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La diferencia entre el hombre (macho y padre) y la mujer (hembra y madre), considerada como
un dato esencial e imprescindible de la naturaleza humana, derivada, por otra parte, de la
creación divina, está hoy sometida a debate por la más reciente cultura sexual, que, contestando
la naturalidad de la diferencia entre varón y mujer, reivindica el derecho, incluso en el plano
jurídico, a definir de otro modo el género sexual al que se pertenece. Las actuales
reivindicaciones e implicaciones con respecto a la identidad, la diferencia, las relaciones
sexuales, componen lo que, asumiendo la categoría más recurrente y debatida, puede ser definido
como “la cuestión del ​gender​”.
Palabras clave:
Género; Gender; Identidad; Sexualidad; Feminismo

The difference between man (male and father) and woman (female and mother), considered as an
essential and indispensable datum of human nature, derived, on the other hand, from divine
creation, is today under discussion by the most recent sexual culture, which, answering the
naturalness of the difference between male and female, vindicates the right, even in the legal
sphere, to define otherwise the sexual gender to which one belongs. The current claims and
implications regarding identity, difference, sexual relations, make up what, assuming the most
recurrent and debated category, can be defined as "the question of gender".
Keywords:
Gender; Identity; Sexuality; Feminism

GENDER: en busca de la paridad de género


1. Introducción
El término inglés ​gender no equivale al español “género”, con el que suele traducirse. A
diferencia del español “género”, que puede ser entendido, bien en un sentido específicamente
sexual, bien en un sentido genéricamente humano⏤varón y mujer son dos género sexuales, pero
pertenecen al único género humano⏤, el inglés ​gender se refiere únicamente a la diferencia
específica que connota a los seres humanos, sin significar su pertenencia común a la misma
humanidad. Sin embargo, a diferencia del español “género”, que también puede ser entendido
como sinónimo de “sexo”⏤se habla de “sexo” masculino y femenino, pero también de “género”
masculino y femenino⏤, el inglés ​gender no es sinónimo de ​sex​, con respecto al cual, por el
contrario, se subraya la distinción.
La confusión semántica y la indeterminación conceptual asemejan la cuestión ​gender a una
nebulosa constituida por la convergencia y mezcolanza de diversas variables, correspondientes
no solo a “hombres y mujeres, masculino y femenino, relaciones e interacciones”, sino también
al “modo en que estos dos tipos humanos realizan, padecen y modifican en el tiempo la relación
entre ellos y con el mundo”.
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2. Surgimiento histórico del concepto Género


El género constituye la categoría explicativa de la construcción social y simbólica
histórico-cultural de los hombres y las mujeres sobre la base de la diferencia sexual. Marcela
Lagarde plantea que “la categoría de género analiza la síntesis histórica que se da entre lo
biológico, lo económico, lo social, lo jurídico, lo político, lo psicológico, lo cultural; implica al
sexo pero no agota ahí sus explicaciones”.1
Por la década del sesenta del siglo XX, surgió el concepto género dentro del ámbito de la
psicología en su corriente médica, para destacar un acontecimiento hasta entonces no valorado:
existía algo fuera del sexo biológico que determinaba la identidad y el comportamiento. Tal fue
el hallazgo de Robert Stoller (1964) quien estudiaba los trastornos de la identidad sexual en
aquellas personas en las que la asignación del sexo falló, dada la confusión que los aspectos
externos de sus genitales producían. Los casos estudiados condujeron a Stoller a suponer que el
peso y la influencia de las asignaciones socioculturales a los hombres y las mujeres, a través de
entre otros los ritos y las costumbres, y la experiencia personal constituían los factores que
determinan la identidad y el comportamiento femenino o masculino y no el sexo biológico.
A partir de este descubrimiento acerca del papel de la socialización como elemento clave en la
adquisición de la identidad femenina o masculina, habiendo disfunciones sexuales semejantes en
los individuos, ​Stoller y John Money propusieron una distinción conceptual entre “sexo” y
“género”, en los cuales el “sexo” refiere a los rasgos fisiológicos y biológicos del ser macho o
hembra, y el “género” a la construcción social de esas diferencias sexuales.
Este hecho tuvo el valor de incorporar la categoría “género”, años más tarde, a los Estudios de la
Mujer de la década del setenta por el feminismo estadounidense académico, ayudando a resolver
problemáticas que éstos no podían explicar fácilmente y en la búsqueda de legitimidad
académica, lo cual desembocó en los Estudios de Género, ​por cuanto distinguir entre “sexo” y
“género”, suponía explicar una serie de condicionamientos sociales y culturales en su historia
que se inscriben sobre los cuerpos y la sexualidad humana, especialmente los femeninos,

