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Biografía Diógenes de Apolonia

Diógenes de Apolonia nació en el


460 a.C. en Apolonia que era una
antigua ciudad de Iliria. Las
ruinas de esta ciudad se
encuentran en Albania. Y murió
en el 425 a.C.

Fue médico y filósofo. Estuvo


estudiando en Axímenes. Vivió
en Atenas durante un tiempo pero su ateísmo fue un problema allí puesto que
llegó a un punto en el que casi le cuesta la vida.

Diógenes de Apolonia aunque era de origen dórico escribía en otro dialecto que
era el de los jónicos que se hablaba en la región de Jonia todas sus teorías
filosóficas.

Una de ellas es que él entendía que todo estaba creado por un solo elemento
que, como Anaxímenes, que fue su maestro, es el aire que era el principio
universal del cosmos. El aire para él es una fuente unificadora de las funciones
fisiológicas y físicas.

Diógenes escribió que sepamos 4 libros. Uno fue contra los sofistas, otro sobre
la naturaleza del hombre, el penúltimo sobre la meteorología y finalmente sobre
la naturaleza.

El último que sería el libro sobre la naturaleza fue leído por otro filósofo
llamado Simplicio. Gracias a él nos ha llegado gran parte sobre esos
conocimientos.
Aportaciones a la filosofía

El último filósofo de la antigua Jonia fue Diógenes de Apolonia (440-430 a.C).


Tenía la opinión de que el aire es el principio de todas las cosas. Estas opiniones
fueron recogidas es su obra Sobre la Naturaleza. También otras obras como en
contra de los sofistas o sobre medicina. Se pensaba que Diógenes fuera un
médico profesional.

Diógenes pensaba que el mundo y sus partes estaban ordenados de la mejor


forma de las posibles por una intervención divina en la sustancia originaria que
es el aire.

Diógenes dice que la sustancia básica de toda realidad es el aire, por la razón de
que si todos los seres vivos pueden vivir es gracias al aire. Diógenes considera
al aire como principio de todas las cosas ya que se sustrae a casi todos los
sentidos. Es algo inmaterial o incorporal.

Para Diógenes la inteligencia es el aire caliente. Un calor moderado es una


característica del aire junto al alma. Es evidente que Diógenes pensaba como
un médico y que llevaba las tesis al campo de la medicina.

El aire interior proviene de la divinidad, es una parte de ella, y un ejemplo es


que cuando pensamos no vemos ni sentimos, porque el pensamiento se centra y
percibe de forma directa la divinidad. El pensamiento es una especie de órgano
que actúa por la acción de la respiración y movimiento de la sangre.

La sede del alma es el cerebro. Es el cerebro el órgano que interpreta el logos


de las variaciones del aire, es quien inteligente. El cerebro es el instrumento de
que se vale el aire para pensar.
Los otros órganos sensoriales están subordinados a este órgano principal,
mediante el cual se produce el acto de entender. El cerebro ‘resuena’ con ciertas
variaciones del aire que aportan un ‘logos’, como resuena el oído en unas
frecuencias determinadas para ofrecer el sonido. El aire exterior nutre el alma y
va primero al cerebro y permanece allí la mayor parte, el resto se expande por
todo el cuerpo a través de los vasos sanguíneos y hace participar, de esta manera,
el cuerpo entero en las intelecciones y en las emociones. Todo el cuerpo, pero
sobre todo el cerebro, ‘vibra’ con el aire.

Para Diógenes la inteligencia es lo mismo que la intensidad vital. Existen


diferentes grados de inteligencia y diferentes grados de intensidad vital que se
corresponden con ella. Estas diferencias de inteligencia y de vitalidad tienen su
origen en las propiedades del aire circundante y en la penetrabilidad del aire en
el cuerpo. Las que menos, las plantas, y luego los peces y las aves, tienen un
grado de vitalidad y de inteligencia bajo.

El ser humano es el que tiene un mayor grado, pero también es variable de un


momento a otro, no es nada absoluto y estático sino todo lo contrario. Hay
momentos en que las personas vivimos la vida de forma muy intensa; en otros
momentos pasa todo lo contrario, no somos capaces de elaborar mentalmente
nada y el entendimiento de las cosas está como ausente. Nuestra existencia es
abrumadoramente monótona y aburrida. En estos momentos, el grado de nuestra
intensidad vital es bajo, como el de nuestra inteligencia.

El pensamiento, no es nada superior que emerge de actividades, sino que está


en el mismo nivel que el sueño, los sentidos, el placer y el dolor, los
sentimientos, la salud… . Todo son sensaciones producidas por el aire.
El aire exterior entra en contacto y se mezcla con el aire que está dentro de los
órganos sensoriales o en el cerebro mismo, hasta el cual es llevado por los
canales sanguíneos. Diógenes afirma que las intelecciones provienen del aire.

El verdadero sujeto del pensamiento es en gran medida el aire en sí. La claridad


de la percepción y del intelecto de una concreta proposición depende
básicamente de: la sutileza del aire dentro del cuerpo; de la finura y la rectitud
del canal de la sangre que transporta el aire y de la resultante de la anatomía
concreta de las venas implicadas o afectadas. Cuando el aire se mezcla con la
sangre en la cabeza y esta mezcla resultante se permea por todo el cuerpo surge
la sensación de placer.

El pensamiento igualmente depende de la pureza y de la sequedad del aire.


Como el placer surge cuando el aire se mezcla con la sangre y penetra todo el
cuerpo a través de sus canales. Pensamiento y placer, entonces, son cosas muy
similares, en realidad. Pensar de manera comprensible es lo mismo que
disfrutar. Que otra hermosa intuición pareja con la anterior! Vitalidad, arrojo,
deleite, fruición, intelección, entendimiento, razón, pensamiento… están en la
misma dimensión, si no son una misma cosa.

Jatnna Henríquez Fernández


Matricula: LR-18-10951
Filosofo: Diógenes de Apolonia

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