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y para contrarrestar esto las moléculas de agua cargadas positivamente (H30+) se mueven hacia el
cátodo. Este movimiento de agua no afecta a la capacidad de fraccionamiento (Wieme, 1965),
aunque pueden producirse pérdidas de agua en los reservorios, alterando la homogeneidad del
campo eléctrico.
En general, las soluciones con fuerza iónica alta provocan la disminución de la movilidad
comparadas con las de la fuerza iónica baja, aunque las primeras dan bandas o zonas más
discretas. El pH tiene un efecto dramático en la movilidad de los enzimas en un campo eléctrico.
Las proteínas so zwitterionicas y por lo tanto existen tres formas iónicas, dependientes del punto
isoeléctrico (pI) de la proteína y del pH de la solución. Una proteína a un pH igual al pI deberá ser
eléctricamente neutra (NH3+RCOO-) y no migrara en un campo eléctrico. Si el medio es acido
respecto a su pI la proteína estará cargada positivamente (NH3+RCOO-) y si es básico estará
cargado negativamente (NH2RCOO-).
Mediante esta técnica se ha fraccionado la toxina del tétanos (Largier, 1956), el toxoide de la
difteria (Largier, 1957), y las seroglobulinas humanas (Polson, 1953). Mathies (1952) obtuvo
fosfatasa alcalina 3 veces más pura y Polson (1953, 1956) fracciono la tripsina y la
desoxirribonucleasa, aunque se observó en cada caso una considerable perdida de actividad
enzimática. Fleetwod y Milne (1967) obtuvieron anticuerpos y globulinas con un rendimiento del
80% y con un aumento en la purificación de 659 veces, Brummelhuis y Krijen (1970) prepararon
globulinas antilinfocitos, agente inmunosupresor, a partir de suero de caballo antilinfocitos
humanos. Winchester et al. (1971) usaron esta técnica para purificar 1-D-glucoxidasa bovina,
acetilglucosaminidasa y una proteasa bacteriana. En las dos primeras obtuvieron una purificación
de 10 veces y la proteasa obtenida resulto homogénea en electroforesis en gel de poliacrilamida.
La velocidad e paso es de 0,5-1,0 litros de enzima bruto (2% p/v) por hora, con la única limitación
del bloqueo de las membranas después de un periodo no especificado de funcionamiento
continuo.
2.4.12. Cromatoenfoque
Aunque empleado como una técnica cromatográfica, el cromatoenfoque es una forma de enfoque
isoeléctrico realizado en un lecho de resinas cambiadoras de iones especiales, llevando a cabo la
elución con soluciones anfóteras (Sluyterman y Wijdnes, 1978; Sluyterman y Elgerma, 1978;
Sluyterman, 1982).
Los sistemas en dos fases acuosas pueden formarse mezclando soluciones de polietilenglicol y
dextrano o polietilenglicol y ciertas sales, especialmente sulfato de amónico o fosfato potásico, las
proteínas y los restos celulares se reparten entre dos fases, de tal manera que la localización
exacta de una proteína en particular depende de parámetros tales como su pesos molecular, el pH
y la fuerza iónica de la mezcla y al presencia de iones polivalentes (Kula, 1979). Desgraciadamente
las condicione óptimas de reparto de cada proteína deben establecer empíricamente. Los sistemas
en dos fases pueden aplicarse para eliminar eficazmente los restos de células homogeneizados
consiguiendo al mismo tiempo un cierto grado de purificación.
En algunos casos las dos fases pueden separarse en un tanque de sedimentación, aunque se
puede conseguir una separación más rápida y eficaz mediante centrifugación, como con
frecuencia es más fácil separar líquidos de diferente densidad que sólidos líquidos,
particularmente a gran escala, esta técnica puede ser ventajosa en la preparación de enzimas a
gran escala (Kroner et al., 1978). Sin embargo, a pesar de las aparentes ventajas del reparto en
fase acuosa, rara vez utiliza, debido quizás al costo del dextrano y del polietilenglicol (no
recuperables) empelados, aunque un reciente informe sugiere que se puede empelar dextrano
bruto, con unos considerables ahorros en los costos (Kroner et al., 1982).
