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Hace una década inicié mi trabajo en este complejo tema que hoy es un tema
instalado en las ciencias sociales y disciplinas afines.
El exilio es una migración forzada que asume formas tales como el refugio político,
el extrañamiento, salida posterior al asilo, salida por reunificación familiar, salida
clandestina y salida en forma voluntaria. Todas estas situaciones tienen en común
la persecución, la represión de Estado y el riesgo para la vida.
Este fenómeno de exilio forzado por una represión estatal asume características
de implicar grupos familiares completos; de tener un marcado énfasis en hombres
y mujeres jóvenes; de poseer un carácter de “exilio masculino”, según algunos
investigadores; del surgimiento de una toma de conciencia de las mujeres
respecto a sus roles, lo que producirá dramáticos cambios culturales; una
situación endeble en cuanto a salud mental de los exiliados, debido a las
violaciones a sus derechos, cárcel, tortura y pérdidas importantes de personas
cercanas de manera brutal antes de dejar el país.
Surge por doquier estudios que enfocan todas estas características, normalmente
realizados por investigadores que al mismo tiempo son parte de esta situación.
Han manifestado su interés, y nos han contactado, desde lugares con medio
ambiente cultural tan lejanos como lo son Dinamarca, Nueva Zelandia e Israel,
Mozambique. Esto obliga al investigador, a tener una comprensión tanto del país
huésped como de la comunidad específica en la cual está inserto el participante y
la realidad del país de origen del exiliado, de forma de poder medir los elementos
decisivos en los cambios culturales.
Demás está decir que no es necesario participar activamente; pueden usar estos
espacios virtuales para informarse solamente.
Un saludo Cordial
cuestión de la transmisión.
Luis Roniger[1]
El destierro, en sus variantes de exilio forzado y expatriación, es una práctica de
control político y cultural que todos los Estados latinoamericanos adoptaron a lo
largo de 200 años de vida independiente. Recientes avances en el análisis de esta
práctica política han revelado el carácter generalizado y recurrente de este
mecanismo de exclusión institucionalizada y su impacto como un factor
transnacional, persistente aunque variable, en la historia de América Latina. Este
artículo analiza la lógica interna del exilio político, destacando los distintos
enfoques y avances en el estudio transnacional e histórico de este campo analítico
en expansión.
Las raíces históricas del destierro han creado un complejo universo semántico. En
el ámbito ibérico, desde los tiempos de la Roma Imperial, el destierro adquirió el
significado del alejamiento de un individuo por un determinado período de tiempo -
corto, largo o permanente- a una cierta distancia de su lugar de residencia. Las
variantes implicadas incluían la “deportación”, es decir, la expulsión que tenía
lugar a través de un puerto a un lugar al otro lado del mar, o la “relegación”, es
decir, un traslado terrestre a un lugar determinado. Aunque tales figuras jurídicas,
presentes en códigos penales y reglamentos, se reconocen claramente desde
tiempos remotos, en forma creciente y en particular con la modernidad, el destierro
abarcó también una decisión voluntaria, la expatriación.[7]
Luis Miguel Díaz y Guadalupe Rodríguez de Ita distinguen entre los beneficiarios
de asilo y los refugiados políticos. Los primeros son perseguidos políticos que
pidieron protección en una sede diplomática [o al entrar al país de asilo] y, como
tales, no están sujetos a la extradición, mientras que los segundos son personas
expulsadas o deportadas o que huyeron de su país de origen o de residencia,
como las víctimas de la guerra, las catástrofes naturales, la agitación política o la
persecución por diversas razones, incluyendo factores étnicos o religiosos.[20]
Un grupo de cultura compartida que vive fuera del territorio que considera su lugar
nativo, y cuyos vínculos de continuidad con la tierra de origen son cruciales para
su identidad colectiva… Los migrantes construyen simbólicamente un pasado
común y un futuro, y los símbolos que comparten hacen de puente entre la patria y
la nueva tierra.[22]
Por otra parte, hay muchas gradaciones de exilio. En su libro sobre gobiernos en
el exilio, Alicja Iwanska identifica tres grandes círculos dentro de una diáspora
nacional, de acuerdo con el papel activo o potencial en las acciones de grupos de
los exiliados. En el primero se hallan los miembros activos de las organizaciones
del exilio. En el segundo círculo están los “miembros de retaguardia”, que
participan menos o no participan activamente como resultado de la falta de tiempo,
energía o de acceso a un entorno ideológico. Por último, el círculo externo está
compuesto por otras personas que comparten antecedentes culturales, cierta
solidaridad derivada de un patrimonio cultural común “y, al menos, algún latente
patriotismo que los miembros activos asumen podría ser despertado y
movilizado”.[25] Estas redes pueden incluir, por supuesto, no sólo a personas
desplazadas por la fuerza, sino también a los inmigrantes y sus descendientes, así
como a residentes y estudiantes extranjeros. Desde nuestra perspectiva, tal
diferenciación interna en las comunidades de expatriados, migrantes y exiliados es
fundamental para evaluar la distinta fisonomía y dinámica de las varias
comunidades de exiliados y su relativa capacidad de afectar a los Estados y
espacios transnacionales en que se activa.
