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JUSTIFICACIÓN

El tema a abordar es el de la previsión social y su forma de financiamiento. En


el presente trabajo se quiere establecer el funcionamiento de los
correspondientes sistemas de Argentina y Brasil, se quiere saber de donde
surgen los fondos para financiarlos y si los mismos llegan a ser suficientes para
la cobertura total o cual es el déficit que debe ser compensado por los estados y
de qué manera.

PLANTEO DEL CASO

Se ha llevado a cabo un relevamiento de información sobre el funcionamiento


del sistema previsional en Brasil y Argentina logrando cifras sobre la cobertura y
la cantidad que significa el gasto en ambos países, así como las fallas de los
mismos en cuanto a financiamiento.

OBJETIVOS GENERALES

Se trata de ver en forma global la eficiencia de los sistemas previsionales en


general y el funcionamiento de los mismos en teoría.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

Específicamente se trata de plasmar el flujo de recursos y gastos dirigidos a los


sistemas de previsión social de Argentina y de Brasil, si la forma en que
funcionan cubre a la totalidad de los que tienen derecho a una prestación y si se
necesita la intervención de los estados para lograrlo.

RESUMEN

Podemos apreciar que a lo largo del tiempo, y desde que el sistema previsional
argentino fue puesto en práctica se ha ido deteriorando su forma de
financiamiento y también la eficiencia en su cobertura. El sistema comenzó para
determinados sectores del trabajo y paulatinamente se fue generalizando, en un
principio los aportes de los mismos trabajadores eran suficientes para lograr
cubrir un beneficio al término de la vida activa, sin embargo con el correr del
tiempo y al incorporarse otros beneficios como a la vejez, invalidez, y más
recientemente AUH, etc. El sistema previsional se fue hundiendo en un déficit
cada vez mayor, no pudiendo financiarse autónomamente y dependiendo cada
vez más del aporte del estado nacional a través de distintos impuestos. A pesar
de lo cual el sistema todavía es deficitario.

En cuanto al sistema brasileño en sus principios tiene prácticamente los mismos


objetivos que el argentino y fue abarcando desde sus inicios a los distintos
sectores de trabajadores. En 1967 se crea el fondo de desempleo y a medida
que fue pasando el tiempo se fueron agregando la asistencia médica, la
asistencia social, para finalmente, y teniendo en cuenta que el sistema brasileño
tampoco es capaz de financiarse por sí mismo se crearon instituciones de
previsión complementaria que consisten en entidades privadas donde se pueden
realizar aportes voluntarios para lograr un mejor beneficio en el futuro.

ABORDAJE METODOLÓGICO

Se ha realizado una investigación y relevamiento de información en bibliografía


especializada y usando también la asistencia de los buscadores de internet para
lograr conseguir todo lo referente a los sistemas previsionales en Argentina y
Brasil, consultando también las páginas oficiales de las instituciones pertinentes.

Una vez que se contó con toda la información se realizó el cotejo de la misma
desestimando las repeticiones y teniendo en cuenta solo los datos que parecían
más precisos de acuerdo a las fuentes de las que provienen.

Finalizamos con la conclusión de todo lo recopilado para tener un conocimiento


fehaciente del funcionamiento y financiamiento de estos sistemas en los países
en cuestión.

ANÁLISIS E INTERPRETACION DEL MATERIAL RELEVADO

El comienzo del presente trabajo tiene por objetivo realizar una visión general
sobre los sistemas previsionales en general, para luego entender el panorama
socio-cultural-político-económico en el cual se sumergen los sistemas argentino
y brasileño. Este análisis se da en el contexto general del Mercosur que tiene
un gran peso dentro de toda la región de Sud América, ya que todos estos países
tienen raíces muy parecidas y sus historias están íntimamente ligadas desde la
época de la colonia.

Posteriormente se hace un recorrido histórico de ambos sistemas para poder


entender la evolución de los mismos y finalmente se dará fundamentos a la
conclusión que deriva de la recopilación de toda la información que pueda darnos
una idea de la situación actual del gasto previsional tanto en Argentina como en
Brasil.

Se establecen las distintas características d todo sistema previsional en sus


aspectos solidario, universal, subsidiario, integral, unidad, igualdad, inmediatez
y autogestión.

Se presenta el panorama general de a quienes van dirigidos los gastos


previsionales, las condiciones que se deben cumplir en cada sistema para lograr
un beneficio previsional en cuanto a aportes, edad y cobertura.

Se tuvieron en cuenta los datos publicados por el Banco Mundial en cuanto a


variación de los sistemas previsionales de los distintos países y principalmente
las condiciones y cobertura del gasto en Argentina y Brasil, de acuerdo a la
conformación de la población activa y pasiva y la tendencia al envejecimiento de
las sociedades y la extensión del mercado del trabajo.

Se hace especial referencia a la forma en que los Estados tratan de cubrir los
déficits en el sistema previsional, debido a varios factores que hacen que no
pueda funcionar auto gestionándose completamente por la creciente
informalidad en el mercado del trabajo, el envejecimiento de la población y a
veces por el otorgamiento indiscriminado de beneficios. Todo esto influenciado
por las decisiones políticas sobre la implementación que se da a estos sistemas
y la estructura socio-demográfica de cada país.

Es importante tener datos fehacientes sobre los que hacer el cálculo del gasto
para poder organizar el financiamiento.

Según Bertranou, Grushka y Rofman (2001) hay que tener en cuenta tres
medidas para evaluar la cobertura previsional y ellas son: la cobertura individual,
la cobertura conjunta y la cobertura conjunta ocupacional. De este modo se
puede tener una noción de quienes poseen cobertura y quiénes no.
Hemos analizado también los resultados de la evolución y el nivel de cobertura
de pensiones en ambos países y puede verse que de 1990 al 2000 todos los
indicadores han tenido una baja que luego fue recuperada hacia el 2010. Sin
embargo la cobertura de la población económicamente activa supera en poco al
50% en los dos países. La población ocupada en Brasil llega al 56% y en
Argentina al 60%.

Ronda el 70% en los dos países el porcentaje de trabajadores asalariados y es


la rama de actividad terciaria que se encuentra mejor cubierta.

También se puede observar que es el sector público donde es mayor la cobertura


tanto en Argentina como en Brasil y son los niveles educativos más altos los que
tienen mayor porcentaje de cobertura.

Se puso de manifiesto además las diferencias de la cobertura y magnitud de los


beneficios de acuerdo al género en desmedro de las mujeres.

En el correr de los años se ve que en lugar de acomodar los guarismos y


equilibrar el sistema, se hace cada vez más ineficiente, teniendo que depender
del Estado y su financiamiento con mayores impuestos.

