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Las compañías no pueden ignorar las ventajas de la efectividad operacional, como las firmas
japonesas lo demostraron en los años setenta y ochenta con sus prácticas innovadoras en la
administración de la calidad total y el mejoramiento continuo.
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Adaptado de "What is Strategy?“ por Michael Porter- Harvard Business Review - Nov. 1996
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Tal nivel de competencia produce un nivel de evolución en su efectividad operacional, pero esta
mejora relativa no es la diferencia. La homologación de los procesos frente a su efectividad,
gracias a la actitud de colaboración entre las compañías, logra una mayor convergencia
competitiva.
Posición única:
Buen juicio:
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Ajustar la gestión de la ventaja competitiva y mantenerla: cuando los procesos mutuamente
buscan su sinergia en su interacción unos con otros, conlleva a que la competencia no
logre con facilidad imitarlos.
Por más de dos décadas los gerentes han respaldado el desempeño organizacional con
novedosas reglas de juego. Las compañías son cada vez más rápidas en su respuesta a las
necesidades del consumidor y a los cambios del mercado, disponen de mejores métodos de
trabajo, subcontratan en forma agresiva para mejorar su productividad y crean diferencias
necesarias en sus productos y servicios para enfrentar y superar a la competencia.
La obsesión del posicionamiento –alguna vez, el corazón de la estrategia– fue relegada por ser
muy estática frente al dinamismo que demandan los mercados y frente a las nuevas tecnologías.
Con nuevos dogmas, los rivales asimilan rápidamente, e incluso copian, cualquier posición de
mercado, asumiendo temporalmente una ventaja competitiva.
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Uno de los desafíos está en la confusión del término
Efectividad Operacional (EO) con la estrategia
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para crear, fabricar, vender y despachar los productos y servicios, sin dejar de mencionar los
esfuerzos complementarios en mercadeo, capacitación continua del personal e investigación. Los
costos generales se obtienen a partir de la realización de las actividades mencionadas y los costos
comparativos menores se generan por la realización de las mismas actividades pero
eficientemente.
Supongamos que existe la frontera de la productividad, que es la suma de los mejores métodos de
trabajo conocidos. Entonces, cualquier mejoramiento de la efectividad operacional, ya sea en
actividades de toda la organización o de grupos de personas, conduce irremediablemente a la
organización hacia otra frontera de la productividad. Desafortunadamente, hacerlo implica capital
de trabajo, algunos cambios de personal o toda una nueva administración.
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La frontera de la productividad se hace cada vez más inalcanzable para la mayoría a medida que
surgen nuevas tecnologías y métodos de trabajo. Computadores personales como los laptops,
celulares, internet y programas de computadora como Lotus Notes redefinieron completamente la
frontera. En dicho contexto, uno de los cambios lo sufrió la fuerza de ventas con su nueva
movilidad (la oficina virtual), sin perder contacto con la información y con la empresa, mejorando,
sin duda, la productividad de toda la organización a la que pertenece.
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2. La estrategia se basa en procesos exclusivos
Revisemos un ejemplo. La Southwest Airlines Company ofrece itinerarios con bajas tarifas entre
grandes ciudades y ciudades de mediano tamaño. La aerolínea evita aterrizar en grandes
aeropuertos y cubre solo rutas de corta distancia, teniendo como usuarios a comerciantes, familias
de clase media y estudiantes. Sus continuas ofertas de tarifas bajas atraen a pasajeros que, de
otra forma, tendrían que viajar en autobús o en auto.
Una aerolínea grande centra su servicio en transportar pasajeros desde y hacia cualquier lugar,
adicionalmente, son compañías que tienen convenios de conexión a diferentes destinos en ciertos
aeropuertos claves. Para atraer pasajeros con poder adquisitivo, ofrecen clases de primera y de
negocios y a todos los pasajeros de vuelos largos se les brinda un servicio completo de atención a
bordo (cine, comidas, música, revista, licores, teléfonos celulares, etc.).
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Southwest se concentra en ofrecer tarifas cada vez más económicas con un servicio adecuado a
bordo y un buen nivel de mantenimientos de sus aeronaves. Con cortos períodos en plataforma (15
minutos en promedio), la aerolínea puede realizar más vuelos diarios utilizando un menor número
de aviones Boeing 737. Además, no ofrece comidas, conexiones a otros destinos, sillas numeradas
ni servicio de primera clase. También evita a los intermediarios al vender en forma directa sus
pasajes en el aeropuerto por dispensadores. Lo que realiza Southwest no podría hacerlo una
aerolínea grande.
