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OBJETIVOS GENERALES
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
RESUMEN
Podemos apreciar que a lo largo del tiempo, y desde que el sistema previsional
argentino fue puesto en práctica se ha ido deteriorando su forma de
financiamiento y también la eficiencia en su cobertura. El sistema comenzó para
determinados sectores del trabajo y paulatinamente se fue generalizando, en un
principio los aportes de los mismos trabajadores eran suficientes para lograr
cubrir un beneficio al término de la vida activa, sin embargo con el correr del
tiempo y al incorporarse otros beneficios como a la vejez, invalidez, y más
recientemente AUH, etc. El sistema previsional se fue hundiendo en un déficit
cada vez mayor, no pudiendo financiarse autónomamente y dependiendo cada
vez más del aporte del estado nacional a través de distintos impuestos. A pesar
de lo cual el sistema todavía es deficitario.
ABORDAJE METODOLÓGICO
Una vez que se contó con toda la información se realizó el cotejo de la misma
desestimando las repeticiones y teniendo en cuenta solo los datos que parecían
más precisos de acuerdo a las fuentes de las que provienen.
El comienzo del presente trabajo tiene por objetivo realizar una visión general
sobre los sistemas previsionales en general, para luego entender el panorama
socio-cultural-político-económico en el cual se sumergen los sistemas argentino
y brasileño. Este análisis se da en el contexto general del Mercosur que tiene
un gran peso dentro de toda la región de Sud América, ya que todos estos países
tienen raíces muy parecidas y sus historias están íntimamente ligadas desde la
época de la colonia.
Se hace especial referencia a la forma en que los Estados tratan de cubrir los
déficits en el sistema previsional, debido a varios factores que hacen que no
pueda funcionar auto gestionándose completamente por la creciente
informalidad en el mercado del trabajo, el envejecimiento de la población y a
veces por el otorgamiento indiscriminado de beneficios. Todo esto influenciado
por las decisiones políticas sobre la implementación que se da a estos sistemas
y la estructura socio-demográfica de cada país.
Es importante tener datos fehacientes sobre los que hacer el cálculo del gasto
para poder organizar el financiamiento.
Según Bertranou, Grushka y Rofman (2001) hay que tener en cuenta tres
medidas para evaluar la cobertura previsional y ellas son: la cobertura individual,
la cobertura conjunta y la cobertura conjunta ocupacional. De este modo se
puede tener una noción de quienes poseen cobertura y quiénes no.
Hemos analizado también los resultados de la evolución y el nivel de cobertura
de pensiones en ambos países y puede verse que de 1990 al 2000 todos los
indicadores han tenido una baja que luego fue recuperada hacia el 2010. Sin
embargo la cobertura de la población económicamente activa supera en poco al
50% en los dos países. La población ocupada en Brasil llega al 56% y en
Argentina al 60%.
MARCO TEÓRICO
Al tener que intervenir el Estado para cubrir el déficit entra en juego la política
económica y la distribución de la renta nacional.( Mesa-Lago y Bertranou, 1998)
Es solidario porque todos los que trabajan aportan para todos los que deben
cobrar un beneficio.
Es universal porque se tiene como objeto que todas las personas estén
protegidas con este derecho.
Es integral pues las prestaciones otorgadas tienen que ser adecuadas y estar de
acuerdo con las diferentes necesidades principales.
En cuanto a la igualdad, nos referimos a que hay una obligación de que las
prestaciones sean iguales para todos los que estén en iguales circunstancias.
Aunque proveer ingresos para sostener el consumo después del retiro del
mercado de trabajo es generalmente aceptado, existen discrepancias sobre
cómo hacerlo. Los debates se centran en tres dimensiones principales, donde
analistas y políticos tienen puntos de vista muchas veces opuestos. Primero
vemos diferencias en ver la relación entre sistema previsional y mercado de
trabajo para saber quienes son los potenciales beneficiarios de los sistemas
previsionales. Por otra parte otra área de debate es el origen de los recursos
para financiar el sistema, donde algunos apoyan la idea de obtener
contribuciones de los futuros beneficiarios (por lo que el sistema se considera
como contributivo) y otros proponen desvincular total o parcialmente el acceso a
beneficios de la historia laboral de los individuos, generando así lo que se conoce
como esquemas “no contributivos” (Rofman-Olivieri, 2011).
Una tercera pata de la discusión se refiere al rol que debe tener el Estado, ya
sea como facilitador, supervisor o gestor del sistema. Si bien existen otros
debates (uno de los más destacados se refiere a si los sistemas previsionales
contributivos deben ser pre-financiados por cada generación o debe existir un
esquema de transferencias inter-generacionales).