MARCO TEÓRICO

La previsión social tiene origen en el aporte privado, las leyes previsionales


comenzaron a plasmarse a principios del siglo pasado dentro del marco de la
seguridad social que se refiere principalmente a un campo de bienestar
social relacionado con la protección social o cobertura de las necesidades
reconocidas socialmente, como la salud, la vejez o las discapacidades (Arceo –
González - Mendizábal, 2009).

Al tener que intervenir el Estado para cubrir el déficit entra en juego la política
económica y la distribución de la renta nacional.( Mesa-Lago y Bertranou, 1998)

-SISTEMA PREVISIONAL Y SEGURIDAD SOCIAL

Temas íntimamente relacionados nos hacen reflexionar sobre los principios


generales sobre los que debe basarse el derecho de todo individuo a la
seguridad social. Estos son: la solidaridad, la universalidad, la subsidiaridad, la
integralidad, la unidad, la igualdad, la inmediatez y la participación (Ayala
Cáceres, 1999).

Es solidario porque todos los que trabajan aportan para todos los que deben
cobrar un beneficio.

Es universal porque se tiene como objeto que todas las personas estén
protegidas con este derecho.

La subsidiaridad tiene relación a que la sociedad y el estado deben intervenir


cuando no se pueda cubrir las necesidades.

Es integral pues las prestaciones otorgadas tienen que ser adecuadas y estar de
acuerdo con las diferentes necesidades principales.

La unidad es entendida dentro de una acción en conjunto para que se garantice


la cobertura.

En cuanto a la igualdad, nos referimos a que hay una obligación de que las
prestaciones sean iguales para todos los que estén en iguales circunstancias.

La inmediatez implica que el beneficio que se dé cuando se necesite, en forma


rápida y sin demoras.

La participación tiene referencia a la autogestión porque son los mismos


individuos que son parte activa del sistema. El estado solo entra en juego para
el control del trabajo y que se cumplan las normas.

Las prestaciones son dirigidas exclusivamente a trabajadores o al grupo familiar.

Los beneficios que se originan por vejez cubren el otorgamiento de la jubilación


como sustituto del salario siempre que se cuente con los años que se requieren
de aportes y con la edad estipulada por ley.

Otra de las prestaciones tiene en cuenta a personas de edad avanzada que se


otorga en los casos que se llegue a una edad bastante avanzada y no se cuente
con los años aportados requeridos.

La prestación por invalidez tiene en cuenta la imposibilidad del trabajador de


seguir manteniéndose en actividad por haber sufrido enfermedad o accidente
que provoque tal circunstancia.
Por último en el caso que el titular fallezca se establece una retribución en forma
de pensión para las personas que estaban a cargo del mismo.

Durante la segunda mitad del siglo XX, la protección en la vejez se expandió


notablemente alrededor del mundo. Hoy en día la gran mayoría de los países
cuenta con sistemas jubilatorios, de mayor o menor envergadura, administrados
o regulados por el Estado y en algunos casos complementados por cuentas
individuales de gestión privada. Las diferencias en los niveles de cobertura y
gasto previsional alrededor del mundo son importantes, y dependen,
fundamentalmente, de decisiones políticas sobre diseño e implementación de los
sistemas previsionales, y de la estructura socio-demográfica de los países. En
general, tanto la cobertura como el gasto previsional se encuentran asociados al
nivel de riqueza del país (Arza Camila, 2012).

En general en todo el mundo y específicamente en toda latino América las


condiciones para llegar a la prestación previsional son muy parecidas, según

PAIS VEJEZ EDAD AVANZADA INVALIDEZ REGIMEN ADMINISTRADOR

ARGENTINA Edad: 60 años las mujeres 70 años si Reparto ANSESS


y 65 los hombres. 10 años de aportes
Aportes: 30 años
BRASIL Edad: 60 años las mujeres Encuadra en el si Reparto y INSS
y 65 los hombres. anterior capitalizac.
Aportes mínimos:15 años
URUGUAY Edad: 60 años para todos Desde 70 años con si Reparto y BPS
servicios: 30 años para 15 de servicios, capitalizac.
ceses posteriores a 2009 progresivo hasta 65
de edad y 25 serv.
PARAGUAY Edad: 60 años 60 años de edad si Reparto IPS
aportes: 25 años 15 de aportes
VENEZUELA Edad: 55 las mujeres y A criterio del Poder si Reparto IVSS
60 para hombres. Ejecutivo
Aportes: 60 cotizaciones
mensuales

Datos del Banco Mundial: 2011

Los sistemas previsionales son programas de transferencias creados por el


Estado, con el objetivo de asignar ingresos a los adultos mayores en un contexto
donde los arreglos informales son considerados insuficientes. La creación de los
sistemas previsionales tiene un fundamento claro. En las sociedades
tradicionales, las personas de la tercera edad o bien, eran apoyadas por sus
familias o redes sociales informales o no recibían ningún apoyo en absoluto,
viviendo en la pobreza y expuestas a altas tasas de mortalidad.

Con el correr del tiempo y a medida que las economías se desarrollaron, se


extendieron los mercados de trabajo y el trabajo asalariado se convirtió en la
principal fuente de ingreso de la mayoría de los trabajadores, por lo que el
esquema tradicional de financiamiento informal de los adultos mayores se fue
dejando de lado. Esta dinámica se reforzó por los procesos de transición
demográfica, que llevó a un creciente envejecimiento de la población en general
y a un aumento de la relación entre ancianos y adultos jóvenes en las familias
(Rofman-Olivieri, 2011).

Aunque proveer ingresos para sostener el consumo después del retiro del
mercado de trabajo es generalmente aceptado, existen discrepancias sobre
cómo hacerlo. Los debates se centran en tres dimensiones principales, donde
analistas y políticos tienen puntos de vista muchas veces opuestos. Primero
vemos diferencias en ver la relación entre sistema previsional y mercado de
trabajo para saber quienes son los potenciales beneficiarios de los sistemas
previsionales. Por otra parte otra área de debate es el origen de los recursos
para financiar el sistema, donde algunos apoyan la idea de obtener
contribuciones de los futuros beneficiarios (por lo que el sistema se considera
como contributivo) y otros proponen desvincular total o parcialmente el acceso a
beneficios de la historia laboral de los individuos, generando así lo que se conoce
como esquemas “no contributivos” (Rofman-Olivieri, 2011).

Una tercera pata de la discusión se refiere al rol que debe tener el Estado, ya
sea como facilitador, supervisor o gestor del sistema. Si bien existen otros
debates (uno de los más destacados se refiere a si los sistemas previsionales
contributivos deben ser pre-financiados por cada generación o debe existir un
esquema de transferencias inter-generacionales).

