You are on page 1of 116

El Exilio, una cultura. ¿Una forma de vivir, una forma de morir?

Reflexiones acerca del Exilio.

Hace una década inicié mi trabajo en este complejo tema que hoy es un tema
instalado en las ciencias sociales y disciplinas afines.

El exilio asume realidades diferentes según factores múltiples y afecta


diferencialmente a quienes lo vivieron, según el país de acogida, la edad, el
género, la etnia, la clase, la militancia, el nivel socioeconómico, educacional,
manejo de idiomas, el tipo de familia, el estado de salud, secuelas a raíz de las
situaciones vividas previas a la salida del país de origen- prisión, tortura,
desaparición o ejecución de familiares directos entre otros múltiples factores.

El exilio es una migración forzada que asume formas tales como el refugio político,
el extrañamiento, salida posterior al asilo, salida por reunificación familiar, salida
clandestina y salida en forma voluntaria. Todas estas situaciones tienen en común
la persecución, la represión de Estado y el riesgo para la vida.

El exilio o destierro, ha tenido dos variantes a lo largo de la historia: voluntario,


cuando las condiciones sociales, políticas, religiosas o económicas, llevan a un
individuo o a un grupo de ellos a la determinación de autoexiliarse por temor a
persecución o represalias; y forzado, conocido históricamente como destierro o
extrañamiento, producto de determinaciones legales o arbitrarias de la
administración política de turno o vencedora.

Exilio político durante el Régimen Militar de Chile.

En esta categoría se incluyen a chilenos o descendientes de estos que tras el


Golpe de Estado en Chile de 1973 debieron dejar, fueron obligados o se
refugiaron fuera del país a partir durante el Régimen Militar.

En Chile, el exilio ha tenido un carácter fundamentalmente político y se ha


institucionalizado en el sistema legal chileno como pena a delitos contra la patria,
traición, conspiración o sublevación. Durante el período colonial, el destierro
incluía tanto la expulsión de personas fuera del territorio, como la prisión o
destierro en zonas apartadas del país, lo que posteriormente se llamó relegación.
ANTROPOLOGÍA VIRTUAL, MEMORIA COLECTIVA E IDENTIDAD DE LA
DIÁSPORA CHILENA

de Adriana Goñi – 30 de Julio de 2007,

Los Estudios de Comunidades Diaspóricas.

Las ciencias sociales, y la Antropología en especial, surgen de la necesidad de las


distintas formaciones sociales históricamente dadas de conocer los factores que
generan y agudizan los hechos sociales que caracterizan cada época en cada
lugar.

El conocimiento es poder…Y cada sociedad ha utilizado los conocimientos que


adquiere acerca de los miembros que la componen, para los fines que les son
relevantes: colonialismo, imperialismo, indigenismos, movimientos autonomistas y
todo fenómeno socio cultural que incide en la dinámica de cada grupo social,
dialécticamente permeado por otras sociedades con las que interrelacionan.

Desde mediados del siglo XX se observa la irrupción de los fenómenos de


migraciones forzadas, por distintas causas y magnitudes, lo que ha conducido a
estudios intensivos, en todos los continentes, de comunidades que se definen
como “diaspóricas”, “identidades de Exilio”, “estudios de la Alteridad,” y otras
delimitaciones de tema acordes con las distintas disciplinas y marcos teóricos.

En Chile ha habido desde temprano movimientos migratorios forzados


importantes, pero es a partir del Golpe de Estado del año 1973, que estos
movimientos se hacen masivos, hacia más de 50 países del planeta.

Este fenómeno de exilio forzado por una represión estatal asume características
de implicar grupos familiares completos; de tener un marcado énfasis en hombres
y mujeres jóvenes; de poseer un carácter de “exilio masculino”, según algunos
investigadores; del surgimiento de una toma de conciencia de las mujeres
respecto a sus roles, lo que producirá dramáticos cambios culturales; una
situación endeble en cuanto a salud mental de los exiliados, debido a las
violaciones a sus derechos, cárcel, tortura y pérdidas importantes de personas
cercanas de manera brutal antes de dejar el país.

Surge por doquier estudios que enfocan todas estas características, normalmente
realizados por investigadores que al mismo tiempo son parte de esta situación.

Hemos asumido este proyecto de investigación: La Cultura de la Diáspora Chilena


1973- 2007 , basados en la premisa de que existe un muy amplio universo de
chilenos que un día salieron por la vías del exilio y que por razones diversas, han
decidido no retornar a radicarse en Chile.

Este universo posee una identidad forjada en el exilio, en la inserción, o


asimilación, o integración con la cultura del país de acogida: han nacido sus hijos,
sus nietos; hablan uno o más idiomas locales; han realizado estudios de distinto
nivel; han adquirido profesiones u oficios nuevos; participan o no en
organizaciones culturales, políticas, deportivas, de solidaridad, artísticas; se han
unido y formado familias biculturales o mixtas; son considerados en las
sociedades donde residen como “etnias” y a menudo son o han sido discriminados
en base a esta percepción.

Nos hemos planteado, desde el punto de vista de la Metodología a aplicar al


estudio, aquella que nos entregan quienes desarrollan la disciplina de la
Antropología Virtual, o de las Cibersociedades.

Dada la imposibilidad de trasladarnos a las comunidades, utilizaremos la


multiplicidad de herramientas que entrega, principalmente, Internet, tecnología que
los miembros de las comunidades diaspóricas chilenas disponen casi sin
exclusión.

La observación participante; la historia de Vida; las entrevistas, los testimonios y


relatos; la creación artística; las imágenes y los elementos de la vida cotidiana,
todo puede ser relevado por medio de las herramientas virtuales.
Se ha establecido un contacto con las personas muy fluido, a través de teléfono,
de MSN, de documentos de texto, música, fotográficos, videos…Un elemento a
destacar es el vivo entusiasmo que ha despertado esta investigación en curso en
sujetos que oscilan entre los 81 años de edad y los 15 años. Esos son por el
momento los extremos etarios con que contamos.

Han manifestado su interés, y nos han contactado, desde lugares con medio
ambiente cultural tan lejanos como lo son Dinamarca, Nueva Zelandia e Israel,
Mozambique. Esto obliga al investigador, a tener una comprensión tanto del país
huésped como de la comunidad específica en la cual está inserto el participante y
la realidad del país de origen del exiliado, de forma de poder medir los elementos
decisivos en los cambios culturales.

La dirección MSN laculturadeladiaspora@hotmail.com

Demás está decir que no es necesario participar activamente; pueden usar estos
espacios virtuales para informarse solamente.

En breve contaremos con una página web donde instalaremos documentos y


recibiremos con gusto cuantas sugerencias, críticas y aportes que tengan a bien
hacer llegar.

P.S Adjunto la fotografía de un querido hombre de la Diáspora, que nos dejó


cuando recién comenzabamos a recolectar su Memoria.

Un saludo Cordial

Adriana Goñi Godoy


Centro Estudios Memoria y DD HH

En general, son los adultos quienes hablan de los

niños. Algunos escritores hacen pasar su mirada a

través de los ojos de los niños. Otros les confieren a

los adultos una mirada infantil. Relatan su

búsqueda del niño que supuestamente ha

permanecido dentro de ellos. A veces entablan un

diálogo con su infancia, de la que encuentran

algunos rastros (…) Como sabemos los niños

siempre preguntan “por qué”. A veces, eso molesta

(…) ¿El mundo de los adultos será entonces el del

“cómo”? (…) ¿Se puede indagar sobre el

“porqué” permaneciendo en una posición de

adulto? En la pulsación del “Porqué”

desestabilizador que restablece su equilibrio en el

“Cómo”, quizá se efectúe el pasaje al relato

planteando, precisamente a través de ese pasaje, la

cuestión de la transmisión.

Philippe Mesnard, Testimonio en Resistencia (2010)

Destierro y exilio en América Latina: Un campo de estudio transnacional e histórico


en expansión

Luis Roniger[1]
El destierro, en sus variantes de exilio forzado y expatriación, es una práctica de
control político y cultural que todos los Estados latinoamericanos adoptaron a lo
largo de 200 años de vida independiente. Recientes avances en el análisis de esta
práctica política han revelado el carácter generalizado y recurrente de este
mecanismo de exclusión institucionalizada y su impacto como un factor
transnacional, persistente aunque variable, en la historia de América Latina. Este
artículo analiza la lógica interna del exilio político, destacando los distintos
enfoques y avances en el estudio transnacional e histórico de este campo analítico
en expansión.

Palabras clave: exilio, destierro, exclusión política, dinámica transnacional

Todos los países de América Latina -a pesar de exhibir trayectorias institucionales


diferentes – incorporaron al destierro, en sus variantes de exilio forzado y
expatriación, como una práctica política importante. Refiriéndose a la época
rosista en el Río de la Plata, el historiador argentino Félix Luna evaluó que el
destino de quienes se oponían al “Restaurador de las Leyes” en el siglo XIX había
girado en torno a las siguientes alternativas: encierro, destierro o entierro (Luna
1995: 202). A miles de kilómetros de la Argentina, en Centroamérica, una de las
víctimas de la persecución política del gobierno de Tiburcio Carías Andino se
refería de manera casi idéntica a la suerte de los disidentes hondureños en las
décadas de 1930 y 1940:

El hondureño que no estaba de acuerdo con la dictadura podía escoger entre el


encierro, el destierro o el entierro; esas eran las alternativas. No se podía resistir,
protestar o incluso criticar. La estupidez mental era tal que la gente no podía
distinguir entre el bien y el mal. Los derechos humanos no eran respetados; las
viviendas eran profanadas a cualquier hora, las personas eran puestas en prisión
sin motivo, quien no se ponía del lado del gobierno no podía encontrar un trabajo,
sus hijos eran objeto de acoso y humillación en las escuelas públicas. En suma,
los que no prestaran a la corrupción despótica eran tratados de una manera
inhumana.[2]

Tal coincidencia de perspectivas en distintos períodos y tan distantes comarcas no


es casual, e invita al análisis sistemático, desafiando al mismo tiempo al
historicismo naïve y a las grandes teorías des-contextualizadas. Sin embargo, a
pesar de su centralidad como un mecanismo institucionalizado de exclusión
política, o justamente a raíz de su amplio uso, por largo tiempo se consideró al
exilio como un fenómeno que no requería una seria indagación sobre su
desarrollo, causas y consecuencias. A menudo, el exilio fue visto en el continente
como un fenómeno casi “natural”, una dimensión que quienes participaran en la
política en nuestros países deberían anticipar y a menudo sufrir, sin mayor
significación sistémica más allá de la periódica promulgación de leyes de amnistía,
a las que sumaron en épocas más recientes políticas de reparación.[3]

En décadas recientes, varios procesos convergieron para producir una profunda


transformación en la aproximación analítica de este fenómeno. Por un lado, en las
últimas dos décadas se produjo un cambio sustancial en el tratamiento del
fenómeno a partir del interés por la historia reciente, en particular en torno al
estudio de las olas de destierro, exilio y expatriación que recrudecieron en la
segunda mitad del siglo XX y al análisis de los desterrados en términos de redes
internacionales y transnacionales.[4] En forma paralela, historiadores y otros
analistas de las ciencias sociales empezaron a mostrar un profundo interés por los
fenómenos transnacionales en general y, en particular, por los grandes
movimientos migratorios y especialmente las redes políticas, sociales y culturales
que la migración y otros procesos transnacionales han generado en América
Latina, más allá de las fronteras nacionales.[5]

Consecuentemente, se produjo una confluencia de nuevas aproximaciones al


fenómeno del destierro y exilio. En lugar de seguir percibiendo su dinámica en el
marco de testimonios personales y aproximaciones biográficas, su carácter masivo
en las últimas fases de la Guerra Fría llevó a los investigadores a analizar su
profundidad histórica, su funcionalidad represiva y su diversidad contextual tanto
en relación con los países de origen como en relación con los países de residencia
y la esfera transnacional.

Estos cambios analíticos permitieron percibir el carácter generalizado y recurrente


del fenómeno como un mecanismo de exclusión institucionalizada y analizar su
impacto como un factor transnacional en la historia de América Latina.
Históricamente, las raíces del fenómeno se remontan atrás en el tiempo. En la
época colonial, el destierro (degredo en el área luso-parlante), el traslado, la
deportación y la expulsión a los confines del imperio o bien la expulsión hacia
lugares donde se podría controlar al desterrado, fueron ampliamente utilizados de
maneras diversas: contra la disfuncionalidad social, como un instrumento de poder
contra delincuentes sociales, marginados y rebeldes y así como un mecanismo de
reclutamiento forzado de mano de obra para la defensa de las fronteras imperiales
en expansión. Fue a principios del siglo XIX, tras la independencia, que el
fenómeno del exilio empezó a desarrollar el perfil político particular que
conocemos y asumió el papel que, aunque con transformaciones, persistió a lo
largo del siglo XX. Tras la independencia, en los nuevos Estados el destierro se
convirtió en un mecanismo ampliamente usado y abusado en el ámbito de la
política y la vida pública, un complemento al encarcelamiento y las ejecuciones.
En el imaginario colectivo y en las esferas públicas de los países de América
Latina, el exilio se convirtió en un modo central de “hacer política”.[6]

Acepciones y perspectivas de análisis

Las raíces históricas del destierro han creado un complejo universo semántico. En
el ámbito ibérico, desde los tiempos de la Roma Imperial, el destierro adquirió el
significado del alejamiento de un individuo por un determinado período de tiempo -
corto, largo o permanente- a una cierta distancia de su lugar de residencia. Las
variantes implicadas incluían la “deportación”, es decir, la expulsión que tenía
lugar a través de un puerto a un lugar al otro lado del mar, o la “relegación”, es
decir, un traslado terrestre a un lugar determinado. Aunque tales figuras jurídicas,
presentes en códigos penales y reglamentos, se reconocen claramente desde
tiempos remotos, en forma creciente y en particular con la modernidad, el destierro
abarcó también una decisión voluntaria, la expatriación.[7]

A menudo, el fuerte sentido de la coacción proyecta una sensación de alienación


hacia el contexto sociopolítico que forzó el alejamiento, que genera la tendencia a
usar el término también en forma metafórica. Así por ejemplo, no es inusual
encontrar expresiones como la de la rebelión de 1809 encabezada por Pedro
Domingo Murillo en La Paz, que en su proclama intentó justificar la rebelión como
el medio de corregir injusticias, declarando en su manifiesto que “hasta ahora
hemos tolerado una especie de destierro en el seno de nuestra propia patria”.[8]
No es por acaso que al destierrocum exilio, los estudios culturales suman a
menudo la figura del exilio interno o insilio.
Sophia McClennen cita el escritor cubano exiliado Guillermo Cabrera Infante,
quien señaló que hasta 1956 la palabra exilio no fue incluida en elDiccionario de la
Real Academia de la Lengua Española.[9] Cuando se la incluyó finalmente, se
refirió a la condición de exilio y no a la de un individuo exiliado. Aunque las raíces
de este sesgo semántico irían muy lejos en el tiempo, a los usos lingüísticos del
español desde la Edad Media, tal vez la explicación de Cabrera Infante de que la
dictadura del general Franco ignoró la condición de los excluidos de España por
razones políticas, tiene un núcleo de la verdad.[10] Gobernantes autoritarios
suelen hacer caso omiso de los exiliados como interlocutores políticos legítimos.

La línea de investigación sugerida en el párrafo anterior, a saber, la conducción de


investigaciones en torno a la contextualización social y política de los términos
empleados se ha venido conformando en una veta promisoria para quienes estén
dispuestos a discriminar y comprender los matices en el universo semiótico de
exilio. Aun reconociendo la importancia de la veta investigativa del análisis
semiótico, debemos tener presente que su valor central se revela sólo cuando el
estudio semántico se liga a estudios contextuales e históricos que permiten
apreciar el significado de las transformaciones semióticas que los acompañaron y
permitieron su legitimización.[11]

De manera similar, en la interfaz entre las definiciones lingüísticas y los procesos


sociales y políticos se sitúa Amy K. Kaminsky, quien señala la estrecha relación
del exilio con el espacio y con el movimiento en el espacio, una experiencia
mediada por el idioma, mientras que destaca la coerción que el destierro
desencadena. “El exilio como lo estoy usando en este caso es, como el
nomadismo, errante… […] el cruce de fronteras, un proceso de movimiento y
cambio, no únicamente un desplazamiento más allá de una frontera (aunque
también es eso).” Kaminsky considera al exilio voluntario (la ‘expatriación’) como
un oxímoron.[12] En The Oxford Book of Exile, John Simpson indica que “la
experiencia definitoria del exilio es ser arrancado del hogar, de la familia, de todo
lo agradable y familiar, y por la fuerza ser arrojado a un mundo frío y hostil, ya sea
que el agente de la expulsión fuere un ángel de Dios o la NKVD de Stalin. La
palabra en sí conlleva connotaciones de dolor y de alienación, de la entrega de la
persona a la abrumadora fuerza de años de infructuosa espera. Fue Víctor Hugo
quien afirmó que el exilio es “un largo sueño de [retorno a] la casa”.[13]
Hamid Naficy también afirma que “el exilio está inexorablemente vinculado a la
patria y de la posibilidad de retorno”, aunque hoy es posible incluso el exilio en el
hogar, conformado por un sentido de alienación y la añoranza de otros lugares e
ideales.[14] Una vez más, vemos aquí la amplia tentación de generalizar la
condición humana a partir de la situación exiliar, que se observa entre quienes se
acercan al estudio del exilio desde la perspectiva de los estudios culturales. Es en
este marco que se debe destacar la singularidad del exilio como un fenómeno
socio-político e histórico.

El fenómeno del exilio existe dentro de un espectro más amplio de fenómenos de


individuos y grupos en desplazamiento. Los seres humanos se desplazan a través
del espacio, del tiempo y la cultura. La dinámica de tal traslado ubica a los
exiliados cerca de una serie de otros tipos humanos, como son los migrantes, los
refugiados, los beneficiarios de asilo, los cosmopolitas errantes, los nómadas, los
vagos, las redes que forman las diásporas. A menudo es difícil separar el exilio de
estos otros fenómenos. Sin embargo, el exilio propiamente dicho tiene una
connotación, génesis y consecuencias socio-políticas, que discutiremos a
continuación.

Incluso si todos estos conceptos están vinculados a la movilidad, varios analistas


se han abocado a la tarea de identificar las distintas connotaciones y una serie de
características solo parcialmente compartidas por los distintos fenómenos del
desplazamiento humano.

Una perspectiva de análisis sumamente difundida sugiere elaborar la especificidad


del exilio y los exiliados, al distinguirlos de fenómenos cercanos, categorizándolos
en forma clasificatoria. Por ejemplo, el intelectual uruguayo Ángel Rama hizo la
distinción entre el exilio, un período dominado por la precariedad y la intención de
retorno, y la migración, que alude a un horizonte de asimilación más definitiva a la
sociedad de acogida y su cultura.[15] Los exiliados difieren de los migrantes en
que, al sufrir un destierro, los individuos se ven forzados a abandonar su país,
mientras que los migrantes deciden salir a fin de resolver una situación económica
difícil. Además, los exiliados tienen prohibido volver, mientras que prácticamente
en todo momento los migrantes tienen la posibilidad de regresar. Muchos
migrantes no tienen los medios para volver, pero no les es formalmente denegado
el derecho a hacerlo. La posibilidad del retorno predetermina los términos en que
los individuos se perciben a sí mismos y perciben la patria, separando los
proyectos personales de cada uno y encaminándolos a distintos ejes.[16]

En la misma línea y siguiendo un enfoque cultural, Sharon Ouditt construye la


misma distinción entre las personas desplazadas: “Las condiciones del exiliado y
el inmigrante se diferencian por el hecho de que el exiliado atraviesa una no
deseada ruptura con su cultura de origen, mientras que el inmigrante la ha dejado
voluntariamente, con el deseo de ser aceptado como miembro de una nueva
sociedad”.[17]

Edward Said distinguía en sus trabajos entre exiliados, refugiados, expatriados y


emigrantes. Según Said, el rótulo de refugiado

… sugiere grandes olas de personas inocentes desconcertadas que requieren


urgente asistencia internacional. Los expatriados son personas que viven
voluntariamente en países extranjeros, por lo general debido a razones personales
o sociales. Los migrantes […] disfrutan de un estatus ambiguo. Técnicamente, un
migrante es todo aquél que emigra a un nuevo país, teniendo en principio
posibilidad de elección. Aunque no fue desterrado, y siempre puede volver,
todavía puede vivir con un sentimiento de exilio. Los exiliados [propiamente
dichos]… son personas que se vieron obligadas a abandonar sus hogares, su
tierra, sus raíces y se ven separados de su pasado.[18]

De manera similar, la escritora argentina Luisa Valenzuela distingue entre el exilio


y el extrañamiento. Según Valenzuela, ella hubiera podido elegir seguir viviendo
tranquilamente en la Argentina bajo el régimen militar, pero se habría
transformado entonces en una persona a la que le han robado su país, es decir,
en una expatriada.[19]

Luis Miguel Díaz y Guadalupe Rodríguez de Ita distinguen entre los beneficiarios
de asilo y los refugiados políticos. Los primeros son perseguidos políticos que
pidieron protección en una sede diplomática [o al entrar al país de asilo] y, como
tales, no están sujetos a la extradición, mientras que los segundos son personas
expulsadas o deportadas o que huyeron de su país de origen o de residencia,
como las víctimas de la guerra, las catástrofes naturales, la agitación política o la
persecución por diversas razones, incluyendo factores étnicos o religiosos.[20]

Del mismo modo, ha habido intentos de diferenciar el exilio de conceptos ligados


en su compartida movilidad espacial, como por ejemplo el concepto de diáspora.
Para John Durham Peters, ambos conceptos incluyen un fuerte componente de
desplazamiento variable que puede implicar medidas de coerción y elección. Sin
embargo, la diáspora alude a redes de compatriotas en el extranjero, aunque en
principio detrás de ellas existe una imaginada relación con un centro de
pertenencia simbólica. El exilio, a su vez, sugiere una conexión con el hogar, un
fuerte componente de pathos, que no aparece tan a menudo en la diáspora. El
autor también afirma que el exilio es siempre solitario, mientras que la diáspora
implica una dimensión colectiva, por definición.[21] A mi parecer, esta distinción
binaria entre un supuesto exilio solitario y la sociabilidad de las redes de la
diáspora es demasiado esquemática en su contraste. El exilio puede ser
construido a través de las redes y la construcción de la comunidad de desterrados,
y puede ser construido en pos del fortalecimiento de la lucha por el regreso. En
forma paralela, la diáspora puede incluir fuertes elementos y niveles de alienación,
tanto hacia el país de origen y de acogida, así como fuertes sentimientos de
soledad.

Una caracterización más equilibrada de la diáspora ha sido elaborada por Thomas


Tweed en su libro sobre la religiosidad de los cubanos en Miami. Según Tweed, el
evento codificado en la definición de la identidad colectiva y la memoria es la
dispersión de un centro primigenio. Desde esta perspectiva, la diáspora se puede
definir como:

Un grupo de cultura compartida que vive fuera del territorio que considera su lugar
nativo, y cuyos vínculos de continuidad con la tierra de origen son cruciales para
su identidad colectiva… Los migrantes construyen simbólicamente un pasado
común y un futuro, y los símbolos que comparten hacen de puente entre la patria y
la nueva tierra.[22]

Algunos estudiosos del tema categorizan a las diásporas en términos étnico-


nacionales, haciendo un llamado a diferenciar entre éstas y las redes
transnacionales ligadas a los exiliados.[23] De hecho, la formación y el desarrollo
de las diásporas aparecen a menudo ligados a la experiencia de los exiliados. En
muchos casos, el exilio supone el desplazamiento forzado, pero ello puede
convertirse en borroso en los casos de quienes optan por salir de un país debido a
restricciones de carácter institucional. En general, los exiliados también mantienen
“contactos regulares u ocasionales con lo que consideran su patria y con las
personas y los grupos de los mismos antecedentes que residen en los países de
acogida”. Para los exiliados, el mantenimiento de una identidad común es una
condición sine qua non de su existencia, ya que vacilan entre su pasado y un
posible regreso a casa y su presente en el extranjero. Los exiliados tienden por
tanto a establecer redes transnacionales con otros exiliados y ciudadanos, con
diversos grados de solidaridad social y política.[24]

A pesar de estas similitudes, debemos ser conscientes de que los procesos


migratorios han creado múltiples escenarios transnacionales y han complicado la
posibilidad de definir al exilio político y las diásporas en términos étnico-
nacionales. Esto es especialmente cierto en las Américas, en el marco de la
migración en masa, tanto aquella que coincide con la consolidación de los Estados
como las olas migratorias más recientes. En consecuencia, en muchos casos –
como los creados por la dinámica política institucional de la exclusión en América
Latina- el exilio pasa a estar centrado en un hiato en las relaciones entre
ciudadanía y nacionalidad.