Hasta hace poco, se podía observar la muy escasa elaboración teórica del tema
del exilio en la filosofía política y el análisis comparativo, al menos en relación con
el número de trabajos producidos a partir de la literatura y los estudios culturales.
Entre los pocos trabajos existentes se destaca la obra de Judith Shklar, donde
poco antes de fallecer la filósofa política analizaba el exilio en términos de la
ruptura de las obligaciones políticas de los gobiernos hacia sus ciudadanos, y los
lazos paralelos de lealtad, fidelidad y acatamiento voluntario (loyalty, fidelity and
allegiance), que los exiliados podrán mantener aun fuera del Estado de origen,
base de la ciudadanía. En las obras publicadas póstumamente,[31] Shklar propuso
un programa de investigación sobre las repercusiones públicas del exilio,
indicando que su singularidad se deriva de una reflexión existencial y política, que
al desterrar al ciudadano, anula las obligaciones de los expulsados o forzados por
sus gobiernos a escapar al extranjero:
Aun así, los estudios mencionados tienen sus limitaciones, que el estudio del
destierro en América Latina lleva a reconocer y permite superar, al menos en dos
planos sumamente importantes: el plano del impacto constitutivo del exilio y el
plano de su importancia transnacional. En efecto, dichos estudios han analizado al
exilio básicamente como una variable dependiente, prestando poca atención a la
configuración de procesos de transformación política y cultural operados por el
exilio, o bien la formación de “culturas de exilio,” que pueden llegar a redefinir las
reglas de la política en planos tales como la esfera transnacional o el ámbito
continental. Una excepción en el área de los estudios latinoamericanos son los
trabajos de Brian Loveman sobre los regímenes de facto en la región, en el que
muestra cómo el exilio político está relacionado con la legislación de emergencia,
destinada a excluir a las oposiciones del juego político en todo el continente.[34]
Una línea central de avance se deriva de obras colectivas que, combinando los
trabajos realizados por profesionales que se quedaron en los países de origen y
de profesionales que habían abandonado sus países de origen años atrás,
avanzaron en pos de la construcción de un enfoque global de las comunidades de
connacionales exiliados durante la última ola de dictaduras militares. En ese
contexto, recientemente, se han publicado estudios, en buena medida bajo el
formato de obras colectivas, que conjugan el esfuerzo que realizaron de manera
aislada distintos académicos en el campo de las humanidades y las ciencias
sociales. Entre los trabajos comprehensivos de distintas diásporas de exiliados y
emigrados publicadas en los últimos años destacan Denise Rollemberg,Entre
raízes e radares (1999); “Exilios. Historia reciente de Argentina y Uruguay”,
América Latina Hoy (2003); Pablo Yankelevich (coord.), Represión y destierro
(2004); José del Pozo Artigas (coord.), Exiliados, emigrados y retornados chilenos
en América y Europa, 1973-2004 (2006); Silvia Dutrénit-Bielous (coord.), El
Uruguay del exilio (2006); Pablo Yankelevich y Silvina Jensen (coords.), Exilios.
Destinos y experiencias bajo la dictadura militar (2007); Luis Roniger y James
Green (coords.), dossier “Exile and the Politics of Exclusion in Latin America”, Latin
American Perspectives (2007); Pilar González Bernaldo de Quirós (coord.),
dossier en el Anuario de Estudios Americanos (2007); Silvia Dutrénit Bielous,
Eugenia Allier Montaño y Enrique Coraza de los Santos,Tiempos de exilios (2008);
Carlos Sanhueza y Javier Pinedo (coords.), La patria interrumpida(2010); y Luis
Roniger, James N. Green y Pablo Yankelevich (coords.), Exile and the Politics of
Exclusion in the Americas (en prensa, 2012).
