base para la proyección de los arquetipos que no


podían fácilmente hacerse parte del proceso Cristiano.(17)
Algo que emerge como un rasgo fundamental del simbolismo alquímico es una
valoración exaltada del principio femenino, y este rasgo se encuentra también en
muchísimas de las experiencias numinosas de individuos en nuestra moderna cultura
de Occidente. Jung, como sabemos, fue entusiasta respecto a la “Declaratio
Assumptionis Mariae” del Papa Pío XII, a lo cual denominó el más importante evento
en la historia espiritual de nuestros tiempos. La mayoría de las personas no pueden
ver esto, a pesar del hecho de que el conflicto sobre el celibato de los sacerdotes, el
movimiento feminista, y la naturaleza de la mujer y lo femenino, se han vuelto temas
de nuestros días. Ellos fallan en ver que el arquetipo de las diosas ha sido activado.
Desvían la discusión a cuestiones jurídicas, sociológicas, políticas y similares sin
percibir lonuminosum que está funcionando. En los sueños, por el contrario,
lonuminosum con frecuencia se vuelve claramente visible como un maremoto bajo los
escarceos de la superficie.

Una mujer protestante quien había leído el artículo de periódico acerca de


laDeclaratio solemnis del Papa pero no le había puesto atención, tuvo el siguiente
sueño: Ella está cruzando un puente en Zúrich hacia una plaza pública donde ella ve
una enorme multitud de gente. Alguien le explica que la Ascensión de María está a
punto de tener lugar aquí. Ella ve una plataforma de madera con una mujer negra
desnuda maravillosamente bella parada sobre ella. La mujer negra levanta su mano y
flota lentamente hacia los cielos.

Lo que parece ser no-ortodoxo en este sueño es la desnudez. Por medio de esto, el
inconsciente expresa que la Declaratio solo aludió a la importancia del cuerpo. La
imagen no contradice el nuevo dogma sino que desarrolla sus consecuencias
adicionales.

Una mujer católica, quien tampoco dio mucha importancia a la Declaratio, soñó que
sacerdotes mujeres eran ahora permitidas en la Iglesia. En este caso también, el
inconsciente “consideró totalmente” las consecuencias adicionales de la Declaratio.
De acuerdo con la Declaratio, María entra en una cámara nupcial celeste. Esto indica
un desarrollo más allá, una boda sagrada en el más allá.

Hoy día somos confrontados con un problema inminente o quizás completamente


insoluble, relativo a la cuestión de cómo relacionarse con el mal. En la mayoría de las
religiones no-cristianas, (exceptuando el Budismo), los dioses (o la deidad suprema)
son destructivos tanto como buenos. El mundo Greco-Romano y el Judaísmo tardío
(en los libros de sabiduría del Viejo Testamento) reforzaron unilateralmente la
tendencia a ver a Dios como unsummum bonum y a excluir el mal de su reino. Esto
culminó en la enseñanza escolástica de que el mal no tiene existencia propia, sino
que representa solo unprivati boni, una atenuación o ausencia del bien. Esta clase de
unilateralidad psicológica exclama por un contra-ataque compensatorio. Cristo mismo
previó esto cuando indicó la venida del Anticristo. Como Jung describe,
principalmente en sus trabajos Aión y Respuesta a Job, desde aproximadamente el
año 1000, en el periodo correspondiente al segundo pez de la Era de Piscis,(18) este
movimiento de oposición ha estado en progreso gradual, socavando la enseñanza
cristiana poco a poco. Actualmente, dice él en su último escrito sobre este tema en el
capítulo “Ultimas Reflexiones” de sus memorias:

La vieja cuestión planteada por los gnósticos, “¿De dónde viene el mal?” no ha sido
respondida por el mundo Cristiano, y la prudente indicación de Origen de una posible
redención del mal fue calificada como una herejía. Hoy estamos compelidos a
toparnos con ese problema, pero nos quedamos manivacíos, aturdidos y perplejos, y
no podemos siquiera comprender que ningún mito vendrá en nuestra ayuda aún
cuando tengamos dicha necesidad urgente de uno. Como resultado de la situación
política y el terrible, por no decir diabólico triunfo de la ciencia, somos sacudidos por
secretos estremecimientos y oscuros presentimientos; pero no conocemos la salida, y
muy pocas personas por cierto deducen la conclusión de que en esta época el
problema es la ya hace tiempo olvidada alma del hombre.(19)