En forma paralela, el exilio puede ser precursor de la creación de nuevas


diásporas, como en el caso de Paraguay y Cuba, donde incluso la migración por
motivos económicos está impregnada de color, estrategia e imágenes de exilio. En
la medida en que regímenes autoritarios crean situaciones de exclusión
institucionalizada, es probable que un gran número de migrantes utilice
reflexivamente las estrategias de supervivencia de los exiliados y las imágenes del
exilio para defender sus intereses. Bajo tales condiciones, se genera a menudo
una participación social y política pro-activa afín a la de los exiliados, orientándose
principalmente hacia el país de origen, mientras que las actividades en las esferas
públicas del país de acogida y la esfera transnacional servirían para promover
cambios en el país de origen.

Por otra parte, hay muchas gradaciones de exilio. En su libro sobre gobiernos en
el exilio, Alicja Iwanska identifica tres grandes círculos dentro de una diáspora
nacional, de acuerdo con el papel activo o potencial en las acciones de grupos de
los exiliados. En el primero se hallan los miembros activos de las organizaciones
del exilio. En el segundo círculo están los “miembros de retaguardia”, que
participan menos o no participan activamente como resultado de la falta de tiempo,
energía o de acceso a un entorno ideológico. Por último, el círculo externo está
compuesto por otras personas que comparten antecedentes culturales, cierta
solidaridad derivada de un patrimonio cultural común “y, al menos, algún latente
patriotismo que los miembros activos asumen podría ser despertado y
movilizado”.[25] Estas redes pueden incluir, por supuesto, no sólo a personas
desplazadas por la fuerza, sino también a los inmigrantes y sus descendientes, así
como a residentes y estudiantes extranjeros. Desde nuestra perspectiva, tal
diferenciación interna en las comunidades de expatriados, migrantes y exiliados es
fundamental para evaluar la distinta fisonomía y dinámica de las varias
comunidades de exiliados y su relativa capacidad de afectar a los Estados y
espacios transnacionales en que se activa.

Para el desterrado, salir de la patria o lugar de residencia no suele ser resultado


de una elección personal. Incluso en los casos en que el exilio ha sido producto de
una decisión personal, tal decisión suele estar estrechamente relacionada con una
amenaza de coacción o un marco institucional que dejó poca elección al fugitivo.
En cambio, el trabajador migrante se percibe a sí mismo –con justicia o
injustamente– como el único responsable de su salida. Habiéndose desplazado
lejos de la patria, los exiliados se sienten obligados a permanecer allí tanto tiempo
como las condiciones que los llevaron al escape persistan. Los migrantes sienten
que pueden regresar a voluntad, mientras que los exiliados esperan que cambien
las condiciones de exclusión o el gobierno o régimen que los impulsó al destierro.
Esto significa que, analíticamente, la residencia en el extranjero es diferente como
experiencia en cada una de estas situaciones.[26]

Martin A. Miller distingue entre refugiados, expatriados, exiliados y émigrés. Los


refugiados están dispuestos a reasentarse; los expatriados se han desplazado en
el extranjero por propia decisión; los exiliados se han visto obligados a
desplazarse, y en su mayoría no se asientan permanentemente, pero al mismo no
pueden volver mientras tanto a su patria; por último, los émigrés son exiliados que
participan en la política.[27] Relacionado con esto, el sociólogo Lewis A. Coser
distingue entre los refugiados que tienen residencia permanente en su nuevo país
y aquellos que consideran su exilio como temporario y viven en el extranjero hasta
el día en que puedan retornar.[28] Yossi Shain ha conceptualizado esta distinción
en los siguientes términos: “Yo defino como expatriados exiliados políticos a
quienes participan en la actividad política en contra de las políticas de los
gobernantes en el país de origen, contra el propio régimen en el país de origen o
en contra del sistema político en su conjunto, a fin de crear las circunstancias
favorables para su regreso.” Shain también ofrece una caracterización psicológica,
al afirmar que “lo que distingue al exiliado de los refugiados, es, ante todo, un
estado de ánimo… el exiliado no busca una nueva vida y un nuevo hogar en una
tierra extranjera. Él considera que su residencia en el extranjero es estrictamente
temporal y no puede asimilarse a la nueva sociedad”.[29] El exilio es concebido
por los que lo experimentan como una fase transitoria, una “vida entre paréntesis”,
situada como fuera de la “vida real” que el desterrado mantuvo en su patria.[30]

En general, toda la línea anterior de análisis lleva adelante una discusión


destinada a definir la especificidad del exilio y los exiliados en forma de categorías.
Paradójicamente, en la realidad, las categorías se confunden en el seno de las
comunidades desplazadas, pudiendo cada individuo atravesar distintas etapas en
su derrotero forzado fuera de las fronteras de la patria. Además, tal realidad a
menudo torna inútil la supuesta fácil identificación de exiliados, refugiados o
migrantes como grupos separados; es más bien la observación de su interacción
específica en el seno de las comunidades en la diáspora, y las relaciones entre su
situación en sitios de translocación y redes transnacionales la que puede ayudar a
definir su carácter particular en cada caso. Para sobreponerse a dicha dificultad se
han sugerido aproximaciones –pocas, debo confesar– a partir de la filosofía
política y la política comparativa que nos acercan aun más al centro de nuestro
análisis.

La singularidad socio-política del exilio

Hasta hace poco, se podía observar la muy escasa elaboración teórica del tema
del exilio en la filosofía política y el análisis comparativo, al menos en relación con
el número de trabajos producidos a partir de la literatura y los estudios culturales.

Entre los pocos trabajos existentes se destaca la obra de Judith Shklar, donde
poco antes de fallecer la filósofa política analizaba el exilio en términos de la
ruptura de las obligaciones políticas de los gobiernos hacia sus ciudadanos, y los
lazos paralelos de lealtad, fidelidad y acatamiento voluntario (loyalty, fidelity and
allegiance), que los exiliados podrán mantener aun fuera del Estado de origen,
base de la ciudadanía. En las obras publicadas póstumamente,[31] Shklar propuso
un programa de investigación sobre las repercusiones públicas del exilio,
indicando que su singularidad se deriva de una reflexión existencial y política, que
al desterrar al ciudadano, anula las obligaciones de los expulsados o forzados por
sus gobiernos a escapar al extranjero:

Los exiliados no pueden hacer lo que la mayoría de la gente -aceptar sus


obligaciones y lealtades políticas como simples hábitos-. Desplazados y
desarraigados, deben tomar decisiones acerca de qué tipo de vida dirigirán ahora.
Como agentes políticos, deben por lo menos reflexionar sobre esas decisiones y
[elaborar cómo] resolver sus diferentes e incompatibles derechos políticos y
vínculos.[32]

Otra contribución es la de Yossi Shain, quien ha estudiado el exilio político en el


marco del estado-nación, sugiriendo como argumento central que los exiliados
cruzan la frontera de la lealtad en el extranjero, en su interacción con sus
compatriotas en la diáspora y en el interior del país de origen, así como con la
comunidad internacional.[33]

Estas aproximaciones teóricas constituyen un avance significativo más allá de las


definiciones clasificatorias que he analizado anteriormente. En su conjunto,
permiten entender la dinámica de la expulsión, el ostracismo y la trasladación en
sus consecuencias no sólo para los individuos desterrados, sino también a nivel
macro-sociológico y político.

Aun así, los estudios mencionados tienen sus limitaciones, que el estudio del
destierro en América Latina lleva a reconocer y permite superar, al menos en dos
planos sumamente importantes: el plano del impacto constitutivo del exilio y el
plano de su importancia transnacional. En efecto, dichos estudios han analizado al
exilio básicamente como una variable dependiente, prestando poca atención a la
configuración de procesos de transformación política y cultural operados por el
exilio, o bien la formación de “culturas de exilio,” que pueden llegar a redefinir las
reglas de la política en planos tales como la esfera transnacional o el ámbito
continental. Una excepción en el área de los estudios latinoamericanos son los
trabajos de Brian Loveman sobre los regímenes de facto en la región, en el que
muestra cómo el exilio político está relacionado con la legislación de emergencia,
destinada a excluir a las oposiciones del juego político en todo el continente.[34]

Entender el exilio político como una variable independiente, con efectos


constitutivos de orden transnacional sobre las sociedades, los sistemas políticos y
el imaginario colectivo de determinadas sociedades –en nuestro caso, las
latinoamericanas, pero de igual forma la irlandesa o la tibetana– es uno de los
mayores desafíos que deben asumir la historia y las ciencias sociales
contemporáneas en el campo de investigación centro de este trabajo.

El estudio del exilio político latinoamericano: enfoques prevalentes y avances


teóricos

Como un rasgo generalizado en la política iberoamericana, el exilio no pudo ser


ignorado ni por los participantes en la acción política ni por los estudiosos de la
política. Sin embargo, al mismo tiempo, la mayoría de los políticos y académicos
que abordaron el tema, lo hicieron a menudo en el marco de las historias
nacionales de cada país. Por consiguiente, hasta hace poco había pocos estudios
que abordaran el exilio ya sea en macro-regiones, en todo el continente o bien
desde una perspectiva comparativa. Asimismo, había pocos planteamientos
destinados a explicar su recurrente emergencia en la región desde una
perspectiva de largo plazo. Volveré a ello más tarde.

Tal como detallaba al comienzo de este trabajo, la primera observación es que, a


pesar de su ubicuidad en Iberoamérica, el exilio político ha sido hasta hace poco
un tema poco investigado. Si bien fascinante, hasta hace poco se ha concebido
como algo bastante marginal para el desarrollo de estas sociedades y se ha
estudiado en el marco de conceptos y preocupaciones tradicionales tanto en la
historia como en las ciencias sociales. Por lo tanto, no sorprende encontrar
numerosas monografías biográficas que mencionan el destierro como una
experiencia formativa de figuras políticas o intelectuales, desde los tristemente
célebres casos de Bolívar o Perón a los innumerables casos de otras personas de
mayor o menor renombre, cuyos testimonios son esenciales para (re)construir una
historia colectiva de las comunidades de exiliados y expatriados.
Del mismo modo, no sorprende que exista una amplia literatura testimonial que
surge durante la última ola de exilio político, documentando en primer lugar las
experiencias de los brasileños que fueron obligados a abandonar su país a raíz de
los 1964 de golpe de Estado y luego ampliado a otros países en el Cono Sur,
marcado una tendencia que se repite continuamente durante los tres decenios
posteriores. El número de estas biografías y testimonios ha florecido en la última
generación, e incluye algunas obras de reflexión penetrante, plenas de
sugerencias teóricas.[35]Esos trabajos biográficos y testimoniales de exiliados y
expatriados contribuyen importantes bloques de construcción para la
reconstrucción de las experiencias colectivas de exilio.[36] Tales obras reflejan la
ubicuidad y el profundo impacto del fenómeno, resultado de la exclusión política y
la persecución de las dictaduras militares de las décadas de 1960 a 1980. Sin
embargo, muchos de estos testimonios no tienen por objeto ofrecer un análisis
sistemático del papel del exilio en la política y sociedades latinoamericanas y no
están orientados a explicar la recurrencia del exilio ni sus transformaciones en el
tiempo, desde comienzos del siglo XIX a finales del siglo XX.

En forma paralela, en los últimos años se ha producido una proliferación de


análisis literarios y de crítica, centrados en el significado universal de la
experiencia del exilio en sus distintas formas, desde el destierro forzado a la
expatriación. Esta literatura se basa en escritos de las postrimerías del siglo XX,
reflejando la marcada incidencia de la represión política y las dictaduras militares
de los años 1970 y 1980 en el exilio.[37]

A menudo, estas obras ofrecen una profunda retrospectiva teórica de la


experiencia existencial de marginación y las tensiones que genera el exilio,
especialmente para los escritores arraigados en la lengua de las comunidades que
fueron silenciadas por la represión y se sometieron a procesos de transformación
cultural en los que los exiliados sólo tuvieron un rol tangencial al estar radicados
en el extranjero. La mayoría de quienes trabajan en esta línea están fuertemente
impregnados por el postmodernismo y han sido menos propensos a contribuir al
estudio sistemático del impacto y las repercusiones sociales del exilio en la política
latinoamericana.

Otro importante corpus de trabajo es el desarrollado por psicólogos, psicólogos


sociales, trabajadores sociales y psiquiatras sobre las dificultades que enfrentan
muchos exiliados que fueron desplazados de su patria, junto con sus relaciones de
familia e hijos. Estas obras han elaborado, a menudo en forma penetrante, los
problemas de ajuste, desarticulación personal, el estrés mental, la desconfianza y
el aislamiento, los casos de suicidio, así como los altos índices de desintegración
familiar y divorcio. Un trabajo pionero ha sido el desarrollado por Ana Vásquez y
Ana María Araujo,Exils latino-americains. La malediction d’Ulysse. En ese trabajo,
que se basa en la experiencia profesional de las autoras con los exiliados de
América del Sur en Francia, las autoras elaboran una teoría sobre las etapas
adaptativas de los exiliados. Según su análisis, que también recuerda los trabajos
de los Grinberg, los exiliados viven una fase inicial de dolor y remordimiento,
seguida por una etapa de transculturación y una posible tercera fase de ruptura y
un profundo cuestionamiento de las ilusiones, visiones y proyectos de vida
originarios.[38]

En los últimos años, podemos identificar avances importantes en el estudio del


exilio político de América Latina. Un importante desarrollo en los últimos años es la
emergencia de la historia contemporánea o “del tiempo presente”, sustentada en
testimonios orales y en la apertura de archivos sobre la represión, que permiten
entender en profundidad el entorno transnacional del asilo, la represión y los
contactos entre exiliados de distintos países. Estudios realizados desde esta
perspectiva permiten nuevas aproximaciones y facilitan pasos importantes hacia la
sistematización de la pluralidad de experiencias del exilio, al tiempo que proveen
detallados informes sobre la mecánica de residencia fuera del país de origen, la
vivencia exiliar, las relaciones dentro de las comunidades de exiliados y los
movimientos de solidaridad con las víctimas de la represión.[39]

Una línea central de avance se deriva de obras colectivas que, combinando los
trabajos realizados por profesionales que se quedaron en los países de origen y
de profesionales que habían abandonado sus países de origen años atrás,
avanzaron en pos de la construcción de un enfoque global de las comunidades de
connacionales exiliados durante la última ola de dictaduras militares. En ese
contexto, recientemente, se han publicado estudios, en buena medida bajo el
formato de obras colectivas, que conjugan el esfuerzo que realizaron de manera
aislada distintos académicos en el campo de las humanidades y las ciencias
sociales. Entre los trabajos comprehensivos de distintas diásporas de exiliados y
emigrados publicadas en los últimos años destacan Denise Rollemberg,Entre
raízes e radares (1999); “Exilios. Historia reciente de Argentina y Uruguay”,
América Latina Hoy (2003); Pablo Yankelevich (coord.), Represión y destierro
(2004); José del Pozo Artigas (coord.), Exiliados, emigrados y retornados chilenos
en América y Europa, 1973-2004 (2006); Silvia Dutrénit-Bielous (coord.), El
Uruguay del exilio (2006); Pablo Yankelevich y Silvina Jensen (coords.), Exilios.
Destinos y experiencias bajo la dictadura militar (2007); Luis Roniger y James
Green (coords.), dossier “Exile and the Politics of Exclusion in Latin America”, Latin
American Perspectives (2007); Pilar González Bernaldo de Quirós (coord.),
dossier en el Anuario de Estudios Americanos (2007); Silvia Dutrénit Bielous,
Eugenia Allier Montaño y Enrique Coraza de los Santos,Tiempos de exilios (2008);
Carlos Sanhueza y Javier Pinedo (coords.), La patria interrumpida(2010); y Luis
Roniger, James N. Green y Pablo Yankelevich (coords.), Exile and the Politics of
Exclusion in the Americas (en prensa, 2012).

Otra línea de trabajo que también florece desde la década del ’80 en forma
intermitente aborda el exilio en términos más amplios que los de las historias
nacionales o la biografía, analizando sitios de exilio o lieux d’exil, como es París un
centro de atracción para los latinoamericanos, pero también en relación a otros
polos de atracción de los exiliados en las Américas. Pioneros fueron los estudios
realizados por Keith Yundt (1988) y François-Xavier Guerra (1989: 171–182),
seguidos por libros colectivos compilados por Ingrid Fay y Karen Racine (2000) y
por Pablo Yankelevich (2002).

Se han publicado asimismo excelentes trabajos monográficos sobre sitios de asilo


y residencia, desde los pioneros trabajos de Erasmo Sáenz Carrete, El exilio
latinoamericano en Francia, 1964-1979 (Sáenz Carrete, 1995; escrito
originalmente hacia 1980) y Paul Estrade, La colonia cubana de París, 1895-1898
(1984); libros como el de Anne Marie Gaillard, Exils et retours. Itineraires chiliens
(1997), hasta los más recientes trabajos de Hebe Pelossi, Argentinos en Francia.
Franceses en Argentina (1999); Marina Franco, Exilio. Argentinos en Francia
durante la dictadura(2008); y Silvina Jensen, La provincia flotante. El exilio
argentino en Cataluña, 1976-2006 (2007). Es de destacar que, en su mayoría, se
trata de trabajos que hasta hace poco se centraban en sitios de exilio europeos y
principalmente los exiliados cubanos o del Cono Sur. Sólo recientemente
comienzan a aparecer trabajos sobre sitios de exilio relativamente ignorados como
Mozambique, y sobre diásporas menos trabajadas, como las de los peruanos, los
centroamericanos o los paraguayos.[40] En este sentido, es importante destacar la
importancia de la publicación de este número especial de Pacarina del Sur.
Los estudios de sitios de exilio son importantes ya que, entre otras cosas,
permiten trazar la ambigüedad en las políticas de asilo y el significado de los
exilios en el contexto de los movimientos masivos de población. Como ejemplo
paradigmático tomemos el volumen colectivo compilado por Yankelevich, México,
país refugio, que es altamente inclusivo y abarca las múltiples experiencias de los
exiliados republicanos españoles, los argentinos, chilenos, alemanes, austríacos,
rusos, franceses, norteamericanos, peruanos y los refugiados judíos.[41]

Una tarea a emprender sería mover el análisis del exilio iberoamericano hacia la
“larga duración”, al ámbito transnacional y a los estudios comparativos. En tal
línea, en The Politics of Exile in Latin America (2009), con Mario Sznajder tratamos
de ilustrar las tendencias a largo plazo en las modalidades del exilio con el objetivo
de explicar su uso recurrente como un mecanismo institucionalizado de exclusión
en América Latina y de América Latina, sobre una base transnacional, así como
sus profundas transformaciones a través de los siglos. En el caso de América
Latina, hemos empezado a desentrañar colectivamente las formas en que se
convirtió en una práctica política importante ya a principios de siglo XIX. En
condiciones de montaje de la violencia y de Estados autoritarios como regla
general y comenzando con el ejemplo de los padres fundadores de los Estados, el
exilio se convirtió en una práctica política importante y un factor permanente en la
cultura política de América Latina.

A principios de siglo XIX y durante mucho tiempo después, el exilio político tuvo
una dinámica regional y transnacional, estando vinculado al nacimiento conflictivo
de los distintos de Estados independientes, donde el exilio fue instrumental en la
definición de las nuevas reglas del juego político. Por consiguiente, podemos
analizar como el exilio –además de la confrontación política, que la literatura
destaca– contribuyó a esclarecer las definiciones nacionales, los borrosos límites
territoriales y culturales compartidos y la institucionalidad política. Más
concretamente, hemos tratado de desentrañar este desarrollo a partir de varios
ejes de análisis: la tensión entre la estructura jerárquica de estas sociedades y los
modelos políticos que predicaban una participación política amplia, la tensión entre
las ideas de unidad continental y la realidad de fragmentación y conflicto territorial
de las fronteras y la evolución de las facciones en la política moderna, que
produjeron guerras civiles, violencia política y polarización. En esta fase, fue
característico del exilio poseer una estructura tríadica, donde los exiliados, los
países de origen y los países de destino se impactaron mutuamente.[42]

Cuando la participación y movilización política se amplió y resultó masiva, el exilio


evolucionó de su fisonomía selectiva y elitista para transformarse en un fenómeno
que afectó la vida de muchos individuos, incluyendo personas de clase media y
baja. Además, en esta etapa una nueva dinámica transnacional se desarrolló para
las comunidades de exiliados y expatriados, debido a la aparición de redes
mundiales de solidaridad, organizaciones no gubernamentales y asociaciones
internacionales, a través de las cuales las vicisitudes de los exiliados cobraron
resonancia amplia. Se configuró entonces una dinámica de cuatro factores en la
cual, a la estructura tradicional de interacción entre los desterrados, los países de
origen y los países de residencia, se suma la esfera pública internacional, que
otorga a los exiliados un tipo diferente de proyección política en el ámbito
internacional. Siguiendo estos puntos de vista analíticos, sugerimos que es
importante llegar a la comprensión de los procesos tanto de cristalización como de
transformación del exilio como práctica política y mecanismo de exclusión, con un
impacto propio en las esferas públicas de los países iberoamericanos.

Esa línea de investigación se ha basado en desarrollos recientes en la ciencia


política y la historia, la sociología, la antropología y las relaciones internacionales,
con avances teóricos que han puesto de relieve la centralidad de las diásporas y
los estudios transnacionales, y la reubicación de la transitoriedad, la hibridación
cultural y las modernidades múltiples. A raíz de estos desarrollos analíticos,
sugerimos que el estudio del exilio de América Latina puede convertirse en un
tema de preocupación central, en estrecha relación con problemas teóricos
básicos y controversias en estas disciplinas. En paralelo, se sugiere que el estudio
sistemático del exilio también promete dar lugar a nuevas lecturas de desarrollo de
América Latina, lejos de las tradicionales lecturas de las historias nacionales y
hacia un plano más regional, transnacional o incluso de dimensiones
continentales.

La lógica de un mecanismo de control político en América Latina: Lecturas


transnacionales
En el plano teórico, el estudio del exilio destaca la existencia de una tensión entre
el principio de pertenencia nacional y el principio de la ciudadanía. Una vez que
una persona es empujada al exilio, él o ella pueden perder los derechos ligados a
la ciudadanía, pero al mismo tiempo, se puede llegar a generar una adherencia
más profunda a lo que el desterrado percibe como el “alma nacional.”

En la ciudadanía existe una latente pero clara dimensión de identidad colectiva


subyacente, que es asumida sin reflexión en el quehacer cotidiano de quienes
residen en un determinado territorio. Esa dimensión de identidad es
necesariamente cuestionada y reconocida en el destierro. En consecuencia, ha
sido en el extranjero que muchos de los desplazados han descubierto, re-
descubierto o bien inventado el “alma colectiva” de su nación en términos
primordiales o espirituales. Aunque algunos residentes y migrantes
transnacionales han desarrollado orientaciones desterritorializadas o
continentales, muchos otros han tratado de reconstruir sus lazos de solidaridad en
términos de la identidad colectiva de origen, abriendo así un fascinante ámbito de
la política una vez que se produce un retorno a la democracia y las esferas
públicas se abren al debate.

Tal debate en torno a las identidades nacionales y transnacionales suele abrirse


en forma explícita después de períodos de crisis que producen un gran número de
exiliados. Con la esperanza de regresar algún día a su país de origen, a menudo
los exiliados tratan de redefinir los términos de la identidad colectiva frente a
quienes crearon las condiciones que los llevaron al destierro. Al abrirse la
perspectiva del retorno, quienes se quedaron en el país de origen y quienes
debieron trasladarse al extranjero buscan hacer primar sus propias definiciones de
cómo fue afectada y de cómo debe recomponerse la identidad colectiva nacional.
Al mismo tiempo, los desterrados pueden haber construido nuevos vínculos con
los exiliados de “naciones hermanas”, en refuerzo de una dinámica de
reconocimiento mutuo y la identificación de problemas e intereses transnacionales
compartidos dentro del sistema interamericano.