Las posiciones en la estrategia provienen de tres fuentes diferentes. Revisemos cada una de ellas:
Un segundo principio tiene relación con que posicionarse es satisfacer todas las necesidades
de un grupo determinado de clientes. Esto se llama posicionamiento por necesidades.
Esta clase de posicionamiento es aquella que segmenta a los clientes que pueden ser
atendidos con diferentes servicios. Aun cuando sus necesidades son similares a las de otros
clientes, los procesos para lograr su satisfacción son diferentes. A este se le denomina
posicionamiento por acceso.
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Cualquiera que sea la base por la variedad, la necesidad o el acceso, o
incluso por la combinación de los tres, el posicionamiento debe involucrar
actividades que solo son propias de la empresa de forma exclusiva. Una
vez definido cuál es el posicionamiento, podemos entrar a responder cuál
es la estrategia, la que sencillamente es la creación de un posicionamiento
de valor único.
La eficiencia del manejo del tiempo de sus aviones en plataforma por parte de Southwest es
notable y esencial para lograr su posicionamiento por debajo del costo de los demás.
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¿Cómo lo logra?
¿Cuál es la clave de su competitividad? ¿Cuáles son sus factores claves para el éxito?
El éxito radica en que todas las actividades engranan y se refuerzan unas con otras para crear,
constantemente, un mayor valor económico real. El manejo de lo adecuado es una barrera para la
imitación al crear una cadena de actividades exitosas difíciles de reproducir.
El costo de una actividad se ve disminuida por el apalancamiento de otra actividad. Es así como la
integración estratégica genera ventaja competitiva sostenible a largo plazo.
Tipos de integraciones
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La certeza en la definición de la estrategia es muy delicada, porque las actividades y procesos se
afectan mutuamente. Por ejemplo:
La programación de las actividades o tareas es algo que la mayoría de las organizaciones maneja
rutinariamente, pero no para el caso de la integración de la estrategia con las actividades, la cual
se deriva de la definición de la generación de valor.
Existen tres tipos de definición que no necesariamente son excluyentes entre sí. Revisémoslas:
La primera tiene que ver con la consistencia entre las actividades y la definición de la
estrategia, la cual permite que sea alcanzable en los diferentes escenarios de la organización
frente a sus clientes, empleados y socios de negocios. En el caso de Vanguard Group, todas
las actividades se alinean en una estrategia de bajos costos. No requiere de ejecutivos con
altos sueldos ni de consultores. No maneja publicidad alguna y los sueldos de sus empleados
están dados por los márgenes de ventas.
El segundo caso de definición de la estrategia ocurre cuando las actividades se refuerzan unas
con otras. En el ejemplo de Neutrogena, la imagen de presentación del producto no tiene que
perder su empaque original (como sí sucede con otros jabones empacados con el nombre de
un hotel, convención, etc.) cuando es utilizado por grandes cadenas hoteleras o eventos. Allí,
una vez utilizado por clientes o asistentes, estos seguramente tratarán de buscarlo en las
droguerías o consultarán, en el mejor de los casos, con su médico personal. Esta es una forma
como las actividades de mercadeo de dos organizaciones se refuerzan mutuamente sin
necesidad de elevar los costos operativos.
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Otro ejemplo es el de Bic Corporation, que una línea de bolígrafos de bajo precio a grandes
distribuidores. Con un posicionamiento por variedad, Bic reafirma su bajo precio a través de
una publicidad agresiva. La compañía tiene tal congruencia entre sus actividades, que incluso
demandan que el diseño del producto sea pensado en función de su planta de producción.
Pero esta consistencia va más allá de la mera planeación de las actividades. Por ejemplo, la
fuerza de ventas está apoyada por las mejoras en el diseño de empaques más atractivos y por
su red en los almacenes de cadena, un manejo que Bic realiza con gran éxito por encima de
sus competidores.