La separación en dos fases se ha utilizado para separar y purificar a gran escala pululan.6.glucan
hidrolasa y 1,4-α-glucan fosforilasa a partir de pasta (5 kg) de células de Klebsiella pneumoniae,
(Hustedt et al., 1978), y RNA polimerasa y glutamina sintetasa de E. coli (Takahashi y Adachi,
1982).
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4.2.1. Atrapado
Este método de inmovilización se basa en la localización de una enzima dentro de la red especial
de una matriz polimérica o de una membrana, de forma que se evite la liberación de la proteína
sin impedir la penetración del substrato. Esto restringe inmediatamente la aplicación del proceso a
aquellas reacciones en las que las moléculas del producto y del substrato sean relativamente
pequeñas. Puesto que el enzima no está unido de ninguna forma al gel o la membrana, el método
puede aplicarse más generalmente que cualquier otro para el atrapado de cualquier tipo de
enzimas, células microbianas y orgánulos de diferentes tamaños y propiedades
independientemente de sus propiedades y con poca perdida de la actividad biológica. En este
método se incluye el atrapado en geles y en fibras y el microencapsulado.
El método de atrapado en geles se basa en la localización de los enzimas dentro de los espacios
intersticiales de geles poliméricos entrecruzados insolubles en agua. La oclusión en geles de
poliacrilamida entrecruzados fue la primera técnica de atrapado empleada, y con ella Bernfeld y
Wan (1963) inmovilizaron tripsina (EC 3.4.21.1), papaína (EC 3.4.22.2), β-amilasa (EC 3.2.1.2) y D-
fructuosa biofosfato aldolasa (EC 4.1.2.13). El método usual para la formación del gel consiste en
polimerizar la acrilamida en una solución acuosa del enzima soluble, con un agente de
entrecruzamiento, por ejemplo la N,N-metilnobis (acrilamida). El gel resultante puede dispersarse
mecánicamente en partículas del tamaño deseado. La amplia distribución de tamaños de los poros
del gel da lugar inevitablemente a pérdidas del enzima atrapado incluso después de un lavado
inicial prolongado (Bernfeld y Wan, 1963), mientras que la generación de radicales libres durante
la reacción puede influir en la actividad de las moléculas de enzima atrapada. Se han utilizado
otras matrices para atrapar una gran variedad de enzimas, como puede comprobarse en la Tabla
4.1.
4.2.1.2. Atrapado en fibras
Este método tiene varias ventajas con respecto al anterior, puesto que utilizando fibras muy finas
se puede conseguir una gran área de unión para el enzima; además, las fibras soportan los medios
ácidos y básicos débiles, las fuerzas iónicas altas y algunos solventes orgánicos y, dependiendo del
polímero usado, son resistentes a los ataques microbianos. También se puede inmovilizar más de
una enzima de forma que se obtengan sistemas mutienzimáticos, aunque la elección de dichos
enzimas está restringida a aquellos que requieran substratos con peso molecular bajo y que no se
desactiven en los disolventes de polímeros inmiscibles con el agua. El polímero usado más
comúnmente es el acetato de celulosa, debido a su bajo costo y su buena resistencia biológica y
química, en el que se han inmovilizado con éxito muchos enzimas (véase tabla 4.2)
4.2.1.3. Microencapsulado
Aunque el encapsulado de tintes, drogas y otros compuestos químicos era ya conocido desde
hac9ia algún tiempo, no se empleó como método de inmovilización de enzimas hasta comienzos
de los años 60 (Chang, 1964). A partir de entonces se han inmovilizado por encapsulado un gran
número de enzimas (véase Tabla 4.3) usando distintos materiales y métodos de preparación de
las microcapsulas (véase Parte B)
Además de las principales desventajas de este método comentadas ya, existen otras como son la
ocasional inactivación del enzima durante la operación de microencapsulado, la alta concentración
de enzima requerida y la posibilidad de incorporación de enzima dentro de las paredes de la
membrana y la subsecuente liberación posterior cuando se usan algunos de los métodos de
microencapsulado existentes. Las principales ventajas son la existencia de una gran superficie de
contacto entre el enzima y el substrato para un volumen relativamente pequeño y la posibilidad
real de inmovilizar simultáneamente muchos enzimas en una sola etapa.