En muchos casos, el exilio parece haber desempeñado un papel importante en


América Latina en la definición o redefinición de los planos nacional y la identidad
pan-latinoamericana. La historia iberoamericana presenta innumerables casos
como los del colombiano José María Torres Caicedo, a quien se le atribuye la
creación del término y la idea de América Latina durante su exilio en París; o bien
el cubano José Martí y el portorriqueño Eugenio María de Hostos y Bonilla, que
desenvolvieron banderas de lucha e identidad más amplias que las de su tierra
natal.

Al mismo tiempo que los exiliados pretenden constituirse en los verdaderos


representantes del pueblo, al residir en el extranjero interactúan en la sociedad de
acogida, deben aprender nuevos módulos de comportamiento cotidiano y hacer
frente a nuevos modelos de organización que los transforman voluntariamente o
inconscientemente. Esto plantea un gran dilema para todo exiliado a nivel
personal, psicológico, familiar y colectivo: ¿cómo relacionarse con la sociedad de
acogida y la posibilidad de formar parte de ella, más allá del nivel instrumental de
la vida cotidiana, e incluso desarrollar identidades híbridas y nuevos
compromisos? Por otra parte, si se asientan en lo que perciben como una
sociedad más desarrollada, que presta mayor atención al medio ambiente o bien
se regula de modo diferente, se enfrentan a este dilema de un modo más
acuciante. Cuanto más tiempo el exiliado pasa en el destierro más probable es
que se produzca una nueva amalgama o fragmentación de identidades, una
heterogeneidad de visiones y una heteroglosa vivencia, que algunos pueden
celebrar y otros, lamentar.

La experiencia en el exilio obliga a las personas desplazadas a reconsiderar los


ideales que trajeron consigo de la patria que dejaron atrás, y/o actuar tácticamente
para poder transmitir su mensaje en términos de nuevos discursos que antes
ignoraban o aun denunciaban desde el compromiso político. Un ejemplo
paradigmático es la adopción del discurso de los derechos humanos a través del
cual podrían los exiliados denunciar la represión que, en términos del discurso
revolucionario, era el precio que todo combatiente debía poder enfrentar en su
lucha por la revolución. Una vez en el destierro, los exiliados de la última ola
represiva descubrieron el poder movilizador del discurso emergente de los
derechos humanos y, aunque no lo adoptaron desde un principio en forma total
sino de una forma táctica, con el pasar de los años y al tiempo que les permitía
reformular solidaridades y alianzas transnacionales, los derechos humanos se
proyectaron como un núcleo central en las estrategias de lucha y denuncia de los
exiliados, como lo analiza por ejemplo Vania Markarian (2005) para el caso
uruguayo o bien Roniger y Sznajder (1999) o Thomas Wright (2007), para los otros
casos del Cono Sur. Se dio así un profundo proceso de redefinición de la
diversidad cultural, social y política, crucial para entender su contribución a las
futuras transformaciones de sus países de origen y, en algunos casos, de retorno.
Este enfoque lleva a sugerir que el exilio político es importante en varios sentidos.
Es a la vez el resultado de los procesos políticos y un factor constitutivo de los
sistemas políticos. En términos de causalidad, siendo un mecanismo de
persecución política que no aniquila en forma total a la oposición, el exilio habla –
en términos gramscianos– de un modelo autoritario de la política y la hegemonía,
con independencia de la definición formal del sistema político. Estos patrones de
la política se basan en la exclusión y son el resultado de un compromiso entre una
situación donde el ganador del juego político se lleva todo el poder y los peligros
de una lucha a muerte (de “suma cero”) en el juego ampliado de una posible o
efectiva guerra civil.

Si bien como consecuencia de estas formas de competencia política, el uso


recurrente del exilio se ha instalado en la cultura política de estos países, lo que
refuerza la exclusión son las reglas del juego político en América Latina. En las
etapas tempranas de desarrollo político, la práctica generalizada de exilio limitó la
institucionalidad democrática, aunque proyectó una mayor presión política más
allá del territorio que sería reclamado como nacional. En etapas subsiguientes, la
democracia se vio afectada por la limitación de la representación y el ostracismo
político, lo que obstaculizó el alcance de la libertad de debate y la posibilidad de
impugnar el poder establecido por los canales abiertos de la participación
democrática.

Agendas de investigación

En la introducción a un dossier especial sobre exilio y política en América Latina


publicado en la revista Estudios interdisciplinarios de América Latina y el Caribe
(2009), con Pablo Yankelevich indicábamos que en los últimos años se vienen
generado proyectos de investigación y trabajos que cristalizan propuestas teóricas
que permiten vislumbrar el desarrollo de los estudios sobre el exilio bajo nuevas
perspectivas. A partir de avances teóricos que, entre otras cosas, han puesto de
relieve la centralidad de los estudios transnacionales, el análisis del exilio pasa a
ser parte de un universo más amplio que incluye a los migrantes y a las diásporas,
a los sujetos en tránsito, la hibridación cultural y las modernidades múltiples.
Impulsados por estas preocupaciones, los estudios sobre los exilios
latinoamericanos se han convertido en un tema de avanzada, que ha conseguido
establecer una relación estrecha con propuestas teóricas y controversias centrales
en las ciencias sociales y las humanidades. En esta etapa se ha abierto un rico
debate en torno a una variedad de tópicos teóricos y metodológicos, por ejemplo,
se ha cuestionado la división tajante entre desplazamiento político y migración
económica, repensando la pertinencia de estudiar a los exiliados, los refugiados y
los asilados como parte de una migración política. En esta misma dirección, se
examinan los vínculos entre las categorías de exiliados, asilados y refugiados,
cuyo correlato apela a significantes discursivos y pragmáticos diferentes, y
también se investigan esas categorías en sus manifestaciones cotidianas entre y
dentro de las distintas comunidades de las diásporas latinoamericanas.[43]

En esta nueva y fascinante etapa de investigación, se abren asimismo nuevas


perspectivas y se generan debates en torno a la selección de fuentes, las
aproximaciones metodológicas, las hipótesis de trabajo, la hermenéutica de los
testimonios orales, y las categorías de análisis. Los estudios sobre el exilio se
prestan a aproximaciones disciplinarias diferentes que prometen visualizar, a
manera de un caleidoscopio, las múltiples facetas de esa experiencia. En forma
paralela, esos estudios prometen nuevas lecturas sobre la conformación y las
crisis del orden político en Iberoamérica, en un marco que trasciende las historias
nacionales para instalarse en miradores o en perspectivas regionales
continentales y transcontinentales.

Entre los temas que presentimos ocuparán parte de nuestra agenda colectiva de
investigación se encuentran: ser extranjero, la alienación, y la adaptación; la mujer
en el exilio; el activismo político en el extranjero; las relaciones entre los exiliados,
los refugiados y las diásporas; la pérdida y el cambio de identidad; los exiliados de
distintos países y el redescubrimiento de problemas continentales y
transnacionales; los exiliados y la pertenencia de clase; la experiencia exiliar, el
retorno y la reforma del Estado; la dinámica de las comunidades de exiliados; la
políticas de recepción y los procesos de integración; las redes de apoyo y
solidaridad; las motivaciones personales y la segunda generación. Trabajar estos
temas en un marco histórico comparativo implicará ligar el estudio de la política
con el análisis de las identidades personales y colectivas, la inmigración y los
fenómenos transnacionales, el multiculturalismo, las redes internacionales y las
relaciones diplomáticas.
Permítanme una vez más destacar que nuestro entendimiento del exilio sigue
siendo parcial. Es necesario prestar más atención a la dinámica interactiva de
grupos de exiliados, comités de solidaridad, asociaciones de defensa de los
derechos humanos, con toda su dinámica interna y las contradicciones políticas
frente a los regímenes militares que expulsaron a sus oponentes.[44]También
necesitamos más estudios que analicen el papel de los exiliados en las campañas
internacionales contra la tortura, por ejemplo, y la forma en que influyen en las
políticas gubernamentales en relación con el tratamiento de los disidentes
encarcelados. ¿Qué efectos concretos han tenido las actividades de los exiliados
en censurar a las dictaduras y afectar así los procesos políticos de sus países? Al
mismo tiempo es importante entender cómo las campañas libradas por los
exiliados han impactado los países de acogida. ¿Se puede medir el efecto del
exilio sobre miles de no-latinoamericanos que recibieron a las personas
desterradas o escapadas, les ofrecieron apoyo, y participaron junto a ellas en un
amplio movimiento de solidaridad internacional? ¿De qué manera pudo la
interacción entre los exiliados y sus anfitriones crear una dinámica política en los
países de recepción y asilo?

Los estudios futuros deben también ser capaces de indicar si existen impactos
palpables a largo plazo de la experiencia del exilio en las sociedades que
estuvieron una vez bajo el poder militar. De especial interés es el análisis de las
formas en que los antiguos exiliados, expatriados, fugitivos y viajeros construyeron
la historia de sus experiencias en el extranjero en la esfera pública, como políticos
o bien figuras públicas, y el peso simbólico del capital humano de haber estado en
el exterior. En forma paralela, debemos entender si los exiliados superaron el
estigma que a menudo enfrentaron a su regreso y cuál es el eco actual del exilio
en las imágenes y representaciones, una vez que los recuerdos de los años de la
represión política se desvanecen.

Debemos asimismo preguntarnos si la experiencia de desarraigo que muchos


vivieron en territorios desconocidos, y en muchos casos la apertura a nuevas
formas de relación personal y experiencia, han generado formas innovadoras de
pensar en el cambio político y social más allá del renovado activismo en los
partidos políticos y movimientos de izquierda.

Al estar expuestos a la evolución de las ideologías y los acontecimientos políticos


en el país de asilo y en la esfera transnacional, ¿se afectó la forma en que estos
activistas participaron en la reconstitución de las alianzas políticas y proyectos?
¿Cómo las nuevas ideas sobre raza, género, clase e identidad que los exiliados
encontraron en el extranjero cambiaron sus perspectivas en torno a su visión de
los países de nacimiento? Por último, debemos indagar sobre cuál ha sido el
impacto a largo plazo de los repatriados. ¿Han desempeñado un papel moderado
y pragmático en la centro-izquierda apuntando coaliciones electorales hacia la
conciliación? ¿Los líderes políticos que han vivido en el extranjero han traído una
más sofisticada comprensión de los procesos globales que les ha permitido
entender mejor procesos internacionales en el plano económico, social o político y
los desequilibrios de poder y de recursos de manera más eficaz?

La mayoría de estas preguntas abiertas de investigación apuntan a que midamos


los múltiples impactos del exilio en las personas, los procesos políticos nacionales
y las memorias fracturadas de los años de represión política. Mientras que los
estudiosos están mirando hacia la macro-dinámica del exilio, los investigadores
deben prestar igual atención a la recopilación y preservación de los archivos
personales e institucionales y obtener las historias orales de quienes han sufrido el
exilio. Un reto especial será conectar micro-historias y testimonios en el estudio
sistemático de la macro-dinámica del exilio. Otro desafío es profundizar el estudio
de casos hasta hace poco marginados del análisis, como el exilio en el área
andina o el destierro de Colombia, Venezuela y América Central. Un desafío
paralelo será poner un mayor énfasis en las tendencias políticas transnacionales
en América Latina y más allá del continente.

Notas:

[1] Luis Roniger es catedrático de ciencia política y Profesor Reynolds de Estudios


Latinoamericanos en Wake Forest University, EUA. Roniger es sociólogo político
comparativo, autor de numerosos artículos científicos y libros, entre ellos los libros
Patrons, Clients and Friends; Clientelism, Democracy and Civil Society; Globality
and Multiple Modernities; El legado de las violaciones de los derechos humanos
en el Cono Sur; y The Politics of Exile in Latin America. Entre sus trabajos más
recientes se cuentan el libro Transnational Politics in Central America (University
Press of Florida, 2011) y “Transitional Justice and Protracted Accountability in Re-
Democratised Uruguay, 1985-2011”, en el Journal of Latin American Studies, vol.
43, N° 4 (2011). Correo electrónico:ronigerl@wfu.edu.
[2] Bomilla 1989, cit. en Barahona, 2005: 101

[3] Loveman, 1993; Lira y Loveman, 2004

[4] véase vg. Franco 2008; Jensen 2007; Yankelevich y Jensen 2007; y trabajos
detallados más adelante

[5] Roniger, 2011: 6-16; Carr, 2012 en prensa

[6] Roniger y Sznajder, 2008: 31-51; Sznajder y Roniger, 2009

[7] “Desterrarse” en Covarrubias Orozco, 1943

[8] Gisbert 1999: 309

[9] McClennen, 2004

[10] Cabrera Infante, 1990: 36-37

[11] en esta línea de análisis, véase el artículo de Jensen, 2009

[12] Kaminsky 1999: xvi y 9

[13] Simpson 1995: 1


[14] Naficy 1999: 3

[15] Nueva Sociedad, mencionado en Ulanovsky 2001

[16] Vásquez y de Brito, 1993: 51-66

[17] Ouditt, 2002: xiii-xiv

[18] Said, 1984: 49-56, citado por Shain, 1988: 9

[19] Kaminsky,, 1999: 9-10

[20] Díaz y Rodríguez de Ita, 1999: 63-85

[21] Peters, 1999: 19-21

[22] Tweed, 1997: 84

[23] por ejemplo, Sheffer 2003

[24] Hechter, 1987; Banton, 1994: 1-19

[25] Iwanska, 1981: 44


[26] Vásquez y Araujo, 1988

[27] Miller, 1986: 6-8

[28] Coser, 1984: 1

[29] Shain 1989, esp. p. 15

[30] Vásquez y Araujo, 1988

[31] Shklar, 1998a y 1998b

[32] Shklar, 1998: 57-8

[33] Shain, 1999; Simpson, 1995

[34] Loveman, 1993,1999

[35] Cavalcanti y Ramos, 1978; Jurema, 1978

[36] entre ellos: Olivera Costa et al., 1980; Gómez, 1999; Tavares, 1999;
Ulanovsky, 2001; Guelar, Jarach y Ruiz, 2002; Trigo 2003; Bernetti y Giardinelli,
2003; Roca 2005

[37] Además de las obras ya mencionadas, véase también Vásquez y de Brito,


1993; Rowe y Whitfield, 1997: 232-255; Kaminsky, 1999; González, 2000: 539-540
[38] Véase por ejemplo Barudy et al., 1980; Grinberg y Grinberg,1984; Vásquez y
Araujo, 1988

[39] además de los trabajos ya citados, véase también Tucci Carneiro e Dos
Santos, 1999; Viz Quadrat, 2004; Calandra, 2006; Viz Quadrat, 2008; Green,
2009; Macdowell Santos et al., 2008

[40] para importantes contribuciones en esta dirección véase Prestes Massena,


2009: 67-92; Bergel, 2009: 41-66; Luque Brazán, 2009: 93-116; Melgar Bao, 2009;
Topasso, 2009; Melgar Bao, 2012; y Carr, 2012 en prensa

[41] www.lehman.edu/ciberletras/v10/calvoisaza.htm, acceso 12 de marzo de


2009.

[42] Sznajder y Roniger, 2009

[43] Roniger y Yankelevich, 2009: 7-18

[44] Véase en esa dirección los trabajos de Calandra, 2006; Franco, 2007; Jensen,
2007; Yankelevich, 2007

Bibliografía:

América Latina Hoy (2003). “Exilios. Historia reciente de Argentina y Uruguay.”


América Latina Hoy. Revista de Ciencias Sociales (Salamanca), 34, agosto.

Banton, Michael (1994). “Modeling Ethnic and National Relations”. Ethnic and
Racial Studies, 17 (1), 1-19.
Barudy, Jorge et al. (1980). Así buscamos rehacernos. Represión, exilio y trabajo
psico-social.Santiago: COLAT-CELADEC.

Bernetti, Jorge Luis y Mempo Giardinelli (2003). México: El exilio que hemos
vivido. Buenos Aires:Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes.

Bergel, Martín (2009). “Nomadismo proselitista y revolución. Notas para una


caracterización del primer exilio aprista (1923-1931).” Estudios Interdisciplinarios
de América Latina y el Caribe, 19 (2), 41-66.

Bomilla Emma (1989). Continuismo y dictadura. Tegucigalpa: Litográfica


Comyagüela, cit. en Marvin Barahona, Honduras en el siglo XX: Una síntesis
histórica. Tegucigalpa: Guaymuras, 2005.

Cabrera Infante, Guillermo (1990). “The Invisible Exile”, en John Glad (ed.),
Literature in Exile. Durham: Duke University Press, pp. 36-37.

Calandra, Benedetta (2006). L’America della solidarietà l’accoglienza dei rifugiati


cileni e argentini negli Stati Uniti (1973-1983). Roma: Nuova cultura.

Carr, Barry (2012, en prensa). “Across Seas and Borders’: Charting the Webs of
Radical Internationalism in the Circum-Caribbean”, en Luis Roniger, James N
Green y Pablo Yankelevich (comps.), Exile and the Politics of Exclusion in the
Americas. Brighton: Sussex Academic Press, de próxima publicación.

Cavalcanti, Pedro Celso Uchôa y Jovelino Ramos (1978). Memórias do exilio:


Brasil 1964/19??.São Paulo: Editora Livraria Livramento.
Coser, Lewis A. (1984). Refugee Scholars in America. New Haven: Yale University
Press.

Covarrubias Orozco, Sebastián (1943). Tesoro de la lengua castellana. Barcelona:


S.A. Horta.

Da Cunha-Gabbai, Gloria (1992). El exilio: realidad y ficción. Montevideo: ARCA.

De Queiroz, Maria José (1998). Os males da Ausência, ou A literatura do Exílio.


Rio de Janeiro:

Topbooks.

Del Pozo Artigas, José (coord.) (2006). Exiliados, emigrados y retornados chilenos
en América y Europa, 1973-2004. Santiago: RIL.

Díaz, Luis Miguel y Guadalupe Rodríguez de Ita (1999). “Bases histórico-jurídicas


de la política

mexicana de asilo diplomático”. En Silvia Dutrénit-Bielous y Guadalupe Rodríguez


de Ita (comps.)Asilo diplomático mexicano en el Cono Sur. México: Instituto Mora y
SER, pp. 63-85.

Dutrénit-Bielous, Silvia (coord.) (2006). El Uruguay del exilio. Gente,


circunstancias, escenarios. Montevideo: Trilce.

Dutrénit Bielous, Silvia, Eugenia Allier Montaño y Enrique Coraza de los Santos
(2008). Tiempos de exilios. Memoria e historia de españoles y uruguayos. Colonia
Suiza, Uruguay: CeAlCI – Fundación Carolina e Instituto Mora.
Estrade, Paul (1984). La colonia cubana de París, 1895-1898. La Habana: Editorial
de Ciencias

Sociales.

Fay, Ingrid E. y Karen Racine (eds.) (2000). Strange Pilgrimages: Exile, Travel and
National Identity in Latin America, 1800–1990s. Wilmington, DE: Scholarly
Resources.

Franco, Marina (2008). Exilio. Argentinos en Francia durante la dictadura, Buenos


Aires: Siglo XXI.

Gaillard, Anne Marie (1997). Exils et retours. Itineraires chiliens. Paris: CIEMI y
L’Harmattan.

Gisbert, Teresa (1999). “Situación jurídica de la Audiencia de Charcas y primeros


levantamientos.” En José de Mesa, Teresa Gisbert y Carlos D. Mesa Gisbert,
Historia de Bolivia. La Paz: Editorial Gisbert.

Gómez, Albino (1999). Exilios (Por qué volvieron). Rosario: Homo Sapiens
Ediciones.

Goldberg, Florinda (2002). “Latin American Migrant Writers: ‘Nomadic, Decentered,


Contrapuntal.” En Luis Roniger y Carlos H Waisman, Globality and Multiple
Modernities. Comparative North American and Latin American Perspectives.
Brighton: Sussex Academic Press, pp. 285-312.
González, Mike (2000), “Exile.” En Daniel Balderston, Mike González y Ana M.
López, Encyclopedia of Contemporary Latin American and Caribbean Cultures.
London y New York: Routledge, Vol. 2, pp. 539-40.

González Bernaldo de Quirós, Pilar (coord.) (2007). Dossier “Emigar en tiempo de


crisis al país de los derechos humanos. Exilios latinoamericanos en Francia en el
siglo XX”, Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, 64 (1).

Green, James (2009). We Cannot Remain Silent: Opposition to the Brazilian


Military Dictatorship in the United States. Durham: Duke University Press (próxima
publicación en São Paulo: Companhia das Letras).

Grinberg, Luis y Rebeca Grinberg (1984). Psicoanálisis de la migración y del exilio.


Madrid: Alianza Editorial.

Guelar, Diana Vera Jarach y Beatriz Ruiz (2002). Los chicos del exilio. Argentina
(1975-1984).Buenos Aires: Ediciones el País de Nomeolvides.

Guerra, François-Xavier (1989). “La lumière et ses reflets: Paris et la politique


Latino-Americain.” EnLe Paris des Etrangers. París: Edition de l’Imprimerie
Nationale, pp. 171–182.

Guillén, Claudio (1998). Múltiples moradas. Barcelona: Tusquets.

Hechter, Michael (1987). Principles of Group Solidarity. Berkeley: University of


California Press.

Iwańska, Alicja (1981). Exiled Governments. Cambridge: Schenkman.


Jensen, Silvina (2007). La provincia flotante. El exilio argentino en Cataluña (1976-
2006). Barcelona: Casa de América Cataluña.

_________, (2009). “Representaciones del exilio y de los exiliados en la historia


argentina.” Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, 19 (2): 19-
40.

Jurema, Abelardo (1978). Exilio. Paraiba: Acauá.

Kaminsky, Amy K. (1999). After Exile. Writing the Latin American Diaspora.
Minneapolis: University of Minnesota Press.

Lagos-Pope, María Inés (1999). “Testimonies from Exile: Works by Hernán Valdés,
Eduardo Galeano y David Viñas.” En Lagos-Pope, María Inés (comp.), Exile in
Literature. Lewisburg: Bucknell University Press.

Lira, Elizabeth y Brian Loveman (2004). Políticas de reparación, Chile 1990-2004.


Santiago: DIBAM-LOM.

Loveman, Brian (1993). The Constitution of Tyranny. Pittsburgh: University of


Pittsburgh Press.

_________, (1999). For la Patria: Politics and the Armed Forces in Latin America.
Wilmington: Scholarly Resources.

Luna, Félix (1995). Historia general de la Argentina. Buenos Aires: Planeta, vol. 5.
Luque Brazán, José Carlos (2009). “Los refugiados peruanos y sus asociaciones
políticas en Santiago de Chile (1990-2006).” Estudios Interdisciplinarios de
América Latina y el Caribe, 19 (2): 93-116.

McClennen, Sophia A. (2004). The Dialectics of Exile. West Lafayette: Purdue


University Press.

MacDowell Santos, Cecília, Edson Luís de Almeida Teles e Janaína de Almeida


Teles (orgs.) (2008).Desarquivando a ditadura: Memória e justiça no Brasil. Sao
Paulo: Editora Hucitec.

Markarian, Vania (2005). Left in Transformation: Uruguayan Exiles and the Latin
American Human Rights Networks, 1967-1984. London: Routledge.

Melgar Bao, Ricardo (2009). “Cominternismo intelectual: Representaciones, redes


y prácticas político-culturales en América Central, 1921-1933.” Revista
Complutense de Historia de América,35: 135-159.

_________, (2012, en prensa). “Exile in the Andean Landscapes: A Historical


Perspective.” En Luis Roniger, James N Green y Pablo Yankelevich, comps. Exile
and the Politics of Exclusion in the Americas. Brighton: Sussex Academic Press,
de próxima publicación.

Mendez-Faith, Teresa (1992). Paraguay, novela y exilio. Sommerville, NJ: SLUSA.

Miller, Martin A. (1986). The Russian Revolutionary Emigrés, 1825-1870.


Baltimore: Johns Hopkins University Press.

Naficy, Hamid (1999). “Framing Exile: From Homeland to Homepage”, en Naficy,


Hamid, (comp.),Home, Exile, Homeland. Film, Media and the Politics of Place.
New York: Routledge.
Oliveira Costa, Albertina de et. al. (1980). Memórias das mulheres do exílio: obra
coletiva. Rio de Janeiro: Paz e Terra.