La tercera definición de integración va de la mano con la excelencia por esfuerzo. The Gap, un
distribuidor de ropa informal, considera como factor crítico de éxito en su estrategia la
disponibilidad de su ropa en sus puntos de venta. Ellos bien podrían mantener un gran
inventario en sus almacenes y abastecerlos ocasionalmente desde sus bodegas, disminuyendo
sus costos de transporte de mercancía. Sin embargo, The Gap optimizó sus procesos de
abastecimiento y surte con sus distribuidores casi a diario, a partir de tres bodegas de alta
circulación. De esta manera evitan mantener grandes volúmenes de inventario en sus
almacenes. The Gap centra su estrategia de mercadeo en algunas prendas básicas de pocos
colores, las cuales puede renovar hasta siete veces, mientras que la competencia lo hace tres
o cuatro veces al año. Así reduce los costos que obligan el cambio de ciclo de la moda con una
respuesta oportuna en la reposición de las existencias en sus almacenes.
En cualquiera de los tres casos, la integración será el aspecto más relevante por encima del
funcional o particular. La ventaja competitiva nace de un único sistema de actividades que
aproveche y comprometa los valores individuales de cada actividad al servicio de la
estrategia corporativa.
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Para lograr este propósito es mejor la aproximación en torno a temas específicos, como precios
competitivos, servicio personalizado o mejor calidad en la entrega del producto terminado. Son
temas que, como una red, se conectan con todas las actividades de la organización.
La sinergia y la subsistencia
La armonía estratégica entre las actividades es fundamental no solo para lograr la ventaja
competitiva, sino para asegurar la sobrevivencia de la organización. Es muy difícil, sino imposible,
que la competencia imite una buena combinación en el diseño tecnológico, la calidad en la mano
de obra, la eficiencia en los procesos de manufactura y la capacidad de gestión de la fuerza de
ventas.
Aquellas empresas que entren en la moda de la imitación tendrán que adecuar la mayoría de sus
actividades y, aunque la empresa sea nueva y no se obligue asumir nuevas estrategias,
necesariamente deberá superar inmensas barreras que obligan la imitación.
Si una compañía basa su estrategia de posicionamiento en la sinergia y el valor agregado dado por
la combinación de sus esfuerzos y habilidades de un segundo y tercer nivel de procesos,
garantizará de mejor manera su permanencia en el futuro. Estos se convierten en productos y
servicios difíciles de imitar y aunque la competencia identifique las relaciones importantes, tendrá
gran dificultad en reproducirlas. Para lograr la armonía idónea se requiere de una adecuada
integración en la toma de decisiones y acciones en todas las actividades por independientes que
parezcan.
Un competidor que logre con su mayor esfuerzo imitar con éxito una actividad gana muy poco si no
logra imitar todo el sistema de actividades, es más, su desempeño puede verse perjudicado. Es el
caso de Continental Lite al tratar de imitar a Southwest. No debe olvidarse lo natural en el diseño
de la estrategia debido a la sinergia en el desempeño de las actividades, porque lo contrario puede
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suceder al tratar de activar el mejoramiento en una actividad y malograrlo, por su repercusión
inmediata en las demás.
Cuando las actividades son complementarias, la imitación por terceros de todo el sistema es casi
imposible. Las empresas con una excelente eficiencia y productividad, como es el caso de Toys R
Us, son exitosas mientras otras con el mismo sistema no lo pueden ser.
Los mejores sistemas de actividades son aquellos que son difíciles de reproducir por su elevado
número de interrelaciones implícitas. Al analizar la estrategia en términos de sistemas de
actividades, se aclara el por qué las estructuras organizativas, sus sistemas y sus procesos van de
lo estratégico a lo específico. Así, repensar la organización en función de la estrategia es la
base para la permanencia en el futuro.
¿Qué es estrategia?
La estrategia consiste en lograr la mejor integración de todas las actividades de la empresa, de ahí
que su éxito dependa de hacer lo más consistente posible una serie de actividades e integrarlas,
para asegurar su existencia a largo plazo. Entonces, la gestión es una tarea más simple al
supervisar algunas funciones independientes, y la efectividad operativa será el factor que
determine el mayor valor agregado para la empresa.
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4. Redescubriendo la estrategia
El fracaso de la selección
¿Por qué la mayoría de las empresas fallan al definir una estrategia? ¿Por qué los gerentes evitan
tomar decisiones estratégicas? O habiéndolas tomado en el pasado, ¿por qué las evitan ahora?