Jung vio este actual auge del mal como típico de las catástrofes históricas que tienden
a acompañar las grandes transiciones de una era a otra, en nuestro caso el fin de la
era Pisciana y el comienzo de la era Acuariana. De hecho nosotros estamos incluso
amenazados con una erradicación total de la vida sobre nuestra tierra, gradualmente
o a través de la destrucción del medio ambiente, o por medio de una guerra global. El
incremento de la criminalidad, la ocurrencia de holocaustos, y así sucesivamente, son
una primera advertencia. Todo el mundo está hablando acerca de estos problemas en
estos días, y nadie sabe qué se podría hacer. Apelar a la razón parece un eco lejano
que no se ha oído. Como lo presenta la cita de arriba, Jung tampoco tenía una
respuesta simple, pero él estaba convencido de que todo individuo que se
comprometiera a convenirse con la maldad en sí mismo, haría una contribución más
efectiva hacia la salvación del mundo que la que podrían hacer las maquinaciones
externas idealistas. Hablamos en este caso de más que la simple penetración en la
propia sombra personal; hablamos también de un conflicto con el aspecto oscuro de
Dios (o el Sí Mismo), el cual el ser humano no puede encarar pero debe, como lo hizo
Job.

El mito en su esencia debe tomar el monoteísmo en serio y descartar su dualismo, el


cual, por mucho que sea oficialmente repudiado, ha persistido hasta hoy y ha
entronado una eterna oscuridad antagonista junto al omnipotente Bien.... Solo
entonces le puede al Único Dios ser otorgada la totalidad y la síntesis de los opuestos
las cuales deben ser Suyas. Es un hecho que los símbolos, por su misma naturaleza,
pueden unir los opuestos de suerte que éstos ya no divergen o se oponen más, sino
que se suplementan mutuamente unos a otros y dan forma significante a la vida. Una
vez que se ha experimentado la ambivalencia en la imagen de un Dios natural y
creador, deja de presentar dificultades. Por el contrario, el mito de la necesaria
encarnación de Dios puede entonces ser comprendido como la confrontación creativa
del hombre con los opuestos y su síntesis en el sí mismo, la totalidad de su
personalidad. En la experiencia del sí mismo ya no son los opuestos “Dios” y “el
hombre” los que son reconciliados, como era antes, sino más bien los opuestos
dentro de la imagen misma de Dios. Ese es el significado del servicio divino, del
servicio que el hombre puede rendir a Dios, que la luz puede emerger de la oscuridad,
que el Creador puede volverse consciente de Su creación, y el hombre consciente de
sí mismo.(20)

El mal absoluto es en estos términos también un misterio divino, es además una


forma de la experiencia de lo numinosum, un simple resplandor del cual salimos
mudos. Cuando los estudiantes de Jung una vez preguntaron si la tercera (y
probablemente la más horrenda) guerra mundial podría evitarse, el contestó que ello
dependía de cuántos individuos pudieran reconciliar los opuestos dentro de sí
mismos.

En el análisis con frecuencia encontramos sueños de catástrofe global (como el


descrito atrás a propósito del tema de la elevación del estatus del individuo); por eso
no debemos rechazar la posibilidad de que el inconsciente, i. e., la naturaleza misma,
esté esforzándose hacia la destrucción de la humanidad. Jung tomó en cuenta esta
posibilidad pero su optimismo lo hizo esperar que pudiéramos ser capaces de arañar
el momento crítico y evitar la destrucción total de la tierra.