1
Cf. L​ AGARDE, MARCELA​: ​La multidimensionalidad de la categoría género y del feminismo,​ e​ n: González Marín,
María Luisa (Coord). Metodología para los estudios de género. Instituto de Investigaciones Económicas,
Universidad Nacional Autónoma de México. México. p. p. 48-71.
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enunciados desde el discurso patriarcal como “naturales”. Siendo así, el “sexo” se hereda y el
“género” se adquiere a través del aprendizaje cultural​. En palabras de Marta Lamas:

“Además del objetivo científico de comprender mejor la realidad social, estas académicas tenían un objetivo
político: distinguir que las características humanas consideradas femeninas eran adquiridas por las mujeres mediante
un complejo proceso individual y social, en vez de derivarse naturalmente de su sexo. Suponían que con la
distinción entre “sexo” y “género” se podía enfrentar mejor el determinismo biológico y se ampliaba la base teórica
argumentativa a favor de la igualdad de las mujeres”. 2

Este fue un concepto recuperado por varias ciencias sociales. Una de las primeras en hacerlo fue
la antropología en la obra de Gayle Rubin con su aportación “sistema sexo-género”, la
antropóloga estadounidense solicita la consideración de las prácticas mediante las cuales una
sociedad interpreta los cuerpos sexuados y configura los roles sociales. 3
La distinción entre sexo y género propició la tesis para lo que hoy conocemos como ​“teoría de
género”, según la cual, las diferencias entre el hombre y la mujer no corresponden a una
naturaleza dada, sino que serían meras construcciones culturales plasmadas de acuerdo con los
roles y los estereotipos que en cada sociedad se atribuyen a los sexos. Según la “teoría de
género” el género sexual no viene dado por la naturaleza, sino que es construido por la sociedad
mediante la cultura .4

3. La construcción socio-cultural del género: “nuevas variables”


Si los discursos, en la construcción de la subjetividad, se enuncian desde una posición de poder
del orden patriarcal, es lógico entonces que tengan un efecto poderoso en dicha configuración, ya
que tales discursos, elaborados en la lógica del “género”, como explica Bourdieu, están tan
profundamente arraigados que no requieren ser justificados, legitimados, en tanto se imponen a
sí mismos como autoevidentes, y se toman como naturales gracias al acuerdo casi perfecto e
inmediato que obtienen de las estructuras sociales (como la organización social de espacio y

2
Cf.​ ​LAMAS, MARTA​:​ Usos, posibilidades y dificultades de la categoría género​ (1999)
3
Cf. ​FUMAGALLI, ARISTIDE​: ​La cuestión del gender: claves para una antropología sexual,​ Sal Terrae. 2016, pág. 29.
4
​Cf. Idem. Pág. 30
4

tiempo y la división sexual del trabajo), y de estructuras cognitivas inscritas en los cuerpos y en
las mentes mediante el mecanismo básico y universal de la oposición binaria.
De lo anterior, emerge la complejidad de las transformaciones sociales y subjetivas en el orden
de los géneros, en tanto su lógica ha estado “inscrita por muchísimos años en la objetividad de
las estructuras sociales y en la subjetividad de las estructuras mentales”.
De particular importancia en orden a la elaboración de la categoría de género es la teoría del
construccionismo social, según la cual, las instituciones y las estructuras de una sociedad son
producto de la interacción entre las acciones de los individuos. ​El procedimiento de la
construcción socio-cultural de la identidad subjetiva comporta tres fases:
La exteriorización, en la que los individuos dan vida a la realidad social; la objetivación, en la
que, por medio de la simbólica cultural, la realidad social se convierte en una realidad
independiente de los sujetos; y la interiorización, en la que la realidad objetiva es acogida y
legitimada por los individuos particulares.5
No obstante, la capacidad activa del sujeto en el proceso de construcción de su subjetividad, por
su carácter socio histórico que implica la posibilidad de cambios, genere transformación en el
tiempo con las prácticas.6
La construcción del género podría elaborarse sobre la base de otras variables que no se remiten
exclusivamente a categorías binarias, sino en favor de una multiplicidad de variables. Se asume
una configuración múltiple en la que se tienen en cuenta categorías como por ejemplo la
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orientación sexual, que indica la tendencia del propio deseo sexual. También encontramos la
categoría física denominada “sexo biológico” que viene dado por los componentes genéticos.
Otra categoría es la “identidad de género” relativa a la percepción que el individuo tiene de sí
mismo, de acuerdo o no con su sexo biológico. El “comportamiento sexual” como categoría
atiende al modo de realización de la identidad sexual. Por medio de la “expresión de género” la
persona se muestra al mundo desde la ropa que usa, como así también, desde sus costumbres y
gestos. Y por último el “rol del género”, indica el comportamiento sexual que una sociedad
espera y promueve en un sujeto. 8