Es importante que el Estado, especialmente en América Latina, debe tener un


papel más importante porque los incentivos de mercado no pueden ser
completamente alineados con el interés social (Rofman – Olivieri, 2011). Es así
que para lograr el ahorro individual, por ejemplo se incentiva subsidiando esos
ahorros librándolos del pago de impuestos, otra forma puede ser colaborar con
esos fondos con lo que se conoce como “matching contributions”, o también
facilitando medidas para que se promueva el ahorro privado a largo plazo
metiéndose el Estado de forma activa en el proceso, como ser por ejemplo el
establecimiento de contribuciones obligatorias, administrando los sistemas y al
ofrecer esquemas no contributivos según sea más conveniente.

La política pública es efectiva si cubre en forma eficiente el gasto previsional.


Para ello es importante definir adecuadamente qué es lo que se quiere cubrir y
definir la política a seguir.

Hay que definir la porción de personas que reciben un beneficio, y además qué
tipo de beneficio. Cuando se discute sobre la cobertura social se está hablando
de los individuos jubilados o pensionados por fallecimiento. (Grushka y Rofman,
2001).

Hay que destacar que la cobertura previsional tiene dos etapas, una cuando el
trabajador contribuyente adquiere el derecho de recibir el beneficio futuro, es
decir, hablamos de la población económicamente activa. Por otro lado está el
momento en que se recibe realmente el beneficio cuando se es un adulto mayor.

Hay problemas cuando los trabajadores, luego de inscribirse en el sistema no


pueden realizar sus aportes por pérdida del empleo o también por retirarse de la
actividad y no tener los aportes necesarios para recibir los beneficios o entran al
circuito informal. Estas cuestiones muestran indicadores que a veces, no son
reales por cuanto se toman tasas de afiliación que no son reales y son muy altas
incluso en períodos recesivos. Puede haber un desfasaje en los indicadores por
cuanto puede haber personas que ya no aporten pero se encuentran en
condiciones de poder recibir beneficios, o por el contrario gente que está
aportando pero no pueden acceder a los beneficios por no alcanzar los requisitos
mínimos del sistema de cada país.

La relación entre adultos mayores totales y los que reciben beneficios es una
relación más lógica porque en lugar de medir los derechos adquiridos de
beneficiarios potenciales tiene en cuenta el número de individuos que realmente
reciben el beneficio.
Bertranou, Grushka y Rofman (2001) proponen tres medidas alternativas para
evaluar la cobertura previsional en la tercera edad. Es así que se podría medir
la “cobertura individual” (proporción de la población que recibe un beneficio
previsional), la “cobertura conjunta” (incluye cónyuges de los aportantes) o la
“cobertura conjunta ocupacional” (incluye como cubiertos a las personas que
están en el mercado de trabajo y a sus cónyuges). Este último indicador es
importante porque los que no están en él (los no cubiertos) son las personas que
no tienen ingreso alguno ni por trabajo ni por el sistema previsional.

Teniendo en cuenta los datos obtenidos por Rafael Rofman y María Laura Olivieri
(2011) basados en Encuestas de Hogares de América Latina, a continuación se
presenta un cuadro comparativo de las tasas de la cobertura previsional tanto en
Argentina como en Brasil, comparando los años 1990, 2000 y 2010:

Fuente: Rofman-Olivieri, Encuesta de Hogares de América Latina 2011

EVOLUCION Y NIVEL DE COBERTURA DE PENSIONES

1990 2000 2010


COBERTURA DE LA POBLACION ECONOMICAMENTE ACTIVA
BRASIL 53% 45% 52%
ARGENTINA 55% 45% 55%

POBLACION OCUPADA
BRASIL 55% 50% 56%
ARGENTINA 60% 52% 60%

TRABAJADORES ASALARIADOS
BRASIL 71% 68% 73%
ARGENTINA 72% 65% 67%

SEGÚN LA RAMA DE ACTIVIDAD


BRASIL
ACT.PRIMARIA 10% 11% 20%
ACT.SECUNDARIA 72% 60% 60%
ACT.TERCIARIA 62% 59% 65%

ARGENTINA
ACT.PRIMARIA 39% 30% 51%
ACT.SECUNDARIA 55% 41% 45%
ACT.TERCIARIA 50% 46% 51%
TASA COBERTURA POBLACION OCUPADA POR TIPO DE EMPLEADOR
BRASIL
SEC.PUBLICO 88% 90% 95%
SEC.PRIVADO 46% 45% 55%

ARGENTINA SEC.PUBLICO 92% 87% 90%


SEC.PRIVADO 40% 37% 42%

POBLACION OCUPADA POR GÉNERO

BRASIL
HOMBRES 70% 50% 48%
MUJERES 72% 47% 54%
ARGENTINA
HOMBRES 50% 45% 51%
MUJERES 48% 45% 50%

POBLACION ECONOMICAMENTE ACTIVA POR NIVEL EDUCATIVO

BRASIL
PRIMARIO 35% 75% 85%
SECUNDARIO 32% 60% 75%
TERCIARIO 37% 60% 77%

ARGENTINA
PRIMARIO 38% 50% 60%
SECUNDARIO 25% 40% 55%
TERCIARIO 32% 45% 60%

PERSONAS DE 65 AÑOS O MÁS QUE RECIBEN BENEFICIO PREVISIONAL

BRASIL 80% 85% 86%


ARGENTINA 75% 70% 90%

COBERTURA DE ADULTOS MAYORES POR GÉNERO

BRASIL
HOMBRES 88% 89% 90%
MUJERES 73% 82% 82%
ARGENTINA
HOMBRES 82% 75% 88%
MUJERES 71% 88% 92%
En base a los datos se ve que la cobertura previsional sigue siendo baja, se
observa una mejora en el año 2010 en la mayoría de los porcentajes. Es
necesario realizar más controles para lograr una menor evasión. El problema de
cobertura se hace más importante en el sector primario, la industria y los
servicios presentan mayor cobertura. También se puede ver que en el sector
público hay una mayor cobertura que en el sector privado. Se ve también que
cuanto mayor es el nivel educativo la cobertura se hace mayor.

En toda américa Latina son cuatro los países que presentan las mayores tasas
de cobertura entre los pasivos y esos son Chile, Brasil, Uruguay y Argentina.

-INFORMALIDAD Y DESIGUALDAD

En el ámbito de toda América latina, los sistemas previsionales siguieron en


general el diseño bismarckiano (adoptado en Alemania por Von Bismarck) que
asocia los beneficios al empleo formal y la posición familiar. Alemania se convirtió
en el primer país del mundo en adoptar un programa de seguro social para la vejez,
diseñado por Otto von Bismarck. Las motivaciones del canciller alemán para introducir
el seguro social en Alemania fueron promover el bienestar de los trabajadores –a fin de
que la economía alemana siguiera funcionando con la máxima eficiencia– y eludir la
demanda de opciones socialistas más radicales.