Ouditt, Sharon (2002). “Introduction: Dispossession or Repositioning?” En Ouditt,


Sharon (comp.),Displaced Persons: Conditions of Exile in European Culture.
Aldershot: Ashgate.

Peter, John Durham (1999). “Exile, Nomadism and Diaspora. The Stakes of
Mobility in the Western Canon.” En Hamid Naficy (ed.), Home, Exile, Homeland.
Film, Media and the Politics of Place. New York: Routledge, pp. 19-21.

Pelossi, Hebe (1999). Argentinos en Francia. Franceses en Argentina. Buenos


Aires: Ciudad Argentina.

Prestes Massena, Andreia (2009). “Entre Brasil e Moçambique: os caminhos


percorridos no exílio.”Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, 19
(2), pp. 67-92.

Roca, Pilar (2005). Ismael Viñas. Ideografía de un mestizo. Buenos Aires: Dunken.

Rollemberg, Denise (1999). Entre raízes e radares. Rio de Janeiro: Record.

Roniger, Luis (2011). Transnational Politics in Central America. Gainesville :


University Press of Florida.

Roniger, Luis y James Green (coords.) (2007). Dossier “Exile and the Politics of
Exclusion in Latin America.” Latin American Perspectives, 34 (4), julio.
Roniger, Luis y Mario Sznajder (1999). The Legacy of Human Rights Violations in
the Southern Cone: Argentina, Chile and Uruguay. Oxford: Oxford University
Press.

Roniger, Luis y Mario Sznajder (2008). “Los antecedentes coloniales del exilio
político y su proyección en el siglo 19”. Estudios Interdisciplinarios de América
Latina y el Caribe, 18 (2), pp. 31-51.

Roniger, Luis y Pablo Yankelevich (2009). “Exilio y política en América Latina:


nuevos estudios y avances teóricos”. Dossier especial sobre exilio y política en
América Latina. Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, 19 (2).

Roniger, Luis; James N. Green y Pablo Yankelevich (eds.) (2012, en prensa). Exile
and the Politics of Exclusion in the Americas. Brighton: Sussex Academic Press,
de próxima publicación.

Rowe, William y Teresa Whitfield (1997) “Thresholds of Identity: Literature and


Exile in Latin

America”. Third World Quarterly, 9 (1), pp. 232-55.

Sáenz Carrete, Erasmo (1995). El exilio latinoamericano en Francia 1964-1979.


México: Potrerillos Editores.

Said, Edward (1984). “The Mind of Winter: Reflection on Life in Exile”. Harper’s
Magazine,

Septiembre, pp. 49-56.


Sanhueza, Carlos y Javier Pinedo (comps.) (2010). La Patria interrumpida.
Latinoamericanos en el exilio, siglos XVIII-XX. Santiago: LOM.

Shain, Yossi (1988). “In Search of Loyalty and Recognition.” Ph.D. dissertation,
Yale University.

Shain, Yossi (1989). The Frontier of Loyalty. Political Exiles in the Age of the
Nation-States.

Middletown: Wesleyan University Press.

Sheffer, Gabriel (2003). Diaspora Politics at Home and Abroad. Cambridge:


Cambridge University Press.

Shklar, Judith N. (1998a). “Obligation, loyalty, exile.” En Stanley Hoffman (comp.),


Political Thought and Political Thinkers. Chicago: University of Chicago Press, pp.
38-55.

Shklar, Judith N. (1998b). “The bonds of exile.” En Hoffman (ed.), Political Thought
and Political Thinkers. Chicago: University of Chicago Press, pp. 56-72.

Simpson, John (1995). The Oxford Book of Exile. Oxford: Oxford University Press.

Sznajder, Mario y Luis Roniger (2009). The Politics of Exile in Latin America.
Nueva York: Cambridge University Press.

Tabori, Paul (1972). The Anatomy of Exile. A Semantic and Historical Study.
London: Harrap.
Tavares, Flavio (1999). Memorias do esquecimento. Sao Paulo: Globo.

Topasso, Hernán (2009). “Tras las huellas de Tristán Marof. Retazos de un primer
exilio.” Políticas de la memoria, N° 8-9.

Trigo, Abril (2003). Memorias migrantes. Testimonios y ensayos sobre la diáspora


uruguaya.Buenos Aires y Montevideo: Beatriz Viterbo Editora y Ediciones Trilce.

Tucci Carneiro, Maria Luiza e Viviane Teresinha dos Santos (1999). Inventário
Deops – Módulo II.Estudantes: os Subversivos das Arcadas. Sao Paulo: Arquivo
do Estado.

Tweed, Thomas A. (1997). Our Lady of the Exile. Diasporic Religion at a Cuban
Cathlolic Shrine in Miami. New York: Oxford University Press.

Ulanovsky, Carlos (2001). Seamos felices mientras estamos aquí. Buenos Aires:
Editorial

Sudamericana.

Vásquez, Ana y Ana María Araujo (1988). Exils latino-americains. La malediction


d’Ulysse. París: CIEMI y L’Harmattan.

Vásquez, Ana y Angela Xavier de Brito (1993). ‘La situation de l’exilé: essai de
généralisation fondé sur l’exemple de réfugiés latino-américains.” Intercultures, 21,
pp. 51-66.
Viz Quadrat, Samantha (2004). “Muito além das fronteiras.” En Daniel Aarão Reis,
Marcelo Ridenti e Rodrigo Patto Sá Mott (orgs.), O golpe e a ditadura militar:
quarenta anos depois (1964 – 2004).Bauru, Sao Paulo: Edusc.

Viz Quadrat, Samantha (2008). “Solidariedade no exílio: os laços entre argentinos


e brasileiros”,

IV Jornadas de Historia Reciente, Universidad Nacional de Rosario, Argentina.

Wright, Thomas (2007). State Terrorism in Latin America: Chile, Argentina, and
InternationalHuman Rights. New York: Rowman & Littlefield.

Yankelevich, Pablo (2002). México, país refugio. La experiencia de los exilios en el


siglo XX . México: INAH-Plaza y Valdés.

_________, (coord.) (2004). Represión y destierro. Itinerarios del exilio argentino.


La Plata: Ediciones al Margen.

_________, (2007). “The COSPA: A Political Experience of the Argentine Exile in


Mexico.” Latin American Perspectives, 34 (4), pp. 68-80.

Yankelevich, Pablo y Silvina Jensen (coords.) (2007) Exilios. Destinos y


experiencias bajo la dictadura militar, Buenos Aires: Libros del Zorzal.

Yundt, Keith W. (1988). Latin American States and Political Refugees. New York:
Praeger.

ESTUDIOS ACERCA DEL EXILIO

Dilemas y desafíos para la Integración de hijos de exiliados retornadosChilenos:


memoria e identidad
Carmen Pinto Luna

Universidad de Arte y Ciencias Sociales de Chile

Artículo de Investigación

Recibido: agosto 12 de 2013- Aprobado: Octubre 24 de 2013

Revista Grafía Vol. 10 N° 2 - julio-diciembre 2013 - pp. 187-209 - ISSN 1692-6250


