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La diferencia entre el hombre (macho y padre) y la mujer (hembra y madre), considerada como
un dato esencial e imprescindible de la naturaleza humana, derivada, por otra parte, de la
creación divina, está hoy sometida a debate por la más reciente cultura sexual, que, contestando
la naturalidad de la diferencia entre varón y mujer, reivindica el derecho, incluso en el plano
jurídico, a definir de otro modo el género sexual al que se pertenece. Las actuales
reivindicaciones e implicaciones con respecto a la identidad, la diferencia, las relaciones
sexuales, componen lo que, asumiendo la categoría más recurrente y debatida, puede ser definido
como “la cuestión del gender”.
Palabras clave:
Género; Gender; Identidad; Sexualidad; Feminismo
The difference between man (male and father) and woman (female and mother), considered as an
essential and indispensable datum of human nature, derived, on the other hand, from divine
creation, is today under discussion by the most recent sexual culture, which, answering the
naturalness of the difference between male and female, vindicates the right, even in the legal
sphere, to define otherwise the sexual gender to which one belongs. The current claims and
implications regarding identity, difference, sexual relations, make up what, assuming the most
recurrent and debated category, can be defined as "the question of gender".
Keywords:
Gender; Identity; Sexuality; Feminism
1
Cf. L AGARDE, MARCELA: La multidimensionalidad de la categoría género y del feminismo, e n: González Marín,
María Luisa (Coord). Metodología para los estudios de género. Instituto de Investigaciones Económicas,
Universidad Nacional Autónoma de México. México. p. p. 48-71.
3
enunciados desde el discurso patriarcal como “naturales”. Siendo así, el “sexo” se hereda y el
“género” se adquiere a través del aprendizaje cultural. En palabras de Marta Lamas:
“Además del objetivo científico de comprender mejor la realidad social, estas académicas tenían un objetivo
político: distinguir que las características humanas consideradas femeninas eran adquiridas por las mujeres mediante
un complejo proceso individual y social, en vez de derivarse naturalmente de su sexo. Suponían que con la
distinción entre “sexo” y “género” se podía enfrentar mejor el determinismo biológico y se ampliaba la base teórica
argumentativa a favor de la igualdad de las mujeres”. 2
Este fue un concepto recuperado por varias ciencias sociales. Una de las primeras en hacerlo fue
la antropología en la obra de Gayle Rubin con su aportación “sistema sexo-género”, la
antropóloga estadounidense solicita la consideración de las prácticas mediante las cuales una
sociedad interpreta los cuerpos sexuados y configura los roles sociales. 3
La distinción entre sexo y género propició la tesis para lo que hoy conocemos como “teoría de
género”, según la cual, las diferencias entre el hombre y la mujer no corresponden a una
naturaleza dada, sino que serían meras construcciones culturales plasmadas de acuerdo con los
roles y los estereotipos que en cada sociedad se atribuyen a los sexos. Según la “teoría de
género” el género sexual no viene dado por la naturaleza, sino que es construido por la sociedad
mediante la cultura .4
2
Cf. LAMAS, MARTA: Usos, posibilidades y dificultades de la categoría género (1999)
3
Cf. FUMAGALLI, ARISTIDE: La cuestión del gender: claves para una antropología sexual, Sal Terrae. 2016, pág. 29.
4
Cf. Idem. Pág. 30
4
tiempo y la división sexual del trabajo), y de estructuras cognitivas inscritas en los cuerpos y en
las mentes mediante el mecanismo básico y universal de la oposición binaria.
De lo anterior, emerge la complejidad de las transformaciones sociales y subjetivas en el orden
de los géneros, en tanto su lógica ha estado “inscrita por muchísimos años en la objetividad de
las estructuras sociales y en la subjetividad de las estructuras mentales”.
De particular importancia en orden a la elaboración de la categoría de género es la teoría del
construccionismo social, según la cual, las instituciones y las estructuras de una sociedad son
producto de la interacción entre las acciones de los individuos. El procedimiento de la
construcción socio-cultural de la identidad subjetiva comporta tres fases:
La exteriorización, en la que los individuos dan vida a la realidad social; la objetivación, en la
que, por medio de la simbólica cultural, la realidad social se convierte en una realidad
independiente de los sujetos; y la interiorización, en la que la realidad objetiva es acogida y
legitimada por los individuos particulares.5
No obstante, la capacidad activa del sujeto en el proceso de construcción de su subjetividad, por
su carácter socio histórico que implica la posibilidad de cambios, genere transformación en el
tiempo con las prácticas.6
La construcción del género podría elaborarse sobre la base de otras variables que no se remiten
exclusivamente a categorías binarias, sino en favor de una multiplicidad de variables. Se asume
una configuración múltiple en la que se tienen en cuenta categorías como por ejemplo la
7
orientación sexual, que indica la tendencia del propio deseo sexual. También encontramos la
categoría física denominada “sexo biológico” que viene dado por los componentes genéticos.
