Professional Documents
Culture Documents
Max Gluckman
i ntroducción histórica
91
92 Max Gluckman
³ Un área de alrededor de 80 000 millas cuadradas que fue ocupada, según los
cálculos de Bryant, por unas 100 000 personas. Me parece que esta cifra es
demasiado baja. Se puede mencionar que las tribus que huyeron de la tiranía
de Shaka fundaron las naciones Matabele, Shangana y Nguni.
El reino Zulú de Sudáfrica 93
Montañas
Lebombo
SUAZI
TEMBE
THONGA
a b c
Río Pongola Lago
X Q
Y Santa Lucía
2 d 3 e
1 4
BOERS Z
f g h
Ekubuseni
Equlusini
7
5 6
8
9 Océano
Índico
11 10 12
Drakensberg
BASUTO 13 14
Montañas
Río Tug
ela
BRITÁNICOS Durban
5 La descripción zulú del clan es locativa: abakwazulu “las gentes del clan
zulú”, literalmente “la gente del lugar de los zulú”, no genitivo abakaZulu
“los descendientes de Zulú”.
98 Max Gluckman
7 La idea de los regimientos por edad se originó en la base de los antiguos gru-
pos de edad de Dingiswayo, uno de los jefes quien era el protector de Shaka.
100 Max Gluckman
9 Shaka procuraba que todo el comercio con los europeos pasara por sus
manos y, posteriormente, sólo a personas importantes se les permitía
comprar ciertas mercancías a los comerciantes.
104 Max Gluckman
los zulúes, era el hermano menor de Qwabe, fundador del clan Qwabe.
Hoy, el jefe qwabe es uno de los pocos jefes que no reconocen la
superioridad del rey zulú: asegura que él mismo es superior por naci-
miento. Las personas que anteriormente me hicieron comentarios,
consideran que es inválida: Shaka fundó la nación zulú, por lo que sus
herederos tienen derecho a gobernarla. Sin embargo, ellos dicen que
el rey debe “respetar” la antigüedad del parentesco del jefe qwabe.
Este principio funcionó en todos los clanes. Independientemente
del poder o de los límites políticos, el pueblo continuó respetando
la cabeza lineal de su clan. Podían recurrir a él para conciliar casos de
herencia, y a su vez aportar a la riqueza de la novia que tomaría como
esposa principal, aun cuando vivieran bajo la jefatura del linaje de
otro clan.
grupos más y más pequeños, y con menor poder ejecutivo cada vez.
De los funcionarios inferiores se pasaba a los más altos; en teoría la
voluntad del rey era casi absoluta. Abajo se encontraban los jefes de
grupos de parentesco que podían emitir órdenes y arbitrar en dispu-
tas dentro de sus grupos, pero carecían de poder para hacer cumplir
sus decisiones, excepto sobre mujeres y menores. Por otro lado, al re-
ducirse los grupos, los vínculos de la comunidad y del parentesco se
fortalecían, y conforme la fuerza se debilitaba como sanción, otras
sanciones sociales aumentaban en importancia. La dependencia de
los hombres con sus parientes más viejos en asuntos religiosos y
económicos, así como el apoyo para la solución de problemas era
muy fuerte; incluso en los cuarteles compartían chozas con sus pa-
rientes y dependían de ellos para obtener alimentos y apoyo en los
pleitos. En los grupos de parentesco, las principales actividades
integradoras y las sanciones sociales se basaban en la reciprocidad
y la vida comunal. Algunas reglas de parentesco se apoyaban en
sanciones judiciales, pero cuando estas obligaciones se hacían cum-
plir por la ley, la fuerza se utilizaba de acuerdo con el criterio del jefe y
no por la obligación misma.
He descrito las tribus y los grupos más pequeños como parte
de una organización piramidal estando el rey en la cúspide, a fin de
mostrar la estructura administrativa que se practicaba en los grupos
sociales, pero la posición de la cabeza de cada grupo era diferente,
pues se relacionaba con los miembros de su grupo mediante
vínculos diferentes a los que lo unían con la cabeza del grupo más
grande del que formaba parte. Además de los lazos de sentimien-
to, de heredad y de linaje, las cabezas ejercían autoridad por su estatus
de parentesco y su importancia en la vida social y económica de
sus inferiores: los indunas y sus seguidores compartían actividades
comunes, sociales y frecuentemente económicas, así como los asuntos
políticos; los miembros de la tribu se relacionaban con sus jefes so-
bre todo mediante los vínculos políticos; y todos los zulúes con el rey
El reino Zulú de Sudáfrica 111
¹¹ Así es como lo describen los zulúes, de hecho, pueden haber sido impul-
sados por intereses egoístas u otros motivos, pero sus acciones son descritas
en términos de valores tribales y nacionales.