Otra línea de trabajo que también florece desde la década del ’80 en forma
intermitente aborda el exilio en términos más amplios que los de las historias
nacionales o la biografía, analizando sitios de exilio o lieux d’exil, como es París un
centro de atracción para los latinoamericanos, pero también en relación a otros
polos de atracción de los exiliados en las Américas. Pioneros fueron los estudios
realizados por Keith Yundt (1988) y François-Xavier Guerra (1989: 171–182),
seguidos por libros colectivos compilados por Ingrid Fay y Karen Racine (2000) y
por Pablo Yankelevich (2002).
Una tarea a emprender sería mover el análisis del exilio iberoamericano hacia la
“larga duración”, al ámbito transnacional y a los estudios comparativos. En tal
línea, en The Politics of Exile in Latin America (2009), con Mario Sznajder tratamos
de ilustrar las tendencias a largo plazo en las modalidades del exilio con el objetivo
de explicar su uso recurrente como un mecanismo institucionalizado de exclusión
en América Latina y de América Latina, sobre una base transnacional, así como
sus profundas transformaciones a través de los siglos. En el caso de América
Latina, hemos empezado a desentrañar colectivamente las formas en que se
convirtió en una práctica política importante ya a principios de siglo XIX. En
condiciones de montaje de la violencia y de Estados autoritarios como regla
general y comenzando con el ejemplo de los padres fundadores de los Estados, el
exilio se convirtió en una práctica política importante y un factor permanente en la
cultura política de América Latina.
A principios de siglo XIX y durante mucho tiempo después, el exilio político tuvo
una dinámica regional y transnacional, estando vinculado al nacimiento conflictivo
de los distintos de Estados independientes, donde el exilio fue instrumental en la
definición de las nuevas reglas del juego político. Por consiguiente, podemos
analizar como el exilio –además de la confrontación política, que la literatura
destaca– contribuyó a esclarecer las definiciones nacionales, los borrosos límites
territoriales y culturales compartidos y la institucionalidad política. Más
concretamente, hemos tratado de desentrañar este desarrollo a partir de varios
ejes de análisis: la tensión entre la estructura jerárquica de estas sociedades y los
modelos políticos que predicaban una participación política amplia, la tensión entre
las ideas de unidad continental y la realidad de fragmentación y conflicto territorial
de las fronteras y la evolución de las facciones en la política moderna, que
produjeron guerras civiles, violencia política y polarización. En esta fase, fue
característico del exilio poseer una estructura tríadica, donde los exiliados, los
países de origen y los países de destino se impactaron mutuamente.[42]
Agendas de investigación
Entre los temas que presentimos ocuparán parte de nuestra agenda colectiva de
investigación se encuentran: ser extranjero, la alienación, y la adaptación; la mujer
en el exilio; el activismo político en el extranjero; las relaciones entre los exiliados,
los refugiados y las diásporas; la pérdida y el cambio de identidad; los exiliados de
distintos países y el redescubrimiento de problemas continentales y
transnacionales; los exiliados y la pertenencia de clase; la experiencia exiliar, el
retorno y la reforma del Estado; la dinámica de las comunidades de exiliados; la
políticas de recepción y los procesos de integración; las redes de apoyo y
solidaridad; las motivaciones personales y la segunda generación. Trabajar estos
temas en un marco histórico comparativo implicará ligar el estudio de la política
con el análisis de las identidades personales y colectivas, la inmigración y los
fenómenos transnacionales, el multiculturalismo, las redes internacionales y las
relaciones diplomáticas.
Permítanme una vez más destacar que nuestro entendimiento del exilio sigue
siendo parcial. Es necesario prestar más atención a la dinámica interactiva de
grupos de exiliados, comités de solidaridad, asociaciones de defensa de los
derechos humanos, con toda su dinámica interna y las contradicciones políticas
frente a los regímenes militares que expulsaron a sus oponentes.[44]También
necesitamos más estudios que analicen el papel de los exiliados en las campañas
internacionales contra la tortura, por ejemplo, y la forma en que influyen en las
políticas gubernamentales en relación con el tratamiento de los disidentes
encarcelados. ¿Qué efectos concretos han tenido las actividades de los exiliados
en censurar a las dictaduras y afectar así los procesos políticos de sus países? Al
mismo tiempo es importante entender cómo las campañas libradas por los
exiliados han impactado los países de acogida. ¿Se puede medir el efecto del
exilio sobre miles de no-latinoamericanos que recibieron a las personas
desterradas o escapadas, les ofrecieron apoyo, y participaron junto a ellas en un
amplio movimiento de solidaridad internacional? ¿De qué manera pudo la
interacción entre los exiliados y sus anfitriones crear una dinámica política en los
países de recepción y asilo?
