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¿Existe alguna situación en la que un cristiano pueda mentir?

No se equivoque: Dios es verdad y


nosotros somos llamados a ser como Dios. Por lo tanto, decir la verdad es un deber moral crucial
para los que están en el reino de Dios (Jn. 8:44; Hch. 5: 1-11; Col. 3:9; Ap. 21:27). La pregunta es la
siguiente: ¿Es alguna vez moralmente permisible decir una mentira? ¿O estamos obligados a decir
la verdad en toda situación, sin importar las consecuencias? A medida que buscamos responder esta
pregunta, es importante recordar que nuestras conducta o acciones son vehículos para la verdad y la
falsedad, la autenticidad y el engaño, no menos que nuestras propias palabras. Por lo tanto, ¿está el
cristiano justificado para comunicar algo falso en algún momento? Quizás algunos de los siguientes
ejemplos ayudaran a enfocar nuestros pensamientos:

¿Es ético poner un letrero en su cerca diciendo “cuidado con el perro” cuando usted no tiene un
perro?

¿Es ético dejar las luces prendidas de su casa cuando usted no está para disuadir a un ladrón?

¿Es ético que una mujer finja un ataque al corazón o un desmayo cuando es atacada por un
violador? ¿Es ético que esta mujer clame por su marido como si estuviera cerca, cuando en realidad
no lo está? ¿Es ético que le diga a su agresor que ella tiene una enfermedad de transmisión sexual
con el fin de disuadir su asalto?

¿Estaban justificados los aliados en la Segunda Guerra Mundial de engañar a Hitler sobre la
ubicación de la invasión de Normandía?

¿Es ético que un equipo de fútbol envié a uno de sus jugadores en movimiento hacia el lado
izquierdo de la formación con el fin de engañar al equipo contrario, cuando en realidad se llevará a
cabo a la derecha?

¿Es ético que la policía opere el radar en vehículos sin identificación policíaca? Después de todo, al
usar vehículos sin identificación nos están engañando deliberadamente a pensar que son civiles.

¿Es ético para la policía llevar a cabo investigaciones encubiertas, vestidos como civiles, que por
definición demandan que engañen a la gente en cuanto a su identidad e intención?

¿Es ético mentirle a alguien acerca del lugar a donde lo llevan con el fin de mantener el secreto de
una fiesta sorpresa de cumpleaños que se planea en su honor?
¿Es ético que los militares lleven uniformes de camuflaje con el fin de engañar a sus enemigos con
respecto a su ubicación?

En Columbine, Colorado, durante el tiroteo trágico de abril de 1999, uno de los hombres armados
preguntó: “¿Alguien de aquí cree en Jesucristo?”. ¿Estaban obligados moralmente todos los
cristianos presentes a identificarse como tal?

Suponga que en algún momento llevó un estilo de vida homosexual, o tal vez solo participo
escasamente en algunos de sus actos. En los últimos años ha caminado en la pureza sexual y ya no
siente impulsos homosexuales. Un amigo o pastor le pregunta: “¿Alguna vez ha incurrido en
conducta homosexual?”. ¿Está moralmente obligado a decir que sí? ¿Está mintiendo si dice que no?
El decir: “Sin comentarios” es equivalente a decir “sí”, por lo menos así lo tomará el interrogante.

Considere los siguientes ejemplos donde parece que las obligaciones morales están en conflicto.

El padre de Ricardo está a punto de morir y le hace una petición a su hijo: “Prometeme por favor que
vas a cuidar de mis caballos. Prométeme que los vas a alimentar, cepillar, y hacer lo que sea
necesario para mantenerlos sanos”. En el dolor por la condición de su padre y por amor, Ricardo le
da su palabra. Después de seis meses, el dinero que su padre le dejo para cubrir los gastos del
cuidado de sus caballos se acaba. Ricardo se ve obligado a pedir dinero prestado para poder cumplir
la promesa que le hizo a su padre. Pronto, esta situación financiera comienza a afectar a su esposa
e hijos. ¿Está Ricardo moralmente obligado a seguir pagando por el cuidado y mantenimiento de
estos caballos, mientras que sufre su familia? ¿Es la “promesa” de Ricardo a su padre moralmente
vinculante?

Alex, el hermano de María, ha puesto una bomba terrorista que detonará en una hora en algún lugar
de Kansas City. María es la única persona que sabe dónde se oculta y le prometió a Alex que nunca
lo diría. A pesar de que ahora se arrepiente de haber hecho tal promesa, como una buena hermana,
se niega a revelar la ubicación de la bomba. Si no descubrimos dónde se encuentra la bomba y la
desmontamos antes de una hora, miles de personas inocentes morirán. Supongamos que podemos
torturar a María para extraerle la información. ¿Sería moralmente permitido hacerlo? Considerando
que la tortura es un acto inmoral, ¿podrán las consecuencias humanitarias justificar el acto de tortura
hacia María? El utilitario diría que sí. ¿Qué dice usted, y por qué?

Una situación interesante se presenta en la película, “Regresando al Paraíso”. Tres amigos están de
vacaciones en Malasia. Después de haber alquilado una bicicleta, uno de ellos la destruye y no la
regresa ya que supone que simplemente el dueño se quedaría con el deposito (que él cree que vale
más que la bici). Dos de los tres amigos se retiran del país al día siguiente. Una semana después, el
dueño de la bici llega con la policía para reclamar su propiedad. No encuentran la bicicleta, pero si
104 gramos de hachís. Cualquier persona que se encuentra con más de 100 gramos es considerada
como traficante de drogas. El joven (aunque no es el que destrozó la bicicleta) es puesto en prisión y
condenado a morir en la horca. No es hasta dos años más tarde, después de todo el proceso de
apelación, que el joven menciona a su abogada sus dos amigos y su complicidad en la compra del
hachís. La abogada vuelve a la ciudad de Nueva York, donde los dos están viviendo (ignorantes de
la situación de su amigo) y les dice que, si no vuelven a Malasia en un plazo de ocho días, su amigo
será ejecutado. El tribunal acordó que, si los dos amigos toman su parte de responsabilidad en la
posesión de drogas, deberán servir tres años cada uno en la cárcel y le salvará la vida a su amigo. Si
sólo uno regresa, él deberá cumplir seis años.