En una carta él llegó incluso a decir que, “La desviación del numen parece ser
universalmente entendida como el peor y el más original pecado.” (21) Sin embargo,
él señala en otra parte en la misma carta que no hay nada que en un momento u otro
no pudiera llamarse mal, que por consiguiente el bien y el mal son solo relativos
juicios de valor humanos. El punto decisivo es siempre si se es o no consciente del
conflicto propio y uno lo sufre conscientemente; pero uno no debe entregarse a la
ilusión de que incluso de este modo el mal sea eliminado. Jung señala que

No sabemos si hay más bien que mal o si el bien es más fuerte. Solo podemos tener
la esperanza de que el bien predomine. Si el bien está identificado con la
ingeniosidad, lo constructivo, existe alguna probabilidad de que la vida continuará en
una forma más o menos soportable; pero si lo destructivo fuera a prevalecer, el
mundo mismo seguramente habría terminado en la muerte hace tiempo....De ahí la
suposición optimista de la psicoterapia de que la realización consciente acentúa el
bien más que oscurecer el mal. Volverse consciente reconcilia los opuestos y crea así
un tercero superior.(22)

Ya que el mal es en su mayor parte una desviación desde el numen, eso también
significa que repetidas desviaciones de esta especie son inevitables, y el conflicto
entre apartarse del numen y tornar a él es de larga duración, cuando no de toda la
vida. La imagen de la crucifixión es en consecuencia una verdad eterna, y por
consiguiente también el análisis no promete al paciente felicidad pero puede
precisamente liberarlo del estancamiento neurótico de su vida, no de su auténtico
sufrimiento.
Yo misma no puedo decir más de lo que dijo Jung acerca de este problema que lo
que he visto en mi trabajo, y es que por lo menos en los casos individuales, el
problema del mal puede a veces (¡no siempre!), con la ayuda de Dios (es decir, con
Dios haciendo frente a Dios), ser resuelto. Cuando dicho éxito ocurre, es un milagro y
una de las experiencias más profundamente conmovedoras de lo numinosum. En la
imagen religiosa de la deidad, es decir, el Sí Mismo, los opuestos coexisten, no
obstante ellos no están unificados conscientemente. Eso solo puede ocurrir en
personas conscientes en quienes ambos aspectos del Sí Mismo, el bien y el mal,
están trabajando hacia la encarnación. En la forma encarnada ambos aspectos están
menguados y humanizados y así, a través de la acción de la consciencia humana, son
capaces de entrar en conexión. El auto-conocimiento, o el desarrollo de la
consciencia, es de esta manera, el factor clave.

El cuarto tema que surge repetidamente en los sueños de la gente moderna es la


coniunctio. Como es claro desde nuestra discusión hasta este punto, esto está
inextricablemente ligado con los tres motivos ya mencionados. Aparece en el sueño
del americano de tener que poner de manifiesto la coniunctio real, en la Declaratio del
Papa (María entra a la cámara nupcial para la boda con el cordero), y como la
respuesta al problema del mal. Las ondas de la superficie sobre este terreno que se
engrosan en las profundidades del inconsciente toman la forma de la omnipresente
discusión de la sexualidad y las relaciones entre el hombre y la mujer. Sin embargo,
los opuestos del inconsciente están relacionados con algo que es mucho más
profundo, una unio mystica con el Sí Mismo, la cual se experimenta como una
unificación de los opuestos cósmicos. Esto está conectado con la relación entre el
hombre y la mujer en la medida en que todas las relaciones amorosas serias de la
más profunda clase, en esencia sirven a la individuación mutua, el proceso por el cual
cada compañero de la pareja se integra. Ese es también el significado del matrimonio
tomado como un sacramento. No obstante, esto es algo que está constelado no solo
en el matrimonio sino también en cualquier relación de amor que se acepta como
compromiso. La experiencia en sí misma no puede ser transmitida con palabras
secas. Jung describió la visión que él tuvo de esto cuando estaba aproximándose a la
muerte en sus memorias.(23) Pero uno lo encuentra asimismo insinuado en Meister
Eckhart y en los trabajos de muchos místicos, a menudo en el lenguaje de la canción
de Salomón. Esta es una experiencia que libera al ser humano en una extensión
cósmica. En el simbolismo de la alquimia, es el motivo central de la coniunctio solis et
lunae y de todos los otros opuestos.(24) Jung consagró la obra magna de su vejez a
este símbolo,(25) indicando en palabras que éste tenía un significado aún mucho
mayor que él era incapaz de articular. En estos días solo algunas personas
experimentan este nivel de individuación, pero es también el motivo conductor incluso
detrás de todo desarrollo superficial del más corto plazo de la consciencia, (26) y
detrás de todos los análisis del tipo más profundo, en los cuales primero se manifiesta
como el problema de la transferencia y la contra-transferencia.

