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DEFINICIONES DE LIBERTAD.
Rene Descartes. La libertad consiste en afirmar o negar, perseguir o evitar, las cosas que el
entendimiento nos propone y obramos sin sentir que ninguna fuerza fuerce,
Immanuel Kant. La libertad es la capacidad de las personas para obrar según su propia razón,
lo que equivale a autonomía de la voluntad.
Thomas Hobbes Leviatán, define LIBERTAD como la ausencia de impedimentos externos que
a menudo pueden arrebatar a un hombre parte de su poder para hacer lo que le plazca, pero no
pueden impedirle usar el poder que le queda, de acuerdo con lo que le dicten su juicio y su razón.
Nivel 1. Preconvencional. Los actos son buenos o malos para el niño en base a sus
consecuencias materiales o las recompensas o castigos que le reportan. El niño es receptivo
a las normas y etiquetas de bueno y malo, justo o injusto, pero lo interpreta en función de las
consecuencias. Este nivel se divide en dos estadios
Estadio 5. La acción recta es la que se ajusta a los derechos generales de los individuos
consensuados por la sociedad.
Estadio 6. La ética universal. Lo recto es una decisión tomada en conciencia, de acuerdo
con unos principios: justicia, igualdad de derechos, respeto a la dignidad de las
personas...
¿TE SIENTES LIBRE? LAS DOS CARAS DE LA LIBERTAD.
Si bien es cierto que por definición somos libres y por tanto responsables, no siempre es así.
Somos libres para unas cosas pero no para otras. Nunca somos completamente libres y eso es una
característica de nuestra libertad.
En general decimos que nos sentimos libres cuando podemos hacer lo que queremos, pero una
cosa es poder hacer lo que uno desea y otra casa diferente es hacer lo que auténticamente
queremos. Por ejemplo, en un momento determinado nos puede apetecer ver una película, pero
como tenemos que preparar un examen para el día siguiente, nos armamos de voluntad y
decimos no verla. En este caso hemos deseado ver la película, pero no has querido verla.
El deseo es lo que nos apetece en un momento determinado, sin embargo, el querer, es decir la
voluntad, es la capacidad de hacer algo porque lo consideramos conveniente, aunque tal vez no
se desee.
La diferencia entre desear y querer nos dice que hay dos formas de ser libres: la libertad para
hacer lo que se desea y la libertad para hacer lo que se quiere, aunque no se desee.
Entonces ¿Cuál es la auténtica libertad? Los seres humanos nos sentimos más libres cuando
somos capaces de dominar nuestros impulsos y deseos e imponer nuestra voluntad o querer.
Los seres humanos y los animales tienen deseos. Pero nos distinguimos por tener razón y
voluntad. La razón nos permite prever qué es lo conveniente, más allá de nuestros impulsos.
La libertad para hacer lo que desea es la única a la que puede aspirar el animal. Los humanos
podemos alcanzar un grado de libertad más elevado debido a la nuestra capacidad de querer.
La libertad para hacer lo que deseas depende de factores no ligados a la razón ni a la voluntad.
Por ejemplo si tienes hambre es porque tienes deseo de comer y ese deseo surge sin que nos lo
propongamos.
En cambio la libertad para hacer lo que se quiere, sí depende de uno mismo, de nuestra razón y
nuestra voluntad. Por tanto utilizamos la libertad de querer cuando, en una situación, tenemos al
menos dos opciones y elegimos una, y la elegimos porque queremos.
Autonomía es la capacidad que tiene el ser humano de darse a sí mismo las leyes que deben
regir su conducta. Somos moralmente autónomos en la medida en que regimos nuestra
conducta según leyes o principios que nosotros mismos hemos elegido, haciendo uso de nuestra
razón y nuestra voluntad
Cuando nuestro comportamiento sigue principios ajenos a nuestra razón, como pueden ser
nuestros caprichos, nos comportamos según unas leyes que no proceden de nosotros mismos, se
denomina Heteronomia. Somos moralmente heterónomos cuando seguimos las leyes de
nuestros impulsos y deseos.
¿QUÉ PODEMOS Y QUÉ NO PODEMOS HACER?
No podemos querer cualquier cosa. Nadie es capaz de desear algo que le resulte repugnante o
molesto, por ejemplo, un dolor de muelas. Solo podemos querer lo que es realizable.
Por ello, lo primero que debemos hacer es conocer los límites de nuestra voluntad, es decir lo
que podemos y no podemos querer.
Nuestra voluntad, junto con nuestra razón, establece un orden de prioridades entre nuestros
deseos.
La mayoría hemos sido educados en el respeto a esas leyes y normas, nos sentimos obligados por
ellas. Esta obligación, sin embargo, no es absoluta: podemos actuar en contra de la ley o
incumplir normas generalmente aceptadas. Es lo que hace el delincuente, en el primer caso, o el
excéntrico en el segundo.
Leyes y normas en cierto modo nos obligan a actuar de un modo y no de otro, pero puede ser
moralmente correcto negarse a cumplir ciertas leyes y normas sociales cuando se deba a
poderosas razones que surjan de nuestra propia conciencia moral.