Los estudios futuros deben también ser capaces de indicar si existen impactos
palpables a largo plazo de la experiencia del exilio en las sociedades que
estuvieron una vez bajo el poder militar. De especial interés es el análisis de las
formas en que los antiguos exiliados, expatriados, fugitivos y viajeros construyeron
la historia de sus experiencias en el extranjero en la esfera pública, como políticos
o bien figuras públicas, y el peso simbólico del capital humano de haber estado en
el exterior. En forma paralela, debemos entender si los exiliados superaron el
estigma que a menudo enfrentaron a su regreso y cuál es el eco actual del exilio
en las imágenes y representaciones, una vez que los recuerdos de los años de la
represión política se desvanecen.
Notas:
[4] véase vg. Franco 2008; Jensen 2007; Yankelevich y Jensen 2007; y trabajos
detallados más adelante
[36] entre ellos: Olivera Costa et al., 1980; Gómez, 1999; Tavares, 1999;
Ulanovsky, 2001; Guelar, Jarach y Ruiz, 2002; Trigo 2003; Bernetti y Giardinelli,
2003; Roca 2005
[39] además de los trabajos ya citados, véase también Tucci Carneiro e Dos
Santos, 1999; Viz Quadrat, 2004; Calandra, 2006; Viz Quadrat, 2008; Green,
2009; Macdowell Santos et al., 2008
[44] Véase en esa dirección los trabajos de Calandra, 2006; Franco, 2007; Jensen,
2007; Yankelevich, 2007
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Artículo de Investigación
Análisis del fenómeno del exilio desde un ángulo generacional, también del retorno y con esto
a la inserción escolar en una sociedad expulsora, utilizando las historias de vida como un
intento de comprender esta experiencia.
Es una contribución para “la toma de conciencia de que en la experiencia de emigración política
hay algo que es legítimo transmitir”. Los informantes fueron hijos de exiliados que fueron actores
de la Unidad Popular, que debieron salir del país para evitar la prisión, la tortura o la muerte.
cuando, un día, una noche, te hacen saber que aquel paisaje tras la ventana,
aquel trabajo, aquel amigo, aquella silla y aquel hueco en aquel colchón, aquel
sabor, aquel olor y aquel aire que habías perdido, lo has perdido y lo has perdido
Díaz
No hablo del tan manoseado tópico acerca del “ exilio interno“, que pienso se
origina en la no participación en el proceso político, social, económico, cultural que
se da en Chile. Secuela de cuarenta años de derrotas de un proyecto que era el
sentido de nuestra existencia.
Todos quienes bordeaban los 20 y tantos años al momento del golpe de estado en
Chile en 1973, aquellos provenientes de las filas de la izquierda militante, muchos
que fueron militantes de un movimiento que contaba con nueve años de
existencia, aquellos estudiantes secundarios transformados en presos políticos,
torturados y estigmatizados, son quienes hoy en día observan perplejos esta
nuestra realidad, donde no se encaja, que nos es ajena.
Hoy, en este inicio de siglo, nos es posible navegar por estos ríos que abarcan
naciones, países, continentes. Podemos, algunos, abordar un avión y reunirnos o
escuchar a través del éter al ser amado aunque nunca acariciado; o recibir
imágenes y voces de criaturas que son carne de nuestra carne, pero jamás
podremos abrazar. Y recibir de pronto por Internet la imagen de aquel que perdiste
hace treinta años; o los poemas y pensamientos de jóvenes que apenas saben
dónde está Chile…Primera, segunda y también tercera generación de seres
humanos profundamente perturbados por cambios que no eligieron, que aún no
comprenden, que aún son dolores crónicos no sanados, soterrados, inconscientes
a menudo.