Hay que definir la porción de personas que reciben un beneficio, y además qué
tipo de beneficio. Cuando se discute sobre la cobertura social se está hablando
de los individuos jubilados o pensionados por fallecimiento. (Grushka y Rofman,
2001).
Hay que destacar que la cobertura previsional tiene dos etapas, una cuando el
trabajador contribuyente adquiere el derecho de recibir el beneficio futuro, es
decir, hablamos de la población económicamente activa. Por otro lado está el
momento en que se recibe realmente el beneficio cuando se es un adulto mayor.
La relación entre adultos mayores totales y los que reciben beneficios es una
relación más lógica porque en lugar de medir los derechos adquiridos de
beneficiarios potenciales tiene en cuenta el número de individuos que realmente
reciben el beneficio.
Bertranou, Grushka y Rofman (2001) proponen tres medidas alternativas para
evaluar la cobertura previsional en la tercera edad. Es así que se podría medir
la “cobertura individual” (proporción de la población que recibe un beneficio
previsional), la “cobertura conjunta” (incluye cónyuges de los aportantes) o la
“cobertura conjunta ocupacional” (incluye como cubiertos a las personas que
están en el mercado de trabajo y a sus cónyuges). Este último indicador es
importante porque los que no están en él (los no cubiertos) son las personas que
no tienen ingreso alguno ni por trabajo ni por el sistema previsional.
Teniendo en cuenta los datos obtenidos por Rafael Rofman y María Laura Olivieri
(2011) basados en Encuestas de Hogares de América Latina, a continuación se
presenta un cuadro comparativo de las tasas de la cobertura previsional tanto en
Argentina como en Brasil, comparando los años 1990, 2000 y 2010:
POBLACION OCUPADA
BRASIL 55% 50% 56%
ARGENTINA 60% 52% 60%
TRABAJADORES ASALARIADOS
BRASIL 71% 68% 73%
ARGENTINA 72% 65% 67%
ARGENTINA
ACT.PRIMARIA 39% 30% 51%
ACT.SECUNDARIA 55% 41% 45%
ACT.TERCIARIA 50% 46% 51%
TASA COBERTURA POBLACION OCUPADA POR TIPO DE EMPLEADOR
BRASIL
SEC.PUBLICO 88% 90% 95%
SEC.PRIVADO 46% 45% 55%
BRASIL
HOMBRES 70% 50% 48%
MUJERES 72% 47% 54%
ARGENTINA
HOMBRES 50% 45% 51%
MUJERES 48% 45% 50%
BRASIL
PRIMARIO 35% 75% 85%
SECUNDARIO 32% 60% 75%
TERCIARIO 37% 60% 77%
ARGENTINA
PRIMARIO 38% 50% 60%
SECUNDARIO 25% 40% 55%
TERCIARIO 32% 45% 60%
BRASIL
HOMBRES 88% 89% 90%
MUJERES 73% 82% 82%
ARGENTINA
HOMBRES 82% 75% 88%
MUJERES 71% 88% 92%
En base a los datos se ve que la cobertura previsional sigue siendo baja, se
observa una mejora en el año 2010 en la mayoría de los porcentajes. Es
necesario realizar más controles para lograr una menor evasión. El problema de
cobertura se hace más importante en el sector primario, la industria y los
servicios presentan mayor cobertura. También se puede ver que en el sector
público hay una mayor cobertura que en el sector privado. Se ve también que
cuanto mayor es el nivel educativo la cobertura se hace mayor.
En toda américa Latina son cuatro los países que presentan las mayores tasas
de cobertura entre los pasivos y esos son Chile, Brasil, Uruguay y Argentina.
-INFORMALIDAD Y DESIGUALDAD
Este modelo mostró sus carencias ante los grandes niveles de informalidad
laboral y al proceso de cambio en las estructuras familiares. La informalidad
laboral no sólo afecta el financiamiento de la seguridad social. En sistemas
contributivos (como los que rigen en Brasil y Argentina) la informalidad es
además una de las principales causas de la baja cobertura. Los trabajadores que
no están dentro del sistema transcurren gran parte de su vida laboral sin realizar
aportes previsionales y muy probablemente alcancen la edad jubilatoria sin tener
derecho a una jubilación. En países como Bolivia, Paraguay, Perú y Nicaragua,
cerca del 60% de los trabajadores asalariados no realizan aportes previsionales.