Combinado con el programa de indemnización a los trabajadores creado en 1884


y con el seguro de enfermedad promulgado el año anterior, este seguro dio a los
alemanes un completo sistema de seguridad de los ingresos basado en los
principios de la seguridad social.

Este modelo mostró sus carencias ante los grandes niveles de informalidad
laboral y al proceso de cambio en las estructuras familiares. La informalidad
laboral no sólo afecta el financiamiento de la seguridad social. En sistemas
contributivos (como los que rigen en Brasil y Argentina) la informalidad es
además una de las principales causas de la baja cobertura. Los trabajadores que
no están dentro del sistema transcurren gran parte de su vida laboral sin realizar
aportes previsionales y muy probablemente alcancen la edad jubilatoria sin tener
derecho a una jubilación. En países como Bolivia, Paraguay, Perú y Nicaragua,
cerca del 60% de los trabajadores asalariados no realizan aportes previsionales.
La cifra es incluso mayor en el sector rural y entre los trabajadores por cuenta
propia.

Informalidad, baja cobertura y pobreza en la vejez son generalmente un combo


que no es fácil de separar. Los países más pobres tienden a tener sistemas de
seguridad social menos desarrollados e invierten menos recursos en beneficios.
Esto refuerza la unión entre pobreza y baja cobertura, y hace menores las
posibilidades de la política pública de reducir de manera efectiva la incidencia
pobreza en la vejez (ARZA, Camila, 2012).

Los trabajadores con ingresos más bajos y menores niveles de cualificación


suelen encontrarse en la economía informal y carecer de cobertura previsional.

Las desigualdades de género son otra limitación de los sistemas previsionales


basados en el diseño bismarckiano. En estos sistemas la unidad de protección
está representada por la familia, donde la mujer que se dedica al trabajo no
remunerado del hogar (incluyendo cuidado de niños o ancianos) se encuentra
protegida a través de su marido. El derecho a una pensión en caso de muerte es
un ejemplo de esta cobertura “derivada” de la condición familiar y el problema
adjunto que trae esta teoría es el alejamiento de las realidades familiares
actuales.

Igualmente aun cuando la tendencia se está revirtiendo hay una menor


proporción en la participación de las mujeres en el mercado laboral.

La desventaja de las mujeres radica en que cuando llega la edad jubilatoria


cuentan con menor cantidad de aportes no llegando a cubrir el mínimo requerido
para obtener un beneficio y si lo obtienen reciben un total en dinero menor que
el de los hombres.

En América latina para el futuro se tienen que definir mecanismos para


universalizar la protección evitando la segmentación entre grupos sociales, no
sólo en el acceso a algún beneficio, sino también en la calidad y las condiciones
de los beneficios a los que cada uno tiene acceso. Esto hace necesario integrar
los esquemas contributivo y no contributivo en una política coherente e inclusiva
que garantice realmente los derechos de todos.

-NUESTRO SISTEMA PREVISIONAL DESDE SUS COMIENZOS

Un sistema previsional, como su nombre lo indica debe prever cómo hacer para
lograr que personas con edad avanzada, los discapacitados y otros grupos
vulnerables puedan llegar a obtener un beneficio que logre cubrir sus
necesidades básicas. También debe proyectar con eficiencia los recursos que
deberá obtener para dicho propósito, de dónde provendrán dichos fondos, cuál
será el sistema más conveniente.

A su vez debe lograr que esa distribución sea lo más equitativa posible y justa.
Todo sistema de gastos en teoría tiene que financiarse solo con los aportes que
cada individuo que se encuentre trabajando realice y también con las
contribuciones patronales respectivas.

En Argentina no se contó con un sistema previsional hasta 1904 año en que fue
creada la caja de jubilaciones de los empleados de la administración pública. Le
siguió la caja de los empleados ferroviarios en 1905, luego con el correr de los
años se fueron incorporando otras cajas previsionales para lograr, por ejemplo,
después de 1916 la creación de las correspondientes a los bancarios, los de las
compañías de seguros y en la década del treinta las cajas previsionales de
periodistas, los empleados de la marina mercante, la de los aeronáuticos y de
los obreros gráficos.

Más adelante, a partir de 1944 mientras ejercía la presidencia Juan Domingo


Perón se trató de dar, y de hecho se realizó, un gran avance para que cada
trabajador recibiera, una vez que terminara su edad para permanecer en el
mercado laboral activo, una contribución. Fue en este período que se generalizó
la cobertura para todos las actividades, estableciéndose como un derecho recibir
el beneficio jubilatorio.

Este sistema inicial tenía muchas desigualdades porque cada gremio fijaba el
monto del beneficio de acuerdo a distintos parámetros en los cuales incidía
mucho el poder tanto económico como político detentado por cada grupo.

Llega en 1954 la promulgación de la ley 14.370 “Nuevo régimen de jubilaciones


a otorgarse por las Cajas Nacionales de Previsión”.

Esta ley en su artículo tercero establece una escala a tener en cuenta para el
cobro de las jubilaciones ordinarias, el monto a cobrar tenía relación con el
sueldo cobrado en actividad, establecía un monto fijo según el sueldo y luego
un porcentaje sobre el excedente de lo que se superaba en la escala:
ARTICULO 3° - Las jubilaciones ordinarias a otorgarse por las Cajas Nacionales
de Previsión, cuyos haberes comiencen a devengarse con posterioridad a la
vigencia de la presente ley, no se bonificarán con los suplementos emergentes
de la Ley 13.478, y se determinarán con sujeción a la siguiente escala:

Hasta $ 1.000 de sueldo promedio, el 100 %.

De $ 1.000 a $ 2.000: $ 1.000 más el 75 % del excedente de $ 1.000.

De $ 2.000 a $ 5.000: $ 1.750 más el 60 % del excedente de $ 2.000.

De $ 5.000 a $ 10.000: $ 3.550 más el 45 % del excedente de $ 5.000.

De más de $ 10.000: $ 5.800 más el 15 % del excedente de $ 10.000.Hasta $


1.000 de sueldo promedio, el 100 %.

De $ 1.000 a $ 2.000: $ 1.000 más el 75 % del excedente de $ 1.000.

De $ 2.000 a $ 5.000: $ 1.750 más el 60 % del excedente de $ 2.000.

De $ 5.000 a $ 10.000: $ 3.550 más el 45 % del excedente de $ 5.000.

De más de $ 10.000: $ 5.800 más el 15 % del excedente de $ 10.000.

Esta ley también establecía el cobro del 90% del promedio de los últimos doce
sueldos. Se tomó como guía el sistema de solidaridad donde los que estaban en
el mercado laboral eran el sostén de los que se retiraban de dicho mercado por
cuestiones de edad, invalidez o para entregar un beneficio a la familia de un
trabajador fallecido.