187
1 Universidad de Arte y Ciencias Sociales de Chile. Correo electrónico:
cpintol@vtr.net
Revista Grafía Vol. 10 N° 2 - julio-diciembre 2013 - pp. 187-209 - ISSN 1692-6250
Dilemas y desafíos para la
integración de hijos de exiliadosretornados
chilenos: memoria
e identidad
Carmen Pinto Luna1
Universidad de Arte y Ciencias Sociales de Chile
Artículo de Investigación
Recibido: agosto 12 de 2013- Aprobado: Octubre 24 de 2013
Resumen:
Análisis del fenómeno del exilio desde un ángulo generacional, también del retorno
y con esto a
la inserción escolar en una sociedad expulsora, utilizando las historias de vida como
un intento de
comprender esta experiencia.
Es una contribución para “la toma de conciencia de que en la experiencia de
emigración política hay
algo que es legítimo transmitir”. Los informantes fueron hijos de exiliados que
fueron actores de la
Unidad Popular, que debieron salir del país para evitar la prisión, la tortura o la
muerte.
Palabras clave: Hijos de exiliados, Chile, segunda generación, memoria, identidad,
exilio, retorno,
integración
188 Carmen Pinto Luna
Universidad Autónoma de Colombia
Dilemmas and challenges for the integration of the Chilean exiled-returned
children: Memory and identity
Abstract:
Analyse of the exile phenomena from a generational frame, also about the return
and the school
inclusion in a expulsive society, using life histories as a try to understand this
experience.
It is a contribution of becoming aware that on the political emigration experience
there is something
legitimate to transmit. The informers were the exiled ones children who were
Unidad popular actors,
who should have left in order to avoid the prison, the torture or the death.
Keywords: Exiled ones children, Chile, second generation, memory, identity, exile,
returns, inclusion
Dilemas e desafios para a integração de filhos de exilados - retornados
chilenos: Memória e identidade
Resumo:
Análise do fenômeno do exílio desde um ângulo geracional, também do retorno e
com isto à
inserção escolar numa sociedade expulsora, utilizando as histórias de vida como
uma tentativa de
compreender essa experiência.
É uma contribuição para “a toma de consciência de que na experiência de
emigração política tem
algo que é legítimo transmitir”. Os informantes foram filhos de exilados que foram
atores da Unidade
Popular, que deveram sair do país para evitar a prisão, a tortura ou a morte.
Palavras-chave: Filhos de exilados, Chile, segunda geração, memória, identidade,
exílio, retorno,
integração
Introducción
En nuestra historia reciente, América Latina se caracterizó por tener regímenes
dictatoriales que utilizaron
el exilio político como una de sus metas, incluso creando leyes de emergencia, para
poder expulsar de
los países a los opositores políticos. De esta manera el “exilio se convirtió en una
importante práctica
política y un factor permanente en la cultura política”2.
2 Sznajder, Mario; Roniger, Luis. 2007.
Dilemas y desafíos para la integración de hijos de exiliados-retornados chilenos:
memoria e identidad
Revista Grafía Vol. 10 N° 2 - julio-diciembre 2013 - ISSN 1692-6250
189
En este contexto, el golpe militar del 11 de septiembre 1973 que puso fin al
gobierno del presidente
Salvador Allende, elegido democráticamente, lo cual constituye un fenómeno
inédito en la
historia del país, no fue un hecho aislado dentro de la política y sociedades
latinoamericanas, formando
parte de una seguidilla de golpes militares3 poniendo fin a una época de proyectos
de innovación
social que se estaba desarrollando en el continente.
A partir de entonces comienza una emigración masiva sin precedentes en cuanto a
los factores
y condiciones que originaron la salida del país, tanto por el número de personas
afectadas, como la
composición social y los lugares de destino, cuyo flujo no se detendrá hasta el
regreso de la democracia
en 1990, siendo la primera gran oleada inmediatamente después del golpe militar y
su primera
manifestación el asilo en embajadas. Sobre el número de personas afectadas las
cifras son vagas y
difusas, y hasta hoy no hay un consenso sobre la cantidad de exiliados. Según el
Instituto Católico para
las Migraciones, un millón de chilenos habrían abandonado el país entre 1973 y
1977 (Chile-América,
1977: 108), lo cual representa un 10% de la población chilena de la época, cifra
corroborada por
el Alto Comisionado para Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR) en Santiago.
Información
actual emanada de diversas instituciones estima en 1.600.000 el número de
exiliados.
La imposibilidad de consignar la cifra exacta se debe a los distintos mecanismos
utilizados para
salir del país, la dispersión en el mundo (más de 50 países de todos los
continentes), la duración, las
causales legales. Otro antecedente que también influye en el desconocimiento lo
constituye el hecho
de que los menores de 16 años no fueron contabilizados. En cuanto a la dictadura,
nunca precisó a
cuántos chilenos dejó arbitrariamente fuera del país, impidiéndoles el retorno y
marcando con una
letra L4 su pasaporte.
“Si para el adulto, el exilio significó la pérdida de su ser social, para el niño, fue
sobre
todo la pérdida de la familia amplia: abuelos, primos, tíos, su escuela, sus
amigos”5.
El cotidiano se quiebra: “los hogares eran invadidos, las personas desaparecían, los
hermanos eran separados, las abuelas se tornaban madres y los primos hermanos.
Las familias se dividían, las personas cambiaban de domicilio, de ciudad, de país. El
piso formado por el mundo elemental de referencia comenzaba a resquebrajarse.
La vida cotidiana se partía, marcando un antes y un después”6.
Cabe señalar que para los chilenos, exilio y retorno al país se ensamblaron como
una causa y
su consecuencia, el retorno se imponía por lo tanto como el único fin lógico. Por
otra parte el anhelado
retorno tuvo lugar aún en dictadura y luego en el marco de una “democracia
tutelada”, siendo
la característica de ese período la vigencia de políticas de olvido respecto de las
causales del exilio
3 Brasil, 1964; Chile y Uruguay, 1973; Argentina, 1976.
4 La letra “L” que ordenó estampar la dictadura a miles de exiliados que debieron
permanecer por años en el destierro, significaba
“pasaporte limitado” porque era válido sólo para desplazarse fuera de las fronteras
del país.
5 Jensen, Silvina. 2004: 403.
6 Da Silva Catela, Ludmila. 2001: 75.
190 Carmen Pinto Luna
Universidad Autónoma de Colombia
político, lo que trajo como consecuencias divisiones y enfrentamientos entre
quienes se fueron y
quienes se quedaron, situación que aun subyace en la sociedad.
¿Cómo fue vivido el retorno de los exiliados por los distintos sectores de esta
sociedad altamente
fragmentada? Es una tarea aún pendiente de investigación. Sí, hay que destacar la
labor de los organismos
de derechos humanos e instituciones que empeñaron sus esfuerzos en apoyar la
experiencia del
retorno. Al igual que con las cifras de exiliados, no sabemos cuántos son los
retornados, aunque un
gran número volvió al país después de casi 15 años cuando en víspera de un
plebiscito7, el régimen
militar puso término formal al exilio. La instauración de la democracia no ha sido
un factor concluyente
para la vuelta de miles de chilenos, además la Oficina Nacional de Retorno (ONR),
creada por
ley en el gobierno de Patricio Aylwin, para facilitar la inserción de compatriotas que
volvían al país,
duró hasta fines de 1994, desde entonces no existen registros confiables.
El exilio ha tendido a ser conceptualizado básicamente como una experiencia
masculina, debido
a que la mayoría de las personas con prohibición de ingreso eran efectivamente
hombres. La idea de
masculinidad en el exilio se vio reforzada cuando comenzó el retorno y los medios
de comunicación
destacaron la experiencia de los altos dirigentes políticos del gobierno de Salvador
Allende, creándose
así una “versión oficial” del exilio reduciéndolo a dirigentes políticos8.
Para los hijos de exiliados-retornados, la vida transcurrió en general de manera feliz
en muchos
países de la tierra, se trata entonces de ir en busca de respuestas a algunas
interrogantes relativas a
cómo recuerdan su experiencia de exilio-retorno. Llegaron a un lugar que
recordaban o del cual les
habían contado desde pequeños, un lugar mítico, donde todo era maravilloso: la
cordillera, el mar…
El tema específico de la investigación es la memoria de ese exilio-retorno de hijos
de ciudadanos
chilenos retornados que cuentan sus experiencias -algunos de ellos fueron testigos
de la represión
que vivieron sus padres luego del golpe de Estado militar en Chile-, tienen memoria
de los acontecimientos
los cuales fueron re-elaborados durante el proceso de exilio. El énfasis sin embargo
está
puesto en la siguiente interrogante: ¿Cómo estos jóvenes vivieron el proceso del
retorno junto a
sus padres entre los años 1984 y 1994? Algunos de los referidos viajes de retorno y
llegadas a Chile
tuvieron lugar en plena dictadura, las salidas forzadas aún seguían, y no se
detuvieron sino hasta el
final del período dictatorial. En ese lapso, el gobierno paralelamente otorgaba
autorización de retorno
para algunos y decretaba expulsiones para otros.
Si bien el abordaje del tema pasa necesariamente por la experiencia del exilio, el
realce está
puesto en el retorno de sus padres a Chile, partiendo de la experiencia de haber
crecido o nacido
en un país de acogida, escuchar la voz de los que no tenían nada que decir, hijos de
condenados al
exilio y al retorno. La llegada a Chile los transforma en efecto en actores de una
experiencia que
se asimila a la vivida por sus padres, pero al revés, con la diferencia que el retorno
fue “voluntario”,
7 Fue un referéndum realizado en octubre de 1988, para decidir si Augusto
Pinochet seguía o no en el poder hasta el 11 de marzo
de 1997.
8 Rebolledo, Loreto; Acuña, María Elena. 1999: 5.
Dilemas y desafíos para la integración de hijos de exiliados-retornados chilenos:
memoria e identidad
Revista Grafía Vol. 10 N° 2 - julio-diciembre 2013 - ISSN 1692-6250
191
producto de una discusión que se realizó en el seno familiar. Pero ¿puede ser
considerado “voluntario”
en el caso de la mayoría de los hijos aquello que se les impuso y nunca fue
elección? Efectivamente,
en muchas ocasiones no tuvieron participación en la decisión familiar, y cuando la
tuvieron fue de
manera emocional, basada en un desconocimiento real del país.
Metodología
Los exilios son realidades histórico-sociales que con el paso del tiempo se
transforman en hechos
culturales, en conversaciones societales de diferente magnitud, porque tanto el
estar obligadamente
“afuera” como el retornar, generan un torbellino de encuentros con la memoria
individual e histórica.
Por ahí es por donde se puede entrar al análisis de fenómeno, convirtiendo las
historias de vida de los
sujetos de la experiencia en línea argumental del análisis conceptual, aunque
sabemos que es imposible
expresar con propiedad a través de planteamientos lógicos, toda la complejidad y
la variedad del hecho
experiencial e histórico.
Las técnicas cualitativas cobran significativa relevancia cuando se trata de
comprender y explicar
estos fenómenos. Entre ellas, las historias de vida se han revalorizado. Se trata de
entender las
migraciones, en toda su diversidad, como complemento imprescindible a tantas
cifras que terminan
por cosificar a las personas.
El método escogido para esta investigación es el relato de vida oral (o escrito), por
ser el que
permite reconstruir itinerarios y recoger sentimientos de pertenencia conducente a
reorientar los
trayectos estructurantes -en el caso de esta investigación-, de los discursos de los
hijos de exiliados
retornados, haciendo fluir una memoria histórica transmitida a través de la
memoria familiar y comunitaria
que los lleva a adoptar un cierto posicionamiento en relación con la identidad
ligada a la
política, a la pertenencia nacional y a la elección de un territorio9
Recordemos que el relato de vida ayuda, entre otros, a valorar recuerdos y
experiencias propias
así como las de “otros” como testimonio de la historia de nuestro tiempo. Esto
permite comprender
que el acontecer histórico no se compone únicamente de “sucesos relevantes” y
que las “grandes
personalidades” no son las únicas que cuentan para escribir la Historia. En relación
con nuestro objeto
de estudio es la construcción colectiva del pasado reciente en tanto fuentes que
aportan información
desde la construcción de relatos y documentos históricos.
Resultados
Más allá de las cifras confusas sobre exilio y retorno, es necesario destacar que el
regreso a la democracia,
en 1990, no ha puesto un término a ese proceso. Pero lo relevante aquí no es sólo
destacar la
9 Bertaux, Daniel. 1988.
192 Carmen Pinto Luna
Universidad Autónoma de Colombia
magnitud de este exilio, sino los efectos producidos en las vidas de múltiples
familias y personas, en un
contexto de represión generalizada. Aunque las trayectorias personales son
diversas, la vida cotidiana
estuvo marcada por el militantismo, el cual se traducía en la resistencia, la
denuncia y como dice Marina
Franco, parafraseando a Abdel Malek, “por la presencia en la ausencia de quienes
no están”10.
Los hijos hablan del exilio como si fuera una experiencia de sus padres, quienes
vivían anticipando
la posibilidad de la vuelta, del regreso y, donde cada hogar era un país en
miniatura, o una parte del
país. Sin embargo, exilio es una categoría que les llega por herencia, lo que no los
hace muy diferentes
de otros hijos de inmigrantes o de hijos de exiliados originarios de otros países.
Como bien lo indica
la historiadora argentina Silvina Jensen en relación con los hijos “el desplazamiento
forzoso de sus
progenitores, sin ser protagonistas, el destierro tuvo connotaciones de
incomprensión, desamparo,
desprotección e incomunicación”11
El exilio chileno fue muy prolongado en el tiempo y a diferencia de los fenómenos
emigratorios,
se caracterizó por ser eminentemente político e ideológico. Aunque no hubo un
exilio sino múltiples
y tantos como la cantidad de seres humanos que protagonizaron esa experiencia,
para el exilio político
como para el exilio económico, se trató de un fenómeno forzado por circunstancias
políticas y
algunos hijos conocieron las reales causales del exilio de sus padres al llegar a Chile.
En ambos casos
el estatus reconocido fue el de “refugiado”, valor jurídico otorgado por los países
de acogida.
Por cierto, tanto la sociedad de expulsión de sus padres, como la sociedad de
acogida modelaron
las percepciones de estos hijos. El sinnúmero de experiencias vividas por los
diferentes
individuos estuvo marcada por aspectos como los derechos humanos, la
convivencia social, la
diversidad racial y étnica, los cuales se convirtieron en un importante capital
cultural adquirido en
el transcurso de los años, procurándoles las herramientas necesarias para construir
un discurso y
una práctica en Chile.
El exilio chileno estuvo compuesto mayoritariamente por una población joven, lo
que explica
por qué muchos niños nacieron en el exilio. La franja etaria más importante es la de
entre 26 y 30
años, seguida de la de 21 a 25, y si bien no llegaban para quedarse, y estaban
convencidos de que
su estadía lejos del país sería una circunstancia más de sus vidas, un paréntesis tan
efímero como
las dictaduras militares, sabemos que las cosas no se dieron como las imaginaban.
A medida que el
tiempo fue pasando, lo provisorio fue transformándose en permanente y lo que
parecía exótico se
enquistó de a poco en la cotidianeidad.
Enfrentados a esta nueva perspectiva, los expatriados dejaron de vivir
exclusivamente en función
de sus países de origen y empezaron a interrogarse sobre su lugar y el de sus hijos
en la nueva sociedad
de residencia. Comenzaron gradualmente a adaptarse a las exigencias impuestas
por la sociedad
dominante respecto de ciertos ámbitos claves de la existencia, como son la relación
con el tiempo
y el espacio, y a construirse un modo de vida más estable, de acuerdo con los
requerimientos de la
10 Franco, Marina. 2008: 18.
11 Jensen, Silvina. 2004: 402.
Dilemas y desafíos para la integración de hijos de exiliados-retornados chilenos:
memoria e identidad
Revista Grafía Vol. 10 N° 2 - julio-diciembre 2013 - ISSN 1692-6250
193
nueva situación, pero siempre con un pie en el regreso, dispuestos a subir en el
primer avión al más
mínimo indicio de cambio12.
Los testimonios evidencian una vida cotidiana escindida entre el allá y el acá, el país
de los padres
estaba al interior de la casa, el país de acogida en el colegio. Sin embargo, a
diferencia de sus padres,
la segunda generación no vive esta situación como un drama ni como una condena,
es simplemente
una realidad que les tocó vivir. Para la mayoría, la integración al país de acogida fue
más fácil que para
sus padres: la escuela, el barrio, los amigos se constituyeron en sus grupos de
pertenencia a través de
los cuales hicieron suya una cultura ajena. El proceso de desarrollo de su identidad
se llevó a cabo en
el marco de una pertenencia fragmentada. Sin embargo esto no se constituyó en
algo necesariamente
problemático, salvo en los casos en que las dos culturas se le presentan al joven
como opuestas y
excluyentes, y se siente obligado a elegir entre ellas (Castillo y Piper, 1997: 146). En
cualquier caso,
para muchos fue más problemática la integración a la sociedad chilena donde la
incomprensión en
torno a sus vivencias aún perdura.
Para los hijos, era a la vez cumplir con sus obligaciones, esencialmente como
escolares y también
agradar a sus padres, cuya cultura se intentaba preservar al interior del hogar,
como un lugar mítico.
En Chile todo era maravilloso, desde el paisaje, los sabores, la gente más cálida, la
familia cariñosa, no
se escatimaban recursos para hacer del país que los había rechazado, un país
querible, cercano. Pero
más allá de la imagen del Chile mistificado por las nostalgias de los padres, había
una imagen que los
hijos construían a partir del noticiero, la televisión particularmente, donde la
violencia y la represión
eran titulares de primera plana, la imagen de un Pinochet sanguinario estuvo en el
imaginario de los
niños más allá de los que pudieran contarle los padres, así Chile fue oscilando entre
los bello y lo
terrible, lo deseado y lo amenazante.
Según estudios realizados por la Fundación FASIC, las dificultades que integró el
exilio iban
asociadas a cuatro elementos fundamentales en la realización de una persona:
sentimientos de pérdida
de identidad, sentimientos de transitoriedad, transculturación y biculturalismo. Por
otra parte,
el duelo que produjo el exilio para los adultos los llevó a mantener constantemente
la idea de un
viaje corto y con próximo retorno, lo que no les permitió estabilizarse
adecuadamente, llevando así
mismo a sus familias completas a un plano de incertidumbre e inestabilidad social y
económica. Esta
situación no era común, generalmente en los países europeos, de tal modo que
generaba puntos
discordantes que promovían cierta discriminación, al menos así lo sintieron los
niños y adolescentes
(FASIC: Escritos sobre exilio y retorno, 1984: 141).
Según consta en informes de los archivos de la Vicaría de la Solidaridad13, en 1983
el Gobierno
procedió a publicar sucesivas listas de personas a las que se les autorizó regresar.
Hasta agosto de
1983 se publicaron listas mensuales con un número de personas que oscilaron
entre 48 y 128 nom-
12 Bolzman, Claudio. 1993.
13 Organismo de la Iglesia Católica de Chile, creada en 1976 y por el papa Pablo VI
a solicitud del cardenal chileno Raúl Silva
Henríquez y funcionó hasta 1992. Su función fue prestar asistencia a las víctimas de
la dictadura militar del general Pinochet.
194 Carmen Pinto Luna
Universidad Autónoma de Colombia
bres. Paradojalmente más adelante publicarían también listas con personas
prohibidas de ingresar. El
18 de septiembre de 1985 se pronunciaron 3.868 prohibiciones, lo que coincide
con el período de
auge de las movilizaciones sociales entre 1983-1986.
En cuanto a los jóvenes, fueron muchos quienes se acercaron a los organismos de
solidaridad.
Llegaron principalmente al Programa de Protección para la Infancia Dañada por los
Estados de
Emergencia (PIDEE)14 y a la Fundación FASIC para solicitar atención psicológica por
dificultades
que presentaron en sus procesos de reinserción al país. En la mayoría de ellos,
hubo síntomas de
angustia, estados depresivos, falta de motivación, crisis en sus proyectos
personales, tanto de estudio
y trabajo, inestabilidad emocional, soledad, apatía, y en general, dificultad para
establecer relaciones
interpersonales.
La mayoría de estos niños o adolescentes no tenían un pasado en Chile, este
pasado se remitía
a la historia de sus padres, y quiénes habían vivido en Chile antes del exilio, con el
paso del tiempo
habían perdido ese pasado, o no lo recordaban demasiado. Por lo tanto, para la
mayoría de los
jóvenes que volvieron, Chile era un país desconocido, llegaban como extranjeros
que debían crear
vínculos de amistad, espacios y vivencias. Para los que recuerdan por haber salido
ya adolescentes, los
recuerdos tienen que ver con aquellos tiempos felices, de tranquilidad, con una
familia compuesta por
abuelos, tíos, primos, lo que no se ajusta con la realidad actual que vive el país,
donde la inseguridad
y el miedo se viven tanto al interior de los hogares, como en la calle y en las
escuelas.
El regreso efectivo de los refugiados hace realidad un sueño nostálgico contenido
en el “mito
del retorno”, convirtiéndose así en la quintaesencia del exilio, en el sentido en que,
creyendo poder
reintegrar un lugar que le es asignado, el “retornado” no percibe la amplitud de la
condena que
significa el exilio hasta cuando logra comprender que el lugar que esperaba
encontrar ya no existe.
Jensen alude a una encuesta en la revista Reencuentro de noviembre de 1985
donde quedan de
manifiesto los diversos significados que tuvo el retorno para los exiliados. Esta
encuesta “ponía de
relieve que los desterrados vivían con angustia/esperanza el posible retorno y se
preguntaban; ¿Ha
llegado la hora del regreso? ¿Es éste, el epílogo del exilio? ¿Qué país nos espera?
¿Qué era el retorno?
¿Un deseo natural? ¿Un derecho? ¿Una obligación? ¿Una opción personal? ¿Un
compromiso político?
¿Una decisión racional o emocional?”15.
Con respecto a todas estas interrogantes, podemos separar cuatro tipos de
dinámicas en los
retornados: 1) los ideológicos, tienen la convicción de que el retorno es a la vez un
derecho y un
deber; 2) los estratégicos, quiénes planifican racional e individualmente el retorno
con el objetivo
de conseguir, una equivalencia profesional a la que tenían en el país de acogida; 3)
los nostálgicos,
14 Fundación que nace el año 1979 ante la demanda de las familias afectadas por
las violaciones de los Derechos Humanos durante
el Gobierno Militar, para entregar asistencia a los niños/as afectados por trastornos
derivados de la situación que vivían, en las
áreas de salud mental y física, educacional y cultural, además de satisfacer sus
necesidades básicas de sobrevivencia. Atendió a
alrededor de 12.000 niños en todo el país, manteniendo hasta 1992 ocho sedes en
Regiones.
15 Jensen, Silvina. 2004: 213.
Dilemas y desafíos para la integración de hijos de exiliados-retornados chilenos:
memoria e identidad
Revista Grafía Vol. 10 N° 2 - julio-diciembre 2013 - ISSN 1692-6250
195
quiénes añoran retomar los profundos lazos con el país; 4) los fatalistas, quiénes
siguen el ritmo de
otros o simplemente creen que es mejor sufrir en su propio país que en uno
ajeno16.
Por su parte un informe de la Fundación FASIC señala que las personas retornadas
que consultaban
venían mal, depresivas, con muchas pérdidas acumuladas. Muchas de ellas se
habían ido del
país luego de haber estado detenidas y haber sufrido torturas o muertes de un
familiar o compañero
y, ahora, el retorno les reactiva emociones y sentimientos que habían quedado allí
suspendidos. Sus
necesidades y expectativas de rencuentro afectivo fuerte, hace del retorno una
experiencia muy
frustrante. La familia sufre las consecuencias pues, con frecuencia se culpan unos a
otros porque “las
cosas no han salido bien” (Informe 5.54 C3 de 1994).
La consulta masiva de estas personas obligó a este organismo de solidaridad,
durante un tiempo,
a tener grupos interdisciplinarios de recepción lo que resultó altamente eficiente
pues el confrontar
experiencias los llevaba a una visión más real del país y de sus demandas. Muchos
de los hijos de
exiliados-retornados se sintieron perjudicados con la decisión de sus padres,
recordemos que un
gran número había nacido en el país de acogida, por lo tanto hablar de retorno
carecía de sentido
para éstos, de este modo algunos hablan de ‘aterrizaje forzoso’: A esto se agrega
que en su gran
mayoría, no pudieron conocer antes el país, por ejemplo en período de vacaciones,
por lo que existió
la tendencia a juntarse entre ellos, al menos en un primer período.
Algunos jóvenes se sentían diferentes, eran extranjeros y sus identificaciones
tempranas
pesaban mucho, querían volver para reencontrarse con ellos mismos, para tener
un proyecto,
para tener un futuro propio. Para aquellos que soñaban con hacer sus maletas para
irse del
país y para aquellos que habían asimilado la imagen de un ‘exilio dorado’, no sólo el
retorno
resultaba incomprensible, sino que era motivo de envidia. En efecto, los hijos
también tienen la
percepción de ser envidiados y observados, deben enfrentarse a una sociedad
donde no son
comprendidos, sin embargo, y pese a las dificultades, son pocos los que vuelven a
los países de
acogida, pues terminan por integrarse.
Cabe señalar que el término retornado encasilla a los individuos en una categoría
que pertenece
al registro de lo político, los que también puede trasladarse al registro de lo moral,
lo que conlleva
a una estigmatización cuya valorización depende del interlocutor: puede significar
ex exiliado, es
decir opositor al régimen pinochetista, o pro allendista. Los términos retornado,
exiliado, comunista,
devienen sinónimos para una gran parte de la población. Esto se torna muy
complicado para quienes
llegaron en tiempos de dictadura donde los oponentes debían ocultar sus
opiniones políticas,
y los hijos retornados empiezan muy pronto a darse cuenta donde pueden hablar y
donde no, sin
embargo algunas informaciones se filtran independiente de sus voluntades: ya sea
la forma de vestir,
de hablar, el acento, etc.
Por otra parte, el mundo de la vida cotidiana no es un mundo privado sino
compartido: “presupongo
simplemente, que otros hombres también existen en este mundo mío y, en verdad,
no
16 Gaillard, Anne-Marie. 1997: 175 - 200).
196 Carmen Pinto Luna
Universidad Autónoma de Colombia
sólo de manera corporal y entre otros objetos sino más bien dotados de una
conciencia que es
esencialmente igual a la mía”17.
Esa presunción de la que nos habla Schütz si bien es real no siempre se encuentra
en la vida
cotidiana “una conciencia igual a la mía”, en especial en la de los hijos de
retornados que fueron
culturalizados en otro lugar. Las interrogantes que se plantea Dorfman son
aclaratorias: “¿Cómo vino
a suceder algo semejante? ¿Cómo el destierro que me pasé años denunciando
como el peor de los
males terminó por convertirme en alguien que no pudo, al final de cuentas,
encontrar el camino que
conducía al hogar de sus sueños? ¿Por qué mi país no respondió como lo esperaba
yo y mi canción
de amor?”18
Los retornados deben enfrentarse a una sociedad donde no son comprendidos, se
les niega el
sufrimiento que han padecido, puesto que el exilio es considerado como “dorado”,
además no son
tomados en cuenta, lo que es muy difícil de aceptar por algunos de los padres que
pensaban poder
ser incorporados a algunas instancias de poder público o privado, debido a sus altas
calificaciones
obtenidas en el exilio pero que no son reconocidas, o no son adaptables en el país.
Muchas puertas
se cierran, pero es por razones políticas, aunque también se esgrimen causales
como tener demasiados
diplomas, estar muy preparados, o la edad, puesto que la mayoría ha sobrepasado
los cuarenta
años. “Una última humillación es tener que aceptar vivir insertos en un sistema
económico, liberal,
cuyas ideologías habían combatido”19.
Schütz señala que cuando se vuelve al país, en un primer tiempo, no se reconoce
nada (al
igual que Ulises a su regreso a Ítaca), el individuo estará sumido en la ignorancia y
no podrá
comprender su propia pauta cultural. Durante su ausencia, en efecto, las cosas han
continuado a
desarrollarse de manera conforme a la pauta cultural, pero con cambios que son
imperceptibles,
los hechos no se reproducen jamás exactamente de la misma manera en todos los
lugares, aun
cuando sean idénticos, simplemente porque nuestra percepción de las cosas
evoluciona cada
segundo.
La Fundación FASIC (Informe 5.70 de 1995), con base en la observación de 3.800
personas
retornadas que solicitaron terapia, confeccionó un esquema según el cual la
reintegración se efectúa
en un proceso de cinco etapas:
1ª: de euforia, el encuentro con los elementos que componen el país: familia,
sabores, colores,
olores, imágenes, es la etapa en que los sentimientos están exaltados, poco a poco
vendrá el
despertar a la nueva realidad.
2ª: de confusión, el retornado se expresa con frases tales como “me cambiaron
este país”, “la gente
es diferente”, “no me comprenden”, “yo no los entiendo”, se reprime la rabia y la
frustración.
17 Schütz, Alfred. 1993:26.
18 Dorfman, Ariel. 2012: 18.
19 Rebolledo, Loreto. 2006: 134 – 135.
Dilemas y desafíos para la integración de hijos de exiliados-retornados chilenos:
memoria e identidad
Revista Grafía Vol. 10 N° 2 - julio-diciembre 2013 - ISSN 1692-6250
197
3ª: de depresión, esta conlleva una auto desvalorización y una desvalorización del
medio, aparecen
los cambios exteriores y cambios en los modos de relacionarse con sus cercanos,
familia, amigos,
compañeros. Es la constatación de que el país que habían dejado ya no es el
mismo, ni la gente,
ni los compañeros con quienes proyectaban esos cambios formidables en los ‘70; el
rencuentro
se transforma en desencuentro provocando una sensación de soledad y
aislamiento y el deseo
de volver al país que fue de exilio, lo que inevitablemente se proyecta a los hijos.
4ª: de readaptación, comienza con una nueva mirada para redescubrir la realidad,
se trata de
reorientarse, resituarse, de entender sus propios miedos y el de los otros.
5ª: de reintegración, algo cambia, se encuentra con la perspicacia inicial, piensa
“estoy aquí, esta es
mi gente, mi país”, es la señal de que los lazos del pasado, presente y futuro se
anudan.
Huyssen señala en lo concerniente a la segunda generación: “el deseo de miembros
de la segunda
generación de aprender sobre el pasado de sus padres del cual son siempre, lo
quieran o no, parte, es
un proyecto de aproximación mimética al trauma histórico y personal en el cual los
diversos niveles
temporales se entrecruzan de tal forma que cualquier reflexión sobre el pasado
que se niega a pasar
o que no debería dejarse pasar, como la discutida en la Historikerstreit alemana de
mediados de la
década de 1980, parece fuera de lugar”20.
Tomando como referencia a este autor en su obra En busca del Futuro Perdido
(2001) podríamos
decir que desde el golpe de Estado han transcurrido cuarenta años, tiempo
suficiente como
para que los intentos de entender el acontecimiento se vean revitalizados por la
energía de una
nueva generación: aquella que si bien no vivió en carne propia la persecución
siente la necesidad
de comprender su pasado. La vida de los hijos de exiliados, como la de hijos de
desaparecidos, o
ejecutados, se encuentra indefectiblemente ligada a la de sus padres. Comprender
su historia, o al
menos intentarlo, se convierte en consecuencias, en una necesidad.
Por lo tanto, para comprender la actitud de los hijos en relación con el proyecto del
retorno, es
necesario volver a la actitud de los padres, quienes tienen una relación
diferenciada sobre el mismo.
Existen familias donde el tema es constantemente evocado y donde los hijos tienen
una sólida conciencia
ya sea para aceptar o rechazar; en otras familias cada cual percibe que se trata de
un sueño
más que de un proyecto concreto, el que se aleja cada vez más conforme pasa el
tiempo; para otras
familias es un tema que ni siquiera se trata. Sin embargo todo tiene un límite y las
autorizaciones para
el retorno aparecen en el horizonte, son “las listas” con el nombre de personas que
pueden volver,
que comienzan a ser publicadas a partir de 1983.
De este modo, el proyecto mítico, al menos para esos hijos cuyos padres han
evocado ese deseo,
el retorno se convierte por fin en realidad concreta. Algunos viajan por decisión
propia, en ocasiones
porque sus familiares no están aún autorizados para hacerlo o han decidido
posponer el regreso por
razones diversas, en especial de orden económicas. La estadía en Chile en casa de
parientes que
20 Huyssen, Andreaa. 2000: 71.
198 Carmen Pinto Luna
Universidad Autónoma de Colombia
conocían poco o nada, se transforma en un caos, en un elemento distorsionador. El
enfrentarse al
mundo los hace conocer una realidad dolorosa donde las arbitrariedades e
injusticias se cometen
diariamente, el enfrentamiento con una pobreza y cesantía que no conocían, al
menos en los niveles
a los que estaba sometida la sociedad chilena les crea una grave angustia e
impotencia.
El fenómeno del retorno está relacionado con lo que le sucede al migrante durante
su estadía y
con los cambios contextuales que se dan tanto en el país de acogida como en el
país de origen, de
ahí que algunas de las explicaciones que se han dado para esclarecer las causas y la
permanencia del
flujo puedan también explicar, en sentido inverso, por qué algunos migrantes
toman la determinación
de regresar. Sin embargo, no se puede hacer una transposición mecánica de las
teorías en sentido
inverso, el retorno tiene especificidades que obligan a repensar teóricamente el
fenómeno. Por lo
demás, el exilio se caracterizó por su fuerte componente ideológico, que no es
relevante en el caso
de los emigrantes económicos sin problemas políticos y que salieron más bien con