112 Max Gluckman
s anciones a la autoridad
y estaBilidad del e stado
aun con todos los espías que tenía Shaka, éste no se salvó de ser ase-
sinado. El rey fue apoyado con gran fuerza y la rebelión requirió que
todos los jefes y príncipes se unieran. Uno de los primeros europeos
en llegar al territorio de Shaka constató que la política de Shaka era
mantener a sus jefes en constantes conflictos entre ellos, y los zulúes
reconocen esto como método de gobierno, señalando que el gobier-
no lo utiliza actualmente para dividir Natal y el territorio zulú en tres-
cientas jefaturas. Fuera de la familia real no había nadie que pudiera
mantener unida a la nación, y esto lo reconocían los jefes.
El pueblo dependía del liderazgo de sus funcionarios políticos
más cercanos para luchar contra un soberano opresor. Los zulúes no
tenían idea de ninguna organización política más que la jerarquía he-
reditaria, y su etapa de desarrollo social no conducía al establecimien-
to de nuevos tipos de régimen. Su única reacción a un mal gobierno
era deponer al tirano y poner a alguien más en su lugar con poderes
similares, aunque algunos individuos tiranos podían huir y refugiarse
en otras naciones; el pueblo podía aprovechar las intrigas por el poder
de los príncipes y los jefes, y estos últimos al intrigar, intentaban bus-
car el apoyo del pueblo. La política del rey era, por lo tanto, procesar
a cualquiera que representara una amenaza para su reinado: tenía que
enfrentar a rivales, no a revolucionarios. Los reyes mataban a todos
sus hermanos cuya rivalidad temían. Se consideraba menos proba-
ble que los tíos –padres según el sistema de parentesco– depusieran
al rey, y aun cuando el pueblo no podía quejarse del rey con los her-
manos de éste, sí podía recurrir a uno de los tíos. Los reyes y todos
los funcionarios estaban siempre alerta ante cualquier amenaza con-
tra ellos. Así como se creía que las medicinas de un gobernante lo ha-
cían inmune a la influencia de sus inferiores, si éste se sentía enfermo
en presencia de alguna persona, podía acusarla de hechicería.
El rey debía tratar a sus hermanos y jefes con cuidado para que
no se volvieran núcleos de descontento contra él. La tensión en la
relación entre el rey y sus hermanos era un freno en el poder del
El reino Zulú de Sudáfrica 115
¹6 Véase I. Schapera (ed.), Western Civilization and the Natives of South Africa,
Londres, Routledge, and Sons, 1934.
¹7 En relación con cifras de población y mapas, véase N. van Warmelo,
A Preliminary Survey of the Bantu Tribes of South Africa, Pretoria, Union
Government Printer, Department of Native Affairs, 1935. Los distritos
magisteriales abarcan alrededor de 30 000 personas; las tribus varían desde
decenas hasta unos pocos miles de contribuyentes.
¹8 Estas obligaciones son definidas en el Natal Code of Native Law Proclamation
No. 168/1932. Véase W. G. Stafford, Native Law as Practiced in Natal,
Johannesburgo, Witwatersrand University Press, 1935.
El reino Zulú de Sudáfrica 121
sistema político: los jefes son servidores del gobierno bajo el magis-
trado, a quien tienen que obedecer. En la vida zulú, el magistrado y
el jefe ocupan posiciones diferentes y opuestas en muchos sentidos.
El sistema político de los modernos zulúes es dominado en últi-
ma instancia por la fuerza del gobierno, representado en el distrito
por la policía. Sus miembros son pocos en número para el área y la po-
blación que tienen que vigilar, pero los respalda el abrumador poder
europeo. El magistrado es apoyado por este poder y su autoridad es
respaldada por la comunidad de la alta sociedad blanca de Sudáfrica.
En el desarrollo de las nuevas actividades que ha marcado el cambio
de la vida zulú, el gobierno ha jugado un papel determinante. Esta-
bleció la paz, estimuló a los hombres a trabajar para los europeos,
mantuvo las escuelas, creó los servicios de salubridad, de veterinaria y
agrícolas. De esta manera, el magistrado no sólo aplica los reglamen-
tos gubernamentales, sino que también es cabeza de la organización
que está trayendo nuevas empresas y algunas adaptaciones a las nue-
vas condiciones de los zulúes.¹9 Tiene que hacer muchas cosas que el
jefe no puede hacer por falta de poder, organización y conocimien-
to. La gente se dirige a la magistratura con sus preguntas y problemas.