Este” estudio“, ( cómo estudiar nuestro propio ombligo!) pienso debe ser un acto
colectivo de reflexión, de intercambio, de aportes, de apertura. Desde los niños
“cabezas negras” de los países nórdicos a los chilenos-kiwis de Nueva Zelanda;
los doctores en disciplinas varias de México, Canadá, los impulsivos y luchadores
de los Países Bajos y los solidarios de Suiza, Bélgica y Mozambique
Venezuela, Argentina, Australia, Cuba, Nicaragua, Gran Bretaña y Francia, la
Alemania de hoy y la de ayer, y el África, todos son pueblos que acogieron y aún
albergan a esa parte de nuestro ser que son los exiliados.
No puedo más que escribir nombres de países desde los cuales recibo
permanente retroalimentación. Cada uno de nosotros debe añadir lugares y
aromas, ciudades y gentes que hoy integran su realidad.
Como este libro es una crónica desordenada, que intenta entregar una ruta para
bucear en la memoria a quien quiera hacerlo ya sea para saciar alguna curiosidad
o reencontrarse con vivencias que no conocía o creía eran muy distintas, me limito
a orientar acerca de dónde es posible viajar para encontrarlas.
A estas alturas todos sabemos que si vamos a Google y anotamos los nombres o
los temas, podremos de inmediato llegar a donde nuestro interés nos lleve.
Hoy leo este artículo de Manuel Guerrero Antequera, hijo de uno de los hombres
que sufrieron la más horrible de las muertes. Un hombre que fue preso político
desaparecido, que vivió el exilio con sus dos hijos, que retorno a su patria y fue
degollado junto a José Manuel Parada y Santiago Nattino en un salvaje acto de
venganza por una dictadura que estaba agonizando. Hijo así mismo de Verónica,
exiliada en más de un país y cuya historia de vida es necesario escribir…
Mis nuevos amigos venían del sur de Chile, eran mapuche. Otros de Tocopilla.
Aparte de disputarnos a Allende como propio -casi me muero a los siete años
cuando mi madre hubo de decirme que el compañero Presidente no era comunista
como yo asumía, sino socialista-, no teníamos muchas cosas en común, pero
compartíamos el estar conviviendo en un país completamente distinto al nuestro.
Hacíamos nuestro mejor esfuerzo por encajar, sacarnos el acento latino, cambiar
a Bernardo O’Higgins por Petöfi Sándor -el poeta de la independencia húngara-, a
Galvarino por los antiguos hunos. Aprendimos a comer lechuga con sabor dulce y
ya no con limón y sal. Desaprendimos y reaprendimos.
Desde Austria, este exiliado, sobrino de Tito Palestro, un político chileno que es
parte de la memoria colectiva de Chile del siglo XX reflexiona y entrega a quien
quiera conocer esta realidad que aún late en nuestra memoria su trabajo que está
a disposición de todos en Internet
Estos apuntes no son algo acabado, pensados hasta el final. Más bien son una
invitación a que pensemos individual y colectivamente lo que ha significado el
exilio para nosotros y desde ahí escribamos nuestra historia Por lo mismo,
perdónenme el que más de una idea me salga un poco enredada y que muchas
veces no distinga "lo temporal" y por tanto escriba indistintamente en pasado,
presente y futuro. La memoria no se guía ni por reglas gramaticales o
de ortografía ni por estilos. También utilizo indistintamente el "nosotros" y el "yo",
sencillamente porque me siento parte de este colectivo de exiliados. Por último,
los capítulos no son cerrados ni estrictos en su contenido. Son como la vida
misma y sus sorpresas.
Así, como con toda justeza se reconoce a quien entregó su vida, sufrió la cárcel y
la tortura, debería de reconocerse el aporte de quienes, desde el exilio,
sacrificaron sus proyectos de vida en función de apoyar y concretizar
el proceso liberador.
En otro párrafo, Eric describe que…La mayor parte de los exiliados tomó la
decisión de exiliarse con precipitación, provocada por la situación de represión y el
sentimiento de encontrarse en peligro, suponiendo el alejamiento como algo de
corta duración. Así vistas las cosas, no hubo mucha (o nula) planificación en la
salida, ni en la elección del país de acogida.
Sin embargo y en la medida que se salía “forzadamente” del país, vivíamos “con
las maletas
listas”, el proyecto de futuro era volver a Chile. Nadie se terminaba nunca de”bajar
del avión”. Y en el diario vivir, todos estábamos volviendo todos los días.
Eric, hijo del exilio, pone en palabras sentimientos y emociones que tantos otros
hijos de distintos exilios y por diversas formas han expresado
Perdónenme por lo injusto de mi crítica de entonces y por las lagrimas que hice
derramar a mis Viejos.