La cifra es incluso mayor en el sector rural y entre los trabajadores por cuenta
propia.
Un sistema previsional, como su nombre lo indica debe prever cómo hacer para
lograr que personas con edad avanzada, los discapacitados y otros grupos
vulnerables puedan llegar a obtener un beneficio que logre cubrir sus
necesidades básicas. También debe proyectar con eficiencia los recursos que
deberá obtener para dicho propósito, de dónde provendrán dichos fondos, cuál
será el sistema más conveniente.
A su vez debe lograr que esa distribución sea lo más equitativa posible y justa.
Todo sistema de gastos en teoría tiene que financiarse solo con los aportes que
cada individuo que se encuentre trabajando realice y también con las
contribuciones patronales respectivas.
En Argentina no se contó con un sistema previsional hasta 1904 año en que fue
creada la caja de jubilaciones de los empleados de la administración pública. Le
siguió la caja de los empleados ferroviarios en 1905, luego con el correr de los
años se fueron incorporando otras cajas previsionales para lograr, por ejemplo,
después de 1916 la creación de las correspondientes a los bancarios, los de las
compañías de seguros y en la década del treinta las cajas previsionales de
periodistas, los empleados de la marina mercante, la de los aeronáuticos y de
los obreros gráficos.
Este sistema inicial tenía muchas desigualdades porque cada gremio fijaba el
monto del beneficio de acuerdo a distintos parámetros en los cuales incidía
mucho el poder tanto económico como político detentado por cada grupo.
Esta ley en su artículo tercero establece una escala a tener en cuenta para el
cobro de las jubilaciones ordinarias, el monto a cobrar tenía relación con el
sueldo cobrado en actividad, establecía un monto fijo según el sueldo y luego
un porcentaje sobre el excedente de lo que se superaba en la escala:
ARTICULO 3° - Las jubilaciones ordinarias a otorgarse por las Cajas Nacionales
de Previsión, cuyos haberes comiencen a devengarse con posterioridad a la
vigencia de la presente ley, no se bonificarán con los suplementos emergentes
de la Ley 13.478, y se determinarán con sujeción a la siguiente escala:
Esta ley también establecía el cobro del 90% del promedio de los últimos doce
sueldos. Se tomó como guía el sistema de solidaridad donde los que estaban en
el mercado laboral eran el sostén de los que se retiraban de dicho mercado por
cuestiones de edad, invalidez o para entregar un beneficio a la familia de un
trabajador fallecido.
Otra reforma al sistema fue hecha por el presidente Frondizi en 1958 cuando se
sanciona la ley 14.499 y se establece el monto de los beneficios jubilatorios en
el 82% móvil de lo cobrado mensualmente y de acuerdo al cargo o función
llevada a cabo por el trabajador al momento de jubilarse.
Con esta ley se trataba de equilibrar y dar una mayor equidad aunque se veía la
diferencia entre los que poseían la cobertura legal y aquellos que durante
muchos años habían aportado parte de sus haberes al sistema previsional.
El sistema previsional con este panorama ya tenía un déficit que rondaba el 60%,
incrementado también por la baja de la recaudación impositiva.
Siguieron pasando los años y el sistema cada vez se encontraba en más graves
problemas, esto ayudado por la gran evasión fiscal y de los aportes y
contribuciones por el envejecimiento de la población, la gran cantidad de
trabajadores informales. El valor real de los haberes disminuyó notablemente
entre 1987 y 1989.
Este sistema consistía en que los trabajadores podían optar por este sistema
mixto e ir haciendo aporte extraordinarios en las administradoras y estas
colocaban ese dinero en el circuito financiero de inversión para obtener una renta
que ganaba el beneficiario y por la que las administradoras cobraban una
comisión.
Se aumentó en cinco años la edad mínima requerida, que llegó así a los 65 años
para los varones y 60 años para las mujeres (implementándose
progresivamente, siendo efectiva a partir del año 2001). El segundo pilar del
nuevo sistema tiene un funcionamiento más complejo, con un efecto distributivo
dependiente de las opciones que realicen los trabajadores. En este sistema, los
trabajadores realizan aportes en uno de dos esquemas posibles. Por un lado,
pueden participar de un esquema de beneficio definido, por el que recibirán un
beneficio llamado Prestación Adicional por Permanencia (PAP). El valor de la
PAP equivale a un 85% del promedio de salarios de los últimos diez años.