Así la magistratura se ha vuelto la representante de muchos de los
nuevos valores y creencias que hoy afectan el comportamiento zulú.
Sin embargo, aunque los zulúes reconocen y se valen de la ma-
gistratura, su actitud hacia el gobierno es generalmente hostil y
desconfiada. Lo acusan de los nuevos conflictos en su comunidad; se-
ñalan que ciertas leyes son opresivas;²0 juzgan que el gobierno tiene
intenciones de adoptar ciertas medidas que según son para los inte-
reses de los zulúes, pero en realidad son planeadas para quitarles su
tierra y su ganado; y citan como argumento los abusos de los blancos
contra los zulúes en el pasado, y lo que consideran como una se-
rie de promesas rotas. Además, muchas de estas medidas entran en
conflicto con sus placeres, creencias y modo de vida, por ejemplo, la
prohibición de fumar hachís y los juicios por brujería; y el sumergir
al ganado y el control de los desplazamientos de ganado. Por lo
tanto, mientras que el gobierno requiere que los jefes respalden sus
medidas, el pueblo espera que sus jefes se opongan a ellas. Y por
lo regular, los jefes se oponen a ellas. Esta posición fue claramente
señalada en 1938, cuando un jefe fue elogiado por su pueblo porque
se opuso a la creación de corrales para evitar la erosión del suelo, pero
fue censurado por los funcionarios; un jefe que pidió corrales para
su ganado fue elogiado por los funcionarios pero fue censurado por su
pueblo y se quejaron con el rey zulú, pues el pueblo espera que sus lí-
deres examinen los proyectos del gobierno y “defiendan a su pue-
blo” contra cualquier agravio hacia ellos.
La imposición del régimen blanco y el desarrollo de nuevas
actividades han reducido y alterado radicalmente los poderes del
jefe. Éste es un subordinado del gobierno; no puede obligar, aun-
que reclute hombres para el trabajo forzoso; continúa siendo dueño
de la tierra, pero en menos cantidad y está sujeta a los controles
guber namentales; ha perdido su riqueza relativamente grande y
frecuentemente emplea lo que tiene buscando su propio beneficio
y no en el de su pueblo; muchos de sus hombres lo sobrepasan en
los nuevos conocimientos. Ahora, ellos tienen menos tiempo para
dedicarlo a los intereses de su jefe. Un jefe puede tratar de imponer an-
tiguas formas de lealtad, que muchos súbditos actualmente rechazan,
creándose así conflictos entre ellos. Si trata de oprimir o explotar a al-
guien, esta persona puede pedir protección al magistrado. Este último
punto importante no necesita elaboración, aunque puede notarse
El reino Zulú de Sudáfrica 123
c onclusiones
pero lo que antes controlaba a los jefes ahora impide que se vuelvan
simples peones subordinados al gobierno. No obstante, éste también
realiza una gran labor que los jefes no pueden hacer.
La oposición está sintetizada por la cooperación en las actividades
diarias; por la posición que un funcionario blanco conquista en la estima
del pueblo, de modo que pueda incluso defenderlos contra el gobier-
no, es decir, forma parte del grupo negro, en contra del grupo blanco, y
por el intento del pueblo por explotar las autoridades´ políticas opues-
tas, para su propia conveniencia. Además, las divisiones de cada grupo
extenso en grupos políticos y grupos opuestos con ideales e intere-
ses en conflicto, actúan para debilitar cada grupo en su interior y para
disminuir la oposición principal. Los miembros de grupos negros di-
sidentes, o los individuos que apoyan al gobierno en algún asunto,
puede decirse que favorecen al magistrado contra el jefe. En esta
forma los lazos sociales, económicos y otros entre los zulúes y los eu-
ropeos hacen que los zulúes acepten cada vez más el dominio blanco.
En la organización política existen funcionarios negros y blan-
cos que ocupan puestos completamente distintos en la vida del
pueblo y cuyas bases de poder son diferentes. Estos funcionarios
representan valores que pueden ser contradictorios. Por su lealtad
en diferentes situaciones a los funcionarios representantes de cada
grupo de valores, se impide que el pueblo se enfrente a un conflicto
patente entre estos valores. No obstante, pese a que el poder material
del jefe es insignificante comparado con el del gobierno, el lugar que
ocupa sólo es en gran medida un punto para que psicológicamente el
pueblo zulú acepte la dominación blanca con resignada hostilidad.²¹