Últimamente, los gerentes se sienten confundidos por la necesidad de tomar decisiones frente a la
complejidad de las actividades de la organización. Estos mismos gerentes deben tener claro que
entre más lejos esté su compañía de la frontera de la productividad, más desfavorable resulta
definir estrategias.
Desgraciadamente, en el otro lado, los gerentes que no requieren trabajar integralmente piensan
que serlo en el futuro sería un síntoma de debilidad. La obsesión de lograr la efectividad operativa
ha llevado a los gerentes a decidir bajo la presión del desarrollo de la competencia, a entrar en la
era de la imitación de las mejores prácticas del mercado y de adoptar cualquier nueva tecnología
por estar de moda. La tentación reside en el proceso definido y de gran aplicación,
desafortunadamente los gerentes sumidos en la búsqueda de una mejor efectividad operativa se
confunden con la gran cantidad de información académica y de nuevos programas para mejorar la
eficiencia, y están olvidando la esencia de la estrategia.
Las compañías, de alguna manera, también evitan tomar decisiones estratégicas por otras
razones. Algunos gerentes solo consideran como vital lograr la flexibilidad de su empresa para
responder, erróneamente, a todas las necesidades de los clientes o a todas las solicitudes de su
canal de distribución. Así, la realidad organizacional está en contra de la estrategia. Definirla
representa asumir riesgos, luego, por la incertidumbre es mejor no asumirlos y no perder quienes
fueron buenos directores frente a un error predecible. Lo mismo sucede con las buenas intenciones
de los nuevos empleados que tratan de mejorar la efectividad operacional de su nueva empresa.
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5. El rumbo de la empresa. El proyecto estratégico
En este sentido, la estrategia es un modelo del negocio, toda vez que implica una racionalización
de lo que la empresa hace bien y la lleva a tener éxito, o de lo que hace menos bien y no le permite
alcanzar las rentabilidades esperadas, en definitiva, una explicación de lo que le pasa; sin embargo
no hay que confiar en interpretaciones simplistas, son muchos los factores en juego. Para que a
una compañía le vaya bien, tiene que hacer muchas cosas bien y algunas excepcionalmente bien.
Tiene que ser una empresa diferente, distinguirse de sus competidores más relevantes.
Lo complejo es que lo nuevo de hoy es la tradición del mañana; lo que hace la diferencia
cambia con los tiempos y lo que hoy puede ser una ventaja, mañana va a devenir en un lastre.
Como afirmaba Jack Welch, el laureado ex CEO de General Electric, al asumir su cargo a
comienzos de los años ochenta: «Lo que fue la clave del éxito en los setenta, es una receta para
marcar el paso en los ochenta y un boleto para el cementerio en los noventa».
Son frecuentes los casos de empresas famosas que se debilitan e incluso desaparecen por seguir
haciendo lo que habían hecho bien toda la vida. Para juzgar a una estrategia como exitosa, una
buena utilidad en el año no es suficiente, la rentabilidad debe ser sostenida por un período
suficientemente largo, pero incluso las mejores empresas pasan por períodos de crisis.
Es en ese momento cuando emprenden la tarea de reinventarse y no lo pasan bien. Por eso, a
veces se afirma que el mejor momento para reformular la estrategia de una empresa es
cuando todo anda impecable y como el buen pasar no ayuda a tomar decisiones que rompen el
statu quo, a veces se dice que si no hay una crisis «hay que inventarla», para realmente movilizar
a toda la organización hacia nuevos objetivos estratégicos.
Estrategia es hacer las cosas bien, pero esto es un blanco móvil. Lo que antes daba una ventaja
frente a competidores menos preparados, hoy es un prerrequisito para competir, una condición
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Documento del profesor Nicolás Majluf.
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para poder hacerse presente en los mercados. Lo que ayer significaba hacer las cosas bien son
temas que hoy damos por descontados.
También, hace algún tiempo, «estrategia» era solo planificación con una mirada en el largo plazo,
era una preparación anticipada de las respuestas organizacionales a tendencias que se sabía que
venían. El punto es claramente entendible en las condiciones de postguerra, en las que se produjo
un auge económico sostenido por más de veinte años y un florecimiento demográfico. Por mucho
tiempo se llegó a pensar que planificación era predicción del futuro.