A estas alturas y con la cantidad de trabajadores activos en el mercado formal,


no había inconvenientes para financiar el gasto previsional, ya que además la
población en edad jubilatoria no era muy importante. Luego se verá que con el
envejecimiento de la población, cosa que se produjo en todas partes del mundo,
el sistema va a empezar a colapsar y va a necesitar fondos provenientes de otras
fuentes.

Es en este momento, al tener las cajas previsionales excedentes de fondos, el


estado comenzó a emitir bonos que eran colocados en las cajas previsionales y
se financiaba con esto algunas inversiones, se cubría el gasto público y a veces
también se cubría el déficit de diversos sectores. El sistema previsional empezó
a tener problemas de financiamiento al no regresar partes de los fondos
sustraídos (Biondini, Oscar, 2016).

Otra reforma al sistema fue hecha por el presidente Frondizi en 1958 cuando se
sanciona la ley 14.499 y se establece el monto de los beneficios jubilatorios en
el 82% móvil de lo cobrado mensualmente y de acuerdo al cargo o función
llevada a cabo por el trabajador al momento de jubilarse.

La antigüedad requerida en el cargo era de doce meses anteriores a la jubilación.

Integraban a la remuneración todos los ítems fijados en los convenios colectivos


de trabajo que fuesen cobrados en forma habitual y permanente.

Con esta ley se trataba de equilibrar y dar una mayor equidad aunque se veía la
diferencia entre los que poseían la cobertura legal y aquellos que durante
muchos años habían aportado parte de sus haberes al sistema previsional.

El sistema contaba también con el aporte y contribución de los empleadores pero


en 1980 se eliminan reemplazándose con aportes de recursos públicos al
destinarse al sistema previsional una parte del Impuesto al Valor Agregado, esto
provocó que los mismos trabajadores eran los que pagaban el financiamiento de
su sistema previsional porque en definitiva quienes consumían eran los
trabajadores y eran ellos que pagaban el impuesto que se dirigía a las cajas
previsionales.

El sistema previsional con este panorama ya tenía un déficit que rondaba el 60%,
incrementado también por la baja de la recaudación impositiva.

Para tratar de acomodar las cuentas previsionales, ya en 1983 se reestablecen


los aportes patronales que no cubrían tampoco el financiamiento del sistema y
éste siguió dependiendo fuertemente de la transferencia desde el sistema fiscal.
Fueron creados para este cometido diversos impuestos que gravaban los
servicios.

Siguieron pasando los años y el sistema cada vez se encontraba en más graves
problemas, esto ayudado por la gran evasión fiscal y de los aportes y
contribuciones por el envejecimiento de la población, la gran cantidad de
trabajadores informales. El valor real de los haberes disminuyó notablemente
entre 1987 y 1989.

Teniendo en cuenta el éxito chileno de las administradoras de fondos de


pensiones se quiso en 1994 hacer un sistema parecido. Es así como se
estableció un sistema previsional mixto donde concurrían el sistema de reparto
vigente hasta ese momento y por otro lado se incluía un sistema de capitalización
individual o de ahorro cuyos fondos eran administrados pro Administradoras de
Fondos de Jubilaciones (AFJP).

Este sistema consistía en que los trabajadores podían optar por este sistema
mixto e ir haciendo aporte extraordinarios en las administradoras y estas
colocaban ese dinero en el circuito financiero de inversión para obtener una renta
que ganaba el beneficiario y por la que las administradoras cobraban una
comisión.

Muchos estaban en contra de este sistema por considerar que se volvía a


generar diferencias entre los trabajadores que tenían poder de ahorro y los que
no.

El sistema creado en 1993/94 implicó un importante cambio respecto del régimen


vigente hasta entonces.

Por un lado, el nuevo sistema diferenciaba los aspectos distributivos de los de


sustitución de ingresos, estructurando dos pilares independientes. Así, por un
lado, la totalidad de los trabajadores que cumplan con los requisitos de
contribuciones reciben una Prestación Básica Universal (PBU), que es un monto
equitativo.

Se aumentó en cinco años la edad mínima requerida, que llegó así a los 65 años
para los varones y 60 años para las mujeres (implementándose
progresivamente, siendo efectiva a partir del año 2001). El segundo pilar del
nuevo sistema tiene un funcionamiento más complejo, con un efecto distributivo
dependiente de las opciones que realicen los trabajadores. En este sistema, los
trabajadores realizan aportes en uno de dos esquemas posibles. Por un lado,
pueden participar de un esquema de beneficio definido, por el que recibirán un
beneficio llamado Prestación Adicional por Permanencia (PAP). El valor de la
PAP equivale a un 85% del promedio de salarios de los últimos diez años.
Alternativamente, pueden afiliarse a un Fondo de Jubilaciones y Pensiones, de
gestión privada, donde sus aportes personales, netos de comisiones, serán
acumulados y los beneficios a pagar, conocidos como Jubilación Ordinaria (JO),
dependerán de las contribuciones acumuladas, su rentabilidad, y la situación
puntual del mercado de rentas vitalicias en el momento del retiro. Aun cuando se
opte por el segundo sistema, todos los trabajadores tienen derecho a recibir una
Prestación Compensatoria (PC) si realizaron aportes al sistema previsional con
anterioridad a la reforma de 1993/94. El valor de la PC es de un 1.5% del
promedio de los salarios de los últimos diez años, por cada año de aportes al
viejo sistema. Entonces, los trabajadores argentinos que se jubilaran después de
1994 recibirían un beneficio total compuesto por la Prestación Básica Universal
y, según corresponda, por la Prestación Compensatoria, la Prestación Adicional
por Permanencia y/o la Jubilación Ordinaria. Los efectos distributivos del nuevo
sistema son más complejos de evaluar, debido a la mayor complejidad del
esquema de prestaciones. En realidad, el efecto distributivo no sólo se mantuvo
respecto del sistema anterior, sino que puede considerarse que aumentó, ya que,
al aumentarse la edad mínima para ambos sexos, las mujeres quedaban en una
situación relativamente mejor. En efecto, en el último lustro del siglo pasado la
expectativa de vida de una mujer de 55 años era de aproximadamente 26.1 años,
mientras que la de un varón de 60 años era de 17.3 años, por lo que, en
promedio, las mujeres podían esperar percibir beneficios por un período un 50%
más prolongado que los varones. En cambio, la expectativa de vida de las
mujeres a los 60 años era de 21,9 años y la de los varones a los 65 de 14.0 años,
por lo que la diferencia pasó a ser del 56% (GRUSHK – ROFMAN.2001).