Alternativamente, pueden afiliarse a un Fondo de Jubilaciones y Pensiones, de
gestión privada, donde sus aportes personales, netos de comisiones, serán
acumulados y los beneficios a pagar, conocidos como Jubilación Ordinaria (JO),
dependerán de las contribuciones acumuladas, su rentabilidad, y la situación
puntual del mercado de rentas vitalicias en el momento del retiro. Aun cuando se
opte por el segundo sistema, todos los trabajadores tienen derecho a recibir una
Prestación Compensatoria (PC) si realizaron aportes al sistema previsional con
anterioridad a la reforma de 1993/94. El valor de la PC es de un 1.5% del
promedio de los salarios de los últimos diez años, por cada año de aportes al
viejo sistema. Entonces, los trabajadores argentinos que se jubilaran después de
1994 recibirían un beneficio total compuesto por la Prestación Básica Universal
y, según corresponda, por la Prestación Compensatoria, la Prestación Adicional
por Permanencia y/o la Jubilación Ordinaria. Los efectos distributivos del nuevo
sistema son más complejos de evaluar, debido a la mayor complejidad del
esquema de prestaciones. En realidad, el efecto distributivo no sólo se mantuvo
respecto del sistema anterior, sino que puede considerarse que aumentó, ya que,
al aumentarse la edad mínima para ambos sexos, las mujeres quedaban en una
situación relativamente mejor. En efecto, en el último lustro del siglo pasado la
expectativa de vida de una mujer de 55 años era de aproximadamente 26.1 años,
mientras que la de un varón de 60 años era de 17.3 años, por lo que, en
promedio, las mujeres podían esperar percibir beneficios por un período un 50%
más prolongado que los varones. En cambio, la expectativa de vida de las
mujeres a los 60 años era de 21,9 años y la de los varones a los 65 de 14.0 años,
por lo que la diferencia pasó a ser del 56% (GRUSHK – ROFMAN.2001).
AUMENTO AUMENTO
PORCENTUAL PORCENTUAL
DE DE
MES Y AÑO TOTAL DE BENEFICIARIOS TOTAL APORTANTES BENEFICIARIOS APORTANTES
Fuente:
Datos del ministerio de trabajo. www.argentina.gob.ar/trabajo
-EL SISTEMA BRASILEÑO Y SU EVOLUCION
Este sistema cubre: retiro por edad, por incapacidad, desempleo, prisión y
muerte. El trabajador realiza aportes obligatorios a este régimen. Las alícuotas
aplicables dependen del sueldo que reciba el empleado que puede ir desde el
8% hasta el 11% del mismo.
A su vez el empleador también contribuye, en este caso con el 20%.
Los requisitos para lograr una jubilación o pensión son en primer lugar contar
con la edad de 60 años para las mujeres y de 65 para los varones. Igualmente
existen excepciones de acuerdo a la clase de trabajo realizado (LO VUOLO
GOLDBERG,2002).
Los años mínimos de aportes con los que se debe contar son 15 años. Contando
con estos requisitos básicos la prestación será del 70% del “salario de beneficio”,
comparado a nuestro salario mínimo vital y móvil, pero se agrega un 1% por cada
año de aporte que supere esos 15 años y con un tope del 100% de ese salario.
Si la mujer cuenta con 65 años de edad y el hombre con 70 años y no se
acogieron a la jubilación, el empleador puede exigirles que se jubilen.
Los ajustes tienden a hacer más difícil el acceso a las jubilaciones y sanear las
cuentas públicas. Lo que se establece es el aumento de la edad jubilatoria que
quedaría en 62 años para las mujeres y 65 para los hombres, ya que, como se
dijo, actualmente teniendo 30 o 35 años de aportes, respectivamente se puede
acceder a la jubilación.
“Los valores de los gastos vienen siendo superiores a la recaudación, pero,
además, los gastos crecen a un ritmo mucho más alto que la recaudación, por lo
que el déficit sube a una velocidad expresiva, no sólo en términos reales sino en
proporción al PIB”, afirmó el secretario de Previsión Social del Ministerio de
Hacienda, Marcelo Caetano.
El segundo pilar son los Fondos de Pensión Privados, creados por primera vez
durante la década de 1960. Proporcionan los sistemas voluntarios
complementarios financiados, administrados en planes tanto cerrados como
abiertos.
CONCLUSIONES
Los dos países deben seguir incrementando la presión impositiva para lograr
cubrir el gasto previsional sin llegar a lograr, a pesar de las distintas tentativas
de sanear el sistema.
BIBLIOGRAFIA
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1923-2009 Una Visión económica”. Porto Alegre – Age Editora
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