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Juventud deprimida: los trastornos

mentales aumentan en cada generación


https://www.revistagq.com/la-buena-vida/articulos/incremento-depresion-trastornos-
mentales-generacion-z-millennials/31610?fbclid=IwAR14Kykt5NsQR-TYu-V6usjVVIIuX-
RZmLaWvHYwhS0xhjgzq2oeFgbncro

 Así lo demuestra el nuevo estudio de la Asociación Americana de


Psicología y otros expertos en todo el mundo.

 La mejor psicóloga española, Amparo Calandín, también lo afirma y da


consejos para atajar este problema.

 Si quieres ser un hombre más feliz, échale un vistazo a nuestra guía GQ


de salud mental masculina

Hoy en día, la sociedad disfruta de avances que hasta hace relativamente poco ni nos
habríamos imaginado. Estamos más conectados que nunca, más informados que nunca,
tenemos más posibilidades que nunca, y sin embargo parece ser que a pesar de todo esto
cada generación que pasa sufre más trastornos mentales que la anterior.

Y es que un nuevo estudio de la Asociación Americana de Psicología ha concluído que la


gran mayoría de los jóvenes pertenecientes a la Generación Z, sufre más estrés, ansiedad
y otros trastornos en comparación con las generaciones anteriores. En un primer momento
uno podría pensar que tal vez, esto solo sea así en Estados Unidos, lugar en el que se realizó
el estudio, pero esta idea no puede estar más lejos de la realidad.

Un estudio muy parecido se llevó a cabo en Gran Bretaña, y los resultados que
obtuvieron fueron muy parecidos. En este caso, descubrieron que entre la Generación Z era
especialmente la ansiedad la que había subido en los índices. En España este mismo
verano se llevó a cabo un seminario al respecto, “Millennials y Generación Z. La depresión
invisible”. En ella se destacó que al menos un 20% de los jóvenes habían sufrido algún
trastorno depresivo antes de los 18 años, y que efectivamente hay un aumento importante
en el número de personas con este tipos de problemas aunque no se sabe todavía por qué.

La generación millennial

Para entender la importancia de estos datos, debemos recordar que hasta hace un par de
años se decía que eran los millennials los que mostraban una mayor tasa de depresión y
otros trastornos, de la historia.

“La generación triste”, “la generación depresiva” así es como se había empezado a
asociar a este grupo de personas nacidos entre los años 80 y los 90. Era la generación que
más obsesionada estaba con las redes sociales, que más problemas de autoestima tenía y la
que más problemas se había encontrado en el ámbito laboral (a raíz de las crisis de 2007).

Y además, se dice que este grupo es el que menos conocimientos tenía sobre relaciones
personales, sobre cómo hacer frente a los problemas, al fracaso y básicamente al mundo
real en general. La explicación del escritor Simon Sinek que se hizo viral, explica
perfectamente lo que le ocurría a esta generación.

Generación Z

Cuando la sociedad ya creía que era prácticamente imposible que una generación
tuviera más problemas, los nuevos estudios demuestran que cada generación que pasa
va a peor. Tras entrevistar a más de 3.000 personas, ni siquiera la mitad de los Z (un 45%)
se veía con una buena o excelente salud mental. Incluso los millennials tenían mejores
resultados (56%), pero nada en comparación con los baby boomers (aquellos nacidos
entre los 40 y los 60) que llegaban al 74%.

Según Amparo Calandín, la mejor psicóloga de nuestro país por los Doctoralia
Awards, efectivamente esto es algo que da en Estados Unidos, en España y en todo el
mundo. “Somos personas que estamos acostumbradas a unas comodidades y
paradójicamente, tener más comodidades en vez de influir positivamente a estar más
felices y tranquilos, parece ser que está generado el efecto contrario”. Podríamos decir
que en cierta manera el hecho de haber tenido las cosas más fáciles que nuestros mayores,
ha hecho que estemos menos preparados para enfrentarnos a los problemas.

“Somos menos tolerantes a la frustración, más inconformistas que las generaciones


anteriores, lo que está llevando a una mayor probabilidad de insatisfacción con la
vida”, y así es por ello que el número de casos de trastornos depresivos y emocionales va
cada día más en aumento. Incluso los más pequeños ya sufren de ansiedad y tristeza.