¿Están moralmente obligados a volver? Si al menos uno decide volver, ¿es el otro obligado a hacer
lo mismo con el fin de mantener la sentencia de su amigo a tres años en lugar de seis? Uno de los
dos está comprometido y le ha hecho promesas a su prometida. ¿Cuál es su obligación hacia ella?
Dice que no está dispuesto a hacer seis años, pero sí a hacer tres si el otro también regresa.
Finalmente, ambos deciden volver a Malasia. Al llegar, descubren que la abogada es en realidad la
hermana de su amigo. Se dan cuenta de que ella les ha mentido y que quizás hará cualquier cosa
por salvar la vida de su hermano. Entonces, ¿cómo pueden confiar en ella? El acuerdo que se hizo
con la corte de Malasia fue verbal, no estaba escrito. ¿Llegarán a ser colgados ellos también?
¿Podría ser su sentencia más de tres años? Ella les dice que decidió no revelar su verdadera
identidad porque sabía que iban a pensar que sería capaz de inventar cualquier historia para
convencerlos que regresaran. ¿Cambia la obligación que tienen con su amigo al darse cuenta del
incubrimiento de su hermana? Uno de ellos cree que sí, se arrepiente y vuelve a la ciudad de Nueva
York. El otro decide proceder y no está dispuesto a dejar morir a su amigo. Cuando el tribunal se
reune, el juez descubre que la historia se ha filtrado a la prensa y ha sido impreso junto con una cita
de la abogada criticando la justicia de Malasia. El juez enfurecido cambia de opinión y decide que el
primer joven sea colgado y que sus dos amigos cumplan con seis años de prisión. ¿Tiene algún
impacto la decisión del juez en la decisión moral del tercer joven de regresar a Nueva York?

Con el fin de hacer esta pregunta aún más contundente, consideremos dos ejemplos bíblicos muy
famosos. Primero, considere cuando el Faraón demanda que las parteras de las Hebreas maten a
todos los bebés varones recién nacidos (Ex. 1:17-21). Cuando el Faraón les preguntó por qué no
habían obedecido sus órdenes, ellas le respondieron que era porque las mujeres Hebreas no eran
como las Egipcias, sino que eran vigorosas y daban a luz antes de que las parteras pudieran llegar
(Ex. 1:19). Dios parece dar su veredicto sobre su comportamiento cuando dice que “favoreció a las
parteras” y “prosperó sus familias” (Ex. 1:20-21). En otras palabras, las parteras deliberadamente
engañaron al Faraón, y Dios parece recompensarlas.
Luego, por supuesto, también esta Rahab, que mintió para proteger a los espías israelíes (Jos. 2:1-7;
ver también Heb. 11:31). Santiago hace un llamamiento a Rahab y lo que hizo como una ilustración
de cómo las buenas obras fluyen necesariamente de la fe genuina y salvadora: “Y de la misma
manera, ¿no fue la ramera Rahab también justificada por las obras cuando recibió a los mensajeros
y los envió por otro camino?” (Stg. 2:25). Rahab dio información falsa para poder proteger a los
espías, y al parecer es aplaudida por hacerlo. Y, ¿te diste cuenta que Josué envió espías a la tierra
con el propósito de engañar y perjudicar al enemigo con el fin de recabar información que el enemigo
planeaba ocultar? Dios tenía espías trabajando para Él en el AT.

Parece, pues, que hay ocasiones en las que el engaño es éticamente permisible. Pero tenga en
cuenta: no todas las falsedades son mentiras. Una mentira es una falsedad intencional, que viola el
derecho de una persona a conocer la verdad. Pero hay casos en que las personas pierden su
derecho a conocer la verdad. La cuestión, por tanto, no es si alguna vez es moralmente permitido
mentir. La pregunta es, “¿Qué es una mentira?”. Una mentira es la declaración intencional o
comunicación de una falsedad diseñada para engañar a alguien que tiene un derecho moral y legal
de saber la verdad. Una mentira es la narración de algo que no es verdad a alguien a quien usted
está obligado moral y legalmente a decir la verdad. Hay, sin embargo, ciertas ocasiones en las que
no estamos en la obligación de decirle a una persona la verdad (en tiempos de guerra, asalto
criminal, etcétera).

Para terminar, quiero asegurarme de que nadie responda a este artículo con nada menos que un
intenso compromiso con la verdad. Al argumentar, como lo he hecho, que puede haber ocasiones en
las que la comunicación de una falsedad es éticamente permisible, no estoy sugiriendo que los
cristianos deben convertirse en personas que toman la verdad a la ligera. Nuestro objetivo nunca
debe ser el tratar de disfrazar la verdad o el buscar alguna excusa ética para mentir, si es que la
puede encontrar. Cuando el salmista describe la persona que tiene el privilegio de “habitar” en el
tabernáculo de Dios y “morar” en su santo monte (Sal. 15: 1), algunas de las cualidades citadas son
el hablar “verdad” en su corazón (v. 2), no “calumnia con su lengua” (v. 3), y que es el tipo de
persona que aun “jurando en perjuicio propio, no cambia” (v. 4). “El que hace estas cosas”, dice
David, “permanecerá firme” (v. 5).

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