Se igualaron además los derechos, permitiéndose pensiones por fallecimiento


para ambos géneros, eliminando los requisitos especiales que regían para los
varones, y al mismo tiempo se excluyó de la legislación las normas que
implicaban tratamiento especial a hijas mujeres no casadas. En cuanto a los
mecanismos de redistribución se puede ver que al mantenerse el diferencial en
los niveles de ingresos de varones y mujeres, la Prestación Básica Universal se
convirtió en un elemento fuertemente redistributivo. El efecto distributivo de la
Prestación Adicional por Permanencia y la Prestación Compensatoria no es
evidente. Debido a que el haber se encuentra vinculado con los salarios
anteriores al retiro, las prestaciones recibidas por las mujeres son en principio
equitativas con las que perciben los varones en términos de tasas de sustitución.
No obstante, las diferencias entre las historias de aportes de mujeres y varones
van más allá de los ingresos promedio; en general, las mujeres tienen menos
años con aportes al sistema, por lo que sus prestaciones de PC o PAP
resultarían inferiores. Un último aspecto que afecta la situación de mujeres y
varones en cuanto a las prestaciones del régimen público es el requisito de años
con aportes. A partir de la sanción de la reforma previsional en 1993, el número
de años con aportes requerido para acceder a una jubilación se aumentó desde
20 a 30. Esta restricción afecta en forma diferencial a las mujeres, ya que la
densidad de aportes que habitualmente presentan es inferior a la de los varones
y, en consecuencia, limita significativamente el beneficio de acceder
anticipadamente a la jubilación. (GRUSHKA – ROFMAN, 2001)

En cuanto a la jubilación ordinaria y al ser un esquema de capitalización


individual, tendría que tener un efecto distributivo neutro, ya que las diferencias
en las historias de aportes o edades de retiro se compensarían automáticamente
en los montos de beneficios recibidos. No obstante, existen dos factores que
pueden implicar diferencias por género. Por un lado, un efecto indirecto se
relaciona con la existencia, hasta diciembre de 2001, de comisiones fijas por
parte de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones, que
afectan diferencialmente a los aportantes de menores ingresos. Adicionalmente,
el criterio utilizado para establecer el monto a cobrar por las rentas vitalicias una
vez retirados también implica efectos distributivos. El régimen de capitalización
en la Argentina, en forma similar a los de varios países de América Latina, se
caracteriza por tratarse de un esquema individual para la etapa de acumulación
pero colectivo para la etapa de pago de beneficios. Al realizar sus aportes, los
trabajadores contribuyen a una cuenta individual que va acumulando pagos y
rentabilidad hasta el momento del retiro, cuando el saldo de la cuenta individual
depende con exclusividad de los aportes realizados y la renta obtenida en el
mercado de capitales. En cambio, el pago de las rentas vitalicias funciona como
un seguro colectivo, en el cual grupos de beneficiarios transfieren el riesgo
financiero y el de sobrevivencia a una compañía de seguros, que aplica tasas
promedio para distribuirlo entre sus clientes, aunque utiliza como único criterio
de diferenciación el género. Además, ya que las mujeres tienen en promedio
una mayor expectativa de vida que los varones, reciben, a igualdad de
condiciones, menores rentas vitalicias.

La participación en la actividad económica a fines de la década de 1970 reflejaba


un claro diferencial entre sexos: la población económicamente activa (PEA)
llegaba al 55% de la población masculina y sólo al 25% de las mujeres. La
participación de los varones se ha mantenido estable, mientras que las mujeres
elevaron rápidamente su participación hasta llegar al 35% en el año 2000. De
esta forma, se disminuyó el diferencial y se elevó la tasa de actividad de toda la
población desde un 40% al 45%.(GRUSHKAN – OLIVIERI, 2001)

La desocupación (como proporción de la PEA) tuvo un significativo crecimiento


pasando de valores cercanos al 3% a más del 15% en 25 años. Dentro de esta
evolución es posible diferenciar tres períodos, que se encuentran directamente
ligados a las variaciones en la situación macroeconómica de la Argentina. Entre
la primera medición, de 1974 hasta 1986, la tasa de desocupación se mantuvo
por debajo del 5% de la población activa, un nivel cercano al pleno empleo. A
partir de la aceleración de la crisis fiscal y el aumento de la inflación, la
desocupación comenzó a crecer, aunque sin superar el 10%. Desde entonces,
el mercado laboral se presentó más complejo para los trabajadores (que, por su
parte, tendieron a aumentar su oferta laboral) y la desocupación superó el 10%
y se acercó a casi un 20%. El agravamiento de la desocupación durante la
década de los 90 afectó particularmente a las mujeres (que, al mismo tiempo,
fueron quienes más aumentaron su oferta laboral), con tasas de desocupación
de alrededor de un 30% superior a las de los varones. (GRUSHKA – ROFMAN,
2001)

En el año 2008 el Congreso votó la estatización de las jubilaciones, eliminando


el sistema de las AFJP, es decir, se dio fin al sistema de jubilaciones privadas.
La gran cantidad de fondos que alcanzaba a esa fecha a los 74.000 millones de
pesos pasa a manos del estado.

El anuncio de la estatización de estos fondos provocó una gran pérdida en el


mercado de valores argentinos y la salida del sistema bancario de una gran
cantidad de depósitos. El fundamento dado por el gobierno fue que el manejo y
administración de los fondos hecho por las administradoras fue malo habiendo
hecho grandes negociados mientras se llevaba al fracaso al sistema de
capitalización. Mientras que oposición encontró las razones en la necesidad del
gobierno de hacerse de caja justo en el momento de una gran crisis internacional.

Conse cuencias de la derogación de las AFJP

En primer lugar hubo despidos de empleados del sistema que constituían, en su


gran mayoría, recursos humanos calificados que tenían que ver la posibilidad de
ser incorporados al Estado o salir a buscar trabajo, en una época de crisis.
En segundo término, los fondos de los afiliados a las AFJP han sido incautados
prácticamente por el Estado y entregados a la Anses, quien a su vez
determinará el destino final de esa masa de dinero más el del flujo mensual que
se incorpore por parte de los contribuyentes.
Se puedo advertir que esos aportes fueron usados para financiar diversos
proyectos, por fuera del Presupuesto Nacional. Y hasta para operar en la Bolsa
de Comercio

También hubo complicaciones externas a raíz de esta decisión porque el juez


Griessa de Nueva York congeló ochocientos millones de dólares a pedido de
bonistas que no entraron en el canje de deuda del gobierno argentino alertados
por el ingreso a manos del Estado de los fondos.
Fuente: UCA Escuela de Economía

AUMENTO AUMENTO
PORCENTUAL PORCENTUAL
DE DE
MES Y AÑO TOTAL DE BENEFICIARIOS TOTAL APORTANTES BENEFICIARIOS APORTANTES

DICIEMBRE DE 2013 5.845.300,00 11.405.104,00


DICIEMBRE DE 2014 5.961.538,00 11.566.534,00 1,99 1,42
DICIEMBRE DE 2015 6.543.975,00 11.796.776,00 9,77 1,99
MARZO DE 2016 6.589.397,00 11.759.767,00 0,69 - 0,31
JUNIO DE 2016 6.644.764,00 11.761.533,00 0,84 0,02
DICIEMBRE DE 2016 6.765.525,00 11.845.738,00 1,82 0,72
MARZO DE 2017 6.805.192,00 11.733.837,00 0,59 - 0,94