Las redes sociales

Y sí, las redes sociales también juegan un papel importante en este tema, pero como nos
comenta Calandín, no es ni de lejos el principal factor: “las redes sociales son un
intensificador del problema, como por ejemplo con la baja autoestima, que está muy en
auge. Muchas personas basan su satisfacción con la vida según el número de likes y
esto repercute en sus emociones y en su autoestima”.

Si Facebook, Instagram, Twitter y demás tuvieron un impacto brutal en una generación


(la millennial) que no creció rodeado de smartphones, tablets y conexión con el mundo
24/7, es fácil imaginar cómo pueden afectar a un grupo que nunca ha visto un mundo
sin iPhones, frases de 140 caracteres, o fotos sin filtros.

Si a esto le sumamos otros factores externos como las crisis políticas y sociales, el
aumento de violencia en algunos países (en Estados Unidos el mayor factor de estrés y
ansiedad son los tiroteos en las escuelas), no es de extrañar que cada generación que pasa
sufra todavía más de algún tipo de trastorno.

¿Qué podemos hacer?

La doctora Calandín cree que uno de los aspectos esenciales que tanto jóvenes como
adultos deben empezar a trabajar ya, es el de la inteligencia emocional. Trabajar en la
aceptación personal “aceptar que no siempre podemos tener lo que queremos o lo que
hemos pensado que íbamos a tener, y que a veces ni es necesario”.

Desconectar y pasar más tiempo fuera de casa y la oficina (o escuela para los
adolescentes) es también importante. Y es que como dice nuestra experta, si solo nos
cerramos a una rutina que se basa en ir de casa al trabajo y de trabajo a casa, al final puede
resultar en una vida poco gratificante y que nuestra mente ya no pueda más. Por eso
recomienda hacer actividades agradables, que nos hagan sentir bien. Puede ser deporte,
salir con los amigos, practicar algún hobby, lo que sea.

Y por último, aconseja cambiar nuestro diálogo interno. “Tenemos un diálogo interno
muy negativo, basado en las carencias que tenemos. Deberíamos ser más agradecidos por lo
que tenemos que es muchísimo, y si tuviéramos este enfoque centrado en la gratificación
haría que nuestra vida fuera diferente”.

Puede parecer complicado, sobre todo en esta sociedad de consumo y en la que pasamos
horas comparando nuestras vidas con las que los demás muestran en Instagram. Es por ello
que desconectar de vez en cuando y ser más objetivos con lo que nos rodea puede
ayudarnos enormemente.

¿Y las generaciones futuras?

Como hemos mencionado anteriormente, los niños ya empiezan a mostrar trastornos de


ansiedad y tristeza a edades muy tempranas, algo que no debería ser así. Está en las
manos de los mayores hacer que los jóvenes del futuro tengan una mejor salud mental que
la de ahora.

Para ello debemos ayudarlos a trabajar en su inteligencia emocional, que es la capacidad


de identificar tanto nuestras propias emociones como la de los demás, poder expresar
nuestros sentimientos y también lo que queremos o lo que pensamos. Esta inteligencia
es, según Calandín, el principal predictor para tener éxito en la vida. Y en este tipo de
inteligencia se incluiría también la autoestima, cómo nos vemos a nosotros mismos y
cuánto nos queremos.

Si los niños son capaces de entender y gestionar sus emociones, tendrán una mejor y mayor
capacidad para relacionarse con las personas en el futuro y de enfrentarse a las
diversas situaciones con las que se encuentren de mayores. Aunque para ello hace falta
también educar a los padres ya que nos explica la psicóloga que éstos prácticamente no
saben nada sobre inteligencia emocional en los pequeños y tampoco en ellos mismos.
Hoy en día la visibilidad de los trastornos mentales es mayor que nunca. Y aunque
puede dar la sensación de que es esto lo que hace que parezca que los problemas vayan en
aumento, y no que las generaciones anteriores estuvieran perfectos, los expertos coinciden
en que ahora sí sufrimos más problemas. Pero gracias a que ahora se habla más de ello, es
posible, si nos concienciamos, revertir esta tendencia con los jóvenes del futuro.

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