Otra categoría es la “identidad de género” relativa a la percepción que el individuo tiene de sí
mismo, de acuerdo o no con su sexo biológico. El “comportamiento sexual” como categoría
atiende al modo de realización de la identidad sexual. Por medio de la “expresión de género” la
persona se muestra al mundo desde la ropa que usa, como así también, desde sus costumbres y
gestos. Y por último el “rol del género”, indica el comportamiento sexual que una sociedad
espera y promueve en un sujeto. 8
5
UMAGALLI, ARISTIDE: La cuestión del gender: claves para una antropología sexual, Sal Terrae. 2016, pág. 28.
F
6
Cf. LAMAS, MARTA: Usos, posibilidades y dificultades de la categoría género (1999)
7
Cf. FUMAGALLI, ARISTIDE: La cuestión del gender: claves para una antropología sexual, Sal Terrae. 2016, pág. 30.
8
Cf. Idem. Pág. 19
5
En su libro más influyente, Gender Trouble9, su autora, Judith Butler, comienza citando diversos
temas, en primera medida pone en duda la idea de "mujer" como categoría esencial; luego la
cuestión del vínculo entre mujer y sexo, para finalizar con problematizar la "naturalidad" del
sexo. A pesar de la inspiración y luces que Butler extrae de esas pensadoras-es respecto a las
nociones de "mujer", "hembra-hombre", "sexualidad", "deseo", "género" y "cuerpo", esta autora
rechaza sus posiciones teóricas finales, y todas por la misma razón: por confiar en ciertos
presupuestos pre-discursivos o naturalistas.
Para Butler, todos esos conceptos están discursivamente constituidos; por ejemplo, la noción de
"género" que marca a un cuerpo como "mujer" u "hombre" no es natural ni innata, sino más bien
una construcción social que sirve a propósitos particulares y a determinadas instituciones. El
“género” no es simplemente una construcción social, sino un modo de "performatividad".
Mediante el acto continuo de repetición y actuación, un cuerpo se convierte en "varón" o
"mujer", pues "el género es siempre un proceso". Si ser "varón" o "mujer" no es ni natural ni
divino por principio, esas categorías pueden ser problematizadas, confundidas, desestabilizadas y
subvertidas, debido a que, como Butler señala, tienden a ser instrumentos de regímenes
regulatorios, sea como categorías reguladoras de estructuras opresoras o como puntos de acuerdo
para una contestación libertaria de tal opresión.
Tras desenmascarar Butler la falsa apariencia de la "identidad estable del género" mediante la
noción de “performatividad”, esta llama a poner el género en disputa. Para Butler, "cuando la
condición del género se teoriza como algo completamente independiente del sexo, el género
mismo pasa a ser un artificio ambiguo, con el resultado de que hombre y masculino pueden
significar tanto un cuerpo de mujer como de hombre, y mujer y femenino tanto uno de hombre
como de mujer".
9
JUDITH BUTLER: El género en disputa: El feminismo y la subversión de la identidad (1990)
6
5. Conclusión
La apropiación del concepto “gender” en la cultura política aparece inmediatamente como algo
realmente funcional en la lucha contra la discriminación y en favor de la igualdad de
oportunidades de las mujeres con respecto a los hombres. Por otra parte, el término “gender” ha
sido asumido dentro de la arena política internacional en el marco de una reinterpretación que,
separándolo del concepto sexo “biológico”, lo considera como un producto de la cultura social y,
como tal, des-construible y definible por parte de la libertad individual.
Interpretándose de otro modo la de género no se refiere a la relación entre hombres y mujeres,
sino que incluiría toda relación entre individuos, prescindiendo de su sexo biológico, así como de
su orientación sexual.
La equidad es una igualdad teniendo en cuenta la realidad en la que vivimos, es decir, asume las
diferencias iniciales que existen y trata de nivelarlas, para que todos gocemos de las mismas
oportunidades. En relación a cada individuo, sea este varón o mujer, heterosexual, homosexual,
bisexual o transexual, los Estados deberían reconocer y procurar las mismas oportunidades,
porque, de no ser así, resultaría discriminatorio. Van en esta dirección los procedimientos
jurídicos: la inscripción en el registro civil con un sexo neutro, alternativo al masculino o
femenino; la abolición de términos con connotación sexual, como los de paternidad o
maternidad, sustituidos por los sexualmente neutros de genitoriedad y de igualdad de
posibilidades de acceder a la institución del matrimonio y a la adopción por parte de las uniones
homosexuales.
El concepto de equidad es tal vez el que nos puede ayudar a superar estas situaciones, lo mismo
el poder aceptar la existencia de situaciones personales que sin ser la mayoría general, merecen
ser aceptadas y apoyadas desde la reflexión y la vida para poder encontrar su lugar evitando la
discriminación, la marginalidad o la indiferencia tolerante. Porque tolerar no es siempre aceptar,
y aceptar casi siempre supone incluir e incorporar.
09-11-18 / 13-11-18
7
Autores
Carlos Nieto Moreira, odem / Carlos Bárzola, odem
Estudiantes del Profesorado de Ciencias Sagradas y el Bachillerato Teológico por el CEFyT.
Miembros de La Orden de La Merced. Actualmente residen en la casa de Formación León XIII
de la ciudad de Córdoba - Argentina.