5
​ UMAGALLI, ARISTIDE​: ​La cuestión del gender: claves para una antropología sexual​, Sal Terrae. 2016, pág. 28.
F
6
Cf. ​LAMAS, MARTA​:​ Usos, posibilidades y dificultades de la categoría género​ (1999)
7
Cf. ​FUMAGALLI, ARISTIDE​: ​La cuestión del gender: claves para una antropología sexual,​ Sal Terrae. 2016, pág. 30.
8
​Cf. Idem. Pág. 19
5

4. La desconstrucción del género

En su libro más influyente, Gender Trouble9, su autora, Judith Butler, comienza citando diversos
temas, en primera medida pone en duda la idea de "mujer" como categoría esencial; luego la
cuestión del vínculo entre mujer y sexo, para finalizar con problematizar la "naturalidad" del
sexo. A pesar de la inspiración y luces que Butler extrae de esas pensadoras-es respecto a las
nociones de "mujer", "hembra-hombre", "sexualidad", "deseo", "género" y "cuerpo", esta autora
rechaza sus posiciones teóricas finales, y todas por la misma razón: por confiar en ciertos
presupuestos pre-discursivos o naturalistas.
Para Butler, todos esos conceptos están discursivamente constituidos; por ejemplo, la noción de
"género" que marca a un cuerpo como "mujer" u "hombre" no es natural ni innata, sino más bien
una construcción social que sirve a propósitos particulares y a determinadas instituciones. El
“género” no es simplemente una construcción social, sino un modo de "performatividad".
Mediante el acto continuo de repetición y actuación, un cuerpo se convierte en "varón" o
"mujer", pues "el género es siempre un proceso". ​Si ser "varón" o "mujer" no es ni natural ni
divino por principio, esas categorías pueden ser problematizadas, confundidas, desestabilizadas y
subvertidas​, debido a que, como Butler señala, tienden a ser instrumentos de regímenes
regulatorios, sea como categorías reguladoras de estructuras opresoras o como puntos de acuerdo
para una contestación libertaria de tal opresión.
Tras desenmascarar Butler la falsa apariencia de la "identidad estable del género" mediante la
noción de “performatividad”, esta llama a ​poner el género en disputa​. Para Butler, "cuando la
condición del género se teoriza como algo completamente independiente del sexo, el género
mismo pasa a ser un artificio ambiguo, con el resultado de que hombre y masculino pueden
significar tanto un cuerpo de mujer como de hombre, y mujer y femenino tanto uno de hombre
como de mujer".

9
​JUDITH BUTLER:​ ​El género en disputa:​ El feminismo y la subversión de la identidad​ (1990)
6

5. Conclusión
La apropiación del concepto “gender” en la cultura política aparece inmediatamente como algo
realmente funcional en la lucha contra la discriminación y en favor de la igualdad de
oportunidades de las mujeres con respecto a los hombres. Por otra parte, el término “gender” ha
sido asumido dentro de la arena política internacional en el marco de una reinterpretación que,
separándolo del concepto sexo “biológico”, lo considera como un producto de la cultura social y,
como tal, des-construible y definible por parte de la libertad individual.
Interpretándose de otro modo la de género no se refiere a la relación entre hombres y mujeres,
sino que incluiría toda relación entre individuos, prescindiendo de su sexo biológico, así como de
su orientación sexual.
La equidad es una igualdad teniendo en cuenta la realidad en la que vivimos, es decir, asume las
diferencias iniciales que existen y trata de nivelarlas, para que todos gocemos de las mismas
oportunidades. En relación a cada individuo, sea este varón o mujer, heterosexual, homosexual,
bisexual o transexual, los Estados deberían reconocer y procurar las mismas oportunidades,
porque, de no ser así, resultaría discriminatorio. Van en esta dirección los procedimientos
jurídicos: la inscripción en el registro civil con un sexo neutro, alternativo al masculino o
femenino; la abolición de términos con connotación sexual, como los de paternidad o
maternidad, sustituidos por los sexualmente neutros de genitoriedad y de igualdad de
posibilidades de acceder a la institución del matrimonio y a la adopción por parte de las uniones
homosexuales.
El concepto de equidad es tal vez el que nos puede ayudar a superar estas situaciones, lo mismo
el poder aceptar la existencia de situaciones personales que sin ser la mayoría general, merecen
ser aceptadas y apoyadas desde la reflexión y la vida para poder encontrar su lugar evitando la
discriminación, la marginalidad o la indiferencia tolerante. Porque tolerar no es siempre aceptar,
y aceptar casi siempre supone incluir e incorporar.
09-11-18 / 13-11-18
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Autores
Carlos Nieto Moreira, odem / Carlos Bárzola, odem
Estudiantes del Profesorado de Ciencias Sagradas y el Bachillerato Teológico por el CEFyT.
Miembros de La Orden de La Merced. Actualmente residen en la casa de Formación León XIII
de la ciudad de Córdoba - Argentina.

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