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El motivo por el cual realizó la obra fue la inspiración que tuvo durante un paseo con
amigos. Presenciando una escena de ambiente dramático, debido a que observó
un cielo nublado y rojo, que le llevo a causar desesperación y ansiedad.
Aún se discute el motivo de por que el cielo se encontraba en esa tonalidad. Un
artículo publicado por Olson en Sky and Telescope, propone que fue debido a
partículas que inundaron la atmósfera, tras la erupción del volcán “Krakatoa” en
Indonesia.
Vicente Camarasa:
Nos encontramos con una de las obras maestras del expresionismo, pues no en
vano se considera a su autor como uno de los padres de esta tendencia.
Como es bien visible, el objetivo del pintor no es recrear la realidad, sino utilizarla
para expresar un sentimiento de angustia y soledad. Es, por tanto, una obra en
donde prima lo expresivo sobre lo narrativo, siendo aquellos aspectos más
negativos del hombre o la sociedad los que más atraen al pintor, prisionero de una
biografía terrible.
Para conseguir la comunicación del sentimiento Munch recurre a todo tipo de
aspectos formales que creen inquietud en el espectador. De esta manera opone
rectas a curvas o colores cálidos a otros fríos, creando un fuerte contraste entre
ellos. Igualmente, la perspectiva acelerada hace que la visión no pueda centrarse
en un solo punto y vaya moviéndose por diagonales y curvas que generan un
movimiento tenso y compulsivo, semejante a la agitación interior que sufre el
personaje.
De esta manera, el exterior se deforma, como si su angustia se comunicara hacia
el paisaje que, con sus colores arbitrarios, nos refleja, más que un entorno, un
estado de ánimo.
Antonio Mínguez:
Hace unos meses, con motivo de la desaparición y posterior hallazgo del famoso
cuadro “el Grito”, obra representativa del pintor noruego Eduard Munch, vino a
cobrar de nuevo populosa actualidad este genial ejemplo de la pintura expresionista.
Durante unos días, la fotografía del cuadro se reprodujo profusamente en la prensa
diaria, y, si bien las informaciones se limitaban al robo de la obra de arte y su
recuperación por la policía, la imagen, en medio de las noticias habituales de
nuestro mundo, se convertía, una vez más, en la metáfora del horror que la crueldad
habitual de algunos comportamientos humanos inspiraron a su autor al realizar la
obra.
Ningún tiempo pasado fue mejor, pero el mundo y la sociedad que reflejaban las
páginas de los diarios durante los días en que el cuadro cobró protagonismo
contribuían a que el grito de angustia que emite el personaje central de la obra
resonara en nuestros oídos como una llamada de atención para hacernos
conscientes de la realidad que nos rodea y que creamos continuamente.
Toda la serie de variantes de “El Grito” fueron creadas en torno al año 1893.
Pretendía con ellos hacer una denuncia de la sociedad noruega, que se había
subordinado a los valores materiales, abandonando todo sentimiento de solidaridad
y cayendo en el ejercicio de una doble moral hipócrita que, según él, intentaba
disimular la carencia absoluta de sentimientos humanitarios. Esta corriente no era
exclusiva de su país natal, recorría Europa y América, como la consecuencia natural
de los valores e ideales que el liberalismo económico propagaba.