Dado que muchas personas contemporáneas aún no tienen comprensión de esta


experiencia, Jung ha sido descrito desdeñosamente como un místico, un profeta,
como el fundador de una religión, todo con la connotación de confusión “acientífica”.
Si esta connotación no estuviera allí, yo incluso estaría de acuerdo parcialmente con
las dos primeras descripciones, ya que los grandes místicos de la tradición cristiana
(pero también muchos Taoístas y maestros Zen de Oriente y santos del Islam) hablan
como él de la experiencia personal primordial de lo numinoso. Y los profetas (sin la
connotación negativa) fueron personas que recibieron la visión en la situación
arquetípica de fondo de su tiempo en una experiencia primordial que los hizo ser
capaces de prever los desarrollos espirituales futuros y advertir contra las
incomprensiones de su tiempo. En cuanto a la tercera, como fundador de una religión,
Jung nunca lo fue ni quiso serlo. Cuando sus estudiantes, bajo la presión del mundo
externo (principalmente de las profesiones reguladoras de las leyes) organizaron una
asociación profesional, Jung consintió con ello solo a regañadientes. Para él era un
absoluto que la mente tiene que ser libre de seguir sus inspiraciones, las cuales no
pueden estar embotelladas o en conserva. Si estamos buscando paralelos históricos,
la psicología Junguiana podría compararse más fácilmente con el Taoísmo original de
la China, una sabiduría que abrazó la totalidad de la vida humana. Los taoístas,
además, más tarde se reunieron en comunidades organizadas, pero al hacerlo
perdieron en gran parte el sentido del Camino (el Tao) como fue indicado por Lao-tzu
o Chuang-tzu. En la afinidad de los taoístas con la alquimia, encontramos otra
similitud entre los dos mundos.

Debido a su interés en la ciencia natural, los taoístas no fueron rechazados por el


maoísmo, y allí también existe un paralelo en cierto modo. El punto en este caso es
que no es en absoluto cierto que la psicología Junguiana “no es científica” como se
oye decir con tanta frecuencia. Muchos aspectos de ella, tales como los arquetipos y
su influencia, la teoría de los sueños y la comprensión de los complejos,
definitivamente cumplen con el examen de los “duros” métodos de la ciencia natural.
Es solo que la experiencia sanadora del sentido, el encuentro con lo numinoso, a
causa de su evolución y unicidad creativa, no puede ser captada a través de métodos
estadísticos. Ello solo puede ser probado exponiéndose uno mismo directamente a
ella. Y, además, como Jung señala, aún entonces, si bien algo podría pasar, no
sucederá necesariamente. Por el contrario, la acción del principio divino no sería libre,
estaría sujeta a las leyes de la naturaleza. Pero en vista de su naturaleza
esencialmente creativa, este parece no ser el caso. Jung va tan lejos como para decir
que la imaginación creativa es “el único fenómeno primordial accesible a nosotros, el
Fundamento real de la psique, la única realidad inmediata.”(27) Es el principio divino
mismo. Y este símbolo de la espontaneidad creativa del inconsciente en esencia se
mantiene detrás de la creación de cualquier religión.