el propósito de
estudios o de reunificación familiar. No obstante, el retorno suele ser más
problemático de lo que
se pensaba o se soñaba, no es un proceso automático, ni una consecuencia directa
de una variante
externa, como el levantamiento de prohibición de la pena, un cambio de régimen o
la caída de un
dictador, sino que implica un proceso complejo de toma de decisiones y de
evaluaciones personales
y familiares.
Quienes volvieron solos, por lo general son adolescentes que nacieron en Chile,
país que, sin
embargo, habían dejado cuando tenían menos de 10 años de edad, por lo tanto
guardaban imágenes
difusas, donde cabían todas las fantasías y los temores. Quienes salieron a partir de
los 14 años
volvieron con la intención de incorporarse a la lucha política, pero la situación de
rebelión nacional
que pensaban vivía el país no era tal. Su partida es una “despedida”, de manera
inconsciente marca
el comienzo del trabajo de duelo, es una pérdida no deseada y viene alimentar un
sentimiento de un
“algo irrecuperable” que se ha perdido en algún lado, algo interrumpido
bruscamente y que permanecerá
como aquello que no podrá recuperarse, es algo que viene a trastocar los
sentimientos de
pertenencia a un lugar determinado.
Algunos relatos reflejan que el daño sufrido por el niño o adolescente, vivido como
desarraigo
y carente de referencias de pertenencia, es vivido en forma aislada. Es
encapsulado, se mantiene en
algún lugar de la mente, es algo de lo que no se puede hablar, que se mantiene en
el silencio, en la
soledad. No puede ser compartido con sus amigos, con compañeros de colegio, ni
con su familia.
Aquello de lo que no se pude hablar, es un dolor que permanece siempre adentro y
es germen
constante de importantes sentimientos de desamparo.
Para algunas familias el regreso estaba lleno de expectativas, pero las fantasías y
los deseos no
siempre se concretizaron, las idealizaciones con respecto a la familia que los
esperaba con los brazos
abiertos no fue tal; las expectativas fueron frustradas, se perdió la belleza de los
sueños; la acogida
no fue la que deseaban. La vivencia en el país de exilio, en cambio, fue rica en
experiencias, en grupos
de amigos; sabían que eran chilenos pero no se sintieron marginados; aprendieron
las pautas,
los códigos, un idioma con sus diferentes formas de hablarlo, de comunicarse y de
vestirse, lograron
Dilemas y desafíos para la integración de hijos de exiliados-retornados chilenos:
memoria e identidad
Revista Grafía Vol. 10 N° 2 - julio-diciembre 2013 - ISSN 1692-6250
199
integrarse al grupo de sus pares, borraron las diferencias y las divisiones. En la
mayoría de los casos
la decisión de retornar la toman los padres, quienes la comunican a los hijos, es
decir la “imponen”
y cuando les preguntan, no se trata más que de una formalidad.
Muchos de los hijos se sienten investidos, en la esfera familiar, de un rol reparador
de los sufrimientos
vividos por los padres, a quienes protegen por ser percibidos seres frágiles. Los
hijos tienden
a sentirse responsables del “bienestar” de los padres. Son muchos también quienes
expresan el
sentimiento de sentirse en deuda con ellos, sentimiento que viene a alimentar la
culpabilidad y el
deber de reparación, estos procesos, son en gran parte inconscientes. Por otra
parte, comparten
el sentimiento de una vida en tránsito, un paréntesis a la espera del regreso, un
tiempo en el que se
vivió con las maletas listas. Recuerdan a sus padres viviendo una vida que no era
real, el regreso no
dependía de ellos y podía tardar mucho tiempo, como en efecto sucedió.
En los contextos de exilio político, la esperanza y la urgencia por volver suele ser
muy intensa,
así la posibilidad del retorno se llenó de imágenes para algunos adolescentes,
volver a Chile se tornó
una prioridad para llenar sus vidas de contenido, concretizar sueños, reanudar
lazos familiares,
y asomarse a un proyecto personal en el país donde estaban sus raíces. No
obstante, un Chile de
temor y de odio se entrelaza con el imaginario positivo que muchos tenían de Chile.
El imaginario
de los paisajes, la cordillera espléndida, el mar, las frutas enormes (en especial las
sandías que son
“de este porte”) se entrelazan con la violencia aún muy presente, Chile era un país
militarizado. Las
imágenes de la represión cotidiana, transmitidas por televisión, y que se
acrecientan durante los años
de grandes protestas, que se acompañan de detenciones masivas y cada vez más
selectivas, hacen
volver la mirada y los recuerdos a los acontecimientos próximos al golpe de Estado,
al bombardeo
del Palacio Presidencial, las torturas, los campos de concentración.
El retorno al lugar de origen si bien estuvo presente de una forma constante
durante los primeros
tiempos, este se hizo más difuminado a medida que las familias se fueron
asentando, “echando raíces”
a pesar de todo, principalmente para evitar que los hijos se sintieran diferentes a
sus pares. Como
hemos dicho, entre los retornados existe tanta pluralidad de situaciones como
entre quienes no
han regresado. Sus motivaciones para volver han sido también variadas. Algunas
personas volvieron
por motivos profesionales, otros tuvieron la sensación de haber cumplido un ciclo,
muchas parejas
se habían separado, otros recibieron la imposición de sus partidos políticos,
algunos lo hicieron de
manera progresiva, etc. Así, entre las razones para regresar o no regresar, “resulta
imposible hacer
un inventario preciso que coloque, por un lado, lo laboral, el desarrollo profesional,
el bienestar personal
o la situación económica del país y, por el otro la nostalgia, el deseo de recuperar
los afectos,
el barrio, los olores”21.
Los hijos llegan además con la imagen de un país de los años de la Unidad Popular y
del gobierno
de Salvador Allende, ese país evocado en el exilio por sus padres. También se
puede apreciar, en
el caso de los hijos, que las decisiones o aprehensiones corresponden a la de los
padres, algunos
21 Jensen, Silvina. 2004: 214.
200 Carmen Pinto Luna
Universidad Autónoma de Colombia
no lo dudan, están felices de volver. Hay adaptación en unos, resignación y
decepción en otros. Los
más grandes tienen mayor conciencia política, otros vuelven para escapar a una
cultura con la que
crecieron, pero que no pueden asimilar debido a las concepciones conservadoras
de los padres, esto
último es muy potente en el caso de quienes crecieron en países europeos.
La edad es un factor importante en la adaptación al nuevo escenario. Por cierto al
igual que en el
caso argentino investigado por Jensen “los hijos fueron factor decisivo del retorno
o la permanencia
en el país de destierro”. Fue difícil para quienes tenían hijos adolescentes, pero
también para quienes
tenían niños pequeños cuya única patria era la sociedad de acogida22.
Parafraseando a Halbwachs, lo que acabamos de mostrar, es que la vida del niño
está más inmersa
de lo que se cree en los medios sociales a través de los cuales entra en contacto
con un pasado más
o menos alejado, que es como el marco en el que se arraigan sus recuerdos más
personales. Ahora
de adultos, esa memoria se apoya en ese pasado vivido, más que en el pasado
aprendido a través
de la historia escrita. Si es cierto que, al comienzo, no ha distinguido ese marco y
los estados de
conciencia que allí tenían lugar, la separación entre su pequeño mundo interno y la
sociedad que lo
rodea se operará poco a poco en su espíritu. Dado que al comienzo estos dos tipos
de elementos
se encontraban estrechamente fundidos y ambos han aparecido ante él como
parte de su persona
cuando era niño o adolescente, no podría decirse ahora que esos recuerdos se han
presentado como
un marco abstracto y artificial23.
Entre las memorias que son particulares a los jóvenes, que de una u otra manera
operan espejeando
con las memorias que tienen sus padres del exilio, está la de haber perdido un
lugar idílico,
donde se entremezcla la nostalgia por el país donde se criaron y están sus amigos,
con la nostalgia por
la comunidad de exiliados, pluriclasista, unida, solidaria, lo cual los hace moverse
simultáneamente en
un juego pendular entre allá –el país y la comunidad perdida –y acá- el Chile al cual
nos han traído24.
Para los hijos, la comunidad chilena en el exilio es su familia, ésta junto con el país
de acogida
representan lo que Chile era para los exiliados: el lugar de la nostalgia. Tal vez el
modo que tuvieron
algunos de romper ese círculo fue volviendo al país donde vivieron y pudieron
constatar que las cosas
ahí también habían cambiado, que el recuerdo se había congelado en sus
memorias, como ocurrió
años antes con los padres, que la realidad no siempre coincide con los recuerdos.
Algunos han relatado la desaparición de algún familiar, especialmente sus abuelos.
Nelly Richard
señala que “la experiencia de la post-dictadura anuda la memoria individual y
colectiva a las figuras
de la ausencia, de la pérdida, de la supresión, del desaparecimiento. Figuras
rodeadas todas ellas por
las sombras de un duelo en suspenso”25.
22 Jensen, Silvina. 2004: 215.
23 Halbwachs, Maurice. 2011: 118.
24 Rebolledo, Loreto. 2006: 198.
25 Richard, Nelly. 1997: 35.
Dilemas y desafíos para la integración de hijos de exiliados-retornados chilenos:
memoria e identidad
Revista Grafía Vol. 10 N° 2 - julio-diciembre 2013 - ISSN 1692-6250
201
Como ya hemos dicho, las motivaciones y los sentidos para llevar a cabo el retorno
son variados,
pero sin duda está fuertemente ligado con las razones de la salida del país. Se
podría decir que
se reinicia el proceso migratorio en sentido inverso, sin embargo se ingresa a una
fase de toma de
decisiones, lo que no siempre fue posible al partir al exilio. Muchos menores que
llegaron en tiempos
de dictadura y dada la represión que se vivía, eran obligados por sus padres a callar
el origen de su
ausencia del país, o a mentir con respecto al país donde habían vivido el exilio. De
este modo, la
verdad y la mentira son dos categorías que miden las relaciones de los hijos con sus
familiares en el
pasado y el presente; “son el eje más visible de las disputas y de las negociaciones
más visibles de
estas memorias familiares”26.
Una mirada sobre el conjunto de los relatos nos permite conformar un perfil del
retorno, algunos
son de orden militante, es el partido quien toma la decisión, en este caso, el
militante se incorpora
al trabajo clandestino. Para quienes operan en la clandestinidad, el silencio, la
autocensura que opera
antes que la palabra misma pueda siquiera ser pensada, no son sino modos
desplazados de la manifestación
del miedo y el terror. En este relato está al mismo tiempo el deseo, la alegría de
estar juntos
padre e hijo, pero habla también de un orden institucional que coarta y violenta la
subjetividad que
se asienta en la destrucción del lazo social y que implica un mandato de
silenciamiento.
Existen retornos que son de orden ideológico, las familias parten rápidamente para
incorporarse
a la lucha contra la dictadura, esto involucra tanto a los padres como a los hijos.
Otros sin embargo,
fueron más previsores, organizaron el fin de su exilio poniendo en práctica un plan
para crear las
condiciones propicias al retorno, trataron de asegurar un empleo y/o
economizaron pacientemente
para minimizar los riesgos de fracaso: “se puede perder todo en la vida una vez,
pero no dos”, estos
enviaron a sus hijos una o varias veces de vacaciones para que conocieran la
familia, ellos mismos
vinieron para “tantear” el terreno y ver las posibilidades de inserción profesional
existentes.
En todos los casos, hay un elemento que gatilló la partida en un momento
determinado: incorporarse
a la lucha interna contra la dictadura por ejemplo, sin embargo, el rencuentro
familiar es uno
de los más invocados. Existe un cierto “pudor” para dar un motivo trivial a un
retorno idealizado.
En este sentido hay un elemento esencial que constituye al exilio y al retorno; es la
autorización
para volver al país, aun cuando algunos lo hicieron en momentos de dictadura,
otros después de
la restauración de la democracia o cuando se creó un programa facilitando la
reinstalación. Esta es
una categoría específica del exilio chileno, y es la que justifica que desde entonces
se hable de una
especificidad de “retorno del exilio”.
Los relatos de hijos que se incorporaron al sistema educacional, dan cuenta de las
divisiones
existentes respecto a la memoria del golpe de Estado. El miedo y la prohibición de
todo discurso y
toda acción que se saliera de lo estipulado por la metodología del terrorismo de
Estado impregnaron
la sociedad civil y la escuela no sólo no fue ajena a ello, sino que a 40 años del
golpe de Estado, aún
persisten algunos resabios. En Dictadura era tan grande el terror que muy pocos
maestros se atrevían
26 Da Silva Catela, Ludmila. 2001: 84.
202 Carmen Pinto Luna
Universidad Autónoma de Colombia
a hablar públicamente en contra de lo que estaba sucediendo y si alguna vez surgía
una voz disidente,
ésta no se produjo en una posición institucionalmente decidida, sino que fueron
críticas aisladas.
La memoria es entonces construida con base en su propia experiencia pero
también a lo que
han escuchado de otros, del vínculo con sus padres, de la vida en comunidad que
tenían en el exilio.
Como todo grupo, quienes vivieron en el exilio y luego retornaron tienen sus
propios códigos, claves
lingüísticas, una jerga propia. Estas memorias están cruzadas por los recuerdos de
quienes vivieron las
consecuencias del golpe militar en el seno familiar a muy corta edad, lo que dejó
huellas imborrables,
el recuerdo de un exilio que los confrontó a una vida en estado de transitoriedad
permanente, el
recuerdo de la llegada a un país militarizado, y los recuerdos de una inserción
escolar difícil en silencio,
trabajando casi clandestinamente para hacerse visibles, aceptados por una
comunidad en parte hostil.
Lo que relatan estos hijos no es la verdad absoluta de los acontecimientos, es su
propia verdad
tanto a través de su propia experiencia como la verdad heredada que no se puede
separar, debido a
que son experiencias límites en que la vida estaba en juego. En esta investigación
son memorias sueltas
las que intervienen, sin embargo, éstas se vinculan o resignifican con memorias
colectivas, pero en
general lo que las caracteriza es que son memorias generacionales con códigos
propios. Finalmente
lo que le da sentido a la transmisión de las memorias es la resignificación en tanto
reactualización de
estas memorias, en el fondo lo que se transmite no son los acontecimientos, sino
las experiencias:
“es lo que nos tocó vivir”.
Conclusión
El exilio ha sido la violación de los derechos humanos que menos ha sido
tematizada. A la negación,
en el discurso social del exilio como una experiencia limite, se agrega como
corolario la ausencia de
espacios colectivos donde dicha vivencia pueda ser reflexionada. Pero el silencio
está también en las
propias familias de las víctimas, en parte porque el dolor sigue estando presente.
El tema del exilio y retorno de la segunda generación queda abierto, y no puede
pasar mucho
tiempo más para hacer memoria de aquellos que recibieron por herencia, las
consecuencias de las
violaciones de los derechos humanos, simplemente por ser hijos de personas que
pensaban diferente,
personas que se habían comprometido con cambios sociales profundos en Chile.
Quedan pendientes interrogantes que necesitan respuesta, prioritariamente desde
la Academia,
donde habrá que definir qué esfuerzos vamos a tener que seguir haciendo a fin de
que las demandas
existentes en torno a estos problemas y, a las tensiones no resueltas como
sociedad, sean tomadas
en consideración. Aquí surge la siguiente pregunta ¿Qué esfuerzos hemos hecho
para que el exilio
forzado, sea reconocido como una violación de los derechos humanos, tanto por el
Estado como
por la Sociedad?
La segunda generación heredó las consecuencias del quiebre psicológico profundo
en las vidas
de sus padres, así como la angustia permanente al no saber cuándo serían
autorizados para volver
Dilemas y desafíos para la integración de hijos de exiliados-retornados chilenos:
memoria e identidad
Revista Grafía Vol. 10 N° 2 - julio-diciembre 2013 - ISSN 1692-6250
203
¿Cómo se mide el daño moral producido en esta segunda generación? ¿Se
terminaron estos daños
morales, producidos por el exilio, cuando administrativamente se autorizó el
retorno? ¿Cómo esta
situación también afecta a la tercera generación?
La distinción entre quienes se fueron y quienes se quedaron, contribuyó a producir
categorías
de sujetos diferenciados, muchas veces antagónicos, pareciendo que tuvieran que
competir entre
las diversas formas de violencia ¿Cómo abordar este tema tan delicado en un
contexto político que
privilegia el olvido y el punto final como solución a un eventual rencuentro entre
chilenos?
El camino no se puede retomar donde fue interrumpido, los padres no encontraron
trabajo por
haber sido presos políticos, por su edad, pasado los cuarenta, por su larga
ausencia, porque no pudo
ser el papá, o mamá que tal vez quiso ser, porque las pérdidas no pueden ser
restituidas, etc., ¿Qué
caminos debemos recorrer para procurar que dimensiones tales como dignidad,
confianza, reconocimiento,
puedan ser reparadas para alguien que perdió un proyecto de vida que no pudo
retomar
donde quedó interrumpido?
Una investigación más profunda sobre los hijos de retornados de diferentes
lugares, de diferentes
extracciones sociales y en diferentes puntos del país se hace necesaria, para
indagar si el proceso
de exilio-retorno es similar al expuesto por los hijos en este trabajo y saber cuál es
su lugar en la
sociedad chilena. También podría extenderse este estudio a los hijos de familias
que se quedaron en
los países de acogida, saber el porqué de esta opción.
Actualmente el debate más bien se concentra en la borradura de lo sucedido
tratando de imponer
una idea errónea sobre el acontecimiento histórico, a saber si se trató de golpe de
Estado o
“pronunciamiento militar” y si lo que se instaló enseguida fue gobierno militar o
dictadura, dejando
en la percepción de las nuevas generaciones la idea de que la violencia sólo puede
circunscribirse a
un pequeño grupo de personas: los políticos que formaron parte del gobierno de la
Unidad Popular.
El compromiso de los hijos de retornados que permanece en Chile27 se liga con el
campo de
derechos humanos, con sus tensiones y matices. Se han integrado, han asumido
que ser hijos de
exiliado retornado es algo que se puede llevar de diferentes maneras: formas de
reaccionar frente a
algunos temas, formas de comportarse, maneras de ver el mundo, diálogos
particulares, efectos sobre
sus propios hijos (3ª generación), sensibilidades frente a temas contingentes como
la privatización
de la educación, la salud, los servicios básicos en general, diversidad sexual,
género, interés por el
medio ambiente, respeto por la diversidad étnica (el conflicto del pueblo
Mapuche28 con el Estado,
está muy presente en cada uno de ellos).
Finalmente, retornar a Chile para los hijos, es un desafío para intentar recuperar las
raíces y
construir una historia personal propia; también reconstruir la esperanza y reafirmar
la voluntad de
ser parte de un proyecto político todavía inconcluso.
27 Del universo de 21 informantes, uno volvió a Francia y otro a Bélgica.
28 Los mapuche son la etnia más importante y más conocida de todos los pueblos
indígenas de Chile
204 Carmen Pinto Luna
Universidad Autónoma de Colombia
Bibliografía consultada en el proceso de investigación
Aguirre, Estela; Chamorro, Sonia. “L” Memoria gráfica del exilio chileno. Santiago
de Chile: Ocholibros, 2008.
Aruj, Roberto; González, Estela, Oteiza, Enrique. El retorno de los hijos del exilio.
Una nueva comunidad de inmigrantes.
Buenos Aires: Prometeo. 2008.
Balmes, José. “El desafío de una pintura política”, Araucaria de Chile N°2. Madrid,
1978.
Barudy, Jorge; Corral, N; Durán, E; Martens, J; Murisso, A; Paes, D; Serrano, J. Así
buscamos rehacernos. Represión,
exilio y trabajo psico-social. Santiago de Chile: Colat-Celadec, 1980.
Barudy, Jorge. “Migración política, migración económica: una lectura sistemática
del proceso de integración de las
familias inmigrantes”. Revista Santé Mental au Québec, XVII, 2, 47-701. En
http://www.centroexil.org/
documentos_adjuntos/, 1992.
Benedetti, Mario. El desexilio y otras conjeturas. Madrid: El País, 1984.
Bertaux, Daniel. El enfoque biográfico. Su validez metodológica, sus
potencialidades. En Cuadernos de Ciencias Sociales
nº 18, San José, Costa Rica, 1988.
Bleichmar, Silvia. La fundación de lo inconsciente. Buenos Aires: Amorrortu, 1993.
Bolzman, Claudio. Les Métamorphoses de la barque. Les politiques d’asile,
d’insertion et de retour de la Suisse à l’égard
des exilés chiliens. Ginebra: lES, 1993.
Bolzman, Claudio. Los Exiliados del Cono Sur dos décadas más tarde. Nueva
Sociedad. http://www.nuso.org/upload/
articulos/2278_1.pdf, 1993.
Bolzman, Claudio. Sociología del exili. Zúrich: Seísmo, 1996.
Bolzman, Claudio. « De l’exil à la diaspora: l’exemple de la migration chilienne ».
Autrepart, nº 22, 2002.
Bourdieu Pierre. Cosas dichas. Buenos Aires: Gedisa, 1988.
Bourdieu, Pierre. Sociología y cultura. México: Grijalbo, 1990.
Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loïc. Sociología. Réponses. Paris: Seuil, 1992.
Bourdieu, Pierre. Raisons Pratiques, L’esprit de la famille. Paris: Seuil, 1994.
Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loïc. Respuestas para una Antropología Reflexiva.
México: Grijalbo, 1995.
Bourdieu, Pierre. La miseria del mundo. Buenos Aires: Fondo de la Cultura, 1999.
Bourdieu, Pierre. La razón práctica Sobre la teoría de la acción. Buenos Aires:
Anagrama, 1999.
Bourdieu, Pierre. El sentido práctico. Buenos Aires: Siglo veintiuno, 2010.
Bourdieu, Pierre. Las estrategias de la reproducción social. Buenos Aires: Siglo
veintiuno, 2011.
Castillo, María Isabel; Piper, Isabel. “Discurso de jóvenes exiliados y retornados”.
Tramas. México. PP. 145-165, 1997.
Dilemas y desafíos para la integración de hijos de exiliados-retornados chilenos:
memoria e identidad
Revista Grafía Vol. 10 N° 2 - julio-diciembre 2013 - ISSN 1692-6250
205
Catela Da Silva, Ludmila. No habrá flores en la tumba del pasado. La Plata: Al
Margen, 2001.
Catela Da Silva, Ludmila y Jelín, Elizabeth (comp.). Los archivos de la represión,
documentos, memoria y verdad.
Madrid: Siglo Veintiuno, 2002.
Colección Cintras. Exilio-retorno: aspectos médicos, psicológicos y sociales en la
familia y la infancia. Noemí Baeza.
Santiago de Chile: PIDEE, 1991.
De la Parra, Marco Antonio. La mala memoria. Historia personal de Chile
Contemporáneo. Santiago de Chile: Planeta,
1998.
De Menthon, Henry. Je témoigne, Québec 1967, Chili 1973. Paris: Editions du Cerf,
1979.
Del Pozo, José. Exiliados, emigrados y retornados chilenos en Europa y América
1973-2004. Santiago de Chile: RIL,
2006.
Dorfman, Ariel. Entre sueños y traidores. Un striptease del exilio. Buenos Aires: Seix
Barral, 2012.
Franco, Marina y Levín, Florencia. Historia Reciente (Comp.) Perspectivas y desafíos
para un campo en construcción.
Buenos Aires: Paidós, 2007.
Franco, Marina. El exilio, Argentinos en Francia durante la dictadura. Buenos Aires:
Siglo Veintiuno, 2008.
Foucault, Michel. Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Madrid:
Alianza, 1992.
Gaillard, Anne Marie. Exils et retours, Itinéraires chiliens. Paris: L’Harmattan, 1997.
Garcés, Joan. Le problème chilien. Bruselas: Marabout, 1975.
Gazmuri, Cristian. « Le Chili et l’influence de la culture française (1818-1848) ».
Raison Présente nº 93, Primer
trimestre, 1990.
Goffman, Ervin. Estigma: la identidad deteriorada. Buenos Aires: Amorrortu, 2008.
Goffman, Ervin. La presentación de la persona en la vida cotidiana. Buenos Aires:
Amorrortu, 2009.
Guber, Rosana. Etnografía. El salvaje metropolitano. Buenos Aires: Paidós, 2009.
Habermas, Jurgens. Teoría de la acción comunicativa. Taurus: Madrid, 1999.
Halbwachs, Maurice. Les cadres sociaux de la mémoire. Paris: Albin Michel, 1994.
Halbwachs, Maurice. Memoria Colectiva. Buenos Aires. Miño y Dávila, 2011.
Huyssen, Andreas. “Of Mice and Mimesis: Reading Spiegelman with Adorno”. New
German Critique, N°81, 2000.
Huyssen, Andreas. En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de
globalización. Buenos Aires: Fondo
de Cultura Económica, 2011.
Jedlicki, Fanny. El Caso Pinochet. Recomposiciones y Apropiaciones de la Memoria.
CEME.
http://www.archivochile.com/, 2005.
206 Carmen Pinto Luna
Universidad Autónoma de Colombia
Jedlicki, Fanny. De l’exil au retour. Héritages familiaux et récompositions
identitaires d’enfants de retornados chiliens.
Tesis doctoral. Universidad Paris VII Paris-Diderot, 2007.
Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. Madrid: Siglo veintiuno, 2001.
Jelin, Elizabeth. Las conmemoraciones, las disputas en las fechas “in-felices”.
Madrid: Siglo veintiuno, 2002.
Jelin, Elizabeth. Monumentos, memoriales y marcas territoriales. Madrid: Siglo
veintiuno, 2003.
Jensen, Silvina. Suspendidos de la Historia/Exiliados de la Memoria. El caso de los
argentinos desterrados en Cataluña
(1975-…) Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Barcelona, España, 2004.
Violencia de Estado y psicoanálisis.
Kaës, René. Rupturas catastróficas y trabajo de la memoria. En Puget y Kaës.
Buenos Aires: Centro Editor de América
Latina, 1991.
Lacapra, Dominick. Historia y memoria después de Auschwitz. Buenos Aires:
Prometeo, 2008.
Levi, Primo. Trilogía de Auschwitz. Barcelona: El Aleph, 2005.
Levi, Primo. Deber de memoria. Buenos Aires: Libros del zorzal, 2006.
López Zarzosa, Helia. La problemática de la adaptación escolar en los hijos/as de las
familias retornadas en la VIII
región. Santiago de Chile: FASIC, 1995.
Maturana, Humberto; Varela, Francisco. El árbol del conocimiento. Santiago de
Chile: editorial Universitaria, 1984.
Moulian, Tomás. Chile Actual: Anatomía de un mito. Santiago de Chile: U. Arcis,
LOM, 1997.
Montupil, Fernando. Exilio, derechos humanos y democracia. El exilio chileno en
Europa, Bruselas-Santiago, Coordinaci6n
europea de comités Pro-Retomo, 1993.
Mouesca, Jacqueline. Plano secuencia de la memoria de Chile. Veinticinco años de
cine chileno (1960-1985). Ediciones
del Litoral, Madrid, 1980.
Neumann, Elisa y Monreal, Angélica. “Subjetividad y Cultura”, Revista Sujeto,
Número 1. Santiago de Chile: Universidad
Arcis, págs. 17-26 y 21-29, 1990.
Norambuena, Carmen. Memoria para un nuevo siglo. Chile, miradas hacia la
segunda mitad del siglo XX. Santiago
de Chile: LOM, 2000.
Norambuena, Carmen. El exilio chileno: río profundo de la cultura iberoamericana.
Sociohistórica: Cuadernos del CISH
23-24 http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.4382/pr.4382.pdf,
2008.
Oñate, Rody; Wirght, Thomas; Espinoza, Carolina; Soto, Andrea; Galleguillos
Ximena. Exilio y retorno. Santiago de
Chile: LOM, 2006.
OPECH: http://www.opech.cl/inv/analisis/sostenedores_domeyko_final.pdf, 2012.
Piotti, María Lidia. Memorias escolares de los Hijos de las víctimas del terrorismo
de Estado. Córdoba: Comunicarte,
2006.
Dilemas y desafíos para la integración de hijos de exiliados-retornados chilenos:
memoria e identidad
Revista Grafía Vol. 10 N° 2 - julio-diciembre 2013 - ISSN 1692-6250
207
Pollak, Michael. L’expérience concentrationnaire. Paris: Métailié, 2000.
Pollak, Michael. Memoria, olvido, silencio. La Plata: Al Margen, 2007.
Portelli, Alesandro. Lo que hace diferente a la historia oral. En Dora Schwarzstein
(comp.). La historia oral. Buenos
Aires: Centro Editor de América Latina, 1991.
Portelli, Alessandro. La orden ya fue ejecutada, USA: Fondo de Cultura Económica,
2004.
Prognon, Nicolás. La culture chilienne en exil en France : une forme de résistance à
la Junte (1973- !994). Universidad
de Toulouse, 1990.
Rebolledo, Loreto; Acuña, María Elena. Narrativas del exilio chileno.
http://www.gupea.ub.gu.se/bitstream/2077/3219/1/anales_3-
4_rebolledo_acuna.pdf, 1997.
Rebolledo, Loreto. Memorias del desarraigo. Santiago de Chile: Catalonia, 2006.
Richard, Nelly. Residuos y metáforas (Ensayos de crítica cultural sobre el Chile de la
Transición. Santiago: Cuarto
propio, 1997.
Ricoeur, Paul. “Individuo e identidad personal” en Sobre el individuo.
Contribuciones al Coloquio de Royaumont. 1ª. ed.
en español. Paidós. Barcelona, 1990.
Ricoeur, Paul. Sí mismo como otro. México: Siglo veintiuno, 1996.
Ricoeur, Paul. Historia y memoria. La escritura de la historia y la representación del
pasado. En Anne Pérotin-Dumon
(dir.). Historizar el pasado vivo en América Latina.
http://etica.uahurtado.cl/historizarelpasadovivo/es_contenido.
php, 2000.
Ricoeur, Paul. La memoria, la historia, el olvido. Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica, 2010.
Rousso, Henry. El síndrome de Vichy. Harvard University Press, 1994.
Salazar, Gabriel; Pinto, Julio. Historia contemporánea de Chile, Tomo V. Niñez y
juventud. Santiago de Chile: LOM,
2002.
Schütz, Albert. El forastero y El que regresa al Hogar. Ensayos de psicología social
en Estudios sobre teoría social, (Comp.
A.Brodersen). Buenos Aires: Amorrortu, 1999.
Schmucler, Héctor. Memoria, subversión y política en Memoria(s) y política. María
del Carmen de la Peza (Comp.)
Buenos Aires: Prometeo, 2009.
Sznajder, Mario; Roniger, Luis. Political Exile in Latin America, Latin American
Perspectives. http://lap.sagepub.com/
content/34/4/7, 2007.
Todorov, Tzvetan. Los abusos de la memoria. Barcelona: Paidós, 2000.
Todorov, Tzvetan. Memoria del Mal, tentación del bien. Indagación sobre el siglo
XX. Barcelona: ediciones Península,
2000.
208 Carmen Pinto Luna
Universidad Autónoma de Colombia
Todorov, Tzvetan. La conquista de América. El problema del Otro. Buenos Aires:
Siglo XX Editores, 2005.
Vásquez, Ana; Araujo, Ana María. Exils Latino-Américains: La malédiction d’Ulisse.
Paris: Ciemi L’Harmattan, 1988.
Vidal, Virginia. “Mal de Ausencia”, Araucaria Nº 7, 1979.
Visacovsky, Sergio. “Un concepto de realidad en el análisis de las narrativas sobre el
pasado”. Revista de Investigaciones
folclóricas. Vol. 19:151-168, 2004.
Visacovsky, Sergio. “Cuando las sociedades conciben el pasado como “Memoria”:
un análisis sobre verdad histórica,
justicia y prácticas sociales de narración a partir de un caso argentino”. Revista
Antípoda Nº 4, enero-junio,
pp. 49-74, 2007.
Fuentes:
Fuentes orales: Ismael: nació en exilio en 1975, llegó a Chile con un período previo
en Argentina, en
1988 a los 13 años. A su padre lo privaron de la nacionalidad estando fuera del país
como embajador
cultural de S. Allende. Piankhy: nació exilio en 1978 hijo de padre camerunés y
madre chilena, llegó
a Chile en 1989 a los 11 años. Claudio: nació en exilio en 1976, llegó en 1989 a los
13 años, sin sus
padres. Silvano: nació en exilio en 1978, llegó a Chile en 1991, a los 13 años,
regresó a Francia. Marcela:
Nació en exilio en 1976, llegó a Chile junto a sus padres en 1990 a los 14 años. Su
padre fue expulsado
desde un campo de concentración. Carole: nació en Francia en 1978, hija de padre
francés y madre
chilena quien fue presa política, llegó en 1989 a los 11 años. Mathieu: Nació en
exilio en 1976 de padre
chileno y madre francesa, llegó a Chile en 1990 a los 14 años. Natalia: nació en
Chile en 1973, salió en
1974 junto a su madre, volvió a Chile en 1983 a los 10 años, regresó a Francia entre
1986 y 1989.
Su padre es detenido-desaparecido. Jerónimo: Nació en exilio en 1980, llegó a Chile
en 1992. Su madre
fue presa política. Carlos: nació en Chile en 1974, salió al exilio con su madre en
1976, estuvo en
Berlín volvió en 1984. Su padre alto dirigente político vició en clandestinidad.
Sebastián: nació en Chile
en 1975, salió al exilio en 1976 con du madre, estuvo en Berlín, vuelve en 1984. Su
padre fue dirigente
clandestino Angélica: nació en Chile en 1970, salió al exilio junto a su madre y
hermana menor el año
1976. Su abuelo materno es un ejecutado político, volvió a Chile en 1987 sin sus
padres. Sara: nació en
el exilio en 1978, llegó a Chile en 1990 a los 12 años, sus padres marcharon a un
nuevo exilio a Brasil,
ella permaneció en Chile junto a sus hermanos mayores. Su padre fue preso
político. Ítalo: nació en
Chile en 1966, salió al exilio a los 10 años con su madre y hermanas en 1975, volvió
de Francia en 1986
separado de sus padres para insertarse a la militancia política. SU padre fue
expulsado desde un campo
de concentración. Pedro: nació en Chile en 1968, salió al exilio en 1986 de manera
clandestina hacia
Argentina durante el auge de las protestas mientras era dirigente estudiantil, volvió
en 1992. Mariana:
nació en Chile en 1963, salió al exilio en 1977 junto a su familia a los 14 años, en
1985 decidió volver
sin sus padres. Su padre fue un dirigente sindical que estuvo prisionero tres veces
antes de marchar al
exilio. Rosa: nació en Chile en 1963, salió al exilio junto a su madre y hermanos en
1975 a los 12 años,
volvió en 1992 después que sus padres. Su padre fue expulsado desde un campo de
concentración y su
Dilemas y desafíos para la integración de hijos de exiliados-retornados chilenos:
memoria e identidad
Revista Grafía Vol. 10 N° 2 - julio-diciembre 2013 - ISSN 1692-6250
209
abuelo materno es un ejecutado político. Michelle: nació en Chile en 1974, salió al
exilio en 1975 con
su madre y hermanos, volvió en 1984 a los 10 años sin recuerdos de Chile. Su padre
salió expulsado
desde un campo de concentración. Mónica: nació en Chile en 1971, salió al exilio
en 1974 pasando
por Argentina y luego Europa, volvió con su madre y hermano en 1987. Su madre
fue presa política.
Volvió a Bélgica. Francisca: nació en exilio en 1987, llegó a Chile en 1992 a los 5
años, no le costó
insertarse debido a su corta edad. Su padre salió de manera clandestina del país.
Silvana: nació Chile
en 1966, salió al exilio hasta Perú junto a su madre y hermanos menores en 1974 a
la edad de 7 años,
de ahí marcharon a Europa, volvió con sus hermanos, sin sus padres, en 1983. En
1986 toda la familia
fue detenida en una manifestación del 1º de mayo.
Archivos FASIC, sobre exilio y retorno. Santiago de Chile.
Archivos de la Vicaría de la solidaridad en Santiago de Chile.
Informe de la Comisión de verdad y reconciliación (Rettig)