Este sistema se utiliza hasta hoy en empresas que necesitan horizontes largos de previsión, como
las generadoras de energía eléctrica. En Chile, la demanda crece alrededor del 7% anual, y en
consideración de ello se planifica la entrada en funcionamiento de una planta este año, dos plantas
más el siguiente y así sucesivamente, para no quedar desabastecidos. Lo mismo ocurre en la
industria del cobre, aunque más marcadamente, ya que en este contexto el corto plazo
corresponde a un horizonte de diez años. Con veinticinco años, el planificador minero se siente
cómodo, porque las inversiones tienen un período de maduración extraordinariamente largo.
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Estrategia, así entendida, es un gran esfuerzo
organizacional para prepararse a enfrentar un futuro
previsible, seleccionar las mejores tecnologías y
programar en detalle el esfuerzo que le corresponde
desplegar a cada una de las especialidades
funcionales.
Los ingenieros saben lo que se espera de ellos, los comerciales también. Las fuentes de
financiamiento no se improvisan en el último minuto y los encargados de la búsqueda, contratación
y capacitación de las personas tienen un arduo trabajo para contar con los talentos que se
necesitan. Es un mundo con una tremenda base racional y científica, en que la clave está en la
coordinación de las voluntades y esfuerzos que se requieren para dar una respuesta acabada a la
anticipación de las tendencias.
Sin duda, estrategia no necesitaría ser nada más que anticipación de tendencias y
coordinación de funciones si tuviésemos una visión certera de lo que viene. Pero no es ese
el mundo en que vivimos.
El cambio es ubicuo en el mundo de hoy, todo cambia, pero a diferencia de antes, el cambio nos
sorprende, nos perturba, no lo podemos predecir. Este mundo de incertidumbres siembra la
ansiedad en la gente y el desconcierto en las empresas, pero abre a ambos nuevas oportunidades
y espacios de desarrollo.
También está el entorno más directamente relacionado a los negocios, que impone
condicionamientos y define reglas del juego, el cual está determinado principalmente por marcos:
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Cambios en estas esferas están ocurriendo todo el tiempo y no pasan desapercibidos en el mundo
empresarial, porque afectan muy directamente los intereses de sus compañías.
Más punzante aún es el efecto de cambios en los mercados en que operan directamente las
empresas. Este es el entorno más inmediato.
Una visión económica de la dinámica del entorno: el modelo de las cinco fuerzas
Michael Porter propuso, a comienzos de la década de los ochenta, su famoso modelo de las cinco
fuerzas para analizar la dinámica de una industria (Figura 1). El supuesto esencial es que el
potencial de rentabilidad que una empresa tiene al competir en el mercado depende de un
modo muy fundamental de la estructura competitiva de la industria.
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Porter identificaba como “atractivas” aquellas industrias en las cuales su estructura permite esperar
una rentabilidad elevada. Entre sus principales características es posible observar:
• Una rivalidad reducida entre las empresas participantes en el mercado, lo cual evita que se
disipe la renta en el enfrentamiento competitivo. Lo contrario corresponde a una industria
poco atractiva.
Descifrar el cambio es una tremenda habilidad personal y colectiva, adaptarse y saber dar una
respuesta creativa a lo que viene es lo que hace a una empresa ser mejor que las demás.
Revisemos dos visiones respecto a la estrategia:
Visión reactiva:
Si el caso fuese que es difícil entender lo que está ocurriendo, debemos saber prepararnos
lo mejor posible para responder a lo que se nos presenta y así aprovechar las
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oportunidades o enfrentar las amenazas. Esta es sin duda una gran manera de enfrentar lo
que no se puede controlar, sin embargo, hay un sentido aún insuficiente en esta
comprensión de la estrategia. Esto es lo que denominaríamos una visión reactiva de la
estrategia.
Visión proactiva:
La visión proactiva de la estrategia no considera a la industria como un dato, sino que, por
el contrario, crea una nueva industria. No es la que se preocupa de las tendencias, sino
que impone las modas, en este sentido no parte con las necesidades del consumidor, sino
que genera nuevas necesidades que el consumidor ni siquiera sabía que tenía. Es una
estrategia que da forma al entorno en que el negocio se desenvuelve.
Las estrategias proactivas son más llamativas ya que implican un quiebre significativo de todas las
prácticas de una industria, impulsando una verdadera revolución. Lo que ha ocurrido con Internet y
empresas de alta tecnología no necesita demasiadas explicaciones, Google y el iPod son íconos
que han cambiado la forma de vivir, aprender y divertirse de millones de personas.
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