Fuente:
Datos del ministerio de trabajo. www.argentina.gob.ar/trabajo
-EL SISTEMA BRASILEÑO Y SU EVOLUCION

La legislación en Brasil tiene su origen en 1821 pero la Previsión social se


reconoce como tal con la Ley conocida como la Ley Eloi Chaves inaugura el
sistema previsional brasileño al llevar a la creación de las cajas de jubilaciones
y pensiones (CAP’s), primero para los ferrocarrileros y después extendiéndose
en 1926 a los trabajadores portuarios y marítimos y, en 1928, a los trabajadores
de los telégrafos; hacia 1936 había ya 183 de estas entidades. Entre 1931 y 1966
eran de cotización tripartita, lo cual quedó incorporado, por primera ocasión, en
la Constitución de 1934. (CARBALHO DOS SANTOS – DARCY 29)

Ese ordenamiento también dio origen al modelo autoritario y centralista, de


arriba-abajo, que se estableció a partir de entonces. El contexto de la época se
da dentro la crisis de 1929 y del modelo agroexportador, por un lado, y la fractura
del bloque oligárquico dominante, con las nuevas alianzas entre los sectores
medios. Así, los derechos sociales en Brasil toman una postura tutelar y dirigista
por parte del Estado frente a las masas urbanas emergentes. Esa Constitución
además de ser la primera legislación previsional, fue un nuevo proyecto de
desarrollo moderno vinculado al avance de la burguesía industrial (WOLKNER,
Antonio Carlos, 2010).

La Constitución de 1934 estableció un esquema de seguro social para los


trabajadores de la industria privada (en el artículo 121, parágrafo 1, inciso h), así
como para los funcionarios públicos (en el artículo 170). En ese entonces, la
previsión social funcionaba como un sistema de capitalización, pero más
adelante la participación del gobierno federal y su necesidad de fondos llevó a
convertirlas al sistema de reparto.

Al igual que sucedió en México, la primera modalidad de previsión social en


Brasil también se colocó dentro del ámbito del derecho laboral. A partir de aquí
surgieron los institutos de jubilaciones y pensiones (IAPs), de orden público, que
vinieron a coexistir y luego a sustituir a las anteriores cajas de jubilaciones y
pensiones (CAP’s) de carácter empresarial (FARFAN MENDOZA, Guillermo,
2014).

Una nueva Constitución en 1937, no produjo cambios relevantes, aunque se dan


diversas leyes particulares que van añadiendo beneficiarios y algunos beneficios
desde 1938 hasta 1946. La deposición de Vargas en 1946 llevó a una nueva
Constitución que buscó recobrar las bases del texto de 1934; el término seguro
(social) es sustituido por primera vez por el de previsión social, además se
produce una innovación: la previsión social ganó autonomía frente al derecho
laboral en los artículos 5o. (inciso XV, a y b) y 157.

La nueva normatividad sólo ocurrió con la aprobación de la Ley Orgánica de


Previsión Social (LOPS, Ley núm. 3.807/1960) y la creación del Instituto
Nacional de Previsión Social (INPS) en 1966. También durante los gobiernos
militares, en 1967, se realizó otra Constitución y otra enmienda en 1969, que no
afectaron los derechos previsionales, incluso se produjeron avances en la
materia al incorporar a los beneficios a nuevas categorías de trabajadores:
independientes, domésticos y rurales. En la Constitución de 1967 se instituye el
seguro de desempleo (artículo 158, inciso XVI) y se suceden nuevas
reglamentaciones particulares en el mismo tenor de las anteriores, que
incluyeron, por ejemplo, a los trabajadores del campo en 1971. Pero la
ampliación de la cobertura previsional también abarcó otros sectores: empleadas
domésticas en 1972, el trabajador autónomo y el jugador profesional de fútbol a
partir de 1973 y el trabajador temporal en el año 1974. En este último año
también se crea el Ministerio de Previsión y Asistencia Social y se instituye la
renta mensual vitalicia para los pobres en edad de retiro igual a medio salario
mínimo.

En 1977 se crea el Sistema Nacional de Previsión y Asistencia Social (SINPAS),


encargado de definir e integrar todas las acciones públicas de previsión social,
asistencia médica y asistencia social (FARFAN MENDOZA, Guillermo, 2014).

Finalmente, sobre la base de la Constitución de 1967 se emite el Decreto


89.312, en 1984, para la Consolidación de las Leyes de la Previsión Social.

En 1988 se da un nuevo sistema nacional de seguridad social que abarca salud,


previsión social asistencia social a través de las leyes 8.212, Ley Orgánica de la
Seguridad Social y 8.213 de los Planes de Beneficios de la Previsión Social.
Estas leyes tocan los temas de organización, financiamiento y esquema de
beneficios.

Más acá en el tiempo en Junio de 1991 durante la presidencia de Collor de Melo


sale votada la Ley 8.213 que crea el Régimen General de Previsión Social que
se encuentra vigente con varias modificaciones posteriores.

Actualmente se pueden registrar en Brasil tres tipos de regímenes vigentes que


son: El Régimen General cuya administración está a cargo del Instituto Nacional
de Seguro Social, otro de los regímenes es el de los Servicios Públicos y militares
y por último el de Previsión Complementaria. (FARFAN MENDOZA, Guillermo,
2014).

El régimen General es obligatorio y se enfoca en los agentes del sector privado,


incluyendo a empleadores, los que reciben remuneración en relación de
dependencia, los empleados domésticos, los trabajadores rurales y autónomos.

Este sistema cubre: retiro por edad, por incapacidad, desempleo, prisión y
muerte. El trabajador realiza aportes obligatorios a este régimen. Las alícuotas
aplicables dependen del sueldo que reciba el empleado que puede ir desde el
8% hasta el 11% del mismo.
A su vez el empleador también contribuye, en este caso con el 20%.

Los requisitos para lograr una jubilación o pensión son en primer lugar contar
con la edad de 60 años para las mujeres y de 65 para los varones. Igualmente
existen excepciones de acuerdo a la clase de trabajo realizado (LO VUOLO
GOLDBERG,2002).

Los años mínimos de aportes con los que se debe contar son 15 años. Contando
con estos requisitos básicos la prestación será del 70% del “salario de beneficio”,
comparado a nuestro salario mínimo vital y móvil, pero se agrega un 1% por cada
año de aporte que supere esos 15 años y con un tope del 100% de ese salario.
Si la mujer cuenta con 65 años de edad y el hombre con 70 años y no se
acogieron a la jubilación, el empleador puede exigirles que se jubilen.