Análisis del fenómeno del exilio desde un ángulo generacional, también del retorno y con esto
a la inserción escolar en una sociedad expulsora, utilizando las historias de vida como un
intento de comprender esta experiencia.

Es una contribución para “la toma de conciencia de que en la experiencia de emigración política
hay algo que es legítimo transmitir”. Los informantes fueron hijos de exiliados que fueron actores
de la Unidad Popular, que debieron salir del país para evitar la prisión, la tortura o la muerte.

Arpillera de Bélgica Castro, exiliada en Suecia. Gentileza de la autora


Exilio no es una palabra, ni es un drama, ni una estadística sino que es un

vértigo, un mareo, un abismo, es un tajo en el alma y también en el cuerpo

cuando, un día, una noche, te hacen saber que aquel paisaje tras la ventana,

aquel trabajo, aquel amigo, aquella silla y aquel hueco en aquel colchón, aquel

sabor, aquel olor y aquel aire que habías perdido, lo has perdido y lo has perdido

para siempre, de raíz y sin vuelta. Si somos capaces de sentirlo, siquiera un

instante, tal vez pueda evitarse volver a caer en él nunca más.

Daniel Sueiro, En preámbulo a la obra de teatro Ligeros de Equipaje, de Jorge

Díaz

Quiero dar rienda suelta a pensamientos y sentimientos, así como a sensaciones y


percepciones que aunque subjetivas, tienen su raíz en una  experiencia personal
que se arrastra por más de cuatro décadas.

Aunque he sobrevivido a dos dictaduras en Latinoamérica, la de 1973 acá en


Chile, y la de 1976 en Argentina, y he vivido dos etapas de exilio muy diferentes
entre sí, como pueden serlo la experiencia en Buenos Aires y la  que viví por corto
tiempo en Suecia, puede decirse que mi experiencia de exilio la he vivido en este
país.

No hablo del tan manoseado tópico acerca del “ exilio interno“, que pienso se
origina en la no participación en el proceso político, social, económico, cultural que
se da en Chile. Secuela de cuarenta años de derrotas de un proyecto que era el
sentido de nuestra existencia.

La justificación para estar vivos.

Todos quienes bordeaban los 20 y tantos años al momento del golpe de estado en
Chile en 1973, aquellos provenientes de las filas de la izquierda militante, muchos
que fueron militantes de un movimiento que contaba con nueve años de
existencia, aquellos estudiantes secundarios transformados en presos políticos,
torturados y estigmatizados, son quienes hoy en día observan perplejos esta
nuestra realidad, donde no se encaja, que nos es ajena.

Chile y sus militantes, ex militantes, simpatizantes, aspirantes, no tiene coherencia


con la realidad actual.

Estas reflexiones-nostalgias pueden extenderse hasta el infinito…

Es de los chilenos que salieron y no han retornado, ni lo harán, de quienes quiero


saber, conocer. No solo de aquellos que han mantenido un proyecto y una
perspectiva similar a la que sostenían y adherían cuando luchaban y participaban
en la patria. Todos los miembros de este conglomerado, mal llamado Región XIV
casi como una ironía, somos parte constitutiva de una gran tela de araña, invisible
y muy extensa, que une a muy diferentes personas, de edades ,actividades
,actitudes ,formación, geografía e historias, etnias, genero, proveniencia y
adscripción social, e incluso lenguajes maternos propios y distintos.

Hoy, en este inicio de siglo, nos es posible navegar por estos ríos que abarcan
naciones, países, continentes. Podemos, algunos, abordar un avión y reunirnos o 
escuchar a través del éter al ser amado aunque nunca acariciado; o recibir
imágenes y voces de criaturas que son carne de nuestra carne, pero jamás
podremos abrazar. Y recibir de pronto por Internet la imagen de aquel que perdiste
hace treinta años; o los poemas y pensamientos de jóvenes que apenas saben
dónde está Chile…Primera, segunda y también tercera generación de seres
humanos profundamente perturbados por cambios que no eligieron, que aún no
comprenden, que aún son dolores crónicos  no sanados, soterrados, inconscientes
a menudo.

Esto es lo que denomino” cultura del exilio“. Lo observo objetivamente y espero,


científicamente, con las herramientas de la antropología y otras ciencias sociales,
con los métodos y análisis de mi percepción de la realidad, fundamentada en
saberes, experiencias y la metodología de la antropología virtual

Este” estudio“, ( cómo estudiar nuestro propio ombligo!) pienso debe ser un acto
colectivo de reflexión, de intercambio, de aportes, de apertura. Desde los niños
“cabezas negras” de los países nórdicos a los chilenos-kiwis de Nueva Zelanda;
los doctores en disciplinas varias de México, Canadá, los impulsivos y luchadores
de los Países Bajos y los solidarios de Suiza, Bélgica y Mozambique
Venezuela, Argentina, Australia, Cuba, Nicaragua, Gran Bretaña y Francia, la
Alemania de hoy y la de ayer, y el África, todos son pueblos que acogieron y aún
albergan a esa parte de nuestro ser que son los exiliados.

No puedo más que escribir nombres de países desde los cuales recibo
permanente retroalimentación. Cada uno de nosotros debe añadir lugares y
aromas, ciudades y gentes que hoy integran su realidad.

Eso propongo, compañeros. Porque eso somos. Compañeros y hermanos en un


largo camino recorrido y uno igualmente largo por caminar. Con las piernas de los
hijos, hijas y nietos, que nos sobrevivirán y que quizás, solo quizás, quieran
construir un proyecto similar al que entregamos nuestra juventud, madurez y
ancianidad.

Nuestra identidad es fundamental para entender lo que sucedió. Para comprender


este nuestro presente, multidiverso.

Como este libro es una crónica desordenada, que intenta entregar una ruta para
bucear en la memoria a quien quiera hacerlo ya sea para saciar alguna curiosidad
o reencontrarse con vivencias que no conocía o creía eran muy distintas, me limito
a orientar acerca de dónde es posible viajar para encontrarlas.

A estas alturas todos sabemos que si vamos a Google y anotamos los nombres o
los temas, podremos de inmediato llegar a donde nuestro interés nos lleve.

Hoy leo este artículo de Manuel Guerrero Antequera, hijo de uno de los hombres
que sufrieron la más horrible de las muertes. Un hombre que fue preso político
desaparecido, que vivió el exilio con sus dos hijos, que retorno a su patria y fue
degollado junto a José Manuel Parada y Santiago Nattino en un salvaje acto de
venganza por una dictadura que estaba agonizando. Hijo así mismo de Verónica,
exiliada en más de un país y cuya historia de vida es necesario escribir…

Manuel, sociólogo, creador de espacios donde generar encuentros en la memoria


y la defensa de los derechos humanos, permanente luchador por la justicia y la
verdad desde la alegría y la amistad, escriba perpetuo de sus recuerdos que son
los de una generación escribe

Del exilio al Chile actual: Me afecta y me resisto a la violencia


Manuel Guerrero Antequera

Una reflexión en un registro íntimo, sobre las violencias individuales, colectivas e


institucionales del país en los últimos meses.
Cuando tenía seis años de edad, y luego del secuestro y posterior prisión política
de mi padre en varios campos de concentración en 1976, llegamos a un
campamento de refugiados en Suecia. Era fines de noviembre, por lo que todo
estaba nevado y oscuro. Compartimos pieza con una pareja chilena que también
tuvo que salir al exilio. En el campamento había niños que huían de distintas
guerras o masacres. No entendía el idioma, pero algo había en sus caras y ojos -
como seguramente en los míos- que daban cuenta de venir de algo de lo cual es
muy difícil salir. Las trabajadoras sociales suecas, con una amabilidad respecto de
la cual siempre estaré en deuda, hacían lo posible porque recuperásemos la
normalidad y pudiéramos dedicarnos a los juegos y a estudiar. No duramos mucho
en ese campamento porque mi padre decidió que debíamos irnos a Budapest,
Hungría, donde funcionaba la comisión exterior de su organización política. Ahí
debía estar él junto a sus camaradas. Llegamos esta vez a un hotel en el que viví
por unos seis meses. Sin niños en mi entorno. No entendía tampoco el idioma y
mis juegos eran recorrer las escaleras, visitar las habitaciones recién hechas,
mirar por la ventana las calles nevadas que eran limpiadas por jóvenes soldados
soviéticos que estaban haciendo su servicio militar en el extranjero.

El caso de mi padre era “emblemático” -maldita categoría que me ha perseguido


toda la vida-, pues era el único sobreviviente del Comando Conjunto. Estaba bajo
sospecha, lo que lo enloquecía. Que sus compañeros dudarán de él era más duro
que la propia tortura a la que fue sometido. Como yo era hijo de un “caso
emblemático”, a mis padres junto a sus camaradas se les ocurrió que debía
participar en Tribunales Infantiles contra el Fascismo. A través de los testimonios
de nosotros los niños, el mundo se enteraría del horror que vivía nuestro país bajo
la bota de la DINA. Primero en castellano y luego, cuando lo aprendí, en húngaro,
asistí a plenarios en que contaba mi historia de hijo de un perseguido político. No
era el único. Yo era el caso comunista, otro el socialista, y así había niños hijos de
las distintas orgánicas de la Unidad Popular (en el exilio la gente se pone muy
quisquillosa con estas cosas, no vale un testimonio que sea universal, sino que
cada partido debe estar representado en todo lo que se haga). Aquí ya entendía lo
que decían mis coetáneos. Y en sus caras y ojos la misma expresión de venir de
un lugar donde ya lo viste todo. ¿Cómo elaboraron nuestros cerebritos infantiles
aquellas experiencias límites? Seguramente insertándolos en historias de buenos
y malos, viendo a nuestros padres y al Chicho (nuestro máximo referente en todo),
cual Corsario Negro, Sandokán, D’Artagnan, el último Mohicano. Viajar a otras
tierras era ser Marco Polo, cuyos viajes conocía por El libro del Millón. Los mares
gélidos del norte eran parte de mis andanzas de Capitán Nemo a borde del
Nautilus. Los idiomas extraños (el sueco, el húngaro, el ruso) eran desafíos que
enfrentaba cual Phileas Fogg. Tuve recursos en la literatura de Edmundo de
Amicis para intentar entender a mis nuevos amigos que venían de realidades
sociales y geográficas muy diferentes a las mías. Yo venía de Lo Plaza con
Grecia, de la Escuela Básica Benjamín Claro Velasco de Ñuñoa, de comprar pan
en la amasandería Lido y de encumbrar volantines en los cerros de Maipú.

Mis nuevos amigos venían del sur de Chile, eran mapuche. Otros de Tocopilla.
Aparte de disputarnos a Allende como propio -casi me muero a los siete años
cuando mi madre hubo de decirme que el compañero Presidente no era comunista
como yo asumía, sino socialista-, no teníamos muchas cosas en común, pero
compartíamos el estar conviviendo en un país completamente distinto al nuestro.
Hacíamos nuestro mejor esfuerzo por encajar, sacarnos el acento latino, cambiar
a Bernardo O’Higgins por Petöfi Sándor -el poeta de la independencia húngara-, a
Galvarino por los antiguos hunos. Aprendimos a comer lechuga con sabor dulce y
ya no con limón y sal. Desaprendimos y reaprendimos.

En mi vida me ha tocado muchas veces hacer este ejercicio. Siempre he


encontrado recursos propios para apoyarme en ese trabajo. Sin embargo, esta vez
me cuesta. Me miro al espejo y reconozco la cara de espanto. Quizá no sea
heroico decirlo, pero estoy afectado. Por Nabila que le arrancaron sus ojos.
Por Lisette que murió en el patio de una institución pública. Por el joven que
se lanzó desnudo a ser devorado por leones y por la muerte de éstos. Por el
trabajador que murió tras el incendio ocurrido en el contexto de la marcha
del 21 de mayo. Por el dirigente estudiantil del Instituto Nacional y la
estudiante secundaria del sur que fueron torturados recientemente por
Carabineros. Por el encarcelamiento de una machi y la militarización de la
Araucanía y los incendios permanentes y la represión constante. Por la
Legua Emergencia intervenida y abusada en su día a día por los narcos y por
la policía. Por el saqueo a la iglesia salesiana y el desprecio y destrucción a
la figura de yeso de Jesús. Por esta violencia que atraviesa todo. Siento que
no tengo recursos. Sandokán, Ulises y Telémaco, Aladino y Asterix no vienen en
mi ayuda. Tampoco Henry y June de mi adolescencia, ni Anaïs Nin ni Camille
Claudel, mis heroínas. No tengo historias ni fantasías desde la cual pueda
racionalizar lo que ocurre. Mi cerebro se resiste a inventar fábulas para conseguir
estabilizarme en paz. Es áspero lo que pasa, sin nombre. Cada día hay una nueva
violencia. Y no puedo callar pues me resisto a aceptarla. Y ya veo que vienen
pioneros a colgarme una máquina de escribir del cuello, para indicarme con el
dedo como traidor a la causa correcta, por decir que así no, que esto reproduce lo
criticado. Yo también pasé por eso y seguramente cometí injusticias. Y no soy
quien para juzgar. Solo sé que ahora cuando me creía curado de mis propios
demonios es claro que lo que asoma ante nosotros también es horror. Y esta vez
son otros los que probablemente lo han debido recorrer. Cuánta violencia han
debido pasar para actuar con crueldad severa infringiéndola hacia otros y hacia sí
mismos. Violencias individuales y colectivas, institucionales e íntimas. Algo se nos
está tratando de comunicar a través de ella y no tenemos oídos para escuchar.
Por ahora solo sé que me afecta y no lo logro estabilizar. Me hiere, me causa
extrañeza. Me inquieta y espanta.

Desde Austria, este exiliado, sobrino de Tito Palestro, un político chileno que es
parte de la memoria colectiva de Chile del siglo XX reflexiona y entrega a quien
quiera conocer esta realidad que aún late en nuestra memoria su trabajo que está
a disposición de todos en Internet

Eric Beiza Palestro, escribe en 2007, desde Viena,

“Cuando me puse a escribir estas reflexiones, a pasar al papel "mis recuerdos",


nunca me imagine que me vendría a la memoria tanta angustia. Siempre he
buscado acordarme de las partes bonitas del exilio. Hoy me doy perfecta cuenta
de que eso es parte de los mecanismos de autodefensa. Por otra parte, este
rememoriar, me ha hecho ver todo el tremendo aporte que el exilio hizo a la lucha
antidictatorial y a la reconstrucción democrática en Chile.

Estos apuntes no son algo acabado, pensados hasta el final. Más bien son una
invitación a que pensemos individual y colectivamente lo que ha significado el
exilio para nosotros y desde ahí escribamos nuestra historia Por lo mismo,
perdónenme el que más de una idea me salga un poco enredada y que muchas
veces no distinga "lo temporal" y por tanto escriba indistintamente en pasado,
presente y futuro. La memoria no se guía ni por reglas gramaticales o
de ortografía ni por estilos. También utilizo indistintamente el "nosotros" y el "yo",
sencillamente porque me siento parte de este colectivo de exiliados. Por último,
los capítulos no son cerrados ni estrictos en su contenido. Son como la vida
misma y sus sorpresas.

En el transcurso de estos días en que he estado escribiendo estos apuntes o


reflexiones, se ha arraigado aún más mi convencimiento de que el exilio, los
exiliados, también merecen un reconocimiento. La contribución, como ya lo decía
más arriba, ha sido grande y no ha cesado. Quizás llame a risa, pero durante años
mantuvimos vivas organizaciones políticas y sociales a "punta de empanadas"
La denuncia permanente, el establecer y mantener en el tiempo relaciones
internacionales, el apoyo concreto a nuestros presos y a los "clandestinos" y sus
familias, costó no poco esfuerzo.

Así, como con toda justeza se reconoce a quien entregó su vida, sufrió la cárcel y
la tortura, debería de reconocerse el aporte de quienes, desde el exilio,
sacrificaron sus proyectos de vida en función de apoyar y concretizar
el proceso liberador.

Muchas relaciones de pareja se destruyeron. Otras, muchas, ni siquiera tuvieron


una oportunidad, ya que las prioridades de decenas de militantes comprometidos
no les dejo espacio para concretizarse. Hoy ves el dolor de muchos que se
quedaron sin construir familias propias o que abandonaron sus estudios
sacrificando la alegría y el futuro personal en aras del proyecto de cambios. Y uno
sabe que, si hubiera que hacerlo de nuevo, estarían/estaríamos ahí otra vez,
porque la Utopía sigue siendo valida.

…Aquí, en estas reflexiones, no está la verdad, no es "la papa". En estas


reflexiones confluye mucho de lo leído, aprendido y visto. También de la
experiencia y sobre todo de mis recuerdos, tanto tiempo guardados. Es mi
memoria, que hoy, decidido a abrirla, la quiero compartir con ustedes.

En otro párrafo, Eric describe que…La mayor parte de los exiliados tomó la
decisión de exiliarse con precipitación, provocada por la situación de represión y el
sentimiento de encontrarse en peligro, suponiendo el alejamiento como algo de
corta duración. Así vistas las cosas, no hubo mucha (o nula) planificación en la
salida, ni en la elección del país de acogida.

Sin embargo y en la medida que se salía “forzadamente” del país, vivíamos “con
las maletas

listas”, el proyecto de futuro era volver a Chile. Nadie se terminaba nunca de”bajar
del avión”. Y en el diario vivir, todos estábamos volviendo todos los días.

Eric, hijo del exilio, pone en palabras sentimientos y emociones que tantos otros
hijos de distintos exilios y por diversas formas han expresado

Asomémonos a ese proceso de integración con los ojos de la generación de los


hijos, mirémoslo
desde la óptica de un niño o de un adolecente y se darán cuenta de la “mansa
escoba” que nos quedaba en la cabeza. Les viene a veces a la memoria la imagen
de los “tres monos”? Algo así sucedía con nosotros: no veíamos, no
escuchábamos ni hablábamos. La diferencia con los monitos señalados era que
nosotros hubiésemos querido ver, escuchar y hablar. Queríamos SER y no
podíamos!

Cuantas veces - llorando muchas, angustiados siempre - le gritamos en la cara a


nuestros Padres un “me trajeron obligado”, un “yo no quería venirme”. Hoy con el
tiempo y siendo una mismo ya padre (y abuelo) te das cuenta que, siendo cierto lo
que decíamos, ellos no tenían otra alternativa.

Perdónenme por lo injusto de mi crítica de entonces y por las lagrimas que hice
derramar a mis Viejos.

Converso acerca de este tema con Cata, en Facebook, en el años 2010, ella me
autoriza a publicar su reflexión, que he escuchado en numerosas ocasiones a
otros jóvenes

Cata Lina

Voy a intentar una reflexión al respecto. Yo también soy de las que le tocó
quedarse a vivir el miedo en Chile y me ha costado rescatar mi propia vivencia
como algo válido, en todo sentido. Pero me pasó que en los '80, cuando
comenzaron a volver personas del exilio que tenían mi edad y una trayectoria de
vida distinta, pudimos poner en común nuestras respectivas experiencias y fue
como armar un pedazo más de el complejo puzzle en que nos tocaba
desenvolvernos, además que eran personas hijas e hijos de amigos o conocidos
de mis viejos que yo ni sabía que existías, porque quedarse aquí también significó
el aislamientos social, porque o primaba la desconfianza o simplemente no
estaban las redes de personas conocidas. No hay una experiencia mejor que la
otra y yo creo que hay que tomar cierta distancia de los propios dolores, porque si
se centra todo en la vivencia individual como fin último y único, dejamos que deje
de ser una problemática social, de una sociedad que tiene que mirarse y
cuestionarse sus propios pasos para no volver a repetir sus errores y
barbaridades. Creo que es importante de todos modos integrar la vivencia del
"exilio interno"; ese que se vivió quedándose en un país que ya no era el mismo y
donde eras mal mirado, silenciado y marginado.