Converso acerca de este tema con Cata, en Facebook, en el años 2010, ella me
autoriza a publicar su reflexión, que he escuchado en numerosas ocasiones a
otros jóvenes
Cata Lina
Voy a intentar una reflexión al respecto. Yo también soy de las que le tocó
quedarse a vivir el miedo en Chile y me ha costado rescatar mi propia vivencia
como algo válido, en todo sentido. Pero me pasó que en los '80, cuando
comenzaron a volver personas del exilio que tenían mi edad y una trayectoria de
vida distinta, pudimos poner en común nuestras respectivas experiencias y fue
como armar un pedazo más de el complejo puzzle en que nos tocaba
desenvolvernos, además que eran personas hijas e hijos de amigos o conocidos
de mis viejos que yo ni sabía que existías, porque quedarse aquí también significó
el aislamientos social, porque o primaba la desconfianza o simplemente no
estaban las redes de personas conocidas. No hay una experiencia mejor que la
otra y yo creo que hay que tomar cierta distancia de los propios dolores, porque si
se centra todo en la vivencia individual como fin último y único, dejamos que deje
de ser una problemática social, de una sociedad que tiene que mirarse y
cuestionarse sus propios pasos para no volver a repetir sus errores y
barbaridades. Creo que es importante de todos modos integrar la vivencia del
"exilio interno"; ese que se vivió quedándose en un país que ya no era el mismo y
donde eras mal mirado, silenciado y marginado.
Mi amiga Carmen Paz Allende, hija mayor del presidente salvador Allende
comparte conmigo esta carta que un día escribió a su hermana Beatriz, la Tati,
que vivió su exilio en Cuba con Maya y Alejando Fernández, sus pequeños hijos.
La Tati no aceptó ni la derrota ni el exilio, y decidió dejar esta vida
Osvaldo Torres, otro querido amigo y compañero, que vive un largo exilio en Paris
y que recorre el mundo cantando a nuestro país y a nuestra historia me envía este
documento y recortes de prensa que hacen visible la tarea que artistas y familiares
emprendieron desde muy temprano la tarea de denunciar y defender a los que
eran perseguidos.
LA VIGILIA
Introduccion
En el año 1979, la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos hizo un
llamado público a los artistas, para que estos contribuyeran a la denunciación de
su situación, a través de la creación artística. Numerosos fueron los artistas que
se sumaron a esta idea que motivaba e impulsaba la lucha contra la dictadura.
LA VIGILIA:
Tu sonrisa de niño era mi sol que todo lo iluminaba, tus manos hermosas y ágiles
iban y venían de la tierra, escarpaban mis montañas, exploraban mis selvas,
rastreaban mis volcanes, nadaban en mi lagunas. Temblando dulcemente en el
miedo del amor, tus labios bajaban por las serranías de mi rostro y te bañabas
extasiado en el manantial de mi boca. Yo gemía dulcemente la canción de mi
cuerpo que recibía la melodía del tuyo. Así invadidos de dicha y de placer
gustábamos los néctares del amor.
Coro:
Actriz:
Actriz:
Pero para mi tus brazos alcanzando la cima de mis pechos tenían las dimensiones
del infinito.....Mi explicación nunca te convenció.
Canción:
Y me faltas lucerito
Actriz:
Termine de prepara el almuerzo, deje los niños con la mama de Isabel., y me puse
frente al espejo para maquillarme como aquella tarde cuando fui al baile del
colegio y viéndote bello te regale una mirada y una sonrisa y sin pensar en nada
mas que el amor, me deje llevar por tu mano hasta el centro de la pista de baile y
bailamos bien apretados “Bésame, bésame mucho”... Esta tarde voy a buscarte al
Estadio Nacional.......................
Coro: (Con fuerza + de lo que aparece en la grabación como tango estilo Piazzola)
Actriz:
Coro:
Actriz:
Coro:
Canción:
Actriz:
(Camina hacia las mujeres del coro con el cuaderno en la mano y les habla)
Actriz:
Pasaron años, cuando de pronto estallo el volcán solidario. El mundo nos dio su
amor y con la misma certeza que llega la claridad después de la noche, los más
buenos, los dignos, los humanos vinieron hasta nosotros y miles de cartas
invadieron los ministerios del terror, ufanos, rebeldes, gigantes, multiplicamos el
pan de la verdad y avanzamos: ¿Donde están? Vivos los llevaron, Vivos los
queremos ¡
Canción:
Lloramos todas las lagrimas que nos quedaban. Lo que escuchábamos, era la
luz, la esperanza al fin vestida de muerte, estábamos confundidas, se confirmaba
nuestra justa lucha, ¿Que hacer? Llorábamos, nos abrazábamos. ¿Que hacer?