Otra cuestión que se establece a diferencia de nuestro sistema previsional es


que teniendo en el caso de las mujeres 30 años de aportes y los hombres 35
años, pueden solicitar la jubilación sin haber llegado al tope de edad y tienen
derecho a recibir un beneficio del 100% del salario de beneficio.

Además del régimen general se encuentra la Previsión complementaria. Sirve


para mejorar las prestaciones de aquellos trabajadores que tienen un mayor
ingreso y forman parte de un ahorro a largo plazo. Este sistema es voluntario y
tiene administración privada, es un sistema de capitalización que llevan adelante
entidades que pueden ser tanto abiertas como cerradas y están fiscalizadas por
el Ministerio de Previsión Social. Este sistema junta recursos para que en el
futuro se deje de trabajar el beneficio jubilatorio sea mayor.

En el sistema abierto puede ingresar cualquier persona haciendo contratos


individuales. Estas instituciones se llaman Entidades Abiertas de Previsión
Complementaria, son sociedades anónimas y su objetivo es lograr una
rentabilidad. Ofrecen planes de jubilaciones tanto individuales como colectivos.

Los planes de pensiones cerrados se denominan Entidad Cerrada de Previsión


Complementaria están dirigidos a empresas o asociaciones. O sea que en
determinada empresa todos los empleados o un grupo de ellos aportan para
formar un fondo de pensiones. Estas entidades se crean como fundaciones o
sociedades del derecho privado y no tienen fines de lucro.

En este último caso los empleados contribuyen con un porcentaje y el empleador


con otro, sin embargo existen casos en que es la empresa que se hace cargo de
todo el aporte.

La adhesión a este sistema es voluntaria y se aporta entre el 0.5% y el 4.5% del


sueldo mensual. Con relación a que hay empresas que aportan en las cuentas
de sus empleados encontramos como ejemplo a Renault do Brasil que se
encarga de cubrir entre el 50 y el 100% de los aportes teniendo en cuenta el
salario, la antigüedad y la edad del trabajador.

El sistema de cálculo en Brasil va en contra del beneficiario al tomar el total de


las remuneraciones desde el comienzo de la relación laboral, esto se debe a que,
aun actualizando los montos de las remuneraciones más antiguas, es lógico
pensar que al inicio de su trabajo no poseía calificación ni un trabajo de
responsabilidad. Los montos de los sueldos van generalmente aumentando con
los años de prestación de servicios por las capacitaciones adquiridas o incluso
títulos obtenidos. Al promediar todos los ingresos esa mayor cantidad de años
con sueldos más bajos van en detrimento de los años de mayores salarios. Esta
situación por ejemplo, no influye en el sistema argentino que toma solo los
últimos diez años de salarios para el cálculo, que generalmente son los mejores
obtenidos.

El déficit del sistema de jubilaciones en Brasil alcanzó un récord de US$83.968


millones en 2017, según un balance divulgado por el Ministerio de Hacienda de
ese país. El alza se produjo en medio de fallidos intentos del presidente Michel
Temer por reformar el régimen y ajustar las cuentas.

Los ajustes tienden a hacer más difícil el acceso a las jubilaciones y sanear las
cuentas públicas. Lo que se establece es el aumento de la edad jubilatoria que
quedaría en 62 años para las mujeres y 65 para los hombres, ya que, como se
dijo, actualmente teniendo 30 o 35 años de aportes, respectivamente se puede
acceder a la jubilación.
“Los valores de los gastos vienen siendo superiores a la recaudación, pero,
además, los gastos crecen a un ritmo mucho más alto que la recaudación, por lo
que el déficit sube a una velocidad expresiva, no sólo en términos reales sino en
proporción al PIB”, afirmó el secretario de Previsión Social del Ministerio de
Hacienda, Marcelo Caetano.

El sistema de pensiones en Brasil se apoya en varios pilares. El primer pilar se


basa en un sistema de reparto obligatorio llamado Regime Geral de Previdência
Social (RGPS), que cubre a los trabajadores del sector privado.

El segundo pilar son los Fondos de Pensión Privados, creados por primera vez
durante la década de 1960. Proporcionan los sistemas voluntarios
complementarios financiados, administrados en planes tanto cerrados como
abiertos.

Las modalidades de funcionamiento de estos fondos se desarrollaron en el año


2001 y proporcionan beneficios definidos. Un componente clave del sistema de
Brasil son las importantes deducciones impositivas aplicadas.

En el cuadro que sigue se hace un resumen de las características del sistema


previsional de Brasil:
Fuente: Cepal

CONCLUSIONES

Luego de todas las consideraciones vertidas, se puede observar que los


sistemas de previsión social de Brasil y Argentina, así como de toda América
Latina, no logran sanear sus financiamientos. Siempre se encuentran en déficit
dependiendo de los fondos del Estado para poder lograr la cobertura necesaria
de los beneficios que se pagan por jubilaciones o pensiones por invalidez,
enfermedad, vejez, fallecimiento.

A medida que aumenta la expectativa de vida de la población todos los sistemas


se encuentran en problemas para cubrir el gasto previsional. En ambos países
se implementó además del sistema de reparto un sistema de capitalización
privado, que en Argentina duró solo 14 años quedando los fondos en manos
estatales y no logrando hacer frente ni aun así, a solventar el total del gasto.

En Brasil el sistema está conformado por un pilar público mayoritario, que


incluye una pensión básica de carácter asistencial no contributiva: Renta
Mensual Vitalicia (Renda Mensai Vitalicia - RMV), sustituida en 1995 por el
Beneficio de Prestación Continua (Beneficio de Prestação Continuada - BPC);
además de un Régimen General de Previsión Social (Regime Geral de
Previdência Social - RGPS) para todos los trabajadores del sector privado y una
serie de regímenes especiales para los funcionarios del sector público (Regimes
próprios de previdêcia social dos servidores públicos – RPPS), todos los últimos
de carácter obligatorio. Por último, también existen planes de pensiones que, en
forma complementaria a las pensiones de origen público, son ofrecidos por las
compañías de seguros (entidades previsionales abiertas) o por los propios
empleadores en forma voluntaria (Entidades Fechadas de Previdência
Complementar - EFPC). Esto nos muestra que sólo los trabajadores que
acceden a un buen empleo pueden complementar sus beneficios futuros con un
ahorro privado.

Los dos países deben seguir incrementando la presión impositiva para lograr
cubrir el gasto previsional sin llegar a lograr, a pesar de las distintas tentativas
de sanear el sistema.
BIBLIOGRAFIA

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https://www.nodal.am/2018/01/brasil-deficit-del-sistema-previsional-alcanzo-
nuevo-record-2017-segun-balance-oficial/

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