En la formación de las grandes religiones, en primer lugar hay una desorientación


colectiva que constela en todas partes un abrumador principio ordenador en el
inconsciente (un anhelo colectivo de salvación). El profeta más allá de la necesidad
crítica del momento, reconoce por medio de la visión interior el modelo útil en el
inconsciente colectivo y lo expresa en el símbolo... Cuando la situación cambia, una
nueva “verdad” se necesita; por tanto la verdad siempre es relativa para una situación
particular... Mientras un símbolo sea la verdad y de esta manera la respuesta
liberadora para una situación que corresponda a él, es verdadero y válido, con
seguridad, “absoluto”. Si la situación cambia y el símbolo es simplemente perpetuado,
se convierte no más que en un ídolo con un efecto empobrecedor y embrutecedor, ya
que simplemente nos hace inconscientes sin proporcionar clarificación o
esclarecimiento alguno.... El símbolo es enseñanza, el ídolo es ilusión.

El símbolo necesita al hombre para su evolución, pero se desarrolla más allá de él,
por consiguiente es llamado “Dios” porque expresa un estado psíquico de cuestiones
o el elemento que es más fuerte que el ego.

El Sí Mismo entonces toma la dirección y esto proporciona al ego la liberación de su


sentimiento de impotencia. Se hace claro a partir de estos factores, bosquejados aquí
solo de un modo general, que para Jung lo numinosum, la experiencia simbólica, lo es
todo, la única dimensión significativa del proceso analítico.

NOTAS

(1). C. G. Jung, carta a P. W. Martín, 20 de Agosto de 1945, Cartas, vol. 1, p. 377, cf.
también vol. 1, p. 118.
(2). Ver Jung, Psicología y Religión, CW 11, para. 523, p. 341. “La Cura puede ser
denominada un problema religioso”.
(3). Jung, carta a Vera von Lier-Schmidt Ernsthausen, 25 de Abril 1952, Cartas, vol. 2,
pp. 56-57.
(4). Jung, Cartas, vol. 2, p. 225.
(5). Jung, carta a Hermann Keyserling, 21 Mayo de 1927, Cartas, vol. 1, p. 46.
(6). Jung, carta a Dorothee Hoch, 23 Septiembre 1952, Cartas, vol. 2, p.84.
(7). Cf. Jung, CW 11, para. 148: “Para lograr una comprensión de los asuntos
religiosos, probablemente todo lo que nos queda hoy es la aproximación psicológica.
Es por eso que yo tomo estas formas de pensamiento que se han vuelto
históricamente fijas, trato de fundirlas de nuevo y las vierto dentro de los moldes de la
experiencia inmediata”.
(8). Jung, carta al Padre Victor White, 10 Abril 1954, Cartas, vol. 2, p. 169.
(9). Ver también Jung, CW 12, para. 96.
(10). Jung, CW 11, paras. 142ss.
(11). Citado en Jung, carta al Pastor Damour, 15 Agosto 1932, Cartas, vol. 1, p. 98.
(12). Jung, carta a Leslie Hollingsworth, 21 Abril 1934, Cartas, vol. 1, p.159.
(13). Jung, CW, 12, para. 8.
(14). Jung, “Respuesta a Job”, CW 11, para. 669s.
(15). Jung, CW 12, paras. 26-30.
(16). Énfasis del traductor al inglés.
(17). Jung, CW 12, paras. 26-30.
(18). Una noción de la tradición astrológica a la que Jung ocasionalmente aludía es la
de una era Pisciana que abarcaba dos periodos de mil años cada uno. El símbolo
astrológico para Piscis está compuesto de dos peces, cada uno de los cuales se dice
que representan uno de los dos milenios. –El traductor al inglés.
(19). Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos. (New York: Vintage Books, 1965), pp.
333-34.
(20). Ibíd., p. 338.
(21). Jung, carta al Rev. H. L Philp, 11 Junio 1957, Cartas, vol. 2, p. 370.
(22). Jung, carta a Helene Kiener, 14 Mayo 1955, Cartas, vol. 2 pp. 253-54.
(23). Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos, p. 294s.
(24). Un excelente ejemplo está en La Aurora Consurgens, III, en Mysterium
Coniunctionis, CW, 14.
(25). Jung, CW 14.
(26). Cf. Jung, “Psicología de la Transferencia”, en CW 16.
(27). Jung, carta a Kurt Plachte, 10 Enero 1929, Cartas, vol. 1, p. 60.

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