Canción:
Jamás callara.
Coro:
Canción:
Clamando verdad
Actriz:
Canción:
Actriz:
Un día de invierno en el mes de Julio fui a despedir a Pablo que había sido
detenido con mi Pedro, en el momento de los abrazos en ese infernal aeropuerto.
Pablo vino hasta mí con los ojos llenos de lágrima, me pidió perdón y me entrego
un papel viejo y arrugado, una carta................
Canción:
Y me duermo
Levántate
Recógeme
Hasta siempre.
Coro:
Actriz:
(Integrada al coro)
A Juan, campesino llovido de barro que se volvió volcán y que con su ronca voz
canta en la montaña.
Coro:
Actriz:
A Manuel, minero asoleado indio y alado como el cóndor que vigila el día del juicio
final.
Coro:
Actriz:
¡Los encontraremos
Los encontraremos
Los encontraremos
Los encontraremos!
En la tierra te lo juro
¡Los encontraremos
Los encontraremos
Los encontraremos
Los encontraremos!
Osvaldo Torres
El exilio chileno, esa diáspora que esparció como esporas a más de un millón de
chilenos por 50 países en todos los continentes, se manifiesta en testimonios que
se mecen en las olas del océano virtual…
…Los hijos del exilio en la RDA se han encontrado en Internet y han formado un
grupo en Facebook, lo que ha tenido un efecto sanador en esos adultos jóvenes
que viven en distintas partes del mundo. Este grupo ha aglutinado memorias e
historias y de lo allí compartido van a publicar un libro que será un gran aporte a la
construcción de esa memoria que solamente quienes allí vivieron pueden
dimensionar.
“ Amigos todos:
Este grupo fue creado con el fin de documentar la existencia, la vivencia y el
reconocimiento a los Hijos de los Exiliados de la RDA, es decir a nosotros: la
SEGUNDA GENERACIÓN.
Este es un espacio nuestro, humano, para expresar, compartir y transmitir nuestro
testimonio, nuestra historia, como víctimas invisibles de la dictadura, y dejar
constancia de ello en la memoria histórica.
Por ello, les pedimos mantener esta línea y cuidar este valioso espacio.
Otra voz de un exiliado chileno en la RDA, esta vez un reconocido escritor, nos
dice…
Confieso que al comienzo, esta era una pregunta que me parecía una tomadura
de pelo. Era y es suficiente escuchar mi alemán para darse cuenta que como
instrumento de expresión apenas si basta para satisfacer las más simples
necesidades de lo cotidiano. Pero todos sabemos que literatura puede y suele ser
algo más que cotidianidad o simplicidad. O al menos algo diferente. Mi respuesta
por lo tanto a la pregunta por el idioma en que escribo, tenía al comienzo un
subtonito de sarcasmo e impaciencia. ¿En qué idioma puede articular el escritor
sus imaginerías si no es en el propio? era mi réplica. Al decir propio quería decir
yo, lengua materna. Un vínculo sanguíneo que en aquel entonces yo consideraba
intangible y sagrado. Sin que esto nos haga olvidar, que nunca faltan los hijos que
maltratan cruelmente a sus madres. Hoy, transcurridos más de treinta años desde
nuestro primer encuentro, no he ganado con el alemán una segunda lengua
materna, pero si una primera lengua madrastra. Luego de un muy largo y lento
proceso de acercamiento, lejos aún de concluir, pero sin las hostilidades del
comienzo, el idioma alemán y yo hemos decidido firmar una suerte de pacto de
cooperación y ayuda mutua. Sin embargo, debo reconocer que esta fue también
una decisión urgida por la necesidad existencial de acceder, sin la mediación de
un traductor, con mis cuentas y abalorios, al cada vez más mórbido bazar
mediático alemán, sobre todo el audiovisual…
A cada uno que alcance estas líneas, entrego mi permanente recuerdo, amor y
fraternidad, y la certeza de que somos y hemos sido importantes en el conjunto de
sucesos que marcaron los finales del siglo XX.
Un abrazo fraterno.
Adriana Goñi
Generación 70-80
Abril 2006