Tabla 4.1. Ejemplos de enzimas atrapados en geles
4.2.1. Atrapado
La unión de una enzima a un soporte insoluble es el método más antiguo (Nelson y Griffin, 1916) y
común de inmovilización de enzimas. Aunque este es el método que le viene directamente a uno a
la mente cuando se considera la inmovilización de enzimas, y sea probablemente el más
investigado, no debemos olvidar que descubierto a comienzos de este siglo. Además, como sucede
con mucha frecuencia, “la naturaleza lo había hecho primero”, pudiendo decirse que en el cuerpo
humano la mayor parte de sus moléculas biológicamente activas se encuentran en algún momento
en forma inmovilizada.
La inmovilización artificial de enzimas se puede subclasificar, en función del modo de unión físico
del enzima, en inmovilización por adsorción física, iónica, quelación o unión metálica y covalente,
en cualquiera de estos métodos la selección del soporte insoluble, así como el método de unión
tiene una importancia máxima. El soporte ideal para una aplicación dada es aquel que aumente la
interacción con el substrato, disminuya la inhibición por el producto, cambie el pH aparente
optimo hasta el valor deseado, frene el crecimiento microbiano y sea fácilmente recuperable para
poder volver a utilizarlo. En el caso de que se emplee en un reactor, el soporte deberá ser estable
en solución y no deteriorarse en las condiciones de reacción; además, cuando se emplea en
reactores de lecho fijo, deberá ser rígido mecánicamente y tener un grado de compactación bajo
en operaciones continuas a velocidades de flujo altas. Cuando el enzima inmovilizado se utilice en
aplicaciones médicas, el soporte no deberá provocar respuestas inmunes o reacciones de
coagulación. Messing (1975) indica un método de selección de soportes apropiados para usos
industriales considerando todas estas propiedades.
Entre los muchos soportes orgánicos e inorgánicos, naturales o sintéticos, que se han sugerido
para la inmovilización de enzimas, parece como apropiados para usos médicos la silicona o el
metacrilato, mientras que para las aplicaciones industriales son preferibles los soportes
inorgánicos. El mayor interés de los soportes inorgánicos proviene de la facilidad de unión con los
enzimas, aunque en muchas aplicaciones está limitado su uso debido a su baja estabilidad
dimensional y, en al mayoría de los casos, a su incapacidad para permitir la regeneración del
catalizador mediante métodos simples, cuando se usan técnicas de adsorción física o de enlaces
iónicos se pueden utilizar soportes orgánicos, por ejemplo en la producción industrial de L-
aminoácidos mediante aminoacilasa (EC 3.5.1.14) inmovilizada en DEAE-Sephadex® (Tossa et al.,
1966). Sin embargo, en algunos casos especiales se han utilizado enlaces covalentes reversibles
para permitir la unión covalente reversible del enzima y por lo tanto su posterior regeneración,
por ejemplo mediante puente disulfuro (Kennedy y Zamir, 1975).
Como ya se ha indicado, los soportes se pueden clasificar en inorgánicos y orgánicos, que a su vez
se pueden subdividir en polímeros naturales y sintéticos (la Tabla 4.4. muestra una lista de algunos
de los soportes más empleados), aunque esta clasificación no da una descripción completa del
soporte, ya que en ella no se han tenido en cuente parámetros como la superficie y el diámetro
del poro, que influyen en la unión del enzima, por lo que, teniendo en cuenta su morfología, se
pueden clasificar también en soportes poroso y no porosos.
Clasificación Soportes
Soportes orgánicos naturales Carbón activada
Agar
Agarosa
Albumina
Celulosa
Quitina
Quitosano
Colágeno
Dextrano
Piel
Almidón
Soportes orgánicos sintéticos Polímeros basados en acrilamida
Copolímeros basados en ác. acrílico/metacrilico
Copolímeros del anhídrido maleico
Nylon
Poliestireno
Alcohol polivinílico
Soportes inorgánicos Alúmina
Bentonita
Fosfato de calcio
Celita
Oxohidróxidos de metales
Hidroxilapatito
Caolinita
Magnetita
Pumita
Arena
Gel de sílice
Titanio
Zirconio