Mi amiga Carmen Paz Allende, hija mayor del presidente salvador Allende
comparte conmigo esta carta que un día escribió a su hermana Beatriz, la Tati,
que vivió su exilio en Cuba con Maya y Alejando Fernández, sus pequeños hijos.
La Tati no aceptó ni la derrota ni el exilio, y decidió dejar esta vida

De: Carmen Paz Allende


Enviado: lunes, 11 de octubre de 2010 20:03
Asunto: recuerdos para mi hermana Tati

Muy Querida y Recordada hermana

Hoy se cumple un año mas de tu


partida,quisiera comprender tu dolor, angustia e impotencia de tus preocupaciones
y desesperación frente a la partida de nuestro Padre, amigos y compañeros de
trabajo que trabajaban y luchaban por los mismos ideales, de ver una sociedad
mejor como tanto soñabamosy e idealizamos y por lo tanto que lucho nuestro
padre, lo que me duele es haber no compartido todos estos sentimientos
contigo,lo viviste desgraciadamente tu muy sola , tampoco lo compartiste con
nosotras para no preocuparnos. y todos estábamos pasando estos dolores de una
u otra manera también solas ,sin conversarlo familiarmente, hasta hoy nos cuesta
revivir todo esto por el gran dolor que sentimos ,queremos taparlo y se que eso es
malo para nuestro espíritu.... te quiero contar que tienes dos hijos maravillosos
que afortunadamente siempre han estado alrededor de nosotros, y ellos cuentan
con toda nuestra familia, también quiero decirte que tienes una nieta, que Isabel
es su abuela, la consiente en todo y ella lo sabe muy bien, también quiero
contarte que Maya va a tener una bebita, que se va a llamar Beatriz y
probablemente le vamos a decir TATI, O TATIANA en homenaje tuyo. Isabel ha
desempeñado siempre el rol de abuela de Fernando y de Beatriz.
Además quiero decirte que debes
sentirte orgullosa por toda tu labor que hiciste por tu Patria y la labor internacional
que hiciste para luchar por otros países latinoamericanos.
Tati querida aunque estemos
separadas en este momento nos vamos a reencontrar en algún momento todos,
me haces mucha falta ,aunque siento que siempre estas a mi lado
protegiéndome.... te extraño C.PAZ

Autorizo a Adriana a publicar esta carta en su libro Hijos e Hijas de la Memoria.No


somos victimas somos testimonio. Memoria en la Web

Osvaldo Torres, otro querido amigo y compañero, que vive un largo exilio en Paris
y que recorre el mundo cantando a nuestro país y a nuestra historia me envía este
documento y recortes de prensa que hacen visible la tarea que artistas y familiares
emprendieron desde muy temprano la tarea de denunciar y defender a los que
eran perseguidos.

Hoy rescatamos y compartimos este documento para que ojalá los j

LA VIGILIA

Introduccion
En el año 1979, la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos hizo un
llamado público a los artistas, para que estos contribuyeran a la denunciación de
su situación, a través de la creación artística. Numerosos fueron los artistas que
se sumaron a esta idea que motivaba e impulsaba la lucha contra la dictadura.

En aquel tiempo la represión contra la incipiente resistencia era implacable y


lentamente perdía su carácter masivo y pasaba a la selección premeditada contra
todas las personas que osaban alzar la voz contra las injusticias que el conjunto
del pueblo chileno sufría.

En este contexto represivo levantar la voz desde la intimidad creativa de los


artistas era un acto muy arriesgado, pero a pesar que la historia aun no cuenta el
heroico camino que hombres y mujeres realizaron en el anonimato entre los años
73- 79. Estas expresiones artísticas pueden testimoniar no solo de los hechos
represivos, sino que también testimonian de la existencia de una resistencia que
fue la simiente de lo que más tarde (años 80) serian las grandes manifestaciones
populares contra la dictadura.

Llegado el día de la presentación de las contribuciones artísticas el gran salón de


la Vicaria de la Solidaridad, se ilumino de pinturas, poemas, obras de teatro y
canto y en un acto nutrido de amor, solidaridad y lucha, cada uno de los artistas
ofreció su contribución a la agrupación. Esta fue la primera presentación de esta
obra teatral y musical titulada la “LA VIGILIA”.

Más tarde a pedido de la misma agrupación el grupo de artistas que componía el


elenco de LA VIGILIA comenzó una gira hacia el sur de chile, pasando por las
ciudades principales y que una de ellas evitando la represión que seguía sus
pasos, finalmente la gira termino en Concepción el mismo día que fueron
desenterrados los primeros cuerpos de detenidos desaparecidos de la región. Este
hecho le dio una connotación particular a la presentación de obra al interior de la
prestigiada universidad de la ciudad. Más tarde ha pedido de diversas
organizaciones.

LA VIGILIA, también fue grabada clandestinamente en condiciones muy precarias,


felizmente la Agrupación de familiares asumió su distribución y así fue como
quedaron vestigios de este trabajo del cual más tarde algunos artistas nacionales
como ISABEL ALDUNATE y el grupo ILLAPU grabaron algunas canciones
aisladas de este trabajo.
Hoy cuando una parte importante del pueblo chileno se prepara a conmemorar los
30 años del golpe Militar del 11 de septiembre de 1973, la muerte del Presidente
Salvador Allende, el poeta Nobel Pablo Neruda y el cantor popular Víctor Jara y
miles de chilenos más. Un grupo de Músicos Franceses y chilenos quisiéramos
contribuir en esta conmemoración ofreciendo la posibilidad de presentar este
trabajo creado por el autor-compositor Chileno Osvaldo Torres.

LA VIGILIA:

(Actriz sentada frente a una mesa lee un cuaderno)

Recuerdo que estábamos tendidos en el pasto del parque, y la primavera


acunaba el país.

Tu sonrisa de niño era mi sol que todo lo iluminaba, tus manos hermosas y ágiles
iban y venían de la tierra, escarpaban mis montañas, exploraban mis selvas,
rastreaban mis volcanes, nadaban en mi lagunas. Temblando dulcemente en el
miedo del amor, tus labios bajaban por las serranías de mi rostro y te bañabas
extasiado en el manantial de mi boca. Yo gemía dulcemente la canción de mi
cuerpo que recibía la melodía del tuyo. Así invadidos de dicha y de placer
gustábamos los néctares del amor.
Coro:

INTRODUCCIÓN MUSICAL..Tonada Acapella solo con tormento y pandereta.

Actriz:

(Desde la mesa habla al público)

Hoy, un silencio oscuro golpea los muros de nuestra casa, afuera en la


llovizna los vecinos corren, van temerosos a sus trabajos, no se saludan como lo
hacían ayer... Todo ha cambiado.

Esperándote, vuelvo a mis recuerdos, vuelvo donde mi padre, viejo valiente,


hermoso y justo. Un día él se fue al norte diciéndonos que allá no se sentiría tan
solo en la lucha, cuando él nos dejo me sentí solo y tuve miedo. Felizmente
llegaste tú con ese aire de campesino lleno de vida y alegría. Como una niña me
deje embrujar por tu pelo y ojos negros profundos, a tu lado era alegre, me sentía
abrazada por tu amor, pero segura de ese mundo de libertad y justicia que
buscabas........ Han pasado dos días y no llegas, la soledad me muerde el espíritu,
estoy vacía y desnuda de ti.

Coro: (un poco mas enérgica que la grabación)

Sola como un lucero, una haitiana sola

Sola como un lucero, una india quechua sola

Sola como un sueño, una salvadoreña sola

Sola como el canto de los ríos, una paraguaya sola

Sola como el canto de los ríos una india quiché sola,

Sola, solos, sola.

Actriz:

(La mirada pedida en el horizonte)


Antes de ayer cuando te fuiste al trabajo te pusiste ese chaleco azul que te tejí
el invierno pasado. Te veías hermoso, yo me reía, pues mi obra textil tenía un
defecto. Las mangas eran inmensas

Pero para mi tus brazos alcanzando la cima de mis pechos tenían las dimensiones
del infinito.....Mi explicación nunca te convenció.

Ya esta llegando la noche y me duelen las estrellas sin tu presencia... Mañana


salgo a buscarte amor mío.

Canción:

Arbolito sin nidales

Mariposa sin las flores

Habitante del silencio

Sin la miel de tus deleites

Escondida con mis hijos

Mi corazón habla solo

Sin tu cuerpo, tus sudores

Las dulzuras son memoria.

Sola entre los muros

Sola en mis recuerdos

Sin la madre llora el niño

Sin el agua sufre el fruto

Sin el viento no hay cantares

Sin el fuego no hay calores.

Sola entre los muros


Sola en mis recuerdos

Al acecho el cruel invierno

Y me faltas lucerito

Y me faltas amor mío.

Actriz:

(Con el cuaderno en la mano camina pausadamente al ritmo del texto)

Después de andar y andar, de preguntar mil veces desde la casa a la fábrica y


desde ahí hasta el infierno oficial, volví a la casa...Te busque en las piezas, en el
patio, le pregunte a los niños, ellos me miraron con ternura y guardaron un silencio
de sabios...Fui hasta la cocina, abrí la ventana y el barrio gemía....Era el ultimo
domingo de septiembre y la calle estaba desierta.

¿Donde esta Manuel?, mi vecino que vendía banderillas el día de la fiesta


nacional, Isabel mi mejor amiga, el hijo de la Juana con su barba rala y su colegial
silueta, el viejo gangoso que le gustaba hablar de futuro y ver la suerte en los
naipes... ¿Donde estará toda esta gente de noble pan?

Termine de prepara el almuerzo, deje los niños con la mama de Isabel., y me puse
frente al espejo para maquillarme como aquella tarde cuando fui al baile del
colegio y viéndote bello te regale una mirada y una sonrisa y sin pensar en nada
mas que el amor, me deje llevar por tu mano hasta el centro de la pista de baile y
bailamos bien apretados “Bésame, bésame mucho”... Esta tarde voy a buscarte al
Estadio Nacional.......................

Coro: (Con fuerza + de lo que aparece en la grabación como tango estilo Piazzola)

Sus dulces manos se desangran

De tantas puertas que golpea

Sus negros ojos se marchitan

De tantas lagrimas que caen,


Es un desierto su garganta

Pero buscando va creciendo

Como huracán de viento y mar

De amor y amar sale a buscar, van a buscar sale a buscar.

Actriz:

(Sentada frente a la mesa con la mano apoyando el mentón)

Andaba tan sola, al interior de tu presencia ausente que no podía ver el


paisaje de dolor humano que me rodeaba. Muchos Juanés, Marías y Rosas
buscaban como yo, cada uno solo en su soledad, el dolor y el temor...Alguien me
dijo:

Coro:

¡La conozco señora... La conozco!

Actriz:

(Las manos cruzadas sobre la mesa)

Me quede muda... ¿Quien podía conocerme? si el miedo a todo y todos me


había transformado el rostro en sombra. ¿Quien podía conocerme ?...
Cortésmente dije: ¿Si? Ella buscaba, un pequeño gigante de 15
años............................ ¿Su hijo?

¿Acaso la maternidad puede encontrarse en los cuarteles militares?

Mientras esperábamos en las oficinas frías la misma respuesta uniformada de


ayer, escuchaba el relato de la madre sin hijo y el miedo se iba de mi espíritu,
como el alma se va del muertos.....Le tome la manos, nos miramos con ternura
nuestras lágrima y sacando el pañuelo blanco de nuestro amor alzamos la voz. !
Gritamos! Exigimos la respuesta con el coraje de ser dos, entonces las otras
mujeres y hombres que estaban ahí gritaban con nosotras. Fue así que
organizamos la luz del dolor contra la oscurana militar.

Coro:

Pasaron los inviernos los otoños Son la tierra

Fecundaron las primaveras Son la lluvia

El miedo fue un recuerdo del pasado son semillas

Enfrentaron a la muerte Son las flores

Hablaron de argentinos y uruguayos Son el fruto

Trajeron el valor y la confianza Son la vida

Canción:

Estaba el palomo volando en el cielo

Vino el cazador detuvo su vuelo

Herido de muerto se entrego el palomo

Cruel el cazador disparo en el lomo

La paloma triste recorrió los cerros

Buscando al palomo triste desconsuelo

Vienen de la nubes pájaros morenos

Señor cazador mate mi desvelo

Vienen gavilanes diucas picaflores


Todas muy unidas rompen los dolores

Todas las palomas van abriendo surcos

Y el cazador se muere de susto.

Se escucha un clamor en la floresta

Todas las palomas reclaman respuesta

Todas las palomas van abriendo surcos

Y el cazador se muere de susto

Se escucha un clamor en la floresta

Todas las palomas reclaman respuesta

Todas las palomas juntas con el pueblo

Si vive o si muere vayan respondiendo.

Actriz:

(Camina hacia las mujeres del coro con el cuaderno en la mano y les habla)

Porque la memoria es frágil y el olvido poderoso, porque quiero que un día


Pedro y los otros sepan todo lo que hemos vivido en estos años y porque nunca
jamás mis hijos vivan el dolor de buscar un ser querido, he decidido escribir en
este cuaderno todo lo vivido y todo lo soñado... Un día escribí:

Hoy 20 de abril de 1978, después de haber realizado una acción de


encadenamiento frente al edificio de las Naciones Unidas, nos refugiamos en una
parroquia de una población cercana. Ahí nos recibió un curita francés, el nos
hablaba como si fuéramos héroes, nosotros nos reímos pues no entendíamos bien
su español, mas tarde llegaron algunos vecinos humildes y anónimos de la
población y nos regalaron flores. Nosotros emocionadas bailamos para ellos:
Actriz: (baila sola con un pañuelo en la mano, el coro se integra lentamente
tímidamente)

TEMA INSTRUMENTAL DEL COMIENZO

Actriz:

(Marcha lentamente hacia el público y les cuenta)

Hemos dicho no al olvido, pero no queremos la venganza ciega. Exigimos


justicia, sabemos tanto del dolor y su infierno que no podríamos ser injustas. Pero
que no negocien nuestras lágrimas.

Pasaron años, cuando de pronto estallo el volcán solidario. El mundo nos dio su
amor y con la misma certeza que llega la claridad después de la noche, los más
buenos, los dignos, los humanos vinieron hasta nosotros y miles de cartas
invadieron los ministerios del terror, ufanos, rebeldes, gigantes, multiplicamos el
pan de la verdad y avanzamos: ¿Donde están? Vivos los llevaron, Vivos los
queremos ¡

Canción:

Ya va amaneciendo el día en la noche de la huelga

El primer día de entrega en la iglesia que no calla

Se oye el grito cristo hombre en el alma de mi pueblo

Que ora y lucha por justicia

¿Donde están los que estuvieron?


Ya esta aquí el tercer día en la noche de la huelga

Llega aliento de cantores los poetas escritores

Y el mundo entero clama la justicia heredada

Que aparezca la sonrisa

¿Donde están los que estuvieron?

Que cansada estaba el alma en la décima jornada

Pero el cuerpo del que sufre se agiganta en la tristeza

Me levanto del silencio porque el hambre no me agota

Soy un pueblo con coraje

¿Donde están los que estuvieron?

Por el aire golondrinas nos trajeron la respuesta

Negociaron nuestros seres y burlaron nuestras penas

No hay perdón tampoco olvido, pagaran tarde o temprano

Y de pie sigo gritando.

¿Donde están los que estuvieron?

Coro: (Muy ENERGICA)

No hay perdón para las órdenes de muerte

El castigo es la paz de nuestras vidas

No hay perdón para las manos asesinas

El castigo es la paz de nuestras vidas


Actriz:

(Nuevamente sentada en frente a la mesa, segura de si misma, cuenta)

Cuando el tibio sol de otro septiembre aparecía vigoroso atrás de la cordillera,


cuando hablar tiene el precio de una bala, a la hora justa del maíz en las manos.
Un hombre, campesino, humilde y limpio como las aguas del riachuelo que baña
su pueblo llego hasta nosotras, y con un gesto respetuoso se saco el sombrero y
poniéndolo cerca del corazón nos dijo: “cerca de una mina abandonada, por ahí
donde yo vivo encontré unos muertitos, muchos cuerpos, tienen las manos atadas
con alambres y carita de miedo....”

Lloramos todas las lagrimas que nos quedaban. Lo que escuchábamos, era la
luz, la esperanza al fin vestida de muerte, estábamos confundidas, se confirmaba
nuestra justa lucha, ¿Que hacer? Llorábamos, nos abrazábamos. ¿Que hacer?

Coro: ACAPELA SOLO ACOMPANADO DE CJA CHAYERA (SE REPITE 4


VECES)

El río que muere en el mar

Vuelve de lluvias para nacer.

Canción:

Como si la madre estuviera del lado de ellos

Los tiraron en la tierra

No saben ustedes que la piedra con su alma de cal

Jamás callara.

La tierra fecunda no puede callar

El grito agónico de los seres anónimos


Que se durmieron para siempre en el golpe mortal

De la bala del mal.

Coro:

A la hora del retorno de los hijos

El castigo es la paz de nuestras vidas

A la hora de la cuenta del silencio

El castigo es la paz de nuestras vidas

A la hora del perdón y la justicia

El castigo es la paz de nuestras vidas.

Canción:

Después del acecho se van a sus casas

Y besan a sus hijos como ciénagas blanqueadas

Se lavan las manos y la vida ahí esta. Si

Clamando verdad

Pero no te aflijas mujer acerada

La lluvia y el viento volverán a su morada

Y como capullo violeta vendrá. La libertad

Actriz:

(De pie junto a la cantante)

Crecimos, éramos gigantes, invencibles, ellos nos acechaban, querían


herirnos de muerte porque nosotros somos la conciencia del país que habla y les
habla desde lo más profundo de la memoria.
Cercadas por el odio, las más jóvenes de nuestra querían rehacer sus vidas en
otros brazos, pero sufrían, perseguidas noche y día, no podían vivir.

María es la única que busca respuestas en un lugar donde nosotros no vamos.


Una embajada. Su marido era un gringuito Ingles se lo llevaron porque ayudaba
en una cooperativa de pescadores del sur.

Canción:

El Big-ben se ha detenido en la neblina

Tus parientes mandan cartas no las entiendo

Si de a poco me marchito se contentan

Si te busco en otros brazos no me dejan

Tengo veinte años puros que me queman

Y me faltan los placeres del amor.

Actriz:

(Camina horizontalmente en el escenario)

Un día de invierno en el mes de Julio fui a despedir a Pablo que había sido
detenido con mi Pedro, en el momento de los abrazos en ese infernal aeropuerto.
Pablo vino hasta mí con los ojos llenos de lágrima, me pidió perdón y me entrego
un papel viejo y arrugado, una carta................

Recuerdo tu última carta y me deshojo como pétalos de rosa fuera de su tiempo.

Canción:

(Cantada por un hombre) Acapella el hombre son esta en la escena solo se


escucha su voz (muy buena bien afinada etc
Desde de esta celda donde el odio ha confinado la sonrisa

Amada mía, se me despierta una semilla valerosa

Y me duermo

Con tu universo que es fuerza y vida

En el fruto de los hijos que quedaron

Pero si muero en la desdicha de no verte

Levántate

Recógeme

No ha sido en vano el sacrificio de mi cuerpo

Hasta siempre amor

Hasta siempre.

Coro:

¿A quien buscas mujer salvadoreña?

Actriz:

(Integrada al coro)

A Juan, campesino llovido de barro que se volvió volcán y que con su ronca voz
canta en la montaña.

Coro:

¿A quien buscas chilena de la pampa?

Actriz:
A Manuel, minero asoleado indio y alado como el cóndor que vigila el día del juicio
final.

Coro:

¿A quien buscas mujer madre de mayo?

Actriz:

A mis hermosos nietos, hijos de un profesor y una enfermera que de tango,


barrio, café y libertad vivían la vida como tú y yo.

Canción: (como salto de la Tirana acentuando el primer golpe, “casi” tonada


potosina)

¡Los encontraremos

Los encontraremos

Los encontraremos

Los encontraremos!

En el cielo entre las nubes

En la tierra te lo juro

En el día de los justos

¡Los encontraremos

Los encontraremos

Los encontraremos

Los encontraremos!
Osvaldo Torres

El exilio chileno, esa diáspora que esparció como esporas a más de un millón de
chilenos por 50 países en todos los continentes, se manifiesta en testimonios que
se mecen en las olas del océano virtual…

Los hijos e hijas de quienes vivieron su exilio en la República Democrática


Alemana, la hoy inexistente RDA, perdieron dos países, el que dejaron sus padres
y ese que dio refugio a su infancia.

…Los hijos del exilio en la RDA se han encontrado en Internet y han formado un
grupo en Facebook, lo que ha tenido un efecto sanador en esos adultos jóvenes
que viven en distintas partes del mundo. Este grupo ha aglutinado memorias e
historias y de lo allí compartido van a publicar un libro que será un gran aporte a la
construcción de esa memoria que solamente quienes allí vivieron pueden
dimensionar.

Así se presentan en esta red social

“ Amigos todos:
Este grupo fue creado con el fin de documentar la existencia, la vivencia y el
reconocimiento a los Hijos de los Exiliados de la RDA, es decir a nosotros: la
SEGUNDA GENERACIÓN.
Este es un espacio nuestro, humano, para expresar, compartir y transmitir nuestro
testimonio, nuestra historia, como víctimas invisibles de la dictadura, y dejar
constancia de ello en la memoria histórica.
Por ello, les pedimos mantener esta línea y cuidar este valioso espacio.
Otra voz de un exiliado chileno en la RDA, esta vez un reconocido escritor, nos
dice…

En mi caso, esta lejanía tiene un nombre. Se llama Alemania y dura ya más de


treinta años. En otro texto autorreferente sobre el mismo tema daba cuenta hace
algún tiempo del raro privilegio que me concedió la historia, al permitirme iniciar mi
exilio en un pequeño país alemán que ya no existe y continuarlo después -sin
moverme un milímetro del lugar en que estaba parado- en otro país igualmente
alemán, pero más grande y en mucho diferente. Como si una vez no fuese
suficiente, mi exilio ha sido pues, dos veces alemán. Algunos espíritus demasiado
sensibles, tanto en Chile como en Alemania, han llegado a presumir que esta
carambola tan rebuscada de la política internacional me ha arrojado de un exilio a
otro exilio. Es una presunción equivocada. No es improbable que algunos millones
de alemanes provenientes de la fenecida República Democrática Alemana se
sientan exiliados en la Alemania actual, pero sería erróneo incluirme entre
ellos. Yo fui y me sigo sintiendo lo que soy, un e xiliado chileno. Con ese título de
viaje me basta y me sobra.

Yo llegué al exilio sabiendo leer y escribir. Pero en castellano. Lo que al comienzo


de mi vida en este país equivalía a un perfecto analfabetismo. Este estigma lo
llevé por todo el tiempo que me llevó entender el alemán y -lo que es mucho más
importante- entenderme con los alemanes. Una ardua empresa personal aún muy
lejos de concluir. Entretanto he aprendido, espero, a disimularla bajo una gruesa
capa de silenciosa urbanidad. Con esto estoy tratando de responder una de las
preguntas estándar que me he acostumbrado a escuchar a lo largo de mi tiempo
alemán: ¿En qué idioma escribo?

Confieso que al comienzo, esta era una pregunta que me parecía una tomadura
de pelo. Era y es suficiente escuchar mi alemán para darse cuenta que como
instrumento de expresión apenas si basta para satisfacer las más simples
necesidades de lo cotidiano. Pero todos sabemos que literatura puede y suele ser
algo más que cotidianidad o simplicidad. O al menos algo diferente. Mi respuesta
por lo tanto a la pregunta por el idioma en que escribo, tenía al comienzo un
subtonito de sarcasmo e impaciencia. ¿En qué idioma puede articular el escritor
sus imaginerías si no es en el propio? era mi réplica. Al decir propio quería decir
yo, lengua materna. Un vínculo sanguíneo que en aquel entonces yo consideraba
intangible y sagrado. Sin que esto nos haga olvidar, que nunca faltan los hijos que
maltratan cruelmente a sus madres. Hoy, transcurridos más de treinta años desde
nuestro primer encuentro, no he ganado con el alemán una segunda lengua
materna, pero si una primera lengua madrastra. Luego de un muy largo y lento
proceso de acercamiento, lejos aún de concluir, pero sin las hostilidades del
comienzo, el idioma alemán y yo hemos decidido firmar una suerte de pacto de
cooperación y ayuda mutua. Sin embargo, debo reconocer que esta fue también
una decisión urgida por la necesidad existencial de acceder, sin la mediación de
un traductor, con mis cuentas y abalorios, al cada vez más mórbido bazar
mediático alemán, sobre todo el audiovisual…

Otro exilio desconocido para el común de las personas es el que vivieron en


Mozambique hombres, mujeres y niños, y recibo de de mi amiga María Cristina
este relato
y complejo, y para intentar visualizar un futuro que responda a nuestros sueños.

A cada uno que alcance estas líneas, entrego mi permanente recuerdo, amor y
fraternidad, y la certeza de que somos y hemos sido importantes en el conjunto de
sucesos que marcaron los finales del siglo XX.

Un abrazo fraterno.

Adriana Goñi

Lic. Antropología U.Ch.

Generación 70-80

Abril 2006

You might also like